DANIEL GARCÍA CATEDRALES MODERNAS
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Daniel García Hernández 02550917X exp 10145
Tutor: Ramón Gámez Coord. J.M. Lapuerta AULA TFG 3
22 de Junio de 2015
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ÍNDICE
1. INTRODUCCIÓN 3
2. LAS NUEVAS CATEDRALES 7
3. DIMENSIONES DEL ESPACIO 14
4. EL ORIGEN DEL ESTADIO 19
5. FACTORES DE EVOLUCIÓN 31
6. INTERNACIONALIZACIÓN DE LA IDENTIDAD PROPIA 44
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1. INTRODUCCIÓN
El objetivo de este trabajo fin de grado es hacer una aproximación evolutiva y analítica sobre los grandes espacios deportivos, y más concretamente de los grandes estadios de fútbol, de manera que se puedan determinar cuáles han sido los factores que han hecho modificar estos espacios, así como cuáles han sido las respuestas de éstos frente a estos estímulos.
El trabajo toma este tema como objeto de su desarrollo por el interés personal hacia el deporte y hacia estos grandes espacios. Pero especialmente, el motivo principal es que durante estos cinco años de grado he sido capaz de compaginar con mayor o menor facilidad deporte y arquitectura. A pesar de haber habido momentos de flaqueza, el placer de jugar al fútbol era una necesidad casi diaria. Cuando corren tiempos de entregas y exámenes se hace especialmente difícil acudir a los duros entrenamientos y en más de una y de dos ocasiones me he preguntado si debería continuar, pero “anima sana in corpore sano”. Esos días difíciles son los que más necesidad tiene uno de escaparse por un rato y liberar la mente para recargar las pilas y continuar con las tareas a la vuelta. Es en el período que te toca sufrir una lesión cuando te das cuenta de esta liberación que te produce el deporte.
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Cuando se da por finalizada una entrega o se gana un partido, se produce en mí una sensación sorprendentemente similar. Es un momento único e intransferible que te enriquece como persona y te da fuerzas como futuro jugador y arquitecto, para continuar con el sueño de conseguir ambos objetivos. Quizá en algún día futuro no tan lejano deba compaginar la carrera profesional futbolística con mi carrera profesional de arquitecto.
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Di Stefano celebra un gol en un partido de la Copa de Europa (1958)
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Le Corbusier junto a Pablo Picasso bajo la Unidad de Habitación de Marsella (1920)
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2. LAS NUEVAS CATEDRALES
Los estadios son los centros neurálgicos de las tardes del fin de semana, los lugares de reunión de miles de personas que se identifican con ese lugar, con el deporte que allí se practica, además de perseguir objetivo de que su equipo gane.
Los estadios de fútbol son espacios públicos que pertenecen a la ciudad y a los ciudadanos, y así es como se percibe en los barrios en los que se levantan estas grandes construcciones. En muchas ciudades, estos espacios son el estandarte de prosperidad y de modernismo. John Bale, profesor emérito de geografía en la Universidad de Keele, los define como las catedrales modernas. Algunos ejemplos de esta analogía son los estadios de fútbol que fueron utilizados como símbolos de poder en la Alemania de Adolf Hitler, como ejemplo de integración en el mundo occidental en la Copa del Mundo de Fútbol de 2002 en Corea y como foco de centralidad urbana en Manchester, con motivo de los Juegos de la Commonwealth de 2002.
Hay tres elementos constantes en todos estos espacios: el deporte que en ellos se practica, los espectadores y el lugar. Hay además, otros factores externos que influyen en el espacio como son la tradición del lugar, la legislación, la cultura y la organización deportiva, las inversiones públicas y privadas, los medios de comunicación, etc. En muchos casos, los grandes estadios deportivos son fruto de la inversión privada en terreno público, aunque
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también hay estadios que pertenecen a los municipios y son gestionados y explotados por clubes deportivos.
Estas grandes instalaciones deportivas son infraestructuras que exigen mucho a las ciudades que las albergan como son unas buenas comunicaciones con el centro de la metrópoli, zonas de aparcamientos alrededor, otros equipamientos anexos para dar servicio a los espectadores y a los clubes… En definitiva, una gran inversión.
Pero las ciudades también obtienen beneficios de estas inversiones, aunque en la mayoría de los casos son beneficios a largo plazo. A veces la construcción de equipamientos deportivos importantes se utiliza como estrategia para regenerar un barrio concreto o revalorizar una zona de una ciudad.
