ÍNDICE

RESUMEN Y PALABRAS CLAVES 3

1.- INTRODUCCIÓN 4

2.- FUNDAMENTOS TEÓRICOS 9

3.- METODOLOGÍA 12

4.- CARACTERÍSTICAS GEOGRÁFICAS, GEOLÓGICAS E HÍDRICAS DE ANDALUCÍA 13

5.- EVOLUCIÓN DE LA SOCIEDAD E INTERACCIÓN CON EL MEDIO: LA HISTORIA DE LOS BALNEARIOS EN EL DEVENIR DEL TIEMPO 23

5.1- Sociedad prerromana 23 5.2.- Dominio romano 26 5.3.- De la Edad Media a la actualidad 43

6.-CASOS DE ESTUDIO: BALNEARIOS TERMALES DE ANDALUCÍA 53

6.1.- Balneario de San Nicolás, (antiguo Alhama de Almería) 55 6.2.- Balneario de Gigonza 57 6.3.- Balneario La Malaha 58 6.4.- Balneario de Alhama de 59 6.5.- Balneario de Zújar 59 6.6.- Balneario Alicun de las Torres 60 6.7.- Baños de la Hedionda 61 6.8.- Balneario Fuente de Antequera 62 6.9.- Balneario de Carratraca 62 6.10.- Balneario de Sierra Alhamilla 64 6.11.- Balneario de San Andrés 64

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7.- CONCLUSIÓN 65

- BIBLIOGRAFÍA 72

-ANEXO FOTOGRÁFICO 83

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RESUMEN Y PALABRAS CLAVE Resumen: En las últimas décadas, con la aparición de los Spa, se ha producido un incremento del interés por el concepto y estudio de los balnearios y la explotación de las aguas mineromedicinales en la península Ibérica desde distintas perspectivas. En el territorio andaluz se han realizado trabajos aislados de algunos casos específicos referidos a la arquitectura y funcionalidad de los mismos, y se conocen distintos estudios de aguas curativas o mineromedicinales en diferentes zonas. Sin embargo, se echa en falta trabajos de síntesis que aúnen los elementos naturales, históricos, artísticos y culturales que encierran este fenómeno. Nuestra intención a la hora de elegir a los balnearios como punto de investigación es cubrir ese vacío existente en el panorama andaluz, dándole al fenómeno balneario un enfoque novedoso, más complejo y multifactorial (material, ideológico y paisajístico), que permita obtener una percepción más profunda y acabada del tema y entender así también, el papel desempeñado por los balnearios en la sociedad antigua y moderna (desde su origen en época romana hasta la actualidad), constituyendo un patrimonio material en peligro, digno de conservación. Para ello utilizaremos todas las fuentes disponibles a nuestro alcance, como los textos antiguos, la arqueología, la toponimia, la epigrafía y la numismática y la bibliografía específica.

Palabras claves: Balneario, aguas mineromedicinales y termales, Andalucía, historia, arquitectura y paisaje, Patrimonio.

Abstract In the last decades, with the appearance of the Spa, there has been an increase in interest in the concept and study of spas and the exploitation of mineral-medicinal waters in the Iberian peninsula from different perspectives. In the Andalusian territory there have been isolated works of some specific cases referring to the architecture and functionality of the same, and different studies of curative or mineral-medicinal waters in different zones are known. However, there is a lack of synthesis work that combines the natural, historical, artistic and cultural elements that enclose this phenomenon.

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Our intention in choosing spas as a research point is to fill that gap in the Andalusian panorama, giving the spa phenomenon a novel, more complex and multifactorial (material, ideological and landscape) approach that allows us to obtain a better perception Deep and finished the subject and to understand also the role played by spas in ancient and modern society (from its origin in Roman times to the present), constituting a material heritage in danger, worthy of conservation. For this we will use all available sources within our reach, such as ancient texts, archeology, toponymy, epigraphy and numismatics and specific bibliography.

Keywords: Spa, mineral-medicinal and thermal waters, Andalusia, history, architecture and landscape, Heritage.

1.- INTRODUCCIÓN. El Balneario es un fenómeno que tiene origen en la historia clásica y que llega a nuestros días transformado. Es por ello que necesita ser comprobado con una visión más amplia, comprendiendo su significado, su evolución en el tiempo, y cómo constituye un importante patrimonio histórico y paisajístico a penas tenido en cuenta, para ser estudiado con una perspectiva más amplia. Por ello es que se pretende interiorizar en la capacidad para generar arquitectura que la sociedad romana poseía, el conocimiento del medio y del paisaje, de las estrategias de ocupación del territorio y cómo esta realidad se transformó hasta llegar a nuestros días, arrastrando la herencia romana. No solo se incidirá en la necesidad de tratar la caracterización constructiva, funcional y social del uso y explotación de los complejos de baño con aguas mineromedicinales en época romana, sino también cómo sobreviven en esencia hasta tiempos modernos. Por lo tanto esta investigación se ocupa de conocer las perspectivas ambientales que dan respuesta a la necesidades sociales actuales, como la nueva historia medioambiental de sostenibilidad de los espacios, el desarrollo de las políticas y prácticas de gestión, el interés que el hombre posee por el agua en interacción con la

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sociedad hablando del medio ambiente en el que se inserta, y no menos importante, la gestión de sus recursos naturales para bien propio y del entorno que los rodea. Analizar el aspecto religioso/ideológico permitirá una caracterización singular del uso y utilización de estos manantiales por los romanos, sin dejar de lado la estructura arquitectónica y el entorno que la acoge. El análisis finaliza con datos de la actualidad, pasando por la Edad Media y Moderna para así manifestar las transformaciones ideológicas y materiales sufridas a lo largo de la historia, hasta llegar a nuestros días. Generalmente se utiliza el término balneum y su plural balneaerium para ​ definir los establecimientos naturales, más o menos modificados, donde se realizaba los baños curativos en época romana. Mediante esta explicación es que el trabajo tratará de hacer referencia a los establecimientos modernos herederos de los antiguos balneaerium, empleando en adelante el término balneario. ​ Los establecimientos que denominamos balnearios presentan características especiales que los distinguen de las termas, con las que no se debe confundir, pues el baño que se realizaba en ellas no es curativo sino higiénico, siendo el agua manipulada ya que debía ser calentada artificialmente. En los balnearios, en cambio, el agua no precisaba para su uso del calentamiento artificial. La propia tierra actuaba como calefactor y el agua surgía con potencialidades multiplicadas tras su estancia subterránea, por lo que tampoco su manipulación era deseable, para no alterar su pureza, pues eso constituía el medio de curación. En definitiva, la finalidad de los balnearios era la recuperación de la salud, mientras que en las termas el objeto del baño era exclusivamente la higiene. Por tanto, la naturaleza y utilidad que adquirían ambos era diferente. El agüista y el usuario del balneario son individuos que buscan disfrutar de las propiedades curativas del agua y relajarse distanciándose de sus preocupaciones. Es por tanto indispensable conocer la gran diversidad de espacios, edificios, y la transformación del paisaje, que han sido necesarios para configurar nuestro patrimonio balneario, pero no menos las ideas y la sociedad que los ha generado. Por eso se entiende que los balnearios y manantiales han sido por muchos años escenarios de una forma de entender la vida; edificios en los que se hizo historia y en

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los que albergaron muchos de ellos las esperanzas de curación utilizando el recurso agua para tal propósito. El estudio del fenómeno balneario necesita situar su trabajo más allá de las historias rígidamente disciplinares, procurando así entender la arquitectura en el marco de una más amplia visión de la historia capaz de tener en cuenta el complejo mundo en el que aquella se produce, mundo al que no son ajenos ni el pensamiento científico, ni las inquietudes religiosas, ni los acontecimientos sociales. El testimonio de todos ellos contribuye a explicar el ánimo de los arquitectos, las pasiones de los que los gobernaban, las ideas a las que servían, procurando así este necesario acercamiento a las obras de arquitectura. Un repaso a las distintas épocas y periodos de nuestra historia a través de la investigación de testimonios históricos, nos permitirá reconocer en ellos los variados ejemplos y modelos de balnearios, los edificios que se construyeron a su alrededor, los entornos y las estrategias de ocupación del territorio, los arquitectos y sus promotores, terminando en un análisis de la situación actual y su evolución en los últimos años. El marco de investigación de este trabajo, se centra en el estudio de los balnearios romanos en la época clásica y su evolución hacia los balnearios modernos, emplazados en un mismo marco geográfico, el de Andalucía, evitando visiones excesivamente parciales del fenómeno, y por tanto contemplando comparaciones con diferentes territorios del entorno inmediato, como es el caso de Murcia, o provincias del Norte como Galicia, mejor estudiadas. Estas comparaciones son necesarias para realizar la confrontación, para evaluar las diferencias y similitudes en los casos de estudio. La elección de este marco espacial concreto obedece a varios motivos. Uno de ellos se da por la existencia de condiciones naturales necesarias para que se crearan balnearios, (la geografía circundante y las propiedades que determinan las características del agua, como la calidad, temperatura, entre otras) y demás cualidades que se desarrollarán más adelante. En segundo lugar, también esta investigación se llevará a cabo ante la necesidad de contrarrestar el vacío bibliográfico existente en la zona; finalmente, y en tercer lugar, porque dicho marco espacial constituye un límite geográfico asequible y abarcable para el investigador.

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El marco temporal o cronológico de esta investigación, señala que, puesto que el fenómeno balneario es obra de los romanos, el estudio arrancará en el período de dominación romana y continuará en los siglos siguientes para explicar las pervivencias en momentos posteriores hasta la actualidad. Analizaremos sus instalaciones e infraestructuras antiguas, en el caso de que las posea, caracterizando al patrimonio hidráulico, identificando los elementos clásicos y actuales para descubrir la relación o estimar la diferencia o semejanza entre los objetos de estudio, atendiendo de esta manera a las especificaciones y a la historia del desarrollo de los balnearios sin dejar de lado su entorno, las creencias y costumbres que le dan la personalidad que se pretende encontrar, y comparando los resultados con otras provincias españolas mejor estudiadas que sirven de referencia a la hora de evaluar la argumentación. Como ya se dijo, el estudio principal es el patrimonio hidráulico y arquitectónico de los balnearios, pero se atenderá con igual importancia al entorno natural, el paisaje, las creencias, la historia, y demás elementos que permitan dar un enfoque multidimensional al caso de estudio. En consecuencia, atenderemos al patrimonio material, cultural y ambiental. Existe una amplia bibliografía respecto al tema de las aguas mineromedicinales en Andalucía, como así también informes, e investigaciones sobre la composición de esta tipología de aguas y sus respectivos beneficios. También se encuentra información detallada de los diferentes balnearios con características romanas en el área de estudio. Muchas universidades e institutos privados, como así también públicos, brindan una clara y minuciosa información sobre las cualidades del agua, como también de la infraestructura y arquitectura de los balnearios, con estadísticas comparativas de diferentes décadas, que son claves a la hora de profundizar en el tema. Artículos de profesionales de diferentes universidades son consultados para enriquecer a la investigación. Comentado lo anterior y ante la existencia de importantes trabajos realizados en las últimas décadas, cabe remarcar, que no existe evidencia escrita que haya investigado de manera conjunta al patrimonio hidráulico romano clásico y el actual, relacionando el entorno, y sobre todo la arquitectura de estos lugares, englobando el

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estudio del entorno natural, el paisaje, las creencias y la arquitectura de estos lugares destinados al cuidado de la salud y del ocio. Por lo tanto la intención a la hora de abordar esta temática no es solo la de cubrir el vacío existente en el área de estudio seleccionada, la Andalucía, sino que también se pretende darle un enfoque más complejo, multifactorial y novedoso, para que permita obtener una percepción más profunda del elemento de estudio, su evolución en el tiempo, tratando de entender la importancia del valor patrimonial que tienen los balnearios de este territorio en la actualidad. Es menester ampliar la visión del fenómeno balneario, ya que no son procesos insignificantes, y su evolución en el tiempo, tratando de entender la importancia del valor patrimonial que tienen los balnearios de este territorio en la actualidad, pues se alimentan de acontecimientos históricos, de diferentes formas de entender y utilizar unos recursos hídricos, y de crear un paisaje resultante de la intervención. A través de la información disponible, trataremos de aproximarnos al conocimiento del medio que acoge a los balnearios y cómo se transforma en un paisaje antrópico, el aprovechamiento de este recurso natural, y la ordenación del territorio. Igualmente atenderemos a las políticas desarrolladas de la gestión del agua, es fruto ni más ni menos, de la interacción entre el hombre y el medio ambiente en el que vive, no dejando de lado los recursos naturales con los que cuenta y con los que se abastece. Desde este planteamiento, se vislumbra un conocimiento más rico, más satisfactorio y más convincente de dicho fenómeno, donde radica la conveniencia de presentarlos renovados, bien articulados y documentados con criterio unificado. Este es el objetivo prioritario de este trabajo, ambicioso sin duda, habida cuenta de que Andalucía posee un Patrimonio hidráulico-arqueológico impresionante, cualitativa y cuantitativamente, material e inmaterial; pero consciente también de sus limitaciones, la primera de las cuales es el desafío del tiempo. El reto y el compromiso de este trabajo es hacer de él un referente serio, práctico, útil y válido para nuestro tiempo, tal vez punto de partida luminoso para otros en el futuro. El agradecimiento por la ayuda en esta investigación, recae en mi tutor de trabajo de fin de Máster, Alejandro Fornell Muñoz, por la dedicación y esfuerzo que me brindó todos estos meses, y por hacer del mundo clásico una experiencia de

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estudio apasionante, llenando vacíos existentes sobre esta cultura, y adentrándome a entender su manera de vivir, sus costumbres y sobre todo a darle valor a un recurso tan importante como es el agua, siendo objetiva con el estudio, y siendo apasionante para mí subjetivamente.

2.- FUNDAMENTOS TEÓRICOS. No se ha realizado hasta el momento un estudio detallado sobre el fenómeno balneario atendiendo a su origen y evolución a lo largo de la historia en Andalucía hasta llegar a la actualidad efectuando un análisis profundo y detallado. Contamos con evidencias textuales y arqueológicas de la existencia de balnearios y la explotación de los recursos hídricos con una finalidad terapéutica principalmente a partir de época romana, aunque se puede intuir que existieron con anterioridad, siendo mínimas las muestras conservadas de su explotación por parte de las sociedades previas a la romanización. La base teórica en que se fundamenta este trabajo es que los balnearios son un fenómeno romano y es en esta época cuando se constata por primera vez la explotación gestionada, ordenada e intensa de las aguas. Los distintos usos del agua forman una de las características básicas de la civilización romana. Uno de los más significativos, es el empleo de agua con fines terapéuticos, en cualquier forma, estado o temperatura. La hidroterapia (del griego ύδρο θεραπία -, agua, y = curación), es el arte de la prevención del ​ ​ tratamiento de algunas enfermedades y lesiones que se fundamenta en el empleo tópico del agua. Esta es una ciencia que logra modificar el estado del organismo a través de procedimientos donde el principal protagonista es el agua, siendo uno de los métodos más antiguos utilizados en el tratamiento de las disfunciones físicas (Largo, 1997). Esta disciplina se engloba dentro de la baneoterapia (del latín balneum, ​ ​ “baño”), entendida como un conjunto de terapias o tratamientos destinados a sanar enfermedades o conservar la salud mediante los principios físicos derivados de la inmersión en aguas de propiedades medicinales, fría o caliente, que se realizan en balnearios. De aquí la importancia de definir a las aguas mineromedicinales, para entender su relación con dicha disciplina, siendo uno de los propósitos a desarrollar en

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este trabajo afirmando que, son aguas bacteriológicamente no contaminadas que proceden de una fuente subterránea natural o captada, con determinada mineralización y pueden inducir efectos favorables para la salud, y están reconocidas por las autoridades pertinentes del país de origen (Rodríguez, 2001: 33). Desde Época Griega tenemos constancia escrita de este uso curativo del agua, pues Pitágoras e Hipócrates (ss. VI y V a.C.) hablaban de las bondades corporales del agua fría, ya que las consideraban aguas salutíferas y beneficiosas, recomendando su aplicación en baños para la eliminación de impurezas de orden espiritual y físico. Más tarde los romanos siguieron en esta línea, pero atendiendo a las propiedades minerales y térmicas del agua. Por lo tanto esta nueva tendencia de clasificación se verá desarrollada dentro de la hidroterapia, y tendrá como resultado diferentes efectos en el cuerpo, dependiendo el tipo de aplicación de las mismas, de la temperatura y de la clase de agua mineromedicinal. Los principios curativos del agua en relación a su temperatura, señala que las aplicaciones de agua fría, mediante baños de inmersión, cuando esta se encuentra a una temperatura de entre 10°C y 18°C proporciona efectos desinflamatorios, antiespasmódicos, disminuye el dolor, y estimula el sistema vascular periférico, para aumentar el tono muscular y mejorar el rendimiento, entre otras. En cuanto al agua caliente, se recomienda realizar baños generales cuando tiene una temperatura de entre 27°C a 40°C, y baños parciales cuando se encuentra entre 40°C y 45°C. Están indicadas para tratar algunas enfermedades por sus efectos analgésicos, para generar aumento del flujo sanguíneo cutáneo, como relajante muscular, para disminuir la rigidez articular, y como medio de calentamiento para favorecer el ejercicio, entre otras. En base a lo expuesto anteriormente, es importante destacar la balneoterapia para el tratamiento de muchos cuadros patológicos, traumatismos y enfermedades, puesto que a además de en la temperatura del agua se fundamenta en las propiedades medicinales del agua, utilizándolas como agentes terapéuticos con propiedades derivadas de su riqueza de minerales, que son absorbidos por la piel en las aplicaciones externas o por ingestión. (Peiró, Lucas & Moure, 2008-2010). Por tanto, si queremos definir el término balneario (palabra de origen etimológico en el vocablo latino balnearius), hemos de considerar el lugar dedicado a ​ ​

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la curación a través de la utilización de las aguas, sobre todo termales o mineromedicinales, estando siempre situado en el lugar de emanación del manantial natural, y que debe contar con unas instalaciones adecuadas. Así lo refleja Vitruvio (VIII, 3, 1), cuando comenta que en los balnearios el agua no precisa para su uso del calentamiento artificial. La propia tierra actúa como calefactor y surge con potencialidades multiplicadas tras su estancia subterránea, por lo que, al no ser manipulada, no altera su pureza. El agua en los balnearios cura. La finalidad de los complejos balneares medicinales es la recuperación de la salud. Clara diferencia encontramos cuando queremos hablar de las termas (thermae), que son aquellas donde el baño tiene como finalidad la higiene, partiendo ​ ​ del uso del agua común, basados en la combinación de salas, donde se encuentra a diferentes temperaturas, calentadas de manera artificial (González. 2005: 115). En la Antigüedad estos baños constituían grandes recintos públicos, que además contaban con estancias reservadas a actividades gimnásticas y lúdicas. También eran considerados lugares de reunión. Por todo lo expuesto, debemos señalar la importancia de la geología como uno de los pilares de nuestro fundamento teórico, útil para conocer cómo se originan las aguas mineromedicinales y termales. Por ello merece un espacio en nuestro estudio la consulta bibliografía especializada en este campo, resultándonos de gran utilidad la Asociación Geológica de Andalucía (GEA) y su revista, que nos sirvió para conocer la composición y estructura interna de la Tierra, los procesos por los cuales ha ido evolucionando a lo largo del tiempo geológico, el paisaje natural resultante, y las cualidades de las aguas mineromedicinales y fuentes termales, que es el punto de partida para poder dar sentido al trabajo, y lo que se pretende comprobar: la instalación balnear en un contexto geográfico específico, con características distintivas, con creencias y cultos particulares. Haremos hincapié en la importancia de estos enclaves en el espacio y cómo van tomando forma los asentamientos y las construcciones, la vida y el trabajo en torno a este espacio. Pretendemos conocer cómo, cuándo y por qué se origina el fenómeno balneario en Andalucía, y qué huellas de ese uso han quedado presentes en la actualidad, así como tratar de reconstruir su evolución hasta nuestros días, pues hay evidencias de la existencia de balnearios romanos donde hoy se siguen practicando la

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cura balnear. Es por ello que otro de los puntales sobre lo que se sostiene el trabajo es el de la arqueología hidráulica, porque ésta nos va proporcionar los restos arquitectónicos vinculados al balneario que han sobrevivido al paso del tiempo y que podemos observar en la actualidad.

