SEDUCIDASY ROBADAS. APUNTESJUDICIALES Y EXTRAJUDICIALES SOBRE EL RAPTO EN EL SIGLO XIX José Ramón Narváez Hernández*

ilfucho me gusta la plata, pero más me gusta el lustre, por eso cargo mi reata pa la nilrjer que me guste. (Igtmcio A.lnt2uel Al!amirano, El Zorro, {S&)

SUMARIO: I. Antecedentes seductores; II. Vkjos argumentos; III. Seducciones y engaños. IV Cónzplices, celestinas o rest@s; Y Argumentaciones judiciales; VI. De novela; W. De la realidad a la literatura; VIII. Algunas reflexiones finales.

Riquísimo resultó el Archivo de la Suprema Corte de Justicia de la Nación en el descubrimiento de formas, casos y degeneraciones sobre el rapto de mujeres en la edad del romanticismo. El auge de este peculiar y curioso delito nos llevó a descubrir en algunos casos una especie de arreglo prernatrimonial, y en otros simple- mente el juego de roles, actitudes y formas de los componentes de una sociedad que se abre a nuevos modos de convivencia extramatrimoniales, pero que siente la necesidad de proteger una institución que en el Ancien Régime era tutelada por la Iglesia. Con la laicización del matrimonio esta especie de "resistencia a la ley civil"' resulta interesante para indagar cómo se las arreglaban los jueces de la época para dirimir (muchas veces no sólo con base en una ley, y casi nunca con ayuda de los códigos) las cuestiones de seducción, engaño, robo y uso de doncellas y otras que no lo eran tanto.

* Suprema Corte de Justicia de la Nación. Sobre el concepto de 'Resistencia civil' de la sociedad a la ley: Lorente Sariñena, Marta, "Las resistencias a la Ley en el primer Constitucionalismo", en Cui~~fert~fisdclItf).riti~tc de Iirc~e~r~~~~cirii~e.s J~tridicus,México, 1998. El siglo XK se distingue por su romanticismo y convulsión social, cuestiones que afectaron la vida pri~ada.~Tal vez sea ésta la razón de la explosión de casos de rapto en los archivos penales, en concreto en el Archivo de Asuntos Penales de la Suprema Corte de Justicia de la Nación. Donde nos llama de inmediato la atención que la mayoría de las causas se concentran en los años 1864-1865;es decir, en el periodo del Segundo Imperio, representado por las Bguras, rodeadas de mitificación, de , personajes que eran materia de historias roman- ceadas y coloreadas por la poesía de la época. Pero, además, los casos se concentran en lo que entonces eran los Distritos lo. y 20.) hoy Estado de México y algunas zonas del Estado de Hidalgo. Toluca, Otumba y Temascaltepec son los poblados con más casos de mujeres seducidas y robadas, jsignifica tal vez la imposibilidad de un control eficaz de las auto- ridades en un periodo turbulento y de conatos de guerra civilt, jquizá la efervescencia de la época afrancesada, que trasmitía en novelas y poesías los ideales de una edad del triunfo del amor libre e intenso6 En muchos de los asuntos revisados observamos que al rapto sucede el estupro y no la violación, y también que suele apellidársele seducción, tal vez para que no diera origen a confusiones con el secuestro (en un caso encontramos que se utilizó también esta palabra para designar al rapto). Al menos en México, en el ámbito legal y coloquial, el rapto4 significaba siempre la "sustracción ilegal de una persona de la casa paterna o de quien tenía a su cargo la guarda o custodia de la persona sustraída". Así que se las robaban seduciéndolas; pero aquí los márgenes son amplísimos porque para que al menos se presuma el rapto basta que la

2 Interesante resulta la lectura de obras de la denominada corriente de la Historia Social, que arrojan reflexiones sobre el estilo de vida de una sociedad, vid. Duby, George, l-listorirz de b vida privada. El individuo en la Europa fiiidnl, Barcelona, Taurus, 1991. 3 El primer caso que encontramos se dio en Guadalajara en 1827 y se refiere al rapto de Ignacia Andrade, casada con Francisco Santoyo, un general retirado. Este caso parece más una afrenta hacia el militar que un verdadero rapto por amor (AHSCJN, Asuntos Penales, Sentencia, Ano 1827, Expediente 31, Caja 1). En el Fuero militar, el Coronel Juan de Dios Lascano rapró a María Josefa Medina Celi, juicio que se llevó ante la primera sala penal de Ciudad de México (AHSCJN, Asuntos Penales, Sentencia, Año 1830, Expediente 81, Caja 3, f. 16 y SS.) 4 Sobre el rapto en Mixico, ver el estudio de Porte Petit Candaudap, Celestino, Ensayo dogn~ci"iico del deliro de rnyte propio, 2a. ed., México, Trillas, 1984. sustracción sea consentida o contra la voluntad de la sustraída, es decir que basta el robo para presumir el rapto, y basta el rapto para presumir la seducción. Es una época en la que las doncellas se suponen todas castas e ingenuas y el varón asume toda la carga de la prueba en contrario, que la mayoría de las veces se resume en la objeción de obrar con el consen- timiento de la moza. Es una sociedad que conoce la diferente respuesta de los géneros a los llamados de la naturaleza, pero que, por otxo lado, se siente con la obligación de proteger el interés de los padres o tutores15 que esperan ver a sus hijas o pupilas bien casadas antes de salirse de su casa. Si bien es cierto que los jueces recalcan en varias ocasiones que el delito de rapto, por su naturaleza privada, protege como bien jurídico este interés de los padres, también lo es que detrás de la protección de este bien están otros de orden social, unos endógenos y otros exógenos. Se trata, en concreto, del prestigio, el honor o la buena Fama de la fami- lia, así como de la obligación de la sociedad de velar por las nuevas uniones; de hecho, el matrimonio está todo planteado en ese sentido: los testigos fungen como representantes de la sociedad, frente a la que se presentan los esposos con el fin de que ésta los proteja y de la que, a su vez, se comprometen a ser una pequeña parte. Podemos sugerir que el rapto tiene connotaciones sociales (como todo delito) porque no solamente se escapan doncellas o mozalbetes singles, sino también casadas con solteros y casados con solteras, cuestión que ataca el orden, el decoro y la seguridad de una sociedad que vela por la fidelidad de las parejas. Otros elementos que decoran la trama, tan salpicada de enredos, de las mujeres seducidas y robadas, son los cómplices, que no faltan a su

"Aun si Foucault ha dejado ver que en cierta medida es una sociedad hipócrita que se debate entre el descubrimierito del sexo, la mala interpretación de la libertad y una conciencia mas moraloide que moral, vid. entre otras de sus obras, G//nnorrmlk mrso u/ Coilége de Frdnie (./?74-l?7j), Milano, Feltrinelli, 2000, Sobre la condición sexual del XIX, entre el rosa del romanticismo y el rojo del erotismo burgués, vid. Hobsbawn, Eric J., II Trionfódel/a borghcsid(1848-18751, Larerra, Roma-Ban, 2003. fiinción de picaros que favorecen el rapto en cada caso, pero que, una ver que los hgiUvos encuenuan el cobijo cálido del matrimonio, se convier- ten en los testigos de la feliz y novel unión. Pasemos a analizar la naturaleza de este delito.

