La Carpetania Meridional: el poblamiento durante la II Edad del Hierro en el interfluvio Riansares-Cigüela de La Mancha toledana Resumen

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Key words La Carpetania Meridional: el poblamiento durante la II Edad del Hierro en el interfluvio Riansares-Cigüela de La Mancha toledana

Luis Andrés Domingo Puertas*

Introducción Antecedentes arqueológicos El conocimiento detallado del mosaico ocupacional de Aunque la situación ha ido mejorando en los últimos la zona central de la Meseta durante la II Edad del Hie- años, nuestro conocimiento del poblamiento durante la rro y los periodos anteriores y posteriores es funda- II Edad del Hierro en la Meseta Sur es todavía precario mental para asentar sobre una base sólida cualquier y adolece de serios problemas derivados de que buena aproximación global a esa realidad imprecisa que las parte de sus territorios se encuentran desigualmente fuentes literarias de la antigüedad aluden con el nom- prospectados y los yacimientos conocidos o recogidos bre de Carpetania. en los inventarios no han sido aún publicados o se han En este trabajo se presenta el panorama poblacional difundido sólo parcialmente (López, 1987: 338; Santos, existente durante la II Edad del Hierro en la comarca de 1987-8; Urbina, 2001: 222; Domingo et alii, 2008: 219). Si La Mancha toledana, que abarca los territorios regados bien, en estos años, se ha abordado el estudio de algu- por los ríos Riansares, Cigüela y Amarguillo y sus arro- nas zonas como los valles del Tajuña (Almagro y De la yos afluentes hasta los Montes de Toledo y correspon- Rosa, 1991; Almagro y Benito, 1993; Id., 1994; Id., 2007), de a grandes rasgos con lo que podría considerarse la el curso medio del Jarama (Mayoral et alii, 2007) y el Carpetania meridional, un área que tradicionalmente ha Bajo Henares (Dávila, 2007), en la Comunidad de carecido de suficiente atención arqueológica (Figura 1). Madrid, o la Mesa de Ocaña (Urbina, 1997; Id., 2000; Id., Aunque no vamos a desgranar uno por uno todos los 2001; Id., 2007), el Arroyo Guatén (Valiente y López, enclaves arqueológicos con ocupación durante la Edad 2007) y el curso medio del Cigüela (Domingo et alii, del Hierro documentados entre los años 2005 y 2007 2007), en la provincia de Toledo, quedan aún territorios como consecuencia de la realización de la Carta Arqueo- que carecen de aproximaciones globales que reflejen la lógica de los municipios situados en este ámbito, si que realidad de este periodo. nos parece viable, en un espacio como el que no brinda La zona suroriental de la provincia de Toledo y las esta comunicación, exponer y explicar algunos de los áreas occidentales de la provincia de Cuenca carecen a factores que influyeron en la configuración y evolución día de hoy de estudios generales sobre el poblamiento del poblamiento a lo largo del periodo, apuntando los durante la II Edad del Hierro, lo que sin duda es un obs- cambios que se operaron en los últimos momentos táculo para avanzar en el conocimiento de la Carpetania como consecuencia de la dominación romana. en una zona crucial por lo que supone de ámbito de contacto con la Celtiberia meridional hacia el este y con * Arqueólogo el ámbito oretano situado al sur. Antes de pasar a expo- [email protected] ner el alcance y resultado de nuestros trabajos en La 4 I SIMPOSIO SOBRE CARPETANOS

Fig. 1.- Plano de situación del ámbito de estudio

Mancha Toledana, vamos a atender, sin pretender ser nida en la necrópolis de Palomar de Pintado de Villa- exhaustivos, los hitos bibliográficos más importantes franca de los Caballeros (Ruiz Zapatero y Carrobles, referidos a este territorio, trazando un breve pero nece- 1986; Carrobles y Ruiz Zapatero, 1990; Carrobles, 1995; sario estado de la cuestión. Carrobles et alii, 2000; Pereira et alii, 200; Ruiz Taboada Uno de los enclaves que gozan de una cierta tradi- et alii, 2004). Dichos trabajos se acompañaron de pros- ción en los estudios sobre la Edad del Hierro y que pecciones en el entorno de la confluencia de los ríos hemos tenido ocasión de revisar en nuestras prospec- Amarguillo