Varios autores han estudiado el impacto de los grandes estadios desde la perspectiva sociológica. J. Bale estudia varios casos en Inglaterra y se pronuncia sobre lo que él llama “fandoms”, lugares o barrios de una ciudad donde se concentran los seguidores de un determinado equipo. El geógrafo analizó las relaciones que existen entre estos barrios y el resto de la ciudad, además de realizar un estudio concreto del impacto de estos grandes estadios sobre la ciudad. En Alemania, el sociólogo y profesor de la Universidad de Hamburgo, Klaus Heinemann, también estudia el fenómeno que se produce en estas áreas en ciudades alemanas.
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Los campos de fútbol, en concreto, parecen asumir además otra curiosa función: la de unidad de medida “mental”. Ya sea en metros, en yardas o en cualquier otra unidad, la medida de un campo de fútbol es universal y fácilmente reconocible, aunque no se conozca que dimensiones exactas tiene un terreno de juego. Si quiero describir la longitud de un lugar, no hago un dibujo espacial de una pista de tenis o un ring de boxeo, utilizo un campo de fútbol.
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Estadio Olímpico, Berlín (1936)
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Estadio de Saitama, Corea del Sur (2002)
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Etihad Stadium, Manchester (2002)
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Barrio junto a Anfield, Liverpool (2000)
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3. DIMENSIONES DEL ESPACIO
Hoy día encontramos un estadio prácticamente en toda ciudad que visitemos, y en algunas ocasiones más de uno. Estos son de formas y tamaños muy dispares, desde grandes obras de arquitectura urbana, a otros más pequeños y modestos llamados “campos”. El estadio deportivo en sus inicios durante el siglo XIX se veía como un símbolo de modernidad, sin prestar demasiada atención a la forma, ya fueran circulares o rectangulares. Y el desarrollo de los mismos alcanzará su plenitud durante el siglo XX.
La forma de estos espacios ha evolucionado mucho desde el origen de los mismos, y lo ha hecho fundamentalmente en dos dimensiones a las que llamaremos “contenedor” y “contenido”.
La primera de ellas, el contenedor, se refiere a la superficie destinada para el acomodo de los espectadores, lo construido, lo que se puede tocar. Al principio, la división entre el terreno de juego y la grada era prácticamente invisible, no había un elemento físico que marcara el límite, a veces un simple cambio de material en el suelo o un pequeño cambio de cota. Con el tiempo, esta separación entre deportistas y espectadores no sólo ha aparecido, sino que también ha ido creciendo, llegando a lo que Michel Foucault llamó “espacio cerrado segmentado […], donde los individuos son introducidos en un lugar fijo”.
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Los estadios responden a este modelo de lugar cerrado en el que los deportistas son vigilados por las autoridades y juzgados por los espectadores.
La segunda dimensión, el contenido, se define como la forma en sí misma del espacio interior, lo envuelto por los límites de lo construido, lo intangible. En menos de un siglo de desarrollo, este espacio ha pasado de ser un espacio abierto donde llovía, donde el sol lucía, donde el viento golpeaba la cara, a un espacio cada vez más cerrado, confortable y tecnológico. El incremento de la actividad comercial en los siglos XVII y XVIII, contribuyó a la separación espacial entre el deporte y otros usos del terreno. Hasta entonces, el mismo espacio de la ciudad se utilizaba como zona comercial, zona recreativa y zona deportiva.
A principios de los años 20, los campos de fútbol ingleses cuando todavía nadie les llamaba estadios se empezaron a diseñar como espacios con múltiples funciones deportivas. Se construían campos rodeados por pistas de atletismo, junto a pistas de tenis, gimnasios, etc. en definitiva, otros usos deportivos. Mayormente se trataba de instalaciones privadas rodeadas de casas unifamiliares formando barrios, como el barrio de Chelsea rodeando Stamford Bridge en la ciudad de Londres o en los alrededores de Bramall Lane, el primer estadio de fútbol de la historia (1846), en la localidad de Sheffield, al norte de Inglaterra. En Alemania y en algún otro lugar de Europa, en cambio, los campos de fútbol nacían como parte de la apuesta deportiva municipal. En estos casos se veían integrados en los grandes complejos deportivos situados en las zonas urbanas más céntricas para el uso de todos los ciudadanos, no solo por parte de los deportistas y espectadores.
