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GUILLERMO PRIETO si ts SU¡RETRATO Y BIOGRAFIA o .'l CON EL JUICIO CRITICO DE SUS 03RAS

"¿i Poesías escogidas de varios autores So 5U J COLECCIONADA? BAJO LA DIRECCION DEL BR. G-ral- D- Vicente Riva Palacio, contando además, co'11 la bondadosa colaboración'de los Sres. Ignacio M. Altamirano,,Guillermo Prieto, Manuel Peredo, José M. Vigil, Josc M. Bandera, Juan de D. Pez a, Francisco Sosa, Joaquin Trejo, Hilarión Frías y Soto y otros de nues.tros más eminentes literato» de esta Capital y de los Estados.,

"BIBLIOTECA UNIVERSITARIA "Al n-vcs" LIBRERÍA LA ILUSTRACIÓN. FOND'" jbCANO -PRIMERA DE SANTOIDOMINGO.-12. f&tftPGT SOQA&íAS México, 15 de SeUembieftel885. ^323051 i GUILLERMO PRIETO.

HERMANO: Hoy se ha eclipsado por segunda vez para tí la estrella de tu buena fortuna. Quería el Editor de EL PARNASO MEXICA- NO que este tomo fuese precedido de un pró- logo de IGNACIO M. ALTAMIRANO. - Pero esto no lia sido posible, porque el erudito escritor, ocupado tal vez de otra obra, necesitaba algún tiempo para escribir la in- troducción de tu libro; el pórtico tenía que ser digno del admirable monumento que has levantado á la literatura nacional. Y como el público está impaciente por leer tus versos, y el Editor no podía aplazar su oferta de darlos á luz, no quedaban más que dos caminos: ó se daban al cajista sin introducción alguna, ó se encomendaba ésta al que estuviera más á la mano. Ese era yo: ya ves que el día en que acón- teció esto no lo puedes señalar con una lápi- Dejemos, Guillermo, esas poesías mages- da blanca en tu senda de gloria. tuosas de la India donde se enseñaba la más ¿Sabes por qué, conociendo esto y apre- absurda teogonia, donde la idea del dios ciando lo que perdías en el cambio acometí la único estaba envuelta en mil encarnaciones, empresa? en el perpetuo avalar de donde se produjo el Porque nadie lee los prólogos, y mucho politeísmo. menos los que yo escriba. Haz de cuenta La flor de loto saliendo de un mar, en cu- que tu obra nada lleva en su carátula, y que yas ondas de cristal se mece, encierra en'su quien la lea, pasando rápidamente estas pri- cáliz á Bracma, niño aún que duerme con el meras hojas, llega á contemplar admirado dedo pulgar en la boca; pero el Dios crece ese horizonte de luz que creó tu genio, esa es- hasta el cielo; interroga quién es el Dios con- pléndida aurora que brotó de tu alma de servador de lo criado, y brota de sus labios el poeta. espíritu azul, el yo, el Verbo, que constituye Porque tus poesías, Guillermo, son una la segunda encarnación, como en la trinidad magnífica salida de sol. cristiana. Y me pesa que Altamirano no haya podi- El huevo de oro roto en la última colpa, do escribir un estudio sobre ellas, porque la azucena acuática, los elefantes, los dioses, siento una curiosidad insaciable por saber todo el caos teológico de la poesía india, á qué siente con tus estrofas y qué piensa de donde mejor que en la poesía mosaica están ellas nuestro gran literato. indicados los períodos genésicos de la tierra, ¿En qué genero de literatura hubiera colo- todo el panteísmo de los poemas del Thibet, cado tus producciones? nada tienen de semejanza con tu libro que tengo á la vista. Quisiera yo tener su vasta erudición para poder suplirlo aquí ventajosamente; pero ago- Pasemos adelante, para que 110 se diga que tando mis pobres recuerdos históricos, espri- he hecho estas referencias pretendiendo apare- miendo mis cortas lecturas, yo no encuentro cer como erudito, cuando busco tan solo á ni en el pasado, ni en el presente, un género dónde encontraste las primeras íuentes de tu de arte á donde clasificar el tuyo. ins¿ iraeióu. ¿Sería en el arte egipcio, el primogénito en sus himnos: Lino, Orfeo, Amfion, Eumol- de la civilización salida ele las faldas de Hi- po, Melampo y Museo no fueron más que malaya? sacerdotes fundadores del politeismo. Ese pueblo que no adoraba más que á la Muerte, con sus geroglíficos donde la estética Después de la religión debía venir la mo- griega encontró más tarde el bajo-relieve y la ral, por eso vemos los versos dorados de Pitá- estatuaria, ese pueblo tan religioso, tan serio goras cantarse en las solemnidades públicas. y tan sin imaginación, no dejó más que sus La Grecia guerrera, la Grecia que en Tro- moles de piedra cortadas por el triángulo di- ya aprendió á conocer su fuerza, mezclaba en vino, y bajo las cuales sepultaba á un rey ó sus combates y sus odios á los dioses: Ho- á un buey; todo es igual. mero canta entonces las glorias del Olimpo y las glorias nacionales. Sobre el florón de marmol brotado en las Después vino Hesiodo, el cantor de la ca- costas del Mediterráneo y que se llama la bana y del hogar, y después un silencio de Grecia, zumbaron como las abejas que liba- dos siglos, durante el cual sólo surgen algu- ban la miel hiblea millares de poetas dulcí- nos poetas que modelaban sus cánticos pol- simos cuyos cánticos ondulan todavía en el los de sus antecesores, y cuyas obras se per- espacio de los tiempos, sin que hayan podi- dieron como se pierden siempre las imitacio- do arrebatarlos las tempestades de los si- nes en la literatura, y las copias en las artes. glos. Siguió el período de los gramáticos y do Mira, Guillermo, cómo sí nos hace falta los retóricos: Stesicoro cortando la oda en Altamirano: él, que se sabe de memoria los estrofas y épodos, Calino dando la medida de clásicos griegos, ya habría encontrado á cuál la elegía, Arion descubriendo el ditirambo, de ellos te semejas al cantar las glorias de ninguno de estos pudo darte, Guillermo, esa tu patria, y á quién has seguido en tus va riqueza de imágenes que hay en tus versos 1 ¡entes himnos. líricos. Los primeros poetas de la Grecia, como Un cantor popular tuvo la Grecia, Ter- sucede en los pneblos que comienzan á for- paudro, cuyos versos cantaban hasta los se- marse, no hiciéron más que inventar dioses gadores y las nodrizas; pero calcados al ca- racter del pueblo griego, no son adoptables apareció entonces: pero Píndaro, sospechado en su forma ni en su caracter á nuestra poe- de afecto al extranjero, y de adicto al enemi- sía propia. go de la patria, no es un poeta lírico en la Tú nos has escrito escolias como escribían verdadera ascepción de la palabra: no hay en los griegos para cantarlas en sus banquetes, él inspiración, sino imaginación: es el des- con un ramo de oliva en la mano. No de tí, criptor sublime ele los vicios y hábitos ele la sino mas bien de Beranger se puede decir, aristocracia, el narrador de las proezas ele los que si no bacía himnos como los ele Harmo- antepasados, y el historiador ele las fábulas y dio, ó canciones como las de Anacreonte y tradiciones. Alemeno, sí tenía en sus versos, como Mim- En tu musa, Guillermo, hay dos géneros nermo, la indolente filosofía del placer. enteramente distintos y que solo tu gran ge- Sin libros y escribiendo rápidamente cuar- nio podía abarcar. tillas ele papel que me recoge el cajista luego Si te inspira el sentimiento nacional,.tra- que están llenas con la pésima letra que for- duces las santas pasiones de la patria, lloras ma mi mano paralizada, no puedo precisar con los elolores ele ésta, lanzas un grito ele bien mis recuerdos históricos; pero me parece combate en sus peligros, y levantas un him- que he llegado á la época de Píndaro, con no de gloria en sus triunfos: entonces eres el quien muchas veces te han comparado tus mejor de nuestros poetas épicos. admiradores. Si te inspira el sentimiento individual, Eso es, Guillermo, citar un nombre céle- viertes una cascada ele caricias sobre la espo- bre y hasta eufónico, pero sin conocer bien al sa querida de tu alma, y cantas el rayo elel poeta que lo llevó. sol poniente que ribetea el borde ele la nube, Había pasado la guerra médica; los com- el ramo de sauce que mece en dulce vaivén bates contra los Persas que habían despertado la fugitiva onela elel arroyo, y el astro ele la el espíritu helénico más levantado, habían noche que se oculta enviando el último haz concluido ya, y la epopeya, que entonces llegó ele su luz de plata á la aguja elel campana- á su mayor auge, comeuzó á perder su valor. rio: entonces eres el más dulce ele nuestros poetas líricos. Píndaro, el poeta dórico por excelencia, Pofque á tí3 Guillermo, como á todos los Después de Píndaro, naco y crece con un grandes poetas, se debe leer con el alma: el desarrollo sorprendente, el arte dramático: verso que no encuentra un eco en el corazón tú, Guillermo, jamás lias escrito para el tea- no penetra en las masas, muere entre las tro, porque eres muy poeta para saber cono- aprensadas hojas de un libro como las flores cer el corazón humano. de un herbario, y no pasa á la posteridad. Y perdona que desista de seguir estudian- Quisiera cortar aquí este prólogo, porque do las literaturas, y de ir buscando analogías me siento arrastrado por el deseo do_hacer entre tí y los poetas de otros tiempos y de recorrer al lector los períodos de tu vida de otros pueblos. poeta, para que se vean las distantes fases de Según Wolff, están clasificadas como obras tu estro, y no me es posible extenderme clásicas, sin contar las de los autores sagra- más. dos, mil seiscientas, de las cuales mil dos- Con dolor guarde silencio trente a tus cientas pertenecen á la Grecia. Tú compren- composiciones épicas: y no puedo insertar derás si será fácil que haga yo un estudio aquí algunas estrofas de aquellos versos con sobre tan inmenso material cuando ni lo co- que levantabas el aliento de la Patria á la nozco, ni este prólogo me daría espacio sufi- hora del conflicto, con que llorabas sus de- ciente para ello. sastres, y con que ensalzabas sus victorias. En esta empresa sólo una cosa clásica da- Hay en tu numen algo de los grandes ríos ría á conocer á nuestros lectores, mi igno- que brotando de veneros desconocidos, bajan rancia. de las altas cimas, recorren valles, campos y Privado, pues, como estoy de todo elemen- pueblos para ir á morir en el mar. to de erudición, no me queda más que de- Como el Nilo que en sus inundaciones fe- jar que sin preparación alguna se lea tu obra, cunda el suelo esteril del Egipto y da vida á que bien merece la esbelta portada jónica una nación, tú has derramado en la tuya las que debió levantarle Altamirano. ondas irritadas de tus nobles pasiones, y el Pero si me falta erudición, me sobra el pensamiento vivificador del amor á la Patria. sentimiento: es decir, que tengo lo que basta Con la majestad de la epopeya has cantado para leerte y comprenderte. idea de libertad, y refractaria á toda cultura la libertad de la República, y con las dolori- das notas de la elegía lias llorado la muerte y educación. , - ¿Qué familia podía ostentar su adhesión a del que tú habías arrancado de sus garras, de Maximiliano y ser afrancesada después de tus Juárez, ante cuyo cadáver gritabas:.—«¡enpió, Señor!»—>como si fueras á sacarlo vivo do la versos del«yerno f rancés?» fosa. En el prólogo que pusiste a los dos tomos Y no sólo defendías la causa que siempre de tus «Versos inéditos,» dices que no quisiste defendiste, la de la democracia, con tu voz recurrir alpadrinazgo deun pvólogoageno poi épica, sino que con el epigrama, con la poe- no comenzar pidiendo una limosna de alaban sía ligera y con el verso lleno de sarcasmo y zas como quien remite un aloum para que 10 burla, pusiste un estigma de fuego en la fren- te á los enemigos de la Patria. ^^ntonc^tenias razón, porque tú como se dice, tus propias obras, l ero ahon Hay letrillas tuyas que azotaron como un que nada tienes que hacer en la ?ublicac on de latigazo á un clero infidente, á los traidores y los presentes versos, y que a i u no me has á los fanáticos. pedido que te haga prólogo alguno, no tienes Tu canción intitulada Los Cangrejos fué derecho á protestar contraías r^anm, que la canción de guerra de los soldados de la Re- te he tributado y las demás que se me antoja forma, y al resonar sus estrofas marchaban irresistibles los desnudos hijos del pueblo, dirigirte aquí. _ barriendo á los brillantes soldados de la re- Sobre todo, Guillermo, que: m a nadie ne ligión. cesitas pedirle limosna de alabanzas, porque lastímese quien se lastimare, y f^que se Tú, Guillermo, con tus sacratísimas can- ofendan las grandes vanidades U los peque ciones diste la peor de las muertes, la del ri- ños escritores, digo y diré siempre qu dículo, á esa aristocracia de pega que nos dejó el primero, por no decir el único, de nuestros aquí la época colonial, á esa aristocracia li- gada con todas las traiciones, mendiga de to- poetas nacionales. , . dos los despotismos, de rodillas frente á las De veras, Guillermo, que al escribir el pa- dictaduras militares, temblorosa ante toda rrafo que he copiado se trasparentó, tras una i6 »7 modestia mal tejida, un arranque de legíti- Basta recordar tan sólo á aquellos que nos mo orgullo. precidieron hace muy pocos años, cuyos nom- No querías confundirte con los escritores bres y cuyas obras aún no Be traga el olvido, noveles, ni con los aprendices de poeta que como Rodríguez Galván, Calderón, Carpió, creen salvado su libro y que está reservado Pesado, Luis de la Rosa, Lafragua, Zarco, para la inmortalidad cuando alguno de los Ramírez, Riva Palacio, Altamirano, Mateos, periodistas ó literatos reconocidos ya como Justo Sierra, el divino Acuña, Plaza, Cuen- tales, les firma un prólogo, como un pase ca, Malanco, Sosa, Luis G. Ortiz, Negrete, para la gloria ó un Visto Bueno para la pos- Peza, Peón Contreras y otros cien á quienes teridad. ruego me perdonen si no consigno aquí sus ¡Y tú incidir en esa niñería! nombres por la rapidez con que escribo. Dejemos eso, y vamos á terminar este pró- Pero entre tanto genio, 110 encuentro uno logo, que se ha hecho ya demasiado difuso. cuyas obras tengan el estilo y el carácter fuer- Algunos renglones antes aventuré la ase- temente mexicano, para que sus autores me- veración de que pata mí eres el primero de rezcan el nombre de nacionales. nuestros poetas nacionales. Déjame explayar Como tampoco puedo hacer aquí un estu- esta afirmación, pues no quiero herir reputa- dio de las obras de cada uno de los que te lie ciones literarias, tan justamente reconocidas. citado, á grandes pinceladas te diré la razón Yo no digo que no haya habido ni haya por qué los juzgo como mexicanos ilustres, entre nosotros poetas, y magníficos, que son pero 110 como creadores de una literatura na- la honra de México. Y en todos los estilos y cional. . en todos los géneros, la Repúbica ha tenido Rodríguez Galván, ese gran genm sacrifi- escritores que le han dado lustre y honra. cado por el estúpido desdén de la sociedad en Y no te cito los de otros tiempos, porque que vivió, que no perdía aún los rasgos de tendría que insertar aquí una larga lista de barbarie que le dejaron la dominación colo- poetas, de sabios, de oradores, de historiado- nial, Rodríguez Galván tenía en sus magní- res, de hombres de Estado, de periodistas y ficas producciones mucho del carácter de la aun de novelistas y autores dramátitos. literatura española de la decadencia. Fernando Calderón, que era algo más me- temporáneos se han destacado enérgicas per- xicano en su estilo, fluctuaba entre Moratín y sonalidades, de líneas propias y originales, que Bretón en sus comedias, y en sus dramas tie- nada copian de la literatura de ultramar. ne enteramente un género español. . • Así es como Riya Palacio es el cronista de Pesado escribía en latín traducido al espa- nuestra vieja era, el novelista de nuestra his- ñol, ó en español que quedaba en latín, como toria nacional, y el punzante caricaturista ele quieras, y se consagró al género religioso en -nuestras deformidades políticas y sociales. la época precisamente en que la sociedad co- Así es como los versos de Altamirano, á menzaba á olvidar el eterno miserere con que pesar ele que éste está empeñado eu saturarse el misticismo la había enervado y adormeci- de helenismo, exhalan el aroma del liquen de do por tanto siglo. la montaña, y traspiran los enervantes per- Carpió es bellísimo, valiente, correcto y fumes ele las fratás y flores ele la tierra ca- ricamente modelado. Pero en las líneas tan liente. . rectas de su estilo tan puro, se vé tan solo el Así es como Mateos vierte á torrentes los talento con que las perfiló y se extraña la ima- tropos de su imaginación exuberante en esos ginación que debió inspirarlas. Carpió es un períodos cortos, hiperbólicos, conceptuosos, clásico español, no esunpoetanacional. Seguía que en esta época de envidias le han produ- las reglas de Virgilio que quería que el poeta cido los honores ele la burla, pero que más produjese su obra deforme y áspera, para to- tarde le conquistarán el lugar que se merece carla y retocarla y pulirla después, como la en el aplauso ele la posteriélael. osa que pare á sus hijuelos monstruosos y Justo Sierra será siempre el conelor ciue se cubiertos de pelo áspero, y á fuerza de lamer- levanta hasta el infinito batiendo sus alas ele los los deja lustrosos y brillantes. bronce y recogienelo en su inmóvil pupila los Los escritores que han aparecido después, candentes rayos de un sol inmortal. Nosotros en su mayoría se filiaron en las distintas es- los pequeños que siempre tenemos un sarcas- cuelas literarias de Europa, siguiendo su pro- mo para los graneles talentos, romperemos pio gusto artístico. nuestros dientes morelienelo las salientes as- Es verdad que entre nuestros literatos ccn- perezas del estilo de Justo y nos deleitaremos Oii remarcar sus defectos; pero nunca conce- Otros verdaderos talentos quo honran a Mé- biremos una idea como las concibe Sierra, que xico, piensan y escriben en francés. me parecen un bloc tallado por el brusco bu- Algunos nada más se toman la molestia de ril de Miguel Angel, ó una agua fuerte de traducir á Arsenio Housayeó á Julio Claretio Rembrandt, ó el "Ahorcado," pintado con se- pia por Víctor Hugo. y de poner al calce modestamente su firma. Un poeta que haya trovado las tradiciones ¿Qué te parece, Guillermo, esta imitación patrias, las leyendas del suelo, los combates del estilo de Justo Sierra? ¿Hay en esto algo que sea netamente mexicano? de la raza, las costumbres del pueblo, su dia- lecto, sus trajes, sus vicios, sus hábitos, sus Lo mismo podría decirte de muchos de creencias y sus pasiones, sólo eres tú. ^ nuestros poetas ó escritores. Pero quiero re- cordarte lo que allá, hace algifnas años, re- Dentro de medio siglo quien lea á Peón producían aquí los estilos de los pocos poetas Contreras creerá que fué un poeta, y de los que tuvo España en el efímero período de mejores, de Madrid. Dentro de medio siglo, renacimiento, cuando parecía que entraba á el que lea á Juan de Dios Peza, tan dulce, tan la cultura del siglo, cuando producía á Es- fácil y tan fecundo, pensará que fué un vate pronceda, Larra, Zorrilla, Bernjúdez de Cas- europeo. to, Mesonero Romanos, Don Modesto de la En el siglo venidero, los preciosos versos Fuente y otros, y antes de que volviera á caer de Luis G. Ortiz se tomarán como versiones en su habitual decadencia y á tal atraso (fue de algún clásico de la liberta Italia. llegara á tener un Perez Escrich y un Eclie- ¿Y Facundo? ¿tú sabes quién es Facmxlo¿ garay. José T. de Cuellar, á quien tengo que consa- Y hoy, Guillermo, quien de nosotros no grar unas cuantas líneas, porque es uno do está criado en la escuela francesa? los pocos que han producido obras enteramen- Muchos de los que nos atrevemos á escri- te nacionales. bir para el público no valemos lo bastante JoséT. de Cuellar lia pintado algunos cua- para merecer figurar en grupo literario, ni dros admirables de costumbres mexicanas; su tener lo» honores de una crítica. "Linterna Mágica' es una perfecta cámara fotográfiea donde ha sacado cuadros sociales de una verdad sorprendente, como el de la procesión de la Merced enChucho el Ninfo y las "Posadas" y tipos exactísimos como el del Gran Actor Nacional, y otros. Pero Facundo ha consagrado sus pequeños artículos á la clase media desdeñando al lé- pero, al pueblo bajo, á esa gran masa que im- GUILLERMO PRIETO. prime su carácter á una nación, y le da su propia fisonomía. (FIDEI.,) Te dejo, pues, el titulo de nuestro poeta nacional- al fin en esto 110 hago más que re- EN LA DISTRIBUCIÓN DE PREMIOS petir el juicio del país entero. DE LA ESCUELA 1)E CIEGOS. ¿No sientes, Guillermo, que un viento de gloria agita ya, tus canas venerandas, y que una ráfaga de inmortalidad comienza á cinti- ¡Huérfanos de la luz, alzad la frente lar sobre tu inspirada cabeza?" Que en vuestra eterna noche alumbra el día! ¡Esa que eréis tiniebla, que del mundo . Si me ha preocupado el respeto queme ins- Parece seglegaros, es un velo pira tu vida consagrada á la Patria, si influye Con que proteje el ángel de la vida eninijuicio elafecto que meengendran tus tra- Oon misterio profundo, bajos en la Reforma, de la que fuiste uno de Vuestro existir que pertenece al cielo 1 los ápóstoles, si me arrastra la admiración que Es oscuro vacío me causa ta genio, y si me arrebata el cariño En que el Eterno impera, que te profeso, que te juzgue México que se Y en que pura la augusta inteligencia, ha encarnado en tí, y de cuya alma tú eres el Como un sol para el alma reverbera. cantor. Tu hermano. Como el beso que imprime en vuestro labio HILARIÓN FRÍAS Y SOTO. La fresca linfa de la amiga fuente Así es la luz. Cual tierna melodía Que vibrando en acentos de ternura Que en su ingeniosa percepción emplea, Consuelo al alma envía, Hace que palpe el ciego sorprendido Embriagada de dulzura, La facción atractiva de la idea. Y hace temblar al pecho enamorado Vino la ciencia, al dedo diligente De infinita alegría; Traslada la pupila penetrante Así es la luz. Como de errante aroma Y en extásis profundo La apacible caricia, Mas grande que Colón de entre las sombras Como arrullo de tímida paloma, Audaz conquista para su alma el mundo. Que requiebra al amado con delicia, Como llega á vuestra alma entusiasmada Vino la ciencia y los trozados lazos Este rumor del íntimo contento, Con que á los hombres le ligó el destino Así es la luz.... y Jos que en negra sombra Reanuda; í sus hermanos se incorpora De los hombres recorren el camino, Y en santa comunión con los mortales Verán mas bella tras su triste noche Le da el saber su copa bienhechora. La luz divina del eterno día.... Aquí infirmes en lóbrego aislamiento Y sutil el amoi-; sagaz desplega Cadáveres de pié, perdidas aves, El ala de las dulces armonías, Sin rumbo al estallar de la tormenta; Y sus tiernos suspiros y sus quejas, Agua sin cauce, yedra sin arrimo, Y sus sueños informes y lamentos, Triste niñez sin brisas y sin flores, Como seres palpables, cobran vida Con la existencia en prolongada tumba Y flotan deliciosos en los vientos De llanto y de dolores ¡Sublime caridad! madre amarosa ¡Gh, no, vendrá la ciencia, Del que llora en doliente desamparo, Vendrá el amor, y con ardiente anhelo Limpio raudal que corre refrescando Lucharán nobles con la suerte impía, Los labios que se abrasan de tormento! Y llegarán á penetrar osados ¡Sublime caridad, cuna del niño, Donde no pudo penetrar el día! Faro del hombre, apoyo del anciano, Vino la ciencia y en el punto leve, Cual resplandece tu sagrado fuego Bebe sus triunfos.... ciñe sus coronas Cuando te adoro como luz del ciego! Empápese tu sér en sus delicias, ¡Venid! mirad resucitar las almas ¿Será que lo que creemos la tiniebla Es luz para, el espíritu? ¿Es acaso Envueltas en las sombras pavorosas, En la región del alma ese vacío Como arcángeles reprobos. Con gozo Ignorado existir? ¿Es que la vida Ved en las manos vencedoras pahuas, Torna la espalda al engañoso mundo, IVed en las frentes virginales rosas! Hosana al bien que arrebató al destino Y en el misterio al ciego perfecciona, La negra venda que al cadáver de alma, Y en su idea el Eterno se aparece Que en mortaja de vida se envolvía, Y en otros mundos que pintar no sabe, Dió la luz del saber que al triste aliento Como un sol de esperanza resplandece? Que formulaba maldición y queja, Si esa región existe, como existe Prorrumpir hizo en cantos seductores En vuestros rostros pura la alegría, Y tornó el pecho, abismo de dolores, Si á esa región de amor vuela vuestra alma Entre las sombras sin dejar el suelo, Y presa de agonía, Allí ensalzad la patria, allí con llanto Nido de deliciosos ruiseñores Pedid por ella al Hacedor del cielo. Que dulces trinan cuando muere el día. Allí elevad los tiernos corazones, ¡Triunfa padre infeliz! ¡Víctor, contento, Y en cánticos cinceros Tú que miraste al hijo de tu sangre Ofreced ardorosas ovaciones Sin luz y sin abrigo, Al bendecido nombre de Trigueros. Como sombra terrible del tormento Viejo, herido de acerbos desengaños, Condenada al suplicio del mendigo! Con sombras de dolor sobre la frente Tú que temblabas de fijar tus ojos Que salpicaba el hielo ds los años, En la lápida humana que encerraba Sus hijos os llamó y en vuestros triunfos A tu hijo vivo, para el inundo muerto, Flores de su ternura.... Y te hirieron cual dardo sus caricias Era pompa y encanto de estas fiestas Y te liuudió en el dolor su paso incierto. Su llanto de ventura.... 2S

¿Si pudierais mirar unos instantes Tesoros de ternura, y que se viertan Lo que estoy viendo yo?. .Los circunstantes En el seno infeliz de los que gimenl Se agrupan; por miraros os rodean Perfecciona estos seres de las sombras, Y en mirar vuestros triunfos se recreau; Que el saber los redima, que el contento La esbelta dama y el doncel garrido, De sus pupilas desterrando el lloro, El tierno niño, el encorvado anciano Recorra sus temprauos corazones, Viven de vuestra vida de ternura, Como una alegre nota los cristales Y sienten que se escapa de sus ojos Palpitantes del tímpano sonora. Lágrimas de piedad y de ventura. México, Enero de 1879. La madre diligente Lleva á su hijo á su seno y os señala Cual quien le dice: "quiérelo alma mía," No conoce á quien le ama ¡Para ellos, olí dolor, no alumbra el día! La alma va á vuestras almas y contempla Vuestros ensueños de inocentes niños De vuestras gracias las tempranas flores, De juventud las galas esparcidas En un abismo de miseria y duelo. ¡Y quiere hablar y enfrena la blasfema Misterio impenetrable; pero llora Por vuestra suerte; aunque el misterio adora!