Una cuestión que salta a la vista del investigador curioso al descubrir aquel periodo transitorio6de la historia de nuestro derecho que heel siglo XIX es la utilización de krences extralegales, si bien al final la sentencia se fundamenta can base en ley procesal. Tengamos en cuenta que es un delito que hasta el día de hoy tiene que ver con la Iranaral~ili~l~~dde una persona y/o de una familia; adernás de la integridad sexual, nos encontram.os con los contenidos de moral y buena conducta ya sea del acusado, ya sea de la víctima. No es extraño entonces que el juez utilice fuentes y argumentos de viejo cuño, entre los que la referencia directa e indirecta más importante son las Siete Partidds. La Séptima Partida hablaba ya "De los que yacen con mujeres de orden o con viudas que vivan honescamcxlte en su casa o con vírgenes por halago, o por engaño"."Alfonso X determina estas conductas ilícitas como fruto de la faalta de castidad y, por ende, producto de la lujuria:. "Gravemente yerran los hombres que tratan de corromper a las mujeres religiosas ... hace11 gran maldad aquellos que fuerzan con engaño o lialago o de otra manera las nlujeres virgenes o las viudas que son de buena fama y viven honestamente y mayormente cuando son huéspedes en casa

'' Concepto pmpuest~por María del Ilefugio Goazalez (f:liícrc.tkrriililcs lIlr'sito 18 ? t - 1S;l i\/~i~rrtc~ l7rlrrr \a cwfio, Mgxicn, UNANi, 1988). Es el derecho que rige cn una ctapa en la yuc la pt'ictpci611 del rnisniu derrchci, de1 sisrcrna jurídico y pnlíciro y de la mlsmii sacisdrid, coinicznzan cnnibiar, por lo que se elabora una esnircturs jurídica rlll Itor para clespcdir (e1 d~rt~rlioiinrciioi y 'rccihir' al que ha de ¡legar. La rransicifiri, en sentido arnplin, ciirrtspoiicic al iiindt~rnisiiiciy (.ti scriridr) t3strictocurrespuiide al dererho iiiodrrno, ri la Cpoca yur pudrinrno*; Ilnmsr me idrinisiriia. Miii*li:t$ veces se puede encontrar el térmiiio rnridernisn.io riferido a la rnodrrnuat i¿ti pn Amt-rica 1,iititi:l Y c[uc no nccecariaiiier~trse da eti el s. XIX (ver; Renedetu, Mnrio, Sulylt~\rtrrtilLii1 lerrrl. tic1 rl~rrib;i, Madnd, Alianza Editorbl, 1487) 7 Las S~refnnidri.c ,&atf+c\ pi7r el li~csrrri~i~lI;rtgr1r1ci l.+e.-, Salarnanca, Andrra I'ortiriariis, I+sS,Hd. facsrmilar, Scteiia Partida, Tirulo XIX, pp. 70.71. Adecuamas la escritura, para su mejril cam~rensión,al castellano co~itemporiíneu. de sus padres o de o de los otros que hacen esto usando en casa de sus amigos y no se puede excusar que el que yaciere con una mujer de estas que no hizo gran yerro aún si lo hizo con placer de ella y no haciendo fuerza. Pues según dicen los sabios antiguos, es una manera de fuerza el halagar a las mujeres sobredichas, con promesas vanas, haciéndolas hacer maldad con sus cuerpos, y aquellos que traen esta manera más yerran que si lo hicieran por la fue~a".'Y continúa la segunda ley de este titulo explicando que, al. consignarlos ante el juez y probar su culpa: Si quien lo hiciera fuese hombre honrado debe perder la mitad de todos sus bienes y deben pasar a ser de la cámara del Rey. Y si fuese hombre vil debe ser azotado públicamente y desterrado en alguna isla por cinco años. Pero si fuese siervo o sirviente de casa aquel que sonsacase o corrompiese algunas de las mujeres sobredichas debe ser quemado por ende, mas si la mujer que algún hombre corrompiese no fuese religiosa, ni virgen, ni viuda, ni de buena fama, mas fuese alguna otra mujer vil, pues entonces decimos que no le deben dar pena si no la forzó.g El titulo siguiente de la Séptima Partida, sobre el tema que nos ocupa, se denomina: "De los que fuerzan, o llevan robadas las vírgenes, o las mujeres de orden, o las viudas que viven honestamente"." En él nos dice don Alfonso que: "Atrevimiento muy grande hacen los hombres que se aventuran a forzar a las mujeres, y mayormente cuando son de orden o viudas, o vírgenes que hacen buena vida en sus casas. Donde pues en el titulo anterior de los que por halago y/o por engaño las corrompen, queremos en este decir de los que pasan a ellas por fuerza o se las llevanJJ." Explica además el tipo de fuerza, cómo la utilizan y los que ayudan en el uso de esta fuerza. A nosotros aquí nos interesan las agravantes: Forzar o robar mujer virgen o casada o religiosa o viuda que viva hones- tamente en su casa, yerro y nialdad muy grande por dos razones. La primera porque la Fuerza es hecha sobre personas que viven honestamente ... la segunda es que hacen muy grande deshonra a los parientes de la mujer

Idem, 1.c~1. Be rdzoneh pofilrre llerrun 1~7sIiombrc*> prdvctri~.ntc ryuf )1d~~7riioii ids rrriricrcs sobredichas. V l&m, Ley 11. Qiiih yller/t' dilrsur di que $L)=11rdion &?/gllll~ik /il.* mlr/ctch ~~~hrctii~/li?:~. "' Itirm, Título XX, pp. 71-72 '' lbidem. 454 HISTORIADE LA JUSTICIA EN ~CO,SIGLOS XD( Y a

forzada, y muy grande atrevimiento contra el señor, forzándola en desprecio del señor de la tierra donde es hecho. Donde pues según derecho deben ser escarmentados los que hacen fuerza en las cosas ajenas mucho más lo deben ser los que fuerzan personas y mayormente los que hacen contra aquellos que de su uso dijimos, esta Fuerza se puede hacer en dos maneras: la primera con armas, la segunda sin ellas.12 Las Partidas son un documento lleno de sentido común y de casuís- ica que, dando flexibilidad a la ley y mucha discrecionalidad al juzga- lor, de alguna manera se presenta como un verdadero estatuto de protección le derechos.13 La última Ley del titulo XX de las Partidas detalla la pena para el aptor: "Robando algún hombre a alguna mujer ... si le fuere probado en uicio debe morir... (con excepción) si ella de su agrado casase con el que ;e la robó o forzó, no habiendo otro marido." En caso de que el raptor iiera ajusticiado, sus bienes pasaban a ser de la víctima; en cambio, si se :asaban y los padres no lo habían consentido, pasaban a ser de estos iltimos; en el caso de que hubieran consentido, pasaban a ser de la :ámara del Rey, pero de ahí se tomaban la dote y las arras.14Los cómplices -ecibíanla misma pena. En el caso de mala fama de la víctima y otras cir- xnstancias atenuantes, se daba discrecionalidad al juez para que