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Durante los años 30, muchas de las ciudades del oeste de Europa, con la moda de los estadios ya instalada en ellos, poseían grandes parques deportivos de carácter público, algo que era impensable en la Gran Bretaña de aquellos tiempos.
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Stamford Bridge, Londres (1930)
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Poststadion Plazt, Berlín (1929)
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4. EL ORIGEN DEL ESTADIO
La arquitectura deportiva nace como una respuesta a la necesidad en la Antigua Grecia de albergar las competiciones de facultades físicas de los atletas de aquel tiempo. Es entonces cuando se organizarán las primeros Juegos Olímpicos de la historia, que se celebraron en la ciudad de Olimpia, y fue allí donde se encuentra la muestra más antigua de arquitectura deportiva, el estadio que data de 776 a.C.
El estadio era un lugar sagrado, pues las actividades deportivas se dedicaban al dios Zeus. Originalmente el estadio se situaba dentro del témenos, que es el recinto sagrado, y los espectadores se colocaban en las laderas del monte Cronos, los jueces y autoridades en una pequeña tribuna al sur y la sacerdotisa sobre el talud norte, desde donde observaban las carreras. Éstas, al principio, tan sólo consistían en una competición de velocidad en línea recta de una distancia de 192,28m (equivalen a 600 pies de Heracles) dentro del recinto delimitado por un borde de piedra de 211x32m. La dimensión contendor apenas se percibe, el espacio natural invade la dimensión contenido formando un todo indivisible.
Pero la competición fue evolucionando y se introdujeron otras modalidades, pero ni contenedor ni contenido se verían modificadas. La primera se introdujo en 728a.C y fue la doble distancia, donde se recorría el estadio dos veces, una en cada dirección. La
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siguiente fue la resistencia, con unas distancias que variaban entre los 7 y los 24 estadios. Más adelante se incorporaron las modalidades de lucha y pentatlón.
Pero fue en 680a.C cuando el contenedor se vería levemente modificado con la aparición de una espina central en el estadio pues se introducirán las carreras de carruajes, y el mismo espacio tendrá que funcionar como hipódromo.
Tras estos breves cambios sobre el estadio arcaico, se avanzará hacia una etapa clásica, que comenzó con la configuración del espacio de los espectadores en consonancia con el espacio de competición. Un tiempo después esta área de los espectadores sería tratada nuevamente, adquiriendo el contenedor una forma ligeramente ovalada, con unos ejes de (32 y 34,33m respectivamente). Pero su máximo esplendor lo alcanzará cuando ya en época romana con la modificación del acceso y el talud oeste, además de incluir otras pequeñas construcción para dar cabida a la palestra, zona de entrenamiento y baños; y el gimnasio, zona dedicada a la actividad física e intelectual, así como a la formación del atleta.
En el 393, ya en era cristiana, se dejarán de celebrar las olimpiadas ya que Teodosio I prohibió todo acto pagano y cualquier tipo de actividad en los santuarios.
En la época romana no se utilizará el estadio, pero sí que se mantendrán ciertas competiciones aunque con un carácter diferente, ya no se compite con deportividad sino
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que se hace a vida o muerte. El sustituto de los estadios fueron los anfiteatros. Donde cobra un papel importantísimo la dimensión contenedor, pues se trata de edificios levantados por el hombre.
La tradición de las instalaciones deportivas se trasladó desde Grecia hasta el mundo romano con el nacimiento del circo, que estaba destinado a carreras de caballos, espectáculos y representaciones que conmemoraban los acontecimientos del Imperio. Su tipología constructiva en planta era similar a la del hipódromo griego; una planta longitudinal, cuyos lados mayores eran rectos y en los laterales estaba rematada en semicírculo en uno, y por una curva poco pronunciada en el otro. A diferencia de los hipódromos griegos; el espacio central, estaba dividido por una spina o eje longitudinal que separaba la “arena” en dos partes y en torno a la cual los carruajes daban vueltas para disputar las carreras.
Hasta la creación del anfiteatro, el circo acogía también las luchas entre gladiadores y las naumaquias. El anfiteatro supuso la creación de un edificio destinado específicamente a estas actividades.
