EXCAVACIONES ARQUEOLOGICAS EN ESPAÑA

83 LOS CAMPOS DE TUMULOS DE (Cuenca)

Aportación al estudio de los túmulos de la Península Ibérica

POR MARTIN ALMAGRO GORBEA

MINISTERIO DE EDUCACION Y CIENCIA, DIRECCION GENERAL DEL PATRIMONIO ARTISTICO Y CULTURAL 8046

LOS CAMPOS DE TUMULOS DE PAJARONCILLO (Cuenca)

APORTACION AL ESTUDIO DE LOS TUMULOS DE LA PENINSULA IBERICA

por

MARTÍN ALMAGRO GORBEA © Servicio de Publicaciones del Ministerio de Educación y Ciencia.

Textos: Dirección General del Patrimonio Artístico y Cultural.

Edita: Servicio de Publicaciones del Ministerio de Educación y Ciencia.

Imprime: Rúan, S. A. P.° de la Industria, s/n. Alcobendas (Madrid) DeRÓsito legal: M. 6.510-1973/ISBN 84-600-5600-7.

Impreso en España. INDICE

Págs.

I Introducción 7 Situación geográfica 9 Topografía del lugar 10 El paisaje vegetal 13

II El campo de túmulos de las Hoyas del Castillo 15 Localización y características generales 15 Plataforma central 16 Plataforma occidental 54 Plataforma septentrional 61 Plataforma oriental 66 Areas periféricas 74

III El campo de túmulos de los Tesoros 79 Localización y características generales 79 Descripción de los túmulos 81

IV Características de los túmulos 85 Emplazamiento 85 Construcción 86

V Estudio de los hallazgos 89 Introducción 89 Objetos de metal 90 Cuentas 93 Objetos diversos 97 Cerámica 98 Restos antropológicos 99 Restos de carbón 100

VI Los campos de túmulos de Pajaroncillo y el problema de los túmulos de la Pe• nínsula Ibérica 101

Apéndice I. Análisis del Carbono 14 Apéndice II. Cuadro resumen de los túmulos de las Hoyas del Castillo . . y/^StiLllÍJi¡¡ Láminas ^ I

INTRODUCCION

Los campos de túmulos de Pajaroncillo constituyen uno de los yacimientos de la Edad del Hierro más importantes descubiertos en la Península Ibérica en estos últimos años. Situados en un paraje agreste y de singular belleza, habían pasado hasta ahora inadver• tidos a los prehistoriadores e incluso a los eruditos de la región, hecho que no es de ex• trañar, pues, aunque sus construcciones son fácilmente visibles y conocidas por algunos pastores y lugareños, su situación en medio de los pinares del corazón de la Serranía de Cuenca hace que la zona sea de difícil acceso y por ello haya sido poco visitada y explorada. El mérito del descubrimiento corresponde a don Federico Campos, entonces vecino de Carboneras y siempre entusiasta de la Arqueología y colaborador del Museo Arqueo• lógico de Cuenca desde su fundación. En sus excursiones por aquellos lugares le llamó la atención la presencia de los amontonamientos de piedras y las cistas, y nos informó de su existencia. Ante el interés del hallazgo en sí y para los estudios que entonces llevábamos a cabo sobre la Edad del Hierro en la Meseta Sur, iniciamos las excavaciones oportunas con permiso y la asistencia de la Comisaría General de Excavaciones de la Dirección Gene• ral de Bellas Artes. Se realizaron dos campañas en los veranos de 1968 y de 1969, con vistas a explorar el yacimiento y descubrir la estructura y los posibles ajuares de los túmulos. Estos trabajos nunca pretendimos que fueran exhaustivos, y nos hemos limitado a recoger los datos y ele• mentos de juicio suficientes para llevar a cabo el estudio del yacimiento sin pretender, de ninguna manera, excavar exhaustivamente todos los túmulos. Así futuros trabajos po• drán confirmar nuestros hallazgos. También es seguro que nuevas exploraciones per• mitirán el descubrimiento de más sepulturas de las hasta ahora inventariadas. Estas pasan ya de un centenar y dan idea de la importancia y características del yacimiento. MARTIN ALMAGRO GORBEA

A las campañas de excavación se han añadido posteriormente otras destinadas a com• pletar la documentación de estas excavaciones con trabajos de exploración y topografía. Fruto de estos estudios es la presente publicación que no tiene otro objeto que dar a cono• cer, debidamente documentado, nuestro trabajo, que creemos aporta interesantes datos para un mejor conocimiento de la Edad del Hierro de la Península Ibérica. Queremos aprovechar esta oportunidad para expresar nuestro más sincero reco• nocimiento a don Federico Campos por el entusiasmo con que siempre colaboró con nosotros en estas excavaciones y exploraciones de la comarca y por la simpatía y amistad que siempre nos ha manifestado.

F-IG. 1. Situación de Pajaroncillo en la Península Ibérica.

También queremos agradecer a don Alfonso Alegría, ingeniero jefe de ICONA de la provincia de Cuenca, las facilidades que nos dio para trabajar en aquellos pinares, ac• tualmente monte público, y por su particular ayuda para realizar la planta del campo de túmulos de las Hoyas del Castillo. Por último, debemos manifestar nuestra opinión y deseo de que el lugar donde se halla situado el yacimiento sea protegido convenientemente para evitar su destrucción por ex• cavadores desaprensivos o al realizar labores poco cuidadosas de corta de madera. La LOS TUMULOS DE PAJARONCILLO 9 belleza natural del paisaje del lugar,con sus rocas de arenisca roja y sus pinos, y el interés arqueológico e histórico que los túmulos ofrecen, convierten aquellos parajes en un punto privilegiado del patrimonio natural y arqueológico de España que por su belleza e interés debe ser convenientemente atendido para su conservación indefinida en el futuro.

SITUACION GEOGRAFICA

Los campos de túmulos de Pajaroncillo se hallan situados en plena Serranía de Cuenca, cordillera de compleja orografía situada en el centro de la península y que constituye el borde oriental de la Meseta Central y el límite entre ésta y las llanuras litorales del Le• vante español (fig. 1). Sus coordenadas geográficas son 37° 57' de latitud Norte y 01° 58" de longitud Este del meridiano de Madrid. Pertenecen al término municipal de dicho pue• blo de Pajaroncillo, situado en el Partido Judicial de Cañete, provincia de Cuenca, y co-

FlO. 2. Situación de Pajaroncillo en la carretera de Cuenca a Teruel 10 MARTIN ALMAGRO GORBEA rresponde a la hoja 636 «», del mapa 1: 50.000, editado por el Instituto Geográfico y Catastral. Para llegar a este lugar el mejor camino es salir desde Madrid por la carretera radial III, Madrid-Valencia, hasta Tarancón, y aquí desviarse por la carretera N-400, que va hasta Cuenca. En dicha población se toma la carretera N-420 de Córdoba a Tarragona por Ciudad Real, Cuenca y Teruel.en el tramo que une las dos últimas ciudades citadas y que atraviesa la Serranía de Cuenca pasando por Cañete. A 54 Km. de Cuenca en dirección a Teruel (fig. 2), en el Km. 137,500 y a 1 Km. aproxi• madamente del lugar en que la carretera se introduce en la profunda hoz que el río Cabriel ha cavado en las características rocas de arenisca roja del Buntsandstein del Triásico In• ferior, conocidos generalmente como «rodeno» en el país, a la izquierda de la carretera y en su lado norte, se halla una casa del Patrimonio Forestal del Estado y un camino que arranca de la carretera y pasa por su pie. Esta casa, denominada Casa del Saladar por el sitio donde está situada, muy próximo al yacimiento, es paso obligado para el mismo desde la carretera, y constituye la referencia de túmulos que vamos a estudiar (fig. 3). Desde dicha casa se llega hasta los túmulos con toda comodidad avanzando por el camino citado, que arranca de la carretera y que se dirige hacia el norte bordeando un barranco que recoge las aguas de diversas ramblas que drenan el gran anfiteatro natural denominado «Hoyas del Castillo» y en el que está situada esta interesante necrópolis. Los túmulos ocupan una gran extensión, encontrándose los primeros a unos 200 metros al norte de la Casa del Saladar, siguiendo el camino ya mencionado.

TOPOGRAFIA DEL LUGAR

Es de gran interés el lugar elegido como emplazamiento del campo de túmulos, aun sin tener en cuenta la belleza natural del terreno, que se capta desde el primer momento (lám. 1 a 3). Las condiciones topográficas del terreno ofrecen unas características que nos explican la elección de aquel lugar para campo de túmulos por sus óptimas cualidades. Ciertamente un breve examen basta para comprender que la situación del yacimiento en este lugar no se debe a una mera casualidad, sino que debieron tomar en consideración todas las ventajas que ofrecía. El yacimiento se halla situado a la salida del corte que el río Cabriel, afluente del Júcar, ha realizado en el núcleo principal de la Serranía de Cuenca, la cual atraviesa tras nacer en la Sierra de Albarracín, cuya parte sudoccidental cruza. Después de regar la vega de Cañete el río se cierra al cortar en cerradas hoces el núcleo principal de la Serranía Con• quense, que está formado en el centro por una pequeña masa de Silúrico, rodeada por am• plias formaciones del Buntsandstein, roca arenisca que, como hemos dicho, se conoce en el país con la denominación de «rodeno», con la cual nosotros la denominaremos nor• malmente. Ya al final de estas formaciones y antes de llegar a los terrenos calcáreos del Muschel- kalk que las suceden, el Cabriel se abre paso en una serie de meandros cerrados, pro• fundamente encajados en el rodeno. Al girar el río por última vez hacia el sur al trazar el FIG. 3. Término municipal de Pajaroncillo con la situación de los campos de túmulos de los Tesoros y de las Hoyas del Castillo. 12 MARTIN ALMAGRO GORBEA

último meandro, las paredes de la roca arenisca caen abruptamente y en vertical en muchos puntos, hasta el estrecho cauce. Sólo por la parte norte, en la que un pequeño torrente ha erosionado estas paredes, es más fácil el acceso al río y es el punto de comuni• cación del campo de túmulos con el cauce del río.

En esa parte el rodeno situado al norte del río Cabriel ofrece unas alineaciones orien• tadas aproximadamente de norte a sur o de nordeste a suroeste, y al mismo tiempo los estratos tienen una tendencia a buzar hacia el oeste o noroeste. Estos vallejos y las plataformas con el borde cortado y abrupto a su lado este e inclina• das hacia el oeste forman a su vez un conjunto que se puede considerar como una gran plataforma semiplana, inclinada hacia el sur y por tanto con su desagüe natural a la curva norte del último meandro del Cabriel. Su altura oscila entre unos 975 m. en su parte inferior y cerca de los 1.050 m. en la parte superior, donde arranca de las alturas que la rodean prácticamente por todo su perímetro y que la convierten en el fondo de un gran anfiteatro natural. Esta plataforma, o mejor este conjunto de vallejos y plataformas, se conoce en el lugar como «las Hoyas del Castillo», gráfico nombre que hace referencia a su topografía y a su proximidad a un castillo medieval situado al borde este de dicho Estos factores han determinado la actuación de la erosión, activada principalmente por pequeños torrentes o ramblizas conocidos en el lugar como «vallejos». Corren en dirección norte-sur o norte-suroeste, siguiendo las alineaciones del rodeno, pero el buza• miento de los estratos hacia el oeste o noroeste, es decir, en sentido perpendicular al de las alineaciones, ha producido que la erosión de los vallejos tienda a resbalar sobre su margen izquierda, la este, y a atacar profundamente la margen derecha, la oeste. De esta forma, mientras el lado oeste o sureste de los vallejos suele estar formado por una rampa más o menos suave, pero siempre continua y cubierta de tierra vegetal, el lado contrario, el oeste o noroeste, tiene la tendencia a ofrecer un reborde abrupto y escarpado de roca viva, a veces de varios metros de altura, que forma escarpes y a veces paredes verticales, denomi• nadas allí «cejas». Estas cejas tienden a aumentar en altura e importancia a medida que se avanza de este a oeste, donde alcanzan hasta más de 10 metros de altura, aunque nunca llegan a ser continuas, pues aparecen interrumpidas de vez en cuando como consecuencia de la acción de la erosión transversal de los vallejos. anfiteatro natural que vigilaba el paso obligado entre Cañete y Cuenca por el cauce del río Cabriel (fig. 2). Como hemos dicho, esta plataforma está rodeada por diversas alturas que la en• cierran, formando un gran circo natural de unos 1.000 m. de largo aproximadamente, en dirección noreste a suroeste por sólo 500 de ancho en dirección suroeste a noroeste. Las alturas alcanzan su máxima elevación en la parte noreste, donde pasa de 1.200 m. en lo que es la falda sur de un monte denominado Peña Roya. Desde ésta, tras un paso natural conocido como «Collado de los Arrieros», a 1.063 m., desciende poco a poco hacia el sur formando el límite este del campo de túmulos, hasta quedar cortada por el río, sobre el cual y en el extremo de esta serie de elevaciones, se halla un enorme bloque que se yergue aislado a 1.049 m. de altura y más de 15 m. sobre la pla• taforma que le rodea,conocido como «El Castillo», nombre que hace referencia a la im• presionante y escarpada fortificación árabe a la que ya hemos hecho referencia, que de• fendía el paso por el Cabriel entre Cañete y Cuenca (lám. 1 y 3). Desde el extremo norte otra serie de elevaciones desciende hacia el sureste, formando un gran arco que constituye los límites norte y oeste del campo de túmulos (lám 2). Es• ta cadena no es del todo continua, pues ofrece diversas elevaciones con collados inter• medios. La máxima altura, al norte, se sitúa entre el Collado de los Arrieros y el Derra- LOS TUMULOS DE PAJARONCILLO 13 madero del Guillón, tras el cual viene otro abrupto escarpe que finaliza en «los Corbete- ros», curioso conjunto de columnas naturales formadas en la roca arenisca por la erosión eólica que constituyen un señalado punto de referencia en el paisaje. Su cumbre alcanza los 1.075 m. y la plataforma de su base está a 1.055 m. A continuación las elevaciones pierden altura y consisten tan sólo en una pared abrupta en forma de cantil o ceja con una plataforma en la parte superior de unos 1.000 m. de altura. El cantil forma dos grandes arcos separados por mogotes salientes; en el arco mayor, el más septentrional, el cantil deja un paso denominado «Collado de la Mina», pero después ya no se interrumpe más hasta la rambla del Escorial, que drena la vertien• te oeste de las elevaciones y después gira al este y las corta formando una ceja de rodeno de gran altura, que constituye al norte el lado oeste de la rambla y más al sur se prolonga formando el lado suroeste del último meandro del Cabriel encajado en el rodeno, don• de llega a ofrecer 960 m. de altura. Por último, en la parte sur, entre este cantil últimamente citado y la Peña del Castillo, que constituye el extremo de la otra cadena de elevaciones a que nos hemos referido, existe una cierta depresión en las alturas que rodean el área de los túmulos de menos de 960 m. de altura y que es el punto de desagüe de las aguas de los torrentes o vallejos de su cuenca en el río Cabriel a través de un barranco bastante encajado. Esta parte, que es la más próxima a la carretera y la de más fácil acceso, se denomina el Saladar, y en ella se sitúa, entre el barranco citado y el cantil occidental, un espacio de unos 100 m. escasos de anchura por donde penetra el camino de acceso al área de los túmulos o Camino del Saladar, a cuyo lado queda la casa forestal.

EL PAISAJE VEGETAL

Por el interés que pueda ofrecer el paisaje geográfico para el estudio de un yacimiento de este tipo hemos observado la vegetación del lugar tomando algunas notas que se recogen a continuación. Todo el terreno del rodeno aparece cubierto por una típica asociación vegetal carac• terística de montaña de clima mediterráneo y en especial de suelo del rodeno (1)- La especie dominante es el pino rodeno o pinus pinaster, con el que se asocia quercus ilex en forma de matorrales denominados carrasca y también algo de quercus lusitanica, igualmente degenerado en forma de matorrales, pero que en el país se denomina roble. También hay alguna sabina y algún enebro aislados. Completa la vegetación arbustos como el brezo y una variante semejante «biercol», de tronco más limpio, que tiende a crecer en los vallejos. Entre las típicas plantas olorosas que complementan esta formación vegetal dominan el espliego y en menor proporción el cantueso y algo de romero. También aparece, muy esporádicamente, algo de jara. Ello no es de extrañar por ser el terreno ácido y estar próxima una mancha de silúrico, donde esta especie se puede desarrollar convenientemente. Por último aparece también un salix, la «sarguilla rodena», que como su nombre indica es propia de este terreno.

(1) Mapa de Suelos de España E. 1 : 1.000.000. Instituto Nacional de Edafología y Agrobiología. Madrid, 1968. 14 MARTIN ALMAGRO GORBEA

De especial interés tal vez sea la aparición tan sólo en algunos rodales, que parecen algo más fríos o húmedos, de matas de quercus tozza, denominado en el país quejigo, y que en ningún caso llegan a ser verdaderos árboles, pues más bien hay que considerarlos como restos degenerados de una asociación vegetal distinta ya extinguida. Su interés radica en que, aun más que por los restos de quercus ilex y de quercus lusitanica, por ello se puede llegar a suponer un paisaje geográfico diferente en dicha zona al que existe hoy día y que puede tener gran interés, pues permite orientarnos sobre el medio ambiente existente cuando se utilizaron dichos lugares para construir los túmulos, complementándonos así algo los elementos de juicio que hemos logrado obtener para el estudio e interpretación de este interesante yacimiento. II

EL CAMPO DE TUMULOS DE LAS HOYAS DEL CASTILLO

LOCALIZACION Y CARACTERISTICAS GENERALES

Como ya hemos señalado, los túmulos de las Hoyas del Castillo se encuentran situados en un amplio anfiteatro natural del rodeno que acabamos de describir (lám. 2). Ocupan la parte central y meridional del mismo, es decir, la parte media e inferior de la gran plataforma irregular cortada por vallejos y dividida por «cejas» o cantiles que cons• tituye el fondo del anfiteatro (fig. 4). Normalmente ocupan las diversas plataformas existentes sobre los vallejos o al pie de los cantiles y que constituyen las divisiones naturales del gran anfiteatro natural. Por ello, para facilitar la localización de los túmulos y su comprensión para el lector, hemos aprovechado estas divisiones naturales del campo de túmulos y las hemos adaptado a nuestro estudio conforme explicamos a continuación. El fondo del anfiteatro natural donde está situado el campo de túmulos está surcado por una red de ramblas o «vallejos» cuya orientación varía de norte-suroeste a norte-sur, pero que consideramos siempre norte-sur para mayor comodidad. Esta red de vallejos está integrada por tres vallejos principales que dividen la gran plataforma del fondo del anfiteatro en cuatro plataformas menores que, además, quedan aún más resaltadas por las cejas o cantiles que más o menos desarrollados siempre suelen presentar en su borde este. Estas plataformas las hemos denominado de distinta manera para facilitar las re• ferencias. La plataforma oriental está situada entre las elevaciones que constituyen el 16 MARTIN ALMAGRO GORBEA

límite este del anfiteatro natural y el vallejo que baja del Collado de los Arrieros, y que es el más importante del conjunto. La plataforma central, como su nombre indica, ocupa aproximadamente el centro del anfiteatro entre el Vallejo del Collado de los Arrieros y el Vallejo del Derramadero del Guilón. Más al oeste viene otra plataforma menor, pero muy resaltada por su abrupto cantil del lado este que da al Vallejo del Derramadero del Guilón, mientras que por el lado oeste queda limitada por el vallejo que baja de los Corbeteros. Esta plataforma la hemos denominado plataforma septentrional. La cuarta y última plataforma, o plataforma occidental, ocupa la zona de anchura irregular que se extiende entre el Vallejo de los Corbeteros y el pie de los grandes cantiles que por esta parte constituyen el límite del anfiteatro. El vallejo principal es el que baja del Collado de los Arrieros y drena la parte norte y este del anfiteatro. En él desemboca por el lado oeste otro vallejo que baja del Derramadero del Guillón. En éste, a su vez, desemboca por su lado oeste el Vallejo de los Corbeteros, el más occidental, que nace al pie de dicha elevación y drena la parte más occidental del anfiteatro. Tras la unión de los tres vallejos en el del Collado de los Arrieros, éste aún recibe aguas abajo la Vaguada que baja del Castillo y que afluye a él por su lado izquierdo tras haber recogido en su lado derecho un pequeño vallejo de escasa importancia, que divide la parte inferior de la plataforma que queda al este del Vallejo del Collado de los Arrieros. Por último, este Vallejo del Collado de los Arrieros desemboca en el Vallejo de El Escorial por su margen izquierda, el cual recoge las aguas del rodeno situado más al oc• cidente, fuera ya del anfiteatro que ocupa el campo de túmulos.y tras unírsele el Vallejo del Collado de los Arrieros desembocan, los dos juntos, en la curva norte del último meandro encajado en el rodeno del río Cabriel.

PLATAFORMA CENTRAL

Ya hemos señalado que para facilitar la comprensión y para mayor comodidad en la descripción hemos considerado este campo de túmulos dividido en las plataformas na• turales que ofrece el rodeno. El área más importante del campo de túmulos por su situación central, su mayor extensión y el número de túmulos que ofrece, muy superiores al de ninguna otra plataforma, la hemos denominado plataforma central, pues constituye real• mente el núcleo central de este campo de túmulos. Está situada entre el Vallejo del Collado de los Arrieros, al este, y el Vallejo del Derra• madero del Guilón,al oeste, formando su límite la unión de ambos vallejos y al norte una ligera depresión por la que pasa el camino de Pajaroncillo al pueblo de de la Sierra, que desde los Corbeteros llega al Collado de los Arrieros cruzando todo el anfi• teatro de rodeno. Esta plataforma,por su extensión y por su forma alargada de norte a sur en sentido del desnivel natural del terreno, presenta diversas partes que se pueden apreciar y que afectan a la situación de los túmulos construidos sobre ella. La altura disminuye desde 1.040 m. en su parte norte hasta unos 970 m. en el extremo Fio. LOS TUMULOS DE PAJARONCILLO 17 sur. Aunque el desnivel es prácticamente continuo y bastante regular, sin embargo ofrece lugares donde la pendiente se acentúa ligeramente y queda dividida la plataforma en unos cuatro grandes escalones, poco perceptibles salvo por un ligero aumento del desnivel o la presencia de zonas de rocas que resaltan éste. El escalón inferior está sobre la unión de los vallejos que limita la plataforma al sur, y los túmulos situados en él (núms. 1 a 10) son poco densos en relación a los otros escalones y bastante aislados unos de otros, buscando la mayoría la zona más cercana al Vallejo del Collado de los Arrieros para aprovechar la pendiente más pronunciada que se ofrece en dicha parte. El escalón siguiente, situado ya por encima de los 1.000 m., ofrece en la parte inferior pocos túmulos, 12 y 13, aislados y cerca del Vallejo del Collado de los Arrieros, siendo en esto semejante al escalón anterior, pero su parte superior está ya en contacto con el tercer escalón,de cuyas características participan los túmulos 14 a 18 que se construyeron con más densidad y más cercanos al Vallejo del Derramadero para aprovechar una mag• nífica plataforma inclinada hacia el oeste que en esta parte existe. El tercer escalón es una continuación de la parte superior del anterior,y en él se reúnen los túmulos 19 a 35 en la parte central de la plataforma y la vertiente que da al Vallejo del Derramadero. Su densidad es la mayor de toda la necrópolis y se le puede considerar por ello el núcleo central de la plataforma. En su parte oriental los túmulos son escasos y es• paciados y están construidos aprovechando las elevaciones naturales que ofrece la ceja que cae hacia el Vallejo del Collado de los Arrieros. Por último, el escalón superior de esta plataforma ofrece también un número conside• rable de túmulos, pero repartidos en una extensión mucho mayor, lo que hace que la den• sidad disminuya sensiblemente. El conjunto principal se halla hacia el centro de la pla• taforma y en segundo lugar hacia la vertiente que da al Vallejo del Collado de los Arrieros. Es de interés observar cómo evidentemente hacia el norte los túmulos se espacian y son cada vez menos densos hasta dejar de aparecer.

Escalón inferior

Túmulo 1 (fig. 5). Está situado en el extremo sur de la plataforma,entre el Vallejo del Collado de los Arrieros,que corre 25 m. al este, y el Vallejo del Derramadero,situado 35 m. al oeste. Consiste en un montón muy destrozado de piedras que mide 4,80 m. de norte a sur por 4,40 m. de este a oeste y en el que no se aprecia ningún vestigio del muro externo. La cista central está orientada 95° N.M. y es de forma rectangular algo trapezoidal. El lado sur se forma al este con una losa de 0,70 m. por 0,12 m. y al oeste por otra alineada de 0,24 m. por 0,10 m. El lado oeste lo forma una gran losa que cierra el lado sur y que mide 0,84 m. por 0,12 m. En el lado norte sólo hay una losa caída al exterior y que mide 0,65 m. por 0,14 m. El lado este es otra losa que corta el lado sur y mide 0,57 m. por 0,11 m. No se conservan restos de enlosado del suelo interior. Dimensiones de la cista: Longitud máxima: 1,12 m.; anchura máxima: 0,70 m.; profundidad máxima: 0,71 m. Excavado, no ofreció ajuar, sólo una mandíbula fragmentada y 7 gr. de madera carbo• nizada. MARTIN ALMAGRO GORBEA

FIG. 5. Planta y sección del túmulo 1.

Túmulo 2 (fig. 6). Situado al borde del Vallejo del Collado de los Arrieros.se apoya en el lado sur y este en los grandes bloques naturales que forma el borde escarpado del barranco. No se aprecia el muro exterior, pero sí el montón de piedras que mide 4,70 m. de norte a sur por 4,60 m. de este a oeste, abarcando los bloques naturales y otros puestos inten• cionadamente al oeste para complementarlos. La cista, destruida en su parte este, es de buenas proporciones y de forma rectangular, orientada 105" N.M. IOS TUMULOS DE PAJARONCILLO 14

FIG. 6. Planta y sección del túmulo 2.

El lado norte, el mejor conservado, ofrece al este una laja de 0,83 m. por 0,15 m. y al oeste otra alineada de 0,72 m. por 0,13 m. El lado oeste es una laja de 0,77 m. por 0,22 m. y el sur ofrece al oeste otra laja de 1,02 m. por 0,21 m., estando el resto de este lado y todo el este destruidos. En el fondo se conserva en el centro una laja de 0,57 m. por 0,32 m. que formaba el enlosado del suelo, complementado por lajas menores conservadas al oeste y desapare• cidas al este. Dimensiones de la cista: Longitud máxima aproximada: 1,60 m.; anchura máxima: 0,75 m.; profundidad máxima: 0,76 m. 20 MARTIN ALMAGRO GORBEA

El ajuar recogido en su excavación fue el siguiente (fig. 7, lám. XXXI-2, 1 y 2): 1) Aro de bronce abierto de forma anular. Aparece cubierto de una bella pátina verde oscura. Consiste en un alambre de sección circular afacetada que ofrece un extremo agu• zado y el otro romo y doblado en forma circular para formar el aro. Dimensiones: Longitud: 130 mm.; diámetro máximo: 45 mm.; sección máxima: 4 mm.

FIG. 7. Aros de bronce del ajuar del túmulo 2.

2) Pequeño alambre de bronce de sección circular. Ofrece pátina verdosa y presenta una fisura en uno de sus extremos. Debió ser otro arito, pero ha sido retorcido y de• formado. Dimensiones: Longitud: 90 mm.; sección: 1,5 mm.

Túmulo 3. Este hermoso túmulo, ciertamente uno de los más monumentales de la necrópolis, se halla situado en el vértice de la plataforma entre el Vallejo del Derramadero, que corre 50 m. al oeste, y el del Collado de los Arrieros a 30 m. al este (fig. 8, lám. IV). Está construido directamente sobre el suelo natural,cuyas losas de arenisca agrietadas forman el suelo de la cista en toda su amplitud y también han sido aprovechadas al ex• terior, donde en parte se complementan con losas puestas artificialmente. Se conserva muy bien el muro exterior, casi circular, que mide 7,20 m. de norte a sur por 7,30 m. de este a oeste. Está formado por magníficas hiladas de lajas de arenisca, en las que aparecen de 5 a 10 hileras en todo el contorno descubierto. La máxima elevación está al sureste con 11 hiladas y una altura de 0,88 m. El tamaño de las losas es algo mayor del normal, oscilando sobre 0,40 m. de largo, pero existen varias de gran tamaño, hasta 1,26 m. por 0,16 m. ó 0,90 m. por 0,14 m. El espesor del muro es desigual, pues alcanza 2,72 m. al oeste por 1,90 m. al este. La cista del interior, prácticamente una cámara por su tamaño, es de forma circular irregular o rectangular redondeada. Mide 3,00 m. de diámetro mayor de norte a sur y 2,53 m. de diámetro mínimo en sentido norte a suroeste. La cista está forrada, como el muro exterior, por hiladas de lajas de arenisca, alcanzando al sur su máxima altura,con 11 hiladas que dan 1,01 m. de altura, aunque la altura máxima del muro aún sube hasta los 1,35 m. aproximadamente en el centro. En el lado oeste,y orientada unos 10° N. M.,hay tres grandes lajas verticales que recu• bren la pared. La norte mide 0,90 m. por 0,11 m.; la intermedia, 0,56 m. por 0,10 m., y la sur, 0,72 m. por 0,09 m. FlG. X. Planta y sección del túmulo 3. LOS TUMULOS DE PAJARONCILLO :i

El ajuar recogido, ¡unto a 5 gr. de madera carbonizada y restos de huesos, fue el siguien• te (fig. 9. lám. XXXI-2, 5):

FIO. 9. Aro de piala aparecido en la cámara del túmulo 3.

1) Alambre de un metal de color grisáceo muy alterado por la corrosión de la tierra y cubierto de una capa de color terroso. Seguramente es plata o en todo caso pudiera tra• tarse de estaño. Su sección es al parecer anular, y aunque algo doblado se aprecia que estuvo dispuesto en forma de aro abierto. Dimensiones: Longitud: 100 mm.: diámetro máximo: 30 mm.: sección: 3 mm.

Túmulo 4. Situado en el centro de la plataforma, ofrece un muro circular bastante derruido de 4,10 m. de norte a sur por 3,80 m. de este a oeste, con hasta 3 hiladas en su parte norte y 0.27 m. de altura. Antes de su limpieza las piedras caídas ocupaban un circulo de unos 5,00 m. de diámetro. La cista es de forma rectangular, orientada unos 150° N. M. (lám. V, 1). En el lado oeste ofrece al sur una losa de 1,05 m. por 0,21 m. y la norte otra algo más interior de 1,06 m. por 0,10 m. En el lado norte la losa mide 0.94 m. por 0,25 m. y queda comprendido entre los lados mayores. El lado este al norte tiene la losa caída dentro y mide 1.17 m. por 0,07 m. y al sur otra más externa que medía 1,04 m. por 0,09 m. La losa del lado sur. movida, mide 1.39 m. por 0,11 m. Los restos del suelo, muy destruido, casi no se conservan. Dimensiones: Longitud máxima: 1,60 m.; anchura máxima: 1,10 m.; profundidad máxima: 0.70 m. El ajuar proporcionado por este túmulo, además de restos de madera carbonizada, muestra de C-14 CSIC-44, fue el siguiente (fig. 10, lám. XXIX-1): I) Brazalete de bronce fundido. Aparece bastante bien conservado, aunque la bella pátina de color verde oliva oscuro está en parte destruida por rugosidades debidas a la oxidación. Su forma es ovalada y abierta y la sección prácticamente rectangular, aunque con las superficie;, algo convexas, sobre todo la exterior, y las aristas redondeadas. Su espesor disminuye muy notablemente desde el centro hasta los extremos. La decoración, realizada a buril seguramente,al igual que en las piezas semejantes, casi se ha perdido totalmente por el desgaste y la oxidación. Sólo se aprecian unos pocos trazos perpendiculares junto a los extremos y a 55 mm. de uno de ellos unos seis dobles trazos a manera de espina de pez con el ángulo hacia el borde y a continuación otro;; trazos semejantes dispuestos si- 22 MARTIN ALMAGRO GORBEA

FIG. 10. Brazalete de bronre, colgante y cuentas de oro y cuentas de ámbar del túmulo 4. LOS TUMULOS DE PAJARONCILLO 23 métricamente en sentido contrario, es decir, con el ángulo hacia el centro, por lo que entre las dos series queda una zona rómbica lisa. Dimensiones: Longitud: 215 mm.; diámetro mayor: 76 mm.; diámetro menor: 61 mm.; sección máxima: 9 mm.; sección mínima: 4 mm. 2) Pequeño colgante de oro perfectamente conservado. Consiste en un alambre de sección rectangular redondeado que ha sido torsionado sobre su eje hasta unos 10 mm. aproximadamente de cada uno de los extremos. Después de esta torsión se ha formado con él un aro ovoide que antes de cerrarse se dobla y vuelve en sentido contrario a recorrer el mismo espacio, por lo que en realidad forma como dos anillos superpuestos. Dimensiones: Longitud: 90 mm.; diámetro máximo: 16 mm.; sección: 1,5 mm.; peso: 3.930 mgr. 3) Cuenta de collar de oro en forma de neumático. Es de paredes macizas y al parecer está conseguida por fundición. Dimensiones: Altura: 2,5 mm.; diámetro máximo: 5,5 mm.; diámetro de la perfora• ción: 3,5 mm.; peso: 460 mgr. 4) Cuenta de collar de oro semejante a la anterior, pero de forma más aplastada. Dimensiones: Altura: 1,5 mm.; diámetro máximo: 6 mm.; diámetro de la perfo• ración: 3 mm.; peso: 300 mgr. 5) Cuenta de collar de oro en forma de neumático. Consiste en una fina chapa de muy escaso espesor, tal vez por no ser más que el recubrimiento de una cuenta de collar de otra materia más vil. Dimensiones: Altura: 2 mm.; diámetro máximo: 5 mm.; diámetro de la perforación: 3 mm.; peso: 50 mgr. 6) Cuenta de collar en forma de neumático, pero de gran altura. Es de una materia granulosa, seguramente ámbar, de color amarillo, alterado por la acción de la tierra. Parda y rugosa en la superficie, en el interior resulta uniforme y de color amarillento más claro. Dimensiones: Altura: 6 mm.; diámetro máximo: 7 mm.; diámetro de la perforación: 1,5 mm. 7) Cuenta de collar de estructura semejante a la anterior, pero de menor altura. Dimensiones: Altura: 4,5 mm.; diámetro máximo: 7 mm.; diámetro de la perforación: 2 mm. 8) Cuenta de collar de estructura semejante a las anteriores, pero de forma casi bicónica, ya que la pared en vez de ser convexa está casi angulada. Dimensiones: Altura: 4 mm.; diámetro máximo: 7 mm.; diámetro de la perforación: 1 mm. 9) Cuenta de collar de estructura semejante a las anteriores, pero de forma anular y de color algo más oscuro en su superficie. Dimensiones: Altura: 3 mm.; diámetro máximo: 8 mm.; diámetro de la perforación: 4 mm.

Túmulo 5. Situado en el centro de la plataforma y muy destruido por los grandes pinos que había en su interior. Sólo se conserva el montón de piedras sin restos del muro que mide 5,20 m. de norte a sur por 5,40 m. de este a oeste. Resultó imposible de reconocer la estructura, forma y dirección que poseía la cista, de la que sólo se pudo señalar que ofrecía como suelo la roca natural que afloraba en el centro del túmulo. Su excavación no proporcionó ningún ajuar, sólo restos de huesos, 20 gr. de madera carbonizada y resina. 24 MARTIN ALMAGRO GORBEA

Túmulo 6. Situado junto al borde del Vallejo del Collado de los Arrieros, cuyo borde rocoso forma parte de la pared este y sur del túmulo. Muy destruido, a penas se observa, dentro de un círculo irregular de piedras de unos 5,00 m. de diámetro, el lugar por donde iba el muro exterior, cuyo diámetro debía ser de unos 4,70 m. de norte a sur por 4,19 m. de este a oeste. No se observa señal alguna de la cista en el interior. Sin excavar.

Túmulo 7. Situado en el centro de la plataforma y junto al borde del camino. Está muy destruido y no se observa ni el muro exterior ni la cista,de la que apenas se observa el hoyo rectangular dejado al desaparecer, de 0,40 m. de este a oeste por 1,10 m. de norte a sur. El diámetro aproximado de las paredes dispersas es de unos 4 m. No excavado.

Túmulo 8. Túmulo situado en el borde oriental de la plataforma sobre el extremo norte de una enorme losa natural que marca el cauce del Vallejo del Collado de los Arrieros. El muro exterior, muy destruido, no se observa con seguridad y el montón de piedras mide 6,20 m. de norte a sur por 5,70 m. de este a oeste. La cista sólo conserva la parte sur. Una losa orientada 40° N. M. es el único resto del lado oeste,y mide 0,82 m. por 0,10 m. El lado sur es una losa de 0,44 m. por 0,10 m. y otra movida hacia dentro de 0,63 m. por 0,15 m. Del lado este sólo se ve una losa al sur de 0,45 metros por 0,08 m., habiendo desaparecido el resto de la cámara. Dimensiones de la cista: Longitud máxima: más de 1,08 m.; anchura máxima: 0,93 m.; profundidad máxima: 0,58 m. Excavado. No dio nada de ajuar.

Túmulo 9. Situado en el borde del Vallejo del Collado de los Arrieros y al sur junto al camino. Muy destruido, no se ve el muro exterior ni la cista y el montón de piedras mide 4,40 m. de norte a sur por 4,20 m. de este a oeste. Sin excavar.

Túmulo 10 (fig. 11). Situado en el centro de la plataforma, pero hacia el Vallejo del Collado de los Arrieros. El muro está destruido, pues sólo queda un montón de piedras de 4,40 m. de diámetro, aunque su diámetro original debió ser de 3,40 m. norte a sur por 3,20 m. de este a oeste. En el centro se abre la cista, muy destruida, de forma rectangular, orientada aproxi• madamente 150° N. M. El lado norte es una losa de 0,70 m. por 0,14 m. que cierra el lado este formado por 3 piedras alineadas, pero movidas, la del norte de 0,42 m. por 0,15 m., la central de 0,42 m. por 0,9 m. y la sur de 0,40 m. por 0,6 m. El lado sur ofrecía la losa caída hacia fuera que medía 0,70 m. por 0.08 m. y el lado oeste al sur una losa de 0,53 m. por 0,09 m. y al norte un vacío de 0,70 m. que en parte pudo estar ocupado por otra losa de 0,64 m. caída hacia fuera. Las losas del suelo casi han desaparecido, pero se puede comprobar que las tuvo por los restos que quedan. Dimensiones de la cista: Longitud máxima: 1,27 m.; anchura máxima: 0,60 m.; pro• fundidad máxima: 0,46 m. Excavado. No dio nada de ajuar, sólo restos de huesos. LOS TUMULOS DE PAJARONCILLO 2^

Fic¡. 11. Planta y sección del túmulo 10.

Túmulo 11. Situado unos 20 m. al norte del camino del Collado de la Mina de los Arrieros, en el centro de la plataforma, pero ya suavemente inclinada hacia el Vallejo del Derramadero. Apenas se observan restos del montón de piedras, pero sí se ve claramente parte de la cista formada por lajas de piedra cuya parte superior aflora a ras del suelo evidenciando estar muy inclinadas. El lado sur ofrece al este una laja de 0,22 m. de largo por 0,04 m. y a su lado otra mayor de 0,53 m. por 0,07 m. El lado oeste lo forma otra losa de 0,47 m. de largo por 0.04 m.. 26 MARTIN ALMAGRO GORBEA y al norte sólo se ve, a 1,00 m. de piedra anterior, una losa de 0,16 m. de largo por 0,04 m. de ancho. No se observan restos de la cara oeste. Dimensiones: Longitud máxima: más de 1,20 m.; anchura máxima: 0,80 m.; altu• ra: 0,12 m. Sin excavar.

Segundo escalón

Túmulo 12 (lám. VI y fig. 12). Situado en la vertiente oriental de la plataforma que da hacia el Vallejo del Collado de los Arrieros. El túmulo está formado por un montón de piedras de unos 5,00 m. de diámetro, en el que se observa el muro exterior un tanto irregular, ya que está bastante destruido, que mi-

FlG. 12. Planta y sección del túmulo 12. LOS TUMULOS DE PAJARONCILLO 27 de 3,70 m. de norte a sur por 3,30 m. de este a oeste. Apenas ofrece en algún punto cuatro hi• ladas superpuestas de lajas de arenisca, de mediano tamaño, pues raramente alcanzan los 0,40 m. de largo por 0,12 m. de ancho. En el interior presenta una hermosa cista rectangular orientada 55° N. M. y formada al lado este por una laja de 1,45 m. de largo por 0,26 m. de ancho, el sur por otra de 0,82 m. por 0,09 m.; el oeste al sur por una de 0,95 m. por 0,15 m., una zona libre por estar rota la losa de 0,40 m. de largo y el resto de la losa rota junto al ángulo norte de 0,33 m. de lar• go por 0,14 m. de grueso. El lado norte lo forma una losa de 0,82 m. de largo por 0,08 de grueso. En el interior se conserva el suelo bastante destruido, hecho con pequeñas lajas de arenisca de 0,30 m. de longitud máxima. Dimensiones de la cista: Longitud máxima: 1,59 m.; anchura máxima: 0,90 m.; pro• fundidad máxima: 0,80 m. Excavado. No dio nada de ajuar, sólo pequeños fragmentos de huesos, muestra de C-14 CSIC-45.

Túmulo 12 bis. Situado en lo alto de lav plataforma, en el vértice de aguas entre los Vallejos del Derramadero y del Collado de los Arrieros. Está dispuesto sobre unos grandes bloques naturales de arenisca, pero no se aprecia ninguna señal del muro exterior, tal vez por estar muy derruido. Su diámetro es de 3,50 de este a oeste por 3,20 de norte a sur. La cámara es de buenas dimensiones, pero está bastante destruida. Su orientación es de 60° N. M. y ofrece al lado este formado por una laja al norte de 0,78 m. de ancho por 0,10 m., y al sur una exterior de 0,65 m. por 0,09 m. que va por detrás de la anterior, y otra menor de 0,30 m. por 0,05 m. alineada con ella al interior. El lado sur lo forma una laja de 0,97 m. por 0,08 m. de grueso que cierra al lado oeste. Este lado está formado al sur por una laja de 0,49 m. por 0,12 m. y otra de 0,65 m. por 0,08 m. El lado norte no se pue• de precisar por haber desaparecido la laja que lo formó. El suelo está constituido por la plataforma natural de la roca arenisca que ocupa toda la superficie del fondo de la cista. Dimensiones de la cista: longitud máxima: 1,15 m.; anchura máxima: 1,00 m.; pro• fundidad máxima: 0,70 m. Excavado. No dio nada de ajuar.

Túmulo 13 (fig. 13 y lám. VII). Situado en la vertiente oriental de la plataforma ya claramente inclinada hacia el Vallejo del Collado de los Arrieros. Consiste en un muro exterior de 4,40 m. de este a oeste por 4,30 m. de norte a sur. Con las piedras caídas, el túmulo alcanzaba los 5,30 m. de diámetro. El muro está hecho, en parte, de gruesas lajas que alcanzan, por ejemplo, 1,20 m, por 0,22 m. y 0,53 m. por 0,23 m. de alto y 1,01 m. por 0,16 m. La parte sur, mejor conservada, ofrece hasta 11 filas de lajas horizontales con una altura de 0,77 m. Este muro, en los ángulos noreste, sureste y suroeste ofrece gruesas piedras a modo de guadacantos, pues no puede tratarse de un de• rribo casual de esa esquina, aunque tampoco puede desecharse que pudieran haberse destruido en parte. El interior ofrece una cista oval ligeramente rectangular, cuyo diámetro máximo orien• tado 70° N. M., mide 1,72 m. de largo, frente a 1,12 m. del diámetro menor. Las paredes están hechas de hiladas de lajas de arenisca que alcanzan hasta 9 filas en la parte sur con 0,63 m. de altura, siendo las dimensiones máximas 0,50 m. de largo y 0,13 m. de grueso, pero oscilando sobre los 0,30 m. a 0,40 m. de largo por 0,05 m. a 0,10 m. de grueso. 28 MARTIN ALMAGRO GORBFA

A

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Fio. 13. Planta y sección del túmulo 13.

El sucio aparece magníficamente hecho con lajas irregulares de arenisca, siendo la mayor de 0,58 m. por 0,40 m. y el término medio sobre 0,30 m. de longitud máxima. En la parte exterior, el suelo se halla igualmente cubierto de losas de 0,40 m. de largo por término medio, que forman una especie de plataforma regular sobre la que se levantó el túmulo.

Excavado. El ajuar que proporcionó, junto a restos de madera carbonizada, muestra de C-14 CSIC-46, fue el siguiente (fig. 14 y lám. XXXI-1): LOS TUMULOS DE PAJARONCILLO 2<>

1) Arito cerrado de bronce de forma anular y de sección semicircular. Ofrece una pátina verde oscura bien conservada. Dimensiones: Diámetro máximo: 25 mm.; altura: 2,5 mm.; grosor: 1,5 mm. 2) Arito cerrado de bronce de características semejantes al anterior, pero de sección biconvexa. Dimensiones: Diámetro máximo: 21 mm.; altura: 3 mm.; grosor: 2 mm. 3) Arito de bronce de características semejantes al anterior, pero fragmentado e incompleto. Dimensiones: Diámetro máximo: 24 mm.; altura: 2 mm.; grosor: 1,5 mm. 4) Cuenta de collar de oro en forma de neumático. Consiste en una chapa muy fina, hasta el punto de incluso estar agrietada en su mitad, por lo que tal vez pudo haberse em• pleado para recubrir una cuenta de otra materia más vil. Dimensiones: Altura: 3 mm.; diámetro máximo: 5,5 mm.; diámetro de la perforación: 3 mm.; peso: 60 mgr. 5) Cuenta de collar de oro semejante a la anterior, pero de menor tamaño. Dimensiones: Altura: 2,5 mm.; diámetro máximo: 5 mm.; diámetro de la perfora• ción: 2,5 mm.; peso: 50 mgr. 6) Cuenta de collar de oro semejante a las anteriores. Dimensiones: Altura: 2,5 mm.; diámetro máximo: 6 mm.; diámetro de la perforación: 3 mm. 7) Cuenta de collar de bronce en forma de neumático, pero de considerable altura. Está cubierta por una capa de óxido que al desprenderse permite ver el color rojizo del metal. Dimensiones: Altura: 5,5 mm.; diámetro máximo: 6,5 mm.; diámetro de la perfo• ración : 2 mm. 8) Cuenta de collar de vidrio translúcido de color azul. Su forma es de neumático, pero con muy poca altura, casi anular. Dimensiones: Altura: 2 mm.; diámetro máximo: 5,5 mm.; diámetro de la perforación: 3 mm.

Fio. 14. Aros de bronce y cuentas de oro, bronce, vidrio y piedra del túmulo 13. 30 MARTIN ALMAGRO GORMA

9) Cuenta de collar de forma de neumático. Es de una sustancia blancuzca, talcosa al rayado, de difícil identificación. Tal vez algún tipo de vidrio, pero en tal caso muy al• terado. Dimensiones: Altura: 5 mm.; diámetro máximo: 7 mm.; diámetro de la perfora• ción : 3 mm. 10) Cuenta de collar de forma ovoide. Es de sustancia más dura que la anterior. Tal vez se trata de calcita. Dimensiones: Altura: 6 mm.; diámetro máximo: 4 mm.; diámetro de la perfora• ción: 1 mm.