:esolviera. l5 Como hemos visto, las Siete Partidas no utilizan el término rapto [del latin raptus), porque éste describe una situación más compleja, y rn la que pueden concurrir varios delitos o tentativas de delitos, como lo marcan los códigos penales modernos.16

12 Idem, Ley I. Que fuerza es esta que hacen los hombres a las mujeres y cuantas maneras son de ella. l3 Cfr. Cerda Ruiz-Funes, Joaquín, Consideraciones sobre cl hombre y sus derechos en las Partidas de Alfinso X el Sabio, Murcia, Publicaciones de la Universidad de Murcia, 1967. l4 Idem. Ley 111. Que pena merecen los que forzacen alguna de las mujeres sobredichas y los ayudadores de ellos. l5 lbidem. '~ncontramoslegislado el rapto algunas veces como 'Delito contra las buenas costumbres y el orden de , como en el caso de Uruguay; como un delito contra la libertad, en Italia, Alemania y Holanda; en Austria como delito de violencia pública; en Francia y Béigica como delito contra el orden familiar. El primer antecedente del rapto se da en Roma, en el siglo VI d.c., con la Lex Iulia de Ad~lteriis.'~César Augusto, informado del rapto y estupro de su hija, la confina en una isla condenándola al ostracismo. Fue Constantino el primero en distinguir entre el rapto y la violación; en e1 derecho romano se castigaba con la muerte, aun mediando el consen- timiento de la víctima, pero no el del padre o viceversa, y se prohibía el matrimonio entre el raptor y su víctima, cuestión que pasó tal cual al Corpus Iuris de Justiniano. El FuaroJuzgo castigaba este delito con la pérdida de todos los bienes, la prohibición de contraer matrimonio, azotes públicos y la reduccibn a estado de servitud del raptor a favor de la vícti- ma, del marido o del padre de la misma; si el rapto no iba más allá solo se perdía Ia mitad de los bienes. El Fuero Real, en cambio, establecía la pena de muerte si había abuso carnal, pero si no, el raptor pasaba a ser siervo. En Francia, las Ordenanzas de Blois también castigaban el delito con la nzuerte; bajo ellas, en 1738, el marqués Tavanne Mirebel fue condenado por raptar a su sobrina, mademoiselle Brun; en 1748 moría en la horca el conde Lois La Bruyere de Maillac, por el mismo delit~.'~ Los casos que a continuación veremos se distinguen por la variedad de matices que rodean al hecho de la sustracción (ubductio) de mujeres mexicanas, que no necesariamente se identifican en el hecho único del rapto. En ellos esta conducta delictuosa es el eje en el que giran amores, traiciones, malos cntendidos, y muchas veces desgraciadamente abusos y engaños.

Sucedió en Texcoco, en el verano de 1864. José Alvino "visitaba con frecuencia la casa de D. José J.imas (Padre de la víctima, Jimena Limas)", quien estaba de acuerdo en que José se casara con la hija adoptiva,

------" Maid~nadode Elizalde, Eugenia, Le.v lu/ra de fi10"rdnrlis Ord'inilfu~.LLE,>~S de [aniilin dtl emptrddor César Augiüio, en Anuario Mexicano de Historia del Dtrcih~,vol m, (de 30 de mayo de 2007, hcrp:llw.w.w.~uridicas.unam.mx/p~~blical~~d~. l8 Irupeta Goyena. José. "Del Rapto", en Del;ro,s contrn In libtrrddde ~ulto,, rnpo r~ cruuio crvil, Montevideo, Casa A. Llarreiro y Ramos, 1932, p. 37. Hermenegilda, pero éste, "abusando de la confianza que le dispensaba usó carnalmente de Jimena, que era doncella, y la sedujo para que se separara de su casa y se fuera a vivir con él en ilícitas relaciones...". Alvino argumentó en su favor que la "robada se hede su casa voluntariamente", aunque ella dijo que "consintió en írse cediendo a las amenazas que el acu- sado le prodigóJJ.Después resultó quc: el acusado había tenido también relaciones ilícitas con la hermana, Hermenegilda. E1 Juez se preguntaba si el padre se consrituyó como parte, porque el delito de rapto se instruye a petición de parte y no de oficio.I9 $Qué sucedió¿ José Alvino era novio oficial de Hermenegilda, pero muy probablemente aprovechaba para enamorar también a Jimena, a quien convenció de salirse con él, cosa que ella hizo de propia volunrad. Hexrnenegilda, sabido lo anterior, confesó (o inventó) que ella también había sido seducida en su ocasiíin por el Sr. Alvino, su prometido. Seguramente se llegó a un acuerdo entre las partes; lo más probable es que José y Jimena se hayan casado, porque el. señor Limas, padre de las ofendidas, no volví6 a poner pie en el tribunal, con lo que la causa se archivó. En este caso lo que resalta es el abuso de confianza, es decir, el engaño con el que José Alvino aprovechó la situacihn para gozar de los favores de ambas hermanas. El juez lo explica literalmeilte: "abusando de la confianza... la sedujo", Escriche, eri su diccionario, explicaba que se denomina seductor "al que engaña con arte y maña y persuade al mal, pero se aplica particuIamente esta voz al que abusando de la inexperiencia o debilidad de una mujer, le arranca favores que sólo son lícitos en el matrimonio"." Por su parte, el notable penalista Caxraia opinaba que la seduccióii es el hecho de lograr poseer sexualmentc a una mujer honesta, fuera del matrimonio, sin que en la decisi6n de su voluntad haya intervenido facror alguno que le quite la espontaneidad." Carxara,

-." ..-. .. 1Y AHSCJ, Asuntos Periales, Sentencia, Afio 18h4, Expediente 2144, Caja 41, t 9 y S*. 20 Escriche, Diccionario razonado de legiihcirin civil, penal, iornrrrral y /orcnsr ron rircis dtl Lrtcho, nLirm k1 adiciones por e/ ii~enciadoJuunItudr(curz dc San Mipuzl, facsimil. Mkxico, UNPLM-IIJ. 1993, voz: seductor. '' Citado por Porte Pedt Candaudap. Celesruo. bbnpdogmari~u srihrc cl delito dc orriprc, México, Porrúa, 1982,4a. Ed., p. 30. además, contemplaba dentro de los engaños al chantaje de suicidio, y dentro de la violencia (en los casos estudiados se habla de 'rapto de fuerzaJ)al hipnotismo, los narcóticos y las bebidas embriagan te^.^^ Tal fue un caso sucedido en Toluca en 1865. Guadalupe Mejía es acusado de rapto y estupro de seducción (como específica la sentencia) de María Guadalupe Ysojo." Más tarde, la Suprema Corte de Justicia de la Nación, sobre la base de la experiencia aportada de estos casos, deterrni- naría que "la seducción es la maliciosa conducta lasciva encaminada a sobrexcitar sexualmente a la mujer o bien, el halago hacia la misma, destinado a vencer su resistencia psíquica o moral".24En este caso la parte ofendida, representada por la madre de la robada, otorgó el perdón al ofendido, con lo que seguramente todo terminó en un "y vivieron feli- ces por siempre". La seducción puede implicar el engaño, que en el periodo histórico en el que nos encontramos muy seguramente era la promesa de matrimonio o de una vida mejor. El engaño, nos dice Porte Petit, "es la maniobra que se realiza con el fin de que se crea lo que no es. El engaño, como medio para la ejecución del estupro, consiste en los artificios realizados con la finalidad de obtener ayuntamiento carnal".25 La Suprema Corte de Justicia de la Nación ha determinado que "el engaño es la tendenciosa actividad seguida por el agente activo del delito, para alterar la verdad y producir en el agente pasivo un estado de error, confusión o equivocación, para lograr la pretensión De aquí que muchos penalistas opinen que la seducción tiene un alto contenido sexual, y que, como metáfora, se emplee en otros sentidos. Cuando se da el caso de que al rapto sucede el estupro (como en la mayoría de los casos), y en éste hubo promesa de matrimonio, la Suprema

