José Agustín de la Puente Candamo José de la Puente Brunke

Editores

EL ESTADO EN LA SOMBRA El Perú durante la ocupación chilena Documentos administrativos (diciembre de 1881-julio de 1882)

José Agustín de la Puente Candamo José de la Puente Brunke Editores

EL ESTADO EN LA SOMBRA El Perú durante la ocupación chilena Documentos administrativos (diciembre de 1881-julio de 1882) El Estado en la sombra. El Perú durante la ocupación chilena Documentos administrativos (diciembre de 1881-julio de 1882) José Agustín de la Puente Candamo y José de la Puente Brunke, editores

© José Agustín de la Puente Candamo y José de la Puente Brunke, 2016

© Pontificia Universidad Católica del Perú, Fondo Editorial, 2016 Av. Universitaria 1801, 32, Perú [email protected] www.fondoeditorial.pucp.edu.pe

Diseño, diagramación, corrección de estilo y cuidado de la edición: Fondo Editorial PUCP

Primera edición: julio de 2016 Tiraje: 500 ejemplares

Prohibida la reproducción de este libro por cualquier medio, total o parcialmente, sin permiso expreso de los editores.

Hecho el Depósito Legal en la Biblioteca Nacional del Perú Nº 2016-08677 ISBN: 978-612-317-185-8 Registro del Proyecto Editorial: 31501361600663

Impreso en Tarea Asociación Gráfica Educativa Pasaje María Auxiliadora 156, Lima 5, Perú En cuanto a la edición sistemática de documentos [del tiempo de la guerra con ], nada se ha hecho. Ha influido evidentemente la circunstancia de que el nuestro fue el país derrotado. Jorge Basadre, Introducción a las bases documentales para la historia de la República del Perú

El aspecto documental [sobre la guerra con Chile] es aún una promesa y una magnífica oferta para escudriñar en el misterio del pasado. Juan Miguel Bákula, Perú, entre la realidad y la utopía. 180 años de política exterior

Índice

Tabla de figuras 23

Siglas 25

Nota de los editores 27

Parte I. Estudio preliminar 1. Introducción 37 2. La Delegación del Supremo Gobierno y la organización del Estado peruano durante la ocupación chilena 51 2.1. La política peruana en tiempos de guerra 51 2.2. La Delegación y la Agencia Confidencial en el contexto de la guerra 63 2.3. La unificación del territorio no ocupado: acciones para el reconocimiento del gobierno provisorio en el interior del país 70 2.4. La organización administrativa 77 2.5. Los intereses de Chile: su administración en el Perú 107 3. El frente externo: el reconocimiento internacional del gobierno provisorio y el anhelo de la paz 123 3.1. El gobierno provisorio ante las potencias extranjeras. La Agencia Confidencial 123 3.2. La mediación de los Estados Unidos 129 3.3. La alianza con y sus complejidades 139 3.4. Posiciones de otros Estados con respecto al logro de la paz 144 3.5. Chile frente a la búsqueda de la paz 146 Parte II. Libros copiadores Libro copiador A Delegación del Supremo Gobierno. Correspondencia General. Libro I. 1881-1882 155 [1] Al señor Coronel Jefe Superior Político y Militar de los Departamentos del Sur 155 [2] Al Secretario General de Estado 156 [3] Al señor Secretario General de Estado 157 [4] Al Señor Secretario General de Estado 158 [5] Al Prefecto del Departamento de Ica 159 [6] Al Secretario General de Estado 160 [7] Al Secretario General de Estado 160 [8] Al Secretario General de Estado 161 [9] Al Coronel don Belisario Suárez, Comandante en Jefe del Ejército de Operaciones 162 [10] Al Presidente de la Junta Patriótica, Doctor Don Alejandro Arenas 163 [11] Al Secretario General de Estado 163 [12] Circular. Ayacucho: Señores coronel F. García del Barco, don Rafael Galván, don Apolo García y Carlos A. Cárdenas. Huancavelica: Señores don G. Rafael Escalona, doctor don Pedro P. Arana, doctor don Apolinario Zúñiga, doctor don J. M. Gálvez y doctor don Epifanio Zerpa 164 [13] Al Comisionado Especial del Secretario General en el Sur 166 [14] Al Prefecto de 166 [15] Al Secretario General de Estado 167 [16] Al Secretario General de Estado 168 [17] Al Comisionado especial del Secretario General, Camilo N. Carrillo 168 [18] Al Prefecto de Arequipa 169 [19] Al Coronel Suárez, Comandante en Jefe del Ejército de Operaciones 169 [20] Al Prefecto y Comandante General del Departamento 170 [21] Señor Don Ezequiel Mendoza, Administrador de la Aduana de Huacho 170 [22] Al Secretario General de Estado 171 [23] Al Presidente de la Junta Consultiva de Gobierno 171 [24] Al Administrador de la Aduana de Huacho 172 [25] Al Prefecto del Departamento de Ica 172 [26] Al Administrador de la Aduana de Huacho 173 [27] Al Ministro de Gobierno 173 [28] Al Ministro de Hacienda 174 [29] Al Ministro de Hacienda 174 [30] Al Ministro de Relaciones Exteriores 175 [31] Al Ministro de Hacienda 175 [32] Al Ministro de Gobierno 176 [33] Al mismo [Ministro de Gobierno] 176 [34] Al Ministro de Hacienda 177 [35] Al Ministro de Gobierno 178 [36] Al mismo [Ministro de Gobierno] 178 [37] Al Ministro de Justicia 179 [38] Al Ministro de Gobierno 179 [39] Al mismo [Ministro de Gobierno] 180 [40] Al Comisionado Especial del Supremo Gobierno en el Sur de la República, ­Capitán de Navío don Camilo N. Carrillo 180 [41] Al Jefe Superior Político y Militar de los Departamentos del Sur [Francisco Rosas, Enviado Extraordinario y Ministro Plenipotenciario de la República en Francia] 181 [42] Al Doctor Don Francisco Rosas, Enviado Extraordinario y Ministro Plenipotenciario de la República en Francia 181 [43] Al Ministro de Gobierno 182 [44] Al Director de Gobierno 182 [45] Al Ministro de Gobierno 183 [46] Al Ministro de Gobierno 183 [47] Al Comisionado Especial del Supremo Gobierno en el Sur de la República, ­Capitán de Navío don Camilo N. Carrillo 183 [48] Al Comisionado Especial del Supremo Gobierno en el Sur de la República, ­Capitán de Navío don C. N. Carrillo 184 [49] Al Jefe Superior Político y Militar de los Departamentos del Sur, Coronel Don José de la Torre 185 [50] Al Tesorero 186 [51] Al Ministro de Gobierno 186 [52] Al Ministro de Beneficencia 187 [53] Al Ministro de Gobierno 187 [54] Al Comisionado Especial del Supremo Gobierno en el Sur de la República, ­Capitán de Navío don C. N. Carrillo 188 [55] Al Jefe Superior Político Militar de los Departamentos del Sur, Coronel Don José de la Torre 188 [56] Al Jefe Superior, Político y Militar de los Departamentos del Centro 189 [57] Al Prefecto de Huancavelica, Coronel don Ignacio Alarco 190 [58] Al Comisionado Especial del Supremo Gobierno en el Sur de la República, ­Capitán de Navío C. N. Carrillo 191 [59] Al Capitán del Puerto de Mollendo 192 [60] Al Ministro de Gobierno 192 [61] Al Ministro de Justicia 192 [62] Al Comisionado Especial del Supremo Gobierno en el Sur de la República, ­Capitán de Navío don Camilo N. Carrillo 193 [63] Al Jefe Superior, Político y Militar de los departamentos del Sur 193 [64] Al Comisionado Especial del Supremo Gobierno en el Sur de la República, Capitán de Navío don Camilo N. Carrillo 194 [65] Al Jefe Superior, Político y Militar de los Departamentos del Sur, Coronel Don José de la Torre 194 [66] Al Ministro de Gobierno 195 [67] Al Ministro de Justicia 195 [68] Al Ministro de Culto 196 [69] Al Presidente de la Junta Fiscal 196 [70] Al Ministro de Gobierno 196 [71] Al mismo [Ministro de Gobierno] 197 [72] Al Ministro de Gobierno 197 [73] Al Comisionado Especial del Supremo Gobierno en el Sur de la República, Capitán de Navío don C. N. Carrillo 198 [74] Al Comisionado Especial del Supremo Gobierno en el Sur de la República, Capitán de Navío don C. N. Carrillo 199 [75] Al Coronel José de la Torre, Jefe Superior, Político y Militar de los departamentos del Sur 199 [76] Al Coronel don José de la Torre, Jefe Superior, Político y Militar de los Departamentos del Sur 200 [77] Al Comisionado Especial del Supremo Gobierno de la República, Capitán de Navío don C. N. Carrillo 200 [78] Al Prefecto del Departamento 201 [79] Al Ministro de Gobierno 201 [80] Al Comisionado Especial del Supremo Gobierno en el Sur de la República, Capitán de Navío don Camilo N. Carrillo 202 [81] Al Comisionado Especial del Supremo Gobierno en el Sur de la República, Capitán de Navío don Camilo N. Carrillo 203 [82] Al Jefe Superior, Político y Militar de los Departamentos del Centro [Camilo N. Carrillo] 204 [83] Al Comisionado Especial del Supremo Gobierno en el Sur, Capitán de Navío Carrillo 205 [84] Al capitán de Navío, Don Manuel A. Villavicencio 205 [85] Al Capitán de Navío, Don Gregorio Miró Quesada 206 [86] Al Doctor Don Mariano J. Medina 206 [87] Al Prefecto del Cuzco, Capitán de Navío don Manuel A. Villavicencio 207 [88] Al Ministro de Gobierno 207 [89] Al Comisionado Especial del Supremo Gobierno en el Sur de la República, Capitán de Navío don Camilo N. Carrillo 208 [90] Al mismo [Comisionado Especial del Supremo Gobierno en el Sur de la República, Capitán de Navío don Camilo N. Carrillo] 208 [91] Al Ministro de Gobierno 208 [92] Al Ministro de Justicia 209 [93] Al mismo [Ministro de Justicia] 209 [94] Al Ministro de Justicia 209 [95] Al Ministro de Gobierno 210 [96] Al capitán de Navío Don Camilo N. Carrillo, Delegado Especial del Poder Ejecutivo en los Departamentos del Sur de la ­República 210 [97] Al Ministro de Gobierno 211 [98] Al Ministro de Gobierno 211 [99] Al mismo [Ministro de Gobierno] 211 [100] Al Ministro de Hacienda 212 [101] Al Ministro de Hacienda 212 [102] Al Ministro de Gobierno 213 [103] Al Delegado del Poder Ejecutivo en el Sur, Capitán de Navío Carrillo 214 [104] Al mismo [Delegado del Poder Ejecutivo en el Sur, Capitán de Navío Carrillo] 214 [105] Al mismo [Delegado del Poder Ejecutivo en el Sur, Capitán de Navío Carrillo] 214 [106] Al Ministro de Gobierno 215 [107] Al mismo [Ministro de Gobierno] 215 [108] Al mismo [Ministro de Gobierno] 215 [109] Al Ministro de Justicia 216 [110] Al Delegado del Poder Ejecutivo en el Sur, Señor Carrillo 216 [111] Al mismo [Delegado del Poder Ejecutivo en el Sur, Señor Carrillo] 217 [112] Al general don Andrés Avelino Cáceres 217 [113] Al Prefecto del Departamento 217 [114] Al Sargento Mayor, Don Federico de Gereda 218 [115] Al Ministro de Gobierno 218 [116] Señor Don Juan B. Benavides, Administrador de la Aduana de Chala 218 [117] Al mismo [Don Juan B. Benavides, Administrador de la Aduana de Chala] 219 [118] Al mismo [Don Juan B. Benavides, Administrador de la Aduana de Chala] 219 [119] Al Delegado del Poder Ejecutivo en el Sur, Capitán de Navío don Camilo N. Carrillo 220 [120] Al mismo [Delegado del Poder Ejecutivo en el Sur, Capitán de Navío don Camilo N. Carrillo] 220 [121] Al mismo [Delegado del Poder Ejecutivo en el Sur, Capitán de Navío don Camilo N. Carrillo] 221 [122] Al Sub-prefecto de Casma [sic] 221 [123] Al Ministro de Hacienda 221 [124] Al Ministro de Hacienda 222 [125] Al Delegado del Poder Ejecutivo en el Sur, Capitán de Navío Carrillo 222 [126] A Carrillo y Villavicencio 223 [127] A Carrillo y Miró Quesada 223 [128] A Carrillo, Villavicencio y Miró Quesada 224 [129] Al Ministro de Justicia 224 [130] Al Ministro de Gobierno 224 [131] Al Delegado del Poder Ejecutivo en el Sur y al Doctor Don Mariano J. Medina 225 [132] Al Ministro de Gobierno 225 [133] Al Sub-prefecto de Santa 226 [134] Al mismo [Sub-prefecto de Santa] 226 [135] Al Delegado en el Sur 226 [136] Al Ministro de Gobierno 227 [137] Al Ministro de Hacienda 227 [138] Al Delegado en el Sur 228 [139] Al Delegado en el Sur 228 [140] Al administrador de la Aduana de Chala 229 [141] Al administrador de la Aduana de Chala 229 [142] Al mismo [administrador de la Aduana de Chala] 230 [143] Al mismo [administrador de la Aduana de Chala] 230 [144] Al Sub-prefecto de Santa 231 [145] Al Ministro de Gobierno 231 [146] Al mismo [Ministro de Gobierno] 232 [147] Al mismo [Ministro de Gobierno] 232 [148] Al Prefecto del Departamento 233 [149] Al Ministro de Gobierno 233 [150] Circular al Delegado en el Sur, Jefe Político del Centro y Prefecto del Departamento 233 [151] Al Delegado en el Sur 234 [152] Al Delegado en el Sur 234 [153] Al Ministro de Hacienda 235 [154] Al Jefe Superior del Centro 235 [155] Al mismo [Jefe Superior del Centro] 236 [156] Al Jefe Superior del Centro 236 [157] Al Jefe Superior del Centro 238 [158] Al mismo [Jefe Superior del Centro] 238 [159] Al Sub-prefecto de Santa 239 [160] Al Ministro de Guerra 240 [161] Al mismo [Ministro de Guerra] 240 [162] Ministerio de Gobierno 240 [163] Al mismo [Ministerio de Gobierno] 241 [164] Al Ministro de Justicia 241 [165] Al Sub-prefecto de Santa 242 [166] Al Delegado del Sur 242 [167] Al Sub-prefecto de Santa 242 [168] Al Ministro de Gobierno 243 [169] Al Delegado en el Sur 243 [170] Al Ministro de Gobierno 244 [171] Al mismo [Ministerio de Gobierno] 244 [172] Al mismo [Ministerio de Gobierno] 245 [173] Al Ministro de Hacienda 245 [174] Al mismo [Ministro de Hacienda] 245 [175] Al Ministro de Hacienda 246 [176] Al mismo [Ministro de Hacienda] 246 [177] Al mismo [Ministro de Hacienda] 247 [178] Al Ministro de Hacienda 247 [179] Al mismo [Ministro de Hacienda] 248 [180] Al mismo [Ministro de Hacienda] 248 [181] Ministro de Gobierno 249 [182] Al Delegado en el Sur 249 [183] Circular a las Aduanas de Cerro Azul, Lomas y Chala, Delegado en el Sur, Sub-prefecto de Cañete y visitador de Aduanas, Don Ezequiel G. Mendoza 250 [184] Al Delegado en el Sur 250 [185] A Don Ezequiel G. Mendoza 250 [186] Al prefecto del Departamento 251 [187] Al Ministro de Gobierno 251 [188] Al Ministro de Gobierno 251 [189] Al Ministro de Hacienda 252 [190] Al mismo [Ministro de Hacienda] 252 [191] Al director de la Casa de Moneda 253 [192] Al Ministro de Hacienda 253 [193] Al Ministro de Justicia 254 [194] Al Ministro de Guerra 254 [195] Al Ministro de Hacienda 254 [196] Al Ministro de Justicia 255 [197] Al Ministro de Hacienda 255 [198] Al Sub-prefecto de Santa 255 [199] Al Teniente Administrador de la Aduana de Chala 256 [200] Al Ministro de Guerra 256 [201] Al Prefecto de Piura 257 [202] Al Jefe Superior, Político y Militar de los Departamentos del Centro 257 [203] Al mismo [Jefe Superior, Político y Militar de los Departamentos del Centro] 258 [204] Al mismo [Jefe Superior, Político y Militar de los Departamentos del Centro] 259 [205] Al Sub-prefecto de Camaná 259 [206] Al Delegado en el Sur 260 [207] Al mismo [Delegado en el Sur] 260 [208] Al Ministro de Hacienda 261 [209] Al Ministro de Hacienda 261 [210] Al Sub-prefecto de Santa 262 [211] Al Ministro de Justicia 262 [212] Al Ministro de Hacienda 262 [213] Al Ministro de Beneficencia 263 [214] Al Sub-prefecto de Santa 263 [215] Al Sub-prefecto de Santa 264 [216] Al Ministro de Gobierno 264 [217] Al Ministro de Justicia 264 [218] Al Director de Gobierno 265 [219] Al Prefecto del Departamento 265 [220] Al Ministro de Gobierno 265 [221] Al Ministro de Gobierno 266 [222] Al Prefecto del Departamento 266 [223] A los Directores de Justicia y de Instrucción 266 [224] Al Delegado en el Sur 267 [225] Al Ministro de Gobierno 267 [226] Al Ministro de la Guerra 267 [227] Al Vice-Presidente de la Junta Económica de la Escuela de Minas 268 [228] Al Ministro de Justicia 269 [229] Al Sub-prefecto de Santa 269 [230] Al Ministro de Guerra 269 [231] Al Jefe Superior del Centro 270 [232] Al Jefe Superior del Centro 270 [233] Al Vice-Presidente de la Junta Económica de la Escuela de Minas 270 [234] Al Ministro de Justicia 271 [235] Al Director de Gobierno 271 [236] Al Ministro de Justicia 272 [237] Al Sub-prefecto de Santa 272 [238] Al Ministro de Gobierno 272 [239] Al Ministerio de Hacienda 273 [240] Al Ministro de Guerra 273 [241] Al Ministerio de Hacienda 273 [242] Al mismo [Ministerio de Hacienda] 274 [243] Al Ministro de Gobierno 274 [244] Al Ministro de Hacienda 275 [245] Al Ministro de Hacienda 276 [246] Al Ministro de Guerra 276 [247] Al mismo [Ministerio de Guerra] 276 [248] Al Prefecto del Departamento 277 [249] Al Visitador de Aduanas don Ezequiel G. Mendoza 277 [250] Al Teniente Administrador del puerto de Chala 278 [251] Al Ministro de Gobierno 278 [252] Al Jefe Superior del Sur 278 [253] Al Ministro de Hacienda 279 [254] Al Jefe Superior del Sur 279 [255] Al jefe Superior del Centro 280 [256] Al Visitador de las Aduanas, El señor don Ezequiel G. Mendoza 280 [257] Al Ministro de Gobierno 280 [258] Al Sub-prefecto de Santa 281 [259] Al Ministro de Guerra 282 [260] Al Jefe Superior del Centro 282 [261] Al mismo [Jefe Superior del Centro] 283 [262] Al Jefe Superior del Centro 284 [263] Al mismo [Jefe Superior del Centro] 284 [264] Al Jefe Superior del Centro 285 [265] Al Teniente Administrador del puerto de Chala 285 [266] Al mismo [Teniente Administrador del puerto de Chala] 286 [267] Al Ministro de Justicia 286 [268] Al Director de Gobierno 286 [269] Al Sub-prefecto de Santa 287 [270] Al Prefecto de Piura 287 [271] Al Ministro de Gobierno 288 [272] Al Director de Gobierno 288 [273] Al Ministro de Hacienda 289 [274] Al Ministro de Gobierno 289 [275] Al Sub-prefecto de Santa 290 [276] Al Prefecto del Departamento 290 [277] Al Delegado en el Sur 291 [278] Prefecto del Departamento 291 [279] Al visitador de Aduanas 292 [280] Al teniente Administrador del Puerto de Chala 293 Libro copiador B Agencia Confidencial del Supremo Gobierno. Correspondencia General. 1881-1882 297 [281] Señor Secretario General de Estado 297 [282] Señor Secretario General de Estado 298 [283] Señor Doctor Don Francisco Rosas, Enviado Extraordinario y Ministro Plenipotenciario de la República en Francia 298 [284] Señor Doctor Don Juan Federico Elmore, Ministro Residente de la República en Estados Unidos 299 [285] Señor Don Emilio Bonifaz, Enviado Extraordinario y Ministro Plenipotenciario de la República en el Ecuador 300 [286] Señor Secretario General de Estado 301 [287] Señor Secretario General de Estado 302 [288] Señor Secretario General de Estado 302 [289] Señor Ministro de Estado en el Despacho de Relaciones Exteriores 303 [290] Señor Ministro de Estado en el Despacho de Relaciones Exteriores 303 [291] Al mismo [Señor Ministro de Estado en el Despacho de Relaciones Exteriores] 304 [292] Al mismo [Señor Ministro de Estado en el Despacho de Relaciones Exteriores] 304 [293] Al mismo [Señor Ministro de Estado en el Despacho de Relaciones Exteriores] 305 [294] Al mismo [Señor Ministro de Estado en el Despacho de Relaciones Exteriores] 305 [295] Al mismo [Señor Ministro de Estado en el Despacho de Relaciones Exteriores] 306 [296] Al mismo [Señor Ministro de Estado en el Despacho de Relaciones Exteriores] 306 [297] Señor Doctor Don Evaristo Gómez Sánchez, Enviado Extraordinario y Ministro Plenipotenciario del Perú en Buenos Aires 307 [298] Señor Don Manuel Ocampo y Samanez, Encargado de Negocios ad interim del Perú en la República Argentina 308 [299] Señor Doctor Don Francisco Rosas, Enviado Extraordinario y Ministro Plenipotenciario de la República en Francia 309 [300] Al mismo [Señor Doctor Don Francisco Rosas, Enviado Extraordinario y Ministro Plenipotenciario de la República en Francia] 309 [301] Señor Ministro de Relaciones Exteriores 310 [302] Al mismo [Ministro de Relaciones Exteriores] 310 [303] Al mismo [Ministro de Relaciones Exteriores] 310 [304] Al mismo [Ministro de Relaciones Exteriores] 311 [305] Al mismo [Ministro de Relaciones Exteriores] 311 [306] Señor doctor don J. Federico Elmore, Ministro Residente del Perú en los Estados Unidos 312 [307] Señor Ministro de Relaciones Exteriores 313 [308] Al mismo [Ministro de Relaciones Exteriores] 313 [309] Señor doctor don Manuel M. del Valle, Enviado Extraordinario y Ministro Plenipotenciario del Perú en Bolivia 314 [310] Al mismo [Manuel M. del Valle, Enviado Extraordinario y Ministro Plenipotenciario del Perú en Bolivia] 314 [311] Al mismo [Manuel M. del Valle, Enviado Extraordinario y Ministro Plenipotenciario del Perú en Bolivia] 315 [312] Al mismo [Manuel M. del Valle, Enviado Extraordinario y Ministro Plenipotenciario del Perú en Bolivia] 317 [313] Señor Ministro de Relaciones Exteriores 317 [314] Circular. A los doctores Rosas y Valle 318 [315] Circular. A los doctores Rosas y Elmore 318 [316] Señor doctor don J. Federico Elmore, Ministro Residente del Perú en los Estados Unidos de América 319 [317] Señor Ministro de Relaciones Exteriores 320 [318] Al mismo [Ministro de Relaciones Exteriores] 320 [319] Señor Doctor Don Manuel M. del Valle, Enviado Extraordinario y Ministro Plenipotenciario del Perú en Bolivia 321 [320] Al mismo [Señor Doctor Don Manuel M. del Valle, Enviado Extraordinario y Ministro Plenipotenciario del Perú en Bolivia] 322 [321] Al mismo [Señor Doctor Don Manuel M. del Valle, Enviado Extraordinario y Ministro Plenipotenciario del Perú en Bolivia] 322 [322] Señor Ministro de Relaciones Exteriores 323 [323] Señor Doctor Don Francisco Rosas, Enviado Extraordinario y Ministro Plenipotenciario del Perú en Francia 323 [324] Señor Doctor Don J. Federico Elmore, Ministro Residente del Perú en los Estados Unidos de América 324 [325] Señor Ministro de Relaciones Exteriores: 324 [326] Señor Doctor Don Manuel María del Valle, Enviado Extraordinario y Ministro Plenipotenciario del Perú en Bolivia 324 [327] Señor Doctor Don Manuel María del Valle, Enviado Extraordinario y Ministro Plenipotenciario del Perú en Bolivia 325 [328] Señor Doctor Don Francisco Rosas, Enviado Extraordinario y Ministro Plenipotenciario de la República en Francia 325 [329] Señor Doctor Don J. Federico Elmore, Ministro Residente del Perú en los Estados Unidos de América 326 [330] Señor Ministro de Relaciones Exteriores 326 [331] Al mismo [Ministro de Relaciones Exteriores] 327 [332] Al mismo [Ministro de Relaciones Exteriores] 327 [333] Al mismo [Ministro de Relaciones Exteriores] 327 [334] Señor Doctor Don Manuel M. del Valle, Enviado Extraordinario y Ministro Plenipotenciario en Bolivia 328 [335] Al mismo [Señor Doctor Don Manuel M. del Valle, Enviado Extraordinario y Ministro Plenipotenciario en Bolivia] 329 [336] Señor Ministro de Relaciones Exteriores 329 [337] Señor Ministro de Relaciones Exteriores 331 [338] Señor Doctor Don Manuel M. del Valle, Enviado Extraordinario y Ministro Plenipotenciario del Perú en Bolivia 332 [339] Al mismo [Señor Doctor Don Manuel M. del Valle, Enviado Extraordinario y Ministro Plenipotenciario del Perú en Bolivia] 333 [340] Al mismo [Señor Doctor Don Manuel M. del Valle, Enviado Extraordinario y Ministro Plenipotenciario del Perú en Bolivia] 333 [341] Al mismo [Señor Doctor Don Manuel M. del Valle, Enviado Extraordinario y Ministro Plenipotenciario del Perú en Bolivia] 333 [342] Al mismo [Señor Doctor Don Manuel M. del Valle, Enviado Extraordinario y Ministro Plenipotenciario del Perú en Bolivia] 334 [343] A los señores Rosas y Elmore 334 [344] Señores Valle, Rosas y Elmore 336 [345] Señor Ministro de Relaciones Exteriores 336 [346] Al mismo [Señor Ministro de Relaciones Exteriores] 337 [347] Señor Doctor Don Manuel María del Valle, Enviado Extraordinario y Ministro Plenipotenciario del Perú en Bolivia 337 [348] Señor Doctor Don Guillermo A. Seoane 338 [349] Señor Ministro de Relaciones Exteriores 338 [350] Al mismo [Señor Ministro de Relaciones Exteriores] 338 [351] Al mismo [Señor Ministro de Relaciones Exteriores] 339 [352] Señor Doctor Don Manuel María del Valle, Enviado Extraordinario y Ministro Plenipotenciario del Perú en Bolivia 339 [353] Al mismo [Señor Doctor Don Manuel María del Valle, Enviado Extraordinario y Ministro Plenipotenciario del Perú en Bolivia] 340 [354] Señor Ministro de Relaciones Exteriores 340 [355] Señor Doctor Don Francisco Rosas, Enviado Extraordinario y Ministro Plenipotenciario del Perú en Francia 341 [356] Señor Doctor Don J. Federico Elmore, Ministro Residente del Perú en los Estados Unidos de América 342 [357] Señor Doctor Don M. M. del Valle, Ministro del Perú en Bolivia 342 [358] Señor Ministro de Relaciones Exteriores 343 [359] Al mismo [Señor Ministro de Relaciones Exteriores] 343 [360] Al mismo [Señor Ministro de Relaciones Exteriores] 344 [361] Señor Doctor Don J. Federico Elmore, Ministro Residente del Perú en los Estados Unidos 344 [362] Señor Doctor Don Francisco Rosas, Enviado Extraordinario y Ministro Plenipotenciario del Perú en Francia 345 [363] Al mismo [Señor Doctor Don Francisco Rosas, Enviado Extraordinario y Ministro Plenipotenciario del Perú en Francia] 345 [364] Señor Doctor Don Manuel M. del Valle, Enviado Extraordinario y Ministro Plenipotenciario del Perú en Bolivia 346 [365] Señor Doctor Don Francisco Rosas, Enviado Extraordinario y Ministro Plenipotenciario en Francia 346 [366] Señor Ministro de Relaciones Exteriores 347 [367] Señor Ministro de Relaciones Exteriores 347 [368] Al mismo [Señor Ministro de Relaciones Exteriores] 348 [369] Señor Doctor Don J. Federico Elmore, Ministro Residente del Perú en Estados Unidos 348 [370] Señor Ministro de Relaciones Exteriores 349 [371] Señor Doctor Don Manuel M. del Valle, Enviado Extraordinario y Ministro Plenipotenciario del Perú en Bolivia 349 [372] Al mismo [Señor Doctor Don Manuel M. del Valle, Enviado Extraordinario y Ministro Plenipotenciario del Perú en Bolivia] 350 [373] Señor Ministro de Relaciones Exteriores 351 [374] Al mismo [Señor Ministro de Relaciones Exteriores] 351 [375] Al mismo [Señor Ministro de Relaciones Exteriores] 352 [376] Señor Ministro de Relaciones Exteriores, Doctor Don Mariano Álvarez 352 [377] Señor Doctor Don J. Federico Elmore, Ministro del Perú en Washington 353 [378] Al mismo [Señor Doctor Don J. Federico Elmore, Ministro del Perú en Washington] 353 [379] Al mismo [Señor Doctor Don J. Federico Elmore, Ministro del Perú en Washington] 354 [380] Señor doctor don Francisco Rosas, Ministro del Perú en Francia 354 [381] Señor Ministro de Relaciones Exteriores 355 [382] Señor Doctor Don J. Federico Elmore, Ministro Residente del Perú en los EE. UU. 356 [383] Señor Ministro de Relaciones Exteriores 356 [384] Señor Doctor Don Manuel M. del Valle, Enviado Extraordinario y Ministro Plenipotenciario del Perú en Bolivia 357 [385] Al mismo [Señor Doctor Don Manuel M. del Valle, Enviado Extraordinario y Ministro Plenipotenciario del Perú en Bolivia] 358 [386] Señor Doctor Don J. Federico Elmore, Ministro Residente del Perú en Estados Unidos de América 358 [387] Señor Doctor Don Francisco Rosas, Ministro del Perú en Francia 359 [388] Señor Ministro de Relaciones Exteriores 359 [389] Señor Don Manuel Ocampo Samanez, Encargado de Negocios del Perú en la República Argentina 360 [390] Señor Doctor Don Emilio Bonifaz, Enviado Extraordinario y Ministro Plenipotenciario en el Ecuador 360 [391] Señor Don Manuel Ocampo Samanez, Encargado de Negocios del Perú en la República Argentina 361 [392] A los ministros Rosas y Elmore 361 [393] Señor Ministro de Relaciones Exteriores 362 [394] Señor Doctor Don J. Federico Elmore, Ministro Residente del Perú en Estados Unidos de América 363 [395] Señor Ministro de Relaciones Exteriores 363 [396] Señor Doctor Don Francisco Rosas, Ministro Plenipotenciario de la República en Francia 364 [397] A los señores Rosas, Elmore, Bonifaz, Ocampo y Samanez y Valle 365 [398] Señor Ministro de Relaciones Exteriores 365 [399] Al mismo [Señor Ministro de Relaciones Exteriores] 366 [400] Circular. A los señores Rosas, Canevaro, Valle (1), Ocampo (2) y Bonifaz 366 [401] Circular. Señor Doctor Don J. Federico Elmore 368 [402] Señor Ministro de Relaciones Exteriores 368 [403] Al mismo [Señor Ministro de Relaciones Exteriores] 370 [404] Al mismo [Señor Ministro de Relaciones Exteriores] 371 [405] Al mismo [Señor Ministro de Relaciones Exteriores] 371 Libro copiador C Correspondencia Reservada 1881-1882. (Delegación del Supremo Gobierno / Agencia Confidencial) 375 [406] Señor Secretario General de Estado 375 [407] Señor Secretario General de Estado 377 [408] Señor Secretario General de Estado 377 [409] Señor Secretario General de Estado 378 [410] [No se indica el destinatario] 379 [411] Señores Dionisio Derteano, Pedro Correa y Santiago, Alejandro Garland 379 [412] Señor Tesorero don Elías Mujica 380 [413] Señor Doctor Don Francisco Rosas, Encargado Especial y Ministro Plenipotenciario de la República en Francia 380 [414] Señor Presidente de la Junta Fiscal 382 [415] Señor Presidente de la Junta Fiscal 383 [416] Señor Ministro de Hacienda 384 [417] Señor Doctor Don J. Federico Elmore, Ministro Residente de la República en Estados Unidos 385 [418] Señor Doctor Don Francisco Rosas, Ministro del Perú en Francia 386 [419] Señor Ministro de Relaciones Exteriores 386 [420] Señor Ministro de Relaciones Exteriores, Huaraz 387

Apéndice. Cronología 391

Índice onomástico 411

Fuentes y bibliografía 419

Tabla de figuras

Figura 1. 42 Figura 2. Carlos M. Elías 42 Figura 3. Francisco García Calderón 55 Figura 4. Lizardo Montero 55 Figura 5. Nicolás de Piérola 62 Figura 6. 62 Figura 7. Comunicación del ministro de Justicia, Culto, Instrucción y Beneficencia del gobierno provisorio al director de la Penitenciaría de Lima. Yungay, 6 de junio de 1882 73 Figura 8. Andrés A. Cáceres 86 Figura 9. Camilo Carrillo 86 Figura 10. Anuncio comercial de la Quinina Pelletier 93 Figura 11. Membrete chileno del Ejército Expedicionario del Norte 110 Figura 12. Comunicación firmada por el jefe político de Lima durante la ocupación, Adolfo Guerrero 110 Figura 13. Francisco Rosas 127 Figura 14. Manuel María del Valle 127 Figura 15. Portada del Libro copiador A 153 Figura 16. Portada del Libro copiador B 295 Figura 17. Portada del Libro copiador C 373

Siglas

ACE Archivo Central del Ejército del Perú. Lima. ACMRE Archivo Central del Ministerio de Relaciones Exteriores. Lima. AGN Archivo General de la Nación. Lima. Archivo del Museo Nacional de Arqueología, Antropología AMNAAHP e ­Historia del Perú. Lima. APC Archivo Puente Candamo. Lima. BNP Biblioteca Nacional del Perú. Lima.

Nota de los editores

…esta Delegación cede en todos sus actos al único y patriótico móvil de coadyuvar a la más ordenada y expedita marcha de la administración pública Manuel Candamo y Carlos M. Elías, Carta al Jefe Superior del Centro1

Lima, entre diciembre de 1881 y julio de 1882: Manuel Candamo2 y Carlos M. Elías3, políticos vinculados al Partido Civil, desempeñaban en la capital del Perú, ocupada por las fuerzas chilenas, funciones bastante delicadas. Eran los delegados del

1 Con estas palabras Manuel Candamo y Carlos M. Elías, delegados del gobierno provisorio en Lima, manifestaban el propósito fundamental de su labor [261]. En adelante, los números que aparezcan entre corchetes remitirán a las comunicaciones que recogemos en la segunda parte de este libro. 2 Manuel Candamo Iriarte (Lima, 1841-1904). Realizó sus estudios escolares en el colegio de Nuestra Señora de Guadalupe. Posteriormente pasó al Colegio de San Carlos, donde alcanzó el grado de bachi- ller en Jurisprudencia, expedido por la Universidad de San Marcos. Se sabe que desde joven estuvo involucrado en actividades políticas, ya que fue desterrado por breve tiempo a Chile por oponerse a la suscripción del tratado Vivanco-Pareja. Volvió al Perú para apoyar la revolución de contra el gobierno de . En marzo de 1867 estaba en Chile, desempeñándose como secretario de la Legación del Perú en Santiago. Participó de importantes negocios en el Perú y representó los intereses de sus hermanos, residentes en Europa. Estuvo vinculado al Partido Civil desde su fundación y colaboró con el gobierno de . Junto con Carlos M. Elías fue delegado y agente confidencial del gobierno provisorio, durante la ocupación chilena, entre diciembre de 1881 y julio de 1882. Con otros políticos peruanos estuvo desterrado en Chile, desde agosto de 1882 hasta octubre de 1883. De regreso en Lima, después del tratado de Ancón, sufrió un nuevo destierro, durante el gobierno del general Iglesias. Después de la guerra desarrolló una intensa actividad política: fue senador durante varias legislaturas, y en 1895 presidió la Junta de Gobierno que se constituyó para dar solución al conflicto entre los seguidores de Cáceres y los de Piérola. En 1903 fue elegido presidente de la república. En 2008 publicamos el epistolario de Candamo, en cuyo estudio preliminar presentamos su biografía (Puente Candamo & Puente Brunke, 2008, pp. 27-49). 3 Carlos María Elías de la Quintana (Lima, 1841-1907). De niño fue alumno del colegio de Nuestra Señora de Guadalupe y más tarde viajó con sus padres a Francia e ingresó en París al Liceo Impe- rial de San Luis. En 1859 regresó al Perú y en Ica se dedicó a trabajar las haciendas de su familia hasta que en 1865 empezó a participar en la vida política. En 1867 fue representante en el Con- greso Constituyente por Ica. Más tarde viajó a Europa y a China. De regreso en el Perú, se unió a la causa política que encarnaba Manuel Pardo. Fue síndico de la Municipalidad de Lima y diputado por ­Chincha. Posteriormente,­ en diciembre de 1879, fue desterrado a Guayaquil por la dictadura de Piérola. El Estado en la sombra. El Perú durante la ocupación chilena gobierno provisorio, encabezado por el contralmirante Lizardo Montero4, y asentado fuera de Lima —primero en Cajamarca y luego en Huaraz—, para facilitar la labor de la administración pública y vincular a las autoridades del gobierno provisorio con Lima y con el resto del país. Igualmente, eran agentes confidenciales del mismo gobierno con el fin de lograr el reconocimiento de este por parte de los Estados extranjeros, y también para impulsar eventuales negociaciones hacia el logro de la paz con Chile, siempre y cuando no supusieran pérdida territorial para el Perú. En este libro transcribimos y publicamos 420 comunicaciones que ellos escri- bieron, desde la Lima ocupada, en el ejercicio de sus funciones, y que reflejan los esfuerzos del Estado peruano por no desaparecer en el dramático contexto de la guerra. Los textos de las comunicaciones se conservan en tres libros copiadores, en el archivo de Manuel Candamo. Los presentamos en la Parte II de este libro. Los tres libros copiadores que transcribimos tienen las siguientes características:

Libro copiador A: Delegación del Supremo Gobierno. Correspondencia General. Libro I. 1881-1882. Del 10 de diciembre de 1881 al 30 de junio de 1882. 185 páginas, que contienen 280 comunicaciones.

Libro copiador B: Agencia Confidencial del Supremo Gobierno. Correspondencia ­General. Libro I. 1881-1882. Del 10 de diciembre de 1881 al 18 de mayo de 1882. 85 páginas, que contienen 125 comunicaciones.

Libro copiador C: Correspondencia Reservada. 1881-1882. Del 19 de diciembre de 1881 al 15 de junio de 1882. 25 páginas, que contienen 15 comunicaciones.

Junto con Manuel ­Candamo fue delegado y agente confidencial del gobierno provisorio, durante la ocupación chilena, entre diciembre de 1881 y julio de 1882. Con otros políticos peruanos estuvo des- terrado en Chile, desde agosto de 1882 hasta octubre de 1883. De regreso en Lima, después del tratado de Ancón, sufrió un nuevo destierro, durante el gobierno del general Iglesias. Más tarde fue senador, ministro de Estado y representante diplomático en Chile, entre 1889 y 1890, cuando se repatriaron los restos de Miguel Grau, de quien fue amigo muy cercano. Fue cuñado de Lizardo Montero y destacó como importante figura del pensamiento católico de la época (Tauro, 2001, 6, pp. 897-898; El Perú Ilustrado, 3 de setiembre de 1887). 4 La vicepresidencia del gobierno provisorio fue desempeñada —a raíz de la deportación de García Calderón a Chile— por el contralmirante Lizardo Montero (Ayabaca, 1832-Lima, 1905), quien había desarrollado una larga carrera en la Marina. Además, fue miembro fundador del Partido Civil y sena- dor por Piura en la década de 1870 (Tauro, 2001, 11, pp. 1708-1709). Bajo el régimen de Nicolás de Piérola, Montero fue jefe del primer ejército del Sur y posteriormente ejerció la jefatura político-militar del Norte. En octubre de 1881 tomó la decisión de desconocer el gobierno de Piérola y se adhirió al gobierno provisorio (Basadre, 1983, VI, p. 273).

28 Nota de los editores

Del libro copiador A hay una copia parcial en la Biblioteca Nacional del Perú (D4695: Delegación del Supremo Gobierno. 1881-1882). Se trata de un libro de características físicas semejantes, aunque incluye solo 154 comunicaciones. Sin embargo, contiene cinco comunicaciones escritas entre el 1 y el 13 de julio de 1882, que no consigna nuestro libro copiador A, pero que no incluyen información relevante. En cuanto al libro copiador B, debemos precisar que 54 originales de esas comunicaciones de la Agencia Confidencial se conservan en el Archivo Central del Ministerio de Relaciones Exteriores (7-13, caja 282, carpeta 18). Además, el mismo archivo, y bajo la misma signatura, conserva los originales de otras 31 comunicacio- nes de la Agencia Confidencial, fechadas entre el 18 de mayo y el 8 de julio de 1882. No hay copias de estas comunicaciones en nuestro libro copiador B5. El libro copiador C recoge correspondencia reservada, proveniente tanto de la Delegación del Supremo Gobierno como de la Agencia Confidencial. Esta es una edición crítica. No solo se ha hecho una transcripción completa del contenido de los tres libros copiadores, sino que además este ha sido anotado, en la medida de lo posible, con precisiones de diverso tipo que consideramos de utilidad, como breves notas biográficas sobre personas mencionadas, o comentarios referidos a situaciones o hechos que se exponen en los documentos. Para ello ha sido impor- tante la consulta de los fondos documentales de varios repositorios, como el Archivo Central del Ministerio de Relaciones Exteriores, el Archivo General de la Nación, el Archivo del Museo Nacional de Arqueología, Antropología e Historia del Perú, la Biblioteca Nacional del Perú y el Archivo Central del Ejército del Perú. En cuanto a la transcripción de los documentos, se ha modernizado la ortogra- fía y la puntuación, cuidando de no alterar el sentido de las frases. En lo referido a arcaísmos o palabras poco usuales, se ha procurado ofrecer la correspondiente expli- cación en nota al pie.

* * *

La idea de publicar este libro surgió a partir de la previa edición que hicimos del epistolario de Manuel Candamo, y que titulamos El Perú desde la intimidad (Puente Candamo & Puente Brunke, 2008), el cual recoge la correspondencia que dicho líder político mantuvo con muy diversas personas entre 1873 y 1904. De esa corres- pondencia, el conjunto de cartas más significativo, y el más original como fuente histórica, es el constituido por las que Candamo envió a Teresa Álvarez Calderón, su esposa, entre julio de 1882 y octubre de 1883, desde Chile, adonde había sido deste- rrado por las autoridades de ocupación en el Perú, junto con varios otros personajes

5 Esto nos lleva a pensar que ha debido existir un segundo libro copiador de la Agencia Confidencial.

29 El Estado en la sombra. El Perú durante la ocupación chilena peruanos, que se oponían a la firma de la paz si esta implicaba cesiones territoriales. Esas cartas entre marido y mujer constituyen —reiteramos— una fuente de primera importancia para conocer esa dramática etapa de la historia peruana. Sin embargo, en el archivo de Manuel Candamo conservamos más documentación de interés, como es el caso de los tres libros copiadores que en esta oportunidad publicamos. Las comunicaciones contenidas en ellos constituyen una fuente muy valiosa, porque presentan información concreta de los esfuerzos del gobierno provisorio por organizar el Estado durante la ocupación chilena, específicamente entre diciembre de 1881 y julio de 1882. El objetivo del gobierno provisorio era el de legitimar su autoridad, tanto en el territorio nacional como frente a los gobiernos extranjeros, con el fin de tener la fuerza necesaria para presionar a Chile e iniciar conversaciones de paz. Como parte de este proceso, el gobierno provisorio se propuso controlar la administración política y militar en todas las provincias y localidades no ocupadas, y recaudar los recursos necesarios para afrontar las necesidades de la guerra. Para ello organizó una red de comunicaciones y contactos entre la sede del gobierno, sus delegados en Lima y los representantes políticos y militares en las diversas provincias. La lectura de estas comunicaciones nos hace ver que entre diciembre de 1881 y julio de 1882 hubo dos periodos claramente diferenciados en la vida del gobierno provisorio: el primero, entre diciembre de 1881 y marzo de 1882, estuvo presidido por los esfuerzos para unificar el territorio bajo su autoridad. Hubo mucha corres- pondencia entre el gobierno, establecido en Cajamarca, los jefes político-militares de las regiones del Norte, Centro y Sur, y la Delegación del gobierno, en Lima. Igual- mente, se hicieron nombramientos de autoridades en provincias y de representantes diplomáticos en el extranjero. Durante este periodo se produjo un enfrentamiento en Pucará entre las fuerzas chilenas y peruanas, en las que estas salieron victoriosas. Sin embargo, los propios peruanos siguieron enfrentados, con lo cual se produjeron choques entre quienes apoyaban al gobierno provisorio y los partidarios de Nicolás de Piérola6, a pesar de que este había ya renunciado a la presidencia.

6 Nicolás de Piérola Villena (Camaná, 1839-Lima, 1913). Político de primera importancia en la histo- ria peruana del último tercio del siglo XIX y de los años iniciales del XX. Ministro de Hacienda en el gobierno de Balta, fue promotor del contrato Dreyfus, y posteriormente adversario constante de Manuel Pardo durante su gobierno. Después de la guerra fundó el Partido Demócrata, y ejerció la presidencia de la república entre 1895 y 1899, gracias al acuerdo político que alcanzó con los civilistas. En cuanto a su actua- ción durante la Guerra del Pacífico, en diciembre de 1879, luego de la salida del Perú del presidente Mariano Ignacio Prado, se declaró dictador, y lo fue hasta julio de 1881, cuando convocó a una Asamblea Nacional en Ayacucho, donde dimitió. Sin embargo, dicha Asamblea lo declaró presidente provisorio, cargo al que renunció en noviembre del mismo año, ordenando que las fuerzas a su mando se pusieran bajo las órdenes de Cáceres. Regresó a Lima al mes siguiente, con autorización chilena. Semanas después, en febrero de 1882, convocó a un grupo de notables para organizar el Partido Nacional para la reconstrucción del país, propuesta que no tuvo mayor repercusión. Partió hacia Europa en marzo de 1882 (Tauro, 2001, 13, pp. 2054-2056), y llegó a París a mediados de mayo (La Patria. Diario de la mañana, 10 de junio de 1882).

30 Nota de los editores

A partir de marzo de 1882, cuando se trasladaron Montero y su gabinete ministe- rial de Cajamarca a Huaraz, se inició un segundo periodo en el desarrollo del gobierno provisorio. Se nombró un nuevo gabinete ministerial y se confirmaron muchos de los nombramientos realizados por la Delegación en Lima. Por su parte, la Delegación recibió del gobierno mayores atribuciones en el ámbito financiero, lo que le daba más posibilidades de recaudar fondos para las fuerzas militares [174]. Además, la Delegación siguió desarrollando coordinaciones con las jefaturas ­político-militares. En definitiva, la documentación que aquí publicamos refleja los esfuerzos del Estado peruano por sobrevivir en el contexto de la ocupación chilena y por man- tenerse firme en la posición de no aceptar la paz con cesión territorial. Así como las campañas militares de Cáceres en la sierra buscaron resistir frente al invasor chi- leno y forzarlo a renunciar a la ocupación, los esfuerzos de la Delegación y de la ­Agencia Confidencial del gobierno provisorio en Lima formaron parte de una suerte de «­resistencia civil», mediante la cual el Estado peruano se negaba a extinguirse.

* * *

Para la investigación conducente a la preparación de este libro, hemos contado con la muy valiosa asistencia de la magíster Leticia Quiñones Tinoco, quien se ha con- vertido en una gran conocedora de la historia del Perú de la segunda mitad del siglo XIX. Fue ella también nuestra asistente en el trabajo en torno al epistolario de Manuel Candamo, que publicamos en 2008, y en todos estos años ha demostrado sobradamente sus grandes aptitudes para la investigación. A ella le agradecemos muy especialmente su apoyo, que ha sido crucial para la elaboración de este libro. Además, debemos agradecer a otros colegas historiadores que, de diversos modos, nos ayudaron en este trabajo. Mención especial merece el licenciado Rodolfo Castro Lizarbe, gran experto en la historia de la Guerra del Pacífico, quien leyó el manuscrito de este libro, nos dio muy importantes sugerencias y estuvo siempre dis- puesto a escuchar nuestras preguntas. Igualmente, Margarita Guerra y Héctor López ­Martínez leyeron el manuscrito y nos hicieron valiosos comentarios. También hemos tenido útiles conversaciones en torno a este proyecto con Cristóbal Aljovín, ­Fernando Armas, Ada Arrieta, Carmen Mc Evoy, Armando Nieto Vélez, José ­Peñaloza Jarrín, Hugo Pereyra, Nelson Pereyra, Ismael Pinto y Rafael Sánchez-Concha. Expresamos a todos ellos nuestro agradecimiento. Manifestamos también nuestra gratitud a Renzo Babilonia, por permitirnos reproducir un retrato de su archivo fotográfico, y a Esperanza Navarro, del Instituto de Estudios Histórico-Marítimos del Perú, por habernos facilitado otra de las imáge- nes que aparecen en este libro.

31

Parte I. Estudio preliminar

País [el Perú] que, entre 1879 y 1883, se enredó y dividió en un faccionalismo bizantino cuyos efectos letales no lograron contrarrestar, en múltiples rincones de la heredad nacional, numerosos héroes famosos o anónimos cuyos nombres debemos exhumar y que lucharon durante cinco largos años, a diferencia de lo ocurrido en la guerra entre Francia y Alemania en 1870, limitada a unos pocos meses. Jorge Basadre, «Perú: país dulce y cruel»

1. Introducción

Ante la deportación a Chile del presidente provisorio Francisco García Calderón1, el 6 de noviembre de 1881, el contralmirante Lizardo Montero pasó a encabezar su gobierno como vicepresidente y dispuso que este se estableciera en Cajamarca. Desde allí, el 23 del mismo mes Montero decidió que, al no poder fijar la sede del gobierno en la capital de la república, y siendo ella punto estratégico para la atención de cuestiones relativas a la administración del país, se nombrara como «delegados especiales de gobierno en Lima a los ciudadanos Don Carlos M. Elías y Don Manuel Candamo», quienes estarían autorizados a realizar todas las acciones de «orden polí- tico, financiero y administrativo» que requiriera el gobierno. Además, se nombró a los mismos Candamo y Elías como agentes confidenciales para lograr el reconoci- miento del gobierno provisorio por parte de los Estados extranjeros y para impulsar el logro de la paz con Chile, siempre y cuando esta no supusiera pérdida territorial para el Perú2. En las instrucciones a los delegados, se dispuso que ellos debían dar cuenta de todas sus acciones al gobierno provisorio, para obtener la correspondiente aproba- ción. Entre las funciones que se les otorgaron en los ámbitos político y administrativo estaba la de transmitir toda la información que pudieran recoger, con el fin de que se lograra «el mejor acierto en los actos del Supremo Gobierno»; además, tenían la facultad de pedir la destitución de cualquier funcionario cuyo nombramiento depen- diera del Poder Ejecutivo y de proponer a su reemplazante. En el campo financiero, los delegados estuvieron autorizados a levantar empréstitos con el fin de obtener los recursos económicos «que demanda el sostenimiento de la situación, en armonía con el estado bélico del país»; podían también sugerir la creación de nuevos impues- tos; y debían enviar fondos a aquellas autoridades que los requirieran3. Además, la importancia de la Delegación, en el contexto de las actividades del gobierno provi- sorio, radicaba en su actuación como enlace entre este y los diversos funcionarios

1 Francisco García Calderón Landa (Arequipa, 1834-Lima, 1905). Abogado y jurista. Fue rector de la Universidad de San Marcos. Tras la ocupación chilena de Lima, fue elegido presidente provisorio por una junta de notables en febrero de 1881. Estableció el gobierno provisorio en el antiguo distrito de la Magdalena (hoy Pueblo Libre), lugar declarado neutral por las fuerzas chilenas. Tal como lo manifestó en sus memorias, su posición con respecto al logro de la paz con Chile no incluía la cesión territorial. Por ello, en noviembre de ese mismo año fue detenido por las fuerzas chilenas y deportado al país del sur (Basadre, 1983, VI, cap. IX; Tauro, 2001, 7, pp. 1043-1044). 2 ACMRE, CC150, 1881-1882, 23.11.1881. 3 ACMRE, CC150, 1881-1882, 23.11.1881. El Estado en la sombra. El Perú durante la ocupación chilena y ­entidades sujetas a su autoridad: entre ellos, los jefes político-militares, los prefec- tos y los funcionarios de aduanas4. Según el coronel Manuel Velarde5 —quien desempeñó altos cargos en el gobierno provisorio— los delegados Candamo y Elías «cumplieron, bajo todos los aspectos, su deber» (1883, p. 9). Para Aurelio Miró Quesada Sosa, con la Delegación se man- tuvo la organización política y administrativa del país (1995, p. 150)6. Por su parte, Rodolfo Castro considera que los esfuerzos del gobierno provisorio por mantener delegados en Lima constituyen una prueba de que el Estado peruano «se esforzaba por conservarse como estructura» (2009, p. 7). El final de la misión de Candamo y Elías como delegados del gobierno proviso- rio y agentes confidenciales en Lima está vinculado a los combates de Marcavalle y Concepción. Cuando el 14 de julio de 1882 llegó a Lima la noticia de esos hechos de armas con resultados favorables para las tropas comandadas por Andrés A. ­Cáceres7,

4 Si bien la Delegación del Supremo Gobierno estuvo bajo la responsabilidad de Manuel Candamo y de Carlos M. Elías, fueron parte de su equipo Ricardo Aranda, como secretario [3] y Manuel T. Silva, como auxiliar de Aranda [11]. Tiempo después, se incorporó el capitán Rafael Pinto, como agregado [170]. Además, actuó como tesorero Elías Mujica (Dancuart & Rodríguez, 1903-1926, XVI, p. 40A). Rodolfo Castro ofrece importante información sobre el trabajo de la Delegación en Lima, obtenida principalmente de la lectura de la documentación que en este libro publicamos (2009, pp. 25-28). Anteriormente otros autores se han referido a la Delegación: Jorge Basadre (1983, VI, pp. 272-273), Margarita Guerra (1991, pp. 306-307) y Francisco Yábar (2009, III, pp. 26-27). 5 Manuel Velarde Seoane (1833-1900) se graduó en la Escuela Militar en 1849. Participó en varias acciones bélicas durante las décadas de 1850 y 1860. Fue prefecto de varios departamentos y senador por Cajamarca entre 1874 y 1878. Durante la guerra con Chile fue jefe del Estado Mayor de las fuer- zas del Sur en las batallas de y San Francisco, y participó también en la defensa de Lima. Sirvió al gobierno provisorio dentro de la plana mayor del ejército y fue ministro de Gobierno durante las gestiones de García Calderón y de Montero. Luego de la guerra continuó ocupando puestos públicos, llegando a ser ministro de Guerra en el gobierno de Eduardo López de Romaña (El Perú Ilustrado, 16 de noviembre de 1889; Tauro, 2001, 17, pp. 2717-2718). En el Archivo del Museo Nacional de Arqueo- logía, Antropología e Historia del Perú se conserva su epistolario, con más de dos mil cartas. 6 El gobierno provisorio creó también otras «delegaciones»: una fue establecida en Pacasmayo, siendo sus integrantes Nicasio Tillit, José María González y Julio Montenegro; otra en Trujillo, a cargo de Jesús Elías (ACMRE, CC150, 1881-1882, 23.11.1881 y 24.11.1881); y en los departamentos del sur, el capitán de navío Camilo N. Carrillo fue nombrado como delegado antes de recibir la jefatura político-militar de esa zona [96]. Hay también referencias a la formación de otra delegación, en Ayacucho (Velarde, 1883, p. 9). Con la creación de esas delegaciones, el gobierno provisorio buscaba reforzar su vigencia en puntos estratégicos del territorio.­ 7 Andrés A. Cáceres Dorregaray (Ayacucho, 1836-Lima, 1923). Uno de los máximos héroes perua- nos de la Guerra del Pacífico, encarnó la resistencia del pueblo peruano frente a la ocupación chilena. Durante las primeras etapas de la guerra participó en las campañas terrestres del sur y de Lima, y alcanzó el grado de general de brigada (Basadre, 1983, VI, pp. 297-298). Cuando Piérola se trasladó a la sierra y reorganizó el ejército, nombró a Cáceres jefe político-militar del Centro (Cáceres, 1973, pp. 95-96). Cáceres fue leal al gobierno de Piérola hasta noviembre de 1881, tras enterarse de que los jefes políticos del Sur y del Norte habían desconocido su autoridad. Cáceres hizo lo propio el 24 de noviembre, al igual que la Junta de notables de los departamentos del centro. Varias semanas después, el 20 de enero de 1882, se adhirió a la autoridad del gobierno provisorio, el cual ratificó su ascenso ageneral ­ de brigada­

38 Parte I. Estudio preliminar las autoridades chilenas consideraron una serie de represalias, entre las cuales estaba el apresamiento de personas importantes de la capital, ya que estaban convencidas de que los mencionados hechos bélicos habían sido concertados con «gentes de Lima». En mensaje telegrafiado por Jovino Novoa8 al presidente Domingo Santa María9, se señalaba que entre los presos deberían figurar necesariamente Candamo y Elías, porque eran «los agentes de Huaraz que dirigen la política en Lima». El presidente chileno le respondió el 28 de julio: «Es menester ahora tomar revancha de una manera digna de nosotros, no con inútiles matanzas de indios, sino yendo más arriba, a los instigadores» (Bulnes, 1919, III, p. 315). En efecto, Candamo y Elías fueron detenidos el 1 de agosto de 1882, a las 11 de la mañana (Castro, 2009, p. 351), y posteriormente desterrados a Chile. Durante su desempeño como delegados, habían previsto dicha posibilidad. Es así que, en comu- nicación del 12 de enero de 1882, dirigida al presidente de la Junta Consultiva —que había sido creada por el gobierno provisorio para asesorar a la Delegación— le mani- festaron que, si se fuera a presentar el caso de que estuvieran impedidos de ejercer sus tareas, transmitirían sus poderes a dicha Junta [23]. Así, cuando Candamo y Elías fueron desterrados, la Delegación pasó a estar bajo la responsabilidad del presidente de la Junta, Alejandro Arenas10. Sin embargo, Arenas tuvo que salir de Lima, al tener noticias de que también era buscado por las autoridades chilenas. En esa situación, delegó dichos poderes en el obispo Pedro José Tordoya11, y así lo informó en carta y su condición de jefe político-militar de los departamentos del centro. Sobre la figura de Cáceres durante este periodo véase: Manrique (1981), Mendoza (1981), Cáceres (2010), Yábar (2009), Castro (2014), Pereyra (2006) y las memorias de Cáceres (1973). 8 Jovino Novoa Vidal (Santiago, 1825-1895). Abogado. Fue intendente de Valparaíso y ministro de Hacienda en el gobierno de Montt en 1859. Fue diputado por Valparaíso en la década de 1860. Durante la Guerra del Pacífico actuó en el Perú como asesor político. Firmó en representación de Chile el tratado de Ancón y después del conflicto fue nombrado ministro plenipotenciario de su país en Lima. En 1888 fue nuevamente elegido diputado, siendo parte fundamental en la gestión de la revolución contra ­Balmaceda en 1891 (Aguirre Mac-Kay y otros, 1981-1986, 3, pp. 1112-1113). 9 Domingo Santa María González (Santiago, 1825-1889). Abogado. Fue un hombre de mucha influencia en la vida social y política chilena. Ocupó diversos puestos públicos: fue diputado, ministro de Hacienda y presidente de Chile entre 1881 y 1886 (Fuentes & Cortés, 1963, pp. 282-283; Aguirre Mac-Kay y otros, 1981-1986, 3, pp. 953-960). 10 Alejandro Arenas Villarreal (Lima, 1842-1912). Abogado y político. Fue diputado en varias opor- tunidades, y presidió la Cámara de Diputados en 1886, 1887 y 1902. Fue también senador por Áncash. Durante la guerra con Chile presidió la Junta Consultiva de Gobierno creada por Montero (El ­Comercio, 1992, pp. 169-170). 11 Pedro José Tordoya Montoya (Caravelí, 1813-Lima, 1883). Ordenado sacerdote en Lima en 1837, des- empeñó diversos cargos eclesiásticos. Tuvo importante actividad política, ya que fue presidente del Consejo de Ministros en 1867. En 1875 fue nombrado obispo del Cuzco, cargo que dejó en 1878. Fue nombrado administrador apostólico de la diócesis de Lima (Tauro, 2001, 16, p. 2577). Durante la guerra con Chile, apoyó las acciones de Cáceres (Comisión Permanente de Historia del Ejército del Perú, 1982, pp. 146-147). Integró la Junta Central Administradora de Donativos para la guerra con Chile (Carvajal, 2004, p. 830).

39 El Estado en la sombra. El Perú durante la ocupación chilena dirigida a Lizardo Montero, desde Tarma, en agosto de 188212. Ignoramos si Tordoya llegó a asumir también las responsabilidades de la Agencia Confidencial. Durante su destierro en Chile, Candamo y Elías pudieron reflexionar sobre las tareas realizadas y sobre las causas de la derrota peruana en la guerra. En esas circuns- tancias llegaron a poner por escrito opiniones que dejan ver el pesimismo que los embargaba. Por ejemplo, Elías reflejó en su diario, en la entrada correspondiente al 5 de junio de 1883 —cuando ya llevaba diez meses expatriado— ese pesimismo en dramáticos términos:

Delegado ad honorem en Lima con todos los riesgos y responsabilidades del puesto y después prisionero gastando uno de su bolsillo para mantenerse. ¡Qué ganga! ¡Y después los patriotas de Lima y de Arequipa son capaces de llamarnos tontos! Bien lo merecemos, los que honrada y patrióticamente nos hemos sacrificado, no deseando más, sino que el Perú salvase lo mejor posible de esta catástrofe a que lo empujaron los errores de sus gobernantes y las propias faltas de sus hijos. Hoy nadie se acuerda para nada de los prisioneros de Chillán ni el gobierno piensa en que sus delegados quizás no tengan, en un momento dado, cómo atender a sus gastos dignamente y se vean precisados a pedir a Chile que les dé para vivir. Miserable, triste condición, pero así son las cosas del mundo y de nada tiene uno que admirarse, cuando contempla lo que pasa y ha pasado en el Perú. Misteriosos secretos de la Providencia que abate y humilla a los pueblos (1883, s.p.).

* * *

El Estado en la sombra es un título que busca expresar las gravísimas dificultades que el Estado peruano tuvo que afrontar durante la ocupación chilena, en el contexto de la Guerra del Pacífico, para mantener, aunque fuera de modo precario, una estruc- tura administrativa con cierta autoridad. Esas dificultades no estaban solo referidas a las circunstancias propias de la ocupación chilena sino también al «faccionalismo bizantino» (Basadre, 1980, p. 9) en el que cayó la clase política peruana, que no fue capaz de presentar un frente común ante la ocupación de las fuerzas sureñas. Esto tiene su explicación en el desarrollo político posterior a la Independencia, durante el cual los conflictos internos y los intereses de las diversas facciones impidieron estruc- turar adecuadamente el Estado. Si bien la labor de Ramón Castilla —al consolidar la «república militarizada»—13 permitió establecer las bases de una auténtica estructura

Tras el destierro de Candamo y Elías, y la salida de Lima de Alejandro Arenas, Tordoya asumió la delegación del gobierno provisorio en Lima (Castro, 2009, pp. 28-30). 12 BNP, Correspondencia Particular-Onomástico. Carta de Alejandro Arenas a Lizardo Montero. Tarma, 23 de agosto de 1882. 13 Este concepto es planteado por Mc Evoy al reflexionar sobre el desarrollo político peruano de la primera mitad del siglo XIX. Afirma que, tras la conclusión del régimen bolivariano, la capacidad

40 Parte I. Estudio preliminar estatal, muchas circunstancias siguieron conspirando para que no se pudiera edificar sólidamente sobre aquellas, a pesar de que la economía peruana pudo salir de su estancamiento desde la década de 1840, con el inicio de la exportación del guano de las islas, que encontró una extraordinaria demanda como fertilizante, sobre todo en Inglaterra. Con los recursos que el guano produjo, muchos comerciantes y terra- tenientes alcanzaron gran importancia económica y política, y se convirtieron en la «espina dorsal» de la clase dirigente peruana. El guano respaldó una política de gran endeudamiento externo, que llevó a que el Perú se convirtiera en uno de los primeros deudores a nivel mundial. Por otro lado, el contexto descrito facilitó la aparición del Partido Civil, que puso a Manuel Pardo en la presidencia y terminó con las varias décadas de predominio político de los caudillos militares (Bonilla, 2005, pp. 659 y 685). Durante los cuatro años de su gobierno —entre 1872 y 1876—, Pardo y los civilistas intentaron desarrollar su proyecto de la «república práctica». En efecto, plantearon una serie de reformas, caracterizadas por sus elementos republicano-libe- rales. Así, buscaron la estabilización económica, la reforma fiscal, la consolidación del Estado, la organización de la Guardia Nacional y la ampliación de la frontera econó- mica. Igualmente, pusieron énfasis en el desarrollo de la educación y en la formación del ciudadano republicano. Sin embargo, este proyecto se vio frenado por variadas circunstancias, entre las cuales fueron especialmente importantes la crisis del modelo guanero y la consecuente bancarrota del Estado (Mc Evoy, 2007, p. 243). Con la ocupación de Lima por los chilenos se hizo más evidente la división polí- tica entre los dirigentes peruanos, reflejada por la existencia paralela de dos gobiernos durante varios meses: el de Piérola en la sierra, y el denominado gobierno provisorio de García Calderón en Lima, instalado en el pueblo de la Magdalena con la tolerancia de los chilenos, ya que tenían la esperanza de que pudiera aceptar sus condiciones para llegar a la paz. Sin embargo, con el paso de las semanas y los meses, los chilenos com- probaron que García Calderón no cedía a sus presiones. Por su parte, Piérola renunció a la presidencia en noviembre de 1881. Así, ya durante los primeros meses de 1882 la autoridad del gobierno provisorio —presidido por Lizardo Montero, a causa del destie- rro a Chile de García Calderón— fue aceptándose cada vez más a lo largo del territorio peruano. En este sentido, uno de los momentos más importantes fue el de la adhesión de Cáceres a su autoridad. Precisamente durante esos meses Candamo y Elías desarro- llaron su labor de delegados y agentes confidenciales del gobierno de Montero en Lima. de convocatoria del republicanismo liberal fue disminuyendo. Sin embargo, las diversas facciones polí- ticas —encabezadas por militares— que actuaron durante los años de la anarquía, «no solo apelaron al manto simbólico que la República les proveía, sino que reelaboraron en beneficio propio conceptos de estirpe liberal —como los de ciudadanía, opinión pública, elecciones y, obviamente, el de constitucio- nalismo—» (2011b, pp. 216-217).

41 Figura 1. Manuel Candamo Fuente: Archivo APC.

Figura 2. Carlos M. Elías Fuente: López (2011, p. 149). Parte I. Estudio preliminar

El territorio es uno de los más importantes elementos configuradores del Estado. Este es —de acuerdo con lo planteado por Max Weber— una comunidad humana que en un específico territorio reclama para sí el monopolio de la violencia legí- tima, en el contexto de un paralelo desarrollo de la economía capitalista. Ascensión Martínez Riaza ha estudiado la vinculación de los conceptos de Estado y territorio en Iberoamérica,­ y ha puesto de relieve cómo en esta región las guerras tuvieron un papel decisivo en el surgimiento y desarrollo de las repúblicas independientes. ­Además, señala cómo los estudiosos del Estado coinciden en que la dimensión terri- torial de este debe entenderse a partir de varios factores que se interrelacionan:

El espacio para un Estado supone soberanía sobre la población que se asienta en él y sobre los recursos que en él se producen. El espacio supone también la legiti- mación y reconocimiento por los Estados vecinos y en el concierto internacional (1994, pp. 181-182).

El Perú del siglo XIX seguía siendo un país fragmentado, cuyos grupos dirigen- tes estaban notoriamente divididos y se mostraron incapaces de enfrentar unidos el peligro que supuso la guerra de 1879. Las fronteras territoriales eran extensísimas —tanto en el norte, como en el sur y en el este— y en su mayor parte no estaban deli- mitadas, con lo cual eran susceptibles de convertirse en zonas de conflicto.Además, ­ la práctica inexistencia de vías de comunicación conspiraba contra la soberanía terri- torial del Estado, al igual que los grupos de poder «centrífugos» que operaban en los diversos centros regionales (p. 192). Al inicio de la Guerra del Pacífico, los ejes más dinámicos de la economía en el territorio peruano estaban constituidos por las plantaciones de la costa central y septentrional; por algunas importantes minas de plata, como las de Cerro de Pasco, y por los yacimientos de guano, ya por entonces muy disminuidos en cuanto a su volumen. Además, a lo largo del extenso territorio peruano no se daba una auténtica solidaridad nacional entre las diversas clases y estamentos sociales (Bonilla, 2005, p. 702). A pesar de todo ello, también debe decirse que, en lo político, la década anterior al inicio de la Guerra del Pacífico se caracterizó por una notable estabilidad, si la comparamos con los decenios anteriores. Tal como lo ha planteado Mücke, ese fenómeno se produjo fundamentalmente «por la subordinación de las élites loca- les a la burguesía limeña en cuestiones de trascendencia nacional» (1999, p. 175). En efecto, es notorio cómo las luchas políticas de la década de 1870 fueron distintas de las de tiempos anteriores, en el sentido de que sus desenlaces no implicaron el derrocamiento del gobierno central. Se redefinieron las relaciones entre los poderes regionales y el gobierno central, y empezó a notarse que el poder político volvía a residir en Lima, luego de un tiempo largo en que aquel había estado asentado

43 El Estado en la sombra. El Perú durante la ocupación chilena en las diversas provincias, en manos de las élites regionales. Esta nueva situación se dio gracias al boom guanero. Si bien la figura del presidente de la república tenía importantes atribuciones —siendo una de las más trascendentes la del nombra- miento de los prefectos y subprefectos—, en términos reales su poder estuvo muy limitado, sobre todo porque era preciso negociar muchas decisiones con los grupos dirigentes provincianos. No obstante, si bien el poder del gobierno central era débil en provincias, en muchas ocasiones logró ser acrecentado, por ejemplo, al arbitrar en las luchas entre diversos grupos poderosos de una misma localidad. Así, la fuerza del presidente radicaba en el hecho de que los poderosos de provincias no formaban blo- ques homogéneos, sino que estaban bastante divididos. En cualquier caso, lo cierto es que la riqueza guanera estuvo relacionada con la mayor estabilidad política que hemos referido, y que permitió que la burguesía limeña tuviera un impacto impor- tante en la política nacional (pp. 177-194). Pero el problema de fondo seguía siendo el de las graves divisiones entre los perua- nos para afrontar la crisis de la guerra. Como ya lo hemos señalado en oportunidad anterior, a lo largo del siglo XIX no se había constituido «una clase dirigente estable y con voluntad de servicio a los intereses del país. Se creó un Estado teórico, desligado de la compleja realidad del Perú. El vacío de poder fomentó el advenimiento del cau- dillismo y de la anarquía. No faltó inteligencia ni gente con cualidades; faltó espíritu solidario» (Puente Candamo & Puente Brunke, 2008, p. 23). Prueba palmaria de esa falta de espíritu solidario está en el hecho de que el Congreso rechazara, en un momento tan crucial como el mes de junio de 1879, las iniciativas del ministro de Hacienda, José María Químper, para establecer un impuesto sobre las exportaciones de plata y de azúcar blanca, para exigir que los dere- chos de aduana fueran pagados en soles de plata —y no en billetes fiscales, cada vez más depreciados—, y para gravar los capitales con una tasa del dos por ciento. En esa etapa anterior al combate de Angamos, el único gravamen que el Congreso aprobó fue el de la «contribución personal», en razón de cuatro soles en la costa y tres en la sierra. Se exceptuó de esa contribución a los soldados, oficiales y empleados públicos, ya que se les había rebajado —como medida de emergencia— el veinte por ciento de sus sueldos. Además, en esa delicada etapa también se envió una misión a Europa para gestionar un préstamo con el fin de adquirir barcos blindados, los bancos emi- tieron más billetes, hicieron una donación al gobierno y se creó una Junta Central Administradora de Donativos (Contreras, 2012, pp. 112-113). Carlos Contreras­ pone de relieve en este sentido la falta de responsabilidad de la clase dirigente:

La clase oligárquica rechazaba las imposiciones extraordinarias, insistiendo en la búsqueda de empréstitos en el extranjero y trasladando a la clase campesina el esfuerzo fiscal. […] Así, con exacciones a los campesinos, préstamos del extranjero,

44 Parte I. Estudio preliminar

donativos de la población y emisión de billetes fue que la oligarquía, representada en el gobierno de Prado, se planteó financiar la guerra (2012, pp. 112-113).

Es evidente que la mencionada falta de espíritu solidario mostró su peor cara en el contexto de la guerra. Sin embargo, deben evitarse las generalizaciones, como la de afirmar, por ejemplo, que los dirigentes civilistas estuvieron desde un principio dispuestos a acordar la paz con cesión territorial, y que apoyaron con entusiasmo el grito de Montán; mientras que Cáceres y sus hombres habrían sido los únicos que negaron la posibilidad de dicha cesión:

Frente a esta renuncia del conjunto de la clase dirigente, solo Andrés A. Cáceres y sus «montoneras» emprendieron desde 1882 en las serranías andinas una obs- tinada resistencia a la vez contra la ocupación chilena y contra la actitud de la oligarquía civilista (Bonilla, 2005, pp. 662-663).

El panorama fue mucho más complejo. Sabemos que la élite civilista se negó, en principio, a la paz con cesión territorial, y prueba de ello es el destierro al que fue sometido el presidente García Calderón. Además, otros dirigentes civilistas fueron también desterrados por no querer aceptar las condiciones que ponía Chile para la paz. Nosotros mismos hemos publicado la documentación personal de uno de ellos, Manuel Candamo, quien por medio de cartas a su esposa, desde su confinamiento en Chile, rechazaba la cesión territorial, y además tuvo durísimas palabras contra Miguel Iglesias14 con ocasión del grito de Montán (Puente Candamo & Puente Brunke, 2008, pp. 186-190). Por otro lado, en la documentación que ofrecemos en este libro aparecen numerosas comunicaciones en las que Candamo y Elías, como delegados del gobierno provisorio en Lima, envían ayuda de diverso tipo al general Cáceres a lo largo del primer semestre de 1882, y en otras ocasiones lamentan no poder remitir mayores apoyos.

14 Miguel Iglesias Pino (Cajamarca, 1830-Lima, 1909). Prefecto de Cajamarca entre 1865 y 1868. Fue ministro de Guerra y Marina durante la dictadura de Piérola, y asumió la responsabilidad de la orga- nización de las fuerzas militares para la defensa de Lima. Luego de la ocupación de la capital, se retiró a su hacienda en Cajamarca (Tauro, 2001, 8, pp. 1271-1272). En febrero de 1882 fue llamado por Lizardo Montero para que asumiera la jefatura político-militar del Norte, dado que el vicepresidente había decidido trasladar al gobierno a la ciudad de Huaraz. Pocos días antes había sido ascendido a general de brigada (Ahumada Moreno, 1884-1891, VI, p. 345). El 31 de agosto de ese año pronunció el «grito de Montán», para afirmar la necesidad de negociar la paz con Chile. Organizó una Asamblea en ­Cajamarca con representantes de Piura, Cajamarca, Amazonas, Loreto, Lambayeque, la Libertad y Áncash, la cual eligió a Iglesias como «Presidente Regenerador», con facultades para pactar la paz con Chile, «siempre que las condiciones impuestas por el vencedor no sean tales que amenacen la indepen- dencia nacional». Esta decisión de Iglesias fue rechazada tanto por Montero, como por Piérola y por Cáceres (Basadre, 1983, VI, pp. 315-316).

45 El Estado en la sombra. El Perú durante la ocupación chilena

Por tanto, debe matizarse la afirmación en el sentido de que la clase dirigente peruana habría sentido un «profundo alivio» al enterarse del grito de Montán (­Bonilla, 2005, pp. 664-665). Muchos de sus integrantes, en efecto, respaldaron la postura de Iglesias, pero muchos otros la rechazaron. Sin embargo, con el paso de los meses fue ganando terreno la idea de la inevitabilidad de la cesión territorial, al no presentarse ninguna otra alternativa viable. El mismo Candamo, desde su destierro en Chile se lo comentó a su esposa, en carta del 12 de julio de 1883:

Resultado de todo será al fin y a la postre que perderemos Tarapacá, y Tacna, y mientras tanto la guerra continúa y se tiene la persuasión de que no podre- mos librarnos de ese temerario desmembramiento de nuestro territorio (Puente ­Candamo & Puente Brunke, 2008, p. 384).

* * *

En comparación con lo ocurrido en Chile, en el Perú se ha publicado poca docu- mentación del tiempo de la Guerra del Pacífico. En el país del sur se promovió la publicación de documentos desde el momento del final del conflicto. El caso más notorio es el de la edición documental, en ocho volúmenes, realizada por Pascual Ahumada Moreno a partir del mismo año de 1884 (1884-1891), y que hasta hoy constituye fuente imprescindible para el estudio de la guerra. Sin duda —como lo ha anotado Basadre— el hecho de que el Perú fuera el país derrotado ha influido en que nuestra historiografía no emprendiera proyectos de publicación sistemática de documentos (1971, II, p. 491). Sin embargo, algunos esfuerzos se hicieron. En cuanto a documentación oficial, debemos citar la compilación dirigida por Emilio Dancuart y J. M. Rodríguez, y que empezó a publicarse en 1903. En esos Anales de la Hacienda Pública del Perú dedica- ron cuatro volúmenes a la documentación fiscal del tiempo de la guerra (1903-1926, XIII-XVI). A lo largo de las décadas posteriores se fue publicando diversa documen- tación del tiempo de la guerra. Sin ánimo de ser exhaustivos, debemos destacar la labor de Vargas Ugarte, quien publicó las cartas de Palma a Piérola (Palma, 1964), la memoria del general Juan Buendía y otros documentos referidos a la campaña del sur (Vargas Ugarte, 1967) y los documentos sobre las campañas de Tacna y de Lima (1970). Por otro lado, en cuanto a testimonios sobre la guerra, debemos destacar la aparición, en 1921, de las memorias de Cáceres y la publicación de las Memorias del cautiverio, de Francisco García Calderón (1949). La conmemoración del centenario del inicio de la guerra, en 1979, fue motivo para la aparición de otros testimonios de la época, como el de Mi misión en Chile en 1879 de José Antonio de Lavalle (1979), cuya edición, prólogo y notas estuvieron

46 Parte I. Estudio preliminar a cargo de Félix Denegri Luna. Aparecieron igualmente diversas publicaciones en homenaje a los héroes de la guerra —en particular a Grau— que incluyeron también documentos de la época15. A partir de la conmemoración del centenario, han sido más frecuentes las publicaciones de documentos, como los partes oficiales de guerra (Ravines, 1992) o los testimonios de británicos con respecto a la ocupación chilena de Lima (Wu, 1986). En años recientes se han publicado más documentos, como el epistolario de Manuel Candamo —cuyas cartas corresponden en su mayoría al tiempo de la guerra— (Puente Candamo & Puente Brunke, 2008) o las sucesivas publicaciones en torno a la figura de Cáceres y la campaña de la Breña, que ofrecen importante documentación (Pereyra, 2006; Yábar, 2009; Cáceres, 2010)16. Al estudiar las ediciones de documentos del tiempo de la guerra, vemos que muy poco se ha publicado sobre la gestión del Estado peruano durante la ocupación chilena. Aquí radica el aporte de este libro: los documentos que publicamos ofrecen información sobre lo que se estaba haciendo, de modo específico, en el marco de los esfuerzos del Estado por subsistir en esa difícil etapa17. Puede decirse que desde la conmemoración del centenario del inicio de la guerra (1979) la historiografía peruana ha abordado su estudio a partir de nuevos enfoques, y también ha profundizado el análisis de temas previamente estudiados. Los balances historiográficos recientemente elaborados por Emilio Rosario (2012) y por Antonio Zapata (2010) lo demuestran, y son de obligada consulta para valorar la producción historiográfica sobre la guerra18.

15 Particular mención merece la publicación en homenaje a Grau promovida por el Centro Naval del Perú (1978). 16 Debemos también mencionar —sin ánimo de ser exhaustivos— la publicación de documentos sobre Arequipa en tiempos de la guerra (Quiroz Nieto, 2002), los numerosos documentos que transcribe Yábar en sus tres volúmenes sobre la resistencia durante la ocupación chilena (2009) y la selección docu- mental que ofrece Castro en su estudio sobre las organizaciones patrióticas durante la guerra (2009). 17 Si bien la documentación que publicamos procede del archivo personal de Manuel Candamo, no son pocos los documentos que sobre la etapa de la ocupación chilena custodian los repositorios públicos. En este sentido, esperamos que los investigadores se interesen por estudiar y publicar esa documen- tación. Así, por ejemplo, en el Archivo del Ministerio de Relaciones Exteriores se guarda interesante documentación sobre las gestiones del gobierno provisorio para su reconocimiento internacional. En el Archivo del Museo Nacional de Arqueología, Antropología e Historia del Perú se encuentra la corres- pondencia del capitán de Navío Manuel Velarde. En la Biblioteca Nacional del Perú se conserva la correspondencia de Andrés A. Cáceres —publicada en parte por Hugo Pereyra (2006)—, la de Lizardo Montero, la de Miguel Iglesias y la de Nicolás de Piérola. 18 No es nuestro propósito plantear un estado de la cuestión en torno a los estudios sobre la Guerra del Pacífico. Solo pretendemos referirnos a las publicaciones de documentos del tiempo de la guerra.

47 El Estado en la sombra. El Perú durante la ocupación chilena

En el mismo año de 1979, Alberto Tauro se refería también a que era muy abun- dante la producción bibliográfica sobre la guerra, pero advertía cómo en muchos casos se había buscado deformar la verdad, ocultarla o decirla a medias. Por eso, afirmaba que se debía estudiar la guerra:

[…] con mucha prudencia, con mucha cautela, y aun con algún temor, porque median muchas circunstancias ajenas al estudio científico, muchos intereses de gentes que todavía se aferran a ser prejuiciosos y quieren oscurecer la verdad (1979, p. 361).

En este sentido, las fuentes que en este libro publicamos constituyen una contri- bución para ese estudio más sereno de la guerra que Tauro reclamaba. Quisiéramos concluir esta introducción con otra cita del mismo autor, en la que reflexiona sobre el modo en que el Perú pudo reconstruirse tras la guerra con Chile:

Reanimada la economía, y reorganizada inclusive la potencia militar, es lógico advertir que la vitalidad del país y la decisión de sus gentes fueron superiores a la adversidad y a la tragedia. La historia de la Guerra del Pacífico tiene hoy esta importancia fundamental. Alienta saber que el país es superior a la adversidad, y que nuestro pueblo tiene más decisión, una conciencia patriótica más clara de lo que se supone (p. 378).

48 …tomada Lima en enero de 1881 por los chilenos, no se paralizó la economía de la región norte, ni de la sierra central, ni de la sierra sur. Era tan débil el nivel de articulación de esas regiones con respecto a la capital, que los chilenos controlando la capital no controlaban el conjunto del país. Nelson Manrique, «La ocupación y la resistencia»

2. La Delegación del Supremo Gobierno y la organización del Estado peruano durante la ocupación chilena

2.1. La política peruana en tiempos de guerra

La Guerra del Pacífico puso en evidencia la fragilidad del aparato estatal peruano. El des- concierto y el desorden generados por la ocupación chilena del territorio coadyuvaron a que los enfrentamientos y desacuerdos entre los peruanos se agravaran, y a que se hicieran más evidentes los conflictos entre regiones, por razones económicas y políticas. En defi- nitiva, la guerra agudizó los problemas que aquejaban a la sociedad peruana. En este sentido, el ministro británico en Lima señaló que las rivalidades entre los grupos políticos peruanos constituían una discordia crónica. Con referencia a esta opinión, Yábar sostiene que precisamente la incapacidad que se vio en los políticos para llegar a acuerdos viables fue una de las causas que llevaron a la derrota del Perú en la guerra (2009, II, p. 311). Si bien el combate de Angamos significó el punto de quiebre fundamental en la gue- rra —ya que supuso el triunfo chileno por el control del mar—, la ocupación de Lima tuvo un efecto psicológico devastador en la población peruana, e implicó además el agra- vamiento de la crisis en la organización del Estado. La crisis se había iniciado con el viaje a Europa del presidente Mariano Ignacio Prado19, en diciembre de 1879, quien dejó en el poder al vicepresidente Luis La Puerta20. Casi ­inmediatamente se inició la dictadura de Nicolás de Piérola, quien dirigió el Estado, y la guerra, hasta la ocupación de Lima21.

19 Mariano Ignacio Prado (Huánuco, 1826-París, 1901). En 1853 ingresó a la Guardia Nacional y se le reconoció en el grado de capitán. Participó en la revolución que lideró Ramón Castilla contra el pre- sidente Echenique, y en la campaña contra la revolución del general Manuel Ignacio de Vivanco. Fue prefecto de Tacna y de Arequipa en varias oportunidades. En 1865 lideró el movimiento restaurador contra el gobierno del presidente Juan Antonio Pezet y asumió el gobierno del Perú en noviembre de ese mismo año, bajo la forma de una dictadura. Declaró la guerra a España, junto con Chile, Ecuador y Bolivia, en enero de 1866. Fue declarado presidente constitucional en 1867, pero optó por renunciar al año siguiente, por la inestabilidad política reinante. En 1876 fue elegido presidente de la república. En el contexto de la Guerra del Pacífico, y luego de las derrotas en la campaña naval, salió del país con el propósito de comprar armamento. El desconcierto generado por su viaje contribuyó a crear las con- diciones para la toma del poder por Piérola en diciembre de 1879 (Tauro, 2001, 13, pp. 2118-2119). 20 Luis La Puerta (Cuzco, 1811-Lima, 1896). Tuvo formación jurídica, pero decidió dedicarse a la vida militar. Se incorporó al batallón Zepita en 1827 en el grado de subteniente. Fue edecán del presidente Gamarra en 1831, durante la campaña contra Bolivia. En 1835 fue nombrado edecán del general Felipe Santiago Salaverry, y participó en las batallas de Uchumayo y Socabaya en 1836. Años después fue nuevamente edecán de Gamarra, y participó en la batalla de Ingavi en 1841. Posteriormente tomó parte en muchas otras acciones bélicas, incluyendo el combate del 2 de mayo de 1866. En 1876 accedió a la primera vicepresidencia de la república (Tauro, 2001, 9, pp. 1402-1403). 21 Ya en esa etapa se puso en evidencia cómo las rivalidades políticas prevalecieron con frecuencia sobre la unidad que reclamaba la emergencia nacional. Fue el caso, por ejemplo, de la aparente actitud de ­desconfianza del dictador Piérola hacia el jefe político-militar de las fuerzas del Sur, Lizardo Montero, El Estado en la sombra. El Perú durante la ocupación chilena

Una vez ocupada la capital, Piérola y su gabinete se trasladaron a la sierra22, y se inició una etapa —entre marzo y noviembre de 1881— en la que el país tuvo dos gobiernos simultáneos: el de Piérola y el de Francisco García Calderón. La situación de desconcierto generada por la ocupación chilena puso de manifiesto no solo la ya mencionada fragilidad y la vulnerabilidad del aparato estatal peruano —que­ había además sufrido duras crisis económicas— sino también las divergencias de intereses entre las propias élites, reflejadas en los mencionados gobiernos simultáneos. Posteriormente, durante la presidencia de Lizardo Montero —quien había sucedido a García Calderón— surgió desde Cajamarca el liderazgo alternativo de Miguel Iglesias. Además, durante las primeras semanas de la presidencia de Montero, no estuvo claro el acatamiento de Andrés A. Cáceres de su autoridad, el cual finalmente se produjo en enero de 1882. Esta situación puso en evidencia, además, la contraposición de intereses entre un sector de la élite terrateniente del norte, por un lado, y la clase dirigente limeña, por el otro, que apoyaba el gobierno provisorio presidido por Montero. De hecho, las fracturas regionales habían sido muy frecuentes en la historia republicana anterior, y se exacerba- ron con la ocupación chilena (Mc Evoy, 1997, p. 182; Abanto, 2012, pp. 185-187)23. En marzo de 1881 se instaló en Lima el gobierno provisorio presidido por el jurista arequipeño Francisco García Calderón Landa, que había sido elegido el 22 de febrero por una junta de notables —compuesta por ciento catorce personas, y presidida por —24, tras desconocer la autoridad de Piérola, y declarar que dicho gobierno esta- al cual le restó poder al otorgar al prefecto de Tacna —quien sí era persona de su confianza— atribucio- nes sobre materias económicas, financieras y mercantiles. Además, hizo caso omiso del pedido reiterado de Montero para que le enviara armas en la etapa inmediatamente previa de lo que sería la batalla de Tacna (Mercado, 1979, pp. 206-207). 22 Luego de la batalla de Miraflores, Piérola salió de Lima hacia la sierra. Desde allí publicó un mani- fiesto —considerado desatinado por muchos— en el cual acusaba a las fuerzas chilenas de haber roto el armisticio, y comparaba su accionar con el propio de salvajes de la Araucanía y de bárbaros del África. Tomando pie de esas expresiones, los chilenos desconocieron la autoridad de Piérola y afirmaron que no podían negociar con quien los había insultado (Manrique, 1979, p. 277). 23 Se ha discutido mucho el papel de la clase dirigente peruana frente a la guerra. Para Kapsoli, por ejemplo, en la primera etapa de la guerra las clases altas defendieron sin reservas los intereses nacionales frente al conflicto. Sin embargo, considera que, a partir del combate de Angamos, y sobre todo una vez instaurada la dictadura de Piérola, aquellas velaron por sus intereses particulares en primer lugar, máxime cuando el dictador intentó gravar con mayores impuestos el azúcar y el algodón (1979, pp. 334-335). Sin embargo, debe recordarse cómo durante los primeros meses de la guerra el Congreso rechazó importantes medidas tributarias propuestas por el gobierno. Fue el caso, por ejemplo, de la presentadas por el ministro José María Químper en julio y agosto de 1879, que incluían un impuesto a la exportación de plata: «tales medidas chocaban con la resistencia clásica del Congreso, al ver afectado el capital de empresas en las cuales tenían interés algunos de los legisladores, o ante la posibilidad de que se dificultaran los envíos de capitales que las empresas mercantiles estaban efectuando al exterior, en monedas y barras» (Armas, 2001, pp. 62-63). 24 Aurelio Denegri fue uno de los fundadores del Partido Civil. Fue también alcalde de Lima y ministro del gobierno provisorio presidido por García Calderón. Años después, fue presidente del Consejo de Ministros durante el primer gobierno de Cáceres (Martin, 1948, p. 150).

52 Parte I. Estudio preliminar ría sujeto a la Constitución de 1860. García Calderón nombró un gabinete compuesto por cinco ministros y convocó al Congreso, que lo ratificó como presidente provisorio. Su gobierno, instalado en la Magdalena, contó con la tácita anuencia de las autoridades chilenas de ocupación, aunque nunca fue reconocido oficialmente por estas. El gobierno de la Magdalena se propuso formar un frente político unificado desde Lima, con el fin de lograr una «paz digna» con los chilenos; además, a través de sus contactos interna- cionales buscó apoyos financieros y diplomáticos para lograr el fin de la guerra y de la ocupación del territorio peruano. Sin embargo, solo obtuvo, en principio, el respaldo de algunas ciudades costeñas ocupadas, como Lambayeque, Chiclayo y Trujillo. Por entonces la autoridad de ­Piérola era reconocida en la mayor parte del país; sobre todo en la sierra (Basadre, 1983, VI, pp. 255-256; Guerra, 1991, pp. 198-215). Lo cierto es que García Calderón no actuó como los chilenos esperaban; es decir, como un presidente títere. Mostró gran autonomía: planteó la reapertura de la Corte Suprema y la instalación del Congreso; extendió la vigencia del presupuesto nacio- nal de 1879; buscó realizar operaciones crediticias para pagar los cupos de guerra; e incluso fundó un órgano periodístico oficial, El Orden. Su logro más significativo fue el de impulsar la llegada de plenipotenciarios norteamericanos con el fin de que actuaran de intermediarios a favor del Perú para la terminación de la guerra (Rosario, 2010, pp. 196-197). Así, el apoyo que le dio el ministro norteamericano Stephen Hurlbut25 le fue muy útil para mostrarse más eficaz que el gobierno de Piérola. Luego de que los chilenos desterraran a García Calderón, quedó claro para muchos de sus opositores que los esfuerzos que este había desplegado para conseguir la paz no habían sido fruto de la intervención chilena, y que era real el apoyo norteamericano al Perú. Esto llevó a que aumentara la adhesión dentro del Perú al gobierno provisorio, que más adelante sería presidido por Lizardo Montero. Paralelamente, en octubre de 1881 Lizardo Montero, hasta entonces aliado impor- tante de Piérola, desconoció la autoridad de este y se adhirió al gobierno provisorio, aceptando el cargo de vicepresidente. Por su parte, al mes siguiente, Cáceres desconoció también la autoridad de Piérola, aunque sin reconocer al gobierno provisorio. Anterior- mente, a inicios de octubre, el coronel José de la Torre26 había depuesto en Arequipa

25 El 19 de mayo de 1881, el ministro del Perú en los Estados Unidos, Juan Federico Elmore anunciaba el nombramiento de Hurlbut como ministro en el Perú: «El nuevo ministro para el Perú es el general Stephen A. Hurlbut, y me felicito y felicito al gobierno y al país de tan acertado nombramiento. Este señor nació en la Carolina del Sur, pero se estableció en el Estado del Norte de Illinois. Es caballero de superior educación inte- lectual y eminente abogado. Sirvió con distinción en el Norte durante la guerra de Secesión y alcanzó la clase de general de División. Fue representante a la Cámara de Diputados de su Estado, y después, durante varios años en el Congreso Nacional. [...] Es hombre de gran energía, de carácter, y sus amigos consideran que no podía haberse hecho mejor nombramiento para el Perú» (ACMRE, 1-8-A, caja 279, carpeta 6, 1881, ff. 32v-33). 26 El coronel de caballería José de la Torre fue nombrado jefe del ejército del Sur en noviembre de 1880 en reemplazo del coronel de infantería Segundo Leiva. A partir del 5 de febrero de 1880, había formado

53 El Estado en la sombra. El Perú durante la ocupación chilena al pierolista Pedro Alejandrino del Solar27 como jefe político-militar del sur. Con el apoyo norteamericano, el gobierno provisorio iba adquiriendo mayor personería ante la comunidad internacional. Este hecho le fue favorable también para atraer las adhe- siones de los anteriores aliados de Piérola (Mc Evoy, 1997, p. 218). Sin embargo, en la práctica el gobierno provisorio careció de la fuerza polí- tica necesaria como para ser representativo de todo el país. En este sentido, Piérola desde la sierra había mostrado —como ya hemos señalado— mayor capacidad de convocatoria que García Calderón; esto se evidencia en el hecho de que los jefes político-militares del Norte, Centro y Sur siguieron reconociendo la autoridad del dictador a lo largo de casi todo el año de 1881. Además, las comitivas que enviaba el gobierno provisorio hacia las distintas regiones del país no solían ser reconocidas. Mc Evoy explica que la adhesión de las fuerzas de la sierra a la causa de Piérola no se dio solo porque compartieran un sentimiento anticivilista, sino además porque había una clara identificación con el discurso «populista» del dictador. El apoyo brin- dado en esa etapa a Piérola por Montero, por Cáceres y por las élites provincianas logró neutralizar la fuerza civilista en varias localidades del interior del país; esto fue especialmente notorio, por ejemplo, en Cerro de Pasco y en Lucanas (1997, pp. ­215-216). Este apoyo, traducido en la reunión de la Asamblea de Ayacucho, en julio de 1881, le permitió a Piérola legitimarse en el poder. Ante esa Asamblea renun- ció a su condición de dictador, tras lo cual fue nombrado presidente del Perú; para ello la Asamblea se amparó en un Reglamento dado por Ramón Castilla en 1855 (Ulloa, 1981, pp. 286-287). Ese gobierno duraría hasta noviembre de 1881. parte de la plana mayor del ejército en la campaña de Tacna, como jefe del Estado Mayor (Vargas, 1970, p. 16). Se mantuvo leal a las fuerzas de Nicolás de Piérola hasta octubre de 1881, cuando destituyó al jefe político-militar de los ejércitos del Sur, Pedro Alejandrino del Solar, y se constituyó en nueva autoridad. Poco después reconoció al gobierno provisorio (Yábar, 2009, II, pp. 315-354 y 360-385). Es probable que por la mala relación que había entre De la Torre y Lizardo Montero, este decidiera designar a un comisio- nado especial, el capitán de navío Camilo Carrillo, quien finalmente lo destituyó del cargo en marzo de 1882. Según las noticias periodísticas difundidas por esos días, su destitución se debió a acusaciones por apropiación de fondos públicos y abusos en el cobro de impuestos (Palma, 1984, pp. 154-155; La Situa- ción, 25 de marzo de 1882). Carrillo envió a De la Torre a Bolivia, ya que temía que su presencia en el sur del Perú pudiera generar perturbaciones. En La Paz fue nombrado adjunto militar de la Legación del Perú (ACMRE, 5-7, caja 281, carpeta 18, 31.5.1882, ff. 53-54; CC149, 1881-1882, 30.6.1882, ff. 72v-73). 27 Pedro Alejandrino del Solar (Lima, 1829-1909). Abogado. Fue diputado por Pataz (1860-1864) y sena- dor por Huancavelica (1868-1875). Fue uno de los fundadores del diario La Patria. Durante la dictadura de Piérola fue nombrado prefecto de Tacna, y como tal participó en la batalla del Alto de la Alianza. Luego de la ocupación chilena de Tacna, fue trasladado a la prefectura de Arequipa y en 1881 fue nombrado jefe político- militar de los departamentos del Sur. Al ser retirado del cargo por José de la Torre, pasó a reunirse con Piérola en Ayacucho, donde fue nombrado ministro de Justicia hasta el fin de ese gobierno. Pasó al Cuzco, y retornó a Lima luego de la firma del tratado de Ancón. Durante el primer gobierno de Cáceres fue presidente del Consejo de Ministros en dos oportunidades. Posteriormente, fue elegido primer vicepresidente del gobierno de Remigio Morales Bermúdez y siguió teniendo una amplia figuración pública (Tauro, 2001, 15, p. 2468).

54 Figura 3. Francisco García Calderón Fuente: Archivo Histórico Riva-Agüero, Instituto Riva-Agüero de la PUCP.

Figura 4. Lizardo Montero Fuente: Colección privada. El Estado en la sombra. El Perú durante la ocupación chilena

De este modo, durante casi todo el año de 1881 —como ya se ha señalado— coexis- tieron ambos gobiernos peruanos: el de Piérola en el interior del país, y el de García Calderón en la Magdalena. Se ignoraron mutuamente28, lo cual puede verificarse, por ejemplo, en las designaciones oficiales: tanto Cáceres29 como Iglesias fueron nombrados, en primer término, generales de brigada por Piérola; meses más tarde volvieron a recibir el mismo nombramiento, en este caso de parte del gobierno pre- sidido por Lizardo Montero, que fue la continuación del gobierno de la Magdalena. Así, con la ocupación chilena se hicieron más dramáticas las divisiones entre peruanos, y se recrearon, de algún modo, las divisiones regionales que habían sido tan frecuentes desde mucho tiempo atrás. A los poderes dominantes en las diversas regiones del país, se añadió el gobierno de la Magdalena, y las propias fuerzas de ocupación chilenas. Analizando estas divisiones entre peruanos durante la Guerra del Pacífico, Basadre reitera que no se trató de la primera ocasión en la que el Estado pareció desintegrarse. Se desintegró, en efecto, durante la segunda campaña restau- radora contra la Confederación Perú-Boliviana; y lo mismo ocurrió en el tiempo de la anarquía de 1823 y 1824. Basadre pondera cómo surgieron entre 1881 y 1883, en diversas regiones del Perú, núcleos que pretendieron erigirse en representantes de todo el país; y cómo, por otro lado, hubo zonas en las que se peleó de modo espontá- neo —y prácticamente autónomo— contra los chilenos (1971, II, p. 497). La llegada a Lima del ministro norteamericano Stephen Hurlbut, el 2 de agosto de 1881, constituyó un factor favorable para el gobierno de García Calderón. ­Hurlbut consideró a este como interlocutor válido, lo cual probablemente influyó en el hecho de que diversas autoridades militares decidieran reconocer su autoridad en los meses finales de 1881, como fueron los ya mencionados casos del coronel De la Torre y del contralmirante Montero. La actividad diplomática de Hurlbut y sus evidentes sim- patías hacia la aspiración peruana de conseguir la paz sin cesión territorial llevaron

28 Bonilla es uno de los autores que con más fuerza ha subrayado la profunda distancia entre pierolistas y civilistas: «Es de interés comprobar que durante el breve gobierno de Piérola las grietas y el conflicto social interno se hicieron mucho más profundos. Ni la invasión chilena, ni el colapso económico y militar del Perú hicieron que la oligarquía civilista olvidara su odio social contra Piérola. […] La guerra nacional entre el Perú y Chile ahora daba paso y acompañaba a una pugna interna mucho más significativa a aquella que oponía las diferentes clases y clientelas políticas de una sociedad profundamente dividida» (1979, p. 10). 29 Por documentación original recientemente publicada sabemos más detalles de los esfuerzos desplega- dos por el gobierno provisorio, a lo largo de 1881, para que el general Cáceres desconociera el gobierno de Piérola y se sometiera a la autoridad de García Calderón. Así, en junio de ese año tuvo lugar en la sierra central una entrevista entre Manuel María del Valle —representante del gobierno provisorio— y Cáceres. Según la versión de Del Valle, Cáceres ya estaba convencido de la conveniencia de «separar a Piérola de la escena política», aunque no tenía claro el modo de hacerlo. Señalaba también Del Valle que notaba en Cáceres un gran deseo de formar parte de una junta de gobierno, y que su ambición personal era un factor muy importante que debía considerarse (Castro, 2009, pp. 323-330).

56 Parte I. Estudio preliminar a que las autoridades de ocupación arrestaran a García Calderón y lo deportaran a Chile. García Calderón y los integrantes de su gobierno confiaban en los buenos ofi- cios de Hurlbut para lograr un explícito apoyo del presidente James A. Garfield30 y de su secretario de Estado, James G. Blaine31. Posteriormente, la muerte del presidente Garfield provocó un giro en la posición norteamericana con respecto a la guerra. Por diversas fuentes se conoce de las gestiones de Hurlbut en defensa del gobierno provisorio, y en favor de la búsqueda del reconocimiento oficial de dicho gobierno de parte de Chile. Es más, Hurlbut llegó a manifestar opiniones muy negativas con respecto al gobierno de Piérola, al cual calificó de tiránico, en una actitud que clara- mente contravenía las normas diplomáticas. Yábar considera que esas expresiones de Hurlbut contra Piérola fueron «lapidarias» para este, ya que influyeron en políticos y en militares para darle la espalda (2009, II, pp. 287-289). Luego de la mencionada coexistencia de los gobiernos de García Calderón y de Piérola, el Estado peruano pasó a estar a cargo del gobierno provisorio presidido por Lizardo Montero, a partir de noviembre de 1881. Era este el mismo gobierno que había sido presidido por García Calderón hasta el anterior mes de setiembre. El gobierno de Montero se instaló en primera instancia en Cajamarca, luego en Huaraz­ y finalmente en Arequipa32. Desde Cajamarca se preocupó muy especialmente por nombrar una Delegación en Lima. Precisamente en el documento en el que se crea esta Delega- ción —firmado el 23 de noviembre de 1881— se afirma: «Que en la capital se hallan centralizados los elementos de todo género para atender a las necesidades de la admi- nistración en sus diferentes ramos, así como para las atingencias de la guerra actual»33. Montero afrontó muchas dificultades para afianzar su autoridad como presidente del gobierno provisorio cuando estuvo establecido en Cajamarca. En el sur, De la Torre, jefe político-militar, había reconocido su autoridad, pero actuaba sin coordinar con él, ni en lo político ni en lo militar (Yábar, 2009, III, p. 10). Ante esa situa- ción, los delegados del gobierno en Lima le manifestaron por escrito la necesidad de estar coordinados [76]. Por su parte, Cáceres, en el centro del país, no reconocía

30 James A. Garfield (Cuyahoga, Ohio, 1831-Elberon, Nueva Jersey, 1881). Miembro del Partido ­Republicano. Vigésimo presidente de los Estados Unidos, elegido en 1881. Murió debido a un atentado que sufrió ese mismo año (De Bruhl, 1980, p. 335). 31 James G. Blaine (West Brownsville, Pensilvania, 1830-Washington, 1893). Político norteamericano, perteneciente al Partido Republicano. Fue designado Secretario de Estado por el presidente Garfield y años después desempeñó las mismas funciones bajo la presidencia de Grover Cleveland (De Bruhl, 1980, pp. 84-85). 32 Cuando estuvo establecido en Cajamarca y en Huaraz, el gobierno de Montero contó con un gran respaldo desde Lima, con la actuación allí de la Delegación del gobierno y de la Agencia Confidencial. Cuando posteriormente se estableció en Arequipa, su representatividad disminuyó, mientras crecía la vigencia de Miguel Iglesias, luego de su famoso «grito de Montán». 33 ACMRE, CC150, 1881-1882, 23.11.1881, f. 1.

