“2019 - Año de la Exportación”

(S-2777/19)

PROYECTO DE DECLARACION

El Senado de la Nación

DECLARA

Su beneplácito por el “Primer Encuentro Nacional de Cupecitas de Turismo Carretera”, organizado por la Agrupación Eusebio Marcilla que se desarrollará entre los días 16 y 17 de noviembre en la Ciudad de Junín, Provincia de Buenos Aires.

Julio C. Catalán Magni.-

FUNDAMENTOS

Señora Presidente:

Cuando , el protegido de , se consagró campeón de Turismo Carretera de 1966, concluyó un ciclo que hasta el día de hoy es recordado como “la era de las cupecitas”, los famosos autos de TC que al principio eran preparados por sus propios pilotos, protagonistas absolutos desde la creación de la categoría en 1939.

Bordeu ganó el campeonato con su famosa coupé Master denominada “La Coloradita”. Se trataba de un casco salido de la línea de producción de General Motor a fines de la década del ‘30, con lo cual quedaba demostrado que el TC necesitaba de un recambio generacional después de cuatro décadas de utilizar los mismos medios mecánicos.

La “Coloradita” de Bordeu fue el último exponente exitoso de las coupés de preguerra que corrieron en TC pero en una época (y por varias décadas) dominaron la categoría más popular del país, especialmente las marcas Ford y Chevrolet, a partir de las cuales se generó la tradicional rivalidad que hasta el día de hoy se mantiene vigente en la afición fierrera de nuestro país.

Los Ford y Chevrolet coupé (además de otras marcas como o Plymouth) fueron la opción más elegida del Turismo Carretera por una sencilla razón: dentro de las escasas alternativas automotrices existentes en de los años 30 y 40, eran los autos más livianos de un mercado en ciernes que importaba la mayor parte su parque rodante y ensamblaba el resto, siempre procedente de las grandes marcas de Detroit.

“2019 - Año de la Exportación”

Según los preparadores de la época, una coupé Chevrolet o Ford estaba entre 100 y 150 kilogramos por debajo de su versión sedán pero además se veía favorecida por cierta fluidez aerodinámica que era acentuada en el proceso de transformación de autos de calle a máquinas de competición. La consigna era alivianar, con lo cual se retiraba todo elemento superfluo, desde tapizados de puertas hasta mecanismos levantavidrios, además del capot y los guardabarros.

Uno de los que utilizó estos autos para demostrar su talento sin igual fue Juan Manuel Fangio, campeón de Turismo Carretera en 1940 y 1941, con Chevrolet. El “chueco” de Balcarce había declarado que optó por una coupé de la General Motor porque “todos corrían con Ford y yo quise variar.

Prueba de la superioridad de Ford fue la retahíla de campeonatos logrados por pilotos consagrados del TC, comenzando por el campeón más ganador de la historia y aún hoy recordman de la categoría, Juan Gálvez, quien se adjudicó el título en nueve oportunidades. Su hermano Oscar también fue campeón con Ford, al igual que los hermanos Dante y Torcuato Emiliozzi, quienes lograron cuatro campeonatos en una racha que logró interrumpir Bordeu.

No obstante, entre las “cupecitas” hubo autos que dieron batalla dignamente gracias a sus logradas prestaciones, como el Tractor de “Tuqui” Casá, el Ángel Volador de Meunier, la “Galerita” de los Emiliozzi y la coupé Dodge de Marcos Ciani, por citar sólo algunos ejemplos de vehículos fabricados en los años 30 y 40 que seguían siendo competitivos entrada la década del 60.

¿Cómo lo lograban?

Las preparaciones de esas “cupecitas” de última generación eran comparables a la realidad de hoy en el TC: es decir que sólo conservaban los chasis originales pero con profundas modificaciones estéticas que incluso borraron las líneas vintage que las hicieron tan famosas. Todo en busca de un mayor rendimiento que se logró bajando al máximo el centro de gravedad, inclinando los parabrisas (que incluso procedían de modelos más modernos) y otorgando un remate posterior estilo fastback.

Lo cierto es que para fines de los años 60 las “cupecitas” eran historia. Se habían retirado a categorías zonales y los principales pilotos del TC se habían integrado a los equipos oficiales o presentaban sus propios autos bajo la forma del prototipo, creaciones que partían de un vehículo de serie pero con profundas modificaciones que derivaban en una máquina diferente a cualquier carrocería que pudiera verse en la calle.

“2019 - Año de la Exportación”

Juan Manuel Bordeu fue el último campeón con una coupé de la vieja generación y su auto hoy reposa en el Museo Fangio de Balcarce, junto a otras “cupecitas” famosas como las de su propio mentor y fundador de ese templo del automovilismo histórico que siempre vale la pena visitar.

Con el correr de los años los pilotos que condujeron a más de 200 kilómetros por hora en rutas de tierra frente a fanáticos que los alentaban detrás del alambrado, fueron dejando terreno a las nuevas generaciones.

Con la gran mayoría de aquellos “gentleman drivers” fallecidos, sus autos -sin embargo- siguen rugiendo en exposiciones y encuentros para demostrar que hubo un tiempo en que lo artesanal dio batalla -y se impuso- a los avances tecnológicos con una mezcla de coraje y talento muy difíciles de igualar.

Por lo antedicho, es dable destacar que la idea rectora de este proyecto es rendir homenaje a estas emblemáticas piezas del automovilismo del siglo pasado, recordar sus logros y para que las nuevas generaciones tengan acceso a la historia de estas máquinas, sus pilotos fuertemente vinculados al Turismo de Carretera

Julio C. Catalán Magni.-