3.- METODOLOGÍA. La metodología utilizada parte de un marco teórico conceptual previamente establecido, aplicando el sistema de análisis de la interacción entre el medio ambiente y la sociedad, como así también la gestión integrada del agua y las normas arquitectónicas. Mediante la búsqueda, selección y análisis crítico de la bibliografía específica, se pretende conocer la existencia de aguas termales y mineromedicinales (así como los restos materiales vinculados a su explotación) existentes en nuestro marco espacial, abarcando un espectro temporal amplio que comprende el origen de este fenómeno en época romana hasta hoy. También pretendemos con este estudio dar respuesta a la constante relación de necesidades sociales y perspectivas ambientales, es decir analizar el medio natural en el que se asienta un grupo social y moldea la realidad a lo largo de una evolución histórica. En este sentido debemos partir del estudio del medio natural, de los manantiales y las características de sus aguas, partiendo del análisis geográfico y geológico. A continuación estudiaremos en qué momento histórico se produce el uso intensivo de estos recursos naturales, de qué manera se realiza, si ese uso ha llegado o no hasta la actualidad, y de ser así, si ese uso se ha ido sucediendo de manera continua o intermitente. Para ello será necesario la concurrencia de todas las fuentes disponibles que puedan arrojarnos información al respecto, esto es, las fuentes antiguas, la arqueología, la epigrafía, la numismática y la toponimia. A partir de este filtro documental, y previo recorrido histórico por el fenómeno balneario, desde su origen hasta la actualidad (haciendo hincapié en los hitos más importantes en su evolución conceptual y arquitectónica), determinaremos qué balnearios del territorio andaluz presentan un origen antiguo.

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Partiendo de aquellos balnearios en los que se pueden reconocer con certeza su origen romano, se han seleccionado una serie de casos concretos de estudio que nos permiten ver su evolución a lo largo del tiempo, y conocer la realidad histórica y patrimonial de los balnearios andaluces para, a continuación, realizar un análisis comparativo con otras regiones del territorio peninsular. El estudio, mediante el enfoque multidisciplinar, de asentamientos humanos desde la Antigüedad a nuestros días, supone un ejemplo de colaboración técnica y científica en la que la consulta bibliografía de expertos y diferentes organismos públicos de investigación, aportan un conocimiento para establecer comparaciones de trabajo, que expliquen los condicionantes físicos y sociales que determinaron la ubicación de determinados asentamientos humanos, y las distintas respuesta que a lo largo de la historia dieron las sociedades que explotaron estos recursos en función de su propia ideología y necesidades. En consecuencia, nos proponemos trascender la descripción pormenorizada de estos balnearios mediante un completo análisis que logre insertarse adecuadamente en un contexto histórico, cultural y medioambiental. La contraposición de esta información resultará útil a la hora de contrastar o no a los resultados que nos queremos aproximar para valorar el patrimonio intrínseco a estos lugares y su proyección en el sector turístico. Finalmente, para su mejor comprensión, todo el texto estará acompañado de un aparato gráfico que ilustre los contenidos expuestos.

4.- CARACTERÍSTICAS GEOGRÁFICAS, GEOLÓGICAS E HÍDRICAS DE ANDALUCÍA

2 La extensión de Andalucía es de 87.597 km ,​ que equivale al 17,3% del ​ territorio español. Hacia el este y al oeste limita con el Mar Mediterráneo y con el Océano Atlántico respectivamente, mientras que al norte lo hace con la Sierra Morena, que la separa de la Meseta y al sur con el Estrecho de Gibraltar que la separa del Continente Africano. Uno de los elementos que da singularidad y personalidad propia a Andalucía es su marco geográfico. Domínguez Ortiz (1976: 21) resume esta condición afirmando que: [...] hay que buscar la esencia de Andalucía en su realidad geográfica, de una parte, y de otra, en la conciencia de sus habitantes. Desde el punto de vista geográfico, el conjunto de las tierras meridionales es demasiado amplio y variado para englobarlas a todas en una

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unidad. En realidad hay no dos, sino tres Andalucías: la Sierra Morena, el Valle y la Penibética [ ] … El relieve es uno de los principales factores que configura el medio natural. Las alineaciones montañosas y su disposición tienen especial incidencia en la configuración del clima, la red fluvial, los suelos y su erosión, los pisos bioclimáticos e incluso va a tener influencia en la forma de aprovechamiento de los recursos naturales (Moreira. 2003: 96 ). El relieve andaluz se caracteriza por el fuerte contraste altitudinal y en la pendiente. El carácter disimétrico es tal que va a configurar una división natural entre la Alta y la Baja Andalucía, sobre la base de las principales unidades del relieve (López. 2002: 17-63): • Sierra Morena: marca una ruptura entre Andalucía y la Meseta, presenta una gran separación entre la Sierra y la Campiña de Huelva, Sevilla, Córdoba y Jaén. Dentro de este sistema montañoso cabe destacar el desfiladero de Despeñaperros que constituye el paso natural con la Meseta. Los materiales aflorantes son de edad precámbrica y paleozoica, y están constituidos, fundamentalmente, por pizarras, cuarcitas, gnéises, areniscas, conglomerados, calizas, rocas volcánicas y granitos. Todos estos materiales fueron plegados en varias fases durante el Carbonífero, y desde entonces hasta nuestros días han constituido relieves emergidos sometidos a meteorización y erosión, formando parte de la placa ibérica en el inicio del Mesozoico • Las Cordilleras Béticas (Penibética y Subbética) se desarrollan paralelas al Mediterráneo y no están alineadas, dejando entre ellas el Surco Intrabético. Continúan hacia el este por las comunidades de Murcia, Valencia y Baleares. Se trata de una extensa cordillera alpina, formada durante el Mioceno. El Subbético es muy discontinuo, por lo que presenta numerosos pasillos que facilitan la comunicación. Por el contrario, el Penibético ejerce de barrera aisladora entre el litoral mediterráneo y el interior. (López 2003: 126). Las mayores alturas de Andalucía se encuentran en Sierra Nevada, en la Provincia de Granada; allí se sitúan varias de las cotas más elevadas de la Península Ibérica, entre ellas: el pico Mulhacén (3.478 m) y el Veleta (3.392 m). • La Depresión Bética se encuentra entre ambos sistemas. Es un territorio llano casi en su totalidad, abierto hacia el Golfo de Cádiz por el suroeste. Se denomina el complejo del Campo de Gibraltar, está constituido por arcillas y areniscas turbidíticas.

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El relieve actual de la Cordillera Bética está relacionado principalmente con los procesos tectónicos ocurridos en los últimos 8 millones de años que, a su vez, están controlados por la convergencia entre las placas Africana y Euroasiática. Las estructuras responsables del relieve actual de la Cordillera Bética son pliegues (algunos asociados a cabalgamientos profundos) que acomodan la compresión citada. El contraste entre las rocas del basamento muy resistentes, y las rocas sedimentarias de edad Mesozoico y Terciario, con un nivel muy poco resistente entre ambas (Triásico Keuper), hizo que esta cobertera sedimentaria se despegase de su basamento, plegándose y fracturándose (González; Martos. 2008: 47). La falla de Granada posee peligrosidad sísmica. Esta falla, de dirección NO-SE, divide topográficamente la ciudad de Granada en su bloque levantado (donde se localiza por ejemplo el barrio del Albaicín y la Alhambra) y el bloque hundido donde se sitúa el conjunto histórico de la Catedral y gran parte de la ciudad moderna. Otra falla importante es la de Baza (al este de la provincia de Granada) situada en la cuenca de -Baza. Esta fractura de 37 km de longitud y más de 2000 m. de desplazamiento ha sido responsable de la división de la cuenca en dos: Baza al este (en el bloque hundido) y Guadix al oeste (en el bloque levantado). (Fig. 1) En la provincia de Almería se localiza la falla de Balanegra (Almería), una falla normal de dirección NO-SE situada en el borde meridional de la Sierra de Gádor. Esta falla, es paralela a otras fallas de menor entidad que deforman la región del Campo de Dalías. Otra falla importante en la Cordillera Bética es la de , situada en los límites de las provincias de Málaga y Granada. Es una falla normal, de 15 km de longitud, con una dirección media que varía entre E-O y NO-SE, situada en el flanco norte del antiforme de Sierra Tejeda. Según Bases para la Ordenación del Territorio de Andalucía, B.O.T.A (1990: 126), hay dos zonas morfotectónicas de cierto interés geotérmico: el valle del Guadalquivir y la zona bética. El valle del Guadalquivir presenta zonas de interés geotérmico, aún de baja temperatura, claras. En base a los datos analizados se distinguen cuatro áreas con cierta actividad termal: la zona de Jaén-Córdoba, la zona de Sevilla, el Subbético y el Bético de Málaga.

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• Zona de Jaén-Córdoba: las manifestaciones termales se alinean con accidentes asociados al borde de la meseta con el valle del Guadalquivir. El almacén son materiales de cobertera (neógeno y/o carbonatos mesozoicos) poco profundos y en conexión hídrica, pero la circulación profunda puede llegar al zócalo. La salida se produce a favor de fallas normales o mediante captación en sondeos. Las temperaturas máximas estimadas crecen de SE al NO de 60 a 80 grados centígrados para la fase líquida y alcanzan hasta 120 grados centígrados para el equilibrio de la fase gaseosa en Jaén y 90 C en la zona de Córdoba. • La zona de Sevilla: continuación de la zona anterior, se puede extender hasta Huelva, aunque los datos analizados no muestran claramente indicios geotérmicos en la zona de Huelva (4 pozos de menos de 10 m), y entre las poblaciones de Córdoba y Sevilla sólo existe en profundidad el acuífero neógeno detrítico de borde, a mayor profundidad hacia el suroeste. En este caso todos los acuíferos se asocian a litologías terciarias de relleno de la cuenca, facies de borde que afloran en las inmediaciones. Si bien en profundidad, desde Sevilla occidental vuelven a aparecer varios tramos detríticos triásicos y neógenos, que crecen en importancia hacia el oeste. Se consideran temperaturas estimadas de entre 50 y 70 grados centígrados en base a las fases acuosas de los sondeos entorno de Sevilla, pero dado el carácter más profundo del almacén hacia el interior de la cuenca este deberá ir creciendo. Los geotermómetros de fases gaseosas apuntan a un valor medio de 85 grados centígrados. • El Subbético: en general se sitúan sobre el borde meridional del valle del Guadalquivir y captan acuíferos triásicos cabalgantes hacia el valle, que bien mediante falla o por el afloramiento de la base impermeable en facies keuper generan las surgencias observadas. • El Bético de Málaga: a excepción de la fuente Relumbrosa, no existen indicios de un sistema de circulación termal en las mismas, las manifestaciones vistas presentan mucha heterogeneidad y corresponden a salidas puntuales de sistemas locales. Por lo que se consideran nulas las expectativas geotérmicas generales en la zona. Podemos así acercarnos a una clara definición de “aguas subterráneas" como, todas las aguas que se encuentran bajo la superficie del suelo en la zona de saturación y en contacto directo con el suelo o el subsuelo, y “masa de agua subterránea” como

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un volumen claramente diferenciado de aguas subterráneas en un acuífero o acuíferos (Gonzalez; Martos. 2008: 54-61). Los acuíferos son reservas de aguas subterráneas que se encuentran repartidos por toda la geografía andaluza y suponen una superficie de 174.745 km2. Según comenta la Demarcación Hidrográfica de las Cuencas Mediterráneas Andaluzas (se entiende por esto la zona terrestre y marina compuesta por una o varias cuencas hidrográficas vecinas, las aguas de transición, subterráneas y costeras asociadas a dichas cuencas). En Andalucía existe el mayor número de acuíferos, siendo estos 67 los localizados, que suponen un área aproximada superior a los 10.300 km2. Pero en la Demarcación Hidrográfica con cuencas Intercomunitarias, teniendo la Demarcación Hidrográfica del Guadalquivir (que se encuentra dentro de la cuenca mediterránea andaluza) el número de acuíferos es menor, pero su superficie total es superior alcanzando los 14.288 km2. (Fig 2). El Atlas Hidrogeológico de Andalucía, especifica que las masas de agua carbonatadas albergan acuíferos carbonáticos asociados a los mármoles de los complejos Nevado-Filábride y Alpujárride y a las calizas y dolomías de la zona Subbética. Los primeros se localizan en el área oriental de Almería y presentan un bajo grado de karstificación y una gran complejidad estructural, lo que determina una elevada compartimentación de los acuíferos. Pero también las masas de agua integradas por acuíferos de tipo detrítico suelen estar asociadas a masas de agua superficial y se localizan, preferentemente, en zonas llanas con un importante grado de ocupación humana, lo que determina no sólo la accesibilidad al recurso sino también su exposición a las presiones antrópicas. El IGME destaca a la provincia de Granada con la mayor cantidad de puntos significativos (manantiales y fuentes), siendo ellos 500, le sigue Málaga con 320 puntos, Córdoba con 242 y Jaén con 230 puntos de agua. Almería posee hasta el momento 114 puntos de interés, seguida de Huelva con 110, Cádiz con 92 y, por último, Sevilla con 75. Con la información obtenida hasta la fecha se puede afirmar que existe "un desequilibrio territorial, habiendo mayor representación de fuentes y manantiales en Andalucía Oriental frente a la Occidental".

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Esta distribución "no es casual", ya que en las provincias más montañosas, el sustrato geológico es más abundante en rocas calizas, y es donde se encuentran mayor número de puntos de agua. La emergencia del agua de todos estos puntos tienen un caudal superior a los 100 litros por segundo. De todos ellos cabe destacar los 42 puntos, de los cuales 19 están en Granada, 10 en Jaén, 9 en Málaga y 5 en la provincia de Cádiz. Por su parte, las otras cuatro provincias cuentan, cada una, con un punto de estas características. Este inventario pone de manifiesto que el patrimonio natural de fuentes y manantiales de Andalucía constituye un recurso ambiental, socioeconómico y cultural de primer orden que es necesario conocer mejor, valorar y, en su caso, conservar y recuperar. Y es que se estima que Andalucía posee del orden de 10.000 manantiales relativamente permanentes. (Fig 3). En el ciclo hidrológico, existen aguas con unas características físico-químicas diferenciables por el grado y mineralización y/o por su temperatura, de la mayor parte de las aguas subterráneas, denominadas aguas minerales. Rodríguez-Caro, Geta, & Ramírez, (2001: 93-129), hacen referencia a éstas como aguas subterráneas de circulación profunda, y en consecuencia, aunque no necesariamente, con gran tiempo de residencia en el acuífero y con unas características físico-químicas que las diferencian del resto. Es su larga permanencia en el terreno lo que origina que hayan estado sometidas a procesos físicos y químicos de interacción con la roca acuífera en condiciones de pH y potencial redox (reacción de dos semiceldas que no están en equilibrio y se mide en milivoltios por comparación con un electrodo de referencia como el de hidrógeno) diferentes de los de superficie, y que puedan haber intercambiado materia con el medio sólido, disolviendo unas sustancias y precipitando otras, o incorporando sales de formación de los terrenos que van atravesando; además pueden incorporar gases de procedencia endógena, como el CO2 y también metano, helio y otros gases. La prolongada interacción con el medio puede afectar a la composición isotópica del agua y de las especies disueltas, favoreciendo la incorporación de ciertos radionucleidos naturales. Las aguas minerales han estado y están presentes en nuestras vidas, desde épocas remotas hasta la actualidad, de ahí la gran relevancia de ahondar en el conocimiento de su procedencia y mineralización, a través del análisis de los

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mecanismos de formación que dan lugar al origen de esta agua y su relación con las formaciones en las que son captadas. El IGME, refleja que en España existe una gran variedad de aguas minerales, ya que en total se han contabilizado 78 grupos o composiciones físico-químicas diferentes, pudiendo agruparse en cinco facies hidroquímicas predominantes: bicarbonatada cálcica, bicarbonatada sódica, clorurada sódica, bicarbonatada magnésica, y sulfatada cálcica. La distribución de estas, en los diferentes ámbitos geográficos y geológicos en función de las características litológicas, estructurales e hidrogeológicas, ha permitido definir, 19 dominios hidrominerales de muy diferente dimensión, origen geológico y características hidroquímicas, entendiendo por dominio hidromineral un conjunto de formaciones geológicas relacionadas geográfica y estratigráficamente entre sí, que engloba materiales cuya litología y estructura permiten el almacenamiento y circulación de aguas subterráneas con características físico-químicas similares. Dentro de las aguas localizadas como manantiales y acuíferos las aguas mineromedicinales son las que presentan una serie de características y efectos comunes y peculiares como pueden ser el mal olor y el sabor, la temperatura, el burbujeo, el vapor, entre otros. Este tipo de agua es actualmente considerada como un agente medicamentoso aplicado de forma oral, inhalación o tópica que constituye un factor de bienestar y salud (López y Pinuaga 2000: 37). Tal como comenta el mismo informe del IGME, la composición química de las aguas mineromedicinales tienen marcada relación con las camadas geológicas por las que pasa en su camino descendente, y con la temperatura y presión. (Fig 4). Es por ello que, cada región, de acuerdo con sus características geológicas y climáticas, tendrá diferentes tipos de aguas. Son aguas de origen meteórico o volcánico las que se infiltran en el subsuelo y que descienden por gravedad hacia capas más profundas, elevando su temperatura en el curso de su circulación subterránea. Estas aguas pueden ascender posteriormente hasta la superficie, a través de las fisuras y fracturas existentes en las rocas, mediante diferentes mecanismos de surgencia (López y Pinuaga. 2000: 58). Este es sin lugar a dudas el origen más frecuente de las aguas termales, denominándose comúnmente origen geotérmico. Los autores hablan de las

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características físico-químicas de estas aguas, que también vienen dadas por la de los terrenos de donde provienen. Por ello, su contenido en sales, su temperatura y las características hidrológicas son muy variables. No obstante, su temperatura en el punto de surgencia raramente supera los 35-40 C. En cuanto al mecanismo de acción de éstas aguas hay que distinguir entre las acciones específicas (consecuencia directa de su mineralización y de la vía de administración), las inespecíficas (relacionadas con la capacidad de respuesta a los estímulos, el efecto psicotropo y/o placebo) y las posibles reacciones anormales o efectos indeseables. Los efectos beneficiosos de las aguas mineromedicinales (derivadas de su mineralización) la salud humana son las siguientes (Maraver. 2003: 4): •Las Cloruradas, por vía tópica son mejoradoras del trofismo celular y de los procesos de cicatrización y reparación tisular, así como favorecen la circulación sanguínea y linfática. -Las Carbogaseosas, por vía tópica posee acción vasodilatadora y disminuye el dintel de la temperatura. •Las Sulfuradas mediante vía tópica disminuyen las reacciones hiperergícas, son antiinflamatorias, liberadoras de corticosteroides y estimulan la producción de insulina provocando hipoglucemia y con aumento de las reservas glucogénicas, hepáticas y musculares, también aumentan los grupos sulfhídricos de los genitales, son reconstituyentes y activadoras importantes de los procesos vitales. •Las Ferruginosas por vía tópica activa la eritropoyesis, las funciones oxidativas tisulares, mejorando el trofismo tisular, y también para la regeneración de hematíes y estimulación de eritropoyesis. •Las Radiactivas por vía tópica son descontracturantes y reguladoras del sistema nervioso vegetativo. Como indica el Sindicato Nacional de Médicos de las estaciones Termales, marinas y climáticas de Francia (SNMTh. 2016), la prescripción termal siempre individualizada, tiene en cuenta no sólo la patología del agüista, sino también: la edad, el estado general, los antecedentes patológicos (estado psicológico, cardiovascular, contraindicación de ciertas técnicas), así como, sus aptitudes físicas y psíquicas para tolerar la cura.