Túmulo 13 bis. Situado en la vertiente este de la plataforma que da al Vallejo del Co• llado de los Arrieros. Consiste en un montón muy destruido de piedras en el que no se distinguen restos del muro exterior. Su diámetro es de unos 3 a 4 m., aunque es difícil precisar por estar muy destruido. En el centro se observan restos de la cista muy deteriorada, al parecer de forma rectan• gular, orientada 90" N. M. El lado este está destruido, el lado sur sólo conserva una losa de 0,50 m. de largo por 0,07 m. de grueso. El lado oeste está también destruido y el norte conserva al este una laja de 0,50 m. por 0,09 m. y al sur otra de 0,40 m. por 0,09 m. Dimensiones: Longitud máxima aproximada: 1,00 m.; anchura máxima: 0,47 m.; profundidad máxima: 0,53 m. Sin excavar.

Túmulo 13 ter (lám. V-2). Situado en la plataforma, pero ya en la parte inclinada hacia el Vallejo del Collado de los Arrieros. Su mayor interés radica en que está construido aprovechando bloques naturales que forman sus lados norte y oeste. El norte ha sido incluso tallado y el oeste completado con una laja natural mientras que en el este los blo• ques naturales reforzaban el exterior de las lajas y sustituían al montón de piedras. Por ello se conserva el muro exterior, que debió existir al menos por el lado sur y oeste, y cuyo diámetro se puede calcular en unos 5 m.

FIG. 15. Fragmento de cerámica a mano aparecido en el túmulo 13 ter.

La cista, de gran tamaño, está orientada 25° N. M. y está formada al norte por un blo• que natural tallado de 1,10 m. de largo; el oeste ofrece al norte un bloque de 0,80 m. por 0,14 m. y al sur un vacío de 0,70 m. producido por el nacimiento y desarrollo de un pino. El lado sur es una losa de 0,84 m. por 0,24 m. y el este, al norte, ofrece una losa de 1,30 m. por 0,09 m.; y al sur un vacío de 0,73 m. que debió cerrarse con la losa caída hacia fuera que mide 0,69 m. por 0,13 m. El suelo estaba enlosado con lajas de arenisca. De ellas se con• serva una de 0,56 m. de largo por 0,11 m. de grueso, siendo las demás de menor tamaño. LOS TUMULOS DE PAJARONCILLO 31

Dimensiones de la cista: Longitud máxima: 1,87 m.; anchura máxima: 1,05 m.; pro• fundidad máxima: 0,70 m.

Excavado. Proporcionó tan sólo un fragmento de cerámica a mano bien cocida, pero con algún grueso grano de cuarzo como desgrasante. El exterior es de color pardo claro y el interior rojizo. Está ligeramente curvado, pero no se puede apreciar nada de la for• ma (fig. 15). Dimensiones: Longitud máxima: 3 mm.; grosor: 5 mm.

Túmulo 24 bis (lám. VIII). Situado a unos 15 m. al sur y debajo de la ceja este de la plataforma central y a unos 40 m. del Vallejo de los Arrieros. Consiste en un montón de piedras de 5,5 m. de diámetro norte a sur por 5,00 m. de este a oeste, a cuyos lados se observan hasta 3 hiladas del muro exterior de más de 4,70 m. de diámetro en esa dirección. En el centro ofrece una cista bastante bien conservada de forma rectangular y orienta• da 70° N. M. Está formada por grandes lajas o losas. El lado sur ofrece una al este de 0,97 m. y otra al oeste de 0,88 m. El lado opuesto sólo conserva una al este de 0,90 m. de largo y un hue• co dejado por otra de 0,96 m. El lado este lo cierra una losa comprendida entre las del lado norte y sur de 0,86 m. de largo y el lado oeste otra menor de sólo 0,52 m. de largo. Dimensiones de la cista: Longitud máxima: 1,71 m.; anchura máxima: 0,90 m.; profundidad máxima: 0,80 m. Excavado. No dio nada de ajuar.

Túmulo 14. Situado en el alto de la plataforma en la vertiente oriental. Consiste en un amontonamiento de piedras muy destruido en el que no se llega a re• conocer el anillo exterior. Su diámetro aproximado es de 3,00 a 4,00 m. En el interior se halla la cista, también bastante destruida, de forma rectangular y de pequeñas dimensiones, orientada 115° N. M. El lado norte lo forma una losa al oeste de 0,73 m. de largo por 0,07 m. de grueso y un espacio vacío al este de 0,49 m. y una losa de 0,63 m. de largo por 0,08 m. de grueso. El lado oeste tiene al sur una losa de 0,35 m. por 0,08 m. de grueso. El lado oeste tiene al sur una losa de 0,35 m. por 0,09 m. y un espacio va• cío al norte de 0,50 m. No se conservan restos del suelo enlosado. Dimensiones de la cista: Longitud máxima: 1,07 m.; anchura máxima: 0,61 m.; profundidad máxima: 0,52 m. Su excavación no proporcionó ningún ajuar.

Túmulo 14 bis. Situado en la vertiente este de la plataforma, pero aún en la parte su• perior. Consiste en un montón irregular de piedras de unos 3,00 m. de diámetro que pu• diera tratarse de un túmulo muy destruido o más probablemente de un amontonamiento natural, pues no se observa el muro exterior, ni la cista ni disposición intencional alguna. Sin excavar.

Túmulo 15. Situado en el centro de la plataforma, inclinada hacia el suroeste en esta zona, es decir, hacia el Vallejo del Derramadero. Es un montón de piedras en el que se observa el muro exterior en el lado norte, donde conserva hasta 7 hiladas con una altura máxima de 0,37 m., estando en el resto muy des• truido. Su diámetro se puede calcular en unos 3,06 m. de noroeste a suroeste, siendo muy difícil el precisarlo en otra dirección. El montón de piedras caídas alcanza los 5,70 m. de diámetro. 32 MARTIN ALMAGRO GORBEA

La cista está formada por enormes losas de arenisca, pero desgraciadamente está destruida en la parte oeste, por lo que no es posible conocer su forma ni dirección. La pared nordeste, única completa, está formada por una losa de 1,53 m. de largo por 0,15 m. de grueso, orientada 130° N. M. En su extremo sureste otra laja se adosa a ella de 0,55 m. por 0,13 m., formando ángulo casi recto y en el noroeste otra losa de 1,12 m. por 0,12 m. de grueso, formando igualmente ángulo. La losa del lado norte podría ser el lado mayor, pero en el suelo de la cista y hacia el suroeste hay caída una gran losa de 1,58 m. por 0,28 m. que pudo formar parte de la pared noroeste, siendo, por tanto, las di• mensiones posibles muy variables. Dimensiones de la cista: Longitud máxima de la parte conservada: 1,21 m.; anchura máxima ídem.: 1,12 m.; profundidad: 0,85 m. Sin excavar. Túmulo 15 bis (lám. IX). Situado en lo alto de la plataforma, pero en la zona occidental de la misma antes de que ésta se incline marcadamente hacia el Vallejo del Derramadero. Se caracteriza por un pequeño montón de piedras en el que se distingue algo del muro exterior, formado por hasta 3 hileras en el lado norte con una altura máxima de 0,19 m. Su diámetro aproximado es de 2,40 m. de norte a sur por 2,80 m. de este a oeste. En el centro se aprecian tres lados de una cista rectangular orientada unos 150° N. M. y formada por una laja en cada lado. La laja norte, caída, mide 0,45 m. por 0,12 m. de grue• so; la laja este mide 0,75 m. de largo por 0,07 m. de grueso y la oeste 0,97 m. de largo por 0,08 m. de ancho. Dimensiones de la cista: Longitud máxima: 0,90 m.; anchura máxima: 0,56 m.; pro• fundidad máxima: 0,35 m. Sin excavar.

Túmulo 16. Túmulo muy destruido, pues consiste en piedras dispersas, por lo que es incluso dudoso que lo sea. No se aprecia el muro exterior ni la cista. Mide unos 5 m. de diámetro, pero las piedras aparecen muy desigualmente dispuestas. No excavado. Túmulo 17. Situado hacia el centro de la plataforma algo inclinado ya hacia el Va• llejo del Derramadero (lám. X-2). Es un túmulo formado por un muro exterior de 3,84 m. de norte a sur por 4,00 m. de este a oeste que aparece en un montón de piedras de 4,90 m. de diámetro. En este lado ofrece de 10 a 12 hiladas de lajas de arenisca con una altura máxima de 0,90 m. Las lajas miden hasta 0,70 m. de largo por 0,20 de ancho, aunque normalmente oscila sobre 0,30 m. de largo por 0,04 m. a 0,10 de ancho. En el interior ofrece una hermosa cista rectangular algo trapezoidal, orientada 35° N. M. Una gran losa de 1,27 m. de largo por 0,11 m. de grueso forma el lado oeste, y al norte la complementa otra de 0,47 m. de largo por 0,08 m. de ancho. El lado este lo forma una losa al norte de 0,58 m. por 0,12 m. y a continuación otra de 0,64 m. por 0,05 m., faltando en este lado otra losa que deja un hueco de 0,65 m. de longitud. Entre estos mayores quedan comprendidos los menores; el norte es una losa de 0,76 m. por 0,16 m., y el sur otra de 0,83 m. por 0,05 m. El suelo ofrece un buen pavimento de losas de muy buen tamaño que alcanzan 0,81 m. por 0,46 m. de ancho. Dimensiones de la cista: Longitud máxima: 1,51 m.; anchura máxima: 0,67 m.; profundidad máxima: 0,84 m. Su excavación no proporcionó ningún ajuar. LOS TUMULOS DI: PAJARONCILLO 33

Túmulo 100 (fig. 16 y lám. XI-i). Situado en la pendiente suavemente inclinada hacia el oeste que da al Vallejo del Derramadero, a unos 50 m. de su cauce. Consiste en un túmulo formado por un muro exterior bastante bien conservado de lajas de arenisca que forman hasta siete hiladas en el lado este con una altura máxima de 0,55 m. Su diámetro es de 4,10 m. de norte a sur por 4,05 m. de este a oeste. En el centro se halla una cista de buenas proporciones ocupada por un grueso pino y varias carrascas que impiden su tolal observación. Es de forma rectangular algo trape• zoidal orientada 165" N. M. Está formada por cuatro grandes lajas que miden,respectiva• mente. 1,27 m. la del lado oeste con un grosor de 0,20 m.; 0.80 m. la del lado sur por 0,08 de grueso; 1,20 m. la del este por 0,19 m. de grueso y 0,98 m. la del norte por 0,11 de grosor.

FlQ. 16. Planta y sección del túmulo 1(X).

3 34 MARTIN ALMAGRO GORHF.A

Sobre el túmulo, y en la parte noroeste, se conserva otra gruesa laja de 1,04 m. por 0,61 m. de ancho por 0,18 de grueso, que suponemos corresponde a la tapa de la cista. Dimensiones de la cista: Longitud máxima: 1,71 m.; anchura máxima: 0,93; profun• didad máxima: 0,66 m. No excavado.

Túmulo 101 (fig. 17, lám. XII). Situado en la pendiente inclinada suavemente hacia el Vallejo del Derramadero. Este túmulo estaba formado por un amontonamiento de piedras de unos 5 m. de diámetro y que al limpiarse permitió descubrir el muro exterior formado por hasta siete hiladas de lajas de arenisca con una altura máxima de 0,62 m. en el lado este. Su diá• metro es de 3,70 m. este-oeste por 3,30 de norte a sur. En el centro se conserva una pequeña pero bella cista de forma cuadrada ligeramente rectangular, orientada a 75" del N. M. Está formado por cuatro magníficas lajas de arenisca de 0,24 m. a 0,16 m. de grueso, que miden,respectivamente, 1,06 m. la del lado norte, 0,81 m. la del lado oeste, 0,91 m. la del sur y 0,82 m. la del lado este.

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FIG. 17. Planta y sección del túmulo 101 LOS TUMULOS DE PAJARONCILLO 35

En el fondo se conserva el enlosado del suelo con lajas de 0,40 m. de longitud máxima, pues la mayoría oscilaban entre los 0,10 m. a 0,15 m. En la parte sur del montón de piedras se conserva una losa de 0,76 m. por 0,65 m., que podemos suponer sería parte de la cubierta de la cista. Dimensiones de la cista: Longitud máxima: 1,08 m.; anchura máxima: 0,80 m.; pro• fundidad máxima: 68 cm. Excavado. Su excavación no proporcionó ningún material.

Túmulo 18 (fig. 18). Situado en el centro de la plataforma, está formado por un muro de lajas de arenisca que ofrece hasta 5 hiladas por el lado este con 0,41 m. de altura. Su diámetro es e 3,20 m. de norte a sur por 2,95 m. de este a oeste.

Fio. 18. Planta y sección del túmulo 18. 36 MARTIN ALMAGRO GORBEA

En el centro presenta una cista rectangular, orientada 130° N. M. Está formada al sureste por una losa de 0,60 m. por 0,09 m., al suroeste por una pequeña de 0,29 m. por 0,07 y al norte otra de 0,84 m. por 0,06 m.; el lado norte ofrece al sureste una de 0,21 m. por 0,07 m. y al noroeste una losa de 0,81 m. por 0,12 m. El lado noroeste lo forma una losa de 0,62 m. por 0,16 m. El suelo conserva restos de las pequeñas losas que lo formaban. Dimensiones de la cista: Longitud máxima: 1,07 m.; anchura máxima: 0,58 m.; pro• fundidad máxima: 0,55 m. Su excavación no porporcionó ningún ajuar.

Túmulo 24. Situado en lo alto de la plataforma, pero en el inicio de la vertiente este. Consiste en un montón de piedras muy destruido del que sólo se puede observar el muro exterior en la parte oeste en la que se conservan 6 hiladas de arenisca superpuestas con una altura de 0,35 m. y que alcanza 2,90 m. de diámetro de este a oeste por 2,50 m. de norte a sur. En el centro se conserva una bella cista de pequeñas proporciones de forma rectangular y orientada 70° N. M. Las lajas son de buenas proporciones, pues la este mide 0,89 m. de ancho por 0,19 m. de grueso; la norte 0,85 m. por 0,15 m., la oeste 0,60 m. por 0,19 m. y la sur 1,05 m. por 0,25 m. Dimensiones de la cista: Longitud máxima: 1,04 m.; anchura máxima: 0,45 m.; pro• fundidad máxima: 0,60 m. No excavado.

Tercer escalón

Túmulo 19 (fig. 19 y lám. XIII, 1). Situado en el centro de la plataforma, está formado por un montón de piedras de 3,40 m. de diámetro en el que se aprecian el muro exterior de 2,76 m. de este a oeste por 2,90 m. de norte a sur. El muro está hecho de losas, a veces muy anchas, casi más sillares que lajas, y alcanza una altura máxima al oeste con 6 losas que dan 0,49 m. de altura. Alguna losa llega a medir 0,80 m. de largo por 0,16 m. de alto, pero normalmente oscilan de 0,20 m. a 0,40 m. de largo por 0,05 m. a 0,16 m. de alto. En el centro se abre una cista oval, orientada 160° N. M. en el diámetro mayor, que al• canza 1,39 m. El diámetro menor ofrece sólo 1,03 m. Las paredes están formadas por hiladas de lajas de areniscas que en la parte norte, la mejor conservada, alcanza el número de nueve con una altura total de 0,57 m. Es interesante observar que en este lugar las hiladas superiores tienden a cerrarse progresivamente dando la sensación de que el túmulo fuese cubierto, al menos en parte de su altura, por el procedimiento de falsa cúpula, aunque no podamos saber si el techo se cerró por este procedimiento o con una losa. El suelo está enlosado con una gran laja de 0,87 m. por 0,68 m. alrededor de la cual se disponen otras menores formando el pavimento. Su excavación proporcionó el siguiente ajuar (fig. 20 y lám. XXXI-2, 3 y 4): 1) Aro de bronce de forma circular. Fragmentado, le falta aproximadamente una mitad. Su sección es muy escasa, siendo casi laminar. A él apareció enganchado otro arito fragmentado de forma semejante aunque algo aplastado. Es de menor tamaño e indudable• mente se trata de un colgante. IOS TUMULOS DE PAJARONCILLO

Fio. 19. Planta y sección del túmulo 19.

Dimensiones: Diámetro máximo: 14 mm.; altura: 3 mm.; grosor: 1 mm.; diámetro máximo del arito menor: 8 mm. 2) Cuenta de collar de vidrio bastante translúcido de color azul intenso, pero de tonali• dad bastante clara al trasluz. Su forma es casi esférica, excepto en la parte de las perfora• ciones en que está algo aplanada. Conserva ocho pequeñas concavidades de forma apro• ximadamente circular de unos seis milímetros de diámetro, que son las huellas dejadas por las incrustaciones en forma de ojo que debió tener y que se han desprendido completa• mente, no siendo posible en la actualidad conocer su estructura, aunque sí se aprecia en una de las oquedades restos de las incrustaciones de vidrio translúcido de color caramelo. Dimensiones: Altura: 10,5 mm.; diámetro máximo: 14,5 mm.; diámetro de la perfo• ración: 4,5 mm.

FlO. 20. Cuenta de collar de vidrio y colgante de bronce del túmulo 19. A su tamaño 38 MARTIN ALMAGRO GORBEA

Túmulo 20. Situado en el centro de la plataforma y dominando toda la vertiente oeste que da hacia el Vallejo del Derramadero. Consiste en un montón de piedras de 3,40 m. de diámetro en el que se aprecia el tú• mulo formado por un muro exterior de lajas de arenisca de 2,00 m. de diámetro de este a oeste por 3,11 m. norte-sur, del que se aprecia hasta 7 hiladas en la parte oeste con una altura máxima de 0,60 m., siendo las lajas de 0,30 m. a 0,40 m., aunque en algún caso llega a los 0,60 m. de largo. La cista se halla muy destruida, pues sólo conservaba un lado intacto, el norte, con la losa orientada unos 120° N. M., y que medía 0,80 m. por 0,10 m, y en el lado este otra losa que medía 0,45 m. por 0,07 m., no siendo posible, por tanto, conocer las dimensiones ni la forma y dirección exacta de la cista. Sin excavar.

Túmulo 21 (fig. 21 y lám. XIII-2). Situado en el vértice de la plataforma, está formado por un muro exterior de 3,19 m. de diámetro de norte a sur por 2,84 m. de este a oeste, formado por lajas de arenisca dispuestas en hiladas de las que se conservan 9 en la parte este con una altura de 0,66 m.

FlO. 21. Planta y sección del túmulo 21. l.OS TUMULOS DE PAJARONCILLO 39

El interior lo ocupa una amplia cista de forma rectangular o algo trapezoidal orientada a 30" N. M. El lado norte está formado por una laja de 1,07 m. de largo por 0,08 m. de ancho. El este ofrece al norte una laja de 0,71 m. de 0,09 m. y al sur, superpuesta y más interior, otra de 1,29 m. de largo por 0,22 m. de grueso. El lado sur lo ocupa una losa de 0,57 m. por 0,10 m.; el oeste, una al sur de 0,63 m. por 0,13 m. y otra al norte de 0,83 m. por 0,09 m. El suelo está formado por lajas de dimensiones medias, pues la mayor mide 0,43 m. por 0,28 m., siendo todas de regular tamaño. Dimensiones de la cista: Longitud máxima: 1,55 m.; anchura máxima: 0,83 m.; pro• fundidad máxima: 0,57 m.

Eic¡. 22. Brazalete de bronce del túmulo 21. A su tamaño.

Su excavación proporcionó el siguiente ajuar (fig. 22 y lám XXX, 2): 1) Brazalete de bronce de forma anular abierta muy bien conservado y cubierto de una pátina magnífica de color verde oscuro. Consiste en un grueso alambre de sección ovoide casi biconvexa, excepto en los extremos que se engruesan un poco y tienden a una sección rectangular. Dimensiones: Longitud: 190 mm.; diámetro máximo: 63 mm.; sección: 4 mm. 2) Brazalete de estructura semejante al anterior, pero de menor grosor y de sección claramente biconvexa. Sus extremos ofrecen un adelgazamiento progresivo del alambre. Dimensiones: Longitud: 188 mm.; diámetro máximo: 62 mm.; sección: 4 mm.

Túmulo 22 (fig. 23 y lám. X-l). Situado en la parte central de la plataforma en una vaguada muy suave que corre por ella. Este túmulo, bastante destruido, no conserva el muro exterior y sólo se aprecia el mon• tón irregular de piedras de 4,11 m. de norte a sur por 4,40 m. de este a oeste aproximada• mente. La cista, de buenas proporciones, es de forma rectangular, orientada 30" N. M. y está formada por una laja en cada uno de los lados. 4(1 MARTIN ALMAGRO GORBEA

El lado este es una losa de 1,72 m. de largo por 0,13 m. de grueso; el norte, que cierra los lados mayores, 1,07 m. por 0,15 m.; el oeste, 1,20 m. por 0,08 m. En el lado sur la laja se halla caída hacia fuera y mide 0,84 m. por 0,10 m. En el fondo se observan restos del suelo enlosado de lajas de arenisca que se ha con• servado mejor hacia los bordes que hacia el centro, donde prácticamente han desapare• cido. Las lajas son de 0,20 m. a 0,30 m. de longitud máxima. Dimensiones de la cista: Longitud máxima: 1,70 m.; anchura máxima: 0,70 m.; pro• fundidad máxima: 1,03 m.

Su excavación sólo proporcionó tres pequeños restos de cerámica a mano. Consisten en tres fragmentos de forma indeterminada, pues ni siquiera se aprecia con seguridad la superficie. Interior negruzco y exterior rojizo. Mide el mayor 22 mm. por 17 mm. por 11 mm.

FlO. 23. Planta y sección del túmulo 22. LOS TUMULOS DE PAJARONCILLO 41

Túmulo 23 (lám. XI-2). Este túmulo está situado en la parte media y dominante de la plataforma, entre grandes bloques naturales que refuerzan sus contornos por el norte, oeste y sur. El muro exterior está muy destruido por haber desaparecido la mayor parte de las piedras y prácticamente sólo se aprecia en el lado este, donde se conservan hasta tres hi• leras de lajas de hasta 0,50 m. de largo con una altura total de 0,23 m. Su diámetro es de 2,50 m. de norte a sur y no se aprecian en el sentido este oeste, pues los grandes bloques naturales llegan al mismo borde de la cista. En el centro se halla la cista perfectamente conservada por la solidez de las lajas que la componen. Es de forma rectangular, orientada 30° N. M. y formada por una sola losa a cada lado. La del lado este mide 0,90 m. por 0,29 m.; la del sur, que limita ambos lados mayores, 0,79 m. por 0,14 m.; la oeste, 0,82 m. por 0,13 m., y la norte, que cierra sobre el lado oeste dejando un hueco de 0,23 m. en la parte este, mide 0,62 m. por 0,08 m. Dimensiones de la cista: Longitud máxima: 0,95 m.; anchura máxima: 0,55 m.; pro• fundidad máxima: 0,63 m. Su excavación no proporcionó ajuar.

Túmulo 23 bis. Situado en el centro de la plataforma, pero algo hacia el Vallejo del Collado de los Arrieros (lám. XIV-1). El túmulo está formado por un muro exterior bastante bien conservado, de forma rectangular redondeada, hecho de hiladas de lajas de arenisca, de las que se conserva hasta 8 hiladas en la parte oeste con una altura de 0,60 m. Las lajas miden de 0,25 m. a 0,40 metros de largo, salvo alguna que llega a los 0,65 m. Su diámetro es de 2,60 m. de norte a sur por 2,40 m. de este a oeste. En el interior aparece la cista bien conservada,de forma rectangular, orientada 25° N. M. y hecha de pequeñas lajas verticales hincadas, completadas con hiladas de lajas de buen tamaño, 0,50 m. a 0,60 m., particularmente apreciablcs en el muro occidental en el que se conservan hasta 4 hiladas por encima de las lajas. En el lado norte la laja mide 0,60 m. por 0,05 m.; el lado oeste tiene dos, la norte 0,63 metros por 0,05 m. y la sur 0,37 m. por 0,04 m. El lado sur ofrece otra laja de 0,90 m. por 0,06 m. y el lado este dos, una al sur exterior de 0,63 m. por 0,06 m. y otra al norte de 0,70 m. por 0,05 m. El suelo ofrece un magnífico enlosado hecho con buenas lajas y bien cuidado. La mayor, en el ángulo noroeste, mide 0,70 m. por 0,45 m. y queda completada por otras que cubren toda la superficie del suelo. Dimensiones: Longitud máxima: 1,10 m.; anchura máxima: 0,81 m.; profundidad máxima: 0,79 m. Su excavación no proporcionó ningún ajuar, salvo 20 gr. de fragmentos de madera y de carbón vegetal. Túmulo 45. Situado sobre una enorme losa natural que le sirve de montón de piedras, muy próximo al borde del Vallejo del Collado de los Arrieros, de cuya cornisa forma parte. Se conserva parte del muro exterior en la mitad oeste con hasta 3 hiladas, siempre movidas, de escasos 0,25 m. de altura máxima. Las lajas tienden a ser medianas o grandes, abundando las de 0,50 m. a 0,60 m. de longitud. Su diámetro es de 2,80 m. de norte a sur por 3,20 m. de este a oeste. La cista desproporcionadamente grande en relación al muro, tal vez por causa de la plataforma natural, es de forma rectangular y está orientada 115° N. M. La pared norte es una enorme laja de 1,90 m. de largo por 0,16 m. de grueso. La oeste, comprendida entre 42 MARTIN ALMAGRO GORBEA

los lados mayores, mide 0,65 m. por 0,09, m. y la sur, caída hacia fuera, 1,06 m. por 0,11 m. La del lado este que da al escalón natural no se conserva. El suelo está formado por el mismo bloque natural que lo sustenta. Dimensiones de la cista: Longitud máxima aproximada: 1,80 m.; anchura máxima: 1,00 m.; profundidad máxima: 0,80 m. No excavado.

Túmulo 45 bis. Situado junto a la ceja que forma el límite este de la plataforma que da al Vallejo del Collado de los Arrieros, ya bajo el escarpe superior de la misma, pero to• davía encima del inferior. Se observa su muro circular de hiladas de lajas de arenisca, bien conservadas.de bas• tante buen tamaño, pues tienen varias de 0,45 m. a 0,60 m. de largo por 0,10 m. a 0,15 m. de alto. Se conservan hasta 6 hileras en el lado oeste con 0,46 m. de altura. Su diámetro es de 2,30 m. norte a sur por 2,35 m. de este a oeste. No se observan señales de cista, por lo que se desconoce su disposición y medidas. No excavado.

Túmulo 25. Situado en lo alto de la plataforma.en el borde superior del declive que cae hacia el oeste al Vallejo del Derramadero. El túmulo ofrece un muro exterior del que se conservan hasta 6 hiladas de lajas de arenisca en su lado este con 0,42 m. de altura, siendo su tamaño medio de 0,30 m. a 0,40 m. de largo y alcanzando en algún caso los 0,68 m. Su diámetro es de 3,11 m. de norte a sur por 2,70 m. de este a oeste. En el interior, la cista, de forma rectangular y orientada 25° N. M., ha aprovechado en su lado este un escalón del suelo natural para formar dicho lado con una longitud de 1,10 m. y una altura de hasta 0,20 m. Al norte se le adosa una laja de 0,71 m. de largo por 0,05 m. de grueso y al sur otra de 0,59 m. por 0,09 m. El lado oeste no conserva la laja, pero sí el muro irregular de piedras que le sostenían por la parte exterior de la cista. Dimensiones de la cista: Longitud máxima: 1,11 m.; anchura máxima: 0,63 m.; pro• fundidad máxima: 0,62 m. Su excavación no proporcionó ningún ajuar.

Túmulo 26 (lám. XIV-2). Este túmulo está situado en la parte superior de la plataforma, pero ya en la vertiente inclinada hacia el Vallejo del Derramadero. Ofrece un muro exterior hecho de hiladas de lajas de arenisca bien conservadas en la parte este y sobre todo sur, donde presenta hasta 14 hiladas de lajas de arenisca asentadas directamente sobre las lajas de arenisca del suelo natural.del que se eleva 1,03 m. Los lados norte y oeste se han derrumbado y por tanto no se conservan. Su diámetro es de 3,30 m. de norte a sur por 3,50 m. de este a oeste. En el interior se halla una cista de forma rectangular, orientada 15° N. M. El lado este lo forma una losa al norte de 0,79 m. por 0,09 m. y otra al sur de 0,36 m. por 0,08 m. más exterior. El lado sur lo forma una losa encajada entre los lados mayores de 0,47 m. por 0,05 m. y el oeste una losa al sur de 0,6 m. por 0,05 m., y otra al norte alineada con ella de 0,57 m. por 0,06 m. El lado norte no conserva la losa que debió tener. Dimensiones de la cista: Longitud máxima: 1,24 m.; anchura máxima: 0,68 m.; profundidad máxima: 0,61 m. No excavado. LOS TUMULOS DE PAJARONCILLO 43

Túmulo 27 (lám. XV-1). Situado en la parte superior de la plataforma, en el vértice del plano inclinado hacia el Vallejo del Derramadero. Este túmulo conserva bastante bien el muro exterior, del que ofrece hasta 11 hiladas en el lado norte, con una altura de 0,83 m. Las lajas oscilan de 0,20 m. a 0,40 m., pero al• guna alcanza los 0,70 m. de largo por los 0,25 m. de alto. Su diámetro es de 2,80 m. de norte a sur por 2,70 de este a oeste. La cista interior, de forma originariamente restangular, está destruida y deformada. Su orientación es de unos 40° N. M. y ofrece en el lado oeste una laja de 0,68 m. por 0,07 metros al norte y un espacio vacío de 0,50 m. al sur. Este lado lo forma una losa de 0,85 m. por 0,07 m. El lado este ofrece al sur un hueco de 0,75 m. de largo y al norte una laja de 0,37 m. por 0,18 m. El lado norte lo forma una losa de 0,53 m. por 0,09 m. y detrás apare• ce otra oblicua de 0,45 m. por 0,12 m. que forma la unión con el lado oeste. El suelo es de lajas de arenisca de 0,30 m. de longitud máxima y cubren todo el área aunque dejando espacios entre ellas. Dimensiones de la cista: Longitud máxima: 1,20 m.; anchura máxima: 0,85 m.; pro• fundidad máxima: 0,75 m. Su excavación no proporcionó ningún ajuar, sino sólo fragmentos de huesos.

Túmulo 28. Situado en lo alto de la plataforma, casi en el vértice de la pendiente que da al Vallejo del Derramadero. Consiste en un montón de piedras bastante destruido de unos 3,70 m. de diámetro en el que se puede observar todo el perímetro del muro exterior hecho con hiladas de losas de arenisca, de las que se conservan 5 en el lado oeste, con una altura de 0,43 m. Su tamaño es de mediano a grande, pues abundan las de 0,60 m. y más de longitud, llegando en algún caso a 0,75 m. por 0,15»m. e incluso a 1,00 m. por 0,15 m. Su diámetro es de 3,40 m. de norte a sur por 2,90 m. de este a oeste. En su centro sólo se observa el hueco que ha quedado al desaparecer la cista,de la que no se observa ningún resto seguro. El tamaño del hueco es aproximadamente de 1,00 m. de norte a sur por 0,60 m. de este a oeste. Sin excavar.

Túmulo 28 bis. Situado en lo alto de la plataforma, en el vértice de la parte que da al Vallejo del Derramadero,construido aprovechando, en parte, bloques naturales. Muy destruido, no se observa cista ni muro exterior, y sólo un montón de piedras de 3,00 m. de diámetro de norte a sur por 2,90 m. de este a oeste. Sin excavar.

Túmulo 29. Situado en lo alto del plano inclinado que cae hacia el Vallejo del Derra• madero. Se observa el montón de piedras bastante destruido, pero que conserva el muro ex• terior con hasta 4 hiladas y 0,20 m. de altura en el lado sur. Su diámetro es de 2,75 m. de norte a sur por 2,70 m. de este a oeste. En el centro ofrece una cista de forma rectangular orientada 15° N. M. Está formada por una losa al oeste de 1,20 m. de lado por 0,13 m. de ancho; el lado norte ofrece otra laja de 0,75 m. por 0,10 m., que se complementa al este por una cuña de 0,22 m. por 0,07 m. El lado este conserva la losa norte de 0,66 m. por 0,09 m., y la parte sur y el lado sur han perdido las losas que los formaban. Dimensiones de la cista: Longitud máxima: 1,02 m.; anchura máxima: 0,69 m.; pro• fundidad máxima: 0,62 m. No excavado. 44 MARTIN ALMAGRO GORBEA

Túmulo 30. Situado en la parte alta de la plataforma, pero ya en la vertiente del Vallejo del Derramadero. El montón de piedras no se halla muy bien conservado, pero se puede apreciar el muro exterior formado por hasta tres hiladas en la parte norte con una altura máxima de 0,32 m. Su diámetro es de 3,30 m. de norte a sur por 3,45 m. de este a oeste. En el centro se observa la cista, de forma rectangular casi cuadrada y que ha perdido las lajas hincadas que formaban las paredes, salvo la del lado este, orientada 30° N. M., y que mide 0,84 m. de largo por 0,05 m. de grueso. El resto de las paredes de la cista ofrecen lajas horizontales en hiladas construidas como en el muro exterior, siendo posible que nunca fueran cubiertas por lajas verticales. Las lajas de los muros son de buenas dimen• siones, alcanzando los 0,65 m. de largo y los 0,10 m. de alto. Dimensiones de la cista: Longitud máxima: 1,13 m.; anchura máxima: 0,91 m.; pro• fundidad máxima: 0,30 m. No excavado.

Túmulo 31 (lám. XV-2). Está situado en el inicio de la vertiente que da hacia el Valle- jo del Derramadero. Está formado por un muro exterior, del que se conservan hasta 6 hiladas en el lado suroeste, con una altura máxima de 50 cm. Su diámetro es de 3,25 m. de norte a sur por 3,50 m. de este a oeste. En el interior aparece una gran cista hecha de grandes lajas, de forma probablemente rectangular, pero bastante deformada y destruida. Su orientación es de 00° N. M. y está formada al este por una losa al sur de 1,22 m. de largo por 0,12 m. de ancho y al norte otra de 0,67 m. por 0,10 m. El lado norte lo forman una laja movida por la presión de las piedras, de 0,56 m. de largo por 0,07 m. de grueso. El lado oeste ofrece al norte una de 0,95 m. por 0,20 m. y al sur otra de 0,80 m. de grueso por 0,12 m. En el lado sur no se conservan las losas que lo formaban. El suelo conserva parte de las lajas de arenisca que lo formaron,de tamaño más bien re• ducido. Dimensiones de la cista: Longitud máxima: 1,60 m.; anchura máxima: 1,20 m.; pro• fundidad máxima: 0,92 m. Su excavación no dio ningún ajuar, tan sólo 40 gr. de fragmentos de madera carbo• nizada.

Túmulo 65. Situado a unos 30 m. al este del Vallejo del Derramadero. El montón de piedras que formaba este túmulo ha sido muy destruido y apenas se distingue el muro exterior. Su diámetro es de 3,70 m. de norte a sur por 4,10 m. de este a oeste. En el centro se observa la cista rectangular o trapezoidal bastante destruida y deformada por el movimiento de las lajas que la componían. Su orientación es de unos 70° N. M. y está formada al sur por una laja de 1 m. por 0,17 m. de grueso, al este por otra de 0,68 metros por 0,10 m. y al norte por dos: una al este,de 0,61 m. por 0,07 m. de grueso,y otra al sur de 0,50 m. por 0,09 m. de grueso. El lado oeste no conserva la laja que lo formó. Dimensiones de la cista: Longitud máxima: 1 m.; anchura máxima: 0,89 m.; pro• fundidad máxima: 0,75 m. No excavado.

Túmulo 34. Situado en la pendiente oeste de la plataforma sobre el Vallejo del De• rramadero, a unos 30 m. de su cauce. LOS TUMULOS DE PAJARONCILLO 45

Ofrece un muro exterior de forma circular bastante bien conservado, sobre todo en el lado sur, donde ofrece hasta seis hileras de lajas de arenisca con una altura máxima de 0,48 m. Su diámetro es 2,70 m. de norte a sur por 3,03 m. de este a oeste. En el centro se halla la cista, de forma rectangular o algo trapezoidal por estar bastante destruida. Está orientada 170° N. M. y formada por una gruesa laja de 0,85 m. de largo al este por 0,13 m. de grueso; el lado norte ofrece otra laja de 0,40 m. de largo por 0,12 m. de grueso; el oeste, una al norte de 0,81 m. de largo por 0,09 m. de grueso y otra al sur de 0,40 m. de largo por 0,08 m. de grueso y el sur, una al oeste de 0,69 m. de largo por 0,06 metros de grueso y otra al este colocada algo oblicuamente de 0,45 m. por 0,07 m. de grueso. Dimensiones de la cista: Longitud máxima: 1,30 m.; anchura máxima: 0,79 m.; profundidad máxima: 0,36 m. No excavado.

Túmulo 35. Consiste en un montón de piedras que puede ser un túmulo dudoso o muy destruido, ya que no se aprecia ningún resto del muro exterior ni de la cista, y tan sólo un ligero hoyo en el centro. Diámetro:2,90 m. de norte a sur por 2,95 m. de este a oeste. No excavado.

Túmulo 32. Situado en la vertiente occidental de la plataforma, ya casi sobre el Va• llejo del Derramadero, que corre a unos 40 m. del mismo. Consiste en un montón de piedras bastante destruido, ya que están muy esparcidas y apenas se observa con seguridad algún resto del muro exterior. Mide 3,50 m. de norte a sur por 3,20 m. de este a oeste y los restos del muro exterior señalan para éste un diámetro de 2,62 m. en dirección norte-sur, la única en que parecen apreciarse, ya que en el lado norte se conservan hasta 3 hileras con una altura máxima de 0,17 m. En el centro se conservan restos de la cista de forma dudosa, por estar muy destruida y las lajas que la formaban movidas; su orientación pudo ser 90° N. M. La losa norte mide 0,50 metros de largo por 0,08 m. de grueso; la oeste 0,68 m. de largo por 0,15 m. de grueso, y en el sur ofrece dos superpuestas, una movida de 0,46 m. por 0,10 m. de grueso y otra exterior de 0,68 m. de largo por 0,09 m. de grueso. Dimensiones de la cista: Longitud máxima: 1,05 m.; anchura máxima: 0,85 m.; pro• fundidad máxima: 0,22 m. No excavado.

Túmulo 33. Situado en la mitad de la pendiente de la plataforma que baja hacia el Vallejo del Derramadero. Consiste en un pequeño montón de piedras rodeado por un muro exterior de 2,60 m. de norte a sur por 2,35 m. de este a oeste, del cual se conservan hasta 3 hiladas por el lado norte, con una altura de 0,23 m. La cista, muy destruida, es de forma trapezoidal, al parecer, y orientada unos 55° N. M. Está formada por una losa al sureste de 0,83 m. de largo por 0,08 m. de grueso; el lado nordestcmuy estropeado,ofrece una pequeña losa en posición oblicua de 0,40 m. por 0,10 m. de grueso, y el lado noroeste otra de 0,52 m. por 0,03 m. de grueso. El lado suroeste no se conserva por estar totalmente destruido. Dimensiones de la cista: Longitud máxima: 0,80 m.; anchura máxima: 0,72 profundidad máxima: 0,36 m. No excavado. 46 MARTIN ALMAGRO GORBEA

Túmulo 102. Pequeño túmulo situado en la parte alta de la pendiente que cae hacia el Vallejo del Derramadero. Está formado por un muro de lajas de arenisca muy estropeado, del que sólo se conser• van cuatro hiladas en el lado noroeste con una altura máxima de 0,30 m. Su diámetro de norte a sur es de 3,05 m. y el de este a oeste de 3,00 m. En su interior aparecen restos de la cista orientada 170° N. M., muy destrozada, ya que no se conservan las losas que la formaban, sino sólo los muros hechos de hiladas de lajas de arenisca que reforzaban las lajas por el lado externo de la cista. La laja mayor mide 0,74 metros de largo por 0,07 m., pero normalmente oscilan de 0,30 m. a 0,20 m. de longitud por 0,03 m. a 0,06 m. de altura. Dimensiones de la cista: Longitud máxima: 0,98 m.; anchura máxima: 0,67 m.; profundidad máxima: 0,55 m. No excavado.

Túmulo 32 bis. Restos de un túmulo muy destruido situado a 20 m. del túmulo 100 ya 11,50 m. del túmulo 32. Consiste en un amontonamiento de piedras de escaso relieve por estar muy esparcidas, en el centro del cual se observa una laja hincada en tierra de 0,80 m. de largo por 0,08 m. de grueso y orientada 40° del N. M., al oeste de la cual existe un hueco que debe corresponder al espacio de la cista destruida. Dimensiones: Diámetro norte-sur: 4,05 m.; diámetro este-oeste: 4,20 m. No excavado.

Escalón superior

Túmulo 43. Situado sobre los bloques naturales que forman el límite este de la pla• taforma y que en parte han sido aprovechados al construir el túmulo, añadiendo grandes piedras en el lado oeste y norte. Muy destruido, del túmulo sólo queda un montón irregular de piedras sin señales de muro de 3,30 m. de norte a sur por 3,40 m. de este a oeste. De la cista se observan restos de las lajas y una losa en superficie de 1,04 m. de largo por 0,84 m. de ancho y 0,10 m. de grueso, pero no es posible conocer su estructura ni orientación. No excavado.

Túmulo 47. Situado hacia la mitad de la ladera que cae hacia el Vallejo del Collado de los Arrieros. El muro exterior, de forma circular, conserva hasta 7 hiladas con una altura de 0,60 m. Las lajas oscilan entre 0,65 m. y 0,18 m. de largo por 0,23 m. a 0,03 m. de alto. Su diámetro es de 2,40 m. de norte a sur por 2,80 m. de este a oeste. Muy estropeado, no ofrece ningún resto de la cista en su interior. No excavado.

Túmulo 41. Situado en el centro de la plataforma, pero hacia la mitad que da al Vallejo del Collado de los Arrieros. LOS TUMULOS DE PAJARONCILLO 47

Muy destruido, del túmulo no se conserva el muro exterior, sino sólo un montón de piedras de unos 3,30 m. de norte a sur por 3,20 m. de este a oeste. En el centro se halla la cista, muy destruida, de la que apenas se puede suponer una for• ma rectangular orientada 170° N. M. Sólo se conservan dos losas in situ, la este de 0,97 m. por 0,07 m. y la norte, que la corta, de 0,75 m. por 0,09 m. Las demás han desaparecido, si bien al oeste hay otra losa caída y algo rodada de 1,03 m. por 0,21 m. que parece corres• ponder a este lado. El suelo es la roca natural completada en la esquina noreste por una pequeña laja de 0,15 m. por 0,10 m. Dimensiones de la cista: Longitud máxima: 1,05 m.; anchura máxima: 0,69 m.; pro• fundidad máxima: 0,70 m. No proporcionó ningún ajuar su excavación, pero sí restos de huesos.

Túmulo 41 bis. Situado en el centro de la plataforma en la mitad oriental. Muy destruido, pues apenas es otra cosa que un montón de piedras que no se llega a elevar del suelo, pero que lo cubre en un espacio de 3,40 m. de diámetro de norte a sur por 3,30 m. de este a oeste. En su centro se observan al parecer 3 lajas de la cista, que debió ser rectangular, orienta• das 20° N. M. La losa norte mide 0,80 m. por 0,09 m. Del lado este la más septentrional, que corta a la norte, mide 0,55 m. por 0,08 m.,y la del lado sur puede ser otra que mide 0,57 metros por 0,07 m. Dimensiones aproximadas de la cista: Longitud máxima: 1,35 m.; anchura máxima: 0,70 m.; profundidad máxima apreciable: 0,20 m. No excavado.

Túmulo 48. Situado en el centro de la plataforma, pero algo hacia el Vallejo del Co• llado de los Arrieros. Consiste en un montón de piedras de unos 2,80 m. de norte a sur por 2,60 m. de este a oeste en el que no se aprecia resto alguno del muro exterior. En el centro aparece hincada una losa de 0,73 m. por 0,06 m. que pudiera ser la pared oeste de la cista, muy destruida y de la que no se ven otros restos. A unos 1,50 m. al sur de este túmulo, a ras del suelo, aparecen lajas hincadas que podrían formar los lados este, sur y oeste de una cista muy destruida que sería anterior al túmulo citado, pero su estado de conservación no permite actualmente poder precisar este hecho. No excavado.

Túmulo 48 bis. Situado en la parte superior de la plataforma ya ligeramente inclinada hacia el Vallejo de los Arrieros. Consiste en un montón de piedras de poca altura, de más de 200 cm. de diámetro, en el que se puede distinguir el muro sur, que conserva 3 hiladas con una altura de 0,26 m. Una losa alcanza 0,90 m. de largo por 0,11 m. de alto, pero las otras oscilan entre 0,25 m. y 0,40 m. de largo y 0,04 m. a 0,06 m. de alto. No se observan restos de la cista. No excavado.

Túmulo 46 (fig. 24 y lám. XVI-1 y 2). Este interesante túmulo se halla situado en el centro de la plataforma, pero ya ligeramente inclinado hacia el Vallejo del Collado de los Arrieros. Está formado por un muro bien conservado de lajas de arenisca de entre 0,60 m. a 4X MARTIN ALMAGRO GORBEA

0,25 m. de largo y 0,16 m. a 0,04 m. de alto. La parte este, mejor conservada, ofrece hasta 9 hiladas con una altura de 0,60 m. Su diámetro es de 4,10 m. de este a oeste por 3,90 m. de norte a sur. En el centro conserva una hermosa cista orientada 25" N. M. El lado oeste está formado por una losa de 1,20 m. por 0,09 ni. que corta la del lado norte de 0,80 m. por 0,12 m. El lado este lo forman dos grandes losas, la del norte, inclinada hacia, dentro, queda cortada por la losa de la pared norte y mide 1,06 m. por 0,16 m., y la del sur, más exterior, mide 0,63 m. por 0,20 m.

ii

Fie;. 24. Planta y sección del túmulo 46. LOS TUMULOS DE PAJARONCILLO 49

El lado sur ofrece al este una losa de 0,68 m. por 0,08 m. que corta el lado este, y en la esquina suroeste otra pequeña losa de 0,20 m. por 0,05 m. que une esta losa con la de la pared oeste. Al exterior de estas losas varias hileras de lajas regulan su altura para facilitar la estabilidad de las losas del techo. De enorme interés es la presencia de una gran losa que cubre la mitad norte de la cista, ligeramente movida, pero conservando la estructura original. Mide 1,20 m. de largo por 0,66 m. de ancho y por 0,10 de grueso. Al noroeste de la misma otra losa menor de 0,55 m. por 0,65 m. ayuda a cerrar esta parte de la cámara y encima aún conserva algunas piedras, restos de la estructura tumular que debía cubrir todo el túmulo. En el fondo se conserva el suelo formado por lajas dispuestas con bastante orden. La mayor mide 0,46 m. por 0,36 m. Dimensiones de la cista: Longitud máxima: 1,49 m.; anchura máxima: 0,66; altura máxima: 0,55 m. Excavado. No dio ningún ajuar.