y Cigüela, trabajos en los que se pudo evi- ciones es el yacimiento del Cerro del Gollino (Corral de denciar la presencia de una representativa concentra- Almaguer), un prominente enclave situado en las proxi- ción de yacimientos, muchos de los cuales tienen ocu- midades del Riansares y, hasta hoy, uno de los pocos pación durante la Edad del Hierro y el periodo romano asentamientos excavados cuyos resultados han sido (Ruiz Taboada et alii, 2004: 119-121), panorama este que publicados, si bien es cierto que los datos procedentes puede darse por confirmado gracias a las prospeccio- del mismo se derivan de dos cortas campañas realiza- nes posteriores realizadas por nuestra parte. Estos das hace ya un cuarto de siglo (Perea et alii, 1988; San- resultados, unidos a los que arroja el Amarguillo aguas tos et alii, 1990; Prados et alii, 1990; Santos et alii, 1998). arriba, dentro ya de Camuñas (López y Baena, 2000; Más recientemente, se han realizado excavaciones de Domingo y Magariños, 2005a) y de otras zonas de La urgencia en varios yacimientos en llano de este perio- Mancha toledana (Domingo et alii, 2007), dejaban ya do. Así, en el año 2005, se excavó un sector del yaci- entrever una significativa concentración del poblamien- miento de El Cervero I (Presas y Yáñez, 2010) y, más o to en torno a los principales cauces fluviales y de las menos por las mismas fechas, se realizó una interven- zonas endorreicas que finalmente se ha confirmado ción en el yacimiento de El Vado (Martín, 2010), ambos con la prospección total de este territorio. situados entre y Villanueva de Además de Palomar de Pintado, en las proximidades Alcardete. Además, en el término municipal de Camu- del Cigüela se ha excavado la necrópolis carpetana de El ñas, en la cuenca del río Amarguillo, se han excavado Vado, cuyos interesantes resultados han sido publicados dos yacimientos con ocupación durante la Edad del en los últimos años (Martín, 2007; Martín, 2010). Hierro, Varas del Palio y Palomar de Doña Leónides Al margen de estas escasas e inconexas publicacio- (Rojas et alii, 2010). nes, sólo contamos con noticias diseminadas en trabajos En lo referente al estudio de las necrópolis carpeta- de historia local y otros textos de distinto tipo que versan nas, representa una excepción en el panorama general sobre los municipios de la zona e informan de la existen- de La Mancha toledana la abundante información obte- cia de despoblados y hallazgos más o menos casuales LUIS ANDRÉS DOMINGO PUERTAS / La Carpetania Meridional: el poblamiento durante la II Edad del Hierro en el interfluvio Riansares-Cigüela de 5 La Mancha toledana en los que se cita la presencia de restos materiales que nen un carácter defensivo y de control del territorio. Es podrían adscribirse a los periodos que nos ocupan (Vid. un hecho significativo que tan solo 15 de los 82 encla- p.e. De la Vega, 1982; Rojo, 1991: 22-23; Gómez, 1996; ves adscritos a la Edad del Hierro pueden ser conside- Jiménez de Gregorio, 2000; López-Barrajón, 2001). rados asentamientos en altura y todos ellos carecen de indicios de ocupación durante el periodo Altoimperial, Alcance del estudio y dispersión del poblamiento aunque en casos como el del Cerro del Gollino (Corral El conocimiento detallado de la trama ocupacional de de Almaguer) (Perea et alii, 1988; Santos et alii, 1990; las distintas zonas del centro de la Meseta durante la Prados et alii, 1990; Santos et alii, 1998), si presentan Edad del Hierro y el periodo posterior es fundamental materiales romanos de época republicana como la para asentar sobre una base sólida cualquier aproxima- cerámica campaniense (Figura 3). ción fiable a ese territorio impreciso que los textos de la Un número similar de asentamientos del mismo antigüedad mencionan con el nombre de Carpetania. periodo pero situados en llano carecen también de indi- Sin pretender entrar en detalles, en este trabajo vamos cios de ocupación a partir del cambio de era. El aban- a analizar el conjunto de yacimientos arqueológicos dono de estos poblados a lo largo de los momentos recientemente documentados como consecuencia