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\ Ensayos sob1"e '1\. México

Prólogo. recopilaciút1 y notas de Andrea Revuelta,: y Philippe Cherot1

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. " , •. , , \ .• r e Ediciones Era Jij !ND1CE

Prólogo, 9

PRIMERA PARTE

FORMACióN DE Mf:XICO

Caminos de la nacionalidad, 17 · Posibilidades y limitaciones del mexicano, 41 Naturaleza de la independencia nacional, 59 1· La independencia nacional, un proceso en marcha, 67 La trayectoria ele Díaz, 79 La revolución mexicana y el proletariado, 83

SEGUNDA PARTE

MÉXICO MODERNO

Hay que resolver la 9risis del movimiento revolucionario, 111 Crisis y destino de México, 115 Obras Completas de José Revueltas Primera edición: 1985 Esquema de las características del presente momento ISBN: 968-411-016-2 histórico, 126 ISBN: 968-4 11-129-0 DR © 1985, Ediciones Era, S. A. Democratización y desarrollo económico, 132 Avena 102, 09810 México, D . F. lmpreso y hecho en México Tesis sobre el momento político por el que atraviesan las Printed and Made in Mexico relaciones sociales en el país, 135

1 ,1 4,~,6¡ su fructífera labor en Nueva España. POSIBILIDADES Y LIMLTACIONES A su llegada a tierras de Nueva España, los caciques y masas DEL MEXICANO ~ indígenas ocurren al camino de Veracruz para recibirlo y narrarle sus congojas; al mismo tiempo y por obra del influjo de la secu­ lar costumbre temerosa y esclava, le ofrecen presentes y regalos ·que el santo obispo rechaza. Es un varón integro y férreo, que combate denodadamente a los miembros de la primera Audien­ cia y que sufre represalias sin cuento hasta obtener finalmente la victoria. Pero al mismo tiempo que defiende a los indios con una ma­ no, fray Juan de Zumárraga, con la otra, destruye ídolos y templos "gentiles", códices y manuscritos muy valiosos. No se parece a aquel inquieto fraile de Yucatán, Diego de Lan­ l. EL MEXICANO Y SU SER NACIONAL da, que cruel, fanático, intrigante, colérico, si bien destruye todo Plantear no importa qué problemas en relación con "el me­ cuanto puede destruir de las cosas mayas -ídolos, relaciones, xicano" implica desde luego formular una petición de principio, historias, templos--, ya en las postrimerías de su vida, quizá o sea la de que "el mexicano" existe. Si dejamos por previamen­ con arrepentimiento, recrea lo que sus manos hollaron y escribe te asentado y sin demostración que el mexicano existe, las di­ su Relación de Yucatán, que és el libro por- el cual nos hemos recciones de la investigación respecto a sus problemas pierden podido enterar de muchas cosas que de otra suerte jamás bubie- en absoluto su carácter objetivo y quedan a merced del capricho . sen llegado a nuestro conocimiento. No; el obispo Zumárraga y la fantasía personales del investigador. De ahí, por ejemplo, no transige con la "gentilidad", ni nos da, tampoco, un libro tan las sorprendentes enunciaciones que se han hecho, donde, sin rico como el de Landa; pero pasados los años, _el violento ene­ que sea ·preciso siquiera penetrar en su desarrollo, se advierte migo de _laAudiencia, defensor de los indios y figura extraordi­ c!;-;sdeel primer momento la propensión a lo fácil y lo arbitra­ naria, contribuye principalísimamente a que en Anáhuac y en rio. Hablar de una particular -"finura" del mexicano, o de que América toda, se difunda el gran dolo bueno que fue la virgen éste tenga un privativo "sentinliento de rivalidad", del mismo de Guadalupe -resurrección cabal de la T<;matzin india-, cuya modo que una "voz, gesto y silencio" o un "asombro", o una importancia en la formación de la nacionalidad y la patria es in­ fom1a de sentir "Jo imaginario y Jo real", es tanto como preten­ discutiblemente tan grande. der que ciertos fenómenos invariables y universales se expresen Independientemente de su condición personal como hombres

