, BOLETIN

DE LA ACADEMIA ARGENTINA DE LETRAS

TOMO XLV - N9 175-178

Enero-diciembre de 1980

BUENOS AIRES 1 980 BOLETtN DE LA ACADEMIA ARGENTINA DE LETRAS

Cumisión de publicaciones: académicos RAÚL H. CASTAGNlNO, BERNAROO GoNZÁLEZ ARRn.I, EDUARDO GoNzÁLEZ LANUZA, CARI.OS A. RoNCHI MARCH.

SUMARIO

Recepción del académico dB número don Elíaa Carpena.... 7 Recepción dBl académico dB número don Abraham .R_ va~8er ...... • ...•. . 49 Recepción del ac~ico dB número don LW F. Lelolr .. 85 Recepción de los ·académicos 'correspondientes don Emilio Carilla !I don Horocio G. Rava ...... 119 VIlI Congreso de AcadBmiaa dB la "Lengua Espoñola ...... 179 GONZÁLEZ ARRILI, BERNARDO, Atilio Chiappori ...... 225 MOI'iTERO, MARÍA LUISA, La vertiente conferVada dB un epis- tolario ...... 229 PICXENHAYN, JORGE OseAR, El tema dB lo muerte en lo poesía de 'Baldomero Fernández Moreno ...... 259 Homenaje a don Matíaa G. Sánchez Sorondo ...... 267 Homenaje a doña Victoria Ocampo .. , ...... " 261

Textos J documentos: Enmiendas y adiciones a los Diccionarias de la Real Aca- demia Española ...... '" ...... '," ... " .. 313, 347 Acuerdos ••••••••••••••••• oo. 00' ••••• 00' •••••• , 371, ~i79 Argentinismos ...... 409, 429 Noticias ... : .•...... •••••••••••••••••• o ••••••• 00' •• 465 'ndice del tomo XLV •••••••••••••••• oo. oo •• , •••••••• 477

La Academia no mantiene correspondencia sobre material no publicado. BOLETrN

·DE LA

ACADEMIA ARGENTINA DE LETRAS

, BOLETIN

DE LA ACADEMIA ARGENTINA DE LETRAS

TOMO XLV - NQ 175-178

Enero--diciembre de 1980

BUENOS AIRES 1 980 INVENTARIO Ne

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© 1981 ACADEMIA ARCENTINA DE LETRAS

IMPRESO EN LA ARCENTINA Queda hecho el dep6sito que marca la ley 11.723 ACADEMIA ARGENTINA DE LETRAS

ACADrl:MICOS DE NÚMERO

Presidente: DON ÁNGEL J. BATTISTESSA Vicepresidente: DON FERMÍN EsTRELLA GtlTlÉIIIIEZ Secretario general: DoN JUAN CARLOS GHIANO Tesorero: DoN JORGE VOCOS LESCANO

Don Luis Alfonso Don Jorge Luis Borges Don Manuel Mujica Lainez Don Eduardo Mallea Don Osvaldo Loudet Don Ricardo E. Molinari Don Bernardo González Arrili Don Raúl H. Castagnino Don Bernardo Canal Feijóo Don Eduardo González Lanuza Mons. Octavio N. Derisi Don Carlos Villafuerte Don Federico Peltzer Don Enrique Aooerson Imbert Don Luis Federico Leloir Don Carlos. Alberto Ronchi March Don Elías Carpena Don Abraham Rosenvasser ACAD2MICOS CORRESPONDIENTES DUII Alceu de Amoroso Lima (Brasil) Don José María Pemán (España) Dun Aurelio Miró Quesada (Perú) 0011 EImano Cardim (Brasil) Don Julio César Chaves (Paraguay) DOII Luis Beltráll Guerrero (Venezuela) 0011 Pedro Grases (Venezuela) 0011 Pedro Lain Entralgo (España) Don Rafael Lapesa (España) Don Francisco Monterde (México) Don Alonso Zamorll Vicente (España) Don Orestes Di Lullo (Repltblica Argentina) Don Juan Draghi Lucero (Repltblica Argentina) Don Roberto García Pinto (Repltblica Argentina) Don Emilio Carilla {República Argentina) Don Paulo Esteva.o de Benedo Carneiro (Brasil) Don Enrique Macaya Lahmann (Costa Rica) Don Alberto Wagner de Reyna (Perú) Don Ángel Rosenblat (Venezuela) DaD Arturo Uslar Pietri (Venezuela) Don Ramón García-Pelayo y Gross (Francia) Don Dámaso Alonso (España) Don Manuel Rivas Sacconi (Colombia) Don Rodolfo A. Borello (Repltblica Argentina) Don Jean Cassou (Francia) Don Antonio Di Benedetto (República Argentina) Don Franco Meregalli (Italia) Don Diego F. Pró (República Argentina) Don Adolfo RlIiz Díaz (República Argentina) Don Rodolfo Oroz Scheibe (Chile) Don Léopold Sédar Senghot (Senegal) Don Austregésilo de Athayde (Brasil) Don Arturo Sergio Visea (Uruguay) Don Horacio Germinal Rava (Repltblica Argentina) Don Gianfranco Contini (Italia) Dbn Paul Verdevoye (Francia) Don Daniel Devoto (Francia) Don Juan Bautista AvaIle-Arce (Estados Unidos) Don Juan Filloy (Argentina) Don Federico E. Pais (Argentina) Don Guillermo L. ClIitarte (Estados Unidos) BOLETrN DE LA ACADEMIA ARGENTINA DE LETRAS

TOMO XLV ENERO-DICIEMBRE DE 1980 NQ 175-178

RECEPCIÓN DEL ACADi:MICO DE NÚMERO DON EllAS CARPENA *

PALABRAS PREVIAS PRONUNCIADAS POR EL SEÑOR PRESIDENTE DE LA ACADEMIA, DR. BERNARDO CANAL FElJÓ<>

El presente acto es el primero de tres que, con análogo objetivo, ofrecerá nuestra Academia en lo que falta de este año: la "recepción pública" de miembros titulares incorporados últimamente a la entidad. El de hoy, con­ forme a lo anunciado, dedicado al académico señor EIías Carpena, que será presentado por el colega señor Fermín Estrella Gutiérrez, y disertará sobre "El humorismo, los amores y el destierro de Juan Cruz Varela". El segundo acto público de análogo objetivo, fijado para el día 25 de septiembre próximo, estará dedicado a la recepción del académico señor Abraham Rosenvasser, quien, presentado por nuestro colega el señor Manuel Mujica Lainez, diser­ tará sobre "La novela real en la literatura del Antiguo

• La crónica de la ceremonia, realizada el 14 de agosto de 1980, puede verse en NOTICIAS, en este mismo volumen. BAAL, XLV, 1980 8 BERSARDO CANAL FEI]60

Egipto". Finalmente, el tercero, fijado para el 27 de no­ viembre, dedicado a la recepción del doctor Luis Federico Leloir (segundo Premio Nobel, tras el Dr. Bernardo Hous­ say que ocupa un Sillón en nuestra Academia de Letras, un 'título de honor que no hace específicamente a las letras, pero sí a las inspiraciones de nuestra Academia). El Dr. Leloir expondrá sus "Consideraciones sobre el desarrollo de las ciencias", y será presentado por nuestro colega el profesor Carlos Alberto Ronchi March. quien se referirá en la ocasión -y sabrá hacerlo con su probada sapiencia- al "lenguaje científico", que dice ya de un puente necesario entre las ciencias y las letras. Otros actos públicos cubrirán el calendario de este segundo semestre: uno, también de recepción formal de "miembros correspondientes" de nuestra Academia, en va­ rias provincias; y dos homenajes póstumos a esclarecidos titulares desaparecidos: el primero el 11 de noviembre, a Victoria Ocampo, y el otro, al Dr. Atilio Dell'Oro Maini, el 11 de diciembre. Por cierto que dichos actos no constituyen todo el pro­ grama de actividades de nuestra Academia; están tam­ bién y ante todo las otras, las cotidianas y permanentes, las sin descanso y silenciosas en su afán, las de los depar­ tamentos internos y comisiones, las del propio cuerpo académico, acerca de las cuales la gente no está bien in­ formada o sólo posee ingenuos prejuicios. Pero a eso nos referiremos en otra oportunidad, para debida información pública. Siempre repetidos bajo Ulla forma como de rigor, con U:la presentación formal del recipiendario seguida de una disertación de éste, estos actos públicos están lejos de constituir una mera rutina ceremonial. Envuelven, para nuestra Academia -como sin duda para todas las demás-, una profesión de fe constantemente renovada, BAAL, XLV,1980 p~s PREVIAS 9

en los principios y anhelos que infundieron la voluntad de creación de esos órganos de cultura: "que las Acade­ "mias pOI' su propia existencia v libre actividad son (!sean! quería decirse, con imper~tivo de Fiat, pu~s se trataba de su creación), son, juntamente con las Univer­ sidades, el signo más alto del grado de cultura de un país, y constituyen el órgano adecuado de la sociedad para la manifestación, progreso y acrecentamiento de las ciencias, ·las artes y las letras". Así rezaba el Decreto-Ley de "restauración de las Aca­ demias Nacionales" del 30 de noviembre de 1955 -pronto habrá que conmemorar sus 25 años de vigencia, bodas de plata con los ideales de cultura en la historia de las instituciones en nuestro siglo. Casi otros 25 años antes de ese decreto-ley de "restauración" de las Academias Nacionales (depredadas, como todos los órganos de cul­ lura, por la ominosa tiranía desencadenada en la década de los '40), casi 25 años antes, digo -el 13 de agosto de 1931-, se había dictado el Decreto de Creación de la Academia Argentina de Letras, la nuestra, que así el año próximo celebrará sus platónicas bodas de oro. El ulterior Decreto-Ley de 1955, de "restauración" de las Academias, enumeraba las 9 existentes en ese momento, denominán­ dolas "nacionales" a algunas (las de Medicina, de Cien­ cias, de la Historia, de Bellas Artes, de Agronomía y Veterinaria) o sin aditamento alguno a otras (las de Derecho y Ciencias Sociales, de Ciencias Exactas, Físi• cas y Naturales, y de Ciencias Económicas), y conser­ vando la designación original de "argentina" para la nuestra. Pero es claro que no por apellidarse precisa­ mente nacionales, o no hacerlo de ningún modo, las otras Academias son menos argentinas que la nuestra, ni la nuestra menos nacional que las otras por llamarse sim­ plemente argentina ... BAAL, XLV, 1980 10 BERNARDO CANAL FEIJÓO

Pero a nadie escaparía que a ninguna podía haberle calzado mejor que a la nuestra lo de "argentina" por antonomasia y excelencia, por la naturaleza eminente­ mente literaria del insigne gentilicio, concebido hace cuatro siglos en rapto inspiracional por un poeta, que -como el idioma mismo en que lo acuñara- se adelan­ taba proféticamente con su invención verbal a nuestra existencia como Nación y a toda institucionalización de la cultura. Dije al empezar lo ya consabido: que el acto de hoy está dedicado a la recepción pública de nuestro distin­ guido colega, señor Elías Carpena, quien será presentado por el académico señor FennÍn Estrella Gutiérrez, y di­ sertará sobre "El humorismo, los amores y el destierro de Juan Cruz Varela", aspectos biográficos especialmente sugestivos, poco atendidos en general, de la interesantÍ­ sima personalidad de aquel primer gran poeta argentino, cuyo nombre signa el Sillón que ahora ocupa el recipien­ dario. Oigamos, pues, de una vez a los protagonistas, de cuya palabra no cabe esperar sino mucha y buena lección. DISCURSO DEL SEI'\JOR ACADÉMICO DON FERMJN ESTRELLA ~UTIÉRREZ

La Academia Argentina de Letras honra hoy al escri­ tor don Elías Carpena incorporándolo oficialmente a su seno en este acto solemne, honrándose a si misma por contar desde ahora con un nuevo académico de número que ha enriquecido las letras nacionales con una obra literaria de sólidos valores, fiel expresión de un aspecto semirural del N.O. de la ciudad de Buenos Aires y luga' res próximos de la provincia, en las dos primeras décadas de este siglo. No es por cierto poco mérito el haber in­ corporado, de manera definitiva y para siempre, un trozo de nuestro suelo a las letras del pais. De pocos se puede decir lo mismo, con ser muchos los autores del pasado y del presente que merecen perdurar en nuestra joven pero ya importante literatura. El destino le reservó ese privilegio desde muy niño: hijo de un inmigrante español oriundo de la provincia andaluza de Murcia, la tierra natal del poeta regional Vicente Medina, y de madre del mismo origen, vivió desde pequeño en los lugares antes citados, recibiendo como por endósmosis de los mismos todo lo que habría de volcar después en su obra de na- BAAL, XLV,1980 12 FERMÍN ESTRELLA GVTIÉRREZ

rradOl' y de poeta. Porteño de ley, aunque nacido en Junín, no habría de pasar su infancia, sin embargo, en el damero de calles tiradas a cordel del centro o de los barrios de esta Buenos Aires que empezaba a ser ya una urbe pujante y llena de movimiento. :J;:l tuvo la suerte du vivir sus primeros años, fuera de breves residencias en el interior, en los extremos alejados de Floresta y Li­ niers, de Villa Lugano, de Morón y San Justo, desde lo que antes se llamaba el Bañado de Flores hasta los primeros pueblos del Ferrocarril Oeste, ya en la provincia de Buenos Aires, quintas y chacras, y más lejos, campos deshabitados, arboledas y pajonales, ho)' desaparecidos ante el rápido e inexorable crecimiento de la ciudad y sus aledaños. El campo empezaba cerca, y en ese campo, surcado por algunos arroyos de "floridas márgenes" -tí• lulo que dio a uno de sus libros- donde pastaban ye­ guarizos con o sin marca, y se identificaban desde lejos los ranchos y pequeños caseríos por el laqrido de los pe­ ITOS guardianes -recordemos su bellísimo relato "Noche dc aullidos", aparecido en el Suplemento literario de La Nacíón-; en ese campo que empezaba a despertar en la madrugada, cuando el cielo se enrojecía por el este, y los pájaros, en bandadas, volaban de árbol en árbol, alborotando el aire con sus trinos; en ese campo, o mejor dicho, en esos trozos de campo, cubiertos de escarcha en el invierno y olorosos a pastos asoleados en el rigor del verano; en esos campos donde no era extraño oír, en los atardeceres, a la puerta de un rancho, el rasgueo de una guitarra; en esos campos llenos de belleza y poesía, hasta donde no llegaban los ruidos y el trajín de la ciudad no lejana, vivió por suerte Elías Carpena su infancia y bue­ np. parte de su adolescencia. ];:1 había nacido sin duda lo traía en la sangre, con el don de la obser~ación pe­ netrante, propio de los narradores y descriptores natos, BAAL, XLV, 1980 DISCURSO 13 y con una memoria prodigiosa. Todo lo que vio y vivió en aquellos años, en aquel ambiente paradisíaco en el que \lO era un extraño, sino uno de sus elementos, lo incor­ poró tan hondamente a su ser que, cuando años después su innata vocación por las letras lo llevó a evocar hechos, escenas e impresiones de aquellos años, lo hizo -o lo hace, porque afortunadamente sigue produciendo- con tan vivos colores y tal realismo, que nos hace sentir y ver a sus lectores lo que él vio y sintió en aquellos sus feli­ ces años. En sus novelas y cuentos quedó registrado, tal vez sin él proponérselo, el paisaje y la vida de entonces, de aquellos lugares, gracias a su pluma salvados para siempre del olvido. Pero eso, con ser mucho, no sería suficiente. Lo importante es que sus citadas novelas y cuentos son la obra de un creador nato, de un escritor conocedor a fondo de su arte, y de un ser sensible capaz de transmitir a sus escritos ese soplo de vida, y a veces esa emoción, que sólo las palabras nacidas con los latidos del corazón son capaces de transmitir. ¡Qué galería de tipos humanos más llenos de vida y verdad podría ha­ cerse con los personajes que parecen salirse de sus pági­ nas, de sus novelas y relatos! Pinturas acabadas, al car­ bón o a pleno color. Cuatreros o mujeres de los ranchos, niños deambuladores y perseguidores de aventuras, seres todos que no hablan sino lo necesario y cuyas actitudes, más sugeridas que descriptas, dan movimiento y veraci­ dad inusitada a sus relatos. Pocas líneas le bastan para evocar un rancho de adobe o un mísero refugio de cha­ pas de zinc. Pocas líneas, también, para poner delante de nuestros ojos, el campo verde, las islas oscuras de las arboledas vistas a la distancia, o el arreo de una caba­ llada escuálida, rumbo al "tacho" donde se ha de llevar

¡l. cabo el sacrificio. Pero donde la paleta de pintor de Elías Carpena llega al máximo de su riqueza, es en la pintura 14 FEIIMÍN EsTRELLA CUTIÉllREZ BAAL, XLV, 1980

de los caballos. Conocedor como pocos de éstos, de sus lmeas, de su pelaje, de sus condiciones y modalidades, la presencia de los caballos en sus obras constituye sin duda uno de los aspectos más valiosos y entrañables de su producción. Díganlo si· no las páginas admirables de El doradillo, la serie de caballos que campean en muchos de sus relatos -que no sabemos por qué nos hacen acor­ dar, por su realismo, las cabras del pintor Tessandori en lo alto de las piedras cordobesas-, y esa encendida polé­ mica en defensa de Estanislao del Campo y el overo rosado, que tantas simpatías le ha conquistadp. entre los aficionados y entendedores de caballos. En cuanto a sus condiciones específicas de escritor, sólo diremos aquí a esta altura de nuestra presentación, que su prosa es lim­ pia y sobria, que huye de los adornos y divagaciones innecesarios, y que es un maestro en el arte de detenerse, cuando el asunto lo pide, en la descripción de un ser, de un animal o de un lugar o escena, con amoroso afán, hasta lograr la exacta, anhelada evocación. Antes de referirnos, aunque sea someramente, a su obra escrita, que es la que le ha hecho abrir de par en par las puertas de esta Academia, digamos dos palabras sobre Carpena hombre y sobre algunos hechos de su vida vinculados estrechamente con su condición de escritor. Conocimos personalmente a Elías Carpena por los años 1936 ó 1937, hace más de cuarenta años. Miembro del jurado municipal que le otorgó un premio por su libro Romancero de don Pedro Echagiie -a nosotros nos cupo la satisfa~ción de señalarlo a la consideración del jurado v decidir la adjudicación de dicha recompensa, en la pri­ mera de las fechas citadas-; un día, al finalizar un acto escolar en la Escuela Normal de Profesores "Mariano Acosta", se nos acercó, y con una tímida sonrisa nos dijo que él era Elías Carpena y que nos agradecía el voto que BAAL, XLV, 1980 DISCURSO 15 tanta difusión le había dado. desde entonces, a su obra. Lo habíamos votado sin conocerlo, porque nos había pa­ recido muy buena su obra, lo que no nos perdonó por muchos años un amigo escritor que, por ser amigo nues­ tro, se creyó con más derecho que Carpena al premio. Desde entonces nuestra amistad con el autor de Chicos cazadores ha sido inalterable.' Pero ya es hora de decir algo, precisamente, sobre la vida de nuestro autor. Ella ha sido siempre simple y modesta, como su obra. Auto­ didacto total, dibujante industrial para atender en parte a las necesidades de su hogar, fue durante varios años empleado de la Biblioteca Nacional, y luego, desde hace cerca de medio siglo, bibliotecario de la citada Escuela Normal "Mariano Acosta", donde aún presta servicios como tal. Por su contracción a tales tareas y por el ascen­ diente logrado entre los alumnos de dicha escuela, por la generosa ayuda que viene prestando a los mismos, ge­ neración tras generación, Elías Carpena es uno de los puntales más firmes del prestigioso establecimiento, en el que ha sido objeto de varios homenajes, muy merecidos por cierto. Desde la década del 40 es secretario del ju­ rado del certamen anual de literatura que se realiza en la escuela con gran éxito y que tanto le debe a él como organizador y mantenedor. Otro rasgo de su espíritu ge­ neroso y de sus condiciones de realizador fue su eficacÍ­ sima labor en la Sociedad Argentina de Escritores -de cuya Comisión Directiva fue varias veces miembro­ cuando en nuestra primera presidencia de dicha institu­ ción establecimos las llamadas "Conferencias de los Ba­ rrios" levantando tribunas en los más diversos y apartados lugares de la ciudad desde las cuales destacados escrito­ res realizaron una labor de difusión de nuestras letras en el pueblo, que dio óptimos frutos. Al frente de los trabajos inherentes a estos actos lo pusimos a Elías Car- 16 FElI.mr EsTRELLA GVTIÉIUIEZ BAAL, XLV, 1980

pena, y a él se debió sin duda en gran parte el éxito enorme que tuvo dicha iniciativa. La obra literaria de Elías Carpena es vasta y múltiple. Ella se inició en su más temprana juventud y en la mis­ ma el poeta precedió al prosista, o más propiamente al novelista y narrador. Tal vez su conocimiento y trato con paya dores y cantores de las afueras de Buenos Aires -entre ellos los célebres Bettinotti y Gabino Ezeiza­ lo llevaron a él mismo, siendo casi un niño, a pulsar la guitarra y cantar en dichos medios, sobre todo en las famosas justas realizadas en el barrio de Los Corrales, que hoy se denomina de los Mataderos. En uria de esas justas o payadas de contrapunto, sobre las cuales ha es­ crito tantas eruditas e interesantes páginas, Carpena nos cuenta que lo vio a nuestro gran tradicionalista Joaquín V. González, y al no menos importante Estanislao S. Ze­ ballos, siguiendo ambos con gran interés el fuego cruzado de décimas y coplas de los paya dores. Sus primeros libros fueron, y no es de extrañar, de poesías. Ellos fueron los titulados Matinales (1922), Rumbo (1926), El romance de, Federico y otros poemas en versos breves (1935) Y Romancero de don Pedro Echagiie (1936), ya citado, y por el que obtuvo el premio municipal de ese año. Poe­ sía sencilla y fluyente la suya, en la que las décimas y coplas y los octosílabos de los romances fluyen "como agua de manantial", según el dicho de Martín Fierro, tiene la misma algo también del agua de nuestros ríos de llanura, que reflejan en su manso deslizarse el verdor de sus márgenes y las nubes del cielo. El narrador exce­ lente y certero aparece después con El doradillo (1949), cuentos; y prosigue sin tregua con Enrique Davidson: el inglés del bañodo (1953), novela; El cuatrero Monte­ negro (195~), cuentos; Ese negro es un hombre (1967), novela; 'Chacos cazadores (1979). novela -ya un libro BAAL, XLV, 1980 DISCURSO 17 clásico en nuestras escuelas-; Los trotadores (1973), cuen­ tos; El potrillo corinto (1976), novela; El adefesio de tie­ rras hondas (1979); Tiempos de niñez (1979), novela, su última obra. Novelas y libros de cuentos todos ellos lle­ nos de vida y escritos con primor, en los que, como he­ mos dicho al principio, recoge su honda experiencia de una zona de nuestra ciudad y del Gran Buenos Aires, que él conoce muy bien por haber vivido en ella durante sus años de infancia y adolescencia. Completan su biblio­ grafía tres bellos libros de poesías, Romances del pago de La Matanza (1958), Floridas márgenes (1960) y El ro­ mancero del coronel Manuel Dorrego (1970); el ya men­ cionado Defensa de Estanislao del Campo y del caballo overo rosado (1961), y entre otros -es muy extensa su bibliografía-, Barrios vírgenes, Escenas de Floresta y Villa Lugano, 1911-1914 (aparecido en 1962). A esto ten­ dríamos que agregar sus numerosos folletos, opúsculos y separatas y sus innúmeras conferencias, pronunciadas en prestigiosas tribunas de la Capital y del interior. En trance de tener que ubicar la obra de Elías Carpena en las letras nacionales, diremos que, a nuestro juicio, él procede, directa o indirectamente, de los primeros balb.u­ ceos de la poesía ga~chesca, de los "cielitos" patrióticos de las guerras de la independencia y de las guerras civiles del uruguayo Bartolomé Hidalgo, que murió pobre y tu­ berculoso, en 1822, precisamente en Morón, uno de los "pagos" de Carpena, y los poetas gauchescos posteriores, así como también de Benito Lynch, el inolvidable nove­ lista de nuestras pampas. En el descubrimiento y pintura de los lugares que inspiraron gran parte de su obra, es justo mencionar a Fernando Gilardi, autor de la novela poco recordada Silvano Corujo. Sobre la obra de Elías Carpena, colaborador asiduo del Suplemento Literario de La Nacwn desde 1928 y asi- BAAL, XLV, 1980 18 FERMÍN EsmELLA GtJTIÉRR&Z

mismo colaborador de La Montaña, Crítica, El Mundo, Caras y Caretas, P.B.T., El Hogar, Mundo Argentino, Atlántida, Nosotros, Martín Fie"o, Inicial, Argentina Li­ bre, Boletín de la Academia Argentina de Letras, etc., ~e ha escrito mucho y bueno. Sólo citaremos, por razo­ nes de tiempo y espacio, el libro titulado Elías Carpena, de Ángel Mazzei (1962), antología de sus cuentos, pu­ blicado por Ediciones Culturales Argentinas, en el. que su autor se ocupa extensamente de nuestro nuevo colega. El mismo escritor, en el estudio preliminar que le dedica en la edición de El doradillo de 1975, dice de él lo si­ guiente:· "En 1949, cuando apareció El doradillo, quedó asentado el primer pie de un trípode que, integrado por Enrique Davidson y El cuatrero Montenegro, mantendrá una sólida correlación y permitirá prever la evolución de los siguientes, gracias no sólo a la unidad temática sino a la legitimidad de sus medios expresivos". Y agrega: "La narración complementa la poesía y lo lírico repuja sin cesar la peripecia narrativa. La comunicación diestra y ejercitada queda subtendida por la identificación de los mundos que lo habitan: el natural y el humano. Los cuentos, los capítulos de sus novelas, son episodios que él ha visto, admirado y vivido en la dimensión exacta de su ser", libro el de Mazzei al que habría que agregar el de Luis Ricardo Furlan, Elías Carpena y el pago de La Matanza, publicado por el In~tituto de Literatura de la Subsecretaría de Educación de la Provincia de Buenos Aires (1971). y entre los numerosos juicios sobre su obra escritos por prestigiosos autores de nuestro país y del extranjero, ci­ taremos únicamente V por vía de ejemplo los siguientes: sobre Rumbo, uno de sus primeros libros de versos el critico uruguayo Alberto Zum Felde publica un ext;nso artículo en El Día de Montevideo, del que extraemos es- BAAL, XLV, 1980 DISCURSO 19 tos párrafos: "Nos complacemos en comprobar -dice-, que Elías Carpena, el autor de Rumbo, pertenece al nú­ mero de los poetas sinceros. Temperamento profunda­ mente americano, su sensibilidad artística, mll:Y actual, opera con las emociones propias de su ambiente nativo. Posee un instrumento lírico afinado al diapasón estético de esta hora; su psicología de artista se ha definido al influjO profundo de las corrientes renovadoras de nuestro siglo". Y agrega: "Elías Carpena usa los elementos que la vida americana le ofrece, sintiéndola con emoción directa y personal. Ni busca las audacias, ni las teme". Del mis­ mo libro escribió Mariano López Palmero en Nosotros: -'Carpt'mfl lo es (poeta) por la gracia de Dios, que es la manera más natural de serlo. Siéndolo así, perteneciendo al pueblo del que no le han alejado los libros quellfina­ ron su de por sí fina inteligencia, está en él y con él, y su voz se impersonaliza a veces para convertirse en voz de pueblo". Alfonso Reyes, en la revista Cultura Nacio­ nal. de Caracas, escribe a propósito de El romance de Federico: "Tierno, alentador, el libro de Elías Carpena nos regala, como sabroso fruto un precioso racimo de romances, en los que parece vibrar, con idénticas dulzu­ ras, el alma inspiradora de aquellas estrofas, candentes de entusiasmo y lozanía, que brotaron rumorosas de la lira del Romancero". Y agrega más adelante: "Dulces, arrobadores, llenos de lirismo exquisito y de realidad sa­ ludable, los romances de Elías Carpena traen en sus no­ tas claras y sonoras el espíritu multiforme de la raza latina". "Romancero de don Pedro Echagüe -dice el poe­ ta y crítico Horacio Rega Molina-, así como otros libros del mismo carácter de un tiempo a esta parte, están formando la raíz del romancero culto de estas tierras". Luis Emilio Soto, por su parte, refiriéndose a El doradi­ llo, escribe: "Los pagos de Matanzas y sus alrededores 20 FERMÍN ESTRELLA GvnÉIIIIEZ BAAL, XLV, 1980

tienen en Elías Carpena un enternecido cronista. hábil en el diseño de un pasado reciente que data a menudo de los años del Centenario. Reconstruye con una comu­ nicativa fidelidad la imagen de su propia infancia. de sus correrías por los suburbios y de los ribetes casi legen­ darios de algunos famosos cuatreros de entonces". Y añade: "La excelencia narrativa del autor culmina cuan­ do su afición erudita se apasiona en presencia de caballos de distinto pelo y reparte su saber de iniciado por boca de cada uno de los expertos en equitación criolla"; Ber­ nardo Verbitsky también se ocupa elogiosamente de él en un extenso artículo a propósito de su libro Romances del pago de La Matanza. afirmando que Carpena es "viejo baqueano en estos lugares". y conocedor como poco~ de sus límites y geografía. Además del premio municipal ya citado en su oportu­ nidad. otorgado en 1936 a su libro Romancero de don Pedro Echagüe. Carpena obtuvo diversas recompensas y distinciones. entre ellas el premio del ya desaparecido Consejo del Escritor. en 1970. por Floridas márgenes, y un premio municipal por El potrillo corinto. en 1976. 'Premio. y muy grande. lo es también sin duda su merecida incorporación a esta Academia Argentina de Letras. que hoy lo recibe en su seno en este cálido acto, que es a la vez un homenaje a su persona y a su obra. En ella ocupará el sillón que lleva el nombre del poeta Juan Cruz Varela, el celebrado autor de 000 y Argia, y uno de los más prestigiosos autores de nuestro pasado, yen el que viene a reemplazar a don Roberto F. Giusti, el crítioo por antonomasia, cuya ya histórica revista Nosotros acogió más de una vez trabajos y colaboracio­ nes de nuestro autor. . ~odesto, sencillo. casi humilde, Elías Carpena, que ha VIVIdo durante su larga vida entregado sin descanso a BAAL, XLV, 1980 DISCURSO 21 la creación literaria y al noble oficio de vivir con decoro y dignidad, cosecha ahora, en sus altos años, lo que sill duda no soñó nunca el niño correteador de campos suburbanos, en el bañado de Flores, en Lomas del Mi­ rador, en Loma Verde, en Villa Lugano y Morón: la es­ timación, personal y literaria, el cariño y la adhesión fervorosa y cordial de cuantos lo conocen y lo leen. Y esto, que sin duda lo sabe muy bien el señor académico, y lo sabemos todos, no es cosa que ocurra frecuentemen­ te en nuestros días.

DISCURSO DE RECEPCIÓN DEL SEf\JOR ACADÉMICO DON ELíAS CARPENA

EL HUMORISMO DE JUAN CRUZ VARELA

El regocijante humorismo con que inicia su labor en verso, en su adolescencia Juan Cruz Varela, lo confirma él mismo en el romance que titula "Mi inclinación pri­ mera", donde declara que todavía no contaba tres lustros, la edad de quince años, cuando ya tañía su lira con soltu­ ra precoz, y allí manifiesta recibir el severo consejo de Apolo, en el cual le indica la privación de algunos temas. Entre ellos estaría el de no cantar horrores, el de no te­ ñir su pluma con sangre, en estragos, en ruinas, en fuego, en guerras, ni en mortandad, sino que su corazón se derrita en el amor y que cante sólo, juegos, ternura y risas. Con un espíritu proclive al gracejo, a las humo­ radas, en su vocación poética primerísima, hace reales las sugerencias consejeras de Apolo y entra en juego su pun­ zante agudeza. Entonces, su creador aporte, serán las risas. 11:1 mismo nos dirá en "Advertencia", en el escrito aclaratorio, bastante de lo que brotó de su pluma, y sien­ te pesar porque muchos de sus brotes festivos, que co- BAAL, XLV, 1980 24 ELÍAS CAIIPENA

rrían manuscritos, sin conservar copia, se mantuvieran en poder de algunos y en franca divul~ación. A~irma qu~ tampoco figuran en libro una multltud de plezas sat~­ ricas en las que repetidas veces fueron puestas en rl­ dícuÍo las principales personas. Esta senda humorística, será la de su iniciación, la novel prueba exitosa; luego los sones abundantes de su lira, darán los temas más encumbrados y caros al intelecto: los amatorios, los pa­ trióticos, los civiles, sociales y políticos. Juan Cruz Varela, en la época de sus estudios, causó asombro por la facilidad y rapidez con que engarzaba lo real con lo poético. Ingenio acuciosamente ·observador, creaba el verso a través de un penetrante alborozo, cuyo ingenio le hacía descubrir el tema y realizar la estrofa con sagaz prontitud, a lo poeta repentista. Sus primeras virtudes poéticas las plasmaba de tal manera, que iban al pronto al papel, a la escritura y a la divulgación. ro nos entera que al emprender sus ensayos en verso, creyó con firmeza que su lira sonaría nada más que para lo fes­ tivo. Aquellos maestros o profesores que no se mante­ nían en su agrado por quién sabe qué circunstancias, tal vez fuera por motivos de ejercer la enseñanza fuera de su gusto, y que además poseían algún defecto físico, se avenían a sus temas jocosos. Aunque más tarde com­ prendía que sus aciertos burlescos, señalando imperfec­ ciones, le acarreaban cierta depresión espiritual, unida a tremendos sinsabores. Su empezar en el verso, siendo estudiante, lo realizó en personales coplas-quintillas, cuya construcción no era la corrie.nte. Comenzaban los dos primeros versos con el mismo consonante; el tercero y el cuarto con distinto, y el quinto rimaba con los dos primeros. Las quintillas las escribía en tiras de papel que entregaba solamente a los condiscípulos entrañables a su amistad, v ninguno más BAAL, XLV, 1980 DISCURSO DE RECEPCIÓN 25 que ellos gozaba de la breve y jugosísima sátira. De éstas. no guardó copias, porque era escribirlas y pasar­ las al compañero. y de ahí su queja porque ellas corrie­ ran en poder de algunos, difundiéndolas, en tanto él vivía privado de ellas. Enterado el historiador, doctor Juan Canter, de la exis­ tencia de un arca con inmenso material literario que per­ teneció al vecino eminente de la Loma Verde de Morón lJue fallecJo en 1822, y que no fue otro que el creador de la poesía gauchesca, don Bartolomé Hidalgo, y cuya posesión del arca la tenía una señorita de noventa y dos años. la que manifestaba con regocijante orgullo la fa­ miliar amistad mantenida por sus padres con "Don Bar­ tolomé". como ella lo nombraba. Cuando el historiador llegó en busca del tesoro literario, la dueña ya no exis­ tía. Allí habló con el vecino, don Adolfo Guido; éste conservaba algunas piezas que el arca contenía, entre ellas, varias tiras con las coplas-quintillas que repartiera entre sus condiscípulos Juan Cruz Varela, con notas refe­ rentes a las mismas. Como el romancillo anónimo que posiblemente se deba a la inventiva de Bartolomé Hidalgo v que fue valedero aporte para la Defensa de Estanis­ iao del Campo y del caballo overo rosado. También el historiador Juan Canter, aseguraba que los nombres que aparecen en las estrofas pergeñadas por el. estudiante Varela, no eran los propios de los maestros y profesores, que aquello que los identificaba no era otro que el de. fecto físico; y que no todos fueron sus profe.sores, sino que tomó a otros del establecimiento de enseñanza para sus sátiras. Este rico fruto festivo del empezar literario tiene que haberle llegado a Bartolomé Hidalgo, por intermedio de algún compañero de estudios de Juan Cruz Varela; y al creador del verso gauchesco, tuvo que serIe de mucho BAAL, XLV, 1980 26 EÚAs CARPENA gusto, porque son piezas donde el donaire fluye y cam­ pea con holgura, realizando en cada copla-quintilla, el consejo de Apolo, el de dar su numen a las risas, lo cual lo cumplió con fidelidad. En una de sus concisas sátiras, expone el defecto de emitir la voz el profesor de apellido Cavaya, el cual ape­ llido, aprovecha para la creación mordaz. Describe la llegada de aquél al aula. Antes de ir a la Historia de Roma, tras de garraspear, alzaba la cabeza, estirando el pescuezo: lo hacía girar, viboreando, y en el último garraspeo, hecho con fuerza, lanzaba el saludo. Entonces se ajustaba el cinturón, lo cual al humor chispeante de Juan Cruz Varela, le hacía ver con el ajuste del cinturón y por el apellido Cavaya, nada menos que a un equino con la sobrecincha y al emitir el saludo garganteado, ocu­ rrÍasele un relincho. Enterado el profesor, por un compañero infidente que le hace llegar la noticia de los versos sin denunciar al autor, protesta en tono de chanza, clamando que su voz es la de un pájaro y nunca, pero nunca, la de un caba­ llo en relinchos. Aclara que su apellido Cavaya, es con V 'corta y no larga, y que no es tampoco doble L sino con y griega. El estudiante Varela, nada tarda en complacerlo, por­ que en el descanso, entre hora y hora de clase, el profe­ sor al entrar por segunda vez _al aula, encuentra sobre el pupitre una nueva expresión poética que le satisface, porque mantiene una sonrisa durante la lectura. La primera manifestación que le llega al profesor es la siguiente:

Entra Cavaya. Se hincha. Se ajusta la sobrecincha. Cabeza y cuello menea. 8AAL, XLV. HlBO DISCURSO DE RECEPCIÓN 27

fuertemente garraspea y el saludo lo relincha. La segunda expresión, para solaz del agraviado, es esta otra quintilla: Cavaya se enseñorea. Toma la historia. La hojea. Es de Roma la lección, la da, y en su entonación. como el pájaro gorjea. El profesor ha de aplaudir el ingenio poético del estu­ diante anónimo, pero ha de advertirle que hay otro ca­ mino para su poesía que le dará frutos buenísimos: y le aconseja que abandone lo burlesco y deje la sátira para Francisco de Quevedo y. Villegas, y'que comprenda que el herido por ese hierro candente, le guardará el eterno rencor. A un ayudante de la asignatura de Ciencias, que al hablar rociaba de perlas acuosas a su oyente cercano, y a quien todos le escondían la cara, le compone las corres­ pondientes estrofas: son dos. En una le coloca el mote difundido en el establecimiento escolar: "El Guanaco", ~' en la segunda, le aconseja de qué manera debe emitir la conversación. Con estos versos lo expone a las risas: Ayudante Guadalupe, por experiencia lo supe, v por cierto lo destaco: ~i lo apodan: "El Guanaco", es porque al hablar, escupe. y ha de seguirle la copla-quintilla, consejera: Si este consejo se aviva en su mente, asaz altiva, BAAL, XLV, 1980 28 ELÍAs CARPENA

manténgalo siempre alerta: su boca no tan abierta, y la lengua sin saliva. Un profesor muy del afecto de Juan C~z Var~la. a quien k reconoce sabiduría. el cual es d.emaslado eXIgente y parco en adjudicar la nota correspondiente a las pruebas escritas en los exámenes. llega un día con un dedo de la mano derecha vendado. Arroja con desdén el manojo de pruebas corregidas sobre el pupitre y se sienta. Luego reparte las hojas al alumnado y son todas caras con muestras de disgusto. Todo cuanto advierte, le ins­ pira al estudiante poeta estas dos coplas-quiritillas: Muestra el índice vendado. Tiene el dedo fracturado nuestro sabio Bladimir: se le quebró al escribir en las pruebas: Aplazado. En la segunda envía el consejo pertinente: Si cambia el procedimiento nos ha de dar un contento y no existirá el resabio: no es el estudiante un sabio como usted, que es un portento. Tuvo su sanción poética un profesor de literatura que nunca se detenía en el análisis literario, y cuando se lo requerían, rehuía el diálogo comprometedor, aduciendo que la interpretación y lo analítico. era un" asunto perso­ nal que ~orrespondía al entendimiento del aluJllDo. Dos coplas-quintillas, le inspiraron a Juan Cruz Ñarela, las primeras clases de dicho profesor. En la nota que acom­ pañaba los versos se leía el apodo con que los estudiantes lo nombraban: "El profesor leyen~". BAAL. XLV, 1980 DISCURSO DE RECEPCIÓN 29

Primera. Además de la lectura que sin razonar apura, ¡dénos algún fundamento! ¡Analice. .. y su talento muestre en la literatura! Segunda. Si se mueve en esta danza: ¡qué fácil es la enseñanza! Leer. leer, y leer ... Que nos muestre Sil saber se vive con la esperanza. Las Pragmáticas de Francisco Quevedo y Villegas, le dan tema para expon~r a la chanza y risas, a un profe­ sor .que después de limpiarse la nariz, extendía el mo­ quero para detenerse en la observación. Juan Cruz Varela, desarrolla en verso lo que dio -Quevedo a la prosa. y es esto: El limpio no quiere verlas y las esconde al tenerlas: sepa nuestro profesor, que las mira con amor, que su nariz no da perlas. En la Antología Hispano Americana de don Calixto Oyuela, cita de Juan Cruz Varela la sátira descriptiva que escribió para el escribano que "entró solemnemente a tomarle declaración" y transcribe sólo una copIa-quin­ tilla, aquella tan difundida y risueña que se enseñorea en todas las generaciones estudiantiles. Este hallazgo poético, ya no pertenece a su vida de estudiante. Toma lo mismo, lo satírico de su comienzo de poeta, y le da perpetuidad. Con estos versos el escribano irá irreme­ diablemente a la posteridad: BAAL, XLV, 1980 30 ELÍAS CARPENA

Entró una nariz primero, luego el ala del sombrero, después las cejas pasaron, y de tantos como entraron, Don Diego Olmos fue el postrero. En la entrega de don Adolfo Guido, de la Loma Ver­ de de Morón, al doctor Juan Canter, aparecen tres es­ trofas, dos de ellas en distintos metros, las cuales. van dirigidas al escribano don Diego Olmos. En la nota que a los versos acompañaba, se dice de la nariz de extre­ mada largura del escribano. Por las cuatro estrofas so­ cre el apéndice nasal festivamente cantado,' se percibe que Juan Cruz Varela quiso marcar a fuego a don Diego Olmos. ¡Quién sabe qué causa de injusticia le creó el motivo para que reiterara en sus punzadas heridoras! Dos de las estrofas las realiza en endecasílabos y una tercera en los anteriores metros, el octosílabo. Con esta gracia ha de celebrar la nariz inspiradora del escribano: Si se bate por algo, o bien por nada, ha de ir con la man~ desarmada: Don Diego Olmos, no usará pistola, mas llevará la furia de la ola su nariz, que usará como una espada. En la siguiente estrofa, Juan Cruz Varela toma de nuevo el decir de Quevedo y Vülegas, y de Quevedo es el segundo verso, pero dispone de distinta manera las palabras porque la rima, imperiosamente ha de obligar­ lo. Y dice graciosamente: Que este suceso extraño a nadie asombre: érase una nariz pegada a un hombre. U na nariz, el colmo de los colmos, que esgrime horizontal Don Diego Olmos y lleva: El narizón de sobrenombre. BAAL, XLV, Ul80 DISCURSO DE .RECEPCIÓN 31

La copla-quintilla que se tiene por última, es la reali- zada en el metro primitivo y no es otra que ésta: Que lo que miente se esparza. Don Diego Olmos engarza la prueba de su desliz, para extender su nariz se aplica un pico de garza. Para un profesor de muy baja estatura, a quien debían colocarle un altor en el asiento para que sobresaliera y d pupitre no le impidiese ver al alumnado, se hacía confesión de su valentía y capacidad bélica, pero que no siguió la carrera de las armas, su vocación, porque sus familiares no se lo permitieron. Juan Cruz Varela se hizo del tema \' le compuso los correspondientes vers·os: Solo vivía en su sueño, el ser General, Guereño. ¡Ser militar de valía! Pero de serlo sería un San Martín en pequeño.

LOS AMORES DE JUAN CRUZ VARELA Ha de llegarle al poeta, el tiempo de tomar el con­ sejo de Apolo con aquel que lo alienta para que Sil corazón se derrita en el amor. Y en el delirante amor ya lo tenemos a Juan Cruz Varela; en un amor con pasión, a veces deleitable, otras veces hasta con lloros. Un enamoramiento de repente, que fue descubrir a la muy bella Elvira y mantenerse inerte, en completa anonadación. Este instante luminoso, lo ha de recordar cantándolo con vehemencia. En solo tres versos ex­ pone el suceso: 32 ELÍAS CARPENA BAAL. XLV. 1980

Al verla, se mantuvo un tiempo largo sin circular la sangre por mis venas )' todos mis sentidos en letargo. El poema titulado "La Elvira'" es una narración poé­ tica extensísima, con gran variedad de temas, realizada en octavas reales. Este aporte, nos aclara el poeta, ha sufrido una poda enorme de agilizamiento; pero a pe­ sar de la quita de muchos versos, al ser casi .fragmen­ tado, todavía mantiene una intensa largura, pues enar­ bola un total de setecientos sesenta versos, que dan las noventa y cinco octavas reales publicadll:s en libro. En nuestro tiempo, el poeta condensa, el motivo y la creación no es extensiva; pero en la época de Juan Cru:..- Varela se tenía en mérito, y se valoraba y aplau­ día, la inspiración. Los grandes inspirados, eran aque­ llos que elaboraban sus poesías voluminosas, aunque en ellas se intercalaran gran variedad de temas de relleno. Elvira, la bien cantada, se le aparece primeramente, en un sueño, o tal vez encontrándose en un estado de' videncia, y ya entra el enamorado a mantenerse su­ jeto a una visión, que no es otra que la de Venus que lo deslumbra con el Niño del Amor y luego Cupido dirigiéndolo en áureo vuelo al "Albergue delicioso", el arbolado parque, al que Juan Cruz Varela bautiza, llamándolo: "El sitio ameno", el cual no es otro que el Real Paseo de Córdoba, aclarado en una nota por el académico don Manuel Mujica Lainez. Después del afectuoso sueño saldrá en busca de la deleitosa extensión agreste: "El sitio ameno". Y allí llega el poeta y lo encuentra invadido por un batallón de ejército en maniobras militares. Para Juan Cruz Va­ rela el Real Paseo de Córdoba debía de ser expansión BAAL, XLV, 1980 DISCURSO DE RECEPCIÓN 33 de los enamorados, y nada más que sitio ameno de ena­ morados. Aquí tomará el poeta de nuevo el consejo de Apolo, aquel que le pide que no le cante a la guerra, y a la guerra ha de cantarle, pero condenando esas prácticas, y en contra de ellas se inspira y así lo hace:

y allá más lejos a la par se oían sonidos de atambor, trompas de bronces, y voces de soldados que ofrecían, por ensayar los lances de la guerra. imagen de batalla en quieta tierra.

En su condenación dice que aquel campo es la omi­ nosa escuela del arte de matar al semejante. Y agre­ ga que el guerrero la matanza anhela y que el sol­ dado en su deseo de guerra "Se queja de que tanto se dilate -el momento del bárbaro combate". Ya se halla el poeta en el verde oasis, en "el sitio ameno", donde se encuentran en ruidosa actividad las maniobras militares. Y allí, entonces, hace su apari­ ción la muy hermosa Elvira y lo conturba el amor nacido tan al pronto. Este encuentro ha de narrarlo poéticamente en descripciones de pasión, de deslum­ bramiento y de amor. Así la nombra en armoniosas calificaciones relatadas a su hermano Jacobo: "Más Diosa que Elvira ya no había. Era un ángel del cielo. ¡Ay Diosl ¡Lo que era aquella criatura! La mañana más pura y fresca de la primavera, pintada vieras en su tez lozana. La rosa más subida, la pri­ mera, con que el jardín soberbio se engalana, arrima­ da a su rostro perdería el brillante color con que lucía. No tan hermosa fue ni tan sencilla la misma Venus: si a Elvira ve, Venus se humilla .. , y corrida y cel.osa, al mar volviera y diosa del amor mi ninfa 34 ELÍAS CARPENA BAAL, XLV, 1980 fuera". y seguirá elogiando a su Elvira con refulgen­ tes metáforas y sonantes versos. No será posible silenciarle los distintos amores de Juan Cruz Yarela, sino ponerlos en evidencia y acredi­ tarlo como el enamorado mayor: ama con fervor, con delirio, con pasión y con lágrimas. El lloro en el poe­ ta por lances de amor era frecuente. Antes de su amor intenso por Elvira, profundizado en la poesía. "La Elvira", ya su amor lo había extremado en Laura y él lo aclara en las estrofas del romance poético, que ti­ tula: 'Mi inclinación primera", y después en dos poe­ mas más en "Mi pasión" y en "A un sueño": . Tres poe­ sías le han inspirado los amores de Laura y la fuerte pasión amorosa campea límpida en el tríptico: unas veces triunfante, otras con desaliento, otras con triste­ zas y dudas ... En "Mi inclinación primera", ya le escuchamos la confesión amorosa con esta declaración: Así en la edad primera en que tierno palpita el pecho, y ni siquiera soñamos la desdicha, en delicioso fuego mi corazón ardía; y mis versos bañados en las lágrimas mías, lágrimas que de gozo, no de dolor, corrían, eran el solo libro en que Laura aprendía lo que vale, a quince años, querer y ser querida. Se llega a continuación a las octavas que llevan de BAAL, XLV, 1980 DISCURSO DE RECEPCIÓN 35 título "A un sueño", Es una balada donde cada estro­ fa termina con el estribillo: "A mi adorado bien", Aquí describe el poeta un sueño tétrico, donde un rival te­ niblemente cruel es requerido por Laura, y este ama­ dor recibe las caricias de la desleal, en tanto el nuevo amante toca los labios de su adorado bien. Y ante esta visión creada por el sueño, ha de exclamar deses­ perado: Mi postrimer momento hubiera sido aquel, si no es que el llanto amargo me vino a socorrer; y trémulo. espirante, al cabo desperté. llamando entre sollozos a mi adorado bien, y ha de reclamarle a su sueño. imperiosamente, dis­ tintas escenas: visiones felices. de paz. de dicha. y de buenaventuranza. Este es su gusto y esto le transmite: Recuérdame tan solo mis ratos de placer. y píntame cual sueles a mi adorado bien. Tras el poema "A un sueño". regresan sus amores a la poesía: "Mi pasión", y es otra vez Laura su motivo de amor. En la anterior lucubración: "A un sueño". el sueño atroz descripto. debe de habérselo inspirado al­ guna deslealtad de Laura y de ahí su inquieto y turbu­ lento soñar. En los versos de "Mi pasión". surge un tema desolado; un canto a la separación de los enamo­ rados. Refiere su lealtad y lo desleal que le ha sido Laura. Todo el suceso acaecido le inspira al dolorido BAAL, XLV, 1980 36 EúAS CARPENA enamorado una versificación tétrica. Esto canta a ma­ nera de oración fúnebre: Moriré. Laura injusta; tus enojos guardaban este premio a mi terneza; y. en mi muerte misma, tu dureza permitirá una lágrima a mis ojos. Mis frijidos despojos verás sin ablandarte; que el cielo tiene parte en mi mal y en tus iras. porque intenta un ejemplo dejar a las edades, en mí. de una pasión, la más violenta, en ti, la ingratitud y falsedades. No ha de mantenerlo huérfano tanto tiempo la falta o el vacío de amor que padece Juan Cruz Varela, el fecundo amador, pronto se lo encuentra poseyéndolo en un nuevo cielo venturoso; y lo ha de proclamar con el ai­ roso título "Delia sobre todas". Ninguna de sus amadoras anteriores. alcanza los méritos totales de la novísima dei­ dlld. Entonces crea el romance donde vibra la emoción y pide indulgencia a las muy queridas de antes, cantán­ doles dulcemente: Perdonad. hermosas que amé en otro tiempo, si en vuestros altares ya no quemo incienso, y a un ídolo solo. en su solo templo, consagro mi culto reverente. eterno. y en su aclaratoria poética. para que no nazcan dudas acerca de cómo es el flamante aporte que engalana su ternura y sentimiento, exclama: BAAL,XLV, 1980 DISCURSO DE IIIlCEPCIÓN 37

Pero Delia... ¡Diosesl, todo el bien supremo, toda la ventura que promete el cielo, todo es ella sola: y en el universo lo que es ella nadie fue, ni pudo serlo. En solamente cuatro versos, asegura su futuro en el amor y lo anuncia con entereza y afirmación rotunda, cantando: y ya en otra llama no arderá mi pecho, ni otro nombre nunca sonará en mis versos. Ya es nada más que para Delia, para el novísimo amor )T en sus alabanzas, recuerda los nombres de sus pasiones pasadas y evoca sus nombres con dulzura: "La linda Do­ rila", Laura, Cintia, y Elvira. Cuatro nombres que fueron su pasión. Justifica limpiamente, su emocionado cambio diciéndoles a las anteriores deidades de sq. enamoramiento último, y las entera: Yo que culpa tengo de que haya una Delia en el universo, y no haya querido formar otro cielo. ¡Ahl, si todas fuéseis como es ella, cierto que el primer cariño sería el postrero y el primer suspiro el último aliento. 38 ELÍAs CARPENA BAAL, XLV, 1980

A sus antiguas y adoradas deidades. ha de despedir­ las con la aclaración de este verso que canta: "Porque Delia es una"; y será al final la postrer despedida a las que engalanaron sus sentimientos. los cuatro versos si­ guientes. a manera de copla: Perdonad hermosas que amé en otro tiempo: Adiós para siempre que Delia es mi dueño.

En los amores con Delia, lo toma el fantasIQ~ de la in­ certidumbre y de la duda. en cuanto a la lealtad de Delia y lo acometen los celos y lo altera la aflicción. Estas maquinaciones lo hacen vivir en la alteración y andar por las encrespadas olas del desasosiego. Esta decadencia ha de inspirarlo para la construcción de un poema roman­ ceado: "El enojo". ¿Pero qué realidades causan sus celos? Las busca ahondando en toda clase de pensamientos y posibilidades. En los versos del romance lo ha de co­ municar: Sin Delia celarme temores un día sentí apoderarse del pecho. y el pecho palpitar. temblarme .

••• l ••••••• l •••••••••••••••• ...... y en la mente dudas y en la alma combates, y cosas que nunca podrán explicarse. Se le advierte en un deseo de quejarse de Delia. Pero, ¿con qué motivos? ¿Con cuáles, que los busca, rec6ndi- BAAL, XLV, 1980 DISCURSO DI!: RECEPCIÓN 39 tos sin hallarlos? No hay causa para sus quejas, mas su lribulación creada sin fundamento lo conduce a encon­ trar pruebas y se pregunta: "¿Cuándo hubo razón en amantes?". Con toda su hesitación continúa en el clamo­ reo lírico, hasta que sacando fuerzas de flaquezas, le confía los pesares que lo atormentan a su querido bien. Delia lo escucha sorprendida y aquello que oye, en­ contrándolo descabellado e irreal, la promueve a risas, solamente a risas. La risa que respalda la inocencia de Delia lo irrita, y con su bagaje de celos, e irascible, parte de su lado. Tras un día tristísimo de llorar sus pesares vuelve al amor y en el encuentro ha de lla­ marla: "ingrata". Aunque al pronto ha de declararse otra vez dichoso, cuya dicha confiesa con estos versos: Pero ya Delia, amante más que nunca entonces, más que nunca amable, ya llora conmigo, ya me satisface. Consciente que guste del beso inefable, y enjuga mi llanto, V vuelve a abrazarme; y nunca sus labios como entonces arden. Al final, pleno de buenaventuranza, dirá por todo el bien recibido, el que le proporcionó la escena de recon­ ciliación, que por recibir de nuevo tanto beneficio, le confiesa a la bien querida: Mil veces, mi Delia, volviera a enojarme, aunque me costara mayores pesares, 40 ELÍAS CulPENA BAAL, XLV, 1980

si con igual fuego volvieras a darme eso que me diste por desenojarme. En el romance titulado "A Lafinur", ha de pedirle, imperiosamente, que no se distraiga en la filosofía. en revolver los libros de tantísimos autores; y para .que valga la prédica intencionada. que será en alabanzas del amor, le aconseja que no vaya detrás de la inútil cien­ cia y le pide un cambio con esta explicación consejera, le dice que no tiene que importarle que esté- fijo el sol en el cielo y que gire la tierra en torno. Y ha de de­ cirle más: ¿Qué importan las distancias que hay de Mercurio a Venus, o de Marte a Saturno, o de Saturno al centro? Entonces ha de incitarlo al amor y arguye: "El des­ tino del hombre / en amar está puesto." Tal vez. Lafi­ nur, ahondándose en los estudios y prácticas científicas, viviría lejos de dar sus amores y recibirlos de una mujer, y esto habría de apenarlo a Juan Cruz Varela, y de allí nace la prédica poética que con el consejo haya motivos para ensalzar a su adorado bien. Tras la pre­ gunta enhebra la afirmación: ¿Conoces a mi Delia, Pues otra Delia busca, querido amigo. luego, como la mía nunca la encontrarás. es cierto; pero Cupido sabe herir también los pechos, BAAL, XLV, 1980 DISCURSO DE RECEPCIÓN 41

que, cuando están tocados de su divino fuego toda querida es diosa, todo lo amado es bello. Juan Cruz Varela lo interiorizará de su vida encerra­ do en el gabinete de su tarea diaria, cercano a los que rigen la suerte de los pueblos: Gobernador, ministros, y Lafinur tiene que haberle dicho que por el cargo que él desempeña, su dicha la tiene lograda muy ampliamente. A esto le responderá: ¡Ah, Lafinur!' Te engañas; dejo el palacio, y vuelo a los labios de Delia, que me esperan sedientos. Pondera este encuentro con Delia, luego de sus ta­ reas, afirmando: Esto solo es fortuna; esto es vida. y ha de terminar el romance instándolo al amor con estos versos: Ea, querido amigo, aprovecha tu tiempo; que uno al otro los días se atropellan violentos, como si fuera largo el plazo que tenemos.

CONSTANTE EN EL AMOR DE DELIA

A Juan Cruz Varela, le llega la entusiasta noticia de un triunfo de las armas argentinas y, conmovida y bullente su inspiración, pronta para crear sobre aquel hecho de BAAL, XLV, 1980 42 ELÍAS CARPENA

armas tan feliz, se apresta para el encomio de la victo­ ria obtenida por el general San Martín. Mas al darse a la tarea poética, puede más que Marte, la dulcisima Clío y esta poderosa musa, lo conduce a su tema real, aquel que se agita en su sentimiento y escribe el roman­ ce: "Mis designios frustrados"; alli aclara adónde se dirigía y dónde termina; cuál era su intención primera y cuál el designio que le inspiró la musa CHo. Esto es: Iba a subir al Pindo, y en elevada rima, dar entonces loores a San Martín quería, pero ni bien trepaba la sagrada colina, cuando al encuentro mío vino la Musa amiga, y me puso en la mano con graciosa sonrisa el instrumento mismo que yo a buscar venía. En posesión del instrumento, quiso su voz pronunciar Marte e ir a sus dominios, pero de los tonos arrancados en vez de guerra, brotó la tierna palabra eternamente anidada en él, y que no es otra que Amor. La excelsa CHo, la musa que lo envuelve, le pide: "Canta, canta ... Que mi numen te inspira". y le advierte que Apolo, que lo tiene cercado, no ha de pernÍitirle los temas de alabanzas guerreras sino los de risas y los de Amor; y al retornar el poeta al instru­ mento, con rabia,. porque su sentir en ese instante se halla en loar el triunfo bélico, se interpone la musa CHo, de manera que al alzar otra vez la voz: Amor ... y sólo BAAL, XLV, 1980 DISCURSO DE RECEPCIÓN 43

Amor ... , suena su lira. Entonces la dulce Musa lo in­ duce rectamente al Amor, encareciéndole consejera, que deje para López, para Rodríguez, para Rojas y Luca -poetas nacionales bélicos- los cantos guerreros. Y aca­ la este dictado que le impone su seguidora con mando de cumplimiento:

Ellos, no tú, del héroe canten la sien invicta, de palmas, y de gloria, y de laurel ceñida. Con aquella imposición, Juan Cruz Varela exclama con certeza: "La Delia mía vale más que mil héroes". Y muy a pesar de su afirmación rotunda, quiere volver con alabanzas al héroe, mas al hacerlo, declara que al in­ vocar a Temis, resonó Amor la lira. Ha de dar término al romance con esta afirmación que Delia la escucha con placer:

¿ y qué quieres que cante? ¿Y qué quieres que diga? Si Amor tan solamente sabe sonar mi lira. Los labios de Juan Cruz VareIa eran un arenal re­ seco en busca de húmedos oasis. Vivía para el deleite que le ofrecían los besos. Se sentía un sediento cons­ tante V los besos salvadores se los reclamaba, fervoroso, a la b~lla que se los procuraba. En la balada "El jardín de Delia", tema que se lo brinda el escenario florecido, discurre acerca de la dicha v el encanto que halla en tan poético lugar. Allí realiz¡ su exquisito logro; y entre besos y besos, la dulcísima enamorada le promete po­ nerlo en su gusto, diciéndole: BAAL, XLV,1980 44 ELÍAS CARPENA

Cuando mañana vuelvas, te daré en otro beso alguna hojita fresca de aquella rosa linda, que será la primera que se abrirá olorosa en el jardín de Delia. y al siguiente día regresa anheloso el poeta y en' an­ sias, buscando que sea realidad la tierna promesa. Cuenta el feliz resultado al llegar al jardín, y así ha de descri­ birlo en la balada: Llegué, llegó a la rosa, arranca una hoja de ella, y, puesta entre su labio, voló hacia mí risueña; y su labio y la hojita a mi boca sedienta gustaron como a Dioses. El delicioso néctar . y el aura embalsamaron en el jardín de Delia. y ha de proclamar con gustoso placer: ¡Oh dulce beso! IOh rosa! y continuará con los ambici.Qnados besos en el triste poema: "Mis recuerdos en la ausencia", donde evoca do­ lorido, en sus veinticinco años de vida, razones que lo ponen en las congojas. Allí ha de tornar por un instante a lo que en otra época fue motivo de encantamiento. Clama su angustia: ¡Ay besos de Delia! por los que otra vez a los más dichosos BAAL, XLV, 1980 DISCVRSO DE RECEPCIÓN 45

mil envidias di !Ay besos de Delia! ¡Ay dulce embriaguez!

Dará fin al poema con desaliento y añoranza, entonces confirma su tristeza en los ocho versos finales: Dejadme, recuerdos; no volvais a mí, ni en inútil fuego me hagais abrasar; que, desde el instante que a Delia no ví, ni el morir es pena, ni el vivir gozar.

EL DESTIERRO DE JUAN CRUZ VARELA

En un clamoroso párrafo a sus alumnos, en la cátedra de Instrucción Cívica, en el movimiento popular sobre la pasada opresión, afirma José Manuel Estrada, senten­ cioso: "Sobre la tumba de Dorrego se alza Juan Manuel de Rosas. Ya el país en 1829, se debate en las pruebas más horrendas: son execrados los seres que elevan lo pri­ mordial para su pueblo: la cultura, la disciplina, la en­ señanza; los que propugnan para que rija la educación, las leyes y el orden. Para las clases pensadoras sólo exis­ tía la persecución. Para librarse de esto, abominable y feroz, v perservar sus vidas, no quedaba más que la ex­ patria~ión. Juan Cruz Varela tuvo ese triste designio: huir de su tierra al extranjero. Su existencia fuera de su patria, no fue otra que la de un vivir de tristeza, de dolor, v entre tantos sinsabores, sufrirá prisiones, pri­ siones que no motivaron culpas. Pero entre tantas des- 46 ELÍAS CARPENA BAAL, XLV, 1980

dichas. ha de hallar refugio. un sostén reconfortante en la poesía. Las musas han de socorrerlo y a ellas les canta con agradecimiento. Gloriándolas les dice: "Me dais. oh. musas. celestial consuelo". Juan Cruz Varela, tal vez. habrá tenido noticias de que su amada Delia. radicada en su patria. pediría por él. su reintegración a Buenos Aires. a su hogar. al cau­ sante de su tragedia. ¡Nunca lo consentiría! La firme­ za de su espíritu ha de inspirarle la negativa más ai­ rosa. y acude a las musas; y crea una balada que titu­ la: "A Delia en mi destierro". donde le pide que no se acerque al que lo arrojó a tan triste de~tino. Esto canta: "No te acobarde bárbara ausencia ni del tirano pérfido veas el vil semblante cándida Delia.

luego ha de aconsejarle que huya del monstruo. Y a continuación. mostrará su altivez con tajante decisión: ¡Ayl que yo nunca prófugo sepa (más bien te llore pálida. yerta) que de mi amiga lágrimas tiernas los pies del tigre vándalo riegan; Ni que ·a su oído súplica extrema, por su proscripto, RAAL, XLV,1980 DISCURSO DE RECEPCIÓN 47

trémula lleva la mi inocente cándida Delia. En otra estrofa de la balada, el poeta ha de descri­ birle los horrores, los crímenes, las afrentas que su­ fre su patria, las que tantas glorias cuenta y que en el presente vive oprimida. Entonces le pide: Llores por esto, cándida Delia. y será su despedida un doloroso: Adiós mi amada mi única prenda. Juan Cruz Varela murió en el destierro a los cua­ renta y cinco años, el 23 de enero de 1839; se han cum­ plido ya los ciento cuarenta y un años. Había nacido en Buenos Aires el 23 de noviembre de 1794. José Rivera Indarte ha de llevar al verso su triste­ za. A la memoria. de Juan Cruz Varela da en lumino­ sa elegía, dos sonetos. En el comienzo de uno le canta: "Cayó sin vida el que con arpa de oro, valor, virtud, belleza celebrando, ante el orbe, gloriosa fue mostrando su patria que hoy derrama sangre y lloro. Ninfas del Plata en gemebundo coro por su muerto poeta van llorando.

RECEPCIÓN DEL ACADÉMICO DE NÚMERO DON ABRAHAM ROSENVASSER *

PALABRAS PBEVIAS DEL SEÑOR PRESIDENTE DE LA ACADEMIÁ DOCrOa BERNARDO CANAL FEIJóo

Antes de leer estas breves líneas, quiero anunciar que nuestra Academia ha constituido su Patrono, designán­ dolo en este carácter a Bernardino Rivadavia, el prócer de quien Bartolomé Mitre dijo que fue el más grande héroe civil de los argentinos. El acto de entronización, por así decir, formal, lo reali­ zaremos en otra ocasión. Para dignificar esta entroniza­ ción se nos ha cedido un busto labrado por el gran es­ cultor Agustín Riganelli, lo que es garantía de su calidad estética y documental. Adán Quiroga, uno de los más inspirados americanis­ tas argentinos de fines del siglo pasado, buceadores vi­ sionarios en los enigmas de la autoctonía americana -eso que Sarmiento llamaba simplemente "la oscuridad ame-

o La crónica de la sesión pública realizada el 25 de septiembre de 1980, puede verse en NOTICIAS, en este mismo volumen. 50 BERNARDO CANAL FElJóo BAAL, XLV, 1980

ricana"- connotaba con sorpresa que el estudio compa­ rativo de las viejas culturas del mundo revelaba en las de nuestro continente rasgos evidentes -decÍa- de las civilizaciones asiáticas, china, india, egipcia, tártara, griega. mongólica. especialmente en la cultura quichua, que es la que a nosotros más inmediatamente nos atañe. Atrevida proposición compartida por todos los grandes precursores del americanismo argentino. quedó ahí a fi­ nes del siglo pasado. como un desafío sin respuesta. que la ciencia americanista argentina posterior no ha sabido o podido o querido recoger. ni para verificar~~ sistemá­ ticamente. ni para cuestionarla si era el caso. Acaso deba reconocerse el único intento serio en este sentido la monumental obra de los hermanos Wagner, temerariamente titulada La civilización chaco-santiague­ ña y sus correlaciones con el Viejo y el Nuevo Mundo. Por supuesto que dichas correlaciones, que nosotros pre­ feriríamos llamar correspondencias. debieron limitarse a una mera confrontación de formas entre piezas arqueo­ lógicas homólogas. ya que de las antiguas razas del suelo no' se poseía historia propiamente dicha. o si algo de ella debía entreverse o sospecharse a través de la-rica sim­ bología enigmática que les es característica, no había una literatura que diera cuenta de sus claves. Y he aquí que en esta ocasión de esta tarde tenemos con nosotros a un argentino, figura sobresaliente de la cátedra supe­ rior, que va a hablarnos de un tema que hace a su espe­ cialidad, del todo imprevisible para nosotros, los meros estudio~os de la historia egipcia por textos oficiales: "La novela real en la literatura del antiguo Egipto". ¿Abrirá alguna nueva perspectiva en el enigma de los americanistas del siglo pasado? La simple casualidad, hay que llamarla de algún modo, de ser precisamente este argentino, el quizá mayor o más autorizado de los BAAL, XLV, 1980 PALABRAS PREVIAS 51 egiptólogos del mundo, en nuestra leñgua al menos, ¿no envolverá acaso un nuevo indicio ciertamente infuso y susceptible de otra verificación que el hecho mismo, de aquella correspondencia en plano de inmanencia, ésta por debajo de las meramente formales advertidas por nuestros atrevidos antropólogos, filólogos y arqueólogos del siglo pasado? ¿Y será también casualidad que su presentador, un distinguido escritor esencialmente argentino, haya sido el importador inspirado -y la ocurrencia no se repite en ningún otro país americano- de ese monumento extra­ ordinario de la cultura egipcia, la fabulosa tumba de la reina Nofretari, en réplica fotográfica por supuesto, aquí en nuestro país, donde el rasgo sobresaliente de la cultura arqueológica es el carácter funerario con sus sarcófagos, sus momias e imágenes hieráticas que llevan a pensar en los modelos de la vieja cultura del Nilo? Lógicamente, yo no puedo ir en esta cuestión más allá de lo que dejo sugerido, que sólo apunta a recordar las desafiadoras intuiciones de los precursores iluminados de un americanismo argentino que queda en vía muerta du­ rante casi un siglo y de algún modo parecería resurgir al conjuro de circunstancias como la presente.

DISCURSO DEL SEf\lOR ACADi:MICO DON MANUEL MUJICA LAINEZ

La Academia se honra y alegra hoy, al incorporar oficialmente a un humanista ilustre. Recibe con el pro­ fesor Abraham Rosenvassel' no sólo a un estudioso de interilacional prestigio, sino también a un hombre cu­ ya noble vida se destaca como un ejemplo. Cabe de­ cir, ciñéndonos en forma rigurosa a la razón de ser esencial de esta casa, que la Academia añade hoya la galería de los que con las letras han contribuido a su alta consideración, el nombre de un sabio que es, si­ multáneamente, un prosista impecable, pues su exten­ sa obra suma la documentada estrictez del verdadero erudito y la medida elegancia del buen escritor. Llega a nosotros en la cumbre de su existencia, tras de haber resistido con dignidad igual los embates de la injusticia y las seducciones del éxito. No lo puedo imaginar sin que su silueta liviana, que hasta avanza­ da edad agilitó el deporte, se perfile sobre un fondo de bibliotecas en las que triunfa el desorden ordenado, y en las que de inmediato se perciben las huellas de la constante consulta. No puedo pensarlo tampoco sin 54 MANUEL MU]ICA LAINEZ BAAL, XLV, 1980 ver recortarse sus manos nerviosas y su vidrio de au­ mento, sobre una columna o unos renglones de gráci­ les y herméticos caracteres. Ni puedo oír su voz ami­ ga, afinada por los años, sin la certidumbre de que transmitirá, generosamente, a quien se lo solicite, el acumulado caudal de su ciencia. Todo ello (figura, gesto, VOZ) diseña una personalidad a la que exalta el altruismo dadivoso con que, me complace insistir. en subrayarlo, Rosenvasser entrega al discípulo o al visi­ tante conocimientos que por otro camino sería muy ar­ duo adquirir, y que implican una vida entera de bús­ quedas y de hallazgos. Más de una vez comprobé yo mismo, en el refugio de su casa del barrio de Belgra- 110, donde los libros invaden las habitaciones, super­ puestos en anaqueles y pisos, y se amontonan peligro­ samente sobre las mesas y las sillas, de modo que hay que desplazarlos para sentarse, la comprensión benévo­ la. paciente, nutrida de experiencia, con que el maes­ tro abandonó la persecución de lecturas y de apuntes que en ese instante concretaba, a fin de encaramarse en· escaleras, traer más volúmenes, abrir atlas, ofrecer vocabularios y comparar versiones, con el objeto de procurar una respuesta justa al que allá acudía en pos de la cita curiosa o del dato fugitivo . . Sin embargo, no quiso el destino que Abraham Ro­ senvasser naciera en la atmósfera propicia de las gran­ des bibliotecas y de los museos inspiradores. Tuvo que conquistarla, el paisanito que vio la luz en Los Quin­ ce Ranchos, Colonia Mauricio, partido de Carlos Ca­ sares, én la provincia de Buenos Aires, y que suele referir cómo, de niño, iba a caballo en pelo, en las glaciales madrugadas, cuidando de no rozar con las piernas, desnudas bajo el poncho, los alambrados hi­ rientes, a una escuela de la Jewish Golonization AssO- BAAL,XLV, 1980 DISCURSO 55 ciation, donde por la mañana se enseñaba en hebreo, y las clases se dai?an por la tarde en castellano. Con­ tó, eso sí, con la ventaja de que su padre, aun siendo un colono, un campesino, poseyera el idioma tradicio­ nal de los suyos, y de que empleándolo, salmodiándo­ lo, le leyese, en la intimidad de la casa modesta ro­ deada por el inmenso aislamiento de la llanura, los textos venerables que relatan las esperanzas, las glo­ rias, el lirismo, los desengaños y las tragedias de su raza antiquísima. Allí, pues, en ese rancherío, entre gauchos, ganados y cultivos sinuosos, pero también en­ tre gente que conservaba sus célebres leyendas e his­ torias, como si protegiesl.' del viento unas maravillosas lámparas inmemoriales, con Abraham Rosenvasser na­ ció. su firme vocación de estudioso y de artista. El muchacho flexible, hecho de ángulos y de ojos penetrantes, a un tiempo irónico y meditabundo, se vi­ no a Buenos Aires, como tantos, siguiendo el mapa es­ telar de la provinciana ilusión. Sus ambiciones se afir­ maban en el ansia de saber, y empezó a colmarla cuan­ do se recibió de abogado en nuestra Facultad de De­ recho, y egresó como profesor de Historia, del Insti­ tuto Superior del Profesorado. Ganó de esa suerte dos títulos, pues se había habituado a dominar y jinetear las materias universitarias, con la diestra seguridad con que antes condujo su caballo en los pampeanos galo­ pes, o con que manejaría la raqueta en las canchas de tenis. Ambos diplomas le fueron sumamente útiles, según se encadenaron las mudanzas de su biografía, pero siempre consideró a la Historia su velamen y su brújula, mientras que la Abogacía tuvo el valor de un remo accesorio, que le impusieron las tormentosas cir­ cunstancias, y es bueno recordar que, sonada la hora, su tesis para optar al doctorado en Derecho consistió 56 MAl'luEL MU]leA LAINEZ BAAL, XLV,1980

en una compulsa entre el Código bíblico de la Alianza y las demás legislaciones del Oriente, con el añadido de la comparación entre los procesos cronológicos de los cuales resultaron las leyes de Solón en Atenas y la Ley de las XII Tablas en Roma; es decir que aún entonces, siendo el rígido Derecho su tema, lo desa­ rrolló a la luz y al calor de su Historia bienamada. La amaba, la ama con extraordinaria pasión, y. de ello sobresale el reiterado testimonio en su obra íntegra y en las etapas de su propia historia individual. Ha­ bía experimentado los síntomas inaugurales de ese sen­ timiento arrebatador, junto a su padre, versado en las Sagradas Escrituras; luego, en el Instituto, creció su interés por las comarcas que acunaron a las primeras civilizaciones; y Egipto lo atrajo desde la adolescen­ cia, como lógico efecto de los vínculos que mezclan sus fastos a los de Israel. La fascinación singular que sobre él irradió el altivo país de. los faraones, intriga y conmueve, si se recuerdan los sencillos orígenes del muchacho, en las distancias de la provincia de Bue­ nos- Aires, y si observamos, en la progresión de los epi­ sodios, cómo apresuró el término de la carrera de De­ recho, para poder consagrarse plenamente al estudio del mundo remoto que entreveía y que lo hechizaba, pues presentía, dentro de la complejidad penumbrosa da sus raíces, brotes y fuentes, aclaratorios de nues­ tra actualidad, tan a menudo inexplicable. Descarta­ das las últimas materias de las dos disciplinas, y ad­ quirida, .como un tesoro, la gramática egipcia de Gar­ diner, que abababa de aparecer, se internó, con soli­ taria audacia, en el preciso y peligroso laberinto de los jeroglíficos, que día a día recorrió hasta ser dueño de sus secretos. Sin duda hay que poseer un don, una sensibilidad sutil que va más allá d~ las connotaciones BAAL, XLV, 1980 DISCURSO 57 doctas y de la memoria fiel, un don que se trae, in­ separable de uno mismo, en el arcano de la identidad, para lograr sin externa ayuda, obedeciendo a una con­ vicción honda e inflexible, el imperio que Rosenvasser logró, retraído entre sus libros y sus dibujos, del má­ gico lenguaje cuyos signos transforman en códices de milenaria sabiduría, a los templos más espléndidos de la tierra, sobre las márgenes del Nilo. Ya por enton­ ces, mientras viajaba con la imaginación y con los im­ presos, soñando en el futuro, por las vastedades don­ de la arena se arremolina en torno de las pirámides, de los colosos y de los obeliscos, Abraham Rosenvas­ ser obtuvo por concurso la cátedra de Historia de Egipto y Oriente, en el Instituto Superior del Profe­ sorado_ Pronto comenzó a recoger los frutos de su empeño. La cosecha inicial le dio la fama. En 1933 exhumó, en I'uestro Museo de Historia Natural, un fragmento de papiro del cual nada se conocía, ni siquiera cómo ha­ bía anclado ahí. El profesor Rosenvasser lo analizó, descifró, y comprendió su óptima jerarquía. Tratábase de un breve trozo de la renombrada "Historia de Si­ nuhé", que sus 4000 años ubican como una de las na­ rraciones novelísticas primigenias del mundo, en el al­ ba de la literatura. Publicó su valioso descubrimiento en el diario La Nación, y envió un comentario de los símbolos a la Egypt Exploration Society, como con­ secuencia de lo cual recibió las cálidas felicitaciones del conspicuo Sir Alan Cardiner, y su invitación, a la que se unió la de Eric Peet, profesor de Egiptología de la Universidad de Oxford, a que colaborase en el preclaro "Journal of Egyptian Archaeology". Habían sorprendido a esos sabios europeos las matizadas y agu­ das interpretaciones de ciertos signos, propuestas por 58 MANUEL MU]ICA LAINEZ BAAL, XLV, 1980

su hasta esa coyuntura ignorado colega de la América del Sur, las que, al ser confrontadas con otros manus­ critos del mismo trozo, prestaban relieve a insólitas fa­ cetas del pretérito narrador. Así surgieron, coinciden­ temente, ante los centros cultos de mayor competen­ cia internacional, el llamado "Papiro de Buenos Aires" y un egiptólogo argentino, entusiasta y serio, que con­ tinuó publicando trabajos en torno de su tema. Después de que confió a la estampa sus Nuevos tex­ tos literarios del Antiguo Egipto y sus Ideas morales en el Antiguo Egipto, monografías que examinan con lucidez aspectos fundamentales del pensamiento de ese país, no es de extrañar que, en 1937, el profesor Jean Capart, director de la Fondation Egyptologique Reine Elisabeth, lo invitara a participar con los miembros de dicha fundación en las excavaciones de EI-Kab,' en Egipto. Lo que sí es de extrañar es que no se le con­ cediera a este compatriota descollante, elogiado en el extranjero, la beca argentina imprescindible para per­ mitir su viaje, y que en cambio la beca fuese conferi­ da a· un plan de estudios directos sobre corporativis­ mo, en Italia. Soplaban los vientos, por lo que se de­ duce, a favor de Benito Mussolini. Quedóse, pues, el profesor en Buenos Aires, y no enumeraré los títulos de las obras suyas que fueron apareciendo en librerías porque esto se extendería demasiado. Baste acotar que ellas abarcan desde el Himno ritual de Akhenaton has­ ta maduras reflexiones sobre la Biblia. Fue nombrado por c~ncurso profesor de Historia de la Civilización An­ tigua en la Universidad de La Plata, pero no bien aso­ mó por los corredores de la Casa Rosada el régimen rapiñador y desmemoriado, que ahora juega a la aus­ teridad y que promete regresar por tercera vez a re­ dimir a nuestra zarandeada República, Rosenvasser BAAL,XLV,1980 . DISCURSO 59 fue declarado cesante, tanto en la Facultad de Huma­ nidades de la que se llam6, discretamente, Ciudad' Eva Perón, como en el Instituto Superior del Profesorado. Tampoco debe extrañarnos que eso sucediera. Rosen­ vasser ha sido siempre un hombre libre, libresco y li­ beral, y nada molesta tanto como esas tres condiciones, antípodas de la librea, a quienes trepan al poder por escaleras oscuras, a hombros de individuos golosos de los azúcares del engaño demagógico. En nuestra corpo­ ración somos varios los que entonces fuimos condecora­ dos con un destino similar al de Rosenvasser. Por suerte, en su caso, al diploma de profesor acom­ pañaba el de abogado, que algo más tarde empezó a presidir, desde un marco tranquilizador, el estudio del tlamante pleitista. Se inauguraba una etapa nueva fren­ te a nuestro académico. La encaró con edificante ente­ reza y con un sentido práctico realmente deportivo. De­ mostró que el maestro que enorgullecía a sus alumnos podía ser, al imponérselo las vicisitudes políticas, un jurisconsulto perito, prudente y hábil. Tan hábil fue y tan requerido su consejo, que ello se evidenció en equi­ tativas ventajas económicas que indiscutiblemente no hubiese alcanzado limitándose a la enseñanza, como co­ rroborarán los profesores aquí presentes. Empero, no varió su lealtad a la fervorosa vocación que lo impul­ sa, y su excepcional capacidad de labor toleró que com­ binase las idas y vueltas del expedienteo y del turismo a través de la cordillera de los códigos, con la medita_ da . elaboración de fascículos numerosos, cada uno de los cuales -ya se trate de Jeremías o Heródoto, de los manuscritos hallados en el desierto de Judá o de sus ca­ ros tópicos egipcios, la religión, la poesía, las costum­ bres, etc.- significó el aporte de indagaciones y exége­ sis que trasuntan la calidad espiritual y científica de su 60 MANUEL MUJlcA LAINEZ BAAL, XLV, 1980 autor, así como una vigilancia prolija del estilo, que re­ fleja su refinamiento literario. El triunfo de la revolución de 1955 le devolvió justi­ cieramente sus cátedras. Las dictó en La Plata, en el instituto del Profesorado y en la Facultad de Filosofía y Letras de Buenos Aires, donde se jubiló y actúa co­ mo profesor emérito. Por otra parte, el voto de docen­ tes, graduados y discípulos lo llevó al decanato de la Facultad de Humanidades de La Plata, cuyo consejo creó el Instituto de Historia Antigua Oriental, encomen­ dándole su dirección honoraria. Gozó de la felicidad de dictar allí egipcio clásico, mientras que un coiega, a pe­ dido suyo, dictaba hebreo bíblico. Dicho Instituto pu­ blicó sus sesenta páginas sagaces sobre Egipto y Pales­ tina, un examen de los problemas históricos de contac­ to e influencia. En 1960, Rosenvasser asistió al Congreso Internacio­ nal de Ciencias Históricas celebrado en Estocolmo, y terció en la discusión de enigmas y dudas arqueológi• cas. M. George Posener, profesor de Egiptología de la cátedra Champollion, le recomendó ese mismo año que estableciese un contacto con el profesor Vercoutter, de la Universidad de Lille, y entonces se produjo el segun­ do de los acontecimientos claves de la vida profesional de Rosenvasser, si consideramos el suceso inicial al des­ cubrimiento del papiro de Sinuhé, porque en esta ocu­ rrencia dejó asentadas las bases de una expedición con­ junta franco-argentina, que efectuaría excavaciones en Nubia, contribuyendo a salvar los monumentos amena­ zados Por la construcción de la represa de Assuán. La misión francesa dependería del Ministerio de Relacio­ nes Exteriores de su país, y toda la tarea exploradora sería supervisada por las autoridades del Museo del Louvre. Esta vez, a diferencia de lo que sucediera vein- BAAL, XLV, 1980 DISCURSO 61

titrés años antes a raíz de la honrosa invitación del pro­ fesor Capart y de la no asignada beca, la misión argen­ tina dispuso del doble apoyo facilitado por el Congre­ so Nacional de Investigaciones' Científicas y Técnicas y por la Facultad de Humanidades ~e--la Universidad de La Plata. ,,?- Agradezcamos tales apoyos, y deplorémos la ausencia del que no consiguió previamente, ya que merced al profesor Rosenvasser, la Argentina Posee hoy un con­ junto de piezas que ilustran sobre una de las primeras y más brillantes culturas del mundo~ Sin él, carecería• mos de esas pruebas que nos incorporan a los países empeñados en defender los rastros de las magnas civi­ lizaciones pasadas, en las que se funda nuestro propio avance hacia el porvenir. En tres campañas intervino Rosenvasser, los años 1961, 1962 y 1963, durante los meses invernales de Áfri­ ca. Tuvo a su lado a su esposa, la perfecta compañera que tanto lo ayudó a armonizar la vida impecable que voy reseñando. El gobierno del Sudán había otorgado a ambas misiones, asociadas en pie de igualdad, la li­ cencia conjunta para encarar el templo de Aksha, del cual Ramsés 11, que lo erigió, fue el dios solitario y or­ gulloso. El profesor ha contado que su esposa y él ha­ bitaban una tapera de adobe, techada con hojas de pal­ ma. Alrededor, en tres o cuatro casucas, se agrupaban los capataces y los obreros. Daban esas chozas a un pa­ tio común y, para preservar un mínimo de reserva ho­ gareña, Rosenvasser tuvo que colocar una puertecita (por supuesto sin cerradura) en la que le correspondía. Dijérase que su localidad natal de Quince Ranchos, en el partido de Carlos Casares, auguró, con su designa­ ción, ese distante y emocionante destino. Estaban en pleno desierto, a diez kilómetros al sur de la -frontera 62 MANUEL MU]ICA LAINEZ BAAL,XLV, 1980

egipcia. Hay allí una mezquita, un cementerio y un mar de arena. De día. el calor sofoca, terrible, y contrasta con el frío nocturno. El anteaño yo anduve, como tu­ rista naturalmente. no muy lejos, visitando los templos de Abu Simbel. rescatados gracias a las solicitudes ina­ plazables de la Unesco. y confieso que no obstante el prodigio de las estructuras y la grandeza del paisaje de dunas. de agua y de cielo, aquello no tienta a alar­ gar la estada. Los Rosenvasser la afrontaron en condi­ ciones primitivas y penosas. El profesor Vercoutter par­ ticipó de la primera de las tres expediciones. en cuyo transcurso Rosenvasser tuvo la suerte de poder traducir importantes inscripciones meroíticas, una lengua que se conoce ma.I; luego Vercoutter fue llamado a Francia. El resumen de lo que exploraron en 1961 y 1962, se pu­ blicó en la revista Kush. órgano del Departamento de Arqueología de la República del Sudán, con informes del profesor francés y notas de Rosenvasser sobre los mencionados y raros textos. Lo referente a la tercera campaña. a la cual no concurrió el especialista francés, se 'debió totalmente al sabio argentino. Abarcaron los descubrimientos un templo y una población rodeados por ún muro. del promedio del siglo XIII antes de nues­ tra era. en una zona que desapareció luego debajo de un lago. de modo que las excavaciones realizadas a la sazón permitieron poner a salvo elementos históricos que de lo contrario se hubiesen perdido quizás eter­ namente. La gtatitud del Sudán hacia la Argentina, compen­ sando así su auxilio eficaz, se manifestó por medio de 18. entrega de trescientas piezas, que Rosenvasser trajo a Buenos Aires desde Nubia. Aquí, para no defraudar a una tradición de tardanza ~r sospechas que el tiem­ po refirma. los catorce cajones que desembarcaron pri- BAAL, XLV, 1980 DISCURSO 63

mero y los veintiocho siguientes, perduraron seis me­ ses en la Aduana, donde los suponían robados, pese a las gestiones del Dr. Houssay. Por fin salieron de pri­ sión, y continuaron embalados y vagabundos, de 1964 a 1977, fecha en que fue posible exhibir su contenido en una aparentemente definitiva sala del Museo ue La Plata, que alberga en la actualidad más de treinta pie­ zas monumentales, algunas de hasta tres metros de al­ tura, a las que Rosenvasser disputó y consiguió, des­ viándolas del propuesto camino del Museo del Louvre. Además de la revista Kush, el Journal of Near Eas­ tern Studies de Chicago, la Bibliotheca Orientalis de Leiden, la Chronique d'Egypte de Bruselas, la Go­ ttinger Miszellen y otras publicaciones foráneas, a la par de las más autorizadas de nuestro país, propagaron desde esa época, diversos y originales artículos del pro­ fesor Rosenvasser. Su actividad sucesiva en los Congre­ sos de Orientalistas de Nueva Delhi, de Michigan, de Australia, del ColIege de France de París, de México y de El Cairo, notoria por comunicaciones de vasta di­ fusión, completa la imagen de un humanista que no abandona la atmósfera' catedrática, enseñando egipcio clásico, neoegipcio y copto, al paso que su pluma fe­ cunda, volandera sobre las carillas de letras apretadas (que en ocasiones reclamarían el descifre de un egip­ tólogo ), divulga en abultadas correspondencias cosmo­ politas la multiplicidad pasmosa de su saber. Tal es el esbozo de la estampa pe Abraham Rosen­ vasser. La Academia Argentina de Letras le da hoy la bienvenida, con la admiración y el afecto que suscita su temple moral e intelectual. Estamos seguros de que su presencia en nuestras sesiones se señalará, cuando sea menester, con el aporte de sugerencias filológicas desusadas, producto de su enciclopédico archivo poIí- 64 M.u.uEL MU]ICA LAINEZ BAAL, XLV, 1980 glota. Ellas ampliarán y facilitarán el trabajo que nues­ tra corporación lleva adelante, hace casi medio siglo, en pro del mejor entendimiento del idioma que hereda­ mos, conservamos, depuramos y aspiramos a enrique­ cer. Permítanme ustedes~ Señoras y Señores, que yo lo abrace fraternalmente, en nombre de mis colegas, y respetuosamente, en nombre de la bella amistad que nos une. DISCURSO DE RECEPCIÓN DEL SEI\iOR ACADÉMICO DON ABRAHAM ROSENVASSER

Deseo, en primer término, recordar aquí a mi pre­ decesor en este sillón, don Alfonso de Laferrere, a quien no he conocido personalmente, pero he seguido de cer­ ca lo que él ha llamado su periodismo de militancia cívica. Tenía don Alfonso de Laferrere el don de trans­ formar todo lo que caía bajo su pluma de periodista en literatura de primera calidad, llena de fuerza crea­ dora. Tal su libro Literatura y política, libro que po­ see los más valiosos atributos del escritor clásico, se­ gún dice bien Sáenz Hayes; y tal también el estudio con que abre la Antología titulada Páginas de Groussac. Añado a la cuenta de sus grandes servicios el dis­ curso que pronunció aquí, en esta Academia, sobre "Le­ tras, historia y política". Es un discurso que señala cla­ ramente la robustez del pensamiento de lo que él ha llamado su "periodismo cívico", un pensamiento que se nutre de la misma sustancia que ha puesto en los edi­ toriales que escribió en La Nación cuando fue confis­ cada La Prensa por acto tiránico el 16 de marzo de 1951. 66 ABIIAHAM IIosENvAssER BAAL, XLV, 1980