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Con éstas premisas abordaremos las principales indicaciones por especialidades según el SNMTh: - Reumatologia: las artrosis (vertebrales, cadera, rodilla, mano ), las tendinopatías … crónicas, las secuelas de traumatismos, algodistrofias, la fibromialgia y otras patologías dolorosas crónicas, los reumatismos inflamatorios crónicos. La cura está particularmente indicada en todos aquellos casos en los que una intolerancia cutánea limite el uso de los fármacos habituales. - Dermatología: eczemas, psoriasis, otras indicaciones (ictiosis; algunos liquen planos, algunas cicatrices de acné, cicatrices de quemaduras). - Flebología: insuficiencia venosa con edema crónico y trastornos tróficos venosos: dermatitis de éxtasis, hipodermitis, úlceras; varices y complicaciones de las varices perforantes; secuelas de flebitis profunda y superficial; hemorroides; insuficiencia linfática; acro-síndromes vasculares, fenómeno de Raynaud, acrocianosis. - Afecciones Psicosomáticas: trastornos de ansiedad; somatizaciones; trastornos del sueño; trastornos de la adaptación; trastornos secundarios a estados de estrés prolongados; trastornos depresivos reaccionales; deshabituación frente a la dependencia o el abuso de sustancias psicotrópicas. Oliver-Rodes (2000: 75-86), plantea que si no hay agua mineromedicinal, no hay Balneario. Pero para ello también hay que evaluar la calidad microbiológica, las características físicas, la composición química, el propio caudal, etc, que están sujetos a factores externos susceptibles de generar cambios importantes. Estos factores pueden producirse bruscamente o bien lentamente en cuyo caso deben detectarse a tiempo. Cada una de las aguas mineromedicinales, termales o no, tiene unas características propias físicas y químicas, así como también microbiológicas, que le confieren un “perfil”, una denominación o especificidad que a su vez determina sus propiedades y por tanto sus aplicaciones. Son numerosos los factores que pueden condicionar tal permanencia de las cualidades del agua. Las fuentes de agua termal están relacionadas a la definición de “ascensión” de aguas profundas. El importante papel que las fracturas abiertas ejercen, porque limita los tipos de surgencias mediante diferentes accidentes geológicos que favorecen la

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circulación del agua a la superficie, como lo pueden ser: la fracturación intensa con una o varias fases tectónicas, de las que la última, debida a movimientos recientes, está a veces acentuada por algún tipo de actividad volcánica, o la presencia de valles o depresiones. Los sistemas de aguas termales dan lugar al nacimiento de fuentes, por causas que se le atribuyen a factores hidrogeológicos y físicos de los que unos, como el gradiente hidráulico son comunes a todo tipo de circulación subterránea, y otros, son particulares de las aguas termales profundas. Entre estos últimos, se pueden citar: la expansión del vapor de agua, la acción de los gases ocluidos y disueltos, la acción de la temperatura. En síntesis el estudio que realiza el IGME (2000) sobre las aguas termales pone en evidencia el importante papel de la fracturación de las rocas, abiertas por movimientos tectónicos recientes. Las zonas denominadas libres, permiten el ascenso rápido de las aguas profundas. De esta forma, las aguas termales marcan un estadio particular del ciclo del agua, desarrollándose en las capas profundas del subsuelo. Las condiciones químico- físicas del medio son el origen de su composición química y de su temperatura. En Andalucía en la actualidad, existen balnearios de época romana que fueron descubiertos y que hoy algunos de ellos se encuentran funcionando. El estudio de ciertos espacios hasta la fecha, se refleja en el conocimiento arqueológico, de las evidencias presentes en enclaves, en este caso específicamente en la Andalucía Oriental, junto con la revisión del conocimiento etnológico, cultural e histórico del territorio, dado por investigaciones y artículos que lo especifican. Hay gran diversidad de tipologías de aguas, pero por ejemplo en Málaga se han encontrado mayoritariamente aguas sulfurosas frías, en las provincias de Granada y Almería, aguas mineromedicinales hipertermales; y en la provincia de Jaén, mayoritariamente aguas sulfurosas frías y carbogaseosas. Otro condicionante a la hora de producirse las aguas mineromedicinales es el clima en Andalucía, ya que la composición del suelo más el agua (soluto y solvente) generará las diferentes mineralizaciones del agua. La climatología posee factores de orden geográfico y de orden termodinámico por las corrientes de aire que lo condicionan, generando una gran complejidad climática. Podemos decir que en todos

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los climas andaluces su rasgo más característico es la mediterraneidad, la sequía estival. Así, todos los climas de Andalucía son mediterráneos, con varios meses secos, desde 3 ó 4 hasta 8 ó 10 meses, en cualquier punto de la Geografía andaluza. La mayoría del territorio andaluz presenta precipitaciones por debajo de los 800 mm. ​ ​ Pero existen excepciones tales como las de la sierras de Grazalema y Ubrique, Sierra ​ ​ Nevada, la Sierra de Segura y Cazorla, también presentan precipitaciones por encima de los 800 mm. La complejidad morfológica genera grandes diferencias de altura, desde los 0 hasta los 3.500 msnm, por lo que también es un factor importante de ​ ​ diversificación climática. El océano Atlántico y el mar Mediterráneo se ponen en comunicación en el extremo más meridional de Andalucía. El mar Atlántico es un mar abierto influido por los océanos glaciares. Como toda masa de agua presenta unas características que van a tener repercusión climática, como también la capacidad calorífica del agua del mar, que hace que esta misma presente una gran estabilidad térmica. En cuanto al mar Mediterráneo, es un mar cerrado que se extiende en el sentido de los paralelos. Se encuentra en una zona bastante cálida de la Tierra, con aguas muy cálidas. Así, en verano, el papel suavizador del mar es menor. El clima de la costa mediterránea andaluza presenta inviernos muy suaves y veranos muy calurosos. El que los vientos predominantes sean del Oeste hacen que el Mediterráneo no sea una fuente de humedad importante en Andalucía. Cuando circunstancialmente los vientos soplan del Este, el Mediterráneo es una fuente de agua para Andalucía, como ya se dijo al unirse grado higrométrico elevado del mar, altas temperaturas y montañas abruptas (Gil. 2007: 62).

5.- EVOLUCIÓN DE LA SOCIEDAD E INTERACCIÓN CON EL MEDIO: LA HISTORIA DE LOS BALNEARIOS EN EL DEVENIR DEL TIEMPO. 5.1.- Sociedad Prerromana: El agua se ha utilizado desde la Antigüedad con beneficios higiénicos y terapéuticos. Si bien el gran auge de la hidroterapia se sitúa en la Antigua Grecia y la Civilización Romana, los fenicios e iberos ya le daban gran importancia a la utilización del agua como elemento purificador y de vida (Torres. 2014: 1).

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Los fenicios construyeron sus santuarios para peregrinajes terapéuticos cerca del mar, ríos o en fuentes termales, donde los enfermos se bañaban a la vez que veneraban y honraban a los dioses, siendo tratados por maestros del agua que estaban al servicio de las divinidades (Costa y Fernández. 2000: 27). Ubicaron los santuarios termales en zonas ricas en aguas con propiedades especiales provenientes de ríos y fuentes. La localización de estos lugares sagrados a lo largo del Mediterráneo potenció los resultados de los ritos hidromórficos por las condiciones atmosféricas y meteorológicas de la zona, que junto al culto a los dioses, los cuales añadían un valor mágico y divino al agua, favorecieron el estado de salud de los pacientes de la época (Rodríguez Muñoz. 2008: 1, 21-40). En realidad, tanto las pocas divinidades como los lugares de culto que se conocen hasta la actualidad, nos presentan una cultura en la que la religiosidad se vive desde planteamientos muy naturalistas. Es decir, el estudio de estos espacios se remite casi exclusivamente al conocimiento arqueológico de las evidencias presentes en determinados enclaves, junto con la revisión del conocimiento etnológico, cultural e histórico de un territorio (Vivancos, San Nicolás y Ruiz. 2002: 105). En la cultura Ibérica, los santuarios se sitúan estratégicamente a lo largo de las vías de comunicación, en zonas limítrofes o bien al borde del mar. Aparecen ligados a cumbres, cuevas y grutas, bosques o manantiales de agua fría o termal. La función del agua en este marco puede entenderse de una manera dual. Por un lado, el agua puede ser venerada como sagrada, ya sea de una manera directa, aportando cualidades divinas al manantial, al río o a la fuente; o mediante una forma indirecta, identificando estos lugares como las moradas de divinidades concretas (Vivancos, San Nicolás y Ruiz. 2010: 102). El siguiente elemento también juega un papel clave en la mayoría de los rituales de un buen número de religiones. En este caso, el agua es considerada sagrada por los fieles, porque está colmada de valores purificadores, salutíferos o catárticos (Blázquez. 2001: 47). Establecida esta distinción, en la religión ibérica, la función del agua hay que buscarla, en dos ámbitos ligados a la misma en todas las áreas de culto: las cuevas-santuario y los manantiales. Dentro de la religión ibérica, en las denominadas cuevas-santuario encontramos cierta proximidad entre el elemento acuático y la

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religión. Esta modalidad de lugar sagrado de los íberos suele aparecer en parajes montañosos, ciertamente abruptos. En ocasiones, tras recorridos laberínticos por el interior de la cueva, se depositaban materiales, a modo de ofrendas, en puntos normalmente muy relacionados con el agua, como cubetas y formaciones estalagmiticas. Es un marco muy presente en el levante y sureste peninsular (Gil Mascarell. 1975: 284). En el municipio jienense de Santa Elena, en plena Sierra Morena, el santuario del Collado de los Jardines, posee una cueva de unos 50 m de profundidad con un manantial en su interior (Blázquez. 1991: 19-27). Otro caso similar sería el santuario del Castellar de Santisteban también enclavado en la provincia de Jaén, que aparece ubicado entre cinco cuevas naturales y que posee dos manantiales en las inmediaciones. Podemos pensar que los Iberos podrían haber utilizado el agua en esta época, porque se evidencian santuarios para el culto; además que ellos asimilaron el concepto de sacralización del agua, ya que es el líquido elemento el que posee el carácter sagrado. Por eso es la importancia de los manantiales de aguas, ya que ellos santifican el lugar y los convierten en santuarios, siendo entonces, el agua en la religión Ibérica, medio o herramienta del ritual, ente autónomo con atribuciones divinas; sabiendo así que la surgencia acuática estaba muy presente en las concepciones religiosas prerromanas. Pero no sabemos con exactitud, si estos manantiales poseen aguas termales mineromedicinales. Al referirnos a los orígenes y primeras manifestaciones del uso curativo del agua de los manantiales podemos incidir en el hecho de que no solo es en época romana, sino con clara anterioridad, hay yacimientos vinculados a las aguas mineromedicinales y responden a una amplia y antigua tradición cultural, que luego los romanos más tarde recuperarian y explotarian esos yacimientos con fuentes o manantiales ya conocidos y utilizados por los pueblos fenicios e iberos, a los que la población romana dota de estructuras arquitectónicas para su mejor explotación y uso, de acuerdo con intereses y necesidades de esta sociedad. Es el caso del Balneario de Carratraca en Málaga, donde presenta evidencias arqueológicas de estas civilizaciones (Fenicios e Iberos), como se estudiará más adelante.

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No es mucho lo que sabemos de los modos hidráulicos ibéricos, y este sentido entre Grecia y Roma, especialmente en los intercambios de aquellos que nacieron en la Península Helénica y se instalaron con fuerza en la Península Itálica. En efecto, Roma, más que crear, tomaba, asimilaba y hacía suyo todo aquello que le interesaba.

5.2.- Dominio romano: En este apartado vamos a exponer las siguientes ideas en las que es menester hacer hincapié, como por ejemplo la literatura grecolatina, la arqueología, la epigrafía, la numismática y la toponimia, que son fuentes antiguas que nos informan de los balnearios en época romana y de los aspectos concretos relacionados con el tema. En ellas se destaca a las aguas mineromedicinales y la concepción religiosa de la curación, como también ahondar acerca de qué divinidades están relacionadas con los cultos al agua, como fuente curativa. A partir del análisis de documentación y evidencias arqueológicas en yacimientos con aguas termo minero medicinales, se puede efectuar una caracterización arquitectónica de los balnearios de esta época. También queremos conocer sobre la propiedad de los balnearios: públicos o privados; la mano de obra requerida para el funcionamiento y mantenimiento; y por último, determinar quiénes eran los agüistas que asistían a realizarle curas balnearias a estas instalaciones. En este punto es donde corresponde hablar de la relación entre el balneario según esté situado, pudiendo ser en el medio natural, marcando la contraposición ya presente entre la vida en la naturaleza y la vida urbana (la nostalgia de la naturaleza en sociedades muy urbanizadas). La práctica de los baños como medio recreativo, preservativo y medicinal pasa de Grecia a Roma. Los romanos, siempre admiradores de los griegos, adoptan el baño como algo habitual. Los romanos mantienen su preferencia de las aguas termales a las aguas minerales frías, aunque ésto tal vez obedecía a la imitación de quienes se entregaban al uso de los baños calientes como parte de su vida doméstica. La afluencia a balnearios en tiempos de los romanos fue enorme, como lo demuestra la gran cantidad de inscripciones descubiertas junto a las fuentes (Briau. 1: 335).

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Cuando los romanos llegaron para poblar tierras andaluzas, comienzan a explotar recursos de los cuales estaban interesados (agricultura, ganadería, minas, recursos hídricos sobre todo, entre otros), porque reconocen el territorio y porque además ya ocupan el territorio sabiendo acerca de las propiedades del agua. Por eso ya algunos autores hablan en esta época sobre estos temas antes mencionados, y sobre todo dan a conocer los componentes minerales que las aguas poseían, como es el ejemplo de Heródoto y en el siglo I d.C, en los Agentes Médicos Externos, ya menciona a las aguas como elemento terapéutico que debe tratarse individualmente, conociendo cada caso para un correcto uso y aprovechamiento. De esa forma establece los pasos a seguir para el tratamiento de las aguas, el tiempo en que debían utilizarse y las precauciones a tener en cuenta. Se lo identifica como el padre de la crenoterapia, al recoger los principios básicos del uso de estas aguas. También es el caso de Galeno en el siglo II d.C, que en algunas de sus obras trata las propiedades de las aguas mineromedicinales, pero también sus inconvenientes, ya que en muchos casos las desaconseja, sobre todo para aquellos enfermos débiles y con pocos recursos. Plinio el Viejo, en su obra Historia Natural, dedica un capítulo (XXXI, 1-30), al ​ estudio de los aspectos relacionados con las aguas, enumeración de fuentes, lagos, ríos, con referencia a existencia de manantiales con propiedades curativas, aportando explicaciones sobre el origen y las causas de esas variedades y la descripción de las mismas. Vitruvio en sus Diez libros de Arquitectura, (VIII) se centra en el tema de las ​ ​ aguas, desde el punto de vista del explorador y constructor de elementos relacionados con ellas, indicando así la existencia de diferentes tipos de aguas con propiedades específicas. Los tres primeros autores citados anteriormente, coinciden sobre la existencia de estas aguas desde un enfoque básicamente médico, como remedios de males, o desde el caso inverso, como los propios causantes de las enfermedades. Otras fuentes documentales son los itinerarios (como el itinerario de Antonino) o mapas, a través de los cuales se conoce la existencia de “ciudades aquae” o “villa de agua”, surgidas a partir de la emergencia de aguas mineromedicinales, emplazadas en las proximidades de las villas romanas. (Fig 6). Las fuentes epigráficas juegan un papel importante ya que mediante ellas podemos saber el carácter curativo y sagrado del agua, que para los romanos, estaba

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habitada por divinidades. Esto nos ha testimoniado a través de numerosas inscripciones, señalando la pervivencia del culto a divinidades de las aguas, ya sea en ríos, pantanos o afluentes. Es por ello que estas ceremonias a estas divinidades se realizaban con el fin de dar cumplimiento a un voto o librarse de algún mal, y formaba parte de un proceso que no estaba del todo regularizado ya que dependía de cada caso y lugar. En ellos solían intervenir los augurios y ritos, de acuerdo con lo que se pretendiese pero esto no se lograba si no existieran las divinidades a las cuales adorar, dependiendo la situación. La mayoría de las veces las divinidades acuáticas que se mencionan son femeninas, por la identificación generadora y proveedora, son ejemplo de “feminismo”, y a su vez son “divinas”. Poco es el testimonio de divinidades termales en Andalucía, aunque bien es verdad que si hubo preeminencia de los cultos políticos. Pero la poca existencia de epígrafes ha dificultado la testificación de un mayor número de instalaciones. Las características religiosas sobre las fuentes romanas habla de que el culto es a las divinidades que habitan en el agua y no al agua. Que estas divinidades pueden estar solas o acompañadas de una divinidad mayor, que son mortales y funcionales, que el culto suele estar motivado por algún fenómeno extraordinario de las aguas como el estado, la propiedades, entre otros; estas aguas son sagradas y están consagradas públicamente (Scheid. 1991: 29). Es así como como las divinidades cobran protagonismo siendo Salus en la mitología romana la más importante (se han encontrado referencias muy significativas en la zona sur del levante). Era una de las hijas de Asclepio, hermana de Yaso y Panacea, era la diosa de la curación, la limpieza y la sanidad, también su padre estaba estrechamente relacionado con el mundo de la medicina. De su nombre deriva la palabra "higiene"". Adquiere significado propio alrededor del siglo V a.C., pues hasta entonces era un epíteto más de la diosa Atenea. Había sido objeto de un culto local desde al menos el siglo VII a.C., empezando a ser conocida fuera de este espacio hasta que el famoso Oráculo de Delfos la reconoció tras las plagas que devastaron la ciudad de Atenas en los años 429 y 427 a.C. y Roma en el 293 a.C. Ilustraciones y estatuas la solían representar como una joven muchacha alimentando una gran serpiente enroscada en torno a su cuerpo. A veces, la serpiente bebía un recipiente que portaba la diosa (De Vaan. 2010: 98).

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Otro papel importante en esta cuestión lo tienen las Ninfas como una deidad menor femenina típicamente asociada a un lugar natural concreto (en nuestro caso nos interesan los manantiales). Diferentes de los dioses, las ninfas suelen considerarse espíritus divinos que animan la naturaleza, se representan en obras de arte como hermosas doncellas desnudas o semidesnudas, que aman, cantan y bailan. Aunque nunca envejecen ni mueren por enfermedad, y pueden engendrar de los dioses hijos completamente inmortales, ellas mismas no son necesariamente inmortales. En el caso particular son las Náyades, que eran ninfas que habitaban los ríos, riachuelos y las fuentes (Fig 7). Vivían en cuevas y orillas de los arroyos que se encontraban cerca del mar, sin desdeñar las frescas fuentes de los bosques. Se las representa como mujeres jóvenes y hermosas, apoyadas sobre una urna de la que mana agua o llevando en la mano una concha y algunas perlas. Sus cabellos van ceñidos por una corona de cañas. Entre sus sacrificios eran protagonistas cabras y corderos y se hacían libaciones de vino, aceite y miel. Sin embargo, lo más frecuente era depositar sobre los altares dedicados leche, frutas y flores. (Smith. 1867: 218-222). También existen las Carmenas, que en la mitología romana con las diosas de los manantiales, pozos y fuentes, o ninfas acuáticas de Venus. Sabias y a veces hacían profecías sobre el futuro. Se distinguen cuatro Carmenas: Carmenta o Carmentis, Egeria, Antevorta y Posvorta. ​ Según Olmos (1992: 103-120), dentro de la clasificación de las Náyades, existen cuatro tipos: las Creneas (que habitan fuentes), las Heleades (que habitan los ​ ​ ​ pantanos), las Limnades o limnatides (que habitan los lagos), pero las que nos van a ​ interesar son las Pageas, ya que son las que habitan en los manantiales, y por último ​ las Potamides (que habitan en los ríos). Las Tres Madres o “Matres”, antiguas ​ ​ divinidades femeninas de nombre colectivo formando una triple divinidad ctónica y fecunda de la naturaleza también están relacionadas con las aguas y la salud, pues a ellas estaban consagradas fuentes y pozos de propiedades curativas. En cuanto a los ritos del augurium salutis constaba de dos ceremonias ​ diferentes. La primera, el augurium propiamente dicho, tenía por objeto conocer si los ​ dioses autorizaban a que se pidiera por la salud del pueblo romano, es decir, una forma de adivinación con la cual se busca si Dios quiere que se pregunte por la salud del pueblo, como si fuese una impiedad dirigir tal plegaria sin haber tenido antes el

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permiso. Los augures, eran sacerdotes públicos, que adivinaban el porvenir. Tenía un lugar físico la plegaria, en el día en que ningún ejército estaba en campaña, ni estaba en presencia de enemigo, ni se combatía. Por esta razón no se cumplía cuando los se sucedían (Vázquez. 1948). En los ritos, como signo de agradecimiento hacia la divinidad, se ofrecían monedas o stips. Término utilizado por los romanos para denominar a estas ofrendas, es decir, eran las monedas de bronce de poco valor que se acostumbraba a entregar como donativo o limosna. Así nos lo acreditan las fuentes escritas, pues en otro pasaje del Digesto (L, XVI, 27), hablando del stipendium, se recoge el sentido del término stips ​ ​ dado a moneda de corto valor, “Stipendium” a stipe appellatum est, quod per stipes, id ​ est módica aera colligatur, que incluso se asimilan a tributo de contribución, o con lo que se contribuye para pagar a los militares, según el decir del jurista Pomponio. Todas estas ceremonias se realizaban generalmente en templos subterráneos, adecuados para producir mayor impresión mística. Es así como importantes ninfeos se ​ construyeron en época romana sobre el mismo manantial o fuente termal, asemejándose al modelo primitivo, como santuarios o templos de agua. La costumbre que los romanos poseían era la de arrojar pequeñas monedas a los ríos, lagos y fuentes, la acción stipem o stipes encierra consigo este significado, como lo prueban los grafitos dedicados a divinidades realizados sobre monedas griegas. El hecho de realizar esas pequeñas ofrendas, stipes, a las aguas está atestiguado por las fuentes escritas, pero también lo vamos a encontrar probado por la arqueología, mediante las que quedaron escondidas entre grietas o camufladas en el fondo de ríos, lagos o fuentes. En estudios realizados en el norte de la Península Ibérica, en el caso de Galicia, que es nuestra bibliografía referente, se constata la aparición de monedas de bronce de poco valor, como semises, ases y dupondios, monedas de plata y oro, como denarios, áureos o sólidos, etc. De acuerdo con la cronología de las monedas y según sus resultados estadísticos, la costumbre o rito de depositar o arrojar «stips» a las aguas, principalmente termales, se practicó en la península Ibérica más intensamente entre los siglos I a. C. al II d. C. Este período coincide con el momento que más estuvo en boga el uso de las aguas termales, a juzgar por lo que se trató el tema en las fuentes escritas. Al mismo tiempo que se percibe esta moda en la vida diaria.