Túmulo 44. Situado justo en el centro de la plataforma en el vértice entre la pendiente que baja al Vallejo del Derramadero y la del Vallejo del Collado de los Arrieros. Consiste en un montón de piedras en el que se observa el muro exterior en la parte este que alcanza 0,47 m. de altura y 4 hileras superpuestas. Mide 3,10 m. de norte a sur por 3,00 metros de este a oeste. En el centro no se conserva la cista, sino sólo el gran hoyo dejado por ésta, que mide unos 1,30 m. de largo por 0,90 de ancho. No excavado.

Túmulo 50. Situado en lo alto de la plataforma ya algo hacia el Vallejo del Collado de los Arrieros. Consta de algunas piedras agrupadas y con alguna hincada, pero que parece deberse a un fenómeno meramente natural.

Túmulo 52. Situado en lo alto de la plataforma en el vértice entre el Vallejo del De• rramadero y el Collado de los Arrieros. Consta de un muro circular del que se conservan hasta 9 hiladas de lajas con una altura de 0,54 m. Las losas miden entre 0,40 m. y 0,20 m. de largo y 0,10 m. a 0,05 m. de alto. Su diámetro es de 3,90 m. de norte a sur por 4,00 m. de este a oeste. En el interior se conserva una cista rectangular orientada 70° N. M., formada al oeste por una losa al sur de 0,87 m. por 0,15 m. y al norte otra de 0,40 m. por 0,06 m. El lado norte que cierra al anterior mide 0,63 m. por 0,15 m. Los lados este y sur no se conservan. Dimensiones: Longitud máxima: 1,40 m. aproximadamente; anchura máxima: 0,70 metros; altura máxima: 0,77 m. No excavado.

Túmulo 54. A unos 4 m. al este del túmulo 52 se ven restos de losas, algunas hincadas que parecen ser resultado de fenómenos meramente naturales.

Túmulo 56. Situado en lo alto de la plataforma en el vértice entre la pendiente del Vallejo del Derramadero y la del Collado de los Arrieros. Se conserva el muro exterior de forma circular de 3,10 m. de norte a sur por 3,20 m. 50 MARTIN ALMAGRO GORBEA de este a oeste. Se conservan hasta 7 hiladas con una altura de 0,52 m. Las dimensiones de las losas oscilan entre 0,55 m. y 0,25 m. de largo y 0,18 m. por 0,03 m. de alto. En su interior no se observa ningún resto de la cista. No excavado.

Túmulo 58 (lám. XVII-1). Situado en lo alto de la plataforma, pero ya inclinado hacia el Vallejo del Derramadero. Consiste en un muro de forma circular de 3,00 m. de norte a sur por 2,70 m. de este a oeste. La parte norte es la mejor conservada, con 6 hileras y 0,45 m. de alto. En el interior se conserva la cista, de forma rectangular, orientada 75° N. M., formada por una gran losa al oeste de 0,93 m. por 0,22 m. que queda cortada al norte, por una de 0,84 m. de 0,08 m. La del lado este, también cortada por la norte, mide 0,86 m. por 0,18 m. y la del lado sur, que corta la este y oeste, mide 0,60 m. por 0,11 m. Dimensiones de la cista: Longitud máxima: 1,04 m.; anchura máxima: 0,43 m.; altura máxima: 0,76 m. No excavado.

Túmulo 59. Situado a media ladera de la pendiente que suavemente baja hacia el Vallejo del Derramadero. Ofrece un muro circular de hiladas de lajas de arenisca, de las que se conservan hasta 5 en el lado oeste, con una altura de 0,45 m. Su diámetro es de 2,80 m. de norte a sur por 2,80 m. de este a oeste. En el centro está situada la cista, orientada 105° N. M., muy destruida, ya que sólo se conserva «in situ» la losa oeste, que mide 0,80 m. por 0,07 m. La losa norte, caída hacia el interior, mide 0,92 m. por 0,12 m. Las de los lados este y sur no se conservan. Dimensiones de la cista: Longitud máxima: 1,06 m.; anchura máxima: 0,70 m.; pro• profundidad máxima: 0,50 m. No excavado

Túmulo 57. Situado en el extremo norte de la plataforma centraren el centro y a unos 30 m. del arco que forma el borde del cantil del rodeno, que hacia el norte y el este cae ha• cia el Vallejo del Collado de los Arrieros. Consiste en un montón de piedras rodeadas por un muro exterior mal conservado del que se observan hasta 5 hiladas en el lado suroeste con una altura de 0,50 m. Las lajas miden entre 0,60 m. y 0,20 m. de largo por 0,12 m. a 0,03 m. de alto. El diámetro es de 2,90 m. de norte a sur por 3,00 m. de este a oeste. La cista, de forma rectangular ligeramente trapezoidal, orientada 30° N. M., está for• mada al este por una losa de 1,22 m. por 0,10 m.; al sur, por otra de 0,60 m. por 0,12 m.; al oeste, por otra de 0,90 m. por 0,02 m., y la del lado norte no se conserva. Dimensiones de la cista: Longitud máxima: 1,05 m.; anchura máxima: 0,54 m.; profundidad máxima: 0,48 m. No excavado.

Túmulo 55 (lám. XVII, 2). Situado en el alto de la plataforma, pero en la parte inclinada hacia el Vallejo del Collado de los Arrieros. Consiste en un montón de piedras construido sobre un gran bloque natural. Mide 3,40 m. de norte a sur por 3,20 m. de este a oeste. Del muro exterior se conservan hasta 5 hiladas en el lado sur, con una altura de 0,50 m. LOS TUMULOS DE PAJARONCILLO 51

La cista es de forma rectangular, orientada a 160° N. M., y ofrece al norte una losa de 1,15 m. por 0,08 m. cortada por los lados este y oeste, al igual que la sur. La losa del este mide 0,76 m. por 0,07 m.; la del sur, 0,86 m. por 0,18 m.; y la del oeste, 0,79 m. por 0,06 m. En el suelo se conserva el enlosado primitivo del que una losa alcanza los 0,50 m. de longitud máxima. Dimensiones de la cista: Longitud máxima: 1,05 m.; anchura máxima: 0,53 m.; profundidad máxima: 0,50 m. Excavado. No proporcionó ningún ajuar.

Túmulo 53. Situado sobre un bloque natural en la parte alta de la plataforma, pero inclinada hacia el Vallejo del Collado de los Arrieros. Consiste en un montón irregular de piedras de 3,00 m. de norte a sur por 2,20 m. de este a oeste, en el que no se observan restos del muro exterior ni de la cista, aunque apa• recen algunas lajas hincadas sin orden claro. No excavado.

Túmulo 51. Situado en la parte de la plataforma que cae hacia el Vallejo del Collado de los Arrieros ya cerca del borde del cantil del mismo. Consiste en un muro circular de 3,50 m. de norte a sur por 3,80 m. de este a oeste, del que se conserva hasta 9 hiladas con una altura de 0,65 m. La cista, de forma rectangular y orientada a 80° N. M. ofrece al oeste una losa de 0,96 m. por 0,13 m.; al norte otra de 0,69 m. por 0,17 m.; al este una de 0,84 m. por 0,22 m. y al sur, caída hacia fuera, una de 0,83 m. por 0,11 m. Ninguna de ellas llega a cortarse. Dimensiones: Longitud máxima: 1,10 m.; anchura máxima: 0,67 m.; profundidad máxima: 0,62 m. No excavado.

Túmulo 51 bis. Situado justo sobre un gran bloque natural que forma el cantil este de la plataforma que cae sobre el Vallejo del Collado de los Arrieros. Consiste en un montón de piedras muy destruido en el que no se conservan restos del muro exterior ni de la cista. Mide unos 3,50 m. de norte a sur por 3,30 de este a oeste. No excavado.

Túmulo 49. Situado a mitad de la pendiente que cae hacia el Vallejo del Collado de los Arrieros. Consiste en un muro circular de hasta 6 hiladas de lajas, con una altura de 0,50 m. Las lajas miden entre 0,54 m. y 0,19 m. de largo y 0,12 m. a 0,04 m. de alto. Su diáme• tro es de 3,60 m. de norte a sur por 3,70 m. de este a oeste. La cista es de forma rectangular, orientada 140° N. M., y ofrece al norte una losa al oeste de 0,92 m. por 0,09 m. y al este otra de 0,57 m. por 0,06 m. El lado sur conserva una losa al este de 1,03 m. por 0,07 m. y su parte oeste, así como los lados este y oeste, están destruidos. Dimensiones: Longitud máxima: 1,40 m.; anchura máxima: 0,75 m.; profundidad máxima: 0,75 m. La excavación proporcionó restos de huesos y el siguiente ajuar (fig. 25 y lám. XXXI-2, 6): 52 MARTIN ALMAGRO GORBLA

1) Arito de bronce cubierto de perfecta pátina de color verde intenso. Consiste en un alambre de sección rectangular, algo convexo en su cara externa, dispuesto en forma anular abierta. Dimensiones: Diámetro máximo: 22 mm.; altura: 2 mm.; grosor: 1,5 mm.

t-'ií.-,25 Aro de bronce del ajuar del túmulo 49.

Túmulo 39. Situado en la parte superior de la plataforma inclinada hacia el sur. Con• siste en algunas lajas hincadas, alguna de enorme tamaño, que podrían corresponder a los restos de una cista muy destruida, pero no se puede ver su disposición ni forma, e incluso resulta dudoso y puede que se trate de un fenómeno natural.

Túmulo 37. Situado en el centro de la plataforma en la parte superior ligeramente inclinada hacia el Vallejo del Derramadero. Consiste en un montón de piedras con dos losas juntas verticales, pero probablemente se trata de un agrupamiento natural.

Túmulo 36. Situado en lo alto de la plataforma en el vértice de la vertiente acusada hacia el Vallejo del Derramadero. Consiste en un montón de piedras apoyadas en parte y construidas aprovechando grandes bloques naturales. Apenas se conservan restos del muro, salvo en la parte suroeste, donde se ven hasta 7 hiladas con una altura de 0,35 m. Su diámetro es de 3,00 m. de norte a sur por 2,90 m. de este a oeste. En el centro se sitúa la cista, orientada 140" N. M., de la que sólo se conservan «in situ» dos lajas, una al sur de 0,65 m. de largo por 0,08 m. de ancho y otra al oeste de 0,63 m. por 0,06 m. Dimensiones: Longitud máxima aproximada: 0,80 m.; anchura máxima: 0,57 m.; profundidad máxima: 0,30 m. No excavado.

Túmulo 42 (lám. XVIII, 1). Situado en la parte superior de la plataforma inclinada hacia el sur y muy ligeramente hacia el Vallejo del Derramadero. Está formado por un muro circular de lajas de arenisca, del que se observan hasta cinco hiladas en el lado este con una altura total de 0,35 m. Mide 3,80 m. de este a oeste por 3,60 metros de norte a sur. En el interior aparece una hermosa cista de forma rectangular, orientada 165" N. M. La losa norte mide 1,15 m. por 0,12 m. y corta la este de 0,60 m. por 0,12 m. La losa sur, aunque parece caída, mide 1,34 m. por 0,12 m. y corta la del lado oeste, que mide 0,60 m. por 0,08 m., la cual está reforzada en el interior por otra losa menor de 0,45 m. por 0,06 m. Al parecer el suelo conserva restos del enlosado. LOS TUMULOS DE PAJARONCILLO 53

Dimensiones: Longitud máxima: 1,19 m.; anchura máxima: 0,65 m.; profundidad máxima: 0,55 m. No excavado.

Túmulo 38 (lám. XVIII, 2). Situado en la parte occidental de la plataforma en el vértice donde se acentúa la pendiente que baja al Vallejo del Derramadero. Está formado por un muro exterior de 3,80 m. de norte a sur por 3,60 m. de este a oeste, de forma rectangular redondeada o circular ligeramente deformada. Se conservan hasta 8 hiladas de lajas en la parte norte con una altura de 0,48 m. En el interior ofrece una cista probablemente rectangular, orientada 180° N. M., hecha de grandes lajas de arenisca. La del lado este mide 0,85 m. por 0,10 m. y cierra a la del norte, que mide 0,86 m. por 0,09 m. La del oeste, que también cierra a la del norte mide 0,70 m. por 0,05 m. Toda la parte sur ha perdido varias losas, por lo que desconocemos su estruc• tura. El suelo aparece enlosado con bastante cuidado. La losa mayor, al suroeste, alcanza 0,86 m. por 0,56 m., aunque las restantes no pasan de 0,30 m. Dimensiones: Longitud máxima: 1,45 m.; anchura máxima: 1,18 m.; profundidad máxima: 0,77 m. Excavado. No proporcionó ningún ajuar.

Túmulo 40. Pequeño túmulo situado en la parte alta de la plataforma inclinada hacia el Vallejo del Derramadero. Consiste en un muro exterior de forma circular que mide 2,40 m. de este a oeste por 2,20 m. de norte a sur y del que se conservan hasta 6 hiladas por su parte sureste, con 0,33 metros de altura. El interior, muy destruido, no permite conocer la estructura ni forma de la cista, que debió ser de reducidas dimensiones a juzgar por el tamaño del hoyo que ha dejado. No excavado.

Túmulo 64. Situado en la parte inferior de la plataforma que da hacia el Vallejo del Derramadero, a unos 25 m. al este del cauce del mismo. Consiste en un montón de grandes lajas de arenisca caídas que dan la sensación de ser un fenómeno natural, ya que no se observan restos de posible muro ni cista ni disposición intencionada alguna.

Túmulo 63. Situado en la parte inferior de la plataforma, a unos 15 m. escasos del cauce del Vallejo del Derramadero. Consiste en un montón de piedras que claramente se destacan de la superficie del te• rreno, aunque no se observan los restos del muro exterior ni de la cista. Mide unos 3,70 m. de norte a sur por 3,80 m. de este a oeste. No excavado.

Túmulo 62. Situado a media ladera de la pendiente que cae hacia el Vallejo del De• rramadero sobre un enorme bloque de la roca natural que aflora y se eleva sobre la super• ficie del suelo natural. No se observan restos del muro exterior ni de la cista, sino tan sólo algunas piedras agrupadas que pudieron corresponder a los últimos restos de un túmulo muy destruido. 54 MARTIN ALMAGRO GORBEA

Mide 2,80 m. de diámetro de este a oeste por 2,50 m. de norte a sur. De todas formas resulta muy dudoso y puede tratarse perfectamente de un fenómeno natural.

Túmulo 60. Situado hacia la mitad de la ladera que cae al Vallejo del Derramadero; consiste en un montón de piedras sin orden alguno que parece corresponder a un agolpa• miento natural, ya que no se observan restos del muro exterior ni de la cista. Mide unos 3,10 m. de diámetro.

Túmulo 61. Situado a media ladera de la pendiente que baja hacia el Vallejo del De• rramadero. Consiste en un montón de lajas de arenisca que igual pueden pertenecer a un agrupa- miento natural que a los restos de un túmulo muy destruido, pues no se observa ningún resto seguro ni del muro exterior ni de la cista. Mide 3,90 m. de norte a sur por 3,50 m. de este a oeste.

PLATAFORMA OCCIDENTAL

Situada al oeste del Vallejo de los Corbeteros, esta plataforma es un plano inclinado que poco a poco se va atenuando desde el extremo oeste, donde está el gran cantil que la limita por ese lado, hasta el propio cauce del vallejo, que constituye su límite por el este, siendo los límites norte y sur sendos morros que presenta el acantilado avanzando hacia el vallejo y que interrumpen la plataforma en la que están situados los túmulos. Esta plataforma queda dividida, a su vez, en dos partes desiguales por otro morro del cantil muy señalado que sale hacia el este y que casi llega a cortar la plataforma. En la parte sur el cantil traza un arco en forma de teatro más que semicircular de unos 50 m. de diámetro y en ella los túmulos (núm. 84-90) son abundantes en proporción aproximadamen• te semejante a la que ofrece la plataforma septentrional. En la parte norte el cantil ofrece un arco mucho más abierto, de unos 200 m. de largo, interrumpido en su tercio septentrional por el Collado de la Mina. En esta parte los túmulos (núm. 81-83) son escasos y muy dis• tanciados, pero es de resaltar la existencia de dos grandes túmulos situados casi simétricos al Collado de la Mina y cuya situación, de ningún modo casual, constituye el rasgo funda• mental de esta plataforma. Por último, a esta plataforma se puede añadir, por ser a ella a la que queda más próximo, un túmulo muy destruido situado en la margen izquierda del Vallejo de los Corbeteros, do• minando el extremo de la península que se forma en la unión de dicho vallejo con el del Derramadero.

Túmulo 81 (fig. 26 y lám. XIX-1, XX y XXII, 1). Situado en el centro del extremo norte del gran arco que en esta zona forma el cantil de arenisca. Está colocado casi en posición si• métrica con el túmulo 82, que describimos a continuación, como franqueando el camino del Collado de la Mina, que cruza el campo de túmulos hasta el Collado de los Arrieros, que• dando a unos 20 m. al norte de dicho camino. Consiste en la actualidad en un enorme montón de piedras de unos 10,60 m. de diámetro FIG. 26. Planta del túmulo 81. Q V

FIG. 27. Planta del túmulo 82. / / ^ o/ FIG. 27 bis. Secciones de los túmulos 81 y 82. LOS TUMULOS DE PAJARONCILLO 55 en sentido norte-sur por 10,00 m. de este a oeste, siendo 1,40 m. la altura máxima conser• vada. Está construido sobre un escalón natural de la roca arenisca de 0,60 m. de altura, si• tuado al este y que ha sido aprovechado para realzar la altura del túmulo. La roca natural constituye la base del túmulo, también por el lado sur, según se comprobó en una trinchera abierta con este fin (fig. 27 bis). El muro exterior, que se ha conservado, es de forma aproximadamente circular, con un diámetro de 6,97 m. y un espesor que oscila entre 2,60 m. y 2,90 m. Está hecho de hiladas de lajas de arenisca de las que se conservan hasta 12 en el lado sur con una altura total de 0,85 m. Su tamaño es más bien grande, siendo normales las de 0,50 m. y aún más de largo por 0,15 m. de alto por término medio. En el interior ofrece una cista de forma probablemente cuadrada, pero de la que tan sólo se conservan el lado sur, orientado 50° N. M., que mide 1,70 m. y parte del este, de 1,20 m. de longitud conservada. Las paredes, bien construidas, están hechas de lajas de arenisca de las que se conservan hasta 5 en la esquina sureste, la única llegada hasta nos• otros, con una altura total de 0,61 m. Las lajas llegan a medir 0,60 m. y más de largo por 0,08 m. a 0,20 m. de alto. El fondo de la cista es el suelo natural de arena suelta sin que se observen restos de en• losado alguno. Excavado. No dio nada de ajuar, sólo restos de madera carbonizada, muestra de C-14 CSIC-48.

Túmulo 82 (fig. 27 y lám. XIX-2 y XXI). En el centro del gran arco norte que forma la ceja de arenisca y a unos 30 m. al sur del camino que cruza desde el Collado de la Mina ha• cia el Collado de los Arrieros se halla situado un gran túmulo formado por un montón de piedras de 15,60 m. de diámetro de norte a sur por 15,50 m. de este a oeste y una altura máxima de 1,60 m., aunque esta altura parece mayor desde el lado este, dada la natural in• clinación hacia esa parte del terreno sobre el que está construido el túmulo. Se aprecia bastante bien el muro exterior del túmulo, de forma circular, de 11 m. de diámetro de norte a sur por 10,60 m. de este a oeste. Esta asentado directamente sobre el suelo natural de arenisca y gravilla según se pudo observar en una trinchera abierta al nordeste, donde se conservaban hasta 7 hiladas horizontales de lajas de arenisca hechas con bastante cuidado con una altura total de 0,95 m. Las longitudes oscilan entre 0,95 m. y 0,25 m. de largo y las alturas entre 0,18 m. y 0,05 m. El espesor del muro es muy grande, pues alcanza los 5,10 m. por el lado norte, ofreciendo el espesor mínimo en la parte sureste, donde es sólo 4,20 m. de grueso (fig. 27 bis). En el centro se abre una hermosa cista de buenas proporciones y bastante bien conser• vada. Es de forma cuadrada algo irregular, pues los muros miden respectivamente 1,60 m. el oeste, 1,55 m. el sur, 1,48 m. el este y 1,68 m. el norte. La orientación, considerando como base el lado oeste por ser el mejor conservado, es de 20° N. M. La cámara está también construida con un aparejo de hilada de lajas de arenisca bas• tante cuidado. El número de lajas por hilada oscila entre 4 y 5 en cada lado, con una lon• gitud de 0,20 m. a 0,60 m. por término medio. Estas hiladas quedan directamente asen• tadas sobre el suelo natural de arena limpia sin ningún basamento ni cimiento especial. En el lado oeste, el mejor conservado, se conservan hasta 9 hiladas con una altura total de 0,89 m. variando la altura de cada hilada entre los 0,06 m. a los 0,15 m. En el fondo de la cista, y algo por debajo del nivel de la primera hilada de lajas asentada sobre la arena natural, se halla el pavimento de la cista hecho con una enorme losa, casi circular, de 0,95 m. de largo que ocupa la mayor parte de la'superficie, quedando en el resto completada por otras piedras menores de 0,20 m. a 0,30 m. de longitud máxima. 56 MARTIN ALMAGRO GORBEA

Por último, hay que señalar que en el borde norte de la cista y en el fondo de la misma existen dos grandes losas de más de 1,20 m. de largo, actualmente removidas, por lo que resulta difícil conocer su destino original, que tal vez fue el de reforzar los muros de la cista o incluso pudieran haber formado parte del sistema de la cubierta. Excavado. No dio nada de ajuar, pero sí restos de madera y de carbón vegetal, con un peso total de 8 gr.

Túmulo 82 bis (fig. 28 y lám. XXIII). Situado en la parte sur del gran arco que forma la ceja del rodeno a unos 25 m. de la misma y a 64 m. al sur del túmulo 82. Es un gran conjunto de piedras de unos 8,30 m. de diámetro de norte a sur por 8,80 m. de este a oeste en sentido del declive natural de la plataforma. En la parte más alta, cerca del lado oeste, se ven dos hileras de piedras alineadas este- oeste y norte-sur, formando lo que pudiera ser el ángulo nordeste de una construcción cuadrada, lo que no se puede asegurar, pues está el conjunto muy destruido. Esta curiosa construcción presenta la particularidad de ofrecer muy abundantes frag• mentos de barro cocido de forma más o menos plana y de bastante espesor, 4 a 5 cm. El barro es claro y una de las caras está bien alisada y suele ser de color negro por haberse co• cido en un ambiente reductor, mientras que la otra suele ser más irregular y áspera, y de color pardo rojizo (lám. XXIII-2 y fig. 29).

FIG. 29. Borde de la placa de barro cocido del túmulo 82 bis.

Se hallan estos restos en toda la superficie del túmulo entre la rena mezclada con las piedras, pero da la sensación de haber sido un piso o un enlucido especial, ya que suelen aparecer los fragmentos junto a las piedras alineadas, donde se hallan más grandes y mejor conservados, con la cara alisada y ennegrecida hacia arriba, es decir, hacia afuera, y también aparecen en la zona central libre de piedras justo encima del suelo natural. En todo caso, resulta un hecho aislado y de muy difícil interpretación, pues aparece muy destruido. Excavado. No dio otro material que los citados fragmentos de enlucido de barro co• cido y 145 gr. de madera y carbón vegetal.

Túmulo 83. Situado cerca del Vallejo de los Corbeteros a unos 25 m. al norte del morro de arenisca que separa los dos arcos que forma el cantil que constituye el límite occidental de la plataforma del campo de túmulos. El túmulo se halla sobre un pequeño

LOS TUMULOS DE PAJARONCILLO 57 cortado de 1 m. de altura sobre el barranco, consistiendo en un montón de piedras de unos 6 m. de diámetro. Está muy destruido y no se aprecian restos de la cista ni del muro exterior, aunque el borde exterior en el lado sureste pudieron haber sido, al parecer, unos bloques naturales que aparecen situados sobre el cortado. No excavado.

Túmulo 83 bis. Situado en el extremo sur del gran arco que forma el cantil de arenisca que limita esta plataforma por el oeste. Consiste en un pequeño túmulo de piedras apoyadas por unos grandes bloques que la sostienen por la parte sur y este. Su diámetro es de 4,80 m. de norte a sur por 4,30 m. de este a oeste. No se aprecian señales de la cista ni de muro exterior por estar muy deteriorado. No excavado.

Fio. 30. Planta del túmulo 84.

Túmulo 84 (fig. 30 y lám. XXII-2). Túmulo situado a 15 m. al este de la ceja del rodeno, justo frente al extremo del saliente que forma la división del arco pequeño y el arco grande situado más al norte. Ocupa un leve lomo que se eleva ligeramente entre dos ramblizos que corren paralelos a la ceja del rodeno. Su posición, por tanto, destaca, ya que domina el camino entre el morro del rodeno y el Vallejo de los Corbeteros, próximo al cual está si• tuado. 58 MARTIN ALMAGRO GORBEA

Consiste en un gran montón de piedras irregularmente dispersas y muy extendidas, en el que no se aprecia señal alguna de muro exterior, tal vez por estar muy mal conservado. Su diámetro es de 9 m. de este a oeste por 8 m. de norte a sur. En la parte más alta se abre una cista rectangular orientada 100° N. M. y formada en el lado este por cuatro losas hincadas de unos 10 cm. de ancho. El lado opuesto, el oeste, conserva dos losas in situ, y la de la esquina sureste, caída al lado. El lado menor, el norte, ofrece una gran losa que cierra ambos lados mayores, mientras que el lado sur sólo ofrece una losa menor adosada al ángulo noreste, mientras que en el ángulo sureste se ha perdido la losa que debió tener. El suelo, sobre arena natural, conserva en la parte norte parte del enlosado de lajas de arenisca que formaba el fondo de la tumba. Dimensiones de la cista: Longitud máxima: 2,20 m.; anchura máxima: 0,95 m.; profundidad máxima: 0,66 m. Excavado. El ajuar proporcionado, junto con pequeños fragmentos de huesos y 12 gr. de carbón vegetal, fue el siguiente (fig. 31 y lám. XXIX-2): 1) Anillo de oro hecho con una cinta de cara plana al interior y cóncava con dos pe• queños toros en los bordes al exterior. La parte central del exterior está decorada con pe• queños trazos perpendiculares que se pierden al llegar a los bordes, ya que estos ofrecen evidentes señales de desgaste por el uso. Dimensiones: Diámetro máximo: 21,7 mm.; anchura de la cinta: 3,6 mm.; grosor de la misma: 0,9 mm.; peso: 1,980 gr. 2) Cuenta de collar de oro en forma de neumático. Es de paredes macizas. Dimensiones: Altura: 3,1 mm.; diámetro máximo: 4,7 mm.; diámetro de la perfora• ción: 2,2 mm.; peso: 0,530 gr. 3) Cuenta de collar de oro semejante a la anterior, pero de paredes más delgadas. Dimensiones: Altura: 3 mm.; diámetro máximo: 4,3 mm.; diámetro de la perforación: 2,6 mm.; peso: 0,350 gr. 4) Cuenta de collar de oro semejante a la anterior. Dimensiones: Altura: 2,7 mm.; diámetro máximo: 4,2 mm.; diámetro de la per• foración: 2,4 mm.; peso: 0,310 gr. 5) Cuenta de collar de oro semejante a la anterior, pero de estructura más maciza. Dimensiones: Altura: 2,3 mm.; diámetro máximo: 4,2 mm.; diámetro de la perfo• ración: 2,5 mm.; peso: 0,300 gr. 6) Cuenta de collar de oro de chapa delgada. Dimensiones: Altura: 3 mm.; diámetro máximo: 4,1 mm.; diámetro de la perfora• ción: 2,8 mm.; peso: 0,110 gr. 7) Cuenta de collar de oro de estructura semejante a la anterior. Dimensiones: Altura: 2,9 mm.; diámetro máximo: 5,2 mm.; diámetro de la perfora• ción: 3,2 mm.; peso: 0,070 gr. 8) Cuenta de collar de oro semejante a la anterior, pero bastante aplastada y abo• llada. Dimensiones: Altura: 2,5 mm.; diámetro máximo: 5 mm.; diámetro de la perforación: 3,3 mm.; peso: 0,060 gr. 9) Fragmento de una cuenta de collar de oro semejante a la anterior, muy aplastada. Dimensiones: Altura: 1,4 mm.; diámetro aproximado: 6,5 mm.; diámetro aproximado de la perforación: 4 mm.; peso: 0,040 gr. 10) Pequeño fragmento indeterminable de una materia brillante. El brillo es pla• teado, por lo que puede tratarse de este metal. Dimensiones: Longitud máxima: 4,5 mm. ; grosor: 1,2 mm.; peso: 0,010 gr. LOS TUMULOS DE PAJARONCILLO 59

11) Brazalete de bronce de forma anular abierto. Está bastante bien conservado y ofrece una magnífica pátina de color verde oscuro. Está formado por un alambre de sección semicircular con las aristas redondeadas que tiende a adelgazarse hacia los extremos. Estos cierran el círculo, quedando ligeramente sobrepuestos.

Fic¡. 31. Anillo y cuentas de oro y brazalete y pie/a de bronce del ajuar del túmulo S4. Las cuentas de oro a 2:1. el resto a su tamaño. 60 MARTIN ALMAGRO GORBEA

Dimensiones: Longitud: 190 mm.; diámetro máximo: 59 mm.; grosor máximo: 5 mm. 12) Barra de bronce de regular conservación, pues la superficie, brillante y con bella pátina oscura, está muy perdida. Es de forma ligeramente fusiforme, más gruesa en el centro y con un extremo algo apun• tado y otro más bien plano con un pequeño rehundido en el centro. La superficie está formada por ocho facetas que se ensanchan en el centro siguiendo la forma de la pieza y que le dan una sección octogonal. Dimensiones: Longitud: 72 mm.; grosor máximo: 11 mm.

Túmulo 84 bis. Situado en el borde oeste del Vallejo que baja de los Corbeteros para• lelo a la ceja occidental del rodeno. Consiste en un montón de piedras de 7,00 m. de norte a sur en sentido del barranco por 6 m. de este a oeste. En su centro se observan tres pequeñas losas alineadas de este a oeste, que forman la pared norte de la cista, de forma al parecer oval y muy destruida, cons• truida en el resto con pequeñas piedras irregulares. En su parte sur aparece una gran losa que forma parte del suelo y que es un bloque de roca natural que aflora. Dimensiones: Longitud máxima: 1,85 m.; anchura máxima: 1,05 m.; profundidad máxima: 0,38 m. Excavado. No dio ningún ajuar, sólo restos de carbón vegetal y madera, con un peso total de 160 gr.

Túmulo 85 (lám. XXIV-1). Túmulo de grandes dimensiones situado a unos 15 m. al sur del borde del saliente norte del cantil de arenisca, que forma el límite occidental del campo de túmulos. Está situado sobre una plataforma inclinada hacia el este, por lo que en dicha zona el montón de piedras es mucho más alto. El diámetro exterior del amontonamiento de piedras es de 8,70 m. de este a oeste por 7,40 de norte a sur. En el centro se puede apreciar la cista de forma oval orientada a 80° N. M. y hecha al parecer por un muro de aparejo de losas de arenisca, del que se observan 7 hiladas en el la• do sur, con una profuncidad máxima de 0,60 m. Los lados este y oeste son igualmente de aparejo, y el norte ofrece por el contrario tres losas de unos'0,50 m. de longitud máxima que recubre el aparejo. El suelo de la cista está formado por un enlosado hecho de lajas de arenisca de 0,10 m. a 0,30 m. de longitud máxima dispuestas irregularmente. Dimensiones de la cista: longitud máxima: 1,90 m.; anchura máxima: 1,10 m.; pro• fundidad máxima: 63 cm. Excavado. No dio nada de ajuar, excepto restos de un fragmento de cerámica a mano, casi inidentificable y 13 g. de carbón de madera.

Túmulo 86. Gran túmulo situado en el centro del pequeño teatro semicircular que forma en esta zona la ceja de arenisca. Presenta un fuerte desnivel en la plataforma sobre la que está asentado, que se traduce en más de 1,5 m. de altura en el lado este. Su diámetro máximo es de 10,40 m. en sentido de este a oeste por 10,50 m. de norte a sur. En el centro se aprecian restos de una oquedad irregular que debe corresponder a la cámara.de la cual resulta imposible conocer su forma y disposición. No excavado. LOS TUMULOS DE PAJARONCILLO 61

Túmulo 87. Túmulo situado casi en la parte exterior del arco que forma el cantil de arenisca. Consiste en un gran amontonamiento de piedras de unos 6,50 m. de diámetro máximo en sentido de este a oeste, que es el del desnivel de la plataforma sobre la que está cons• truido. No se aprecian restos de la cista ni de muro exterior por estar bastante destruido. No excavado.

Túmulo 88. En la parle más septentrional del teatro formado por el cantil de arenisca y cerca de la pared de este último se halla un amontonamiento de piedras de unos 4 m. de diámetro máximo, probablemente restos de un túmulo muy destruido en el que no se aprecian restos de la cista ni del muro exterior. No excavado.

Túmulo 89 (fig. 32, lám. XXIV-2). En el extremo más occidental del arco formado por la ceja de arenisca y al fondo del mismo se halla un conjunto de grandes piedras irregulares de más de 0,50 m. de largo colocadas en círculo con un diámetro aproximado de 4 m., cuyo interior se halla relleno de pequeñas y grandes piedras sin que se observe orden alguno en su disposición ni restos de la cista en el interior, ya que las piedras aparecían amonto• nadas directamente sobre el suelo natural de arena sin guardar ningún orden especial. Excavada su mitad meridional no dio nada de ajuar, salvo pequeños fragmentos de carbón vegetal con un peso de 22 g.

Túmulo 90. En el extremo sur del arco formado por la ceja existen restos de un tú• mulo dudoso o muy destruido, formado por un conjunto de piedras de unos 5 m. de diámetro, de escasa altura. No se observan restos de la cista, sino que el centro se haya ocupado por grandes blo• ques de piedra tal vez desprendidos. No excavado.

PLATAFORMA SEPTENTRIONAL

Esta plataforma situada entre el Vallejo del Derramadero, al este, y el Vallejo de los Corbeteros, al oeste, si bien de gran amplitud, ofrece todos los túmulos agrupados sobre una ceja muy señalada que constituye el borde del Vallejo del Derramadero y que queda situada al norte del camino que va del Collado de la Mina al Collado de los Arrieros y al sur del que va de los Corbeteros al citado Collado de los Arrieros. En la pequeña pero bien limitada plataforma existente sobre el mencionado cantil se sitúan los túmulos en número y densidad bastante grande, pero ya muy inferior a los que ofrece la plataforma central (lám. II1-2). En esta parte prácticamente están construidos aprovechando los escalones naturales que ofrece el cantil de arenisca, salvo alguno situado hacia el centro de la plataforma. El núcleo mayor y más denso se agrupa en la parte sur (núm. 69-80), donde el cantil es más 62 MARTIN ALMAGRO GORBEA elevado y sólo unos pocos (núm. 66-68), y ya más aislados, aparecen en la parte norte, se• parada de la anterior por una interrupción del cantil, tras el cual éste se divide en dos cejas paralelas que a modo de escalones caen hacia el vallejo, pero de menor altura e importancia.

Fio. 32. Planta del túmulo 89. IOS TUMULOS DF. PAJARONCILLO 63

Túmulo 66 (lám. XXV-1). Túmulo situado en el extremo norte de una gran platafor• ma de roca natural que se eleva unos 3 m. sobre el barranco que baja del Derramadero del Guillón en el borde del mismo. El túmulo consiste en un montón de piedras en el que apenas se aprecia alguna hilada del muro exterior por estar muy destruido. Mide 4,00 m. de norte a sur por 3,40 m. de este a oeste. No se aprecian restos de la cista por estar revueltas las piedras que lo forman. No excavado.

Túmulo 66 bis. Situado al sur del túmulo 66, aproximadamente en el mismo cantil del rodeno sobre el Vallejo del Derramadero. Consiste en un círculo de piedras formado por un muro de hasta 3 hiladas en la parte este, que mide 4,20 m. de norte a sur por 4,40 m. de este a oeste. En el centro aparece hincada una gran losa de 1,50 m. de larga por 0,87 m. de altura, orientada a 120" N. M. En el lado noroeste aparece otra losa de 0,60 m. de ancho que for• maba la cabecera comprendida entre la gran losa del lado noreste y otra rota, de la que sólo se conserva la parte más próxima a la losa de cierre, con una anchura de 0.40 m. Apenas se conservan restos del enlosado, salvo alguna laja suelta que apareció al fondo de la cista en las esquinas. Dimensiones: Longitud máxima: 1,20 m.; anchura máxima: 0,80 m.; profundidad máxima: 0,90 m.

Excavado. Proporcionó una pequeña sierra de hoz de sílex de color blanco (fig. 33). En la esquina norte aparecieron restos de cerámica medieval o moderna, que consiste en cinco pequeños fragmentos de un vaso a torno de color rojizo y pasta dura de tacto arenoso. No es posible identificar su forma, al parecer cerrada. Ofreció también 55 gr. de madera carbonizada.

Fie;. 33. Materiales aparecidos en el túmulo 66 bis.

Túmulo 68. Túmulo situado ya bajo la ceja del rodeno que constituye el límite del campo de túmulos, pero todavía a considerable altura sobre el barranco. Se apoya sobre grandes losas naturales en su lado este. Mide 4,20 m. de norte a sur por 3,90 m. de este a oeste. No se aprecian restos del muro ni de la cámara por estar bastante destruidos. No excavado. 64 MARTIN ALMAGRO GORBEA

Túmulo 67 (lám. XXV, 2). Situado en el escalón intermedio de la ceja que separa el Vallejo del Derramadero de la plataforma septentrional del campo de túmulos, es decir, bajo el cantil superior y sobre una plataforma separada, a su vez, por un cantil del barranco. Bastante bien conservado, ofrece un muro circular de lajas de arenisca, formando hasta 4 hiladas en todo su perímetro. Su diámetro es de 3,80 m. de norte a sur por 3,80 m. de este a oeste. En su centro se aprecia una cista, bien conservada, orientada a 130° del N. M. y formada por una gran losa hincada a su lado sureste, de 0,90 m. de largo por 0,33 m. de alto por 0,10 m. de ancho y otra que la corta en el noroeste de 0,78 m. de largo por 0,36 m. de alto por 0,22 m. de grueso y otra más al sureste de 0,52 m. de largo por 0,22 m. de alto por 0,12 m. de ancho, mientras que el lado noreste está formado por varias piedras colocadas horizontalmente de hasta 0,88 m. de largo por 0,16 m. de alto. Dimensiones de la cista: Longitud máxima: 1,15 m.; anchura máxima: 0,56 m.; profundidad máxima: 0,35 m. No excavado.

Túmulo 70. Este túmulo está situado aproximadamente en el eje de la plataforma del rodeno, sobre unas grandes rocas situadas en el extremo este de la misma y que forman en dicha parte un escalón de 1,30 m. de altura. Del túmulo se conserva tan solo una hilada en el lado oeste, por estar muy destruido. Mide 4,80 m. de norte a sur por 3,50 m. de este a oeste. En el centro se observan restos de la cista orientada 70° N. M. Está formado por una gran losa en el lado sur, de 0,90 m. de largo por 0,38 m. de alto por 0,09 m. de grueso; dos en parte superpuestas en el este, de 0,51 m. de largo por 0,29 m. de alto por 0,07 m. de grueso y 0,41 m. de largo por 0,36 m. de alto por 0,06 m. de grueso en el este, y una sola en el norte de 0,42 m. de largo por 0,34 m. de alto por 0,08 m. de grueso, pues el resto de este lado y el oeste no se aprecian por no estar excavado. Dimensiones de la cista: Longitud máxima: 1,25 m.; anchura máxima: 0,70 m.; profundidad máxima: 0,36 m. No excavado.

Túmulo 69. Túmulo situado en el centro del extremo norte de la plataforma sep• tentrional. Está formado por un muro hecho de lajas de arenisca, del que se aprecian hasta 5 hiladas en el lado oeste y que, aunque muy destruido, se puede seguir en todo su contorno. Mide 2,50 m. de norte a sur por 2,70 m. de este a oeste. No se aprecian restos de la cista porque está muy destruida. No excavado.

Túmulo 73. Túmulo muy destruido sobre una gran losa natural en el lado este, sobre el cantil que da al Vallejo del Derramadero. Mide 4,60 m. de este a oeste por 4,20 m. de norte a sur. En el centro se aprecia una oquedad de 1,20 m. de diámetro que parece corresponder a la cista, muy destruida y que por estar sin excavar no es posible apreciar su disposición. No excavado.

Túmulo 72. Pequeño túmulo bastante destruido situado en el extremo norte del can• til de rodeno que limita al este la plataforma septentrional. Se conservan restos del muro circular en su lado oeste, pero sólo se aprecian dos hiladas de lajas de arenisca. Mide 3,10 m. de este a oeste por 3,55 m. de norte a sur. LOS TUMULOS DE PAJARONCILLO 65

En el centro se aprecia una pequeña oquedad de 1,00 m. de diámetro que puede co• rresponder a la cista, muy destruida. No excavado.

Túmulo 71. Pequeño túmulo situado en el centro de la plataforma de rodeno. Se observa el muro circular con hasta 6 hiladas de lajas superpuestas en el lado este. Sus dimensiones son 2,60 m. de norte a sur por 2,80 m. de este a oeste. No se aprecian restos de la cista en su interior por no estar excavada. No excavado.

Túmulo 76 (lám. XXVI). Magnífico túmulo situado sobre el borde este del cantil de rodeno que limita por el oeste la zona central del campo de túmulos. El túmulo se basa en su lado este en un escalón de arenisca de 0,40 m. de alto y conser• va en el lado sur hasta 12 hiladas del muro circular de finas lajas de arenisca que lo formaba. Su diámetro es de 3,90 m. de norte a sur por 4, 30 m. de este a oeste. La cámara, de forma rectangular, orientada 120° N. M., está formada por 4 lajas es• trechas en los lados mayores en parte superpuestas. Al norte miden 0,80 m. de largo por 0,54 m. de alto por 0,9 m. de grueso; 0,56 m. de largo por 0,45 m. de alto por 0,07 m. de grueso; 0,58 m. de largo por 0,60 m. de alto por 0,08 m. de grueso, y 0,70 m. de largo por 0,54 m. de alto por 0,04 m. de grueso. El lado sur ofrece al oeste una losa de 0,50 m. de largo por 0,54 m. de alto por 0,06 m. de grueso, y otra de 0,65 m. de largo por 0,58 m. de alto por 0,12 m. de grueso, faltando las otras dos piedras y cerradas por una gran losa de 0,97 m. de largo por 0,54 m. de alto por 0,12 m. de grueso al lado este y dos menores al norte, que en total dan 0,80 m. de largo por 0,33 m. de alto por 0,10 m. de grueso. El án• gulo suroeste es algo ochavado. En el fondo conserva perfectamente el pavimento de lajas de arenisca que formaba el suelo y sobre el que se descubrieron los restos de huesos, único hallazgo proporcionado por esta sepultura. Las losas mayores se sitúan en el centro, donde alcanza 0,45 m. por 0,63 m. y a su alrededor se complementa con losas menores de 0,20 m. por 0,30 m. Dimensiones de la cista: Longitud máxima: 1,90 m.; anchura máxima: 1,10 m.; profundidad máxima: 0,60 m. Excavado. No dio nada de ajuar, sólo 4 gr. de madera carbonizada y los huesos citados.

Túmulo 78. Pequeño túmulo situado junto al borde del cantil que da al Vallejo del Derramadero. Está formado por hileras de lajas de arenisca, de las que se conservan hasta 7 en el lado norte, situadas sobre una losa natural que presenta al este un escalón de 0,75 m. de alto. Su diámetro es de 2,40 m. de norte a sur por 3,00 m. de este a oeste. No se ven restos de la cámara por no estar excavado. No excavado.

Túmulo 77. Consiste en dos lajas verticales, hincadas en dirección noroeste a sureste, pero seguramente naturales, ya que no se aprecia resto del muro ni del montón de piedras alrededor. No excavado. Túmulo 75. Túmulo situado en la parte este de la plataforma, pero apartado del cantil. Está construido con un muro de hiladas de losas de arenisca aproximadamente circular, de las que se observa hasta 5 en su lado este. Su diámetro es de 4,10 m. de norte a sur por 3,60 m. de este a oeste. En el centro se observan restos de la cista, muy destruida, consistentes en una losa hin- 66 MARTIN ALMAGRO GORBEA

cada orientada 145° N. M. de 1,10 m. de largo. La otra dimensión queda dudosa por no estar excavado, parece ser de 1,20 m. de largo, por lo que la cista sería aproximadamente cuadrada. Su profundidad máxima es de 0,40 m. No excavado.

Túmulo 74. Pequeño túmulo situado en la parte oriental de la plataforma, cerca del cantil, pero no en el mismo borde. Está formado por un muro circular de lajas de arenisca con hasta 7 hiladas en el lado sur, que mide 3,80 m. de este a oeste por 2,80 m. de norte a sur. En el interior se aprecia un hoyo de 1,30 m. de diámetro máximo, seguramente restos de la cista, pero no es posible apreciar su disposición por no estar excavada. Sin excavar.

Túmulo 80 bis. Situado junto al borde norte del camino que va del Collado de la Mina al Collado de los Arrieros, sobre una pequeña elevación que señala el extremo sur de la plataforma septentrional. Consiste en un montón irregular de piedras de 5,20 m. de diámetro, restos de un túmulo muy destruido, del que no se aprecia el muro exterior ni nada de la cista. Su borde este se apoya en un grupo de grandes piedras y sobre un pequeño cantil de 1 m. de altura aproximada. No excavado.

Túmulo 80 (lám. XXVIII-1). Túmulo de pequeñas dimensiones situado en el extremo sur del cantil que separa la plataforma septentrional del Vallejo del Derramadero. Consiste en un montón de piedras apoyado al este en un cantil de 1,50 m. de alto y en una gran piedra al oeste. Su diámetro es de 4,50 m. de este a oeste por 3,90 m. de norte a sur, en cuyo centro se aprecia una cista oval orientada 60° N. M., hecha con hiladas de lajas de las que se aprecian hasta 4. Dimensiones de la cista: Longitud máxima: 1,60 m.; anchura máxima: 0,90 m.; profundidad máxima: 0,25 m. No excavado. Túmulo 79. Túmulo formado por un muro aproximadamente circular hecho de hiladas de lajas de arenisca que llegan a ser hasta 9 en el lado sur; ofrece todo el perímetro conservado, aunque está sin excavar. Su diámetro es de 3,40 m. de norte a sur por 3,80 m. de este a oeste. No se aprecia la cista. Sin excavar.

PLATAFORMA ORIENTAL

Situada entre el Vallejo del Collado de los Arrieros y las elevaciones que constituyen el lado este del anfiteatro natural, su extremo norte se eleva lentamente y sin límite definido mientras que el sur lo constituye la Vaguada del Castillo. En esta plataforma los túmulos se agrupan en un núcleo principal que ocupa la zona LOS TUMULOS DE PAJARONCILLO 67 comprendida entre el Vallejo del Collado de los Arrieros al oeste, la Vaguada del Castillo al sur, el pequeño vallejo que desemboca en la margen derecha de esta última, al oeste, y el Camino del Castillo al norte. Otro núcleo de menor importancia, y en el que los túmulos se hallan más dispersos, se sitúa al este del Vallejo que desemboca en la Vaguada del Castillo, siempre al sur del Camino del Castillo, pues al norte del mismo tan sólo se han localizado por el momento dos túmulos que además quedan aislados de cualquiera de los otros grupos y muy distantes entre sí. Por último, en relación con los túmulos de esta plataforma, se pueden considerar dos túmulos situados en la margen izquierda del Vallejo del Collado de los Arrieros, pero aguas abajo de la desembocadura de la Vaguada del Castillo, situado entre el vallejo y el cantil de arenisca que por esa parte cierra el anfiteatro. Cerca de ellos, pero ya al otro lado del Vallejo del Collado de los Arrieros, en el extremo de la península que queda entre este vallejo y el de El Escorial, se encuentran restos de otro túmulo, que es el situado más próximo al río Cabriel de todos los de esta necrópolis y que por no quedar relacionado con ningún otro grupo se podría incluir aquí.

