CAUDETE UN RINCÓN VALENCIANO EN C. la M.

DISCREPANCIAS HISTÓRICO-GEOGRÁFICAS

Por Álvaro Ponce Conejero

“En las Cortes de Monzón del año de 1.236 prometió el feñor Rey Don Jayme de Aragón repartir lo que fe conquiftaffe de los Moros, a los Prelados, Ricos Hombres, y Cavalleros, que le habían de acompañar con sus gentes en la Empreffa del Reyno de Valencia: y lograda la Conquifta, lo executó religiofamente, refervando a la Corona el alto dominio, y derecho de Mageftad Soberano, con las Ciudades de Valencia, Xátiva, (oy San Phelipe) Orihuela, Y Alicante, con veinte y nueve Villas Reales, a las quales concedió Voto en Cortes, formandofe de ellas, y las Ciudades, el Brazo que llamaban Real.

En efte numero se comprehendió la de Caudete, que como tal afsiftió a las primeras Cortes de aquel Reyno, celebradas doce años defpues de la Conquifta, en el de 1.250.Y en todas las demás que hubo en aquel Reyno como confta de la Recopilación de ellas en el Cuerpo del Derecho Foral, que corre impreffo, y ha fido la única regla de fu gobierno, hafta la nueva introducción de las Reales Leyes de Caftilla.

Y no contentos los Señores Reyes de haverla concedido tan preciofa preheminencia, añadieron en el año de 1.427, el Privilegio de Demanio, uniéndola a la Corona, con perpetua prohibición de enajenarla, no como quiera, fino en remuneración de fus fervicios, y efta Concefsión fe confirmó en las Cortes del año de 1.470, por el feñor Rey Don Juan el Segundo”. (1) Tanto por la lectura del presente texto, como por la consulta de otras fuentes bibliográficas, comprobamos que la Real Villa de Caudete fue reconquistada a los Moros por las tropas de Don Jaime I el Conquistador hacia el año de 1.240 y que hasta 1.707 perteneció al Reino de Valencia como “VILLA REAL” con Voz y Voto en Cortes, salvo en unos cortos periodos castellanos, que en nada pudieron alterar el sentimiento valenciano de sus habitantes hasta que en 1.436 queda establecido en el Reino de Valencia y Corona de Aragón. Posteriormente, estas tierras, se vendieron a Onteniente que pasó a ser la capital natural de Caudete. Así pues, la Real Villa, fue adquiriendo sus privilegios, títulos…, convirtiéndose en una pieza fundamental del Reino de Valencia en la que se destacó por su larga lucha fronteriza contra Castilla que duró más de 200 años.

Pero las cosas cambiaron radicalmente a partir de la “Guerra de Sucesión y Batalla de de 1.707”, -el mal que viene de Almansa a todos alcanza-; un mal que se cebó extraordinariamente en la Real Villa de Caudete por la actitud activa y beligerante que adoptaron nuestros antepasados, que al quedar vencidos sufrieron con saña la venganza de los vencedores, que la privaron de:

(1) “Por el Lugar de Caudete con la Ciudad de ”. Juan de Riambau.