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A prueba de ello y en reconocimiento de estas divinidades, las personas (enfermos, agüistas, etc) arrojaban monedas al agua en señal de agradecimiento por el pedido acerca del milagro o la curación. Hoy en dia esas ofrendas, que serán monedas de bronce, plata u oro, dependiendo cuan exigentes hayan sido los demandantes del milagro, y cuán buena fue la curación o milagro, es decir en función del grado de curación de la persona, va a ser el valor de la moneda. Esto nos muestra en la actualidad (por medio de excavaciones y descubrimientos) que estas monedas poseen una datación, lo cual nos sirven para saber en qué momento estas ofrendas fueron hechas a las divinidades, y no menos importante, en qué momento funcionaban estos balnearios. Suele aceptarse como testimonio de la asistencia a balnearios extranjeros por parte de los hispanos, el hallazgo de los vasos llamados de Vicarello, en los manantiales de Aquae Apollinares. Son cuatro vasos de plata y se cree que son exvotos que se arrojarían a las aguas por algún viajero que procedía de Gades. Los vasos llevan grabado en la cara exterior el itinerario de Gades a Roma con las estaciones intermedias y las distancias entre ellas. (Fernández. 1996: 98). Se supuso, durante mucho tiempo, que estos vasos habían sido fabricados en Gades, a propósito, para los enfermos que se dirigían a los baños de Vicarello, pero posteriormente se ha pensado que, probablemente (ya que el itinerario conduce a Roma y no a las aguas), estos vasos se fabricaron como recuerdo de la inauguración o modernización de la Vía Augusta. No obstante, lo que sí resulta cierto es que fueron arrojados a las aguas minerales de Vicarello como exvoto. Los cultos como los acuáticos pervivieron hasta la implantación del culto cristiano. La cristianización en muchísimos puntos de los distritos rurales no fue sino un simple bautismo de deidades paganas bajo advocaciones cristianas. Un simple cambio de nombre que no alteró con el paso de las generaciones ni el carácter sacro de cada lugar ni la sencilla idea religiosa que propiciaba. Cuando el cristianismo se asienta como creencia religiosa, llegó a la cultura a demostrar una oposición total al paganismo. Las instituciones van a condenar ese paganismo sustituyendo elementos de estas características por elementos cristianos. Es así que la presencia de ermitas dedicadas a la Virgen se tornan cotidianas, construcciones para adorar a “deidades cristianas” , las cuales suele aparecer bajo un

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nombre en concreto, pero siempre con el título de Vírgenes, como puede ser el ejemplo la de la Fuente Santa (o simplemente de la Fuensanta), es el caso de la fuente ubicada en Martos, en la Provincia de Jaén donde se realiza un homenaje a la misma, con la construcción de una fuente sobre el manantial y muchísimos otros casos más. Pero las ceremonias fueron un gran problema para el Cristianismo en Península Ibérica, para los concilios de Toledo de los años 661 y 693, ya que fueron condenadas, pero tuvieron tan escaso éxito, que pronto la Iglesia optó por cristianizar dedicando fuentes y manantiales a la Virgen o a San Juan. Uno de los rasgos más frecuentes es encontrar asociados la triada fuente-iglesia-árbol, que ocurre con muchas de las ermitas dedicadas a San Juan. Es así como en muchos casos, como lo plantea Olmos (1992) asistimos a lo que podemos llamar “superposición estratigráfica de cultos”, es decir, que sobre un primitivo espacio con sentido religioso, en ocasiones de origen prerromano, se hayan ido instalando otros posteriores hasta llegar, en ocasiones, a nuestros días, manteniéndose así una secuencia histórica de ocupación más o menos permanente.

En cuanto a lo que es la caracterización arquitectónica de los balnearios en época romana, es fundamental el papel de la arqueología para este apartado. Poco es lo que se ha sabido a través de excavaciones acerca de restos. La gran mayoría de lo descubierto ha sido accidentalmente o en excavaciones de urgencia. En la actualidad es casi nula a aparición de proyectos intencionados por buscar balnearios romanos en la zona de Andalucía. Nos hemos basado en el estudio de la comunidad autónoma de Galicia, ya que por informes pertinentes nos permiten conocer la diversidad de tipologías de plantas por ejemplo de los diferentes balnearios romanos. La caracterización arquitectónica, la planimetría de los espacios, los elementos arquitectónicos y esenciales, entre otros, son posibles de reconocer mediante autores como González (2011), donde se encuentra documentado los hallazgos de balnearios romanos en esta zona. Estaremos ante la diversidad de comprender la existencia de balnearios más grandes y complejos, donde el núcleo de población estará más alejado, por lo tanto tendrá otro tipo de servicios entorno al lugar que se explotan las aguas mineromedicinales; y por otro lado, balnearios más chicos, más humildes, con menos

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arquitectura, que vendrá reflejado en la cercanía del conjunto de esta población al lugar de curación. En función de las especificaciones de las aguas mineromedicinales, las estructuras específicamente destinadas al aprovechamiento de las cualidades de estas aguas, presentan singularidades, porque estos espacios se localizan en relación directa con la naturaleza tectónica de un territorio, ya que estas aguas surgirán en los puntos de fractura de la capa terrestre a través de los cuales manan en ocasiones también calorífica. Es por ellos que los principales manantiales aparecen frecuentemente en espacios con un tectónica particular, constituyendo enclaves poblacionales cuyo origen fundacional, en la mayoría de los casos, es precisamente la existencia de estos manantiales. En los balnearios con fines terapéuticos entonces, prima, la simplicidad de estructuras y zonas acondicionadas, a las que más tarde se podrían anexionar salas con diversos fines, tanto de carácter cultural como de ocio. Así, por ejemplo en el caso de las aguas termales que surgen a alta temperatura, no se precisara calor artificial, ni complejos con sistemas de captación y traída de aguas, puesto que el manantial surge con esas características en el interior del establecimiento. Tomando como referencia las prácticas termales presentes en cada territorio, la tradición romana reutilizará y acondicionará estos espacios con todo tipo de recursos por medio de la dotación de estructuras fundamentales y estables para facilitar su uso. Las adaptaciones para la explotación de estos enclaves responde a un plan arquitectónico sometido al tipo de uso al que destinarán dichas aguas (con una posible relación directa entre el arquitecto y “médico”) adecuando el espacio a la finalidad, en función de los recursos materiales existentes para su realización (González. 2011: 385-392). Por ejemplo el concreto fue un descubrimiento que revolucionó al Imperio Romano, influyendo en la forma de concebir el espacio y la arquitectura, el mortero de cal, pizarra y arena pulverizadas y mezcladas con agua que formaba el Hormigón, era ​ capaz de resistir la acción del agua. Los romanos desarrollaron la técnica del concreto aligerando el peso de sus estructuras y reforzando sus bases con barras metálicas, sistemas estructurales tan resistentes y magníficos que han perdurado a través del tiempo.

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La combinación de diversos materiales y diseños colosales han logrado que la arquitectura romana se convirtiera en un modo de arte, demostrando al resto del mundo la superioridad cultural de Roma, además de su riqueza y audacia para construir este arquetipo de edificaciones. El uso de las columnas, dóricas, jónicas y corintias, así como las bóvedas y arcos, sobre los cuales se apoyaban las cúpulas, techos abovedados, sin travesaños, lo que les permitía cubrir grandes espacios. Todos estos elementos engranados con el hormigón, se ven presentes en la mayoría de sus construcciones de tipo práctico y utilitario. Los monumentos, edificaciones religiosas, teatros, anfiteatros, y circos, puentes, acueductos, carreteras, sistemas de alcantarillado y balnearios con calefacción son parte de la grandeza de sus ​ construcciones. Pero en el caso de los balnearios, la tipología arquitectónica que se presenta en estos emplazamientos es bastante incompleta, ya que no se cuenta con descripciones clásicas que nos informen acerca de su configuración, y las principales referencias al respecto se basan en la documentación puntual sobre la existencia de enclaves, como testimonios concretos y no siempre suficientes. Al plantear los condicionantes que el uso de las aguas mineromedicinales imprimen a estos complejos, podría mencionarse una serie de factores relevantes a la hora de considerar la construcción de un establecimiento minero medicinal en la antigüedad (Grenier 1960; Oro 1993a.- 1996): • Gradiente, término de las aguas mineromedicinales, es el elemento fundamental para establecer o no la necesidad de construir estructuras de baño o de conducción más o menos complejas, aprovechando el factor calorífico que este tipo de aguas puede presentar, para abastecer directamente de agua caliente a piscinas. • Las dimensiones dependen de la densidad poblacional a la que fuese destinada el edificio y del caudal al que surja el agua, aspecto a tener en cuenta a la hora de poder plantear el abastecimiento de las piscinas y su número de salas. También, valorar la finalidad y funcionalidad del establecimiento, para concretar las dimensiones necesarias en cada caso, variables en función de la complejidad de cada establecimiento. • Las piscinas o bañeras individuales (una posible estructura arquitectónica que señala y agrega Celso, VII, 26, además de los condicionantes antes mencionados.). La

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estructura para el disfrute de esta agua, al margen de las piscinas o estanques comunes que generalizan estos baños, seguramente para su empleo por parte de individuos concretos (ya sea por pertenecer a las capas más altas de la sociedad, o para realizar tratamiento personalizados y evitar contagios en el caso de enfermos graves. • Alumbrado y Ventilación, pese a las referencias del beneficio de la luz natural, existe constancia arqueológica del empleo de gran número de lucernas. Pero en los balnearios contaban con ventanas y óculus para la obtención de luz natural y ​ ​ ventilación, así como para controlar la temperatura y la humedad, en forma de huecos preferentemente circulares situados en la zona superior de la bóveda. • Captación de agua, el agua termal se podía utilizar, tomando directamente el agua del manantial aprovechado en una piscina, o bien por medio de estructuras (pozos) de concentración y distribución del agua termal, realizados en el lugar en que brotan los manantiales. (Fig 8). • Conducción del agua, en el caso que fuese necesario canalizar el agua a una distancia reducida, se podría realizar por medio de obras de albañilería, recubriendo cañerías de madera, o bien presentar cañerías de piedra, de cerámica y de plomo. La canalización del agua común a estos edificios se debe a la necesidad de captar agua fría para permitir la adecuación de la temperatura conveniente para el empleo del agua termal en el espacio de baño, aspecto que también se trata de solucionar por medio de la canalización del agua mineromedicinal muy caliente a cierta distancia para permitir así su progresivo enfriamiento. • Los materiales a utilizar son múltiples, pero van a estar íntimamente relacionados de los recursos del entorno, siendo de tipo arquitectónico como mueble, siendo lujosos o no, y en función de las posibilidades del enclave urbano y la población que los erigiese. De acuerdo con el planteamiento realizado por Yegül (1992: 111), sobre el edificio de explotación de estas aguas, es posible establecer tres grupos básicos de baños, de acuerdo con su complejidad y desarrollo constructivo. • Baños utilizados en su contexto natural, sin materialización arquitectónica o la menor posible, o con una arquitectura más sencilla centrada en torno al manantial. • Baños caracterizados por la sala de la piscina, como eje vertebrador de estos complejos y principal elemento consecutivo de las termas salutíferas y también

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construcciones de entidad reducida, acompañadas por un pequeño número de salas o estancias funcionales complementarias. • Los establecimientos más desarrollados o complejos, que aparecen relacionados con grandes instalaciones donde prima la presencia de construcciones con ornamentación y lujo, en las que, en fases consecutivas van incrementando su tamaño e instalaciones, con la presencia de gran número de salas asociadas a piscinas (Fig. 9, Fig 10 y Fig 11). Es así como en términos generales, podemos establecer una serie de generalidades que González (2001: 389) plantea que sabiendo que la única manera de curar fuera por medio de la inmersión, por lo tanto la autora plantea cuáles serían los principales elementos que podrían localizarse en este tipo de establecimientos, que son los siguientes: • La captación de manantial original se realizaría por medio de pozos realizados en diferentes materiales (madera, piedra o mampostería) sobre la roca madre o tierra, que permitirían el aislamiento de la surgencia mineromedicinal con respecto al terreno y a otras posibles filtraciones. consiguiendo un correcto aprovechamiento. • Piscina central, rectangular, cuadrada o circular, donde podría surgir directamente el manantial principal de aguas mineromedicinales o hasta dónde se dirige la canalización principal del agua con propiedades minerales y/o térmicas tras la captación del manantial principal o espacio sagrado. Dichas piscinas serán espacios públicos para el uso del agua mineromedicinal por varias personas al mismo tiempo presentando una capacidad suficiente acorde con esta funcionalidad y la población destinada. Esta piscina en el caso de ser rectangular, contaría con escalones de acceso (entre 3 y 5), situados o bien sólo en uno de sus lados menores, o bien en todo el contorno del estanque; y en el caso de piscinas cuadradas o circulares, en todo su contorno. • Estancia principal, en la que se localiza la piscina mayor, frecuentemente dotada de un espacio portado en torno a la piscina, cuyos arcos darían acceso directo a los escalones, descenso al estanque de inmersión. • Salas anexas destinadas posiblemente a baños individuales, con bañeras o pequeñas piscinas, que podrían servir para resguardar la intimidad del bañista en casos concretos o para enfermedades contagiosas o de tratamiento diferenciado; o bien, estancias de unciones y otros tratamientos, con pequeñas salas abiertas a una de las piscinas del complejo.

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• Estancias destinadas al culto o a la presentación de la divinidad a la que se asocien esas aguas, como pequeñas capillas o salas de colocación de exvotos, incluso con la presencia de templos o edificios dedicados exclusivamente a esa función religiosa (Fig 12). Este tipo de aprovechamiento ha pervivido hasta la actualidad en algunos yacimientos, aunque en la mayoría de los casos presenta mal estado de conservación o principalmente porque los edificios originales (prerromanos o romanos) han sido sometidos a continuas reutilizaron y remodelaciones, así como también a completas destrucciones cuando se recupera el aprovechamiento de la urgencia (con los balnearios actuales), por lo que las evidencias arquitectónicas llegan hasta nosotros sobre su configuración, en la mayoría de los casos son mínimas o nulas. También se podrá observar las diferentes dimensiones de estos emplazamientos, como antes lo mencionamos, sabiendo así si es más fácil de encontrarse restos arqueológicos o no. Cabe aclarar que por analogía referenciamos el uso de los balnearios a través de los baños públicos (que son ociosos e higiénicos), para poder caracterizar a los balnearios (que poseen un lugar o sala de culto y piscinas naturales), y diferenciarlas de las termas (que poseen gimnasio y sala de entretenimientos). Sabemos que los baños fueron una fuente de ingresos para las villas y las ciudades y se explotaron de diversas formas. Las ciudades que tenían baños públicos les sacaban partido de dos maneras: unas veces arrendaban la explotación a publicanos, mediante una suma fijada que iba a parar a la caja municipal, pudiendo los arrendatarios exigir de cada bañista un precio según el costo del arriendo. Otras veces era la misma ciudad la que explotaba los baños por medio de sus agentes y de esclavos públicos o intendentes (actuarii). La tasa (vectigal) obtenida, seguramente, por medio de un cobrador se ​ ​ llamaba balneare o balneatium. Por los datos que se tienen, nada indica una ​ ​ ​ explotación de las aguas por sociedades financieras extranjeras a la localidad (Grenier. 1960: 469). También podía darse el caso que los propietarios de los baños fuesen particulares, generalmente libertos, y también personas notables. Tal como informa Plutarco y Catón, dicen que existían dos propietarios de aguas minerales que brotaban en sus terrenos y que explotaban. Uno es un rey llamado Antígono, quien tuvo que renunciar a cobrar una tasa por la utilización de las aguas de Edepso, porque los

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habitantes de la zona se rebelaron, contando, al parecer, con el apoyo de los dioses que secaron momentáneamente la fuente. El otro caso, se trata de Catón, que poseía en sus tierras una fuente de agua medicinal y consideraba que era más rentable que un campo cultivado. Los propietarios, eran quienes fijaban la cantidad a pagar para disfrutar de ellos, cantidad que era muy baja; el precio ordinario fue, durante mucho tiempo, un cuadrante o cuarto de as. Naturalmente, este precio pudo variar según la calidad de los baños y también según la clientela, ya que las mujeres parecen haber pagado un precio más alto, mientras que la entrada a los niños fue gratuita. En Grecia, en tiempos de Luciano (siglo 11 d.C.), el precio habitual para entrar en un baño era de dos óbolos. (Panayotatou. 1923: 93). La Lex metalli Vipasceni (D’Ors. 1953: 92) nos ofrece también noticias relativas ​ ​ a este aspecto en la península: las mujeres pagaban un as y los hombres, medio (no el quadraís de Roma, que era un cuarto de as), mientras que entraban gratis los esclavos y libertos que trabajaban al servicio (o reciben alguna remuneración del procurador) y los soldados e impúberes. Podemos pensar que éstas razones motivan dotar a la casa con un balneario privado. Todavía más si pensamos que al otro lado de la calle se localiza el balneario público de la ciudad donde también se situaron las foricae o letrinas públicas, por lo ​ ​ que el patronus de la Domus, en vez de usar su balneario privado podrá acudir a este ​ lugar a bañarse y aliviarse. Estos van a reproducir los mecanismos técnicos habituales de las instalaciones públicas y por ello, aunque fueran creados para uso doméstico, ocasionalmente los de mayores dimensiones pudieron rentabilizarse como establecimientos comerciales de uso discrecional (Bouet 1994: 169-185). El balneario entonces tendrá carácter más intimista y privado, y se desmarca del carácter público de los edificios termales romanos. Es así entonces como el balneario surge como estructura pública y privada, simbolizando el poder de la élite municipal, pero también como dominio de la naturaleza en un claro desafío de la ingeniería romana al poder de las fuerzas naturales. Esta sabiduría fue aplicada no sólo con vistas al confort, sino también como pieza importante en beneficio de la salud pública. Surgen así los balnearios privados rurales, para algunos tan sólo extraurbanos.

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Hubo una marcada separación de sexos, porque parece ser que la severidad de las costumbres republicanas impedía que el hijo que hubiera alcanzado la pubertad se bañara con su padre y que el yerno se bañara con su suegro y, por supuesto, que hombres y mujeres lo hicieran juntos (Panayotatou. 1923: 92). La mezcla de clases sociales en los baños es un tema que se discute ya que Rostovtzeff (1982: 36) asegura que le gustaría conocer para quiénes fueron construidos los baños públicos y los gimnasios y a quiénes eran accesibles, opinando que es difícil suponer que no estuvieran abiertos a todo el mundo. Las ciudades también disfrutaron de establecimientos termales alimentados por aguas mineromedicinales que eran, como hoy día, lugares de tratamiento para los enfermos y sitios de recreo y de moda para la gente con buena salud y poco que hacer. (Castellanos. 1846: 181). Y esto hacía que tales lugares atrajeron a gran cantidad de bañistas de todo tipo, y a menudo también una clientela bastante dudosa que iba buscando no tanto mejorar su salud como los placeres de todo género. No sorprende, por tanto, que siendo los baños, en general, lugares de gran concurrencia se tratara conseguir lo mismo en los balnearios de aguas minerales y se buscará de atraer a la gente a estos lugares, incluso a los menos conocidos y apartados, por medio de reclamos e incluso de representaciones teatrales; hay que recordar que en algunas estaciones termales se han encontrado ruinas de teatros, máscaras de actores e incluso muñecos con la boca entreabierta y sin piernas, es decir, auténticas marionetas (Briau. 1869-18891: 336). Alrededor de las fuentes, tuvieron que surgir, inevitablemente, una serie de pequeñas industrias que surtían a los bañistas, enfermos y curiosos que allí acudían. Una de ellas muy interesante, puesto que ha permitido, transcurridos los siglos, conocer mejor las costumbres religiosas y las divinidades de los romanos, es la de los talleres de mármol o piedra donde trabajaban los marmorarii fabricando aras o estelas donde después los lapicidas ​ dejaban constancia del nombre del dedicante y de la divinidad a quien se pedía o agradecía la curación (Fig 13). Bonnard considera que los numerosos errores que se encuentran en las inscripciones halladas cerca de las fuentes muestran que los lapicidas no eran, normalmente, eruditos, a lo que habría que añadir el hecho de la dificultad de transcribir, en ocasiones, al latín el nombre de divinidades indígenas.

