El Hornero Revista De Ornitología Neotropical
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El Hornero Revista de Ornitología Neotropical Volumen 32 Número 2 Diciembre 2017 Publicada por Aves Argentinas/Asociación Ornitológica del Plata Buenos Aires, Argentina ISSN 0073-3407 El Hornero Revista de Ornitología Neotropical Establecida en 1917 ISSN 0073-3407 (versión impresa) ISSN 1850-4884 (versión electrónica) Disponible en línea www.scielo.org.ar Publicada por Aves Argentinas/Asociación Ornitológica del Plata Buenos Aires, Argentina Editor JAVIER LOPEZ DE CASENAVE Universidad de Buenos Aires Asistente del Editor Revisiones de libros FERNANDO A. MILESI VÍCTOR R. CUETO Inst. Inv. en Biodiversidad y Medioambiente Ctro. Inv. Esquel de Montaña y Estepa Patagónicas Comité Editorial P. D EE BOERSMA BETTINA MAHLER University of Washington Universidad de Buenos Aires MARIO DÍAZ MANUEL NORES Museo Nacional de Ciencias Naturales Universidad Nacional de Córdoba ROSENDO FRAGA JUAN CARLOS REBOREDA CICyTTP - Diamante Universidad de Buenos Aires PATRICIA GANDINI CARLA RESTREPO Universidad Nacional de la Patagonia Austral University of Puerto Rico ALEX E. JAHN PABLO TUBARO Indiana University Museo Argentino de Cs. Naturales B. Rivadavia FABIÁN JAKSIC PABLO YORIO Universidad Católica de Chile Centro Nacional Patagónico Oficina editorial Administración Depto. Ecología, Genética y Evolución, Facultad Aves Argentinas/Asociación Ornitológica del Plata. de Ciencias Exactas y Naturales, Universidad de Matheu 1248, C1249AAB Buenos Aires, Argentina. Buenos Aires. Piso 4, Pab. 2, Ciudad Universitaria, Correo electrónico: C1428EHA Buenos Aires, Argentina. Correo elec- [email protected] trónico: [email protected] PORTADA.— Además de ser el ave nacional de Argentina, el Hornero (Furnarius rufus) es la imagen institucional de Aves Argentinas / Asociación Ornitológica del Plata desde su fundación y, por supuesto, de su revista científica, que lleva su nombre y está cumpliendo sus primeros cien años. Se distribuye por el centro y el este de América del Sur desde el centro de Brasil hasta el norte de la Patagonia, y habita bosques, sabanas, áreas abiertas, agroecosistemas y zonas pobladas. En este número del centenario, a modo de homenaje, el Hornero vuelve a ocupar su lugar central en la tapa. Ilustración: Otto Besel. 2017 EDITORIAL 193 Editorial Hornero 32(2):193–196, 2017 UN HORNERO DE CIEN AÑOS “Lots of leaves grow fast Lots of trees grow slow How big will I grow in a 100 years? I’d sure like to know!” (Woody Guthrie, Every 100 years) Cuando aún no se apagan los festejos por el Aquel número inaugural constaba de 48 centenario de Aves Argentinas 1, nos encontra- páginas y tuvo una tirada de 1000 ejempla- mos frente a una nueva celebración: la revista res. Incluía ocho artículos, una nota de pre- El Hornero, publicada por primera vez en octu- sentación del carácter y los fines de la Sociedad bre de 1917, está cumpliendo sus primeros Ornitológica del Plata, una revisión de las cien años de existencia. Acá cerca y hace publicaciones recientes sobre aves de América tiempo, parafraseando a Hudson, la flamante del Sur, una sección con información societaria Sociedad Ornitológica del Plata (hoy Aves y otra con novedades generales acerca de las Argentinas) presentaba el primer número de aves y su estudio. Una comunicación en esta la revista, concretando así uno de sus objeti- última sección daba cuenta de la muerte del vos fundacionales: el estudio de las aves de último individuo de Paloma Migratoria Argentina y países vecinos 2. (Ectopistes migratorius) en el jardín zoológico de Cincinnati (y, consecuentemente, de la extinción de esta especie). La nota demuestra el interés de la nueva Sociedad por la conser- vación de las aves, otro de sus objetivos ini- ciales 2. El subtítulo de la revista, durante casi 70 años, incluyó la frase “para el estudio y pro- tección de las aves de la Argentina y países vecinos”, haciendo explícitos los compromi- sos iniciales de la institución. El subtítulo recién cambió en 1986 por “Revista Argentina de Ornitología”, adoptando en 1995 el actual “Revista de Ornitología Neotropical”. Entre los artículos del primer número se des- taca la revisión de los vencejos de Argentina realizada por Roberto Dabbene 3. El trabajo, que incluía la descripción, distribución, ilus- traciones y una clave de identificación (las guías de campo aún no existían 4), abarcaba a las cinco especies de Apodidae que en ese momento se conocían para el país. Este artí- Portada del primer número de la revista El Hornero culo fue el primero en El Hornero de una serie (octubre de 1917). de revisiones de grupos específicos de aves 194 EDITORIAL Hornero 32(2) argentinas que fueron publicadas durante varias décadas, al principio a cargo de Dabbene, luego en manos de Jorge Casares, María Juana Pergolani de Costa, José Pereyra o Ángel Zotta, entre otros. Y es que, desde su nacimiento, El Hornero publicó trabajos que establecieron las bases y delinearon el desa- rrollo de la ornitología nacional. Entre 1935 y 1942, por ejemplo, se publicó la Lista sistemá- tica de las aves argentinas, elaborada por Zotta en