40 41 espacio concretos. De esta manera, cuando se habla de la exis­ tante absoluta, que es el hombre mismo como verdad objetiva. tencia del mexicano ( que no es sino una forma de la existencia El burgués o el proletario, el renacentista o el habitante de del hombre en general), no podemos concebir que ésta se pro­ las cavernas, el sueco o el mexicano , son hombres, pero no son duzca y suceda fuera de la praxis, es decir, fuera de la reciproci­ el hombre. De aquí que no pueda emprenderse el análisis del dad de relaciones que el sujeto establece necesaria y forzosa­ hombre relativo y concreto de una sociedad o un país determ i­ mente con sus circunstancias. A mayor abundamiento, las rela­ nados, dentro de un tiempo y un espacio locales, sin referirlo ciones de reciprocidad entre el sujeto y sus circunstancias no se al hombre universal absoluto, cuya existencia es absoluta den­ expresan jamás de un modo pasivo, antes sujeto y circunstancias tro del tiempo y espacio universales. aparecen en continuo movimiento, condicionándose mutuamen­ De acuerdo con el punto de vista anterior, los términos "el te sin cesar, de tal suerte que la subversión de las circunstancias mexicano" y "lo mexicano", deberán cobrar una categoría di­ por parte del sujeto se resuelve a su vez, dialécticarnente, en una ferente a la de su simple acepción gentilicia. Si se observa la autosubversi6n del sujeto mismo. perspectiva económica, sociológica e histórica del país llamad o ·l México, se verá, por ejemplo, que el lacandón no es ni "el me­ El hombre aparece dentro de la praxis en su condición real e xicano" ni "lo mexicano", del mismo modo que no lo son, tam­ íntegra, en su movimiento y devenir continuos, no como un re­ poco, el yaqui, el cora, el buichol o el otomí. La causa de que sultado pasivo de la naturaleza inconsciente y ciega, ni como una no lo sean radica en que sus características como comunidades súma de reflejos condicionados, sino como un elemento práctico­ humanas concretas no se han podido imponer a esa otra comu­ crítico, es decir, revolucionario. nidad de hombres, a su vez con características propias · y en el seno de la cual coexisten, que constituye el resto del país. Sujeto y objeto --Oice el italiano Mondolfo - no existen más Una comunidad humana se convierte en lo nacional de un que como términos de una relación necesariamente recíproca, país dado, cuando crea las condiciones para serlo y no en nin­ cuya realidad reside en la praxis; su oposi<::iónno es más que guna otra circunstancia; esto no quiere decir, sin embargo, que la condición dialéctica de su proceso de desenvolvimiento, de una comunidad humana dentro de un país dado no pueda ser su vida. Por consiguiente, el sujeto no es una · tabula rasa pa­ lo nacional de sí misma: · los yaquis, los coras, los lacandon es y sivamente receptiva; es ( como el idealismo sostiene) activi­ demás minorías idiomáticas, son lo nacional para sí mismas, res­ dad, que por lo demás se afirma (y esto contra el idealismo) pecto a sí mismas, pero no son lo nacional del país, el ser nacio­ en la sensibilidad o actividad humana subjetiva , la cual pone, nal de México. Si cualquiera de estas minorías hubiese podido modela o transfonna el objeto y con esto se va formando a crear las condiciones económicas, sociológicas e históricas indis­ sí misma. * pensables para convertir lo nacional propio en lo nacional del país, no estaríamos planteando el problema del mexicano, sino, Esta praxis subversiva, que parece situar al hombre como un en su caso, o el problema del yaqui o del cora o del lacandón. ser relativo y cambiante, presupone la existencia de un hombre De aquí se concluye que el problema de "el mexicano" se objetivamente absoluto, cuya existencia objetiva es absoluta. La plantea como tal en tanto que el mexicano, a través de una serie historia y las sociedades humanas nos han dado al hombre del de vicisitudes y circunsta~cias de las que hablaremos en su turno , Renacimiento , al hombre de la Edad Media, al hombre burgués, ha llegado a convertirse en lo nacional de un país, o con mayor al hombre feudal, al hombre proletario, del mismo modo que co­ exactitud, en el ser nacional de México . munidades humanas más específicas nos han dado al hombre ale­ mán, al hombre francés , al hombre mexicano. Pero si se toma :il hombre en su conjunto, prescindiendo de la relatividad a que · La realidad del ser nacional de un país, con siderado como su­ lo condicionan historia y sociedades mutables, queda una cons- jeto -en nuestro caso el mexicano , el ser nacional de México-, y la realidad de sus relaciones de interd~pendencia e interacción ,,. Rod olfo ~rondQJfo, Feuerbach y Marx. Ed . Claridad , Buenos Airc 5. respecto a la economía , la sociedad y la historia del país en s.f., p. 18. cuestión, consideradas como objeto, radican en la praxis, lo que