27 Citado por Irupeta Goyena, Bclitcs ... cit., p. 65. '"SCJN, Asuntos Penales, Sentencia, Año 1865, Expediente 2322, Caja 43, E. 5 y SS. 24 Scntanaric7 j~rdicialde/a Fcderuiiin, tomo XCIII, p. 2076. 25 Porte Petit, Ensayo dogmático ... cit., p. 31. 36 S~.munariojrrdiciulde Iu Fcdcraci~ítt,tomo XCIII, p. 2076. Corte nos dice: "Si en el sumario se probí, que entre el acusado y la ofendida hubo contacto carnal, que ésta era casta y honesta y como consecuencia de yacer con el acusado resultó embara7ada y que al aceptar la cópula la ofendida estuvo determinada por la promesa de matrimonio por parte del acusado, resulta inobjetable la resolución combatida al tener por establecida la certeza de estupro"." En la misma dirección, otro criterio nos dice "Si e1 reo confesó haber tenido relaciones sexuales con la ofei~dida,manifestando que sabía que no era virgen y que por eso, para lograr sus favores, primeramente la animó haciéndola su novia para casarse con ella y de esa manera Ilegó al fin que se propuso lo anterior pone en manifiesto que se valió de engaños y maquinaciones para lograr lo que quería".28Las promesas no cumplidas con las dispensas adelantadas sí tienen un efecto.

El primer caso de complicidad, en el archivo que consultarnos, es en la Ciudad de México. En 1853, Joaquín Villalobos se hizo ayudar por el señor Sánchez He~rera.~'Pero nuestro periodo, como sabemos, es el Segundo Imperio. Veamos. Sucedió en Toluca. Francisco Horcasitas fue acusado por "rapto, estupro y seducción de María GuLiérrezJ1,y José Dolores Romero por lenocinio, pues era quien "llevaba recados amorosos a la Gutiérre~".~' Aquí pareciera que el juez se extralimitó un poco en el delito de este último, quien si fomentaba las relaciones de los dos enamorados, pero, creernos, sin obtener lucro de ello; en fin, e1 redero también podía, como en el antiguo derecho, incurrir en delito de compiicidad, que estuvo a putito de valede a Romero, junto con el raptor, la pena de prisión, de no ser porque el padre de. la muchacha se desisti6 de su acusación, llegando a un acuerdo con el estuprador sobre la dote de su hija.

m--- ." -u" 27 Id~m,Sexta Época, Vol. XJI. p. 325. 28 Idem, Sexta Época, Segunda Parte, t. XXN. p. 58 ?Y AHSCJN, Asuntas Penales. Sentencia, Año 1853, Exped~entc1133. Caja 23, F. 5 y SS. 30 AHSCJN, Asuntos Penales, Sentencia, Año 1864, Expediente 2227, Caja 42, f. 6y $5. Los dos personajes salieron bajo fianza, con base en el art. 477 de la Ley de administración de justicia, y se sobreseyó la causa por tratarse de delitos "no perseguidos de oficio", cuestión que no hubiera sido posible tratándose de lenocinio. En otro caso, sucedido en Temascaltepec, Gelasio García y Santiago Archundia (quien en esta historia hará las veces de cómplice) son acusados del "rapto de fuerza de Candelaria Rodríguez". El señor García huyó, pero a Archundia sí lo pudieron detener y sobre el cayó, por algunas horas o días, todo el peso de la autoridad, aunque al final, una vez que como prueba sólo quedaba el dicho de la hermana de la quejosa, la cual decía que "Archundia acompañó una vez a García cuando intentó robarse a su hermana", la causa se archivó, el 13 de diciembre de 1864.31 Muy parecido le sucedió, en Otumba, a Juana González, acusada de complicidad en el "rapto de seducción" de Cristina Ángeles. Afortu- nadamente para aquélla, la parte ofendida se desistió, y, no habiendo "pruebas de la criminalidad de la acusada", la causa se sobreseyó el 23 de noviembre de 1864.33 También por el rumbo de Otumba, en el mismo año, Ruperto López, de 18 años de edad, soltero, jornalero, y originario de Nopaltepec, "sacó de su casa a Micaela Martinez con su consentimiento y la llevó a la Ciudad de Puebla, habiendo tenido con ella cópula carnal, si bien es cierto que ya entonces no era virgen. El acusado dice que en efecto se sacó a la Martinez de su casa pero no para sí, sino para Rafael Espejel, con quien la Martinez tenía relaciones amorosas; agregando que él les llevaba recados y que luego que aquella se salió con él se la entregó al citado Espejel. La Martínez le ha sostenido en formal careo al acusado que con él salió, por las relaciones que un tiempo atrás tenían y que lo hizo por la promesa que le había hecho de casarse". Aquí el supuesto recadero quiso quitarse toda responsabilidad, pero fue condenado a un año de obras públicas el 20 de septiembre de 1864.j3

AHSCJN, Asuntos Penales, Sentencia, Año 1864, Expediente 2234, Caja 42, f. 8 y SS. 32 AHSCJN, Asuntos Penales, Sentencia, Año 1864, Expediente 2298, Caja 43, f. 5 y SS. 33 AHSCJN, Asuntos Penales, Sentencia, Año 1864, Expediente 2078, Caja 40, f. 8 y SS. Una cuestión muy interesante de este caso, y que ya se reportaba como causa atenuante en el derecho antiguo, es el hecho de que la víctima no era más doncella a tales efectos. Los penalistas suelen distinguir como elementos (sean constitutivos o normativos) del delito de estupro, la castidad y la honestidad: la primera es la "abstención de los placeres sexuales no permitidos por la mientras que la segunda es "el recato y la correcta manera de conducirse en la vida Así, el Poder Judicial Federal opina en un caso en el que "Los elementos normativos de castidad y honestidad de la ofendida fueron apreciados discrecionalmente por el juzgador, estableciendo su existencia en forma circunstancial, en virtud de que la ofendida había observado buena conducta, puesto que se había abstenido hasta entonces de la práctica física de toda actividad sexual e ilícita, como lo acepta el ofendido al afirmar que su novia era doncella cuando realizó la cópula, indepen- dientemente de que nuestra Ley Penal no tutele la ~irginidad".~~Es decir que la virginidad, como suele decirse en plano psicosomático, no es necesariamente física.37 La castidad es una virtud, y a lo largo de las sentencias de la Suprema Corte nos damos cuenta de que pertenece al fuero interno, es decir, es un estado también de conciencia; en cambio, la honestidad es un valor socialmente reconocido: "La buena conducta es elemento normativo del tipo, que debe entenderse como comportamiento externo socialmente aceptable atenta moralidad media en el ámbito en que la mujer vive, independientemente de que en su vida haya habido la relación sexual esporádica que no es del conocimiento del medio en el que la mujer ~ive"."~ Por eso la incolumidad física de la víctima no tiene que ver con la honestidad ni con la castidad; es más, ni si quiera hace prueba plena.