57 El Estado en la sombra. El Perú durante la ocupación chilena aún ­oficialmente a Montero, y los delegados de este en Lima manifestaban su preocu- pación ante la posibilidad de que dicho general quisiera erigirse como jefe supremo de la nación, tal como sus fuerzas se lo habían planteado [2]34. Por todas estas consideraciones, Montero debió planear pronto un traslado de sede. Cajamarca estaba muy lejos de Lima, donde seguían estando las legaciones diplomáticas extranjeras, que podían ayudar en las gestiones de paz. Además, la fuerza militar que estaba a su disposición en Cajamarca no constituía un elemento disuasivo frente a los chilenos. Yábar considera que Montero se encontraba «enclaus- trado» allí: en efecto, no podía recibir abastecimiento por vía marítima ni desde el norte, ya que la comunicación con el Ecuador era muy difícil (2009, III, p. 11). Al decidir su salida de Cajamarca, Montero estaba afrontando movimien- tos de protesta frente a su gobierno. Especialmente importante fue la sublevación del hacendado José Mercedes Puga35, el 18 de febrero de 1882, que denunciaba la supuesta inacción de Montero con respecto a la guerra. Por su parte, el 20 de febrero ­Montero resolvió nombrar a Miguel Iglesias como jefe político-militar del Norte. Iglesias había sido pierolista, aunque luego de la campaña de Lima se había retirado de la actividad pública. Puga fue derrotado por Iglesias en Chota, tras lo cual aquel se retiró a su hacienda de La Pauca (Dammert, 1983, pp. 38-40).

34 En la memoria que redactó de su labor como jefe político y militar del Centro del Perú, Cáceres explica cómo en un principio consideró imposible someterse al gobierno de la Magdalena, porque había surgido «a la sombra de la bandera chilena, proyectando sobre sus propósitos un tinte funesto que mortificaba la delicada susceptibilidad del patriotismo». Sin embargo, meses después reconoció al gobierno provisorio, al comprobar que García Calderón no se había sometido a los intereses chilenos, sino que había sostenido «con todas sus fuerzas la causa de la autonomía nacional», por lo cual había sido enviado al cautiverio por los chilenos. Otra razón que llevó a Cáceres a reconocer al gobierno provisorio fue la de no parecer un obstáculo para que el gobierno de los Estados Unidos interviniera en el conflicto, «procurando a su amparo un tratado que no menoscabase la integridad territorial» (2010, pp. 106-108). Tal como lo manifiesta José Salvador Cavero, quien colaboró muy de cerca con Cáceres como secretario general del ejército del Centro, entre noviembre de 1881 y enero de 1882 Cáceres evaluó la posibilidad de asumir la jefatura suprema de la nación, que le había sido ofrecida por los jefes y oficiales de su ejército. Sin embargo, su propósito era el de propiciar, desde esa posición, la formación de una junta de gobierno que unificara a los peruanos. No obstante, al comprobar que la mediación norteamericana, en coordinación con el gobierno provisorio, se convertía en una realidad, declinó la referida jefatura y se adhirió al gobierno provisorio el 24 de enero de 1882 (1972-1974, pp. 23-24; véase también Cáceres, 2010, pp. 138-139). 35 José Mercedes Puga (Cajamarca, 1836-Huamachuco, 1885). Abogado y político. Fue diputado por la provincia de Cajamarca entre 1868 y 1875, y por la provincia de Pataz entre 1878 y 1881. Establecido el gobierno central en Cajamarca al mando de Lizardo Montero, fue enviado por este al departamento de Amazonas para afirmar su autoridad. En febrero de 1882 se levantó contra Montero debido a su «inacción para conducir la guerra», movimiento que continuó cuando Miguel Iglesias fue designado jefe político-militar del Norte. En mayo de 1882, Puga se retiró a su hacienda de «La Pauca». Con ocasión del «grito de Montán» (31 de agosto de 1882) se enfrentó nuevamente a Iglesias, y luego de recono- cer la autoridad de Cáceres se proclamó jefe supremo del Norte. Fue asesinado después de la guerra, cuando combatía a las fuerzas de Iglesias (Tauro, 2001, 13, p. 2140; Dammert, 1983, pp. 31 y 39-40).

58 Parte I. Estudio preliminar

Es interesante constatar que tanto García Calderón como Piérola eran conscien- tes de los perjuicios que al Perú había causado el mencionado «faccionalismo» entre los políticos, y de cómo este adquiría características fatales en el contexto de una gue- rra externa. García Calderón, en sus Memorias del cautiverio, al referirse a la política peruana —y a la de otros países latinoamericanos— señalaba que los partidos, más que políticos, eran personales:

Estos partidos, no defendiendo principios sino personas, no podían estar satis- fechos, ni hallar nada bueno en el Gobierno, sino cuando su jefe se hallara en el poder; y de esto han resultado las guerras civiles que durante un cuarto de siglo han ensangrentado el Perú (1949, p. 158).

Piérola, por su parte, advirtió el mismo problema, y en febrero de 188236 instó a sus allegados a formar una agrupación política que unificara a todos los peruanos. Advertía que «un diminuto, pero funesto círculo, ha muerto la patria con sus propias manos» —en clara alusión al gobierno provisorio de García Calderón—, y que era necesario llamar a la «acción de los ciudadanos» para rescatar al país. Consideraba que esa agrupación no podía ser presidida por él mismo, ya que justamente debía evitarse el caudillismo. Y añadía que las esperanzas de paz debían contar con el apoyo del gobierno de los Estados Unidos, a pesar de que lamentaba que este hubiera res- paldado previamente a García Calderón (Ulloa, 1981, pp. 295-296). Fue así que se constituyó el llamado Partido Nacional, fundado por elementos cercanos a Piérola, que plantearon a los otros sectores políticos una fórmula de concordancia para afron- tar las negociaciones de paz y para ordenar la vida del país. Sin embargo, los políticos cercanos al gobierno provisorio respondieron con una férrea defensa de la labor polí- tica de García Calderón; y otro sector se pronunció por convocar nuevamente al general La Puerta para que asumiera la presidencia (Basadre, 1983, VI, p. 277)37. Los pierolistas consideraban que tanto el gobierno provisorio como el minis- tro norteamericano Hurlbut habían provocado una situación caótica en el país, de vacío político y de desgobierno. Por eso, y a pesar de no haber conseguido la adhe- sión de otros sectores, insistieron en la creación del Partido Nacional: se estableció

36 «Carta manifiesto de Nicolás de Piérola. Apreciaciones sobre la situación del Perú. El ex dictador busca las verdaderas soluciones». En La Situación, 17 de febrero de 1882. 37 A ese sector está referida la nota aparecida en La Situación del 16 de marzo de 1882. Se titula «El ­Partido Civil entra en acción. Se proclama al General La Puerta. Notas y Actas. A los peruanos». El texto está firmado por Felipe S. Salaverry, como secretario de una «junta constitucional» que propug- naba el retorno del general La Puerta a la vicepresidencia de la república. Incluye un acta, en el que se manifiesta que esa iniciativa está apoyada por «la mayoría de esta población». Se le negaba legitimidad al gobierno provisorio, afirmándose que la legalidad constitucional reclamaba el retorno a la situación previa a la toma del poder por Piérola, en diciembre de 1879.

59 El Estado en la sombra. El Perú durante la ocupación chilena un comité directivo38, que se encargaría de la formación y puesta en marcha del partido, «promoviendo la formación de comités semejantes en los departamentos y provincias, formados de ciudadanos a quienes animen iguales sentimientos» (Palma, 1984, p. 140). Ricardo Palma, integrante de ese comité directivo, consideraba que su legitimidad radicaba en el hecho de que se había «organizado privadamente, en las sombras, sin el apoyo de la autoridad chilena» (1984, p. 138), lo cual suponía una crítica implícita a quienes apoyaron el gobierno provisorio de García Calderón. Para el grupo civilista que apoyaba al gobierno provisorio, y que era conocido como «partido constitucional», la iniciativa de Piérola fue vista como un obstáculo frente a los esfuerzos que se venían realizando por la unificación del país. Ese grupo publicó una circular en defensa de la legitimidad del gobierno provisorio39. Para ellos la propuesta de Piérola no solo provocaría el aniquilamiento del país, sino que ade- más lo desprestigiaría, por lo mal que se percibiría «cambiar de gobiernos cada día, cambiar de instituciones con cada gobierno, vivir en inestabilidad perpetua […]»40. La Delegación del gobierno de Montero en Lima, atenta a cualquier movimiento, advirtió de las intenciones de este nuevo grupo político, e inclusive afirmó que era un «proyecto que ha acogido favorablemente la prensa chilena en esta ciudad» [54]. Manuel Candamo, de manera personal, decidió tomar contacto con uno de los miembros del Comité Directivo del recién fundado Partido Nacional: José Antonio de Lavalle41. En las cartas que ambos intercambiaron se evidenciaba la intención de llegar a un «concierto» entre ambos grupos42. Las conversaciones fracasaron a raíz de que el comité del Partido Nacional considerara ofensiva una circular del Partido Constitucional, lo que motivó a «un rechazo a priori de toda base de concierto».

38 Este Comité Directivo estuvo integrado por: , presidente; Manuel Pablo Olaechea, Ricardo Palma, Eduardo Villena y Arturo García, secretarios; Nicolás de Piérola, Aurelio García y ­García, José Antonio de Lavalle, Rufino Torrico y José Lino Alarco (Palma, 1984, pp. 135-136). 39 BNP, «Lista de adherentes a la exposición hecha por la Junta Directiva creada en apoyo del gobierno provisorio, que reemplaza a la dictadura». Lima, 24 de febrero de 1882. 40 En general la propuesta de formar el Partido Nacional no fue bien aceptada. Hubo quienes afirmaron que se trataba de una alianza entre los chilenos y pierolistas por alcanzar el poder («Carta Manifiesto». El Eco de Arequipa, 27 de febrero de 1882). 41 José Antonio de Lavalle y Arias de Saavedra (Lima, 1833-1893). Hombre culto, conocedor profundo de la literatura y de la historia peruanas, fue también diplomático. Desempeñó en 1879 la difícil misión de ofrecer los buenos oficios del Perú con el fin de solucionar el conflicto chileno-boliviano, y evitar la guerra. Posteriormente tuvo participación activa en las negociaciones para el acuerdo de paz, y firmó en nombre del Perú el tratado de Ancón (Tauro, 2001, 9, pp. 1430-1431). 42 Se observa que hay una intención, por parte del gobierno de Montero de llegar a un acuerdo político con los pierolistas, cuando le ofrecen a Antonio Arenas el cargo de ministro plenipotenciario para tratar el tema de la paz con Chile (ACMRE, CC150, 1881-1882, 20.3.1882, f. 26), cargo que no llegó a acep- tar y ocupó finalmente Juan Antonio Ribeyro (ACMRE, CC150, 1881-1882, 21.6.1882, ff. 39v-40).

60 Parte I. Estudio preliminar

Ante ello, Candamo insistió en que las reuniones entre ellos todavía tenían carácter no oficial, y que los miembros del Partido Constitucional que habían publicado la circular no tenían conocimiento de ellas. Sin embargo, Lavalle subrayaba que esa circular reflejaba el convencimiento de que el gobierno de Montero no necesitaba de un concierto de partidos, al considerarse reconocido por todo el país y por la opinión pública (Puente Candamo & Puente Brunke, 2008, pp. 683-688). De este modo, Lavalle sugirió a los pierolistas que dejaran de participar en la vida política, toda vez que no era pertinente enfrentarse al gobierno de Montero —dada la gravedad de la situación que se vivía—, ni tampoco integrarse a él. Así, pues, el recién creado Partido Nacional decidió, en marzo de 1882, abstenerse de toda acción política43, atribuyendo al Partido Constitucional la responsabilidad de la falta de uni- dad de los políticos peruanos, y dejando a este el desafío de superar la crisis nacional. Este no fue sino un episodio más entre los muchos que se produjeron en el contexto de las divisiones entre peruanos durante la guerra. Además, resultaba difícil pensar en la organización de una sola agrupación que aglutinara a los más importantes políticos peruanos. Para entonces, el objetivo era compartido por todos: lograr el final de la guerra sin costo territorial para el Perú. Sin embargo, los medios planteados eran dis- tintos, y notables las distancias y la desconfianza entre los individuos. En definitiva, y tal como afirma Yábar, la abstención del Partido Nacional y el alejamiento del Perú de Nicolás de Piérola permitieron al gobierno provisorio, presidido ya por Lizardo Montero, mayor libertad de acción, y la posibilidad de desarrollar sus políticas sin oposición interna, al menos por algunos meses (2009, III, p. 119). El escenario cambió en agosto de 1882, con el denominado «grito de Montán». Este pronunciamiento de Iglesias, desde Cajamarca, supuso una ruptura en el seno del gobierno provisorio, ya que aquel se había desempeñado hasta entonces como jefe político-militar del Norte. El núcleo del planteamiento de Iglesias era el de sos- tener que había que poner fin, por medios prácticos, al daño y la humillación que suponía la ocupación chilena del territorio peruano. Consideraba inviable el triunfo frente a Chile, y se mostraba convencido de que no se iba a producir ninguna inter- vención extranjera en favor del Perú. Afirmaba que desde la ocupación de Lima la guerra no era contra Chile, sino contra «nuestros propios desventurados pueblos». Para él, la situación se reducía a escoger entre la indefinida ocupación chilena —con sus gravísimos daños, de todo tipo— y el «reconocimiento valeroso de la derrota», mirando el futuro (Basadre, 1983, VI, p. 315).

43 «Abstención del Partido Nacional. Se le abre camino a los demás partidos. Acuerdo del Comité Directivo del Partido Nacional». En La Situación, 14 de marzo de 1882.

61 Figura 5. Nicolás de Piérola Fuente: Archivo Histórico Riva-Agüero, Instituto Riva-Agüero de la PUCP.

Figura 6. Miguel Iglesias Fuente: Archivo Histórico Riva-Agüero, Instituto Riva-Agüero de la PUCP. Parte I. Estudio preliminar

Para entonces, Candamo y Elías ya no estaban a cargo de la Delegación del gobierno provisorio en Lima. Habían sido detenidos por las autoridades chilenas y desterra- dos al país del sur. Sin embargo, sí conocemos la reacción de Candamo ante el grito de Montán. En dos cartas dirigidas a su esposa desde Chile, manifestó su sorpresa y desagrado frente a la actitud de Iglesias, con expresiones muy duras. En la pri- mera de ellas, del 14 de octubre de 1882, afirma que por la prensa chilena se ha enterado del manifiesto de Iglesias y de las acusaciones que hacía a los gobiernos de ­García ­Calderón y de Montero: «Me resisto a creer esto, y si fuera verdad, y el hecho fuese serio, habría que perder toda esperanza respecto al Perú» (Puente Candamo & Puente Brunke, 2008, p. 186). Cuatro días después se dirigía nuevamente a su esposa, para manifestarle que «con la más profunda sorpresa, indignación y vergüenza nos hemos impuesto de la conducta de Iglesias». Ante ello, manifestó una visión absolutamente pesimista del Perú, en términos muy duros:

De algún tiempo a esta parte están pasando cosas en el Perú que manifiestan una falta de juicio, una falta de espíritu nacional, un desconocimiento de los verdaderos intereses públicos, unas ambiciones tan estúpidas, unos egoísmos tan repugnantes y tanta miseria y bellaquería, que es cosa de desesperar por completo y de renegar de nuestra nacionalidad (2008, pp. 189-190).

Por su parte, por esos mismos días —el 15 de octubre— escribía Cáceres desde Tarma a Lizardo Montero, para calificar el grito de Montán como un «paso traidor e inicuo», considerando además que se había producido luego de algunos triunfos militares en la sierra central contra los chilenos. En esa carta, se comprometía Cáceres a hacer todo cuanto estuviera en sus manos «contra los enemigos de fuera y de den- tro», y atribuía la actitud de Iglesias a una maniobra del pierolismo en alianza con los chilenos (Castro, 2009, pp. 306-307).

2.2. La Delegación y la Agencia Confidencial en el contexto de la guerra

Como ya se ha explicado, la Delegación y la Agencia Confidencial del gobierno provisorio, que funcionaron en Lima a cargo de Manuel Candamo y Carlos Elías durante la ocupación chilena, fueron «oficinas» creadas por dicho gobierno para tener en la capital de la república un enlace que pudiera desarrollar en su nombre las diversas actividades propias del funcionamiento del Estado, y que pudiera tam- bién mantener la comunicación con los representantes diplomáticos del Perú en el exterior, y con los diplomáticos extranjeros acreditados en Lima. Por eso, los mismos Candamo y Elías pusieron de relieve el «doble carácter» de su misión [283], como delegados y como agentes confidenciales.

63 El Estado en la sombra. El Perú durante la ocupación chilena

Estas dos oficinas han sido también consideradas en el contexto de lo que genéri- camente se ha denominado «organizaciones patrióticas». En efecto, durante la guerra con Chile surgieron una serie de agrupaciones de diverso tipo, varias de las cuales constituyeron elementos importantes en el marco de la defensa del país contra el invasor, a pesar de que en algunos casos no fueran —a diferencia de la Delegación y de la Agencia Confidencial— entidades que formaran parte, de modo oficial, de la estructura del Estado. Como señala Rodolfo Castro, se trataba de agrupaciones que colaboraron con las autoridades, frecuentemente de modo casi clandestino, en cues- tiones políticas, económicas, militares y hasta diplomáticas (2009, p. 1). Precisamente en la documentación de la Delegación y de la Agencia Confidencial que en este libro publicamos aparece correspondencia dirigida al gobierno central y a simpatizantes en provincias promoviendo la formación de asociaciones que respalda- ran al gobierno. Además, vemos que en carta del 5 de enero de 1882, la Delegación comunicaba al secretario general de Estado su decisión de nombrar juntas:

Consecuente esta Delegación a su propósito de no omitir diligencia alguna que tienda al más pronto restablecimiento del orden legal en toda la República, ha acordado nombrar Juntas especiales en las capitales de aquellos departamentos que aún no se han adherido al Gobierno Provisorio; las que servirán de centro de acción para todos los pueblos comprendidos en las respectivas demarcaciones territoriales [16].

Si bien no tenemos constancia de que la Delegación llegara efectivamente a nom- brar alguna junta de ese tipo, lo que se entiende del documento citado es el interés de los delegados por promover la formación de agrupaciones de ciudadanos en los territorios ocupados por los chilenos, o en aquellos lugares que aún no estuvieran sometidos a la autoridad del gobierno provisorio. Se señala que esas juntas debían ser «centros de acción» para suscitar adhesiones en favor de dicho gobierno. Así, durante la Guerra del Pacífico se formaron diversas organizaciones, sobre todo a partir del dramático momento de la ocupación de Lima (enero de 1881), cuando la gravedad de los acontecimientos llamó a muchas personas a la acción. En lo referido al entorno del gobierno de Piérola —que luego de la ocupación de la capital pervivió por algunos meses con carácter itinerante en el interior del país— se formó en Lima el denominado «Comité Pierolista», que tuvo funciones vinculadas tanto con lo político como con lo militar. Así, mantuvo informado a Piérola sobre las acciones de las autoridades chilenas, al igual que sobre la evolución del gobierno provisorio presidido por García Calderón, con el fin de impedir que este obtu- viera adhesiones en el interior del Perú. En cuanto a los aspectos militares, enviaba información sobre los movimientos de las fuerzas chilenas, y promovía los traslados

64 Parte I. Estudio preliminar de jefes y oficiales que buscaban unirse al ejército del Centro para continuar la resis- tencia frente a Chile (Castro, 2009, pp. 13-18). En cuanto al denominado gobierno provisorio, presidido primero por García Calderón y más adelante por Lizardo Montero, debemos subrayar que su propio surgimiento se debió a la elección realizada por una «Junta de Notables» que se cons- tituyó tras la ocupación de Lima44. Alrededor del gobierno provisorio se formaron varias organizaciones, tanto en Lima como en provincias. Entre las que se formaron en Lima estuvieron precisamente la Delegación y la Agencia Confidencial.­También debemos mencionar la Junta de Vigilancia Fiscal, creada por el mismo García ­Calderón, y la Junta Consultiva45, creada por Lizardo Montero como ente de apoyo a la Delegación y a la Agencia Confidencial. La Delegación, la Agencia y la Junta Consultiva cumplieron un rol asesor y de representación del gobierno provisorio en temas de índole política, administrativa, diplomática y militar, frente a las provin- cias, al enemigo chileno y a la diplomacia internacional. Además, en Lima también surgió la Junta Patriótica —que tuvo varios integrantes—, cuya labor fue especial- mente importante entre los meses de setiembre y diciembre de 1881, es decir desde el momento en que Patricio Lynch46 niega abiertamente la autoridad del gobierno

44 Una vez constituido, el gobierno provisorio nombró dos comisiones: una con funciones electorales, denominada «Junta Directiva Electoral», e integrada por Aurelio Denegri, Pedro Correa y Santiago, Ignacio de Osma, Dionisio Derteano, Manuel Francisco Benavides, Mariano Felipe Paz Soldán, Manuel Atanasio Fuentes, Manuel María Gálvez, José Luis Quiñones, Manuel La Cotera, González de la Rosa, Ramón Ribeyro, Alejandro Arenas, Jesús Elías, José L. Recabarren. La segunda comisión se encargó de recolectar firmas de solidaridad con el nuevo gobierno, y estuvo integrada por Cipriano Correa, Pedro Elguera, Narciso Aramburú, coronel Francisco Luna y Mariano Bolognesi (El Eco de Arequipa, 10 de marzo de 1881). 45 La Junta Consultiva, creada el 23 de noviembre de 1881, estuvo integrada por José Eusebio ­Sánchez (presidente por un mes), Alejandro Arenas (quien lo reemplazó en la presidencia), Elías Mujica, César Canevaro, Enrique Canaval, Pedro Correa y Santiago, Felipe Varela y Valle, Luis Carranza, José Gregorio­ García, capitán de navío Carlos Ferreyros. La razón para su creación fue «para que la comisión de dele- gados especiales del gobierno pida su opinión cuantas veces lo crea necesario, a fin de procurar el acierto y cumplimiento de las respectivas instrucciones» (ACMRE, CC150, 1881-1882, 23.11.1881, f. 5). 46 Patricio Lynch Solo de Saldívar (Santiago, 1824-en navegación, 1886). Durante la Guerra del Pací- fico fue nombrado jefe político de Tarapacá en diciembre de 1879, realizando una administración eficaz. Posteriormente, Lynch planeó y llevó a cabo las expediciones chilenas en la costa norte del Perú, entre setiembre y octubre de 1880, como una forma de presionar al gobierno peruano para que aceptara la paz. Debido a esas acciones fue ascendido a comandante y se le comisionó a formar parte del ejército de Operaciones sobre Lima, como jefe de brigada de la primera de división. Luego de la ocupación de Lima, fue nombrado general en jefe del ejército de la ocupación, cargo que ostentó por poco más de tres años (Larenas, 1981, cap. III). Junto con José Francisco Gana, Lynch comandó la campaña de enero de 1882 hacia la sierra, que tenía como objetivo la captura de Cáceres. Las tropas chilenas enfrentaron muchas dificultades, debidas al clima, a lo complicado de la geografía y a los efectos del mal de altura, y además Cáceres logró evadirlos, ya que pudo estar informado de los movimientos de los chilenos.

65 El Estado en la sombra. El Perú durante la ocupación chilena de la Magdalena, hasta la instalación del gobierno provisorio en Cajamarca (Castro, 2009, pp. 18-28). Cuando las fuerzas chilenas arrestaron al presidente García Cal- derón, fue esa Junta la que asumió la responsabilidad política y administrativa del gobierno peruano en Lima, para cubrir el vacío de poder, y se dedicó a buscar fondos para la defensa nacional (Martin, 1972, p. 23). Candamo y Elías explicaron la circunstancia y los objetivos de su creación:

Esa Junta Patriótica se organizó en Lima cuando tuvo lugar la expatriación del Pre- sidente provisorio, Señor García Calderón, y fue su objeto dirigir el movimiento político y proveer a la satisfacción de las necesidades de actualidad, que la anormal situación creada por esa circunstancia podía producir. La formaron distinguidos ciudadanos que se hallaban animados del vivo deseo de servir a su país, y ter- minó sus funciones cuando comenzaron a ejercer las de su cargo los delegados del gobierno» (Puente Candamo & Puente Brunke, 2008, pp. 749-750).

Si bien tanto Jorge Basadre como Margarita Guerra se han referido a la labor de esa Junta (Basadre, 1983, VI, pp. 272-273; Guerra, 1991, pp. 304-306), ha sido Rodolfo Castro quien ha estudiado con detenimiento su desempeño (2009, pp. 18-25). Ya como delegados del gobierno en Lima, Candamo y Elías afirmaron que la Junta actuó y tomó decisiones en nombre del gobierno provisorio en los meses finales de 1881. Así lo manifestaron en carta dirigida el 5 de enero de 1882 a Camilo N. Carrillo47, quien por entonces era comisionado especial del gobierno provisorio en el sur:

La Junta que transitoriamente funcionó en esta capital, desde que tuvo lugar la prisión de Su Excelencia el Presidente Provisorio, y antes de que se crease por Su Excelencia el Vice-Presidente de la República, encargado del Poder Ejecutivo,

Lynch, ante esta situación, dejó la expedición en manos de Gana y regresó a Lima (González, 1981, p. 195; Encina, 1951, XVIII, p. 55). 47 Capitán de navío Camilo N. Carrillo (Paita, 1830-Lima, 1900). Luego de desempeñar diversas tareas en la Marina, participó en el combate del 2 de mayo de 1866 comandando el vapor «Loa». Fue nom- brado director de la Escuela Naval en 1870. Fue ministro de Hacienda y Comercio entre 1873 y 1874. Elegido diputado en 1876, presidió esa Cámara entre 1878 y 1879. Al iniciarse la guerra con Chile fue nombrado jefe de la tercera división naval, integrada por los monitores «Manco Capac» y «Limeña». Participó en la batalla de Miraflores en enero de 1881. Durante el breve gobierno de la Magdalena fue nombrado ministro de Guerra. A partir de abril de 1882 fue jefe político-militar de los ejércitos del Sur, cargo que ostentó hasta que el gobierno de Lizardo Montero se trasladó a Arequipa. Allí fue nombrado ministro de Gobierno. Terminada la guerra, fue nuevamente elegido diputado. Fue miembro fundador de la Sociedad Geográfica de Lima (Castañeda & Ortiz, 2007, pp. 62-63; Tauro, 2001, 4, pp. 526- 527). En La Situación, del 25 de marzo de 1882, en la Sección Interior, en la nota «Motín en Arequipa», se hace referencia a la habilidad que tuvo Carrillo para sortear a las autoridades chilenas que ocupaban los departamentos de Tacna y Arica, y trasladarse a Arequipa como «ciudadano común», para luego asumir la jefatura político-militar del Sur.

66 Parte I. Estudio preliminar

esta Delegación, nombró algunos vecinos notables para que trabajasen en los pueblos del sur en favor del restablecimiento del orden constitucional. Disuelta aquella Junta, han quedado en consecuencia anulados los nombramientos que ella hizo. Debe, pues, V. S. darlos por cancelados desde el momento que reciba este oficio y proceder a designar, de acuerdo con el prefecto de ese departamento, coronel don Miguel San Román, las personas que considere dignas […] [17].

Tras el nombramiento de Candamo y Elías como delegados en Lima del gobierno presidido por Montero, la Junta Patriótica no se extinguió, a pesar de lo afirmado por aquellos en la comunicación anteriormente citada. La Junta fue recompuesta, con nuevos integrantes [10 y 406], y continuó desempeñando funciones de carácter polí- tico y financiero. En la correspondencia enviada a los delegados, los integrantes de la Junta Patriótica señalaban la «urgente necesidad» de obtener recursos económicos para solventar los gastos del gobierno. Por ello, comisionaron a Manuel Candamo —integrante de la Delegación— y a Emilio Forero —integrante de la propia Junta Patriótica— para que formularan propuestas conducentes a ese fin [406]. Algunos integrantes de la Junta Patriótica lo fueron también de la Junta Con- sultiva48. Sin embargo, fueron dos entidades distintas, que además coexistieron con la Delegación y la Agencia Confidencial, que representaban al gobierno en Lima. Tanto la Junta Patriótica como la Consultiva tenían la misión de apoyar y asesorar a los representantes del gobierno. La Junta Patriótica subsistió, al menos, hasta mediados de 1882. Todo indica que fue esa misma Junta la que, en febrero de ese año, publicó una proclama titulada «A los pueblos de la República». En ella se criticaba la formación del Partido Nacio- nal, que por entonces impulsaban Piérola y sus correligionarios. Fueron veintidós los firmantes de esa proclama (Castro, 2009, p. 19)49. Tal como ya se ha explicado, para el gobierno provisorio era muy importante la formación de juntas en aquellas zonas del territorio nacional en las que su autoridad no tuviera aceptación. Es así que los delegados, como parte de sus tareas, enviaron circulares a personalidades que en el interior del país simpatizaban con el gobierno provisorio, para que formaran agrupaciones que promovieran su reconocimiento.

48 Se trata de los casos de Alejandro Arenas —quien presidió ambas Juntas—, de Elías Mujica y de Felipe Varela y Valle. 49 Los firmantes de esa proclama, entre los que estaban Alejandro Arenas, Manuel Atanasio Fuentes y Mariano Felipe Paz Soldán, fueron procesados por el Tribunal Militar y condenados a pagar, cada uno, una multa de 100 pesos de billete fiscal de Chile (Ahumada Moreno, 1884-1891, VI, p. 483). Al pare- cer, esas multas fueron pagadas por la Delegación (Dancuart & Rodríguez, 1903-1926, XVI, p. 44a). En la Biblioteca Nacional se encuentra un ejemplar de la proclama, con varias páginas adicionales con firmas de adherentes, entre los cuales aparecen Manuel Candamo y Carlos M. Elías (BNP. Manuscritos. D 12847).

67 El Estado en la sombra. El Perú durante la ocupación chilena

Así, por ejemplo, en diciembre de 1881 se envió una circular a un grupo de vecinos de Ayacucho y de Huancavelica, instándolos a formar una junta en cada uno de esos departamentos. Luego, la misma circular abundaba en las razones para ello:

La extraordinaria situación del país, creada por la guerra desastrosa que hoy amenaza nuestra independencia misma, y la anarquía a que nos ha arrastrado el régimen arbitrario de la dictadura, paralizando la energía nacional, hacen urgente e imperiosa la necesidad de que la parte sensata e ilustrada de la Nación aplique su actividad y sus esfuerzos al restablecimiento del orden interior, al amparo de la Constitución, símbolo verdadero de la fuerza y de la dignidad de la República y al más fuerte lazo de unión en estos tristes momentos, en los que, sobre todas las ambiciones personales, debe levantarse la ley como la voz suprema de nuestra nacionalidad amenazada [12].

Es probable, además, que los delegados estuvieran especialmente preocupados en ese momento —diciembre de 1881—, ya que por entonces Cáceres todavía no había reconocido el gobierno de Montero, y se temía que pudiera decidirse a enca- bezar un gobierno propio. En las invocaciones a la formación de juntas en el interior del país, los delegados manifestaban la urgencia de «restablecer» en los departamen- tos «el orden constitucional», porque «así únicamente podrá salvarse la República». Para ello —señalaban los delegados—, sus integrantes al momento de formarlas deberían designar a un presidente y a un secretario, siendo el primero el encargado de las comunicaciones con la Delegación. Las formas de actuación de cada nueva junta, para llevar a cabo la misión encomendada, serían definidas por sus propios ­miembros [12]. Dado que el trabajo de la Delegación y de la Agencia Confidencial implicaba el mantenimiento de permanente comunicación con autoridades en el interior del país y enviados en el exterior, al igual que con diversas personas que colaboraban con ellos, un problema no menor fue el de la seguridad de las comunicaciones. Por ­ejemplo, no fueron pocas las ocasiones en que las autoridades chilenas intercep- taron correspondencia, lo cual obligaba al envío de duplicados de las cartas u oficios, con el consiguiente retraso en las gestiones. Así, en enero de 1882 los delegados reportaban que los oficios que habían remitido a Cajamarca, al Secretario Gene- ral de Estado, habían caído en manos de los chilenos en Pacasmayo, con lo cual enviaban duplicados [22]. En el mismo mes, un emisario que llevaba documen- tación desde Cajamarca a Lima fue apresado por las autoridades chilenas, con lo cual los delegados no pudieron recibir esos documentos, y solicitaron la remisión de duplicados [32]. Por otro lado, al parecer en ciertas ocasiones los emisarios no eran del todo fiables. Por ejemplo, en febrero de 1882 los delegados denunciaban

68 Parte I. Estudio preliminar que la correspondencia enviada por el gobierno provisorio a la Delegación, había sido entregada por su portador a Nicolás de Piérola. Reclamaban que se investigara el hecho, y solicitaban duplicados de los documentos [38]. En otra comunicación del mismo mes insistían en que, cuando los documentos que se enviaban fueran especialmente importantes, se remitieran por medio de un «comisionado especial, que prestase garantías de seguridad, pues de otra manera estarían expuestos a caer en manos extrañas» [53]. En otras ocasiones se presentaban dificultades con respecto a las rutas que seguía la correspondencia. Por ejemplo, a mediados de marzo de 1882 los delegados manifestaban su preocupación por la llegada al Callao de dos vapores procedentes del norte, sin correspondencia despachada por el gobierno provisorio. Sabían que un paquete dirigido a ellos estaba «detenido» en Trujillo, «a consecuencia de la incomunicación de los vapores con el puerto de Salaverry». Por ello, solicitaban al ministro de Gobierno que se les enviara un duplicado de la correspondencia que incluyera el referido paquete, por la vía de Casma [71]. Esa incomunicación de los barcos con los puertos del norte era debida a la epidemia de fiebre amarilla que azo- taba por entonces a esa región. Debido a ello, los delegados le insistían al ministro de Gobierno poner los medios para la utilización de otras rutas en el envío de la corres- pondencia, y así evitar la incomunicación entre ellos y el gobierno, que por entonces estaba recién instalado en Huaraz [79]. Como agentes confidenciales, Candamo y Elías fueron especialmente cuidadosos en la transmisión de la información. Así, cuando se trataba de remitir al gobierno provisorio documentos importantes, optaban por hacerlo por medio de copias, guardando en su archivo los originales «para evitar su pérdida, caso de que fuera interceptada nuestra correspondencia» [337 y 339]. En cuanto a la correspondencia con los ministros peruanos en el exterior, fueron diligentes en buscar que se man- tuviera muy fluida. Así, por ejemplo, manifestaban su preocupación cuando alguno de los ministros se retrasaba en el envío de sus comunicaciones. Fue el caso de Juan Federico Elmore50, ministro en Washington, a quien urgieron a remitir información más frecuentemente: «El silencio de V. S., a este respecto, es tanto más de extrañarse, cuanto que conocemos el gran interés que anima a V. S. por contribuir al feliz y deseado desenlace de tan grave conflicto» [316]. En varias ocasiones Candamo y Elías acompañaron la información sobre noti- cias o sucesos determinados, con la inclusión de recortes tomados de periódicos con referencia a esos asuntos. Así, por ejemplo, lo hicieron cuando transmitieron

50 Juan Federico Elmore, abogado y diplomático, se desempeñó durante buena parte del tiempo de la guerra como ministro plenipotenciario del Perú en los Estados Unidos (ACMRE, CC149, 1881-1882, 11.7.1882, f. 11v).

69 El Estado en la sombra. El Perú durante la ocupación chilena la ­noticia del combate de Pucará: adjuntaron a sus comunicaciones un recorte del diario La Situación51, que incluía el parte de guerra emitido por las fuerzas chilenas [39, 42, 43, 49 y 64]. También lo hicieron al comunicar la noticia de la suscripción del protocolo Trescot-Balmaceda, con la inclusión de otro recorte del mismo diario [62, 63 y 326]. Igualmente, enviaron recortes del mismo diario con ocasión de infor- mar acerca de la organización del denominado Partido Nacional, promovido por Piérola [53, 54 y 316]. Asimismo, Candamo y Elías despacharon envíos de artículos diversos a la sede del gobierno provisorio —primero en Cajamarca, y luego en Huaraz—, de acuerdo con lo que se les solicitaba. A fines de marzo de 1882 comunicaban al ministro de Gobierno que estaban haciendo las gestiones para la compra de papel de imprenta, en la cantidad requerida, y que le sería enviado en el siguiente vapor [91]; en junio del mismo año manifestaban que iban a proceder a buscar y comprar las distintas colecciones de leyes y reglamentos que desde la sede del gobierno se les había soli- citado, para luego enviarlas a Huaraz [235]. En efecto, poco después remitieron, en dos tomos, la colección de leyes y decretos publicada por Miguel A. Lama52, y una colección de normas legales referidas a la administración municipal, y anunciaban el posterior envío de un mapa de la república y de cuadernos sobre división territorial [272]. En el curso del mismo mes se despacharon a Huaraz sellos cuya confección había sido solicitada por los ministerios de Gobierno, de Hacienda y de Guerra [238, 239 y 240], al igual que cuatro cajas que contenían un total de doscientos pares de botas [258 y 259].

2.3. La unificación del territorio no ocupado: acciones para el reconocimiento del gobierno provisorio en el interior del país

El gobierno provisorio presidido por García Calderón diseñó una serie de medidas para lograr el reconocimiento y la legitimidad de su gestión: entre otras, cabe men- cionar la convocatoria del Congreso para que avalara su gobierno, y la organización de un aparato administrativo en la Magdalena para tratar los temas más urgentes e iniciar las conversaciones con las autoridades chilenas de ocupación.

51 La Situación fue un diario prochileno publicado en Lima durante la ocupación, entre junio de 1881 y mayo de 1882 (Varillas, 1979, p. 115). 52 Miguel A. Lama (Lima, 1839-1912). Fue catedrático de los cursos de Derechos Especiales, Derecho Procesal y Práctica Forense en la Universidad de San Marcos; secretario mayor del Tribunal del Consu- lado y del Juzgado de Alzadas; director de la Penitenciaría de Lima; notario y registrador de propiedades inmuebles; magistrado y fiscal. Ramos Núñez lo define como «un verdadero difusor e intérprete del Derecho positivo nacional», y como «un impenitente divulgador y anotador de códigos, leyes y regla- mentos» (2003, p. 398).

70 Parte I. Estudio preliminar

El gobierno provisorio era consciente de que tener la aprobación de Lima y de las zonas ocupadas no era suficiente para legitimarse53. Debía conseguir el apoyo de los vecinos y de los militares más notables del interior del país para reforzar su mandato. La tarea no se presentaba sencilla, puesto que en las zonas no ocupadas la figura de Piérola tenía gran popularidad, y jefes militares muy importantes —como Cáceres, Montero y Del Solar, que se desempeñaban como jefes político-militares— se opusieron en un principio al gobierno provisorio. Ante este panorama, García Calderón dispuso, entre febrero y marzo de 1881, el envío de emisarios personales a diversos pueblos del interior, con el fin de captar adhesiones. No tuvieron éxito, e incluso varios de ellos fueron detenidos y entregados a las autoridades pierolistas, quienes los juzgaron. En abril el presidente provisorio pensó en medidas más severas. Así, el 6 de abril fuerzas leales a García Calderón iniciaron un fallido levantamiento en Cerro de Pasco contra el gobierno de Piérola54. El 12 del mismo mes se produjo un similar intento en la provincia de Lucanas, igualmente fallido. Ante ello, García Calderón decidió el envío de dos expediciones militares, una a Huaraz —integrada por cuatrocientos hombres— y la otra a Huarochirí —con cien soldados—. Ambas fracasarían (Manrique, 1979, pp. 285-286)55. La expedición enviada a Huaraz fue dirigida por el coronel Isaac Recavarren56 en mayo de 188157, con el objetivo de destituir al prefecto de Áncash, Tadeo Terry,

53 Según explica Basadre, Trujillo, Chiclayo y Lambayeque, ciudades ocupadas por los chilenos, recono- cieron el gobierno provisorio. Meses más tarde, durante la incursión enemiga a la sierra central, Cerro de Pasco, Huánuco y Tarma hicieron lo mismo (1983, VI, p. 261). 54 Sobre las circunstancias del levantamiento en Cerro de Pasco, Yábar ofrece detalles muy importantes (2009, I, pp. 263-272). 55 Debe recordarse que hacia mediados de abril salió hacia la sierra la expedición militar chilena, enca- bezada por Letelier, e integrada por mil trescientos hombres. Por otro lado, se sabe que fueron las autoridades chilenas las que entregaron los fusiles que llevaron las expediciones organizadas por García Calderón para dirigirse a Huaraz y a Huarochirí. Tal como afirma Manrique, «quizás salva el honor peruano el hecho de que fueron fusiles peruanos, porque fueron los que recogieron después de la batalla de San Juan y Miraflores [...]» (1979, p. 286). 56 Isaac Recavarren Flores (Arequipa, 1839-Lima, 1909). Inició su carrera militar en 1854, en el con- texto de la rebelión liderada por el general Ramón Castilla contra el régimen del presidente José Rufino Echenique. Participó en el combate del 2 de mayo de 1866. Durante la guerra con Chile participó en varias acciones, como la defensa de Pisagua y las batallas de San Francisco y Tarapacá en noviembre de 1879. En la campaña de Lima, estuvo en las batallas de San Juan y Miraflores, y fue herido en esta última. Establecido el gobierno de la Magdalena, fue nombrado prefecto de Lima y dirigió una frustrada expedición a Áncash. Participó también en la batalla de Huamachuco. Luego de la guerra, fue elegido senador por Arequipa en 1890, y en 1900 fue nombrado prefecto del mismo departamento. Casó con María Trinidad García Calderón Landa (Comisión Permanente de Historia del Ejército del Perú, 1982, p. 62; Centro de Estudios Histórico-Militares del Perú, 1999, p. 49; Tauro, 2001, 14, pp. 2222-2223). 57 Las tropas se embarcaron en Chorrillos el 16 de mayo, en el vapor inglés Arequipa, con dirección a Casma. García Calderón personalmente les dirigió una arenga (Basadre, 1983, VI, pp. 261-262).

71 El Estado en la sombra. El Perú durante la ocupación chilena quien se mantenía leal a Piérola. Luego de la ocupación de Lima, Terry había pre- parado la defensa de Huaraz frente a los chilenos, para lo cual reagrupó a reclutas dispersos que habían llegado desde Lima. Ante el arribo de la expedición encabezada por Recavarren, Terry desmovilizó sus fuerzas, y cuando aquella estuvo ya instalada en Huaraz, las reagrupó y procedió a cercar a las del gobierno provisorio. Según Thurner, la impopularidad del gobierno de García Calderón era tal, que parte de la tropa de Recavarren pasó a integrar las «fuerzas nacionales» de Terry. Esto repercutió en la población, que quedó con la idea de que el gobierno provisorio «parecía provo- car más dolor a sus ciudadanos que los aún lejanos chilenos» (2006, pp. 120-122). En cuanto a la expedición que se dirigió a Huarochirí, Cáceres —al recibir noti- cias de ella— ordenó al subprefecto de esa localidad, Ricardo Bentín58, que tomara acciones. Este preparó una emboscada en Chicla, tras la cual capturó a los integrantes de la expedición. Cuatro de los jefes fueron trasladados a Ayacucho para ser juzgados por Piérola. Los demás oficiales, la tropa y el armamento pasaron a estar a disposición de las fuerzas de Cáceres (Manrique, 1979, pp. 286-287). El hecho de que, en un principio, buena parte de la población hubiera perci- bido al gobierno provisorio como colaborador de las autoridades chilenas constituyó un factor que dificultó grandemente el logro de la legitimidad política de parte de aquel. En efecto, cuando las tropas chilenas ocupaban permanente o temporalmente un territorio, reconocían a las autoridades dependientes del gobierno provisorio. Esto sucedió, por ejemplo, en los departamentos de Lima, Lambayeque y La Liber- tad; igualmente, en las jurisdicciones de Tarma, Cerro de Pasco e Ica. Sin embargo, cuando se retiraba el ejército de ocupación —sobre todo en el caso de las localidades ubicadas en la sierra— eran las autoridades pierolistas las que volvían a tomar el con- trol de la situación (Yábar, 2009, I, cap. 3)59.

58 Ricardo Bentín Sánchez (Lima, 1853-1921). Como subprefecto de Huarochirí, durante la guerra organizó varios movimientos contra las tropas chilenas y dirigió las montoneras de San Mateo. Apoyó a Cáceres durante la resistencia de la Breña. Luego de la guerra fue elegido diputado por Huarochirí en varias legislaturas, y en 1915 accedió a la vicepresidencia de la república durante el segundo mandato de José Pardo (Tauro, 2001, 3, p. 351). 59 Belisario Ojeda, quien estuvo a cargo del archivo del gobierno provisorio, elaboró un documento, fechado el 7 de julio de 1881, en Magdalena, en el cual enumeró las provincias que habían manifestado su adhesión al gobierno provisorio, y cuyas actas de adhesión conservaba en ese archivo. Se trataba del Callao, Trujillo, Pacasmayo, Lambayeque, Chiclayo, Celendín, Huancabamba, Huaraz, Huari, Santa, Huánuco, Cerro de Pasco, Luya, Moquegua, Pataz, Otuzco y Lima (AMNAAHP, Colección Velarde, legajo 5, documento 7).

72 Figura 7. Comunicación del ministro de Justicia, Culto, Instrucción y Beneficencia del gobierno provisorio al director de la Penitenciaría de Lima. Yungay, 6 de junio de 1882 Fuente: Archivo APC. El Estado en la sombra. El Perú durante la ocupación chilena

Fue la confirmación del apoyo norteamericano al gobierno provisorio lo que ofreció a este el aliento que requería para atraer la adhesión de los principales jefes milita- res peruanos. Este factor desbarató los planes de Piérola y del presidente boliviano Narciso Campero60 de iniciar una contraofensiva contra Chile para liberar Tacna, Tarapacá y Lima. Poco a poco, como lo veremos más adelante, los líderes militares fueron cambiando de actitud con respecto al gobierno provisorio, que ya en esos momentos estaba bajo el liderazgo del contralmirante Lizardo Montero. Sin embargo, el reconocimiento de los líderes militares seguía siendo insufi- ciente. Se debía hacer campañas para convencer al resto del país. Entre las estrategias formuladas por el gobierno provisorio estuvieron la promoción de juntas patrióticas en provincias, el nombramiento de nuevas autoridades, civiles y militares, avaladas tanto por el jefe político-militar de cada zona como por el gobierno central. Estos procesos, en algunos casos, culminaron en enfrentamientos entre peruanos. En los documentos que publicamos en este libro, dos de estos casos resaltan: los enfrentamientos en Ica y en Ayacucho, entre enero y febrero de 1882. Luego de la renuncia de Piérola, el coronel Pedro Mas61, en ese momento destacado en Ica como autoridad nombrada por la dictadura, anunció que no reconocería el gobierno provisorio «hasta que lo juzgue conveniente». Dicha actitud fue considerada preocu- pante por la Delegación en Lima, por lo que se indicó al coronel Belisario Suárez62, comandante en jefe del Ejército de Operaciones, que movilizara a Ica las fuerzas necesarias para reducir al coronel Mas y restablecer el orden [9]. En esa jurisdic- ción se encontraba también destacado Manuel A. Villavicencio63 como representante

60 Narciso Campero Leyes (Tarija, 1815-Sucre, 1896). Militar boliviano. Participó en la batalla del Alto de la Alianza, que significó para Bolivia la pérdida de su litoral. Al destituir al presidente Hilarión Daza se hizo cargo de la presidencia y de la jefatura del ejército. Planteó al Perú la posibilidad de llegar a una tregua con Chile, y al ser desestimada mantuvo la alianza, a pesar de que en Bolivia había surgido una corriente a favor de la tregua (Barnadas, 2002, I, p. 418). 61 El coronel Pedro Mas fue nombrado jefe político-militar del departamento de Ica por el gobierno de Nicolás de Piérola (Pachas, 2007, p. 221). Se negó a aceptar la autoridad del gobierno provisorio. 62 Belisario Suárez (Arica, 1839-Lima, 1910). En junio de 1879 fue nombrado jefe del Estado Mayor General del Ejército. Participó tanto en las campañas del sur como en la defensa de Lima, en 1881. Luego de la derrota se trasladó a Arequipa. Estando allí fue llamado por el gobierno de García Calderón para que colaborara en las acciones conducentes al reconocimiento del gobierno provisorio, para lo cual estuvo en el Cuzco y en Apurímac. Consolidado el gobierno provisorio a nivel nacional, fue nombrado jefe de las Fuerzas de Operaciones en Islay para la defensa del puerto de Mollendo. En enero de 1883, estando el gobierno provisorio establecido en Arequipa, fue nombrado ministro de Guerra y Marina (Rubatto & Sánchez, 1989, pp. 18-30). 63 Capitán de navío Manuel A. Villavicencio (Lima, 1842-1925). Cuando estalló la guerra con Chile comandaba el transporte «Chalaco», para luego pasar a la corbeta «Unión». Al mando de esta enfrentó en varias ocasiones los barcos enemigos. Al producirse la ocupación de Lima, tuvo que cumplir la orden de hundir la corbeta. A partir de ese momento pasó a ocupar diversos cargos públicos, como el

74 Parte I. Estudio preliminar del gobierno provisorio. Es probable que el hecho que desencadenara el enfrenta- miento fuera el reconocimiento del gobierno provisorio por parte de la provincia de Chincha el 31 de diciembre de 1881 [15]. En efecto, el 5 de enero de 1882 las fuerzas de Mas arribaron a Chincha para someter nuevamente a esa población; no lo consiguieron, pero se provocaron enfrentamientos, saqueos e incendios en esa ciudad el 7 de enero (Pachas, 2007, pp. 236-239). La Delegación dio cuenta de estos hechos en una comunicación al ministro de Gobierno [27]. La lucha entre estos dos grupos de peruanos fue de tal magnitud que el gobierno chileno de ocupación ordenó a ­Leoncio Tagle intervenir y ocupar nuevamente la zona (Lynch, 1882, pp. ­221-224)64. Mas y los suyos se retiraron a la sierra de Ica y los enviados del gobierno provisorio se desplazaron hacia el sur65. A pesar de estos acontecimientos, la actitud del coronel Mas no cambió. Yábar considera que la expectativa de los militares pierolistas era que Cáceres asumiera el liderazgo peruano antes que el gobierno provisorio (2009, III, p. 159), pero al no suceder esto, como señala Manrique, «el partidarismo con gran virulencia» se extendió a las fuerzas militares hasta desmotivarlas (1981, p. 132). Cáceres, en sus memorias, afirmó que las revueltas fueron instigadas por el mismo Piérola desde Lima (1973, pp. 127-128). Hay que observar que por estas fechas, en Lima, Piérola y sus allegados estaban formulando la creación del Partido Nacional. En cuanto a los enfrentamientos en Ayacucho, debe recordarse que en noviem- bre de 1881, luego de renunciar a la presidencia, Piérola había ordenado al coronel Arnaldo Panizo66 que pusiera su ejército bajo las órdenes de Cáceres. Luego de que este reconociera al gobierno provisorio, en febrero de 1882, Panizo le comunicó

de prefecto de Ica. Al concluir la guerra se le encomendó el mando del vapor «Santa Rosa». Llegó a ser comandante general de la Escuadra y director de la Escuela Naval. Fue elegido senador por Áncash en 1886, y se desempeñó como ministro de Guerra y Marina en 1883, en 1893 y en 1902 (Castañeda & Ortiz, 2007, p. 276). En 1902 fue nombrado director de la Escuela Naval. En 1923 se le otorga el grado de vicealmirante (El Comercio, 1994, III, p. 192). En El Perú Ilustrado, del 16 de febrero de 1889 hay una biografía de este personaje. 64 Para Lynch, la rivalidad entre estas dos fuerzas peruanas radicaba en la disputa por los «fuertes tribu- tos que agobian al país y hacen del todo odiosa su existencia, tanto a nacionales como a extranjeros», ingresos que bien podían beneficiar al ejército de la ocupación (1882, documentos, p. CCXVI). 65 Francisco Yábar (2009, III, pp. 167- 193) y Rolando Pachas (2007, pp. 217-249) efectúan un análisis más profundo sobre estos hechos. 66 Arnaldo Panizo era coronel de artillería al momento de declararse la guerra con Chile. Participó en la campaña del sur y en la defensa de Lima. En octubre de 1881 se encontraba en Ayacucho y fue nombrado por Piérola comandante en jefe del ejército del Sur. Cuando Piérola dimitió y ordenó que sus fuerzas militares pasaran a estar bajo las órdenes de Cáceres, Panizo acató esa disposición. Sin embargo, cuando Cáceres se adhirió al gobierno provisorio, desconoció su autoridad (Manrique, 1981, pp. ­141-142).

75 El Estado en la sombra. El Perú durante la ocupación chilena que no obedecería, porque consideraba que el rechazo popular hacia el gobierno pro- visorio era absoluto. Este desacato provocó el enfrentamiento en el cerro ­Acuchimay, en Ayacucho, el 22 de febrero de 1882, en el que triunfó Cáceres, a pesar de con- tar con fuerzas menos numerosas que las de Panizo. Para Basadre este combate fue «absurdo», ya que en buena medida se debió a una mala comunicación entre ambos militares, y al hecho de que Panizo no madurara la idea de que era importante la unión de fuerzas contra el invasor chileno. Como consecuencia de este enfrenta- miento la ciudad de Ayacucho fue tomada por las fuerzas de Cáceres, y Panizo fue apresado y sometido a un consejo de Guerra, junto con los jefes que lo habían seguido [64, 334 y 343]. En opinión de Basadre, este episodio fue resultado de la «quiebra del Estado organizado que se había producido en el Perú y de la confusión espiritual que desconcertaba a muchos peruanos de buena fe en aquella época patética» (1983, VI, pp. 289-290). La Delegación transmitió los detalles de este enfrentamiento, publicados en los periódicos La Situación y El Registro Oficial de Ayacucho, a muchos destinatarios, como el ministro de Gobierno, los ministros plenipotenciarios en Bolivia y Francia, y el jefe político-militar del Sur [64, 66, 327 y 343]. Paralelamente, algunas localidades se iban adhiriendo a la autoridad del gobierno provisorio. Así, por ejemplo, el 29 de diciembre de 1881 los delegados remitían al Secretario General de Estado copias de las actas suscritas por los vecinos de la ciu- dad de Tarma y de la villa de Acobamba, sometiéndose a la autoridad del gobierno provisorio [7]; el 5 de enero de 1882 le informaban que en la madrugada del 31 de diciembre la ya mencionada provincia de Chincha se había pronunciado también a favor del gobierno provisorio, y que el prefecto de Ica había establecido su residencia en el pueblo de Chincha Alta [15]; al mes siguiente, el 2 de febrero, los delegados comunicaban al ministro de Gobierno la adhesión al «orden constitucional» de las ciudades de Huacho, Jauja y Huancavelica, y de los pueblos de Sincos, Huaripampa, Mito y San Francisco de Orcotuna [35]. En resumidas cuentas, en sus inicios el gobierno provisorio fue considerado por muchos como una administración manejada por los chilenos y en ese contexto se produjeron los enfrentamientos entre los partidarios de Piérola y los de García ­Calderón. El reto de unificar al Perú bajo una sola autoridad tuvo muchos obstáculos muy difíciles de sortear, no solo por la compleja geografía de nuestro territorio, sino por la complicada forma de entender y hacer política en tiempos de guerra.

76 Parte I. Estudio preliminar

2.4. La organización administrativa

2.4.1. Gobierno central Tras la deportación de Francisco García Calderón, el contralmirante Lizardo Montero­ aceptó la vicepresidencia del gobierno provisorio, y la asumió el 15 de noviembre de 188167. Según Encina, en esta nueva etapa el gobierno tuvo «tres centros directivos»: en el Norte, con Lizardo Montero; en el Centro, con Andrés A. Cáceres, y en Lima con el «comité civilista», en el que figuraban Manuel Candamo y Carlos M. Elías (1951, XVIII, p. 47)68. Los gabinetes ministeriales presididos por Montero, durante el tiempo registrado por los libros copiadores, aparecen en el cuadro 1. Tal como allí se señala, en abril de 1882 se produjo un cambio de ministros, poco después del traslado de la sede de gobierno de Cajamarca a Huaraz. Para Yábar, la administración de Montero fue «prolija y responsable». El traslado de Cajamarca a Huaraz respondió, fundamen- talmente, a la necesidad de mejorar las comunicaciones con la Delegación en Lima. Montero conoció ya en Huaraz el texto del protocolo Trescot-Balmaceda, y tuvo la intención de convocar a líderes pierolistas a su gabinete, con el fin de ofrecer una imagen de unidad en el contexto de la guerra. Por ejemplo, ofreció un ministerio al pierolista Antonio Arenas69, pero este no aceptó. En general, se trató de una gestión que buscó restablecer un orden político y administrativo, y para la cual la Delegación fue uno «de sus pilares más sólidos» (2009, III, pp. 353-357 y 394).

67 En una carta dirigida a Francisco García Calderón, el 15 de febrero de 1882, Montero le ofreció ser canjeado por él, para que este pudiera regresar al Perú y estudiar las posibilidades del establecimiento de los términos de la paz. Dice Montero en la carta: «Si usted le dijera al Gobierno de Chile: “Necesito ir al Perú con el objeto de estudiar el estado de la opinión pública e inquirir todo lo que pueda hacer en favor de la paz, dando como garantía la persona del contralmirante Montero, actual presidente de mi país, quien quedaría sujeto a responsabilidad, como prisionero de guerra, mientras yo estudio la situa- ción”: tengo la seguridad que adoptaría este nuevo camino que usted le presentara. [...] Comprometo solemnemente mi palabra para cumplir con fidelidad lo que usted acuerde con el Gobierno de Chile sobre el asunto que motiva esta carta» (García Calderón, 1949, pp. 62-63). Aportes importantes sobre la gestión de Montero en Cajamarca y sobre la participación de Cajamarca en la guerra con Chile son ofrecidos en las investigaciones de monseñor Dammert (1983) y de Francisco Yábar (2009, II). Sobre la gestión del gobierno de Montero, y en especial sobre las relaciones con Bolivia, debe consultarse el trabajo de Daniel Parodi (2001). 68 Encina no consigna la jefatura político-militar de José de la Torre en el Sur. 69 Antonio Arenas (Lima, 1808-1895). Hombre de derecho, fue representante del Perú en la confe- rencia de paz celebrada en Arica, en la corbeta norteamericana Lackawanna. Desempeñó importantes tareas políticas. Fue teniente en la quinta compañía del batallón N° 40 de la reserva en la campaña de Lima de 1881 (Ministerio de Guerra, 1981, p. 104).

77 El Estado en la sombra. El Perú durante la ocupación chilena

Tabla 1. Gabinetes ministeriales del gobierno provisorio (diciembre 1881 - julio 1882)

Presidente: Francisco García Calderón (deportado) Vicepresidente: Lizardo Montero Secretario general de Estado: Rafael Villanueva Ministerios Enero 1882 Abril 1882 Presidencia del Consejo Juan Manuel Arbayza Juan Manuel Arbayza Gobierno, Policía y Obras Públicas Jesús Elías Jesús Elías Hacienda y Comercio Manuel María Rivas Jesús Elías Guerra y Marina Francisco García León Francisco García León Justicia, Culto, Instrucción y Beneficencia Mariano Álvarez Juan Manuel Arbayza Relaciones Exteriores Juan Manuel Arbayza Mariano Álvarez

Fuente: la información para la elaboración de este cuadro ha sido tomada de documentación del Archivo Central del Ministerio de Relaciones Exteriores (ACMRE, CC149, 1881-1882 3.1.1882 ff. 29v-30) y de nuestros propios libros copiadores [146].

La mayoría de los ministros de los gabinetes de Montero tenía vinculación con el Partido Civil. Juan Manuel Arbayza, que había sido vocal de la Corte Suprema de Justicia de Cajamarca, ha sido definido por José Carlos Martin como un «antiguo corifeo del Partido Civil» (1972, p. 24); Jesús Elías70, hermano del delegado Carlos M. Elías y cuñado de Lizardo Montero, fue uno de los notables que participaron de la elección de García Calderón (Guerra, 1991, n. 58); Manuel María Rivas71, profesor universitario y miembro del Partido Civil, estuvo junto a Manuel Candamo en el mismo batallón en la campaña de Lima (Puente Candamo & Puente Brunke, 2008, p. 113) y fue senador por Ayacucho en el Congreso de Chorrillos e inte- grante de la Junta Patriótica; Francisco García León fue deportado junto con Manuel ­Candamo; y finalmente Mariano Álvarez72 integró la Junta Patriótica que asesoró a la ­Delegación, y fue deportado por no pagar el cupo exigido por los chilenos.

70 Jesús Elías de la Quintana. Natural de Ica, era hermano del delegado Carlos M. Elías (Lasarte & Miranda, 1993, p. 253). En diciembre de 1881 fue nombrado «delegado especial» del gobierno provi- sorio en Trujillo (ACMRE CC150, 1881-1882 3.12.1881). Cuando el gobierno de Montero se trasladó a Arequipa, fue nombrado jefe político-militar de los departamentos del norte (Cáceres, 1973, p. 187). 71 Manuel María Rivas (Lima, 1832-1892). Abogado, diplomático y profesor universitario, formó parte del Partido Civil. Fue uno de los fundadores de La Opinión Nacional en 1873. Durante la guerra con Chile participó en la campaña de Lima, y representó al departamento de Ayacucho en el ­Congreso de Chorrillos. Durante el gobierno de Montero fue ministro de Hacienda, hasta abril de 1882 (Tauro, 2001, 14, pp. 2263-2264; El Perú Ilustrado, 10 de marzo de 1888). 72 Mariano Santos Álvarez Villegas (Lima, 1823-1893). Hijo de Mariano Alejo Álvarez, precursor de la Inde- pendencia. Fue estudiante carolino, abogado y personaje político desde la época del gobierno de ­Echenique.

78 Parte I. Estudio preliminar

Las primeras comunicaciones de la Delegación y de la Agencia Confidencial al gobierno central, fechadas en diciembre de 1881, fueron dirigidas al Secretario General de Estado, Rafael Villanueva73, porque aún no habían sido nombrados los ministros. Esas cartas estuvieron referidas a asuntos diversos, como nombramientos administrativos, contrataciones, movimientos de personal, pagos de sueldos a milita- res y otros funcionarios, actos de reconocimiento del gobierno provisorio de parte de algunas provincias, o negociaciones con el cuerpo diplomático acreditado en Lima [3, 5, 6, 7, 13, 161, 230, 246, 248 y 281]. Cuando los ministerios ya estuvieron constituidos, las comunicaciones más fre- cuentes fueron las dirigidas a los ministros de Hacienda, de Gobierno y de Relaciones Exteriores. Son muy reveladoras las cartas dirigidas al ministro de Gobierno, que ofrecen información sobre el orden interno del Perú: reportes sobre las provincias que iban reconociendo al gobierno provisorio; noticias sobre enfrentamientos de tropas peruanas con el ejército chileno; referencias a los movimientos de políti- cos opositores; nombramientos de prefectos y jefes militares; noticias sobre obras ­públicas. En definitiva, todo lo que acontecía en el Perú era reportado por la Dele- gación al ministro de Gobierno. Esas cartas reflejan el esfuerzo de la Delegación por establecer una red de comunicaciones, con la cual se buscaba afianzar la legitimidad del gobierno provisorio. En cuanto a los ministros de Guerra y de Justicia, la Delegación cumplió con enviarles las comunicaciones que se recibían para ellos. Así, por ejemplo, al ministro de Justicia le hicieron llegar comunicaciones de las Cortes Superiores del Cuzco,

Se identificó con Francisco García Calderón y fue ministro de Relaciones Exteriores durante el gobierno de Montero. Más tarde rechazó pagar el cupo exigido por los chilenos y fue desterrado al país del sur en 1882. Al igual que otros peruanos que vivieron el destierro en Chile durante la guerra, fue nuevamente exiliado después por el presidente Iglesias, y luego viajó a la Argentina. En 1886 fue elegido vocal de la Corte Suprema de Justicia y al año siguiente fue presidente del Consejo de Ministros y ministro de Hacienda (Tauro, 2001, 1, pp. 121-122; Martin, 1972, pp. 55 y 79; El Perú Ilustrado, 3 de setiembre de 1887). En La Patria. Diario de la mañana (8 de agosto de 1882) se habla de él con ironía y tono negativo en la llamada «Galería de hombres célebres de Lima». 73 Rafael Villanueva (Cajamarca, 1839-Lima, 1931). Abogado y político. Inició sus estudios de juris- prudencia en la Universidad de San Marcos, pero los culminó en la Universidad Nacional de Trujillo en 1867. Fue director del Colegio Nacional de San Ramón de Cajamarca y secretario de la prefectura departamental entre 1868 y 1872. Fue senador por Cajamarca entre 1876 y 1879. Iniciada la gue- rra, asumió la secretaría de la jefatura político-militar de los departamentos del norte, bajo el mando del contralmirante Montero. Posteriormente asumió la secretaría general del gobierno de Montero. ­Después de la guerra presidió la junta departamental de Cajamarca en 1885, y fue senador durante varias legislaturas, entre 1886 y 1916. En 1903 tuvo una importante intervención para que los partidos Civil y Constitucional concertaran la candidatura presidencial de Manuel Candamo. Fue presidente del Consejo de Ministros entre 1909 y 1910, durante el primer gobierno de Augusto B. Leguía (Tauro, 2001, 17, p. 2750; Congreso de la República, 1998, pp. 703-814; El Comercio, 1995, IV, p. 209).

79 El Estado en la sombra. El Perú durante la ocupación chilena

Puno y Piura [67, 109, 193, 228 y 236]. En el caso del ministro de Guerra, la Delegación envío y recibió comunicaciones del general Cáceres, entre otras cosas para solicitar armamento para su tropa, y para referirse al movimiento de esta en la provincia de Chancay [160]. 2.4.2. Jefaturas superiores político-militares Las tres jefaturas superiores político-militares —correspondientes al Norte, Centro y Sur del Perú— fueron creadas durante la dictadura de Piérola, a raíz de la situación de guerra que vivía el país. Aquellas fueron mantenidas por el gobierno proviso- rio, «obedeciendo a las leyes de la necesidad y de la convivencia para la satisfacción de exigencias inmediatas e indispensables», tal como lo manifestó Manuel Velarde, ministro de Gobierno de la gestión de Montero en Arequipa (1883, p. 2). Antes de la renuncia de Piérola, en octubre de 1881, la jefatura del Norte estaba a cargo de Lizardo Montero, quien había sido nombrado en enero de 1881; la del ­Centro, a cargo de Andrés A. Cáceres, nombrado en abril de 1881; y la del Sur a cargo del coronel José de la Torre, quien se había autoproclamado como tal en octu- bre de 1881 (Basadre, 1983, VI, pp. 255 y 275; Yábar, 2009, I, p. 302). En el cuadro 2 se detallan los departamentos comprendidos por cada una de las jefaturas.

Tabla 2. Jefaturas superiores político-militares (diciembre 1881-julio 1882)

Jefaturas Departamentos Norte Piura, Cajamarca, Amazonas, Áncash, Lambayeque, La Libertad y Loreto Centro Ayacucho, Huancavelica, Huánuco, Ica, Junín , Lima y Callao Sur Moquegua, Arequipa, Puno y Cuzco

Fuente: Dancuart y Rodríguez, 1903-1926, XV, pp. 3a-4a. Este cuadro responde a la organización de las jefaturas político-militares durante la dictadura de Piérola.

El gobierno provisorio, ya presidido por Montero, creyó oportuno continuar con esta división política y militar: el gobierno central se encontraba distante —en Cajamarca— y las comunicaciones eran irregulares al estar diversos puntos del país ocupados por el ejército chileno. Por eso, una tarea inicial y urgente para el gobierno provisorio fue la de conseguir el reconocimiento de los jefes político-militares de las tres jurisdicciones. El primero en reconocer el gobierno provisorio había sido José de la Torre, al asumir la jefatura político-militar de los departamentos del sur luego de destituir a Pedro Alejandrino del Solar, y de desconocer la autoridad de Piérola, el 7 de ­octubre

80 Parte I. Estudio preliminar de 1881 (Basadre, 1983, VI, p. 275). Días después, el 23 de octubre, hizo lo propio Lizardo Montero, al aceptar el cargo de primer vicepresidente. Finalmente, un mes después, Cáceres desconocía el gobierno de Piérola, pero sin someterse el gobierno provisorio. Es más, sus mandos lo habían proclamado «Jefe Supremo de la ­República» (Cáceres, 2010, anexo 11, p. 138), cargo que finalmente no aceptó. Para los dele- gados del gobierno provisorio en Lima, esa situación era preocupante, tal como lo escribieron en una comunicación de diciembre de 1881:

Actos posteriores, que han llegado al conocimiento de esta Delegación, la con- firman en la creencia de que ese general [Cáceres] resiste secundar con lealtad el propósito que anima hoy a todos y cada uno de los pueblos de la República, y que quiere exhibirse ante ella, en una actitud desde luego insostenible, pero que para- liza los esfuerzos del Supremo Gobierno para la pronta terminación de la guerra, con la apariencia de una anarquía que en realidad no existe, pero que da al invasor el pretexto para continuar en su sistema de depredaciones y de destrucción [2].

Al parecer, Cáceres pensó en la posibilidad de presidir una junta de gobierno, a partir del respaldo de sus subordinados y de sectores importantes de los departa- mentos del centro del Perú. Sin embargo, la idea no prosperó, y Cáceres reconoció el gobierno de Montero en enero de 188274. Tal como él escribió, no dudó en antepo- ner los intereses nacionales a cualquier ambición personal:

En la actualidad no hay sacrificio que no pueda arrostrarse en aras de la patria, ni intereses que no puedan posponerse a los sentimientos de abnegación y despren- dimiento, cuyos consejos, que siempre me he cuidado consultar en mi carrera pública, no me han permitido deferir [sic] a la investidura de jefe supremo que el Ejército me confirió y que los departamentos del centro ratificaron con sus entusiastas adhesiones, tributando, sin duda, inmerecido honor a los nobles pro- pósitos que han guiado mis actos en el puesto que desempeño, no solo porque debía alejar de mí toda sospecha de ambición bastarda, sino también porque era necesario dejar al país campo abierto para el pleno ejercicio de su soberanía (2010, anexo 12, pp. 141-142).

Así, pues, hacia fines de enero de 1882 las tres jefaturas político-militares en las que se dividía el territorio peruano se habían alineado con el gobierno provisorio.

74 En su memoria como jefe superior político y militar (1883), Cáceres señaló haber tenido un fuerte apoyo por parte de los «pueblos del centro», a los que llamó a consulta popular para saber su opinión sobre el posible establecimiento de un nuevo gobierno, porque el provisorio «surgía a la sombra de la bandera chilena». Finalmente decidió desistir de ese propósito, no solo porque «su realización era tardía, sino también porque estaba lejos de responder a la natural ansiedad con que todos aspiraban poner término a una situación indefinida y asaz angustiosa» (2010, pp. 106-107; anexo 12).

81 El Estado en la sombra. El Perú durante la ocupación chilena

Sin embargo, la situación distaba de ser estable. Faltaba nombrar al jefe político- militar del Norte, al haber asumido Montero la vicepresidencia. Además, el jefe político-militar del sur, De la Torre, era enemigo personal de Montero (Yábar, 2009, III, p. 9). Y la adhesión de Cáceres, en el centro del país, había sido más fruto de un sacrificio que de una decisión entusiasta. En ese contexto, la Delegación del gobierno en Lima empezó a actuar y a comunicarse con las jefaturas político-militares del Centro y del Sur. Desde fines de febrero la comunicación con Cáceres fue muy fluida: se le enviaron tres mil soles plata para cubrir los gastos más urgentes, y se le solicitó información detallada de la situación de las fuerzas que comandaba, con el fin de transmitir al gobierno provisorio sus necesidades [56]; además, se decidió destinarle la tercera parte de los derechos de aduanas correspondientes a los productos que salían del Perú con destino a Bolivia, de acuerdo con lo establecido por el tratado de aduanas suscrito entre ambos países [81 y 82]. A pesar de estas acciones, la falta de fondos seguía siendo el principal problema de la jefatura político-militar del Centro. En una opor- tunidad, en abril de 1882, Cáceres efectuó pagos con una serie de letras de cambio que debían ser cubiertas en Lima. Las letras fueron protestadas, ya que habían sido giradas por personas que no contaban con autorización para ello; además, no se contaba con los fondos necesarios. Por eso, los delegados le comunicaron a Cáceres que en cuanto dispusieran de fondos para el ejército del Centro se apresurarían a enviárselos, y le pedían que se abstuviera de girar letras sin que se le hubiera transmi- tido la seguridad de que pudieran ser cubiertas en Lima [155]. Subrayaron que «la escasez y la penuria que por todas partes se advierte» les impedían en ese momento enviarle recursos [156]. Desde junio, Cáceres solicitó con insistencia la provisión de armas y de fondos para su ejército, al igual que el envío de tropas hacia la sierra central. Estos pedidos fueron transmitidos por la Delegación a diversas autoridades, como el ministro de Guerra [230, 231 y 246], el prefecto de Lima [248] y el jefe político-militar del Sur [255]. Los delegados sentían gran inquietud por no poder enviar a Cáceres los recursos que necesitaba, y así se lo hicieron saber en comunicación del 24 de junio:

Muy sensible es para este despacho la difícil situación que atraviesa el Ejército del Centro [...]; y mucho más aún no poder atender inmediatamente a las exigencias de que V. S. se encarga. Los esfuerzos hechos por esta Delegación para arbitrarse fondos, no han correspondido hasta ahora al interés que toma en asunto de tan vital importancia [...]; pudiendo usted estar seguro de que, una vez que logre su objeto, cuidará de auxiliar de preferencia al Ejército que obedece a V. S. [264].

82 Parte I. Estudio preliminar

Sobre la colaboración entre la Delegación y Cáceres es muy ilustrativa la carta que el coronel Mariano Muñoz publicó varios años después, en la cual brindaba su testimonio con respecto a los apoyos que desde Lima se enviaban al jefe político- militar del Centro:

Durante la guerra con Chile fui Jefe del Parque General del Ejército, bajo las órdenes del distinguido militar, hoy General Jefe del Estado, de quien recibí la más alta confianza. En este puesto, raro era el mes que no llevara de esta capital, armas, municiones y vestuario para el Ejército del Centro, a más de otros asuntos de mayor importancia que traía para personas principales de esta capital, con quienes me entendía, entre ellos el señor don Manuel Candamo, una de las figuras más altas del país, y otras muchas bastante visibles y de elevada posición75.

Desde su jefatura, Cáceres debía encargarse de los nombramientos de cargos en su jurisdicción. Al establecerse en Ayacucho resolvió que, para un mejor manejo administrativo, crearía tres secretarías: de Guerra, de Hacienda y de Gobierno (1973, p. 173). Sin embargo, las dificultades de las comunicaciones con Lima generaron algunas faltas de coordinación, que llevaron a la Delegación a efectuar nombra- mientos de autoridades dentro de la jurisdicción presidida por Cáceres. Ocurrió así cuando la Delegación, con la autorización del ministro de Gobierno, realizó el nom- bramiento del subprefecto de la provincia de Yauyos. En efecto, el 24 de junio se envió a Cáceres un documento aclaratorio indicando las razones por las cuales se había procedido a dicho nombramiento, señalándosele que la intención no era la de interferir en sus decisiones, sino la de «coadyuvar a la más ordenada y expedita marcha de la administración pública» [261]. El 22 de julio de 1882 Cáceres envió una larga carta a los delegados en la que informaba en detalle de las actividades que estaba realizando en la sierra central con el fin de enfrentar con éxito a las tropas chilenas. Daba cuenta de que, tras los triunfos de Pucará, Marcavalle y Concepción, las tropas chilenas habían sido desalojadas del departamento de Junín. Además, elogiaba de modo entusiasta el apoyo que recibía de la población de la sierra central, y específicamente aludía al «levantamiento en masa y espontáneo de todos los indígenas del departamento de Junín y Huancavelica, prestando con su concurso valiosísimos servicios» (Castro, 2009, pp. 230-232). Cáceres preparó una memoria de su labor como jefe político-militar del Centro, en la que dio cuenta de su gestión en todos sus aspectos: desde la campaña contra los chilenos hasta la crisis educativa producto de la guerra. Así, vemos que en el ámbito

75 El Comercio, Lima, 26 de enero de 1895.

83 El Estado en la sombra. El Perú durante la ocupación chilena hacendario tuvo que tomar «medidas económicas de urgencia», dada la falta de fondos para sostener a la tropa y para solventar los gastos de la campaña; por ello tuvo que tomar el dinero de las rentas de los gobiernos locales, de las sociedades de beneficencia y de otras instituciones; solicitó en los diversos pueblos «donati- vos patrióticos», y subrayó que «siempre acogieron mi demanda con abnegación y desprendimiento»; incluso intentó tomar posesión de terrenos de propiedad del Estado que estaban «poco menos que usurpados» por particulares, en las provincias de ­Lucanas y ­Parinacochas. Sin embargo, las necesidades económicas de su jefatura siguieron siendo apremiantes (2010, pp. 111-112)76. A finales de febrero de 1882, mes en que el gobierno decidió trasladar su sede a Huaraz, se designó a Miguel Iglesias como nuevo jefe político-militar en el Norte [54]. El gobierno provisorio dejó a mil trescientos soldados armados al mando de Iglesias (Velarde, 1883, p. 11). A pesar de ello, varios vecinos decidieron no reco- nocer la autoridad de Iglesias y pretendieron, sin éxito, designar al coronel José Mercedes Puga como «director constitucional y jefe superior político y militar del Norte» (Dammert, 1983, p. 36). El nombramiento de Iglesias sorprendió en todos los sectores políticos, ya que incluso había corrido el rumor de que el caudillo cajamarquino había destituido a Montero (Palma, 1984, pp. 141 y 144). Iglesias había combatido junto con Piérola durante la campaña de Lima; luego de la ocupación chilena de la capital estuvo dete- nido por las tropas de ocupación. Los chilenos permitieron su retiro a Cajamarca a cambio de su compromiso de no intervenir más en la guerra. Al igual que Cáceres, Iglesias manifestó haber reconocido al gobierno provisorio, y aceptado la jefatura político-militar del Norte, por defender a la patria. Los objetivos de Iglesias eran dos: velar para que se consiguiera un acuerdo de paz con Chile, y colaborar para que el país se mantuviera unido. En el manifiesto que publicó el 1 de abril de 1882 señaló lo siguiente:

La unificación de la República era una necesidad inaplazable, perentoria. Se creyó que mi concurso, en condición determinada, podía contribuir a robustecerla y mi patriotismo me dictó apoyar al gobierno que acaba de inaugurarse con el beneplá- cito unánime de la nación (Yábar, 2009, III, p. 143).

76 Rafael Sánchez-Concha (1993) ha publicado veinte cartas, firmadas en su mayoría por el propio Cáceres, en las que se solicita a diversos hacendados de valles cercanos a Lima que contribuyan eco- nómicamente con el ejército del Centro. Estas cartas corresponden sobre todo al segundo semestre de 1882, es decir, cuando Candamo y Elías ya habían sido desterrados a Chile.

84 Parte I. Estudio preliminar

No hubo comunicación entre la Delegación y la jefatura a cargo de Iglesias, ya que en los libros copiadores no encontramos referencias a su gestión, salvo la noticia de su nombramiento. Hemos verificado, sin embargo, que Iglesias se comunicaba directamente con el gobierno central, establecido en Huaraz. En efecto, se conser- van una serie de cartas dirigidas por el propio Lizardo Montero, desde Huaraz, a Iglesias77. También se conservan cartas dirigidas a Iglesias por Jesús Elías, quien por entonces era ministro de Gobierno78. Según Yábar, Iglesias «fue cauto» al no manifestar sus diferencias con el gobierno provisorio; sin embargo, el mismo autor considera que ya se estaba gestando la «­ideología del gobierno regenerador» que aquel encabezaría meses después (2009, III, p. 144). Sin embargo, es probable que para Montero la relación más delicada, en los meses iniciales de 1882, fuera con el jefe político-militar del Sur, De la Torre; por ello se designó al capitán de navío Camilo Carrillo como «comisionado especial del Supremo Gobierno» en el Sur [45]. Así, entre enero y marzo coexistieron en el Sur De la Torre como jefe político-militar y Carrillo como comisionado del gobierno. Hay evidencias de la falta de sintonía y de coordinación entre Carrillo y De la Torre. En una carta dirigida al coronel Manuel Velarde, Carrillo ofrecía detalles:

La Torre se ha negado a reconocer mi carácter oficial, y solo mediante un escán- dalo habría quizá podido dominarlo. […] En muchas cosas me consulta y le doy mis opiniones con franqueza y patriotismo, pero soy demasiado viejo ya para no conocer y apreciar los hechos en su verdadero valor79.

77 Las cartas de Montero a Iglesias —fechadas entre abril y junio de 1882— estuvieron referidas a la mediación norteamericana en la guerra, y a diversos asuntos políticos (BNP, Correspondencia ­Particular-Onomástico. Cartas de Lizardo Montero a Miguel Iglesias). 78 Hemos podido consultar dos cartas dirigidas por Jesús Elías a Miguel Iglesias, ambas referidas al levantamiento de José Mercedes Puga en Cajamarca. En la primera de ellas, fechada el 3 de mayo de 1882, Elías afirma que la acción de Puga es criminal, y que debe ser reprimido con dureza. En la segunda, del 30 del mismo mes y año, felicita a Iglesias por su victoria frente a Puga (BNP, Correspon- dencia Particular-Onomástico. Cartas de Jesús Elías a Miguel Iglesias). 79 AMNAAHP, Colección Velarde, legajo 3, carta 56. Arequipa, 5.II.1882.

85 Figura 8. Andrés A. Cáceres Fuente: Archivo Histórico Riva-Agüero, Instituto Riva-Agüero de la PUCP.

Figura 9. Camilo Carrillo Fuente: Instituto de Estudios Histórico-Marítimos del Perú. Parte I. Estudio preliminar

La Delegación trató de mantener una comunicación fluida con De la Torre y con Carrillo, a quienes se les informó también de las acciones que llevaban a cabo los otros jefes político-militares y el propio gobierno central, y con quienes se coordina- ron los diversos actos administrativos. De la Torre no respondía a las comunicaciones de la Delegación, por lo cual esta le escribió instándole a mantenerse en contacto:

Hasta la fecha no hemos recibido contestación oficial de V. S. a las diferentes notas que le hemos dirigido, en uso de las facultades que el Supremo Gobierno nos tiene conferidas; y como la correspondencia que V. S. sostenga con nosotros debe elevarse al conocimiento de los respectivos ministerios, es indispensable que revista el carácter oficial, no obstante las indicaciones que V. S. creyese conveniente hacernos de una manera particular o privada. Llamamos, pues, la atención de V. S. sobre este punto, a fin de que en adelante pueda subsanar la omisión que dejamos indicada [76].

Días más tarde, los delegados escribieron a Carrillo tomando nota de que este había destituido a De la Torre:

Hemos recibido el oficio de V. S. de 18 del corriente, en que nos participa la medida que se ha visto precisado a adoptar, separando al coronel don José de la Torre del cargo de jefe Superior Político y Militar de los departamentos del Sur, por las graves causales que V. S. expresa y que ponían en peligro el orden constitu- cional en esa importante sección del territorio [80].

Las razones reales de la destitución de De la Torre no quedaron del todo claras. El ministro de Gobierno, Manuel Velarde, en su memoria de gestión, calificó el hecho como «un accidente político» (1883, p. 7)80. A Carrillo no le resultó fácil afirmar su autoridad, ya que tuvo que enfrentar a fuerzas militares leales al jefe desti- tuido. Este había logrado muchas adhesiones entre los militares que estaban bajo sus órdenes luego de que desconociera el gobierno de Piérola, a partir del ofrecimiento de «ascensos indiscriminados»81. Por su parte, Montero —presumiblemente en coor- dinación con Carrillo— decidió reforzar el frente militar en el Sur y organizar dos ejércitos: uno al mando de Manuel Velarde, con tropas de Arequipa, Puno y Moque- gua, y otro al mando de Belisario Suárez, con tropas del Cuzco y ­Apurímac [110].

80 El diario La Situación, del 25 de marzo de 1882, afirma que la destitución de De la Torre fue una acción coordinada entre Carrillo y varios vecinos de la ciudad de Arequipa: «Parece que los arequipeños, hartos de exacciones y gabelas impuestas por La Torre, y de cuyos producidos no daba cuenta, conclu- yeron por ponerse de acuerdo con Carrillo para deponer a aquel». 81 Carrillo fue muy explícito con respecto a las dificultades que le fueron presentadas por autoridades leales a De la Torre. Así, en carta dirigida a Manuel Velarde afirmó lo siguiente: «Bajo el punto de vista militar esto es una olla de puchero. No hay quien no sea coronel o comandante, y no hay prefecto que no se haya relevado [sic] contra mi voluntad. Así, Apurímac, Cuzco, Arequipa y Moquegua han recibido nuevos prefectos» (AMNAAHP, Colección Velarde, legajo 3, carta 56. Arequipa, 5.II.1882).

87 El Estado en la sombra. El Perú durante la ocupación chilena

Una de las misiones que específicamente se le encomendó a Carrillo como jefe político- militar del Sur fue la de vigilar la adecuada cobranza de los derechos de aduana de las mercancías que ingresaban por su jurisdicción, y la recepción de los bonos de aduana. Esos ingresos serían destinados al mantenimiento y dotación de las tropas del Sur y del Centro, y a sufragar los gastos administrativos de su jefatura [48]. 2.4.3. El impacto de la guerra en provincias. La Delegación y las prefecturas En marzo de 1881, desde la Magdalena, el gobierno provisorio envió una circular a los prefectos en la cual solicitaba su reconocimiento82. Al no recibir respuestas posi- tivas de varios de ellos, decidió nombrar nuevos prefectos, aunque estos no tuvieron éxito en afirmar su autoridad. Debemos hacer notar que las graves dificultades que en un principio tuvo el gobierno de García Calderón para ser reconocido en el interior del país estuvieron relacionadas con la percepción —bastante generalizada— de que se trataba de un gobierno que colaboraba con las autoridades chilenas. Manrique lo plantea del siguiente modo:

Este [el gobierno de García Calderón] era visto como el hijo dilecto del alto mando chileno, estableciendo sus detractores interesantes analogías históricas entre su ori- gen y el de otros gobiernos colaboracionistas. Para el Eco de Junín, la Magdalena era el equivalente del Versalles de 1870 y la vinculación entre el civilismo y el ejército ocupante era la misma que existió entre la burguesía francesa y el ejército prusiano que tomó París y la reinstaló en el poder para combatir a la Comuna (1981, p. 79).

Así, en los primeros meses de 1881 a García Calderón le costaba mucho ampliar sus áreas de influencia más allá de los departamentos de la costa ocupados por los chilenos; en el resto del país seguía siendo reconocida la dictadura de Piérola, a pesar de haber sido derrotado por los chilenos en la campaña de Lima (Basadre, 1983, VI, p. 263; Manrique, 1981, p. 120). El panorama fue cambiando meses después, y ya a fines de ese año no eran pocos los pueblos y departamentos que habían reconocido el gobierno provisorio. Las accio- nes que había ido emprendiendo García Calderón le generaron creciente adhesión en el país, ya que a lo largo de ese año fue dejando clara su independencia frente a los ocupan- tes chilenos. Así ocurrió con su persistente negativa a conversar sobre la paz con Chile si se exigía una cesión territorial; su rechazo a dicha posibilidad fue muy firme. Además, el ya mencionado apoyo de los diplomáticos norteamericanos a la posición del gobierno provisorio, y la simpatía del ministro Hurlbut por la causa peruana, terminaron gene- rando la decisión de las autoridades chilenas de detener a García Calderón, y de posteriormente desterrarlo al país del sur. Todo ello probó su independencia frente a las

82 «Circular del Ministro Velarde a los prefectos, pidiendo el reconocimiento del Gobierno Provisorio». Magdalena, 18 de marzo de 1881 (Cáceres, 1921, I, pp. CIV-CVI).

88 Parte I. Estudio preliminar autoridades de ocupación, y en este sentido fue creciendo la legitimidad del gobierno provisorio a lo largo del territorio peruano. Así, para fines de 1881 ya el gobierno pro- visorio —liderado entonces por Lizardo Montero— tenía el respaldo necesario como para efectuar nombramientos de prefectos, así como para cesar a las autoridades pre- viamente existentes y que pudieran estar identificadas con otras facciones políticas. Así, entre diciembre de 1881 y junio de 1882 se nombraron nuevos prefectos para los departamentos del Cuzco, Puno, Áncash, Huancavelica, Huánuco, Ica, Junín [57, 88, 98, 145, 171 y 172], Ayacucho, La Libertad (Yábar, 2009, III, pp. 28 y 272) y Loreto (2009, II, p. 203). Además, se hicieron varios nombramientos de subprefectos, como los de Yauyos, Huarochirí, Santa y Huaylas [147, 186, 192 y 220]. En efecto, contar con la adhesión de los prefectos era fundamental para el gobierno provisorio. Ya desde los tiempos de la anarquía posterior a la Independencia, las figuras de los prefectos habían sido clave en la vida política, y en los constantes conflictos entre caudillos. Sobre la importancia de la autoridad del prefecto es muy reveladora una comunicación que a inicios de la década de 1840 le dirigió Pedro Cisneros, prefecto de Tacna, a , en el contexto de las luchas que enfrentaban a aquel con Vivanco: «Estoy reducido a ser desde comisario hasta prefecto, y de ranchero a coman- dante general». Tal como afirma Mc Evoy, este comentario es muy revelador de cómo la labor de las autoridades provinciales —manteniendo el apoyo de sus poblaciones— era fundamental para el éxito de los movimientos armados (2015, I, p. 63). Si bien las normas constitucionales establecían como atribución del Poder Ejecu- tivo el nombramiento de los prefectos —que eran las autoridades departamentales— y de los subprefectos —autoridades provinciales— la realidad solía discurrir por cauces distintos, considerando la debilidad de la autoridad presidencial a lo largo del siglo XIX en el Perú, frente al poder de las diversas élites regionales. Por eso, el presidente no tenía la libertad necesaria como para nombrar a los prefectos sin considerar los balances de poder en las regiones; debía ganarse a los vecinos más importantes, los cuales muchas veces se encontraban enfrentados, y establecer alianzas para tener la capacidad de controlar cualquier situación que surgiese y afectara su poder (Mücke, 1999, pp. 179-180). Estas situaciones fueron fruto de lo que Carmen Mc Evoy ha denominado «cultura de guerra» —vigente durante los tiempos de anarquía polí- tica posteriores a la Independencia, cuando los intereses particulares o de grupos se anteponían a los del país— que se prolongó durante la época de la «prosperidad falaz», basada en los ingresos provenientes de la exportación del guano. Ese «Leviatán guanero» intentó desarrollar las dos funciones primordiales que todo Estado debía desempeñar: monopolizar la violencia y proteger a los ciudadanos. No lo logró, y por eso se estableció un «sistema de prebendas», en virtud del cual «el frágil Estado peruano y su respectiva caja fiscal fueron el botín que se disputaban las diversas van- guardias militares que existían en el país» (2007, pp. 48-57).

89 El Estado en la sombra. El Perú durante la ocupación chilena

A pesar de ello, lo cierto es que durante los primeros meses del desarrollo de la Guerra del Pacífico hubo desde el interior del país una respuesta muy positiva frente a las solicitudes de apoyo económico hechas por el gobierno. Se percibía un claro afán de defensa de los intereses nacionales. Desde diversos departamentos se enviaron tropas, aportes económicos y también productos para mantener a los ejércitos que combatieron en las campañas en el sur y en Lima83. Luego de la ocupación de Lima, la defensa en el interior del país fue asumida por las autoridades provinciales, lo cual fue positivo, ya que aquellas tenían un conocimiento más preciso y concreto de las peculiaridades de los correspondientes territorios (Mc Evoy, 1997, p. 214). En el caso de la sierra central, la población se mostró unida ante la amenaza chilena, sin manifestarse diferencias entre indíge- nas, blancos o mestizos. Tal como ha escrito Manrique, «la ocupación chilena había, en los hechos, desarticulado los mecanismos de coerción estatal implantados en el período anterior, reduciendo al mínimo su eficiencia; la participación indígena ten- dría que basarse pues, principalmente, en el consenso» (1981, p. 179). Sin embargo, a la larga la guerra mostró la fragilidad del sistema político en el Perú. En el curso de 1881, como ya se ha señalado, fueron frecuentes las pugnas de poder entre las autoridades pierolistas y las que reconocían al gobierno provisorio de García Calderón. Hubo casos de jurisdicciones en las que coexistieron dos pre- fectos —o dos subprefectos—, uno pierolista y el otro leal al gobierno provisorio. Por ejemplo, en marzo de 1881 había dos prefectos en Áncash y en Ica: en el primero de esos departamentos el pierolista era Tadeo Terry, y el que representaba al gobierno provisorio era Nicanor González (Yábar, 2009, I, pp. 412 y 417); en Ica, el prefecto nombrado por el gobierno de Piérola era Enrique Villena, y Jesús Elías era el que representaba al gobierno provisorio (2009, I, pp. 379-381 y 412). En setiembre de 1881, en Loreto, el prefecto pierolista era Juan Arévalo Villasís, y el nombrado por el gobierno provisorio era Pablo Santillán (2009, III, pp. 19 y 20). Para el gobierno provisorio liderado por Lizardo Montero, controlar el nom- bramiento de prefectos y de subprefectos era clave, toda vez que eran ellos quienes convocaban y reclutaban hombres para el ejército, y a la vez constituían apoyo ­fundamental de los jefes político-militares. Así se aprecia, por ejemplo, en los oficios que envió la Delegación al prefecto de Ica con respecto al enfrentamiento entre tro- pas peruanas en ese lugar, y que hemos mencionado en un apartado anterior; o en la

83 En cuanto a los aportes que desde diversos departamentos se hicieron, antes de la ocupación de Lima, se han estudiado, entre otros, los casos del Cuzco (Aparicio, 2003), de Arequipa (Carpio, 1991; Coloma, 2006), de Cajamarca (Dammert, 1983), de Puno (Hünefeldt, 1990; Núñez Mendiguri, 2006 y 2013), de Moquegua (Kuon, 1979), de Lambayeque (Miranda, 1927) , de Tarma (Santillana, 1998), de Huanta (Cavero, 1953, pp. 250-251), de Pachitea (Maúrtua, 1919, p. 18), de La Libertad (Rotary Club de Trujillo, 1931, p. 109), del Callao (Saco, 1936, pp. 316-317), de Camaná (1965, p. 339), de Chota (Berríos, 1967, p. 70) y de Ambo (Roland & Quispe, 2007, pp. 21-27).

90 Parte I. Estudio preliminar comunicación enviada el 25 de febrero de 1882 al prefecto de Huancavelica, Ignacio Alarco84, mediante la que se le pedía tomar las medidas necesarias frente a un posible ataque del coronel Mas, militar peruano que desconocía al gobierno provisorio. Luego de haber sido derrotado en Ica, Mas se encontraba cerca de Huancavelica, con algunas tropas. Al prefecto se le indicaba «impedir a todo trance» el retorno de Mas a Ica o a sus inmediaciones [57]. En la misma fecha los delegados se dirigieron al jefe político- militar del Centro, Andrés A. Cáceres. Le informaban que era «de absoluta necesidad debelar cuanto antes esa facción». Por eso, le encarecían que dictase las medidas opor- tunas con ese fin, y que contara con la colaboración del prefecto de Huancavelica [56]. La preocupación de los delegados con respecto al desempeño de los prefectos fue permanente. Así, en febrero de 1882 le manifestaban al ministro de Gobierno su inquietud por la conducta del prefecto de Áncash, coronel José D. Coloma, quien junto con el jefe de un batallón establecido allí, coronel Juan M. Raygada, «pone en peligro el orden público en ese importante departamento» [36]85. Además, los prefectos y subprefectos debían brindar seguridad a los emisarios, a la correspondencia y a los diversos envíos que la Delegación o el gobierno realizaban a través de sus correspondientes jurisdicciones; por ejemplo, en varias ocasiones esa seguridad fue solicitada a los subprefectos de Casma y Santa [122, 133, 259 y 275], ya que precisamente Casma era un punto usual de tránsito entre Lima y Huaraz, ciudad en la que el gobierno provisorio estuvo establecido a partir de marzo de 1882. También debían recaudar fondos para el gobierno o para las tropas, tal como se pone de relieve en la carta que le dirige Cáceres —como jefe político-militar del Centro— a Guillermo Ferreyros86 al nombrarlo prefecto de Junín y al subrayarle la importancia de su función de «procurar para el Ejército la mayor cantidad de fondos que fuere posible, teniendo en cuenta la urgente necesidad de satisfacer las exigencias que su conservación demanda»87. En efecto, fueron importantes las responsabilidades eco- nómicas de los prefectos: por ejemplo, el prefecto de Piura debía poner a disposición de la Delegación cuatro mil soles plata por mes [270]. Buena parte de la población del interior del país tuvo que afrontar el paso y la even- tual ocupación de sus jurisdicciones por parte de las tropas chilenas. Manrique refiere que al ocupar una población los chilenos convocaban a los vecinos para que se les leyera

84 Ignacio Alarco aparece como representante de la provincia de Huancavelica en la Asamblea Consti- tuyente de 1884 (Congreso de la República, 1998, p. 157). 85 El coronel Coloma había sido nombrado prefecto de Áncash en agosto de 1881. Por su parte, el coronel Juan M. Raygada fue nombrado en el mismo mes y año comandante general de las fuerzas de Áncash (Yábar, 2009, II, pp. 198-199). 86 Coronel Guillermo Ferreyros Senra (1841). Agricultor y ministro de Estado (Lasarte & Miranda, 1993, p. 287). 87 APC, Carta de Andrés A. Cáceres a Guillermo Ferreyros, 11 de julio de 1882.

91 El Estado en la sombra. El Perú durante la ocupación chilena un bando, en el que manifestaban que su propósito solo revestía hostilidad con respecto al «enemigo armado». Ofrecían «orden y garantías» e invocaban a la entrega de todas las armas que se poseyeran. Se amenazaba con la muerte no solo a quienes tuvieran armas y no las entregaran, sino también a quienes supieran de personas armadas y no las denunciaran. Se solía efectuar un registro general, y además se solicitaba vituallas para el mantenimiento de las tropas. El registro se hacía sobre todo en las casas de los soldados y oficiales que habían formado parte de las fuerzas que combatieron en San Juan y en Miraflores (Manrique, 1981, p. 145). Los chilenos pedían cupos en dinero y en especies; y en muchos casos procedían a destruir los inmuebles y haciendas. No hace falta subrayar la alteración del orden social y económico que esta situación trajo consigo. Por otro lado, también la población del interior del país tuvo que afrontar el paso de tropas y de guerrillas peruanas, que igualmente solicitaban contribuciones para su sostenimiento, ya fueran en dinero o en especies. Asimismo, solicitaban el reclu- tamiento de soldados para las tropas o las guerrillas. En varios casos, estas exigencias provocaron clara resistencia en la población (Contreras, 2012, p. 144). Sin embargo, debemos advertir que dichas exigencias no revistieron el alto grado de violencia y coacción propio de los requerimientos de las tropas chilenas. Además de las alteraciones que estos sucesos producían en el orden económico y social, hubo localidades que afrontaron otro tipo de adversidades, como epidemias de fiebre amarilla o de tifus. Esto ocurrió, por ejemplo, en Lambayeque, en Trujillo, en Tarma y en Junín88. En comunicación del 27 de febrero de 1882, los delegados del gobierno provisorio informaban a Camilo Carrillo, comisionado en el Sur, de que la epidemia de fiebre amarilla en Trujillo estaba causando graves estragos. Referían que había muerto por este mal un oficial chileno, y que era muy probable la retirada de las tropas de ocupación de esa zona. Además, informaban que, como medida de pre- caución, las autoridades chilenas planeaban cerrar al comercio algunos de los puertos del norte [58]89. También los delegados efectuaron envíos de medicinas a la sede del gobierno provisorio: así lo hicieron, por ejemplo, el 18 de febrero de 1882, cuando remitieron al ministro de Beneficencia doce tubos capilares de fluido vacuno y doce frascos de quinina «Pelletier», que les habían sido solicitados [52]. Igualmente, anun- ciaron que el 1 de junio de 1882 emprendería viaje a Huaraz un médico, para prestar servicios donde el gobierno lo considerara necesario. Con el médico se hizo el envío de «una caja de cirugía y un botiquín bien surtido», de acuerdo con lo solicitado. Se informaba también que la Delegación le había pagado al citado médico los gastos de viaje, así como una cantidad a cuenta de sus sueldos futuros [213].

88 Tanto la segunda memoria de Lynch (1884) como la primera de Cáceres (2010) relatan estos hechos. 89 El mismo día, los agentes confidenciales en Lima transmitían esa información a Manuel María del Valle, ministro peruano en Bolivia [321].

92 Figura 10. Anuncio comercial de la Quinina Pelletier Fuente: El Perú Ilustrado, 5 de abril de 1890, p. 1684. Medicamento solicitado por el gobierno provisorio a los delegados Candamo y Elías, mediante carta del 18 de febrero de 1882 [52]. El Estado en la sombra. El Perú durante la ocupación chilena

La Delegación fue planteada como instrumento fundamental del gobierno para tra- tar de mantenerse en contacto con todas las autoridades, lo cual era evidentemente muy difícil. En la medida de sus posibilidades, los delegados trataron de ayudar en ese propósito: por ejemplo, mediante el incentivo de la organización de juntas, como se aprecia en la circular enviada a los vecinos de Huancavelica y de Ayacucho [12]; o a través del envío de vacunas a zonas afectadas por epidemias [44 y 52]; o con la solicitud de la reactivación de la línea de ferrocarril entre Paita y Piura [72]; entre otras acciones. El caso del departamento de Lambayeque fue especialmente complejo, sobre todo por la falta de liderazgo de sus autoridades, las cuales abandonaron sus responsabili- dades ante la llegada de las tropas chilenas en 1880 (Torrico, 2012, p. 22). En efecto, durante el ataque y posterior ocupación de Lambayeque, el prefecto dejó la jurisdic- ción, al igual que la mayor parte de las autoridades locales, quienes «se dirigieron lo más lejos posible de las fuerzas chilenas, dejando a los principales poblados sin autoridad alguna y sujeta a los desmanes de los bandoleros» (2012, p. 90)90. Manuel Candamo, en su epistolario, refiere a su esposa la situación que se vivió en Lamba- yeque al desaparecer el prefecto en esas circunstancias: al no haber un representante político con el que los ocupantes chilenos pudieran tratar, «no hubo quien pagara el cupo», y por ello varias casas y edificios fueron incendiados (Puente ­Candamo & Puente Brunke, 2008, p. 136). El caso de Moquegua fue distinto. En octubre de 1880 llegó a esa ciudad el jefe chileno José de la Cruz Salvo. La población, entre la que había un buen número de inmigrantes italianos, estaba sin autoridades, por lo que uno de los vecinos fue nom- brado representante ante los ocupantes chilenos. Estos comunicaron que a la ciudad se le impondría una contribución de cien mil pesos, además de lo cual debía entregar cincuenta reses, veinte quintales de arroz, treinta de harina, diez de azúcar y cinco de café, o su valor en dinero (Kuon, 1979, p. 15). Puesto que la población no podía cubrir dicha cantidad, esta fue reducida a setenta mil pesos. Es ilustrativo el relato que nos ofrece Kuon:

Por todas las calles de la ciudad, se movilizaron los grupos de hombres y mujeres encargados de la colecta que se organizó, desprendiéndose el vecindario del dinero disponible, y de sus alhajas todo lo cual se iba depositando en las mesas colocadas en la plaza. Cumplidas las 24 horas del plazo fijado, a las tres de la tarde del día 8 de octubre, Salvo y las fuerzas chilenas ocuparon la ciudad mientras el pueblo atemorizado buscaba refugio en el templo (1979, p. 16).