El Coliseo Romano fue sin duda el anfiteatro más importante de la época. Construido en el siglo I, fue símbolo de grandeza y poder de todo el Imperio Romano. La planta elíptica, tiene una estructura curva que le confiere gran espacialidad donde las filas de gradas estaban divididas según clases sociales y podía acoger hasta 109.000 espectadores. La
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construcción del mismo hizo que se convirtiese en un hito tecnológico en el que se utilizaron las más variadas técnicas: pilastras y arcos colocados sin argamasa, sillares sujetos con grapas metálicas, bóvedas que se hicieron vertiendo la argamasa de cemento directamente sobre cimbras de madera... El edificio se ubicó sobre una laguna, lo que obligó a excavar hasta 14 metros de limos inservibles, y a realizar una cimentación de casi 13 metros de hiladas de piedras y argamasa de cal. Todo el subsuelo de la arena era un complejo de túneles y calabozos donde se alojaban los gladiadores y animales, cuya salida a la superficie se realizaba mediante montacargas que se utilizaban durante el espectáculo. El Coliseo contaba con una cubierta de tela desplegable accionada mediante poleas, configurando uno de los estadios más importantes de la antigüedad.
El éxito de los eventos y espectáculos deportivos no se prolongó en el tiempo. Después que el culto cristiano fuera legitimado por Constantino en el siglo IV, las carreras de caballos, los espectáculos y las actividades deportivas fueron prohibidas por ser consideradas paganas; los Juegos Olímpicos fueron suspendidos y la atención se centró en la construcción de Iglesias y Catedrales, Castillos y Fortificaciones, Torres y Palacios Municipales a lo largo de toda la época medieval. Los edificios deportivos griegos y romanos fueron abandonados progresivamente, algunos se convirtieron en mercados o plazas, otros se demolieron para reutilizar los materiales de construcción.
Pocos acontecimientos deportivos tuvieron lugar durante casi quince siglos, pero la tradición de las competiciones deportivas frente a grandes masas de espectadores, revivió
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hacia finales del siglo XIX con el renacimiento de los Juegos Olímpicos en 1896. Las olimpíadas modernas renovaron así la atención y expectativa mundial del deporte, generando acontecimientos internacionales de gran trascendencia. El estadio que acogió a los primeros Juegos de la modernidad fue el reconstruido y embellecido estadio Panathinaiko en Atenas. La dimensión contenido no se vería modificada pues conservó la forma clásica de lados paralelos, uno curvo, y otro abierto configurando así la planta en horquilla para las competiciones de atletismo que allí se celebraron. Mientras tanto, el contenedor sí que fue modificado, por lo que se ganó el sobrenombre de “kalimarmaro”, que significa buen mármol. Esto se debe a que la totalidad del estadio, levantado por el arquitecto griego Anatas Metazas, era de mármol blanco.
Pero antes de estos “nuevos” Juegos Olímpicos celebradas en Atenas, que conllevaron la reutilización del Panathinako, ya habían aparecido algunas muestras en Inglaterra de los espacios dedicados a la práctica del fútbol. No fue hasta 1985, cuando se levantase un edificio de estas características fuera de Gran Bretaña, también en Grecia, el estadio Georgios Karaikakis.
El primero de todos los espacios deportivos dedicados a la práctica del fútbol fue Bramall Lane (1846). Originalmente fue compartido con el equipo de cricket de la ciudad, Sheffield, Inglaterra. Debido a que el cricket necesitaba una dimensión mayor que la requería el fútbol, el contendor, tan sólo tenía tres gradas y se abría en la otra dirección, en esencia, una disposición similar a la del estadio Panathinaiko. Fue tal la repercusión que
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tuvo en las siguientes construcciones de este tipo, que se decidió que fuera el primer estadio en acoger un partido con luz artificial, en 1872.
El siguiente ejemplo también tuvo que compartir inicios con las competiciones de cricket y de hípica. Es el caso de Racecourse Ground (1876). Y le sucederían multitud de ellos en los siguientes años debido al interés que cobró el deporte en las ciudades inglesas. Ejemplos son: Deepdale (1877), Edwood Park (1881), Turf Moor (1883), Anfield (1884), Craven Cottage (1886), Godison Park (1892), Prietsfield (1893), entre otros. Todos ellos tienen unas características similares. Su dimensión contenedor se basa en una mínima tribuna en el mejor de los casos, en alguno de los lados del terreno de juego. Pero los campos estaban proyectados para ser rodeados por los espectadores en todo su perímetro, ya fuera por unas gradas escasa altura, o bien por un simple montón de tierra colocado de tal manera que facilitara la visión de todos los puntos del terreno de juego; en algún caso puntual, la topografía jugará un papel importante. Por otra parte, el contenido siempre consiste en un espacio con una dimensión horizontal que parece estar fuera de escala respecto a la vertical. Se generan entonces la característica propia de estas instalaciones de ser un espacio muy abierto y muy al descubierto, pues apenas contaban con espacios cubiertos.