Que me haya sido atribuido el sillón Bartolomé Mi­ tre me parece afortunado honor y grata coincidencia con mi actividad en la investigación histórica. Mitre, el grande historiador de nuestra independencia y de la emancipación sudamericana, el autor de las monumen­ tales historias de Belgrano y de San Martín, ocupa el lugar más alto de la historiografía argentina, tanto por el rigor documental que pone en la elaboración de. sus historias como por la feliz conjugación de los factores políticos, económicos, geográficos y culturales con que articula el desarrollo del proceso histórico hasta lograr una historia llena de vida y razonada lógica:· El hecho de haber sido Mitre partícipe en cuerpo y alma de los trabajos por la estructuración de la Nación, desde la lucha contra la tiranía hasta los grandes episodios que culminan con su organización definitiva, confiere a sus escritos una perspectiva de validez incomparable y ex­ traordinaria significación. Confío estar cerca, en espíritu, de Laferrere y Mitre con la exposición que me propongo hacer ahora aquí sobre un género literario que fluctúa entre la historia y la novela, que floreció en el Egipto faraónico desde el año 2000 a.e. hasta la época helenística. El Egipto antiguo no tuvo historiadores que estruc­ turaran su pasado nacional. Los documentos egipcios que suelen considerarse como preparatorios de la ela­ boración historiográfica propiamente dicha no tienen en realidad el carácter de tales. La r~z6n de esa aparente inhabilidad para lacrea­ ci6n historiográfica es que los antiguos egipcios care­ cían del concepto de desarrollo en el tiempo. Conce­ bían el mundo -una concepción que incluía natural­ mente su propio país con su sociedad y estado- como una organización ordenada y estable regida por la dio- BAAL, XLV. 1980 DISCURSO DE RECEPCIÓN 67 sa Maat (el orden cósmico): Maat era para ellos la or­ ganización justa del mundo. La muerte del rey impor­ taba la caída en el desorden y la injusticia; la corona­ ción del nuevo rey significaba otra vez la inauguración del orden y la justicia perdidos. Regía el dogma de que con el acceso de un nuevo faraón también el mundo era creado de nuevo. El mantenimiento de Maat para evitar la caída en el caos estaba asegurado por un ri­ tual correcto cuya manipulación correspondía legítima• mente al rey, sea que obrase personalmente o por me­ dio de delegados. Pertenecían a este ritual de conser­ vación los sacrificios diarios a los dioses, la erección y embellecimiento de los lugares de culto, la construc­ ción de canales y diques, el dictado de las leyes y las decisiones jurídicas, la seguridad de las fronteras, in­ cluso las victorias sobre el rebelde invasor y, por su­ puesto, la renovación de los ritos de coronación del so­ berano. Y esta es, en verdad, la naturaleza de los tra­ bajos (cuya recordación, a menudo comprendida -aun­ que erróneamente- como preparatorios de la elabora­ ción historiográfica) que contienen los anales de los re­ yes de las primeras cinco dinastías (contenidos en la llamada Piedra de Palermo). La Piedra de Palermo es en lo principal una enu­ meración de fiestas religiosas celebradas en honor de tal o cual dios, la renovación anual de la aparición o coronación del rey, las ofrendas instituidas o su acreci­ miento y la erección de santuarios y su dotación de campos, la medida de altura en codos del Nilo, el nú­ mero de orden del censo del ganado mayor y menor, el cómputo del oro y de los campos. La enunciación de "castigar a los trogloditas" o el "acuchillar a los negros" que se hace allí no tiene el alcance de una recordación de hechos históricos. Es- 68 AJiRAHAM RosENVASSER BAAL, XLV, 1980

tán recordados evidentemente con el significado sólo de actos rituales y no tienen más desarrollo que el enun­ ciado o el título. No hay ninguna elaboración historio­ gráfica. No deja de llamar la atención de que ningu­ na derrota, ningún hecho funesto sea mencionado. Es que su recordación sólo habria podido servir para abrir una brecha para alterar el orden cósmico de Maat. El antiguo Egipto ha dejado, sin embargo, millares de monumentos con inscripciones o testimonios muy escuetos de hechos históricos aparte de la documenta­ ción que proveen los libros de sabiduría, las obras lite- rarias y los escritos de tendencia. . . Lugar importante ocupa la "novela real": una narra­ ción histórica de un acontecimiento de profunda signi­ ficación, en la que el faraón ocupa el centro como agen­ te único. El hecho de que el rey pertenezca al linaje de los dioses y sea él mismo en la concepción egipcia un dios hijo del sol Ra y a la vez Horus -el dios del cielo- encarnado, confiere a la narración calidad épica. No menos importante para la narración de la empresa es que el faraón sea en realidad, teológicamente, la sus­ tentación misma del Estado. Para los egipcios la narra­ ción con centro en el soberano no es vista, en verdad, como literatura profana sino como historia de carácter religioso. Lo en la novela real es que el soberano apa­ rezca consultando a los nobles del Consejo acerca de la empresa que va a emprender y que ellos aprueben en­ tusiastas en discurso florido su determinación. Otras ve­ ces el-rey se resuelve hablando con su propio corazón, y hay casos en que el impulso 10 recibe el soberano de un dios que se le aparece en sueños. El lenguaje empleado, como corresponde a un documento de esta clase, es de alto vuelo retórico, el más apropiado aparentemente pa- JlAAL, XL\', 1980 DISCURSO DE RECEPCiÓN 69

ra expresar calidades sublimes y extraordinarias o ma­ ravillosas. En verdad. la novela real parece la magnificación de una empresa del soberano para exaltar sus cualidades de gobernante, menos en cuanto personaje humano que como perteneciente al linaje de los dioses v moviéndo- se en su círculo. . Hay en la historia del Egipto antiguo una veintena de casos de novela real, de los que sólo voy a examinar aquí algunos: la fundación del templo de Atum, la gue­ rra de Kamose contra Apofis, el matrimonio de Ram­ sés 11 con la princesa hetea. La fundación del templo de Atum. A. de Buck, The Building Inscription of the Berlín Leuther Roll, Studia Aegyptiaca, 1, 1938. El relato de la construcción del templo dedicado al dios Atum, en Heliópolis, es la no­ vela real más antigua. Data del Imperio Medio y per­ tenece al rey Sesostris I que gobernó de 1971 a 1928 a.e. Atum es el dios que se coloca más alto en la vie­ ja teología egipcia, la solar o heliopolitana, donde figu­ ra como el principio de la creación, pues de él, sin ayu­ da de pareja, se originaron los grandes dioses cósmicos (el aire, el cielo, la tierra). La fundación de un tem­ plo exigía el cumplimiento de ritos especiales cuya des­ cripción se ha conservado en los templos de baja épo­ ca como el de Edfu, pero es seguro que venían de la más alta antigüedad. Es un ritual que pasaba por ha­ ber sido redactado por el sabio Imhotep de los tiem­ pos del rey Oyeser de la tercera dinastía. La ceremo­ nia comenzaba en plena noche para orientar el tem­ plo por la observación de los astros. El rey acompaña­ do por la diosa Seshat (diosa de la escritura y de los planos de fundación) colocaba cuatro jalones que mar­ caban los cuatro ángulos de la futura construcción. Des- 70 ABlIAJlAM ROSENVASSER BAAL, XLV,1980

pués se tiende el cordel y el rey siguiendo la cuerda cava en la tierra con una azada la zanja de fundación. Se echaba luego arena en la zanja y se colocaba en cada ángulo un depósito de fundación: un adobe moldeado por el rey mismo. La operación terminaba con la co­ locación, que hacía el rey, de la primera piedra. De todos los actos ceremoniales de fundación sólo figura en el texto de la fundación del templo de Atum el cumplimiento del ritual de soltar la cuerda. "El rey, dice el texto, apareció revestido con la diadema y las dos plumas. Todo el pueblo estaba en su ~eguimiento. El oficiante y el escriba del libro sagrado extendieron la cuerda. Soltaron la cuerda y quedó hecho este tem­ plo" (lit. "y fue hecha como este templo"). En verdad, lo importante del texto de fundación está constituido por el discurso que pronuncia el rey ante los nobles de su séquito, señalando los altos motivos que lo han decidido a llevar acabo la obra. Ideas de grandeza como gobernante y autoelogio se mezclan con aspiraciones a conquistar el favor de los dioses. El tex­ to dice así: "En el año 3, del tercer mes de la estación de la Inundación, en el día 8, bajo la Majestad del Rey del Alto y Bajo Egipto, Kheperkara, el hijo de Ra, Se­ sostris, justificado, que viva eternamente, para siempre. El rey hizo su aparición con la doble corona y una se­ sión tuvo lugar en la sala de audiencias. El rey tomó consejo con su séquito, los Compañeros del Palacio, los funcionarios en el lugar de privanza. €l dio órdenes y eIlo~ escucharon; tomó consejo a la vez que los ins­ truía y dijo: He aquÍ que Mi Majestad decretó una obra y piensa en una acción, en algo provechoso para el futuro. Haré un monumento v estableceré decretos duraderos para el Horus del Ho;izonte (el sol que re­ corre el cielo, aquÍ equivalente a Atum). €l ( Atum ) BAAL, XLV, 1980 DISCURSO DE RECEPCiÓN 71 me modeló como uno que ha de ejecutar lo que ha de ser hecho. El me nombró pastor de este país porque sabía que yo sería el que lo guardaría en orden para él. .. Yo soy un rey nato, un soberano de mi propia hechura. Conquisté siendo todavía un niño. Fui podero­ so estando aún en el huevo. Tuve mando cuando era ( sólo) un príncipe. El ( Atum ) me elevó a señor del Alto y Bajo Egipto siendo yo (aún) un muchacho. El ( Atum ) me designó señor del pueblo, uno creado a la vista de los ciudadanos. .. A mí me fue dado (el país) en su largo y en su ancho. Fui criado como un gober­ nante nato. Me fue dado el país y yo soy su señor. Mis proezas han alcanzado la altura del cielo. ¿No es, aca­ so, excelente obrar por el que me hizo y contentar al dios· con lo que me ha dado? Yo soy su hijo, su pro­ tector (como lo fue Horus de Osiris). 1;Z dispuso que yo conquiste lo que él ha conquistado... Estableceré las ofrendas de los dioses y haré (una obra) una casa grande para mi padre Atum. Yo alimentaré sus altares sobre la tierra... Mi perfección será recordada por ra­ zón de su casa. El piramidión (la punta del obelisco) es mi nombre. Tal es la eternidad que proveen los ac­ tos excelentes. Un rey recordado por sus obras nunca muere". Hasta aquí el discurso del soberano. Entonces los nobles consultados por Compañeros del Rey dijeron y contestaron delante de su dios (el rey Sesostris): "El Decreto ordenador (H.w) el Verbo es­ tá en tu boca, el Discernimiento (Sía) te acompaña, oh soberano! Son tus planes los que se realizan, esto es: que aparezca el rey en la (ceremonia de) la Unión de los Dos Países para estirar la cuerda en tu templo. Magnífico es mirar el mañana como algo provechoso para el tiempo (de ahora). La multitud no puede lle­ var a cabo nada sin ti. Tu Majestad es, en verdad, el 72 AIIIIAHAM ROSENVASSER BAAL, XLV,l980

par de ojos de todo el mundo. Es muy hermoso que hagas tu monumento en Heliópolis. la capilla de los dioses. junto a tu padre. el señor de la casa grande, Atum. El Toro de la Enneada (el engendrador de los

dioses) ... » Terminado el discurso de los nobles, el rey ordena al Tesorero Real que disponga la construcción del tem­ plo. Tras esta orden, el rey procede a la operación de soltar la cuerda y con eso como se vio más arriba el templo quedó fundado. La guerra de Kamose contra Apofis. A. Gardiner, The Defeat of the Hyksos by Kamose, The Carnarvon Tablet NQ 1 en Journal 01 Egyptian Archaelogy, 111, 1916; Y Labib Habachi. The Second Stela of Kamose, 1972, (Abhul. d. Deutschen Archliologischen Institute, Cairo). Una novela real de fuerte contenido histórico es la em­ presa guerrera de Kamose. Nos narra el empeño de Kamose de obtener la liberación del Egipto de la do­ minación de los hicsos. Kamose intentó apoderarse de Avaris. la capital de los hicsos, pero a la postre sólo logró ponerle sitio. En la tradición egipcia tardía (siglo 111 a.C.) los hicsos fueron unos bárbaros que lo destruyeron todo. Según el egipcio Manethon (en Josefo, Contra Apion 1, 75-6). "incendiaron de modo salvaje las ciudades, arra­ saron los templos de los dioses y trataron a los indíge• nas con extrema crueldad. degollando a unos V llevan­ do como esclavos a las mujeres y los hijos de l~s otros". En una. tradición más reciente que data del siglo XV a.c.. unos 200 años después de los sucesos. se recogen alusiones similares. La reina Hatshepswt (en sus ins­ cripciones del templo provincial conocido con el nom­ bre de Speos Artémidos) se gloria de haber restaurado los santuarios del Egipto Medio hasta entonces aban- BAAL, XLV, 1980 DISCURSO DE RECEPCIÓN 73

donados a su suerte: "He levantado lo que estaba des­ hecho -dice- desde los tiempos primeros, cuando los asiáticos estaban en Avaris del País del Norte, con hor­ das que correteaban en medio de ellos derribando lo que había sido hecho, Ellos gobernaban sin Ra y él (el dios) no obró con fuerza divina hasta el tiempo de Mi Majestad. Yo habiendo sido establecido sobre el trono de Ra.,. he expulsado la abominación de los dioses', A juzgar por el contenido de los documentos que re­ latan la empresa de Kamose (Tablilla de Carnarvon " estelas de Karnak, especialmente la descubierta en 1954') no hubo tal devastación en gran escala, ni quedó en suspenso el supremo Ra, pues este dios figura nada me­ nos que en el protocolo del rey hicso adversario de Kamose: Aauserra (grande y poderoso es Ra) Apofis (Apopi). A la fecha de la guerra emprendida por Kamose, ha­ cía casi un siglo que los asiáticos llamados Hicsos do­ minaban en toda la mitad norte de Egipto. La parte meridional del país hasta Elefantina estaba en manos de los faraones de la dinastía XVII que gobernaban en Tebas. Al S. de Elefantina existía un reino nubio in­ dependiente. Conviene advertir que desde el punto de vista de la cronología, conforme al orden dinástico, la dinastía XVII de Tebas es considerada por los historiadores como pa­ ralela de las dinastías XV v XVI, atribuidas a los hic­ sos gobernantes del Egipto' septentrional con cenko en Avaris. Se puede atribuir a esas dinastías paralelas el período 1675 a 1575 (aunque algunos rebajan su tiem­ po al lapso 1652-1554 basándose en otra interpretación de los criterios cronológicos), El desencadenamiento de la contienda debe ubicarse en la proximidad del año 74 ABlIAHAM lU>8ENVASsER BAAL, XLV,1980

1575 a.e. (o de 1554 si se opta por el segundo de los criterios mencionados). Los sucesos que -integran la empresa de Kamose no están dispuestos colÍ claridad para lograr hacer de ellos una ordenación histórica, lo que por otra parte no era el ánimo del autor del relato, sino el relieve de la ac­ ción épica del mOharca, Todo está presentado como una caracterización exaltada de la personalidad del rey. Aparece manifiesto !Su humor bárbaro: mezcla de arro­ gancia guerrera, de repetido desafío insultante al ene­ migo, de gozo cruel por la victoria, incluso 'por la des­ trucción de los connacionales que han obrado de con­ cierto con el enemigo que los gobernaba. (Hay tam­ bién algún episodio en que el rey hace alarde de mos­ trarse superior al ene,migo en juego de intriga y astucia), He aquí las partes principales del texto según lata­ blilla de Carnarvon: "El poderoso rey de Tebas Kamo­ se, a quien es dado vida para siempre, era rey benéfi­ co. Ra lo hizo ser rey y le dio poder verdaderamente", y su Majestad habló en su palacio al Consejo de los Grandes que estaban en su séquito: Quisiera saber pa­ ra qué me sirve este poder mío cuando hay un jefe en Avaris y otro en Kush y yo estoy sentado .aquí asocia­ do con un asiático (lit. "Aamu") y un nubio, cada uno poseyendo una porción de la Tierra Negra. A aquél que se divide el país conmigo (el jefe asiático) no lo pue­ do exceder (más allá) de Menfis. Ved, él sujeta (la ciu­ dad) de Khmun (Hermópolis Magna, hoy Ashmunein) y nad~e está libre de expoliación por la servidumbre que se le debe a los asiáticos (styw). Me trenzaré con él (Apofis) y lo voy a despanzurrar. Mi deseo es libe­ rar el Egipto y golpear a los asiáticos. " ~ablaron entonces los grandes del Consejo y dijeron: Mua, todo el mundo responde a los asiáticos hasta (la BAAL, XLV, 1980 DISCURSO DE RECEPCIÓN 75

ciudad de) Cusa (en el centro del país). Nosotros es­ tamos tranquilos en nuestra parte del Egipto. Elefan­ tina está fuerte y el país del medio nos responde. Hay gente que cultiva para nosotros lo mejor de sus cam­ pos. Nuestro ganado se apacienta en los pantanos de papiros. Se nos envía granos para nuestros cerdos. No se nos quita nuestro ganado... Él (el jefe asiático) tiene el país ocupado por los asiáticos, nosotros el Egip­ to nuestro. Si viniera contra nosotros, obraríamos con­ tra él". Esta (laxitud) de los señores fue de desagrado para Kamose. Sus palabras -dice el texto- lastimaron el corazón de Su Majestad. "En cuanto a vuestros conse­ jos (no los seguiré), dijo. Pelearé con los asiáticos. El éxito vendrá. Aunque sea con lágrimas, el país me acla­ mará como poderoso gobernante en Tebas (a mí), Ka­ mose, el protector de Egipto". La narración continúa en adelante en primera per­ sona, la palabra siempre puesta en boca del rey: "Na­ vegué fuerte, aguas abajo, para derribar a los asiáticos, por orden de Amón, el dios justo de consejos: mi va­ liente ejército avanzaba delante de mí como un soplo de fuego ... ". Sigue el relato de una operación contra un importante asiento de asiáticos: Nefrusi, un poco al norte de Hermopolis Magna (Khmun) localidad en la que se encerró un tal Teti hijo de Pepi, aparente­ mente un egipcio prominente, que tenía a su cargo el gobierno de la comarca. "No lo iba a dejar escapar -dice Kamose-.Pasé la noche en mi barco, mi cora­ zón contento. Cuando clareó yo ya estaba sobre él co­ mo un halcón. Cuando fue mediodía (lit.: "el tiempo de perfumarse la boca") lo vencí (lit.: "lo derribé"), arrasé su muro, maté su gente, hice que su mujer ba­ jase a orillas del río. Mis soldados eran como leones 76 AIIIIAHAM RosENVASSER BAAL, XLV,l9S0

con su despojo de esclavos. ganado. leche. grosura. y miel dividiéndose sus presas con corazón contento". Hasta aquí la tablilla de Carnarvon. La narración que sigue -que figura en la estela de Karnak descubierta en 1954- muestra a Kamose que ha ido avanzando hasta alcanzar en el delta la forta­ leza de Avaris. la capital de los hicsos. En el relato, Kamose se encara con el enemigo, lo desafía, lo inju­ ria. discute sus probables pensamientos y pretensiones y afirma a cada paso su propia superioridad. Es un pro­ cedimiento retórico que concede al relato la apariencia de haber sido extraído de un debate entre los coriten­ dientes. Un duelo de oratoria en medio del entrecho­ car de las armas. He aquí algunas partes de ese tex­ to: 'Tu lenguaje es inferior (lit.: tu boca es estrecha). Haces de mí sólo un jefe. pero de ti un gobernante, para reclamar para ti lo (que has) usurpado (y) que (a la postre) será tu caída. Tu espalda siente ( lit.: ve) ya la desgracia. porque mi ejército está detrás de ti. Las mujeres de Avaris no concebirán más pues sus de­ seos (lit.: corazones) no podrán abrir sus cuerpos cuan­ do se oiga el grito de guerra de mi ejército ... ". Tras la narración de los movimientos de su escua­ dra para hacer efectivo el sitio de la ciudad, Kamose insiste en sus declaraciones de desafío: "Mi corazón está contento. pues he hecho que Apofis se vea en si­ tuación desgraciada (lit.: vea un momento miserable), él el dueño de un imperio asiático (lit.: el grande del Retpnu) está impotente: planea en su corazón actos valientes que no le resultan. (Mira he venido aquí y he tenido éxito; el resto del país ( también) está e~ mi mano. Mi situación es excelente). Tan cierto como es que Amón el poderoso permanece, (juro que) no te dejaré (escapar). No dejaré que salgas a pisar los BAAL, XLV, 1980 DISCURSO DE RECEPCIÓN 77

campos sin que yo esté sobre ti. ¡Oh hombre sin co­ razón, asiático vil!' Mira, yo beberé del vino de tu vi­ iíedo que los asiáticos que he capturado prensarán pa­ ra mi. Arraso tu vivienda (lit.: "el lugar de tu asien­ to"), talo tus árboles. He metido tus mujeres en las bodegas de (mis) barcos. Me he apoderado de tus ca­ l'fOS y animales de tiro. No he dejado ni una tabla de los centenares de barcas de cedro nuevo repletas de oro, lapislázuli, plata, turquesa V de hachas de guerra sin número ... Me apoderé de' todas estas cosas. No dejé migaja para Avaris ya vacía. ¡Oh asiático caído, de corazón malvado! ¡Oh asiático vil! Tú que decías yo soy el señor, no hay mi igual hasta donde está Ashmu­ nein y (también) Per-Ha~hor trae tributo a Avaris, yo Kamose, los he dejado en desolación; no hay más gente en ellos. He arrasado sus ciudades. He quemado sus pla­ zas; hice de ellas montículos de ruinas rojas para siem­ pre. ¡Eso por el daño que hicieron en Egipto al ponerse al servicio de los asiáticos cuando ellos infestaron el Egipto, su señora'" Al final, Kamose resume sus éxitos y cuenta su triunfal retomo a Tebas: "Yo Uadykheperra (i.e. Kamose), el valiente a quien es dado vida, uno que domina los acontecimientos: puse los desiertos, Elefantina y el Sur (lit.: 'el comienzo del país') bajo mi autoridad y también los ríos. No hubo fa­ llas en mi camino; no fui negligente respecto de mi ejér­ cito. Me enfrenté con el gobernante del Norte. (Y él) me tomó miedo cuando yo estaba navegando río abajo, (to­ davía) antes de que nos trabáramos en lucha. Antes de que lo alcanzara vio mi soplo abrasador y envió un men­ saje hasta Kush (i.e. la Nubia) en busca de ayuda. Pero yo intercepté al mensajero en el camino y no lo dejé llegar a destino. Lo hice volver al que lo envió. Con ello Illi 78 ABRAHAM ROSENVASSER BAAL, XLV, 1980

fuerza traspasó su corazón y su carne quedó abrumada cuando su mensajero le contó lo que hice en Cinopolis el nomo de su posesión." ¡Qué hermosa jornada para el gobernante (que vuelve) aguas arriba al frente de su ejército! El ejército no sufrió pérdidas; nadie tuvo que inquirir por su compañero de armas. Los corazones no tenían nada que lamentar. En la estación de la inundación me moví lentamente al distrito de Tebas. Todos los rostros estaban luminosos; el país alegre (como en tiempo) de caza; la ribera del río toda alborotada y Tebas de fiesta. Mujeres y hombres vinieron para contemplarme; las mujeres se ~brazaban; ningún rostro tenía lágrimas. Yo quemé incienso a Amón dentro del templo, y dije en el lugar en que es usual hacerlo: 'Recibe las ofrendas', y él (me) dio la cimitarra, (a mí), al hijo de Amón. que viva este próspero y sano, el rey que permanece, Uadykheperra, el hijo de Ra, Ka­ mose, el valiente, a quien es dado vida, que sometió el Sud, que venció el Norte, que sujetó el país por su valor, a quien es dado vida, estabilidad y señorío y cuyo cora­ zón está contento con su ka ( Personalidad) como Ra, para siempre eternamente.

El matrimonio de Ramsés n con la princesa Letea. La estela del matrimonio. Ch. Kuentz, La stele du mariage, Annales du Service des Antiquités, t. XXV, 1925. Un caso curioso de novela real es la llamada "estela del ma~rimonio" que relata el casamiento de Ramsés 11 con la hija del rey heteo Khatusil. Egipto estuvo en gue­ rra durante años con el país de Khatti, pero en 1278 (el año 21 de Ramsés 11) un tratado de paz y de alianzil. fue celebrado entre las dos naciones. Sabemos por 10<; archivos heteos que esta paz dio nacimiento a un impor- BAAL,XLV, 1980 DISCURSO DE RECEPCIÓN 79 tante intercambio epistolar entre los soberanos de ambas cortes. Los fragmentos encontrados en la capital hetea incluyen congratulaciones por la conclusión de la paz di­ rigidas a Khatusil por Nofretari, la mujer de Ramsés JI, por Tuia,la madre de Ramsés y por su hijo Sethkhopshef. Además, se han conservado a lo menos 18 cartas de Ram­ sés dirigidas a Khatusil, el monarca heteo. Buena parte del intercambio epistolar entre los dos monarcas se re­ fiere a la concertación del matrimonio de Ramsés con una hija de Khatusil. Ese matrimonio se celebró efecti­ vamente en el año 34 de Ramsés 11, esto es en 1264, cuando hacía 14 años que la paz regía y el concierto de las dos naciones era pleno. La historia del matrimonio ha sido contada por Ramsés en una gran inscripción de la qUe fueron expuestas copias al público, en Karnak (Tebas), Elefantina, Abu Simbel y Amara, y seguramente también en otros templos. Ha sido, sin duda, la concep­ ción literaria oficial de ese matrimonio como el resultado de una empresa del soberano -y no del concierto de las dos naciones- lo que ha conducido a Ramsés a contarlo como un suceso que arribó a feliz término sólo después que el país de Khatti fue arruinado por la guerra de Ramsés y sometido por él a las peores humillaciones. La primera mitad del texto está dedicada a reseñar los títulos del protocolo de Ramsés 11 con sus cinco nombres, con los epítetos laudatorios usuales, y una detenida des­ cripción de sus poderes por razón de su linaje divino. El faraón es calificado como sol-dios viviente y perfecto, hijo de Atum, un heredero de Ra, Ra sobre la tierra; y más que todo dios; un señor omnipotente que no tiene rebeldes junto a él, omnisciente como Ra, señor del cie­ lo, etc. Al comenzar la parte narrativa se nos dice que "los grandes jefes de todos los estados enterados del carácter 80 ABRAHAM RosENVASSER BAAL, XLV, 1980 maravilloso de S.M. retroceden espantados: el terror de S.M. estaba en su corazón; se prosternaban ante su po­ derío; tributaban homenaje a su rostro perfecto. Los grandes jefes de Retenu (Siria) enviaban (embajada,;) para apaciguar el corazón del Toro Poderoso y pedirle la paz. Se cargaban con sus propios bienes como tributo e impuesto librados por ellos, cada año. (También) po­ nían sus hijos a la cabeza de sus presentes. Todo país extranjero doblaba la cabeza a los pies de ese dios per­ fecto. .. Sólo el país de Khatti no se había unido a esos jefes ... " Ramsés se vio obligado entonces a recurrir' 'a las armas, y juró: "tan cierto como es que me levanto como el orbe del sol, que culmino como Ra, que el cielo reposa sobre sus cuatro sostenes, alcanzaré los límites del país de Khatti y lo derribaré bajo mis pies para siempre". Ramsés llevó la guerra al país de Khatti; "lo conquistó -dice el texto- estando él solo" y "se hizo fama eterna". Años de hambre se siguieron para Khatti que decidieron a su rey a buscar el favor de su victorioso enemigo. El gran rey de Khatti "envió misivas para propiciar a S.M. año tras año, pero él no quiso escucharlo ni una sola vez". Entonces, cuando vio a su país tm esta situación desgraciada, "bajo el imperio del gran poder del Señor de las Dos Tierras, Ramsés, el gran jefe de Khatti habló a sus soldados y a sus nobles, diciendo: ¿QUé significa esto: nuestro país está desolado, nuestro señor, el dios Sutekh, está enojado con nosotros V el cielo no nos da el agua que necesitamos?" . "Conviene que nos despojemos de todos nuestros bie­ nes, que mi hija mayor se ponga al frente de ellos y que llevemos presentes de homenaje al buen dios, para que nos dé paz y que vivamos." La inscripción nos relata las penurias que ha debido BAAL, XLV, 1980 DISCURSO DE REcEpCIÓN 81 sufrir esa comitiva del rey heteo con su hija al frente. Tuvieron que franquear montañas abruptas y desfila­ deros penosos. Enterado el faraón de la marcha de la comitiva resuelve enviar un cuerpo de soldados y de grandes para recibirla, y pensando que iban en misión a Siria, en esos días de lluvia '! de nieve que ocurren en invierno, presentó una gran ofrenda a Sutekh (el dios de la tempestad y de las lluvias), pidiéndole que hiciera cesar la lluvia, el viento del norte y la nieve "hasta que lleguen a Egipto las maravillas que tú Sutekh me has concedido". Y el dios Sutekh hizo el milagro: el cielo se calmó y los días de verano llegaron. Ocurrió entonces algo increíble que "hacía volver la cabeza y paralizaba a los grandes jefes de todo el país": "la hija del gran jefe de Khatti marchaba al Egipto; los soldados, los carros v los grandes de S.M. la escoltaban junto con los solda­ dos, los carros y los caballeros de Khatti, '! todo el pueblo de Khatti junto con el de Egipto. Comían y bebían jun­ tos y fonnaban un solo corazón como hermanos". "Llegada al Egipto, la princesa fue llevada delante de S.M. Presentes muy importantes había detrás de ella, sin número ... S.M. vio que era bella de rostro, una diosa. : . y era un acontecimiento grande, misterioso, una maravi­ lla perfecta, inaudita. Jamás había sido transmitida cosa semejante de boca en boca, ni relatada en los escritos de los antepasados. Fue agradable al corazón de S.M., quien la amó más que todo. Ramsés la declaró entonces esposa real: Hizo (componer) su nombre: 'Esposa del rey, Maanefrura (.la que ve las perfecciones de Ra-r, ¡que viva!". La naturaleza de empresa del soberano, una victoriosa hazaña de Ramsés 11 sobre el rey y el país de Khatti, que la literatura oficial asignaba al relato, resulta claro de 82 ABRAHAM RoSENVASSER BAAL, XLV, 1980 las figuras y leyendas que encabezaban la inscripción. Aparece la princesa hetea ya coronada como reina egip­ cia y detrás de ella el rey heteo, levantadas las manos para adorar al faraón y diciendo: He venido a ti; adoro tu belleza. .. Tú eres el amado de (nuestro dios) Sutekh, en verdad; él te ha destinado el país de Khatti; yo me he despojado de todos mis bienes, y mi hija mayor los pre­ cede para presentarlos a tu rostro augusto. Quieras tú decidir que quedemos a tus pies para siempre, siempre, lo mismo que el país de Khatti entero, mientras tú te muestras sobre el trono de Ra, teniendo a todos los paí- ses bajo los pies, eternamente". '. Para concluir deseo agregar que en la época de Ram­ sés II la exaltación de la personalidad del faraón gober­ nante -nota dominante de la novela real- adquiere con­ tornos hiperbólicos extremos hasta volverse e,n significado la glorificación de un dios sobre la tierra. Ejemplo claro de ello es el discurso en lenguaje grandilocuente que en la estela llamada de Kuban (P. Tresson, La stele de Kou­ han, 1922. Institut Fran~ais d'Archéologie Orientale, Bi­ bliotheque d'~tude) es puesto en boca de los nobles, consultados por el monarca acerca de su propósito de abrir un pozo de agua, en el desierto, en el camino de la región aurífera de la Nubia. Es un discurso que responde al afán de glorificación de Ramsés 11, patente en el cú­ mulo de sus construcciones monumentales, como en el hecho frecuente de su deificación en vida, en los tem­ plos de la Nubia, adonde se puede ver al soberano ado­ rando su propia imagen divina. He aquí lo principal de este discurso: "Ellos dijeron en presencia de S.M. 'Tú eres como Ra en todo lo que haces. Los deseos de tu corazón se cumplen. Si deseas una cosa de noche, ama­ nece y ha ocurrido prestamente. Hemos estado mirando la multitud de maravillas (que hiciste) desde que apa- BAAL, XLV, 1980 DISCURSO DE RECEPCIÓN 83 reciste como rey de los Dos Países. No hemos oído ni hemos visto que ocurrieran cosas similares. Todo lo· que sale de tu boca es como la palabra de Ra Harakhte. ¿Qué tierra lejana hay que no conozcas? .. ¿Dónde está el lu­ gar que tú no has visto? .. Todo acontecimiento pasa por tus oídos desde que mandas sobre este país. Ningún mo­ numento llegó a existir que no fuese tu obra... Toda obra llevada a cabo es tu mano la que la fundó. Si dices al agua 'Ven sobre la montaña'. sale la inunda­ ción inmediatamente detrás de tu palabra, porque tú eres Ra en los miembros. Keepri (el sol naciente) en su forma verdadera. Tú eres imagen viviente sobre la tierra de tu padre Atum de Heliópolis. El Verbo (Hw) está en tu boca. la Inteligencia (Sía) está en tu cora­ zón. . El asiento de tu lengua es el santuario de Maat (el orden cósmico). Dios está sobre tus labios. Tus palabras se realizan todos los días. Tu corazón está hecho a la semejanza (del corazón) de Ptah. el creador de las artes. Tú estás para siempre; se hace conforme a tu consejo; todo lo que dices ha sido acatado, oh sobe­ rano, señor nuestrol' ..

RECEPCIÓN DEL ACADÉMICO DE NÚMERO DON LUIS F. LELOIR *

P~RAS PRONUNCIADAS POR EL SEÑOR PRESIDENTE DE LA ACADEMIA, DON BERNARDO CANÁL FEIJóo

Me toca. simplemente. declarar abierto este acto. Pero permítanseme dos palabras introductorias que hacen al caso. Nuestra Academia se denomina "argentina de Letras". No dice que lo sea de letras literarias meramente. De Letras. pues. en la amplia latitud del vocablo, que dice de verbo humano sujeto a gramática. esto es, el arte de expresarse correctamente. Por eso convoca a su seno. junto a poetas y ensayistas y novelistas. a cientificos. historiadores y filósofos, fac­ tores cada uno de un lenguaje de su especialidad qut; nuestra Academia no podría desoír sin grave dimisión. y por eso atrajo a su seno al doctor Leloir, arquetipo cabal del científico puro, que nos llega aureolado de

• La crónica de la ceremonia, realizada el 27 de noviembre de 1980, puede verse en NOTICIAS, en este mismo volumen. 86 BERNARDO CANAL FEIJÓ<> BAAL, XLV, 1980 los más eminentes honores que cuadran a una obra y una vida ejemplares del hombre de ciencia. De su personalidad, de sus títulos, nos hablará como corresponde nuestro colega el profesor Ronchi March. Pero nada nos diría acaso de las calidades del ilustre recipienlario tanto como su propia voz, la que -estamos seguros, cualquiera sea el pretexto temático- no podrá dejar de llegarnos con la inflexión inconfundible del verbo de sabio verdadero. Digámoslo, pues. DISCURSO DEL SEI\iOR ACADÉMICO MONSEI\iOR OCTAVIO N. DERISI

Señor Presidente y miembros de número de la Acade­ mia Argentina de Letras, Señor Secretario de Estado de Cultura, Señores Presidentes ·de las Academias, Señores diplomáticos, señoras y señores. Estimado y querido doc­ tor Leloir: Mis palabras quieren enaltecer a un hombre que él por sí mismo ha enaltecido la ciencia de nuestro país ante todo el mundo: el doctor Leloir, médico gra­ duado En la Universidad de Buenos Aires, que ha hecho estudios especiales en Cambridge y en Estados Unidos, miembro de la Academia de Letr/ls, de la Academia de Ciencias, de la Academia de Medicina, Doctor Honoris Causa y perteneciente a innumerables instituciones, y so­ bre todo miembro de número de la Academia más im­ portante del mundo en este momento, que es la Roma­ na Pontificia Academia de la Santa Sede, donde estuvo antes el doctor Houssay. Me complazco en unir estos dos nombres de los dos premios Nobel de la República Argentina. Lo· importante del doctor Leloir ha sido su labor inteligente, paciente y constante. Alguna vez le he oído a él sus primeros pasos, cómo con tan pocos ele- 88 OcrAVIO N. DERISI BAAL, XLV, 1980

mentas de trabajo, con su espíritu, logró superar todas esas grandes dificultades para alcanzar los grandes logros que lo habrían de llevar al premio más grande que se da en 1:'1 mundo que es el Premio Nobel. El doctor Leloir se ha dedicado a su Instituto de Bioquímica, que espera­ mos tenerlo pronto ya acabado como un tributo a su labor inteligente, tesonera de ciencia. Ha dedicado toda su vida, todo su empeño a esa labor y ha trabajado sobre todo en un tema muy moderno que es el de las enzimas en relación con los hidratos de carbono. Todo este cúmulo de elementos científicos que él ha ido acu­ mulando le valieron el Premio Nobel. La Ac~demia Ar­ gentina de Letras, sin duda en pos de la Académie Fran­ ~aise de Richelieu, ha querido que en su seno, junto a los hombres de Letras, estén representados los distintos sectores de la vida científica y cultural de la Nación. Por eso el doctor Leloir nos honra a todos los académicos de letras con su presencia entre nosotros. Yo querría antes de acabar estas simples palabras para escucharlo a él, que va a ser lo más importante de la reunión de esta tarde, añadir una palabra más: por en­ cima de todos los méritos científicos hay en Leloir dos cosas que para mí valen inmensamente más, pese a valer tanto su saber científico: su modestia, su humildad. Es realmente ejemplar ver un hombre tan eminente, tan admirado, conocido en todo el mundo, con qué sencillez, con qué modestia trata con cualquiera, con todo el mun­ do sin hacer nunca alarde de su inmenso saber. Y en segundo lugar sus virtudes humanas. Realmente Leloir es un hombre de un gran valor ético en nuestro país. Bas­ taría recordar su hermoso hogar que ha formado con Amelia Zuberbuhler. Todas las virtudes humanas que él irradia continuamente, yo diría que todo este saber mag­ nífico de Leloir, está engarzado en esta vida modesta, hu- BAAL, XLV, 1980 DISCURSO 89

milde, de trabajo inteligente y eficaz y a la vez adornado ccn todas estas virtudes humanas que honran no sola­ mente a nuestra Academia y a nuestro país sino a la hu­ manidad entera.

DISCURSO DEL SEI\IOR ACADÉMICO DON CARLOS A. RONCHI MARCH

y. bien, señores, el doctor Leloir, como es sabido, ha dado durante casi cincuenta años -con una fecundidad y una lozanía intelectual que asombran- innumerables investigaciones, comunicaciones científicas a congresos y simposios de todo el mundo y contribuciones sobrema­ nera importantes en libros de difusión también interna­ cional, escritos a menudo en colaboración con otros pre­ mios Nobel. Elijo de entre estas obras una, acaso de las más gratas por su significación espiritual: en 1973 la Academia Na­ cional de Ciencias Exactas, Físicas 'j Naturales, el Con­ sejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas V la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales, institu­ ciones todas a las que el doctor Leloir ha honrado du­ rante años con su participación, decidieron publicar en forma conjunta sus trabajos científicos más representati­ vos, como homenaje a quien había obtenilo tres años an­ tes el premio Nobel de Química. El libro, que lleva dos importantes introducciones de eminentes hombres de ciencia -una del doctor Deulofeu sobre el significado 92 CARLOS A. RONCfII MARCH BAAL, XLV, 1980

científico de los descubrimientos del laureado y otra del doctor ;Ranwell Caputto sobre los singulares méritos como investigador y como hombre-, se titula Opera Selecta. He repasado la obra con cuidado y con la gran simpatía que siempre me ha merecido su autor, y aparte de lo mucho que me he divertido al pasar desentrañando las etimologías griegas de los nombres químicos que en ella aparecen, mi conclusión fundamental es ésta: salvo el título -Opera Selecta-, no he entendido nada. Singular circunstancia ésta, y, si me dejo llevar por la primera impresión, bastante dramática para quien ha recibido de esta Academia de Letras la honrosa misión de dar la bienvenida al ilustre miembro que hoy se in­ corpora oficialmente a ella. Pero pasada esta impresión primera, me he consolado pensando que acaso muchos de los eminentes poetas, novelistas y críticos que son mis colegas -salvo quizá González Lanuza, gran poeta que esconde un químico no siempre confesado-, podrían encontrarse, si no tan ignorantes, al menos tan estupe­ factos como yo al tener que explicar, por ejemplo, que uno de los hallazgos de Leloir y su equipo consistió en su momento en comprobar que los microsomas hepá­ ticos contienen enzimas que catalizan la transferencia de glucosa de la uridina-düosfo-glucosa al monofosfato de dolicol, éster monofosfórico de un alcohol primario, formado por unos veinte residuos isoprénicos. ¿Pero tendría sentido que yo hablara hoy, en el su­ puesto quimérico de que pudiera hacerlo, sobre tales cuestiones? No, en absoluto, pues ya lo han hecho espe­ cialistas en estas materias, muchos de los cuales se ha­ llan aquí presentes. En un acto como el de hoy, en el que se incorpora a una Academia de Letras un repre­ sentante ilustre de las ciencias experimentales, entien­ ·do que mi cometido consiste en referirme, del modo BAAL, XLV, 1980 DISCURSO 93 sucinto que me impone el espacio de una bienvenida, a algunas cuestiones que van más allá de las ciencias par­ ticulares, y que considero de fondo. Enunciaré algunas que derivan de cuanto acabo de decir: ¿En qué sentido es significativo que una corporación como la nuestra, compuesta por creadores literarios y por estudiosos de la lingüística apenas entienda, o no entienda nada, de los temas tratados normalmente por miembros de una aca­ demia, digamos, como la de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales? A pesar de la creciente especialización que imponen los conocimientos en los dos últimos siglos ¿es predicar el diletantismo proponer la visión unificada del saber que lograron en nuestra época filósofos y lógicos como B. Russell y Whitehead, biólogos de distinta orien­ tación, como Portmann y Monod, físicos y filósofos como Carl Friedrich v. Weizsacker, poetas con extraordinaria formación científica, como el inglés Auden? ¿Debemo~ resignarnos, y, lo que es más, resignarnos en forma de­ liberada y programática a que hombres consagrados a un área del saber vivan como separados por un abismo de los de otras áreas? ¿No es posible y hasta urgente construir de algún modo puentes entre ellos para no perder de vista la cultura total, sin la cual no tienen sen­ tido último las investigaciones particularse; sin la cual -me permito insistir- acaba por perder sentido la exis­ tencia misma del hombre sobre el planeta? Las preguntas no son nuevas, como se ve. En las últimas décadas se han multiplicado, para tratar de ellas, reuniones y encuestas de la UNESCO, simposios interna­ cionales, paneles multidisciplinarios en diversas partes del mundo. No son nuevas, repito, las preguntas, pero sí cada vez más urgente la necesidad de plantearlas y el modo que ha de encontrarse para darles respuesta, si no con la multiplicidad de nuestros conocimientos, si 94 CAnLOS A. RONCHI MAIICH BAAL, XLV,1980 con el cambio de nuestra actitud frente a tan graves interrogantes. Al oír cuanto acabo de expresar, sin duda muchos de U ds. habrán pensado ya en uno de los manifiestos más resonantes que se han difundido en las últimas déca­ das sobre este problema con cuernos, como diría Ortega: la conferencia que el físico y escritor inglés Charles P. Snow pronunció en la Universidad de Cambridge en 1959 con el título de Las dos culturas, ampliada más tarde, en 1963. Permítanme ustedes que comience por recordarles, como compendio simbólico del tema la fa­ mosa anécdota narrada por el profesor A. L: 'Smith, de Oxford, sobre lo que le ocurrió hacia 1890 en un banque­ te celebrado en Cambridge. "Lo cierto -dice Snow­ es que Smith hubo de sentarse a la diestra del presidente de la Universidad, y también que era hombre a quien placía trabar conversación con cuant~s lo rodeaban, aun­ que en tal ocasión no le animaran directamente a ello los semblantes de sus vecinos. En fin, Smith con alegre cháchara de Oxford se dirigió al de enfrente, y obtuvo por toda respuesta un gruñido. Probó luego fortuna con el que tenía a su derecha y se ganó otro gruñido. En­ tonces, con no poca sorpresa suya, uno miró al otro y dijo: "¿Sabes de qué está hablanlo?" "No tengo la menor idea", respondió el interpelado. A esto el propio Smith estaba ya más que desconcertado. Pero el 'Pre­ sidente, obrando a modo de lenitivo, lo tranquilizó di­ ciendo: "¡Son matemáticos l' Con esos nunca hablamos". Creo que la vida intelectual de la sociedad occidental -prosi~ue Snow- en su conjunto se está viendo cada vez más escindida en dos grupos polarmente opuestos . . . Dos grupos polarmente antitéticos: en un , los intelectua­ les literarios que sin saber por qué ni cuándo han dado a referirse a sí mismos COJ;110 "intelectuales", como si BAAL, XLV, 1980 DISCURSO 95

no hubiera otros. Recuerdo que una vez, allá por los años treinta, el gran matemático G. H. Hardy decÍame perplejo: "¿Se ha fijado ustel cómo se emplea hoy la palabra intelectual? Parece haberse impuesto una nueva definición que desde luego no incluye a Rutherford ni a Eddington ni a Zirac ni a Adrián ni a mí. Parece un poco extraño; ¿no cree Ud.? Los intelectuales literarios en un polo, y en el otro los científicos, y como más re­ presentativos los físicos. Entre ambos , un abismo de incomprensión mutua". No puedo detenerme, como es natural, en muchas otras observaciones de Snow, tan duras a veces como ecuáni­ mes para con uno u otro grupo, aunque en ocasiones también un poco exageradas o excesivamente simplifica­ doras. Es verdad, por ejemplo, que los no científicos tienen la impresión muy arraigada de que los científicos son optimistas por ingenuidad, y hasta por desconoci­ miento de la condición trágica del hombre. No creo tal: el científico suele preocuparse por la suerte social del hombre; sabe que en muchas partes del mundo el ser humano sufre opresión, y que en muchas otras, y muy grandes, padece hambre, muere prematuramente. y como suele estar más acostumbrado a ver el futuro que el pasado, y suele estar habituado a buscar solución a los problemas, piensa que algo puede hacerse, y a menudo procura hacerlo. A esto llamaria yo, cuando ocurre, el aspecto humanista de la ciencia, y está más cerca de lo que los latinos llamaron humanitas que de las humanidades de muchos hombres de letras. POI' el contrario, los científicos, a su vez, suelen atribuir a los no· científicos un espíritu pasatista, un deseo de que el futuro no exista, según dice Snow. y aquí creo que también hay error: lo que los escritores temen no es el futuro, sino la posibilidad, no tan inverosímil, de que 96 CARLOS A. RONCHI MARCH BAAL, XLV, 1980

aplicaciones malévolas de los descubrimientos científi• cos, puedan llevarnos al 1984 de Orwell o al Brave Neu; World de Huxley, cuando no ü algunas aterradoras fic- ciones de Ray Bradbury. . Pero una última observación de Snow me parece muy justa, aunque golpee fuerte a 4.uienes nos ocupamos de las "humanidades". "Cuando oyen hablar -dice- de científicos que no han leído nunca una obra importante de la literatura sueltan una risita entre burlona y com­ pasiva. Los desestiman como especialistas ignorantes. Sin embargo su propia ignorancia y su propia especiali­ zación no son menos pasmosas. Muchas veces he asis­ tido -dice Snow- a reuniones de personas que, con­ forme a las valoraciones de la cultura tradicional pasan por muy cultivadas, y que han expresado con verdadera fruición su incredulidad ante la incultura de los cientí• ficos. Una o dos veces me he visto provocado y he preguntado a la concurrencia cuántos de ellos eran ca­ paces de enumerar el Segundo Principio de la Termo­ dinámica. La respuesta fue glacial; fue también negati­ va. y sin embargo lo que les preguntaba es más o menos el equivalente científico de: "¿Ha leído Ud. alguna obra de Shakespeare?". Distribuidos así por Snow, de manera aproximada­ mente equitativa, los méritos y las culpas, echemos aho­ ra un vistazo, brevísimo, al mundo contemporáneo de las ciencias. No es que abogue yo por una cultura enciclopédica, al modo del siglo XIX, una lista de cono­ cimi~ntos meramente memorizados, sin base en expe­ riencia viva. A veces es esto lo que se llama una "cultural general", que, se ha dicho, suele ser una suma de ignorancias particulares. Pienso, en cambio, en un hombre de ciencia -o de letras- que conozca a fondo su campo de estudios. tan a fondo como para BAAL, XLV, 1980 DISCURSO 97 poderse elevar de allí a los princIpIos generales que presiden la cultura toda y que, por lo tanto, no pueda permanecer indiferente a las conclusiones que se al­ canzan en otros campos de la misma. A este propósito siempre me vuelve a la memoria la respuesta que dio el matemático Rey Pastor, en mi presencia, a un estu­ diante que le preguntó con sincera admiración cómo había podido llegar a conocer los principales puntos de vista que en ese momento sustentaban disciplinas muy distintas de la suya. "Hijo -le respondió Rey Pas­ tor- es que no he podido evitarlo". Se me objetará que el tiempo no siempre alcanza para otra cosa al especialista enfrascado en complejas expe­ rimentaciones y en una bibliografía cada vez más den­ sa. Es cuestión de proporciones, y sobre todo de irre­ frenable curiosidad, de pasión, que obra milagros. Chomsky, una de las más grandes figuras de la lin­ güística contemporánea, no sólo ha provocado una re­ volución en este campo de estudios, sino que al propio tiempo ha ido publicando una serie de ensayos y de libros, a veces muy extensos -estemos de acuerdo o no con ellos- sobre los principales problemas políticos y sociales de nuestra época. He mencionado antes a Jacques Monod, que compar­ tió el premio Nobel de medicina y fisiología en 1965. En uno de sus libros más difundidos entre el público culto Le hasard et la nécessité, en el cual se remonta a veces hasta Platón y Heráclito, hace la siguiente pro­ fesión de fe: "Resulta hoy día imposible por parte de un hombre de ciencia el empleo de la palabra filo­ sofía, aunque en· seguida la califique de natural en el título o en el subtítulo de un libro. Porque ello condena al libro a una acogida desconfiada por parte de los científicos y, en el mejor caso, condescendiente por 98 CARLOS A. RONCHI MARCH BAAL, XLV, 1980

parte de los filósofos. Tengo una sola excusa que con­ sidero, sin embargo, legítima: el deber que la actualidad impone a los hombres de ciencia de pensar su discipli­ na en el conjunto de la cultura moderna, para cnri­ quecerla así no sólo con importantes conocimientos téc­ nicos, sino también con ideas enraizadas en su esencia particular, que puedan considerarse humanamente sig­ nificativas". y de los físicos de nuestra época ¿para qué hablar? Max Planck, que inició una nueva era con su teoría de los cuantos, trata en su libro Gedanken und ErinneTun­ gen temas como "Ciencia y fe", "La causalídad en la naturaleza" o "Sobre la esencia del libre albedrío". Al mismo tema de libertad y determinación dedicó un importante estudio el gran físico Erwin SchrOdinger, sucesor de Planck en la cátedra de Berlín y premio Nobel en 1933 por su creación de la mecánica circu­ latoria. El estudio se halla en las conferencias que pronunció en el Instituto de Estudios Avanzados de la Universidad de Dublin con el título significativo de "La .ciencia como elemento constitutivo del humanis­ mo". SchrOdinger -que dicho sea de paso escribió además hermosos poemas- se interesó cada vez más por los filósofos y los científicos de Grecia, a los que leía en su lengua original; fruto de tal interés es su libro de 1954 Die Natur und die Griechen, al cual pertenecen las siguientes palabras: "Algunos creemos que vale la pena retroceder para ver qué es lo que po­ demos aprender de aquella seductora unidad primitiva. [ ... ] . Es mi opinión que la filosofía de los antiguos griegos nos atrae porque nunca antes ni desde entonces, ni en lugar alguno de la Tierra, se ha establecido unidad comparable a su sistema de conocimiento y especulación, tan sumamente avanzado y articulado y sin la nefasta BAAL, XLV, 1980 DISCURSO 99 separación que tanto nos ha estorbado durante siglos y que ha venido a ser insoportable en nuestros días [ ... ] No había surgido aún la idea de los compartimientos estancos". ¿Me será tolerada una última cita? No me parece de buen gusto exagerarlas; pero las de hoy persigue la fi­ nalidad de combatir la "nefasta separación", como la llama Schrodinger, entre las dos culturas, haciendo oír las propias palabras de varios exponentes máximos de una de ellas, la científica. El buscar una creciente con­ vergencia, el procurar reconstruir ~n otro plano más alto la indispensable unidad de la cultura, es también uno de los sentidos simbólicos que posee la incorporación a nuestra Academia de Letras de un ilustre hombre de ciencia internacionalmente prestigioso como es el doctor Leloir. Pido también excusas por mi constante alusión a los griegos. He dedicado mi vida al estudio de la lengua y la cultura de Grecia antigua, y esta especializa­ ción también provoca excesos de entusiasmo. y aquí la última cita. Tuve la felicidad de conocer y tratar en Alemania al gran físico Werner Heisenberg, asimismo premio Nobel, y a los 31 años. Era uno de los hombres más afables, modestos y llenos de encanto hu­ mano que he conocido. Su pasión por lo griego -era hijo de un helenista- igualaba casi a su amor por la música. Pues, en su libro Das Naturbild der heutigen Physik, de 1955, dice lo siguiente: "Pienso por consi­ guiente que cuantos discuten en nuestra época el valor de la educación humanística no pueden con derecho ale­ gar que el estrecho enlace entre la filosofía natural y la física atómica moderna constituye un caso particular, creyendo que en los restantes dominios de la ciencia, de la técnica o de la medicina no hay lugar a, apelar a tales especulaciones acerca de los principios. Para mos- 100 CARLOS A. RONCHI MARCH BAAL, XLV,1980

lrar los errores de dicha tesis, basta recordar que mu­ chas disciplinas científicas se hallan, y precisamente en sus fundamentos, en estrecha conexión con la física atómica, de modo que en último término se involucran en ellas las mismas cuestiones de principio que en la física del átomo. Todo el edificio de la química se alza sobre los cimientos de la física atómica; la astronomía moderna se halla en la más íntima cunexión con la 'física atómica, y no puede progresar más que hermanada con ésta, e incluso desde la biología se han tendido puentes que llevan hasta la teoría atómica. En los. últimos de­ cenios, el parentesco entre las distintas ciencias de la naturaleza se ha hecho mucho más perceptible. Son muchos los terrenos en que se rastrean las señales del común origen, y este origen común no es en último tér- mino otro que el pensamiento antiguo." . Es exacto lo que dice Heisenberg, y aún se podría ir más lejos que él. Se ha hecho notar -y es cosa que suele causar sorpresa- que la ciencia y la filosofía, en el sentido occidental de estos conceptos, no habrían po­ dido nacer del modo que nacieron si la lengua griega no hubiera pasado su artículo determinado. ¿Cómo po­ dría el razonamiento científico prescindir de expresio­ nes como "el frío", "el pensamiento"? Si el artículo de­ finido no hubiera permitido en griego formar lo que nosotros llamamos "abstracciones", no habría sido posi­ ble formar conceptos abstractos a partir de un adjetivo o de un verbo, ni hubiera sido posible presentar lo univ~rsal como algo bien determinado. [ ... ] El artículo, en suma, permite convertir un adjetivo o un verbo en un a:djetivo común, y esta sustantivación, en el lenguaje de la filosofía y de la ciencia fue lo que permitió pensar en términos de "objetos" permanentes. Es más: los griegos conoei"ron -no importa si en for- BAAL, XLV, 1980 DISCURSO 101 ma rudimentaria- la TExvij, la técnica, en cuanto ciencia de la fabricación que se elevaba por encima de la ruda ausencia de cultura que caracterizaba la existencia de un troglodita. Pero meditaron sobre la técnica, su al­ cance y su utilización como lo demuestran los diálogos platónicos. No dejaron de sentir inquietud a ese aspecto demoníaco que podía alcanzar si no se delimitaba su dominio. Y a ello alude el célebre coro de la Antígona de Sófocles. La sentencia de Alexis de TocquevilIe ("la omnipotencia es peligrosa fuera de la mano de Dios") era por cierto una concepción fundamental de los griegos. Pensamos ahora sinceramente en estos griegos, en los humanistas que los estudian, en su creación de la cien­ cia, en los límites que pusieron a la técnica. Separemos, como por desgracia solemos separar, lo que ellos con­ cibieron unido, y saquemos las conclusiones. Señores: Todos ustedes saben que Platón, al regresar de su primer viaje a Sicilia, fundó en un lugar apacible situado en las afueras de Atenas, junto al río Cefiso y a un bosquecillo, lo que los griegos llamaban un thiasos, una comunidad de culto puesta en ese caso bajo la ad­ vocación de las Musas, La santidad del lugar era gran­ de, y otros cultos, incluso el de la propia diosa Atenea, se celebraban allí. También saben ustedes de sobra que esta comunidad, por estar consagrado el lugar de sus reuniones a un antiguo héroe Academo, se llamó Aca­ demia, nombre que ha sobrevivido a toda la historia de Occidente y que en infinitos avatares ha llegado a designar tanto instituciones ilustres como inimaginables reductos. Pero lo que me importa señalar es que aun­ que la finalidad primera de Platón fue formar una fra­ ternidad o pléyade de hombres educados en las más altas ideas políticas, la profundidad v los ideales de su 102 CARLOS A. RONCHI MARCH BAAL. XLV. 1980 enseñanza fueron mucho más allá de esta meta. Opo­ niéndose al pragmatismo de los sofistas preocupados casi exclusivamente por la eficacia inmediata, Platón edificó todo su sistema de educación sobre la noción funda­ mental de la verdad, sobre la conquista de la verdad por medio de la ciencia racional. Sabemos qué importante lugar asignó Platón en sus doctrinas a la matemática y, por otra parte, es también un lugar común recordar -sobre la base de una tradi­ ción medieval compleja pero digna de fe- que el' filósofo había hecho colocar sobre la entrada de la· Academia una advertencia según la cual no debía penetrar en ella quien no supiera geometría. Pero esta sentencia debe entenderse en todo su alcance: Plutarco afirma que la divinidad dEl. yE(¡)!Ut'~L "siempre geometriza", y PlaUl11 mismo, en el Gorgías, poco antes de concluir en que la igualdad geométrica, la sobrehumana proporción, reina tanto sobre los dioses como sobre los hombres, recuerda que por ello el cielo y la tierra y los dioses y los hom­ bres están ligados entre sí por la amistad, el respeto del orden, la moderación y la justicia. Doctor Leloir: no sólo por ser usted el segundo pre­ mio Nobel en ciencias que se incorpora a esta Casa, siguiendo a su gran maestro Houssay; no sólo porque, como él, nos dará usted inapreciables consejos sobre la terminología científica que en ella es perciso examinar, sino porque en su vida ha guardado siempre la propor­ ción simbólica que Platón perceptúa, porque es usted un sabio en la ciencia y en la vida, porque es humilde y moderado debido a que ve con claridad los límites .en que se mueve la existencia del hombre; porque ha bus­ cado y busca incesantemente la verdad que se esconde detrás de los fenómenos materiales, le digo de corazon BAAL, XLV, 1980 DISCURSO 103 en nombre de todos mis colegas: sea usted bienvenido a esta Academia que se honra al incorporarlo entre sus miembros.

DISCURSO DE RECEPCIÓN DEL SEi\lOR ACADi:MICO DON LUIS F. LELOIR

Voy a cumplir con la formalidad de la presentación en la Academia de Letras, recordando a mi antecesor en el sitial, académico Miguel Ángel Cárcano, y a los cien­ tíficos que fueron miembros de la institución: Ángel Gallardo y Bernardo Houssay. A continuación haré al­ gunas consideraciones sobre el progreso de la ciencia. De estos tres grandes hombres conocí primero a Án­ gel Gallardo, pero indirectamente, a través de su libro de Zoología, leído por tantas generaciones de argentinos. Luego, como estudiante de medicina fui alumno de Ber­ nardo Houssay en el curso de Fisiología y, después ya graduado, estuve cerca de él durante muchos años. Fue mi maestro y amigo. Alrededor del año 30 conocí a Miguel Ángel Cárcano, quien ya era un personaje aun­ que estaba en el primer período de su brillante carrera. Al mencionar estos nombres, al recordar a estos hom­ bres que tanto hicieron por su país, uno siente la gran responsabilidad que significa actuar en la misma institu­ ción donde ellos se desempeñaron. Gallardo fue un enamorado de la ciencia; hizo estu- 106 LUIs F. LELOIR BAAL, XLV, 1980

dios sobre las hormigas y concibió una ingeniosa teoría de la división celular. Actuó en muchos campos dife­ rentes y pudo hacerlo en todos con gran acierto. Fue profesor universitario, director del museo de historia na­ tural. ministro de Relaciones Exteriores, embajador y presidente de diversas instituciones como la Sociedad Científica. Parques Nacionales, el Consejo de Educa­ ción y el Ferrocarril Pacífico. Sin duda era una persona muy superior para desempeñarse bien en cargos tan variados. Houssay tuvo una vida orientada en un sQ.o sentido: investigó toda su vida, durante más de sesenta años fue profesor universitario y doce años presidente del Con­ sejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas; formó centenares de discípulos y fue un incansable pro­ motor de la ciencia. Gran parte del desarrollo de la cien­ cia argentina se debe a su prédica constante. He en­ tresacado algunos párrafos de su discurso, en esta mis­ ma Academia. que creo son típicos de su ideario. Dijo Houssay: "La jerarquía, la potencia y el prestigio de un país dependen de su nivel científico." "Necesitamos cultivar la investigación científica si queremos consoli­ dar la independencia y el poder de nuestra nación." "No basta gastar dinero, hay que invertirlo eficazmente para obtener progresos v descubrimientos. Es fácil crear grandes edificios, rn;sta para ello dinero, pero es mucho más difícil formar investigadores, problema delicado d(' educación y organización." A fuerza de repetir estas ideas .Houssay logró persuadir a muchas personas df' la importanciad(' la investigación. Cárcano tuvo una actuación brillante como político, diplomático y legislador; escribió varios libros sobre te­ mas históricos y políticos. l1:1 mismo describe con cierto humorismo su vida pública: "Fuí profesor durante quin- BAAL, XLV, 1980 DISCURSo DE RECEPCIÓN 107

ce años en la Universidad Nacional de Buenos Aires v revolucionario; me arrepentí de haberlo sido. Las r~­ voluciones resuelven algunos problemas y crean muchos otros. Tres veces me eligieron diputado, dos ministro y embajador. Viví toda la guerra en París \' Londres. Firmé la carta de las Naciones Unidas en Sa~ Francisco. Colaboré con cuatro presidentes argentinos. Conocí cinco papas, dos emperadores. muchos reyes y príncipes, cuatro dicta­ dores. tres jeques y ocho conspiradores. Di la vuelta al mundo como Sebastián El Cano pero en un cómodo avión. sin temor al escorbuto ni a las flechas envenena­ das de los salvajes." Pero la historia de estos hombres ejemplares la han escrito otros. con más documentación y mejor de lo que puedo hacerlo yo. No es fácil preparar una charla sobre temas totalmente distintos a aquellos en los que uno piensa constantemen­ te y sobre los que está especializado. Se presentan dos posibilidades: una es la de hablar de un tema especiali­ zado y que nadie entienda nada, y la otra, hablar de algo que el público entienda pero de lo que uno no sabe nada. Me acercaré a la segunda posibilidad. En la preparación de la charla encontré consuelo cuando leí la presentación de Gallardo en esta misma Academia. Hay un párrafo que dice: "El placer cau­ sado por la elección de miembro de esta Academia de Letras ha sido amargado por la obligación de presentar ante ella un trabajo de incorporación." A continuación voy a hacer algunos comentarios so­ bre un tema que tiene gran interés, por lo menos para los científicos: el desarrollo de la ciencia y, en especial, de la ciencia experimental y su progreso. Según nos dicen los expertos en el tema, una de las 108 LVIS F. LELOIR BAAL, XLV, 1980

etapas importantes en el desarrollo intelectual del hom­ bre ocurrió hace unos tres millones de años cuando un antecesor empezó a adoptar la posición verticai :' dejó libres las manos, con las cuales pudo usar huesos o palos para defenderse. Su capacidad craneana y por lo tanto su cerebro tenía un tercio de lo que es ahora. Hace un millón y medio de años, ya el cerebro tenía casi el tamaño actual y el hombre inventaba armas para defenderse y trabajaba mejor la piedra. Los experto~ le llaman el "homo erectus". Mientras otros animales desarrollaron fuertes corazas, grandes cuernos., afilados dientes o poderosos músculos para defenderse, en el hombre la evolución produjo medios de defensa más sutiles; el cerebro y las manos que dieron lugar a más inteligencia y al uso de armas. Hace cien mil años el hombre va tenía la forma ac­ tual y comenzó un progreso más rápido. Desde entonces detenta un nombre pretencioso, el de "homo sapiens". Cada vez se comunica mejor con sus semejantes, y des­ pués de muchos años de vida nómada empieza a cul­ tivar plantas. La evolución trajo grandes cambios en la capacidad mental del hombre. Estos ocurrieron, primero, por la evolución genética, proceso lento que duró millones de años. Luego se sumó otra, la evolución cultural. Esta es más reciente, apenas si ha durado unos miles de años y se hace cada vez más rápida. Los monumentos de la antigüedad son testigos de la iniciación de la evolución cultural. En aquel tiempo. hace 2.000 a 4.000 años se crearon las bases de la mate­ mática, de la geometría y se iniciaron las observaciones astronómicas. La escritura se inventó también en esa época. La capacidad intelectual del hombre se incre­ ment6" cada vez más, pero se confiaba demasiado en el BAAL, XLV, 1980 DISCURSO DE RECEPCIÓN 109

poder de la mente por sí sola. Faltaba que se descubrie­ ra que muchos problemas no se resuelven sólo pensan­ do, sino que hay que interrogar a la naturaleza por medio de experimentos. La aplicación sistemática de la experimentación fue una etapa fundamental para el desarrollo de la ciencia y para darle al mundo el aspecto que tiene hoy. Algunos experimentos se hacen en forma casi instintiva. ¿Qué otra cosa hacen los niños y los mamíferos jóvenes cuan­ do juegan? Practican para su vida futura, descubren algunas de las leyes de la naturaleza, adquieren infor­ mación sobre la resistencia de los materiales y aprenden a defenderse y a alimentarse. Pero todo esto es una actividad desordenada. La aplicación sistemática de la experimentación no tiene tantos años y se la asocia ge­ neralmente con el nombre de Galileo, alrededor del año 1600. Hubo m~chos otros antes que él que apreciaron la utilidad de la experimentación, pero a él se le atri­ buye el mérito de ser el primero en practicarla para guiar el pensamiento. Sus contribuciones fueron funda­ mentales: perfeccionó el telescopio, estudió el movi­ miento pendular y el de los astros y estableció la ley de la caída de los cuerpos. Para esto último se valió de un procedimiento ingenioso. Como la caída libre de los cuerpos era difícil de medir, dado que los relojes eran muy primitivos, usó planos inclinados, de modo que podía observar la caída como en una cámara lenta. Los resultados fueron muy distintos de los que enseña­ ban los sabios de esa época que sólo utilizaron el pensamiento. Los resultados de Galileo debieron ser revoluciona­ rios y le ocasionaron algunos problemas. El escritor in­ glés sir Richard Gregory describe esto en un escenario alrededor de la torre de Pisa. Dice así: "Algunos miem- 110 LUIs F. LELOIR BAAL, XLV, 1980

bros de la Universidad de Pisa y muchos curiosos están reunidos al pie de la maravillosa torre inclinada, de mármol blanco de aquella ciudad, en el año 1591. Un joven profesor sube la escalera en espiral hasta que llega a la galería encima de la séptima fila de columnas. La gente lo observa desde abajo mientras se apresta a lan­ zar dos bochas al borde de la galería. Una pesa cien veces más que la otra. Las hochas son soltadas en el mismo instante y se las V(' caer por el aire bien jun­ tas hasta que se las oye golpear el suelo en el mismo momento. La naturaleza ha hablado con un. ~onido in­ dudable y ha dado la respuesta a una cuestión debatida durante dos mil años." "Este entrometido Galileo debe ser suprimido", mm­ muraron los profesores de la Universidad mientras sa­ lían de la plaza. "¿Pensará él que mostrándonos que una bocha pesada y otra liviam\ caen juntas al suelo podrá debilitar nuestra creencia en la filosofía, que enseña que una bocha que pesa cien libras cae cien veces más rápido que una que pesa sólo una libra? Tal desprecio por la autoridad es peligroso y procuraremos que no se difunda". Y volvieron a sus libros para poder rechazar la evidencia de sus sentidos; y odiaron al hombre que había perturbado su serenidad filosófica. Por haber sometido las creencias a la prueba del t'x­ perimento y por basar conclusiones sobre las observa­ ciones, el premio para Galileo en su vejez fue la prisión por orden de la Inquisición y un corazón partido. Así es como. un nuevo método científico era juzgado por los guardianes de la doctrina tradicional. Algunos historiadores de la ciencia afirman que Gali­ leo nunca hizo experimentos en la torre de Pisa, pero ('1 relato describe bien lo que solían ser las creencias de ciertos hombres de esa época. BAAL, XLV,l9SO DISCURSO DE RECEPCIÓN 111

La aplicación del método experimental es el procedi­ miento más poderoso inventado por el hombre para des­ cubrir hechos nuevos. Consiste en el uso alternado de la hipótesis. guiada por la observación, seguida por el experimento y luego por otra hipótesis, otro experi­ mento y así sucesivamente. Las hipótesis se van modi­ ficando de acuerdo con el resultado de los experimen­ tos y éstos a su vez se van planeando para confirmarla o descartarla e inventar otra. Este uso alternado de hipótesis-experimento ha pro­ ducido una alta velocidad de descubrimiento y un ex­ plosivo desarrollo de la ciencia. Ya no confia~os sola­ mente en nuestro pensamiento sino que le preguntamos a la naturaleza. La cuestión es saber preguntarle v sa- ber interpretar sus contestaciones. . En estos diálogos con la Naturaleza se amplía mucho nuestro horizonte intelectual. Nuestra mente aislada sólo imagina cosas semejantes a las que hemos visto. Así se ha imaginado el mundo microscópico como una reproducción empequeñecida de lo que estamos acos­ tumbrados a ver todos los días. Los biólogos antiguos creían que el espermatozoide llevaba dentro a un hom­ bre minúsculo. que llamaban "homúnculo" y que sólo necesitaba agrandarse para transformarse en hombre. La realidad resultó completamente distinta: el espermato­ zoide sólo lleva instrucciones para formar el organismo adulto. Los físicos también han imaginado lo mifros­ cópico parecido a lo macroscópico; así el átomo se vio como un cuerpo central rodeado de satélites, algo pa­ recido al sistema solar. La aplicación del método experimental ahora parece trivial. ¿Qué podría ser más fácil que comprobar las teorías con experimentos? Sin embargo pasaron mu­ chos años antes de que se aplicara universalmente. Más 112 LUIs F. LELOUt BAAL, XLV,1980

bien se buscaban soluciones e información en los libros de los antiguos filósofos. Es que penetrar en la zona de lo desconocido e ir agregando conocimientos nuevos es una tarea de paciencia y trabajo fuerte. Poca gente aprecia cuán difícil es tener una idea nueva por pe­ queña que sea. Más del 99 7'<- de nuestra actividad se basa en ideas que tuvieron nuestros predecesores. Re­ sulta difícil comprender cómo la humanidad tardó tanto en inventar un dispositivo tan simple cerno la rueda y cómo civilizaciones avanzadas como las de la América precolombina no llegaron a usarla. ._ El método experimental fue uno de los jalones fun­ damentales para nuestro progreso intelectual. Dicho progreso se hizo primero por evolución del sistema ner­ vioso que nos hizo un poco más inteligentes que otros animales. Luego con la invención de la imprenta, alre­ dedor de 1450, y con la aplicación del método experi­ mental el progreso intelectual se ha ido acelerando cada vez más. Alrededor de 1950 aparece otro factor de progreso en la -investigación científica: la ayuda masiva de los go­ biernos. Durante la Segunda Guerra Mundial muchos científicos trabajaron en problemas relacionados con la defensa y el ataque. Las consecuencias fueron que St' desarrollaron la penicilina, d radar v la bomba atómica. Algunos gobiernos se dieron cuenta' de que la investiga­ ción científica era un factor de poder v destinaron cuan­ tiosos fondos a su desarrollo. Varios países crearon ins­ tituciones específicamente destinadas a promover la in­ vestigación científica. Con ella se trataba de mejorar la salud pública, incrementar la producción de alimentos, fortalecer la economía y, en general, aumentar el bien­ estar general .y el poder del país. Antes que los gobier­ nos empezaran a promover la ciencia en gran escala, ya BAAL, XLV, 1980 DISCURSO IlE RECEPCIÓN 113 algunas industrias habían descubierto que la inversión en investigación científica era un buen negocio. Algu­ nas grandes compañías habían instalado grandes labora­ torios donde se hacían estudios que daban por resulta­ do la creación de nuevos productos y, en muchos casos, producían buenas ganancias. En particular, las indus­ trias químicas y farmacéuticas basaron su actividad en la investigación científica. En muchos casos estos labo­ ratorios trabajaron en íntima asociación con las univer­ sidades o con institutos de investigación. La Argentina también siguió el ejemplo de dedicar fondos del Estado para promover la ciencia. Alrededor de 1958. durante el gobierno del presidente Aramburu, se crearon tres instituciones para la promoción de la ciencia: el INTA, para ciencias agrícolas y ganaderas; el JNTI, para las aplicaciones industriales, y el Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas. El directorio de este último estaba formado, en gran parte, por científicos experimentados y se eligió como presi­ dente a Bermlrdo Houssay quien presidió la institución durante doce años. La creación del Consejo dio un gran impulso a la ciencia básica en la Argentina. Los pocos científicos que investigaban pudieron trabajar con más facilidades y a la vez se fueron formando muchos investigadores jóvenes por medio de becas de perfeccio­ namiento en el país o en centros del exterior. Lamen­ tablemente durante algunos años esta tarea se vio par­ cialmente interrumpida, pero con seguridad las institu­ ciones de promoción científica recuperarán la eficiencia que tuvo en años pasados. Ahora el progreso científico se acelera con otro in­ vento que multiplica nuestra capacidad intelectual: el de la electrónica, c~n los transistores y los microproce­ sadores. Las consecuencias del uso de estos dispositivos 114 LUIs F. LELOIR BAAL, XLV, 1980

apenas si se pueden adivinar porque la revolución elt.'C­ trónica recién comienza. Con la ayuda de estos disposi­ tivos nuestra memoria se verá aumentada sin límites y será mucho más confiable. Nuestra capacidad de cálcu­ lo aumentará millones de veces y además cada vez se podrán hacer operaciones más complicadas. En investi­ gación científica es esencial contar con toda la infor­ mación en forma rápida, completa y exacta. En. esto se trabaja activamente y se progresa bastante. Con la ayuda de estos sistemas de información la ciencia se­ guramente adelantará mucho más. rápido. Pero aun con la ayuda de las máquiI1lls electrónicas v de todos los recursos más sofisticados, los científicos ~ecesitarán de las cualidades humanas indispensables para la creación. La imaginación tiene, como en la crea­ ción artística, un papel fundamnetal. Hace falta además, inteligencia y dedicación. Pero un factor que considero muy importante es el estar preocupado por el problema a resolver, pensar en él todo el tiempo. Creo que hay algún mecanismo en el cerebro que. funciona inconscien­ temente y que ayuda a resolver problemas; así, a veces, se nos presenta la solución en el momento más inespe­ rado. Como resultado de la suma de los factores men­ cionados, a saber la evolución que perfeccionó nuestro cerebro, la imprenta que nos ayudó a almacenar la in­ formación, el método experimental que nos permitió in­ terrogar a la naturaleza, los recursos estatales que faci­ litaron la investigación científica y ahora, la electrónicr: que aumenta nuestro poder intelectual, se producirá, sin· duda, un acelerado progreso científico. Pl'ro algunos se estarán preguntando si este acelerado progreso científico redundará en un mayor bienestar del hombre. Hay quienes piensan que el desarrollo cientí• fico-técnico es el que nos ha traído muchas de las des- BAAL, XLV, 1980 DISCURSO DE RECEPCIÓN 115

gracias que padece la humanidad. Se cita el desarrollo de las bombas atómicas como una amenaza producida por la ciencia, se atribuye la contaminación ambiental a las industrias basadas en la ciencia v muchas otras ca­ lamidades también se atribuyen a la -ciencia. El peligro de la destrucción en gran escala con armas atómicas es real. Tal vez no nos preocupe tanto porque es tan esca­ lofriante que lo rechazamos mentalmente. La catástrofe puede empezar por errores humanos, en los dispositivos de seguridad, o por decisión de algún desequilibrado que tenga acceso a las instalaciones. Lo peor es que la posibilidad de que ocurra un accidente va creciendo a medida que un ma~or número de países son capaces de construir bombas atómicas. Otro progreso de la investigación científica que tam­ bién ha provocado preocupación, aunque no tanto como el de la autodestrucción atómica, es el de la manipula­ ción genética. Estas investigaciones comenzaron alrede­ dor del año 1960, cuando se pudo descifrar el código genético de las células. Se averiguó entonces que el ácido deoxirribonucleico de los núcleos celulares es el portador del mensaje genético. Se trata de una molécula lineal formada por cuatro unidades distintas, ordenadas de tal manera que contiene un mensaje. Es algo así como un rosario de cuentas de cuatro colores distintos. Cada tres cuentas se presenta un signo diferente. En las células el mensaje resulta en la formación de proteínas diferentes y da origen a características propias de cada organismo. Estudios más recientes han permitido modi­ ficar la cadena de ácido deoxirribonucleico. Modifican­ do dicha cadena se modifica la herencia, de modo quP surge la posibilidad de obtener organismos con las ca­ racterísticas que el investigaor haya querido introducir. Hasta ahora el procedimiento se ha efectuado introdu- 116 LUIs F. LELOIR BAAL, XLV, 1980

ciendo trozos de cadena ácido deoxirribonucleico en bacterias, pero también es posible aplicar técnicas si­ milares en toda clase de células. El aspecto peligroso de estos estudios es que en el curso de las manipulacio­ nes se pueden fabricar voluntaria o involuntariamente microbios contra los cuales el organismo humano no tiene defensa como ser bacterias resistentes a los anti­ bióticos, o que tengan los genes con la información para producir cánceres. Otra situación que han imaginado los profetas de ca­ tástrofes es que a alguien se le ocurra fabricar una bac­ teria que viva en el cuerpo humano y 'que a la vez produzca una potente toxina. Por ejemplo la "Escheri­ chia coli" es una bacteria que vive normalmente en el intestino humano. Se podría introducir en Escherichia coli la toxina del "Clostridium botulinum", que es la bacteria que provoca las intoxicaciones alimentarias mor­ tales y produce una de las toxinas más potentes que se conocen. Las bacterias mezcla de "Escherichia coli" y "Clostridium botulinum" podrían, tal vez, causal' tan­ to daño como una bomba atómica. Esto parece ciencia ficción, pero el riesgo existe y es importante tomar precauciones. Se han redactado una serie de reglamentos a los cuales deben ajustarse los que realizan este tipo de experimentos y con el tiem­ po se han calmado los temores que produjeron inicial­ mente estas investigaciones. Mirando el problema des­ de otro ángulo se puede entrever una serie de benefi­ cios que traería la ingeniería genética. Uno que se sue­ le mencionar es la poSibilidad de cultivar bacterias que tengan la propiedad de producir substancias difíciles de obtener por extracción de fuentes naturales o por síntesis química. Ya se ha logrado introducir en bac­ terias los genes para una larga lista de proteínas. Es- BAAL, XLV, 1980 DISCURSO DE RECEPCIÓN 117

tas son: la insulina humana, la hormona de crecimien­ tú, la somatostatina, la ovalbumina, la proinsulina:, la timosina, el interferón de leucocitos humanos y el de fibroblastos. El interferón ha despertado mucho interés pues sería útil para curar las enfermedades produci­ das por virus y tal vez también para el tratamiento de algunos cánceres. El problema que queda ahora es el de realizar estas preparaciones en gran escala. Esto puede necesitar unos dos o tres años más de trabajo. En el futuro sería posible preparar cualquier proteína con estos métodos. Las posibilidades de estas técnicas, que permiten ma­ nipular los factores hereditarios, superan nuestra ima­ ginación. Parece evidente que debemos seguir por el camino del progreso. Los éxitos logrados por la investigación científica son sólo una muestra de lo que se podrá lo­ grar dentro de algunos años, y por eso parece lamen­ table que por la ignorancia, egoísmo o miopía de al­ gunos, pueda interrumpirse la aventura de develar los misterios de la naturaleza v atravesar las fronteras de lo desconocido, y además 'de ir dominando cada vez mejor las fuerzas naturales. Los peligros que nos amenazan deben atribuirse a la conducta del hombre, debido en gran parte a su ig­ norancia. La ciencia puede ser buena o mala, según cómo se la use; puede curar o matar; puede ser usada para aumentar o disminuir la contaminación del am­ biente; puede favorecer o disminuir la sobrepoblación. Todo depende de la conducta del hombre y desgracia­ damente ésta no parece perfeccionarse, por ahora pa­ rece comportarse como un niño jugando con una gra­ nada. Sin embargo muchos de los científicos, tal vez un poco ilusos, pensamos que los conocimientos que 11& LUIS F. LELOIR BAAL, XLV,19&O se van adquiriendo llevarán al hombre a un mundo más agradable. Tendrán que corregirse algunas carac­ terísticas de la conducta humana para disminuir el gas­ to incontrolado de los recursos naturales, la excesiva rivalidad entre los países, la superpoblación, y sobre todo la ignorancia. Tal vez se podrán conservar algu­ nos de los encantos de la naturaleza, como era antes de que los hombres empezaran a destruirlo todo. No parece viable la propuesta de algunos de dar mar­ cha atrás, olvidar lo que hemos aprendido y volver a la vida primitiva. Los que propugnan esta idea olvi­ dan que el hombre primitivo no tenía una vida agra­ dable, debía luchar para defenderse de sus enemigos, del frío, del hambre, de las enfermedades que le aco­ saban. Antes de terminar quiero expresar mi agradecimien­ to a la Academia de Letras por esta designación que tanto me honra. Espero que en el futuro el trato más frecuente con sus miembros me permita adquirir algu­ nos conocimientos literarios. RECEPCIÓN DE LOS ACADÉMICOS CORRESPONDIENTES DON EMILIO CARILLA Y DON HORACIO G. RAVA*

PALABRAS DEL PRESIDENTE DE LA ACADEMIA, ACADÉMICO DON BERNARDO CANAL FEIJóo

Señoras y señores: este acto tiene por objeto la recep­ ción pública de dos de los miembros correspondientes de nuestra Academia. Llámase así a los miembros radi­ cados en el interior del país o en el extranjero, e incor­ porados en mérito a su labor en las letras de incumben­ cia de la Academia, según sus leyes y estatutos or­ gánicos. Es propósito de nuestra Academia, en razón de los condicionamientos geográficos del idioma obtener la co­ laboración de los señores académicos correspondientes en todo cuanto permita un mayor conocimiento del ha­ bla actual y representativa de sus respectivas provincias. Es también propósito concreto de nuestra Academia la

o La crónica de la ceremonia, realizada el 9 de octubre de 1980, puede verse en NOTICIAS, en este mismo volumen. 120 BERNARDO CANAL FElJóo BAAL. XLV, 1980

confección de una lista de gentilicios argentinos en la que importará especialmente esas colaboraciones. La tarea se ha iniciado mediante una encuesta dirigida al magisterio y finalizará el año próximo para su resolución definitiva. Corresponde señalar que en las deliberacio­ nes acerca de la metodología a emplearse ya ha partici­ pado en este proyecto el doctor Rava. Por considerar a los académicos correspondientes co­ mo una prolongación natural de esta Corporación se descuenta su participación en un proyecto largamente mantenido: la redacción de un Diccionario de Argenti­ nismos. Será necesaria su presencia, pues~' como cola­ boradores activos y también como intermediarios res­ ponsables ante la Comisión preparadora y los centros de estudios provinciales. Como está anunciado esta recepción está dedicada a dos distinguidos correspondientes, el profesor Emilio Carilla, de Tucumán. a quien presentará el profesor An­ derson Imbert en presentación que leerá el profesor Gas­ tagnino por ausencia de su autor, y el doctor Rava, de Santiago, que será presentado por nuestro colega, el señor Carlos Villafuerte .. Oigámoslos. DISCURSO DEL SEI\JOR ACADÉMICO DE NÚMERO DON ENRIQUE ANDERSON IMBERT

EMILIO CARILLA

Emilio Carilla y yo fuimos compañeros en la Facul­ tad de Filosofía y Letras de Buenos Aires. Nos arri­ mamos al mismo maestro: Pedro Henríquez Ureña. Creamos: él, poemas y cuentos; yo, cuentos y nove­ las. En nuestras investigaciones muchas veces coincidi­ mos en el mismo tema y nos intercambiamos ideas. Es, pues, con un sentimiento fraternal que ahora lo saludo. Agradezco a la Academia Argentina de Letras que me haya dado la oportunidad de expresar en pú­ blico mi estima por Carilla como erudito, historiador y crítico. La erudición es un saber pormenorizado pero no un mero apilamiento de datos. Es un saber cosas que me­ recen ser sabidas y por tanto presupone un alto grado de selectivid,ad. El erudito Carilla, con perspicacia, con paciencia, ha acarreado informaciones importantes a la ciencia literaria: ha verificado fuentes, establecido fe- 122 ENRIQUE ANDERSON IMBERT BAAL, XLV, 1980

l'has, completado bibliografías, exhumado textos... Re­ cuérdese, por ejemplo, la erudición que hizo posible trabajos como El gongorismo en América y El emba­ iador Sarmiento. La historia es la resurrección del pasado humano en la conciencia de un estudioso. Cuando ese pasado es­ tá constituido por escritos que expresan experiencias personales, tenemos una historia de la literatura, -orga­ nizada por géneros, períodos, tendencias o naciones. El historiador Carilla ha contribuido al conocimiento del pasado de nuestras letras con investigaciones tan concienzudas como Estudios de literatura argentina, El romanticismo en la América Hispánica y El barroco li­ terario hispánico. Además de su caracterización de pe­ ríodos históricos, ha aportado materiales útiles para la biografía de figuras notables, como las de Rubén Da­ río y Pedro Henríquez U reña. La crítica literaria es la comprensión sistemática de todo lo que entra en el proceso de la expresión escri­ ta. Su propósito es juzgar el valor estético de una obra ('Q todas las fases de su realización. Nos dice si tal poema, tal novela, tal drama o tal ensayo valen o no valen. El crítico Carilla, con sinceridad y buen gus­ to, sabe justipreciar estéticamente la calidad de las obras que lee. Valga como modelo de crítica, entre otrOs muchos, su estimación de la poesía de Antonio Machado. En estas tres actividades -la erudición, la historia. la crítica- se ha destacado Emilio Carilla. Pero no se crea que lo ha hecho por separado. En la mayoría de sus iñvestigaciones la erudición, la historia V la crítica trabajan juntas. Libros tan importantes como" El roman­ ticismo en la América Hispánica v Quevedo muestran el espÍl"itu amplio de Carilla, su' voluntad de no de­ jarsl' atrapar por una sola especialidad. De igual ma- BAAL, XLV, 1980 DISCURSO 123

nera, en su evaluación de textos, todos los métodos críticos, desde el sociológico hasta el estilístico, apare­ cen integrados. Tomemos por caso su examen de revis­ tas literarias como manifestaciones de una sociedad de­ terminada y, al mismo tiempo, su análisis estético de la Lengua y estilo de Sarmiento. Después de haber seguido a Carilla en sus tres ac­ tividades -la erudición, la historia y la crítica- voy a apuntar las impresiones qm' produce la lectura del conjunto de. su obra. La primera impresión es la de seriedad: se puede confiar en sus datos, interpretaciones y JUIClOS. La segunda impresión es la de una vasta curiosidad. Su preferencia va hacia autores del pasado: clásicos españoles ( Cervantes, Quevedo) , hispanoamericanos (Hernando Domínguez Camargo, Sor Juana Inés de la Cruz), argentinos (Rosas de Oquendo, Tejeda). Pero también ha probado su agudeza en páginas sobre es­ critores del sigfo XIX (Ricardo Palma, José Martí) y sobre contemporáneos, como Borges, el cuento fantás­ tico y las literaturas de vanguardia. La tercera impresión que produce Carilla es la de ser un estudioso que no esconde la cabeza en los li­ bros sino que la levanta y echa una mirada a su alre­ dedor. Por eso, parte significativa de su obra respon­ de a solicitudes del medio en que se está moviendo. Trabajos circunstanciales en el sentido de que esté don­ de esté, en Catamarca, Tucumán, Buenos Aires o Nue­ va York, se las arregla para aprovechar esa estada pa­ ra consultar los archivos a mano v elegir temas locales. La cuarta impresión es la de ~na capacidad de tra­ bajo de veras extraordinaria: comparados con él, sus colegas parecen haraganes. No hay más que revisar su bibliografía: parece reflejar, no la producción de un 124 ENRIQUE ANDERSON IMBERT BAAL, XLV,1980 solo hombre, sino la de todo un equipo de investi­ gadores. Por esta cuantiosa producción de erudito, historia­ dor y crítico; por sus actividades docentes en univer­ sidades de la Argentina y los Estados Unidos; por las condiciones de su carácter -serio, laborioso, responsa­ ble- Emilio Carilla es hoy uno de los principales his­ panistas internacionalmente visible. Por todo ello es para mí un honor extenderle, en nombre de la Acade­ mia Argentina de Letras, una cordial bienvenida. DISCURSO DE RECEPCIÓN DEL ACADÉMICO CORRESPONDIENTE DON EMILIO CARILLA

UNA CITA ¡"AMOSA DE SARMIENTO (Bibliografía pintoresca de un pensamiento grave)

INTRODUcx::rÓN

Resulta siempre arriesgado pretender encerrar Ulla obra literaria en una síntesis muy breve y, más aún, en un nombre (e incluyo también aquÍ el sector espe­ cial de los títulos). De manera especial, cuando esa obra ofrece diversidad de facetas y desborda interpre­ taciones muy simples. Con todo, cabe la posibilidad de tentar aproximaciones, sabiendo de antemano lo relati­ vo de nuestro juicio, y que la pretendida síntesis abar­ ca no una totalidad, aunque sí elementos decisivos en la elaboración de esa obra. Como, claro está, me estov refiriendo al Facundo sarmientino, es de rigor desta~ar, sin más ni más, cuá­ les son esos hitos caracterizadores, dentro de la varie­ dad manifiesta a que me referí. Reiterando lo ·muy sa- 126 EMILIO CARILLA BAAL, XLV, 1980 bido, diré que son la biografía de Facundo Quiroga, y la denuncia de la tiranía de Rosas. Pero yo pienso, mejor, en otros aspectos, de tipo con­ ceptual, o menos decididamente concretos, que asocia­ mos igualmente a la obra. En esta dirección, nadie dis­ cutirá el sentido trascendente y, al mismo tiempo, de­ finidor, que tiene el título primitivo del libro, Civili­ zación i Barbarie, tan íntimamente ligado al nombre del autor. Es justo observar de inmediato que esta po­ laridad tuvo en la época singular difusión, que sus raí• ces son muy anteriores a Sarmiento y que resaltan en numerosas obras europeas. Sin embargo, y' sin disputar prioridades que sería ingenuo negar, corresponde tam­ bién decir que pocos lograron -como Sarmiento- fi­ jar un concepto o, si preferimos, adaptar tan felizmen­ te al ámbito americano la conocida antítesis. Sería un atractivo ejercicio reunir diversas citas vin­ culadas a Civilización i Barbarie, y, entre ellas, por su­ puesto, la aplicación sarmientina. He reunido alrede­ dor de veinte testimonios, pero dejo el tema para otro lugar. Aquí sólo deseo dejar constancia de tal tópico 1, ya que es otro el ejemplo que dirige nuestra aten­ ción. En efecto, aceptada la importancia espectacular de la dicotomía Civilización i Barbarie en el pensa­ miento sarmientino, quiero referirme a una frase famo­ sa del Facundo. Yo diría, el otro logos, la otra frase fa­ mosa, de igualmente temprana presencia en el libro, y tanto, que en la primera edición aparece va en la por­ tada. De más está necir que me estoy r~firiendo a la cita'

1 Esto (vale decir, las raíces e historia del concept%posición), per un lado. Por supuesto, tienen tanta o mayor importancia las consideraciones acerca de la fecundidad y posible personalización sarmientinas. BAAL, XLV, 1980 DISCURSO DE REcEPCIÓN 127

On ne tue point les idées. Curiosa coincidencia, aunque no la creo casual. Ob­ servemos que en la portada se dan estos tres elemen­ tos: 1) La polaridad "Civilización y Barbarie"; 2) el nombre del biografiado, con la fundamentación de su método; y 3) por último, la cita a que me refiero, con la traducción que ensaya Sarmiento. No es cuestión de elogiar, por esto sólo, el valor de tales testimonios. Sim­ plemente, quiero decir que el desarrollo de la obra jus­ tifica, con bastante fidelidad, esta importancia inaugu­ ral de los títulos y portadas ... A todo esto, resulta redundante encarecer la signifi­ cáción de la cita de Fortoul (o atribuida por Sarmien­ to a Fortoul). Por lo pronto, basta con saber que este estudio se centrará, precisamente, en esa cita.

EL TEXTO Aunque lo que interesa, en realidad, es la cita que figura en la Advertencia (o Prólogo), conviene sub­ rayar el papel .anunciador que presenta la portada dt, la primera edición del Facundo:

Civilización i Barbarie Vida de Juan Facundo Quiroga 1 aspectos físicos, costumbres i ábitos de la República Ar¡entina On ne tue point les idées Fortoul A los ombres se degüella: a las ideas no. Por 128 EMILIO CARILLA BAAL, XLV, 1980

Domingo F. Sarmiento Miembro de la Universidad de Chile, Director de la Escuela Normal.

Santiago Imprenta del Progreso -1845 - Pero -como digo- resalta aún más la cita en el tex­ to, en el evocado texto que constituye la Advertencia [IIJ, y que corrió los albures conocidos eQ la especial historia de las ediciones del Facundo. (Aclaro, aunque sea cosa muy sabida, que también las portadas sufrie­ ron cambios). Lo que llamamos Advertencia [11] de la primera edi­ ción del Facundo dice en concreto lo siguiente: "On ne tue point les idées. (Fortoul) A los ombres se degüella: a las ideas no. A fines del año 1840, salía yo de mi patria deste­ rrado por lástima, estropeado, lleno de cardenales, pun­ tazos i golpes recibidos el día anterior en una de esas bacanales sangrientas de soldadesca i mazorqueros. Al pasar por los baños de Zonda, bajo las Armas de la Patria que en días más alegres había pintado en una sala, escribí con carbón estas palabras: On ne tue point les idées. El Gobierno, a quien se comunicó el hecho, mandó una comisión encargada de descifrar el jeroglífico, que se decía contener desahogos innobles, insultos i ame­ nazas. Oída la traducción, "¡I bien!" dijeron "¿qué sig­ nifica esto? .... Significa, simplemente, que venía de Chile, donde la libertad brillaba aún, i que me proponía hacer proyec­ tar los rayos de las luces de su prensa hasta el otro lado de los Andes. Los que conocen mi conducta en Chile, saben si he cumplido aquella protesta". Reuniendo ahora la portada y la Advertencia [11], no­ tamos que cita y traducción -como unidad conjunta­ desaparecen en la segunda edición (Santiago de Chile, 1851), en la tercera (Nueva York, 1868) y cuarta (Pa­ rís, 1874). Dentro de la Advertencia [11] van a reapa­ recer en el tomo VII de las Obras, dirigidas por Luis Montt (Santiago de Chile, 1889; reproducido en Bue­ nos Aires, con cambio de título, por Augusto BeJín Sarmiento, 1896). Lo que se mantiene es la cita fran­ cesa, que Sarmiento reitera, pero ya sin nombrar al autor. Tenemos, así, en la primera edición (Santiago de Chile, 1845) repetida en la Advertencia [11] las sen­ tencias de la portada: On ne tue point les idées. Fortoul A los ombres se degüella: a las ideas no. Como estamos ya en 1845 es conveniente agregar, de inmediato, que no era entonces la primera vez que Sarmiento mencionaba la frase. El episodio de los ba­ ños de Zonda (que, como sabemos, es el punto inicial de la anécdota) ocurrió a fines de 1840. Y en febrero 130 EMILIO C.U\IU.A BAAL,XLV, 1980 de 1841. en una carta de Sarmiento a su amigo Qui­ roga Rosas. aparece una descripción minuciosa del he­ cho y el texto francés de las "célebres palabras", pero sin nombre de autor: "Una ocurrencia orijinal ¿Se acuerda de mi cuar­ to en los baños de Zonda, tan pintado con las ar­ mas de la patria en un frente con banderas i tro­ feos? Pues bien, el día que me degollaron, lancea­ ron. etc.... , en San Juan, al pasar a mi destierro, entré en el cuarto i bajo el trofeo nacional escribí estas célebres palabras: On ne tue 'point les idées, i seguí mi camino. Como nadie lo entendiese. la ignorancia. madre de la desconfianza, sospechó que podría decir: "Hijos de una gran puta. montoneros, un día me la pagarán". 1 esta traducción corrió de boca en boca; pero cuando llegó al Gobierno era no sólo aquello sino los insultos más groseros. Un plan de conspiración, y de llapa, que la Teléfora [esposa del Gobernador] era una ballena de aceite. El Gobierno. alarmado de estos rumores ¿qué cree T]d. que hizo? Lo que no hubiera hecho Luis Fe­ lipe. .. Mandó, amigo, sí, mandó, mi querido ami­ go ¿qué creyó que mandó? ¿que lo borraran? Bue­ no fuera eso ... mandó, sí señor, mandó una Co­ misión de Sabios que descifrasen el enigma, la que, a la salida del conductor de la noticia, estaba pre­ parando un informe sobre los horrores que estaban contenidos en aquellas siniestras palabras" 2.