¡Omnipotente Dios! Tu que eres fuente De amor y de bondad; da á nuestras alma« Porque así han de cantar los serafines. Al sentirla exclamé: Flor delicada De Michoacan mecida en los jardines: Besos te da la brisa regalada; El sol placer, sus lágrimas la nube, Pompa y coronas la risueña aurora EX EL ALBUM DE LA SEÑORITA Y gozo el colibrí que te enamora.... Quise mirarte, encantadora estrella, ESTHBE TAPIA. Y tus encantos percibí á lo lejos, Cual de astro que traspone el horizonte En el azul del cielo los reflejos. No conozco tu faz, 110 de tus ojos El brillo seductor; más la armonía Yo palpitó, te adivinaba mi alma, De tu angélica voz, tierna vibrando Y luego en medio á mi constante vida, En suspiro de dulce poesía, Luchando con la suerte ó en la calma, A mí llegó, cuando terrible el liado Se escuchaba tu voz, repetí ardiente: Desatando los rayos de la suerte Esa es mi voz querida, Presentaba á mi sér atormentado Y cual voz de la patria al extranjero, Nubes de sangre, y proscripción y muerte; Como una flor del suelo de la cuna, Cual viajero perdido Como amigo lucero Entre las quiebras de la selva oscura, Que el rumbo indica de soláz y abrigo, Le detiene un momento Voló á tí mi alma y me llamó tu amigo. La ave que trina en el oculto nido, Y que le hace olvidar su desventura El eco amante del sentido acento Tú, barca empavesada en la bahía Con remos de oro y ricas banderolas, No conozco tu faz, tu voz divina, Te i ieces palpitando de alegría Aroma errante, embelesó mi mente,' Entre los bracos de las mansas olái, Yo, maltratado barco, de los'vientos Juguete sin cesar, ó el arrecife ¿Sentir? ¿amar? ¿creer? niña infelice A perdición oscura me condena, ¿Por qué no entre la turba te levantas O me conduce al puerto la fortuna Con tu guirnalda de fragantes rosas, Al parecer inútil en la arena. Y el juego animas y la danza encantas, Y haces del mundo distracción y juego, Envuelta en sedas y entre la alta espuma Como otras mil hermosas De voluptuoso encaje, Que tienen los amantes á sus plantas? Alzas erguida el arrogante cuello, ¿Sentir? ¿amar? para que llegue un clía Cual garganta de cisne entre el oleaje; Que lleve la ilusión hoja por hoja Forma á tu frente augusto cortinaje, i)e! desengaño horrible la corriente, Al lado de tus sienes, tu cabello, Y cuando tú, vencida de congoja, Que el viento aparta en amoroso halago, Y cuando herida de vejez tu frente Y se mira tu faz, como el ramaje Y ya agotados de llorar tus ojos, Deja mirar al trasparente lago. Y ya perdida en delirar tu mente, Así te pinta el arrobado joven Y seca y mustia de gemir tu boca, Que oyó en tu seno respirar la lira, Ante tí pase el mundo indiferente Gloria de los garridos trovadores, Y diga con desprecio: ¡pobre loca! V te proclama reina de las gracias, ¡Pobre loca! soñaba en la ternura, Del canto arcangel y verjel de amores. Y hoy la demencia su razón empaña: ¡Ay! esa lira quemará tu seno; Su amante recordaba su hermosura Joya al verla divina, es ascua ardiente; Al tronar los tapones del champaña. Flor hermosa es un cáliz de veneno; ¡Pobre loca! buscaba fe constante Aspid sediento, lo alimenta el llanto; Y se fió en el amor; niña inocente, Patrimonio de gloria y de grandeza, Creyó un palacio al fin de su camino, Solo con la corona del quebranto Hace inmortal su mágica belleza Y era polvo en columna que elevaba O ...... Inquieto remolino. Perdónl jPerdón! la liiel en que reboza! Esther, el alma mía, ¿Por qué verterla en el saludo amante Que el corazón te envía? No; duerme en tu ilusión, canta y alegra, Ave canora, el mar, el viento, el cielo, Y si pasa ante tí la nube negra Del adverso destino, Coplas ligeras. Haga el eterno que se torne en sombra Que embellezca y refresque tu camino. Á MARIA MI NIETA, LA IIIJA DE FRANCISCO.

Ciudad Victoria, Mayo i P de 1860. Soñé ¡qué sueño tan grato! Nieta mía, Que en tus ojos de luceros Vi la luz del nuevo día. Y que yo era un pajarito Muy bonito, Que amoroso te cantaba Y tu despejada frente Con el ala diligente Acariciaba. En encantos llevaba el viento Mi contento Que derramaba ventura, Por verte en nada pensaba Más sentía que lloraba De placer y de ternura. Luces y piedras preciosas De sus tallos airosos las espinas.... Primorosas Relámpagos de gozo, acerbo llanto, Eran las aguas y flores, Y esos ojos divinos, alma mía, Y tú leda me veías Buscando en las tinieblas del engaño Y tu manita tendías Un resquicio de cielo de alegría. Con mil requiebros de amores. Yo volé á protegerte con la fuerza De la razón y la virtud unidas; O que alegre y jugetona, . Pero al bajar los ojos te miraba Que graciosa La alegre y bella, la preciosa niña. Me seguía con anhelo, Y yo por desesperarla Y entonces el pajarito, Llegaba casi á tocarla Nietita mía, Alzando después el vuelo. Nuevas coplas entonaba Y alentado en mi alborozo A su espalda y en la altura Con tus grititos de gozo Un claro había, En tu honibrito me posaba. Distinguiéndose á lo lejos Lampos de luz como espejos Y así mi acento te habló: Donde fingía la mente Vive, nietita hechicera, Otro mundo diferente. Pero nadie hay quien te quiera, Quien te quiera como yó. Y allí, mi nietecita, te miraba Galana, esbelta, de esplendor vestida. De mi sangre tienes vida De juventud radiante; pero triste Y de mi mente destellos; Al borde del abismo de la vida. Eres de mí bendecida En tu torno volaban esperanzas, Cuando beso tus cabellos. E ilusiones y penas confundidas, Sé como la otra María, Entre pérfidas rosas que ocultaban Alma mía, Que te cuida desde el cielo, Y te cuidaremos dos Cuando yo levante el vuelo Encomendándote á Dios.

Cuantía, Enero 20 de 1885. MISTERIO.

Resuerdo de un tiempo muerto, Que me asaltas dolorido, Cuando te lloré perdido Del pasado en el desierto. De luz fátua rayo insierto Que vago el sepulcro dejas, Cual llamado por mis quejas Para que mi mal mitigues, Que si te huyo me persigues, Y si te sigo, te alejas.

Eco de blanda armonía Errante en el bosque umbrío; Que vibrando en el vacío, Mis sentidos extravía, Que con falaz alegría Revives en mi interior 41 Los verjeles del amor, Al que gime bajo el velo Cuando rompieron su encanto De la tiniebla espantosa. El desengaño y el llanto De mi constante dolor! Junto al abna desolada Tempestades de contento; Truena insolente mi acento Murmurio de ignota fuente En la orgía apasionada. Que como música suena, Es alegre, enamorada, Para enterrar en la arena 'y La entonación de mi canto, Las perlas de su corriente; Y ebrio de dieba y encanto, Que un momento el sol poniente Llevo á mis labios la copa. ... II Se vé en la linfa lucir, Por sentir que me sofoca Sin poderse discernir La explosión de mi quebranto. Si brilla aquel rosicler. Como pompa del nacer O cual duelo del morir. Cuando en mi dolorse clava, i Estoy dentro de un abismo, Y me pregunto á mí mismo Alma que en mi alma sentí: ¿Qué sentía? En qué ¿pensaba? De mi mal compadecida, Siento que la luz se acaba, Como volviendo á la vida Que es sombra el tiempo que fué, Tan sólo á llorar por mí: Y que mi vida se vé Que limpia y clara la vi Como árbol que, boja por hoja, Como en la orla tenebrosa El triste invierno despoja, _ De nubé, estrella preciosa, Y que está muriendo en pié. Que está prometiendo Tin cielo ¿Son fantasma» tus ensueños?... No fantasmas son delirios, Son realidad de martirios, Y son martirios mis sueños. Cuando horizontes risueños En dudosa lontananza Mi vista engañada alcanza, Súbito surge un objeto DESCONFIANZA Es un horrible esqueleto. ¿Lo miráis?.... Es mi esperanza. Tienes muchacha un mirar Tan ansina, tan aquel, Que escalofría mi piel Y hasta me puedo enfermar. Debes los ojos cerrar Que ya bastante sufrí, Pues si me miras así Si me muestras tus encantos; Aunque rece á cien mil santos Yo no respondo de mi.

Cierra los ojos te digo, Que tengo seca la boca Ye que tu ver me provoca Sin meterme yo contigo. Véme con mirar amigo, Ya divina me extasía: ^ Por que si no, me perdí; Ya á su encanto sucumbí. No es ese el trato ¡ay do mí! Ya mi sosiego perdí Tu vista en placer se anega Por tu obstinado capricho Con la lumbre no se juega Muchacha...... Lo dicho, dicho, Y No respondo de mí. Y no respondo de o ni

¡Ola! ¿estallan los enojos Eijas llena de pasiones Por uno que no es exceso? La mirada? qué gracejo! Si hubo culpa en ese beso. Yo soy ya pecador viejo La culpa fué de tus ojos. Sucumbo á las tentaciones. Qué deliciosos sonrojos! Mira que unos ojos pones Pero ya te lo advertí; De esperarme por allí; Que si me miras así Señora al mirarte ardí, Con ese dulce abandono Y soy frágil de tal suerte, Me aturdo... .Me iusurrecciono Que en llegando un trance fuerte Y no respondo de raí. Yo no respondo de mi.

Muy bien, alejaste hermosa; Pero desde allí me miras; Y sonríes y suspiras Se dará mayor porfía... ¿Qué me quiere tu mirada? Tierna, lánguida, amorosa ¿Qué me pide apasionada? Retírate rigorosa Apártala, vida mía Más por qué me miras ¿di? Ja lo ves; huye de aquí jorque tu ver me entusiasma * a tiro de cataplasma Yo no respondo por mí.

LETRILLA.

Tiene D. Roque forlón Y quitrín de vuelta entera, Y debe hasta la ración A la pobre cocinera;^ Pero eso sí, la opinión Lo eleva á la quinta esfera, Y yo digo: ¿quién te mete. "Juan Copete? Es un portento el tutor De Petra, parece un padre: ¡Que finura de señor, A nadie hay que no le cuadrel Y ella, lo que es el amor.... Bien vista, es como una madre Chitón!... y á tí, ¿quién te m Juan Copete? Abraza Juana á Ramón Y se sonroja en efecto; Mas le admite un tumbagón Al amigo del prefecto. De la curia.... luego, cuánto Hola, Juana! ¡cuánto afecto! Se sabe! ¡qué libertino! Hipócrita ! ¿y quién te mete, Que afecto....! la educación. ¿Si.. ? Yo digo: ¿quién te mete, Juan Copete? .'uan Copete? Yo conozco una Excelencia Que padece mal de orina, En cierta casa hubo espanto, Y le aprieta con violencia V Ja vecindad notó Si se ofrece chamusquina; Dos bultos con cierto encanto* Pero pasa la pendencia, í no, que sin duda huyó" Otro, que el bautismo santo, Y es un Cid. .. . oh! qué diablina Angelito!.... recibió. Enfermedad ! ¿quién te mete, ¡Qué cosa! — A tí, ¿quién te mete, Juan (Jopete? .'uan Copete? Ese que proclama al rey, ¡Que amigos! no hay más que ver. Dice á Pepe el liberal: Con ehos no hay tuyo y mío, "Cada soldado es un buey; Y todo con tal placer, "Su Alteza el génio del mal, Tan dulce, tan sin desvío "Y el robo la sola ley. ..." Que inclusive la mujer, ' Ese con nadie está mal; Celebran el lazo pío. ¡Qué equilibrio...! ¿quién te mete, ¡-A h!—Silencio! ¿quién te mete Juan Copete? Juan Copete? Un tinterillo de Aduana Es un pasmo Don Crisanto- Que tiene en el teatro asiento En las consultas, ¡qué tino! ' Y á su mujer engalana, Jim su interior es un santo ¿Será del ramo del viento? Miéntras que pesca el destino ' De cierta casa alemana Es el amigo, el contento; Y yo digo: ¿quién te mete, Un gobierno da un destino Juan Copete? Y otro emplea á Peñalver, Es un confesor cumplido Y á él jamás en el camino Fray Blas, pero tan tirante, Se le vé de pretender. Que á la mujer del marido Qué mérito. ..! superfino, Siempre mantiene distante, Que lo diga su mujer.... Con todo qué parecido Con mil diablos! ¿quién te mete, Ha salido el nuevo infante. ... Juan Copete? A quién?—Digo: quién te mete, Les cayó la lotería, Juan Copete? Que perezcan los congresos; Estanquillos á la tía, Es un tigre Don Rodrigo A los hermanor traviesos Y con los novios un rayo; Lugares de Minería, A la niña, ni un amigo Puede mirarla al soslayo; Y á los que lo digan, presos Solo que cuando esto digo, Por lo mismo, ¿quién te mete, Me vé tan así.... el lacayo. Juan Copete? Por qué será? y ¿quién te mete, Son los mulatos nobleza Juan Copete? Y los indios grandes cruces; Están á nuestra cabeza, Al faccioso horca y tormento Gavilanes y avestruces Con los viles invasores Celebrando la simpleza Vámonos con mucho tiento: De este siglo de las luces. A los paisanos ¡traidores! Y yo digo: ¿quién te mete, Los otros son otro cuento, Juan Copete? Son sus armas superiores. .. . Que táctica ! ¿quién te mete, Si_ el mundo es un torbellino, Juan Copete? si es el tartufo imperante, Si humilla al sabio el pedante, Si el que corrió, en un destino Llama al que peleó, tunante. Demagogo libertino Yo pregunto: ¿quién te mete, Juan Cápete? DESENGAÑO.

Abjuro el amor, muchachas Y al arrullo de palomo, Porque ni bebo ni como Con vuestro infernal desdén.

Me cansa que me pregunten, Tras amoroso calambre, Cuándo fué el año del hambre Y qué hubo el año de diez. Me hiere que cuando busco Como un chicuelo un diptongo, Me digan, que quién á Dongo Temerario asesinó.

Que si encarezco la moda, Me deje un anciano absorto Con el duelo al calzón corto Q,ue Calleja destronó. Entono trovas sentidas Maldito amor! para un viejo Cual meloso literato, Es una espina en el ojo, Y me hablan de carbonato, Un proceso de sonrojo, De orozus y lamedor. Un ataque de torzón.

Y no falta en el concurso O bien, viéndome rasgao, Algún postizo sobrino, Semi-ancíaluz de confianza, Que me quiera por padrino Me invitan para una danza De un faldero aturdidor. En que me mate la tos.

Ensalzo el amor ardiente Y con alguna antigualla Y los ruidosos festines, De esas almejas de estrado, Que al tronar de mil violines Me arrojan en el pasado Y bailo. .. . que es un dolor! Hacen mil bienes gozar. Y una de esas antiguallas Si hay alguna parturienta, Que imperan en las cocinas, Yo voy por la comadrona; Me consulta galantinas, Si dan una comilona, Pudines y volován. Yo hago platos con primor.

Y se exalta y me autoriza, Si hay algún enfermo grave, Y me enseña sus recetas Yo como soy de talento, Le hé de hablar de testamento De purés y de chuletas, Y que venga el confesor. Filetes y fricasé. Y si alguno tiene amores, ¡Santo Dios....! yo la interrumpo Entonces, como discreto, Viendo á mi beldad divina, Me escoge de parapeto Con un nene de oficina El rendido trovador, Haciéndome el plus café. Cual los labios se desplegan, Olvidando las desgracias De las sin iguales gracias Do aquel Luciano Cortés.

Queda sin mí, beldad joven, Y así, cruzando las horas, Al aire contra una esquina, Está la conciencia leda, Enjaulada en crinolina, Hasta que suena la queda Y cantando el ró, ró, ró. Mero en punto de las diez. Al pisaverde mozuelo, ¿Qué hacéis con una muñeca Que en la redowa se mezca, Que, indigesta, sólo acata Y que en la danza parezca Al que le habla de Traviata Señor de la Espiración! Y las modas de París? A ustedes, me torno, ancianas, Que si distingue á hurtadillas Para que auyenten mis penas; Que vino el trage del Paso Platicadme ele novenas, Del Norte Jesus! ni caso, De reumas, flatos y tos. Que ella ama por figurín. Soy modesto hablad tranquilas, Amor de vieja es tan blando Entre uno y otro traguito, La ropa holgada. ... la siesta; Y dadme tierno pollito Y alguno más da que cuesta.... Y buena sopa de arroz. Aunque eso no busco yo.

Dulce es estar conversando Busco amor de sobrepaso, Frente á honda taza de atole, No de wagón, no volante; De las. boleras, del ole, Poco costo, mucho aguante, Y la bendición de Dios. Y el padedú y el forlón. ¿Que, 110 es rabia cuando tierno Por una chica demande, Me diga: "¿y vuestro hijo el grande Goza de buena salud?"

"¿Y el otro? " punto y aparte. Ven á mi alma amor de vieja- ÍLOMANCITQ Cada uno con su pareja: Muchachas del diablo, abur! Nuestro barrio está de liolg- Repican en la parroquia, De tiros largos el cura Va acompañando á la novia, De velo blanco y de trage Hecho de la última moda, Calzado de blanca seda Y de jazmines corona; Con su pañuelo en la mano C on su abanico de concha, La Vii-gen parece," dicen Vejetes y cotorronas; Si parece una condesa, O si parece una diosa. Sale la gente de misa, Los muchachos se alborotan, Las gatas y las lechuzas Ak-» ''-aduanes se asoman, 6o 61 Los tenderos á sus puertas El sorbete en la moyera, Y á sus balcones las pollas Haciéndole cien maromas ¡Qué piecesitol ¡qué rostro! l¡n levitón como funda Avísenme si es la aurora, Y su s colosales botas Y si son sus dientes perlas Boludas como almofreses, Y sus mejillas son rosas. Y como balijas toscas, ¡Qué lástima de muchacha! Ya con sus chochos amigos, ¡Qué bruta doña Simona! Con sus amigas cotorras, Que se la dio al viejo verde Unos como chupamirtos, Que viene como de escolta. Como botijas las otras; Ay! mi vida, están los tiempos Cuando pasa se sonríen Para asegurar la torta, Todos con maligna sorna, Y asegún los bodegones, Y auguran para el futuro Son, doña Tecla, las moscas. Muchas divertidas cosas —Tan muchacha y ese viejo, Entretanto un leperillo Mírelo, parece escoba Triste se pone la mona —Mire que piernas abiertas.... En un apartado barrio —Huy! los gatos usan botas. Llorando lagrimas gordas; —¿Cuándo será San Cornelio, —Pero, le dice un amigo: Mártir? se preguntan otras «No llores, fuera congojas, —Hoy es la Semana Santa, •cLos hombres siempre valemos Cuándo el sabado de gloria? Y de mujeres hay sobra ¿Y no conoces al Judas? —Ella misma bebe un trago, Lindo chico, dicen otras Valedor, y punto en boca. Tan fino; pero sin blanca, Tan tierno, pero en la inopia; Y el novio pasa orguyoso, Ancho busto, chicas corvas, 63 Eres la Humanidad cuando maldice Y la austera Virtud cuando perdona.

Los pensamientos que en tu mente hirvieron, Cauda te forman de inmortales rastros, De tu cerebro colosal surgieron JUAN DE DIOS PEZA Cual de la mano del Señor, los astros. Para cantar tu genio, que hoy aprecia A. YIOTOR HXJGrO. Como el más alto el Universo entero, Preciso fuera, conmoviendo á Grecia, Ir en su tumba á despertar á Homero, ¿Quién soy para ofrecerte mis cantares?.. E11 un trono de luz dejarte solo, Hablarte en tu lenguaje fuera mengua; Tender bajo tus pies la mar Egéa, Al que es grande y profundo cual los mares, Y sentando á tu diestra al dios Apolo Le canta el huracán y no la lengua. Y á tu siniestra á Venus Citeréa, En desusado atrevimiento raya, Al rayar del Olimpo la alborada Hablar en verso provocando mofa, Que Homero te conozca, que se asombre, M que tuvo por lira un Himalaya Y con su stylo que escribió la Iliacla Con una tempestad en cada estrofa. Que esculpa al pié del partenón tu nombre. Querer medir tu magnitud, abisma; Que en pentélico marmol Praxiteles Todo un siglo te sirve de proscenio; Labre tu estatua, y al pasar severos Eras, más que un mortal, la Francia misma Se inclinen saludando tus laureles Hecha de carne y fulgurante en genio. Admirados los siglos venideros.

Con cada frase que tu labio dice ¿Quién te puede juzgar en nuestros días? ae un trono y se quiebra una corona: ¿Quién de tu gloria llamará á las puertas? 64 Ya murieron Homero ó Isaías Y Atenas y Síon están desiertas. ¿Cómo juzgarte, pensador gigante? El solo peso de tu genio abruma; Se necesitan planchas de diamante JESUS ECHAIS- Y en la lumbre del sol mojar la pluma. Entra al Olimpo.... llevas por delante G-ALILBO La columna de fuego de la historia; Diga el mundo de tí cuanto es bastante: Nació francés, más lo engendró la Gloria! En un rincón de su prisión oscura, Callado el genio, de dolor suspira, 1885. Ante un fantasma que delante mira, De torva faz y negra vestidura. Es el inquisidor que grita:—\ Abjura! Renuncia de tu herética mentira, Di que la tierra está La tierra gira, Le contestaba el sábio con dulzura. Airada planta hiere el pavimento, Y por oscuro callejón torcido Asoman el verdugo y el tormento. Al punto triunfa la ignorancia aleve Y exclama el sabio triste y abatido: —Y sin embargo, siento que se mueve. México, Enero de 1879. 9-3 Porque es muy más infelice que aquel que crimen respira, quien da creces á su ira, y que se venga y maldice.

PANTALEON TOVAS. No dejes que en el delirio que te atormenta inhumano, ofusque tu propia mano tu aureola de-martirio. Es verdad. Con negro daño Yas á pasar la existencia aquel que es tu amor, te paga, sola, y en la desventura; hiriéndote con la daga mas tendrás en la amargura aguda del desengaño. sosegada la conciencia. Él extingue los fulgores Y al fin hallarás consuelo de la luz de tu existencia, para tu dolor insano; desvanece tu creencia, porque quien sufre, no en vano te deja el alma sin flores. alza los ojos al cielo. Más no la tribulación Si quien amaste, la hiél crispe de saña tus labios; no te arrojen los agravios te hizo beber trago á trago, en la desesperación. tú, de tanto mal en pago, ora al Eterno por él. Si él cortó de tu esperanza Perdónale. Ten la gloria de felicidad, el vuelo, - de hacer bien á tu enemigo, no mii es con odio al cielo, y déjale por castigo ni pienses en la venganza. dulce y tierna tu memoria. Y si con torpe ironía mirándote desgraciada, lanza alegre carcajada, perdónale todavía.

Que pues llevas la corona MANUEL ACUÑA- de mártir, porque lo quiso Dios, perdona:—el Paraíso Cinco de Mayo. se abre para quien perdona.

I. Tres eran, más la Inglaterra Volvió á lanzarse á las olas, Y las naves españolas _ Tomaron rumbo á su tierra: Sólo Francia gritó "guerra" Soñando ¡oh patria! en vencerte; Y de la infamia y la suerte Sirviéndose en su provecho, Se alzó erigiendo en derecho El derecho del más fuerte. II. Sin ver que en lid tan sangrienta Tu brazo era el más pequeño, La lid encarnó en su empeño La redención de tu afrenta. yo Brotó en luz amarillenta La llama de sus cañones Alzaban la suya airosa Y el mundo vio á sus legiones Que se agitaba orgullosa Entrar al combate rudo Del brillo de sus hazañas. Llevando por solo escudo Su escudo de corazones. Y. III. Y llegó la hora, y el cielo Nublado y oscurecido Y entonces fué cuando al grito Desapareció escondido Lanzado por tu denuedo, Como en los pliegues-de un velo; Tembló la Francia de miedo La muerte tendió su vuelo Comprendiendo su delito Sobre la espantada tierra, Cuando á tu aliento infinito Y entre el francés que se aterra Se oyó la palabra: sea, Y el mexicano iracundo, Y cuando al ver la pelea Se alzó estremeciendo al mundo Terrible y desesperada Tu inmenso grito de guerra. Se alzó en tu mano la espada Y en tu conciencia la idea. YI. Y allí, el francés, el primero De los soldados del orbe Desde que ardió en el oriente En que sus glorias absorbe La luz de ese sol eterno Todas las del mundo entero; • Cuyo rayo puro y tierno Tres veces pálido y fiero Viene á besarte en la frente, Se vió á correr obligado, Tu bandera independiente Frente al pueblo denodado Flotaba ya en las montañas, Que para salvar tu nombre, Mientras las huestes extrañas Te dio un soldado eu cacla hombre Y un héroe en cada soldado! VIL La Europa se suponía. Tres veces y cuando hundido Desde entonces, patria mía, Sintió su fama guerrera, Has entrado á una nueva era, Contemplando su bandera La era noble y duradera Manchada y escarnecida, De la gloria y del progreso, La Francia, viendo perdida Que bajan hoy como un beso La ilusión de su victoria, De amor sobre tu bandera. A despecho de su anhelo, Vio asomar sobre otro cielo X. Y en otro mundo la gloria. Sobre esa insignia bendita YIII. Que hoy viene á cubrir de flores La gente que en sus amores Que entre la niebla indecisa En torno suyo se agita, _ Que sobre el campo flotaba, El que en la dicha infinita Y entre el humo que se alzaba Con que en tu suelo la clava, Bajo el paso de la brisa, Te jura animosa y brava, Su más hermosa sonrisa Como ante el francés un día; Fué para tu alma inocente. Morir por tí, patria mía, Su canción más elocuente Primero que verte esclava. Para entonarla á tu huella, Y su corona más bella Para ponerla en tu frente.

