LOS CASTILLOS DE LA

Por Juan Eslava Galán

EL MEDIO GEOGRAFICO

eográficamente la comarca de la Sierra de Segura abarca los términos Gcomprendidos por los municipios de , , Génave, de Segura, Puente de Génave, Puerta de Segura, , Santiago de la Espada-Pontones, , Siles, Torres de Albanchez y . En un sentido amplio engíoba también los de Alcaraz, Taivi- 11a, La Sagra, Mundo, Quesada y . En sentido estricto la comarca viene marcada por un origen histórico común en lo que fuera, hacia 1243, la Encomienda de Santiago en Segura (1). A esta región se suele añadir los términos de , que pertenecían a la vicaría vere nullius de Beas y serán, por tanto, territorio santiaguista. Esto explica que Chiclana se denomine «de Segura» a pesar de que su término esté en Sierra Morena (2). El interior de la sierra de Cazorla-Segura no puede considerarse parte integrante del Alto Guadalquivir. Al este de la sierra de Cazorla comienza Levante, región de estructura y morfologías distintas a las del Alto Guadal­ quivir. En la época medieval el ámbito geográfico de la Sierra de Segura

(1) E sla v a G a l á n , Juan: « E l ámbito territorial del Reino de Jaén. Una cuestión de Geo­ grafía Histórica», Boletín del Instituto de Estudios Giennenses (B.I.E.G.), 112, octubre-diciembre 1982, pág. 88. (2) Ibid., pág. 87.

B.l.E.G. n.° 137, Jaén, 1989 10 BOLETÍN DEL INSTITUTO DE ESTUDIOS GIENNENSES

se dividía en dos bloques político-administrativos: la Orden de Santiago, al este, y el Adelantamiento de Cazorla, toledano, al oeste. El sector orien­ tal de la Sierra de Segura, con su capital en Segura de la Sierra, ha estado adscrito tradicionalmente al reino de Murcia. Por este motivo perteneció al departamento marítimo y a la diócesis de Cartagena (3). La Sierra de Segura se extiende al este de la depresión del Guadiana Menor y de la loma de Ubeda. Su relieve viene determinado por tres sierras longitudinalmente dispuestas de suroeste a noroeste: la hoy llamada Sierra de Cazorla, la Sierra de Segura y la de Sagra. Estas unidades que ocupan la parte oriental de la provincia de Jaén tiene su continuación en otras me­ nores de la de Albacete: la de Cazorla se prolonga en el Calderón, la de Segura en Calar del Mundo y Ardal y la de la Sagra en la Taibilla. Por el norte esta región queda limitada por la sierra de Alcaraz y el campo de Mon- tiel, ya en las provincias de Albacete y Ciudad Real; por el sur los límites son la Hoya de Baza y los montes de Huesear, en la provincia de Granada. Entre las sierras de Cazorla y de Segura discurre el primer curso del Guadalquivir en dirección suroeste-noreste. Más al norte nace el río Segura que tiene en su curso alto, dos ramales gemelos a uno y otro lado de la sie­ rra de Almorchón. Por el norte, procedente de la sierra de Alcaraz, discu­ rre el Guadalimar que va paralelo al Guadalquivir, al norte de la Loma de Ubeda.

LOS CAMINOS MEDIEVALES

La historia de la Sierra de Segura está fuertemente determinada por un hecho geográfico: el corredor de Levante, vía natural que enlaza el Gua­ dalquivir con el Levante peninsular. Desde la prehistoria este corredor ha sido testigo de paso de pueblos en movimiento, de comercio e influencias culturales y de ejércitos. Desde el Guadalquivir se remontaba el Guadali­ mar por la Hoya de Camporredondo y luego el corredor de Levante pro­ piamente dicho al este del Arroyo de Ojanco, entre las sierras de Cazorla y Morena. Por aquí discurría la vía prehistórica que luego fue denominada vía de la plata, ya calzada romana. Los musulmanes la mantendrían y arre- cifarían a trechos.

En época romana la vía de la plata se separaba del Guadalquivir a la

(3) Ibid., págs. 77-78. LOS CASTILLOS DE LA SIERRA DE SEGURA II altura de Estiviel, frente a Mengíbar, para seguir el curso del Guadalimar aguas arriba de su orilla derecha. En este primer tramo se separaba bastan­ te del río y discurría por Viejo, y Castellar de Santisteban. En este último punto se bifurcaba: el ramal del norte atra­ vesaba Sierra Morena por la zona de Montizón; el del sur iba a encontrar el Guadalimar y remontaba su curso, primero pegado a su orilla izquierda, luego por la derecha. A lo largo de este camino se concentran muchos casti­ llos segureños: Bujalame, La Puerta, Cárdete, Oruña, Peñafleita, Tasca y Riopar, este último fuera ya de la provincia de Jaén. Los caminos medievales de la comarca segureña siguen el trazado de las vías naturales. Van del suroeste al noreste aprovechando los valles alar­ gados que quedan entre las sierras de Cazorla, Segura y Sagra. El primero de los caminos históricos iba entre las sierras de Cazorla y Segura, discurría por el piedemonte este de la sierra de las Lagunillas, pa­ ralelo al curso del Guadalquivir por su orilla izquierda. Este camino estaba vigilado por la Torre del Vinagre y después por el castillo de Bujaraiza. El camino era conocido por Collado de los Almendros de Cazorla. Hoy está cubierto parcialmente por las aguas del pantano del Tranco de Beas. Al norte del castillo de Bujaraiza se bifurcaba. Un ramal iba al norte en dirección a Beas; el otro torcía al noroeste cruzando el río y luego remontaba el río de Hornos, afluente del Guadalquivir, hasta el valle y castillo de Hornos. Desde este castillo y población murada discurría hacia el norte remontando el curso del río Hornos. El castillo de Espinareda quedaba al oeste y el ca­ mino torcía hacia Orcera. Otro ramal salia en dirección norte dejando al oeste el castillo de la Torre, e iba a Puerta de Segura donde se unía a la ruta de Levante.

El segundo camino era el que remontaba el curso del río Guadalentín desde la zona de Pozo Alcón y luego seguía la Sierra del Pozo por su piede­ monte Este. Rastros de este camino se ven hoy por la Hoya Maranza, al sur de Pontones, pasando por la laguna de la Cañada Cruz. Este queda hoy marcado por la divisoria de los términos municipales. Un ramal alternativo llegaba a la zona de Pontones por la cañada Manzano. El camino discurría luego paralelo al río Segura, siempre en dirección sureste-noroeste, a unos tres kilómetros del curso fluvial. Por este sector recibe el hombre de Caña­ da Hermosa. Otro ramal subía de la zona de Pontones y discurría junto al río Segura. Finalmente otro salía de Pontones hacia el norte (hoy camino de Pontones a Siles y camino de Pontones a Segura de la Sierra), bordean­ do el Yelmo por el oeste donde se bifurcaba. Esta bifurcación estaba vigila­ 12 BOLETÍN DEL INSTITUTO DE ESTUDIOS GIENNENSES da por la atalaya del Yelmo. Un ramal iba a Segura, atravesando el río Trujales; el otro, al noroeste, dejaba el río Madera a su derecha y el monte Navalperal a su izquierda (camino de Pontones a Siles). El camino de Segura de la Sierra continuaba hacia el norte por el puer­ to de Siles y remontaba el curso del río Morles pasando junto a los castillos de la Hueta, que dejaba a su izquierda, de Puente Honda, que quedaba a su derecha, y de Morles, a la izquierda. Torcía hacia el este y llegaba a Siles y de allí enlazaba con la vía de Levante. Otro ramal salía de Segura de la Sierra hasta Orcera y luego hasta Be- natae y de allí tomaba la vía de Levante por el Guadalimar. El tercer camino subía del sur dejando el río Castril a la izquierda y las sierras Bermeja, Montilla, Moncayo y Sagra a la derecha. Es el denomi­ nado camino de Huesear a Santiago. Pasaba cerca del cortijo del Castillo y, cruzando el río Zumeta, entraba en la zona de Santiago de la Espada (que en época medieval no existía como población aunque sería lugar de acampada de pastores). Al norte se unía a la Cañada Hermosa y proseguía por el camino del Miller que llegaba hasta este castillo. El ramal principal seguía el río Segura en la zona de las Casicas del río Segura y Golgolitas (donde hubo una torre óptica). Los dos ramales proseguían por la actual provincia de Albacete. Estas tres vías principalmente estaban unidas entre sí a distintas altu­ ras por una serie de caminos secundarios que aprovechaban los abundantes aunque difíciles portillos que presentan estas sierras. Empero, el camino prin­ cipal que justifica la importancia estratégica de la Encomienda de Segura era el mencionado como Vía de Levante, es decir el que discurre por la cuenca del Guadalimar. Este camino a veces doble, a uno y otro lado del río, es básicamente el que aparece señalado en mapas antiguos como Vereda Real o Camino de Andalucía. Está muy escoltado de castillos y atalayas que evi­ dencian su importancia en época medieval. Estos son particularmente abun­ dantes en la zona santiaguista. Por el lado de Beas tenemos, en la ribera derecha, los castillos de Consolación, de Torres y Sorihuela y por la izquierda los de Bretaña y Beas. Del norte manchego le llega un camino que desem­ boca entre los cerros Hermanilla Alta y Hermanilla Baja, asomados al río. Después a pocos kilómetros, a la altura del Puente Génave, la vía recibe otro camino del norte: el Camino Real de La Mancha, también procedente de Ciudad Real, término de Montiel y un tercero que es el que pasa por Villarrodrigo y Génave. Estos dos están vigilados por el castillo de Bujala- me aunque la función primordial de esta fortaleza fuera guardar el puerto MARCA SANTIAGUISTA EN LA SIERRA DE SEGURA

Límites provinciales Límites santiaguistas Ríos Ruta de Levante Otras rutas

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ESCALA TERRITORIOS SANTIAGUISTAS EN JAÉN LOS CASTILLOS DE LA SIERRA DE SEGURA 13 y su camino, procedente del sur. El camino de Villarrodrigo y Génave está jalonado por una serie de atalayas al noreste y suroeste de Villarrodrigo y al suroeste de Génave. Continúa la vía de Levante por y frente a la de­ sembocadura del arroyo del Rollazo se alza el castillo de Cárdete contro­ lando no sólo el camino de Levante sino el que viene a unírsele del sur paralelo al Trújala en su desembocadura. No lejos de la ribera izquierda queda Benatae; al otro lado Torres de Albanchez. Esta es la zona más abierta a los caminos del sur que confluyen en Siles. La guardan, además de los castillos al sur de Siles ya citados en su lugar, los de Peñafleita y Tasca. A esta altura el camino de Levante se interna por la actual provincia de Al­ bacete, supervisado por el castillo de Cotillas.