de la finales de la II Edad del Hierro, tiene su contrapartida en realización de la Carta Arqueológica de los municipios la aparición de nuevos establecimientos en el llano en de La Mancha toledana (Fig. 1). Los trabajos realizados un número sospechosamente similar, bien en las proxi- han supuesto la prospección sistemática de 15 de los 16 midades de los ríos o de las zonas lagunares o bien en términos municipales que integran la parte toledana de el entorno de pozos. la región manchega, con una superficie de estudio que alcanza los 2573,92 Km2 Factores y condicionantes del poblamiento Se consideran en este trabajo los enclaves ocupa- Para comprender el poblamiento en esta zona y su evo- dos durante la II Edad del Hierro y el periodo romano lución durante la II Edad del Hierro y el periodo roma- que han sido documentados en los municipios de no, hay que tener en cuenta algunos factores inheren- , , Quintanar de tes al territorio que condicionan la elección de ciertos la Orden, Camuñas, , La Villa de Don Fadri- emplazamientos como lugares de asentamiento huma- que, , Madridejos, , no. La Puebla de Almoradiel, Quero, Tembleque, , Un factor de primera magnitud es la red fluvial que Villacañas y Villafranca de los Caballeros. riega la zona, aunque esta la integren ríos de mediana De un modo global cabe decir que, tras la realiza- importancia que, no obstante, a lo largo de su recorrido ción de las prospecciones en estos municipios, los se convierten en ejes que vertebran el poblamiento resultados obtenidos han deparado un considerable humano en todos los periodos. Hasta ahora carecíamos número de enclaves hasta ahora desconocidos de estos de información precisa sobre el poblamiento en los periodos. En total, considerando conjuntamente los márgenes de los ríos y arroyos de La Mancha toledana, yacimientos de la Edad del Hierro y los que evidencian el conocimiento de los yacimientos arqueológicos exis- ocupación durante el periodo romano, tenemos una tentes a lo largo de su recorrido era muy desigual. La suma de 111 sitios, de los cuales 82 presentan restos de prospección realizada pone de manifiesto una gran ocupación de la II Edad de Hierro y 81 del periodo concentración de yacimientos arqueológicos de distin- romano. De todos ellos, 52 enclaves muestran eviden- tos periodos, evidencia de la poderosa atracción que cias de haber permanecido habitados durante ambos han ejercido los cursos fluviales sobre las poblaciones periodos. Este último dato pone de manifiesto que, una humanas a lo largo del tiempo. El río proporciona agua buena parte de los asentamientos de larga traición para el consumo, un entorno de vega más o menos fér- durante la Edad del Hierro, se mantuvieron ocupados til, una barrera y, en sus escarpes y terrazas, localizacio- en época romana (Figura 2). nes estratégicas para el control de los pasos y para la Los asentamientos que se despueblan al finalizar la defensa (Figura 4). II Edad del Hierro y no vuelven a ser ocupados durante No obstante, conviene hacer constar que en estas el periodo romano alcanzan el número de 30 y, en la zonas llanas de La Mancha los lechos fluviales tal y mitad de los casos, corresponden a enclaves situados como los conocemos actualmente suelen ser producto en altura que muestran preocupación estratégica y tie- de continuadas obras de regularización y profundiza- 6 I SIMPOSIO SOBRE CARPETANOS

Fig. 2.- Yacimientos de la Edad del Hierro y romanos en La Mancha toledana. 001 - Cerro de la Tejera; 002 - Cerro del Castillo; 003 - Varas del Palio; 004 - Las Esperillas; 005 - Lerma; 006 - Almadén; 007 - Casa de Antoñón I; 008 - Cerro de La Plaza; 009 - El Morrión; 010 - Santa Catalina; 011 - Las Calaveras; 012 - El Cervero I; 013 - Albardinal; 014 - El Cervero II; 015 - El Pradejón; 016 - Pozo Villarejo I - Alcardete; 017 - Pozo Villarejo II; 018 - Vega del Escardillo; 019 - Guzquez; 020 - Camino del Gollino; 021 - Cerro del Pozo Guisasola ; 022 - Camino del Molino; 023 - Cerro del Gollino II; 024 - Pedro Tejero; 025 - Cerro de La Muela; 026 - Cerro Blanco; 027 - Altovela I; 028 - Altovela III; 029 - Villalobillos; 030 - Pozo Viejo; 031 - Casa de Don Quintín; 032 - Casa del Soldado; 033 - Las Cañadas; 034 - Ventilla-Venta de Las Yeguas; 035 - Vega Alta I; 036 - La Vega; 037 - Casa de Los Moeres; 038 - Mojón II; 039 - Casa de ; 040 - Hontanilla; 041 - Villar del Moro; 042 - Las Hoyas; 043 - Almoradiel; 044 - La Ortiza; 045 - Palomares; 046 - El Vado I; 047 - El Vado II; 048 - La Tejera; 049 - El Jardín; 050 - Las Fontanillas; 051 - Pozo de La Vieja; 052 - Los Quintanarejos; 053 - Los Almendrillos; 054 - Cerro del Molino II; 055 - La Fuentecilla; 056 - Los Villares I; 057 - ción de los cauces realizadas a lo largo del siglo XX con más llanas del fondo de valle, lo que explica también la la finalidad de evitar desbordamientos coyunturales, ausencia de yacimientos en las llanuras inundables de la como ocurre con el Riansares y el Cigüela (Pérez Gonzá- confluencia del Riansares y el Cigüela, un extenso espa- lez, 1995; Sánchez Pérez de Évora, 2000: 368) y también cio en el que prácticamente no existen ni terrazas ni ele- en el Amarguillo, donde son conocidas algunas crecidas vaciones propicias para el asentamiento. catastróficas acaecidas en el siglo XX. Los cauces enca- Otro elemento a tener en cuenta es la irregularidad jados en zanja que se observan actualmente son produc- estacional de los caudales de los ríos, factor que deter- to de los intentos por controlar el cauce río y asegurar mina la disponibilidad de agua en su entorno. A excep- para el cultivo la zona de vega. Por ello, el hecho de que ción del Cigüela, que actualmente dispone de un flujo estos ríos manchegos se desbordasen ocasionalmente más o menos constante debido a la deriva artificial de en el pasado (Sánchez Pérez de Évora, 2000: 366) tiene su caudal que se realiza desde mediados de los años 90 reflejo en la localización de determinados asentamientos para abastecer las Tablas de Daimiel, todos los ríos y en las terrazas naturales situadas en los márgenes de los arroyos de la zona sufren las sequías veraniegas con ríos, evitando generalmente la ocupación de las zonas no poca frecuencia. Hecho que se producía con mayor LUIS ANDRÉS DOMINGO PUERTAS / La Carpetania Meridional: el poblamiento durante la II Edad del Hierro en el interfluvio Riansares-Cigüela de 7 La Mancha toledana

Romeral; 058 - Los Villares II; 059 - Buenos Vinos I; 060 - Buenos Vinos II; 061 - Buenos Vinos III; 062 - Silo del Duende; 063 - Espantasueños I; 064 - Espantasueños II; 065 - Espantasueños III; 066 - Espantasueños IV; 067 - El Puente; 068 - Casa Nueva I; 069 - Casa Nueva II; 070 - Cabeza Arada ; 071 - El Valle; 072 - Los Turlequejos; 073 - La Granadilla; 074 - Venta Vieja; 075 - Castilnovo II; 076 - Cerro Meña; 077 - Casas Romanas; 078 - Cuesta del Calaminar; 079 - Marchante I; 080 - Marchante II; 081 - La Tiñosa; 082 - Carril de La Chinforrera; 083 - Llanos de Tirez I; 084 - Llanos De Tirez II; 085 - Majada del Tío Dionisio; 086 - Cerro de Tirez; 087 - Laguna de Tirez; 088 - Las Balluecas; 089 - El Calaminar; 090 - Cerro De La Atalaya; 091 - El Portillejo; 092 - El Tomillar; 093 - Campo de La Mula; 094 - Borregas; 095 - La Fuentecilla; 096 - Haza de La Huerta; 097 - Pajar de Oliveros; 098 - Los Marotos; 099 - Pozo Viejo; 100 - Cerro Jiménez I; 101 - Cerro Jiménez II; 102 - Laguna Chica II; 103 - Bermejo; 104 - La Vega I; 105 - La Vega II; 106 - Palomar del Pintado I; 107 - Palomar del Pintado II; 108 - Las Hoyas; 109 - El Calero; 110 - Cerro Gallego; 111 - La Chopera. incidencia en el pasado hacen constar las Relaciones de mientos en estas últimas nos permite hablar con cierta Felipe II en respuesta de los habitantes de Villanueva de seguridad de una estructuración del poblamiento en la Alcardete: “...el rio de Xiguela pasa por cerca de la llanura manchega basada en la proximidad a cursos dicha villa (...) y de invierno corre siempre y de que vie- fluviales, las lagunas y los pozos. La inmensa mayoría ne el mes de mayo ordinariamente se suele secar” de los yacimientos arqueológicos de distintas épocas (Viñas y Paz, 1951: 732). Este hecho debe hacernos pen- documentados en la comarca se encuentran ubicados