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Basándonos en informes como lo hemos venido haciendo anteriormente, en base a los datos que poseemos de los baños públicos, haremos una referencia analogica también en esta cuestión al personal adscrito a los baños, con independencia del tipo de aguas que utilizaran, debió ser muy numeroso y más cuanto mayores fueran los establecimientos balnearios. Y es lógico pensar que tanto los grandes como también los pequeños establecimientos termales ocupasen un gran número de personas en su mantenimiento y en los servicios que prestaban a los bañistas. Es muy difícil saber si en los establecimientos de aguas medicinales hubo un tipo de personal distinto del de las termas corrientes, que tuviera a su cargo el cuidado de los enfermos y velará por el tratamiento indicado por los médicos, que sin duda hubo en estos lugares, fuera rigurosamente seguido. Se sabe, por ejemplo, que en algunos establecimientos había, aparte de los baños o piscinas generales, una serie de baños individuales, de cuyo mantenimiento y asistencia a los enfermos que los frecuentaban debía estar encargado algún empleado determinado. Dentro de este personal empleado en los baños se puede mencionar unctores ​ en Roma, encargados de administrar las unciones y preparar el cuerpo para recibir el masaje del que se encargaba el tractator , los aliptes durante el Imperio acabaron ​ ​ estando en relación con los médicos, de tal modo que se decían a sí mismos médicos y se hacían llamar iatraleptae. Esta operación de ungir el cuerpo con aceite tenía una ​ ​ particular importancia y Celso se ocupa de ella en sus escritos, apuntando cuándo debían practicarse las unciones a un enfermo, si antes o después del baño, de qué modo, etc, mostrando un interés expreso por este asunto, ya que esta operación se solía aplicar, en ocasiones, a todos los enfermos, aunque fuera perjudicial (Bonnard. 1908: 13). Otro miembro del personal empleado en los baños era el alipilus cuya función ​ era depilar. Se empleaba para ello una pinza, volsella, y también un ungüento. También había personal especializado en levantar (cuando no lo hacía el propio bañista) el aceite del cuerpo tras el masaje o el sudor y los restos epidérmicos. Esta costumbre se aplicaba tanto a los sanos como a los enfermos, a pesar de los consejos en contra de algunos.

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Es sabido, también, que a los balnearios concurría gente de todo tipo: los que iban a causa del placer que el baño les procuraba, los que iban buscando mantener su cuerpo en forma, los enfermos que acudían a estos establecimientos en busca de remedio para sus dolencias y también los ociosos y parásitos de toda especie que iban a matar el tiempo. Los ladrones, fures balnearii, empezaron a abundar y de tal modo, ​ que hubo que tomar medidas al respecto (Homo. 1951: 418). Para evitar estos robos había en los baños una persona encargada de guardar la ropa; era el llamado capsarius al que se le confiaba, previo pago de dos denarios por bañista, según la tasa fijada por el edicto de Dioclesiano la vigilancia del lugar donde se guardaban las ropas de los bañistas. Otra cuestión, sin duda importante, y de la que no se tiene conocimiento seguro, es de si en las estaciones termales había un servicio de médicos o de si éstos estuvieron agregados a los baños. No parece existir ningún texto que demuestre, que esto fuese así y tampoco acerca de las costumbres administrativas romanas, que el Estado se ocupara de esta cuestión. De cualquier modo, es lógico pensar que los médicos estuvieran presentes en los baños e incluso residiendo en ellos para atender a los enfermos y dirigirlos en sus tratamientos con las aguas termales. Las familias con cierto nivel económico solían tener uno o varios médicos, por lo que se puede presumir que los grandes y ricos que solían frecuentar las estaciones termales iban acompañados de su propio médico o el de su familia. (Briau. 1869-1889: 336). Según Bonnard una vez que los médicos abandonaron los templos y practicaron la medicina fuera de ellos y una vez que existieron los circulatores o médicos ambulantes es lógico pensar que había médicos residiendo en la vecindad de las fuentes minerales, al menos durante la temporada de baños. Por último, añadir que los baños públicos estaban bajo la vigilancia de oficiales municipales, los praefecti balneis, que tenían bajo sus órdenes a los balneatores ​ ​ ​ aquarii. (Bonnard. 1908 :14). ​ El horario de los establecimientos, se abrían, normalmente, hacia la octava o novena hora (una o dos horas después del mediodía) y eran cerrados a la caída de la tarde. Es Vitruvio quien, una vez más, nos dice que el tiempo propicio para bañarse era desde el mediodía hasta el final de la tarde. (Vitruvio: V , 10, 1).

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No obstante, conforme fue pasando el tiempo, los baños debieron abrirse desde mucho antes, ya que Adriano prohíbe, excepto para los enfermos (y esta es la única noticia que se encuentra respecto al horario de los establecimientos balnearios frecuentados por los enfermos), que los baños abrieran antes de la octava hora. Alejandro Severo, por su parte, autorizará de nuevo la apertura nocturna, pero tras una serie de escándalos y el temor a los desórdenes, Tácito revocó la autorización (Homo. 1951: 419). En cuanto a la estación a escoger para practicar la cura termal parece que todos los autores que se ocupan del tema coinciden en evitar los veranos y sus calores y preferir para las curas balnearias la primavera y el otoño. La importancia que estas aguas tenían a la hora de fundar una ciudad, se manifiesta en el caso de las entidades poblacionales denominadas Aquae, como lo especifica Díez de Velasco (1985: 70), donde cita “las ciudades que poseían balnearios eran designadas por ellos como Aquae, lo que demuestra la importancia de las mismas, ya que el nombre era en época romana el vehículo de definición del rasgo principal de la ciudad”. Existían balnearios en las ciudades, pero también en un entorno natural cerca de estas urbes, vamos a ver como el agüista buscará escapar de la ciudad en busca de relax y sanación en un entorno natural de paz y tranquilidad. Es por ello que para las grandes ciudades, el contar con balnearios cerca de las mismas, era un escape del mundo social urbanizado, donde se buscará la paz y tranquilidad requeridas para la cura de enfermedades. Con el paso del tiempo y la concentración de personas en un perímetro delimitado denominado ciudad hizo que en este tipo de urbes impactarán negativamente en el medio natural, incluyendo la flora y la fauna, alterando así el ecosistema y generando problemas ecológicos. Autores satíricos, como es el caso de Juvenal, ya en el siglo I relata las incomodidades urbanas, como las que hacían añorar la vita beata en las villae rurales: ​ ​ como lo eran la congestión del tráfico, incendios, construcciones, obras públicas que destruyen la belleza de los parajes, desechos domésticos arrojados a las calles, y no menos importante y novedoso, el incremento del vandalismo y la criminalidad. La ciudad poseía altos valores de contaminación, afectando a los espacios físicos, el agua y el aire, como también lo plantea Séneca en el siglo I también, que describe su huida

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de la ciudad por motivos de salud, diciendo que dejaba a sus espaldas el aire malsano de Roma y el olor de las cocinas humeantes. El caso de la contaminación de los cursos de agua es muy importante, ya que en la antigüedad, fue más valorada que cualquier otro elemento de la naturaleza, por las connotaciones religiosas que vinieron heredados de los griegos, por lo que llevó a garantizar el cuidado, respeto y protección de todos los ríos y afluentes. Los tratadistas antiguos percibieron claramente las relaciones entre la pureza de los manantiales y la salud humana. Es así que claramente se ve un descontento producido en las ciudades, por las causas mencionadas anteriormente, lo que va a llevar a buscar alternativas más naturistas, en contacto directo con la naturaleza. Es por ello que los balnearios jugarán un papel fundamental en la distracción y relajación del paciente, inmerso en el entorno natural, o por lo menos, menos antropo modificado. Suscitando las amargas críticas de los autores anteriores, Rodríguez (1996) comenta acerca de una “nostalgia” del ámbito rural y del desprecio de la vida urbana, encontraron fuerte eco como pose intelectual en todo un género en la literatura bucólica. Como Teócrito publica sus “idilios”, las excelencias de la vida bucólica y pastoril como modelo de existencia acorde con la Naturaleza y el paradigma de vida humana fueron cantadas y ensalzadas. Es por ello que todo el fenómeno, pese a su interés, carece todavía en la Andalucía de un trabajo en conjunto que, desde una perspectiva multidisciplinar, atienda a la vez a las razones geomorfológicas y a las evidencias epigráficas/arqueológicas de su importancia y características, y que estudie los parámetros geográficos, cronológicos y sociales de esta parte de nuestra historia Olmos (1992: 103-120). 5.3.- De la edad media a la actualidad Tras la caída del Imperio Romano, en un periodo de cambios políticos, sociales e ideológicos, el uso de los establecimientos termales sufre una fuerte decadencia, como parte de un mundo ajeno y sacrílego, considerado de tradición pagana/politeísta, que puso a estos complejos en un silencio generalizado en las fuentes escritas y en la escala de documentación obtenida a partir de las evidencias arqueológicas de este periodo histórico. De esta forma, se comprueba un progresivo

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abandono y rechazo de estos espacios en los que su esplendor se fue apagando, aunque sin llegar a desaparecer (González 2011: 382). Son prácticamente nulas las noticias que tenemos al respecto de la época altomedieval. Las principales referencias que se encuentran son las aportadas por Isidoro de Sevilla quien recoge la tradición anterior y las propiedades curativas de las aguas, así como menciona la reutilizaron de estos centros, pasando alguno de ellos a ser utilizados como centros cristianos. Las críticas y condenas en diversos concilios episcopales (Concilio II de Braga del 572, y los Concilios IV y X de Toledo) contra las actitudes paganas de adoración a las divinidades de la naturaleza perpetradas desde antiguo, entre las que se destacan el culto a las aguas (fuentes, ríos, mares). Durante la Edad Media, el papel de la iglesia y de los órganos de poder en la construcción de edificios públicos fue muy reducida, por lo que los principales centros mineromedicinales pasaron a manos de comunidades locales o monacales como pervivencias del pasado y el único elemento de control “moral” de una práctica salutífera que se mantenía viva en la mentalidad popular (Cressier. 1997: 519-527). Durante los primeros siglos de este periodo medieval, parece que se realizan algunas restauraciones puntuales que se encomiendan a órdenes monásticas, por lo que se crea una sólida vinculación entre monasterio y fuente mineromedicinal. Frente a la opinión general de que la práctica de los baños salutíferos como tales desaparece tras el mundo romano, serán muchos los ejemplos existentes, sobre todo en la documentación medieval, que muestra esa continuidad. En la mayoría de los casos, pese a no contar con grandes instalaciones hasta recién esta época (ya que se reutilizaron las estructuras antiguas sin mayores comodidades, o los manantiales directamente), se conoce su pervivencia en el tiempo a partir de las inscripciones, libros de viajes o documentación escrita varía (casos de los documentos notariales: testamentos, herencias, conflictos, pleitos, etc), (González. 2011: 383). El cristianismo por otra parte, desde su establecimiento como religión oficial del Imperio, intentó eliminar radicalmente todas las creencias y prácticas anteriores, “paganas” o politeístas, dentro de las cuales se encontrará culto y devoción a las divinidades de las aguas mineromedicinales. Así se prohibió y condenó todo tipo de manifestación que pudiese inducir a la adoración de otras divinidades a mantener un culto que pudiese contradecir la fe cristiana.

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Sin embargo viendo la poca efectividad de estas medidas, se optará finalmente por convertir los anteriores cultos y tradiciones al mundo cristiano, cristianizando los lugares, potenciando el Culto a la Virgen o a los santos vinculados de una forma u otra con el agua, para que pasasen a ocupar el lugar de anteriores divinidades. Para ello se construían capillas y ermitas al lado o encima de lugares de culto considerados paganos, para cristianizar estos espacios, y convertir a los adeptos a la religión cristiana, retomando los anteriores cultos, pero tras la fachada de la nueva ideología (BedaI. 1993: 30). En los lugares de manantiales y fuentes, aparecerá repetidamente la existencia de lugares de devoción a la Virgen María o a determinados santos a los que Bouza Brey denomina Santos “hidróforos” (Bouza Brey. 1982: 127), principalmente San Bartolomé ​ o la Virgen de los Dolores, de los Remedios, de la Salud o de los Milagros, entre otras, y se manifestará en la colocación de cruces o imágenes en puntos conflictivos que vuelven a repetir la idea de asimilar y reconvertir aguas tradicionales (reductos del paganismo) en favor del cristianismo. Pero también el proceso de construcción y cuidado de emplazamientos mineromedicinales se redujo con la llegada de pueblos foráneos, (poco atentos a esta realidad) y con la progresiva privatización de las tierras, incluyendo aquellas en las que existían explotaciones de aguas salutíferas, que al convertirse en lugares privados, se reducía la accesibilidad a dichos emplazamientos por parte de la población más próxima. De la misma forma, el control de los baños al pasar bajo la tutela de instituciones eclesiásticas, por los que limitó esta práctica a casos concretos y específicamente médicos (como hospederías y hospitales) en el seno de comunidades religiosas. Debemos exceptuar en esta situación, la importancia que tuvo, en determinadas partes de la península ibérica, la llegada de los árabes, (San José. 2006) que importaron y mantuvieron el gusto por el agua y su aprovechamiento en todos los aspectos de la vida; así como la construcción de baños y el estudio del tratamiento del agua como principio médico, fenómeno que se puede considerar heredero de la tradición romana cultivada en el Norte de África.

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La implicación religiosa y la trascendencia del baño dentro del mundo islámico es sobradamente conocida. Constituye un imperativo religioso derivado de la necesidad del creyente de purificar su cuerpo como preludio a la purificación del alma, claro está saber que las funciones terapéuticas e higiénicas y el refinamiento en el arte de bañarse como exponente de la sociedad acomodada, irán relegando a un papel secundario la función inicial de las abluciones rituales. El dios Alá como referente divino, es el encargado de responder ante la curación de los enfermos. La costumbre de bañarse no era sólo urbana. Durante el período islámico, los habitantes de las zonas rurales frecuentaban el Alhama con regularidad. Todos los datos apuntan a que, al amparo de la religión oficial, subsistían una religiosidad popular que mantenía más vivas que nunca las reminiscencias de las antiguas culturas naturistas y que era la causante del sostenimiento de la importancia de las fuentes de aguas termales. Los baños mineromedicinales seguirán siendo visitados no sólo por la población mudéjar, sino también por la cristiana y tanto sus conocidas cualidades como la permanente disponibilidad de agua caliente les permitirán pervivir durante siglos, en algunos casos hasta la actualidad. También, cabe aclarar que los cambios políticos, económicos y culturales afectaron negativamente al mantenimiento de estructuras de uso público que no fuesen de carácter defensivo o belicoso. A esto se une el hecho de que durante los siglos centrales de la Edad Media se desarrollaron las principales epidemias, como la peste, por lo que el miedo al contagio se extendió, y fomento en gran medida, el abandono de todas aquellas instalaciones comunes que se vinculaban a actividades de riesgo. Con el perfeccionamiento de la artillería y las sucesivas guerras, llevaron a que la ciudad se generase detrás de las murallas. Con esta necesidad viene en consecuencia un estilo de vida muy poco salubre. La vida urbana se desarrolla en espacios donde la contaminación, basura y residuos conviven en él. La polución de los cursos de agua, y la llegada de nuevas formas de producción como la textil, el papel, los salitres, los curtidos y los desechos de la transformación de la materia prima, llevan a provocar la aparición de epidemias inminentes durante tres siglos, donde la

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población de Europa va a estar castigada por ello, lo que llevará a tomar medidas en el cambio de comportamientos, costumbres y usos en la calidad de vida y cotidianidad. Con ello entonces, vino la prohibición del baño en comunidad. Los balnearios fueron prohibidos, por el miedo al contagio de las enfermedades infecciosas que asolaban a la población y que cada vez se expandía. Según Watts (2000), las enfermedades tan simples como el resfriado eran mortales para la gente por la falta de higiene, conocimientos en medicina y el poco cuidado que se le daba a las enfermedades entre otras cosas. Una de las más terribles de este periodo fue la peste negra, provocada por la pulga de la rata negra, traída desde China por los navegantes genoveses el año 1347. Se extendió con tal rapidez que en el año 1350 toda Europa estaba infectada con este mal. Esta enfermedad se presentaba principalmente de forma bubónica, en la cual al afectado le salían bubones en las ingles, las axilas y el cuello. Los afectados morían aproximadamente al cabo de una semana. Pero también hubo otras enfermedades, más frecuentes y las que causaban marginación, como lo fueron la Lepra, la Difteria, el Tifus, la Malaria y la Viruela. El uso de las aguas en estas poblaciones se desarrolló a partir de la reutilización y reedificación de las termas que habían estado en uso durante la época romana. Pero luego se observará, y ya con diferentes requerimientos y fines, hemos de esperar a finalizar el siglo XVI, principio del siglo XVII para retornar esta tradición, ya con conocimientos científicos de la curación del agua, mediante investigaciones y los avances de la ciencia, dejando de lado las creencias curativas provenientes de las divinidades en época romana, que era la conformidad y asentimiento de las curaciones en la época antigua. En este sentido cabe resaltar al Renacimiento como movimiento cultural que se produjo en Europa Occidental durante los siglos. XV y XVI. Fue un período de transición entre la Edad Media y los inicios de la Edad Moderna. Sus principales exponentes se hallan en el campo de las artes, aunque también se produjo una renovación en las ciencias, tanto naturales como humanas. Resultó del fruto de la difusión de las ideas del humanismo, que determinaron una nueva concepción del hombre y del mundo. El término renacimiento se utilizó reivindicando ciertos elementos de la cultura clásica, griega y romana, y se aplicó originariamente como una vuelta a los valores de la

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cultura grecolatina y a la contemplación libre de la naturaleza tras siglos de predominio de un tipo de mentalidad más rígida y dogmática establecida en la Europa medieval. Esta nueva etapa se planteó una nueva forma de ver el mundo, con nuevos enfoques en los campos de las artes, la política, la filosofía y las ciencias, sustituyendo el teocentrismo medieval por el antropocentrismo (Heller. 1980). Poco más adelante asistimos al comienzo de un nuevo movimiento cultural e intelectual europeo (especialmente en Francia e Inglaterra) que se desarrolla desde ​ ​ finales del siglo XVII, la Ilustración, que dura hasta el inicio de la Revolución Francesa, aunque en algunos países se prolonga durante los primeros años del siglo XIX. ​ Denominada así por su declarada finalidad de disipar las tinieblas de la humanidad mediante las luces de la razón. El siglo XVII es conocido, por este motivo, como el Siglo de las Luces. Los pensadores de la Ilustración sostenían que el conocimiento humano podía combatir la ignorancia, la superstición y la tiranía para construir un mundo mejor. La Ilustración tuvo una gran influencia en aspectos económicos, políticos y sociales de la época. Según Hof (1993: 123) desde las ciencias profanas a los fundamentos de la revelación, desde la metafísica a las materias del gusto, desde la música hasta la moral, ​ ​ ​ desde las disputas escolásticas de los teólogos hasta los objetos del comercio desde los ​ derechos de los príncipes a los de los pueblos, desde la ley natural hasta las leyes arbitrarias de las naciones, en una palabra, desde las cuestiones que más nos atañen a las que nos interesan más débilmente. Esto mismo nos indica que, más que el contenido mismo de sus doctrinas, lo original del movimiento fue la forma de pensamiento y valoración. Hacia fines del 1700, principios del 1800 que los baños salubres o medicinales, retoman fuerza y vigencia en la sociedad europea, pero con características diferentes, ya que se pierde la concepción de considerar a las aguas mineromedicinales como curativas por la intercesión divina y milagrosa, provenientes de los dioses del agua y de la salud, sino que van a aparecer los primeros estudios de la composición, cualidades, calidades y beneficios de las aguas, cambiando de esta manera la mirada, perspectiva y uso de estos centros balnearios entre las clases pudientes interesadas ya por la terapia de las aguas.