90 En el caso de Lambayeque, Torrico resalta el papel cumplido por el cuerpo consular norteamericano al apoyar y defender a la sociedad lambayecana de los posibles abusos del ejército de ocupación (2012, pp. 165-184).

94 Parte I. Estudio preliminar

Durante el periodo en el que la Delegación estuvo a cargo de Candamo y Elías, la situación en la ciudad de Moquegua fue bastante inestable, a raíz de lo cual se produjo una serie de desacuerdos entre los vecinos, que reflejaban una notoria cri- sis de autoridad. Muy reveladora es una carta, del 15 de abril de 1882, que dirigió desde Lima el moqueguano José Miguel Vélez91 al coronel Manuel Velarde, quien era comandante en jefe de las fuerzas militares de Arequipa, Puno y Moquegua. En dicha comunicación se denunciaban las pugnas de poder que se producían en ­Moquegua, en torno al control de la prefectura y del gobierno municipal (Castro, 2009, pp. ­303-304). Dos meses antes, en febrero, Moquegua se había adherido a la autoridad del gobierno provisorio [36]. En cuanto al departamento de Puno, todo indica que, al ser tan difícil la comu- nicación con el gobierno, en esa jurisdicción los prefectos y los subprefectos eran los que tenían el pleno control de la situación. De allí puede entenderse el empeño de la Delegación por asegurar el nombramiento del prefecto Gregorio Miró Quesada92 [88, 89 y 127]. Si bien las tropas chilenas no llegaron hasta 1883 al departamento de Puno, esto no quiere decir que el impacto de la guerra fuera menos desolador allí que en el resto del territorio peruano. Puno participó en la guerra tanto con el envío de tropas como con la entrega de productos para su consumo. Para fines de 1881 esos esfuerzos habían generado una situación dramática, en virtud de la cual muchos indígenas habían abandonado sus tierras, y además enfermedades como el tifus y la viruela habían castigado a la población (Núñez Mendiguri, 2006, pp. 715-733). La necesidad del gobierno central por recaudar fondos ejercía presión sobre el prefecto; así, lo que en un principio había sido aporte voluntario de la población en productos de panllevar, en ganado o en armas, se fue convirtiendo en obligación, lo que desde la perspectiva de la población indígena era visto como un abuso de autoridad. A ello debía sumarse el aprovechamiento personal de parte de algunas autoridades, al reservarse para sí lo recaudado, lo cual configuraba evidentes­situaciones de corrupción.

91 José Miguel Vélez (1828-1920). Abogado, magistrado, parlamentario, ministro de Justicia en los gobiernos de García Calderón y de Lizardo Montero. Participó en el cuerpo de la reserva en la defensa de Lima (Tauro, 2001, 17, p. 2723), donde se desempeñó como sargento mayor, y tercer jefe de la plana mayor del batallón N° 4 (Ministerio de Guerra, 1981, p. 74). 92 Gregorio Miró Quesada (Panamá, 1838-Lima, 1884). De niño llegó al Perú, cuando sus padres deci- dieron establecerse en nuestro país. En 1853 ingresó en la Marina. Participó en la campaña del Ecuador en 1860, y en el combate del 2 de mayo de 1866. Fue nombrado capitán de navío en 1877. Durante la campaña naval en la guerra con Chile comandó el monitor Atahualpa y la fragata Apurímac en la defensa del Callao. Producida la ocupación de Lima por los chilenos, procedió a incendiar la Apurímac. Luego pasó a las filas de la resistencia bajo el mando del general Cáceres. Fue prefecto de Moquegua y de Puno. Posteriormente, durante la guerra civil entre Cáceres e Iglesias fue nombrado por el primero de ellos jefe político y militar de Trujillo. Cayó herido al enfrentarse a las fuerzas de Iglesias. Fue enviado a Lima y encarcelado en una celda del Hospital de San Bartolomé, donde murió (Castañeda & Ortiz, 2007, p. 174; López Martínez, 1989, pp. 205-207).

95 El Estado en la sombra. El Perú durante la ocupación chilena

En este contexto, hubo casos de sublevaciones dentro de las mismas comunidades indí- genas, que no estaban dispuestas a pagar las contribuciones exigidas; en otros casos, los campesinos escondían los bienes para evitar su entrega. Hünefeldt considera que este desgaste de las relaciones entre la población y las autoridades originó un proceso de «desarraigo», lo que hizo ver a muchos que la obediencia a la ley no era «ni útil ni nece- saria», e incluso llegaron a desarrollarse actitudes prochilenas (1990, pp. 151-159)93. Los delegados Candamo y Elías se refirieron a Puno en algunos de los documentos que publicamos. Así, en abril de 1882 le manifestaban al delegado del gobierno en el Sur, Camilo Carrillo, su satisfacción por las medidas que este había adoptado para «regula- rizar la marcha de la administración pública» en el departamento de Puno [139]. Los problemas que ciertos prefectos tuvieron que enfrentar para la recaudación de fondos llegaron incluso a provocar su deposición. Este fue el caso de Piura: el 2 de junio de 1882, el prefecto, Roberto Seminario Váscones, decretó una serie de medi- das para aumentar la recaudación fiscal en el departamento, con el fin de «satisfacer cumplidamente el contingente mensual que el Supremo Gobierno ha designado a este departamento»: por ejemplo, incrementó el porcentaje que debía pagarse por el ingreso de mercaderías por el puerto de Paita; y se establecieron gravámenes para determinados artículos de exportación, como el algodón, la cascarilla y el tabaco. Cinco días después, el prefecto expidió otro decreto relativo a la recaudación más eficiente de otros impuestos en el departamento. Días más tarde, un grupo de vecinos decidió su deposición alegando una situación de «desgobierno», y alzó como prefecto a Jenaro García. El nuevo prefecto dejó sin efecto las disposiciones fiscales de su pre- decesor (Ahumada Moreno, 1884-1891, VII, pp. 168-169). Así, pues, los intereses económicos de importantes vecinos de Piura se impusieron frente a los esfuerzos del gobierno provisorio por elevar la recaudación. En este sentido, los delegados Candamo y Elías transmitieron al prefecto de Piura la disposición establecida por el ministro de Gobierno, en el sentido de que dicha prefectura debía aportar mensual- mente cuatro mil soles plata a la Delegación [270]. Hubo territorios más aislados en los que el poder estuvo plenamente en manos de las élites locales. Fue el caso, por ejemplo, de Chachapoyas, ciudad ubicada en el sector nororiental de los Andes, en una zona sin riqueza minera, con una agricultura pobre y unas actividades comerciales muy modestas. Debido a que el Estado no fue capaz de tener presencia propia allí, durante la guerra el poder —y el control de las dependencias políticas regionales— fue disputado por dos grupos familiares rivales:

93 Como sucedió en Puno, en Ayacucho también surgieron problemas con las autoridades locales. Man- rique nos explica que la población de Huanta sentía antipatía por el subprefecto, Mariano Valdivia, por su carácter abusivo y prepotente. Solicitaron su destitución dado que sus intereses solo eran personales. A pesar de ello, el prefecto, Remigio Morales Bermúdez, lo mantuvo en el poder. Se inició una revuelta y lo destituyeron (1981, pp. 229-230).

96 Parte I. Estudio preliminar los La Torre y los Villacorta (Contreras, 2012, pp. 139-140). A pesar de ello, fue- ron constantes los esfuerzos del gobierno provisorio por unificar el territorio bajo su autoridad. Así, sabemos que se envió a un representante —J. A. Obando— a ­Chachapoyas, con el objetivo de buscar la adhesión de sus habitantes94. Fuera que el territorio estuviera en manos de un prefecto del gobierno de ­Piérola o del gobierno de García Calderón, Yábar señala que se presentaron casos de corrupción, sobre todo cuando las autoridades exigían aportes económicos para el sostenimiento de la defensa frente a las tropas chilenas (2009, I, cap. 3); y también por diferencias políticamente irreconciliables entre la gente del lugar, como explica Bonilla: «Como ninguno de ellos tuvo una base autónoma de poder lo suficiente- mente sólida, el resultado fue una profunda inestabilidad» (1979, p. 10)95. 2.4.4. La Delegación y los problemas económicos y financieros Una de las responsabilidades más delicadas que tuvo la Delegación fue la finan- ciera. En efecto, en virtud de lo dispuesto en el decreto del 24 de noviembre de 1881, Montero otorgó poderes a los delegados para que solicitaran empréstitos y plantearan contratos con el fin de obtener recursos económicos, y para que propu- sieran la creación de impuestos o de diversas medidas financieras para la recaudación de fondos96. Dichas funciones fueron específicamente refrendadas por el ministro de Hacienda, cuando les otorgó autorización para que pudieran realizar «operacio- nes financieras» con el fin de incrementar los fondos para cubrir «los gastos que demanda el servicio nacional» (Puente Candamo & Puente Brunke, 2008, p. 750).

94 AMNAAHP, Colección Velarde, legajo 3, documento 32. Carta de J. A. Obando a Manuel Velarde. Chachapoyas, 13.XI.1881. 95 Heraclio Bonilla, en su artículo «El problema nacional y colonial del Perú en el contexto de la Guerra del Pacífico», hace un análisis de la crisis social peruana durante el tiempo de la guerra con Chile, lo que provocó fracturas que distanciaron la clase peruana a nivel horizontal, es decir, entre personas de un mismo grupo de poder, como a nivel vertical, entre personas de distintos grupos, con el objetivo de «examinar la dimensión social de la guerra» y explicar los «efectos» y el «adecuado conocimiento de la estructuración interna de la sociedad peruana y de las manifestaciones que, al compás del conflicto se produjeron en su seno» (1979, p. 6). A nivel horizontal, esta crisis se evidenció de una manera más frontal luego de la derrota en Angamos en octubre de 1879. La falta de manejo político por parte del presidente Prado, su consecuente partida —que para muchos significó una huida— provocó el rechazo del grupo oligárquico, que tampoco aceptó del todo el arribo de Piérola al poder y lo rechazó al consolidarse la derrota con la ocupación de la capital. A nivel vertical, la crisis se evidenció cuando «terratenientes y comerciantes, es decir, el conjunto de caciquismo local, de repente se encontró en la más absoluta impotencia para mantener el control de sus subordinados» (1979, p. 12). En este punto, Bonilla se refiere a los casos de las sublevaciones de chinos, negros e indígenas contra los que considera- ban sus opresores (los peruanos). Esta reacción podía advertirse cuando uno de estos grupos se plegaba a la autoridad chilena o cuando, luego de que esta partía del lugar, llevaban a cabo saqueos. 96 ACMRE; CC150, 1881-1882, 23.11.1881, ff. 1-1v.

97 El Estado en la sombra. El Perú durante la ocupación chilena

El ­cumplimiento de esta labor fue resumido en el informe que ambos delegados prepararon para Joaquín Torrico97, quien presidió la Comisión Investigadora y Calificadora de Créditos del Estado, y que se publicó en el epistolario de Manuel Candamo (2008, pp. 748-750). La situación financiera del Perú, para cuando los delegados recibieron dichas funciones, era sumamente delicada. Ellos lo plantearon explícitamente:

[…] el Supremo Gobierno carece actualmente de casi todas las rentas fiscales, por hallarse en posesión de ellas las autoridades chilenas; haciéndose difícil, por esta circunstancia, el sostenimiento de la administración pública. Es pues, indis- pensable, y esta Delegación tiene especial y reiterado encargo de Su Excelencia el Vice-Presidente, arbitrarse fondos, por todos los medios posibles, para atender, aunque sea en parte, a las exigencias del servicio [81].

Los problemas se arrastraban desde antes del inicio de la guerra. Tal como lo ha explicado Alfonso Quiroz, a fines de la década de 1870 eran cuatro los principales intereses que estaban en juego en relación con el Perú en el escenario financiero inter- nacional: el del propio gobierno peruano, el de los tenedores de bonos extranjeros, el de la casa Dreyfus y el de la Peruvian Guano Company. La gravedad de la situa- ción llegó al punto de que esta última empresa dejó de cubrir el servicio de la deuda externa peruana en enero de 1879, con lo cual se configuró la segunda suspensión de pagos del Perú en tres años. La misma empresa hizo lo propio ya durante la guerra, y optó por negociar directamente con Chile, junto con un comité de tenedores ingleses de bonos de la deuda peruana. Así, el Perú se fue aislando de las fuentes de crédito internacional y se fueron complicando las posibilidades de obtención de fondos para la guerra. Entre las pocas casas comerciales que se arriesgaron a apoyar al gobierno peruano en la compra de armas en ese delicado momento, destacó la empresa Grace Brothers & Co., que tenía intereses en el Perú desde los tiempos de la bonanza guanera, y que precisamente en 1879 había conseguido del gobierno de Prado la consignación del guano y del nitrato en los mercados de los Estados Unidos y de la Gran Bretaña. Así, la Casa Grace apoyó los intereses peruanos y utilizó sus influen- cias en los Estados Unidos para presionar al gobierno norteamericano en ese sentido (Quiroz, 2013, pp. 226-228).

97 Joaquín Torrico (Lima, 1804). Muy joven, integró el ejército patriota durante la guerra de la Inde- pendencia. En 1840 fue nombrado intendente de Lima y poco después gobernador del Callao. Fue sucesivamente prefecto de La Libertad (1842), de Puno (1843), de Huancavelica (1844) y de Lima (1845). Participó en el combate del 2 de mayo de 1866, y en la defensa de Lima durante la guerra con Chile (Tauro, 2001, 16, p. 2585). El 9 de noviembre de 1883, el gobierno de Iglesias creó la Comisión Investigadora y Calificadora de Créditos del Estado, con el objetivo de pedir cuentas a los funcionarios que habían manejado fondos fiscales durante la guerra. Esta comisión estuvo presidida por Joaquín Torrico (Dancuart & Rodríguez, 1903-1926, XV, pp. 161A y XVI, p. 6A).

98 Parte I. Estudio preliminar

La crisis fiscal que se inició durante el gobierno de Manuel Pardo fue muy grave, y —tal como lo ha puntualizado Carlos Contreras— no tuvo las típicas características de las crisis de los países primario-exportadores, cuando se genera una disminución de los precios de sus exportaciones, o cuando se agotan sus yacimientos. En el origen de la crisis estuvieron las operaciones de excesivo endeudamiento contraídas entre 1870 y 1872, que llevaron a la práctica desaparición del dinero que ingresaba a las arcas fiscales por las exportaciones de guano. Todo ello puso en evidencia las erradas políticas hacendísticas del Estado y el modo mediante el cual las élites políticas y económicas manejaban los destinos del país. Contreras afirma que una primera fase de la crisis —que sitúa entre 1873 y 1879— se caracterizó por la rápida disminución de los ingresos fiscales; una segunda fase correspondió a los años de la guerra, con el consecuente fraccionamiento e inoperancia del aparato estatal, y la ocupación chi- lena de diversas partes del territorio (2012, pp. 99-103). La crisis fiscal —afirma Contreras— tuvo como primera consecuencia la estati- zación de las salitreras, con el posterior rechazo de muchos empresarios; sobre todo, de los del sur. Otro resultado fue la reducción del presupuesto del Estado, con lo cual se tuvieron que aminorar dramáticamente los pagos de pensiones y las transferencias de renta. Además, se paralizó la inversión pública, lo cual generó el desempleo de aproximadamente veinte mil personas. Con el estallido de la guerra el gasto público ordinario se redujo fuertemente; así, el aparato del Estado dejó de estar presente en diversos ámbitos y zonas del país. Esto implicó un escenario en el que los poderes locales adquirieron mayor protagonismo, aunque careciendo también de los recursos como para organizar una forma eficaz de gobierno propio:

El resultado fue un esquema más descentralizado que el existente antes de la gue- rra, pero en el que los gobiernos provinciales debieron enfrentarse a la prueba más dura de legitimidad ante la población, como es la de cobrar tributos de los gobernados (2012, pp. 129-130).

Al producirse la ocupación de Lima, en los primeros días de 1881, las autori- dades peruanas ya habían perdido el control de los puertos y de las aduanas, como consecuencia del triunfo chileno en la campaña naval. Además, las haciendas de la costa habían sido destruidas por las incursiones dirigidas por Lynch, y el crédito externo —como ya se ha señalado— estaba suspendido. Además, toda iniciativa eco- nómica emprendida por el gobierno o por particulares peruanos corría el riesgo de ser frenada por las autoridades de ocupación, para quienes resultaba peligroso que el país tuviera ingresos estables que pudieran ser invertidos en la guerra. Además, una situación económica estable en el Perú impediría que los chilenos pudieran imponer la paz con sus condiciones (Guerra, 1996, pp. 18-19).

99 El Estado en la sombra. El Perú durante la ocupación chilena

Entre diciembre de 1881 y julio de 1882 —etapa cubierta por los documentos que en este libro publicamos— el gobierno de Montero tuvo gravísimas dificultades para solventar los gastos de la guerra y para sostener el presupuesto a nivel estatal. Además de los problemas ya mencionados, otros factores más inmediatos conspira- ban para complicar la situación: durante el gobierno de Prado —y ya con la guerra iniciada— el Congreso se había resistido a poner en práctica ajustes de emergencia propuestos por los ministros de Hacienda; se habían perdido los yacimientos de guano y salitre; coexistían diversos tipos de monedas, y la aparición del «inca de oro», durante la dictadura de Piérola, no logró su cometido de unificar los signos monetarios, por la propia inestabilidad del país; el ejército chileno había destruido muchas de las zonas productivas, había ocupado varias ciudades y había tomado las aduanas, con la conse- cuente desarticulación de los circuitos comerciales de importación y exportación en el Perú. Debemos también añadir algunos testimonios e indicios, recogidos por Alfonso Quiroz, sobre presuntas malversaciones de fondos públicos en el dramático contexto de la guerra; recuerda dicho autor cómo al terminar el conflicto se llevó a cabo una investigación oficial que detectó irregularidades graves en el manejo de dichos fondos, aunque nunca se estableció una sanción (2013, pp. 231-232).­ A diferencia de los gobiernos de Prado y de Piérola, el gobierno provisorio presidido por Montero no tuvo la capacidad de dictar normas hacendarias con el propósito de estabilizar la economía nacional98, y mucho menos para tratar la deuda externa con los acreedores internacionales. Tanto Prado en 1878, como Piérola en 1880, habían pro- puesto a los tenedores de bonos la entrega de los ferrocarriles como forma de pago, pero dicha oferta no fue aceptada (Basadre, 1983, VI, pp. 199-200; Sobrevilla, 2003, p. 405). A fines de 1879 Prado había nombrado a Francisco Rosas99 y a Juan Mariano Goyeneche100 como comisionados en Europa para tratar con los tenedores de bonos.

98 Entre otras medidas, Prado reajustó la contribución personal que debían pagar los peruanos que tuvieran entre 21 y 60 años de edad; suspendió el servicio de amortizaciones de la deuda interna; y levantó un empréstito por más de un millón de soles. Piérola, por su parte, dictó una serie de medidas para frenar la especulación de los bancos, y para impedir que los excedentes de los exportadores fueran llevados al exterior (Caravedo, 1979, pp. 103-107). 99 Francisco Rosas Balcázar (Sayán, 1829-en el Atlántico, 1899). Médico. Llegó a ser decano de la Facultad de Medicina y rector de la Universidad de San Marcos. Fundador y hombre directivo en el Partido Civil. Ocupó diversos cargos públicos: fue ministro de Gobierno (1871-1874), alcalde de Lima (1875), senador (1876-1879 y 1886-1889) y representante diplomático del Perú en Inglaterra, Francia y Brasil. Fue comisionado por Mariano Ignacio Prado a Europa para el arreglo de la deuda externa y para obtener un préstamo con el fin de adquirir armamento de guerra en 1879. Sus funciones fueron suspendidas durante la dictadura de Piérola, y reasumidas cuando García Calderón presidió el gobierno provisorio (Arias Schreiber & Zanutelli, 1984, pp. 143-144; Tauro, 2001, 14, p. 2298). 100 Juan Mariano de Goyeneche y Gamio (Arequipa, 1834-San Sebastián, 1918). Político y diplomá- tico. Se educó en España, y a su regreso al Perú fue diputado por Arequipa durante varias legislaturas. Mariano Ignacio Prado lo nombró ministro del Perú en Francia, y junto con Francisco Rosas tuvo

100 Parte I. Estudio preliminar

El resultado fue el contrato con el Crédit Industriel, que representaba a los bonistas belgas, franceses y holandeses. Este acuerdo nunca llegó a concretarse porque Piérola, ya como dictador, lo desautorizó (Quiroz, 2013, p. 230), puesto que había iniciado conversaciones con la Casa Dreyfus, que tampoco llegaron a buen fin. La situación para 1881 era tan difícil que los tenedores optaron por dirigirse a los representantes chi- lenos, con los cuales acordaron la explotación de las islas guaneras con la condición de que, por cada tonelada de guano, Chile recibiría treinta libras esterlinas. La casa encar- gada de la consignación fue la de Gibbs e Hijos. Dicho acuerdo funcionó entre mayo de 1881 y febrero de 1882 (Sobrevilla, 2003, p. 403), que fue cuando Chile cambió de estrategia y lanzó al mercado la venta de un millón de toneladas de guano de las islas. Por cada tonelada los bonistas recibirían el cincuenta por ciento del valor, descontando los gastos de explotación y envío (Dancuart & Rodríguez, 1903-1926, XV, pp. 64-65). La documentación que en este libro publicamos presenta muchas comunicacio- nes que reflejan la preocupación del gobierno de Montero por cubrir los diversos gastos derivados de la guerra: por ejemplo, el pago de los sueldos de los militares; o la compra de botas para las tropas; o la compra de medicinas; o la adquisición incluso de materiales de oficina, como papel timbrado y sellos; o la atención de los requerimientos de los jefes militares y diplomáticos para gastos inmediatos. En su condición de agentes confidenciales, Candamo y Elías tuvieron la ingrata tarea, en varias ocasiones, de comunicar a los representantes del Perú en el exterior la imposi- bilidad del envío de fondos. Por ejemplo, a Francisco Rosas, ministro en Francia, le manifestaron lo siguiente:

En cuanto a los fondos que V. S. necesite para el sostenimiento de esa legación, creemos que V. S. habrá adoptado las medidas necesarias para procurarse la suma indispensable; y en caso de no haberlo verificado, esperamos que V. S. procederá a hacer los arreglos correspondientes con el indicado objeto, por las dificultades que se presentan hoy en esta capital para adquirir recursos [283].

Este es el escenario en el que tuvieron que desarrollar sus labores, desde Lima, los delegados del gobierno provisorio. Leyendo las comunicaciones que ellos gene- raron advertimos la grave preocupación que los embargaba por la referida ausencia la misión de establecer un nuevo acuerdo con los acreedores del Perú para la explotación del guano (Tauro, 2001, 7, pp. 1094-1095). El 19 de agosto de 1879 firmó, en nombre del Perú, el Tratado de Paz y Amistad con España, mediante el cual se reconocía la independencia del Perú (Aranda, 1896, pp. ­1051-1053). Los agentes confidenciales del gobierno provisorio en Lima urgieron al ministro de Relaciones Exteriores para que el vicepresidente Montero enviara cartas credenciales a Goyeneche con el fin de que pudiera acreditarse como ministro en España. Goyeneche no podía presentar las credenciales emitidas por García Calderón, por no estar este ya en el ejercicio de la presidencia (ACMRE, 7-13, caja 282, carpeta 18, 8.6.1882, f. 126).

101 El Estado en la sombra. El Perú durante la ocupación chilena del Estado en muchos lugares, y por las dificultades de todo orden que afrontaron las autoridades departamentales y provinciales nombradas por el gobierno proviso- rio, y cuyas labores buscaban apoyar los delegados. Por su parte, Camilo Carrillo, como jefe político-militar del Sur, se preocupó por enviar ayuda de diverso tipo a las tropas asentadas en los departamentos de su jurisdicción. Así, consta que en julio de 1882 efectuó dos envíos a Manuel Velarde, quien dirigía tropas en Arequipa, Puno y Moquegua. En total, envió cuatro mil soles plata, así como zapatos, reses, cebada, maíz y pasto101. En cuanto a Cáceres, este tenía muy claro que por el dramatismo de las circuns- tancias iban a ser muy escasos los recursos que el gobierno le podría enviar. Por eso, él mismo —como ya se ha señalado páginas atrás— dispuso diversos modos de finan- ciación de sus actividades bélicas. En su memoria lo expresó claramente:

Asaltadas las principales fuentes de la hacienda nacional por el enemigo, no podía prometerme ningún alivio del supremo gobierno, siendo necesario arbitrar los recursos posibles, dentro de la estrecha esfera de mi acción, los cuales están muy distantes de establecer un sólido equilibrio en el presupuesto de la guerra, que arroja un déficit cada vez más considerable (2010, pp. 110-111).

Las medidas económicas que se pusieron en práctica durante la guerra incluyeron el aumento de impuestos, el cambio de unidad monetaria, la emisión y reutilización de monedas y papel moneda, la recolección de donativos y la suspensión de pagos de créditos y deudas (Basadre, 1983, VI, p. 126; Dancuart & Rodríguez, 1903-1926, XIII, p. 13). Pero dichas disposiciones no fueron suficientes para afrontar los gastos del conflicto. Según Dancuart y Rodríguez, todas esas medidas fracasaron por falta de «unidad, firmeza en la acción y orden en los procedimientos» (1903-1926, XIII, p. 13). Por ejemplo, una de las disposiciones hacendarias del gobierno provisorio de García Calderón fue la de restablecer el presupuesto de 1879-1880, el cual no podía sostenerse a partir de las medidas antes mencionadas (Guerra, 1996, p. 152). Por eso, García Calderón tuvo que recurrir a préstamos de personas particulares para poder asumir los gastos administrativos y efectuar los pagos de cupos de guerra. Entre los prestamistas se contaron Jacobo Backus, Juan J. Cortés, Manuel García Calderón, Óscar Heeren, José Antonio de Lavalle, Gabino de Menchaca102, Pedro I. Serdio,

101 AMNAAHP, Colección Velarde, legajo 3. Cartas de Camilo Carrillo a Manuel Velarde. Carta n° 65 (Arequipa, 18.VII.1882) y 69 (Arequipa, 7 de julio de 1882). 102 Menchaca fue vocal del Banco La Providencia y uno de los directores del Banco Territorial ­Hipotecario (Lemale, 1876, segunda parte, pp. 181, 185 y 186). Para el año 1881, Menchaca figuraba como uno de los directores del Banco Nacional del Perú y del Banco Garantizador (Guerra, 1996, pp. 91 y 92).

102 Parte I. Estudio preliminar

Felipe Diego Schiaffino, Benito Valdeavellano, la casa Graham Rowe y el Banco de Londres, México y Sudamérica. Esos préstamos se efectuaron entre mayo y noviem- bre de 1881 (Guerra, 1996, pp. 157-158). La Delegación tuvo también iniciativas propias para generar recursos, como fue el caso de la propuesta para emitir mil bonos de aduana, bajo la «forma de empréstito»,­ por un valor total de cien mil soles plata [406], la cual fue aprobada por el gobierno central103. En total la Delegación llegó a colocar 782 bonos (Puente Candamo & Puente Brunke, 2008, pp. 749). En efecto, en los libros copiadores se da cuenta de varias transacciones reali- zadas con bonos de aduana. Por ejemplo, cuando Guillermo A. Seoane104 partió hacia Bolivia como secretario de la Legación peruana, en marzo de 1882, recibió de la Delegación mil soles plata en bonos de aduana [347]. Además, la Delegación envió al general Cáceres —por intermedio de Augusto Benavides105— doscientos bonos de aduana, como subsidio para su ejército106. Sin embargo, dicha emisión de bonos no fue suficiente, porque el país no tenía un sistema tributario organizado para afrontar la guerra (Basadre, 1983, VI, p. 126). Así, vemos que la Delegación tuvo discrepancias con el jefe político-militar del Sur —Carrillo—, en lo relativo a la aplicación de los bonos en la aduana de Mollendo. Ese puerto se había convertido en un punto importante para el ingreso y salida de productos, tanto para el sur del Perú como para Bolivia, y consecuentemente los derechos de aduana generados allí suponían un notable ingreso para las finanzas del gobierno provisorio [74]. Así, todas las autoridades que tuvieran aduanas bajo su jurisdicción, debían aceptar los bonos que se presentaran en pago de los derechos correspondientes a la entrada o salida de productos. Al parecer, Carrillo no los aceptó, dado que en una comunicación de abril

103 ACMRE CC150, 1881-1882 3.1.1882, f. 3. 104 Guillermo A. Seoane (Lima, 1848-1924). Abogado y diplomático. Participó en la defensa de Lima en la guerra con Chile. (Tauro, 2001, 15, pp. 2444-2445). El 23 de marzo de 1882 fue nombrado secretario de primera clase en la legación en Bolivia (ACMRE, CC149, 1881-1882, 23.3.1882, f. 68v), legación que era encabezada por el ministro Manuel María del Valle. Se conservan las cartas enviadas desde Bolivia por Seoane y Del Valle al gobierno de Lizardo Montero, en las que tratan —entre otras cosas— temas vinculados a compras de armas, a las relaciones con el gobierno de Bolivia y a las negocia- ciones de paz. Regresó Seoane a Lima en octubre de 1883, para asumir el cargo de agente confidencial del gobierno de Montero (ACMRE, CC129, 1883, 20.10.1883, f. 178). En El Perú Ilustrado del 8 de marzo de 1889 se publicó una interesante biografía de este personaje. 105 El ingeniero Augusto Benavides fue colaborador de Cáceres. En agosto de 1882 fue recomendado por este para ocupar la subprefectura de Ica si las fuerzas de ocupación chilena se retiraban (Pereyra, 2006, p. 296). Posteriormente, en junio de 1883, aparece Augusto Benavides como secretario del jefe político-militar del Norte del Perú (Cáceres, 1973, p. 206). 106 Esto es referido por el propio Augusto Benavides a Lizardo Montero, por medio de una carta del 20 de octubre de 1882 (BNP, Correspondencia Particular-Onomástico).

103 El Estado en la sombra. El Perú durante la ocupación chilena de 1882 la Delegación le insistía en que siguiera las instrucciones indicadas en esa materia [121]. Poco después, Carrillo solicitó explícitamente que los bonos no fueran aplicados en las oficinas de aduanas de su jurisdicción, por su urgente necesidad de liquidez. La Delegación alegó que la solicitud debía ser rechazada, porque «como consecuencia de la emisión de los bonos de aduana, ha podido este [el gobierno provisorio] y podrá en adelante arbitrarse fondos para las urgentes exigencias del servicio público [...]» [137]. El gobierno central optó por seguir las indicaciones de la Delegación y rechazar la solicitud de Carrillo, quien —a pesar de estar en ­desacuerdo— acató esa decisión [175 y 254]. Para los delegados era muy importante que los bonos fueran admitidos en las aduanas, ya que en caso contrario podía sufrir el crédito del Estado. Por eso, cuando en mayo de 1882 tuvieron noticia de que en la aduana de Tumbes no se estaban admitiendo los bonos, escribieron al prefecto de Piura para instarle que ordenara se recibieran «sin excusa alguna», ya que era necesario «sostener a todo trance el crédito del Estado» [201]. En virtud de las funciones otorgadas por el gobierno central, la Delegación, ade- más, tenía competencias en la administración de aduanas. Las de Huacho, Supe, Cerro Azul, Lomas y Chala estaban bajo su jurisdicción (Basadre, 1983, VI, pp. ­272-273). En efecto, en los libros copiadores hay correspondencia con el administrador de la aduana de Huacho, Ezequiel Mendoza107 [21], quien más adelante fue nombrado visi- tador de las aduanas ubicadas entre el Callao y Chala [185]; y con el administrador de la aduana de Chala, Juan B. Benavides [116]. Además, se puede observar que hubo contacto epistolar con los responsables de otras aduanas, como la de Tumbes [201]. La Delegación recibía las rentas de estas aduanas directamente remitidas por el administrador correspondiente, o bien celebrando un «contrato de adelantos de fondos» con un determinado comerciante, lo que le permitía a este embarcar y des- embarcar mercadería por el valor establecido en el contrato. Así, vemos que la aduana de Chala debía permitir este procedimiento a los hermanos Gottfried por el valor de hasta S/. 5000 soles plata. Similar procedimiento se realizó con Manuel Velarde por el valor de S/. 690 soles plata [118 y 142].

107 Antes de la guerra, en 1876, Ezequiel Mendoza ocupaba el cargo de jefe de la sección de estadística de la aduana del Callao (Lemale, 1876, segunda parte, p. 188). Durante el conflicto, fue el responsable de la aduana de Huacho desde inicios de 1881. En 1884 fue llamado a declarar ante la comisión inves- tigadora de créditos del Estado, presidida por Joaquín Torrico. Dicha comisión solicitó la rendición de cuentas de los fondos manejados por su jurisdicción por concepto de derechos de aduanas. Figura en su declaración que entregó a Elías Mujica, Tesorero de la Delegación, 18 632 soles billetes y 12 000 soles plata (Dancuart & Rodríguez, 1903-1926, XVI, p. 28A). También declaró que algunos comerciantes presentaron «pólizas sobre derechos de exportación» para el pase de mercancías. Dichas pólizas fueron pagadas directamente a los delegados Candamo y Elías (1903-1926, XVI, pp. 28A-29A).

104 Parte I. Estudio preliminar

En mayo de 1882 el ministro de Hacienda reafirmó las competencias de la Delega- ción con respecto a la administración de las aduanas entre el Callao y Chala. Fue entonces que los delegados nombraron —como ya hemos señalado— a Ezequiel Mendoza como visitador [183], quien supervisaría el desempeño de cada aduana. Sin embargo, surgie- ron problemas. En junio de 1882 los hermanos Gottfried entregaron a Mendoza dos libramientos de S/.620.53 y S/.684 soles plata, los cuales no habían sido pagados a los delegados, con lo cual se produjo una llamada de atención al visitador con el fin de que tomara las medidas pertinentes para dichos cobros con la confiscación de productos que se encontraran en las aduanas y que fueran de propiedad de dichos comerciantes. Además, todos los pagos de las aduanas a su cargo debían tener su supervisión y no se aceptarían libramientos a sola firma del comerciante ni pagos a cuenta de la Delegación [279]. Se plantearon otras iniciativas con el objeto de obtener recursos. Así, el 29 de abril de 1882 el gobierno provisorio autorizó a los delegados a hipotecar bienes raíces del Estado «por las sumas indispensables para llenar las exigencias premiosas del ser- vicio público» [176]. Por otra parte, los delegados instaron a la Junta Económica de la Escuela de Minas a que procediera al cobro de las «contribuciones de minas» que estuvieran pendientes de pago, y que les remitiera lo que fueran recaudando [227]. Hubo también acciones de menor alcance, pero reveladoras de la gravedad de la situa- ción financiera que se vivía, como el encargo que el ministro de Hacienda hizo a los delegados para que procedieran a vender una barra de oro de 64 onzas de peso [180]. Un problema con el que tuvo que lidiar la Delegación fue el del sistema mone- tario, que —en palabras de Yábar— «era un completo caos». Durante el gobierno de Mariano Ignacio Prado circulaban el sol metálico, acuñado en plata, y el sol del billete fiscal, que fue puesto en circulación por el Estado con el fin de reemplazar a los billetes emitidos por la banca privada108. Además, circulaba el feble boliviano. Desde el inicio de la guerra, las emisiones de billetes fiscales sin respaldo generaron una notoria pérdida del poder adquisitivo de la población (Yábar, 1996, pp. 23-24)109.

108 Carlos Contreras explica cómo en la década de 1870 se buscó enfrentar el déficit por medio de la emisión monetaria. Ya desde 1862 «la oligarquía guanera había comenzado a crear bancos para reem- plazar a las casas mercantiles en las operaciones de emisión de vales y descuento de letras de cambio. Los bancos, que llegaron a sumar como una docena antes del estallido de la crisis fiscal, procedieron a emitir billetes o cheques al portador que circulaban en el reducido, pero ya bullente mundo comercial de Lima y las principales ciudades» (2012, p. 104). 109 Margarita Guerra alude al desconcierto y a la desconfianza generados frente a la diversidad de mone- das en circulación. Así, durante 1880 circularon diversas unidades, tanto de metal como de papel: entre ellas estaban los billetes de soles; los papeles fiscales; los incas billetes; los papeles emitidos por el Banco Nacional del Perú y la Compañía de Obras Públicas y Fomento del Perú, con la firma de Enrique ­Meiggs; los pesos bolivianos; los pesos chilenos; los soles de plata; los incas de plata; las libras esterlinas; los dólares norteamericanos. Obviamente, esta diversidad de monedas en circulación favoreció las falsi- ficaciones (1996, pp. 121-122).

105 El Estado en la sombra. El Perú durante la ocupación chilena

Al llegar Piérola al poder, introdujo el patrón oro en el sistema financiero para tratar de estabilizar la economía del país, y se estableció un nuevo tipo de moneda, el «inca» de oro (1996, p. 29; Armas Asín, 2001, pp. 76 y 77). Pero el deterioro económico continuó: en noviembre de 1880 el tipo de cambio era de 8 billetes soles por 1 billete inca y a fines de diciembre de ese año era de 15 billetes soles por 1 billete inca (2001, pp. 77-83)110. Cuando García Calderón asumió la presidencia del gobierno provisorio, ordenó retirar de circulación los billetes incas e introducir nuevos billetes de soles que serían traídos de Nueva York y de Panamá (Contreras, 2012, p. 115). A pesar de ello, siguieron en circulación distintos tipos de monedas, en un contexto de «bimonetarismo» —tal como lo explica Carlos Contreras—, en virtud del cual coexistían las monedas «buenas» o «duras» —que eran el sol de plata y la libra ester- lina—, utilizadas para las grandes transacciones y los negocios con el extranjero, con las monedas «malas» o «corrientes» —representadas sobre todo por el billete fiscal, a las que luego se añadieron los billetes incas—, empleadas para el pago de sueldos a los jornaleros, para las transacciones en los mercados del interior del país y para el comercio al menudeo. Como consecuencia de la excesiva emisión de billetes se produjo un grave proceso inflacionario. La devaluación del sol de plata fue pequeña; en cambio, la del billete fue galopante, con el consecuente impacto en las grandes mayorías de la población (2012, pp. 131-132). La misma Delegación no utilizaba un solo tipo de moneda. Podemos observar que los bonos de aduanas se valorizaban en soles de plata [74], mientras que para el pago de sueldos o comisiones se empleaban tanto soles de plata como billetes fiscales [8, 19, 20 y 50]. Por su parte, las autoridades regionales cobraban las contribuciones en billetes fiscales o en feble boliviano (2012, p. 133). Cuando el gobierno de la dictadura decidió la introducción de los billetes incas, dispuso la creación de una Junta Fiscal en reemplazo de la Junta Administradora y de Vigilancia de la Emisión Fiscal111. Esta nueva entidad estaba «encargada exclusi- vamente de completar la emisión y de efectuar la amortización o recojo del papel moneda» (Basadre, 1983, VI, p. 195). El gobierno provisorio, por su parte, creó también una Junta de Vigilancia Fiscal, con el objetivo de llevar cabo el canje de billetes incas por los nuevos billetes de sol [414]. En marzo de 1882 los delega- dos informaron al ministro de Hacienda del gobierno provisorio de la detención

110 Es ilustrativo el testimonio de Hugo Zöller, viajero alemán que estuvo en Lima durante la ocu- pación: «Por otra parte, solo se aceptaba en los cafés públicos los soles de plata de valor legar (igual a cinco francos o cuatro marcos), y se ignoraba el papel moneda peruano, el cual servía en los negocios corrientes como modelo exclusivo de pago. El cambio de ese papel moneda variaba cada día; durante mi permanencia en Lima se recibía por un sol plata como 13 soles de billetes» (Núñez, 1969, p. 134). 111 Miriam Salas advierte que los miembros de ambas Juntas fueron los mismos (2011, p. 995).

106 Parte I. Estudio preliminar sufrida por varios de los integrantes de la Junta de Vigilancia Fiscal, por orden de las autoridades chilenas. Se les acusaba de haber puesto en circulación en Lima bille- tes peruanos de quinientos soles, en lo que consideraban una emisión clandestina [124 y 416]. Pocos días antes de producirse las referidas detenciones, la Delegación había soli- citado reunirse con los miembros de la Junta de Vigilancia Fiscal para informarse sobre su gestión [69]. En vista de que la reunión no pudo efectuarse, y ante la «difícil posición en que todos respectivamente nos hallamos colocados, para el desempeño de nuestros deberes oficiales», la Delegación envió una comunicación en la que soli- citaba que se diera cuenta del estado de las «operaciones» autorizadas con respecto a los contratos celebrados sobre el canje de billetes incas desde el inicio del gobierno de García Calderón hasta ese momento. Además, debían confirmar si tenían conoci- miento de que un grupo de billetes había entrado en circulación, y si todavía existían billetes en los Estados Unidos a la orden de la Junta [414].

2.5. Los intereses de Chile: su administración en el Perú

Si bien la Guerra del Pacífico supuso para Chile, a la larga, grandes beneficios de todo orden, debe recordarse que en su curso no fueron pocos los momentos de ten- sión en el seno de la clase política del país del Sur, y en la propia opinión pública, con respecto al rumbo que debía darse al conflicto, sobre todo después de la ocu- pación de Lima. Hubo opiniones divergentes con respecto a la permanencia de las fuerzas chilenas en Lima y con respecto al modo de afrontar la resistencia peruana en la sierra. En efecto, fueron muchos los meses de ocupación chilena de diversos puntos del territorio peruano, y de evoluciones de sus tropas con el propósito de lograr una victoria definitiva. Ese proceso supuso —además de los factores econó- micos y propiamente militares— la necesidad de una organización administrativa. Carmen Mc Evoy ha estudiado precisamente el contexto político, social y cultural chileno del tiempo de la guerra, y ha puesto de relieve cómo esta significó la gran oportunidad que permitió que se pasara del «Chile viejo» al «Chile nuevo», y cómo las contradicciones y los dilemas del republicanismo chileno fueron resueltos a través de la expansión fronteriza, como también estaba ocurriendo en el caso de los Esta- dos Unidos (2011a, pp. 408-409). El Estado chileno dotó de un adecuado soporte burocrático a su presencia en el Perú y construyó un eficaz discurso que le permitió justificar frente a su sociedad los gastos y los esfuerzos de la guerra:

La noción de Estado que aplicamos para el caso particular de Chile es el de un centro institucional y permanente de autoridad política sobre el cual los regíme- nes reposan. Más allá del debate que puede surgir respecto a políticas específicas,

107 El Estado en la sombra. El Perú durante la ocupación chilena

su autoridad es ampliamente aceptada dentro de la sociedad […]; el Estado chileno exhibe, al menos en el núcleo central que opera desde La Moneda, la sufi- ciente coherencia para convertirse en un actor decisivo en la consecución de fines estratégicos (Mc Evoy, 2011a, p. 31).

En contraste con la imagen del Estado chileno —que sus propios publicistas enaltecían permanentemente—, la de los Estados peruano y boliviano era de poca solidez y autoridad frente a sus sociedades. Esta idea fue muy repetida de parte de diversos autores chilenos de la época, a través de textos de diverso tipo y de artículos periodísticos. En realidad, se trataba de la prolongación de una suerte de complejo de superioridad chileno sobre sus vecinos boliviano y peruano que puede rastrearse desde varias décadas antes de la guerra. En un trabajo anterior (Puente Candamo & Puente Brunke, 2008, p. 22) hemos recogido las referencias presentadas por Simon Collier en este sentido: ya en fecha tan temprana como 1839 se afirmaba en Chile que ese país era objeto de admiración y elogio por su estado de civilización y tran- quilidad; dos años después un periódico sostenía que ese país estaba a la cabeza de la civilización en Sudamérica; en 1857 otro periódico afirmaba que Chile era la primera de las naciones de América del Sur, y al año siguiente se decía que era «la Inglaterra de Sudamérica». Por su parte, en 1841 el ministro del Interior manifestaba ante el Con- greso que Chile representaba una «espléndida lección» para otros países, y en 1853 el joven Diego Barros Arana sostenía que lo que había sido una provincia desgraciada del imperio español era entonces una república establemente constituida y admirada incluso en Europa (Collier, 2003, p. 146). Los periódicos chilenos que se publicaron en Lima durante la ocupación —­La Actualidad, La Situación, El Diario Oficial y La Patria— pusieron énfasis en reflejar el contraste entre esa «superioridad» chilena y el caos y el desorden que representaba el Perú. A través de las noticias que presentaban, y de artículos diver- sos, exaltaban las victorias chilenas durante la campaña naval y la campaña del sur —­entre 1879 y 1880—, al igual que la ocupación de Lima; además, daban cuenta de lo que acontecía en las provincias y con el gobierno provisorio, a la vez que enalte- cían siempre a las fuerzas chilenas. De este modo, coadyuvaron a lo que Mc Evoy ha denominado «el desarme ideológico de los vencidos» (2011a, p. 362). En efecto, al revisar los periódicos antes mencionados se advierte en muchos casos la tergiversación de los acontecimientos, o la presentación de la información sobre estos de modo incompleto, con el objetivo de preocupar o desanimar a la sociedad limeña, y de enfatizar el mensaje en torno a que la paz debía llegar bajo las condiciones establecidas por Chile. Así se advierte en lo referido a las informaciones ofrecidas sobre la expedi- ción emprendida por Lynch y Gana en enero de 1882, y que tenía como objetivo

108 Parte I. Estudio preliminar la ­captura de Cáceres. Según relata Bulnes, Lynch se opuso a dicha expedición, pero «sus observaciones no fueron oídas» (1919, III, p. 262). La dureza del clima, lo complicado de los caminos y la salud resquebrajada de los soldados por la epidemia de tifus obligaron a los expedicionarios a regresar a Lima sin haber cumplido con su objetivo (1919, III, p. 264). Sin embargo, la nota publicada en La Situación, el 11 de enero de 1882, indicaba lo siguiente:

Tenemos la satisfacción de anunciar que el general en Jefe del Ejército se encuen- tra entre nosotros. Ha vuelto de la expedición que hizo al interior con el objeto de batir a las fuerzas de Cáceres y llega bueno y satisfecho de su tarea. Y tiene razón […]. A su llegada a las poblaciones, el señor Lynch ha sido recibido con toda clase de cariños y consideraciones. Nadie ha tenido ni siquiera la intención de oponerle resistencia para acceder a sus deseos. En diferentes puntos, el señor Lynch ha encontrado cadáveres de oficiales y soldados de las montoneras, pro- bablemente de los mismos que se sublevaron pocos días antes de la expedición. […] Los prisioneros tomados de paso por la expedición, no tienen frases para contar las crueldades de Cáceres. Su brazo solo se levantaba para dar muerte a uno de sus subalternos. En Chosica se encontró dos cadáveres de individuos recién fusilados y en ­Matucana siete oficiales que habían sido muertos por orden del mismo señor Cáceres […]112.

Por otro lado, mientras la Delegación comunicaba a Carrillo el nombramiento de Iglesias como jefe político-militar de los departamentos del norte y el traslado de Montero a Huaraz [54 y 58], en Lima La Situación —en su edición del 23 de febrero de 1882— se refería a esos hechos de la siguiente manera:

A última hora. Cajamarca. Dispersión de las tropas de Montero. Por pasajeros de Cajamarca llegados a San Pedro se sabe que el contralmirante Montero no es ya el jefe del ejército del Norte. Las tropas bajo el mando del coronel Iglesias, en el primer momento, parece que han sido dispersadas por el ex ministro de guerra. Se espera de un momento a otro la confirmación de estas noticias, que hace cerca de ocho días dimos editorialmente.

112 En sus memorias, Cáceres señala que a partir de diciembre de 1881 fue advertido de los prepara- tivos de dicha expedición chilena. La muerte de los oficiales mencionados en la nota de La Situación probablemente se debió al amotinamiento del escuadrón integrado por la antigua escolta de Piérola. Además, los mismos pobladores habían dado muerte a un capitán Lara, debido a que descubrieron que colaboraba con los chilenos (1973, pp. 134-135).

109 Figura 11. Membrete chileno del Ejército Expedicionario del Norte Fuente: Archivo APC.

Figura 12. Comunicación firmada por el jefe político de Lima durante la ocupación, Adolfo Guerrero Fuente: Archivo APC. Parte I. Estudio preliminar

Así, pues, los diarios promovidos por los chilenos en Lima buscaron presentar una imagen triunfalista y de dominio de la situación de parte de las fuerzas del país del sur y de sus autoridades. La realidad, sin embargo, fue más compleja, y el triunfo final en la guerra requirió mucho más tiempo del esperado por ellos. La victoria en la Guerra del Pacífico no solo representó para Chile la obtención de evidentes ventajas geopolíticas; también fue económica y socialmente muy favo- rable, al punto de que se llegó a afirmar que había tenido un papel preponderante en la «salvación» nacional. En efecto, hacia 1879 Chile estaba atravesando por graves problemas económicos, y su gobierno afrontaba una también grave crisis política. Carmen Mc Evoy ha explicado de modo muy ilustrativo cómo la guerra significó una oportunidad crucial para salvar muchos de esos problemas: se superó la crisis monetaria, los índices de criminalidad disminuyeron y, sobre todo, se recibieron —­además de las ganancias territoriales— inmensas riquezas: salitre, guano, mine- rales y las importantes rentas de aduanas del Perú, junto con la indemnización de guerra (2011a, pp. 36-38). Al preparar las expediciones a la costa norte, Patricio Lynch diseñó un plan que, en teoría, debió haber obligado al Estado peruano a firmar la paz bajo las condicio- nes impuestas por Chile. En junio de 1880, en carta al presidente Aníbal Pinto113, Lynch explicaba las ventajas que acarrearían las incursiones contra las localidades del norte del Perú: entre otras, se podría obtener contribuciones de muchos acaudala- dos propietarios que hasta ese momento no habían sufrido los estragos de la guerra; se generaría un clima de temor en la población; se podría suscitar un ambiente de revuelta entre los peruanos frente al gobierno de Piérola; se generarían noticias que tendrían un impacto favorable en la opinión pública chilena (Torrico, 2012, pp. 49-50). La ocupación chilena de la capital, a partir de enero de 1881, trajo consigo un cambio progresivo en la administración de la ciudad. En principio los chilenos respe- taron la competencia de la Municipalidad en los asuntos administrativos en ausencia del gobierno, y facilitaron la elección de un gobierno provisorio, con el que buscarían negociar la paz. Paralelamente, Chile tomó la administración de las aduanas de los más importantes puertos peruanos114.

113 Aníbal Pinto Garmendia (Santiago, 1825-Valparaíso, 1884). Miembro del Partido Liberal, fue elegido diputado en varias legislaturas por las provincias de Ovalle, Parral, Chillán y Nacimiento. Fue nombrado ministro de Guerra y Marina durante el mandato de Federico Errázuriz. Fue elegido presidente de Chile en 1876 (Fuentes & Cortés, 1965, pp. 236-237). 114 En cuanto a las aduanas, la administración chilena llegó a recaudar, entre mayo de 1881 y abril de 1882, más de cuatro millones de pesos (Lynch, 1882, pp. 127-128, 136-137); y entre mayo de 1882 y abril de 1883, más de cinco millones y medio de pesos (Lynch, 1884, p. 7).

111 El Estado en la sombra. El Perú durante la ocupación chilena

En ese contexto, cuando Lynch asumió la jefatura del ejército de ocupación, en mayo de 1881, se estableció un esquema más complejo y organizado de con- trol del territorio, basado en una importante fuerza militar, apoyada por las fuerzas navales, y con un eficaz sistema de comunicación, por medio del correo, el telé- grafo y el vapor. El Perú tenía diez departamentos litorales, de los cuales las fuerzas chilenas ocupaban los de Tarapacá, Tacna, Ica, Lima, La Libertad y Lambayeque. Los otros cuatro —Piura, Áncash, Arequipa y Moquegua— sufrieron la presencia chilena fundamentalmente a través de operaciones de sus buques de guerra. Así, estos bloquearon el puerto de Mollendo y vigilaron los de Ilo e Islay (Mc Evoy, 2011a, p. 359). En el caso de Paita, hubo una primera incursión chilena en setiembre de 1880, que significó una ocupación de tres días. En una segunda oportunidad ese puerto fue tomado de manera pacífica el 11 de junio de 1881. Los chilenos crearon la jefatura político-militar­ de Paita, que estuvo a cargo del comandante del Huáscar, Emilio Valverde (Ahumada Moreno, 1884-1891, VII, p. 144; Núñez Peña, 2004, pp. 485-486). Allí la imposición de la autoridad chilena se dio a partir de un pacto realizado entre las fuerzas chilenas, los vecinos de Paita y el vicecónsul británico, de acuerdo con un esquema que se repitió en otras localidades de la costa norte, y que supuso un compromiso de «protección» a cambio de recursos económicos. El caso de Paita tuvo una peculiaridad: la tarea de brindar seguridad al puerto no estuvo solo a cargo de los chilenos, sino que fue compartida con la guardia urbana local. Esta —que recibió diez rifles de los chilenos— estuvo encargada del patrullaje entre las seis de la tarde y las siete de la mañana, que era el lapso en el cual las fuerzas chilenas abordaban el Huáscar para descansar (Mc Evoy, 2011a, pp. 360-361). En cuanto a la ciudad de Piura, las fuerzas chilenas la ocuparon en octubre de 1881, pero solo por dieciséis días (Núñez Peña, 2004, p. 487)115. En junio de 1881 Lynch nombró al coronel Samuel Valdivieso116 como inten- dente de Lima, con funciones que no interferían con las del municipio. Semanas más tarde, luego de que las conversaciones de paz con el gobierno provisorio no llegaran a buen puerto, se procedió a la clausura del Congreso en Chorrillos, al desarme de las tropas y al desconocimiento del gobierno provisorio, así como a la posterior deportación de Francisco García Calderón. En diciembre de ese mismo año cesa- ron las funciones del Concejo Municipal de Lima, y las autoridades de ocupación

115 Miguel Maticorena ha recogido un detallado relato de la entrada de las fuerzas chilenas a la ciudad de Piura (2014, pp. 57-61). 116 Samuel Valdivieso Soto Aguilar sirvió bajo las órdenes del general Baquedano en la defensa de ­Antofagasta ante los ataques del monitor Huáscar en mayo de 1879. Estuvo también presente en el asalto a Pisagua, en las batallas de San Francisco, Tacna y Arica, y en la campaña de Lima en enero de 1881 (Figueroa, 1925, IV, p. 980).

112 Parte I. Estudio preliminar

­nombraron como jefe político de Lima a Adolfo Guerrero117. En lo referido a los asuntos fiscales, en setiembre de 1881 se ordenó el cese de funciones de la Junta de Vigilancia Fiscal y se nombró a Bernardo Irarrázaval118 como cajero fiscal (Ahumada Moreno, 1884-1891, VII, pp. 112-119 y 131). En cuanto al ámbito judicial, tras la ocupación de Lima el jefe chileno ­Cornelio Saavedra solicitó a Juan Antonio Ribeyro119, presidente de la Corte Suprema de Justicia, que esta reanudara sus funciones y que dispusiera la reinstalación de los tribunales y juzgados. Los magistrados se negaron a hacerlo en el contexto de una ocupación armada. Poco tiempo después, el gobierno provisorio de Francisco García Calderón planteó la instalación de la Corte Suprema en la Magdalena, lo cual no fue aceptado por los jueces. El máximo tribunal de justicia solo retomaría sus funciones luego de la firma del tratado de Ancón. Así, durante la ocupación los delitos y fal- tas quedaron en manos de los tribunales militares. Además, Lynch estableció cuáles serían las atribuciones de los jueces chilenos, fundamentalmente referidas a causas comerciales, a acciones posesorias y a asuntos tocantes al estado civil de las personas. Los jueces solo tramitarían los procesos, ya que se dispuso que las sentencias estu- vieran a cargo de jueces compromisarios elegidos por las partes. Además, en abril de 1882 se creó un tribunal de apelación en Lima, para conocer de los recursos de nulidad que se interpusieran. Hubo muy numerosas quejas contra las resoluciones de los jueces compromisarios (Basadre, 1983, VI, pp. 259-261)120. Los chilenos justificaron los diversos cambios alegando que el caos adminis- trativo peruano era evidente: «Las autoridades peruanas cesaron motu proprio o se relajó su autoridad» (Encina, 1951, XVII, p. 376). En efecto, en muchos casos

117 Adolfo Guerrero Vergara (Santiago, 1850) fue abogado. Durante la guerra fue auditor en campaña y secretario de Patricio Lynch. Posteriormente, fue diputado por Ancud, y colaborador de varios periódi- cos chilenos. Fue opositor de Balmaceda, por lo que durante su presidencia se trasladó a Buenos Aires. Luego de la muerte de Balmaceda, fue nombrado ministro plenipotenciario de Chile en Buenos Aires, función que desempeñó hasta 1896 (Figueroa, 1925, III, p. 393). 118 Bernardo Irarrázaval Vera (Santiago, 1838) se desempeñó como administrador del cementerio de Valparaíso, y llegó a ser diputado (Fuentes & Cortés, 1963, p. 162). Al encabezar la Caja Fiscal en el Perú —para lo cual recibió la documentación y archivos de la administración que había presidido García Calderón—, tuvo como misión primordial la de mejorar la recaudación fiscal en los territo- rios ocupados. Mc Evoy ha destacado la diligencia con la que Irarrázaval acometió esa labor (2011a, pp. 365-367). 119 Juan Antonio Ribeyro (Lima, 1810-1886). Político, abogado y magistrado, presidió la Corte Suprema de Justicia. Fue rector de la Universidad de San Marcos. Fue también diputado, y en más de una ocasión fue presidente del Consejo de Ministros y ministro de Relaciones Exteriores (Tauro, 2001, 14, pp. 2248-2249). 120 Para lo referido a la administración de justicia durante la ocupación de Lima, véase la tesis de Gon- zalo Aguilar Rojas (2012).

113 El Estado en la sombra. El Perú durante la ocupación chilena los ­funcionarios peruanos —como el referido caso de la Corte Suprema— se nega- ron a desempeñar sus tareas bajo la autoridad del enemigo. Así, en diciembre de 1881, cuando Adolfo Guerrero asumió la jefatura política de Lima, el director de la Penitenciaría, José Agustín de la Puente Cortés121, renunció a este cargo afirmando que «la Constitución del Perú me prohíbe admitir destinos de gobiernos extranjeros; y se acentúa más este precepto si el puesto que se me ofrece dimana de los crueles e implacables enemigos de mi patria»122. Guerrero no aceptó la renuncia, buscó reunirse con De la Puente y llegaron al acuerdo de que la administración de dicho establecimiento fuera independiente «de otra autoridad que no sea la nuestra y su marcha ordinaria como establecimiento correccional»; en otras palabras, el Panóptico estaría bajo la autoridad peruana123. Según De la Puente, esa responsabilidad no era fácil de ejecutar:

Mi administración no estuvo exenta de luchas y contrariedades. La escasez de recursos, la falta de moral; la insolencia de los presos, que veían en el desorden y el escándalo la seguridad de obtener su libertad, dio lugar a escenas agitadas y sangrientas, que fueron severamente reprimidas y escarmentados sus autores, volvió el orden y la tranquilidad a un establecimiento en donde la paz había huido […].

121 José Agustín de la Puente Cortés (Lima, 1838-1910). Hijo de José de la Puente Querejazu y de Paula Cortés Alcázar, en su juventud siguió la carrera militar, llegando a alcanzar el grado de teniente coronel. A fines de la década de 1850 fue primero vicecónsul y luego cónsul del Perú en Caracas. Fue prefecto de Junín en 1864, y participó en el combate del 2 de mayo de 1866. Fue tesorero de la Biblioteca Nacio- nal, bajo la dirección de Ricardo Palma —amigo cercano suyo—, en el tiempo de la reconstrucción institucional después de la guerra con Chile. Fue ministro de Hacienda y Comercio en el gabinete pre- sidido por Baltasar García Urrutia, durante el gobierno de Justiniano Borgoño. Agricultor, condujo la hacienda Orbea, propiedad de su familia, y se dedicó paralelamente a los estudios históricos, orientados muchos de ellos a diversos aspectos de la vida de Lima. Con varios amigos promovió en 1872 la funda- ción, en tierras de la hacienda Orbea, de «Marbella», la Magdalena del Mar de nuestros días. En 1905 estuvo entre los miembros fundadores del Instituto Histórico del Perú, hoy Academia Nacional de la Historia. Casó con Jesús Olavegoya Iriarte (Moreyra, 1955-1956, pp. 101-103). 122 Esta actitud fue reconocida por el gobierno provisorio, el cual envió una comunicación al destituido alcalde César Canevaro el 30 de diciembre de 1881: «Tengo el encargo de S. E. de manifestar a V. S. lo satisfactorio que le ha sido también ver que el Director de la Penitenciaría Sr. José A. de la Puente, haya hecho dejación de ese puesto, negándose enérgicamente a servir bajo la autoridad enemiga» (APC. Carta de José Agustín de la Puente Cortés a Adolfo Guerrero, 10 de diciembre de 1881). Sin embargo, De la Puente continuó unos meses más al frente de la Penitenciaría, al recibir garantías de las autori- dades chilenas en cuanto a «la independencia completa del Panóptico» (APC. Copia de carta de José Agustín de la Puente a Lizardo Montero, 17 de diciembre de 1881). 123 APC. Carta de José Agustín de la Puente Cortés a Lizardo Montero, 17 de diciembre de 1881; y oficio de Adolfo Guerrero a José Agustín de la Puente, Nº 8, 20 de diciembre de 1881.

114 Parte I. Estudio preliminar

Pero graves dificultades se me presentaban diariamente con los jefes políticos que reemplazaron al señor Guerrero, durante la licencia que le concedió su gobierno, con el Tribunal Militar y con los jueces de Lima y el Callao. Se me remitían reos sentenciados por los tribunales chilenos, los mismos que devolvía con la declara- toria de 20 de diciembre. Este rechazo irritaba a las autoridades chilenas, con las que tuve diálogos violentos124.

De la Puente hizo respetar la autoridad del gobierno provisorio sobre la admi- nistración de la Penitenciaría. Fue por ello que finalmente Guerrero decidió retirarlo del cargo en mayo de 1882, y nombrar en su lugar a José P. Escobar125, medida que De la Puente aceptó sin poner obstáculos126. Entretanto, el final de la guerra no se veía próximo, por la resistencia peruana en la sierra, y por la negativa del gobierno provisorio a firmar la paz con cesión territo- rial. Todo ello generaba inquietud y tensiones en el seno de la clase dirigente chilena. Dos años antes, en junio de 1880, Lynch había expresado por escrito cómo sus expe- diciones no debían incurrir en abusos que generaran mayor aversión en la población peruana, precisamente para que la guerra no se prolongara:

De ninguna manera comprendería su objeto causar daños que no nos reportarán provechos directos; nada de incendios ni de destrucciones vandálicas; con opera- ciones de esta naturaleza, lejos de alcanzar el fin racional de la guerra, se obligaría al enemigo a negarse a toda transacción, porque con ello se hace nacer la desespe- ración de una lucha sin término, ni cuartel (Torrico, 2012, pp. 49-50).

Sin embargo, los hechos discurrieron por otros cauces, y las expediciones de Lynch causaron daños y abusos innecesarios. Por otro lado, Lynch se apoyó en el argumento de las divisiones políticas entre los peruanos, y del caos existente en varias localidades por los abusos perpetrados por autoridades o tropas peruanas, para plantear un sistema de organización dirigido por los chilenos. En efecto, al revisar su memoria (1882) encontramos esos argumentos para justificar la avanzada de las expediciones. Sucedió así en el caso de Chincha y Pisco en enero de 1882, donde fue destacado el coronel Leoncio Tagle, o en algunas provincias de Cajamarca,­

124 José Agustín de la Puente Cortés: «Penitenciaria de Lima. Páginas de la ocupación chilena». En El Comercio, 20 de abril de 1900, edición de la mañana. La «declaratoria de 20 de diciembre» es la carta que Adolfo Guerrero le dirige a De la Puente, el 20 de diciembre de 1881, en la que le garantiza, con respecto a la Penitenciaría, «la dirección exclusiva de usted, y con completa independencia de esta ­Jefatura». 125 APC. Oficio de Adolfo Guerrero a José Agustín de la Puente, N° 258, del 30 de mayo de 1882. José Pablo Escobar se había desempeñado en 1876 como gerente del Banco del Perú (Lemale, 1876, segunda parte, p. 179). 126 APC. Carta de José Agustín de la Puente a Adolfo Guerrero, 31 de mayo de 1882.

115 El Estado en la sombra. El Perú durante la ocupación chilena adonde llegó la ­expedición de Urízar Garfias, a fines del mismo mes. Fueron múl- tiples los casos de abusos cometidos por los ocupantes chilenos. Por ejemplo, Mc Evoy recoge variados testimonios en ese sentido, referidos a arbitrariedades y robos cometidos por las tropas chilenas en Lima, así como en los alrededores de la ciudad. Además, refiere las noticias presentadas por el New York Herald, sobre cómo fueron plantados en Valparaíso árboles y arbustos «saqueados de los terrenos de la Exposición y del Jardín Botánico» de Lima; o sobre cómo fueron instalados en la plaza de Armas de Santiago bancos de mármol y estatuas procedentes de la capital peruana, entre otras cosas. La misma autora alude a «la institucionalización del robo por parte de bandas armadas», al referirse a la expedición dirigida por Ambrosio Letelier127 en la sierra central, cuyos integrantes fueron luego procesados por orden de Lynch (2011a, pp. 358 y 367-369). Un importante periodista chileno de la época, Zorobabel Rodríguez128, planteó abiertamente lo que Héctor López Martínez ha denominado como «verdadero pro- grama de expoliación»:

El Perú tiene algunos ferrocarriles productivos: explotémoslos por cuenta de Chile y, en caso necesario, destruyámoslos y traigamos a Chile sus rieles, sus máqui- nas y su equipo. Tiene contribuciones fiscales y municipales: cobrémoslas por cuenta de Chile. Tiene […] depósitos de guano: pongámonos en el acto a ven- der cargamentos a bordo a quien quiera comprarnos. Tiene palacios lujosamente alhajados, establecimientos públicos con menajes que valen muchos centenares de miles, estatuas, museos, bibliotecas: que todo esto sufra la ley del vencedor […] (1989, p. 63).

Las apropiaciones de bienes culturales durante la ocupación de Lima y las con- fiscaciones de maquinarias constituyen asuntos que, por lo general, han sido poco trabajados. Una excepción en este sentido es el artículo publicado en 2011 por el historiador chileno Milton Godoy Orellana, quien —a partir de la documenta- ción existente en repositorios chilenos— ha estudiado el papel de los representantes del Estado chileno con respecto a dichas apropiaciones y confiscaciones, al igual

127 Ambrosio Letelier Salamanca (Curepto, 1837-Santiago, 1934). Durante la Guerra del Pacífico fue enviado al Perú para realizar las primeras excursiones sobre territorios de la sierra. Fue acusado por cometer excesos contra la población. Se le inició un proceso y fue condenado en 1882, dándosele de baja (Figueroa, 1925-1931, IV, pp. 35-36). 128 Zorobabel Rodríguez (Quillota, 1839-1901). Abogado, creó la Sociedad Literaria San Luis, fue pro- fesor de castellano y latín y destacó como escritor y periodista. Participó activamente como miembro de diversas academias literarias. Perteneció al Partido Conservador y fue diputado durante varios periodos (Aguirre Mac-Kay y otros, 1981-1986, 3, pp. 999-1000).

116 Parte I. Estudio preliminar que las reacciones que ante ellas se suscitaron en Chile. Concluye que esas acciones no constituyeron una política de Estado, pero sí

una práctica que en su momento no fue reprimida y que requirió de algún con- cierto entre las autoridades militares y políticas de la ocupación. Salvo cuando se develó —consciente o inconscientemente— a través de la prensa y la discusión llegó a la Cámara de Diputados, el tema pudo ser discutido con el recatado silen- cio que solicitó Balmaceda (2011, p. 323)129.

A pesar de las intenciones dirigidas a plantear una ocupación ordenada, la estra- tegia para conseguir la paz no fue efectiva. Muchos resistieron ante la llegada del enemigo, como sucedió en las expediciones a la sierra central: la primera se ini- ció en abril de 1881, al mando de Ambrosio Letelier; la segunda se dio a partir de enero de 1882, inicialmente al mando de Patricio Lynch y de José Francisco Gana130, y posteriormente bajo la autoridad de Estanislao del Canto131 (Basadre 1983, VI, pp. 284-288). Todo eso dilató la guerra, y —como ya se ha señalado— preocupó al gobierno chileno. Por otro lado, la fragmentación política y social que sufría el país, al igual que su complicada geografía, fueron graves obstáculos para los ­planes ­chilenos. La campaña de la Breña supuso durísimas complicaciones para el ejército de ocu- pación. Esto se debió, en principio, a la falta de adaptación del soldado chileno a la geografía peruana, a la resistencia de la población nativa y a eventuales errores estraté- gicos de parte de los jefes militares extranjeros. Hacia julio de 1882, las tropas chilenas que se encontraban en la sierra central estaban afectadas por la mala alimentación, por la falta de agua y de sal, y por los contagios de enfermedades como la viruela, el tifus, la disentería, la tifoidea y otros tipos de «fiebres» (Sater, 2007, pp. 322-323).

129 En efecto, en enero de 1883 se discutió el asunto en la Cámara de Diputados de Chile. Godoy destaca la intervención del diputado Augusto Matte Pérez, quien interpeló al ministro del Interior, José Manuel Balmaceda, por el traslado a Chile de objetos artísticos desde Lima. Balmaceda se compro- metió a proceder a su «pronta devolución». Matte consideraba que era deshonroso para Chile apropiarse de dichos objetos artísticos, ya que ello estaba proscrito por «los principios de la guerra moderna», y exponía a Chile a las críticas internacionales (2011, p. 314). 130 José Francisco Gana Castro (Talca, 1828-Lamalou, Francia, 1894). Durante la Guerra del Pacífico dirigió el ataque a Chorrillos, y posteriormente fue nombrado jefe político-militar del Callao. Después de la guerra ocupó varios cargos públicos en Chile, y en 1890 fue nombrado ministro de Guerra y Marina durante el gobierno de Balmaceda (Fuentes & Cortés, 1965, p. 128). 131 Estanislao del Canto Arteaga (Quillota, 1840-Santiago, 1923). Durante la Guerra del Pacífico par- ticipó en la campaña terrestre del sur entre 1879 y 1880, y en la campaña contra Lima. Posteriormente ocupó varios cargos públicos en Chile, y en 1891 fue uno de los militares que se aliaron con el Congreso para derrocar al presidente Balmaceda (Fuentes & Cortés, 1965, p. 64).

117 El Estado en la sombra. El Perú durante la ocupación chilena

Precisamente el 18 de julio de 1882 apareció publicada, en un ­periódico santia- guino, una carta que denunciaba las pésimas condiciones de vida que sufrían los soldados chilenos en la sierra del Perú, en cuanto a la alimentación, el vestido y los alojamientos. En ese contexto, se manifestaba el temor de que aquellos, que tan malas condiciones padecían, pudieran convertirse en «apetitoso sebo para el ene- migo» (Mc Evoy, 2011a, pp. 267-268). Justamente en esa segunda quincena de julio de 1882 aparecieron varios artículos en periódicos chilenos que afirmaban que no se podía tolerar la continua pérdida de vidas que estaban sufriendo los chilenos en el Perú. La situación se evaluaba como muy grave porque acababan de llegar las noticias sobre el revés sufrido por los chilenos en Concepción, con la muerte de todos los integrantes del contingente militar establecido allí (2011a, pp. 389-390). A pesar de todas esas dificultades, las autoridades chilenas nunca quisieron reco- nocer el gobierno provisorio, al considerar que sus representantes no aceptarían firmar la paz con cesión territorial. Según afirma Encina, ni en el momento más difícil se quiso hacer dicho reconocimiento. El nuevo presidente de Chile, Domingo Santa María —quien asumió el poder en 1881— y su ministro de Relaciones Exteriores, Manuel Balmaceda132, concluyeron que se había entrado en un círculo vicioso: Chile no podía controlar todo el territorio del Perú y el gobierno provisorio no quería acep- tar la cesión territorial. Se planteó entonces la posibilidad de una tregua. En el caso de Bolivia era factible, pero no en el caso del Perú, que había demostrado resisten- cia. En ese contexto llegó la noticia del arribo de los comisionados norteamericanos William Trescot133 y Walker Blaine a Chile. Frente a esta situación, Santa María y Balmaceda consideraron con mayor fuerza plantear la tregua. El problema, según Santa María, era con qué gobierno firmar la tregua: «No hay gobierno organizado en

132 José Manuel Balmaceda Fernández (Santiago, 1840-1891). Importante político chileno, fue colabo- rador cercano del presidente Domingo Santa María, y llegó a ser presidente en 1886 (Collier & Sater, 1999, pp. 141-147). Sus conversaciones con Trescot, al parecer, no fueron muy fluidas, ya que surgie- ron una serie de roces entre ambos personajes. Balmaceda impidió a Trescot entrevistarse con García ­Calderón, quien estaba prisionero en Chile, lo cual fue considerado por el representante norteameri- cano como muestra de una completa falta de confianza en él (Encina, 1951, XVIII, pp. 35-36). 133 Antes de ser enviado al Perú, William Trescot había estado en misión diplomática en China (­Fernández Valdés, 2004, p. 78). El presidente Arthur le encomendó viajar al Perú y a Chile para tratar de resolver el problema bélico. Antes de llegar a Chile, estuvo brevemente en Lima, donde se reunió con personas allegadas tanto a Montero como a Piérola. Según narra el diario La Situación, del 27 de diciembre de 1881, toda la sociedad limeña estuvo al tanto de la visita y se trató de obtener del diplomático norteamericano una posición favorable al Perú. En su segunda visita al Perú, Trescot tuvo una reunión importante con los agentes confidenciales: «Se dice que Trescot, huésped del señor Derteano, es hombre muy callado, y a pesar de que los señores Candamo y Carlos Elías, Delegados de Montero, han tenido con él dos conferencias, no han logrado sacar en claro nada sobre sus propósitos» (Palma, 1984, p. 159).

118 Parte I. Estudio preliminar el Perú, ni es de creer que alguno que se organice se prestase a firmarla, desde que los peruanos deben estar creyendo que los yankees habrían de traer una escuadra para defenderlos» (Encina, 1951, XVIII, p. 26). En Chile se criticó mucho el prolongado tiempo de la ocupación. En un perió- dico llamado La Serena, en julio de 1882, se mencionaba el altísimo costo económico de la guerra, al igual que las muchas pérdidas de vidas de soldados no solo a causa de las operaciones bélicas, sino también atacados por la fiebre amarilla o la viruela (Mc Evoy, 2011a, pp. 337-338). Frente a los muchos reclamos de este tipo, el gobierno chileno argumentaba que el prolongado statu quo se debía a la inexistencia de un gobierno peruano con el que se pudiera tratar la paz. El propio presidente Santa María manifestó su preocupación por la prolongación de la guerra. En carta a Jovino Novoa, de marzo de 1882, le informaba de la opinión de Adolfo Guerrero —jefe político de Lima, que por entonces estaba de licencia en Santiago— en el sentido de que «la paz está hoy tan lejos de nosotros como estaba ayer». Guerrero sostenía que las fuerzas chilenas debían desocupar Lima y el norte del Perú:

Adolfo cree que debemos retirarnos de Lima y del norte y concretarnos a ocupar el territorio que ha de ser nuestro. Desembarazado el Perú de nuestras armas se organizará y hará o no la paz, pero nadie nos moverá de los lugares que ocupemos (Bulnes, 1919, III, p. 255, n. 17).

Santa María manifestaba sus dudas sobre ambos escenarios, y se preguntaba: «¿organizamos la ocupación o nos retiramos?» Entendía que el retiro no sería tole- rado por la opinión pública chilena, pero a la vez subrayaba que era altísimo el costo económico de la ocupación, y que en el futuro las expectativas de los jefes mili- tares chilenos podrían significar un problema para el propio gobierno (1919, III, p. 255, n. 17). Tal vez uno de los más duros golpes para la administración chilena fue la derrota en Marcavalle y Concepción en julio de 1882, lo que motivó a Lynch a tomar medi- das extremas «contra los instigadores de aquellos movimientos y, en general, contra todo el círculo de civilistas residentes en Lima». El 8 de agosto de ese año, Lynch envió en calidad de prisioneros de guerra a un segundo grupo de personas, entre los que figuraban Manuel Candamo y Carlos M. Elías, delegados del gobierno de ­Montero en Lima (Lynch, 1884, p. 89). Puede plantearse la hipótesis de que la decisión de la deportación de Candamo y Elías —y de varios otros «notables» peruanos— estuviera también inspirada por la grave preocupación de las autoridades chilenas ante el hecho de que para entonces el Perú estuviera prácticamente unificado bajo la autoridad del gobierno ­provisorio,

119 El Estado en la sombra. El Perú durante la ocupación chilena en cuyo contexto se estaba desarrollando la resistencia encabezada por Cáceres en la sierra central. Se trataba de un gobierno no grato a los chilenos, ya que se negaba a aceptar la paz con cesión territorial. Así, en julio de 1882 los tres jefes ­político-militares —­Iglesias, Cáceres y Carrillo— estaban bajo la autoridad del gobierno de Montero134. Martin afirma que fue «funesto» para Chile el mes de julio de 1882. En efecto, el ejército de Cáceres derrotó a las guarniciones chilenas de Pucará y Marcavalle, y obligó a las tropas del país del sur a abandonar . Además, se produjo la victoria peruana de Concepción. Por otro lado, el 13 del mismo mes se verificó otro triunfo peruano: el de San Pablo, en Cajamarca, que hizo que los destacamentos chi- lenos que querían llegar a esa ciudad tuvieran que retroceder. Además, en el mismo mes hubo ataques peruanos contra las guarniciones chilenas en Tambo de Mora y en Cañete (Martin, 1972, pp. 30-31).

134 En carta del 22 de febrero de 1882, Cáceres instaba a Arnaldo Panizo —a quien derrotaría en el combate de Acuchimay, en Ayacucho— a plegarse al gobierno provisorio. Le decía que no podía ser que solo él y sus fuerzas se negaran a someterse «bajo el gobierno provisorio, proclamado en todos los departamentos de la república, a excepción de la estrecha periferia que ocupan las armas de V. S.» (2010, pp. 122-123).

120 No veo, pues, cómo concluya la cuestión. A Bolivia debemos considerarla como separada de nosotros; no debemos contar con ella para nada, mucho menos para darle a la guerra un carácter más activo que el que ha tenido hasta hoy. Los Estados Unidos no volverán a meterse en el asunto; las potencias europeas tampoco se meterán, y si lo hicieran sería sobre la base de las condiciones de Chile. Carta de Manuel Candamo a Teresa Álvarez Calderón (Angol, 15 de noviembre de 1882)

3. El frente externo: el reconocimiento internacional del gobierno provisorio y el anhelo de la paz

3.1. El gobierno provisorio ante las potencias extranjeras. La Agencia Confidencial

Con el establecimiento del gobierno provisorio presidido por García Calderón en la Magdalena se inició un proceso en virtud del cual aquel buscó el reconocimiento de las potencias extranjeras con el fin de tener la legitimidad suficiente para negociar los términos de la paz con Chile. Así, el 30 de abril de 1881 envió García Calderón una circular al cuerpo diplomático, el cual decidió no contestarla, por considerar que la situación jurídica del gobierno provisorio no era clara. Era comprensible la postura de los representantes extranjeros, toda vez que previamente habían recono- cido al gobierno de Piérola, y teniendo en cuenta además que el gobierno provisorio se había instalado en una zona controlada por Chile. Todo indica que el cuerpo diplomático estaba a la espera de la instalación del Congreso en Chorrillos, el cual podría dar mayor legitimidad al gobierno de la Magdalena. Sin embargo, dicho ­Congreso no pudo instalarse en mayo, como estaba previsto, por falta de quórum. Ante ello, las legaciones de El Salvador, Alemania, Gran Bretaña, Francia, Italia, Brasil y España contestaron a la circular antes mencionada y comunicaron que se abstenían de reconocer al gobierno provisorio (Yábar, 2009, II, pp. 122-123; Guerra, 1991, pp. 248-250). Sin embargo, ya entre junio y agosto de 1881 el gobierno provisorio logró ser reconocido por los Estados Unidos, Costa Rica, Honduras, Dinamarca, Uruguay, Nicaragua, Suiza y El Salvador. A fines de mayo de ese mismo año había llegado a Lima el nuevo ministro de Chile en el Perú, Joaquín Godoy135, con la misión de presionar al gobierno de García Calderón a aceptar las bases de paz chilenas, que incluían la entrega de Tarapacá. En el caso de que dichas bases fueran rechazadas, debía suprimir ese gobierno. Godoy tenía instrucciones de no comunicarse con nin- guna legación diplomática extranjera antes de hacerlo con el gobierno provisorio.

135 Joaquín Godoy Cruz (Santiago, 1840-Río de Janeiro, 1901) era un personaje ya conocido en Lima. En 1868 había sido encargado de negocios de Chile en el Perú, y en la década de 1870 fue nuevamente representante diplomático de su país en Lima. Después de la guerra llegó a ser ministro de Relaciones Exteriores y del Interior (Fuentes & Cortés, 1963, pp. 136-137; Ramón, 1999-2003, II, p. 155). El Estado en la sombra. El Perú durante la ocupación chilena

Por otra parte, se sabe que el ministro norteamericano en Santiago presionaba al gobierno de Chile para que no aceptara la mediación de ninguna potencia europea en las eventuales negociaciones de paz. En efecto, los diplomáticos europeos en Lima no tuvieron mayor contacto con Godoy (Yábar, 2009, II, pp. 105-107 y 124-125). Como sabemos, García Calderón no cedió ante las exigencias de cesión territo- rial a favor de Chile como elemento para el logro de la paz. Por ello, fue arrestado el 6 de noviembre de ese mismo año de 1881 y desterrado al día siguiente a Chile. Así, el gobierno provisorio fue explícitamente desconocido por Chile. Ante ello, ese gobierno se recompuso bajo el liderazgo de Lizardo Montero, quien se esta- bleció en Cajamarca en el mismo mes de noviembre de 1881, para trasladarse meses después, en marzo de 1882, a Huaraz. En ese contexto surgió en Lima la denominada Agencia Confidencial. Se instaló en diciembre de 1881 y estuvo integrada por Manuel Candamo y Carlos Elías —es decir, por las mismas perso- nas que ejercían la ­Delegación del gobierno en Lima—. La Agencia tuvo como misión central el logro de un acuerdo de paz con Chile, «bajo condiciones que aseguren la honra nacional y la integridad del territorio»136. Para ello, los agentes se plantearon un objetivo previo y fundamental: que las potencias extranjeras reconocieran el gobierno dirigido por Montero, con el fin de que Chile viera en este al interlocutor válido para las negociaciones de paz. De hecho, ya para entonces los Estados Unidos y siete países más —tal como lo hemos señalado en el párrafo anterior— habían reconocido al gobierno provisorio, y Bolivia lo hizo en ese mismo mes de diciembre de 1881. En este sentido, la Agencia Confidencial planteó ese reconocimiento a los diplomáticos extranjeros acreditados en el Perú, e igualmente mantuvo contacto con los ministros peruanos en el exterior, con el mismo fin; aquellos, además, procuraron difundir ante los diversos gobiernos la justicia de la causa peruana, y a la vez obtener recursos económicos para el gobierno de Montero. Las esperanzas, pues, en cuanto al logro de la paz con Chile pasaban necesariamente por las negociaciones diplomáticas, toda vez que las fuer- zas chilenas controlaban la capital del Perú y otras zonas del territorio, además de muchos de sus recursos. La Agencia Confidencial enfrentó graves dificultades en su afán por lograr el reconocimiento del gobierno de Montero de parte de varias potencias extranjeras. Un notable revés fue el que sufrieron en mayo de 1882, cuando ciertos minis- tros extranjeros manifestaron que no podían reconocer al gobierno ­provisorio,

136 Circular dirigida a los agentes confidenciales. ACMRE, CC150, 1881-1882, 23.11.1881, f. 7 (las cursivas son nuestras).

124 Parte I. Estudio preliminar por ­carecer de instrucciones para ello [401]137. Previamente habían tenido un revés similar, con ocasión de la primera estadía del enviado norteamericano ­Trescot en Lima, a fines de 1881. En aquel entonces varios representantes europeos se negaron al reconocimiento, al parecer —entre otras cosas— por recelo frente a la preponderancia que los Estados Unidos estaban asumiendo en esa materia (­Castro, 2009, p. 51). Los políticos peruanos de entonces no tuvieron, por lo general, una opinión positiva de los representantes extranjeros en Lima. En sus Memorias del cautiverio, García Calderón criticó duramente la indolencia que, en su mayoría, mostraron los diplomáticos acreditados en el Perú en un contexto en el que era urgente promover la paz entre los países beligerantes (1949, p. 112). Por su parte, Manuel Candamo refirió que, en su calidad de delegado y de agente confidencial, había solicitado al decano del cuerpo diplomático en Lima, Jorge Tezanos Pinto138, el reconocimiento del gobierno provisorio de parte de sus correspondientes representantes diplomáticos. Estos se reunieron en una junta —el 11 de mayo de 1882— y acordaron transmitir la solicitud a sus respectivos gobiernos, pero no hubo ninguna respuesta positiva [399 y 400]. Candamo manifestó su contrariedad frente a esa actitud, teniendo en cuenta que el gobierno de Montero ya había sido reconocido por los gobiernos de los Estados Unidos, de Suiza, de Bolivia y de otras naciones neutrales (Puente Candamo & Puente Brunke, 2008, p. 442). La referida reunión del 11 de mayo congregó a los ministros de El Salvador, Italia, Alemania, Argentina, Francia, España, Brasil y Gran Bretaña. Se sabe que el ministro británico opinó en contra del reconocimiento del gobierno de Montero y afirmó que «sus seguidores eran solo un grupo de aven- tureros, y que estaba necesitado de fuerza militar, dinero y la fuerza moral que hace a un Gobierno» (Yábar, 2009, III, p. 382).

137 José Carlos Martin precisa que los ministros «de las llamadas grandes potencias» fueron los que insistieron en que todavía no había llegado el momento del reconocimiento del gobierno provisorio de parte de los países que aún no lo habían hecho (1972, p. 27). 138 Jorge Tezanos Pinto, de origen argentino, se desempeñó durante varios años en Lima como cón- sul de su país natal, y también como representante diplomático de El Salvador. Murió en Lima en 1897 (Martin, 1972, p. 27). Los agentes confidenciales expresaron a Tezanos Pinto su preocupación por la «resistencia del gobierno de Chile para reconocer la autoridad del gobierno provisorio del Perú», lo que impedía que se iniciaran las conversaciones de paz. Los agentes argumentaban que el gobierno dirigido por Montero tenía todo el reconocimiento del país, «y su autoridad se ejerce y es acatada en toda la parte del territorio que no ocupan las armas chilenas; por su origen y elementos constitutivos, es no solo un gobierno de hecho sino un gobierno legítimo y legal; reviste todas las formas constitucionales que las circunstancias permiten» (ACMRE, 7-13, caja 282, carpeta 18, 1882, ff. 86-89).

125 El Estado en la sombra. El Perú durante la ocupación chilena

En cuanto a los representantes peruanos en el extranjero, los agentes confidencia- les mantuvieron correspondencia con los ministros plenipotenciarios del Perú en los Estados Unidos (Juan Federico Elmore); en Inglaterra y Francia (Francisco Rosas); en Italia (José Francisco Canevaro)139; en Argentina (Manuel Ocampo Samanez); en Bolivia (Manuel María del Valle)140 y en Ecuador (Emilio Bonifaz)141. Así, la Agencia Confidencial hizo posible que la Cancillería estuviera enlazada con sus represen- tantes en el extranjero (Castro, 2009, p. 31). La comunicación más intensa se dio con Manuel María del Valle, ministro en Bolivia, y con Francisco Rosas, ministro en Inglaterra y Francia142, con quienes se trataron temas de índole política y hacen- dística; muy frecuente también fue la correspondencia con Juan Federico Elmore, ministro en los Estados Unidos. En Lima, los agentes confidenciales mantuvieron contacto con los integrantes del cuerpo diplomático extranjero, y muy en especial con su decano, Tezanos Pinto (2009, pp. 32-33).

139 José Francisco Canevaro Valega (Lima, 1837-Dax, Francia, 1900) (Jensen, 1990, p. 76). Fue vice- presidente durante el gobierno del general Mariano Ignacio Prado. Establecido el gobierno provisorio fue nombrado ministro del Perú en Italia (ACMRE, CC149, 1881-1882, 1.5.1882, f. 7v). 140 Manuel María del Valle (Lima, 1846-¿Niza? 1921). Abogado y político. Fue el encargado de la redacción del Diario de Debates del Congreso entre 1867 y 1872. Fue director del periódico El ­Nacional en 1872. Reemplazó en 1879 a Lizardo Montero como teniente alcalde de Lima. Con- currió al Congreso reunido en Arequipa, en julio de 1883, como senador por Puno. En 1885 fue nombrado nuevamente ministro en Bolivia y permaneció en el cargo hasta 1888. De regreso en Lima fue elegido diputado por Lima y defendió la aprobación del contrato Grace (Tauro, 2001, 17, pp. 2688-2689). 141 Antes de la guerra, durante buena parte la década de 1870, Emilio Bonifaz desempeñó funcio- nes diplomáticas en Francia (ACMRE, 5-14, caja 233, carpeta 4). Desarrolló allí una loable labor de apoyo a los intereses de los peruanos durante la guerra franco-prusiana (El Nacional, 4 de abril de 1871). En abril de 1879 asumió sus funciones como ministro del Perú en Ecuador. Desde allí desplegó esfuerzos para tratar de que Ecuador apoyara al Perú indirectamente en la guerra con Chile de diversos modos como, por ejemplo, con la utilización de la bandera ecuatoriana para movilizar barcos peruanos (Ahumada Moreno, 1884-1891, III, pp. 51-58). 142 En cuanto a la correspondencia de los agentes con Rosas, ministro en Francia, uno de los temas más tratados fue el de la resistencia del destituido ministro de Piérola en ese país, Toribio Sanz, a dejar el cargo, lo que inclusive motivó el envío de telegramas en clave de parte de Rosas. Esta situación producía un impacto negativo en el ámbito internacional [299, 355, 262, 365, 380, 396 y 413].

126 Figura 13. Francisco Rosas Fuente: El Perú Ilustrado, 6 de agosto de 1887, p. 1.

Figura 14. Manuel María del Valle Fuente: El Perú Ilustrado, 19 de noviembre de 1887, p. 9. El Estado en la sombra. El Perú durante la ocupación chilena

Los Estados Unidos manifestaron una actitud decidida a propiciar las negociaciones de paz entre el Perú y Chile. Dicha actitud tuvo un carácter más notorio durante el tiempo en el que el gobierno provisorio fue presidido por García Calderón, y tam- bién durante los meses iniciales de la administración de Montero. Como se verá más adelante, la muerte del presidente Garfield suscitó un giro en la posición norteame- ricana: de allí en adelante los Estados Unidos tomaron distancia del problema. Para García Calderón las negociaciones con Chile hubieran llegado a buen puerto si las demás legaciones extranjeras hubieran secundado las acciones de los diplomáticos norteamericanos antes de la muerte del presidente Garfield. Consideraba que si el cuerpo diplomático hubiera apoyado la posición norteamericana, «nunca hubiera podido decir Chile que no tuvo más autoridad que la otorgada por sus armas; y que no hacía tratado de paz, porque no había gobierno peruano con quién celebrarla» (1949, p. 116). García Calderón reveló que los ministros de Inglaterra y de Francia fueron claramente partidarios de la cesión territorial; le comunicaron directamente que si el Perú cedía a Chile el departamento de Tarapacá, la paz se conseguiría en veinticuatro horas. Es más, García Calderón llegó a responsabilizar a los diplomáticos extranjeros de la continuación de la guerra. En efecto, cuando se formó el gobierno provisorio bajo su presidencia, el cuerpo diplomático se excusó de reconocerlo porque seguía en tratos con el gobierno de Piérola; y poco después ignoraron también a este, con el argumento de que no debían tomar partido en la guerra civil en la que había caído el Perú. Esta actitud, a juicio de García Calderón, alentó a Chile a afirmar que no había gobierno legítimo en el Perú con el cual tratar: «por eso la guerra se prolongó y por eso Chile persiguió al gobierno legítimo del Perú y constituyó otro a su amaño» (1949, pp. 128-129). Como es evidente, cada Estado planteaba su posición frente a la guerra en fun- ción de sus propios intereses. En el caso de Francia, por ejemplo, su actitud estaba muy ligada al interés de ese gobierno por todo lo vinculado a la Casa Dreyfus: durante la presidencia de Prado se había rescindido el contrato celebrado entre esa Casa y el Estado peruano, y posteriormente se firmó uno nuevo con Piérola, el cual quedó ­desestimado ante la ocupación territorial por parte de Chile y su desconocimiento del contrato. En cuanto a Gran Bretaña, la defensa de sus intereses comerciales fue muy importante143. Por su parte, la política norteamericana se guiaba por los principios

143 Es interesante citar el testimonio de Francisco Rosas, ministro en Francia e Inglaterra, sobre la actitud de los altos dignatarios del gobierno británico ante su presencia en Londres como ministro del Perú: «Los ingleses me han recibido como unas fieras. No pueden ustedes figurarse cuán mal preparados estaban; la cosa llegaba hasta el punto de no querer discutir. Decían que estaban deci- didos a no reconocer por ahora al gobierno del Perú, y que no había para qué hablar de ese asunto.

128 Parte I. Estudio preliminar de la doctrina Monroe; en un inicio trató de favorecer los intereses peruanos y evitar cualquier intervención europea. En los casos de Brasil y Argentina, ofrecieron cola- borar en una mediación, pero finalmente dejaron esa responsabilidad a los Estados Unidos (Martínez Riaza, 1994, pp. 200-201). España, cuyos diplomáticos actuaban también como mediadores, preocupada como estaba por mantener su dominio en Cuba y por evitar el aumento de la fuerza de los Estados Unidos en el continente, puso todos los medios para impedir que tuviera éxito la intervención norteamericana en la solución del conflicto (Quiroz, 2013, pp. 234-235).

3.2. La mediación de los Estados Unidos

La intervención de los Estados Unidos fue muy importante en el contexto de la guerra, y se vio alentada por los cada vez mayores intereses económicos y comer- ciales norteamericanos en Sudamérica, al igual que por su propósito de tener más participación en los asuntos políticos del hemisferio occidental (Clayton, 1998, pp. 125-126). En particular, de acuerdo con la doctrina Monroe, los Estados Unidos querían impedir que las potencias europeas intervinieran como mediadoras en el conflicto144. Además, al Perú le interesaba la intervención norteamericana, porque se suponía que las potencias europeas estarían motivadas, ante todo, por la defensa de los intereses de los tenedores de bonos de la deuda peruana; en particular, los diplomáticos norteamericanos temían que una eventual victoria de Chile pusiera los recursos económicos del Perú en manos de los ingleses (Fernández Valdés, 2004, pp. 37 y 52). Manrique considera que no solo estaban en juego los intereses econó- micos de los Estados Unidos —por ejemplo, como importador de fertilizantes— sino que además en la guerra se estaba resolviendo la supremacía sobre el Pacífico sur; los norteamericanos necesitaban consolidar su influencia en la región, y reducir la de las potencias europeas (1981, p. 122). La simpatía de los Estados Unidos por la causa peruana en la guerra se originó no solo en consideraciones referidas a bloques de poder político en el escenario con- tinental, sino también en los intereses de ciudadanos norteamericanos en cuanto a mantener la integridad territorial del Perú, por las inversiones que muchos de ellos

Me ­sostuvieron que yo no había sido recibido en Francia sino como agente confidencial, y se nega- ban a oír las razones con que trataba de demostrarles que eso no era verdadero. Al fin, a fuerza de paciencia y de constancia he llegado a calmarlos un poco, los he obligado a leer mis documentos y a confesar que estaban muy equivocados en sus apreciaciones» (Puente Candamo & Puente Brunke, 2008, p. 738). 144 Curiosamente, cuatro meses después del inicio de la guerra, los gobiernos inglés y alemán pro- pusieron al de los Estados Unidos que interviniera para la solución del conflicto. En ese momento, el gobierno norteamericano rechazó la proposición (Ballón, 2003, p. 43).

129 El Estado en la sombra. El Perú durante la ocupación chilena habían hecho en las provincias de Tarapacá, Tacna y Arica (Clayton, 1998, p. 142)145. Puede decirse que la intervención norteamericana fue un factor decisivo en la caída de Piérola, por el apoyo que los diplomáticos de los Estados Unidos manifestaron en favor de García Calderón. Durante los meses iniciales de la guerra gobernó los Estados Unidos el presidente Rutherford B. Hayes (1877-1881)146, cuya política fue bastante neutral, y se caracte- rizó por propiciar el acuerdo entre las potencias en conflicto antes de la ocupación de Lima. Los esfuerzos norteamericanos no tuvieron éxito, entre otras razones porque no hubo una adecuada coordinación en el seno de su equipo diplomático, integrado por los ministros de los Estados Unidos en Lima, La Paz y Santiago. A esta etapa correspondieron las conversaciones en el navío Lackawanna, en octubre de 1880 (Fernández Valdés, 2004, pp. 35-45). La etapa más intensa de la intervención norteamericana se dio en 1881, bajo la presidencia de James A. Garfield, cuyo secretario de Estado fue James G. Blaine. Durante ese tiempo la política de los Estados Unidos se caracterizó por su apoyo a los intereses peruanos, en el sentido de conseguir la paz sin cesión territorial. Blaine consideraba inconveniente una victoria de Chile, ya que con ella veía crecer el peligro de un predominio británico en América del Sur (Clayton, 1998, p. 148). Las gestiones del ministro peruano en Washington, Juan Federico Elmore, fueron decisivas para el logro de la colaboración norteamericana, y para que la admi- nistración de Garfield reconociera al gobierno provisorio y decidiera intervenir en las conversaciones de paz, para luego disponer el viaje de los enviados especiales William Trescot y Walker Blaine, hijo del secretario de Estado147. Isaac Christiancy148, ministro de los Estados Unidos en Lima, había manifestado su impresión de que el interés de Chile no era el del logro de la paz, sino el de ocupar la mayor parte del territorio peruano. Así, acusó al país sureño de haber rechazado

145 Clayton afirma que «hacia 1867 comenzó la expansión comercial entre Perú y Estados Unidos, la cual prosiguió ininterrumpidamente hasta el estallido de la Guerra del Pacífico en 1879». Desde los inicios de la década de 1870 se hizo notoria la ventaja en la balanza comercial en favor de los Estados Unidos. Hasta 1875 el principal producto de exportación del Perú fue el guano, sustituido luego por el salitre. «Sin embargo, lo que estimulaba el auge comercial no era el guano ni el salitre, ni plata, lana y otros bienes que llenaban las bodegas de los barcos norteamericanos [...]. Lo que realmente alteró y extendió el comer- cio bilateral fueron el acero, el hierro y las maderas norteamericanas que iban a formar la columna vertebral de uno de los anhelos más importantes del Perú en los tiempos modernos: el ferrocarril» (1998, p. 130). 146 Rutherford B. Hayes (Delaware, Ohio, 1822-Fremont, Ohio, 1893). Abogado y político ­republicano de larga trayectoria, que accedió a la presidencia de los Estados Unidos en 1877 (De Bruhl, 1980, p. 19). 147 ACMRE, CC149, 1881-1882 25.1.1882, ff. 75-75v. 148 Isaac P. Christiancy fue nombrado ministro de los Estados Unidos en el Perú el 31 de enero de 1879. Presentó sus credenciales al presidente Mariano Ignacio Prado el 19 de abril del mismo año (ACMRE, CC67, 1866-1895, f. 112).

130 Parte I. Estudio preliminar la posibilidad de tratar la paz con Piérola. Planteó la hipótesis de que Chile habría propiciado la división peruana entre los seguidores de Piérola y de García Calderón, con el fin de provocar una guerra civil y así tener un pretexto para la mencionada ocupación del territorio. Sin embargo, Christiancy atribuyó igualmente responsabili- dad a los peruanos, por no ser capaces de constituir un gobierno que los representara en conjunto (García Calderón, 1949, p. 286). Fue el 26 de junio de 1881 cuando los Estados Unidos reconocieron oficialmente al gobierno de García Calderón, al argumentar que estaba apoyado por los sectores más influyentes del Perú, y que buscaba restablecer el orden constitucional y entablar negociaciones de paz con Chile (Lynch, 1882, documentos, p. LIII). Al parecer, el ministro Stephen A. Hurlbut —sucesor de Christiancy— presionó a los jefes mili- tares peruanos con el fin de que reconocieran la autoridad de García Calderón149. Su objetivo era conseguir que Chile aceptara la paz a cambio solo de una indemni- zación pecuniaria. Estaba convencido de la inconveniencia de una anexión territorial por la fuerza150, y entendía que, si alcanzaba sus objetivos, la influencia y el prestigio de los Estados Unidos en la América del Sur se acrecentarían notablemente151. Para ello, Hurlbut consideraba vital la unificación del Perú bajo el gobierno provisorio presidido por García Calderón (Manrique, 1981, pp. 123-124). Así, este vio en la posición de los Estados Unidos la principal garantía para el logro de la paz con Chile sin cesión territorial. En este sentido, fue importante la reunión que tuvo Hurlbut, el 7 de setiembre de 1881, con Carlos Elías, Elías Mujica152 y José ­Gregorio García.

149 Hurlbut, diplomático republicano, se había desempeñado como general en la guerra de secesión norteamericana (Quiroz, 2013, p. 234). 150 Así se lo dijo a Patricio Lynch por medio de un memorándum que le envió el 25 de agosto de 1881, en el que le planteaba el interés de los Estados Unidos porque la paz retornara al Pacífico sur. Afirmaba que, si finalmente Chile se apoderaba de modo definitivo de territorios peruanos, ese hecho sería enten- dido por las demás naciones como «la prueba evidente de que Chile se lanzó a las vías de la agresión y de la conquista con el intento de ensanchar su territorio» (Yábar, 2009, II, p. 143). 151 Así se lo manifestó Hurlbut al secretario de Estado Blaine en carta del 10 de agosto de 1881, desde Lima: «No debiera permitirse la anexión de territorio por la fuerza. Con esta acción de parte de nuestro gobierno ganaríamos la más alta influencia en América del Sur, serviríamos el propósito de una auténtica civilización, e inauguraríamos un estilo más alto de derecho nacional e internacional en este continente» (Quiroz, 2013, p. 234, n. 104). Es preciso mencionar que entre los representantes norteamericanos se barajó la posibilidad de una anexión del Perú a los Estados Unidos. En efecto, Isaac Christiancy —­anterior ministro en Lima— había enviado un escrito confidencial al secretario de Estado Blaine para manifestarle su convencimiento de que la única forma de que los Estados Unidos pudieran tener una «influencia rectora» en las costas pacíficas norteamericanas era mediante la promoción de un acuerdo de paz razonable entre el Perú y Chile, o a través del control del Perú por medio de un protectorado o de la anexión (Ballón, 2003, pp. 94-95). 152 Elías Mujica Trasmonte. Natural de Paita, se dedicó a actividades comerciales. Participó en el com- bate del 2 de mayo de 1866. Fue miembro del Partido Civil. Durante la guerra con Chile, participó

131 El Estado en la sombra. El Perú durante la ocupación chilena

Elías aún no era agente confidencial del gobierno provisorio, pero ya actuaba en defensa de la posición peruana ante Chile. En esa reunión Hurlbut manifestó que la desunión de los líderes políticos peruanos dificultaba que los Estados Unidos influ- yeran con eficacia en las negociaciones con Chile. Por tanto, consideraba que era importante el logro de la adhesión del jefe político-militar­ del Norte, contralmi- rante Montero, al gobierno provisorio, lo cual se produjo, en efecto, algunas semanas ­después. Afirmó el ministro norteamericano que si la autoridad del gobierno provi- sorio se consolidaba, ya Chile no podría decir que no tenía interlocutor, y por tanto los Estados Unidos podrían presionar para el logro de la paz. Para Hurlbut no era tolerable el estado de cosas imperante, ya que a diario recibía en su legación quejas por daños diversos producidos por los chilenos, y en especial por el cobro de cupos excesivos. Consideraba, además, muy negativo que sufriera la ­actividad comercial, y que muchos súbditos de potencias neutrales se ­perjudicaran153. El plan de Hurlbut era el de que la compensación económica que pudiera ofrecerse a Chile fuera facilitada por un grupo de especuladores norteamericanos, a cambio de lo cual estos recibirían el negocio del salitre de Tarapacá. Además, el gobierno provisorio entregaría en concesión una estación carbonífera para la armada norteamericana y transferiría a una empresa privada la explotación del ferrocarril de Chimbote. Trascendió que en esta fórmula de arreglo —acordada y firmada por García Calderón y Hurlbut—154 habrían entrado en juego intereses personales del secretario de Estado Blaine y del propio ministro Hurlbut (Castro, 2009, p. 46). Lo cierto es que ese acuerdo tuvo un grave defecto, por el cual generó rechazo en los Estados Unidos: el propio Hurlbut había sido nombrado como el «titular legal temporal» de la mencionada concesión; este hecho levantó suspicacias en cuanto a conflictos de intereses con sus obligaciones oficiales como ministro de los Estados Unidos en el Perú, y el acuerdo fue rechazado por el gobierno norteamericano. Poco tiempo ­después —a fines de marzo de 1882— murió Hurlbut en Lima —presumiblemente de un ataque cardíaco— mientras se preparaba para viajar a Washington, a someterse a una indagación de parte del Congreso de su país (Quiroz, 2013, p. 236).

en la defensa de Lima, y posteriormente se unió a Cáceres en la campaña de la sierra. En diciembre de 1882 fue nombrado por Cáceres prefecto de Lima, con residencia en Canta (Pereyra, 2006, p. 329). Después de la guerra fue ministro de Guerra y Marina en el gabinete presidido por Aurelio Denegri en 1887. Murió en París en 1904 (Mujica & Mujica, 2000; El Perú Ilustrado, 26 de noviembre de 1887). 153 ACMRE, 1-8, 1881, caja 279, carpeta 5, ff. 26-28. 154 Quiroz precisa que el 20 de setiembre de 1881 García Calderón y Hurlbut firmaron un protocolo en virtud del cual el Perú le otorgaría a los Estados Unidos el derecho a instalar una base naval y una estación de abastecimiento de carbón en el puerto de Chimbote (2013, p. 235).