34 Porte Pent, Ensnyo d~~qnrhico... cit., p. 32: 35 b a(? Scrnilri~7rillirri!icra/dc Ftderaiiht, Sexta Epoca, Segunda I'arte, c. VI, p. 142. /&ni, Sexta Epoca, Segunda Parte, t. XXXIV, p. 40. 37 No obstante la sentencia conocida de S. Jerónimo "Todo le es posible a Dios, menos rehacer una virginidad", aprovechamos para aclarar que doncella en estos casos (y en muchos códigos modernos Formalmente) equivale a virgen. '"diem, Sexta gpoea, Segunda Parte, t. XXN, p 56. "Si del certificado médico se concluye que la víctima presentaba reciente desfloración, ello engendra una fuerte presunción de su honestidad, pues aun cuando de manera directa esa prueba es idónea para comprobar que antes de los hechos la ofendida no había tenido relaciones sexuales, de manera indirecta sirve como indicio de su h~nestidad".~~ Aún la honestidad es vista por el juzgador mexicano como una vir- tud positiva: "El término honestidad hace necesaria referencia a una virtud positiva, a la conciencia del propio pudor, y tal estado moral y modo de conducta apegado a ese estado no deben atribuirse a la mujer de dieciocho años por la conciencia inherente que tiene de su pudor y dignidad personal".40También: El término honestidad hace necesaria referencia a una virtud positiva, a la conciencia del propio pudor, y tal estado moral y modo de conducta apegado a ese estado no deben sino atribuirse a la mujer de dieciocho años por la conciencia inherente que tiene de su pudor y dignidad personal. Por ello, incumbe al inculpado comprobar los hechos contrarios a la honestidad, para librarse de la responsabilidad penal, pues no es una mujer honesta aquella que no tiene una conducta adecuada a esa virtud: salidas nocturnas, tratos poco decorosos con varios hombres, abandono de la casa pater- na, Frecuentar o permanecer en la casa del amigo o en lugares de dudosa moralidad, son ejemplos de falta de honestidad; también es indiferente la actitud de vigilancia de los padres, que se quejan a veces de consecuencias de las cuales sólo ellos tienen la culpa y piden a la justicia lo que ellos debieron prever y evitar.41 El juez tiene entonces que evaluar cuestiones de fuero interno, porque Za circunstancia de que una mujer esté desflorada, no es antagó- nico de que al mismo tiempo sea casta y honestanJ4'aun si la desfloración data de un tiempo cuya fecha no se puede pre~isar.~" En otro caso de complicidad, sucedido en el poblado de Ixtlahuaca, nos encontramos con otra desafortunada celestina: Martina García, que ayudó en el rapto de Amada Velásquez, cometido por Norberto Ruiz.

,?Y I'icm, p. 59. 491cm, Sexta Época, Segunda Parte, t. XXXVII, p. 117. 41 Ihm, Sexta Época, Segunda Parte, t. LI, p. 53. 41 ldcm. Quinta Epoca, Primera Parte, t. LXXXIII, p. 778. 4"lfidem. 462 Mnom DE IAJUSI-ICU. EN MJWCO,SIGLOS XIX Y XX

Amada y Martina eran amigas, la primera le dijo a la segunda que se la iba a robar Norberto y ella se fugó con ambos. El tutor perdonó a la pareja, pero el tribuna1 fue severo y condenó a Martiria García a tres meses de cárcel, el 30 de noviembre de 1865, por andar de entr~rnetidu.~' Por último, en Toluca, el 24 de febrero de 1864, encontramos, acusados de complicidad, a José Salinas y José Trinidad, en el rapto hecho por Mariano García a María Cayelana. Parece ser que en este caso el raptor huy6 con su víctima y solo los cómplices tuvieron que pagar.'@

En un caso acaecido en Toluca, en donde León García fue acusado de rapto y estupro, y María de Jesús y Salvadora Salazar fueron acusadas de perjurio, el juez utilizó la "Doctrina práctica del Febrero de Tapia en su tratado de juicio criminal are. 2 cap. 1 no, 38", en la que se aclara que el estupro se persigue a petición de parte, por lo que el caso se sobreseyó, verificándose que "la acusación no fue plena" por parte de la madre de la ofendida. A las señoras, en cambio, no se les admiti6 "la discuIpa de la ignorancia", y se continuó con la causa en ese sentido; seguramente las dos habrán puesto en evidencia el rapto y la honorabilidad de la raptada, cuestión que el tribunal creyó oportuno, el 19 de octubre de 1864, seguir in~estigando.~"udiera parecer escandaloso que e1 rapto se perdone y una habladuría no, pero téngase en cuenta lo que al principio se dijo: era muy común que el rapta precediera al matrimonio, era una forma de eman- cipación de la mujer," que entonces no tenia otra opcion que pasar del fuero del padre al del marido.48 En otra sentencia se cita a Escriche. Es un caso que sucedió en Cuautidán. Cástulo Barrera fue acusado de rapm de seducción de hgeb

