Trabajo Fin de Grado

CONFLICTO EN LA HERENCIA. CONDOMINIO

Alumno: Rafael David Jurado Cañete

Mayo, 2020

INDICE

1. Introducción

2. Herencia y la Legítima

2.1. Concepto

2.2. Herederos forzosos

2.3. Calculo de la Legítima

3. Fallecimiento y certificaciones

3.1. Certificado de defunción

3.2. Registro General de Actos de Últimas Voluntades

3.2.1. Registro de Actas de Notoriedad de Declaración de Herederos

Abintestato

3.3. entre los herederos

3.4.Liquidación del Impuesto de Sucesiones

3.5.Aceptación de la herencia

3.6. Disconformidad de los herederos

4. El Condominio

4.1.Concepto

4.2.Caracteres

4.3.Contenido del Condominio

4.4.Extinción de la Comunidad

4.4.1. Causas de la extinción

4.4.2. División de la cosa común

5. Conclusiones

6. Bibliografía

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1. INTRODUCCIÓN

El presente Trabajo de Fin de Grado, (en adelante TFG) tiene como principal objetivo analizar los numerosos pasos que tienen que llevar a cabo los herederos para repartirse una herencia conflictiva. Cuando hablamos de conflictiva, nos referimos a la falta de acuerdo entre los sujetos con derecho a suceder, teniendo que entrar a resolver la jurisdicción civil.

Tras el fallecimiento del/ de la causante y hasta que los herederos aceptan la herencia, el patrimonio de la persona fallecida se encuentra en lo que se denomina herencia yacente. En el momento que los herederos la aceptan, estos ocupan la posición jurídica del causante y por tanto la posesión de todos sus bienes muebles e inmuebles.

El TFG ha sido desglosado en cuatro capítulos, siendo de especial importancia los trámites administrativos que tienen que llevar a cabo los herederos del causante. En concreto, tanto la obtención del certificado de defunción como el de actos de última voluntad. Además, se hace mención a la legítima, a la aceptación de la herencia y disconformidad entre los herederos, soluciones que se pueden plantear, así como, una breve referencia al condominio.

La herencia del fallecido, y el reparto del bien inmueble entre sus once herederos, servirá como ejemplo para explicar el TFG.

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2. HERENCIA Y LA LEGITIMA.

2.1. CONCEPTO.

La legítima de una herencia, como se explica en el Código Civil, es la porción de bienes de la que el testador no puede disponer por haberla reservado la ley a determinados herederos, llamados por esto herederos forzosos.

Otra definición seria la que nos da Esther Arroyo i Amayuelas, “porción de la herencia a la que tienen derecho algunas personas que mantienen con el causante un vínculo de parentesco o familiar (descendientes, ascendientes o cónyuge) y que se impone en aras de la solidaridad intergeneracional que todavía impregna al Derecho de Sucesiones”.1

La legítima de una herencia es intocable, quiere esto decir que el testador no podrá imponer sobre la legítima, gravamen, ni condición ni sustitución de ninguna especie.

La única manera de privar al heredero forzoso de su legítima es desheredándolo si se diera alguna de las causas recogidas en el Código Civil en sus artículos 852 a 855 CC.

En este primer apartado, es fundamental entender el concepto de legítima para profundizar en la herencia, ya que a lo largo de este trabajo iremos haciendo una comparativa de forma práctica para su mejor entendimiento.

Pero, nos preguntamos, ¿se puede renunciar a la legitima?

El heredero forzoso no puede renunciar en vida del causante a la legitima, de hecho, el CC lo sanciona, pero sí que puede una vez fallecido el causante. El heredero que renuncia a la legitima, una vez abierta la sucesión, por supuesto, sí que se considera valida, es decir, tras el fallecimiento del causante, el heredero puede renunciar a la legitima y surge sus efectos debiendo esta ser clara, y explicita.

2.2. HEREDEROS FORZOSOS

Según se establece en el artículo 8072 del Código Civil, los herederos forzosos son:

1ARROYO I AMAYUELAS, Esther: “Entre el testador abandonado y el legitimario desheredado: ¿A quién prefieren los tribunales?”. En Indret: Revista para el Análisis del Derecho, Nº2, 2015, p.4. 2 MARTÍN PÉREZ, J.A., “Artículo 806 CC”, Jurisprudencia civil comentada, T. II (Arts 609 a 1314), Comares, Granada, 2009, p. 1471 y 1472. Citando algunas Sentencias como la STS de 17 de julio de 1996 3

• Los hijos y descendientes respecto de sus padres y ascendientes. (Debe entenderse por hijos tanto los biológicos como los adoptados, sin que exista discriminación alguna entre ellos.)

• A falta de hijos de causante, los padres y ascendientes respecto de sus hijos y descendientes.

• El viudo o viuda del causante, al cual se le atribuye un derecho de usufructo parcial de la herencia.

Vamos a comenzar por los hijos. Estos tienen derecho, en concepto de legítima, a las dos terceras partes del haber hereditario del padre y de la madre. Si alguno de los hijos hubiera muerto antes, los descendientes de éste tienen el mismo derecho que le hubiera correspondido a aquél.

Por lo que respecta a la legítima de los padres y ascendientes, el artículo 809 del Código Civil señala que constituye la legítima de los padres o ascendientes la mitad del haber hereditario de los hijos o descendientes. Como excepción a ésta regla, se establece que, si los padres o ascendientes concurren con el cónyuge viudo, la cuantía de la legítima de los mismos se verá reducida a un tercio de la herencia.

La legítima reservada a los padres se divide entre los dos por partes iguales, en el caso de que uno de ellos haya muerto antes, corresponderá entera al que viva.

En cuanto a la legítima del cónyuge viudo, el artículo 834 del Código Civil señala que el cónyuge viudo no separado judicialmente o de hecho tendrá la condición de legitimario, y como tal, tendrá reconocido un derecho de usufructo parcial sobre la herencia con independencia de la concurrencia o no de descendientes o ascendientes.

Dicha circunstancia no afecta a la existencia del derecho en sí, sino que hará variar el contenido del derecho en función de la cuota sobre la herencia aplicable en cada caso.

El cónyuge viudo separado judicialmente o de hecho perderá su derecho al usufructo viudal.

Si entre los cónyuges separados ha mediado reconciliación notificada al juzgado que conoció de la separación, el sobreviviente conserva sus derechos. Por tanto, el derecho

donde se afirma que “en nuestro Derecho ni es obligatoria la institución de heredero, ni ésta ha de recaer necesariamente a favor de heredero forzoso, pues éstos solo tienen derecho a la legítima”. 4

del cónyuge viudo está condicionado al hecho de que el cónyuge que lo alega no esté separado de hecho o por sentencia firme.

Por lo que respecta al cálculo de la legítima del cónyuge viudo hay que señalar que varía en función de la concurrencia o no con descendientes o ascendientes:

• Si concurre a la herencia con hijos o descendientes, tendrá derecho al usufructo del tercio destinado a mejora.