IX. Sí, ¡patria! desde ese día Tú no eres ya para el mundo Lo que en su desdén profundo ¡Y tengo de mirarte á todas horas Y saludarte siempre con sonrisas En una sociedad, que como siempre Confunde los verdugos y las víctimas! Y cada vez que, por mi mal, estrecho AURELIO HORÏA- Tu helada mano entre la mano mía, Siento tocar la garra de algún tigre O la piel escamosa de una víbora. Imaginas intimas. [Cómo quisiera entonces, vengativo, Tu pecho desgarrar, lleno de ira, Y arrancarte implacable las entrañas, La ultima chispa que quedó en la hoguera, Mas negras que mi suerte y tus pupilas! La ultima flor que en mi jardín había, La ultima estrella que brilló en mi cielo La postrera esperanza de mi vida, Oon este corazón que hoy despedazan oual buitre carnicero las desdichas l ocio te lo ofrecí con mi cariño, rí 2 í6 deJ6 por tus mentiras. ¿Qué has hecho del depósito sagrado Del moribundo corazón, que un día Ln ti confiara, infame robadora De tantas almas que por tí suspiran? Todo me lo quitaste.... ¿qué me queda Ln esta sociedad que me horroriza bin lagrimas, sin vida, sin consuelo, Laciaver que descanso necesita? Viste colgando una cana; Fué entonces marfil la grana Que el rostro á besarte mueve, Y trémula, fiera, aleve AGUSTIN F- CUENCA. Trozaste el cabello cano, Que era un cisne de verano Envuelto en plumas de nieve. NIE^E DE ESTIO. Presa de terribles luchas, Como agravio á tus hechizos Viste después en tus rizos (A JUAN DE DIOS PEZA.) Otra cana y otras muchas, Y triste en silencio escuchas, Cómo la razón proclama Que es el pensamiento llama Copia fiel de tu belleza Que cuando más se enrojece, Pediste ayer al espejo, Más el cabello emblanquece Que es el más puro reflejo Con el fuego que derrama. De la más noble franqueza, Y siento de mi tristeza Fijos en el claro espejo Crecer los fieros enojos, Tus "más claros todavía Porque para ver tus rojos Ojos que causan al día Labios y tu blanca frente, ltubores con su reflejo, No hay cristal más trasparente Las blancas hebras del viejo Que las niñas de mis ojos. Cabello en su edad lozana Arrancaste, y la galana La luz, de copiarte ufana, Luz de tu mirada al verlas, Dió al espejo sus destellos, Fué luz que disuelta en perlas Y entre tus negros cabellos Bajó á besar cada cana. 79 Un riso blanco me envías Y tiene allí por sentido De tus letras adoradas Ruiseñor que la corteja Envuelto en las desmayadas El amor que en mí se queja Misteriosas melodías; Receloso del olvido. X en tus congojas sombrías Pienso al ver tus canas bellas- Cuando al verte solo veo De unas y otras te querellas, Que eres claridad del día, Unas son la noche oscura Romántica fantasía Que nubla tu frente pura, De espiritual devaneo; Las otras son sus estrellas. Llama de febril deseo; Ave en el árbol, que el río Con odio á torpes amaños Copia en su cristal bravio Y venciendo tu altivez, Querellándose de amor, Me has mostrado la vejez Madreselva cuya flor ^ Que agobia á tus veintiún años; Por galán tiene al rocío. Y sin temer desengaños, Sin temer fieros desdenes Noche de las estrelladas Déjame besar tus sienes; Noches én que los rosales Vano fuera tu temor Forman los lechos nupciales Cuando sé que son de amor De los silfos y las hadas; Todas las canas que tienes. R audal que en despedazadas Hebras de cristal undoso ^ Cuando en tí regocijado, Errante baja, impetuoso Forma mis dulces antojos' De los empinados riscos Llevar el alma en los ojos Y entre los verdes lentiscos Para verte enamorado: Va rodando rumoroso. Cuando en mi pecho lia formado Queden tus negros cabellos -t u alma su caliente nido Ciñendo tu faz morena, sá1 Y el negro ángel de la pena Quede aprisionado entre ellos- El riso de los más bellos Que fueron nieve de estío Guardo yo en el pecho mío GASINO ORTIZ. Viendo tus congojas grandes; Hay siempre nieve en los Andes Y espuma en el mar bravio. EN LA MUERTE DEL SE. D. MELCHOR OCAMPO.

ELEGÍA.

Voz de dolor, rugido de venganza, Lúgubres ecos de pesar, de ira, Lancen las cuerdas de mi triste lira, Provocando sangrienta á la matanza. El genio de las furias que me inspira Arranque de mis labios con espanto Raudales de frenética armonía, Y en tan infando día Sea de rabia y de rencor mi canto. ¡Desesperación y luto en torno miro Y fresca sangre que caliente humea... Sangre también el corazón desea Y á sangre sabe el aire que respiro ¿Uno se hizo el hombre grande, el genio fuerte No siente convertida en fuego ardiente M sabio michoacano, cuyo acento Correr la sangre en sus hinchadas venas. Hizo temblar al fanatismo inerte Y á la ignorancia en su profundo asiento? Contemplad con asombro aquella frente, ¿Do está la antorcha luminosa y clara Del genio y del saber profundo asiento.. .. Que el mundo de Colón bañaba un día? El sacrilego plomo del soldado ¿Donde el escudo está que defendía Vendido al clero del poder sediento, Los derechos del pueblo mexicano? Aleve ha traspasado. ¿En dónde está tu orgullo, patria mía? Ese rostro mirad, al que animaba ¡UCAMPO, OCAMPO, ILUSTRE CIUDADANO! El rayo de divina inteligencia, donde estas....? ¡Oh Dios! ¡Horrible crimen. Cubierto ya do palidez horrible ¿Que espectáculo atroz ante mis ojos Privado del calor de la existencia. Ofrecen los esbirros del santuario? Esa cabeza, ayer depositaría De sangre pura, generosa y cara De espíritu creador, de ideas sublimes, Empapados están los labios rojos De humanitarias, altas concepciones, Del aleve y fanático sicario Cubierta está de venda funeraria. ¿Qué visiones son esas que me oprimen . ? Y aquella boca, manantial fecundo ¡Un sangriento cadáver insepulto ? De alocución purísima, elocuente, ¡ Fres niñas tiernas que espantadas gimen . ? Aun entreabierta está, cual aspirando ¡Oh barbara atentado! ¡oh negro insulto' El soplo blando de la fresca brisa: ¿E impune queda un hecho tan salvaje' Generosa tal vez, aunque doliente, ¿íjo hay quien.castigue tan feroz delito? E11 esos labios asomó vagando ¿Y sufre el pueblo tan mortal ultraje? Una inefable, celestial sonrisa, ¿A o hay quien lance de venganza el grito? A su asesino infame perdonando.

¡Maldito el Mexicano, sí, maldito, Mirad allí al hombre inmaculado, Al gran republicano, al fiel patriota, Que, al escuchar el crimen de esas hienas, A un suplicio afrentoso condenado, Y, cual vil malhechor, cual un malvado, Entre luz y tiniebla sumergido; Expuesto á la vergüenza en la picota. Él al Señor de la creación amaba Su ardiente corazón entre el aroma ¿Recordáis, por ventura, De las modestas campecinas flores, Sus ínclitas virtudes? Con el blando gemir de la paloma, ¿Su hermosa vida irreprensible y pura Con el canto de tiernos risueñores; Con afán incesante consagrada Y á los cielos volaba su plegaria De santa libertad al culto ardiente, En las alas del aura vespertina, Al amor de su patria infortunada En la voz de la alondra solitaria. Y á la mejora de su triste gente? En el vapor de fuente cristalina. ¿Recordáis sus vigilias, estudiando ¿Lo recordáis? Pues todo ha sido vano En el inmenso libro de natura, Ante el feroz y bárbaro asesino Por la noche los astros observando ¡Solo queda un cadáver en el llano Y bebiendo la ciencia en la lectura Oscilando en la rama de alto pino De la antigua y actual filosofía? ¿Recordáis igualmente su alma pía, ¡Oh rabia, oh dolor, oh cruel agravio Su noble corazón, que, generoso, Que hace temblar la humanidad entera! De la esperanza el bálsamo vertía Horrible imprecación lanza mi labio Con el pan que dio al menesteroso? Sobre la infame, la voraz pantera ¿Recordáis su pasión por lo sublime, Que, sedienta de sangre y de matanza, Por lo puro, lo Cándido, lo bello? Con sangre pura se salpica y moja.... Cuando del sol el último destello De Tacubava al tigre el alma arroja Dejaba el horizonte, moribundo; Un grito de furor y de venganza. Cuande dormir parece el ancho mundo, ¡Eterna maldición, Caín inmundo, Arrullando en la mágica armonía Caiga del cielo en tu aplastada frente! Que al caer de la tarde se produce ¡Maldígate el averno, el ancho mundo, Por ese vago y misterioso ruido, Los hombres de hoy, la venidera gente!

Del universo al declinar el día, ¡Ilustre sombra del ilustre OCAMPOI ¡Mártir de libertad y de reforma! Empañar el cristal brillante y puro Ya tu dejaste de la vida el campo, De tu virtud, tu nombre y tu talento Y aquí tu nombre de preclara norma Al espirar, sin duda, una mirada De inefable perdón diste postrera Empero ya dejaste el triste suelo A tus sangrientos, crueles enemigos, Y en él grabadas tus preciosas huellas; Que generosa y grande tu alma era.' Hoy inmortal recorres por el cielo Mas yo, que tengo el corazón herido, El ignoto país de las estrellas. Y orgullo tuve en ser de tus amigos,' Queda tan solo á México tu gloria, Ante tus manos juro eterna guerra ' Tu genio, tu virtud, tu nombre al mundo, A tus viles, infames matadores: A tus amigos un dolor profundo, Una guerrra sin tregua á ese partido A mi alma atribulada, tu memoria.

Falaz y fementido Morelia, Junio 17 de 1861. De asesinos hipócritas traidores, Une en el misterio y soledad del templo Cruel y vengativo te condena A ignominiosa pena, A una muerte de horror y sin ejemplo,

Y porque nada falte á tus tormentos De tu carrera en el ocaso triste, Amargo el cáliz del dolor bebiste En tus flébiles, últimos momentos La ingratitud, la envidia, la demencia Je los tuyos también emponzoñara i u misera existencia. No ha faltado insensato que soñara Con el vapor de su asqueroso aliento, Con su dorada luz mi alma despierta, Vuelvo á soñar, y gozo, y ya no incierta Miro la senda que mis pasos guía Por el mundo, poblado de ilusiones Para una alma feliz como la mía, _ Cuando para otros mil ¡quién lo diría! Plagada está de penas y aflicciones Y parece mentira y muchas veces Miguel Portillo. Que anubla mi horizonte la pobreza, Por el arte la olvido y más dichoso Me juzgo que á quien mima la riqueza. M!is ilusiones. ¡Cuantos me envidiarán! los que suspiran Por el poder y próspera fortuna, Los que en vez de dormir viven pensando No es la sed de riqueza En el incierto porvenir, ansiando La que á estudiar del arte la grandeza Prosperidad, grandeza, poderío, Me impulsa cada día, Todo eso que se aduna Mi pecho no ambiciona Con la frivolidad de la existencia La vanidad del esplendor que ansia Y de que á solas sin querer me río Con frenético afán el hombre vano. Y también sueños son, yo no lo dudo, Si me desvelo en estudiar y afano Pero sueños que llenan de amargura Es porque el arte de ilusión me llena, El triste corazón, no cual los míos Es porque me entusiasma y me fascina. Que al que tras de ellos vá, siente ventura. Cuando mi mente a descansar se inclina Sobre la almohada, en sueño delicioso, Yo vivo sorprendiendo á la Natura, Un mundo de esperanzas le precede, Robando al horizonte sus colores, Y me duermo soñando, y cuando el alba Al astro rey, sus mágicos albores. Y aunque imitar no paedo los primores Responde solo la solemne calma Del bosque undoso, ni del sol la lumbre, De la Naturaleza encantadora. Contemplando sus galas me embeleso, Que tanto y tanto para mí atesora, Y subo hasta la cumbre Yo sigo sus deleites, yo me embriago De la montaña y cuando ya en Ocaso En sus misterios y por eso al arte La luz se apaga que á la noche guía, Consagro los instantes de mi vida, Arrobado contemplo la grandeza Y el oro, y el poder, y la grandeza, De mi madre la gran naturaleza! Hilan mi corazón me clan tibieza.

Cuanto pasa delante de mis ojos Solo el amor, emblema misterioso Toma ser en mi loca fantasía, De la dicha mi espíritu enardece, Y todo me extasía, Y el fulgor de la gloria me envanece! El átomo, el insecto, ¡Naturaleza, amor, gloria, ilusiones La luz, el aire, la región vacía. Del arte mientras muero, Mientras mi frágil vida se deshace, El hálito del viento es un gemido, En vosotros espero, El susurro del agua es una nota A vosotros consagro mis afanes, Que deleita mi oido, Y despues de vosotros, nada quiero! Y al resbalar el sol en cada gota, Piedi as de gran valor finge mi mente, Julio 31 de 1883. Y la nube que flota En el espacio azul es una gasa Con que se cubre el empinado monte. Yo contemplo, yo admiro Los tesoros que encierra El rincón ignorado de la tierra. En el silencio y soledad suspiro, Y al sollozo de nii alma 92 93 Mariposilla que en polvo de oro Dejas, si vuelas, bilos de luz, Y á quien las flores dicen: "te adoro," Eso «res tú. AGAPITO SILVA. Sombra de un sueño desvanecido, Ola que lleva triste rumor Y que se apaga como un gemido, Para el album de la Srita. Saia Ibarra. Eso soy yo. Gentil gacela que huye ligera Botón de rosa lleno de vida Si oye los ecos del lago azul Que se abre puro como la luz Tibia alborada de primavera. Y que á los sueños de amor convida Eso eres tú. Eso eres tú. Oscura nube que en Occidente Y sombra triste de un pensamiento, Cubre los tibios rayos del sol Nube sin rayos, cielo sin sol, Y que se arrastra triste y doliente, Nota doliente que lleva el viento, Eso soy yo. Eso soy yo. Blanca paloma que abre sus alas Mágica ondina que en los cristales Buscando el nido de la virtud Del arrolluelo bebe la luz Llena de encantos, llena de galas, De los albores primaverales, Eso eres tú. Eso eres tú. Hoja que en alas del torbellino Bardo que canta tristes historias Va sin que pueda besarla el sol Sin un destello de inspiración Tras de la nada, que es su destino, Y solo vive de sus memorias, Eso soy yo. Eso soy yo. 94 Mujer hermosa que en sus pupilas Los astros lleva de un cielo azul Y á quien arrullan horas tranquilas, Eso eres tú. S— Y yo soy eco del sentimiento, Ola que rueda, triste cantor, INDICE. Que deja en tu álbum un pensamiento, Y al ausentarse te dice, adiós....! GÜILLERMO PRIETO.—Biografía Guaymas, Setiembre de 18S1. En la distribución de premios de la Escuela de Ciegos En el álbum de la Srita. Esther Ta- pia Coplas ligeras. Á María mi nieta, la hija de Francisco 35 Misterio 39 Desconfianza 43 Letrilla 47 Desengaño 53 Romancito 59 JUAN DE DIOS PEZ A— i Víctor Hugo.. 62 JESÚS ECHAIZ.—Galileo .. . 65 PANTALEÓN TOVAR.—A*** _ 66 MANUEL ACUÑA.—Cinco de Mayo 69 AURELIO HORTA.—Páginas íntimas 74 AGUSTÍN F. CUENCA—Niev:e de Estío. Á Juan de Dios Peza :.... 76 94 Mujer hermosa que en sus pupilas Los astros lleva de un cielo azul Y á quien arrullan horas tranquilas, Eso eres tú. S— Y yo soy eco del sentimiento, Ola que rueda, triste cantor, INDICE. Que deja en tu álbum un pensamiento, Y al ausentarse te dice, adiós....! GÜILLERMO PRIETO.—Biografía Guaymas, Setiembre de 18S1. En la distribución de premios de la Escuela de Ciegos En el álbum de la Srita. Esther Ta- pia Coplas ligeras. Á María mi nieta, la hija de Francisco 35 Misterio 39 Desconfianza 43 Letrilla 47 Desengaño 53 Roinancito 59 JUAN DE DIOS PEZ A— i Víctor Hugo.. 62 JESÚS ECIIAIZ.—Galileo 65 PANTALEÓN TOVAR.—A*** _ 66 MANUEL ACUÑA.—Cinco de Mayo 69 AURELIO HORTA.—Páginas íntimas 74 AGUSTÍN F. CUENCA—Nieve de Estío. Á Juan de Dios Peza r.... 76 GABINO OBTIZ—En la muerte de Don Melchor Ocampo Si MIGUEL PORTILLO—Mis ilusiones 88 AGAPITO SILVA.—Para el álbum de la Srita. Sara Tbarra ''2

'SI Parnaso Mexicano.

MANUEL CARPIO. GABINO OBTIZ—En la muerte de Don Melchor Ocampo Si MIGUEL PORTILLO—Mis ilusiones 88 AGAPITO SILVA.—Para el álbum de la Srita. Sara Tbarra ''2

'SI Parnaso Mexicano.

MANUEL CARPIO.

MANUEL CARPIO

SU RETRATO Y BIOGRAFIA CON EL JUICIO CRITICO DESUS OBRAS

Y Poesías escogidas de varios autores COLECCIONADAS

BAJO LA DIRECCION DEL Sil.'- ; Gral. B- Vívente Eiva Palacio, contando además con la bondadosa colaboración de los Sres. Ignacio M. Altamirano, Guillermo Prieto Manuel Peredo, José M. Vigil, José M. Bandera, . Tuande D. Peza, Francisco Sosa, Joaquín i rejo, Hilarión Frias y Soto y otros de nuestros más eminentes literato« de esta Capital y de los Estados.

LIBRERÍA LA ILUSTRACIÓN. PRIMERA DE SANTO DOMINGO.-«. México, r de Octubre de 18S5. Manuel Carpio.

(APUNTES BIOGRAFICOS.)

MANUEL CARPIÓ fué uno de nuestros es- clarecidos talentos literarios, cuyo nombre ha sido en todo tiempo respetado aun por aque- llos que en contraposición con sus ideas, le tuvieron de adversario tanto en el estadio de la prensa como en la vida real. Nació en la villa de Cosamaloapan de la entonces provincia de Veracruz, el día 1° de Marzo de 1791, siendo sus padres el Sr. D. José Antonio Carpió, nativo de Monte Mayor en el reino de Córdoba, y Da Josefa Hernán- dez, perteneciente á una de las principales familias de Veracruz. Obligado el Sr. su pa- dre, por el comercio de algodón á que se de- dicaba, á aband onar la villa de Cosamaloapan, se dirijió á Puebla donde se estableció con su familia, muriendo en dicba ciudad por el año de 1796. Quedo, pues, nuestro poeta, desde su de esta facultad sino en las Universidades de más tierna edad sin otro abrigo más que el México y Guadalajara, siguió el curso de ciru- amor maternal y sin más esperanza que la jía en el hospital de San Pedro, en Puebla. Va- que le prestaban sus propios esfuerzos para rios de sus condiscípulos establecieron en unión hacer frente al porvenir, y adunando al estu- de Carpió una academia privada de la cual le dio sus naturales dones, conquistasen como lo hicieron presidente; ayudados con sus solos hizo, un puesto digno en la ciencia yen la his- esfuersos, se dedicaron al estudio de la medi- toria de las letras. cina, y después de ofrecer el fruto de sus tra- Asistió á las cátedras en el Seminario Con- bajos en un acto de fisiología al Sr. Obispo ciliar de Puebla, estudiando latinidad, filoso- de la Diócesis, D. Antonio Joaquín Perez, el fía y teología, donde fué generalmente apre- Proto-Medicato, por informes que recibió de ciado por todos sus maestros y en particular su delegado, expidió á estos jóvenes susten- por D. José Jimenez que lo fué suyo en la tantes el título de cirujanos latinos. Querien- ciencia de Dios; este Señor le facilitó su bi- do, sin embargo, el Sr. Obispo que Carpió si- blioteca donde Carpió obtuvo grandes conoci- guiera regularmente la carrera académica de mientos en religión, historia antigua y sobre medicina, le asignó una pensión y le envió á todo en los clásicos griegos y latinos, cuyo México para que asistiera á los cursos de la estudio fué para él siempre del mayor interés. Universidad; así sucedió en efecto, donde ob- Pensando en su porvenir y acabando su curso tuvo el grado de Bachiller y hasta 1832, de teología, quiso seguir la carrera eclesiásti- , después de suprimido el Proto-Medicato el ca, pero su excesiva modestia le hizo no encon- año anterior, reemplazado por una junta de fa- trar en él las altas cualidades y santidad que cultativos que se llamó Facultad Médica del exige el sacerdocio y resolvió tomar otro ca- Distrito, fué cuando sustentó ante ella los mino, concurriendo al objeto á la cátedra de de- exámenes requeridos y recibió su título de recho en el mismo Seminario; convencido des- profesor en medicina. pués de que su vocación no le llamaba al foro, En el ejercicio de su profesión se dió Car- se dedicó finalmente á estudiar la medicina, pió á respetar por sus profundos conocimientos pero no habiendo por aquel entonces cátedras y por la paciencia, bondad y desinterés que usaba siempre para con sus enfermos, causas que le conquistaron la justa reputación de de la verdadera poesía, fué donde Carpió be- sabio. Por el año de 1836, varios facultativos bió, fecundando su ardiente imaginación é ins- de la ciudad formaron una academia con el pirándose además en los libros de las Santas objeto de celebrar algunas conferencias donde Escrituras, sintió brotar en su corazón los pudieran comunicarse sus noticias y observa- cantos sálmicos del poeta. Sin embargo no se ciones, fundando además un periódico dedi- lanzó desde luego á escribir lo que su estro le cado exclusivamente á la ciencia médica que dictaba, sino que esperó á formarse, á que ma- llevó por título "Periódico de la Academia durara su talento y se hubiera enriquecido de Medicina de México," donde Carpió publi- con su gran caudal de conocimientos, para có bastantes artículos, cuya sensatez, conoci- empezar á producir; así fué que tenía más de mientos científicos y elegante estilo le capta- cuarenta años y entraba en la edad en que ron el aprecio y respeto generales, obtenien- otros se despiden de la poesía, cuando vió el do después, en el año de 1854, el grado de público su primera composición original que Doctor que espontáneamente le concedió la fué una oda á la Virgen de Guadalupe, impresa Universidad, incorporándole al gremio con- repartida el año de 1>832 en la función anual forme á los estatutos y sin retribución de nin- v que hacía el comercio de estaciudad. Los años guna clase. sumientes D. Mariano Galván encargó siem- nre á Carpió las composiciones religiosas y Para estudiar concienzudamente y en to- aún epigramas que insertaba en sus viejos das sus fases, la eminente figura que nos ocu- calendarios. Así fueron saliendo al público pa, necesario sería escribir un extenso volu- sus composiciones y popularizándose en Mé- men y tememos cansar la atención de nues- xico, hasta que en 1849, su amigo D. José tros lectores, por lo tanto, y á grandes rasgos Joaquín Pesado las reunió en un tomo que ya que liemos visto á Carpió como liombre dió á luz con un prólogo de su correcta plu- científico, veamosle ahora como poeta. ma, libro que fué saludado con entusiastas Hemos dicho que con toda atención se de- aplausos, teniendo la fortuna de que gusta- dicó al estudio de los clásicos griegos y lati- ran de él los que refleccionan sobre lo que nos, y en esa fuente riquísima 6 inagotable leen y los que solo leen por esparcimiento. IO Por aquella época, los resabios de la escue- solo que no esté bien torneado. El lenguaje la prosaica que dominó en España así como es correcto y puro y sabe ataviarse con la ri- las continuas agitaciones desde 1810, y la in- queza y galas del idioma castellano. vasión de los estudios políticos y económicos Desdo el año de 1836 hasta el de 56 reu- que absorvieron la atención general, bastan níanse una vez cada semana en el colegio ele para explicar que se abogara la delicada plan- Letran D. Andrés Quintana Roo, D. José ta de la literatura y que la poesía hubiese lle- María y D. Juan N. Lacunza, D. José Joa- gado entre nosotros al miserable punto en quín Pesado, D. Guillermo Prieto, D. Fran- que se hallaba cuando Carpió empezó á dar- cisco Ortega, D. Alejandro Arango y Escan- se á conocer. Necesitábase abrir nuevos ca- dón, D. Manuel Carpió y algunos otros que minos, tocar asuntos nobles, unir el entusias- más tarde se distinguieron en la literatura mo y la entonación á la corección y el gusto, patria, y esa Academia se estableció para leer enriquecer la rima, hacer, en fin, muestra de y examinar mutuamente sus composiciones ^ la magnificencia del habla castellana. Afor- discutir sobre las reglas del arte. Carpió tunadamente vinieron á tiempo dos hombres desplegó los principios severos del gusto cla- capaces de ejecutarlo: Pesado y Carpió, á sico, siendo el primero en acatar en sus^ es- cuyo ejemplo deben las letras el renacimien- critos tan sabias reglas. En los años de 56 y to de la poesía en México. La primera mues- 57 desempeñó con notable celo la secretaria tra del talento de un autor está en la elec- de la Academia de San Carlos, de la que era ción de sus asuntos y los de Carpió son in- miembro honorario y coadyuvó con sus cono- mejorables: cuando no los toma de la esfera cimientos al mayor éxito, dando lecciones de religiosa, ocurre á los sucesos clásicos de la anatomía á los pintores de ese plantel. historia, y á los grandes caracteres que en Como hombre político figuró también, ha- ella se presentan. Si se examina luego el mo- biendo sido electo diputado al Congreso ge- do con que los desempeña, en la construcción neral por el Estado de su nacimiento, y en material de los versos, nada hay que repren- otras ocasiones miembro de la legislatura del der, porque tienen siempre número y pleni- mismo Veracruz; formó parte más tarde tud; tal vez en todos ellos no se encuentre uno (1853) del Consejo de Estado como repre- que perdían en él no sólo á uno de los bri- sentante del de Nuevo León, y cuando se llantes génios de la poesía mexicana, sino al veía investido de alguno de estos cargos, ob- ¿micro sincero, al maestro docto, al eminente servaba en todos sus actos una energía y se- patiiota val tierno y cariñoso paure que en veridad verdaderamente espartánicas. n su paso por la vida, tantas lagrimas enjugo Casó Carpió años atrás con D Guadalupe y remedió tantas miserias. Berruecos, señora que se hizo notable por sus ¡Honor á su memoria! bellísimas cualidades. En la vida del hogar halló todas las delicias que puede el hombre México, Setiembre 15 de 1885. recto y amante de lo bello y de lo santo en- contrar en su peregrinación sobre la tierra, FEDERICO CÁELOS JENS. pero ésta felicidad era demasiado grande para ser duradera, y en 1856 murió su excelente consorte y con ella sus más caras y hermosas ilusiones; esta pérdida hirió tan profunda- mente su corazón, abatiendo su espíritu que él mismo conoció su próximo fin. Fué ata- cado por un mal celebral que pronto se ex- plicó por una especie de oblivion y por algún entorpecimiento de la inteligencia; arrastró de esta suerte una vida harto penosa por es- pacio de un año, y habiendo repetido el ata- que el 11 de Febrero de 1860, espiró á las pocas horas, pasando á la eternidad con la serenidad del justo que se entrega á las dul- zuras de un apacible sueño. Sus funerales fueron un duelo público y al cerrarse para siempre la losa de su sepulcro, fué humede- cida por las lágrimas de miles de personas i4 Tú abriste las aguas del piélago hirviente, Pasó por su fondo tu pueblo querido, Y á tu orden el golfo, con largo bramido, Las huestes egipcias voráz se trago. El grande Alejandro se hallaba contigo Al dar las batallas de Tiro y Arbela Y el Griego á tu vista el Asia desvela Xja inmensidad de Uios. Y el trono de Persia por tierra cayo. Tú vuelas encima del mar de Lepanto El sol con sus rayos espléndido alumbra Y pones en fuga la escuadra agarena, Las grandes llanuras, los bosques más densos Y lueo-o coronas la írente serena ija tierra, los mares y espacios inmensos, ' Del hijo de Carlos con lauro inmortal. i todo la anima su luz y calor. Y te hallas en medio del humo y estruendo Así Dios sublime, tú llenas los mundos Del rudo combate do muere Grayma, ^e un lado hasta el otro del gran firmamento. Y á Nelson ilustre tu mano destina * muy mas arriba se eleva tu asiento, Espléndidas palmas allá en Trafalgar. A clonde no llegan los rayos del sol. Al ver cómo cruza la negra tormenta, Mi mente recorre en los años que fueron, \1 ver en la nube surcando la llama, Y allá en el diluvio te miro presente- Cuando oigo el est ruendo d el viento que brama, Inundas las bastas regiones de Oliente Me digo á mis solas: "Allí va el Señor. Y escucho tus aguas bramando pasar. ' Y cubren tus olas también el Ocaso Pasada la lluvia la yerba se alegra Sumerges ciudades y pobres cabanas ' Y al aire se mueve mojado su tallo Y en toda la tierra destruyes montañas Y yo con la mente pasmada te hallo Del polo del Austro al polo Boreal Allá entre las hojas de la húmeda flor. 11 Si subo á la cumbre del Líbano altivo &í subo á los hielos del alto Onzava ¡Qué grato es sentarse de noche en la orilla bi miro en su cráter la férvida lava,' Del mar solitario que azota en la arena, i asmados mis ojos te encuentran allí. Y verte en la luna magnífica y llena Que sube rodando del piélago azul! Si bajo y recorro los grandes desiertos Espléndido tu ángel conduce en la mano doncie rebraman soberbios los ríos, Allá en las alturas el raudo cometa, Si voy á los campos y bosques sombríos Conduce un arcangel á cada planeta i e encuentro presente delante de mí. Y al sol esplendente, radiante querub. Al ir por los mares oscuros del Norte Alíate descubro tráa densas neblinas, Tú llevas velando por ese vacío 80D1 e ]as \ inmensas distancias estrellas hermosas, r}, ' islas y heladas colinas ¡. e miro en tu carro volando cruzar. Antares rojizo y al Norte las Osas, ^ Y al Sur el Centauro y el nítido Orion.