p., . .-- - 44 AIqSCJN, Asuntos Penales, Sentencia, Año 1865, Expediente 2429, Caja 44, F. 5 y 5.r. 45 AHSCJN, Asuntos Penales, Sentencia, A60 1865, Expedienre 1960, Cala 39, f. 7 y 5s. 46 AHSCJN, Asuntos Penales, Sentencia, Año 1864, Expediente 2261, Caja 43, f. 4 y sr. 47 Cfr. Gide, Pad, $tude sur la condirio~rpnvéc de la fimme, 1Za. Ed , Paris, L. Isrosc er ForceI, 1805. Cfr. Lo que hemos arrdm en: Cuando la nujcrno rxiiria. Lil mujer tne.viatm y la Codi~iibn,Qundcrni forenrini per h Storia dc1 pcnsiero piuridico moderno, no. XXIX, 2000. Durán, doncella de 16 años de edad, delito que resultó confesado, pero en el que consta también el consentimiento de la "rapita" (raptada). Final- mente la madre de ésta se desistió de la acusación, y el raptor y la raptada se casaron antes de cometer estupro, "siendo el delito de rapto de seduc- ción privado, pues como enseña Escriche en su art. rapto, los ofendidos realmente son los padres, tutores o maridos de las seducidas, de lo cual se deduce que no puede perseguirse de oficio" (14 de noviembre de 1864).49 En otro caso, muy complicado y lleno de aristas, el juez resuelve sobre la base de legislación antigua. La cuestión sucedi6 en Toluca, a Fran- cisco Reyes, por rapto y estupro de María Maldonado. La sentencia fue que Reyes otorgara una dote ds 25 pesos a la estuprada, y cumpliera un año de prisi6n. Reyes era casado, de profesión herrero, contaba con 33 años de edad, era originario de Ternascaltepec y vecino de Toluca. El padre de la víctima estaba molesto y ni siquiera concurrió al juicio, por lo que el juez orden6 informes sobre su calidad moral y, en su caso, se determinara el regreso de María al lado de él. La parte ofendida fue, por tanto, repre- sentada por la madre de la víctima, la señora Antonia Maldonado, a quien le sustrajeron no a una, sina a sus dos hijas, María, de 23 años, y Guadalupe, de 18. María se había ido de su casa estando de acuerdo con el. raptor, y Guadalupe la había alcanzado tiempo después porque "quería correr la misma suerte de su hermanaJJ. El juez determinó, en la sentencia de 11 de febrero de 1864, que "en el delito de estupro, el matrimonio o la dote a que se condena al. estupra- dor más que una verdadera pena es la reparación del daño sufrido, reparaciiin de interés puramente individual concepto expresamente consignado en las Ordenanzas del Real sitio de Aranjuez tit. 3O, cap. 9" ley 11, tit. lo, lib. 3" de la Novisima Recopilación y que revela.desde luego la 4a del tir. 29, lib. 2 de ese mismo código la que durante el juicio solo exige al estuprador caución de lo juzgado y sentenciado 6 lo que es

-- .." --.. - .- " AI-ISCJN, Asuneos Penalec, Sentencia, Año 1864, Expediente 2371, Caja 44, F. 8 y as. lo mismo del pago de la dote caso en el que no se consienta el matri- monio" y queda en depósito en el tribunal mientras el reo purga su pena. En el rapto de hija que "puede disponer de sí o mayor de 23 años si está consiente, solo ofende el derecho del padre de familia, derecho renun- ciable, sea que no se muestre parte (acuse) o sea que desista de la acusación. Como dice el Febrero mexicano tomo 7" art. estupro, Viílanova Gaston, L'imputation de la detention preventive Paris, Chavalier-Marescq. Nuestro juzgador leía doctrina francesa, tomo 3" observación 11 cap. 23, no. 10 y el Común de los criminalistas nada pertenece a la acción pública cuanto la mancebía o trato habitual carnal de personas libres antes de reincidencia (real orden de 2 de marzo de 1815 y circular de 10 de marzo de 1818) no es digna de más pena que el aper~ibimiento".~~ Se considera entonces que los verdaderos ofendidos son los padres, por lo ya comentado con anterioridad de que la mujer no se emancipaba jamás del todo, pasando de una potestad a otra, con la parte proporcional de los bienes familiares, llamada dote, y la cual recibía el marido. Una vez que la raptada había perdido el privilegio de casarse virgen, la dote corría por parte del estuprador (como en el derecho antiguo), pero, además, en este caso se consideraba una indemnización por el daño moral, no se espe- cifica si de los padres o de la raptada, o de ambos.

VI. DENOVELA En Temascaltepec también se daban los amores prohibidos: Cirilo Balbuena fue acusado del rapto de Dolores Maya, esta última soltera de 25 años de edad, quien "se separó de la casa de sus hermanas mayores con quienes vivía y se unió en ilícitas relaciones con el acusado ... se con- sidera que no hubo rapto sino simple amancebamiento con arreglo a lo dispuesto por la Real Orden de diez de marzo de 1808, amonestó muy severamente al atusado y a la Maya para su separación haciéndoles comprender que se procederá contra ellos, con todo el rigor del derecho

50 AHSCJN, Asuntos Penales, Sentencia, Año 1864, Expediente 1978, Caja 39, f. 16 y SS. si continuaran en sus relacionesJJ.Se considera que esta amonestación, de 23 de junio de 1864, equivale a un sobre~eimiento.~~El juez los conmi- na a que se separen, dando por desatendido el rapta y preocupado más por el escándalo de la relación ilicita, seguramente bajo la presión de las her- manas de la raptada para que ésta regresara a su casa, o bien, se casara. También en Ternascaltepec, Santos Porcayo raptii a Inés Mondragón y luego acudió con elIa al curato del pueblo a contraer matrimonio, sin permiso del padre de ella. El día del rapto, Inés se salió de su casa "y se dirigió a un paraje dónde la esperaban Porcayo y on-os dos individuos dirigiéndose todos al Curato donde la present6 ssin que el acusado hubiese tenido acceso carnal con ella". El juez considera "que no ha habido rapto", en la sentencia de 21 de julio de 1864.52 Una de las historias mis curiosas de este archivo la encontramos en Tenang~.~~Manuel Ortiz fue acusado "por rapto de fuerza y estupro de Benita Hernández, viuda de 23 años de edad, la cual perdono al raptor... (quien) se llevó de la pues 2 de la casa en que servía a Benita Hernández, dándole empollones y arnenazándola con un cuchillo, y habiéndola conducido a u11 monte, allí la uso carnalmente por la fuerza, según la con- fesi6n del reo. De las diligencias practicadas aparece que la Hexnández no goza de buena fama" En el acta en que se remite al Supremo T~ibunalel caso, se sugiere que el acusado (que fue absuelto en la primera instancia) sea condenado