42 43 signiüca entonces que lo 11ac:io11al,el ser 11acional, no es otra el ser nacional de México, i10 implica su inexistencia como se 1 cosa que ese proceso universal de transformación, integración y nacional mayoritario del país y determinante del mismo, de su desintegración del hombre, localizado en un punto concreto del carácter y su morfología. Pero , en suma, ¿qué es, entonces , el tiempo y el espacio, que hace posible a una comunidad formu­ mexicano? larse respecto a sí misma y respecto a l!}s demás el concepto No obstante que, como se decía en renglones anteriores , los fe­ más o menos absoluto de "lo francés", "lo inglés", "lo mexica­ nómenos universales que determinan al mexicano se producen y no", etcétera. En consecuencia y como resultado de ese proceso desarrollan con características peculiares propias, este hecho no universal del que le es imposible separarse, el concepto de lo nos autoriza a elaborar una definición privativa de lo mexicano nacional aparece en el cerebro de los hombres como una forma diferente a la que existe para establecer las condiciones indis­ prácticamente determinada de la conciencia del ser, de la con­ pensables que debe reunir no importa qué otra comunidad hu­ ciencia del ser humano. mana considerada como ser nacional, como nacionalidad . Esta conciencia del ser humano, en su forma prácticamente Cuando los intelectuales y profesores pretenden definir al me­ determinada del ser nacional ( del mismo modo que en su forma xicano por su sentido de la muerte, por su resentimiento, por su de conciencia de clase y en todas sus demás formas), aparece propensión a la paradoja y por sus inhibiciones y elusiones sexua­ en la vida de los hombres como el resultado de un conjunto de les, no están haciendo otra cosa que una literatura barata de sa- fenómenos económicos, sociológicos e históricos, que tienen ca­ . Ión. El mexicano no es un tipo único para el que existan, o deban racterísticas peculiares en cada comunidad, a pesar de que el inventarse, leyes ni definiciones únicas, porque un tipo de tal proceso de su aparición esté regido por leyes universales únicas. naturaleza no puede darse en ningún género de circunstancias El camino recorrido por la comunidad francesa para adquirir lc1 dentro del conglomerado humano moderno. Las características conciencia de "lo francés", es muy diferente al camino recorrido que se quieren hacer pasar como peculiares del mexicano, el re­ por los colonos de Norteamérica para adq~irir la conciencia de sentimiento, el sentido de la muerte y demás, son rasgos que han "lo .norteamericano" hasta llegar al absoluto posible de esa con­ aparecido y aparecen en otros pueblos. Aún más, estos rasgos, ciencia. Por "absoluto posible" entendemos el. punto donde la en el propio mexi~ano, forman una superficie cambiante, no sólo conciencia se realiza y donde, al realizarse, se transfonna de con­ a lo largo de la historia, sino incluso a lo largo de la geografía . ciencia del ser en el ser mismo. Al respecto hemos dicho, refi­ El hombre es el mundo de los hombres y las condiciones ma­ riéndonos a las minorías idiomáticas de México, que ellas son teriales de su vida determinan su conciencia, su organización so­ fo nacional de sí mismas, pero que esto no significa que sean lo cial y política, sus costumbres y su ideología. De esta suerte un nacional del país, aunque dichas minorías posean una conciencia análisis correcto del hombre no puede sino tomar como punto de su yo, de su ser naciona1. Con esto ha querido decirse que de partida el análisis de las condiciones materiales de su exis­ la conciencia de lo nacional, en el caso de tales minorías, no ha tencia, que son las determinantes de todo el resto. Del mismo llegado al ·punto de su absoluto posible, es decir de su realiza~ modo que en medicina los síntomas no son la enfermedad, en ción económica, social e histórica, y que, por lo tanto, es una la sociedad humana los datos detenninados no son el hombre, conciencia estacionaria y pasiva. pues el hombre está constituido no sólo por lo que aparece en Una de las características, precisamente , del ser nacional del su superficie, sino ·tambiéñ y preponderantemente por lo que es­ mexicano, es que convive, como tal ser, junto con otras nacio­ tá en su raíz como el conjunto de sus determinantes. Los datos nalidades dentro de los ·límites de un mismo territorio. La no determinados del hombre constituyen un conjunto inestable, que realización de la conciencia nacional de las minorías idiomáticas se altera en la misma medida en que los datos determinantes que conviven junto al mexicano, constituye, en consecuencia, una · a,í lo condicionan. Por cuanto a esta permanencia e inestabili­