Túmulo 92 (lám. XXVII, 1). Situado al borde del Camino del Castillo, consiste en un túmulo de 6,60 m. de norte a sur por 7,70 m. de este a oeste, en cuyo centro se abre una gran cista orientada 120° N.M. No se observa el muro exterior. 6,60 m. de norte a sur por 7,70 m. de este a oeste, en cuyo centro se abre una gran cista orientada 120° N.M. No se observa el muro exterior. Está formada en el lado sur por una gran losa al oeste de 0,98 m. de largo y otra al este de 0,50 m. El lado norte lo forman tres losas de 0,71 m., 0,35 m. y 0,56 m.,respectiva• mente de oeste a este. El lado este lo forma una losa que queda entre los lados norte y sur, y mide 0,80 m. de largo, mientras que el lado oeste está formado por tres losas de 0,51 m., 0,67 m. y 0,45 m., respectivamente, de sur a norte formando un cierre que corta las paredes norte y sur. Dimensiones de la cista: Longitud máxima: 1,52 m.; anchura máxima: 0,88 m.; pro• fundidad máxima: 0,75 m.

Excavado. En su interior se halló una pulsera de bronce en el ángulo suroeste y otra hacia el centro y pegada a la pared norte. A continuación procedemos a su descripción (fig. 34 y lám.XXX-1): 1) Brazalete de bronce fundido muy bien conservado y cubierto por una pátina de color verde oliva oscuro. Su forma es circular abierta ligeramente ovalada. La sección pre• senta una tendencia rectangular con las aristas redondeadas y con la superficie exterior convexa, decreciendo su grosor de manera paulatina, aunque no simétrica, desde el centro hacia los extremos. La cara exterior convexa presenta quince grupos de trazos paralelos perpendiculares formados cada uno por cinco a siete trazos, aunque predominantemente seis, salvo en los extremos,que sólo ofrecen cuatro trazos. Estos grupos de trazos quedan separados normal• mente por espacios de unos tres a cuatro milímetros de ancho, normalmente lisos, aunque en tres casos se aprecian en ellos suaves trazos inclinados de derecha a izquierda y de arriba a abajo. Los espacios junto a los grupos de los extremos son más grandes, 15 mm., y en ellos se aprecia en un lado dos líneas convergentes hacia el extremo y en el otro restos de otra línea tal vez convergente en sentido opuesto, de la que arrancan pequeños trazos de un milí• metro de largo en su parte inferior. Toda esta decoración ha sido realizada a buril después

LOS TUMULOS DE PAJARONCILLO 69 de fundir la pieza,pero antes de que se enfriase el metal, es decir, antes de que éste hubiese perdido totalmente su ductilidad. Dimensiones: Longitud: 210 mm.; diámetro máximo: 67 mm.; diámetro mínimo: 60 mm.; sección máxima: 9 mm.; sección mínima: 6 mm. 2) Brazalete de bronce fundido. Roto en tres fragmentos, de los que se conservan dos, y al parecer algo deformado. Ofrece una magnífica pátina de color verde oliva oscuro muy bien conservada. Su forma es ovalada y abierta y la sección biconvexa, casi rómbica, con dos aristas, una en la parte superior y otra en la inferior y los lados muy redondeados pero sin llegar a ofrecer angulosidad. La sección disminuye del centro a los extremos, pero no simétricamente, ya que la parte que falta era algo más gruesa que en el lado opuesto. Ofrece en su cara externa una rica y compleja decoración realizada a buril después de la fundición de la pieza, pero antes de que el metal se enfriara y perdiera totalmente su maleabilidad. Los motivos son simples y geométricos. Del borde hacia el centro aparece una serie de veintitrés trazos perpendiculares seguida de dos líneas paralelas situadas a 1,5 mm. de las aristas superior e inferior, quedando este espacio intermedio ocupado por pequeños trazos inclinados de izquierda a derecha y de arriba a abajo. En el espacio situado entre las dos lí• neas paralelas, es decir, en el centro de la cara, se aprecia otra línea paralela más con peque• ños trazos perpendiculares que forman parte de un motivo perdido por el desgaste de la pie• za. A continuación viene otra serie de diecisiete trazos perpendiculares y después otro mo• tivo formado por diez dobles trazos inclinados del centro de la cara hacia las aristas y hacia atrás a manera de espina de pez. Tras este motivo viene el motivo central que consiste en dos rombos dispuestos simétricamente a uno y otro lado del centro del brazalete y formado cada uno por dobles líneas paralelas unidas entre sí por pequeños trazos perpendiculares a las mismas. Por último, una serie de pequeños trazos verticales ocupan el eje principal del rombo. En el otro lado los motivos de espina de pez y trazos perpendiculares se aprecian simé• tricamente dispuestos, pero por faltar un fragmento sólo se aprecia el inicio del motivo de líneas horizontales y falta toda la serie de trazos perpendiculares situada junto a ese ex• tremo. Dimensiones: Longitud de la parte conservada: 180 mm.; diámetro máximo: 85 mm.; diámetro mínimo: 67 mm.; sección máxima: 8 mm.; sección mínima: 6 mm.

Túmulo 91 bis. Situado en lo alto de la plataforma, pero ya hacia el Vallejo del Collado de los Arrieros. No se aprecian casi restos del túmulo, pero sí de una cista de grandes dimensiones orien• tada 10° N.M. En el lado oeste se conservan dos lajas de 0,90 m. y 0,40 m. de largo, y en el este sólo una de 0,55 m. de largo, mientras que en los lados norte y sur no se conserva ninguna losa in situ. Dimensiones de la cista: Longitud máxima: 2,00 m.; anchura máxima: 0,76 m.; profundidad máxima: 0,45 m. No excavado.

Túmulo 94 bis. Situado al este del barranco de los Arrieros, ya en el plano inclinado pero aún cerca de lo alto de la plataforma. Consiste en un montón de piedras de 4 m. de diámetro de norte a sur por 5,3 este a oeste, en el centro de los cuales se ven caídas tres grandes losas que formabí 70 MARTIN ALMAGRO GORBEA de 0,97 m. por 0,10 m. la del lado oeste que cierra el resto, 1,20 m. por 0,10 m. la del norte y 1,10 m. por 0,06 m. la del sur que está caída, faltando la este por haber desaparecido. El suelo está formado por pequeñas lajas que forman el enlosado mayor. Mide 0,28 m. de largo y las demás son de menor tamaño. Dimensiones: Longitud máxima: 1,33 m.; anchura máxima: 0,74 m.; profundidad máxima: 0,58 m.

Excavado. Proporcionó, además de algunos restos de carbón vegetal y madera, el siguiente ajuar (fig. 35):

FIG. 35. Fragmentos cerámicos hallados en el túmulo 94 bis.

1) Dieciocho fragmentos de cerámica hecha a mano muy erosionados y de imposible reconstrucción pertenecientes probablemente a un solo cacharro, pues todos ofrecen ca• racterísticas muy semejantes. Su barro es pardo rojizo con abundantes y gruesos granos de cuarzo como desgrasante y la superficie aparece toscamente alisada salvo en dos pequeños fragmentos que conservan la superficie interior bruñida. El escaso tamaño de los fragmentos impide averiguar su forma y sólo uno de ellos, el mayor, nos permite apreciar una panza ovoide y el inicio de lo que pudiera ser un cue• llo convexo, dando la impresión, dentro de sus reducidas dimensiones, de que se trata de un vaso de regulares dimensiones y de perfil en S. Dimensiones: Longitud máxima del fragmento mayor: 71 mm.; grosor máximo: 7 mm.; grosor mínimo: 4 mm. LOS TUMULOS DE PAJARONCILLO 71

Túmulo 99 bis. Pequeño montón de piedras que parece ser un túmulo muy destruido. Situado al sur de la plataforma y muy próximo al Vallejo del Collado de los Arrieros que corre al oeste. El diámetro del círculo de piedras es de 4,50 m. No excavado.

Túmulo 91 ter. Situado en la vertiente occidental que da al Vallejo del Collado de los Arrieros. Consiste en un túmulo muy destruido y en el que no se aprecia el muro exterior. Sus dimensiones son 5,30 m. de norte a sur por 5,80 m. de este a oeste. En el centro se ve la cista orientada 100° N.M. formada por una losa de 0,95 m. en el lado sur, dos de 0,30 m. y 0,83 m. de este a oeste en el lado norte y 0,63 m. la del lado este, mientras que la del oeste no se puede apreciar. Dimensiones de la cista: Longitud máxima: más de 1,30 m.; anchura máxima: 1,08 m.; profundidad máxima: 0,38 m. Excavado. No dio ajuar, tan sólo restos de madera y carbón vegetal.

Túmulo 94 (lám. XXVII-2). Situado sobre un pequeño vallejo que corre por su lado este y desemboca en la Vaguada del Castillo. Consiste en un montón de piedras de 6,70 m. de norte a sur por 6,90 m. de este a oeste en el que no se aprecia el muro exterior. La cista central está orientada a 00° N.M. y queda formada por dos losas de 0,40 m. y 0,75 m. de este a oeste en el muro norte, y una grande de 0,90 m. al oeste y otra de 0,55 m. al sur. El lado este sólo conserva piedras dispuestas horizontalmente, tal vez por haber perdido la losa que las cubría. Dimensiones: Longitud máxima: 1,20 m.; anchura máxima: 1,15 m.; profundidad máxima: 0,70 m.

Excavado. El ajuar proporcionado fue el siguiente (fig. 36 y lám. XXXI-2, 7 y 8): 1) Urna de cerámica hecha a mano. Bastante rota y algo incompleta; se ha podido reconstruir con toda seguridad. Su forma es bastante irregular, pero se percibe una panza ovoide ligeramente bitroncocónica con la parte inferior más profunda que la superior y con predominio de la anchura sobre la profundidad. Presenta un pequeño borde incli• nado hacia fuera que le da cierto perfil en S y la base, relativamente estrecha, ofrece el centro ligeramente rehundido hacia el interior. La pasta, muy tosca, es de color pardo y negruzco con abundante desgrasante. Su superficie ha sido alisada pero sin especial cuidado. Dimensiones: Altura: 165 mm.; diámetro máximo: 220 mm.; diámetro de la bo• ca: 180 mm.; diámetro de la base: 50 mm. 2) Aro abierto de bronce de forma anular y de sección rectangular con la cara exterior convexa. Su pátina verde oscura se conserva bien. Dimensiones: Diámetro máximo: 23 mm.; altura: 2 mm.; grosor: 1 mm. 3) Pequeño fragmento de roca arenisca de color parduzco y de granos finos. Su forma es algo alargada,pero hacia su mitad ofrece una perforación de sección ovalada que pudiera ser natural, lo cual no excluye que la piedra se utilizase como colgante. Dimensiones: Longitud: 20 mm.; anchura: 11 mm.; altura: 9 mm.; diámetro de la perforación: 4 mm.

Túmulo 93. Situado al norte del Camino del Castillo, a unos 30 m. del mismo y a 60 m. al norte del túmulo más cercano sobre unos grandes bloques que crean un pequeño promontorio natural. 72 MARTIN ALMAGRO GORHl-A

El círculo de piedras mide 6,50 m. de norte a sur por 6,00 m. de este a oeste, pero no se observan restos del muro exterior. La cista, formada por grandes lajas, es de forma rectangular y está orientada 45" N.M. El lado noroeste está formado por una losa de 1,02 m.; el noroeste por una de 1,03 m. al norte y otra caída de 0,58 m. al sur; el lado sureste lo forma una losa de 0,97 m. de largo y el suroeste una de 0,96 m. al oeste y un hueco de 1,10 m. producido por la desaparición de las losas que cerraban la cista en dicha parte. El suelo de la cista está formado por una adoración de la roca natural, que aparece casi plana.

FlO. 36. Ajuar del túmulo 94. LOS TUMULOS DE PAJARONCILLO 73

Dimensiones de la cista: Longitud máxima: 1,70 m.; anchura máxima: 1,18 m.; pro• fundidad máxima: 0,65 m. No excavado.

Túmulo 93 bis. Situado a unos 60 m. al este del Vallejo de los Arrieros y a más de 100 metros de los túmulos más cercanos a él, que son los del segundo escalón de la Plata• forma Central. Consiste en un montón de piedras en el que no se aprecia el muro exterior. En el centro se abre la cista de forma trapezoidal orientada 115° N.M. aproximada• mente. El lado suroeste lo forma una gran losa de 1,34 m. de largo; el lado opuesto una losa de 0,78 m. de largo al este quedando un hueco al norte. El lado noroeste, el mayor de los lados menores, lo cierra una losa de 0,76 m. de largo que queda cerrada por la gran losa de 0,51 m. de largo, comprendida entre las losas de los lados mayores. En el suelo ofrece pequeñas piedras de hasta 0,25 m. que parece corresponden a un primitivo enlosado de lajas de arenisca. Dimensiones de la cista: Longitud máxima: 1,33 m.; anchura máxima: 0,76 m.; pro• fundidad máxima: 0,81 m. Excavado. No dio ningún ajuar.

Túmulo 97. Restos de un túmulo muy destruido situado sobre un escalón natural del rodeno en su lado este bajo el que corre un pequeño vallejo que desemboca en la Vaguada del Castillo. Su diámetro aproximado es 4,20 norte a sur por 3,80 este a oeste. No se observa resto alguno de la cista ni del muro exterior. No excavado.

Túmulo 99. Situado en el promontorio sur de la plataforma situada entre el Vallejo del Collado de los Arrieros y la Vaguada que baja del Castillo. Consiste en un túmulo apoyado en parte en grandes bloques naturales de arenisca por sus lados este y sur, pero bastante mal conservado. Su diámetro aproximado es de 4,50 m. de norte a sur por 6,50 m. de este a oeste pero no se aprecia el muro exterior. La cista, orientada 90° N.M., está formada en el lado norte por tres losas de 0,90 m., 0,90 m. y 0,52 m., respectivamente, de este a oeste. El lado este lo cierra un gran bloque de 0,85 m. y el oeste dos lajas menores de 0,46 m. la norte y 9,40 la sur. Dimensiones de la cista: Longitud máxima: 1,75 m.; anchura máxima: 1,00 m.; pro• fundidad máxima: 0,52 m. No excavado.

Túmulo 98. Situado en el ángulo que forma la Vaguada que baja del Castillo y un pequeño Vallejo que baja paralelo al de los Arrieros y que desemboca en la anterior por su margen derecha. Casi no se aprecia el amontonamiento de piedras propio del túmulo, pero sí se ven claramente las lajas hincadas que forman la cista de forma rectangular y orientada 70° N.M. El lado noreste lo forma una losa grande caída, el sureste dos losas puestas una a conti• nuación de la otra. Otra piedra forma el lado suroeste entre la anterior y una puesta obli• cuamente para cerrar el ángulo entre ella y la que forma la pared noroeste. En su interior se conservan restos del enlosado de lajas que formaba el suelo de la cista. Dimensiones de la cista: Longitud máxima: 1,15 m.; anchura máxima: 0,80 m.; pro• fundidad máxima: 0,40 m. No excavado. 74 MARTIN ALMAGRO GORBEA

Túmulo 98 bis. Situado justo sobre la unión del vallejo que desemboca en la Vaguada del Castillo. Se evidencia por un montón de piedras de 2,20 m. este-oeste por 2,80 norte-sur, probable resto de un túmulo muy destruido. No excavado.

Túmulo 96. Sobre unas grandes rocas situadas al este de la plataforma situada sobre la Vaguada del Castillo, hay un conjunto de piedras que no parece ser un túmulo o en todo caso estaría muy destruido. Mide unos 3,00 m. de diámetro. No excavado.

Túmulo 95. Situado sobre la parte más prominente del montículo que forma en esa parte la plataforma en la que está situado dominando los barrancos de alrededor y el Camino del Castillo que queda unos 40 m. al norte. Consiste en un montón de piedras de 3,50 m. de norte a sur por 3,70 m. de este a oeste, en cuyo centro aproximadamente se observa una laja hincada en dirección 110° N.M. de 0,70 m. de largo por 0,45 m. de alto. Las demás medidas de la cista no se pueden apreciar por estar muy destruida. Excavado, proporcionó restos de madera carbonizada, muestra de C-14 CSIC-47.

Túmulo 91. Situado al borde del Barranco de los Arrieros, sobre unas peñas que se elevan unos 1,50 m. dominando ligeramente, el Camino del Castillo que pasa a unos 10 m. al norte. Consiste en un montón de piedras de 5,00 m. de norte a sur por 5,60 m. de este a oeste. No se observan restos del muro exterior, pero sí de la cista, formada por grandes losas, de las que se conservan las de los lados mayores orientadas 100° N.M. El lado norte está formado por dos lajas de 0,40 m. y 0,80 m. de largo y el sur por una grande de 1,05 m. de largo. Los otros lados no se conservan, pero se pueden calcular sus medidas aproxi• madas. Dimensiones de la cista: Longitud máxima: 1,70 m.; anchura máxima: 0,98 m.; pro• fundidad máxima: 0,72 m. No excavado.

AREAS PERIFERICAS

Además de las plataformas ya descritas y que constituyen el fondo del anfiteatro na• tural del rodeno en el que está enclavado el campo de túmulos, se han localizado algunos otros túmulosen las plataformas situadas sobre el cantil occidental que hemos considerado como límite natural de la necrópolis. Su existencia, más allá de este límite teórico, no debe sorprender, pues en realidad forman parte del mismo conjunto. En estos casos sucede que se ha aprovechado el borde del cantil por su situación do- LOS TUMULOS DE PAJARONCILLO 75 minante, como hemos visto ya en otros casos, pero su ubicación buscando siempre el lado próximo al campo de túmulos y su menor densidad y número, así como el que desaparezcan al alejarse del cantil,obliga a considerar estos túmulos como límites del yacimiento, com• prendiéndose de este modo su aparición de manera totalmente satisfactoria.

Area de los Corbeteros

Al pie de las curiosas formaciones producidas en las rocas areniscas del rodeno por la erosión eólica denominadas «Los Corbeteros», existe una plataforma inclinada hacia el sur, como todas las que hemos descrito, en la que se han situado otros seis túmulos. Se halla al este y sureste del cantil de los Corbeteros, que la limita por el oeste, mientras que su límite este es el Vallejo del Derramadero, quedando dividido por el inicio del Vallejo de los Corbeteros, apenas señalado en aquella zona. Estos túmulos se podrían considerar como un apéndice de la Plataforma Septentrional, dentro de cuyos límites teóricos están incluidos,pero por estar bastante distantes del núcleo principal y ya al norte del Camino de Pajaroncillo a Boniches por los Corbeteros y el Co• llado de los Arrieros, se pueden considerar como un grupo periférico algo independiente del conjunto principal del cual contituyen el extremo norte. Este grupo de túmulos es bastante reducido y los ejemplares que lo forman se hallan bastante aislados unos de otros, pero aunque parecen bastante destruidos en general se observan bien por sus buenas proporciones. El primero se halla en el borde sur del Camino de los Corbeteros al Collado de los Arrieros y otros dos ya al norte del mismo entre el cantil de los Corbeteros y el vallejo del mismo nombre, mientras que otros tres se sitúan ya algo más al este al otro lado del Vallejo de los Corbeteros.

De uno de estos túmulos se recogió hace años, según don Federico Campos, un frag• mento cerámico que describimos a continuación: Ajuar de un túmulo no identificado del área de los Corbeteros (fig. 37):

1) Fragmento de la pared lateral de un gran cacharro de cerámica hecho a mano con una pasta de color rojizo parduzco bastante tosca en su superficie exterior, pero que con• serva en la interior restos de bruñido, sobre todo hacia el borde. Su forma, dentro de lo que se puede apreciar, es troncocónica y de gran diámetro,con la pared casi recta aunque con alguna ligera flexión; el borde de la boca es muy simple y está inclinado hacia el interior, donde un pequeño abultamiento angular lo diferencia del resto de la pared del vaso. De la parte exterior del borde parte un asa horizontal en forma de tubo de 7 centímetros de largo por 4 centímetros de alto. Todo el borde de la boca está decorado con pequeñas incisiones en forma de uñadas y otras incisiones rectilíneas e inclinadas de mayor tamaño a modo de surco están dispuestas decorando el asa. Dimensiones: Altura máxima: 200 mm.; longitud máxima: 270 mm.; grosor de la pared: 11 mm. 76 MARTIN ALMAGRO GORBEA

Area sobre el cantil occidental

Otro de estos grupos de túmulos periféricos está situado sobre la plataforma situada encima del cantil que constituye el límite occidental del anfiteatro que ha sido utilizado como campo de túmulos. La parte más cercana al borde es la que se ha aprovechado para la construcción de los túmulos por su posición dominante y por ser la más próxima al resto de la necrópolis. En este área se pueden señalar dos túmulos sobre la pared meridional del cantil que forma el arco pequeño y otros cinco sobre la parte septentrional que forma el arco grande, pero siempre al sur del Collado de la Mina. Los túmulos son de mediano y pequeño tamaño y su conservación no es en general mala.

Fie;. 37. Fragmento cerámico hallado en un túmulo indeterminado en la zona de «Los Corbeteros».

Esta plataforma es, en realidad, semejante a las que constituyen el fondo del anfiteatro, con un cantil, producto de la erosión, que la limita por el este y la parte superior basculada hacia el oeste donde acaba en un vallejo, en este caso el de El Escorial. Sin embargo, sus mayores dimensiones, principalmente la del cantil y la inexistencia de túmulos en el centro de la plataforma propiamente dicha que ya queda fuera de los límites del dominio del anfiteatro natural, nos ha inclinado a considerarla como otra más de las zonas periféricas en torno al centro del campo de túmulos. En esta área periférica aparecen todos los túmulos en la parte más oriental, que es tam• bién la más elevada de la plataforma. LOS TUMULOS DE PAJARONCILLO 77

Area sobre el cantil de El Saladar

También se han localizado algunos túmulos en lo alto del cantil de rodeno situado aguas abajo de la unión del Vallejo de El Escorial y el Vallejo del Collado de los Arrieros, justo encima de la Casa Forestal de «El Saladar». Aunque situado a la margen derecha del Vallejo de El Escorial, su situación periférica obedece a las mismas causas y se explica del mismo modo que los otros grupos de túmulos situados en torno al núcleo central, en especial al del área del Cantil Occidental del cual, en cierto aspecto, se podría considerar como una continuación o una repetición al otro lado del Vallejo de El Escorial que separa ambas áreas. En esta área se han localizado tres túmulos muy destruidos justo sobre el borde del cantil y dando siempre hacia el resto de la necrópolis situada hacia el sureste a sus pies. Otros tres túmulos también se han localizado en otro cantil situados algo más hacia el suroeste que el primero y que constituye una especie de segundo escalón que luego se pro• longa hacia el sur y enlaza con el gran cantil del rodeno que forma el lado occidental del último meandro encajado del río Cabriel. Estos escasos ejemplares de túmulos del del área del cantil de «El Saladar» tienen un doble interés. Primero, nos señalan el final del campo de túmulos por el lado suroeste del anfiteatro natural, confirmándonos la disminución de la densidad y la tendencia a ocupar los cantiles que dan hacia el núcleo central del campo de túmulos y que ya hemos ob• servado en otras áreas. Además, ofrece un interés especial por su situación al oeste del Vallejo de El Escorial y más alejado del núcleo de la necrópolis que en ninguna otra área. Esta situación adquiere especial relieve, pues son el único grupo existente entre el campo de túmulos de las Hoyas del Castillo y el de «Los Tesoros», que estudiamos más adelante por separado. Entre ambos grupos, el área del cantil de «El Saladar» forma una especie de puente que denota la unidad que existe entre todos estos túmulos situados en esta zona del rodeno de la Se• rranía de Cuenca.

Area del Castil de Cabras

Mucho más incierta resulta la existencia de túmulos al otro lado del río Cabriel, en la península que forma el último meandro del río, frente a la salida natural del anfiteatro de las Hoyas del Castillo, donde desemboca el Vallejo del Collado de los Arrieros en la curva norte del último meandro del Cabriel. Esta área finaliza hacia el sur en el Castil de Cabras, elevación natural del rodeno utili• zado como habitat en el Bronce Medio. Tanto en el Castil de Cabras, donde podría considerarse uno o dos túmulos problemá• ticos, como en la zona situada al norte del mismo hasta los cortados que caen sobre el río 78 MARTIN ALMAGRO GORBEA

Cabriel, se han localizado algunos posibles restos de túmulos muy destruidos y, por tanto, dudosos, escasamente tres o cuatro, que tal vez en el futuro sea posible confirmar con nue• vos descubrimientos. En todo caso su presencia al otro lado del Cabriel no tendría tampoco nada de extraño, ya que formaría otro grupo periférico, en este caso por el sur, del núcleo principal, y como siempre divisándose desde ellos el área principal de la necrópolis que se extiende por las Hoyas del Castillo. III

EL CAMPO DE TUMULOS DE LOS TESOROS

LOCALIZACION Y CARACTERISTICAS GENERALES

Otro núcleo de túmulos prácticamente independiente y aislado del campo de túmulos de las Hoyas del Castillo, pero en relación indudable con él,se encuentra situado en el paraje denominado «Los Tesoros». Dicho lugar es una amplia plataforma prácticamente llana que se extiende sobre la última ceja del rodeno situada al oeste del Vallejo del Escorial, ya hacia el camino a Paja• roncillo. Es la más occidental y más próxima a dicho pueblo, pues a continuación aparecen ya los terrenos calizos, probablemente del Muschelkalk, en que se halla situado el pueblo de Pajaroncillo. Esta plataforma se extiende unos 300 m. de ancho en dirección este a oeste por más de 60 m. de largo en sentido norte a sur. Está cubierta por algunos rodales de prado, en parte roturados, pero en su mayoría lo ocupan las últimas extensiones del pinar de rodeno, ya que al llegar al terreno calcáreo, el pinar tan unido al suelo ácido del rodeno desaparece bruscamente. A este lugar se llega por el camino que va desde la Casa de El Saladar a Pajaroncillo por el Vallejo del Escorial,que nace en la vertiente occidental de «Los Corbeteros». A unos 300 m. por dicho Vallejo se toma una desviación que arranca hacia el oeste y que se dirige en línea recta a Pajaroncillo pasando por la llanura citada donde se encuentra el paraje de «Los Tesoros». El campo de túmulos se encuentra situado a partir del borde norte de dicho camino, en la pared central de la llanada. Su límite sur es el camino y el este una línea de riscos que limitan por dicha parte la llanada en la que están situados y que constituyen el escalón superior del cantil que limita por el oeste el Vallejo del Escorial (fig. 38). FIG. 38. Plano general del campo de túmulo de Los Tesoros LOS TUMULOS DE PAJARONCILLO 81

Los túmulos son escasos, están muy destruidos y algunos hasta incluso resultan du• dosos. Se extienden por la mayor parte de la plataforma, por la que quedan muy dispersos, a pesar de lo cual se observan con facilidad, pues por su gran tamaño resultan muy visibles sobre la superficie llana del terreno. Los mayores incluso llegan, por el enorme conjunto de piedras que los forman, a impedir el desarrollo de la vegetación, por lo que aparecen formando un claro en el pinar y rodeados a su alrededor por un anillo de pinos que contrasta con el interior, totalmente vacío. Todos ellos están muy destruidos y en ninguno se llega a apreciar nada de la estructura del muro exterior ni de la cista que podemos suponer que debieron poseer, como hemos visto ocurre en el campo de túmulos tan cercano de las Hoyas del Castillo. Este hecho se debe explicar en gran parte por el sinnúmero de remociones que a lo largo del tiempo han debido sufrir a causa de los buscadores de tesoros, pues como indica el mismo nombre del paraje, siempre se ha visto en los túmulos indicios de riquezas ocultas. Estas suposiciones tal vez en algún caso pueden haber quedado confirmadas por el hallazgo del ajuar,que es de suponer que pudo llegar a ser muy rico en alguno de estos magníficos monumentos.

DESCRIPCION DE LOS TUMULOS

Túmulo A (fig. 39 y lám. XXVIII-2). Este magnífico túmulo ciertamente es el más impre• sionante de todos los túmulos hasta ahora conocidos en la Serranía de Cuenca por sus enormes proporciones. Queda situado al norte del Camino de El Saladar a Pajaroncillo y muy próximo al mismo, ya que el camino pasa junto al borde sureste del túmulo. Este consiste en un enorme amontonamiento de piedras de más de 40 m. de diámetro por escasos 2 m. de altura máxima: Su contorno resulta algo irregular y difuso, ya que mu• chas piedras han rodado con los avatares del tiempo, lo cual ha desfigurado algo las dimen• siones originarias. No obstante, es posible observar que destaca con claridad sobre el suelo natural del lugar, normalmente una pradera de tierra de humus cubierta de hierba y que queda totalmente oculta por las piedras que llegan en el centro incluso a impedir el desarro• llo de la vegetación, salvo una o dos pequeñas matas de carrasca que han logrado sobre• vivir a pesar de las duras condiciones en que se desarrollan. Los pinos, por el contrario, sólo crecen en todo su contorno formando una especie de cinturón, si bien algunos ejem• plares llegan a ocupar parte de las zonas más externas del túmulo. Este se presenta hoy día de forma casi circular,de unos 43 m. de diámetro norte sur por unos 45 m. de este a oeste, si bien insistimos en que el contorno no siempre queda del todo preciso, pues en algunos puntos las piedras rodadas ocupan un espacio aún más amplio. Su altura no sobrepasa hoy los 2 m., por lo que resulta bastante aplanado. No se observan restos de muro alguno, ni del exterior, que tal vez podemos suponer poseería, al igual que los otros túmulos de estas necrópolis, ni tampoco de la cista, de la que no se conserva ningún resto ni siquiera es posible calcular su situación o dimensiones aproximadas. Por tanto, desconocemos en absoluto la estructura que este singular túmulo pudo tener y que debemos considerar destruida por las remociones sufridas. Toda la superficie ha sido destruida y alterada por continuas remociones de piedras, realizada, debemos suponer, por buscadores de tesoros que desde tiempos inmemoriales han excavado grandes hoyos en el túmulo en su deseo de localizar las supuestas riquezas ocultas bajo sus piedras. Así, por doquier aparecen hoyos irregulares, más o menos reente- rrados por el paso del tiempo, que cubren toda la superficie. 82 MARTIN ALMAGRO GORBEA

En algunas zonas del túmulo se aprecian también algunas piedras alineadas, en ciertos casos incluso formando hiladas superpuestas, que indudablemente corresponden a muros. Un examen minucioso de estos restos permitió apreciar que estas alineaciones son relativa• mente superficiales, pues al limpiar sus lados se observa con toda claridad que se asientan directamente sobre las piedras del túmulo y que las hiladas sólo aparecen en la parte supe• rior, casi superficial, por lo que resulta evidente que no son contemporáneas al túmulo sino claramente posteriores. Con estos datos, y al relacionar los diversos restos de piedras alineadas que se ofrecían, se logró observar que estos muros forman un recinto hecho a expensas del túmulo y que ocupa el centro y la mitad oriental, rebasando incluso en algunos metros su área por el borde este. Este recinto, aproximadamente rectangular, mide unos 35 m. de norte a sur por unos 28 m. de este a oeste y está formado por un muro exterior de unos 1,30 m. de ancho aproxi• madamente que en muchas zonas no resulta apenas visible y en otras sólo por una ligerísima elevación de la superficie. De todas formas se puede apreciar los lados sur, este y norte. En este último es probable la existencia de una pequeña puerta de 0,80 m. de ancho. El lado oeste resulta mucho más dudoso y da la sensación de que en él el muro doblaba hacia dentro formando una especie de puerta grande. En el interior se aprecian entre los hoyos de la superficie restos de algún otro muro, principalmente evidentes en la parte suroeste. Todo ello nos inclina a interpretar estas míseras construcciones como restos de alguna paridera u alguna otra obra de pastores. La ausencia de otros restos culturales impide toda precisión cronológica, pero su anti• güedad es evidente por la pátina de las piedras y el nivel que alcanza, semejante al del resto del túmulo, y podría incluso ser perfectamente de época medieval,aunque insistimos en la imposibilidad de toda precisión cronológica. No excavado. Sólo se limpiaron los muros citados.

Los restantes túmulos de los tesoros carecen del interés que presenta el túmulo A por sus enormes dimensiones. Están situados todos hacia el norte y se hallan igualmente muy destruidos, pues no se aprecia resto alguno de estructura en ninguno de ellos y da la sensación de que han sufrido tantas remociones como el túmulo A.

Túmulo B. Situado su borde a unos 10 m. al noroeste del túmulo anterior; por tanto, bastante próximo a su borde. Es de forma circular y no presenta ninguna particularidad, pues está casi totalmente destruido. Una trinchera que lo rajó de norte a sur no permitió apreciar ningún resto de estructura,sino tan sólo las piedras puestas directamente sobre el suelo.

Dimensiones: Diámetro norte-sur: 12 m.; diámetro este-oeste: 16 m.

Túmulo C. Situado a unos 26,50 m. al norte del túmulo A. Este túmulo es el de mayores dimensiones después del túmulo A, superiores al de los mejores ejemplares. Es de forma circular y aunque está destruido, por lo que no se aprecian restos de estructuras, su altura alcanza los 2,50 m., por lo que parece el mejor conservado del conjunto (fig. 40). Dimensiones: Diámetro norte-sur: 26 m.; diámetro este-oeste: 22 m. No excavado. FlO. 39. Planta y perfil del túmulo A de Los Tesoros con restos superpuestos de época indeterminada. LOS TUMULOS DE PAJARONCILLO 8.1

Fie;. 40. Planta y perfil del túmulo C de Los Tesoros.

Túmulo D. Situado a 13 ni. al nordeste del túmulo A entre éste y el C, de cuyo borde queda a 16,5 m. de distancia. Este túmulo es de menor tamaño y está también muy destruido por lo que tampoco se aprecia nada de sus estructuras. Dimensiones: Diámetro norte-sur: 8,50 m.; diámetro este-oeste: 8.00 m. No excavado.

Túmulo E. Situado a 33 m. al nordeste del túmulo anterior y a 57 ni. del túmulo A, junto a un carril de estracción de madera que ha destrozado su borde oeste. No se observan restos de ninguna estructura y sólo una oquedad en el centro que parece más bien efecto de los buscadores de tesoros que restos de la cámara. Dimensiones: Diámetro norte-sur: 8 m.; diámetro este-oeste: 7 m. No excavado. 84 MARTIN ALMAGRO GORBEA

Túmulo F. Situado a 60 m. al norte del túmulo anterior sobre una línea de riscos de uno a dos metros de altura que señalan el límite de la plataforma del campo de túmulos por esa parte, en el inicio del declive hacia el fondo del Vallejo del Escorial. Muy destruido, no conserva ningún resto apreciable de su estructura. Dimensiones: Diámetro norte-sur: 10 m.; diámetro este-oeste: 9 m. No excavado.

Túmulo G. A unos 80 m. hacia el noroeste del túmulo C y a unos 70 m. al oeste del túmulo F, existían un montón de piedras de forma alargada de unos 4 m. de largo por unos 2 m. de ancho claramente perceptible. Su excavación no dio-resultado alguno, pues no permitió apreciar ningún elemento constructivo. Por tanto, igual puede tratarse de un túmulo muy destruido o de un simple majano hecho para retirar piedras de algún rocho que en tiempos pudo existir en el terreno que ahora ocupa el pinar.

También resulta digno de señalar unas piedras amontonadas al norte del túmulo C, a unos 15 m. del mismo, que ofrecen una curiosa forma de arco cerrado hacia el norte y con la parte cóncava hacia el sur. También puede interpretarse como una alineación de este a oeste que en su extremos dobla hacia el sur formando dos ángulos rectos, pero muy redondeados. Sus dimensiones son de unos 8 m. de largo por 2 m. escasos de grueso, y es difícil conjeturar de qué puede tratarse, aunque lo que más recuerda son los restos de los muros casi derruidos que existen sobre el túmulo A. En cualquier caso, aunque no se ha realizado en él ninguna excavación, no parece que su forma sea casual. Montones de piedras de escaso tamaño aún se encuentran más al norte, pero sus escasas dimensiones inclinan a excluirlos del campo de túmulos y considerarlos más bien como simples majanos, aunque en algún caso pudiera tratarse de los restos de alguno de estos túmulos que desgraciadamente tan destruidos aparecen en esta zona. IV

CARACTERISTICAS DE LOS TUMULOS

EMPLAZAMIENTO

Se ha elegido para el emplazamiento de los túmulos las zonas, por lo general, más planas que existen sobre los cantiles que forman los vallejos que recorren el campo de túmulos o en algunos casos el pie de los mismos. Además, se ha procurado colocar el túmulo donde queda lo más resaltado posible por una elevación natural. Muchas ve• ces se ha aprovechado el extremo de la península que forman dos vallejos en su confluen• cia. En otros muchos casos se ha construido el túmulo sobre el borde de una ceja o cantil, de manera que éste aumente su altura, e incluso, en algunos ejemplares, la construcción se ha realizado sobre un gran bloque de arenisca o aprovechando varios bloques próximos, de tal manera que de una forma u otra quedase resaltado así el amontonamiento artificial de las piedras del túmulo . En otros casos se ha procurado buscar una zona plana lo suficientemente regular para que en ella constraste la construcción tumular sobre el suelo llano. Este es el caso de los grandes túmulos, como los que ocupan los centros de las plataformas del rodeno y en espe• cial los situados en la Plataforma Occidental, en el espacio casi plano que queda bajo el cantil occidental. También los túmulos de Los Tesoros aparecen en una zona prácticamente llana y en la cual resalta por tanto mejor el amontonamiento de piedras que forman los túmulos, siendo éste un hecho general de este grupo ante la falta de elementos naturales para resaltar la sepultura. 86 MARTIN ALMAGRO GORBEA

CONSTRUCCION

De gran interés son las características técnicas que ofrecen los túmulos que estamos estudiando. Hay que señalar previamente la necesidad de diferenciar el campo de túmulos de «Los Tesoros» del de «Las Hoyas del Castillo». El campo de túmulos de «Los Tesoros» es un conjunto muy destruido en el que no se ha podido reconocer ni las cámaras o cistas ni ningún otro elemento constructivo seguro, pues sólo se conservan los montones de piedras en algunos casos muy deteriorados. Sí es muy interesante señalar el mayor tamaño que ofrecen estos túmulos, que supera ampliamente el de la media de los de «Las Hoyas del Cas• tillo» y sólo se pueden comparar a los mayores de este último grupo. Además, en este grupo faltan totalmente los túmulos de pequeño tamaño que constituyen la mayoría en el de «Las Hoyas del Castillo». Los túmulos de «Las Hoyas del Castillo» permiten apreciar una serie de características técnicas y constructivas de gran interés. No siempre ha sido posible determinarlas en todos los casos debido al mal estado de conservación en que aparecen, pero sí se ha podido señalar ciertas características generales que son las que recogemos a continuación. Los túmulos aparecen dispersos sin orden alguno, conforme ya se ha señalado, adaptán• dose al terreno. Su sistema constructivo permite apreciar que se han realizado siempre apro• vechando las piedras del terreno de rodeno donde aparecen y que tienden a tener forma de lajas bastante gruesas y de tamaños variables, pero predominan las de longitud máxima inferior a 50 cm. Con este material se han construido los túmulos, que constan invariablemente de una cámara o cista central, de características y dimensiones variables, y de un muro exterior de forma circular o ligeramente oval. La construcción siempre se apoya en el suelo natural, en la roca o en la arena. A veces incluso se han aprovechado bloques naturales del rodeno para reforzar o completar el túmulo. La forma del túmulo es circular o ligeramente oval y ofrece un muro exterior formado por lajas de arenisca superpuestas. La altura total no la conocemos, pues en ningún caso ha llegado hasta nosotros completo uno de estos túmulos, pero podemos suponer que no debería sobrepasar mucho de 100 cm. a juzgar por lo que se aprecia en los ejemplares mejor conservados. Este muro es continuo y vertical o, en todo caso, ligeramente inclinado hacia el interior. Carece de cimentación y se apoya directamente en el suelo, roca o arena, como todo el túmulo. Su función es la de contener el relleno de piedras irregulares que for• man el túmulo y que a menudo lo han reventado esparciéndose a su alrededor. Otro elemento estructural que ofrecen estos túmulos, de mayor importancia aún, es la cista o cámara central. Este es un espacio construido para contener los restos del enterra• miento y su posible ajuar. Ocupa el centro aproximado del túmulo y su forma, orientación y sistema constructivo varían ligeramente dentro de unas características generales. La forma más corriente es, por lo general, la rectangular. En tal caso sus dimensiones varían desde 100 a 200 cm. de longitud por 50 a 100 cm. de anchura, siendo ésta por lo ge• neral algo mayor a la mitad de la longitud total. Están formados en ocasiones por cuatro grandes losas, una para cada lado, pero en otros se ven sustituidas por losas menores en mayor número, hasta cuatro o más en los lados mayores. En algún caso parecen existir restos de un muro de lajas de técnica semejante al muro exterior y que cumple como las LOS TUMULOS DE PAJARONCILLO 87 losas el papel de soportar el peso del relleno de piedras del túmulo para que no chafe la cista o para complementar los muros de ésta cuando las losas que la forman son irregulares en su parte superior. En segundo lugar, también aparecen cistas aproximadamente cuadradas que parecen mucho menos frecuentes y que hasta cierto punto se podrían interpretar como resultado de una tendencia a aumentar la anchura de la cista con respecto a su longitud. Este hecho puede parecer evidente en algunos casos,pero en otros esta diferente pro• porción aparece unida a un sistema constructivo algo diferente, como en los túmulos 81 y 82.de mucho mayores dimensiones. Su tamaño no suele pasar de 100 cm. aproximadamen• te, pero en algunos casos alcanzan los 150 cm. de lado. Por último, algunos túmulos ofrecen una cista circular, como el 3,u oval.como el 13. En estos casos el borde de la cista no ofrece losas, sino muro de lajas. Su escaso número obliga a considerarlos como excepciones y en algunos casos las cistas ovales podrían ser un refuerzo de la cista rectangular. Su tamaño varía desde más de 2,50 m. en el caso del túmulo 3, que la convierte en la cista mayor y de tamaño desproporcionado con el del túmulo, casi la mitad de su diámetro total, hasta las cistas ovales,como la 13, cuya propor• ción y tamaño equivale a las cistas rectangulares de tamaño mediano o grande. También es interesante señalar cómo estas cistas o cámaras ofrecen en muchos casos restos de un enlosado o la misma roca firme a manera de suelo, lo que constituye un detalle de gran interés en el acabado de la construcción. Creemos que se debe considerar casi general, aunque en muchos casos no se ha podido apreciar por el mal estado de conser• vación en que aparecen los túmulos a causa de las ¡numerables remociones que han su• frido. Por último, queda por señalar el problema del cierre de las cistas y del acabado de los túmulos. La parte superior ha sido siempre la más destruida, tanto por la erosión como por los saqueadores de las sepulturas, y por ello las estructuras de dicha parte de los túmulos casi nunca se nos han conservado. Sólo en la sepultura 46, y tal vez en la 100 y 101, aparece sobre parte de la cista una laja de arenisca que podemos interpretar como una parte de la cobertura que debió ofrecer. Así la cista quedaría tapada con una o varias losas y cubierta a continuación con piedras formando un cono que iría subiendo de altura desde el borde del muro circular exterior hasta el centro, bajo el cual quedaba situada la cista. De todas formas nos queda la incógnita del cierre de las cistas de los túmulos mayores,como el 81 y el 82, que bien pudieron quedar cubiertas por losas mayores, como la encontrada caída dentro de la cista del túmulo 82, que bien pudo corresponder a su techo. Más difícil de explicar es el techo de la cista del túmulo 3, pues su diámetro de 2,50 m. a 3,00 m. no per• mite esta explicación y obliga a pensar en la necesidad del empleo de vigas de madera para sujetar el techo, aunque ningún elemento que confirme esta bien posible explicación hemos encontrado en su excavación. El túmulo 19, de forma oval, ofrece paredes del muro incli• nadas hacia el interior, por lo que se podría suponer una cobertura de falsa cúpula, también posible en algún caso, pero que no hemos podido confirmar y que puede también interpre• tarse como una deformación del muro. Una última característica de las cistas es su orientación. Siempre que el estado de conservación lo ha permitido hemos anotado y tenido en cuenta la orientación de la cista considerando como referencia el eje longitudinal de la misma. El examen de conjunto de las orientaciones de los túmulos no parece revelar nada de particular, y de ello se puede deducir que la orientación no responde a una idea determinada, al menos en lo que hasta ahora hemos podido apreciar, ni existe ni siquiera una tendencia definida o, al menos, mayoritaria. 88 MARTIN ALMAGRO GORBEA

Un solo detalle de interés que tal vez permita mayores interpretaciones es la aparición de grupos de túmulos con las cistas orientadas en la misma dirección concentrados en determinadas zonas del campo de túmulos. Así, como ejemplo, se podrían considerar los túmulos 24 y 24 bis, o los 21 a 27, 102 y 34, 58-59, 81-82, etc. Este hecho se puede a menudo relacionar a veces con características técnicas comunes en la construcción de dichos túmulos, especialmente en lo que a dimensiones de las cistas y del muro exterior se refiere. La posible explicación de este hecho se nos escapa a no ser que entremos en hipótesis arriesgadas a falta de elementos de juicio seguros. La posibilidad de atribuir a los túmulos de dichos grupos homogéneos cierta contemporaneidad en su construcción nos parece debe tenerse en cuenta, pero la explicación de este hecho aun así es arriesgada, pues no nos atrevemos a decir que sea el resultado de ideas predeterminada, o del resultado del trabajo de un mismo constructor de túmulos o una simple concidencia por las características del lugar donde están los túmulos y de los materiales empleados. Por último, queremos recoger aquí los extraños restos que hemos denominado túmulo 82 bis, por ofrecer forma cuadrada y por aparecer entre sus piedras restos de un revoco de barro cocido por el fuego. La forma rectangular de los restos conservados de esta construc• ción contrasta con la forma circular de todos los túmulos hasta ahora conocidos. Además, la aparición de piedras sólo en el borde y sin señales de cista ni siquiera de existencia de un relleno regular de piedras que caracteriza a los túmulos constituye una nueva peculiaridad. En este punto recuerda la construcción del denominado túmulo 89. Aunque éste era de forma circular, ofrecía también grandes piedras en el borde y carecía igualmente de cista, siendo incluso muy dudoso que alguna vez la hubiera tendido. También hay que valorar en el túmulo 82 bis la presencia de restos de un revestimento de barro semejante al que aparece a veces ayudando a cerrar las paredes de chozas de ma• dera o ramas. Estos restos son totalmente extraños a los túmulos y obligan a pensar para esta construcción una finalidad diferente. Tal vez pudo tratarse de los restos de una cabana, pero la ausencia total de materiales de habitat, lo extraño de su emplazamiento y su aislamiento dentro de la necrópolis de toda construcción semejante, no parece apoyar esta hipótesis. La única alternativa que se nos ocurre es la posibilidad de que se tratase de un lugar preparado para las cremaciones ritua• les de los cadáveres o alguna otra finalidad semejante. Una relación estructural y tipológica hay que señalarla con los hogares rituales del Languedoc, con los cuales indudablemente está emparentada la organización del túmulo 82 bis, con una placa de barro cocida a semejanza de la que ofrecen aquellos (1 bis). Así se podría explicar la aparición del relleno de piedras de menor tamaño que en el de un túmulo, la existencia de las grandes piedras en el borde y la presencia de una cobertura de barro cocido. De todos modos no pasa de hipótesis esta explicación que por lo aislado del caso presenta ciertamente serios problemas. Lo mismo cabría suponer también, de aceptarse esta hipótesis, con todas las reservas, en el caso del túmulo 89 que ofrece ciertas semejanzas con el 82 bis, como hemos indicado.