sar en la posible existencia de pozos, no necesariamen- en las proximidades de los ríos y lagunas, observándo- te profundos, para la captación complementaria de se en algunas zonas concentraciones especialmente agua en los meses estivales, tal y como se ha hecho en significativas. Por ello, la idea de que en el ámbito man- épocas recientes. chego el poblamiento durante la II Edad del Hierro es Teniendo en cuenta que los trabajos de prospección muy reducido y se articula exclusivamente en torno a han abarcado tanto las franjas de terreno próximas a pozos o humedales (Urbina, 1997: 158) solo es sosteni- los ríos, arroyos y lagunas, como las zonas llanas y ári- ble parcialmente y en zonas muy concretas. En La Man- das alejadas de estos, la casi total ausencia de yaci- cha, al igual que ocurre en otros ámbitos geográficos, 8 I SIMPOSIO SOBRE CARPETANOS

el poblamiento tiende a articularse de forma preferente sus cualidades estratégicas, conservan restos de su en las terrazas próximas a los ríos y arroyos buscando ocupación preferente durante el Calcolítico y la Edad aquellos puntos que se presumen estratégicos desde el del Bronce, periodos en los que incluso se invierte un punto de vista económico o defensivo en cada periodo. notable esfuerzo en construir estructuras de vigilancia Las sierras y elevaciones naturales que destacan en las cimas de algunos de estos picos. Pero también se notablemente en la llanura constituyen otro factor de encuentran enclaves de este tipo ocupados durante la II gran importancia en el poblamiento de esta zona de La Edad del Hierro e, incluso, durante la Edad Media. Yaci- Mancha durante determinados periodos prehistóricos y mientos de estos periodos se encuentran en la Sierra protohistóricos (Figura . Estas elevaciones, elegidas por del Romeral (Figura 5), Sierras Peladas, Sierra del Cor-

Fig. 3.- Vista del Cerro del Gollino.

Fig. 4.- Vista de la llanura man- chega con el río Riansares en primer plano desde el Cerro del Gollino. LUIS ANDRÉS DOMINGO PUERTAS / La Carpetania Meridional: el poblamiento durante la II Edad del Hierro en el interfluvio Riansares-Cigüela de 9 La Mancha toledana

Fig. 5.- Vista de la Sierra de Villaca- ñas y de la llanura manchega des- de el yacimiento de . vo, Sierra de Buenos Vinos y Sierra del Gollino, pero los límites cronológicos de los asentamientos y así ave- además los encontramos en los numerosos cerros riguar la coetaneidad o no de los mismos. Las limitacio- cónicos aislados y elevaciones de menor porte. nes que impone la muestra de materiales cerámicos Otro factor importante para comprender el pobla- recuperados en la superficie de los yacimientos dificul- miento y, sobre todo, las relaciones con otros territorios tan la realización de una aproximación cronológica pre- de los grupos humanos asentados en la zona, es la faci- cisa y de una secuencia fiable, factor este al que hay lidad que para las comunicaciones ofrece la planicie que sumar el escaso nivel de conocimiento y sistemati- manchega, en la que no existen apenas obstáculos y zación que todavía tenemos sobre las producciones los ríos apenas marcan valles infranqueables y dispo- cerámicas centropeninsulares de la II Edad del Hierro, nen de vados en los que convergen los caminos de así como la todavía escasa muestra de fechas absolutas mayor tradición histórica. A través de estos vados cru- obtenidas en contextos cerrados. zaban los itinerarios más importantes de la comarca No disponemos de indicios inequívocos de la ocupa- como la Senda Galiana, la Cañada Real de Alcázar y la ción durante la I Edad del Hierro en la inmensa mayoría Cañada de los Hinojosos, esta última coincidente en de los asentamientos documentados en nuestro territo- parte con el antiguo Camino Real de Madrid a Valencia- rio, si bien es muy probable que, en realidad, este perio- Alicante-Cartagena (Viñas y Paz, 1951: 741-742) y con do se encuentre enmascarado en los asentamientos en una antigua vía romana que aprovecha un posible tra- llano de la II Edad del Hierro, al igual que ocurre en algu- zado previo. Es un hecho constatado que los vados son nos