44 45 formación de las relaciones de propiedad. la introducción de La segunda fase es el repartimiento de indios. A pretexto de nuevos instrumentos productivos y la proletarización casi total adoctrinar a los indios en la fe católica , pueblos enteros son en­ de la población indígena, hubieran significado_ un fenómeno _re­ tregados a los españoles, quienes explotan la mano de obra indí• volucionario y progresista. El que no haya sido tal cosa, sino gena, particularmente en las minas. En este periodo los indígenas todo lo contrario, se debe a que los conquistadores introdujeron son despojados de todo y el calpullalli desaparece. En lugar del una nueva contradicción fundamental, que apenas existía antes calpullalli se hace gracia a los indios de un exiguo terreno como de ser destruido el imperio: la contradicción entre las relaciones fundo legal, que es el ejido colectivo del pueblo. de propiedad y las fuerzas productivas. La tercera fase es la de las tierras mercedadas. Los reyes es­ En efecto, como hemos dicho, la contradicción más importan­ pañoles hacen mercedes de tierras a sus vasallos en premio a te del Imperio azteca era más bien de carácter nacional que los servicios prestados a la Corona y a propósito de colonizar la social. Las nacionalidades oprimidas por los tenochca o mexica, Nueva España . El despojo de los indios adquiere así un carácter a pesar de estar estructuradas internamente en clases sociales legal, y la Corona exige a los beneficiados por el despojo el necesariamente antagónicas, aparecían unificadas en su odio y avecindamiento, por lo menos de cuatro años, en las tierras mer­ temor a los aztecas, y los macehuales y huehuetlacolli, o sea los cedadas. peones y esclavos, no parecían tener conciencia de la necesidad De estas tres fases en que se expresa la transformación de las de una lucha de clases contra sus explotadores, ni ofrecían el relaciones de propiedad y su consecuente contradicción con menor indicio de que tal lucha se produjese. Dentro del seno mis­ las fuerzas productivas, sin duda la tercera es la más importante, mo de la nacionalidad mexica, las clases inferiores se mantenían porque en la tercera la Corona obliga al español a avecindarse obedientes y sin m~nifestar síntomas de rebelión. Esto nos induce en la tierra. a pensar que el antagonismo entre las relaci.ones de propiedad y las fuerzas productivas no había llegado !1 esa etapa de ma­ El avecindarse el español en la tierra trajo consigo, de necesi­ duri::z en que las clases explotadas se apartan de los intereses dad, el comercio sexual de españoles e indígenas. Dicho más nacionales para luchar por sus intereses propios .. claramente, este comercio sexual que antes estuvo desprovisto de Al mismo tiempo que transformaba las relaciones de propie­ contenido económico, ahora aparecía ligado a la propiedad de la dad, la conquista sustituyó a los antiguos amos indígenas con tierra. Es aquí justamente cuando nace el mestizaje, que ya no los nuevos amos españoles. La consecuencia de esto, como se ha se realiza de una manera espontánea y fortuita, como pudo ser dicho, fue la liquidación de las contradicciones nacionales entre durante los primeros tiempos, sino bajo el imperativo de una los propios indígenas, a cambio de que apareciera una contra­ necesidad económica improrrogable. En suma, el mestizaje apa­ dicción nueva: de una parte los indígenas tomados en su con­ . rece en la historia de México no como un fenómeno racial, sino junto como fuerzas productivas , y de otra los españoles, tomados como un fenómeno económico. en su conjunto como la expresión de las relaciones de propiedad. Los defensores de la dominación española elogian la gene­ Este fenómeno se desarrolló a lo largo de tres fases, donde casi rosidad de la conquista que tuvo buen cuidado en no destruir es posible fijar cronológicamente el momento en que apareció el físicamente a los aborígenes del Anáhuac, al revés de lo que por factor económico que más adelante se convertiría en el germen su parte hicieron los emig~antes ingleses que colonizaron Norte­ del ser nacional del mexicano, el germen de la nueva nacio­ américa. Pero si se analiza más de cerca el problema se verá nalidad . que el criterio de generosidad o falta de generosidad no tiene La primera de estas fases es la encomienda de indios. Duran­ nada que ver en el asunto. te este periodo los indígenas fueron sometidos a la servidumbre. · El primer periodo de la dominación española se caracteriza pero en general no fueron despojados de sus tierras. El calpullalli por el carácter puramente extractivo de la economía. Los espa­ y las tlalmilpas se conservaron más o menos sin alteración , cam­ ñoles no tenfan ningún otro interés que no fuera extraer de la biando únicamente el destino del tributo, que ahora era para los tierra la mayor cantidad posible de metales preciosos. Durante españoles. este primer periodo la población indígena, sometida a los más