• Si a falta de descendientes concurre con ascendientes, el cónyuge tendrá derecho al usufructo de la mitad de la herencia.

• Cuando el cónyuge viudo concurra con hijos sólo del causante, podrá exigir que su derecho de usufructo le sea satisfecho, a elección de los hijos, asignándole un capital en dinero o un lote de bienes hereditarios.

• En el caso de que no existan descendientes ni ascendientes en el momento del fallecimiento del causante, el cónyuge sobreviviente tendrá derecho al usufructo de los dos tercios de la herencia.

2.3. CÁLCULO DE LA LEGITIMA

Lo primero que debemos saber es que porcentaje o en qué cantidad, o como y cuando puedo heredar. Cuestión primordial es recordar que en España tenemos Derecho foral, y la legitima varia. Por ello nos vamos a centrar en la CCAA de Andalucía.

En el Derecho común o general hay tres formas o tres tipos de cálculo de la legitima, dependiendo del heredero forzoso que va a heredar. 3

En primer lugar, y el más común es cuando los hijos heredan de los padres. Partimos de una herencia que es el 100%, repartido en tres tercios; el primer tercio es el de legitima; el segundo tercio es el de mejora y el tercero el de libre disposición.

El tercio de la legitima, es decir el 33,33%, debe ir obligatoriamente destinado a los herederos forzosos repartido equitativamente.

3 TORRES GARCÍA, Teodora F.: “La legítima en el Código Civil”. En VV.AA., ÁLVAREZ GONZÁLEZ, Santiago (coord.): Estudios de derecho de familia y de sucesiones, Universidad Santiago de Compostela, 2009, p.302 y ss. 5

El tercio de mejora, es decir otro 33,33% de la herencia tiene que ir destinado como mínimo a uno de los herederos forzosos, es decir, puede mejorar a un solo heredero forzoso o a varios.

El tercio de libre disposición, es decir otro 33,33% puede ir destinado a quienes nosotros queramos, bien sea una ONG, o un amigo de la infancia.

Por lo tanto, tenemos que la legitima, son dos tercios, pero estricta solo un tercio.

Imaginemos que el caudal hereditario es una vivienda con un valor catastral de 41.520 euros, y que tenemos seis herederos de los cuales cuatro ya han fallecido.

- Luis (fallecido)  Tiene una heredera ( Rosa) - Antonio (fallecido)  Tiene dos herederos (Rosa y Juan) - Dolores (fallecida)  Tiene tres herederos (Santiago, Ana María, Francisco) - José (fallecido)  Tiene tres herederos (Fátima, Belén, Juan) - Juan - Martina

Existe mucha confusión a la hora de interpretar un reparto de la cuota hereditaria según se dictamine sea por “cabezas” o por “estirpes”. Se da la sucesión por cabezas cuando los herederos suceden “directamente” al causante, por ejemplo, de padres a hijos.

Se da la sucesión por estirpes cuando uno de los herederos ha premuerto o muerto posteriormente sin haber aceptado la herencia y, en consecuencia, heredan los sucesores de aquel, por ejemplo, de abuelos a nietos, habiendo premuerto el padre de éstos.

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3. PRIMEROS PASOS LEGALES TRAS UN FALLECIMIENTO.

3.1.CERTIFICADO DE DEFUNCION.

El certificado de defunción es el documento oficial que acredita la muerte de la persona. Es fundamental para solicitar la pensión del cónyuge o para acceder a la herencia.

Existen dos modalidades de certificados de defunción. Vamos a detallar las diferencias entre ellos y cómo solicitarlos.

Certificado de defunción positivo

• EXTRACTO: Es un resumen de la información relativa al hecho del fallecimiento que consta en el Registro Civil. Puede ser de distintos tipos: 1. Ordinarios: Es el expedido en lengua castellana para aquellas comunidades autónomas cuyo único idioma oficial sea el castellano.

2. Internacional o plurilingüe: Es el destinado a surtir efecto en los países que hayan ratificado el Convenio de Viena de 8 de septiembre de 1976. Este certificado se expide en el idioma oficial de todos los países firmantes del citado convenio (España, Alemania, Austria, Bélgica, Bosnia, Croacia, Eslovenia, Francia, Italia, Luxemburgo, Macedonia, Países Bajos, Portugal, Suiza, Turquía, Serbia Montenegro).

3. Bilingüe: Siempre que se solicite un certificado en extracto en una Comunidad Autónoma que tenga su propio idioma oficial, éste será emitido en castellano y en el idioma oficial de la Comunidad Autónoma en el que se expida. • LITERAL: Es una copia literal de la inscripción de defunción, conteniendo todos los datos relativos a la identidad del fallecido y al hecho del fallecimiento.

Certificado de defunción negativo

Acreditan que no está inscrito el fallecimiento de una persona en ese Registro Civil.

“La inscripción en el Registro Civil de la defunción es obligatoria. La inscripción hace fe de la muerte de una persona y de la fecha, hora y lugar en que se produce. En la inscripción

7 debe figurar asimismo la identidad del fallecido. “Vid. Artículo 62 de la Ley 20/2011 de 21 de julio.

Tras el fallecimiento, los herederos pueden solicitar al Registro Civil el Certificado literal de defunción, pudiendo la funeraria encargada de las exequias de la finada tener encomendada esta tarea, así como el certificado del registro general de actos de últimas voluntades. Dicho certificado se puede solicitar por diferentes vías:

1.Vía Telemática, Internet.

2. De forma personal en cualquier Registro civil, sea o no en la circunscripción del finado.

3. Por correo, al Registro civil en el que se inscribió la defunción del fallecido.

3.2. REGISTRO GENERAL DE ACTOS DE ÚLTIMAS VOLUNTADES.

El Registro de Actos de Última Voluntad es aquel en el que se inscriben los testamentos, con el fin de garantizar el conocimiento de su existencia una vez fallecidas las personas que los hubiesen otorgado o bien en vida por los propios otorgantes.

3.2.1. Funciones del Registro General de Actos de Últimas Voluntades.

Registro del otorgamiento de testamentos

Corresponde al Registro General de Actos de Última Voluntad incorporar semanalmente a la base de datos del Registro la información remitida por los Colegios Notariales sobre los testamentos otorgados ante todos los Notarios españoles: Al otorgarse un testamento, el Notario comunica a su Colegio Notarial que una determinada persona ha otorgado testamento ante él y la fecha de ese otorgamiento, y a su vez el Colegio remite esa información al Registro General de Actos de Última Voluntad.

Igual función le corresponde respecto a la información que le envía la Dirección General de Asuntos Consulares sobre los testamentos otorgados en el extranjero ante Cónsules españoles.

También le corresponde registrar los testamentos extranjeros hechos ante Notarios extranjeros, por cualquier ciudadano que manifieste el deseo de que sea registrado en España.