2 Sarmiento, carta a Quiroga Rosas, fechada en Santiago de Chile, el 19 de febrero de 1841. Ver párrafos de la carta en César H. Guerrero (diario La Acción, de San Juan, 11 de setiembre de 1947; Augusto Landa, Sarmiento !I el general Na%tJrio Benauídez (Buenos Aires, 1951, pág. 30); Paul Vetdevoye, Domingo F~no BAAL, XLV, 1980 DISCURSO DE RECEPCIÓN 131

A fines de 1842 (exactamente, el 23 de diciembre), en el Prospecto del Heraldo Argentino, periódico que alcanzó una vida muy efímera, escribió Sarmiento: "EI puñal somete gargantas, pero no el pensamiento" 3 Con posterioridad, en un artículo publicado en El Progreso de Santiago de Chile, el día 21 de mayo de 1844 (NQ 473, Artículo editorial), incluye Sarmiento una frase que aceptamos igualmente como traducción libre del texto francés:

"No se fusilan ni degüellan las ideas" 4 Sin dar una excesiva importancia a la última cita, es justo recordar que esta frase figura como remate del artículo. Y que Sarmiento no la presenta como cita ajena. El punto obligado de referencia es, por supuesto, el Facundo. Después de 1845, y más para mostrar la fi­ jeza que aún mantenía en la vida de Sarmiento, vemos la frase reproducida en sus Recuerdos de Provincia: "Chile. En 19 de noviembre de 1840, al pasar desterrado por los baños de Zonda, con la mano i el brazo que habían llenado de cardenales el día anterior, escribí bajo un escudo de armas de la república: On ne tue point les idées . .. " 5 Conviene subrayar, de nuevo, que Sarmiento no men­ ciona el nombre del autor, pero esto puede deberse a

Sanniento. l:ducateur et Publiciste (entre 1839 ~ 1852), París, í963, pág. 76. J Ver Sanniento, Obras, VI, Santiago de Chile, 1887, pág. 84. 4 Ver Sarmiento, Obras, VI, Santiago de Chile, 1887, pág. 99. 5 Ver Sarmiento, Recuerdas de Provincia (1 ~ ed, Santiago de Chile, 1850). CE. ed. de Buenos Aires, 1896, pág. 200. 132 El\lILlO CARILLA BAAL, XLV, 1980

que la cita cumple allí un papel subsidiario y algo dis­ tinto al del Facundo. Por lo demás, nada agrega ni aclara. Sin embargo, vale la pena la mención, por tra­ tarse de una obra tan importante de la bibliografía sar­ mientina. No sé si hay otras citas en nuestro autor: en síntesis, los textos aducidos, cercanos al episodio de El Zonda, son, como vemos, rotundos y nutridos.

LA FRASE ORIGINAL

Lo que resulta, hoy, hecho singular (y, subrayo, pin­ toresco) es la investigación vinculada a la paternidad del texto francés. Desde 1845 y hasta fines del siglo pasado, no vemos mayores dudas (salvo una) acerca de la autoría que Sarmiento atribuye al ceñido, rotundo apóstrofe: On ne tlle point les ¡dées. Fortoul 6 Aún más: podemos afirmar que la transcripción del Facundo sirvió, por lo menos entre nosotros, para dar a Fortoul una supervivencia y un brillo literario (a través de esta frase) que no tuvo en su país. Hipólito Nicolás Honorato Fortoul, mediano escritor v político, nunca muy famoso, tuvo rápido olvido.7 Con· todo, más

6 A su vez, la frase circuló después entre nasotros sostenida por el testimonio sarmientino, y con mención o no del nombre de Fortoul. Damián Hudson la recuerda, a propósito de Sarmiento, como "aquellas palabras de un célebre escritor". pero sin citar a Fortóul. (Ver D. Hudson, Recuerdos históricos de la Provincia de CUIIO, n, Buenos Aires, 1898, pág. 402.) 7 Hyppolyte Nicolas Honoré Fortoul (1811-1865) fue hombre multifacético en la agitada Francia del siglo XIX. Como escritor dejó una producción considerable (hoy, rara y totalmente olvida­ da). Centros más frecuentes de su interés fueron la arqueología, BAAL, XLV, 1980 DISCURSO DE RECEPCIÓK 133 exacto es decir que el nombre de Fortoul tuvo bastante difusión entre los hombres de la "Generación del 37". aunque percibimos fácilmente que su popularidad se debe más a algunas citas aisladas que a un conocimien­ to a fondo de su abundante bibliografía. Sarmiento y Alberdi (y más el segundo que el primero) son los que acuden a Fortoul con mayor asiduidad.8 la historia y la crítica literaria. Su vida política culmina en tiempo de Napoleón 111, de quien fue mini~tro de Marina y, por más años, ministro de Instrucción Pública. Desde este cargo favoreció la publicación de diversas colecciones y recopilaciones periódicas. Como digo, sus obras son hoy de difícil acceso (y no han sido reeditadas). Conocemos, en cambio, los juicios adversos de otros hombres de su tiempo, que atacan tanto o más su carácter "aco­ modaticio" y su ambición, que su obra. "Ce panvre Fortonl ..." lo llama Sainte-Beuve (Cahiers. 1, ed. de Parrís, 1973, pág. 224). "Fortoul, ce pauvre petit écrivassier ... ", es el dictamen de Xavier I\farmier (Joumal [1848-18901, ed. de Ginebra, 1968, pág. 13). Más cerca de nosotros, del "subalterno y acomodaticio Fortoul" habla Leopoldo Lugones, en sn Historia de Sarmiento (ed. de Buenos Aires, 1931, págs. 121-122). Publicó numerosas colaboraciones en la Re&ue Encyclopédique, la Encyclopédie Nouvelle, la Revue de Paris y la Rewe des Deu:r Mondes. Y, sólo hasta 1845, cito, entre sus obras, las siguientes: Grandeur de la vie privée (París, 1838), Histoire du SeizUlme SUlcle (París, 1838), 1;tude sur la Maison des Stuarts (París, 1839), Du Génie de Virgile (Lyon, 1840), De l'Art en Allemagne (~arís, 1841), La Danse de8 Morts ... (París, 1842), De la littérature antique au Moyen-Age (París, 1842), Les Fastes de Versail/es . .. (París, 1844), Essoi Bur ia théorie et sur l'histoire de la peinture chez le8 ancien8 et chez les modemes (París, 1845) ... Sobre la bibliografía de Fortonl, d. con Hoefer-Firmin Didot Freres, Nou&elle Biographie Générale, XVIII, Paris, 1868; Gusta­ ve Vapereau, Dictionnaire Uni&ersel des Contemporains, Paris, 1858; Staaff, La Littérature franfaise, n. lVeme. Ce>urs, Paris, 1875, pág. 573. 8 Sarmiento 10 prueba en diferentes artículos de El Mercurio, 134 EMll.IO CAlw..LA BAAL, XLV, 1980

He dicho que durante el pasado siglo (y, sobre todo, en vida de Sarmiento) no hubo mayores dudas con res­ pecto a la autoría de la cita, salvo un raro testimonio que pertenece, curiosamente, al tucumano y fiel amigo de Sarmiento, José Posse. En efecto, en un párrafo de éste, de 1886 (es decir, poco anterior a la muerte de Sarmiento) José Posse atribuía la sentencia a André Chénier. Pero la noticia, estampada en el Primer Album de la Sociedad Sarmiento de Tucumán, no tuvo -por lo visto- mayor relieve y repercusión. Y, realmente, fue conocida (nada más que conocida) en 1932. Dice Posse: "Las palabras que André Chénier escribía en su calabozo en los momentos de salir al cadalso -"~o se matan las ideas"- y que Sarmiento reproducía más tarde, escritas con carbón, cuando lo expulsa­ ban desterrado de San Juan, su tierra natal, pue­ den repetirse hoi mismo al pensar que aquel gran ciudadano, en toda la madurez de su espíritu, se halla condenado al ostracismo de la vida pública, y que una asociación literaria de Tucumán pone su nombre al frente de su organización, como una protesta, respondiendo por el desterrado que "no se matan las ideas". Y en verdad, las ideas son inmortales, trasmigran de Valparaíso (ver Obras, 1, Santiago de Chile, 1887, pág. 302). Pero más aún aparece en párrafos de Alberdi, sobre todo en sus colaboraciones de La Moda, de Buenos Aires (nO 2, 25 de no­ viembre de 1837); nO 12, 3 de febrero de 1838) y El Iniciada" de MOIItevideo (lo de junio de 1838, 15 de junio d'e 1838, 10 de noviembre de 1838 ... ). Agreguemos el nombre de Miguel Irigo­ yen (en El Iniciador, de Montevideo, l Q de setiembre de 1838). Por lo común, Fortoul fue conocido en el Río de la Plata a través de artículos (o párrafos) de la Re!;ue Encyclopédique que los periódicos americanos transcribían. BAAL, XLV, 1980 DISCURSO DE RECEPCiÓN 135

por la persecución para reaparecer perfeccionadas, depuradas y convertidas en un sentimiento popu- lar ...... 9

¿Se confunde José Posse? ¿O hace la nueva atribu­ ción con alguna prueba? Por lo pronto, no la presen­ ta, y a él la frase le interesa para sacar consecuen­ cias o derivaciones ... Yo creo que el lapsus de José Posse se debe a que en la vida y obra de André Ché­ nier hay situaciones y versos que permiten cierta pro­ ximidad. Pero, verdad también, es que no he encon­ trado en él la sentencia famosa. Como es fácil notar, mucho más compleja aparece la bibliografía vinculada a la frase en nuestro siglo. Si­ guiendo cierto orden cronológico, diré, sin embargo, que ya ·en 1896, Paul Groussac propuso una correCClOn llamativa, cuando, en una nota de los Escritos de Ma­ riano Moreno, estampó: "Volney, para decirlo de paso, es el autor de la frase On ne tue point les idées americanizada por Sarmiento, que la atribuye a Fortou!". En razón de su importancia, volveré sobre esto des­ pués. Cabe ahora señalar, a manera de un diálogo de sordos, que la paternidad de Fortoul, sin mencionar para nada la corrección de Groussac, fue ratificada por Leopoldo . Lugones en las muy desiguales páginas de su Historia de Sarmiento (1' ed., Buenos Aires, 1911; 2~ ed., 1931).10

9 CE., José Posse, En el Primer Álbum de la Sociedad Sarmiento (Tucumán, 15 de julio de 1886). Reproducido en La Sociedad Sarmiento en su Cincuentenario (1882-1932), Tucumán, 1932, pág. 78. 10 Ver Leopoldo Lugones: "Pero el libro donde Sarmiento habia visto aquella frase 1.'36 EMILIO CARD..LA BAAL, XLV, 1980

Según Lugones, la frase aparece en la obra de For­ toul titulada Grandeur de la vie privée, pero no da da­ tos de edición ni de página. Mi buen amigo, el hispa­ nista francés Paul Verdevoye, nO ha encontrado en las dos novelas que Fortoul publicó con ese título (París, 1838) la debatida frase. u En este caso, confieso, m(' atengo a la diligencia del profesor Verdevoye, por las dificultades que supone en nuestros días conseguir obras del olvidado Fortoul, rarísimas entre nosotros. La única aclaración que conviene es que Sarmiento nunca pre­ cisó título de obra, y sí lo hace Lugones, para encon­ tramos, ahora, con el desmentido de Verdevoye. Eso sí, dejando de lado un título preciso, como Fortoul fue autor muy fecundo, y como resulta muy difícil hoy el acceso a las "obras completas" de Fortoul, es tarea har­ to compleja dilucidar si la frase se encuentra en sus li­ bros (por supuesto, anteriores a 1845). Volvamos a Groussac. Si bien, como dije, propuso su corrección en 1896, en el tomo primero de La Bi­ blioteca, la mayor parte de la crítica reparó en ella cuando el artículo sobre los Escritos de Mariano Mo­ reno se publicó, junto a otros, en el volumen titulado Crítica literaria, de 1924.12 Curiosamente, se mantiene el diálogo de sordos en­ tre estos dos ilustres de las letras argentinas, puesto

era la información fresquita que halagaba su vanidad de autodidacta: Grandeur de la vie privée (1838) ... " (HIs­ toria de Sarmiento, ed. citada, pág. 121). u Ver Paul Verdevoye, Domingo Faustino Sarmiento. 1l:duca­ teur et Publiciste . .. ed. citada, pág. 76. 12 Cf., Paul Groussac: . [Volneyl ... "El mayor ateo que existió en el siglo XVIII, v cuyas Ruinas escandalizaban a Franklin. Volney, para decirlo de paso, es el autor de la frase: On ne tue point BAAL, XLV, 1980 DISCURSO DE RECEPCIÓ" l37 que, entre 1896 y 1924, había aparecido ~l libro de Lu­ gones, en 1911. Sigamos adelante. Llama la atención en los dos textos de Groussac (en realidad, uno solo, sin modificaciones), la forma no muy "científica". y hasta con cierta displicencia ( "para decirlo de paso") con que Groussac se refiere a su divergencia. Insisto en lo de "no muy científica", más aún tratándose de Groussac que, como bien sabemos, solía vapulear a ri­ vales y no rivales por sus descuidos e imprecisiones. (La única explicación que cabe es que pensó develar algún día el misterio, pero en ninguna otra ocasión vol­ vió sobre el tema. Esto es lo concreto). Debemos apoyarnos, pues, en la nota solitaria, incon­ movible en 1896 y 1924. Sustituye, allí, a Fortoul por Volney, pero no da nombre de obra, ni agrega mayo­ res detalles. En fin, procuro, en párrafos próximos, ha­ cer cierta luz sobre el problema. Por ahora, quiero agre­ gar que, como no podía menos que ocurrir, el prestigio un tanto agresivo de Groussac apabulló a diversos es­ tudiosos y editores del Facundo, que, gradualmente y con más o menos pudor, se apresuraron a borrar el nombre de Fortoul y colocar en su lugar el de Volney.1\ Ahora bien, también aquí el hispanista Paul Verde­ voye recurrió a las obras de Volney (concretamente, a sus obras completas) y, dice, no encontró la frase cues­ tionada: "Nous avons cherché vainement cette phrase

----les idées, americanizada por Sarmiento, que la atribuye a Fortoul". (Escritos de Mariano Moreno, en Crítica /ite­ raria, ed. de Buenos Aires, 1924, pág. 255, nota.) Repito: el artículo se publicó por primera vez en la revista La Biblioteca, dirigida -como sabemos- por Groussac (1, tomo 1, Buenos Aires, 1896, pág. 143, nota). B Ver, por ejemplo, Alberto Palcos (Sarmiento, ed. de Buenos Aires, 1938, pág. 34), Delia S. Etcheverry, notas a su ed. de Sar- 138 EMILIO CAIIlLLA BAAL, XLV, 1980

dans les Oeuvres completes de Volney (París, Firmin Didot, 1838) ".14 Yo he realizado el mismo camino, pero, en este re­ corrido, lamento no coincidir totalmente con Verdevo­ ye. A propósito, sería ilustrativo traer a relación el ca­ so del juez de paz de Milán, narrado por Manzoni: tie­ ne razón Verdevoye, y no deja de tenerla Groussac. En efecto, en Volney no aparece la cita On ne tue point les idées, pero sí aparece On ne tue point les choses ... ¿Y qué son esas cosas a que se refiere Volney? Pues son hechos políticos, tal como declara el contexto que precede a la frase: .....-toute l'histoire prouve que les assassinats n'ont jamais causé que de plus grands désastres, parc(~ que, ou se montrent les poignards, la s'éclipsent les lois. .. On tue les hommes, on ne tue point les choses ... ".15 Sobre esta base, no resulta exagerado reemplazar co­ SllS por ideas, pero la justicia obliga a decir que Volney escribió cosas y no ideas. Con esto también quiero agre­ gar que considero gratuito buscar en Diderot, como hace Verdevoye, una frase parecida ("On ne tire pas des miento, Facundo (Buenos Aires, 1949. pág. 2), Raúl Moglia, notas a su ed. de Sarmiento, Facundo (Buenos Aires, 1955, pág. 275), lber H. Verdugo, nota a su edición (Buenos Aires, pág. 52). 14 Paul Verdevoye, Domingo Faustino Sarmiento. Educateur et Publiciste . . " ed. citada, págs. 76-77. 15 Cf., Volney, Le~ons d'histoire (en Oeuues completes, París. 1838, pág. 594). Para Volney, la historia muestra que la serie de asesinatos políticos no han servido de nada. Que se han suprimido vio!entamente los tiranos, sin suprimir la tiranía. La historia, con­ cluye, es una larga serie de calamidades y de errores ... Corno sabernos, la frase de Sarmiento es corno la respuesta in­ dividual, no coincidente, a tal afirmación. BAAL, XLV, 1980 DISCURSO DE RECEPCIÓN 139 coups de fusil aux idées") .16 Ni, por mi parte, traer a colación frases de Rivarol o Stendhal, aunque se pa_ rezcan más a alguna de las versiones que nos da Sar­ miento, en particular, la de 1844.17 A todo esto, la acumulación de citas no debe hacer­ nos perder de vista el punto inicial, que no es otro que la atribución a Fortoul. Aun descartada la impre. cisión de Lugones, ni Groussac ni Verdevoye demues­ tran que Fortoul no diio "On ne tue point les idées". y esto se debe tanto a la abundancia bibliográfica de Fortoul (que en 1845 tenía una producción realmente considerable), como a la rareza con que hoy aparecen esas obras así como a la dificultad de leerlas... y ta­ les obstáculos no se allanan con sospechar que Sar. miento leyó o tomó la frase de una publicación pe­ riódica o de una simple transcripción. En síntesis, podemos reunir una serie de sentencias semejantes (y el ejercicio no deja de ser ilustrativo y confortador) , pero mientras no conozcamos todas las obras de Fortoul hasta 1845 no estaremos en condicio­ nes de negar que éste escribió la frase. Y, por lo tan ..

16 La frase de Diderot la encuentra Verdevoye en un artícu• lo de Charles Didier, publicado en la Revue Encyclopédique, de París (tomo LV, julio-setiembre de 1832, pág. 341). 17 La frase de Rivarol la cita Ricardo Sáenz Hayes (Entre dudaa y esperanzas, Buenos Aires 1954, pág. 135). La frase de Stendhal la veo en su Correspondence (1, ed. de París, 1962, pág. 998). Se trata del comienzo de una carta a Adolphe de Mareste, fechada el 21 de diciembre de 1819. Dice el texto: "Une coIlection de balonnettes ou de guillotines ne peut pas plus arreter une opinion ... " En lo que se refiere a la de Rivarol, noto que coincide exac­ tamente con la que Verdevoye atribuye a Diderot. Dejo aquí sólo la constancia del dato 140 EMILIO CARILLA BAAL, XLV, 1980

to, que Sarmiento se equivocó (como se equivocó, pue­ do probarlo, en otras ocasiones). Una última acotación a esta parte. Para muchos qui. zás resulte gratuito este rastreo de fuentes. Yo creo, por el contrario, que más allá de ciertos ribetes pinto­ rescos, resulta útil y necesario. Aunque no lleguemos a una conclusión definitiva. Como hemos visto, han des­ filado en los párrafos precedentes hombres conio Jose Posse, Lugones, Groussac y otros, a quienes no juzga­ remos -claro- a través de este limitado tópico. Sin embargo, el rastreo puede ser ilustrativo .. de la forma en que, con frecuencia, se encaran problemas de fuen­ tes literarias o ideológicas... En fin, justifico su desa­ rrollo minucioso en el hecho de que no cierro, con tal problema, este estudio.

LA PERSONALIZAClÓN SARMlENTINA Es indudable que, sobre la hase anterior, tiene más importancia ver qué ha hecho Sanniento con materia­ les que en principio juzgamos como ajenos, o que el ~anjuanino, en algunas circunstancias, recon.oce como ex­ traños. Dejemos, pues, momentáneamente, el texto fran­ cés y detengámonos en las traducciones v comentarios sarmientinos. Recordemos que, en esta dirección, contamos COIl tres textos precisos: 1) El de 1842, el del Prospecto del Heraldo Argentino. "El puñal somete gargantas, pero no el pensamien­ to" (sin mención del texto original). 2) El de 1844, al final del Artículo editorial de El Pro­ greso. "No se fusilan ni degüellan las ideas" (sin men­ ción de un texto anterior). BAAL, XLV, 1980 DISCURSO DE RECEPCIÓS 141

3) El de 1845, en la portada y la Advertencia [11] de la primera edición del Facundo. "A los ombres se degüella: a las ideas no". El aire de familia es notorio, más allá de las varian­ tes, y aun de la libertad de traducción que significa con respecto al On ne tue point les idées que Sarmien­ to coloca como original. Por lo menos, de la última ci­ ta: es decir, la más difundida, la del Facundo. Como no podemos borrar ese original, sea o no de FortouJ, es más fundado que nos refiramos ahora a las diferencias que presentan los textos sarmientinos: El puñal somete gargantas, pero no el pensamiento. No se fusilan ni degiiellan las ideas. A los. ombres se degüella: a las ideas no. Pues bien, es evidente la individualización que, so­ bre todo, las dos últimas, muestran en relación al ge­ nérico On ne tue point les idées, cuya fácil versión, o versión literal, nos da: No se matan las ideas. Pero Sarmiento nos da traducciones (amplificaciones) distintas. Cabe pensar, en principio, que cita un texto francés y traduce otro (u otros). En Sarmiento, esto puede ocurrir. Pero se da el caso de que la coinciden­ cia no es tampoco total con la frase de Diderot (que aduce Verdevoye), ni con Rivarol, ni con Stendhal. .. Por lo tanto, después de señaladas todas las posibi­ lidades a nuestro alcance, es atinado sospechar una po­ sible elaboración sarmientina. Yo creo que Sarmiento parte de un texto y, al mismo tiempo que lo traduce, lo transforma. ¿Anomalía? No, más bien es la transfor­ mación a que lo empujan su prédica militante, su po­ sición de lucha, no menos que la clara meta buscada 142 EMILIO CARILLA BAAL,XLV, 1980 y sus ansias de localización (O "americanización", co­ mo decía Groussac). Por eso -me parece- no resulta casual que en las versiones segunda y tercera se repitan el nombre ideas y la forma verbal degüella. El primero, como punto de apoyo básico. El segundo, subrayando, como digo, esa particular localización, ya personalización. Hacia 1844 Sarmiento da la impresión de haber en­ contrado en el verbo degollar no sólo un reflejo direc­ to de persecuciones y muertes, sino también un con­ tenido preciso, de suplicio y dolor, por URo lado, y sal­ vajismo, por otro. Todo esto, por supuesto, no aparece en el genérico matar, ni tampoco en el contenido, frío acto de someter' gargantas (aunque éste enfile ya ha­ cia degollar). Era, además, el vocablo directo usado, si bien no nos conformamos únicamente con esto. Conocemos de sobra cómo reitera Sarmiento a lo lar­ go del Facundo el cuadro sombrío de guerra y sangre que da color a las guerras civiles argentinas. Y, por descontado, vocablos como degüello, degollar, degolla­ iniento forman algo así como el leit-motiv de la obra. Especialmente, cuando se refiere a Rosas y su gobier­ no. Por eso, a manera de culminación estudiada, vale el párrafo del capítulo XIV en que Sarmiento enlaza el nombre de Rosas, las estancias de ganado, la Inqui­ sición y el degüello: " ... el degüello, a cuchillo, erigido. en medio de ejecución pública, viene de la costumbre de de­ gollar las reses que tiene todo hombre de la cam­ paña; la prisión sucesiva de centenares de ciuda­ des, sin motivo conocido i por años enteros, es el con que se dociliza el ganado, encerrándolo diariamente en el corral; los azotes por las calles, IHAL, XLV, 1980 DISCURSO DE RECEPCIÓN 14:1

la mazorca, las matanzas ordenadas, son otros tan­ tos medios de domar a la ciudad, dejarla, al fin, como el ganado más manso i ordenado que se co­ noce ... ".18 Esta descripción (que, naturalmente, no es la única) está llena de una fuerte carga local, sin ser exclusiva del Río de la Plata. En Sarmiento es la atmósfera pri­ mitiva, salvaje, con la cual nuestro autor envuelve a Rosas y sus partidarios. No se trata de una invención de Sarmiento, aunque reconozcamos que sí es suyo el ardor del ataque. Y aunque a veces, también, los "uni­ tarios" recurrieron al mismo expediente. Sin embargo, seria pecar de ingenuidad equilibrar los platillos de la balanZa.!9

JI Sarmiento, Facundo, cap. XIV. Ver también. Sarmiento, carta a Indalecio Cortínez, fechada en Santiago de Chile, 20 de enero de 1842 (en Julia Ottolenghi, Sarmiento a través de un epistolario, Buenos Aires, 1930, pág. 20): Prcupeclo del Heraldo Arjentino, Santiago de Chile, 23 de diciem­ bre de 1842 (en Obras, VI, Santiago de Chile, 1887, pág. 84); lnterú de Chile en la cuestión del Plata (en El Progreso, de San­ tiago de Chile, 8 de mayo de 1845, en Obras, VI. ed. citada, pág. 153); carta a Magdalena Brihuega de Aberastáin, fechada en Nue­ va York, el 19 de enero de 1867 (en Epistolario íntimo, ed. de Buenos Aires. 1961, pág. 69). Dejo aparte, como testimonio especial, unas líneas de su carta a Quiroga Rosas, del 19 de febrero de 1841, ya citada. Allí, en la detallada descripción del episodiO de los baños del Zonda, dice Sarmiento: "Pues bien, el día que me degollaron, lancearon, etc.... " Visto está que sí lo lancearon, pero que no lo degollaron. Sin embargo, Sarmiento necesita recurrir al dramatismo que el vocablo ofrece. En todo caso, aceptamos su declaración como referida a las amenazas y a un principia de degüello... Salvo que pensemos en degüello y su acepción de herida no mortal). J9 Uno, entre infinidad de datos de la época: un "santo y seña" 144 EMn.ro CARILLA BAAL, XLV,19!1O

De esta manera. la palabra degüella da la sensación, en los textos sarmientinos, de superponerse a las bási­ cas ideas, De lo que no cabe duda es de que cumple aca­ badamente la intención del autor, acusadora, apostrofa­ dora. Y ningún otro vocablo aparece tan "denunciador" (y. al mismo tiempo. local) como el que Sarmiento utiliza. Destacado lo que consideramos acierto sarmieiltino a través de una auténtica recreación, cabe, de mi par­ te. otro comentario. Es elemental que nuestra materia de anális.is lo cons­ tituye un texto dado. No tiene sentido modificarlo, o, simplemente. pensar que pudo ser de otra manera. En este caso. el texto hasta se defiende por la reiteración llamativa del autor o adaptador, que culmina en las dos citas del Facundo de 1845. Pues, bien. después de dicho lo que antecede, tengo la impresión (repito: sin ánimo de corregir a Sarmien­ to) de que nuestro autor tenía ya en el llamativo título de 1845 la traducción (o adaptación) más acabada. Y que esa "traducción" no ela otra que aquella que jun­ taba la frase de Fortoul (o atribuida a Fortoul) y la polaridad Civilización i Barbarie. Concretamente, que la verdadera frase epígrafe, lema (o lo que fuera) es la siguiente: ¡Bárbaros! ¡Las ideas no se matan! O. mejor aún: federal de 1841, recogido por Federico Barbará: -Santo: "Los salvajes unitario~ morirán degollados". -Contraseña: "Por los federales". (Orden general del 15 de oc- tubre de 1841, "para celebrar la importantísima noticia de la muer­ te del más hediondo de los salvajes traidores unitarios, Juan Lava­ He"). (F. Barbará, Rusas, ed. de Buenos Aires, 1948, pág. 61). BAAL, XLV, 1980 DISCURSO DE RECEPCiÓN 145

¡Bárbaros! ¡Las ideas no se degiiellan! Alberto Palcos. en su biografía de Sarmiento (1 'ed., Buenos Aires, 1929: ver ed. de 1938), dice a propósi• to del episodio de los baños del Zonda: ., ... escribió con carbón la conocida frase que él atribuye a Fortoul y que según Groussac es de Volney: On ne tue poillt les idées. Tradújola grá­ ficamente al castellano: "Bárbaros, las ideas no se degüellan . .. ".'1fJ El conocimiento de los textos muestra que no fue exactamente así. Si bien Palcos está, a su vez, hacien­ do una explicable adaptación. Justificada, por cierto, aunque esto corresponde a nuestra interpretación, y no a lo que Sarmiento nos entregó. Como entramos aquí en un terreno harto movedizo, corresponde actuar con la cautela correspondiente. Eso sí. sospecho yo que si Sarmiento no hubiera estado tan urgido (como estuvo) por el tiempo, y por la urgen­ cia inmediata que determinaba la llegada del enviado de Rosas a Chile, habría encontrado esta otra fórmu• la. Quizás, más rotunda y compacta; más deslindado­ ra. Y, por otra parte, que enlaza dos elementos funda­ mentales, como son, por un lado, la antítesis revelado­ ra, y, por otro. el epígrafe general del libro. O, con fácil distinción: Bárbaro (barbarie), como oposición determinante, frente a la Civilización que Sarmiento defiende, y en cuyo bando se coloca. - Las ideas no se degiiellan, como defensa, en fin, de la libertad de pensamiento, en medio de los horro-

20 Ver Alberto Palcos. Sarmiento (1'" ed., Buenos Aires, 1929, eL, 3'" ed., Buenos Aires, 1938. pág. 34). 146 EMu..lO CARn..LA BAAL, XLV, 1980

res de la lucha y las persecuciones. A través de una reiteración en la que el autor procuraba fundar una opinión, tanto más necesaria por las circunstancias odiosas que el empinado Rosas imponía en 1845.

Como hemos visto, no se trata de la ingenua ambi­ ción de corregir el texto sarmientino: bien está como está, con los aciertos notorios de su traducción-comen• tario. La que "veía" Palcos (y que, en realidad, no propone Sarmiento) es sí la que deducimos de los ri­ cos materiales que aporta Sarmiento y q~~, a su vez. satisface mejor nuestra fría perspectiva. Hemos reparado antes en diferencias de matices que presentan las diversas versiones. Podemos ampliar aho­ ra esas consideraciones, al cotejar el abstracto No se matan las ideas y el más particularizado A los ombres se degüella: a las ideas no (o Las ideas no se degüe• llan), notamos que, en el primer caso; no se establece una diferencia entre las ideas: pueden ser, ellas, bue­ nas o malas. En cambio, en el segundo caso, la muer­ te afrentosa, representada por el verbo degollar, da, por contraste, relieve noble a las ideas sobre las cuales la violencia se ejerce. Con otras palabras, presupone, sobre todo, la acción del poder tiránico sobre el indi­ viduo, aunque ese poder (yeso es lo que se pretende resaltar) no alcanza, en definitiva, a sojuzgar o abatir las ideas. El carácter positivo con que el defensor las inviste corresponde también a un orden íntimo muy es­ pecial, de cuya nobleza él responde. Pero, como ya he dicho, y sin salir de los materiales que Sarmiento nos brinda en su portada, el agregado del apóstrofe sirve para redondear rotundamente la frase: ¡Bárbaros! ¡Las ideas no se matan!, o ¡Bárbaros! ¡Las ideas no se de­ güellan! (esta última, como definitiva), expresan con BAAL,XLV, 1980 DISCURSO DE RECEPCiÓN 147 total acierto los dos mundos que se desea contraponer. y que Sarmiento, en rigor, contrapone.

ENLACES y DERIVACIONES

De más está decir que las consideraciones acerca de quién es el verdadero autor de la frase On ne tue point les idées no invalida el convencimiento que todos tene­ mos de una relativa originalidad de la sentencia. O, con otras palabras, que se trata aquí de un pensamien­ to que descubre, antes del siglo XIX, larga vida. Tan­ ta, que no resultan exagerados enlaces con autores y obras bien conocidos. Lo .que sí conviene aclarar es que, fundamentalmen­ te. me refiero a contactos, ramificaciones, pero no a una ceñida precedencia de la frase. De ese modo, si, por un lado, no le atribuimos una originalidad esen­ cial a la sentencia de Fortoul, por otro, le concede­ mos una defendible originalidad expresiva. Como, a sú manera, se la concedemos igualmente a la "traduc­ ción" sarmientina. Hablando de ideas y de la inmortalidad del alma (o de las ideas) se impone. claro, la mención del nombre ilustre. Y de un diálogo como el Fedón. Dice Sócrates:

"El alma es lo más semejante que haya lo divi­ no. inmortal, inteligible, único en su aspecto, in­ disoluble y que se comporta siempre del mismo modo e idénticamente a sí mismo ... ".21

(" ... En el presente pasaje del Fedón -dice Conrado

21 Platón, Fedón, trad. y edición de Canrada Eggers Lan, Bue­ r.af. Aires, 1971, pág. 139. 148 EMILIO C.U\lU..A BAAL, XLV, 1980

Eggers Lan- se ve, contra lo que cree Gilson, que las Ideas son lo más afín y semejante al almaM ).:!2 "Por consiguiente, al aproximarse la Muerte al hom­ bre, lo que de Mortal hay en él muere, según pa­ rece, en tanto que lo que hay en él de Inmortal se batirá en retirada, alejándose sano y salvo, y ce· diendo su lugar a la Muerte ... ".23

Después, la sentencia puede defenderse con citas de los neoplatónicos, de los estoicos, de los Evangelios. "C'est ce que dit Epictete que 'L'homme n' a rien proprement sien que l'usage de ses opinions ..... (Montaigne) .24

Y, de manera especial, no es difícil encontrar pensa­ mientos más o menos próximos a los que comentamos, en autores del siglo XVIII y de comienzos del XIX: eso es lo que ya hemos visto a través de nombres co­ mo los de Diderot, Volney, Rivarol, Stendhal, y algún ot~o que se nos escapa. Creo que precisamente en una sentencia como la que destacamos en Sarmiento (o que utiliza éste con tanta reiteración) se justifican, más que en otros casos, los enlaces establecidos. Aunque, final­ mente, fijemos la culminación de una trayectoria, por sus evidentes conexiones políticas, en el siglo XIX. Lo que falta agregar es que la vida de esta senten­ cia (o de sentencias cercanas) sobrepasa el siglo XIX y l~ega hasta nuestros días. Y, como es adivinable (y aconsejable) no se extinguirá con nosotros. Volviendo

22 Ver nota de Conrado Eggers Lan a su edición (pág. 139). 23 Ver Platón, Fedón, ed. citada, pág. 205. Ver, también, págs. 133, 145 Y 203. 24 Montaigne. Essais. Libro I1, cap. XII. BAAL,XLV, 1980 DISCURSO DE RECEPCIÓN 149 un poco hacia atrás, diré que en el itinerario podemos agregar nombres como los de A. Chénier, Victor Hugo, Baudelaire, Eugenio María de Hostos, Thomas Brigham Bishop, Sean O'Casey, Walter Lippmann, John F. Ken­ nedy, Albert Camus ... 2S La posibilidad de nuevas variantes expresivas dará supervivencia a una sentencia o sentencias que es injusto mirar como lugares comunes o pensamientos sobreenten­ didos. Por el contrario, creo que merecen el lugar de postulados esenciales, lemas de vida y caudal de sabi­ duría que toca lo más noble del hombre. Aunque el problema es arduo (y la carne débil), una humanidad mejor no puede desatender, entre sus fundamentos, este principio básico.

Conclusión No entiendo bien por qué Lugones llamó "vulgarísimo apotegma" a la frase que Sarmiento atribuyó a Fortoul.

2S Cito algunos' ejemplos: Oh! q,uel noble dédain fit sourire ta bouche, quand un brigand, vengeur de ce brigand farouche, crut te faire palir aux menaces de mort! (André Chénier, Odc. A Charlotte Corda". Toute idée est, par elle-meme, douée d'un vic immorteIle, comme une personne. Toute forme crée, meme par l'homme. est immortelIe. (Baudelaire, Mon coeur mis a nu. En 1:crits intimes, ed. de París, 1946, pág. 75). "¿Han muerto esas ideas que han pasado? Todas viven armó• nicamente en la idea suprema de ser hombre ... " (Eugenio María de Hostos. Palabras, en la Revista de Santiago. 1. Santiago de Chi­ le, 1972). }ohn Brown's body lies a mouldering 150 EMILlO CARIlLA BAAL, XLV,1980

Notemos que Lugones también envuelve, negativamente. a la sentencia sarmientina. En realidad, Lugones se apre­ sura a dictar una condena, sin entrar a considerar otros detalles, posiblemente más atractivos. Como, por ejem­ plo, la individualización que significa la "traducción" sarmientina. En fin, Lugones pasa con rapidez a otro tema, en este libro tan desigual que dedicó a Sarmien­ to; a mi modo de ver, libro más famoso que leído 26. Por lo pronto, y sin salir de Sarmiento, hemos visto cómo la identificación que nuestro escritor establece con la anécdota del Zonda, la frase y su vida supera ostensi­ blemente el carácter de "vulgar". Y, a partir de aquí,

in the grave. His soul goes marching on ... (Thomas Brigham Bishop, John Brown's body). "You cannot put a rope around the neck of an idea; you cannot put an idea up against a barrack-square waU and riddle it with bulets; you cannot confinc it in the strongest prison cell that your !laves could ever built". (Sean O'Casey, Death of Thomas Ashe, 11:130). "The thinker dies, but his thoughts are beyond the reach of destruction. Men are mortal; but ideas are inmortal ..." (Walter Lippmann, A Preface ta Morals, 1929). "They may torture, but shall not subdue me". (Albert Camus, cita escrita por el autor en inglés en HlS Carnets, I. ed. de París, 1962, pág. 228). "A man may die, nations may rise and fall, but an idea lives on. Ideas have enduran<;.e without death". (John F. Kennedy, Addres8, en Greenville, N. C., 8 de febrero de 1963). 26 'Aunque quizá resulte obvia h aclaración, diré que tengo dadas repetidas pruebas de adhesión a Lugones, sobre todo en lo que se relaciona con su obra lírica, sus ficciones y, podría agregar, su en­ tero perfil. Tal reconocimiento no quita, por supuesto, divergencias cuando penetramos en el amplio mundo de su ideología, sus juicios críticos y sus métodoc ... BAAL,XLV, 1980 DISCURSO DE RECEPCIÓN 151 que hay incuestionable riqueza en las proyecciones de la frase ... Centrándome en los aspectos principales de mi estu­ dio, diré que, aparte de los problemas de fuentes, he procurado ver cómo se personaliza en él, Sarmiento, la sentencia y cómo ilumina, más de lo sospechado, otros rasgos de su combativa, batalladora individualidad. Sin por eso, claro, pretender explicar todo Sarmiento por los avatares de una frase, por importante que ésta sea. Sobre las lecturas y citas de Sarmiento encontramos las opiniones más dispares. Diversidad que, como es fácil adivinar, va de la aceptación total, como si fuera un oráculo, hasta la negación sistemática. Y en la negación suele incluirse, en primer lugar, el sector vinculado a su formaCión intelectual y conocimientos librescos. Un juicio de Estanislao S. Zehallos aparece, en princi­ pio, equilibrado y objetivo. Dice: "Había leído poco y lo retenía todo, y sus citas, no copiosas, son hechas de memoria, sin detenerse en minuciosidades de comprobación. Su saber asimila­ do era escaso, pero su sabiduría espontánea, de adi­ vinación, instintiva, era inmensa' .. " 27.

Algo de verdad hay en el párrafo de Zeballos, si bien el juicio se resiente por el afán de las antítesis. Sarmiento leyó mucho, pero irregularmente. Citaba, con frecuencia, de memoria, pero es injusto decir que siempre lo hacía así. Además, las citas ajenas solían transformarse, asi­ milarse a su prosa, haciendo irreconocible, o poco menos, su punto de origen. Y es necesario ahondar para descu­ brir sus préstamos. La sentencia que ha determinado este

27 Ver Estanislao S. Zeballos, Sarmiento (en la Revista de De­ recho, Historia y Letras. 1. n9 1, Buenos Aires, 1898, pág. 122). 152 EMILIO CARILLA BAAL, XLV,1980 estudio puede servir de buen ejemplo para captar esta modalidad sarmientina. Sobre todo, en relación a trans­ formaciones y derivaciones. No me parece exagerado terminar este artículo ligando, una vez más, los nombres de Fortoul y Sarmiento. Sea o no de Fortoul la frase, y acierte o no Sarmiento con el autor. Es que, por encima del olvido de Fortoul y la reconocible supervivencia de Sarmiento, lo que importa, realmente, es proclamar, a través de nuestro escritor, la perennidad de la sentencia: ¡Bárbaros! ILas ideas no se degüellan! DISCURSO DEL ACADÉMICO DE NÚMERO DON CARLOS VILLAFUERTE

HORACIO G. RAV A

Me es muy grato presentar y dar la bienvenida al Miembro Correspondiente de esta Corporación, doctor Horacio Germinal Rava, que fuera designado en sesión del 12 de julio de 1979. Me ha complacido esta distinción porque el doctor Rava es provinciano, como yo. La provincianía une a los hombres de tierra adentro, en los sentimientos y en la emoción del recuerdo, cuando se hallan lejos de sus lares. Rava ha nacido en Santiago del Estero, que limi­ ta con mi Catamarca por tierras fragosas y montañas altas. Pertenece a la pléyade de escritores del interior que vienen· realizando una labor proficua, tesonera e importante en el campo de las letras. Inspirado en los motivos de la tierra, sin descuidar la amplia visión del país, exalta el paisaje, los hombres, los hechos históricos y cuantos otros motivos atesoran aquellas regiones. Santiago del Estero, con sus calles ·estrechas y sus ca- 154 CAIILOS VILLA.'UEI\TJ:: IIAAL, XLV, 1980 sas antañonas; con sus patios enladrillados y perfuma­ dos de jazmín del país; ('on los días l'l\t'l'll(lidos de so­ les y las noches alul\adas; con su campo ardoroso sal­ picado de bos

y el paisaje. El uno, inclinado sobre la tierra hasta ca­ si besarla, para sacarle el fruto bendecido por lluvias, y el paisaje azafranado de soles. Por el camino del monte viene la tropa de carros; cinco carros crujidores, cinco carreros tostados y las mulas, veinticinco, veinticinco y un quemado, que es aquel macho puntero, crinudo, vejete y zaino.

y el camino desenreda su madeja interminable bajo el látigo de fuego del bravo sol de la tarde, mientras allá. en lontananza, el horizonte se evade, huyendo frente a la tropa como sueño inalcanzable. Rava fue de los primeros que se incorporaron a la "Bra­ sa". institución literaria y cultural fundada por Canal Feijóo. en Santiago del Estero. en 1927. tpoca en que las letras y las artes llegan a su mayor esplendor y re­ fulgen con luz propia -como algunas voces de años anteriores que enaltecieron el paisaje y los hechos con sus cantos de añoranzas; Algarrobal de mi tierra, crespo de vainas doradas, a cuya plácida sombra pasó cantando mi infancia. escribió Ricardo Rojas. 156 CARLOS VILLAFUEI\TE BAAL, XLV, 1980

Rava perteneció a ese grupo del año 27 que pese a los ismos nuevos de las corrientes literarias que venían pujando por abrirse camino, siguieron firmes y tesone­ ros en el sentir de la tierra, en el silencio y en las so­ ledades de las grandes llanuras pardas, en la vida es­ peranzada y renovada en cada gota de lluvia. Porque allí todavía se oye el canto del coyuyo haciendo madu­ rar la algarroba en vainas doradas o el silbo del .zor­ zal en las siestas estivales cuando anda en procura de brevas maduras azucaradas de ambrosía. Santiago, pol­ voriento y soleado, es siempre el inspirador del canto de sus hijos. .. Nuestro Académico Correspondiente publica en 193í su primera obra literaria: AstiUas, que sus comprovin­ cianos reciben con singular simpatía. Madurado su es­ tro, da a conocer, en 1938, un canto a Sarmiento, titu­ lado: Hi;o de América. Más tarde, Nacer y renacer en el paisaie:

U na vieja amistad con el camino nace y vive en mi sombra y en mi sueño; agrio cordial que va desde pequeño gustó mi boca cual si fuera un vino

Transhumancia fatal. ¿Será mi sino nacer y renacer en el paisaje? Imposible quietud vive el oleaje porque el ir y venir es su destino

Va delante de mí la pampa abierta y el mar revuelto de inquietud madura. Traba mi paso el bosque en su espesura; pero arriba del bosque hay una puerta. BAAL,XLV, 1980 DISCURSO 157

Pero esta vocaClOn por el camino, que en vez de vocación es un castigo, que allá, cuando nací, nació conmigo araña mi quietud como un espino. Después sigue con una cantidad de obras que va au­ mentando su bibliografía: Romances sin romance, Tres imágenes de Santiago, Amor recuperado y otros poe­ mas. Todos de poesías con sabor terruñero v de amor amanecido. . Rava, nacido el 8 de agosto de 1905, hizo sus estu­ dios primarios y secundarios en su ciudad natal, y los universitarios en Buenos Aires, donde se recibió de abo­ gado. Ejerció su profesión y ocupó las cátedras de Eco­ nomía Política y de Derecho Comercial en la Escuela Mercantil y en la Academia Comercial "Martínez Ca­ ñá" de Santiago del Estero y en la Facultad de Dere­ cho y Ciencias Sociales de la Universidad de Tucumán. Al mismo tiempo incursionaba por las disciplinas an­ tropológicas. Y ya lo tenemos entrado en la apasionante ciencia del Folklore, recogiendo los sobrenombres o motes conocidos en su ciudad, que luego fueron ano­ tados en un libro titulado: Los sobrenombres santia­ gueños, en el cual hace historia de los apodos, que por cierto sus orígenes no son criollos sino que se remon­ tan a los viejos pueblos de la antigüedad. Hace un rá­ pido recorrido por las naciones europeas y llega a nues­ tra América a través de España, como es lógico, y dice: "España fue siempre rica en apodos, tanto para sus mo­ narcas, artistas o ídolos populares como en el propio pueblo y ello desde tiempos remotos... En España el apodo vive como vive entre nosotros. En la Améri­ ca colonial el apodo tenía gran vigencia". y hace re­ ferencia a lo que dice Pillado, en Buenos Aires colo- 158 CARLOS Vn.LAFUERTE BAAL, XLV, 1980 nial: "Decir refranes y aplicar motes a cualquier per­ sona o cosa era común y corriente en la Colonia y ello se corrobora con los apodos de muchos personajes de la historia americana". Es decir que el doctor Rava ha proporcionado al folklofl' una interesante, picaresca y familiar recopilación de los apodos que están en vigen­ cia en su ciudad. Lo cual es muy importante para la ciencia que trata de estudiar la idiosincrasia y la' psi­ cología de los pueblos. Pero no ha quedado allí su incesante búsqueda. Es­ tudioso consciente de las fuentes primitivas. de su re­ gión, investigó con empeño la leyenda histórica de la famosa Zamba de Vargas. Tan conocida y popular co­ mo otras muchas músicas nativas que han pasado de generación en generación formando el acervo tradicio­ nal de nuestra tierra. Esta zamba que volcó la suerte de una batalla, la "Batalla de Pozo de Vargas":

A la carga, a la carga, dijo Taboada; si esta guerra pierdo no cargo espada.

Fue un simple episodio de los muchos que tiene nuestra historia en su lucha a favor de la paz y de la Constitución Nacional; pero que alcanzó resonancia por la zamba allí ejecutada, que luego se divulgó como una de la.s piezas más auténticas de nuestro folklore nacio­ nal. Rava trae el recuerdo de las primeras recopila­ ciones de esta música y de las diversas letras con que fue cantada. La obra de Horacio Germinal Rava está compilada en la jurisprudencia, en la poesía y en el folklore. Sus BAAL, XLV, 1980 DISCUll~"O 15!-J temas han sido, casi siempre, impregnados de un hon­ do sentido telúrico. Además de las obras citadas ha contribuido al co­ nocimiento de su provincia. del habla popular y por ende al uso del idioma castellano con innumerables tra­ bajos periodísticos y con conferencias. Ha enaltecido figuras, ya desaparecidas, de su Santiago como Andrés Chazarreta, el popular recopilador de motivos musica­ les y el que trajo a Buenos Aires la coreografía de los bailes nativos, renaciendo un tanto el afán por lo crio­ llo. Como también la de Cómez Carrillo que enalteció la simple melodía de nuestro canto en un conjunto de armonías trascendentes. Como la obra de Ricardo Ro­ jas, que aunque nacido en Tucumán, se lo ha conside­ rado . santiagueño por su origen y su canto. Rava es un escritor del interior del país que tiene hecha una obra de trascendencia nacional. Con estas pocas palabras he querido dar la bienve­ nida a nuestro Académico Correspondiente que hoy se recibe públicamente y de quien me ha tocado en suerte hablar.

DISCURSO DE RECEPCiÓN DEL SEt\lOR ACAD~MICO CORRESPONDIENTE DON HORACIO G. RAVA

Dos HUMORISTAS EN LA POESÍA DE SANTIAGO DEL ESTEBO: MATEO ROJAS DE OQUENDO Y DANIEL SoSIA

En el panorama de la literatura santiagueña la nota dominante ha sido la presencia del paisaje, de su pai­ saje agreste. áspero y raigal, por una parte, que al ha­ cerse agresivo para . el santiagueño, al mezquinarle los bienes, lo ahuyenta y empuja a las andanzas, tornán­ dose ausencia. recuerdo, presencia de nostalgias de una raíz hecha rama, de una raíz hecha pájaro. Esa vocación de ensueños rescatadores se ha balan­ ceado entre lo lírico v la disconformidad de seres y vi­ vencias. aunque sin 'aventar, por supuesto, la ineludi­ ble presencia del amor. Pero en la vida popular san­ tiagueña. en la vida misma, siempre se ha dado otro matiz que pocos poetas han recogido y al cual los so­ ciólogos -como Bernardo Canal Feijóo- han contem­ plado como "el reverso humorístico de la tristeza crio­ lla" y los folklorólogos -como Orestes Di Lullo- han 162 HORACIO G. RAVA BAAL,XLV, 1980 ponderado como una categoría de particular sobriedad, mesura y equilibrio, que se da sin alardes, sin excesos. Me refiero al humor, al humor como instrumento de crítica, de sanción moral, por el camino de la burla, de la sátira, del sarcasmo; sin embargo, como expresión literaria casi no se da en Santiago del Estero y mucho menos en la poesía; tanto es así que entre más de dos· cientos escritores que anoté en mi Panorama· de las letras santiagueñas apenas aparece alguno y en el área estricta del verso sólo merecen relevancia dos: uno en el siglo XVI y otro a fines del pasado siglo y prin­ cipios del presente. Me refiero a Mateo ROJas de Oquen­ do y a Daniel Soria. Por esa Singularidad merecen especial recordación.

1 Mateo Rojas de Oquendo es el primer poeta cu­ yas plantas hollaron el suelo santiagueño, el primero que vivió bajo su cielo y gozó el panorama maravillo­ so de los espacios estrellados en la noche estival, el pri­ mero que aspiró los perfumes de la flora exuberante de sus selvas; pero también el primero que sufrió el castigo de las largas distancias solitarias, de la incle­ mencia de la puna y la montaña, de la emboscada del indio y de la desconfianza, el recelo y la traición del propio aventurero conquistador, ansioso de riqueza y poderío; de ahí que no pueda sorprendernos que, al igual que otros poetas coetáneos o posteriores,! sintie­ ra la necesidad de hacer conocer la gesta del conquis­ tador, si bien su espíritu travieso y justiciero lo llevara

I Rava Horacio G. "Mateo Rojas de Oquendo, poeta y aven­ turero del siglo XVI." Revista de la Junta de Estudios Históricos de Santiogo del Estero, NQ 19-20. BAAL, XLV, 1980 DISCURSO DE RECEPCIÓN 163

a medir las cosas y los hechos con la vara de la críti• ca mordaz y a expresarlo en el estilo punzante de la sátira. De ese afán habría nacido lo que sería su obra primordial, lo que -por lo menos para nosotros los americanos de esta región de las Indias- constituye el principal motivo del estudio de su personalidad y de sus realizaciones; obra de la que, lamentablemente: han quedado algunas referencias notariales pues ella habría desaparecido después que fuera enviada a España para su publicación; sólo queda, repito, la mem~ria y de la real producción del poeta algo menos de una docena de poemas salvados en el refugio protector de coleccio­ nistas y archiveros. Aquel poema, que habría sido escrito entre 1589 y 1592. se nominaba "Famatina" y su tema "la descrip­ ción, conquista y. allanamiento de la provincia de Tu· cumán" desde que entró Diego de Rojas hasta el go­ bierno de Juan Ramírez de Velazco, vale decir, el pri­ mer período de la Conquist~ que abarcó poco más de cincuenta años del siglo XVI; sería una epopeya, al es­ tilo de las que por aquel entonces se escribieron en América y Europa. En cambio, los poemas conocidos, escritos en su mayoría ~n la forma del romance, son narrativos o descriptivos, generalmente satíricos aunque no desdeñó algunas veces la lírica exaltación.

Como he dicho en estudios anteriores 2 este poeta llegó a Santiago en 1586 con Juan Ramírez de Velazco, recorrió la región, estudió los hábitos de los naturales, sus costumbres y sus creencias y en 1591 acompañó al gobernador a la Conquista de la región del Famatina y a la fundación de la ciudad de Todos Los Santos de

'Rojas Ricardo. La Literatura Argentina, tomo 11, "Los Colo­ niales"; pág. 30/31. Buenos Aires, 1918. 164 HORACIO G. RAVA BAAL, XLV, 1980 la Nueva Rioja. siendo nombrado Contador de la Real Hacienda de S. M. el 20 de mayo de 159l. Era español. posiblemente sevillano; habría estado en Génova y Marsella lIevado por su espíritu aventu­ rero y. bien pronto. siendo muy joven, embarcaría pa~ ra las Indias entre 1584 y 1585.3 Tras breve permanen­ cia en Cartagena. Nombre de Dios y Panamá, se tras­ ladaría a Lima y desde allí. ya con Ramírez deVelaz­ co. seguiría hasta Santiago del Estero, capital del Tu­ cumán. Estas breves anotaciones históricas. documentadas en sus propios poemas, nos servirán de guía en este estu­ dio; pero antes de entrar al tema en sí, señalaré que el misterio que rodea a su obra principal y a otros as­ pectos de su vida como son los lugares de su nacimien­ to y de su muerte. se agregan las dudas acerca de cuál fue su verdadero nombre ya que. si bien en el docu­ mento de mayor autenticidad que conocemos como es el protocolo del acta notarial del poder que otorgara a favor de Juan Ramírez de Velazco, mientras en el en­ cabezamiento figura su nombre como Mateo Rojas deo­ quendo. en el texto como Mateo "afas deoquendo, la firma expresa Mateo Rofas Deaquendo. En el Acta de la Fundación de La Rioja leemos su nombre y firma como Mateo Rojas de Oquendo mientras que en el pla­ no de adjudicación de solares aparece como Oquendo y como Aquendo. Siempre hemos supuesto que esas di­ ferencias deben atribuirse a la grafía de los escribien­ tes de la época y hemos preferido aceptarlo corno lo

'Reyes Alfonso. "Rojas de Oquendo en América". Capítulos de Literatura Eapañola (1" parte) págs. 21/11, México. Edición La Casa de España, 1939. BAAL,XLV, 1980 DISCURSO DE RECEPCIÓN 165 presentó hace ya muchos años nuestro don Ricardo Ro- jas: Mateo Rojas de Oquendo.4 . La poesía de Rojas de Oquendo que ha llegado hasta nosotros, asume en general la· forma del roman­ ce o del romancillo y excepcionalmente la del soneto. Por su contenido es habitualmente descriptiva de lu­ gares y costumbres o narrativa de sucesos o modos de vivir y en este sentido constituye no sólo un aporte his­ tórico, sino importante contribución al conocimiento de la etnografía y antropología. . La inspiración del poeta, como hemos dicho, es ha­ bitualmente crítica y satírica y si a veces aflora la ve­ na lírica, ello se da en pocas oportunidades, especial­ mente en aquellos versos que suponemos escritos en su edad madura, cuando vivía en Méjico, donde algunos suponen que terminó S6 vida. Su lenguaje escrito, propio de la época, acusa la pre­ sencia de la f (espera~a), el uso de la x por la i (xun­ to, lexos), de la q por la e (quanto), de la b por la v (bientos, berdor, benturosa), de la z por la s o la e (za­ lario, quinze), de la y por la i (ymita), de la u por la t: (graues), de TT al principio. de palabra (rrigor) y la su­ presión de la h (umana), así como también el trastro­ camiento de algunas letras o la inserción de otras (de­ cilde). (munchos, hacella). Como no podía ser de otro modo, hallamos la pre­ sencia de palabras del castellano de aquel entonces, al­ gunas que han caído en desuso aunque se guarden ce­ losamente en el Diccionario de la Lengua, otras que han pervivido por largo tiempo en el habla popular. El profesor Emilio Carilla, en su estudio sobre Rosas de

• Rava Horacio G. Los sobrenombres santiagueños, Tucumán, Ed. Tarco, 1972. 166 HoRAClO G. RAVA BAAL, XLV, 1980

Oquendo y el Tucumán menciona expresiones como chapetonada (enfermedad producida en los extranjeros por el cambio de clima) , chapetón (extranjero recién llegado al Perú), grosedad (abundancia, riqueza), ba­ quía (habilidad, destreza), manca"ón ( caballo), capo­ tiUo (cierta ropa corta) . En nuestras lecturas de los versos de Oquendo hemos registrado otras como alma­ diado (mareado), exicio (mortal) y alarbe (hombre in­ culto o brutal). así como el frecuente empleo de la pa­ labra "blanca" (moneda antigua de vellón) para seña­ lar la carencia de ella en que vivía; esta expresión ha sido muy usada en nuestro lenguaje popular. El principal género de su poesía es el romance o romancillo, del que, entre las diez piezas conocidas, ~­ liamos ocho, si bien no todas ellas abarcan la temáti­ ca del romance propiamente dicho. Los más importantes son aquellos que se vinculan a los primeros años de su estada en América, particular­ mente en el Perú y en el Tucumán, y son las que nos in­ teresan en cuanto pueden vincularse a nuestra región y especialmente a la realidad de aquella época azarosa de las conquistas y fundaciones. El poeta vino bien joven a América, "Digo que salí d'España en el berdor de mis años y el abril de mi esperan~a; llegó a Cartagena, a Nombre de Dios y a Panamá, don­ de sufrió pobrezas tantas que lo obligaron a ocurrir a su poesía para lograr sustento

pero la necesidad como el ynxenio adelgaza. baliome la poesía BAAL, XLV, 1980 DISCUIlSO DE IlECEPCIÓN 167

conque comy dos semanas. Porque hallé un boticario tan rendido a una mulata que bolvÍ la nieve fuego al hacelIe dos otabas y tras cuatro meses de penurias en Panamá, pudo em­ barcarse hacia Lima cuya grandeza pondera Vi la groseda de Lima casi semexante a España. Alli aguardó a RamÍrez de Velazco con quien sigUIO hacia el Tucumán, cuya capital era Santiago del Es­ tero, donde, según declara, conoció la región, estudió ar!~s y aprendió nigromancia, todo ello entre 1585 y 1590 ya que en 1591 integró la expedición que partió hacia Famatina y llevó a cabo la fundación de La Rioja, donde recibió honores y beneficios del gober­ nador. v cuando el Gobernador tuvo nombrado Alcaldes hizome juez oficial de las haciendas reales. En La Rioja empezó posiblemente a escribir su desa­ parecido poema Famatina, en el que narra "la des­ cripción. conquista v hallanamiento" de la provincia del Tucumán. poem~ que al decir de algunos autores perdióse en los viajes de RamÍrez de Velazco, o llegaría a España donde sin alcanzar la Real aprobación habría ido a parar a algún archivo o sufriría la censura del Santo Oficio, disipándose la fantasía del poeta con los vientos que barrerían sus cenizas. Dije que los pocos poemas hallados acusan referen­ cias que podrían llamarse históricas, aunque si bien se 168 HORAClO G. RAVA BAAL, XLV, 1980 mira podríamos -con lenguaje de ahora- tildarlas de "re­ visionistas". En los romances titulados "Respuesta a la carta que un amigo escribió a otro" y "Sátiras de -las cosas que pasan en el Perú", encontramos tales expresiones y siguien­ do el orden de ellos, diremos que después de confir­ mar su partida desde Lima, promete hablar de las tie­ rras que alcanzara (el Tucumán) y donde vivIese al­ gunos años. Quiero aquí de la probincia al fin daros cuenta larga, el estilo conque bive la traza de buscar plata y habla de pobrezas, del humilde vestir y también de la vida agitada de aquella pequeña sociedad naciente, así como de las argucias y simulaciones de los conquis­ tadores aventureros para alcanzar favores. Es tierra de confusión, es caos do están las marañas, es un infierno de bivos y un Anticristo en palabras. El más pobre es caballero desendiente de la casa de los Telles de Meneses o Ladrones de Guebara. (Respuesta de una carta . .. ) Todos son hidalgos finos, de conocidos solares; no vino aquí Juan Muñóz, Diego Xii ni Pero Sánchez; no vienen hombres humildes, ni judíos ni oficiales, BAAL, XLV, 1980 DISCURSO DE RECEPCIÓN 169

sino todos caballeros y personas principales. (Sátira . .. ) En estos dos romances, a fuer de querer decir la verdad Más pues viene la cuaresma y tengo que confesarme ... pone en evidencia las exageraciones de los Conquistado­ res por alcanzar el favor y la gracia del Rey )' merecer de él reconocimiento, honores y mercedes que les asegu­ raran privanzas y bienestares. Xuntámonos en cabildo todos los capitulares y escribimos al Virrey un pliego de disparates que por franquear el sitio para pueblos y heredades fuimos con mucho trabajo para romper adelante; que peleamos tres días con veinte mil capaianes, salimos muchos heridos sin haber quien nos curase; que en pago de este servicio nos acudiese y honrase, enviándonos esenciones, franquezas y libertades y a continuación agrega que todo ello era falso, pues los naturales no les ofrecieron resistencia sino que los acogie­ ron con buena voluntad y les brindaron "sus haciendas y ajuares". En lo que hace a las costumbres, los hábitos Y los mo­ dos de vivir, el segundo de los romances anotados (Sá- 170 HOlIACIO G. RAVA 8AAL, XLV, 1980 tira ... ) recoge minuciosamente, a veces con tono zum­ bón. una larga nómina de trabajos y ocupaciones, de los más importantes a los más banales, nómina que puede servir al etnólogo para determinar cuáles eran las acti­ vidades y los requerimientos económicos allí y por aque­ llos años. lo mismo que -la prolija descripción de algunas reuniones femeninas y la pasión del juego que arruina­ ba a poderosos y los hundía en la miseria y el eScarnio, Su afán por conocer y presentar los hábitos del pueblo, los hallamos también en versos posteriores, de la época que viviera en México. Antes de pasar a referirme a esa etapa, debo mencionar dos palabras de aquel soneto que escribiera en Lima, ani­ mado por el mismo espíritu satírico de los romances y que mereciera un importante estudio especializado del profe­ sor Emilio Carilla. en su monografía ya citada.

Soneto a Lima del Perú Un visorrey con treinta alabarderos, por hanegas medidos los letrados, clérigos ordenantes y ordenados, vagamundos. pelones caballeros. Jugadores sin número y coimeros, mercaderes del aire levantados, alguaciles -ladrones muy cursados, las esquinas tomadas de pulperos. Poetas mil de escaso entendimiento, cortesanas de honra a lo borrado, de cucos y cuquillos más de un cuento. De rábanos y coles lleno el hato el sol turbado. pardo el nacimiento: aquesta es Lima y su ordinario trato. Su espíritu crítico no cede al que se acusa en los ro- BAAL, XLV, 1980 DISCURSO DE RECEPCiÓN 171

mances; su mordacidad es tanta que de inmediato se piensa que en esta ciudad debió pasar miserias y sufrir humillaciones, lo que puede corroborarse con la cita de aquellos versos de la "Respuesta de una carta ... " en que se refiere a su primera estada en la ciudad de los Vi­ rreyes. Vi la groseda de Lima casi· semejante a España, lugar que para mi daño conocy una temporada. Pasarían muchos años y el fuego del despecho se apla­ caría o la templanza de la madurez lo llevaría a recapa­ citar sobre sus intemperancias. La verdad es que, vi­ viendo ya en México, en el verso "Conversión", título decidor por sí solo, exclama: ¡Oh, mi Perú mal pagado!" No obstante su tardío arrepentimiento, poco cede en su postura, pues insiste en afirmar que descubrió "sus secretos", lo que importa ratificar que lo que había dicho era verdad. Nunca sabremos cuáles fueron los agravios que la ciu­ dad virreinal infirió al poeta en las dos etapas de su vida en ella y que seguramente lo impulsaron a abando­ narla y a trasladarse a México, región para la cual su disposición de espíritu -sin abandonar sus traviesas in­ quietudes- en todo momento fue muy otra. La vena lírica la hallamos con definido carácter en dos romances, los que por su contenido y referencias los ubicamos en la etapa mexicana y que individualizamos por sus primeros versos como "Montañas de Guadalupe" e "Indiano volcán famoso". En el primero eleva. ~omo en su propio marco, la fan- 172 HOIlACIO G. RAVA BAAL, XLV, 1980 tasía tras un soñado amor, acaso inalcanzable, y pide a las altas cumbres sean portadoras de las expresiones de su fervorosa pasión. decilde que el alma mía arde en amoroso fuego, que aleja de su espíritu ''Zelos'' y deposite su confianza en él y les promete, con arrogante fe en el poder de. la poe­ sía, "levantar a sus cumbres" sus soberbios altares. En el segundo busca en el paisaje majestuoso de la alta montaña, el ámbito propio para volca~ su desilusión y su pena; pero no pierde la oportunidad para jugar con una suerte de virtuosismo literario y mostrarse dies­ tro en el manejo del verso. Dirás que un ausente firme -que es mucho aber firme ausente­ quexoso ya de la vida pide remedio a. la muerte. Que aunque el morir es tan triste, yo diré que muero alegre, con que resiba en su sielo el alma que allá me tiene. y bosotros, entretanto, altos ·pinos, rocas fuertes, sentid el mal que me acaba, si acaso acabarme puede. .Pero lo que más destaca en· el período mejicano de su obra, es la presentación de la vida del indio en sus mo­ dos, su espiritualidad y las peculiaridades de su lengua, de su castellano aindiado, que el poeta supo captar con aguda precisión, tales como en los llamados "Romance en lengua de indio mexicano, medio ladino" (cada noche BAAL, XLV, 1980 DISCUIISO DE RECEPCIÓN 17:3 que amanece), "Ay señora Juana" y "Loa" (agora aquí derrepende), lo que ya fue advertido y ponderado por Alfonso Reyes, que comenta en particular el primero de ellos 7. Del mismo modo que lo hiciera en el Perú y el Tucu­ mán, no deja de señalar y criticar las costumbres locales; así, en el "Romance a México", en el que si bien pondera la belleza de la ciudad, la abundancia de los bienes v la diversidad pe profesiones, destaca la vida apoltronad~ de las damas y su pasión por el juego. De todos modos, en los versos de esta época, su humor satírico aparece dulcificado y la acritud de su mordacidad juvenil cede paso a la travesura de un espíritu zumbón. Esta rápida anotación acerca del primer poeta que vivió en Santiago del Estero sólo aspira rescatar del olvido la memoria de quien llevó a tan lejanas tierras una expre­ sión de la poesía española e intentó en su perdido poema "Famatina" cantar la gloria de la hazañosa gesta del con­ quistador hispano. II Pasarían siglos hasta que la poesía volviera a florecer en Santiago del Estero o hasta que ella quedara grabada en la memoria o la letra escrita. Lo cierto es que hemos de llegar al siglo XIX para encontrar esas manifestaciones, pese a que en el ínterin otros géneros acusaron su presen­ cia, y es en la segunda mitad de ese siglo que es cuando aflora la poesía, tanto en la voz del poeta culto como en el canto trascendente del payador lugareño y entre ellos, en el linde preciso de dos siglos, la travesura del humor santiagueño se hace verso en la pluma de Daniel Soria, conocido también como Corica. Santiagueño, había nacido en la villa de Jiménez v descendía de una antigua familia lugareña de rancia 174 HORAClO G. RAVA IiAAL, XLV, 1980 ascendencia hispana. Educado en la capital provinciana, la vida forense lo atrajo y alcanzó la jerarquía de Es­ cribano Público de Registro; político desde los años mo­ zos, militó en el partido Liberal que habían acaudillado los Taboada y que inspiraba Mitre, llegando a ser se­ cretario del Comité de la Juventud. Fue precisamente en el campo político en el que su inquietud lo llevó n usar de la sátira para motejar a sus adversarios y a publicar su famoso Almanaque humorístico para 1901, que le valiera molestias y persecuciones, así como tam­ bién algunos folletos de parecida inspiraci.ón, además de los versos a los que me referiré en seguida. El Almanaque, .:amo los que se estilaba por aquel entonces, se iniciaba con "pronósticos", pero eran de tipo político y burlón y continuaba con el santoral que recogía 365 apodos de vecinos de la ciudad, algunos re­ lativos a su anatomía o semejanzas, otros a su idiosincra­ sia, muchos a vicios y defectos. El autor no los mez­ quinó a sus propios amigos y familiares y hasta reservó cinco casillas para sus propios apodos, los de su nombre y sus pseudónimos. La mordacidad de los apodos dedicados a los gober­ nantes de turno produjo tanta repercusión en el medio aldeano que la policía tomó cartas en el asunto y al decir del diario El Liberal, veinticuatro horas después desaparecieron los ejemplares y. por "razones de morali­ dad y buenas costumbres", la policía incautóse de la edición, de modo tal que sólo unos pocos ejemplares lo­ graron salvarse y dejar para el futuro el testimonio de esta obra. Pero es el poeta el que nos interesa y de él debo ha­ blar a continuación. Político como era, dedicó la mayoría de sus versos a la sátira combaitva o al ditirambo laudatorio; alguno, BAAL, XLV, 1980 DISCURSO DE RECEPCIÓN 175 muy raro, acusa inspiración religiosa. Versos de amor no hemos encontrado ninguno. Entre las sátiras destacan dos largas composiciones bajo la forma de "mensajes" o "programas de gobierno", los que se publicaron en forma de hojas sueltas para ser distribuidas o fijadas en los muros. El "programa", que según nota al pie del mismo debió ser leído "el día que se reciba de Gobernador el Dr. Nicolás González", escrito en versos octosílabos, está compuesto de veinte estrofas irregulares, en las que for­ mula una serie de promesas, no sin dejar de ponderar su honradez como prenda de corrección y buena fe. Tras anunciar buenas remuneraciones a cambio de apo­ vo, promete la paz en tanto no haya oposición y asegu­ ~ar la estabilidad de quienes no hubieran estado firmes en la oposición: Subo sin rencor alguno . y casi sin enemigos También con pocos amigos y de importancia solo uno. o Pero ya vendrán a mí Ahora que tengo el bastón A servir sin condición Como no ha mucho lo vi. o No cambiaré un solo empleado De la Administración Solo aquellos que han estado Firmes en la oposición. o La libertad será un hecho Dentro de la libertRd 176 HoftAClO G. RAVA BAAL, XLV, 1980

y no será restringida Sino por la Autoridad. Pero si las elecciones Algunos tratan ganarme Ahí están mis amigos Que sabrán acompañarme. • Toda mi atención pondré a ensanchar la educación A los maestros pagaré Si da plata la Nación. No quiero cambiar de ruta, El camino está trillado. Todos mis antecesores Igual cosa han practicado. • No se aumentarán impuestos (Si no hay para ello razón) y no ·se cobrarán multas Si abonan en ocasión. • Se refiere a la educación y su trascendencia, a la agri­ cultura y su importancia, a los problemas y obras que pueden afectar al interés general como los c3,nales, a la justicia, a los impuestos, a las municipalidades, etc., de modo que evidencia cuáles eran las urgencias del momen­ to aquel; pero de inmediato aparece, por contraste, la prepotencia del oficialismo y el disfavor a la oposición . . En el M ensaie hallamos parecidas críticas. Consta de 21 cuartetas y cinco quintetos octosilábicos. Pondera la buena voluntad de sus colaboradores, rei­ tera el respeto y la paz sujetos a la autoridad, promete elecciones diferentes y dice: BAAL, XLV, 1980 DISCURSO DE RECEPCIÓN 177

ya no se harán elecciones, como suele suceder, con Remington v cañones sólo el mauser se hará ver. Alude a ciertas técnicas y altos funcionarios v a sus gastos, a la educación y sus vicisitudes y apro~echa la referencia para exaltar los heneficos del "no tener": Si alguien pretende robaros o en realidad os robaron, no os preocupéis. Lo hacen tan solo para aliviaros. Aprovecha la circunstancia de una grave e imprevista creciente del río para declarar. que "este año la irriga­ ción no es por cierto un beneficio". Tras referirse al Banco v ·sus créditos, termina elo­ giando su preocupación po; una mortal plaga que diez­ mó las haciendas y al fracaso de los médicos que llamrí en su ayuda y dice: De esto saco en conclusión que aquél que se muere, muere y aquél que a la muerte quiere, con. . . o sin . . . razón. Evidentemente fue un versificador y en sus versos sólo hallamos el espíritu crítico y el tono panfletario propio del opositor politico, que por aquellos años aca­ rreaba el mérito de su arrogancia cuando no de su soberbia. En la misma área, su Loa a Mitre, escrita bajo la forma de acróstico, muy usada por aquel entonces, no acusa tampoco mayor vuelo ni más alta inspiración. En cambio, este critico inveterado, cultor del sar­ casmo v la mofa, nos da sus mejores versos cuando en­ frenta ~l Salvador para preguntarle por la dimensión 178 HOMClO G. RAVA BAAL, XLV, 1980

de su poder. Su poema "Jesucristo v yo" de fecha 25 de enero de 1900, escrito como tod~s los anteriores en versos octosílabos, en lo principal en sextetos consonan­ tados, es expresión de un profundo sentimiento v de una sincera identidad de principios. . En sus versos, "Jesucristo", proclama todo lo grande, noble y poderoso de su realidad, para instruir al hu­ milde poeta, quien entonces confiesa: Gracias Divino Señor! Aunque yo nunca dudé he querido, Redentor, difundir a nuestro Padre entre el mundo pecador que va perdiendo la fe!

y aquí, una vez más, aun en el momento de buscar el modo de proclamar su vocación cristiana, no pierde la oportunidad de sacudir el latiguillo de su crítica: "entre el mundo pecador, que va perdiendo la fe". En la colección de sus papeles he encontrado otros trabajos en prosa que daré a conocer en un ensayo que preparo; pero por ahora he querido hablar de sus versos que, aunque sólo se tipifican unilateralmente, señalan la presencia del humor popular en esta forma de la li­ teratura santiagueña. Poeta vendrá que, como éstos, recoja la sal de la tie­ rra y con el espíritu de rescate que siempre alienta la parquedad y las nostalgias por el bien lejano, arbole la aguda travesura del decir en el juicio ejemplarizador de las costumbres y conductas que se hilvanan y deshilva­ nan en el decurso del cotidiano existir; poeta que, con el espiritu de hoy, sublime en verso la modalidad más característica del alma santigueña. Santiago lo está esperando. VIII CONGRESO DE ACADEMIAS DE LA LENGUA ESPAf\lOLA o (LIMA, PERÚ)

INVITACIÓN A LA EXPRESIÓN ESCRITA

Hay que escribir. Importa que la juventud escriba no sólo para los menesteres de cada día y sí para hacer pa­ tente su individualidad profunda. Bacon, el más docto contemporáneo del inabarcable Shakespeare, advertía que la lectura nos da nota de personas noticiosas, la conversación nos vuelve disertos, al paso que sólo la re­ dacción nos hace precisos. Esta última ventaja indica en qué medida, profesionales o no, todos debemos ten­ der a la gobernada expresión escrita. Si el talento ayu­ da, resulta probable que un lindo grupo de los apren­ dices concluyan por constituirse en maestros-escritores genuinos. El intentar estos esfuerzos en la proeza elocuti-

• Ponencias presentadas por los señores académicos don Ángel J. Battistessa, don Juan Carlos Ghiano, don Enrique Anderson Im­ bert y don Carlos A. Ronchi March. 180 ÁNGEL J. BATTISTESSA BAAL, XLV, 1980 va abre para no pocos una alternativa tentadora: la de sobresalir, con módico o levantado relieve, en la histo­ l'Ía de las letras. Estamos en sazón propicia para que un grupo de nuestros más animosos muchachos se empeñen en experiencias de este carácter. A la larga, aunque no se logre lo máximo, todo esfuerzo favorece con alguna ventaja, siquiera sea para que acertemos a estimar el brío creador de los triunfadores auténticos. Hoy no pa­ rece de mucha urgencia invitar a . los jóvenes para que, pongamos por caso, se dediquen al deporte; considera­ do en sí mismo, al menos en las formas ajenas al lucro abusivo, el deporte supone la saludable certeza de in­ tegrar lo intelectual con lo físico. Por ello conviene evi­ tar un error de perspectiva: el de creer que la actividad más rendidora es la que procura o una gruesa ventaja pecuniaria o el halago de la popularidad tumultuosa. Se olvida que las satisfacciones sólo materiales pueden su­ frir desmedro y que eso que ahora se dice "ser noticia" suele resultar entidad pasajera, como el vidrio de sobre­ haz brillante pero de consistencia quebradiza. Con los años ciertas habilidades padecen mengua, en tanto que las realizaciones artísticas consiguen mantenerse vigen­ tes. ¿Dónde están los paladines homéricos, o los gimnas­ tas y los púgiles cantados por Píndaro, el noble cronista inicial del estadio y la palestra? Si todavía los "vemos" ello ocurre precisamente en las legendarias rapsodias épicas y en las loas del poeta de los Epinicios. Cabe re­ cordar que en las Olimpíadas las justas del deporte no fueron estorbo ni quitaron primacía a los conatos expre­ sivós, singularmente, a los de la poesía lírica, el teatro y la música. Para los griegos, mitólogos veraces, las nue­ ve Musas fueron siempre hermanas. Hasta no hace mucho en los países de cultura secUL lar. o por educación o por inclinación espontánea era BAAL, XLV,1980 INVITACIÓN A LA EXPRESIÓN ESCRITA 181

sin duda mayor el número de los jóvenes que, menos tentados por el deporte en sus rendidores amaños pro­ fesionales, no descuidaban el cultivo de las energías del espíritu. De ahí la carencia, hoy, de una atmósfera sin­ ceramente favorable a las artes y a las formas califica­ das de las letras. Víctima del mercantilismo la especia­ lización cegatona o la dispersión masiva, en lo presente el tipo humano integrado, el de las épocas monitoras, descubre un grave deterioro: la humanidad presente se configura en estas especies peligrosamente delimitadas pero proliferantes: la "vedette", la "miss" exaltada en concurso, el "play boy", el deportista, la "reina" sólo no­ minal y el ejecutivo. En la actualidad el núcleo de los que desde temprano se orientan vocacionalmente hacia las letras es sensible­ mente menor que el de otras épocas. El previo adies­ tramiento de la pluma cuando no llevaba a la fama ayu­ daba al mejoramiento de la cultura media y al decoro social de cada individuo. La situación ha cambiado. Si se soslayan los muchos "promovidos" por la propagan­ da y la grElgaria pereza estimativa de ciertos lectores, en lo presente el grupo de los hablistas atendibles es pobre, como también es exigua la suma de los que en nuestro contorno redactan con el ajuste debido. Importa pues insistir sobre esto. No se pide que todos con ím• petu quimérico se empeñen en convertirse en escritores, pero sí, con margen para buenas sorpresas, que atinen a mostrarse eficaces en la comunicación expresiva. Los dichosos, incluso los no favorecidos por el mimo del éxito inmediato, cuando menos tienen la compensación de lo efectuado con acierto, y la fama y asimismo la gloria a ellos terminan por sonreírles. En la historia de la literatura es frecuente el ejemplo de' los escritores que sólo quedaron "consagrados" a largo plazo pero en 182 ÁNGEL J. BATTlsTEssA BAAL, XLV, 1980 forma indefectible; los otros, la turba de los grotesca­ mente agigantados por la propaganda, apenas duran una temporada. Para proceder con recto criterio no hay que despistar­ se. Aparte del esencial talento innato, para expresarse con acierto es necesario una formación básica, humana, an­ tes que áridamente utilitaria. Además, en trance alguno, la sana preocupación del "oficio'· debe encontrarSe au­ sente. Y claro que debemos estar atentos a nuestro tiem­ po con dedicación y entusiasmo. Para ello, no es para­ doja, nos urge actualizar con espíritu nuev.Q las. prove­ chosas y todavía no marchitas incitaciones del pasado. En cualquiera de nuestras actividades creadoras, o cuan­ do menos poco o nada reiterativas, conviene tener pre­ sente el secular pero lozano precepto de H

ÁNGEL J. BAITISTESSA

VIDA Y TRABAJOS DE FRAY REGINALDO DE LlZARRAGA, DOMINICO

Plan de una monografía histórica y lingüístico litera­ ria. ya compuesta. base posible de un libro para el más preciso conocimiento de la personalidad del mismo Li­ zárraga y de especial manera de su Descripción breve del reino del Perú, Tucumán. Río de la Plata y Chile. Trabajo sintéticamente elaborado con material en gran parte inédito o sólo fragmentariamente utilizado hasta ahora. La documentación se encuentra en Sevilla, en el Archivo General de Indias. El empleo que ahora se ha­ ce de ella habrá de rectificar, de completar cuando me­ nos en determinados casos. las referencias conocidas.

CoNTENIDO

Rasgos caracterizadores de la personalidad de fray Reginaldo de Lizárraga (Baltasar de Obando). 11. Interés de la Descripción para el conocimiento de estas regiones de América, de particular manera en la segunda mitad del ~il!lo XVI. (Se incluye una circuns- 186 ÁNCEL J. BATrlSTESSA BAAL, XLV,1980 tanciada referencia a su "visión" del Pení en aquellos años, por eso, a título de sencillo homenaje, nos place anunciar esta monografía.) UI. Rectificación de yerros cronológicos topográficos, etcétera. IV. Proposiciones para un más ajustado juicio conjun­ to: 1) aclaración de episodios y actuación de fray Re­ ginaldo en el extenso ámbito de sus andanzas; 2} datos para un nuevo diseño biográfico: la formación espiri­ tual y el comportamiento del espacioso viajero y muy discreto cronista: su conducta frente a los .. gobernantes, su trato con los indios, su vocación evangelizadora, su curiosidad frente a las gentes y las cosas, su lenguaje y su estilo; 3) sus páginas sobre temas varios; 4) la Des­ cripción: margen para posibles reservas, méritos y aten­ dibles aportaciones de ese libro para el conocimiento de las regiones. americanas en él aludidas: el Pení, el Pa­ raguay, el Tucumán, el Río de la Plata y otras tierras del continente en uno de los trances del más vivo in­ terés en tiempo de la Conquista. V. Antología y Apéndice con reproducción fotográfi­ ca de algunos de los textos transcriptos y verificados en el mismo Archivo General de Indias (año 1929) por el firmante de la presente comunicación sumaria.

ÁNGEL J. BATIlSTESSA LA LENGUA Y LAS LETRAS EN LA REPÚBLICA ARGENTINA

Reseña informativa

En su conjunto la literatura argentina se cuenta entre las más atendibles de Hispanoamérica. Por razones his­ tóricas -el caudal español, l~s corrientes inmigratorias del siglo XIX y los ulteriores contactos culturales de toda índole- las letras rioplatenses denotan, más allá de lo propiamente lingüístico, muchos puntos de enlace con las princi~les literaturas europeas y son, en gene­ ral, las que en la América hispana se muestran más "al dla.' .. Este cúmulo de influencias, contactos y aproximacio­ nes ha podido quizá disminuir un tanto la fuerza que en principio suele atribuirse a otras creaciones más raiga­ les del ámbito americano autóctono, pero las compensa­ ciones no faltan. La pluralidad de influjos comporta la asimilación, la .frecuentación cuanto menos, de un re­ pertorio de temas universales no siempre necesariamente adscriptos a lo lugareño. En nuestras tierras, por lo de­ más, no todo ha sido ni todo es transposición y remedo. 190 ÁNGEL J. BATI'ISTESSA BAAL, XLV, 1980

Nuevo Mundo. Así, por descontado, en las zonas co­ rrespondientes al tardío Virreinato del Río de la Plata: el quechua y el guaraní, de particular manera. Las len­ guas indígenas no pudieron oponer decisiva resistencia a causa de su número y de la endeblez de algunos de sus recursos, aunque varias de ellas conservaron su uso y fortalecieron, por su parte, la trasplantada lengua trasoceánica. La máxima contribución, que todavía per­ siste, puede observarse en la nomenclatura de la fauna, la flora y la toponimia. El vocabulario del castellano colonial no tardó en colorearse de indige~ismo, pero en muchos lugares sólo parcialmente. La aludida época áu­ rea española y la barroca subsiguiente alcanzaron, tanto en las letras como en las artes, brillantes reflejos en seña­ ladas comarcas de América, México y el Perú en primer término, mas no en igual proporción en el Río de la Plata por concurrentes razones geográficas y cronoló• gicas. Mientras el barroco prosperó con toques muy relevantes en esos dos mencionados países, en las re­ giones rioplatenses encontró eco muy perceptible la cultura seudoclásica del siglo XVIII y luego la román­ tica del XIX, pronto dispuesta, a poco andar, para com­ placerse en las maneras del Modernismo. A semejanza de lo que acontece en todas o en casi todas las naciones ya suficientemente constituidas, al margen del habla culta y del repertorio coloquial y casero no faltaron ni faltan en la Argentina las jergas y los modos de decir chabacanos y hasta anárquicos. Puede mencionarse entre ellos el espurio aunque a ratos expresivo lunfardo porteño, acaso motivado años atrás pero ahora artificialmente cultivado a destiempo -por personas muchas veces ajenas al ámbito peculiar, en no poca medida delictivo, en que tuvo origen. Debe sobre- BAAL, XLV, 1980 LA LENGUA Y LAS LlrrRAS 189 gente de modesta y azarosa condición, de suyo bien provista de modismos y de giros añejos, poco tardó en añadírsele el aporte de los estudios y el' acarreo de los influjos culturales Ulteriormente lleg~dos por otros cau­ ces: la evangelización, la preocupación por los estudios, el despunte de la vida universitaria, etc. Sin tales ante­ cedentes y sin la reconocida progresión de los mismos resultaría dificil comprender cómo, a manifiesta distan­ cia cronológica de la bien llamada "época áurea", la mayor renovación idiomática de nueva data en el orden de la lengua general pudo iniciarse c incluso culminar en la Am'érica hispanohablante y en parte no pequeña en la Argentina. Los precursores y no pocos de los más conspicuos representantes del Modernismo nacieron o actuaron en México, Colombia, Perú, Cuba, Chile y otros sitios, pero es significativo que Prosas profanas del nicaragüense Rubén Dado cumpliera su aparición ceni­ tal en 1896, en la Buenos Aires ya entonces capital cos­ mopolita tanto en sus gentes como en sus gustos. Tales logros procedían de más lejos. En América las relaciones entre los conquistadores y los aborígenes pron­ to hubieron de promover una recíproca temprana pe­ netración elocutiva: a la larga, la lengua de los españoles en amplias zonas desplazó a las lenguas indígenas, las arrinconó en algunos casos y en determinados territorios aun alcanzó a sustituir por entero a no corto número de ellas; las lenguas locales, por cierto ahincadamente utili­ zadas en el empeño catequístico, modificaron a su vez, en mayor o menor medida, el decir de los ocupantes peninsulares y el de sus descendientes criolIos en peculia­ res aspectos de la fonética, la morfología, la sintaxis y sobre todo del léxico. La fuerza expansiva del castellano en América resalta cuando se considera este idioma y se lo confronta con las principales lenguas indígenas del 192 ÁNGEL J. BATI'ISTESSA BAAL, XLV, 1980

rrientes inmigratorias del último tercio del siglo pasado, ha cedido asimismo y de considerable manera: la escue­ la y el ascendente nivel cultural van aunando o procuran aunar las indispensables fuerzas correctivas. No hay que ser pesimistas ni pensar que todos los desafueros del habla tengan que coincidir en esta parte del planeta. Por achaque general, en América, e incluso en la misma Euro­ pa, en la actualidad un número grande de las fallas elocutivas más reprensibles proceden de la adopción de palabras y giros transpuestos, o calcados o mal adapta­ dos, pedidos en préstamo a lenguas no románicas, pre­ dominantemente a la inglesa de los Estad~s Unidos de América. Entre los hispanoamericanos acaso es la Re­ pública Argentina el país que hasta la fecha acierta a librarse en apreciable medida de los remedos antedichos en lo que se refiere a la terminología técnica, no al nom­ bre de señalados productos industriales. En cambio, im­ porta subrayarlo, aunque el mal es bastante general en todas partes, donde la lengua local padece mayor daño es en los usos de la propaganda, en cierta forma del periodismo y en el mal empleo de los llamados "medios de comunicación masiva", la radio y la televisi6n en primer término. Por suerte, siquiera en grupos amplios, la poblaci6n no ha perdido el sentido del habla correcta v acaso no tarde en usufructuarIo con firmeza. El des­ velo de los centros culturales vuelve a hacerse presente. Los distintos grados de la enseñanza -primaria, secun­ daria, universitaria y especial- han padecido y padecen alfibajos, pero junto a los apacibles aunque a ratos algo polémicos francotiradores del "buen decir" se cuenta con el criterio orientador, riguroso y holgado, difundido por un conjunto de docentes argentinos, directa o indi­ rectamente atentos al magisterio de Menéndez Pida} y BAAL, XLV, 1980 LA LENGUA Y LAS LIITRAS 191

entenderse, por otra parte, que en Buenos Aires no todas las formas del habla vulgar son, f'strictamente hablando, "lunfardismos". Por momentáneas rachas de prurito nacionalista cerra­ damente contrario a los supuestos culturales históricos, a veces con un cierto énfasis populista v hasta con tran­ sitorios y torvos designios demagógico~ se ha intentado halagar a las masas a fin de propugnar entre ellas un habla avulgarada y mal regida. Para ventaja del normal desarrollo lingüístico, ni supersticiosamente purista ni des­ castado y caótico, los principios del sano sentido común son los que por último. prevalecen y vuelven a ganar ventaja. Hoy, dichosamente soslayada la momentánea quimera del pretendido "idioma nacional", con aflictivas y espaciadas excepciones en las clases mejor educadas, en los escritores de nota, en el periodismo decoroso y hasta en el pueblo llano, se reconoce auguralmente el deseo de hablar y sobre todo el de escribir en concor­ dancia con los elementos básicos del rico fondo tradi­ cional, paulatina y juiciosamente renovado según las necesidades nuevas y el ritmo actual de la vida. En el habla de la buena sociedad y en las formas de la lite­ ratura valiosa, las influencias de afuera hasta ayer abu­ sivamente fuertes se han atenuado, se empieza a ceder el paso, siquiera de modo virtual, a la adecuada lectura de los clásicos de la lengua y al uso oral de los hablistas internacionalmente conocidos y prestigiosos. El galicismo ocasional persiste, pero en estas fechas sensiblemente me­ nor es el influjo del francés, que en el léxico v los giros tanto prevaleció desde las jornadas románticas a las primeras décadas de este siglo. El italiano, sus formas dialectales de fuerte gravitación en el habla de las clases modestas y pequeño-burguesas a partir de las densas co- 194 ÁNGEL J. BATrISTESSA BAAL, XLV, 1980

Más allá de las ventajas utilitarias, en lo que toca a las realizaciones estéticas se afirman las concertaciones verbales espiritualmente enriquecedoras. Sin mengua de las variedades locales pertinentes y en ocasiones inevi­ tables, la proyeción continental y extracontinental de la lengua española en nuestros días explica la posibilidad del simultáneo conocimiento, en varios países, de las obras compuestas en este común espacioso registro idio­ mático. Sin intentar justipreciar sus valores perdurables ni denunciar lo discutible de ciertas realizaciones coetá­ neas, esto explica el todavía reciente boom. de las letras hispanoamericanas, especialmente en lo que toca a la narrativa. La crítica y en parte el público europeo y estadounidense lo tienen reconocido según se advierte a través de las traducciones y de los comentarios de obras producidas en nuestros países, como ocurre con las apa­ recidas en París en las colecciones "La Croix du Sud" y "Du Monde Entier". Sintetizando las alternativas del fe­ n6meno aludido en lo que se refiere a este juego de influencias y a este, al parecer, por fin bien logrado esfuerzo en busca de la singularidad expresiva america­ na, muchos son los críticos que lo dan como un hecho 3. uso y el mal uso del idioma", c::mjunto de observaciones, también nuestras, incluidas sin firma en el Boletín de la Academja Argen­ tina de Letras, t. XXXVIII, 1973, págs. 351-354. Tales observa­ ciones alcanzaron amplia resonancia y viva adhesión en el perio­ dismo local: La Nación, La Prensa, etc., etc. Además, en 1978, con motivo del llamado milenario de la lengua escrita, alcanzamos a publicar numerosos artículos sobre temas directamente relacio­ nados con el habla, en sus distintos aspectos. • Véanse las consideraciones del académico francés Roger Cail­ lois en "Un episodio de la difusión de las literaturas sudameri­ canas en la época contemporánea": Boletín de la Academitl Argentina de Letras, t. XL, Nos. 157-158. Buenos Aires, julio· diciembre de 1975, págs. 301-305. BAAL, XLV, 1980 LA LENGUA Y LAS LETRAS 193

de la lingüística más reciente. A ellos, y a los maestros que en España o en la Argentina los iniciaron, s~ debe desde hace medio siglo una adecuada noción de lo que discretamente importa para el uso plausible de una len­ gua en continuo desarrollo, pero capacitada para absor­ ber sin desorden la peligrosa avenida del barbarismo aluvial. El caudal común puede de este modo acrecerse sin que en lo posible, al menos en lo esencial, se que­ brante la unidad idiomática originaria, por donde más allá de lo lugareño el habla de cada país puede con­ tribuir al tesoro expresivo conjunto, y consolidar, de camino, sus propios alcances continentales. En los fue­ ros del humanismo y de la convivencia de los pueblos, hoy en todo ajenos a las suprimidas conexiones políticas de antaño, la lengua española ~antiene, con explicable cuota de elementos adulterados y transitorios, mucho de su antigua eficacia. Por lo que atañe a la difusión numérica, las mismas estadísticas traen índice reciente de su auge. Tratándose del español no extraña que esto suceda. Comporta esa lengua un instrumento ayer supe­ riormente apto para lo artístico y en lo presente también capacitado para lo práctico y aun para lo tecnológico; una lengua nativamente hablada por no menos de veinte pueblos y año tras año frecuentada por muchos otros 2.