AI ir por los mares del trópico ardiente Aún muy más arriba lanzaste potente 10 miro que pasas en un torbellino• b; 1 las Millones de soles, y mundos y mundos, S V?/ rocas del fondo marino, Y allá en los confínes de espacios profundos 1 amblen en el fondo te encuentro del mar Formaste más globos, INMENSO CREADOR. Tu mano conduce las aves viajeras Que pasan los mares á grandes bandadas, i alomas azules y garzas rosadas V blancas cigüeñas y negro zorzal. I i asando el invierno los pájaros vuelven A ver sus campiñas y selvas y lagos: Allí los mantienes, y alegres y vagos bu arroyo visitan y nido natal Moisés el profeta, varón venerable, De serio semblante, de undoso cabello, Terribles los ojos, indómito el cuello, La túnica parda, de trueno la voz, Preséntase y pide que al pueblo judío CASTIGO DE FARAON. Se deje el camino seguro y abierto, Y hacer sacrificios allá en el desierto E11 rústicas aras al grande Creador. Sentado el monarca glorioso de Egipto En trono de nacar y de oro luciente,' "Seis plagas has visto que toda la gente Augusta diadema le ciñe la frente Sufrió por tu culpa, le dijo el anciano; Al Dios de mis padres resistes en vano, Y adórnale el pecho radiante joyel. El quiere librarnos y es fuerza partir. Y lleva una zona bordada de estrellas. Humíllate, débil, al fuerte Adonai, Su túnica es blanca de seda sonante, Y el manto soberbio de grana brillante, El hizo los montes, los campos y mares, En ondas le baja cubriéndole el pié. Y allá en esos cielos él puso á millares Las altas estrellas que miras lucir." El trono rodean soldados adustos, El rey, entre tanto, cambiando colores, De barba poblada, de rostro salvaje, De yelmo terrible, con negro plumaje, Se inunda su pecho de cólera amarga; Conturnos vellosos de piel de león. Ya coge la espada, ya coge la adarga, Ya baja del solio, ya vuelve á subir. - Su cota de acero bruñida relumbra Temblaban las guardias al ver el enojo _ La espada en la cinta, la pica en la mano, Que agita al monarca; cual tigre en la reja, Esperan la ceña del duro tirano, Revuelve los ojos, enarca la ceja, Y reina el silencio por todo el salón. Y en tono tremendo comienza á decir: 20 21 "¿Cómo es que un Hebreo, cómo es que un esclavo Rasgadas las nubes, la lluvia ruidosa Armado tan solo de mágica vara Inunda los campos, rebosan las fuentes Me pida insolente, así cara á cara, Y bajan las aguas en turbios torrentes Librar á sus tribus? Así no será. Y arrastran las aguas ganado y pastor. Primero los mares abriendo su seno A mí y á mis tropas y carros cubrieran, Mezclados andaban granizos y rayos. Que gentes tan viles de Egipto salieran; La yerba del campo y el árbol hirieron; Serán aquí siervos, aquí morirán." El toro robusto y el hombre murieron, Y el reino cubrióse de luto y horror. Oyendo el profeta palabras tan duras, El bárbaro río sus márgenes cubre, "Mañana, le dijo, verás tempestades, Arranca los cedros de Ménfis altiva, _ Habrá granizadas, habrá mortandades, Verás maravillas que Egipto no vio.'1 Y en gran remolino sus palmas derriba, Y arroja los troncos al férvido mar. Y dando la vuelta salió del palacio, Y cuando cercano mostrábase el día, En tanto el ganado del pueblo judío Al cielo terrible la mano tendía En campos floridos pastaba contento, Y negro nublado los aires cubrió. Y allí no sintieron granizo ni viento, Y solo de lejos oyeron tronar. De Oriente al Ocaso, del Sur al mar Grande, Pasada la negra ruidosa borrasca, _ Errantes las sombras cubrieron el cielo, Que salgan las tribus el rey no consiente; Relámpagos rojos cruzaban el suelo, Más alza el caudillo la vara potente, _ Los truenos hacían la tierra temblar: Y hambrientas langostas obliga á venir. El Nilo bramaba, bramaban los mares, Y luego tinieblas espesas derrama, Bramaban sus costas, silvaban los vientos; Y á Egipto sus luces el cielo le niega, De Tebas y Tamis los ondos cimientos Tan solo el Hebreo contento se entrega Del rayo temblaban al rudo estallar. A juegos campestres y alegre festín. 22 23 Las sombras cubrían la tierra otra noche, Cual suele en los campos un gran torbellino El pueblo en su sueño posaba tranquilo, Quebrar las cañuelas de verdes espigas, Y manso corría magnífico el Nilo; Dejando burladas así las fatigas Callaba la tierra, callaba la mar. Y dulce esperanza de algún labrador; Pacíficas duermen las candidas garzas Así pasó el ángel airado matando Allá entre las cañas, orillas del río, A cuantos varones nacieron primero; Las bestias feroces en campo sombrío Murió desde el hijo del pobre leñero, Y en húmedas cuevas dormidas están. Hasta el del monarca de Egipto señor. Los áulicos altos; los nobles magnates Un grito de muerte se oyó á media noche Descansan en lechos de púrpura rica; En todo el imperio, llevaba la gente Más ¡ayl sobre sedas el rey se abanica, Pavor en el alma; sudor en la frente; E inquieto en su cama no puede dormir. De todos los ojos el llanto corrió.

Repasa en la mente las plagas horribles El rey se levanta del lecho de grana, Que al reino trajeron inmensa amargura, Los vastos salones recorre aturdido, Le eriza el cabello su suerte futura, Sus lágrimas ruedan, y dá un alarido,^ Sudando y combulso se siente morir. Que en todo el alcázar, en todo se oyó. Un ángel, en tanto voló como un rayo Lloraba la reina, sus manos torcía, De Siene hasta el Delta, temblando de enojo: Con ayes dolientes á su hijo llamando; Con la ala derecha tocaba el mar Rojo Y suelto el cabello y el velo arrastrando, La izquierda tocaba al Libio arenal. Toda ella temblaba de espanto y dolor. Volaba cubierto de espesa ti niebla, Gritaban las madres por calles y plazas, Llevaba en la mano su acero sangriento, Alzando los ojos llorosos al cielo, Sus negros cabellos vagaban al viento, O bien de rodillas besaban el suelo, Sus ojos brillaban con luz funeral. Haciendo plegarias á Osiris y Amón. 25 Aun hay obeliscos y templos y tumbas. Tremendo castigo de un pueblo orgulloso, De Tebas y Ménfis allá entre las ruinas, Idólatra ciego, que á un pueblo su hermano Que vieron al ángel en densas neblinas Oprime sin tregua con bárbara mano, Cual águila negra volando cruzar. Y apenas le deja del sueño gozar. Allí Honaparte, á orillas del Nilo, Empero esa noche, soñando en un viaje, Al dar á los turcos batalla tremenda, Las tribus dormían en rústicos lechos; Es fama que dijo: "Aquí va la senda Terror no agitaba los candidos pechos Que ha visto de un ángel la sombra pasar.' De aquellos mortales, amor de Jehová.

El angelen tanto, se para en la cumbre De la alta pirámide, y dá una mirada A todo el Egipto, y envaina la espada, Y quédase un rato pensando entre sí.

De nuevo desplega sus rápidas alas, Y parte y resuena su espada en el vuelo, Divide las nubes y encúmbrase al cielo, Y dice postrado: Señor, ya cumplí.

Así en ese tiempo y en esas regiones, Quebranta Adonai la fuerte cadena Del pueblo escogido, y humilla y enfrena Al bárbaro Egipcio y al gran Faraón.

Libró á los Judíos con brazo robusto, Y á tantos prodigios tembló el Filisteo, El fuerte Moabita, y el fuerte Idumeo, Y el rico Fenicio temblaba en Sidón Del ejército grande el polvo miran, Que en remolinos por el aire sube, Y al ver que viene la anchurosa nube Tiemblan las tribus y en desorden giran. Ya se oye la confusa gritería Del enemigo que veloz se acerca, I? as o del mar rojo. ¡Ay! ¡qué los carros ya se ven de cerca, Y de cerca se vé la infantería! El pueblo de Jacob salido había Ya se oye el galopar de los corceles De Ramasés con el placer más vivo, Que avanzan con ardor y los bufidos Viéndose lejos de monarca altivo De las yeguas de Arabia, y los mugidos Y viendo rota su cadena impía. Del Dios Apis ceñido de laureles. Los viejos besan á sus hijos tiernos, ¿Quién es aquel de reluciente cota, Estos abrazan á sus buenos padres, De ropaje magnífico de grana, Las doncellas les dicen á sus madres: De armas brillantes, juventud lozana, "Por fin ya libres conseguimos vernos." Casco bruñido, y blanca la garzota?

Rodaba el cielo cóncavo, y rodaba Negros caballos con la crin flotante, El magnífico sol para el Poniente; Grandes, soberbios, de ademán bizarro Quemaba el soplo de huracán vehemente, Tiran gloriosos su dorado carro Cual si fuera vapor de roja lava. Y van á toda rienda por delante.

Estaba el pueblo ya sobre el mar Rojo Es el monarca: escolta polvorosa Cuando volvió los ojos al desierto, En ruidoso tropel lo va siguiendo: Y viendo á los Egipcios quedó yerto De los caballos y armas al estruendo Y víctima creyóse de su enojo. De vanagloria el bárbaro rebosa, 2S 29 Congoja amarga, amargo desconcierto ¿Quién es el fuerte que rompió las ondas Para el pueblo que mira allí su tumba! Y por medio del agua abrió camino? Delante de sus pies el mar retumba, ¿Quién la suspende con poder divino A la izquierda y derecha está el desierto. Dejando enjutas las arenas hondas? "Caudillo de las tribus! las edades ¿Quién, sino aquel Señor que en sus enojos "Gemirán al recuerdo de este día. Al relámpago llama, y obedece, "¿Sepulcros en Heliópolis no había? ¡ Que enciende el rayo cuando le parece, "¿Por qué morir en vastas soledades? Que apaga el sol al brillo de sus ojos? "Mejor no fuera á orillas del gran río ¿Quién, sino Aquel que en el inmenso cielo "Alzar palacios, cavar canales, Hace rodar sus infinitos mundos, "Que perecer en estos arenales A quienes ni los sabios más profundos "Entrelas manos del Egipcio impío." Pueden seguir en su incansable vuelo?

"Hijos del padre Abraham! valor y esfuerzo, El terrible Moisés baja el primero Dijo Moisés: "la mano omnipotente Con firme paso al tenebroso abismo, "Hará desparecer toda esa gente, Sigúele Araón con ínlcito heroísmo "Como las hojas que arrebata el cierzo." Y el pueblo marcha por aquel sendero. Dijo, y el augel que en su nube envuelto Las gentes silenciosas entre tanto, Caminaba del pueblo á la vanguardia, En las profundidades solitarias, Hacen al cielo tímidas plegarias De un paso colocosc á retaguardia Lloroso el rostro y pálido de espanto. Con sable en mano y ademán resuelto. Moisés la vara sobre el mar levanta "Volad, el rey gritó, los fugitivos Y se abre el mar con formidable estruendo; Caigan al golpe del terrible acero, El abismo descúbrese tremendo Y los que escapen del rigor primero, Jamás hollado por humana planta. Vuelvan á Tanis otra vez cautivos." Dijo, y su tropa en orden de batalla ¡Cuánta desolación en los soldados! Entra en el mar que encadenado ruge: ¡Y qué terror! Legiones con legiones, El armamento en las tinieblas cruge: Carros con carros chocan, y bridones Calla el infante y el ginete calla. Con bridones se mezclan asustados. Huye hijo de Jacob, que ya insolente Firme Moisés, alzó la fuerte mano El Faraón cual tempestad avanza Sobre el pesado mar, y el mar revienta Al fondo del abismo y ya te alcanza Y se desploma como gran tormenta Entre espantosa multitud de gente. Encima de las tropas del tirano. El ángel que escuchó no muy distante Las olas en ruidosos remolinos El ruido de los carros y corceles, Envuelven al caballo y caballero, Volvió la cara y viendo á los infieles, Y al que tira la flecha y al hondero, Con rostro airado se paró delante. Y al rey con sacerdotes y adivinos. Al trueno de su voz tiembla la tierra, Echan fuera las aguas entre espumas, Y en lluvias el nublado se desata, Las espadas, las picas, los escudos, Como el agua de inmensa catarata Los fuertes cuerpos de guerreros mudos Que se despeña de fragosa sierra. Y sus morriones de flotantes plumas. En esta noche lóbrega y tremenda También tú, ¡oh rey! cubierto con tu malla Los cárdenos relámpagos relumbran, Tendido estás, helado y sin aliento, Ruedan los rayos que la mar alumbran Expuesto al agua y al calor, y al viento, Y brama el viento en la funesta senda. Junto con tus caballos de batalla. ¡Ay, que el monarca desmayarse siente! ¿En dónde están tus bravos escuadrones Y sus caballos despreciando el freno, Y tu hirviente y atroz infantería? Arrancan espantados con el trueno, Duermen el sueño de la muerte umbría Y estrellan la carroza reluciente. Al lado de sus lanzas y pendones. Cuando pasan los Arabes salvajes Detrás de sus pacientes dromedarios, Aquí bollarán tus huesos solitarios Y hollarán tus magníficos plumajes.

Ejl monte de JLos Olivos.

Hincadas las rodillas hacía ora- ción diciendo: "Padre mío, si es de tu agrado, aleja de mí este cáliz, DO obstante, no se haga mi voluntad sino la tuya. En esto se le apareció un ángel del cielo confortándole. Y entrando en agonía, oraba con mayor intención- Y vínole un sudor como gotas de sangre que chorrea- ba hasta el suelo. SAN LUCAS, XXII, 41, 42, 43, y 44. Viendo el Hijo de Dios que ya venía De su angustiada vida el fin tremendo El torrente Cedrón pasa gimiendo, Y sube al monte en que llorar solía. Era la noche, y todo estaba en calma El viento, el mar, la tierra delincuente, •Sólo Jesús allá en el Huerto siente Inmensa agitación dentro del alma. 10-2 La luna melancólica y sublime Pero haz tus voluntades sin reserva, Está alumbrando con su rayo muerto Hazlas, Señor, en mí como es debido: A tres hombres dormidos en el Huerto, Dijo, y del pecho le salió un gemido Y al Dios del mundo que en silencio gime. Y postrado cayó sobre la yerba. Hincadas las rodillas vacilantes, ¡Cuán otro estabas en mejores días Alza las manos lánguidas al cielo, Cuando eras tierno y balbuciente niño, Alza los ojos que marchita el duelo, Y de una Madre llena de cariño Ojos un tiempo hermosos y brillantes. Los abrazos y besos recibías! A veces inclinada la cabeza, Este es el Dios cuyo terrible trueno El suelo toca con la blanca frente, Hace temblar los montes y ciudades, Y húmedo deja con sudor caliente ¡Ay cómo gime en tristes soledades! Aquel lugar de llanto y de tristeza. ¡Ay cómo tiembla de terrores lleno! Tal vez en tanto Salomé la bella Y no es porque le falte fortaleza Bailaba alegre como en otros días, Para desencajar la tierra y cielo, Y Jesús en sus tristes agonías Sino que Él mismo se humilló hasta el suelo Deponiendo su honor y su grandeza. Lloraba por Herodes y por ella, Viendo Dios á Jesús agonizante, Al alma preséntesele muy clara Le dolió el corazón en lo más yivo; La historia de los hombres sus hermanos Estaba el Hijo bajo el triste olivo, Y al pensar en Salem, con ambas manos Pálido, desmayado y palpitante. Cubrió el sonrojo de su hermosa cara. Entonces haber hecho á los humanos ¡Oh Padrei si es posible entonces dijo, Al Padre le pesó la vez segunda: Ese cáliz aparta de mi boca, Allá en tiempos atrás la tierra inunda, Ten compasión del Hijo que te invoca, Más hoy no mueve sus potentes manos. Ten compasión de tu inocente Hijo. 36 '•'Angel de luz, al Olivar desciende," Júdas en tanto llegase al Ungido, Dijo en el cielo el Hacedor del mundo, Y á venderle besándole se atreve, "Infunde aliento al Hijo moribundo;" ¡Ay del Apóstol infeliz y aleve! Y el ángel volador el aire hiende. ¡Mejor le fuera nunca haber nacido!

Sostiene á Dios en el quebrado suelo Con los brazos, y anímale á la muerte; Y al ver así descoyuntado al Fuerte, Cúbrese el rostro con su negro velo. La paz en tanto ocupa estos retiros, Las hojas de la palma están serenas, So oyen las olas del torrente apenas Y del Hijo del Hombre los suspiros. Llegada al colmo la mortal congoja, Clama á su Padre con mayor vehemencia, Y cae segunda vez en su presencia Cubierto en sangre que la tierra moja. En tan mortal y pálido desmayo No quiere usar de su poder divino; Tiene á su izquierda quieto el torbellino, Y á su derecha encadenado el rayo.

Mas viendo el Salvador que se adelanta Para prenderle silenciosa tropa, Por fia apura la tremenda copa, Y del suelo sudando se levanta. El Dios de las sonoras tempestades A su hija hermosa complacido mira, Y hace callar el huracán y el trueno Porque no asusten á su tierna niña. Un ángel colocó junto á su cuna, Fuerte espada colgábale en la cinta, AL NACIMIENTO DE LA VIRGEN. Para que á la inocente defendiera Contra el rencor de la serpiente antigua.

Nació una niña en la infeliz Judea, Llenó de gracia y dones inmortales Niña preciosa, y se llamó María: El alma encantadora de María, Era más bella que un botón de rosa Alma más pura que la blanca luna, Mojado con la lluvia matutina. Más pura que la estrella vespertina.

Ojos azules de color de cielo, El Hijo del Señor bajó del cielo Rojos los lábios cual purpúrea tinta, Y abrazó á su criatura la más lincla, Y blanca y tierna, y de cabellos blondos, Y un ósculo filial le dió en la boca Y amable corno simple cervatilla. A la que Madre suya al fin sería. ¿Qué distantes-estaban las Romanas, Y tuvo compasión de la inocente Las romanas magníficas y altivas, Al contemplar que en borrascosos días De pensar que en un pueblo del imperio Agolpadas congojas á congojas, Pobre su emperatriz nacido había! Su blando corazón desgarrarían. ¿Ni cómo Octavio y su estruendosa corte Y escuchaba los lánguidos gemidos Que en la infeliz Jerusalem daría Entre tantas victorias y conquistas, Y miraba sus lágrimas amargas Creyeran que viviese ya la Madre Rodando por sus pálidas mejillas. Del Hombre que su gloria eclipsaría? <0 4r Y al pensar en escenas tan terribles A los brazos otra vez volvía, Y á su futura Madre con terneza El Hijo Dios llenaba de caricias. iDicbosa, muy dichosa, Hija del cielo! Tú que fuiste sin. crimen concebida, LA MUERTE DEL REDENTOR. Tú vales más que el querubín radiante, Y formas de tu Padre las delicias.

Tú ruegas por los hombres delincuentes Aquel Señor que en el profundo cielo Si ves de Dios la cólera encendida, Derramó sus magníficas estrellas Y alzas juntas las manos suplicantes, Que lanzadas cual rápidas centellas Y el rayo apagas en su diestra misma. Pasan gloriosas con inmenso vuelo.

Tú que sabes de angustias y de llantos, Aquel Señor que sumergió enojado Eres con tus hermanos compasiva, El Popocatepetl y el Himalaya, Y llena de ternura blandamente, Haciendo de la tierra un mar sin playa Su amargo lloro con tu mano limpias. Do el hombre criminal quedó anegado.

Danos, pues, de piedad una mirada: Hoy deshonrado, pobre y desvalido, Todo amenaza mortandad y ruina; En la cumbre del Gólgota tremendo, Tú que sabes de angustias y de llantos, Colgado de una Cruz está muriendo De tantos males á tus hijos libra. En medio de su pueblo enfurecido. Hostigada la cólera del Padre, Cual rápida corriente se desata, Y en su furioso vértice arrebata Al Discípulo, al Hijo y á la Madre. Sin fuerzas y sediento y desvelado, Entre el tormento que el verdugo emplea, Dios es la burla y risa de la gente; Entre la maldición y el alarido, A la izquierda y derecha un delincuente, Murió por fin á su sudor rendido; Jesús en medio á cargo del Soldado. ¡Ay, infeliz de la nación hebrea!

¡Ay de mí! Cual estás, qué diferente Tiberio en tanto, en la estruendosa Roma. Hoy te presentas del que ser solías, Entre el oro y la púrpura del solio, Al orgullo del alto capitolio Guindo allá en el Tabor resplandecías, Juntaba los placeres de Sodoma. Guindo increpabas á la mar hirviente! ¿Cómo es que estás, Señor, tan humillado La tibia sangre y el sudor gotea, Tú, cuya airada faz relampaguea, El desamparo y la congoja crece, Que si tocas un monte, el monte humea, Y el cuerpo desangrado se estremece: Que si tocas el mar, huye espantado? .Ay, infeliz de la nación hebrea! ¿Te has olvidado del honor divino Los ojos vuelve al enojado cielo, Que debe darte el hombre miserable? Los ojos digo, pues las blancas manos, ¿Dónde apagaste el rayo formidable? Traspasadas con clavos inhumanos, ¿Dónde dejaste el trueno y torbellino? De moverse no tienen el consuelo. ¡Pueblo infeliz! En qué pudo ofenderte Privado de su honor y de su gloria, Ese inocente de congojas lleno? Para más agravar su pesadumbre, ¿Ni qué más pudo hacer un Dios tan bueno Repasa con amarga certidumbre Que por amor á tí sufrir la muerte? Del mundo ingrato la tremenda historia. Bebió por tí la copa de amargura, Y el Dios terrible, cuyo enojo espanta Copa terrible que beber debias, La tisrra, el mar y el anchuroso cielo, Y al tremendo patíbulo lo envías Un solo palmo no encontró de suelo En premio de su amor y su ternura. En que apoyar su lastimada planta. 44 45 ¡Espantoso deicidio, que horroriza Colocará su trono reluciente Al corazón más duro y delincuente! Diíás allá de ese cielo diamantino, De horror se pone pálida la frente, Y ante su rostro espléndido y divino Y el cabello también de horror se eriza. El querubín humillará su frente.

Catón, rasgando con su propia mano A sus piés pasarán con vuelo inmenso La misma herida que se dio en el pecho, Los brillantes luceros á millones, De su alma atroz manifestó el despecho, Que humildes le darán adoraciones No la virtud heroica de un romano; Entre el olor y el humo del incienso.

Pero Jesús, con ínclita grandeza, Entre la execración y los dolores, Ruega por sus verdugos y opresores, Y muere sin orgullo y sin vileza.

Ese que ves tan pálido y sin vida, Desfigurado su semblante bello, Con sangre endurecido su cabello Y abierto el pecho con profunda herida; Ese pobre que á fuerza de tormento Ha fenecido á fuerza de pesares, Vale más que la tierra con sus mares, Vale más que el inmenso firmamento. Vendrá tiempo en que príncipes y sabi Doblen ante El sumisos la rodilla, Y desearán con hnmildad sencilla En sus sangrientos piés poner los labios. 47 Entre la grita y el tropel impío De la insolente guardia pretoriana, Caminaba el Señor esa mañana Envuelto con el polvo del gentío.

A solas repasaba tristemente, En medio de tan lúgubre aparato, CAMINO DEL GOLGOTA. La amarga historia de su mundo ingrato, Mundo á la par soberbio y delincuente.

Melancólico el sol con roja lumbre Tal fué el calor y agitación del día, Entibiaba las olas del mar muerto, Que va su cuerpo de sudor bañado, Estaba ardiente el polvo del desierto, Y sin aliento va, y en tal estado Y se abrasaba del Tabor la cumbre. Su corazón perdona todavía.

Flotan en Siria lánguidas las palmas, De este modo la tórtola sencilla Y en Jericó desmáyanse las rosas; De las desiertas rocas moradora, En garras del alcón que la devora Las boras pasan lentas y tediosas, Sufre inocente y muere sin rencilla. Y están inquietas en Salem las almas.