132 Parte I. Estudio preliminar

A pesar de todo ello, la muerte de Hurlbut fue lamentada en los círculos políticos peruanos, ya que había sido percibido siempre como defensor de la tesis peruana en cuanto a no ceder territorios a Chile155. Así, Candamo y Elías, como agentes con- fidenciales en Lima, comunicaron con pesar al gobierno provisorio la noticia de su fallecimiento [83]. Sin embargo, el fracaso de la mediación norteamericana se debió, fundamental- mente, a la salida de Blaine de la secretaría de Estado, a raíz del asesinato del presidente Garfield. Además, los enemigos políticos de Blaine en los Estados Unidos lo acusa- ron de tener intereses personales en el Perú (Clayton, 1998, pp. 154-155). Con el nuevo presidente, Chester A. Arthur156, y con la llegada a la secretaría de Estado de ­Frederick T. Frelinghuysen157, la posición norteamericana fue variando hacia la acep- tación de la cesión territorial en favor de Chile (Parodi, 2001, pp. 31-32)158. El historiador chileno Francisco A. Encina refirió que fue «la manifiesta acti- tud intervencionista» del ministro Hurlbut la que llevó al presidente Santa María a ordenarle a Lynch la detención y el confinamiento en Chile de García Calderón, y atribuyó al apoyo norteamericano la actitud de este en el sentido de no aceptar la paz con las condiciones que Chile quería imponer. Encina consideró, además, que el respaldo de los Estados Unidos al gobierno de García Calderón se había debido a las concesiones que este les había hecho, como la del mencionado derecho de instalar una estación carbonífera en la bahía de Chimbote, que además les serviría en el con- texto de la red de bases navales que los Estados Unidos estaban estableciendo con el propósito de defender lo que más adelante sería el canal de Panamá. Afirmó también el historiador chileno que a Hurlbut, con carácter personal, se le había encargado

155 Clayton considera que Hurlbut manejó la situación de tal manera que llegó a hacer creer a los peruanos que «realmente era posible la intervención de Estados Unidos ante la intransigencia chilena», y que convencido de ello publicó una «Declaración a los notables de Lima» en la cual manifestó la opo- sición norteamericana a la «desintegración del Perú». El mismo autor señala que la muerte de Hurlbut­ suscitó hondo pesar en muchos peruanos, porque lo consideraban defensor del Perú: «su muerte fue quizá el símbolo perfecto del fracaso de la política de Estados Unidos en la Guerra del Pacífico» (1998, pp. ­150-151 y 157). 156 Chester A. Arthur (Fairfield, Vermont, 1830-Nueva York, 1886). Abogado y político. Miembro del Partido Republicano. Accedió a la presidencia de los Estados Unidos en setiembre de 1881, a raíz de la muerte del presidente Garfield, del cual era su vicepresidente (De Bruhl, 1980, pp. 30-31). 157 Frederick T. Frelinghuysen (Millstone, Nueva Jersey, 1817-Newark, Nueva Jersey, 1885). Impor- tante político norteamericano. Fue senador republicano por Nueva Jersey entre 1866 y 1869. A fines de 1881 sucedió a James G. Blaine en la Secretaría de Estado (De Bruhl, 1980, pp. 323-324). 158 Ante esa situación adversa, el ministro peruano en los Estados Unidos, Juan Federico Elmore, des- plegó variados esfuerzos para lograr apoyos en la administración norteamericana. Según Parodi, Elmore habría encarnado en este sentido «la desesperación y últimos esfuerzos diplomáticos del Perú en el con- texto de la mediación. Por esto se dirigió, en repetidas ocasiones, al Secretario de Estado y Presidente americanos con el objeto de lograr su retorno a las amables posiciones de Garfield» (2001, p. 48).

133 El Estado en la sombra. El Perú durante la ocupación chilena

—como intermediario con otras compañías— el negocio de concluir la línea del ferrocarril que debía llegar a Chimbote (1956, III, pp. 1599-1602). En enero de 1882 llegó a Chile la denominada «misión Trescot». William Trescot fue un enviado especial del gobierno de los Estados Unidos para negociar con las potencias en conflicto las condiciones que permitirían el final de la guerra. Con este objetivo, Trescot se planteó, en primer lugar, apoyar el establecimiento en el Perú de un gobierno que fuera reconocido por todas las fuerzas políticas, para que pudiera iniciar negociaciones de paz; además, se propuso persuadir a Chile para que no exi- giera la cesión territorial como condición previa para los acuerdos de paz, y que se le ofreciera al Perú, en cambio, la posibilidad de pagar una indemnización. Trescot no descartaba inducir a otras repúblicas americanas a presionar a Chile a que aceptara la posibilidad de la indemnización (Fernández Valdés, 2004, p. 79). Antes de llegar a Chile, Trescot sostuvo una reunión con los agentes confiden- ciales en Lima, tal como ellos lo informaron en carta del 29 de diciembre de 1881. En efecto, relataron que tuvieron una entrevista con los comisionados norteamerica- nos Trescot y Blaine hijo, y manifestaron sus esperanzas de que las conversaciones de esos comisionados en Chile dieran resultados favorables a los intereses ­peruanos [409]. Sin embargo, no fue así. Las condiciones acordadas en el protocolo Trescot- Balmaceda, firmado el 11 de febrero de 1882, reflejaron el cambio de orientación en la política norteamericana sobre el conflicto; ese cambio se produjo justamente durante el tiempo en el que Trescot estuvo en Chile. Las instrucciones, que llevó consigo al dejar los Estados Unidos, le habían sido entregadas por el secretario de Estado Blaine. Sin embargo, en diciembre de 1881 dejó Blaine dicho puesto, y su sucesor, Frelinghuysen, propició un cambio en la posición de los Estados Unidos sobre la guerra; entre otras cosas planteó como aceptable la cesión territorial del Perú a Chile. Así, el protocolo Trescot-Balmaceda estableció que Chile ponía como con- dición para la paz la cesión de parte del Perú de los territorios al sur de la quebrada de Camarones, y la cesión por diez años de la región de Tacna y Arica, más el pago de una indemnización. Además, los Estados Unidos renunciaron a cualquier acción armada de intervención en la guerra entre el Perú y Chile. El nuevo secretario de Estado había instruido a Trescot para que mostrara una actitud más afín a la posición chilena, lo cual puso al enviado norteamericano en una situación incómoda (Bonilla, 1980, pp. 164-166). Así, el mencionado protocolo supuso un éxito incuestionable de Chile, favorecido como estuvo por el cambio de la política norteamericana con respecto a la guerra. Para el Perú significó una pésima noticia, ya que con ello se desvanecieron las esperanzas que se habían tenido en el apoyo de los Estados Unidos para poner fin a la guerra sin desmembración territorial. El 3 de marzo de 1882 los delegados Candamo y Elías informaban al comisionado del gobierno provisorio en

134 Parte I. Estudio preliminar el Sur —Camilo Carrillo— y al jefe político-militar del Sur —José de la Torre— de la noticia aparecida en el diario La Situación sobre la firma del referido protocolo [62 y 63]. Ese protocolo llevó al gobierno provisorio a replantear su estrategia diplomática. Se le ofreció la presidencia del Consejo de Ministros y el ministerio de Relaciones Exteriores al pierolista Antonio Arenas, sin duda con el propósito de plantear un gabinete políticamente más representativo, y paralelamente, los delegados Candamo y Elías propusieron nombrar a un «Comisionado Especial en los Estados Unidos». Ninguna de las dos iniciativas se concretó. Posteriormente fue nombrado Mariano Álvarez como ministro de Relaciones Exteriores, y se iniciaron los preparativos para la reunión de Trescot con Montero [146]159. La Delegación del gobierno provisorio en Lima anunció la llegada de Trescot al Callao el 28 de marzo, procedente de Chile, en el navío Lackawanna [104]. Pocos días más tarde informó de su partida a Huaraz para el encuentro con Montero. Junto con Trescot viajaron Carlos M. Elías, Ramón Ribeyro160, César Canevaro161 y José Antonio García y García162 [125]. La llegada de Trescot a Huaraz se verificó

159 ACMRE, CC150, 1881-1882, ff. 26-29v. 160 Ramón Ribeyro Álvarez del Villar (1839-1916) fue decano de la Facultad de Ciencias Políticas y Administrativas de la Universidad de San Marcos y vocal de la Corte Suprema de Justicia (Lasarte & Miranda, 1993, p. 681; Martin, 1972, p. 33). Fue designado miembro correspondiente en el Perú de la Real Academia de Jurisprudencia de España (Palma, 1992, p. 108). En La Patria. Diario de la mañana (8 de agosto 1882) se habla de él con ironía y tono negativo en la llamada «Galería de hombres céle- bres de Lima». Fue designado por el gobierno provisorio de Lizardo Montero plenipotenciario para las llamadas Conferencias de Lima con el ministro plenipotenciario de Bolivia, Juan Crisóstomo Carrillo (ACMRE, CC150, 1881-1882. 21.6.1882, ff. 39v-40). 161 César Canevaro Valega (Lima, 1846-1922). Militar, diplomático y político. Iniciada la guerra con Chile, colaboró activamente, haciendo aportes económicos para armar y vestir a parte de la tropa. Hizo gestiones para que se compraran municiones en Europa. Participó en la campaña del sur y posterior- mente en la defensa de Lima. Asumió la alcaldía de Lima en 1881 y fue representante ante el Congreso de Chorrillos por la provincia de Huarochirí. Fue ascendido a general de brigada por Montero. Cuando el gobierno provisorio se estableció en Arequipa, Canevaro fue responsable de la Guardia Nacional y de la defensa de dicha ciudad. En su diario, Carlos M. Elías comenta lo siguiente, el 7 de mayo de 1883: «Las noticias de Arequipa no son muy tranquilizadoras […]; parece que las intrigas de partido y los juegos de ambición personal están a la orden del día. Pintan a Canevaro como el jefe de todo eso y no se comprende cómo Montero tolera que tal cosa suceda» (1883, s.p.). Terminada la guerra, Canevaro se trasladó a Bolivia, al no estar de acuerdo con el gobierno de Iglesias. Posteriormente retornó para apoyar a Cáceres, y fue nombrado jefe político-militar de los departamentos del sur (Tauro, 2001, 3, pp. ­484-485; Yábar, 2009, II, pp. 29 y 43). 162 José Antonio García y García (Lima, 1832-1886). Abogado, diplomático y parlamentario. Director de la Sociedad de Beneficencia Pública de Lima entre 1880 y 1881 y senador en el Congreso Extraor- dinario de Chorrillos en 1881. Estuvo preso en Chillán junto con Manuel Candamo (Tauro, 2001, 7, pp. 1048-1049; Yábar, 2009, II, p. 42; El Perú Ilustrado, 3 de marzo de 1888).

135 El Estado en la sombra. El Perú durante la ocupación chilena en la tarde del 22 de abril, y tres días después presentó, ante Montero, sus creden- ciales como comisionado especial del gobierno de los Estados Unidos. El día 26 se le ofreció un banquete, al que asistieron Montero, sus ministros y otras altas autorida- des. El 27 salió Trescot de Huaraz, y llegó al Callao el 1 de mayo [158]. Tras la entrevista con Montero, Trescot escribió al secretario de Estado Frelinghuysen para plantearle la conveniencia de definir la exacta posición de los Estados Unidos en el conflicto, con lo cual puso en evidencia que hasta entonces había sido confusa y vacilante (Clayton, 1998, p. 158)163. En la entrevista, Montero agradeció el reconocimiento de los Estados Unidos al gobierno provisorio, al igual que las gestiones de paz que patrocinaba. A la vez, denunció el afán expansionista de Chile, que consideró reñido con el restablecimiento de la paz en condiciones honrosas y equitativas. Se trataba de un problema no solo peruano y chileno, sino de carácter continental, ya que estaba en juego la aceptación de la legitimidad del derecho de conquista (Yábar, 2009, III, p. 371). No se firmó un protocolo luego de la entrevista, y la información que se tiene de ella proviene de las comunicaciones enviadas por Trescot a Washington. Según ellas, Montero tenía aún esperanzas de lograr la paz sin cesión territorial —a pesar de que, según Trescot, ya en el Perú se empezaba a aceptar como posibilidad la cesión de Tarapacá—, pero para ello consi- deraba vital el que los Estados Unidos se involucraran firmemente en la mediación (2009, III, p. 373). Además, para que se llevaran a cabo las negociaciones de paz era fundamental que Chile reconociera al gobierno provisorio. Trescot gestionó sin éxito ese reconocimiento en Lima, ante Lynch y Jovino Novoa (Basadre, 1983, VI, p. 280) e incluso planteó ese pedido al ministro de Relaciones Exteriores de Chile, y señaló que para entonces era un gobierno reconocido en todo el país [203]. Luego de las reuniones entre Trescot y Montero, la Delegación procedió a infor- mar de ellas a los jefes político-militares del interior del país, pero sin ofrecer detalles. Sí ofrecieron detalles, en cambio, al ministro del Perú en los Estados Unidos, Juan Federico Elmore. Le informaron de que en Huaraz Trescot había planteado la pro- puesta chilena en el sentido de que la provincia de Tarapacá pasara a incorporarse a Chile, y de que la de Arica fuera comprada por ese país, lo cual fue rechazado por los gobernantes peruanos. Además, le informaron que Trescot se había comprometido a mediar para que Chile reconociera el gobierno presidido por Montero [417]. El 13 de mayo zarpó Trescot del Callao rumbo a los Estados Unidos, al haber sido llamado por telégrafo para que informara personalmente en Washington de sus gestiones,

163 En efecto, en el Perú se recibían noticias que revelaban cierta confusión en la postura de los Estados Unidos frente a la guerra. Así, en marzo de ese año Elmore se había entrevistado en Washington con el presidente Arthur, y este le negó que su gobierno hubiera oficializado la existencia del protocolo ­Trescot-Balmaceda (ACMRE, 5-3, caja 281, carpeta 14, 30.3.1882, ff. 31-31b).

136 Parte I. Estudio preliminar antes de que se expidieran las respectivas instrucciones a los nuevos ministros que poco antes habían sido nombrados para el Perú, Bolivia y Chile [203]. Como nuevo ministro norteamericano en el Perú fue nombrado James R. ­Partridge164. De acuerdo con lo consignado en la documentación que publicamos, Manuel Candamo tuvo dos reuniones con él, de las cuales informó de modo no muy alentador. En efecto, Partridge le manifestó no estar enterado de que Trescot hubiera solicitado al gobierno chileno que reconociera al del Perú, con el fin de entrar en negociaciones de paz, ni del propósito del gobierno de Chile de no hacer tal reconoci- miento. Candamo le expresó que en el Perú se habían depositado muchas esperanzas en la mediación norteamericana, ya que se pensaba que los Estados Unidos iban a sacar a relucir su fuerza con el objeto de presionar a Chile para que no planteara pre- tensiones exageradas. Candamo incluso le informó de las expresiones abiertamente favorables a la posición peruana del anterior secretario de Estado Blaine y del minis- tro Hurlbut. Ante ello, Partridge lamentó que se hubieran albergado tales esperanzas, ya que entendía que nunca se había establecido una posición oficial de Washington al respecto. Además, expresó que, ante las exigencias planteadas por Chile, el gobierno de los Estados Unidos prefería desistir de la mediación, y dejar a las partes en libertad para tratar de resolver el contencioso de modo directo. A Candamo le decepcionó que las cartas credenciales traídas por Partridge estuvieran dirigidas el jefe del Poder Ejecutivo del Perú, sin referirse a persona alguna [420]165. El mismo Candamo, en carta dirigida a su esposa desde su exilio en Chile, varios meses después, aludió de modo irónico al papel de los mediadores norteamericanos, al referir que la labor de Partridge había sido desaprobada por su gobierno, al igual que la de sus antecesores:

También la conducta de Partridge ha sido desaprobada por su gobierno. Resulta, pues, que el gobierno americano ha desaprobado la conducta de todos los ministros que ha tenido acreditados en el Perú y Chile y que han tomado cartas en el asunto

164 James R. Partridge (Baltimore, 1823-Alicante, España, 1884). Abogado, miembro del Partido Repu- blicano y diplomático, fue nombrado ministro plenipotenciario de los Estados Unidos en el Perú en reemplazo de Stephen Hurlbut (De Bruhl, 1980, p. 759). En La Situación, del 15 de mayo de 1882, se anuncia su nombramiento y se ofrecen algunos de sus datos biográficos. 165 Candamo se expresó en ese sentido en un informe que dirigió al ministro de Relaciones Exteriores, el 15 de junio de 1882. Ese mismo día, Jovino Novoa le escribía al presidente Domingo Santa María con referencia a la reunión entre Candamo y Partridge: «Partridge ha declarado a Candamo que es necesario dejar las ilusiones porque los Estados Unidos no intervendrán y antes, por el contrario, quieren desem- barazarse de esta cuestión del Pacífico. La forma en que le ha hablado ha sido explícita […]. Pero por desagradable que sea este papel, es necesario que sepan la verdad y se desengañen. Si Hurlbut viniera habría sido destituido, según Partridge, por haber dado a sus actos diplomáticos un giro tan inconve- niente» (Bulnes, 1919, III, p. 324).

137 El Estado en la sombra. El Perú durante la ocupación chilena

de la paz entre las dos repúblicas. Lo curioso es que esos malditos yankees no quieren contribuir a que se ponga término a esta horrorosa y tan larga guerra ni quieren tampoco que estos gobiernos [los europeos] contribuyan. Verdaderamente que es muy conveniente cosa la famosa doctrina de Monroe (Puente Candamo & Puente Brunke, 2008, p. 308).

El fracaso de la mediación norteamericana fue también atribuido a la falta de experiencia de sus diplomáticos166, y al hecho de que estos mezclaran sus intereses personales con las misiones oficiales. Incluso el ministro británico en Lima, Spencer St. John, llegó a afirmar que los agentes diplomáticos norteamericanos que él había conocido llegaron a ser «comprados» —directa o indirectamente— por los gobiernos ante los cuales estuvieron acreditados (Bonilla, 1980, p. 167). Por su parte, el minis- tro español en Lima, Emilio de Ojeda, puso de relieve los errores y las vacilaciones de la política exterior norteamericana en lo referido a la Guerra del Pacífico, lo que, a su juicio, había dañado su prestigio; y en cuanto a los diplomáticos norteamericanos, se refirió a su «inepcia y honorabilidad muy cuestionable» (Quiroz, 2013, p. 237). Para las autoridades chilenas la mediación norteamericana no debió ser nunca cómoda, incluso luego del cambio de orientación de aquella a raíz de la salida de Blaine de la secretaría de Estado. Podemos suponer que la prolongación de la guerra hizo temer a los chilenos que pudiera reactivarse el protagonismo de los diplomáticos norteamericanos. Por ejemplo, luego de la victoria chilena en Huamachuco, al com- probarse que Cáceres buscaba rehacer sus fuerzas para seguir enfrentando al enemigo, el presidente Santa María escribió a Lynch para manifestarle su preocupación por que la guerra no alcanzara su fin, y transmitirle su ansiedad por la posibilidad de que los norteamericanos «volvieran a los postres» y pretendieran influir para el logro de una paz en condiciones distintas a las que Chile quería ­imponer (Mc Evoy, 2011a, p. 403). En definitiva, la desilusión peruana por el fracaso de la mediación norteameri- cana fue grande, y grande fue también el daño que sufrió la imagen de la diplomacia de los Estados Unidos. Lo expresó de este modo W. R. Graham, quien a mediados de 1882 era Encargado de Negocios de Gran Bretaña en Lima:

El desengaño de los peruanos —quienes generalmente han tenido en mente la idea de que el gobierno de los EE.UU. insistirá en la necesidad de respetar la integridad de su territorio— es grande y la pérdida de prestigio de parte de ­Norteamérica en América del Sur será muy considerable (Castro, 2009, p. 373).

166 En este sentido, Juan Miguel Bákula se refiere a un uso «no profesional» de técnicas jurídicas por parte de los diplomáticos que intentaron ser mediadores, al igual que a su falta de experiencia. En el caso específico de los diplomáticos norteamericanos, alude a cómo un factor negativo fue el hecho de que «cada cambio de gobierno en Washington daba motivo a una diferente apreciación de la situación [...]» (2002, p. 406).

138 Parte I. Estudio preliminar

3.3. La alianza con Bolivia y sus complejidades

El caso de Bolivia era especial. A pesar de todas las circunstancias a las que nos referi- remos más adelante, la alianza con el Perú continuó vigente en el curso de la guerra. Luego del viaje de Prado, Bolivia reconoció al gobierno de Piérola y firmó con él acuerdos políticos y comerciales. En el curso de 1880 hubo intentos —frustrados—­ para establecer nuevamente una confederación entre el Perú y Bolivia; incluso se llegaron a firmar los protocolos iniciales de esta, el 11 de junio de ese año, por Pedro José Calderón167, en nombre del Perú, y Melchor Terrazas168, en el de Bolivia­ (­Bonilla, 2010, pp. 65-66). Además, el 7 de junio de 1881 se suscribió el tratado Núñez del Prado-García y García, por el que se acordó el libre tránsito de mercancías entre ambos países (Dancuart & Rodríguez, 1903-1926, XV, p. 27). Posteriormente, en diciembre de 1881, Bolivia reconoció al gobierno provisorio, encabezado por Montero. Manuel María del Valle fue enviado a La Paz, a inicios de 1882, como ministro plenipotenciario del Perú. De parte de Bolivia, a partir de mayo de ese año desempeñó análogas funciones en Lima Juan Crisóstomo Carrillo169. El escenario político boliviano era complejo, y desde los tiempos iniciales de la guerra hubo grupos que plantearon la negociación de la paz con Chile por separado, con la consecuente ruptura de la alianza con el Perú. Además, se sabe que desde abril de 1879 se suscitaron ofrecimientos al presidente boliviano Daza, de parte de algunas personalidades chilenas, en el sentido de entregar a Bolivia Tacna y Arica a cambio de la incorporación definitiva a Chile del litoral boliviano. Tal como lo ha explicado Bonilla, el año de 1880 fue políticamente muy inestable en Bolivia. Hubo diversos motines y rebeliones, y finalmente se conformaron dos facciones con posiciones opues- tas con respecto a la visión de la guerra que terminaron convirtiéndose en partidos: los «guerristas» —posteriormente llamados liberales—, que apoyaban al presidente Campero y planteaban la continuación de la guerra contra Chile y el mantenimiento de la alianza con el Perú; y los «constitucionales» —luego ­llamados conservadores—,

167 Pedro José Calderón (Lima, 1832-1885). Abogado, doctor en Leyes y Cánones, estudió en el Semi- nario Conciliar de Santo Toribio, en el Convictorio de San Carlos y en la Universidad de San Marcos, donde después ejerció la docencia. Periodista, escribió en El Católico y en El Progreso Católico. Fue diputado por Jauja en 1860, y también ministro del Perú en Berlín, Viena y la Santa Sede. Durante la dictadura de Piérola fue ministro de Relaciones Exteriores y Culto. Posteriormente fue vocal de la Corte Suprema de Justicia, diputado por Camaná y Lima y senador por Lima (Tauro, 2001, 3, p. 454). 168 Melchor Terrazas (Cochabamba, 1829-1898). Jurista y político boliviano. Fue vocal de la Corte Suprema y ministro de Justicia, Culto e Instrucción. Fue ministro plenipotenciario de Bolivia en Lima en 1873 (Barnadas, 2002, II, p. 996). 169 Juan Crisóstomo Carrillo (Cochabamba, 1830-Buenos Aires, 1900). Abogado y político boliviano. En 1882 fue enviado a Lima como agente diplomático del gobierno boliviano para negociar una posible salida de la situación de guerra frente a Chile (Barnadas, 2002, I, p. 457).

139 El Estado en la sombra. El Perú durante la ocupación chilena que eran defensores del federalismo y de la negociación de la paz con Chile de modo separado para romper el vínculo con el Perú (Bonilla, 2010, pp. 65-66). A la vez, a lo largo de 1881 siguió la presión chilena para terminar la alianza a cambio de ciertas concesiones en favor de Bolivia, como la ya mencionada entrega de los territorios de Tacna y Arica. Romper la alianza fue un objetivo de la diplomacia chilena, al que contribuyeron importantes personajes del país altiplánico, como fue el caso de Mariano Baptista170. En diciembre de 1881 este recibió en Tacna —con la anuencia del presidente Campero— un «Memorando de bases para un arreglo de paz definitivo con Chile» de manos del chileno Eusebio Lillo171. En ese documento se planteaba la cesión a Chile del litoral boliviano, a cambio de la entrega al país altiplánico de los territorios de Moquegua, Tacna y Arica. Considera Bonilla que esta fórmula se frustró debido a la firmeza de la diplomacia norteamericana, que hizo saber al gobierno de Chile su desagrado por el destierro de García Calderón, y por el hecho de que Chile se opusiera a la formación de un gobierno peruano que no aceptara cesiones territoriales (2010, pp. 67-68). El gobierno boliviano mantuvo la alianza, a pesar de no compartir el optimismo peruano en cuanto a la mediación nor- teamericana (Caivano, 1979, III, p. 77; Yábar, 2009, III, pp. 79-93; Parodi, 2001, p. 58)172. Los agentes confidenciales del gobierno provisorio en Lima dirigieron una comunicación a los ministros peruanos en Francia y en los Estados Unidos, para desvirtuar los rumores que se habían generado en torno a un eventual arreglo de tregua entre Chile y Bolivia, protagonizado por los mencionados Lillo y Baptista. En esa comunicación se adjuntaba copia de una carta oficial del ministro de Relacio- nes Exteriores boliviano al plenipotenciario norteamericano en La Paz, en la que se negaba la existencia de tal arreglo [315].

170 Mariano Baptista Caserta (Yani, Cochabamba, 1832-Cochabamba, 1907). Abogado y político boli- viano, ejerció la presidencia de su país entre 1892 y 1896. Fue una de las más importantes figuras de la vida boliviana en el siglo XIX (Barnadas, 2002, I, p. 262). 171 Eusebio Lillo Robles (Santiago, 1826-1910). Como periodista, fue colaborador de El Mercurio de Santiago. Durante el primer año de la Guerra del Pacífico se desempeñó como asesor y secretario de la escuadra chilena. En la década de 1880 fue senador por Talca (Fuentes & Cortés, 1963, p. 178). 172 Daniel Parodi pone de relieve cómo el Estado boliviano, a pesar de haber tenido la oportunidad de aliarse con Chile, y de ganar eventualmente los territorios de Tacna y Arica, honró la alianza firmada con el Perú: «En el contexto de la guerra, ni siquiera cuando la nación peruana se encontró sumida en la anarquía, las autoridades bolivianas aceptaron llegar a acuerdos con Chile sin el concurso del Perú» (2001, p. 29). Francisco Yábar comparte esta apreciación: «La actitud que asumió el gobierno boliviano debe considerarse —con cierta justicia— como noble y leal para con su aliado caído en la desgraciada vorágine de la guerra civil. Pudo haber entrado en negociaciones con Chile, romper la alianza o cual- quier otra cosa. Pero los bolivianos decidieron esperar, Campero permaneció en Oruro con el ejército, aguardando a que se definiese la situación política peruana» (2009, II, p. 423). Además, Bolivia facilitó pertrechos de guerra al Perú: lo hizo, por ejemplo, en mayo de 1882, al enviar armamento que había sido adquirido por la dictadura de Piérola (2009, III, p. 438).

140 Parte I. Estudio preliminar

La comunicación entre los agentes confidenciales y el ministro peruano en La Paz, Manuel María del Valle, fue básicamente de carácter informativo, y estuvo referida también a cuestiones administrativas. De todos modos, los agentes hicieron saber a Del Valle que estaban en capacidad de tomar decisiones en nombre del gobierno:

Debemos advertir a V. S. que, en los asuntos de carácter urgente, puede V. S. dirigirse a nosotros, pues según las instrucciones que hemos recibido del gobierno, estamos autorizados para entrar en relación oficial con las legaciones de la Repú- blica en el extranjero, y para adoptar, en aquellos casos, las resoluciones que convengan, a fin de evitar los retardos consiguientes a la gran distancia en que se halla el gobierno, y a los obstáculos que hoy se oponen a su fácil comunicación con la capital [320].

Sin embargo, en la relación con Del Valle los agentes no tuvieron que tomar decisiones importantes en nombre del gobierno. Cumplieron con transmitir la correspondencia dirigida a La Paz, y la proveniente de allí [357, 371 y 372]. Igual- mente, fue a través de los agentes confidenciales que Del Valle se fue informando de los diversos acontecimientos que se producían en el Perú: la situación del ejército chileno; los avances en el reconocimiento del gobierno de Montero en diversas partes del territorio nacional; los enfrentamientos militares surgidos entre peruanos, al igual que los ocurridos entre estos y los chilenos, etcétera [311, 314, 321, 326, 327, 334, 339, 344, 364, 384 y 397]. En febrero de 1882 se reunió Manuel María del Valle con José Zilveti, ministro de Relaciones Exteriores de Bolivia. De ello informaron los agentes confidenciales al ministro de Relaciones Exteriores peruano [337]. Del Valle consideró impracticable el establecimiento de una tregua con Chile, dada la esperanza que en el Perú aún se tenía en la intervención norteamericana173. Sin embargo, Bolivia insistió en ese planteamiento, sobre todo porque se advertía que estaba cambiando la política de los Estados Unidos con respecto a la guerra, tras la entrevista celebrada entre Trescot y Balmaceda. En junio, y ante la reiterada negativa de los diplomáticos peruanos, el gobierno boliviano optó por presentar la propuesta directamente en Huaraz, donde estaba establecido por entonces el gobierno provisorio. Las gestiones allí obtuvieron el mismo resultado negativo, sobre todo porque el Perú consideraba que una tre- gua constituía la aceptación implícita de una cesión territorial. Además, Montero argumentó razones de carácter formal: el Congreso de Bolivia no se había instalado aún; el gobierno chileno no reconocía al gobierno provisorio y además tenía preso a García Calderón; y la población peruana no había sido consultada (Parodi, 2001, pp. 59-64).

173 ACMRE, 7-13, caja 282, carpeta 18, 23 de marzo de 1883.

141 El Estado en la sombra. El Perú durante la ocupación chilena

En mayo de 1882 llegó a Lima el ministro boliviano Carrillo y presentó sus credenciales a la Agencia Confidencial [203], que las remitió, a su vez, al gobierno en Huaraz. Mariano Álvarez, ministro de Relaciones Exteriores, respondió a Carrillo por medio de una comunicación formal, de la que destacamos las siguientes líneas:

Bolivia y Perú con su noble y enérgica resistencia a las pretensiones del inva- sor, no defienden solamente su integridad, que es su vida, sino que defienden un principio americano y adquirirán una gran responsabilidad ante la América […]. El Perú y Bolivia han contraído con estos Estados el solemne compromiso de no consentir en la conquista de sus territorios, de no consentir en crear con este pre- cedente el origen de la perturbación de la paz pública en América, de no oscurecer así el porvenir del continente174.

Álvarez ponía de relieve la importancia de que se continuara con la alianza entre el Perú y Bolivia, para enfrentar con más fuerza las intenciones de conquista que Chile manifestaba. Negaba que Chile tuviera el derecho de pedir indemnización de guerra, «porque ella es quien ha declarado la guerra y porque la ha declarado sin necesidad justificable y sin razón, pero las circunstancias no presentan todavía un campo en que este examen pudiera llevarnos a resultados prácticos». En la parte final de la carta, manifestaba lo siguiente:

Ni Bolivia ni el Perú pueden ser naciones verdaderamente soberanas e indepen- dientes en el concierto sud americano, si consienten en desmembrar sus territorios: no lo serían ellas, ni ninguna otra de las Repúblicas hermanas de la misma raza175.

Un mes después de la llegada de Carrillo se llevaron a cabo las «conferencias de Lima», entre el 27 y el 29 de junio de 1882, en las que participaron el propio ­Carrillo, en representación de Bolivia, y Ramón Ribeyro como plenipotenciario peruano (Parodi, 2001, pp. 59-62). El propósito era llegar a un acuerdo entre ambos países en torno a la situación de incertidumbre que se vivía en cuanto al logro de la paz. Al ­respecto, Álvarez remitió instrucciones al ministro Ribeyro sobre la pos- tura que debería asumir frente al diplomático boliviano, en las que dejaba entrever cierta desconfianza en relación con la posición del país altiplánico. Entre otras cosas, le decía lo siguiente:

El señor Carrillo acompañó a este gobierno aquellas credenciales con la nota de 11 de mayo último, en que dice, que, aunque el Perú y Bolivia sufren la prueba de un infortunio, no se ha doblegado la fuerza moral con que mantienen los principios

174 ACMRE, CC149, 1881-1882, 16.5.1882, ff. 44-48v. 175 ACMRE, CC149, 1881-1882, 16.5.1882, ff. 44-48v.

142 Parte I. Estudio preliminar

de la paz del continente, y que ante el terreno de la justicia todos los intereses son conciliables entre pueblos que a pesar del antagonismo creado por la guerra, están llamados a confundir sus esfuerzos en un común destino. Esta última frase que anuncia la idea de confundirnos en un común destino con Chile que nos arrebata nuestras riquezas y que nos humilla y despedaza, llamó la atención de nuestro gobierno, y ha creído conveniente proceder con calma, examen y meditación en sus actos relativos a la nueva actitud que se le deja entrever176.

A lo largo de las instrucciones firmadas por el ministro de Relaciones Exteriores peruano se puede intuir la sospecha de que el propósito del ministro boliviano fuera el de convencer al Perú de que se firmara una tregua entre los países beligerantes. Por ello afirmaba Álvarez que la postura del Perú debía ser invariable: nuestro país debía ser respetado, y no debían permitirse las intenciones de conquista de los chi- lenos. Indicaba a Ribeyro que debía limitarse a manifestar que el gobierno peruano no estaba aún persuadido de que la tregua fuera conveniente en términos prácticos; que hasta ese momento solo se veía inconvenientes, como el de aceptar, aunque fuera provisoriamente, «la desmembración de sus territorios y usurpación de sus rique- zas». De todos modos, Álvarez indicaba que se debían plantear algunas interrogantes sobre las ventajas y desventajas de formalizar una tregua en el caso de que fracasara la mediación norteamericana177. Durante las mencionadas conferencias de Lima, el ministro boliviano Carrillo manifestó su convencimiento de que la mediación norteamericana no iba a tener ningún resultado positivo, sobre todo después de firmado el protocolo Trescot-­ Balmaceda, y de que no era posible plantear ninguna reacción militar de los aliados. En su opinión, era preferible postergar la definición de la paz hasta cuando pudiera negociarse sobre ello con calma, y entretanto debía buscarse una fórmula temporal de convivencia entre los países en conflicto. Ribeyro, por su parte, sostuvo que la gue- rra no tenía salida, y que la paz en las condiciones que Chile quería imponer no era aceptable para el Perú. No se oponía en principio a la idea de la tregua, pero quería conocer las condiciones que Chile plantearía, y sobre todo cómo se iba a entender el statu quo en los territorios provisionalmente ocupados, «pues deseaba evitar que surgiese, en forma velada, una amputación del territorio nacional» (Basadre, 1983, VI, pp. 299-300). Resultan explicables tanto la actitud de Bolivia como la del Perú. Por un lado, el Perú mantenía esperanzas en la mediación norteamericana y se mostraba desconfiado frente a la propuesta boliviana; de hecho, Bolivia no había reconocido al gobierno

176 ACMRE, CC150, 1881-1882, 20.6.1882, ff. 102-102v. 177 ACMRE, CC150, 1881-1882, 20.6.1882, f. 108.

143 El Estado en la sombra. El Perú durante la ocupación chilena provisorio sino a partir de la renuncia de Piérola. Por su parte, Bolivia estaba más cohesionada en el orden interno, y le urgía actuar con el objetivo de evitar la pérdida de su territorio costero (Parodi, 2001, p. 65). Esto explica, por ejemplo, que cuando estaba por producirse la ocupación chilena de Mollendo las autoridades bolivianas se opusieran a una acción armada planeada por Camilo Carrillo, jefe político-militar del Sur peruano, con el argumento de que la ocupación sería por razones comercia- les. Incluso desde La Paz se le hizo saber a Carrillo que su acción podría perjudicar las relaciones peruano-bolivianas. El propósito de Bolivia era el de llegar a un acuerdo de paz con Chile en el más breve plazo (Yábar, 2009, III, pp. 425-437).

3.4. Posiciones de otros Estados con respecto al logro de la paz

El presidente de Venezuela, general Antonio Guzmán Blanco178, se solidarizó de modo vibrante con la causa peruana en la guerra. En el mensaje que presentó al Congreso de su país, correspondiente al año de 1881, condenó duramente el derecho de conquista, y calificó de «escándalo inaudito» la guerra entre Chile, Bolivia y el Perú. Elogió el heroísmo del pueblo peruano, que seguía luchando contra las fuer- zas chilenas a pesar de la ocupación de Lima, y manifestó que las acciones chilenas habían violado «el gran principio de la fraternidad americana» (García Calderón, 1949, p. 61). El Congreso de Venezuela expidió un pronunciamiento en el mismo sentido, con duros calificativos con respecto a Chile:

[…] ejercitando actos reiterados de crueldad y de barbarie con pueblos herma- nos, se ostenta ante el mundo civilizado como aparición siniestra de los siglos más retrógrados de la historia. Su efímero triunfo, conculcando el derecho de gentes, amenaza de muerte el sentimiento de la confraternidad americana […] (López Martínez, 1989, pp. 64-65).

El apoyo venezolano a la causa del Perú fue recibido con gran beneplácito en nuestro país. Incluso se llegó a hablar de una eventual expedición militar de apoyo,

178 Antonio Guzmán Blanco fue presidente de Venezuela en tres oportunidades: entre 1870 y 1877, 1879 y 1884 y 1886 y 1888. Guillermo Morón recoge la descripción que de su carrera política hizo José Gil Fortoul: «Gobernó Guzmán Blanco diecinueve años, ya como presidente, ya con el carácter de inspirador de la política nacional, imitando en esto el papel que representó Páez de 1830 a 1848. Más hábil que Monagas, más instruido que Páez y más enérgico que Falcón, Guzmán Blanco logró someter el militarismo formado en la guerra de cinco años y en las revoluciones del 64 al 70. Mantuvo la paz, reorganizó la administración, revivió el crédito exterior, fomentó el progreso material, perfeccionó la legislación, y si no permitió nunca que su personalidad fuese discutida o censurada, dio en cambio muestras de liberalismo solicitando la colaboración de sus adversarios y llevando a las leyes a algunos de sus ideales, como la instrucción laica, la supresión de los conventos y el registro del estado civil. […]» (1971, V, p. 298).

144 Parte I. Estudio preliminar compuesta por veinte mil hombres, que el presidente Guzmán Blanco habría estado dispuesto a enviar a través de territorio colombiano. Esa versión fue transmitida por el agente Carlos Elías al ministro peruano de Relaciones Exteriores, Mariano Álvarez, en una visita que le hizo en Huaraz, en mayo de 1882. Álvarez escribió a la Agencia Confidencial para solicitar que se verificara esa versión, que había gene- rado muchos rumores en Lima179. Los agentes se comprometieron a contrastar la información [402], aunque no tenemos registrada ninguna carta en la que informa- ran de los resultados de esa indagación. En cualquier caso, todo indica que Lizardo Montero se entusiasmó con esa posibilidad, y el 20 de mayo de 1882 dirigió una carta al presidente venezolano, en la que lamentaba que ningún otro país latinoame- ricano hubiera protestado oficialmente ante las intenciones expansionistas de Chile. Invocaba la figura y la memoria de Bolívar al animar al presidente de Venezuela a intervenir para que no se consumaran los propósitos de Chile, por ir en contra del derecho internacional. Opinaba que debía lograrse la paz a partir del pago a Chile de una indemnización de guerra moderada, pero nunca por medio de la entrega de terri- torios180. La carta fue enviada desde Huaraz a los agentes confidenciales Candamo y Elías, quienes dispusieron su envío a Venezuela181. En el contexto sudamericano, Argentina demostró simpatía hacia la causa peruana182, a diferencia de lo ocurrido con Brasil. Apreciamos esto, por ejemplo, en el hecho de que en diciembre de 1880 el representante diplomático de Brasil en Chile visitara al presidente del país sureño para aconsejarle —por indicación de su gobierno— que se apresurara el ataque sobre Lima y su ocupación, ya que Argentina estaba actuando sobre las cancillerías de otros países para «detener el curso de la guerra». Luego de la ocupación de Lima, Brasil rechazó la posibilidad —previamente tratada— de una mediación conjunta con Argentina para el logro de un acuerdo de paz entre el Perú y Chile. La diplomacia argentina había planteado esa posibilidad al gobierno brasileño en noviembre de 1880, cuando ya se vislumbraban las inten- ciones chilenas de anexar los territorios que había ocupado luego de sus triunfos militares en el sur del Perú. A pesar de la negativa brasileña, el gobierno argentino insistió en la mediación conjunta al enterarse de que en el Perú se había formado una resistencia, y que por tanto el final de la guerra no se veía inmediato. La cancillería brasileña rechazó nuevamente el planteamiento con el argumento de que Bolivia

179 ACMRE, CC150, 1881-1882, 12.5.82, f. 31. 180 ACMRE, CC149, 1881-1882, 20.5.82, ff. 8v-11. 181 ACMRE, 7-13, caja 282, carpeta 18, 25.5.82, f. 107. 182 Sin embargo, cuando García Calderón, como presidente provisorio, buscó el reconocimiento y el apoyo del ministro argentino en Lima, José E. Uriburu, este le manifestó que su país se abstenía de pronunciarse (Basadre, 1983, VI, p. 262).

145 El Estado en la sombra. El Perú durante la ocupación chilena había pedido específicamente su mediación, y que otras potencias iban a interpo- ner sus buenos oficios para el logro de la paz. Paralelamente, la diplomacia chilena actuaba eficazmente para que el gobierno argentino no interviniera en estas materias (Sanz, 1985, pp. 182-187). La diplomacia mexicana se mostró también dispuesta —aunque infructuosa- mente— a mediar para el logro de la paz. Especial interés mostró Santiago Sierra, quien fue entre 1879 y 1880 encargado de negocios interino de México en América del Sur, con jurisdicción en Chile, Perú, Ecuador, Bolivia, Colombia y Venezuela. Sierra residió en Santiago, y lamentó no disponer de los recursos económicos como para hacer los viajes que la mediación hubiera requerido. Por otro lado, en abril de 1880 el ministro mexicano en Bruselas, Ángel Núñez Ortega, pidió a su gobierno intervenir como mediador, e incluso propuso la conformación de una delegación de personalidades mexicanas que pudieran viajar a los países en conflicto para ejercer la mediación. Sin embargo, el interés de los Estados Unidos por intervenir, al igual que la falta de recursos, llevaron al gobierno mexicano a abstenerse de cualquier acción en ese sentido (Wu, 1995, pp. 16-18). Quienes sí desarrollaron acciones de mediación fueron los ministros de Francia y de Gran Bretaña en Lima: se reunieron con García Calderón a fines de agosto de 1881 para ofrecerle sus buenos oficios y manifestarle que creían que por medio de Patricio Lynch podrían lograr una fórmula adecuada para obtener la paz, sin necesi- dad de cesiones territoriales. Luego visitaron a Lynch para asegurarle que el gobierno provisorio estaba en disposición de pagar una elevada indemnización a Chile, y para ofrecerse como mediadores para el logro de la paz. Si bien Lynch transmitió por escrito esa propuesta a su gobierno en Santiago, evidentemente no fue aceptada. Esta iniciativa de los ministros francés y británico se suscitó, muy probablemente, por el recelo con el que percibían las acciones de mediación que por esas mismas fechas desarrollaba en Lima el ministro norteamericano Hurlbut (Yábar, 2009, II, p. 145).

3.5. Chile frente a la búsqueda de la paz

Candamo y Elías, como agentes confidenciales del gobierno provisorio, tuvieron muy claro el propósito de la obtención de la paz sin cesión territorial. Con ese fin desarrollaron todos sus esfuerzos, tal como aparece en la documentación que publi- camos. Además de las gestiones realizadas con los representantes diplomáticos de los Estados Unidos —que durante varios meses apoyaron la posición peruana—, tuvie- ron conversaciones con plenipotenciarios de otras naciones, y además sostuvieron una constante correspondencia con los diplomáticos peruanos en el exterior. Junto con ello, tuvieron también contactos con las autoridades chilenas en Lima.

146 Parte I. Estudio preliminar

Sin embargo, la primera gestión directa de parte del gobierno provisorio con autoridades chilenas se había producido el 1 de marzo de 1881, cuando Manuel María Gálvez183, ministro de García Calderón, se entrevistó con los representantes chilenos José Francisco Vergara184 y Eulogio Altamirano185. Gálvez solicitó la desocu- pación de Lima como condición para iniciar las conversaciones de paz. Considerando que eso implicaba el reconocimiento formal del gobierno provisorio, los represen- tantes chilenos no aceptaron el planteamiento. Ante esa situación, el gobierno de García Calderón se propuso lograr el reconocimiento de la comunidad internacional, con el fin de presentarse ante Chile como un gobierno legítimamente establecido (Yábar, 2009, II, pp. 122-123). A fines de mayo de 1881 llegó a Lima —como ya hemos referido— el nuevo ministro de Chile, Joaquín Godoy, cuyo objetivo principal era presionar al gobierno de García Calderón a aceptar las condiciones chilenas para la paz. En julio se iniciaron las reuniones entre Godoy y los representantes del gobierno provisorio. Ante el plan- teamiento de las condiciones que establecía Chile para el logro de la paz —entre­ las que estaba la cesión territorial— García Calderón se abstuvo de responder, alegando­ que el Congreso todavía no se había instalado, y que por tanto él carecía de autori- dad para negociar la paz. Cuando finalmente este se reunió, en julio, y estableció las atribuciones, no se incluía la cesión territorial, y García Calderón fue muy firme en esa negativa. Ante ello, cambió la actitud chilena frente al gobierno provisorio, al que finalmente procuraron desconocer y eliminar. Incluso el ministro chileno Vergara llegó a afirmar que se debía desarrollar una ocupación larga, «hasta reducir al Perú al estado de decadencia más insalvable» (2009, II, pp. 125-126 y 139). Ciertamente, la rotunda negativa de García Calderón frente a una paz con cesión territorial exacerbó los ánimos de los chilenos. Por esas fechas hubo más opinio- nes radicales, análogas a la ya citada del ministro Vergara. Por ejemplo, en sesión del ­Congreso chileno del 9 de agosto de 1881, el diputado Errázuriz planteó que

183 Manuel María Gálvez Egúsquiza (Cajamarca, 1838-Lima, 1917) fue abogado, magistrado, parlamen- tario y ministro de Relaciones Exteriores en el gabinete de García Calderón (Tauro, 2001, 7, p. 1032). 184 José Francisco Vergara Echevers (Hacienda de Colina, 1833-Viña del Mar, 1889). Ingeniero, par- ticipó en la ejecución de diversas obras, entre las que estuvo la construcción del ferrocarril de Santiago a Valparaíso (Aguirre Mac-Kay y otros, 1981-1986, 3, p. 986). Fue también periodista, parlamentario y ministro de Guerra en campaña. Posteriormente se desempeñó como ministro del Interior en el gobierno de Santa María, y como senador por Coquimbo. En 1886 fue candidato a la presidencia de Chile. Escribió diversos trabajos bajo el seudónimo de «Severo Perpena» (Figueroa, 1888, pp. 562-563). 185 Pedro Eulogio Altamirano Aracena (San Felipe, 1835-Santiago, 1905). Desempeñó importantes funciones políticas y administrativas en Chile durante más de cincuenta años: entre otros cargos que ocupó, fue juez, diputado, senador y ministro en varias oportunidades. Durante la Guerra del Pacífico fue secretario general del ejército en campaña en 1879 (Figueroa, 1925-1931, I, pp. 401-403; Ramón, 1999-2003, I, pp. 66).

147 El Estado en la sombra. El Perú durante la ocupación chilena se ­destruyera la infraestructura productiva del Perú, y que se aprovecharan sus recur- sos hasta que se agotaran. En definitiva, se trataba de presionar económicamente al Perú, para que finalmente fuera inevitable la aceptación de la paz con cesión territo- rial. En esa línea, el 26 de setiembre de 1881 Lynch tomó posesión de la Caja Fiscal, nombrando como su director al chileno Bernardo Irarrázaval. Luego de ello, procedió a suprimir al gobierno provisorio, al igual que los actos ejecutivos de otros funciona- rios o autoridades, salvo las municipales. Mediante una comunicación escrita, Lynch informó a García Calderón de su decisión de poner término al gobierno provisorio «que hasta aquí ha estado funcionando con nuestra tolerancia, presidido por usted». En la misma misiva se le solicitaba la entrega de toda la documentación de propiedad fiscal que estuviera en su poder (Basadre, 1983, VI, pp. 269-270; Yábar, 2009, II, pp. 139-140, 293, 295-296). Mediante una carta dirigida a Lynch a fines del mismo mes de setiembre, García Calderón afirmaba que su autoridad no emanaba del gobierno de Chile, sino del voto de sus conciudadanos; y que, en ese sentido, su gobierno no podía desaparecer en virtud de una orden chilena, ni tampoco los chilenos podían confiscar docu- mentación oficial del Perú. Argumentaba además que, por diversas actuaciones, las autoridades chilenas habían reconocido su legitimidad. No obstante, reconocía el derecho de los chilenos de impedir que su gobierno funcionara en Lima, y por eso sus oficinas estaban fuera de la ciudad (2009, II, p. 298). La firme posición de García Calderón, al igual que su reiterada negativa al logro de la paz con cesión territorial, precipitó su detención y deportación186. Establecido ya en Cajamarca como vicepresidente provisorio, Lizardo Montero procuró encontrar nuevas vías de contacto con los chilenos. Por ejemplo, luego del paso por el Perú de la misión Trescot rumbo a Chile, los delegados del gobierno en Lima —Manuel Candamo y Carlos Elías— se entrevistaron con los diplomáticos extranjeros acreditados en la capital y trataron de hacerlo, aunque sin éxito, con los plenipotenciarios chilenos (2009, III, pp. 63-64). Según refirieron los delega- dos en comunicación dirigida al Secretario General de Estado, el 29 de diciembre de 1881, los representantes chilenos Novoa y Altamirano «solo deseaban hablar con nosotros como particulares y no reconocernos en nuestro carácter de Agentes ­Confidenciales del Gobierno Constitucional del Perú» [409]. Meses después, a fina-

186 Carlos Ramos Núñez pondera la brillantez de los argumentos planteados por García Calderón en ese contexto: «Se aprecia aquí, una vez más, la destreza del abogado, que se defiende con habilidad tanto en la arena legal cuanto en el terreno de la negociación privada. García Calderón lograría poner a Chile en una grave disyuntiva: de un lado, el país del sur necesitaba un presidente que reconociese la derrota con todas sus consecuencias; del otro, contemplaba las maniobras que el presidente cau- tivo realizaba para lograr, si era posible, un viraje drástico en el curso de la ya ganada guerra (2002, pp. ­249-250).

148 Parte I. Estudio preliminar les de julio de 1882, hubo otro intento de parte de los agentes confidenciales —a través de la intervención del ministro argentino Uriburu— de reunirse con Novoa, pero nuevamente se les anunció que se les recibiría como personas particulares y no como agentes del gobierno de Montero (Bulnes, 1919, III, pp. 327-328). Por su parte, entre los chilenos empezaron a aparecer opiniones que ponían en duda la viabilidad de la ocupación de Lima y planteaban el establecimiento de las fuerzas chilenas solo en aquellos territorios peruanos cuya posesión se quisiera reclamar en las negociaciones de paz. El propio presidente Domingo Santa María manifestó su preocupación en ese sentido: entre otras cosas, temía que el ejército de veinte mil hombres, necesario para mantener la ocupación, se tornara en un pro- blema para el propio gobierno de Chile, si se prolongaba su presencia en el Perú (Yábar, 2009, III, p. 363). Sin embargo, el historiador chileno Encina atribuyó las dificultades para lograr la paz al hecho de que las fuerzas chilenas no hubiesen ocupado la serranía del Perú luego de controlar Lima. En su opinión, ese factor había permitido que la resistencia peruana se organizara en la sierra. Si bien consideraba que esa resistencia no iba a cambiar el desenlace de la guerra, sí constituía un grave impedimento para el logro de la paz. Esta no podría ser obtenida sin contar con el apoyo de los jefes militares que resistían en la sierra (1951, XVII, pp. 572-573). En este contexto, la Agencia Confidencial, que trabajaba en Lima para obtener —entre otras cosas— el reconocimiento del gobierno de Montero por parte de las potencias extranjeras, enfrentó un panorama muy complicado. El gobierno de Chile no quiso nunca reconocerlo como legítimo gobernante del Perú, ya que no aceptaba la paz con cesión territorial. Poco antes de la llegada de la misión Trescot a Chile, el ministro chileno Balmaceda pensó que los norteamericanos podrían propiciar el esta- blecimiento de una tregua, en virtud de la cual le fueran devueltos al Perú todos los territorios ubicados al norte del río Sama, de modo que nuestro país entrara en pose- sión de todas sus rentas; los territorios meridionales serían retenidos por Chile solo hasta el momento en el que el Perú pudiera recuperarlos pagando la correspondiente indemnización. Este hubiera sido un buen escenario para el Perú, al no suponer una pérdida definitiva de territorios. Sin embargo, el planteamiento de Balmaceda fue considerado inviable por Jovino Novoa, al considerar que igualmente concitaría fuer- tes resistencias en el Perú. En este sentido, Encina afirma que Novoa salvó Tarapacá para Chile (1951, XVIII, pp. 26-27).

149

Parte II. Libros copiadores

Figura 15. Portada del Libro copiador A Fuente: Archivo APC. Libro copiador A

Delegación del Supremo Gobierno.

Correspondencia General.

Libro I. 1881-1882

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6 de diciembre de 1881

Al señor Coronel Jefe Superior Político y Militar de los Departamentos del Sur.

Nombrados por el Supremo Gobierno delegados especiales en esta capital, como verá V. S. por la copia del decreto respectivo que le adjuntamos, nos es grato aprove- char de esta primera oportunidad para entrar en comunicación con V. S. Tenemos preferente encargo de Su Excelencia el Primer Vice-Presidente de la República, para facilitar a V. S., en cuanto de nosotros dependa, los medios necesa- rios para la mejor administración de esa importante parte del territorio nacional que se halla bajo la autoridad de V. S.1. Puede, pues, V. S. indicarnos sus necesidades, y por nuestra parte atenderemos a sus indicaciones con la mejor voluntad, cuidando de comunicarle cuanto ocurra por aquí, tanto en lo relativo al orden interno cuanto a lo que se refiera a las cuestiones externas. Su correspondencia para el Gobierno, puede V. S. remitirla por conducto seguro, a fin de darle conveniente dirección. El encargo principal del Supremo Gobierno se reduce a mantener el orden inte- rior, haciendo cada vez más sólida y positiva la completa unificación del país, bajo el imperio de la Constitución y de las leyes. De ese modo será más fácil el arreglo honroso de nuestra cuestión externa, y la salvación del país. Ofrecemos a V. S. la expresión de nuestros sentimientos de aprecio. Dios guarde a V. S.

1 Los departamentos que comprendía la jefatura político-militar del Sur eran Moquegua, Arequipa, Puno y Cuzco. El Estado en la sombra. El Perú durante la ocupación chilena

[2]

10 de diciembre de 1881

N° 1 Al Secretario General de Estado. Reservada

Deseando los delegados del Gobierno corresponder a la alta confianza que les ha dispensado Su Excelencia el Primer Vice-Presidente de la República, se han apresu- rado a dar principio a las difíciles y muy delicadas tareas que se les ha encomendado, instalando oficialmente la Delegación; pero como este hecho no habría producido por sí solo, en algunos casos, ningún resultado práctico, sin la coexistencia de la Junta Consultiva, llamada a robustecer con el ilustrado consejo los acuerdos de la Delega- ción, fue el primer paso de esta, procurar la instalación de la referida Junta, como se ha verificado ya, asistiendo a sus miembros el más plausible entusiasmo para el desempeño de las funciones que le están designadas. Una de las principales preocupaciones de esta Delegación ha sido la condición de las fuerzas que guarnecen el sur de la República, y la necesidad de que el movimiento dado por el pueblo y ejército de Arequipa2 en favor de las instituciones, repercuta y se robustezca en esos departamentos, para realizar la unificación del país; y quitar al enemigo de la Patria el pretexto para continuar en la ocupación indefinida de la capital, sin procurar la solución de la guerra por medio de un arreglo honroso. Este ha sido también el propósito constante del Gobierno Provisorio, y merced a sus tra- bajos, mucho se ha avanzado en ese camino. Estas consideraciones poderosas, y la dificultad de comunicación directa e inme- diata entre esos pueblos y la Secretaría General, han inspirado a esta Delegación la necesidad de comunicarse oficialmente con el Jefe Superior y Militar de los depar- tamentos del sur y con el prefecto de Arequipa3, indicándoles que se dirijan a los delegados para la realización de los objetos expresados, y que giren igualmente contra la Delegación por las sumas que sean indispensables para proveer de recursos con que atender a sus necesidades apremiantes.

2 Se refiere al levantamiento de José de la Torre, que desconoció la autoridad del gobierno de Piérola. 3 Prefecto de Arequipa era Miguel San Román (Yábar, 2009, II, pp. 566-567; Congreso de la Repú- blica, 1998, p. 705).

156 Parte II. Libros copiadores. Libro copiador A

Conocidas son de Su Excelencia el Vice-Presidente y de V. S. las declaraciones del general Cáceres al adherirse al movimiento de las fuerzas del sur, en cuanto a desco- nocer la autoridad que investía a don Nicolás de Piérola; y en la proclama que con tal motivo expidió, aunque no aceptaba la autoridad suprema con que las fuerzas que le obedecen quisieron investirlo, ha estado muy lejos de reconocer de lleno y con entera franqueza el orden legal representado por el Gobierno Provisorio; y más bien apare- cía asumir la autoridad, que ostensiblemente rehusaba, aunque con un dictado más modesto. Actos posteriores, que han llegado al conocimiento de esta Delegación, la confirman en la creencia de que ese general resiste secundar con lealtad el propósito que anima hoy a todos y cada uno de los pueblos de la República, y que quiere exhi- birse ante ella, en una actitud desde luego insostenible, pero que paraliza los esfuerzos del Supremo Gobierno para la pronta terminación de la guerra, con la apariencia de una anarquía que en realidad no existe, pero que da al invasor el pretexto para conti- nuar en su sistema de depredaciones y de destrucción. Necesario e indispensable es que desaparezca esta triste situación; y en este sen- tido, los delegados han dado y continúan dando los pasos convenientes para que el general Cáceres, inspirándose en los sentimientos del verdadero patriotismo, se adhiera al orden constitucional; y abrigan la esperanza de que sus trabajos a ese res- pecto no serán ineficaces y que pronto anunciarán a V. S. el éxito deseado. No desconoce, por último, esta Delegación la necesidad urgente de arbitrar recursos para los gastos de la administración, cegadas como se hallan las fuentes de donde podría proporcionárselos el Supremo Gobierno; y las dificultades mismas que presenta la situación, hacen indispensable estudiar con detenimiento los medios más eficaces de conseguirlos. De esto se ocupa con empeño la Delegación y no tardará en comunicar a V. S. el resultado. Sirva V. S. poner en conocimiento de Su Excelencia el Vice-Presidente encargado del Poder Ejecutivo el contenido de esta nota. Dios guarde a V. S.

[3]

14 de diciembre de 1881

N° 2 Al señor Secretario General de Estado.

Habiendo creído conveniente designar esta Delegación una persona que sirva de secretario para el desempeño de sus labores, ha nombrado con tal objeto al redactor

157 El Estado en la sombra. El Perú durante la ocupación chilena del «Diario de Debates» de la Honorable Cámara de Diputados, doctor don Ricardo Aranda4. Lo que tenemos la honra de comunicar a V. S., a fin de que se sirva recabar de Su Excelencia el Vice-Presidente, encargado del Poder Ejecutivo, la aprobación de esta medida. Dios guarde a V. S.

[4]

18 de diciembre de 1881

N° 3 Al Señor Secretario General de Estado.

El coronel Ambrosio J. del Valle5, que fue nombrado por Su Excelencia el Vice- Presidente, encargado del Poder Ejecutivo, prefecto del departamento de Ica, no ha marchado a desempeñar su cometido, por la circunstancia de que había sido nom- brado, por Su Excelencia el Presidente Provisorio, para el mismo cargo, el capitán de Navío don Manuel A. Villavicencio, quien se halla en uno de los pueblos de dicho departamento trabajando activamente por el restablecimiento del orden constitucio- nal; por lo que hemos creído conveniente dejar en suspenso el nombramiento del referido coronel Valle. Lo que tenemos el honor de comunicar a V. S. para los fines consiguientes. Dios guarde a V. S.

4 Ricardo Aranda Vargas Machuca (Piura, 1849-Lima, 1923). Jurista. Fue redactor del Diario de los Debates de la Cámara de Diputados entre 1874 y 1894. Durante la guerra ocultó en su casa el archivo de dicha Cámara. En 1894 fue nombrado oficial mayor de la Cámara de Diputados y el año siguiente ofi- cial mayor del Ministerio de Relaciones Exteriores. Fue secretario de la Junta de Gobierno que presidió Manuel Candamo en 1895. Encabezó la Dirección General de Justicia entre 1896 y 1918. Fue vocal interino de la Corte Superior de Justicia de Lima en 1919. En la Universidad de San Marcos impartió los cursos de Historia de los Tratados, Diplomacia y Derecho Eclesiástico. Fue uno de los fundadores de la Facultad de Ciencias Políticas y Administrativas de dicha universidad (Tauro, 2001, 2, pp. ­198-199; El Comercio, 1994, III, pp. 173-174; Guerra, 1991, p. 194). Carlos Ramos Núñez en su Historia del derecho civil peruano. Siglos XIX y XX, se refiere a la obra de este importante jurista (2005, V, 1, pp. 78-84). 5 Coronel Ambrosio J. del Valle (Lima, 1837-1886). Participó en el combate del 2 de mayo de 1866, y durante la Guerra del Pacífico fue sub jefe del Estado Mayor General en las batallas de San Juan y ­Miraflores (ACE, D-2. Ministerio de Guerra y Marina. Archivo. Expediente seguido por Zoila R. del Valle, hija del coronel Ambrosio del Valle).

158 Parte II. Libros copiadores. Libro copiador A

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28 de diciembre de 1881

N° 7 Al Prefecto del Departamento de Ica6. Reservado.

Habiendo sido nombrados por Su Excelencia el Vice-Presidente de la República, encargado del Poder Ejecutivo, Delegados del Supremo Gobierno en esta capital, entre otros objetos, para entablar relaciones oficiales con las autoridades del centro y sur de la República, nos es grato dirigirnos a V. S., con el propósito de manifestarle la necesidad de que continúe trabajando activamente en el territorio de su jurisdicción para restablecer cuanto antes el orden constitucional, empleando, con tan impor- tante fin, todos los medios que le sugiera su acreditado patriotismo y sirviéndose poner en conocimiento de esta Delegación las medidas que adopte y los resultados que vaya adquiriendo. Hemos comisionado al doctor don Nicanor León7 para que, trasladándose a ese departamento, se ponga de acuerdo con V. S., dándole verbalmente las instrucciones del caso. Esperamos de la abnegación de V. S., y de su interés por el completo resta- blecimiento del orden constitucional, que desplegará V. S. el mayor conato en la realización de la patriótica misión que le está encomendada. Dios guarde a V. S.

6 El departamento de Ica fue ocupado por los chilenos en tres oportunidades: primero, entre noviem- bre de 1880 y enero de 1881, antes de la campaña de Lima; luego, a fines de mayo de 1881, hasta fines de julio; y por último en enero de 1882, hasta el año siguiente (Yábar, 2009, I, pp. 375-387). 7 Nicanor León Galdames fue abogado y parlamentario, y se desempeñó también como vocal de la Corte Suprema. Casó con Rosa Mercedes de la Quintana (Lasarte & Miranda, 1993, p. 451).

159 El Estado en la sombra. El Perú durante la ocupación chilena

[6]

29 de diciembre de 1881

N° 8 Al Secretario General de Estado.

Para conocimiento de Su Excelencia el Vice-Presidente de la República, encar- gado del Poder Ejecutivo, nos es grato dirigirnos a V. S., dándole cuenta de las disposiciones adoptadas últimamente por esta Delegación. Reconocida la necesidad de que el coronel don Isaac Recavarren, nombrado pre- fecto de este departamento por Su Excelencia el Presidente Provisorio, se constituya en un lugar próximo a esta capital y que no esté sujeto a la dominación de las fuerzas enemigas; ha ordenado que dicho jefe se traslade a la provincia de Chancay, en donde podrá ejercer libremente las funciones de su cargo y contribuir, tanto a la conserva- ción del orden constitucional en los pueblos que obedecen al Gobierno Provisorio, como a restablecerlo en aquellos otros que aún no se han sometido. Así mismo ha comisionado al doctor don Nicanor León, para que comunique verbalmente al prefecto de Ica, capitán de Navío don Manuel A. Villavicencio, que se encuentra en uno de los pueblos de ese departamento, las debidas instrucciones, a fin de que, por cuantos medios estén a su alcance, llevar a cabo el restablecimiento del régimen constitucional en el territorio de su mando. Aunque esta Delegación no ha recibido correspondencia oficial del sur en el último vapor, sabe, por comunicaciones particulares, que el ejército se conserva en el mejor sentido, no habiendo ocurrido novedad alguna en esa importante sección de la República. Dios guarde a V. S.

[7]

29 de diciembre de 1881

N° 9 Al Secretario General de Estado.

Tenemos la honra de remitir a V. S., adjuntas a este oficio, copias de las actas cele- bradas por los vecinos de la ciudad de Tarma y de la villa de Acobamba, adhiriéndose al orden constitucional; a fin de que V. S. se sirva dar cuenta de dichos documentos a Su Excelencia el Vice-Presidente de la República, encargado del Poder Ejecutivo. Dios guarde a V. S.

160 Parte II. Libros copiadores. Libro copiador A

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29 de diciembre de 1881

N° 10 Al Secretario General de Estado.

Conforme a las órdenes trasmitidas por la comisaría del Ejército del Norte, hemos pagado las siguientes partidas. Ciento veinte soles (S/. 120) plata por cuenta del señor comandante Nieto. Cien soles (S/. 100) plata, por cuenta del señor coronel Soyer8. Un mil (S/. 1000) billetes fiscales, por la mensualidad asignada por el señor coro- nel Risco a su esposa, cantidad que pagaremos mensualmente. Ochocientos soles (S/. 800) a la señora Matos, por cuenta del señor comandante Arce Funes, por mensualidades de cuatrocientos soles (S/. 400) por noviembre y diciembre, cantidad que también seguiremos entregando mensualmente. Al señor coronel don Rafael Ramírez9, que marcha a ese cuartel general, le hemos adelantado un mil doscientos soles (S/. 1200), billetes fiscales. Todas estas cantidades son de abono a esta Delegación y deben ser cargadas y descontadas a los interesados, conforme a la resolución que tenga a bien adoptar Su Excelencia el Vice-Presidente, a cuyo acuerdo rogamos a V. S. que se sirva someter el presente oficio. Dios guarde a V. S.

8 Probablemente se refiera al coronel Simón Soyer, quien formó parte de la comitiva que acompañó a Montero en su viaje a Cajamarca en 1881 (Dammert, 1983, p. 23). 9 El coronel Rafael Ramírez fue el jefe del regimiento «Gendarmes de Lima», formado en abril de 1881 por el gobierno de la Magdalena (Yábar, 2009, I, pp. 418-419).

161 El Estado en la sombra. El Perú durante la ocupación chilena

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29 de diciembre de 1881

N° 11 Al Coronel don Belisario Suárez, Comandante en Jefe del Ejército de Operaciones.

Nombrados por el Supremo Gobierno para entendernos con las autoridades del centro y del sur de la República, como sus delegados en esta capital, con facultades sufi- cientes para adoptar todas las medidas que creamos conducentes al ­restablecimiento del orden constitucional, nos es grato dirigirnos a V. S. manifestándole la importan- cia de que cuanto antes el departamento de Ica reconozca el régimen legal que hoy acata la República. El prefecto del departamento de Ica, coronel Mas, ha declarado que, una vez desaparecido el gobierno del señor Piérola, él no reconoce ninguno, permaneciendo en expectativa hasta que lo juzgue conveniente. Semejante orden de cosas anómalo y absurdo no puede tolerarse; y tenemos encargo especial de Su Excelencia el Primer Vice-Presidente, encargado del Poder Ejecutivo, para dictar todas las providencias que juzguemos oportunas para hacerlo cesar. En nombre, pues, del Supremo Gobierno constitucional y en virtud de nuestras especiales facultades, indicamos y pedimos a V. S. que a la mayor brevedad se sirva destacar sobre el departamento de Ica las fuerzas que juzgue suficientes para reducir al coronel Mas a que se someta, con las tropas que le obedecen, a la autoridad de Su Excelencia el Vice-Presidente de la República, jefe reconocido del único gobierno que existe hoy en el Perú. V. S. apreciará la importancia de esta medida cuyos resultados serán de gran provecho para la causa del país, y no dudamos que la pondrá en ejecución inmediata. Agradecemos a V. S. que se sirva tenernos al corriente de sus operaciones, comu- nicándonos cuanto ocurra en esos lugares, a fin de trasmitir sus noticias y datos al Supremo Gobierno. Así mismo, manifiéstenos V. S. las necesidades de sus fuerzas, a fin de hacer por nuestra parte, y en la espera de nuestras facultades, cuanto sea posible para ­remediarlas. Dios guarde a V. S.

162 Parte II. Libros copiadores. Libro copiador A

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29 de diciembre de 1881

N° 12 Al Presidente de la Junta Patriótica, Doctor Don Alejandro Arenas.

Para los efectos correspondientes, hemos transcrito a la Secretaría General, el apreciable oficio de V. S. fecha 1° del mes en curso, en que se sirve comunicar a esta Delegación el acuerdo celebrado por la «Junta Patriótica» con el objeto de proporcio- narse fondos para los diversos gastos que demanda la situación actual del país. Nos es satisfactorio decirlo a V. S., en contestación a su citado oficio. Dios guarde a V. S.

[11]

31 de diciembre de 1881

N° 13 Al Secretario General de Estado.

Haciéndose cada día más numerosas las labores de la Secretaría de esta Delega- ción, y siendo indispensable por esta causa el concurso de un empleado que auxilie al secretario doctor don Ricardo Aranda, hemos tenido a bien nombrar, en esta fecha y con el mencionado objeto, al Jefe de la Sección de Justicia y Beneficencia del Minis- terio del ramo, don Manuel T. Silva10, que reúne los requisitos necesarios para el buen desempeño de las funciones que deben correr a su cargo. Nos es honroso anunciarlo a V. S., para que se sirva trasmitirlo al conocimiento de Su Excelencia el Vice-Presidente de la República, encargado del Poder Ejecutivo, recabando de él la aprobación que corresponde. Dios guarde a V. S.

10 Manuel Trinidad Silva Gil fue hijo del prócer de la Independencia Remigio Silva. Durante varios años fue Director General del Ministerio de Justicia e Instrucción. Además, y entre muchos otros cargos, fue Oficial Mayor de la Secretaría de la Cámara de Diputados (Leguía y Martínez, 1972, p. 392, n. 3).

163 El Estado en la sombra. El Perú durante la ocupación chilena

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15 de diciembre de 1881

[sic] Circular Ayacucho: Señores coronel F. García del Barco11, don Rafael Galván12, don Apolo García y Carlos A. Cárdenas. Huancavelica: Señores don G. Rafael Escalona13, doctor don Pedro P. Arana14, doctor don Apolinario Zúñiga15, doctor don J. M. Gálvez y doctor don Epifanio Zerpa16.

Su Excelencia el Primer Vice-Presidente de la República, encargado del Poder Ejecutivo, se ha servido nombrarnos delegados en esta capital, para proceder en nom- bre y representación del gobierno; y autorizados en tal carácter para adoptar todas las medidas que tiendan a la unificación de la República, bajo el régimen constitucional, tenemos la honra de dirigirnos a usted y a los señores ...... para que formando una junta que puede llamarse Constitucional, procuren por todos los medios que les sugiera su solicitud por el bien público, alcanzar ese resultado, en lo que toca al departamento de ...... La extraordinaria situación del país, creada por la guerra desastrosa que hoy ame- naza nuestra independencia misma, y la anarquía a que nos ha arrastrado el régimen arbitrario de la dictadura, paralizando la energía nacional, hacen urgente e imperiosa la necesidad de que la parte sensata e ilustrada de la Nación aplique su actividad y

11 Coronel Francisco García del Barco (Andahuaylas, 1805-Ayacucho, 1885). Participó en la guerra de la Independencia, y combatió en la batalla de Ayacucho. Participó en la guerra contra la Gran Colombia y contra la Confederación Perú-Boliviana, donde fue apresado por las fuerzas de Santa Cruz en 1835. Estuvo bajo las órdenes de Castilla en su enfrentamiento con Vivanco, en las batallas de Uchumayo y ­Carmen Alto. Fue prefecto de Arequipa, de Junín, de Huancavelica y de Ayacucho (Yábar, 1996, pp. 85-86). 12 Rafael Galván. En 1872 se desempeñaba como juez de primera instancia en la provincia de ­Angaraes, en el departamento de Ayacucho (Cabello, 1872, p. 262). En 1878 era senador por Ayacucho (­Congreso de la República, 1998, p. 703). 13 Gregorio Rafael Escalona. En 1872 fue cajero fiscal de la provincia del Cercado en el departamento de Huancavelica (Cabello, 1872, p. 268). 14 Pedro Pablo Arana fue diputado por Tayacaja (Huancavelica) entre 1876 y 1878, y entre 1879 y 1881 (Congreso de la República, 1998, p. 383). 15 Durante la guerra, Apolinario Zúñiga propuso a Cáceres la reanudación de la explotación de la mina de Santa Bárbara, en Huancavelica. Cáceres aprobó la propuesta, y por medio de una carta del 10 de octubre de 1882 solicitó de Montero la confirmación de tal aprobación (Pereyra, 2006, p. 309). 16 Epifanio Zerpa fue vocal de la Corte Superior de Justicia de Junín (Cabello, 1872, p. 280). En setiembre de 1882 fue elegido ministro de Justicia e Instrucción por Lizardo Montero al establecer el gobierno en la ciudad de Arequipa. Renunció al cargo en octubre de ese mismo año (Basadre, 1983, VI, pp. ­312-313).

164 Parte II. Libros copiadores. Libro copiador A sus esfuerzos al restablecimiento del orden interior, al amparo de la Constitución, símbolo verdadero de la fuerza y de la dignidad de la República y al más fuerte lazo de unión en estos tristes momentos, en los que, sobre todas las ambiciones persona- les, debe levantarse la ley como la voz suprema de nuestra nacionalidad amenazada. Esperamos que usted, que tantas pruebas tiene dadas de amor a su país, contri- buirá hoy más que nunca a restablecer en aquel importante departamento el orden constitucional, persuadido como debe usted estar de que así únicamente podrá sal- varse la República, pues solo de ese modo encontrará apoyo eficaz en el exterior y la unión sólida de sus fuerzas para oponerla al enemigo común. Si, como lo esperamos, se digna usted aceptar esta comisión, prestará un señalado servicio al país y obligará la gratitud del Supremo Gobierno. Para establecer en los trabajos de la Junta el orden indispensable, nos parece que debe dársele una organización formal, designando un presidente y un secretario, sirviendo el primero de representante de ella ante esta Delegación. En cuanto a la naturaleza de esos trabajos y a la clase de medios que debe emplear para alcanzar el fin apetecido, no creemos necesaria ninguna indicación particular, y confiamos enteramente en el celo patriótico y discreción de los señores que deben componerla. Le encomendamos, sí, muy especialmente, proponer a esta Delegación el relevo de las autoridades que a su juicio deban ser destituidas, designando las personas con quienes convenga reemplazarlas; y proponer igualmente los arbitrios más expe- ditos para obtener recursos con que atender a las necesidades del servicio público; pudiendo emplear desde luego todos aquellos que no impongan responsabilidades al fisco ni se opongan al respeto que establecen nuestras leyes y que todo gobierno culto debe guardar a la propiedad privada. Rogamos, también, a la Junta se sirva sostener con esta Delegación la comuni- cación más frecuente posible, empleando propios, siempre que haya alguna noticia importante que trasmitir o consulta que hacer. Juzgamos, así mismo, necesario que tanto esta carta como toda la correspon- dencia que sostengamos, sea mantenida en la más estricta reserva, cuidando de no valerse nunca del correo que, como usted sabe, está en manos de los chilenos. A este respecto, creemos que cuando el asunto no sea de tal importancia o urgencia, que exija un comisionado especial para comunicarlo, la Junta podrá fácilmente valerse de pasajeros de confianza o de algún otro conducto particular, igualmente seguro, para remitir sus comunicaciones. Aprovechamos de esta oportunidad para ofrecernos con toda consideración de usted. De usted atentos sus servidores.

165 El Estado en la sombra. El Perú durante la ocupación chilena

[13]

2 de enero de 1882

N° 14 Al Comisionado Especial del Secretario General en el Sur.

Su Excelencia el Vice-Presidente de la República, encargado del Poder Ejecutivo, ha tenido a bien nombrarnos Delegados del Supremo Gobierno en Lima, revistién- donos de las facultades suficientes, entre otros objetos, para entrar en relaciones oficiales con las autoridades del centro y del sur de la República. Al comunicarlo a V. S., nos es honroso manifestarle que contribuiremos con entera decisión y empeño a llevar a cabo la unificación nacional, prestando a V. S. y a los funcionarios políticos de los departamentos las facilidades y el apoyo indispensables para el cumplimiento de la importante misión que se nos ha encomendado. Esta Delegación ha tenido conocimiento del giro por un mil libras esterlinas (₤ 1000), hecho por V. S., que será cubierto oportunamente. Con este motivo nos permitimos hacer presente a V. S. la conveniencia de que los giros que posterior- mente pudiera hacerse, no lo sean por un plazo menor de diez días. Siendo necesario que esta Delegación se halle informada de los recursos con que V. S. cuenta para hacer frente a los gastos que demande la actual situación, esperamos que V. S. se sirva suministrarnos los datos relativos a este punto; prometiéndonos por nuestra parte hacer los mayores esfuerzos para reunir también los fondos de que se ha menester con el objetivo indicado. Por lo demás, no dudamos que V. S., en la espera de sus atribuciones, se dignará tener al corriente a esta Delegación de todos los acontecimientos que puedan ocurrir en esa sección de la República, a fin de adoptar las medidas que convengan. Dios guarde a V. S.

[14]

4 de enero de 1882

N° 15 Al Prefecto de Arequipa.

Con fecha 6 de diciembre próximo pasado, nos dirigimos al coronel Jefe Superior Político y Militar de los departamentos del sur, poniendo en su conocimiento haber sido nombrados por Su Excelencia el Vice-Presidente de la República, encargado­

166 Parte II. Libros copiadores. Libro copiador A del Poder Ejecutivo, delegados del Supremo Gobierno en esta capital, con el objeto de adoptar las medidas conducentes al completo restablecimiento del orden consti- tucional, y ofreciéndole con tal motivo, las facilidades que pudiera necesitar para la mejor administración de esa importante sección del territorio. Como el referido Jefe Superior se halla ausente de aquella ciudad y quizá por esta causa no le hubiera sido posible trasmitir a V. S. la noticia del especial encargo con que nos ha honrado el Supremo Gobierno; cumplimos hoy con el grato deber de comunicarlo directamente a V. S., para que por su parte pueda contar con el decidido apoyo de esta Delegación en el desempeño de las elevadas funciones que le están cometidas; a cuyo efecto V. S. se servirá hacernos las indicaciones que creyere convenientes, con la seguridad de que serán por nosotros debidamente satisfechas. Aprovechamos esta oportunidad para expresar a V. S. los sentimientos de nuestro particular aprecio. Dios guarde a V. S.

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5 de enero de 1882

N° 16 Al Secretario General de Estado.

El prefecto del departamento de Ica ha comunicado a esta Delegación que en la madrugada del 31 de diciembre último la provincia de Chincha se adhirió al orden constitucional, habiendo fijado aquel funcionario su residencia en el pueblo de Chincha Alta; en donde continúa sus trabajos para lograr el sometimiento de las fuerzas que obedecen al coronel Mas. Ninguna novedad ha ocurrido en el ejército y departamentos del sur de la ­República. Fuerzas chilenas, al mando del contra-almirante Lynch, salieron de esta capital el domingo 1° de los corrientes, en persecución del general Cáceres, quien, según se sabe por conductos particulares, se ha retirado para el interior con el ejército que está bajo sus órdenes, habiéndose dispersado anteriormente parte de él. Todo lo que nos es honroso poner en conocimiento de V. S., para que se sirva trasmitirlo al de Su Excelencia el Vice-Presidente de la República, encargado del Poder Ejecutivo. Dios guarde a V. S.

167 El Estado en la sombra. El Perú durante la ocupación chilena

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5 de enero de 1882

N° 17 Al Secretario General de Estado.

Consecuente esta Delegación a su propósito de no omitir diligencia alguna que tienda al más pronto restablecimiento del orden legal en toda la República, ha acor- dado nombrar Juntas especiales en las capitales de aquellos departamentos que aún no se han adherido al Gobierno Provisorio; las que servirán de centro de acción para todos los pueblos comprendidos en las respectivas demarcaciones territoriales. Reconocida la importancia del departamento de Ayacucho, tanto por hallarse situado en el centro mismo de la República, cuando por existir en él algunas fuerzas organizadas de las que obedecían al ex dictador don Nicolás de Piérola, se ha apresu- rado esta Delegación a designar para que compongan la Junta a que nos referimos, a los vecinos notables de la ciudad de Ayacucho doctor don Rafael Galván, don Carlos A. Cárdenas, coronel don Francisco García del Barco y don Apolo García, quienes, no dudamos, secundarán decididamente nuestros esfuerzos por ver realizada la uni- ficación nacional. Remitimos a V. S. copia de la circular pasada a dichos comisionados, con fecha 15 de diciembre último, a fin de que se sirva V. S. dar cuenta de ella y del contenido de este oficio a Su Excelencia el Vice-Presidente de la República, encargado del Poder Ejecutivo. Dios guarde a V. S.

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5 de enero de 1882

N° 18 Al Comisionado especial del Secretario General, Camilo N. Carrillo.

La Junta que transitoriamente funcionó en esta capital, desde que tuvo lugar la prisión de Su Excelencia el Presidente Provisorio, y antes de que se crease por Su Excelencia el Vice-Presidente de la República, encargado del Poder Ejecutivo, esta Delegación, nombró algunos vecinos notables para que trabajasen en los pueblos del sur en favor del restablecimiento del orden constitucional. Disuelta aquella Junta,

168 Parte II. Libros copiadores. Libro copiador A han quedado en consecuencia anulados los nombramientos que ella hizo. Debe, pues, V. S. darlos por cancelados desde el momento que reciba este oficio y proceder a designar, de acuerdo con el prefecto de ese departamento, coronel don Miguel San Román, las personas que considere dignas, por su patriotismo y probada adhesión al régimen constitucional, de continuar aquella importante comisión; sirviéndose V. S. darnos cuenta para los fines que convengan. Dios guarde a V. S.

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5 de enero de 1882

N° 19 Al Prefecto de Arequipa.

Con esta fecha, dirigimos al capitán de Navío don Camilo N. Carrillo, comisio- nado especial del Supremo Gobierno en el sur de la República, el oficio que sigue: (aquí el oficio anterior) Que nos es grato transcribir a V. S. para su conocimiento y efectos que corres- ponden. Dios guarde a V. S.

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7 de enero de 1882

N° 20 Al Coronel Suárez, Comandante en Jefe del Ejército de Operaciones.

Remitimos a V. S. una letra a su orden, por la cantidad de tres mil soles (S/. 3000) plata, siendo esta la segunda de cambio, pues la primera se la enviamos a V. S. en carta particular, con fecha 29 de diciembre último. Sírvase V. S. acusarnos el correspondiente recibo. Dios guarde a V. S.

169 El Estado en la sombra. El Perú durante la ocupación chilena

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10 de enero de 1882

N° 21 Al Prefecto y Comandante General del Departamento.

Con esta fecha ha aprobado esta Delegación, el cuadro de jefes y oficiales que deben marchar en comisión del servicio a la provincia de Chancay; y se ha dispuesto la entrega al comisario de guerra don José Lino Uzátegui de la cantidad de cuatro mil soles (S/. 4000) billetes fiscales, a que asciende el presupuesto de sueldos y gastos de dicha comisión. Lo comunicamos a V. S. para su inteligencia y demás fines. Dios guarde a V. S.

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12 de enero de 1882

N° 22 Señor Don Ezequiel Mendoza, Administrador de la Aduana de Huacho.

Una vez restablecido el orden constitucional en la provincia de Chancay, se cons- tituirá usted en Huacho a ejercer las funciones de administrador de la Aduana de ese puerto, cuyo nombramiento, según nos ha expresado usted verbalmente, le fue conferido por Su Excelencia el Presidente Provisorio Doctor Don Francisco García Calderón; debiendo usted sujetarse a las leyes y reglamentos de la materia expedidos por el Congreso y Gobierno Constitucional de la República. Usted se servirá, luego que tome posesión de su cargo, proponer a esta Delega- ción las personas que deban desempeñar los empleos que fueren indispensables para el buen servicio de esa renta; así como las medidas que sea necesario adoptar para su mejor administración. Dios guarde a usted.

170 Parte II. Libros copiadores. Libro copiador A

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12 de enero de 1882

N° 23 Al Secretario General de Estado.

Para conocimiento del Supremo Gobierno, remitimos a V. S. duplicados de los tres oficios que envió esta Delegación a esa Secretaría General con el Doctor Don Lorenzo García17, y que, según se nos ha asegurado, han caído en poder de las auto- ridades chilenas en Pacasmayo. Dios guarde a V. S.

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12 de enero de 1882

N° 24 Al Presidente de la Junta Consultiva de Gobierno18.

Para el caso en que, por cualquier motivo, nos hallemos impedidos de conti- nuar ejerciendo las funciones que como a Delegados del Supremo Gobierno nos corresponden, creemos prudente y necesario trasmitir a la Honorable Junta que V. S. dignamente preside, los poderes que nos han sido conferidos por Su Excelencia el Primer Vice-Presidente de la República encargado del Poder Ejecutivo; a fin de que no se interrumpan los trabajos encomendados a esta Delegación. La Junta dictará las medidas que juzgue convenientes para el mejor desempeño de este encargo, mientras el Supremo Gobierno resuelva definitivamente lo que estime más acertado. Acompañamos las instrucciones dadas a esta Delegación, y que servirán de norma a la Junta para sus procedimientos. Dios guarde a V. S.

17 Lorenzo García fue abogado. En 1871 apareció como uno de los firmantes del «Acta de la Sociedad Independencia Electoral», que daría origen al Partido Civil (Mc Evoy, 1994, p. 318). En 1876 se desem- peñaba como concejal en la Municipalidad de Lima (Lemale, 1876, parte tercera, p. 7). Posteriormente, en 1881, fue representante por la provincia de Tarapacá en el Congreso Extraordinario de Chorrillos (Yábar, 2009, II, pp. 29 y 42). 18 El presidente de la Junta Consultiva era Alejandro Arenas (ACMRE, CC150, 1881-1882, 23.11.1881, f. 1v).

171 El Estado en la sombra. El Perú durante la ocupación chilena

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16 de enero de 1882

N° 25 Al Administrador de la Aduana de Huacho.

Mientras el Supremo Gobierno dispone lo conveniente sobre la percepción de derechos en esa Aduana, continuará usted cobrándolos en el orden que estaba esta- blecido al hacerse cargo de esa renta. Oportunamente comunicaremos a usted la resolución del caso. Dios guarde a usted.

[25]

16 de enero de 1882

N° 26 Al Prefecto del Departamento de Ica.

Por el oficio de V. S. de 8 del corriente y las copias anexas, se ha instruido esta Delegación, con profundo sentimiento, de los desgraciados sucesos ocurridos el día 7 en la ciudad de Chincha Alta, a consecuencia del ataque dirigido contra esa honrada y laboriosa población por las fuerzas que contra ella desprendió el coronel Mas. Desde luego esta Delegación aprueba los procedimientos de que V. S. da cuenta, y le es satisfactorio expresar a V. S., así como a la colonia extranjera y demás vecinos de Chincha Alta, el reconocimiento a que se han hecho acreedores por el entusiasmo y entereza con que han defendido las instituciones. No dudamos que el Supremo Gobierno, a quien elevamos original el parte de V. S., aprobará también su conducta. Confiamos en que V. S. continuará con igual empeño que hasta aquí la obra de la unificación de los pueblos de ese importante departamento, bajo el régimen constitucional. Dios guarde a V. S.

172 Parte II. Libros copiadores. Libro copiador A

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17 de enero de 1882

N° 27 Al Administrador de la Aduana de Huacho.

Debiendo esta Delegación hacer los respectivos arreglos con los señores ­Enrique Ayulo y Compañía19, consignatarios de los agentes de la Compañía Francesa de Navegación, sobre el abono del derecho de tonelaje, se servirá usted no cobrar dicho derecho a los vapores de la mencionada Compañía. Dios guarde a usted.

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20 de enero de 1882

N° 28 Al Ministro de Gobierno20.

Elevamos, original, a V. S., el parte que nos ha pasado el Prefecto de Ica, sobre el combate que sostuvo con las fuerzas que desprendió el coronel Mas contra la pobla- ción de Chincha Alta. Esta Delegación se ha apresurado a aprobar los procedimientos de aquel funcio- nario, dándole las debidas gracias, así como a los vecinos de la mencionada ciudad, por su valerosa y digna conducta. En cuanto a la colonia italiana, que tanto se ha distinguido en esa sangrienta lucha, defendiendo sus personas, hogares y valiosos intereses, hemos creído cumplir un preferente deber, acercándonos donde el señor ministro de Italia residente en esta capital21, para expresarle nuestro sentimiento por los graves daños que han sufrido los súbditos de aquella nación, a la vez que nuestra gratitud por su noble ­comportamiento. Esperamos que estos actos merecerán la aprobación de Su Excelencia el Vice- Presidente, encargado del Poder Ejecutivo, a quien se servirá V. S. dar cuenta de este oficio y del parte adjunto. Dios guarde a V. S.

19 Enrique Ayulo Zegal (1828). Desde 1859 fue socio de la Casa Dorca & Ayulo. Posteriormente fundó la Casa Enrique Ayulo & Compañía, que tuvo oficinas en París y Londres, y fue de gran importancia en la vida del Perú de las postrimerías del siglo XIX (Jensen, 1990, pp. 59-60). 20 Por entonces era ministro de gobierno Jesús Elías de la Quintana. 21 El ministro de Italia en el Perú era Juan P. Viviani (Ahumada Moreno, 1884-1891, VII, p. 377).

173 El Estado en la sombra. El Perú durante la ocupación chilena

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20 de enero de 1882

N° 29 Al Ministro de Hacienda.

En conformidad con lo dispuesto por Su Excelencia el Vice-Presidente, encargado del Poder Ejecutivo, y que V. S. se sirve comunicarnos en oficio de 7 del corriente, esta Delegación abonará desde el presente mes a la señora Domitila F. de Salazar, esposa del oficial mayor del Ministerio de Relaciones Exteriores don ­Sebastián ­Salazar22, la asignación mensual de cien soles (S/. 100) plata, descontable de los haberes que dicho empleado devengue en el desempeño de su cargo. Nos es grato decirlo a V. S., en contestación a su citado oficio. Dios guarde a V. S.

[29]

23 de enero de 1882

N° 30 Al Ministro de Hacienda.

Por el oficio de V. S. de 5 del corriente, queda enterada esta Delegación de que Su Excelencia el Vice-Presidente de la República ha tenido a bien, en acuerdo de la mencionada fecha, encargar el servicio de las direcciones de ese despacho a don F. Gerardo Chávez23. Tenemos la honra de decirlo a V. S. en contestación. Dios guarde a V. S.

22 En 1876 ya era Sebastián Salazar oficial mayor del Ministerio de Relaciones Exteriores (Lemale, 1876, segunda parte, p. 8). En ese mismo año Salazar publicó una «Colección de los tratados del Perú. Publicación oficial hecha de orden suprema por el Oficial Mayor del Ministerio de Relaciones ­Exteriores» (Lima: Imprenta del Estado, 1876). 23 El coronel Francisco Gerardo Chávez había formado parte de la comitiva de Montero al llegar a Cajamarca (Dammert, 1983, p. 23).

174 Parte II. Libros copiadores. Libro copiador A

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23 de enero de 1882

N° 31 Al Ministro de Relaciones Exteriores24.

Dando cumplimiento a la suprema resolución de 11 del que rige, que V. S. se sirve transcribirnos en oficio de la misma fecha, esta Delegación abonará, desde el presente mes, a la señora doña Francisca Espantoso de Elías25, esposa del ministro de Gobierno, encargado accidentalmente de la cartera de Hacienda, don Jesús Elías, la asignación mensual de ciento cincuenta soles (S/. 150) plata, que ha establecido dicho funcionario a favor de su mencionada esposa, y que se descontará de los habe- res que devengue. Nos es grato decirlo a V. S. en respuesta a su citado oficio. Dios guarde a V. S.

[31]

24 de enero de 1882

N° 32 Al Ministro de Hacienda.

Tenemos la honra de poner en conocimiento de V. S. que esta Delegación ha entregado, por el presente mes, las siguientes cantidades: A la esposa del Coronel Risco, S/. 1000 (billetes). A la señora Matos, por la asignación establecida a su favor por el comandante Arce Funes, S/. 400 (billetes). A la señora Bocanegra, S/. 40 (plata).

24 En ese entonces el ministro de Relaciones Exteriores del gobierno provisorio era Juan Manuel ­Arbayza. 25 Francisca Espantoso de Elías. Natural de Quito, casó en 1861 con Jesús Elías de la Quintana (Lasarte & Miranda, 1993, p. 253).

175 El Estado en la sombra. El Perú durante la ocupación chilena

Además, se dará a la esposa del coronel Ramírez (Rafael) quinientos soles, bille- tes, en razón a sus circunstancias; pudiendo V. S., si lo tiene a bien, disponer se descuente dicha suma de los haberes que devengue el mencionado jefe, y comunicar- nos si debemos continuar pagando esta asignación en lo sucesivo. Dios guarde a V. S.

[32]

24 de enero de 1882

N° 33 Al Ministro de Gobierno.

Ha llegado a nuestro conocimiento que el señor Arróspide fue tomado preso por las autoridades chilenas; no habiéndose por consiguiente recibido en esta Delegación las comunicaciones del Supremo Gobierno de que era portador. Es, pues, indispen- sable que se nos remita un duplicado de dicha correspondencia, a fin de que pueda surtir sus efectos. Por noticias recibidas últimamente del sur, sabemos que esa sección del territorio continúa en completa tranquilidad, habiendo sido apresados en Mollendo los seño- res Arenas y Rada, y tomándoles las comunicaciones que conducían de don Nicolás de Piérola, quien permanece en esta capital. Lo que nos es honroso comunicar a V. S. para su conocimiento y el de Su Exce- lencia, el Vice-Presidente de la República encargado del Poder Ejecutivo. Dios guarde a V. S.

[33]

24 de enero de 1882

N° 34

Al mismo. [Ministro de Gobierno]

Según se ha informado a esta Delegación, el señor capitán de Navío don Camilo N. Carrillo, comisionado especial del Supremo Gobierno, no ha recibido la confir- mación de sus poderes, por haberse sin duda extraviado el pliego que los contenía. En tal situación, parece conveniente que, por el ministerio respectivo, se expida un duplicado de dichos poderes; permitiéndonos recomendar a V. S. la necesidad e importancia de revestir al mencionado jefe de facultades suficientes para que pueda

176 Parte II. Libros copiadores. Libro copiador A hacer cuantos arreglos y tomar cuantas medidas tiendan a armonizar las distintas autoridades políticas y militares existentes en el sur de la república, y a la conserva- ción del orden constitucional26. Esperamos que V. S. se dignará acordar con Su Excelencia el Vice-Presidente la resolución que sobre este punto estime más acertada. Dios guarde a V. S.

[34]

24 de enero de 1882

N° 35 Al Ministro de Hacienda.

Conforme a la suprema resolución de 7 del actual, a que V. S. se refiere en su estimable oficio de la misma fecha, esta Delegación pagará desde el presente mes a don José M. Espiell27 la asignación mensual de cien soles (S/. 100) plata, que ha establecido en su favor el director de Gobierno, coronel don Ricardo M. Espiell28, descontable de los haberes que este devengue en el servicio de su empleo. Tenemos la honra de decirlo a V. S. en contestación a su citado oficio. Dios guarde a V. S.

26 En una carta del 5 de febrero de 1882, dirigida al coronel Manuel Velarde, Carrillo afirma lo siguiente: «Yo no he cesado de escribir a Lima, manifestando que no he recibido de Montero comunicación alguna». Es evidente que los problemas de comunicación eran graves (MNAAH, Colección Velarde, legajo 3, documento 56). 27 José M. Espiell se desempeñaba en 1876 como guarda de almacenes en la aduana del Callao (Lemale, 1876, segunda parte, p. 190). 28 Ricardo M. Espiell (Lima, 1843-1887) fue importante miembro del Partido Civil desde sus tiempos iniciales. Se desempeñó como secretario privado de Manuel Pardo y estuvo presente en el combate de Los Ángeles, en el contexto de los enfrentamientos de 1874 con Piérola. Tuvo participación muy activa en diversos momentos de la guerra con Chile; apoyó la presidencia de García Calderón, y como sena- dor por Loreto formó parte del Congreso Extraordinario de Chorrillos. Luego apoyó a Montero en el gobierno de Arequipa. Fue diputado suplente por Chota y por Lima, y senador por Puno (Tauro, 2001, 6, p. 936).

177 El Estado en la sombra. El Perú durante la ocupación chilena

[35]

2 de febrero de 1882

N° 38 Al Ministro de Gobierno.

Para conocimiento del Su Excelencia el Vice-Presidente, encargado del Poder Ejecutivo, tenemos la honra de remitir a V. S. las adjuntas copias de las actas per- tenecientes a las ciudades de Huacho, Jauja y Huancavelica; y a los pueblos de Sincos, Huaripampa, Mito y San Francisco de Orcotuna, adhiriéndose al orden ­constitucional. Dios guarde a V. S.

[36]

9 de febrero de 1882

N° 40

Al mismo. [Ministro de Gobierno]

Por la correspondencia del sur, recibida ayer, se sabe que la facción que dominaba en Moquegua, capitaneada por Céspedes Pacheco [sic]29, ha sido completamente debelada por fuerzas que se desprendieron de Arequipa, quedando restablecido el orden constitucional en aquella parte del territorio de la República. Nos es grato participar también a V. S. que el general Cáceres, después de expedir un decreto en la ciudad de Jauja, el 24 del próximo pasado, adhiriéndose al Gobierno Provisorio, se ha retirado con el Ejército que le obedece hacia Ayacucho. Ignórase la dirección que haya tomado el coronel Mas, quien se retiró de Ica, al aproximarse a esa ciudad las fuerzas chilenas que hoy la ocupan30.

29 Juan Luis Pacheco de Céspedes fue un militar cubano que se incorporó al Ejército del Perú durante la guerra con Chile; participó en la campaña terrestre de la guerra antes de la ocupación de Lima, y posteriormente siguió combatiendo a los chilenos en diversos escenarios del sur del Perú (Barrantes, 1993). En el contexto de la división política que se produjo entre los peruanos, Pacheco de Céspedes permaneció por un tiempo leal a Piérola y reticente a reconocer al gobierno provisorio. 30 En efecto, fuerzas chilenas lideradas por el coronel Leoncio Tagle —nombrado jefe político-militar del departamento—, llegaron a Ica el 19 de enero, con el objetivo de «extirpar el vandalaje, restablecer el orden y encaminar al departamento por la senda del trabajo y del progreso» (Tagle, 1883, p. 6).

178 Parte II. Libros copiadores. Libro copiador A

Esta Delegación tiene datos fidedignos de que la conducta que observan el Pre- fecto de Ancash, señor Coloma31, y el jefe de un batallón estacionado allí, señor Raygada, pone en peligro el orden público en ese importante departamento; y cree- mos cumplir con nuestro deber llamando la atención del Supremo Gobierno sobre el particular, a fin de que pueda adoptar las medidas que juzgue más oportunas. Sírvase V. S. dar cuenta a Su Excelencia el Vice-Presidente del contenido de este oficio. Dios guarde a V. S.

[37]

9 de febrero de 1882

N° 41 Al Ministro de Justicia.

Cumplimos el penoso deber de participar a V. S., para conocimiento del Supremo Gobierno, que en la noche del lunes 6 de los corrientes falleció en esta capital el doc- tor don Teodoro La Rosa32, Fiscal de la Excelentísima Corte Suprema de Justicia. Dios guarde a V. S.

[38]

9 de febrero de 1882

N° 42 Al Ministro de Gobierno.

Hemos tenido conocimiento de que la correspondencia para esta Delegación que vino en el último vapor, llegado al Callao el sábado 4 del actual, fue entregada por el conductor a don Nicolás de Piérola. Al comunicarlo a V. S., esperamos que se servirá ordenar se hagan las investiga- ciones convenientes sobre este grave hecho, a fin de que oportunamente pueda recaer sobre su autor la pena a que sea acreedor por su desleal conducta.

31 El ministro de Gobierno del gobierno provisorio, Jesús Elías, solicitó la destitución del prefecto Coloma «por malversación de fondos, abusos y desórdenes, tanto en Huaraz como en las diferentes provincias del departamento de Ancash» (Dancuart & Rodríguez, 1903-1926, XVI, p. 33A). 32 En 1876 Teodoro La Rosa era diputado por la provincia de Cailloma. Fue también vocal de la Sala Primera de la Corte Superior de Justicia de Lima (Lemale, 1876, segunda parte, pp. 5 y 26).

179 El Estado en la sombra. El Perú durante la ocupación chilena

A la vez suplicamos a V. S. se sirva remitirnos un duplicado de las comunicacio- nes referidas, para los efectos que convengan. Dios guarde a V. S.

[39]

14 de febrero de 1882

N° 43

Al mismo. [Ministro de Gobierno]

Para conocimiento de V. S. remitimos el adjunto recorte del periódico La ­Situación, correspondiente al día de ayer, que contiene el parte oficial, pasado por el jefe de las fuerzas chilenas que excursionan en el centro de la República, sobre el combate que sostuvieron en Pucará, con las que comanda el general Cáceres; reser- vándonos trasmitir a V. S. los datos que pudiéramos obtener del jefe de nuestras fuerzas sobre el mismo hecho de armas33. Dios guarde a V. S.

[40]

14 de febrero de 1882

N° 44 Al Comisionado Especial del Supremo Gobierno en el Sur de la República, ­Capitán de Navío don Camilo N. Carrillo.