'Véase E. Allison Peers, Spanish now. London, Methuen & Co Ltd. 1944. Cifras actualizadas con referencia a la creciente expansión de la lengua española fueron expuestas en fecha toda­ vía reciente en el Coloquio Internacional convocado por la Aca­ demia Mexicana en ocasión de su centenario. México D.F., sep­ tiembre de 1975. Más recientemente en Chile, 1976, con ocasión del VII Congreso de Academias de la Lengua Española. Cf. Án­ gel J. Battistessa, "Nuestro idoma de cada día", en el diario La Nación de Buenos Aires, 24 de abril de 1977, págs. 1-2. Para aspectos del habla en una etapa de nllestro país que puede darse por superada en sus más sensibles desventajas, puede verse "El 196 ÁNGEl. J. BATrISTESSA BAAL, XLV, 1980 ques realistas de la poesía gauchesca, cuya culminación temática quedó fijada en las sentenciosas estrofas y "re­ laciones" del Martín Fierro. Movimientos europeos de la segunda mitad de la pasada centuria, el realismo y el naturalismo. tuvieron en la Argentina aciertos logrados, cuando menos en la pintura de lo pintoresco e inmedia­ to. Desde fines del Ochocientos hasta la primera mitad de la centuria presente, agotado ya el Modernismo, las llamadas escuelas de vanguardia: ganaron batalladora acogida, alzaron no poco ruido y asentaron algunas rea­ lizaciones merecedoras de estima. Estas y otras posturas expresivas se han visto casi invariablemente favorecidas por la curiosidad del público lector, el periodismo cali­ ficado y el repertorio por lo común puesto al día de las librerías argentinas, singularmente las de Buenos Aires. Aunque hoy en un momento de receso, la producción editorial porteña supo en su hora constituirse en la pri­ mera del continente, no menos en las impresiones para todo público que en los primores para el aficionado y el bibliófilo. Lo literario tiene cumplimentariamente bue­ na acogida en las hojas cotidianas y más allá de lo uni­ versitario logra resonancias en los cursos y los coloquios diariamente anunciados bajo el rubro de "conferencias" y "mesas redondas". Muchos y muy diversos temas afi­ nes se desarrollan con ininterrumpido interés en inconta­ bles instituciones, unas oficiales y otras privadas. En este resumen panorámico, contraído a los linea­ mientos de las letras argentinas en sus principales etapas ~. en los diversos órdenes expresivos, no cuadra dete­ nerse en la nómina, siquiera somera, de las obras de tantos poetas, narradores, autores teatrales, ensayistas y críticos de las fechas más inmediatas. Toda lista de nombres, o de títulos, podría parecer injusta en un tan BAAL, XLV, 1980 LA LENGUA Y LAS LETRAS 19.5

Europa, el tradicional continente de las proyecciones culturales al exterior, parece haber tenido a su vez una de sus muy espaciadas temporadas receptoras. La del. boom mencionado es sin duda la más próxima, supuesto que convenga, por prudencia, no exagerar desatentada­ mente sus alcances. Por lo menos en parte, importa ad­ vertir que a ratos esa antes desacostumbrada acogida no deja de mostrarse desproporcionadamente facilitada, como acaece siempre con las "novedades", por la curio­ sidad momentánea, el esnobismo de tantos lectores, la pereza de ciertos intelectuales y la a ratos riesgosa omni­ presencia de los aludidos medios de comunicación ma­ siva, a los que ciertas formas de la promoción editorial suman los amaños de la propaganda. En' el conjunto de los países americanos apostados en la delantera creemos que la Argentina ocupa lugar '"hon­ roso. Importa decir que esta hoy compartida pOsición relevante nuestro país supo ganarla con anterioridad a esa reciente expansión de las letras hispanoamericanas en el plano de las proyecciones internacionales. La Argentina, es lo cierto, luce estimable presencia en la literatura a partir de la época de su independencia, a comienzos del siglo XIX. El espíritu nacional cobró evi­ dencia desde el primer tercio de esa centuria, sobre todo por obra del romanticismo, movimiento que, sin dejar de ser ajeno a toda suerte de influencias de afuera, puso declarado empeño en afirmar lo aborigen y lo patrio, cuando menos en la visión de nuestro paisaje connatu­ ral, la pampa, inicialmente propuesta por Echeverría en su poema La Cautiva. Con la contribución de elementos tradicionales y de ciertos toques realistas atentos a los aspectos de la realidad social de ese entonces, la misma impulsión romántica produjo el recordado aporte con to-

BAAL, XLV, 1980 LA LENGUA Y LAS LETRAS 197 apretado compendio. Duele no mencionar nuestros más destacados contemporáneos vivientes. Por vía de ho­ menaje, igualmente extensivo para todos, los de ayer y los de ahora, honra cerrar el párrafo con la sola men­ ción de algunos nombres de ilustres escritores argentinos desaparecidos, todos de primera fila: Echeverría, Már­ mol, Sarmiento, Mitre, Juan María Gutiérez, Alberdi, Avellaneda, Hernández, Goyena, Mansilla, Obligado, Pay­ ró, Lugones. Larreta, Rojas, Lynch, Güiraldes, Banchs, Alfonsina Storni. Capdevila, Arrieta, Fernández Moreno y Victoria Ocampo. Conclusivamente, siempre en el em­ peño de ser breves, no nos resta sino este recurso; el de reiterar la frase de Ruy Gómez frente a los retratos de sus antepasados, en la conocida escena del Hernani de Victor Hugo: ]' en passe, et de meilleurs. Omito, v de los mejores •.•

ÁNGEL J. BATnSTESSA 200 JUAN c.uu.os GHIANO BAAL, XLV,1980

profundidad las distintas formas literarias de su país. En la Argentina debe comenzarse por advertir que los intentos actuales de escritura populista son muy li­ mitados en sus audacias, sin llegar a la jactanciosa au­ dacia de los poetas gauchescos del siglo pasado, tal co­ mo fuera rubricada por José Hernández e Hilario As­ casubi, y en cuanto a los prosistas narradores, sus tex­ tos quedan muy lejos del desenfado conversacional de la generación del 80 -en particular Lucio V. Mansilla, Eugenio Cambacéres, Lucio V. López y Eduardo Wil­ de; también se sitúan lejos de los sabrosos argentinis­ mos que pueden leerse en la Historia de la República Argentina de Vicente Fidel López, que por años había estudiado Raimundo Lida con destino a una investiga­ ción que nunca alcanzó a completarse. Hay otros rasgos muy significativos en el populismo de muchos escritores argentinos contemporáneos: casi todos ellos están más atentos a ciertas tradiciones lo­ cales que a la lengua oral del pueblo. Esa relación pue­ de ser señalada ya en Adán Buenosayres, la novela de L~opoldo Marechal publicada en 1948. En el ambicio­ so texto de Marechal, que es el punto de referencia de casi todos los nuevos narradores argentinos, la escritu­ ra tiene deudas muy evidentes con: la poesía gauches­ ca y la poesía tradicional, las letras de tango, los saine­ tes porteños de la década del 30, las novelas de Rober­ to Arlt y los intentos criollistas de los colaboradores del periódico Martín Fierro. Tales estímulos, de orígenes muy diversos, nunca cuestionan el nivel de lengua culta dominante en el texto. Resultados semejantes se descubren en libros poste­ riores de ambiciones semejantes a las de Adán Buenos' ayres; basta citar Rayuela de Julio Cortázar y Sobre hé­ roes y tumbos de Ernesto Sábato. Con mayor desenfa- LA LENGUA CULTA Y LA LITERATURA CONTEMPORÁNEA

Según las conclusiones de algunos estudiosos de la literatura hispanoamericana contemporánea ésta mani­ festaría un acentuado rechazo de la lengua culta a favor de las modalidades populares de cada país. Tanto aque­ llos que reconocen elogiosamente la atención a las mo­ dalidades regionales de nivel popular, saludando su in­ corporación a la literatura como una manifestación de la independencia intelectual de nuestra América, como quienes se alarman por ese popularismo (con ecos del temor que Rufino Cuervo manifestó en su momento frente a un disparatado poema gauchesco escrito a fi­ nes del siglo XIX por un bien olvidado versificador ar­ gentino) suelen desconocer lo que se considera la "len­ gua culta'" en cada país de nuestra América a la vez que ignoran el desarrollo de las literaturas nacionales hispanoamericanas. Para superar esos tropiezos sería importante que el estudio del problema fuera planteado desde cada una de nuestras repúblicas por filólogos que conocieran en 202 JUAN CARLOS GHIANO BAAL, XLV, 1980

lectores de otros países hispanohablantes, no creo que encuentren mayores tropiezos en tales libros. Es evidente que toda investigación sobre las modali­ dades idiomáticas de un escritor contemporáneo debe partir del concepto de "lengua culta" dominante en su país. En la Argentina los hablantes cultos generalmen­ te aceptan el voseo, el seseo, el yeísmo y ciertos debili­ tamientos articulatorios; todos rasgos de antigua- data nacional. Para evitar errores lamentables, el estudio de los lo­ calismos hispanoamericanos debe ser muy ~auteloso en la elección de los ejemplos, señalando de manera con­ veniente la extensión geográfica y social de los mismos, tan importantes en países como los nuestros. También es fundamental la referencia al origen del ejemplo y a la fecha del texto, ya que es indudable que hay diferen­ cias notables entre un ensayo, un relato, un diálogo li­ terario o un reportaje del mismo autor. Los argentinis­ mos de origen oral que aparecían en los tres libros de poemas publicados por Jorge Luis Borges en la década de 1920 han ido desapareciendo a partir de la reedi­ ción conjunta de 1943, hasta ser borrados totalmente en las Obras completas. Por 'el contrario otros escritores, como Ernesto Sábato, han ido intensificando las formas populares en las reediciones de sus libros. Lo mismo ha ocurrido con algunos dramaturgos, particularmente a partir de la puesta en escena de sus piezas. Con resguardOs tales podrán evitarse interpretaciones poco ajustadas según se observan en La peculiaridad lingüística rioplatense de Américo Castro. En su libro de 1941 el ilustre estudioso de la cultura española con­ fundió aspectos efectivos de la lengua general de Bue­ nos Aires con expresiones incluidas en los diálogos de sainetes porteños de 1930 y letras de tango de intención BAAL, XLV, 1980 LA. LENGUA. CULTA. Y LA. LITERATURA. 201

do que Marechal, Cortázar matizó su texto con las for­ mas más aporteñadas de la literatura popular de la dé­ cada del 40, sin poner en peligro una muy alerta con­ ciencia de la lengua culta en la Argentina. Lo mismo ocurre en la mayor novela de Sábato, cuyos diálogos porteños aprovechan las modalidades literarias más di­ versas, especialmente los grotescos dramáticos de Ar­ mando Discépolo. Debe recordarse también que a par­ tir de la segunda edición de su novela, Sábato acentuó el tono popular de los diálogos, buscando ser más fiel a las modalidades orales porteñas. Para recordar ejemplos más recientes, Boquitas pin­ tadas de Manuel Puig está escrita al nivel de la lengua culta pueblerina, matizada con aportaciones de los fo­ lletimis de las revistas femeninas, los libretos de radio­ teatro y de cine de hace treinta años. En algunos poetas, no muchos, en cuyos versos apa­ recen abundantes formas lunfardas, es fácil descubrir las relaciones con letristas de tango de la década del 30, cuando no el manejo abusivo del Dicpionario lunfardo del ponderado José Cobello. Por su parte ciertos come­ diógrafos han resuelto su atención a las formas más po­ pulares de la lengua de Buenos Aires con el remedo de los sainetes porteños de hace casi cincuenta años. Cualesquiera sean las fuentes y los estímulos revela­ dos por los textos literarios que reaccionan en contra de muy limitadas concepciones de la lengua culta, cabe preguntarse hasta dónde sus textos pueden sorprender al argentino medio y hasta dónde pueden crear dificul­ tades a los lectores de otros países de lengua española. En nuestro país esas rebeldías idiomáticas de algunos escritores no han escandalizado sino a unos pocos aca­ demizantes de antiguo cuño. En lo que respecta a los

BAAL, XLV, 1980 LA LENGUA CULTA y LA LITERATURA 203 caricaturesca. Así pudo destacarlo Jorge Luis Borges en su reseña de la revista Sur. "Las alarmas del doctor Amé­ rico Castro". posteriormente recogida por su libro Otras inquisiciones (1937-1952).

JUAN CARLOS GmANo 206 ENRIQUE ANDERSON IMBERT BAAL, XLV, 1980

la usara en Purgatorio, X, se había transformado. En otros autores el hijo de la viuda será asesinado nada menos que por el hijo del emperador. (Véanse los da­ tos de Arturo Graf, cap. XII "Trajano", Roma nella me­ moria e nelle immaginazioni, 1883, vol. 11, págs. 23-26). Johannis, monje de la Alta Silva, compuso a fines del 'iigl,. XII una novela, Dolopathos sive de rege et septem slIpjclltibus, en la que intercaló ocho cuentos. En el'quin­ lo -que debió de haber oído a otros clérigos- un em­ perador romano, de quien no se dice que fuera Traja­ no, marcha a la guerra acompañado por su .. hijo. Pasan frente a una cabaña donde trabajan una pobre viuda y su hijo. El gavilán "del hijo del emperador mata al pollo de la viuda; el hijo de la viuda mata al gavilán; el hijo del emperador mata al hijo de la viuda. La viuda pide al emperador que haga justicia. El emperador le dice que elija entre dos soluciones: "O, para vengarte, mato a mi propio hijo o, si decides que viva, te lo doy a cam­ hio del muerto para que te honre como madre y te am­ pare hasta el fin de tus días". La viuda perdona y adop­ ta como hijo propio al hijo del emperador. Hay otras versiones: por ejemplo, la de Jacobo de Vo­ rágine (1228-1298) en la Leyenda áurea (ca. 1265), ca­ pítulo XLVI sobre el Papa San Gregorio. En España el romance sobre Valdovinos y el Marqués de Mantua del ciclo carolingio (entre los siglos XIV y XV) alude tam­ bién al perdón de la viuda (la viuda es mentada con el término '1a parte"): "Acuérdate de Trajano/ en la justicia guardare,! que no dejó sin castigo/ su único hijo carnale;! aunque perdonó la parte,! él no quiso per­ donare". A partir del Renacimiento el tema de la viu­ da que debe elegir entre el desquite y la indulgencia se desprende de los contextos religiosos y moralizado­ res y se prende al puro arte de contar. ANTECEDENTES DE UNA TRADICIÓN PERUANA

Una de las tradiciones peruanas de Ricardo Palma -"Haz bIen sin mirar a quien"- elaboró el viejo tema de la viuda que perdona al matador de su hijo. Ese te­ ma había aparecido en el siglo XII como mutación brus­ ca en la lenta evolución de una leyenda. El germen fue un episodio que Dio Cassius Cocceianus, a princi­ pios del siglo lB, atribuyó al emperador Adriano: "Cier­ to día en que andaba de viaje, cuando una mujer quiso pedirle algo, Adriano, sin detener la marcha, le respon­ dió que no tenía tiempo para atenderla, pero como ella le gritase '¡renuncia entonces a ser emperador!' se de­ tuvo, se volvió y le concedió una audiencia" (Historia de Roma, libro LXIX). En el siglo VIII, en la Vida de San Gregorio que figura en la Historia Langobardorum (787) de Paulus Diaconus el emperador ya no es Adria­ no sino Trajano, la mujer resulta ser, además, viuda, y lo que ésta le pide a aquél es justicia contra el asesino de su hijo. (Véanse las numerosas variantes de esta anéc­ dota en Gaston Paris, La légende de Traían, 1878.) Pe­ ro la leyenda, aun antes de que Dante, sin modificarla, 208 ENRIQUE ANDERSON IMBERT BAAL. XLV,1980

entrar al fugitivo en la casa, y llega la justicia trayen­ do el cadáver de Don Duarte: al verlo, Doña Guiomar reconoce a su hijo y comprende que está asilando al asesino. Sin embargo, ha dado su palabra de honor, y la cumple. Ortel recibe dinero y escapa. "Fernán Caballero" (España, 1796-1877), en "El per­ dón" (Colección de artículos religiosos y morales, 1862) cuenta que una pobre viuda vive en Chiclana Sul más que un hijo mozo. que es su solo cariño. Una noche una vecina le anuncia que lo acaban de matar en una pen­ dencia. Casi en seguida entra el matador con las ma­ nos ensangrentadas: "¡Me persiguen! ¡Escóndame, que aquí no me han de buscar'''. Se oye tropel de gentes. La madre se acerca a la cama. alza la colcha y hace se­ ña al perseguido para que se esconda debajo de ella. En ese momento entran el cuerpo de su hijo, que es puesto sobre la cama, debajo de la cual ha hallado asi­ lo su asesino. "¿Ha entrado aquí un hombre?", inquie­ re el alcalde. "No". contesta la viuda. Cuando todos se han retirado. alza la colcha que ocultaba al asesino y le dice: "Sal y huye. Y Dios te perdone como en su nombre te he perdonado yo". Ricardo Palma (Perú. 1833-1919), en "Haz bien sin mirar a quien" (Tradiciones peruanas, quinta serie, 1883), cuenta que en una fiesta Andrés Moreno saca a bailar a Fortunata Sotomayor. Son más que novios -ella lleva en sus entrañas el fruto de sus amores- pero nadie lo sabe. Por no saberlo. el mocetón Perico Moreira sigue cortejando a Fortunata y en una de ésas, no aguantan­ do más el despecho y los celos. busca pendencia con el galán favorecido y le clava un puñal. Huye y se refugia en una casa vecina: "¡Por Dios! -le dice a la dueña-o Esc6ndeme. .. Acabo de hacer una muerte y me persi­ guen". Resulta ser la casa de la viuda Collota, madre BAAL,XLV, 1980 ANTECEDENTES DE UNA TRADICiÓN 207

Giambattista Giraldi Cinthio (Italia, 1504-1573), en la "novella" sexta de la sexta década de los Hecatommi­ thi cuenta que dos jóvenes riñen por una mujerzuela. Uno mata al otro y, perseguido por la justicia, se escon­ de en una casa que resulta ser de la viuda Livia, ma­ dre del muerto. Le traen el cadáver. Es más: apresan al asesino. Pero Livia, compadecida, lo perdona, consi­ gue que lo pongan en libertad, lo adopta como hijo dán­ dole el mismo nombre -Escipión- y legándole toda su fortuna.· Juan Osorio (España, 1542-1594), .en Sylva variarum concionum, cuenta que en una riña un joven mata a otro de una estocada, huye y se refugia en una casa sin saber que la casa pertenece a una viuda, madre de la víctima. La señom se entera de que ese joven es el ase­ sino de su hijo pero, más piadosa que vengativa, le hace llegar dinero para que se ponga a salvo de la policía que lo persigue. Entonces se le aparece el fantasma del hijo y le dice que, gracias a que ella supo perdonar, Dios lo ha perdonado a él y así del Purgatorio irá al Paraíso. (Como no pudimos conseguir el texto del Pa­ dre Juan Osorio resumimos la versión que de él dejó Cristóbal Lozano -España, 1609-1667- en David per­ seguido, Parte 1, cap. XII, ejemplo 11: "De remitir agra­ vios y perdonar enemigos"; ni que decir tiene que el barroco Lozano. debió de adornar a Osorio.) Cervantes (España, 1547-1616), en Los traba;os de Persiles y Segismunda, libro 111, cap. VI, hace que el polaco Ortel Benedre cuente que una noche, andando por una calle de Lisboa, el arrogante Don Duarte lo agravia. Cruzan las espadas y Don Duarte cae muerto. Ortel huye, perseguido por la justicia, y se refugia en la alcoba de la viuda Doña Guiomar de Sosa, quien lo esconde con la promesa de protegerlo. Pero han visto

BAAL, XLV, 1980 ANTECEDENTES DE UNA TRADICIÓN 209 de Andrés Moreno. Apenas lo esconde, la Collota se entera, por gente de la justicia, de que la víctima es ·su propio hijo. Más piadosa que vengativa, no denuncia al asesino. Al contrario: lo perdona y lo hace descansar en la misma cama del hijo. Al día siguiente lo despide dán­ dole todo el dinero que tiene más el caballo del hijo y provisiones para el viaje.

ENRIQUE ANDERSON IMBERT 212 CARLOS A. RONCHI MARCH BAAL, XLV, 1980

clon 14' (1914). Por lo que toca al alifato árabe, para el que existe el sistema de transliteración usado por la revista Al-Andalus y prácticamente por todos los arabis­ tas de lengua española, debe recordarse que el Diccio­ nario académico decidió abandonar los caracteres arábi­ gos y adoptar tal transliteración a partir de la edición 18l/. (1956). cuyo Preámbulo, donde se explican las causas del cambio es además, por muchos motivos, el comienzo de una nueva época en el perfeccionamiento científico de esa obra ilustre. También se abandonaron a partir de di­ cha edición. co~o se sabe, los caracteres hebreos en las etimologías de las palabras que tienen ese origen. En todos esos casos. pero sobre todo en el del árabe, se levantó un coro de lamentaciones ante lo que se consideró pérdida de una tradición venerable. Empero, ha de seña­ larse la paradoja de que quienes propusieron o aceptaron de buen grado la reforma fueron los especialistas en di­ chas lenguas, y quienes la consideraron inoportuna gene­ ralmente no las conocían ni las podían leer, pero veían en esos caracteres para ellos arcanos no se sabe qué mis­ teriosa garantía de seriedad. Es preciso abandonar tales prejuicios, que no tienen ningún fundamento científico ni didáctico valedero. No debe inferirse tampoco, ni siquiera remotamente, que la presente ponancia obedece a desinterés por el griego antiguo. Todo lo contrario: su autor enseña esta lengua desde hace muchos años en la Universidad de Buenos Aires, y se halla empeñado actualmente, como muchos colegas de España y de Hispanoamérica, en reconquistar para ella el lugar que ha perdido en la enseñanza secun­ daria. Pero cree que si este ideal se alcanza será por el peso de otros argumentos culturales y lingüísticos más profundos, y no porque el Diccionario de la R. Academia CONVENIENCIA DE LA TRANSLITERACIÓN DEL GRIEGO EN LAS· ETIMOLOGrAS DEL DICCIONARIO· DE LA R. ACADEMIA ESPAI\IOLA

No ya en obras de divulgación, sino en diccionarios muy serios de lenguas modernas, lo mismo que en tra­ tados y revistas científicas sobre lingüística, se ha aban­ donado crecientemente en las últimas décadas la costum­ bre de escribir con sus caracteres originales las lenguas de cultura que no usan el alfabeto latino. Así ocurre, por ejemplo, con el ruso y otros idiomas eslavos que emplean los caracteres cirílicos, para los cua­ les existen hoy diversos sistemas de transliteración, entre ellos el muy coherente y eficaz propuesto para nuestra lengua por el académico español Antonio Tovar (Bol. de la R. Acad. Esp., XLVIII, 1968, 497-502). En lo que se refiere específicamente al Diccionario de la R. Academia Española (en adelante citado: DRAE), baste citar el caso del alfabeto devanagari, que se em­ pleó para las etimologías sánscritas a partir de la 12" edición (1884) Y fue abandonado después de la edi- 214 CARLOS A. RONCHI MARCH BAAL, XLV,19l:iO

propuso. con miras a la revista científica W ord, un sis­ tema suficientemente riguroso para la transliteración del griego antiguo (A pro;ect 01 transliteratioll 01 classical Greek. en W ord, IX, 1953, 152-161, con un complemento en el vol. XI. 1955, 268), decía sin falsos eufemismos al comienzo de su artículo: "La razón que ha llevado al autor a investigar la posibilidad de crear un sistema para la transliteración del griego es puramente económi• ca. La citación de formas griegas en el alfabeto tradicio­ nal, a veces en el curso de la misma línea, pasando varias veces de un alfabeto a otro, impone a una publicación lingüística gastos que no guardan proporción con las ventajas de conservar el alfabeto original". Por otra parte -agregó- los linotipistas cometen hoy más errores que antes al usar el alfabeto griego, y tales errores suelen pasar inadvertidos en mayor medida que otros. Ahora bien: en el caso de tener que escribir el griego con caracteres latinos en una obra como el DRAE, es preciso resolver si se va a hacer una transcripción o una transliteración. Como se sabe, la transliteración no se _propone dar una interpretación fonética de una palabra, o facilitar su lectura, sino reproducir letra por letra el original sobre la base, en cste caso, del alfabeto latino. Un caso de transcripción, por desgracia frecuente aún hoy, consiste, por ejemplo, en trasladar gráficamente el gr. allxtÍ como ar;é, cuando sabemos que en el griego clásico -al cual idealmente se refieren la mayor parte de las etimologías del DRAE- la X se pronunciaba como oclusiva aspirada y no como velar fricativa sorda, según ocurre con la ; española y, aproximadamente, con la X del griego moderno (d. Schwyzer, Griech, Grammatik, 1, 1939, 200; AIlen, Vox Graeca, 1968, 16). Por varias razones fundamentales, que no hay lugar RAAL, XLV, 1980 CONVENIENCIA nE LA TIIASLlTERAClÚ" 21:¡

Española mantenga en caracteres griegos sus etimologías. Quienes consultan un diccionario como el oe la R. Aca­ demia Española son por lo general estudiantes de dis­ tintos niveles, o personas de cultura media, o incluso universitarios que pueden poseer gran versación en sus respectivos campos de estudio, pero no forzosamente en lenguas muertas o en idiomas orientales. Y, sin embargo. tales personas suelen manifestar gran curiosidad por ('0- nacer la etimología de las palahras cuyo significado bus­ can, y también -como ocurre a menudo con quienes escriben tratados o artículos científicos- por la forma y hasta la acentuación de los étimos, que desean citar, as­ pectos todos que les resultan inaccesibles si estos últimos están escritos en caracteres no latinos. Por otra parte, estas mismas personas, familiarizadas por ejemplo con palabras o elementos compositivos grie­ gos que han visto a menudo transliterados (meter 'ma­ dre', hypó 'debajo', etc.), quedan desorientadas, debido a no poder leer los caracteres originales, cuando se encuen­ tran con formas homógrafas procedentes de etimologías diversas. Baste citar algunos ejemplos sencillos: eco/alí!/ 'repetición patológica de palabras o frases' « l'khó 'eco') v ecología 'estudio del ambiente' « oikos 'casa'); me­ trópoli 'ciudad principal' (meter, -trés 'madre') y metró• nomo "instrumento que marca los tiempos" (métron 'me­ dida'); hipotermia 'baja temperatura' « hypó 'debajo') e hipotecnia 'ciencia de la crianza del caballo' (híppos 'caballo') . y por fin -razón que muchos consideran desdeñable, pero que no lo es en absoluto cuando se trata de obras tan voluminosas como el DRAE-, ha de tenerse en cuenta el aspecto económico. El gran lingüista francés André Martinet, uno de los primeros especialistas que 216 CARLos A. RoNCHI MARCH BAAL, XLV, 1980

diptongo (pdis, leukos), lo cual, por lo demás, no dará ocasión a vacilaciones si se quiere volver a la grafía griega, pues no hayo casi no hay diptongos con la primera larga. A no ser los casos de iota suscrita, que pueden transcribirse con una i pequeña y volada (oide, teide)" (Corominas). 4. El acento de las mayúsculas puede posponerse: A'b­ dera. 5. Conviene abandonar la tradición latin,a de represen­ tar la X con ch. Entre los romanos de la época clásica esa h era el signo de la aspiración; pero un lector profano de lengua castellana puede llegar a creer que se pronunciaba en griego como la prepalatal africada sorda de noche. o mucho. Por ello se ha propuesto kh. 6. Convendrá admitir, aunque se falte levemente al prin­ cipio de transliteración, que la nasal velar que ante oclusiva velar el griego representaba con y (gama) se escriba n, como hizo ya el latín tardío con muchos helenismos (ayyEAoc;, angelus): lta(lÉyxu¡.ta será en­ tonces parénkhyma. Me permito, pues, insistir en la ventaja que entrañará para incontables lectores la transliteración del griego antiguo. Es significativo, como he dicho al principio, que sin gran esfuerzo acudan a la memoria importantes tratados contemporáneos de introducción a la lingüística, escritos en diversos idiomas por autores mundialmente prestigiosos, y en todos ellos los ejemplos griegos están transliterados: Hockett, A Course in modern Linguistics (1958); Porzig, Das Wunder der Sprache (1957); Hjelm­ slev, Sproget (1963); Lyons, Introduction to theoretical Linguistica (1968), etc. Todos están traducidos al caste­ llano. Pero más significativo aún es que esté transliterado el BAAL, XLV,1980 CoNVENIENCIA DE LA TRASLlTERACIÓN 215 para exponer aquí, pero que pueden verse en el citado artículo de Martinet, convendría en el DRAE optar por una transliteración. El: sistema de Martinet ha sido adap­ tado con mucho cuidado al español por el helenista M. Fernández Galiano (Antídol'on M. H. Paoli oblatum, Gé­ nova, 1956, 124 sgs.). No es el único: otro algo más sen­ cillo, y por su finalidad acaso más adecuado para las etimologías de una obra como el DRAE, es el formulado y utilizado por Coraminas en su Brer;e dice. etimol. de la lengua castellana, riguroso pero destinado a un vasto pú­ blico (a diferencia -y éste creo que es un argumento más en favor de lo que propongo aquí para el DRAE­ de su monumental Diccionario crítico etimológico en cuatro volúmenes, dirigido a especialistas). Teniendo en cuenta ambos sistemas, me permito su­ gerir el siguiente: ex f3 y () 'c ~ 11 () 1 'lo: ').. fA v o 1t Q .0 (<;) -r \J

BAAL, XLV, 1980 CONVENIENCIA DE LA TRASLlTERACIÓN 217 griego en diccionarios específicamente etimológicos que se cuentan entre los más rigurosos que puede consultar en nuestra época un lector no especializado: para el ita­ liano, G. Devoto, Avviamento alla etimologia italiana. DizionariQ etimologico; para el francés, el de Bloch-von Wartburg o el de Dauzat-Dubois-Mitterand; para el in­ glés, el más serio que existe en ese idioma: C. T. Onions, The Oxford Dictionary of english Etymology. Sería f~cil ampliar los ejemplos. En cuanto a nuestra lengua, baste citar, entre otros, dos dicciona,rios comunes de distinta orientación, ambos excelentes, en cuyas etimologías el griego figura transliterado: VOX. Diccionario general de la lengua española, dirigido por el académico Samuel Gili Gaya,.y el Diccionario de uso del español, de María Moliner. Para concluir, merece recordarse una vez más el ejemplo de Corominas, quien, como he dicho, al resu­ mir en forma rigurosa para el gran público el diccionario etimológico monumental que había publicado años atrás, consideró conveniente ofrecer el griego en versión trans­ literada.

CARLOS A. RONCHI MARCH 220 CARLOS A. RONCHI MARCH BAAL, XLV, 1980 también diversa, eminentes lexicógrafos, historiadores de la lengua, dialectólogos, romanistas, como Lenz y Frie­ derici, como Rafael Lapesa, como Max Leopold Wag­ ner, Kany, Zamora Vicente y Lope Blanch, como Hen­ ríquez Ureña, Morínigo y Buesa Oliver, no sin mencio­ nar a quienes han intentado la vasta empresa de com­ poner diccionarios totales de americanismos ( Malaret, Santamaría, el citado Morínigo, Neves), o los innumera­ bles autores de léxicos "nacionales" de los países de América, en los que las "particularidades" -que a ve­ ces lo son sólo en apariencia- están agrupadas, según antiguos criterios, por países ( "provincialismos") v no por áreas dialectales. ' Lo que me importa recordar -yen este caso con par­ ticular .referencia a la fauna y la flora- es el hecho evidente de que las denominaciones que crearon los descubridores por analogía con plantas y animales del Viejo Mundo (uno, pero ya se sabe que no el único procedimiento que usaron), al perdurar a menudo du­ rante siglos y al sumárseles otras nuevas en cada área, hán sido y seguirán siendo, mientras no se adopte un acuerdo al respecto, una de las fuentes de confusión muy importantes en la lexicografía de lengua española (cf. Morínigo, La formación léxica regional hispanoame­ ricana, en NRFH, VII, 1953, 234 sgs.). Ante este problema, la primera solución que se ha in­ tentado, y a menudo se sigue intentando, es la de re­ copilar por vía libresca los nombres vulgares de anima­ les y plantas más difundidos en cada país o región, acom­ pañados de una descripción somera que no siempre con­ tiene los rasgos esenciales entre los requeridos por las normas botánicas o zoológicas actuales. Como dice Fernando A. Martínez en el rico capítu!o Lexicography que escrihió para el volumen Ibero-Ame- SOBRE LA INCORPORACIÓN DE LOS NOMBRES CIENTíFICOS DE PLANTAS Y ANIMALES EN EL DICCIONARIO DE LA R. ACADEMIA ESPAfilOLA

La presente ponencia insiste -con argumentos y con­ clusiones un tanto diferentes- sobre el tema formulado en otras de anteriores Congresos de Academias de la Lengua Española. por ejemplo la presentada en el IV (Buenos Aires. 1964: Actas y Labores, 1966, 341 sgs.) por los académicos panameños D: Gil BIas Tejeira y D. Miguel Mejía Dutary. con un interesante apéndice del Dr. Alejandro Méndez P. Es un forzoso lugar común, cuando se trata de dia­ lectología hispanoamericana, recordar que los descubri­ dores y conquistadores españoles de América, maravi­ llados ante un mundo nuevo, se vieron en la necesidad de encontrar denominaciones para su naturaleza física, para sus plantas. sus animales, sus hombres, sus institu­ ciones. Comenzó entonces un proceso secular, cuyas modali­ dades han estudiado, con diverso propósito y extensión 22.2 CARLos A. RONCHI l\IARCH BAAL, XLV, 1980

Cuerpo y que. una vez discutidos y aprobados, se re­ mitieron a la Real Acaaemia Española para su eventual incorporación al Diccionario. incluí en todos los casos los nombres científicos latinos correspondientes a cada género y especie considerados de acuerdo con la infor­ mación minuciosa que gentilmente proporcionaron al De­ partamento los más eminentes especialistas de nuestro país. Tales informaciones merecieron el beneplácito de la Real Academia Española. y a partir aproximadamente del año 1975 fue grato advertir que en los argentinismos que la Corporación Española -según los comunicados de la Comisión Permanente- decidió incorporar a su Diccionario. las definiciones de animales y plantas de la Argentina aparecían acompañadas del nombre cientí• fico latino que la Academia Argentina de Letras había propuesto. Probablemente tal cosa ha ocurrido también con las sugerencias remitidas por otras Academias del continente. En vista de que tal alentadora actitud de la Corpo­ raci6n de Madrid significa ya poner por obra lo que tanto se ha deseado. como única vía para evitar las mu­ chas confusiones que antes que nada por insuficiente in­ formación de las Academias correspondientes y colabo­ radoras aparecen todavía en el Diccionario común, se formulan las siguientes

RECOMENDACIONES l. Que la Real Academia Española. con la colaboración científica de los especialistas o instituciones que con­ sidere oportunos. establezca algunos modelos de de­ finición de animales y plantas del Viejo y Nuevo Mundo. ateniéndose en los rasgos esenciales a las BAAL, XLV, 1980 SOBRE LA JlIiCORPORAC¡ÓN DE NOMBRES 221

rican and Caribbean Linguistics (Current TreMs in Lin­ guistics, 4, The Hague, Mouton, 1968), acaso el prime- 1"0 que intentó la tarea fue el botánico español Miguel Colmeiro, con su Diccionario de los diversos nombres vulgares de muchas plantas usuales o notables del An­ tiguo y Nuevo Mundo (1871) .y sus Primeras noticias acerca de la vegetación americana (1892). En 1917 se publicaron las Voces chilenas de los reinos animal y ve­ getal, de José T. Medina, y el Ensayo de una sinopsis de nombres científicos y vulgares de la fauna america­ na, de M. de Toro y Gisbert. Por último -sin mencio­ nar muchas inVestigaciones monográficas-, este tipo de trabajos individuales en vasta escala alcanzó una suerte de culminación con el Lexicón de fauna y flora (Bogotá, 1961) .. del gran lexicógrafo A. Malaret. Todas estas -yen especial la última- son muy valio­ sas aportaciones, pero la circunstancia de que, salvo po­ cos casos, sus autores no sean botánicos ni zoólogos y la forzosa heterogeneidad de criterios y de rigor que existe en las fuentes de que toman sus materiales, ha­ cen que sean muy ciertas las reservas formuladas por Fernando A. MartÍnez en el mencionado capítulo (p. 95 sg.), con las cuales concuerdo totalmente. Durante la segunda parte del período (1966-1978) en el cual tuve el honor de dirigir el Departamento de In­ vestigaciones Filológicas de la Academia Argentina de Letras , el entonces .,v hoy Presidente de dicha institu- ción, Prof. Dr. Angel J. Battistessa, dispuso que se in­ tensificara en la mayor medida posible el estudio de los argentinismos, com~ también el de los topónimos de nuestro país. Como consecuencia de ello, en los informes sobre ani­ males y plantas que preparé para su examen por el

BAAL, XLV,1980 SOBRE LA INCOl\l'ORAC¡ÓN DE NOMBRES 223

Reglas Internacionales de Nomenclatura, y por lo tanto con inclusión del nombre científico en latín. 2. Que estos modelos sean enviados, por medio de la Comisión Permanente, a todas las Academias corres­ pondientes y colaboradoras, para que ésta~, a la bre­ vedad posible, las hagan examinar a su vez por sus asesores científicos, y las devuelvan con las observa­ ciones sobre los géneros y especies de su país que éstos pued~n sugerir, a la Real Academia Española, a fin de establecer un modelo unificado al que se atengan todos los cuerpos académicos de nuestro idioma. 3. Que todas las Academias correspondientes y colabo­ radoras envíen periódicamente a la de Madrid, de acuerdo con aicho modelo, los nombres de animales y plantas de sus respectivos países que no figuren todavía en el Diccionario común -se entiende que en forma selectiva-, y además aproximadamente en consonancia con la Recomendación primera de la po­ nencia panameña de 1964, emprendan una revisión metódica de las definiciones correspondientes a su país que ya aparecen en el mencionado Diccionario. a fin de agregar el nombre científico que correspon­ da y de corregir posibles errores de descrípción.

CARLOS A. RONCHI MARCH 226 BERNARDO GoNZÁLEZ AroIILI BAAL, XLV, 1980 que aristocratizaron las críticas de arte aparecidas en los periódicos, superando la mera gacetilla acostumbrada hasta entonces. Perteneció al grupo de hombres de letras florecidos en las dos primeras décadas de este siglo, con Lugones y Rojas, Becher y Payró, Echagüe y Ángel de Estrada, Carlos Octavio Bunge y Juan Agustín García, Cuper­ tino del Campo y Freixas, Hurtado y Arios y Giménez Pastor, Gerchunoff y Terán, Florencio Sánchez e Inge­ nieros, Enrique Banch y Giusti, Oría y Martínez Cuiti­ ño, y algunos más que escapan a la enumeración aun­ que no pueda decirse que los olvidemos. Chiappori produjo poco comparado -aunque no hay por qué hacerlo-, con otros escritores de su edad. Su tarea periodística, en especial la no firmada, no ha sido totalmente recopilada. Hemos, dicho que tales artículos logrados en las mesas de Redacción sin que la urgencia sórprenda a nadie, debieran leerse en las escuelas de periodismo donde no se repara en la importancia del estilo. Chiappori cuidaba el estilo con esmero elegante. No se pennitía una vulgaridad y procuraba esquivar los lugares comunes: su prosa era, como él, fina, con ad­ jetivación exacta, aunque pudiera señalarse el empleo de galicismos evitables. No fue Chiappori un escritor popular, ni sus libros alcanzaron ediciones copiosas. Todo en él era medido y sus lectores debían poseer paladares contrarios a los de aquellos gustadores de la "novela de la tarde". Fue Emilio Becher, en 1909, comentando en La Na­ ción los cuentos de "Borderland" quien hizo notar que Chiappori no poseía sólo el arte del estilo, sino el arte, mucho más difícil, de la composición. Algunos de sus cuentos "atestiguan en el autor un dominio completo de la fonna en un género tan arduo y peligroso como éste". ATILlO CHIAPPORI o

Razones puramente profesionales, como se sabe, obli­ gan a: los periodistas a evocaciones hechas a plazo fijo. En este caso, por anotarse la fecha del nacimiento de Atilio Chiappori, que 'perteneció a esta corporación co­ mo miembro de número, debimos improvisar una sem­ blanza algo alejada del modo acostumbrado en las Aca­ demias, aunque no desprovista del afecto que se tenía merecido por sus méritos. Esa semblanza, ligeramente adaptada, viene a servirnos para pronunciar unas pala­ bras en recuerdo del autor de páginas que no se mar­ chitaron aún, especialmente sus cuentos y novelas, apar­ te de los volúmenes en que se recopilaron sus artículos de crítica y comentarios sobre pintura y escultura, los más de ellos naturalmente empalidecidos por el tiempo. Así sucederá con estas de mi lectura de hoy, también quedarán opacas pero cumplen la finalidad sencilla y clara de que dediquemos unos minutos a memorar a un escritor argentino algo olvidado, desde luego que con una parte de injusticia, pues fue Chiappori uno de los

• Leído en la sesión del 11 de junio de 1980, 228 BERNARDO GoNzÁLEZ ARRILI BAAL, XLV, 1980

Se descubre en algunos de sus relatos, y en La Eterna Angustia", dedicada "a los que viven desolados por la presencia de tristes destinos". El libro trata más de sen­ saciones que de hechos, las sugerencias son aladas. "Cuando me dijeron que Leticia se casaba sentí una in­ mensa tristeza ... " Ciento cincuenta páginas más allá Leticia queda en una sepultura de la Recoleta "~ulta por un paño de glicinas" con un epitafio en francés, un verso del, para Chiappori, inevitable Samain. Nuestro recordado estilista nació en Buenos Aires aho­ ra hace un siglo, el 7 de junio de 1880. Ocupaba un si­ llón en la Academia Argentina de Letras cuando se marchó de esta vida, el 13 de marzo de 1947.

BERNARDO GONZÁLEZ AlUULl BAAL,XLV, 1980 ATIUO CHIAPPORI 227

Cuando nos fue dado conocer personalmente a Chiap­ pori, vimos que él era su estilo. Desde el atuendo, de elegancia distante de lo llamativo, hasta el sombrero co­ locado al descuido, la voz y el gesto, la palabra correc­ ta y el accionar medido, veíase que su prosa no era el producto de una obsesiva atención, sino la espontánea y discreta aparición, puede que milagrosa del arte de escribir. Aparte de los artículos periodísticos que durante años aparecieron en La Prensa, y más tarde en La Nación, está la novela La Eterna Angustia, cuya primera edi­ ción primorosa llevaba unos dibujos esquemáticos del escultor Mateo Alonso. Pintores curiosos suelen llevar en sus excursiones, en lugar de una máquina fotográfica, una libreta y un lá­ piz. Atrapan una figura o un. paisaje y con cuatro líneas lo dejan en el papel, para después, en el regreso, darle forma acabada o abandonarle en el olvido en que re­ posan tantos buenos propósitos. En los cuentos de Chiap­ pori descubre el lector algunos de esos apuntes, en es­ pecial manera cuando ha querido apresar una figura fe­ menina. Las que agonizan en la angustia quedan piro­ grabadas en la memoria. Su hijo Sergio a veces memora a Chiappori publican­ do el contenido de piezas valiosas de su archivo particu­ lar. Trae a nuestros días la gentil figura del autor de Luz e~, el templo, sembrador de bellezas, como con acierto se le llamó, y despierta la curiosidad por nom­ bres de autores perdidos en la penumbra, como el del magnífico poeta y prosador colombiano, enamorado del Neuquén, Eduardo Talero, el de la Voz del Desierto y los Ecos de Ausancias. Estudió Chiappori medicina, sin llegar a doctorarse. 230 MARÍA LuISA MONTERO BAAL, XLV, 1980

De la lectura se desprenden algunas observaciones que iluminan aspectos de la personalidad y de la trayectoria de Lynch. El comienzo de la correspondencia coincide con la aparición de una nota encomiástica de Gálvez a propó• sito de Los caranchos de La Florida. en La Nación del 14 de junio de 1916, p. 6. La primera carta, con fecha 16 de junio de 1916. es el ofrecimiento amistoso espOntá­ neo de un Lynch deslumbrado por los juicios de su crí• tico. Deslumbrado y agradecido con una actitud respe­ tuosa que conserva a través de toda la correspondencia. :';:sta se cierra con la misiva del 31 de octubre de 1932. En ella se advierte el afianzamiento de su celebridad: ha producido ya la mayor parte de su obra y se la so­ licitan para traducirla. Con muy buen juicio comprende las dificultades que sobre todo El romance de un gau­ cho supone para cualquier traductor serio y reivindica a El inglés de los güesos como el más castizo de sus libros. Son en total veinticinco epístolas -faltan dos para completar el número de veintisiete que menciona Gál­ vez- por las que desfilan los inconvenientes de edición de las obras. la escasa difusión. el problema de los cos­ tos. Inepto para las cuestiones financieras, no lo es, sin embargo. para los problemas vinculados con el plano publicitario. Defiende así un título que Gálvez no esti­ maba conveniente: El inglés de los güesos. El tiempo y los hechos le han dado la razón. Se ocupa también de las ilustraciones y de los precios demasiado altos que son una '1ápida". según sus palabras. En muchos casos se insinúa su espíritu burlón que pa­ rodia el habla de un gaucho o el de una muchacha mimosa. Pero. fundamentalmente. Lynch aparece como hombre LA VERTIENTE CONSERVADA DE UN EPISTOLARIO

CARTAS DE BENITO LYNCH A MANUEL GAL VEZ

En la ardua determinación que todavía espera la figu­ ra de Benito Lynch, pueden considerarse importante ele­ mento sus cartas a Manuel Gálvez. En realidad ya el propio Gálvez ha difundido muchos pasajes de esas epís• tolas en su obra En el mundo de los seres reales (Bue­ nos Aires, 1965, t. IV, 261 sgs.). La generosidad de la Academia Argentina de Letras me ha permitido la com­ pulsa de los materiales originales, que adolecen lamen­ tablemente de una carencia: las respuestas de Gálvez eran destruidas por el propio Lynch, según testimonio del profesor Juan Carlos Ghiano que conoció y trató al escritor. Por otra parte muchas de esas cartas no tienen fecha en los originales. En los casos en que ha sido posible suplirlas con la ayuda del trabajo arriba mencionado de Gálvez se indica a pie de página. En otros casos el dato surge de la misma sustancia del tema tratado. 232 MARÍA. LUISA MONTERO BAAL, XLV, 1980

[2] Benito Lynch 77 N 734 La Plata \.1arzo 18_1 Estimado Gálvez: Estoy a sus órdenes, pero necesito que me dé previa­ mente alguna noticia sobre el volumen que deberá te­ ner el libro. ' En una de sus anteriores, indicaba Ud. c~~o material para la obra, ese relato que publiqué en "La Novela Se­ manal", bajo el título de "La Evasión ... ". Puedo echar mano de eso? No habré perdido mis derechos en los ca­ sos en que el trabajo haya sido ya publicado en alguna revista paga? Le ruego que me informe también a este respecto, pa­ ra evitarnos cualquier ulterioridad desagradable. Creo que si no pudiéramos incluir "La Evasión ... " el volumen podría completarse así: "Las desorientadas", "una cosa", que no es cuento pero, "que merecería serlo", y que "es fuerte" de más de cuatro mil palabras, "Ex un­ gue leonem", un ensayo dramático, de corte y sabor ar­ caico, "El gallo que volvió de las trincheras", "La cola del zorro", "Cartucho", "El carnero embichao", "El bagual", "Como los hombres", "Toledana", ect., ect., [sic]. Debe saber Ud. que ninguno de estos trozos baja de mil quinientas palabras y que "Ex ungue etc., debe pasar de las cinco mil ... Ahora el título? Qué título puede ponérsele a esto? Verdaderamente no se me ocurre. Si yo y la empresa "Buenos Aires", tuviéramos la despreocupación desver-

I Probablemente 1917, según el propio Gálvez, op. cit., 264. El proyecto al que se refiere la carta no cuajó. BAAL, XLV,1980 VERTIENTE CONS. !lE UN EPISTOLAHIO 231 honesto. Se niega, a propósito de una colección de cuen­ tos, a colocar títulos que hagan pensar en nuevas no­ velas, cuando en realidad corresponden a un solo cuen­ to de los que contiene el libro, e indire.ctamente se plan­ tea la gran cuestión de qué son en realidad' esas pági­ nas: cuentos, prosas, recortes, etc. Es también honesto cuando se reconoce perezoso en la creación, como au­ tor de parto laborioso (distocia). Y con honestidad y efi­ ciencia, puntualiza errores en las pruebas de imprenta y significados exactos de términos.

[1] Benito Lynch 77-734 La Plata, junio 16/916 Señor Manuel Gálvez. Señor: Estoy plenamente satisfecho del juicio espontáneo, ilustrado y valiente, con que acaba de honrar Ud. mi última producción literaria. "Ex ungue leonem!" como expresa el dicho latino ... Mi espíritu que tantas veces se encontró con el suyo en las páginas admirables de sus libros, le reconoce en el gesto. Muchas gracias por todo! y, mientras llega la hora de estrechar sus dos manos fraternales y generosas, acepte Ud. el ofrecimiento sincero de mi leal amistad.

Benito Lynch

SIC 77-734 234 MARÍA LUISA MONTERO BAAL, XLV,1980

tas he encontrado al final de una de ellas, de la última -16 de nov.- y perdidas entre informaciones "de carác­ ter comercial", a propósito de nuestra sociedad editora, dos preguntas que me temo seriamente no haber contes­ tado. por razón de inadvertencia. Si ha sido aSÍ, le ruego que me disculpe y que modifi­ que el juicio que sobre mi cortesía estaba autorizado a formarse. Soy incapaz de incurrir por negligencia eri fal­ tas de cierta Índole y mucho menos con Ud., que tiene los mejores derechos a mi consideración y a mi afecto ... "Lo que quiero es su libro" -me decía Ud. -en esa car­ ta- Cuándo me lo mandará? Cómo se titula? Ah! mi querido amigo, Ud. me hace el favor de atribuirme vir­ tudes de laboriosidad que no tengo! Mi libro, mi nueva novela. está todavía en gestación y... quién sabe para cuando será el alumbramiento! Usted que es "madre fecunda y robusta" se cree que todas "las madres" son iguales, pero desgraciadamente no es así: Hay cien "distocias" ... 3 Suyo affmo: Benito Lynch

[4] Benito Lynch 77 N 734 La Plata La Plata, Junio U/lB Mi querido Gálvez: Exprofeso he retardado mi respuesta a su última car­ ta. Le diré la verdad: estaba un poco indeciso. Nunca

3 Gálvez (op. cit., 266) trae distancias, pero el texto no ofrece dudas y el significado de parto laborioso es coherente. BAAL, XLV, 1980 VERTIENTE CONS. DE UN EPISTOLARIO 233 gonzada que lucen algunas casas editoriales europeas, publicando por ejemplo, cuentos de Maupassant, con el título de cualesquiera de ellos en la portada, para que la gente crea se trata de una novela nueva del celebrado narrador; podríamos por ejemplo titular mi libro "Las desorientadas", pero como esto no puede ser, por razones elementales de honestidad, no hay más remedio que lan­ zarse a la busca de un título adecuado y. .. Ud. sabe mi querido Gálvez, lo difícil que resulta esa empresa; "Cuen­ tos", "Páginas viejas, sueltas, olvidadas, verdes, amarillas, azules ... ", "Prosas", "Recortes", "Mosaico", "De la vida", "Del Camino", de la ect., ect., [sic]. Usted ve muy bien que no es posible, y es por esta suprema razón que se me ha ocurrido, que podríamos ponerle por título uno de esos "interrogantes aislados y amenazadores, que suelen comprometer al lector, pero que a nosotros no nos com­ prometen a nada. Puede ser que esto le parezca a Ud. también una "pa­ vada", pero le confieso ingenuamente que no se me ocu­ rre otra cosa más discreta ... Suyo affmo. Benito Lynch

[3] Benito Lynch 77 N 734 La Plata Enero 8 2 \1i querido Gálvez: Desde aver me mortifica una duda: releyendo sus car-

2 Sin duda 1918 por la evidente referencia a Raque/a, que apa­ recería en agosto de ese año. 236 MARÍA. LUISA MONTERO BAAL, XLV, 1980

[5] Benito Lynch 77 N 734 La Plata junio 17 5 Mi querido Gálvez Ahí va éso. Debo confesarle que aunque el título no me satisface en manera alguna, no he sabido encontrar otro mejor. En mi última le hacía una proposición con respecto al prélogo ... 6 Hay inconveniente? '. Hagamé [sic] el favor de aclararme el punto cuando me acuse recibo de este "engendro" que confío con ple­ nos poderes, a sus sabias y fraternales manos. Y. .. hasta cada momento. Benito Lynch

[6] Benito Lynch 77 N 734 La Plata La Plata, junio 22/918 Mi querido Gálvez: Gracias por el espléndido regalo y por la amable dedi­ catoria que lo acompaña. He vuelto a leer con verdade­ ro . deleite su "chef d'oeuvre" "La Maestra Normal" ami­ go, a medida que se decanta, adquiere nuevos méritos como los vinos generosos ...

5 1918 ya que se refiere al envío de Raquela. 6 Se t~ata del artículo que Gálvez dedicó a Los caranchos de La Florida (cf. ut supra). BAAL, XLV,1980 VEllTIENTE COl':S. DE UN EPISTOLARIO 235 he sido partidario de la obra fracmentaria [sic], incone­ xa ... y, además me consta por el prólogo del libro de la señora de Portela, que Ud. no cree 4 en mis cuentos. En este orden de ideas resolví un día una cosa: escribir un libro para la Cooperativa Editorial "Buenos Aires", o mejor dicho, un libro para Ud., que es en realidad a quién deseo complacer, y ... "monts [sic] parturiens" una pe­ queña novela tipo "ca ranchos" que se está terminando de copiar y que pongo incondicionalmente a sus órdenes. Debo confesarle que como soy la nulidad más abso­ luta en que achaques de finanzas se refiere, todavía no he podido desentrañar los complicados misterios de "nues­ tros" estatutos y que me confío por lo tanto, a la lealtad de su mano amiga. Ud. disponga lo que mejor pueda conveDir a mis intereses y a la sociedad por la cual está trabajando con tanta buena fe. La novelita que "por lo pronto" se titula "Raquela" da­ rá apenas doscientas pájinas [sic] del tipo ordinario de nuestras ediciones. Me gustaría que llevara, a manera de prólogo -si a Ud. le parece- aquel magnífico artículo conque [sic] el autor de "La Sombra del Convento" honró a mis "ca­ ranchos" ... Benito Lynch

4 No conocía Gálvez todavía los cuentos de Lynch porque, se­ gún sus palabras "no leo jamás los cuentos que salen en los dia­ rios" (cf. op. cit., 265). 238 MAIIÍA LUISA MONTERO BAAL, XLV, 1980

go influir en la agencia. para que se satisfaga ese pedi­ do con la necesaria anticipación a la fecha que indican los carteles? Se lo agradeceré mucho. porque lo de Garat Hnos. es la casa que hará el negocio -si resultara- aquí en La Plata. Suyo siempre Lynch

[8] Benito Lynch 77 N 734 La Plata Julio 31 9 Querido Gálvez: Tan pronto como recibí su carta, y para ganar tiempo, le telegrafié esta mañana. Me parece que toda vez que el libro no aparecerá el 10 como estaba anunciado, conven­ dría dedicar a la corrección todo el tiempo que fuera necesario. ya que Ud. es tan gentil conmigo ... No sabe cuánto le agradezco el trabajo que se está tomando por "mi engendro". Es una cifra más que se suma al ya cuantioso monto de "la deuda" ... Por qué dice eso de que yo creo que, ect., ect., [sic] o Ud. habrá interpretado mallo que he escrito, o yo habré dicho con el apresuramiento alguna tontería. Si es aSÍ. discúlpeme. Sólo quise aclarar concisamente su duda. Hoy envié el cartel a Moen, quien, según se me in­ forma, ha dicho que no lo exhibirá hasta el día en que

9 1918. Se aproxima la aparición de Raquela. BAAL, XLV, 1980 VERTIENTE CONS. DE UN EPISTOLARIO 237

Ahora y en cuanto a mi "engendro", le encontró títuloi' cuánto dará? saldrá definitivamente? el primero 'de agos­ to? Quisiera que me contestara estas preguntas, porque un distinguido pintor amigo 1 me está confeccionando un magnífico cuadro de "reclame" y necesita esos datos. Suyo affmo. Benito Lynch

[7] Benito Lynch 77 N 734 La Plata julio 25 8 Querido Gálvez: Le adjunto la notita para el prólogo y le ruego que me avise. tan pronto como haya convenido con Moen el asunto del cartel. para remitirlo a esa casa. Otra cosa: los Sres. Ángel Garat Hnos., libreros de es­ ta ciudad. que tienen relación con la Agencia General de Librerías y que están arreglando un escaparate para ''Ra­ quela". han hecho un pedido al firme. de ejemplares. Pe­ ro temen -aleccionados por la experiencia- que el envío les llegue con retraso ... No podría Ud. mi querido ami-

7 Atilio Boveri (?) Sabemos que pintó la carátula de Raque/a. Gf. M. G. Garat, Atilio Boveri, m Uniursidad nueva y ámbitos culturales platenses, La Plata, 1963, p. 457 sg. 8 1918 por la referencia a Raque/a. La notita para el prólogo a la que alude es reproducida por Gálvez en su trabajo, p. 267 Y dice: "Para honrarse y como un homenaje de afecto al autor de El solar de la raza", lleva este libro a manera de prólogo el juicio espontáneo y generoso que Manuel Gálvez dedicó en La Nación a Los caranchos de La Florida. 240 MARÍA LUISA MONTERo HAAL, XLV, 1980

lo que acaba de pasar con "Caras y Caretas", que hasta me ha quitado el honor de ser el último. , . Lo de la falta de referencia al prólogo en la carátula de mi libro. si bien ha provocado ciertos comentarios de los "malevo-olientes" -como decía una vieja- no tiene para mí mayor importancia, y mucho menos después de las leales palabras de su carta. Ahora bien. y hablando de otra cosa mi querido Gál­ vez: estoy muy contento de que "Raquela" no le parez­ ca mal. No se imaginará Ud. nunca. la satisfacción que me ha producido el juicio que concreta una línea de su carta. Hubiera hecho con ella carteles para pegarlos en las esquinas de las calles. porque Ud. amigo -si no lo sabe. sépalo- tiene como escritor y como crítico un prestigio enorme entre mis respetables convecinos. El libro ha sa­ lido en mi concepto bastante bien corregido. Sólo he en- o contrado dos errores de ésos que mortifican: La sílaba "el" con acento en aquella llamada que se refiere al nom­ bre de Raquela. y una transposición de líneas que hace aparecer ruborizado al capataz. en vez de la niña. Pero. en general. todo me ha parecido muy bien y muy satisfactorio. Le adjunto las postales que me pidió y le estrecho la mano hasta otra. mi noble y leal amigo.

Benito Lynch BAAL. XLV, 1980 VI-:l\TJF.i\'TE lX)NS. n.. : UN EPISTOLAHIO 239 aparezca el libro. Y aquello de la librería de Garat. 110 lo aclaró Ud.? Le abraza. Lynch

Si se resuelve a venir a La Plata, le ruego que me avi­ se la víspera, para poder atenderle debidamente. Yo es­ toy con seguridad en esta su casa. todos los días hasta las 4 de la tarde. He visto que Ud. tiene teléfono. El número del mío es 396 y el de El Día: 11.

[9] Benito Lynch 77 N 734 La Plata Agosto 16 10 Mi querido Gálvez: Recién puedo contestarle. Discúlpeme. Un aconteci­ miento imprevisto me obligó a ausentarme de La Plata, el mismo día que recibí su carta. Qué quiere que le diga? Según los libreros ''Raquela'' se vende muy bien, por lo menos aquí, pero en cuanto a lo que ocurre en las librerías de esa, no tengo ninguna noticia. Sólo sé que Moen ha malogrado completamente el "afiche" metiéndolo en un rincón de la vidriera, con grave perjuicio para su fama de librero de buen gusto y con mucho mayor daño aún para el artista que tuvo la fineza de pintármelo. He visto también que la noticia de la aparición de mi libro anda muy atrasada en diarios y revistas. Si no, vea

10 1918. Ya ha aparecido Raque/a. 242 MARÍA LuISA MONTERO BAAL, XLV. 1980 tos. hay tribunas más adecuadas y convincentes que los ágapes de fraternización de los hombres del oficio. Sobre mi último libro no se ha exteriorizado aún una opinión. por boca de la joven intelectualidad metropoli­ tana. Cómo podría yo aceptar de un núcleo que es ex­ ponente de esa misma falange. una distinción que no se aviene en manera alguna con ese silencio? Por ésto y por aquello. nada torcerá mi decisión de ex­ cusarme. naturalmente. en la forma más delicada y cul­ ta que me sea posible. Y ahora y en cuanto a Ud. mi querido Gálvez: verdad que no se enojará conmigo. por esta incidencia? Mire que aunque se enoje no podemos pelearnos nunca. por aquello de "que "cuando de dos. uno no quiere. etc .• etc.... ". "Dice Ud. que escribirme una carta sobre mi libro? Magníficol No se imagina el bien que me haría, por mil razones. Mis respetables convecinos la buscan por todas partes. me la exigen ... Si no, vea la misiva adjunta: algunos hasta se ofuscan y experimentan visiones ... 12

12 Como señala Lynch la carta de Gálvez aún no había aparecido. La misiva que adjunta a la carta es la siguiente:

Dr. Lucio Scelso Av. 44 N9 566 La Plata U. Telef. N9 685 La Plata La Plata. 11 de agosto de 1918 Mi querido Benito: He sabido que "El Día" ha publicado la carta que te envió Gál­ vez. con motivo de tu "Raquela" y como tengo interés en leerla y no sé la fecha de la publicación. te ruego me mandes un ejemplar. /ilegible/amigo L. Scelso SI'. D. Benito Lynch. BAAL, XLV, 1980 VERTIENTE CONS. DE UN EPISTOLARIO 241

[10] Benito Lynch 77 N 734 La Plata Agosto 19 11 Mi estimado Gálvez: Debo ante todo, hacer la salvedad de que esta carta no va dirijida [sic] ni al prestigioso escritor que todos conocemos, ni al abnegado "factotum" de la editorial "Buenos Aires". Es, una carta confidencial e íntima que Benito Lynch le escribe a su amigo Manuel Gálvez, y cuyos términos confía en la fe de un hermano, por la noble lealtad de su espíritu. Dicho ésto, entremos en materia: Con todo sentimien­ to mi querido Gálvez, declino el inmerecido honor que quieren" hacerme los señores de "Nosotros" porque mi idiosincra~ia [sic] no se aviene en manera alguna con esa clase de rituales, y porque tengo la íntima y profunda con­ vicción de que mi obra merece tanto menos la distin­ ción proyectada, cuanto más sincero pudiera ser el sen­ timiento que la inspira. Cómo quiere Ud. mi querido amigo, que yo, que qui­ zá no me atrevería a aceptar ese homenaje si en vez de ser lo que soy, fuera el autor de "La Divina Comedia", vaya a meterme en un círculo de intelectuales consagra­ dos para que me digan "mano a mano" sus opiniones sobre una cosa tan modesta como mi "Raquela", y antes de que la crítica haya dicho a su respecto una palabra? Usted sabe muy bien mi querido amigo, que escribir un libro no significa nada; que lo que vale es que el li­ bro tenga méritos y que para juzgar de los merecimien-

JI 1918. Indice de la modestia y del retraimiento de Lynch que huía de distinciones y homenajes. 244 MARÍA LUISA MONTERo BAAL, XLV,1980

[12] Benito Lynch 71 N 734 La Plata Septiembre 17 14 Querido Gálvez: Por culpa sin duda de la huelga de correos, reClen ayer. recibí su carta fecha 7 del actual; pero ... como "nunca es tarde cuando la dicha es buena", ese retraso no ha disminuido en nada la gran satisfacción que me ha proporcionado Ud. una vez más. con esa rara gene­ rosidad que le es característica. Créame que no he encontrado en su carta ni una sola coma que no esté tan bondadosa como discreta y sabia­ mente colocada; que le estoy muy agradecido y que si no continúo exteriorizando lo que Ud., me ha hecho sen­ tir y pensar con su noble actitud. es por temor de caer en exageraciones que me hicieran aparecer como recon­ ciliado con el género humano ... Suyo siempre Lynch

14 1918. Referencia de Gálvez a la carta en op. cit., 267. BAAL, XLV, 1980 VERTIENTE COl\;S. DE UN EPISTOLARIO 245

[13] El Día Diag. 80 NQ 817 al 21. La Plata mayo 14 15 Querido Gálvez: Acabo de recibir su carta y el cheque por $ 158,20. que la acompaña ... Loado sea Dios! No por lo del cheque, sino porque al fin tengo noticias suyas. Como Ud. re­ cordará. su última escrita desde Santa Fe, databa de no­ viembre de 1918. época en que se debatía el asunto de la reedición de "Raquela" por la empresa del amigo Lu­ chia Puig. Un silencio tan largo tenía alarmada mi amis­ tad y más de una vez estuve a punto de escribirle ... "por escribirle" ... Felizmente el paréntesis se ha cerrado y heme aquí nuevamente en presencia de una amable carta suya y de un documento bancario auténtico. .. Gracias! por ambas cosas y mis felicitaciones a nuestra cooperativa "porque parece -<:omo dicen los chicos- una sociedad deveras [sic]". . Usted que sabe que soy un tanto excéptico [sic] en lo que se refiere al buen logro de los negocios de la gente de pluma. podrá imaginarse lo que yo daría por el de mi libro. máxime cuando reeditado por "La Novela del Día". me escribió el amigo Luchia avisándome que ha­ bía entregado el importe de la edición al Señor Ibargu­ ren? "Muerto soy!". :. -pensé- "Cuando la cooperativa se ve obligada a cubrirse así la retirada quiere decir que aquello ha sido un desastre!" y. .. "me arrepentí cien ve­ ces". como dijo no sé quien ...

15 1919. Clara mención de la anterior fechada en noviembre de 1918 que le escribiera Gálvez. 246 MARÍA LUISA MONTERO BAAL, XLV, 1980

El hábil gerente de la cooperativa acaba de conven­ cerme de mi error y le quedo muy agradecido por éllo [sic] y por su amable· recuerdo. Suyo siempre: Lynch

Ah me olvidaba ... Dígame; Hay que seguir pagando las cuotas? Recuerde que si yo dejé de hacerlo fue por indicación suya. que me dijo textualmente: "No me man­ de más cuotas". Vale

[14] Benito Lynch 77 N 734 La Plata Febrero 23 16 ~erido Gálvez: Cuando le manifesté en mi anterior. que el libro "Los Caranchos" estaba completamente agotado, no fue "un modo de decir". Era la verdad más absoluta. No sola­ mente no tengo desde hace mucho un solo ejemplar, si­ no que ya he retrotraído a mi poder cuantos poseían mis amigos de confianza. No obstante he tratado al re­ cibir su carta, de conseguir alguno pero es inútil: No hay en niguna fsic] parte ni por ningún precio, por lo me­ nos aquí y hasta donde mis fuerzas alcanzan. .. Si Ud. no es más afortunado será preciso "meterle cuchillo no

16 1920. Gálvez cita un párrafo (op. cit., 269) y menciona otra del 25 de enero de ese año que no se encuentra. BAAL, XLV, 1980 VERTIENTE CONS. DE UN EPISTOLARIO 247 mas [sic]". al del autógrafo. con lo que al fin y al cabo no creo que Ud. ni el mundo perderían mucho ... Disimule mi tardanza en contestarle que se ha debi­ do al deseo que tenía de no contestarle lo que le con:. testo después de tanto tiempo perdido y disponga de mÍ. Lynch

[15] El Día Diagonal 80 NQ 817 al 21 La Plata Abril 12 17 Querido Gálvez: Contesto por orden y a vuelta de correo como corres­ ponde a "negociantes" tan hábiles como nosotros: Conforme con lo del 40% y demás detalles de la ope­ ración. por más que holgaban ... Conforme con que me mande las pruebas ... Conforme con que Ud. editará una novela mía, inédi­ ta y. .. hasta conforme con que "La Coop". .. publique mi libro de cuentos ... El único reparo que tengo que poner es al título: no solamente es antipático a mi modo de ver sino que soy enemigo irreconciliable de ese sistema de titular los li­ bros de cuentos con el epígrafe del primero de los que contiene. Usted que es tan habilidoso por qué no me inventa uno "ad hoc" y nuevecito como moneda recién acuñada? Yo no recuerdo cuáles son los cuentos míos que us-

17 1920. También citada por Gálvez. 248 MARÍA LUISA MONTEIIO BAAL, XLV,1980 ted tiene reunidos. Si acaso no alcanzáran [sic] a com­ pletar el volúmen [sic], hágame el favor de avisármelo dándome la lista de los que posée [sic] para enviarle alguno más que yo tenga. Nada me dice usted y a propósito de "La Cooperati­ va" de aquel encargue [sic] que me permití hacerle hace algunos meses.. . Se olvidó? Quizá hubiera sido conve­ niente para mi, aclarar el negocio anterior ( Raquela ) antes de empreder [sic], este otro. De cualquier modo haga Ud. como mejor le parezca mi querido amigo y ordene a su affmo. Lynch

No me dice qué número de ejemplares se propone ~di­ tar de "Los Caranchos..... y en mi ignorancia le ruego que no se bandée ... ". Vale Haga el favor de contestar pronto. I

[16] Benito Lynch 77 N 734 La Plata junio 17 1• Querido Gálvez: Tiene Ud. razón. Es gallareta y no "gallardete". Lo de rancho de "chorizo" está bien puesto. Llámase así en nuestra campaña a un procedimiento de construcción que consiste en formar los muros del rancho adaptando

l. 1920. LOI cartmehOl de La Florida salió en su nueva edición en julio de eae año, y a ese hecho se refieIe la carta siguiente. BAAL, XLV, 1980 VERTIENTE CONS. DE UN EPISTOLARIO 249 a una suerte de bastidor de alambre, manojos de paja ensopados en barro. En cuanto a lo de los muchos errores que se me han deslizado no me extraña. Usted sabe que ninguno está menos habilitado para corregir errores de letra, que el autor de la obra, puesto que por más que se esfuerce casi siempre concluye por leer de memoria. Me parece además que el trabajo de imprenta no es muy prolijo. Ese error por ejemplo de las gallaretas, a que Ud. alude, no estaba en la primera prueba. Entonces saldrá el libro el 25? He visto por ahí un anuncio de la "Agencia General de Librerías..... 2.50 $ el ejemplar! No le parece una lápida? Otra cosa: No me hizo nada en aquello de mi asunto de la Cooperativa? Le prevengo que el amigo Luchia Puig de la "Novela del Día", va a hacer una nueva edición de "Raquela", a cuyo efecto ya me envió las pruebas... Me imagino que esa será una cosa autorizada por la Cooperativa? Yo no sé nada. Usted me mete en las combinaciones financieras "más tremendas" y después me abandona "a mis débiles fuerzas ... ". Suyo siempre Lynch

[17] Julio 15 19 Querido Gálvez: Me apresuro a contestar su última recibida hoy, sin fecha, según costumbre . ..

19 1920. 250 MARÍA LUISA MONTERO BAAL, XLV, 1980

Se hallan en mi poder los 15 ejemplares remitidos por Mercatalli y no necesito más. La carátula es buena y ha gustado generalmente. No ocurre lo mismo con el papel, que es detestable y que ha provocado al igual que el alto precio del libro, las más severas. críticas por parte de los libreros de ésta. Les parece "una barbaridad de caro": lo que no obsta para que uno de éllos [sic], el del kiosco de la Estación lo venda a 2.80 ... La nota biográfica me ha satisfecho plenamente. Des­ de luego adiviné en élla [sic] su mano generosa y sabia. No me ha dicho usted aún a qué número de ejemplares asciende la edición. No me ha contestado tampoco nada sobre lo que le dije con respecto a la reedición de "Raquela", y asunto sobre el cual desearía mucho. saber a qué atenerme. Sigo también ignorando como es mi situación actual con la Cooperativa y con respecto a ese libro. Se ha acor­ dado Ud. de disponer que se haga el depósito de ley de "Los Caranchos" ... , en la Biblioteca Nacional? No le paréce que sería conveniente? Todos los diarios de ésta han dado noticia de la reedición del libro. En los de ésa no he visto nada aún. . . . y disculpe el tono de algunos párrafos... Con el apresuramiento y el deseo de ser concreto, me han re­ sultado tales que al releerlos parecen trozos de una con­ ferencia telefónica habida en medio de un combate, en­ tre un general y su oficial de vanguardia... y usted sabe muy bien que eso no es cierto ... Que sigan bien sus enfermitos y ordene a su affmo.: Lynch HAAL, XLV,1980 VERTIENTE CONS. DE UN EPISTOLARIO 251

[18]

Diciembre 3 20 Querido Gálvez: No he dejado de contestar sus cartas, excepto la últi­ ma (Nov. 7) Y éso, porque en realidad no reclamaba respuesta sino meditación de mi parte. En efecto, en ella despuésAfe anunciarme Ud. la pu­ blicación de algunas obras por su empresa editorial, me hacía saber que, al contrario de lo que se había pro­ puesto en un principio, no vendría ya a La Plata a bus­ car mi nuevo libro y que en consecuencia, yo, debería enviárselo cuanto antes, aunque desde luego me acon­ sejaba como amigo, que le cambie el título ... Pues bien, mi querido Gálvez: Ese asunto del título ha sido el causante de mi largo silencio y el único cul­ pable de que su grata de hoy, me haya sorprendido me­ ditando aun sin fruto sobre las páginas ya odiosas de mi nuevo engendro. y es que yo me sigo preguntando: Cómo es que Gál­ vez, que no sabe, que no puede saber de mi libro, otra cosa que lo que yo le he dicho y es decir, "que se trata de un romance honesto y sin trascendencia; un poco más extenso que "Los Caranchos..... y titulado tal o cual" . .. puede decirme con tan seguro aplomo que de­ bo cambiarle el título? Cómo es posible que Gálvez, que es mucho más novelista que yo -"Como el mundo es bien notorio- Cómo es posible que es Gálvez, que sa­ be mejor que ninguno la relación estrecha y lógica que por fuerza tiene que haber entre el título de una novela y el contenido de la misma, me diga así, no más [sic], y

lO Probablemente 1920. Sin embargo, hasta 1924 no aparecerá El inglés de los güesos. 252 MARíA LUISA MONTERO RAAL, XLV,1980 sin haber hojeado el original de "El inglés de los güe• sos" tan siquiera, que debo cambiar el título?'" Yeso es todo mi querido amigo. No hay resentimiento alguno sino tiempo empleado en el propósito de complacerle y de beneficiarme yo mis­ mo, encontrando un nuevo título. Pero le confieso que la cosa me resulta difícil y que continúo actualmente a la misma altura en que me dejó Ud. al aconsejarme la modificación de referencia ... Mientras tanto y después de congratularle por la apa­ rición de su nuevo libro, que espero con verdadera "an­ gurria", le ruego que cuando tenga un momento, me ha­ ga el favor de explicarme, el por qué de la repulsión al parecer prima [sic], casi instintiva, que le produce mí [sic] título. Mire. que como dicen los gauchos que se la dan de "leidos y escrebidos", estoy aún "estupeflauto" ... Suyo affmo. Lynch

Otro sí digo: Que por lo visto he de renunciar defini­ tivamente a que "la Coop ... " arregle sus cuentas con­ migo? Otro más: Mire que yo no tengo ningún apuro en pu­ blicar. .. y si el momento no fuera propicio, no se ha­ ga violencia que mis lectores se lo perdonarán sin du­ da ... BAAL, XLV,1980 VERTIENTE CONS. DE UN EPISTOLARIO 253

[19] Diciembre 15 21 Querido Gálvez: Acabo de recibir su interesante libro de cuentos y de enterarme al hojearlo, de la nueva gentileza que ha te­ nido Ud. conmigo ... Muchas gracias!. .. "Ande irá la flor que no jieda lindo". .. como decía un gauchito ro­ mántico, para corresponder a la atención de una da­ ma ... No he conocido hombre menos egoísta que Ud., amigo Gálvez. Ahora y hablando en prosa vil: Creo que es de todo punto conveniente que Ud. realice una seria investiga­ ción a propósito de su correspondencia. A ese respecto yo tengo por mi parte las mayores se­ guridades, lo que no obsta para que nuestras cartas -ca­ so único-. sufran inconvenientes como lo prueba el he­ cho de que Ud. me hable de varias que yo no he con­ testado y se resuelva a escribirme por certificado. Yo le aseguro que todas las cartas me llegan invaria­ blemente y que nunca he dejado contestar una suya o por lo menos de justificar después el retardo. Ahora me interesaría saber si ha recibido la última mía, es decir aquella en que contesté a la última suya hace ya más de una semana. Suyo affmo. Lynch He visto por "Luna de miel" que el papel de su biblio­ teca ha mejorado infaltablemente.

21 1920. El libro de Gálvez es Luna de miel y otras narraciones en el que dedicó un cuento: El terrible efecto de una causa peque­ ña, "a Benito Lynch, el novelista de vigoroso talento y el queri­ do amigo". 254 MARÍA LUISA MONTERO BAAL, XLV,1980

Otra: Me han dicho que en un artículo publicado por Ud. en "La Unión" se refirió a mÍ. Yo no lo he podido hallar.

[20] Agosto 18 _ 6 p.m.22 Querido Gálvez: En este mismo momento me entero por "La Razón", del triunfo de "Nacha" ... , Loado sea Dios!. .. No podi.a ser de otra manera! Estoy contento como si me hubieran dado el premio ... U n gran abrazo Lynch

[21]

Benito Lynch Diagonal 77 N 734 U. T. 396 La Plata Septiembre 17 23 Querido Gálvez: Por más que por otros conductos tuviera frecuentes e interesantes noticias suyas, me he alegrado de recibirlas por fin directamente de Ud. Diablo!... Hacía lo menos tres meses que me llegó su última carta ... Estoy muy contento de su gran triunfo por más que no me toma de sorpresa. "Nacha", había triunfado ya en

22 1921. Ese año Nacha Regules obtuvo el Premio Municipal. 23 1921. Cf. Gálvez, op. cit., 271. BAAL, XLV, 1980 \'t:nTIENTE CONS. DE UN EPISTOLAIUO 255 el público y era lógico que triunfara en donde se me­ tiera. Me alegro que haya ido Ud. a la presidencia de la Coop. no por Ud. naturalmente, si no por la pobrecita, a quien sospecho tan postrada como para que no haya ciencia humana capaz de levantarla. . Ha de saber Ud. que aquí en La Plata se ha leído mucho y comentado, su capítulo episódico de "La Nue­ va Argentina..... 24 Por qué?.. y o imagino -dejando aparte sus prestigios de escritor- que porque Ud. ha­ bla de política y aquí como en todo el país nadie se ocupa con interés de otra cosa... :'Es radical?"... "Es socialista?" ... "Les tira a los conservadores?" ... "Les tira a los irigoyenistas, a los frailes, al diablo a cuatro?" ... Me ha hecho mucha gracia aquel reportaje de "Atlán­ tida" ... Con que se pennite ahora hacer el neurasténi­ co? . .. Con que no está satisfecho todavía "güeselen• cia" . .. Qué quiere?.. La chancha y los veinte?" ... En cuanto a mi novela ahí está la pobre... con su feo título firme, como una garrapata en la oreja de un can. .. Yo me declaro incompetente para quitárselo y . .. Ud. resuelva. Espero con mucho gusto su visita que ya lleva un par de años de promesa v lo felicito por todas las cosas bue­ nas que en estos últimos tiémpos han ocurrido para Ud. Suyo siempre: Lynch

24 Es difícil precisar el dato pero con toda probabilidad se re­ fiere a "Una nlleoo Argentina" en La Nooela Universitaria, a. 1, n9 2, 14 '. 9 . 1921. En cuanto al reportaje en Atlántida, Gálvez mis­ mo lo deja en la indefinición. op. cit., 271. 256 MARÍA LUISA MONTERO BAAL, XLV, 1980

[22]

Benito Lynch 77 N 734 La Plata U. T. 396 Julio 12/922 Mi querido amigo: Acabo de recibir su carta y quedo muy reconocido a su atención y gentileza. Ahora espero que su prometida visita no tarde en ser un hecho, para que podamos conversar largo sobre su nuevo libro por mil conceptos tan interesante. Adjunta a ésta encontrará Ud. la autorización que tu­ vo la bondad de pedirme. Suyo siempre affmo.: Lynch

[23] Septiembre 18 25 Mi querido amigo: Discúlpeme. Tenía el propósito de no acusarle recibo de "El cántico espiritual", hasta no haber leído con todo detenimiento, pero como advierto que por razón de es­ peciales circunstancias y con riesgo de descortesía, el tierppo se me va pasando, sin que pueda permitirme ese placer, me apresuro hoya decirle que le agradezco mu­ cho su envío y a adelantarle que por lo poco que he saboreado del libro, me parece que ha hecho Ud. esta

15 1923. Ese año apareció El cántico espiritual. BAAL, XLV, 1980 V,mTIENTE CONS. DE UN EPISTOLoA!UO 257

vez, uno de sus esfuerzos más serios v felices en el cam- po de la novela psicológica. . Suyo siempre affmo.: Lynch

[24] Octubre 31/932 Querido Gálvez: Escribiré con mucho gusto al Señor Pillement, sobre el asunto a que se refiere su carta. Creo que Ud. no recuerda muy [sic] la factura de "El inglés de los güesos". Debe ser el más castizo de todos mis libros y por lo tanto el más apropiado para traducir a cualquier lengua. Por eso sin duda, la editorial ameri­ cana J. B. Lippincott y Cía. de Filadelfia, con la que tengo celebrado contrato para traducir y publicar algu­ nas de mis obras: "El romance de un gaucho". "Los ca­ ranchos" ... ect., [sic]; lo ha elegido como primero de la serie. A propósito de "El romance ... ", debo manifestarle que su amable juicio me ha sorprendido y halagado a la vez, pues creía tener motivos para pensar que Ud. no le concedía valor alguno. Cuando la citada novela se estaba publicando en folletín, Ud. al escribir una críti• ca muy justificadamente elogiosa sobre la obra de un jóven [sic] colega, vertió juicios tan generales como se­ veros, contra la literatura gauchesca.26

26 Gálvez (op. cit., 273) piensa que se refiere a un artículo en el que se ocupaba de Julio Fingerit pero no precisa el dato. Debe tenerse en cuenta que El ~omance de un gaucho apa~ecjó como folletín en La Nación del 15.12. 1929 al 15.3.1930. 258 MARíA LUISA MONTERO BAAL, XLV, 1980

Me extraña que considerando intraducible "El inglés de los güesos" me aconseje Ud. la traducción de "El ro­ manee ..... Si hace Ud. memoria, advertirá enseguida, que es esta novela. precisamente, la de versión más di­ fícil por lo enrevesadamente gaucha. Tanto es así; que a veces me da risa el pensar en los apuros del traduc­ tor yanqui y en los innumerables "nudos gordianos" que ha de cortar con su cuchillo... Pero... no leo yo sin pestañear las traducciones de las novelas norte-ameri­ canas? .. No sé si Ud. conocerá la traducción de.... Los caran­ chos". .. que publicó la Delta de Milán, hace algunos años? Yo no poseo el italiano. como para ser juez en la materia. pero en cuanto a fidelidad y conocimiento de nuestro medio campero. me parece bastante buena.. Muchas gracias por su atención, que siga bien y ya sabe que soy su invariable amigo. Benito Lynch

[25] julio 26 r1 Querido Gálvez: Apenas recibida su carta de carácter financiero, me llega esta otra que me apresuro a devolverla, por venir equivocada a todas luces. Espero que me "reedite" la que me corresponde y lo saludo con el afecto de siempre. Lynch

r1 Adrede hemos dejado para el final esta breve Ilota, que por sus características resulta imposible fechar. MARtA LUISA MONTERO (Miembro de la carrera de investigador del CONICET) EL TEMA DE LA MUERTE EN LA POESíA DE BALDOMERO FERNÁNDEZ MORENO

Quiero destacar aquÍ, entre las múltiples posibilidades temáticas .de Baldomero (bueno sería llamarlo simple­ mente por el nombre -aunque a él no le gustase- para distinguirlo de sus hijos y de Macedonio: el otro Fer­ nández de nuestra literatura), el motivo de la muerte, identificándolo en su obra poética y también en algunas páginas de la Autobiografía que editó Kraft, en 195i ( V ida. M emonas de F ernández Moreno). Estos a portes en prosa fueron recopilados sobre la base de dos traba­ jos anteriores: Vida y desaparición de un médico (Bole­ tín de la Academia Argentina de Letras, 1935) y La pa­ tria desconocida. Páginas de vida (Emecé, 1943).

Notable apego a la vida

La idea de lo efímero, de lo fatal, de lo que cesa sin remedio, constituiría una obsesión en las realizaciones li­ terarias de Fernández Moreno. Detestó la muerte por igual que la violencia y se opuso a cuanto pudiera de­ sintegrarnos: física o espiritualmente. Pienso que pudo 260 JORGE O. PICKENHAYN BAAL, XLV,1980 influir en semejante angustia existencial, su trato, como médico, con enfermos graves, algunos desahuciados. Ya cuando estudiaba en la Facultad de Medicina, quiso en­ durecerse frente a lo irreparable. Pero nunca llegó a aprender del todo esa lección: pudo más su amor a la vida, que tódo lo macabro y lo fúnebre. Hasta el sacri­ ficio de un simple volátil (planteado en "Un gallo") o el golpe mortal sufrido por "La vaca pinta", gesperta­ rían un rechazo en su aguda sensibilidad. ¡Qué decir, entonces, si la víctima es un "Canillita muerto"! ¡O su amigo entrañable, evocado en "Octavas reales a Pepito!" ¿Y qué de los fúnebres lauros destinados a Leopoldo Lu­ gones, Alfonsina Stomi, Alfredo Bianchi, Francisco Ló• pez Merino, Roberto Payró, Amado Nervo, José Inge­ nieros, Antonio Machado y Federico García Lorca?·

Obituario lírico Desconsuelo, casi indignación -nunca, actitud resig­ nada- frente a lo inexorable. Dijo, por ejemplo, sobre Lqpez Merino: "cuando supe tu muerte de veinte años,! una pedrada en la mitad del pecho". Y, después, "hoy debo confesarte, amigo mío,! tu ausencia me ha dejado sin consuelo". Diferente tono caracterizaría el soneto en memoria de Alfredo Bianchi, director -junto con Roberto F. Gius­ ti- de la revista Nosotros, cuyo final reproduzco:

Mucho más luna ahora que lo que eras antes vas por mares sombríos y montañas gigantes, delgado, cristalino, transparente, espectral.

Sin pruebas ni clisés, como ibas acá abajo. La revista que fundes no te dará trabajo: allí todo es perfecto, Bianchi, y origim I. En "Muerte de Alfonsina" comparó la trágica desapa- BAAL, XLV, 1980 TEMA DE LA MUERTE EN F. MORENO 261 rición de la gran escritora con la de Leopoldo Lugones, fallecidos ambos en 1938, "Tras el hombrón se fue la chiquilina,i tras el ronco clamor, quien burle v hable/ [ ... ] II ¿En qué mundo buscaros, en qué mu~do?". Y, al solidarizarse con la indignación provocada por el fu­ silamiento de Federico Garda Lorca, exclamaría: "Cua­ tro balas de máuser son como cuatro agujas/ que tras­ pasan un cuerpo sin dejar una huella.! Después del fo­ gonazo continuó tu mirada,! ni siquiera caíste sobre la carretera". Énfasis parecido tiene la décima que recuer­ da la "Muerte de Garcilaso": el golpe despiadado que hizo "trizas una flor". En "Epitafio a HoracioQuiroga" se refirió a la urna de madera que, para guardar los restos fúnebres del in­ signe uruguayo, talló el escultor Stephan Erzia: He aquí las cenizas, oh Salto, de tu hijo, De ti salió y es justo y es natural que vuelva. El corazón de un árbol ya es su eterno cobijo: el silencio, la sombra y el pavor de la selva. También le destinó varias estrofas "Al pinar del Sal­ to, donde se entierran poetas" ("Que conserves tu gra­ cia a través de los días,! tu misterio, tu sombra, tu aro­ ma, tu sigilo.! ¡Oh pinar, que eres fiel/ con los poetas muertos!'! ¡Oh pinar, que eres dulce con los poetas vi­ vos!"). Igualmente inspirados son los versos sobre el "Cemen­ terio de la loma", en Mar del Plata, entre los cuales és­ tos. que cierran la composición: .¡Cómo brilla la luz sobre las cruces, sobre las rosas y sobre las dalias! [. .•..••...... , ., ...... 1 Mientras que gaviotas y palomas sobre la paz de bronces y de lápidas, privilegio sutil de litorales, multiplican sus picos y sus alas. 262 JORGE O. PICKENHAYN BAAL, XLV, 1980

Hasta llegar al desaliento Un curioso pedido le formuló "A Antonio Machado, antes de su muerte": "por saber tu secreto, mano a ma­ no,/ lo que hay de negro en mi cabello cano/ y una flor, si la logro, en primavera". Cierto día se le ocurrió invitar, imaginariamente, a la protagonista de Mayerling -María Vetsera ("ojos celes­ tes, cabellera oscura")- a pasearse con él por el mun­ do. "Vístete, ligera, que hoy dejaremos los dos la se­ pultura". y su propio "Epitafio" (1917), lo cerrarí~ con estos pareados:

Duermo bajo esta piedra, tranquilo y satisfecho. La muerte no hizo más que cambiarme de lecho. Once años después compuso el soneto titulado "A ese arbolito", que comienza expresando: "Sin duda que en mis últimas canciones,! con un repiqueteo persistente,! dice una campanita sordamente/ el sepelio de muchas ilQsiones.// Y de mi nave fúlgida a la espera,! soy co­ mo tú, arbolillo de ribera,! de sol te doras y de azul te mojas". Para esa misma fecha (1028) escribió la décima que denominó "Última", en cuyo verso final, creyéndose mo­ rir, se lamentaba de no poder seguir escribiendo, por­ que "se acaba la vida". Admitiría después, en Camarada, que no era tan corta la existencia: "erramos 'en su me­ didll,! a la primera ojeada". Empecinado, volvería al tema de la muerte, en los sonetos de Penumbra (1937-1939). Tal el caso de "No hay nada comparable a este momento", cuya segunda estrofa menciona, veladamente el deceso de Lugones y Alfonsina: "Sólo falta la bala, sólo el lento/ empujón BAAL, XLV, 1980 TEMA DE LA MUEIITE EN F. MORENO 263 hacia el mar único y vario,! e irse al fondo del eterno acuario,! por un sendero vertical de viento". • Compuso, altivo, los versos finales de El poeta:

Se yergue entre las ruinas el poeta: no hay desventura, contra su ventura. Pero cerró, con desaliento, los catorce endecasílabos de Nunca podrás ver nada claramente: Dejas pasar los años y su herida, y cuando quieras darte explicaciones ni te sirvió la espuela ni la brida: un pétalo fue más que tus razones. También los siguientes versos de "Se nace en una for­ ma solamente": "Hoy que parece que me toca el día,! qué tortuosos, ay, son sus puñales,! y qué haz de ago­ nías, mi agonía".

Lo tétrico, como broma Baldomero no sintió grima ante esqueletos ni cadáve­ res. Tal vez desde el momento cuando, para ponerse a prueba como futuro galeno, concurrió a una clase es­ pecial, ofrecida en el Hospital de Oínicas. En Vida y desaparición de un médico quiso relatar cómo asistie­ ron -él y otros estud~antes bisoños- al pequeño anfi­ teatro donde dictaba s'u cátedra de Anatomía el profe­ sor López Figueroa. Antes que éste apareciese en el au­ la, se aproximaron al cuerpo que yacía sobre una mesa de mármol ("cadáver limpio, pulido, de marfil, con res­ balados vislumbres de jade") para tocarlo. Comproba­ ron, entonces, que estaban anímicamente capacitados para enfrentarse con la muerte. No nos extrañe si el futuro médico-poeta, dispuesto a escribir el insólito, pero famoso, "Soneto de sus vísceras" ("Harto ya de alabar tu piel dorada,! tus externas y mu- 264 JORGE O. PICKENHAYN BAAL, XLV, 1980 chas perfecciones,! canto al jardín azul de tus pulmo­ nes/ y a tu tráquea elegante y anillada.! Canto a tu masa intestinal rosada,! al bazo, al páncreas, a los epi­ plones,! al doble filtro gris de tus riñones- y a tu ma­ triz profunda y renovada.! / Canto al tuétano dulce de tus huesos,! a la linfa que embebe tus tejidos,! al acre olor orgánico que exhalas"), le dedicó también a su es­ posa las ocho escalofriantes líneas de "Algún día serás", poesía fechada en 1920, es decir al año de casados:

Algún día serás un esqueleto. juguete de marfil dentro de un féretro: Tus costillas harán arcos perfectos bajo la equis de tus brazos secos. y en la jaula armoniosa de tu pecho, donde latió tu corazón, el nuestro, como un pájaro torvo y ceniciento estaré yo cantándole a tus huesos. Parecido carácter tienen las "Seguidillas con muertes": Si de un muerto reciente movéis la caja, aunque agúcéis oídos no oiréis ya nada. Todo el espacio es, para el pobre muerto, flores y trapos. Transcurrido algún tiempo, en otra prueba, ¡qué ruido hará rodando la calavera! Arriba, abajo, ¡qué grave resonancia, bocha de espanto! En un tercer intento, muy seca y fina BAAL, XLV, 1980 TEMA DE LA MUERTE EN F. MORENO 265

rodará por la caja una arenilla. Dulce y lejana, que por tablas eternas se deslizara. Completaré lo dicho sobre el tema de la muerte en la obra de Fernández Moreno, con otras breves citas. Pri­ mero una sentencia, en forma de greguería: "Morir es esperar a los demás" (La mariposa y la viga; pág. 20). Luego otra, como dístico final de Canción de luna: "Mo­ rir, acaso, es continuar un sueño/ de luna en luna y de sol en sor'. Graciosos, resultan estos seis versos de Li­ beración: "Así están atestados mis cajones/ de apuntes, de proyectos, de borrones.! Quisiera de una vez poner­ me al día! y morirme después tranquilamente.! Que pueda murmurar de mí la gente:/ al parecer vivía, no escribía". Vuelve el tono irónico en "Calle de nar¡mjos", donde el poeta quiso hacerse esta reflexión:

Me dicen que habrá pronto callejas de perales, avenidas de guindos y plazas de manzanos, de violas, de jazmines, de lilas, de rosales ... y yo estaré con una cruz negra entre las manos. Para terminar, el sarcástico aforismo que culmina el ciclo Ló mariposa y la viga (p. 29): "Yo soy un hombre de mundo; pero del otro".

