100. El General Arenales
Total Page:16
File Type:pdf, Size:1020Kb
, , ],::l , . '. ,, .. Jesús Canales Ruiz -< I' ' 1, EL GENERAL ARENALES .-• .:1: . A'cJ CENTRO DE ESTUDIOS MONTAÑESES , . -q4 3.SANTANDER 1999 Jesús Canales Ruiz EL GENERAL ARENALES Un cántabro al servicio de la Independencia de Argentina INSTITUTO DE ESTUDIOS CÁNTABROS CENTRO DE ESTUDIOS MONTAÑESES Santander, 1999 @Jesús Canales Ruiz @Edita: CENTRO DE ESTUDIOS MONTAÑESES C/ Gómez Oreña, 5,3", 39003, Santander I.S.B.N.: 94-930673-0-X Depósito Lega1:SA-237-1999 Imprime: Imprenta Cervantina S.L. C/ Río Miera, s/n, 390 11, Santander A mi esposa e hijos En mi primer viaje a Cantabria en 1995 llevaba muchas ilusiones, sobre todo conocer la tierra y la gente sobre las cuales yo había investigado, llevaba los borradores de mi trabajo y algunas copias de documentos que había encon- trado en el Archivo General de la Nación sobre Juan Antonio Álvarez de Arenales, porque Rubén González Lon ex presidente de la Casa Cantabria en Buenos Aires y con quien viajaba me los había solicitado para un investigador que le había hecho el pedido a través de una carta, previo viaje a Cuba donde Rubén recibió el Premio "Estela del Morro" otorgado por el Centro Montañés de La Habana. Llegamos a Santander, allí me comuniqué con Olga que sirvió como nexo entre nosotros y el investigador que había hecho el pedido esa maña- na de abril. En compañía de mi guía inseparable Rubén conocí a Jesús Canales Ruiz con el cual entablé una fraterna relación de amistad, evidentemente algo nos unía algo no muy frecuente: el deseo de investigar, de recuperar la memo- ria de una comunidad, de una cultura y de los individuos que la componen. En mi segundo viaje, en 1998, después de haber estado en Holanda y Alemania volví a Cantabria pero con mi libro ya editado y con todo organizado gracias a la mediación del actual Presidente del Centro Montañés Casa de Cantabria de Buenos Aires, Raúl González Lon al cual le tengo que agradecer también la edición del libro. Con la presentación que se hizo en la Biblioteca Menéndez Pelayo, donde hable con el Sr. D. Francisco Javier López Marcano, Consejero de Cultura y Deporte del Gobierno de Cantabria y con la presencia de intelectuales muy significativos de la región como: Manuel Suárez Cortina, Consuelo Soldevilla Oria y Antonio Sedano, etc. todos grandes amigos que conocí en mis viajes. Santander es para mí como mi casa, una extraña relación tengo con esa ciudad y con su gente, que me parece haber pertenecido siempre a ese espacio físico y cultura. Pero en mi confusión de viajero y de desordenado, había perdi- do el número de teléfono de Jesús otra vez; nuestro "ángel" tutelar que de casua- lidad encontré en las oficinas de la Secretaría de Cultura, Olga, me puso en conexión con Jesús. La alegría fue inmensa para los dos. Uno de los momentos que más recuerdo fue el almuerzo junto a su esposa un domingo al mediodía en su piso de Santander. Jesús ya tenía casi terminado su trabajo de intensa bús- queda e investigación sobre la vida de Arenales, he rezado mucho para que mi amigo terminara su obra y estuviese realmente bien. Hace pocos días recibí una tarjeta de felicitaciones para las fiestas y un pedido para que haga este prólogo que he querido que en su primera parte sea autobiográfico, yo hablo de mi expe- riencia personal en relación con el autor y la obra que conozco a través de entre- tenidas y largas charlas. La biografía de Juan Antonio Álvarez de Arenales aporta un enfoque nuevo sobre esta figura prácticamente desconocida en nuestro medio, pese a existir bibliografía sobre él. Por oposición a las escrituras de ficción, la biogra- fía y la autobiografía son textos referenciales de la misma manera que el dis- curso científico o hístórico pretenden aportar una información sobre una "reali- dad" exterior al texto y se someten, por tanto a una verificación. Su fin es el parecido a lo real, rescatar la imagen de lo real. El pacto referencia1 entre el autor y el lector, tanto en la biografía como en la autobiografía es: "yo juro decir la verdad, toda la verdad y nada más que la verdad", la verdad tal y como apa- rece en la medida que la puedo conocer, el autobiógrafo permite fácilmente reu- nir información adicional, documentos, etc., y determinar el grado de exactitud de la narración. Lo importante es el modelo, lo real, lo que un texto puede parecerse a una vida y aquí podemos contar con dos elementos: la exactitud que tiene que ver con la información que el biógrafo tiene sobre esa vida y la fidelidad que remite a la significación, pese a que ésta tenga que ver con las técnicas de narra- ción y un sistema de explicación que implica la ideología del investigador. Esto no impide que el biógrafo pueda concebirla en el mismo