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La época de mayor pujanza tiene lugar con la llegada de la Primera Revolución Industrial que fue el proceso de transformación económica, social y tecnológica que se inició en la segunda mitad del siglo XVIII en el Reino Unido, que se extendió unas décadas después a gran parte de Europa occidental y Norteamérica, y que concluyó entre 1820 y 1840. Durante este periodo se vive el mayor conjunto de transformaciones económicas, tecnológicas y sociales de la historia de la humanidad desde el Neolítico, que vio el paso desde una economía rural basada fundamentalmente en la agricultura y el comercio a una economía de carácter urbano, industrializada y mecanizada. Es así como este acontecimiento marca un punto de inflexión en la historia, modificando e influenciando todos los aspectos de la vida cotidiana de una u otra manera. Tras el oscurantismo del Medioevo, el Renacimiento y su mirada a la cultura antigua como referente, supone la revitalización de las costumbres higiénicas y salubres del mundo clásico, valoradas por científicos y artistas. Se puede decir que para el siglo XVIII se comienza nuevamente el desarrollo de distintos tipos de balnearios, con la concepción de hoy en día, pero no será hasta después de la Revolución Industrial donde se da lugar nuevamente a la masificación de los balnearios, con modificaciones en la arquitectura, nuevas tecnologías, y nuevas ideas, que lleva a percibir el crecimiento y goce del mismo lugar pero a otro nivel. De esta manera, esta práctica social de vinculación religiosa, de ocio, entre otras formas de disfrute de los baños, irá desapareciendo de la vida cotidiana (Heller. 1980). Es por esta pujanza económica, e industrial lo que lleva a que a finales del siglo XIX, llegaron a coexistir unos 30 balnearios, además de diversas casas de baños dispersas por todo el territorio objeto de estudio. Coincidiendo con una mejora de los transportes a causa de este cambio, y a principios del presente siglo el auge del balneario se convirtió en un signo de distinción social para la aristocracia y la alta burguesía. El resurgimiento de los establecimientos de baños, nace con un marcado carácter social, porque se empieza a reconocer que las aguas curan. Hay cuatro puntos diferenciados e importantes según la autora Segura (2009: 195-208), en la que comenta que la aparición de un nuevo público venido de las colonias, más dinámico y

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con dinero, que desea adaptarse a las costumbres del viejo continente, que quiere reproducir el modo de vida en aquellos tiempos, disfrutando de las riquezas obtenidas. También plantea como un segundo punto, al progreso de la medicina y, el avance importante que sostuvo las propiedades de las aguas ayudó al interés por las personas de visitar estos balnearios. El tercer punto es el éxito en la economía con el devenir de las revoluciones, que llevó a generar el goce de lo adquirido con el trabajo, el dinero. El cuarto punto, se lo da a la nueva movilidad en el transporte, por el avance tecnológico del coche y del tren, que brindó a los usuarios el desplazamiento hasta los balnearios, de manera más rápida y cómoda, sin importar cuán lejos se encontrase el emplazamiento. Según Segura (2009), la sociedad se encuentra en un periodo de esplendor en cuanto a las artes, que se pasa de una arquitectura ecléctica para las construcciones de las instalaciones en los balnearios, a una arquitectura art nouveau, este estilo constituyó un inicio fundamental de la realidad arquitectónica moderna, así como una especie de unidad básica que transmitió la gran herencia cultural del siglo XIX al siguiente. El origen del Art Nouveau se encuentra en el Gothic Revival, el movimiento Arts and Crafts, la construcción del hierro, la moda de los objetos orientales, el gusto ligado a las nuevas técnicas particulares como la de la curvatura de la madera. Todos estos componentes aportaron una contribución al nacimiento de un nuevo lenguajes. Pero no fue solo un estilo arquitectónico. Abarcó todas las costumbres de la época, es la conclusión de una larga evolución de problemas culturales y de variaciones de gusto. El nuevo estilo mostraba connotaciones progresistas, alegría por vivir, el gusto por gastar y consumir. Fue el estilo de los barrios burgueses, de los grandes almacenes, de los ferrocarriles, de las casas de pueblo. Otra característica del estilo es la completa liberación de las formas del pasado. Luego de los grandes avances tecnológicos del siglo, el desarrollo de la industria, la ciudad moderna, con nuevos ideas urbanísticas y tipologías estructurales, todavía faltaba el nuevo estilo, un nuevo lenguaje. La liberación de las formas tradicionales se apoyó en el uso de nuevas tecnologías, y en el uso de éstas para materializar los nuevos gustos. La tercera característica del estilo es la unificación de las artes puras y aplicadas. La unión entre la industria y el artesano.

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Desde el punto de vista morfológico, las características son: acentuación lineal, el uso del hierro y su aplicación más variada, la tendencia de usar muchos materiales en un mismo edificio, la piedra, el ladrillo, la cerámica, el vidrio, la madera, la variedad de colores, la búsqueda de agrupar más sectores productivos. La relación con la naturaleza es tan importante que su organicidad inspira la propia conformación arquitectónica (Espada. 1998: 102). Esto es el remedio eficaz durante la llamada Belle Époque, que termina cuando se declara la primera guerra mundial. Hay que mencionar el ejemplo del establecimiento balneario en Széchenyi, Budapest, como el más grande balneario de Europa, que se construye 1909 y 1913, a principios del siglo XX. En la zona de Andalucía vamos a encontrar construcciones balnearias como la del Balneario de Lanjarón, y el Balneario Termal de Jabalcuz, que fueron dos importantes establecimientos de aguas mineromedicinales y el el primero lo sigue siendo hasta hoy (Segura. 2009: 198). (Fig 14 y Fig 15). En 1914, con el estallido de la primera guerra mundial, se produce una caída en el uso de los balnearios en Europa, los bienes son requisados, manteniéndose así solo las necesidades de primer nivel. El ocio pasa a un segundo plano. En los locos años veinte, la inmediata posguerra supuso el resurgimiento de los balnearios, intentando volver a disfrutar del ocio. Debido a que la economía había sufrido un gran decaimiento, no se llegan a realizar construcciones como en la época de la Belle Europe, pero comienza a aparecer inversiones desde Latinoamérica, una nueva clase social que llega a Europa, buscando ocio y lugares más divertidos que los clásicos. Aparece el Art Decó como arquitectura de estos nuevos balnearios, de los edificios, donde se prioriza la simplicidad en la decoración, y se genera un rechazo a todo lo anterior, a lo recargado y rebuscado. Balnearios de la época fueron el de Dax en Francia y el Kalithea en Rodas. Los años treinta, representa una crisis económica. Se encuentra instalado el estilo internacional. Otra arquitectura, lejos de parecerse a la época clásica, generando un ambiente más higiénico y limpio, por estar provisto de líneas depuradas y simplificadas, no dejando de ser una arquitectura funcional y elegante. Balnearios como Vittel en Francia y Bad Ishk en Austria, son el claro ejemplo. Pero el inicio de la segunda Guerra Mundial, arruinó el resurgimiento de los años finales de los treinta y

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se abandonaron muchos balnearios o se utilizaron como hospitales de campañas o cuarteles militares como el Balneario Vichy. Según la misma autora la decadencia viene dada al final de la segunda guerra mundial, porque se le da mayor importancia el reconstruir Europa. Va a ser ya la sanidad pública la que se va a encargar en gran medida, del gasto de recuperación de las instalaciones, para que puedan acudir así todas las clases sociales por motivos médicos a los balnearios, adaptando la fisonomía de los edificios, haciéndolos más funcionales, para que acceda un público numeroso y que paga poco, mientras que otros establecimientos permanecen como monumentos históricos. Con el advenimiento de la clase media, después de las guerras mundiales, con la llegada del turismo de masas, los balnearios pierden vigencia como lugar de placer, sumado al avance de la medicina que hace que pierda importancia como lugar de curación. Se dice que los balnearios quedan como instituciones caducas sólo aptos para nostálgicos. Los años sesenta es la época de más baja concurrencia. (González. 2011) Así el modo de vida de los años ochenta pretenden recuperar los balnearios implementando nuevas ideas. Cambios que se aproximan, como la cultura del baño terapéutico con nuevos significados y nuevas formas, por ejemplo grandes concentraciones humanas, por la llegada de gente de las zonas rurales a buscar trabajo en las ciudades, produce un gran crecimiento generando una gran masificación. La vida en la ciudad es frenética, entonces se requieren de grandes traslados y medios de transporte pero que disminuyen el tiempo de ocio y descanso. A su vez se comienza a generar un turismo de masa en las playas. El trabajador posee un mes de vacaciones y los disfruta en estos centros de vacaciones a la orilla del mar, disfrutando del sol y la playa en hoteles colonias hechos para albergar a las masas. A su vez surgen también movimientos ecologistas en defensa de la naturaleza. Este turismo de sol y playa ya estaba siendo afectado. Se recupera el momento y la oportunidad para encontrar el ocio que se había perdido por culpa de las guerras. Aparece el culto a la imagen personal. Se retorna a la naturaleza, ya que hay una generación que no ha vivido en contacto con ella. En consecuencia, el balneario por lo tanto, pasa a formar parte nuevamente en la vida de las personas, como el lugar donde recuperarse del estrés y de la vida

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frenética, y huir de los lugares masificados de sol y playa. Se convierten en pequeños establecimientos con servicios personalizados y elitistas. La tecnología juega un papel importante para las necesidades de los usuarios. Aparecen aparatos adaptados a las necesidades de los clientes. Esto provoca una pérdida sustancial de la importancia del agua, porque van a ser las máquinas, los productos, las manos lo que proporcionarán el bienestar, más que el tipo de agua empleada y sus cualidades. Surgen así los llamados balnearios de ciudad que utilizan el agua potable de uso doméstico, en la ciudad o en centros de talasoterapia que utilizan el agua del mar, o el solo hecho que utilicen el agua que no provenga de ningún centro termal o manantial. Son lugares en donde el lujo se empodera, denominando a estos centros como Spa (salutem per aquam). ​ Es así que se generan dos salidas posibles para la revalorización de los balnearios, por un lado la seguridad social, que en temporadas bajas generan afluencia de público como lo son la tercera edad o jubilados. Y por otro lado los balnearios que buscan un público joven al que le interesan los lugares de relajación, de culto al cuerpo y a la belleza. Además de proporcionar salud, recreo, albergue, cultura y deporte. En los años noventa hay un resurgimiento fuerte de estos establecimientos con un carácter distinto, edificios más pequeños para una minoría pudiente, más lujosos. Aparecen los llamados Baños termales Boutique. Claro es que independientemente del estatus social o elitismo que las personas reclamen, hay ciertos tipos de enfermedades que se curan yendo al sitio indicado para tal fin, que muchas veces no es determinante el grado de status o elitismo, si se busca la curación. En el caso concreto de las aguas mineromedicinales, vemos como en la actualidad toda esta faceta de culto prácticamente ha desaparecido (a excepción de alguna capillas en el interior o en la proximidad de los balnearios, destinadas sobre todo a proporcionar espacios de culto a los agüistas, aunque podrían ser herederos de esta tradición), en nuestra opinión, como consecuencia de la especialización y cada vez más demostrada cientificidad de los resultados de la crenoterapia, a partir de la inclusión dentro de la medicina, y como tratamiento regulado por parte de profesionales médicos en centros especializados. Con ellos se consiguió una desacralización de las aguas mineromedicinales, que permitió el reconocimiento de las

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curaciones dentro de la mentalidad popular, como un tratamiento a mayores dentro de la medicina moderna. El estudio de ciertos espacios hasta la fecha, reflejan el conocimiento dado por investigaciones y artículos que lo especifican, acerca del conocimiento arqueológico, etnológico, cultural e histórico del territorio. Estas evidencias están presentes en el territorio de estudio, en Andalucía Oriental. De esta manera, se pueda dar una caracterización hablando que el objeto es producir salud en las personas; que hay un sujeto, que es el termalista; que hay un medio en donde se desarrolla, el agua minero-medicinal; con un procedimiento, las diferentes técnicas, ya sean mediante baños, diferentes piscinas, inhalaciones, entre otras. El hecho de que hoy en día se siga practicando, evidencia el acusado arraigo de las creencias relacionadas con el agua desde las culturas más primitivas.

6.- CASOS DE ESTUDIO: BALNEARIOS TERMALES DE ANDALUCÍA Roma desarrolló ampliamente la cultura del agua y la balneoterapia, creando infinidad de balnearios por todo el Imperio. Varios de los balnearios andaluces deben su origen a la aportación cultural que los romanos hacen en la Península Ibérica durante los siglos de dominación. Los vestigios romanos hallados en el sur de la Península no son comparables con los que se disponen de las zonas más septentrionales, como son los casos de Cataluña, Extremadura o Galicia. Los restos arquitectónicos de balnearios romanos (lápidas votivas, estatuas, exvotos, etc) hasta ahora disponibles en Andalucía son más escasos y de menor entidad que los encontrados en las Comunidades Autónomas citadas. Hay que resaltar que, hasta la fecha, no se ha encontrado ningún vestigio que ponga de manifiesto la existencia en esta zona de «ciudades de aguas» (Aquae) (Ramos. 2008: 68). Muchas de las noticias eruditas sobre el origen romano de “balnearios andaluces” son erróneas o, en el mejor de los casos, no confirmadas arqueológicamente. Porque en el siglo XIX era común “prestigiar” la importancia de muchos de estos complejos remontando sus orígenes a época romana, falsificando

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inscripciones o aportando datos inciertos. Trabajos recientes, sintetizados por Díez de Velasco (1992a: 597), permiten contar con un listado de balnearios romanos andaluces que no llega a la decena. Todo lleva a negar la existencia de datos arqueológicos contundentes para demostrar su datación hispanorromana o anterior en la mayoría de los casos. Lo que sí parece deducirse de la información existente es que los balnearios se encontraban alejados de las aglomeraciones urbanas en el sur peninsular. Otra cuestión a resaltar es la ausencia en Andalucía de datos epigráficos sobre cultos termales, que se interpreta como resultado de la escasa tradición de los baños calientes en época prerromana, mientras que por el contrario, sí conocemos múltiples evidencias de dichas prácticas en las tierras septentrionales de la Península Ibérica, como por ejemplo, la importancia del culto a divinidades acuáticas en Lugo, la Cueva Negra (Fortuna, Murcia) o en diversas localidades catalanas, frente a la parquedad de datos en Andalucía, relativos a la sacralización del agua termal. En España entonces, existen testimonios fehacientemente documentados que ponen de relieve la importancia que este tipo de instalaciones tuvo en esa época y cuyos rasgos más destacables en las provincias de Andalucía, se exponen a continuación (Bernal. 2008: 73). (Fig 16). Aunque a veces no existan testimonios suficientes, encontramos evidencias en Andalucía desde la época romana, de la importancia que este tipo de instalaciones tuvo en: -Almería: provincia con mayores vestigios romanos, como lo atestiguan los restos hallados en diferentes balnearios y termas. De éstas, cabe destacar, tanto la importancia que tuvieron en su época, como la relevancia de los vestigios encontrados, es el caso de los balnearios de Alhama de Almería y Tíjola. 6.1.- El balneario de Alhama de Almería: es el actual Balneario de San Nicolás, ​ que encuentra en el pueblo de Alhama de Almería, puerta natural de entrada a las alpujarras almerienses de donde bajan las aguas que han dado fama a este balneario que empezó a funcionar en 1877. Sus aguas son hipertermales (47,5º C) sulfatadas, ​ ​ magnésicas, bicarbonatadas, cálcicas y ferruginosas. También se caracterizan por ser las únicas aguas radiactivas de los balnearios de Andalucía. Sus aguas provienen de un acuífero termal, situado en profundidad en un apilamiento de escamas de cabalgamiento de los mantos alpujárrides. En la actualidad, las aguas se explotan

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mediante sondeos. Las primitivas termas romanas se ubicaban sobre el mismo nacimiento termal, al pie del Cerro Milano. Los árabes ya conocieron de las virtudes de sus aguas termales llamando a esta zona Alhama, fueron ellos los que desplazaron los baños unos 300 metros, hasta las actuales instalaciones. La antigua entrada está fechada en el año 1018. La planta baja del edificio, antes de las reformas, se construyó en 1772. En la cabecera del Valle del Andarax el balneario está rodeado de naturaleza virgen. Después de la Guerra Civil pasó a ser centro de Falange Española hasta su reconstrucción en los años 60 por don José Artés de Arcos. Estamos ante presencia romana árabe y su continuación hasta la actualidad. En el balneario se encuentran restos de los antiguos baños árabes y cuenta con una bañera de mármol situada en el centro del balneario y que es copia de la original. También su origen romano se constata por el descubrimiento en el emplazamiento del balneario, a unos veinticinco metros de la antigua surgencia termal, de una pequeña escultura femenina acéfala que viste túnica con cinto y manto, que parece datar del siglo II d.C., así como de otros restos romanos en su cercanía que ponen de manifiesto la existencia del asentamiento humano que hubo en este lugar que utilizó el balneario desde época romana (Bernal. 2008: 75). (https://almeriapedia.wikanda.es/wiki/Balneario_de_San_Nicolás_(Alhama_de_Almer ​ %C3%ADa)) (Fig 17). ​ El Balneario de Tíjola: está ubicado en el término municipal de Lúcar, muy próximo a la línea divisoria con el término de Tíjola. Existen restos romanos encontrados en las inmediaciones, entre ellos, destaca una lápida, de la propia Tíjola en la que se puede ver que una notable dama regala unas termas a sus convecinos; a pesar de este vestigio, son escasos los testimonios escritos de la existencia de este balneario romano, en el actual Manantial de Cela, ya que este último no formará parte de un balneario, porque no posee instalaciones para entrar dentro de la categorización de balneario, pero las aguas emergen de manera natural con un caudal constante de 42 litros por segundo y a una temperatura de 26º. Solo posee una balsa de construcción que rodea la emergencia termal. También se testifican en torno a una fuente de aguas templadas (el manantial de Cela) restos romanos, (especialmente cerámica). Por último existe una inscripción dudosa dedicada al Ninfo. (Resina y Pastor. 1978: 28-29, 335; Lázaro. 1980: 91-92). (Fig 18).