JORGE PICKENHAYN

HOMENAJE A DON MATíAS G. SANCHEZ SORONDO

PALABRAS DEL PRESIDENTE

En pleno acuerdo habíamos concertado hablar en esta fecha, en homenaje al centenario del nacimiento del Dr. Matías G. Sánchez Sorondo. En esto estábamos, con ánimo grato .y decisión coincidente. Han ido corriendo los días y nuestros minutos de encuentro han sufrido imprevista interrupción. Usted, a buen seguro, con su notoria diligencia tiene listo el discurso o cuando menos la entera posibilidad de pronunciarlo. ¡Qué hemos de hacerle! Por lo menos a mí los términos del socorrido dicho popular me alcanzan en mal punto: "El hombre propone y Dios dispone". Aunque de primera intención esto puede ser molesto para unos, y acaso beneficioso para otros, a la larga, en todo lo que decide la Providen­ cia, a salvo claro está la recta intención de los actuantes, nada hay que en verdad no sea para bien. Me amparo en usted, Monseñor. Compense con sus palabras lo que yo no hubiera acertado a decir con las 268 ÁNGEL J. BATTISTESSA BAAL, XLV, 1980 mías, ni siquiera formalmente pronunciadas de no ha­ berme sobrevenido este trance en que por perentoria prescripción médica no puedo salir de casa y aquí me estoy, con tiempo, pero sin ánimo para escribir las pala­ bras que ahora deben quedar diferidas o diluirse en el plano de las intenciones borrosas. Todo se andará, Dios mediante. Desde luego, Monseñor, en esta ceremonia, como en tantas otras, la palabra válida no puede ser sino la suya. Ya empezó por indicarlo el tarjetón pro-memoria del encuentro de esta tarde. Puesto que él comporta la sem­ blanza y el perfil espiritual, humano y literario, del emi­ nente colega recordado, ese segundo punto es en verdad el primero. Las prescindibles palabras alusivas apenas si forman parte de mi hábito, con la sola diferencia que esta vez, es mi manera, me disponía a deCirlas tato carde. Una vez más, Monseñor, lo que importil le queda en­ comendado a usted, a usted que siempre sabe mostrarse conocedor con discreción y oportunidad, con sabiduría, de' cuáles sean los mejores arbitrios para definir y esti­ mar a los hombres. En los rasgos caracterizadores de la compleja personalidad espiritual del Dr. Matías Sánchez Sorondo se contrapusieron muchas facetas, pero en lo t'sencial ella, esa personalidad, constituyó la propia de un hombre de pensamiento, de pensamiento y de fe. Apar­ te las muchas otras excelencias que coinciden en vuestra propia persona esos dos rasgos tan enterizos fueron des­ de luego los que nos movieron a pediros unas palabras acerca del ilustre colega ya hace algunos años desapa­ recido. Harto sé que desde entonces acá las circunstancias y las personas han variado mucho en lb que toca al trato, las opiniones sociales, las banderías ideológicas y los cri­ terios políticos. Acaso muchas de las ideas básicas del BAAL, XLV, 1980 PALABRAS DEL PRESIDENTE 269 ilustre prohombre no hubieran coincidido hoy con las vuestras, mas vuestro conocimiento ulíseo y cristiano de las gentes os hubiera llegado a la comprensión v al trato y al respeto cuando no a la aquiescencia absol~ta. Sabe~ mos en cambio que en el orden de la corrección esencial: si se prefiere en el de la urbanidad trascendente, hubie­ rais coincidido muy luego en el indefectible punto del encuentro en el que por encima de los diferendos transi­ torios siempre concluyen por acordarse las almas primor­ dialmente atentas así al bien público como al decoro de la patria. No bastan las letras para integrar la entidad corporativa de una Academia como la nuestra. El ser hombre de leyes cualidad que importa o por decirlo mejor hombre de justicia o univel'sitario o capacitado docente y por de contado sabedor de puntos de idioma. El mismo Menéndez Pelayo no dejó de alertar alguna vez con prevención tónica que la cultura de un pueblo se centraba en algo más que con novelitas de poco mo­ mento. Para muchos, en sus días Sánchez Sorondo fue un catedrático, un hombre de estrado, incluso un político cuando todavía como ocurrió muy luego el vocablo guar­ daba nobles reminiscencias aristotélicas y casi ningún resabio de amañada camandulería electoralista. Sus con­ temporáneos -sus contemporáneos académicos cuando menos-, rasgo de ejemplar lucidez en compañeros de ta­ rea, no se llamaron a engaño, y al elegirlo acertaron a colmar un claro entonces todavía perceptible en una co­ fradía de personas por lo demás casi todas ceñidas o cau­ dalosamente disertas. En su discurso de recepción a don Matías G. Sánchez Sorondo, don Carlos Ibarguren enton­ ces Presidente de la Casa, pudo aseverar con justicia y sin empaque: "Faltaba un artista de la palabra en esta Corporación eminente, en que tan bien representadas 270 ANGEL J. BATI"ISTESSA BAAL, XLV, 1980

están las letras. Bienvenido sea a nuestra compañía un cultor de la elocuencia". y fue en verdad bienvenido. Lo fue con el beneplácito de todos y entró por la puerta grande. Aunque hoy casi por irrisión no faltan las escuelas o talleres de oratoria, poca idea tienen sectores grandes de la ciudadanía de lo (Iue antaño, entre griegos y romanos y casi hasta. ayer no más en naciones de vocación parlamentaria hubo de significar la oratoria. Ya es bastante que no se nos olvide lo que la palabra bella pero con fuerza constructiva, al­ canzó a significar entre nosotros desde los días primeros de la nacionalidad y más tarde en las horas de la conso­ lidación y del auge en las instituciones. Sarmiento, Mitre, Del Valle, Alsina, Coyena, Avellaneda, Quintana, Esquiú, PeIlegrini, pasemos... Como estadista, esto es como hombre de acción agenciada por el pensamiento y la palabra, Sánchez Sorondo, varón de muchQs verbos, mos­ trábase sin embargo, el prototipo del orador por anto­ nomasia. De hecho el primer discurso que pronunció partiendo de una página escrita fue precisamente el de su' ingreso en esta Academia, para salvar así, con orna­ mental gallardía, el entero designativo del título. Su palabra fue veraz, intrépida, y por tanto no pocas veces molesta para muchos. Con firmeza pero sin des­ afuero ni violencia la proyectó con brío oracular mientras intuyó que ella podía ser eficaz para la nación y para todas y cada una de las instituciones ciudadanas. Cuan­ do advirtió que el país iba torciendo el rumbo, más que el ágor¡l o el foro se le hizo grato el silencio, y así el orador ya sobre el atardecer de la jornada le dejó algún asueto al lírico, y~l meditativo. Pero antes y después de su trayectoria pública inequivocadamente jalonada, en él, como en sus antepasados y en sus descendientes, el imperativo esencial siempre fue uno: la justicia. el orden, BAAL, XLV, 1980 PALABRAS DEL PRESIDENTE 271 la palabra siempre bien regida, e incluso, en algún· cola­ teral y ya casi del todo allegada al Verbo, la palabra carismática y con eficiencia consagratoria. Puesto que usted va a decir lo que importa Monseñor, siquiera sea para justificar el entrometimiento de estas mis pobres palabras como momentáneo titular de esta Casa, no puedo olvidar uno de los rasgos de gobierno en verdad eminente del Dr. Sánchez Sorondo: aquél por medio del cual al crearse la Comisión Nacional de Cul­ tura y como egregio Presidente de la misma supo dotar a esta institución, luego llamado Museo de Artes Deco­ rativas, el sitio que nuestra propia Academia ocupa en este Palacio que desde entonces, en medio de Buenos Aires -ciudad donde tanta belleza parece nacer con vo­ cación para la piqueta- no es una Casa santuaria, ni un recinto rumboso, sÍ, en cambio, puesto que en ella se piensa, se discurre y puesto que en sus ámbitos los cua­ dros siguen luminosos y los libros todavía meditan, es no menos que esto: uno de los sitios más altamente significativos del espiritualismo argentino. En esta hora de tantas dificultades, incluso de tantas fealdades es verdaderamente un tónico timbre de honor poder proclamarlo en un recinto que sigue todavía in­ tacto, en la fecha y en el que se le asignó la misión educadora que todavía tan dignamente conlleva.

ÁNGEL J. BA TTISTESSA

CENTENARIO DEL NACIMIENTO DE DON MATfAS G. SANCHEZ SORONDO

Hijo del Jng. D. Matías Sánchez y de Rosa Sorondo Ramos -ambos argentinos descendientes de noble al­ curnia-, MatÍas Guillermo Sánchez Sorondo nació en Buenos Aires el 22 de mayo de 1880, hace exactamente 100 años. Huérfano de padre desde muy joven, sin medios de fortuna, Matías hubo de trabajar desde muy joven como empleado del Congreso Nacional. Allí tuvo oportunidad de escuchar a grandes oradores v quizá fue entonces cuando se despertó en él su vocación parlamentaria. Pese a esta vida dura de trabajo, sin mayores estímu• los exteriores, MatÍas Sánchez Sorondo con esforzado empeño alcanza la meta de sus anhelos y se recibe en la Universidad de Buenos Aires de abogado y doctor en jurisprudencia, cuando apenas tenía 20 años, con la de­ fensa de su tesis "Posesión Hereditaria", galardonada con el premio "Facultad". Comenzaba así a brillar su inteligencia con rasgos sobresalientes desde sus años de joven. A los 25 años llega a ser profesor adjunto del Dr., Eleo- 274 OcTAVIO N. DERISI BAAL, XLV, 1980

doro Lobos, en la cátedra de Minas y Rural en la Uni­ versidad de Buenos Aires. A la muerte de su titular, le sucede en la cátedra, en la que había de permanecer hasta 1940. A los 27 años era titular de la misma materia en la Facultad de Dere­ cho de la Universidad de La Plata. Sus alumnos recor­ darán sus clases magistrales, en que la amplia cultura del maestro sobrepasaba con creces el limitado cauce de la disciplina de la cátedra. Desde 1908, cuando apenas contaba 28 años, comienza su carrera estelar en diferentes cargos de la Administra­ ción Nacional, que había de culminar con' su nombra­ miento de Ministro del Interior en 1930, en el gobierno del general Uriburu. En 1914, a los 34 años ocupaba ~l cargo titular de Director General de Escuelas -actualmente Ministerio de Educación- de la Provincia de Buenos Aires, donde dejó también la impronta de su espíritu en numerosas y progresistas resoluciones. En 1918, cuando contaba 38 años, comienm su carrera ~rlamentaria, primero, durante dos períodos, en la Cá­ mara de Diputados, y, más tarde, ocupa un sitial del Senado de la Nación. Su labor parlamentaria es amplia y relevante, tanto en la defensa de la Constitución y de las instituciones, como en numerosos proyectos de ley, que abarcan los más diferentes tópicos, siempre atentos al bien común del país. Son numerosas las leyes que proyectó, muchas aprobadas por el Congreso, con las que contribuyó al desarrollo material y espiritual de la Nación. Después de su labor legislativa y de su actuación como ministro del Interior, en 1943 se aleja definitivamente de la vida pública. Casi no hay tema nacional del que no se haya ocupado BAAL, XLV, 1980 CENTENARIO DE D. 1\1. G. S. SORONDO 275

y sobre el cual no haya irradiado abundante luz nuestro estadista en su labor legislativa y administrativa. Dueño de amplios y profundos conocimientos jurídicos y culturales, enraizados en una concepción hispana y cristiana de nuestra patria, su verbo claro y vehemente, con la fuerza de la verdad y con los argumentos más fir­ mes sabía defender sus posiciones, a la vez que con no menor fuerza dirigía sus invectivas contra el error y la corrupción. Porque Matías Sánchez Sorondo "era un ar­ gentino cabal, desinteresado e independiente aun de su propio partido, amante y acérrimo defensor de las insti­ tuciones republicanas. Baste recordar que, como había nacido, también murió modestamente, sin mayores re­ cursos. Desde la función pública, como ministro y desde otros cargos, desempeñados a través de su larga vida, se em­ peñó en realizar estos ideales de bien común y defender con denuedo: en el interior, el patrimonio material y espiritual de la nación, y, en el exterior, la soberanía y la independencia de la patria dentro de los lazos de amistad, tradicionales en nuestro país, en la comunidad internacional. Supo mantener enhiesta la bandera de la independencia e integridad de las fronteras y de los valo­ res esenciales de la patria, frente a las presiones intere­ sadas de otros países, y principalmente frente al comu­ nismo internacional, cuyo peligro expansionista y totali­ tario fue uno de los primeros en ver con claridad y denunciar sin vacilaciones. En una de su~ últimas y más sobresalientes actuacio­ nes, la de miembro constituyente de la provincia de Buenos Aires, junto al Dr. José Arce, logró incorporar la enseñanza de la moral cristiana al texto de la Cons­ titución, aún vigente en el primer Estado argentino. 276 OCrAVW N. DERISI BAAL, XLV,1980

Quería contribuir así a la reconquista de los valores más puros del acervo espiritual de la nación. MatÍas Guillermo Sánchez Sorondo ha de pasar a la Historia, como una de las figuras más sobresalientes por el vigor de su inteligencia, la fuerza y valentía de su voluntad, sin claudicaciones ni vacilaciones, cuando se trataba del bien de la patria, y a la vez por su desinterés y patriotismo en una búsqueda apasionada por la con­ quista y afianzamiento de los más auténticos valores de la tradición hispanoargentina. Por eso también no dudó en fustigar can vigor todo lo que él creía ~tentatorio contra estos valores y el bien nacional. Sin embargo, su palabra, dirigida contra el error y la maldad de los hombres, nunca hería a los hom­ bres mismos. De ahí que tuviera adversarios, pero no enemigos, y que supiera cultivar la amistad, en el Par­ lamento y en la administración nacional, con quienes no compartían sus posiciones ni opinaban como él. Como hombre de letras, desde su juventud, antes de cumplir los 20 años, hizo sus primeras armas en la crítica literaria y en el periodismo. Escribió en El Heraldo y El País, junto a sus amigos de toda la vida, Juan Pablo Echagüe y Ricardo Olivera. En 1944, Juan Pablo Echa­ güe habría de evocar con estos recuerdos juveniles, en una hermosa semblanza, la egregia figura de Sánchez Sorondo. Presidente de la Comisión de Cultura del Senado, ob­ tuvo la creación del Instituto Cinematográfico del Esta­ do, del Teatro de la Comedia y la adquisición del Palacio Paz para el Círculo Militar, y del Palacio Errázuriz, con todos sus valiosos objetos artísticos, para la creación del Museo de Arte Decorativo; palacio que había de llegar a ser un día el recinto de esta Academia Argentina de Letras. BAAL, XLV, 1980 CENTENARIO DE D. M. G. S. SOBONDO 277

Miembro ya de la Academia de Derecho, en "1938 se incorpora a la Academia Argentina de Letras. Tenía méritos de sobra para ello. Numerosos libros y folletos, eminentemente jurídicos y políticos, reunían su fecunda labor legislativa y administrativa en favor de los distin­ tos sectores e instituciones del pas, principalmenh' de la cultura, en una prosa limpia e impecable, "expresión dI' su vigorosa y clara inteligencia y de su denodada \"oh.lI­ tad, enamorada de la patria. Su labor de literatura pura, cultivada a través de toda su vida, desde sus años de joven, la recogió al retirarse de la política, en la soledad y tranquilidad de su hogar. Comprende cuatro libros de poesías: Interludio (1943), Fantasía (1944), Vida de sueños (1948) y La tragedia del hombre (1956). Pero lo que sin duda traspasará el tiempo y las vicisi­ tudes circunstanciales y quedará en la historia ha de ser su verbo expresado en las formas más correctas de la oratoria y del lenguaje político, jurídico y didáctico y a la vez con la vehemencia de su amor por la verdad y por los valores argentinos. Allí vive en toda su fuerza lite­ raria, en toda la nobleza de su alma de argentino, este extraordinario hombre, que sólo se debatió por el bien material y espiritual de la patria, de sus illstitucic les y tradiciones más puras. Más allá del hombre público y del literato, Matías Guillermo Sánchez Sorondo fue siempre y ante todo un argentino de alma y un patriota enamorado de su Ar­ gentina. Con ojo avizor comprendió que los partidos políticos comenzaban a dejar de ser el cauce de la auténtica ex­ presión de la ciudadanía. Los siguientes párrafos, pro­ nunciados el 4 y el 25 de junio de 1936 en el Senado de la Nación con visión profética, adquieren hoy, cuando 278 QcrAVIO N. DEIIISI RAAL, XLV, 1980 el país busca una solución definitiva a su futur~ polí• Lico e institucional, toda la actualidad, como una adver­ tencia para no reincidir en los errores por él denuncia­ dos y tantas veces cometidos en la historia política de nuestros últimos años: "Los partidos, trabajados por intereses de influencias de los dirigentes, segmentados por las luchas de sus camarillas, deformados por la hipertrofia de su propio egoísmo, han dejado de ser los voceros de la conciencia pública y el cauce natural de la opinión. Se han conver­ tido en el obstáculo que impide la· expresión leal de las aspiraciones y de las necesidades del conglomerado so­ cial, del pensamiento y del sentimiento de los diversos núcleos que lo componen, en los adversarios de nuestro progreso cívico y en la causa de una política de disolu­ ción. ( ... ) Hemos querido respetar las leyes en su letra, violarlas en sus hechos ( ...h los partidos se han conver­ tido en causa de disolución política; el movimiento que ha de reemplazar nuestro edificio institucional ha de llegar, no sé cuándo ni cómo, en su hora, porque el país no puede correr consciente a su ruina. El país quiere gobiernos, es decir, orden que es armonía para forjar la unidad moral de la nación. No es gobierno el asalto de los intereses políticos, no es gobierno la lucha de las fac­ ciones, no es gobierno el tira y afloja de candidaturas. El país quiere gobernarse a sí mismo, y no se gobierna a sí mismo porque escriban los partidos en sus progra­ mas las palabras 'sufragio universal, soberanía del pue­ blo", que son mentira. El problema de la política argen­ tina consiste en organizar el Estado, dando a sus compo­ nentes sociales una estructura disciplinada y aseguran­ doles una representación autética del gobierno. Mientras esto no hayamos resuelto, nos mantendremos en la co­ rrupción, en la hipocresía, en la mentira descarada, en la BAAL, XLV, 1980 CENTENARIO DE D. M. G. S. SORONDO 279 violencia y bordearemos la revolución hasta precipitamos en ella. Bordearemos la revolución y, ¿durante cuánto tiempo? No, tenemos que buscar al país dentro del país, para encontrarlo y enaltecerlo, y no buscar dentro del país a los intereses bastardos de la política que dominan los intereses fundamentales de la nación". Al evocar hoy en este cenáculo de las letras argentinas la vigorosa y múltiple persona de Matías Guillermo Sán­ chez Sorondo, como miembro de esta ilustre corporación, hago mis mejores votos e invoco a Dios Nuestro Señor para que el paradigma de esta noble vida con sus gran­ des ideales siga iluminando y conduciendo a los argen­ tinos por el recto sendero de la grandeza material y es­ piritual de la patria, grandeza de la que estuvo apasio­ nadamente enamorado y a la que consagró la actividad de su preclara inteligencia y de su decidida voluntad, y los esfuerzos de toda su vida y el entrañable amor de su alma entera, este argentino cabal que fue D. Matías Guillermo Sánchez Sorondo.

OcrAVIO N. DEmSI

HOMENAJE A DOI\IA VICTORIA OCAMPO

PALABRAS DEL PRESlDEN'IE DE LA ACADEMIA DOCTOR BERNARDO CANAL FElJóo

Señoras y señores: rinde hoy nuestra Academia mereci­ do homenaje a la memoria de quien fuera la primera mu­ jer incorporada a su seno, espíritu esclarecido, cada día más admirada y querida en el recuerdo. De ella, de su perfil personalísimo, admirable, darán hoy su testimonio, para decirlo con palabras suyas, tres de sus colegas aca­ démicos y alguien que fue uno de los más próximos co­ laboradores en su afán cultural: la ensayista Alicia Ju­ rado, el poeta Eduardo González Lanuza y los profesores Anderson Imbert y Enrique Pezzoni. Por ausencia del profesor Anderson Imbert leerá su mensaje el señor secretario de nuestra Academia, pro­ fesor Juan Carlos Ghiano. Tal vez hubiese sido ocasión de ofrecer testimonio per­ sonal, mío, sobre aquel ser excepcional que me honró con amistoso afecto y confianza, pero el espacio que conceden las circunstancias está va cumplidamente col- 282 BERNAIIDO CANAL FEIJÓO BAAL, XLV,1980 mado e insertarme fuera de programa sería, tal vez, in­ tempestivo abuso presidencial. Dejo pues la palabra a los convocados especialmente. VICTORIA OCAMPO y LA CONDICIÓN DE LA MUJER

Cuando me acerqué a Victoria por primera vez, hace ya muchos años, uno de los motivos que me llevaron a conocerla fue la admiración que despertaba en mí su lucha por los derechos de la mujer. Leyéndola, me asombraba encontrar en sus páginas las mismas cosas que yo no había formulado todavía con tanta claridad perq que estaban en mí desde la adolescencia, en la época en que mi padre -hombre mayor y a la antigua- se lamentaba de que su única hija, tan aplicada al estudio, no hubiese sido varón. De joven yo era apasionadamente feminista, porque cualquier hecho que nos parezca injusto es más irritante en la juventud que en las etapas posteriores de la vida, ya que después una va aprendiendo a considerar la in­ justicia como el principio que gobierna no sólo la socie­ dad humana sino la creación entera y, sin que esto sig-. nifique aceptarla ni resignarse a ella, la empieza a mirar con una dosis mayor de filosofía. y ser feminista -lo señalo para esclarecer a aquéllos que puedan confundirse en cuanto a la definición de la palabra- significa lisa y 284 ALlclA JURADO BAAL, XLV, 1980 llanamente sostener que la humanidad entera, sin dis­ tinción de sexos, debe tener los mismos derechos civiles y políticos y las mismas oportunidades para instruirse, para trabajar, para desarrollar hasta: el límite de 10 posi­ ble sus aptitudes naturales. No significa aversión hacia los hombres, no significa rechazo a la maternidad, no significa rivalidad con el sexo masculino; no es una ac­ titud en contra de nadie, sino a favor de muchas. Al fin y al cabo, bien dijo Stuart Mili que la suma de la inteligencia disponible en el mundo no era tanta como para permitir que se desperdiciara la de la"mitad de la humanidad. En aquel tiempo, el libl'O de Victoria que me había impresionado era el segundo volumen de Testimonios, en el que le dedica a la mujer tres capítulos y muchos párrafos dispersos por los ensayos sobre Virginia Woolf y las hermanas Bronte. Quizá empiece con un comentario sobre El despuntar de una vida de Gina Lombroso, pero poco después estará atacando con su calor habitual los regímenes del fascismo italiano y el nazismo alemán, que pretendían "reducir a la mujer a su más elemental ex­ presión", a la de gestar perpetuamente soldados, es decir "una masa de hombres que van a la matanza sin permiso de tener un pensamiento que no sea obediencia ciega". En aquel momento -el libro es del año 1941- son Hitler y Mussolini quienes provocan l~ ira de Victoria, pero sus palabras se podrían repetir en todos los tiempos, en to­ dos los países que tienen conscripción militar obligatoria y er más barato de los materiales bélicos -el que las mu­ jeres fabricamos con nuestra carne y con nuestra sangre­ n merced de los gobernantes cada vez que se les ocurre entrar en conflicto con el vecino, por alguna ventaja material de valor ínfimo si se la compara con el de las vidas que le serían sacrificadas. BAAL, XLV,1980 V. OCAMPO y LA COND. DE LA MUJER 285

Este ensayo tiene expresiones duras, que me queda­ ron grabadas a fuego en la memoria. Hablándoles del hijo, increpa a las mujeres: "El hombre está en vuestras manos, puesto que desde la entraña se os entrega. El hombre es moldeado por vosotras. Y la única modifica­ ción lenta que puede sufrir la humanidad depende de vosotras, pues de vosotras depende que el niño deje de estar -como hasta hoy, en aplastante mayoría- entre manos de muñecas ociosas, de bestias de carga o de prostitutas (la escala de las prostituciones es infinita). Es decir, de seres más o menos irresponsables, más o me­ nos inconscientes, más o menos sórdidos. ¿Cómo se pueden escribir con sangre fría estas cosas, cuando se las quisiera clamar?" En la vehemencia de esta página está retratada Victo­ ria de cuerpo entero y el retrato me emocionó. Después de conocerla, supe que la imagen que aparecía en sus libros coincidía exactamente con la realidad: pocas veces he visto a un ser más vital, más entusiasta, más entregado a los fervores de la adhesión y de la cólera; pero, si algu­ nas veces se muestra demasiado incondicional ante lo que admira, su indignación, siempre dirigida a combatir lo que considera injusto, tiene la limpieza y el brillo de una espada nueva. El ensayo siguiente, titulado La muter, sus derechos y responsabUidades, tiene un tono más sereno, pero en él sigue estremeciéndose el tumulto de la corriente subte­ rránea. No olvidemos que lo escribe una señora nacida hace noventa años y criada en un hogar criollo tradicio­ nal, vale decir sofocante de prejuicios y de tabúes; si yo recuerdo demasiado bien la sujeción de mis días de soltera, ¿cuál no sería, más de treinta años antes, la coer­ ción ejercida sobre una niña rebelde que no quería en­ trar en el molde prescrito? 286 ALICIA JURADO BAAL, XLV,1980

"Lo que los hombres, fuera de una minoría que ben­ digo, no parecen comprender", l'scribe, "es' que no nos interesa en absoluto ocupar su puesto (error que la ex­ trema reacción a que nos han obligado ha podido con­ tribuir a crear) sino ocupar por entero el nuestro, cosa que hasta ahora no ha ocurrido", La revolución de las mujeres, agrega, no se hace "para que la mujer invada el terreno del hombre, sino para que el hombre deje por fin de invadir el terreno de la mujer, lo que .es muy dis­ tinto", Se hace para que todo niño "pueda alcanzar a desarrollar lo mejor posible sus dotes innatas (y sólo en éstas radicará en adelante la desigualdad del reparto) y. llegado a hombre, pueda colocarse en el escalón que co­ rresponda a su verdadera vocación y a su auténtico valer", Sigue afirmando que la colaboración de la mujer es indispensable para recobrar el perdido equilibrio del mundo y expresa su fe con estas palabras: "Creo, pues. que todo lo que lleve a despertar la conciencia de la mujer para darle noción exacta de sus responsabilidades. para elevar su nivel espiritual, para que su educación se haga en las condiciones más perfectas posibles, aná­ logas a las del hombre; para que se le acuerden todos los medios que ayuden al desarrollo de todas sus faculta­ des, sean las que fueren, eso es lo que nos interesa esen­ cialmente," Trabajar por la elevación del nivel espiritual y cultural de la mujer es, para Victoria, trabajar por la paz entre las naciones, porque la guerra "es una abomi­ nación que despierta la rebeldía de la mujer mucho más que la del hombre, porque es la mujer quien con su pro­ pio cuerpo construye el del hombre", "Para que el hombre y la mujer puedan cooperar el uno con el otro", leeremos unas páginas más adelante, "es menester que desaparezcan, de parte del hombre, su moral coercitiva y patriarcal; de parte de la mujer, el HAAL, XLV, 1980 V. OcAMPO y LA COND. DE LA MUJER 287 punto de vista falseado que ha podido crear en ella el antagonismo del sexo, la rebelión contra el opresor. La emancipación de la mujer, como la entendemos nosotros, no está hecha para alejarla del hombre, sino muy al contrario, para acercarla a él de manera más completa, más pura y más consciente". Pero "ante la rebelión de los oprimidos, la actitud de los opresores es siempre la misma: una pequeña minoría se rinde a la evidencia, comprende, acepta y está pronta a hacer justicia; una gran mayoría se siente desposeída, ultrajada, y lanza aullidos de indignación y de cólera. En estos casos, sólo las minorías cuentaI!. "En estos casos y, a mi juicio, en todos los casos. Las minorías serán siempre, quiérase o no, la cabeza del mundo". Raro es el volumen de las diez series de Testimonios en que no reaparezca, bajo un pretexto u otro, "este tema que es una de sus perpetuas obsesiones. Hablará de su infancia, criada en un hogar donde se la rodeó de cariño pero no se la supo comprender; de la dificultad de lu­ char contra aquellos prejuicios sin lastimar a quienes la querían, en una época en que se miraba con malos ojos que una mujer publicase un artículo y más aún un libro. Dirá que siempre soñó que la mujer fuera la igual y la compañera del hombre, tan humillado como ella por la ~ituación de injusticia que se padeció durante siglos; a ella le duele verlo así disminuido, pues sólo en admirar y en querer halló felicidad. Copio sus palabras: "Yo sé que mi obra no es otra cosa, no tiene otro sentido ni otra razón de ser. Es resultado de una necesidad muy intensa y siempre renovada de admirar, de querer. De no haber habido en el mundo hombres (digo hombres) dignos de este admirar y este querer míos, muy otra hubiera sido mi vida. Ellos me han ayudado en mi lucha y ni siquie­ ra he necesitado siempre su presencia física. Con los vi- 288 ALICIA JURADO BAAL, XLV, 1980 vos y con los muertos estaba no sólo en comunicación sino en comunión. Nunca tan pocos hicieron perdonar tantas cosas a muchos. Uno de estos hombres es Sar­ miento, quien dijo 'puede juzgarse del grado de civiliza­ ción de un pueblo pOr la posición social de las mujeres. Otro es Ghandí, que comprendió, en un país de ancestral y agobiante sometimiento femenino, que la mujer no era la esclava del marido sino una asociada que comparte sus penas y alegrías en pie de igualdad con él, tan libre como él para escoger su propio camino". Victoria escogió, evidentemente, su propio. camino des­ de la juventud, sin que la preocuparan demasiado las opiniones adversas; no era fácil detener la fuerza arrolla­ dora de su voluntad, ya se tratara de manejar un automó• vil cuando no lo hacía ninguna, ya de escribir un libro o de fundar una revista. Se separó de su marido, eligió libremente sus amistades, viajó, impuso sus ideas. Pero fue, además, generosa: lejos de pasarse al bando de los privilegiados, como la condesa de Noailles a quien siem­ pre condena, luchó infatigablemente por los' derechos de aquellas que no tenían su personalidad. ni su inteligen­ cia, ni su coraje, ni su fortuna. Hace diez años publicó, al fin, un número de Sur dedicado enteramente a la mujer, proyecto largamente postergado porque no era un tema literario y no entusiasmaba a los hombres que com­ partían con ella las tareas revisteriles, según nos cuenta en el artículo que encabeza el conjunto, titulado La tras­ tienda de la historia. Allí, entre otras cosas, se subleva contra las discriminaciones legales en contra de la mujer en materia de adulterio, la elección del domicilio con­ yugal, el uso de su nombre de soltera si está separada, la patria potestad, los hijos ilegítimos. Al final de ese nú­ mero de Sur hay una encuesta, en la que se formulan preguntas a mujeres de medios sociales y culturales muy BAAL, XLV, 1980 V. OcAMPO y LA CONO. DE LA MUJER 289 diversos, sobre el divorcio, la educación sexual, el· de­ recho a decidir sobre el control de la natalidad y el aborto, cuestiones que interesan especialmente a la mitad femenina de la población. En su último libro de Testimonios, la serie décima, vuelve repetidas veces sobre el tema. "Mi solidaridad con la causa de la mujer nació" -dirá- "como en Indochina el anticolonialismo de Malraux, ante la injusticia y el sistema de opresión padecido y presenciado en todo lo que abarcaban mis ojos y mi entendimiento desde casi la infancia." Más tarde, en su discurso de incorporación a esta Academia, confesará con modestia: "Soy una auto­ didacta, francotiradora en el terreno de las letras. Estas características provienen de haber nacido en las postri­ merías· de la época victoriana. Era un hándicap treme­ bundo para la mujer." Debemos reconocer que, como suele ocurrir con los seres extraordinarios, aquel hándicap no le hizo la menor mella. Como esos tifones que la irritaban porque siempre les ponían nombre de mujer, Victoria arrolló los prejui­ cios de su tiempo y de todos los tiempos, las objeciones de su familia y de la sociedad porteña, las críticas malé­ volas de los resentidos que no la comprendieron, la hos­ tilidad de los nacionalistas de izquierda y de derecha por la cultura europea que ella admiraba y difundía, el odio de los peronistas por el libro como elemento contra­ puesto a la alpargata, y cuanto obstáculo tuvo la osadía de estorbarle el paso. Era de carne y hueso y no salió ilesa de tanto combate; no le faltaron amarguras y de­ cepciones, pero las sobrellevó con su integridad intacta, con su nobleza incólume, con su vigor invicto. A veces, cuando pienso en ella, me viene a la mente la imagen de su tocaya, la de Samotracia, a la proa de su barco y enfrentada al viento que le echa hacia atrás los pliegues 290 ALICIA. JURAno RAAL, XLV, 1980

de la túnica. femenina y firmt·, con sus dos alas podero­ sas desplegadas ante la tormenta. Con ese impulso y ese coraje se puso a la cabeza de todas las vanguardias serias, en música, en arte, en arquitectura, en teatro, en cinematógrafo, en poesía. Mucho antes de que los mo­ vimientos de liberación de la mujer aparecieran, a veces con escandaloso revuelo y expresiones impropias, ella defendió los derechos de su sexo con apasionados alegatos cuyos términos no se apartaron jamás del señorío que la caracterizó en todos los momentos de su vida. Se 10 he agradecido desde mi primera juventud y a lo largo de muchos años, y creo que puedo permitirme el derecho de agradecérselo también en nombre de todas las mujeres de mi tierra, incluyendo a aquellas que jamás la oyeron nombrar porque nunca tuvieron la oportunidad de leer un libro. Que esa perenne gratitud sea el mejor homenaje que podamos ofrecerle a esta ciudadana del mutldo sus hermanas y discípulas del país que más quiso. porque era el suyo.

ALlClAJURADO LA VICTORIA DESCONOCIDA

Repetidas veces he insistido en el deleitable saborear de eSe milagro semántico producido cuando la eufonía de determinadas palabras coincide por anticipado con lo que ellas significan. El agua que ya es bebible cuan­ do la pronunciamos en nuestro idioma, el aire que se nos desvanece al aludirlo, la tierra cuyo sonido parece irse desintegrando en sus terrones entre nuestras manos. Esta feliz coincidencia de cada fonema con lo por ella designado, nos concede un inmediato conocimiento intuitivo más satisfactorio del que luego pueda alcanzar­ se por las vías analíticas de la ciencia o la filosofía. y si esto sucede con las substancias materiales, qué no decir cuando ello es aplicable a las personas, porque el nombre que se les impuso al nacer, como complemento del hereditario apellido, aparece en la plenitud de su vida, como su inequívoco retrato espiritual. Tal es lo su­ cedido, según mi entender, con Victoria Ocampo. Cuando en 1962 se me pidió mi testimonio sobre la autora de Testimonios traté de decirlo con estas palabras: "Tal vez la claridad triunfal del nombre en sí: Victo­ ria, tenga algo del desafiante gesto de avance de su 292 EDUARDO GONZÁLEZ LANuzA BAAL, XLV, 1980 tocaya la de Samotracia, acaso con menos alas y más cabeza, pero con idéntico impulso de partir hacia un más allá, siempre remoto, y esa certidumbre de triunfo, perentoria, se les aparezca, a los otros, como luminoso desafío que a sus oídos resuena casi con insolencia. Lla­ marse Victoria es grave cosa para quien no esté de an­ temano resuelta a superar las peores derrotas. y evi­ dentemente, no es ese el caso. y luego lo de Ocampo. No es que yo atribuya dema­ siado valor a los patronímicos, ni conceda excesiva im­ portancia a las estirpes: pero en mi oído:' atento por razones de oficio a las sonoridades prosódicas, no puedo dejar de advertir la tensa profundidad, como de cúpula, de bóveda, casi celeste, de ese Oc ampo, que se redondea en las oes con que comienza y termina, en la concavidad resonante de la m. central v en la firmeza sustentadora de los sonidos cam y po que le sirven de pilares. Ocampo tiene concentrada amplitud de resonancia que añade re­ lieve a la Victoria que la precede." . Tengo para mí que todas estas consideraciones que traté de aclarar en mi conciencia, fueron de modo aná­ logo influyendo en las subconciencias de quienes la nombraron u oyeron nombrar, ya fueran lectores o no lectores de sus obras, y mucho influyeron en modelar una imagen corpórea que en cierto modo la transfiguró en mito de bien opuestos cultos: el de quienes recono­ cimosen ella una reveladora y feliz unidad entre tal nombre y la actitud vital y vitalizadora de su obra, y el de quienes ignorando por completo sus méritos, atri­ huveron a cada uno de sus gestos un significado equí• vo~o como consecuencia de la ineludible resonancia de su nombre. Porque no fue' la suya, y es el mejor de los elogios que merece, una personalidad suscitadora de BAAL,XLV, 1980 LA VICTORIA DESCONOCIDA 293 indiferencias o neutralidades. Siempre supo cada cual a qué atenerse a su respecto. Recuerdo muy bien la primera vez que la vi. Fue des­ de las alturas del viejo teatro Politeama. Debió ser allá por 1924 ó 1925, las precisiones cronológicas nunca han sido mi fuerte. Ansermet, que nos estaba revelando la música contemporánea, dirigía el oratorio Le Roí Da­ vid de Honneger y Victoria Ocampo, su gran amiga, llevaba la voz del Recitado. Con elegante simplicidad lucía una larga capa negra, y una gran flor roja en el pecho. Su admirable voz estremecida por sapientísimos trémolos, modulaba las alternativas del drama bíblico. Todo era en ella severa majestad y decoro, como na­ turales emanaciones de su belleza femenina entonces en todo su esplendor. Aunque le quedaba por realizar todo lo mejor de su obra, ya entonces se me apareció como la cabal Victoria Ocampo, anticipadamente prometida por su nombre, y ya plenamente merecedora del mismo. Algunos años pasaron antes que Eduardo Manea me llevara a colaborar en la revista Sur por ella fundada y mantenida contra viento y marea. Una revista Sur no menos mítica que su directora, su­ puestamente inaccesible, según la maledicencia, por quienes no pertenecieran a una no menos supuesta elite de imprecisables contornos, y en realidad abierta con tan desmedida generosidad como para aceptar a principian­ tes, entre los que yo me encontraba. Confieso que no del todo inmune todavía, al generali­ zado prejuieio, no dejé de sentirme cohibido en su pre­ sencia, sino hasta mucho más tarde, y acaso nunca del todo, porque mis primeros injustificados temores se vie­ ron luego reemplazados por la clara estimación .de su superioridad en tanto orden de cosas, provenientes de una más amplia y vivificada cultura, ante la ·cual temía 294 EDUARDO GONZÁLEZ LANUZA BAAL. XLV,1980 incurrir, tanto en renuncios como en vulgaridades. Y así nuestra relación siempre se resintió por el entrechocar de nuestras respectivas e inconfesadas timideces. Porque éste es para mí un aspecto fundamental de la Victoria desconocida: el de una timidez, tantas, y tan equivocadas veces considerada como orgullo. Ella con­ dicionó, incluso, su inconfundible estilo literario que la llevó a testimoniar sobre los otros, no opinando directa­ mente sobre ellos, sino entreverándose en sus presencias, para recoger sus palabras vivientes. Se le reprochaba co­ mo petulancia ese permanente estado de recepción es­ piritual, de invalorable servicio por parte de quien pre­ fería relegar su inconfesada inseguridad de juicio: para poner a sus lectores en directo contacto con un Valery, un Tagore, o una Virginia Woolf. Por otra parte, resulta perogrullesco tener que recordar que el valor de cual­ quier testimonio implica, ineludiblemente, la presencia­ de quien lo da. Tenía, como no podía ser de otro modo, la impronta dE?.la clase social en la que había sido educada, pero con conciencia muy clara de sus limitaciones, contra las que supo luchar, utilizando para un bien mucho más amplio que el personal, las ventajas que ponía en sus manos y desdeñando sus peql!eñeces. La mordacidad de Bernard Shaw dejó dicho que "para tener sirvientes y tratarlos como seres humanos, es mejor no tenerlos". Nunca vi a nadie que pudiera desmentirlo de modo tan cabal como Victoria. Quienes cenamos a su mesa, no ignorábamos la norma, por nadie establecida, pero por nadie olvidada, de estrechar antes amistosamente la ma­ no del viejo José que serviría la mesa. Y desde luego, en ninguno de sus Testimonios dedicados a sus dioses, Gan­ dhi incluido, dejó Victoria escrita una página más con­ movedora que la dedicada a su Fanny, inseparable dOll- BAAL, XLV,1980 LA VICTORIA DESCONOCIDA 295 celIa ele toda su vida. con quien se sentía unida por unos vInculas muy por encima, o por lo profundo, mejor di­ cho, de los de la sangre o el intelecto. Alguna vez le dije: -Victoria, en el fondo de su co­ razón, usted debe estarle agradecida a Perón y a su seño­ ra esposa, por haberla tenido encarcelada en el Buen Pastor. Le dieron a su existencia un amargo ingrediente que, bien contra la voluntad de los interesados, comple­ mentó su visión testimonial del mundo. Entre confusa y divertida, terminó por reconocer que, aunque muy distinta había sido la intención didáctica de tales maestros, ese había sido el beneficioso resultado. Pese a tantas tardes convividas en su quinta de San Isidro, en especial aquellas inolvidables entre divertidas y tormentosas cuando ensayábamos la grabación del texto de Habla el algarrobo, en las que por un tiem­ po se me concedió el honor de prestar mi voz a tan prestigiosa leguminosa, siempre permanecimos con el us­ ted interpuesto entre ambos, hasta que una tarde en que íbamos en su auto con nuestra tan común y querida amiga Fryda SchuItz de Mantovani, al darle yo a ésta mi fraterno beso de despedida, Victoria, la desconocida Victoria, entre risueña y resentida me reprochó: -y a mí, ¿por qué no me besás? Y el usted pasó a la historia. Un agudo sentido del humor, era otra de las condicio­ nes que permanecían ocultas detrás de sus más visibles méritos. Recuerdo la vez en que se lo vi usar en defensa de su intimidad personal a punto de ser violada por el indeseado entusiasmo ajeno. Salíamos juntos de la Recoleta, de despedir a un muy querido amigo, sin el menor ánimo de broma. De pron­ to, una buena señora, caracoleando de puro entusiasmo ingenuo, se le abalanzó rezumante de admiración: -¡Vic­ toria! ¡Victoria Ocampo! 296 EDuARDO GONZÁLEZ LANUZA BAAL, XLV, 1980

Fue entonces cuando Victoria, en defensa de su pena, recurrió al humor: -¡Perdóneme, señora, yo no soy Vic­ toria Ocampo: soy una de mis hermanas! Y la desorien­ tada admiradora, sin reparar en el posesivo mis, balbu­ ceaba sus excusas repitiendo: -¡Pero qué curioso! ¡Son igualitas, igualitas! En mi última ida a San Isidro, llevaba una misión considerada inútil por muchos de mis cofrades. Se tra­ taba de convencerla para que nos hiciera el honor de aceptar un puesto en nuestra Academia que, en ocasio­ nes anteriores, había rechazado reiteradamente. Pero yo creía conocer el lado sensible de la Victoria desconoci­ da, y comencé por recordarle una frase del maestro Jean Rostand, cuando dice que, a ciertas alturas de la vida, aceptar los honores que en otras épocas pudieran haber sido motivo de orgullo, pasaban a ser una prueba de humildad. y ya ablandada, desenvainé el argumento infalible: -Victoria, es la primera vez que nuestra Academia, quebrando una absurda tradición, abre sus puertas a la mujer. Espero que no serás vos quien se las cierre. La infalibilidad del argumento, como no podía ser de otro modo, funcionó a la perfección, y así fue como Vic­ toria Ocampo, la conocidísima desconocida, accedió a honrar con su presencia a la Academia Argentina de Letras.

EDUMIDO GoNZ~ LANUZA VICTORIA OCAMPO

Viejos chistes sobre las Academias han fijado en la picardía popular el tipo de académico solemne, parsi­ monioso y reaccionario. Pero, por paradójico que parez­ ca, en una c9munidad cualquiera los tipos colectivos constituyen la minoría, mientras que los caracteres in­ dividuales están en mayoría. En un grupo de mil aca­ démicos habrá una minoría de tipos puros de solemnes, parsimoniosos, reaccionarios, y una mayoría de personas que combinan de un modo inconfundible rasgos ágiles, imaginativos y progresistas. Recuerdo que Victoria Ocampo asintió sonriéndose cuando, poco antes de su ingreso en la Academia Ar­ gentina de Letras, yo, que ya era miembro de la Ame­ rican Academy of Arts and Sciences, le expuse esa teo­ ría estadística del tipo colectivo y del carácter indivi­ dual. Nadie mejor que ella para probar que una Acade­ mia está formada por personalidades irreductibles a una clase general. El secreto de la personalidad de Victoria está en una intensísima percepción de los valores espirituales, en un especial deleite en cultivar la amistad de quienes crean 298 ENRIQUE ANDERSON IMBERT RAAL, XLV, 1980

en esos valores y en una firme resolución de asegurar a esos valores y en una firme resolución de asegurar a criatura humana, a la energía de su conciencia y a sus derechos a la expresión, . La actitud de Victoria es la de un liberal, pero su li­ beralismo no es el del laissez faire económico, que equi­ paraba libertad con capitalismo y se entusiasmaba· con el medro mecánico, El liberalismo de Victoria tiene una raíz ética, En primer lugar, no se opone a la enmienda de las bases del sistema social: sólo pide que responda al anhelo de justicia, y no a la envidia o el re~~ntimiento. No se suma al lugar común de hacer chistes sobre los artefactos de la civilización industrial, pero distingue bien entre el progreso material y el progreso interior del alma, cuyo problema "cada uno de nosotros ha de resolverlo a su manera, según su dharma". Rechaza los prejuicios de clase, raza y sexo, de religión y poder, pero no va a caer al otro lado, en el prejuicio de que todos somos iguales: "Para concebir la igualdad es preciso. es­ tar. dispuesto a la injusticia. Para hacer justicia es pre­ ciso concebir la desigualdad". Y atajando un posible ma­ lentendido aclara: "Cuando hablo de la desigualdad co­ mo cosa natural, innegable y conveniente, para nada me refiero al concepto político de la palabra, pues en el orden político nunca podría yo defender bastante la igualdad", Opta por la literatura seria, densa en huma­ nidad, en la que el hombre que sufre y lucha busca su palabra; pero, al mismo tiempo que desconfía del arte por el arte y se inclina hacia un arte moral, niega que la literatura tenga que ponerse al servicio de pro­ pósitos no literarios: "el escritor no escribe para el pro­ letariado ni para la oligarquía ni para la burguesía.,. El escritor escribe... y todo depende de que lo haga bien o mal. Una aristocracia (no de sangre o del dine- BAAL, XLV, 1980 VICTORIA OcAMPO 299 ro) lo comprenderá". Y agrega: "toda cultura de masas, sea de la Rusia soviética o de los Estados Unidos, si destruye la libertad de sus minorías distinguidas es ene­ miga de los valores". Esas minorías constituyen, pues, una comunión espi­ ritual de personas que participan de los valores de be­ lleza, bondad, justicia, verdad: "reino de los bienes que no disminuyen con el reparto", dirá inspirándose en unos versos de Shelley. Cada miembro de esa minoría se en­ riquece con el trato de los demás, sea directo o a tra­ vés de las obras, sea en nuestra época o a lo largo de la historia. Obligación de todos es ampliar el círculo y atraer al mayor número posible de adeptos: tal es la tarea de la educación. Entretanto, hay una suprema frui­ ción, que es la de la amistad en ese círculo selecto. Lo que Victoria hará en toda su vida es escalar hacia el reino de los' valores, reconociéndolos, paso a paso, en las personas, en las obras que le tocan en suerte. La teoría de los valores, implícita en.Ia conducta de Victoria, es la del liberal: relatiVista pero aristocrática. Relativista porque los valores no descienden de un cielo metafísico, para imponerle una autoridad divina, sino que ella los aprehende actuantes en la personalidad con­ creta de amigos a quienes elige por afinidad; y arist~ crática porque esos valores se muestran en el instante del mejor esfuerzo en los espíritus excelsos. En los ami­ gos elegidos Victoria comprende las naciones y ve la historia como aventura y renovación; gracias a su ejem­ plo, los entes de razón adquieren cuerpo y alma. Así, Victoria, agnóstica, transfiere a los escritores de genio los sobrantes de devoción que le quedaron disponibles al aflorar de la fe religiosa. Al contar sus encuentros con personas de talento nos va dando el balance de sus ganancias. Los ensayos de 300 ENRIQUE ANDEllSON IMBERT BAAL, XLV, 1980

Victoria casi no son otra cosa que crónicas de su espí• ritu al acercarse a otros, dentro de una hermandad de conciencias libres y fecundas. Podrían coleccionarse, de su prosa, los índices estilísticos del ánimo con que Vic­ toria entra en la congregación de los elegidos: siente "hambre", "apetito", "avidez" de valores. Otras constan­ tes de su estilo, cuando evoca la presencia en su propia vida de amigos tocados por el aliento creador, son sus reacciones sentimentales de "tímida", "cohibida", "mara­ villada", "confusa". Nos cuenta su admiraci~n a todas las altas manifestaciones humanas ( literatura, música, teatro, ciencia, santidad, heroísmo), su peregrinación a las casas donde vivieron artistas del pasado, su disposi­ ción a emprender un largo viaje con tal de poder plati­ car con un poeta acerca de otro poeta, su ánimo servi­ cial y hospitalario, cómo atesora sus cartas, "únicas alha­ jas valiosas", cómo agradece, casi con idolatría, a aque­ llos escritores que ha leído con enajenamiento. Esta relativista v aristocrática teoría de los valores --clave del pensamiento liberal- mueve a Victoria a es­ cribir ensayos impresionistas, autobiográficos. Es una in­ trovertida, acantonada en su fuero interno, que no habla sino de lo que ha vivido y no goza sino de lo que está iluminado por el recuerdo. Sin afectación, sin pedante­ ría, sin esnobismo, sin disimulo, su "yo" recorre los diez volúmenes de Testimonios, frase por frase. La gracia de la prosa de Victoria está en su franqueza, en su frescura. El lector confía en ella: sabe que si Victoria escribe es para decir algo que la conmueve profundamente.

ENRIQUE ANDEBSON IMBERT VICTORIA OCAMPO ESCRITORA

Quiero hablar ante ustedes de lo que Victoria Ocam­ po es en primer término y de una manera a tal punto peculiar: una escritora. Perdónenme si inicio estas pa­ labras con una fugaz referencia personal. Por lo demás, creo que es casi imposible hablar de la obra escrita de Victoria Ocampo tratando de excluir la referencia per­ sonal. Inclusive para quienes no la han conocido en persona. o quizá más aún para quienes no la han cono­ cido o la han frecuentado sólo en sus libros. Cada pá­ gina de Victoria Ocampo es una irrupción simultánea en ámbitos diversos que en ella se reconcilian: la lite­ ratura y el arte. la realidad más inmediata y el vivir cotidiano. Cada artículo suyo es un acto de habla con­ fidencial y desafiante, el resultado de un impulso que la hace dirigirse a su lector-interlocutor para reclamar­ lo con interrogaciones urgentes, casi para sacudirlo de hombros y exigirle respuestas inmediatas: Corno si le dijera: ¿Qué tallo que he dicho? ¿Es así o de otra ma­ nera? ¿En qué coinciden mi lectura de Shakespeare, de Claudel. de Sarmiento, y la tuya, lector? Cada libro de 302 ENRIQUE PEZZONI BAAL, XLV, 1980

Victoria es, así, un episodio en la autobiografía no sólo de ella misma, sino de su lector. Durante mucho tiempo, casi invariablemente, mi te­ léfono sonaba casi a las siete de la mañana. Yo sabía de quién era ese llamado que estallaba con perentoria exaltación wagneriana. Era Victoria. Madrugadora per­ tinaz trabajadora infatigable, casi glotona, Victoria va estaba desde hacía horas rodeada de libros y papel~s. Por la mayor o menor opacidad de mi voz calculaba el grado de mi lucidez matutina. "¿Estás dormido?", ex­ clamaba a veces, genuinamentt· escandalizada ante mi demora en iniciar la aventura de vivir. De vivir des­ pierto. O bien, si alguna vez las fluctuaciones de mi dicción matutina se debían a alguna velada pasada fue­ ra de casa y dedicada a .menesteres no precisamente li­ terarios, Victoria me lanzaba un exabrupto melodramá­ tico de fingida indignación: Tu as décotlché!, me acu­ saba, representando por un instante una escena a lo Courteline, ese autor vaudevillesco que citaba con in­ fáltable gracia, y hacía el papel de la madre o la aman­ te celosa. Tras esa saludable incursión en el humorismo. Victoria empezaba a leerme lo que había escrito, o a co­ mentarme lo que acababa de leer, en vehementes diálo­ gos con tal o cual autor con quien coincidía o disentía. Maravillosa, ininterrumpida continuidad ('ntre esos im­ periosos actos del hablar diario de Victoria r esas otral' exhortaciones al diálogo que son la serie de sus Testi­ mo"nios~ Para leer y comentar los Testimonios de Victo­ ria, escribió alguna vez Julio Cortázar, "hay que mere­ cerlos. Si un libro es siempre un modo de espejo para el que se asoma a su superficie, Soledad sonora no re­ flejará sino la imagen de un lector que sea como él: cálido, limpio, activo. Ya se ve' que estoy hablando dt' BAAL,XLV,1980 VICTORIA OcAMPO ESCRITORA 303 la llama más qUt' del agua, de un espíritu más que de un cristal azogado". Esos muchos libros de Victoria, que reúnen artículos publicados en revistas y diarios, muchas veces leídos an­ te el público, como si hubiera temido faltar a un deber demorando una opinión o un elogio, esos libros que concentran la necesidad del diálogo, actualizan una y otra vez el eterno conflicto entre lo universal y lo par­ ticular. Son la anhelosa propuesta de un nuevo modo de conciliación entre esos dos mitos opuestos. Victoria Ocampo declara una y otra vez su incapacidad para es­ cribir lo que llama la literatura de creación. "Habría deseado escribir novelas -dice-, pero ése no era mi sino." "No escribo poemas, aunque todo el mundo que me circunda, por hum~lde y aparentemente prosaico que sea, me parece materia poética, ya que la siento mistl:'­ riosa." Estas declaraciones son la clave para entender su actitud. Reaparecen insistentemente en sus páginas. Por ejemplo: "Al comienzo de mi vida descubrí que escri­ bir era un desahogo; después, descubrí que era una ma­ nera de aprehender v ordenar mi mundo interior. No sé lo que es el arte po; el arte. Sé lo que es la vida por la vida. Y el arte para la vida, o traduciendo la vida. No sé escribir novelas ni cuentos porque nunca invento. To­ do lo que vivo es una invención de la que nunca he podido escapar. No sé tampoco quién me ha inventado. pues no siendo capaz de inventar, alguien está inven­ tando en mi lugar. Alguien me está inventando". Pero no es cierto. Victoria ha inventado a cada ins­ tante. Ha reconciliado los dos sentidos de la palabra inventar. El actual y también el etimológico, según el cual inventar es in venire, es llegar a algo, es descubrir­ lo y revelarlo. Victoria no ha inventado como el nove­ lista, pero ha tratado de inventar, de descubrir un or- 304 ENRIQUE PEzzoNI BAAL, XLV, 1980 den y de transmitirlo. Para ella, enfrentar la realidad es desentrañarle un sentido que ya está en ella, pero que es preciso encontrar sin alterarlo, sin destruir los suti­ les enlaces entre las simples apariencias y ese misterio­ so final en que todas se reúnen. "Sólo imágenes concre­ tas hacen posible la expresión de lo abstracto cuando uno está al margen de la filosofía', escribió Victoria a Ortega y Gasset. "Nos pasamos la vida orillando el mis­ terio y negando su misma existencia por su misma coti­ dianidad", agregó años después en un artíclJlo. Por eso se impuso la tarea de testimoniar: hablar de cosas, de personas, de sí misma, fue buscar puntos de partida. y desde luego, ese punto de partida imprescindible (ori­ gen y meta de cada busca) fue ella misma. "El solo sujeto, en la doble acepción del término, de que real­ mente puedo hablar con algún conocimiento de causa soy yo misma", dijo. Ni falsa modestia ni arrogancia. "Usted no le ha tenido miedo al yo (aunque a muchos les parezca tan haissable); pero es que vive tan apasio­ nadamente atenta al tú, que es donde alcanza el sen­ tido del yo", le escribió Julio Cortázar. Sí: atenta al tú y al ello, al mundo multitudinario que une su voz, sin interponerla, a la de ambos interlocutores. Volver la es­ palda a un solo aspecto de la J,'ealidad es traicionar la misión elegida por Victoria Ocampo: hay que lograr que las formas del mundo, fragmentarias y huidizas, se afin­ quen en su alma y allí adquieran permanencia, aunque sin perder la movilidad, la instantaneidad de lo que está vivo. Cosas y hombres son fascinantes porgue dejan de ser para renacer en el conjunto que Victoria construye. Eso explica que los muchos y dispares autores que ad­ mira estén juntos en sus ensayos, que un dolorido re­ cuerdo de Drieu la Rochelle y su trágico error coin­ cidan con el testimonio sobre la huella de los horrores BAAL, XLV, 1980 VICTORIA OcAMPO ESCRITORA 305 nazis en Nuremberg. El requisito que trata de hacer posible la construcción final es, en definitiva, una nor­ ma ética. Victoria Ocampo quiere asumir la vastedad de lo real y condenar todo intento, religioso, político, que lo encasille en posibilidades parciales. Empresa di­ fícil: renunciar a la elección parcializadora ya es una forma de elección, y a veces dura de justificar. Victoria vivió carnalmente ese dilema. "Si se es sensible a la flor y el fruto -ha dicho-, como lo era Tagore, ¿puede uno seguir estrictamente la vía del que sólo es sensible al fruto, Gandhi? Ver sólo la flor o sólo el fruto significa una economía de conflictos interiores que da gran po­ der: Shakespeare, Gandhi. Pero cuánto suele conmover­ nos la turbación de los hombres que, tentados por la santidad, se alejan del arte, alternativamente". En Victoria Ocampo, cronista de una época en que se juntan tantas épocas, el rasgo dominante parece ser en definitiva el culto de una sinceridad que no quiere agotarse en el fervor de la admiración o la negativa y que se vuelve exigencia. Todo acercamiento a un hé­ roe admirado, a una zona de la literatura, a un aspec­ to cualquiera de la realidad circundante, debe integrar­ se en un conjunto que es difícil de percibir, que re­ trocede tenazmente ante su mirada, pero que existe para ella, que debe descubrirlo, inventarlo, en el sen­ tido que readquiere en ella la palabra. Un conjunto, un orden que ya siente como suyo, aunque no llegue a po­ seerlo. En esta perspectiva, lo "mío" de Victoria, el pose­ sivo que tantas veces emplea, no es lo que se ha rendido a un poder, a un afán de utilización. Es más bien una zona del alma en la que se trata de ingresar. La zona del encuentro, del orden, del sistema. "Tan incomunicada y tan vasta es la literatura" ... esa frase estremecedora de Borges señala de algún mo- 306 ENRIQUE PF.zzONI BAAL, XLV,1980

do el punto de partida de la obra de Victoria, empe­ ñada en encontrar, por otras vías que la del propio Borges, enlaces y encuentros en ese océano vertigino­ so. Victoria acampo no ignora que los caminos de la literatura y del vivir son inagotables, pero quiere sen­ tirlos entrecruzándose en el centro vivo de su yo. Lo "mío", así, no indicará en ella un aspecto de su. alma, sino el de toda alma: la ansiedad de descubrir, de in­ ventar. El culto de la sinceridad, o más bien el ideal de sin­ ceridad es, pues, un lugar central en la obra de Victo­ ria acampo. Aspirar a él no ha sido para ella tarea fá­ cil. También la sinceridad es producto de una elabora­ ción, de una conformación del mundo interior, y nada más alejado de ella que la presunción de transmitir lo que se siente, lo que se cree sentir, simplemente como un material en bruto, válido por sí solo. Para Victoria. la sinceridad es algo que debe descubrirse, inventarse, en el sentido en que lo habría dicho el Juan de Maire­ na de Antonio Machado: Se miente más de la cuenta por falta de fantasía: también la verdad se inventa. La sinceridad es algo que exige los instrumentos más precisos para transmitirse sin deformación, o sin esa au­ sencia de deformación tan sólo aparente que es una na­ turalidad impostada como arrogancia. Si un rasgo per­ manente en las páginas de Victoria acampo es la natu­ ralidad con que habla de sí y de todo lo que registra, es porque ese fluir natural del diálogo con el lector ha ido consiguiéndolo con un esfuerzo que ha sabido bo­ rrarse a sí mismo en la superficie, pero que es siempre una presencia vigilante. La afectación de naturalidad BAAL,XLV, 1980 VICTORIA OCAMPO ESCRITORA :107

es un peligro que Victoria procuró soslayar siempre. como teniendo en cada instante presente aquel precep­ to que su admirado Paul Valérv formulaba mediante una metáfora musical: "Hay que 'escribir en yo natural; hay algunos que escriben en yo sostenido". Si la since­ ridad y la naturalidad en las obras de Victoria Ocampo impresionan a tal punto es porque siempre aspira a ellas sintiéndolas como algo incesantemente perfectible. "Es­ cribir era y es para mí una forma de respiración", dijo en un ensayo al contar su admiración hacia Miguel de Unamuno. Una admiración que casi la paralizaba, pre­ cisamente porque en Unamuno ya encontraba realizado ese ideal de naturalidad a que ella aspiraba incesante­ mente. "Si lo leía -dice-, no necesitaba escribir, yeso era lo que me paralizaba." Parálisis momentánea, que se transformaba en el impulso de reanudar la búsqueda difícil. No se ignora que los primeros textos de Victo­ ria estaban escritos en francés, y que las traducciones que de ellos se publicaron, hechas con ayuda de ami­ gos bien intencionados, españoles y aun españolísimos, no siempre reflejan ese ideal de espontaneidad. Apren­ der a decirse en español fue tarea difícil para Victoria. Supo afrontarla sin temores, acicateada por el deslum­ bramiento de descubrir los puntos de encuentro entre su hablar cotidiano argentino, su deseo de reunirse con el español. Recuérdese su deslumbramiento, en 1926, ante El retablo de Maese Pedro de Manuel de Falla. "Fue toda una experiencia -cuenta Victoria-o Algo así como si de pronto esa conjunción revelara qué profundidad de los mares del ser habían anclado en mí las palabras más sencillas de nuestro hablar cotidiano ( ... ) Lo sin­ gular era que a los vocablos más simples y hasta pe­ destres les crecía un arco iris, como si las sonoridades 308 ENRIQUE PEZZONl BAAL, XLV,1980

en que se engarzaban produjeran un fen6meno atmosfé­ rico·del que yo era la sustancia". A través de la música, Victoria entra en el español y se lo adentra, lo hace suyo, lo convierte en aquello de que, según ha dicho, sólo se siente capaz de hablar: ella misma, el solo sujeto en la doble acepción del tér­ mino. Y su estilo adquiere vehemencia inmediata, direc­ ta y a la vez vigilada para impedir la intromisión de cualquier norma prestigiosa que le impida el contacto inmediato que desea con el lector. Y al escribir en ese español que ha, vuelto suyo, no le teme ~ la palabra extranjera, al giro calcado de otra lengua. Más la preo­ cupa borrar los trazos del seudo purismo de sus prime­ ras traducciones. El nombre de Sarmiento acude una y otra vez a la mente del lector cuando lee ese ímpetu suyo, cuando sigue sus irritaciones nunca malintenciona­ das. Es significativo que Raimundo Lida, unido por tan fuerte amistad a Victoria, al escribir una vez un testi­ monio sobre ella, redactara un texto que se titula "Pa­ labras de Sarmiento". Lida compara tácitamente la ac­ titud ante la lengua de Sarmiento con la de Victoria. "La lengua escrita no era para él -dice- huerto cerra­ do. Palabras extranjeras entran en su prosa, se diría a pri­ mera vista, porque sí, como ocurrencias o travesuras inesperadas en una conversación entre amigos: por sim­ ple alegría, por superabundancia de humor. Un porque sí relativo, sin embargo. Suele haber en esos jugueteos y hay ante todo un programa muy consciente de liber­ tad idiomática". También en Victoria, oculto tras su de­ senfado para proclamar sus antecedentes franceses y a la vez nada remisa para zarpar desde ellos hacia el es­ pañol escrito, había un programa: denunciar bajo el adusto disfraz del purismo la pereza, la mala voluntad, la falta de imaginación, y luchar contra los sastres del BAAL. XLV. 1980 VICTORIA ÜCAMPO ESCRITORA 309

idioma, como los llamaba Unamuno, y tratar de amillo­ nar el idioma, como decía Borges. Y siempre riéndose de las agresiones "a diccionario armado" de que era ob­ jeto a veces. Vínculo entre escritores v personas tan dispares, tan, cada uno a su modo, apa~ionados: Victo­ ria, Sarmiento, Raimundo Lida. .. Recuerdo con admira­ ción la relación entre Lida y Victoria. Ella vehemente, insaciable, desafiante al proclamar el curso aparente­ mente asistemático de sus lecturas, deslumbrante y ca­ prichosa, refinada a la europea y con mucho de la ci­ marrona elegancia de los señores del 80 argentino; él, tan modestamente sabio, tan calladamente entusiasta, tan hondamente sutil en sus análisis. Y los dos unidos por su fervor hacia toda forma de creación genuina y por algo más: el sentido del humor, la capacidad de trans­ mitirse mutuamente el afecto a través de la sonrisa. Vic­ toria· decía a Raimundo Lida: "¿Cómo es el Instituto de Filología? Ustedes deben tener las palabras disecadas en papeletas y pegadas a la pared con alfileres, como las mariposas muertas". Raimundo Lida reía y sin aban­ donar la sonrisa respondía: "Tenga usted cuidado, Vic- o toria, quizá todavía pueda descubrir en su propia pro­ sa alguna mariposa disecada. Venga al Instituto para aprender a reconocerlas." Por eso, Raimundo Lida era capaz de decirle, ya en serio: "Sí, hay mucho que hacer. En esos trances, Sarmiento es un buen amigo. Me gusta imaginarlo en el momento de predicar, quizá en cierta casa de Florida y Viamonte contra quienes, tomándolo a él mismo como modelo, imitan sus palabras, sus ges­ tos, sus tics, y no los hábitos profundos de su entusias­ mo. Me es fácil oír sus argentinísimas invectivas contra todas las formas del aldeanismo y verle aplaudir pro­ féticamente la revista y el libro civilizadores, los suyos, Victoria". 310 ENRIQUE PEZZONI HAAL, XLV, HIHO

Lo cierto es que en Victoria, el anhelo de naturalidad significó siempre una doble empresa: de acercamiento " distanciamiento a la vez. Tratar de acercarse a sí mi~­ ma, pero siempre apartándose de sí para examinarse v vigilarse. Los títulos mismos de sus obras revelan e~a paradójica y saludable combinación. Testimonios es ró• lulo que proclama el afán de registrar, de dar cuenta de cuanto ve y admira. Desde esos testimonios mismos surge el proyecto ambicioso: las memorias, el registro de sí misma como parte integrante de un país que de­ sea mirar como a sí misma: con pasión crítica. Pero las memorias se volverán autobiografía: escribir sobre sí, sobre el momento que le tocó vivir, será para Victo­ ria reconstruir, reexaminar, inventar, una vez más. En su empresa de sinceridad, tiene clara conciencia del pro­ blema: no se trata sólo de asomarse al mundo interior, se trata de asomarse al mundo desde el interior. Por eso procurará alejarse de sÍ, y mirarse, y conjeturar una y otra vez qué es ella misma, como el biógrafo conjetura sohre el biografiado. "A mí me hubiera aliviado hablar en tercera persona de mí misma -dice en su Autobio­ grafía- no sólo por las ventajas que ofrece (especial­ mente si uno habla de sí mismo en esa tercer-primera persona que son tan a menudo las novelas y cuentos), sino porque me siento, por momentos, tan lejos de mí misma como lo puedo estar del pelo que me han cor­ tado y que barren en la peluquería o de la uña que limo y me vuela al aire hecha polvo. Yo no soy 'aquello', lo perecedero que formó parte de mí y ya no tiene nada que ver conmigo. Soy lo otro. ¿Pero qué?" Pero qué: es la pregunta esencial que Victoria quie­ re responder sin hacer literatura o, al contrario, hacien­ do buena literatura. "Declaro que en lo que atañe a la literatura, no soy yo quien la evita. será ella la que se BAAL, XLV, 1980 VICTORIA OCAMPO ESCRrTORA 311 aparta de mí, en todo caso ( ... ). Deseo que este do­ cumento se acerque a la buena literatura, pues así co­ municará su verdad. Si se aproxima a la mala. quedará incomunicado." Párrafo revelador que ilumina esa dis­ tancia que Victoria se ha impuesto siempre entre su ideal y ella misma. Una distancia que le ha permitido derribar tantos mitos, sobre todo los muchos que se han construido y siguen construyéndose en torno a ella. En esta perspectiva han de releerse, han de estudiar­ se las páginas de Victoria Ocampo. Afán de acercamien­ to, heroica decisión de distanciamiento. En 1929, Victo­ ria escribió un artículo motivado por la lectura de Ecua­ dor, de Henri Michaux. El título de ese artículo es "Qui­ romancia de la pampa". Cuenta en él que acaba de leer el libro de Michaux y quiere transmitir a un amigo su admiración. Y le dice: "¿Recuerda cuánto admiramos ciertas antiguas pinturas chinas donde el vacío se tor­ naba sensible y significativo mediante una rama o un pájaro dibujados en un ángulo de la tela, como un títu• lo? El título del vacío. En aquel espacio desnudo reco­ nocíamos al protagonista, al objeto principal del artis­ la, y de él surgía una pura afirmación, como la que a veces surge del silencio. Nuestra pampa, nuestro río, me recuerdan esas pinturas. Pero en lo que atañe a nuestra alma, el breve dibujo, ala u hoja, que da nombre al es­ pacio vacío, está apenas esbozado: el título falta". Aquí está, definida por entero, la aventura de Victo­ ria: arrancarse casi dolorosamente de sí misma, saber mirarse como un vacío, probar dar sentido y forma a ese vacío. Buscarle título. Buena lección para nosotros, los que la queremos y admiramos, y también para quie­ nes la han mirado con recelo. Buena lección para quie- 312 ENRIQUE PaZONI BAAL, XLV,1980 nes le han puesto tantos títulos, apresurados por la ad­ miración o el rechazo. El verdadero título falta toda­ vía. Sepamos encontrárselo.

ENRIQUE PEZZONJ TEXTOS Y DOCUMENTOS

l. Enmiendas y adiciones a los Diccionarios de la Real Academia Española o

~baco.... 11 2 bis. Tablero o plancha en general, espe­ cialmente el decorativo en muebles, techos, etc. abacorar. (De abacara, albacora en Cuba.) tr. Hostigar, perseguir. abajamiento. •.. [Enmienda a la primera acepción.] Ac­ ción y efecto de abajar. abalanzar•••• 11 5. fig. Arrojarse a hacer algo con impru­ dencia o descomedimiento. abandonar•..• 11 3 bis. Apoyar, reclinar con dejadez. Ú.t. c.prnl. 11 3 ter. Der. Dejar el asegurado por cuenta del

• Aprobadas por la Real Academia Española (Comunicados de enero a junio 1980). NOTA. Las diferencias que pueden advertirse entre estas defi­ niciones tornadas de los Comunicados que envía periódicamente la R. Academia Española, y las que se publican luego en forma defi­ nitiva en el BoletÚ'l de dicha Institución, se deben a que este último suele aparecer con posterioridad al de la Academia Argentina de­ bido al distinto período del año en que sesionan ambas instituciones. '314 TEXTOS y DOCUMENTOS RAAL, XL\'. HJIIO

asegurador, a consecuencia de determinados acciden. tes del comercio marítimo, las· cosas aseguradas, a fin de obtener el pago del seguro. abanico.•.. 11 2 bis. La Carcel Modelo de Madrid (1876· 1939) Y otras de planta análoga. abarbar. intr. enjambrar, criar las abejas. abarbetar.. tr. Mil. Fortificar con barbetas. abarrajado, da. p.p. de abarrajar. 1I 2. adj. Pendenciero. de vida airada. Ú .t.C.S. abiótico, ca. adj. Dícese del medio ambiente ·que, por su~ condiciones, imposibilita la vida de todas o de algu. nas especies animales o vegetales. abrigo...• 11 de abrigo. loco fam. que se aplica a una per­ sona de la que hay que guardarse o desconfiar. abrir.••. 1I 18 bis. Taurom. Separar al toro de la barrera para colocarlo en suerte. abusado, da. adj. Guat. y Méi. Alerta, atento. abusar•••. 11 3. pml. Guat. y Mé¡' Estar alerta, estar listo. acápite...• [Enmienda.] párrafo, especialmente en tex- tos legales. acilo. (Voz formada de ácido y el sufijo -ilo.) m. Radical derivado de un ácido orgánico. acudiente. como Col. y Pan. Persona que sirve de tutor a uno o varios estudiantes. adietivo, va. adj. Dícese de aquello cuyo empleo repetido crea necesidad y hábito; se aplica especialmente a las ,drogas. adicto, tao ... 11 3. Persona dominada por el uso de cier­ tas drogas. Ú.t.c.s. aerobio.•.. [Enmienda.] Aplícase al ser vivo que nece­ sita del oxígeno para subsistir. Ú.t.c.s. aerosol. [Enmienda a la etimología.] (De aero- y so14.) aforisma. [Enmienda a la etimología.] (De aporisma.) BAAL, XLV, 1980 TEXTOS y DOCUMENTos 315 agamí. [Se suprime la e,nmienda a la etimología, l/pro­ bada para la ed. XXI.] aglutinación•.•• il 3. [Enmienda.] Agrupación en masa de células o bacterias portadoras de un antígeno, en suspensión en un líquido, cuando se hallan frente a su anticuerpo correspondiente, una aglutinina, bien en el organismo espontáneamente por enfermedad o sensibilización, bien en el lahoratorio, provocada con fines diagnósticos. aglutinina. (De aglutinar.) f. Med. Anticuerpo del suero sanguíneo que provoca el fenómeno de la aglutina­ ción. agua.••. 11 ¡agua! o ¡aguas! Cuat. y Méj. Voz de alar­ ma, generalmente usada para avisar de la presencia de cualquier tipo de autoridad. aguantador, ra. adj. Que soporta un dolor. ahuevado, da. p.p. de ahuevar. 1I 2. adj. Col., Niear., Pan. y Perú. Acobardado, atontado. Ú .t.C.S. ahuevar.... 111. Dar forma de huevo a algo. 11 2. Col., Nicar., Pan. y PertÍ. Atontar, azorar, acobardar. Ú.t. c.prol. ahuevazón. f. P~n. Embobamiento, necedad. ajipa. (Del quechua asipa.) f. Bol. y PerlÍ. Planta papi­ lionácea con tubérculos de zumo azucarado. Paehyr­ rhyzus tuberosus Spr. o Helianthus tuberosus L. alefato. (De la primera letra del alfabeto hebreo aleph.) m. Serie de las consonantes hebreas. 1I 2. alifato. alfarrazador, ra. (De alfarrazar.) m. y f. Mur. y Val. El. que tiene por oficio alfarrazar, ajustar el valor de los frutos en el árbol. alfarrazar.... [Enmienda.] tI'. desuso Ar .... alifato. (De alif, primera letra del alfabeto árabe.) m. 316 TEXTOS y DOCUMENTOS BAAL, XLV, 1980

Serie de las consonantes árabes, confonne a un or­ den tradicional. 11 2. alefato. aliño. ••• 11 7. faena de aliño. aljamía.•.. [Enmienda.] Nombre que daban los mo­ ros a las lenguas de los cristianos peninsulares. 1\ 2. Textos moriscos en romance, pero transcritos con caracteres árabes. 11 3. Por ext., texto judeo-español transcrito con caracteres hebreos. amachinarse.•.. [Enmienda.] Can. y Amér. amance­ barse. 11 2. Guat. y Pan. Abatirse, perder energías, acobardarse. amauta. (Voz quechua.) ... 11 2. [Enmienda a la ficha de 6 de abril de 1979.] Bol. y Perú. Persona anciana y experimentada que, en las comunidades indias. dispone de autoridad moral y de ciertas facultades de gobierno. amplitud.... 11 1 ter. Fís. En una magnitud oscilatoria el valor máximo que alcanza. ~polla. ••. 11 1 bis. Defecto que se presenta en la su­ perficie de un cuerpo como consecuencia de la for­ mación de burbujas de gas. ampollar 2•••• 11 1 bis. Hacer ampollas en la superficie de un objeto de metal u otra materia. Ú.t.c.prnl. anaerobio, bia. ..• [Enmienda.] Aplícase al ser vivo que puede vivir y desarrollarse sin oxígeno. Ú .t.C.S. anchoa. [Enmienda a la etimología.] Dice: áQlÚTJ. Debe decir: ciqnílJ. anejo, ja.•.. [Enmienda a la primera acepción.] Unido o agregado a otra persona o cosa, con dependen­ cia. proximidad y estrecha relación respecto a ella. Ú .t.C.S. 11 1 bis. Propio, inherente, concerniente. anemia.... [Enmienda a la primera acepción.] f. Pat. Empobrecimiento de la sangre por disminución de BAAL, XLV, 1980 TEXTOS y DOCUMENTOS 317

su cantidad total como ocurre después de las hemo­ rragias, o por enfermedades, ya hereditarias, ya ad­ quiridas, que amenguan la cantidad de hemoglobina o el número de glóbulos rojos. !i de células falcifor­ mes. drepanocitosis. 11 del recién nacido. Enfermedad congénita desencadenada por incompatibilidad de uno de los sistemas de grupos sanguíneos entre la madre y su hijo. 11 hemolítica. Disminución del nú­ mero de hematíes por su destrucción excesiva en el organismo. 11 mediterránea. talasemia. I1 perniciosa. [Enmienda.] Enfermedad que aparece en la edad madura y se caracteriza por una disminución pro­ gresiva del número de los glóbulos rojos con au­ mento del tamaño de éstos. anexo, xa. ••. [Enmienda.] anejo, unido o agregado a otra persona o cosa. Ú.t.c.s. [1 2. [Enmienda.] anejo, propio, inherente, concerniente. 11 3. [La actual acep­ ción segunda.] an6. (Voz tupí-guaraní.) m. Argent. y Par. Pájaro de color negro, de la familia de los cucúlidos. antibiótico, ca. [Dice: Ú.t.c.m. Debe decir: Ú.t.c.s.m.] anticuerpo. •.• [Enmienda.] Biol. y Med. Substancia normalmente existente en el organismo animal o pro­ ducida en él por la introducción de un antígeno, contra cuya acción reacciona específicamente. antígeno •••• [Enmienda.] Biol. y Med. Substancia que introducida en un organismo animal da lugar a reac­ ciones inmunitarias, a las que pertenece la formación de anticuerpos. antihelmíntico, ca. '" [Enmienda.] adj. FarTII. Que sir­ ve para extinguir los gusanos productores de enfer­ medad. 318 TExros y DOCUMENTOS BAAL, XLV, 1980 antro.... 11 2. Hg. Local, establecimiento, vivienda, etc., de mala calidad. apendejarse. pml. Col. y Pan. Hacerse bobo, estúpido. i! 2. Cuba y Nicar. Acobardarse. apisonadora.... 1I 2. Amér. aplanadora. aplanador, ra.... 11 2. [Suplemento.] Añádese Col., Cuat. y Pan. apolismar. tr. Cuba, Pan. y P. Rico. Estropear, magu­ llar. 11 2. pml. C. Rica, P. Rico y Venez. Acobardarse, estar atontado. 11 3. C. Rica. Holgazanear.] 4. pml. Antioquia (Col.), Cuat. y P. Rico. Quedarse pequeño, raquítico, no crecer. apolismarse. pml. Cir. aporismarse. arate cavate. [Enmienda a la etimología.] (Expresión formada con el imperativo de los verbos latinos arare y cavare.) arrancharse. (De rancho, vivienda campesina.) ... 11 2. Pan. Domiciliarse en una casa, a título de amigo, pero con disgusto de sus dueños, y sin mostrar in­ dicios o disposición de salir de ella. 11 3. Col. Negarse alguien obstinadamente a hacer algo. !1 4. Méj. Y Venez. Acomodarse a vivir en algún sitio o alojarse en forma provisional. 11 5. Cuba. Demorarse dema­ siado en algún lugar. arriacense. (De Arriaca, antigua ciudad de la España romana.) adj. Natural de Guadalajara, ciudad de Castilla la Nueva. Ú.t.c.s. 11 2. Perteneciente o' rela­ tivo a esta ciudad. asilvestrado, da. ... I! 12. Dícese del animal doméstico o domesticado que huye temporalmente de su forma normal de vida. astringente. ... 11 2. Dícese de lo que en contacto con la lengua produce en ésta una sensación mixta en- BAAL, XLV, 1980 TEXTOS y DOCUMENTOS 3Hl

tre la sequedad intensa y el amargor, como espe­ cialmente, ciertas sales metálicas. asuntejo.•.. [Se añade al final.] Suele ser empleado con intención iróni¡;a. asuntillo. m. dim. de asunto, negocio. Suele emplearse con diversos matices, irónico, despectivo, minorativo, etc. 11 2. Relación amorosa más o menos oculta. atipico, ca. adj. Que por sus caracteres se aparta de los tipos conocidos. auxiliar.... 11 de vuelo. Persona destinada en los aviones a la atención de los pasajeros y de la tripulación. azolle. (De suile, pocilga.) f. Ar. y Nat;. pocilga. bahareque. (Voz taína.) m. Col. bajareque, pared de palos entretejidos con cañas y barro. 11 2. [Enmien­ da.] Amér. Central, Col., Cuba, Eeuad., Sto. Dom. y VMez. '" 11 3. Pan. Llovizna menuda que cae en sitios altos. bajear. ••• 11 2. Eeuad. En el juego, jugar sistemática­ mente a las cartas bajas. balamido. (De balar.) m. Mure. Rumor confuso de los balidos de un rebaño. 11 2. Ruido continuado, lejano. balamio. m. Mure. balamido. baldío, día. • .. 11 4 bis. Col. Dícese del terreno del do­ minio eminente del Estado, susceptible de apropia­ ción, privada mediante ocupación acompañada del trabajo, o de la adquisición de bonos del Estado. balsería. f. Pan. Festividad anual de los indios guaymíes en la que usan, como arma arrojadiza y para vencer al contrario, estacas de madera de balsa. banano. ..• 11 1 bis. Fruto de esta planta. barbacoa••.• 11 6. [Enmienda.] Guat. y Méj. barrial. •.. 11 2. [ Enmienda.] Se suprime ant. barrido, da•.•. 11 4. Fís. Proceso por el que un dispo- 320 TEXTOS y DOCUMENTOS BAAL, XLV, 1980

sitivo explora sistemática y repetidamente un área o un espacio reconociéndolos punto por punto para transformar la imagen de cada uno de ellos en se­ ñales eléctricas transmisibles a distancia, que, a su recepción, por otro proceso inverso y similar, se con­ vierte en imágenes. Es el fundamento de la televi­ sión, el radar, el microscopio de barrido, etc. 11 5. Proceso automático por el que se miden secuencial y repetidamente las diversas magnitudes de un sis­ tema, para controlarlas. Es el que, por 'ejemplo, rea­ liza el piloto automático de un avión. basal...• 11 2. [Enmienda al Suplemento.] Segmento de la base de la aleta de los peces. batán.... 11 3 bis. Col. Tienda o lugar donde se venden productos toscos de lana. 11 3 ter. colecto Col.Pro­ ductos toscos de lana como mantas, cobijas, colcho­ nes, ruanas, etc. bemba.... [Añádese.] y Pan. ·biche. adj. Col. y Pan. Dícese de lo que no ha logrado su plenitud o culminación. Aplícase especialmente a los frutos. bijao. (Del taíno bihao.) f. Ant., Col., Pall. y Venez. m. Planta de lugares cálidos y húmedos, de hojas simi­ lares a las del plátano, largas hasta de un metro, que se usan para envolver especialmente alimentos, así como para fabricar techos rústicos. billamarquín. (Del fr. dlebrequin.) m. Col. Berbiqu~. billetera y billetero. [Pasan a ser un solo artículo.] billetero, ra. m. y f. Cartera pequeña de bolsillo para llevar billetes de banco. 11 2. Pan. Persona que se dedica a vender billetes de lotería. 11 S. P. Rico. Per­ sona que lleva la ropa con remiendos. BAAL,XLV, 1980 TEXTOS y DOCUMENTOS 321 biogeografía. f. Parte de la biología que se ocupa de la distribución geográfica de animales y plantas. bipedaciÓll. f. Ambulación en que el hombre emplea . las dos extremidades inferiores v los animales sus dos patas o las dos extremidades posteriores. bocín .•.• 11 3. m. Col. Anillo de hierro que se coloca a flor de tierra en los campos de juego del turmequé. bohordo••.. 11 4. [Enmienda.] Bot. Tallo herbáceo y sin hojas que sostiene las flores y el fruto de algunas amarilidáceas como el agave, liliáceas como el li­ rio, etc. bola•••. 11 13 bis. Col., Guat. y Pan. bulo, infundio con fines interesados. JI correr la bola. expr. fam. Guat. Divulgar noticias inquietantes. 1I parar o poner bolas. fr. fig. y fam. Col. Poner o conceder atención a lo que dice o quiere una persona. bolillo.••• 11 5 bis. Col. Útil cilíndrico, de unos cin­ cuenta centímetros de longitud, que los agentes de la policía usan como signo de autoridad. bollo ..•. 11 3. Pan. Pasta de maíz tierno. bombo. •.. 11 con bombo, o con bombos y platillos. [Enmienda.] loco adv. a bombo y platillo. borda 2. [Enmienda.] Choza o cabaña que, en el Piri­ neo, sirve para albergue de pastores. y ganado. botaina. f. Ant. y Col. Vaina de cuero, acolchada con lana o algodón, quc se coloca sobre los espolones del gallo de pelea para que no hiera al adversario. botana.•.. 11 2. Cuba y Méf. botaina, vaina que se co­ loca sobre los espolones del gallo de pelea. brocha l .... 11 dar brocha.... li 1 bis. Pan. dar coba. ir ser uno muy brocha. fr. fig. Y fam. Col. Ser muy burdo, inculto, grosero. buitrón...• 11 6. m. Col. chimenea, salida de humos. 11 322 TEXTOS y DOCUMENTOS BAAL,XLV, 1980

7. Col. Cenicero de los hornos de cocer el pan, ca­ lentados con leña. burebano, na. adj. Natural de la comarca burgalesa de La Bureba. Ú.t.c.s. 11 2. Perteneciente o relativo a esta comarca. burrCi:"' ..• 11 4 bis. mona J, juego de naipes. buseta. (De bus.) f. Col. Autobús pequeño. butüarra.•.. 11 S. Col. y Pan. longaniza, embutido a base de carne de cerdo. cabreo '. m. Acción y efecto de cabrear o cabrearse. cacaxtle. ..• [Enmienda.] m. Guat. y Mé;."· . .. cacota. f. Col. Residuos que quedan después de desce- rezar el café. cachetada. ... [Enmienda.] y Guat. . .. cachetón.... [Enmienda.] Col., Chile y Guat. cachiqueI. adj. Aplícase a una parcialidad indígena que habita el oriente de Guatemala. Ú.t.c.s. 11 2. Pertene­ cient.e o relativo a estos indios y su idioma. 11 S. m. Lengua que habla esta parcialidad de la familia maya. cadejo.... 114. Amér. Central. Animal fantástico que, en la tradición popular, se aparece a algunas personas para asustarlas o llevárselas. cajeta l •••• 11 4. [Añádese.] y Guat. cakchiqueI. adj. cachiqueI. caliente••.. 11 1 bis. Hablando de habitaciones, vesti­ duras, etc., que proporcionan calor y comodidad. 11 ... 11 en caliente. [Enmienda a la primera acepción.] . m. adv. Hacer o resolver algo inmediatamente, sin ningún atraso que haga perder oportunidad crono­ lógica a la acción. 11 estar caliente. [Enmienda.] Sentir apetito sexual las personas o animales. 11 ser caliente. loe. Hg. Ser lujurioso, muy propenso al apetito sexual. BAAL, XLV, 1980 TEXTOS y DOCUMENTOS 323 camagüe. m. Guat. camagua. cana. f. vulgo Col. Cárcel. cantamañanas. m. fam. Persona ligera, insustancial, de poco crédito. caraba (ser la). fr. fam. ponderativa en cualquier sentido. carbonilo. m. Quím. Radical formado por un átomo de carbono y otro de oxígeno. Símb.: CO. carboxilo. m. Quím. Radical que caracteriza a los ácidos orgánicos. Símb.: COOH. carló. {Enmienda.] m. Vino tinto que se produce en va­ rios lugares, así llamado por ser imitación del de Be­ nicarló, al norte de Castellón de la Plana. carlón. [Enmienda.] m. And. y Argent. carló. carretero. ". 1I como un carretero. loco adv. que, con ciertos verbos (hablar, jurar, portarse, etc.), indica que la acción se realiza con extremada tosquedad. casta. . .. [Enmienda a la 1~ acepción.] f. Ascendencia o linaje. castellanizar. . .. 11 2. Guat. Enseñar la lengua castellana a los indígenas. catrín.... [Añádese.] y Guat. caula.•.• [Añádese.] y Guat. cenote. [Enmienda.] (Del maya tzonot, pozo, abismo.) m. Depósito de agua manantial, que se halla en Yu­ catán (Méjico) y otras partes de América, general­ mente a relativa profundidad, en una caverna. cenoro. (Voz formada con el gr. xOtvÓC;, común, y oUQá, cola.) m. Zool. Tenía de la especie Coenurus cerebra­ lis, cuyos quistes o cisticercos provocan en el ganado lanar la. enfermedad llamada modorra. cenzonte.... [Añádese.] y Guat. cereza••.. 1I 1 bis. Centro Amér., Col., Cuba, Pan. y P. R,ico. Cáscara del grano del café. cibucán. [Enmienda.] (Voz antillana.) 324 TEXTOS y DOCUMENTOS BAAL, XLV,1980 cliserie. (De clima y serie.) f. Distribución de especies o asociaciones vegetales que se suceden en función de la altura del terreno. coana. (Del gr. yoávlJ, embudo de fundidor.) f. Biol. Cada uno de los orificios nasales internos que comunican el tramo respiratorio con el tramo deglutorio del apa­ rato digestivo. colombicultura. f. colombofilia, deporte dedicado a la cría, adiestramiento, etc., de palomas. colombofilia. f. Técnica de la cría de palomas mensaje­ ras. 11 2. Deportivamente, afición a poseer, criar, adies_ trar, etc., palomas. colombófilo, la. . .. [Enmienda.] adj. Perteneciente o re­ lativo a la afición o dedicación a la colombofilia. comal.... [Añádese.] y Guat. comején. [Enmienda.l Del arahuaco de las Antillas, co­ mixén. condicionamiento. m. Acción y efecto de condicionar. I! 2. Limitación, restricción. Ú .m. en pI. conscripto.... 11 2. [Añádese.] Col. constricción.... [Enmienda.] f. Acción y efecto de cons- treñir. covacha. .,. 11 2. Vivienda pobre, insalubre e incómoda. cristianeria. f. Condición de cristiano. Ú. a veces con sen­ tido irónico. 11 2. Conjunto o barrio de cristi~nos. cruceiro. Unidad monetaria del Brasil. cuenta•. ,. ¡1 a cuenta. m.· adv. Dícese del anticipo o préstamo que serán deducidos a quien los recibe cuan­ do se proceda a la liquidación de su cuenta. Todos los meses pide tina cantidad A CUENTA. Le han anticipado veinte mil pesetas A CUENTA de la paga extraordinaria. cuentista. ... [Como la ll! acepción.] Persona que pro­ pala de una parte a otra, cuentos, chismes, infundios, (>tc. 11 2. [La actualllJ. acepción.] 11 3. fam. El que por BAAL, XLV, 1980 TEXTOS y DOCUMENTOS 325

vanidad u otro motivo semejante exagera o falsea la realidad. cuna 2. adj. Dícese de una parcialidad de indios que ha­ bita en algunas regiones de Panamá y Colombia. ú.t.c.s. 11 2. m. Lengua de estos indios. curandero, ra. . •• [Enmienda.] Persona que sin ser mé­ dico ni pretender parecerlo, ejerce prácticas curativas empíricas o rituales. 1/ 2. Por ext., persona que ejerce la medicina sin título oficial. chachal•..• " 2. Guat. Collar de origen indígena con di­ versos adornos, especialmente monedas. chaquira.... // 2. Pan. Cuello postizo como adorno feme­ nino, hecho con abalorios de diversos colores. chipilín 2• m. Guat., Méi. y San Salvador. Planta de la especie Crotalarla vitellina, leguminosa herbácea, que se mezcla con masa para hacer los llamados tamalitos de chipilín, típicos de Tabasco y Guatemala. chivato, tao ••• 1/ 4. Pan. Fantasma de la superstición po­ pular en forma de chivo, cuyos ojos despiden llamas y que representa al demonio. chompa. f. Argent., Bol., Col., Chile, Ecuad., Par., Perú y Urog. Chaqueta o prenda análoga de lana u otro tejido, que cubre el torso. chulada. • •• // 3. chulería, conjunto de chulos. chulería. ... " 4. chulada. chullo,lIa. [Enmienda.] Col. y Ecuad . ... chuncho. [Enmienda a la etimología.] (Del quechua cnunchtJ, salvaje.) chupa l •••• [Enmienda.] Parte del vestido que cubría el tronco del cuerpo, aveces con faldillas de la cin­ tura abajo y con mangas ajustadas; se ponía general­ mente, incluso en trAje militar, debajo de la casaca. 1/ 1 bis. Usábase también sin casaca, y así se generalizó 326 TEXTOS y DOCUMENTOS HAAL. XLV. 19140

después como traje menos solemne, más sencillo () más modesto. il 1 ter. Chaqueta, chaqUl,tilla. chuyo, ya. [Enmienda a la ficha de 2.5 de mayo de 19¡9.] (Del quechua chullu, remojar.) dar.... [Se suprimen.] 11 ¡dalle, dalle!; peor es urgalle. y 11 ¡dalle que dalle! deglutorío, ría. adj. Perteneciente o relativo a la deglución. dejar. . .. 11 13 bis. prestar, entregar a alguien temporal­ mente, para que lo use, dinero o alguna cosa. descapitalización. f. Acción y efecto de descapitalizar o descapitalizarse. 11 2. Empobrecimiento histórico, so-

o cial o cultural de una comunidad. descapitalizar. tr. diastema. m. Zool. Espacio más o menos ancho en la en­ da de muchos mamíferos (roedores, equinos y ru­ miantes, entre ellos), que separa grupos de piezas den­ tarias. didascalia. (Del gr. btbaaxalía, enseñanza, instrucción.) f. En el teatro de la antigua Grecia, instrucción verbal dada por el poeta a los actores, que entre los latinos se reemplazó por unas notas escritas a la cabeza del libreto. didascálico, ca. ... 1i 2. Ret. didáctico, referido especial­ mente a poemas. Poesía DIDASCÁLICA. discoteca•... 11 3. Local público para bailar y consumir bebidas, donde se emite casi ininterrumpidamente música ligera de la colección de discos que posee. disecar. .•. 11 3. [Enmienda.] Preparar una planta para que se conserve a fin de ser estudiada. dispersi6n. • .• 11 3. Quím. Fluido que contiene uniforme­ mente repartido en su masa un cuerpo en solución o en estado coloidal. disyunci6n. •.. 11 3. Fil. Separación de dos cosas, cada una de las cuales está referida a la otra. BAAL, XLV, 1980 TEXTOS y noCllMENT()S 327 drepanocitosis. (Del gr. bQÉltuvoV, hoz, Xí'TOt;, célula y -osis.) f. Pat. Enfermedad hereditaria, que se presenta prin­ cipalmente en individuos de raza negra y se l'aracte­ riza por disminución de los glóbulos rojos, los cuales, en su mayoría tienen forma de hoz. Está originada por la presencia de una hemoglobina anormal. eco- • (Del gr. olxo¡;.) Elemento compositivo que entra en la formación de algunas palabras españolas con el significado de "casa". ecología. [Enmienda a la etimología.] (De eco~ y logía.) economía. [Enmienda.] (Del lato oeconomia, ... ) ecosistema. (De eco- y sistema.) m. Comunidad de los seres vivos cuyos procesos vitales se relacionan entre sí yo se desarrollan en función de los factores físicos de un mismo ambiente. ecosonda. (De eco y sonda.) ... embestir. [Enmienda a la etimología.] (Probablemente del italiano investire, y este del lat. investire, investir, rodear.) tr. [Se añade al final de la 11! acepción:] Fre­ cuentemente se dice de algunos animales que topan. El toro EMBISTIÓ. El camión EMBISTIÓ contra la pared. Ú.t. en sent. Hg. I! ... 11 2 bis. Mar. Venir un barco contra otro o dar sobre la costa o un bajo, bien de manera intencionada; bien arrastrado por el viento o las aguas 11 2 ter. Mil. Atacar una plaza, una tropa, una posición, etc. A veces, como tecnicismo antiguo, equivalente a sitiar una plaza o fortaleza. 11 3. [ En­ mienda.] intr. Hg. arremeter, arrojarse con presteza. encanarse. intr. Col. En el lenguaje del hampa, ingresar en la cárcel. encimar. •.. [Enmienda a la 1'" acepción.] Poner. en alto una cosa o persona; ponerla sobre otra. 11 4 bis. Chüe. Alcanzar la cima de un monte o cerro. 11 5 328 TEXTOS y DOCU~TOS BAAL, XLV, 1980

prnl. [Enmienda.] Elevarse o levantarse a mayor al­ tura que otra persona o cosa, o sobre ella. 11 6. Echar­ se contra algo o alguien, acosarlo. enrocar. [Enmienda al Suplemento.] ... " ú.t.c.prn!.. envarado. m. Perú. Autoridad de las comunidades indíge• nas cuya misión es ejercer funciones municipales y componer amigablemente las diferencias. envarado, da. p.p. de envarar. 1i 2. adj. Dícese de la per­ sona estirada, orgullosa. Ú.t.c.s. epigeo, a. (Del gr. fltlynlO:;, que está sobre. la tierra.) adj. Bot. Dícese de la planta o de alguno de sus órganos que se desarrolla sobre el suelo. erógeno, na. (Del gr. E(?W:;, amor, y el elemento composi­ tivo -geno.) adj. Que produce o es sensible a la exci­ tación sexual. erotógeno, na. adj. erógeno; escáner. (Del inglés scanner, el que explora o registra.) m. Med. Aparato tubular para la exploración radio­ gráfica, en el cual la radiación es enviada concéntri­ camente al eje longitudinal del cuerpo humano. Reco­ gida esta radiación a. su salida del cuerpo por un sistema de detectores circularmente dispuestos, y or­ denada .mediante un computador la información así recibida, el aparato permite obtener la imagen com­ pleta de varias y sucesivas secciones· transversales de la región corporal explorada. escapo•••• 11 2. [Enmienda.] Tallo herbáceo, florífero, sin . hojas, que arranca "de la parte baja del vegetal y lleva las flores en su ápice. estado.••• 113. [Enmienda.] (Se suprimen los eiemplos.) 113 bis. estado civil. 11 ... 11 15 bis. Fís. Cada uno de los posibles grados de ~gregación de moléculas de un cuerpo. ESTADO sólido, líquido, etc. 11 ., 1I civil.•.• BAAL, XLV, 1980 TEXTOS y DOCUMENTOS 329