Más adelante, cuando se traslade la moda de los estadios de fútbol a América llevará consigo en la mayor parte de ellos un espacio completamente abierto, donde las gradas
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crecerán lo que necesiten pero no serán cubiertas. Es lo ocurre con el primer caso fuera de Europa, el Gran Parque Central (1900), en Montevideo, Uruguay.
En otros casos algo más tardíos que el anterior, debido a la evolución de las reformas llevadas a cabo en los estadios existentes, hacen que campos como Stamford Bridge (Manchester) o incluso El Molinón (Gijón), que fue pionero en España, tomaran las características más avanzadas como fue la de la cubierta sobre todos los espectadores que presenciaran el partido.
Hoy día cuando uno ve un partido de fútbol por televisión es capaz de darse cuenta de que no todos los estadios son iguales, pues ninguno lo es. Pero uno percibe que si hay parecidos entre ellos. Cuando se han visto muchos, cualquier persona es capaz de catalogarlos por elementos comunes, y en la mayoría de los casos esto se traducirá en una clasificación por países. Esto fenómeno sucede especialmente en Europa. Esto se debe fundamentalmente a que todos ellos evolucionan de forma muy parecida, pues a la hora de proyectar un estadio se fijaba en lo que había más próximo, pues las necesidades serían muy parecidas, y con ello aunque el resultado no sea el mismo, sí que comparten el mismo espíritu.
El que haya espacios parecidos, no quiere decir que no haya casos controvertidos dentro de estas clasificaciones personales, ya sea porque son de una escala mucho mayor, o bien porque tiene una versatilidad que le lleve a poder acoger usos muy diversos.
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Estadio de Olimpia (776 a.C)
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Coliseo, Roma (1929)
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Estadio Panathinaiko, Atenas (1896)
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Bramall Lane, Sheffield (1846)
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Gran Parque Central, Montevideo (1900)
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5. FACTORES DE EVOLUCIÓN
La evolución del deporte en las últimas décadas ha sido espectacular, pero no sólo por el número de personas que lo practican, sino por la vertiginosa creación de nuevas modalidades, disciplinas, materiales, etc. El deporte se ha transformado y se va a seguir transformando para dar respuesta a la evolución de la propia sociedad. Esta evolución tiene una repercusión clara sobre el equipamiento y las instalaciones deportivas, ya que son los instrumentos principales que permiten el desarrollo de la actividad, y ellos deben dar respuesta a las necesidades que en cada momento demandan las actividades deportivas. Por todo ello, debemos tener en cuenta la evolución de las tendencias deportivas a la hora de diseñar los espacios donde se van a desarrollar las actividades, debido a que un diseño versátil podrá adaptarse a esta evolución con relativa facilidad.
En la historia han aparecido multitud inventos, avances, factores, y otros muchos elementos que han querido ser partícipes de la evolución de los muchos estadios que se han construido. No obstante, no todos los avances en cualquier campo tecnológico han dejado huella en el largo recorrido de los tiempos sobre estas grandes e importantes construcciones.
Algunos de estos avances, han influido de una manera tan leve que apenas se aprecian, pero otros han sido determinantes a la hora de modificar las dos dimensiones de estos,
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tanto el contenedor como el contenido. Entre estos factores a destacar encontramos la búsqueda de la versatilidad, la iluminación artificial, los eventos que han albergado, los logros conseguidos por los equipos locales, la televisión y la seguridad de los espectadores.
Al principio de los tiempos, allá en la Antigua Grecia, los espacios deportivos ubicados en el interior de los recintos sagradas no sólo eran utilizados cada 4 años en las olimpiadas, que constituía una unidad de tiempo en sí propia. El estadio también sería utilizado en todo ese período de inactividad deportiva para otros varios usos entre los que destacó el uso de mercado, pero también el de foro o incluso el de escuela. En definitiva, era un espacio multiusos ligado estrechamente con las masas de población. Fue tal la acogida que llegó a albergar a más de 45.000 personas.