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-Cádiz: una de las provincias andaluzas donde más huella dejaron los romanos respecto a la utilización de las aguas mineromedicinales, se conocen tres ejemplos. El nombre de la ciudad de Carissa Aurelia (actualmente Bornos-Espera), se corresponde ​ con un topónimo muy sugerente relacionado con las aguas termales. De hecho, Menéndez Pidal lo relaciona con la raíz del teónimo Bormanico (del Dios galo Borvo, divinidad de las aguas termales), indicativo del carácter termal que tuvo esta ciudad. En la mencionada ciudad se encuentra ubicado el manantial conocido como fuente de ​ la Sarna, donde se hallaron dos esculturas de ninfas, sin confirmación arqueológica por el momento. A esta fuente se accede, cuando las aguas del embalse lo permiten, ​ desde la zona conocida como Embarcadero. Es una fuente que históricamente tuvo mucha reputación por su eficacia en las afecciones cutáneas. Durante más de un año (entre 1816 y 1818) fue dotada con la figura de un médico - director, D. Miguel Baldoví y Pallarés. Se encuentra entre un grupo de otras fuentes: Piojo, Fuencaliente, las Calenturas a muy pocos pasos unas de otras. Aparece frecuentemente en los manuales e inventarios de hidroterapia del siglo XIX y anteriores. En sus inmediaciones existen restos de bañeras muy deteriorados. (http://www.conocetusfuentes.com/datos_fuente_4684.html) ​ ​ En segundo lugar, el cortijo de Casablanca, relacionado con la antigua ciudad de Lacca, investigación que llevó a cabo Chic (1979-1980: 255-276), y ciudad de la que ​ ​ ​ ​ sabemos por fuentes medievales que disponía de un manantial usado con fines curativos. Este mismo autor plantea la posibilidad de que el cementerio romano aparecido en la ciudad esté relacionado con los fallecimientos ocurridos durante los tratamientos crenoterapéuticos. No obstante, la hipótesis de existencia de un balneario romano planteado no ha sido avalada, hasta la fecha, por descubrimientos arqueológicos. Próximo a esta surgencia de aguas sulfurosas, algunos historiadores ubican un asentamiento romano por dos esculturas de ninfas encontradas; sin embargo, del posible balneario romano no se ha hallado ningún tipo de restos. A mediados del s. XIX, Madoz menciona en su Diccionario Geográfico los “manantiales de aguas termales” y los “baños” del cortijo de Casablanca, indicando que “sirven para curar todo humor cutáneo y úlceras de la periferia, aunque sean envejecidas, precediendo para ello una preparación médica”. El posible aterramiento por los arrastres de la erosión de los campos cercanos, puede ser el mayor riesgo que en la

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actualidad amenace a este pequeño manantial cargado de historia. (Diccionario Geográfico Estadístico Histórico MADOZ, 1986. p. 49-191) (Fig 19). 6.2.- Baños de Gigonza en Paterna: cuyo propio nombre evoca la importancia de la actividad balnearia en la zona, si bien una vez más faltan las evidencias arqueológicas que lo confirmen, o resto que atestigüe fehacientemente la existencia de un balneario o piscina romana (Bernal. 2008: 75). Son baños de Aguas Sulfurosas que dan nombre al lugar y que gozan de gran fama a finales del siglo XIX y principios del XX. Etimológicamente del latín “Saguntia”, que a su vez proviene del celta “sego” ​ ​ (fuerte), debió estar fortificada desde la más remota antigüedad, estando citada como ciudad próxima a una calzada romana citada por Plinio y Tito Livio. Fortaleza de origen árabe y planta casi cuadrada, con dos cuerpos, la entrada principal con acceso por dos escaleras, con arco ojival. A unos 800 metros del Castillo, se encuentra los restos del Balneario de Gigonza, también de aguas sulfurosas, y del cual quedan los muros de las casetas. El Balneario estaba bajo la advocación de la Virgen del Carmen y en su festividad, el 16 de Julio, se organizaron numerosas actividades para disfrute de los bañistas como funciones religiosas, corridas de toros, conciertos de piano, cante flamenco, etc. Las curas balnearios estaban confiadas al Médico-Director, encargado de la prescripción de las aguas a los enfermos, labor que también realizaba en el Balneario Fuente Santa de Paterna, hasta que se separaron ambas Direcciones. Algunos de los Médicos que estuvieron en Gigonza y Paterna, tuvieron gran prestigio en la hidrología médica a nivel nacional. Los enfermos pudientes tomaban sus aguas sulfurosas en la Casa de los Baños Minerales que contaba con sus correspondientes pilas de azulejos y otros útiles y servicios como agua caliente, bancos, mesas, por el contrario los pobres para sus baños solo disponían de una alberca, a lo más cubierta de ramas para evitar el intenso sol, que se surtía del agua sobrante de los baños tomados por los enfermos de pago. También los pudientes podían disfrutar de baños de agua dulce en otro balneario situado al Noroeste. Hoy en día no existe ningún balneario de aguas termales en esta zona, solo que se tiene constancia de su época de utilización y su relación con el mundo romano. (Diez de Velasco. 1992: 7) (Fig 20 y Fig 21).

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-Granada, los balnearios de origen romano más destacados son los de La Malahá, Zújar ​ y Alicún de las Torres. La utilización de las aguas termales sulfatadas, cálcicas y ​ magnésicas. 6.3.- El Balneario de la Malahá: es una villa situada en el municipio del mismo ​ nombre, en uno de los hoyos más profundos de la comarca de El Temple rodeada por cuatro grandes barrancos. Poblada desde el Paleolítico debe su nombre al término árabe al-Mallaha que significa "alquería de la sal". Durante el siglo XIX experimenta un auge extraordinario gracias a su balneario alcanzando fama internacional. De hecho, en la Guía Oficial de las Aguas Minero-Medicinales del año 1918 ya aparece el Balneario de La Malahá con cuatro manantiales de abundante caudal: Las Termas a 32ºC, de la Concepción a 29ºC, de la Salud o Baño Frío a 13ºC y Fuente de Santiago a 20ºC. en otras épocas fue uno de los manantiales termales más importantes de la provincia de Granada, junto al que se levantaba un hotel balneario de buen porte, hoy desaparecido. De época romana se conservan unas termas en mal estado. En los últimos años su caudal ha mermado mucho por sondeos más o menos próximos, hasta casi el agotamiento de la surgencia, lo que indujo al Ayuntamiento de la población a explotar sus aguas mediante un sondeo para dar servicio a una zona aneja de piscinas y restauración, y rescatar así del abandono y decadencia a ésta área. Actualmente se pone de manifiesto su pasado romano por los sillares encontrados, que se conservan, como así también se conocen hallazgos romanos adyacentes al edificio de baños del siglo XIX, junto con material fotográfico documental de las ruinas del antiguo balneario, en el Museo Arqueológico de Granada. (Bernal. 2008: 73). (http://cialhama.com/andaluciatermal/index.php). (Fig 22). ​ ​ ​ 6.4.- El Balneario de : se ha propuesto un posible origen romano para sus termas. Es el balneario andaluz de más fama en la Antigüedad y cuyo ​ funcionamiento estuvo vinculado a la capital del reino nazarí, de la que dista 55 km. De origen romano, conserva el basamento de la alberca principal, que aún hoy recoge el agua, y que posiblemente date del siglo I d.C. Sobre ella se levanta una impresionante arcada almohade y bóvedas lucernarias del siglo XII de estilo califal. Es también atractivo el puente romano sobre el río Alhama que daba acceso al recinto. El balneario se alimenta de dos manantiales mineromedicinales, el Baño Viejo con un caudal de 30 l/s que surge a una temperatura de 42 ºC y el Baño Nuevo, manantial

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que apareció tras el terremoto del 25 de diciembre de 1884, con un caudal de 3 l/s y una temperatura de surgencia de 42 ºC. Como ya se dijo, se trata de aguas hipertermales sulfuradas, de mineralización media; las de Baños Viejos son sulfatadas bicarbonatadas, mientras que las de Baños Nuevos son sulfatadas, bicarbonatadas y cloruradas. Estas aguas se utilizan principalmente para el tratamiento de afecciones reumáticas. Las aguas termales provienen de un acuífero carbonatado triásico profundo, perteneciente a los mantos alpujárrides que tiene su área de recarga en las sierras de Tejeda-Almijara; cuyas aguas ascienden directamente, a través de fracturas, a la zona de emergencia (Baños Viejos), o a través de materiales carbonatados jurásicos de la Dorsal bética (Baños Viejos). Desde finales del siglo IX tenemos ya ​ constancia de la actual Alhama, que en árabe significa “manantial de agua caliente” y que toma su nombre de los baños termales descubiertos por los romanos. En ésta época la población se ubica ya en la loma que domina los tajos del río que protegen su flanco este. La zona posee una densa vegetación de ribera, jardines y largos paseos, que invitan al relax (Castillo. 2016: 2). (http://www.termalismodeandalucia.com/villas.php). (IGME, 1999). (Fig 23). ​ ​ ​ 6.5.- El Balneario de Zújar: la utilización de sus aguas es antiquísima; las aguas ​ provienen de un acuífero termal profundo, constituido por los materiales carbonatados de uno de los mantos alpujárrides que conforman la Sierra de Baza que descargan a través de los materiales permeables jurásicos carbonatados del Jabalcón, con los que estarían hidráulicamente conectados a través de estructuras tectónicas. Posee una temperatura constante de 32 grados centígrados y son sulfúreas. El municipio de Zújar se encuentra a 110 km de Granada. El balneario, con visibles restos romanos en sus canalizaciones y muros, deja de funcionar en 1985 por encontrarse afectado por la cota de inundación del embalse del Negratín. Se cree que las primeras ocupaciones pueden remontarse a civilizaciones anteriores a los romanos, ya que sin duda las monedas a que comentan autores mediante citas en libros no son romanas, porque éstas eran muy conocidas. Lo que sí pone de manifiesto su existencia en época romana es el hallazgo de una serie de piscinas y canalizaciones. Estas instalaciones, que gozaron de gran prestigio, dejaron de utilizarse por razones desconocidas (Bernal. 2008: 75). (http://www.balneariodezujar.es/balneario/historia/). (Fig 24). ​ ​ ​ ​

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6.6.- El Balneario de Alicún de las Torres: aún no se han encontrado testimonios ​ próximos, si bien no se entiende que un manantial como el que abastece a este establecimiento, con una alta termalidad y abundante caudal, haya pasado desapercibido a los romanos, máxime cuando en las proximidades discurría una calzada romana. Esto está avalado por las numerosas tégulas aparecidas a cierta distancia, en la parte norte del balneario; el autor Díez de Velasco (1992b: 383–400), ​ cree que el actual balneario fue edificado encima del antiguo romano. Se sitúa en una zona prehistórica de alto valor arqueológico, con una elevada concentración de dólmenes del término municipal de Villanueva de Las Torres; que se encuentra aislada y muy alejada de su núcleo urbano (16 km). Las aguas de todos los manantiales del balneario son muy similares de naturaleza sulfatada y fuerte mineralización, que son utilizadas fundamentalmente para el tratamiento de afecciones reumáticas. El balneario se abastece de varios manantiales termales que proporcionan un caudal de 65 l/s a una temperatura de 34 ºC. La surgencia de estas aguas a lo largo de los tiempos geológicos ha dejado grandes depósitos de travertinos, algunos muy peculiares como la denominada “acequia del Toril”. Las aguas proceden de un acuífero termal profundo constituido por materiales carbonatados del manto alpujárride Blanquizares, con recarga en la Sierra de Baza y que aflora tectónicamente en la zona a modo de horst, entre la serie margosa miopliocena de la cuenca de Guadix. (http://www.balneariodealicun.com/es/historia/item/27-10901-et-historia-general). ​ ​ ​ (Fig 25). -Málaga sólo hay dos yacimientos que cuentan con vestigios de asentamientos romanos y cuyo fin sea la utilización del agua con fines terapéuticos. 6.7.- Baños de la Hedionda: hoy conocida como Baños de Manilva por la ​ proximidad a dicha ciudad. Son varias las leyendas sobre el origen de la utilización de los baños de la Hedionda, pero la más extendida atribuye su origen al año 61 a.C., cuando con motivo de librar la batalla de Munda, algunos soldados de las tropas romanas, acampados en la zona e infectados de sarna, encontraron alivio a su padecimiento en dichas aguas. Las aguas son sulfurosas. Los baños se sitúan en el margen derecho del arroyo Albarrán, a los pies de la Sierra de la Utrera y muy cerca del límite con el término municipal de Manilva. Cuentan con multitud de leyendas que

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intentan dar respuesta a su origen. Una de ellas reúne los elementos mágico-creenciales típicos en tales casos: según cuenta, el demonio que habitaba en esta agua exhaló el último suspiro al ser expulsado por Santiago, lo que confirió al agua su olor a azufre. Sea como fuere, la importancia histórica nos viene dada por el recinto balneario, inicialmente romano en su captación y adaptación al uso de la fuente. Remodelaciones posteriores, fruto de la variación en los niveles de caudal del venero hace que los árabes retoquen su estructura y amplíen sus muros y canalizaciones, sacadas a la luz en la última intervención arqueológica en los inicios del 90. El conjunto de los baños se completa con obras desde el XVII hasta fines del XX, aún conservadas en parte. La edificación tiene origen romano como demuestra su estructura; una planta principal casi cuadrada de unos 5 por 6 metros sobre la que se alza una bóveda, a partir de la cual se abre la entrada principal y, al frente y a la derecha, dos bóvedas de medio cañón. La de la derecha conduce a una escalera de obra, mientras que la del fondo lleva a un par de galerías excavadas donde se encuentra el nacimiento. En la bóveda exterior mayor, a su izquierda, se encuentran dos arcos de medio punto cerrados por pared y lo mismo sucede en el lado izquierdo de la bóveda de medio cañón del fondo. En cuanto a los materiales y técnica de construcción, la bóveda exterior en su parte interna estaba obrada con el “coctus later ​ bipedalis”, dentro del denominado “opus lateritium”, y recubierto por un “opus ​ ​ ​ caementitium” a guisa de mortero, que casi ha desaparecido. Se ha encontrado abundante material medieval y moderno, lo que se explica por ser zona de derrubio del monte adyacente. Se sabe del empleo de los baños en épocas posteriores lo que demuestra que la zona continuó habitada, según se constata a través de las excavaciones de dicho autor en 1991. En la actualidad las aguas de los Baños siguen siendo de uso público, y bastante generalizado, aunque el estado de las instalaciones está bastante deteriorado debido a los frecuentes actos vandálicos cometidos por desaprensivos. (http://www.malagaturismocostadelsol.com/banos-hedionda-casares-termas/)(http:/ ​ ​ ​ /www.casares.es/es/Turismo/-_Lugares_de_Interes/En_el_termino_municipal/Banos _de_la_Hedionda/). (Fig 26). ​ 6.8.- Fuente de Antequera: conocida también como Fuente de la Piedra, es uno de los manantiales andaluces mejor documentado. Localizada al pié de la villa de

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Archidona, junto al matadero. Cabe aclarar que en este manantial no se han encontrado restos arqueológicos de construcciones, ya que no estaría dentro de la caracterización arquitectónica de los mismos. Pero si se trata de una surgencia que aparece en el flanco suroccidental de la Sierra de Archidona, justo donde comienzan las curvas ascendentes que traza la carretera de Antequera. Es también conocida como la fuente del Matadero. Aguas cloruradas, y Carbonatadas. La fundación de Fuente Piedra es relativamente tardía, sobre el siglo XVI. Sin embargo debió existir un asentamiento en época romana, ya se conserva en Antequera un ara o altar que hace referencia a las curaciones de un personaje gracias a las aguas de la fuente y por la que erige el altar. Las propiedades curativas de la fuente sobre todo, poseían la capacidad de disolver cálculos renales y de la vejiga. Probablemente sea de esta acción sobre el mal de piedra de donde le venga el nombre al pueblo. Antiguamente, cuando se transportaban las aguas a otros lugares, había que dar fe de su procedencia por medio de un escribano y el cura de la iglesia sellaba las vasijas, que se llegaron a exportar al Nuevo Mundo y a Nápoles. (http://www.in-andalucia.com/sp/malaga/localidades-de-malaga/fuente-de-piedra) ​ ​ (Fig 27). 6.9.- Han sido muchos los intentos de explotación, durante el siglo XIX o inicios ​ del XX, de casi todas las localidades que contaban con manantiales minero-medicinales, teniendo de referencia al Balneario de Carratraca: se encuentra en el municipio del mismo nombre, a 60 km de Málaga. Posee aguas sulfuradas, cloruradas, carbonatadas, sódicas, magnésicas y arsenicales. De mineralización media e hipotermales. Los restos romanos hallados en sus proximidades son indicativos del origen primitivo de los baños. Puesto de nuevo en valor en el XVII, se declaran sus aguas bajo la advocación de Nuestra Señora de la Salud. En el siglo XIX se configura como uno de los balnearios más importantes de España, acogiendo a numerosos aristócratas y burgueses, principalmente de Andalucía. En 1830 se construye el Hospedaje del Príncipe, destinado al alojamiento del rey Fernando VII, que no llegó a producirse. Tras varios años de cierre, abrió de nuevo sus instalaciones en el año 2006. Se trata del único balneario de cinco estrellas de Andalucía, utilizado ya por los romanos y los árabes, alcanzando fama y esplendor durante los siglos XVIII y XIX. Se localiza en el casco urbano de la localidad malagueña de Carratraca. Sus aguas

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mineromedicinales, surgen de un manantial muy caudaloso que proporciona 10 l/s de aguas frías (18 C), fuertemente sulfuradas, de mineralización media, bicarbonatadas y sulfatadas. Son utilizadas mediante curas hidropónicas y baños para el tratamiento de muy variadas afecciones (piel, aparato respiratorio, sistema hepático, colesterol, reumatología, etc.); además por su efecto antioxidante se están utilizando en estética facial y corporal, y dermocosmética. Parecen corresponder a una mezcla de dos flujos de diferente naturaleza, uno de baja-media mineralización, asociado a un acuífero kárstico, fundamentalmente de carácter bicarbonatado magnésico, y otro profundo de elevada mineralización, asociado a una fractura, o al contacto septentrional con el macizo peridotítico de Ronda. (González. 2002). (Fig 28). De todos los casos planteados anteriormente, en la mayoría no hay constancia fehaciente de su origen romano, aunque se presume en buena parte de las ocasiones por la existencia de hallazgos romanos en las inmediaciones. Estudios arqueológicos demuestran que algunos balnearios, como Alhama de Granada, Sacedón, Sierra Alhamilla, Alhama de Murcia o de Aragón, fueron también de origen romano, aunque no se poseen grandes muestras epigráficas, y arquitectónicas que lo comprueben. Es por ello que, mediante los estudios antes citados, donde se puede señalar la ocupación y explotación romana en estas provincias de Andalucía, es posible comparar estos mismos manantiales balnearios contemporáneos en el mismo espacio/objeto de estudio, contrastando la realidad arqueológica actual y cómo ese medio natural ha ido modificándose mediante construcciones e intervenciones humanas. Lo que está claro es que las propiedades salutíferas y la composición química de las aguas se mantuvo estable a lo largo de los siglos. Hasta aquí, se ha efectuado un repaso de los balnearios donde se han encontrado vestigios arqueológicos que se encuentran datados, donde se comprueba la existencia de la vida romana en estos emplazamientos. Pero también existen evidencias de algunos territorios a considerar, aunque la literatura no los especifique, ellos son: 6.10.- Balneario de Sierra Alhamilla: con aguas cloruradas, bicarbonatadas, ​ sulfatadas, sódicas, hipertermales de mineralización media. Los baños, donde se encuentra el balneario, forman un anejo del municipio de Pechina, población de la que dista 7 km, mientras que Almería se encuentra a 15 km. Existen indicios de la

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utilización fenicia de los manantiales, siendo más evidentes los de época romana, como las magníficas salas de baños en los bajos del edificio. El hammam árabe, que da origen a su nombre, es obra del siglo IX, alcanzando en este período un notable esplendor. El actual edificio se levanta en 1777, destinándose a otros fines en el XX. Tras una meticulosa reconstrucción, se ofrece estructurado en torno al típico patio interior andaluz. Es interesante visitar la red subterránea de remotas minas existentes en las inmediaciones. En el Complejo Nevado Filábride la formación acuífera principal es la formada por los mármoles cipolínicos y mármoles crema del Trías medio superior, constituyendo el llamado sistema hidro geotérmico de Baños de Sierra Alhamilla. El muro del acuífero está constituido por los esquistos y cuarcitas del Permo - Trías y Paleozoico del propio Complejo Nevado-Filábride, y el techo del acuífero viene definido, generalmente por los esquistos grafitosos (Paleozoico) y/o filitas y cuarcitas (Permotrias) de la base del manto de Felix. El área ocupada por el Sistema de Baños de Sierra Alhamilla sería en principio aproximadamente coincidente con la del conjunto de las cuencas del Medio Andarax, Tabernas-Sorbas y Campo de Níjar. (http://paternaderiverahistoriaypatrimonio.blogspot.com.es/2012/11/la-hospederia-d el-balneario-de-gigonza_23.html). (Fig. 29) 6.11.- Balneario de San Andrés: las aguas bicarbonatadas, sulfatadas, sódicas y potásicas de mediana mineralización e hipotermales. Está situado en la localidad jiennense de Canena, a 10 km de las monumentales Úbeda y Baeza, y a 65 de la capital. Fue explotado por los colonizadores romanos, como se demuestra por las albercas de esta época que recogen el agua de los manantiales. No obstante, la utilidad pública de estas no se declara hasta mediados del siglo XX. El balneario ofrece al usuario la posibilidad de alojarse en cabañas de madera dentro de un agradable complejo de 6 ha de superficie. Estas aguas provienen del drenaje de los niveles areniscosos y conglomeráticos englobados en la potente serie margo arenosa tortoniense, que aflora al suroeste del balneario, y son utilizadas para el tratamiento de afecciones crónicas respiratorias, estreñimiento y enfermedades reumáticas y osteoarticulares degenerativas. (http://www.balneariosanandres.com/balneario.html). ​ ​ ​ (fig. 30 y Fig 31).