" 2. Situación de soltería, matrimonio, viudedad, etc., de un individuo. estanquidad. [Errata. ] Léase estanqueidad. eurasiático, ca. ..• " 2. Mestizo de europeo y asiático, especialmente en la India, Ceilán, Indochina, etc. exa-: Elemento compositivo inicial de nombres que sig­ nifican el trillón de veces (lOIB)de las respectivas uni­ dades. Su símbolo es E. faena•••• " de aliño. Taurom. La que realiza el espada, sin adornos ni intención artística, para preparar el toro para la suerte de matar. fiebre.... " recurrente. La que reaparece después de in­ termisiones. Cualquiera de un grupo de enfermeda­ des· producidas por algunas especies de espiroquetas inoculadas por piojos o por garrapatas y que se carac­ terizan por accesos de fiebre seguidos de apirexia. finta 2. [Enmienda a la etimología.] (Del ital. finta, p.f. de fingere, fingir.) ... !, 3. Por ext., amago, engaño, etc., en deportes, lucha, vuelos, etc. fintear. intr. Amb. Hacer fintas, amagar. floculación. f. Quím. Proceso por el cual una substancia dispersa coloidalmente se separa del líquido que la contiene en forma de partículas discretas, y no como masa continua. flocuIar. (Del lato flocCtls, fleco.) intr. Producirse una floculación. . fraile•••• [Enmienda a la 11! acepción.] Nombre que se da a los religiosos de ciertas órdenes, ligados por votos solemnes. fratria. ... " 3. Conjunto de hijos e hijas de una misma pareja. frenología ...•. [Enmienda.] f. Doctrina psicológica de F. J. Gall, según la .cual las facultades psíquicas están 330 TEXTOS y DOCUMENTOS BAAL, XLV, 1980

localizadas en zonas precisas del cerebro y en corres­ pondencia con relieves del cráneo. El examen de és­ tos, según pretendía su fundador, permitiría recono­ Cflr el carácter y aptitudes de la persona. fuga ...• 11 de cerebros. Emigración de numerosas per­ sonas destacadas en asuntos científicos, culturales o técnicos al extranjero, para ejercer allí su profesión, con grave quebranto de las necesidades de un país. garnmaglobulina. f. Fisiol. y Quím. Globulina del suero sanguíneo, agente principal de la prolliedad de opo­ nerse a la acción biológica de los antígenos. gancho...• 11 10. [Se añade al final de la definición.] Aquella mu;er tenía mucho GANCHO. 11 •. , 11 tener gancho. [Enmienda.] fr. Hg. Y fam. Se dice de la persona que dispone de cualidades persuasivas, habi. lidad, atractivo personal, etc. garra.•.. 11 tener garra. fr. Hg. y fam. Disponer una per­ sona o cosa de cualidades de convicción, captación o persuasión. 11 2. Ejercer una persona o cosa un fuerte poder de atracción, convicción o persuasión. garrocha. ..• [Enmienda a 'la 27- acepción.] ... Hera. Se emplea especialmente en el acoso y derribo a caballo, de reses bravas y en faenas camperas de apartado y conducción de ganado vacuno. gel. (De gelatina.) Estado que adopta una materia en dispersión coloidal cuando flocula o se coagula. 11 2. Producto cosmético en estado de gel. globulina. f. Fisiol. y Quím. Proteína vegetal y animal, de mayor peso molecular que las albúininas y de distintas propiedades eléctricas, insoluble en el agua y soluble en disoluciones diluidas de cloruro sódico. Forma parte de la composición del suero sanguíneo. guaimí. adj. Aplícase a una comunidad indígena que ha- BAAL, XLV, 1980 TEXTOS y DOCUMENTOS 331

bita en Panamá. Ú.t.c.s. 11 2. Perteneciente o relativo a estos indios. 11 3. m. Lengua que hablan estos indí• genas. guaimíes. adj. pI. Pan. Aplícase a una tribu de indígenas que habitan en las provincias 'de Chiriquí, Veraguas y Bocas del Toro, en Panamá. güisquil. m. Amér. Central y Mé¡. chayote. guripa. (Del gitano kuripen.) m. soldado, que sirve en la milicia. 11 2. golfo 2, pillo. 11 3. guardia, persona que mantiene el orden. hábito•••• [Enmienda a la 7'" acepción.] Vestido talar propio de los eclesiásticos y que usaban los estu­ diantes ... 11 de penitencia. [Enmienda.] El que im­ ponía o mandaba traer por algún tiempo quien tenía potestad ... 11 hábitos corales. Los que llevan los sacerdotes en determinados actos de culto, compues­ tos de sotana, roquete y muceta. haquitía. f. Dialecto judeoespañol hablado en Marruecos. hemisférico, ca. adj. De forma de hemisferio. 11 2. [En­ mienda.] Perteneciente o relativo a un hemisferio. hemisferio•••. 11 1. Geogr. Mitad de la superficie de la esfera terrestre, dividida por un círculo máximo, de preferencia el Ecuador o un meridiano. 11 ... 11 con­ tinental. Geogr. Aquel que encierra la mayor parte de las tierras y cuyo polo se sitúa aproximadamente en el norte de Francia.... 11 oceánico. Geogr. Aquel constituido principalmente por mares, cuyo polo está cerca de Nueva Zelanda. hemolítico, ca. adj. Pat. Relativo a la hemólisis. herbolario, ria. '" 1I 5. Tienda en que se venden plan­ tas medicinales. hermafrodita•..• 11 2. [Enmienda al Suplemento.] DÍ­ cese de la persona con tejido testicular y ovárico en 332 TEXTOS y DOCUMENTOS BAAL, XLV, 1980

sus gónadas, lo cual origina anomalias somáticas que le dan la apariencia de reunir ambos sexos. heroína. ... 11 4. Droga obtenida de la morfina, en for­ ma de polvo cristalino blanco y amargo, con propie­ dades sedantes y narcóticas; también es adictiva. heteronimia. (De heterónimo.) f. Ling. Término de la lingüística general utilizado para designar el resulta~ do de un feQómeno· diacrónico por el que parejas o estructuras dobles de acusada proximidad semántica proceden de étimos diferentes: por eje~plo toro-vaca. heterónimo. (De hetero- y el gr. ovo¡m, nombre.) m. Ling. Cada uno de los elementos que constituyen una heteronimia en una lengua determinada. hidrópata. [Enmienda.] m. Med. Se dijo del que profe­ saba la hidropatía, en el sentido de hidroterapia. 11 2. El que padece una afección hidropática. hidropatía•.•• [Enmienda.] f. Med. hidroterapia. 11 2. Afección morbosa producida por el agua o el sudor. hilo. ... 1I de alcarrefo. Pan. hilo de acarreto. hipogeo, a. ••• 11 3. Bot. adj. Dícese de la planta o de algunos de sus órganos que se desarrollan bajo el suelo. hoz l. ••• 1I l. [ Enmienda. ] ... con dientes o con filo por la parte cóncava, ... huelga. .•• 11 de celo. La que se practica aplicando es­ trictamente las disposiciones reglamentarias, de tal manera que los servicios resultan extraordinariamen­ te retrasados. huevón, na. adj. vulgo fam. Amér. Lento, tardo, bobali­ cón, ingenuo. O.t.c.s. !I 2. Méi· Y Niear. Animoso, valiente. huisquil. m. Amér. Central y Méi. chayote. hordaDo, Da. adj. Natural de Las Hurdes. O.t.c.s. 11 2. RAAL, XLV, 1980 TEXTOS y DOCUMENTOS 333

Perteneciente a este territorio situado al norte de Cáceres. incidir l. ••• 11 2 bis. repercutir, causar efecto una cosa en otra. indio, dia.•.. 11 subirsele a uno el indio. fr. Hg. Amér. montar en cólera, emberrincharse, airarse. . inmigrar •.•• 11 2. Por ext., instalarse los animales en un territorio, trasladándose desde otro. inmueble. •.• 11 2. m. Casa o edificio. inmunología. f. Med. Conjunto de los conocimient~s científicos relativos a la inmunidad biológica. inmunológico. adj. Perteneciente o relativo a la. inmu­ nología. inmun6logo, ga. m. y f. Persona que cultiva la inmuno­ logía o tiene especiales conocimientos de ella. instrumentista•.•• I! 3. Cir. como Persona que cuida del instrumental y lo proporciona al operador durante la intervención. intelectualizar. tr. Dar o atribuir forma o contenido inte­ lectual o racional a algo. 11 2. Tratar o analizar inte­ lectualmente. interrumpir. ••. [Enmienda al Suplemento.] Cortar la continuidad de una cosa ... jagüel. m. Amér. Merid. jagüey. jerarca. ••• 11 2. como Persona que tiene elevada catego­ ría en una organización, empresa, etc. jiné. (Del muisca fine.) m. Col. En el lenguaje rural, cada una de las tres piedras del hogar. jurdano, na. [Enmienda.] adj. hurdano. lacandón. adj. Aplícase a una comunidad indígena que habita Chiapas y.Guatemala. Ú.t.c.s. 11 2. Pertene­ ciente o relativo a estos indios y su idioma. 11 3. m. Lengua de la familia maya que hablan estos indios. ladino, na. ••• 11 2. [Enmienda.] Decíase del que ha- 334 TEXTOS y DOCUMENTOS BAAL, XLV, 1980

bIaba con facilidad alguna o algunas lenguas además de la propia. 11 3. Centro Amér. mestizo. 11 4. Centro Amér. Mestizo que solo habla español. 11 5. [La actual 39.] 11 6. [La actual 4(1.] 11 7. [La actual 511.] 1I 8. FilaZ. Lengua religiosa de los sefardíes; es calco de los textos bíblicos hebreos y se escribe con letras latinas o con caracteres rasíes. 11 9. Filal. Dia­ lecto judeoespañol de Oriente. lamber••.. [Enmienda.] ... Ú. en Amér., Can., Enr., León y Sal . ... lambión. adj. León. Goloso. lamerón, na. (De lamer.) adj. Goloso, aficionado al dul­ ce. 11 2. fig. Adulador. laminero, ra. [Enmienda.] (De lamín.) . larguero. '" 11 3 bis. Palo superior, horizontal, de la portería del fútbol y otros deportes. leche. ... 11 1 bis. En lenguaje grosero, semen humano. • .. 11 mala leche. loco fig. Mala intención o mal ca­ rácter; úsase a veces en la locución de mala leche. leperada. f. Méi. Villanía, acción propia del lépero. 11 2. Dicho o expresión obscena. leucocitosis.... [Enmienda.] f. Med. Aumento del nú­ mero de leucocitos en la sangre circulante, ya fisio­ lógico, como después de la comida o en el emba­ razo, ya patológico, como en muchas enfermedades, pI"incipalmente en las infecciosas. linfocito. '" [Enmienda.] Célula linfática, variedad de leucocito, originada en el tejido linfoide o la médula ósea 'y formada por un núcleo único, grande, rodeado de escaso citoplasma. Interviene muy activamente en la reacción inmunitaria. -lisis. (De gr. AlÍOl~, disolución.) Elemento compositivo que entra pospuesto en la formación de algunas voces es- BAAL, XLV,1980 TEXTOS y DOCUMENTOS 335

pañolas con el significado de "disolución", "destruc­ ción". madraza. (Del ár. madraza, escuela superior.) f. Escuela musulmana de estudios superiores. mahón.... [Enmienda a la 1'" acepción.] m. Tela fuerte y fresca de algodón escogido, de diversos colores, que primitivamente se fabricó en la ciudad de Nan­ quín, en China. malaleche. como fig. Persona de mala intención o de mal carácter. maluco 1, ca•••• [Enmienda.] Natural de las islas Malu­ cas o Molucas. Ú.t.c.s. 11 2; Perteneciente o relativo a estas islas de Indonesia. mandaniás..•. [Enmienda.] como maquís o maquis. (Del fr. maquis, designación del lugar de refugio de la resistencia político-militar en la Se­ gunda Guerra Mundial.) como Persona que, huida a los montes, vive en rebeldía y oposición armada al sistema político establecido. 11 2. La misma organiza­ ción de esa oposición. mar•.•• 11 de fondo. fig. Inquietud o agitación más o me­ nos latente que enturbia y dificulta el curso de un asunto cualquiera. marranada. [Enmienda.] f. Cosa sucia, chapucera, repug­ nante. 11 2. [La actual acepción 1<'.] marras. •.. 11 de marras. [Enmienda.] loe. adj. fam. que complementando a un substantivo, significa con hu­ mor o desprecio que lo significado por éste es cono­ cido sobradamente. Ha contado mil veces la aventu­ ta DE MARRAS. Vino a verte el individuo DE MARRAS. 11 lo de marras. loe. familiar con que se designa des­ pectivamente o humorísticamente a algo consabido por el hablante y el oyente, ahorrando la necesidad de aludirlo explícitamente. 336 TEXTOS y DOCUMENTOS BAAL, XLV,1980 masacre. (Del fr. massacre.) f. Matanza de personas por lo general indefensas. mayoreo. m. Venta por mayor. mecapal.... [Añádese.] y Guat. mecate•... [Añádese.] y Guat. medio.... 11 medio ambiente. medio, conjunto de cir­ cunstancias físicas, culturales, morales, económicas, etc., que rodean a las personas, o, en su caso, a otros seres vivos, y a las cosas. memeches (a). m. adv. Guat. A la espalda; forma de lle­ var las mujeres indígenas a los niños, sujetos en la es­ palda con el rebozo, manta, etc. memoria.... 11 ,11 bis. Libro o relación escrita en la que el autor narra su propili. vida o acontecimientos de ella. mensú. m. Argent. mensual, obrero asalariado. mensual. ... 11 3. m. Argent. Asalariado o peón agrícola ganadero que cobra un sueldo fijo' por meses. metate. ..• [Añádese.] y Guat. metepatas, como Persona que mete la pata; inoportuno, indiscreto. minusvalía. f. Disminución del valor de una cosa. minusválido, da. adj. Persona incapacitada de nacimien­ to o por lesión o accidente, para ciertos trabajos, mo­ vimientos, deportes, etc. Ú.t.c.s. miope. ... [Enmienda.] adj. Dícese del ojo o del indivi­ duo afectQ de miopía. Vulgarmente se llama corto de .vista. Ú.t.c.s. I1 2. Hg. Corto de alcances o de miras. miopía. [Enmienda.] f. Med. Defecto de la visión, en la cual los rayos luminosos procedentes de objetos si­ tuados a una distancia no muy corta del ojo forman un foco antes de llegar a la retina. Vulgarmente se llama vista corta. 11 2. Hg. Cortedad de alcances o de miras. BAAL, XLV, 1980 TEXTOS y DOCUMENTOS 337 mochuelo l •••• 11 2. Hg. Y fam .... echarle, sacudirle, o tocarle a uno el mochuelo. 11 ... 11 cada mochuelo a su olivo. [Enmienda.] ... en el puesto que le co­ rresponde. modorra ...• [Enmienda.] f. Somnolencia, sopor profun­ dos. 11 1 bis. Sueño muy pesado y, a veces, patológico. 11 ... 11 4. Veter. [Enmienda.] Aturdimiento patológi• co del ganado lanar, producido por los cisticercos de los cenuros que se alojan en el cerebro y que pueden alcanzar gran tamaño. modorro, rra. [Enmienda a la etimología.] (Voz indígena, afín al vasco modorr.) adj. [Enmienda.] Que sufre .de modorra. monje •... 11 2. [Enmienda.] Individuo de una de las ór• denes religiosas que está sujeto a una regla común, y vive en monasterios. monte..•• 11 echarse al monte. fr. andar uno a monte. mozárabe..•. [Enmienda a la 1~ acepción.] adj. como Individuo de las minorías hispánicas que, consentidas por el derecho islámico como tributarias, vivieron en la España musulmana hasta fines del siglo XI conser­ vando su religión cristiana e incluso su organización eclesiástica y judicial. Ú. t.e.s. 1I 2. Individuo de las mismas comunidades que fueron emigrando a los rei­ nos cristianos del Norte, llevando consigo elementos culturales musulmanes. Ú.t.c.s. 1I 3. Individuo de la comunidad toledana de ese tipo, mucho tiempo sub­ sistente, que ha podido por especial privilegio conser­ var la vieja liturgia visigótica frente a la romana, in­ troducida en España por los monjes cluniacenses. Ú.t.c.s. 11 4. [Enmienda ~ la ~ acepción.] Dícese de todo lo relativo o perteneciente a las comunidades antedichas. 11 5. [Enmienda a la 3'1- acepción.] Aplíca• se con mayor o menor exactitud a la lengua romance, 338 ,TEXTOS Y. DOCUMENTOS BAAL, XLV, 1980

heredera del latín vulgar visigótico, que, contamina­ da de árab~, era hablada por cristianos y musulmanes en la España islámica, bilingüe hasta muy entrado el siglo XII, y a algunas de sus manifestaciones literarias por ejemplo, las jarchas). Esta lengua ha tenido bas­ tante influencia en los arabismos pasados al español y en la toponimia peninsular. multifamiliar. m. Amér. Edificio de varias plantas, con numerosos apartamentos, cada uno de los cuales está destinado para habitación de una fam~~ia. O.t.c.s. mundano. ... 11 2 ter. Que frecuenta las fiestas y reu­ niones de la buena sociedad. narina. f. Bíol. Cada uno de los orificios nasales externos. navajero, ra. adj. Que usa la navaja habitualmente con propósitos delictivos. O.t.c.s. 11 2. fig. Col. Aplícase a la persona muy I;J.ábil en alguna cosa. nefelibata. (Del gr. vÉIpO~, nube, y f'a1iro, salir, cubrir.) como fig. El que anda por las nubes. nistagmo. (Del gr. VlJa'taYl1ó~, acción de adormilarse.) m. M oo. Oscilación espasmódica del globo ocular aIre­ (Jedor de su eje horizontal o de su eje vertical, produ­ cida por determinados movimientos de la cabeza o del cuerpo y reveladora de ciertas alteraciones ­ lógicas del sistema nervioso o del oído interno. noema. (Del gr. vór¡¡.w.) m. Fil. Pensamiento como con­ tenido objetivo del pensar, a diferencia del acto in­ tencional o noesis. Es término frecuente en la feno­ menología. noemático, ca. adj. Referente al noema. noesis. (Del gr. vÓTJa~.) f. Fil. Visión intelectual, pensa­ miento. 11 2. En fenomenología, acto intencional de intelección o intuición. noético. adj. Referente a la n~sis. obsolescencia. (Del ingl. obsolescence, y éste del lat. oh- BAAL, XLV, 1980 TEXTOS y DOCUMENTOS 339

solescere, envejecer.) f. Tendencia a caer en desuso publicaciones científicas, rituales, etc. occidente. • •• 1i 2. [Enmienda.] Lugar de la esfera celes­ te o región de la Tierra ... 1I 3. [Enmienda.] Conjunto de naciones de la parte occidental de Europa. [Se su­ prime lo que sigue.] !1 4. Hg. Conjunto de paises de varios continentes, cuyas lenguas y culturas tienen su origen principal en Europa. oraje. [Enmienda a la etimología.] (De las formas cato prov. y fr. de lato °auraticum.) ... 11 2. Estado del tiempo, temperatura, etc. ordalía. [Enmienda.] f. Medio de averiguación o prueba, usado por algunos pueblos primitivos, en la Edad Me­ dia europea y aun posteriormente, fundado en la apli­ cación ritual de prácticas destinadas a establecer la certeza, principalmente con fines judiciales; una de sus formas es el juicio de Dios. organismo. •.• 11 1 bis .. Ser viviente. pacaya.... [Añádese.] y Guat. pardo, da•..• 11 6. [Enmienda.] Amér. mulato, mestizo de negra y blanco, o al contrario. pascalio. (De Blas Pascal, sabio francés.) m; Unidad de medida equivalente a la presión uniforme quc ejerce una fuerza de un newton sobre la superficie plana de un metro cuadrado. pata...• 11 pata de cabra. ••. 11 2. pie de cabra. patojo, ja .... 11 2. Guat. m. y f. niño, ña. peonía ' .••. [Enmienda a la 1~ acepción.] saltaojos, plan­ ta de la familia de las ranunculáceas (Peonía offici­ nalis), de gra~des flores rojas o rosáceas, propia de lugares húmedos y laderas montañosas; con frecuen­ cia se la llama a esta flor rosa albardera o de ponía. Se cultiva como ornamental. petardo••.• 11 2 bi~. Col. Bolsa pequeña de papel, cerra- 340 TEXTOS y DOCUMENTOS BAAL, XLV, 1980

da y aplanada, que contiene pólvora y se coloca en el borde del bocín para que explosione al caer el tejo encima, en el juego del turmequé. 11 ser uno un petardo. Col. fr. Hg. y fam. Ser uno causa de deten­ ción, embargo o suspensión de la acción. pie. ... 11 de fuerza. Tropas de un país. pietismo. [Enmienda.] Movimiento religioso protestante iniciado en Alemania en el siglo XVII, principalmente por Philipp Jakob Spener, como reacción vital y evan­ gélica contra el intelectualismo y el" "formalismo del luteranismo y el calvinismo ortodoxos. pirincho. (Del guaraní piririta.) m. Argent., Par. y Urug. Ave parecida a la urraca, trepadora, de plumaje ce­ niciento. Tiene las plumas del cuello y cabeza er­ guidas. plaga l •••• [Se añade como e;emplo en la acepción 5(1.] PLAGA de erratas. plaguero. (De plaga.) m. Jefe de equipo en los tratamien­ tos contra las plagas del campo. pliegue. . .. I! 3. Geol. plegamiento. población. ... 11 activa. Parte de la población de un país ocupada en el proceso productivo y por cuyo trabajo recibe retribución. porra. . .. 11 2 bis. Por ext., útil de forma análoga, de di­ versas materias, usado por algunos cuerpos encarga­ dos de vigilancia, tráfico, etc. " portugalujo, ja. adj. Natural de Portugalete, villa de la provincia vasca de Vizcaya. Ú.t.c.s. 11 2. Pertenecien­ te o relativo a esta villa. poste. ... 11 1 bis. Cada uno de los dos palos verticales de la portería del fútbol y de otros deportes. propiedad. ... 11 horizontal. [Enmienda.] La que recae sobre uno o varios pisos, ,", BAAL, XLV,1980 TEXTOS y DOCUMENTOS 341 protesta•.•• 11 2 bis. Juramento solemne de un alto dig­ natario al tomar posesión de su cargo. proyectivo, va. adj. Referente al proyecto o a la proyec­ ción. 11 2. Mat. Dícese de las propiedades que conser­ van las figuras cuando se las proyecta sobre un plano. 11 geometria proyectiva. Rama de la geometría que trata de esas propiedades. psicoanalista. adj. Dícese de la persona que se dedica al psicoanálisis. O.t.c.s. punta•••. 11 una punta de. Amér. loe. fam. que pondera la abundancia de algo. puntano, na. ... [Enmienda.] Perteneciente o relativo a la chIdad o a la provincia argentina de San Luis. 11 2. Natural de esa ciudad o provincia. O.t.c.s. putrescencia. (Del lato putrescere, corromperse.) f. Esta­ do en que se encuentra un cuerpo en vías de putre­ facción. quiché. adj. [Enmienda.] Aplicase a una parcialidad in­ dígena que habita el occidente de Guatemala. O.t.c.s. 11 2. Perteneciente o relativo a estos indios o su idio­ ma. 11 3. Se dice de la lengua que hablan estos indios, lengua de la familia maya. O.t.c.s. rasí. (De las iniciales de RAbbi Shelomo Ishaki, 1040- 1105, cuyos comentarios se imprimieron con este tipo de letra.) m. Alifato hebreo de tipos semicursivos, uti­ lizado frecuentemente para escribir textos sefardíes aljamiados. recurrir. •.• 11 5. Med. Reaparecer después de. intermi­ siones. redistribución. f. Acción y efecto de volver a redistribuir. redistribuir. tr. Distribuir algo de nuevo. 11 2. Distribuir algo de forma diferente a como estaba. redondo, da..•. 11 8. [Enmienda.] fig. Claro, sin rodeo, comp'leto. 342 TEXTOS y DOCUMENTOS BAAL, XLV,1980 religioso, sao ... 11 S. [ Enmienda.] Que ha profesado en una ol'den o congregación religiosa regular. reserva.... 11 nacional. Lugar o comarca destinada oficial­ mente a la protección y conservación del equilibrio ecológico. restorán. (Del fr. restaurant.) m. restaurante, ('stabll'd­ miento donde se sirven comidas. retropropulsión. f. Sistema de propulsión en que la fuer­ za que causa el movimiento se produ.ce por reacción a la expulsión hacia atrás de un chorro, generalmente de gas, lanzado por el mismo móvil. rial. m. Unidad monetaria de Irán. rival. ... [Enmienda.] como Quien compite con otro, pugnando por obtener una misma cosa o por supe­ rarle. rivalidad.... [Enmienda.] f. Calidad de rival. 11 2. Ene­ mistad producida por emulación o competencia muy vivas. rizar.... [Enmienda a la lf!. acepción.] tr. Formar ~n el pelo anillos o sortijas, bucles, tirabuzones, etc. O.t.c. prnl. 11 ..• 11 4. [Suprímese.] romanticismo.... [Enmienda a la lf!. acepción.] ... que prescindía de las reglas o preceptos tenidos por clá­ sicos. ronrón...• [Añádese.] y Cuat. rur. [lndice de abreviaturas.] rural. rural. . saltaojos. [Enmienda.] (De saltar y 0;0.) m. peonía. Plan­ ta de la familia de las ranunculáceas. salto. • •• 11 de la garrocha. El que da el torero apoyado en la garrocha de frente y por encima del toro. sentido. .•• 11 10 bis. intención, instinto dañino de algu­ nos animales. serbio, bia.... [Enmienda a la 2IJ acepción del Suple- 8AAL, XLV, 1980 TEXTOS y DOCUMENTOS :14:1

mento.] Perteneciente a esta región balcánica. inte­ grada en la actual Yugoslavia. seudohermafrodita. ... 11 femenino. El que tiene tejido ovárico y apariencia de varón. 11 masculino. El que tiene tejido testicular y apariencia de mujer. sicalipsis. (Del gr. aUKOV, higo,:, áAEL1jJIIO, acción de untar, frotar.) f. Malicia sexual, lascivia, picardía erótica. sicaJíptico, ca. adj. Perteneciente o relativo a la sicalipsis. sisal. m. Fibra flexible y resistente obtenida de. la pita y otras especies de agave, del Méjico árido y partes de América Central. sobornal•••• [Enmienda.] Peso que se añade a una car­ ga, !l uno de los tercios, con el fin de equilibrarla. sociedad. ••• 11 buena sociedad. [Enmienda.] Sector so­ cial de aquellas personas generalmente adineradas que se distinguen del común por preocupaciones, costum­ bres y comportamientos que se juzgan elegantes y re­ finados. 11 mala sociedad. [Suprímese.] sociocultural. adj. Perteneciente o relativo al estado cul­ tural de una sociedad o grupo socia\. sociolingüística. f. Disciplina que estudia las relaciones de lengua y sociedad, considerándolas como mutua­ mente ·solidarias. sociometria. (Del lat. socius, socio y -metría.) f. Estudio de las interacciones sociales en los grupos mediante una determinada técnica de investigación psicosocial. sociometría. (Del ingl. sociometry, término introducido por ]. L. Moreno.) f. Técnica de medición de fenó• menos sociales, especialmente análisis de datos reu­ nidos mediante cuestionarios, en que cada miembro de un grupo dice con qué otros miembros preferiría realizar alguna actividad. sociométrico, ca. adj. Perteneciente o relativo a la socio­ metría. 344 TEXTOS y DOCUMENTOS BAAL, XLV, 1980 sociométrico, ca. adj. Referente a la sociometría. sol". (Del lato solutum, disuelto.) m. Dispersión coloidal de un sólido en un líquido. solípedo. [Enmienda.] adj. Zool. Dícese del cuadrúpedo provisto de un solo dedo, cuya uña, engrosada, cons­ tituye una funda protectora muy fuerte denominada ('?~"'n. u~mo el caballo, el asno o la cebra. so~obosque. m. Vegetación formada por matas y arbustos que crece bajo los árboles de un bo~q.ue. talasemia. (Del gr. 6ái..a010a, mar y a.í¡.w., sangre.) f. Pat. Cualquiera de las anemias hemolíticas hereditarias. que se presentan de modo preferente en individuos de países mediterráneos y se deben a un trastorno cuantitativo en la producción de hemoglobina. tartajear. [Enmienda.] ... o trocando sus sonidos ... tauca. [Enmienda a la ficha de 25 de mayo de lfJl9.] (Del quechua tauqa, montón.) tegua. m. Col. Curandero. 11 2. adj. Dícese del profesional o del artesano inhábiles. Ú .t.C.S. temascal. (Del nahua tema, baño, y calli, casa.) m. Guat., Méj. Y Nicar. Pieza o habitación cerrada, en la que los indios toman baños de vapor. teocinte. ... [Añádese.] y Guat. testigo. -. •. 11 5 bis. Pieza de escayola o de otro material adecuado que se coloca sobre las grietas de un edi­ ficio para comprobar su evolución. 11 .•. 11 10. Trozo del mismo metal que anda buscando el zahorí, y que lleva en la mano mientras practica la radiestesia. torneo. •.. 11 4 bis. En diversos juegos o deportes, com­ petición entre varios contendientes. tudanco, ca. adj. Natural del Valle de Tudanca, en la provincia de Santander. Ú.t.c.s. 11 2. Perteneciente o relativo a este valle. tulpa. (Del quechua tullpa, hogar, fogón.) f. Col., Ecuad. BAAL,XLV, 1980 TEXTOS y DOCUMENTOS 345

y Perú. En el lenguaje rural, cada una de las tres pie­ dras del hogar. tuno m. Gutit. Tambor que usan los indios. 11 2. Baile antiguo de los indios quichés. turmequé. m. Col. Juego que consiste en lanzar discos metálicos de unos siete centímetros de diámetro en un campo que tiene dos bocines enfrentados y a flor de tierra, a una distancia de unos 30 ó 40 metros. Gana el jugador que reviente el petardo o mecha, que meta el tejo entre el bocín, o que complete primero diez tantos, que se obtienen dejando el tejo lo más cerca posible del bocín, o a distancia mínima de un pabilo del tejo del contrincante. Estas suertes valen cada una un tanto. unifamiliar. adj. Que corresponde a una sola familia. valencianidad. f. Calidad o carácter de lo que es valen­ ciano. valencianismo. f. . .. 1I 2. Amor o apego a las cosas típi• cas de Valencia. varado, da. p.p. de varar. 11 2: adj. Amér. Dícese de la persona que no tiene recursos económicos. Ú.t.c.s. varar•• ". 11 3 bis. Amér. Quedarse detenido un vehículo por avería. vector. ••• 11 1. m. En el habla técnica, el agente que transporta algo de un lugar a otro Ú.t.c.adj. 11 ... 11 3. Fil. Toda acción proyectiva que tiene cualidad e intensidad variables. vectorial•••• [Suprímese: Fís.] virulé. (a la) ••.• [Enmienda.] loe. adv .... 11 2. Desorde­ nado, de mala traza. 11 3. Chiflado. visión. .•. 1i 2. Contemplación inmediata y directa sin percepción sensible. 11 visión intelectual. Conocimien­ to claro e inmediato sin raciocinio. 346 TEXTO" y DOCUMENTOS BAAL, XLV, 1980

vitela.... 11 3. Col. Estampa que representa a Cristo, la Virgen o los santos. yagual. ... [Añádese.] y Guat. zanate.... [Añádese.] y Guat. zolle. f. Ar. y Nav. azolle. zonación. (De zona.) f. En biogeografía, distribución de animales y vegetales en zonas o fajas según factores climáticos, como la altura, profundidad, humedad, etc. zopilote.... [Añádese.] y Guat. zutuhil. adj. zutujil. zutujil. adj. Aplícase a una parcialidad indígena que vive al sur del lago Atitlán, en Guatemala. O.t.c.s. 11 2. Per­ teneciente o relativo a estos indios y su idioma. 1I 3. m. Lengua que hablan estos indios de la familia maya. 11. Enmiendas y adiciones a los Diccionarios de la Real Academia Española o absorto, tao •.. 11 3. Enfrascado en una meditación, lec­ tura, contemplación, etc., con descuido de cualquier otra cosa. aclla. (Del quechua aclla, a;lla.) f. Virgen que en el im­ perio de los incas se destinaba al culto del Sol o al servicio del monarca. actuante. [enmienda.] p.a. de actuar. Que actúa. Ú.t.c.s. acuicultura. (Del lato aqua, agua y cultura.) f. Técnica del cultivo en el agua de especies vegetales y animales.

• Aprobadas por la Real Academia Española (Comunicados de octubre a diciembre 1980) . . NOTA. Las diferencias que pueden advertirse entre estas de­ finiciones tomadas de los Comunicados que envía periódicamen• te la R. Academia Española, y las que se publican luego en fonoa definitiva en el Boletín de dicha Institución, se deben a que este último suele aparecer con posterioridad al de la Academia Argentina debido al distinto período del año en que sesionan ambas instituciones. 348 TExros y DOCUMENTOS BAAL, XLV, 1980 aculturación. f. Recepción por un pueblo o grupo social de formas de cultura procedentes de otro, que susti­ tuyen de un modo más o menos intenso a las propias. adlátere. (Por formación incorrecta, de a látere) como a látere, persona que acompaña a otra con constancia servil. alambre. ... [Enmienda.] m. Hilo de cualquier metal obtenido por trefilado. análisis. ... 11 dimensional. Fís. Método. que se ocupa del análisis de las dimensiones de las magnitudes fí• sicas, y que permite establecer directamente relacio­ nes entre las que intervienen en un proceso, sin nece­ sidad de realizar un análisis completo y detallado. 11 factorial. Método estadístico usado para cuantificar la importancia de cada uno de los factores actuantes en un fenómeno. antigualla. ... 11 4. [Enmienda.] ~espect .... arahuaco, ca. [Enmienda a la primera acepción.] adj. Dí• cese de los numerosos pueblos y lenguas que forman una gran familia v se extienden desde las Grandes Antillas, por muchos territorios de América del Sur. hasta el trópico de Capricornio. areito. [Enmienda.] (Voz taína.) m. Ant. Canto y danza populares de los antiguos indios de las Grandes Anti­ llas en sus fiestas. Se extendió la voz rara otras fies­ tas en otros lugares del continente. ario, ria .... [Enmienda.] Dícese del indiv,duo o estirpe noble en las lenguas antiguas de India e Irán. O.t.c.s. 11 2. [Enmienda.] Se usa también con el valor de indoeuropeo. 11 3. Perteneciente a los arios. 11 4. [Su­ prímese.] arrecife. ... 11 3. [Enmienda.] ... poliper"s, principal­ mente madrepóricos, casi a flor de agUl. asemo. m. Col. aserradero. BAAL, XLV, 1980 TEXTOS y DOCUMENTOS 349 asistencia ...• 11 4 bis. Col. Establecimiento público en donde se sirven comidas. atembado, da. adj. fam. Col. Atolondrado, atontado. Ú.t.c.s. atembar. tr. Col. Atolondrar, aturdir. Ú.t.c.pro!. atisbón, na. adj. Col. atisbador. Ú.t.c.s. aulaga. ••• il estar uno en aulagas. fr. fig. y fam. Col. Estar uno en afanes o dificultades. avispón 2, na. adj. Col. avispado, despierto, vivo, agudo. -avo l. Elemento compositivo que entra pospuesto en la formación de algunas palabras, con el significado de "parte", como en octAVO. avo, va. [Enmienda.] avo 2, va. . .. b .... [Enmienda.] consonantes. Representa un fonema de articulación bilabial sonora, ... barra. ••• 11 barras paralelas. Dep. paralelas. billamarquín. m. Col. villabarquín. billete..•. 11 de banco. Documento al portador que emi­ te el banco oficial de un país y circula como medio legal de pago. bocín•••. 11 3. m. Col. Anillo, ordinariamente de hierro, que se coloca a flor de tierra en campos de juego del turmequé, de unos cinco centímetros de diámetro. ¡1 dar uno en el bocín. fr. fig. y fam. Col. Acertar en algún asunto. burlete. ... I! 2. Cualquier tira de tejido o materia aná­ loga destinada a la finalidad del burlete. c .... [Enmienda.] ce. Ante las vocales e, i (cena, cifra) representa un fonema que se pronuncia como el de la z, ... En cualquiera otra posición, en todos los países de habla española, representa un fonema con articu­ lación velar, oclusiva y sorda ... cabestro. ... [Enmienda. a la 1Q acepción.] Ronzal quc ~p "ti!. 350 TEXTOS y DOCUMENTOS BAAL, XLV, 1980 cara. ... [Enmienda a la primera acepción.] Parte an­ terior de la cabeza del hombre caraba. f. En frases exclamativas (¡La CARABAI) y fre­ cuentemente atributivas (Ese individuo es la CARA­ BA) se predica de cualquier persona, cosa o acción para connotarlas ponderativa y familiarmente con di­ versos sentimientos: sorpresa. reproche, desprecio, ad­ miración, etc. carámbano.... 11 estar hecho Wl carámbano. fr. Hg. Y fam. para expresar la sensación de frío intenso. caramelear. tr. Hg. y fam. Col. Dilatar engañosamente la solución de un asunto. carameleo. m. Hg. y fam. Col. Acción y efecto de cara­ melear. carbón•. " 11 5 bis. Pat. Col. carbunco. carenado, da. p.p. de carenar. JI 2. m. Acción y efecto de carenar. carenadura. f. [Enmienda.] carenado. cargador..... 11 6. bis. Col. Banda o cuerda de cuero, fi­ que, etc., que sirve para sujetar una maleta o bulto análogo que se lleva a la espalda. catorceavo, va. adj. catorzavo. cerebro. ... 11 2. [Enmienda.] fig. cabeza, talento, jui­ cio, capacidad. cerro. ... 11 troncocóoico. Relieve de figura troncocó• nica o de artesa volcada, que se eleva en una llanura sedimentaria al haber resistido a la erosión por la mayor consistencia de los minerales de su capa su­ perior. ciencia. ... 11 ciencias ocultas. Los conocimientos y prácticas que desde la antigüedad se consideran ca­ paces de entender y aprovechar los más profundos BAAL, XLV, 1980 TEXTOS y DOCUMENTOS 3.51

secretos de la naturaleza, como la magia, la astrolo­ gía, etc. coana. [Enmienda.] (Del gr. XoávTJ, embudo de fundidor.) f. Biol. Cada uno de los orificios por los que se comu­ nica el conducto nasal con la porción superior de la faringe. colgador. ..• [Como 1'" acepción.] colgadero, utensilio para colgar ropa. 11 2. [La actual de Impr.] combinado, da. ... 11 1 bis. m. plato combinado. comunismo. .•. [Enmienda.] Sistema de organización social y económica en que los bienes son poseídos en común y predomina lo colectivo sobre lo individual. 11 2. Doctrina fundada en el marxismo interpretado por Lenin (1870-1924) y sus continuadores. 11 3. Mo­ vimiento politico inspirado en esta doctrina. concho. [Enmienda.] (Del quechua qonchu, cunchu, he­ ces, posos.) contentar...• 11 4. Reconciliarse los que estaban disgus­ tados. cooptación. '" [Enmienda al Suplemento.] Acción y efecto de cooptar. cooptar. tr. Elegir a una persona como miembro de una sociedad o corporación mediante el voto de sus inte­ grantes. corbata.•.. 1I 8. fam. Col. sinecura, empleo de poco es­ fuerzo y buena remuneración. coriza 2. [Enmienda a la etimología.] (Del gr. xÓQu~a.) f. romadizo. [Se añade al final.] Ú. a veces como m. correlación. . .. 11 2. Ling. Conjunto de dos series de fo­ nemas opuestos por un mismo rasgo distintivo. 11 3. Relación que se establece entre ellas. corto, tao ... 1\ 13. m. cortometraje. ('roz•••• " gamada. [Se añade al final:] Se ha utilizado 352 TEXTOS y DOCUMENTOS BAAL, XLV, 1980

como símbolo de algunas actitudes religiosas o po­ líticas. cuadrillo. [Enmienda.] (De cuadradillo.) m. Arma arro­ jadiza a modo de saeta que llevaba en el extremo de un palo una pequeña pirámide de hierro. cucubo. m. Col. Arbusto de la familia de las solanáceas espinosas, cuyo fruto de pepas verdes, redondas, de diámetro aproximado de un centímetro, se -~mplea para ablandar la mugre en el lavado de la ropa. (So­ lanum saponaceum). cuentero, ra. [Enmienda.] adj. cuentista, que lleva cuen­ tos, chismes o embustes. Ú.t.c.s. cuentista.... [Enmienda a la 1'1 "acepción.] Que tiene la mala costumbre de llevar cuentos, chismes o embus­ tes de una parte a otra. Ú.t.c.s. cultura. ... li 3. Conjunto de conocimientos, grado de desarrollo artístico, científico, industrial, en una época, grupo social, etc. 11 popular. Conjunto de. las manifes­ taciones materiales o espirituales en las que se apre­ cia la vida tradicional de una colectividad. cuncho. m. concho l. ch.... [Enmienda.] che. Su grafía es doble y en la es­ critura, indivisible, pero representa un solo fonema de articulación predorsal, prepalatal, africada, sorda; .. , chamanístico, ca. adj. Perteneciente o relativo al chama- nismo. chupete. ... 1I 2. [Suprímese:] de pecho. d .... [Enmienda.] de. Representa un fonema de articu­ lación dental, sonora y oclusiva en posición inicial absoluta o precedido de 11 o 1 ... de 2•••• 11 11. [Se añaden los ejemplos:] ... ; DE viejo; DE niño. deca-. (Del gr." /)f)(a, diez.) Elemento compositivo que BAAL, XLV, 1980 TEXTOS y DOCUMENTOS 3.53

entra en la formación de algunas palabras españolas coil el significado de "diez". depredar. [Enmienda.] (Dellat. depraedari.) tr.... Aplí• case especialmente a los animales que cazan presas de cierto tamaño. deschavetarse. prol. Col. fam. perder uno la chaveta. desenlazar•.•. 11 3. fig. Resolver la trama de una obra dramática, narrativa o cinematográfica, hasta llegar a su final. Ú.t.c.prol. desmadrarse. prol. salir o salirse de madre. desmadre. m. vulgo desorden, anarquía, falta de control y de cuidado. desmitificar. [Enmienda.] tI'. Disminuir o privar de atri­ butos míticos a aquello que los tenía o pretendía te­ nerlos. despellejar. ... [Añádese: Ú.t.c.prol. en la primera y segunda acepciones.] dimensión .... [Como primera acepción.] Fís. Cada una de las magnitudes de' un conjunto que sirven para definir un fenómeno El espacio de cuatro DIMENSIO­ NES de la teoría de la relatividad. 11 ... 11 1 bis. Fís. Producto de las potencias de las unidades físicas fundamentales que sirve para definir otra unidad fí• sica derivada. Las unidades fundamentales son la masa, la longitud y el tiempo. [Siguen las acepciones actuales con los números 3, 4 Y 5.] dimensional. ... [Enmienda.] Perteneciente o relativo a la dimensión. 11 2. V. análisis dimensional. 1I 3. Gram. Dícese del género que parece oponer nombres de ob­ jetos según su diferente tamaño: cesto-cesta, brazo­ braza. doceavo, va. adj. dozavo. el .... [Enmienda.] "', y segunda de sus vocales. Repre- 354 TEXTOS y DOCUMENTOS BAAL, XLV, 1980

senta un fonema que se pronuncia elevando un poco el predorso ... ecúmeno. (Del gr. oIxoullÉvlJ, [tierra] habitada.) m. Por­ cién de la Tierra apta para la vida humana. edilicio, cia.... 11 2. Argent. Lo concerniente a. los edifi­ cios o a la construcción. editorializar. intr. Col. y Ecuad. Escribir editoriales en un periódico o revista. embeber.... 11 9. [Enmienda.] fig. Instruirse, retener con rigor y profundidad una doctrina, teoría, etc. 11 10. Entregarse con vivo interés a una tarea, sumergirse en ella. empleado, da. ... 11 empleada de hogar. Mujer que por un salario o sueldo desempeña los trabajos domés­ ticos o ayuda en ellos. encontrón.... [Se añade al final de la primera acepción:] Ú. t. en sent. Hg. 11 2. Encuentro sorprendente o ines­ perado entre personas o de personas y cosas. endeca-. (Del lato hendeca-, que procede del gr. ~vf)Exa, once.) Elemento compositivo que entra en la forma­ ción de algunas palabras españolas con el significa­ do de "once". endogamia. f. Biol. [Enmienda.] Cruzamiento entre indi­ viduos de igual raza, que conduce a una descenden­ cia de homogeneidad genética creciente o mayor pu­ reza racial. endospermo. m. Biol. Tejido del embrión de las plantas fanerógamas, que le sirve de alimento. enea-o (Del elemento compositivo gr. EVVEa-) Elemento compositivo que entra en la formación de algunas palabras españolas con el significado de "nueve", enfrascado, da. p. p. de enfrascarse. 11 2. adj. Embebido en cualquier trabajo o quehacer, entregado totalmen- te a él. . BAAL, XLV,1980 TEXTOS y DOCUMENTOS 3.55 ensopar.... 11 2. [Enmienda.] Amér. del Sur . ... envés. [Enmienda.] ... Parte opuesta al haz de una tela o de otras cosas. 11 2. [Como está.] 11 3. Bot. Cara in­ ferior de la hoja, opuesta al haz. escoria.... 11 3 bis. Residuo esponjoso que queda tras la combustión del carbón. estante. ... 11 5 bis. anaquel. estirado, da.... 11 1 bis. m. Acción y efecto de estirar. esvástica. [Enmienda (l la etimología.] (Del sánscr. svas- tikam.) etología. f. Parte de la Biología que estudia científica• . mente el comportamiento y las costumbres de los animales. euforia.... 11 2. [Enmienda.] ... o de la administración de medicamentos o drogas. exogamia .... 11 2. [Enmienda al Suplemento.] Biol. Cru­ zamiento í'ntre macho y hembra de distintas razas, del que resulta mayor heterogeneidad genética. f .... [Enmienda.] ... efe. Representa un fonema con ar­ ticulación labiodental fricativa sorda ... fantasioso, sao ... 11 2. Que se deja llevar de la imagina­ ción. fuselaje. (Del fr. fuselage.) m. Cuerpo del avión, donde van el piloto, los pasajeros, o las mercancías. g. ... [Enmienda.] ... ge. Seguida inmediatamente de e o i, representa un fonema de articulación velar fri­ cativa sorda, ... En cualquier otro caso representa un fonema de articulación velar sonora, . .. o prece­ dido de nasal ... gafarl .... 11 3. prnl. Col. Despearse un animal por haber caminado mucho, especialmente las caballerías des­ provistas de herraduras. gafar. (De gafe.) tr. Transmitir o comunicar mala suerte a alguien. 356 TEXTOS y DOCUMENTOS BAAL,XLV, 1980 gladiador.... [Se suprime de la definición:] ... hasta quitarle la vida o perderla. gorra. ... 11 4. [Enmienda.] Cubrecabezas de pelo de los granaderos. gotero. [Enmienda.] m. Amér. cuentagotas. . guión.... 11 7. [Enmienda.] Argumento de un filme o de un programa de radio o televisión ... guionista. [Enmienda.] m. y f. Persona que elabora el guión de un filme o de un programa' 'de radio o te­ levisión. h. ... [Enmienda.] hache, y en la lengua general no re­ presenta sonido alguno. . .. hai3• .•• 11 2. [Enmienda.] Hg. Cara de una tela o de otras cosas, que normalmente se caracteriza por su mayor perfección, acabado, regularidad u otras cua­ lidades que la hacen estimable a la vista y al tacto. 11 ... 11 3 bis. Bot. Cara superior de la hoja, normal­ mente más brillante y lisa, y con nervadura menos patente que la cara inferior o envés. hepta-. (Del gr. É:rC"tIÍ, siete) Elemento compositivo que entra en la formación de algunas palabras españolas con el significado de "siete", como en HEPTÁgono. hexa-. (Del gr. E~, seis.) Elemento compositivo que en­ . tra en la formación de algunas palabras españolas con el significado de "seis", como en HEXÁgono. hora.... 11 la hora de la verdad. fr. Hg. Momento deci­ sivo en un proceso cualquiera. hortera. [Se suprime en la etimología:] ... y este dellat. fortis. 11 ... 11 3. adj. Vulgar y de mal gusto, aunque tal vez con pretensiones. hozl •••• [Enmienda.] Se suprime el m. adv. de hoz y de coz, que pasa al segundo artículo. hoz 2 '" 11 de hoz y de coz. ... 11 2. de pies a cabeza. BAAL, XLV, 1980 TEXTOS y DOCUMENTOS ·357 i. [Enmienda.] ..., y tercera de sus vocales. Representa el fonema que se pronuncia elevando ... impregnación. ... 11 2. En biología, impronta o troque­ lado. impronta. ... 11 3. Biol. Proceso de aprendizaje, que tie­ ne lugar en los animales jóvenes durante un corto período sensible, del que resulta una forma estereo­ tipada de reacción frente a un modelo, que puede ser otro ser vivo o un juguete mecánico. ineario. (De inca.) m. Período de tiempo que duró el imperio de los incas. 11 2. Estructura. política y so­ cial del imperio incaico. indización. f. Acción y efecto de indizar. indizar. tr. Hacer índices. 11 2. Registrar ordenadamente datos e informaciones, para elahoTar un índice de ellos. indonesio, sia.•.. 11 2. [Enmienda.' Natural de la Repú­ blica de Indonesia, independir'nte de 1 ["ianda des­ de 1949. Ú.t.c.s. ingeniero. ... 11 de telecomunicación. l.I que entiende en materias de electrónica y telecc. flunicación. 11 '" 11 textil. El que entiend" en materias textiles. ir. '" 11 vamos. Forma exhortativa ele primera persona plural (VAMOS, tenemos que darnos prisa), pero que se dirige también al oyente singular (VAMOS, di lo que sepas) o plural (VAMOS, decid lo que se­ páis). Es permutahlC' por la conjunción exhortativa ea. j. [Enmienda.] ... jota, y representa un fonema de arti­ culación velar, sorda y fricativa; ... jafético, ca.... [Enmienda.] Aplicábase a los pueblos y razas que descienden, según la Biblia, de ]afet, ter­ cer hijo de Noé. 11 2. [Suprímese.] jarabe.... 11 jarabe de palo. Expr. coloquial que alude a una paliza como remedio de disuasión o de castigo. 358 TEXTOS y 'lOCUMENTOS BAAL, XLV, 1980 k. [Enmienda.] ... ka, y representa un fonema de articu­ lación velar, oclusiva y sorda.... l. [Enmienda.] ... ele, y representa un fonema de articu­ lación apicoalveolar.... leninismo. m. Teoría de Lenin, quien, basándose en el marxismo, realizó la Revolución soviética. leninista. adj. Partidario de Lenin o que profesa su doc­ trina. Ú.t.c.s. 11 2. Perteneciente o relativo al leninismo. localismo.... 11 3. [Enmienda.] ... Que sólo tiene uso en un área restringida. lútea .... 11 2. adj. V. mácula lútea. 11. [Enmienda.] .. , y undécima de sus consonantes. Su grafía es doble y en la escritura, indivisible, pero re­ presenta un solo fonema cuya articulación tradicional es palatal, lateral, fricativa. . .. m. [Enmienda.] ... eme. Representa un fonema de arti­ culación bilabial, nasal, oclusiva y sonora, ... mácula. ... 11 3 bis. mácula lútea. 11 mácula lútea. Zool. Depresión de la retina, de forma oval, situada un po­ co por debajo y por fuera de la papila del nervio óp• tico, en la cual alcanza la visión su precisión máxima. magistral. . .. 11 2. [Suprímese.] Aplicado a los accidentes externos, se toma en mal sentido. [Se añade en su lu­ gar:] Hablando del tono, modales, lenguaje, etc., afec­ tado, suficiente. mango'.... [Enmienda.] Parte alargada o estrecha de un instrumento o útil, con un extremo libre por donde estos se agarran para utilizarlos. marca. ... 11 de correlación. Ling. Rasgo distintivo que identifica una serie de fonemas por oposición a otra. marxismo.... [Enmienda.] Socialismo o comunismo deri­ vado de las doctrinas de Karl Marx (1818-83) Y Frie­ drich Engels (1820-95), consistentes en la interpreta­ ción económica (materialismo histórico) de la dialéc- BAAL, XLV, 1980 TEXTOS y DOCUMENTOS 359

tica hegeliana, la tesis de que la fuerza fundamental de la historia es la lucha de clases, que conducirá ine­ vitablemente a la destrucción del capitalismo, la dic­ tadura del proletariado y, finalmente, al establecimien­ to del comunismo y a una sociedad sin clases. 11 2. Mo­ vimiento político fundado en una interpretación más o menos estricta de este sistema. masacrar. (Del fr. masacrer.) tr. Hacer una matanza o asesinato colectivos. mastaba. f. Tumba egipcia, en forma de pirámide trun­ cada, de base rectangular, que comunica con un hi­ pogeo funerario. matriarca. f. Mujer que ejerce el matriarcado. matriarcado••.. 11 2. Predominio de' la autoridad materna o femenina en cualquier tipo de organización social. matriarcal. adj. Dícese de la autoridad de la matriarca y de sus manifestaciones. mediana•••• 11 2 bis. Geom. En un triángulo, la recta tra­ zada desde un vértice al punto medio del lado opuesto .. mía. [Enmienda.] (del ár. mi'a, ciento) f. Ml. En el antiguo Protectorado español en Marruecos, unidad regular indígena, dependiente del Majzén jalifiano, compuesta de unos cien hombres de infantería o de otros tantos de caballería. Desígnanse así también unidades análogas de otros ejércitos coloniales. mío, mía, míos, mías. . .. 11 la mía. loco fam. [Se añade al final:] Ú.m. con el verbo ser. Ahora ES, o SERÁ, LA MÍA. mira2• [Enmienda.] Míra2• morcilla.... 1I que te den o que le den morcilla. Expr. fig. y fam. que en maldiciones o como frase despec­ tiva indica desapego, mala voluntad hacia alguien, desinterés, etc. n. [Enmienda.] ... ene. Representa un fonema de arti­ culación nasal, oclusiva y sonora, ... 360 TEXTOS y DOCUMENTOS BAAL, XLV, 1980

normalizar.... 11 3. Someter a norma, igualar lo que po­ dría ser diverso, para su mejor manejo e identifica­ ción. nogal. ... 11 3. adj. Color de la madera de este árbol. nogalina. ... [Enmienda.] Colorante obtenido de la cás- cara .. . nota. ... 11 mala nota. Mala fa.ma. notar. ... 11 8. Recibir o darse cuenta de una sensación. NOTAMOS frío. " nube. ... 11 andar por las nubes. . .. 11 2. fig. estar, o vi· vil', en las nubes.... 1i estar, o vivir, en las nubes. fr. fig. Ser despistado, soñador, no apercibirse de la realidad. nudo.... 11 7. Fase de una obra dramática, narrativa o cinematográfica en que las acciones planteadas al­ canzan su desarrollo más complejo, tras la cual ha­ brá de iniciarse la fase dé desenlace. nuestro, tra, tros, tras. . .. 11 la nuestra. loe. fa.m. [Se aña- .. de al final:] 'O.m. con el verbo ser. Ahora ES, o SERÁ, LA NUESTRA. ñ. [Enmienda.] .. ' eñe. Representa un fonema de arti­ culación nasal, pala tal y sonora. 0 1•••• [Enmienda.], cuarta de sus vocales. obrerismo. ... 11 3. Conjunto de doctrinas sociales enca­ minadas a mejorar las condiciones de vida de los obreros. obstinado, da. ... [Enmienda.] p. p. de obstinarse. . onceavo, va. adj. onzavo. ocena.... [Enmienda.] Med. Olor infecto exhalado por la membrana pituitaria, como consecuencia de una afec­ ción patológica. Suele comparársele con el olor de las chinches aplastadas. ocultismo. m. Conjunto de conocimientos y prácticas má­ gicas y misteriosas, con los que se pretende aclarar BAAL, XLV, 1980 TEXTOS y DOCUMENTOS 361

los secretos de la naturaleza. 11 2. Dedicación a las ciencias ocultas. oler.... 11 Ibis. hwmear, procurar percibir los olores. n.t.c. intr. óptica. •.• 11 3. Hg. punto de. vista, modo de considerar un asunto u otra cosa. óptico, ca. ••• 11 4. [Pasa a ser 5~ acepción, y se enmien­ da como sigue:] m. y f. ... 11 6. Persona con titula­ ción oficial para trabajar en materia de óptica. 11 7. f. Establecimiento donde se comercia con instrumen­ tos de óptica. orden.•. ~ 11 8 bis. Conjunto de fonemas que, en una len­ gua, poseen el mismo punto de articulación. orografía. ... 11 2. Conjunto de montes de una comarca, región, país, etc. p. [Enmienda.] pe, y representa un fonema de articu­ lación bilabial, oclusiva y sorda. panificadora. f. tahona, fábrica de pan. pano. adj. Familia lingüística americana extendida en las regiones entre el río Ucayali y las cabeceras del Jurúa y Purús, entre Perú y Brasil. papeleria. .•• 11 2. Tienda en que se vende papel y otros objetos de escritorio. pared. .•. 11 subirse por las paredes. fr. fig. Mostrarse extraordinariamente irritado. pastrija••.. 11 2. [Enmienda.] Nav. y Rioja. Callejeo, es­ pecialmente nocturno. pavón. •.• 11 3. [Enmienda.] Capa superficial de óxido abrillantado, de color azulado, negro o café, con que se cubren las piezas de acero para mejorar su aspec- to y evitar su corrosión. . pelar. ... 11 10. prn!. Caerse la piel por tomar con exce­ so el sol, por rozadura, etc. 362 TEXTOS y IXICUMENTOS BAAL, XLV, 1980

pelta.... [En111ienda a la primera acepción.] f. Escudo ligero usado por los griegos. peninsular. ... 11 4. [Enmienda.] Por antonom., se dice de lo relativo a la Península Ibérica, en oposición a ... penta-. (Del elemento compositivo griego 1tEV"Co,..) Ele­ mento compositivo que entra en la formación de al­ gunas palabras españolas con el significado de "cin­ co", como en PENTÁgono. pepa, f. pepita, simiente. perchal •••• li 2 bis. Utensilio ligero que consta de un soporte donde se coloca un traje u otra prenda pa­ recida, y que tiene en su parte superior un gancho para suspenderlo de una percha o barra. perimir. (Del lato perimere, destruir.) tr. Der. Argent. y Col. Prescribir el procedimiento por haber trans­ currido el término fijado por la ley sin haber hecho gestiones las partes. O.t. en sent. fig. perro. ... 11 morir como un perro. ... 11 2. Morir solo, abandonado, sin ayuda alguna. . pesaje. m. Acción y efecto de pesar algo o a alguien. picada. ... 11 2. Amér. Central, Argent., Bol., C. Rica, Cuba, Par. y Urug. Camino o senda abierto por el hombre a través de la espesura del monte. 1¡ en pi­ cada. loco adv. Col. en picado, dicho de los aviones. picado, da. ... 11 en picado. ... 11 2. fig. Con verbos co­ mo caer, entrar, descender, precipitarse rápid9 e irre­ mediablemente. Su salud cayó EN PICADO. Los negocios entraron EN PICADO. pionero. [Enmienda.] pionero, ra. m. y f. ... 11 3. Biol. Grupo de organismos animales o vegetales que ini­ cia la colonización de un nuevo territorio. Los líque• nes SOn PIONEROS en el establecimiento de rocas que aún no tienen suelo vegetal. BAAL, XLV, 1980 TEXTOS y nOCUMENTOS 163 plancha•••• 11 2. [Enmienda.] ... por donde se coge pa­ ra planchar. En la actualidad, generalmente el calor de la plancha procede de la energía eléctrica. plaqueta•... [Enmienda.] f. Biol. Elemento con forma de disco oval o redondeado, constituyente de la san­ gre de los vertebrados. Interviene en la coagulación de la sangre. plato. • .• 11 plato combinado. El que a modo de una co­ mida entera se sirve en cafeterías o locales análogos, por un precio determinado y con diversos compo­ nentes. playa.... 11 4. Argent., Par., Perú, Urug. y Venez. Espa­ cio plano, ancho y despejado, destinado a usos es­ peciales en los poblados v en las industrias de mu­ cha superficie. PLAYA de' estacionamiento. PLAYA de maniobras, etc. plinto. ... 11 3. Dispositivo en forma de plinto usado en deportes. pluviosidad. f. Cantidad mayor o menor de lluvia que recibe un sitio. polipero..•• [Enmienda.] Se suprimen las palabras "qui­ tinosa o". potro•.•• 11 2 bis. Aparato que se usa en los gimnasios para saltar 11 •. . 11 4. [Enmienda.] desuso ... prez. [Enmienda.] prep. insep. que denota anterioridad local o temporal, prioridad o encarecimiento. PREfiiar, PRESUpO'ler, PREver, PREdilecto. prieto, tao ... 11 2. [Enmienda.] Ajustado, ceñido, estre­ cho, duro, denso. programa. ... 1I 6. Serie de las distintas unidades temá­ ticas que constituyen una emisión de radio o de te­ levisión. 1I 7. Cada una de dichas unidades temáti­ cas. Va a comenzar el PROGRAMA deportivo. pronóstico. ... 11 de pronóstico reservado. loe. adv. De 364 TEXTOS y DOCU14ENTOS BAAL, XLV, 1980

incierto o mal resultado. 11 2. Peligroso, amenazador. pulsista. [Enmienda.] adj. desuso ... puño. ... 11 de puño y letra, o de su puño y letra. loes. de propio puño, autógrafo. quiché. ... [Enmienda.] Indígena del occidente de Gua­ temala que habla la lengua de este nombre. 11 2. [En­ mienda.] Lengua que pertenece al grupo maya y se habla en el occidente de Guatemala. quinceavo, va. adj. quinzavo. r. [Enmienda.] ... consonantes. Su nombre generalmen­ te es erre; pero se llama ere cuando se quiere hacer notar que representa un sonido simple. Representa dos sonidos con valor ... rasgo. ... 11 pertinente. Ling. El que sirve para distin­ guir un fonema de otro u otros de la misma lengua. Llámase también rasgo distintivo o diferencial. relación. ... 11 7 bis. Mat. Resultado de comparar dos cantidades expresadas en números. restorán. m. restaurante. rolar.... 11 2. [Se suprime:] Ú. principalmente hablando del viento. 11 3. Ir variando de dirección el viento. sacramental. ... 11 9. En Madrid, el cementerio utilizado por una cofradía sacramental. sadismo. ... 11 2. fig. Crueldad refinada, con placer de quien la ejecuta. salvante. . .. 11 2. [Enmienda.] adv. m. En construcciones absolutas con un substantivo, fuera de, con excepción de, excepto. sandalia. ... 11 2. Por ext., zapato ligero y muy abierto, usado en tiempo de calor. saxofón.... [Enmienda.] saxófono. saxófono. [Pasa a esta voz la definición de saxofón, y se enmienda:l ". en las bandas militares y orquestas de yaz.... BAAL, XLV, 1980 TEXTOS y DOCUMENTOS 365 sectorial. adj. Perteneciente o relativo a un sector o sec­ ción de una colectividad con caracteres peculiares. sensacional. ... 1 i 2. adj. fig. Aplícase a personas, cosas, sucesos, etc., que llaman poderosamente la atención. señal. ... 11 de borrica frontina. [Enmienda.] fig. y fam. ant. .. . sefí,orita. • .. 11 4. Maestra de escuela, profesora. 11 5. Tra­ tamiento de cortesía que se dirige a las mujeres que realizan un servicio, como secretarias, empleadas de la administración o del comercio, etc. serie. ••• 1I 1 bis. Ling. Conjunto de fonemas de una lengua caracterizados por un mismo modo de articu­ lación. sicono. (Dellat. syconus, derivado del gr. aüxov, higo.) m. Infrutescencia de la higuera y de especies afines. silbido. ... 1I de oídos. [Enmienda.] ... por diversas causas. silueta. [Enmienda a la etimología.] (Del fr. silhouette.) siluetar. tr. siluetear. siluetear. tr. Dibujar, recorrer, etc., algo siguiendo su si­ lueta. Ú.t.c.prnl. socialismo.... [Enmienda.] Sistema de organización so· cial y económico basado en la propiedad y adminis­ tración colectiva o estatal de los medios de producción, y en la regulación por el Estado de las actividades económicas y sociales, y la distribución de los bienes. 11 2. Movimiento político que intenta establecer, con diversos matices, este sistema. soda. f. Bebida de agua gaseosa que contiene ácido car­ bónico. sofisticado, da. p.p. de sofisticar. 11 2. adj. Falto de na­ turalidad; afectadamente refinado. sofisticar. ... [Enmienda.] tr. Adulterar, falsificar con sofismas o procedimientos engañosos. :166 TEXTOS y DOCUMENTOS BAAL,XLV, 1980 solanera. ... 11 3. solana, parte de la casa destinada a to- mar el sol. solar l. ••• 11 5. Suelo de la era 2. solidariamente. [Enmienda.] ... ; de modo solidario. sopa.... il dar sopas con honda. loe. fig. y fam. que ex­ presa notoria superioridad en conocimientos, habilida­ des, etc. suyo, ya, yos, yas. ... 11 la suya. loe. fam. con que se indica que ha llegado la ocasión favorable a la per­ sona de que se trata. Ú.m. con el verbo ser. Ahora ES, o sERÁ, LA SUYA. t. [Enmienda.] ..• te, y representa un sonido de articu­ lación dental, oclusiva y sorda ... taíno. [Enmienda.] (Voz arahuaca.) adj. Nombre que se dio a pueblos indígenas pertenecientes al gran grupo lingüístico arahuaco, que estaban establecidos en la Española y también en Cuba y Puerto Rico cuando se produjo el descubrimiento de América. 11 2. [En- mienda.] m. Lengua de estos indígenas. . taxonomista. como taxónomo. taxónomo, ma. (De taxonomía.) offi. Y f. Persona espe­ cialmente versada en el conocimiento de la taxonomía y en sus usos y procedimientos. telegrama. ... " 2. Papel normalizado en que se recibe escrito el mensaje telegráfico. temperar. ... intr. Col., C. Rica, Nicar., Pan., P. Rico y Venez. Mudar temporalmente de clima una persona por razones de salud o de placer. tener. ... " 11. [Enmienda.] Juzgar, reputar, considerar. Suélese juntar con la preposición por seguida de ad­ jetivo o sustantivo que contenga calificación. O.t.c.prol. TENER a uno POR rico, POR hombre. TENERSE POR sa­ bio. Asimismo se usa con la preposición a seguida de BAAL, XLV, 1980 TEXTOS y DOCUMENTOS ·367

sustantivo. TENER A gala, A honra una cosa. 11 .. ' i¡ 14. [Enmienda.] Pasa a ser acepción 23 bis. tenique. (Del beréber inak, fuego.) m. Can. Cada una de las tres piedras con que se hace un hogar rústico. terracota. •.. 11 l. Arcilla modelada y. endurecida al horno. 11 2. [Enmienda.] Escultura de pequeño tamaño hecha de arcilla cocida. tetra-o (Del elemento compositivo griego t'Elpa-) Elemento compositivo que entra en la formación de algunas pa­ . labras españolas con el significado de "cuatro", como en TETRAsílabo. tintorería. ... 11 2. [Enmienda.] Establecimiento donde se tiñe o limpia la ropa. tonelaje.... 3. [Enmienda.] ... en los puertos de la Península Ibérica e islas adyacentes. tostada. •.. 11 olerse la tostada. fr. fig. y fam. Adivinar o descubrir algo oculto, como artimañas, trampas, etc. transferencia. ... 11 2. Particularmente, operación ban­ caria por la que se transfiere una cantidad de una cuenta a otra. transferir.... 11 4 bis. Remitir fondos bancarios de una cuenta a otra. traslado.•.. 11 2 bis. Col. transferencia de crédito. traumatizar. t~. Causar trauma. treceavo, va. adj. trezavo. trefilado. m. Acción y efecto de trefilar. trino l. [Suplemento.] ... I! 1. Mú,s . ... I! 2. gorjeo de . los pájaros. 11 3. Mar. . .. triquitraque.... 11 4. bwcapiés, cohete. trompicón.... [Enmienda.] m. Cada paso tambaleante de una persona. 112. Tumbo o vaivén de un carruaje. ii 3. Porrazo, golpe fuerte. 11 a trompicones, loco adv. A empujones, a golpes. [1 2. Con discontinuidad, con di­ ficultades. 368 TEXTOS y DOCUMENTOS BAAL, XLV, 1980 troquelado, da. p.p. de troquelar. 11 2. m. Acción y efecto de troquelar. I1 3. Biol. impronta o impregnación. trucaje. (Del fr. trucage.) m. Acción y efecto de trucar. trucar.... 11 3. tr. Disponer o preparar algo con ardides o trampas que produzcan el efecto deseado. truco l. ••• 11 1. Ardid o trampa que se utiliza para el logro de un fin. I! 1 bis. Ardid o artificio para producir determinados efectos en los juegos de prestidigitación, en la fotografía, en la cinematografía. '. tumoración.... [Enmienda.] Med. Aumento de volu­ men, perceptible desde el exterior, de alguna región orgánica. turmequé. m. Col. Juego de origen indígena que consiste en lanzar tejos o discos metálicos, para introducirlos en bocines colocados a flor de tierra y enfrentados a una distancia aproximada de unos treinta metros. tutorar. tr. Poner tutores o rodrigones a las plantas. tuyo, ya,. yos, yas. ... 11 la tuya. loco fam. [Se añade al final:] Ú.m. con el verbo ser. Ahora ES, o sERÁ, LA TUYA. u l ••.. [Enmienda.] ... , última de sus vocales y que representa una. de las dos de sonido más débil. .... utilería. f. Conjunto de útiles o instrumentos que se usan en un oficio o arte. I[ 2. Conjunto de objetos 'y ense­ res que se emplean en un escenario teatral o cinema­ tográfico. utilero, ra. m. y f. Persona encargada de la utilería. vástago.... 1I 4. [Añádese.] Col. vastaguera. f. Col. Terreno plantado de plátanos. vejigatorio. ... [Enmienda.] adj. p. uso Farm . ... vuestro, tra, tros, tras. ... 11 la' vuestra. loco fam. [Se añade al final:] O.m. con el verbo ser. Ahora ES, o sERÁ, LA VUESTRA. W. [Enmienda.] ... En las lenguas de origen representa BAAL, XLV, 1980 TEXTOS y DOCUMENTOS 369

a veces un fonema cuya articulación es de u semicon­ sonante, como en inglés y otras veces un fonema de articulación fricativa, labiodental sonora, como en alemán. En español representa un fonema que se pronuncia como el de la b ... xerófilo, la. (Compuesto sobre el gr. ;11QÓ¡; y el elemento compositivo -filo.) adj. De manera general se aplica a todas las plantas y asociaciones vegetales adaptadas a la vida de un medio seco. xerofítico, ca. (Compuesto sobre el gr. ;'1QÓ¡;, seco, Y

ACUERDOS

Las consultas aprobadas por la Academia después de considerar los informes presentados por E'I Departamento de InvestigaCiones Filológicas a cargo del profesor Francisco E. Petrecca corresplllnden a las sesiones ordinarias indicadas al margen.

704", del 8 de mayo de 1980.

Azafata (Consulta de la ComisiÓn Permanente, Madrid)

La Comisión Permanente de Madrid consulta a la Academia Argentina de Letras acerca del uso, en nuestro país, del término azafata como "auxiliar femenino de vuelo", y de la locución auxiliar de vuelo con el significado de "personal que en los aviones dispensa atención a los pasajeros y a la tripulación". Paralelamente al gran desarrollo alcanzado en la actualidad por la aviación comercial, surgió la necesidad de proporcionar a los pasajeros un servicio en vuelo acorde con las nuevas exigencias. Se pensó, así, en la posibilidad de contar con personal especializado que sirviese el refrigerio durante los vuelos largos, prestase cuidados especiales a los pasajeros ancianos y a las mujeres acompañadas de niños y que, en general, sirviese de intermediario calificado entre el público y el resto de la tripulaCión. Por razones principalmente pSicológicas se llegó a la conclusión de que una mujer se hallaba en las mejores condiciones para proporcionar los servicios requeridos. 372 ACUERDOS BAAL, XLV, 1980

En inglés este nuevo cargo fue denominado ~tewarde", de don­ de proviene el anglicismo stiooardeaa "de todo punto de vista con­ denable", según las propias palabra~ de la Academia Colombiana (cE. Bol. Aead. Colomb., t. XX, n Q 85, 1970,530). Nuestra lengua ha restaurado el arcaísmo, azofata -"Criada de la reina, a quien sirve 101 vestidos y alhajas que se ha de poner y los recoge cuando se desnuda" (mee. de la R. Aead. Esp., ed. 1970, 8.V., 1" acep.)- explica ]. Corominas para "de~ignar a las steward­ eases de los aviones" (DELC, Madrid, 1, 1954, 345; cf. en igual sentido, Ch. E. Kany, Sem. hispanoamer.! Madri~, 1962,24). Con el valor que nos ocupa, el Dice. de la Real Academia Eapo­ ,iola, registra por primera vez esta voz en su Í!dlción de 1956. El texto de esta segunda acepción, tal cama aparece en el suplemento :le su edición de 1970, s.v. es: "Camarera dilltinguida que presta sus servicios en un avión, tren, autocar, etc.". Esta redacción con­ Clierda por completo con el uso que en el lenguaje corriente, y de tedas los niveles sociales, se le da en nU:estro pals a la voz az.a/ata. Aunque puede observarse que, de acuerdo con las consultas formu­ ladas por el Departamento de Investigaciones Filológicas de esta Academia, en el lenguaje técnico empleado por las empresas nacio­ nales de aviación (AeroIlneas Argentinas y Austral) la designación oficial de este cargo es "auxiliar de a bordo" (y no au:dliar de vuelo, que es' la otra expresión consultada). Sin considerar los numerosos diccionarios y enciclopedias de uso general en nuestra lengua que registran la voz, vMnse a continua­ ción algunos ejemplos literarios y periodísticOs que testimonian su empleo: "Me miró, me husmeó y me tocó y concluyó por ofrecér­ seme, a la vista de todas las azafatas" (J. L. Borges, El informe de Bradie, Bs. Aires, 1970, 143); "La reina de las azafatas elegirán en Punta del Este" (La Naci6n, 15.9. 1967, p. 9); ."De' profeSión azafata" (Esquiú, 25.4.1976, p. 18). En cuanto a la acepción 3" que registra el Suplemento: "Em­ pleada de compañías de aviación, viajes, etc. que atiende al público en diversos servicios" y de las encuestas realizadas no surge cons­ tal1cia de su empleo en la Argentina. Finalmente, cabe agregar que en nuestro país es sumamente inusual el empleo de la voz azofato para designar, como figura en un Comunicado de Enmiendas '! Adiciones al Diccionario de fe­ brel'O de 1977, a la "muchacha que contratada al efecto, propor­ ciona informaciones y ayuda a quienes participan en reuniones, BAAL, XLV, 1980 ACUERDOS 373 congresos, etc.". A la persona que realiza estas actividades se la suele denominar recepcionista o coordinadora.

JltanJ"ora (Consultas formuladas al Depart. de Investig. Filológ. de la Academia)

"Todos, a ~abiendas o no, llevamos una jitanjáfora escondida como alondra en el pecho". Así comenta Alfonso Reyes (Las jitan­ ;álortJ8 [1929] en La experiencia literaria, Bs. Aires, 2' ed., 1961, 159 sgs.), la naturaleza intrínseca de una especie de poema o fórmula verbal que acuña palabras y sílabas de manera desprovista de sentido pero dotada de cualidades musicales. La denominación le fue dada por el propio Reyes al escuchar a una de las hijas del cubano Mariano Brull, residente en París, esta suerte de gorjeo infantil: "Filiflama alabe cundre / ala olalúnea alífera / alveolea jitanjáfora / Iiris salumba salífera / Olivia oleo 010- rife / alalai cánfora sandra / milingítara girófora / zumbra ulalindre calandra". Pronto ¡itanjálora pasaba a ser por obra y gracia del poeta mejicano, primero el nombre de las niñas Brull, luego el de estos juguetes verbales o glosolallas. Reyes (loc. cit.) distingue entre la jitanjálora pura y la cons­ ciente. Onomatopeyas, interjecciones, canciones de arrullo, juegos (equiparables al nonsense inglés), fórmulas mágicas, estrofas bobas y aun gritos de guerra constituyen el patrimonio de la primera. La segunda, "culta hasta cierto punto y técnicamente impura" puede ser un disparate absurdo pero letrado o bien un ejercicio de fan­ taEía que juega CO!l los valores acústicos sin sentido. En su Ga" saber (La Plata, 1937, 189) menciona Arturo Cap­ devila un antecedente alemán culto, el de Rudolf Blümner que formuló hacia 1920 su aspiración de poesía absoluta sobre la base de la jitaniálara. Nuestro país tuvo también un cultor apasionado en Ignacio An­ zoátegui que l>rodujo sus Romances " jitanjáloras [1932] y llegó a elaborar su Nuevo código de jitanjalorizar (Número, Bs. Aires, 1930). Como aporte al repertorio de iítaniáloras correspondientes a juegos infantiles, envió Leopoldo Lugones a Reyes algunas delicio­ sas y muy recordadas como las que siguen: "UnilIo, dosillo, tresillo, cuartana / olor a manzana / Arruga «() veruga) la pez / contigo son 374 ACUERDOS BAAL, XLV,1980 diez"; "Una, dona, trena, catena / surraca / Manraca (o bat'lJCIJ) / Labira (o Labirabirón) / Birón. Cuéntalas bien / Que doce son. / (o El que habla primero se come un ratón)"; "na, doli, truá. / Delalí menguá (o mendud) / Osofrete (o osoquete) / Colorete, / Una, doli, truá" (d. Textos y comentarios cortespondientes del doctor Ángel J. Battistessa, en la edición del Homena;e a .Leopoldo LugonBS de esta Academia, Bs. Aires, 1975, 106 sgs.). La palabra ¡itan;áfora, por otra parte, alcanzó gran difusión y >a se la encuentra incluso en textos escolares; la legítima cuna producto de una incoherencia infantil y del hallazgo de un poeta ccntribuyeron sin duda a su consagración. '. En vista de tales antecedentes y teniendo en cuenta la perdura­ ción del término, la Academia Argentina de Letras sugiere a la R. Academia Española la posibilidad de incluirlo en la próxima edición de sumccionario.

70s'", del 22 de mayo de 1980.

Vitela 'estampa de Jesús, la Virgen y los Santos' (Consulta de la Comisión Permanente, Madrid)

El Diccionario de la R. Academia Española (ed. 1970) da S.Il. vitela la siguiente definición: "( Del lat. vite/la, d. de vitiUa) f. Piel de vaca o ternera, adobada y muy pulida, en particular la que sirve para pintar o escribir en ella. 11 2. ant. Cría hembra de la 'vaca, ternera". No registra el Léxico mayor el valor de 'estampa de Jesús, la Virgen y los Santos' objeto de la presente consulta. En nuestro país, según las encuestas realizadas por el Departa­ mento de Investigaciones Filológicas de esta Academia entre fabri­ cantes y público en general, la expresión resulta desconocida.

In bond (Consulta de la Comisión Permanente, Madrid)

La Comisión Permanente de Madrid, por pedido de la Academia Colombiana, consulta a la Academia Argentina de Letras acerca de la traducción al español de la locución inglesa in bond, la que se refiere a los "locales especiales que existen en todos los aeropuer- BAAL, XLV,1980 ACUERDOs 375

tos internacionales del mundo entero donde se venden a los pasa­ jeros productos libres de todo impuesto y gravamen". De las encuestas realizadas por el Departamento de Investiga­ ciones Filológicas de esta Academia no surge que, con el sentido antes mencionado, se emplee dicha expresión en la Argentina. En su lugar son utilizadas las denominaciones tienda franca y venta franca o venta libre (de impuestos), correspondiendo estas dos últimas no al local de comercio, sino al tipo de operaciones que en él se realizan. También puede advertirse en nuestro país, la concurrencia de los anglicismos duty free s/wp, f(lx free shop y generalmente free ahop. Según la información gentilmente proporcionada por el doc­ tor EDrique Reig, miembro de número de la Academia Nacional de Ciencias Económicas, la fluctuación de estas denominaciones co­ rresponde a la reciente implantación de este sistema de ventas. El bilingüe Dictlonary 01 Bllsiness term~ (N. York, 1949, 122), de L. A. Robb, traduce la expresión In bond como: "afianzado, en almacén aduanero". La traducción de la que parte la Academia Colombiana, es la que supone en el Léxico mayor, depÓSito franco: "Conjunto de mercanCÍas importadas que pueden permanecer li­ bres de derechos de Aduana en puerto habilitado al efecto, hasta su reexportación, o ser introducidas en el país previo abono de esos derechos". Conforme a esta definición el empleo del vocahlo depósito no parece objetable ya que las dos primeras acepciones del mismo, según la Real Academia Española son: "Acción y efecto de depo­ sitar, 112, Cosa depOSitada", Empero la modalidad de venta que se realiza en las tiendas franCIU no concuerda por entero con la noción contenida en la ex­ presión depÓ8ito franco, ya que usualmente el comprador y pasa­ jero no debe abonar derecho alguno de Aduana al introducir la mercancía en el país. En conclusión, para aludir a la práctica comercial a la que se refiere la consulta, al menos en nuestro país, sería más conveniente ai:enerse a la modalidad de la venta -exenta de impuestos- antes que a la condición del depósito, se entienda este como lugar o como mercanCÍa. Por consiguiente, a tales efecto~, la Academia Argentina de Letras recomienda el empleo de las expresiones centa franca o oenta libre (de impuestos). 376 ACUERDOS BAAL, XLV,1980

Petr081"0 (Consultas formuladas al Depart. de Investig. Filológ. de la Academia)

Con la denominación de petroglifo o incisión rupestre se designa en arqueología un grabado sobre roca obtenido por descascara­ miento o percusión, propio de los pueblos de la prehistoria. Su estudio se ha desenvuelto junto al de las manifestaciones pintadas o pictografías (d. Dice. de la R. Acad. Esp.,. ed. 1970, •. v.), llevando a algunos autores a confundir el ·empleo de ambos términos. La influencia de la bibliografía especializada francesa e inglesa fue sin duda el punto de partida para la difusión de uno y otro vocablo (fr. petroglyphe> petroglifo; ingl. pictogra­ "h" > pictografía). Por lo que se refiere a la palabra petroglifo (de petro- y yl.Úqllll, 'grabar' ), su uso puede remontarse por lo menos a fines del siglo pasado. Así lo confirman las consultas efectuadas por el Departa­ mento de Investigaciones Filológicas de esta Academia al investi­ gador principal del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas, Carlos Gradin, participante en un relevamiento ele petroglifOl y pictografíal que se realiza actualmente en la zona patagónica de nuestro país. Por otra parte el estudio de los petroglifos ha sido objeto de interés especial para los arqueólogos argentinos. Resulta intere­ sante por ej., encontrar ya en un trabajo de Franz Kühn de 1914 (EsrudiOl sOMe petroglifos de la región diaguita, en Revista de la Universidad de Bs. Aires, t. ·xxv, 385, sgs.) una bibliografía de 22 tltulos, 21 de los cuales son publicaciones nacionales correspon­ dientes a autores importantes como J. B. Ambrosetti, S. Debene­ detti o F. P. Moreno. A título ilustrativo pueden recordarse las observaciones -Teferidas especialmente a las pictografías- de Leo­ poldo Lugones en su artículo Las grutal pintadas de Cerro Colo­ rado publicado en el suplem. !itero de La Nación el 30 de marzo de 1903. En los casos más antiguos todavía se advierte el uso de la va­ riante gráfica petroglllfo. Véase por ej., el siguiente pasaje: "No lejos de las canteras, en otras lomadas bajas [ ... 1 se hallan graba­ dos unos curiosos petroglyfos hechos seguramente por los indios durante las horas en que el trabajo de las canteras cesaba" (J. B. Ambrosetti, Tercer viaje a Misiones. Separata del Bol. del Inst. Geográf. Argent., 1895, t. XVI, p. 83). BAAL, XLV,1980 ACUERDOS ·37í

Dentro del ámbito español, léxicos de reconocida autoridad como el Dice. Encielop. U.T.E.H.A. (México, t. VIII, 1953, 424) regis­ tran el término, que ya en 1923 incluía E. Cotarelo en su trabajo El tecnicismo ele la Prehj.~oria publicado en el Boletín de la R. Acad. Esp., a. x, t. x, 629 sg. Por todo ello y teniendo en cuent,l que la palabra pictografía ya ha encontrado cabida en el Léxico mayor, la Academia Argentina de Letras sugiere a la R. Academia Española la posibilidad de incor­ porar el término pett'oglifo a la próxima edición de su Diccionario.

706~, del 12 de junio de 1980. Envarar, tutorar (Consulta de la Comisión Permanente, Madrid)

La Comúión Permanente de Madrid consulta a la Academia Argentina de Letras'sobre el uso en nuestro país del verbo ent;arar con el significado de' 'poner varas a algunas phintas para que pue­ dan trepar por ellas'. La palabra aparece registrada con ese valor para Colombia por el Dice. ele tmIB1'ic. de M. Morínigo, Bs. Aires, 1966, 247. Asimismo la daba ya M. Román, Dicc. de chilen., Sgo. de Chile, 11, 1908- 1911, p. 432, para Chile. De las consultas realizadas por el Departamento de Investiga­ ciones F"lIol6gicas de esta Academia surge que, en general, para referirse a la operación señalada se emplea en la Argentina el tér­ mino tutorar o la expresión poner tutores. Coinciden en la apreciación la Sociedad Argentina de Horticul­ tura y las cátedras de Horticultura y Fruticultura de la Facultad de Agronomía y Veterinaria de la Universidad de Buenos Aires. Véase el siguiente ejemplo extraído de un artículo titulado Con­ .;o. para el otoño, que aparece en El jardín y sus plantas (Bole­ tín de la Soco Argent. de Horticultura, marzo 1980, p. 30 sg.)' "Tutorar las plantas de floración otoñal que hayan crecido mureo, pero con ligaduras flojas, tratando de no lastimar los tallos". Este consejo remite a una figura a la que acompaña la siguiente leyen­ da: "Atar la planta al tutor dejando las ligaduras con suficiente flojedad para el futuro crecimiento de la planta". Por lo que se refiere a la palabra envarar, según informes pro­ porcionados por ingenieros agrónomos de vasta trayectoria en el 378 AcuEl\JlOll BAAL, XLV, 1980 país, su empleo parece haber existido sobre todo mientras perduró el uso de varas de cañas de Castilla, aplicable especialmente a plantas de chauchas y tomates en las quintas horticolas de los alrededores de Buenos Aires. También por analogía con la disposi­ ción de las parras apoyadas en sus varas, se escucha la denomi­ nación de BmJ14rralado para referirse a otros cultivos en las zonas de Cuyo, Río Negro y aun en el norte argentino. . Por todo ello, la Academia Argentina de Letras señala que, por lo que respecta a nuestro país, la existencia en el Lé:rico mayor del sustantivo tutor con el significado de 'rodrigón, caña o estaca que se clava junto a un arbusto para mantenerlo derecho en su creci­ miento' permite considerar la posibilidad de incorporar al Diccio­ nario, el verbo tutorar. de clara formación postnomina\. No consta en cambio el uso actual de envarar. ACUERDOS

11

Las consultas aprobadas por la Academia, después de consi­ derar los infonnes presentados por el Departamento de Investi­ gaciones Filológicas a cargo del profesor Francisco E. Petrecca. corresponden a las sesion~s ordinarias indicadas al margen.

709'". del 10 de julio de 1980

Karln (Consulta del Juzgado Nacional de Primera Instancia en lo Civil, NQ 1, Seco 1)

El nombre de mujer Karin (KarenJ, que conviene distinguir de Carina, de comprobada tradición latina, es uno de los mu­ chos hipocorísticos de Khaterina (cf. BAAL, XXXII, NQ 125- 126, jul.-dic. 1967, 451; C. Egger, Le". nomo viro et mul., Roma, 1963, 142). Este nombre, afinna R. Sertoli Salis, "e difusso spe­ cialmente nei paesi nordici e presso le religioni riformate (an­ che la moglie di Lutero si chiamava Caterina) dove ha assunto i piu svariati diminutivi" (Diz. dei nomi propri di persona, Mi­ lano, 1961, 57). Khaterina, que al igual que su correspondiente español Ca­ talina procede .etimológicamente de la voz griega xo.BaQá, ('pura. limpia' ) se repite con ligeras variantes en distintas lenguas, así: 380 ACUERDOS BAAL, XLV, 1980

(ltal.) Caterina, (Fr.) Catherine, (Ing.) Katherine, (Al.) Kha­ tarina, (Rus.) Ekaterine. C. Egger, en su obra citada, no desdeña la posibilidad de otros factores intervinientes en la grafía del vocablo al observar que los orientales escriben este nombre Alaxo."tEQLVTl, Alxll"tEQ'V, o preferentemente, "EXIl"tEQLVTl por influjo de "Exu"to~, apelativo de Apolo, o de 'ExaTT), divinidad inferior confundida con Artemisa. Esta hipótesis parece corroborar lo afirmado por la Eneie/op. Univ. ilustro europ.-amerie. Espasa-Calpe (Bilbao, 1930, t. XlI, 444), donde se expresa en referencia a Santa Catalina de Alejan­ dría -virgen y mártir cristiana, patrona de los filósofos, deca­ pitada hacia el año 307 por orden del emperador Majencio- que "su nombre proviene de la célebre Hecateria de los griegos y Baronio dice corresponder al de la amazona a quien Eusebio llamó Hécate". Luego de la expedición a Tierra Santa, los cruzados llevaron el nombre a Europa donde se difundió por medio de misterios, baladas y leyendas que giraban alrededor de la Santa de Ale­ jandría. L. Sleigh y Ch. Johnson,· en su libro The pan book 01 girrs names, refieren que, desde entonces y hasta no tan lejanos tiempos, las niñas de las campiñas inglesas recitaban los siguien­ tes versos invocando a Santa Catalina, que ciertas leyendas con­ virtieron en protectora de las jóvenes casaderas: "Sweet Saint Katharine. send me a husband,1 A good one, 1 pray;1 But aro [any] a one botter than naro [none] a one.! O Saint Katharine, lend me time aid; And grant that 1 may never die an old maid" (London, 1962, 132). Muchas mujeres ilustres han llevado este nombre: Santa Ca­ talina de Siena, Santa Catalina de Suecia, Santa Catalina de Ricci; favorito de reinas, también lo llevaron Catalina de Ara­ gón, Catalina 1 de Rusia, Catalina de Suecia y Catalina de Mé­ dicis, entre otras. Por su parte, también la literatura testimonia la difusión de este nombre. Shakespeare lo elige para su personaje de The Taming 01 the Shrew y Emily Bronte para su Wuthenng Heights. En la literatura española pueden mencionarse las Catalir1/J8 de Lope en El Caballero de Olmedo y de Benito Pérez Galdós en Celia en los Infiernos. En conclusión, por las razones antes mencionadas, la Acade­ mia Argentina de Letras considera oportuno desaconsejar la adop- BAAL,XLV,1980 ACUERDOS '381 ción de la forma ICarin, manteniendo, en cambio, la denomina­ ción Catalina que, como se ha visto, goza de antigüedad y pres­ tigio en nuestro idioma.