LA CONQUISTA CRISTIANA

La conquista de la sierra de Segura, sin duda uno de los objetivos prio­ ritarios de la corona castellana en su avance sobre Al-Andalus a principios del siglo X III, se plantea a partir de unos condicionamientos geoestratégi- cos de la zona que eran bien conocidos. Madoz supo enunciarlos en elo­ cuentes y ajustados términos: La situación y enlace de la Sierra de Segura con las demás de las provincias que forman parte de la cordillera ibérica.. ofrece tales elementos que mil hombres colocados dentro de ella son incon­ quistables y un ejército de ochenta mil no podría impedir sus incursiones a la tierra llana: desde cualquier punto de la sierra caen aquellos en una sola marcha sobre la provincia de Granada, Almería, Murcia, Albacete, Ciu­ dad Real o Jaén (4). La Sierra de Segura es un balcón privilegiado que se asoma a la cabe­ cera del Alto Guadalquivir. Es vía de paso natural entre la Baja Andalucía y Levante de una parte y Granada de otra (5). En la antigüedad una de las rutas principales, la del Saltus Castulonensis o ruta de la plata, bordeaba este macizo que se llamaría Oróspeda (Sierra de Cazorla, del Pozo, de Se­ gura, de la Sagra y Alcaraz) (6). En época musulmana las corrientes demo-

(4) M a d o z , O .: Diccionario geográfico-histórico-estadístico de España y sus posesio­ nes de ultramar, Madrid, 1846, Art., Jaén, págs. 501. (5) Higueras A rnal, A n tonio: El Alto Guadalquivir, Instituto de Estudios Giennen- ses, Zaragoza, 1961, pág. 155. (6) González Barberán, Vicente: Guadalquivir, págs. 74-76; Higueras A rnal: Op. cit., pág. 156. 14 BOLETÍN DEL INSTITUTO DE ESTUDIOS GIENNENSES gráficas y comerciales iban de este a oeste y viceversa (7). Era por lo tanto imprescindible, para dividir y controlar el territorio musulmán de Andalu­ cía y Levante, dominar esta región. Los pasos entre Andalucía y Levante, principalmente el de Montizón, quedaban controlados por Alcaraz del mismo modo en que los de Santiste­ ban se vigilaban desde Eznavejor y los del Muradal desde Dueñas (8). Estos pasos habían quedado abiertos después de las expediciones de Alfonso VIII. Hay que añadir que la función meramente comercial de tales portillos será mantenida luego por los conquistadores cristianos. A finales del xm, por ejemplo, tenemos noticias de que las recuas de mercaderes y los ganados extremeños siguen pasando por Montizón (9). La estrategia conquistadora de Fernando III será continuación de la que ya había diseñado su antecesor. Para 1235 había asegurado la vía de Alcaraz al Alto Guadalquivir mediante conquista y consolidación de la pre­ sencia castellana en Torres de Alber, Chiclana, Torres, Santisteban, Izna- toraf y la vertiente del Alto Guadalimar (10). La presencia castellana más temprana en la Sierra de Segura se detecta en 1214, cuando conquistan Segura de la Sierra (11). A pesar de ello el con­ trol efectivo de la región se haría esperar bastantes años todavía. A partir de 1235 se combinan dos factores complementarios que favorecen la im­ plantación cristiana: de una parte la de composición del reino de Murcia que debilita la defensa de este flanco esencial y de otra el buen momento económico de la Orden de Santiago que favorece su acometividad. Los san- tiaguistas, sólidamente instalados en el Campo de Montiel, quieren prolon­ gar su conquista como una cuña entre Murcia y Granada (12). Hacia 1235 se conquistan Génave, Villarrodrigo, Torres de Albanchez (13). Entre 1239 y 1242 caerían Hornos, Segura, Siles Benatae y Orcera (14). En 1235 la Or-

(7) Ibid., pág. 155. Sin embargo en época cristiana iban de norte a sur.

(8) C o r c h a d o S o r ia n o , Manuel: «El castillo de Dueñas», Revista de Estudios Man- chegos, pág. 8.

(9) R o d r íg u e z M o l in a , José: El reino de Jaén en la Baja Edad Media, Universidad de Granada, 1978, págs. 242-243.

(10) G o n z á l e z , Julio: Reino y diplomas de Fernando III. Estudio 1, Caja de Ahorros de Córdoba, 1980, pág. 322.

(11) T o r r e s F o n t e s , Juan: «Los castillos santiaguistas en el reino de Murcia en el siglo xv», Anales de la Universidad de Murcia, XXIV, 1965-1966, págs. 34 y sigs. (12) González, Julio: Ob. cit., pág. 338. (13) Torres Fontes: Op. cit., pág. 326. (14) Ibid., pág. 326. t A 200 metros carretera 2 o ' V w p w I í o 2 o o 2 S H S ; o¿¡; í

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CASTILLO DE BUJALAME. Juan Eslava Galán, 1985 CASTILLO DE CARDETE. Juan Eslava Galán, 1985

10 m etros LOS CASTILLOS DE LA SIERRA DE SEGURA 15 den recibe los castillos de Chiclana, Torres y Hornos; en 1239 Alcaraz y Beas (a cambio de algunas heredades en otros lugares) (15); en 1242 el de Segura. Esta serie de aprobaciones culminará con la cesión de Orcera, en 1285, por Sancho IV (16).

LAS FORTIFICACIONES DE LA SIERRA DE SEGURA

Dada la complejidad que presenta el relieve segureño intentaremos ahora estudiar sus fortificaciones agrupándolas según sus respectivos emplazamien­ tos a lo largo de las rutas que vigilaban. Para ello estableceremos cuatro grupos. El primero lo forman aquellos castillos que siguen el itinerario de la ruta de Levante remontando el curso del Guadalimar. Aquí encontramos Bujalame, la Puerta de Segura, Gardete, Peñafleita y Tasca. Un segundo grupo incluye las fortalezas dispuestas a lo largo del cami­ no que va de Riopar a Bujaraiza: Siles, Morles, Puentehonda, Benatae (o Huete, en ramal alternativo), Orcera, Segura y Hornos. La vía de Levante recibe por el norte una serie de caminos secundarios que proceden del campo de Montiel: el de Villarrodrigo y Torres, el de Gé­ nave y el de Matamoros, vigilados por otros tantos castillos. Este será nues­ tro tercer grupo.

Finalmente la vía de Levante recibe por el sur otra serie de caminos cuyas fortalezas constituyen el cuarto grupo. El de Beas tiene dos ramales que van respectivamente al Puente de Génave o a la Puerta. El primero queda vigilado por la Torre, cercana a Peñolite; el segundo por Catena, Espinare- da y la Torre.

Bujalame

Por la carretera de Puente Génave a Peñolite, a un kilómetro escaso de Puente Génave, sale una desviación a la izquierda que va a la Puerta de Segura. A los tres kilómetros se deja atrás la aldea de los Llanos de Arri­ ba. Quinientos metros más adelante sale un carril agrícola por la izquierda. Este carril asciende al cerro donde están las ruinas de Bujalame y una ex­ plotación agropecuaria moderna.

Se trata de un cerro de 625 metros de altura a cuyo pie, por la parte

(15) González, Julio: Op. cit., pág. 338. (16) Ibid., pág. 432. 16 BOLETÍN DEL INSTITUTO DE ESTUDIOS OIENNENSES del norte, discurre el río Guadalimar. El cerro presenta una meseta plana de forma vagamente circular y unos 200 metros de diámetro. En la parte del norte se descubren las ruinas, muy arrasadas ya, del castillo: una cons­ trucción rectangular de 8 por 5 metros en tapial, con grandes mampuestos, y restos de muros de hasta quince metros de longitud por el sector en el que estuvo el acceso al río. En distintas partes de la meseta se observan tol­ vas y depresiones que evidencian la existencia de otras ruinas soterradas. En este lugar se mantenían visibles, aunque ya arruinadas, unas torres bermejas mencionadas en las relaciones de Felipe II, en 1575 (17). Por su situación este yacimiento ha debido estar poblado a lo largo de toda la Edad Media, aunque los restos hoy observables en superficie pare­ cen corresponder a edificaciones cristianas bajomedievales. Es seguro que las más antiguas defensas se completaban con obra de tierra y madera.