(1 bis) VARIOS. Les «autels-foyers», en Languedoc. R. S. L. 34, 1968, p. 35 ss. V

ESTUDIO DE LOS HALLAZGOS

INTRODUCCION

Los campos de túmulos de Pajaroncillo han ofrecido una gran pobreza de materiales, sobre todo si tenemos en cuenta el número de sepulturas excavadas, la importancia de su estructura constructiva, que haría pensar en una riqueza semejante de ajuares, y la relativa abundancia de los mismos que ofrecen normalmente los campos de túmulos en Europa y que a veces alcanzan una riqueza excepcional. La explicación básica de este hecho creemos que es bien sencilla. El lugar ha sido normalmente conocido en la región y de la misma manera se conocía de forma vaga, pero segura, la posibilidad de hallazgo de objetos entre los «montones de piedras» o «majanos», como lo demuestra el hecho de que uno de estos campos de túmulos aún hoy día se deno• mina «Los Tesoros», haciendo referencia indudable a búsquedas y hallazgos entre sus piedras desde época indeterminada. Estos hallazgos, alimentando la fantasía y la imagina• ción popular por la búsqueda de tesoros, ha hecho que los túmulos hayan sufrido a lo largo de los siglos continuas rebuscas y excavaciones que en parte los han destruido y que en todo caso impiden en consecuencia que hoy podamos tener una idea suficientemente segura de la composición de sus ajuares. Los escasos objetos llegados a nosotros sólo permiten conocer alguno de los tipos de objetos que formaban parte de los ajuares,siendo su interés por ello grande para la crono• logía y la valoración cultural del yacimiento. De todas formas son muy escasos y pobres y creemos que dan una idea muy incompleta de lo que debieron ser los ajuares de esta ne• crópolis. Una parte de las sepulturas sabemos fue ya rebuscada a inicios de siglo por un ingeniero forestal, y si bien tenemos noticia de que se hallaron objetos, de su actual paradero e incluso de su identidad carecemos en absoluto de referencia. 90 MARTIN ALMAGRO GORBEA

A veces se ha hallado en alguna sepultura un fragmento de cerámica medieval o algún otro indicio de su saqueo en época indeterminada. Alguna de las tumbas presentan la cá• mara o cista totalmente vacia y la mayoría a medio vaciar. Ninguna se ha hallado intacta. Las sepulturas mayores, que probablemente debieron ser las más ricas, son las que con más frecuencia e intensidad han debido sufrir el efecto de los buscadores de tesoros, siendo muy raro que en ellas aparezca el menor objeto; sólo el túmulo 13 dio junto a una raíz un arito de plata. A veces no es ni siquiera ya posible identificar la cámara o cista pues las remociones de los buscadores han llegado incluso a destruir la estructura de los túmulos como vemos ocurre en la mayoría de los de la zona de «Los Tesoros», que por su tamaño y situación han debido siempre llamar particularmente la atención. Como confirmación de las observaciones que acabamos de citar tenemos una prueba definitiva en las fechas de C-14 que de muestras recogidas en nuestras excavaciones hemos obtenido. De cinco muestras fechadas, dos corresponden al siglo IX después de Cristo y otras tres al siglo XVIII (2). Es interesante que estas fechas recogidas al azar coinciden en señalar dos momentos de un saqueo de los túmulos que podemos considerar casi siste• mático. Uno suponemos corresponde al asentamiento en el «Castillo» de una guarnición musulmana que vigilaba el camino de Cañete a Cuenca y cuyos restos arqueológicos aún hoy día son visibles. Un segundo momento puede reflejar la penetración de población humana estable por estas tierras en el siglo XVIII, tal vez época en la que debió surgir Pajaroncillo y otros pueblos serranos. En cualquier caso vienen a confirmar las remociones intensas sufridas por estos túmulos a lo largo de los siglos. Ello explica también el hecho repetidas veces observado de que los objetos del ajuar hallados han aparecido siempre movidos y ni en un caso tenemos la seguridad de que estuvieron in situ. A continuación realizamos el estudio de los objetos encontrados atendiendo a su material, clase de objeto y forma (cuadro 1).

OBJETOS DE METAL

En este campo de túmulos se han recogido treinta y cuatro objetos de metal. De ellos dieciséis de oro, dos dudosamente de plata y los restantes de bronce. No ha aparecido de momento objeto alguno de hierro. Todos estos objetos son adornos personales, principal• mente brazaletes, anillos y cuentas de collar. No hay ningún objeto utilitario, tal como herramientas, ni tampoco armas.

Objetos de oro: Es de particular interés dentro del ajuar de estos túmulos el hallazgo de oro con relativa abundancia. Los objetos hallados son:

Anillo: Un ejemplar circular de perfil cóncavo decorado con pequeñas incisiones. Pro• cede del túmulo 84, hasta ahora el de ajuar más completo. Su sencillez hace difícil su estudio, pues en sí es una pieza demasiado simple. Sólo podemos señalar que es diferente de los anillos de oro conocidos en la Península, sobre todo en el Bronce Final principalmente del

(2) Véase el apéndice dedicado a las fechas del C-14. LOS TUMULOS DE PAJARONCILLO 91

CUADRO I.

MATERIALES APARECIDOS EN LA EXCAVACION DE LOS TUMULOS

2 3 4 13 13 19 21 22 49 66 82 84 85 92 94 94 ter bis bis bis

Anillo 1

Colgante 1

OR O Cuenta maciza 2 4

Cuenta chapa 1 3 4

PLATA Aro indeterminado 1 1

Brazalete decorado 1 2

Brazalete liso 1 2 1

Arito 1 3 1 1 1

BRONC E Cuenta de collar 1

Colgante ? 1

Cuenta de ojos 1

Cuenta lisa 4 2 VIDRI O

Cuentas diversas 1 1

Cerámica 1 1 1 1 1

VARIO S Silex 1

tipo de Villena (3), como los que aparecen en Cabezo Redondo (4) o el ejemplar de Trindade (Beja) (5). Por ello se podría suponer para este anillo un origen en otra corriente cultural o al menos en distinta tradición de orfebrería. Su técnica decorativa tal vez podría recordar algunos anillos decorados con trazos semejantes de Centroeuropa, aunque su sencillez y la

(3) M. ALMAGRO GORBEA: «Orfebrería del Bronce Final en la Península Ibérica». T. P. 31, 1974, p. 50 ss. (4) J. SOLER GARCÍA: «El tesoro de Villena», EAE, 36. 1965, 1. 53. (5) F. NUNES RIBEIRO: «Un anel antico». Conimbriga, 2-3. 1960-1, p. 143 ss. 92 MARTIN ALMAGRO GORBEA

distancia geográfica y cronológica, así como el empleo de bronce en estos ejemplares hace que estos paralelos no se puedan tener muy en consideración (6). Colgante: Designamos así una pieza de difícil identificación en su uso procedente del túmulo 4. Su forma parece obedecer a un fin determinado que hoy se nos escapa. En todo caso su pequeño tamaño no permite considerarlo como anillo, sino en todo caso como colgante. Existen piezas algo mayores y de bronce, pero de idéntica estructura y disposi• ción procedentes del hallazgo de Weixdorf (Dresden) (7). Ambas presentan el cuerpo de alambre retorcido con los extremos lisos, una doblez en la mitad y luego dispuestos en forma de doble anillo. La fecha de este depósito se sitúa desde el Bronce D al Ha A 2 Períodos III-IV de Montelius. Esta técnica de doble alambre conseguido por medio de una doblez es bastante frecuente en Centroeuropa, aunque más raramente combinada con la técnica del retorcido en pequeñas piezas como la nuestra (8). Indudablemente un paralelo más próximo en el campo geográfico es la pieza de Sa- grajas (9), de características técnicas muy similares que pudieran no ser mera coincidencia. Por el contexto de Sagrajas, dicha pieza se podría también relacionar con algunos zar• cillos de tipo irlandés (10), como los hallados en el tesoro de Laurivoaré (Finisterre), for• mado por catorce piezas de oro entre ellas dos brazaletes abiertos de sección rómbica y cinco pendientes retorcidos de tipo irlandés, alguno muy semejante a la pieza de Sagrajas sin su doblez central. Y lo mismo se podría decir de las piezas de Carcasona, hoy en el Ashmoleam Museum (11). Para nuestra pieza el origen centroeuropeo nos parece más probable, por la mayor similitud técnica y por el contexto de su hallazgo. Es interesante señalar que estos paralelos indican un horizonte cronológico, tanto en una zona como en otra, hacia finales del último milenio, aunque es un elemento en sí muy simple y que, por tanto, puede con facilidad haber vivido largo tiempo, como lo prueban otros objetos de técnica similar (12), ya de fecha muy posterior. De particular interés es tener en cuenta una pieza muy semejante que formaba parte del ajuar del túmulo de la Censure, túmulo 3 de Chaffoix, Doubs, Franco Condado (13). Por su contexto, en el que apareció restos de una espada del Hallstatt C y varias urnas de tradición de los campos de urnas y algunos braza• letes de lignito, este túmulo se debe fechar en el Hallstatt Antiguo francés. Por ello, este pequeño elemento del túmulo 4 puede ofrecer un gran valor, si se acepta su mayor similitud con el anillo del túmulo 3 de Chaffoix, para la filiación cronológica y cultural de nuestro yacimiento.

(6) H. HhNNiNG: «Die Grab-und Hortfunde der Urnenfelder Kultur aus Ober-und Mittelfranken», MBV, 23, Munich, 1970. 1. 58, 14-23. (7) W. A. BRUNN: «Mitteldeutsche Hortfunde der jüngeren Bronzezeit», RGF, 29, Berlín, 1968, p. 345, 1. 196, 7-8. (8) Otra pieza de técnica semejante pero sin alambre abierto procede de Moringen, del Hallstatt A. W. Kimmig, «Die Urnenfelder-Kultur in Badén», RGF, 14, Berlín, 1940, p. 143, 1. 33, A 5. (9) M. ALMAGRO GORBEA: «Los tesoros de Sagrajas y Berzocana y los toques de oro macizo del Occidente Peninsular». III Congreso Nacional de Arqueología. Oporto (1973) 1974, p. 266, fig. 2, 7-8. (10) C. F. C. HAWKES: «Gold Ear-Rings of the Bronze Age, East and West». Folklore 72, 1961, 1. II, 6, GIOT: Britany. London, 1960, p. 165. (11) C. F. C. HAWKES, 1961, p. 459, 1. III, 7. J. GUILAINE: «Deux dépots languedociens d'objets en or». RSL, 33, 1967, p. 161 ss. (12) Inventaría Archeológica. GB-7, núm. 5. Idem. F-6, núm. 60. (13) J. P. MILLOTTE: «Circonscription de Franche-Compté». Gallia Prehistorique, 14, 1971, p. 380, f. 9. LOS TUMULOS DE PAJARONCILLO 93

Cuentas de collar: Se han hallado también catorce cuentas de collar, de pesos y estruc• turas bastante diversos. Su forma se aproxima siempre a la de neumático con una tendencia en algunos casos a ser bitroncocónicas. En este sentido es interesante observar que ofrecen las mismas formas que las cuentas de vidrio que se examinan más adelante. En su estructura hay que distinguir las cuentas que ofrecen un «cuerpo macizo» y consistente y aquellas que no parecen tener suficiente consistencia en sí mismas, por lo que cabe pensar que tal vez tuvieron un cuerpo de otra materia no conservada hasta nosotros como, por ejemplo, madera. Entre las cuentas macizas tenemos las del túmulo 84, 2 a 5 y las del túmulo 4, 3 y 4. Sus formas son variadas; troncocónica 84, 3 y 4, y de neumático estrecho 4, 3 y 4. Las pa• redes son gruesas y el orificio central menor. Su peso alcanza desde 530 a 300 mgrs. para las piezas mayores, siendo notable la dife• rencia en este punto con las «cuentas de chapa», que raramente alcanzan 100 mgrs. Las «cuentas de chapa» ofrecen la forma peor conservada por estar a veces chafadas. Parecen ser la mayoría de neumático ancho 84, 6-8, incluso en las de menores dimensiones 13, 4-6; 4, 4, 5. La 84, 9 está rota e incompleta. Por último, hay que señalar que todas han aparecido en tres túmulos: túmulo 84, 8 ejem• plares; 4,3 ejemplares y túmulo 13, 3 ejemplares. En el túmulo 84 y 13 aparecen macizas y de chapa conjuntamente, demostrando un empleo simultáneo de ambos tipos y en el 84 ofrecen, además, mayor tamaño ambos tipos y una mayor diversidad de formas dando la sensación de que las variaciones observadas responden simplemente a una mayor riqueza. Es muy difícil paralelizar piezas tan sencillas como estas cuentas de collar. Un ejemplar se ha hallado en Cabezo Redondo (14), «de forma globular aplanada» que suponemos es semejante a las de neumático ancho. Su peso de 214 mgrs. la acerca a las «macizas» del Saladar. Otros ejemplares peninsulares áureos que se podrían aproximar son las cuentas de collar de Chaos de Barzana, al parecer algo mayores y de clara forma bitroncocónica (15). Interés ofrecen los ejemplares bretones de forma más semejante (16) y los de Aliseda o Nora Velha también similares (17), por lo que resulta difícil de adscribir culturalmente elementos tan sencillos sin un análisis espectrográfico previo.

Los objetos de oro, dieciséis en total, nos dan idea de la riqueza que debieron ofrecer los ajuares de estas sepulturas. De las sepulturas que aún han ofrecido restos de ajuar, un tercio de ellas contenía oro. La cantidad es en sí insignificante, pero no lo es tanto si tene• mos en cuenta la proporción con que aparece este metal y el hecho de que ninguna de las tumbas hay seguridad de haber sido encontrada intacta y, sí que es muy probable que el ajuar llegado hasta nosotros sea tan sólo el que no han visto los saqueadores, habiéndose conservado entre la arena o en las rendijas de las cistas. Estos hallazgos de oro se relacionan geográficamente con los de Abia de la Obispalía (18)

(14) J. SOLER GARCÍA, 1965, p. 70, núm. 24. (15) LÓPEZ CUEVILLAS: «Las joyas castreñas». Madrid, 1951, p. 87, f. 58. (16) J. BRIARD: «Les Dépots bretons de l'Age du Bronce Atlantique». Rennes, 1965, p. 138. (17) J. R. MÉLIDA: «Tesoro de Aliseda». Madrid, 1921. H. SCHUBART: «Cerámica del Bronce Tardío del Sur y Oeste Peninsular». T.P. 28, 1971, fig. 16. (18) M. ALMAGRO GORBEA. 1974, págs. 39 ss. 94 MARTIN ALMAGRO GORBEA y Guadalajara (19), si como parece de aquí procede la espada de puño de oro del Museo Arqueológico Nacional. A su vez, no queda lejos del foco ya citado de Villena. En todo caso parece muy probable que este oro proceda de las próximas zonas del Paleógeno del Sistema Ibérico situado entre las sierras de Cuenca y Albarracín. Estas zonas primarias, ricas en diversos minerales, se hallan próximas a este campo de túmulos que además con• trola su paso hacia la Meseta y hacia el Sureste. Esto podría ser una posible explicación de la existencia de este importante yacimiento arqueológico en este lugar, ya que por otra causa se hace difícil comprender la razón de su existencia en una zona tan remota y sin ningún otro aliciente especial para su elección. También está a favor de la procedencia local del oro su uso al parecer bastante gene• ralizado en las sepulturas, dando idea de una relativa abundancia entre la población allí enterrada. Un último argumento podría ser que así se explicarían los testimonios referentes al Tajo como río aurífero, ya que nace en estas mismas regiones, no lejos de donde se halla el campo de túmulos y siendo fácil de alcanzar, simplemente siguiendo aguas arriba el curso del río Cabriel que pasa junto al campo de túmulos.

Objetos de plata: Aunque por no haberse todavía analizado no se puede afirmar con seguridad, parece ser de este metal un arito aparecido en el túmulo 3 como único resto del ajuar. Tal vez sea también de este metal un pequeño fragmento grisáceo y brillante recogido en el túmulo 84,aunque su mínimo tamaño impide toda precisión. El arito de plata del túmulo 3 debemos por su forma relacionarlo con los otros aros, estos de bronce, hallados en esta necrópolis, no pudiéndose decir más de los mismos por su extrema simplicidad. La plata es característica de la Península, especialmente de la zona Sureste, pues en Centroeuropa resulta muy poco empleada, tal vez por ser raramente conocida. Estos aros simples son característicos de la cultura argárica (20) y se conocen varios ejemplares muy parecidos a los nuestros en la zona de Villena, ya geográficamente no alejada de nuestra región. Aunque la cronología es siempre imprecisa en elementos tan sencillos, estos últimos proceden al parecer de sepulturas del «Bronce I» (21). En todo caso este arito sólo permite precisar que se trata de un elemento de gran tra• dición local en la Península y de fecha indeterminada por su simplicidad. El origen del metal puede ser el Sureste, pero también la zona minera de la serranía, donde se halla el yacimiento, y en las que con seguridad existen galenas argentíferas, pudiéndose incluso pensar en la zona de Hiendelaencina (Guadalajara), tampoco muy alejada geográficamente de este yacimiento.

Objetos de bronce: Tal vez los elementos de mayor interés encontrados en esta necró• polis sean los objetos de bronce, dieciséis en total, pero en los que encontramos los ele• mentos más firmes para la filiación cultural y cronológica del yacimiento. Los objetos de bronce son: tres brazaletes con decoración incisa de forma ovoide lige• ramente abierta y de sección biconvexa o rectangular; cuatro brazaletes lisos, muy simples, algo abiertos, aritos abiertos y cerrados, un anillo, un colgante y una cuenta de collar.

(19) M. ALMAGRO GORBEA: «La espada de Guadalajara y sus paralelos peninsulares». TP, 29, 1972, p. 55 ss. (20) L. SIRLT: «Questions de cronologie et d'ethnologie ¡benques». París, 1913. (21) J. SOLER GARCÍA, 1965, 1. 55, 5-7, p. 47. LOS TUMULOS DE PAJARONCILLO 95

Brazaletes decorados: Los brazaletes decorados son tres. Todos son de forma más ovalada que circular, ligeramente abiertos y también ligeramente afinados hacia sus extre• mos. La decoración aparece siempre en el lado exterior. Las secciones son en cambio diversas en cada ejemplar: un caso ovalado (túmulo 92, 2), en otro en D (túmulo 92, 1) y otro rectangular (túmulo 4, 1). El brazalete del túmulo 92, 1 es el que tiene más fieles paralelos. Su tipo de decoración, de fuertes incisiones formando a modo de galloncitos, es característico de brazaletes del Suroeste de Alemania y de la zona del Rhin y Baviera del Hallstatt B-3. La forma oval y la decoración en grupos de incisiones, recuerda particularmente el tipo de Belingen (22), del Ha B-3, pero la decoración de trazos horizontales que ofrece en algunos puntos y el motivo de convergentes y trazos hacia sus extremos no tiene paralelos. A nuestro modo de ver, se trata de una «contaminación» del tipo característico por el influjo de los motivos decorativos de los otros brazaletes. Por otra parte, el detalle de estar el brazalete casi cerrado y el agrupamiento regular de los trazos dejando un espacio pequeño libre entre los grupos, lo vemos ya en ejemplares más avanzados de pleno Hallstatt D (24), aunque los tipos característicos de este período son más cerrados y regulares (25). Piezas similares se conocen en el sureste de Francia, como las de Lebous, Chabestan o Ribeyret (25 bis) todas ellas del Hallstatt antiguo. Halls• tatt C. Esto parece indicar que esta pieza procede de un tipo de finales de los campos de urnas con algún elemento decorativo anterior, tal vez por influjo o contagio de otros tipos de brazaletes. La tendencia más cerrada y circular y la disposición de los trazos hace pensar en una fecha posterior que caería cronológicamente ya dentro del Hallstatt, aunque su tradi• ción cultural de los campos de urnas finales parece evidente. También es de interés com• pararlo con un brazalete con decoración semejante pero acabado en botones, procedente de la Cruz del Negro (Carmona) (26), de forma característica de aquella región, por lo que confirma las relaciones posibles de aquella zona con estos túmulos y la cronología anterior al siglo VI a. C. del ejemplar de Cuenca. Es el brazalete del túmulo 92, 2 el que ofrece un rico motivo decorativo y sección oval. Resulta difícil encontrar un paralelo exacto, pues se aparta de los brazaletes con motivos estandarizados de Europa central. Su aparición en la misma sepultura que el brazalete anterior inclinaría a darle una misma fecha y más cuando tipos de brazaletes semejantes a éste aparecen a veces asociados a los de tipo Belingen. De todas formas, su forma ovoide, su sección bitroncocónica, los motivos en zonas de aspecto más antiguo parecen indicar un origen anterior (27), y en este punto es interesante señalar que apareció fragmentado e incompleto.

(22) I. RITCHTER: «Der Arm-und Beinschmuck der Bronze-und Urnendclderzeit in Hessen und Rhcinhessen». PBF IX, 1, Munich, 1970, p. 159-60 y núm. 975-7. (23) M. ALMAGRO GORBEA:. 1974, págs. 39 ss. (24) G. KOSSAK: «Südbayem wahrend der Hallstattzcit». R-GF, 24, Berlín, 1959, fig. 12, 1. 14, 19, etc. (25) K. KROMER: «Das Graberfcld von Hallstatt». Florencia, 1959, 1. 16, p. 26 ss. (25 bis) J. ARNAL: «Le Lebous». Gallia. Prehistoire 16, 1973, p. 184, f. 54. P. VON ELES: «L'Eta del Ferro nelle Alpi Occidentali Francesi». Cahiers Rhodaniens, 14, 1967-68, p. 145, fig. 43, 1-2, etc. (26) L. MoNifcAGUDO: «Album gráfico de Carmona, por G. BONSOR». A. E. Arq., 26, 1953, p. 361, f. 12, 21. (27) J. DÉCHIÍLEITTE: «Manuel d'Archéologie Prehistorique II». 1910, f. 212. J. P. PANTREAU: «L'Age du Bronze an Musée du Pilori a Niort». B.S.P.F. 68, 1971, fig. 5. 96 MARTIN ALMAGRO GORBEA

El brazalete del túmulo 4, 1 ofrece un motivo muy perdido, pero al parecer también de tradición antigua (28). Su forma no es muy corriente en Centroeuropa y tal vez se puede relacionar con los brazaletes de tipo Sant-Aleix (Lérida) (29), aunque carecemos de in• formación sobre sus secciones. En todo caso estos brazaletes rectangulares se han situado en el Hallstatt D y en La Teñe I, fecha que nos parece demasiado avanzada. La forma recuerda a los de Huerta de Arriba del Bronce Final (30), y a los de la zona de Almería y los paralelos con ellos relacionados (31), con los cuales igualmente podría ir el de La Alcu• dia (32). Otros brazaletes rectangulares, a veces en serie, como los de Vallfogona (33) y Solivella (34), no parece ya poderse relacionar con este tipo. Sí recuerda en cambio el bra• zalete penanular de sección triangular decorada con incisiones semejantes conservado sin procedencia en el museo de Granada (35). Brazaletes lisos: Son cuatro ejemplares, uno del túmulo 2, dos del 21 y otro del 84. Están formados por un alambre más bien grueso dispuesto de forma aproximadamente circular. Tienden a ser cerrados,pero ofrecen muchas variantes en este detalle, así como en las secciones, que varían de oval a circular, e incluso con tendencia cuadrada. Los extremos son agudos o terminados en un corte limpio, o uno de cada manera. Por la sencillez de los tipos y por las variantes que nos ofrecen, sólo es posible deducir de ellos la existencia de brazaletes más sencillos junto a los decorados, siendo de interés destacar que a veces aparecen en sepulturas relativamente ricas, como la 84, pero no se deduce más con los elementos llegados hasta nosotros. Sólo queremos señalar su aparición frecuente en túmulos del Hallstatt antiguo de Centroeuropa indicando un mismo horizonte cultural que otras piezas señaladas (36). Aritos lisos: Son seis piezas, de las cuales dos son aros cerrados, tres abiertos y uno dudoso por estar fragmentado. Los aros cerrados proceden del túmulo 13 y su perfil es oval o semicircular. Los aros abiertos ofrecen una sección rectangular (túmulo 94, 2), otros dos sección apro• ximadamente circular (túmulo 49 y túmulo 2, 2). El aro incompleto que procede del túmulo 13 ofrece perfil ovalado y tal vez se podría considerar semejante al arito cerrado de dicho túmulo. En estos aritos se observa, igual que en los brazaletes lisos, variantes diversas dentro de la sencillez que nos ofrecen. Por su forma se podría relacionar con el arito de plata del túmulo 3 y tal vez con los aros de oro, plata y bronce semejantes de la zona del Sureste, pero

(28) Vid. nota anterior. (29) M. ALMAGRO: «La invasión céltica en España». Historia de España de Espasa Calpe, Madrid, 1952, fig. 139-140 y pág. 185. (30) E. Me. WHITE: «Estudios sobre las relaciones atlánticas de la Península Hispánica en la Edad del Bronce». Madrid, 1951. (31) H. SCHUBART: «Acerca de las cerámicas del Bronce tardío del Sur o el Oeste Peninsular». TP, 28, 1971, p. 174, fig. 15. (32) A. RAMOS FOLQUÉS: «Mapa arqueológico del término de Elche». A. E. Arq., 26, 1953, p. 333, fig. 9. No sabemos si este brazalete se halló junto con la aguja de bronce de la figura indicada que parece un tipo de Hallstatt B centroeuropeo. (33) W. SCHÜLE: «Die Meseta-Kultur der Iberischen Halbinsel». MF, 3, Berlín, 1969, 1. 182, 1-2. (34) D. FLETCHER VALLS: «La necrópolis de Solivella». Valencia, 1965, p. 46, 1. VI, etc. (35) Museo Arqueológico de Granada. Número de Inventario 4.867. (36) Brazaletes de aros simples muy semejantes hemos visto, por ejemplo, en las sepulturas secun• darias del túmulo de Magdalensberg, recientemente excavadas por K. SPINDLER y C. ELUERE: «Les Bronzes Protohistoriques du Musée de Chartres». BSA, Eure-et-Loire, 1972, p. 103 ss. LOS TUMULOS DE PAJARONCILLO 97 la sencillez del tipo impide toda clase de certidumbre, pues igual que los brazaletes lisos también aparecen en las sepulturas orientalizantes de incineración de la zona de Car- mona (37).

Arito con anilla colgante: Esta pieza procede del túmulo 19 y ofrece una sección rec• tangular alargada, es decir, forma de cinta estrecha. Es un elemento muy sencillo, pero con todo resulta característico de los campos de urnas del sur de Francia y Cataluña (38).

Cuentas de bronce: En el túmulo 10 apareció una cuenta de bronce de forma cilindrica que de momento resulta única en la necrópolis.

OBJETOS DIVERSOS

Ambar: En primer lugar tenemos cuatro cuentas de una materia vidriosa, de color caramelo, que se debe considerar como ámbar muy alterado, aunque no se haya realizado su análisis. La presencia de ámbar está ya señalada en el tesoro de Villena, aunque hasta ahora no teníamos noticias de su hallazgo en el centro de la Península, salvo en incrusta• ciones de cerámica de la cultura de Las Cogotas (39). Los elementos que ahora tenemos, cuatro pequeñas y simples perlas, no permiten gran• des deducciones. Sin embargo, parece lo más lógico relacionarlas con el mismo mundo que nos ofrecen otros elementos del ajuar de estos túmulos y considerarlos de origen centro- europeo, lo que explicaría su rareza y reducido tamaño. Su cronología es muy imprecisa, pues perlas semejantes parecen generalizarse en el mundo del Hallstatt (40) y perduran hasta época de La Téne (41).

Vidrio: Dos perlas de vidrio han aparecido. Una es de color azul intenso con ojos rellenos de vidrio de color caramelo, tal vez amarillo originariamente. Otra es un simple arito de color azul translúcido. El interés de estas dos piezas es algo mayor, pues aunque su origen y cronología tampoco es muy preciso aporta nuevos elementos de juicio a nuestro conocimiento. Las perlas con ojos aparecen a partir del Hallstatt pero el color azul es carac• terístico sobre todo de la etapa de La Téne, hacia la cual nos inclinaríamos a colocar nues• tros ejemplares, sustituyendo al color amarillo que parece predominar en época ante• rior (42). Esta hipótesis iría bien con la observación realizada en la cercana necrópolis de Carrascosa (43) donde las perlas de color amarillo aparecen en la primera fase o de Carras-

(37) L. MONTEAGUDO, 1953, f. 12, 23-30. (38) M. ALMAGRO, 1952, f. 109, p. 149; M. Luis y J. y O. TAFFANELL: «Le premier Age du Fer Lan- guedocien». Bordighera, 1960, fig.8 7 A. (39) M. E. CABRÉ: «El problema de la cerámica con incrustaciones de cobre y ámbar de las Cogotas y la Península Ibérica, XV». CIAAP, Portugal, 1930. (40) J. DÉCHELETTE: «Archéologie Celtique». Premier Age du Fer. París, 1913, p. 872 ss. (41) J. DÉCHELETTE: «Archéologie Celtique». Second Age du Fer. París, 1914, p. 1.327 ss. (42) J. DÉCHELETTE, 1913, p. 870 ss. Idem. 1914, p. 1.314 ss. (43) M. ALMAGRO GORBEA: «La necrópolis de las Madrigueras. Carrascosa del Campo (Cuenca)». BPH, 10, Madrid, 1969, p. 137. 98 MARTIN ALMAGRO GORBEA

cosa I, mientras que las perlas de tono azul intenso o translúcido aparecen en la fase de Carrascosa II (44), y tal vez incluso en sus últimos momentos, en todo caso no anteriores alsiglo IV a. de C. También las encontramos en la necrópolis de Olmedilla de Alarcón de fecha semejante (45). Así obtendríamos una fecha aproximada bastante tardía para la cronología de lo túmulos cuya larga perduración nos parece bien posible aunque carezcamos de otros argumentos más firmes.

Piedra: Por último las dos cuentas de materia dudosa, tal vez piedra o pasta de vidrio muy alterada, de la sepultura 13, y la posible cuenta de arenisca del rodeno, nos dan una idea sobre la variedad del ajuar sin ofrecer en sí mayor interés.

Cerámica: Entre el ajuar de los túmulos se han recogido algunos fragmentos cerámicos que vamos a analizar. El hecho más interesante que del estudio de la cerámica se deduce es la escasez de cerámica dentro del ajuar de las sepulturas. Este es un hecho extraño y sor• prendente, pues contrasta con los hallazgos de los campos de túmulos de toda Europa donde la cerámica suele ser abundante y suele aparecer incluso como único ajuar cuando no aparece ningún otro tipo de objetos (46). La explicación es difícil. No creemos que se deba al saqueo sistemático de las sepulturas, pues los restos cerámicos son precisamente lo que siempre suele quedar por carecer de in• terés, incluso cuando una tumba ha sido violada. Aun en este caso la cerámica puede quedar rota o desparramada alrededor del túmulo, siendo siempre posible advertir su presencia por algún pedazo. Ante tan extraño fenómeno no nos queda más que constatar su existencia y tenerlo en cuenta como una de las características más peculiares de este campo de túmulos. Tal vez se pudo haber empleado recipientes de madera o de alguna otra sustancia orgánica pere• cedera, y así se podrían interpretar los trozos de carbón que a menudo aparecen dentro de los túmulos aunque esta hipótesis ha quedado invalidada por las fechas de C-14 que dan para estos restos una época moderna. En cualquier caso los restos cerámicos aparecidos corresponden tan sólo al ajuar de cinco túmulos, el 13 ter, el 22, el 85, el 95 y el 94 bis. El 94 ofreció una urna de perfil en S con ligero borde vuelto y fondo algo rehundido que recuerda por su forma y por su pasta las cerámicas del final de los campos de urnas en la Península. Se podría por ello comparar, por ejemplo, con las cerámicas de la fase de Carrascosa I, en esta región, y confirmaría así la presencia de otros elementos de los campos de urnas tardíos que hemos señalado en el estudio del ajuar (47). Los dos fragmentos del túmulo 94 bis parecen corresponder a vasos análogos, aunque carecemos de base suficiente de juicio por estar muy fragmentados. El túmulo 82 bis ofreció abundantes restos de una cobertura de arcilla cocida. Del túmulo 22 proceden tres fragmentos informes sin mayor interés. Los del túmulo 85 son restos inidentificables redu• cidos a un solo fragmento, lo mismo que el 13 ter. El túmulo 66 bis proporcionó cinco fragmentos de cerámica moderna o medieval a torno. También procede al parecer de un

(44) M. ALMAGRO GORBLA, 1969, p. 137. (45) Materiales inéditos se conservan en el Museo Arqueológico de Cuenca. (46) G. KOSSAK, 1959. (47) M. ALMAGRO GORBEA, 1969, tablas II y III. LOS TUMULOS DE PAJARONCILLO 99

túmulo un fragmento de cerámica recogido en prospecciones anteriores a nuestra excavación en la zona de «Los Corbateros». Técnicamente parece reflejar por su decoración y sus asas tradicionales de la Edad del Bronce local, aunque su forma podría corresponder a un cuenco troncocónico de los campos de urnas finales. En todo caso su procedencia insegura y la ausencia de características más típicas le resta interés.

RESTOS ANTROPOLOGICOS

Son muy escasos e incompletos los restos antropológicos que hemos recuperado en la excavación del campo de túmulos. Las destrucciones que ofrecen los monumentos por los saqueos sufridos han repercu• tido como hemos visto en los ajuares que en ningún caso tenemos la probabilidad de haber encontrado in situ. Estas remociones han alterado ciertamente los restos antropológicos, pero a ello se ha añadido el carácter muy ácido del terreno que debemos suponer ha con• tribuido a la destrucción de los restos de huesos. Sólo en contadas excepciones hemos po• dido recoger algunos restos, aún así tan fragmentados, corroídos y alterados por las carac• terísticas químicas del suelo que imposibilitan todo estudio sobre los mismos. Por el interés que de todos modos ofrecen damos una relación de los túmulos en los que se hallaron restos óseos. Túmulo L—Restos de huesos. Mandíbula fragmentada con dentadura muy atacada por la caries. Túmulo 3. Fragmentos de huesos largos. Un diente de rumiante, oveja o cabra. Túmulo 4. Numerosos fragmentos de huesos todos muy reducidos. Túmulo 5.—Restos de huesos. Una corona de una muela humana muy poco gastada por lo que debió corresponder a un individuo joven. Túmulo 10.—Dos pequeños fragmentos de hueso. Túmulo 12.—Fragmentos de huesos. Muestra de C-14, C.S.I.C.-45. Túmulo 27.—Una falangina. Túmulo 41.—Fragmentos de huesos largos. Túmulo 43.—Fragmentos de hueso. Algunos de ellos de cráneo. Túmulo 76.—Numerosos fragmentos de huesos diversos entre los que destacan frag• mentos de huesos largos y dos molares. Túmulo 84.-—Pequeños fragmentos de huesos.

Como se puede apreciar de la lista dada los elementos óseos son escasos y sin interés para cualquier tipo de estudio que sobre ellos se quiera realizar. Ni siquiera por el estado de alteración que ofrecen los restos permiten deducir con seguridad si todos ellos han sido quemados en la incineración de cadáver. Este hecho parece evidente en algunos casos, pero en otros nos quedan ciertas dudas por existir huesos largos que confirmarían la posibilidad de existencia del rito de inhumación y porque la acción de los ácidos del suelo han podido producir alteraciones que parezcan debidas al fuego, aunque no sea este hecho totalmente seguro. Además, otros indicios como los huesos de animales y una fecha de C-14, hace pensar en la introducción de huesos o animales muertos en los túmulos en fechas recientes. 100 MARTIN ALMAGRO GORBEA

RESTOS DE CARBON

Dentro de los hallazgos proporcionados por los túmulos hay que resaltar el hecho de la frecuente aparición de fragmentos de carbón dentro de las cistas. Estos restos, siempre reducidos a fragmentos de pequeño tamaño aunque a veces numerosos, obligan a cierta interpretación. En un primer momento los consideramos posibles restos de madera de objetos del ajuar, lo que nos podría explicar la extraña ausencia o escasez de cerámica. Sin embargo, cuatro análisis de C-14 realizados han dado un resultado contrario a la hipótesis expuesta y que se hace difícil de contradecir, aún si se suponen posibles contamina• ciones ya que son coherentes las fechas dadas entre sí a pesar de proceder de túmulos distin• tos. Por ello parece se puedan explicar dichos carbones como restos de madera que han quedado enterrados en los túmulos al ser éstos saqueados en épocas diversas a lo largo del tiempo (46 bis). Por el interés que de todas maneras pueden tener damos a continuación la lista de túmu• los que han proporcionado carbón de madera. De no indicarse lo contrario se trata de pe• queñas cantidades o fragmentos reducidos.

Túmulo 1.—7 gramos de madera carbonizada. Túmulo 3.—5 gramos de madera carbonizada. Túmulo 4.—Restos de madera semicarbonizada. Muestra de C-14 C.S.I.C.-44. Túmulo 5. 20 gramos de madera carbonizada y restos de resina. Túmulo 13.—Madera carbonizada. Muestra de C-14 C.S.I.C.-46.' Túmulo 23 bis.—20 gramos de madera carbonizada y semicarbonizada. Túmulo 31.—40 gramos de madera carbonizada. Túmulo 66 bis.—35 gramos de madera carbonizada. Túmulo 76.—4 gramos de madera carbonizada. Túmulo 81.—Restos de madera carbonizada. Muestra de C-14 C.S.I.C.-48. Túmulo 82.—8 gramos de madera y madera carbonizada. Túmulo 82 bis.—145 gramos de madera carbonizada. Túmulo 84.—12 gramos de madera carbonizada. Túmulo 84 bis.—160 gramos de madera carbonizada y semicarbonizada. Túmulo 85.—13 gramos de carbón de madera. Túmulo 89.—22 gramos de madera y madera carbonizada. Túmulo 91 ter.—Abundante cantidad de madera semicarbonizada y carbonizada. Entregado al doctor Schüle, de Friburgo, para realizar un análisis de C-14. Túmulo 94 bis.—Fragmentos de madera carbonizada y uno de madera. Túmulo 95.—Restos de carbón de madera. Muestra de C-14 C.S.I.C.-47.

(46 bis) Véase Apéndice I con el comentario de las fechas de C-14. VI

LOS CAMPOS DE TUMULOS DE PAJARONCILLO Y EL PROBLEMA DE LOS TUMULOS DE LA PENINSULA IBERICA

Los túmulos de la serranía de Cuenca que ahora damos a conocer plantean el problema de su filiación cultural e histórica para su integración en la secuencia cultural de la Me• seta Sur, donde constituye un yacimiento único por sus características. El examen de los escasos elementos de ajuar hallados nos ofrecen una importante base de estudio pero que creemos es necesario precisar con el examen de los paralelos que estas construcciones fu• nerarias en sí nos ofrecen, pues es lo que de una manera más precisa permite comprender el valor y las relaciones culturales de los hallazgos. También es aquí donde este yacimiento nos ofrece por su novedad y por su persona• lidad una dificultad mayor. No se conoce en toda la Península un campo de túmulos semejante, ni por su extensión y número, superior a los cien sepulcros, ni por sus caracterís• ticas constructivas. Este hecho no debe ser minusvalorado, pero el examen de los túmulos conocidos de la Península Ibérica se hace necesario para dentro de una visión de conjunto llegar a una más recta valoración de nuestro yacimiento en la cual queda éste perfectamente encuadrado. Los primeros túmulos que fueron conocidos y valorados son los del bajo Aragón, explorados por Bosch Gimpera a inicios de siglo, considerándolos primero como de in• flujo argárico (48), opinión que corrigió posteriormente pasando a considerarlos de época

(48) P. BOSCH GIMPERA: «Campanya arqueológica de l'Institut d'Estudis Catalans al limit de Cata• lunya i Aragó». Anuari IEC, V, 1913-14, p. 822 ss. 102 MARTIN ALMAGRO GORBEA

hallstática y posthallstática (49). Esta visión que podemos considerar más acertada per• maneció largo tiempo. M. Almagro (50), en su estudio de las invasiones célticas en la Penín• sula, dio un nuevo impulso a la cuestión al realizar una síntesis del problema y consideró los túmulos conocidos en la Península culturalmente asociados a los campos de urnas tardíos por efecto del mestizaje cultural que caracteriza esta cultura. Posteriormente E. Cuadrado realizó una recopilación de las construcciones tumulares sin entrar a fondo en el problema de su filiación cultural que él consideró en general celta, de acuerdo con las visiones del momento (51). Otra visión más reciente de conjunto se llevó a cabo por Louis y O. y L. Taffanel, quie• nes realizaron un detenido examen de los túmulos en nuestra Península como paralelos de los del Laquedoc. Tampoco estos autores entraron a fondo en el problema de su filia• ción cultural y cronología, limitándose a dar una enumeración de conjunto basándose en las opiniones de los que los habían publicado (52). Por todo lo expuesto nos ha parecido necesario realizar un nuevo examen de la cuestión que vamos a abordar aquí brevemente para mejor poder encuadrar el problema de los túmulos de Cuenca. En primer lugar, resulta difícil en la Península hablar de túmulos en el sentido propio que tiene esta palabra de un enterramiento bajo un montón de piedras y tierra de ciertas características y perteneciente a determinados períodos culturales. La mayoría de los llamados túmulos en la Península Ibérica no son sino construc• ciones tumulares, reflejo tal vez de los túmulos propiamente dichos, como ya señaló Al• magro, pero con otras características diversas sobre todo en su tamaño reducido y técnica constructiva. Además, no se puede hablar en la mayoría de los casos de campos de tú• mulos, sino de túmulos aislados o de necrópolis de túmulos, reservando el término ante• rior para los auténticos campos de túmulos de tipo europeo. Tras estas aclaraciones previas, podemos realizar un breve examen de los túmulos pe• ninsulares conocidos. Un primer grupo podemos considerar en el Valle del Segre, donde se conocen una serie de necrópolis, ya que no se puede considerar verdaderos campos de túmulos, con construccciones tumulares con pequeña cista central para protección de la urna. La necrópolis de Colomina, en Gerp, cerca de Balaguer, está situada en una terraza moderna del río Segre. Aunque destruida al hacer un abancalamiento, permitió apreciar una gran densidad de sepulturas. Estas ofrecían una obra superficial de carácter tumular y en el centro, a unos 50 o 70 cm. de profundidad, aparecía la urna. El encachado tu- mular*ofrecía dos o tres metros de diámetro, pero no aparece cista central de protección de la urna. Las urnas corresponden a un período semejante al del inicio de la necrópolis de Se• ros (54), que examinamos a continuación, es decir, al período Ib de la periodización de

(49) P. BOSCH GIMPERA: «Las excavaciones en el Baix Aragó». Anuari IEC, VI, 1915-20, p. 650. (50) M. ALMAGRO, 1952. (51) E. CUADRADO: «Las tumbas ibéricas de empedrado tumular y la celtización del Sureste». II, CNA, Madrid, 1951, p. 247 ss. (52) M. Louis y O. y L. TAFFANEL. 1960. (53) L. DÍAZ-CORONEL MONTULL: «La necrópolis de Colomina en Gerp (Lérida)». Ampurias, 26-27, 1964-5, p. 71 ss. (54) L. Df AZ-CORONEL, 1964-65, p. 91-93. LOS TUMULOS DE PAJARONCILLO 103

Vilaseca en Tarragona (55), aunque esta necrópolis ofrece escaso material típico del pe• ríodo II, dando sensación de ser algo más arcaica que la de Seros. La necrópolis de Torre Fuella, situada unos 6 kilómetros al sur de Lérida, dio urnas dentro de la cista, sin que se pudiera observar un verdadero empedrado o construcción tumular (56). Las urnas pertenecen a tipos muy antiguos dentro del bronce final de la región, que se ha paralelizado con el período I de Vilaseca para la región próxima de Ta• rragona, es decir, perteneciendo a las más antiguas penetraciones de los campos de urnas de la Península. Mucho más claras y de mayor interés son las necrópolis de construcciones tumulares de Roques de San Formatge, en Seros, Lérida, que parecen corresponder a una tipología algo más evolucionada (57) (fig. 41). Se localizaron unas nueve necrópolis en torno a un poblado, pero de ellas sólo se co• noce suficientemente las denominadas F, G, H y N, que permiten deducir cierta evolución tipología y cronología de las sepulturas. Los túmulos son pequeños, pero muy numerosos y concentrados. Los tipos de túmulos son muy diversos (58) y sus variantes obedecen, en parte, a una sucesión cronológica. Los más antiguos son circulares, con cista de diversos tipos, después aparecen tipos rectangulares y, por último, cuadrados sin cista, según se deduce de las superposiciones observadas y de la composición de las distintas necrópo• lis (fig. 42). De la secuencia cultural del Bronce Final del sur de Cataluña, dada por Vilaseca, y de la evolución de las necrópolis de Seros se puede deducir que los primeros túmulos, circulares y con urna, corresponden todavía a la fase Ib de Vilaseca; aparecen al noroeste de la ne• crópolis F y al este y centro de la G. Tanto la necrópolis F como la G perduran en el pe• ríodo II, en el que comienza a utilizarse también la H, en la que los túmulos también son circulares. En el período II, o más seguramente en el III, aparecen túmulos rectangulares, como vemos en la necrópolis F y G; perdura el uso de la H y a él se atribuye la necrópolis N de túmulos cuadrados y al parecer sin cista, como vemos en Azaila y otros lugares, aunque algunos de estos elementos corresponden ya cronológicamente al período IV contemporáneo de Can Canyis, como lo prueba el ajuar de la sepultura G 257. Las necrópolis citadas vemos que se extienden a los largo del inicio de la primera parte del último milenio a. de C, y sus construcciones tumulares aparecen por lo menos al final de la fase I de Vilaseca, fechable, tal vez, a fines del Hallstatt A (59) y con seguridad en el Hallstatt B por tratarse de elementos no puros, sino de perduraciones. La fase II cree• mos que corresponde al siglo VIII a. de C, y la III al VII a. de C, aunque seguro algu• nos elementos se pueden colocar también en el siglo VI. Igualmente los túmulos cuadrados sin cista pueden ser de estas fechas o tal vez, incluso, más modernos, lo que cuadraría mejor con los otros paralelos peninsulares de este tipo conocidos. Existen referencias a otras necrópolis de carácter tumular en Cataluña, pero en las que no entramos a fondo por ser menos interesantes o por no estar suficientemente conocidas y publicadas como la de Puig Alt, en Gerona (59 bis).