El señor ministro de Gobierno, en oficio de 3 del corriente, nos dice lo que sigue: (Contesta a la Delegación que puede considerar al señor Carrillo como tal Comisionado Especial del Gobierno y trasmitirle al efecto las instrucciones que correspondan). Que nos es grato transcribir a V. S. para su conocimiento y demás fines, debiendo manifestar a V. S. que si en el desempeño de las altas funciones que le están enco- mendadas, tocase V. S. con alguna dificultad que no se creyera V. S. autorizado para

33 El combate de Pucará se produjo el 4 de enero de 1882, en el contexto de la campaña que las fuerzas chilenas, dirigidas por Estanislao del Canto, emprendieron contra las fuerzas de Cáceres en la sierra central del Perú. Los partes peruanos y chilenos sobre este combate han sido publicados por Eduardo Mendoza (1981, pp. 245-253).

180 Parte II. Libros copiadores. Libro copiador A zanjarla por sí mismo, se sirva hacerla presente a esta Delegación para que, en vir- tud de las amplias facultades de que está investida, pueda adoptar la resolución que corresponda. Dios guarde a V. S.

[41]

14 de febrero de 1882

N° 45

Al Jefe Superior Político y Militar de los Departamentos del Sur. [Francisco Rosas, Enviado Extraordinario y Ministro Plenipotenciario de la República en Francia]

Con esta fecha dirigimos al Comisionado Especial del Supremo Gobierno en el sur de la República, capitán de Navío don Camilo N. Carrillo, el oficio que sigue: (aquí la nota anterior). Que nos es grato transmitir a V. S. para su conocimiento y demás fines, esperando de su reconocido patriotismo que, en el ejercicio de sus funciones, procederá siempre V. S. en perfecto acuerdo con el referido Comisionado Especial señor Carrillo. Dios guarde a V. S.

[42]

14 de febrero de 1882

N° 46 Al Doctor Don Francisco Rosas, Enviado Extraordinario y Ministro Plenipotenciario de la República en Francia.

Para conocimiento de V. S., remitimos el adjunto recorte del periódico La ­Situación, correspondiente al día de ayer, que contiene el parte oficial, pasado por el jefe de las fuerzas chilenas que excursionan en el centro de la República, sobre el combate que sostuvieron en Pucará con las que comanda el general Cáceres; reser- vándonos transmitir a V. S. los datos que pudiéramos obtener del jefe de nuestras fuerzas, sobre el mismo hecho de armas. Dios guarde a V. S.

181 El Estado en la sombra. El Perú durante la ocupación chilena

[43]

14 de febrero de 1882

N° 47 Al Ministro de Gobierno.

Para conocimiento de Su Excelencia el Vice-Presidente de la República, tenemos la honra de remitir a V. S. el adjunto recorte del periódico La Situación, correspon- diente al día de ayer, que contiene el parte oficial pasado por el Jefe de las fuerzas chilenas que excursionaron en el centro de la República, sobre el combate que sostu- vieron en Pucará con las que comanda el general Cáceres; reservándonos transmitir a V. S. los datos que pudiéramos obtener del jefe de nuestras fuerzas, sobre el mismo hecho de armas. Dios guarde a V. S.

[44]

14 de febrero de 1882

N° 48 Al Director de Gobierno.

En conformidad con lo que se sirve V. S. decirnos, en oficio de 26 del próximo pasado, hemos pedido al conservador del fluido vacuno doctor don José María Qui- roga34, los tubos que se necesitan para atender al servicio sanitario de esa sección de la República y en especial del Ejército. Tan luego como se entregue en esta Delegación el indicado preservativo, cuidaremos de remitirlo a ese despacho. Dios guarde a V. S.

34 José María Quiroga (1847-1905). Médico patólogo. Después de la guerra fue Director del Instituto Nacional de Vacuna y Seroterapia (Valdizán, 1959, V, pp. 239-240).

182 Parte II. Libros copiadores. Libro copiador A

[45]

14 de febrero de 1882

N° 49 Al Ministro de Gobierno.

Hemos recibido el oficio de V. S. de 3 del actual, en el que se sirve comunicar- nos la ratificación que Su Excelencia el Vice-Presidente ha tenido a bien hacer del nombramiento del Comisionado Especial del Supremo Gobierno en el sur de la República, que Su Excelencia el Presidente Provisorio expidió en favor del capitán de Navío don Camilo N. Carrillo; facultándonos, además, para transmitirle las instruc- ciones que creamos convenientes de las que esta Delegación debe cumplir. En consecuencia, hemos transcrito el mencionado oficio al referido señor Carrillo, haciéndole las prevenciones convenientes para el mejor desempeño de su cometido. Dios guarde a V. S.

[46]

14 de febrero de 1882

N° 50 Al Ministro de Gobierno.

Tenemos el honor de remitir a V. S. un pliego separado, y en clave, en el que damos cuenta al Supremo Gobierno de algunos asuntos de importancia. Dios guarde a V. S.

[47]

16 de febrero de 1882

N° 51 Al Comisionado Especial del Supremo Gobierno en el Sur de la República, ­Capitán de Navío don Camilo N. Carrillo.

Según informes que hemos adquirido de persona autorizada, sabemos que el contra-almirante Lynch recibió el 13 del corriente un cablegrama de Chile, en que le comunica su gobierno haberse extendido y firmado un protocolo por el comisionado

183 El Estado en la sombra. El Perú durante la ocupación chilena especial del gobierno de los Estados Unidos de América, Mr. Trescot, y el Ministro Balmaceda; ignorándose su contenido35. La única noticia que sobre el particular da ayer el periódico antes citado36, es la contenida en los recortes que también remitimos a V. S. Dios guarde a V. S.

[48]

16 de febrero de 1882

N° 52 Al Comisionado Especial del Supremo Gobierno en el Sur de la República, ­Capitán de Navío don C. N. Carrillo.

Cuando se recibió en esta Delegación el cablegrama hecho por V. S., consultando si convenía la exportación de artículos por el puerto de Mollendo, nos apresuramos a contestarle afirmativamente. Ahora debemos agregar a V. S. que esa medida es, bajo todos conceptos, de suma importancia en la actualidad, pues no solo reportará de ella beneficios el comercio del sur de la República y de Bolivia, sino que también provendrá recursos al Fisco con que atender, en algo, a los crecidos gastos que hoy demanda el sostenimiento del Ejército en esta sección del territorio37. Siendo necesario que el Supremo Gobierno tenga exacto conocimiento del estado y condiciones en que se halla dicho ejército, V. S. se servirá remitirnos, en clave, una razón circunstanciada en que se manifieste su número, organización, gastos que en él se hacen y los recursos con que se cuenta para hacer frente a ellos, demostrándose, como es consiguiente, el déficit que haya que llenar.

35 El protocolo firmado entre Balmaceda y Trescot fue publicado por Ahumada Moreno (1884-1891, VI, pp. 425-437). 36 Probablemente se refieran al periódico La Situación, del cual hay varias referencias en diversas cartas de ese mismo mes de febrero de 1882. 37 Una nota editorial de La Situación, del 3 de febrero de 1882, titulada «Mollendo», señaló que el 1 de febrero de ese año el gobierno chileno en el Perú permitiría «por el puerto de Mollendo la exportación de minerales de oro, plata y cobre, y de lanas, cueros y cascarilla» con el correspondiente pago a la aduana chilena. Para las autoridades chilenas, el bloqueo perjudicaba el comercio extranjero, debido a la acumulación de bienes, como lanas. «De esa aglomeración ha nacido la exigencia para que se permita llevar a Europa tan valiosas mercaderías, compradas en parte antes del establecimiento del bloqueo, hostilidad de que no pudo prescindir el gobierno de Chile en vista de la actitud del prefecto Solar y más tarde De la Torre. El bloqueo continuará, no obstante, el permiso concedido para la exportación, que, si proporcionará algunos recursos a nuestros enemigos, no aliviará gran cosa su difícil situación, pues no se permitirá internar género alguno de artículos».

184 Parte II. Libros copiadores. Libro copiador A

Por su parte esta Delegación, que desea corresponder dignamente a la alta con- fianza con que el Supremo Gobierno la ha honrado, pone todos sus esfuerzos en arbitrar fondos para cubrir los diferentes gastos de la administración de la República. No terminaremos esta comunicación sin recomendar a V. S. que, sin perjuicio de la correspondencia particular que V. S. tenga a bien dirigirnos, se digne hacerlo de una manera oficial, en los asuntos del servicio, a fin de poder trasmitirla al Supremo Gobierno. Dios guarde a V. S.

[49]

17 de febrero de 1882

N° 53 Al Jefe Superior Político y Militar de los Departamentos del Sur, Coronel Don José de la Torre.

Deseando esta Delegación tener a V. S. al corriente de los principales sucesos ocurridos en diferentes puntos de la República, y que se relacionan con el restableci- miento del orden constitucional, nos es satisfactorio dirigirnos a V. S. para participarle que, el 24 del próximo pasado, el general Cáceres expidió en la ciudad de Jauja un decreto, que hizo publicar por bando, reconociendo la autoridad de Su Excelencia el Vice-Presidente don Lizardo Montero. Adjunto hallará su excelencia un ejemplar de El Boletín Oficial publicado en Huancayo, que contiene los documentos relativos a este acontecimiento. El periódico La Situación, correspondiente al 13 del que rige, publicó el parte oficial del jefe de las fuerzas chilenas que excursionan en el centro de la República, sobre el combate que sostuvieron en Pucará con las que comanda el general Cáceres. Por este mismo vapor remitimos al comisionado especial señor Carrillo un recorte que contiene dicho parte, no enviándolo también a V. S. por haberse agotado la edi- ción de ese número. Tan luego como obtengamos algunos datos del jefe de las fuerzas peruanas sobre el mencionado hecho de armas cuidaremos de trasmitirlos a V. S. Con motivo de la aproximación de las fuerzas chilenas a la ciudad de Ica, el coro- nel Mas se retiró con las que en reducido número le obedecían, las que, se asegura, haberse dispersado en su mayor parte, ignorándose la dirección que haya tomado el referido jefe. Si a los anteriores hechos se agrega la derrota de la facción que dominaba en Moquegua, capitaneada por Pacheco Céspedes, la que se debe al celo y actividad

185 El Estado en la sombra. El Perú durante la ocupación chilena desplegados por V. S., se puede concluir que la unificación del país bajo el gobierno constitucional se ha realizado por completo. Aprovechamos de esta oportunidad para avisar a V. S. que la correspondencia que remitió para el Supremo Gobierno, por conducto de esta Delegación, marchó a su destino en el vapor del 9 de los corrientes. Dios guarde a V. S.

[50]

17 de febrero de 1882

N° 54 Al Tesorero.

Sírvase usted entregar mensualmente al doctor don Ricardo Aranda la suma de doscientos soles (S/. 200) billetes, para gastos generales de secretaría, de la que ren- dirá la respectiva cuenta en su oportunidad. Dios guarde a V. S.

[51]

17 de febrero de 1882

N° 55 Al Ministro de Gobierno.

Tenemos la honra de remitir a V. S. los oficios que dirige el señor general Cáceres, Jefe Superior Político y Militar de los departamentos del centro, al despacho de V. S. y a los de Guerra y de Hacienda; a fin de que llegue a conocimiento de Su Excelencia el Vice-Presidente encargado del Poder Ejecutivo. También incluimos a V. S. un ejemplar de El Boletín Oficial, publicado en ­Huancayo, en que se registran los documentos relativos al reconocimiento del Gobierno Constitucional por las fuerzas que obedecen al mencionado general ­Cáceres. Dios guarde a V. S.

186 Parte II. Libros copiadores. Libro copiador A

[52]

18 de febrero de 1882

N° 56 Al Ministro de Beneficencia.

Tenemos la honra de remitir a V. S. dos paquetes que contienen, el uno, doce tubos capilares de fluido vacuno; y el otro, doce frascos de quinina Pelletier, ­conforme a los pedidos que se han hecho a esta Delegación. Dios guarde a V. S.

[53]

23 de febrero de 1882

N° 57 Al Ministro de Gobierno.

Por el vapor llegado al Callao el sábado 18 del corriente, no se ha recibido en esta Delegación correspondencia alguna del Supremo Gobierno, siendo de presumir que se haya extraviado o sido interceptada por las autoridades chilenas. Conveniente sería que cuando hubiera que comunicársenos algún asunto importante, se encargara la conducción de los pliegos a un comisionado especial, que prestase garantías de segu- ridad, pues de otra manera estarían expuestos a caer en manos extrañas. Llamamos sobre este punto la atención de V. S., persuadidos de que lo tomará en seria conside- ración, adoptando el medio indicado o cualquier otro que juzgue más del caso. Nos es satisfactorio comunicar a V. S., para conocimiento de Su Excelencia el Vice-Presidente, que el orden constitucional se conserva inalterable en el sur de la República. La única ocurrencia en esta capital ha sido la formación por don Nicolás de Piérola y otros ciudadanos del Comité Central Directivo, con el propósito de orga- nizar un partido que trabaje por la reconstitución nacional; de todo lo que se habrá enterado V. S. por los recortes del diario La Situación, que a última hora incluimos en nuestra anterior correspondencia. Dios guarde a V. S.

187 El Estado en la sombra. El Perú durante la ocupación chilena

[54]

24 de febrero de 1882

N° 58 Al Comisionado Especial del Supremo Gobierno en el Sur de la República, ­Capitán de Navío don C. N. Carrillo.

Como verá V. S. por los recortes adjuntos, del periódico La Situación, correspon- dientes a los días 17 y 18 del que rige, don Nicolás de Piérola y otros ciudadanos han organizado un Comité Central Directivo, con el propósito de formar un partido que trabaje por la reconstitución nacional; proyecto que ha acogido favorablemente la prensa chilena en esta ciudad. Por la última correspondencia recibida de Cajamarca, tiene conocimiento esta Delegación de que el Supremo Gobierno, haciendo justicia a los méritos contraídos por el coronel don Miguel Iglesias, ha tenido a bien ascenderlo a la alta clase de general de brigada, con cargo de dar cuenta al Congreso, y le ha confiado, además, el mando en jefe del Ejército existente en aquella plaza; medida que conceptuamos de importancia por el prestigio de que goza dicho jefe en el país, muy especialmente en el norte de la República. Dios guarde a V. S.

[55]

24 de febrero de 1882

N° 59 Al Jefe Superior Político Militar de los Departamentos del Sur, Coronel Don José de la Torre.

Con fecha 14 del actual, dirigimos al Comisionado Especial del Supremo Gobierno en el Sur de la República, capitán de Navío don Camilo N. Carrillo, el oficio que sigue: (Aquí el oficio N° 44) Que transcribimos a V. S. no obstante haberlo verificado en la referida fecha de 14 de los corrientes, por haberse omitido entonces el último acápite del enunciado oficio. Dios guarde a V. S.

188 Parte II. Libros copiadores. Libro copiador A

[56]

25 de febrero de 1882

N° 60 Al Jefe Superior, Político y Militar de los Departamentos del Centro.

Habiendo sido nombrados por Su Excelencia el Vice-Presidente, encargado del Poder Ejecutivo, Delegados del Supremo Gobierno en esta capital, con facultades suficientes para entendernos con todas las autoridades políticas y militares del sur y centro de la República, y para adoptar cuantas medidas tiendan al restablecimiento y conservación del orden constitucional en dichas secciones del territorio, nos diri- gimos a V. S. manifestándole que, en cumplimiento de la delicada misión que se nos ha confiado, atenderemos las indicaciones que V. S. se sirva hacernos, con el fin de llevar a cabo los enunciados objetos. Desde luego nos es grato participar a V. S. que hemos dado la dirección conve- niente a los oficios que remitió para los ministerios de Gobierno, Guerra y Hacienda, y que, sin esperar la resolución del caso sobre el pedido de fondos que hace V. S. al respectivo despacho, le mandamos a Ayacucho una letra por tres mil soles (S/. 3000), plata, girada por el señor Luis Carranza38, a cargo de don Juan Manuel Vivanco, para que V. S. pueda hacer frente a los gastos de mayor urgencia; prometiéndonos conti- nuar auxiliando a V. S. en cuanto lo permitan nuestros recursos. Debemos advertirle, con este motivo, que no es conveniente que V. S. gire contra nosotros, por las difi- cultades que en las actuales circunstancias se oponen a la satisfacción inmediata de esos giros. Siendo indispensable que el Supremo Gobierno tenga exacto conocimiento del estado de las fuerzas que V. S. comanda, esperamos que se servirá remitirnos, a la posible brevedad, una razón circunstanciada del número, organización y demás con- diciones en que se encuentra aquel Ejército, expresando V. S. las necesidades que en él se advierten, a fin de hacerlas presente al ministerio del ramo para la resolución que corresponde.

38 Luis Carranza Ayarza (Ayacucho, 1843-Lima, 1898). Médico, periodista, director del diario El Comercio y parlamentario vinculado al Partido Civil. Formó parte, en 1881, del Congreso Extraordi- nario de Chorrillos, en representación de Andahuaylas. Colaboró en la campaña de la resistencia en la sierra, dirigida por Cáceres. Después de la guerra fue elegido, en varias ocasiones, senador por Ayacu- cho. Fue también director de la Sociedad Geográfica de Lima (Tauro, 2001, 4, p. 519; Yábar, 2009, II, pp. 29 y 43).

189 El Estado en la sombra. El Perú durante la ocupación chilena

Por comunicaciones recibidas en esta Delegación, se sabe que el coronel Mas, con la pequeña fuerza que aún conserva, se encuentra en una hacienda cerca de Huancavelica. Como es de absoluta necesidad debelar cuanto antes esa facción, que no reconoce autoridad alguna y que tantos males ha causado y causa a las poblaciones que domina, cúmplenos recomendar a V. S., de una manera muy especial, dicte las órdenes que estime más oportunas y afines para que sea perseguida tenazmente hasta lograr su completa desaparición, poniéndose de acuerdo con el Prefecto del mencio- nado departamento, a quien oficiamos en esta fecha con el mismo objeto. Hacemos presente a V. S. que conviene impedir a todo trance que el coronel Mas regrese a Palpa o Nazca, donde no existen ya fuerzas chilenas. Confiamos en que V. S. sabrá valorizar las indicaciones contenidas en este oficio, y llevarlas a efecto con el celo y actividad que las circunstancias demandan. Dios guarde a V. S.

[57]

25 de febrero de 1882

N° 61 Al Prefecto de Huancavelica, Coronel don Ignacio Alarco.

Sabe esta Delegación que el coronel Mas, con la pequeña fuerza que aún con- serva, se halla en una hacienda próxima a esa ciudad; y como es necesario perseguir y destruir aquella facción, que no reconoce autoridad alguna y comete todo género de atentados y extorsiones, nos dirigimos a V. S. recomendándole de una manera muy especial dicte las órdenes que conceptúe más oportunas y eficaces para el logro del indicado objeto; pidiendo ponerse de acuerdo con el Jefe Superior, Político y Militar de los departamentos del centro, a quien oficiamos en esta misma fecha haciéndole igual encargo. No terminaremos esta comunicación sin manifestar a V. S. que conviene impedir a todo trance que el coronel Mas regrese a Palpa o Nazca, lugares que, según noticias fidedignas, han sido desocupados por las fuerzas chilenas. Dios guarde a V. S.

190 Parte II. Libros copiadores. Libro copiador A

[58]

27 de febrero de 1882

N° 62 Al Comisionado Especial del Supremo Gobierno en el Sur de la República, ­Capitán de Navío C. N. Carrillo.

Por el vapor llegado al Callao el 25 del que rige, hemos recibido correspondencia oficial del Supremo Gobierno, fechada en Cajamarca el 16 del mismo, en la que se nos comunica no haber ocurrido novedad alguna en esa parte de la República, con- servándose inalterable el orden constitucional. Sabemos también que Su Excelencia el Vice-Presidente se preparaba a salir para Huaraz, con su Ministerio y el Ejército. Asegúrase que las fuerzas chilenas existentes en Trujillo se retirarán de ese punto, a consecuencia de estar allí grasando39 la fiebre amarilla40. Los casos funestos son repe- tidos, habiendo muerto el jefe de las mencionadas fuerzas coronel Urízar Garfias41, quedando grave el segundo. Se dice que, como medida precautoria, las autoridades chilenas van a cerrar al comercio algunos de los puertos del norte. Todo lo que participamos a V. S. para su conocimiento. Dios guarde a V. S.

39 «Grasar (l. grasare, propagarse). Intr. Perú. Propagarse una epidemia (no una noticia)» (Alonso, 1958, II, p. 2172). 40 En el primer trimestre del año 1882 hubo una epidemia de fiebre amarilla en los departamentos del norte, que afectó a las tropas chilenas asentadas en esa parte del territorio. Según las noticias de los periódicos, la administración chilena había tomado todas las precauciones para salvaguardar la salud de su ejército. En el caso de Trujillo, luego de la muerte del coronel Silvestre Urízar Garfias, se decidió la salida de la tropa a las afueras de la ciudad. Otra medida fue la suspensión del riego en los campos de arroz para evitar la proliferación del mosquito (La Situación, 28 de febrero de 1882). Pero no solo la fiebre amarilla afectó a las tropas chilenas. Palma, en su crónica del 22 de febrero de 1882, dice: «El tifus está haciendo estragos en las fuerzas chilenas que ocupan Trujillo, pues hubo día de diez defunciones. La misma epidemia se declaró en la división que se dirigió en persecución de Cáceres por la quebrada de Huarochirí» (1984, p. 142). 41 En efecto, en la nota editorial de La Situación, del 27 de febrero de 1882, se anuncia la muerte de este coronel chileno. Según se explica, Silvestre Urízar Garfias murió a consecuencia de la fiebre amarilla que azotaba el norte del país en el año 1882, siendo comandante del batallón Talca y jefe de las fuerzas que ocuparon el departamento de la Libertad. El coronel Garfias participó en la victoria chilena de San Juan y ­Miraflores. Luego se puso bajo las órdenes de Lynch durante la primera expedición al norte.

191 El Estado en la sombra. El Perú durante la ocupación chilena

[59]

27 de febrero de 1882

N° 63 Al Capitán del Puerto de Mollendo.

El doctor don Guillermo A. Seoane marcha a Arequipa. En tal virtud recomen- damos a usted se sirva prestarle todas las facilidades y auxilios que pueda necesitar para su movilidad e inmediata traslación. Dios guarde a usted.

[60]

27 de febrero de 1882

N° 64 Al Ministro de Gobierno.

Por el último vapor se ha recibido en esta Delegación los N° 7 y 8 de El Peruano, y anteriormente los cuatro primeros; faltando, por consiguiente, los números 5 y 6. Como es necesario tener conocimiento de las resoluciones supremas y distribuir, también, el periódico oficial a las Prefecturas del Sur y Centro de la República y al Cuerpo Diplomático residente en esta ciudad, rogamos a V. S. se sirva disponer se remita el competente número de ejemplares de los enunciados «Peruanos» 5 y 6, y que en lo sucesivo se cuide de hacer, con la debida puntualidad, igual remisión. Dios guarde a V. S.

[61]

28 de febrero de 1882

N° 65 Al Ministro de Justicia.

Tenemos la honra de remitir a V. S. copia del duplicado del oficio que, con fecha 14 de diciembre último, dirigió el Señor Presidente de la Excelentísima Corte Suprema a la Secretaría General de Estado, en contestación a la circular en que se comunicaba haber asumido el mando supremo de la República Su Excelencia

192 Parte II. Libros copiadores. Libro copiador A el ­Vice-Presidente, contra-almirante don Lizardo Montero42; y cuyo oficio fue inter- ceptado por las autoridades chilenas en Pacasmayo, junto con otros que llevaba el doctor don Lorenzo García. Sírvase V. S. poner en conocimiento de Su Excelencia el Vice-Presidente la men- cionada comunicación. Dios guarde a V. S.

[62]

3 de marzo de 1882

N° 66 Al Comisionado Especial del Supremo Gobierno en el Sur de la República, ­Capitán de Navío don Camilo N. Carrillo.

El diario La Situación correspondiente al 28 de febrero último, publica el pro- tocolo que asegura haber sido firmado en Santiago, por los señores Balmaceda y Trescot, el 11 de dicho mes; y de cuyo contenido, así como de la noticia que el mismo diario consigna a última hora, se impondrá V. S. por el recorte adjunto. Dios guarde a V. S.

[63]

3 de marzo de 1882

N° 67 Al Jefe Superior, Político y Militar de los departamentos del Sur.

El diario La Situación correspondiente al 28 de febrero último, publica el pro- tocolo que asegura haber sido firmado en Santiago, por los señores Balmaceda y Trescot, el 11 de dicho mes; y de cuyo contenido, así como de la noticia que el mismo diario consigna «a última hora», se impondrá V. S. por el recorte adjunto. Habiendo recibido esta Delegación especial encargo de Su Excelencia el Vice-­ Presidente de atender a las indicaciones que V. S. tuviera a bien hacernos en el ejercicio de sus importantes funciones, esperamos que se servirá manifestarnos las necesidades

42 En dicho oficio el Presidente de la Corte Suprema, Juan Antonio Ribeyro, respaldaba la autoridad de Montero, puesto que «se determina la sucesión legal del mando y se da unidad al Gobierno constitu- cional, sin los temores que la multiplicidad y división de las autoridades políticas crean en daño de los legítimos intereses de la nación» (Ahumada Moreno, 1884-1891, VI, p. 344).

193 El Estado en la sombra. El Perú durante la ocupación chilena que deban satisfacerse, a fin de proveer de nuestra parte, y con el interés que es pro- pio, lo que fuere conveniente. Dios guarde a V. S.

[64]

8 de marzo de 1882

N° 68 Al Comisionado Especial del Supremo Gobierno en el Sur de la República, Capitán de Navío don Camilo N. Carrillo.

Con fecha de febrero próximo pasado, remitimos a V. S. un recorte del diario La Situación, en que se registraba el parte oficial del Jefe de las fuerzas chilenas destaca- das al centro de la República, sobre el combate que sostuvo en Pucará con el Ejército comandado por el general Cáceres; ofreciéndole trasmitirle oportunamente los datos que pudiéramos obtener del jefe de las fuerzas peruanas. Grato nos es cumplir hoy con esta promesa, acompañando a V. S. los boletines publicados en Huancavelica, en que hallará V. S. todos los partes oficiales relativos al mencionado hecho de armas. Adjuntamos, también, un recorte del referido diario La Situación, correspon- diente al día de ayer, en que se da la noticia de haber tomado el general Cáceres la ciudad de Ayacucho, después de una reñida resistencia que le opusieron las fuerzas que obedecían al coronel Panizo, habiendo sido hecho prisionero este jefe, así como los coroneles Mas y Vargas43. Tan luego como recibamos los datos oficiales que correspondan sobre este suceso, nos apresuraremos a ponerlos en conocimiento de V. S. Dios guarde a V. S.

[65]

8 de marzo de 1882

N° 69 Al Jefe Superior, Político y Militar de los Departamentos del Sur, Coronel Don José de la Torre.

(La misma nota que antecede).

43 Se trataba del coronel Juan Vargas Quintanilla (Cáceres, 1973, p. 152).

194 Parte II. Libros copiadores. Libro copiador A

[66]

8 de marzo de 1882

N° 70 Al Ministro de Gobierno.

Nos es satisfactorio pasar a manos de V. S. el adjunto paquete que contiene varios ejemplares de El Boletín Oficial publicado en Huancavelica, en que se registran los partes relativos al combate de Pucará, entre el Ejército que comandaba el general Cáceres y las fuerzas chilenas que fueron destacadas de esta capital. Remitimos, también, a V. S., un recorte del diario La Situación, correspondiente al día de ayer, en que se da la noticia de haber tomado el general Cáceres la ciudad de Ayacucho después de una tenaz resistencia que le opusieron las fuerzas que obedecían al coronel Panizo, habiendo sido hecho prisionero este jefe, así como los coroneles Mas y Vargas. Tan luego como recibamos los datos oficiales que correspondan, sobre este suceso, nos apresuraremos a ponerlos en conocimiento de V. S. Dios guarde a V. S.

[67]

8 de marzo de 1882

N° 71 Al Ministro de Justicia.

Adjuntas, tenemos la honra de remitir a V. S. copias de los oficios dirigidos a la Secretaría General de Estado por los presidentes de las Cortes Superiores del Cuzco44 y Puno, en que contestan a la circular en que se les comunicó haber asumido el mando supremo de la República Su Excelencia el Vice-Presidente, contra-almirante don Lizardo Montero; debiendo advertir a V. S. que los originales de dichos oficios, así como el de la nota de la Corte Suprema, cuya copia remitimos anteriormente a V. S., quedan en esta Delegación, a fin de evitar cualquier extravío de los menciona- dos documentos. Dios guarde a V. S.

44 Se sabe que en 1879 era presidente de la Corte Superior de Justicia del Cuzco el doctor Manuel Antonio Zárate (Aparicio Vega, 2003, p. 21).

195 El Estado en la sombra. El Perú durante la ocupación chilena

[68]

8 de marzo de 1882

N° 72 Al Ministro de Culto.

Nos es grato remitir a V. S. copia del oficio que el Vicario Capitular de la Dióce- sis de Puno dirige a la Secretaría General de Estado, en respuesta a la circular de 15 de noviembre último, con motivo de haber asumido el mando supremo de la República Su Excelencia el Vice-Presidente, contra-almirante don Lizardo Montero. Dios guarde a V. S.

[69]

13 de marzo de 1882

N° 73 Al Presidente de la Junta Fiscal45.

En virtud de las facultades de que nos hallamos investidos, y dando cumpli- miento a instrucciones especiales del Supremo Gobierno, pedimos a V. S. que se sirva convocar a los miembros que componen la Junta Fiscal a una sesión extraordinaria para el día 15 del corriente, en el lugar y a la hora que V. S. estime conveniente fijar. Dios guarde a V. S.

[70]

13 de marzo de 1882

N° 74 Al Ministro de Gobierno.

Tenemos la honra de remitir a V. S. para su conocimiento, y el de Su Excelencia el Vice-Presidente de la República, El Registro Oficialy otros impresos publicados

45 Se refieren a la Junta de Vigilancia Fiscal creada por el gobierno provisorio el 1 de abril de 1881. Sus integrantes fueron Ramón de la Fuente, José Manuel Cantuarias, Federico Bresani, Román Alzamora, José Gregorio Basagoitia, José M. Pérez Arrieta, José Antonio Arguedas (El Orden, 5 de abril de 1881). Esta Junta fue desactivada por Lynch el 26 de setiembre de 1881 (Ahumada Moreno, 1884-1891, VI, pp. 189-190).

196 Parte II. Libros copiadores. Libro copiador A en Ayacucho, en que se registran los documentos relativos a la función de armas que tuvo lugar en esa ciudad el 22 de febrero último, entre las fuerzas comandadas por el general Cáceres y las que obedecían al coronel Panizo. Dios guarde a V. S.

[71]

14 de marzo de 1882

N° 75

Al mismo. [Ministro de Gobierno]

Hace dos vapores que no se recibe en esta Delegación correspondencia oficial del Supremo Gobierno, sabiéndose únicamente que en la ciudad de Trujillo existe detenido un paquete, que no se ha enviado a esta capital por las dificultades que hoy se presentan a consecuencia de la incomunicación de los vapores con el puerto de Salaverry. En tal virtud, sería conveniente que se nos remitiese, por vía de Casma, un dupli- cado de la correspondencia que contenga el mencionado paquete, a fin de que no se retarde por más tiempo la ejecución de las órdenes a que se refiere. Dios guarde a V. S.

[72]

15 de marzo de 1882

N° 76 Al Ministro de Gobierno.

Paralizado hace algún tiempo el tráfico del ferrocarril de Paita a Piura46, son gran- des los perjuicios que experimentan el público y en particular el comercio de esa parte del territorio. Así nos lo han expuesto muchos interesados, pidiéndonos que influya- mos en el ánimo de Su Excelencia el Vice-Presidente, para que se digne impartir las órdenes que estime acertadas con el objeto de que se ponga expedita esa vía férrea. Persuadida esta Delegación de las ventajas que reportarán los vecinos del depar- tamento de Piura con la medida indicada, cumple con recomendar este asunto a V. S., a fin de que se sirva acordar con Su Excelencia la resolución que corresponda,

46 El ferrocarril de Paita a Piura fue diseñado por el ingeniero Ernesto Thomas, y entregado en conce- sión para su construcción al ingeniero Federico Blume en 1871 (Costa & Laurent, 1908, pp. 9-19).

197 El Estado en la sombra. El Perú durante la ocupación chilena teniendo en cuenta no solo la protección que es debida a los intereses de los particu- lares, sino el provecho que resultará también para el servicio público. Dios guarde a V. S.

[73]

15 de marzo de 1882

N° 79 Al Comisionado Especial del Supremo Gobierno en el Sur de la República, Capitán de Navío don C. N. Carrillo.

Según los partes publicados en El Registro Oficial de Ayacucho, el 22 de febrero último tuvo lugar una función de armas entre las fuerzas de Cáceres y las que obede- cían al coronel Panizo; la que dio por resultado la toma de aquella ciudad, habiendo sido hecho prisionero el mencionado coronel Panizo, así como los de igual clase Bonifaz47, Mas y Vargas, quienes quedaban sometidos a un Consejo de Guerra. Próximamente remitiremos a V. S. un ejemplar del enunciado Registro, no verifi- cándolo, desde luego, por haber sido necesario enviar al Supremo Gobierno el único número que llegó a poder de esta Delegación. Adjunto hallará V. S. un recorte del diario La Situación, en que se consigna el protocolo firmado en Santiago por los señores Balmaceda y Trescot, y las notas últi- mamente cambiadas entre ambos, sobre las condiciones propuestas por el gobierno de Chile para la celebración de la paz con el Perú. Enviamos, igualmente, a V. S. otro recorte del mismo diario, que contiene un acuerdo del «Comité Directivo» que, según avisamos a V. S. en oficio de 24 de febrero próximo pasado, organizaron en esta capital don Nicolás de Piérola y otros ciudadanos. Finalmente incluimos, para conocimiento de V. S., un ejemplar del Suplemento al Comercio48, en que están publicadas las notas que se cambiaron entre el ministro de los Estados Unidos en París49 y el ex secretario de Relaciones Exteriores en aquella

47 Se trata del coronel Enrique Bonifaz (Cáceres, 1973, p. 152). 48 Dado que el diario El Comercio de Lima no se publicaba en esos años, el suplemento mencionado debe estar referido al diario que bajo el mismo nombre se publicó en el Callao, sin vinculación alguna con el diario limeño fundado en 1839. El editor era Luis E. Castro (Basadre, 1971, II, p. 548). 49 Se trata de Levi P. Morton. Político norteamericano, del Partido Republicano. Fue ministro en Fran- cia entre 1881 y 1885. Posteriormente llegó a ser vicepresidente de los Estados Unidos entre 1889 y 1893, durante el gobierno del presidente Grover Cleveland (Yábar, 2009, II, p. 115).

198 Parte II. Libros copiadores. Libro copiador A

República, Mr. Blaine, sobre las exigencias de Chile y las importantes declaraciones hechas a este respecto por el gobierno de Francia. Dios guarde a V. S.

[74]

17 de marzo de 1882

N° 80 Al Comisionado Especial del Supremo Gobierno en el Sur de la República, Capitán de Navío don C. N. Carrillo.

Habiéndose emitido por el Supremo Gobierno, conforme al decreto dictado en la ciudad de Cajamarca, en el mes de enero último, «Bonos de Aduana» por la suma de cien mil soles de moneda de plata, que deben recibirse en todas las Aduanas de la República, en pago de los derechos de importación y exportación; y haciéndose actualmente despachos por la de Mollendo, nos dirigimos a V. S. a fin de que, en cumplimiento del decreto citado, se admitan en aquella renta los referidos bonos, sujetándose a las prescripciones contenidas en ellos. La estricta observancia de esta disposición suprema, es tanto más necesaria cuanto que conviene sostener por todos los medios posibles el crédito del Gobierno pues, como V. S. no ignora, son muchas las exigencias a que el erario tiene que hacer frente, y mayores las dificultades para arbitrar recursos con que satisfacerlas. No dudamos del celo de V. S., que tomará el mayor interés en este asunto, que ha sido recomendado a esta Delegación de una manera especial por Su Excelencia, el Vice-Presidente encargado del Poder Ejecutivo. Dios guarde a V. S.

[75]

17 de marzo de 1882

N° 81 Al Coronel José de la Torre, Jefe Superior, Político y Militar de los departamentos del Sur.

(Aquí la nota N° 79, dirigida del señor Carrillo).

199 El Estado en la sombra. El Perú durante la ocupación chilena

[76]

18 de marzo de 1882

N° 82 Al Coronel don José de la Torre, Jefe Superior, Político y Militar de los Departamentos del Sur.

Hasta la fecha no hemos recibido contestación oficial de V. S. a las diferentes notas que le hemos dirigido, en uso de las facultades que el Supremo Gobierno nos tiene conferidas; y como la correspondencia que V. S. sostenga con nosotros debe elevarse al conocimiento de los respectivos ministerios, es indispensable que revista el carácter oficial, no obstante las indicaciones que V. S. creyese conveniente hacernos de una manera particular o privada. Llamamos, pues, la atención de V. S. sobre este punto, a fin de que en adelante pueda subsanar la omisión que dejamos indicada. Nos es satisfactorio participarle a V. S., que Su Excelencia el Vice-Presidente, con su ministerio y parte de las fuerzas del Ejército del Norte, llegó a Yungay el 3 del que rige; debiendo encontrarse a la fecha instalado el gobierno supremo en la ciudad de Huaraz, de lo que aún no se tiene en esta Delegación noticia oficial. Debemos tam- bién hacer presente a V. S. que en el norte de la República no ha ocurrido novedad alguna. Se sabe sí que la epidemia de fiebre amarilla continúa grasando [sic] en algunos puntos de esa sección del territorio, principalmente en los lugares ocupados por fuer- zas chilenas. Dios guarde a V. S.

[77]

18 de marzo de 1882

N° 83 Al Comisionado Especial del Supremo Gobierno de la República, Capitán de Navío don C. N. Carrillo.

(La misma nota que antecede, N° 82).

200 Parte II. Libros copiadores. Libro copiador A

[78]

20 de marzo de 1882

N° 84 Al Prefecto del Departamento.

En contestación al estimable oficio de V. S., fecha 16 del presente, por el que nos anuncia que el señor don Oscar Carlín debe dejar a cargo nuestro una letra por cua- trocientos soles (S/. 400) plata, suma invertida por el Sargento Mayor don Domingo Ayarza en el desempeño de la comisión que V. S. se sirvió confiarle, cúmplenos decirle que esta Delegación no acepta giros que no hayan sido previamente autoriza- dos por ella, por razones que no escaparán a la penetración de V. S. Dios guarde a V. S.

[79]

23 de marzo de 1882

N° 86 Al Ministro de Gobierno.

Sensible nos es poner en conocimiento de V. S. que hace tres semanas no se recibe en esta Delegación correspondencia oficial del Supremo Gobierno, cuya falta atribuimos a la incomunicación en que están los vapores con algunos puertos del Norte, a consecuencia de la epidemia de fiebre amarilla reinante en aquellos lugares. Como quiera que sea, debemos recomendar a V. S. se sirva adoptar las medidas que juzguen más oportunas, a fin de que la correspondencia oficial no sufra los retardos que hoy experimenta, privando así a esta Delegación de noticias que tanto le intere- san acerca de la marcha que sigue la administración pública. Remitimos a V. S. el adjunto oficio del comisionado especial del Supremo Gobierno en el Sur de la República, capitán de Navío don Camilo N. Carrillo, por el que se impondrá V. S. de haber sido depuesto por este, y por las graves causales que expresa, el Jefe Superior Político y Militar de los departamentos de esa sección del territorio, Coronel D. José de la Torre. Tanto por lo que asevera el referido comi- sionado especial, cuanto por noticias que ha adquirido esta Delegación, se sabe que, efectivamente, la medida de que dicho funcionario da cuenta, en nada ha afectado el orden constitucional en aquellos importantes pueblos, ni en el Ejército, continuando todo en la mayor tranquilidad.

201 El Estado en la sombra. El Perú durante la ocupación chilena

En el vapor que zarpó hoy del Callao para Panamá se han embarcado, con direc- ción a Europa, don Nicolás de Piérola y familia. Dios guarde a V. S.

[80]

24 de marzo de 1882

N° 87 Al Comisionado Especial del Supremo Gobierno en el Sur de la República, Capitán de Navío don Camilo N. Carrillo.

Hemos recibido el oficio de V. S. de 18 del corriente, en que nos participa la medida que se ha visto precisado a adoptar, separando al coronel don José de la Torre del cargo de jefe Superior Político y Militar de los departamentos del Sur, por las graves causales que V. S. expresa, y que ponían en peligro el orden constitucional en esa importante sección del territorio. Apreciando en toda su magnitud las poderosas razones que decidieron a V. S. a proceder en el sentido indicado, y teniendo en cuenta que nadie como V. S. está llamado a conocer más inmediatamente las necesidades del servicio en esa parte de la República, nos es satisfactorio decir a V. S. que esta Delegación aprueba, en nombre del Supremo Gobierno, la medida que se ha servido comunicarle, no dudando que Su Excelencia el Vice-Presidente, a cuyo conocimiento ha elevado ya la correspon- dencia de V. S. sobre el particular, le prestará también igual aprobación. Reconociendo el vivo interés que V. S. toma por el estricto cumplimiento de los preceptos constitucionales, no podemos menos que ver con satisfacción los esfuer- zos que hace V. S. porque el imperio de la ley se restablezca por completo, pues de esta manera los ciudadanos contarán con las garantías que la carta fundamental les acuerda, lo que influirá indudablemente en la conservación del orden y de la tran- quilidad pública. No terminaríamos este oficio sin poner en conocimiento de V. S. que en el vapor que zarpó ayer del Callao para Panamá se embarcaron, con dirección a Europa, don Nicolás de Piérola y familia. Dios guarde a V. S.

202 Parte II. Libros copiadores. Libro copiador A

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24 de marzo de 1882

N° 88 Al Comisionado Especial del Supremo Gobierno en el Sur de la República, Capitán de Navío don Camilo N. Carrillo.

Sabe V. S. que el Supremo Gobierno carece actualmente de casi todas las rentas fiscales, por hallarse en posesión de ellas las autoridades chilenas; haciéndose difí- cil, por esta circunstancia, el sostenimiento de la administración pública. Es pues, indispensable, y esta Delegación tiene especial y reiterado encargo de Su Excelencia el Vice-Presidente, arbitrarse fondos, por todos los medios posibles, para atender, aunque sea en parte, a las exigencias del servicio. Tales consideraciones nos obligan a dirigirnos a V. S., interesando su celo para que vigile la exacta percepción de los derechos de internación de artículos, a Bolivia, en la parte que corresponde al Perú, conforme al tratado de Aduanas ajustado entre ambas Repúblicas: única fuente de recursos que se halla hoy expedita, y con los que debe acudirse, no solo a la subsistencia del Ejército que ocupa esa plaza, sino también al del centro que se halla en Ayacucho50. Respecto de este último, que tan señalados e importantes servicios presta a la causa constitucional, es de todo punto necesario auxiliarlo con la mayor suma de que pueda disponerse; y, en tal concepto, esta Delegación ha acordado dirigirse a V. S. para que, en vista de lo que llevamos expuesto, se digne ordenar que, de las entradas que se obtenga por los derechos enunciados, se destine la tercera parte de ellas al sostenimiento del referido Ejército del centro, aplicándose las dos restantes a la satisfacción de los gastos que demanda el del sur y los otros servicios públicos de más urgencia. Esta Delegación está persuadida de que V. S. encontrará equitativa y oportuna esta distribución; y que, por lo mismo, se servirá remitir al Jefe Superior, Político y Militar del Centro la parte designada; advirtiendo a V. S. que, con esta fecha, damos el respectivo aviso al mencionado funcionario de la adopción de esta medida.

50 En esos años se firmaron dos tratados de aduanas con Bolivia: el primero —en enero de 1879— poco antes de que estallara la guerra, el cual debía durar tres años, y contempló el libre tránsito de mercaderías hacia y desde Bolivia y con los puertos de Mollendo o de Arica (Dancuart & Rodríguez, 1903-1926, XIII, p. 90). Dos años después, en junio de 1881, se firmó otro tratado de comercio y aduanas entre el Perú y Bolivia, conocido como protocolo Núñez del Prado-García y García (ACMRE, CC149, ­1881-1882, 30.3.1882, f. 69).

203 El Estado en la sombra. El Perú durante la ocupación chilena

Nos resta solo manifestar a V. S., que, por nuestra parte, y conforme a las ins- trucciones del Supremo Gobierno, no omitimos diligencia para arbitrar recursos, no obstante las dificultades que se nos presentan, y que con ellos hacemos frente a los gastos que ocurren y que son por su naturaleza inaplazables. Dios guarde a V. S.

[82]

24 de marzo de 1882

N° 89

Al Jefe Superior, Político y Militar de los Departamentos del Centro. [Camilo N. Carrillo]

Por el último vapor hemos recibido un oficio del Capitán de Navío don Camilo N. Carrillo, Comisionado Especial del Supremo Gobierno en el Sur de la República, en que nos comunica que el 15 de los corrientes, y por graves motivos que ponían en peligro la estabilidad del orden constitucional en aquella importante sección del territorio, se vio obligado a separar de la Jefatura Superior, Política y Militar de aque- llos Departamentos al coronel don José de la Torre; cargo que él asumió desde esa fecha. Esta medida, que fue adoptada por el referido funcionario haciendo uso de las amplias facultades que ejerce, como representante del Gobierno en aquella parte de la República, ha sido acatada y recibida con aplauso por el Ejército y por los departamentos de Puno y Arequipa, quienes ven hoy renacer para sus derechos y personas las garantías que la Constitución y demás leyes acuerdan a los ciudadanos. Por lo mismo, esta Delegación ha tenido a bien aprobarla en nombre del Supremo Gobierno; y lo participamos a V. S. para los efectos que convengan. Ponemos también en conocimiento de V. S., que en la fecha oficiamos al men- cionado Comisionado Especial señor Carrillo, recomendándole que de los productos que se obtengan por los derechos que, según el Tratado de Aduanas con Bolivia, pagan los artículos que se internan a aquella República, auxilie a V. S. con la tercera parte de ellos, a fin de que V. S. pueda aplicar ese subsidio a la satisfacción de las más apremiantes necesidades del Ejército que comanda. Esta Delegación ha dado la dirección conveniente a la correspondencia que remi- tió V. S. de esa ciudad para el Supremo Gobierno; y se complace en manifestar a V. S. la gratitud a que se ha hecho acreedor por los importantes servicios que ha prestado y continuará prestando al país en las actuales circunstancias. No terminaremos este oficio sin comunicar a V. S. que, en vapor que zarpó ayer del Callao para Panamá, se embarcaron con dirección a Europa don Nicolás de ­Piérola y familia. Dios guarde a V. S.

204 Parte II. Libros copiadores. Libro copiador A

[83]

28 de marzo de 1882

N° 90 Al Comisionado Especial del Supremo Gobierno en el Sur, Capitán de Navío Carrillo.

El día de ayer, a las 8 y ¼ de la mañana, dejó de existir repentinamente en esta capital, y a consecuencia, según se asegura, de un ataque al corazón, el eminente esta- dista americano general S. A. Hurlbut, ministro de los Estados Unidos en el Perú51. Tan grande como inesperada desgracia, ocurrida en los momentos más difíciles para nuestro país, y cuando aquel digno funcionario iba a prestarle muy eficaces ser- vicios en la gran República, ha causado la más honda y dolorosa sensación en nuestra sociedad. Ante este funesto acontecimiento, cuya significación y consecuencias no se ocul- tarán a la penetración de V. S., hemos creído de nuestro deber apresurarnos a ponerlo en su noticia, tanto porque así lo requiere la magnitud de él, cuanto porque también lo exige la grata memoria que todos debemos al ilustre diplomático, que tan notorios y reiterados testimonios nos ha dado de su amor al Perú y de su viva decisión de mantener a todo trance nuestra integridad territorial. Adjuntos hallará V. S. recortes del diario El Comercio, referentes al fatal suceso que lamentamos. Dios guarde a V. S.

[84]

31 de marzo de 1882

N° 91 Al capitán de Navío, Don Manuel A. Villavicencio.

En la fecha, hemos expedido la resolución que sigue: (Nombrándolo Prefecto del Departamento del Cuzco)

51 Según se informó en la prensa, Hurlbut murió como consecuencia de «un aneurisma al corazón» (La Situación, 28 de marzo de 1882).

205 El Estado en la sombra. El Perú durante la ocupación chilena

Que nos es grato transcribir a V. S., esperando de su patriotismo y de su decidido interés por la causa constitucional, que aceptará el cargo que esta Delegación le con- fía, para que continúe prestando sus importantes servicios a la República. Dios guarde a V. S.

[85]

31 de marzo de 1882

N° 92 Al Capitán de Navío, Don Gregorio Miró Quesada.

En la fecha, hemos expedido la resolución que sigue: (Nombrándolo Prefecto del Departamento de Puno). Que nos es grato transcribir a V. S., esperando de su patriotismo y de su deci- sión por la causa constitucional que aceptará el cargo que esta Delegación le confía, para que pueda prestar en las actuales circunstancias sus importantes servicios a la República. Dios guarde a V. S.

[86]

31 de marzo de 1882

N° 93 Al Doctor Don Mariano J. Medina52.

En la fecha, hemos expedido la resolución que sigue: (Nombrándolo Secretario de la Prefectura del Cuzco) Que transcribimos a usted para su conocimiento, esperando de su patriotismo que se prestará a servir el enunciado cargo. Dios guarde a V. S.

52 Es probable que se trate del doctor Mariano Jacinto Medina, abogado graduado en 1874 en la ­Universidad de San Antonio Abad del Cuzco. Declarada la guerra con Chile, Medina llegó a la capital y formó parte del ejército que luchó en la batalla de Miraflores. Semanas después fue elegido diputado suplente por la provincia de Paruro ante el Congreso de Chorrillos (Aparicio Vega, 2003, pp. 146-147).

206 Parte II. Libros copiadores. Libro copiador A

[87]

31 de marzo de 1882

N° 94 Al Prefecto del Cuzco, Capitán de Navío don Manuel A. Villavicencio.

En la fecha, ha nombrado esta Delegación Secretario de la Prefectura del Cuzco al Doctor Don Mariano J. Medina. Nos es grato comunicarlo a V. S. para su inteligencia y demás fines. Dios guarde a V. S.

[88]

31 de marzo de 1882

N° 95 Al Ministro de Gobierno.

Habiendo manifestado a esta Delegación el Comisionado Especial del Supremo Gobierno en el Sur de la República, capitán de Navío don Camilo N. Carrillo, la urgente necesidad de proveer las prefecturas de los departamentos del Cuzco y de Puno; ha tenido a bien, en uso de las amplias facultades de que se halla investida y en atención a las circunstancias, nombrar para el primero, al Prefecto de Ica, capi- tán de Navío don Manuel A. Villavicencio; y para el segundo, al de igual clase, don ­Gregorio Miró Quesada. También ha nombrado secretario de la prefectura del Cuzco al doctor don Mariano J. Medina. Tenemos la honra de comunicarlo a V. S. para su conocimiento, a fin de que se sirva recabar de Su Excelencia el Vice-Presidente la aprobación de los nombramien- tos enunciados. Dios guarde a V. S.

207 El Estado en la sombra. El Perú durante la ocupación chilena

[89]

31 de marzo de 1882

N° 96 Al Comisionado Especial del Supremo Gobierno en el Sur de la República, Capitán de Navío don Camilo N. Carrillo.

Esta Delegación, en uso de las amplias facultades de que se halla investida, y atenta a la urgencia de poner las prefecturas del Cuzco y de Puno, ha tenido a bien nombrar para la primera al capitán de Navío don Manuel A. Villavicencio, y para la segunda, al de igual clase don Gregorio Miró Quesada. Nos es grato comunicarlo a V. S. para su conocimiento y demás fines; debiendo advertirle que con esta misma fecha nos dirigimos al Ministerio de Gobierno dándole cuenta de la medida indicada, y que cuidaremos de trasmitir a V. S. la aprobación que sobre ella recaiga, la que no debe demorar, por hallarse ya el gobierno instalado en la ciudad de Huaraz, según aviso oficial que ha dado a esta Delegación con fecha 17 de los corrientes. Dios guarde a V. S.

[90]

31 de marzo de 1882

N° 97

Al mismo. [Comisionado Especial del Supremo Gobierno en el Sur de la República, Capitán de Navío don Camilo N. Carrillo]

En la fecha, ha nombrado esta Delegación secretario de la Prefectura del Cuzco al doctor don Mariano J. Medina. Nos es satisfactorio comunicarlo a V. S. para su inteligencia y demás fines. Dios guarde a V. S.

[91]

31 de marzo de 1882

N° 98 Al Ministro de Gobierno.

Enterados del oficio de V. S., N° 19, fecha 17 de los corrientes, hemos dispuesto se compre el papel de imprenta que V. S. solicita y en la cantidad indicada; el mismo

208 Parte II. Libros copiadores. Libro copiador A que cuidaremos de remitir a ese Ministerio en el próximo vapor, no verificándolo desde luego por no permitirlo la premura del tiempo, pues solo anoche hemos reci- bido la comunicación de V. S. que tenemos el honor de contestar. Dios guarde a V. S.

[92]

31 de marzo de 1882

N° 99 Al Ministro de Justicia.

Para satisfacer el pedido que se sirve V. S. hacer a esta Delegación en su apreciable oficio de 23 del que rige, N° 5, hemos dispuesto se recojan los sellos del Ministerio de Justicia e Instrucción de poder de las respectivos directores de dichos ramos; reser- vándonos remitirlos a ese despacho tan luego como sean entregados. Dios guarde a V. S.

[93]

31 de marzo de 1882

N° 100

Al mismo. [Ministro de Justicia]

En contestación al oficio de V. S., N° 4, correspondiente al 23 del actual, nos es grato decirle que daremos el respectivo giro a la nota que se ha servido V. S. remitir- nos para la Corte Superior de Piura. Dios guarde a V. S.

[94]

31 de marzo de 1882

N° 101 Al Ministro de Justicia.

Se han recibido en esta Delegación, con la nota de V. S., N° 3, de 17 del corriente, los despachos cerrados de su referencia, los que remitiremos a su destino. Grato nos es decirlo a V. S. en contestación. Dios guarde a V. S.

209 El Estado en la sombra. El Perú durante la ocupación chilena

[95]

31 de marzo de 1882

N° 102 Al Ministro de Gobierno.

Se ha recibido en esta Delegación el oficio de V. S., N° 24, fecha 23 del mes en curso, en que se sirve transcribirnos la suprema resolución de 22 del mismo, recaída en un recurso de los señores Grace Brothers y Cía.53, apoderados del señor Eduardo Adams, referente al privilegio para la colocación de cables submarinos entre el puerto del Callao y Panamá. Dios guarde a V. S.

[96]

31 de marzo de 1882

N° 10354 Al capitán de Navío Don Camilo N. Carrillo, Delegado Especial del Poder Ejecutivo en los Departamentos del Sur de la ­República.

Adjuntas a este oficio remitimos a V. S. copias, debidamente autorizadas, de la suprema resolución que acredita a V. S. en su carácter de Delegado del Poder Ejecutivo en los departamentos del Sur; de las instrucciones a que debe sujetar sus procedimientos; y del oficio en que el Ministerio respectivo comunica a V. S. su nombramiento. Remitimos también a V. S. otra copia de la nota con que el señor ministro de Gobierno envió a esta Delegación los documentos antes mencionados, a fin de que pueda V. S. tener conocimiento de su contenido, para los efectos que convengan. Dios guarde a V. S.

53 Lawrence Clayton ha desarrollado una investigación en torno a los negocios de la casa Grace en el Perú, que incluye el estudio del papel que esa empresa jugó durante la Guerra del Pacífico (2008, pp. 113-136). 54 Ahumada Moreno publicó el texto de esta carta, al igual que de los documentos que en ella se men- cionan (1884-1891, VI, p. 511).

210 Parte II. Libros copiadores. Libro copiador A

[97]

31 de marzo de 1882

N° 104 Al Ministro de Gobierno.

Con la nota de V. S., N° 22, de 18 del presente, hemos recibido las copias de los documentos enviados anteriormente al Capitán de Navío don Camilo N. Carrillo, rela- tivo a su nombramiento de Delegado Especial del Poder Ejecutivo en los departamentos del sur; los mismos que remitiremos al indicado funcionario por el próximo vapor. Tenemos la honra de decirlo a V. S. para su conocimiento y en contestación. Dios guarde a V. S.

[98]

31 de marzo de 1882

N° 105 Al Ministro de Gobierno.

Por el estimable oficio de V. S., N° 26, de 23 de los corrientes, quedamos ente- rados de la resolución suprema de la misma fecha, por la que ha sido nombrado Prefecto del Departamento de Huánuco el ciudadano don Pedro José Carrión55. Dios guarde a V. S.

[99]

31 de marzo de 1882

N° 106

Al mismo. [Ministro de Gobierno]

Nos hemos impuesto del oficio de V. S., N° 20, fecha 17 del mes actual, en que se sirve transcribirnos el que ese ministerio ha dirigido a los Jefes Superiores y Polí- ticos de los departamentos del sur y del centro de la República, recomendándoles que en los casos que necesiten resolución especial sobre algún asunto de gravedad

55 Pedro José Carrión participó en la campaña de la Breña como primer jefe del batallón «Concepción» Nº 7. Murió en la batalla de Huamachuco (Comisión Permanente de Historia del Ejército del Perú, 1982, p. 159).

211 El Estado en la sombra. El Perú durante la ocupación chilena y urgencia, acudan, para que la otorgue, a esta Delegación, la que debe también pro- curarles los subsidios que reclame la satisfacción de las exigencias más importantes del servicio público. En contestación, nos cabe decir a V. S. que, no obstante las dificultades que se presentan para arbitrarse recursos en las actuales circunstancias, haremos los mayores esfuerzos para dar cumplimiento, en cuanto sea posible, a la prevención contenida en la última parte del oficio transcrito. Dios guarde a V. S.

[100]

31 de marzo de 1882

N° 107 Al Ministro de Hacienda.

Tenemos la honra de acusar a V. S. recibo de su oficio de 18 del corriente, en el que se sirve participarnos que, por decreto supremo de la misma fecha, ha sido nombrado Agente Financiero de la República en Europa el doctor don Francisco Rosas, y nos adjunta los plenos poderes e instrucciones que se le han expedido para el desempeño de esa importante comisión; documentos que próximamente remiti- remos a su destino. Dios guarde a V. S.

[101]

1 de abril de 1882

N° 108 Al Ministro de Hacienda.

Remitimos a V. S., adjunta al presente oficio, copia del memorándum que nos ha pasado nuestro ministro en Francia doctor Rosas, haciendo una relación del curso que ha seguido hasta aquí la demanda interpuesta contra una casa de Hamburgo, por fraudes en el negociado del guano; en el que se manifiesta la urgente necesidad de que se otorgue un poder especial al mencionado representante y agente financiero del Perú, para continuar sus gestiones al respecto56.

56 Se trata de una demanda por fraude contra la casa comercial de los señores J. D. Mutzenbecher hijos y Aug. Cos. Schon y Cía., de Hamburgo. De acuerdo con lo señalado por La Situación, del 29 de abril

212 Parte II. Libros copiadores. Libro copiador A

El señor Rosas, al hablarnos de este asunto, nos recomendó que el poder que se le envíe estuviera bien legalizado, a fin de que la referida casa no opusiera dificultades o tropiezos de ningún género. Esperamos que V. S., en vista del adjunto memorándum y de lo que dejamos expuesto, se servirá remitirnos inmediatamente el poder solicitado para dirigirlo al lugar de su destino. Dios guarde a V. S.

[102]

1 de abril de 1882

N° 109 Al Ministro de Gobierno.

Tenemos la honra de remitir, duplicadas, las comunicaciones N° 85 y 86 de la Delegación, y 59 y 60 de la Agencia Confidencial, por haber sabido que el que llevó dicha correspondencia en el vapor del 23 del próximo pasado, no había llegado a Casma, lo que hace presumir que esta se haya extraviado. Entre esos oficios, acompañábamos uno del comisionado especial del Supremo Gobierno en el Sur de la República, capitán de Navío don Camilo N. Carrillo, dando cuenta de la medida que adoptó separando al coronel don José de la Torre de la Jefatura­ Superior, Política y Militar de los departamentos del sur; a quien pedire- mos un duplicado para enviarlo oportunamente a ese ministerio. También remitimos, en el mismo paquete de que nos ocupamos, cuatro oficios cerrados y dos cartas oficiales a Su Excelencia el Vice-Presidente, que dirigía nuestro Ministro en Bolivia, así como algunas otras cartas particulares. Dios guarde a V. S.

de 1882, el proceso judicial se inició en enero de 1882 ante el Tribunal de Comercio de la referida ciu- dad alemana. Finalmente se firmó un convenio entre ambas partes en noviembre de 1882, mediante el cual la casa demandada se obligaba a pagar novecientos mil marcos, y el Perú se desistía de su demanda (ACMRE, 8-0-J Hamburgo, 1882). Luego del pago de una serie de comisiones, el Perú pudo disponer de un monto cercano a las diez mil libras esterlinas, con el cual Rosas compró armamento en Europa (Paz Soldán, 1943, pp. 14-15).

213 El Estado en la sombra. El Perú durante la ocupación chilena

[103]

3 de abril de 1882

N° 110 Al Delegado del Poder Ejecutivo en el Sur, Capitán de Navío Carrillo.

Se ha recibido en esta Delegación el oficio de V. S. de 28 del próximo pasado, en que se sirve participar que el orden público permanece inalterable en ese departa- mento y los demás del sur de la República. La correspondencia que nos acompañe V. S. para el Supremo Gobierno, la remitiremos a su destino por el próximo vapor, esperando que Su Excelencia el ­Vice-Presidente tomará en consideración las indicaciones que en ella hace V. S. Dios guarde a V. S.

[104]

3 de abril de 1882

N° 111

Al mismo. [Delegado del Poder Ejecutivo en el Sur, Capitán de Navío Carrillo]

En la noche del 28 de marzo último llegó al Callao, en la Lackawanna, Mr. ­Trescot, comisionado especial del gobierno de los Estados Unidos de América, quien partirá dentro de seis días a la ciudad de Huaraz, a presentar sus credenciales a Su Excelencia el Vice-Presidente, que se halla en aquel punto con su ministerio y parte del Ejército del norte, según aviso oficial dado a esta Delegación el 17 de dicho mes. Dios guarde a V. S.

[105]

3 de abril de 1882

N° 112

Al mismo. [Delegado del Poder Ejecutivo en el Sur, Capitán de Navío Carrillo]

Remitimos a V. S. unos recortes del diario El Comercio, en que se hace la descrip- ción del ceremonial que tuvo lugar el 29 del próximo pasado para la traslación de los restos del general S. A. Hurlbut a Villegas. Dios guarde a V. S.

214 Parte II. Libros copiadores. Libro copiador A

[106]

4 de abril de 1882

N° 113 Al Ministro de Gobierno.

Por el estimable oficio de V. S. N° 30, de 30 de marzo último, quedamos enterados de la suprema resolución de la misma fecha, por la que se nombra Jefe Superior, Político y Militar de los Departamentos del centro al general de Brigada don Andrés A. Cáceres. Dios guarde a V. S.

[107]

4 de abril de 1882

N° 114

Al mismo. [Ministro de Gobierno]

Impuesta esta Delegación del oficio de V. S. de 30 del próximo pasado, N° 29, relativo a la aprobación de la medida adoptada por el Delegado especial del Poder Ejecutivo en el sur de la República, capitán de Navío don Camilo N. Carrillo, y al nombramiento hecho por el Supremo Gobierno de Jefe Superior, Político y Militar de los departamentos de esa sección del territorio en favor del mismo señor Carrillo; lo ha transcrito a este para los efectos convenientes. Dios guarde a V. S.

[108]

4 de abril de 1882

N° 115

Al mismo. [Ministro de Gobierno]

Nos es grato acusar recibo a V. S. de su apreciable oficio de 30 de marzo último, N° 31, en que se sirve transcribirnos la suprema resolución expedida en la misma fecha, disponiendo que el Delegado especial del Poder Ejecutivo, capitán de Navío don Camilo N. Carrillo, reasuma las funciones de Jefe Superior, Político y Militar de los departamentos del Sur. Dios guarde a V. S.

215 El Estado en la sombra. El Perú durante la ocupación chilena

[109]

4 de abril de 1882

N° 116 Al Ministro de Justicia.

Los oficios que se ha servido V. S. remitir a esta Delegación para el prefecto y comandante general del departamento de Piura y para el presidente de la Corte Supe- rior de ese distrito judicial, serán dirigidos oportunamente al lugar de su destino. Nos es honroso decirlo a V. S., en respuesta a su apreciable nota de 30 de marzo último, N° 6. Dios guarde a V. S.

[110]

4 de abril de 1882

N° 117 Al Delegado del Poder Ejecutivo en el Sur, Señor Carrillo.

En oficio fechado en Huaraz el 30 de marzo próximo pasado, el señor ministro de Gobierno, entre otras cosas, nos dice lo que sigue: (Aprobando los procedimientos de dicho delegado en cuanto a la separación del coronel La Torre del cargo de Jefe Superior, Político y Militar de los departamentos del sur; y nombrando en su reemplazo al mismo señor Carrillo, así como coman- dante en jefe de las fuerzas existentes en Arequipa, Puno y Moquegua al coronel don Manuel Velarde, con igual carácter de las que se hallan en el Cuzco y Apurímac al coronel don Belisario Suárez)57. Que nos es grato transcribir a V. S. para su conocimiento y demás efectos. Dios guarde a V. S.

57 Semanas después de la aprobación de estos nombramientos, Carrillo estableció la nueva organización del ejército en el sur, donde el coronel Manuel Velarde aparece como jefe del Estado Mayor General, y Belisario Suárez como jefe de la segunda división de infantería a cargo de los batallones Junín y ­Cazadores de Puno (Ahumada Moreno, 1884-1891, VI, p. 406).

216 Parte II. Libros copiadores. Libro copiador A

[111]

4 de abril de 1882

N° 118

Al mismo. [Delegado del Poder Ejecutivo en el Sur, Señor Carrillo]

El señor ministro de Gobierno, en oficio de 30 de marzo último, nos dice lo que sigue: (Transcribe la suprema resolución nombrando Jefe Superior, Político y Militar de los departamentos del sur al anunciado capitán de Navío don Camilo N. Carrillo). Que nos es satisfactorio transcribir a V. S. para su conocimiento y efectos ­consiguientes. Dios guarde a V. S.

[112]

4 de abril de 1882

N° 119 Al general don Andrés Avelino Cáceres.

En oficio fechado en Huaraz el 30 de marzo próximo pasado, el señor ministro de Gobierno nos dice lo que sigue: (Transcribe la suprema resolución por la que se le nombra Jefe Superior, Político y Militar de los departamentos del centro). Nos es satisfactorio transcribirlo a V. S. para su conocimiento y demás fines. Dios guarde a V. S.

[113]

5 de abril de 1882

N° 120 Al Prefecto del Departamento.

En mérito de lo expuesto por V. S. en su oficio de 31 del próximo pasado, esta Delegación ha tenido a bien nombrar sub-prefecto y comandante militar de la pro- vincia de Yauyos al sargento mayor don Federico de Gereda, propuesto por V. S., para dichos cargos; quien se sujetará a las instrucciones que se le darán por separado. Nos es grato comunicarlo a V. S. para su conocimiento y demás fines. Dios guarde a V. S.

217 El Estado en la sombra. El Perú durante la ocupación chilena

[114]

5 de abril de 1882

N° 121 Al Sargento Mayor, Don Federico de Gereda.

En la fecha y en uso de las amplias facultades de que se halla investida esta Delegación, ha tenido a bien nombrar a V. S. sub-prefecto y comandante militar de la provincia de Yauyos, a propuesta del prefecto del departamento; debiendo V. S. sujetarse a las instrucciones que se le impartirán por separado. Lo comunicamos a V. S. para su conocimiento y demás fines. Dios guarde a V. S.

[115]

5 de abril de 1882

N° 122 Al Ministro de Gobierno.

Habiendo manifestado a esta Delegación el prefecto del departamento, la nece- sidad de proveer en el día la subprefectura y comandancia militar de la provincia de Yauyos, ha tenido a bien nombrar para el desempeño de dichos cargos al sargento mayor don Federico de Gereda, a propuesta del indicado funcionario. Tenemos la honra de comunicarlo a V. S. para su conocimiento, a fin de que se sirva recabar de Su Excelencia el Vice-Presidente la aprobación que corresponde. Dios guarde a V. S.

[116]

5 de abril de 1882

N° 123 Señor Don Juan B. Benavides, Administrador de la Aduana de Chala.

Nombrados por Su Excelencia el Vice-Presidente, encargado del Poder Ejecu- tivo, Delegados del Supremo Gobierno en esta capital para entendernos con todas las

218 Parte II. Libros copiadores. Libro copiador A autoridades políticas, militares y políticas [sic] del centro y del sur de la República, y para adoptar cuantas medidas juzguemos convenientes en el orden político, admi- nistrativo y financiero, a fin de satisfacer las exigencias del servicio público en esas secciones del territorio; nos es grato dirigirnos a V. S. poniendo en su conocimiento el carácter y las amplias facultades de que estamos investidos, con el objeto de que por su parte coopere a la ejecución de las disposiciones que dictemos en el ejercicio del importante encargo con que nos ha honrado el Supremo Gobierno. No dudamos de su celo por el buen servicio y porque tengan exacta observancia las resoluciones de Su Excelencia el Vice-Presidente, que se esforzará V. S. por llenar las prevenciones que nos veamos precisados a hacerle, y que al mismo tiempo nos suministrará los datos e informes que crea del caso sobre la marcha de esa renta para proveer lo que corresponda. Dios guarde a V. S.

[117]

8 de abril de 1882

N° 124

Al mismo. [Don Juan B. Benavides, Administrador de la Aduana de Chala]

Sírvase V. S. permitir que los señores Eduardo Gottfried y hermano, exporten por esa Aduana doscientos (200) kilogramos de plata piña sin gravamen alguno. Dios guarde a V. S.

[118]

8 de abril de 1882

N° 125

Al mismo. [Don Juan B. Benavides, Administrador de la Aduana de Chala]

Habiendo celebrado esta Delegación, en nombre del Supremo Gobierno, un contrato de adelanto de fondos con los señores Eduardo Gottfried y hermano; sír- vase V. S. disponer que se les permita el embarque y desembarque de sus mercaderías por ese puesto, sin exigirles el pago de los respectivos derechos mientras el cargo no exceda de cinco mil soles (S/. 5000), plata. V. S. cuidará de hacer líquidas las pólizas de la mencionada casa, con las debidas for- malidades, y de remitir a esta Delegación copia certificada de ellas; siendo ­entendido

219 El Estado en la sombra. El Perú durante la ocupación chilena que entre dichas pólizas, deben considerarse todas las que se hayan presentado con fecha del mes en curso, aunque lo hayan sido antes de que reciba V. S. esta orden, pues su importe está también comprendido en el contrato celebrado con los señores Gottfried y hermano. Esta Delegación espera que dará V. S. estricto cumplimiento a la anterior dispo- sición por estar comprometido el crédito del gobierno, siendo de la responsabilidad de V. S. cualesquiera consecuencias en caso contrario; debiendo advertirle que en esta misma fecha damos el aviso que corresponde de esta medida al Delegado del Poder Ejecutivo en los departamentos del Sur, capitán de Navío don Camilo N. Carrillo. Dios guarde a V. S.

[119]

8 de abril de 1882

N° 126 Al Delegado del Poder Ejecutivo en el Sur, Capitán de Navío don Camilo N. Carrillo.

Con esta fecha dirigimos al administrador de la Aduana de Chala, don Juan B. Benavides, el oficio que sigue: (Aquí el oficio anterior N° 125) Que transcribimos a V. S. para su conocimiento y efectos a que haya lugar. Dios guarde a V. S.

[120]

8 de abril de 1882

N° 127

Al mismo. [Delegado del Poder Ejecutivo en el Sur, Capitán de Navío don Camilo N. Carrillo]

Con esta fecha dirigimos al administrador de la Aduana de Chala, don Juan B. Benavides, el oficio que sigue: (Aquí el oficio N° 124) Que transcribimos a V. S. para su conocimiento y efectos que correspondan. Dios guarde a V. S.

220 Parte II. Libros copiadores. Libro copiador A

[121]

8 de abril de 1882

N° 128

Al mismo. [Delegado del Poder Ejecutivo en el Sur, Capitán de Navío don Camilo N. Carrillo]

En el mes de marzo próximo pasado manifestamos a V. S. la necesidad de que se recibiesen en la Aduana de Mollendo los «Bonos de Aduana», emitidos por el Supremo Gobierno, conforme a las condiciones en ellos expresadas. Aunque creemos que V. S. haya ordenado lo conveniente al cumplimiento de tal disposición, como hemos tenido quejas de algunos interesados por no habérseles admitido aun dichos bonos en pago de derechos, nos vemos precisados a reiterar a V. S. el contenido de nuestro citado oficio, con tanta más razón cuanto que tenemos encargo especial de Su Excelencia el Vice-Presidente para hacer que se lleve a debido efecto la medida indicada. Dios guarde a V. S.

[122]

11 de abril de 1882

N° 129

Al Sub-prefecto de Casma. [sic]

Por este vapor se dirige a ese puerto, con destino a Huaraz y en comisión impor- tante del servicio cerca de Su Excelencia el Vice-Presidente, don Augusto Benavides; a quien se servirá V. S. prestarle todas las facilidades y auxilios que necesite para su inmediata traslación al punto arriba indicado. Dios guarde a V. S.

[123]

12 de abril de 1882

N° 130 Al Ministro de Hacienda.

Tenemos el honor de acusar a V. S. recibo del paquete que se ha servido remitir a esta Delegación con su estimable oficio de 7 del corriente, y que contiene el pleno

221 El Estado en la sombra. El Perú durante la ocupación chilena poder conferido por el Supremo Gobierno al enviado extraordinario y ministro ple- nipotenciario del Perú en Francia e Inglaterra y agente financiero en Europa, doctor don Francisco Rosas, para que pueda entablar las gestiones convenientes contra los agentes de la consignación del guano en Hamburgo; siéndonos satisfactorio decir a V. S. que próximamente enviaremos el indicado despacho a su destino. Dios guarde a V. S.

[124]

13 de abril de 1882

N° 131 Al Ministro de Hacienda.

Para conocimiento del Supremo Gobierno, tenemos el honor de remitir a V. S., adjuntos a este oficio, copia de la comunicación que nos han pasado los señores R. de la Fuente58 y J. M. Cantuarias59, miembros de la Junta Fiscal; y, original, la exposición a que en dicho oficio se refieren sobre lo ocurrido con los billetes de a quinientos soles (S/. 500). Dios guarde a V. S.

[125]

14 de abril de 1882

N° 132 Al Delegado del Poder Ejecutivo en el Sur, Capitán de Navío Carrillo.

Como anunció a V. S. esta Delegación en su último oficio, la marcha de Mr. ­Trescot a Huaraz se realizará el día de mañana, habiendo zarpado ayer, en el vapor

58 Ramón de la Fuente (Arequipa, 1823-Lima, 1888). Abogado. Fue relator de la Corte Suprema (1850), visitador de escuelas municipales (1872) y presidente de la Junta de Vigilancia de la Emisión Fiscal, durante el gobierno de Manuel Pardo. Diputado por Huaylas en 1876. Fue uno de los fundado- res del Boletín de Minas (El Perú Ilustrado, 4 de agosto de 1888). 59 José Manuel Cantuarias. En 1876 integró la comisión consultiva de Comercio y Hacienda del Minis- terio de Hacienda. Ese mismo año fue director del Banco Territorial Hipotecario y vocal del Banco de Lima (Lemale, 1876, segunda parte, pp. 18, 186 y 187). En 1876 aparece en la lista de empresarios a los que el Estado peruano expropiaría salitreras. En enero de 1879 figura como secretario de la Junta Administradora y de Vigilancia de la Emisión Fiscal (Salas, 2011, pp. 578 y 905).

222 Parte II. Libros copiadores. Libro copiador A de la carrera y con la misma dirección, los señores don Carlos Elías, delegado del Supremo Gobierno en esta capital, doctor don Ramón Ribeyro y don César ­Canevaro; el doctor don José Antonio García y García, que también debió partir junto con estos señores y que no pudo verificar su viaje a causa de una ligera indispo- sición, lo emprenderá con Mr. Trescot. Oportunamente comunicaré a V. S. el resultado de la misión del comisionado especial del gobierno de los Estados Unidos de América cerca de Su Excelencia el Vice-Presidente de la República, encargado del mando Supremo. Dios guarde a V. S.

[126]

14 de abril de 1882

N° 133 y 134 A Carrillo y Villavicencio

En oficio de 5 del corriente, el señor ministro de Gobierno dice a esta Delegación lo que sigue: (Transcribe la suprema resolución nombrando prefecto del Cuzco al capitán de navío don Manuel A. Villavicencio). Que transcribo a V. S. para su conocimiento y efectos que correspondan. Dios guarde a V. S.

[127]

14 de abril de 1882

N° 135 y 136 A Carrillo y Miró Quesada

En oficio de 5 del corriente, el señor ministro de Gobierno dice a esta Delegación lo que sigue: (Transcribe la suprema resolución nombrando prefecto de Puno al capitán de navío don Gregorio Miró Quesada). Que transcribo a V. S. para su inteligencia y demás fines. Dios guarde a V. S.

223 El Estado en la sombra. El Perú durante la ocupación chilena

[128]

14 de abril de 1882

N° 137, 138 y 139 A Carrillo, Villavicencio y Miró Quesada

El señor ministro de Gobierno, en oficio de 5 del actual, dice a esta Delegación lo que sigue: (Comunica la aprobación de los nombramientos hechos por la Delegación de prefectos para Cuzco y Puno en los capitanes de navío Villavicencio y Miró Quesada, respectivamente). Que transcribo a V. S. para su conocimiento. Dios guarde a V. S.

[129]

19 de abril de 1882

N° 140 Al Ministro de Justicia.

Con el oficio de V. S. de 13 del actual, se han recibido en esta Delegación los paquetes que se sirve V. S. remitir para que se les dé la dirección que corresponde; lo que inmediatamente se ha verificado. Me es grato decirlo a V. S. en contestación. Dios guarde a V. S.

[130]

19 de abril de 1882

N° 141 Al Ministro de Gobierno.

Por el apreciable oficio de V. S. N° 44, de 13 del que rige, me he enterado de la suprema resolución de la misma fecha, por la que se nombra secretario de la ­Prefectura del Cuzco al doctor don Mariano J. Medina; y la he transcrito al intere- sado, así como al Delegado especial del Poder Ejecutivo en el sur, para los efectos que corresponden.

224 Parte II. Libros copiadores. Libro copiador A

Debo hacer también presente a V. S., que toda la correspondencia del Supremo Gobierno para los departamentos del sur, venida por el último vapor, la lleva hoy a su destino don Ismael Villavicencio. Dios guarde a V. S.

[131]

19 de abril de 1882

N° 142 y 143 Al Delegado del Poder Ejecutivo en el Sur y al Doctor Don Mariano J. Medina

El señor ministro de Gobierno, en oficio de 13 de los corrientes, dice a esta Delegación lo que sigue: (Transcribe la suprema resolución nombrando, al mencionado doctor Medina, secretario de la Prefectura del Cuzco). Me es satisfactorio transcribirlo a V. S. para su conocimiento y demás fines. Dios guarde a V. S.

[132]

19 de abril de 1882

N° 144 Al Ministro de Gobierno.

Por el vapor que zarpará del Callao el día de mañana, remito a Casma, consigna- dos a don Ramón Bueno60, dos fardos de papel de imprenta; dejando así satisfecho el pedido que sirvió V. S. hacer a esta Delegación en oficio de 17 de marzo último, N° 19. Tengo el honor de comunicarlo a V. S. a fin de que se digne impartir las órdenes necesarias para la traslación de dichos fardos a aquella ciudad. Dios guarde a V. S.

60 Podría tratarse del alférez de fragata Ramón Bueno, quien estuvo destacado en el monitor Manco Cápac durante los primeros meses de 1880 (Yábar, 2001, pp. 358-359) y fue subprefecto de la provincia de Santa [220].

225 El Estado en la sombra. El Perú durante la ocupación chilena

[133]

20 de abril de 1882

N° 145 Al Sub-prefecto de Santa.

Por el vapor que zarpa hoy del Callao, se remiten a Casma, consignados a V. S., dos fardos de papel de imprenta, con seis resmas cada uno, marca FSI & C., para el servicio del Supremo Gobierno. Sírvase V. S. hacer trasladar dichos bultos, a la brevedad posible, a la ciudad de Huaraz y a disposición del ministerio del ramo. Dios guarde a V. S.

[134]

20 de abril de 1882

N° 146

Al mismo. [Sub-prefecto de Santa]

Sírvase V. S. proporcionar a don José Arenas y don Constantino Flórez, que marchan en comisión de servicio del Gobierno, los bagajes y las facilidades necesarias para su inmediata traslación a la ciudad de Huaraz. Dios guarde a V. S.

[135]

22 de abril de 1882

N° 147 Al Delegado en el Sur.

En la fecha, se ha recibido en esta Delegación la correspondencia que remite V. S. para el Supremo Gobierno, la misma que será enviada a su destino por el próximo vapor. También se han recibido siete oficios, fechados el 25 del actual, acusando recibo de distintas comunicaciones dirigidas a V. S. por esta Delegación. Dios guarde a V. S.

226 Parte II. Libros copiadores. Libro copiador A

[136]

22 de abril de 1882

N° 148 Al Ministro de Gobierno.

Tengo el honor de remitir a V. S. la adjunta correspondencia que el Delegado del Poder Ejecutivo en el Sur de la República dirige a los distintos ministerios del Estado, a fin de que V. S. se sirva ordenar su respetiva distribución. Remito igualmente a V. S., para su publicación en el periódico oficial, copias de las actas formuladas por los vecinos de Otuzco y Huamachuco, protestando de la formación del «Club Central»61 que establecieron en Lima don Nicolás de Piérola y otros ciudadanos. Dios guarde a V. S.

[137]

22 de abril de 1882

N° 149 Al Ministro de Hacienda.

El delegado especial del Poder Ejecutivo en el sur de la República, dice a esta Delegación, en oficio de 15 de los corrientes, lo que sigue: (Contesta al oficio de la Delegación de 17 de marzo, N° 80, por el que se le pre- vino se admitiere en la Aduana de Mollendo los «Bonos de Aduana» emitidos por el Supremo Gobierno; y pide la reconsideración del decreto de la materia en la parte respectiva a esa sección del territorio). Tengo el honor de transcribirlo a V. S. para su conocimiento, y a fin de que se sirva acordar con Su Excelencia el Vice-Presidente la resolución que estime más acertada; debiendo manifestar a V. S. que esta Delegación, atendiendo a que es necesario sostener a todo trance el crédito del gobierno, y a que, como consecuencia de la emisión de los bonos de aduana, ha podido este y podrá en adelante arbitrarse fondos para las urgentes exigencias del servicio público; reitera en la fecha la orden dada anteriormente al referido delegado en el sur, para que se admitan en la Aduana de Mollendo las expresados Bonos, al menos mientras Su Excelencia resuelve el pedido que contiene el oficio transcrito. Dios guarde a V. S.

61 Es probable que se refieran al Partido Nacional que organizó Piérola en marzo de 1882.

227 El Estado en la sombra. El Perú durante la ocupación chilena

[138]

22 de abril de 1882

N° 150 Al Delegado en el Sur.

Para la resolución que corresponda, he transcrito al señor Ministro de Hacienda, el oficio de V. S. de 15 de los corrientes en el que, contestando al de esta Delegación de 17 de marzo último, manifiesta V. S. la necesidad de que se reconsidere el decreto supremo por el que se mandó emitir «Bonos de Aduana», en la parte que se refiere a esa sección del territorio. Sin desconocer la fuerza de las razones que V. S. alega en su citado oficio, para pedir la exención de la medida indicada, en cuanto se relaciona con los puertos de ese litoral; esta Delegación cree de su deber recomendar nuevamente a V. S. disponga el cumplimiento del decreto a que me contraigo, en la Aduana de Mollendo, mientras el Supremo Gobierno tome en cuenta lo expuesto por V. S., y expida la resolución que juzgue más acertada. Hecha la emisión de esos bonos, y colocados en plaza, en la confianza de que sería estrictamente cumplida por las Aduanas de la República, la condición de ser admitidos, en la proporción expresada en los mismos documentos; su rechazo, hoy, no puede menos que perjudicar el crédito del gobierno, cuando precisamente ha podido este disponer ya de algunos fondos para las exigentes necesi- dades del servicio público, merced de la operación realizada. No duda, pues, esta Delegación que V. S. dará a este asunto toda la importancia que en sí tiene, y procederá en el sentido que deja indicado. Dios guarde a V. S.

[139]

22 de abril de 1882

N° 151 Al Delegado en el Sur.

Esta Delegación se ha impuesto, con agrado, del contenido del oficio de V. S. de 15 del que rige, en que se sirve informarla de las medidas que ha adoptado en el depar- tamento de Puno, para regularizar la marcha de la administración pública en esa parte del territorio nacional; y de los propósitos que lo animaron de llevar adelante iguales medidas en la provincia litoral de Moquegua y en el departamento del Cuzco.

228 Parte II. Libros copiadores. Libro copiador A

La actividad y celo que V. S. despliega en las actuales difíciles circunstancias para normalizar, hasta donde es posible, los distintos ramos del servicio, son un elocuente testimonio del interés que toma V. S. por el buen crédito del gobierno; y por lo mismo, esta Delegación cumple con expresar a V. S. la satisfacción que le asiste por sus acertados procedimientos. Dios guarde a V. S.

[140]

24 de abril de 1882

N° 152 Al administrador de la Aduana de Chala.

Para los fines que correspondan, me es grato poner en conocimiento de V. S. que, habiendo marchado a Huaraz el Delegado del Poder Ejecutivo en esta capital, don Carlos M. Elías, en conformidad con las instrucciones dadas por el Supremo Gobierno, continuaré al frente de la Delegación, ejerciendo las funciones que a esta le están encomendadas. Dios guarde a V. S.

[141]

25 de abril de 1882

N° 153 Al administrador de la Aduana de Chala.

Por el oficio de usted, de 11 del corriente, N° 32, me he enterado con satisfacción de los informes y datos que se sirve dar acerca del estado de esa renta, los que revelan el celo e interés con que lleva usted los deberes de su cargo. Esta Delegación espera que continuará usted adoptando cuantas medidas tiendan a restablecer por completo el orden y regularidad en aquella Aduana, y que la tendrá siempre al corriente de todo lo que en ella ocurra. Respecto a la consulta que hace usted sobre si «en el pago de los S. 5000 plata a los Gottfried y Hermano deberán comprenderse solamente los derechos de las mercade- rías de embarque o desembarque de su propiedad o consignación; o si también están incluidas las mercaderías de otros dueños que como agentes pudieran despachar»; debo decir a V. S., que la orden de esta Delegación comprende a cuantas mercaderías

229 El Estado en la sombra. El Perú durante la ocupación chilena presenten dichos señores para su despacho, ya sea como propietarios de ellas, como consignatarios o como agentes de otros dueños, hasta que el total de los derechos que deben pagar cubra la cantidad indicada de cinco mil soles (S. 5000) plata. Dios guarde a usted.

[142]

25 de abril de 1882

N° 154

Al mismo. [administrador de la Aduana de Chala]

Habiendo abonado don Manuel Velarde62 a esta Delegación la cantidad de seis- cientos noventa soles (S/. 690) plata, a cuenta de los que adeuda a esa renta, sírvase usted hacerle el descargo que corresponde de la referida suma. Dios guarde a usted.

[143]

25 de abril de 1882

N° 155

Al mismo. [administrador de la Aduana de Chala]

Esta Delegación ha celebrado en la fecha, en nombre del Supremo Gobierno, un contrato de adelanto de fondos con don Manuel Velarde. En consecuencia, sírvase usted disponer que se le permita el embarque y desembarque de sus mercaderías, por ese puerto, sin exigirle el pago de los respectivos derechos, mientras el cargo no exceda de setecientos soles (S/. 700) plata; sujetándose en lo demás a las prevenciones contenidas en el oficio que esta Delegación dirigió a usted con fecha 8 del corriente y bajo el N° 125. De esta operación doy el respectivo aviso al Delegado del Poder Ejecutivo en el Sur de la República. Dios guarde a usted.

62 Podría tratarse de un homónimo del coronel Manuel Velarde.

230 Parte II. Libros copiadores. Libro copiador A

[144]

25 de abril de 1882

N° 156 Al Sub-prefecto de Santa.

Se han recibido en esta Delegación, por conducto de don Manuel F. Bueno, las comunicaciones que para ella remite el Supremo Gobierno, en el orden que sigue: ocho paquetes rotulados al que suscribe; un oficio para el prefecto de Piura; otro para nuestro ministro en Bolivia; y cinco cartas particulares para distintas personas. Dígolo a V. S. en contestación a su oficio de 22 del presente N° 1. Dios guarde a V. S.

[145]

25 de abril de 1882

N° 157 Al Ministro de Gobierno.

Enterado del contenido del estimable oficio de V. S. de 21 del actual, me es honroso decir a V. S. en respuesta, que esta Delegación cumplirá con proporcionar al doctor don Bruno Bueno63 los auxilios que necesite para su traslación a aquella ciudad, en el caso de que acepte la prefectura de ese departamento, que le ha sido propuesta; y como lo permitan las circunstancias. Dios guarde a V. S.

63 Podría tratarse del abogado Bruno Bueno (Arequipa, 1814-Lima, 1889), quien ocupó diversos cargos judiciales en Arequipa y en La Libertad. Fue diputado por Chota en 1860. En 1877 fue nombrado ministro plenipotenciario del Perú en Bolivia, y en 1878 ministro de Gobierno (El Perú Ilustrado, 28 de setiembre de 1889).

231 El Estado en la sombra. El Perú durante la ocupación chilena

[146]

25 de abril de 1882

N° 158

Al mismo. [Ministro de Gobierno]

Queda impuesta esta Delegación, por el oficio de V. S. de 21 de los corrientes, de la nueva organización dada al gabinete por Su Excelencia el Vice-Presidente de la República; habiendo sido nombrados: Presidente del Consejo y ministro de Justicia, Culto, Instrucción y Beneficencia, el doctor don Juan Manuel Arbayza; ministro de Relaciones Exteriores, el doctor don Mariano Álvarez; ministro de Guerra y Marina, el coronel don Francisco García León; y ministro de Gobierno, Policía y Obras Públicas, encargado del despacho de Hacienda y Comercio, V. S. Me es satisfactorio decirlo a V. S. en contestación a su citado oficio. Dios guarde a V. S.

[147]

25 de abril de 1882

N° 159

Al mismo. [Ministro de Gobierno]

Tengo el honor de acusar a V. S. recibo de su respetable oficio de 17 del que rige, N° 46, en el que se sirve comunicarme la aprobación dada por el Supremo Gobierno al nombramiento que esta Delegación hizo del sub-prefecto de la provincia de ­Yauyos en la persona del sargento mayor don Federico de Gereda; transcribiéndome, a la vez, la resolución que, en consecuencia, ha expedido Su Excelencia el Vice-Presidente, encargado del Poder Ejecutivo. Dios guarde a V. S.

232 Parte II. Libros copiadores. Libro copiador A

[148]

25 de abril de 1882

N° 160 Al Prefecto del Departamento.

El señor ministro de Gobierno, en oficio de 17 del presente, dice a esta Delega- ción lo que sigue: (Aprobando el nombramiento hecho por la Delegación del sub-prefecto de ­Yauyos, a favor del sargento mayor don Federico de Gereda). Que me es grato transcribir a V. S. para su conocimiento y demás fines. Dios guarde a V. S.

[149]

27 de abril de 1882

N° 161 Al Ministro de Gobierno.

Hace pocos momentos que se ha recibido en esta Delegación la correspondencia que remite para el Supremo Gobierno el Delegado del Poder Ejecutivo en el Sur de la República; la misma que me es satisfactorio enviar a ese despacho para los fines que correspondan. Dios guarde a V. S.

[150]

27 de abril de 1882

N° 162 Circular al Delegado en el Sur, Jefe Político del Centro y Prefecto del Departamento.

El señor ministro de Gobierno, don Jesús Elías, en oficio de 21 del actual, dice a esta Delegación lo que sigue: (Comunica la nueva organización dada al ministerio: Presidente del Consejo y Ministro de Justicia, el doctor don J. M. Arbayza; ministro de R. E., el doctor don Mariano Álvarez; ministro de Guerra, el coronel don Francisco García León;

233 El Estado en la sombra. El Perú durante la ocupación chilena y de Gobierno, encargado del despacho de Hacienda y Comercio, el mencionado señor Elías). Que me es satisfactorio transcribir a V. S. para su conocimiento, y a fin de que se sirva transmitirlo al de las autoridades de los departamentos de esa sección del territorio. Dios guarde a V. S.

[151]

27 de abril de 1882

N° 163 Al Delegado en el Sur.

Con fecha 25 del que rige, he dirigido al administrador de la Aduana de Chala el oficio que sigue: (Comunicándole el contrato sobre adelanto de fondos, celebrado con don Manuel Velarde, oficio N° 135). Me es grato transcribirlo a V. S. para su conocimiento y fines que correspondan. Dios guarde a V. S.

[152]

29 de abril de 1882

N° 164 Al Delegado en el Sur.

Se ha recibido en esta Delegación, el 27 del actual, la correspondencia que remite V. S. para el Supremo Gobierno, la que, ayer mismo, fue enviada a su destino. Según noticia trasmitida por el último vapor, se sabe que el 21 de los corrientes se encontraba Mr. Trescot, comisionado especial del Gobierno de los Estados Unidos de América, a 8 leguas de distancia de la ciudad de Huaraz, a donde debería llegar el día siguiente. Dios guarde a V. S.

234 Parte II. Libros copiadores. Libro copiador A

[153]

29 de abril de 1882

N° 165 Al Ministro de Hacienda.

Habiendo remitido a esta Delegación el director de la Casa de la Moneda de esta capital, el expediente seguido por doña Emma Britten, viuda del talla abridor, don Roberto Britten64, sobre el pago de sueldos que devengó su finado esposo; atenta la urgencia del caso por alegar la recurrente su próxima marcha a Europa, ha tenido a bien aquella expedir en la fecha la resolución que sigue: (Autorizando al director de la Casa de Moneda para que reciba, en calidad de adelanto, del empresario de la amonedación, la suma de 1472 soles, plata, que será entregada a la viuda de Britten para la cancelación del crédito que reclama). Tengo el honor de transcribirla a V. S. para su conocimiento y a fin de que se sirva reca- bar de Su Excelencia el Vice-Presidente de la República la aprobación que corresponde. Dios guarde a V. S.

[154]

2 de mayo de 1882

N° 166 Al Jefe Superior del Centro.

Se ha recibido en esta Delegación el día de ayer, el oficio de V. S. del 13 de abril último, en el que se sirve poner en su conocimiento la próxima marcha del Ejército de su mando sobre la quebrada de Yzcuchaca65, con el objeto al que V. S. se refiere; medida que ella estima como muy oportuna y conveniente. Accediendo al pedido de V. S., hará al Supremo Gobierno y al Delegado de este en el sur, las recomendaciones del caso, a fin de que prestará a V. S. el apoyo necesario para el mejor éxito de sus operaciones. Dios guarde a V. S.

64 Roberto Britten fue el responsable de la elaboración de las matrices y cuñas de las nuevas monedas durante el gobierno de Piérola (Yábar, 1996, p. 37). Según informó La Situación, del 18 de enero de 1882, murió por una afección a los pulmones; «nos aseguran que era una notabilidad en ese arte y que fue él quien trabajó todas las medallas que se han acuñado en este país y que llaman la atención por su magnífico trabajo». 65 En efecto, en las siguientes semanas Cáceres y sus tropas iniciaron el camino hacia Izcuchaca, donde establecieron su cuartel general. La defensa de esa zona estaba encabezada por Tomás Patiño, prefecto de Huancavelica (Cáceres, 1973, p. 177).

235 El Estado en la sombra. El Perú durante la ocupación chilena

[155]

2 de mayo de 1882

N° 167

Al mismo. [Jefe Superior del Centro]

En contestación al oficio de V. S. de 13 del mes anterior, sobre letras giradas para que fueran cubiertas en esta capital, debo decirle que ellas fueron protestadas por esta Delegación, a consecuencia de haber sido giradas por personas que no tenían autorización para ello, y por carecer de los recursos necesarios para cubrirlas, como se instruirá V. S. por el oficio que por separado y con esta misma fecha recibirá V. S. Reiterando su contenido, esta Delegación se complace en manifestar a V. S. que tan luego como pueda disponer de fondos para el Ejército del centro, se apresurará a enviarlos a V. S., por conducto seguro, o a darle el aviso necesario para que gire sobre esta plaza y contra la persona que ella designe, no siendo prudente, sin este aviso previo, hacer giro alguno, porque pueden presentarse las letras, y esto será lo más frecuente, cuando no haya fondos ni esperanzas de obtenerlos; advertencias que se hizo a V. S. en oficio de 25 de febrero último, N° 60. Dios guarde a V. S.

[156]

2 de mayo de 1882

N° 168 Al Jefe Superior del Centro.

Por los oficios que V. S. ha dirigido a esta Delegación con fechas 12 y 13 del próximo pasado, se ha enterado de las difíciles condiciones económicas en que se encuentra esa Jefatura Superior, y de la apremiante necesidad de que se le provea de los fondos indispensables para hacer frente a las exigencias del Ejército de su mando, que carece de vestuario y equipo, hoy más que nunca reclamados por la naturaleza del servicio que está llamado a prestar. Ya, antes de ahora, esta Delegación, comprendiendo el angustioso estado en que suponía se hallaban esas fuerzas, ha procurado conseguir recursos para atenderlas en cuanto es posible; pero desgraciadamente sus esfuerzos han sido hasta hoy infruc- tuosos, y cuanto ha podido hacer en ese orden ha sido remitir a V. S. la letra por tres mil soles (S/. 3000) plata girada por el doctor don Luis Carranza; cubrir otra

236 Parte II. Libros copiadores. Libro copiador A por un mil doscientos cincuenta soles (S/. 1250) plata, girada por el señor Cavero66 a la orden del señor Patiño, y entregar al señor coronel don Isaac Recavarren diez y seis mil soles (S/. 16 000) billetes fiscales, para gastos de viaje de algunos jefes del ­Ejército que, según nos expuso, debía enviar de ese cuartel general, por especial encargo de V. S.67. Como V. S. comprenderá, las actuales circunstancias impiden, casi por com- pleto, la adquisición de fondos. Privado el fisco de sus rentas, que se hallan en poder de los invasores, no es posible obtener ingreso alguno de las fuentes naturales del país, y cualquier arbitrio a que es preciso recurrir, tiene que escollar [sic] ante la escasez y la penuria que por todas partes se advierte. Por tan poderosas causas, no acude con suma alguna para el sostenimiento de los Ejércitos del sur y del norte, concretándose a hacer aquellos gastos de absoluta urgencia que impone la marcha de la administra- ción pública, y en cumplimiento de órdenes supremas. No contándose, pues, con ningún recurso en el interior, esta Delegación ha cuidado, conforme a instrucciones del Gobierno, de promover algunas operacio- nes financieras en Europa, que espera darán un resultado satisfactorio, encargando su ejecución al doctor don Francisco Rosas, nombrado por el Gobierno Provisorio ministro plenipotenciario en Francia e Inglaterra. La extraña y sensible demora del señor don Toribio Sanz68, antecesor de aquel en dichos cargos, para presentar sus cartas de retiro, que hace tiempo le fueron remitidas, ha impedido que se lleven

66 Es probable que se refiera a José Salvador Cavero (Huanta, 1850-Lima, 1940). Abogado. Luego de la campaña de Lima, apoyó al gobierno de García Calderón. Posteriormente fue nombrado secretario de la jefatura superior de los ejércitos del Centro. Terminada la guerra estuvo a cargo de varias prefecturas y en 1894 fue nombrado ministro de Gobierno, durante el segundo gobierno del general Cáceres. Más adelante, fue vicepresidente durante el primer gobierno de José Pardo, y ministro de Justicia durante el primer gobierno de Leguía (Cavero, 1972-1974, pp. 17-18). En 1972, su bisnieto, Alfredo Garland Barrón, publicó unos relatos que escribió Cavero sobre el tiempo de la guerra, en los que menciona su participación como secretario de la jefatura del Centro liderada por Cáceres (1972-1974). 67 Los dieciséis mil soles fueron entregados a Recavarren para la «compra de armas, municiones y auxi- lios para jefes que marchaban al centro y norte de la República». Esa cantidad provino del peculio personal de Manuel Candamo (AMNAAHP, Colección Velarde, legajo 26, documento 3, Arequipa, 19 de mayo de 1883). 68 Toribio Sanz fue ministro del Perú en Francia e Inglaterra durante la dictadura de Piérola. A inicios de 1882 el gobierno provisorio nombró como nuevo ministro del Perú ante los gobiernos de París y Londres a Francisco Rosas (ACMRE, CC149, 1881-1882, 1.2.1882, f. 5). Sin embargo, Sanz obsta- culizó los inicios de la labor de Rosas, al no querer entregar los archivos financieros de la legación. Esto generó incomodidad en Rosas, debido «a la difícil situación que pesa sobre el Perú, y de que es urgente que dichos objetos estén a mi disposición para sacar de ellos todo el partido que sea posible, no siendo tampoco justo que por una susceptibilidad exagerada, como sería el temor de comprometer la responsa- bilidad de que usted habla en su citada comunicación, se prive el país de recursos que, puedo asegurarlo, decidirán tal vez de su salvación» (ACMRE, 5-14, caja 282, carpeta 3, 25.6.1882, f. 15v).

237 El Estado en la sombra. El Perú durante la ocupación chilena a cabo los arreglos a que me refiero; pero, según últimas noticias, el señor doctor Rosas debe, a la fecha, haber sido reconocido por el gobierno francés en su carácter diplomático, y se consagrará de preferencia a verificar las operaciones que le han sido encomendadas y que proporcionarán al fisco los medios necesarios para satisfacer las exigencias de la actualidad. Se espera, de un momento a otro, el aviso de haberse realizado alguna negociación, pudiendo V. S. estar seguro de que se atenderá desde luego a sus demandas. Por lo demás, debo poner en conocimiento de V. S., que esta Delegación pro- porcionó todos los auxilios necesarios al comisionado de esa Jefatura Superior, don Augusto Benavides, para su traslación a la ciudad de Huaraz, a fin de que pudiera informar personalmente a Su Excelencia el Vice-Presidente de la República de la situación del Ejército del centro en cuanto a la absoluta carencia de recursos, y reci- bir las instrucciones que correspondieran con el objeto de dar unidad de acción a las fuerzas que se hallan en las distintas secciones del territorio. Dios guarde a V. S.

[157]

3 de mayo de 1882

N° 169 Al Jefe Superior del Centro.

Con el oficio de V. S. de 14 de abril último, se ha recibido en esta Delegación el «Estado» del Ejército de su mando, que comprende el personal y material del mismo; y lo he remitido al Ministerio de la Guerra para conocimiento del Supremo Gobierno. Dios guarde a V. S.

[158]

3 de mayo de 1882

N° 170

Al mismo. [Jefe Superior del Centro]

En la tarde del 22 del próximo pasado, llegó a Huaraz Mr. Trescot, comisionado especial del gobierno de los Estados Unidos de América, habiendo sido objeto de manifestaciones de simpatía de parte de todos los vecinos de aquella ciudad.

238 Parte II. Libros copiadores. Libro copiador A

Constituido allí, tuvo lugar el día 25 la presentación de sus credenciales a Su Excelencia el Vice-Presidente de la República, con el ceremonial de estilo. Adjun- tas hallará V. S. copias de los discursos cambiados en ese solemne acto; llamando la atención de V. S. sobre el de Su Excelencia, que reasume el programa de la política que se propone seguir en la cuestión internacional, y que se halla en conformidad con los deseos del país. El 26 se dio un banquete en honor del digno diplomático Mr. Trescot, al que asistieron Su Excelencia el jefe del Estado, su ministerio, vocales de la Corte Superior de ese distrito y otros altos funcionarios de la administración. Después del brindis oficial de Su Excelencia, que fue contestado por el comisionado Mr. Trescot, se pro- nunciaron otros muy expresivos por algunos miembros de su comitiva, en favor del Perú. El 27 salió de Huaraz, habiendo llegado al Callao, a bordo de la Lackawanna, en la noche del Lunes 1° del que rige. Lo que me es satisfactorio comunicar a V. S. para su conocimiento. Dios guarde a V. S.

[159]

3 de mayo de 1882

N° 171 Al Sub-prefecto de Santa.

