Diversidad Y Estructura De Un Pastizal En El Cerrillo, Piedras Blancas
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Disponible en www.sciencedirect.com Revista Mexicana de Biodiversidad Revista Mexicana de Biodiversidad 87 (2016) 980–989 www.ib.unam.mx/revista/ Ecología Diversidad y estructura de un pastizal en El Cerrillo, Piedras Blancas, Estado de México, México Diversity and structure of a grassland at El Cerrillo, Piedras Blancas, Estado de México, Mexico a,∗ b b Jonás Álvarez-Lopeztello , Irma Victoria Rivas-Manzano , Luis Isaac Aguilera-Gómez c y Manuel González-Ledesma a Centro Interdisciplinario de Investigación para el Desarrollo Integral Regional, Instituto Politécnico Nacional, Hornos 1003, 71230 Santa Cruz Xoxoxcotlán, Oaxaca, México b Facultad de Ciencias, Universidad Autónoma del Estado de México, Carretera Toluca-Ixtlahuaca, Km 15.5, 50200 Toluca, Estado de México, México c Centro de Investigaciones Biológicas, Universidad Autónoma del Estado de Hidalgo, Carretera Pachuca-Tulancingo, Km 4.5, 69000, Pachuca, Hidalgo, México Recibido el 6 de octubre de 2015; aceptado el 16 de marzo de 2016 Disponible en Internet el 9 de agosto de 2016 Resumen El conocimiento sobre la flora y la dinámica de la vegetación en los pastizales templados de México es hasta la fecha escaso. Con el fin de paliar esta deficiencia, en este estudio se evaluó la composición florística, diversidad y estructura de un pastizal templado del centro de México. Se registraron 118 especies, 93 géneros y 40 familias. Las familias mejor representadas a nivel genérico y específico son: Poaceae, Asteraceae, Fabaceae y Orchidaceae, esta última con una nueva especie aún no descrita perteneciente al género Cyclopogon. El estrato herbáceo del pastizal es complejo y cubre 98% de la superficie. Se encontró un porcentaje elevado de taxa nativos (20.50) y un índice de diversidad (Simpson y Shannon = 3.36) relativamente alto. Muhlenbergia phalaroides fue la especie dominante y a ella correspondió el mayor valor de importancia. Los resultados sugieren que estos pastizales representan un reservorio considerable de especies relevantes para la conservación biológica, a pesar de estar sometidos a disturbios constantes. Derechos Reservados © 2016 Universidad Nacional Autónoma de México, Instituto de Biología. Este es un artículo de acceso abierto distribuido bajo los términos de la Licencia Creative Commons CC BY-NC-ND 4.0. Palabras clave: Pastizales templados; Estructura de la vegetación; Conservación; Estrato herbáceo; Ecología de pastizales Abstract Current knowledge of the flora and vegetation dynamics in temperate grasslands of Mexico is still scarce. In order to mitigate this deficiency, in this study the floristic composition, diversity and structure of a temperate grassland of central Mexico were evaluated. A total of 118 species, 93 genera and 40 families were recorded. The best represented families, both at the generic and specific levels are: Poaceae, Asteraceae, Fabaceae and Orchidaceae. The latter including a new species belonging to the genus Cyclopogon. The herbaceous stratum of the grassland is complex, and covers 98% of the surface. A high percentage of native species was found (20.50) and a relatively high diversity index was calculated (Simpson and Shannon = 3.36). Muhlenbergia phalaroides was the dominant species and it corresponds to the highest importance value. The results suggest that these grasslands represent a sizable reservoir of species relevant for biological conservation, despite being subjected to frequent disturbances. All Rights Reserved © 2016 Universidad Nacional Autónoma de México, Instituto de Biología. This is an open access item distributed under the Creative Commons CC License BY-NC-ND 4.0. Keywords: Temperate grasslands; Vegetation structure; Conservation; Herbaceous stratum; Grasslands ecology ∗ Autor para correspondencia. Correo electrónico: peto [email protected] (J. Álvarez-Lopeztello). La revisión por pares es responsabilidad de la Universidad Nacional Autónoma de México. http://dx.doi.org/10.1016/j.rmb.2016.06.006 1870-3453/Derechos Reservados © 2016 Universidad Nacional Autónoma de México, Instituto de Biología. Este es un artículo de acceso abierto distribuido bajo los términos de la Licencia Creative Commons CC BY-NC-ND 4.0. J. Álvarez-Lopeztello et al. / Revista Mexicana de Biodiversidad 87 (2016) 980–989 981 Introducción el primer paso para establecer estrategias de aprovechamiento, manejo, conservación y restauración. Las comunidades donde la cubierta vegetal está dominada por gramíneas reciben el nombre de pastizales (Miranda y Materiales y métodos Hernández, 1963; Rzedowski, 1978). Este tipo de vegetación desempena˜ un papel crucial en el mantenimiento y funcionali- El estudio se realizó en la propiedad federal de telecomu- ◦ dad del ecosistema, sobre todo en aquellos hábitats donde no nicaciones denominada «El Cerrillo Piedras Blancas» (19 25 ◦ ◦ ◦ pueden establecerse comunidades arbóreas debido a las limita- y 19 26 N, 99 39 y 99 40 O, a una altitud de 2,593 m), ciones ambientales. Por ejemplo, los pastizales pueden evitar la municipio de Toluca, Estado de México (fig. 1). A partir de erosión del