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::--.. rudos trabajos y privaciones, descendió considerablemente en La conciencia de que es responsable de la prosperidad de los número y hubiese desaparecido, como ocurrió en Cuba, si junto suyos -dice Vossler refiriéndose al Cid y a los versos del a la economía puramente extractiva no aparece una economía cantar que hemos transcrito más arriba-, y de que sus par­ productiva que se orienta hacia la explotación de la agricultura. tidarios son una especie de socios comerciales, le da a este supuesto precursor del romanticismo un formato y una solidez A partir de este segundo periodo es cuando . los españoles pro­ de tipo económico y de carácter completamente aliterario. curan que el indígena no muera y desaparezca, pues con el in­ dígena desaparecería la mano de obra indispensable para la ex­ Las palabras de V ossler podrían referirse, sin cambiar una plotación de la tierra. coma, a don Remando Cortés y los suyos. Podríamos sustituir Este empeño claramente económico estaba revestido de deter­ la palabra "aliterario", sin embargo, por la palabra "amoral". minadas formas ideológicas. La Bula Alejandrina, que otorga a Las clases sociales disfrazan muy a menudo sus fines bajo los reyes españoles el dominio de las Indias Occidentales, a pre­ diferentes aspectos. Así, la conquista se realiza, no para aumen­ texto de que el reino de la cristiandad se extienda por el mun­ tar el poderío económico de España, sino para incorporar al do, no es sino la apariencia jurídica bajo la cual aparece la ex­ catolicismo millares de almas condenadas de otro modo al fuego pansión imperial de España. Del mismo modo el repartimiento eterno. Pero la figura del Cid, lo mismo que las de Cortés o y encomienda de indios, que no son otra cosa que el despojo y Pizarra, nada tienen que ver, como figuras históricas y sociales, la explotación de los aborígenes, se presentan a su vez bajo la con .los disfraces de que la ideología imperante en su tiempo forma de una superestructura religiosa: el adoctrinamiento de los tuvo necesidad de revestirlos. Por muy complicados que aparez­ indígenas en el catolicismo. can ante nuestra vista estos disfraces, siempre es posible descu­ Es evidente que ningún análisis serio del problema puede em­ brir lo que se oculta por debajo de ellos. prenderse a partir dé considerar como válida_s la generosidad, La necesidad de conservar y reproducir la mano de obra tra­ hidalguía o caballerosidad de los españoles, hecho que no influye jo ccmo consecuencia, bajo la dominación española, la aparición para n~da en el fenómeno histórico. El arquetipo de las virtudes del mestizaje. Ahora examinemos cómo este mestizaje se fue españolas, Ruy Díaz de Vivar, pone al descubierto el contenido constituyendo en el germen de un nuevo ser nacional. real de sus hazañas en unos versos del Cantar del Mío Cid, que La conquista destruyó cualquier clase de posibilidades histó• cita ·Karl Vossler: ricas en el sentido que alguna de las nacionalidades del Anáhuac pudiese llegar a _convertirse en el ser nacional del país. Como se Los moros e las moras vender non los podemos, ha dicho, la conquista y la colonia españolas anularon las con­ que los descabecemos nada non ganaremos; tradicciones nacionales de los aborígenes, convirtiéndolos en una cojámoslo de dentro, ca el señorío tenemos; masa con intereses económicos comunes por cuanto que, en el posaremos en sus casas e dellos nos serviremos. nuevo orden de cosas, representaron a las fuerzas productivas en oposición a las relaciones de propiedad representadas por los Poca hidalguía y poca generosidad hay en el más hidalgo y españoles. más caballero de los españoles de todos los tiempos. No puede Esta masa heterogénea llegó a estar unida por un común lazo vender a los moros ni moras y con el "descabezados" nada ga­ económico -que era el de ser víctima de la explotación de los nará. La solución -acaso más fenicia que española, o por es­ e-spañoles-, por una religión común y por un territorio común. pañola fenicia- resulta la más práctica: se servirá de ellos y En realidad los indígenas se apropiaron del catolicismo de los con­ posará en sus casas. Como se ve, no hay n;mcha poesía que di­ quistadores como un recurso para continuar la práctica impune gamos, en la actitud heroica d~I Cid. de ·sus antiguos ritos. Pero a esta masa indígena le faltaba, para Los españoles de la conquista y la colonia no pensaron, res­ convertirse en una nacionalidad, el adquirir un idioma común. pecto a los indígenas del Anáhuac, de una manera distinta a Las antiguas lenguas nacionales anteriores a la conquista no po­ como pensaron, respecto a los moros, sus ancestros de la épo­ dían servir como un lazo idiomático común, porque ninguna de ca del Cid. ellas representaba un instrumento económico de relación, ya que so 51 la propiedad estaba en manos extranjeras. El único idioma co­ españoles criollos. El alcance que estos últimos daban a la trans­ mún de que podían disponer las masas indígenas era el propio formación, fruto de dicho antagonismo, de las relaciones de pro­ idioma del conquistador. De este modo, e impelida por las fuer­ piedad, no pasaba de pretender otra cosa que el simple despla­ zas económicas, la masa indígena (a excepción de ciertos nú­ zamiento, a su favor, de la riqueza de los españoles peninsulares, cleos que pudieron sustraerse al fenómeno, aún hasta nuestros sin que el carácter feudal de la propiedad se alterase en lo mí• días) aprende el español o se incorpora orgánicamente a este nimo, y sin que el peso de la explotación de la tierra dejase de idioma a través de los mestizos. El resultado de esto es que junto seguir gravitando sobre las espaldas de los indios y mestizos. a las viejas nacionalidades del Anáhuac, que han permanecido Los criollos veían la expresión jurídica de este anhelo inclu­ estacionarias y que carecen de perspectiva histórica, y frente a sive en la independencia de la colonia respecto a la metrópoli, la nacionalidad española, detentadora de la tierra y opresora de pero esta independencia no tenía nada que ver con la liberación las demás nacionalidades, surge una nueva nacionalidad, un nue­ de la nacionalidad mexicana. vo ser al que con todo rigor puede llamarse el mexicano. Del lado de los sectores oprimidos, esta diferenciación se ex­ Por cuanto a los caracteres nacionales conviven en la colonia presó en el nacimiento de una clase de terratenientes menores y tres grandes grupos: l] los españoles (peninsulares y criollos). de rancheros, junto a los peones mestizos e indios sin tierra. 