5' AHSCJN, Asuntos Económicos, Sentencia, Año 1864, Expediente 22239, Caja 209, f. 6 y 5s. 52 AHSCJN, Asuncos Penales, Sentencia, hno 1364, Expediente 2080, Caja 40, F. 7 y S,. 53 Esre es otro de los sitios preferidos por los raptores, jncluso podríamos hablar de un. tentativo 'mapa del rapto en el Segundo Imyerlo'. En 1865 Pablo Lra, ayudado de un amigo, raptó a una muchacha cn ese poblado, la que ademas estaba casada, así que Fue senanciado por rapto y adulterio (AWCCJN, Asuntos Econ6rnicos. Sentencia, Año 1865, Expediente 1334, Caja 12, E. 5 y 5s.) En el mismo Msuico, Tenancingo, eri e¡ mismo año, Lorenzo Quirós aparece acusado di: rapto (AHSCJN, Asuntos Económicos, Sentencia, Aiio 1865, Expediente 1373, Cala 12, E. 7 y s.),En el mismo año, Cornelio Miiin se hizo ayudar por unos amigos para raptar a una chica de Toluca (AHSCJN, Asuntos Económicos, Sentencia, Año 1865, Expediente 1373, Caja 12, F. 6 y 5s.) De la misrna ciudad (para nuestro mapa), José Roberto es acusado de rapto y estupro (AHSCJN, Acentos Penales, Sentencia, Ano 1865, Expediente 2037, Caja 40, E. 7 y 5s.). Por úlarno, para terrniiiar de conformar esta geografía del crimen (entonces pertenecían a la misma demarcacion, Tulanchgo), Antonio Oivero y algunos amigos heron acusados de rapto (QHSCJN, Asuntos Penales, Sentencia, Aíio 1864, hpediente 2296, Caja 43, f. 7 y H.). a un afio de obras públicas. Pero la investigación da un giro inesperado en la revisión, pues si se considera atentamente el caso, que es objeto de esta causa, fácilmente se comprenderá que el acusado joven e inexperto y además apasionado, ha sido víctima de la malicia de una mujer viciosa y corrompida. Si Benita 1-Iedndez hubiese sido una muchacha timida y horirada no babiía inconvenielm en concederle verosimilitud a la acusación que hace contla Ore; pero a una mujer de edad regular, viuda, de mala vida que se presenta contando que un mozalbete hecapaz de arrebatársela Eorzándola por las calles del lugar a vista de las gentes, sin poderlo resistir ni dar grito, ni pedir auxilio, es una relación que tiene más visos de una fábula quc de verdad ... porque consta que había uric! tienda abierta y que se encontraron dos mujeres a quienes pudo pedir que avisasen, debemos creer que no fue su voluntad quejarse y que no quiso resistirse o impedir el rapto. De cualquier manera que se pueda inferir que la mujer consiente, el delito desaparece porque es esencial la resistencia de la robada ($1 y por eso la ley de Moisés que castigaba la violación o herza, rigurosamente exigía que la mujer diese gritos pidiendo auxilio contra d forrado: (Deuteronomio, cap. 22 nos. 24 y 27). Estas observaciones y las circunstancias de no haberse hecho consrar que la quejosa tuviese seííal aJguna de golpes en su cueqo y de destrozo en su ropa y la de no estar pro- bada la portacióri de la arma que se dice tenía Ortiz si bien no convencen plenamente de la inocencia de este, si son bastantes para fundar una duda tal respecto al cargo de violencia, que no sería prudente sujetar al reo a mas

Efectivamente, Ortiz sería puesto en libertad, y la honorabilidad de la señora Hernández, en duda. Resulta peculiar el hecho de que la semen- cia venga en algún modo fundada en la ley mosaica, tal vez como patrimonio moral y juridico no sólo de Occidente, sino ~niversal.~' Otro caso, sucedido nada menos que en la capjtal del ahora Estado de México, Toluca, es el siguiente; Catarino Martinez fue acusado de rapto y estupro de la seÍíorita Manuela Santana, "de las constancias resulta que la Santana se sepas6 voluntariamente de la casa de sus padres y se fue a vivir con el. acusado quien la estupró y en cuyo delito está confeso. El reo y la estuprada quieren contraer matrimonio y el padre de ésta esta coriforme con ello." Esta es una historia más de enamorados que

-- . . 54 WSCJN, Asuntos Penales, Sentencia, Año 1864, Expediente 2098, Caja 44, f. 9 y SS. S5 Cfi. vilf.oroToranzo, Luis, Del Derecho Hebreo al Derecho Soviérico. Ehsayos dc fi/osofra de flisrorirl dclDerccho, México, Escuela Libre de Derecho, 1989. llega a buen fin, a pesar de los inconvenientes y la necesidad de hacerlo a escondidas de los padres. Una cuestión nos llamó la atención y fue que, a pesar de la decisión de los futuros esposos y el consenso del padre, el tribunal creyó oportuno consignar en la sentencia de 31 de octubre de 1865, textualmente, que se imponía al reo "la obligación de casarse pronta- mente con la e~tuprada".'~Nuevamente el derecho antiguo se antepone al garantisimo moderno. A ojos de un contemporáneo esto pudiera resultar una aberración, un atentado contra la libertad de elegir estado civil; tal vez se podría argüir que así como existe una pena privativa de la libertad, en este caso podría aplicar la reconvención, pero estas son sólo disquisiciones jurídicas al margen de una love story del siglo XIX. Y seguimos en Toluca, en donde Manuel Barrón fue acusado del rapto y estupro de Julia Piedrasanta. Sin embargo, en el mismo proceso obraba causa contra Esteban Benítez por rapto y estupro de Dolores Piedrasanta, hermana de Julia, y a la que le fue peor que a ésta, porque consta en actas que Benítez ya había cometido "estupro inmaturoJ' en Catarina González, y además había raptado con anterioridad a una tal señorita Dominga N. La primera historia llegó a buen fin porque Manuel y Julia se casaron con el consentimiento de los padres de ella. El final de la segunda tuvo más bien matices de arreglo y disimulo, pues, según la sentencia, a Esteban y Dolores no se les pudo probar que "él la sacara o que ella se saliera a buscarlo" y, no habiendo acusación formal y visto que las dos ya no eran "impúberes", la causa se sobreseyó el 3 de mayo de 1865.57 También en las inmediaciones del primer distrito de México, en OtumbalS8el señor Apolinar Austria fue acusado del rapto de María Francisca. En la misma investigación resultó que no había delito porque ésta se "salió con el acusado y por voluntad de su casa: que se fue a otro

- AHSCJN, Asuntos Penales, Sentencia, Año 1865, Expediente 2404, Caja 44, f. 5 y ss. " AHSCJN, Asuntos Penales, Sentencia, Año 1865, Expediente 2449, Caja 45, f. 5 y ss. Punto geográfico escogido por los raptores; en 1864 José Genaro heacusado de rapto y estupro (AHSCJN, Asuntos Penales, Sentencia, Año 1864, Expediente 2157, Caja 41, f. 6 y 5s.). 468 WISTORIA DE LA JUSTICIAEN -col SIGLOSXIX Y XX

lugar y estuvo viviendo con él en relaciones ilícitas hasta que los aprehendieron". Aquí el problema no fue reaimente el rapto ni el estupro, sino que la atención del juzgador se desvió hacia Austria, que era casado. Se conformaría entonces la causa sobre la base de otro delito, el de adulterio; pero como éste es también perseguido a petición de parte y ni la madre de la ofendida ni la esposa del acusado se constituyeron como tales en el asunto, se dejó a Apolinar Austria en libertad bajo fianza, el 17 de agosto de 1865.5y Otra vez en Otumba, encontramos a Antonio Sandoval, que fuera acusado "por rapto de seducción de la joven María de los Santos pero como durante la averiguación la madre de la rapita se desistió de su acusación y tanto el procesado como la robada manifestaron que iban a casarse se sobreseyó la causa", el 29 de marzo de 1865.60 A través de estas sentencias vamos descubriendo una práctica que se hace coniún: el arreglo voluntario, que se da muchas veces entre perso- nas que acuerdan hacer una vida juntos, e incluso de modo legal, median- te el matrimonio. Seguramente en muchas ocasiones el novio no era del todo bien visto por los padres, que pretendían un prometido de mejor estatus6' o con algunas seguridades patrimoniales, o simplemente habían ya arreglado el matrimonio de su hija con algún conocido de probada moralidad y buena reputación, pero, como bien dicen, al corazón no hay quien le ordene lo que ha de hacer. Por supuesto, cada caso habrá sido distinto, a algunas muchachas les habrá ido bien y habrán encontrado, de un modo ilegal si se quiere, pero finalmente jurídico, la consagración de su amor; otras veces la habrán pasado mal porque no se llenaron sus expectativas, porque fueron seducidas y engañadas, o tal vez simplemente porque no tenían otra opción para emanciparse, pero recordemos que de lo malo es mejor lo menos malo. Encontramos entonces que por una parte se mezclan las