plano de parecido con la realidad extratextual. El modelo en el caso de la biografía es entonces reflejar la vida de un hombre tal como ha sido, tarea no muy sencilla pero que Jesús Canales Ruiz ha realizado en el presente trabajo. Arenales es rescatado por él del olvido y vuel- ve a ocupar un espacio en nuestra memoria tanto en Cantabria como en Argentina. Hugo José Rodino Secretario de Cultura del Centro Montañés Casa de Cantabria, Buenos Aires, Argentina Enero 1999 En las lecturas históricas son muchos los personajes que pasan por sus páginas y por el posterior recuerdo del lector, pero son muy pocos los que des- piertan un interés particular para ahondar en su personalidad y su mejor conoci- miento. Uno de los primeros libros que llegó a mi incipiente biblioteca, siendo estudiante de Bachillerato fue El Primer Soldado de la Libertad. De camino del Instituto a la estación de ferrocarril encontraba cada día un kiosco de venta de prensa y novelas de entretenimiento, por ejemplo El Coyote. Muchos días pasaba mi mirada por los títulos y no sé por qué me llamó éste la atención, pues ni siquiera sabía quien era ese "soldado", ni tampoco me diría gran cosa el nom- bre de San Martín; quizá fuera su precio y que era una biografía, lo que me llevó a comprarlo. Leído, pasó a la estantería entre otros muchos, más para el recuerdo que para su lectura de nuevo. Al mudarme de vivienda quedó entre unos cientos de libros en la casa de campo y allí un día volvió a distraer mi tiempo de ocio, y es cuando ya los nombres de Maipú, Ica, El Callao, Arequipa, etc., nombres exóti- cos, volvieron a la actualidad los recuerdos de un mejor conocimiento de la Historia de América. En la página 91, me encontré con una nota biográfica referida a Don Juan Antonio Álvarez de Arenales, un cántabro desconocido para mí, y después he comprobado que para todos su paisanos, pero que tenía mucho que decir de la independencia de lo que un día fue Virreinato del Perú y Virreinato de la Plata. La curiosidad me llevó a indagar en los libros de historia de aquel perio- do, lo que me proporcionó un mejor conocimiento del personaje, que me abri- ría un deseo de conocer su vida que se presentaba interesante, además de deter- minante para la independencia especialmente de la hoy Bolivia. De la letra impresa hube de pasar al manuscrito, de la biblioteca al archi- vo y de ahí de nuevo a la letra impresa para dejar constancia de lo mucho que encierra la vida de Juan Antonio Álvarez de Arenales. A medida que he profun- dizado en su vida y en el periodo histórico en el que desarrolló su actividad y en el ámbito geográfico en el que hubo de vivir y actuar, más dudas me han que- dado para poder conocer cual fue la causa que le llevó a las filas independentis- tas, cuando en ese periodo y ámbito geográfico hubo tantos compañeros de armas, incluso paisanos, que optaron por servir a la nación que les vio nacer y por la que estaban allí en América. Sabemos que Arenales fue un servidor fiel y recto de la Administración virreinal, y quizá en esa su rectitud encuentre el motivo para romper con el sis- tema. En sus años de administración civil conoció las miserias de los indios y las no menos, esta vez espirituales, de los regidores, jueces, etc. españoles. Ese servicio le llevó a vivir a Chuquisaca, cuidad culta, educada a la sombra de su famosa Universidad de San Javier regida por los jesuitas hasta su expulsión en 1767, pero con el mismo espíritu y actitud después. No cabe duda que los alumnos habrían estudiado a Suárez y conocían sus teorías sobre el dominio de España en América. La vacante del trono español después de la abdicación de Carlos IV a favor de Napoleón abre el camino de la teoría suarecina del Pactum Traslationis, que desligitima la autoridad española sobre América, pues la sobe- ranía transferida al príncipe era retenida in habitu por el pueblo, para poder recuperarla al no ser totalmente transferida. Para Suárez el individuo no enaje- na nada más que parte de su libertad. Si a estas teorías conocidas en las cátedras jesuíticas, sumamos las de la Revolución Francesa, las del Contrato Social de Rousseau, tendremos un caldo de cultivo apto para la libertad e independencia. No sería descabellado decir que durante sus estancias en al ciudad, Arenales acudiría a las tertulias en casa de los oidores o de otros vecinos pues era una manera de relacionarse entre ellos, y como él mismo dice en aquellas tertulias se hablaba de todo, incluso algo de independencia y siguiendo su tra- yectoria posterior, Arenales era uno de los que había adoptado las nuevas ideas políticas, que al fin le condujeron a ser uno de los posibles conspiradores, o por lo menos estar al tanto de la trama contra García Pizarro y por ello contra el poder colonial.