La Puerta de Segura

La antigua vía de Levante ascendía por la ribera izquierda del Guada- limar hasta la Puerta de Segura. En este punto su ramal principal cruzaba para continuar por la orilla derecha. En época musulmana el cruce se hacía por un puente cuyos restos sustentan el que vemos hoy. Este puente estaba guardado por un castillo que ocupaba el zócalo rocoso adyacente. La desa­ parecida fortaleza prestó solar y cimientos a algunas de las casas del pueblo cuyos muros, unidos en planos quebrados que siguen la configuración del terreno, se engarzan hasta constituir un verdadero recinto defensivo. Los únicos restos reconocibles de las antiguas defensas del pueblo se reducen a un torreón que pertenecería al recinto exterior y no al castillo. Se trata de una construcción de tapial de calicanto, de planta cuadrada (4,55 metros de lado) situada en la calle del Castillo. La anchura del muro es de 1,10 metros. Ha perdido su remate antiguo pero es evidente que tuvo un aposento alto estribado sobre vigas de madera que se apoyarían en el zóca­ lo que posibilita un estrechamiento del muro a la altura adecuada. Es el pro­ cedimiento constructivo que observamos en otras torres de la Sierra de Segura datables en el mismo período almorávide al que parece pertenecer esta obra. Lo más notable del dispositivo defensivo de la Puerta de Segura es pre­ cisamente el puente que tanta admiración concitaba en los autores antiguos. Más que puente quizá debiera definirse como construcción híbrida de puente

(17) V il l e g a s D ía z , Luis: «Relación de los pueblos de Jaén de Felipe II», B.I.E.G., 88-89, abril-septiembre 1976, pág. 192. LOS CASTILLOS DE LA SIERRA DE SEGURA 17 y presa. Las relaciones de Felipe II (1575), lo describen como la cosa más fuerte que hay en España porque es de más de veinte varas de ancho y nin­ guna avenida ni alteración del río de piedras ni pinos ni otra cosa no le em­ pece porque es todo de hormigón y pisón muy fuerte (18). Esta sólida construcción dejaba escapar el agua del río Guadalquivir por su único ojo que era tan reducido y estaba diseñado de tal modo que en caso de peligro era posible taparlo con una compuerta con lo cual las aguas del río se re­ mansaban y subían de nivel rápidamente inundándolo todo, de modo que el vecino castillo quedaba automáticamente convertido en una península de difícil acceso y el puente quedaba impracticable, hecho todo él rebosadero de las aguas que remansaba su presa (19). Esta ingeniosa disposición es to­ davía observable en los maltratados restos del puente a pesar de que su úni­ co ojo ha sido considerablemente agrandado para evitar los taponamientos. A pesar de ello se puede admirar el fortísimo calicanto y los grandes mam­ puestos de la obra antigua, medio oculta bajo la visera del voladizo que pro­ yecta la moderna carretera.

Cárdete

Este castillo está situado tres kilómetros al este de La Puerta de Segu­ ra. Su Torre del Homenaje es bien visible desde la carretera. Se puede acce­ der a él después de recorrer unos 400 metros de carril agrícola. El recinto del castillo de Cárdete tiene forma trapezoidal. Su lado me­ nor, en el que se integra la única torre, mide 16,50 metros. El lado mayor mide 24,90 metros. Los dos lados restantes 20,90 metros y 24,50 metros. La torre que, de modo convencional, llamaremos del homenaje, alcanza 14 metros de altura. Presenta la peculiaridad de tener su fachada externa ali­ neada con el muro menor del castillo con desprecio de las más elementales normas de flanqueo que exige la poliorcética. Por lo tanto esta torre hace su proyección hacia el interior del exiguo patio de armas del castillo. La torre es una construcción de planta rectangular (6,80 m. por 4,70 m.) y ligeramente troncopiramidal en su alzado, característica común a otras construcciones de la misma época en la Sierra de Segura. Interiormente al­ berga cuatro cuerpos. El más bajo de 2,50 metros de altura, parece macizo y está dotado de resalte. En el primero se abre la única entrada que da al patio de armas. Los tres suelos sucesivos que separaban las plantas con obra

(18) Ibid., pág. 230. (19) Ibid., pág. 192. 18 BOLETÍN DEL INSTITUTO DE ESTUDIOS GIENNENSES de madera han desaparecido. Tampoco hay restos del coronamiento alme­ nado, si es que lo tuvo. La anchura del muro de la torre es de 1,30 metros al nivel del piso más bajo. El de la muralla del recinto es de 95 centímetros. El material empleado en la construcción de este castillo fue tapial de calicanto purísimo, con mucha mezcla de cal. Material y tipología construc­ tiva apuntan a un origen beréber, más probablemente almorávide, de esta obra. Este tipo de fortín será luego muy empleado por los almohades con adición de torres esquineras que posibiliten el tiro lateral.

Peñafleita

Por la carretera de Torres de Albanchez a Siles, a mitad de camino, se encuentra un carril agrícola que sale por la izquierda, frente al cerro de Cabeza Grande, unos 150 metros antes del puente sobre el Guadalimar. Es­ te carril es lo que hoy queda del «Camino de Andalucía» que va remontan­ do el curso del Guadalimar por su orilla izquierda. Se sigue este carril hasta su primera desviación importante que es un cruce, a unos 2 kilómetros de la carretera de Siles. Aquí se toma el carril de la izquierda hasta los cortijos de Peña Fleita. Sobre el cerro frontero están los exiguos restos del castillo tan arrasados que sería muy difícil calcular su importancia sin previa exca­ vación. En cualquier caso parece que lo que allí hubo no pasó de ser un un modesto puesto de vigilancia.

Tasca

Por el mismo camino de Andalucía que nos conduce a Peñafleita, se llega al castillo de Tasca. Hay que tomar la desviación que sale a la izquier­ da después de haber recorrido unos tres kilómetros y medio de carril. Esta desviación asciende a las alturas vecinas pasando junto a la fachada del cor­ tijo de Frailes. Finalmente se llega a una explanada alta, especie de nava algo más despejada de árboles. Unos veinte metros a la izquierda se ve lo que queda del castillo de Tasca. Los restos de la fortaleza, muy disimulados por el pinar circundante, se reducen hoy a un parapeto de mampostería menuda muy desmoronado que debía habilitar un espacio interior rectangular de 9,50 m. por 3,80 m. aproximadamente y que ocupaba la extensión del zócalo rocoso fácilmente defendible puesto que un foso natural, formado por una corona de rocas, lo rodea casi por completo. En torno a este zócalo se advierten abundantes vestigios de muros de burda mampostería, al parecer en seco. Estos, corres- VESTIGIOS DE FOSO Y TERRAPLEN

PIEDRA SUELTA 10 10 metros

FOSO NATURAL Juan Eslava Galán, Eslava 1985 Juan CASTILLO CASTILLO DE TASCA RESTOS RESTOS DE CONSTRUCCIONES TORRE «EL CUBO» (SILES). Juan Eslava Galán, 1985

10 metros LOS CASTILLOS DE LA SIERRA DE SEGURA 19 pondientes al recinto exterior, parece que se complementaban por el lado del oeste con alguna obra de tierra, probablemente un foso y su terraplén. Un kilómetro al oeste, en la falda del cerro, se encuentran los restos de otra población fortificada de más fuste que se conoce como Peña Ho­ radada.

Siles

Siles constituye, junto con Segura de la Sierra y Hornos, el verdadero gendarme territorial de la comarca que venimos estudiando. En cierto sen­ tido, tiene más importancia estratégica que las otras puesto que controla más estrechamente los caminos de Levante por medio de Peñafleita, Tasca, Torres y otros castillos avanzados. Antes de la llegada de los cristianos, Siles era una próspera población musulmana que corresponde al Silis de las fuentes (20). Su importancia es­ tratégica queda atestiguada por episodio de su cerco por Yusuf I de Grana­ da en 1139 (según otros en 1333). La fuerza expedicionaria árabe realizó la hazaña de atravesar todo el Adelantamiento de Cazorla para ir contra Siles en una operación que, de haber tenido éxito, habría dejado en situa­ ción comprometida no sólo la marca santiaguista de Segura, sino también al propio Adelantamiento de Cazorla. Sin embargo, la reacción cristiana fue igualmente contundente y un ejército de socorro, al mando del maestre de Santiago Alonso Meléndez de Guzmán, consiguió que los atacantes le­ vantaran el cerco (21). El antiguo recinto de Siles, del que todavía subsisten restos estimables más o menos disimulados entre las construcciones parasitarias, tenía forma de rectángulo. Según todas las trazas no corresponde exactamente al que en 1339 resistió el asedio de Yusuf I, puesto que sabemos que en 1397 la ciudad acababa de cercarse a su costa de una cerca de argamasa de dos va­ ras de ancho y 10 varas de alto y de contorno 614 varas, lo que le valió su título de villa (22). Posiblemente se trataba de una remodelación que apro-

(20) V a l l v e B e r m e jo , J.: «La división territorial de la España musulmana. La Cora de Jaén», At-Andalus, XLIII, 1978, pág. 77; L ev i P r o v e n c a l : Memorias de Abd Allah, pág. 35. (21) Este episodio se refleja en el Poema de Alfonso XI. V er Lope de Sosa, 1915, p á g s. 380-382; A r c ó t e d e M o l in a : Nobleza de Andalucía, Instituto Estudios Giennenses, Jaén, 1957, p á g . 401; C a r r ia z o A r r o q u ia : En la frontera de Granada, Universidad de Sevilla, 1971, p á g s. 164-165; G o n z á l e z S á n c h e z : Arjona, p á g . 95.