Acuso a V. S. recibo de la correspondencia del Supremo Gobierno para esta ­Delegación, a que se refiere en su oficio de 30 de abril próximo pasado y que ha entregado el señor Staub69, con excepción de los dos paquetes de periódicos que se mencionan en la misma nota, los que, según ha expuesto aquel, le fueron quitados en la Aduana del Callao. Dios guarde a V. S.

69 Enrique Staub (Zúrich, 1845) alquiló en 1880 la ceca de la Casa de la Moneda de Lima y luego de la ocupación chilena pudo mantener el control de dicho establecimiento por el apoyo que le brindó la legación norteamericana en Lima, dada su condición de súbdito extranjero. Sin embargo, antes de que terminara la guerra, Staub abandonó el Perú, con lo cual las fuerzas chilenas ocuparon la Casa de Moneda (Guerra, 1996, pp. 113-114; Yábar, 1996, pp. 34, 131 y 134).

239 El Estado en la sombra. El Perú durante la ocupación chilena

[160]

3 de mayo de 1882

N° 172 Al Ministro de Guerra.

Tengo el honor de remitir a V. S., para su conocimiento y fines que correspondan, adjuntas a este oficio, copias de las respuestas dadas por esta Delegación a las comuni- caciones que le fueron dirigidas por el señor general Jefe Superior, Político y Militar de los departamentos del centro, sobre los puntos al que dichas contestaciones se refieren. Dios guarde a V. S.

[161]

3 de mayo de 1882

N° 173

Al mismo. [Ministro de Guerra]

Me es grato pasar a manos de V. S. el «Estado» del Ejército del centro, que comprende su personal y material, el mismo que ha remitido a esta Delegación el señor general Jefe Superior, Político y Militar de los departamentos de esa sección del territorio. Sírvase V. S. dar cuenta del documento adjunto a Su Excelencia el Vice-Presidente. Dios guarde a V. S.

[162]

3 de mayo de 1882

N° 174 Ministerio de Gobierno.

Entre las comunicaciones que traía para esta Delegación el señor Staub, se encon- traban dos paquetes de periódicos que le fueron quitados en la Aduana del Callao, según él me ha expuesto. Como es probable que esos paquetes fuesen de «Peruanos», me es honroso dirigirme a V. S. a fin de que se sirva disponer se remita un duplicado de los números que han caído en poder de las autoridades chilenas. Dios guarde a V. S.

240 Parte II. Libros copiadores. Libro copiador A

[163]

3 de mayo de 1882

N° 175

Al mismo. [Ministerio de Gobierno]

Por el oficio de V. S. de 25 de abril último, quedo enterado de la suprema reso- lución de la misma fecha, por la que se ha declarado sin lugar la solicitud de don Federico Blume70, pidiendo la rehabilitación del tráfico del ferrocarril de Paita a Piura; reservándose el gobierno dictar, en su oportunidad, las medidas necesarias con el objeto indicado, a cuyo efecto dará las respectivas instrucciones a esta Delegación. Me es grato decirlo a V. S. en respuesta a su citado oficio. Dios guarde a V. S.

[164]

3 de mayo de 1882

N° 176 Al Ministro de Justicia.

Me es honroso poner en conocimiento de V. S., que se ha recibido en esta ­Delegación los paquetes cerrados que V. S. remite para varios funcionarios del centro y sur de la República, los que cuidará de enviar oportunamente a su destino. Dejo así contestado su apreciable oficio del 28 del próximo pasado, N° 10. Dios guarde a V. S.

70 Federico Blume Othon (San Thomas, Antillas Danesas, 1832-Lima, 1902). Se formó como ingeniero civil en Alemania y trabajó en proyectos ferroviarios en los Estados Unidos (ferrocarril de Tennessee) y en Chile (ferrocarril de Valparaíso a Santiago). En el Perú, fue Blume quien trazó la ruta del ferrocarril entre Mollendo y Arequipa, y realizó la construcción de los ferrocarriles de Lima a Chancay y de Paita a Piura. Durante la guerra contra Chile, Blume se solidarizó con el Perú: cuando los buques chilenos bloqueaban los puertos peruanos, diseñó un aparato submarino, que construyó con su propio peculio; sin embargo, no pudo ser aprovechado con éxito porque no se depositó en él la confianza que merecía. También preparó minas subterráneas en el campo de San Juan, que sí pudieron utilizarse en la batalla previa a la ocupación de Lima (Sociedad de Ingenieros, 1902).

241 El Estado en la sombra. El Perú durante la ocupación chilena

[165]

3 de mayo de 1882

N° 177 Al Sub-prefecto de Santa.

El señor doctor don Francisco Flores Chinarro71 marcha a la ciudad de Huaraz,­ en comisión importante del servicio. Sírvase V. S. proporcionarle los medios de movilidad necesarios para su inmediata traslación al lugar de su destino. Dios guarde a V. S.

[166]

3 de mayo de 1882

N° 178 Al Delegado del Sur.

(Aquí el oficio N° 170 relativo al viaje de Mr. Trescot a Huaraz y su regreso a esta capital).

[167]

4 de mayo de 1882

[Sin número] Al Sub-prefecto de Santa.

El señor ministro de Gobierno, en oficio N° 47, fecha 25 de abril, se sirve comu- nicarme la suprema resolución que sigue: (Disponiendo que don Carlos Watson72 entre en posesión inmediata de la vía férrea de Chimbote a Huaraz y Recuay)73.

71 Francisco Flores Chinarro (Ica, 1838-Tarma, 1889). Abogado, escritor y diputado en varias legislatu- ras. Colaboró con Cáceres en la campaña de la Breña (Tauro, 2001, 7, p. 994). 72 Carlos Watson. Súbdito inglés, fue gerente del Ferrocarril Inglés del Perú (Cornejo, 1949, p. 120). Watson adquirió bonos emitidos por el gobierno provisorio (Guerra, 1996, p. 161). Además, llegó a ser contratista y administrador de los ferrocarriles que construyó Enrique Meiggs, siendo uno de ellos el que unía Chimbote con Recuay. Fue despojado de dicha administración por las fuerzas de ­Piérola en julio de 1881; le fue restituida por el gobierno provisorio (ACMRE, 6-3, caja 280, carpeta 9, 20.7.1881, ff. 20-21). 73 Los trabajos de construcción del ferrocarril de Chimbote a Huaraz y Recuay fueron adjudicados a Enrique Meiggs en 1871. En 1878 la línea sufrió la destrucción de varios tramos, y quedó activo sola- mente el tráfico entre Chimbote y Suchimán (Costa & Laurent, 1908, pp. 163-169).

242 Parte II. Libros copiadores. Libro copiador A

Trascribo a V. S. esta suprema resolución a fin de que se sirva prestar las mayores facilidades a don Carlos Watson, o a su representante, para que aquella tenga puntual e inmediato cumplimiento, debiendo, en caso necesario, existir el celo de las autori- dades judiciales de esa provincia. Dios guarde a V. S.

[168]

4 de mayo de 1882

N° 179 Al Ministro de Gobierno.

Tengo el honor de acusar a V. S. recibo de su oficio de 25 de abril último, en el que se sirve transcribir la suprema resolución expedida la víspera en un recurso de don Carlos Watson, por la que se ordena sea este puesto en posesión inmediata de la línea férrea de Chimbote a Huaraz y Recuay; cuya resolución la he transcrito al sub-prefecto de la provincia de Santa para que preste las mayores facilidades a dicho empresario, o a su representante, a fin de que tenga aquella exacto cumplimiento. Dios guarde a V. S.

[169]

4 de mayo de 1882

N° 180 Al Delegado en el Sur.

Habiéndose dirigido a esta Delegación el señor general Jefe Superior, Político y Militar de los departamentos del centro, con fecha 13 de abril último, poniendo en su conocimiento la resolución en que se hallaba de marchar a fines de dicho mes con el Ejército de su mando sobre la quebrada de Yzcuchaca; y pidiendo el aporte de ella para que se influyera cerca del Supremo Gobierno y de V. S., a fin de que cooperen; ha tenido a bien contestarle en términos siguientes: (Aquí la respuesta dada al general Cáceres N° 166 corriente a foja 117 de este libro). Al transcribirlo a V. S. para su inteligencia, cumplo con recomendarle la impor- tante medida que trata de llevar a cabo la Jefatura Superior del centro, para que se sirva, en cuanto lo juzgue conveniente al buen éxito de las operaciones militares

243 El Estado en la sombra. El Perú durante la ocupación chilena que debe emprender aquel Ejército, prestarle el auxilio que ha demandado de V. S. el señor general Cáceres, según lo comunica esta Delegación; debiendo advertir a V. S. que me he dirigido también al ministerio de la Guerra, con el mismo objeto a que este oficio se refiere, esperando que el Supremo Gobierno atenderá, por su parte, la petición del enunciado Jefe Superior del centro. Dios guarde a V. S.

[170]

9 de mayo de 1882

N° 181 Al Ministro de Gobierno.

Por el apreciable oficio de V. S. de 1° del corriente, N° 56, se ha enterado esta Delegación de la resolución suprema de la misma fecha, por la que se dispone que el capitán don Rafael Pinto preste en ella sus servicios, en la condición de agregado. Nos es honroso decirlo a V. S. en respuesta a su referido oficio. Dios guarde a V. S.

[171]

9 de mayo de 1882

N° 182

Al mismo. [Ministerio de Gobierno]

Queda impuesta esta Delegación del oficio de V. S. de 3 del mes en curso, N° 58, en el que se sirve transcribirle la suprema resolución de la indicada fecha, nombrando prefecto del departamento de Ica al ciudadano don Isidoro Elías74. Dios guarde a V. S.

74 Isidoro Elías Román (Lasarte & Miranda, 1993, p. 259). En la memoria que presentó como jefe político-militar de Ica, el chileno Leoncio Tagle menciona que apresó a Isidoro Elías por ser «el alma de la conspiración» que se venía preparando en Tambo de Mora y que pretendía extenderse a todo el departamento en agosto de 1882 (1883, pp. 20-21). Poco después fue deportado a Chile (Martin, 1972, p. 13).

244 Parte II. Libros copiadores. Libro copiador A

[172]

9 de mayo de 1882

N° 183

Al mismo. [Ministerio de Gobierno]

Nos es grato anexar a V. S. recibo de su estimable oficio de 5 del corriente, N° 59, en que se digna transcribirnos la suprema resolución de 5 de los corrientes, nombrando prefecto del departamento de Junín al coronel de caballería de Ejército don Rafael Ramírez75. Dios guarde a V. S.

[173]

9 de mayo de 1882

N° 184 Al Ministro de Hacienda.

En vista del oficio de V. S. de 1° del actual, en que se sirve transcribirnos el ofi- cio que, en la indicada fecha, ha dirigido ese despacho al señor general don Andrés A. Cáceres, Jefe Superior, Político y Militar de los departamentos del centro, relativo a la manera como debe arbitrarse los recursos necesarios para las exigencias del Ejér- cito de su mando; nos es honroso decir a V. S., que por nuestra parte haremos los mayores esfuerzos para cumplir, en cuanto sea posible, con la prevención contenida en el mencionado oficio de V. S., que tenemos el honor de contestar. Dios guarde a V. S.

[174]

9 de mayo de 1882

N° 185

Al mismo. [Ministro de Hacienda]

Nos hemos enterado del oficio de V. S., de 1° del que rige, a que se sirve transcribirnos la suprema resolución expedida en la misma fecha, autorizándonos

75 Rafael Ramírez formó parte del regimiento de los «Gendarmes de Lima» que organizó el gobierno provisorio en abril de 1881 (Yábar, 2009, I, p. 419).

245 El Estado en la sombra. El Perú durante la ocupación chilena plenamente para que podamos ejecutar a nombre del Estado todas las operaciones financieras conducentes a arbitrar recursos para atender a los gastos que demanda el servicio nacional. En contestación, tenemos la honra de decir a V. S. que en el ejercicio de la auto- rización que Su Excelencia el Vice-Presidente de la República se digna conferirnos, cuidaremos siempre de no comprometer los intereses públicos sino hasta donde lo exigen estrictamente las necesidades de la administración; quedando desde luego muy reconocidos al Supremo Gobierno por la muestra de confianza con que nos ha favorecido. Dios guarde a V. S.

[175]

9 de mayo de 1882

N° 186 Al Ministro de Hacienda.

Para los fines consiguientes, hemos transcrito al Delegado especial del Poder ­Ejecutivo en el sur de la República, la suprema resolución de 1° del presente, que se sirve comunicarnos en su apreciable oficio de la misma fecha, declarando sin lugar la solicitud de dicho funcionario, para que los bonos emitidos por el Supremo Gobierno no se acepten en las Aduanas de aquel litoral; y disponiendo que dicte las órdenes más terminantes para que las que se hallan sometidas a su jurisdicción acepten los indicados bonos, en la proporción fijada por el decreto supremo de su referencia. Nos es honroso decirlo a V. S. en contestación. Dios guarde a V. S.

[176]

9 de mayo de 1882

N° 187

Al mismo. [Ministro de Hacienda]

Quedamos enterados del supremo decreto de 29 del mes anterior, autorizándo- nos para poder hipotecar, a nombre del Estado, las propiedades raíces nacionales por las sumas indispensables para llenar las exigencias premiosas del servicio público;

246 Parte II. Libros copiadores. Libro copiador A siéndonos honroso manifestar a V. S., con este motivo, que para corresponder digna- mente a este delicado encargo, no omitiremos diligencia ni esfuerzo alguno tendente al fin que el Gobierno se propone. Nos es grato dejar así contestado el respetable oficio de V. S. de 1° del actual, trascriptorio de dicho decreto supremo. Dios guarde a V. S.

[177]

9 de mayo de 1882

N° 188

Al mismo. [Ministro de Hacienda]

Hemos recibido y transcrito a las respectivas autoridades, para los fines que corresponden, el estimable oficio de V. S. de 1° del actual, en que se digna comuni- carnos el decreto supremo de 29 de abril último, disponiendo que todas las Aduanas que existen desde el Callao hasta Chala inclusive, queden bajo la jurisdicción de esta Delegación, reservándonos cumplir en la debida oportunidad con las prescripciones contenidas en los artículos 3° y 4° del citado decreto. Nos es grato decirlo a V. S. en respuesta a su citado oficio. Dios guarde a V. S.

[178]

10 de mayo de 1882

N° 189 Al Ministro de Hacienda.

Con el oficio de V. S. de 2 del actual, hemos recibido en fojas [sic] 12 útiles, el expediente iniciado por don Enrique Staub sobre privilegio para la elaboración de sustancias químicas; siéndonos grato decir a V. S., que después de practicadas las diligencias que se ordenan por el decreto de 28 del próximo anterior, cuidaremos de devolver a ese despacho el referido expediente. Dios guarde a V. S.

247 El Estado en la sombra. El Perú durante la ocupación chilena

[179]

10 de mayo de 1882

N° 190

Al mismo. [Ministro de Hacienda]

Por la suprema resolución de 1° del que rige, que V. S. se sirve transcribirnos en oficio de 5 del mismo, se encarga a esta delegación de la venta de los cinco mil ciento setenta y seis (5176) billetes incas, que han sido entregados por la comisaría general de guerra a uno de los suscritos. En conformidad con esta disposición suprema, procederemos a hacer las diligencias del caso para canjear dichos incas por billetes de emisión autorizada al mejor precio posible; y nos será grato dar cuenta oportuna- mente a V. S. del resultado de nuestras operaciones. Dios guarde a V. S.

[180]

10 de mayo de 1882

N° 191

Al mismo. [Ministro de Hacienda]

En respuesta al oficio de V. S. de 4 del presente, en que nos transcribe la suprema resolución del 1° relativa a la venta que debe hacer esta Delegación de una barra de oro con 64 onzas de peso, que ha sido entregada con tal objeto por la comisaría general de guerra a uno de los que suscriben, nos es honroso decir a V. S. que cumpli- remos con lo dispuesto en dicha resolución, dando cuenta a ese despacho, tan luego como realicemos la venta de la especie mencionada, de la suma total que se obtenga de ella. Dios guarde a V. S.

248 Parte II. Libros copiadores. Libro copiador A

[181]

10 de mayo de 1882

N° 192 Ministro de Gobierno.

Circula hace días en esta capital la noticia de que el puerto de Mollendo ha sido ocupado militarmente por fuerzas chilenas76. Aun cuando nada se sabe de una manera oficial a este respecto, por las indagaciones que ha hecho esta Delegación ha llegado a conocerse de que aquel anuncio no carece de fundamento, y se apresura a comunicárselo a V. S. para que se sirva transmitirlo a Su Excelencia el Vice-Presidente de la República. Dios guarde a V. S.

[182]

10 de mayo de 1882

N° 193 Al Delegado en el Sur.

El ministro de Hacienda y Comercio, en oficio de 1° del corriente, dice a esta Delegación lo que sigue: (Transcribe la resolución suprema declarando sin lugar la solicitud de dicho Delegado para que se exceptúen a las Aduanas del sur de lo dispuesto en el decreto sobre admisión de dichos documentos77 en todas las de la República). Que transcribimos a V. S. para su conocimiento y demás efectos. Dios guarde a V. S.

76 En efecto, el 6 de mayo de 1882 las tropas chilenas ocuparon el puerto de Mollendo. Eliodoro Cama- cho, general boliviano, quien se encontraba de paso hacia su país, se comunicó con Camilo Carrillo, jefe político-militar del Sur, para manifestarle que esa ocupación «no revestía un carácter de hostilidad a Arequipa», y que su objetivo era el de «facilitar las vías de comunicación y el despacho aduanero en tierra» (Ahumada Moreno, 1884-1891, VII, pp. 156-157). El puerto fue desocupado en julio de 1882 (1884-1891, VII, p. 246). 77 Se trata de los bonos de aduana.

249 El Estado en la sombra. El Perú durante la ocupación chilena

[183]

10 de mayo de 1882

N° 194 Circular a las Aduanas de Cerro Azul, Lomas y Chala, Delegado en el Sur, Sub-prefecto de Cañete y visitador de Aduanas, Don Ezequiel G. Mendoza.

El señor ministro de Hacienda y Comercio, en oficio de 1° del actual, dice a esta Delegación lo que sigue: (Transcribe el supremo decreto de 29 de abril último, por el que se dispone que las aduanas existentes entre el Callao y Chala, queden bajo la jurisdicción de esta Delegación). Que transcribimos a usted para su inteligencia y exacto cumplimiento, debiendo usted llevar desde fines del presente mes inclusive, las prescripciones contenidas en los artículos 2° y 3° del decreto preinserto. Dios guarde a usted. (El anterior acápite se puso solo a las aduanas; en cuanto a los demás funcio- narios a quienes comprende la circular, el pie fue el siguiente: Que transcribimos a usted para su inteligencia y demás fines. Dios guarde a etc. [sic].

[184]

10 de mayo de 1882

N° 195 Al Delegado en el Sur.

(La circular N° 126, corriente a fojas 78 del libro 1° de la Agencia Confidencial).

[185]

16 de mayo de 1882

N° 196 A Don Ezequiel G. Mendoza.

En la fecha, se ha expedido por esta Delegación la resolución que sigue: (Nombrándolo visitador de las Aduanas entre el Callao y Chala). Que transcribimos a usted para su inteligencia y fines consiguientes. Dios guarde a V. S.

250 Parte II. Libros copiadores. Libro copiador A

[186]

17 de mayo de 1882

N° 197 Al prefecto del Departamento.

En vista del oficio de V. S. fecha de hoy, esta Delegación ha tenido a bien expedir la resolución que sigue: (Nombrando sub-prefecto de Huarochirí al ciudadano don Luis Tello78). Que nos es grato transcribir a V. S. para su inteligencia y demás fines. Dios guarde a V. S.

[187]

17 de mayo de 1882

N° 198 Al Ministro de Gobierno.

Habiendo manifestado al prefecto del Departamento la necesidad de proveer la subprefectura de la provincia de Huarochirí que se hallaba vacante, esta Delegación ha expedido, en la fecha, la resolución que sigue: (Nombrando a don Luis Tello). Tenemos la honra de transcribirlo a V. S. para su conocimiento y a fin de que se sirva recabar la aprobación suprema que corresponde. Dios guarde a V. S.

[188]

18 de mayo de 1882

N° 199 Al Ministro de Gobierno.

En conformidad con lo que se sirve V. S. decirnos en su apreciable oficio N° 61, de 12 de los corrientes, procederemos a mandar grabar los sellos para ese despacho

78 Cáceres menciona a Luis Tello, vecino de Huarochirí, como uno de los organizadores de las guerrillas de esa zona para hacer frente al enemigo chileno (1973, p. 105).

251 El Estado en la sombra. El Perú durante la ocupación chilena y la Dirección de Gobierno, Policía y Obras Públicas, según los modelos acompaña- dos y con sujeción a las indicaciones contenidas en la citada comunicación de V. S., que nos es honroso contestar. Dios guarde a V. S.

[189]

18 de mayo de 1882

N° 200 Al Ministro de Hacienda.

Queda enterada esta Delegación del oficio de V. S. de 5 del que rige, transcri- biendo la resolución suprema de 29 de abril último, expedida por el despacho de Guerra y Marina y por la que se nombra capitán del puerto de Cerro Azul al teniente 1° graduado de la Armada don Belisario Cruzat79. Tenemos el honor de decirlo a V. S. en contestación. Dios guarde a V. S.

[190]

18 de mayo de 1882

N° 201

Al mismo. [Ministro de Hacienda]

Tenemos la honra de acusar a V. S. recibo de su estimable oficio de 5 del actual, en que se digna transcribirnos la suprema resolución de 1° de los corrientes expedida por el ministerio de Gobierno, disponiendo que el capitán don Rafael Pinto preste sus servicios en esta Delegación en calidad de agregado. Dios guarde a V. S.

79 Belisario Cruzat había estado destacado en 1879, durante la campaña marítima, en el transporte Chalaco (Carvajal, 2006, p. 458).

252 Parte II. Libros copiadores. Libro copiador A

[191]

18 de mayo de 1882

N° 202 Al director de la Casa de Moneda.

En oficio de 12 del corriente, el señor ministro de Hacienda y Comercio, dice a esta Delegación lo que sigue: (Aprobando la resolución expedida por esta Delegación por la que se autorizó al director de la Casa de Moneda para que recibiese, en calidad de adelanto, del con- tratista de la amonedación la suma de S/. 1472 plata que debe entregarse a la viuda del talla-abridor Roberto Britten, por cancelación de los sueldos que se adeudaban a su finado esposo). Que nos es grato transcribir a V. S. para su conocimiento y fines que convengan. Dios guarde a V. S.

[192]

18 de mayo de 1882

N° 203 Al Ministro de Hacienda.

Quedamos enterados de la resolución de 6 del mes en curso, accediendo a la solicitud del coronel don Juan F. del Risco, sub-prefecto de Huaylas, en que pidió se suspendiese la asignación que tenía establecida en esta capital a favor de su esposa, debiendo aquella surtir sus efectos solo desde el presente mes. Nos es grato decirlo a V. S. a en contestación a su respetable oficio de 10 del mismo, en que se sirve transcribirnos la mencionada resolución. Dios guarde a V. S.

253 El Estado en la sombra. El Perú durante la ocupación chilena

[193]

18 de mayo de 1882

N° 204 Al Ministro de Justicia.

Oportunamente remitiremos a la Prefectura y Corte Superior de Piura los tres pliegos cerrados que para dichas oficinas se ha servido V. S. remitir adjuntos a su respetable nota N° 12, fecha 12 del actual, que tenemos el honor de dejar contestada. Dios guarde a V. S.

[194]

18 de mayo de 1882

N° 205 Al Ministro de Guerra.

En respuesta al oficio de V. S. de 12 del actual, nos es satisfactorio decirle que procuraremos remitir a ese despacho los dos sellos que para el servicio de él se nece- sitan, y cuyos modelos han venido adjuntos a la mencionada comunicación de V. S. Dios guarde a V. S.

[195]

18 de mayo de 1882

N° 206 Al Ministro de Hacienda.

Cumpliendo con la prevención contenida en el oficio de V. S. de 12 del presente, esta Delegación hará las averiguaciones que corresponden respecto de la escribanía en que se hubiese registrado la escritura de locación y conducción de la Hacienda de «Jimbe»80, y, en posesión de este dato, cuidará de remitir a V. S. el testimonio que de dicho documento solicita. Dios guarde a V. S.

80 La hacienda Jimbe estaba ubicada en el departamento de Áncash y era de propiedad del Estado. En 1876 el Ministerio de Hacienda destinó sus ingresos, junto con los de la hacienda Utcuyacu, a cubrir gastos de la Universidad de San Marcos, así como de la Escuela de Ingenieros (López Soria, 1999, p. 39).

254 Parte II. Libros copiadores. Libro copiador A

[196]

18 de mayo de 1882

N° 207 Al Ministro de Justicia.

Se ha recibido en esta Delegación los pliegos cerrados que se sirve V. S. remitir adjuntos a su oficio de 12 del corriente, N° 11, para varios funcionarios del centro y sur de la República; comunicaciones a las que dará la dirección conveniente. Dios guarde a V. S.

[197]

18 de mayo de 1882

N° 208 Al Ministro de Hacienda.

En vista del oficio de V. S. de 12 del corriente, al que se sirve acompañar dos modelos de los sellos que se necesitan en ese despacho, cuidaremos de remitirlos a V. S. tan pronto como se hallen expeditos. Nos es honroso dejar así contestado su mencionado oficio. Dios guarde a V. S.

[198]

18 de mayo de 1882

N° 209 Al Sub-prefecto de Santa.

Acusamos a V. S. recibo de las comunicaciones remitidas de Huaraz, cuyo por- menor consta del oficio de V. S. de 14 del que rige, N° 82, que dejamos contestado. Dios guarde a V. S.

En junio de 1882 se ordenó su remate «para atender con su producto a los gastos del servicio público». Se estableció como precio base del remate de Jimbe 45 276.67 soles plata, que suponía dos tercios de su valor de tasación. Sin embargo, no se presentó ningún postor (AGN. O. L. 549-19C. Expediente de remate de la Hacienda Jimbe, 1882).

255 El Estado en la sombra. El Perú durante la ocupación chilena

[199]

19 de mayo de 1882

N° 210 Al Teniente Administrador de la Aduana de Chala.

Esta Delegación queda enterada del oficio de usted de 9 de los corrientes en el que, acusándole recibo de sus anteriores comunicaciones N° 152 a 155, inclusive, se sirve darle cuenta de sus procedimientos con arreglo a las prevenciones contenidas en ellas, y le suministra, además, algunos datos sobre los ingresos de esa Aduana en el mes de abril último. Esperamos que continuará usted informándola, con igual solicitud, de la marcha de la renta que está a su cargo, para que pueda dictar las medidas que convengan en uso de la autorización que le ha sido conferida por el supremo decreto de 29 del próximo pasado, que transcribimos a usted oportunamente. Dios guarde a usted

[200]

19 de mayo de 1882

N° 211 Al Ministro de Guerra.

Para conocimiento del Supremo Gobierno, tenemos la honra de remitir a V. S., adjunta al presente oficio, copia del que ha dirigido a esta Delegación, con fecha 27 de abril último, el señor general Jefe Superior, Político y Militar de los departamentos del centro. Dios guarde a V. S.

256 Parte II. Libros copiadores. Libro copiador A

[201]

20 de mayo de 1882

N° 212 Al Prefecto de Piura81.

Ha llegado a conocimiento de esta Delegación, que en la Aduana de Tumbes no se admiten los «Bonos de Aduana», emitidos por el Supremo Gobierno en enero del presente año. Hallándose esos bonos en poder de muchos particulares, que han proporcionado al Fisco fondos para las exigencias de la Administración, y siendo necesario sostener a todo trance el crédito del Estado con la estricta observancia de las prescripciones contenidas en los mismos documentos, nos dirigimos a V. S. a fin de que se sirva dictar las órdenes más terminantes para que en la referida Aduana de Tumbes se reciban, sin excusa alguna, los bonos antes mencionados, en la proporción en ellos establecida. Dios guarde a V. S.

[202]

20 de mayo de 1882

N° 213 Al Jefe Superior, Político y Militar de los Departamentos del Centro.

Quedamos enterados del oficio de V. S., de 27 de abril último en el que, refi- riéndose al que ha dirigido a V. S. el ministerio de Gobierno, nos reitera su anterior pedido; sirviéndose, a la vez, informarnos de los sensibles sucesos ocurridos en los pueblos de Chongo [sic] y Chupaca, a consecuencia del ataque emprendido contra esa zona por las fuerzas enemigas82.

81 En junio de 1882 era prefecto de Piura Roberto Seminario Váscones (Ahumada Moreno, 1884-1891, VII, p. 168). 82 En la sierra central las poblaciones —por decisión de cabildo abierto— promovieron la formación de guerrillas. En abril de 1882, la organización de las guerrillas tenía una comandancia general en el poblado de Chongos. Estanislao del Canto, militar chileno a cargo de la expedición a Junín, tuvo que captar espías, que podían ser peruanos o extranjeros, y así averiguar el movimiento de las guerrillas (Manrique, 1981, pp. 155-167). José Gabino Esponda, uno de los jefes de las guerrillas, relata: «En la mañana del 17 de abril de 1882 se declaran algunos combates aislados, y al siguiente día el ejército enemigo, en número de tres mil hombres, artillería, caballería e infantería, avanza sobre nuestras fuer- zas guerrilleras que apenas alcanzan 800 plazas mal armadas. Al amanecer el día 18, la batalla se había

257 El Estado en la sombra. El Perú durante la ocupación chilena

En contestación, debemos decir a V. S., que hemos enviado copia de la enunciada comunicación al Ministerio respectivo, para conocimiento del Supremo Gobierno; y en cuanto a la solicitud de V. S., sobre la que llama de nuevo nuestra atención, nos referimos al contenido de nuestro oficio de 2 del que rige, N° 168, y a la conferen- cia que don Augusto Benavides, comisionado de V. S., ha tenido, en Huaraz, con Su Excelencia el Vice-Presidente de la República, y con nosotros, en esta capital, sobre el particular; pudiendo V. S. instruirse por dicho comisionado de cuanto se relaciona con ese importante asunto, y proceder en conformidad con lo que mani- fiesta a esa Jefatura Superior. Con este motivo, nos es grato participar a V. S. que la correspondencia que dirige al Supremo Gobierno, y que se recibió en esta Delegación el día de ayer, será remitida hoy a su destino. Dios guarde a V. S.

[203]

20 de mayo de 1882

N° 214

Al mismo. [Jefe Superior, Político y Militar de los Departamentos del Centro]

El sábado 13 de los corrientes zarpó del Callao la Lackawanna, llevando a su bordo al enviado especial extraordinario del gobierno de los EE. UU. de América, Mr. Trescot, quien se dirige a Washington, a consecuencia de haber sido llamado por telégrafo para que dé personalmente informes a su gobierno, antes de expedirse las respectivas instrucciones a los ministros que últimamente han sido nombrados para el Perú, Bolivia y Chile. Debemos participar a V. S. que el señor Trescot se ha dirigido al ministro de Relaciones Exteriores de Chile, pidiéndole que el gobierno de esa República reco- nozca al del contra-almirante Montero, por ser el único existente hoy, reconocido en el país, y que representa la legalidad del Poder Supremo en el Perú; y dé las faci- lidades necesarias para la reunión de un Congreso, cuya existencia es indispensable para entrar en las negociaciones relativas a la celebración de la paz. Tan luego como esta Delegación tenga conocimiento de la respuesta que el gobierno de Chile dé a la referida comunicación del señor Trescot, se apresurará a trasmitirla a V. S. generalizado, se producían combates simultáneos. La mayor parte de estos se realizaban en Chupaca, pampas de Sicaya y Huayuyán, donde se batieron nuestros compañeros en lucha brava y desigual» (1981, p. 170).

258 Parte II. Libros copiadores. Libro copiador A

Cumplimos con comunicar también a V. S. que ha llegado a esta capital el señor don Juan Crisóstomo Carrillo, nombrado ministro plenipotenciario de Bolivia, cerca del gobierno provisorio del Perú, quien ha remitido sus credenciales a Huaraz. A consecuencia del despacho que dirigimos, con fecha 8 de los corrientes al señor decano del Cuerpo Diplomático residente en Lima y que, en copia, nos es grato remitir a V. S., convocó aquel a sus colegas para una reunión que tuvo lugar el 11 de este mismo mes. Habiendo dado en ella lectura, el enunciado señor decano, a nuestra comunicación, así como a la copia de la nota que Mr. Trescot dirigió al ministro de Relaciones Exteriores de Chile; los miembros del Cuerpo Diplomático ahí presentes, después de manifestar que aún no tenían instrucciones de sus gobiernos para reco- nocer al gobierno provisorio del Perú, solicitaron del señor decano les proporcionase copias de los documentos antes citados, para enviarlos a los respectivos despachos de Relaciones Exteriores. Comunicado a esta Delegación el acuerdo del honorable Cuerpo Diplomático, satisfizo, desde luego, ese pedido remitiendo al señor decano el competente número de copias. Todo lo que nos es satisfactorio poner en conocimiento de V. S. Dios guarde a V. S.

[204]

20 de mayo de 1882

N° 215

Al mismo. [Jefe Superior, Político y Militar de los Departamentos del Centro]

Adjunta, remitimos a V. S. una «clave», de la que hará V. S. uso al comunicarse con esta Delegación, en los asuntos que considere dignos de mantenerse en reserva. Dios guarde a V. S.

[205]

20 de mayo de 1882

N° 216 Al Sub-prefecto de Camaná.

Con fecha 16 de los corrientes, esta Delegación ha expedido la resolución que sigue: (Nombrando visitador de las Aduanas comprendidas entre el Callao y Chala inclusive, a Ezequiel G. Mendoza).

259 El Estado en la sombra. El Perú durante la ocupación chilena

Que transcribimos a V. S. para su inteligencia y demás fines; debiendo advertir a V. S. que con esta misma fecha comunicamos también el anterior nombramiento al Delegado del Poder Ejecutivo en el sur de la República, capitán de Navío don Camilo N. Carrillo, y a los jefes de las Aduanas de Chala y Lomas, quienes tienen ya conocimiento del decreto supremo de 29 de abril último, por el que quedan bajo la jurisdicción de esta Delegación las Aduanas comprendidas entre el Callao y el refe- rido puerto de Chala, inclusive. Dios guarde a V. S.

[206]

20 de mayo de 1882

N° 217 Al Delegado en el Sur.

(La misma transcripción hecha en el oficio que precede, cambiándose el último acápite, con el que sigue:) Al transcribirla a V. S. para su conocimiento y efectos que correspondan, cúm- plenos manifestar a V. S., que aun cuando las necesidades del servicio público han hecho indispensable la medida dictada por el Supremo Gobierno, para que las Adua- nas que existen desde el Callao hasta Chala, inclusive, queden sujetas a la jurisdicción de esta Delegación; cuidaremos siempre de proporcionar a V. S. los auxilios de que podamos disponer, una vez satisfechas las más premiosas exigencias de la Adminis- tración, en esta parte del territorio. Dios guarde a V. S.

[207]

20 de mayo de 1882

N° 218

Al mismo. [Delegado en el Sur]

(La nota N° 129, de 17 del actual, sobre reunión del Cuerpo Diplomático, corriente a foja 89 y 90 del libro 1° de la Agencia Confidencial, suprimiendo los tres últimos acápites y concluyendo de esta manera: «Lo que nos es grato participar a V. S. para su conocimiento. Dios guarde a V. S.»).

260 Parte II. Libros copiadores. Libro copiador A

[208]

20 de mayo de 1882

N° 219 Al Ministro de Hacienda.

Practicadas las diligencias ordenadas por decreto de 28 del próximo anterior, en el expediente de don Enrique Staub, sobre privilegio para la elaboración de sustancias químicas; tenemos el honor de devolver a V. S. en folios útiles, para los fines consi- guientes. Dios guarde a V. S.

[209]

25 de mayo de 1882

N° 220 Al Ministro de Hacienda.

Tenemos el honor de remitir a V. S. la adjunta copia del convenio celebrado, a nombre del Supremo Gobierno, entre esta Delegación y don Enrique Swayne y Mariátegui83, sobre redención y cancelación de algunos censos que gravaban en los fundos de la propiedad de la testamentaría de don Enrique Swayne; a fin de que se sirva V. S. recabar de Su Excelencia el Vice-Presidente la aprobación de dicho ­Convenio, y ordenar se proceda a extender las respectivas escrituras, remitiéndosenos los testimonios a que se refiere la cláusula 4ª del mismo contrato. Nos permitimos recomendar a V. S., de una manera especial, la más pronta resolución de este asunto y el envío inmediato de los documentos enunciados, pues nos hemos comprometido solemnemente a entregarlos al interesado antes del plazo fijado en la referida cláusula. Dios guarde a V. S.

83 En efecto, la Delegación llegó a firmar contratos de redención y cancelación de censos sobre las haciendas Matacache y Santa Bárbara, ubicadas en Cañete, ambas de propiedad de Enrique Swayne (Basadre, 1983, VI, p. 273). En virtud de esos contratos, Swayne pagó al fisco 31 772.25 soles en bille- tes fiscales (Dancuart & Rodríguez, 1903-1926, XVI, p. 43A).

261 El Estado en la sombra. El Perú durante la ocupación chilena

[210]

25 de mayo de 1882

N° 221 Al Sub-prefecto de Santa.

Se ha recibido en esta Delegación la correspondencia remitida de Huaraz, cuyo pormenor consta del oficio de V. S. de 21 del corriente, N° 210. Sírvase V. S. dar la dirección conveniente a la adjunta correspondencia para el Supremo Gobierno. Dios guarde a V. S.

[211]

25 de mayo de 1882

N° 222 Al Ministro de Justicia.

Hemos dado la dirección conveniente a los dos oficios que se sirve V. S. remitir, adjuntos, a su estimable comunicación el 19 del actual, N° 13, que nos es honroso dejar contestada. Dios guarde a V. S.

[212]

25 de mayo de 1882

N° 223 Al Ministro de Hacienda.

Se ha recibido en esta Delegación el oficio de V. S. de 1° del corriente, en que se sirve transcribir el que ha dirigido a ese despacho el señor ministro de Relaciones Exteriores, con fecha 19 de abril último, transmitiéndole el contenido de otro de la legación de la República en Bolivia; y en respuesta nos es grato decir a V. S., que tendremos presentes las prevenciones que V. S. se digna hacernos al final de su citado oficio, y que daremos oportunamente cuenta a ese ministerio de lo que ocurra con relación al asunto a que dicha comunicación se contrae. Dios guarde a V. S.

262 Parte II. Libros copiadores. Libro copiador A

[213]

30 de mayo de 1882

N° 224 Al Ministro de Beneficencia.

En el vapor que zarpará del Callao el jueves 1° del próximo mes, marcha a dis- posición del Gobierno el facultativo doctor don Manuel R. Artola84, para que preste sus servicios profesionales donde Su Excelencia el Vice-Presidente los crea necesarios. Con dicho médico, remitimos a V. S. una caja de cirugía y un botiquín bien surtido, en cumplimiento de la orden que nos impartió V. S. en su estimable oficio de 31 de marzo último. Próximamente pasaremos a manos de V. S. la factura del botiquín. Debemos hacer presente a V. S. que esta Delegación ha abonado al doctor Artola la cantidad de cuatro mil soles (S/. 4000): un mil, para gastos de viaje; y los tres mil restantes, a cuenta de los sueldos que devengue en el ejercicio de su cargo. Dios guarde a V. S.

[214]

31 de mayo de 1882

N° 225 Al Sub-prefecto de Santa.

Por el vapor que zarpa mañana del Callao, remitiremos dos cajones, medicinas, marca GP 20/21, consignados a don Eusebio Farromeque y con destino al Supremo Gobierno. Sírvase V. S. recoger dichos cajones y enviarlos a la posible brevedad a Huaraz. Dios guarde a V. S.

84 Doctor Manuel R. Artola (Callao, 1849-Lima, 1908). Concluyó sus estudios de Medicina en 1869 y se graduó como doctor en 1876. Ese mismo año fue nombrado catedrático auxiliar de los cursos de Terapéutica y Materia Médica que dictaba el doctor José Casimiro Ulloa. Formó parte de la «columna Independencia», formada por estudiantes de Medicina que participaron en la defensa de Lima y aten- dieron a los heridos luego de las batallas de San Juan y Miraflores. Luego de la guerra se dedicó a la enseñanza de la Farmacología. Fue miembro fundador de la Academia Nacional de Medicina y redactor de la revista «El Monitor Médico» (Arias Schreiber & Zanutelli, 1984, p. 117).

263 El Estado en la sombra. El Perú durante la ocupación chilena

[215]

31 de mayo de 1882

N° 226 Al Sub-prefecto de Santa.

Esta Delegación ha recibido hoy la correspondencia remitida de Huaraz, cuyo pormenor consta del oficio de V. S. de 27 de los corrientes, N° 236, que dejamos contestado. Dios guarde a V. S.

[216]

31 de mayo de 1882

N° 227 Al Ministro de Gobierno.

Tenemos el honor de acusar recibo a V. S. de su apreciable oficio de 25 del que rige, en que se sirve transcribirnos la suprema resolución de la misma fecha, por la que se nombra sub-prefecto de la provincia de Huarochirí al ciudadano Luis Tello. La mencionada resolución la transcribimos con esta fecha al prefecto de este depar- tamento para los efectos que correspondan. Dios guarde a V. S.

[217]

31 de mayo de 1882

N° 228 Al Ministro de Justicia.

Los oficios que se sirve V. S. remitir, adjuntos a su respetable comunicación de 26 del actual, para varios funcionarios del centro y sur de la República, serán enviados a su destino próximamente. Nos es grato decirlo a V. S. en contestación. Dios guarde a V. S.

264 Parte II. Libros copiadores. Libro copiador A

[218]

31 de mayo de 1882

N° 229 Al Director de Gobierno.

Esta Delegación queda enterada del oficio de V. S. de 19 del que rige, con que se sirve transcribirle la circular que con fecha 15 del mismo ha dirigido el señor ministro del ramo a los Jefes Superiores, Políticos y Militares de los departamentos del norte, centro y sur de la República. Dios guarde a V. S.

[219]

31 de mayo de 1882

N° 230 Al Prefecto del Departamento.

El señor Ministro de Gobierno, en oficio de 25 del que termina, dice de esta Delegación lo que sigue: (Transcribe la resolución nombrando sub-prefecto de Huarochirí al ciudadano don Luis Tello). Que nos es grato transcribir a V. S. para su conocimiento y demás efectos. Dios guarde a V. S.

[220]

31 de mayo de 1882

N° 231 Al Ministro de Gobierno.

Esta Delegación ha cubierto dos letras, una por cuatro mil y otra por tres mil quinientos soles, billetes, en pago de las sumas que se dieron al sub-prefecto de la provincia de Santa don Ramón E. Bueno, para gastos que debía hacer con motivo del viaje de Mr. Trescot a aquella ciudad; y nos es honroso participarlo a V. S. para los fines a que haya lugar. Dios guarde a V. S.

265 El Estado en la sombra. El Perú durante la ocupación chilena

[221]

2 de junio de 1882

N° 232 Al Ministro de Gobierno.

El prefecto del departamento, en oficio de 27 de mayo último, dice a esta Dele- gación lo que sigue: (Transcribe otro del sub-prefecto de Yauyos dando cuenta de las medidas que ha tomado sobre organización de fuerzas nacionales en los pueblos de esa provincia). Tenemos el honor de trasmitirlo a V. S., para su conocimiento y efectos que correspondan. Dios guarde a V. S.

[222]

2 de junio de 1882

N° 233 Al Prefecto del Departamento.

Hemos transcrito al señor ministro de Gobierno el oficio de V. S. de 27 de mayo último, en que se sirve transmitir el que ha dirigido a V. S. el sub-prefecto de Yauyos, dando cuenta de las medidas que ha adoptado en los distritos de esa provincia, y comunicando algunas noticias de actualidad. Nos es grato decirlo a V. S. para su inteligencia y en contestación a su citado oficio. Dios guarde a V. S.

[223]

2 de junio de 1882

N° 234 A los Directores de Justicia y de Instrucción.

El señor ministro de Justicia ha encargado a esta Delegación, le remita los sellos de ese despacho, inclusive los de las respectivas direcciones generales y de la Secreta- ría particular. En tal virtud, nos es grato dirigirnos a V. S., para que se sirva ordenar

266 Parte II. Libros copiadores. Libro copiador A al empleado en cuyo poder se encuentren dichos sellos, los entregue al portador, a fin de poder dar cumplimiento a lo dispuesto por el enunciado señor ministro. Dios guarde a V. S.

[224]

5 de junio de 1882

N° 235 Al Delegado en el Sur.

Tenemos la satisfacción de acusar a V. S. recibo de la correspondencia que dirige al Supremo Gobierno y que nos fue entregada el sábado 3 del actual; la que próxima- mente enviaremos a su destino. Dios guarde a V. S.

[225]

5 de junio de 1882

N° 236 Al Ministro de Gobierno.

Nos es grato remitir a V. S., con este oficio, la correspondencia, apertoria, que dirige al Supremo Gobierno el delegado del Poder Ejecutivo en el sur de la ­República, capitán de Navío don Camilo N. Carrillo, la misma que se recibió en esta Delegación el sábado 3 de los corrientes. Dios guarde a V. S.

[226]

5 de junio de 1882

N° 237 Al Ministro de la Guerra.

Adjunto, nos es satisfactorio remitir a V. S. un despacho que le dirige la lega- ción del Perú en Bolivia; el mismo que nos fue entregado, apertorio, el sábado 3 del que rige. Dios guarde a V. S.

267 El Estado en la sombra. El Perú durante la ocupación chilena

[227]

5 de junio de 1882

N° 238 Al Vice-Presidente de la Junta Económica de la Escuela de Minas85. No corre

Habiéndose presentado a esta Delegación varios mineros, manifestando que no han pagado la contribución de minas86 correspondiente a los últimos semestres, a consecuencia de las dificultades que han ocurrido con motivo de la guerra, y su deseo de satisfacer el mencionado impuesto; sírvase V. S. ordenar se proceda, desde luego, al cobro de los recibos que pertenezcan a personas residentes en esta capital; pudiendo esa Junta Económica, en uso de la autorización que tiene recibida del Supremo Gobierno, nombrar comisionados en los demás puntos de la República, para que hagan la recaudación del mismo impuesto. V. S. se servirá remitir a esta Delegación todos los productos que vayan obteniéndose87. Dios guarde a V. S.

85 La Junta Económica de la Escuela de Minas fue creada por ley el 5 de diciembre de 1879 para manejar los fondos de la contribución de minas. Estuvo integrada por el ministro de Justicia, Instruc- ción y Culto, el director de la Escuela de Ingenieros, el director de la dirección de administración del Ministerio de Hacienda, y por cuatro profesores de la Escuela de Ingenieros y dos empresarios mineros (López Soria, 1999, pp. 42-44). 86 La contribución de minas fue creada el 12 de enero de 1877. Consistía en el pago de quince soles por semestre «sobre cada cuadratura o pertenencia de mina en posesión o amparo, de cualquier dimensión que sea». Lo recaudado debía destinarse a cubrir el presupuesto de la Escuela de Ingenieros, al sosteni- miento del Cuerpo de Ingenieros y al fomento de la minería (López Soria, 1999, p. 42). 87 Pocas semanas después, en el periódico La Situación salía publicada la siguiente nota: «En la Caja ­Fiscal de esta capital se recibirá el importe de la contribución de minas que debe pagarse en conformi- dad con lo dispuesto en la ley de 12 de enero de 1877, prorrogándose el plazo del primer semestre hasta el 15 de julio próximo. Lima, junio 23 de 1882. Bernardo Irarrázabal [sic]. Director de la Caja Fiscal» (26 de junio de 1882).

268 Parte II. Libros copiadores. Libro copiador A

[228]

8 de junio de 1882

N° 239 Al Ministro de Justicia.

Los despachos que se sirve V. S. adjuntar a su estimable oficio de 2 del corriente para varios funcionarios del centro y sur de la República, y uno para el presidente de la Corte Superior de Piura, se remitirán a su destino en su debida oportunidad. Me es grato decirlo a V. S. en contestación. Dios guarde a V. S.

[229]

8 de junio de 1882

N° 240 Al Sub-prefecto de Santa.

Esta Delegación ha recibido la correspondencia remitida de Huaraz por el Supremo Gobierno, cuyo pormenor consta de oficios de V. S. de 3 del mes en curso. También queda enterada de que las comunicaciones que entregó de V. S. el doctor don Manuel R. Artola, fueron remitidas por V. S. al lugar de su destino, inmediatamente, por un expreso. Dios guarde a V. S.

[230]

8 de junio de 1882

N° 241 Al Ministro de Guerra.

El señor general Jefe Superior, Político y Militar de los departamentos del centro, en oficio de 23 de mayo último, dice a esta Delegación lo que sigue: (Solicita se le remita parte del armamento llegado a Arequipa y avisa hallarse en marcha parte de su Ejército para el departamento de Junín). Que tengo el honor de transcribir a V. S., para su conocimiento y fines que correspondan. Dios guarde a V. S.

269 El Estado en la sombra. El Perú durante la ocupación chilena

[231]

8 de junio de 1882

N° 242 Al Jefe Superior del Centro.

El 6 de los corrientes se recibió en esta Delegación el oficio de V. S. de 23 de mayo último; y a fin de que Su Excelencia el Vice-Presidente pueda tomar en consi- deración el pedido que en él hace V. S.; me he apresurado a transcribirle al ministerio respectivo. Me es grato avisar a V. S. con este motivo que la correspondencia que ha remitido para el Supremo Gobierno marcha, por el vapor de hoy, a su destino. Dios guarde a V. S.

[232]

8 de junio de 1882

N° 243 Al Jefe Superior del Centro.

Por el apreciable oficio de V. S. de 11 del mes anterior, queda enterada esta Delegación de la medida de que se sirve informarla, y a la que se vio V. S. precisado a recurrir en fuerza de las apremiantes circunstancias en que se encuentra esa Jefatura Superior, por falta de recursos. Dios guarde a V. S.

[233]

10 de junio de 1882

N° 244 Al Vice-Presidente de la Junta Económica de la Escuela de Minas.

Algunos mineros se han presentado a esta Delegación, manifestando que no han podido pagar la contribución de minas, correspondiente a los últimos semestres, a consecuencia de las dificultades que han ocurrido con motivo de la guerra, que se hallan prontos a hacer dicho abono, a fin de evitarse los perjuicios que se les irro- garía en caso contrario. En tal virtud, y mientras el Supremo Gobierno resuelva

270 Parte II. Libros copiadores. Libro copiador A lo ­conveniente, me dirijo a V. S., llamando su atención sobre la necesidad de que se proceda desde luego a cobrar el mencionado impuesto a las personas que deseen satisfacerlo, debiendo expedirse los recibos con las fechas que corresponden a cada semestre88. Dios guarde a V. S.

[234]

12 de junio de 1882

N° 245 Al Ministro de Justicia.

Me es grato remitir a V. S. un oficio que el ministro de la República en Bolivia ha enviado a esta Delegación, y que dirige a ese despacho el director de la Sociedad de Beneficencia Peruana en La Paz89. Dios guarde a V. S.

[235]

13 de junio de 1882

N° 246 Al Director de Gobierno.

Enterado del oficio de V. S., del 9 del corriente, N° 68, me es grato decirle en contestación, que he dispuesto se busquen y compren las distintas colecciones de leyes y reglamentos que solicita V. S., y que remitiré a ese despacho tan luego como se obtengan. Dios guarde a V. S.

88 Este mismo mes la Caja Fiscal, administrada por los chilenos, emitió un aviso donde solicitaba a los mineros el pago de la contribución de minas: «En la Caja Fiscal de esta capital se recibirá el importe de la contribución de minas que debe pagarse en conformidad con lo dispuesto en la ley de 12 de enero de 1877, prorrogándose el plazo del primer semestre hasta el 15 de julio próximo. Lima, junio 23 de 1882. Bernardo Irarrázaval. Director de la Caja Fiscal» (Diario Oficial, 26 de junio de 1882). 89 En 1882 un grupo de residentes peruanos, a iniciativa del ministro Manuel María del Valle, decidió organizar en la ciudad de La Paz una Sociedad de Beneficencia, cuyo fin era «proteger a nuestros com- patriotas desvalidos» (ACMRE, CC149, 1881-1882, 20.6.1882, ff. 72-72v.; ACMRE, 5-7, caja 281, carpeta 18, 3.5.1882, ff. 1-4).

271 El Estado en la sombra. El Perú durante la ocupación chilena

[236]

13 de junio de 1882

N° 247 Al Ministro de Justicia.

Esta Delegación remitirá oportunamente a su destino los oficios que para los presidentes de las Cortes Superiores del Cuzco y de Piura, se sirve V. S. acompañar a su apreciable nota del 9 del actual N° 16, que me es honroso dejar contestada. Dios guarde a V. S.

[237]

13 de junio de 1882

N° 248 Al Sub-prefecto de Santa.

Acuso a V. S. recibo de la correspondencia del Supremo Gobierno que trajo el último vapor cuyo pormenor consta del oficio de V. S. de 10 del corriente, N° 295, que dejo contestado. Dios guarde a V. S.

[238]

13 de junio de 1882

N° 249 Al Ministro de Gobierno.

En conformidad con el pedido que se dignó V. S. hacer a esta Delegación, en oficio de 12 de mayo último, me es satisfactorio remitir a V. S. los dos sellos que se necesitan para el servicio de ese ministerio. Dios guarde a V. S.

272 Parte II. Libros copiadores. Libro copiador A

[239]

13 de junio de 1882

N° 250 Al Ministerio de Hacienda.

Terminada la construcción de los dos sellos que, por oficio de 12 de mayo próximo pasado se sirvió V. S. pedir a esta Delegación, y que deben destinarse al servicio de ese Ministerio, me es honroso remitirlos a V. S., con sus útiles correspon- dientes. Dios guarde a V. S.

[240]

13 de junio de 1882

N° 251 Al Ministro de Guerra.

Tengo el honor de remitir a V. S. los dos sellos que para el servicio de ese minis- terio se dignó V. S. encargar a esta Delegación, en su apreciable oficio de 12 de mayo anterior, estando en todo conformes a las indicaciones hechas por V. S. en su referida comunicación. Dios guarde a V. S.

[241]

13 de junio de 1882

N° 252 Al Ministerio de Hacienda.

Satisfaciendo el pedido que se sirvió hacer V. S. a esta Delegación, en oficio de 12 de mayo próximo pasado, me es honroso remitir a ese despacho copias simples de las escrituras relativas al contrato de locación y conducción de la hacienda de «Jimbe», celebrado el año 79 entre el Supremo Gobierno y don Juan Eugenio Gonzáles y a la transferencia que este hizo de sus acciones en favor del doctor don Jesús Luna. Dios guarde a V. S.

273 El Estado en la sombra. El Perú durante la ocupación chilena

[242]

13 de junio de 1882

N° 253

Al mismo. [Ministerio de Hacienda]

Tengo el honor de remitir a V. S. la contestación dada por el Vice-Presidente de la Junta Fiscal al oficio que le dirigió ese despacho para la entrega de tres mil soles (S/. 3000) plata. Aunque esa comunicación la recibí en 31 de mayo último, no la envié entonces a V. S., esperando que los miembros de la mencionada junta, con mejor acuerdo, diesen cumplimiento a la orden suprema que se les había comuni- cado; pero insistiendo en su negativa el tesorero para cubrir la letra que la dirección de Hacienda giró a la orden de don César del Río90, cumplo con pasar a manos de V. S. la referida respuesta, a fin de que el Supremo Gobierno se sirva resolver lo que estime más conveniente sobre el particular. Dios guarde a V. S.

[243]

15 de junio de 1882

N° 254 Al Ministro de Gobierno.

Tengo el honor de remitir a V. S., adjunta a este oficio, una carta en clave del Jefe Superior, Político y Militar de los departamentos del sur, don Camilo N. Carrillo, que recibió esta Delegación el 10 del corriente, junto con los anexos de su referencia, que también paso a manos de V. S. Dios guarde a V. S.

90 César del Río se desempeñaba en 1876 como secretario del Banco de Crédito Hipotecario (Lemale, 1876, segunda parte, p. 184).

274 Parte II. Libros copiadores. Libro copiador A

[244]

15 de junio de 1882

N° 255 Al Ministro de Hacienda

A mérito de reclamaciones hechas a esta Delegación por algunos mineros para que se les recibiese la contribución que están obligados a pagar, correspondiente a los últimos semestres, tuvo a bien dirigirse en 5 del actual al Vice-Presidente de la Junta Económica de la Escuela de Minas, previniéndole diese las órdenes necesarias para que se procediera, desde luego, al cobro de la referida contribución de minas a las personas residentes en esta capital, pudiendo dicha Junta, en uso de la autorización que había recibido del gobierno, nombrar comisionados en los demás puntos de la República para que hicieran la recaudación del mismo impuesto, y cuyos productos deberían remitirse a este despacho. A consecuencia de este oficio, vino a verme el secretario de la mencionada Junta Económica, para manifestar los inconvenientes que se oponían al cumplimiento de la enunciada orden, alegando como el principal de ellos, que conforme a la ley de la creación del referido impuesto debían aplicarse sus productos al fomento de la Escuela. Aun cuando esta Delegación comprende que en las actuales circunstancias no es posible que los productos del impuesto de minas que, más o menos, ascienden a S/. 80000 al año, se inviertan exclusivamente en el sostenimiento de la Escuela, cuando el Fisco carece de todas sus rentas y no hay cómo subvenir a las más urgentes necesidades del servicio público; sin embargo, deseosa de que las personas que esta- ban prontas a hacer sus abonos no sufriesen perjuicios con la demora involuntaria en el pago, reformó la nota antes citada en los términos que aparecen de la copia adjunta; reservándose dar cuenta a V. S. de lo ocurrido, como me es honroso veri- ficarlo, a fin de que el Supremo Gobierno resuelva sobre el particular lo que juzgue más conveniente. Dios guarde a V. S.

275 El Estado en la sombra. El Perú durante la ocupación chilena

[245]

18 de junio de 1882

N° 256 Al Ministro de Hacienda.

El Vice-Presidente de la Junta Económica de la Escuela de Minas, en oficio de 16 del actual, dice a esta Delegación lo que sigue: (Contesta al que se le dirigió para que hiciera el cobro de la contribución de minas). Nos es honroso transcribirlo a V. S. para su conocimiento, y a fin de que pueda V. S. tener presente su contenido al resolver la consulta que esta Delegación hizo a ese despacho en oficio de 15 de los corrientes. Dios guarde a V. S.

[246]

18 de junio 1882

N° 257 Al Ministro de Guerra.

Para los efectos a que haya lugar, nos es grato pasar a manos de V. S. el oficio que ha dirigido a esta Delegación el prefecto y comandante general del Departamento, acompañando otro del señor general Jefe Superior, Político y Militar de los depar- tamentos del centro, en que transcribe el decreto que ha expedido organizando la comandancia general de las fuerzas que deben formarse en la provincia de Chancay. Dios guarde a V. S.

[247]

18 de junio de 1882

N° 258

Al mismo. [Ministerio de Guerra]

Tenemos el honor de remitir a V. S. el adjunto oficio del prefecto y comandante general del departamento, con los anexos de su referencia; a fin de que V. S. se digne ponerlo en conocimiento de Su Excelencia el Vice-Presidente, para los efectos que correspondan. Dios guarde a V. S.

276 Parte II. Libros copiadores. Libro copiador A

[248]

18 de junio de 1882

N° 259 Al Prefecto del Departamento.

Hemos remitido al señor ministro de Guerra, para la resolución que corresponda, los dos oficios de V. S., de fecha 6 del que rige, adjuntando al primero una nota del señor general Jefe Superior, Político y Militar de los departamentos del centro, en que transcribe el decreto que ha tenido a bien expedir organizando la comandancia general de las fuerzas que deben formarse en la provincia de Chancay; y al segundo, las comunicaciones que con los N° 1 y 2 ha dirigido a V. S. el jefe nombrado para desempeñar la referida comandancia general. Nos es grato participarle a V. S. para su inteligencia y en contestación. Dios guarde a V. S.

[249]

19 de junio de 1882

N° 260 Al Visitador de Aduanas don Ezequiel G. Mendoza.

Se han recibido en esta Delegación los oficios de usted, de 29 y 30 de mayo último, N° 1 y 2 dando cuenta, en el primero, de su arribo a la caleta de Lomas, no habiendo pasado antes al puerto de Chala por los motivos que expresa; y partici- pando, en el segundo, que las comunicaciones que llevó para el Jefe Superior, Político y Militar de los departamentos del sur, las entregó a don José Lucas Recavarren91, quien se comprometió a ponerlas en manos del enunciado Jefe. Esta Delegación considera atendibles las razones que determinaron a usted a visitar de preferencia la Aduana de aquella caleta; y a la vez que toma nota de los ligeros infor- mes que la premura del tiempo le ha permitido, apenas, darle, espera que los ampliará usted por el próximo vapor, como resultado de los estudios a que se habrá consagrado. Aguarda, asimismo, que en la primera oportunidad le remita usted el dinero que haya recaudado, como lo ofrece en su citado oficio. Dios guarde a usted.

91 José Lucas Recavarren aparece como secretario de la Junta Patriótica, en febrero de 1882, cuando se publicó el manifiesto «A los pueblos de la República» (García Calderón, 1949, p. 67).

277 El Estado en la sombra. El Perú durante la ocupación chilena

[250]

20 de junio de 1882

N° 261 Al Teniente Administrador del puerto de Chala.

Esta Delegación ha dispuesto que don J. F. Rosenthal pueda abonar el importe de los derechos de importación y exportación que tenga que satisfacer en esa Aduana, en letras a la vista y giradas a cargo de la casa de don Tomás Conroy y Ca. de esta plaza. Con este motivo, debemos también hacer presente a usted, para los casos que ocurran, que conforme a disposiciones vigentes, la plata en pasta debe pagar por derechos de exportación el 3%. Dios guarde a usted.

[251]

22 de junio de 1882

N° 262 Al Ministro de Gobierno.

Remitimos a V. S. en dos paquetes la correspondencia del Jefe Superior, Político y Militar de los departamentos del sur, para el Supremo Gobierno, la que fue entre- gada en esta Delegación el día de ayer. Dios guarde a V. S.

[252]

22 de junio de 1882

N° 263 Al Jefe Superior del Sur.

El día de ayer se entregó en esta Delegación la correspondencia, apertoria, de V. S. para el Supremo Gobierno, que se sirve acompañar a su estimable oficio de 10 del actual, la que enviaremos a su destino por el próximo vapor. En la mañana del sábado 17 de los corrientes, se recibió en este despacho el siguiente telegrama:

278 Parte II. Libros copiadores. Libro copiador A

«Rosas a los Delegados del Gobierno Provisorio: Gobierno Provisorio recono- cido por Gobierno francés. Rosas ha sido recibido hoy Ministro. París 14 de junio». Que nos apresuramos a comunicar a V. S., en vista de la noticia que en él se comunica. Dios guarde a V. S.

[253]

22 de junio de 1882

N° 264 Al Ministro de Hacienda.

El Jefe Superior, Político y Militar de los departamentos del sur, en oficio de 31 de mayo último, dice a esta Delegación lo que sigue: (Manifiesta nuevamente las razones que se oponen a que se lleve a efecto en las aduanas de aquel litoral el decreto sobre admisión de bonos de aduana; y anuncia que sin embargo ha ordenado su cumplimiento). Tenemos la honra de transcribirlo a V. S. para su conocimiento y fines a que haya lugar. Dios guarde a V. S.

[254]

22 de junio de 1882

N° 265 Al Jefe Superior del Sur.

Enterados del oficio de V. S. de 31 de mayo último, en que aduce nuevas razones sobre los inconvenientes que se presentan para recibir en las aduanas de ese litoral los «Bonos de Aduanas» emitidos por el Supremo Gobierno, avisando a la vez haber dado, sin embargo, las órdenes respectivas, para el cumplimiento de la resolución de la materia; lo hemos transcrito al señor ministro de Hacienda para los fines que correspondan. Dios guarde a V. S.

279 El Estado en la sombra. El Perú durante la ocupación chilena

[255]

22 de junio de 1882

N° 266 Al jefe Superior del Centro.

El señor capitán de navío Jefe Superior, Político y Militar de los departamentos del sur, en oficio de 30 de mayo último, dice a esta Delegación lo que sigue: (Manifiesta las razones que existen para no desprender fuerza alguna de las que forma el Ejército del sur). Que transcribimos a V. S. para su conocimiento. Dios guarde a V. S.

[256]

22 de junio de 1882

N° 267 Al Visitador de las Aduanas, El señor don Ezequiel G. Mendoza.

En la fecha ha expedido esta Delegación la resolución que sigue: (Disponiendo que las mercaderías que se importen en los puertos de Lomas y Chala, con procedencia de otros [puertos] nacionales ocupados por el enemigo paguen, por derechos, el 30% de los fijados en el arancel de aforos; quedando reba- jados en la misma proporción los derechos específicos; y que las pastas de oro y de plata paguen por derechos de exportación el 3%; continuando los demás artículos de exportación sujetos a las tarifas que actualmente rigen). Que transcribimos a usted para su inteligencia y debido cumplimiento. Dios guarde a usted.

[257]

22 de junio de 1882

N° 268 Al Ministro de Gobierno.

Para conocimiento del Supremo Gobierno y fines que correspondan, tenemos el honor de remitir a V. S., adjuntas, copias de cinco oficios que ha dirigido a esta

280 Parte II. Libros copiadores. Libro copiador A

Delegación el señor general Jefe Superior, Político y Militar de los departamentos del Centro, sobre distintos puntos del servicio público. Manifestando el mencionado funcionario en una de dichas comunicaciones, que el coronel don Mariano Ugarte92, que ha abandonado la división que tenía a su mando, afirma en un oficio que dirigió al E. M.93 haber recibido orden del Comité Constitucional de Lima94, para que se pusiera en marcha a la ciudad de Arequipa; cree de su deber esta Delegación hacer presente a V. S., para que se digne transmitirlo al ministerio respectivo, que ella no ha impartido la orden de que ha hecho mención el anunciado Jefe; y que en conformidad con la indicación del señor general Cáceres, trascribirá, en primera oportunidad, el oficio relativo a este asunto, al señor capitán de navío Jefe Superior, Político y Militar de los departamentos del Sur, para los efec- tos a que haya lugar. Dios guarde a V. S.

[258]

23 de junio de 1882

N° 269 Al Sub-prefecto de Santa.

En el vapor de hoy remitimos, consignados a don E. Farromeque, los siguientes: D. S. G.95 N° 50 1 c/ 60 pares botas N° 51 1 c/ 56 “ botas N° 52 1 c/ 44 “ botas N° 53 1 c/ 40 “ botas Total 4 c/ 200 “ botas. V. S. se servirá remitir inmediatamente a Huaraz, a disposición del Gobierno los indicados cajones. Dios guarde a V. S.

92 Podría tratarse del coronel de infantería Mariano Ugarte (Bustamante, 1878, p. 30). Fue nombrado subprefecto del Cuzco durante el segundo trimestre del año 1882 (Yábar, 2009, III, p. 395). 93 Estado Mayor. 94 Podría tratarse de la Junta Patriótica. 95 Delegación del Supremo Gobierno.

281 El Estado en la sombra. El Perú durante la ocupación chilena

[259]

22 de junio de 1882 [sic]

N° 270 Al Ministro de Guerra.

En el vapor que sale hoy para Casma y consignados al agente de la Compañía en ese puerto don E. Farromeque, remitimos a disposición de V. S. cuatro cajones, conteniendo doscientos pares de botas. Dichos cajones tienen las marcas, números y contenido que sigue: D. S. G. N° 50 1 c/ - 60 pares N° 51 1 c/ - 56 “ N° 52 1 c/ - 44 “ N° 53 1 c/ - 40 “ - 200 pares de botas. Con esta fecha nos dirigimos al sub-prefecto de Santa, encargándole remita inmediatamente de esa ciudad los mencionados cajones. Dios guarde a V. S.

[260]

24 de junio de 1882

N° 271 Al Jefe Superior del Centro.

En la mañana del sábado 17 de los corrientes se recibió en esta Delegación el siguiente telegrama: «Rosas a los Delegados del Gobierno Provisorio. Gobierno Provisorio reconocido por Gobierno francés. Rosas ha sido recibido hoy ministro. París junio 14». Que nos es grato comunicar a V. S., en vista de la importancia de la noticia que dicho parte contiene. Dios guarde a V. S.

282 Parte II. Libros copiadores. Libro copiador A

[261]

24 de junio de 1882

N° 272

Al mismo. [Jefe Superior del Centro]

En contestación al oficio de V. S. de 28 de próximo pasado, recibido en esta Delegación el 17 del que rige, debemos decir a V. S. que el nombramiento de sub- prefecto de Yauyos en favor del sargento mayor don Federico Gereda fue hecho por este despacho, a propuesta del prefecto del departamento, quien manifestó hallarse en acefalía aquella provincia, por haber abandonado su puesto la autoridad que exis- tía en ella y que fue nombrada por el gobierno dictatorial. Teniendo en consideración la importancia de la provincia de Yauyos y la necesidad de que no careciese de autoridad política, sobre todo en las actuales circunstancias, esta Delegación creyó de su deber acceder al pedido de la Prefectura haciendo, en uso de sus amplias facultades y con el carácter de provisional, el nombramiento de que nos amparamos; medida que mereció la aprobación del Supremo Gobierno y la ratificó en la forma legal, expidiendo el decreto del caso. Por lo demás, el jefe desig- nado para desempeñar la subprefectura de Yauyos se halla en condiciones de prestar muy útiles servicios, tanto al Ejército del mando de V. S., como a la administración pública en general, según los informes que el prefecto del departamento ha dado a este despacho; no dudando por lo mismo que cumplirá con exactitud las ordenes que V. S. tenga a bien impartirle en el curso de sus operaciones. Idéntico procedimiento al que acabamos de referir observó esta Delegación al nombrar, también con el carácter de provisionales, prefectos para los departamentos del Cuzco y de Puno, lo que fue aceptado desde luego por el Jefe Superior, Político y Militar de aquella sección del territorio, recibiendo igual aprobación del Supremo Gobierno. Por lo expuesto verá V. S. que esta Delegación cede en todos sus actos al único y patriótico móvil de coadyuvar a la más ordenada y expedita marcha de la adminis- tración pública, procurando siempre ceñirse a sus instrucciones en el ejercicio de las facultades que le han sido conferidas. Al terminar esta comunicación, debemos advertir a V. S. que en el vapor de ayer hemos remitido al ministerio del ramo copia del citado oficio de V. S., para los efec- tos que convengan. Dios guarde a V. S.

283 El Estado en la sombra. El Perú durante la ocupación chilena

[262]

24 de junio de 1882

N° 273 Al Jefe Superior del Centro.

Esta Delegación queda enterada del oficio de V. S. de 28 de mayo último, en que se sirve participarle que de los jefes y oficiales que marcharon a disposición de V. S., por recomendación del Prefecto del departamento, coronel don Isaac Recavarren, solo uno de los primeros ha continuado prestando sus servicios en el Ejército del mando de V. S.; y para conocimiento del Supremo Gobierno ha remitido copia de dicho oficio al ministerio respectivo. Dios guarde a V. S.

[263]

24 de junio de 1882

N° 274

Al mismo. [Jefe Superior del Centro]

En vista del oficio de V. S. de 29 de mayo último, relativo al abandono que ha hecho de su puesto el coronel don Mariano Ugarte, lo hemos transcrito al Jefe Superior, Político y Militar de los Departamentos del sur, para los efectos que V. S. indica, y remitido también copia de dicha comunicación al ministro del ramo, para conocimiento del Supremo Gobierno. Como V. S. se sirve manifestar que el mencionado jefe, en el oficio que dirigió el E. M., ha asegurado haber recibido orden del «Comité Constitucional de Lima» para ponerse en marcha a la ciudad de Arequipa, debemos hacer presente a V. S. que tal aseveración es del todo inexacta en cuanto se refiere a este despacho, pues no sola- mente no le ha impartido orden alguna sino, que aun ignoraba que el coronel Ugarte se hallaba incorporado en el ejército del centro, creyéndolo más bien en el sur, por informes que se le dieron. En esta misma persuasión debe haber estado el Supremo Gobierno, cuando lo nombró sub-prefecto de una de las provincias del Cuzco, según aparece de El Diario Oficial. Dios guarde a V. S.

284 Parte II. Libros copiadores. Libro copiador A

[264]

24 de junio de 1882

N° 275 Al Jefe Superior del Centro.

Hemos recibido el oficio de V. S. de 29 del próximo pasado en el que, contes- tando al de esta Delegación de 16 de marzo del presente año, le reitera sus anteriores pedidos para que le remita los recursos de que urgentemente necesita V. S. para el sostenimiento del Ejército de su mando. Muy sensible es para este despacho la difícil situación que atraviesa el Ejército del Centro, según V. S. se sirve exponernos; y mucho más aun no poder atender inmediata- mente a las exigencias de que V. S. se encarga. Los esfuerzos hechos por esta Delegación para arbitrarse fondos, no han correspondido hasta ahora al interés que toma en asunto de tan vital importancia; pero continúa sus trabajos en ese sentido, no obstante las dificultades que hoy se presentan, pudiendo V. S. estar seguro de que, una vez que logre su objeto, cuidará de auxiliar de preferencia al Ejército que obedece a V. S. Dios guarde a V. S.

[265]

24 de junio de 1882

N° 276 Al Teniente Administrador del puerto de Chala.

Don Juan Francisco Ramírez, a quien se refiere usted en el último párrafo de su oficio de 31 de mayo próximo pasado, N° 62, ha satisfecho en esta Delegación seis- cientos noventa y nueve soles (S/. 699), en este orden: 524.25 en plata y 174.75 en bonos de aduana, por los derechos de exportación que adeudaba a esa renta, por las 233 reses que embarcó en aquel puerto. Habiendo tenido que abonarle esta Delegación los intereses devengados por dos bonos de a S/. 100 que ha entregado, resultó un saldo a favor de dicho Ramírez de S/. 31. Posteriormente se recibió en este despacho la nota de usted de 10 del corriente, según la cual lo adeudado por él asciende a S/. 714, quedando por consiguiente reducido el saldo de que hemos hecho mención a S/. 16, por cuya cantidad le hemos expedido un vale que usted le descontará de los derechos que tenga que pagar en lo sucesivo. Dios guarde a usted.

285 El Estado en la sombra. El Perú durante la ocupación chilena

[266]

24 de junio de 1882

N° 277

Al mismo. [Teniente Administrador del puerto de Chala]

Habiendo entregado don Juan F. Ramírez a esta Delegación quinientos sesenta soles plata, como adelanto del importe de los derechos que tenga que pagar en esa Aduana por exportaciones e importaciones que haga en lo sucesivo; sírvase usted descontarle dicha cantidad de los que deba abonar por los despachos que en adelante haga en esa Renta. Dios guarde a usted.

[267]

26 de junio de 1882

N° 278 Al Ministro de Justicia

Ha sido entregada al ilustrísimo señor Obispo de Arada96, Administrador Provi- sorio del Cuzco, la nota que para él se sirvió V. S. remitirnos, adjunta a su apreciable oficio de 16 del actual N° 17. Asimismo, nos es grato decir a V. S., que próximamente remitiremos a su destino los paquetes que se digna acompañar a su comunicación del 20, N° 18. Dios guarde a V. S.

[268]

26 de junio de 1882

N° 279 Al Director de Gobierno.

Por el oficio de V. S. de 14 del que rige, se ha impuesto esta Delegación de que el despacho administrativo queda trasladado desde esa fecha a la ciudad de Yungay, donde el Supremo Gobierno ha fijado su residencia. Dios guarde a V. S.

96 Se trata de monseñor Pedro José Tordoya Montoya.

286 Parte II. Libros copiadores. Libro copiador A

[269]

26 de junio de 1882

N° 280 Al Sub-prefecto de Santa.

Con el oficio de V. S. del 22 del mes en curso, N° 324, se ha recibido en esta Delegación la correspondencia del Supremo Gobierno, cuyo pormenor consta de la misma comunicación, que nos es grato dejar contestada. Dios guarde a V. S.

[270]

26 de junio de 1882

N° 281 Al Prefecto de Piura.

El señor ministro de Gobierno, en oficio de 20 del corriente, dice a esta Delega- ción lo que sigue: (Avisa que la Prefectura del mencionado departamento de Piura debe poner mensualmente a disposición de esta Delegación cuatro mil soles plata). Que transcribimos a V. S. para su conocimiento y demás efectos, debiendo indi- carle se sirva disponer que la mencionada suma se entregue en esa ciudad, desde el presente mes inclusive, al doctor don Víctor Eguiguren97, quien está prevenido para remitirla con las seguridades debidas a esta Delegación. Dios guarde a V. S.

97 Víctor Eguiguren, piurano, fue miembro del Partido Civil. Fue diputado por Piura entre 1876 y 1881 (Núñez Peña, 2004, p. 493; Congreso de la República, 1998, pp. 383 y 391).

287 El Estado en la sombra. El Perú durante la ocupación chilena

[271]

26 de junio de 1882

N° 282 Al Ministro de Gobierno.

Quedamos enterados del oficio de V. S. de 20 del que rige, en el que se sirve comunicarnos que la Prefectura del departamento de Piura debe poner mensual- mente a nuestra disposición cuatro mil soles plata, cantidad que debe aplicarse al objeto a que V. S. se refiere. En contestación, nos es grato decir a V. S. que cumpliremos con la prevención contenida en dicho oficio, tan luego como el expresado funcionario haga las remesas de la suma indicada; y que, al efecto, le hemos transcrito la comunicación de que nos ocupamos. Dios guarde a V. S.

[272]

26 de junio de 1882

N° 283 Al Director de Gobierno.

Remitimos a V. S., en dos tomos, la colección de leyes y decretos publicada por el doctor Miguel A. Lama, y otra de leyes y resoluciones para el régimen de la admi- nistración local de los Concejos de la República, dejando así satisfecho, en parte, el pedido que se sirvió hacer V. S. a esta Delegación el 9 del corriente. En primera oportunidad remitiremos también a ese despacho las otras publica- ciones a que se refiere V. S. en su citada nota, así como los cuadernos sobre división territorial y el Mapa de la República, conforme a las indicaciones contenidas en su última comunicación de 26 del presente mes [sic], que dejamos contestada. Dios guarde a V. S.

288 Parte II. Libros copiadores. Libro copiador A

[273]

26 de junio de 1882

N° 284 Al Ministro de Hacienda.

Al remitir a V. S. en 25 de mayo último la copia del convenio celebrado entre esta Delegación y don Enrique Swayne y Mariátegui98, sobre redención y cancela- ción de algunos censos que gravaban en los fondos de la propiedad de don Enrique Swayne, nos permitimos recomendar a V. S. de una manera especial la más pronta resolución de este asunto y el envío inmediato de los testimonios de las respectivas escrituras, por haberse comprometido esta Delegación a entregarlas al interesado antes del vencimiento del plazo de un mes, fijado en la cláusula 4° del referido contrato. Aunque V. S., atendiendo en parte nuestra recomendación, se sirvió comunicar- nos, en 2 del que rige, la resolución suprema recaída el 31 de mayo, aprobando el mencionado convenio, y ordenando se extendiesen las escrituras del caso, no se han remitido hasta ahora los testimonios de ellas; en cuya virtud, encarecemos de nuevo a V. S. la remisión inmediata de dichos documentos, para que esta Delegación pueda cumplir el compromiso que ha contraído. Dios guarde a V. S.

[274]

26 de junio de 1882

N° 285 Al Ministro de Gobierno.

El Prefecto del departamento, en oficio de 23 de los corrientes, ha puesto en conocimiento de esta Delegación, haber nombrado gobernador del pueblo de Picoy,

98 Tal como se señala en la correspondencia [209] y en la nota 83, este contrato fue celebrado para la cancelación de unas deudas que tenía Enrique Swayne y Mariátegui. Joaquín Torrico, presidente de la Comisión Investigadora de Créditos del Estado, cuestionó dicha transacción por perjudicar los intere- ses fiscales: «¿Tenían los delegados de ese pretendido gobierno, creado por la voluntad de un pequeño número de ciudadanos en ejercicio, la facultad no diré de enajenar, pero ni siquiera de depreciar valores de bienes de propiedad ajena?» (Dancuart & Rodríguez, 1903-1926, XVI, p. 43A).

289 El Estado en la sombra. El Perú durante la ocupación chilena distrito de Checras, en la provincia de Chancay, al ciudadano don José Y. Rivera, en vista del acta firmada por los vecinos de ese pueblo, que le remitió la Dirección de Gobierno. Nos es honroso comunicarlo a V. S. para los fines que convengan. Dios guarde a V. S.

[275]

27 de junio de 1882

N° 286 Al Sub-prefecto de Santa.

En el vapor de hoy, se embarca para el puerto de Casma don Fermín del Castillo, quien se dirige a Yungay en comisión del servicio, y a quien recomendamos a V. S. le preste las facilidades necesarias para su inmediata traslación al lugar de su destino. Dios guarde a V. S.

[276]

28 de junio de 1882

N° 287 Al Prefecto del Departamento.

Nos es grato devolver a V. S. las comunicaciones del sub-prefecto de Huarochirí, que se sirvió remitirnos adjuntos a sus oficios de 23 y 26 del actual, así como el acta de los vecinos del pueblo de Picoy, distrito de Checras, en la provincia de Chancay, con la nota de su referencia de la dirección de Gobierno: documentos que también pasó V. S. a esta Delegación con otro oficio fecha 23 del presente, comunicándole el nombramiento de gobernador del indicado pueblo de Picoy, que V. S. había tenido a bien hacer, en favor del ciudadano don José Y. Rivera. Dios guarde a V. S.

290 Parte II. Libros copiadores. Libro copiador A

[277]

28 de junio de 1882

N° 288 Al Delegado en el Sur.

El señor don Juan da Ponte Ribeyro99, ministro últimamente del Brasil en Chile, pasa con el mismo carácter a la República de Bolivia; y debiendo hacer su tránsito por esa ciudad al punto de su destino, nos es grato dirigirnos a V. S., para que se sirva disponer se le preste toda clase de facilidades para su movilidad, dispensándole las atenciones a que le hacen acreedor sus prendas personales y el elevado carácter diplomático de que está investido. Dios guarde a V. S.

[278]

28 de junio de 1882

Nº 289 Prefecto del Departamento.

El Director de Gobierno en oficio de 19 de mayo próximo pasado, dice a esta Delegación lo que sigue: (Trascribe el oficio pasado por el Ministro del ramo a los Jefes Superiores del Norte, Sur y Centro, sobre extensión de sus facultades). Que trascribimos a V. S. para su conocimiento y fines que convengan. Dios guarde a V. S.

99 A pesar de que en estos documentos no se menciona, Basadre afirma que Juan da Ponte Ribeyro se entrevistó en Lima, a inicios de junio de 1882, con Candamo y Elías, como delegados del gobierno de Montero. El diplomático brasileño habría tenido intenciones de mediar para lograr la paz entre Chile y el Perú (1983, VI, p. 301).

291 El Estado en la sombra. El Perú durante la ocupación chilena

[279]

30 de junio de 1882

N° 290 Al visitador de Aduanas.

Los dos libramientos por S/. 620.53 cts. y por S/. 684 plata que usted reci- bió, girados por el teniente administrador de la aduana de Chala y aceptados por los señores E. Gottfried y hermano, en pago de derechos, no han sido cubiertos. No habiéndose acercado don E. Gottfried a esta Delegación a pagar su adeudo, se le buscó repetidas veces para exigirle el abono; pero sin conseguir otra cosa de él que la contestación evasiva que siempre daba de haberse ya arreglado con uno de los Delegados. El 24 del actual, comisionamos especialmente a un empleado de este Despacho para que lo viese; y habiéndolo encontrado en el tren, le dio la misma excusa, agregándole que ese mismo día iba a embarcarse para Chala y que regresaría a Lima en los primeros días de julio. Según se supo después, la marcha del dicho don Eduardo, no fue para Chala, sino a Valparaíso, por el vapor que zarpó ese mismo día del Callao, habiéndose infor- mado a este Despacho que dichos señores han traspasado la negociación que tenían en Chala a un acreedor de ellos. También se ha visto al hermano, y se ha negado a pagar. Tan abusivos procedimientos nos ponen en el caso de dirigirnos a usted, a fin de que adopte inmediatamente cuantas medidas se hallen a su alcance para hacerse pago de las sumas mencionadas, con más las multas en que aquellos hubiesen incurrido por la falta de cumplimiento de la obligación que contrajeron. Al efecto, debe usted embargar las existencias de su propiedad en la cantidad que baste a cubrir el importe de los derechos adeudados y de las multas respectivas; salvo el caso de que cubran sus giros. Asimismo, les prohibirá usted que embarquen artículo alguno, mientras no satisfagan su acreencia; y a fin de evitar en lo sucesivo, de parte de cualesquiera otras personas, abusos semejantes, hacemos a usted las siguientes prevenciones: 1ª. Los giros que puedan hacer los dueños de mercaderías, en pago de derechos, solo serán aceptados por las aduanas que están bajo la inspección de usted, en el caso de hallarse a cargo de casas de comercio de reconocido crédito en esta plaza; no admi- tiéndose por ningún motivo libramientos hechos por los mencionados dueños contra su propia firma en Lima, como ha sucedido con los señores Gottfried y hermano, por no prestar, en lo general, este sistema de giros, las garantías necesarias.

292 Parte II. Libros copiadores. Libro copiador A

2ª. No deben aceptarse giros a la orden de esta Delegación, por no poder ella perseguir y hacer efectiva la responsabilidad de los deudores, por razones que a usted no se le ocultarán. Habiendo usted aceptado los libramientos que motivan este oficio, esperamos que desplegará usted todo el interés y actividad que son indispensables para reinte- grar al Fisco de los derechos que se pretende defraudarle, y reparar, así, hasta donde es posible, los perjuicios irrogados a los intereses nacionales con el hecho punible de los señores Gottfried y hermano. Dios guarde a usted.

[280]

30 de junio de 1882

N° 291 Al teniente Administrador del Puerto de Chala.

Con esta fecha, dirigimos al visitador de Aduanas, don Ezequiel G. Mendoza, el oficio que sigue: (Aquí el oficio anterior, N° 290). Que transcribimos a usted para su conocimiento y a fin de que, en el caso de no hallarse en ese puerto el visitador de Aduanas, proceda usted a dar cumplimiento a las disposiciones contenidas en el anterior oficio. Dios guarde a usted.

293

Figura 16. Portada del Libro copiador B Fuente: Archivo APC. Libro copiador B

Agencia Confidencial del Supremo Gobierno.

Correspondencia General. 1881-1882

[281]

10 de diciembre de 1881

[Al margen: Agencia Confidencial del Supremo Gobierno] N° 1 Reservada Señor Secretario General de Estado.

Comprendiendo esta Agencia Confidencial que el reconocimiento del Gobierno constituido, por los representantes de las demás potencias, robustece su poder y le proporciona las facilidades de aceptar los buenos oficios de los gobiernos amigos para acercarse a los plenipotenciarios de la República de Chile y acordar decorosamente los preliminares para un arreglo honroso, ha empezado y continuará emprendiendo trabajos con los miembros del Cuerpo Diplomático en esta capital, a fin de obtener lo más pronto posible que sus gobiernos reconozcan la autoridad de Su Excelencia el Vice-Presidente. Remitimos a V. S. las contestaciones de los ministros de Inglaterra y de Francia a la circular de esa Secretaría General1; y haremos lo mismo con las que sucesivamente recibamos de los representantes de las demás naciones, a fin de que se sirva V. S. ponerlas en conocimiento de Su Excelencia el Vice-Presidente. Por lo demás, seguiremos trabajando sin descanso en el desempeño de nuestra comisión, conforme a las instrucciones recibidas de esa Secretaria General, y cuida- remos de dar oportunamente cuenta a V. S. de nuestros trabajos con la esperanza de obtener la aprobación del Supremo Gobierno. Dios guarde a V. S.

1 La circular en mención, dirigida al Cuerpo Diplomático extranjero acreditado en el Perú, estuvo fechada el 15 de noviembre de 1881. Por medio de ella el gobierno provisorio anunciaba que debido a la deportación de García Calderón y a la ocupación de la capital, la nueva residencia oficial del gobierno estaría en Cajamarca (ACMRE, CC149, 1881-1882, 15.11.1881, ff. 29-29v). El Estado en la sombra. El Perú durante la ocupación chilena

[282]

18 de diciembre de 1881

[Al margen: Agencia Confidencial del Supremo Gobierno] N° 2 Reservada Señor Secretario General de Estado.

Tenemos el honor de remitir a V. S. las contestaciones de los ministros de España y del Brasil a la circular de esa Secretaria General, a fin de que se sirva V. S. ponerlas en conocimiento de Su Excelencia el Vice-Presidente, encargado del Poder Ejecutivo. Dios guarde a V. S.

[283]

4 de enero de 1882

[Al margen: Delegación y Agencia Confidencial] N° 5 Señor Doctor Don Francisco Rosas, Enviado Extraordinario y Ministro Plenipotenciario de la República en Francia.

Nombrados por Su Excelencia el Vice-Presidente de la República, Encargado del Poder Ejecutivo, Delegados del Supremo Gobierno en Lima, con facultades suficientes para adoptar todas las medidas que exija el restablecimiento del orden constitucional, a la vez que sus Agentes Confidenciales cerca del Cuerpo Diplomá- tico residente en esta capital, para entender en todo lo relativo al reconocimiento del Gobierno Provisorio; nos es satisfactorio dirigirnos a V. S., participándole el doble carácter de que estamos investidos, y ofreciéndole, desde luego, la más perfecta segu- ridad de que atenderemos, en cuanto esté de nuestra parte, a las demandas que V. S. se viere quizá precisado a hacer para el cumplido desempeño de su elevada misión en aquella República. Conocedores del interés que V. S. toma por cuanto concierne a la buena marcha de los asuntos de vital importancia que están cometidos a sus luces y patriotismo, confiamos en que se servirá V. S. darnos todos los informes y datos que juzgue con- venientes, a fin de poderlos transmitir al Supremo Gobierno. Debemos hacer presente a V. S., con este motivo, que la carta autógrafa que Su Excelencia el Vice-Presidente de la República, encargado del Poder Ejecutivo,

298 Parte II. Libros copiadores. Libro copiador B dirige al Excelentísimo señor Presidente de la República Francesa2, fue entregada a la respectiva legación en esta capital el 28 del mes próximo pasado, para que le diera la dirección conveniente. Es de esperarse que cuando V. S. reciba este despacho, aquella importante comunicación habrá llegado a su destino. En cuanto a los fondos que V. S. necesite para el sostenimiento de esa Legación, creemos que V. S. habrá adoptado las medidas necesarias para procurarse la suma indispensable; y en caso de no haberlo verificado, esperamos que V. S. procederá a hacer los arreglos correspondientes con el indicado objeto, por las dificultades que se presentan hoy en esta capital para adquirir recursos. Dios guarde a V. S.

[284]

4 de enero de 1882

[Al margen: Delegación y Agencia Confidencial] N° 6 Señor Doctor Don Juan Federico Elmore, Ministro Residente de la República en Estados Unidos.

Nombrados por Su Excelencia el Vice-Presidente de la República, encargado del Poder Ejecutivo, delegados del Supremo Gobierno en Lima, con facultades suficientes para adoptar todas las medidas que exija el restablecimiento del orden constitucional, a la vez que sus agentes confidenciales cerca del Cuerpo Diplomático residente en esta capital, para entender en todo lo relativo al reconocimiento del Gobierno Provisorio; nos es satisfactorio dirigirnos a V. S., participándole el doble carácter del que estamos investidos, y ofreciéndole, desde luego, la más perfecta segu- ridad de que atenderemos, en cuanto esté de nuestra parte, a las demandas que V. S. se viere quizá precisado a hacer para el cumplido desempeño de su elevada misión en aquella República. Conocedores del interés que V. S. toma por cuanto concierne a la buena marcha de los asuntos de vital importancia que están cometidos a sus luces y patriotismo, confiamos en que se servirá V. S. darnos todos los informes y datos que juzgue con- venientes, a fin de poderlos transmitir al Supremo Gobierno.

2 En efecto, el 15 de noviembre de 1881, el contralmirante Lizardo Montero remitió una carta a diversos jefes de Estado, informando haber asumido la vicepresidencia de la república debido a la depor- tación del presidente Francisco García Calderón (ACMRE, CC149, 1881-1882, 15.11.1881, ff. 1-1v).

299 El Estado en la sombra. El Perú durante la ocupación chilena

El despacho reservado que dirigió V. S. al ministro de Relaciones Exteriores del Perú, lo remitimos con esta fecha al Supremo Gobierno, cuya residencia transitoria es actualmente en el Norte de la República. Adjunta hallará V. S. una letra por doscientas libras esterlinas (₤ 200) con destino a esa legación; debiendo advertir a V. S. que anteriormente le fue también remitida otra letra por igual cantidad, y que continuaremos enviándole recursos, en cuanto lo permitan las dificultades que presenta la actual situación del país. Asimismo remitimos a V. S. una comunicación que le dirige el Supremo Gobierno. Dios guarde a V. S.

[285]

4 de enero de 1882

[Al margen: Delegación y Agencia Confidencial del Supremo Gobierno] N° 7 Señor Don Emilio Bonifaz, Enviado Extraordinario y Ministro Plenipotenciario de la República en el Ecuador.

Nombrados por Su Excelencia el Vice-Presidente de la República, encargado del Poder Ejecutivo, Delegados del Supremo Gobierno en Lima, con facultades suficientes para adoptar todas las medidas que exija el restablecimiento del orden constitucional, a la vez que sus agentes confidenciales cerca del Cuerpo Diplomático residente en esta capital para entender en todo lo relativo al reconocimiento del Gobierno Provisorio; nos es satisfactorio dirigirnos a V. S., participándole el doble carácter de que estamos investidos; y ofreciéndole, desde luego, la más perfecta segu- ridad de que atenderemos, en cuanto esté de nuestra parte, a las demandas que V. S. se viere quizá precisado a hacer para el cumplido desempeño de su (elevada) [sic] misión en aquella República. Conocedores del interés que V. S. toma por cuanto concierne a la buena marcha de los asuntos que están cometidos a sus luces y patriotismo, confiamos en que se servirá V. S. darnos todos los informes y datos que juzgue convenientes, a fin de poderlos transmitir al Supremo Gobierno. Dios guarde a V. S.

300 Parte II. Libros copiadores. Libro copiador B

[286]

11 de enero de 1882

[Al margen: Agencia Confidencial] N° 8 Señor Secretario General de Estado.

Tenemos la honra de remitir a V. S. copia de los documentos siguientes: 1º Nota del ex ministro del Perú en Bolivia, don J. Enrique Bustamante y Salazar3, pidiendo los respectivos pasaportes para sí y las personas de su comitiva; 2º Contestación de Su Excelencia el Vice-Presidente de la República de Bolivia4, a la carta autógrafa que, con fecha 15 de noviembre último, le dirigió Su Excelencia el Vice-Presidente de la República del Perú5; y 3º Nota del Ministro de Relaciones Exteriores de Bolivia al señor Secretario General de Estado de la República del Perú, contestando el despacho en que se le comunicó haber asumido el mando supremo Su Excelencia el Vice-Presidente contra almirante don Lizardo Montero. Rogamos a V. S. se sirva dar cuenta de dicha copia a Su Excelencia el Jefe de Estado. Dios guarde a V. S.

3 J. Enrique Bustamante y Salazar (Lima, 1842-Chosica, 1907). Político y diplomático; cercano cola- borador de Nicolás de Piérola en sus empeños políticos y revolucionarios desde inicios de la década de 1870. Fue nombrado ministro del Perú en Bolivia en 1880, función que desempeñó hasta fines de 1881. Después de la guerra, siguió ocupando importantes cargos políticos y diplomáticos (Tauro, 2001, 3, p. 417; Yábar, 2009, I, pp. 152-153). 4 Belisario Salinas Belzu (La Paz, 1833-1893) fue vicepresidente de Bolivia durante el mandato de Narciso Campero y ejerció interinamente la presidencia (Barnadas, 2002, II, p. 822). 5 En efecto, el 15 de noviembre de 1881, Lizardo Montero remitió una carta al presidente de Bolivia en la cual le informaba haber asumido la vicepresidencia de la república debido a la deportación del presidente García Calderón. En ella afirmaba lo siguiente: «Colocado al frente de los destinos del país y persuadido de las ventajas de una paz honrosa, en cuyo sentido he escuchado las fundadas insinuaciones de gobiernos neutrales, resuelto me hallo a ajustarla, siempre que el decoro y los derechos de la Alianza sean debidamente asegurados en la esfera de las leyes de la guerra; mas si por desgracia nuestro adver- sario insistiera en llevar a cabo sus miras de conquista y humillación, apoyándose en las ventajas que la suerte de las armas le ha dado hasta ahora, seré inexorable en sostener la contienda hasta agotar todos los sacrificios que el patriotismo demande [...]» (ACMRE, CC149, 1881-1882, 15.11.1881, ff. 2v-3).

301 El Estado en la sombra. El Perú durante la ocupación chilena

[287]

12 de enero de 1882

[Al margen: Agencia Confidencial] N° 9 Señor Secretario General de Estado.

Con notas de 10 y 18 de diciembre último, remitimos a V. S., por conducto del doctor don Lorenzo García, las contestaciones de los señores ministros de Inglaterra, Francia, España y Brasil a la circular de esa Secretaría General, cuyos documentos han caído en poder de las autoridades chilenas en Pacasmayo. Al participarlo a V. S., para que se sirva transmitirlo a Su Excelencia el Vice-Presidente, encargado del Poder Ejecutivo, debemos manifestarle que próximamente remitiremos a V. S. un dupli- cado de dichas notas que recabaremos de las respectivas legaciones. Adjuntos hallará V. S. dos despachos de la legación de El Salvador6 y uno de la de Estados Unidos de América. Dios guarde a V. S.

[288]

12 de enero de 1882

[Al margen: Agencia Confidencial] N° 10 Señor Secretario General de Estado.

Tenemos la honra de remitir a V. S. las adjuntas copias, por si los originales no hubieran llegado a esa Secretaría General; rogando a V. S. se sirva dar cuenta de ellas a Su Excelencia el Vice-Presidente de la República, encargado del Poder Ejecutivo. Dios guarde a V. S.

6 Se conservan dos comunicaciones del ministro de El Salvador, Tezanos Pinto, al secretario general Rafael Villanueva. En la primera, del 10 de diciembre de 1881, acusa recibo de una comunicación ante- rior en la que se le informaba los cambios realizados en el gobierno provisorio a raíz de la deportación de García Calderón, los cuales felicita. En la segunda, de 17 de diciembre de 1881, acusa recibo de la nota por medio de la cual se le notificaba que Carlos M. Elías y Manuel Candamo habían sido designados agentes confidenciales del gobierno provisorio en Lima (ACMRE, 6-9-E, caja 281, carpeta 11).

302 Parte II. Libros copiadores. Libro copiador B

[289]

24 de enero de 1882

[Al margen: Agencia Confidencial] N° 11 Señor Ministro de Estado en el Despacho de Relaciones Exteriores.

Nos es grato dirigirnos a V. S., para participarle que el doctor don Manuel María del Valle, nombrado ministro de la República cerca del gobierno de Bolivia, ha llegado sin novedad a Arequipa, según él mismo lo comunicó a esta Delegación, pro- metiéndose seguir pronto su viaje a la ciudad de La Paz. También nos anuncia haber tenido una conferencia con el doctor don Casimiro Corral7, y nos remite la protesta que este ha formulado, de la que, adjunta, hallará V. S. un ejemplar. Sírvase V. S. dar cuenta del contenido de este oficio a Su Excelencia el ­Vice-Presidente, encargado del Poder Ejecutivo. Dios guarde a V. S.

[290]

24 de enero de 1882

[Al margen: Agencia Confidencial] N° 12 Señor Ministro de Estado en el Despacho de Relaciones Exteriores.

Tenemos la honra de remitir a V. S. la adjunta nota del cónsul general del Ecuador,­ contestando la circular de la Secretaría General, en que se le participó haber asumido el mando supremo de la República Su Excelencia el Vice-Presidente contra-almirante don Lizardo Montero. Dios guarde a V. S.

7 Casimiro Corral (La Paz, 1830-1897). Político, abogado y periodista boliviano. Tras la caída del presidente Linares, salió exiliado a Lima. Posteriormente fue vocal de la Corte Superior de La Paz y ministro plenipotenciario de Bolivia en el Perú, Ecuador y Estados Unidos. Fue dos veces rector de la Universidad de San Andrés de La Paz (Barnadas, 2002, I, pp. 611-612).

303 El Estado en la sombra. El Perú durante la ocupación chilena

[291]

24 de enero de 1882

[Al margen: Agencia Confidencial] N° 13

Al mismo. [Señor Ministro de Estado en el Despacho de Relaciones Exteriores]

Del tenor de la circular dirigida por V. S. a los agentes diplomáticos de la ­República en el extranjero, que se ha servido V. S. transcribirnos, se viene en cono- cimiento de que ese ministerio comunicó al Cuerpo Diplomático residente en esta capital la organización del gabinete; y no habiéndose recibido en esta Agencia Confi- dencial el paquete que debería contener los despachos para los respectivos ministros, es de suponerse que haya sido interceptado junto con la correspondencia que traía el señor Arróspide. En tal virtud, es de necesidad se nos remita un duplicado de los mencionados despachos, a fin de hacerlos llegar a sus destinos. Dios guarde a V. S.

[292]

20 de enero de 1882 [sic]

[Al margen: Agencia Confidencial] N° 14

Al mismo. [Señor Ministro de Estado en el Despacho de Relaciones Exteriores]

Tenemos la honra de acusar recibo a V. S. de su atento oficio de 7 del corriente, en que se sirve transcribirnos la circular que ese despacho ha dirigido a los Agentes Diplomáticos de la República en el extranjero, comunicándoles, entre otras cosas, la organización dada al gabinete por Su Excelencia el Vice-Presidente. Encargado del Poder Ejecutivo. Dios guarde a V. S.

304 Parte II. Libros copiadores. Libro copiador B

[293]

23 de enero de 1882

[Al margen: Agencia Confidencial] N° 15

Al mismo. [Señor Ministro de Estado en el Despacho de Relaciones Exteriores]

Con el oficio de V. S. de 7 de los corrientes, hemos recibido el nombramiento de cónsul de la República en Panamá, así como la patente consular y la respectiva nota de aviso para el Gobierno de Colombia8. Dios guarde a V. S.

[294]

2 de febrero de 1882

[Al margen: Agencia Confidencial] N° 16 Duplicada

Al mismo. [Señor Ministro de Estado en el Despacho de Relaciones Exteriores]

Tenemos el honor de remitir a V. S. la adjunta nota duplicada del señor ministro en la República francesa, contestando a la circular de la Secretaría General, en que se le participa haberse hecho cargo del mando supremo Su Excelencia el Vice-Presi- dente contra-almirante don Lizardo Montero. Dios guarde a V. S.

8 El cónsul nombrado fue José Antonio Miró Quesada (Panamá, 1845-Lima, 1930), aunque nunca llegó a ocupar ese destino. En 1875 asumió la dirección del diario El Comercio. Al inicio de la guerra con Chile fue enviado por el gobierno de Prado a Panamá para recoger armamento. Más adelante colaboró financieramente con los delegados Candamo y Elías (Miró Quesada, 1995, pp. 124, 149-151; Tauro, 2001, 11, p. 1681).

305 El Estado en la sombra. El Perú durante la ocupación chilena

[295]

2 de febrero de 1882

[Al margen: Agencia Confidencial] N° 17

Al mismo. [Señor Ministro de Estado en el Despacho de Relaciones Exteriores]

Nos es grato remitir a V. S. una nota del Ministro de la República en ­Washington, en que incluye un ejemplar del folleto publicado por el ministro chileno don Marcial Martínez9, y que se propone refutar. En cuanto al indicado folleto, lo pasaremos a manos de V. S. tan luego como se haya terminado su traducción. Dios guarde a V. S.

[296]

9 de febrero de 1882

[Al margen: Agencia Confidencial] N° 18

Al mismo. [Señor Ministro de Estado en el Despacho de Relaciones Exteriores]

Para conocimiento de Su Excelencia el Vice-Presidente, encargado del Poder Ejecutivo, tenemos la honra de remitir a V. S., adjuntas al presente oficio, la nota que dirige a ese despacho el enviado extraordinario y ministro plenipotenciario de la República en Bolivia, doctor don Manuel M. del Valle, participando haber tenido lugar su recepción el 26 del próximo pasado; así como una copia de los dis- cursos cambiados, en ese acto, entre dicho agente diplomático y Su Excelencia el ­Vice-Presidente de Bolivia, encargado del Poder Ejecutivo10.