Sr AHSCJN, Asuntos Penales, Sentencia, Año 1865, Expediente 2505, Caja 46, f. 6 y ss. "' AHSCJN, Asuntos Penales, Sentencia, Año 1864, Expediente 2577, Caja 47, E. 5 y ss. " Sobre la conciencia de clase y estatus en el México decirnonónico: Las Cla,es socíales en Méxií~, 1la. Ed., México, Editorial Nurstro Tiempo, 1982. prudencias e imprudencias de los jóvenes con las imposiciones y liber- tades otorgadas por los padres, y por la otra el derecho, que aau de dirimir en la forma más justa" y encontrar en las tramas de la sociedad las valores que para la época y el lugar son los más importantes a proteger."

VII. DELA REALIDAD A LA LITERATURA Ignacio Manuel Altamirano escenifica espléndidamente en El Zarco," la historia de un rapto, que de hecho ocurre no muy lejos de donde nos movemos, en un tiempo en que Yautepec era también parte del Estado de México; la acción tiene lugar durante la Intervención Francesa, la fecha es también cercana: 1863. Manuelita, hija de buena familia y la mu- chacha más guapa de la zona, es caprichosa y ambiciosa. La madre no ve la hora en que puedan transferirse a México, en donde estarían más a salvo de las insidiosas fechorías de los maleantes de la zona, conocidos como Plate~ldos,y en especial del terrible Zarco; es por eso que ha dispuesto in~eriomenay se empefia cada momento en que Manuela se comprometa con un noble y honrado herrero, Nicolás, a lo que ésta se niega por con- siderarlo uno más. La noche antes de que la familia emprenda el viaje a la Ciudad de México, Manuela acuerda con su enamorado, nada menos que el Zarco, su rapto y la fuga hacia Xochimancas, guarida de los Plateados: Manuela: -jPodemos irnos lejos de este rumbo ... a donde no te conozcan para casarnos4

El Zarco: -Pero para eso sería preciso que te sacara yo de aquí, que te robara yo, que te fueras conmigo a Xochimancas mientras ... y después emprenderíamos el viaje a otra parte. Manuela: -Pues bien -replicó la joven resueltamenre, después de reflexionar iin momento-, puesto que no queda más que ese recurso, sácame de aquí, me iré contigo a donde

Sobrt la relacibn enrre pena y dignidad humana a lo largo de la historia, véase la lucicncc obra dc Cattaneo, Mano A., Penu, dirirro c dignirrt umnna, C;iappichdli. Torino, 1990. '" Aconseiarnos ampliamente la obra de Paolo C;rosci, Pritriu Ic:ionc di Binrto. Roma-Rari. Laterza, 2003, donde sc observa perfectamente que el derecho nacr de la sociedad y, como producto de ista, refleja sus valores. h4 Altamirano. Ignacio Maniiel, FIZL~~LY,México, Editores Mexicanos Ilnidos, 2W2. Idm, p. 41. 470 HISTORIADE LA JUSTICIA EN h&XICO, SIGLOS XD( Y XX

El Zarco llega acompañado de "otros tres jinetes, envueltos, como él, en sendas capas, y armados hasta los dientes ... (y aclara a Manuelita) -Son mis amigos, que han venido a acompañarme por lo que se ~Freciera~~.~~ Manuela deja una carta a su madre: "Perdóname, pero era preciso que hiciera lo que he hecho. Me voy con un hombre a quien quiero mucho, aunque no puedo casarme con él por ahora. No me llores porque soy feliz y que no nos persigan, porque es inútil"." La madre de Manuela busca el auxilio de Nicolás, el pretendiente desairado, quien responde de este modo: "-Pues bien, señora, yo estoy dispuesto a hacer lo que usted quiera, por más que parezca inútil la persecución, no tanto por la gente que acompaña al Zarco, sino por la voluntad terminante con que Manuelita lo ha seguido. Verdaderamente, no ha habido rapto". La madre responde ante un hecho innegable, porque sabe que si bien su hija se escapó por propia voluntad, todavía le queda el derecho a dar su aprobación para la emancipación, como madre de la fugada, a falta del padre: -Pero, $yo puedo consentir en que mi hija, por más loca de amor que esté, siga a un bandido< $Y mis derechos como madre¿". Ante este argumento jurídico (detrás está un razonamien- to consuetudinario que muestra muy bien Altamirano), el compadre de la madre de Manuela responde: "Sus derechos de usted como madre no pueden ser representados sino por la autoridad en este caso, careciendo usted de un pariente próximo (porque la madre es también mujer). Nosou-os ayudaremos a la autoridad, pero es necesario que ella sea quien ordene. jY cree usted que se atreverá con esos bandoleros, cuando apenas puede hacerse obedecer en la población<".68 Aparte de la falta de legitimidad de la autoridad, que no tenía los recursos para hacer frente al problema del bandolerismo, encontramos la necesidad de no hacerse justicia por propia mano, sino de obtener la 'ordenJ, en este caso del prefecto de la localidad, que tiene Funciones jurisdiccionales, y quien inmediatamente solicita, ante "el robo de una muchacha de Yautepec", la intervención del cuerpo del ejército que se

- 66 Idem, p. 60. 07 Idem, p. 66. " Idem, p. 69. encontraba ahí para que se aprehenda al raptor. El ejército logra bien poco, en cambio, una patrulla civil logra su cometido, el Zarco cae preso, Manuela con él; éste viene condenado a ser fusilado y después colgado, Manuela enloquece y al. final muere tanbien, presa de un arrebato de locura y un ataque cardiaco. Se podrá perfectamente intuir la moraleja de esta historia: los padres, por muy errados que estén, conocen un poco mejor la conveniencia en. los destinos de sus hijas; las hijas necias que sólo siguen sus impulsos terminan en manos de bandidos.

Seguramente la connotación del. rapto en nuestros días es muy distinta a la de aquel entonces, pues los valores sociales se han modificado, y en ello el derecho ha hecho su parte. Las virtudes siguen en su plano de fuero interno, pero, como en toda la historia, sirviendo de parárnetro y guía en el ámbito personal de quien sabe fomentarlas. En una sociedad como la nuesua (la mexicana), tan conformada y cimentada en la integridad femenina como base del hogar, el choque de la globalización, con la imagen cosificada de la mujer liberada de toda traba social y de todo prejuicio sexual odioso, libre de tabúes y de idiosincrasias moralizantes, es dificil predecir cuál será la función del derecho, pero muy probablemente deber6 estar preparado para afrontar la defensa de la integridad y dignidad de cada persona, mirando por una libertad responsable y no por una irresponsabilidad libertina, que se u-aduce en indiferencia legislativa.