(22) V il l e g a s D ía z : Op. cit., p á g . 234. 20 BOLETÍN DEL INSTITUTO DE ESTUDIOS GIENNENSES vecharía los restos de la cerca anterior. En cualquier caso, el trazado de forma rectangular de esta cerca apunta a un origen almorávide o almohade que tendría su inspiración más remota en diseños heredados de la antigüedad greco-romana. En la cerca de Siles había tres torres a trechos probablemente esquine­ ras, además de una fortaleza principal que ocuparía la cuarta esquina del rectángulo. En esta fortaleza había dos grandes torres que tiene la una dos bóvedas y la otra una (se refiere a las plantas) y entre estas dos torres está una buena casa de aposentamiento (23). En esta casa de aposentamiento era donde los santiaguistas recogían la renta de los diezmos del pan (24). Según la relación de 1575, en esta casa vivió mucho tiempo Rodrigo Manrique y en ella murió (25). La casa ha de­ saparecido ya, pero todavía subsiste en bastante buen estado la torre del homenaje del castillo conocida localmente como «El Cubo». Se trata de una sólida construcción cilindrica de 27 metros de altura, ligeramente más es­ trecha por arriba. Alberga dos espaciosos aposentos. El bajo se cubre con bóveda de media naranja; el alto con bóveda apuntada sobre nervios que descansan en canes, todo ello de buena cantería, aunque algo tosca. El resto de la torre es de mampostería menuda con mucha mezcla de mortero de cal. El aposento superior alcanza un diámetro de 8,50 metros. El muro mi­ de 2,75 metros de ancho. La caja, muy alargada, de una chimenea recorre el muro desde abajo. De la planta segunda sale una escalera empotrada en el espesor del muro que conduce hasta la terraza. Ésta alcanza 12 metros de diámetro. Sin embargo, la escalera exterior que conduce hasta la segun­ da planta es enteramente moderna a pesar de todas sus apariencias. No queda muy claro, después de la restauración de los años cincuenta, cómo se dispo­ nía el acceso original de esta torre. Probablemente se hacía a través del adarve de la muralla y estaría a la altura del paseo de ronda. La entrada a la prime­ ra planta que hoy vemos, al nivel del suelo, tampoco es original. Evidentemente, esta torre es una construcción cristiana que debe datar del siglo xiv como máximo.

(23) L e ó n , Francisco de: Relación, Boletín de la Asociación Española de Amigos de los Castillos, 51, octubre-diciembre, 1965, pág. 486. (24) Villegas Díaz: Op. cit., pág. 234. (25) Ibid., pág. 238. LOS CASTILLOS DE LA SIERRA DE SEGURA 21

Las relaciones de Felipe II citan una serie de castillejos y torres-refugio en la región de Siles. Además de los ya citados Peñafleita y Tasca, cabe men­ cionar las ruinas de un castillo junto a la ermita de San Blas, a media legua de Siles (26) y los de Miller, el Villar y Cuevalabrada (27). También citan ruinas de castillo en la Gueta, a media legua de Siles hacia el mediodía (28).

Puente Honda

En la carretera de Siles a La Puerta de Segura, a kilómetro y medio de Siles, sale por la izquierda una carretera secundaria que va a Puente Hon­ da. Transcurridos unos tres kilómetros por esta carretera se llega a la corti­ jada de Puente Honda, donde confluyen los arroyos de la Hueta y de Puente Honda y juntos alumbran al río Morles. En la ladera del cerro Bucentaina (1.395 m.), a nuestra izquierda, medio ocultas por el espeso bosque de pi­ nos, aparecen las ruinas del castillo. El acceso menos malo se hace a pie subiendo la empinada ladera, des­ de el mencionado carril de Puente Honda, pero si a pesar de todo la arbole­ da no permitiese descubrir el castillo, hay un camino alternativo que consiste en ascender por carriles forestales hasta una cota superior del cerro Bucen- taina hasta situarse por encima del castillo a unos 5.000 metros de distancia y desde este punto descender a pie hasta las ruinas. En cualquier caso, el acceso es difícil y no todos pensarán que vale la pena a la vista del reducido fortín que vamos a describir. El castillejo de Puente Honda, que apenas pasa de ser un puesto de atalaya, se encarama sobre dos peñas gemelas que brotan en un repecho del monte. Sobre cada una de estas peñas edificaron una torre cuadrangu- lar de reducidas dimensiones (la que mira al sur, 3,50 m. por 3,80 m.; la del norte, muy similar). El material empleado es mampostería ripiada de modo deficiente. El espacio que quedaba entre las dos torres se acotó por medio de dos lienzos de muro que las unían hasta constituir un solo recinto de planta rectangular que mediría 13 por 3,50 metros. La obra entre las to­ rres está muy arrasada, pero las torres están casi intactas. Las dos alberga­ ban dos cámaras superpuestas con separación de vigas y madera. A nuestro juicio se trata de una obra cristiana. Es difícil precisar la fecha de su ejecución.

(26) Ibid., pág. 239. (27) Ibid., pág. 239. (28) Ibid., pág. 238. 22 BOLETÍN DEL INSTITUTO DE ESTUDIOS GIENNENSES

Benatae

En las relaciones de Felipe II se habla de dos torres situadas en este lugar, la una en la fuente de la Torre, cuyo emplazamiento pudo estar rela­ cionado con el manantial de agua allí existente como en tantos otros casos de fortines beréberes andalusíes. La otra era una torrecilla, ques de la enco­ mienda mayor. Sirve de palomar. La materia della es de lo que comunmen­ te se dice hormigón (29). Por las trazas parece que era de tapial, como tantas obras de la región.

Orcera

En la relación de Francisco de León se dice que Orcera tiene una torre e un cortijo en que se retraen los del lugar en caso de peligro (30). Las de Felipe II hablan de una antigua ceca que tuvo el pueblo por la parte de arri­ ba mientras que por la de abajo estaba defendida por grandes barrancos. Pero en 1575 de esta cerca sólo quedaba el recuerdo. En la plaza quedaba una torre que servía de campanario. Esta torre era de hormigón, es decir, de tapial de calicanto, y era algo baja (31). Hoy día Orcera cuenta con interesantes fortificaciones pero fuera del pueblo. Nos referimos a las tres torres comúnmente denominadas de Santa Catalina. Estas torres están relacionadas entre sí, pues no distan más de tres­ cientos metros unas de otras. La más cercana a Orcera presenta una estruc­ tura más imponente que las otras. Es de planta rectangular (8,60 m. por 5,65 m.) y albergaba interiormente hasta tres plantas superpuestas, sosteni­ das por vigas. Le daban luz una serie de saeteras vaciadas hacia el interior. Del recinto que rodearía esta torre no ha quedado rastro. Es posible que fuera de madera.

Las otras dos torres son gemelas, ligeramente troncocónicas y de plan­ ta cuadrada (5,30 m. por 4,20 m.). Albergaban interiormente cuatro plan­ tas con separación de vigas que se apoyaban sobre los zócalos resultantes del progresivo estrechamiento de los muros. La altura actual de estas torres es de catorce metros. La original debió ser muy aproximada: parece que lo único que han perdido ha sido el parapeto o las almenas de la terraza superior. El grosor del muro en la parte baja es de 1,10 metros. El primer

(29) Ibid., págs. 116-117.

(30) L e ó n , Francisco de: Op. cit., pág. 487.

(31) Villegas D ía z : Op. cit., págs. 179-180. LOS CASTILLOS DE LA SIERRA DE SEGURA 23 cuerpo de estas torres es muy bajo, apenas 1,70 metros. El segundo, por el contrario, es muy alto: 7 metros. Los dos restantes medían cada uno 3,20 metros. Del coronamiento almenado de las torres sólo subsisten cuatro alme­ nas en la más cercana a Segura de la Sierra. En estas almenas no se aprecia el coronamiento piramidal típico de las obras beréberes. En los niveles tercero y cuarto las dos torres presentan una serie de sae­ teras vaciadas hasta el interior, una por cada paño de la torre. Una de ellas, que hoy parece ventana algo más ancha, era la verdadera entrada de la to­ rre, situada a 7,20 metros de altura. Las entradas que hoy vemos en la plan­ ta baja, al nivel del suelo, una en la torre intermedia y dos en las más cercanas a Segura, fueron abiertas tardíamente por campesinos o pastores que apro­ vecharon las torres como vivienda. A nuestro juicio, estas dos interesantes torres son obra musulmana de finales del XII o principios del XIII. Tendrían como misión vigilar el intrin­ cado paisaje de colinas que presiden, escudriñando los cambios de rasante que ocultaban de la vista de los castillos de la zona otros tantos posibles caminos de invasión. La primera torre descrita, más ancha, debió ser ade­ más torre fuerte de un establecimiento rural emplazado sobre la fértil cuen­ ca del río.