El Señor, entretanto, sin consuele, En medio de las olas de la gente Y desangrado y con la Cruz al hombro, Puédese apenas descubrir al Yerbo: Iba llenando de estupor y asombro, En sus ojos se ve pesar acerbo, Al pueblo y á los ángeles del cielo. Grande congoja en su abatida frente. Al cansancio rendido y desvelado, Caminaba con paso vacilante Falto de fuerza á la fatiga cede, Entre soldados de robustas cotas, Y en languidez mortal seguir no puede En medio de mil lanzas y garzotas, Los grandes pasos del brutal soldado. Y el triste Centurión iba delante. La sangre de Jeková corre caliente Es el mismo que estaba allá presente Por su cuerpo blanquísimo hasta el suelo, Cuando el Padre los cielos extendía: Cubre sus ojos tenebroso velo, A los astros caminos prescribía Y poco á poco desmayarse siente. Y les daba la luz resplandeciente: Aparta ¡oh Padre! del Ungido, aparta Es el mismo Criador, el Hijo mismo La copa del dolor que está bebiendo: duc si amenaza al mar, el mar se humilla, Su alma se rinde en lance tan tremendo Que pasar no le deja de su orilla Harta de tedio y de congojas harta. O bien lo arroja de su inmenso abismo.

En tan profunda y angustiosa pena Aquí rindióse á un pálido desmayo; Inconsolable Dios lanzó un gemido, Pero cuando su rostro centellea, Hasta que, al fin, á su dolor rendido, La alta montaña formidable humea, Cayó y su Rostro se estampó en la arena. Y vuelan el relámpago y el rayo.

Entonces crece al popular murmullo, Se alzó por fin, y puesto á mil sonrojos La burla entonces del gentil osado, Bajaba el melancólico semblante, Entonces los insultos del soldado, Y 'solo á veces por algún instante Y el triunfo vil del farisaico orgullo. Tornaba al cielo sus nadantes ojos.

Cayó el Yerbo en lajarena desangrado, Entre negro terror y sobresalto quedóse un instante sin aliento, Al deshonrado Gólgota camina, _ Pálido, sin color, sin movimiento, Y al grave peso de la cruz se inclina Como la flor que deshojó el arado. Falto de sangre y de consuelo falto. Ese que ves postrado y abatido, Cuando se acerca á tí la Virgen bella, Mojada en sangre y en sudor la ropa, En sus ojos, Señor, tus ojos clavas; Hecho el ludibrio de insolente tropa Pero al mirarla, de dolor temblabas, Y objeto de sacrilego alarido; Y al mirarte temblaba también ella. 5<> Y suda de amargura y de congoja, Viendo el sudor de tu humillada frente, "Si esto que veis le pasa al inocente. Y sin consuelo llora la inocente Al hijo mismo del Creador Al ver el llanto que tu rostro moja. ¿Qué esperanz a le queda di Qué esperanza le queda al Huérfana ¡ay Diosl y atónita de espanto "Un enemigo irresistible y duro Te acompaña tu Madre desvalida, Os cercará de foso y de trinchera, Pasada el alma con terrible herida, Matanza sin piedad habrá por fuera, Suelto el cabello y descompuesto el manto. Matanza sin piedad dentro del muro. Entre tanto, la Roma de Tiberio "Temblarán las doncellas delicadas Dominada de lúbricas mujeres, De las armas romanas al estruendo, Al fausto se entregaba y los placeres Y de Jerusalem saldrán huyendo, Con escándalo inmenso del imperio. ¡Ayl huyendo como aves espantadas. Allá las damas sus hermosos cuellos, El pecho y pies descubren licensiosas, ' "El extranjero, de piedad ajeno, Mientras que por venderse las esposas Con el pueblo será tan inclemente, Perfuman sus adúlteros cabellos. Que cruces faltarán para la gente, Y para cruces faltará terreno. Piadosas á tu lado unas judías Tu deshonra y suplicio van llorando: "Vendrán la peste y la hambre aso] ¿Por qué 110 muestra corazón tan blando Seguiranse batallas á batallas El pueblo todo que escogido habías? Y abrasará palacios y murallas Y el templo ¡oh Diosl la llama vem "¡Ay, no lloréis por mí! dices gimiendo. Por vosotras llorad, y vuestros hijos: "Sangre y más sangre correrá en Tiene el grande Jehová los ojos fijos Y en esas calles que darán espanto, En Salem y en el Gólgota tremendo. Y en esas plazas húmedas del llanto Del niño, de la esposa y del esposo. Dijo, y los prctorianos sus vasallos Lo impelen y urgen con terrible acento, Y al tocar en el Golgota sangriento, Gallo en tierra á los pies de los caballos.

LA yiRGEN AL PIE DE LA CRUZ.

Lanzaba el sol su fuego á medio día Sobre las tristes rocas del Calvario, El campo estaba ardiente y solitario Y hoja ninguna en su árbol se movía.

Busca el leopardo en medio de arenales Las tibias aguas del Jordán revuelto, Busca las sombras el venado esbelto Entre los deshojados carrizales. Con el vapor de la caliente arena El cuello tuerce el espinoso cardo, Y entre las grietas del peñasco pardo Se marchita la flor de la verbena. En tanto el Hombre-Dios allá pendiente En la cumbre del Gólgota gemía, Y sudaba y temblaba en su agonía Oyendo las blasfemias de la gente. Tú, Madre del Señor, que cerca estabas En tanto el mundo estólido levanta _ Del patíbulo horrendo y casi muerta Hasta el cielo á sus héroes y á sus sabios, A ratos lloras con la faz cubierta, Que no son dignos de poner sus labios La vista á ratos en el Hijo clavas. Donde el Hijo de Dios puso la planta. Al mirarle temblar suda tu cuello Y tu alba frente suda, y te estremeces; ¿Cómo pudo una mano delincuente Sus tristes ojos vuelve á tí dos veces, Aplicar en el labio moribundo Y dos veces se eriza tu cabello. Amarga hiél al Hacedor del mundo, Su misma madre hallándose presente? ¡Espectáculo atroz! su sangre roja ¿Cómo no derribo muro y santuario Brota caliente, y al brotar humea, El furor de estruendoso remolino? Y á proporción que de Jesús gotea, ¿Cómo de fuego inmenso torbellino El rostro y manos de su Madre moja. No derritió las peñas del Calvario? El llanto y el dolor son tu alimento, Eres pobre y oscura y despreciada: ¿Cómo es, Hija de Habram,que ver pudiste No le debes siquiera una mirada Los furores de escena tan tremenda? Piadosa al legionario desatento. ¿Cómo al tronar la tempestad horrenda Sin desmayar tu corazón resiste? A cada queja que el tormento arranca De la boca sedienta del Ungido, Tus lágrimas rodaban á tu seno Exhalas profundísimo gemido Y mojaban tus pechos virginales, Que nutrieron al Dios de los mortales Y el llanto limpias con tu mano blanca, Allá de Niño en tiempo más sereno. Aun no acababa algún desapiadado Cuanto vas con la vista recorriendo, De blasfemar del inocente verbo, Todo desgarra tu profunda herida, Cuando escuchabas con dolor acerbo El muro y torres, la ciudad querida La risada insultante del soldado. El templo augusto el Olivar tremendo. En , medio del dolor más inhumano Y al recibir al gran Jehová en tus brazos En contorno buscabas un asilo, Todos estremeciéronse tus huesos, Y eu contomo encontrabas muy tranquilo l A Y en mortal languidez ni darle besos, ' semblante del bárbaro romano. Ni tampoco pudiste darle abrazos, Al espirar el Dios de los judíos Pero después le das ósculo ardiente Diste gemidos tristes y dolientes, Cual suelen las palomas inocentes Y mil abrazos que el amor demanda, En los sauces amargos de los ríos. Acariciando con tu mano blanda Sus muertos ojos y su helada frente.

Y las manos blanquísimas torcías, ¿Qién. creyera al mirar i este hombre muerto Y las alzabas al tremendo cielo, Reclinado en el seno de su Madre, Y no encontrabas á tu mal consuelo. Que fuese el mismo resplandor del Padre, ¡Cnán otra estabas en mejores días! Y el Jehová del mar rojo y el desierto? Todo á tu blando corazón aterra: Del Gólgota no lejos algún día, Cercada estás de pálidos tiranos; Para vengar tan bárbaro delito, Se palpan las tinieblas con las ruanos Pondrá sus tiendas el romano Tito Los muertos se levantan de la tierra. Y entonces, ¡ay de la nación judía! Un formidable terremoto acaba ¡Ay de Jerusalem, que ya le espera De esparcir el terror, y tú entre tanto Hambre, y matanza, y fuego pavoroso, Temblabas ¡ay! atónita de espanto La ceñirán de inmenso contrafoso, Sobre el Calvario que ele horror temblaba. La ceñirán de sólida trinchera;

Tornando al cielo los tus ojos bellos La estrechará feroz infantería, Y entre las rocas puesta de rodillas, Y en medio del furor de la batalla Enjugas en tus pálidas mejillas Por la brecha entrarán de la muralla.— El llanto de dolor con tus cabellos. ¡Virgen, perdona á larnación Judía! Tus inmensas cadenas de montañas Hendidas por hondísimos barrancos, Coronadas están de hielos blancos Y en la falda dan humo las cabañas. Mil espantosos cráteres se miran En la cima de montes y collados, MEXICO- Unos quedaron quietos y apagados, Otros sus llamas con furor respiran.

Espléndido es tu cielo, patria mía, Terrible es ver desde una excelsa cumbre De un purísimo azul como el zafiro, Allá abajo las negras tempestades, : Allá tu ardiente sol hace su giro, Y brillar en las vastas soledades Y el blanco globo de la luna fría. De grandiosos relámpagos la lumbre. ¡Qué grato es ver en la celeste altura El Popocatepetl y el Orizaba De noche las estrellas á millares, El suelo oprimen con su mole inmensa, Canope brillantísimo y Antáres, Y están envueltas entre nube densa El magnífico Orion y Cinosura. Sus cúspides de hielos y de lava. La Osa mayor, y Arturo relumbrante, Allí los ciervos de ramosas frentes El apacible Júpiter y Tauro, El bosque cruzan á ligeros saltos, La bella Cruz del Sur, y allí Centauro, Y entre los pinos y peñascos altos Y tú el primero ¡oh Cirio centelleante! Se derrumban las aguas á torrentes. ¡Qué soberbios y grandes son tus montes; Tus volcanes de inmensa pesadumbre ¡Cómo se elevan hasta el alto cielo! Asombran con sus peñas corpulentas; ¡Cuan fértil, cuan espl ndido es tu suelo! Braman entre sus boques las tormentas jQué magníficos son tus horizontes! Y íyj srát'- es su procelosa cumbre. Globos de fuego arrojan de sus bocas, Mas ¡ay! que las ciudades que algún día Columnas de humo y grandes llamaradas, Fueron su escudo y su brillante gloria, Ardiente azufre, arenas inflamadas, Sólo nos han dejado su memoria Negro betún y calcinadas rocas. En sus escombros y ceniza fría. Entonces se conmueve el fundamento Qué grato es ver los altos cocoteros De los montes azules, y en contorno Ceder al peso de sus frutos ricos, A cien leguas se extiende de aquel horno Y flotar sus flexibles abanicos El rudo y formidable movimiento. Al soplo de los céfiros ligeros!

El magnífico Dios de las naciones Hermoso es ver en la estación florida Al repartir al mundo su tesoro, Altos naranjos exhalando aromas; "Tenga México, dijo, plata y oro," Allí descansan tímidas palomas, Y en tí vertió sus opulentos dones. Y la sencilla tórtola se anida. De tristes cerros la nubosa cima Crecen los espinosos limonares Y en sus abismos la fecunda tierra, Bajo los tamarindos bullidores, Ricos metales sin medida encierra, Y entorno brotan delicadas flores, Que el hombre vil, más que el honor estima. Y entorno silban anchos platanares. La Africa rica á quien el sol abruma, Allá en Oaxaca embelesado admiro La Europa y A sia henchidas de grandezas, En la campiña fértil y lozana, No tienen las espléndidas riquezas Verdes nopales de esplendente grana, Que la patria que fué de Moctezuma. Hermosa cual la púrpura de Tiro.

A México el Criador en sus bondades En las selvas revuelan los zarzales, Le ha dado un aire diáfano y sereno, Merlas, tucanes de plumajes gayos, Aguas hermosas, fértil el terreno, Encarnados y verdes papagallos, "Verdes campiñas, ínclitas ciudades. Tordos azules, rojos camenales. Colibrís mil de bullicioso vuelo, En el desierto grave y silencioso, De azules plumas, verdes y doradas, Entre sus melancólicas palmeras, Del viajero arrebatan las miradas Se deslizan las víboras ligeras, Como el arco magnífico del cielo. O estánse quietas en fa'az reposo.

En México plantó naturaleza Terrible es ver aquel su atrevimiento, Bosques inmensos de arboles salvajes, Aquellos ojos como fuego puro, Bajo cuyos densísimos follajes Aquel mirar tan fijo y tan seguro, Se propaga intrincada la maleza, Que infunden el terror y el desaliento.

Allí el tigre feroz de ojos altivos Terribles son sus agitado s_ cuellos, Embiste al toro montaraz y al ciervo, Y aquella lengua rápida y vibrante, Y la sangre les bebe aquel protervo, Y aquel cuerpo tan ágil y ondulante, Les bebe á caños aún estando vivos. Y aquel silbar que eriza los cabellos. Allí revuelan los aleones vagos, Allí la boa gigantesca oprime Y las gloriosas águilas se lanzan; En sus inmensos círculos el tronco Y en su raudo volar la nube alcanzan, Del ancho cedro, y su silbido bronco, O leves tocan los risueños lagos. Se oye á lo léjos con terror sublime. Juega aquí la zarceta y entretanto Y esa serpiente en su furor provoca El ánsar con estrépito se baña, Al mismo tigre que al desierto espanta, Mientras el tordo en la flexible caña Y lo liga y lo estrecha y lo quebranta, Entona triste su sencillo canto. Y le hace echar la sangre por la boca. Mil pájaros acuáticos azotan Así en el mundo, en merecido pago. Con sus alas la espléndida laguna El orgulloso al orgulloso doma, Así en un tiempo la altanera Roma Y á la luz apacible de la luna Quebrantó la soberbia de Cartago. Nadan tranquilos, ó en el agua flotan. La triste garza estólida se para En las grandes sabanas á millares Junto á la blanca flor de la ninfea, Vuelan libres sus bárbaros caballos, Y posada en un pié no se menea, O quietos se apacientan con los tallos Cual si fuera de mármol de Carrara. De blandas yerbas, sin temor de azares.

Los soberbios nenúfares ofrecen Al oír del salvaje el alarido, Flores de oro y azul, bellas y ricas: Al retumbar el trueno en los desiertos, Las espadañas con sus verdes picas Aquellos brutos ágiles é inciertos Al fresco viento lánguidas se mecen. Corren haciendo un espantoso ruido.

En las selvas, abrigo de las fieras, Suelta la crin al viento vagaroso, Con las lluvias de férvidos estíos, Noble la frente, y levantado el cuello Se ven crecer los bramadores ríos Grande su pecho, ardiente su resuello, Que anegan y fecundan sus riberas. Saltan la rambla, el valladar y el foso. Mas ya escucho bramar tus huracanes Undoso corre el barbaro Mezcala, Que cabañas sin cuento echan abajo, El selvoso del Norte, el Albarado,' El soberbio de Lerma tan nombrado, Y que arrancan los árboles de cuajo, Que las olas enturbia de Chapala. Como si fueran tiernos arrayanes. Arranca el agua en su veloz corriente Nubes de polvo y de menuda arena Palmas y sauces, álamos y pinos, Girando se levantan hasta el cielo, Y á lo lejos se extiende oscuro velo, Y envueltos en ruidosos remolinos Y el ancho bosque con el viento suena. Lanza sus troncos en la mar birviente. Así la vida pásase, y iijera Se alzan las olas y los mares rugen, En su curso á los hombres arrebata: Y en las playas se azotan formidables, Van encantados con la orilla grata Miéntras los gruesos y tirantes rabies Y entran por fin al mar que les espera. De los navios con espanto crujen. ( Pero cansada de volar mi mente, Él te devuelva tu riqueza y galas, Cedo al peso de tanta maravilla, Y te enjugue tus lágrimas hermosas, Y á quien el polvo sin vigor se humilla-, Y te corone de laurel y rosas, Y se anonada de rubor mi frente. Y te cubra benigno con sus alas. Más fácil fuera de tus bosques grandes Trigo abundoso brote en tus llanuras, Contar las hojas que arrebata el viento, Broten las yerbas en tus verdes prados, Enfrenar de la mar el movimiento, El llano y monte cubran los ganados, O levantar la masa de los Ancles; Y al margen pasten de las aguas puras. Q.uc pintar tus arroyos y tus flores, A tu seno retorne la alegría, Tus verdes campos y apacibles grutas, Se unan tus hijos con amante lazo, Y tus perfumes y sabrosas frutas, Suelte las armas tu cansado brazo, Y tus aves de espléndidos colores; Como en un tiempo cuando Dios quería.

Y tus colinas y praderas gratas, De la prosperidad, en fin la copa, Tus soledades, lagos y bajíos, Benigno el cielo sobre tí derrame, Tus grandes montes y soberbios ríos, Miéntras el mar enfurecido brame Tus abismos é hirvientes cataratas. Entre tus playas y la altiva Europa, Más ¡ay! que á tal grandeza y tanta gloria Se mezcla involuntario el desconsuelo De que nos sobreviva acá en el suelo Un vil ciprés, indigno de la historia.

Es mi voto postrero, patria mía, Pedirle al cielo que dichosa seas; Pedirle al cielo que otra vez te veas (Jomo en un tiempo cuando Dios quería. AL RIO DE COSAMALOAPAM.

NAPOLEON EN EL MAR ROJO. Hoy ocupa parte de !a población y casa donde nació el Sr. D. Manuel Carpió. El sol estaba oculto detrás de las montañas Que forman la cadena de Libia la arenosa, SONETO. Debajo de su tienda el árabe reposa, Arrebatado y caudaloso río Reposa el dromedario y el rápido corcel. Que riegas de mi pueblo las praderas, Se pierden en las sombras de pavorosa noche ¡Quién pudiera llorar en tus riberas De Tebas y de Menfis las ruinas estupendas; De la redonda luna al rayo frío! Profundo es el silencio que reina allá en las sendas Que van para las Palmas y Fuentes de Moisés. De noche en mi agitado desvarío Me parece estar viendo tus palmeras, E11 tanto Bonaparte camina silencioso, Tus naranjos en flor y enredaderas En un caballo blanco por tristes soledades Y tus lirios cubiertos de rocío. Vecinas al Mar Rojo, pensando en las edades Antiguas que pasaron, y nunca volverán. ¡Quién le diera tan sólo una mirada Repasa en la memoria batallas y conquistas A la dulce y modesta casa mía, De altivos Faraones, de griegos Tolomeos, Donde nací, corno ave en la enramada! De bárbaros Califas, y piensa en los trofeos Pero tus olas ruedan en el día Que bravos los cruzados lograron alcanzar. Sobre las ruinas ¡ay! de esa morada, Donde feliz en mi niñez vivía. Absorto en pensamientos gloriosos y sublimes Camina por la playa del mar adormecido, Del mar que en otro tiempo con hórrido bramido, Caballo y caballero, y carros se tragó. En tanto el jefe altivo descansa en su fortuna, La noche se adelanta cubriendo de tinieblas Egipto está en Su mente, Albión y toda Europa., El bárbaro desierto y el piélago callado; El trono de Capeto y la aguerrida tropa Apenas se distingue soldado de soldado,' Que lunas y turbantes impávido hollará. Apénas se distingue camello de bridón.' Si alguna de las olas lo hubiera arrebatado Del mar en la ribera tan solo se escuchaban Al fondo peñascoso del piélago profundo, De pájaros marinos los gritos lamentables, ¡Qué llantos y suspiros ahorráranse en el mundo! Pisadas de caballos y estrépito de sables, ¡Qué incendiosy matanzas ahorráranse también! De tropas que seguían al incito adalid. Más Dios que allá á Sus solas miraba los imperios En esta negra noche, en medio á tal escena Y mil y mil designios altísimos tenía, Que pasa en el desierto ¿quién ¡ay! pensado habría Sacó de entre las aguas al hombre que debía Que Europa la orgullosa vencida en algún día A pueblos y monarcas poner bajo su pié. Delante de aquel joven rindiera la cerviz? Sacólo de las ondas á fin de que su espada En tanto sopla el viento y crece la maiva. De Europa castigase los crímenes sin cuento, Levantan se las olas y braman y rebraman, Los crímenes de un siglo soberbio y turbulento Y en playas solitarias se estrellan v derraman, Que á todas las naciones de escándalo llenó. i alcanzan al caballo del bravo general. A Francia lo condujo, y á Italia floreciente, La noche es espantosa y pálpanse las sombras, A Iberia belicosa, á la ilustrada Prusia, Incógnita es la tierra, perdido está el camino, Al Austria formidable y á la potente Rusia; Y crece la tormenta, y crece el torbellino, Y luego á Santa Elena, y ¡á dios de Emperador! Ginetes y corceles no saben dónde están. ^ El férvido caballo del grande Roñaparte En medio del peligro salir del agua emprende, E indómito su pecho las anchas olas hiende' Y abiertas las narices relucha con el mar. Selvas calladas y soberbios ríos. Tú viste la catástrofe tremenda Del mundo primitivo, cuyos mares Estruendosos, saliendo de sus lechos, Sepultados dejaron grandes bosques De palmas antiquísimas y helechos, _ XJA. LUNA. Y de árboles sin número, que el sabio Absorto mira, enmudecido el labio. Allá también en un olvido triste ¡Con qué tristeza sube de los mares Descansando hoy enormes mastodontes, Esa luna magnífica y radiosa! Lagartos y elefantes colosales Baña las olas con sus luees bellas, Que arrebatados de las olas viste Esta peña, esta playa silenciosa, Soterrados quedar confusamente Y mi triste semblante: las estrellas En medio de montones de animales. A distancias enormes la acompañan Siglos después estáticas te vieron Semejantes á pálidas centellas. Heliópolis, Palmira y Ecbatana, Todo en este lugar convida y mueve Y la famosa Tebas de cien puertas, A suscitar recuerdos en el alma: Ultimo esfuerzo de soberbia humana. La soledad, la noche, el aire leve; ¡Cuántas veces bañó tu luz tranquila La silenciosa luna, el mar en calina, Sus palacios y templos y colosos, Y aquella triste y solitaria palma. Sus altas torres y anchurosos muros, ¡Oh reina taciturna de la noche, Sus ciudadelas y profundos fosos! Consuelo del viajero y del amante! Más hoy qué diferentes aparecen Al ver mis ojos esa luz serena, En medio de las vastas soledades, La mente se arrebata delirante, A. tu luz celestial esas ciudades, Y recorre, afligida de su pena, Oue hechura de gigantes me parecen! Vastos desiertos, montes y bajíos, ¿Dónde estuvieron sus ruidosas plazas? Mares inmensos, lagos solitarios. ¿En dónde están sus reyes y su gente, Y tanta vanidad y tanta gloria? Todo pasó cual rápidada corriente, Donde el Atrida se acampó y Aquiles; Y apenas queda su fugaz memoria. En donde estuvo la estruendosa Troya, En las noches brillantes y serenas Ora morada de ganados viles, La víbora se enreda en sus columnas, Ni alumbras ya de esa ciudad, siquiera O ciñe las estatuas eternales Los escombros del muro y la trinchera. Cuando te vé salir de las lagunas Hoy con rayos tranquilos iluminas O de los erizados espinales. Risueños campos, dulces soledades, El insecto contempla tu belleza Lindos arroyos, fértiles colinas, _ Entre los cardos y verbena ruda Nuevos pueblos y espléndidas ciudades: Que nace en la arruinada fortaleza- Esta México rica y afamada, Esa París gloriosa con su ciencia, Y el pájaro nocturno en su tristeza Desde el roto obelisco te saluda. Y esa soberbia Londres tan hinchada Enterrados de Egipto en las arenas Con sus grandes escuadras y opulencia, Miras los templos de Memnon y Usiris ¡Magníficas ciudades que algún día _ Los enormes esfinges destrozados, El tiempo ha de asolar á tu presencia! Los inmensos y tristes propileos,' Sus pórticos, palacios, coliséos, Las tumbas de monarcas ignorados Gimnacios y academias orgullosas, . A pesar de sus grandes mausoleos, Sus grandes bibliotecas y muséos, jMiserables pirámides fastosas, Todo arruinado entre aguas cenagosas Menos soberbias que los vanos reyes, Servirá de morada en que se oculten Cuyo polvo empañó sus anchas losas! Verdinegros lagartos y rapozas: Y las simples palomas con asombro Ese disco tristísimo que incierto Hacia otro rumbo torcerán el vuelo Entre las nubes lánguido se asoma, Al ver amontonado tanto escombro. Ayer iluminó con rayo muerto El lago solitario de Sodoma. Allí en el fondo de ese mar que veo, Orilló también en el glorioso suelo Brilló también tu luz encantadora, Antes que el Ponto en grande bamboleo Se volcara en la Atlántida potente. Tú seguirías en lánguida carrera ¡Ay infeliz de su angustiada gente! Circulando serena en el vacío, Quizás ¡olí patria! ha de llegar el día Al paso que otros reyes y otras gentes, Que estallen estruendosos tus volcanes, A leyes invariables obedientes, Y que agiten tu atmósfera sombría Irán caliendo sobre el polvo frío, Relámpagos, y truenos, y huracanes. Como las hojas pálidas del bosque Verás ¡oh luna! que la ardiente lava Al rebramar el huracán sombrío. Arrasa entonces en su curso undoso Ilumina mi lúgubre semblante, Los árboles, cosechas y ganados, ¡Oh luna! y ten piedad de mi flaqueza, Las ciudades y pueblos abrasados, Si acaba así la espléndida grandeza, Las cúpulas, los arcos y columnas, ¿Qué será de esta caña vacilante? Los sabios y el ejército valiente. ¡Ay jnfeliz de su angustiada gente! ¡Cuántas naciones á su vez pasando Envueltas en las olas de la vida, En su viaje fatal te iban mirando También tú melancólica las viste Incensar á sus sátrapas y reyes, O bien oyando autoridad y leyes, Correr á hundirse en el sepulcro triste. A tu vista pasaban como nubes Mil pueblos y monarcas opulentos: Pasó Nernrod, Sesostris, y Darío, Alejandro y los Césares violentos; Y tú entretanto sin cesar rodando, Denlos mares te alzabas bella y pura, Y á los mares bajabas, relumbrando, O ignorada, tristísima y oscura. Piedad y larga vida Concédele á mi padre; Que cuides á mi madre JOSE DE JESUS CUEVAS. Te pido por tu amor. Que nunca los pesares En vendaval deshecho, LA ORACIÓN DEL NIÑO. Derramen en su pecho Acíbar de dolor. ¡Oh Madre de pureza Que cuidas cou cariño Al inocente niño De lágrimas es valle Que te ama con fervor! La vida y de tristura, Sofoca de mi pecho Un valle de amargura Los malos movimientos De cuitas y de horror. Y da á mis pensamientos De abrojos y sin sombra, Tu virginal candor. La vida es un desierto!.. A nuestro paso incierto Alumbre tu fulgor. I ii cubres con tu manto De estrellas recamado, Con fé sella mi frente; Al niño desolado Dá al pecho dulce calma; Que gime en la orfandad. Y haz brillen en mi alma Al lujo de los reyes Los rayos de verdad. Y al hijo del mendigo, Que no manchen mis labios Palabras de mentira; Del corazón la ira Se aleje y la maldad.