yacimientos de la Mesa de Ocaña (Urbina, 1997: puntos en torno a los cuales se concentran algunos de 542) o en los yacimientos excavados en Camuñas en el los poblados en llano más importantes de la II Edad del entorno del río Amarguillo, en los que se ha documen- Hierro tanto en la zona del Cigüela-Riansares (Domingo tado la ocupación durante las fases iniciales de la Edad et alii, 2007) como en la zona del Amarguillo. del Hierro (Rojas et alii, 2010). En muchos yacimientos de la zona, donde no existen en superficie evidencias Evolución del poblamiento entre la II Edad del Hierro y claras, la existencia de un periodo tan controvertido la Romanización como la I Edad del Hierro solo podrá confirmarse con Uno de los problemas que se plantean a la hora de rea- investigaciones más detalladas y de mayor alcance. lizar una aproximación a la evolución del poblamiento Por lo que se refiere a la localización y característi- durante la Edad del Hierro es la dificultad para precisar cas de los distintos enclaves conocidos, parece eviden- 10 I SIMPOSIO SOBRE CARPETANOS

te que, durante la II Edad del Hierro, la zona cuenta con mos incluir el yacimiento de Gúzquez de Villanueva de una ocupación tupida y estructurada territorialmente, Alcardete, un asentamiento con una potente ocupación sobre todo los márgenes de los principales ríos como el del Bronce Pleno, en el que se detectan evidencias de Cigüela, el Riansases, el Amarguillo y el Algodor, don- una ocupación posterior durante la II Edad del Hierro. de el control de los pasos, la proximidad al agua y la Es muy probable asimismo que exista continuidad colonización agrícola de las zonas llanas del entorno entre las fases de ocupación de la Edad del Bronce y el propician el establecimiento en llano de asentamientos periodo que nos ocupa en algunos yacimientos donde situados a distancias que, según las zonas, parecen res- se documentan evidencias de ambos. ponder a una cierta regularidad. La relación entre asentamientos de la Edad del Al igual que se ha observado en ciertos yacimientos Bronce y de la Edad del Hierro se observa también en del periodo final de la II Edad del Hierro situados en el aquellos yacimientos situados en lugares estratégicos Tajo central (Muñoz, 2002), algunos asentamientos se donde la altura, la visibilidad, el control de los pasos y encuentran junto a los vados de los ríos, coincidiendo la construcción de elementos que refuerzan el carácter en casos puntuales con la existencia de puentes de épo- defensivo de los emplazamientos, tales como fosos o cas posteriores. Por ejemplo, en el caso de Pozo Villare- murallas, son características comunes. Asentamientos jo II, en Villanueva de Alcardete, el yacimiento se en altura de la II Edad del Hierro solo se han localizado encuentra junto al Puente Clemente, obra de origen 15 dentro del ámbito de estudio. A este grupo corres- romano que sirve de paso a la Cañada de los Hinojosos. ponden enclaves que no presentan grandes dimensio- En el caso de El Cervero I, en La Puebla de Almoradiel, nes como Albardinal y El Pradejón en Villanueva de el asentamiento se sitúa cerca del denominado Puente Alcardete, asentados en espolones rocosos con trazas Viejo, que sirve de paso a la Cañada Real de Alcázar. de disponer de foso en ambos casos y, seguramente, También en La Puebla de Almoradiel, próximo al asen- muralla perimetral en el segundo. Dentro de este grupo tamiento de Almoradiel, se encuentra el Puente del también se encontrarían asentamientos como el Cerro Molino del Pintado, también con origen romano. del Castillo de Cabezamesada, Castilnovo en Turleque o Frente a lo que venía considerándose excepcional Cerro de Tirez (Figura 6) y Romeral en Villacañas. Tan hace escasamente una década, cada vez son más los solo el asentamiento amurallado de Cerro del Gollino yacimientos documentados en el ámbito cultural carpe- presenta dimensiones suficientes como para ser consi- tano que se encuentran situados en llano. Tal es así que derado dentro de la categoría de los grandes asenta- se ha llegado a proponer que este tipo de asentamien- mientos fortificados en