El Balneario Romano: Aspectos Médicos, Funcionales Y Religiosos

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El Balneario Romano: Aspectos Médicos, Funcionales Y Religiosos El balneario romano y la Cueva Negra ... Antig. Crist. (Murcia) XIII, 1996, pág. 23-151 EL BALNEARIO ROMANO: ASPECTOS MÉDICOS, FUNCIONALES Y RELIGIOSOS RESUMEN En el artículo se estudian los balnearios en el mundo romano. Se analiza la función medicinal (balneoterapia) en el mundo antiguo. También se estudia su funcionamiento, desde el proceso de construcción hasta un día en la vida normal de un balneario. Por último el ca- rácter religioso de las fuentes medicinales así como los dioses relacionados con el culto a las aguas. Palabras clave: balneario, terma, balneoterapia, aguas minerales, aguas medicinales, culto a las aguas. ABSTRACT In the article the spas are studied in the Roman world. The medicinal function is analyzed (balneotherapy) in the old world. Their operation is also studied, from the construction process until one day in the normal life of a spa. Lastly the religious character of the medicinal sources as well as the gods related with the cult to the waters. Keywords: spa, terma, balneoterapia, mineral waters, medicinal waters, cult to the waters. El objetivo de este trabajo es ofrecer una visión general de la balneoterapia hispana para abordar todas las cuestiones relacionadas con los baños de aguas medicinales. Estas cuestiones son: el estudio general sobre la balneoterapia romana desde el punto de vista de la medicina, el análisis del uso y funcionamiento de los balnearios de aguas minero-medicinales en el mundo romano y el estudio sobre las divinidades relacionadas con los balnearios hispanos y su relación con el mundo de las aguas medicinales1. 1. LA BALNEOTERAPIA EN EL MUNDO ANTIGUO No sólo los romanos, sino casi todos los pueblos de la Antigüedad han tenido conocimiento de las virtudes terapéuticas y curativas de determinadas aguas y de los beneficios que se desprendían del uso regular del baño y del uso del agua como remedio poderoso para los males de la especie humana. En las Sagradas Escrituras tenemos el testimonio de la creencia de la virtud curativa de las aguas. Basta leer el capítulo V del evangelio de San Juan: "Hay en Jerusalén... una piscina lla- mada en hebreo Bezata con cinco pórticos. En ellos yacían muchos enfermos, ciegos, cojos, pa- ralíticos, que estaban esperando el movimiento de las aguas. El ángel de Dios descendía de tiempo en tiempo a la piscina; se agitaba el agua, y el primero que descendía después de agi- tarse el agua era curado de cualquier enfermedad que tuvie~e"~.Y es también en la Biblia don- de nos encontramos las aguas termales mencionadas por primera vez en el Génesis: "Este Ana [se refiere a uno de los hijos de Sebeón, dentro de la genealogía de Esaú] es el que halló en el desierto los manantiales de agua caliente mientras apacentaba el ganado de Sebeón, su padrev3. Los griegos apreciaban mucho las aguas termales como un beneficio debido a los dioses y las consagraron a Heracles, símbolo y emblema de la fuerza4.Homero menciona, de manera ca- sual, las dos fuentes del río Escamandro, una de las cuales era caliente, aunque no habla de sus virtudes terapéuticas5. Y es Plinio quien, extrañado por el silencio de Homero acerca de las aguas termales, señaló el gusto de los héroes de este autor por los baños calientes6. Los baños calientes gozaron entre los griegos de gran estima, aunque con el tiempo se les consideraría signo de molicie y se harían recomendaciones para evitarlos o al menos hacerlo con moderación. Los espartiatas fueron los únicos que permanecieron siempre fieles a su aus- teridad, se bañaban todos los días en las frías aguas del Eurotas y los baños de agua caliente los practicaban de modo excepcional7. 1 Se trata de un estudio general, pero los ejemplos concretos de las diversas cuestiones y, sobre todo, las rela- cionadas con el culto a las aguas, hacen referencia a la península Ibérica y, cuando ello no es posible, al mundo galo y al grecorromano. 2 San Juan, V, 1-4. 3 Génesis, XXXVI, 24. 4 René Briau, DS, 1, la parte, p. 334, s.v. "Aquae"; Beaugrand, "Bains", p. 199. 5 Ilíada, 22, 149-50; Panayotatou, L'hygiene chez, p. 82. 6 Plinio, HN, XXV, 77; Panayotatou, L'hygiene chez, p. 83. 