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Registro de los testamentos autorizados en cualquiera de los países firmantes del "Convenio relativo al establecimiento de un sistema de inscripción de testamentos", realizado en Basilea el 16 de mayo de 1.972.

Certificados de actos de última voluntad: El certificado informa de la existencia de testamento/s y, en caso de existir testamento/s, del lugar y fecha del otorgamiento y del nombre del Notario/s ante quién/es fueron otorgado/s.

La expedición de los certificados de última voluntad tendrá lugar:

- A los posibles herederos: este certificado se suele solicitar para la realización de ciertos trámites, como son: la declaración de herederos, para cobrar pólizas de seguros, en procesos judiciales, para cobrar cuentas bancarias y en general en cualquier trámite en el que sea necesario conocer la identidad de los herederos de la persona fallecida. Con el certificado pueden dirigirse al Notario correspondiente, que facilitará copia del testamento. - A los propios otorgantes de testamentos que lo solicitan en vida. - A cualquier ciudadano español o extranjero que necesite conocer si existe o no testamento y que lo solicite desde el extranjero

También realiza el Registro de Actos de Última Voluntad la legalización de certificados expedidos que vayan a surtir efecto en el extranjero.

Este certificado se puede solicitar de forma presencial, por correo o por internet a través de la Sede Electrónica.

3.2.1. Actas de Notoriedad de Declaración de Herederos Abintestato.

Corresponde al Registro General de Actos de Última Voluntad incorporar semanalmente a la base de datos del Registro la información remitida por los Colegios Notariales sobre las Actas de Notoriedad de Declaración de Herederos Ab-intestato tramitadas ante Notario

Cuando una persona muere sin haber otorgado testamento, se realiza la "declaración de herederos abintestato", por la que se determina, según los criterios establecidos por la Ley, quiénes son los herederos. Esta Declaración puede hacerse ante Notario competente

9 para actuar en el lugar en que hubiera tenido el causante su último domicilio o residencia habitual, o donde estuviera la mayor parte de su patrimonio, o en el lugar en que hubiera fallecido, siempre que estuvieran en España, a elección del solicitante. También podrán elegir a un Notario de un distrito colindante a los anteriores. En defecto de todos ellos, será competente el Notario del lugar del domicilio del solicitante.

Se puede dar la circunstancia de que se inicien declaraciones de herederos de Abintestato ante dos Notarios distintos, existiendo en este caso duplicidad. El Registro tiene como función detectar las duplicidades de Actas de Notoriedad de Declaración de Herederos Abintestato que se pudieran haber iniciado de la misma persona ante dos notarios distintos, el proceso es el siguiente:

Los Notarios comunican el mismo día a los Colegios Notariales el inicio de cualquier Declaración de Herederos Abintestato y éstos a su vez envían la información al Registro General de Actos de Última Voluntad semanalmente.

En caso de que exista duplicidad ha de comunicarse, tal circunstancia, en el plazo de veinte días hábiles al Notario que haya iniciado el Acta en último lugar para que suspenda la tramitación de la misma.

En el presente caso que nosotros estamos analizando, el registro de últimas voluntades informó a los herederos forzosos de cuál había sido el testamento del fallecido. Sin embargo, debemos recordar que no es posible presentar dicha solicitud hasta trascurridos 15 días hábiles desde la fecha de fallecimiento, a fin de que es Registro General de Actos verifique si el fallecido realizo o no testamento y en el caso de haberlo hecho, informar de cuando, donde y ante quien lo realizo.

Una vez los herederos tuvieron en su poder el certificado de últimas voluntades, se dieron cuenta que a lo largo de su vida había realizado varios testamentos, siendo el ultimo valido, como bien expresa el art. 739 CC4.

4 El testamento anterior queda revocado de derecho por el posterior perfecto, si el testador no expresa en éste su voluntad de que aquél subsista en todo o en parte. Sin embargo, el testamento anterior recobra su fuerza si el testador revoca después el posterior y declara expresamente ser su voluntad que valga el primero.

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En nuestra investigación, hemos observado que el fallecido no tenía ningún seguro de vida5.

3.3. CONFLICTOS ENTRE LOS HEREDEROS.

El conflicto entre los herederos surge cuando no se está de acuerdo con el testamento que el fallecido ha dejado o con el reparto de la herencia.

Lo primero para analizar este epígrafe, debemos responder a las siguientes preguntas para ponernos en situación. ¿Cuáles son los principales conflictos entre herederos?, ¿cómo solucionarlos? Y, ¿cuándo suelen darse?

– Uno de los herederos considera que el fallecido realizó el testamento bajo coacciones, engaños, incapacidad física, o amenazas.

– Porque se ha realizado el reparto de los bienes de una manera incorrecta.

– Cuando aparecen nuevos herederos legítimos. Puede aparecer un descendiente del fallecido no reconocido, del que deberá demostrar dicho vínculo familiar.

– El usufructo de los bienes suelen convertirse en otro de los motivos de disputa entre los herederos.

– Cuando no existe testamento que deje claro el reparto de la legítima

– Comunidad de herederos. Cuando se ha dejado la copropiedad de determinados bienes, fundamentalmente inmuebles.

5 La ley 50/1980, de 8 de octubre, de contratos de seguro, regula el contrato de seguro estándar, por el que el asegurador se obliga, dentro del límite pactado, a restituir el daño producido o satisfacer una renta, un capital a un tercero o al propio asegurado, todo ello a cambio del cobro de una prima. La figura del seguro de decesos aparece regulada en el artículo 106 bis. Este seguro es un tipo de póliza que cubre los gastos desde el sepelio hasta los límites pactados entre asegurador y asegurado. A raíz de que, en muchas ocasiones, los llamados a suceder ignoraban la existencia de los seguros contratados por sus causantes, se creó en el año 2005, un registro de contratos de seguros de cobertura. Cuya finalidad queda reflejada en él artículo 2 de la Ley 20/2005 “suministrar la información necesaria para que pueda conocerse por los posibles interesados, con la mayor brevedad posible, si una persona fallecida tenía contratado un seguro para caso de fallecimiento, así como la entidad aseguradora con la que lo hubiese suscrito, a fin de permitir a los posibles beneficiarios dirigirse a ésta para constatar si figuran como beneficiarios y, en su caso reclamar de la entidad aseguradora la prestación derivada del contrato”. Ante esto, ha de afirmarse que el fallecido carecía de seguros de vida con cobertura de fallecimiento o algún seguro de accidentes. 11

El conflicto entre los herederos suele aparecer también en el momento del reparto. Deben estar todos de acuerdo, sino se recurrirá a los tribunales.

Otra opción es el nombramiento de un contador-partidor, o la existencia de una clausulas testamentarias de sometimiento a mediación (que puede sustituir la figura del albaceazgo). La mediación ayuda a los herederos a comprender las ventajas de llegar a un acuerdo y no tener que recurrir a la vía judicial, y salvar así, o incluso mejorar las relaciones familiares.