¡Oh, Madre! quién pudiera Volar al cielo santo TIRSO RAFAEL CORDOBA Asido ¡ay! á tu manto La vida al exhalar! Queremos ir contigo, Que es triste aqueste suelo ¡Ah! llévanos al cielo Tus glorías á cantar! Yo soy la linda concha De plata y nácar, Qué guardo hermosa perla Dentro del alma; Rico tesoro, Más valioso en el mundo Que todo el oro.

¿Qué puede compararse Con la inocencia, Compañera amorosa De infancia tierna; Angel que al suelo Para cuidar del niño Baja del cielo? Fresca rosa en su cáliz Guarda escondido Que embalsama las brisas Embriagador perfume Halagadoras; Blando, exquisito; Y aún en capullo, Y el alma hermosa Do amante jardinero Es del niño inocente Formo el orgullo. Como esa rosa. Y pues tan afanoso Ay! perdido el tesoro Me quiere y cuida, De la inocencia, Sean para él mis gracias ¿Qué es del hombre infelice Dulce delicia, Sobre la tierra? Y nunca el viento ¿Qué de las llores Me destroce y le cause Arrancadas, marchitas Rudo tormento. Y sin olores?

Yo soy la concha bella, Yo soy la niña Inocente, dichosa, Pura y festiva, Que sin cuidado Oigo bramar las ondas Del mar airado.

Soy la blanca azucena De grato aroma 84

Miro sus ojos Color de cielo, Su blanda risa, Su talle esbelto, Las hebras de oro El Angel de la Inocencia. De sus cabellos, Y su ropaje A MI HIJA NATALIA. Que al aire suelto, Flotando vaga Anoche, madre, Como en el templo Tuve yo un sueño Lijera nube De los más lindos De blanco incienso. Y placenteros. Soñé que andaba Y soñé, madre, Flores cojiendo Que el ángel bello Por cierto prado Dióme en la frente Verde y risueño, De amor un beso, Junto á la orilla Y así me dijo De un arroyuelo; Con blando acento: Cuando de pronto Miro á lo lejos "Gracias niña, Un lindo arcángel ¿Por qué tan lejos Que á mí viniendo, De tu adorada Rápido cruza Madre, corriendo, Los mansos vientos. Alegre cruzas El campo ameno Llega, y absorta Cogiendo flores Su faz contemplo, Con embeleso? Tu buena madre Se fué volando, Con afán tierno, Madre, hasta el cielo! Te busca inquieta, Niña, temiendo De gozo llena, Que entre las rosas Seguirle quiero, Oculto insecto Cuando agitada Aleve daño Madre, despierto!. .. . Te cause fiero; Al ángel busco.... O bien que caigas, ¡Cuál mi contento Al ir corriendo, Es, cuando miro En esas ondas Tu rostro bello, Del arroyuelo. Tu dulce rostro Que es mi embeleso, _ Vuelve á sus brazos, Y es el retrato Y uélvete, y presto Del que vi en sueños! La dulce calma Torne á su pecho. Yo soy el ángel, Niña, que velo Por la inocencia Con amor tierno!"

Dijo así el ángel, Y en el momento, De nuevo (lióme De amor un beso, Tendió las alas Y por el viento Opulentas cascadas de verdura Tapizaban soberbias los barrancos, Y eran su espuma caprichosa y rica Rosas purpúreas y jazmines blancos. El denso bosque, presintiendo el día, MANUEL M. FLORES. Llenaba su follaje de rumores;^ Flotaba en el espacio la armonía, Y la colina desbordada en flores; EVA. El agua alegre, juguetona, huía Entre cañas y juncos tembladores, Y de la aurora bajo el ancho velo Era la sexta aurora. Todavía Se besaba la tierra con el cielo. El ámbito profundo Del éter el Fiat-hix extremecía Era la hora nupcial. Todas las olas Era el sereno despertar del mundo, De los ríos, las fuentes y los mares, Del tiempo la niñez. Amanecía, Juntándose amorosas, preludiaban Y del Creador la mano soberana Un ritmo del Cantar de los Cantares. Ceñía con gasas de topacio y rosa, El incienso sagrado del perfume Como la casta frente de una esposa, Se exhalaba de todas las corolas. La frente virginal de la mañana. Vagarosos los tímidos céfiros Albumor de sus alas ensayaban Rodaban en la atmósfera Iijera Un concierto de besos y suspiros; Las olas de oro de la luz primera. Y cuantas aves de canoro acento Y levantando púdica su velo Se pierden en las diáfanas regiones, Gentil la Primavera, Desatando el raudal de sus canciones Al ostentar magnífica sus galas, Inundaban de músicas el viento. Iba en los campos vírgenes del suelo Era la hora nupcial. Naturaleza, Regando florea al batir sus alas. De salir del caos aún deslumbrada, 90 Ebria de juventud y de belleza, Su noble faz augusta de belleza Virginal y sagrada,* En medio de su sueño se cubrían Velándose en misterio y poesía, De una vaga tristeza. Sobre el tálamo en rosas de la tierra Oreaba sus cabellos el céfiro; Al hombre se ofrecía. Blandamente su pecho respiraba, ¡El hombre! Allá en el fondo Pero algo como el soplo de un suspiro Más secreto del bosque, do la sombra Por su labio pasaba, Era más tibia del gentil palmero, ¿Padecía?... ¡Quizás!... En su retiro Y más mullida la musgosa alfombra, Sólo el Criador con el dormido estaba. Más tupidas las flores Era el hombre primero, y ya su labio Y más rico y fragante el limonero; De la existencia en el primer momento Y llevaba la brisa más aromas, Bosquejaba la voz del sufrimiento. La fuente más rumores, La inmensa vida palpitaba en torno; Y cantaban mejor los ruiseñores, Pero él estaba solo... El aislamiento Y lloraban más dulce las palomas; Trasformaba en proscripto al soberano. Do más bello tendía Entonces el Señor tendió su mano Sus velos el crepúsculo indeciso, Y el costado de Adán tocó un instante. Allí el Hombre dormía, Aquel ere su bogar, el Paraíso. El mundo inmaculado Se mostraba al necer grande y sereno. Suave, indecisa, sideral, flotante Dios miró lo creado Cual lijero vapor de las espumas, Cual casto rayo de la luna errante Y encontró hue era bueno. En un jirón perdido de las brumas; Bañado en esplendor, lleno de Aurora, Cual nacida del cáliz de las flores, De aquel instante en la sagrada calma, Con sus pétalos hecha y sus colores, A la sombra, dormido, de una palma Viviente perla de la aurora hermosa, Estaba Adán. Su frente pensadora, L&mpo de luz del venidero día 92 93 Condensado en la forma voluptuosa La mano que en la gran naturaleza De un nuevo ser que vida recibía, Pródiga vierte perennal hechizo, Una blanca figura luminosa La del eterno Dios de la belleza, Alzóse junto á Adán.. . Adán dormía. ¡Oh primera mujer. .. . esa te hizo!. .. , La primera mujer. .. Fúlgido cielo La dulce palidez de la azucena Que bañó con su lumbre Que se abre con la aurora, La mañana primer de las mañanas, Y el blanco rayo de la luna llena, ¿Viste luego en la vasta muchedumbre Dejaron en su faz encantadera De las hijas humanas, La pureza y la luz. Los frescos labios, Alguna más gentil, más hechicera, Como la flor de la granada, rojos; Más ideal que la mujer primera?... Esa luz, que es un sol para las almas En la limpia mirada de los ojos; La misma mano que extendió los cielo3 Y por el albo cuello, Y los alumbra con auroras bellas; Voluptuoso crespón de sus hechizos, La que salpica los etéreos velos La opulenta cascada del cabello Con rocío de estrellas; Cayendo en ondas de flotantes rizos. La que viste de azul los horizontes, Los campos de esmeralda, Su casta desnudez iluminaba, Y de nieve la cumbre de los montes Su labio sonreía, Y de verde oscurísimo su falda; Su aliento perfumaba, La que hace con el iris esplendente Y el mirar de sus ojos encendía Diademas al magnífico torrente Una inefable luz, que se mezclaba Que su íaudal de plata Al albor del crepúsculo indeciso.... Entre nube de espumas Eva era el alma en flor del Paraíso. Desborda en tormentosa catarata; Y de ella en derredor, rica la vida La que toma del iris los colores Se agitaba dichosa: Para con ellos colorar las plumas Naturaleza toda, palpitante, Para con ellos matizar las flores; Ceñía sus contornos voluptuosa: Las hojas la cantaban Del labio abierto del gentil dormido La caución del susurro melodioso, Abrasándole el suyo, la atraía, Al compás de las fuentes que rodaban 1 ncliuóse sobre él.. . Su raudal cristalino y sonoroso: Y de improviso La arrullaba la brisa con rumores, Se oyó el ruido de un beso palpitante, Su cabello empapaba con aromas, Se estremeció de amor el Paraíso!. .. Y trinaban mejor los ruiseñores, Y alzó su frente el sol en ese instante. Y lloraban más dulce las palomas, En tanto que las flores Húmedas ya con el celeste riego, Temblando de cariño á su presencia Su pié bañaban de fragante esencia Y se inclinaban á besarle luego. Iba á salir el sol, amanecía; Y á la plácida sombra del palmoro Tranquilo Adán dormía. Su frente majestuosa acariciaba El ala de la brisa que pasaba, Y su labio entreabierto sonreía. Eva le contemplaba, Sobre el inquieto corazón las manos, Húmedos y cargados de ternura Los ya lánguidos ojos soberanos. Y poco á poco, trémula, agitada, Sintiendo dentro el seno comprimido Del corazón el férvido latido; Sintiendo que el aliento que salía ÌNDICE.

Págs. MANUEL CAUPIO.—Biografía 5 La inmensidad de Dios • • • 14 Castigo de Faraón 18 Paso del mar rojo '20 J31 Parnaso Mexicano, El monte de Los Olivos 33 Al nacimiento de la Virgen 38 JOSE ROSAS MORENO. La muerte del Redentor 41 Camino del Gólgota 46 La Virgen al pié de la Cruz 53 México 58 Al río de Cosamaloapam <38 Napoleón en el mar rojo 69 La luna :;••"' JCSÉ DE JESÚS CUEVAS.—La oración del niño <"7Qtí TIRSO RAFAEL CÓRDOBA,—Concha.... SI El ángel de la inocencia .. 84 MANUEL M. FLORES.—Eva SS ÌNDICE.

Págs. MANUEL CARPIÓ.—Biografía 5 La inmensidad de Dios • • • 14 Castigo de Faraón 18 Paso del mar rojo '20 El Parnaso Mexicano, El monte de Los Olivos 33 Al nacimiento de la Virgen 38 JOSE ROSAS MORENO. La muerte del Redentor 41 Camino del Gólgota 40 La Virgen al pié de la Cruz 53 México 58 Al río de Cosamaloapam <38 Napoleón en el mar rojo 09 La luna :;••"' JCSÉ DE JESÚS CUEVAS—La oración del niño <"7Qtí TIRSO RAFAEL CÓRDOBA,—Concha.... SI El ángel de la inocencia 84 MANUEL M. FLORES.—Eva SS

JOSE ROSAS MORENO SU RETRATO Y BIOGRAFIA CON ELJUiCIO CRITICO DESUS OBRAS

Poesías escogidas de varios autores

COLECCIONADAS

BAJO LA DIRECCION DEL SR. Í5 - » Gral. D- Vicente Eiva Falago^ jg contando además con la bondadosng ii colaboración de los Sres. ^ Ignacio M. Altamirano, Guillermo Prieto, Manuel Pereao, José M. Vigil, José M. Bandera, Juan de I). Peza, Francisco Sosa, Joaquín Trejo, Hilarión Frías y Soto y otros de nuestros más cminenl.es literato« de esta Capital y de los Estados.

LIBRERÍA LA ILUSTRACIÓN.

.—PRIMERA DE SANTO DOMINGO.—12.

México, 15 de üeíubre »5e 1885. JOSE ROSAS MORENO-

Nació en la ciudad de Lagos (Estado de Jalisco) el 14 de Agosto de 1838. Fueron sus padres D. José Ignacio Rosas, labrador hon- rado é inteligente, y D1 Olalla Moreno, de la familia del caudillo de la independencia D. Pedro Moreno, célebre en la historia, porque fué compañero y segundo de Mina, y defensor del fuerte de "Él Sombrero Rosas pasó dulcemente en su ciudad natal los primeros seis años de su vida; despues se trasladó á León (Estado de Guanajuato) con su familia. . En 1851 vino á México á perfeccionar su instrucción primaria, y despues estudió lati- nidad en el colegio de San Gregorio, y en el de Minería, primer curso preparatorio. V lici- to á Guanajuato en 1854,perfecciono suedu- cación profesional, y en todas las materias (exceptuando las matemáticas) obtuvo los nes. Algunas de esas fábulas han sido tradu- primeros premios. cidas al inglés, una de ellas por "William Cu- llen Bryant.—Nuevo libro 2o (16 ediciones). Perseguido en tiempo de Miramón por sus La ciencia de la dicha (tres ediciones.)— opiniones políticas liberales, tuvo que aban- Libro de Oro de las niñas.—Ortología (3 donar el colegio y refugiarse en la Sierra de ediciones.)—Manual de Urbanidad. — "Un Santa Rosa. En Dolores fué capturado, y viajero de diez años."—"Excursiones por el después de haber permanecido en Guanajuato cielo y por la tierra."—"Recreaciones infan- preso algunos clias, regresó á Lagos, donde fué tiles" (dos ediciones).—"Nuevo amigo de los nuevamente perseguido. niños."—-"Compendio de la Historia de Mé- En 1866 volvió á León, y allí fué regidor xico."—"Libro déla Infancia" (dosediciones). del Ayuntamiento, en 1862, y después miem- Fundó varios periódicos. En León El Tio bro de la Junta de Instrucción pública. Canillitas, la Madre Celestina, la Discusión, Al triunfo de la República, en 1867, Rosas el Hombre que ríe, la Educación y el Album salió electo diputado por León al Congreso Literario de León. general; pero graves cuidados de familia le En México: Biblioteca de los Niños, la Edad impidieron desempeñar su alto encargo. En Infantil y los Chiquitines. 1870 fué electo nuevamente diputado, y ree- Ha escrito bastantes obras dramáticas, y de lecto en 1872, y fué después diputado a la ellas conocemos las siguientes: «Flores y Es- Legislatura de Guanajuato. pinas,» (drama en tres actos y en verso.) «Una Rosas ha escrito mucho, y sus obras prin- mentira inocente,» (comedia, 2 actos). «Nadie cipales son "Hojas de Rosa," poesías (Méxi- se muere de amor,» (comedia, 3 actos.)—.«Un co, 1864). Fábulas.—Tienen prólogo de D. proyecto de divorcio,» (comedia, 1 acto.)— Ignacio M. Altamirano; merecieron una men- "Los parientes," (comedia, 3 actos). "El pan ción encomiástica de la Academia mexicana de de cada dia," (comedia, tres actos). "Sor Jua- ciencias y literatura, y han sido tan bien acep- na Inés de la Cruz," (drama en tres actos.) tadas, que se han hecho de ellas tres edicio- Entre sus comedias infantiles son muy ii(> dos sus escritos trató de instruir y de morali- tables el "Año Nuevo," el "Premio de la Vir- zar á la juventud. Esta noble acción siempre tud," "Amor filial" y "Una lección de Geo- habrá de agradecerle su patria, que le ve co- grafía." . :, | mo á uno de sus hiios predilectos. Dejó inéditas dos comedias: «La Mujer de Rosas murió en Lagos, sin que le hubieran César» y «Al rededor de la cima.» Esta última acompañado á su última morada sus amigos es enteramente, original, aunque en la forma á excepción de D. Justino Frade, que era el desconocida basta hoy por nuestro público; más íntimo de cuantos trataba. Debióse esta, algo se asemeja! á los pequeños dramas de Er- que podría á primera vista llamarse indife- nesto Legouvé.—Inédito está también su rencia social, á que nadie supo el fallecimien- drama histórico-mexicano '¡El Bardo de Al- to del ilustre y egregio poeta, sino dos (Has cohuacan. despues de que lo habían sepultado. __ Rosas era miembro de la Sociedad Mexi- El nombre de Rosas es uno de los mas bri- llantes que registran los anales de la literatu- cana de Geografía y Estadística, del Liceo ra pátria, v pasará á la posteridad coronado Hidalgo, del Porvenir y de otras corporacio- de laureles, y acompañado délos aplausos nes de la capital y los Estados. El Presidente que se tributan al genio. honorario de la Sociedad de Enseñanza popu- lar de León, que sostiene más de diez escue - Rosas fué para el que estas lineas escribe, las gratuitas para artesanos. un hermano cariñoso y leal; permítasele, Publicó un poema titulado "Recuerdos de pues, que ofrezca á su memoria las siempre- la Infancia," para el cual escribimos un pró- vivas del recuerdo, de la admiración, de la logo biográfico, de donde tomamos los datos gratitud y del cariño. que aquí nos han servido. Rosas, como poe- ta, es de una extraordinaria dulzura, y su es- JUAN DE Dios PEZ A. tilo es tan correcto, que sin temor de equivo- carnos, podemos asegurar que si tenernos en México clásicos, él es uno de ellos. Por lo que hemos dicho, BC verá que en lo- De su misión se olvidan las mujeres. Los hombres viven en perpetua guerra; No hay amistad, ni dicha, ni placeres; Todo es mentira ya sobre la tierra. Suspira el corazón inútilmente.... La existencia que voy atravesando ¡Quien pudiera yivir siempre soñando! Es hermosa entre sueños solamente. ¡Quién pudiera vivir siempre soñando!

Es la existencia un cielo Sin mirar el semblante á la tristeza Cuando el alma soñando embelesada Pasé de la niñez la dulce aurora, Con amoroso anhelo, Contemplando entre sueños la belleza En los ángeles fija su mirada. De ardiente juventud fascinadora. Pero ¡ayl se disipó mi sueño hermoso, ¡Feliz el alma que á la tierra olvida Y desde entonces siempre estoy llorando Para vivir gozando! Porque sólo el que sueña es venturoso. ¡Quién pudiera olvidarse de la vida! ¡Quién pudiera vivir siempre soñando! jQ,uién pudiera vivir siempre soñando!

En esta estrecha y mísera morada Es un sueño engañoso la alegría; La gloria es humo y nada Y el más ardiente amor gloria de un día. Afán eterno al corazón destroza Cuando los sueños ¡ay! nos van dejando. Sólo el que sueña goza. ¡Unión pudiera vivir siempre soñando! Quién me diera el encanto misterioso De aquellas ilusiones seductoras Tan sentidas después y tan lloradas. ¡Quién pudiera volverme aquellas horas, Aquellas horas por mi mal pasadas! ¡Ay! entonces cruzaba la existencia, Tranquilo y descuidado, LA JTJYENTUD. En medio de la paz y la inocencia. Sin esta indecisión que me acobarda, Encantado por dulces embelesos, Juventud, juveetud bajo tus álas, De mi ángel bueno en los amantes brazos Busqué en mi único amor sombra y abrigo, Me negaste tus goces y tus galas Y al blando son de los maternos besos. Ingrata juventud, yo te maldigo. Pero lia pasado la niñez hermosa, Francisco González Bocant'jra. Y hoy devoro tormentos á millares: Hoy "el capricho del falaz destino ¡Guán rápidos pasaron Me aparta á mi pesar de mis hogares, Los dulces años de la infancia mía, Y al impulso del ráudo torbellino, Esos años de paz y de alegría Entre los mares del dolor me pierdo; Que tanto acariciaron Pues del placer pasado y la alegría Al corazón que sin afán dormía! Le queda al corazón sólo el recuerdo, Pasaron como el viento, jültimo aroma de la flor de un día! Cual pasa siempre la ilusión querida, Como pasan la dicha y el contento. Pasó la edad de la inocencia pura, Tendió sus álas la tormenta oscura, Y tú veniste, juventud galana, La calma se alejó despavorida Radiante de placer y de hermosura Y vinieron las horas de amargura: Como una flor en su primer mañana. ¡Ay, cuán presto se acaba la ventura! Tú veniste, cuál sueño de ventura, ¡Como pasan los años de la vida! Ansiando amor y derramando amores, Húmedos de pasión los labios rojos, La sien ceñida de fragantes flores, Y el fulgor del relámpago en los ojos. Yo miré tu belleza, cariñoso, Te fui á buscar en mi delirio ciego, Y entre tus brazos me arrojé gozoso Cual inocente niño Que corre á asir el devorante fuego. Entre tus llores ¡ay! tú me trajiste La ilusión que la calma me arrebata, La hermosa virgen por quien vivo triste, La virgen ¡ay! que por mi mal existe, Por mi mal, tan hermosa y tan ingrata. Al contemplar su espléndida belleza, Paraiso de amor y de ventura Me pareció la vida, Y en mi amoroso anhelo, Sin recordar que al fin todo se olvida, Juzgué que en el amor se hallaba el cielo Corriendo en pos de la ilusión funesta Deslumhrado busqué la bienandanza, Y he sabido las lágrimas que cuesta El delirio de amar sin esperanza.

¿Por qué vcniste á desgarrar mi pecho El himno de la tarde Cantas en las praderas, Al rumor de las brisas lisonjeras.

Y en la noche callada, Cuando la luna pálida fulgura, EL ZENTZONTLE- Como virgen que vela enamorada, Y la naturaleza desmayada En grata, inmóvil languidez reposa, ¡Cuan clulce es la armonía Y la nocturna diosa De tus cantos de amor! ¡Cuánta ternura. Vierte doquier su plácido beleño Cuánta melancolía; En el sereno ambiente, Qué extraño sentimiento Suspiras tiernamente Hay en tu triste acento, La tímida canción de un dulce sueño. Bardo alado de Anáhuac, bardo errante, Morador de sus bosques silenciosos, En esas tristes horas Trovador de sus lagos rumorosos! Tu cadenciosa voz llega al oido, El silencio turbando, Cuando su luz brillante Como el eco fugaz de un bién perdido; Vierte la primavera en los jardines, Como el vago gemido Tiendes al viento tú las pardas álas, De un alma ardiente que en ardiente ¡ Cruzas el valle umbrío, La tierra va cruzando, Y alegres himnos amoroso exhalas, Solitaria y doliente suspirando, Entre los sáuces del tranquilo río. Sin cesar suspirando por el cielo.

En el ardiente Estío, Al levantarse un día Cuando el sol en el cielo apenas arde, Entre las olas de la mar hirvientes 1$ »9 La adorada y hermosa patria mía, Y doquier la victoria sonreía Quiso amoroso Dios que independientes A la sombra feliz de sus pendones, Los sinsontes su atmósfera cruzaran En la risueña margen de los lagos, A la luz de sus ástros refulgentes; Los sinsontes, con notas celestiales, Que allí su dulce amor tiernos buscaran. Del guerrero imitaban la querélla, Y orgullosos volando en las alturas, El discorde vibrar de los timbales, Su juventud espléndida cantaran La enamorada voz de la doncella, En la selva, en el monte, en las llanuras. Y el clamor de los himnos nacionales. Otras veces, volando en la espesura, Tus hermanos, de entonceen raudo vuelo De la fuente imitaban los rumores, Cruzan su hermoso suelo, El lamento del mirlo entre las flores. Sus soberbias montañas, sus vergeles, La querellosa voz de la paloma, Sus floridos y extensos limonares, De hondos suspiros llena, Sus magníficos bosques de laureles; Del tardo buey el trémulo bramido, Y suspiran dulcísimos cantares Y el hórrido silbido Impregnados de amor y sentimiento, Del reptil que se arrastra entre la arena. Y el ambiente respiran de sus mares, Y orgullosos se mecen en el viento Que sacude sus anchos platanares. Así cual del Análiuac contemplando La majestad divina Cuando altiva otro tiempo y vencedora Que un sol de fuego espléndido ilumina La reina de Occidente, Mustia y triste la Europa nos parece, Ornando jaspes de vistosas plumas Y su antigua hermosura palidece; Alzaba al cielo la serena frente, Así cuando el sinsonte enamorado, Y Axayacatl valiente, Feliz se oculta en el risueño prado Humillando á sus piés á las naciones Y canta entre las palmas y las flores, Sus gloriosas conquistas extendía, Deben enmudecer los ruiseñores. 20 21

Tú, inimitable artista, Que en orgulloso vuelo En mil revueltos giros Cruzando las inmensas cordilleras, Volando caprichoso, A nuestra pátria mires Imitas cadencioso Bendita por la historia; Ecos, cantos murmullos y suspiros. Y que repitas siempre en tus cantares Siempre hallas una voz y una armonía El himno de su gloria, Para expresar tu duelo, Al "emir de los anchos platanares Y traduces en tierna melodía Y al rumor de las olas de sus mares. Del amor el dulcísimo consuelo Y el ardiente placer de la alegría. Tienes siempre al mecerte por el viento, Para todos los goces un acento; A todo prestas inefable encanto, Y ora el dolor te agite, ora el contento, No hay dicha, no hay afán, no hay sentimiento Que tú no expreses con tu tierno canto.

¡Cual conmueve tu voz el alma mía! jBondita la armonía Do tu suspiro amante, Bardo alado de Anáhuac, bardo errante, Morador de sus bosques silenciosos, Trovador de sus lagos rumorosos.

¡Plegue al piadoso cielo Que en estrecha prisión nunca suspires Triste canción de duelo, 22 23 Y aquí mil veces al morir el día, Vine amante después en mi alegría Dulces sueños de amor á recordar. Ese sáuce, esa fuente, esa enramada, De una efímera gloria ya eclipsada Mudos testigos son: Cada árbol, cada flor, guarda una historia là ¥mim 1 M ALMA. De amores y placer, cuya memoria Entristece y halaga al corazón. Ya el sol oculta su radiosa frente; Aquí está la montaña, allí està el rio; Melancólico brilla en Occidente A mi vista se extiende el bosque umbrío Su tímido esplendor; Donde mi dicha fué. Ya en las selvas la noche inquieta vaga ¡Cuantas veces aquí con mis pesares, Y entre las brisas, lánguido se apaga Viene á exhalar de amor tristes cantares! El último cantar del ruiseñor. ¡Cuánto de amor lloré!