Segura de la Sierra

Las primeras noticias que tenemos de la fortaleza de Segura se remon­ tan a 781, año en que Abderramán I la arrebata al primogénito de Yusuf, Abul-Asuar, según algunos autores (32). Otros la hacen más antigua aún, fundación de los tiro-fenicios durante las guerras entre cartagineses y ro­ manos, entre Asdrúbal y los Escipiones. Los restos del derrotado ejército de Publio Escipión fueron a refugiarse a la fortaleza de Segura (33). En el siglo xvi los segureños daban otra vesión no menos legendaria pero más poética, del origen de su pueblo: antes se llamaba Altamira, vino una reina huyendo y se acogió en la fortaleza della questa muy alta en gran manera que casi parece por algunas partes que todo el mundo no la podría ofender, dixo «aquí estoy segura» y de aquí se dice que tomó esta denominación Segura (34).

(32) Genaro Navarro: «El castillo de Segura», Paisaje, Jaén, pág. 956 y sigs. (33) Ibid., pág. 956.

(34) V il l e g a s D ía z : Op. cit., pág. 207. 24 BOLETÍN DEL INSTITUTO DE ESTUDIOS GIENNENSES

Lo que está fuera de duda es que en época musulmana Segura era cas­ tillo y lugar denominado Saqura (35). En el siglo X I fue cabeza de un pe­ queño reino taifa a cuyo distrito pertenecían también Hornos, Socovos y Ferez (36). Es muy posible que los castillos luego adscritos al territorio san- tiaguista de Segura fuesen los que tuvo el reino de taifa. La primera conquista cristiana de Segura ocurrió al parecer 1214 (37), aunque algunos autores la remontan a 1200 (38). Las noticias de estos años son muy confusas. Parece que el lugar fue recuperado por los musulmanes aunque poco tiempo, puesto que en 1241 su situación, aislada en un territo­ rio mayormente controlado ya por los castellanos, se hizo insostenible y vol­ vió a manos cristianas (39). Fernando III la otorgó a la Orden de Santiago el 21 de agosto de 1242 (40). Tres años más tarde fue instituida sede de la Encomienda Mayor de Castilla que hasta entonces estuvo en Uclés (41). Esta encomienda estaba sometida a la jurisdicción eclesiástica de Toledo. En 1462 pertenecía al obispado de Cartagena (42). En 1246 se le concedió fuero ba­ sado en el de Uclés (43). Después del pacto de Jaén (1246), Segura y su territorio no tuvieron un gran papel en la continuación de la lucha contra el reino de Granada, puesto que habían quedado algo lejos de la frontera. Con todo, en 1342 Fernán Ruiz de Tahuste, comendador de Segura, comandó una expedición contra tierras granadinas aprovechando que el rey de Granada había acudi­ do con su gente en socorro de Algeciras (44). En 1434 el alcaide de Segura, Juan Rodríguez, destacó en la conquista de Huéscar a las órdenes de don Rodrigo Manrique, y recibió tres heridas en aquella ocasión (45).

(35) Vallve Bermejo: Op. cit., pág. 58; Levi Provencal: Op. cit., pág. 39.

(36) G o n z á l e z , J u lio : Op. cit., pág. 341. (37) Rodríguez M olina, José: Cuadernos de Estudios Medievales, Universidad de Gra­ nada, II, III, pág. 75. (38) Sarthou Carreres, C arlos: Castillos de España, Espasa Calpe, Madrid, 1952, pág. 86. (39) González, Ju lio : Op. cit., p á g . 341. (40) Ibid., pág. 341. (41) Rodríguez Molina: Cuadernos, pág. 75. (42) Ibid., pág. 78. (43) González, Julio: Ob. cit., págs. 415 y 432. (44) Argote de Molina: Op. cit., pág. 439; Jimena Jurado, Martín de, Catálogo de los Obispos de las Iglesias Catedrales de Jaén y anales eclesiásticos deste obispado, J a é n , 1894, II, págs. 361-362. (45) Villegas Díaz: Op. cit., págs. 65-66. Los moros recuperarían Huéscar trece años m ás tarde. LOS CASTILLOS DE LA SIERRA DE SEGURA 25

En 1468 Francisco de León, comendador de bastimentos del Campo de Montiel, comisionado por la Orden de Santiago, para inspeccionar las fortalezas del reino de Murcia, redactó un informe sobre las defensas de Segura. Por él sabemos que Segura tenía buena gerca y que el castillo está tan alto que parege que está en el cielo y es muy fuerte a maravilla y tiene dos barreras de cal e ganto... e tiene en el tres torres muy buenas y un cubo e buen aposentamiento en la fortaleza y todos los mas tejados della acolga- dizos, que van las aguas a un buen algibe que esta en medio del patio de la fortaleza. Tiene al un canto della, fazia el campo, una muy gruesa torre del omenaje, en que ay cuatro bóvedas una sobre otra, y va una escalera que sube desde lo mas bajo fasta lo alto fecha en el gordo del muro de la dicha torre. Este dicho muro es de calicanto y en ¡o alto esta petrilado e almenado y un tejado engima de la postrimera bóveda (46).

Está toda la villa cercada y esta cerca toma y abraza la villa con la fortaleza y todas las torres y torrejones que hay dentro della. En esta cerca hay muchas torres y tiene cuatro puertas principales... y en cada puerta hay una torre muy fuerte de calicanto... se llaman la una puerta Gon- tar questá al norte y solano... puerta Nueva questá al mediodía... puerta Catena, questá a poniente... puerta Orcera questa al norte. Luego vinien­ do a esta villa está la puerta Herrada ques una torre y desde esta puerta sube una cerca y muralla almenada a las casas labores y en estas casas labo­ res está una torre algo descorporada muy fuerte y de calicanto, y otro to- rrejón de lo mismo entre medias de la torre y torrejón hay una caballeriza antigua en lo alto... Encima hay una mazmorra muy honda labrada en la peña viva. Todas estas torres y caballerizas y murallas están fuera de las murallas principales que abrazan la villa. Sube una muralla fuerte de cali­ canto con cuatro torrejones que la fortalecen y guardan hasta dar en la mu­ ralla de la villa al pie de la fortaleza y allá hay una puerta falsa cerrada por donde se subía secreta y seguramente al castillo. Desde las dichas casas la­ bores y debajo de la puerta Gontar esta una torre que se llama de Poza lucas que guarda cierta agua que allí hay, esta torre es de argamasa y más adelan­ te esta otra casa de calicanto muy grande y de grandes cimientos y junto a la puerta Orcera y fuera de ella hay muchos edificios caídos de argamasa y calicanto que se llama el Alcantarería... La fuerza desta villa es la más fuerte y principal que su magestad tiene en estos sus reinos porque es fun­ dada sobre peña viva por todas partes y no se puede minar ni arremeter

(46) León, Francisco de: Op. cit., págs. 486. 26 BOLETÍN DEL INSTITUTO DE ESTUDIOS GIENNENSES por ninguna parte. Tiene una torre ques la torre mayor y del homenaje que dentro delta y en el cuerpo del castillo podrán estar más de cuatro mil hom­ bres armados. En este castillo y fuerza hay una iglesia hecha de bóveda y ladrillo muy fundada que se llama Santiago y tiene dentro della un algibe de agua llovediza muy grande y fuera de la puerta principal y dentro de la primera muralla otro algibe grande junto a un moral. Para subir a esta for­ taleza se va por dos partes: por la puerta Gontar y por encima de la plaza, tiene para subir arriba sus arcos, tiene para entrar en la fortaleza cinco puertas...

Yendo por detras de la fortaleza está a! pie delta unas peñas altas a maravilla, encima de las que se funda la torre mayor y donde esta otra to­ rrecilla ques atalaya y otro torrejón que se dice el Espolón y al pie desta torre mayor y debajo de los mismos peñascos esta otra torre que se llama Torre del Agua ques edificio grande y hecho de mucho tiempos antes se ga­ nase la villa y parece que hoy se acabó de hacer según está de nueva y blan­ ca y esta torre ha estado toda cercada sin ninguna puerta y abraza por la parte de arriba un peñasco muy grande de más de 300 varas en alto. Esta torre parece que sirvió en tiempo de moros para recoger agua y desde la fortaleza de lo alto por el mismo peñasco había una escalera suminada en el mismo peñasco por donde parece que bajan por agua a esta torre desde lo alto de la fortaleza, por esta parte esta tan hondo lo bajo y tan empina­ dos los peñascos que si todo el mundo viniese no le daría pesadumbre a la fortaleza con cuatro hombres que estuviesen arriba. Esta torre del agua se guardaba desde el torrejón... habrá cuarenta años que un juez que hubo aqui la comenzó a abrir por un lado y con mucho trabajo y costa... y agora visto este edificio por el señor licenciado don Diego Hernández. ■ ■ como ha­ lló la dicha torre que era tan gran fuerza mandó limpialla por de dentro que había en ella mucha tierra y piedra seca como puesta por mano y ha­ biendo mucha cantidad de piedra esta un techo de argamasa que parecía que allí se acababa lo hondo de la torre. Y cavando allí aquella argamasa hallaba otra cantidad de piedras y otro lecho de argamasa hasta que llegó a lo hondo y quitando estas piedras y argamasa... se halló un pozo muy grande y muy hondo el cual estaba cubierto de piedra seca y encima de la boca del pozo una grande piedra por clave y abierto se vido un edificio de pozo muy enlucido y redondo. Terná cinco estados de hondo. No se ha aca­ bado de limpiar por lo bajo para ver que hay dentro más se entiende que hay agua porque debajo de la torre responde una fuente de agua (47).