altura, con la consideración de tos, en los que no se advierte preocupación por los oppidum. Con otras connotaciones encontramos tam- aspectos defensivos, fueron esenciales en la articula- bién otros asentamientos en altura situados en puntos ción del poblamiento y en el marco de unas estrategias destacados de las sierras y que obedecen a la necesi- económicas de colonización agropecuaria muy concre- dad de un control visual mucho más amplio. tas, mientras que los poblados en altura provistos de A tenor de los materiales documentados en superfi- construcciones defensivas responden a eventuales cie, nada se puede decir con precisión sobre los límites situaciones de riesgo e inestabilidad (Urbina, 2000; cronológicos de la ocupación de los enclaves en altura, Urbina y Morín, 2005: 108). aunque la presencia de algunos materiales, nos permi- Un tipo característico de asentamientos en llano que ten remontarlos al menos hasta el siglo III a.C., sin que se encuentran durante la II Edad del Hierro en la región tengamos más indicios cronológicos fiables. Lo único manchega son aquellos que aprovechan parte de las que si resulta cierto es que estos emplazamientos care- construcciones pétreas de los establecimientos de la cen de ocupación durante la época romana y probable- Edad del Bronce y más concretamente de las motillas mente fueron abandonados a finales del s. II o princi- (López, 1987: 345-346). El ejemplo más evidente dentro pios del s. I a.C. de nuestro ámbito de estudio es la motilla de El Con el avance de la conquista romana en la Meseta Morrión (El Toboso) (Ruiz Taboada, 1994), donde existe Sur, parece que se produce un fenómeno de concentra- un extenso asentamiento en llano de la II Edad del Hie- ción del hábitat y fortificación de los poblados en la rro en el entorno de la construcción de la Edad del zona que transitan los ríos Riansares y Cigüela. En este Bronce y otros dos más en las proximidades. También sentido pueden interpretarse poblados fortificados de dentro de este tipo de asentamientos en llano, podría- cierta envergadura como Cerro del Gollino (Santos et LUIS ANDRÉS DOMINGO PUERTAS / La Carpetania Meridional: el poblamiento durante la II Edad del Hierro en el interfluvio Riansares-Cigüela de 11 La Mancha toledana

Fig. 6.- Vista del yacimiento forti- ficado del Cerro Tirez en Villaca- ñas. alii, 1990), en la margen derecha del Riansares, y Fosos la Cruz, Albardinal o El Pradejón, por citar solo los situa- de Bayona (Gras et alii, 1984; Mena et alii, 1987), en el dos en el entorno del Cigüela, conviven con estos gran- valle de Cigüela, aguas arriba de la zona que nos ocu- des núcleos surgidos eventualmente en el marco de la pa. También en este contexto cabe considerar otro inestabilidad de finales del s. III y del s. II a.C. y respon- asentamiento estudiado por nosotros, el Cerro de la den a soluciones concretas desarrolladas dentro de una Cruz de La Puebla de Almenara (Cuenca), del que pre- estructuración territorial más amplia. sentamos los primeros resultados en este Simposio. Tras las acciones dirigidas por los cartagineses (Poli- Las dificultades para fechar con exactitud la ocupa- bio III, 14 y X, 7; Livio XXI, 5 y 9), en primer lugar, y por ción de los yacimientos en altura no impiden conside- los romanos (Livio XXXV, 7 y 22; XXXIX, 30, y XL, 30), rar la posibilidad de que su ocupación tenga alguna más tarde, las fuentes literarias de la época nos hablan relación con este momento de general fortificación y de la inseguridad y la inestabilidad generalizada en el elección de emplazamientos con criterios defensivos en ámbito carpetano, coincidiendo especialmente con el el contexto de un clima de inseguridad derivado, prime- segundo y tercer cuarto del siglo II a.C., en el contexto ro, de las incursiones de púnicos y romanos y, después, de las guerras celtibéricas y lusitanas. Apiano da cuen- de las razzias de otros pueblos indígenas y el acantona- ta de sucesivas noticias en las que la Carpetania es miento de ejércitos romanos durante las guerras celtí- escenario de ataques y saqueos sistemáticos por parte bero-lusitanas. La