El mediador convoca a todas las partes y tratan de que lleguen a un acuerdo. Esta figura pacifista habla con cada uno de los herederos para saber qué quiere y qué ocurre con el reparto y con el resto de herederos, trata de averiguar los problemas emocionales, y laborales.

La mediación se convierte en una vía más barata, rápida y satisfactoria, con un 70% de éxito, pero no el remedio a que no existan los conflictos entre herederos.

Otra opción para solucionar los conflictos entre herederos es el nombramiento de un consultor familiar. En este caso acude a este profesional uno o alguno de los herederos y trata de desentrañar los nudos afectivos que existen. De esta manera, permite al heredero ver de manera diferente la controversia y así, llegar a un acuerdo con el resto de herederos que beneficie a todos por partes iguales.

Las disputas familiares forman parte de la historia de las herencias, no existe una fórmula que evite los conflictos entre herederos, pero sí que hay mecanismos que permiten una mejor y satisfactoria resolución.

Nuestro caso no iba a ser menos, en nuestro reparto de la herencia también se han manifestado enfrentamientos entre los herederos. Recordemos que, en nuestro caso, hay que repartir la herencia tanto por cabeza como por estirpe.

Por lo tanto, no habiendo seguros de vida, y con el certificado en la mano, nuestros herederos se encuentran que hay que un inmueble a repartir entre once herederos.

1. Conocimiento del Testamento Notarial.

A lo largo de este trabajo ya se ha hecho referencia al certificado de actos de últimas voluntades, dónde se encuentra la información necesaria para que los herederos tengan

12 conocimiento de si la causante hizo o no testamento, y en caso de que sí lo hubiera realizado, ante qué notario.

Dicho esto, con el certificado al que se hace referencia, puesto que la causante sí que había realizado testamento, los herederos sabrán a qué notaria de dirigirse para conocer el contenido del testamento. Resulta importante puntualizar que es posible que el testamento tenga más de 25 años de antigüedad, de que el original se encuentre en poder de otro notario en el archivo de protocolos. Este archivo también se puede conocer con el nombre de archivos notariales y es dónde se confían los documentos llevados a cabo en las notarías para evitar que se puedan destruir, y así preservar su conservación.

3.4. LIQUIDACION DEL IMPUESTO DE SUCESIONES.

De conformidad con la modificación efectuada por la Ley Estatal de Medidas Fiscales Administrativas y del Orden Social para el ejercicio 2004, respecto a los artículos 31 y 34 de la Ley 29/1987, de 18 de diciembre, reguladora del Impuesto de Sucesiones y Donaciones, los sujetos pasivos deberán aplicar con carácter obligatorio el régimen de autoliquidación por los hechos imponibles en los que el rendimiento se considere producido en el territorio de las Comunidades autónomas de Andalucía, Castilla y León y Región de Murcia.

En el supuesto de sucesiones (transmisión "mortis causa"), la autoliquidación comprenderá un modelo 660 único por cada herencia comprensivo de los datos comunes de la sucesión (la relación de bienes que determinan el caudal hereditario y la relación de interesados en la sucesión), y un modelo 650 de liquidación de la participación individual por cada uno de ellos.

Dicho régimen de autoliquidación se aplicará con carácter obligatorio para los hechos imponibles (fallecimientos o donaciones) producidos con posterioridad al día 1 de enero de 2004.

Para los fallecimientos anteriores a dicha fecha el régimen de autoliquidación mediante el modelo 650 únicamente se utilizará siempre que exista la conformidad de todos los adquirentes.

El plazo para las sucesiones (transmisiones por causa de muerte): seis meses a contar desde el fallecimiento del causante. Puede solicitarse prórroga para la presentación por

13 un plazo de otros seis meses, con devengo del interés de demora. Dicha solicitud debe presentarse dentro de los cinco primeros meses del plazo.

La documentación a aportar seria la siguiente:

- Si existe documento público deberán aportar 1ª copia y copia simple, y si es un documento privado, el original y una fotocopia.

- Certificado de defunción del causante y del Registro General de Actos de Ultima Voluntad.

- Si no existe Copia autorizada de las disposiciones testamentarias del causante si las hubiere o, en su defecto, testimonio de la declaración de herederos.

- Ejemplar de los seguros de vida concertados por el causante o Certificación expedida por la Entidad aseguradora, caso que hubiesen sido contratados.

- Justificación documental de las cargas, gravámenes, deudas y gastos cuya deducción se solicite, de la edad de los causahabientes menores de veintiún años, así como, en su caso, de los saldos en Entidades financieras, del valor teórico de las participaciones en el capital de las Entidades jurídicas cuyos títulos no coticen en Bolsa y del título de adquisición por el causante de los bienes inmuebles incluidos en la sucesión, así como copia del recibo del IBI.

- Etiquetas identificativas de todos los herederos o legatarios y del causante o, en caso de carecer de , copia del NIF de los mismos.

3.5. ACEPTACIÓN DE LA HERENCIA.

Las personas llamadas a recibir una herencia tendrán la opción de aceptarla o rechazarla (repudiarla). Tanto la aceptación como la repudiación son actos enteramente voluntarios y libres.

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Para aceptar o repudiar una herencia es preciso estar seguro de la muerte de la persona de la que haya que heredar y de tener derecho a recibir dicha herencia.

Es muy frecuente confundir la aceptación de la herencia con la partición (reparto) de los bienes hereditarios. Sin embargo, son actos totalmente diferentes, aunque estén relacionados entre sí.

La aceptación de la herencia es el acto voluntario y libre por el cual una persona llamada a una herencia manifiesta su voluntad de aceptarla. Es un acto individual y no precisa de la intervención de los demás coherederos.

Una vez aceptada la herencia, el llamado a la misma adquiere la condición de heredero, pero no de titular de bienes concretos del caudal hereditario.

A partir de la aceptación, el heredero entra a formar parte del patrimonio hereditario que está integrado por los bienes, derechos y deudas del causante.

La aceptación de la herencia no podrá hacerse en parte, a plazo, ni condicionalmente. Es decir, no puedes aceptar una parte de la herencia y rechazar otra (las deudas, por ejemplo).

La partición de la herencia es el acto en virtud del cual los herederos que han aceptado la herencia se reparten los bienes del caudal hereditario, adquiriendo su propiedad. Es un acto que requiere de la intervención de todos los herederos, a diferencia de la aceptación.

En definitiva, para realizar el reparto de los bienes hereditarios (partición) es requisito indispensable que todos los herederos hayan aceptado la herencia.

Generalmente, la aceptación y la partición de la herencia se realizan conjuntamente, pero no es imprescindible. Este sería el caso de la escritura pública de aceptación y partición hereditaria.

En el caso que nos ocupa, el causante dejo un inmueble valorado catastralmente en 42.000 euros, pero al haber tantos herederos, hay disconformidad entre ellos.

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3.6. DISCONFORIDAD DE LOS HEREDEROS.