9 Marcial Martínez (La Serena, 1833-Santiago de Chile, 1918). Abogado. Fue diputado en varias oca- siones entre 1864 y 1879. Entre 1865 y 1867 se desempeñó como ministro plenipotenciario de Chile en el Perú. En 1880 fue nombrado ministro de Chile en Washington. Terminada la guerra siguió ejer- ciendo funciones diplomáticas y de regreso en Chile fue senador por la provincia de Santiago entre 1894 y 1900 (Fuentes & Cortés, 1963, p. 193). 10 En efecto, el 26 de enero de 1882, Manuel María del Valle había remitido un oficio en el cual comunicaba su recepción oficial el día anterior en Bolivia, y remitía los discursos leídos en dicha cere- monia. Allí, el vicepresidente de Bolivia, Belisario Salinas, señaló que la alianza entre el Perú y Bolivia seguía vigente y que las demandas territoriales chilenas no eran procedentes, dado que «el derecho nace de la justicia, no del éxito de las armas […]; no hay paz durable sobre la base de la usurpación»

306 Parte II. Libros copiadores. Libro copiador B

Nada puede traslucirse hasta hoy, acerca de las conferencias que se están celebrando en Chile entre el Comisionado del gobierno de los Estados Unidos Mr. Trescot y el ministro Balmaceda, pues se guarda sobre ellas la más estricta reserva. Sin embargo, se nos ha asegurado que el enunciado Mr. Trescot ha pedido nuevas instrucciones por haberse presentado casos no previstos en las que primitivamente le fueron comuni- cadas. Por lo demás, parece que la intervención está aceptada virtualmente por Chile aunque con algunas reservas. Dios guarde a V. S.

[297]

14 de febrero de 1882

[Al margen: Agencia Confidencial] N° 19 Señor Doctor Don Evaristo Gómez Sánchez11, Enviado Extraordinario y Ministro Plenipotenciario del Perú en Buenos Aires.

Según nos comunica el Ministerio de Relaciones Exteriores, se ha remitido al cónsul de la República en Buenos Aires, don Manuel Ocampo y Samanez, a quien el Supremo Gobierno ha nombrado encargado de Negocios ad interim, la carta de retiro expedida a V. S. por habérsele informado de que V. S. se hallaba ausente de esa capital. Como esta Agencia Confidencial tiene conocimiento de que V. S. permanece en Buenos Aires, cumplimos con participar a V. S. que, por la causa antedicha, debe recibir V. S. del señor Ocampo el indicado documento. Aprovechamos de esta oportunidad para expresar a V. S. los sentimientos de nuestra consideración. Dios guarde a V. S.

(ACMRE, 5-7, caja 281, carpeta 17, 26.1.1882, ff. 6 y 7). Manuel María del Valle contestó y expresó el compromiso que tenía asumido el Perú con Bolivia, a pesar de la crisis interna que se estaba viviendo (ACMRE, 5-7, caja 281, carpeta 17, 26.1.1882, ff. 9-10). 11 Evaristo Gómez Sánchez (Lima, 1826) Abogado, político y diplomático. Fue ministro en el Brasil, durante el gobierno de Echenique. Fue durante varios años diputado por la provincia de Camaná, y ministro de Gobierno en 1864, durante la presidencia de Pezet (El Perú Ilustrado, 12 de abril de 1890). Posteriormente fue ministro en Argentina, desde julio de 1881 hasta enero de 1882, y en Paraguay y Uruguay hasta mayo de 1882 (ACMRE, CC149, 1881-1882, 10.5.1882, ff. 4v y 8-8v).

307 El Estado en la sombra. El Perú durante la ocupación chilena

[298]

15 de febrero de 1882 [sic]

[Al margen: Delegación y Agencia Confidencial] N° 20 Señor Don Manuel Ocampo y Samanez, Encargado de Negocios ad interim del Perú en la República Argentina.

Nos es grato adjuntarle la correspondencia que para V. S. hemos recibido del señor Ministro de Relaciones Exteriores. Como V. S. lo verá, el Supremo Gobierno le encarga que se entienda con noso- tros para los asuntos del servicio público, sin perjuicio de comunicarse también con el Ministerio respectivo. Por nuestra parte nos será muy grato mantener con V. S. correspondencia oficial en servicio del país, y hoy la iniciamos, anunciándole que la República se halla completamente unificada, pues el señor General Cáceres, en 24 del próximo pasado, en la ciudad de Jauja, se sometió al Gobierno Constitucional y lo reconoció, publicando por bando este acto importante. En cuanto a las montoneras que dominaban en Moquegua e Ica, a las órdenes de los coroneles Pacheco Céspedes y Mas, respectivamente, han sido dispersadas, la primera por fuerzas del Ejército del Sur, que ocuparon Moquegua después de un combate de dos horas, y la segunda, porque en vista de las atrocidades del prefecto de Ica, y cediendo al clamor de los extranjeros damnificados; los chilenos enviaron un cuerpo de tropas a ocupar ese Departamento, lo que han realizado sin resistencia. Esperamos que, muy en breve, nos comunicará V. S. el resultado favorable de sus gestiones, a fin de obtener, que no sean perdidos para el Perú, los elementos que, de su propiedad, existen en aquel país12. Respecto a la cuestión internacional, solo podemos decir a V. S. que sabemos, por conducto particular, que los Plenipotenciarios han firmado en Valparaíso un protocolo, cuyo contenido no conocemos. Creemos que para presentar la carta de retiro del señor Gómez Sánchez, debe V. S. ponerse de acuerdo con este caballero, pues no le ha sido remitida a él directa- mente, porque al Gobierno se le informó que se había ausentado de esa República. Dios guarde a V. S.

12 Se refieren a armamento y otros elementos de guerra que por encargo de Piérola habían sido adquiri- dos en Europa y que permanecían en Buenos Aires (ACMRE, CC149, 1881-1882, 23.3.1882, f. 68).

308 Parte II. Libros copiadores. Libro copiador B

[299]

14 de febrero de 1882

[Al margen: Agencia Confidencial] N° 21 Señor Doctor Don Francisco Rosas, Enviado Extraordinario y Ministro Plenipotenciario de la República en Francia.

Por encargo del señor Ministro de Relaciones Exteriores, nos es grato remitir a V. S. las credenciales y plenos poderes que le han sido extendidos como ministro del Perú en Francia e Inglaterra. Remitimos, igualmente, a V. S. las correspondientes cartas de retiro del señor don Toribio Sanz; reiterando con tal motivo a V. S. el contenido de nuestro oficio de 8 del corriente sobre el particular. Dios guarde a V. S.

[300]

15 de febrero de 1882 [sic]

[Al margen: Agencia Confidencial] N° 22 Al mismo.

Según informes que hemos adquirido de persona autorizada, sabemos que el contra-almirante Lynch recibió el 13 del corriente un cablegrama de Chile, en que le comunica su gobierno haberse extendido y firmado un protocolo por el comisionado especial del gobierno de los Estados Unidos de América, Mr. Trescot, y el ministro Balmaceda, ignorándose su contenido. La única noticia que sobre el particular da hoy el periódico chileno La Situación, es la contenida en el adjunto que nos apresuramos a remitir a V. S. Dios guarde a V. S.

309 El Estado en la sombra. El Perú durante la ocupación chilena

[301]

14 de febrero de 1882

[Al margen: Agencia Confidencial] N° 23 Señor Ministro de Relaciones Exteriores.

Con el estimable oficio de V. S. de 3 del que rige, hemos recibido y dado el giro correspondiente a las credenciales y plenos poderes expedidos a favor del doctor don Francisco Rosas, como ministro del Perú en Francia e Inglaterra, y a las cartas de retiro de don Toribio Sanz. Tenemos la honra de decirlo a V. S. en contestación a su citado oficio. Dios guarde a V. S.

[302]

14 de febrero de 1882

[Al margen: Agencia Confidencial] N° 24

Al mismo. [Ministro de Relaciones Exteriores]

Tenemos la honra de acusar recibo a V. S. de su oficio de 3 de los corrientes, con el que se sirve remitir un duplicado de la circular que dirigió V. S. al Cuerpo Diplomático residente en esta capital, anunciándole la organización del Ministerio; siéndonos grato participar a V. S. que inmediatamente se han entregado a las respec- tivas legaciones. Dios guarde a V. S.

[303]

14 de febrero de 1882

[Al margen: Agencia Confidencial] N° 25

Al mismo. [Ministro de Relaciones Exteriores]

Enterado del oficio de V. S. de 2 de mes en curso, con el que se sirve remitirnos las credenciales, plenos poderes e instrucciones expedidas al cónsul en Buenos Aires,

310 Parte II. Libros copiadores. Libro copiador B don Manuel Ocampo y Samanez, como Encargado de Negocios ad interim, así como la carta de retiro del doctor Gómez Sánchez; hemos remitido a su destino dichos documentos, haciendo al señor Ocampo las debidas prevenciones. Nos es grato participarlo a V. S. en respuesta a su memorado oficio. Dios guarde a V. S.

[304]

15 de febrero de 1882

[Al margen: Agencia Confidencial] [Sin número]

Al mismo. [Ministro de Relaciones Exteriores]

Según informes que hemos adquirido de persona autorizada, sabemos que el contra-almirante Lynch recibió el 13 del corriente un cablegrama de Chile, en que le comunica su Gobierno haberse extendido y firmado un protocolo por el Comi- sionado Especial del Gobierno de los Estados Unidos de América, Mr. Trescot, y el Ministro Balmaceda, ignorándose su contenido. La única noticia que sobre el particular da hoy el periódico chileno La ­Situación13, es la contenida en el adjunto recorte que nos apresuramos a remitir a V. S. Dios guarde a V. S.

[305]

15 de febrero de 1882

[Al margen: Agencia Confidencial] N° 28

Al mismo. [Ministro de Relaciones Exteriores]

Tenemos la honra de remitir a V. S., para conocimiento del Supremo Gobierno, la correspondencia dirigida a ese despacho por el doctor don Evaristo Gómez Sán- chez, ex ministro del Perú en las Repúblicas del Plata, y cuyo pormenor consta del índice que también hallará V. S. adjunto.

13 En efecto, en su edición del 15 de febrero de 1882, el diario La Situación —en una nota titulada «Chile y los Estados Unidos»— informaba de la suscripción del protocolo Trescot-Balmaceda, y de los positivos efectos que este habría de tener para la posición de Chile.

311 El Estado en la sombra. El Perú durante la ocupación chilena

Asimismo remitimos a V. S. dos pliegos separados y en clave, en los que damos cuenta a Su Excelencia el Vice-Presidente, encargado del Poder Ejecutivo, de algunos asuntos de importancia. Dios guarde a V. S.

[306]

15 de febrero de 1882

[Al margen: Agencia Confidencial] N° 29 Señor doctor don J. Federico Elmore, Ministro Residente del Perú en los Estados Unidos.

Nos es grato remitir a V. S. el adjunto recorte del periódico La Situación, corres- pondiente al 13 del actual, que contiene el parte pasado por el jefe de las fuerzas chilenas, que excursionan en el Centro de la República, sobre el combate que sostu- vieron en Pucará con las que comanda el general Cáceres; reservándonos trasmitir a V. S. los datos que pudiéramos obtener del jefe de nuestras fuerzas sobre el mismo hecho de armas. Según informes que hemos adquirido de persona autorizada, sabemos que el contra-almirante Lynch recibió el 13 del corriente un cablegrama de Chile, en que le comunica su gobierno haberse extendido y firmado un protocolo por el Comi- sionado especial del Gobierno de los Estados Unidos, Mr. Trescot, y el ministro Balmaceda; ignorándose su contenido. La única noticia que sobre el particular da hoy el periódico antes citado, es la contenida en los recortes que también remitimos a V. S. Adjunto hallará V. S. un oficio que por nuestro conducto le dirige el señor Minis- tro de Relaciones Exteriores. Debemos llamar la atención de V. S. sobre el hecho de no haber recibido, hace algún tiempo, el Supremo Gobierno comunicaciones de V. S., cuando precisamente son más de desearse, atentas las actuales circunstancias. Esperamos de su acreditado celo por el buen servicio que se dignará trasmitirle todos los datos y noticias que conceptúe V. S. de interés para la República. Dios guarde a V. S.

312 Parte II. Libros copiadores. Libro copiador B

[307]

15 de febrero de 1882

[Al margen: Agencia Confidencial] N° 30 Señor Ministro de Relaciones Exteriores.

Por el recorte del periódico La Situación de esta fecha que, adjunto a este ofi- cio, tenemos la honra de remitir a V. S., se impondrá el Supremo Gobierno de las últimas noticias de Chile y de algunas publicaciones importantes sobre la cuestión ­internacional. Dios guarde a V. S.

[308]

16 de febrero de 1882

[Al margen: Agencia Confidencial] N° 31

Al mismo. [Ministro de Relaciones Exteriores]

Tenemos la honra de poner en conocimiento de V. S. que el sábado 11 del corriente se embarcó, con dirección a Europa, el Ministro Plenipotenciario de ­Francia, Mr. de Vorges14, quien, antes de partir, se acercó a nosotros y nos presentó a Mr. A. de Pont, que ha quedado como Encargado de Negocios al frente de la ­Legación. Dios guarde a V. S.

14 Durante la ocupación de Lima, el ministro francés De Vorges, así como otros diplomáticos, colabo- raron junto con Petit Thouars para evitar el saqueo de la ciudad. Según De Vorges, «es indudable que (el Perú) es el centro de nuestra influencia intelectual en estos parajes. Es aquí donde encontramos las mayores simpatías; es aquí que nuestras ideas son mejor acogidas» (Wu, 1986, p. 43).

313 El Estado en la sombra. El Perú durante la ocupación chilena

[309]

16 de febrero de 1882

[Al margen: Agencia Confidencial] N° 32 Señor doctor don Manuel M. del Valle, Enviado Extraordinario y Ministro Plenipotenciario del Perú en Bolivia.

En el periódico La Patria N° 505, que se publica en La Paz, se hacen editorial- mente algunas apreciaciones sobre los derechos impuestos a los artículos bolivianos por las autoridades de Puno; asegurándose que V. S. ha conseguido hacer cesar la medida dictada por dichas autoridades15. Se afirma, también, que V. S. ha dispuesto que «los quintos bolivianos se reciban en el Perú por el valor intrínseco que tienen en Bolivia». Deseando esta Agencia Confidencial tener datos autorizados de lo ocurrido sobre estos dos puntos, que considera de importancia, nos es grato dirigirnos a V. S. a fin de que se sirva darnos el informe que estime V. S. conveniente, para trasmitirlo al Supremo Gobierno. Dios guarde a V. S.

[310]

16 de febrero de 1882

[Al margen: Agencia Confidencial] N° 33

Al mismo. [Manuel M. del Valle, Enviado Extraordinario y Ministro Plenipotenciario del Perú en Bolivia]

Oportunamente se recibió en esta Agencia Confidencial la nota de V. S. para el señor Ministro de Relaciones Exteriores, en que le comunicaba haber tenido lugar su recepción oficial, y le remitía los discursos cambiados entre V. S. y Su Excelencia el Vice-Presidente de aquella República, cuyos documentos hemos enviado el 9 del que rige al indicado despacho.

15 Del Valle confirmó que, en efecto, las autoridades de Puno habían impuesto «ochenta centavos sobre cada cesto o arroba de coca, que, de esta República (Bolivia) se exporta para el consumo de aquella plaza (Puno)». Igualmente, señaló que, teniendo en cuenta el tratado de comercio que se había firmado con Bolivia, el cobro de dicho impuesto no era legal; es por ello que se comunicó con el jefe político-militar del Sur, en ese entonces José de la Torre, para solicitar la derogación de dicha norma, lo cual sucedió (ACMRE, 5-7, caja 281, carpeta 17, 17.2.1882, f. 20).

314 Parte II. Libros copiadores. Libro copiador B

Satisfactorio nos ha sido, como lo será también para Su Excelencia el Vice-­ Presidente, encargado del Poder Ejecutivo, ver la solicitud con que V. S. ha procedido en esta ocasión, como era de esperarse de su decidido interés por el cumplido ­desempeño de la importante misión confiada a sus luces y patriotismo; y no duda- mos que V. S. empleará toda su sagacidad para estrechar, de la manera más cordial, sus relaciones con el Gobierno de la República aliada. Siendo conveniente saber quiénes son las personas designadas por aquel Gobierno para que, como plenipotenciarios, concurran con las que nombre el Perú a las con- ferencias y negociaciones que se inicien para la celebración de la paz con Chile, V. S. se dignará comunicarnos este dato a la posible brevedad. Dios guarde a V. S.

[311]

16 de febrero de 1882

[Al margen: Agencia Confidencial] N° 34

Al mismo. [Manuel M. del Valle, Enviado Extraordinario y Ministro Plenipotenciario del Perú en Bolivia]

Por el recorte del periódico La Situación, correspondiente al 13 del actual, que remitimos a V. S. se impondrá del parte pasado por el jefe de las fuerzas chilenas, que excursionan en el Centro de la República, sobre el combate que sostuvieron en Pucará, con las que comanda el general Cáceres; reservándonos trasmitir a V. S. los datos que pudiéramos obtener del jefe de nuestras fuerzas sobre el mismo hecho de armas. Según informes que hemos adquirido de persona autorizada, sabemos que el contra-almirante Lynch recibió el 13 del corriente un cablegrama de Chile, en que le comunica su Gobierno haberse extendido y firmado un protocolo por el Comi- sionado especial del Gobierno de los Estados Unidos, Mr. Trescot, y el ministro Balmaceda; ignorándose su contenido. La única noticia que sobre el particular da hoy el periódico antes citado, es la contenida en los recortes que también remitimos a V. S. Creemos conveniente advertir a V. S. que es posible que los comisionados ame- ricanos desembarquen en el puerto de Mollendo para pasar a La Paz antes de venir a Lima. Si así sucediere, juzgamos que V. S. sabrá apreciar como nosotros la necesidad de conferenciar con ellos, y que tomará el debido empeño en verificarlo, sirvién- dose trasmitirnos los datos que pudiera obtener, para ponerlos en conocimiento del Supremo Gobierno.

315 El Estado en la sombra. El Perú durante la ocupación chilena

Debemos participar a V. S. que el Supremo Gobierno ha expedido su carta de retiro al Enviado Extraordinario y Ministro Plenipotenciario del Perú en las Repú- blicas del Plata, doctor don Evaristo Gómez Sánchez, y ha nombrado encargado de negocios ad interim en la República Argentina al cónsul residente en Buenos Aires don Manuel Ocampo y Samanéz. Nos es grato anunciar a V. S. que la unificación de la República, bajo el Gobierno Constitucional, se ha realizado por completo. El general Cáceres, por un decreto que expidió en Jauja el 24 de enero último, y que hizo promulgar por bando, ha recono- cido la autoridad de Su Excelencia el Vice-Presidente contra-almirante don Lizardo Montero. Adjunto hallará V. S. un ejemplar de El Boletín Oficial publicado en la ciudad de Huancayo, que contiene los documentos relativos a este acontecimiento. En cuanto a las montoneras que dominaban en Moquegua e Ica, a las órdenes de los coroneles Pacheco Céspedes y Mas, respectivamente, han sido dispersadas, la pri- mera por fuerzas del Departamento de Arequipa, que ocuparon Moquegua ­después de un combate de dos horas; y la segunda a consecuencia de la aproximación a la ciudad de Ica, de las fuerzas chilenas que hoy la ocupan. Ponemos asimismo en conocimiento de V. S. que las autoridades chilenas han permitido la exportación de efectos por el puerto de Mollendo; habiendo acordado con el Cuerpo Diplomático que ese permiso no importa el levantamiento del blo- queo. Como V. S. comprenderá, esta medida, en las actuales circunstancias, es de suma importancia para el comercio del Sur de la República y de Bolivia, a la vez que para los intereses fiscales, pues ella facilitará las transacciones, hoy paralizadas, y procurará algunos productos al Erario Nacional con que aliviar el estado de penuria en que se encuentra. Hemos remitido al Comisionado Especial del Supremo Gobierno en el Sur de la República, capitán de Navío don Camilo N. Carrillo, una clave, que es la misma de que hacen uso Su Excelencia el Vice-Presidente de la República y esta Agencia Confidencial, previniéndole que ministre a V. S. una copia de ella, a fin de que, en los asuntos que V. S. estime de estricta reserva, pueda comunicarse con nosotros y con el Gobierno por ese medio. Dios guarde a V. S.

316 Parte II. Libros copiadores. Libro copiador B

[312]

17 de febrero de 1882

[Al margen: Agencia Confidencial] N° 35

Al mismo. [Manuel M. del Valle, Enviado Extraordinario y Ministro Plenipotenciario del Perú en Bolivia]

Tenemos el honor de remitir a V. S., para que se sirva darle el curso conveniente, la adjunta nota del ministro de Relaciones Exteriores, para el de igual ramo de esa República. Dios guarde a V. S.

[313]

18 de febrero de 1882

[Al margen: Agencia Confidencial] N° 36 Señor Ministro de Relaciones Exteriores.

A consecuencia de no haber remitido V. S. directamente al doctor don Evaristo Gómez Sánchez su carta de retiro, creímos conveniente dirigirle el siguiente oficio: (Aquí el oficio N° 19) Nos es grato transcribirlo a V. S. para su conocimiento, y a fin de que pueda V. S. tener presente el contenido de dicho oficio al contestar al señor Gómez Sánchez la nota en que hace renuncia de su cargo, y que remitimos a ese despacho por el último vapor. Dios guarde a V. S.

317 El Estado en la sombra. El Perú durante la ocupación chilena

[314]

22 de febrero de 1882

[Al margen: Agencia Confidencial] N° 37

Circular. A los doctores Rosas y Valle.

Como verá V. S. por los recortes adjuntos del periódico La Situación, correspon- diente a los días 17 y 18 del que rige, don Nicolás de Piérola y otros ciudadanos han organizado un Comité Central Directivo con el propósito de formar un partido que trabaje por la reconstitución nacional, proyecto que ha acogido favorablemente la prensa chilena de esta ciudad. Por última correspondencia recibida de Cajamarca, tiene conocimiento esta Agencia Confidencial de que el Supremo Gobierno, haciendo justicia a los méritos contraídos por el coronel don Miguel Iglesias, ha tenido a bien ascenderlo a la alta clase de general de Brigada, con cargo de dar cuenta al Congreso, y le ha confiado, además, el mando en jefe del Ejército existente en aquella plaza, medida que con- ceptuamos de importancia por el prestigio de que goza dicho jefe en el país, muy especialmente en el Norte de la República. Dios guarde a V. S.

[315]

22 de febrero de 1882

[Al margen: Agencia Confidencial] N° 38

Circular. A los doctores Rosas y Elmore.

Tenemos la honra de remitir a V. S. la adjunta copia de la nota pasada por el ministro de Relaciones Exteriores de Bolivia al ministro plenipotenciario de los Estados Unidos de América en aquella República, con motivo de los rumores que circularon de haberse celebrado en Tacna, entre los señores Baptista y Lillo, un arre- glo de tregua indefinida. Por dicha importante comunicación, verá V. S. que han sido desvanecidas por completo las aseveraciones de la prensa chilena sobre la existencia de tal convenio;

318 Parte II. Libros copiadores. Libro copiador B y que, por el contrario, nunca fueron más íntimas y estrechas las relaciones de las Repúblicas aliadas; siendo un solemne testimonio de la lealtad con que Bolivia cum- ple sus pactos, el documento aludido. Dios guarde a V. S.

[316]

22 de febrero de 1882

[Al margen: Agencia Confidencial] N° 39 Señor doctor don J. Federico Elmore, Ministro Residente del Perú en los Estados Unidos de América.

Se han recibido en esta Agencia Confidencial todos los recortes de periódicos remitidos por V. S. en el último vapor, habiéndonos sido muy sensible no recibir, igualmente, comunicación alguna de V. S. que pudiera suministrarnos los datos nece- sarios para informar al Supremo Gobierno de cuanto ocurra en aquella República con referencia a la cuestión internacional que el Perú y Bolivia sostienen con Chile. El silencio de V. S., a este respecto, es tanto más de extrañarse, cuanto que conocemos el gran interés que anima a V. S. por contribuir al feliz y deseado desenlace de tan grave conflicto. Debemos creer que V. S. subsanará esta omisión, transmitiéndonos los informes que juzgue oportunos para ponerlos en conocimiento del Ministerio del Ramo. Por los recortes adjuntos del periódico La Situación, correspondientes a los días 17 y 18 del que rige, se impondrá V. S. de que don Nicolás de Piérola y otros ciuda- danos han organizado un Comité Central Directivo, con el propósito de formar un partido que trabaje por la reconstitución nacional; proyecto que ha acogido favora- blemente la prensa chilena en esta ciudad. Según la última correspondencia recibida de Cajamarca, tiene conocimiento esta Agencia Confidencial de que el Supremo Gobierno, haciendo justicia a los méritos contraídos por el coronel don Miguel Iglesias, ha tenido a bien ascenderlo a la alta clase de general de Brigada, con cargo de dar cuenta al Congreso, y le ha confiado, además, el mando en jefe del Ejército existente en aquella plaza; medida que con- ceptuamos de importancia, por el prestigio de que goza dicho jefe en el país, muy especialmente en el norte de la República. Dios guarde a V. S.

319 El Estado en la sombra. El Perú durante la ocupación chilena

[317]

23 de febrero de 1882

[Al margen: Agencia Confidencial] N° 40 Señor Ministro de Relaciones Exteriores.

Tenemos la honra de remitir a V. S. la correspondencia del Ministro de la Repú- blica en Bolivia, con el índice que acompaña. En cuanto a la carta autógrafa del Vice-Presidente de Bolivia, de que se hace mención en dicho índice, la adjuntamos en copia para evitar cualquier extravío del original. Entre las comunicaciones de nuestra legación en las Repúblicas del Plata que fueron enviadas al ministro del Perú en La Paz, y a que se hace referencia en el mismo índice, se comprende el tratado celebrado con el Paraguay, el que hemos creído conveniente reservarle en esta Agencia Confidencial para mayor seguridad. Próximamente cuidaremos de remitir a V. S. un extracto de lo más importante que contenga el referido tratado, especialmente del artículo 3°, sobre el cual llama la atención del gobierno el señor Gómez Sánchez16. Dios guarde a V. S.

[318]

23 de febrero de 1882

[Al margen: Agencia Confidencial] N° 41

Al mismo. [Ministro de Relaciones Exteriores]

Para conocimiento del Supremo Gobierno, nos es grato remitir, original, a V. S., la nota del señor Ministro de la República Argentina, contestando la que le dirigió

16 El 13 de julio de 1881 Evaristo Gómez Sánchez, ministro del Perú en las repúblicas del Plata, envió un oficio al secretario general del Jefe Supremo del Perú (Piérola) en el cual anunciaba la firma de un «Tratado de amistad, comercio y navegación» con la república del Paraguay, en el que se establecía «el anatema de la guerra bárbara, y que, por la manera como está redactado, revela a las claras la intención de alzar una protesta, si bien indirecta no por esto menos eficaz, contra la que Chile ha emprendido y continúa en el Pacífico». También informaba Gómez Sánchez sobre la difusión de ese tratado en los medios periodísticos paraguayos, uruguayos y argentinos, y sobre los elogios que había suscitado la con- dena del principio de la guerra de conquista (ACMRE, 5-1, caja 279, carpeta 29, 13.7.1881, ff. 9-9v).

320 Parte II. Libros copiadores. Libro copiador B ese despacho, con motivo de haber asumido el mando supremo Su Excelencia el Vice-Presidente, contra-almirante don Lizardo Montero, y organizado su gabinete. Remitimos, igualmente, a V. S. algunos recortes de diferentes diarios mandados para ese ministerio por nuestro ministro en Washington. Adjunto hallará V. S. un pliego separado y en clave, en que damos al gobierno noticias de bastante importancia. Dios guarde a V. S.

[319]

24 de febrero de 1882

[Al margen: Agencia Confidencial] N° 42 Señor Doctor Don Manuel M. del Valle, Enviado Extraordinario y Ministro Plenipotenciario del Perú en Bolivia.

Nos es satisfactorio participar a V. S. que la correspondencia que remitió para el Supremo Gobierno por el vapor llegado al Callao el 18 de los corrientes, la hemos enviado ya al ministerio de Relaciones Exteriores. Aprovechamos de esta oportunidad para manifestar a V. S., una vez más, nuestra complacencia por la actividad y celo desplegados por V. S. en cumplimiento de las altas y elevadas funciones encomendadas a su patriotismo; esperando que se servirá trasmitirnos siempre los datos e informes que juzgue dignos del conocimiento del Supremo Gobierno. Por nuestra parte, continuaremos dando a V. S. noticias de cuanto ocurra, a fin de que esa legación se halle enterada de la marcha que siguen los asuntos que tanto interesan al país. Con la presente comunicación recibirá V. S. un pliego separado y en clave que contiene noticias de importancia. Dios guarde a V. S.

321 El Estado en la sombra. El Perú durante la ocupación chilena

[320]

24 de febrero de 1882

[Al margen: Agencia Confidencial] N° 43

Al mismo. [Señor Doctor Don Manuel M. del Valle, Enviado Extraordinario y Ministro Plenipotenciario del Perú en Bolivia]

Se ha recibido en esta Agencia Confidencial la última correspondencia de V. S. para el Supremo Gobierno, que trajo el vapor llegado al Callao el 22 del mes en curso; y nos es grato manifestar a V. S. que oportunamente le daremos el giro que corresponde. Debemos advertir a V. S. que, en los asuntos de carácter urgente, puede V. S. dirigirse a nosotros, pues según las instrucciones que hemos recibido del gobierno, estamos autorizados para entrar en relación oficial con las legaciones de la República en el extranjero, y para adoptar, en aquellos casos, las resoluciones que convengan, a fin de evitar los retardos consiguientes a la gran distancia en que se halla el gobierno, y a los obstáculos que hoy se oponen a su fácil comunicación con la capital. Dios guarde a V. S.

[321]

27 de febrero de 1882

[Al margen: Agencia Confidencial] N° 44

Al mismo. [Señor Doctor Don Manuel M. del Valle, Enviado Extraordinario y Ministro Plenipotenciario del Perú en Bolivia]

Por el vapor llegado al Callao el 25 del que rige, hemos recibido correspondencia oficial del Supremo Gobierno, fechada en Cajamarca el 16 del mismo, en la que se nos comunica no haber ocurrido novedad alguna en esa parte de la República, con- servándose inalterable el orden constitucional. Sabemos también que Su Excelencia el Vice-Presidente, se preparaba a salir para Huaraz con su ministerio y el Ejército. Asegúrase que las fuerzas chilenas existentes en Trujillo, se retirarán de ese punto a consecuencia de estar allí grasando la fiebre amarilla. Los casos funestos son repe- tidos, habiendo muerto el jefe de las mencionadas fuerzas, coronel Urízar Garfias y quedando grave el segundo. Se dice que, como medida precautoria, las autoridades chilenas van a cerrar al comercio algunos de los puertos del Norte. Todo lo que participamos a V. S. para su conocimiento. Dios guarde a V. S.

322 Parte II. Libros copiadores. Libro copiador B

[322]

27 de febrero de 1882

[Al margen: Agencia Confidencial] N° 45 Señor Ministro de Relaciones Exteriores.

Con apreciable oficio de V. S. de 12 del corriente, se han recibido en esta Agencia Confidencial los pliegos que se sirve V. S. remitir para los Agentes Diplomáticos en el exterior, que cuidaremos de enviar a su destino. Tenemos la honra de decirlo a V. S. en contestación a su citado oficio. Dios guarde a V. S.

[323]

1 de marzo de 1882

[Al margen: Agencia Confidencial] N° 46 Señor Doctor Don Francisco Rosas, Enviado Extraordinario y Ministro Plenipotenciario del Perú en Francia.

El diario La Situación, correspondiente al día de ayer, publica el protocolo que asegura haber sido firmado en Santiago, por los señores Balmaceda y Trescot, el 11 de febrero último; y de cuyo contenido, así como de la noticia que el mismo ­diario consigna a última hora, se impondrá V. S. por el recorte adjunto. Remitimos a V. S. una nota que le dirige el ministerio de Relaciones Exteriores. Incluimos también otro despacho para el Ministro de la República en España, señor Goyeneche, a fin de que se sirva V. S. darle la dirección que corresponda. Dios guarde a V. S.

323 El Estado en la sombra. El Perú durante la ocupación chilena

[324]

1 de marzo de 1882

[Al margen: Agencia Confidencial] N° 47 Señor Doctor Don J. Federico Elmore, Ministro Residente del Perú en los Estados Unidos de América.

El diario La Situación, correspondiente al día de ayer, publica el protocolo que asegura haber sido firmado en Santiago por los señores Balmaceda y Trescot, el 11 de febrero último; y de cuyo contenido, así como de la noticia que el mismo ­diario consigna a última hora, se impondrá V. S. por el recorte adjunto. Remitimos a V. S. una nota que le dirige el ministerio de Relaciones Exteriores. Dios guarde a V. S.

[325]

1 de marzo de 1882

[Al margen: Agencia Confidencial] N° 48 Señor Ministro de Relaciones Exteriores:

El diario La Situación, correspondiente al día de ayer, publica el protocolo que asegura haber sido firmado en Santiago, por los señores Balmaceda y Trescot el 11 de febrero último; y de cuyo contenido, así como de la noticia que el mismo ­diario consigna a última a hora, se impondrá V. S. por el recorte adjunto. Dios guarde a V. S.

[326]

3 de marzo de 1882

[Al margen: Agencia Confidencial] N° 49 Señor Doctor Don Manuel María del Valle, Enviado Extraordinario y Ministro Plenipotenciario del Perú en Bolivia.

El diario La Situación, correspondiente al 28 de febrero último, publica el proto- colo que asegura haber sido firmado en Santiago, por los señores Balmaceda y Trescot,

324 Parte II. Libros copiadores. Libro copiador B el 11 de dicho mes; y de cuyo contenido, así como de la noticia que el mismo diario consigna «a última hora», se impondrá V. S. por el recorte adjunto. Dios guarde a V. S.

[327]

8 de marzo de 1882

[Al margen: Agencia Confidencial] N° 50 Señor Doctor Don Manuel María del Valle, Enviado Extraordinario y Ministro Plenipotenciario del Perú en Bolivia.

Con fecha 16 de febrero próximo pasado remitimos a V. S. un recorte del dia- rio La Situación, en que se registraba el parte oficial del jefe de las fuerzas chilenas ­destacadas al centro de la República, sobre el combate que sostuvo en Pucará con el ejército comandado por el general Cáceres; ofreciéndole trasmitir oportunamente los datos que pudiéramos obtener del jefe de las fuerzas peruanas. Grato nos es cumplir hoy con esta promesa, acompañando a V. S. los boletines publicados en Huancavelica,­ en que hallará V. S. todos los partes oficiales relativos al mencionado hecho de armas. Adjuntamos también un recorte del referido diario La Situación, correspondiente al día de ayer, en que se da noticia de haber tomado el general Cáceres la ciudad de Ayacucho, después de una reñida resistencia que le opusieron las fuerzas que obedecían al coronel Panizo, habiendo sido hecho prisionero este jefe, así como los coroneles Mas y Vargas. Tan luego como recibamos los datos oficiales que corresponden sobre este suceso, nos apresuraremos a ponerlos en conocimiento de V. S. Dios guarde a V. S.

[328]

8 de marzo de 1882

[Al margen: Agencia Confidencial] N° 51 Señor Doctor Don Francisco Rosas, Enviado Extraordinario y Ministro Plenipotenciario de la República en Francia.

(El mismo oficio que antecede)

325 El Estado en la sombra. El Perú durante la ocupación chilena

[329]

8 de marzo de 1882

[Al margen: Agencia Confidencial] N° 52 Señor Doctor Don J. Federico Elmore, Ministro Residente del Perú en los Estados Unidos de América.

(el mismo oficio que antecede)

[330]

8 de marzo de 1882

[Al margen: Agencia Confidencial] N° 53 Señor Ministro de Relaciones Exteriores.

Para conocimiento del Supremo Gobierno, tenemos la honra de remitir a V. S. la nota del Excelentísimo Señor Delegado Apostólico17, contestando la que V. S. se sirvió dirigirle en 5 de enero último, comunicándole la organización del gabinete. Dios guarde a V. S.

17 Monseñor Mario Mocenni, arzobispo de Heliópolis, llegó al Perú en 1877 como enviado extraordi- nario y delegado apostólico de la Santa Sede (Loayza, 1878, p. XXXI). En 1882, Ricardo Palma planteó, con ironía, una visión negativa de este prelado, y denunció que no había sido sincera su solidaridad con el Perú: «Monseñor Mocenni que, hasta hace cuatro meses fue nuncio de su Santidad León XIII en el Perú, nos acaba de jugar una de padre y muy señor mío. [...] Monseñor Mocenni, que en Lima se mani- festaba tan peruano y tan afligido por nuestros infortunios, cambió de posición tan luego como llegó a Santiago y las beatas y beatos lo festejaron con comilonas y con una limosnita de veinte mil duros. Ha declarado el infalible Nuncio que Iquique no forma ya parte de la Iglesia peruana, y ha investido a un sacerdote chileno con el carácter de vicario y dándole no sé qué facultades canónicas y pontificias» (1984, p. 171). La Situación publicó una elogiosa nota sobre Monseñor Mocenni: «Hombre de vas- tísimos conocimientos, especialmente en lenguas modernas y ciencias naturales, Monseñor Mocenni es además un distinguido diplomático, cuyos méritos han sido justamente apreciados en las diversas misiones que su gobierno ha confiado a su delicado talento» (7 de marzo de 1882).

326 Parte II. Libros copiadores. Libro copiador B

[331]

8 de marzo de 1882

[Al margen: Agencia Confidencial] N° 54

Al mismo. [Ministro de Relaciones Exteriores]

Nos es grato remitir a V. S. tres despachos que el ministro del Perú en Bolivia dirige al Supremo Gobierno. En cuanto al oficio reservado, comprendido entre esos despachos, y que se refiere a la correspondencia de nuestra legación en la República Argentina, debemos mani- festar a V. S. que hemos creído conveniente, para mayor seguridad, conservarla en nuestro poder, habiendo comunicado ya en clave a Su Excelencia el Vice-Presidente los principales puntos contenidos en ellas. Dios guarde a V. S.

[332]

8 de marzo de 1882

[Al margen: Agencia Confidencial] N° 55

Al mismo. [Ministro de Relaciones Exteriores]

Remitimos a V. S. varios recortes de diarios de los Estados Unidos de América, que ha enviado para el despacho de V. S. nuestro ministro en aquella República. Dios guarde a V. S.

[333]

14 de marzo de 1882

[Al margen: Agencia Confidencial] N° 56

Al mismo. [Ministro de Relaciones Exteriores]

Nos es grato remitir a V. S., adjunto a este oficio, un recorte de un diario de Estados Unidos, que contiene la importante correspondencia cambiada entre el ex secretario Mr. Blaine y el H. L. P. Morton, ministro de Estados Unidos en Francia,

327 El Estado en la sombra. El Perú durante la ocupación chilena así como la traducción de dicha correspondencia, a fin de que pueda publicarse en los diarios de esa ciudad. También enviamos a V. S. otro recorte del diario La Situación, en que se con- signan el protocolo firmado en Santiago por los señores Balmaceda y Trescot, y las notas últimamente cambiadas entre ambos, sobre las condiciones propuestas por el gobierno de Chile para la celebración de la paz con el Perú.

[334]

15 de marzo de 1882

[Al margen: Agencia Confidencial] N° 57 Señor Doctor Don Manuel M. del Valle, Enviado Extraordinario y Ministro Plenipotenciario en Bolivia.

Según los partes publicados en El Registro Oficialde Ayacucho, el 22 de febrero último tuvo lugar una función de armas entre las fuerzas comandadas por el general Cáceres y las que obedecían al coronel Panizo; la que dio por resultado la toma de aquella ciudad, habiendo sido hecho prisionero el mencionado coronel Panizo, así como los de igual clase Bonifaz, Mas y Vargas, quienes quedaban sometidos a un consejo de guerra. Próximamente remitiremos a V. S. un ejemplar del enunciado Registro, no verificándolo, desde luego, por haber sido necesario enviar al Supremo Gobierno el único número que llegó a poder de esta Agencia Confidencial. Adjunto hallará V. S. un recorte del diario La Situación, en que se consignan el protocolo firmado en Santiago por los señores Balmaceda y Trescot, y las notas últi- mamente cambiadas entre ambos, sobre las condiciones propuestas por el gobierno de Chile para la celebración de la paz con el Perú. Enviamos, igualmente, a V. S. otro recorte del mismo diario, que contiene un acuerdo del «Comité Directivo» que, según avisamos a V. S., en oficio de 24 de febrero próximo pasado, organizaron en esta capital don Nicolás de Piérola y otros ciudadanos. Dios guarde a V. S.

328 Parte II. Libros copiadores. Libro copiador B

[335]

18 de marzo de 1882

[Al margen: Agencia Confidencial] N° 58 Al mismo.

Hasta la fecha no hemos recibido de V. S. contestación oficial a las diferentes notas que le hemos dirigido, en uso de las facultades que el Supremo Gobierno nos tiene conferidas; y como la correspondencia que V. S. sostenga con nosotros debe elevarse al conocimiento de los respectivos ministerios, es indispensable que revista el carácter oficial, no obstante las indicaciones que V. S. creyese conveniente hacernos de una manera particular o privada. Llamamos, pues, la atención de V. S. sobre este punto, a fin de que en adelante pueda subsanar la omisión que dejamos indicada. Nos es satisfactorio participar a V. S. que Su Excelencia el Vice-Presidente, con su ministerio y parte de las fuerzas del Ejército del norte, llegó a Yungay el 3 del que rige; debiendo encontrarse, a la fecha, instalado el Gobierno Supremo en la ciudad de Huaraz, de lo que aún no se tiene en esta Agencia noticia oficial. Debemos, también, hacer presente a V. S. que en el norte de la República no ha ocurrido novedad alguna. Se sabe sí que la epidemia de fiebre amarilla continúa grasando en algunos puntos de esa sección del territorio, principalmente en los lugares ocupados por fuerzas chilenas. Dios guarde a V. S.

[336]

23 de marzo de 1882

[Al margen: Agencia Confidencial] N° 59 Señor Ministro de Relaciones Exteriores.

De regreso a esta capital el Delegado Apostólico, Monseñor Mocenni, en tránsito para Chile, por donde se dirige al Brasil a representar a la Santa Sede en esa corte, tuvo una conferencia con nosotros en que nos manifestó la necesidad que había de proveer inmediatamente las diócesis vacantes; encareciéndonos los graves inconve- nientes que resultaban de la prolongada viudedad de esas iglesias, privadas tanto tiempo de sus obispos, e instando para que el gobierno procediese, desde luego, a presentar a la Santa Sede a los sacerdotes que debieran ocupar las sillas de Cuzco,

329 El Estado en la sombra. El Perú durante la ocupación chilena

Puno y Trujillo; y aun dejó comprender Monseñor Mocenni que el retardo en la provisión de esos obispados, haría perder al gobierno el derecho de presentación, poniendo al Santo Padre en el caso de hacer el nombramiento directamente. Reconociendo, y deplorando con Monseñor Mocenni, los males que experimen- tan las iglesias cuando están privadas mucho tiempo de sus pastores, le manifestamos que las circunstancias especialísimas en que se encuentra hoy el Perú, con motivo de la prolongada y desastrosa guerra que ha sostenido, y las dificultades en que, por con- secuencia de ella, ha estado el Gobierno Constitucional, explican satisfactoriamente y excusan la demora en la provisión de los Obispados vacantes; que por otra parte están atendidos, conforme al Derecho Canónico, por los Cabildos Diocesanos: que aunque el Vice-Presidente, encargado del Poder Ejecutivo, abunda en estos mismos sentimientos, y desea vivamente poner término a la viudedad de esas iglesias, carece de facultad para aplicar un pronto remedio, pues su atribución se limita a proponer al Congreso tres sacerdotes con el objeto de que de ellos elija uno, y este es el que presenta el Ejecutivo a la Santa Sede para que expida las Bulas de institución, según lo prescribe la ley de 19 de octubre de 1864: que el olvido de esta ley dio lugar en otro tiempo a la ruidosa cuestión del arzobispado de esta Metrópoli, que la prudencia y sagacidad del Santo Padre Pío 9º resolvió de la manera que es notorio, reconociendo la infracción que de la ley citada se hizo al presentar para Arzobispo al Ilustrísimo señor Valle18: que el curso que llevan los acontecimientos políticos y la uniformidad con que los pueblos se han agrupado en torno del Gobierno Constitucional, hacen esperar que muy pronto pueda reunirse el Congreso, y entonces podrá Su Excelencia

18 Monseñor Manuel Teodoro del Valle Seoane (Jauja, 1813-Lima, 1888). Se formó como sacerdote en España, y regresó al Perú en 1839. Tras pasar por varios curatos y parroquias, fue nombrado secretario de cámara del arzobispo Luna Pizarro, función que desempeñó entre 1851 y 1855. Fue nombrado obispo de Huánuco en 1865, y allí fundó el Seminario de San Teodoro. En 1872 fue propuesto para el arzobispado de Lima, pero su candidatura fue muy criticada por sectores liberales vinculados al régimen de Manuel Pardo, los cuales alegaron, además, que el gobierno anterior no había seguido los corres- pondientes procedimientos para su propuesta. Ante ello, Del Valle renunció. Fue nombrado arzobispo titular de Berito y administrador apostólico de Huánuco (Tauro, 2001, 17, p. 2689). Durante la guerra con Chile, Del Valle fue enérgico en la defensa de la causa peruana. Publicó una carta pastoral en la que manifestó, entre otras cosas, lo siguiente: «Salgamos a pelear para conservar la dignidad de nuestro país y la de cada uno de nosotros, personalmente: hagamos un esfuerzo, el Dios de los ejércitos estará con nosotros. Emprendamos, pues, esta guerra con celo, con entusiasmo y sin retroceder hasta conseguir una paz honrosa» (Castro, 1982, p. 34). Durante la guerra, monseñor Del Valle permaneció en la sierra central y apoyó la resistencia frente a la ocupación chilena. Se sabe, por ejemplo, que la información que brindó a la resistencia fue muy importante para el logro de la victoria sobre el ejército chileno el 9 de junio de 1882 en Concepción. Sin embargo, a mediados de 1883, fue acusado por Luis Milón Duarte —quien ya colaboraba con los chilenos— de apoyar a los guerrilleros. Del Valle se recluyó en el convento de Ocopa, pero fue detenido por los chilenos y trasladado a Lima (Manrique, 1980, p. 11).

330 Parte II. Libros copiadores. Libro copiador B el Vice-Presidente elevar las ternas para que proceda a la elección de los obispos a fin de hacer la presentación a la Santa Sede; sobre lo que instó nuevamente Monseñor Mocenni, expresándonos que lo hacía en nombre y por encargo del Santo Padre. Monseñor Mocenni parece haber quedado persuadido de las reflexiones alega- das, que transmitirá, sin duda, a Su Santidad; y aunque en ningún caso puede la Santa Sede considerar caduco el derecho del Gobierno para presentar sacerdotes para las Diócesis vacantes, cualquiera que sea el tiempo que haya transcurrido, atendida la imposibilidad en que ha estado de ejercer ese derecho; creemos indispensable poner en conocimiento de V. S. lo ocurrido con el propósito de que llegue a noticia de Su Excelencia el Vice-Presidente, a fin de que se sirva acordar con el señor ministro del Culto la formación de las respectivas ternas, para remitirlas al Cuerpo Legislativo tan luego como se verifique su instalación, que es lo único que es dable, por ahora, ejecutar al Supremo Gobierno conforme a las leyes de la República. Dios guarde a V. S.

[337]

23 de marzo de 1882

[Al margen: Agencia Confidencial] N° 60 Señor Ministro de Relaciones Exteriores.

Tenemos la honra de remitir a V. S., en copia, el oficio del enviado extraordinario y ministro plenipotenciario del Perú en Bolivia, y el memorándum de la conferencia que celebró con el ministro de Relaciones Exteriores de aquella República a que se refiere en dicha comunicación, a fin de que se digne V. S. dar cuenta de esos importantes documentos a Su Excelencia el Vice-Presidente, encargado del Poder Ejecutivo; debiendo advertir a V. S. que los originales de ellas quedan en esta Agencia Confidencial, a fin de librarlos de cualquier extravío19. Dios guarde a V. S.

19 El oficio y el memorándum mencionados se encuentran en el Archivo del Ministerio de Relaciones Exteriores (ACMRE, 7-13, caja 282, carpeta 18, 23.3.1882).

331 El Estado en la sombra. El Perú durante la ocupación chilena

[338]

23 de marzo de 1882

[Al margen: Agencia Confidencial] N° 61 Señor Doctor Don Manuel M. del Valle, Enviado Extraordinario y Ministro Plenipotenciario del Perú en Bolivia.

Nos hemos enterado, con satisfacción, del oficio de V. S., N° 26, correspondiente al 27 de febrero último en que se sirve suministrarnos los informes que tuvimos a bien pedir a V. S. acerca de la supresión de los impuestos establecidos por las auto- ridades de Puno a algunos artículos de producción boliviana; y sobre lo ocurrido con respecto a los quintos de sol [sic] de aquella República. Habiendo V. S. dado ya cuenta al Supremo Gobierno de sus procedimientos con relación a ambos puntos, nos toca solo aplaudir el celo manifestado por V. S. en el particular, y no dudamos que Su Excelencia el Vice-Presidente hará la debida justicia a sus actos20. Con este motivo, cúmplenos llamar la atención de V. S. hacia la necesidad en que se halla esta Delegación de tener conocimiento de los productos que hasta la fecha se hayan obtenido de los derechos de internación de artículos, por la parte que corres- ponde al Perú, conforme al tratado de Aduanas ajustado con aquella República. Este dato es de suma importancia para trasmitirlo al Supremo Gobierno; y en tal virtud, esperamos del interés y diligencia que V. S. tiene acreditados por el buen servicio público, que se dignará hacer formar la liquidación de esas entradas y remitírnosla a la posible brevedad. No terminaremos este oficio sin poner en conocimiento de V. S., que en el vapor que zarpó ayer del Callao para Panamá, se embarcaron, con dirección a Europa, don Nicolás de Piérola y familia. Dios guarde a V. S.

20 El 30 de marzo de 1882, el ministro de Relaciones Exteriores del gobierno provisorio, Juan Manuel Arbayza, felicitó a Del Valle por haber suprimido el cobro de impuestos que había establecido la muni- cipalidad de Puno, dado que iba en contra del tratado de comercio y aduanas firmado con Bolivia (ACMRE, CC149, 1881-1882, 30.3.1882, f. 69).

332 Parte II. Libros copiadores. Libro copiador B

[339]

24 de marzo de 1882

[Al margen: Agencia Confidencial] N° 62

Al mismo. [Señor Doctor Don Manuel M. del Valle, Enviado Extraordinario y Ministro Plenipotenciario del Perú en Bolivia]

Hemos recibido el oficio reservado N° 2, fecha 16 de febrero último, que V. S. dirige al señor ministro de Relaciones Exteriores, y el memorándum de su referen- cia, cuyos importantes documentos remitimos ayer en copia, al Supremo Gobierno, dejando en el archivo de esta Agencia Confidencial los originales, para evitar su pér- dida, caso de que fuera interceptada nuestra correspondencia. Dios guarde a V. S.

[340]

24 de marzo de 1882

[Al margen: Agencia Confidencial] N° 63

Al mismo. [Señor Doctor Don Manuel M. del Valle, Enviado Extraordinario y Ministro Plenipotenciario del Perú en Bolivia]

Acusamos a V. S. recibo de su estimable oficio, reservado, N° 4, fecha 27 de febrero último, en que se sirve participarnos que el gobierno de Bolivia, con la más estricta reserva, ha comunicado a V. S. quiénes son las personas designadas para que, como plenipotenciarios, concurran, con los que nombre el Perú, a las conferencias y negociaciones que se iniciaren para la celebración de la paz con Chile. Dios guarde a V. S.

[341]

24 de marzo de 1882

[Al margen: Agencia Confidencial] N° 64

Al mismo. [Señor Doctor Don Manuel M. del Valle, Enviado Extraordinario y Ministro Plenipotenciario del Perú en Bolivia]

Nos es satisfactorio participar a V. S. que hemos remitido al respectivo despacho los oficios que V. S. adjunta en copia a su estimable comunicación de 2 del actual,

333 El Estado en la sombra. El Perú durante la ocupación chilena signada con el número 28 de los cuales uno de ellos es la contestación dada por el señor ministro de Relaciones Exteriores de esa República al de igual ramo de la del Perú; y el otro, el que V. S. tuvo a bien dirigir al mencionado funcionario, acompa- ñando el que motiva dicha respuesta. Dios guarde a V. S.

[342]

24 de marzo de 1882

[Al margen: Agencia Confidencial] N° 65

Al mismo. [Señor Doctor Don Manuel M. del Valle, Enviado Extraordinario y Ministro Plenipotenciario del Perú en Bolivia]

Las comunicaciones de esa legación, signadas con los números 9, 10, 11 y 12 para el señor ministro de Relaciones Exteriores y la carta oficial que V. S. dirige a Su Excelencia el Vice-Presidente, las hemos remitido ayer a su destino. Nos es grato decirlo a V. S. en contestación a su apreciable oficio N° 29 de 2 de los corrientes. Dios guarde V. S.

[343]

23 de marzo de 1882 [sic]

[Al margen: Agencia Confidencial] N° 66 y 67 A los señores Rosas y Elmore.

Según los partes publicados en el Registro Oficial de Ayacucho, el 22 de febrero último tuvo lugar una función de armas, entre las fuerzas comandadas por el General Cáceres y las que obedecían al Coronel Panizo, la que dio por resultado la toma de aquella ciudad, habiendo sido hecho prisionero el mencionado Coronel Panizo, así como los de igual clase Bonifaz, Mas y Vargas, quienes quedaban sometidos a un Consejo de Guerra. Próximamente remitiremos a V. S. un ejemplar del enunciado Registro, no verificándolo, desde luego, por haber sido necesario enviar al Supremo Gobierno el único número que llegó a poder de esta Agencia Confidencial.

334 Parte II. Libros copiadores. Libro copiador B

Adjunto hallará V. S. un recorte del diario La Situación, en que se consignan el protocolo firmado en Santiago, por los señores Balmaceda y Trescot, y las notas últi- mamente cambiadas entre ambos sobre las condiciones propuestas por el gobierno de Chile para la celebración de la paz con el Perú. Enviamos, igualmente, a V. S. otro recorte del mismo diario, que contiene un acuerdo del «Comité Directivo», que, según avisamos a V. S., en oficio de 22 de febrero próximo pasado, organizaron en esta capital don Nicolás de Piérola y otros ciudadanos. Finalmente, incluimos, para conocimiento de V. S., un ejemplar del suplemento al Comercio, en que están publicadas las notas que se cambiaron entre el Ministro de los Estados Unidos en París, y el ex secretario de Relaciones Exteriores de aquella República Mr. Blaine, sobre las exigencias de Chile y las importantes declaraciones hechas a este respecto por el gobierno de Francia. Nos es satisfactorio participar a V. S. que Su Excelencia el Vice-Presidente, con su Ministerio y parte de las fuerzas del Ejército del Norte, llegó a Yungay el 3 del que rige, debiendo encontrarse a la fecha instalado el Gobierno Supremo en la ciudad de Huaraz, de lo que aún no tenemos noticia oficial. El orden constitucional no ha sufrido alteración alguna en todos los departa- mentos de la República. Solo ha ocurrido la separación del Coronel don José de la Torre de la Jefatura Superior, Política y Militar de los del Sur, medida adoptada por el Comisionado Especial del gobierno en aquella parte del territorio, Capitán de Navío don Camilo N. Carrillo, por graves motivos que ponían en peligro la tranquilidad de esos pueblos; habiendo asumido dicho cargo el indicado señor Carrillo. Esta medida ha sido acatada y recibida con aplauso por el Ejército y por los departamentos de Puno y Arequipa como indispensable para asegurar el régimen legal. Por tales razones hemos aprobado el procedimiento del referido Comisionado especial, a la vez que dado cuenta de él a Su Excelencia el Vice-Presidente, quien no dudamos se dignará prestarle igual aprobación. No terminaremos este oficio, sin comunicar a V. S. que en el vapor que sale hoy del Callao para Panamá, se embarcan, con dirección a Europa, don Nicolás de ­Piérola y familia. Dios guarde a V. S.

335 El Estado en la sombra. El Perú durante la ocupación chilena

[344]

28 de marzo de 1882

[Al margen: Agencia Confidencial] N° 68, 69 y 70 Señores Valle, Rosas y Elmore.

El día de ayer, a las ocho y cuarto de la mañana, dejó de existir, repentinamente, en esta capital, y a consecuencia, según se asegura, de un ataque al corazón, el emi- nente estadista americano, General S. A. Hurlbut, Ministro de los Estados Unidos en el Perú. Tan grande como inesperada desgracia, ocurrida en los momentos más difíciles para nuestro país, y cuando aquel digno funcionario iba a prestarle muy eficaces ser- vicios en la gran República, ha causado la más honda y dolorosa sensación en nuestra sociedad. Ante este funesto acontecimiento, cuya significación y consecuencias no se ocul- tarán a la penetración de V. S., hemos creído de nuestro deber apresurarnos a ponerlo en su noticia, tanto porque así lo requiere la magnitud de él cuanto porque también lo exige la grata memoria que todos debemos al ilustre diplomático que tan notorios y reiterados testimonios nos ha dado de su amor al Perú y de su viva decisión de mantener a todo trance nuestra integridad territorial. Adjuntos hallará V. S., recortes de los diarios El Comercio y La Situación, referen- tes al fatal suceso que lamentamos. Dios guarde a V. S.

[345]

28 de marzo de 1882

[Al margen: Agencia Confidencial] N° 71 Señor Ministro de Relaciones Exteriores.

(Aquí la nota anterior) Dígnese V. S. dar cuenta del contenido de este oficio a Su Excelencia el Vice- Presidente de la República, encargado del Poder Ejecutivo. Dios guarde a V. S.

336 Parte II. Libros copiadores. Libro copiador B

[346]

31 de marzo de 1882

[Al margen: Agencia Confidencial] N° 72

Al mismo. [Señor Ministro de Relaciones Exteriores]

Tenemos la honra de acusar recibo a V. S. de su apreciable oficio de 17 del actual, con el que se sirve remitirnos la circular al Cuerpo Diplomático extranjero residente en Lima, participando haber resuelto el Supremo Gobierno fijar, por ahora, su residencia en Huaraz. Esta Agencia Confidencial cumplirá con hacer llegar a las respectivas legaciones la enunciada circular21. Dios guarde a V. S.

[347]

31 de marzo de 1882

[Al margen: Agencia Confidencial] N° 73 Señor Doctor Don Manuel María del Valle, Enviado Extraordinario y Ministro Plenipotenciario del Perú en Bolivia.

El señor ministro de Relaciones Exteriores, en oficio del 23 del mes en curso, nos dice lo que sigue: «Por decreto de esta fecha, Su Excelencia el Presidente, ha tenido a bien nombrar al Doctor Don Guillermo A. Seoane, secretario de primera clase con destino a la Legación acreditada en Bolivia, disponiendo al mismo tiempo que vuestras señorías entreguen al nombrado las cantidades que conforme al reglamento le corresponden». Nos es grato transcribirle a V. S. para su conocimiento y demás efectos, debiendo advertirle que esta Agencia entregó al señor Seoane, antes de su partida, la suma de un mil soles plata en bonos de Aduana. Dios guarde a V. S.

21 En efecto, el 17 de marzo de 1882 el secretario general de Estado envió una circular al Cuerpo Diplo- mático extranjero en la que anunciaba que la residencia oficial del gobierno se trasladaba a la ciudad de Huaraz (ACMRE, CC149, 1881-1882, 17.3.1882, ff. 30v-31).

337 El Estado en la sombra. El Perú durante la ocupación chilena

[348]

31 de marzo de 1882

[Al margen: Agencia Confidencial] N° 74 Señor Doctor Don Guillermo A. Seoane.

(Los dos primeros párrafos de la nota anterior) Que transcribimos a V. S. para su conocimiento y fines consiguientes. Dios guarde a V. S.

[349]

31 de marzo de 1882

[Al margen: Agencia Confidencial] N° 75 Señor Ministro de Relaciones Exteriores.

Hemos trascrito al Ministro del Perú en Bolivia el oficio de V. S. de 23 de los corrientes, en que se sirve comunicarnos que por decreto de esa fecha Su Excelencia el Presidente nombró al Doctor Don Guillermo A. Seoane, Secretario de primera clase de nuestra Legación en aquella República. En cuanto a las cantidades que deben entregarse al nombrado, conforme al reglamento de la materia y según lo indica V. S. en su mencionado oficio, debemos decirle, que esta Agencia Confidencial se había anticipado a dar al referido secretario, al partir para su destino, la suma de un mil soles plata en bonos de Aduana. Dios guarde a V. S.

[350]

1 de abril de 1882

[Al margen: Agencia Confidencial] N° 76

Al mismo. [Señor Ministro de Relaciones Exteriores]

En la noche del 28 del próximo pasado, llegó al Callao, en la Lackawanna, Mr. Trescot, Comisionado Especial del Gobierno de los Estados Unidos de América.

338 Parte II. Libros copiadores. Libro copiador B

Al día siguiente tuvimos con él una conferencia, de la que damos cuenta, en clave, al Supremo Gobierno. Dentro de ocho días emprenderá viaje a Huaraz dicho comisionado, con el objeto de presentar sus credenciales a Su Excelencia el Vice-Presidente; y nos apresuramos a comunicarlo a V. S., a fin de que pueda disponerse lo conveniente para la recepción del mencionado diplomático, cual corresponde a la alta e importante misión de que está encargado. Hoy hemos sabido por pasajeros venidos de Arequipa, que Mr. Blaine, que zarpó de Valparaíso en la Alaska y desembarcó en Mollendo, quedaba en Puno, en confe- rencia con Mr. Adams, ministro de los Estados Unidos en Bolivia. Dios guarde a V. S.

[351]

1 de abril de 1882

[Al margen: Agencia Confidencial] N° 77

Al mismo. [Señor Ministro de Relaciones Exteriores]

Para conocimiento del Supremo Gobierno, tenemos la honra de remitir a V. S. los adjuntos recortes del diario El Comercio, en que se describe la ceremonia que tuvo lugar para la traslación de los restos del señor General Hurlbut a Villegas. Dios guarde a V. S.

[352]

3 de abril de 1882

[Al margen: Agencia Confidencial] N° 78 Señor Doctor Don Manuel María del Valle, Enviado Extraordinario y Ministro Plenipotenciario del Perú en Bolivia.

En la noche del 28 de marzo último, llegó al Callao, en la Lackawanna, Mr. ­Trescot, comisionado especial del gobierno de los Estados Unidos de América, quien partirá dentro de seis días a la ciudad de Huaraz, a presentar sus credenciales a Su Excelencia el Vice-Presidente, que se halla en aquel punto, con su Ministerio y parte del Ejército del Norte, según aviso oficial dado a esta Agencia, el 17 de dicho mes. Dios guarde a V. S.

339 El Estado en la sombra. El Perú durante la ocupación chilena

[353]

3 de abril de 1882

[Al margen: Agencia Confidencial] N° 79

Al mismo. [Señor Doctor Don Manuel María del Valle, Enviado Extraordinario y Ministro Plenipotenciario del Perú en Bolivia]

Remitimos a V. S. unos recortes del diario El Comercio, en que se hace la descrip- ción del ceremonial que tuvo lugar el 29 del pasado, para la traslación de los restos del General S. A. Hurlbut a Villegas. Dios guarde a V. S.

[354]

4 de abril de 1882

[Al margen: Agencia Confidencial] N° 80 Señor Ministro de Relaciones Exteriores.

Tenemos la honra de participar a V. S. que hemos recibido el paquete de comu- nicaciones que dirige V. S. a nuestro ministro en Bolivia, entre las que se encuentra la respuesta dada al referido agente diplomático sobre el memorándum22 que firmó con el Ministro de Relaciones Exteriores de aquella República; siéndonos satisfac- torio decir a V. S. que próximamente remitiremos la enunciada correspondencia al lugar de su destino. Dios guarde a V. S.

22 Este memorándum se encuentra en ACMRE, 7-13, caja 282, carpeta 18, 1882, ff. 33-45.

340 Parte II. Libros copiadores. Libro copiador B

[355]

5 de abril de 1882

[Al margen: Agencia Confidencial] N° 81 Señor Doctor Don Francisco Rosas, Enviado Extraordinario y Ministro Plenipotenciario del Perú en Francia.

El 29 del próximo pasado, se verificó la traslación, a la hacienda de Villegas, de los restos del General S. A. Hurlbut, conforme al ceremonial que se describe en el adjunto recorte del diario El Comercio. En la noche del 28 del citado mes, llegó al Callao, en la Lackawanna, Mr. Trescot comisionado especial del gobierno de los Estados Unidos de América, quien partirá dentro de cuatro días a la ciudad de Huaraz a presentar sus credenciales a Su Exce- lencia el Vice-Presidente, que se halla en aquel punto, con su ministerio y parte del Ejército del Norte, según aviso especial dado a esta Agencia el 17 del enunciado marzo último. Nos es grato remitir a V. S. un paquete que contiene los plenos poderes e ins- trucciones que se le han expedido por el ministerio de Hacienda, como Agente Financiero del Perú en Europa, nombramiento que el Supremo Gobierno ha tenido a bien hacer en favor de V. S. Debemos participar a V. S., que en el vapor que zarpó del Callao el 1° del que rige, pasamos al respectivo ministerio copia del memorándum que acompañó V. S. a su oficio de 15 de febrero del presente año, número 2, relativo a la demanda inter- puesta por el antecesor de V. S., señor Sanz, contra una fuerte casa de Hamburgo para el recobro de una suma considerable defraudada al fisco; recomendándole, muy particularmente, se otorgue a V. S. el poder ad hoc y bien legalizado que solicita, a fin de evitar toda objeción de parte de la casa mencionada, así como también su inmediato envío, para pasarlo a manos de V. S. a la mayor brevedad. Dios guarde a V. S.

341 El Estado en la sombra. El Perú durante la ocupación chilena

[356]

5 de abril de 1882

[Al margen: Agencia Confidencial] N° 82 Señor Doctor Don J. Federico Elmore, Ministro Residente del Perú en los Estados Unidos de América.

(Los dos primeros párrafos de la nota anterior).

[357]

10 de abril de 1882

[Al margen: Agencia Confidencial] N° 83 Señor Doctor Don M. M. del Valle, Ministro del Perú en Bolivia.

Se han recibido en esta Agencia Confidencial las notas que remite V. S. para el Supremo Gobierno, signadas con los números 17, 1823, 19, 20 y 21, así como también las cinco notas reservadas que llevan los números 5, 6, 724, 8 y 9; cuyas comunicaciones adjunta V. S. a su oficio de 1° de los corrientes, y las que enviaremos en primera oportunidad al respectivo despacho. En cuanto a la resolución que solicita V. S. sobre los puntos urgentes conteni- dos en las mencionadas notas, nos es grato decirle: que debiendo marchar uno de nosotros, el día de mañana, a la ciudad de Huaraz, acompañando a Mr. ­Trescot,

23 Mediante carta del 19 de abril de 1882, dirigida a Del Valle, el ministro Arbayza acusa recibo de la nota N° 18, por la cual el ministro peruano en Bolivia comunicaba la designación de Carlos ­Sologuren como agente financiero del Perú en ese país. Igualmente, informa que el nombramiento ha sido apro- bado por el Ministerio de Relaciones Exteriores (ACMRE, CC149, 1881-1882, 19.4.1882, N° 19, f. 70v). 24 El 19 de abril de 1882, el ministro Arbayza contestó la nota reservada N° 7 del ministro Del Valle, del 31 de marzo de 1882: «Recibido en este Despacho el oficio reservado de V. S. fecha 31 de marzo último, N° 7, en el cual avisa V. S. la llegada de parte del armamento que teníamos en la República Argentina y manifiesta la necesidad de fondos para atender a los gastos de conducción del resto de dicho armamento, me he apresurado a transcribirlo a los señores Ministros de Guerra y Hacienda a fin de que acuerden lo conveniente en la parte que les respecta, cuyo resultado me será grato comunicar a V. S. en su oportunidad» (ACMRE, CC149, 1881-1882, 19.4.1882, f. 70). Al parecer, el mencionado armamento fue trasladado a Arequipa (ACMRE, CC149, 1881-1882, 20.6.1882, N° 28, f. 72v).

342 Parte II. Libros copiadores. Libro copiador B comisionado especial del gobierno de los Estados Unidos de América, creemos ­conveniente reservar al Supremo Gobierno la resolución indicada, que cuidaremos de trasmitir a V. S. tan luego como sea puesta en nuestro conocimiento. Dios guarde a V. S.

[358]

10 de abril de 1882

[Al margen: Agencia Confidencial] N° 84 Señor Ministro de Relaciones Exteriores.

Tenemos la honra de remitir a V. S. las adjuntas notas, números 17, 18, 19, 20 y 21, así como también las notas reservadas, números 5, 6, 7, 8 y 9 que el enviado extraordinario y ministro plenipotenciario de la República en Bolivia dirige a ese despacho; debiendo recomendar a V. S., por encargo especial de dicho funcionario, se sirva recabar de Su Excelencia el Vice-Presidente la más pronta resolución de los puntos urgentes contenidos en las mencionadas comunicaciones. Dios guarde a V. S.

[359]

11 de abril de 1882

[Al margen: Agencia Confidencial] N° 85

Al mismo. [Señor Ministro de Relaciones Exteriores]

Adjunta, tenemos el honor de pasar a manos de V. S. las respuestas dadas por las Legaciones del Salvador, la República Argentina, Francia, Inglaterra, España e Italia a la circular de ese ministerio, en que les participó haber fijado, por ahora, su residencia, el Supremo Gobierno, en la ciudad de Huaraz; remitiéndolas apertorias, por haber creído conveniente dejar en esta Agencia Confidencial copia de dichas comunicaciones, en previsión de un posible extravío de los originales. Dios guarde a V. S.

343 El Estado en la sombra. El Perú durante la ocupación chilena

[360]

12 de abril de 1882

[Al margen: Agencia Confidencial] N° 86

Al mismo. [Señor Ministro de Relaciones Exteriores]

Nos es satisfactorio remitir a V. S., adjunto a este oficio, el despacho que dirige a ese ministerio el cónsul general de los Estados Unidos de Colombia en el Perú, participando al Supremo Gobierno haber nombrado cónsul provisional de dicha República en esta ciudad, a Don Vicente Holguín y acompañando las respectivas letras patentes, para que Su Excelencia el Vice-Presidente se sirva expedir el ­exequatur que corresponde. Debemos advertir a V. S. que el enunciado despacho va apertorio, por haber sido preciso sacar una copia de los citados documentos, que conservaremos en esta Agen- cia Confidencial, para el caso de que los originales pudieran extraviarse. Dios guarde a V. S.

[361]

12 de abril de 1882

[Al margen: Agencia Confidencial] N° 87 Señor Doctor Don J. Federico Elmore, Ministro Residente del Perú en los Estados Unidos.

El día de mañana, emprenderá su anunciado viaje a Huaraz, Mr. Trescot, comisionado especial del gobierno de los Estados Unidos de América, a quien acom- pañarán, uno de los Agentes Confidenciales que suscriben, y los señores Doctor Don José Antonio García y García, Doctor Don Ramón Ribeyro y Don César Canevaro. Oportunamente pondremos en conocimiento de V. S. el resultado de la misión del referido comisionado cerca de Su Excelencia el Vice-Presidente de la República. Dios guarde a V. S.

344 Parte II. Libros copiadores. Libro copiador B

[362]

12 de abril de 1882

[Al margen: Agencia Confidencial] N° 88 Señor Doctor Don Francisco Rosas, Enviado Extraordinario y Ministro Plenipotenciario del Perú en Francia.

Se ha recibido en esta Agencia Confidencial la importante comunicación de V. S. fecha 1° de marzo último, N° 3, junto con las copias de los telegramas de su referencia.­ Respecto de la medida que V. S. indica como necesaria para obligar al señor Sanz a presentar sus cartas de retiro, debiendo marchar, el día de mañana, uno de los Agentes Confidenciales que suscriben a la ciudad de Huaraz, junto con los señores Doctor Don José Antonio García y García, Doctor Don Ramón Ribeyro y Don César Canevaro, acompañando a Mr. Trescot, comisionado especial de los Estados Unidos de América; creemos conveniente que dicho agente informe a Su Excelencia el Vice-Presidente de la República de cuanto V. S. expone sobre el particular, y reca- bar de él la resolución que corresponda; la que cuidaremos de trasmitir a V. S. a la posible brevedad. Igualmente nos será grato participar a V. S., en su oportunidad, el resultado de la misión de Mr. Trescot, cerca de Su Excelencia el Vice-Presidente, encargado del Poder Ejecutivo. Dios guarde a V. S.

[363]

12 de abril de 1882

[Al margen: Agencia Confidencial] N° 89

Al mismo. [Señor Doctor Don Francisco Rosas, Enviado Extraordinario y Ministro Plenipotenciario del Perú en Francia]

Nos es satisfactorio acompañar a V. S. la nota que le dirige el señor ministro de Hacienda y Comercio, con motivo de la remisión que le hicimos del memorándum que V. S. tuvo a bien pasarnos sobre el curso que ha seguido la demanda interpuesta contra una casa fuerte de Hamburgo por fraudes en el negociado del guano; a conse- cuencia de lo que el Supremo Gobierno se ha servido expedir a V. S. el pleno poder que también le enviamos adjunto para los efectos que corresponden. Dios guarde a V. S.

345 El Estado en la sombra. El Perú durante la ocupación chilena

[364]

14 de abril de 1882

[Al margen: Agencia Confidencial] N° 90 Señor Doctor Don Manuel M. del Valle, Enviado Extraordinario y Ministro Plenipotenciario del Perú en Bolivia.

Como anunció a V. S. esta Agencia Confidencial, en su último oficio, la marcha de Mr. Trescot a Huaraz se realizará el día de mañana; habiendo zarpado ayer, en el vapor de carrera y con la misma dirección, los señores don Carlos Elías, Agente Confidencial del Supremo Gobierno en Lima, doctor don Ramón Ribeyro y don César Canevaro. El doctor don José Antonio García y García, que también debió partir junto con estos señores y que no pudo verificar su viaje, a causa de una ligera indisposición, lo emprenderá con Mr. Trescot. Oportunamente comunicaré a V. S. el resultado de la misión del comisionado especial del gobierno de los Estados Unidos de América, cerca de Su Excelencia el Vice-Presidente de la República, encargado del mando supremo. Dios guarde a V. S.

[365]

19 de abril de 1882

[Al margen: Agencia Confidencial] N° 91 Señor Doctor Don Francisco Rosas, Enviado Extraordinario y Ministro Plenipotenciario en Francia.

Se ha recibido en esta Agencia Confidencial, el 17 del mes en curso, la comu- nicación de V. S. N° 5, de 16 de marzo último, así como las copias de la carta del señor Sanz y de dos oficios de V. S. relativos a la entrega de las legaciones de Francia e Inglaterra, las que trasmitiré por el vapor de mañana al conocimiento del Supremo Gobierno. Remito a V. S. un ejemplar de El Peruano N° 10, que se ocupa del sensible falle- cimiento de Mr. Hurlbut y de la traslación de sus restos a la hacienda de Villegas. Dios guarde a V. S.

346 Parte II. Libros copiadores. Libro copiador B

[366]

19 de abril de 1882

[Al margen: Agencia Confidencial] N° 92 Señor Ministro de Relaciones Exteriores.

Tengo el honor de remitir a V. S., para conocimiento de Su Excelencia el Vice- Presidente, copias del oficio que ha dirigido a esta Agencia Confidencial, con fecha 16 de marzo último, bajo el N° 5 el ministro plenipotenciario de la República en Francia, doctor don Francisco Rosas, y de los anexos a que se refiere en dicha comunicación25. Dios guarde a V. S.

[367]

19 de abril de 1882

[Al margen: Agencia Confidencial] N° 93 Señor Ministro de Relaciones Exteriores.

Tengo la honra de remitir a V. S. las dos adjuntas comunicaciones que nuestro ministro en Washington dirige a ese despacho, las mismas que han llegado apertorias a esta Agencia Confidencial por conducto del Consulado de los Estados Unidos en Lima. Encontrándose entre esas comunicaciones los telegramas que en clave dirige el señor Elmore y la correspondencia del mismo Agente Diplomático con el Secretario de Estado, Mr. Frelinghuysen, he creído conveniente hacer descifrar los primeros y traducir la segunda, para el más fácil conocimiento de su contenido; siéndome satis- factorio incluir dichas versiones. Dios guarde a V. S.

25 El original de esta carta de los agentes confidenciales, así como las mencionadas copias del oficio enviado por Rosas y de los anexos —referidos a la resistencia de Toribio Sanz a dejar la legación en Francia— se conservan en el Archivo del Ministerio de Relaciones Exteriores (ACMRE, 7-13, caja 282, carpeta 18, 1882, 19.4.1882, ff. 56-65). En esos anexos aparece una carta de Rosas a Sanz, del 3 de marzo de 1882, en la que le indica, entre otras cosas, lo siguiente: «Las razones en que se funda V. S. para negar a las cartas de retiro, enviadas por el señor García Calderón, el valor que realmente tienen, no son admisibles. Ningún ciudadano puede invocar contra la legalidad de los actos de su gobierno, el hecho de que no haya sido reconocido por los gobiernos extranjeros. Si tal argumento pudiera emplearse, la autoridad de los gobiernos correría grandes peligros y se presentarían situaciones en que sería de todo punto imposible el ejercicio del poder ejecutivo».

347 El Estado en la sombra. El Perú durante la ocupación chilena

[368]

19 de abril de 1882

[Al margen: Agencia Confidencial] N° 94

Al mismo. [Señor Ministro de Relaciones Exteriores]

Me es satisfactorio pasar a manos de V. S. un volumen impreso que remite para ese despacho nuestro ministro en Washington y que contiene el mensaje del Presidente de los Estados Unidos, enviando al Congreso Americano toda la corres- pondencia sobre la Guerra del Pacífico y los esfuerzos hechos por el gobierno de aquella República, para procurar la paz entre el Perú, Bolivia y Chile. Dios guarde a V. S.

[369]

19 de abril de 1882

[Al margen: Agencia Confidencial] N° 95 Señor Doctor Don J. Federico Elmore, Ministro Residente del Perú en Estados Unidos.

Acuso a V. S. recibo de su correspondencia para el Supremo Gobierno, fechada en 18 y 21 de marzo último26; de varios paquetes que contienen recortes de diarios, y de un volumen impreso en que se consigna el mensaje del Presidente de esa Repú- blica, remitiendo al Congreso Americano la correspondencia sobre la Guerra del Pacífico: todo lo que será enviado a su destino. Debo hacer notar a V. S. que los oficios que dirige al ministerio de Relaciones Exteriores, me fueron entregados apertorios, en sobres separados; lo que me causó natural sorpresa, con tanto mayor razón cuanto que los recortes de diarios se hallaban bajo cubiertas cerradas. Remito a V. S. un ejemplar de El Peruano, número 10, que se ocupa del sensible fallecimiento de Mr. Hurlbut y de la traslación de sus restos a la hacienda de Villegas. Dios guarde a V. S.

26 Esas dos cartas de Elmore, fechadas el 18 y el 21 de marzo, se conservan en el Archivo del Minis- terio de Relaciones Exteriores (ACMRE, 5-3, caja 281, carpeta 14, ff. 1-2 y 8-30). La carta del 21 de marzo fue contestada por el ministro de Relaciones Exteriores, Mariano Álvarez (ACMRE, CC149, ­1881-1882, 28.4.1882, f. 76).

348 Parte II. Libros copiadores. Libro copiador B

[370]

24 de abril de 1882

[Al margen: Agencia Confidencial] N° 96 Señor Ministro de Relaciones Exteriores.

Tengo el honor de remitir a ese ministerio, los despachos, apertorios, que he reci- bido en la fecha, y que bajo los números 13, 14, 15 y 16 dirige al Supremo Gobierno el Ministro del Perú en Bolivia, así como los reservados de la misma legación que llevan los números 3 y 4. Dios guarde a V. S.

[371]

24 de abril de 1882

[Al margen: Agencia Confidencial] N° 97 Señor Doctor Don Manuel M. del Valle, Enviado Extraordinario y Ministro Plenipotenciario del Perú en Bolivia.

Con el estimable oficio de V. S., de 18 de marzo último, N° 58, se ha recibido hoy, en esta Agencia Confidencial, la correspondencia, apertoria, que remite V. S. para el Supremo Gobierno, la cual consta de dos oficios reservados, fechas 15 y 18 de dicho mes, con los números 3 y 4; de cuatro oficios del 14, 15 y 17 del mismo, que llevan los números 13, 14, 15 y 16 y de una carta oficial para Su Excelencia el Vice-Presidente de la República. Esta correspondencia será remitida el día de mañana a su destino.

349 El Estado en la sombra. El Perú durante la ocupación chilena

[372]

24 de abril de 1882

[Al margen: Agencia Confidencial] N° 98

Al mismo. [Señor Doctor Don Manuel M. del Valle, Enviado Extraordinario y Ministro Plenipotenciario del Perú en Bolivia]

Registrados los libros de esta Agencia Confidencial; aparece que con fecha 24 de febrero último, se acusó a V. S. recibo de dos correspondencias que llegaron al Callao el 18 y el 22 del mismo mes con dirección al Ministerio del ramo, sin haberse designado los números que llevaban; y habiéndose remitido originales al Supremo Gobierno, aun con el índice que acompañó V. S. a la primera de ellas, no es posible rectificar esa numeración; lo que a V. S. le será fácil, en vista de las fechas en que fueron dirigidas y que constarán en los libros de esa Legación. Posteriormente se ha cuidado, al acusar a V. S. recibo, de expresar los números de los oficios que han venido para el Ministerio de Relaciones Exteriores. Así, en 24 de marzo se avisó a V. S. haberse recibido los números 9, 10, 11 y 12; en 10 de abril, se le avisó, igualmente, haberse recibido los números 17, 18, 19, 20 y 21; y hoy, por oficio separado, se acusa a V. S. recibo de los números 13, 14, 15 y 1627; debiendo hacer notar a V. S. el retardo que ha sufrido esta última correspondencia, pues ha lle- gado con mucha posterioridad a la anterior que lleva fecha más adelantada. De esta circunstancia depende indudablemente que V. S. no tenga, con la regularidad que corresponda, noticia de haber recibido sus comunicaciones, salvándose aparente- mente algunos números. También se ha acusado recibo a V. S. de los oficios reservados para el Supremo Gobierno, en las indicadas fechas, y que llevan los números 2, 5, 6, 7, 8 y 9; 3 y 4 [sic]. Me es grato dejar así contestadas, en esta parte, las apreciables notas de V. S. números 48, 49 y 50. Dios guarde a V. S.

27 Los originales de las trece cartas mencionadas, y cuya numeración se indica, se conservan en el Archivo del Ministerio de Relaciones Exteriores. Su contenido es muy interesante, ya que revela muchos de los aspectos del trabajo de la legación peruana en Bolivia. Así, por ejemplo, Del Valle informaba sobre la reducción de gastos que se había visto obligado a efectuar, por la escasez de fondos de la legación; sobre el trabajo de las diversas personas que integraban la legación; sobre diversos actos protocolares en los que había participado en La Paz; y sobre muchos otros aspectos de su labor en Bolivia (ACMRE, 5-7, caja 281, carpeta 17, ff. 24-66).

350 Parte II. Libros copiadores. Libro copiador B

[373]

25 de abril de 1882

[Al margen: Agencia Confidencial] N° 99 Señor Ministro de Relaciones Exteriores.

Adjuntos, me es satisfactorio remitir a V. S. los oficios, duplicados, números 58, 59 y 60, que dirige a ese despacho el ministro del Perú en Washington; así como otra comunicación del mismo agente diplomático, marcada con el número 65, las que se han recibido por conducto del cónsul americano en el Callao, apertorios. En el primer acápite de la última nota, dice el señor Elmore que por separado ha dado cuenta a V. S. de la conferencia que tuvo con el señor presidente Arthur el 22 de marzo último, a la que asistió el señor secretario Frelinghuysen; y llamo sobre este punto la atención de V. S., por cuanto en esta Agencia Confidencial no se ha recibido el despacho separado a que aquel funcionario se refiere, siendo de presumir que lo haya remitido directamente a ese ministerio. Dios guarde a V. S.

[374]

25 de abril de 1882

[Al margen: Agencia Confidencial] N° 100

Al mismo. [Señor Ministro de Relaciones Exteriores]

Me es grato acusar recibo del despacho que dirige V. S. al señor Murillo28, cónsul general de Colombia, y que ha venido adjunto al apreciable oficio de V. S. de 17 de los corrientes. Inmediatamente he pasado a su destino el mencionado despacho. Dios guarde a V. S.

28 Ese despacho estuvo fechado el 17 de abril de 1882 y, por medio de él, el ministro de Relaciones Exteriores, Arbayza, acusó recibo de la carta de Murillo, en la que le comunicaba el nombramiento de Ignacio Holguín como cónsul provisorio de Colombia en Lima (ACMRE, CC150, 1881-1882, 18.4.1882, f. 29).

351 El Estado en la sombra. El Perú durante la ocupación chilena

[375]

25 de abril de 1882

[Al margen: Agencia Confidencial] N° 101

Al mismo. [Señor Ministro de Relaciones Exteriores]

Con el estimable oficio de V. S., de 20 de los corrientes, se ha recibido en esta Agencia Confidencial las nuevas cartas de retiro del señor Sanz para los gobiernos de Francia e Inglaterra, que remite V. S., por duplicado, y con las copias de estilo. Por el próximo vapor cuidaré de dar la dirección conveniente a dichos despachos, sujetán- dome a la prevención que contiene el final del citado oficio de V. S. Dios guarde a V. S.

[376]

25 de abril de 1882

[Al margen: Agencia Confidencial] N° 102 Señor Ministro de Relaciones Exteriores, Doctor Don Mariano Álvarez.

Con la más profunda satisfacción se ha enterado esta Agencia Confidencial del nombramiento de Ministro de Relaciones Exteriores que Su Excelencia el Vice-­ Presidente se ha servido hacer en la persona de V. S., según se digna comunicarle en su apreciable oficio de 21 del mes en curso; lisonjeándole la esperanza de que V. S. dará al país nuevas pruebas de su reconocida ilustración y patriotismo al frente de la importante cartera que le ha confiado el Supremo Gobierno. Respecto a la circular para nuestros agentes diplomáticos en el exterior que se sirve V. S. remitir, adjunto a su citado oficio, me es honroso decirle que será enviada oportunamente a los lugares de su destino. Dios guarde a V. S.

352 Parte II. Libros copiadores. Libro copiador B

[377]

25 de abril de 1882

[Al margen: Agencia Confidencial] N° 103 Señor Doctor Don J. Federico Elmore, Ministro del Perú en Washington.

En oficio de 19 del corriente, y bajo número 95, se acusó a V. S. recibo del volu- men que contiene la correspondencia remitida al Congreso de la Unión por el señor Presidente Arthur, y que V. S. envió con destino al ministerio de Relaciones Exterio- res. Ahora me es grato acusar igual recibo, del otro ejemplar de dicho volumen que también remitió V. S., en la fecha arriba citada, para esta Agencia Confidencial. Me es satisfactorio dejar así contestado el oficio de V. S. de 29 de marzo último, número 6. Dios guarde a V. S.

[378]

25 de abril de 1882

[Al margen: Agencia Confidencial] N° 104

Al mismo. [Señor Doctor Don J. Federico Elmore, Ministro del Perú en Washington]

Me es satisfactorio acusar recibo a V. S. de las notas duplicadas que remite para el Supremo Gobierno con los números 58, 59 y 60, así como de la comunicación marcada con el número 65; de los recortes de diarios y de un ejemplar de la última correspondencia oficial presentada al Congreso de los Estados Unidos por el presi- dente Arthur: todo lo que ha venido adjunto a su estimable oficio de 29 de marzo último, número ocho. Debo advertir a V. S. que el oficio a que hace referencia en su citada comunica- ción N° 65, y en el que asegura haber dado cuenta por separado al señor ministro de Relaciones Exteriores de la conferencia que tuvo V. S. con el señor Presidente de aquella República, el 22 de marzo, a la que asistió el secretario de estado señor Frelinghuysen; no se ha recibido en esta Agencia Confidencial, lo que hace presumir que lo hubiese V. S. remitido a su destino por otro conducto. Dios guarde a V. S.

353 El Estado en la sombra. El Perú durante la ocupación chilena

[379]

25 de abril de 1882

[Al margen: Agencia Confidencial] N° 105

Al mismo. [Señor Doctor Don J. Federico Elmore, Ministro del Perú en Washington]

Adjunta, me es grato remitir a V. S. la nota que le dirige el señor doctor don Mariano Álvarez, nombrado últimamente ministro de Relaciones Exteriores, en lugar del doctor don Juan M. Arbayza, que ha pasado a ocupar la cartera de Justicia, Culto, Instrucción y Beneficencia. También incluyo a V. S. la carta de pésame de Su Excelencia el Vice-presidente de la República, encargado del Poder Ejecutivo, al presidente de los Estados Unidos, con motivo del fallecimiento del excelentísimo señor Hurlbut29, y la nota con que el señor ministro de Relaciones Exteriores remite a V. S. la mencionada carta. Según noticia recibida hoy en esta Agencia Confidencial, el 21 de los corrientes se encontraba Mr. Trescot, comisionado especial del gobierno de los EE. UU., a ocho leguas de distancia de la ciudad de Huaraz a donde debería llegar el día siguiente. Dios guarde a V. S.

[380]

26 de abril de 1882

[Al margen: Agencia Confidencial] N° 106 Señor doctor don Francisco Rosas, Ministro del Perú en Francia.

Adjunta, me es grato remitir a V. S. la nota que le dirige el señor doctor don Mariano Álvarez, nombrado últimamente ministro de Relaciones Exteriores, en lugar del doctor don Juan M. Arbayza, que ha pasado a ocupar la cartera de Justicia, Culto, Instrucción y Beneficencia. También incluyo a V. S., por duplicado, y con las copias de estilo, nuevas car- tas de retiro del señor Sanz para los gobiernos de Francia e Inglaterra. Conforme a la prevención que el señor ministro de Relaciones Exteriores hace a esta Agencia

29 Copia de esta carta se encuentra en el Archivo del Ministerio de Relaciones Exteriores (ACMRE, CC149, 1881-1882, 6.4.1882, ff. 6-6v).

354 Parte II. Libros copiadores. Libro copiador B

­Confidencial a fin de salvar todas las eventualidades, se servirá V. S. remitir al enun- ciado señor Sanz, un ejemplar de dichas cartas con sus respectivas copias; reservando el otro V. S. para que haga de esos documentos el uso que convenga, caso de que aquel funcionario no cumpliese con presentar las mencionadas cartas. Según noticia recibida en esta Agencia Confidencial, el 21 de los corrientes se encontraba Mr. Trescot, comisionado especial de los Estados Unidos, a ocho leguas de distancia de la ciudad de Huaraz, a donde debería llegar el día siguiente. Por lo demás, el orden constitucional se conserva inalterable en toda la República; habiéndose hecho por el Supremo Gobierno, entre otros nombramientos, los que a continuación se expresan, y que comunico a V. S. por considerarlos de ­importancia: Delegado especial del Poder Ejecutivo y Jefe Superior, Político y Militar de los departamentos del Sur de la República, el capitán de Navío don Camilo N. Carrillo. Comandante en Jefe de las fuerzas de Arequipa, Puno, Cuzco y Moquegua, el coronel don Manuel Velarde. Comandante en Jefe de las fuerzas del Cuzco y Apurímac, coronel don Belisario Suárez. Jefe Superior, Político y Militar de los departamentos del Norte, el general de Brigada don Miguel Iglesias; y Jefe Superior, Político y Militar de los departamentos de Centro, el general de Brigada don Andrés A. Cáceres, a quien el Supremo Gobierno ha ascendido, por decreto de 30 de marzo último, a esa elevada clase, con la antigüedad de 26 de mayo de 1880, y con cargo de dar cuenta al próximo Congreso para su aprobación. Dios guarde a V. S.

[381]

29 de abril de 1882

[Al margen: Agencia Confidencial] N° 107 Señor Ministro de Relaciones Exteriores.

Tengo la honra de remitir a V. S. la correspondencia para el Supremo Gobierno recibida en esta Agencia Confidencial el día de ayer, y que contiene: dos oficios, N° 1 y 9, de nuestro encargado de negocios en Buenos Aires don Manuel Ocampo y Samanez; nueve oficios, N° de 2 a 10 inclusive, del ex ministro plenipotenciario del Perú en aquella República, doctor don Evaristo Gómez Sánchez, y el memorándum publicado por este sobre la actitud del gobierno de los Estados Unidos de América en el Pacífico, comunicaciones que han llegado, todas, apertorias. Dios guarde a V. S.

355 El Estado en la sombra. El Perú durante la ocupación chilena

[382]

1 de mayo de 1882

[Al margen: Agencia Confidencial] N° 108 Señor Doctor Don J. Federico Elmore, Ministro Residente del Perú en los EE. UU.

El 29 del próximo pasado, se recibió en esta Agencia Confidencial, por conducto del cónsul de los Estados Unidos de América en el Callao, y en tres paquetes aperto- rios, la correspondencia de V. S. para el Supremo Gobierno, que consta de los oficios N° 65, duplicado, 66 y 69; copias de telegramas y diferentes recortes de (diarios), periódicos; todo lo que remitiré por el próximo vapor, al ministerio de Relaciones Exteriores. Dios guarde a V. S.

[383]

1 de mayo de 1882

[Al margen: Agencia Confidencial] N° 109 Señor Ministro de Relaciones Exteriores.

Me es satisfactorio remitir a ese despacho, la correspondencia del ministro resi- dente de la República en Washington para el Supremo Gobierno, que consta de tres paquetes, apertorios, recibidos en esta Agencia Confidencial el 29 del próximo pasado, por conducto del cónsul de los Estados Unidos de América en el Callao. También incluyo, en el presente oficio, dos traducciones para su publicación en el periódico. Dios guarde a V. S.

356 Parte II. Libros copiadores. Libro copiador B

[384]

3 de mayo de 1882

[Al margen: Agencia Confidencial] N° 110 Señor Doctor Don Manuel M. del Valle, Enviado Extraordinario y Ministro Plenipotenciario del Perú en Bolivia.

En la tarde del 22 del próximo pasado llegó a Huaraz Mr. Trescot, comisionado especial del gobierno de los Estados Unidos de América, habiendo sido objeto de las más entusiastas manifestaciones de parte de todos los vecinos. Constituido allí, tuvo lugar el día 25 la presentación de sus credenciales a Su Excelencia el Vice-Presidente de la República, con el ceremonial de estilo. Adjun- tas hallará V. S. copias de los discursos cambiados en ese solemne acto. El 26, se dio un espléndido banquete en honor del digno diplomático Mr. ­Trescot, al que asistieron Su Excelencia el jefe del Estado, su Ministerio, vocales de la Corte Superior de ese Distrito y otros altos funcionarios de la administración. ­Después del brindis oficial de Su Excelencia que fue contestado por el comisionado Mr. Trescot, se pronunciaron otros, muy expresivos, por algunos miembros de su comitiva, en favor del Perú. El 27 salió de Huaraz, habiendo llegado al Callao, a bordo de la Lackawanna, en la noche del lunes 1° del que rige. Respecto a las conferencias celebradas entre el comisionado especial y Su Exce- lencia el Vice-Presidente, se informará V. S. de ellas, por la transcripción que incluyo de la nota dirigida a nuestro ministro en Washington, señor Elmore, por el ministro de Relaciones Exteriores. Dios guarde a V. S.

357 El Estado en la sombra. El Perú durante la ocupación chilena

[385]

3 de mayo de 1882

[Al margen: Agencia Confidencial] N° 111

Al mismo. [Señor Doctor Don Manuel M. del Valle, Enviado Extraordinario y Ministro Plenipotenciario del Perú en Bolivia]

Nuestro ministro en Washington, en oficio fecha ocho del próximo pasado remite a esta Agencia Confidencial las siguientes copias de los telegramas cambiados entre él y el representante de la República en Francia30. (Aquí los telegramas) Que transcribo a V. S. para su conocimiento. Dios guarde a V. S.

[386]

3 de mayo de 1882

[Al margen: Agencia Confidencial] N° 112 Señor Doctor Don J. Federico Elmore, Ministro Residente del Perú en Estados Unidos de América.

En la tarde del 22 de próximo pasado llegó a Huaraz Mr. Trescot, comisionado especial del gobierno de los Estados Unidos de América, habiendo sido objeto de manifestaciones de simpatía de parte de todos los vecinos de aquella ciudad. Constituido allí, tuvo lugar el día 25 la presentación de sus credenciales a Su Excelencia el Vice-Presidente de la República con el ceremonial de estilo. El 26, se dio un banquete en honor del digno diplomático Mr. Trescot, al que asistieron Su Excelencia el jefe de Estado, su Ministerio, vocales de la Corte Superior del distrito y otros altos funcionarios de la administración. Después del brindis oficial de Su Excelencia que fue contestado por el comisionado Mr. Trescot, se pronuncia- ron otros, muy expresivos, por algunos miembros de su comitiva, en favor del Perú.

30 En el Archivo del Ministerio de Relaciones Exteriores se conservan dos telegramas enviados por Elmore a Francisco Rosas, ministro del Perú en Francia, fechados en abril de 1882. En ambos tele- gramas Elmore solicita con urgencia a Rosas el envío de fondos para el funcionamiento de la legación peruana en Washington. En uno de esos telegramas Elmore afirma que solo cuenta con cinco dólares. En respuesta, Rosas le comunica que tendrá fondos una vez que sea reconocido por el gobierno francés como ministro del Perú (ACMRE, 7-13, caja 282, carpeta 18, ff. 115-117).

358 Parte II. Libros copiadores. Libro copiador B

El 27 salió de Huaraz, habiendo llegado al Callao a bordo de la Lackawanna en la noche del lunes 1° del que rige. Respecto a las conferencias celebradas entre el comisionado especial y el señor ministro de Relaciones Exteriores se informará V. S. de ellas por la nota que le dirige este funcionario y que me es grato remitirle adjunta. Dios guarde a V. S.

[387]

3 de mayo de 1882

[Al margen: Agencia Confidencial] N° 113 Señor Doctor Don Francisco Rosas, Ministro del Perú en Francia.

(Los 4 primeros acápites de la nota que antecede) Respecto a las conferencias celebradas entre el comisionado especial y el señor ministro de Relaciones Exteriores se informará V. S. de ellas por la transcripción que incluyo de la nota dirigida por este funcionario a nuestro ministro en Washington. Dios guarde a V. S.

[388]

3 de mayo de 1882

[Al margen: Agencia Confidencial] N° 116 Señor Ministro de Relaciones Exteriores.

Se ha recibido en esta Agencia Confidencial el estimable oficio de V. S. de 26 del próximo pasado, con el que se sirve remitir, adjunta, la circular para los señores ministros del Salvador, República Argentina e Italia, anunciándoles su nombra- miento de Ministro de Relaciones Exteriores; la que se ha entregado inmediatamente a las respectivas Legaciones. En cuanto a la prevención que me hace V. S., en el segundo acápite de su citado oficio, debo decirle: que habiendo tenido, hoy, un encuentro casual con el señor De Pont, Encargado de Negocios de Francia, aproveché de esta oportunidad, para pre- guntarle de qué manera contestarían él y sus colegas de Inglaterra, España y el ­Brasil

359 El Estado en la sombra. El Perú durante la ocupación chilena la circular de V. S. antes mencionada; y me manifestó, que hablaría con ellos y que en muy en breve pondría en mi conocimiento su acuerdo, haciéndome, con este motivo, protestas de las vivas simpatías que abriga por nuestro país y de sus vehe- mentes deseos de hacer en obsequio del gobierno cuanto esté a su alcance. Le expuse, también, que deseaba recibir esa información para trasmitirla a V. S. a fin de que pudiera normar sus procedimientos; añadiéndole que me había sorprendido la forma en que él y sus colegas contestaron la última circular del doctor Arbayza al Cuerpo Diplomático residente en Lima, muy distinta de la empleada por su antecesor el señor De Vorges en sus respuestas a los anteriores despachos del mismo señor ­Ministro, en todo conformes a los usos establecidos por la cortesía diplomática. Tan luego como el señor De Pont me participe el resultado de su ofrecida confe- rencia, me será grato trasmitirlo a V. S. Dios guarde a V. S.

[389]

3 de mayo de 1882

[Al margen: Agencia Confidencial] N° 118 Señor Don Manuel Ocampo Samanez, Encargado de Negocios del Perú en la República Argentina.

(Aquí la nota pasada al delegado del Poder Ejecutivo en el Sur de la República, bajo el N° 178, y que se halla copiada a fojas 125 del libro de la Delegación).

[390]

3 de mayo de 1882

[Al margen: Agencia Confidencial] N° 119 Señor Doctor Don Emilio Bonifaz, Enviado Extraordinario y Ministro Plenipotenciario en el Ecuador.

(Aquí la nota pasada al delegado del Poder Ejecutivo en el Sur de la República, bajo el N° 178, y que se halla copiada a fojas 125 del libro de la Delegación).

360 Parte II. Libros copiadores. Libro copiador B

[391]

4 de mayo de 1882

[Al margen: Agencia Confidencial] N° 120 Señor Don Manuel Ocampo Samanez, Encargado de Negocios del Perú en la República Argentina.

Me es grato participar a V. S. que esta Agencia Confidencial ha remitido al Ministerio de Relaciones Exteriores, los dos oficios que para ese despacho dirige V. S., apertorios, bajo los números 1 y 9 y a que hace referencia en su apreciable comunicación de 17 de marzo N° 10. También ha remitido la correspondencia del ex Ministro Plenipotenciario señor Gómez Sánchez, para el Supremo Gobierno, la que llegó junto con la de V. S. antes mencionada. Dios guarde a V. S.

[392]

10 de mayo de 1882

[Al margen: Agencia Confidencial] N° 121 A los ministros Rosas y Elmore.

En oficio de 2 del que rige, el señor ministro de Relaciones Exteriores participa a esta Agencia Confidencial haber dispuesto Su Excelencia el Vice-Presidente que el doctor don Luciano Benjamín Cisneros31, ministro plenipotenciario del Perú en Italia, pase, con el mismo carácter a la corte de Berlín; reemplazándolo en aquella

31 Luciano Benjamín Cisneros (Huánuco, 1832-Chosica, 1906). Abogado, político, periodista y pro- fesor universitario. Colaborador de la Revista de Lima. Fue uno de los fundadores de la Gaceta Judicial. Fue diputado en varias legislaturas. Defendió a Miguel Grau cuando este fue procesado, junto con otros marinos, por haberse negado a aceptar como jefe al comodoro norteamericano John R. Tucker en 1867. Fue ministro de Justicia e Instrucción en el primer año de gobierno del coronel José Balta. Manejó la defensa del contrato Dreyfus impugnado por los consignatarios del guano (El Perú Ilustrado, 31 de marzo de 1888; Tauro, 2001, 5, pp. 684-685). Durante la guerra con Chile fue ministro del Perú en Italia hasta mayo de 1882, y posteriormente desempeñó las mismas funciones en Berlín. Su misión era lograr el reconocimiento del gobierno provisorio por parte de Alemania (ACMRE, CC149, 1881- 1882, 1.5.1882, f. 161). En cuanto a su trabajo como hombre de leyes, Ramos Núñez lo califica como «el abogado más exitoso de su época» (2003, pp. 495-572).

361 El Estado en la sombra. El Perú durante la ocupación chilena legación el señor don José Francisco Canevaro, con el mismo carácter de ­Ministro Plenipotenciario; y que ha nombrado, además, adjuntos de dichas Legaciones, ­respectivamente, a don Felipe Pardo y Barreda32 y a don Francisco S. García33. Nos es satisfactorio comunicarlo a V. S. para su conocimiento y fines que con- vengan. Dios guarde a V. S.

[393]

10 de mayo de 1882

[Al margen: Agencia Confidencial] N° 122 Señor Ministro de Relaciones Exteriores.

Tenemos el honor de acusar a V. S. recibo de su estimable oficio de 2 de los corrientes, en que se sirve participarnos que Su Excelencia el Vice-Presidente ha dis- puesto que el doctor don Luciano Benjamín Cisneros, Ministro Plenipotenciario del Perú en Italia, pase, con el mismo carácter a la Corte de Berlín; reemplazándolo, en aquella legación, el señor don José Francisco Canevaro con el mismo carácter de Ministro Plenipotenciario; y que ha nombrado, además, adjuntos de dichas legacio- nes, respectivamente a don Felipe Pardo y Barreda y a don Francisco S. García. Para los fines que puedan convenir, comunicamos en esta misma fecha los ante- riores nombramientos a los representantes del Perú en Francia y en los Estados Unidos de América. Dios guarde a V. S.