Pero esta ambigüedad de usos se trasladó a los primeros estadios, donde se seguían realizando encuentros mercantiles, sociales, etc. En la modernidad, además se proyectaron estas construcciones con el fin de que allí se practicaran más de un deporte. Es lo que le sucedió a los campos ingleses del siglo XIX, donde además celebrarse partidos de fútbol, también acogían partidas de cricket, e incluso carreras de caballos. En Francia, muchos de sus estadios pioneros fueron levantados en origen como velódromos, pues la práctica del ciclismo imperaba sobre el resto de modalidades deportivas. Es el caso del estadio Parc des Princes, donde hoy juega de local el equipo de fútbol Paris Saint Germain, que se construyó con el fin de celebrar allí la llegada de los Tour de Francia, una competición que hoy guarda el prestigio que tenía a principios del siglo pasado. Incluso
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en Italia, esta característica propia de los espacios deportivos de entonces se hizo patente en estadios como el de Luigi Ferraris, donde ya tan sólo se practica fútbol. Por otra parte se encuentran los estadios erigidos en Italia, como San Paolo (Nápoles) o San Siro (Milán), que se levantaron única y exclusivamente para la celebración de partidos de fútbol. Esta no versatilidad también caracteriza los estadios de España.
El factor “versatilidad” ha modificado considerablemente el espacio del estadio. El contenedor se ha visto reducido para mejorar la visibilidad de los espectadores. La eliminación de elementos como pistas de atletismo o ciclismo han hecho que el terreno de juego se rehúnda para aprovechar ese espacio libre que dejan las pistas para la colocación de más gradas. Esta solución se adoptó en el estadio Santiago Bernabéu, que pese a no poseer pista alrededor del campo, las gradas originales se levantaron a demasiada distancia del campo. Actualmente, tras varias ampliaciones, el terreno de juego se encuentra a 11m bajo la cota de la calle, algo que hace que la percepción de la dimensión contenedor cause impresión en el espectador cuando sale por el vomitorio en búsqueda de su asiento en la grada, y más si se sitúa en la parte más alta del graderío.
Otro factor a tener en cuenta que afecta de manera pasiva, pero sí que ha sido determinante han sido los logros conseguidos por los equipos locales. Ya sean ligas nacionales, como trofeos internacionales. Estos campeonatos producen una cantidad de beneficios tal en los clubes, que muchos de estos hacen evolucionar sus estadios en base a esos importantes ingresos, que de otra manera no podrían. Este factor ha influido
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notoriamente en los estadios alemanes, donde los ingresos por alzarse con la victoria tras un campeonato eran de los más elevados. El caso más destacado es el estadio Signal Iduna Park, que gracias a los triunfos en ligas hace unos años y una Copa de Europa consiguieron tener uno de los campos referentes en todo el mundo. La construcción de este espacio ha sido muy fragmentado.
Algo muy relacionado con este apartado son los eventos que acogen los estadios. Muchos de ellos modificaron tanto su contendor como contenido por motivo de una Copa del Mundo, o por acoger la final de la Copa de Europa, o por ser sede en Juegos Olímpicos. Estos avances son los más destacados en todos los estadios de Europa. Este fenómeno hizo que estadios de todos los países sufrieran en la mayoría de los casos el desarrollo más importante en toda su existencia. Esto le ha ocurrido a Old Trafford, que consiguió cubrir todos los asientos, Stamford Bridge, haciendo que su grada principal que aún se conserva fuera la más moderna a mediados del siglo pasado, o en el América, que particularmente hicieron que los estados llegaran a triplicar el aforo inicial, o el Camp Nou, o Mestalla, o cualquier estadio que alguna vez haya acogido un partido de repercusión mundial incluso.
En España concretamente, la Copa Mundial de Fútbol de 1982 hizo que todos los estadios estudiados en este trabajo, y otros tenidos en consideración notaran una mayoría de tal grado que fue la última gran inversión en la reforma y ampliación de estos hasta nuestro tiempo.
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En la mayoría de los casos, estas intervenciones en los estadios se traducen en hacer los espacios interiores cada vez más verticales y, en algunos de los casos, espacios más cerrados y ensimismados. Muchos de ellos perdieron el carácter propio de esas construcciones que se levantaron a principios del siglo XX.