-De sus honores y privilegios de “Real Villa”, convirtiéndola en “aldea” de la ciudad de Villena, la cual se dedicó a castellanizar a Caudete por la fuerza trayendo maestros que habían de enseñar los modos y costumbres castellanos a los niños de Caudete, que prohibieron los pesos y medidas valencianos, amenazando bajo penas severísimas e incluso controlaron las tahonas o despachos de pan, llegando al extremo de imponer los santos de su devoción. Todos estos hechos, se vinieron sucediendo hasta que por fin el 27 de Octubre de 1.736, se aplicó al entonces “lugar” de Caudete el perdón general otorgado por Felipe V de forma incompleta y deficiente, ya que si bien, recuperábamos la Autonomía Municipal, se nos sacó para siempre del Reino de Valencia agregándonos a Murcia. Como fondo de lo expuesto, está el Pleito de los Alhorines ya que ni Castilla, ni Villena podían consentir que la Real Villa de Caudete siguiese reivindicando sus derechos sobre las “Tierras de Pan Llevar”. Como se puede comprobar también, durante los Siglos XVIII, XIX y XX, al verse nuestra población desplazada de su marco histórico y de su espacio geográfico, se generó una depresión colectiva y se mantuvo vivo el rencor contra Villena y Castilla por tanta humillación. Una vez relatados los anteriores acontecimientos, tan importantes en la evolución de la Real Villa de Caudete, y a su vez tan olvidados por la mayoría de la población actual, nos detendremos para indicar que a partir del Siglo XIX, son muchos y variados los “Criterios de la División Regional y Provincial Española”, pero indicando en primer lugar que hay que tener un respeto absoluto en la defensa de las comarcas naturales a las que políticos, historiadores, geógrafos tenían que haberse adaptado al máximo evitando cambiarlas o modificarlas, mientras que la división en provincias y regiones sí son susceptibles de cambios políticos y administrativos. Realizada esta aclaración, diremos que la primera división provincial española, tuvo su origen en el año 1.821, la cual fue anulada dos años más tarde y que la división regional, autonómica o provincial vigente y actual, tiene su origen en la que llevó a cabo “Javier de Burgos” en el año 1.833, división ésta, que en más de 100 años sólo se ha modificado en su forma pero no en su fondo, como por ejemplo a la antigua y no modificada en sus límites, provincia de Logroño, los nuevos políticos la han bautizado con el nombre de “La Rioja”. Esta última división provincial, ha sido criticada y la han pretendido renovar más de una veintena de prestigiosos geógrafos e historiadores, expertos en construir provincias y regiones, tales como: Dantín, Hernández Pacheco, Sampedro…. Con este párrafo, dejamos ya claro que las regiones, salvo unas pocas (Galicia, Cataluña…) se hacen y deshacen a gusto de los que mandan. Así pues, con “esa y no única” división provincial de Javier de Burgos, Caudete entró a formar parte de la provincia de en el Partido Judicial de Almansa, con disgusto de parte de la población, y que quedó plasmado en un “Acta del 15-12- 1.861” en la que una Comisión pretendió gestionar del Gobierno de la Nación, que la Real Villa fuese segregada de la provincia de Albacete para agregarla a la de Alicante por ser de “interés general”. Del mismo modo, en Mayo de 1.927, el Sindicato Católico Agrícola, con más de 1.600 socios, suplicó al Ayuntamiento que Caudete fuese agregado a la provincia de Alicante y Partido Judicial de Villena por ser “unánime aspiración e interés general del pueblo”. Reunidos los ediles del Ayuntamiento de Caudete, tres votaron a favor de dicha petición y siete en contra. La razón de esa gravísima decisión fue de tipo histórico, teniendo su base en las injusticias mantenidas por parte de Castilla y Villena contra Caudete a causa de la usurpación de los Alhorines. Más tarde y a lo largo del periodo de dictadura del General Franco, en la que España era “una, grande y libre”, se acallaron los sentimientos y deseos de la población caudetana, que aún continuaba sin conocer la impuesta capital albaceteña, hasta que a partir del año 1.956, se instaló la línea de autobuses entre Caudete y Albacete, obligando a la población a desplazarse a la “capital” para resolver las cuestiones de tipo administrativo, que muy a su comodidad venían resolviendo Elda y Alicante, con abundantes comunicaciones en el mismo día y sin rigores climáticos. Recientemente y coincidiendo con la Transición y Periodo Democrático, surgió en Caudete, un Movimiento Provalencianista que sigue vivo en sectores intelectuales y escasamente en ambientes obreros. La situación actual es la derivada de 1.978 en que las provincias que integran a parte de la Mancha, pero no a toda ella, porque Toledo, Cuenca y Albacete, no constituyen todo su territorio “Mancha”, y la de Albacete de la Región de Murcia, pasaron a formar parte de la “Región”; Politico- Administrativa de Castilla la Mancha, que aglutina a una gran pluralidad de culturas y comarcas diferentes, en régimen provisional de Autonomía. Los políticos manchegos, tras una serie de votaciones que llevaron a cabo en sus respectivos ayuntamientos, desgajaron a la provincia de Albacete de la región murciana para pasar a Castilla la Mancha, lo cual nos ha alejado aún más de nuestro espacio geográfico e histórico, ya que la Mancha, tiene unos límites y fronteras naturales que aproximadamente, coinciden desde Tarancón en la provincia de Cuenca, hasta Valdepeñas en la de Ciudad Real, y desde Ocaña en la provincia de Toledo hasta zonas de Chinchilla y Pozo Cañada en la de Albacete, quedando fuera de esta comarca natural enormes extensiones territoriales: Talavera de la Reina en Toledo; Hellín, , Caudete en la provincia de Albacete…, ignorándose las fronteras naturales de los citados espacios.