2] los mexicanos (mestizos e indios de habla española), y 3] Dentro de estos sectores el antagonismo natural que debía so­ los indios puros o no incorporados al español que se subdividen brevenir entre poseedores y proletarios, fue neutralizado por el a su vez en varias nacionalidades. antagonismo más importante de la sociedad, que radicaba entre Por cuanto al esquema económico de la sociedad, la colonia los propios sectores oprimidos tomados en su conjunto, y el sec­ . ofrece, a grandes rasgos, dos grupos fundamentales: 1] los es­ tor formado por los españoles y criollos. pañoles y criollos, que -son quienes determinan el modo de las Para el grupo de los terratenientes no latifundistas -los ran­ relaciones de propiedad, y 2] el resto de la población, que es cheros, los indios y los mestizos sin tierra-, la independencia de el que integra las fuerzas productivas. la colonia no representaba sino una consecuencia aleatoria de la III. LA PRIMERA GRAN REVOLUCIÓN transformación de las relaciones de propiedad. El propio cura MEXICANA (1810) Hidalgo, en un principio, preconizó la fidelidad a Fernando VII. En esta actitud de Hidalgo no hay que ver, como algunos pre­ Después de tres siglos de acumulación de fuerzas, llega el mo­ tenden, pusilanimidad o confusión de objetivos. Hidalgo tenía mento en que se hace posible para el mexicano iniciar la trans­ una conciencia clara de sus tareas históricas y de ningún modo formación revolucionaria de las relaciones de propiedad. La crá ese anciano tonto y lamentable que los historiadores reac­ lucha por la transformación de las relaciones de propiedad coin­ cionarios nos presentan. Hidalgo se proponía una transformación cide con la lucha en contra de la nacionalidad opresora, na­ sustancial de la economía de Nueva España e instruía a los in­ cionalidad que es, al mismo tiempo, la que determina el carácter dios en cultivos e industrias que, justamente, estaban prohibidos de dichas relaciones. Es por esto que la revolución de 1810 apa­ por la Corona española. La independencia de la colonia respec­ rece con un doble carácter: como revolución agraria y como to a España podía no significar necesariamente la transfonnación revolución nacional. de las relaciones de propiedad, de la misma manera que la trans­ Decíamos que a lo largo de la dominación española se pro­ formación de las relaciones de propiedad podía no significar ne­ dujo, dentro de la soéiedad de la colonia, una diferenciación cesariamentela independencia. Pero en todo caso, la transforma­ económica y de clases que después determinó_el carácter de los ción de las relaciones de propiedad, con o sin independencia, agrupamientos, por cuanto a los partidarios de la realización de significaba necesariamente la liberación de la nacionalidad m~ la nacionalidad, que se manifiesta históricamente primero en el xicana. periodo de 1810 y luego en el de 1821. Los insurgentes terminan por confundir el problema de la rea­ Del lado de los sectores dominantes esta diferenciación se ex­ lización nacional del mexicano con el problema de la inde­ presó en un antagonismo entre los españoles péninsulares y los pendencia política y abandonan, entonces, la tarea de la trans- 52 1· 53 formación de las relaciones de propiedad en manos de Iturbidc , le. De esta suerte, los mestizos e indios de habla española, lla­ precisamente el representante de los criollos que no deseaban mados a ser los que integraran una nacionalidad mexicana libe­ la transformación radical de esas relaciones y, con ello, tampoco rada, no podían serlo por impedírselo la envoltura feudal de la la integración de una nacionalidad mexicana. sociedad. Nos explicamos, desde tal punto de vista, el por qué De este modo el movimiento iniciado en 1810 como un mo­ tanto el juarismo como el porfirismo hayan combatido tan en­ vimiento revolucionario y nacionalista, degenera en 1821 en un conadamente a las masas indígenas. movimiento reaccionario y antinacional. En el periodo que conocemos como el del México indepen­ En consecuencia, la realización del mexicano como ser na­ diente, hay dos grandes brotes nacionales, que adquieren visos cional del país, se pospone para el siguiente periodo histórico, el de triunfo. Dos nacionalidades distintas: la maya en la península periodo que conocemos con el nombre de México independiente . de Yucatán y la huichol y nayarita, en las sierras del occidente, se levantan en a1mas en lucha por su independencia nacional. Ninguna de estas dos nacionalidades rebeldes, ni la maya ni la IV. EL MÉXICO INDEPENDIENTE Y LA NACIONALIDAD huichol, pretendían convertirse en el ser nacional del país; que­ La revolución de Ayutla y la Reforma representan un gran pa­ rían simplemente ser nacionales para sí mismas, libres en su pro­ so adelante en la realización del mexicano como ser nacional pio territorio. Las clases dominantes en México aplastaron a d~l país, por cuanto significaron la derrota histórica de los te­ sangre y fuego estas rebeliones que hubiesen podido evitarse y rratenientes feudales (incluso la Iglesia), herederos de la con­ aun canalizarse hacia la integración de la nacionalidad mexica­ trarrevolución de 1821. na, si las relaciones de propiedad no hubieran sido las que im­ Sin embargo, la transformación de las relaciones de propiedad peraban. que implicaron Ayutla y la Reforma, no fue capaz de crear, por La lucha contra los indígenas durante la Reforma y el por­ insuficiente, las condiciones para una integración cabal y plena firismo se explica por la circunstancia de que el núcleo dirigen­ de la nacionalidad mexicana. te, constituido por los nuevos terratenientes, se transforma, a Decíamos que dentro del núcleo de clases oprimidas por la medida que triunfa sobre las clases antinacionales heredadas de la colonia, en un núcleo asimismo antinacional. dominación colonial ( o sea los pequeños terratenientes, los ran­ cheros y los indios y mestizos), existía un antagonismo latente Incapacitado para ·transformar las relaciones de propiedad en que no podía manifestarse en virtud de ser más poderoso el an­ un sentido antilatifundista, este núcleo dirigente se desenvuelve tagonismo que existía entre este mismo núcleo, tomado en su dentro de las mismas condiciones que hicieron posible a las cla­ conjunto, y el constituido por los españoles y criollos. Tal anta­ ses dominantes de la colonia convertirse en el obstáculo más gonismo latente debía manifestarse mucho más tarde, cuando ce­ importante para el surgimiento de una nueva nacionalidad. sara de existir el factor que lo neutralizaba. Este momento fue · Durante la última etapa del porfirismo se produce un fenó• el que siguió al triunfo de Ayutla y la Reforma y la derrota meno nuevo en el mundo: la aparición del imperialismo eco­ del II Imperio, cuando las clases herederas de la dominación nómico del capital monopolista. Las clases poseedoras del porfi­ 01p1ñola fueron barridas en definitiva del escenario histórico. rismo, creadas por 1~ Reforma, perdido ya el espíritu nacional La transformación de las relaciones de propiedad que llevó que las alentó en un principio, no vacilan, entonces, en abrir a cabo la Reforma, tuvo su expresión jurídica en las leyes de las puertas del país a la penetración imperialista. desamortización de bienes. Esta desamortización de bienes se tra­ La integración del mexicano como ser nacional del país, tarea dujo en el fortalecimiento económico de los pequeños terrate­ que la Reforma realizó a medias y sólo en tanto que luchó con­ nientes y rancheros que devinieron súbitamente en nuevos terra­ tr~ las clases más reaccionarias y antinacionales de su tiempo, tenientes feudales. Agréguese a esto que la desamortización de se pospuso nuevamente para el periodo histórico que seguía. bienes incluía las propiedades indígenas comunales, con lo cual Este periodo era el de la revolución de 1910. Esta revolución, el problema de la contradicción entre las fuerzas productivas '" al plantearse la transformación de las relacio"nes feudales de pro­ las nuevas relaciones de propiedad se agravó considerablemeñ- piedad que le legaran la Reforma y el porfirismo, se plantea al