710'-, del 24 de julio de 1980

Empatia (Consultas formuladas al Depart. de Investig. Filológ. de la Academia)

A fines del siglo pasado y camienzos de este se elaboró eh Alemania la teoría de la Einfühlung, con proyecciones dentro del campo filosófico y psicológico. Una de las figuras más im­ portantes de ese movimiento fue la de Theodor Lipps (1851- 1914), filósofo autor de numerosas obras entre la. que desc1lella su Ae8thetik (1903-1906) . Para traducir el término alemán Einfühlung 'compenetración', :lS distintas lenguas recurrieron al griego F!Lltá'flU 'pasión' y así surgieron el fr. empathie, el it. empatia, el ingl. empath!l. En un sentido general la empana (que en clsteIlano ha cono­ cido 'otras denominaciones como endopatía, bajo la cual la re­ gistra J. Ferrater Mora, Dice. de filos., Madrid, t. 2, 1970, 928 sgs.) es la 'participación afectiva y, por lo común. emotiva, de un sujeto humano en una realidad ajena al sujeto'. Desde el punto de vista psicológico aunque la' empana se encuentra muy próxima a la simpatía entendida en forma am­ plia, puede decirse que tanto la simpatía como la antipatía o cualquier otra de las manifestaciones de las relaciones huma­ nas pueden constituir variantes de la empatía. La fecundidad del concepto se ha dado sobre todo en el campo de la estética en la que no solo autores alemanes de prestigio como J. Volkelt y W. Worringer siguieron a Lipps, sino que una importante bibliografía puede consultarse en in­ glés y francés' (c[ Ferrater Mora, loco cit.). La pro!lección del sujeto para apropiarse de la realidad circundante constituiría según la teoría, el meollo de la experiencia estética. Entre los pensadores españoles que tienen esta idea como supuesto filosófico de su obra crítica, se encuentra Américo Castro, y podría formularse de manera lIluy simple su concep- 382 ACUERDOS BAAL, XLV, 1980 dón como la necesidad de una operación de índole dialéctica para comprender algo: situarse a la vez dentro y fuera; vivir ese algo y pensarlo en forma dinámica (cf. sobre todo Origen, ,er 11 existir de los españoles, 1959). Pedro Laín Entralgo al ocuparse del tema en su obra Teorla J realidad del otro (Madrid, 1, 1961, 138 sgs.) menciona a Or­ tega y Casset y Carda Morente entre otros estudiosos que han considerado el tema que se analiza en el presente informe, y señala la posibilidad de utilizar la forma impatía, con el ob­ jeto de dar mediante el prefijo in- (-im) la significación que es peculiar a la preposición latina cuando rige acusativo: in Hispa­ niam ire (loc. cit., p. 139, n. 12). Sin embargo la forma reconocida por autorizados léxicos y en­ ciclop€dias de la lengua española es la de empatía. Así por ej., la Gran Enciclopedia del Mundo Duroon realizada con los aus­ picios de R. Menéndez Pidal (Bilbao, t. VII, 1970, 358) que da por otra parte, la ajustada definición siguiente: "Proceso más o menos consciente del sentimiento o pr~yección imaginativa de uno mismo sobre cualquier objeto o situación del propio ambien­ te. Se emplea especialmente para expresar una identificación emo­ cional con otra persona o con una coiecí:ivida:l". En vista de los argumentos que preceden y teniendo en cuen­ ta la trascendencia que el término empatía ha alcanzado como denominación de ti~ concepto filosófi~o·· que subyacp. en nume­ rosas especulaciones de nuestro siglo, la Academia Argentina de Letras sugiere a la Real Academia Española que, previa con­ sulta a las academias correspondientes, considere la posibilidad de incorporarla a la próxima edición de su Diccionario.

Bit (Consultas formuladas al Depart. de Investig. Filológ. de la Academia)

La nbción de 'cantidad de información' surge como conse­ cuencia del desarroJlo teórico impulsado, entre fines del siglo pasado y comienzos de este, por el creciente empleo de los mo­ dernos medios de comunicación. A partir de los nuevos horizon­ tes en materia de velocidad de trasmisión, abiertos inicialmente DOT la telegrafía, el problema de ponderar la comprensión de RAAL. XLV, 1980 ACUERDOS . 383 las señales así emitidas preocupó a muy diversos investigadores. Simultáneamente en los Estados Unidos H. Nyqui~t y Kupf­ müUer en Alemania, formularon la ley que establece que para tras,mitir señales telegráficas a determinada velocidad se requip.­ re un determinado ancho de banda de emi~ión. Bsta ley fue luego generalizada por R. V. L. Harthley en su trabajo Trans­ mis8i0n of informaticm, publicado en el año 1928. En este tra­ bajo de "características muy modernas", al decir de E. Colin Cherry (La comunicación de la información, en Comunication and culture, trad. esp. Bs. Aires, 1972, 65), la información se define como la selección sucesiva de símbolos o palabras; al tiem­ po que se excluye todo 'significado' por ser un factor meramente subjetivo. Según el mismo, la posibilidad de aparición de un mensaje. compuesto por un número N de símbolos tomados de un alfabeto de S símbolos corresponde a S elevado a la N. En esas condiciones la cantidad de información H se define como su lo­ garitmo, es decir H.= N log. S. Esta fórmula supone la igualdad de condiciones de aparición de un determinado signo. En los casos en que esta premisa no se cumple, como sucede por ejemplo en los lenguajes naturales donde algunas letras o sonidos son de uso más frecuente que otros, la corrección se obtiene mediante la asignación a cada signo de una probabilidad P, de aparición. C. Shannon, uno de los fundadores de la teoría matemática de la información, rein­ terpreta de la siguiente manera la formulación primitiva:

n H = - N 1: P, log, P,; donde i=l H: información. N: cantidad de signos en el mensaje. n {suma de todos los términos que l: tienen la misma forma desde el i = 1 primero (i=l) al enésimo. P,: probabilidad del signo i. (cf. A. Moles, La como et les mass media, Paris, 1973, 395).

Es importante notar que, de acuerdo con estas definiciones, el valor de la información no se identifica con el contenido con- 384 Act1ElIDOs BAAL, XLV, 19&u ceptual de lo comunicado sino que se establece en la relación entre lo que es posible prever acerca del mismo y el hecho efectivamente acaecido. Empleando las palabras de U. Eco: "La información consiste más en lo que puede decirse que en lo que se dice. Es la medida de una posibilidad de selección en la elec­ ción de un mensaje" (La estructura ausente, Barcelona, 1972, 58). Del mismo modo N. V. Quine observa que la noción de información es hoy en día "suficientemente clara si se la rela­ tiviza adecuadamente. Es una noción central en la teoría de la información. Su sentido se constituye respecto .de alguna matriz o lista de elementos previamente establecidos" (Fil. de la lógi• ca, Madrid, 1973, 24). A título ilustrativo: la cantidad de información que propor­ ciona una moneda arrojada al azar, cualquiera que sea el re­ sultado, es de 1 bit, ya que se trata de una realización entre dos posibles (cara o ceca). Precisar, en cambio, la posición de un escaque sobre un tablero de ajedrez supone determinar una localización sobre 64 posibles; la información así proporcionada es pues equivalente al lag, 64, es decir 6 bites. Vale _deCir que en este caso ha sido preciso realizar 6 sucesivas selecciones bi­ narias, descartando las alternativas no pertinentes, para poder individualizar la posición del escaque. Por este método es posible situar un acaecimiento entre un número infinito de probabilidades. Con él pueden efectuarse las operaciones más variadas ya que el álgebra de Boole ha permi­ tido una aplicación ilimitada al proceso de disyuntivas binarias. En los cerebros electrónicos, de funcionamiento digital, estas dos únicas posibilidades se hallan representadas por la alterna­ tiva de paso o no de corriente. La elección de un sistema binario, el más elemental de los sistemas de numeración, halla interesante analogía en la expli­ cación de los sistemas lingüístiCOS, particularmente en el campo fonético. R. Jakobson observa que el descubrimiento progresivo realizado por la lingüística de que un principio dicotómico se halla en la base de todo el sistema de rasgos distintivos del lenguaje se halla corroborado por el empleo de las ~eñales bi"­ narias (binat"y digital como unidad de medida. "Quand les in­ génieurs définissent l'information sélective d'un message comme le nombre minimum de décisions binaires qui permettent au r~­ ceveur de reconstruire ce qu'j) doit apprendre du message sur la base des données déja a sa disposition, cette formule réaliste BAAL, XLV, 1980 ACUERDOS 385

est parfaitement applicable au role des traits distinctifs dans la communication verbal e" (cf. Ling. et théor. de l'inform., en Essais de ling. générale, Paris, 1963, 88). Algunos estudiosos como M. Bense, U. Eco, A. Moles, ]. Lot­ man, entre otros, han¡ considerado útil extender el campo de estas investigaciones hacia las disciplinas estéticas. A pesar del indudable interés de estos trabajos, la adecuación de la teoría a este nuevo campo es controvertible. Así lo observa E. Golin Cherry (op. cit.) al señalar que esta teoría "no es de manera al­ guna completa y que, aunque ha demostrado ser particularmen­ te pertinente en el contexto de los canales técnicos de comuni­ cación como la telefonía, la radiotelefonía, el radar y la televi­ sión, la interpretación que de ella se hace en campos de inte­ rés más amplios está relativamente poco desarrollada y es muy discutida, por más que sea extremadamente interesante". No obstante esto, en aquellos campos en que su teorización es pertinente, v. gr. teoría de la comunicación, sistemas de com­ putación, el término bit « del inglés binary digit) paralela mente a la creciente difusión de esta moderna tecnología, ha conocido un adecuado y sostenido empleo, al punto de ser in­ cIuÚl.o en modernos diccionarios de uso corriente de nuestra lengua como el Dicc. Kapelusz (Bs. Aires, 1979, 242), al igual que en reconocidos registros léxicos internacionales. Por lo que hace a la internacionalización del término baste mencionar que se halla registrado también en el Vocabulario electrotécnico de la Asociación de Investigación Industrial Electrónica (Madrid, 1973) redactado conforme a la norma española UNE 21 302, con correspondencia en francés e inglés. Es en base a estas razones y por considerar que dicho vo­ cablo excede en su comprensión al uso puramente técnico, que la Academia Argentina de Letras sugiere a la Real Academia Española la conveniencia de incluir en la próxima edición de su Diccionario la voz bit con la siguiente definición: "(Del inglés binary digit). 1) Teoría de la comunicación. Unidad elemental de información que únicamente puede adoptar dos valores o es­ tados distintos: uno o cero. 2) Informática. Unidad de capacidad de almacenamiento en la memoria de un computador". 386 AcuEllDOS BAAL, XLV, 1980

712', del 28 de agosto de 1980

Acerca del término 'tulpa' y sus sln6nlmos (Consulta de la Comisión Pennanente, Madrid)

La Comisión Permanente de Madrid consulta a la Academia Argentina de Letras acerca del empleo, en nuestro país, de la palabra tulpa con el significado de 'cada una de las tres pie­ dras del 'fogón donde los campesinos cocinan sus alimentos' y si como sinónimos se usan alguno o algunos d~ estos vocablos o sus semejantes: tleeuil, tinamaste, tapia, tacán, binde y ¡iné o ¡ine. L. Tascón en su Dice. de provincialismos y barbarismos del Valle del Cauea (Bogotá, s/f, 276) define el término tulP4 de la siguiente manera: "Del quechua tullpa, 'hogar, fogón, formado por varias piedras' y también cada una de las piedras que for­ man el fogón donde cocinan los caminantes y la gente pobre". Por su parte E. D. Tovar registra tulpa solamente con el signi­ fkado de fogón; y con el mismo sentido, F. J. Santamaría con­ signa el azteq uismo tlecuil. Tulpa con el valor de 'cada una dO'! las piedras que forman el fogón', lo incluyen para Colombia y América Central M. A. Morínigo y F. J. Santamaría -quien lo hace sólo para una parte de esta región- y J. Tobón Betancourt, únicamente para Co­ lombia (cf. Dice. manual' de americanismos, Bs. Aires, 1966, 648; Dice. general de americanismos, Méjico, 1942, t. I1I, 227 Y Colombianismos, Medellín, 1962, 359, respectivamente). Como sinónimos de tulpa ('piedra del fogón') se hallan regis­ tradas para Colombia tacán (cf. J. Tobón Betancourt, op. cit., 340; P. M. Revollo, Costeñísmos colombianos, Barranquilla, 1942, 254); binde (cf' P. M. Revollo, op. cit., 31) Y ¡iné o jine (cf. J. Tobón Betancourt, op. cit., 2(9). En Venezuela se usa tapia (cf. B. Rivodó, Voces nuevas en la lengua costellana, París, 1889, 264 Y A. Rosenblat, Buenas !I malas palabras, Caracas-Madrid, 1960, 395). Por su parte M. A. Modnigo (op. cit., 618) y F. J. Santamaría (op. cit., 154) consignan la voz tenamaste (var. tinamaste) para América Central y Méjico. A título informativo, cabe mencionar que J. V. Solá registra en nuestro país el homófono' tacán de la siguiente manera: "Dí• cese del a~mal que no puede. caminar" (Dice. de regionalis- BAAL, XLV, 1980 ACUERDOS 3117 mas de Salta, Bs. Aires, 1947, 271; cf. con igual sentido, D. A. Santillán, Dice. de argentinismes, Buenos Aires, 1976, 905, s. t;, tacana). Por último, de las investigaciones realizadas por esta Acade­ mia no surge que las voces consultadas sean empleadas en la Argentina. Con posterioridad a la redacción del presente informe esta Corporación ha recibido de la Real Academia Española, u~ Co­ municado de enmiendas y adiciones al Diccionario, de febrero de 1980, que registra el 'término tulpa de la siguiente manera: "(Del quechua tulipa, hogar, fogón.) f. Col., Ecuad. y Perú. En p.l lenguaje rural, cada una de las tres piedras del hogar".

Inciso (Consulta de la Comisión Permanente, Madrid)

La Comisión Permanente de :-'Iadrid consulta a la Academia Argentina de Letras acerca del empleo en nuestro país del sus­ tantivo inciso con el sentido de 'párrafo de un artículo de una ley'. El Diccionario de la Real Academia Española (ed. 1970) re­ gistra 8. t:. inciso la siguiente definición: "( Del lat. incisus, p.p, de incidere, cortar.) adj. cortado, dicho del estilo. 11 2. m. Gram, Cada uno de los miembros que, en los períodos, encierra un sen­ tido parcial. 11 3. Gram. Coma, 1 signo ortográfico", Estas acepciones de inciso halJan su origen en la retórica clá­ sica. Conciernen, en efecto, desde la perspectiva lógica del enun­ ciado completo a la división del discurso persuasivo en sus par­ tes significativas. El inciso es pues: "1. petite phrase q ui formant IIn sens partiel, entre dans le sens total de la proposition. r... ] n. partie d'un meinbre dans une période: comma" (d, H. Laus­ berg, Man. de ret. lit., Madrid, IlI, 1967, 351). Es con este sentido que emplea Cicerón en sus Diálogos del orador la voz incisa: "Esta forma [la expresión en períodos largos] no puede prolongarse mucho, ni en la peroración ni en las demás partes del discurso. Empleados ya los recursos de que antes hablé, todo el esmero ha de ponerse en lo que llaman los griegos "ól'l'a"a y Krol.u y nosotros, na sé por qué incisos y miembros" (en 388 AcvEllDOs BAAL, XLV, 1980

Obras completas, trad. esp. M. Menéndez Pelayo, Madrid, 1902, 381). Con posterioridad y con un sentido más próximo al de la consulta, el vocablo es empleado para designar no ya una par­ tición del artificio retórico, sino un fragmento del texto en opo­ sición al capítulo: "Huic opusculo ego Strabo quasdam Incisio­ nes et Capitula inserui", escribe hacia el año 850 Walafridus Strabo (cf. D. Du Cange, Gloss. medo et inf. latinit., t. IV, Aus­ tria, 1954, 326). En la Argentina el término inciso con el sentido de 'párrafo de un artículo de una ley' parece ser de reciente introducción, sin que por el momento pueda ser atribuido a la influencia de otra lengua. En efecto, las primeras documentaciones de esta voz datan de mediados del siglo XIX, por lo que resulta vero­ símil suponerla corriente en el lenguaje jurídico entre fines del siglo XVIII y comienzos del XIX. Esta es, por otra parte, la opinión de autorizados informantes a los que ha recurrido esta Academia. Hacia 1853 J. B. Alberdi, refiriéndose al artículo 23 de la reciente Constitución Argentina, observa que este: "es adopción casi literal de los artículos 82, inciso 20, y 161 de la Constitu­ ción de Chile" sancionada en el año 1833 (Est. sobre la Consto Argentina, Bs. Aires, S. a., 78). También nuestra Carta Magna, en su redacción de 1853, in­ cluía expHcitamente el vocablo en el artículo 49 : "El Gobierno Federal provee a los gastos de la Nación con los fondos del Te­ soro Nacional, formado del producto de derechos de importa­ ción y exportación hasta mil ochocientos sesenta y seis con arre­ glo a 10 estatuido en el inciso 19 del artículo 67 ... ". Por lo que hace a la difusión actual de este vocablo, corres­ .ponde decir que se lo encuentra ampliamente documentado en casi todo tipo de redacción legal y que es de curso corriente dentro de la terminología forense e incluso en niveles medios de habla. Finalmente, cabe una observación que atafie a la forma en que se proyecta' redactar el artículo en cuestión. Al definir el incisO como párrafo se supone que la organización sintáctica de ambos es idéntica. Empero, ello no condice con la realidad pues, mientras que el párrafo se define como "cada una de las divisio­ nes de un escrito sellaladas por letra mayúscula al principio del BAAL, XLV, 1980 ACUERDOS 389

renglón ... " (Dice. de la R. Acad. Esp., ed. 1970, 980), lo que usualmente caracteriza a la redacción legal es la bimembración del artículo en un período inicial que finaliza con dos puntos ( :) y en otro miembro, los incisos propiamente dichos, que pue­ den o no iniciarse con mayúscula y que se encuentran nume­ rados en sucesión creciente.

Edlllci.o (Consultas formuladas al Depart. de lnvestig. Filológ. de la Academia)

"La ciudad de Garay sobrevive en lo valiente, progresivo, tenaz [. _ .1. Después están la ciudad de la Emancipación, que coincide con algunas formas vivas del interior, y la ciudad de 1880 que viene creciendo por encima de la planta edilicia de un piso: la ciudad de todos y de nadie". Así resume Ezequiel Martinez Estrada (La, diversos ciuda­ des, en: La cabeza de Goliat [19401, Bs. Aires, 1968, 8) los su­ cesivos cambios que ha sufrido la fisonomía de Buenos Aires, y señala el empleo del adjetivo edilicio con un significado no re­ gistrado en el Lé%ico mayor: 'lo concerniente a los edificios o a in construcción'. El Diccionaria de la Real Academia Española incluye, s. v. edilicio, -cia, la siguiente definición: "(Del lat. aedilitl'us) adj. Perteneciente o relativo al empleo de edil". Si bien distintos, ambos valores están íntimamente relaciona­ dos entre sí al punto de confundírselos en su empleo. Prueba de ello es que, ya en 1910, Tobías Garzón (Dice. argent., Bar­ celona, 180), que consigna una definición similar a la de la Real Academia, elige para ejemplificarla la siguiente cita en la cual el término denota claramente la acepción primeramente mencionada: "los progresos que en cierto modo haya realizado una ciudad como la nuestra en plena y rápida transformación edilicia" (La Raz6n, Bs. Aires, 27.3.1907). Puede afirmarse que, mucho antes de la institución del mismo cargo de edil, se había iniciado en Roma un proceso edilicio. ·'Un'industria edilizia nel senzo odierno si constitui solo nella ci­ villA romana. Gia nel periodo regio la tradizione assegna a Nu­ ma Pompilio l'istituzione della corporazione degli structores" 390 ACUERDOS BAAL, XLV, 1980

(Di;:;. Enciclop. Ital. Treccani, Roma, 1956, 265 sg.). Durante la época imperial, la admirable arquitectura romana fue capaz de producir las in,ulae, antecedente directo de la moderna pro­ piedad horizontal. "Con el traslado de la capital a Constantinopla -dice U. E. Paoli en su Urbs, La oiela en la Roma antigua (trad." esp., Bar­ celona, 1964, 377)- comenzó la decadencia edilicia de Roma", actividad que resurge durante el Renacimiento pero que toma auge recién en la época moderna. En forma paralela a este proceso histórico, al tiempo que gana en extensión, el término va perdiendo paulatinamente su denotación inicial. Efectivamente, la forma latina aedilitrus proviene de aedes, -is que, en su sentido primero, significó 'hogar' o 'habitación donde se hace fuego'. Posteriormente, si bien en singular designaba el templo o morada del dios, en plural "aedes, -ium a la valeur d'un co­ llectif, comme fores, et désigne rensemble d'une construction. A l'époque impériale aetús est devenu un terme général sans rapport avec sa signification prerruere" ( A. Ernout-A. Meillet, Dictionnaire étimolo~que de la langue latine, Paris, 1967, 10; cf. asimismo: L. Sandovl,Il, Dice. de raíces griegas y latinas, Guatemala, 1931, 36). Resulta plausible suponer que es de su empleo como colectivo que se ban originado vocablos como edi­ ficar, edículo, edilicio, edil y otros. El tiempo contribuyó a la pérdida original del sustantivo edil "así llamado porque entre otras funciones cuidaba la conserva­ ción de los templos" (J. COlominas, DELC, 1954, t. 11, 216). Sin embargo, la voz se conservó y, desde 1925 hasta nuestros días, la Real Academia lo registra también como "Concejal, miembro de un ayuntamiento" (ed. 1970, s. v.)." De allí que el valor del adjetivo edilicio se haya visto restringido a lo referente al que­ hacer de las municipalidades o ayuntamientos. El término edilicio, ampliamente difundido en niveles cultos de habla, aparece, como es natural, cotidianamente en revistas relacionadas con la arquitectura o la construcción: "las condicio­ nes impuestas por el medio ambiente no fueron de las más ,alen­ tadoras en función del florecimiento urbano y edilicio de la ciu­ dad de Buenos Aires" (Rev. Construyendo, año 1, núm. 9, junio 1980, 26); "La zona 'Reserva histórica' de la ciudad de Buenos BAAL.XLV.1980 ACUI(RDOS .391

Aires es una de las pocas que mantiene el perfil edilicio y 1.. caracterización tipológica tradicionales" (Summa. Rev. de arqui­ tect., tecnolog. y diseño, Ba. Aires, en.-feb. 1980, N'! 144-143, 59). También ha sido 'recogido por la literatura argentina y por textos y publicaciones de difusión gentral. Véanse algunos ejem­ plos: "Debido al pésimo estado edilicio de las veredas del Bajo Belgrano [ ... ] enderezamos por el centro de la calzad,," (F. Lima, Pedrín (Brochazos porteños), Bs. Aires, 1924, 152); ';UN CONTRASTE EDILICIO. Desde el pórtico de la Catedral se con· templa un edificio moderno" (Caras y Caretas, Bs. Aires, año XXXVII, NQ 1859, 19.5.1934); "EVOLUCióN EDILICIA DU­ RANTE EL VIRREINATO. El historiador de las érdenes religio­ sas en América, Andrés Millé, compuso un interesante cuadro con los' arquitectos, ingenieros, constructores y alarifes que ac­ tuaron en las Provincias del Río de la Plata, desde 1604 a 1750" (D. Abad de Santillán, Historia argentina, 1, Bs. Aires, 1965, 274); "Puede observarse cierta despreocupación edilich en el parque Bernardino Rivadavia" (La Prensa, Bs. Aires, 4.7.1980, 8). Es oportuno destacar que la distinción entre ambas acepcio­ nes se advierte en otras lenguas modernas de origen romance, como el italiano. Por ejemplo, el Diz. Enciclop. ltal. Treccani (loc. cit.) menciona el vocablo edilizio como: "Che si riferi,ce alle costruzioni, all'attivitá muraria o alle istituzione a questl inerenti: apere e., lavori e., arte e." y en el artículo siguiente como: "Di edile appartenente aU' edile (magistrato romano): l'autoritcl e.; carica e.; editto edilizio". Sobre esta base la Academia Argentina de Letr"s se permite sugerir a la Corporación de Madrid que contemple la posibili· dad de agregar, en la próxima edición de su Diccionario, una nueva acepción para el término edilicio con los va'ores qUE' se desprenden del presente informe.

713., del 11 de septiembre de 1980

Pre.urlzar (Consulta de la Comisión Permanente, Madrid)

La Comisión Permanente de Madrid consulta a la Academia 392 ACUERDOS "AA!.. XLV, 1980

Argentina de Letras acerca del uso y significado en nuestro país de la voz presurizar. Ya con anterioridad, el II de junio de 1973, esta Academia había respondido en el sentido de que tal término, si bien tiene curso en la Argentina, ello ocurre exclusivamente en medios téc­ nicos. Hoy en día, a pesar de notarse una cierta extensión de SU empleo, puede mantenerse en líneas generales dicha afirmación. En efecto, el verbo presurizar' (del inglés fo pres¡urize) es propio de la terminología industrial y especialmente aeronáutica. Para la primera, la presurización consiste en someter una línea de trasmisión o parte de un equipo técnico a una presión más alta que la del medio ambiente (cf. The United States Air Force Dictionary, N. York, s. a., 401). En aeronáutica esta voz se refiere a la acción de prodUCir y mantener, en la cabina dI' un avión o en un tipo especial de vestimenta, una presión mayor que la que reina en las grandes alturas, mediante la introducción de aire adicional ( ibíd. ). Este procedimiento tiene por objeto asegurar una presión atmosférica satisfactoria para el organismo humano, que suele ser del orden de la que se encuentra a 2.500 metros de altitud. Fuera de estos ámbitos especializados, ambas acepciones son empleadas con cierta frecuencia por los medios de comunicación social, hecho que favorece su difusión. A título ilustrativo, véan­ se los siguientes ejemplos extraídos de la prensa gráfica: "La presurización obtenida en el interior [de una cabina de avi:ínl es de 0,29 Kg por centímetro cuadrado, 10 que habilita a la máquina para mantenerse en vue!o entre altitudes de 2.440 me­ tros hasta 6.100 metros" (La Prensa, Buenos Aires, 17.3.1975); "El sistema de presurizaclón de cables consiste en inyectar en elIos aire seco, cuya presión impide el ingreso de la humedad que destruye la aislación" (La Prensa, Bs. Aires, 30.4.1972,. 17). En español son pocos los diccionarios y enciclopedias gene­ rales que registran este verbo y sus derivados, y todos el10s 10 hacen únicamente conforme a su acepción aeronáutica. Así el actualizado Diccionario Kapelusz de 111 lengua española ( Buenns Aires, 1979, 1182) s. v. presur.ización y el Pequeño Larousse en color (Barcelona, 1972, 718) s. v. presurizar. En este último, po­ siblemente pueda notarse la influencia de otro diccionario de la misma casa editorial, el Pequeño Larousse de ciencias 11 técnicas que incluye las voces presurización. presurizado, da y presurizar. BAAL, XLV, 1980 ACUERDOS 393

Puede también compararse el tratamiento de este tecnicismo COII el realizado por autorizados léxicos de modernas lenguas romances como el italiano y el francés. El Dizionario enciclopedico italiano (Roma, t. IX, 1958, 767) registra el verbo pressurizz.are del siguiente modo: "[dall' ingl. (to) pressurize, der. di pressure ·pressione']. Sotoporre " proceso de pressurizzazione. Si usa quasi solo il parto pass. pres­ surizzoto, con valore di agg., messo in pressione: cabina p., reat­ tare prusurizzato (phI propriamente, reattore ad acqua pressu­ rizzata)". En francés el Dictionaire Larousse de la langue franl;aise, Le­ %ÍS (France, 1978, 1419) que se caracteriza por la cantidad de tecnicismos y anglicismos allí reconocidos, incluye el verbo pres­ suri8er « to pressurize, 1953) y sus derivados. Por su parte el reconocido Dictionaire alphabétique et analogique de la Langue Fratlfaise, de Paul Robert (Paris, 1970, 442 sg.) considera estas voces como anglicismos abusivos que podrían ser reemplazados por las expresiones "mettre en pression", "sous pression" o "sur comprimer". Este temperamento concuerda con lo expresado en su momen­ to por el Departamento de Física de la Universidad de Buenos Aires que consideró muy difundido el empleo de tales términos aunque estimó preferible sustituirlos por giros tales como "sorne·· ter a presión" o voces como "comprimir". Esta propuesta merece un reparo idiomático pues implica un conocimiento de la materia que excede el habitual en el hablan­ te medio. En efecto, ambas expresiones hacen directa referencia al continente (caldera, cabina, cable, etc.) y no al medio ga­ seoso en él contenido. Razón por la cual parece difícil ha'lar modo de expresión en nuestra lengua, que no constituya una pa­ ráfrasis extensa, para dar cabal cuenta del concepto aquí tratado.

Clon (Consultas formuladas al Depart. de Investig, Filológ, de la Academia)

La c¿lula es la unidad morfológica y .fisiológica de 'los seres vivos. Desde un punto de vista clásico y estructural, se consider,l constituida por núcleo, citoplasma y membrana. "Con respecto 394 ACUEBDOS BAAL, XLV, 1980 al núcleo -dicen A. L. y M. A. F. de Gimeno (Nociones de fi­ siOlogía celular, Bs. Aires, 1971, 1)- solo diremos aquí que su importancia está sólidamente establecida, entre otros, en los fe­ nómenos de reproducción celular y citogenética". Efectivamente, en formas superiores de vida, la reproducción se realiza por la fecundación de una célula sexual femenina con una masculina. La nueva célula que se origina, cigoto, posee en su núcleo una cantidad x de cromosomas fruto de la suma de los cromosomas de las dos células que lo originaron. Las células sexuales o germinales, al llegar ·8 su maduración, sufren un tipo especial de división llamado me/om, por el cual la doble serie de cromosomas que naturalmente poseen todas las células, queda reducida a una sola. El hombre, que posee 46 cromosomas en todas sus células, tendrá en las germinales ma­ duras solamente 23. Las células no germinales, en cambio.. se· reproducen median­ te la simple división mitótica. Por medio de la mitosis, la célula se divide en dos, formando dos "células hijas" de la misma cla­ se y con el mismo número de cromosomas que se encontraban en la primera célula (cf. G. W. y M. Bead'e, lntrad. a la nueva Genética, trad. esp., Bs. Aires, 1971, 96 sgs.). Cada una de estas células se subdivide en otras dos. Y así, por sucesivas divisiones mitóticas, se origina un número indefinido de células genéti­ camente iguales a la primera. Este conjunto de células se deno­ mina clono El genetista Dr. José M. Sánchez, director de la Fundación de Genética Humana, que ha proporcionado gentilmente al De­ partamento de Investigaciones Filológicas de esta Academia la fundamentación científica de este informe, considera que -en un sentido amplio- cada ser humano es un clan, puesto que por este proceso el cigoto se desarrolla hasta conformar un individuo; proceso que se da, por otra parte, en todas las formas de vida. Así lo confirma el Depart. de Botánica Agrícola del Instituto Na­ cional de Tecnología Agropecuaria al afirmar, con un criterio igualmente general, que toda planta que nace de brote es un c1on, pues se obtiene por multiplicación vegetativa. El término, del griego xAIÍI'Y 'vástago', es utilizado por lo me­ nos desde principios de este siglo (cf.: Science-gosdp del 16 de octubre de 1903, 502. Cent. D. Suppl.; cit. por The compact Edition 01 the OxfcHd English Dictionarll, Suppl.. Oxford, 1971, BAAL, XLV, 1980 ACUERDOS 395

3924) y aparece en numerosas enciclopedias, diccionarios y tex­ tos de diversa índole, incluso period¡sticos. V éanse algunos ejem­ plos: "clon o línea vegetativa. Es un conjunto de individuos ob­ tenidos por multiplicación vegetativa ... " (M. J. Dimitri-L. R. Parodi, Enciclop. argento de agricultura y jardinería, Bs. Aires, 1972, t. 1, 3); "Conjunto de descendientes, genotípicamente iguales que se· origina de otro homocigoto por reproducción ase­ xual o partenogenética" (Dicc. de ciencias médicas Darland, Bs. Aires, 1966, 281); "En materia de Populus, se está trabajando con más de 200 clones de álamos de distintos orígenes" (La Opi­ nión, Bs. Aires, secc. econ., 15.10.1978, 3). Los laboratorios suelen utilizar clones de células con caracte­ rísticas particulares que pueden crecer solo en determinados me­ dios de cultivo. También se pueden crear clones a partir, por ejemplo, de una bacteria a la cual se le ha implantado un gen perteneciente a otra especie. Así se trabaja cuando se intenta injertar el gen que, en los animales superiores, sintetiza la in­ sulina dentro del ADN de una bacteria, para que en la bacteria misma pueda realizarse este proceso. Con el con así creado, y a través de la mitosis, se conseguiría un gran número de bac­ terias, que sintentizarían insulina de esa hormona de una mane­ ra sumamente rápida y económica. "A causa de su estructura sencilla y de su período de generación tan corto (unos 20 mi­ nutos en algunos ClSOS), las bacterias se han convertido recien­ temente en uno de los organismos más populares empleados en los experimentos genéticos. De tamaño microscópico y unicelula­ res [ ... 1, se dividen por simple fisión. Según este proceso ase­ xual de división, una sola bacteria da lugar a un clon de descen­ dientes todos genéticamente relacionados entre sí por medio de su antepasado común" (M. W. Strickberger, Genética, trad. esp., Barcelona, 1974,45). Por otras experiencias de laboratorio se ha conseguido, arti: ficialmente, crear clones de sere~, superiores. Este proceso, que se denomina clonación o clonización ( correspondiente al inglés cloning) , se realiza uniendo una célula germinal, a la que se le ha eliminado el núcleo, con una célula no germinal. De esta unión resultará una célula cuya totalidad de cromosomas y de información genética pertenecerá a la célula que aportó el nú­ cleo; y que luego comenzará a dividirse mitóticamente, en for­ ma natural. 396 ACUERDOS BAAL, XLV, 1980

Hacia 1955, el doctor J. B. Gurdon, en. Gran Bretaña, pro­ dujo una rana clono "Tomó un óvulo de rana, eliminó el núcleo con radiaciones ultravioletas e introdujo un núcleo de una célula intestinal obtenido de otra rana. El resultado fue una ranita co­ piada exactamente de la empleada para obtener el nuevo nú­ cleo" (La Prensa, Bs. Aires, 14.3.1978, 2). En el plano teórico, si bien mucho más problemática que con animales, existe la posibilidad de realizar experimentos de clo­ nación con seres humanos, posibilidad que acerca el plano de lo tientífico al campo de la ficción. En los {,Itimos 'tiempos ha apa­ recido un libro del norteamericano David Rorvik, A su imagen: La copia de un hombre, en el que se afirma como real un expe­ rimento de tal tipo. Las numerosas polémicas que necesariamente surgen ante la posibilidad de crear un clan humano, hecho que -de realizar­ se- produciría en la genética una revolución similar a la que causó Mendel en su momento, permitieron que la palabra aban­ donase los círculos científicos para penetrar en ámbitos no es­ pecializados. En el terreno de la ficción, esta posibilidad de reproducir 'copias exactas de seres humanos es empleada por Ira Levin en la trama argumental de su novela Los chicos de Brasil. Y Mar­ celo Laferrere, en una nota publicada en el diario La Prensa translada la palabra al ambiente musical: "Es el tango clon, en­ gendrado en el laboratorio de la música científica, mediante la inserción de una pequeña célula de Bach o de Gershwin en un óvulo de La Tablada al qUE' SE' lE' ha extraído el núcleo" (Bs. Aires, 11.6.1978, 9). Por las razones hasta aquí presentadas, y en vista de la difu­ sién alcanzada por el vocablo, la Academia Argentina de Le­ tras sugiere a la Real Academia Española la pOSibilidad de in­ cluir, en la próxima edición de su Diccionario, el término clon con el siguiente significado: "Grupo de células derivadas, a través de sucesivas divisiones mitóticas, de una misma célula original y, por 10 tanto, genéticamente idénticas". BAAL, XLV, 1980 ACUERDOS 3&7

7l7~, del 23 de octllbre de 1980.

Interventor, Interventoria, inlervenloriar (Consulta de la Comisión Permanente, Madrid)

A petición de la Comisión de Vocabulario Técnico de la Aca­ demia Colombiana, la Corporación de Madrid consulta a la Acade­ mia Argentina de Letras acerca del uso que en nuestro país tienen las voces interventor, inten:entoiía e interventoriar. En la Argentina el empleo de estos términos, propios del ám­ bito forense, reconoce como origen las acepciones 7 bis y 8 bis 'lue registra el Suplemento del Diccionario oficial (p. 1401), res­ pectivamente: "Dirigir, limitar o suspender una autoridad el libre ejercicio de actividades o funciones"; '''En países de régimen' fe­ deral, ejercer el gobierno central fllnciones propias de los estados ;) provincias". Esta última definición corresponde a la llamada "intervención federal", cuyo fundamento jurídico se halla expresamente consig­ nado en el artículo 69 de nuestra Constitución: "El Gobierno Federal interviene en el territorio de las provincias, para garantir la forma 'republicana de gobierno, o repeler invasiones t'xteriores, y a requisición de sus autoridades constituidas, para sostenerlas o restablecerlas si hubiesen sido depuestas por sedición, o por in­ vasión de otra provincia". Conforme al ordenamiento legal argentino se puede considerar que la primera de las acepciones antes citadas comprende dos tipos diferentes de intervención. Una, concerniente al Derecho Público en la que la misma es decretada por el gobierno nacional, provincial o muniCipal sobre un organismo determinado de su ju­ risdicción; otra, de carácter judicial, que recae sobre empresas, sociedades, etc. La reglamentación de este último tipo de medidas no se halla contemplada en el Código de Comercio, quedando pues la intervención sujeta a las prescripciones del Código Civil sobre instituciones 'análogas, complementadas por las interpreta­ ciont's de la doctrina y la jurisprudencia de los tribunales (d. M. Goldstein, lntero. de las sOC., en Enciclop. jurídica Omeba, Hs. Aires, XVI, 1962, 688 sgs.). En todos los casos mencionados la persona encal'gada de reali­ zar tal función es denominada interventor. Esta acepción no figura con significado especifico en el Lixico mayor pero se desprende 398 AcuEIIllOs BAAL, XLV, 1980 sin dificultad de su sentido general: "intllf'tJentor, ra (del lat. interventor, óris.) adj. Que interviene. Ú.t.c.s.". En cambio sí aparece registrada en diccionarios de uso corrien­ te de nuestra lengua, así el Kapelun. de la lengua española (Bs. Aires, 1979, 868), Y de argentinismos tanto tradicionales corno modernos (cf. L. Segovia, Dice. de argent., Bs. Aires, 1911, 75; D. A. de Santillán, Dice. de argent., Bs. Aires, 1976, 322). Véanse a continuación algunos testimonios literarios y perio­ dísticos que ilustran acerca del empleo de esta '(9z: "De ahí los conflictos del Presidente con los interventores" (M. Gálvez, Vida de H. Yrigoyen, [1939] Bs. Aires, 1973, 336); "La interventora ~'D la Dirección de Enseñanza Artística del Ministerio de Educa­ ción y Justicia" (La Nación, 25.3.1957, p. 3); "El Banco Central de la República Argentina informó que [ ... ] se designaron inter­ ventores a las siguientes personas" (La Nación, 27.4.1980, p. 1). De acuerdo con la información proporcionada por distinguidos especialistas en la materia, no se usan en la Argentina las forma­ ciones postnorninales, interoentoría e interoentoriM. Para expresar la idea contenida en la primera, construida me­ diante el sufijo -ía por analogía con otras vaces corno auditoría, 'secretaría, notaría, etc., con valor locativo o de actividad, se em- • plea el sustantivo interve>nción. Por ejemplo: "Si hay conflictos de poderes en esas provincias [ .. ,] la intervención irá para arreglar las cosas" (M. Gálvez, loe. cit.); "El Banco Central designó ayer los funcionarios que se harán cargo de la intervención" (La Nación, 27.4.1980, p. 1). Finalmente el verbo interventoriar, no es usado por sentírselo innecesario frente al más directo y acostumbrado intervenir, corno 10 demuestra el siguiente titular periodístico: "Los cheques de los bancos intervenidos" (La Prensa, 27.4.1980, p. 5).

F"rlco. ca (Consultas formuladas al Depart. de Invest. Filológ. de la Academia)

"Des trones constellés de joyaux lumineux, Des palais ouvragés dont la féerique pompeo .. " Con estos versos de Charles Baudelaire (Fleurs du mal, La mort, Le voyage - 1859) ejemplifica el Dictionnaire alphabétique BAAL, XLV, 1980 ACUERDOS 39fJ et ana/ogique de la langue fran{:aise, de P. Robert (Paris, 1970, n, 862), el uso del adjetivo francés féerique, cuyo empleo hacen remontar otros lingüistas a 1834 (d. O. Bloch et W. von Wart­ burg, Dietion. étimolog. de la langue fran{:aise, Paris, 1950, 246). Su equivalente castellano feérico trata de cubrir un espectro semántico tan rico como el que supone la calidad de perteneciente al mundo de las hadas (fée en francés), no abarcado en realidad por ninguno de los adjetivos que proponen los puristas. Así lo señalaba ya R. Restrepo (Apuntaciones idiomáticas, Bogotá, 1943, 250): "lo que llaman los franceses féerique es en español maravi­ lloso, mágico, sorprendente, encantador, asombroso, deslumbrador, etc.". Ninguno de estos términos resulta en ]'ealidad un cabal si­ nónimo del estudiado. Su necesidad fue percibida por uno de nuestros más antiguos lexicógrafos, L. Segovia, que lo registraba ya en el Diccionario de argentinismos (Bs. Aires, 1911, 214). No faltan tampoco ejemplos de su empleo en autores recono­ cidos. Véase el siguiente: "Durmió dos días enteros en el cuarto que le adjudicaron. Sólo después reconoció con lenta atención los grandes salOl::es crema llenos de espejos, del más importante hotel de la zona. Y abrió los ojos a la ciudad. Las mismas calles, los mismos sitios que veinte años antes, le parecían un mundo feéri­ co" (E. MalIea, Todo verdor perecerá, Bs. Aires. 1941, 121). El lenguaje periodístico lo recoge también con frecuencia: "la capital del califato [Córdoba] era la ciudad más culta de Europa; con setenta bibliotecas, medio millón de habitantes, 700 mezqui­ tas, mercados y baños públicos, calles pavimentadas y noches de iluminación feérica" (M. Albornoz, A mil años de Almanzor, en La Prensa, 17.10.1978, p. 8). Por todo ello la Academia Argentina de Letras sugiere a la Real Academia Española la consideración de estos argumentos que pueden llevar a una evaluación del término y de su discutida legitimidad, sin perder de vista la circunstancia de que vocablos de origen extranjero y de más difícil asimilación por los inconve­ nientes de orden fonético que presentan, ya han sido incorporados a la lengua castellana. 400 ACUERDOS BAAL, XLV, 1980

719", del 13 de noviembre de 1980.

Solarldad, aOlarlzacl6n, aole.rlzacl6n (Consulta de la Comisión Permanente, Madrid)

La Comisión Permanente de Madrid consulta a la' Academia Argentina de Letras acerca de las palabras solaridad, solari2:ación y solearizaciÓR. La. Enciclop. unio. ilustro europ.-americ. ( t. LXII, Bilbao, 1927, 50) define solarización como "Efecto qüe produce aque­ lla placa fotográfica que al revelarse muestra una imagen positi­ va y no negativa"; y el diccionario LEXIS agrega que se trata de una "Anomalía fotográfica que se presenta en los negativos que han tenido gran exceso de exposición o revelado demasiado enérgico y prolongado" (t. V, Barcelona, 1954, 689). Según la información gentilmente proporcionada al Departa­ mento de Investigaciones Filológicas de esta Academia por el es­ pecialista Feliciano ]eanmart, del Foto Club Buenos Aires, cuando una emulsión fotográfica se expone a la luz se forma una imagen latente, invisible en los haluros de plata que contiene esa emul­ sión. La fotografía se funda en el hecho de que los haluros de plata sobre los que se desarrolla la acción de la luz, pueden transformarse, mediante agentes químicos apropiados, en plata metálica haciendo surgir la imagen latente. Así se realiza corrientemente e" proceso de revelado, bajo una "luz de seguridad" de color rojo oscuro que no afecta al material del tipo ortocromático. El papel sensible es sometido luego a una serie de baños en sustancias químicas empleadas como preserva­ doras, moderadoras, aceleradoras y fijadoras. En el año 1862, el científico francés Armand Sabattier expuso, por accidente, una placa en proceso de revelado a la luz del día. Observó entonces' que la imagen negativa de colodión húmeda se volvía positiva. Descubrió, de esta manera, el efecto de inversión por pteOOo80larización que más tarde llevó su nombre (cf.: En­ ciclop. focal de fotografía, Barcelona, 1960, 1339). A partir del hallazgo de Sabattier, se realizaron distintos expe­ rimentos para perfeccionar la técnica que trajeron como conse­ cuencia el descubrimiento de otros efectos como las llamadas lí• neas Mackie o el efecto Eberhard. Actualmente, la experiencia se realiza exponiendo a luz blanca, por segunda vez, la placa que se está procesando en forma nor- BAAL, XLV, 1980 ACUERDOS 401

mal. Esta re-exposición, controlada por un experto, da lugar a imágenes donde ~e invierten las zonas positivas y negativas por la reacción del material a la acción física de la luz;· y en otros <:asos, con la variación de materiales sensibles, la resultante puede dar lugar a un contraste que, eliminando los medios tonos que dan la sensación de volumen, solamente deja ver los contornos. a través de una fina línea que semeja un trazo de lápiz. La explicación de este hecho reside en que las líneas más grue­ sas se duplican, mientras que las más finas no sufren variación. El término 80larización (correspondiente al inglés solarisation, fr. solarisation, ital. solarizzazaone) , aparece registrado en diccio­ narios enciclopédicos como el Dice. enciclop. Salvat ( Caracas, 1967, t. 11, 3(0) o el Dice. enciclop. UTEHA (t. IX, México. 1953, 8SO sg.). No obstante, al menos en la Argenitna. 110 ha excedido at'm los ámbitos especializados. Con respecto a los restantes vocablos wnsultados, so/aridad y 8olearización, de las encuestas realizadas por el Departamento de Investigaciones Filológicas de esta Academia, no ha surgido constancia alguna de su empleo en nuestro país.

Diagrama, diag ..mar (Consultas formuladas al Depart. de Investig. Filo'óg. de la Academia)

Como consecuencia de nuevos criterios editoriales que toman en cuenta la introducción cada vez mayor de la fotografía y de la publicidad en los medios de comunicación, se puede observar una creciente preocupación por todo cuanto hace al soporte material del mensaje gráfico. Es decir por el canal comunicativo, según la terminología consagrada por el célebre lingüista ruso R. Jakobson. De allí se desprende en su forma actual el concepto de diagra­ mación .. Este reposa sobre la idea de que el contenido de un im­ preso no se encuentra constituido por su aspecto puramente con­ Leptual, el texto, sino que además incluye como elemento signifi­ cativo y distintivo de un estilo particular -cuando no de énfasis dentro de esta nueva retórica- la ponderada relación entre el texto y los restantes aspectos gráficos. Así entendida, la diagramación, como lo destaca J. V. White, en su obra Editing by design (N. York-London, 1974, 4) es la 402 ACUERDOS BAAL, XLV, 1980 solución específica e individual realizada para un determinado re­ lato. Es la forma en que el diagramador utiliza las herramientas suministradas por el estilo de la revista para propósitos periodís• ticos, para que el relato sea claro, interesante y fácil de recordar. Implica un trabajo que, ajustándose a las limitaciones especifica­ das por dicho estilo, favorece a la vez el uso de la imaginación. Llama el autor "estilo" al vocabulario visual permanente, subya­ cente y total de una publicación, resultado de un conjunto de de­ cisiones íntimamente relacionadas a las que se ha regado en forma lógica y con percepción artística. La diagramaci6n no se limita pues a cumplir con la función de "vestir el relato". Se trata, por el contrario, de un instrumento tendiente a poner de relieve la interpretación del ~ignificado de lo relatado. Corresponde observar que no debe confundirse la diagrama­ ción, con otra tarea similar que se realiza en los talleres tipográfi­ cos: la compaginación. Esta última concierne ante todo a una adecuada disposición del texto propiamente dicho en cada una de las páginas y a un correcto ordenamiento de estas entre sí, como se desprende de la definición del verbo compaginar que registra 'en su Diccionario (ed. 1970, s. v.) la R. Academia Española: "ajustar las galeradas para. formar páginas". Por el contrario, la diagramaci6n atiende a la distribución de los diversos elementos gráficos que integran la página. Así se la encuentra definida en distintos registros léxicos especializados, como por ejemplo en el Diccionario del periodismo, de A. López de Zuazo Algar (Ma­ drid, 1978, 66): "Diagramar. Dibu1ar, en tamaño natural o redu­ cido, el orden de los elementos de una página, indicando la me­ dida de las columnas, el cuerpo de los titulares y textos, el tamaño de las ilustraciones, los colores" (cf. en concordancia, para nues­ tro país, G. Kolterjahn, La tipograf. en su mejor e%pr. estét., Bs. Aires, 1944, 145). Tanto las voces diagramar, como diagramación y diagramador son formaciones postnominale~, sobre el sustantivo diagrama con el sentido que se desprende de su composición griega 6uí- 'a través de' 'por medio de'; YQa:¡A.ILQ 'dibujo', 'marca') vale decir que con­ ciernen a aquello que se expresa a través del diseño. Diagrama en el léxico editorial tiene el significado específico de: "Cuadricula­ do 'impreso con la medida en centímetros y las columnas corres­ pondientes donde se planea la distribución del m~terial de noti- BAAL. XLV. 1980 ACUERDOS 403

cias y se estudia su disposición artísticamente" (D. E. Buonocore, Dice. de biblioteeología. Bs. Aires, 1976, 164). Similar definición )'egistra eH España A. López Zuazo Algar en su obra citad" (p. 66): "Maqueta de una página de una publiclción donde se esta­ blece el orden de los elementos: publicidad, fotos, texto y titulares". Con tal sentido esta voz se encuentra regi!trada también en diccionarios manuales y enciclopedias genera' es de nuestro idio­ ma como el Dice. Kapelusz: de la lengua española (Bs. Aires, 1979, 555) y Sapiens, Enciclop. fustr. de la lengua castellana (Bs. Aires, 1, 1959, 968). La terminología internacional se muestr.\ discordante en lo que respecta a la~ denominaciones que en las distintas lenguas recibe este aspecto del quehacer editorial, así puede verse Que:' diagramar corresponde a to dummy (ing.) mettre en page (fr.), impaginare (ital.), diagramación a lay out-ol a page (jng.), mise en page (fr.), impaginaz:ione (ital.), diagramador a designer (ing.), metteur en page (fr.), impaginatore (ital.). Por ello, y teniendo en cuenta la necesidad de uniformar so­ bre bases, en lo posible propias al español, la reciellte terminolo­ gía técnica, la Academia Argentina de Letras sugiere a la Corpo­ ración de Madrid la conveniencia de, previa consulta a las res­ tantes Academias de nuestra lengua, incluir las voces diagrama, diagramar, diagramación y diagramador en la próxima edición de su Diccionario.

721', del 11 de diciembre de 1980.

No vidente (Consulta del Sr. Damián N. Comte)

Tradicionalmente, y hasta hace pocos años, la voz ciego fue la única palabra utilizada para designar a la persona <¡ue no ve. Así lo registra el Léxico .mayor (ed. 1970, 299): "ciego, ga. (Del. lat. eaecus) Privado de la vista. Ú.t.c.s .... Recién a partir de la última edición de Sil Diccion~rio (p. 758), la Real Academia ha incluido, para expresar el mismo concepto, el vocablo invidente, de tono eufemístico y formado rt·· gularmente por el prefijo privativo in- y el participio activo del verbo ver. 404 AcuElUlOS BAAL, XLV. 1980

La palabra ciego, en sentido figurado, ha sido utilizada con diversos significados que, o bien indican una situación especial de las facultades de la razón, o bien conllt'van cierto matiz peyorativo. Con idénticos valores que los términos citados, y al igual que invidente desprovista de matices negativos, desde hace. algunos años comenzó a utilizarse la expresión no vidente. Esta expresión, progresivamente, ha ido alcanzando cada vez mayor difusión has­ ta el punto de empleársela indistintamente como sinénimo de ciego. Prueba de ello es que un artículo periodístico CUliO título dice "Campeonato de tiro para no videntes", comi~nce dei siguien­ te modo: "Un ciego fue el vencedor de tiro de su club en Berlín occidental" (La Opinión, Bs. Aires, 16.3.1980, p. 14). Y, por otra parte, las críticas que -como la siguiente- esta denominación ha recibido, no hacen más que confirmar la e~ten­ sión de su empleo: "Si nos dejamos llevar por el miedo a hs connotaciones desagradables -objeta Washington Llorens (El esp. en Puerto Rico, Puerto Rico, 1957, 235)- dentro de poco tendre­ mos un idioma eufemístico. Nadie diría l1uvLl, sino precipitaci~n pluvial; nadie dirá inspector, sino supervisor; nadie dirá dego, sino no vidente [ ... ] Y no tardará el día en que llamemos Hote! de convictos al presidio". M. 1. de Gregario de Mac, en cambio, regiltra esta expresión en su artículo Diferencias generacionales en el em.pleo ele eufe­ mismo, (Thesaurus, Bogotá, t. XXVIII, en.-abr. 1973, nQ 1, 19 sg.), en el que aclara que son "razont's psicológicas y no lingüís• ticas las que aplica Carnoy al clasificar Ins eufemismos"; y agrega que entre las causas que motivan la aparición de estos eufe­ mismos se encuentra la necesidad de paliar una situación penosa, llamando por ejemplo no videntes a los ciegos. En los mismos términos, Byron Eguiguren incluye la locución en varios idiomas: "Non seeing (Ing.); Nichtsehend6f' (AI.); Monwyante [sic] (Fr.); Non vedente (It.); nevidantoino (Esper.): no vidente. Este eufe­ mismo es un sinónimo de ciego [ ... 1 se desprende que esta de­ signación es de uso corriente en mucha~ zonas lingüísticas" (Lista de términos que se usan en los campos de educación !I rehabili­ tación de los ciegos, en Español Actuol, ocl. 1971, nQ 19, 36). Efectivamente, las encuestas realizadas por el Departamento de Investigaciones Filológicas de esta Academia ante diversos ho.~­ pitales y centros de rehabilitación, confirman cierta vacilación en su empleo. Institutos como el Hogar para no videntes "San José", BAAL, XLV, 1980 ACUERDOS 405

la Asocioción Argentma para los derechos del ciego, entre otros, consideran ambas denominaciones como equivalentes; sin embargo, .como lo testimonian sus designaciones oficiales y por diferentes razones, estos organismos manifiestan preferencia por sólo una de ellas. Por su parte, especialistas pertenecientes al Sert;icio Nacional de Rehabilitación !I Capacitación del Ciego, han hecho notar cier­ ta diferencia. La expresión no vidente alude a la privación total de la vista o ceguedad, mientras que el término ciego abarc:! des­ de el ciego severo (de nacimiento o por accidente, pero con vi­ sión nula) hasta los diversos tipos de disminución visual. Es oportuno destacar que la legislación argentina emple3 la lo­ cución f\O vidente para referirse al modo en que las personas pri­ vadas de visión deben ejercer su derecho de voto: "los no viden­ tes serán acompañados por el presidente y los fiscales que quie­ ran hacerlo, quienes se retirarán cuando el ciudadano haya com­ probado la ubicación de las distintas boletas y quede en condición de practicar a solas la elección de la suya" (art. 94 de' Código nacional electoral). Con respecto al neologismo novidente, nuestra lengua ofrece pocos casos similares como por ejemplo nonato, de non natus. No obstante ellos, y si bien pareciera advertirse una creciente tenden­ cia hacia el empleo de construcciones privativas del tipo no + pal­ ticip40 -en sustitución del regular in-, la Academia Argentina de Letras considera oportuno observar la evolución de esta expresi5u antes de proponer su inclusión en el Diccionario oficial.

Seliraele (e uno) el Indio (Consulta de la Comisión Permanente, Madrid)

La Corporación de Madrid consulta a la Academia Argentim de Letras sobre el sentido y uso de la locución salírsele (a uno) el indio. Se trata de una expresión bien conocida en América y que forma parte, como luego se verá, de una vasta constelación que con ligeras variantes en alguno de sus términos transmite In idea de 'montar en cólera' o 'comportarse groseramente'. En la Argentina, su empleo es propio del habla familiar, en posible desuso actualmente. de la que se poseen pocos testimonios 406 ACUERDOS BAAL, XLV, 1980 en la lengua escrita, exceptuando, claro está, obras de carácter le­ xicográfico como las de C. Villafuerte (V oc. y costo de Catam., Bs. Aires, 1, 1961, 387) o M. Morínigo (Dicc. de americ., Bs. Aires, 1966, 322). A título ilustrativo se puede mencionar el siguiente ejemplo que corresponde a un texto de ambientación suburbana: "tenemos que ponemos de acuerdo en que si uno fuera a darle rienda al indio que yeva adentro andaríamos haciéndonos ojales como er. los tiempos de Martín Fierro y Juan Moreira, en que ¡::or cualquier cosita sin mayor importancia te cosían la osamenta a puñaladas" (M. A. Bavio Esquiú, Juan Mondiola, Bs. Aires, 1954, 94). A pesar de que el sentido de estas expresiones no ofrece gran­ des divergencias, puede considerarse que formalmente las mismas bordean un ambiguo terreno en el que se entremezclan lo~uciones con expresiones, ya que poseen una gran movilidad (admiten mo­ dificación personal, temporal y modal), que las aproxima a sim­ ples giros de valor estilístico. Pareciera pues que el núcleo del problema y, consecuentemente, de la conveniencia de su inclusión en el Diccionario, radicase en el valor semántico del sustantivo indio. Se puede distinguir así, en lo que hace a su construcción sin­ táctica, que la expresión salir el indio se halla imbricada dentro de un vasto conjunto americano de frases hechas con similar estruc­ tura y sentido; lo que probaría que no se trata de una locución en fentido estricto. Tenemos entre las más cercanas subírsele a uno el indio (cf. A. Malaret, Ch. Kany, M. Morínigo); subírsele el in­ dio a la cabeza (A. Membreño); subírsele el indio arriba (L. Agui­ lera Patiño), e inclusive subírsele el mico al hombro (P. J. Ramí• rez Sendoya). Todas estas fórmulas, basadas sobre una imagen que se podría llamar ascensional o desbordante de la cólera, parecen construidas por analogía con las tradicionales expresiones subírsele el humo o la rrwstaza a las narices. Similar contenido conceptual implica la expresión, popular en la Argentina, despertársele (a uno) el indio. Deteniéndonos ahora en el valor semántico de los términos que componen la expresión salírsele (a uno) el indio, vemos que el significado de salir es el mismo· que registra el Léxico oficial en la acepción 5~ de esta voz: "Aparecer, manifestarse, descubrirse". Por cuanto hace a la caracterización del componente nominal. este co- BAAL, XLV, 1980 ACUERDOS 407 rresponde a los valores estilísticos objetivos fijados por una deter­ minada tradición cultural. Así, cuando el indígena fue empleado en servicios personales, como es el caso de México, Perú y gran parte de la América Central, no resulta difícil ver por qué esta expresión ~ignifica también: "ponerse intransigente y tozudo" (cf. F. J. Santamaría, Dice. g~. de amerie., Méjico, III, 1942, 102). Del mismo modo la locución ¿somos indios? que registra el Dice. de autoridades ([17341, ed. facs., Madrid, 1963, IV, 253) conlleva una particular visión, ya que alude a "los indios que se tienen por bárbaros o fáciles de persuadir". En el caso de la Argentina, exceptuando posiblemente las re­ giones del noroeste Y", por supuesto, la opinión de los propios abo­ rígenes, "resulta válida la interpretación de Ch. Kany (Am. - Spa­ nish euphem., Los Angeles, 1960, 63) "beca use indians are repu­ tedly violent and irascible". Es en cierto modo la imagen del indio bárbaro que describen los versos de José Hernández: "Es tenaz en su barbarie, / no es­ peren verlo cambiar; / el deseo de mejorar / en m rudeza no cabe: / el bárbaro sólo sabe / emborracharse y peliar" (La vuelta de Martín Fierro, v. 565 sgs.). Empero, no ha de pensarse, por lo que antecede, que el uso de tales expresiones en nuestro país implique necesariamente un em­ pleo peyorativo. Pues, del mismo modo que se dice familiarmente, refiriéndose a un niño que es --:(1 edá hecho- un indio, aludiendo al "carácter travieso o inquieto, () simplemente a su desaliño, bien puede reconocerse el elemento aborigen como constitutivo del pro­ pio ser. Así lo emplea, por ejemplo, J. W. Abalos al escribir: "pre­ tendemos ocultar con el dudoso blanco de nuestra piel, la buena cuota indígena que llevamos, cosa que conseguimos ... hasta que nos sale el indio" (Norte Pencoso, Bs" Aires, 1964, 33). Parece evidente que no hay aquí intención peyorativa alguna, sino más bien el reconocimiento de un yo profundo, vital y autóctono que subyace en la personalidad, un poco al modo del gaucho que R. Güiraldes dice llevar dentro de sí: "Al gaucho que llevo en mí, sacramente, como la custodia lleva la hostia" (D" Segundo Som­ bra, dedicatoria). En conclusión, la natural dispersión semántica entre los países hispanohablantes, allnque no borre su profunda unidad lingüística, 408 AcuERDOs BAAL, XLV, 1980 puede tomar vago el sentido de ciertos giros idiomáticos. De este modo, aunque la expresión consultada, y sus variantes, no se hallan tal vez en pleno vigor actualmente, su sentido se fundamenta en una particular atribución semántica de la palabra indio: la que lo identifica con las nociones de rebeldía, salvajismo o hrutlúdad. ARGENTINISMOS

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Enmiendas, ratificación o inclusión de argentinismos en el "Diccionario Mayor" (1970) y en el "Manual" (1950) de la Real Academia Española I

Batitú

Batitú es el nombre más difundido en nuestro país de un pájaro (Bartramia Longicauda) que pertenece al or­ den de las CharadTiiformes (familia Scolopacidae). Se­ gún la información proporcionada al Departamento de Investigaciones Filológicas de esta Academia por el dis-

I Debe advertirse que la noción de argentinismo será delibera­ damente usada en esta sección de un modo lato y 000 rigurosamente técnico. Incluye los que los diccionarios de la Academia Española señalan con la nota de Argent., los que junto Cilll la Argentina atri­ buye a otros países, e incluso val"Íos que califica como america­ nÍ8mos. Estos informes son por ahora solo complementos del Dic- 410 TEXTOS y DOCUMENTOS BAAL, XLV,l980 tinguido ornitólogo Dr. Jorge R. Navas, del Museo Ar­ gentino de Ciencias Naturales "Bernardino Rivadavia", se trata de un ave de aproximadamente 25 cm de longi­ tud, dorso pardo con manchas negras, pecho y flancos de calor ocre, pico amarillento con punta negra y patas amarillas. Habita en lugares altos y secos, especialmente los cubiertos por cardos y abrojos y, además, frecuenta los bañados, ríos y lagunas. El batitú es un ave migratoria que nidifica en Alaska, Canadá y Estados Unidos en donde se lo conoce como el "Upland Plover". Cuando llega el invierno, comienza a buscar climas más cálidos. Entonces inicia su viaje hacia América del Sur recorriendo una distancia notable hasta establecerse en el Sur del Brasil, Uruguay, Paraguay, accidentalmente en Chile y en la Argentina desde el Norte al Río Negro. Llega en grandes bandadas, a partir de setiembre, e inicia la migración de retorno, a princi­ pios de febrero, hacia el hemisferio Norte. El batittÍ es un ave de temperamento tímido, muy apreciada por su carne, como lo recuerda R. Güiraldes en el vocabulario de su obra Raucho (Obras completas, Bs. Aires, 1962, 237): "Ave muy apetecida por la exqui­ sitez de su carne [ ... ] es de patas más bien altas, anda donario de Madrid. Por elJo aceptan convencionalmente divisiones políticas )i no áreas lingüísticas. Tampoco pretenden estudiar el castellano de la Argentina en cuanto sistema, para lo cual harían falta amplias encuestas al modo de las de los atlas lingüísticos. Para una formulación inicial más rigurosa de estos problemas, cf. Fernando Antonio Martínez, Lexicography; Juan M. Lope Blanch, Hispanic Dialect%gy y Y. P. Malkiel, Hispanic Phil%gy (sección IV), m Current Trends in Linguistic, 4, Mouton, The Hague, 1968. El trabajo de Malkiel citado en último término ha sido luego publicado por ei autor en forma de libro, con un importante suplemento: Y. MALKIEL, Linguistics and Philology in Spanish America. A. A. Survey (1925-1970), The Hague-París, 1972. BAAL, XLV, 1980 TEXTOS y DOCUMENTOS 411 en bandadas y es muy sabrosa en la época que semilla el cardo". Según los datos más recientes proporcionados a este Departamento por el señor Gustavo Costa, integrante de la Fundación Vida Silvestre Argentina, se trata de una especie que en Estados Unidos en el año 1920 estuvo a punto de extinguirse a causa de la persecución indiscri­ minada de los cazadores. Desde entonces se realizaron varios estudios sobre la vida del batitú. Al respecto cabe mencionar los trabajos de dos biólogos norteamericanos, Irwing y Marilyn Ailes, que iniciaron su investigación a partir de 1974 para preservar a la especie de su extinción. Sin embargo, aún hoy, no se ha podido establecer con exactitud la evolución de dicho proceso. El nombre batitú, de probable origen onomatopéyico, aparece documentado hacia el siglo XVIII por primera vez bajo la forma guaraní mbatuz por Antonio Ruiz Montoya (Tesoro de la lengua guaraní, ed. Leipzig, 1876, 111, 213): "Mbatui, Paxarillo conocido". Posteriormente Félix de Azara en su obra Apuntamientos para la historia natural de los páxaros del Paraguay y del Río de la Plata ([1805], Montevideo, 1942, V, 104 sgs.) recoge la voz mbatuituí. De la misma manera lo registran T. C. Mercado (Zoo­ nimia rio;ana, La Rioja, 1959, 37) Y M. J. Pergolani de Costa (Los nombres vulgares de las at;es argentinas, en IDIA, Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria, Bs. Aires, NQ 268, abril 1970, 7). Ya nuestros primeros lexicógrafos como T. Garzón (Dice. Argentino, Barce­ lona, 1910,54) Y L. Segovia (Dice. de argent" Bs. Aires, 1911, 483) se inclinan por la grafía castellanizada, ba­ titú, haciendo desaparecer el débil elemento nasal que se encuentra en la pronunciación originaria (cf. A. Jover Peralta y T. Osuna, Diccionario guaraní-español y espa­ ñol-guaraní, Bs. Aires, 1952, 20), V éanse a continuación 412 TEXTOS y DOCUMENTOS BAAL, XLV,1980 algunos ejemplos literarios que testimonian el empleo de esta voz: "Los altos de aves, de patos, de batitós, de per­ dices, eran arrojados después a los perros y a los cerdos" E. Cambacéres, Sin rumbo [1885], en Obras completas, Sta, Fe, 1956, 160); "Una vez en que yo merodeaba por acá aguardando el vuelo de los batitúes, me encontré con una mocita escarceando ante el obst"áculo de no poderlo pasar~ (F. Gilardi, Silvano Corujo, Bs. Aires, 1938, 184); "El batitú nervioso y alerteador, la garza y el mirasol inmaculado~ (L. Gudiño Kramer, Folklore y colonización, Sta. Fe, 1959, 13). En vista de los argumentos que preceden, la Acade­ mia Argentina de Letras sugiere a la Real Academia Española que incluya el vocablo con nota de argentinis­ mo, en la próxima edición de su Diccionario.

Bendito

"Nos retiramos con Cruz / a la orilla de un pajal: / por no pasarlo tan mal/en el desierto infinito, / hici­ mos como un bendito / con dos cueros de bagual." Constituyen estos versos del Martín Fierro (11, 410 sgs.) la fuente literaria citada casi con exclusividad por los distintos estudiosos para atestiguar el uso en el Río de la Plata del término bendito con el valor de 'toldo formado por dos cueros, como las dos manos juntas por el extremo de los dedos en actitud de rezar' (cf. T. Sau­ bidet, Vocab. y refran. criollo, Bs. Aires, 1943, 39; Ch. Kany, Semánt. hispanoam., Madrid, 1962, 213). En la nota correspondiente a los versos citados, apunta el académico Ángel J. Battistessa: "El toldo, por su for­ ma, sugiere a M. F. las dos manos elevadas hacia lo alto, en el momento del rezo que más frecuentaba el gaucho: BAAL, XLV, 1980 TEXTOS y DOCUMENTOS 413

Bendito y alabado sea ... " (ed. crítica, Buenos Aires, 1964. 76). La denominación parece haber tenido la necesaria vi­ gencia como para que aparezca, al pie de una ilustra­ ción. en la obra de Mario López Osornio, Viviendas en la Pampa (Bs. Aires. 1944, 29), la siguiente leyenda: "Toldo de una Real [sic]. llamado también 'bendito'''. Resulta interesante la descripción que el propio López Osornio (loe. cit.) dio sobre los toldos transitorios o vo­ lantes, hechos con una de las pilchas del recado, los ijares (especie de poncho con boca o sin ella, hecho con la piel de la panza y verijas de dos animales, sobadas, unidas por el medio y desgarradas), que se llevaba entre las caronas y se disponía sobre una armazón: pajas altas, arbustos como el duraznillo, varilla de chilca servían para constituir ésta (cf. E. Rapela. Cosas de nuestra tie­ "a, Bs. Aires, 1945, Hg. 42). De análoga manera el estudioso uruguayo Fernando O. Assun~o en sus Pilchas criollas, Montevideo, 1976, p. 371, al hablar del uso de la lanza en las distintas gue­ rras rioplatenses menciona el bendito armado sobre tres lanzas para proteger el sueño en el campamento. En cambio no han tenido respuesta que permita deter­ minar con certeza su difusión las encuestas realizadas por el Departamento de Investigaciones Filológicas acer­ ca de otro significado que registra para la palabra ben­ dito D. Abad de Santillán (Dice. argent., Bs. Aires, 1976, 129): 'especie de hornacina o nicho en cuyo interior se coloca la imagen de un santo, para que le tributen vene­ ración los caminantes'. En vista de tales antecedentes y teniendo en cuenta que se trata de un argentinismo ligado al desenvolvi­ miento de las costumbres del gaucho, la Academia Ar­ gentina de Letras sugiere a la R. Academia Española la 414 TEXTOS y DOCUMENTOS BAAL,XLV, 1980

posibilidad de incorporar al fascículo correspondiente de su Diccionario. histórico, la primera acepclOn del sus­ tantivo bendito considerada en el presente informe.

Buenos Aires (Consulta del Instituto Geográfico Militar)

Refiere Ruy Díaz de Guzmán que llegada -el 2 de febrero de 1536- a estas costas la expedición de don Pedro de Mendoza "fueron algunos a ver la disposición de la tierra, y el primero que saltó en ella, fue Sancho del Campo, cuñado de don Pedro, el cual vista la pu­ reza de aquel temple. su calidad y frescura, dijo ¡qué buenos aires son los de este suelo! De donde se le quedó el nombre" (La Argentina [c. 1612], Bs. Aires. 1955, 71). En realidad esta versión. completamente desacredi­ tada por la moderna historiografía. merece un recuerdo por su fácil asimilación a la etimología popular y por los comentarios humorísticos. más o menos oportunos, que ha suscitado. como el siguiente extraído del libro Memorias de un vie;o [c. 1890] Bs. AireS, 1942, 48) que escribiera V. Quesada con el seudónimo de Víctor Gál­ vez: "No pensaba entonces en visitar a Buenos Aires, pero permítame decirle que para que sean realmente buenos sus aires. sería preciso que las calles fuesen lim­ pias. y hubiese en ellas menos lodo. Este lodazal no es purificador del aire. y el que aquí respiran sus mora­ dores no es por cierto el que pomposamente anuncia el nombre'l. La historia del nombre de nuestra ciudad capital tie­ ne,. por cierto. un· significado mucho más profundo que el del simple sentido anecdótico arriba mencionado, ya que entronca con los resortes espirituales de la con- BAAL, XLV, 1980 TEXTOS y DOCUMENTOS 415 quista en el acto de instaurar ei orden (espiritual y tem­ ~ral) por sobre el caos que representaban esas tierras vírgenes. En nuestro caso ello se realiza bajo la advocación de la Madre del Salvador, al igual que en muchas otras ciudades americanas donde se manifiestan las preferen­ cias marianas de sus pobladores, tal como lo observa R. Menéndez Pidal (Gnom. insp. en el culto mariano, en Cuad. del Idioma, año 1, nQ 1, mayo 1965, 10): "An­ tes que en la antroponimia, los nombres de los miste­ rios marianos se aplicaron a los nombres de las ciudades lluevas en América". El nombre que el primer adelantado diera a aquel pri­ mitivo asentamiento que con el correr del tiempo y luego de innúmeras vicisitudes sería la capital de nuestra Re­ pública. fue, según los documentos más antiguos, el de Nuestra Señora Santa María de Buenos Aires, como fi­ gura en la provisión, firmada por Mendoza, por la cual se nombra a Ayolas· gobernador y que se halla fechada el 20 de abril de 1537 (cf. E. Madero, Hist. del puerto de Bs. Aires, Bs. Aires, 1939, 151), Y también Puerto de Nuestra Señora Santa María del Buen Aire, como puede leerse en la información hecha el 3 de junio de 1538 por Francisco Ruiz Galán, teniente de gobernador (ef. E. Peña. Docum. relato a la exp. de don Pedr!) de Men­ doza, Bs. Aires, 1936, 89). "Al año transcurrido (y acaso antes) del primer bautismo -observa P. Groussac- aso­ maba la substitución, más corta v cómoda, de Puerto de Buenos Aires, según el procedimiento frecuente en caste­ llano, que consiste en usar el nominativo plural en vez del genitivo singular" (ef. Mendoza y Caray, Bs. Aires [1916], 1, 1949, 166). Este nombre no se debe pues·a una frase afortunada, 416 TEXTOS y DOCUMENTOS BAAL, XLV, 1980 aunque conviene no menospreciar la influencia de las tradiciones populares en el devenir de la toponimia; ni tampoco a un homenaje festivo, a pesar de que la coin­ cidencia con la celebración de Nuestra Señora de la Candelaria -cuya designación resultaba imposible por la proximidad con el puerto así bautizado por Solís• bien puede haber influido en el recuerdo· mariano. Lo más probable, conforme a la opinión hoy en día sustentada, es que la advocación de la Virgen del Buen Aire reposa en la difusión por las costas del Medite­ rráneo, de un culto mariano originario de la isla de Cer­ deña, que por entonces era posesión española, y que fuera posteriormente extendido a Sevilla. Dicho culto pú­ blico aparece documentado recién en 1561 por los docu­ mentos notariales que dan fe de la creación de la Cofra­ día ele Nuestra Señora del Buen Aire de los Mareantes de Sevilla. La imagen sevillana era copia de la venerada en Cagliari, Cerdeña, con el nombre de Nostra Signora de Bonaria, llamada actualmente Madona dei Sardi y proclamada en 1907 por el Papa Pío X, Patrona Massima della Sardegna (cf. R. Zabala y E. de Gandía, Hist. de la ciudad de Bs. Aires, Bs. Aires, 1, 1936, 99). José Torre Revello relata del siguiente modo la forma en que la imagen llegó a dicho lugar: "se refiere que en 1370, una nave cargada de mercancía salida de un puerto de España regresaba con buen tiempo hacia Ita­ lia, cuando al avistar las costas de Cerdeña se vio en­ vuelta en una furiosa tempestad que amenazaba hundir­ la; sus tripulantes arrojaron al mar [ ... ] a fin de salvar la nave [ ... ] su cargamento; figuraba en el mismo una pesada caja cuyo contenido se desconocía y que al tocar las revueltas aguas hizo trocar la tempestad en una serena calma, a la vez que poniéndose delante de la nave, tomó rumbo hacia la isla, enfiló el golfo de Ca- BAAL, XLV, 1980 TEXTOS y DOCUMENTOS 417 gliari, y se detuvo en las cercanías de la iglesia del con­ vento de la Merced [ ... ] Al abrirse la caja se halló una imagen de la Virgen María, que sostenía en su mano derecha un cirio encendido y con su brazo izquierdo una imagen del niño Jesús, con rostro sonriente. Aunque en un principio no se sabía qué nombre o advocación im­ poner a la imagen, finalmente se resolvió bautizarla con el de Bonaria (Buen Aire), nombre tomado de la colina en la cual se levanta el convento" (El nombre de Bs. Aires, .Bs. Aires, 1945, 11). P. Groussac atribuye este topónimo italiano al influjo de la etimología popular coincidente con su tradición marítima pues: "La colina que se levanta al este de Cagliari llamábase antiguamente Balnearia (y después Bagnara) por existir allí baños públicos; de donde de­ rivó por corrupción lingüística, lo de Bonaria" (op. cit., p. 170). En cuanto a la navecita de marfil que adorna a la Virgen, y que tanta fama le diera entre la gente de mal', es tradición que se trata de un exvoto dado pos­ teriormente por una peregrina que, luego de visitar la imagen, suspendió su viaje a Tierra Santa (cf. J. Torre RevelIo, op. cit., p. 12). Conocidos estos antecedentes no es difícil pensar que d nombre de Buenos Aires obedeciera a alguna promesa hecha por don Pe~ro de Mendoza, máxime si se recuer­ da que el fundador pone en su testamento a la San­ tísima Virgen "por señora .y abogada de todos sus he­ chos" (cf. E. Madero, loco cit.) y que, por otra parte, en el escudo C}UP por línea paterna le pertenecía figura como lema la salutación angélica "Ave María Gracia Plena" (cf. R. Zabala y E. de Gandía, op. cit., p. 80). Si bien inicialmente Buenos Aires no rindió culto ni le consagró tpmplo alguno a la imagen con cuya advo- 418 TEXTOS Y. DOCUMENTOS BAAL, XLV, 1980 cación fue bautizada, hoy en día los padres merceda­ rios regentean la iglesia parroquial de Nuestra Señora de Buenos Aires, en el barrio de Caballito, cuyos orí• genes se remontan a la pequeña capilla que en 1894 se levantara en el mismo lugar. En ella se venera una ima­ gen titular que es réplica aproximada, au~que conserva todos sus atributos, de la primitiva imagen sarda. "Santa María del Buen Aire -evoca E. Larreta-.' Bello nombre, nombre de carabela, de carabela ventu­ msa. Henchido, soleado el velamen; blanco por sota­ vento; rubio por barlovento; la Virgen pintada en la lona. Bonanza. "Sin embargo, de nada le valió esta vez el agüero del nombre. No pudo ser menos feliz el comienzo. Ninguna otra capital de América tuvo comienzo tan desastroso, tan mísero" (Las dos fundo de Buenos Aires [1931], en Obras completas, Bs. Aires, 1. 1959,519). Corresponde al historiador reseñar los momentos he­ micos de aquel primer Buenos Aires y que culminaron con su despoblamiento. Baste tan sólo mencionar aquí que en su segunda fundación, el 11 de junio de 1580, a poca distancia del primer emplazamiento, en las pro­ ximidades de lo que es hoy la Iglesia de San Telmo, Juan de Garay fundó la ciudad de la Santísima Trini­ dad, cumpliendo con lo estipulado por Juan Ortiz de Zárate en representación de Juan Torres de Vera y Ara­ gón. En el acta de fundación, que se conserva en el Archivo General de Indias, puede leerse: "Yo Juan de Garay [ ... ] oy sábado día de nuestro señor San Ber­ nabé onze días del mes de Junio del año del nasci­ miento de nuestro Redemptor Jesucristo de mil é qui­ ~ientos y ochenta años, estando en esté puerto de santa maria de buenos ayres que en las provincias del Río de la plata yntitulada nuevamente nueva viscaya hago é BAAL, XLV, 1980 TEXTOS y DOCU~IENTOS 419 fundo en el dicho asyento e puerto una ciudad; la cual pueblo con los soldados y gente que al presente tengo y é traydo para ello la yglesia de la qual pongo su ad­ bocación de la santísima trenidad, la qual sea y á de ser Iglesia mayor e parroquial contenida y señalada en la tra~a que tengo hecha d~ dicha ciudad y la dicha ciudad mando que se yntitule la ciudad de la trenidad" (cf. E. Madero, op. cit., p. 251). Inicialmente, a la par de la nueva denominación, el puerto. conservaba su advocación originaria, siendo fre­ cuente la designación conjunta de Ciudad de la Trini­ dad y Puerto de Buenos Aires. Más tarde, como resul­ tado de la natural tendencia a la simplificación, la ciu­ dad habría de adoptar definitivamente el nombre dí' Buenos Aires. Por lo que hace a la provincia de este nombre, sus orígenes pueden remontarse a la época virreinal, cuan­ do en el año 1782 se acuerda por la "Real Ordenanza para la instrucción v establecimiento del Intendente de Ejército y Provincia's", la creación de ocho intendencias. entre ellas la Superintendencia General, de la que de­ pendían todas las intendencias y que residía en Bue­ nos Aires que era, además, la jurisdicción de una in­ tendencia (cf. R. Levene, Hist. de la prov. de Bs. Aires, La Plata, 1, 1940, 171). Ya en el período independiente, su surgimiento como entidad autónoma dentro de un ré­ gimen. representativo federal, corresponde al momento de la Primera Junta de Representantes, el 17 de febrero de 1820 (cf. R. Levene, op. cit., p. 239).

Chamarrita

"Chamarrita, chamarrita, / Chamarrita de mi amor, / 420 TEXTOS y DOCUMENTOS BAAL, XLV, 1980

Que tras una chamarrita / Se me fue mi corazón". Esta copla tradicional era -según testimonio recogido por F. Assun~ao. Las chamarritas y el caranguiyo, Montevideo, 1970. 21- una de las tantas que recordaba Justo P. Sáenz (h.) hacia 1965 como conocida en Entre Ríos. La música que correspondía a esos versos fue tam­ bién grabada por F. Assun~ao (cf. loe. cit.) y consti­ tuye una muestra llegada a nuestros días de un baile que ofrece en su trayectoria distintos interrogantes. En efecto. circulan diferentes versiones y conjunta­ mente denominaciones diversas: la chamarrita de las Is­ las Azores. la chimarrita riograndense, la simarrita uru­ guaya y la chamarrita entrerriana. Assun~ao en su obra citada, considera, después de estudiar los materiales de que dispone sobre todas ellas, que la pronunciación azoriana justificaría el pasaje a chi­ marrita en Río Grande y la portuguesa el pasaje a simarrita en el Uruguay. Quedaría el problema de la conservación de la forma chamarrita en nuestro país, explicable solamente si se tuviera constancia de la lle­ gada directa de un grupo de habitantes de las Azores. Sin embargo. resulta innegable que existen coinciden­ cias musicales y coreográficas y sobre todo similitudes entre las coplas que acompañan las mudanzas. Por lo que se refiere al origen del nombre, este se encuentra en antiguas variantes de las islas Azores como chama rita; A. Meyer en su Guia do folclore gaúcho (Río de ]aneiro. 1951, 57) recoge esta copla: "Chama Rita, chama Rita / Chama Rita urna mulher / Sal de manha para fora / Entra a noite quando quer", sugestiva ver­ sión en la que se estaría en presencia de un personaje femenino de dudosa moralidad. La fusión de las dos palabras pasa en versiones posteriores a ser equivalente de la inicial denominación y por consiguiente, debido BAAL, XLV, 1980 TEXTOS y DOCUMENTOS 421 a su reiteración en comienzo de verso, el nombre del baile. En la Argentina se la conoce también en Corrientes y ocasionalmente en el norte de Santa Fe y este de Formosa y Chaco (cf. A. Mlllaret, Correcc. al Dice. de Americ. y al Lexic. de fauna y flora en Univ. Pontif. Bolivar., abr.-jun. 1952, vol. XVII, nQ 64, 317). Se baila como. una polca al son de un acordeón. Las parejas forman en el momento en que el músico lo or­ dena una rueda; una de ellas dice una relación, luego prosigue la danza y alternativamente se van turnando hasta que todas las parejas hayan cumplido con ese re­ quisito. Por otra parte no es raro encontrar en autores de la región o cuya obra transcurre en ella, ejemplos del uso de la denominación: "Preludiaban las guitarras con bron­ cos sones los últimos compases de una chamarrita ras­ gueada" (S. Muniagurria, Carall en Narradores actuales del Nordeste, Bs. Aires, 1971, 105); "Las guitarras bu­ llían en milongas floridas, en cifras y estilos, en chama­ més y chamarritas" (A. Yupanqui, El canto del viento, Bs. Aires, 1971, 43). En una pieza de Samuel Eichelbaum, Las aguas del mundo (Acto tercero, cuadro primero) [1957], ed. Bs. Aires, 1959, 45 sg., se ejecuta y baila una chamarrita. Resultan de interés especial las observaciones que un personaje hace al respecto: "Carmelo. (Entusiasmado, vigoriza la ejecución.) No hay polca que la iguale a la chamarrita, y menos a ésta que es la más entradora de todas [ ... ] La tocaba mi padre, con guitarra, cuando le iban bien las cosas. Lo hacía retribuyendo atenciones a la vida. Él mismo me la enseñó a tocar. Es música de aquí, nacida aquí, en estos pagos de Entre Ríos, se- 422 Tprros y DOCUMENTOS BAAL, XLV, 1980 gún dicen, aunque mi finao padre la haya aprendido en la Banda Oriental". En vista de tales antecedentes y teniendo en cuenta la perduración del baile en parte del territorio argen­ tino, la Academia Argentina de Letras sugiere a la R. Academia Española la posibilidad de incorporar el tér­ mino chamarrita con carácter de argentinismo en la pró- xima edición de su Diccionaio. '.

Corbatita

"Porque el universo de los pájaros es un universo casi mágico -dice A. di Candia en su prólogo a Aves ar­ gentinas y sus leyendas. de C. Villafuerte (Bs. Aires, 1978, 7) - penetrar en ese universo es algo así como hacer una impensada incursión en otra dimensión del tiempo y del espacio en la que todo asombra, o cautiva, o enternece". Tal vez por esta razón, numerosos naturalistas y escri­ tores se hayan ocupado de estudiar, en particular, las aves argentinas. Entre ellas, hay un pájaro, perteneciente a la gran familia de los Fringílidos, que es conocido comúnmente en nuestro país con el nombre de Corbatita. El Corbatita posee una amplia zona de distribución que abarca la mayor parte de América del Sur, Costa Rica y Panamá. Según la información gentilmente proporcionada al Departamento de Investigaciones Filológicas de esta Academia, por el eminente ornitólogo Dr. Jorge R. Na­ vas, del Museo Argentino de Ciencias Naturales "Ber­ nardino Rivadavia", el Corbatita pertenece al género Sporophila. En la Argentina, cohabitan nueve especies diferentes de Sporophila. BAAL, XLV, 1980 TEXTOS y DOCUMENTOS 423

El S. caerulescens o Corbatita común -especie que reúne las características esenciales de los Corbatitas, y por ello objeto del presente informe- es el que ocupa la zona más vasta, que se extiende desde La Pampa y Buenos Aires hasta el norte de la República. Se distingue por su pico desproporcionado y por "te­ ner el macho la garganta de color vinoso, lo que le da el aspecto de una corbata, de lo que sin duda proviene su nombre vulgar de 'Corbatita'" (J. D. Goodall y otros, Las Ave" de Chile, Bs. Aires, t. 1, 1946, 76). El Corbatita es un ave pequeña, de alrededor de doce centímetros de largo. Alegre, vivaz, elegante, a los seis meses de vida se convierte en un buen cantor. "El canto. que acusa también su inquietud y que más bien puede interpretarse como un fuerte gorjeo -comenta C .. A. Vigil en Aves argentinas y sudamericanas (Bs. Aires, 1973, 337) - lo emite de improviso y con tanta vehemencia y rapidez que sus notas se confunden unas con otras. pero no por esto deja de ser melodioso y muy agradable". El plumaje del Corbatita macho es plomizo y blanco con una franja oscura que atraviesa, a lo largo, su gar­ ganta. Los pichones empluman del color de la madre y, los del sexo masculino, a los tres meses ya tienen el collar oscuro que los identifica. Resulta habitual encontrarlo en zonas donde abundan las gramíneas. ya que su alimentación consiste, principal­ mente. en semillas de plantas silvestres y granos; si bien, en época de cría, caza insectos, gusanos, etc. (cf. C. A. Vigil, loe. cit.; S. Frisch-J. D. Frisch, Aves brasileiras, Sáo Paulo, 1964, 77; T. C. Mercado, Zoonimia riojana, La Rioja, 1959, 66; y otros). D. Félix de Azara (Apuntamientos para la historia natural de los páxaros del Paragüay y Río de la Plata 424 TEXTOS y DOCUMENTOS BAAL, XLV, 1980

[1805], Montevideo, 1942, t. 11, 132 Y sg.), al analizar a los Picos Gruesos, y en particular a este pájaro al que denomina Gargantilla, observa: "Se oculta poco, y se posa en los árboles y matas. Noseda me dice que hace el nido con raicillas y palitos, sin más colchón y en corta cantidad ... ". En efecto, W. H. Hudson (Birds ot La Plata [1920], Bs. Aires, 1974, 51. Trad. de H. C. M. 'de Gollán y J. S. Gollán) afirma que "No hay arquitecto más inteli­ gente que esta especie [ ... ], el Corbatita ha resuelto con éxito el problema de construir el nido más perfecto con la menor c:lntidad posible de materiales y que, al mismo tiempo, sea liviano, resistente y simétrico". Se trata de una estructura pequeña, por lo generl!l suspen­ dida entre dos ramas, en forma de canasta, construida con raíces delgadas y fibrosas. Su aspecto frágil, aun­ que de gran resistencia, protege a la cría de aves rapa­ ces y mamíferos que no pueden distinguirlos porque el sol y la lluvia pasan a través de él. El Corbatita no suele integrar bandadas. Es natural verlo solo, o con su compañera, rápido y activo, des­ bordando vida y energía. La hembra no pone, por lo general, más de tres huevos de color blanco, salpicado~ de negro o con manchas castaño azuladas. Este pajarito, no sólo ha sido mencionado por nume­ rosos lexicógrafos como T. Saubidet (Voc. y retraT!o crio­ llo, Bs. Aires, 1943, 106; d. asimismo: A. Malaret, Lexi­ cón de fauna y flora, Madrid, 1970, 141; D. A. de San­ tillán, Gran Enciclop. Arg., t. 11, Bs. Aires, 1956, 426; etcétera), sino también recogido por la literatura nacio­ nal: "Aturden o deleitan los tordos, pero en acordes que se derraman enredándose en bríos, el alma sabe que bullen caseritas, gorriones, palomas del monte, chingo­ los, corbatitas" (J. Cornaglia, Entre chacras y poblados, BAAL, XLV, 1980 TEXTOS y DOCUMENTOS 42.'5

Bs. Aires, 1957, 130); "Entre los pájaros pequeños que poblaban la estación del verano,. nos· interesaban los cantores; jilgueros, cabecitas negras y corbatitas" (G. Pi­ sarello, Che retá [Mi tierra], Bs. Aires, 1973, 32). Asimismo, cabe agregar que, en distintas oportunida­ des, su figura ha aparecido en series especiales de los sellos postales: "La Empresa Nacional de Correos y Telégrafos (ENCOTel) puso en circulación tres sellos postales extraordinarios: [ ... ] Las estampillas 'Pro-In­ fancia' reproducen en sus viñetas, de acuerdo con lo que es una norma en esa serie, sendos pájaros de la fauna nacional: el 'cabecita negra' (Spinus Magellani­ cus) y el 'corbatita común' (Sphorophila [sic] Gaeru­ lescens)" (La Prensa, 13 . .5 .1974, secc. 2'1-, 1; cf. tam­ bién: La. Prensa, 11.8.1978, secc. 1'1-, 5). En vista de los argumentos precedentes, la Academia Argentina de Letras sugiere a la Real Academia Espa­ ñola la posibilidad de que incorpore, con nota de ar­ gentinismo, el término Corbatita en la próxima edición de su Diccionario, sin perjuicio de la consulta a las res­ tantes corporaciones hermanas con el objeto de deter­ minar la extensión del uso de esta voz en nuestra lengua.