7.- CONCLUSIÓN

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En el Sur de la Península Ibérica, más precisamente Andalucía, las testificaciones de balnearios romanos en la bibliografía especializada son pocas y en algunos casos controvertidas, frente al panorama que ilustran zonas más septentrionales, como Galicia, Cataluña, Extremadura o Murcia. Los datos que ofrece esta comunidad autónoma son menos numerosos y de mucha menor entidad, porque también estas características están íntimamente relacionadas con el expolio y las destrucciones del patrimonio arqueológico que sufre la provincia de Andalucía, consecuencia de una especial sensibilidad y gusto de sus habitantes hacia los vestigios del pasado, una intensa ocupación a lo largo de la historia y una posición extremista y poco interesada respecto de los límites del derecho de propiedad. No se han hecho estudios referidos al tema de investigación en el área de estudio, desprendiéndose de esta cuestión un desconocimiento, desinformación y falta de importancia por parte de las personas que habitan el sur de la península ibérica, sumándose también la baja existencia de sensibilidad a la hora de valorar al Patrimonio que se posee en este territorio, porque este les pertenece a todos y que, a su vez puede ser clave a la hora de utilizarse para generar ciertos beneficios, tanto informativos, económicos, prestigio, entre otros para el área de población. Como hemos visto a lo largo de este trabajo, los surgentes termales se han convertido en muchos casos, en núcleos de atracción de residentes y pudo dar lugar a la gestación de estos enclaves. A la hora de elegir un emplazamiento para la formación de una ciudad, se eligió sitios adecuados por sus características físicas (entorno natural, recursos de subsistencia al alcance, aguas mineromedicinales, paisaje), en el que también, la combinación las creencias curativas y religiosas hacía que personas de diverso origen se sientan atraídas por visitar estos balnearios. Andalucía es una zona intensamente romanizada, y fue donde más tiempo estuvieron los romanos asentados (ya sea por sus intereses mineros, como por los cursos de agua, los recursos agrícolas y ganaderos, entre otros) de todo el territorio espanol. Por lo tanto el fenómeno urbano romano es el que más peso tiene. Encontramos entonces en contraposición territorios como los de Galicia, en donde los centros de población están más dispersos y menos modificados, ya que la gran característica que posee esta comunidad autónoma, es la de no haber experimentado invasiones musulmanas ni la presencia de 8 siglos de ocupación (como es el caso del

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sur de la península), por lo tanto los materiales romanos se han sabido conservar en mejor estado, porque los restos arqueológicos de balnearios no fueron utilizados ni transformados por las generaciones que pasaron luego por esa zona. Y además resaltar que ha habido pues, una fuerte inversión para la excavación de estos restos, por parte de privados o de instituciones que llevaron adelante semejante tarea, la de dar a conocer que patrimonio existió y en qué estado de conservación se encuentra. En nuestra área/objeto de estudio, este hecho no se produjo y ningún balneario llegó a alcanzar la categoría de balneario que cuente con una caracterización de ciudad de aguas, ya que este tipo de lugares presentan una monumentalidad arquitectónica que no posee un balneario aislado. No se encuentran testimonios de ninguno de ellos en las fuentes literarias y solo se hallan datos de interés menor en las arqueológicas, epigráficas y algunas numismáticas. Pero afortunadamente, en las últimas décadas, el estudio de los complejos termales de aguas presentes en Hispania ha sufrido un gran desarrollo gracias a las revisiones y nuevos descubrimientos generados para dar a conocer su arquitectura, sus creencias, el modo de vida y por supuesto las características mineromedicinales, que desde el siglo XX, gracias a diferentes congresos y seminarios se sabe sobre el significado de las aguas en el mundo antiguo (creencias, cultos, arquitectura, etc), como consecuencia lógica también de las nuevas intervenciones arqueológicas realizadas en algunos de los balnearios más significativos de la Península. En base al interés y búsqueda constante, estamos ante datos nuevos y más completos que responden a una configuración arquitectónica y funcional específica, reflejo de su significado último, de carácter salutífero y religioso. Por lo tanto, muestra de ello es que en la actualidad contamos en la Península Ibérica, específicamente en Andalucía, con un número reducido pero representativo de restos de balnearios termales cuya caracterización viene fundamentalmente marcada por su vinculación a la explotación y uso in situ de uno o varios manantiales de aguas mineromedicinales. ​ Como consecuencia de esa necesidad, los edificios termales tuvieron que adaptar su construcción a cada contexto específico, de acuerdo con el interés último, de dotar de unas condiciones mínimas de comodidad y organización, para el aprovechamiento y culto y por ser apreciados por la comunidad romana.

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Así, dentro del significativo número de surgencias de aguas mineromedicinales que pudieron ser utilizadas en época romana dentro de la Península Ibérica, cabe destacar aquellas que por sus características, ya sean calidad o temperatura de los manantiales, como por su componente cultural, político o estratégico, que contaron con un acondicionamiento y monumentalización en la construcción de edificios singulares, y que algunos ejemplos interesantes se encontraron en Andalucía, como por ejemplo el Balneario de Carratraca o el Balneario de La Amalha, entre otros. Hablar de una época cronológica particular hasta la actualidad (por ejemplo de la base cultural romana), resulta un tanto difícil para este tipo de evidencias materiales constructivas, porque es claro que estos balnearios son fruto de diferentes contextos históricos y culturales, y han sido enclaves que fueron fuertemente alterados por su continua ocupación y uso, sin una secuencia estratigráfica clara que permita su identificación. También es necesario plantear los posibles escenarios en cuanto al abandono o continua utilización de los mismos. Por un lado, en algunos casos, estos balnearios de época romana finalizaron su uso por distintos motivos, como pudieron ser fenómenos naturales, sequía del manantial, procesos antrópicos y cambios sociales, o solamente por su desatención no volviendo a ser utilizados o explotados nunca más. En cambio en otros balnearios romanos, fueron reutilizados por las culturas posteriores, de manera continua o intermitente hasta llegar a la actualidad del siglo XIX y siglo XX, pero sus instalaciones quedaron ocultas, destruidas o transformadas enmascaradas bajo estructuras e instalaciones nuevas. La explotación actual entonces, es un evidente testimonio del valor dado a estos manantiales a lo largo de los siglos. En Andalucía oriental y meridional se han localizado manantiales, sobre todo en las provincias de Jaén, Granada y Cádiz, y en menor medida en las de Córdoba, Málaga y Almería. Cabe destacar que no se ha documentado que hayan existido balnearios en la zona occidental, provincias de Huelva y Sevilla. Los balnearios de Andalucía han aprovechado la gran diversidad tipológica de aguas mineromedicinales existente en esta Comunidad Autónoma, explicando así que en la provincia de Cádiz los balnearios han explotado fundamentalmente aguas mineromedicinales de muy alta mineralización, cloruradas y fuertemente sulfuradas; en la de Málaga se han utilizado mayoritariamente aguas sulfurosas frías, en las provincias de Granada y Almería se han

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empleado y lo siguen haciendo, aguas mineromedicinales hipertermales; en la provincia de Córdoba se han aprovechado aguas carbogaseosas y sulfuradas, y en la provincia de Jaén se han servido mayoritariamente aguas sulfurosas frías y carbogaseosas. Al hablar de los balnearios con uso romano que han llegado a la actualidad que encontramos en esta región, que es interesante contrastar esa información y llegar a la conclusión de que existe una falta de conciencia de su valor patrimonial histórico, arquitectónico y medioambiental, junto con la desaparición de organismos/instituciones que protejan, pongan en valor, o que estén dentro de algún tipo de regulación para patrimonializar, monitorear y cuidar los restos arqueológicos, epigráficos encontrados. Gran parte de estos emplazamientos con un pasado histórico antiguo en la actualidad, fueron transformados arquitectónicamente (muchos en su totalidad), dejando de lado la importancia de conservar esos vestigios romanos encontrados, para nosotros y para las generaciones futuras, y que en muchos casos, fueron quitados del espacio, para no acarrear con la conservación de los mismos, o también por falta de recursos económicos para la debida excavación o protección de los materiales a prospectar. En la actualidad observamos que el sector termal en Andalucía se encuentra poco desarrollado, a pesar de la modernización en las últimas décadas de algunos balnearios y hoteles vinculados, como pueden ser el Balneario de Canena, el de Graena, el San Nicolás, entre otros, pero solo donde las expectativas de máxima calidad en cuanto a instalaciones y tratamientos con aguas mineromedicinales se cumplen son en el Balneario de Carratraca y en menor medida el de Zújar. Por ello las reformas que se han producido en los últimos años y los nuevos proyectos balnearios están permitiendo el desarrollo y modernización del sector, aunque queda mucho por hacer. Hoy en día los establecimientos de Época Antigua, que se mantienen activos, con sus modificaciones arquitectónicas, tecnologías y medicinales son los siguientes: Balneario de Sierra Alhamilla, en Almería, cuenta con alojamiento propio, servicios para tratamientos de salud y belleza, e instalaciones (despachos y salas de juntas) a disposición de empresas. El Balneario San Nicolás en Alhama de Almería, donde proporciona servicios de alojamiento y descanso, e incluye tratamientos de salud y belleza. También el Balneario Alicún de las Torres en Villanueva de las Torres y brinda

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servicios de alojamiento, terapias de salud, tratamientos de estética y la posibilidad de organizar eventos. El Balneario de Alhama de Granada, reúne en el mismo edificio, el alojamiento y las zonas de terapias de salud y belleza, asentado encima de antiguos baños termales romanos para sus huéspedes. El Balneario de Carratraca en Málaga, uno de los balnearios con más prestigio muy valorado por las culturas precedentes a la romana hasta la actualidad, ya que es el fiel reflejo de la continuidad de la valoración del recurso agua y ha sabido mantener despierta a las culturas que dejaron su huella con el paso del tiempo. Centra su actividad en cuatro áreas, alojamiento, salud, golf e inmobiliaria. Otro ejemplo es el Balneario de San Andrés en Canena en Jaén, que utiliza aguas del manantial para tratamientos terapéuticos de afecciones del estómago, riñón, estrés reumatismo o artrosis. Asimismo, deja a elección del cliente el tipo de alojamiento entre el hotel y las cabañas de madera. Como también el Balneario de Graena, que está ubicado en Granada, es un complejo de instalaciones acondicionadas para tratamientos de salud y belleza bajo el uso de aguas mineromedicinales. Además sostiene vínculos con alojamientos cercanos donde se hacen uso de las ofertas especiales de balneario más alojamiento. Existe una preocupación que no sólo tiene en cuenta el ámbito de la terapéutica, sino fundamentalmente, las imprescindibles instalaciones y equipamientos de hostelería y ocio, tanto sea para la pernoctación en el lugar y el disfrute que el entorno ofrece, por ejemplo instalaciones hoteleras, restaurantes (que en casos es de afamada y escasamente dietética gastronomía) o salones de baile que son el epicentro social del entretenimiento, que parecen los protagonistas, más que las salas de baños; y, pertenecientes o no a los mismos propietarios del balneario, aparecen también casinos y teatros, por no citar los necesarios jardines, paseos y alamedas. Es en estos aspectos del sector servicios donde se percibe más nítida la relación entre el balneario y la localidad en que se encuentra, o su cercanía a la misma, pues va a ser desarrollado habitualmente, no sólo por los propietarios del balneario, sino también por un número muy significativo de habitantes. El agua mineromedicinal ha sido en muchos casos el origen de una población surgida para satisfacer las necesidades prioritarias de los agüistas, siendo entonces capilla y fonda los primeros edificios que estructuran el nacimiento de una población, que se conserva la

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estructura e incluso ideología hasta la actualidad. Es como vemos aquí que la cultura romana y sus modos de vida se repiten en la actualidad estructurados en base a la puesta en funcionamiento de los servicios que estos lugares ofrecen. Entonces podemos plantear que las exigencias del consumidor/turista de las aguas mineromedicinales se vende en el mercado como un producto turístico, haciendo énfasis por parte del propietario de estos servicios turísticos (los balnearios con aguas mineromedicinales) en la necesidad de crear estrategias en la manera de promocionarlos, ya que las cuestiones culturales y su posterior huella en el territorio (es este caso, la más importante es la romana), deben estar alcance para el conocimiento, ya sea a través de la bibliografía, y también, no menos importante es la ayuda de la era informática, jugando un papel primordial para la promoción del marketing, de las páginas webs, de las redes sociales, del merchandising, que tiene por objeto explicar con detalle la historia, los antepasados, la época romana, a través de las pruebas concretas materiales, como lo son los vestigios arqueológicos y epigráficos, entre otros. Esto genera una apertura del mercado, ya que hay turistas exigentes que consumen servicios basados en un historial patrimonial rico, ya que le dará prestigio, status, una mirada más profunda sobre lo que desea disfrutar, atrayendo de esta manera más segmentos de turismo, que es imprescindible captar. Entonces para algunos de estos enclaves, el papel primordial, su carta de presentación, es su pasado romano. Hoy en día ha cambiado el enfoque de turismo termal, ya que mediante los avances de la ciencia, la medicina y la tecnología, nos encontramos con un paciente más experto en cuestiones de belleza, de salud, de ocio y relax, pero también donde también nos vamos a encontrar con un agüista consciente de los valores patrimoniales (arquitectónicos, religiosos, culturales, etc) que está consumiendo, que busca satisfacer otras inquietudes y que pueden ser satisfechas, que evidentemente de eso se trata, de consumir historia a través del recurso agua y del valor éste, de sus instalaciones y de las vivencias actuales que satisfagan al turista a pesar de la historia y del paso del tiempo, respetando el entorno que lo acoge y disfrutando de él. Ante lo expuesto, es así como el concepto de salud poco tiene que ver con los cánones establecidos en la época antigua, ya que la medicina natural se ha beneficiado de los avances de la tecnología y de la investigación. A pesar de su larga historia, los

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balnearios serán capaces de adaptarse a las exigencias y nuevos gustos de estos tiempos sin perder sus señas de identidad. En la actualidad España ocupa el segundo lugar en el ranking europeo de países con estaciones termales con 128 establecimientos, sólo superada por Alemania. Dentro del conjunto español destaca la riqueza balnearia de Galicia, donde la explotación de las aguas mineromedicinales constituye una de las actividades más importantes de su tejido productivo actual. (Fig. 27) Lidera, junto a Cataluña, este mercado en España, siendo uno de los territorios con mayor riqueza termal del continente europeo, (por sus características hidro geográficas, que le dan el interés termal necesario para la formación de estos manantiales mineromedicinales y los consecutivos balnearios) que además de ello, cuenta con abundantes ejemplos de termas romanas, hoy todavía en funcionamiento, como las termas de Lugo, Ourense, Caldas de Reis, Caldas de Cuntis, Mondariz, Caldelas de Tui, Baños de Molgas, Baños de Bande, Lobios y Carballiño, entre otras, lo que les da el atractivo cultural antes mencionado. En la provincia de Murcia en cambio, específicamente el balneario de Archena, inmediato al cauce del río Segura, junto a la vía que, en época romana, unía Carthago ​ Nova con Complutum, han hecho, y mediante una serie de factores geográficos, un lugar privilegiado para la vida humana desde la prehistoria, por la abundancia de agua y la fertilidad de las tierras, su ubicación en un nudo de comunicaciones en el que confluyen la ruta más la combinación con la surgencia termal, se crea una realidad única en todo el sureste. Los primeros datos acerca de la presencia romana en el balneario se remontan a mediados del siglo XVIII, época en la que aparecen dos lápidas junto al nacimiento de aguas termales, ambas conmemorativas y que hacen referencia a la construcción de acueductos y termas. En síntesis podemos decir que son pocos los organismos/instituciones que cataloguen y registren los balnearios aunando en estos elementos patrimoniales, y es eso lo que hemos pretendido nosotros, proporcionar esa información más compleja, de manera ordenada, de este Patrimonio arquitectónico, cultural y medioambiental, asociando los datos recogidos en Andalucia. Mediante lo expuesto es que llegamos a la conclusión de que la balneoterapia en la versión moderna en Andalucía sigue existiendo, ajustada lógicamente a una

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verdad más compleja, con las innovaciones, pero que en fin utiliza el mismo canal para el tratamiento, el agua. Hablamos de que este sector económico en esta autonomía ocupa el cuarto lugar del flujo turístico extranjero, planteándonos de esta manera la importancia que poseen estos enclaves y la historia que conlleva entender por que han sido lugares de culto y de gran importancia por tanto anos.

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82

ANEXO: MAPAS, ESQUEMAS GEOLÓGICOS E HIDROLÓGICOS, Y FOTOGRAFÍAS DE MANANTIALES Y BALNEARIOS DE AGUAS MINEROMEDICINALES DE ANDALUCÍA

Fig 1: Mapa de diferenciación de las unidades geológicas de Andalucía, España. (IGME. 2008)

Fig 2: Principales grupos de acuíferos andaluces. Las diferentes características geológicas de cada uno de estos acuíferos dan lugar a distintas tipologías de manantiales. (IGME. 2008)

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Fig 3: Contador y localizador de manantiales y fuentes de Andalucía, España. ( Mapea-sigc, Junta de Andalucía. 2016)

Fig 4: Esquema idealizado de un embalse subterráneo Kárstico (A), y de otro Detrítico (B), con sus respectivos aliviaderos, manantiales. ( Sánchez. 2007)

84

Fig 5: Mujeres en las duchas de un establecimiento de aguas termales, representación de un vaso griego. Berlín (Oro Fernández. 1996: 59)

Fig 6: Lucerna romana con representación de Ninfas en una fuente aparecida en el balneario romano de Fortuna, en Murcia. (Oro Fernández. 1996: 65).

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Fig 7: Una náyade o ninfa, acercándose a Hilas. Pintura hecha por John William ​ ​ Waterhouse (1893).

Fig 8: Distintas conducciones de aguas en los balnearios minero medicinales de época romana en Morgantina, Sicilia (Oro Fernández. 1996: 67)

86

Fig 9, 10 y 11: Son ejemplos de comparación entre planos de algunos de tres de los balnearios romanos analizados a partir de su equiparación de escala, donde se muestra la variabilidad de tamaños y las formas entre los diferentes complejos de época romana, determinados por su contexto social, económico y territorial. (Manderscheid, 1988)

Fig 10: Balneario modesto (Caaveiro, 1977)

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Fig: 11: Balneario más complejo con diferentes piscinas

Fig 12: Diversos objetos de vidrios utilizados en los Balnearios con aguas mineromedicinales. (Oro Fernández. 1996: 78)

88

Fig 13: Lápida de mármol blanco hallada en las inmediaciones de Tíjola (Almería) con una inscripción conmemorativa de la construcción de unas termas en el municipio romano de Tagili por la dama Voconia Avita, siglo II d. C. (IGME. 2008: 310) ​ ​ ​

Fig 14: Fachada del Balneario Lanjarón en Granada. (diazalasesoresturisticos.com)

Fig 15: Balneario Termas de Jabalcuz, a mediados del siglo XIX. (Liébana, 2013)

89

Fig 16: Villas termales actuales y potenciales de Andalucía por provincia. (termalismodeandalucia.com)

Fig 17: Balneario de San Nicolás (Antiguo Alhama de Almería). Antigua sala romana de aguas termales mineromedicinales restaurada. (www.balnearios.es) ​ ​

90

Fig 18: Manantial de Cela, antiguo Balneario de Tíjola. Piscina pública con afluente natural (Castillo, 2005)

Fig 19: Manantial de Casablanca en Cadiz. vinculado a la antigua ciudad romana de Lacca, cuyos ruinas fueron ya descritas por el geógrafo e historiador musulmán Al Himyari (s. XIV), quien menciona también en el lugar unas fuentes termales. ( J. Garcia Lazaro y A. Garcia Lazaro, 2009)

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Fig 20: Restos de los antiguos baños de Gigonza. (ADOR Consultoría. Foto extraida del cd de LUGARES DE INTERÉS HIDROGEOLÓGICO DE ANDALUCÍA)

Fig 21: Detalle de la surgencia en una piscina del manantial (ADOR Consultoría. Foto extraida del cd de LUGARES DE INTERÉS HIDROGEOLÓGICO DE ANDALUCÍA)

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Fig 22: Balneario La Malaha. Unas de las piscinas con arquitectura de época romana.(Herrera, 2004)

Fig 23: Balneario Alhama de Granada, fotografía tomada de día donde el sol se refleja en el agua a través del óculo de construcción romana (Herrera, 2004).

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Fig 24: Balneario de Zújar en Granada. Acuífero termal con piscinas con aguas mineromedicinales carbonatadas y sulfuradas. (Navarro, 2004)

Fig 25: Acequia del Toril del manantial de aguas termales en los Baños de Alicún de las Torres en Granada. (Medialdea, 2007) ​

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Fig 26: Interior de una de las salas con piscina de Baños de la Hedionda en casares, Málaga. (Castillo, 2005)

Fig 27: Fuente de Antequera en Archidona, Malaga. (Grupo de Hidrogeología, Universidad de Málaga)

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Fig 28: Balneario de Carratraca. Piscina termal romana con aguas mineromedicinales. (degrandselection.com)

Fig 29: Sala con arquitectura romana de los Baños de Sierra Alhamilla en Almería. Aguas mineromedicinales termales con mayor temperatura de Andalucía. (Castillo, 2006)

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Fig 30: Balneario San Andrés en Canena, Jaen. Piscinas modernas cubiertas, con aguas termales en el Complejo San Andrés. (sitiodeocio.com)

Fig 31: Fachada Balneario de San Andrés, Canena. Jaén (Morón, 2003)

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