Los mayores problemas surgen cuando los herederos aceptan la herencia, pero NO realizan la partición o adjudicación de bienes y titularidades.

En estos supuestos, tanto si hay varios bienes hereditarios (viviendas, solares, tierras de labor…) como en el supuesto de haber uno solo (que es nuestro caso), los herederos son dueños del todo por participaciones indivisas. Es decir, todos son dueños de todo.

Esta situación suele crear conflictos entre los herederos cuando alguno se niega a pagar los gastos de mantenimiento, no quiere mantener el proindiviso de los bienes o, por el contrario, se niega a vender su participación.

Lo más provechoso sería adjudicar a cada uno la propiedad de bienes concretos para evitar futuros problemas.

Siguiendo nuestro ejemplo, si al fallecimiento de una persona existen once herederos y hay una sola vivienda y dinero suficiente para hacer tres lotes de igual valor al piso, no habría problema en adjudicar a un heredero la vivienda y a los otros un lote de dinero por el mismo valor que la vivienda. Ahora bien, la situación se complica cuando el único bien hereditario es la vivienda de los padres y los herederos son varios hermanos y sobrinos, que es el en caso que nos encontramos. Además, no hay efectivo en las cuentas corrientes, por lo tanto, solo tenemos el bien inmueble, sin más.

El problema fundamental a la hora de heredar un inmueble con varios hermanos y sobrinos suele llegar a la hora de ponerlo a la venta, situación aún más problemática si cabe cuando alguno de los herederos vive en ella o no quiere vender.

En este caso, y tras haber agotado todos los medios que la Ley nos pone a su alcance, lo mejor es meterse por vía judicial en el procedimiento de división de la cosa común.

En nuestro caso, eran seis hermanos de los cuales vivos quedan dos. Los demás han fallecido y por lo tanto van a heredar sus hijos. Cada hermano tiene un 16,66% del inmueble.

Jun y Martina, al ser herederos por cabeza tienen cada uno un 16,66%. Luis (fallecido) tiene una hija, Rosa, que heredará el 16,66%. Antonio (fallecido) tiene dos hijos, Rosa y Juan que heredaran el 8,3% respectivamente de la parte de su ascendiente. Dolores (fallecida) tiene tres hijos, Santiago, Ana María y Francisco, que heredan un 5,53%

16 respectivamente de la parte de su madre, ya que ella en un principio también tenía el 16,66%. Y José (fallecido) que tiene tres hijos (Fátima, Belén, Juan) tienen el 5.53% respectivamente al igual que en el caso de su hermana Dolores.

Cada hermano tendría una cuota abstracta, es decir un porcentaje de la vivienda sin que pueda concretarse en una parte exacta de la misma, habida cuenta de que se trata de un bien indivisible.

Ninguno de los herederos puede vender la totalidad de la vivienda ya que necesita contar con el consentimiento de todos para que la venta sea válida. Pero si que podría vender su participación indivisa en la vivienda, es decir, cualquiera de ellos puede vender su parte de la vivienda. Ahora bien, los otros hermanos y sobrinos tendrán derecho preferente para adquirir esta participación indivisa abonando el precio de venta. Es decir, si uno de los herederos vende su parte en la herencia a un extraño, antes de la partición, podrán todos o algunos de los coherederos subrogarse en el lugar del comprador, reembolsando el precio de compra. En ese caso, los coherederos disponen de un plazo de un mes para subrogarse, a contar desde que se les haga saber la venta a un extraño.

Pero, ¿se puede negar un hermano a vender su parte en la vivienda?

Debemos partir de la base de que ningún propietario puede ser obligado a vender.

Ahora bien, tampoco el resto de copropietarios están obligados a permanecer en comunidad y cualquiera de ellos puede pedir en cualquier momento que se divida.

En definitiva, siguiendo con nuestro ejemplo, todos los herederos quieren vender el inmueble a excepción de los herederos de Dolores (Santiago, Ana María y Francisco), que no quieren vender, pero tampoco quieren comprar, ni hacerse cargo de los gastos que se vayan ocasionando en el inmueble. Por lo tanto, la solución menos conflictiva y menos costosa seria, la venta del inmueble si dichos herederos se pusieren de acuerdo. No cabe otra opción puesto que los demás quieren vender y los que están poniendo el conflicto en la herencia, no quieren vender ni comprar.

Como última instancia, antes de la vía judicial, acudir a un mediador para tratar de buscar una solución adecuada para los intereses de todos.

Volvemos a insistir en que, si uno de los hermanos se niega a vender y no llega a un acuerdo con los otros tres hermanos, la solución al problema sería la división judicial de la cosa común o extinción de condominio (será explicado en el epígrafe siguiente).

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En caso de tener que iniciar un procedimiento de división de la cosa común, es importante saber que basta con que uno de los herederos solicite la venta del bien para iniciar este procedimiento.

Siguiendo con el ejemplo de una vivienda en herencia a repartir entre varios hermanos y sobrinos, al tratarse de un bien indivisible, se deberá llevar a cabo una división económica, bien mediante la adjudicación de la vivienda a uno de ellos (indemnizando a los demás según sus respectivas cuotas) o, en caso de no existir tal acuerdo, procediéndose a la venta del inmueble y reparto del precio.

En los casos en que la cosa sea divisible, simplemente se llevará a cabo una división material del bien, adjudicándose una parte o porción a cada copropietario. En el caso de que se trate de un edificio, éste se podrá dividir mediante la constitución de una propiedad horizontal.

La Ley 15/2015, de Jurisdicción Voluntaria introduce como novedad las subastas voluntarias para la división de la cosa común.

Pero en la subasta voluntaria, no existen posiciones opuestas entre los interesados para sacar a subasta la vivienda, debiendo existir en principio una voluntad común de subasta, pues en caso contrario dejaría de ser voluntaria.

En definitiva, habría que entablar el procedimiento judicial correspondiente. Ahora bien, este procedimiento puede acarrear inconvenientes dado que termina con la subasta de la vivienda en común y el precio de adjudicación suele ser inferior al precio de mercado.

En cualquier caso, es imprescindible contar con el asesoramiento de un despacho profesional para evitar conflictos y malas transacciones.

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4. EL CONDOMINIO.

4.1 CONCEPTO.

La construcción del condominio en nuestra doctrina y en nuestro Código es, sin duda alguna, la romana, o sea, la de la propiedad dividida según cuotas ideales. A base del artículo 392 del C.C puede ser definida la copropiedad o condominio como la situación jurídica que se produce cuando la propiedad de una cosa pertenece por indivisión a varias personas".

4.2. CARACTERES

• La pluralidad en el sujeto. No hay límite máximo; pueden ser personas físicas o jurídicas, bastando su capacidad jurídica, no la de obrar, la cual será precisa para el ejercicio de los derechos. • La unidad de la cosa objeto del condominio. No está dividida en partes correspondientes a sus titulares. • La atribución de cuotas (división intelectual), que representa, conforme a la construcción del condominio que predomina hoy en la doctrina científica, la proporción en que los copropietarios han de gozar de los beneficios de la cosa, sufrir las cargas y obtener una parte material de la misma cuando se divida (o del valor, si es materialmente indivisible).