¡Cuánto gozo escuchando embelesado Acá la calle solitaria; en ella Ese tímido acento apasionado De mi paso en los céspedes la huella Que en mi niñez oíl El tiempo ya borró. Al ver de lejos la arboleda umbrosa, Allá la casa donde entrar solía, ¡Cuál recuerdo, en la tarde silenciosa, De mi padre en la dulce compañía La dicha que perdí! ¡Y hoy entro en su recinto sólo yo! Desde esa fuente, por la vez primera, Aquí al son de las aguas bullidoras, Una hermosa mañana, la ribera De mi dulce niñez las dulces horas A Laura vi cruzar; Dichoso vi pasar, Y de aquella arboleda en la espesura, Una tarde de Mayo, con ternura Mañana alumbrará la selva umbría Una pálida flor me dio al pasar. La luz del nuevo sol, y la alegría {Jamás al corason alumbrará! Todo era entonces para mí risueño; Mas la diclia en la vida, es sólo un sueño, Cual hoy, la tarde en que partí doliente, Y un sueño sué mi amor. Triste el sol derramaba en Occidente Cual eclipsa una nube al rey del día, Su moribunda luz: La desgracia eclipsó la dicha mía Suspiraba la brisa en la laguna, En su primer fulgor. Y alumbraban los rayos de la luna La solitaria cruz. Desatóse estruendoso el torbellino Tranquilo el rio reflejaba el cielo, Y al fin airado me arrojó el destino De mi natal ciudad. Y una nube pasaba en blando vuelo, Así cuando es feliz entre sus flores, Cual pasa la ilusión; Cantaba el labrador en su cabaña, |Ay! del nido en que canta sus amores Arroja al ruiseñor la tempestad. Y el eco repetía en la montaña, La misteriosa voz de la oración. Errante y sin amor siempre he vivido; Siempre errante en las sombras del olvido. Aquí está la montaña, allí está el rio jCuán desgraciado sovl ¿Más donde está mi fe, dónde, Dios mío, Mas la suerte conmigo es hoy piadosa; Dónde mi amor está? Ha escuchado mi queja, cariñosa, Volvieron al verjel brisasy flores, Y aquí otra vez estoy. Volvieron otra vez los ruiseñores Mi amor 110 volverá. Ni sé, ni espero, ni ambiciono nada, ¿De qué me sirven, en mi amargo duelo, Triste suspira el alma destrozada, De los bosques los lirios, y del cielo Sus ilusiones ya; El mágico arrebol, El rumor do los céfiros suaves, Y el armonioso canto de las aves, Si ha muerto ya de mi esperanza el sol? Del arroyo en las márgenes umbrías, No miro ahora como en otros dias, A Laura sonreír. ¡Av! en vano la busco, en vano lloro, DE LA IMF A MIA Ardiente en vano su piedad imploro; Jamás ha de venir. .. .! FRAGMENTOS. Junto á las puertas del cielo, Vive el hombre soñador Llorando en perpétuo anhelo, Que la historia del amor Es historia del dolor, Junto á las puertas del cielo.

Bendita por el amor Miro una humilde casita Entre naranjos en flor, Y una pobreza bendita, Bendita por el amor.

Es la palabra del cielo Necesaria, no os asombre, Para expresar este anhelo; "Tú pareces un poeta," ¡Madre! (madre! Este es el nombre, —¿Y qué es eso, madre santa? Es la palabra del cielo. Ella besóme llorando, Y me dijo suspirando: La corriente de la vida —Es el pájaro que canta. Va por el viento impelida Las estrellitas clel cielo Como las rápidas olas, Miraba con dulce anhelo, Me dijo mi madre á solas Y mi madre sonreía: Con inefable cariño, En el plácido arrovuelo Porque yo, candido niño, Retratadas las veía, En lucha no interrumpida Y mi madre me decía: Quise el agua contener También ¡oh niño! en el suelo, ¡Quién pudiera detener Como el agua trasparente, La corriente de la vida! Refleja el alma inocente Las estrellitas del cielo. Van volando todavía jCuán amarga es esta vida! En mi memoria las flores, Triunfa do quiera el rencor Que yo deshojara un día, Y todo pasa y se olvida. Y las hojas de colores Es breve sueño el amor De la flor de mis amores Y sólo es cierto el dolor. Van volando todavía. ¡Cuan amarga es ésta yida! Es el pájaro que canta, Dije una vez, madre mía, Un tesoro de armonía; Y fué mi ventura tanta Que mucho hablaba y reja y exclamó mi madre inquieta: 3i Bajo la dulce sombra de su mano; Y el sér en tanto en eternales olas Sin cesar de su seno está brotando: Y cual inmenso río Que esta fuente magnífica nutriera, Corre y vuelve á morir donde naciera. Sin límites como El, sus grandes obras Bendicen al nacer su Providencia; Él puebla el infinito con su aliento; Brota el sér á su solo pensamiento Y produce, existiendo, la existencia. De Él emana en la tierra cuanto existe; TRADUCCION LIBRE DE LAMARTINE, Y es siempre sin cesar, en todas partes Su sola voluntad la ley suprema. Este.astro universal que nunca mucre; Pero esta voluntad no es débil nunca, Que no tiene ni término ni aurora, Es Dios, el Grande Ser, el Ser Inmenso Y es á la vez Poder, Sabiduría; Que á sí mismo sin fin siempre se adora. Justicia y Armonía. Él existe, y en El existe todo: Él puede dominar de una mirada La inmensidad, el tiempo, Cuanto existe en los mares y en los cielos, De su Ser infinito Y astros formar y sules de la nada. Los elementos son, y es el espacio Él puede derramar por donde quiera Su espléndida morada. Belleza y juventud, dicha y amores, La eternidad, apenas Y al prodigar sus dones celestiales, Pálida sombra de su edad sería; Puede hacer de los míseros insectos Su imagen es el mundo Los poderosos dioses inmortales; Y sus miradas son la luz del día. Pero estos dioses que su mano cría El Universo existe Joiüpararse con Él nunca pudieran, Para elevarse á Dios los corazones Y sin Él estos dioses no existieran. Necesitan virtud y fortaleza Mirad, mirad al Dios que el alma adora, Al que Abraliam acataba reverente; Y que les dé el amor sus dulces alas. [Ah! si al menos hubiera yo nacido Al que en sueños Pitágoras veía; En la feliz edad en que los hombres Al que anunciaba Sócrates ardiente, Al comenzar del mundo la existencia Y al que Platón soñando presentía. Sejacercaban á Dios á cada instante, Este Dios que revela el Universo; Se acercaban á Dios por la inocencia, Que la justicia en su inquietud buscaba; Y con Él conversando cara á cava Que en su dolor profundo Gozaban sin cesar do su presencia! El infortunio mísero esperaba, ¡Que no hubiera yo visto el universo Y que el Cristo por fin mostrara al mundo, Cuando el sol lo alumbró la luz primera! No es el Dios que los hombres fabricaron, ¡Que no hubiera escuchado al primer hombre No es el Dios de los falsos sacerdotes Al despertar gozoso Frágil y torpe hechura; De su primer ensueño venturoso! No es el Dios del error y la impostura Todo de tí le hablaba, Que en otros siglos adoraba el hombre. Tú le hablabas de tí, y el orbe enteio Él es solo, Él es justo y Él es bueno: Tu Majestad suprema respiraba. El mundo está de sus bondades lleno, Al salir de tus manos la. natura Y el cielo sabe su Divino nombre. Publicaba tu nombre en todas partes, Dichoso aquel que á conocerle alcanza, Y si el hombre el pasado contemplaba, Y más dichoso aún el que le adora, En el pasado á tí solo veía, Pues en tanto (pie el mundo que le ofende Y si á su Padre en su aflicción llamaba, Su Majestad ignora, Tu cariñosa voz le respond a. Solitario á la luz de las estrellas Como á inocente niño Al templo va donde la fé le guía, Le enseñabas tu Nombre Soberano.) Y allí de amor y gratitud ardiendo Y en él cifrando tu mayor cariño, Como el incienso al cielo su alma envía. Por doquier lo llevaste de la mino, 11—2 Se olvidó de tu gloria y de tu nombre, Tu Magestad augusta muchas veces Y para hallar tu huella A BUS ojos atónitos mostraste, Es preciso volver ola por ola De Sannar en el valle delicioso A los primeros dias de los tiempo». Y en la alta cumbre del Oreb glorioso, Cielos, astros, feraz naturaleza, Do al geíe de Israel tu ley dictaste. ¡Ay! én vano os bendigo y os contempla, Los hijos de Jacob tus hijos fueron, Y en vano el hombre ós mira, Y en muchos años en su triste senda Porque sin ver á Dios admira el templa. El maná de tu mano recibieron. En vano sigue en el inmenso cielo Al dar tu inspiración á los profetas, De mil soles el curso misterioso, ^ Con tu fuego su espíritu alumbrabas, Pues no mira la mano que loe guía., Y con la eterna luz de los prodigios Y el prodigio dejó de ser prodigio. El error y la duda disipabas. ¿Quién sabe do comienzan Si acaso alguna vez de su memoria Su senda gloriosa? Tu imagen inmortal borrar querían, Mañana brillarán como hoy brillar OH. Presurosos tus ángeles venian ¡Quién sabe si esta antorcha A mostrarles los rayos de tu gloria. Que fecundiza el suelo, Pero ¡ay! así como se pierde el río Sin principio ha existido, ó si lmbo un di* Que se vá de sus fuentes alejando, Que por primera vez brilló en el cielo! Este recuerdo al fin se va borrando. De su primera aurora nuestros padres Llegó á palidecer el astro hermoso Nunca los rayos vieron, Y eclipsó sus espléndidos fulgores Y en los dias eternales La pavorosa noche de los tiempos. No ha brillado jamás el primer día. _ Cuando de hablar dejaste, Y hoy en vano, Señor, tu Providencia Los hombres te olvidaron, En el mundo moral, en grandes cambios Y tíonmovió sus almas; otro anhelo, Sin cesar nos revela tu presencia, 1 entré el mundo y el ciclo Y es en vano, Señor, que á un soplo tuyo De la duda al abismo colocaron. Se mire en un instante Envljecido el liiuiido El cetro y el poder de los humanos, Tolarán sin cesar en el vacío, De unas manos pasando en otras manos. Y exclamarás entonces: "Solo existo, Ya están, Señor, cansados nuestros ojos Nada existe sin mí, y en vano el mundo De mirar el vaivén de la fortuna; Mi Majestad Augusta negar quiere; Y entre tantas catástrofes terribles, Cesando de creer, el hombre muere." Dormimos ¡ay! sin emoción alguna. Despiértanos, Gran Dios, trasforma el mundo. Haz oír tu palabra poderosa, Levántate, Señor, deja el reposo, Y forma de este caos otro universo. Nuestros mortales ojos fatigados Necesitan mirar otros objetos, Y han menester milagros y prodigios Nuestras débiles almas vacilantes. Cambia, Señor, el orden de los cielos, Y haz brotar otro sol á nuestra vista: Destruye este palacio Que tan indigno ha sido de tu gloria; Ven Tu mismo á mostrarnos tu grandeza, Y haznos Creer en Tí, Dios de los ciclos.... Mas quién sabe, Señor, si ántes del día Qu< deje el spl de iluminar la tierra, La luz del sol moral, oscurecida, Dejará de alumbrar el .'ensarmentó! Si esto sucede al fin, ti. un momento El Universo volverá J 'a nada. Tú destruirás. Señor, tu inútil obra; Sus destrozos de edades en edades (Juando herido del rayo el polvo inerte Con el soplo del viento se deshace, Altivo á lo inmortal el gónio nace; La tempestad domina, Y en la región divina Audaz entre los siglos se abre paso; LA MEMORIA El implacable tiempo no le hiere,

[DE LA EMINENTE POETISA Porque el genio inmortal, sol sin ocaso, AMERICANA Imagen es de Dios y nunca muere. Doña Gertrudis G-omez de Avellaneda. La mágica cantora-, A cuya voz la España En un tiempo postróse conmovida; Y4 al fin la luz de su primera aurora. ... No entre luto y afán y sentimiento jLa muerte está vencida! Viene á evocar mi lábio la memoria De la insigne poetisa americana; No con doliente acento ¡Honor al génio, honor! Lauros hermosos Lamentaré su suerte; [Jorren la huella que dejó su planta En los abrojos de la tierra impura; Al recuerdo sublime de su historia Cantad al génio que mi lábio canta, Vengo á entonar el himno de la gloria, Q.ue entre las sombras de la tumba oscura No el funerario canto de la muerte. El astro de su gloria se levanta. La oscuridad horrible de la tumba, Su eterna oscuridad, en fulguroso En los valles de América, al arrullo Esplendor para el genio se convierte, De sus brisas de amor, entre sus selvas, Vio de la dulce infancia Que en el triste sepulcro silencioso Los primeros y plácidos fulgores. Nunca se apaga el genio poderoso: Y al contemplar la espléndida belleza De esa región de genios y de flores, Al respirar su aliento No del hogar tranquilo Sintió la inspiración de su grandeza, La inocencia cantó ni la ventura Sintió su pensamiento Ni el inmenso placer de su ternura, Más inmenso que el mundo y que los mares, Sino el turbión bravio, Cantó lo bello con placer profundo Al horrísono trueno Y estremecióse el mundo Que lanza la tormenta de su seno. Al sonoro rumor de sus cantares. Su mente voladora Feliz en los abismos se mecía; No era su voz el lánguido suspiro Cruzaba valles, montes, Eco tierno de tímidos amores Ansiaba ardiente luz abrasadora, Que la débil mujer llorando exhala; Extensos horizontes, Era el grito del águila potente Espacio en que ostentarse vencedora. Que altiva el monte escala, Por santa inspiración arrebatada Que por el cielo sube, Volaba su alma inquieta; Que ve la tempestad, indiferente, Nunca tornó á la tierra su mirada Y que se mece audaz sobre la nube, Porque no era mujer, era poeta. Al sol clavando su mirada ardiente. El rugido estruendoso del torrente Al mirar la miseria del presente Pintaba en su divina poesía, Su corazón sintióse destrozado, Y los tumbos del mar en la bahía; Y entonces en su afán noble y ardiente, Y hasta en las dulces calmas, Con la mágia del genio Omnipotente, Hasta en el lento, compasado y grave Evocó los recuerdos del pasado. Murmullo de la brisa entre las palmas, Al eco de su voz, sobre la escena Hasta en el tierno suspirar del ave, Apareció la altiva Babilonia La grandeza sentía, De orgullo y gloria y de placeres llena; Y en inmortales notas Envueltos en la púrpura Sidonia Sus propios sentimientos traducía* e vieron los magnates, ontemplando en los mágicos jardines La pintoresca margen del Eufrates; Y al alegre rumor de los festines, Que temblando se postra y conmovida, A la luz de la luna blanca y fría, Consuelo demandando En silencioso giro, En oración humilde y lastimosa; El impaciente ejército de Ciro, Es la guerrera audaz, la audaz amante Cual serpiente de acero se extendía. Que revela el valor de su alma altiva En su mirar de fuego centellante; A la voz del poeta, el rey impuro Que por su fé combate valerosa, Reveló sus dolores infinitos, Que diera en holocausto su existencia, Y vaciló su paso mal seguro, Que con su fé se siente poderosa Y trémulo exhaló dolientes gritos Para inspirar al mundo su creencia, Al contemplar escritos Que feliz y gozando con su gloria Los misteriosos signos en el muro Abraza de su fé la insignia santa, Y altiva entre sus manos la levanta Para entonar un himno de victoria. Mas viendo la cantora Que solo afán y duelo ¡Honor al génio, honor! Si en tierra extraña El triste mundo encierra, La tumba de la mágica cantora Dio á su mente las álas de su anhelo Sin guirnaldas se mira en triste olvido, Y alzóse de la tierra, Si la agitada España, La luz buscando y el placer del cielo. Entre luchas sangrientas y rencoras, Cuando por santo afecto arrebatada, No le ofrece sus lauros y sus flores, Canta á la Cruz sagrada, Hoy el triunfo del génio diviniza No hay amor más inmenso y más profundo La patria de Alarcón y Gorostiza. Que más el corazón nos electrice; Nosotros veneramos su memoria, Cuando canta á la Cruz despierta el mundo, Y ni lauros ni amor han de faltarla: Y ardiendo con su fé, su fé bendice. Nos sobra corazón para admitirla, No es la mujer llorosa Y laureles también para su gloria. México, Junio 30 de 1873. Y no modifica en nada Al sentimiento el color.

No importa á tu paz, bien mío, Saber si en Juárez confío; Que cariñoso y clemente Bendice Dios igualmente ¿e&orasim m m, . Al cristiano y al judío.

El color no importa cosa: ¿I. LAUEA. Rojos te puedo mostrar Con sucesión venturosa, La amable carta miré Dilatada y numerosa Que escribió tu mano bella; Como la arena del mar. Su objeto espíicar no sé, Y mucho me extraña á fé Lo que me dices en ella. Para decir con delicia Algún requiebro oportuno; Para hacer una caricia, Niña, en los buenos salones No es necesario en justicia La política dá sueño; Tener partido ninguno. Y no alcanzo las razones Por qué tienes tal empeño En saber mis opiniones. Aristócrata ó pechero, Reformista decidido O agente loco del clero, Verde, blanca 6 encarnada, Tirio ó troyano, te quiero Siempre el alma enamorada Como nadie te ha quorido. Rinde tributo al amor, Cierto francés relojero Firme y eonstante en amar, Se interesa á tu dinero; Sabré siempre conservar Pero he de acabar con él: El cariño que nos liga, Guerra, guerra sin cuartel Y es inútil que te diga Al enemigo extranjero. Mi manera de pensar. Fiero tu padre y tirano, Quiero, empero, complacerte: Quiere con mala intención Que siempre mi anhelo fué A otro dar tu linda mano; Contenta en todo tenerte: Pero yo, buen ciudadano, Pues lo quieres, voy á hacerte Seré de la oposición. Una profesión de fé. Por la risa desprendida Descle el día en que te vi De tus labios de coral, Palpitó mi corazou Por tu amor, prenda querida, Y por dueño te elegí; El alma te doy, la vida; Ya ves que ha tiempo ejercí Ya ves que soy liberal. El derecho de elección. Quiero tu amor para mí Tú eres mi única alegría, Con amante despotismo, Tú eres mi rey, alma mía, Que alma y corazón te di, Mi co'razon es tu imperio, Y tratándose de tí, Y amante, y rendido, y serio, Adoro el absolutismo. Proclamo la monarquía. Cuando dichoso á tu vista Con el influjo que tiene, Vá haciendo mi amor progreso« Protegiendo nuestra unión, Y algún abrazo conquista, Tu hermana ¡oh niña! interviene: Conquistar quiero mil besos, La intervención me conviene, Ya ves que soy progresista. Acepto la intervención. • Y pues ardiente te llamo Para imprimir en tu frente, Y uo me puedes oir; Do miro el amor lucir, Puesto que ausente te amo Un beso dulce y ardiente, Pai 'a escribirte reclamo Proclamo constantemente La libertad de escribir. la libertad de imprimir. ^ Busco en tus brazos abrigo Y en tus ojos ilusión, Yo amo la paz en la tierra, Y para unirme contigo, Y si tu alma, como es justo, Tierno proclamo y bendigo Amor por mi amor encierra, El derecho de reunión. Firmaré con mucho gusto La abolición de la guerra. Si al fin mi solicitud Pagas, mi bien, con un sí, Siempre á mi lado tenerte Y me vuelves la quietud, Son mis únicos deseos; Tendrás un esclavo en mí: Y pues me muero sin verte, Proclamo la esclavitud. Me pronuncio sin rodeos Contra la pena de muerte. Con un caiiño sincero Que contribuyas espero Soy tan franco, dueño mió, A hacer mis dichas perfectas; Como tu amor exigió; \ advierte ¡oh Lama! que quiero Mis opiniones te envío,^ Contribuciones directas. Y espero amante y confío Que pensarás como yo.

r Y si en tierna intimidad, Y á mí en sociedad unida Me consagras tu amistad, Yo consagraré mi vida Al bien de la sociedad. Son en la vida estéril y sombría, Placeres, amistad, gloria y talento, EN EL ALBUM Ilusiones que pasan como el viento Pues todo es ilusión, hermana mía. IDE IMII HB3MAUA. Ilusión engañosa es la alegría. INÉDITOS. Ilusión de un instante el sentimiento, Y el amor, y la dicha, y el contento, I. Ilusiones también, gloria de un día. Es el vivir cadena de aflicciones, Su primer eslabón está en la cuna El corazón del hombre donde quiera, Y quiere Dios que en el sepulcro se una Siempre aspira á la dulce bienandanza El último de tantos eslabones. Y aunque perdida esté, siempre la espera;

La adolescencia es germen de pasiones, Que del inquieto tiempo en la mudanza La orgullosa razón noche sin luna, La dicha es siempre la ilusión primera, Mentiras son la gloria y la fortuna, Y la última ilusión es la esperanza. La juventud es tumba de ilusiones. Leon, I863. La humanidad entera llanto vierte, Prófuga la verdad yace escondida, La tierra es reino de la ciega suerte.

Mas nos dice una voz desconocida, Que si la vida es cuna de la muerte, Es la muerte la cuna de la vida. Yuelan y cantan las aves, Y entre la selva la fuente Se desliza mansamente, Suspirando ecos suaves Que le responde el torrente.

Pasando de rosa en rosa, Entre el trémulo follaje, LA PRIMAVERA. Se agita la mariposa, Ostentando vanidosa Las galas de su ropaje. ¡Cuánta luz, cuántos colores Derrama el naciente día! Palomas y ruiseñores, La estación de los amores Fuentes, árboles y viento, Llena el aire de armonía, Todos se dicen amores, Llena los campos de flores. Los céfiros y las flores, Las flores y el firmamento. Con inefable dulzura Gime el zéfiro volando En los últimos confines Por la escondida espesura, Que limita el horizonte, Y las aves suspirando Hay vergeles y jardines, Le responden con ternura. Y hasta en la cumbre del monte Crecen blancos los jazmines. Al través del bosque umbrío Todo á los ojos encanta; Pasan las ondas del Río Todo es espléndido, hermoso, Que las auras estremecen, Todo goza, todo eantv, Y los alamos se mecen Pero ¡ayl entre dicha tanta Abrumados de rocío. Sólo yo no soy dichoso. 54 Sin amor, sin ilusión, Todo se agita gozando Y en eterna agitación Con sonrisa placentera Camino trémulo, incierto... Y está de amor suspirando, Mi existencia es un desierto Sólo yo vivo llorando Ya no tengo corazón. En la dulce primavera. Ese viento, esa armonía, Sus encantos seductores Esas flores que se mecen, No mitigan mis dolores, Esa sonrisa del día Y me son indiferentes, Con su luz, con su alegría Los árboles y las flores Mi corazón entristecen. Los céfiros y las fuentes. jAy del que llora perdida Con su mágica belleza Lleno de afán y dolor, La feraz naturaleza Su esperanza más querida! Mis sufrimientos no calma. jAy del que pasa la vida Siento en el fondo del alma Sin esperanza de amor! La opresion de la tristeza. No hay dolo<- que no me hiera; i _ En váno entre mil fulgores Muy desdichado nací; Viene de flores ceñida l\ada el corazon espera; La estación de los amores, Para mí no hay primavera, Pues no trae entre sus flores No hay ventura para mí. Ni una flor para mi vida. Ya nada me halaga, nada; Me hace sufrir cuanto existe, Porque tiendo la mirada Y todo lo encuentro triste Como la dicha pasada. CLEMENTE CANTARELL- NAPOLEON. SONETO. IDeliquios de amor.

(IMITACION DE UN ANTIGUO.) «Yo el poder de los reyes aniquilo-» ^ * * * Bonaparte exclamaba: eme admiraron Con asombro los pueblos, y temblaron, No en vano de tus ojos Y al áureo solio me elevé tranquilo.» La lumbre abrasadora En lo íntimo del alma «De sus augustos reyes el asilo Sus rayos reflejó; Profanar los egipcios me miraron, No en vano de tus labios Y vencidos huyendo, ensangrentaron La risa seductora Las turbias olas del revuelto Nilo.» Al escuchar mis quejas^ Mi amor acarició. «Yo al régio carro encadené la suerte En el revuelto giro Y es ya mi nombre de victoria emblema- De voluptuosa danza, ¿<4uién grande fué cual yo, quién fué más fuerte?" ' En ese mundo etéreo De dichas y placer, "¿Quién hay que humilde mi poder no tema?" Bebí de tus encantos —„Yo»—le dijo tocándolo la muerte La mágica esperanza * arroJ° sobre el polvo su diadema. Latía comprimido Que aquí dentro del pecho De fúnebre temblor; Por siempre guardaré. Mi aliento respiraba Sentí de tus cabellos Tu aroma delicado, La nube vaporosa, Mi brazo acariciaba Flotar sobre mi frente Tu cuerpo encantador.. . Marchita de pesar; ¿Por qué si solo vivo Miré tu faz divina Mirándome en tus ojos Sonriente y ruborosa Llevado de ese loco Y vi de tu cintura Y ardiente frenesí, La gracia sin igual. Mis penas y mis lágrimas ¿Recuerdas? de. tu seno Provocan tus enojos, Convulso y palpitante, Sin que una frase tierna Robaba los latidos Consuele mi sufrir? Mi herido corazón; ¿No ves en mis pupilas La dicha de poseerte Nubladas por el llanto, Turbaba mi semblante, Un mundo de esperanzas, La pena de perderte Un cielo de ilusión? Turbaba mi razón. ¿No vés que se acrecienta Y así como del lago Mi pena, mi quebranto, Que sus corrientes riza, Si tú no me concedes A impulsos del aliento La dicha de tu amor? De víspero gentil, Porque si el sol marchita De tu divina boca Con su mirar de fuego La plácida sonrisa, La flor que en los jardines Brotaba ardiente y pura Lozana amaneció, Tan solo para mí. La aurora la revive, Ihi-touces mi cerebro Y en plácido sosiego De afflór magnetizado, Devuélvele la vida Que gozaremos juntos Que aquel arrebató. De dicha y de placer? Hay almas por el cielo Y en vez de lentos tragos Para adorar fundidas De copa de amargura, Que guardan en su seno Contigo los deleites Deliquio celestial. De amor apuraré.... Hay almas que se mueren Verás cómo seduce Si en una confundidas El hombre que en su mente No apuran las delicias Conserva siempre fija Del goce terrenal! Por tí dulce ilusión, Yo embriagaré tu vida Verás cómo levanta Con el humor ardiente Su adolorida frente; Que mane de mis labios Verás como se vive En dulce frenesí; Al fuego de tu amor. Yo quemaré en tus aras No dejes que la duda La antorcha refulgente Con su terrible mano Que nos calcine el alma Arranque de mi pecho Entre deliquios mil. Por sieínpre la quietud, Arrullaré tus sueños No dejes que el destino Con dulcidas canciones Terrible é inhumano Para que á tí no llegue Del corazón crecente El ruido mundanal, Maldiga la virtud! Y al escuchar sus tiernos Acompasados sones, Mi vida con la tuya De amor se extinguirá. Y entonces ¿no comprendes Las horas de ventura Y vi en tu lábio angelical sonrisa Vagar tranquila entre sus bordes rojos, Dándole sus perfumes á la brisa, Y á la rosa y clavel causarle enojos.