(55) L. VILASBCA: «La necrópolis de Can Canys». TP, 8,1963, p. 60 ss. (56) R. Pn A y L. DÍAZ-CORONEL : «La necrópolis de incineración de Torre Fuella (Lérida)». Ampurias, 26-27, 1964-5, p. 251-257. (57) R. PITA MERCE y L. DÍAZ-CORONEL: «La necrópolis de Roques de San Formatge, en Seros (Lérida)». EAE, 59, Madrid, 1968. (58) R. PITA y L. DÍAZ-CORONEL, 1968. (59) S. VILASECA, 1963, p. 79. (59 bis) J. MALUQUER DE MOTES : «Late Bronze and Early Iron in the valley of the Ebro». Homenaje C.F.C. Hawkes. Londres, 1971, p. 116. 104 MARTIN ALMAGRO GORBEA

Fio. 41. Sector oeste del campo de túmulos F de Seróí (Lérida). (Según R. Pita y L. Diez Coronel.)

El yacimiento de Coll del Moro de Gandesa es de gran interés, por ocupar el puesto de enlace geográfico y cultural entre el grupo de necrópolis del Segre, que acabamos de ver, y los del Bajo Aragón, que examinaremos próximamente. Además, es el que más se apro• xima al campo de túmulos del Salazar por sus características topográficas y extensión. IOS TUMULOS DE PAJARONCILLO IOS

El descubrimiento de la necrópolis lo realizó Vilaseca, que recogió y estudió los ma• teriales de algunas cistas (60). Posteriormente, Berges ha emprendido la exploración y estudio sistemático de este importante yacimiento aún no totalmente excavado (61). Las sepulturas consisten en cistas de grandes losas de piedra de hasta de un metro de ancho, cuadradas o ligeramente rectangulares, rodeadas de un encachado tumular de dos a tres metros de diámetro. Estas cistas son ya claramente más desarrolladas que las del Bajo Segre, y se relacionan estructuralmente con las que aparecen en el Bajo Aragón. Se hallan situadas sobre el alto de un cerro que ocupa casi un kilómetro de largo, extensión que parece corresponder con la de la necrópolis y que en tal caso la aproximaría a la de los campos de túmulos de Pajaroncillo.

FIG. 42. Túmulo F 12 de Seros (Lérida). (Según R. Pita y L. Diez Coronel.)

Los materiales publicados nos ofrecen alguna urna con acanalados como en la tum• ba III, que corresponde al período II de Vilaseca y que cronológicamente se deben situar con las necrópolis F y G de Seros. Otros elementos son ya más tardíos y parecen reflejar tipos del Hallstatt C y D, como los brazaletes de sección rectangular o cuadrada y alguna fíbula de resorte bilateral de tipo antiguo, elementos que se aproximan ya a los materiales que vemos en las sepulturas del Bajo Aragón.

(60) S. VILASECA: «Nuevos yacimientos tarraconenses de cerámica acanalada». Inst. Est. Tarraco• nenses. Reus, 1954, p. 57 ss. (61) Excavación aún inédita. Agradecemos a M. BI-RGHS SORIANO, director del Museo de Tarragona, el facilitarnos ver el yacimiento y sus materiales. 106 MARTIN ALMAGRO GORBEA

Por ello, la cronología del Coll del Moro se debe situar a partir, tal vez, incluso en el siglo VIII a. de C. para alguna sepultura antigua como la III (62), mientras que la ma• yoría de los elementos parecen ya más tardíos con algunos elementos del Hallstatt C y, sobre todo, del Hallstatt D, que son los que parecen predominar, al menos, en la parte explorada hasta ahora, siendo bastante probable que algunas sepulturas alcancen ya plena época post-hallstática o ibérica. Relacionados indudablemente con los túmulos de Gandesa por su proximidad geo• gráfica y tipológica, existen en el Bajo Aragón una serie de necrópolis tumulares desde hace tiempo conocidas, aunque prácticamente ninguna ha sido todavía sistemáticamente explorada. Frente a las escasas necrópolis conocidas de este tipo en Cataluña, en las que las cistas no son otra cosa que una protección o caja de la urna, hallamos en el Bajo Aragón necró• polis de túmulos con relativa frecuencia. Por ahora están señalados sepulcros de este tipo en la Loma de los Brunos en Caspe, en Escondines Bajas y en el Barranco de San Cristó• bal, en Mazaleón, y en el Vilallonc, Los Castellanes, la Clota y la Fuente de Oro, en Cala- ceite. Igualmente, en el Cascarujo (Alcañiz) y en Azaila aparece este tipo de sepulcros, que por ello parecen muy extendidos y característicos del Bajo Aragón. La primera nota sobre estas cistas se dio a inicios del siglo (63), pero fue Bosch Gimpera el que por primera vez resaltó su interés (64). Una breve descripción de sus características nos parece conveniente recogerla para ayudar a comprender la personalidad de los tú• mulos de las Hoyas del Castillo. Estas cistas tumulares son muy numerosas, aunque muchas están destruidas. Están construidas con losas de 15 a 20 centímetros de grueso. El fondo es la roca u otra losa. En su interior aparecen restos de incineración y, según Bosch Gimpera, en algunos casos todavía inhumaciones. La cerámica es a mano y aparecen restos de aritos de cobre. Se cubría con otra losa a modo de tapa, y su dimensión oscila entre 1 a 1,35 metros de alto, 60 a 95 centímetros de ancho y 75 a 95 centímetros de profundidad. Estas cistas ocupan el centro de un pequeño túmulo circular de piedras, que a veces queda asociado a otros. En un caso se conocen cistas dobles, como se ve en Gandesa y en Seros, e igualmente a ve• ces, aparece alguna cista adosada al túmulo. Su situación es semejante, muchas veces, a la de los túmulos de la Serranía de Cuenca. A veces en el fondo del terreno, en pequeñas plataformas naturales de la roca, otras aislados en medio del campo o en la mayoría de los casos en puntos elevados del terreno que hacen resaltar el túmulo. Los principales yacimientos explorados los señalamos a continuación: Loma de los Brunos (Caspe): Consiste en unos dieciséis túmulos situados en un cerro de 100 metros de largo y muy estrecho, a unos 450 metros al oeste del poblado. De los túmulos, catorce aparecen alineados, pero con intervalos irregulares entre 0,50 metros y 17 metros (fig. 43) (65). Los túmulos oscilan entre los 1,30 y los 5 metros de diámetro. La forma es en todas circular, menos uno cuadrado. Alguno de ellos aparece formado por círculos de tierra y piedras entre 0,90 a 1,25 metros de longitud. En algunos túmulos se apreción también pe-

(62) S. VILASECA, 1963, p. 88. (63) Boletín del Bajo Aragón, 1908, p. 212 y 234. (64) P. BOSCH GIMPERA, 1913-14, p. 822 ss., f. 37. (65) M. PELLICER: «El poblado y la necrópolis hallstátticos de la Loma de los Brunos (Caspe)». Caesaraugusta, 15-16, 1960, p. 96 ss. LOS TUMULOS DK PAJARONCILLO 107

FlO. 43. Túmulos de la «Loma de los Brunos», Caspe (Teruel). (Según M. Pellicer.) quenas cistas excéntricas o exteriores, adosadas, con urnas (66), fenómeno semejante al observado en el Coll del Moro de Gandesa (67). Los materiales proporcionados, a falta de excavaciones, con escasos, pero caracterís• ticos de la cultura hallstáttica del Bajo Aragón (68). Fuente de Oro, Calaccite (69): Tres túmulos circulares situados sobre una plataforma de roca. Uno de ellos de doble cista dio un esqueleto desecho y un anillo de oro que se debía encontrar en la colección Furgus de Orihucla. La Clota, Calaceite (70): Cuatro cistas alineadas son los túmulos. Valtablada, Calaceite (71): Cista robada con restos de cremación y cerámica. Parte inferior de la Sierra de los Castellanes, Calaceite (72): Cista aislada. Robada, sólo ofreció fragmentos de cerámica y restos de la cremación. Les Humbries, Calaceite (73): Restos de una cista donde aparecieron el famoso thy- miaterion y el peto, dos espadas de hierro y restos de una urna y un brasero de bronce. Piuró del Barranco Hondo, Mazaleón (74): Una cista aislada. Robada. Escondines Bajas. Mazaleón (75): Una cista aislada y robada. Otra con dos urnas toscas. San Cristóbal, Mazaleón (76): Sobre el río Matarraña y cerca de la ermita de San Cristóbal existe una necrópolis de cistas muy dispersas a ambos lados del barranco. Todas estaban robadas, aunque en una de ellas, que ofrecía un túmulo de 400 centímetros de diámetro y la cista de 135 por 95 centímetros apareció con restos de cremación, unas placas de bronce y una espiral tubular y varios fragmentos cerámicos con pintura en rojo y amarillo de tipo hallstáttico (77).

(66) A. BELTRÁN: «Excavaciones en la Loma de los Brunos (Caspe, Zaragoza)». NAH, 6, 1962, p. 150. (67) Vid. Supra, nota 61. (68) M. PELLICER, 1960, p. 105. (69) P. BOSCH GIMPERA, 1913-14, p. 823. (70) P. BOSCH GIMPERA, 1913-14, p. 823. (71) P. BOSCH GIMPERA, 1913-14, p. 823. (72) P. BOSCH GIMPERA: «La cultura ibérica del Bajo Aragón». IV. CIA, Barcelona, 1929. p. 10. (73) J. CABRÉ: «El Thymaterion céltico de Calaceite». A. E. Arq., 15. 1942. p. 182. (74) P. BOSCH GIMPERA, 1929, p. 22-23. (75) P. BOSCH GIMPERA, 1929, p. 12. (76) P. BOSCH GIMPERA, 1913-14, p. 823. Idem. 1915-20, p. 646. (77) P. BOSCH GIMPERA, 1913-14, p. 823. Idem. 1915-20, p. 646. M. ALMAGRO GORHEA, 1969, p. 100 ss. 108 MARTIN ALMAGRO GORBFA

Mas de Flandí, Calaceite (78): Cista hecha con paredes de piedras y túmulo circular de unos 250 centímetros de diámetro, al que se adosa una pequeña cista. El ajuar consistió en tres urnas a mano decoradas con cordones y una con pie alto, otra urna a torno ovoide y una fíbula de hierro y doble resorte de tipo antiguo, probablemente Hallstatt final o La Téne antiguo. No sabemos qué corresponde de este ajuar a la cista central y a la ado• sada (fig. 44).

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FIG. 44. Mas de Flandí, Teruel. Sepultura tumular y cista adosada. (Según P. Bosch-Gimpera.)

Del examen de estas necrópolis y sepulturas, Bosch Gimpera deduce que las más an• tiguas son las de cistas de losas y a continuación vienen las de cistas de pared, como la de Mas de Flandí y la próxima al poblado de Vilallonc (79). A nosotros nos parece que las cerámicas conservadas (80) parecen, en algunos momentos, recordar las cerámicas de cronología media del Coll del Moro de Gandesa, mientras que la mayoría parece ir hacia tipos con decoración pintada y formas con bordes troncocónicos destacados, pies y con perfil en S. Estas encajarían mejor hacia los tipos del período III y sobre todo IV de Vi• laseca, en la zona de Tarragona, perdurando hasta el inicio del siglo IV como máximo en que aparecen ya algunas urnas a torno y una fíbula de resorte bilateral que a falta del pie

(78) P. BOSCH GIMPERA, 1915-20, p. 650ss„ f. 483-5. (79) P. BOSCH GIMPERA, 1915-20, p. 651. (80) P. BOSCH GIMPERA, 1915-20, f. 453-4, 484, 486-9. LOS TUMULOS DF. PAJARONCILLO 109 sólo podemos colocar aproximadamente en estas fechas, pero en ningún caso después. Esta cronología la confirma el ajuar de la cista del thymiaterion de Calaceite y la cerámica pintada de Mazaleón, cuya cronología del siglo VI a. de C. resulta evidente. De estructura y característica semejantes a las sepulturas de Mazaleón y Calaceite son las descubiertas por Cabré en Azaila (81), aunque su tamaño es mucho menor, pues la cista no pasa nunca de 1 metro y el túmulo circular, degenerado, no llega a los 2 metros. Junto a este tipo aparecen también sepulturas cuadradas sin cista propiamente dicha, co• mo veremos en la necrópolis de la mesetas. Su ajuar metálico recuerda los de las ne• crópolis del Alto Jalón, y su cerámica recuerda, por una parte, los vasos ovoides de cuello troncocónico del Hallstatt final como veíamos en Mazaleón, Calaceite, etc. (82), pero aparecen también urnas del tipo de las necrópolis celtibéricas (83) denunciando una mayor modernidad de estas necrópolis que se pueden situar del siglo V al IV a. de C. fecha que va bien con la semejanza que sus materiales y túmulos cuadrados ofrece en la Me• seta (fig. 45).

FlG. 45. Sepulturas tumulares de la necrópolis de Azaila (Teruel). (Según J. Cabré.)

Otros grupos de sepulcros tumulares de interés aparecen en el Cascarujo, Alcañíz (84). P. París localizó cinco grupos, el I formado por tres tumbas, el II por una docena, el III por catorce, entre las que apareció cerámica y una cabeza de aguja de bronce, el IV por nueve alineadas y el V por once agrupadas en dos partes (85). Su diámetro máximo alcanza 300 cm., pero su altura no pasa de 50 cm. En el centro aparece la cista algo excavada en tierra y de 50 a 75 centímetros de ancho, y bajo ella se

(81) J. CABRÉ AGUILÓ: «La cerámica céltica de Azaila (Teruel)». A. E. Arq. 16, 1943, p. 49 ss., f. 6. (82) P. BOSCH GIMPERA; «El estado actual de la investigación de la cultura ibérica». RABM, 1927, p. 25. (83) J. CABRÉ, 1943, f. 8, 3-6 y 9, 1 -4. (84) A. BRUHL: «Excavaciones en el Cabezo del Cascarujo, Alcañiz (Teruel)». MJSEA, 121, 1932, p. 14 ss. (85) A. BRUHL, 1932, p. 7. I 10 MARTIN ALMAGRO GORBEA depositan una o varias urnas con las incineraciones; una ofrece líneas rojas paralelas. Un pequeño muro protege, a veces, la cista. La falta de conocimiento suficiente del ajuar no permite mayores precisiones, pero en general estos grupos de túmulos se deben en• cajar con los otros enterramientos del Bajo Aragón, a cuya cultura corresponden (fig. 46).

Estos grupos de túmulos o de sepulturas tumulares del Bajo Aragón constituyen cier• tamente los mejores paralelos de nuestro yacimiento. Sin embargo, queremos citar otros tipos de túmulos que aparecen repartidos por la península para completar el encuadre que de los mismos podemos obtener. Las cistas gemelas de Salzadella, Castellón (86), no parece que tuvieran túmulo, pero sí forma de cista de unos 180 centímetros de largo por 60 centímetros de ancho y 130 cen• tímetros de profundidad y su ajuar las aparta de las tumbas ibéricas. La urna de cuello troncocónico y pie alto, un torqués decorado y los brazaletes de bronce casi cerrados y unidos, se aproximan a las necrópolis peninsulares del final del Hierro Antiguo, como las del Bajo Aragón o a las tumbas de Mola más recientes. Una placa damasquinada de cin- turón fecha el conjunto del ajuar de esta sepultura hacia fines del siglo V o inicios del IV a. de C, y nos da su paralelismo cronológico con necrópolis plenamente ibéricas de la región como la de Solivella (87). Otro tipo de sepulturas tumulares aparece ya hacia la Mesetas,como los descubiertos en la necrópolis de la Osera, situada en la región de los castros de Avila. En la zona VI de esta necrópolis, la única publicada, se encontraron once construcciones tumulares: Ocho redondas, dos ovaladas y una cuadrada (88). De ellas, cuatro no tenían sepultura, dos, el A y el C, tenían dos en la zona del borde, el D tenía catorce y el E treinta y ocho, repartidos por todo el túmulo. Sólo dos pequeñas eran túmulos individuales, el 509 y el 514, y ofrecían un borde circular de gruesas piedras, un encachado irregular encima y por último un mon• tón de tierra cupuliforme (fig. 47). Es evidente que la necrópolis de la Osera no ofrece verdaderos túmulos, sino encacha• dos tumulares, la mayoría colectivos. Es, por tanto, difícil de paralelizarlos con los túmulos

(86) J. COLOMINAS ROCA: «Els enterramcnts ibérics deis Espleters a Salzadella». AIEC, VI, 1915-20, p. 616 ss. (87) D. FLETCHF.R VALLS, 1965. (88) J. CABRÉ, E. CABRÉ, y A. MOLINERO: «El Castro y la Necrópolis del Hierro Céltico de Chamartin de la Sierra (Avila)». AAH, V, Madrid, 1950, p. 160 ss. LOS TUMULOS DE PAJARONCILLO de Cuenca y más por cuanto, además, falta totalmente la idea de la cista tan característica de los ejemplares de Cuenca. La Osera es una necrópolis de enterramiento en urnas. Lo mismo cabe decir con los extraños tumulillos de Monte Bernorio, aún poco conoci• dos (89). El campo de dieciocho túmulos de Salamanca citados en la bibliografía (90) deben considerarse como desconocidos o inexistentes. Y otros túmulos de Asturias hoy sabemos no tienen nada que ver (90 bis).

Fio. 47. Zona VI de la necrópolis de La Osera (Avila). (Según J. y E. Cabré y A. Molinero.)

Encachados tumulares cubriendo las sepulturas de incineración dentro de urnas tam• bién aparecieron en la necrópolis céltica de Griegos, y que igualmente no creemos se pue• dan considerar túmulos en el sentido estricto de la palabra. El mejor estudiado tenía unos 25 metros de diámetro, y en su interior aparecieron catorce urnas funerarias fechables del

(89) J. SAN VALERO APARISI: «Excavaciones Arqueológicas en Monte Bonorio (Palcncia)». IM. 5. 1944, p. 29 ss. (90) F. JORDÁ CERDA: «Campo de túmulos de Turra». NAH, 10-12, 1960-68. p. 287 y 291.

(90 bis) F. JORDA CERDA (1960-68); F. JORDA CERDA; E. GARCIA DOMÍNGUEZ y J. AGUADÉ: «Los túmulos de Campiello (Tineo) y su Edad Postdolménica». Zephyrus 23-24, 1972-73, p. 131 ss. 112 MARTIN ALMAGRO GORBEA siglo VI al V a. de C. (91). También pudo ser un túmulo, un majano de Guadalaviar, Te• ruel, de donde procede una rueda de carro de hierro (92) sin otras referencias. Otro posible encachado semejante al de Griegos parece pudo existir en la necrópolis de la Mercadera, Soria (93), donde, aunque no se observó túmulo alguno, Taracena se• ñala que en cierta zona sobre las urnas apareció una capa de cantos gruesos de río, que po• demos interpretar, con reservas, como otro encachado tumular. Por el contrario, faltan los encachados o túmulos de este tipo en las necrópolis del Alto Jalón, excavadas por Cerralbo.y tampoco se conocen en las exploradas o recogidas por nosotros hacia las zonas de llanos de la Meseta sur (94). Otro tipo de enterramiento tumular que nos parece ya diferente de los que hasta ahora hemos examinado es el que aparece en necrópolis ibéricas del sureste, en cuya región pa• rece característico de las sepulturas más ricas, junto a las simples urnas de las tumbas normales (95). Suelen ser encachados normalmente cuadrados, aunque los hay circulares u ovalares, situados sobre un hoyo en el que se ha depositado la urna. Los más ricos son cuadrados, y sobre ellos aparece, a veces, un segundo cubo escalonado. Este tipo de sepultura ha sido señalado en el Cigarralejo, en Murcia (96), Casa del Monte, Valdeganga (97), Hoya de Santa Ana y Llano de la Consolación, en Albacete (98), Villaricos, en Almería (99), Albufereta, en Alicante (100), y en otros yacimientos de esa región (fig. 48). Estas sepulturas, aunque pueden recoger ciertas ideas y tradiciones de las tumbas tu• mulares que hemos visto, en ciertos aspectos parece reflejar ya influjos diferentes, como la presencia del túmulo escalonado, que vemos igualmente en las tumbas de la necrópolis de Las Corts, en Ampurias (101), y que se podría explicar por la existencia de sepulturas monumentales escalonadas como la de Pozo Moro (102), cuya imitación serían estos túmulos cuadrados con escalones, que vemos en el Sureste y en Ampurias, y que se deben explicar por un influjo de tipo Mediterráneo, de tipo clásico, diferente del de las otras construcciones tumulares que hasta ahora hemos citado (102 bis). También hay que formar un grupo aparte con los túmulos del Suroeste, como los de la región de Carmona o los de Medellín, que ofrecen características peculiares.

(91) M. ALMAGRO: «La Necrópolis céltica de Griegos». A. E. Arq. 15, 1942, p. 104 ss. (92) N. P. GÓMEZ: «Arqueología de las Altas Vertientes comunes al Tajo y al Turia». Arch. Arte Valenciano, 25, 1954, p. 59. A. FERNÁNDEZ AVILES: «El carro ibérico de Guadalaviar». AEA, 28, 1955, p. 111 ss. (93) B. TARACENA: «Excavaciones en la provincia de Soria». MJSEA, 119, p. 7. (94) M. ALMAGRO GORBEA, 1969, p. 147 ss. (95) E. CUADRADO, 1951, p. 248. (96) E. CUADRADO, 1951, p. 248-9. Idem.: «Tumbas principescas de El Cigarralejo». MM, 9, 1968, p. 148 ss., f. 2-3. (97) L. PERICOT: «Epoca primitiva y romana de la Historia de España, I». Instituto Gallach, Bar• celona, 1934, p. 299. (98) J. SÁNCHEZ GIMÉNEZ: «Excavaciones y trabajos arqueológicos en la provincia de Albacete, de 1942 a 1946». IM, 15, 1947, p. 54 ss. (99) L. SIRET: «Villaricos y Herrerías». Madrid, 1908, p. 399. (100) F. FIGUERAS PACHECO: «Las excavaciones de Alicante y su trascendencia regional, II». CASEE, Albacete, p. 221. (101) M. ALMAGRO: «Las Necrópolis de Ampurias I». Barcelona, 1953, p. 255 ss., f. 218-220,1.15,1 y 2. (102) M. ALMAGRO GORBEA: «La Necrópolis de Pozo Moro». XIII. CNA, Huelva, 1973 (en prensa). (102 bis) Ya en prensa este trabajo nos llega el de E. CUADRADO: «Las tumbas tumulares de Las Corts». Miscelánea XXV Curso de Ampurias, Barcelona, 1974. LOS TUMULOS DL: PAJARONCILLO 113

Fío. 48. Sepulturas de empedrado cuadrangular escalonado de El Cigarralejo (Murcia). (Según E. Cuadrado.)

Las motillas o túmulos de Carmona ofrecen una situación de interés por ocupar las alturas de los cerros o alcores que dominan la vega (fig. 49). Forman grupos diversos a lo largo de casi cuarenta kilómetros, en los que Bonsor identificó hasta sesenta y cinco motillas o túmulos (103); los grupos principales los describiremos a continuación. En Ace• buchal (104) existen once motillas: de inhumación las G, L, M y R; de incineración, la A, B, C y F sin urna, y la H, I y J con ella (fig. 50).

(103) G. BONSOR: «Les colonics agricoles Prc-Romaines de la Vallée du Betis». París. 1899. p. 20 y f. 2. L. MONTEAOUDO, 1953, f. 12. (104) G. BONSOR, 1899, f. 3, p. 22 ss.

8 I 14 MARTIN ALMAGRO GORBEA

FIG. 49. Situación de algunos túmulos de los Alcores de Carmona (Sevilla). (Según M. Ponsich.)

Otros veinte túmulos de 1 a 4 metros de altura aparecen en Bencarrón. Los pequeños ofrecen sólo cenizas de cremación; uno era un sepulcro colectivo del tipo de la Edad del Bronce, y otro ofrecía incineración en una fosa de 100 por 50 centímetros, con las paredes de roca, con las grietas tapadas con barro. Al fondo había cenizas y el ajuar orientalizante característico de estas necrópolis (105). También aparecen en Puerto Judío motillas de incineración; en Santa María, de fosa con incineración; en la Harinera, con dos túmulos saqueados; en Santa Lucía, catorce motillas de 150 a 600 centímetros de alto, una de ellas dio al excavarla una fosa de incine• ración sin urna, pero con ajuar orientalizante (106).

(105) G. BONSOR, 1899, p. 40-48. (106) G. BONSOR, 1899, p. 49. LOS TUMULOS DE PAJARONCILLO 115

Otros túmulos de incineración son el de Alcantarilla, de 4 metros de alto, con ánforas y marfiles como ajuar, o el de Cañada de Ruiz Sánchez, cuya cámara de 284 por 178 cen• tímetros dio un espléndido ajuar con brasero y jarro orientalizante (107) (fig. 51). También se señalan motillas en Alcaudete, con cenizas y restos del ajuar, en las can• teras de Carmona, donde aparecen dos túmulos de inhumación y tres de incineración, y en la Huerta Nueva, donde eran de inhumación en fosa debajo del túmulo (108).

Fio. 50. Túmulo G del Acebuchal, Carmona. (Según G. Bonsor.)

Otros se sitúan en la Cañada de las Cabras, Mazagoso, Manta, también de inhuma• ción (109). El de Entremalo lo interpreta Bonsor como un lugar de culto (110). Dentro de este grupo destaca la necrópolis de Setefilla, que forma otro pequeño cam• po de trece túmulos (111) de características semejantes a las anteriores (fig. 52). En re• sumen, vemos cómo estos túmulos de Carmona ocupan lugares elevados, ofrecen la tendencia a una cámara central rectangular de amplias dimensiones y raramente ofrecen urna, sino sólo las cenizas directamente sobre la cámara. Su ajuar suele ser orientalizante, fechable hacia el siglo VII al VI a. de C, con cerámicas, a veces, groseras y algunos ele• mentos de ajuar que podemos poner en relación con el sustrato probablemente de tipo céltico, del que proceden las gentes que se enterraron en estos túmulos (111 bis). Relacionados culturalmente con estos túmulos de Carmona podemos considerar (112) el muy posible túmulo de Aliseda, por su ajuar y por un muro que suponemos sería el de la

(107) G. BONSOR, 1899, p. 50-58. (108) G. BONSOR, 1899, p. 68-71. (109) G. BONSOR, 1899, p. 72-75. (110) G. BONSOR, 1899, p. 101. (111) G. BONSOR y R. THOUVENOT: «Nécropole de Setefilla». Burdeos, 1928. (111 bis) Una relación de estos túmulos actual puede verse en M. PONSICH: «Implantation rurale antique sur le Bas-Guadalquivir». París, 1974, p. 218 ss., fig. 86, etc. (112) M. ALMAGRO GORBEA: «El Bronce Final y el Período Orientalizante en Extremadura». BPH 14 (1975) (en prensa). 116 MARTIN ALMAGRO GORBIiA cista. Lo mismo, pero aún más dudoso, cabe decir de Valdegamas (113). Mención aparte merece la necrópolis de Medellín (114). Ofrece un material en el ajuar bastante común con los túmulos de Carmona y algunas otras características culturales idénticas, como la fosa central, aunque en realidad no pasan de construcciones tumulares más que de túmulos, propiamente dichos. Con ellos se relaciona, además, el problema del posible influjo de las necrópolis tardías de cista del Suroeste (115), que ofrecen igualmente una pequeña construc• ción tumular de forma rectangular semejante a las que vemos en Medellín, pero cuyo origen puede ser muy diferente (116).

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Fio. 51. Túmulo de la Cañada de Ruiz Sánchez, Carmona. (Según G. Bonsor.)

Creemos que con la breve visión de conjunto de los túmulos y construcciones tumulares en la península, resulta ya posible enmarcar cultural y cronológicamente los yacimientos de la Serranía de Cuenca, de tanto interés para la síntesis histórico-cultural que pretende• mos realizar. De este examen resulta evidente la aparición de varios grupos de enterramientos tu• mulares en la Península, cuyas características aún quedan poco precisas, pero que vamos a intentar sintetizar a continuación.

(113) A. BLANCX) FREUHRO: «El vaso de Valdegamas y otros vasos de bronce del Mediodía español». /:'. A. Arq., 26, 1953, p. 235 ss. (114) M. ALMAGRO GORBLA (en prensa). Idem.: «La Necrópolis de Medellín (Badajo/)». NAH, 16, 1971, p. 171 ss. (115) M. M. ALVES DÍAZ; C. DI; MLI.O BLIRAO, y L. COELHO: «Duas necropoles da Idadc do Ferro no Baixo-Alcntejo: Ouriquc». O Arqueólogo Portugués, IV, 1970, p. 175 ss. (116) H. SCIIUBART: «Dic Kultur der Bronzezcit in Südwestern der Ibcrischcn Halbinscl». MF, Berlín (en prensa). LOS TUMULOS DK PAJARONCILLO 117

Los campos de túmulos peninsulares han sido de muy diversas formas interpretados. Este rito funerario va unido, por lo general, originalmente a la inhumación, y es carac• terístico de las culturas del Bronce Medio centroeuropeo, y tiende a desaparecer en el Bron• ce Final, ahogado por la floreciente expansión de los campos de urnas para reaparecer en el inicio del Hierro, durante el Hallstatt C y D, en los cuales el rito de la incineración cederá de nuevo poco a poco paso al de inhumación.

Fio. 52. Campo de túmulos de Setefilla. (Según G. Bonsor y R. Thouvenot.)

Los elementos tumulares que aparecen en la Península resultan muy peculiares, no sólo comparados con los centroeuropeos, sino incluso con los que vemos ya derivados de aque• llos en la expansión de esta cultura por Francia. Ello, unido a la imprecisión de su cronolo• gía, hizo que en un primer momento fueran considerados como una penetración cultural distinta de los campos de urnas, con características cronológicas y culturales definidas. 118 MARTIN ALMAGRO GORBEA

Esta tesis fue definitivamente rechazada por Almagro (117), que en su estudio de la invasión céltica en la Península observó que no se podía hablar en general de una cultura de túmulos independiente de la de los campos de urnas. Se trata de una cultura mixta que penetró en el momento de máxima expansión de los campos de urnas, con elementos asociados de los campos de túmulos. Esta hipótesis tiene a su favor el haber valorado la similitud cultural y cronológica de ambos tipos de enterramiento en la Península y los numerosos tipos mixtos que aparecen. Sin embargo, creemos que los estudios realizados en este último decenio sobre estos problemas en el Mediodía Francés han aportado nuevos datos a la cuestión que ayudan a completar y precisar, en parte, la visión que de este problema teníamos en la Península. El estudio de conjunto de los habitats, campos de urnas y campos de túmulos realizado en el Languedoc ha permitido precisar nuestra visión sobre la evolución cultural de esta región en el último milenio a. de C. (118). Tras la aparición de las gentes de los campos de urnas del Bronce Final en las llanuras llegan en un segundo momento los primeros enterradores en túmulos que se asientan en las garrigas que corren paralelas a la costa hasta casi los Pirineos. Poseen ya hierro y sustituyen a los pueblos pastores de tradición del Bronce Antiguo por poseer una econo• mía común, entrando en contacto cultural con las gentes de los campos de urnas, ya asen• tadas en las llanuras, frente a cuyo rito uniforme de incineración en urna practican tanto la incineración total, como la parcial, como la inhumación, tal vez por pervivencias de la cultura pastoral precedente. Los túmulos ofrecen tanto el ajuar sobre tierra, protegido o no por lajas, como una fosa excavada bajo el nivel del suelo. También hay que señalar que en algún caso, como en Grand-Bassin I, algunas grandes sepulturas de urnas ofrecen una cobertura tumuliforme. La gente de estos túmulos se ha considerado como de tipo céltico y procedentes de la Renania, siendo su fecha de llegada hacia fines del siglo VIII a. de C, aunque perduran con sus característicos enterramientos de inhumación e in• cineración bajo túmulos hasta el final de la primera Edad del Hierro, en que son absor- vidos por la cultura de La Téne, impuesta por nuevos aportes célticos. Las demás regiones del sur de Francia ofrecen un desarrollo parecido, aunque no siempre tengamos síntesis útiles para todas ellas, y a veces resultan estos túmulos muy insuficientemente conocidos. Se extiende al sur del Garona, en las comarcas que existen desde este río hasta los Pirineos (119). En el Alto Garona el grupo Cástera (120) ofrece como característica escaso ajuar cerámico, pero se recogieron dos brazaletes de bronce decorados con líneas oblicuas. En los Pirineos Centrales tenemos varios grupos. Entre ellos destacan los de la Meseta de Lannemezan, con el grupo de Avezac-Prat. Es de incineración de época avanzada, que puede considerarse de la mayor importancia por la proximidad de su material metálico con el llamado post-hallstáttico de la Meseta (121). En los Pirineos Occidentales tenemos los de Chalesse, Tursan,Pont-Long y del Plateau de Ger (122). Estos grupos ofrecen ajuares de gran interés que en algunos casos recuerdan

(117) M. ALMAGRO, 1952. (118) M. Louis, O. y L. TAFFANEL, 1950. (119) M. Louis, O. y L. TAFFANEL, 1950, p. 146 ss. J. P. MOHEN y A. COFFYN: «Les nécropoles hallstat- tiennes de la región d'Arcachon». BPH, XI, Madrid, 1970. J. SEIGNE: «Sauvetage de Tumulus en Béarn». Archéologie, 51, 1972, p. 27 ss. (120) M. Louis, O. y L. TAFFANEL, 1950, p. 148. (121) M. Louis, O. y L. TAFFANEL, 1950, p. 149. (122) M. Louis, O. y L. TAFFANEL, 1950, p. 154 ss. J. P. MOHEN y A. COFFYN, 1970, p. 136 ss. LOS TUMULOS DE PAJARONCILLO 119

los de la Meseta por el metal y el Valle del Ebro en la forma de las urnas. Otros grupos se extienden por la Dordoña y, sobre todo, por las Landas y la Gironda (123). Entre éstos, los del País de Buch, magníficamente estudiados, nos dan una buena luz sobre el con• junto (124). Todas estas necrópolis, que tienden a situarse en mesetas ocupando encrucijadas de caminos, se han considerado hallstátticas, aunque existen algunos precedentes del final de la Edad del Bronce, como en Pont-Long (125), si bien con incineración, lo que permite considerarlos un mismo grupo cultural de cronología amplia y con diversas variantes geográficas y cronológicas que evidencian la complejidad y variedad de ritos. La relación entre los campos de túmulos y los de urnas se plantea también en esta re• gión. Los campos de urnas son, por ahora, más escasos, aunque en ningún modo inexis• tentes. De ello se concluye que representan dos tradiciones diferentes de un mismo pueblo, en el que las comunidades agrícolas tienen preferencia por los campos de urnas y las pas• torales por las de túmulos. También aquí parece ser la tradición de los campos de urnas algo anterior a la de túmulos, que representará la resurrección de una vieja tradición de los pueblos pastores con nuevos elementos llegados del occidente de Europa Central, de la zona del este de Francia y oeste de Suiza, principalmente. El predominio de los túmulos en estas regiones parece se acentuó con el tiempo y alcanza' su apogeo hacia el final de la primera Edad del Hierro, desapareciendo ante la cultura de La Téne I, que parece se extendió también por estas tierras, aunque nos parece posible que algunos elementos pervivieran más tiempo, hecho que sólo la futura investigación podrá comprobar.

En resumen,de cuanto hemos examinado en las líneas precedentes es evidente que los campos de túmulos de la Serranía de Cuenca representan una novedad de gran interés para las culturas del hierro en la Meseta y deben ser englobados dentro de la tradición cultural de enterramientos en túmulos que vemos se extiende desde la Europa Central hacia el sur de Francia y que penetró en la Península Ibérica. Estas gentes aparecen siempre relacionadas con las gentes de los campos de urnas que en el Bronce Final traen el rito de la incineración desde Centroeuropa a la Península Ibé• rica en grupos y oleadas sucesivas, cuya complejidad no podemos todavía precisar. De estas gentes han adoptado el rito de la incineración, a veces incluso dentro de urna, aunque es posible que pervivieran tradiciones de inhumación de los pueblos pastores con los que entroncaron por razón de igual ecología, lo que explica la presencia de inhumaciones ocasionales que en Centroeuropa llegarán a hacerse de nuevo dominantes en los ente• rramientos principales, pero que en las regiones tratadas no pasan de ser casos más o menos numerosos que sólo demuestran la falta de una unidad ritual en los usos funerarios de estas gentes. Esta aportación cultural y probablemente étnica de los túmulos penetran seguramente en unión de las gentes de los campos de urnas, aunque formando grupos independientes nómadas o seminómadas y entroncan con diversas tradiciones culturales locales, adap• tándose a ellas o asimilándolas, lo que explica las innumerables variantes que de una región a otra veremos surgir y evolucionar, según los distintos influjos que reciben, y también los grupos mixtos de campos de urnas con pequeños monumentos tumuliformes o de túmulos degenerados, cubriendo urnas que hemos visto aparecen en la Península.

(123) J. P. MOHEN y A. COFFYN, 1970, p. 131 ss. (124) J. M. MOHEN y A. COFFYN, 1970, p. 126 y 139. (125) J. SEIGNE, 1972, p. 30. 120 MARTIN ALMAGRO GORBEA

Así nos explicaríamos los cuatro o cinco grupos de tipos de túmulos de la Península que hoy podemos comenzar a delimitar (fig. 53).

I Zona del Segre.—No son verdaderos campos de túmulos, sino campos de urnas con enterramiento tumuliforme. Su cronología a partir de pleno Bronce Final Pe• ríodo I y II de Vilaseca— indica la probabilidad de que la idea de los túmulos en el suroeste de Europa pueda ser algo más antigua de lo hasta ahora supuesto.

II Zona de Gandesa-Bajo Aragón.—Los yacimientos de esta región parecen corres• ponder a auténticos campos de túmulos, aunque su situación en torno a los po• blados y en encrucijadas de caminos o montes los relaciona con la zona del Segre y denotan cierta diversidad de costumbres, que vemos confirmadas en el pequeño tamaño de los monumentos y en el abundante uso de urnas cinerarias. Su cronología parece ser algo posterior al grupo anterior y alcanza desde inicios del siglo VII a la plena cultura del Hierro, derivada del Hallstatt centroeuropeo, cuyo evidente in• flujo se percibe sobre todo en las cerámicas y en algunos elementos metálicos, cuya similitud con grupos de túmulos franceses, especialmente de la zona de los Pirineos, pudiera indicar un lugar de procedencia común confirmable por la existencia de un substrato cultural idéntico.

III Zona de la Serranía de Cuenca.—Son hoy día los campos de túmulos más carac• terísticos de toda la Península. Su relación con los de la zona II es evidente, sobre todo en la existencia de las cistas centrales tan características. Por el contrario, su situación independiente de los poblados en el borde del camino que cruza la sierra, permite evidenciar que se trata de casos muy próximos a los de las garrigas, landas y plateaux del norte de los Pirineos. Sus características peculiares muestran la adaptación al medio ambiente local que es tan característico de todos estos grupos. Su ajuar nos muestra, igualmente, frecuentes raíces culturales de origen centroeuropeo, del Bronce Final y del Hallstatt C, aunque la cronología queda incierta y hayan pervivido hasta la época ibérica a juzgar por algunos elementos probablemente ya de época de LaTéne. Los diferentes tipos de cistas, en forma de fosa o de cista cuadrada, e incluso los monumentos de mayor tamaño, pueden explicarse por variedades del rito aparte de diferencias sociales; igualmente, la posibilidad de existencia de algunas inhuma• ciones junto a las incineraciones casi generales entra de lleno entre las características de estas culturas de los túmulos del suroeste de Europa. Los túmulos mayores y las cistas en forma de fosa recuerdan en la Península los túmulos de la zona de Carmona a los que igualmente se aproximan por la ausencia de urnas cinerarias, el gran ta• maño que ofrecen algunas de estas construcciones y algunos elementos del ajuar. Estos túmulos permiten deducir una organización social de tipo aristocrático por la presencia de grandes sepulturas y el hecho de no emplearse este tipo de ente• rramiento para todas las gentes. La pobreza de ajuares resulta relativa, ya que abunda el oro y el ámbar. Tal vez se puede explicar mejor que por la pobreza de las gentes de este campo de túmulos por el saqueo repetido y casi total de las sepulturas. Su cronología es algo incierta. Ningún elemento obliga a situarlos dentro del Bronce Final, aunque algunos tengan este origen. Por ello, más bien parece posible considerarlos del Hierro Antiguo, aunque cabe la posibilidad del desconocimiento o escasez de este metal, al menos en sus primeros períodos. El momento final queda LOS TUMULOS DE PAJARONCILLO 121

también impreciso, pero creemos que alcanzaron el inicio del período del Hierro. Reciente o de influjo ibérico. Por ello, una fecha en torno a los siglos VIII al IV a. de C. bien nos parecía en principio la más probable.

FlO. 53. Dispersión de las sepulturas en túmulo en la Península Ibérica.

1. Colomina, Gerp (Lérida). 19. Turra (Salamanca). 2. Torre Fuella (Lérida). 20. La Mercadera (Soria) 3. Roques de San Fromatge. Seros (Lérida). 21. Monte Bernorio (Falencia). 4. Coll del Moro, Gandesa (Tarragona). 22. Asturias. 5. Fuente del Oro, Calaceite (Teruel). 23. Aliseda (Cáceres). 6. Val Tablada, Calaceite (Teruel). 24. Medellín (Badajoz). 7. Mas de Flandí, Calaceite (Teruel). 25. Mengabril (Badajoz). 8. Piuró del Barranco Hondo, Mazaleón (Teruel). 26. Ourique (Bajo Alemtejo). 9. Escondines Bajas, Mazaleón (Teruel). 27. Alcores de Carmona (Sevilla). 10. San Cristóbal, Mazaleón (Teruel). 28. Setefilla (Sevilla). 11. Loma de los Brunos, Caspe (Zaragoza). 29. Villaricos (Almería). 12. El Cascarujo, Alcañiz (Teruel) 30. El Cigarralejo, Muía (Murcia). 13. Azaila (Teruel). 31. La Albufcrcta (Alicante). 14. Salzadella (Castellón de la Plana). 32. Hoya de Santa Ana (Albacete). 15. Hoyas del Castillo, Pajaroncillo (Cuenca). 33. Llano de la Consolación (Albacete). 16. Los Tesoros, Pajaroncillo (Cuenca). 34. Pozo Moro (Albacete). 17. Griegos (Teruel). 35. Casa Herrera, Valdeganga (Albacete 18. La Osera, Chamartín de la Sierra (Avila). 36. Las Corts, Ampurias (Gerona). 122 MARTIN ALMAGRO GORBEA

IV Zona de la Meseta.—Inclimos aquí una serie de construcciones de tipo tumular degenerado como las de Griegos o de la Osera. Los monumentos conocidos no son verdaderos túmulos y creemos que deben adscribirse al rito de los campos de urnas por el empleo sistemático de éstas y por su relación con poblados fijos. Los materiales incluyen estos grupos dentro del final del Hierro Antiguo e inicios del Hierro Re• ciente, y los materiales ofrecen las identidades ya señaladas con otras necrópolis de la Península y del norte de los Pirineos. Su cronología parece ser algo tardía, en tér• minos absolutos del siglo VI al III a. de C.

V Zona de Carmona.—En esta zona más que campos de túmulos son túmulos aislados o agrupados en pequeños conjuntos. Sin embargo, por sus dimensiones o caracte• rísticas entran plenamente dentro de la cultura de los túmulos del suroeste de Europa. La presencia, a veces, de fosas excavadas en el suelo, en vez de cistas sobre el mis• mo, es una característica peculiar de la región, así como la aparición casi sistemática de material orientalizante que refleja los contactos y la adaptación cultural de estas gentes de los túmulos. Sus ritos de inhumación e incineración, casi siempre sin urna, y su ambiente de montes de pastos confirma las características culturales de estos túmulos ya señalados. Su cronología creemos se puede considerar desde inicios del siglo VII con segu• ridad hasta tal vez el siglo V inclusive, aunque cabe la posibilidad de un inicio algo anterior. No se conocen, por el contrario, pervivencias. Es muy posible que este grupo se extienda por Extremadura, por ejemplo, en Aliseda.

VI Zona de Medellín y el Suroeste.—Son necrópolis tumulares más que campos de tú• mulos. Aparecen urnas cinerarias y los túmulos son ya reducidos y degenerados, y en Medellín la necrópolis está claramente asociada a un poblado estable. Las necrópolis del Suroeste evidencian, por el contrario, posibles influjos de los enterramientos en cista de la Edad del Bronce de aquella región. Su fecha en torno al siglo VII al V a. de C. parece evidente.

VII Zona del Sureste.—No creemos que se trate de túmulos propiamente dichos como los que aquí recogemos de origen centroeuropeo. Más bien nos parecen monumentos sepulcrales en forma tumular de origen mediterráneo, que en algún caso pueden ofrecer ciertos contactos con la tradición de los túmulos, como los que aparecen en la zona IV o de la Meseta. Su fecha parece alcanzar del siglo V al II a. de C.

Por último, es probable que existan otras zonas de túmulos menos conocidas o precisadas. Aquí se pueden incluir los túmulos cántabros, aún muy insuficientemente conocidos y al parecer vinculados con los de la zona IV de la Meseta, hecho explica• ble geográfica y culturalmente; aún podríamos incluir otros grupos menos conocidos. Es evidente que en futuras investigaciones estas zonas en que aparecen campos de túmulos, casi aislados y siempre en relación más o menos estrecha con campos de urnas, se irá ampliando y precisando, no sólo en sus límites geográficos y crono• lógicos, sino en las mutuas relaciones que ofrecen entre sí. Su conocimiento cada vez resulta de mayor interés para precisar esta cultura de los pueblos ganaderos del suroeste de Europa, que aparece manifiesta en sus campos de túmulos y que reflejan una población que constituye un elemento fundamental para la comprensión de las transformaciones culturales y étnicas ocurridas durante la Edad del Hierro en todas estas regiones. APENDICES

APENDICE I

Resultado de los análisis efectuados para determinar la edad por el método del Carbono 14 en el laboratorio del Instituto de Física-Química «Rocasolano» del C.S.I.C., bajo la dirección del doctor F. Alonso Matthias.

C.S.I.C.-44 Pajaroncillo 2 1.150 ± 60 B.P. 800 de JC.

Muestra de madera carbonizada procedente del túmulo 4.

C.S.1.C.-45 Pajaroncillo 3 190 ± 150 B.P. 1.760 de JC.

Muestra de huesos procedente del túmulo 12.

C.S.I.C.-46 Pajaroncillo 4 190 ± 50 B.P. 1.760 de JC.

Muestra de madera carbonizada procedente del túmulo 13.

C.S.I.C.-47 Pajaroncillo 5 1.070 ± 60 B.P. 880 de JC.

Muestra de madera carbonizada procedente del túmulo 95, situado al sur de la Rambla del Castillo.

C.S.I.C.-48 Pajaroncillo 6 200 ± 50 B.P. 1.750 de JC.

Muestra procedente del túmulo 81 (túmulo 1 del área del Collado de la Mina).