4.3. CONTENIDO DEL CONDOMINIO

De dos clases son los derechos que corresponden a los comuneros: unos, que hacen relación a la cosa objeto de la comunidad, y otros, que se refieren a las porciones o cuotas indivisas. Los primeros les atañen como a tales comuneros. Los segundos les corresponden como a propietarios individuales.

Derechos de los comuneros en relación a la cosa común.

En realidad, el ejercicio de actos sobre la cosa entera o sobre una parte material de la cosa común sobrepasa el derecho del copropietario que sólo se extiende "a una cuota abstracta

19 de cada molécula de la cosa". Por esta razón es característica general de las facultades que se atribuyen a cada uno de los partícipes sobre la cosa común la de estar necesariamente subordinadas al derecho de todos los demás.

Subdividiremos las facultades de que se trata en los grupos siguientes: a) Derechos relativos al uso de la cosa común

El Código Civil permite el uso simultáneo, pero recíprocamente limitado, de todos los condueños. "Cada partícipe - dice el artículo 394 - podrá servirse de las cosas comunes, siempre que disponga de ellas conforme a su destino y de manera que no perjudique al interés de la comunidad, ni impida a los copartícipes utilizarlas según su derecho".

Por tanto, el uso de cada partícipe viene condicionado por un triple límite.

1) el destino de la cosa;

2) el interés de la comunidad y;

3) el derecho de los demás comuneros. b) Derechos relativos al disfrute y conservación de la cosa común.

Con respecto a ellos adopta el Código el criterio de proporcionalidad con las cuotas, estableciendo como principios generales que el concurso de los partícipes, tanto en los beneficios como en las cargas, será proporcional a sus respectivas cuotas", y que "se presumirán iguales, mientras no se pruebe lo contrario, las porciones correspondientes a los partícipes en la comunidad" (artículo 393).

Como consecuencia de ello, tienen los condueños los dos siguientes derechos:

1. Percibir de los beneficios una parte proporcional a la cuota de cada uno (artículo 393).

2. a los demás partícipes a contribuir a los gastos de conservación de la cosa común. Sólo puede eximirse de esta obligación (por ser ella de las llamadas propter rem) el que renuncia a la parte que le pertenece en el dominio (artículo 395). c) Derecho relativos a la administración

Tiene cada condueño, en esta esfera, las siguientes facultades: l. Administrar la cosa común con los demás participes, pero respetando el acuerdo de la mayoría de éstos, si no fuese gravemente perjudicial (artículo 398).

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2. Recurrir al Juez el acuerdo de la mayoría cuando fuera gravemente perjudicial (artículo 398).

El artículo 398 continúa diciendo en su párrafo tercero que: "Si no resultare mayoría, o el acuerdo fuera gravemente perjudicial a los interesados en la cosa común, el Juez, proveerá a instancia de parte, lo que corresponda, incluso nombrar un administrador".

Por tanto, el recurso al Juez se da en dos casos: 1) si no resultare mayoría y 2) si el acuerdo fuere gravemente perjudicial a los interesados en la cosa común.

1) Si no resultare mayoría. La doctrina entiende que en este supuesto cabe no solo el caso de que se haya producido un empate en la votación, sino también cuando ante una petición de un condómino minoritario de que se adopten determinadas medidas, los condóminos mayoritarios, bien maliciosamente o bien por desidia, se niegan a pronunciarse sobre tal petición. En estos casos como los socios mayoritarios están provocando la imposibilidad real de administrar la cosa común, es lógico que se conceda al socio minoritario la posibilidad de acudir al Juez reiterando la petición de las medidas.

2) Acuerdo gravemente perjudicial. La mayoría disfruta del beneficio de la duda o de la posibilidad de equivocarse hasta cierto grado, porque para que sus acuerdos puedan impugnarse por causar perjuicio a los interesados en la cosa común, no basta cualquier perjuicio, sino que es preciso que sea grave.

El articulo 398 termina diciendo que: "Cuando parte de la cosa perteneciere privadamente a un partícipe o a alguno de ellos, y otra fuese común, sólo a ésta será aplicable la disposición anterior".

Esta disposición dice Miguel González6 podría estar pensada para los supuestos de propiedad horizontal, porque en ella existen cosas en parte privativas y en parte comunes. Es obvio que los comuneros no tienen la administración de la parte privativa. Se puede aplicar este criterio analógicamente a los casos de división espacial de uso, entendiendo que cada partícipe administre separadamente su parte. Igualmente, y con mayor razón tiene el supuesto de la llamada multipropiedad, cada participe administra con independencia su periodo de uso exclusivo.

6 GONZALEZ MARTINEZ, Miguel, Propiedad sobre pisos y habitaciones, en la revista Critica de Derecho Inmobiliario, 1929. 21 d) Derechos relativos a la defensa en Juicio y reivindicación de la cosa común

La jurisprudencia del Tribunal Supremo ha declarado reiteradamente que puede cualquiera de los condueños entablar la acción reivindicatoria en beneficio de todos, y lo mismo la acción negatoria de servidumbre en beneficio de la cosa común. En general, considera el Supremo como doctrina inconcusa la de que cualquiera de los partícipes puede comparecer en juicio en asuntos que afecten a los derechos de la comunidad, ya para ejercitarlos, ya para defenderlos, en cuyo caso la sentencia dictada en su favor aprovechará a sus compañeros, sin que les perjudique la adversa o contraria. Por su parte la Dirección General de Registros y Notarios ha declarado que cada condueño se encuentra legitimado para la defensa de los intereses comunes. e) Derechos relativos a la alteración de la cosa común

Para los actos que van más allá de la administración y suponen una disposición o alteración de la cosa común no basta el acuerdo de la mayoría o el recurso judicial, sino que se requiere la unanimidad de todos los copropietarios Efectivamente el Código establece en el artículo 397 que: Ninguno de los condueños podrá, sin consentimiento de los demás, hacer alteraciones en la cosa común, aunque de ellas pudieran resultar ventajas para todos.

La doctrina dominante y la jurisprudencia consideran este precepto referido a alteraciones materiales y jurídicas, entendiendo por estas últimas los negocios de disposición. f) Derechos relativos a la división de la cosa común

Todo condueño tiene el derecho de pedir en cualquier tiempo la división de la cosa común (artículo 400), o bien el de que, si es ésta indivisible, se adjudique a uno mediante indemnización a los demás o se venda (artículo 404) g) Derechos de los comuneros con relación a su porción o cuota

A diferencia de los derechos anteriores, que se rigen por el principio de subordinación o dependencia, los del presente grupo se caracterizan por el de autonomía de cada partícipe. "Todo condueño - dice el artículo 399 del Código tendrá la plena propiedad de su parte y la de los frutos y utilidades que le correspondan, pudiendo, en su consecuencia, enajenarla, cederla o hipotecarla y aun sustituir otro en su aprovechamiento"

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Pero este derecho de libre disposición de la cuota, atribuido a cada uno de los condueños, tiene las siguientes limitaciones: l. Que no puede hacer la sustitución en el aprovechamiento cuando se trata de derechos personales (artículo 399, párrafo primero), o. dicho con más propiedad, de derechos personalísimos e intransmisibles.