(47) V illegas Díaz: Op. cit., pág. 216. TORRES DE STA. CATALINA. N.° 1: CERCANA A ORCERA Juan Eslava Galán, 1985

5 m etros CASTILLO DE SEGURA DE LA SIERRA DESPUÉS DE LA RECONSTRUCCIÓN (dibujos de Luis Berges Roldán) CASTILLO DE SEGURA DE LA SIERRA ANTES DE SU RESTAURACION (según F. Chueca Goitia) TORRES DE STA. CATALINA. NÚMS. 2 y 3 Juan Eslava Galán, 1985

5 metros LOS CASTILLOS DE LA SIERRA DE SEGURA 27

De las defensas tan minuciosamente descritas por los documentos que anteceden se conservan hoy en Segura el castillo, la torre del Agua y diversas partes del recinto murado de la población así como la estructura básica y parte de una gran torre de un segundo castillo que guardaba los accesos del primero al pie de la peña. El castillo de Segura que hoy vemos consta de dos recintos sucesivos: exterior y alcazarejo. El alcazarejo ha sufrido una reciente reconstrucción pero el exterior ha tenido la fortuna de pasar inadvertido. El alcazarejo tiene forma vagamente trapezoidal, adaptado como está a la configuración de la roca sobre la que se asienta. En uno de sus ángulos destaca la poderosa torre del homenaje, los otros tres se guardan con sen­ dos torreones uno de ellos casi desprovisto de proyección exterior por im­ perativos del zócalo rocoso que le sirve de base. Hay además otro torreón semicircular y dos contrafuertes que contribuyen a parcelar los lienzos del cerramiento habilitando al propio tiempos pequeñas plataformas para el ti­ ro de flanco, una característica ésta muy propia de las fortalezas construi­ das por las órdenes militares.

Toda esta obra es evidentemente cristiana y debe datar de mediados del siglo XIII. Seguramente se asentaría sobre otra musulmana anterior de la que aprovecharían los espléndidos aljibes. El recinto exterior del castillo corona el cerro en una cota más baja. Es de mampostería menuda que en parte debe corresponder a la misma época del alcazarejo y en parte podría ser más antiguo y obra musulmana. En cual­ quier caso, presenta trazas de obras que podrían datar del siglo xix, cuan­ do Segura volvió a ser una plaza militar de primer orden.

En la Torre del Agua y otros puntos del circuito murado del pueblo volvemos a admirar el fortísimo calicanto del tapial musulmán a que ya nos tienen acostumbradas las fortificaciones de la sierra de Segura. Podría tra­ tarse de obras de época almorávide o, como muy tarde, de época almoha- de, al igual que las otras de tapial que venimos comentando. Anotemos que la estructura interna de la Torre del Agua, descrita por sus excavadores del siglo X V I, se ajusta totalmente a la de los torreones almorávides de la mu­ ralla de Jaén: lechadas de calicanto purísimo que se alternan con otras ton­ gadas de relleno de piedras sueltas y tierra. Los mismos documentos del siglo xvi que venimos comentando nos traen noticia de otras fortificaciones que hubo en la periferia de Segura, algunas de las cuales son todavía visibles. Citaremos el castillo que hubo 28 BOLETÍN DEL INSTITUTO DE ESTUDIOS GIENNENSES enfrente de la puerta Catena, donde la ermita de San Vicente, casa fuerte en un cerro alto y tiene una cava alrededor do estuvo el real cuando se ganó esta villa (48). A una legua de Segura en dirección poniente se describe la torre de Al- baladejuelo y la Fuensanta, muy fuerte de calicanto, algo derribada por al­ gunas partes (49). Es la misma que menciona la relación de Francisco de León como torre muy buena de cal e canto con tres bóvedas (50). Se trata de otra obra de buen tapial beréber, según se deduce de los testimonios. También a una legua y al poniente se menciona la torre de Gutamarta m uy fuerte de calicanto no lejos de un despoblado llamado los Ojuelos (51). A cuatro leguas de Segura, hacia el mediodía, localizan la torre de Bu- jarcadin ques muy fuerte. Está en medio desta torre y la dicha población el rio Guadalquivir (52). Hay otra torre fuerte y parece haber habido población en Oruña ques a la parte del Norte dos leguas de Segura (53) y no lejos de allí, a sólo una legua del pueblo, se localiza la torre de Alderete (54). La de Voldemarín estaba a media legua de Segura, hacia el poniente (55). Por el mismo lado, a dos leguas de distancia, señalan la de Peñolite de calicanto, algo caída (56). En el lugar de Segura la Vieja, a media legua por la parte donde sale el sol existía un despoblado fortificado en unas peñas altas, cosa muy fuer­ te porque no tiene por donde etralle sino por dos partes, todo peña viva... arriba hay muchas casas caídas que muestran haber sido gran población (57). A cinco leguas de Segura, hacia el mediodía, se menciona la peña Hamus- go, en la zona de Guardamulas, donde hay otro castillo muy fuerte que está fundado sobre una peña (58). La misma encumbrada posición roquera te-

(48) Ibid., pág. 226. (49) Ibid., pág. 228.

(50) L eó n , Francisco de: Op. cit., pág. 487 (51) V il l e g a s ]D íaz: Op. cit., pág.. 228. (52) Ibid., Pág. 228. (53) Ibid., Pág. 229. (54) Ibid., Pág. 230. (55) Ibid., pág. 230. (56) Ibid., Pág. 228. (57) Pág., Pág. 229. (58) Ibid., Pág. 229. CASTILLO DE HORNOS DE SEGURA (según Berges Roldán) CASTILLO DE HORNOS (según Luis Berges Roldán)

Restauración del Castillo de Hornos de Segura HORNOS. PUERTA BERÉBER EN LAS MURALLAS (según Luis Berges Roldán)

Cantón

Entrada c asg

La Puerta de la Villa de Hornos TORRE DE LA LAGUNA (GÉNAVE). Juan Eslava Galán, 1985

15 m etro s LOS CASTILLOS DE LA SIERRA DE SEGURA 29 nían los castejones muy fuertes de Morilla, a unas cinco leguas de Segura, por donde sale el sol (59). El autor moderno vuelve a referirse a la gran cantidad de atalayas y torres de la región de Segura citando las de Valdemarín, Espinareda, Cerro Oruña, Guadabrás, El Castillo, Los Llanos de Santa Catalina, Albalade- juelo y Bujalamed (60). Digamos para remate que la verdadera atalaya de Segura, plantada allí por la naturaleza, es el Yelmo, el monte que cantara Quevedo en una com­ posición memorable. Pues bien, en lo alto de este monte hubo una fuente de muy buen agua; hay en lo alto un edificio de torre o casa (61).

Hornos

Este lugar y castillo, emplazado en estratégica posición, ha sido identi­ ficado por el Hian Furnus de algunas crónicas musulmanas (62). El 25 de noviembre de 1239, Fernando III confirmó la posesión del castillo al maes­ tre de Santiago (63). En la relación de Francisco de León se describe Hornos como villa muy fuerte asentada sobre una peña que non tiene combate y a la puerta una torre buena... Tiene una fortaleza muy buena y una barrera fazia el campo, aunque está de reparar. Tiene esta fortaleza razonable encasamiento y al canto una buena torre de omenaje con dos bóvedas de cal e canto petrilado e almenado en lo alto (64). La relación de Felipe II (1575) abunda en los mismos datos: está p o ­ blada en lo alto de una gran peña y toda ¡a dicha villa está cercada de peña tajada viva toda a el derredor. Que confina con el castillo questa a la cabe­ zada del pueblo en lo mas alto... E que la dicha villa tiene dos puertas... que la una se dice la puerta de la Villa y la otra la Puerta Nueva. E que la dicha puerta de la villa es antiguísima y que en los quiciliales que tiene (= quicialeras) paresce haber tenido cuatro puertas una en pos de otra do­ bladas, e que la dicha puerta es de peña tajada muy viva y esta labrada de antiguo. E que la dicha puerta nueva se dice porque habra noventa años

(59) Ibid., pág. 229.

(60) G e n a r o N a v a r r o : Ibid., pág. 23.

(61) V il l e g a s D ía z : Op. cit., pág. 213.

(62) V a l l v e B e r m e jo : Op. cit., pág. 77.

(63) G o n z á l e z , Julio: Op. cit., págs. 338 y 341.