Uno de los avances más significativos fue la aparición de la luz artificial. Algo que no a primera vista no modifica ninguna de las dos dimensiones del espacio que hemos establecido anteriormente, contenedor y contenido. En realidad, se trata de uno de los pasos más importantes en la evolución de los estadios. El uso de luz artificial, algo que ahora parece indispensable, supuso un cambio notorio en el confort de los espectadores que allí se reunían con cada partido. La experiencia me dice que ir a ver un partido, un día de verano, con sol, en la mitad del día, puede llegar a ser un reto para el cuerpo. Con la luz artificial los encuentros se pueden retrasar haciendo del tiempo que uno está en el estadio, una experiencia sumamente agradable.
La aparición de la televisión supuso un impulso clave en el desarrollo de los estadios. Pero este cambio no afectó a la forma de estos, sino a la percepción de los mismos. El que un aficionado pueda ver un partido sin estar en el campo hace que sea un giro muy interesante en la manera de hablar de estos espacios.
La televisión parece que afectó, aunque de manera leve, sobre la dimensión contenedor, cuando es estadio tuvo que acoger a los equipos televisivos en determinados espacios
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donde montar los sistemas de retransmisión, los cámaras, etc. En definitiva, la televisión ha potenciado enormemente el espacio interior (al que hemos llamado contenido), sin necesidad de haber intervenido en demasía en la dimensión complementaria, el contenedor.
Por último, encontramos la normativa como principal factor de cambio en los estadios. En la mayoría de los casos esta normativa es referente a la seguridad, y por desgracia ha avanzado de accidente en accidente.
Referente a este último apartado, destacó entre otros las medidas impulsadas en el informe Taylor de 1989. Un paquete de medidas muy concretas impulsaría la seguridad de los estadios, donde ya se había producido algún altercado entre aficiones contrarias y una de las tragedias más sonadas en la historia del fútbol, la tragedia de Hillsborough. En esta ocasión fallecieron casi un centenar de espectadores por aplastamiento, debido a que se superó con creces el aforo del estadio por dejar entrar a todos los espectadores, sin control alguno. El informe posterior hizo reducir el aforo en todos los estadios ingleses colocando asientos individuales en todas las localidades del estadio, sin poder quedar nadie en pie viendo cómo se disputa el partido. Esto en la mayoría de los casos se traduce en una disminución notable de la capacidad de los estadios, el contenedor es la dimensión que más sufrió estos cambios.
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Tras este informe, se tomaron medidas en todas las competiciones deportivas, y concretamente en el futbol, la UEFA dispone de unas indicaciones claras a la hora de proyectar un nuevo estadio, respetando parámetros como la visibilidad y la confortabilidad.
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Anfield, Liverpool (1977)
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Parque de los Príncipes, París (1932)
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Old Trafford, Manchester (1910)
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Estadio Camp Nou, Barcelona (1982)
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6. INTERNACIONALIZACIÓN DE LA IDENTIDAD PROPIA
La internacionalización del deporte con normas para campos, pistas y otros espacios impulsa la formación de una tipología propia, pero también de una ideología competitiva que se extiende a la arquitectura. Instalaciones al aire libre y pabellones pasan de ser grandes construcciones provisionales a representativas. Un tipo universal surge en las grandes instalaciones de varios usos en las que cubren los campos deportivos que estaban primitivamente abiertos. Con ellas el deporte se hace independiente del tiempo atmosférico y de las estaciones del año.
Por otra parte, las grandes construcciones utilizadas poseen una propia autonomía, de modo que los puntos de vista constructivos y funcionales se imponen sobre el estilo y la tradición. Las edificaciones deportivas están entre los campos de experimentación de la arquitectura moderna. Los principales arquitectos y constructores han realizado obras destacadas. Por ejemplo en Roma, los dos estadios diseñados por Nervi en 1960; en Munich en 1972, los arquitectos Benisch integran paisaje y arquitectura con la creación del estadio olímpico donde terrenos, vías de comunicación y vegetación son pensados como una única unidad. Más recientemente en los Juegos Olímpicos de Pekín, en el año 2008, se construye un gran estadio conocido como “nido de pájaro” donde el diseño vanguardista prevalece sobre la mera función.
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Estadio Olímpico, Múnich (1972)
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Estadio Olímpico, Beijing (2008)
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