Tembladeral

El Diccionario de la R. Academia Española (ed. 1970) registra tres vocablos de significado equivalente, tem­ bladal: "( De temblar.) m. Terreno aguanoso que se mueve al pisarlo, tremedal"; tremedal (var. tremadal): "Del lat. tremere, temblar.) m. Terreno pantanoso, abun­ dante en turba, cubierto de césped, y que por su escasa consistencia retiembla cuando se anda sobre él" y tem­ bladera: 6. tremedal". 426 TEXTOS y DOCUMENTOS BAAL,XLV,19~O

No incluye en cambio el sustantivo usual en nuestro país y en especial en la zona del Río de la Plata tem­ bladeral, que daba ya, con valor análogo, D. Granada, Vocab. rioplat. razon., Montevideo, 1890, 371, Y en cuya formación han confluido evidentemente las variantes que aparecen en el Léxico mayor (cf. asimismo L. Segovia, Dicc. de argent., Bs. Aires, 1911; B. E. Vidal de Battini, El habla rural de San Luis, Bs. Aires, 1949, 307; J. V. Solá, Dicc. de regional. de Salta, Bs. Aires;"1956, 315 sg.; C. Mieres y otras, Dicc. urug. docum., Montevideo, 1966, 125; J. C. Guarnieri, Dicc. del leng. campes. rioplat., Montevideo, 1968, 132). Existen además mimerosos testimonios literarios del empleo del término: "quedó en evidencia la astucia con que el general indígena porfiaba para llevarlo a ese terreno: ¡era un tembladeral!" (E. Zeballos; Callvucurá [1884], Bs. Aires, 1961, 46); ''Y se había cebado, le ha­ bía entrado no más de firme, sin mirar para atrás [ ... ] hasta por el bañado de Flores y los tembladerales de la Eoca" (E. Cambacéres, En la sangre [1887], Bs. Aires, 255 ); "me encontré al instante detenido por el ganado que arre~ban los soldados del general y estaban sin poderle hacer pasar un tembladeral que se .encuentra a poco de salir de la posta" (G. Aráoz de Lamadrid, Me­ morias [1895], t. IV, Bs. Aires, 1944, 65 sg.); ''Recués­ tese más a la derecha don Lisandro, de nó vamos a salir frente a los tembladerales" (R. Güiraldes, Cuentos de muerte y de sangre, Bs. Aires, 1915, 81); "El cerro se va tapando, señor; / con mis ocho mulas lo vua re­ pechar. I Que la Pachamama nos haga salir / con tran­ co seguro del tembladeral!. .. " (J. Ramón Luna, Guascha Locro, Bs. Aires, 1936, 53 sg.). Por otra parte el sustantivo se usa de manera figu­ rada para designar por ej. a una situación que no tiene BAAL, XLV,l980 TEXTOS y DOCUMENTos 427 asidero, a un trabajo sin base firme, como puede verse en el siguiente ejemplo: "La falta de una exposición sistemática convierte a estas páginas en un verdadero tembladeral" (A. M. Salas, Empeño y confusión, en La Prensa, 20 .1.1980, secc. liter., p. 7). En vista de tales antecedentes v teniendo en cuenta la antigüedad y vigencia del término, la Academia Ar­ gentina de Letras sugiere a la R. Academia Española la posibilidad de· su incorporación como argentinismo al Diccionario.

ARGENTINISMOS

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Enmiendas, ratificación o inclusión de argentinismos en el "Diccionario Mayor" (1970) y en el "Manual" (1950) de la Real Academia Española

A raja cincha

Originada en el habla rural y difundida más tarde en el lenguaje familiar de las zonas urbanas, es la lo­ cución adverbial a raja cincha. En su sentido primero expresa la idea de correr a toda prisa, al punto de re­ ventar las cinchas del caballo, tal como lo ilustran los siguientes ejemplos literarios: "Al vuelo la polecía/ a raja cinchas mandó/ chasques y requisitorios/ a la cam­ paña, y soltó/ partidas a todos los rumbos" (H. Asca­ subi, Santos Vega [1851], en Poesía gauchesca, México. 1, 1955, 491 sg.); "desmelenados jinetes pasaron a raja cincha perdiéndose en el fuego de la tarde" (L. Lugo­ nes, La guerra gaucha, Bs. Aires, 1905, 184); "Por la 430 TEXTOS y DOCUMENTOS BAAL, XLV, 1980

tarde Ramón se bañó, y con el sol declinando montó en su blanco zarco, y en vez de salir a raja cincha para la estancia [ ... ] se puso a dar, entre caracoleos y sen­ tadas de garrones, voces de mando como si hiciera ma­ niobrar un escuadrón frente al rancherío" (C. Reyles, El gaucho florido [1932], Montevideo, s.a. 39). Por natural extensión, el uso ha consagrado una· acep­ ción translaticia que, aplicada a muy diversas situacio­ nes, conserva de la primera únicamente la noción de 'en exceso'. Esta doble acepción se encuentra registra­ da en diccionarios de americanismos como el de· M. Mo­ rínigo: "a raja cincha. A mata caballo o con rpucha pri­ sa ... ", "m. adv. con exceso, sin medida: comer.··a raja cincha" (Dice. mano de americ., Bs. Aires, 1966, 137 Y 541) o en repertorios de regionalismos .como el del aca­ démico C. Villafuerte: "A todo correr, a toda furia. / / Expresa abundancia: tiene plata a raja cincha" (Vac. y costo de Catam., Bs. Aires, 1, 1961, 73). Véanse a continuación algunos testimonios de los dis­ tintos empleos de esta segunda acepción: "El paisana­ je, caliente, jugaba a raja cincha" (R. J. Payró, El casam. de Laucha, Bs. Aires, 1920, 40); "¡Gertrudis, abomina­ ble arpía! Lo único cierto era que la muerte de los otros te despertaba un hambre voraz, un descarado júbilo de sentirte vivir a raja cincha" (L. Marechal, Adán Buenos­ alJTes, Bs. Aires, 1948, ~O); "Hacé como yo, hermano. Yo me río de todo lo que pueden decir, y la gozo a rajacincha" (B. Lynch, Los caranchos. de la Florida, Bs. Aires, 1958, 121); "Los carreristas se esperaban los mios a los otros, con visible ansiedad, fumando a raja cincha" (E. Amorim, Corral abierto, Bs. Aires, 1956, 30). Esta construcción adverbial documentada por lo me­ nos en la Argentina, Uruguay (cf. J. C. Guamieri, Dice. del leng. campo rioplat., Montevideo, 1968, 23) Y Para- BAAL, XLV, 1980 TEXTOS y DOCUMENTOS 431

guay (cf. M. Morínigo, loe. cit.) ofrece analogía de for­ ma y de contenido con distintas expresiones de nues­ tra lengua. Por su contenido, en su acepción primera es equivalente al modismo español a mata caballo: "atro­ pelladamente, muy de prisa" (Dice. de la R. Academia Española, ed. 1970, 214). Por su forma recuerda a la locución a rajatabla, con la que, equivocadamente, se ha pretendido equiparada (cf. L. Segovia, Dice. de argent., Bs. Aires, 1911, 658) puesto que el contenido concep­ tual de esta última se centra en la noción de 'estricto cumplimiento' y no en la de 'velocidad, exéeso' que ca­ racteriza a la locución aquí tratada. En vista de los argumentos que anteceden, y por con­ siderarla representativa de nuestra habla, la Academia Argentina de Letras sugiere a la Real Academia Espa­ ñola la posibilidad de incorporal' la expresión a raja cincha con los valores que se desprenden del presente infonne en la próxima edición de su Diccionario, sin perjuicio de su inclusión en el fascículo correspondiente de su Diccionario Histórico.

Bandola, bandolero

"Tamay no tiene amigos. Los únicos que se aproxi­ man a él y le rodean, en su puesto de la Recova, son los negritos y los bandoleros, los muchachos zumbones que cuidan las bandolas portátiles y que, mientras husmean alrededor de los mostradores armados en tije­ ra, no cesan de ·cotorrear, de sacarse la lengua, de de­ cir malas palabras y de inventar perrerías". Así presen­ ta Manuel Mujica Lainez al personaje central de su cuento Un granadero integrante de la polifacética ga­ lería de Misteriosa Buenos Aires (Bs. Aires, 1951, 314). 432 TEXTOS y DOCUMENTOS BAAL, XLV, 1980

Dos de las palabras utilizadas por el escritor se ade­ lantan para sorprender al lector desprevenido: una sub­ rayada en el texto, bandolero, la otra deslizada sin apa­ l·ente relieve, bandola. No son muchos los testimonios de que se dispone para situar la realidad histórica de las bandolas. Pero todos ellos resultan coincidentes al caracterizar a estas pequeñas tiendas ambulantes, antecedentes coloniales de los puestos que posteriormente han existido en la ciu­ dad de Buenos Aires. Una muy precisa descripción es sin duda la que da José Antonio Wilde (Buenos Aires desde setenta años atrás [1881], Bs. Aires, 1944, 35 sgs.): "Estas bandolas eran una especie de mercería o cachivachería volante. Constaba cada una de un cajón como de 2 varas de largo, por una o más de ancho, colocado éste sobre 4 pies; todo el aparato era de pino, con una tapa con goznes. Abrían los señores bandoleros sus tiendas le­ vantando esta tapa que se convertía en estante o ar­ mazón. Sus efectos constaban en su mayor parte de peines, alfileres, dedales de mujer y de sastre, rosarios, imágenes, anillos, pendientes y collares de vidrio o con piedras falsas e infinidad de chucherías, todas de po­ quísimo valor". Se las encontraba sobre todo en la llamada Recova Nueva (cf. G. Tobal, Evacac. porteñas, Bs. Aires, 1944, 280) aunque también las había frente a la iglesia dt· San Francisco, y esta segunda ubicación constituía el emplazamiento habitual de la que Víctor Gálvez (Vi­ cente Quesada) recuerda como propiedad de su tío BIas en las Memorias de un viejo [h. 1890] (Bs. Aires, 1942, 112; cf. una referencia al carácter de exposición de los productos que tenían las bandolas en S. Calza­ dilla, Las beldades de mi tiempo, Bs. Aires, 1891, 43). BAAL, XLV"UlljO TEXTOS y DOCUMENTOS ' 433

Según datos proporcionados por el Centro de Docu­ mentación de la Municipalidad en el Digesto Munici­ pal publicado en 1873 (p. 249), aparece entre otras 01'­ denanzas dictadas con anterioridad y confirmadas, una del 4 de abril de 1872, que en su artículo 17 dice: "Está prohibido el colocar muestras salientes a la calle y po­ ner bandolas en las plazas y vías públicas, a los con­ traventores se les aplicará una multa de 200 pesos", Desde el punto de vista etimológico, la palabra ban­ dola parece emparentarse con el sustantivo bandola 2 que el Diccionario de la Real Academia Española (ed, 1970, p. 162) define así: "(De banda l.) f. Mar: Arma­ zón provisional que, para seguir navegando, se pone en el buque que ha perdido algún palo por cualquier ac­ cidente". Este término náutico tiene una antigua trayectoria en castellano (cf. Dice. histórico de la Real Academia Es­ pañola, JI, Madrid, 1936, 74; J. Lorenzo, D. G. de Mur­ ga y D. M. Ferreiro, Dice. Marít. Esp., Madrid, 1864, 72; Enciclop. gral. del mar, Madrid-Barcelona, 1, 1957, p. 563). En portugués, las bandolas son propiamente las 'velas do navio desparelhado' (A. Nascentes, Dicioná­ rio da ling. portug., Brasil, 1, 1961, 269). De ambos sig­ nificados: 'armazón provisional' y 'tela cambiable como la de las velas de navío', participa nuestra bandola, co­ mo puede inferirse de las descripciones citadas más arri­ ba, en especial la de V. Gálvez (loe. cit.) que menciona los techos de lona destinados a dar sombra a la mesa sobre la que se disponían las mercaderías (La misma idea de 'tela que se cambia' se encuentra en el catalán bandola, 'pieza de ropa que va encima de los pañales' según J. Corominas en su DELC, 1, Madrid, 1954, 386; en este caso se percibe además el carácter de diminu­ tivo de banda, faja). 434 TEXTOS y DOCUMENTOS BAAL, XLV, 1980

En vista de tales antecedentes y teniendo en cuenta que ni el sustantivo bandola ni la denominación de bandolero con el significado que se analiza en el pre­ sente informe tienen vigencia en nuestros días, la Aca­ demia Argentina de Letras sugiere a la Real Academia Española la posibilidad de registrarlas como argentinis­ mos en el fascículo correspondiente del Diccionario his­ tórico, con el objeto de rescatar estas palabras y permi­ tir la comprensión total de textos en los que se ha re­ fugiado el pasado argentino.

eacharpaya

"Pero don Juan de Dios tenía todo dispuesto y a los dos días pensaba salir hacia el paso de San Francisco. Por eso se realizaba la kacharpaya, o sea, fiesta de des­ pedida". En estos términos, el académico Carlos Villa­ fuerte, en su cuento Noche de Kacharpaya (en: La ;au­ la vacía, Bs. Aires, 1964, 57 sgs.), se refiere a una de las fiestas más características que se celebran en el no­ roeste de nuestro país. Este término ha sido recogido por numerosos lexicó• grafos, como por ejemplo J. B. Selva: "Cacharpaya (en quichua, despedida): fiesta de despedida, en el norte argentino y Bolivia. En el Pero dicen cacharpari, voz anotada 'por la Academia" (Argent. de origen indígena, en: BAAL, t. XX, NQ 75, en.-marzo, 1951, 60: cf. tam­ bién: A. Fidalgo, Breves topan. y vac. ;u;eños, Bs. Aires, 1965, 28; E. M. Rojas, Americ. usados en Tucumán, Tu­ cumán, 1976, t. 1, 76; etc.). Efectivamente, el Dicc. de la R. Acad. Esp. (ed. 1970) s. t;. cacharpari incluye: "m. Perú. Convite que por despedida se ofrece al que va a emprender un viaje. // 2. Perú. Baile que se ce- BAAL, XLV, 1980 TEXTOS y DOCUMENTOS ·435 lebra con este motivo"; si bien Ciro Bayo observa que, contrariamente a la cacharpaya, "El cacharpari pen~ano se verifica en casa, la víspera de la partida" (Man. del leng. criollo de centro y sudam., Madrid, 1931, 53). Originariamente, en nuestro país, cuando algún viaje­ ro partía, sus familiares y amigos lo acompañaban algu­ nas leguas hasta un lugar determinado por la costum­ bre. Allí se hacía la cacharpaya, es decir, la emotiva es­ cena de los últimos adioses. "Hoy -dice A. R.· Cortazar en El carnaval en el folklore calclwCfuí, Bs. Aires, 1949, 204- ya nadie derrama lágrimas allí, porque la costum­ bre de. la cacharpaya se ha perdido, pero el nombre sub­ siste, inexplicable para muchos" . .En efecto, la misma palabra designa también una par­ te importante del carnaval. José V-: Solá (Dice. de re­ gion. de Salta, Bs. Aires, 1956, 63) cita esta acepción del término del siguiente modo: "cacharpaya. s. f. Fiesta de despedida. Con cacharpaya se despide a un amigo, como también se despide el carnaval en su último día". En la zona noroeste, y particularmente en Santiago del Estero, el carnaval es un período de grandes feste­ jos y alegría. A pesar de que se lo retrasa con diversos pretextos, llega al fin el momento del entierro. Comienza entonces la ceremonia de la cacharpaya, en la que el pueblo participa formando una procesión, al frente de la cual va el Pu;llay, símbolo del carnaval muerto. El PuiUay, al cual a menudo también se deno­ mina Cacharpaya, es por lo general un hombre vestido con ropas andrajosas y botas gastadas, si bien en algu­ nos lugares se trata de un muñeco con las mismas ca­ racterísticas (cf. A. Córdoba, La Vidala, Bs. Aires, 1939, 138); va seguido por su viuda, que llora durante todo el trayecto. "Detrás de ambos personajes, que cruzan el pueblo, van uniéndose en extraño cortejo hombres y 436 TEXTOS y DOCUMENTOS BAAL,XLV,1980 mujeres que abandonan las danzas y libaciones, y qUl' entonan, al son de las cajas, las vidalas de la despedi­ da" (A. R. Cortazar, op. cit., 216). De esta forma, ador­ nado el Pujllay con la serpentina, harina, cerveza y ce­ niza que le arrojan, llegan todos al pequeño hoyo don­ de el carnaval será enterrado. Allí es arrojado el mu­ ñeco o, si se trata de u~ hombre, el disfraz sobre el cual los miembros del grupo van echando puñados dl' tierra mientras dicen versos que lloran s~' muerte y au­ guran su resurrección: "Cacharpaya. cacharpaya,/ se fue y me dejó;/ despachala que se vaya,! pa'l año ha de volver/si es que le gustó [ ... ] Entierrenló con la ca­ ja,! se fue y me dejó;/ tapenlón con los palillos/ pa'l año ha de volver/ si es que le gustó" (c. Villafuerte, Voces y costo de Catam., Bs. Aires, t. 1, 1961, s.t;. chaya). Una vez sepultado el Pujllay, cesan los llantos y se pone fin a la cacharpaya y al carnaval. En cuanto a su origen, el sustantivo cacharpaya con­ tiene el tema Káchari, común a otros términos quechuas como Kacharpári "acto de despedir o despedirse" y Kn­ charpáriy "despedir, dar la despedida, homenajear al que se va", y la partícula Páya "infijo temático compues­ to para la formación de tiempos frecuentativos, insisti­ vos, reiterativos, perseverativos" (J. A. Lira, Dice. Kke­ chuwa Esp.• Tucumán, 1944, 292, 293 Y 744 respecti­ vamente). La voz cacharpaya. de tradición indígena, ha sido recogida en diccionarios de uso corriente, como el Dice. Kapelusz de la leng. esp.: "Cacharpaya [ ... ] Fies­ ta que se realiza con motivo de la despedida del car­ naval" (Bs. Aires, 1979: 276), v en léxicos regionales como Voces y costo de Catam.: de Carlos Villafuerte: "Cacharpaya. Fiesta de despedida que se realiza en ho­ nor del que viaja. En ella, por lo general, se hace de- 8AAL, XLV, 1980 TEXTOS y DOCUMENTOS 437 noche de alegría y se bebe con exceso. En algunos de­ partamentos del este es la fiesta que se hace despidien­ do el carnaval" (Op. cit., 133; cf. asimismo: S. A. La­ fone Quevedo, Tes. de catam., Bs. Aires, 1927, 73; M. Lizondo Borda, Voces tucum. derivo del quichua, Tucu­ mán, 1927, 71; O. Di Lullo, Algunas coco santiagueñas, en BAAL, t. VI, en.-jun. de 1938, NQ 21-22, 154; F. Coluccio, Dice. folklórico argent., Bs. Aires, 1950, 199; Y otros). Como es natural, esta voz también se halla presente en la literatura costumbrista argentina: "Las sombras de la ultima noche de carnaval se juntaban, allá le­ jos, con el alba. Entre dos árboles, colgada de un alam­ bre, se balanceaba la kacharpaya [ ... ] El tum-tum de las cajas latió en el canchón iluminado, y la canción de la despedida, que también se llama kacharpaya, se destacó en el triste adiós de su musica, el persistente y esperanzado estribillo" (A. Córdoba, Rumbo al Norte, Bs. Aires, 1942, 41); "Cuando se ha organizado una ba­ tida que, generalmente se realizará en la Quebrada del Cajón o al pie del nevado de Pisco, celébrase la ka­ charpaya o sea la fiesta de despedida de los cazado­ res" (R. J. Payró, En las tierras de lnti, [1909], Bs. Ai­ res, 1960, 113); "El Miércoles de Cenizal haremos la cacharpaya,/ despachemos, despachemos/ al Carnaval, que se vaya" . (J. Abalos, Norte Pencoso, Bs. Aires, 1964, 82). Puede destacarse que, segun se desprende de las con­ sultas formuladas por el Departamento de Investigacio­ nes Filológicas de esta Academia a distintos especialis­ tas, el término cacharpaya no sólo se mantiene vigente sino que se ha extendido, pasando a significar 'cual­ quier reunión en la que se interpreta musica autócto• na'. Con esta nueva acepción aparece mencionado, por 438 TEXTOS y DOCUMENTOS BAAL, XLV, 1980

ejemplo, en un artículo periodístico que comenta el festival folklórico de Cosquín: "Independientemente \" ya en la intimidad de las cacharpayas, el artista tom~ contacto directo con su público, contrastando con el des­ pliegue de las presentaciones estelares" (La Prensa, Bs. Aires, 27.1.1977, 9). En vista de los argumentos expuestos en el presente informe, la Academia Argentina de Letras sugiere a la Real Academia Española que contemple la posibilidad de incorporar en la próxima edición de su Diccionario, con nota de argentinismo, la voz cacharpaya con el va­ lor de: "Fiesta campestre de despedida y, en particu­ lar, la del carnaval. Por en.: reunión en la que se eje­ cuta música, principalmente nativa".

Chirle

Ya los primeros lexicógrafos del habla argentina re­ gistran una acepción del vocablo chirle que no se en­ cuentra en el Léxico oficial. En efecto, según el Dic­ cionario de la Real Academia Española (ed. 1970, s.v.) el adjetivo chirle significa en primer lugar "insípido, in- o sustancial" y como segunda acepción sirle, esto es, "ex­ cremento del ganado lanar y cabrío". Ninguno de estos dos sentidos da cuenta del valor que usualmente tiene entre nosotros esta voz que es el de 'falto de consistencia'. Así en el Vocabulario rioplatense, de F. J. Muñiz ([1845], en BAAL, V, NQ 19, jul.-sept. 1937, 424 sg.) puede leerse: "chirle - el líquido u otra sustancia más clara o delgada que lo regular, p. e. el caldo, la leche, la sopa". T. Garzón en su Diccionario argentino (Barce­ lona, 1910, 158) dice de esta voz que se aplica a las materias blandas "cuando tienen mucho líquido, como BAAL, XLV, 1980 TEXTOS y DOCUMENTOS 439 una pomada no espesa, o el almíbar cuando no está a punto". Este mismo valor reproduce L. Segovia en su Diccionario de argentinismos (Bs. Aires, 1911, 191) Y mantienen modernos diccionarios de uso manual como el Kapelusz de la lengua española (Bs. Aires, 1979, 491). Cabe pues distinguir al menos tres valores semántica­ mente próximos y de uso más o menos regular en nues­ tro país, y posiblemente también en otros de habla his­ pana. El primero, 'insípido, insustancial', que registra la Real Academia y. que es hoy poco usual entre no­ sotros a pesar de que su empleo se halla corroborado, entre otros, por J. C. Dávalos (Lex. de Salta, en BAAL, n, NQ 5 Y 6, en.-jun. 1943, 11); J. Aramburu (V oc. de superv. indíg., Bs. Aires, 1944, 46) Y T. Sánchez de Bustamante (Reg. fuieños, en BAAL, XX, NQ 76, abr.­ jun. 1951, 214). En segundo lugar, se halla el sentido de 'falto de densidad', no registrado por el Léxico ma­ yor y que, probablemente, es el más usual en nuestros días, tal como lo observa A. R. Turi: "Aquí se califica de chirle a una masa muy blanda, carente de consis­ tencia e igual valor le atribuyen en otras zonas. La se­ ñora de Battini en su ejemplar estudio sobre El habla rural de San Luis, deslinda indirectamente el significa­ do que en su provincia asignan a este adjetivo [ ... ] Dice: chirlura (de chirle) calidad de chirle: 'este ba­ rro es una chirlura, no sirve para revocar'. Se percibe sin esfuerzo que el barro del ejemplo no deberá ser juzgado insípido ni insustancial, sino blandito" (El casto en nuest. lab., Santa Fe, 1971, 98). Ya en el siglo XVIII, E. Terreros y Pando en su Diccionario castellano (Madrid, 111, 1788) define, S.I/., sirle como "el excremento de orines y estiércol del ga­ nado lanar mezclado uno con otro". Así pues, J. Coro­ minas concluye que en su sentid~ propio la voz chirle 440 TEXTOS y DOCUMENTOS BAAL, XLV, 1980

designa la mezcla antes descripta o la de las "char­ cas de las tierras de pastoreo, donde el agua, se mezcla con lodo de procedencia animal o indefinible; aunque de ahí se puede llegar a 'líquido clarucho' de cualquier clase" (DELC, IV, Madrid, 1954,236 sg.). Aunque no pueda afirmarse que el sentido etimoló• gico primario se halle actualmente presente en la con­ ciencia de los hablantes, sino que por t:l contrario se ha atenuado al punto de conservar tan sólo el signifi­ cado de 'inconsistente', el siguiente ejemplo, sin abrir juicio sobre la intencionalidad del autor, parece con­ servar aquellas reminiscencias: "el piso negreaba, rocia­ :lo por los orines y la bosta del vacu.n0, cuyo pisoteo había machucado el todo, convirtiéndolo en un resba­ loso barrito chirle" (R. Güiraldes, Don Segundo Som­ "ra [1926] en Obras completas, Bs. Aires, 1962, 434). Dejando de lado la cuestión de la precedencia etimo­ lógica, aunque en rigor la acepción primera bien pudie­ ra derivarse de la segunda mencionada, de cualquiera de éstas resulta posible un nuevo desplazamiento se­ mántico de carácter generalizante, tal como lo registra el Diccionario de autoridades ([1726] ed. facs., Madrid, 1, 1963, 322): "chirle. Metafóricamente se llama así to­ do lo que es de ninguna sustancia, vano o aparente". Esta tercera acepción, a causa precisamente de su na­ turaleza traslaticia, resulta difícil de precisar y sus equi­ valencias son altamente dependientes del contexto den­ tro del cual se las emplea. Por ejemplo, para T. Gar­ zón (loc. cit.) una fiesta o tertulia chirle significa fami­ liarmente 'falta de animación y de lucimiento', mientras que en el Diccionario Kapelusz (loc. cit.) se ejemplifica el sentido de 'poco interesante o sin gracia' mediante la expresión "una novela chirle". Igualmente metafórico es el empleo que Ricardo Güiraldes hace de esta voz en el BAAL, XLV, 1980 TEXTOS y DOCUMENTOS 441 siguiente pasaje de Raucho ([1917] en Obras completas, Bs. Aires, 1962, 210): "Place Pigalle: luces chirles de bruma, fraques deambulatorios, pecheras inmaculadas". En vista de los argumentos que anteceden, y por ha­ llarse consignado en otras regiones de América (d. por ejemplo, F. J. Santamaría, Dicc. de meiic., Méjico, 1959, 406) el vocablo chirle con el significado de 'falto de consistencia', la Academia Argentina de Letras sugiere a la Real Academia Española la posibilidad de consul­ tar a las restantes Corporaciones hermanas acerca de la difusión y sentido de esta voz, y asimismo de reconsi­ derar la definición incluida en la actual edición de su Diccionario.

Lobuno

Un numeroso repertorio de voces existe en nuestro país para designar distintas capas y manchas del caba­ llo criollo. Esto se debe, seguramente, al lugar destaca­ do que ocupó el caballo en la vida del poblador de la pampa y a la capacidad visual que tuvo este para iden­ tificarlo en detalles, colores y matices. A dicho repertorio pertenece el vocablo lobuno, que tiene larga tradición en nuestra lengua y aún hoy per­ dura en el habla campesina. Testimonian su uso, entre otros: L. Segovia (Dicc. de argent., Bs. Aires, 1911, 435); T. Saubidet (Vocab. y retran. criollo, Bs. Aires, 1943, 213); J. V. Solá (Dicc. de regionalismos de Salta, Bs. Aires, 1947, 174) Y D. Abad de Santillán (Dicc. de ar­ gent. de ayer y de hOl/, Bs. Aires, 1976, 375). El nombre lobuno, originado por semejanza con el co­ lor del lobo, designa al caballo cuyo pelaje es grisáceo en el lomo y más claro en las verijas y hocico. Su cara, 442 Trucros y DOCUMENTOS BAAL,XLV, 1980

crin, cola y remos -hasta el segundo nudo- son ne­ gros. Suele presentar también una raya del mismo color que se extiende, por medio del lomo, de la cruz a la cola. En su libro Pelajes criollos (Bs. Aires, 1955, 59), E. Solanet consigna la clasificación cromática del· lobuno de la siguiente manera: "El estudio macroscópico de su pelaje nos lo muestra constituido por una mezcla de pelos negros con amarillentos. Según la c~:Dtidad en que entran estos pelos, se producen los dos matices conoci­ dos en la campaña con los nombres lobuno oscuro, o pardo o quemado al más hosco, y de lobuno torcaz al más claro, que muestra cierto parecido con el plumaje de la paloma". D. Granada, en su estudio sobre Terminología hípica (en: BAAL, t. XVI, NQ 60, jul.-sept. 1947, 446), consi­ dera que la palabra lobuno estaría reñida con su etimo­ logía pues el lobo de las regiones del Plata y Paraguay es el aguará guaro cuyo color es anaranjado. Esta afir­ mación supone que la voz en cuestión tiene un origen puramente autóctono. Pero no parece ser este el caso, pues, es más verosímil que se trate de una adaptación a los hábitos lingüísticos rioplatenses de la voz hispana lobero o lobito (cf. J. M. Romero Escacena, Capas o pelos. del caballo, Madrid, 1954, Lám. 36), mediante la incorporación del vital sufijo -uno, composición frecuen­ te en el habla campera para la denominación de pela­ jes equinos (cf. E. Tiscornia, La leng. del M. Fierro, Bs. Aires, 1930, 107). Esta última hipótesis se ve co­ rroborada por la siguiente observación de E. Solanet referida a la vigencia de algUnas voces hispánicas en el habla campesina: "al lobuno más claro o torcaz, nues­ tros castizos camperos Ilámanle lobuno majo, para sig­ nificar así al más lindo y vistoso" (op. cit., 59). En cuanto a la antigüedad del vocablo en nuestro BAAL, XLV, 1980 TEXTOS y DOCUMENTOS 443 país, ya el P. Grenón lo consigna a partir de 1796 en su Dice. documentado de nuestra terminología (Córdo• ba, 29 part., 1930, 108). Asimismo A. Carrizo lo regis­ tra en su Cancionero popular de Salta (Bs. Aires, 1933, 36, 51) en una copla pOpular que se refiere a la emi­ gración unitaria a Bolivia, como consecuencia del triun­ fo de Quiroga en la batalla de La Ciudadela (4.11. 1831), de la siguiente manera: "En Bolivia hay reuni­ dos/ De gauchos muchas manadas! De reses y mala­ caras,! De cebrunos y morcillos;! Hay castaños, hay tordillos,! Lobunos y pangarés,! Sólo que no se ve! En tanto gaucho .bagual! Es si uno de ellos sabrá! cuán­ tos medios tiene un real"~ Con posterioridad no faltan testimonios de su empleo en toda la literatura de aIl}bientación rural. Véanse a continuación algunos de ellos: "junto al cerrillo más em­ pinado, revolcábase fresco y alegre un caballo lobuno" (E. Acevedo Díaz, Nativa, Bs. Aires, 1890, 198); "-Si es su voluntá -agregó- también le compro el lobuno" (R. Güiraldes, Don Segundo Sombra [1926], en: Obras completas, Bs. Aires, 1962,436); "-Parece que ha muer­ to algún animal en el campo. Debe ser el lobuno de don Matías, ya andaba a gatas" (J. Abalos, Shunko, Bs. Aires, 1959, 22); "Estuvo atento en el paisaje lo­ grado y a poco retiró los ojos de él y llevó al palenque de tiro al lobuno" (E. Carpena, El encuentro, en: El doradillo ... , Bs. Aires, 1975, 141). En vista de los antecedentes expuestos en el presen­ te informe, y teniendo en cuenta la perduración del vocablo y el valor afectivo que para nuestra habla tie­ nen los términos ecuestres, la Academia Argentina de Letras sugiere a la Corporación de Madrid, la inclusión de la voz lobuno con nota de argentinismo, en la pró• xima edición de su Diccionario. 444 TEXTOS y DOCUMENTOS BAAL, XLV, 1980

Quitilipi

El vocablo quitilipi (quitilipe) está ampliamente di­ fundido en toda la región norteña de la Argentina. El quitilipi, también conocido con el nombre guara­ ní de ñacurutú -voz que registra el Léxico mayor-, es una de las dieciséis especies (Bubo virginianus) per­ tenecientes a la familia de las Strigidae ·que habitan nuestro territorio (cf. J. R. Navas, Ens. de tipif. de nomo como de las aves argent., Bs. Aires, 1977, 87). Características físicas claramente visibles en este pre­ dador nocturno son las plumas que a modo de cuernos le nacen desde "sobre las cejfls algo más afuera que la medianía del ojo" (F. Azara, Apunt. para la hist. nato de los páxaros del Paragiiay y Rio de la Plata [1805], Montevideo, 1, 1942, 154). Su plumaje en la parte supe­ rior es de color predominantemente pardo oscuro con algo de canela, en el pecho es más claro, interrumpido por líneas oscuras, sin que existan diferencias notables entre el macho y la hembra. Anida usualmente en las ramas altas de los árboles o en los agujeros de los troncos, aunque también puede hacerlo entre los peñascos. Esta diversidad en la nidi­ ficación se halla relacionada con las variadas condiciones de su hábitat, va que posee una extraordinaria capacidad de aclimataciÓn que permite su distribuciÓn en la Ar­ gentina desde el Norte a Tierra del Fuego. La postura consiste en dos o tres huevos de color blanco, cáscara lisa y forma casi esférica. Al igual que varios de sus congéneres -recuérdese que ya el nombre de la familia Strigidae remite al lato striga «strix) 'ave nocturna' y también 'bruja o vampiro' (d. A. Ernout-A. Meillet, Dict. étym. de la langue latine, Pa­ rís, 1967, 656) -al quitilipi se 1(' vinculan diversas creen- BAAL, XLV,1980 TEXTOS y DOCUMENTOS 445 cias populares, en su mayor parte signadas por lo fatídi• co. "Quitilipi en casa, próxima desgracia" es una frase refranesca que registra D. Abad de Santillán (Gran en­ cielap. argent., Bs. Aires, VI, 1960, 643) Y que alude a la difundida superstición de que cuando grita el quitilipi anuncia la muerte de una persona soltera, y si lo hace el) pareja o más de dos, muere uno de los cónyuges que lo escuchan (cf. O. Di Lullo, Cantr. al esto de las 'Voces sant., Sgo. del Estero, 1946, 264; J. V. Solá, Dice. de reg. de Salta, Bs. Aires, 1956, 282; C. ViIlafuerte, Voc. y costo de Catam., Bs. Aires, 11, 1961, 242). También la literatura ha incorporado la figura de esta ave conservando las mismas connotaciones nefastas. J. C. Dávalos describe así los animales que concurrieron a la falsa muerte del tigre: "por todas partes, posados en las ramas, tribus de lechuzones, hordas de quitilipis, escua­ drones de inmundos y pestíferos cuervos" (Los casos del %orro, Bs. Aires, 1925, 132). Por su parte el académico B. Canal Feijóo, en su drama Pasión y muerte de Silve­ rio Legui%am6n (Bs. Aires, 1944, 43 sg.), pone en boca del brujo la siguiente frase agorera: "Anoche el aguará cruzó el río al sesgo, aguas arriba, y el quitilipi cantó cara a la luna". Sus grandes ojos, hábitos nocturnos y torpeza diurna impresionaron fuertemente la imaginación del hombre de campo. De allí la denominación de quitilipe que el pai­ sano da al caballo albino. "Según el doctor Emilio Sola­ net es frecuente que los blancos zarcos tengan los pár­ pados irritados, poblados de escamas y costras y al mismo tiempo sufran dificultades visuales; cuando están expues­ tos al sol tratan de quedarse quietos y son dormilones durante las horas del mediodía; en cambio son camina­ dores al bajar el sol, al oscurecer, análogamente a lo que hace el quitilipe" (T. Saubidet, Vocab. y refranero 446 TEXTOS y DOCUMENTOS BAAL, XLV, 1980 criollo, Bs. Aires, 1943, 320). También se les llama así a las personas que tienen los ojos celestes (cf. G. A. Te­ rrera, Soco y voc. del habla popul. argent., Bs. Aires, 1968, 86). Un matiz afectivo diferente, pero igualmente vinculado con los ojos, posiblemente por lo brillante de la mirada. expresa el siguiente dicho popular: "Vida mía de mis ojos, quitilipi de mis rastrojos" que registra el académico C. Villafuerte en su obra va citada como "frase de cariño dirigida a los niños". Finalmente, el quitilipi se encuentra también incorpo­ rado a la toponimia tradicional argentina en los nombres de Quitilipe Grande en la provincia de Salta (Departa­ mento Guachipas) y Quitilipi, localidad chaqueña dis­ tante 150 kilómetros de Resistencia (cf. Dicc. geográf. de las gob. nac., Bs. Aires, 1, 1941, 115). Por todo lo que antecede y considerando que la deno­ minación ñacurutú es la ya registrada por la R. Academia Española y preferida por los zoólogos nacionales (cf. J. R. Navas, loco cit.), la Academia Argentina de Letras sugiere a la Corporación de Madrid que contemple la posibilidad de incluir la voz quitilipi en el fascículo co­ rrespondiente de su Diccionario histórico a fin de preser­ var la existencia de una voz cuyo uso, ampliamente ates­ tiguado, resulta de interés para la cabal comprensión del habla argentina.

República Argentina (Consulta del Instituto Geográfico Militar)

"El nombre de una tierra es fruto de una elaboración histórica, ~. a la vez expresión de un destino. Al menos BAAL, XLV, 1980 TEXTOS y DOCUMENTOS 447 por su nombre, puede decirse que la Argentina es hija de un gran río". La precedente observación de Á. Rosenblat, extraída de su excelente investigación El nombre de la Argentina ([1949], Bs. Aires, 1964, 9) -trabajo rector del presente informe- es, por cierto, un buen punto de partida para la comprensión del interesante proceso que culmina con la designación actual de nuestro país. En efecto, aquel primitivo nombre de Mar Dulce, Río de Solís o Río de Santa María, como lo denominara su descubridor para la corona de Castilla (d. B. de Las Casas, Historia de las Indias, lib. Ill, cap. LXXXIII) es el que, con el correr del tiempo y envuelto en quiméricas esperanzas, llevará el título de Río de la Plata. Esta denominación llegada inicialmente a Portugal ha­ cia 1524, pasa poco después a España, donde se halla fuertemente asociada al viaje de Diego Carcía, para que­ dar luego definitivamente consagrada con la expediciÓn de don Pedro de Mendoza. Es entonces cuando todos los documentos relativos a la expedición dicen casi in­ variablemente Río de Solís, que llaman de la Plata. Así, "El 21 de mayo de 1534, en efecto, el rey firmaba en Toledo el asiento concediendo a don Pedro de Mendoza la conquista y población de las tierras y provincias del Río de la Plata" (P. Croussac, Mendoza y Caray, Bs. Aires, 1, 1949, 77). De una poco usual latinización de este nombre surgirá la denominación de La Argentina. Poco usual, pues fren­ te a las habituales formaciones de adjetivo, argenteado, o más frecuentemente !lrgénteo (del lato clás. argenteus) , Martín del Barco Centenera impone la denominación argentino en su obra Argentina y Conquista del Río de la Plata, con otros acaecimientos de los Reinos del Perú, Tucumán y Estado del Brasil ([1602], Bs. Aires, 1912). 448 TEXTOS y DOCUMENTOS BAAL, XLV, 1980

"Haré con vuestra ayuda este cuaderno del Argentino Reino recontando diversas aventuras y extrañezas, prodigios, hambres, guerras y proezas". (1, 12-16)

Empero, el significado de esta voz se ciñe, según el empleo que hace el autor, al concepto de rioplatense, que incluye tanto al español como al nacido en la tierra, como puede verse en los siguientes versos referidos a la fundación de Santa Fe: "Los argentinos mozos han probado, allí su fuerza brava y rigurosa" (VII, 253-254)

"El Argentino, y no la Argentina -concluye Á. Rosen­ 'blat (op. cit., 23) - es en la nomenclatura poética de Barco Centenera, el territorio del Río de la Plata. La Argentina es sólo nombre del poema." El empleo de este neologismo, por más que el uso de adjetivos terminados en -in o (caribino, placentino, zara­ tino, etc.) constituya una variante estilística frecuente en la obra, no es una innovación de la que pueda consi­ derarse creador. Corresponde al latín eclesiástico em­ pleado por entonces en Chuquisaca, o La Plata, por los letrados de la región, debido al influjo de la orden fran­ ciscana. Así, la Cancillería Real de Charcas se llama Cancellaria Argentina como consta en el título de los Comentaria del Licenciado Matienzo publicados en Ma­ drid en 1580. No obstante, es tal la virtualidad del adjetivo elegido que a través de hi poesía clasicista del siglo xvm. y es­ pecialmente por la difusión de los poetas de la Revolu- BAAL, XLV, 1980 TEXTOS y DOCUMENTOS 449 ción de Mayo, finalmente dará el nombre a la tierra y a sus habitantes, Como es natural, antes de pasar a la prosa, la deno­ minación se mantuvo dentro de los cauces propios a la poesía culta, De este modo, Manuel José de Lavardén publica en el primer número del Telégrafo Mercantil su Oda al majestuoso río Paraná donde, al igual que del Barco Centenera, invoca a las "sencillas ninfas argenti­ nas", Es pues en las páginas de ese periódico donde, por influjo de sus colaboradores, abunda entre 1B01 y 1802 el uso general del adjetivo "provincias argentinas", el del gentilicio "los argentinos" v el del sustantivo "Argentina" como nombre de la tierra: Restringido este vocabulario al lenguaje exclusivo de los sectores más cultos de la población -no se halla su presencia en la poesía popular-, debe aguardarse la ta­ rea difusora de los poetas de la Revolución para que supere los estrechos límites de su empleo, y más aún para que logre superar la asociación que lo vincula, casi obli­ gadamente, al concepto de 'bonaerense' o de 'riopla­ tense', En este proceso particular importancia le cupo al poeta Vicente López y Planes, pues en su Himno Na­ cional, adoptado por la Asamblea de 1813, reaparece ya con nuevo sentido el gentilicio sustantivado: "A vosotros se atreve, argentinos, el orgullo del vil invasor, , , " "El uso de argentino en la poesía de la Revolución es aún retórico, pero su profusión en poemas escritos para el pueblo y difundidos por los periódicos y hojas volan­ tes, cantados en el hogar, en las escuelas, en las plazas públicas le asegura el paso al habla común, De la poesía pasa además a la prosa de la oratoria y de las proclamas a la del periodismo, Los soldados de la emancipación lo 450 TEXTOS y DOCUMENTOS BAAL, XLV, 1980

llevan hasta Junín y Ayacucho. Pronto pasará también a la legislación" (A. Rosenblat, op. cit., 56). Desde el punto de vista de la legislación, resulta tam­ bién de interés observar cómo las vicisitudes históricas dejan su impronta en el nombre, hasta llegar al momento de su consolidación definitiva. Así pues, la Junta de Mayo, Junta de la Capital, como emana

Tierra del Fuego (Consulta del Instituto Geográfico Militar)

"Separada de la Patagonia por el anchuroso Estrecho de Magallanes, se alza coronada de nieve sempiterna la frígida Tierra del Fuego, extensa isla que debe su nombre al humo que en sus salvajes playas vieron levantarse los primeros navegantes españoles". De este modo da co­ mienzo Ramón Lista a la descripción que publicara en 18.87 con el título de Viaje al país de los onos. Al hacerlo recoge la tradición que más allá de los ava­ tares de la cartografía del descubrimiento, reflejo de la incertidumbre primera acerca de la determinación geo­ gráfica de las regiones australes, perdura hoy en la topo­ nimia oficial en el nombre del Territorio Nacional de la 452 TEXTOS y DOCUMENTOS BAAI., XI.V, HJ!sO

Tierra del Fuego, Antártida, c Islas ud Atlántico Sur. Ejercitando el dereeho ue re.~ lIullius sobre aquellos parajes, sus descubridores impusieron desde un principio las denominaciones hispanas ·de Tierra de l().~ lhmws y Tierra del Fuego por sohre los antiguos nombres autóc• tonos: Yaktemi 'mi tierra' en el lenguaje de los aus (d. J. E. Belza, Romancero del topónimo fueg\l.ino, Bs. Aires, 1978, 33); Karukillká dd selkman, kárruk 'del norte' (' inká 'extremidad'; Glleshin dd yámana, olla 'eazadon'~ fueguinos' y usi 'país, tierra' (d. P. J. Molina, Toponi­ mia indígena fueguina, trabo inéd. gentilmente proporcio- nado por el P. Belza). . La primera mención de aquellos fuegos que tanta im­ presión causaron a los viajel'Os que recorrieron la zona del Estrecho se debc al viaje expedicionario de Hernando de Magallanes. Según el P. Bclza, en su obra citada (p. 36), la misma corresponde al siguiente pasaje de la IX Relación que escribiera en 1522 el cronista Maximi­ liano de Transilvanio: "Procediendo pues por el Estrecho tardaron hasta pasar de la otra parte y llegar a la mar del sur, veintidós días en el cual tiempo jamás pudieron ver por ninguna parte de aquellas costas hombre alguno mortal, salvo que una noche vieron gran multitud de ~uegos en la tierra que estaba a mano siniestra del es­ ti'echo hacia el austro, de donde conjeturaron que habían sido vistos de los habitadores de aquella región y que se hacían aquellas almenaras de fuego unos a otros". Ya sea interpretados como señales, como resultado de las fogatas que los indígenas mantenían encendidas en razón del clima (cf. B. E. Vidal de Battini, El léx. ganad. en la Argentina, en Filología, en.-ag. 1959, núms. 1-2, p. 141), Y también como indicio de la existencia de un vol­ cán (cf, J. E. Belza, op. cit., p. 48), aquellos humos fue- BAAL, XLV,1980 TEXTOS y DOCUMENTOS 453 ron observados hasta época reciente por diversos explo­ radores. Así lo señalan, entre otros, Fernández de Oviedo al abreviar las relaciones del viaje de Loayza; James Cook, en enero de 1769 y Juan José de Elizalde, en 1793. En el siglo XIX, Ch. Darwin describc el fenómeno del si­ guiente modo: "En todas partes ardían hogueras (de ahí el nombre de Tierra del Fuego) para atraer lluesÚa aten­ ción y extender a lo lejos la nueva de un suceso extraor­ dinario" (Viaje de UIl naturalista alrededor del mundo, [l84Q], trad. esp., Bs. Aires, 1942, 269). Resulta difícil precisar en qué momento la Corona Es­ pañola se pronunció por la aceptación del nombre de Tierra del Fuego, prefiriéndolo al también usual de Tie­ rra de los Humos; debe entenderse que tal hecho ocurrió a comienzos del siglo XVII, época que coincide con la determinación del carácter insular de la región. En efec­ to, hacia l~Ol, don Antonio de Herrera, Cronista del Reino, se refiere en estos términos al viajc de Magallanes: "Y aquí notó bien que esta era tierra muy áspera y fría y porque se veían de noche muchos fuegos la llamó Tierra del Fuego" (Hist. genero de los hechos de los cast., [1601], Madrid, 1936, Década 11, Lib. IX, 344). Es por ese entonces, observa el P. J. E. Belza (op. cit., 47), cuando "La nomenclatura se apodera de los docu­ mentos oficiales y corre por toda Europa )' América, aun­ que durante casi tolo el siglo XVIII se publiquen mapas de la península: y de la tierra incógnita, entremezclados con los de isla de los Fuegos o Tierra del Fuego".

Trocha

El Diccionario de la R. Acad. Esp. (ed. 1970, 1301) 454 TEXTOS y DOCUMENTOS BAAL, XLV,1980 define el término trocha de la siguiente manera: "( Del lato traducta, atravesada.) f. Vereda o camino angosto y excusado, o que sirve de atajo para ir a una parte. / / 2. Camino abierto en la maleza". A mediados del siglo pasado, esta voz era muy usada en nuestro país con los valores mencionados. Así la: reco­ ge E. García Velloso en Idioma castellano. Prosa selecta: "Entre los trajinantes o troperos, como aquí se les lla­ ma, la palabra trocha [ ... ] era propia cuando se diseña­ ron los caminos de hierro, porque eran señales de ellos nada más ... " (Bs. Aires, 1905, 368). No obstante, como lo testimonia la cita precedente, esta palabra -paralelamente a la introducción de los ferroca­ rriles- comienza a ser portadora de un nuevo signifi­ cado; y de esta manera aparece registrada, ya en 1910, por T. Garzón con el valor de "Ancho de las vías férreas; así se dice: trocha ancha, trocha angosta" (Dice. argent., Barcelona, 485). 'El 29 de agosto de 1857 fue inaugurada oficialmente la primera línea ferroviaria argentina, que cubría un re­ corrido de diez kilómetros entre la estación del Parque (hoy, Teatro Colón) y la plaza San José de Flores. A pesar de la existencia de una ley que autorizaba la trac­ ci6n a sangre, la "Sociedad de Camino de Hierro de Bue­ nos Aires" -empresa que había obtenido la concesión del gobierno- adquirió en Inglaterra una locomotora que se llamó La Porteña, y que, a partir de ese memo­ rable invierno de 1857, prestó sus servicios durante casi cuarenta años. A este hecho circunstancial se debe la difusión de la trocha ancha en nuestro país. De acuerdo con la información que el Museo de Fe­ rrocarriles Argentinos ha proporcionado a esta Acade­ mia, existen en la, Argentina distintos tipos de trocha BAAL, XLV, 1980 TEXTOS y DOCUMENTOS 455 que se clasifican. dada la diversidad de sus medidas, en: trocha ancha. de 1.676 mm; media, de 1.455 mm; angosta, de 1.000 mm; y la llamada económica de 750 mm. Hubo una quinta trocha, utilizada por el Ferroca­ rril Económico Argentino, cuyo ancho era de 60 cm, y que -si bien puede aún conservarse en propiedades pri­ vadas- hoy se considera histórica. "La trocha media -aclara D. Abad de Santillán en su Gran enciclop. argento (Bs. Aires, t. 111, 1957, 316 sgs.)­ abarca las provincias de Entre Ríos, Corrientes y Misio­ nes; la trocha ancha se extiende por la provincia de Bue­ nos Aires, sur de Santa Fe y Córdoba. provincias de Cu­ yo y La Pampa; la trocha angosta. por parte de la pro­ vincia de Buenos Aires. Sa.nta Fe. Córdoba, Cuyo y nor­ te del país; la trocha económica funciona en los ex te­ rritorios de Río Negro y Chubut". Si bien la trocha angosta resultó en su momento más económica, la aparición de los distintos tipos se debe fundamentalmente a que. en su organización, los ferro­ carriles fueron adjudicados a diversas empresas que los construyeron de igual manera que en su país de origen. El término ha sido recogido en diccionarios de uso corriente. como el Dice. Kapelusz de la leng. esp. (Bs. Aires, 1979. 1448) Y en aquellos que se ocupan del lé­ xico argentino y americano. como el de D. Díaz Salazar que lo registra como: "Espacio que queda entre las vías de un ferrocarril. En vez de las expresiones vía ancha v vía estrecha; que usamos en España se dice en la A;­ gentina trocha ancha y trocha angosta, refiriéndose a los trenes" (Vocab. argent., Bs. Aires-Barcelona, 1911, 57; d. asimismo: L. Segovia, Dice. de argent., Bs. Aires, 1911, 295; F. J. Santamaría, Dice. genero de americ., Méjico, 1942, t. 111, 220; M. A. Morínigo, Dice. mano de americ .• Bs. Aires, 1966, 644; etc.). 456 TEXTOS y DOCUMENTOS BAAL, XLV, 1980

También la literatura argentina ha proporcionado fre­ cuentemente el testimonio de su uso, como lo comprue­ ban los siguientes ejemplos: "La trocha angosta se pro­ puso remediar a estas inevitables desproporciones entre los costos de un ferrocarril, [ ... ] y nuestros campos de­ siertos, escasos todavía de producción" (D. F. Sarmien­ to, Ferro-carriles, El Nacional, 12.8.1879, en: Obras, Bs. Aires, 1900, t. XLI, 191); "Vayan al 'Burro Blanco' [ ... ] Vive al lado -informó un cambista de ~~ocha ancha" (F. Lima, Pedrín (Brochazos Porteños), Bs. Aires, 1924, 151); "A veces para no consumir los tiros heredados, partía con el alambre, hasta las cercanas vías del fe­ rrocarril trocha angosta" (E. Carpena, en: Los Trotado­ res, Bs. Aires, 1973, 95). Prueba de la compenetración alcanzada por esta voz es el surgimiento, en el habla coloquial, de expresiones tales como "mentalidad de trocha angosta" ('de criterio limitado'); "dama de trocha ancha" ('de costumbres no convencionales'); e, incluso, de dichos refranescos co­ mo: "no te apartés de la trocha que vas a quebrar las ruedas". El origen de este último, según la información suministrada por el académico E. Carpena, se remonta a principios de siglo cuando, por el centro de las calles adoquinadas de Buenos Aires, corrían dos líneas de pit·­ dra pulida sobre la que rodaban los vehículos. Ante la difusión adquirida por esta acepción de la pa­ labra, la Academia Argentina de Letras sugiere a la Real Academia Española la posibilidad de incluirla, con nota de americanismo, en la próxima edición de su Dicciona­ rio y, en ese caso, hacer constar su uso en la Argentina. BAAL, XLV,I9BO TEXTOS y DOCUl\lENTOS 45í

Tucumán (Consulta del Instituto Geográfico Militar)

Dejando de lado cuanto hace a la primera historia de Tucumán y su relación 'con el imperio incaico, se puede considerar la expedición de Diego de Rojas, que par­ tió del Perú en el año 1542, como la primera de las em­ presas militares que descubrieron y conquistaron ese te­ rritorio para la Corona de España. "Tucumán -escribe ~1. Lizondo Borda- es la única provincia argentina que se llamó precisamente Procillcia de Tucumáll desde que empezó la conquista, a mediados del siglo XVI. Esta de­ signación comprendió, primero la comarca indígena lla­ mada Tucuma o Tucumáll, que abarcaba el llano de los actuales departamentos del sur. Luego llamóse así toda la jurisdicción de la ciudad de San Miguel de Tu­ cumán que comprendía más o menos (sin el Valle de Catamarca) la extensión conocida de nuestra provincia. "Más tarde, Provincia de Tucumán fue la designación general de la enorme región que abarcaba la Goberna­ ción del mismo nombre" (cf. Tucumúll -1810-1862- en Hiat. de la Nac. Arg., dir. R. Levene, Bs. Aires, IX, 1941, 661). Con la creación, en 1776, del Virreinato del Río de la Plata se incorpora a la reciente división administrati­ va la Gobernación de Tucumán, que pocos años más tarde es dividida en dos Intendencias: la de Córdoba del Tucumán, con capital en Córdoba v compuesta por las actuales provincias de Córdoba, La' Rioja, San Juan, Mendoza y San Luis; y la de Salta del Tucumán, ca­ pital Salta y compuesta por Tarija y las provincias de Salta, Jujuy, Santiago del Estero, Catamarca y Tucumán. Esta situación se mantiene hasta que, luego de los 458 TEXTOS y DOCUMENTOS BAAL, XLV, 1980 sucesos de Mayo y como resultado de las guerras inde­ pendentistas, el Director Supremo G. Posadas en aten­ ción a los quebrantos sufridos por la provincia de Salta, el 8 de octubre de 1814 decreta que: "El territorio que comprenden los Pueblos del Tucumán, Santiago del Es­ tero y Valle de eatamarca formará desde hoy una Pro­ vincia del Estado con la denominación de Provincia del Tucumán; [y] sus límites serán las respectivas jurisdic­ ciones de los referidos Pueblos" (cf. L. BQ~da, op. cit., 663). La constitución definitiva de la provincia de Tucu­ mán, aproximadamente con 'los límites actuales, se lo­ gra mediante la segregación de la provincia de Santia­ go del Estero en abril de 1820 y de eatamarca, con la desaparición en 1821 de la efímera República del Tu­ cumán. Por lo que hace a la denominación de la actual ca­ pital de la provincia, San Miguel de Tucumán, se debe recordar que esta ciudad fue fundada el 29 de setiem­ bre de 1565 por el capitán Diego de Villarroel en nom­ bre de don Francisco de Aguirre, gobernador del Tu­ cumán. Así lo refiere el P. Lozano: "Llegando al sitio señalado, día del victorioso príncipe de los Arcángeles del año 1565, dieron principio a una ciudad que el ge­ neral Villarroel, o por casualidad del día, o por su par­ ticular devoción, quiso se llamase San Miguel de Tucu­ mán" (Hiat. de la conq. del Paraguay [1745] Bs. Aires, 1874, 227 sg.). Aunque, en rigor el nombre de San Miguel no obedece tanto a la "particular devoción" de Villarroel, cuanto a la voluntad de Francisco de Agui­ rre como puede leerse en el poder que este le otorga­ ra: ,"yo envío [ ... ] a fundar y poblar la ciudad de San Miguel en la Provincia de Tucumán" (cf. J. S. Storni, El Tucma indígena, Tucumán, 1941, 118). Es así que BAAL, XLV, 1980 TEXTOS y DOCUMENTOS 459 luego de las formalidades acostumbradas, se fundó "en este asiento en lengua de los naturales llamado Ybatin, esta ciudad a la cual ponía e puso nombre de San Miguel de Tucumán y Nueva Tierra de Promisión" (d. Acta de fundación, en J. S. Storni, op. cit., p. 120). A raíz de la agresividad de los indígenas y de otras causas de origen natural, se pensó en trasladar la ciu­ dad a otro sitio más propicio y con tal motivo en junio de 1679 se le solicitó a Carlos 11 la autorización para hacerlo en el paraje denominado La Toma. La autori­ zación, concedida por una Cédula Real fechada el 26 de diciembre de 1680, responde en estos términos: "he resuelto remitiros (como lo hago) la mudanza de la dicha ciudad de San Miguel de Tucumán al paraje llamado la Toma, doce leguas de ella como referíais, para que vos la hagáis executar en la forma que tuvié­ redes por más conveniente" (d. Actas Capitulares, se­ rie 11, noto 1, Tucumán, 1944, 20). Esta Cédula quedó sin ejecución por varios años, ya que el traslado se ini­ ció tan. sólo en agosto de 1685, y concluyó oficialmente el 4 de octubre del mismo año (cf. R. Piccirilli, Dicc. hist. argent., Bs. Aires, VI, 1954, 682). Según la información gentilmente proporcionada por el distinguido especialista Ricardo J. L. Nardi, el nom­ bre Tucumán aparece documentado, con distintas va­ riantes, desde los primeros tiempos de la conquista. Así, en la probanza de méritos de Juan Núñez del Pra­ do, que entró en 1543 con Nicolás de Heredia, un tes­ tigo nombra a Tucumán (Cob. de Tucumán. Doc. del Arch. de Indias, 1, Madrid, 1919, 92); Pedro Cieza de León (c. 1550) escribe tanto Tucuman como Tucuma; el . Inca Garcilaso en sus Comentarios Reales se refiere al "reino llamado Tucma, que los españoles llaman Tu­ cumán" [1609], ed. Á. Rosenblat, Bs. Aires, 1.. 1943 .. 460 TEXTOS y DOCUIIlENTOS BAAL, XLV, 1980

278); el cronista Ct'róllimo de Bihar (Crón. y relac. de los reynos de Chile [1.'5.'51-) 1, Sgo. de Chile, 1966, 181) Y Pedro Cutiérrez de Santa Clara (Hist. de las gue­ rras civiles del Perú [c. 1603], Madrid, 1904-192.'5, liT. 152) mencionan la Provincia de Tocumán. A pesar de que la procedencia de esta voz 'l's aún controvertida, como 10 indican los rccicnks trabajos de A. Cargaro (TuCUlIuíll, sigll. ele esta ,}(tl. l'U Primer Congr. de Hist., Tueumán, 1953) Y de B,. Zavalía Ma­ tienzo (Etim. de la coz Tucum(ín, Tucumán, 1974), ('S probable que su filiación sea cacana. Así lo sugiere d elemento final m(1II frecuente en la toponimia (Bilis­ mán, Molimán, Po:nán) y ('n la antroponimia (Anman, Soeaman) de ese origen. El P. Lozano señala de la siguiente manera la di­ mología histórica de t'ste vocablo: "El nombre, pues, de Tucuman se tomó de un cacique muy poderoso del valle de Calchaquí llamado TuclIla, en cuyo pueblo que ~c decía TlÍctlllllllJ(/haho (nombre compuesto d(· dicho cacique, y el del ahaho CIUC en lengu¡t kakana, propia de los calchaquíes, CJuiere ~ecir pueblo) plantó su pri­ mer real el capitán Diego de Rojas" (Hist. del Parag .. R. de la Plata y Tucumán [c. 1745], Buenos Aires, 1874- 1875, 1, 174). Corroboran esta hipótesis la existencia de un topó• nimo TucumanahallO, en Cata marca, hábitat de diagui­ tas, y de una formación similar Tucumangasta, cuyo ele­ mento final gasta, de origen tonocoté y posiblemente asimilado a la dialectología caeana, tiem' tamhién el sig­ nificado de 'pueblo'. En conclusión, 'Tucumáll, ToculIllÍn y otras variantes serían una composición cacana cuyo primer elemento es el nombre de un ca('ÍcIue, de significado por ahora BAAL, XLV, 1980 TEXTOS y \}OCUMENTOS 461 desconocido, y CJue ha perdido, en su forma actual. el segundo componente «(/hallO o gasta ·pueblo').

Ushuaia (Consulta d~l Instituto Geográfico Militar)

La ciudad de Ushuaia, capital del Territorio Nacio­ nal de la Tierra del Fuego, Antártida e islas del Atlán­ tico Sur, reconoce en sus orígenes primeros la actividad civilizadora llevada a cabo por misioneros protestantes. En efecto, más de tres siglos después del histórico de­ rrotero de Hernando de Magallanes (1520) , el primer asentamiento durable del hombre blanco en esas regio­ nes australes se debe al reverendo White Stirling de la Patagonian Missionary Society quien, el 18 de enero de 1869, alzó su Christian Village en la bahía de Ushuaia, frente a la actual capital (cf. J. E. Belza, En la isla del fuego, 11, Bs. Aires, 1975, 116). Continuador del empeño de Stirling fue el reveren­ do Thomas Bridges, cuya niñez y adolescencia transcu­ rrieron entre los indígenas fueguinos de la Misión en Keppel, lo que le permitió posteriormente llevar a <:a­ bo, junto con su labor proselitista y civilizadora, una obra de indudable interés filológico: su Yamana-English Dictionary (Modling, 1933) que contiene unas treinta mil palabras (cf. A. Braun Menéndez, Hist. de Tierra del Fuego, en Hist. argento contemp., publ. de la Acad. Argent. de Historia, Bs. Aires, IV, 2~ sec., 504 sgs.). Durante la presidencia del general J. A. Roca, en el año 1884, el Gobierno Nacional decidió el envío de la División Expedicionaria al Atlántico Sur que'. al man­ do del comodoro Augusto Laserre, tenía por objeto la instalación de sendas subprefecturas en la Isla de los 462 TEXTOS y DOCUMENTOS BAAL, XLV, 1980

Estados y sobre la orilla norte del canal de. Beagle. De ese modo, el 28 de setiembre, Laserre fondea en la Ba­ hía de Ushuaia junto a ia caleta Alucushuaia: alueush, 'pato' o 'pato-vapor', 'buque' (Cf. R. Rau, Sobre el idio­ ma de los yamana de Wulaia, publ. F. Outes, en Ret;. del Museo de La Plata, XXX, 1926, 33; Th. Bridges, op. cit., 21), frente a· la misión anglicana que por entonces Bridges llamaba con el nombre indígena de la penín• sula, Tusehapalan 'isla de las algas del pato'. J. E. Belza, en su obra citada, aclara que "El gobier­ no argentino [ ... ] distingue explícitamente entre el pue­ blo y la península y a pesar de la nomenclatura ya­ mana, para las autoridades nacionales Ushuaia es el po­ blado al norte de la bahía y Misión es la península". Concluida ya la construcción de las edificaciones, el 12 de octubre Laserre procedió al acto inaugural de la primera subprefectura y al izamiento oficial del pabe­ llón argentino. Poco tiempo después de sancionarse la ley NI:> 1552 de Territorios Nacionales, se designó titular de la Go­ bernación de Tierra del Fuego al teniente de navío don Félix M. Paz (25 .11.1884). En su informe y propuesta del 30 de abril de 1885, el gobernador esboza la oficia­ lización del primer topónimo fueguino en la región; de­ cía su documento: "Me permito proponer (para) ca­ pital y asiento de la gobernación (a) Wsohaia (sic)". El 27 de junio de ese año, el presidente Roca acepta la propuesta y designa a Ushuaia capital del Territo­ rio (cE. J. E. Belza, Romancero del topónimo fueguino, Bs. Aires, 1978, 213 sg.). El 23 de octubre de 1893 el Gobierno Nacional or­ dena el trazado y mensura del pueblo de Ushuaia, ca­ pital del territorio, al mismo tiempo que el relevamien­ lo topográfico de la península. BAAL, XLV, 1980 TEXTOS y DOCUMENTOS 463

Hasta 1943 la Gobernación de Tierra del Fuego man­ tuvo esa denominación; a partir de ese año se convir­ tió en Gobernación Marítima de Tierra del Fuego, me­ diante el decreto NQ 5626 del 18.8.1943. En 1955 inte­ gró con Santa Cruz la Provincia Patagónica ( Ley N') 14.408 del 15.6.1955) para constituirse posteriormente en el actual Territorio Nacional de la Tierra del Fuego, Antártida e Islas del Atlántico Sur (Decreto-Ley N'·> 2191 del 28.2.1957). Como lo indica el P. M. Molina en su trabajo iné­ dito Toponimia indígena fueguina, obra gentilmente proporcionada por el P. J. E. Belza, Ushuaia es "deno­ minación yámana de la bahía que se abre en el canal OnaSaga [Beagle] a los 54Q49' lato S. y 68Ql7' long. O. en el departamento homónimo. De u.Hu=al fondo; waia=­ bahía, caleta, puerto. En efecto, en la entrada de la pe­ nínsula Ushuaia se encuentra el más extenso campa­ mento yámana del canal Onasaga, que fue llamado Ushuaia Prehistórica por su descubridor Teodoro Ara- mendia". . U shuaia es pues una voz compuesta. El primer ele­ mento ushu /ussü/, a pesar de la dificultad que supone su exacta traducción, ha sido interpretado con relativa coincidencia semántica como 'largo', 'profundo', 'interior', o 'al poniente'. El reverendo Th. Bridges precisa de la siguiente manera su significación: "adv. Direction to uHa", y este último como: "Position for in or up. At the upper end, as of a passage. Up at the head of, as a creek, a valley, up, or far in, as in there, up there at the upper end of a wig wam furthest from the door way. Up, at the head of, as at the upper end of a cave. Up there, in there, far up, far in" (op. cit., 114). En cuanto a su segundo componente, waia, de regu­ lar frecuencia en la toponimia fueguina (Lapataia, Uku- 464 TEXTOS y DOCUMENTOS BAAL, XLV, 1980 kaia, Wulaia), coinciden los autores en asignarle. el sig­ nificado de 'bahía' y por extensión, en razón de su em­ pleo, 'puerto'. Podría, pues, conjeturarse que la interpre­ tación más verosímil de este nombre sea 'bahía profun­ da o que se abre al poniente'. NOTICIAS

Congrelo

Entre el 21 y el 26 de abril se celebró en Lima, Perú, el VIII Congreso de Academias de la Lengua Española. Concurrieron como delegados el titular de la Corporación, académico don Ángel J. Battistessa y el señor académico don Juan Carlos Ghiano, Secre­ tario general. La Academia para esta oportunidad presentó los siguientes informes y ponencias: Algunas de la., actividades cum­ plidas por la Academia Argentina· de Letras durante el período 1976-1980. Resumen de la situación e!;oluti!;a c/e la lengua en nueBtro país. En qué trabaja la Academia Argentina de Letras. La lengua y las letras en la República Argentina. Homenaje. Vida !I trabajo. de Fray Reginaldo de LiZtÍ"aga, dominico. Ponencias: Invitación a la e%presión escrita, del señor académico don Ángel J. Battistessa: La lengua ·culta y la literatura contemporánea, del señor académico don Juan Carlos Ghiano; Antecedentes c/e una tradición peruana, del señor académico don Enrique Anderson Imbert: So­ bre la incorporación de los nombres científicos de plantas !I anima­ les en el Diccionario de la Real Academia Española, del señor académico don Carlos Alberto Ronchi March. Conveniencia de la t,.asUteración del griego en las etimologías del Diccionario de 1(1 Real Academia Española, del señor académico don Carlos Alberto Ronchi March. Todas las ponencias presentadas, las varias del aca­ démico don Ángel J. Battistessa y las de los académicos Ghiano, Anderson Imbert y Ronchi March fueron aprobadas con señala­ miento expreso del interés de las mismas. La Academia fue coin­ cidentemente felicitada por los colegas españoles y americanos en 466 NOTICIAS BAAL, XLV, 1980 atención a los informes acerca de la actividad lingüística y filoló• gica que eJla cumple.

Elección El 8 de mayo fue elegido miembro correspondiente con resi­ dencia en los Estados Unidos de Norteamérica, don Juan ·Bautista AvalIe-Arce.

Placa En sesión del 22 de mayo se colocó a propuesta del señor Vi­ cepresidente académico don Fermín Estrella Gutiérrez una placa de bronce en la Donación Juan José y Enrique García VelIoso, si­ tuada en la Biblioteca de la Corporación.

Homenajes En la sesión 706" se rindió homenaje al que fuera académico fundador don Atilio Chiappori, en el centenario de su nacimiento. El señor académico don Bernardo González Arrili, a modo de re­ cordación leyó unas páginas ante el Cuerpo Académico . . El 23 de junio la Academia rindió homenaje a don !\-latías G. Sánchez Sorondo, en ocasión del centenario de su nacimiento. Por ausencia del titular, académico don Ángel J. Battistessa, el señor académico Secretario general, don Juan Carlos Ghiano leyó las pa­ labras preparadas para esa ocasión por el señor Presidente, después de lo cual, el miembro de número monseñor doctor Octavío N. Derisi trazó una semblanza del recordado miembro fundador.

Memoria y balance

En la sesión del 26 de junio fueron considerados la Memoria y el Balancé correspondientes al ejercicio 1979, documentos que fup­ ron aprobados por unanimidad.

Elección de autorldade. En la sesión del 26 de junio y por así corl"esponder, según lo dispone el Reglamento de la Corporación, fueron elegidas las auto­ ridades que integrarán la Mesa Directiva durante el período df' 1980-1983. BAAL, XLV, 1980 NOTICIAS 467

La Mesa quedó integrada por los señores académicos don Ber­ nardo Canal Feijóo, Presidente; don Enrique Anderson Imbert, Vi­ cepresidente: don Juan Carlos Ghiano, Secretario General, y don Jorge Vocos Lescano, Tesorero.

Honras Al señor académico don Jorge Luis Borges le fue otorgado el Premio de Literatura en Lengua Española "Miguel de Cervantes". Asimismo se le cOncedió el Premio Mundial Cino del Duca. El señor académico don Ángel J. Battistessa fue distinguido con el Premio San Gabriel que otorga la Comisión de los Medios de Comunicación Social del Episcopado.

Jurados Integraron los Jurados Municipales, los señores académicos don Jorge Vocos Lescano, Poesía; don Enrique Anderson Imbert, Prosa no imaginativa y don Elías Carpena, Imaginación en prosa.

Donaclon .. El señor académico don Ricardo E. Molinari donó la Antología de la poesía latinoamericana, tomos 1 y 11, 1950-1970; el señor académico Mujica Lainez presentó su obra Los porteños, el ti­ tular de la Corporación, dOt:l Ángel J. Battistessa, entregó los tres primeros tomos de la Colección "Pasado y presente de la literatura argentina", por él dirigida y que habrá de alcanzar apreciable nú­ mero de volúmenes. La señora Margarita S. de Dría hizo llegar revistas y un buen número de volúmenes, cuidadosamente encua­ dernados, con obras de autores franceses. El señor Jorge Héctor Paladini, donó el Diccionario francés-italiano de L. Nardini, edi­ ción de 1804. El académico titular confi6 -con destino a la Bi­ blioteca- las· obras que le fueron ofrecidas en Perú. Se ha recibido por entero, en 26 cajas, la anunciada donación de don Patricio Gannon, donación que lIeg6 por intermedio del señor académico don Manuel Mujica Lainez. El académico monseñor doctor don Octavio N. Derisi entregó sus libros Vida del espíritu y Los fundamentos metafísicos del orden moral. El señor académico don Elías Carpena entregó los libros Marianela, dé Benito Pérez Galdós; Cuentos, de Fray Mo- 468 NOTICIAS BAAL, XLV,1980 cho, edición 'anotada por el señor académico don Juan Carlos Chiano; Facundo, de Domingo Faustino Sarmiento, edición ano­ tada por el señor académico don Jorge Luis Borges; Teatro teo­ lógico eapañol, de Nicolás Conzález Ruiz, tomos I y II.

Publlcaclone. En este período apareció el tomo XLII, números 165-166 del Boletín y el libro Pensamientos, de Juan María Cutiprrez. con pró• logo del señor académico don Ángel J. Battistessa.

VI,lta, Visitó la sede de la Corporación el miembro correspondiente en Italia, el eminente romanista Gianfranco Contini. Con motivo de la celebración del IV Centenario de la Funda­ ción de la Ciudad de Buenos Aires, por Juan de Caray, se encon­ traban en Buenos Aires, el 12 de junio, los señores don Dámasu Alonso, Director de la Real Academia Española; don Alonso Za­ mora Vicente, Secretario de la misma y Presidente de la Asociación de Academias de la Lengua Española y el académico don Lnis Rosales, los que concurrieron a la sede de la Academia con el ob­ jeto' de conocer de cerca la labor del Departamento de Investiga­ ciones Filológicas, por ellos bien apreciada. La señora Margarita S. de Oría visitÍl la Corporación en com­ pañía de su señora hija e hija política. La señora de Oría entregó como obsequio para la galería de la Academia, un retrato a lápiz de don José A. Oría, quien fuera en sus días notorio miembro y titular de la Academia.

IV Centenario EllO de junio se realizó en la sede de la Academia Nacional de la Historia, lID homenaje conjunto de las Academias NaciClnales en adhesión al IV Centenario de la Fundación, por Juan de Caray.

Nueva. autorldade.

En sesión del 10 de julio tomú poseSlOn de su cargo de presi­ dente de la Corporación, el académico don Bernardo Canal Fei­ jóo, así como también la Mesa Directiva que lo acompañara en la geHión para el período 1980-1983. BAAL, XLV, 1980 NOTICIAS 469

80.1101

El 14 de julio el académico titular leyó unas líneas de saludo con motivo del ochenta aniversario del nacimiento del señor aca­ démico don Eduardo González Lanuza.

RecepcIón

El jueves 14 de agosto, fue recibido en sesión solemne y pública el señor académico don Elías Carpena. Presidió el acto el titular de la Casa, académico don Bernardo Canal Feijóo, al que acompañaron en el estrado además del reci­ piendario, los siguientes académicos de número: don Juan Carlos Ghiano, Secretario general; don Jorge Vocos Lescano, Tesorero; don ·Raúl H. Castagnino, Monseñor Octavio N. Derisi, don Fermín Estrella Gutiérrez, don Bernardo González Arrili, don Eduardo González Lanuza, don Osvaldo Loudet, don Ricardo E. Molinal'i, don Manuel Mujica Lainez, don Carlos Alberto Ronchi March y don Abraham Rosenvasser. Asistieron en representación del Comandante General del Ejér­ cito, el coronel José Rodolfo Delpodio; en représentaclón del Comandante General de la Armada, almirante Armando Lambrus­ chini, el Jefe del Departamento de Estudios Históricos Navales, contraalmirante Laurio H. Destéfani; en representación del Coman­ dante General de la Fuerz."l Aérea, brigadier Ornar Graffigna,- el vicecomodoro Carlos Ábalos Aliada; en representación del Jefe de la Policía Federal, el Comisario Mayor Néstor Schielli; el Presi­ dente de la Academia Nacional de la Historia, don Enrique M. Barba; en representación de la Academia Nacional de Ciencias de Buenos Aires, el académico don Fermín Estrella Gutiérrez; SS.EE. los Embajadores .del Uruguay, Dr. Alberto Roca; de Chile, Dr. Sergio Jarpa Reyes, el Agregado Cultural de la Embajada de Francia, D. Daniel Justum; el Consejero Cultmal de la Embajada de España, D. Pablo M. Sánchez Terán. El señor académico don Fermín Estrella Gutiérrez lo recibió en nombre de la Academia; acto seguido el señor Presidente, aca­ démico don Bernardo Canal Feijóo, entregó al nuevo miembro el diploma y la medalIa que así lo acreditan. luego de lo cual el re­ cipiendario disertó sobre "El humorismo, los amores y el destierro de Juan Cruz Varela". 470 NOTICIAS BAAL, XLV, 1980

Licencia

El académico Monseñor Dr. Octavio N. Derisi solicitó licencia por viajar a Roma.

Eleccl6n de académicos correspondientes Fueron elegidos miembros correspondientes los señores don Juan Filloy, por Río Cuarto, Córdoba, República Argentina; don Guillermo L. Guitarte, con residencia en los Estados Unidos; don Federico E. Pais, por Catamarca, República Argen~.ina.

Patrono A propuesta del señor académico de número don Manuel Muji­ ca Lainez, el Cuerpo aprobó la elección de Bernardino Rivadavia, como patrono de la Institución.

Elección de académicos de número

En la sesión 714" fue elegida miembro de número para ocupar el sillón "Juan Bautista Alberdi", doña Alicia Jurado.

Rec.pcl6n de académicos correspondientes

El jueves 9 de octubre la Academia incorporó públicamente a los miembros correspondientes por Tucumán y Santiago del Es­ tero, señores don Emilio Carilla y don Horacio G. Rava, respectiva­ mente, los que fueron saludados por los académicos de número don Enrique Anderson Imbert (en esta oportunidad por encon­ trarse fuera del país el académico Anderson Imbert, leyó su dis­ curso el señor académico don Rat'H H. Castagnino), y don Carlos Villafuerte. Et señor Presidente, académico don Bernardo Canal Feijóo, en­ tregó a ambos miembros correspondientes sendo~. diplomas que los acreditan como tales. Acompañaron a los recipiendarios, además del titular de la Casa, los académicos don Juan Carlos Ghiano (Secretario general), don Jorge Vocos Lescano, Tesorero; don Elías Carpena, don Raúl H. Castagnino, don Fermín Estrella Gutiérrez, don Bernardo González Arrili, don Eduardo González Lanuza, don Ricardo E. Molinari y don Carlos Villafnerte. BAAL, XLV, 1980 NOTICIAS 471

Los académicos Carilla y Rava disertaron sobre "Una cita fa­ mosa de Sarmiento" y "Dos satíricos en la poesía de Santiago".

Premio

Al señor Presidente, académico don Bernardo Canal Feijóo, le -fue otorgado el Premio de la Fundación Di Rienzo.

Saludo

En la sesión 717~ el señor académico don Fermín Estrella Gu­ tiérrez fue saludado con motivo dI! cumplir el 28 de octubre ochenta años.

Homeneje e dofia Victoria Ocempo

El 11 de noviembre la Academia realizó una sesión pública en la que se rindió homenaje a Da. Victoria Ocampo. El acto contó con la presencia de numeroso público. Asistie­ ron también, en representación del señor Comandante General del Ejército, teniente general Leopoldo Fortunato Galtieri, el coronel Héctor Rodríguez Espada; en representación del señor Comandan­ te General de la Fuerza Aérea brigadier Omar Graffigna, el vi­ cecomodoro Juan Carlos Agnolette; el ex Presidente de la Nación. general de división Roberto Marcelo Levingston; por la Academia Nacional de Derecho, el Académico Secretario Dr. Héctor Lan­ franco; los señores Embajadores de Chile, D. SergioO. Jarpa Reyes; del Uruguay D. Alberto Roca; de Colombia, D. Francisco Pizano de Brigard; del Perú, Dr. Guillermo Hoyos Ozores y agre­ gados culturales. La señora Directora del Museo de Arte Oriental, Orlanda Yokohama de Femández; el Presidente del PEN Club, don Juan José de Urquiza, la Presidenta del Directorio de la Revista SUR, Mathilde Díaz Vélez y el Presidente del Fondo Nacional de las Artes. Acompañaban al señor Presidente don Bernardo Canal Feijóo, el miembro de la Real Academia Española, don Joaquín Cal~o Sotelo; los señores académicos don Juan Carlos Ghiano, Secretario general; don Elías Carpena, don Raúl R Castagnino, don Fermín Estrella Gutiérrez, don Bernardo González Arrili, don Eduardo González Lanuza, Da. Alicia Jurado, don Luis Federico Leloir, 472 NOTICIAS BAAL, XLV, 1980

don Ricardo E. Molinari, don Federico Peltzer, don Abraham Ro­ senvasser y don Carlos Villafuerte. Hicieron uso de la palabra en esta recordación: el titular de la Casa, académico don Bernardo Canal Feijóo, los académicos don Eduardo González Lanuza, sobre "L'l Victoria desconocida"; doña Alicia Jurado sobre "Victoria Ocampo y la condición de la mujer"; don Enrique Anderson Imbert: "Victoria Ocampo" y el señor En­ rique Pezzoni disertó por la Revista SUR acerca de "Victoria Ocampo escritora".

LIcencia Hasta el mes de abril de 1981, solicitó licencia el señor acadé­ mico don Eduardo González Lanuza.

Recepción

La Academia recibió en sesión pública y solemne al señor aca­ démico don Luis Federico Leloir. El acto se efectuó en el recibimiento del Palacio Errázuriz, sede de la Academia, el jueves 27 de noviembre. ,Acompañaron al recipiendario, además del titular. don Bernar­ do Canal Feijóo, los académicos don Juan Carlos Ghiano, Secre­ tario General; don Jorge Vacos Lescano, Tesorero; don Elías Car­ pena, Monseñor Octavio N. Derisi, don Fermín Estrella Gutiérrez, don Bernardo González Arrili, doña Alicia Jurado, Ricardo E. Mo­ linari, don Federico Peltzer, don Carlos Alberto Ronchi March, don Abraham Rosenvasser y don Carlos ViIlafuerte. Estaban presentes S. E. el señor Secretario de Estado de Cultura Dr. Julio César Gancedo; en representación del Comandante Ge­ neral de la Armada, almirante Armando Lambruschini, el capitán de navío Jorge Ruiz; en representación, del señor Intendente Mu­ nicipal, brigadier Osvaldo Cacciatore, el Subsecretario de Atenci:ín Médica, Dr. Serafín Gasparutti; los señores Presidentes de las Academias Nacionales de Bellas Artes, Arq. Alfredo C. Casares; de Agronomía y Veterinaria, Dr. Antonio Pires y de Medicina, Dr. Horacio Rodríguez Castens; S. E. el señor Embajador de Gran Bretaña Anthony Jo, WilIiams; el señor Agregado Cultural de la Embajada de Francia y demás miembros del Cuerpo Diplomático. Abrió el acto el titular de la Casa. académico don Bernardo BAAL, XLV, 1980 NOTICIAS 473

Canal Feljóo, seguidamente el académico Monseñor Octavio N. Derisi pronunció palabras de bienvenida a las que siguieron las del académico CarIas Alberto Ronchi March. A continuación el señor Presidente entregó la medalla y el diploma al nuevo acadé­ mico, luego de lo cual, el recipiendario disertó acerca de "Con­ sideraciones sobre el desarrollo de las ciencias". Los discursos se publican en este número del Boletín.

Medall ..

Las Academias Nacionales hicieron acuñar una medalla en con­ memoración del IV Centenario de la Fundación de Buenos Aires, por don Juan de Garay.

Fallecimiento

Falleció en México el titular de la Academia Mexicana y miem­ bro correspondiente de la Argentina; don Agustín Yáñez.

HomenaJe. El jueves 23 de junio la Corporación tributó un home~aje a don Matías G. Sánchez Sorando, académico fundador de la misma. El martes 11 de noviembre se rindió homenaje en la sede de la Corporación, a la señora doña Victoria Ocampo. El señor académico don Ángel J. Battistessa fue objeto de un homenaje organizado por la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires. Asimismo, la Universidad Nacional de Cuyo realizó un acto en honor del señor académico Battistessa. La Academia Argentina de Letras se adhirió al homenaje reali­ zado por la Universidad de Tucumán. en honor de don Juan B. Terán, miembro fundador de la Corporación. El 4 de noviembre se rindió homenaje en la Asociación Dante Alighieri a don Roberto F. Giusti, con motivo de· la presentación del libro Roberto F. Giusti. su vida y sus obras, del que es autor el señor académico don Fermín Estrella Gutiérrez. Fue presenta­ do por el señor académico don Juan Carlos Ghiano, Secretario general de la Institución. La Corporación rindió homenaje al académico Monseñor doctor don Octavio N. Derisi y adhirió al que le tribut:) la Universi- 414 NOTICIAS BAAL,XLV,19l1u dad Católica Argentina, con motivo de celebrar sus bodas de oro sacerdotales y docentes. El 13 de noviembre se realizó la sesión de homenaje al aca­ démico Monseñor Octavio N. Derisi a fin de conmemorar sus bodas de oro sacerdotales y docentes. El 19 de diciembre se llevó a cabo en la Academia Nacional de MediCina, el acto conjunto en el que las Academias Nacionales rindieron homenaje al doctor don Atilio Dell'Oro Maini y en con­ memoración del vigésimo quinto aniversario de la restauración de esas Corporaciones. El señor académico don Fermín Estrella Gutiér.¡:ez recordó a don Juan B. Terán, destacada figura nacional y miemhro fundador de la Academia Argentina de Letras. El señor académico don Bernardo González Arrili memoró al poeta Mario Binetti fallecido el 26 de octubre.

Donaclone. El Gobierno Nacional por intermedio del señor Ministro de! Interior, hizo llegar el libro titulado El terrorismo en la Argentina. El señor académico correspondiente don Guillermo L. Guitarte donó dieciséis folletos de los que es autor . .. Se recibió, de acuerdo con lo dispuesto en su testamento por el señor académico don Jorge Max RJiló1de, la· parte de su biblio­ teca correspondiente a libros· dedicados, su archivo, así corno tam­ bién dos lámparas históricas y tres mesas, una de ellas su escri­ torio, que anteriormente perteneciera al ilustre doctor Fonseca.

Honra.

El señor académico don Ángel J. Batlistessa fue distinguido con el Premio San Gabriel que otorga la Comisión de los Medios de Comqnicación Social del Episcopado. Fue designado además Pro­ fesor y Doctor Honorario de la Facultad de Filosofía, Humanida­ des y Artes de la Universidad' Nacional de San Juan, provincia que en esa oportunidad lo declaró huésped oficial. El señor académico don Osvaldo Loudet fue incorporado como Profesor Honorario a la Facultad de Farmacia y Bioquímica. El señor académico correspondiente don Pedro Grases se in­ corporó a la Academia Venezolana corno miembro de número. El señor académico don Ricardo E. ~Iolinari recibió del PEN BAAL, XLV,1980 NOTICIAS 475

Club. en acto público, la Pluma de Oro, máxima distinción que otorga esa entidad. La Fundación Argentina para la Poesía entregó al señor Presi­ dente académico don Bernardo Canal Feijóo, t'n un acto efectuado el 2 de agosto, el Puma de Oro. El 12 de diciembre le fue entregado además al señor Presi­ dente, el "Premio al Mérito", por la Asociación de Ex Alumnos del Colegio Nacional de Buenos Aires. El titular de la Corporación, académico don Bernardo Canal Feijóo fue objeto de un homenaje por la Fundación Di .Rienzo. con motivo de su designación como Presidente de la Academia Argen­ tina de Letras. La Fundación Dupuytrt'n otorgó el prime]' premio correspon­ diente a novela, a la obra El gran teatro, del señor académico don Manuel Mujica Lainez. En la categoría cuento, recibió lu pri~era distinción el libro El adefesio de las tierras hondas, escrito por el señor académico don Elías Carpena. La distinción Premio Alejandro E. Shaw 1980, le fue otorgada por unanimidad al señor académico don Eduardo Mallea. .

Representacl6n académica'

El señor académico don Carlos ViIlafuerte representó a la Aca­ demia en las "Jornadas Históricas Culturales" en homenaje a la "Generación del 80" y del 75Q aniversario de la Fundación de la Ciudad de Vicente López. El señor académico don Carlos Alberto Ronchi March, repre­ sentó a la Academia ante el Instituto Geográfico Militar, con mo­ tivo de un proyecto de ese Instituto relacionado con la publicación del Glosario de Topónimos de la República Argentina. El señor académico correspondiente don Emilio Carilla lIevlÍ la representación de la Academia ante los actos que se celebraron en San Miguel de Tucumán, en homenajt' al Dr. Juan B. Terán.

íNDICE DEL TOMO XL V (1980)

GONZÁLEZ AIIRn..l, BERNARIX>, Atilio Chiappori o o o o o o o o o 'o o 225

Homenaje a don Malías G. Sánchez Sorondo: BA'ITISTESSA, ÁNGEL Jo, Palabras del Presidente o o o o o o o o o o 267 DEIUSI, ÜCTAVIO No, Centenario del nacimiento de don Ma- tias Go Sánchez Sorondo o o o o o o o o o o o o o o o o o o o o o o o o o o o o 273

Homenaje a doña Vicloria Ocampo: CANAL FElJóo, BERNARI:O, Palabras del Presidente o o o o o o o 281 JURAI:O, ALICIA, Victoria Ocampo y la condición de la mujer 283 GoNZÁLEZ LANUZA, EDUARDO, La Victoria desconocida o o o o 291 ANDERSON IMBERT, ENRIQUE, Victoria Ocampo o o o o o o o o o o 297 PEZZONI, ENRIQUE, Victoria Ocampo escritora o o o o o o o o o o o o 301 MONTERO, MARíA LUISA, La vertiente conservada de un epis- o otolario o o o o o o o o o o o o o o o o o o o o o o o o o o o o o o o o o o o o o o o o o o o o 229

VIII Congreso de Academias de la Lengua Española: BA'ITISTESSA, ÁNGEL Jo, Invitación a la expresión escrita o o o 179 BATTISTESSA, ÁNGEL Jo, Vida y trabajos de fray Reginaldo de Li%lÍ"aga, dominico o o o o o o o o o o o o o o o o o o o o o o o o o o o o o 185 BATTISTESSA, ÁNGEL Jo, La lengua y las letras en la Repú- blica Argentina o o o o o o o o o o o o o o o o o o o o o o o o o o o o o o o o o o o o 187 GHIANO, JUAN Cuu.os, La lengua culta y la literatura con- temporánea o o o o o o o o o o o o o o o o o o o o o o o o o o o o o o o o o o o o o o o 199 ANDERSON IMBERT, ENRIQUE, Antecedentes de una tradiCión

peruana o o o o o o o o o o o o o o o 00 o o o o o o o o o o o o o o o o o o o o o o o o o o o 205 RONc:lU MARCH, CARLOS Ao, Conveniencia de la translitera- ción del griego en las etimologías del DicCionario de la Ro Academia Española o o o o o o o o o o o o o o o o o o o o o o o o o o o o o o o o 211 HONCHI MARCH, CARLOS Ao, Sobre la incorporación de nom- bres Científicos de plantas y animales en el Diccionario de la Ro Academia Española o o o, o o o o o o o o o o o o o o o o o o o o o o o o 2l!)

PICKENHAYN, JORGE OSCAR, El tema de la muerte en la poe- ~oa de Ba/domero Fernánc1ez Moreno o o o o o o o o o o o o o o o o o o 259 Recepci6n del académico de número don Ellas Carp_: CANAL FElJóo, BERNARDO, Palabras p1'evias ...... 7 ESTRELLA GUTIÉIUIEZ, FEIIMÍN, Discurso ...... 11 CARPENA, ELÍAs, Discurso de recepción. El humorismo de· Juan Cruz Varela ...... 23

Recepci6n del académico de número don Abraham Rosenva ..er: CANAL FEIJÓO, BERNARDO, Palabras previas ...... " . . 49 MUJICA LAINEZ, MANUEL, Discurso ...... 53 ROSENVASSER, AimAHAl\I, Discurso de recepción. La novela real en la literatura del antiguo Egipto ...... 65

Recepci6n del académico de número don Luis Federico Lelolr: CANAL FEIJÓO, BERNARDO, Palabras previas ...... 85 DERISI, OcrAVIO N., Discurso ...... 87 RONCHI MARCH, CARLOS A., Discurso...... 91 LELOIR, LUIS F., Discurso de recepción. Consideraciones acer- ca del desa"ollo de las ciencias ...... " ...... 105

ReCepción de 101 académicos correspondientes Emilio Carilla '1 Horacio G. Ran: CANAL FEIJóo, BERNARCO, Palabras previas, ...... 119 ANVERSON blBERT, ENRIQUE, Discurso ...... 121 CAIIII.LA. EMILIO, Discurso de recepción. Una cita famosa de Sarmiento ...... 125 VILL"FUERTE, CARLOS, Discurso ...... 15.'3 nAVA. HORACIO G., Discurso de recepción. Dos humoristas en la poesía de Santiago del Estew ...... }(; 1

Textos '1 documentos: Enmiendas y adiciones a los IJiccionarios <1 ... la Real Acade- mia Española· ...... 313, 34j

Acuerdos: Azafata ...... 371 Bit 382 Clon 394 Diagrama, diagmmar ...... 401 Edilicio ...... , .... , ...... , .... . 389 Empatía ...... 381 Envara,' 377 Feérico, ca ...... 399 In bond ...... 374 Inciso ...... 387 Interventor, interventoría, interventoriar ...... 397 Jitanjáfora ...... 373 Karin ...... 379 No vidente ...... 404 Petroglifo ...... 375 Presurizar ...... 392 Slilírsele el indio ...... 406 Solaridad, solarización, solearización ...... 400 Tulpa ...... 386 Tutorar ...... : .. 377 Vitela ...... 374

Argentinismos:

A raja cincha ...... 429 Bandola. bandolero ...... 432 Batit'" ...... 409 Benditu 412 Buenos Aires ...... 414 Cacharpaya ...... 434 Corbatita ...... 422 Chamarrita ...... 419 Chirle ...... 439 Lobuno ...... , ...... 442 Quitilipi ...... 444 República Argentina ...... 447 Tembladeral ...... 425 Tierra del Fuego ...... 452 Trocha 454 Tucumán 457 U~h\Jaia 461 Notlcl•• : Congreso ...... " 465 IV Centenario ...... 468 Donaciones ...... 467, 474 Elección de académicos de número ...... 471 Elección de académicos correspondientes ...... 469 Elección de autoridades ...... 466 Fallecimiento ...... 473 Homenaje a doña Victoria Ocampo .. , " ...... 471 Homenajes ...... 466 Honras ...... ;.. 467, 475 Jurados ...... 467 Licencias ...... 469, 472 Medallas ...... 473 Memoria y balance ...... 466 Nuevas autoridades ...... 469 80 años ...... 469 Patrono ...... '...... ,. 469 Placa ...... 466 Publicaciones ...... :...... 468 Premio ...... 471 RecepcIón ...... 469, 472 Recepción de académicos correspondientes ...... 469 Saludo ...... 471 Visitas ...... 468 Este libro se terminó de imprimir en los Talleres Gráficos RIVOLIN HNOS. S.R.L. Salta 236 - (1014) Buenos Aires República Argentina en el mes de diciembre de 1981