suelo e incrementar las tasas de infiltración de agua la información registrada en la estación meteorológica «Nueva (Cruz, 1969); asimismo, estas comunidades revisten importan- Santa Elena» (durante 11 anos,˜ de 1998-2008), en la Facultad de cia para la conservación y el mantenimiento de la biodiversidad Ciencias Agrícolas, ubicada a 2 km del sitio de estudio, de la Uni- aun cuando están sometidas a perturbaciones (Wilson, Peet, versidad Autónoma del Estado de México (UAEMéx), se estimó ◦ Dengler y Pärtel, 2012). En cuanto a su aprovechamiento, los una temperatura media del mes más frío de 2.4 C (diciem- ◦ pastizales constituyen el medio natural para el uso pecuario bre) y una temperatura media del mes más cálido de 11.5 C ◦ (Rzedowski, 1978), por lo que junto con los bosques templa- (junio), con temperatura media anual de 8.2 C. La precipita- dos son posiblemente uno de los ecosistemas más alterados del ción media anual fue de 738.6 mm, con marcada estacionalidad; país (Challenger, 1998). A pesar de su importancia, este tipo distinguiéndose una estación seca (noviembre-febrero) y una de vegetación se encuentra entre los ecosistemas menos prote- lluviosa (junio-septiembre). El clima de la región es C (w2) (w) gidos y mayormente amenazados (Conabio, 1998; Coupland, b (i) g, es decir, templado subhúmedo con régimen de lluvias en 1979). El conocimiento actual de la flora y la dinámica de verano, con oscilación térmica (García, 1973). la vegetación en estas comunidades es todavía fragmentario, Los terrenos, con una superficie de 20 ha, presentan una debido en gran medida a que la mayoría de las investigaciones pendiente de entre 2 y 6%. Las rocas dominantes son de tipo de carácter florístico y ecológico se han efectuado en las zonas volcánico y clástico. Los suelos son de tipo vertisol pélico (Vp) semiáridas (Gentry, 1957; Hernández, 1964; Hernández, Tapia y y feozem háplico (Hh), y se caracterizan por ser muy compactos, Buller, 1957; Rivas-Manzano, 1984; Rzedowski, 1975; Suárez- arcillosos y masivos; asimismo, exhiben grietas anchas y profun- Martínez, 1999) y tropicales (López-Olmedo, Pérez-García y das en la época de sequía y muestran una capa de tepetate entre Meave, 2006; López-Olmedo, Meave y Pérez-García, 2007; 10 y 50 cm de profundidad, lo que constituye una limitante para Pérez-García y Meave, 2006; Reyes y Zamora, 1977). el uso agrícola. En esta zona existen algunos cuerpos de agua Los pastizales han sufrido transformaciones intensas a causa intermitentes, bordos El Charco y La Cruz, cercanos al área de de la influencia humana, como el fuego y el pastoreo, lo que estudio y un cuerpo de agua persistente, la presa Antonio Alzate dificulta establecer su origen. De hecho, se ha sugerido que (Martínez y Hernández, 2000). Estos terrenos se encuentran con- estos dos factores afectan notablemente la riqueza, composi- tinuamente sometidos a perturbaciones, tales como incendios, ción y estructura de la comunidad (Harrison, Inouye y Safford, entre 1 y 3 veces por ano,˜ y pastoreo a lo largo de todo el ano˜ 2003; Rivas-Manzano, 1988). También se ha propuesto que estas (Álvarez-Lopeztello, 2010). alteraciones promueven la invasión de especies exóticas (Hobbs Durante un ano,˜ de julio de 2007 a agosto de 2008, se hicieron y Huenneke, 1992), lo que podría causar el desplazamiento y prospecciones quincenales a través de recorridos, donde se reco- pérdida de numerosas especies nativas a nivel local en zonas lectaron todas las especies de plantas presentes. Posteriormente densamente pobladas. se determinaron con ayuda de literatura especializada (Dávila En el Estado de México, que es uno de los más pobla- et al., 2006; Espinosa-García y Sarukhán, 1997; Rzedowski y dos del país, la mayor parte de la vegetación está alterada, Rzedowski, 2005). La nomenclatura taxonómica de las familias lo cual es particularmente cierto para los bosques de pino- sigue a «The Plant List» (www.theplantlist.org) y el nombre encino (González-Plata, 1998; Rivas-Manzano y Vibrans, 2000). científico de las especies y los autores siguen a «Tropicos» Esta situación ha favorecido el establecimiento de pastizales de (www.tropicos.org). Para determinar las especies introducidas origen secundario con la intervención de fuegos frecuentes. Ade- y su posible origen se consultó a Rzedowski y Calderón (1990) más, estos pastizales son utilizados para el forrajeo de animales y a Villasenor˜ y Espinosa-García (2004). Los especímenes de domésticos. A causa de todos estos factores, muchos pastiza- respaldo se depositaron en el herbario de la Facultad de Ciencias les primarios pero intensamente perturbados pueden tener una de la UAEMéx. fisonomía y una composición florística similar a la de algunos La vegetación se evaluó con el método de línea de Can- pastizales secundarios. Como sucede continuamente, las opi- field (Canfield, 1941). Se trazaron tres líneas paralelas de 100 m niones de los especialistas difieren en cuanto a la formación de longitud, separadas por 20 m entre cada una, a lo largo de de estas comunidades vegetales (López-Olmedo et al., 2006, una pendiente que desemboca en un cuerpo de agua temporal 2007; Miranda y Hernández, 1963; Pérez-García y Meave, 2006; (fig.