(64) L e ó n , Francisco de: Op. cit., pág. 487. 30 BOLETÍN DEL INSTITUTO DE ESTUDIOS GIENNENSES que se labró e hizo... e que desde las cercas de la dicha villa de Hornos por todas partes se ve y aoja muy bien todas las vegas de a el derredor... el di­ cho castillo no tiene armas ningunas ni ninguna munición, antes por mu­ chas partes las cercas están caídas e que tiene la torre enhiesta e buena, fuerte e ques fecho de cal e canto (65). El pueblo de Hornos conserva por su singular emplazamiento, un ca­ rácter medieval que las agresiones de la construcción moderna y las desa­ fortunadas reconstrucciones de sus defensas no han logrado borrar todavía. En torno al zócalo de piedra que emerge de la colina, se han construido las casas de modo que sus muros exteriores constituyen el recinto exterior del pueblo apretadamente ceñido al escarpe rocoso. Probablemente la mu­ ralla medieval nunca tuvo espacio libre intramuros y su adarve no fue otro que las azoteas de las casas limítrofes. En la parte más alta de la colina, y único espacio no ocupado por las construcciones civiles, se levanta el cas­ tillo en el que distinguimos un recinto exterior de forma aproximadamente trapezoidal en cuyo lado mayor se arrima la espléndida torre del homenaje. Fuera de la línea del castillo propiamente dicha se observan restos de hasta tres torreones de planta cuadrada. La torre del homenaje es un edificio cuadrado de 8,60 metros de lado, construido en mampostería menuda al igual que el resto del castillo. La en­ trada queda a varios metros de altura, por encima de un podio macizo don­ de se alberga un buen aljibe. En la parte alta se habilitan dos salas superpuestas que sostienen la techumbre con bóvedas. Las esquinas de esta torre están redondeadas, peculiaridad que también presentan otras construc­ ciones santiaguistas de la misma época. Este castillo pudo construirse a me­ diados del siglo XIII aprovechando quizá algunos elementos del anterior castillo musulmán al que quizá pertenezcan los restos de un buen aljibe que se observan en el patio de armas. En cuanto a la puerta de la Villa, reiteradamente alabada por las fuen­ tes antiguas, es de lamentar que sucesivas reconstrucciones hayan escamo­ teado gran parte de sus elementos. Tal como la vemos hoy parece obra cristiana algo tardía, quizá del siglo xiv, y no almorávide como se ha es­ crito. El trazado de esta puerta, en recodo simple y empotrada en una to­ rre, pudo ser originariamente beréber aunque más propiamente almohade que almorávide, pero éste es un extremo que sólo su excavación podría acia-

(65) Villegas Díaz: Op. cit., pág. 149. LOS CASTILLOS DE LA SIERRA DE SEGURA 31

rar. Hay que tener en cuenta que a partir del siglo xm también los cristia­ nos aprenden a construir entradas en recodo.

Bujaraiza

Este castillo se levanta sobre una nueva colina a unos kilómetros al sur de Hornos. Ordinariamente, queda en una isleta que forman las aguas del Pantano del Tranco, pero cuando éstas bajan se puede alcanzar la fortaleza a pie enjuto.

El castillo de Bujaraiza consta de un recinto exterior poligonal y una mediana torre del homenaje hoy muy derruida. Todo está construido en hiladas de menuda mampostería generosamente trabajada con buen morte­ ro de cal. Es de notar que la torre del homenaje tiene más proyección hacia el patio de armas que hacia el exterior, una característica que observamos repetidamente en las fortalezas segureñas tanto musulmanas como cristianas. En 1575 este castillo y su dehesa eran de Gonzalo de la Peña por con­ cesión real. Antes hubo pleito sobre su posesión entre la encomienda y Se­ gura de la Sierra (66).

Torre del Vinagre

Esta torre m uy fuerte de calicanto (67) vigilaba el camino de Bujaraiza a Cazorla. Seguramente estuvo acompañada de un recinto que desaparece­ ría por ser de tapial pobre o de madera.

Villarrodrigo

En Villarrodrigo encontramos los restos de una espléndida torre en el centro del pueblo. Se trata de una construcción de planta cuadrada y 13,60 metros de lado, hecha de excelente mampostería. Lamentablemente hace unos cuarenta años que desmantelaron su parte superior hasta reducirla al nivel de las casas del entorno, algunas de las cuales le han sido adosadas, por dos de sus lados. La entrada, en el centro del lado que da a la plaza, presenta un arco de medio punto de bien talladas dovelas. Por la traza de este arco y por otros detalles exteriores de la construcción, esta torre podría datarse en el siglo xiv. Lamentablemente no nos fue posible examinarla por dentro.

(66) Ibid., pág. 228. (67) Ibid., págs. 228-229. 32 BOLETÍN DEL INSTITUTO DE ESTUDIOS GIENNENSES

Torres de Albanchez

Este lugar y castillo pasaron a la Orden de Santiago el 1 de mayo de 1235 (68). Por la relación de Francisco de León sabemos que tenía una for­ taleza en la cuesta y derrocola el conde don Rodrigo Manrique (69). Esto ocurriría en la segunda mitad del siglo xv. Seguramente se refiere al casti­ llo que luego se llamó de La Yedra. Además tenía el lugar una buena torre con sus bóvedas muy buenas (70). Es a la que se refiere la relación de 1575 cuando dice: una torre con una cerca alrededor con sus cubos y saeteras y otros avisos en la mitad del pueblo y que tiene dentro della en lo más hon­ do un pozo de agua bastante para la servidumbre della e que ella y el casti­ llo son de cal y tierra y piedra (71). Los informantes estaban convencidos de que la existencia de esta excelente torre fue la que aconsejó el traslado del pueblo desde su primitivo emplazamiento en la cumbre del cerro cerca­ no, de la que, por cierto, escriben que esta un castillo despoblado y en el circuito del una población antigua con los edificios caídos y desbaratados, muy alto e fuerte y descubierto, desde el que pueden atalayarse los de Segu­ ra, Siles, Cotiellas y Hornos, y era tan fuerte que si no es por puente levadi­ zo no se podría subir a él (72). Este es el castillo de La Yedra que algunos autores modernos confunden con el que aparece en el centro del pueblo. A los restos de la antigua población y castillo de La Yedra, hoy muy arrasados pero probablemente merecedores de una excavación, se llega si­ guiendo las veredas que ha acondicionado ICONA. Éstas parten del campo de fútbol, en la parte alta del pueblo. En La Yedra se descubren vestigios de importantes aljibes y otras construcciones, en ocasiones excavadas par­ cialmente en la roca viva. En el pueblo, junto a la iglesia, se alza una soberbia torre del homena­ je cuadrada (12,80 metros de lado), que se rodea de obra avanzada cuyos ángulos están protegidos por cubos macizos algo ataulados. En su interior el espacio se dispone a tres niveles. En el más bajo hay un aljibe, y en los dos superiores sendas plantas que contienen cada una de ellas dos aposen­ tos abovedados que se apoyan en un muro central. Parece que la torre de­ bió tener una tercera planta pero hoy la vemos algo desmochada. Su actual

(68) G o n z á l e z , Julio: Op. cit., págs. 321, 338 y 341. (69) L e ó n , Francisco de: Op. cit., págs. 487. (70) Ibid. (71) Villegas Díaz: Op. cit., pág. 260. (72) Ibid., pág. 259. LOS CASTILLOS DE LA SIERRA DE SEGURA 33 estado de deterioro hace muy necesarias las obras de consolidación. Se tra­ ta evidentemente de una obra cristiana quizá de la primera mitad del siglo XIV. Su recinto exterior podría ser un añadido del XV pensando ya en las reformas que imponía el creciente perfeccionamiento de la artillería.

Génave

La relación de Francisco de León (1468) habla de una torre muy buena que tiene dos bóvedas de cal e canto (73). Esta torre, que sería la del home­ naje del desaparecido castillo existe aún hoy y es conocida como «La Ter­ cia». Es cuadrada, de 10,50 metros de lado y se encuentra lamentablemente rodeada de casas que no permiten contemplarla en su totalidad. Una de es­ tas casas es la del Ayuntamiento en cuyo primer piso está el acceso a la to­ rre. Interiormente presenta dos aposentos superpuestos, los dos de planta cuadrada y de seis metros de lado y cubiertos con sendas bóvedas de medio cañón apuntado. El primero descarga la bóveda sobre los muros norte y sur; el segundo sobre los del este y oeste. De este modo el empuje de la obra queda repartido entre los cuatro muros. Una escalera que discurre a lo lar­ go de los muros, empotrada en su espesor, conduce de la primera cámara a la segunda y de ésta a la azotea hoy rehecha y muy restaurada. En el se­ gundo aposento se abre una amplia ventana de dos metros de luz cuyo hue­ co se cubre también con bóveda apuntada. A nuestro juicio se trata de una construcción cristiana de finales del siglo X III. Se dice que en el zócalo macizo que ocupa la base de la torre hay una «cueva». Podría tratarse del antiguo aljibe. La relación de 1575 habla además de una torre de la Alventosa situada al norte de Génave, lugar do mataron a don Beltrán e nunca lo echaron menos hasta los puertos pasar (74). Evidentemente se trata de la hoy cono­ cida por Torre de la Laguna o Zarracotín, tres kilómetros al norte de Géna­ ve. Se trata de una construcción híbrida de calicanto algo ripiado y mampostería gruesa, evidentemente cristiana. Lo que hoy vemos son los res­ tos de una torre de planta rectangular (6,25 m. por 4,04 m.) que se encara­ ma sobre un espinazo rocoso junto a la laguna que le da nombre. Son observables en su interior vestigios de hasta dos aposentos superpuestos. El de arriba se apoyaba sobre vigas. En torno a la torre se ven restos de muros y mucha piedra suelta que podría corresponder al recinto que la ro-

(73) León, Francisco de: Op. cit., pág. 487. (74) Villegas Díaz: Op. cit., pág. 230. 34 BOLETÍN DEL INSTITUTO DE ESTUDIOS OIENNENSES deaba. Se trata pues de un castillejo de poca importancia, quizá un castillo rural que también cumpliría funciones de vigilancia de caminos. Dieron noticia de esta torre en la crónica Don Lope de Sosa año 1916, donde podemos ver una foto en la que aparece todavía intacto su segundo cuerpo (75).