7 En cuanto a la costumbre o "moda" de los baños calientes o fríos parece haber cambiado a menudo. Ver Da- remberg en notas al capítulo 6 del libro X de la Collectio medica de Oribasio, pp. 880-881. La práctica de los baños como medio recreativo, preservativo y medicinal pasó de Grecia a Roma. Los romanos, siempre admiradores de los griegos, adoptaron el baño como algo habi- tual. Los romanos preferían las aguas termales a las aguas minerales frías, aunque esta pre- ferencia tal vez obedecía a la imitación de quienes se entregaban al uso de los baños calientes como parte de su vida doméstica8.Los romanos sobrepasaron en mucho a los griegos en el em- pleo y aplicaciones de las aguas minerales en los enfermos. Italia era rica en aguas minero-me- dicinales, siendo conocidos ya por los etruscos algunos de los manantiales que luego darían lu- gar a la construcción de baños alrededor de ellos. La afluencia a estos balnearios en tiempos de los romanos fue enorme, como lo demuestra la gran cantidad de inscripciones descubiertas jun- to a las fuentes. Aquí se buscaba alivio a las enfermedades placer e incluso beneficios enconó- micos, pues Plutarco afirma que Catón compró unas fuentes de aguas calientes, pues eran más productivas que los campos cultivados9. El afán con que los romanos se dedicaron a la construcción de sus cuidadosas termas no que- dó limitado a su territorio, sino que en los países que conquistaron entre otras muchas de sus costumbres introdujeron los baños, aprovechando en muchas ocasiones los manantiales de aguas minero-medicinales, especialmente los calientes y construyendo establecimientos bal- nearios en estos lugares. En la península Ibérica quedan innumerables restos que testimonian esta costumbre. Pero debemos matizar que, aunque el sistema de baños y la utilización en ellos de las aguas medicinales fuera una aportación de la cultura romana, los pueblos indígenas ya hacían uso de estas aguas con anterioridad a la presencia romana, tanto en la península10como en el resto de los Europa, así, por ejemplo, en Caldas de Malavella se han hallado restos de sí- lex trabajado, y en la Galia", bajo las construcciones romanas se descubren a veces restos de instalaciones anteriores, en especial tubos hechos con troncos perforados, lo que indica la per- duración en la creencia en las virtudes de las fuentes termales. 2. ORIGEN DEL USO DE LAS AGUAS MINERALES Querer averiguar la época o el momento en que tuvieron principio la aplicación y el uso de las aguas minero-medicinales es imposible. Su conocimiento, así como su culto, arranca pro- bablemente de la Prehistoria12. Se dice que fue el azar el que descubrió las aguas minerales y sus aplicaciones terapéuticas. Si damos crédito a algunos autores que se han preocupado de es- ta materia fueron los animales enfermos quienes usaron instintivamente este remedio natural. Existen un gran número de tradiciones que confirman esta idea y otras que daban un origen maravilloso al uso de las aguas minero-medicinales. Los griegos atribuían a Heracles el descu- brimiento de las aguas termales, al prescribírselas Atenea para aliviarle de sus trabajos. Las aguas minero-medicinales estuvieron, sin duda, bajo su patrocinio porque daban fuerza y salud, y así las palabras herculea y herculana se encontrarán a menudo como sinónimos de balnea. De lo que no cabe duda es de que las aguas minero-medicinales se conocen desde tiempo inmemorial, pues su olor, sabor y temperatura, tan diferentes a las del agua común, hicieron que el hombre se fijara en ellas de una forma especial. Quizás los primeros que iniciaron su uso fue- 8 Briau, DS, 1, 1" parte, p. 335, s.v. "Aquae"; Raymond, Manuel du Baigneur, pp. 2-5. 9 Briau, loc. cit. 10 Schulten, Hispania, p. 93. 11 Grenier, Manuel d'archéologie, IV, p. 402. 12 Grenier, Manuel d'archéologie, IV, p. 948. Blázquez, "Le culte des eaux", p. 223. ron los enfermos supersticiosos o los ya cansados de soportar sus enfermedades al no haber en- contrado alivio con otros remedios y experimentar, en cambio, inesperadas mejoras al utilizar estas aguas de forma fortuita. Por eso, los antiguos miraban como sagrados todos los manan- tiales de aguas termales y esta es también la razón de la atención que les prestaron los cientí- ficos y los médicos más eminentes de Grecia y Roma, que revelan el uso que hacían del agua para el tratamiento de un gran número de enfermedades. 3. FUENTES PARA EL ESTUDIO DE LAS AGUAS 3.1. Epigráficas Sabemos, tanto en el mundo antiguo como en el actual, que cuando se obtenía el beneficio de una divinidad determinada era costumbre agradecérselo haciéndole una ofrenda. Estas ofren- das al principio fueron en especie (un territorio, un buey, cierta cantidad de grano, etc.), pero con el tiempo se convirtieron en ofrendas simbólicas: piezas de vajillas, vasos, figurillas de animales, representaciones en metal o barro cocido de árboles, plantas, flores, frutas, partes del cuerpo humano como ex-votos, utensilios o instrumentos diversos (armas, cascos, instrumentos musicales, de barbero, de carpintero, de médicos), etc. Casi todos estos elementos simbólicos llevaban una inscripción, una dedicatoria a la divinidad a quien se agradecía lo obtenido o a quien se pedía un favor. Con el tiempo, estas invocaciones se llegaron a hacer en simples es- telas de metal o piedra. Las placas e inscripciones votivas en las que agradecían a los dioses su curación los en- fermos que acudían a los distintos establecimientos de aguas medicinales eran enormemente nu- merosas en todo el mundo romano, incluida la península, como también lo fueron en el mundo griego13.
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