concentración del hábitat y los fenó- de los pueblos que se encuentran en rebeldía contra menos de fortificación que se han inferido de la presen- Roma: de los vacceos (Iber. L-LII), primeramente, y de cia de los grandes asentamientos amurallados como los lusitanos acaudillados por Viriato, después (Iber. Cerro del Gollino o Fosos de Bayona durante el siglo II LXIV, LXX). En consecuencia, las tropas romanas envia- a.C., a nuestro juicio, no excluye la pervivencia de otros das para combatir a dichos pueblos atraviesan una y enclaves de menor rango en zonas relativamente aleja- otra vez la Carpetania y utilizan sus territorios para esta- das de estos, pues no parece lógico que el territorio se blecer sus cuarteles de invierno (Apiano, Iber. LXXXIII). despoblase de forma tan masiva, aunque el reducido De lo anterior, podría inferirse que, durante el siglo número de asentamientos en altura dentro de un terri- II y la primera mitad del siglo I a.C., la política de Roma torio tan sumamente amplio sugiere que la conmoción en los territorios de la Carpetania no interfirió directa- debió ser considerable. Da la impresión de que los mente en la ordenación del poblamiento, pues más pequeños asentamientos fortificados como el Cerro de bien parece que este se rige por dinámicas autóctonas 12 I SIMPOSIO SOBRE CARPETANOS

de reacción ante la inestabilidad generada por agentes petania, condujeron a la racionalización de las explota- externos, bien sean los ejércitos romanos o los pueblos ciones agrícolas y los centros de producción a través de indígenas limítrofes. No parece que Roma tanga en la implantación de asentamientos rurales, auténticas esas décadas intención de desarrollar una política de células de producción agropecuaria dependientes de estructuración territorial basada en la ciudad como los centros urbanos principales. Los asentamientos en célula de control del territorio. El persistente carácter llano que pervivieron debieron depender administrati- indígena de los asentamientos que se mantienen o que vamente, durante la etapa altoimperial, de las ciudades se crean durante el periodo republicano así parece que se encuentran entre el Tajo y el Guadiana, como ponerlo de manifiesto. Por otra parte, la presencia de Segobriga y Consabura, en virtud de su proximidad y objetos de importación, como la cerámica Campanien- de la fácil comunicación a través de los caminos que se hallada en algunos yacimientos de la Meseta Sur, recorren la llanura manchega. entre los que cabe contar el Cerro de la Cruz (Puebla de Almenara), no es más que una evidencia de que el trá- fico comercial de productos foráneos sigue producién- dose al igual que había ocurrido con la cerámica griega BIBLIOGRAFÍA de importación durante el siglo IV a.C. o la cerámica de barniz rojo durante el siglo III a.C. ALMAGRO GORBEA, M.; DE LA ROSA, R. (1991): “Prospección Se observa que, una vez que la inestabilidad en la arqueológica del Valle del Tajuña: Morata de Tajuña”. Estudios de Prehistoria y Arqueología Madrileña, 7: 127- zona va desapareciendo, los asentamientos en llano 168. vuelven de nuevo a revitalizarse, no porque Roma ALMAGRO GORBEA, M.; BENITO-LÓPEZ, E. 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Es a partir de este momento, cuando podemos “Palomar de Pintado (Villafranca de los Caballeros, Tole- do): Un proyecto de formación académica, investigación hablar de territorios controlados desde las incipientes y revalorización de un yacimiento arqueológico”. Traba- ciudades impulsadas por Roma y de núcleos menores jos de Prehistoria, 57, 2: 147-160. especializados en la producción agrícola y ganadera, DÁVILA, A. (2007): “La Edad del Hierro en el bajo valle del rio Henares: territorio y asentamientos”. En Estudios sobre dependientes de las primeras y, en muchos casos, la Edad del Hierro en la Carpetania. Zona Arqueológica, adaptación a las nuevas circunstancias de los asenta- 10, Volumen I: 88-134. mientos indígenas que operan como asentamientos de DOMINGO PUERTAS, L. A.; MAGARIÑOS SÁNCHEZ, J. M. y ALDECOA QUINTANA, M. A. 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