Comentario: La muestra Pajaroncillo 1 C.S.I.C.-43, formada por huesos del túmulo 1, no se pudo medir por falta de cantidad suficiente de materia orgánica para efectuar el análisis. Las cinco fechas restantes resultan todas ellas inútiles para la datación que con ellas se pretendía obtener para los túmulos. Las muestras C.S.I.C.-44 y C.S.I.C.-47 parecen corresponder a un saqueo bastante sistemático de los túmulos ocurrido hacia el siglo IX de JC. y que se debe poner en relación con la presencia de una guarnición musulmana en el castillo situado al sur de las Hoyas del Castillo que debía vigilar el camino medieval entre Cañete y Cuenca. Las fechas C.S.I.C.-46, C.S.I.C.-48 y C.S.I.C.-45 parecen reflejar otro saqueo prácticamente exausti- vo de los túmulos hacia el siglo XVIII, probablemente cuando se han iniciado los núcleos de población fija asentados en plena serranía, como el actual pueblo de Pajaroncillo. La fecha C.S.I.C.-45, por proceder de una muestra de huesos, es más difícil de explicar. Tal vez sean restos de un animal caído en la cista del túmulo o simplemente los restos humanos pueden estar altamente contaminados por el relleno de material moderno caído en la cista después de una re moderna de su interior.

APENDICE II

CUADRO RESUMEN DE LAS CARACTERISTICAS DE LOS TUMULOS DE LAS HOYAS DEL CASTILLO

CISTA Diámetro de Diámetro Hallazgos (1)

Túmulo Zona Lám. Fig. las piedras del muro Orientación Longitud Anchura §uei0 cm. cm. N. M. cm. cm.

1 Central 1.° — 5 460 — 95° 112 70 — H. MC. 2 Central 1." — 6-7 460 — 105° 160 75 enlosado B. 3 Central 1." IV 8-9 — 725 (circular) 10° 300 250 roca P. H. MC. 4.-. Central 1." V, 1 10 500 400 150° 160 110 enlosado B. Au. A. H. MC. 5 Central 1." — — 530 — — — — roca H. MC. R. 6 Central l.° — — 500 440 — — — — n. e. 7 Central 1.° — — 400 — — 110? 40? — n. e. 8 Central 1." — — 590 — — 108 93 — s. a. 9 Central 1." — — 430 — — — — — n. e. 10 Central 1." — 11 440 330 150" 127 60 enlosado H. 11 Central 1.° — — — — 15° 120 80 — n. e. 12 Central 2." VI 12 500 350 55° 160 90 enlosado H. 12 bis Central 2.° — — 330 — 60° 115 100 roca s. a. 13 Central 2.° VII 13-14 300 430 (oval) 70° 172 112 enlosado B. Au. V. MC 13 bis Central 2." — — 350 — 90° 100 50 — n. e. 13 ter Central 2.° V, 2 15 500 — 25° 187 105 enlosado C. 24 bis Central 2." VIII — 530 470 70° 171 90 — s. a. 14 Central 2." — — 350 — 115° 107 61 — s. a.

(1) B. Bronce; P. — Plata; Au. Oro; A. — Ambar; V. — Vidrio; C. = Cerámica; H. = Huesos; MC. = Madera carbonizada; M. — Madera; R. — Resina; S. Sílex; s. a. sin ajuar; n. e. = no excavado. CUADRO RESUMEN DE LAS CARACTERISTICAS DE LOS TUMULOS DE LAS HOYAS DEL CASTILLO

CISTA Diámetro de Diámetro Hallazgos (1) Túmulo Zona Lám. Fig. las piedras del muro Orientación Longitud Anchura Suelo cm. cm. N. M. cm. cm.

14 bis Central 2.° — — 300 — — — — — n. e. 15 Central 2." — — 570 306 130o? 121 112 — n. e. 15 bis Central 2." IX — — 260 150° 90 56 — n. e. 16 Central 2." — — 500 — — — — — n. e. 17 Central 2." X,2 — 490 390 35° 151 67 enlosado s. a. 100 Central 2.a XI, 1 16 — 410 165° 171 93 cubierta? n. e. 101 Central 2.° XII 17 500 350 75° 108 80 enlosado s. a. 18 Central 2." — 18 — 310 130° 107 58 enlosado s. a. 24 Central 2.° — — — 270 70° 104 45 — n. e. 19 Central 3." XIII, 1 19-20 340 280 (oval) 160° 139 103 enlosado B. V. 20 Central 3.° — — 340 290 120o? — — — n. e. 21 Central 3.° XIII, 2 21-22 — 301 30° 155 83 enlosado B. 22 Central 3." X-l 23 430 — 30° 170 70 enlosado C. 23 Central 3." XI, 2 — — 250 30° 95 55 — s. a. 23 bis Central 3° XIV, 1 — — 250 25° 110 81 enlosado M. MC. 45 Central 3." — — — 300 115° 180 100 roca n. e. 45 bis Central 3.° — — — 230 — — — — n. e. 25 Central 3." — —• — 290 25° 111 63 — s. a. 2 26 Central 3.° XIV, 2 — 340 15° 124 68 — n. e. > — 50 27 Central 3." XV, 1 — — 280 40° 120 85 enlosado H. H 28 Central 3." — — 370 320 — 100? 60? — n. e. Z 28 bis Central 3.° 300 —• n. e. > — — — — — — r 29 Central 3." — — — 270 15° 102 69 — n. e. 30 Central 3." — 340 30° 113 91 n. e. > — — — O 31 Central 3." XV, 2 — — 340 00° 160 120 enlosado MC. 7> 65 Central 3." — — 390 — 70° 100 89 — n. e. O O 34 Central 3." — — — 290 170° 130 79 — n. e. o » (1) B. = Bronce; P. — Plata; Au. Oro; A. = Ambar; V. Vidrio; C. Cerámica; H. = Huesos; MC. — Madera carbonizada; M. = Madera; R. Resina; S. Silex; m s. a. = sin ajuar; n. e. = no excavado. > CUADRO RESUMEN DE LAS CARACTERISTICAS DE LOS TUMULOS DE LAS HOYAS DEL CASTILLO

CI ST A Diámetro de Diámetro Hallazgos (1) Túmulo Zona Lám. Fig. las piedras del muro Orientación Longitud Anchura cm. cm. N. M. cm. cm. e 0

35 Central 3.° — — 290 — — — — — n. e. 32 Central 3.° — — 330 260 90° 105 85 — n. e. 33 Central 3.° — — — 250 55° 80 72 — n. e. 102 Central 3." — — — 300 170° 98 67 — n. e. 32 bis Central 3.° — — 410 — — — — — n. e. 43 Escalón superior — — 340 — — — — — n. e. 47 Escalón superior — — — 260 — — — — n. e. 41 Escalón superior — — 330 — 170° 105 69 roca H. 41 bis , , Escalón superior — — 330 — 20° 135 70 — n. e. 48 , , Escalón superior — — 270 — — — — — n. e. 48 bis Escalón superior — — 200 — - — — n. e. 1 techo y 46 Escalón superior XVI 24 — 400 25° 149 66 s. a. ¡ enlosado 44 Escalón superior — — 300 .— — 130? 90? — n. e. 50 •> . . Escalón superior — — — •— — — — — — 52 . . Escalón superior — — — 400 70° 140 70 — n. e. 54 o . . Escalón superior — — — 320 — — — — — 58 Escalón superior XVII, 1 — — 280 75° 104 43 — n. e. 59 Escalón superior — — — 280 105° 106 70 — n. e. 57 Escalón superior — — — 290 30° 105 54 — n. e. 55 . . Escalón superior XVII, 2 — — 330 160° 105 53 enlosado s. a. 53 . Escalón superior — — 260 — — — — — n. e. 51 . , Escalón superior — — — 370 80° 110 67 — n. e. 51 bis Escalón superior — — 340 — — — — — n. e. 49 Escalón superior — 25 — 370 140° 140 75 — B. H. 399 . , Escalón superior — — .— — — — — — 37 •> Escalón superior — — — — — — — — —

(1) B. Bronce; P. Plata; Au. Oro; A. Ambar; V. Vidno; C. Cerámica; H. Huesos; MC. Madera carbonizada; M. Madera; R. Resina; S. Sílex; s a. sin ajuar; n. e. no excavado. CUADRO RESUMEN DE LAS CARACTERISTICAS DE LOS TUMULOS DE LAS HOYAS DEL CASTILLO

CISTA Diámetro de Diámetro Hallazgos (1) Túmulo Zona Lám. Fig. las piedras del muro Orientación Longitud Anchura Suelo cm. cm. N. M. cm. cm.

36 . Escalón superior 300 140° 80 57 n. e. 42 Escalón superior XVIII, 1 — — 370 165° 119 65 enlosado n. e. 38 . Escalón superior XVIII, 2 — — 370 180° ¡45 118 enlosado s. a. 40 , Escalón superior — — — 230 — — — — n. e. 64? . Escalón superior — — — — — — — — n. e. 63 Escalón superior — — 370 — — — — — n. e. 62? . Escalón superior — — 270 — — — — — n. e. 60? . Escalón superior — — 310 — — — — — n. e. 61? . Escalón superior — 370 — — — — — n. e. 81 Occidental XIX-XX 26 10,30 700 50° 170 170? — MC. 82 Occidental XIX-XXI 27 15,50 1080 20° 160 155 enlosado M. MC. 82 bis Occidental XXIII 28-9 850 (cuadrado) — (no tuvo) (no tuvo) (no tuvo) cerámica ? C. M. MC. 83 Occidental — — 600 — — — — — n. e. 83 bis Occidental — — 450 — — — — — n. e. 84 Occidental XXII, 2 30-1 850 — 100" 220 95 enlosado Au. B. H. MC. 84 bis Occidental — — 650 — oval? 185 105 roca MC. M. 85 Occidental XXIV, 1 — 800 oval 80° 190 110 enlosado MC. C. 86 Occidental — — 1.050 — — — — — n. e. 87 Occidental — — 650 — — — — — n. e. 88 Occidental — — 400 — — — — — n. e. 89 Occidental XXIV,2 32 400 — (no tuvo) MC. M. 90 Occidental — — 500 — — — — — n. e. 66 Septentrional XXV, 1 — 370 — — — — — n. e. 66 bis, . , Septentrional — 33 — 430 120° 120 80 enlosado S. MC. C. 68 Septentrional — 410 — — — — — n. e. 67 Septentrional XXV, 2 — — 380 130° 115 56 — n. e. 70 Septentrional — — 420 — 70° 125 70 — n. e.

(1) B. = Bronce; P. = Plata; Au. = Oro; A. — Ambar; V. — Vidrio; C. = Cerámica; H. = Huesos; MC. = Madera carbonizada; M. = Madera; R. — Res.na; S. = Sílex; s. a. — sin ajuar; n. e. = no excavado. CUADRO RESUMEN DE LAS CARACTERISTICAS DE LOS TUMULOS DE LAS HOYAS DEL CASTILLO O V¡ -i CISTA C Diámetro de Diámetro Hallazgos (1) 2 c Túmulo Zona Lám. Fig. las piedras del muro Orientación Longitud Anchura r- Suelo O cm. cm. N. M. cm. cm. Vi O tu •o 69 Septentrional — 260 n. e. 73 Septentrional — 440 > n. e. > 72 Septentrional — 330 50 n. e. O 71 Septentrional — 270 n. e. Z 76 Septentrional XXVI 410 120° 190 110 enlosado H. MC. O 78 Septentrional — 270 n. e. F 77? Septentrional — n. e. 75 Septentrional — 375 145" 120 110 n. e. 74 Septentrional — 330 n. e. 80 bis Septentrional — 520 n. e. 80 Septentrional XXVIII-1 420 (oval) 60° 160 90 n. r. 79 Septentrional — 360 n. e. 92 Oriental XXVII, 1 34 710 120° 152 88 B. 91 bis Oriental — 10" 200 76 n. e. 94 bis Oriental — 35 460 133 74 enlosado C. M. MC. 99 bis Oriental — 450 n. e. 91 ter Oriental — 550 100° 130 108 M. MC. 94 Oriental XXVII-2 36 680 00° 120 115 B. C. 93 Oriental — 625 45° 170 118 roca n. e. 93 bis Oriental — 115° 133 76 enlosado s. a. 97 Oriental — 400 n. e. 99 Oriental — 550 90° 175 100 n. e. 98 Oriental — 70° 115 80 enlosado n. e. 98 bis Oriental — 250 n. e. 96? Oriental — 300 n. e. 95 Oriental — 360 MC. 91 Oriental — 530 100° 170 98 n. e.

(I) B Bronce; P. Plata; Au. — Oro; A. Ambar; V. Vidrio; C Cerámica; H. Huesos; MC. Madera carbonizada; M. Madera; R. Resina; S. Silex; s a. sin ajuar; n. e. no excavado.

LAMINAS LÁM. I

Vista aerea de las Hoyas del Castillo. En la parte inferior se aprecia el cauce del Cabriel y la carretera Cuenca-Teruel, así como la peña del Castil'o. LÁM. II

Las Hoyas del Castillo desde el alto del Castillo. A la izquierda se aprecia el cauce del rio Cabriel. LÁM. III

1. Vista del pinar de la Serranía de Cuenca donde se hallan situados los campos de túmulos.

2. Aspecto de una de las áreas del campo de túmulos de las Hoyas del Castillo. LÁM. IV

1. Túmulo 3 visto desde el este.

2. Detalle de la cámara o gran cista del túmulo 3. LÁM. V

1. Cista del túmulo 4.

2. Detalle del túmulo 13 ter. LÁM. VI

1. Vista lateral del túmulo 12.

2. Detalle de la cista del túmulo 12. LÁM. VII

I. Vista del túmulo 13.

2. Detalle de la cista del túmulo 13. LÁM. VIII

1. Vista aérea del túmulo 24 bis.

2. Detalle de la cista del túmulo 24 bis. LÁM.IX

I. Aspecto del túmulo 15 bis tal como aparece sin eseavar.

2. Detalle de la cista del túmulo 15 bis. LÁM. X

1. Vista del túmulo 22.

2. Vista del túmulo 17. LÁM. XI

I. Vista lateral del túmulo 100 antes de su excavación.

2. Detalle de la cista del túmulo 23. LÁM. XII

1. Vista general del túmulo 101.

2. Detalle de la cista del túmulo 101 LÁM. XIII

1. Vista aérea del túmulo 19.

2. Vista general del túmulo 21. LÁM. XIV

1. Vista vertical del túmulo 23 bis.

2. Detalle del túmulo 26. LÁM. XV

1. Vista general del túmulo 27.

2. Vista general del túmulo 31. 1. Detalle de la cista del túmulo 46 Lado norte de la cista del túmulo 46 con la losa de cubrición aún «in situ». LÁM. XVII

1. Vista general del túmulo 58.

2. Detalle de la cista del túmulo 55. LÁM. XVIII

1. Vista del túmulo 42.

2. Aspecto general del túmulo 38. LÁM. XIX

1. Vista aérea del túmulo 81.

2. Vista aérea del túmulo 82 entre los pinos que lo rodean. LÁM. XX

1. Aspecto general del túmulo 81.

2. Detalle del muro exterior del túmulo 81 desde el sur. LÁM. XXI

2. Detalle de la cámara o cista del túmulo 82. LÁM. XXII

I. Detalle del muro de la cista del túmulo 81.

2. Vista general de la cista del túmulo 84. LÁM. XXII!

1. Angulo de piedras alineadas del túmulo 82 bis.

2. Detalle de los fragmentos de placa de barro cocido aparecidos en el túmulo 82 bis. LÁM. XXIV

I. Cista del túmulo 85.

2. Vista aerea del túmulo 89. LÁM. XXV

1. Vista lateral del túmulo 66.

2. Detalle de la cista del túmulo 67. LÁM. XXVI

I. Vista general del túmulo 76.

2. Detalle de la eista del túmulo 76. LÁM. XXVII

I. Vista general del túmulo 92.

2. Vista del túmulo 94. LÁM. XXVIII

I. Vista del túmulo 80.

2. Vista parcial del gran túmulo A de Los Tesoros. LÁM. XXIX

O C o c

o o * O

1. Ajuar del túmulo 4.

m.) O D O O D 0 D

2. Ajuar del túmulo 84. LÁM. XXX

1. Brazaletes decorados del túmulo 92.

1. Ajuar del túmulo 21 LÁM. XXXI

O o

o

C o

1. Ajuar del túmulo 13.

O*0

2. Objetos hallados a los túmulos de las Hoyas del Castillo 1 y , túmulo 2; 3 y 4, túmulo 19; 5, túmulo 3; 6, tú• mulo 49; 7 y 8, túmulo 94.

CATALOGO

DE LAS

PUBLICACIONES DE LA DIRECCION GENERAL DEL PATRIMONIO ARTISTICO Y CULTURAL, MUSEO ARQUEOLOGICO NACIONAL E INSTITUTO ESPAÑOL DE PREHISTORIA

Calle de Serrano, 13 MADRID (1)

MEMORIAS DE LA JUNTA SUPERIOR DE EXCAVACIONES Y ANTIGÜEDADES

La Junta Superior de Excavaciones y Antigüedades publicó desde los años 1916 a 1935 su serie de "Memorias", según prescripción de la Ley de Excavaciones Arqueológicas de 1911. Su sede estuvo en el Palacio del Museo Arqueológico Nacional, Serrano, 13, cuyo Director fue siempre Secretario General de la Junta citada.

1. EXOAVACIONFS DE NUMANCIA, por JOSÉ RAMÓN MUIDA. Madrid, 1916. 2. EXCAVACIONES EN MERIDA, por JOSÉ RAMÓN MÉI IDA. Agotado. Madrid. 1916. 3. EXCAVACIONES EN CLUNIA. por IGNACIO CAIVO. Acotado. Madrid, 1916. 4. EXCAVACIONES EN EL AjNFITEATRO DE ITALICA, por RODRIGO AMADOR DE LOS Ríos. Madrid, 1916. 5. EXCAVACIONES EN PUNTA DE LA VACA (CADIZ), por PELAYO QUINTERO. Madrid, 1916. 6. EXPLORACIONES EN VIAS ROMANAS DEL VALLF DEL DUFRO, por AN• TONIO BI ÁZQUP7. Agotado. Madrid, 1916. 7. MEMORTA DE SFCRETARIA. Agotado. Madrid, 1916. 8. F.XCAVACIONFS EN LA CUEVA Y COLLADO DE LOS JARDINES (SANTA ELENA. JAFN), por IGNACIO CAIVO y JUAN CABRÉ. Agotado. Madrid, 1917. 9. EXPLORACIONES EN VIAS ROMANAS DEL VALLE DEL DUFRO Y CAS• TILLA LA NUEVA, por ANTONIO BiÁzourz y CLAUDIO SÁNCHEZ ALBORNOZ. Agotado. Madrid, 1917. 10. FXPLORACIONES EN TOLFDO, por RODRIGO AMADOR DE LOS RÍOS. Madrid, 1917. 11. EXCAVACIONFS EN MERIDA: UNA CASA-BASILICA ROMANO-CRISTIANA, por JOSÉ RAMÓN MÉI IDA. Agotado. Madrid, 1917. 12. EXCAVACIONFS EN PUNTA DE LA VACA Y EN PUERTA DE TIERRA (CADIZ), por PEÍ AYO QUINTERO. Agotado. Madrid, 1917. 13. EXCAVACIONES EN EL DOLMFN DE LLANFRA (SOLSONA), por JUAN SERRA. 14. MEMORIA DF SFCRETARIA. Madrid, 1917. 15. EXCAVACIONFS Y EXPLORACIONES EN VIAS ROMANAS: BRIV1ESCA A PAMPLONA Y BRIVIESCA A ZARAGOZA, por ANTONIO BI Ázourz y CLAU• DIO SANCHFZ AIBORNOZ. Agotado. Madrid, 1918. 16. EXCAVACIONFS Y EXPLORACIONES EN LA CUEVA Y COIXADO DE LOS JARDINES (SAiNTA ELENA, JAEN), por IGNACIO CAIVO y JUAN CABRÉ. Ago• tado. Madrid, 1918. 17. EXCAVACIONES Y EXPLORACIONES EN BU.BILIS, CFRRO DE BAMBOLA (CALATAYUD), por NARCISO SrNTi NACH. Madrid, 1918. 18. EXCAVACIONES Y FXPLORACIONES FN EXTRAMUROS DE LA CIUDAD DE CADIZ, por PFI AYO QUINTERO. Madrid, 1918. 19. EXCAVACIONES Y EXPLORACIONES EN NUMANCIA, por JOSÉ RAMÓN MÉ- I IDA. Agotado. Madrid, 1918. 20. EXCAVACIONES Y EXPLORACIONES EN CALA D'HORT (IBIZA), por CAR• LOS ROMÁN. Madrid, 1918. 21. EXCAVACIONES Y FXPLORACIONES EN LA CUEVA DEL SEGRE, por JUAN SERRA. Madrid, 1918. 22. EXCAVACIONES EN LA CUEVA Y COLLADO DE LOS JARDINES (SANTA ELENA, JAEN), por IGNACIO CALVO y JUAN CABRÉ AGUILÓ. Agotado. Ma• drid, 1919. 23. EXCAVACIONFS FN FL ANFITEATRO DE MFRIDA. por José RAMÓN MÉI IDA. Agotado. Madrid, 1919. 24. EXPLORACIONES EN VIAS ROMANAS: DE BOTOA A MBR1DA; MERIDA A SALAMANCA; ARRIACA A SIGUBNZA; ARRIACA A Til ULCIA; SE- GOVIA A TITULO A, Y ZARAGOZA A SEARNE, por ANTONIO BLÁZQUEZ y CLAUDIO SÁNCHEZ ALBORNOZ. Agotado. Madrid, 1919. 25. EXCAVACIONES EN LA NECROPOLIS IBERICA DE GALERA (GRANADA), por JUAN CABRÉ y FEDERICO MOTOS. Madrid, 1920. 26. EXCAVACIONES EN EXTRAMUROS DE CADIZ, por PELAYO QUINTLRO. Ma• drid, 1920. 27. EXCAVACIONES EN CASTELLVALL (SOLSONA), por JUAN SERRA. Madrid, 1920. 28. EXCAVACIONES EN IBIZA, por CARLOS ROMÁN. Madrid, 1920. 29. EXCAVACIONES Y EXPLORACIONES EN VIAS ROMANAS: DE CARRION A AS TORGA Y DE MERIDA A TOLEDO. EXCAVACIONES EN LANCIA, por ANTONIO BLÁZQUEZ y ANGEL BLÁZQUEZ. Agotado. Madrid, 1920. 30. EXCAVACIONES EN EXTRAMUROS DE CADIZ, por PELAYO QUINTERO. Ma• drid, 1920. 31. EXCAVACIONES EN NUMANCIA, por JOSÉ RAMÓN MÉLIDA y BLAS TARACENA. Madrid, 1920. 32. EXCAVACIONES EN NERTOBRIGA, por NARCISO SENTENACH. Madrid, 1920. 33. EXCAVACIONES EN YACIMIENTOS PALEOLITICOS DEL VALiLE DEL MAN• ZANARES, por PAUL WERNP.R y JOSÉ PÉREZ DL BARRADAS. Agotado. Madrid, 1921. 34. EXCAVACIONES EN SEGOBR1GA, por NARCISO SINIENACH. Madrid, 1921. 34. EXCAVACIONES EN EL POBLADO IBERICO DE ANSERESA (OLIUSJ, por JUAN SERRA. Madrid, 1921. 36. EXCAVACIONES EN NUMANCIA, por JOSÉ RAMÓN MÉLIDA y BLAS TARACENA. Madrid, 1921. 37. EXCAVACIONES EN EL ANFITEATRO DE ITALICA, por el CONDE DE AGUILAR. Madrid, 1921. 38. EXCAVACIONES EN MONTE-CILLAS, por RICARDO DEL ARCO. Madrid, 1921. 39. EXCAVACIONES EN MERIDA, por JOSÉ RAMÓN MÉLIDA. Madrid, 1921. 40. EXCAVACIONES Y EXPLORACIONES EN VIAS ROMANAS, por ANTONIO BLÁZ• QUEZ y ANGLL BIÁZQUEZ. Madrid, 1921. 41. EXCAVACIONES EN LA SERREIA (ALCOY), por CAMILO VÍSEDO MOLIÓ. Ma• drid, 1922. 42. EXCAVACIONES EN YACIMIENTOS PALEOLITICOS DEL VALLE DEL MAN- ZANARFS, por JOSÉ PÉREZ DE BARRADAS. Madrid, 1922. 43. EXCAVACIONES EN DIVERSOS LUGARES DE LA ISLA DE IBIZA, por CARLOS ROMÁN. Madrid, 1922. 44. EXCAVACIONES EN EL POBLADO IBERICO DE SAN MIGUEL DE SORBA, por JUAN SERRA Y VILARÓ. Madrid, 1922. 45. EXCAVACIONES EN LA SERRETA (ALCOY), por CAMILO VISIDO. Madrid, 1922. 46. EXCAVACIONES EN DIVERSOS LUGARES DE LA ISLA DE IBIZA, por CAR• LOS ROMÁN. Madrid, 1922. 47. EXCAVACIONES EN SENA, por VICENIE BARDAVIÚ. Madrid, 1922. 48. FXCAVACIONES EN SAGUNTO, por MANUEL GONZÁLEZ SIMANCAS. Madrid, 1923. 49. EXCAVACIONFS DE NUMANCIA, por RAMÓN MÉLIDA y BLAS TARACENA AGUIRRE. Madrid, 1923. 50. EXCAVACIONES EN YACIMIENTOS PALEOLITICOS DE LOS VALLES DEL MANZANARES Y DEL JARAMA, por JOSÉ PÉREZ DE BARRADAS. Madrid, 1923. 51. EXCAVACIONES EN EL ANFITEATRO DE ITALICA, por el CONDE DE AGUILAR. Madrid, 1923. 52. EXCAVACIONES Y EXPLORACIONES EN VIAS ROMANAS, por ANTONIO BLÁZ• QUEZ y ANGEL BLÁZQUEZ. Madrid, 1923. 53. EXCAVACIONES EN LA CUEVA DEL REY, EN VILLANUEVA (SANTANDER), por JESÚS CARBAILO. Madrid, 1923. 54. EXCAVACIONES EN MEDINA AZAHARA, por RICARDO VELÁZQUEZ Bosco. Ma• drid, 1923. 55. EXCAVACIONES EN UN MONUMENTO CRISTIANO BIZANTINO DE GABIA LA GRANDE (GRANADA), por JUAN CABRÉ. Madrid, 1923. 56. EXCAVACIONES EN EL MONTE "'LA SERRETA", CERCA DE ALCOY, por CASIMIRO VISEDO. Madrid, 1923. 57. EXCAVACIONES EN EXTRAMUROS DE CADIZ, por FRANCISCO CERVERA. Ma• drid, 1923. 58. EXCAVACIONES EN IBIZA, por CARLOS ROMÁN. Madrid, 1923. 59. EXCAVACIONFS EN VIAS ROMANAS: DE SEVILLA A CORDOBA, POR AN- TEQUERA; DE CORDOBA A CASTULO, POR EPORA; DE CORDOBA A CAS- TULO, POR EL CARPIO; DE EUENTE LA HIGUERA A CARTAGENA, Y DE CARTAGENA A CASTULO, por ANTONIO BLÁZQULZ Y DELGADO AGUIIFRA Y ANTONIO BLÁZQULZ JIMÉNEZ. Madrid, 1923. 60. EXCAVACIONES EN YACIMIENTOS PALEOLITICOS DEL VALLE DEL MAN- ZANARFS, por JOSÉ PÉKE7 DF BAURADAS. Madrid, 1924. 61. EXCAVACIONES EN NUMANCIA, por JOSÉ RAMÓN MÉLIDA, MANUEL ANÍBAL AL- VARLZ, SANTIAGO GÓMEZ SANTA CRUZ y BLAS TARACTNA. Madrid, 1924. 62. EXCAVACIONES EN EL MONTE "SANTA TECLA", EN GALICIA, por IGNACIO CALVO Y SÁNCHEZ. Madrid, 1924. 63. EXCAVACIONES EN UNA ESTACION IBERICA, TERMAS ROMANAS Y TA• LLER DE "TERRA S1GILLATA", EN SOLSONA (LERIDA), por JUAN % SERRA VILARÓ. Madrid, 1924. 64. EXCAVACIONES EN YACIMIENTOS PALEOLITICOS DEL VALLE DEL MAN• ZANARES (MADRID), por JOSÉ PÉREZ DE BARRADAS. Madrid, 1924. 65. EXCAVACIONES EN EL CERRO DEL BERRUECO, por P. CÉSAR MORAN. Ma• drid, 1924. 66. EXCAVACIONES EN EL CABEZO DEL CUERVO, TERMINO DE ALCAÑIZ (TE• RUEL), por PEDRO PARÍS y VICENIE BARDAVIÚ. Madrid, 1924. 67. EXCAVACIONES EN MEDINA AZAHARA, por RAFAFL JIMÉNFZ, RAPALL CASTEJÓN, FÉLIX HERNÁNDLZ J1MÉNI.Z, EZEQUIEL RUIZ MARTÍNEZ y JOAQUÍN MARÍA DE NAVAS- CUÉS. Madrid, 1924. 68. FXCAVACIONES EN LA ISLA DE IB1ZA, por CARI os ROMÁN. Madrid, 1924. 69. EXCAVACIONES Y FXPLORACIONES EN VIAS ROMANAS, por ANTONIO BLÁZ- Qurz y ANGEL BI ÁZQULZ. Madrid, 1925. 70. EXCAVACIONES EN EL ANFITEATRO DE ITALICA, por el CONDE DE AGUILAR. Madrid, 1925. 71. EXCAVACIONFS FN D1VFRSOS SITIOS DE LAS PROVINCIAS DE SEGOVIA Y DE CORDOBA, por MANUrL Aui LÓ COSTIHA. Madrid, 1925. 72. EXCAVACIONES EN EL CIRCO ROMANO DE MERIDA, por JOSÉ RAMÓN MÉLIDA. Madrid, 1925. 73. EXCAVACIONFS EN ABELLA (SOLSONA). por JUAN SERRA VILARÓ. Madrid, 1925. 1926. 74. EXCAVACIONES FN LAS FORTIFICACIONES DE NUMANCIA, por GONZÁI EZ SIMANCAS. Madrid, 1926. 75. EXCAVACIONES FN LA PROVINCIA DE SORIA, por BLAS TARACENA. Madrid, año 1926. 76. EXCAVACIONES EN LOS EXTRAMUROS DE CADIZ, por PELAYO QUINTERO. Madrid, 1926. 77. EXCAVACIONES EN EL SANTUARIO IBERICO DE NTRA. SRA. DE LA LUZ, EN MURCIA, por CAYETANO DE MFRGHINA. Madrid, 1926. 78. EXCAVACIONFS EN "MAS DE MENENTA" (ALCOY), por FERNANDO PONSFLL. Madrid, 1926. 79. EXCAVACIONES EN MOLA ALTA DE SERELLES (ALCOY). por ERNESTO GA- TEILA. Madrid, 1926. 80. EXCAVACIONFS FN IBIZA, por CARLOS ROMÁN. Madrid, 1926. 81. EXCAVACIONFS EN ITALICA, por el CONDE DF AGUILAR. Madrid, 1926. 82. EXCAVACIONES EN OCIL1S (MEDINACELI), por JOSÉ RAMÓN MÉLIDA. Ma• drid, 1926. 83. EXCAVACIONES EN SOLSONA, por JUAN SERRA VII ARÓ. Madrid, 1926. 84. EXCAVACIONES EN EXTRAMUROS DE CADIZ, por PELAYO QUINTERO. Ma• drid, 1926. 85. EXCAVACIONES EN MEDINA AZAHARA, por RAFAEL JIMÉNEZ AMIGO, EZE- QUIFL Ruiz MARTÍNEZ, RAIAFI CASTEJÓN y FÉI ix HERNÁNDEZ JIMÉNEZ. Ma• drid, 1926. 86. EXCAVACIONES EN LAS PROVINCIAS DE SORIA Y LOGROÑO, por BLAS TARACENA AGUIRRE. Madrid, 1927. 87. EXCAVACIONES Y EXPLORACIONFS FN EL CERRO DEL CASTILLO DE SORIA, por MANUEL GONZÁI EZ SIMANCAS. Madrid, 1927. 88. EXCAVACIONES EN LA NECROPOLIS ROMANO-CRISTIANA DE TARRA• GONA, por JUAN SERRA VILARÓ. Agolado. Madrid, 1927. 89. EXCAVACIONES EN DE VILLAVERDE-EL CHORRO (MALAGA), por C. DE MERGEIINA. Madrid, 1927. 90. EXCAVACIONES EN MONTEALEGRE (DOMAYO), por ANTONIO LOSADA. Ma• drid, 1927. 91. EXCAVACIONES EN IBIZA, por CARI os ROMÁN. Madrid, 1927. 92. FXCAVACIONES EN SAGUNTO, por MANUEL GONZÁLEZ SIMANCAS. Madrid, 1927. 93. EXCAVACIONES EN LA NECROPOLIS ROMANO-CRISTIANA DE TARRAGO• NA, por JUAN SERRA VILARÓ. Agotado. Madrid, 1928. 94. EXCAVACIONES EN MOLA ALTA DE SERELLES (ALCOY), por ERNESTO BO- TLI.l A. 95. EXCAVACIONES EN EXTRAMUROS DE CADIZ, por PI-LAYO QUINTERO. Ma• drid, 1928. 96. EXCAVACIONES EN EL CIRCO ROMANO DE TOLEDO por MANUEL CASTAÑOS MONTIJANO, ISMATL DLL PAN FERNÁNDEZ, PEDRO ROMÁN MARTÍNEZ y AU-ONSO RLY PASTOR. Madrid, 1928. 97. EXCAVACIONES EN EL CERRO DEL TRIGO, TERMINO DE AYAMONTE (HUELVA), por JORGE BONSOR. Madrid, 1928. 98. EXCAVACIONES DE MERIDA, por JOSÉ RAMÓN MÉLIDA y MAXIMIIIANO MACÍAS, Madrid, 1929. 99. FXCAVACIONES EN CADIZ, por Pn AYO QUINTERO. Madrid, 1929. 100. EXCAVACIONES EN TORREMANZANAS (ALICANTE), por JOSÉ BI-IDA DO• MÍNGUEZ. Madrid, 1929. XCAVACIONFS EN EL ROQUIZAL DEL RULLO, TERMINO DE FABARA (ZARAGOZA), por LORENZO PFRTZ TEMPRANO. Madrid, 1929. ¡i)2. EXCAVACIONES EN CARTAGENA, por MANUEL GONZÁLEZ SIMANCAS. Ma• drid. 1929. 103. FXCAVACIONFS EN LAS PROVINCIAS DE SORIA Y LOGROÑO, por BLAS TA- RACÍNA AGUIRRE. Madrid, 1929. 104. EXCAVACIONES EN LA NECROPOLIS ROMAN O-C RUSTI ANA DE TARRA• GONA, por JUAN SI RRA VILARÓ. Madrid, 1929. 105. FXCAVACIONES EN LA NECROPOLIS CELTIBFRICA DEL ALTILLO DE CE- RROPOZO (ATIENZA, GUADALAJARA), por JUAN CABRÉ, con la coopera• ción de Jusro JUBE.RIAS. Madrid, 1930. 106. EXCAVACIONES EN LA COLONIA DE SAN PEDRO DE ALCANTARA (MA• LAGA), por JOSÉ PÉREZ DE BARRADAS. Madrid, 1930. 107. FXCAVACIONFS EN LA NECROPOLIS DEL MOLAR, por J. J. SENNENT IBÁÑEZ. Madrid, 1930. ¡08. FXCAVACIONFS EN FI CAMINO DE MESTE, PROXIMO AL PUENTE DEL ARROYO DE PEDROCHFS (EXTRAMUROS DE CORDOBA), por ENRIQUE ROMIRO DE TORRES. Madrid, 1930. 109. EXCAVACIONES EN EL CIRCO ROMANO DE TOLEDO, por FRANCISCO DF B. SAN ROMÁN, ISMAEL DFL PAN FERNÁNDEZ, PEDRO ROMÁN MARTÍNEZ y Ai FONSO REY PASTOR. Madrid, 1930. 110. EXCAVACIONES EN LAS COGOTAS (CARDEÑOSA, AVILA), por JUAN CABRÉ AGUII ó. Madrid, 1930. 111. EXCAVACIONES EN LA NECROPOLIS ROMANO-CRISTIANA DE TARRAGO• NA, por JUAN SFRRA VII ARÓ. Madrid, 1930. 112. EXCAVACIONES EN TORRFMANZANAS (ALICANTE), por JOSÉ BELDA DO- MINGUFZ. Madrid, 1931. 113. FXCAVACIONES EN LOS DOLMENES DE SALAMANCA, por CÉSAR MORAN. Madrid, 1931. 114. EXCAVACIONFS FN LA NECROPOLIS VISTGODA DE DAGANZO DE ARRI• BA (MADRID), por SATURIO FERNÁNDEZ GODÍN y José PÉREZ DE BARRADAS. Ma• drid, 1931. 115. FXCAVACIONFS EN LA CITANIA DE TROÑA (PUFNTEAREAS, PONTEVE• DRA), por Luis PFRICOT GARCÍA y FLORFNTINO LÓPEZ CUEVILI.AS. Madrid, 1931. 116. EXCAVACIONES EN LA NFCROPOLIS ROMANO-CRISTIANA DE TARRAGO• NA, por JUAN SFRRA VILARÓ. Madrid, 1932. 117. FXCAVACIONFS EN CADIZ, por Pn AYO QUINTERO ATAURI. Madrid, 1932. 118. FXCAVACIONFS EN EL TEATRO ROMANO DE MERIDA, por José RAMÓN MÉ- I IDA y MAXIMILIANO MACÍAS. Madrid, 1932. 119. EXCAVACIONES EN LA PROVINCIA DE SORIA, por BLAS TARACENA AGUIRRE. Madrid, 1932. 120. EXCAVACIONFS EN LAS COGOTAS (CARDEÑOSA, AVILA), por JUAN CABRÉ AGUILÓ. Madrid, 1932. 121. EXCAVACIONES FN EL CABEZO DE CASCARUJO, TERMINO DE ALCAÑIZ (TERUEL), por ADRIÁN BRUHL. Madrid, 1932. 122. EXCAVACIONES FN CADIZ, por PILAYO QUINTERO ATAURI. Madrid, 1933. 123. EXCAVACIONES EN EL PENDO (SANTANDER), por CARBALLO Y LARÍN. Ma• drid, 1933. 124. EXCAVACIONES EN SAGUNTO. por MANUFI GONZÁLEZ SIMANCAS. Madrid. 1933. 125. EXCAVAdlONFS EN LA NECROPOLIS VISIGODA DE HERRERA DE PlI- SUERGA, por Juno MARTÍNEZ SANTA-OI.AI I A. Agotado. Madrid, 1933. 126. EXCAVACIONES EN LA ALBUFERA DE ALICANTE (ANTIGUA LUCENTUM), por JOSÉ LAFUFNIT VIDAI. Madrid, 1934. 127. EXCAVACIONES FN ITALICA, por ANDRÉS PARÍ ADÉ. Madrid, 1934. 128. EXCAVACIONFS EN LA NECROPOLIS DE VEGA DEL MAR (SAN PFDRO DE ALCANTARA, MALAGA), por JOSÉ PLRIZ DE BARRADAS. Madrid. 1934. 129. EXCAVACIONFS EN CADIZ, por PELAYO QUINTERO ATAURI. Madrid, 1934. 130. EXCAVACIONES EN OCAÑA, por MANUEL GONZÁLEZ SIMANCAS. Madrid, 1934. 131. EXCAVACIONES EN POLLENTIA, por JUAN LLABRÉS SFRNAL y RAFAEL ISASI RANSOME. Madrid, 1934. 132. EXCAVACIONES EN LA ISLA DEL CAMPELLO, por FRANCISCO FiourRAS P\- CHTCO. Madrid, 1934. 133. EXCAVACIONES EN LA NECROPOLIS ROMANO-CRISTIANA DF TARRAGO• NA, por JUAN SIRRA VIIARÓ. Madrid, 1935. 134. EXCAVACIONES EN CADIZ, por PEÍ AYO QUINTERO ATAURI. Madrid, 1935. 135. EXCAVACIONES EN LOS DOLMENES DE SALAMANCA, por CÉSAR MORAN. Ma• drid, 1935. 136. EXCAVACIONES EN LA CUEVA REMIGIA (CASTELLON), por JUAN B. POCAR, HUGO OBERMAIER y HENRI BREUIL. Agotado. Madrid, 1935.

7 INFORMES Y MEMORIAS DE LA COMISARIA GENERAL DE EXCAVACIONES ARQUEOLOGICAS

La anterior Junta Superior de Excavaciones y Antigüedades quedó reorganizada en 1940 en la Comisaría General de Fxcavaciones aiqucologicas. que continuó sus publicaciones con la serie siguiente (19-12-1956).

1. MEMORIA SOBRE LA SITUACION ARQUEOLOGICA DE LA PROVINCIA DE CADIZ EN 1940. por C I'SAR PI MAN. 1942. 2.a edición. Precio, 100 ptas. 2. FL TESORO PRLHISIOR1CO DE CALDAS DE REYES (PONTEVEDRA), por FLRMÍN BOÚZA BRLY, 1942. Agotado. 3. MFMOR1A DE IOS TRABAJOS REALIZADOS POR LA COMISARIA PROVIN• CIAL DE EXCAVACIONES ARQUtOLOGiCAS DF ALBACETE EN 1941, por JOAQÍN SÁNCHI/ JIMÉNIZ. 1943. Precio, 300 ptas. 4. LAS EXCAVACIONES DEL PLAN NACIONAL EN LOS BAÑALFS DE SADA- BA (ZARAGOZA), por JOSÉ GAMA SARAÑANA. 1944. Agotado. 5. TXCAVACIONFS ARQUEOLOGICAS EN MONTE BF.RNORIO (PALFNCIA). PRI- MFRA CAMPAÑA 1943, por Jui IÁN SAN VAII.RO APARISI. 1944. Agotado. 6. LA CAVFRNA PREHISTORICA DE "L-L CUET U", LLEDIAS (ASTURIAS), Y SUS PINTURAS RUPESTRES, por JUAN URÍA RÍU. 1944. Acotado. 7. EL CASERO DF YFCLA, FN SANTO DOMINGO DE SILOS (BURGOS), por SA- ttiRio GoNZÁirz SM AS, 1945. Precio, 200 ptas. 8. FXCAVACIONFS_ DFL PLAN NACIONAL EN MEDINA AZAHARA (CORDO• BA), CAMPANA DE 1943, por RAÍ AI I CASI ni ÓN y MARI ÍNFZ DE ARIZAI A. 1945. Precio. 300 ptas. 9. FL TFSORO PREIMPFRIAL DE PLATA DF DRIVFS (GUADALAJARA), por Ju- IIÁN SAN VAI ERO APARISI. 1945. Agotado. 10. FL TESORILI O VISIGODO DF TRIEN! ES DF LAS EXCAVACIONES DFL PLAN NACIONAL DE 1944-1945, EN ZORIIA DF LOS CANES (GUADALAJARA), por JUAN CAHRÉ AGUIIÓ. 1946. Precio. 3()0 ptas. 11. EXCAVACIONES ARQUEOLOGICAS EN GRAN CANARIA DFL PLAN NA• CIONAL DF 1942, 1943 y 1944, por SEBASTIÁN JIMÉNEZ SÁNCHLZ, 1946. Precio, 500 ptas. 12. MEMORIA ARQUEOIOG1CA DE IA PROVINCIA DE MALAGA HASTA 1946, por SIMEÓN JIMÉNEZ REINA. 1946. Precio. 500 ptas. 13. PRIMERA CAMPAÑA DF FXCAVACIONFS TN FL CABFZO DEL TIO PIO (AR- CHENA), por JUI IÁN SAN VAI ERO APARISI y DOMINGO FI ETCHIR VAIIS. 1947. Agotado. 14. FXCAVACIONES ARQUEOLOGICAS FN TENFRIFE (CANARIAS), por JUAN AI- VAREZ DEIGADO y Luis DIEGO CUSCOY. 1947. Precio, 500 ptas. 15. EXCAVACIONFS Y TRABAJOS ARQUEOLOGICOS EN LA PROVINCIA DF AL• BACETE, DE 1942 a 1946, por JOAQUÍN SÁNCHTZ JIMÉNEZ. 1947. Agotado. 16. EXCAVACIONES EN 1A CIUDAD DEL BRONCE, II MEDITFRRANEO DE LA BASTIDA, DE TOTANA (MURCIA), por Juno MARTÍNEZ SANTAOI AI LA, BERNAR• DO SÁEZ MARTÍN, CARI OS F. PONSAC, JOSÉ A. SOPRANO SALTO y EDUARDO Dn. VAI CATURI A. 1947. Precio, 500 ptas. 17. LAS PINTURAS RUPFSTRES DE LA CUFVA DEL POLVORIN (PUFBLO DE BENIFAZA, PROVINCIA DE CASTELLON), por SALVADOR VILASECA. 1948. Pre• cio 300 ptas.

8 18. EXCAVACIONES EN SANTA MARIA DE EGARA (TARRASA), por JOSÉ DE C. SERRA-RAFOIS y EPII ANIO DE FORTUNY, BARÓN DE ESFONLLI Á. 1949. Precio, 200 pesetas. 19. SEGUNDA CAMPAÑA DFL PIAN NACIONAL FN LOS BAÑALES (ZARAGO• ZA), por JOSÉ GAIIAY SARAÑANA. 1949. Precio, 200 ptas. 20. EXCAVACIONES DFL PLAN NACIONAL EN FL CASTELLET DE BAÑOLAS, DE TIVISA (TARRAGONA), por SAI VADOR Vn ASICA ANGUERA, JOSÉ DE C. SE- RRA-RAFOIS y Luis BRUI L CFDO. 1949. Precio, 500 ptas. 21. FXCAVACIONFS EN EL SANTUARIO IBERICO DFL CIGARRALEJO (MULA, MURCIA), por FMETFRIO CUADRAIX) DÍAZ. 1950. Precio, 1.000 ptas. 22. EXCAVACIONFS DE ASTA REGIA (MFSAS DF ASTA, JFREZ), CAMPAÑA DE 1945-1946, por MANUI I FSTTVE GUERRERO. 1950. Precio, 300 pesetas. 23. EXCAVACIONES ARQUFOLOGICAS FN EL CASTRO Y SU NFCROPOLIS, DE MFIRAS (LA CORUNA), por JOSÉ MARÍA LUENGO y MARTÍNEZ. 1950. Precio, 600 pesetas. 24. ACTAS DE 1 A I ASAMBI FA NACIONAL DF COMISARIOS DE EXCAVACIO• NFS ARQUFOLOGICAS 1950. 1951. Precio, 300 ptas. 25. LA NECROPOLIS DF VILI ARICOS, por MIRIAN ASTRUC. 1951. Precio, 1.000 ptas. 26. LOS SEPULCROS MFGALITICOS DF HUFLVA. EXCAVACIONFS ARQUEOLO• GICAS DFL PIAN NACIONAL 1946. por CARLOS CERDAN MÁRQUEZ, GEORG LrisNFR y VERA I I ISNFR. 1952. Precio. 1.500 ptas. 27. LA LABOR DF LA COMISARIA PROVINCIAL DE FXCAVACIONFS ARQUEO• LOGICAS DE GERONA DURANTE IOS AÑOS 1942 a 1948, por Luís PERICOT Y GARCÍA, con la colaboración de J. M. COROMINAS PIANIIITS, M. OÍ IVA PRAT, etcétera 1952. Precio, 1.200 ptas. 28. NUEVAS EXCAVACIONES ARQUEOI OGICAS EN LAS CANARIAS OCCIDEN- TALFS. YACIMIENTOS EN TFNERIFF Y LA GOMFRA (1947-1951), por Luis DIEGO CUSCOY. 1953. Precio, 1.200 ptas. 29. ACTAS DE LA II ASAMBLEA NACIONAL DF COMISARIOS DE EXCAVACIO• NES ARQUFOI OGICAS, 1951-1954. Precio, 300 ptas. 30. LA LABOR DF LA COMISARIA PROVINCIAI DF FXCAVACIONFS ARQUFO• LOGICAS DF GFRONA DURANTE IOS AÑOS 1952-1953, por MIGUI I OÍ IVA PRAT. Precio, 500 ptas. 3 1. MEMORIA DF LAS EXCAVACIONES DFl PLAN NACIONAL REALIZADAS FN CORDOBA (1948-1950), por SAMUI I DI IOS SANIOS GINFR. 1955. Precio, 1.500 pesetas. 12. VIII REUNION DF LA COMISARIA PROVINCIAL DE FXCAVACIONES AR• QUEOLOGICAS DE BARCFLONA, CFLFBRADA EN BADALONA FL 23 DF OCTUBRE DE 1955. 1956. Precio. 1.000 ptas.