conjunto con la Sección Ornitología del Museo Argentino de Ciencias Naturales. En este trabajo, posteriormente reimpreso como una publicación independiente 5,6, se enume- raban todas las especies y subespecies cono- cidas de Argentina, incluyendo su distribución geográfica, completando y actualizando el famoso “Catálogo” inconcluso de Dabbene publicado en 1910 en los Anales del Museo Nacional de Historia Natural 7. Con el mismo objetivo de sistematizar el conocimiento y la información disponible sobre las aves de nues- tro país, durante esos años se reimprimieron en El Hornero la monografía pionera de Roberto Dabbene, primer editor de la revista El Eduardo Holmberg incluida en el Segundo Hornero. censo de la República Argentina 8 y la distribu- ción geográfica de las aves argentinas que había aparecido en la segunda parte de la obra de Dabbene 9. y de William Partridge, que ocupó el cargo luego de Serié y hasta su prematuro falleci- Justamente fue Dabbene, presidente de la miento en julio de 1966 (en el tercer número entidad y uno de los ornitólogos más activos y reconocidos en el país en ese momento, el del volumen 10, de octubre de 1965, figura primer editor de El Hornero. Había nacido en Partridge como editor, aunque debido a su Italia en 1864, doctorándose en Ciencias Natu- enfermedad la labor de edición fue concluida rales en Génova; luego de unos años en Perú por Jorge Navas). Entre Dabbene, Serié y se radicó definitivamente en Argentina en Partridge, en consecuencia, cubrieron la pri- 1887 10. Durante más de 30 años trabajó en el mera mitad de la historia de El Hornero. Jardín Zoológico de Buenos Aires junto a Para el tiempo en que Partridge se desempe- Holmberg, realizando valiosos aportes a una ñaba como editor de la revista, hacia su disciplina aún incipiente en el país. Bajo su cincuentenario, ya habían aparecido dificul- dirección, que se extendió hasta 1931, la revista tades económicas que determinaron que su logró establecerse como el ámbito natural para aparición, que desde sus inicios no había sido la recopilación del conocimiento previo y para regular, fuera espaciándose cada vez más, la presentación de las novedades ornitológicas hasta llevarla a un serio riesgo de extinción. de la región. Entre las contribuciones de esa La revista no se publicó entre 1956 y 1965 época eran comunes los reportes de nuevas (“nuestra revista ... se ha visto impedida de especies para el país, las revisiones de distribu- aparecer debido a los altos costos de impre- ciones geográficas y las listas de aves de países sión … en relación a los escasos recursos eco- vecinos (Paraguay, Uruguay) o de distintas nómicos con que cuenta la Asociación. … pues regiones de nuestra geografía (las Pampas, la no se disponen de otros ingresos que los que Antártida, el Chaco, el Noroeste, las Islas provienen de las cuotas de sus socios”) y el Malvinas). El impulso inicial se mantuvo firme volumen 10 tiene un curioso récord: su pri- gracias a los esfuerzos de Pedro Serié, quien mer número se publicó en 1953 y el cuarto y reemplazó a Dabbene como editor hasta 1951, último apareció en 1967. Para evitar su desapa- 2017 EDITORIAL 195 rición fueron importantes, en ese momento, la región entera, ya que se trataba de la pri- subsidios del Jockey Club de Buenos Aires y mera publicación científica periódica dedicada del American Museum of Natural History de a la disciplina en toda Iberoamérica. En ese Nueva York destinados específicamente a momento existían apenas algo más de una cubrir los gastos de publicación. En las déca- docena de revistas de ornitología en todo el das subsiguientes hubo un renovado impulso mundo, algunas muy prestigiosas como que acompañó a la reestructuración y reno- Journal für Ornithologie (publicada desde 1853 vación de la Asociación; El Hornero continuó por la Deutsche Ornithologen-Gesellschaft, la publicándose sin grandes pausas, aunque sin más antigua que aún sigue editándose), Ibis alcanzar la necesaria regularidad, que recién (a cargo de la British Ornithologists’ Union), llegó junto con el nuevo siglo de la mano del Auk (American Ornithologists’ Union), Wilson actual equipo editorial. Además de éste, la Bulletin (Wilson Ornithological Society) o nómina de editores que actuaron durante la Condor (Cooper Ornithological Society), y segunda mitad de la historia de la revista otras de alcance regional, fundamentalmente incluye a Jorge Navas (1965–1967), Salvador en Europa y Estados Unidos. El Hornero fue la Magno (1969–1973), Juan Daguerre (1975), Tito primera revista científica en español dedicada Narosky (1975–1977), Juan Daciuk (1979– a las aves. 1984), Manuel Nores (1986–1992), Enrique Un popular refrán señala que es necesario Bucher (1992), Rosendo Fraga (1992, 1996– conocer de dónde venimos para saber hacia 2000), Diego Gallegos-Luque (1992) y Juan dónde vamos. Es importante valorar la Carlos Reboreda (1993–1997). historia de la revista y reconocer su pasado Un párrafo aparte (literalmente) merece el distinguido como méritos en sí mismos; sin nombre de la revista, que fue originalmente embargo, éstos deben servir fundamental- propuesto por Juan Bautista Ambrosetti.