M atamoros

Por la carretera de Levante (Nacional 322), en el tramo que va de Puente de Génave a Villapalacios, pasado el kilómetro 333 se ven las ruinas del cas­ tillo de Matamoros a la derecha y a unos trescientos metros de distancia. En una suave colina de unos cincuenta kilómetros de diámetro que ape­ nas domina el llano que la circunda, se eleva un paredón de tapial de cali­ canto de 8 metros de largo. Este es el único resto visible del castillo de Matamoros. El tapial es probablemente musulmán aunque bastante más bas­ to que los otros que tenemos observados en la comarca de Segura. Otros arranques de muro salen en dirección sur, cuyos cimientos son visibles du­ rante unos quince metros, y otros hacia el norte que se pierden a poca dis­ tancia. La tortuosa configuración del suelo evidencia que una superficial excavación podría revelar restos importantes. Con todo este castillo no pa­ saría de ser un fortín de vigilancia y postas para el camino que hoy suplanta la citada carretera 322.

Beas de Segura

Fernando III cedió este lugar a la Orden de Santiago a cambio de cier­ tas heredades en Haza, Almazán y otros lugares. Se confirmó el cambio en 30-XI-1239 (76). Con la adquisición de Beas la Orden reforzaba el flan­ co de Hornos. La relación de Francisco de León nos da cumplida noticia de las forti­ ficaciones de Beas: es una muy buena villa que non es cercada... porque tiene malas entradas, asy se defiende aunque esta en la frontera. Sin embar­ go tiene en el cabo della una villeta (= alcazaba o barrio alto fortificado) bien cercada e montada para el retraymiento de toda la villa para quando hay guerra y entra muchedumbre de moros... A l un cabo desta villeta esta la fortaleza que es buena aunque es muy cumplidero de envertyrse una to-

(75) Lope de Sosa, Jaén 1916, p á g . 36.

(76) G o n z á l e z , Julio: Op. cit., p á g s. 338 y 341. CASTILLO DE GÉNAVE. TORRE DE LA TERCIA Juan Eslava Galán, 1985

ALZADO p l a n t a 5 metros CASTILLO DE MATAMOROS. Juan Eslava Galán, 1985 LOS CASTILLOS DE LA SIERRA DE SEGURA 35 rre que esta es la fortaleza de cal e canto porque es agora de tapias de azera y cal, y esta en lugar que sy se enviste será muy buena torre de omenaje (77). Otros datos de la relación de 1575 complementan los de Francisco de León: ¡a fortaleza tiene de circuito 250 pasos poco más o menos... su fu n ­ damento es sobre una peña que dicen tova y es una manera de piedra a ma­ nera de esponja... Tiene una varcana (= barbacana) sin fonso de muro de la misma piedra tova... e la muralla de dicho castillo es de los mismos ma­ teriales de cal e tova... Tiene a la parte norte dos torres poco trecho aparta­ das la una de la otra. Tiene dos puertas... la principal a mediodía y la otra a poniente y esta dicha puerta tiene foso y barbacana, con dos casamatas que defienden dicho fonso. Esta a la parte de afuera de anchura de tres pa­ sos... e sobre el dicho fonso hay una puente que lo atraviesa e da paso al castillo... tiene el castillo un patio y corredores en torno e un pozo en me­ dio del dicho patio, muy hondo de agua dulce y caudaloso... las murallas tienen de altura once varas... e de anchura tres quartas. Son murallas muy viejas, tanto que parecen ser de tiempo de moros e tienen algunos pedazos de tapiería de hormigón. Desta dicha fortaleza e castillo nace un fuerte grande que llaman la Villa Vieja... tiene de largo el dicho fuerte desde la puerta del castillo hasta la déla plaza desta villa... 200 pasos. E de ancho tiene 55 pasos... esta cercado de muros de piedra tova y tapia de hormigón a tre­ chos, la qual muralla es muy vieja y antigua. Tiene a la parte norte cuatro torres a trechos pegadas con la muralla... tiene ansi mismo dos puertas y entradas (78). Lamentablemente lo que fue la villa vieja de Beas de Segura está hoy totalmente ocupada por edificaciones posteriores a la época medieval que enmascaran por completo los posibles restos de alcazaba y castillo. De las descripciones antes mencionadas se deduce que toda aquella obra era mu­ sulmana, hecha en buen tapial de calicanto, al que los restauradores cristia­ nos habrían añadido reparos de piedra porosa que tanto abundaba en el lugar. Cristiana parece la torre que vemos en una fotografía de 1915 y que distintos autores antiguos toman como edificio militar, si bien a nosotros nos parece más campanario que otra cosa. Esta torre ha desaparecido (79). Muchas otras torres y edificios antiguos hubo en los términos de Beas. A media legua se señalaba un castillo en el lugar denominado Allozar don-

(77) L e ó n , Francisco de: Op. cit., pág. 488. (78) V illegas D ía z : Op. cit., págs. 51-52. (79) Paisaje, revista de la Diputación de Jaén, pág. 625; Lope de Sosa, 1915, pág. 82. 36 BOLETÍN DEL INSTITUTO DE ESTUDIOS GIENNENSES de se encontró un tesoro de doblas de oro mediado el siglo xvi (80). Otro castillo hubo en Natro (81), y un tercero en el despoblado de Losanco, a una legua de Beas (82).

Las Torres de Peñolite

Por la carretera de Puente de Génave a Peñolite, a sólo un kilómetro de esta aldea, se atraviesa un puente. A la derecha sale un carril agrícola que va al caserío conocido como Las Torres, donde existen los restos de un interesante castillo cuyas torres son visibles a lo largo de varios kilóme­ tros de la citada carretera. El castillo se asienta sobre el escarpe de una loma que domina el río. Se trataba de una construcción rectangular de 30 por 15,60 metros, cuyas cuatro esquinas estaban defendidas por sendos torreones. Lo que hoy ve­ mos se reduce a dos de estos torreones ya muy arruinados y a vestigios del tercero que han sido aprovechados para pared maestra del caserío actual. De los lienzos de muro que unían las torres han quedado pocos restos y és­ tos muy deteriorados. Lo mismo cabe decir de ciertas construcciones inte­ riores que parecen adivinarse en lo que fue patio de armas de la fortaleza. Lo más interesante son las torres que miraban al sur. Son de buen ta­ pial de calicanto y cuadradas (cuatro metros de lado). En ellas se distinguen hasta cuatro cuerpos. El inferior, de unos dos metros de altura, era macizo. Los tres restantes, huecos, estaban separados por vigas que se apoyaban en los zócalos resultantes del progresivo estrechamiento del muro. Los dos más altos estaban provistos de saeteras vaciadas hacia el interior. Evidentemente se trata de una obra musulmana probablemente de época almorávide o almohade, seguramente emparentada con los fortines cami­ neros que tanto abundan en las campiñas giennenses y que vienen a ser imi­ taciones de obras romano-bizantinas del norte de África. Es interesante constatar que la disposición y dimensiones de estas torres son muy simila­ res a las de las atalayas de Santa Catalina, entre Orcera y Segura de la Sie­ rra, que quedan ya descritas.

(80) Villegas Díaz: Op. cit., pág. 37. (81) Ibid., pág. 37. (82) Ibid., pág. 79. CASTILLO DE PUENTE HONDA Juan Eslava Galán, 1985

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CASTILLO DE LA TORRE (ENTRE PUENTE GÉNAVE Y PEÑOLITE)

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LOS CASTILLOS DE LA SIERRA DE SEGURA 37

Catena

En este punto señala la relación de Francisco de León una fortaleza que está yerma e es bien fuerte (83).

Chiclana de Segura

Fernando III obtuvo este castillo en 1235. El 12 de abril del mismo año lo dio a su canciller a cambio de Jandulilla (84). En 1575 todavía perduraba su fortaleza armada sobre una peña franca, sin torre ninguna, dentro de! dicho castillo hay un algibe en el que se recoge agua cuando llueve... y quel dicho castillo tiene siete u ocho aposentos altos y bajos y tiene este cas­ tillo fecha alguna obra de cantería de piedra y ca! y almenado y otra parte de piedra, yeso y tapiería y mucha parte del esta muy caido y arruinado y por alguna parte esta peña en questa fundado ...tiene 42 varas de altura y por otras partes menos y quen este castillo se hace agora nuevamente un fuerte de cantería que cae a la parte de la villa (85).

CONCLUSIONES

1. La Sierra de Segura es, quizá junto con algunas comarcas del Due­ ro, la que presenta mayor densidad de fortificaciones medievales en la pe­ nínsula. Esta abundancia es imputable a su importancia estratégica como encrucijada de caminos entre el Levante, la Meseta y el Alto Guadalquivir. 2. Las fortificaciones de la Sierra de Segura se pueden clasificar en dos grandes grupos: poblaciones muradas y castillos estratégicos. Entre las primeras cabe citar a Segura de la Sierra, Beas y Hornos; entre los segun­ dos los de Cárdete y Torre de Peñolite. 3. El más antiguo sistema de fortificaciones de la Sierra de Segura parece datar de época almorávide y corresponde a las obras de tapial de calicanto con sus torres cuadradas de característica forma troncopiramidal. Este sistema fue remozado y acrecentado por la Orden de Santiago desde la primera mitad del siglo XIII con diversas obras de mampostería menuda que en ocasiones se superponen o completan la obra de tapial beréber.

(83) L e ó n , Francisco de: Op. cit., pág. 487.

(84) G o n z á l e z , Julio: Op. cit., págs. 322 y 430.

(85) V il l e g a s D ía z : Op. cit., pág. 121.