ACTA ARQUEOLOGICA HISPANICA

La Comisaría General de Excavaciones Arqueológicas también publicó la serie "Acta A queológica Hispánica" (1943-1950), que se continuará próximamente.

I.—EL POBLADO Y NFCROPOLIS PRFHISTOR1COS DE MOLA (TARRAGONA), por SAI VADOR VII ASFCA. Precio, 1.000 ptas. II.—FL SAHARA FSPAÑOL ANTE1SLAM1CO (ALGUNOS RESULTADOS DE LA PRIMFRA EXPFD1CION PALETNOLOGICA AL SAHARA. JULIO-SEPTIEM• BRE 1943), por JULIO MARTÍNEZ SANTA-OÍ AI I A. Precio, 1.000 ptas. III— FXCAVACIONFS FN ASTA REGIA (MFSAS DE ASTA, JEREZ), por MANUI L FsTrvE GUERRFRO. Campaña de 1942-1943. Precio, 1.500 ptas. IV— LA NECROPOLIS VISIGODA DE DURATON (SEGOVIA). EXCAVACIONES DFL PLAN NACIONAL DE 1942 y 1943, por ANTONIO MOLINFRO PÉREZ. Precio, 1.500 pesetas. V.—EL CASTRO Y LAS NECROPOLIS DEL HIERRO CELTICO DE CHAMARTIN DE l A SIERRA (AVILA), por JUAN CABRÉ AGUIIÓ, ENCARNACIÓN CABRÉ DE MORAN y AN• TONIO MOI INFRO PÉRFZ. Precio, 2.500 ptas. VI.—FXCAVACIONES EN LA NECROPOLIS DF "EL BARRANQUETE" (ALMERIA), por M." JOSIIA AI MAGRO GURBIA. Precio. 2 000 ptas. VIL—FXCAVACIONES EN LA VILLA ROMANA DE LA OLMEDA, por PEDRO DE PAI OL v JAVIER CORTÉS. (En prensa). EXCAVACIONES ARQUEOLOGICAS EN ESPAÑA

A partir de 1962 el Servicio Nacional de 1 xcavaciones Arqueológicas sustituyó a la anteiior Comisaria General de Exca\aciones Ai queológicas, publicando la nueva serie con el título "Excavaciones Arqueológicas en España". Esta serie se publica actualmente por la Comisaria General de Fxcavacioncs Arqueológicas, creada por Orden del Ministerio de educación y Ciencia de fecha 28 de diciembre de 1968, y con sede en el Palacio del Museo Arqueológico Nacional, Serrano, 13. Madrid (1).

1. LANCIA, por FRANCISCO JORDÁ CERDA. Precio, 100 pesetas. 2. HERRERA DE PISUERGA, por A. GARCÍA Y BEILIDO, A. FERNÁNDEZ DL AVIIÉS, ALBERTO BAI IL y MARCIIO VIOIL. Precio, 250 ptas. 3. MEGALITOS DE EXTREMADURA, por MARTÍN AI MAGRO BASCII. Precio, 100 ptas. 4. MEGALITOS DE EXTREMADURA (II), por MARTÍN ALMAGRO BASCH. Precio, 100 pesetas. 5. TOSSAL DI-L MORO, por JU\N MALUQUI R DI MUÍ ES. Precio, 100 ptas. 6. ATZBITARTE, por JOSÉ MIGUEL DE BARANDIARÁN. Precio, 100 ptas. 7. SANTIMAMIÑE, por JOSÉ MIGUTL DE BARANDIARÁN. Precio, 50 ptas. 8. LA ALCUDIA, por ALEJANDRO RAMOS FOLQUES. Precio, 75 ptas. 9. AMPURIAS, por MARTÍN ALMAGRO BASCH. Precio, 75 ptas. 10. TORRALBA, por F. C. HOWEL, W. BUTZER y E. AGUIRRE. Precio, 100 ptas. 11. I AS Nl-CROPOLIS DE MERIDA, por ANTONIO GARCÍA Y BLI.IIDO. Precio, 75 ptas. 12. CFRRO DEL REAL (GALERA), por MANUEL PEI.LICER y WILHELM SCHULE. Pre• cio, 100 ptas. 13. LAS FORTIFICACIONES DEL MONIGO, CERCA DE DENIA (ALICANTE), por HERMANI RID SCHUBART, DOMINGO FLETCHER VALLS y JOSÉ OLIVER Y DE CÁRDENAS. Precio, 100 ptas. 14. NECROPOLIS Y CUEVAS ARTIFICIALES DE SON SUNYER (PALMA DE MA• LLORCA), por GUILLERMO ROSEIIÓ BORDOY. Precio, 150 ptas. 15. EXCAVACIONES EN "ES VINCLE VELL" (PALMA DE MALLORCA), por Gui- LI LRMO ROSELLÓ BORDOY. Precio, 100 ptas. 16. ESTRATIGRAFIA PREHISTORICA DE LA CUEVA DE NERJA, por MANUI I. PE- I i ICER CATAI ÁN. Precio, 200 ptas. 17. EXCAVACIONES EN LA NECROPOLIS PUNICA "LAURITA", DEL CERRO DE SAN CRISTOBAL (ALMUNECAR, GRANADA), por MANUEL PELIICER CATALÁN. Precio, 300 pesetas. 18. INFORME PRELIMINAR SOBRE LOS IRABAJOS REALIZADOS EN CENTCE- LLES, por HfLMUT SCHI UNK y THEODOR HAUSCHII D. Precio, 350 ptas. 19. IA V1L1A Y EL MAUSOLEO ROMANOS DE SADABA, por ANTONIO GARCÍA Y BELI IDO. Piecio, 100 ptas. 20. EXCAVACIONES EN SEPULCROS MEGALITICOS DF VALDOSERA (QUEROL, TARRAGONA), por JUAN MALUQUIR DE MOTES, P. GIRO y J. M. MASACIIS. Pre• cio, 100 ptas. 21. CUEVA DE LAS CHIMENEAS, por JOAQUÍN GONZÁI LZ. ECHIC.ARAY. Precio, 250 pesetas. 22. FL CASTELLAR (VILLAJIMENA, PALENCIA), por M. A. GARCÍA GUINLA, P. JOA• QUÍN GONZÁLEZ ECHEGARAY y BENITO MADARIAGA DE I A CAMPA. Precio, 250 ptas. 23. UNA CUEVA SEPULCRAL DEL BARRANCO DEL AGUA DE DIOS, EN TE- GUESTE (TENERIFE), por Luis DIEGO CUSCOY. Precio, 100 ptas. 24. LA NECROPOLIS DE "SON REAL" Y LA "ILLA DELS PORROS", por MIGUEL TARRADILI. Precio, 100 ptas. 25. POBLADO IBERICO DE EL MACALON (ALBACETE), por M. A. GARCÍA GUINEA y J. A. SAN MIGUEL RUIZ. Precio, 175 ptas. 26. CUrVA DE LA CHORA (SANTANDER), por P. J. GONZÁI EZ ECHEGARAY, Dr. M. A. GARCÍA GUINEA, A. BEGINES RAMÍREZ (Estudio Arqueológico); y B. MADARIAGA DE LA CAMPA (Estudio Paleontológico). Precio, 200 ptas. 27. EXCAVACIONES EN LA PALAIAPOL1S DE AMPURIAS, por MARTÍN Ai MAGRO. Precio, 500 ptas. 28. POBLADO PRERROMANO DE SAN MIGUEL VALROMANES (MONTORNES, BARCELONA), por E. RIPOI L PERLIIÓ, J. BARBERA FARRAS y L. MONREAL AGUSIÍ. Precio, 100 ptas.

10 29. FUENTES TAMARICAS, VELILLA DEL Rlü CARRION (FALENCIA), por AMO• NIO GARCÍA BELI IDO y AUGUSTO Fi RNÁNDI z DI AVII ÉS. Precio, 150 pías. 3(1. EL POBLADO IBERICO DE ILDURO, por MARIANO RIBAS BIRIRAN. Piecio, 100 pías. 31. LAS GANDARAS DE BUD1ÑO (PORRINO, PONTEVEDRA), por LMII IANO AÜUIRRL. Precio, 200 pías. 32. EXCAVACIONES EN LA NECROPOLIS DE SAN Jl AN DE BAÑOS (PALI NCIA). por PEDRO Dt PAI OÍ . Precio, 225 ptas. 33. EXCAVACIONFS EN LA VILLA ROMANA DFL "CERCADO DI SAN ISIDRO" (DUEÑAS, FALENCIA), por el Rvdo. D. RAMÓN RI VII I A VIIIVA, IIMO. SR. D. PL- DRO DI- PAI OÍ SAI I I LAS y D. ANIONIO CUADROS SAI AS. Precio, 100 ptas. 34. CAPARRA (CACERES), por J. M. BI Á/QUEZ. Precio, 250 ptas. 35. EXCAVACIONES FN FL CONJUNTO TALAYOTICO DE SON OMS (PALMA DF MALLORCA, ISLA DE MALLORCA), por Gun 11 RMO ROSSELI Ó BORDOY. Piccio, 200 ptas. 36. EL TESORO DE VILLENA, por JOSÉ MARÍA SOLI R GARCÍA. Precio, 500 ptas. 37. TRES CUEVAS SEPULCRALES GUANCHES (TENERIFE), por Luis DILGO CUS- COY. Precio, 250 pías. 38. LA CANTFRA DE LOS ESQUELETOS (TORTUERO, GUADALAJARA), por LMI- TERIO CUADRADO. MIGUII FUSTE y RAMÓN JUSII, S. J. Precio, 100 ptas. 39. EL COMPLEJO ARQUEOLOGICO DF. TAURO ALTO (FN MOGAN, ISLA DF GRAN CANARIA), por SIBASUÁN JIMÍNLZ SÁNCHI.7. Precio, 100 ptas. 40. POBLADO DF PUIG CASTFLLAR (S\N VICFNTE DFLS HORTF, BARCFI ONA), por E. RIPOLL PI.RILLÓ, J. BARBIRÁ FARRAS y M. LIONGULRAS. Precio, 100 ptas. 41. LA NECROPOLIS CELTIBERICA DE LAS MADRIGUERAS (CARRASCOSA DEL CAMPO, CUENCA), por MARTÍN AI MAGRO GORBEA. Precio, 250 ptas. 42. LA FRETA DEL PEDRFGAL (NAVARRES, VALENCIA), por DOMINGO FIETCHIR VAI LS, FNRIQUE PLA BAI I I^STI R y FNRIQUI LLOBRFGAT CoNrsA. Precio, 100 ptas. 43. EXCAVACIONFS EN SEGOBRIGA, por Hi i ENA LOSADA GÓMTZ y ROSA DONOSO GUERRERO. Precio, 250 ptas. 44. MONTE BERNORIO (AGUILAR DL CAMPOO. PALENCIA), por Jui IÁN SAN VA- IERO APARISI. Precio, 150 ptas. 45. MERIDA: LA GRAN NECROPOLIS ROMANA DE IA SALIDA DEL PUENTF (Memoria segunda y última), por ANTONIO GARCÍA Y BEI I IDO. Piecio. 75 ptas. 4d. EL CERRO DE LA VIRGEN, por Wn ni i M SCHÜI L y MANUI L PI I I ICI R. Precio, 250 ptas. 47. LA VILLA ROMANA DE IA TORRE LLAUDF'R DE MAIARO, por MARIANO RIBAS BERIRÁN. Precio, 200 pías. 48. S'ILLOT, por Gun LERMO ROSSI-LIÓ BORDOY y Olio Hi RMANN FREY. Piecio, 200 ptas. 49. LAS CASAS ROMANAS DFL ANFITEATRO DF MFR1DA, por FuorNlo GARCÍA SANDOVAI . Precio, 400 ptas. 50. MEMORIA DE LA EXCAVACION DF LA MFZQUITA DF MED1NAT AL-ZAHRA, por BASII IO PAVÓN MAI DONADO. Piccio, 600 ptas. 51. FXCAVACIONFS FN TL CIRCULO FUNERARIO DF. "SON BAU1 O DI- DAIT" (SANIA MARGARITA, ISLA DE MALLORCA), por Gun LLRMO ROSSLIIÓ BOR• DOY. Piecio, 100 ptas. 52. EXCAVACIONES EN EL CERRO DEL REAL (GALERA, GRANADA), por MA• NUEL PFI I ICER y WTLHEIM SCHÜI E. Precio, 100 ptas. 53. CUEVA DFL OTFRO. por P. J. GONZÁLIZ FCHLGARAY, DR. M. A. GARCÍA GUINLA y A. BEGINIS RAMÍRIZ. Precio, 250 ptas. 54. CAPARRA II (CACERES), por J. M. Bi Á/QUI/. Precio. 250 ptas. 55. CERRO DF LOS SANTOS (MONTFALEGRF DFL CASTILLO, ALBACE11"), por A. FERNÁNDEZ DE AVII ÉS. Precio, 350 ptas. 56. EXCAVACIONES ARQUEOLOGICAS EN IBIZA, por MARÍA JOSÉ AI MAGRO GORIIIA. Piecio, 200 ptas. 57. EXCAVACIONES EN NIEBLA (HUELVA), por JUAN PLDRO GARRIDO ROIZ y Et ENA M.a ORIA GARCÍA. Precio, 200 ptas. 58. CARTEIA, por DANIEL E. WOODS, FRANCISCO COIIANIIS DE TIRAN y CONCEPCIÓN FERNÁNDI-7-CHICARRO. Precio, 400 pías. 59. LA NECROPOLIS DE "ROQUES DF SAN FORMATGE" (EN SEROS, LERIDA), por RODRIGO PITA MI RCÉ y Luis DÍEZ-CORONI I Y MONTUI L. Precio, 250 ptas. 60. EXCAVACIONES EN LA NECROPOLIS CELTIBERICA DE RIBAS DE . por EMLTERIO CUADRADO. Precio, 250 ptas. 61. EXCAVACIONES EN MONTE CILDA (OLLEROS DE' PISUERGA, PALENCIA), por M. A. GARCÍA GUINIA, J. GONZÁLEZ ECHEGARAY y J. A. SAÍI MIGUEL RUI/. Piecio, 400 ptas. 62. OTRA CUEVA ARTIFICIAL EN LA NECROPOLIS "MARROQUIES ALTOS", DE JAFN (CUFVA IV), por M.a ROSARIO LUCAS PLI LICER. Precio, 150 ptas. 63. EXCAVACIONES EN HUELVA, EL CABEZO DE LA ESPERANZA, por JUAN PE- URO GARRIDO ROÍ/. Precio, 150 ptas. 64. AVANCE AL ESTUDIO DE LAS CUEVAS PALEOLITICAS DE LA HOZ Y LOS CASARFS (GUADALAJ ARA), por ANTONIO BI LTRÁN MARTÍNLZ e IGNACIO BA• RANDIARÁN MAESTU. Precio. 200 ptas. 65. EXCAVACIONES EN LA "TORRE DE PILATOS" (TARRAGONA), por AIBERIO BAI II . Precio, 300 ptas. 66. TOSCANOS, por HERMANERID SCIIUBERI, HANS GEORG NIIMEYER y MANUEL PELLICER CATALÁN. Precio, 700 ptas. 67. CAPARRA 111, por J. M. BIÁZQUEZ. Precio. 300 ptas. 68. EL TESORO Y LAS PRIMFRAS EXCAVACIONES EN "EL CARAMBOLO", por J. DE M. CARRIAZO. Precio, 350 ptas. 69. FL TESORO Y LAS PRIMFRAS FXCAVACIONES DE EBORA, por J. de M. CA• RRIAZO. Precio, 250 ptas. 70. ALCONETAR, EN LA VIA ROMANA DE LA PLATA. GARROVILLAS (CACE- RFS), por L. CAHAI I I RO /ORÍ D\. Piecio, 500 ptas. 71. EXCAVACIONES EN LA NECROPOLIS DF "LA JOYA", HUFLVA, por J. P. GA• RRIDO ROÍ/. Precio, 400 ptas. 72. APORTACIONFS DE LAS EXCAVACIONFS Y HALLAZGOS CASUALFS (1941- 1959) AL MUSFO ARQUFOLOG1CO DE SEGOVIA, por ANTONIO MOIINERO PÍREA Precio, 1.000 ptas. 73. EL POBLADO DE ALMALLUTX (ESCORCA. BALEARES), por MANUII FERNÁNDEZ MIRANDA, BARIOIOMÉ ENSEÑAT y CAIAIINA ENSEÑAT. Precio, 450 ptas. 74. FXCAVACIONES ALTOMED1FVALFS EN LAS PROVINCIAS DE SORIA, LO• GROÑO Y BURGOS, por Al HIRIÓ DI L CASTIIIO. Piecio, 500 ptas. 75. POl L FN TIA: I. EXCAVACIONES EN SA PORTELLA, ALCUDIA (MALLORCA). por ANTONIO ARRIBAS, MIGUEL TARRADI.IL y DANIEL E. WOODS. Precio, 400 ptas. 76. LA CUEVA DF I OS CASARFS (EN RIBA DE SAELICES, GUADALAJ ARA), por IGNACIO BARANDIARÁN. Precio, 300 ptas. 77. SEGUNDA CAMPAÑA DE EXCAVACIONES EN "LA CUEVA DF. LOS MUR• CIELAGOS" (ZUHEROS, CORDOBA), por ANA MARÍA VICENT ZARAGOZA y ANA MARÍA MUÑOZ AMILIBIA. Precio, 300 ptas. 78. EXCAVACIONES EN ITALICA. ESTRATIGRAFIA EN EL PAJAR DE ARTILLO (Campaña 1970), por J. M. LUZÓN NOGUÉ. Precio, 400 ptas. 79. EXCAVACIONES DE LA CASA DE VELAZQUEZ EN BELO (BOLONIA, CADIZ), CAM• PAÑAS 1966 A 1971. por C DOMÍRGUE, G. NICOLINI, D. NONY, A. BOURGEOIS, F. MAYET, J. C. RICHARD. Precio, 500 ptas. 80. LA NECROPOLIS TA R DO R ROM ANA DE FUENTESPREADAS (ZAMORA), UN ASEN- TAMIENIO EN EL VALLE DEL DUERO, por Luis CABALLERO ZOREDA. Precio, 500 ptas. 81. EXCAVACIONES EN EL POBLADO DE LA EDAD DEL BRONCE «CERRO DE LA EN• CINA», MONACHIL (Granada), por ANTONIO ARRIBAS PALAU. 82. EXCAVACIONES DE MONTE CILDA (Olleros de Pisuerga, Palencia), por M. A. GARCÍA GUINEA, JOSÉ M." IGLESIAS GIL y P CALOCA. Precio. 300 ptas. 83. LOS CAMPOS DE TUMULOS DE PAJARONCILLO, por MARTÍN ALMAGRO GORBFA. NOTICIARIO ARQUEOLOGICO HISPANICO

Paralelo a la serie reseñada de "Memorias", desde 1953 se publicó el "Noticiario Ai- queológico Hispánico", por el Servicio Nacional de Fxcavaciones Arqueológicas. Desde 1968, al organizarse de nuevo la Comisaría General de Excavaciones Arqueológicas, se sigue publicando el "Noticiario" en uno o más volúmenes cada año. A partir de 1972 lia que• dado subdividido en dos series: Prehistoria y Arqueología, cada una de las cuales recoge las memorias correspondientes a las épocas que indican sus títulos.

COMO I, 1953. Piecio, 1.500 ptas. TOMO II, 1955. Precio, 1.500 ptas. TOMO Il-IV, 1954-1955. Precio, 2.000 ptas. TOMO V, 1956-1961. Precio, 600 ptas. TOMO VI, 1962. Precio, 2.000 ptas. TOMO VII, 1963. Piecio, 1.000 ptas. TOMO VII1-IX, 1964-1965. Piecio, 1.500 ptas. TOMO X-XI-XII, 1966-1968. Precio, 1.000 ptas. TOMO XI11-XIV, 1969-1970. Piecio, 1.500 ptas. TOMO XV, 1971. Precio, 1.300 ptas. TOMO XVI, 1971. Precio, 2.000 ptas. TOMO XVII. Prehistoria 1. 1972. Piecio, 1.000 ptas. IOMO XV1I1. Prehistoria 2. 1973. Precio,

SERIE "ARQUEOLOGIA"

Arqueología 1, 1972. Precio, 1.200 ptas. Arqueología 2, 1973. Precio,

MEMORIAS DE LA MISION ARQUEOLOGICA ESPAÑOLA EN EGIPTO

En 1963 se comenzó la publicación de la serie de las "Memorias de la misión Arqueo• lógica Hspañola en Egipto", por el Comité Español de la UNESCO para Egipto y Sudan, con sede en el Palacio del Museo Arqueológico Nacional, Serrano, 13, Madrid (1).

I. —ANTIGÜEDADES CRISTIANAS DE LA ISLA DE KASAR-ICO (SEGUNDA CA• TARATA DEL NILO, SUDAN), por FRANCISCO J. PRI SI DO. 1963. Piecio, 300 ptas. II. —LA NECROPOLIS MEROITICA DE NAG-SHAYEG (ARGIN, SUDAN), por MA• NUEL PIILICER CATALÁN. 1963. Precio, 300 ptas. III. —EXCAVACIONES EN LA REGION DE MASMAS (EGIPTO), por MARTÍN ALMA• GRO, EDUARDO RIPOIL y Luis MONREAI . 1963. Precio, 300 ptas. IV. —LA FORTALEZA NUJ3IA DF CHE1KH DAUD, TUMAS (EGIPTO), por FRAN• CISCO J. PRESIDO VELO. 1964. Precio, 350 ptas. V.—LAS NECROPOLIS MEROITICAS, DEL GRUPO "X", Y CRISIIANAS DE NAG- FL-ARAB (ARGIN, SUDAN), por MANUEL PEÍ I ICER y MIGUEL LLONGUERAS. 1965. Precio, 500 ptas. VI.—LA NECROPOLIS MEROITICA DE NELLUAH (ARGIN SUR, SUDAN), por MIGUEL ANGEL GARCÍA GUINEA y JAVILR TEIXIDOR. 1965. Precio, 350 ptas.

13 VII. EL POBLADO CRISTIANO DE LA ISLA DI ABKANARTI EN LA SEGUNDA CATARATA DEL N1L0 (SUDAN), por FRANCISCO J. PRESEDO VELO. 1965. Precio, 400 ptas. VIII.—LA NECROPOLIS MFROHICA DF. NAG GAMUS, M ASM AS (EGIPIO), por MARTÍN ALMAGRO. 1965. Precio, 600 ptas. IX—IAS INSCR1PCIONFS RUPESTRES FARAONICAS ENTRE KOROSKO Y KARS IBR1M (ORILLA ORIENTAL DEL NILO), por JESÚS LÓPEZ. 1966. Precio, 375 ptas. X—LSTUDIOS DE ARTE RUPESTRE NUBlO. I. YACIMIENTOS SITUADOS FN LA ORILLA ORIENTAL DEL NILO, ENTRE NAG KOLORODNA Y KARS IBRIM (NUBIA EGIPCIA), por MARIÍN ALMAGRO BASCH y MARTÍN ALMAGRO GORBEA. 1968. Precio, 800 ptas. XI.—LA NECROPOLIS DEL GRUPO "X" DE ARGIN SUR, por PRFSEDO VELO, BIANCO y PLLI ICI R. Precio, 800 ptas.

RIRLIO'IHECA PRAEIIISTORICA HISPANA

Fl Instituto Fspañol de Prehistoria del C. S. I. C, con sede en el Palacio del Museo Arqueológico Nacional, Serrano, 13, Madrid (1), edita desde 1958 la "Bibliotheca Praehisto- nca Hispana".

I.—1A NFCROPOI IS HALISIAIUCA DE AGULLANA, por PEDRO DE PALOI . 1958. Agotado II.—LA REGION VACCF.A. CFLTIBFRISMO Y ROMANIZACION DE LA CUEN• CA MEDIA DEL DUERO, por FEDERICO WATTFMBI RG. 1959. Precio, 1.000 ptas. Agotado. III. —EXCAVACION! S FN IL POBLADO Y NECROPOLIS DE LOS MILLARES, SANTA FE DE MONDUJAR (ALMERIA), por M. Ai MAGRO y A. ARRIBAS. 1963. Precio, 2.500 ptas. IV. —IAS CFRAM1CAS INDIGENAS DE NUMANCIA, por F. DE WATTEMBERG. 1963. Precio, 1.100 ptas. V. —EXCAVACIONES EN IA TERRAZA DE EL KHIAM (JORDANIA). Tomo I: ESTUDIO DEL YACIMIENTO Y LOS NIVELES PALEOLITICOS, por J. GONZÁ- IIZ ECHEGARAY. 1964. Precio, 800 ptas.—Tomo II: LOS NIVELES MESONEOLI- riCOS. ESTUDIO DE LA FAUNA, FLORA Y ANALISIS DE LAS TIERRAS DFL YACIMIFNTO. 1966. Precio. 1.000 ptas. VI.--EL COMPLEJO SEPULCRAL EN GRUTAS ARTIFICIALES DEL BRONCE I HISPANICO, por B. BLRDICHEWSKY. 1964. Precio, 1.000 ptas. Vil.—FLEMENTOS DE UN ATLAS ANTROPONIMICO DE LA H1SPANIA ANTI• GUA, por J. UNTERMAN. 1965. Precio, 1.000 ptas. VIII.—LAS ESTELAS DECORADAS DEL SUROESTE PENINSULAR, por M. Ai MA• GRO. 1966. Precio, 1.500 ptas. IX—I AS CUEVAS SEPULCRALES DEL BRONCE ANTIGUO DE MALLORCA, por CRISJÓBAL VENY. 1968. Precio, 2.000 ptas. X.—LA NECROPOLIS DE LAS MADRIGUERAS. CARRASCOSA DEL CAMPO (CUENCA), por M. ALMAGRO GORBEA. 1969. Precio, 1.200 ptas. XI. —LES NECROPOLES HALLSTATTIENNES DE LA REGION D'ARCACHON, por A. COFFYN y J. P. MOHEN. 1970. Precio, 1.100 ptas. XII. LOS IDOLOS DEL BRONCE I HISPANO, por VI." Josi Al MAGRO GORBI A. 1973. Precio, 2.000 pesetas. INVENTARIA ARC1IAEOLOGICA

Fl Instituto Español de Prehistoria, del C. S. I. O, en colaboración con la Unión In• ternacional de Ciencias Prehistóricas y Protohístóricas, publica desde 1958 el Corpus "In• ventaría Archaeologica".

F. 1.—EL DEPOSITO DE LA RIA DE HUELVA, por M. AI MAGRO. Fascículos 1 a 4. 1958. Agotado. E. 2 a E. 6.—M. AI MAGRO. Fascículo 5, 1960. Precio, 200 ptas. E. 7 a E. 11.—M. Ai MAGRO. Fascículo 6, 1960. Precio, 200 ptas. E. 12 a E. 19.—M. Ai MAGRO. Fascículo 7. Precio, 200 ptas.

14 TRABAJOS DE PREHISTORIA

El Instituto Español de Prehistoria del C. S. I. C, en colaboración con el Departa• mento de Prehistoria de la Universidad de Madrid, publica desde 1960 a 1968 la serie "Trabajos de Prehistoria. Monografías"; sustituido en 1969 por la revista "Trabajos de Prehistoria. Nueva serie".

I—LAS PINTURAS RUPESTRES CUATERNARIAS EN LA CUEVA DE M Al - TRAVIESO EN CACERES, por M. ALMAGRO. 1960. Precio, 170 ptas. Agotado II. —LAS MAS ANTIGUAS FIBULAS CON PIE ALTO Y BALLESTA, por GUI• LLERMO SCHÜLE. 1961. Precio, 80 ptas. III. —LA ESTACION TALLER DE SILEX DE L'ARENY, por SALVADOR VILASK A. 1961. Precio, 150 ptas. IV—UNA TUMBA HISPANOVISIGODA EXCFPCIONAL HALLADA EN FL TU- RUÑUELO, MEDELLIN (BADAJOZ), por MARÍA JESÚS PÉREZ MARTÍN. 1961. Pre• cio, 150 ptas. V.—EL AJUAR DEL "DOLMEN DE LA PASTORA" DE VALENTINA DE1 Al - COR (SEVILLA); SUS PARALELOS Y SU CRONOLOGIA, por MARTÍN AI MA• GRO. 1962. Precio, 80 ptas. VI.—EL JABALIENSE, por MARCFLO BÓRMIDA. 1962. Precio. 120 ptas. VII.—PRECEDENTES Y PROTOTIPOS DE' LA FIBULA ANULAR HISPANICA, por EMETERIO CUADRADO. 1963. Precio. 250 ptas. VIII.—LA NECROPOLIS DE CAN CANYIS, por SAIVADOR VII ASECA. 1963. Precio, 150 ptas. IX.—EL PRECERAMICO FN EL DESIERTO DF. ATACAMA ÍCHILE), por MARIO ORELLANA RODRÍGUIZ. 1963. Precio, 115 ptas. X.—EXCAVACIONES EN EL "DOLMEN DE LA PIZARRILLA", por MARTÍN AI - MAGRO. 1963. Precio, 90 ptas. XI.—LA TUMBA OR1EN 1 ALIZANTE DE LA JOYA (HUELVA), por El ENA MARÍA ORTA y JUAN PEDRO GARRIDO. 1963. Piecio, 110 ptas. XII.—ARQUEOLOGIA CHILOENSE, YACIMIENTOS Y MATFRIAL LITICO, por ISIDORO VÁZQUEZ ACUÑA. 1963. Precio, 150 ptas. XIII. —LOS THYMATERIA 1 LAMADOS CANDFLABROS DE LFBRIJA. por M. Al- MAGRO. 1964. Precio, 210 ptas. Agotado. XIV. —ARQUEOLOGIA DE LA COSTA NORDPATAGONICA. por M. BÓRMIDA. 1964. Precio, 260 ptas. XV.—LA CUEVA DE LA CARIGÜELA DEL PINAR (GRANADA). LOS FSTRA- TOS NEOLITICOS DF LA EDAD DEI BRONCE, por M. PIHICER. 1964. Pre• cio, 215 ptas. XVI.—LOS DOLMENES DE LA DEHESA DE LA ROCA DT LA MUELA, por M. Ai MAGRO. 1965. Precio, 125 ptas. XVII.—SECUENCIA CULTURAL EN EL NFOLITICO DF FFRNANDO POO, por A. MARTÍN DEL MOLINO. 1965. Precio, 200 ptas. XVIII.—LAS TRES TUMBAS MEGALITICAS DE ALMIZARAQUE, por MARÍA JO• SEFA ALMAGRO GORBFA. 1965. Precio, 200 ptas. XIX—INVESTIGACIONES PREHISTORICAS EN EL CURSO INFERIOR DEL RIO SAUCE GRANDE, por ANTONIO G. AUSTRAL. 1965. Precio, 275 ptas. XX.—LA NECROPOLIS DE LA EDAD DEL HIERRO DE BUENACHE DE ALAR- CON (CUENCA), por HELENA LOSADA. 1966. Precio, 250 ptas. XXI.—LOS RECIPIENTES RITUALES METALICOS CON "ASAS DE MANOS" DF LA PENINSULA IBERICA, por EMFTFRIO CUADRADO. 19

15 MJFVA SFRIE

XXVI.—1969. 406 págs. Piecio, 1.000 ptas. XXVII. 1970. 361 págs. Precio, 1.000 ptas. XXVI i I.—1971. 437 pags. Precio, 1.000 ptas. XXIX.—1972. 354 págs. Piecio, 1.000 ptas.

MUSEO ARQUEOLOGICO NACIONAL

Se poseen fondos en el Museo Arqueológico Nacional de las siguientes publicaciones:

NOIICIA HISfORICO-DFSCRIPTIVA DEL MUSEO ARQUEOLOGICO NACIONAL, por el excelentísimo señor don ANTONIO GARCÍA GUIIÉRRTZ. 1876. Agotado. MI MORIA ACI-RCA DE A1GUNAS INSCRIPCIONFS ARABIGAS DE l-SPAÑA Y PORIUGAL, por RODRIGO AMADOR DE IOS RÍOS Y VILIAIIA. Precio, 800 ptas. (AIALOGO DFL MUSEO ARQUEOLOGICO NACIONAL, 188?. Piecio. 400 pías. (ODIO MAYA, DENOMINADO COR'IFSIANO. Ejemplar que se conserva en el Mu• sco Arqueológico Nacional (Madrid). Reproducción folocromolilográfica hecha y publicada bajo la dilección de JUAN DE DIOS DE LA RADA Y DnGADO y JIRÓNIMO LÓIM / DI AYAI \ Y DI I HirRRo. 1892. Agotado. CAIAIOGO DF MONEDAS ARABIGAS FSPAÑOLAS QUE SE CONSFRVAN IN 11. MUSrO ARQUIOIOGICO NACIONAL, por RADA Y DI LGADO. Madrid. 1892. Piecio. 500 ptas. MONI-DAS DF LAS DINASTIAS ARABIGO-ESPAÑOLAS, por ANIONIO VIVÍS Y FSCU- DI Ro. 1893. Agotado. GUIA HISIORICA V DESCRIPTIVA DFL MUSEO ARQUEOLOGICO NACIONAL 1917. Agotado. IISORO DF ALISEDA, por JOSÉ RAMÓN MÉI IDA. Agotado. AN I IGOFDADES PRFHISTORICAS. Catálogo Sumario del Museo Arqueológico Na• cional. Piecio, 150 ptas. UNA VISITA AL MUSEO ARQUEOLOGICO NACIONAL. Segunda edición, por FRAN• CISCO ALVARI Z-OSSORIO. 1925. Agotado. (ATAIOGO SUMARIO DEL MUSEO ARQUEOLOGICO NACIONAL Guía del Salón de Numismática, por I. CAIVO y M.a DFI CASIO RIVIRO. 1926. Agotado. ,-AMUlETOS?. CONOCIDOS COMO "OSCULATORIOS" ROMANO-CRISMANOS. DE BRONCF, HALLADOS EN ESPAÑA, por FRANCISCO AI VARI 7-OSAORIO. 1929. Agotado. I NSFÑA ROMANA DE BRONCE; procedente de Pollcntia (isla de Mallorca), que se conserva en el Museo Arqueológico Nacional, por FRANCISCO AI VARI7-OSSOKIO. 1929. Agotado. MUSrO ARQUEOLOGICO NACIONAL IV CONGRTSO INTERNACIONAL DE AR• QUEOLOGIA, por FRANCISCO AI VARIZ-OSSORIO. Barcelona. 1929. Piecio, 80 ptas. CODICF-TROANO. Fdición facsímil, 1930. Agotado. M. A. N. CATALOGO DF LOS EX-VOTOS DE BRONCE IBFRICOS, por FRANCISCO AI VAREZ-OSSORIO. 1945. Agotado. I L TFSORO DE LFBRIJA. Nota acerca de las piezas de oro denominadas Candelabros de l.ebrija, por FRANCISCO AI VAREZ-OSSORIO. 1931. Agotado. I AUDF O CUBIERTA DF. MARMOL DFL SEPU1CRO DE ALFONSO, HIJO DEL CONDE PEDRO ANSUREZ, PROCEDENTE DE SAHAGUN, entregada a Fspa- ña por el Fogg Art Museum de la Universidad de Harvard, Cambridge, Massa- chusetts (Estados Unidos). 1932. Precio, 60 ptas. PATIO ARABE DFL MUSEO ARQUEOLOGICO NACIONAL. Catálogo descriptivo, por RAMÓN Rrvn LA VIFLVA. 1932. Precio, 600 ptas. ( ORPUS VASORUM ANTIQUORUM. España. Fase. I, por JOSÉ RAMÓN MÉLIDA. 1939. Piecio, 1.200 ptas. HOMFNAJF QUE TRIBUTA EL PATRONATO Y FUNCIONARIOS FACULTATIVOS DFL MUSEO ARQUEOLOGICO NACIONAL A DON JOSE RAMON MFLIDA Y ALINAR1 (Notas biográficas y bibliográficas). Agotado. CATALOGO DE LOS PONDERALES MONETARIOS DEL MUSEO ARQUEOLOGICO NACIONAL, con diversas notas numismáticas, por F. MATEU y LLOPIS. 1934. Agotado.

16 CORPUS VASORUM ANTIQUORUM. Pase. II, por José RAMÓN MÉI IDA. Precio, 1.200 pesetas. LAS MONEDAS VISIGODAS DEL MUSIO ARQUEOLOGICO NACIONAL, por F. MA- TEU Y LIOPIS. 1936. Agolado. MUSEO ARQUEOLOGICO NACIONAL. Guia de las instalaciones de 1940. 1940. Precio, 120 ptas. GUIA DEL MUSEO ARQUEOI OGICO NACIONAL. Publicación del Ministerio de Edu• cación Nacional. Dirección Geneial de Bellas Artes. Segunda edición. 1965. Piecio, 100 ptas. MUSLO ARQUEOLOGICO NACIONAL. Las nuevas salas de antigüedades Ibéricas y Clásicas. 1972. Precio, 300 ptas. GUIAS DEL MUSEO ARQUEOI OGICO NACIONAL, I. Cerámica griega, por Ríe ARDO OLMOS ROMIRA. 1973. Precio, 200 ptas.

ADQUISICIONES DEL MUSEO ARQUEOLOGICO NACIONAL El Museo Arqueológico Nacional, con sedo en Serrano, 13, Madrid (1), inició la publi• cación en 1917 de la serie de sus "Adquisiciones".

ADQUISICIONES 1917.—NOTAS DFSCRIP TI VAS, por Josi RAMÓN MI'IIDA. Agolado. ADQUISICIONES 1918.—NOIAS DFSC RIPI IVAS, por JOSÉ RAMÓN MILIDA. Agot.i.lo. ADQUISICIONES 1919.—NOTAS DESCRIPTIVAS, por JOSÉ RAMÓN MI'IIDA. Agotado. ADQUISICIONES 1920.—NOTAS DESCRIPTIVAS, por JOSL RAMÓN MUIDA. Agotado. ADQUISICIONES 1930-31.—OBJETOS DE IA EDAD DFL BRONCF. Ties hachas de Aldea de Vara (Lugo), y una espada de Alconétar (Cáceres), por JOAQUÍN M.J NA• VASCUÉS Y DE JUAN. Precio, 40 ptas. COLFCCION DE ANTIGÜEDADES GRIEGAS. GRFCO-ROMANAS Y CRISTIANAS, donadas por Fr. Francisco Roque Martínez, por FLI IEA NIÑO Y MÁS. Piecio, 40 pe• setas. COLECCION DE ANTIGÜFDADES GRIFGAS Y ROMANAS QUF PFRIFNICIO A LOS SEÑORES MANRIQUE DE l ARA, por RAMÓN Gil MIQULI. Piecio, 40 pías. ZARCILLOS, COLGANTES Y OTRAS JOYAS DE DIVERSAS EPOCAS, por RAMÓN Cin MIQUEL. Precio, 40 ptas. JOYAS DE ORO POST-HAL1 SI ATICAS, procedentes de Cangas de Onís (Oviedo), por FRANCISCO AI VAREZ-OSSORIO. Agotado. COLECCION DE ANT1GÜFDADFS QUF PERTENECIERON Al SR. MARQUES DI MONSALUD, por JOAQUÍN M.a DE NAVASCUÉS Y DE JUAN. Piecio. 40 ptas. FSCULTURA DE MARMOL, ROMANA, QUF REPRFSENTA A BACO, HALLAD \ EN TORRENTE (Valencia), por FRASCISCO ALVARI 7-0SSORIO. Precio, 40 ptas. ESTATUA ROMANA DE SUENO, por JOAQUÍN M.a DI NAVASCUÉS Y DI IUAN. Pre• cio, 40 ptas. MODIO ROMANO DE BRONCF, HAI LADO EN PONTE PUÑIDT, por RAMÓN GIL MIQUEL. Precio, 40 ptas. INSCRIPCIONES ROMANAS DT TALAVFRA DF LA RFINA. por M.A DFI CASIO RI- VERO. Precio, 40 ptas. LOS MARFILFS DE SAN MILLAN DF LA COGOLLA, por FMII IO CAMPS CAZORI A. Agotado. COLUMNAS ESCULPIDAS ROMANICAS PROCEDENTES DFL MONASTERIO DE SAN PELAYO DE ANTEALTARES (SANTIAGO DF COMPOSTELA), por Luis VÁZQUEZ DE PARCA. Precio, 40 ptas. RELIEVE DE ALABASTRO DEL TALLFR DF FORMENT, por Luís VÁZQUFZ Dr PAR- GA. Precio, 40 ptas. TEJIDOS DE D1VFRSAS EPOCAS, por Fi i IPA NIÑO Y MÁS. Piecio, 40 ptas. LAPIDAS SEPULCRALES DE TOLEDO, por RAMÓN REVILLA VIIIVA. Precio, 40 ptas. VASO ARABE, ENCONTRADO EN JFREZ DE LA FRON TFRA, por RAMÓN RFVUIA VIELVA. Precio, 40 ptas. CERAMICA CATALANA DE TFRUEL Y DF VALENCIA, por RAMÓN REVILI A VIFIVA. Precio, 40 ptas. SILLAS DEL CORO DF SANTA CLARA, DF ASTUDILLO, por EMILIO CAMPS CA- ZORLA. Precio, 40 ptas. ARMARIO MORISCO, PROCEDENTE DF TOLEDO, por EMILIO CAMPS CAZORLA. Pre• cio, 40 ptas. TrLA HISPANO-MORISCA Y BORDADOS MARROQUIFs! por FIIIPA NIÑO Y MÁÍ>. Precio, 40 ptas. TEJIDOS PERUANOS PROCEDENTFS DE LA COLECCION DE LOS SRES. SCHMIDT Y PIZARRO, DE LIMA, por PILAR FERNÁNDEZ VLOA. Anotado. COI ECCION NUMISMATICA, DONADA POR EL R. P. FRAY FRANCISCO ROQUE MARTINFZ, O. F. M., E INGRESOS VARIOS, por F. MAIIU LLOPIS. Piecio, 40 ptas. MONETARIO QUE PERTENECIO A DON BASILIO SEBASTIAN CASTFLLANOS, por F. MATFU Y LLOPIS. Agotado. TOMO COMPLETO ADQUISICIONES 1930-31. Precio, 360 ptas. ADQUISICIONES 1932.—LAUDA DE MARMOL NEGRO, por RAMÓN RFVIIIA Vil IVA. Agotado. COLECCIONES DE NUMISMATICA Y DF GLIPTICA, por M.A DLL CASTO RIVI RO y F. MATEU LLOPIS. Agotado. PILA BAUTISMAL ROMANICA DF MAZARIEGOS (BURGOS), por RAMÓN RIVIHA VIELVA. Agotado. ADQUISICIONES 1933-34.—COLECCION DE ANTIGÜEDADES QUE PERTENE• CIO A DON AURELIANO FERNANDEZ-GUERRA, por luis VÁ/QUIZ DE PARGA. Precio, 40 ptas. RFLIEVE ROMANICO DEL BAUTISMO DE CRISTO, por Luis VÁZQUIZ DI PARGA. Precio, 40 ptas. COLECCIONES DE NUMISMATICA Y GLIPTICA, por M.A ni i CASTO RIVI RO y F. MA- T ro Y LIOPIS. Precio, 40 ptas. LAPIDA DE LOS ALMORAVIDES, por RAMÓN RFVIILA VULVA. Precio, 40 pías. COLECCION DE CERAMICA Y OB.IFTOS DE PIFDRA INDIGENA COSIARRICEN- SFS, DONADOS POR FL GOBIERNO DE COSTA RICA AL DE ESPAÑA, por FRANCISCO AI VARIZ-OSSORIO. Precio, 40 ptas. ADQU1SICIONFS DFl MUSEO ARQUEOLOGICO NACIONAI , 1940-45. Precio, 600 pesetas. LA DAMA DE BA7A, por FRANCISCO PRFSFDO Vno. 1973. Precio, 300 ptas.

MEMORIAS DE LOS MUSEOS ARQUEOLOGICOS PROVINCIALES

A partir de 1940 se inició la serie "Memorias de los Museos Arqueológicos Provin• ciales" por la extinguida Inspección General de Museos Arqueológicos.

MEMORIAS DE LOS MUSEOS ARQUEOLOGICOS PROVINCIALES, 1940. Agotado. MEMORIAS DE LOS MUSEOS ARQUEOLOGICOS PROVINCIALES. 1941. Agolado. MEMORIAS DE LOS MUSEOS ARQUFOLOGICOS PROVINCIALES, 1942. Agotado. MEMORIAS DE LOS MUSEOS ARQUEOLOGICOS PROVINCIALES, 1943. Vol. IV. Precio, 500 ptas. MFMORIAS DE LOS MUSEOS ARQUFOLOGICOS PROVINCIALES. 1944. Vol. V. Precio, 600 ptas. MEMORIAS DE LOS MUSEOS ARQUEOLOGICOS PROVINCIALES, 1945. Vol. VI. Precio, 600 ptas. MEMORIAS DE LOS MUSFOS ARQUFOLOGICOS PROVINCIALFS, 1946. Vol. VII. Precio, 500 ptas. MEMORIAS DE LOS MUSEOS ARQUFOLOGICOS PROVINCIALFS, 1947. Vol. VIH. Precio, 500 ptas. MEMORIAS DE LOS MUSEOS ARQUEOLOGICOS PROVINCIALES, 1948-49. Volú• menes IX-X. Precio, 600 ptas. MEMORIAS DE LOS MUSEOS ARQUEOLOGICOS PROVINCIALES, 1950-51. Volú• menes XI-X11. Precio, 500 pías. MEMORIAS DE LOS MUSEOS ARQUEOLOGICOS PROVINCIALES, 1952-53. Volú• menes XIII-XIV. Precio, 500 ptas. MEMORIAS DE LOS MUSEOS ARQUFOLOGICOS PROVINCIALES, 1954. Vol. XV. Precio, 500 ptas. MEMORIAS DE LOS MUSEOS ARQUFOLOGICOS PROVINCIALES, 1955-57. Volú• menes XVI a XVIII. Precio, 500 ptas. MEMORIAS DE LOS MUSEOS ARQUEOLOGICOS PROVINCIALFS, 1958-61. Volú• menes XIX a XXII. Precio, 500 ptas.

18 Pedidos: Servicio de Publicaciones del Ministerio de Educación y Ciencia. Ciudad Universitaria. Madrid-3. Teléfono 4497700. SERVICIO DE PUBLICACIONES DEL MINISTERIO DE EDUCACION Y CIENCIA