54 55 mismo tiempo una revolución antimperialista. Para la realiza­ colectiva de algo que existió muy imprecisamente en el pasado , ción de esta tarea, la revolución de 1910 cuenta con dos clases cuyas huellas sobreviven en los giros idiomáticos con que adop­ nuevas consecuentemente interesadas en la realización del me­ ta el español y en las formas paganas con que practica el cato­ xicano como ser nacional del país. Estas dos clases nuevas son licismo. Como consecuencia de esto la nueva nacionalidad no se la burguesía y el proletariado. siente vinculada, de un modo orgánico, ni a su pasado indígena, que es en su conjunto un pasado multinacional y heterogéneo, V. BURGUESÍA, PROLETARIADO Y CAMPESINOS, ni a la tradición española, que representa lo extranjero y la CLASES NACIONALISTAS opresión. Tercero. La nacionalidad mexicana nace bajo el peso de una El movimiento revolucionario de 1910 transforma a fondo las doble condición adversa, que consiste, por una parte, en la opre ­ relaciones feudales de propiedad de la tierra y con esto crea las sión española, y por otra, en la existencia de los grandes Estados condiciones económicas para la integración de la nacionalidad nacionales que ya han podido surgir en el mundo gracias a la mexicana, después de cerca de cuatro siglos en que ésta comen­ abolición del feudalismo. Más adelante la nacionalidad mexicana zó a gestarse con la aparición del mestizo. Las minorías idiomá­ se desarrolla y trata de convertirse en el ser nacional de México ticas del México moderno, al convertirse en poseedoras de la (181 O), no sólo cuando los Estados nacionales ya se han cons­ tierra merced a la revolución de 1910, han dejado de ser nacio­ tituido, sino cuando éstos ya han pasado del capitalismo mer­ nalidades oprimidas. La enseñanza que a muchas de ellas se les cantil al capitalismo manufacturero, y la mayor parte de ellos · imparte en su propio idioma, convenientemente alfabetizado, co­ han realizado ya su revolución burguesa. Como con~ecuencia mo un recurso para asimilarlas al idioma económicamente im­ de esto, la nacionalidad mexicana nace y se desarrolla con un perante, terminará por hacer que se incorporen a la nacionali­ considerable retraso histórico. Este retraso la obliga a plantear­ dad única y homogénea que constituirá México en el futuro. se, junto a las tareas de su realización nacional, otras tareas su­ Después de este examen en que hemos ~isto las circunstancias y vicisitudes a través de las cuales el mexicano ha podido con­ r~riores ( como las de la revolución burguesa, por ejemplo), que vertirse en lo nacional de México, resta detenerse en las contra­ no coinciden con el estado de desarrollo de su infraestructura eco­ dicciones peculiares que ha llevado consigo dicho proceso de in­ r.ómica. tegración, contradicciones que al parecer constituyen aquello Cuarto. La nacionalidad mexicana, finalmente, se convierte que otorga al mexicano una fisonomía propia. en el ser nacional de México dentro de un mundo donde coexis­ Tales contradicciones pueden agruparse en la siguiente fomia: ·~n dClsfenómenos que no existían en épocas anteriores: el im­ Primero. La conquista del Anábuac no es la imposición de rerialismo y el socialismo. Como consecuencia de esto la na­ una nación sobre otra, sino la dispersión y disolución práctica, .-:l'nalidad mexicana se plantea el problema de su culminación de un conjunto de nacionalidades autóctonas, que de hecho des­ rCl de su desaparición), como el problema de elegir entre dos aparecen bajo el peso de una nueva organización social que :frnúnos de un dilema histórico: o el socialismo y la sobrevi­ cuenta con superiores medios de producción y de opresión. Co­ \cncia, o el imperialismo y la extinción. mo consecuencia de esto, en la imposibilidad de recurrir a su Estos cuatro grupos de contradicciones se rcClejan en todos los propio acervo de tradición, cultura e idioma para reagruparse en ¿~müs aspectos de la vida mexicana. Es natural, por ejem- un núcleo capaz de adquirir nuevamente un ser nacional, las 1!0, que la religión católica del mexicano sea una religión triste, dispersas nacionalidades autóctonas se sirven, para ello, de las é~sgarradora y llena de nostalgia, pues se trata de una religión propias armas del conquistador: la religión católica y el idioma. ézstinada a sustituir algo que se ha perdido y que ya no se sabe Segundo. La nueva nacionalidad mexicana, fruto del aprove­ ~t:é cs. Otra de las características del mexicano es su sentimiento chamiento de la religión y. el idioma extranjeros, unido a la co­ óe dcsposesión. De aquí se deriva, desde luego, su actitud ante munidad de lazos económicos y de territorio, aparece entonces, !:i muerte y la vida, su desprendimiento y la poca importancia nace a la existencia, como una nacionalidad oprimida con una q:ie le da al hecho de desaparecer. Todas estas características, tradición imperfecta que se reduce a ser la nebulos; memoria ;¡n embugo, se originan en circunstancias de carácter econó-