2. Que el efecto de la enajenación o de la hipoteca con relación a los condueños está limitado a la porción que se les adjudique en la división al cesar la comunidad (artículo 399, párrafo segundo), que es cuando se concreta y se hace efectivo en una parte material de la cosa el derecho de cada partícipe.

3. Que no puede imponerse servidumbre sobre un fundo indiviso sin consentimiento de todos los copropietarios; si bien la concesión hecha por uno de ellos separadamente de los otros obliga al concedente y sus sucesores, aunque lo sean a título particular, a no impedir el ejercicio del derecho concedido (artículo 597).

4. Que en caso de enajenarse a un extraño la parte de un condueño, pueden los demás ejercitar el derecho de retracto (artículo 1.522)

4.4. EXTINCIÓN DE LA COMUNIDAD

4.4.1 Causas de extinción

Son las siguientes:

• Pérdida del derecho de propiedad, que puede tener lugar por renuncia de todos los comuneros, por prescripción y por extinción de la cosa o derecho objeto de la comunidad. • La consolidación o reunión de las cuotas en un solo propietario, que puede realizarse por venta de las cuotas a uno de los partícipes o a un tercero, por herencia o por ejercicio de la acción de retracto. • La división de la cosa común.

4.4.2 División de la cosa común a) Cuándo puede exigirse

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La comunidad de bienes es un estado antieconómico y que sólo puede gobernarse mediante un complicado sistema de límites, los cuales no logran en la práctica evitar frecuentes litigios. Por ello, el Derecho romano y las Legislaciones modernas lo han considerado como una situación transitoria y favorecen su extinción, concediendo a los condueños el derecho imprescriptible de pedir la división de la cosa común.

El Código español establece el principio de que ningún copropietario está obligado a permanecer en la comunidad, y cada uno de ellos puede pedir en cualquier tiempo que se divida la cosa común (artículo 400). Este último derecho es de carácter imprescriptible (artículo 1.965), y se considera también por la doctrina irrenunciable, por ser de orden publico

Pero la facultad de instar la división está limitada en algunos casos concretos, referentes, unos al condominio ordinario, y otros a formas especiales de la comunidad de bienes.

Los casos relativos al condominio ordinario son los siguientes:

1. Que exista pacto de conservar la cosa indivisa, siempre que sea por tiempo determinado que no exceda de diez años. Este plazo puede prorrogarse por nueva convención (artículo 400, apartado último).

La doctrina mayoritaria interpretando este precepto estima que son posibles sucesivas prórrogas adoptadas unánimemente por los comuneros siempre que el período temporal contemplado en cada uno de los pactos en que se establece la prórroga no sea superior a diez años.

En este sentido se ha pronunciado también la Dirección General de Registros y Notarios afirmando que la interpretación del artículo 400.2 admite la indivisión por periodo superior mediante sucesivos pactos

2. Que el donante haya impuesto la indivisión de la cosa donada, si bien no podrá hacerlo más que por ese plazo máximo de diez años. 3. Que la cosa sea indivisible, en cuyo caso quedan privados los copropietarios del derecho de pedir la división material, pero no del derecho a exigir la disolución de la comunidad. El Código Civil, si se atiende a su letra, admite dos supuestos en esta materia: el de ser la cosa "inservible para el uso a que se destina" (indivisibilidad funcional) si se procediese a la división, en cuyo caso los copropietarios no pueden exigir ésta (artículo 401), y el de ser la cosa

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"esencialmente indivisible" (indivisibilidad material propiamente dicha), caso en el cual, si los condueños no convinieren en que se adjudique a uno de los ellos indemnizando a los demás, se venderá y repartirá su precio (artículo 404). Pero la doctrina entiende que se trata de una simple incongruencia de redacción, y que, lo mismo cuando la división material sea simplemente perjudicial que cuando sea imposible existe el derecho de pedir la disolución de la comunidad, mediante la adjudicación o venta, en armonía con el principio básico del artículo 400, de que ningún copropietario está obligado a permanecer en la comunidad.

El Tribunal Supremo tiene declarado reiteradamente que para llegar a la disolución de la comunidad por la venta de la cosa y reparto del precio es indispensable que concurran las dos circunstancias de indivisibilidad o peligro de gran desmerecimiento de la cosa y no haberse logrado el convenio para su distribución. b) Modo de efectuarse la división

Tres distintas formas (dos extrajudiciales y una judicial) pueden adoptar los partícipes para hacer la partición de la cosa común:

1. Practicarla de común acuerdo los interesados mismos (artículo 402, párrafo primero). Claro es que para que la división produzca todos los efectos legales será necesario, si se trata de bienes inmuebles elevar el convenio a escritura pública (artículos 1280 del Código Civil y 39 de la Ley Hipotecaria). 2. Practicarla por árbitros o amigables componedores nombrados a voluntad de los partícipes (artículo 402, párrafo primero), y que deben formar partes proporcionadas al derecho de cada uno, evitando cuanto sea posible los suplementos a metálico (artículo 402, párrafo segundo). 3. Practicarla judicialmente, o sea, ejercitando la acción "communi dividendo".

Aunque algún autor ha defendido que el procedimiento adecuado sería el juicio especial de división de herencia (artículos 782 y siguientes Ley de Enjuiciamiento Civil), la mayoría da la doctrina estima que deben seguirse los trámites del juicio declarativo ordinario correspondiente a la cuantía del caso. c) Efectos de la división de la cosa común

Pueden ser estudiados estos efectos en orden a las personas de los comuneros, a las cosas que constituyen la comunión y a los derechos de terceros.

25 d) Efectos con relación a las personas de los condueños

Los principales son:

1. Convertir la cuota ideal y abstracta de cada partícipe en una porción determinada y material sobre la cosa o derecho. La copropiedad, por el hecho de la división, queda transformada en propiedad individual. 2. Entenderse, por ministerio de la Ley, que cada uno de los partícipes en la cosa común ha poseído exclusivamente durante la indivisión la parte que al disolverse le correspondiere (artículo 450). 3. Imponer mutuamente a los condueños la obligación de responder de la evicción y saneamiento de los bienes adjudicados, salvo estipulación en contrario (artículo 1.069 en relación con el artículo 406). 4. Otorgar derecho a los comuneros para reclamar de los otros copartícipes los pagos que hubieren hecho por cuenta de la comunidad, y asimismo para que se les rinda cuenta de la administración y se les entreguen las rentas o frutos percibidos. e) Efectos con relación a los bienes o derechos de la comunidad

A pesar de la partición, subsisten de modo indivisible las servidumbres afectas al inmueble (artículo 535 del Código Civil), y las hipotecas constituidas sobre el mismo (artículo 123 de la Ley Hipotecaria). Respecto a los censos está establecido que, si la finca o fincas indivisas estuvieren gravadas con censo, no pueden dividirse sin el consentimiento expreso del censualista (artículo 1.618 del Código Civil). f) Efectos de la división respecto a terceros

Por terceros, con relación al acto de la partición, han de entenderse quienes no han tenido intervención en ella y, por lo tanto, no lo son los partícipes ni sus representantes o cesionarios, a pesar de que el Código Civil asimila estos últimos a los acreedores en el artículo 403.