32 Felipe Pardo y Barreda (Lima, 1860-Biarritz, 1939). Hijo de Manuel Pardo y Lavalle y de Mariana Barreda y Osma. Diplomático. Luego del asesinato de su padre, dejó los estudios universitarios en San Marcos y se encargó de la explotación agrícola de la hacienda Tumán. Participó en la batalla de Miraflores. En 1882 fue nombrado adjunto a la legación del Perú en Italia, ad honorem (ACMRE, CC149, 1881-1882, 12.5.1882, f. 131). Fue ministro plenipotenciario en los Estados Unidos. Luego de la llegada al poder de Leguía en 1919, se trasladó a Europa (Tauro, 2001, 12, p. 1951). Revalidó el título nobiliario de marqués de Fuente Hermosa de Miranda; casó con su prima hermana, Teresa Barreda y Laos (Barreda, 1954, p. 78). 33 Francisco S. García fue nombrado adjunto a la legación en Alemania para desempeñarse como intér- prete (ACMRE, CC149, 1881-1882, 12.5.1882, f. 131).

362 Parte II. Libros copiadores. Libro copiador B

[394]

10 de mayo de 1882

[Al margen: Agencia Confidencial] N° 123 Señor Doctor Don J. Federico Elmore, Ministro Residente del Perú en Estados Unidos de América.

El señor ministro de Relaciones Exteriores, hace presente a esta Agencia Confi- dencial en oficio de 1° del mes en curso, no haberse recibido en su despacho la nota en que V. S. da cuenta de la entrevista que tuvo, el 22 de marzo último, con el señor Presidente Arthur, y cuya remisión anunció V. S. en su oficio marcado con el N° 65. Con tal motivo, el enunciado señor Ministro nos encarga decir a V. S. se sirva enviar, a vuelta de vapor, un duplicado de la nota a que nos referimos para que pueda ente- rarse de su contenido Su Excelencia el Vice-Presidente de la República. Dios guarde a V. S.

[395]

10 de mayo de 1882

[Al margen: Agencia Confidencial] N° 124 Señor Ministro de Relaciones Exteriores.

En mérito de lo que V. S. se digna decirnos, en el segundo acápite de su aprecia- ble oficio del 1° del actual, nos dirigimos, con esta fecha, al Ministro de la República en Washington, pidiéndole un duplicado de la nota en que da cuenta de su entrevista con el Presidente de los Estados Unidos; por no haber llegado a esta Agencia Con- fidencial, después de nuestra comunicación a ese despacho, de 25 de abril último, N° 99. Tan luego como recibamos aquel importante documento, cuidaremos de pasarlo a manos de V. S. Dios guarde a V. S.

363 El Estado en la sombra. El Perú durante la ocupación chilena

[396]

10 de mayo de 1882

[Al margen: Agencia Confidencial] N° 125 Señor Doctor Don Francisco Rosas, Ministro Plenipotenciario de la República en Francia.

Se ha recibido en esta Agencia Confidencial el oficio de V. S. N° 6, de 1° de abril próximo pasado, con las anexas de su referencia. En cuanto a la copia de la contes- tación dada a V. S. por el señor Sanz, con fecha 20 de marzo, a su nota de 14 del mismo, la remitiremos en el vapor de mañana al Ministerio de Relaciones Exteriores; como V. S. lo indica34. El 31 de marzo último, dirigió V. S. a esta Agencia Confidencial el telegrama que sigue: «Comuniquen al Ministro de Negocios Extranjeros, de parte del señor don Francisco Rosas que las cartas de retiro son inaceptables. Que nos remita cartas y poderes en su forma usual para que Toribio Sanz presente él mismo el oficio regu- larizando su ...... (1) ...... y mi nominación». (1) El telégrafo dice «airddor» que no tiene sentido. Se puede traducir «Vudder» [sic] - «reconocimiento». En consonancia con este telegrama, se remitieron a V. S. el 26 de abril, por dupli- cado, y con las respectivas notas, nuevas cartas de retiro para el referido señor Sanz. No obstante esta remisión, se ha pedido al Supremo Gobierno otras en la forma usual, para que el señor Sanz las presente, y un oficio, participándole su destitución y el nombramiento de V. S.: todo conforme V. S. lo expresa en su citada comunicación. Remitimos también al enunciado despacho de Relaciones Exteriores, el oficio de V. S. en que le hace directamente este mismo pedido. Dios guarde a V. S.

34 En el mencionado oficio del 1 de abril de 1882, Rosas reitera el pedido al gobierno provisorio en el sentido de que se le envíen a Toribio Sanz nuevas cartas de retiro, con el fin de que este no tenga argumentos para no comunicar formalmente al gobierno francés su cese como ministro del Perú. Rosas añade: «En caso de que el señor Sanz se resista a presentar las nuevas cartas de retiro que remita V. S., lo que habrá que hacer es dirigirse a los ministros de Relaciones Exteriores de Francia e Inglaterra, indicán- doles que el gobierno ha retirado sus poderes al señor Sanz, que no lo considera como su representante y, por consiguiente, que no deben entenderse con él» (ACMRE, 5-14, caja 282, carpeta 3, 1.4.1882, ff. 1-1v).

364 Parte II. Libros copiadores. Libro copiador B

[397]

10 de mayo de 1882

[Al margen: Agencia Confidencial] N° 126 A los señores Rosas, Elmore, Bonifaz, Ocampo y Samanez y Valle.

El domingo 14 de los corrientes, zarpará del Callao la Lackawanna llevando a su bordo al enviado especial Extraordinario y Ministro Plenipotenciario del gobierno de los Estados Unidos de América Mr. Trescot, quien se dirige a Washington, a con- secuencia de haber sido llamado por telégrafo para que dé personalmente informe a su gobierno, antes de expedirse las respectivas instrucciones a los Ministros que últimamente han sido nombrados para el Perú, Bolivia y Chile. Debemos participar a V. S. que el señor Trescot, se ha dirigido al Ministro de Relaciones Exteriores de Chile, pidiéndole que el gobierno de esa República reco- nozca al del contra-Almirante Montero, por ser el único existente hoy, reconocido en el país y que representa la legalidad del poder supremo en el Perú; y dé las facilidades necesarias para la reunión de un Congreso, cuya existencia es indispensable para entrar en las negociaciones relativas a la celebración de la paz. Tan luego como esta Agencia Confidencial, tenga conocimiento de la respuesta que el gobierno de Chile dé a la referida comunicación del señor Trescot, se apresurará a trasmitirle a V. S. Cumplimos con comunicar también a V. S. que ha llegado a esta capital el señor doc- tor Juan Crisóstomo Carrillo, nombrado Ministro Plenipotenciario de Bolivia, cerca del Gobierno Provisorio del Perú, quien remitirá el día de mañana, sus credenciales, a Huaraz. Adjunto hallará V. S. un despacho que le dirige el Supremo Gobierno. Dios guarde a V. S.

[398]

10 de mayo de 1882

[Al margen: Agencia Confidencial] N° 127 Señor Ministro de Relaciones Exteriores.

El sábado último llegó a esta capital el señor doctor don Juan Crisóstomo Carrillo, nombrado por el gobierno de Bolivia Enviado Extraordinario y Ministro Plenipo- tenciario en misión especial, cerca del Supremo Gobierno de la República, quien nos ha entregado para su remisión a ese Ministerio el adjunto paquete que contiene

365 El Estado en la sombra. El Perú durante la ocupación chilena un oficio dirigido a V. S. acompañando la carta autógrafa que lo acredita en su carác- ter diplomático a fin de que sea reconocido por Su Excelencia el Vice-Presidente, encargado del Poder Ejecutivo35. Dios guarde a V. S.

[399]

11 de mayo de 1882

[Al margen: Agencia Confidencial] N° 128

Al mismo. [Señor Ministro de Relaciones Exteriores]

Para conocimiento del Supremo Gobierno, tenemos el honor de remitir a V. S. copia de la nota que, con fecha ocho del corriente, ha dirigido esta Agencia ­Confidencial al señor Decano del Cuerpo Diplomático residente en Lima, relativa al reconocimiento del Gobierno Provisorio por todos los que tienen establecida su representación en el Perú. A consecuencia de dicha comunicación, el señor Decano, convocó a sus colegas para una reunión que en estos momentos se verifica. Tan luego como esta Agencia Confidencial se entere del acuerdo a que llegue ese Honorable Cuerpo, nos será grato trasmitirlo a V. S. Dios guarde a V. S.

[400]

17 de mayo de 1882

[Al margen: Agencia Confidencial] N° 129

Circular. A los señores Rosas, Canevaro, Valle (1), Ocampo (2) y Bonifaz.

A consecuencia del despacho que esta Agencia Confidencial dirigió con fecha ocho de los corrientes al señor Decano del Cuerpo Diplomático residente en Lima,

35 El 16 de mayo de 1882, Mariano Álvarez dirigió una carta al ministro boliviano Juan Crisóstomo Carrillo, en respuesta a los documentos remitidos por este a través de la Agencia Confidencial. Le comu- nicaba que Montero había tomado conocimiento de su llegada y que lo recibiría «con sumo agrado» (ACMRE, CC149, 1881-1882, 16.5.1882, ff. 44-48v).

366 Parte II. Libros copiadores. Libro copiador B y que, en copia, nos es grato remitir a V. S., convocó aquel a sus colegas para una reunión que tuvo lugar el 11 de este mismo mes. Habiendo dado en ella lectura, el enunciado señor Decano, a nuestra comunicación, así como a la copia, que tam- bién acompañamos, de la nota que el Enviado Especial extraordinario del gobierno de los Estados Unidos de América pasó en tres del que rige, al Ministro de Rela- ciones Exteriores de Chile; los miembros del Cuerpo Diplomático ahí presentes, después de manifestar que aún no tenían instrucciones de sus gobiernos para reco- nocer al gobierno provisorio del Perú, solicitaron del señor Decano les proporcionase copias de los documentos antes citados para enviarlos a los respectivos Despachos de Relaciones Exteriores. Comunicado a esta Agencia Confidencial el acuerdo del Honorable Cuerpo Diplomático, ha satisfecho desde luego, ese pedido, remitiendo al señor decano el competente número de copias. Debemos advertir a V. S. que el señor M. H. Graham, encargado de negocios de Su Majestad Británica, manifestó, además, que si el gobierno de Chile reconocía al del general Montero, él procedería en igual sentido36. Al poner en conocimiento de V. S. lo ocurrido sobre tan importante asunto, confiamos en que empleará V. S. todo su celo, para recabar, por su parte, a la bre- vedad posible, del gobierno cerca del cual está V. S. acreditado, el reconocimiento del Gobierno Provisorio del Perú presidido hoy por el excelentísimo señor general Montero en su calidad de Vice-Presidente de la República. Adjunta hallará V. S. una nota que le dirige el Supremo Gobierno (3). Dios guarde a V. S. (1) Se le pasó el mismo oficio, suprimiendo el penúltimo párrafo. (2) Ídem, Ídem, suprimiendo el último párrafo. (3) Este último párrafo no se insertó en el oficio dirigido al señor Canevaro.

36 Sin embargo, el panorama cambió en pocos meses. En agosto de ese mismo año, Francisco Rosas, representante del gobierno provisorio en Francia e Inglaterra, se encontraba en Londres «para tratar de obtener el reconocimiento del gobierno provisorio, antes de que se clausure el Parlamento». Rosas manifestó su preocupación puesto que las noticias que llegaban sobre el Perú no eran nada favorables. No obstante, tenía la esperanza de convencer a los funcionarios británicos para que se lograra el men- cionado reconocimiento (APC. Carta de Francisco Rosas a Carlos Elías, 15 de agosto de 1882). Poco después, Rosas remitió una carta a los agentes confidenciales en la cual afirmaba que «los ingleses me han recibido como unas fieras. No pueden ustedes figurarse cuán mal preparados estaban; la cosa llegaba hasta el punto de no querer discutir. Decían que estaban decididos a no reconocer por ahora al gobierno del Perú, y que no había para qué hablar de ese asunto» (Puente Candamo & Puente Brunke, 2008, p. 738).

367 El Estado en la sombra. El Perú durante la ocupación chilena

[401]

17 de mayo de 1882

[Al margen: Agencia Confidencial] N° 129 [sic]

Circular. Señor Doctor Don J. Federico Elmore.

(La misma nota que antecede, con excepción del penúltimo párrafo).

[402]

18 de mayo de 1882

[Al margen: Agencia Confidencial] N° 130 Señor Ministro de Relaciones Exteriores.

Pasamos a contestar los ocho párrafos que contiene el estimable oficio de V. S., de 12 del actual, en el mismo orden en que se encuentran consignados. 1° La correspondencia para los señores Elmore y Rosas, de fecha 28 de abril último, fue oportunamente recibida en esta Agencia Confidencial y remitida a su destino. 2° Quedamos enterados de haberse expedido últimamente al señor Gómez Sán- chez sus cartas de retiro de las Legaciones del Uruguay y Paraguay por habérsele admitido la renuncia que ha hecho de estos cargos, y reiterádosele la de la República Argentina por la razón que V. S. se sirve indicar. 3° Esta Agencia Confidencial ha dado ya la dirección conveniente a las comunica- ciones para el Ministro Trescot y para los señores Elmore y Rosas sobre los atentados cometidos por las fuerzas de Chile en los distritos de Chupaca, Sicaya, etc., por haber tenido nuevos datos que confirman la exactitud de estos hechos. 4° Con la reserva que el asunto requiere, cuidaremos de informarnos sobre todo lo relativo a la proyectada expedición del Presidente de Venezuela Guzmán Blanco37, en protección del Perú; y respecto a la posibilidad de que sea nombrado

37 Tal como lo hemos señalado en el estudio preliminar, el presidente de Venezuela, Antonio Guzmán Blanco, apoyó decididamente al Perú en el contexto de la Guerra del Pacífico.

368 Parte II. Libros copiadores. Libro copiador B

­plenipotenciario de la República en aquella nación el señor don Leocadio Guzmán38. Del resultado de nuestras investigaciones sobre ambos puntos, daremos a V. S. opor- tuna cuenta. 5° En conformidad con las indicaciones contenidas en este párrafo daremos tanto a los miembros de la Junta Consultiva, como a los de la Patriótica, los informes que sean convenientes, respecto de las comunicaciones emanadas de ese Ministerio, con las reservas de que V. S. se encarga. Por lo demás, cumpliremos en transcribirles el contenido del mismo párrafo, para su satisfacción. 6° No son exactas las noticias dadas a V. S., en correspondencias privadas, de esta capital, relativas al telegrama que se dice ha recibido el gobierno de Chile sobre la actitud hostil del Senado de los Estados Unidos para con esa República. Así resulta de las averiguaciones hechas al respecto por esta Agencia Confidencial. 7° Constantemente remitiremos a ese despacho recorte de periódicos cuando contienen noticias de importancia y que interesan a nuestra situación; no enviando ejemplares completos de dichas publicaciones, por no dar mayores proporciones a los paquetes, pues los conductores de ellos exigen, como una garantía de seguridad, que sean lo menos voluminosos posibles. Debe V. S. confiar en que continuare- mos remitiéndole todos los recortes que merezcan la atención del gobierno, no solo en cumplimiento de un deber nuestro, sino para satisfacer la natural ansiedad de Su Excelencia y su Gabinete por saber cuanto se publica referente a la actualidad. 8° Con respecto a las noticias sobre venta de las corbetas de Kiel39 por los agen- tes de Piérola, podemos decir a V. S. que son de todo punto inexactas, no creyendo que pasen de rumores que, como otros muchos, se hace circular generalmente

38 En efecto, en comunicación del 12 de mayo de 1882, el ministro Álvarez había solicitado a los agentes analizar la posibilidad de este nombramiento, teniendo en cuenta que Leocadio Guzmán era el padre del presidente de Venezuela, Antonio Guzmán Blanco (ACMRE, CC150, 1881-1882, 12.5.1882, f. 31). Sin embargo, días más tarde los agentes confidenciales tomaban nota de la designación como encargado de negocios ad honorem en Venezuela del capitán de fragata Guillermo L. Pareja (ACMRE, 7-13, caja 282, carpeta 18, 24.5.1882, f. 105). Pareja se encontraba residiendo en París, y a fines de agosto de 1882 entró en contacto con el ministro Rosas para iniciar los preparativos de su viaje a ­Venezuela (ACMRE, 5-14, caja 282, carpeta 3, cartas del 31.8.1882, ff. 31-35v). 39 Se trata de la venta de las corbetas Diógenes y Sócrates construidas en la ciudad de Kiel, Alemania (Rodríguez Asti, 2003-2004, pp. 24-26). El 12 de mayo de 1881, Mariano Álvarez, ministro de Rela- ciones Exteriores, manifestó lo siguiente: «El señor Carrillo (C. N.) escribe de Arequipa a Su Excelencia que por persona llegada a esa ciudad de Europa, ha sido informado de que las corbetas Kiel han sido ya vendidas por los agentes de Piérola a la República Argentina y que su valor se ha empleado entre otras cosas en pagar los atrasados a la Legación del gobierno dictatorial en esa república. Lo que antes de ahora hemos sabido sobre el particular es que a consecuencia de haberse puesto en venta por el ministro Sanz y haber ido una comisión de argentinos a examinarlos, se descubrió su paradero y fueron embar- gadas por reclamación de Chile» (ACMRE, CC150, 1881-1882, 12.5.1882, ff. 31v-32).

369 El Estado en la sombra. El Perú durante la ocupación chilena en ­circunstancias como las actuales. Con este motivo, debemos manifestar a V. S. que en cumplimiento de la misión que el Supremo Gobierno nos ha confiado, no cesamos de hacer las más prolijas investigaciones sobre cuanto pueda interesar a la República, y que seremos siempre solícitos en dar a V. S. los informes más detallados de todo lo que llegue a nuestro conocimiento y revista el carácter de verdadero. Dios guarde a V. S.

[403]

18 de mayo de 1882

[Al margen: Agencia Confidencial] N° 131

Al mismo. [Señor Ministro de Relaciones Exteriores]

Por el último vapor de Panamá, llegó al Callao el 12 del que rige el Marqués de Tallenay40, nombrado ministro de Francia cerca del gobierno del Perú. Inmediatamente después de su arribo a esta capital, el señor A. de Pont nos lo presentó, habiéndonos manifestado el referido señor ministro que se había hecho cargo de la gerencia de la Legación y que tenía instrucciones de su gobierno para estudiar la situación general del país y enviarle los correspondientes informes. Aunque al día siguiente fuimos a visitar al Marqués de Tallenay, tuvimos el sen- timiento de no encontrarlo en su domicilio. Trataremos de verlo en la más próxima oportunidad, a fin de suministrarle los datos más exactos acerca de la actual con- dición política del país; reservándonos dar a V. S. cuenta del resultado de nuestra entrevista. Dios guarde a V. S.

40 En efecto, en comunicación del 22 de mayo de 1882, el ministro Álvarez acusó recibo de esta carta, N° 131, con la noticia de la llegada a Lima del nuevo ministro francés (ACMRE, CC150, 1881-1882, 22.5.1882, f. 35). En una carta posterior de la Agencia Confidencial, que no aparece en este libro copia- dor, los agentes informaron sobre una reunión que sostuvieron con el diplomático francés: «En la visita que, ayer hicimos a M. Tallenay, jefe de la Legación de Francia, nos dijo que escribía intensamente a su gobierno por el correo de hoy, dándole cuenta de las condiciones del gobierno del Excmo. Sr. General Montero, expresando su opinión de que debe ser reconocido por los gobiernos amigos, por ser el único existente en el país, y encargando que por telégrafo se le anuncie el envío de sus credenciales, dirigidas al general Montero. Como V. S. comprenderá, salimos muy satisfechos de la entrevista, y esperamos fundadamente que el gobierno francés reconocerá al de S. E. el vicepresidente tan pronto como reciba el despacho de M. Tallenay» (ACMRE, 7-13, caja 282, carpeta 18, 1882, N° 141, 25.5.1882, f. 108).

370 Parte II. Libros copiadores. Libro copiador B

[404]

18 de mayo de 1882

[Al margen: Agencia Confidencial] N° 132

Al mismo. [Señor Ministro de Relaciones Exteriores]

Tenemos el honor de remitir a V. S. las siguientes comunicaciones: Tres paquetes, apertorios, que dirige a ese despacho, el ministro de la República en los Estados Unidos de América. Una nota que nos entregó el señor Trescot la víspera de su partida, para que la enviáramos a ese ministerio. Otra del ministro de Relaciones Exteriores del Portugal, remitiendo una carta autógrafa del Rey, en respuesta de la que le dirigió el excelentísimo señor García Calderón; y Un oficio del señor ministro argentino, contestando la circular de V. S. de 25 de abril último. Las dos últimas comunicaciones, van apertorias, por haber creído conveniente dejar en esta Agencia Confidencial, copias de ambas, en previsión de un posible extravío de los originales. Dios guarde a V. S.

[405]

18 de mayo de 1882

[Al margen: Agencia Confidencial] N° 133

Al mismo. [Señor Ministro de Relaciones Exteriores]

Nos es grato acusar a V. S. recibo de los despachos que dirige V. S. a los señores Ocampo Samanez y Gómez Sánchez, los que enviaremos a su destino el sábado próximo. Dios guarde a V. S.

371

Figura 17. Portada del Libro copiador C Fuente: Archivo APC. Libro copiador C

Correspondencia Reservada 1881-1882. (Delegación del Supremo Gobierno /Agencia Confidencial)

[406]

19 diciembre de 1881

[Al margen: Delegación del Supremo Gobierno] Reservada N° 4 Señor Secretario General de Estado.

La Junta Patriótica, con fecha 1° de diciembre, ha dirigido a esta Delegación el siguiente oficio: «La Junta Patriótica», compuesta de los Señores Luis Carranza, Mariano Álvarez, Ramón Ribeyro, Manuel María Rivas, Elías Mujica, José Gregorio García1, Emilio Forero2, Pedro Correa y Santiago3, Felipe Varela y Valle4 y del que suscribe, en vista de la urgente necesidad que hay de crear recursos para proveer de fondos a fin de aten- der al sostenimiento del Ejército del Sur y a la movilidad de las personas que deben marchar a desempeñar diversas comisiones en el Norte y Centro de la República,­

1 José Gregorio García (1824). Dueño de la agencia de aduanas José Gregorio García y Compañía, fundada en 1857 y establecida en el Callao. Fue también agente de seguros y director de la Beneficencia Pública del Callao (Mujica & Mujica, 2000, pp. 24-25). 2 Emilio Forero (Tacna, 1831-Lima, 1908) fue abogado, senador por Tacna y decano del Colegio de Abogados de Lima (Tauro, 2001, 7, p. 1000). En 1891 fue nombrado presidente de la Comisión Consultiva sobre Tacna y Arica (Martin, 1972, p. 79). En 1881 figuraba como uno de los directores del Banco Garantizador (Guerra, 1996, p. 92). 3 Pedro Correa y Santiago (Lima, 1831-1892). Estudió en el colegio de San Carlos en la época de Bartolomé Herrera y más tarde se unió al proyecto de Manuel Pardo y del Partido Civil. Fue alcalde de Lima. Durante la guerra con Chile, integró el ejército de la reserva durante la campaña de Lima. Apoyó al presidente García Calderón y posteriormente fue desterrado a Chile. Después de regresar al Perú en 1883, como otros de sus compañeros de exilio, fue nuevamente desterrado, en este caso por el gobierno de Iglesias. Más tarde fue ministro de Estado y participó en la creación de la Cámara de Comercio de Lima, presidiéndola (Tauro, 2001, 5, pp. 761-762; El Perú Ilustrado, 10 de setiembre de 1887). 4 Felipe Varela y Valle (Lima, 1845-1900). Abogado. Fue magistrado, senador y miembro de la Socie- dad de Beneficencia Pública de Lima. Tuvo participación destacada en el primer Congreso Católico del Perú, en 1896 (Paredes Lara, 2005, pp. 31-55). El Estado en la sombra. El Perú durante la ocupación chilena en servicio del Gobierno Constitucional, al abono de sueldos del Ministro de la República en Estados Unidos y a los gastos de telegramas al exterior, comisionó a los señores Emilio Forero y Manuel Candamo para que propusieran los medios más convenientes y eficaces a fin de obtener dichos fondos en la forma de empréstito; y la expresada comisión presentó las conclusiones siguientes: 1ra Formar un Sindicato compuesto de los señores Dionisio Derteano5, Pedro Correa y Santiago y Alejandro Garland6. 2da Emitir un empréstito de cien mil soles plata (S/. 100 000) pidiendo por ahora solamente hasta la cantidad de treinta y tres mil soles plata (S/. 33 000). Esta suma se aplicará al reembolso de los préstamos hechos para los servicios más urgentes. 3ra El Sindicato proporcionará al descubierto treinta mil soles billete (S/. 30 000) reembolsables con los primeros fondos del empréstito. 4ta La Junta expedirá bonos provisionales, como garantía moral, que serán fir- mados por los miembros de ella; los que se canjearán oportunamente por los bonos definitivos que expedirá el Gobierno Constitucional. 5ta Estos bonos ganarán un interés de ocho por ciento (8%) anual y serán reci- bidos en las Aduanas de la República a la par; no pudiendo las aduanas recibir en pago del valor de los derechos de importación o exportación por cada despacho que se haga una suma mayor de un veinticinco por ciento (25%). Examinadas y discutidas por la Junta cada una de las conclusiones preceden- tes, fueron aprobadas; acordándose dictar las medidas necesarias para su inmediata ­ejecución. Sírvanse V. S. dar cuenta de lo acordado a Su Excelencia el Vice-Presidente, para los efectos a que haga lugar. Dios guarde a V. S.». Lo que tenemos el honor de transcribir a V. S. a fin de que, enterado Su Excelen- cia el Vice-Presidente de los procedimientos de la mencionada Junta, se sirva recabar la aprobación correspondiente. Dios guarde a V. S.

5 Dionisio Derteano (Lima, 1824-1888). Importante hombre de negocios, propietario del ingenio Palo Seco. Integró la Junta Central Administradora de los Donativos para la guerra con Chile. Fueron destruidas sus inversiones agrícolas. Participó en la batalla de Miraflores como primer jefe de la sétima división de la reserva (Tauro, 2001, 6, pp. 831-832; Ministerio de Guerra, 1981, p. 111). En 1881 figuraba como gerente del Banco Nacional del Perú (Guerra, 1996, p. 91). El 30 de mayo de 1882, Dionisio Derteano fue condenado a dos años de destierro y a pagar una multa de mil soles plata por el delito de perjurio, debido a la «emisión clandestina de billetes fiscales» (Ahumada Moreno, 1884-1891, VII, p. 224). 6 Alejandro Garland von Lotten (Lima, 1852). Economista y publicista. Trató también temas históri- cos y geográficos (Barreda, 1952-1953, pp. 65-68). En 1881 figuraba como uno de los directores del Banco Nacional del Perú (Guerra, 1996, p. 91).

376 Parte II. Libros copiadores. Libro copiador C

[407]

19 de diciembre de 1881

[Al margen: Delegación del Supremo Gobierno] Reservada N° 5 Señor Secretario General de Estado.

Conforme a lo acordado por la Junta, que en oficio separado he tenido el honor de comunicar a V. S., y en vista de la suma urgencia que había de proporcionarse fondos para los diversos gastos que demanda la situación actual del país, se ha dado cumpli- miento a la segunda de las conclusiones consignadas en el referido acuerdo, emitiéndose la cantidad de treinta y tres mil soles plata (S/. 33 000) al tipo de setenta por ciento7. Oportunamente nos será grato dar cuenta a V. S. de la inversión que se ha dado a dicha suma, a fin de que, instruido Su Excelencia el Vice-Presidente, se sirva aprobar las medidas adoptadas por esta Delegación. Dios guarde a V. S.

[408]

24 diciembre de 1881

[Al margen: Delegación del Supremo Gobierno] Reservada N° 6 Señor Secretario General de Estado.

Tenemos el honor de remitir a V. S. mil bonos (S/. 1000) [sic] de a cien soles cada uno, para que sean debidamente autorizados por el Supremo Gobierno y devueltos a esta Delegación, a fin de que se verifique el canje de ellos, por los provisionales emitidos por la Junta en cumplimiento de la cuarta de las conclusiones aprobadas por la misma Junta8.

7 En una circular emitida el 3 de enero de 1882 por el gobierno central en Cajamarca, los delegados reciben la siguiente información: «En acuerdo de la fecha, ha aprobado S. E. Vice-Presidente de la República, encargado del Poder Ejecutivo, la emisión de treinta y tres mil soles plata (S/. 33 000) al tipo de setenta por ciento, expidiendo la resolución que copio = [...] “Apruébase la emisión de la cantidad de treinta y tres mil soles plata (S/. 33 000) al tipo de setenta por ciento (70%); debiendo destinarse la expresada cantidad a los gastos que demanda la situación actual del país con sujeción a cuenta documen- tada que llevarán en forma los referidos Delegados”» (ACMRE CC150, 1881-1882, 3.1.1882, f. 23). 8 El 3 de enero de 1882, el secretario de Estado acusó recibo de los bonos enviados por los delegados y señaló lo siguiente: «En acuerdo de hoy, Su Excelencia el Vice-Presidente de la República, encargado del Poder Ejecutivo, ha expedido en el oficio de ustedes de 24 de diciembre próximo pasado, N° 6, el decreto que sigue: “Recibidos los mil bonos (1000) de a cien soles cada uno [...] manifestándoles

377 El Estado en la sombra. El Perú durante la ocupación chilena

Al mismo tiempo remitimos a V. S. cuatrocientos despachos en blanco para el servicio del Supremo Gobierno. Dios guarde a V. S.

[409]

29 de diciembre de 1881

[Al margen: Agencia Confidencial] Reservada N° 3 Señor Secretario General de Estado.

En clave, y directamente a Su Excelencia el Vice-Presidente, dimos cuenta en el último vapor, de la entrevista que tuvimos con los señores Trescot y Blaine, comi- sionados especiales de los Estados Unidos. Después de la partida de estos caballeros, hemos tenido una conferencia con el señor General Hurlbut, y el pormenor de ella lo damos hoy por clave, por creerlo así más prudente. Igual cosa hacemos respecto a un oficio que para el Ministro de Relaciones Exteriores hemos recibido de nuestro Ministro en Washington. Tanto lo uno como lo otro, estamos seguros que llevarán al ánimo de Su Excelencia y de V. S. la más completa tranquilidad. Después de las entrevistas que tuvimos con los señores ministros de Inglaterra, Francia e Italia, y no habiendo aceptado la entrevista proyectada con los señores Novoa y Altamirano, desde que estos caballeros solo deseaban hablar con nosotros como parti- culares y no reconocernos en nuestro carácter de Agentes Confidenciales del Gobierno Constitucional del Perú, hemos considerado más decoroso y conveniente esperar que los señores miembros del Cuerpo Diplomático elijan ellos mismos el momento que crean más oportuno para efectuar el reconocimiento de nuestro gobierno. Esto no quiere decir que por nuestra parte no demos los pasos necesarios para el logro de tan importante fin. Al efecto, nos hemos puesto en comunicación con nuestro Ministro en París y este nos ha contestado por telégrafo, pidiendo la remisión de la autógrafa de Su Excelencia el Vice-Presidente para el Excelentísimo Señor Presidente de la República Francesa; autógrafa, que como las otras para soberanos y jefes de las demás naciones del mundo, están ya en su mayor parte debidamente encaminadas. Por ahora, mientras los comisionados especiales de los Estados Unidos llegan a Chile e inician sus gestiones, la época va a ser de expectativa. Cuidaremos de poner a V. S. al corriente de cuanto llegue a nuestro conocimiento. que los bonos serán autorizados próximamente para llenar su objeto, en conformidad con la cláusula cuarta de las conclusiones presentadas por la Junta Patriótica el 1° de diciembre último y aprobadas por supremo decreto de la fecha”» (ACMRE, CC150, 1881-1882, 3.1.1882, f. 23).

378 Parte II. Libros copiadores. Libro copiador C

Consideramos indispensable el envío de un cónsul a Panamá, y en clave hacemos la debida propuesta, a fin de que se envíen las letras patentes. Este es un asunto que exige gran reserva para que las autoridades chilenas no impidan la salida de la persona que deberá desempeñar aquel consulado. Hemos remitido ya fondos a nuestra Legación en Washington, y continuaremos acudiendo mensualmente a sus necesidades de la mejor manera que nos sea posible. Sírvase V. S. elevar el contenido de este oficio al conocimiento de Su Excelencia el Vice-Presidente, aceptando las protestas de nuestra más alta estimación. Dios guarde a V. S.

[410]

2 de enero de 1882

[Al margen: Agencia Confidencial]

[NoReservada se indica el destinatario] N° 4

Tenemos la honra de remitir a V. S. las adjuntas copias de la nota dirigida por el señor Ministro de Relaciones Exteriores de Bolivia y del despacho reservado de nuestro Ministro en Washington al Ministro de Relaciones Exteriores del Perú, a fin de que se sirva V. S. poner dichos documentos en conocimiento de Su Excelencia el Vice-Presidente de la República, encargado del Poder Ejecutivo; no enviando los originales, para evitar su pérdida, en el caso de que se extraviara esta correspondencia. Dios guarde a V. S.

[411]

28 de enero de 1882

[Al margen: Delegación del Supremo Gobierno] Reservada N° 36 Señores Dionisio Derteano, Pedro Correa y Santiago, Alejandro Garland.

Con la comunicación de V. S., de 28 de diciembre último, hemos recibido la cuenta documentada, que adjuntamos en copia, la misma que ha sido aprobada por esta Delegación; siéndonos satisfactorio dar a V. S., en nombre del Supremo Gobierno, las debidas gracias por los oportunos servicios que han prestado. Dios guarde a V. S.

379 El Estado en la sombra. El Perú durante la ocupación chilena

[412]

28 de enero de 1882

[Al margen: Delegación del Supremo Gobierno] Reservada N° 37 Señor Tesorero don Elías Mujica.

Para los efectos del decreto expedido por esta Delegación, con fecha 28 de diciem- bre último, nos es grato remitir a V. S. la cuenta documentada que han presentado los señores Dionisio Derteano, Pedro Correa y Santiago y Alejandro Garland. Sírvase V. S. acusarnos el correspondiente recibo. Dios guarde a V. S.

[413]

8 de febrero de 1882

[Al margen: Delegación del Supremo Gobierno] N° 39 Señor Doctor Don Francisco Rosas, Encargado Especial y Ministro Plenipotenciario de la República en Francia.

El 23 de enero último se nos comunicó el siguiente telegrama dirigido de París el 22 del mismo. «Confirmamos nuestro último telegrama. Reosas [sic] informa Bishop y Delega- dos de Gebulon que es necesario absolutamente que Gebulon mande inmediatamente nuevas cartas de retiro para Reomulus. Este se rehúsa a remitir cartas mandadas por Jurídico —que Gebulon mande inmediatamente a Cicerón nuevos plenos poderes. Contestación por telégrafo»9. Inmediatamente después de haber asumido el mando supremo Su Excelencia el contra-almirante Montero, dirigió la autógrafa correspondiente a los Jefes de los Estados amigos, habiéndose enviado la del Presidente de la República francesa, por conducto de la respectiva Legación, en esta capital, el 29 de diciembre próximo pasado. En consecuencia, el referido documento debió haberse recibido en París, casi en la misma fecha del precedente telegrama.

9 En este párrafo se alude a diversos personajes en clave. Por el contexto, concluimos que Gebulon es el vicepresidente Montero, Reomulus es Toribio Sanz, Jurídico es Francisco García Calderón y Cicerón es Francisco Rosas. No hemos logrado identificar con certeza las identidades de Reosas y de Bishop.

380 Parte II. Libros copiadores. Libro copiador C

Natural y profunda sorpresa nos causó que el señor Sanz se hubiese negado a hacer a V. S. la entrega de las credenciales que le fueron enviados a V. S. por Su Exce- lencia el señor García Calderón, pues si no lo verificó mientras pudo creer al señor Piérola investido del Poder Supremo, una vez que este dimitió oficialmente, no ha tenido aquel razón ni pretexto alguno para resistirse a hacer dicha entrega. Abrigábamos la esperanza de que al llegar a conocimiento del señor Sanz la enun- ciada dimisión del señor Piérola, procedería a presentar su carta de retiro y a hacer a V. S. la entrega de la Legación; pero en vista del telegrama arriba trascrito, hicimos un propio a Cajamarca, recabando del Supremo Gobierno nuevas credenciales para V. S. y nueva carta de retiro para el señor Sanz. Como la gran distancia que separa esta Capital de aquella ciudad, y los obstáculos que hoy se oponen al libre curso de la correspondencia retardará por algún tiempo más la contestación del Ministerio del ramo, hemos creído conveniente dirigir hoy a V. S., atenta la urgencia del caso, el siguiente telegrama: «De orden del Vice-Presidente exija oficialmente V. S. a Sanz la entrega de la Legación, haciéndolo responsable por los daños que cause al Perú si así no lo hiciese». No dudamos que V. S. habrá reservado su demanda ante el señor Sanz, manifes- tándole, caso de que hubiese persistido en su extraña conducta, los serios perjuicios que con ella puede causar al país y las graves responsabilidades en que incurría. Nos es grato anunciar a V. S. que la unificación de la República, bajo el gobierno constitucional, se ha realizado por completo. El general Cáceres, por un decreto que expidió en Jauja el 24 de enero y que hizo promulgar por bando, ha reconocido la autoridad de Su Excelencia el Vice-Presidente Contra-Almirante don Lizardo Mon- tero, como se impondrá V. S. por el recorte adjunto. Por cartas recibidas hoy del sur, se sabe también que la facción que dominaba en Moquegua, capitaneada por Céspedes Pacheco [sic], ha sido debelada por fuerzas enviadas de Arequipa. Por lo que respecta a la intervención del Gobierno de los Estados Unidos, con- tinúa aún la situación de expectativa. El señor Trescot ha tenido varias conferencias con el señor Balmaceda; pero se ignora por completo los puntos sobre los que hayan versado, guardándose sobre el particular la más completa reserva. Se nos ha asegu- rado que el señor Trescot ha telegrafiado a su gobierno, solicitando instrucciones, con motivo de ciertos proyectos de arreglo presentados por el señor Balmaceda. La demora en el resultado de las gestiones del comisionado americano, y los rumores poco favorables, aunque infundados, que han circulado últimamente acerca de ellos, han producido alguna inquietud en la opinión pública, y aun se abrigan temores de que la intervención del gobierno de los Estados Unidos no tenga el éxito y alcance que se le había atribuido.

381 El Estado en la sombra. El Perú durante la ocupación chilena

Es de creerse que la cuestión quedará resuelta bien pronto; y por nuestra parte confiamos en que no saldrán frustradas las esperanzas que el país tiene cifradas en la elevada política del gobierno de la gran República, llamado por la posición que ocupa en este continente a ser el defensor de los principios del derecho internacional americano. Dios guarde a V. S.

[414]

15 de marzo de 1882

[Al margen: Delegación del Supremo Gobierno] N° 77 Señor Presidente de la Junta Fiscal.

En nuestro oficio de 13 del corriente, pedimos a V. S. que convocase a los señores miembros de la Junta Fiscal que preside, a una sesión extraordinaria a la que deseá- bamos concurrir con el objeto de pedir, a nombre y en representación del Supremo Gobierno, todos los datos que a este le son indispensables para sus ulteriores resolu- ciones. Tuvimos también en cuenta, al concurrir hoy personalmente, a la sesión extraor- dinaria de esa Junta, consideraciones muy especiales, y que no se ocultarán a V. S. ni a sus respetables compañeros, en vista de la difícil posición en que todos respec- tivamente nos hallamos colocados, para el desempeño de nuestros deberes oficiales. Mas ya que, apoyándose en un fundamento, que no desconocemos, y a petición de algunos de sus miembros, la Junta ha considerado mejor, que nos dirijamos a ella por medio de una nota, así lo hacemos, pidiéndole, por el digno conducto de V. S., los siguientes datos: 1ro ¿Qué operaciones ha autorizado la Junta, con referencia a los contratos cele- brados por el gobierno presidido por Su Excelencia el doctor don Francisco García Calderón, con algunos negociantes de esta plaza sobre canje de billetes incas? 2do ¿Cuál era el estado de esos contratos cuando la autoridad chilena dio por terminadas las funciones de la Junta? 3ro ¿Después de este hecho, se ha reunido la Junta y ha tomado alguna medida o celebrado algún acuerdo? 4to ¿Ha autorizado la Junta la emisión de los billetes destinados al canje de los incas, conforme a los contratos referidos? 5to ¿Ha designado los miembros de ella que deben firmarlos?

382 Parte II. Libros copiadores. Libro copiador C

6to ¿Tiene conocimiento la Junta de si esos billetes han sido introducidos a esta capital, y en tal caso, están en su poder, o sabe en manos de quién se hallan? 7mo ¿Qué sumas representan y que aplicación deben tener conforme a los refe- ridos contratos? 8vo ¿A qué suma ascienden y cuáles son los tipos, series y números de los billetes emitidos hasta la fecha por la Junta Fiscal y por la de Vigilancia desde la instalación de una y otra, en cumplimiento de resoluciones, que deben constar en los respectivos libros de actas? 9no ¿Hay o no algunas sumas de billetes en los Estados Unidos a disposición de la Junta Fiscal? La violencia, con que fue disuelto, por las autoridades chilenas que ocupan la capi- tal, el gobierno del excelentísimo señor García Calderón, ha hecho difícil en algunos casos, imposible en otros, que el gobierno de Su Excelencia el Vice-Presidente de la República tenga cabal conocimiento de varios asuntos de la administración pública. Especialmente en lo relativo a las relaciones del gobierno con la Junta Fiscal, y a los procedimientos de ésta con motivo de los contratos celebrados para el canje de billetes incas y nuevas misiones fiscales, necesita el actual gobierno, tener minucio- samente todos los datos que puedan servirle, para adoptar en ese orden, las medidas que juzgue convenientes. Rogamos a V. S. se sirva poner el contenido de este oficio en conocimiento de la Junta Fiscal, recabando su acuerdo, para la contestación de las preguntas que constan más arriba, a fin de que por nuestra parte podamos, a la mayor brevedad, transmitirla al Supremo Gobierno. Dios guarde a V. S.

[415]

15 de marzo de 1882

[Al margen: Delegación del Supremo Gobierno] N° 78 Señor Presidente de la Junta Fiscal.

Acompañamos a V. S., en la copia adjunta, el Decreto Supremo por el cual fui- mos nombrados Delegados del Gobierno Constitucional en esta capital, y en el que constan las atribuciones que nos han sido conferidas. Sírvase V. S. poner este oficio y la copia anexa, en conocimiento de la Junta Fiscal que preside. Dios guarde a V. S.

383 El Estado en la sombra. El Perú durante la ocupación chilena

[416]

22 de marzo de 1882

[Al margen: Delegación del Supremo Gobierno] Señor Ministro de Hacienda.

Con el propósito de instruir al Supremo Gobierno de los procedimientos de la Junta Fiscal, en lo relativo a los contratos celebrados por Su Excelencia el Presidente Provisorio para el canje de billetes incas y nuevas emisiones fiscales, creímos conve- niente dirigir al Presidente de dicha Junta el oficio que, en copia acompañamos a V. S., bajo el N° 1; el que fue contestado en los términos que aparecen de la copia N° 2. En consecuencia concurrimos al local designado en el día y hora señalados. Expuesto por nosotros el objeto para que habíamos pedido la sesión extraordinaria, se nos manifestó por algunos de los miembros de la Junta, que, conforme a la ley de su creación, solo podían concurrir a sus sesiones e intervenir en sus actos las personas que la componen; y que, como representantes del Supremo Gobierno, podíamos dirigirnos oficialmente a ella, pidiéndole los datos o informes que necesitásemos. Aceptada por nosotros, esta observación, tuvimos a bien pasar a la Junta el oficio, cuya copia hallará V. S. marcada con el N° 3. La copia N° 4, que también incluimos, es la respuesta a nuestra anterior comunicación. Dos días después, es decir, el 18 de los corrientes, fuimos sorprendidos con la noticia de que las autoridades chilenas habían aprehendido y puesto en detención a dos miembros de la Junta, los señores Ramón de la Fuente y J. M. Cantuarias, por haberse asegurado, según lo anunciaba el diario La Situación, que estaban cir- culando en esta plaza billetes peruanos de a quinientos soles, cuya emisión acusaba de clandestina. El señor Cantuarias fue puesto en libertad a las dos horas, conti- nuando detenido hasta hoy el señor De la Fuente. Al siguiente día fueron también aprehendidos los señores Schiaffino y Pedro Correa y Santiago, los que se hallan aún detenidos; y se ha hecho comparecer a los señores Heudebert10, Dionisio Derteano, Menchaca11, ­Serdio y Benito Valdeavellano, a quienes se les tomó su declaración; habiéndose puesto en detención solamente a este último después de llenada esa diligencia. El señor Cantuarias fue aprehendido de nuevo ayer, y se le mantiene incomunicado. Tal es la relación sucinta de los hechos ocurridos hasta hoy con la Junta Fiscal, los que han impedido que se suministre a esta Delegación los datos importantes

10 Gustavo Agustín Heudebert (Domont, Francia, 1834-Lima, 1904) (Barreda, 1957, pp. 75-76). 11 Se refiere a Gabino Menchaca.

384 Parte II. Libros copiadores. Libro copiador C que pidió; animada del celo que abriga por todo lo que concierne a los intereses públicos. En lo sucesivo cuidará de poner al corriente a ese despacho de cuanto suceda sobre el particular, cumpliendo, por ahora, con elevar al conocimiento de Su Excelencia el Vice-Presidente los documentos de que ha hecho referencia, así como algunos recortes de los diarios chilenos de Lima y el Callao, que se han ocu- pado de este enojoso asunto. Dios guarde a V. S.

[417]

3 mayo de 1882

[Al margen: Agencia Confidencial] N° 114 Señor Doctor Don J. Federico Elmore, Ministro Residente de la República en Estados Unidos.

Con fecha de ayer dirijo, por la vía de Panamá, el siguiente telegrama al Repre- sentante de la República en Francia. N° 1. «Delegados a Rosas. Trescot, acompañado de Blaine fue a Huaraz y el 25 del presente entregó sus credenciales a Montero con la solemnidad de estilo. Ya está de regreso en Lima. Comuníquelo a Elmore. Avise V. S. por telégrafo si ha sido V. S. reconocido por gobierno francés. Unificación interior completa y consolidada». Y con fecha de hoy dirijo a V. S., por la misma vía, el despacho que sigue: N° 2. «Delegados a Elmore. En la conferencia de Huaraz Trescot manifestó propuesta Balmaceda: quedar Chile con Tarapacá y comprar Arica. Fue rechazada. Trescot sugirió pasarle nota a él, indicando reconocimiento Montero por Chile y traslación gobierno a Arequipa. Se pasó». He hecho a V. S. este despacho cumpliendo con una orden del Ministro del ramo, y creo conveniente que ponga V. S. su contenido en conocimiento del Secre- tario de Estado, a quien probablemente telegrafiará o habrá telegrafiado ya el señor Trescot, comunicando los hechos a que ese despacho se refiere12. Dios guarde a V. S.

12 El 28 de mayo de 1882 Elmore acusó recibo de las anteriores comunicaciones de los agentes con- fidenciales y les señaló lo siguiente: «Acompaño copia de los telegramas del Sr. Rosas, y de mis dos contestaciones. Verán VV. SS. que en conferencia con el S. Secretario de Estado me manifestó este no estar el S. Trescot autorizado para proponer esos términos de tregua» (ACMRE, 7-13, caja 282, carpeta 18, ff. 156-157).

385 El Estado en la sombra. El Perú durante la ocupación chilena

[418]

3 de mayo de 1882

[Al margen: Agencia Confidencial] N° 115 Señor Doctor Don Francisco Rosas, Ministro del Perú en Francia.

Con fecha de ayer dirijo a V. S. por la vía de Panamá, el siguiente telegrama: (Aquí el despacho N° 1, inserto en la nota que antecede). Y con fecha de hoy, en cumplimiento de una orden del Ministro del ramo dirijo, por la misma vía, al representante de la República en Washington, el despacho que sigue: (Aquí el telegrama N° 2) Que transcribo a V. S. para su conocimiento. Dios guarde a V. S.

[419]

3 de mayo de 188213

[Al margen: Agencia Confidencial] N° 117 Señor Ministro de Relaciones Exteriores.

Considerando de importancia para nuestras relaciones con los gobiernos amigos, el viaje del enviado extraordinario, en misión especial, del gobierno de los Estados Unidos de América a Huaraz, residencia del Gobierno, para presentar allí sus creden- ciales a Su Excelencia el Vice-Presidente de la República, dirigí, por la vía de Panamá al Ministro de la República en Francia, el siguiente telegrama: (Aquí el despacho N° 1) Y cumpliendo con la orden que, en carta privada, me impartió V. S., dirijo a nuestro ministro en Washington el siguiente despacho: (Aquí el telegrama N° 2) Tengo el honor de transcribirlo a V. S. para su conocimiento. Dios guarde a V. S.

13 El original de esta carta se conserva en ACMRE, 7-13, caja 282, carpeta 18.

386 Parte II. Libros copiadores. Libro copiador C

[420]

15 junio de 188214

[Al margen: Agencia Confidencial] N° 163 [sic] Señor Ministro de Relaciones Exteriores, Huaraz.

El 10 de los corrientes llegó al Callao, en el vapor de la carrera, el nuevo ministro de los Estados Unidos, señor James R. Partridge, y tan pronto tuve noticia de que se hallaba en Lima, fui a darle la bienvenida a nombre de Su Excelencia el General Montero, y a manifestarle la satisfacción con que el gobierno se impondría de su feliz arribo a esta capital. Después de las generalidades del caso exigidas por la cortesía, le dije que la noti- cia de su salida de Nueva York, anunciada por nuestro ministro en Washington en comunicación traída por el mismo vapor en que él había venido, y recibida hacía pocos horas, había sido para mí una grata sorpresa, pues tenía entendido, por lo que me dijo Mr. Trescot, y por lo que indicó en su nota de despedida, que se esperaba su llegada a Washington para acordar las instrucciones que, según los informes que él personalmente comunicara sobre la situación respectiva de las Repúblicas beli- gerantes, deberían darse a los plenipotenciarios recientemente nombrados para el Perú y Chile; a lo cual el señor Partridge me contestó que realmente así debería haber sido; que él no pensó partir sino después de la llegada de Mr. Trescot; pero que tuvo que anticipar su viaje porque Mr. Frelinghysen [sic] creyó conveniente su inmediata venida. Conversando sobre este tema le pregunté si tenía conocimiento del despacho que Mr. Trescot dirigió al ministro de Relaciones Exteriores de Chile, indicándole la necesidad que había, para entrar en negociaciones de paz, de que el gobierno de esa República reconociese al de Su Excelencia el General Montero, y habiéndome contestado negativamente, le di cuenta de él, así como de la conferencia que el señor Trescot tuvo con el señor Novoa, en la que este le expuso la determinación de su gobierno de no reconocer al del Perú, mientras no se aceptasen por el General Mon- tero las consabidas condiciones de paz. El señor Partridge juzgó en términos severos semejante proceder, incomprensible para él, según él mismo lo expresó; y habiéndole preguntado cuál sería la conducta de su gobierno en vista de la tenaz resistencia que el de Chile ha opuesto a todas las tentativas y demandas hechas por el ­Plenipotenciario

14 Esta carta ha sido reproducida por Caivano (1979, II, pp. 339-344).

387 El Estado en la sombra. El Perú durante la ocupación chilena que el gobierno americano había enviado a estas Repúblicas, con la única y especial misión de restablecer la paz entre ellas en condiciones que consultase la honra, los intereses y hasta las susceptibilidades de todas; me dijo que no podía suponer cuá- les serían los procedimientos futuros de su gobierno, y que tal vez se le dirá algo sobre el particular en las comunicaciones que debe recibir por el correo que salió de Nueva York el 10 del presente. Como no creí prudente ni discreto de mi parte llevar muy lejos mis averiguacio- nes en esa primera entrevista, que tenía por principal objeto cumplir, en nombre del gobierno, un deber de urbanidad y etiqueta, no salí de ciertas generalidades, reser- vándome para tener después una conferencia formal, en la que solicitaría del señor ministro, para trasmitirla a V. S., las declaraciones que no tuviese inconveniente para hacerme respecto a la política que el gobierno americano ha resuelto seguir en la cuestión del Pacífico. No dejé, sin embargo, de exponerle la situación que había creado en las Repú- blicas aliadas la esperanza producida en ellas por la política iniciada anteriormente por ese mismo gobierno, declarada por Mr. Blaine en diferentes documentos, secun- dada energéticamente en Lima por el General Hurlbut, y en la cual la opinión de ambos países vio un apoyo seguro y eficaz para oponerse a las exageradas pretensio- nes de Chile; agregando que la profunda confianza producida en ellos de que los Estados Unidos se opondrían con todo el poder de su autoridad y de su prestigio a la ­desmembración de sus territorios, había arraigado de tal suerte la opinión de que en ningún caso debe consentirse en esa temeraria exigencia de Chile, que hoy se ha hecho muy difícil, aun cuando llegue a ser necesario, lo que antes, tal vez, habría sido realizable. A esto me observó el señor Partridge que realmente nos habíamos formado muchas esperanzas en la intervención americana, muy naturales en la situación angustiosa en que nos hallamos y hasta cierto punto fomentadas por el General Hurlbut; pero que en Washington no se había hecho nada que las autorizase, siendo muy de sentir que ellas hubiesen producido la delicada situación a que yo acababa de referirme. Hablamos algo sobre este tema cuando tuve que retirarme por la llegada de otra persona, habiéndose además prolongado mi visita. En la segunda que le hice ayer, principié por decirle que debiendo salir hoy el correo para Huaraz, iba a verle con el objeto de suplicarle me diese algunas informa- ciones sobre el objeto de su misión, a fin de transmitirlas a mi gobierno, y habiéndome manifestado muy buena voluntad para ello, tuvimos una larga conversación, en la que el señor Partridge me hizo sobre ciertos puntos las declaraciones oficiales y sobre otros emitió opiniones particulares de que paso a dar cuenta a V. S.

388 Parte II. Libros copiadores. Libro copiador C

Como era natural, la primera cuestión que toqué fue la relativa a la especie de credenciales que traía el nuevo Ministro, y el medio que pensaba emplear para presentarlas. A este respecto me dijo que sus credenciales estaban dirigidas al Jefe del Poder Ejecutivo del Perú, sin determinar personalidad alguna; declaración que, según puede suponer V. S., me causó desconsoladora sorpresa y confirmó los temores que yo abrigaba, de que nada satisfactorio para nuestra causa traía al Perú el nuevo representante de los Estados Unidos. Me declaró también que no mandaría sus credenciales a Huaraz, que él debía entregarlas en persona a Su Excelencia el Presidente; pero que por ahora no podía emprender viaje hasta esa ciudad, y que para nosotros mismos no era conveniente que lo emprendiera, porque realizándolo se daría motivo o pretexto a nuestros ene- migos para hostilizarnos. La misión que trae es de carácter ordinario y corriente, sin instrucciones especia- les para proceder en determinado sentido en la cuestión del Pacífico, y sin relación alguna con la de Mr. Trescot, la cual él considera, y así me lo declaró de un modo terminante, completamente concluida15. Según lo que me expuso, el objeto de la misión de ese enviado especial fue ofrecer los buenos oficios del gobierno de los Estados Unidos para procurar el restableci- miento de la paz entre las Repúblicas beligerantes; pero las condiciones en que Chile había persistido habían sido de tal carácter que el gobierno americano no pudo acep- tarlas como bases racionales para ofrecer sus buenos oficios, pues no podía inducir a las repúblicas aliadas a someterse a ellas; Chile no las modificaba y no aceptaba los buenos oficios ofrecidos, sino para que ellas fueran impuestas; y no habiendo por esto acuerdo entre los beligerantes, el gobierno de los Estados Unidos había desistido de toda acción, se había retirado por completo, dejando a las Repúblicas contendientes en libertad para hacer los arreglos que tengan a bien. Según eso, le pregunté entonces, nada tenemos que esperar del gobierno ameri- cano; nada por el momento, me contestó; pero no puedo prever si el desarrollo de los acontecimientos determine una nueva acción de parte de mi gobierno, siendo necesario para ello que el Congreso lo resuelva y establezca. A este último respecto, la opinión particular del señor Partridge es que el Congreso Americano, en sus actuales sesiones, que terminan a principios de julio próximo, no tratará de la cuestión, y que no hay antecedente para creer que trate de ella en las sesiones que principian en diciembre.

15 En una comunicación a los agentes confidenciales, del 28 de mayo de 1882, el ministro Elmore les informó que el gobierno norteamericano estaba a la espera de los informes de Trescot. Informaba también que, no obstante ello, ya había emprendido viaje hacia el Perú el ministro Partridge (ACMRE, 7-13, caja 282, carpeta 18, 1882, f. 157).

389 El Estado en la sombra. El Perú durante la ocupación chilena

Le hablé sobre la necesidad en que tal vez nos veríamos de acudir a la acción de las potencias europeas, ya que los Estados Unidos desistían de la suya. Me repuso que su gobierno no se opondría a eso, que a lo que se opondría sería a la acción europea ejercida en los Estados Americanos para cambiar su régimen político, como sucedió en México; pero no a la que, consentida y aceptada por las partes, poner [sic] término a una contienda como la actual. Le repliqué que las instrucciones dadas por Mr. Blaine a los ministros americanos en Santiago y Lima contenían sobre ese particular exclusiones más rigurosas; a lo cual me contestó efectivamente que era así; pero que debíamos tener en cuenta que ya Mr. Blaine no era secretario de Estado, y que su política exterior era rechazada por la opinión de los Estados Unidos, porque lanzaba al país en sendas desconocidas, que podían ser peligrosas. Estas son, en resumen, las declaraciones y opiniones del señor Partridge. La estre- chez del tiempo no me permite extenderme más sobre ellas; pero lo que he dicho hasta aquí, y que es lo esencial, es suficiente para comprender la gravedad de nuestra situación, privados como debemos considerarnos de ese poderoso auxilio exterior, en que la generalidad había cifrado tan consoladoras esperanzas. Dígnese V. S. poner este oficio en conocimiento de Su Excelencia el­Vice- ­Presidente de la República. Dios guarde a V. S. M. Candamo

390 Apéndice. Cronología1

…una guerra cambia radicalmente el tiempo histórico y lo acelera, y esto posibilita que en un periodo muy corto, en unos dos o tres años, puedan condensarse transformaciones, que en un periodo de estabilidad relativa, de paz, tomarían posiblemente cincuenta años o un siglo Nelson Manrique, «La ocupación y la resistencia»

Gobierno provisorio Mes y año Gobierno de Piérola (Francisco García Calderón- Administración chilena Lizardo Montero) Diciembre Se inicia el gobierno de 1879 dictatorial de Nicolás de Piérola. Enero de 15 de enero: Piérola sale 1881 de Lima. En la capital se quedan sus representan- tes Pedro José Calderón (secretario de Relaciones Exteriores y Culto) y Rufino Torrico (alcalde de Lima).

1 Fuentes: libros copiadores A, B y C; ACMRE, CC150; Basadre (1983, VI); Cáceres (2010); CPHEP, 1981-1982, I y II; Guerra (1991); Lynch (1882 y 1884); Pereyra (2006); Ulloa (1981); Yábar (2009, I y II). Este cuadro cronológico está fundamentalmente referido a la etapa en la que funcionó el gobierno provisorio entre Lima, Cajamarca y Huaraz, con especial énfasis en el periodo en el que desarrollaron sus funciones la Delegación del Supremo Gobierno y la Agencia Confidencial en Lima (entre diciembre de 1881 y julio de 1882). Se consignan los acontecimientos más significativos. El Estado en la sombra. El Perú durante la ocupación chilena

Gobierno provisorio Mes y año Gobierno de Piérola (Francisco García Calderón- Administración chilena Lizardo Montero) Enero de 16 de enero: desde la 16 y 17 de enero: ocupa- 1881 hacienda Chocas, Piérola ción de Lima por parte de decreta la formación de las fuerzas chilenas. la «Secretaria General» a cargo de Aurelio García y García, quien asume todas las responsabilida- des de los ministerios. Otro decreto de ese mismo día señala que el gobierno del Perú se esta- blecería donde se encon- trasen el Jefe Supremo y el Secretario General. 20 de enero: se envía una circular al cuerpo diplo- mático para denunciar la ocupación chilena de Lima. 21 de enero: se reinician las actividades en el puerto del Callao. 25 de enero: Piérola llega a Tarma. 27 de enero: se clausuran los puertos de Ancón, Chancay y Chorrillos. 31 de enero: Piérola llega a Jauja. Febrero de 1 de febrero: Piérola 1881 asciende al grado de generales de brigada a los coroneles Andrés A. Cáceres y Miguel Iglesias. 7 de febrero: desde Chile se ordena al ministro de Guerra en campaña que los gastos de la ocupación militar sean sufragados por la población peruana.

392 Apéndice. Cronología

Gobierno provisorio Mes y año Gobierno de Piérola (Francisco García Calderón- Administración chilena Lizardo Montero) Febrero de 8 de febrero: se nombra 1881 una comisión de pleni- potenciarios, integrada por José Lino Alarco, Antonio Arenas y Eusebio Sánchez, para tratar el tema de la paz sin cesión territorial. 9 de febrero: el general Baquedano ordena el establecimiento de la ley marcial en Lima. 12 de febrero: reunión 12 de febrero: Baquedano entre plenipotenciarios ordena ocupar la provin- chilenos y peruanos para cia de Chancay. tratar el tema de la paz. Concluye sin acuerdo. 17 de febrero: Baquedano ordena el cobro de un cupo mensual de guerra a la ciudad de Lima por el valor de un millón de pesos, que debía ser sufragado por un grupo de cincuenta vecinos adinerados. Además, ordena ocupar el departamento de La Libertad. 20 de febrero: Lizardo Montero llega a Cajamarca e inicia la organización del ejército del norte. 22 de febrero: por decisión de un grupo de notables se establece un gobierno provisorio encabezado por Francisco García Calderón. 26 de febrero: García Calderón organiza su primer gabinete, bajo el amparo de la Constitución de 1860.

393 El Estado en la sombra. El Perú durante la ocupación chilena

Gobierno provisorio Mes y año Gobierno de Piérola (Francisco García Calderón- Administración chilena Lizardo Montero) Marzo de 1 de marzo: el gobierno 1 de marzo: Aurelio Denegri 1881 de Piérola envía una cir- y Manuel María Gálvez se cular al cuerpo diplomá- reúnen con los represen- tico para denunciar que tantes chilenos Vergara y Chile no desea establecer Altamirano. No se llega a conversaciones de paz. ningún acuerdo. Se convoca eleccio- nes para conformar la Asamblea Nacional. 2 de marzo: el Callao reco- noce el gobierno provisorio. 3 de marzo: Piérola 3 de marzo: Trujillo reco- autoriza la formación de noce el gobierno provisorio. guerrillas. 12 de marzo: juramenta- ción de Francisco García Calderón e instalación de su gobierno en la Magdalena. Se convoca al Congreso, en Chorrillos, para ratificar el gobierno provisorio. 13 de marzo: acta popular en Arequipa que rechaza el gobierno provisorio. 16 de marzo: el ministro de Guerra envía un oficio a Lizardo Montero para invi- tarlo a reconocer el gobierno provisorio. Este lo rechaza por carta del 24 de marzo. 17 de marzo: es nom- brado comandante gene- ral de las fuerzas chilenas en el Perú el coronel Pedro Lagos. 18 de marzo: acta en el 18 de marzo: se envía Cuzco que rechaza el circular a los prefectos para gobierno provisorio. que reconozcan el gobierno provisorio.

394 Apéndice. Cronología

Gobierno provisorio Mes y año Gobierno de Piérola (Francisco García Calderón- Administración chilena Lizardo Montero) Marzo de 29 de marzo: el gobierno 1881 provisorio ordena el reinicio de las actividades de los tribunales de justicia. Abril de 1 de abril: se envía circu- En el curso de abril la 1881 lar al cuerpo diplomático expedición encabezada para protestar por la por Ambrosio Letelier se instalación del gobierno dirige a la sierra central. provisorio. 7 de abril: se expide un decreto que declara nulos los actos del gobierno provisorio y establece que sus integrantes sean sometidos a un consejo de guerra. 15 de abril: Andrés A. Cáceres sale de Lima. 26 de abril: Piérola nombra a Cáceres Jefe Superior Político-Militar de los departamentos del centro. 27 de abril: la ciudad de 27 de abril: Letelier ocupa Cerro de Pasco reconoce el la ciudad de Cerro de gobierno provisorio. Pasco. 30 de abril: Piérola inicia 30 de abril: el gobierno 30 de abril: Letelier ocupa su viaje por los depar- envía una circular al cuerpo la ciudad de Huánuco. tamentos del sur, con diplomático para solicitar su dirección a Bolivia, para reconocimiento. reunirse con el presidente Campero. Mayo de 3 de mayo: Piérola llega a 1881 Ayacucho. 11 de mayo: Piérola llega a Andahuaylas. 15 de mayo: se inician las sesiones para la apertura del Congreso en Chorrillos.

395 El Estado en la sombra. El Perú durante la ocupación chilena

Gobierno provisorio Mes y año Gobierno de Piérola (Francisco García Calderón- Administración chilena Lizardo Montero) Mayo de 17 de mayo: Piérola llega 17 de mayo: el contral- 1881 al Cuzco. mirante Patricio Lynch es nombrado comandante general de las fuerzas chilenas en el Perú, en reemplazo del coronel Pedro Lagos. 18 de mayo: Piérola decreta la supresión del departamento de Apurímac, cuyas provin- cias serían repartidas entre Cuzco y Ayacucho. 20 de mayo: Huánuco reco- noce el gobierno provisorio. 21 de mayo: Letelier cupa la ciudad de Tarma. 24 de mayo: Lynch ordena la ocupación de Pisco e Ica bajo respon- sabilidad del coronel Estanislao del Canto. 25 de mayo: Piérola llega a Arequipa. 28 de mayo: llega a Lima el ministro Joaquín Godoy. Junio de 3 de junio: Piérola llega a 1881 La Paz. 7 de junio: Piérola se 7 de junio: Costa Rica reco- reúne con el presidente noce el gobierno provisorio. Campero. Acuerdan desa- rrollar un plan de ataque en conjunto contra Chile. Se firma el Tratado de Comercio García García- Núñez del Prado. 10 de junio: Honduras reco- 10 de junio: Letelier noce el gobierno provisorio. ocupa la ciudad de Jauja.

396 Apéndice. Cronología

Gobierno provisorio Mes y año Gobierno de Piérola (Francisco García Calderón- Administración chilena Lizardo Montero) Junio de 11 de junio: Lynch 1881 ordena la ocupación del puerto de Paita. 23 de junio: Dinamarca reconoce el gobierno pro- visorio. 24 de junio: Lynch nom- bra como intendente de Lima al coronel Samuel Valdivieso. 25 de junio: el gobierno provisorio ordena la forma- ción de la guardia urbana. 26 de junio: combate 26 de junio: Estados Unidos de Sangrar entre fuerzas reconoce oficialmente el peruanas (Norberto gobierno provisorio. Vento) y fuerzas de Letelier. Derrota chilena. 27 de junio: Uruguay reco- noce el gobierno provisorio. 30 de junio: vecinos de Pisco reconocen el gobierno provisorio. Julio de 1 de julio: Piérola llega a 1881 Ayacucho. Se inician las juntas preparatorias para la Asamblea Nacional. 4 de julio: Nicaragua reco- 4 de julio: Culmina la noce el gobierno provisorio. expedición Letelier en la sierra central. El militar chileno sería sometido a juicio militar por los abusos cometidos en esa campaña. 6 de julio: el gobierno provisorio inicia una serie de reuniones con Joaquín Godoy para tratar el tema de la paz, las que duran hasta el 6 de agosto. No se llega a ningún acuerdo y Godoy regresa a Chile.

397 El Estado en la sombra. El Perú durante la ocupación chilena

Gobierno provisorio Mes y año Gobierno de Piérola (Francisco García Calderón- Administración chilena Lizardo Montero) Julio de 10 de julio: se instala el 1881 Congreso en Chorrillos. Se ratifica la presidencia de García Calderón. 11 de julio: renuncia el gabinete ministerial. 13 de julio: Suiza reconoce el gobierno provisorio. 19 de julio: García Calderón renueva su gabinete minis- terial. 28 y 29 de julio de 1881: 29 de julio: el Congreso reunión de una Asamblea de Chorrillos promulga las Nacional en Ayacucho, bases para pactar la paz con convocada por Nicolás de Chile. Piérola, quien renuncia a la dictadura y es nom- brado presidente de la república. Agosto de 2 de agosto: el gobierno 2 de agosto: el ministro 1881 envía una circular al norteamericano Christiancy cuerpo diplomático entrega su carta de retiro. extranjero para informar Se recibe al ministro de los acuerdos tomados Hurlbut. en la Asamblea. 8 de agosto: García Calderón se reúne con el pierolista Antonio Arenas y plantea la posibilidad de una unión de fuerzas políticas. 9 de agosto: en sesión de la Cámara de Diputados, en Chile, el diputado Errázuriz manifiesta que se deben tomar medidas más extremas contra el Perú. 12 de agosto: El Salvador reconoce el gobierno pro- visorio.

398 Apéndice. Cronología

Gobierno provisorio Mes y año Gobierno de Piérola (Francisco García Calderón- Administración chilena Lizardo Montero) Agosto de 23 de agosto: Lynch 1881 clausura el Congreso en Chorrillos. Setiembre 5 de setiembre: desarme de 1881 de las tropas del gobierno de García Calderón en Chorrillos, Miraflores y la Magdalena. 10 de setiembre: la Asamblea Nacional promulga el Estatuto Provisorio que legitima el gobierno de Piérola. 18 de setiembre: Domingo Santa María asume la presidencia de Chile. 26 de setiembre: Lynch ordena que la Junta de Vigilancia Fiscal lacre y selle los libros, papeles, documentos y valores del gobierno provisorio; y que se entreguen a Bernardo Irarrázaval, director de la Caja Fiscal de Lima. 28 de setiembre: se crea 28 de setiembre: bando clandestinamente una firmado por Patricio Junta Patriótica, integrada Lynch, que señala que el por Manuel Candamo, gobierno provisorio del Carlos M. Elías y Elías Perú no tiene autoridad. Mujica. 29 de setiembre: García Calderón se reúne en secreto con miembros del Congreso. En esta reunión se designa como vicepre- sidente al contralmirante Lizardo Montero.

399 El Estado en la sombra. El Perú durante la ocupación chilena

Gobierno provisorio Mes y año Gobierno de Piérola (Francisco García Calderón- Administración chilena Lizardo Montero) Octubre Cáceres establece su de 1881 cuartel en Chosica. 7 de octubre: José de 7 de octubre: José de la la Torre desconoce el Torre reconoce el gobierno gobierno de Piérola. provisorio. 20 de octubre: como parte de la defensa de Lima ante un posi- ble ataque de Cáceres Lynch envía tropas a Cieneguilla. 23 de octubre: el contral- 23 de octubre: el contral- mirante Lizardo Montero, mirante Lizardo Montero jefe del ejército del Norte acepta la vicepresidencia del designado por Piérola, gobierno provisorio. desconoce su gobierno. 24 de octubre: José de la Torre se autoproclama jefe superior político-militar de los departamentos del sur. 26 de octubre: llegan a Lima Eulogio Altamirano y Jovino Novoa, como nuevos ministros pleni- potenciarios para tratar el tema de la paz. 27 de octubre: Piérola envía una comisión a los departamentos del sur para fortalecer su gobierno. En paralelo, Aurelio García y García envía una circular a los prefectos en la que desmiente que hubiera un ofrecimiento norteamericano para el logro de la paz. 29 de octubre: Piérola suprime la Jefatura Superior Político-Militar de los departamentos del sur y nombra un nuevo gabinete.

400 Apéndice. Cronología

Gobierno provisorio Mes y año Gobierno de Piérola (Francisco García Calderón- Administración chilena Lizardo Montero) Noviembre Durante noviembre, de 1881 Chile inicia tratos con Bolivia para firmar una tregua. Uno de los plan- teamientos fue la entrega a Bolivia de los territorios de Tacna y Arica, a cam- bio de los de Antofagasta. 6 de noviembre: Francisco 6 de noviembre: Lynch García Calderón es decide establecer un deportado por el gobierno nuevo servicio judicial en chileno. Lima y Callao. El servicio judicial en territorios no ocupados siguió en manos de los peruanos. 11 de noviembre: Piura reconoce el gobierno pro- visorio. 15 de noviembre: Lizardo Montero jura como vice- presidente del gobierno provisorio en Cajamarca. Ese mismo día lo informa, a través de una circular, al cuerpo diplomático. 21 de noviembre: Piérola llega a Huancayo. 23 de noviembre: el vicepre- sidente Montero nombra a Manuel Candamo y Carlos M. Elías como Delegados del Supremo Gobierno en Lima y Agentes Confidenciales. Además, ordena la creación de una Junta Consultiva que asesore a la Delegación.

401 El Estado en la sombra. El Perú durante la ocupación chilena

Gobierno provisorio Mes y año Gobierno de Piérola (Francisco García Calderón- Administración chilena Lizardo Montero) Noviembre 24 de noviembre: el gene- 24 de noviembre: Montero de 1881 ral Andrés A. Cáceres, ordena la organización de Jefe Superior Político- una comisión de dele- Militar del Centro gados en la provincia de designado por Piérola, Pacasmayo, que se encuen- desconoce este gobierno. tra ocupada por fuerzas En acta de ese mismo chilenas. día, los jefes de su ejército lo nombran como «Jefe Supremo de la Nación». Cáceres deja esta decisión a consulta de los «pueblos sometidos a mi jurisdic- ción». 28 de noviembre: en Tarma, Piérola renuncia a su cargo de presidente del Perú y ordena que el ejército que está bajo su gobierno pase a servir a Cáceres. Diciembre La Agencia Confidencial de 1881 envía una circular a los miembros del Cuerpo Diplomático para infor- mar sobre los cambios en el gobierno y solicitar su reconocimiento por parte de los Estados que aún no lo habían hecho. 3 de diciembre: Montero nombra a Jesús Elías como delegado especial del gobierno en la ciudad de Trujillo. 5 de diciembre: Piérola regresa a Lima. 6 de diciembre: se reúnen Lynch y Piérola para tratar el tema de la paz. Piérola insiste en que el Perú no puede ceder territorios a Chile.

402 Apéndice. Cronología

Gobierno provisorio Mes y año Gobierno de Piérola (Francisco García Calderón- Administración chilena Lizardo Montero) Diciembre 7 de diciembre: Lynch cesa de 1881 las funciones del Concejo Municipal de Lima y nombra como Jefe Político de la ciudad a Adolfo Guerrero, quien procede a realizar el arqueo de la caja municipal. 10 de diciembre: cesan las funciones de la Junta Patriótica. Se inicia el trabajo de la Delegación del Supremo Gobierno y de la Agencia Confidencial. 15 de diciembre: la Delegación envía una circular a Ayacucho y Huancavelica para promover la formación de juntas. 22 de diciembre: llegan al Callao los emisarios nortea- mericanos William Trescot y Walker Blaine. 23 de diciembre: Bolivia reco- noce el gobierno provisorio. 29 de diciembre: la ciudad de Tarma y la villa de Acobamba reconocen el gobierno provisorio. Reunión entre los emisarios norteamericanos y los agen- tes confidenciales. 31 de diciembre: la provin- cia de Chincha reconoce el gobierno provisorio. Enero de Se llevan a cabo, en 1882 Tacna, reuniones secretas entre Mariano Baptista —ministro plenipoten- ciario de Bolivia— y Eusebio Lillo, sobre la posibilidad de una tregua entre Bolivia y Chile.

403 El Estado en la sombra. El Perú durante la ocupación chilena

Gobierno provisorio Mes y año Gobierno de Piérola (Francisco García Calderón- Administración chilena Lizardo Montero) Enero de 1 y 5 de enero: se inician 1882 3 de enero: el gobierno dos expediciones. Patricio aprueba la emisión de bonos Lynch se dirige a Canta de aduana. y José Francisco Gana a Chosica. El objetivo es 4 de enero: el ejército la búsqueda y captura de de Cáceres inicia la Cáceres. retirada desde Chosica a Huancayo. 5 de enero: Montero nom- bra su primer gabinete. 7 de enero: enfrentamientos 7 de enero: las tropas de entre las tropas del coronel Gana ocupan Obrajillo y pierolista Pedro Mas y la Canta. población de Chincha Alta. 16 de enero: se inician las reuniones entre Trescot y Balmaceda en Chile. 24 de enero: Cáceres desestima la investidura otorgada por los pueblos del centro como jefe supremo de la república y reconoce el gobierno provisorio. 28 de enero: Montero 28 de enero: el coman- asciende a General de dante Leoncio Tagle Brigada a Miguel Iglesias. inicia la ocupación del departamento de Ica. Febrero de 2 de febrero: la Delegación 1882 anuncia al gobierno que las ciudades de Huacho, Jauja y Huancavelica, y los pueblos de Sincos, Huaripampa, Mito y San Francisco han reconocido el gobierno provisorio. 3 de febrero: el gobierno extiende las cartas creden- ciales a Francisco Rosas como ministro del Perú en Francia e Inglaterra.

404 Apéndice. Cronología

Gobierno provisorio Mes y año Gobierno de Piérola (Francisco García Calderón- Administración chilena Lizardo Montero) Febrero de 5 de febrero: combate de 1882 Pucará, entre las fuerzas peruanas y chilenas. 11 de febrero: firma del protocolo Trescot- Balmaceda en Viña del Mar. 14 de febrero: la Agencia Confidencial nombra a Manuel Ocampo y Samanez como Encargado de Negocios interino ante la República Argentina. 16 de febrero: Montero decide trasladar la sede del gobierno a Huaraz. 20 de febrero: Montero nombra a Miguel Iglesias como Jefe Superior Político- Militar de los departamen- tos del norte. 22 de febrero: Piérola 22 de febrero: enfrenta- y su entorno proponen miento en Acuchimay la creación del «Partido entre las fuerzas del general de la Reconstrucción Cáceres y las del coronel Nacional». pierolista Arnaldo Panizo, que son derrotadas. Cáceres ingresa a la ciudad de Ayacucho. 24 de febrero: simpatizantes del gobierno provisorio publican el manifiesto «A los pueblos de la República», mediante el cual rechazan la formación de un nuevo partido liderado por Piérola. Marzo de 4 de marzo: el comité 1882 directivo del Partido de la Reconstrucción Nacional decide abstenerse de todo acto político.

405 El Estado en la sombra. El Perú durante la ocupación chilena

Gobierno provisorio Mes y año Gobierno de Piérola (Francisco García Calderón- Administración chilena Lizardo Montero) Marzo de 18 de marzo: el gobierno 18 de marzo: la adminis- 1882 provisorio nombra a tración chilena en Lima Francisco Rosas como detiene a varios miembros agente financiero en Europa. de la Junta Fiscal por haber autorizado, presun- tamente, la circulación de billetes Incas. 20 de marzo: el ministro de Relaciones Exteriores anuncia a la Agencia Confidencial la invitación hecha al pierolista Antonio Arenas para que forme parte del nuevo gabinete. 22 de marzo: Federico Elmore, ministro del Perú, se reúne con el presidente Arthur de los Estados Unidos. 23 de marzo: Piérola 23 de marzo: la Delegación parte del Perú rumbo a anuncia la destitución del Europa. coronel José de la Torre como Jefe Superior Político- Militar del Sur. Asume sus funciones el capitán de navío Camilo N. Carrillo. 27 de marzo: muere en Lima el ministro norteame- ricano Stephen Hurlbut. Al día siguiente llega al Callao el comisionado William Trescot. 30 de marzo: son nombra- dos el general de brigada Andrés A. Cáceres como Jefe Superior Político- Militar del Centro y el capitán de navío Camilo N. Carrillo como Jefe Superior Político- Militar del Sur.

406 Apéndice. Cronología

Gobierno provisorio Mes y año Gobierno de Piérola (Francisco García Calderón- Administración chilena Lizardo Montero) Marzo de 31 de marzo: la Delegación 1882 nombra a Manuel Villavicencio como prefecto del Cuzco, a Gregorio Miró Quesada como prefecto de Puno y a Pedro José Carrión como prefecto de Huánuco. Abril de 1 de abril: Miguel Iglesias Se inicia la expedición 1882 emite el manifiesto titulado encabezada por Estanislao «Miguel Iglesias a sus con- del Canto a la sierra ciudadanos», mediante el central. cual explica las razones por las que decidió aceptar la jefatura político-militar que se le confirió. 21 de abril: Se nombra un nuevo gabinete ministerial. 22 al 26 de abril: entrevista de Trescot con Lizardo Montero en Huaraz. 29 de abril: el gobierno dis- pone que todas las aduanas entre el Callao y Chala estén bajo la jurisdicción de la Delegación. Mayo de 1 de mayo: se nombra como 1882 ministro en Alemania a Luciano Benjamín Cisneros, quien ya tenía el cargo de ministro en Italia. 3 de mayo: Isidoro Elías es nombrado prefecto de Ica. 5 de mayo: es nombrado prefecto de Junín el coronel de caballería Rafael Ramírez. 8 de mayo: la Agencia Confidencial envía una comunicación al Decano del Cuerpo Diplomático en la cual insiste en la solicitud de reconocimiento del gobierno de Montero por parte de los Estados que aún no lo habían hecho.

407 El Estado en la sombra. El Perú durante la ocupación chilena

Gobierno provisorio Mes y año Gobierno de Piérola (Francisco García Calderón- Administración chilena Lizardo Montero) Mayo de 9 de mayo: el ministro de 1882 Hacienda confiere plenos poderes a la Delegación para ejecutar operaciones financieras. 10 de mayo: la Delegación envía una circular a las aduanas de Cerro Azul, Lomas y Chala para comu- nicar el nombramiento de un visitador de aduanas, Ezequiel Mendoza. Ese mismo día, la Agencia Confidencial anuncia que el ministro norteamericano Trescot ha enviado una carta al ministro de Relaciones Exteriores de Chile para solicitar el reconocimiento del gobierno de Montero y la llegada del ministro pleni- potenciario de Bolivia, Juan Crisóstomo Carrillo. 17 de mayo: el gobierno nombra como Encargado de Negocios ad honorem en Venezuela al capitán de fragata Guillermo Pareja. 18 de mayo: la Agencia Confidencial menciona una posible expedición venezolana «en protección del Perú». Junio de 10 de junio: llega a Lima 1882 el nuevo ministro pleni- potenciario de los Estados Unidos, James Partridge. 15 de junio: Manuel Candamo informa sobre la entrevista que tuvo con James Partridge, en la que trataron cuestiones relativas a la intervención norteame- ricana en el tema de la paz.

408 Apéndice. Cronología

Gobierno provisorio Mes y año Gobierno de Piérola (Francisco García Calderón- Administración chilena Lizardo Montero) Junio de 22 de junio: la Delegación 1882 anuncia la recepción de un telegrama del ministro en Francia, en el que se señala que el 14 de junio el gobierno francés había reconocido el gobierno provisorio. A partir del 22 de junio, la Delegación hace envíos de diversos artículos requeridos por las tropas ubicadas en la sierra de Lima. También ordena el movimiento de tropas para apoyar a Cáceres. 27 al 29 de junio: entrevis- tas entre Juan C. Carrillo, ministro de Bolivia, y Juan Ramón Ribeyro, represen- tante del gobierno provi- sorio. Julio de 9 y 10 de julio: combates 1882 de Marcavalle, Pucará y Concepción. 13 de julio: batalla de San Pablo, en Cajamarca. 15 de julio: entrevista de Juan C. Carrillo con Mariano Álvarez en Huaraz. Agosto de 1 de agosto: deportación 1882 de los delegados Manuel Candamo y Carlos M. Elías, junto con otros personajes. 31 de agosto: Miguel Iglesias suscribe la proclama conocida como «Grito de Montán».

409

Índice onomástico*

A Arthur, Chester A., 133 Artola, Manuel R., 263, 269 Adams, Eduardo, 210 Ayarza, Domingo, 189, 201 Adams, Mr., 339 Ayulo Zegal, Enrique, 173 Alarco, Ignacio, 91, 190 Alarco, José Lino, 60, 393 B Altamirano Aracena, Pedro Eulogio, 147, 148, 378, 394, 400 Backus, Jacobo, 102 Álvarez, Mariano Alejo, 78 Balmaceda, Manuel, 39, 113, 117, 118, Álvarez Calderón, Teresa, 29, 121 141, 149, 184, 193, 198, 307, 309, Álvarez Villegas, Mariano Santos, 78, 135, 311, 312, 315, 323, 324, 328, 335, 142, 143, 145, 232, 233, 348, 352, 381, 385, 404 354, 366, 369, 370, 375, 409 Balta, José, 30, 361 Alzamora, Román, 196 Baptista Caserta, Mariano, 140, 318, 403 Aramburú, Narciso, 65 Barreda y Laos, Teresa, 362 Arana, Pedro Pablo, 164 Barreda y Osma, Mariana, 362 Aranda Vargas Machuca, Ricardo, 38, 158, Barros Arana, Diego, 108 163, 186 Basagoitia, José Gregorio, 196 Arbayza, Juan Manuel, 78, 175, 232, 233, Benavides, Augusto, 103, 221, 238, 258 332, 342, 351, 354, 360 Benavides, Juan B., 104, 218, 220 Arce Funes, comandante, 161, 175 Benavides, Manuel Francisco, 65 Arenas, Antonio, 60, 77, 135, 393, 398, Bentín Sánchez, Ricardo, 72 406 Blaine, James G., 57, 130, 132, 133, 134, Arenas, José, 226 137, 138, 199, 327, 335, 339, 378, Arenas Villarreal, Alejandro, 39, 40, 65, 67, 385, 388, 390 163, 171 Blaine, Walker, 118, 130, 134, 403 Arenas y Rada, señores, 176 Blume, Federico, 197, 241 Arévalo Villasís, Juan, 90 Bocanegra, señora, 175 Arguedas, José Antonio, 196 Bolívar, Simón, 145 Arróspide, señor, 176, 304 Bolognesi, Mariano, 65

* Este índice onomástico se circunscribe a los personajes coetáneos de los acontecimientos que se ­estudian. El Estado en la sombra. El Perú durante la ocupación chilena

Bonifaz, Emilio, 126, 300, 360, 365, 366 Carranza, Luis, 65, 189, 236, 375 Bonifaz, Enrique, 198, 328, 334 Carrillo, Camilo N., 38, 54, 66, 85, 86, Borgoño, Justiniano, 114 87, 88, 92, 96, 102, 103, 104, 109, Bresani, Federico, 196 120, 135, 144, 168, 169, 176, 177, Britten, Emma, 235 180, 181, 183, 184, 185, 188, 191, Britten, Roberto, 235 193, 194, 198, 199, 200, 201, 202, Bueno, Bruno, 231 203, 204, 205, 207, 208, 210, 211, Bueno, Manuel F., 231 213, 214, 215, 216, 217, 220, 222, Bueno, Ramón E., 225, 265 223, 224, 249, 260, 267, 274, 316, Bustamante y Salazar, J. Enrique, 301 335, 355, 369, 406 Carrillo, Juan Crisóstomo, 135, 139, 142, C 143, 259, 365, 366, 408, 409 Carrión, Pedro José, 211, 407 Cáceres, Andrés A., 27, 30, 31, 38, 39, 41, Castilla, Ramón, 40, 51, 54, 71, 164 45, 47, 52, 53, 54, 56, 57, 58, 63, Castillo, Fermín del, 290 65, 68, 71, 72, 75, 76, 77, 80, 81, Castro, Luis E., 198 82, 83, 84, 86, 91, 92, 95, 102, 103, Cavero, José Salvador, 58, 237 109, 120, 132, 135, 138, 157, 164, Chávez, Francisco Gerardo, 174 167, 178, 180, 181, 182, 185, 186, Christiancy, Isaac, 130, 131, 398 189, 191, 194, 195, 197, 198, 215, Cisneros, Luciano Benjamín, 361, 362, 407 217, 235, 237, 242, 243, 244, 245, Cisneros, Pedro, 89 251, 281, 308, 312, 315, 316, 325, Cleveland, Grover, 57, 198 328, 334, 355, 381, 392, 395, 400, Coloma, José D., 91, 179 402, 404, 405, 406, 409 Corral, Casimiro, 303 Calderón, Pedro José, 139, 391 Correa, Cipriano, 65 Campero Leyes, Narciso, 74, 139, 140, Correa y Santiago, Pedro, 65, 375, 376, 301, 395, 396 379, 380, 384 Canaval, Enrique, 65 Cortés Alcázar, Paula, 114 Candamo Iriarte, Manuel, 27, 28, 29, 30, Cortés, Juan J., 102 31, 37, 38, 39, 40, 41, 42, 45, 46, Cotera, Manuel La, 65 47, 60, 61, 63, 66, 67, 69, 70, 77, Cruzat, Belisario, 252 78, 79, 83, 84, 93, 94, 95, 96, 98, Cruz Salvo, José de la, 94 101, 104, 118, 119, 121, 124, 125, 133, 134, 135, 137, 145, 146, 148, D 158, 237, 291, 302, 305, 376, 399, 401, 408, 409 Daza, Hilarión, 74, 139 Canevaro, César, 65, 114, 135, 223, 344, Denegri, Aurelio, 52, 65, 132, 394 345, 346 Derteano, Dionisio, 65, 118, 376, 379, Canevaro, José Francisco, 126, 362, 366, 380, 384 367 Duarte, Luis Milón, 330 Canto Arteaga, Estanislao del, 117, 180, 257, 396, 407 E Cantuarias, José Manuel, 196, 222, 384 Echenique, José Rufino, 51, 71, 78, 307 Cárdenas, Carlos A., 164, 168 Eguiguren, Víctor, 287 Carlín, Óscar, 201 Elguera, Pedro, 65

412 Índice onomástico

Elías de la Quintana, Carlos María, 27, 37, 117, 404 38, 39, 40, 41, 42, 45, 63, 66, 67, García, Apolo, 164, 168 69, 70, 77, 78, 84, 93, 95, 96, 101, García, Arturo, 60 104, 118, 119, 124, 131, 132, 133, García Calderón Landa, Francisco, 28, 37, 134, 135, 145, 146, 148, 223, 229, 38, 41, 45, 46, 52, 53, 54, 55, 56, 291, 302, 305, 346, 367, 399, 401, 57, 58, 59, 60, 63, 64, 65, 66, 70, 409 71, 72, 74, 76, 77, 78, 79, 88, 90, Elías de la Quintana, Jesús, 38, 65, 78, 85, 95, 97, 100, 101, 102, 106, 107, 90, 173, 175, 179, 233, 234, 402 112, 113, 118, 123, 124, 125, 128, Elías Román, Isidoro, 244, 407 130, 131, 132, 133, 140, 141, 145, Elmore, Juan Federico, 53, 69, 126, 130, 146, 147, 148, 170, 177, 237, 297, 133, 136, 299, 312, 318, 319, 324, 299, 301, 302, 347, 371, 375, 380, 326, 334, 336, 342, 344, 347, 348, 381, 382, 383, 391, 393, 394, 398, 351, 353, 356, 357, 358, 361, 363, 399, 401 365, 368, 385, 389, 406 García Calderón Landa, María Trinidad, 71 Errázuriz, Federico, 111, 147, 398 García Calderón, Manuel, 102 Escalona, Gregorio Rafael, 164 García del Barco, Francisco, 164, 168 Escobar, José Pablo, 115 García, Francisco S., 362 Espantoso de Elías, Francisca, 175 García, Jenaro, 96 Espiell, José M., 177 García, José Gregorio, 65, 131, 375 Espiell, Ricardo M., 177 García León, Francisco, 78, 232, 233 Esponda, José Gabino, 257 García, Lorenzo, 171, 193, 302 García Urrutia, Baltasar, 114 F García y García, Aurelio, 60, 392, 400 García y García, José Antonio, 135, 139, Falcón, Juan Crisóstomo, presidente de 223, 344, 345, 346 ­Venezuela, 144 Garfield, James A., 57, 128, 130, 133 Farromeque, Eusebio, 263, 281, 282 Garland Barrón, Alfredo, 237 Ferreyros, Carlos, 65 Garland von Lotten, Alejandro, 376, 379, Ferreyros Senra, Guillermo, 91 380 Flores Chinarro Francisco, 242 Gereda, Federico de, 217, 218, 232, 233, Flórez, Constantino, 226 283 Forero, Emilio, 67, 375, 376 Gil Fortoul, José, 144 Frelinghuysen, Frederick T., 133, 134, 136, Godoy, Joaquín, 123, 124, 147, 396, 397 347, 351, 353, 387 Gómez Sánchez, Evaristo, 307, 308, 311, Fuente, Ramón de la, 196, 222, 384 316, 317, 320, 355, 361, 368, 371 Fuentes, Manuel Atanasio, 65, 67 Gonzáles, Juan Eugenio, 273 G González de la Rosa, Manuel, 65 González, José María, 38 Galván, Rafael, 164, 168 González, Nicanor, 90 Gálvez, J. M., 164 Gottfried, hermanos, 104, 105, 219, 220, Gálvez, Manuel María, 65, 147, 394 229, 292, 293 Gamarra, Agustín, 51 Goyeneche y Gamio, Juan Mariano, 100, Gana Castro, José Francisco, 65, 66, 108, 101, 323

413 El Estado en la sombra. El Perú durante la ocupación chilena

Graham, W. R., 138, 367 Luna, Francisco, 65 Grau, Miguel, 28, 47, 361 Luna Pizarro, Francisco Javier de, 330 Guerrero Vergara, Adolfo, 110, 113, 114, Lynch, Patricio, 65, 66, 75, 92, 99, 108, 115, 119, 403 109, 111, 112, 113, 115, 116, 117, Guzmán Blanco, Antonio, 144, 145, 368, 119, 131, 133, 136, 138, 146, 148, 369 167, 183, 191, 196, 309, 311, 312, Guzmán, Leocadio, 369 315, 396, 397, 399, 400, 401, 402, 403, 404 H M Hayes, Rutherford B., 130 Heeren, Óscar, 102 Martínez, Marcial, 306 Herrera, Bartolomé, 375 Mas, Pedro, 74, 75, 91, 162, 167, 172, 173, Heudebert, Gustavo Agustín, 384 178, 185, 190, 194, 195, 198, 308, Holguín, Ignacio, 351 316, 325, 328, 334, 382, 404 Holguín, Vicente, 344 Matos, señora, 161, 175 Hurlbut, Stephen, 53, 56, 57, 59, 88, 131, Matte Pérez, Augusto, 117 132, 133, 137, 146, 205, 214, 336, Medina, Mariano Jacinto, 206, 207, 208, 339, 340, 341, 346, 348, 354, 378, 224, 225 388, 398, 406 Meiggs, Enrique, 105, 242 Menchaca, Gabino de, 102, 384 I Mendoza, Ezequiel, 104, 105, 170, 250, 259, 277, 280, 293, 408 Iglesias, Miguel, 27, 28, 45, 46, 47, 52, 56, Miró Quesada, Gregorio, 95, 206, 207, 57, 58, 61, 62, 63, 79, 84, 85, 95, 208, 223, 224, 407 98, 109, 120, 135, 188, 318, 319, Miró Quesada, José Antonio, 305 355, 375, 392, 404, 405, 407, 409 Mocenni, Mario, 326, 329, 330, 331 Irarrázaval Vera, Bernardo, 113, 148, 268, Monagas, presidente de Venezuela, 144 271, 399 Montenegro, Julio, 38 L Montero, Lizardo, 28, 31, 37, 38, 39, 40, 41, 45, 47, 51, 52, 53, 54, 55, 56, Lama, Miguel A., 70, 288 57, 58, 60, 61, 63, 65, 66, 67, 68, La Puerta, Luis, 51, 59 71, 74, 77, 78, 79, 80, 81, 82, 84, La Rosa, Teodoro, 179 85, 87, 89, 90, 95, 97, 100, 101, Lavalle y Arias de Saavedra, José Antonio 103, 109, 114, 118, 119, 120, 124, de, 46, 60, 61, 102 125, 126, 128, 132, 135, 136, 139, Leguía, Augusto B., 79, 237, 362 141, 145, 148, 149, 161, 164, 174, Leiva, Segundo, 53 177, 185, 193, 195, 196, 258, 291, León Galdames, Nicanor, 159, 160 299, 301, 303, 305, 316, 321, 365, Letelier Salamanca, Ambrosio, 71, 116, 366, 367, 370, 380, 381, 385, 387, 117, 395, 396, 397 391, 393, 394, 399, 400, 401, 402, Lillo, Eusebio, 140, 318, 403 404, 405, 407, 408 Linares, José María, presidente de Bolivia, Montt, Manuel, presidente de Chile, 39 303 Morales Bermúdez, Remigio, 54, 96 López de Romaña, Eduardo, 38 Morton, Levi P., 198, 327

414 Índice onomástico

Mujica Trasmonte, Elías, 38, 65, 67, 104, Piérola, Nicolás de, 27, 28, 30, 38, 41, 45, 131, 375, 380, 399 46, 47, 51, 52, 53, 54, 56, 57, 59, Muñoz, Mariano, 83 60, 61, 62, 64, 67, 69, 70, 71, 72, Murillo, 351 74, 75, 76, 80, 81, 84, 87, 88, 90, 97, 100, 101, 106, 109, 111, 118, N 123, 126, 128, 130, 131, 139, 140, 144, 156, 157, 162, 168, 176, 177, Nieto, comandante, 161 178, 179, 187, 188, 198, 202, 204, Nieto, Domingo, 89 227, 235, 237, 242, 301, 308, 318, Novoa, Jovino, 39, 119, 136, 137, 148, 319, 320, 328, 332, 335, 369, 381, 149, 378, 387, 400 391, 392, 394, 395, 396, 397, 398, Núñez Ortega, Ángel, 146 399, 400, 401, 402, 405, 406 O Pinto, Aníbal, 111 Pinto, Rafael, 38, 244, 252 Obando, J. A., 97 Pont, A. de, 313, 359, 360, 370 Ocampo Samanez, Manuel, 126, 307, 308, Ponte Ribeyro, Juan da, 291 311, 316, 355, 360, 361, 365, 366, Prado, Mariano Ignacio, 27, 30, 45, 51, 97, 371, 405 98, 100, 105, 126, 128, 130, 139, Ojeda, Belisario, 72 305 Ojeda, Emilio de, 138 Puente Cortés, José Agustín de la, 114, 115 Olaechea, Manuel Pablo, 60 Puente Querejazu, José de la, 114 Olavegoya Iriarte, Jesús, 114 Puga, José Mercedes, 58, 84, 85 Osma, Ignacio de, 65 Q P Químper, José María, 44, 52 Pacheco de Céspedes, Juan Luis, 178, 185, Quintana, Rosa Mercedes de la, 159 308, 316, 381 Quiñones, José Luis, 65 Páez, José Antonio, presidente de ­Venezuela, Quiroga, José María, 182 144 Palma, Ricardo, 46, 60, 114 R Panizo, Arnaldo, 75, 76, 120, 194, 195, Ramírez, Juan Francisco, 285, 286 197, 198, 325, 328, 334, 405 Ramírez, Rafael, 161, 176, 245, 407 Pardo y Barreda, Felipe, 362 Raygada, Juan M., 91, 179 Pardo y Barreda, José, 72, 237 Recavarren, Isaac, 71, 72, 160, 237, 284 Pardo y Lavalle, Manuel, 27, 30, 41, 99, Recavarren, José Lucas, 277 177, 222, 330, 362, 375 Ribeyro, Juan Antonio, 60, 113, 193 Pareja, Guillermo L., 369, 408 Ribeyro Álvarez del Villar, Ramón, 65, 135, Partridge, James R., 137, 387, 388, 389, 142, 143, 223, 344, 345, 346, 375, 390, 408 409 Patiño, Tomás, 235, 237 Río, César del, 274 Paz Soldán, Mariano Felipe, 65, 67 Risco, Juan F. del (coronel), 161, 175, 253 Pérez Arrieta, José M., 196 Rivas, Manuel María, 78, 375 Petit Thouars, Abel Bergasse du, 313 Rivera, José Y., 290 Pezet, Juan Antonio, 27, 51, 307 Rodríguez, Zorobabel, 116

415 El Estado en la sombra. El Perú durante la ocupación chilena

Rosas, Francisco, 100, 101, 126, 127, 128, Tello, Luis, 251, 264, 265 181, 212, 213, 222, 237, 238, 279, Terrazas, Melchor, 139 282, 298, 309, 310, 318, 323, 325, Terry, Tadeo, 71, 72, 90 334, 336, 341, 345, 346, 347, 354, Tezanos Pinto, Jorge, 125, 126, 302 358, 359, 361, 364, 365, 366, 367, Thomas, Ernesto, 197 368, 369, 380, 385, 386, 404, 406 Tillit, Nicasio, 38 Rosenthal, J. F., 278 Tordoya Montoya, Pedro José, 39, 286 Torre, José de la, 53, 54, 56, 57, 77, 80, 82, S 85, 87, 135, 156, 184, 185, 188, 194, 199, 200, 201, 202, 204, 213, Saavedra, Cornelio, 113 216, 314, 335, 400, 406 Salaverry, Felipe S., 59 Torrico, Joaquín, 94, 98, 104, 289 Salaverry, Felipe Santiago, 51 Torrico, Rufino, 60, 391 Salazar, Domitila F. de, 174 Trescot, William, 118, 125, 130, 134, 135, Salazar, Sebastián, 174 136, 137, 141, 184, 193, 198, 214, Salinas Belzu, Belisario, 301, 306 222, 223, 234, 238, 239, 242, 258, Sánchez, Eusebio, 393 259, 265, 307, 309, 311, 312, 315, Sánchez, José Eusebio, 65 323, 324, 328, 335, 338, 339, 341, San Román, Miguel, 67, 156, 169 342, 344, 345, 346, 354, 355, 357, Santa Cruz, Andrés, 164 358, 365, 368, 371, 378, 381, 385, Santa María, Domingo, 39, 118, 119, 133, 387, 389, 403, 404, 406, 407, 408 137, 138, 147, 149, 399 Tucker, John R., 361 Santillán, Pablo, 90 Sanz, Toribio, 126, 237, 309, 310, 341, U 345, 346, 347, 352, 354, 355, 364, 369, 380, 381 Ugarte, Mariano, 281, 284 Schiaffino, Felipe Diego, 103, 384 Ulloa, José Casimiro, 263 Seminario Váscones, Roberto, 96, 257 Uriburu, José E., 145, 149 Seoane, Guillermo A., 103, 192, 337, 338 Urízar Garfias, Silvestre, 116, 191, 322 Serdio, Pedro I., 102, 384 Uzátegui, José Lino, 170 Sierra, Santiago, 146 Silva Gil, Manuel Trinidad, 38, 163 V Silva, Remigio, 163 Valdeavellano, Benito, 103, 384 Solar, Pedro Alejandrino del, 54, 71, 80, Valdivia, Mariano, 96 184 Valdivieso Soto, Samuel, 112, 397 Sologuren, Carlos, 342 Valle, Ambrosio J. del, 158 Soyer, Simón, 161 Valle, Manuel María del, 56, 92, 103, 126, Staub, Enrique, 239, 240, 247, 261 127, 139, 141, 271, 303, 306, 307, St. John, Spencer, 138 314, 318, 321, 324, 325, 328, 332, Suárez, Belisario, 74, 87, 162, 169, 216, 336, 337, 339, 342, 346, 349, 350, 355 357, 365, 366 T Valle Seoane, Manuel Teodoro del, 330 Valle, Zoila R. del, 158 Tagle, Leoncio, 75, 115, 178, 244, 404 Valverde, Emilio, 112 Tallenay, marqués de, 370 Varela y Valle, Felipe, 65, 67, 375

416 Índice onomástico

Vargas Quintanilla, Juan, 194 Vivanco, Juan Manuel, 189 Velarde, Manuel, 230 Viviani, Juan P., 173 Velarde Seoane, Manuel, 38, 47, 80, 85, Vorges, M. de, 313, 360 87, 88, 95, 97, 102, 104, 177, 216, 230, 234, 355 W Vélez, José Miguel, 95 Watson, Carlos, 242, 243 Vergara Echevers, José Francisco, 147, 394 Villanueva, Rafael, 78, 79, 302 Z Villavicencio, Ismael, 225 Villavicencio, Manuel A., 74, 158, 160, Zárate, Manuel Antonio, 195 205, 207, 208, 223, 224, 407 Zerpa, Epifanio, 164 Villena, Eduardo, 60 Zilveti, José, 141 Villena, Enrique, 90 Zöller, Hugo, 106 Vivanco Iturralde, Manuel Ignacio de, 51, Zúñiga, Apolinario, 164 89, 164

417

Fuentes y bibliografía

Archivos

Archivo Central del Ejército del Perú. Lima (ACE). Archivo Central del Ministerio de Relaciones Exteriores. Lima (ACMRE). Archivo General de la Nación. Lima (AGN). Archivo del Museo Nacional de Arqueología, Antropología e Historia del Perú. Lima (AMNAAHP). Archivo Puente Candamo. Lima (APC). Biblioteca Nacional del Perú. Lima (BNP).

Publicaciones periódicas

El Comercio (Lima). El Eco de Arequipa (Arequipa). El Nacional (Lima). El Orden (Arequipa). El Perú Ilustrado (Lima). La Patria. Diario de la Mañana (Lima). La Situación (Lima).

Bibliografía

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