LA IDENTIDAD DE LA REAL VILLA DE CAUDETE

Por Juan Manuel Carpena García

Si observamos la División Autonómica de España, nos viene pronto a la mente la idea de provisionalidad. Solo las autonomías periféricas o costeras se han montado con criterios coherentes. Quizás si fuésemos castellanos o manchegos, nos parecería esta situación más aceptable, pero apuntando nuestra historia, geografía, costumbres y economía hacia Valencia, cuando la prensa de Albacete pone en boca de caudetanos en muchos aspectos insignes, frases tales como: “me siento manchego de toda la vida”, o “somos manchegos porque aquí no se habla valenciano”, el estupor resulta inevitable. Somos valencianos como los nacidos en la ciudad de Valencia, nuestra hermana mayor, que solo nos lleva año y medio de ventaja en su reconquista. Así se nos relata el nacimiento de nuestra valencianía: “Por fin en una radiante mañana de la primavera de 1.240 el Castillo de los Capdets, cedió ante el empuje aragonés y hubo de rendirse sin lucha, al Comendador de Alcañíz que capitaneaba las fuerzas Almogávares, entre las que figuraban muchos nobles caballeros que luego se ASENTARON en la Villa, como los apellidos Ortín u Hortín, Martí, Conexero, Sánchez, Díaz, Agulló, Golf, Gimeno, Beltrán, Tallada, Benito, García, Medina, Urgellés y tantos otros…”. Y solo por este asentamiento – y dejando aparte cualquier tipo de imprecisiones históricas – somos valencianos desde entonces. Gran ocasión 1.990 para celebrar las más grandes fiestas que nunca se dieron, por los tres cuartos de milenio de nuestra “RECONQUISTA”. Y cuando digo somos valencianos lo digo en castellano, que hasta la propia Ciudad de Valencia siempre fue “bilingüe”, hecho que por lo visto ignoran esos políticos que obligan al estudio del valenciano. El sentido de lo transcendente, se lleva poco en nuestra sociedad. Se vive muy al día, casi al momento, y nos faltan ratos de calma y sosiego para filosofar y situar nuestra existencia en la amplia perspectiva que va del pasado al futuro. Quienes somos, de dónde venimos y adónde vamos, son tres preguntas que deben tener respuestas coherentes. Si a nivel individual todos aspiramos a superar a nuestros mayores, ¿por qué a nivel colectivo estamos sufriendo el ir a menos sin pestañear siquiera?. ¿por qué hay –como en el cuento de Aladino- quien está dispuesto a cambiar la maravillosa lámpara vieja de nuestra valencianía por la deslumbrante lámpara nueva de Castilla la Mancha, que con todo respeto nació ayer y con todo respeto puede morir mañana…?. La identidad de la Real Villa de Caudete, está pasando por una crisis dramática, fruto de la desinformación que propiciaba el anterior régimen hacia los regionalismos, aprovechada hoy por la miopía de los políticos actuales que quieren “hacer región” a toda costa. Y así nace una danza la mar de curiosa: todo el mundo sabe que para medrar ante las autoridades autonómicas, no hay más que darles la razón como a los locos, cuando lo que necesitan es que les abramos los ojos a estas realidades y les iniciemos en el gusto por la “pluralidad” que es la única característica de la región autónoma que puede unirnos. Y por esto les invitamos a llevar a cabo una valiente, decidida e inequívoca política comarcal, para que el conocimiento y aproximación entre unas comarcas y otras se haga partiendo de la admiración por nuestras naturales diferencias y no utilizando los medios de comunicación y presupuestos regionales, como aviones militares sobre “Cabañeros” (valga la expresión). Que cómodos nos encontraríamos en esta joven y recién inventada autonomía –flor de invernadero que diría D. Manuel Azaña- si desde Toledo, esa amada y lejana ciudad, se potenciara con energía la identidad cultural de cada una de sus naturales comarcas. Volviendo al símil Cabañeros, sería como declarar a Castilla la Mancha “Autonomía Natural”. Que mal parada iba a quedar nuestra identidad y que insolidaridad creciente se avecinaría si se nos coacciona o maltrata como ese símbolo que es la desterrada “Dama Ibérica de Caudete”, que a golpes de incultura ha perdido sus facciones y no ha vuelto a simple “piedra” porque alguien ( ¡de Villena! ) supo valorarla y preservarla.

*Artículos inéditos, censurados por las Autoridades políticas de 1990