Pues bien; los terceros, séanlo por virtud de un derecho real, o por virtud de una obligación personal, tienen los siguientes derechos:

1. El de impugnar la división ya consumada, aunque solo en el caso de mediar fraude o en el de haberse verificado no obstante la oposición formalmente interpuesta para impedirla y salvo siempre los derechos del deudor o del cedente para sostener su validez (artículo 403).

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La intervención de los acreedores en la división es escasamente frecuente en la práctica y además notoriamente problemática, sobre todo dado el principio de una vez consumada, los acreedores no podrán impugnar la división ya consumada salvo en caso de fraude (lo cual es concorde con las reglas generales)

2. El de no ser perjudicados por la división, y conservar, a pesar de ella, los derechos de hipoteca, servidumbre u otros cualesquiera reales que les pertenecieran antes de hacer la partición, e igualmente, los personales que tuvieran contra la comunidad (artículo 405)

Por eso, la división de la cosa común hipotecada implicará que cada porción resultante responde de la totalidad da la deuda garantizada (artículo 123 de la Ley Hipotecaria) Lo mismo deberá entenderse cuando se trate de cosa común objeto de anotación de embargo.

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5. CONCLUSIONES

Primero: A lo largo del trabajo hemos podido advertir el gran peso cultural e ideológico en el pensamiento doctrinal de la legítima. En lo que respecta a los ciudadanos, además de esas particularidades, su sentir está íntimamente relacionado con el papel que juegan en la sucesión y con su edad. La mayoría de las críticas recogidas en este trabajo vienen por parte de ciudadanos profesionales de la abogacía y de la experiencia que ha cosechado a lo largo de su carrera, haciéndose eco de las críticas de aquellos ciudadanos que quería disponer de sus bienes y no pudieron, sin tener en cuenta los que pudieron beneficiarse de la misma y no lo fueron o aquellos que pudieron verse privados de los bienes como consecuencia de la disposición. Lo que me gustaría transmitir aquí es que, dependiendo de la posición, siempre será más sencillo propugnar la libertad de disposición cuando queremos hacer uso de ella y no se nos permite que cuando, desde la perspectiva de los hijos, por ejemplo, ese mismo uso podría excluirnos de una porción de bienes hereditarios del causante.

Segundo: En el momento de la muerte de un familiar, nos encontramos ante la difícil situación de tener que decidir una serie de cuestiones ineludibles en una situación especialmente adversa.

En particular si el fallecimiento se produce de manera no esperada o repentina, puede ocurrir que se tomen decisiones poco meditadas que supongan un gasto excesivo, o que conlleven la vulneración de sus derechos como consumidores. Tener información clara sobre lo que hay que hacer cuando muere una persona cercana es de gran importancia para no cometer errores que pueden costar muy caros al consumidor, ya sea por desconocimiento o porque por el vencimiento de algún plazo se puede dejar de percibir alguna cantidad de dinero a la que se tenga derecho.

Primordial es que, desde el punto de vista del ciudadano de a pie, se deje constancia de forma clara todos los pasos a seguir una vez que ocurre el fallecimiento ya que no todo el mundo llegado el momento, tiene claro los pasos a seguir.

Tercero: El primer paso para evitar un conflicto entre nuestros herederos es el efectuar testamento, ya que, aunque el mismo no es obligatorio, sí que adelanta los tiempos (ya que no es necesario esperar a hacer declaración de herederos) y aclara cuáles eran los deseos del causante. Cuanto más preciso sea el testamento menor riesgo de conflicto

28 habrá, con independencia de que es imposible evitar al 100% el conflicto, pues depende en exclusiva de los propios herederos.

Cuarto: Tras el reparto de las herencias, muchas veces se da el caso de que una misma propiedad se tiene que compartir entre varios hermanos, y la extinción de condominio es la solución.

Llegado a este punto, lo mejor es borrón y cuenta nueva, de nada sirve seguir atado a un contrato en el que las partes no quieren o no llegan a un acuerdo. Se debe mediar cuidadosamente en este momento en que todas las partes se reúnen para intentar alcanzarlo.

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BIBLIOGRAFIA

Todos los artículos están literalmente copiados del Código Civil. Además de haberme ayudado de muchas páginas dedicadas a la abogacía al igual que de algunos manuales y que a continuación voy a ir detallando.

• ARROYO I AMAYUELAS, Esther: “Entre el testador abandonado y el legitimario desheredado: ¿A quién prefieren los tribunales?”. En Indret: Revista para el Análisis del Derecho, Nº2, 2015, p.4.

• CHAMORRO PIÑEIRO, Santiago: Comunidad hereditaria y enajenación de inmuebles.

• GONZALEZ MARTINEZ, Miguel: Propiedad sobre pisos y habitaciones, en la revista critica de Derecho Inmobiliario.

• LASSARTE ALVAREZ, Carlos: Principios de Derecho Civil, propiedad y derechos reales de goce, Marcial Pons, ediciones jurídicas y sociales S.A. Madrid, 2002

• MARTÍNEZ GALLEGO, Eva M.: “La desheredación”, Actualidad Civil., Informe de Jurisprudencia, Nº13, 2006, p. 1615.

• MARTÍN PÉREZ, J.A., “Artículo 806 CC”, Jurisprudencia civil comentada, T. II (Arts 609 a 1314), Comares, Granada, 2009, p. 1471 y 1472.

• O´CALLAGHAN MUÑOZ, Xavier, “Compendio de derecho de sucesiones” (vol. 5). Revisado y puesto al día por Mª Begoña Fernández González. Editorial Universitaria Ramón Arences. Madrid, 2016. Pág. 209-210

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• TORRES GARCÍA, Teodora F.: “La legítima en el Código Civil”. En VV.AA., ÁLVAREZ GONZÁLEZ, Santiago (coord.): Estudios de derecho de familia y de sucesiones, Universidad Santiago de Compostela, 2009.

• TORRES GARCÍA, T. F. y DOMÍNGUEZ LUELMO, A., “La legítima en el Código civil (1)”, en GETE-ALONSO CALERA, M. C. y SOLÉ RESINA, J. (Coord.), Tratado de derecho de sucesiones, tomo II, Aranzadi, Cizur Menor, 2011, págs. 1841-1898.

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