56 57 mico, sociológico e histórico, y están sujetas a transfonnaci ón. NATURALEZA DE LA INDEPENDENCIA NACIONAL ~ Podríamos hablar de muchos otros rasgos psicológicos del me­ xicano que son un producto de las contradicciones económicas y sociales que hemos visto; pero lo que nos importa señalar aquí, como es nuestro propósito, son las posibilidades y limita- ciones del mexicano. · Las limitaciones del mexicano, como se ha dicho, no son sino la consecuencia de su atraso histórico. Sin embargo, en las li­ mitaciones del mexicano están sus propias posibilidades. En 1810, por ejemplo, era una limitación insuperable que el mexicano se planteara, al mismo tiempo que los problemas de su ser nacional, los problemas de una transformación burguesa Ningún caso como el de las revoluciones se presta de una ma­ de la sociedad, sin siquiera tener una clase adecuada capaz de nera tan clara para poner en evidencia la falsedad de quienes llevar a la práctica la ideología del tiempo. Pero ahora las cosas juzgan los hechos históricos ateniéndose exclusivamente a inter­ han cambiado. pretaciones subjetivas. La propia teoría de los héroes, de Carlyle , .Con la existencia del socialismo en el mundo, la contradic- que pretende encontrar en las revoluciones y otros choques so­ ción entre la superestructura ideológica, cultural y política, y la ciales análogos su justificación y apoyo, resulta, a la postre, ya infraestructura económica, ha dejado de ser una barrera infran­ no sólo insuficiente sino contraria a cualquier método científico queable para los pueblos. Pueblos secularmente atrasados, co­ o simplemente racional. Pues las revoluciones son las "locomo­ mo el pueblo chino, ·han podido colocarse, no obstante su atraso, toras de la historia", son una especie de multiplicación de la a la altura de las más avanzadas formas de organización política. ,ida que muestra los rincones ocultos, las relaciones invisibles El m~xicano no es un caso aparte en el panorama mundial. Pese dP.toda la estructura social oscurecida anteriormente por pre­ al atraso histórico en que pueda encontrarse, las conquistas de juicios y supercherías. La revolución tiene la virtud de exigir la eiencia y la cultura están al alcance de su mano. Más aún, a las clases que participan en ella, pongan en el platillo de la pese a su atraso histórico, el mexicano puede añadir nuevas no­ balanza todos los recursos históricos que poseen, su tradición y ciones y aportaciones nuevas a la cultura universal. El México su futuro, haciendo, de esta suerte, que el rico material acu­ que estuvo a punto de desaparecer en 1847 y 1862, el México mulado, las experiencias, la capacidad, la vigencia hacia el por­ revolucionario de hoy, que pudo integrarse en 1910 y realizar nnir, de toda clase, salgan a la superficie. Pero, ¿cuál es el al mismo tiempo sus reformas sociales, será el mismo que flo­ contenido de las revoluciones y qué factores internos --de clase rezca sin límites, como ser nacional dentro del ser universal dd y estructura social- las determinan? hombre en el mundo socialista del mañana. Fue precisamente Marx el primero que descubrió la ley se­ gún la cual todas las luchas históricas, sea que se lleven sobre el terreno político, -religioso, filosófico o en cualquier otro do­ minio ideológico, no son, de hecho, más que la expresión más o menos neta de las luchas de las clases sociales, ley en virtud de la cual la existencia de estas clases y, por consiguiente, también sus choques, son, a su vez, condicionados por el gra­ .do de desenvolvimiento de su situación económica, por su modo de producción y su modo de cambio, que deriva tam­ bién del precedente.* • F. Engel~, prefacio a la tercera edición alemana de C. Marx, El ll"I// brumario de Luis Bonaparte. Ed. aaridad, Buenos Aires, s.f .

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