Sensitiva. Tu planta gentilísima y ligera, Se deslizaba sobre el césped blando, A Y cual si nadie tus encantos viera, ¡Pálida estásl tu frente nacarada Tú contento también ibas cantando. Tiene las huellas que el pesar imprime... Vaga es tu dulce, celestial mirada, Pero ¡ali! te vi!. . . .mitrémula mirada Y en vez de suspirar tu pecho gime. Bebió en tus ojos de su rayo el fuego, Sentí desfallecer mi alma angustiada, ¡Pálida estás!. .. .tus lábios antes rojos, Y dije: "¡te amo, te idolatro ciego!" Cárdenos, tibios ya por la amargura, Pétalos son que del clavel despojos Y tú tornaste la mirada esquiva El sol robó colores y frescura. Y vi nublarse tu nevada frente! Y cual la vergonzosa sensitiva - Tu mejilla tan tersa, tan hermosa, Plegaste tus encantos de repente. Colorada de nieves y carmines, Ha borrado los tintes de la rosa, Calló mi lábio sollozó mi seno, Tiene la palidez de los jazmines Te quise contemplar. .. .miré tu sombra.. Tú diste á mi alma tu mortal veneno, Ayer te vi purísima y galana, ¡Sin embargo, mujer, mi voz te nombra! Jugar, gozosa del jardin las flores, Cuando la roja luz de la mañana Bajaba entre lucientes resplandores. Más tieso y petulante Que un mono orangután de la oceanía, Que usa coche y caballos todo el día, Viste á la última moda, Tiene fincas de campo, y por remate Guardados en su caja unos millones ALFREDO HIGÀBEM. (Aunque en el fondo sea uu botarate)? - J dinero, H I Yo creo, señor y amigo, Y vd. tendrá de convenir conmigo, (SÁTIRA.) Que el último será más respetado, Diga vd. lo que quiera señor mío, Cual se merece un hombre acomodado. Pero yo le diré, con su licencia, Y se lo digo á vd. con experiencia, Que en este mundo fiero Pues qué, ¿será lo mismo Lo que vale ante todo es el dinero. Que prodigue el poeta los jazmines, Y ambrosía, y estrellas á millones No me diga que hay gentes de cordura Que prodigar "tomines" Que prefieran al oro el buen talento, X en los ratos de humor unos doblones? Por que le he de objetar que este es un cuento.

Figure vd., ¿cómo hade ser posible Apuesto, señor mío, Que reciban mejor en una casa Aunque esto le parezca un desvarío, A un ser indefinible, Pues vd., á mi ver, está soñando. Con el sombrero negro por la grasa, Que si le ofrezco un canto de la iliada Con un vestido sucio y desgarrado O una bolsa de plata rebosando, (Aunque tenga un ingenio despejado) Prefiere vd. al canto susodicho, Quo un señor elegante, La bolsa de la plata... .esto es.seguro.. 11-3 Dirá vd., me figuro Llega otro pretendiente Que la palabra rico Y le muestra de amor claras señales, Es sinouimo exacto de borrico, Mezclando á los requiebros y suspiros Pues jamas se ha leido cu las historias Fincas, sedas, carruajes y zafiros, Que un hombre de dinero Y dentro de unos cofres «algo en reales.» Conquistase las glorias Del sabio, que proclama el mundo entero. No tiene que dudar echa al poeta A los diablos con todo y armonía, Diga vd. lo que quiera, no me opongo Y al brillo del dinero A que el rico sea un fardo de mondongo; Se olvida del amor y la poesía. Pero el mundo es ahora y siempre ha sido, Una turba de necios sin sentido Pero hay más: si algún rico Y prefiere á las rosas y jazmines Necesita morralla Al arrullo y al néctar. .. ."los tomines." Para comprar un mono ó un perico, Nunca falta un canaya Si nó ved una joven casta y pura Que adulador le brinde con esmero Reina de la hermosura, Llegando ya á la edad de los amores, Su caudal, m bolsillo todo entero _ Su pecho rebozando de temurra Aunque ignore quién es, y de onde viene; Y señando con luces y con flores.... Pero esto razón tiene, Uñ .vató fié le acerca enamorado Y á mi ver es la frase de estampilla Y íe brinda en torrentes de armonía De «al que tiene caballo, le din silla.» A Süs plantas aínor apasionado: Ella al pronto se siente conmovida Mientras un pobre vate en un apuro Al escüchár la dulce melodía No encuentra quien le fie un triste duro, Del poeta dichoso, y yk rendida Y se le dificulta hallar un queso Lé dá sít corazón; más de repente Aunque por él responda el mismo Creso. Quisiera decir más; pero lo expuesto Me parece bastante, señor mío Para probar que en este mundo fiero Lo que vale ante todo es el dinero.

ANTONIO CARRION.

PAISAJE SURIANO.

BEDICABO K LA SEÑORA DOXA CONCEPCION GIMEN» DE PLAQUER.

Blanca, erguida, se levanta La torre del santuario De un lugar hospitalario Que á los viajeros encanta, Oculta eu llores la planta, Su cabeza entre palmeras, La circundan hechiceras Chozas de bejuco y teja, Veladas por una reja De lianas enredaderas.

Turba la dulce alegría De tan rústico lugar El relámpago al brillar Un conjunto de grandeza Cuando va muriendo el día. Solemne, pero sombrío. El cielo la lluvia envía, Rompe el aquilón inquieto La enramada del cafeto Ostenta sacra belleza Que con su calor agosta El cielo fuego arrojando, El rubio sol de la costa Que desciende desgajando En el cultivado seto. Arboles de la maleza; Saleu con rauda presteza Pardas nubes amontonan Los faisanes altaneros Las montañas en la cumbre, Huyendo á los cocoteros; Y rojas cintas de lumbre Los caimanes, aterrados, En el horizonte asoman. Se refugian espantados Las aves el vuelo toman, En los fangosos esteros. La tormenta se desata, Al cañaveral maltrata Baja el torrente espumoso El huracán destructor Por los peñones saltando, Que lo arranca en su furor Mil cataratas formando En girones de la mata. Con un rugido espantoso; Afluye al rio caudaloso, Aterrorizada grita Arrastrando en su caida, La guacamaya salvaje; Desde la choza destruida Llora oculta en el follaje Hasta el incauto ganado La tímida tortolita. Que pastaba descuidado Todo se mueve, se agita En la sabana florida. Cuando desplega su brío La tempestad del estío, La caqrpana del santuario Dando á la naturaleza Tañe lenta y vibradóra Rogación; de hinojos ora Produciendo sus colores El venerable vicario. Con la luna mil variantes. Queda el lugar solitario, Calles y plazas desiertas, Huyen volando medrosos Cerradas todas las puertas, Los vampiros á las grutas, Y en sus humildes hogares Se perciben de las frutas Rezan ante los altares Los aromas deliciosos. Mujeres de miedo yertas. En los amates frondosos Grazna el tétrico mochuelo; Cesa de tronar el rayo, En el copado ciruelo Sus rugidos calla el viento, Un silbido que desgarra Y en el punzante Sarmiento Lanza la verde chicharra Grita alegre el papagayo; Revelando su desvelo. Abandonan su desmayo Los pájaros placenteros Rápida como terrible Que entonan en los esteros Pasó la negra tormenta; Su cantiga vocinglera; Después, serena se ostenta La luna brota hechicera La tibia noche apacible. Entre gasas y luceros. Así el corazón sensible, Lastimado, agonizante Los cocuyos que^iluminau Por el dolor de un instante, El arrozal pantanoso, Vuelve risueño á la vida Con vuelo vertiginoso Si cauteriza su herida Serpenteando caminan; La mano de Dios amante. Las nubes se difuminan, Cintilan como diamantes Las gotas de agua brillantes En el cáliz de las flores, Plugo á los cielos que un día Un pajarillo cruzara, Y una semilla dejara Perdida allí de laurel.

La fortuna bienhechora El germen desarrollando, JOSE MARIA VIGIL. Presto se vé levantando Un tierno tallo gentil; Y en sus ramas el follaje AMISTAD- Hace rápidos progresos, Cual si sintiera los besos A MI QUERIDO AMIGO JOSE ROSAS. De los céfiros de Abril.... En un desolado páramo, Cubierto de ardiente arena, Parece que en torno suyo Q.ue de la fuente serena Hay un perfumado ambiente, Nunca oye el dulce rumor; Q.ue su copa muellemente Acaricia sin cesar.

Donde en profundo cansancio Parece que al pié del tronco Sólo reposan los ojos Que entre guijarros descansa, En estériles abrojos De un arrollo la honda mansa Y en un sol abrasador: Va en silencio á resbalar.

En un inmenso desierto Aves de lindo plumaje, Donde jamás se ha escuchado Mariposas de alas de oro, Más voz que el eco irritado De lejos van el tesoro Que forma el simoun cruel; Del yermo desierto á ver; Y á competencia le ofrecen Es que se anida un gusano Sus caricias y su canto, En su regazo inocente, Yendo en su florido manto Y roe incesantemente Sus hijuelos á, esconder. Los pétalos de la flor....

Así tú, vate querido, Y las caricias del céfiro En nuestro siglo naciste, Halagarlos no podrían, Pues por desgracia viniste Cuando encerrados morían A un páramo, no á un verjel. Sin saber lo que es amor. .. . El ramaje ya marchito Que tu inspiración contrasta Sacude el viento en su furia, Del mundo con los rigores, Siendo de la rama injuria Cual con la tumba las flores, Lo que antes adorno fué. Con el desierto el laurel.... Huyeron los chupamirtos; Huyeron los ruiseñores; ¡Quién puede decirle amores Si flores en él no ve! Bajo el árbol majestuoso Pero el pertinaz gusano Un mustio rosal se eleva, Al botón se queda asido; Que sólo entre espinas lleva Ya hasta el tallo ha carcomido: Un delicado botón. ¡ Morirá! ¡ Pobre rosal !

A él también el pajarillo Sólo un tronco amarillento Celebra y la mariposa: Se alzará para memoria Pero no se abre la rosa De la gala transitoria Enferma del corazón.... Del estéril arenal.... La planta seca y tostada A tu lado siempre he hallado Que nadie siquiera nombra, El consuelo y el abrigo A la protectora sombra Tú eres el laurel amigo, Sigue del alto laurel; Yo soy el triste rosal.

Que si es grande su desdicha 1S60. Y grandes son sus enojos, Del desierto en los abrojos Ha hallado un amigo fiel.

Así yo feliz un día Soñé lleno de esperanza, Creyendo allá en lontananza Una ilusión conquistar;

Pero el ponzoñoso diente Del amargo desengaño, ¡Ay! muy pronto por mi daño Sentí en mi pecho clavar.

Yo no envidio tu ventura, Más antes con ella gozo: Calla al verte mi sollozo, Y al contemplarte, mi mal. 8o De amarga juventud en el desierto Perdí las flores que corté en el huerto De la infeliz niñez; Volved, flores, piedad de mi agonía, Celoso de vosotras noche y día No os perderé otra vez. JTI^ÎST VALLE. Todas mis ilusiones adoradas Me lanzan al partir tristes miradas De lástima y bondad; ¡PADEZCO TANTO! Y se van... y se van. .. y ya me dejan... No partais, ilusiones.... ya se alejan.... ¡Piedad!.... ¡piedad! ¡piedad!

Cuánto me duele el corazón, Dios mío! En la rica estación de los amores, Me devora en silencio el hondo hastío: Soy mártir, ¡ay de mí! Vuelve al prado el Abril aquellas flores Que otoño le robó; Y resbalando lánguidas las horas Me recuerdan riendo mofadoras Mas la esperanza que el pesar nos trunca La dicha que perdí. ¡Ay! nadie nos la vuelve nunca, nunca, ¡Ay! nunca. ... lo sé yo.

Murió del gozo la postrer sonrisa, Lloro, y el mundo aún risas me exige, Murió de mi jardín la última brisa Insultando la pena que me aflige: Y la postrera flor; Yo risas fingiré; De mi dulce esperanza el ángel bueno ¿Por qué son ¡ay! los hombres tan crueles Se retiró llorando de mi seno Que estando ya sin rosas mis vergeles Al soplo del dolor. llosas quieren les dé? No me exijáis que ría, sufro mucho: De la existencia el áspero camino ¿Como reír, si con la pena lucho?. .. Debo cruzar cual pobre peregrino; ienedme compasión. Oreedlo, mi alma rompe este quebranto Valor como hasta aquí: Mis ojos quema el reprimido llanto, ¿Más por el mar del mundo de ola en ola Me duele el corazón. Mi alma irá siempre sola, siempre sola? ¡Ay! es muy triste así.

Cuando ciñe el pensil noche de luna Ni una esperanza en mi memoria existe Y a su brillo la límpida laguna ¡Y esto es muy triste, cielos, es muy triste! Parece suspirar;. Por eso mártir soy, Y el céfiro, las fuentes y las hojas Y por eso mi ruta al ir siguiendo ristes amores, duelos v congojas Siempre sufriendo, ¡oh Dios! siempre sufriendo, Parecen lamentar: Siempre sufriendo voy.

Cuando en las vagas tardes del estío Es muy breve la vida; sin embargo mi vierte el crepúsculo sombrío Cruzarla de este modo es tan amargo, Grata meditación- Que es fuerza suspirar: Y en la torre de iglesia muy lejana La muerte que anhelante mi alma aguarda, Cual vespertina queja la campana Cuánto tarda ¡Dios mío! cuánto tarda, Va el toque de oración: Cuánto tarda en llegar.

ml° 1°?? eí Pecho a]Sún consuelo, ¡ Ay! soy tan infeliz, padezco tanto, Pues todo me habla de un placer, de un cielo Es tan acerbo el silencioso llanto De un dulce más allá, Tan rudo mi sufrir, ¡Ay! de una eternidad de nueva vida Y en vano es que suspiros mi alma arroje, 1 romesa tan hermosa y tan querida ' Que mis suspiros ¡ay! nadie recoje, ¿Cuando se cumplirá? Dejándolos morir. ¡Pobres suspiros míos! tiernas notas gDe qué sirve que mi alma en su ternura Que alzan al estrellar las fibras rotas Forme entusiasta sueños de ventura Del mustio corazón. Si no se cumplirán? Quejas que el alma penetrantes hieren. A veces gozo en mi delirio loco; ¡Ay! los suspiros que ignorados mueren, Más esto es poco, cielos, es muy poco, Tristes, muy tristes són. Para templar mi afán.

¡Pobres suspiros míos! no entendidos, Es mucha de esos sueños la belleza; Ecos de afectos no correspondidos, Pero es más, mucha más mi honda tristeza; Poemas de mi afán! ¡Pobres suspiros míos ignorados Aún más es mi dolor, Si aunque se oigan gemir son olvidados! Que huérfano de dicha y bienandanza ¿Adonde, adonde ván? El virginal jazmín de mi esperanza jAyl marchitóse en flor.

Cuando las flores tan sensibles veo, El Mayo cobrará sus auras leves, Yo me figuro y confiado creo El frío Enero cobrará sus nieves, Que criaturas són, Vendrá el Abril detrás, Y mis secretos íntimos les digo, Pero su dicha y su perdida calma Pues pienso yo que sufrirán conmigo, Partiendo mi aflicción. En el mundo jamás cobrará mi alma ¡Jamás! ¡jamás! ¡jamás!... . ¿Qué amigas hay más dulces que las flores? El insomnio y la pena aterradora Decid, qué confidentes hay mejores? ¡Tan tiernos deben ser! Mi triste lecho cerca á deshora Yo les revelo mis ocultas penas, Viniendo no sé á qué, Y como ellas sin duda son tan buenas, Me dicen que se fué mi bien risueño Me han de compadecer. Y me repite con tenáz empeño: ¡Se fuél ¡se. fué! ¡se fué! Adiós placer, adiós maternos besos, Risas, juegos, perfumes, embelesos, La infancia os llevó en pos; Esperanzas, adiós, adiós visiones; Adiós sueños, deleites, ilusiones, ¡Adiós! ¡adiós! ¡adiós! Federico O. Jens. De mi dolor el misterioso acento Me dice que la dicha y el contento EL CANARIO MUERTO. No probaré jamás, Que sólo llanto el porvenir encierra, ¿Sólo llanto hallaré sobre la tierra? Á MI QUERIDO AMIGO JUAN DE D. PEZA. ¿No más?.... ¿no más?. ... ¿no más?.. Eran todo el amor de María Elena, (Que aún no sabe lo que es el silabario, Y vive á toda pesadumbre agena) Su muñeca, su jaula y su canario.

El ave en su prisión, según me explico, Esperaba, al llegar su tierna amiga, Para obsequiar su regalado pico, Granos de alpiste y de su pan la miga.

Sintió la niña salpicar sus ojos Cuando el ave en su vaso se bañaba, Y en vez de retirarlos con enojos, Con un gesto gracioso los cerraba. ss En trage por demás estrafalario, Esta mañana, sin temor alguno, Se acercó hasta la jaula del canario Para darle su diario desayuno. í 11 Y al ver ya muerto entre las rejas de oí» Al objeto precioso de sus cuitas; Cojióle, derramando triste lloro, FRANCISCO DEA. LERDO. Con cuidado en sus tiernas manecitas: MI CULTO. I Y dijo á su Mamá, trás pena tanta, En un tono inocente y afligido: "¿Q.ué le pasa al canario que no canta?" Cual es mi Dios, me preguntas, "¿Por qué, en su jaula lo encontré dormido" Y cual la fé que me alienta, Cual es el culto de mi alma, "En vano lo llamé para que espere" Y cuales son mis creencias. "Las migas de mi pan con el alpiste," "Regáñalo, Mamá, ¿ya no me quiere?" ¡Mi Diosl sustancia sublime "Haz que no siga tan callado y triste." Que nuestro sér alimenta, Ocúltase en el sagrario La madre, entonces, que ocultar procura Del fondo de mi conciencia: A ese inocente corazón la pena, Allí existe, allí tan sólo La besa, y dice con sin par ternura: Su realidad se presenta "Acuéstalo en su jaula, María Elena." En la realidad que agitan Su vida, su luz, su esencia; La nina obedeció, mas cosa rara Allí la fé que nos rige, Deja al rorro que tanto la divierte,. Fé que lo cierto demuestra, De la jaula infeliz no se separa Se dilata al santo impulso Y espera que el canario se despierte, De su voluntad exc'eláá-,

«¿í1 BRflUy ss En trage por demás estrafalario, Esta mañana, sin temor alguno, Se acercó hasta la jaula del canario Para darle su diario desayuno. í 11 Y al ver ya muerto entre las rejas de oí» Al objeto precioso de sus cuitas; Cojióle, derramando triste lloro, FRANCISCO DEA. LERDO. Con cuidado en sus tiernas manecitas: MI CULTO. I Y dijo á su Mamá, trás pena tanta, En un tono inocente y afligido: "¿Q,ué le pasa al canario que no canta?" Cual es mi Dios, me preguntas, "¿Por qué, en su jaula lo encontré dormido" Y cual la fé que me alienta, Cual es el culto de mi alma, "En vano lo llamé para que espere" Y cuales son mis creencias. "Las migas de mi pan con el alpiste," "Regáñalo, Mamá, ¿ya no me quiere?" ¡Mi Diosl sustancia sublime "Haz que no siga tan callado y triste." Que nuestro sér alimenta, Ocúltase en el sagrario La madre, entonces, que ocultar procura Del fondo de mi conciencia: A ese inocente corazón la pena, Allí existe, allí tan sólo La besa, y dice con sin par ternura: Su realidad se presenta "Acuéstalo en su jaula, María Elena." En la realidad que agitan Su vida, su luz, su esencia; La nina obedeció, mas cosa rara Allí la fé que nos rige, Deja al rorro que tanto la divierte,. Fé que lo cierto demuestra, De la jaula infeliz no se separa Se dilata al santo impulso Y espera que el canario se despierte, De sü voluntad exc'eláá-,

«¿í1 BRflUy Por culto del alma tengo, La memoria siempre nueva De la mujer más amada, De mi madre que ya es muerta. ¡Mi madre! Cuán amoroso Mi pecho su voz recuerda, Voz que formó al hijo un cielo Y al hombre legó una idea. MANUEL ACUNA. ¡ Perdóname 1 Era mi madre Tan cariñosa, tan buena, Que cuando de Dios te hablo, Tengo que hablarte de ella.

INEDITA- Hn; en mi ser algo triste Que gualdo como creencia, j Amar á una mujer! sentir su aliento, Y esta es la verdad que nace Y escuchar á su lado Cuando terminan las penas. Lo dulce y armonioso de su acento; Tener su boca á nuestra boca unida Y su cuello en el nuestro reclinado, Es el placer más grato de la vida, El goce más profundo Que puede disfrutarse sobre el mundo! Porque el amor al hombre es tan preciso, Como el agua á las flores, Como al querub ardiente el paraíso; Es el prisma de mágicos colores Que trasforma y convierte Las espinas en rosas, Por culto del alma tengo, La memoria siempre nueva De la mujer más amada, De mi madre que ya es muerta. ¡Mi madre! Cuán amoroso Mi pecho su voz recuerda, Voz que formó al hijo un cielo Y al hombre legó una idea. MANUEL ACUNA. ¡ Perdóname 1 Era mi madre Tan cariñosa, tan buena, Que cuando de Dios te hablo, AMOR. Tengo que hablarte de ella.

INEDITA- Hay en mi ser algo triste Que guardo como creencia, ¡Amar á una mujer! sentir su aliento, Y esta es la verdad que nace Y escuchar á su lado Lo dulce y armonioso de su acento; Cuando terminan las penas. Tener su boca á nuestra boca unida Y su cuello en el nuestro reclinado, Es el placer más grato de la vida, El goce más profundo Que puede disfrutarse sobre el mundo! Porque el amor al hombre es tan preciso, Como el agua á las flores, Como al querub ardiente el paraíso; Es el prisma de mágicos colores Que trasforma y convierte Las espinas en rosas, Y que hace bella hasta la misma suert« Y sus limpias cascadas A pesar de sus formas espantosas. Cayendo entre las rocas á torrentes; Amando á una mujer, olvida el hombre Pero brotó sin canto ni armonía. .. . Hasta su misma esencia, Hasta que el beso puro de Adán y Eva, Sus deberes más santos y su nombre: R esonando en el viento, No cambia por el cielo su existencia; Enseñó á las criaturas ese idioma, Y con su afán y su delirio, loco, Ese acento magnífico y sublime Acaricia sonriendo su creencia, Con que suspira el cisne cuando canta Y el mundo entero le parece poco Y la tórtola dulce cuando gime. Y quitadle al zenzonfcli la armonía, "¡Amor es Dios!" y la mujer la forma Y al águila su vuelo, En que encarna su espíritu fecundo; Y al luminar espléndido del día Él es el astro y ella su reflejo— El azul pabellón del ancho cielo— Él es el paraíso y ella el mundo Y el mundo seguirá.... "Y vivir es amar." Quien no ha sentido Mas la criatura, Latir el corazón dentro del pecho Del amor separada, Del amor al impulso, Morirá como muere marchitada No comprende las quejas de la brisa La rosa blanca y pura Que vaga entre los lirios de la loma, Que el huracán feroz deja tronchada, Ni de la virgen casta la sonrisa, Como muere la nube y se deshace Ni el suspiro fugaz de la paloma. En perlas cristalinas "¡Existir es amar!" Quien no comprende Cuando le falta un sol que la sostenga Esa emoción dulcísima y suave, En la etérea región de las liondinas. Esa tierna fusión de dos criaturas "¡Amor es Dios!" á su divino "fíat" Gimiendo en un gemido, Brotó la tierra con sus gayas flores Con un goce gozando Y sus selvas pobladas Y latiendo en unísono latido De abejas y de pájaros cantores, Quien no comprende ese placer supremo, Y con sus blancas y espumosas fuentes Purísimo y sonriente, Ese miente si dice que ha vivido; Que hace brotar suspiros en el pecho Ese, si dice que ha gozado, miente. Y en la pupila llanto. Y el amor 110 es el goce do un instante Y el Dante sin Beatriz 110 fuera el poeta Que en su lecho de seda A veces dulce y tierno, Nos brinda la ramera palpitante; Y á veces grande, aterrador y ronco No es el deleite impuro Como el cantor salido del infierno.... Que hallamos al brillar de una moneda Y es que el amor encierra Del cieno y de la infamia entre lo oscuro; E11 su forma infinita No es la miel que provoca Cuanto de bello el universo habita, Y que deja, después que la apuramos, Cuanto existe de ideal sobre la tierra. Amargura en el alma y en la boca Amor es Dios, el lazo que mantiene Pureza y armonía, En constante armonía Angeles bellos y liadas primorosas Los séres mil de la creación inmensa; En un Edén de luz y de poeáía, Y la mujer la diosa, En un pensil de nardos y de rosas, La encarnación sublime y sacrosanta Todo eso es el amor Que la pradera con su olor inciensa Mundo en que nadie Y que la orquesta del Supremo canta. Llora ó suspira sin hallar un eco; ¡Y salve, amor! emanación divina. . . . Panal de bienandanza . .. .Tú mas blanca y mas pura— Que hace que siempre ante los ojos radie Que la luz de la estrella matutinal La viva claridad de una esperanza. ¡Salve, soplo de Dios'. .. . El amor es la gloria, Y cuando mi alma La corona esplendente Deje de ser un templo á tu hennosura, Con que sueña del genio el alma grande Ven á arrancarme el corazón del ¡techo, Ven á abrir á mis pies la sepultura. La virgen sonriente Que pulsa el arpa ó el acero blande. Míxicó, Enero de i869. El Petrarca sin Laura, No fuera el vate de sent ido canto INDICE. Pags. José Rosas Moreno.—Biografía 5 ¡Quién pudiera vivir siempre so- ñando La J uventud El Zentzontle 16 La vuelta á la aldea 22 Recuerdos da la Infancia 27 30 Dios El ^Parnaso Mexicano A la memoria de la eminente poe- tisa americana Doña Gertrudis Gómez de Avellaneda '38 J. JOAQUIN FERNANDEZ T.IZARDI Profesión de Fe 44 (EL PENSADOR MEXICANO). En el Album de mi liermana.. . 50 La Primavera 52 Napoleón 56 Clemente Cantarell. — Deliquios d Amor Sensitiva Alfredo Higareda—El Dinero. Antonio Carrion—Paisaje Suriano. José M. Vigil—Amistad Juan Valle—Padezco tanto! Federico C. Jens.—El Canario muerto. 87 Francisco A. Lerdo.—Mi culto 90 Manuel Acuña.—Amor 92 INDICE. Pags. José Rosas Moreno.—Biografía 5 ¡Quién pudiera vivir siempre so- ñando La J uventud El Zentzontle 16 La vuelta á la aldea 22 Recuerdos do la Infancia 27 30 Dios El ^Parnaso Mexicano A la memoria de la eminente poe- tisa americana Doña Gertrudis Gómez de Avellaneda '38 J. JOAQUIN FERNANDEZ T.IZARDI Profesión de Fe 44 (EL PENSADOR MEXICANO). En el Album de mi liermana.. . 50 La Primavera 52 Napoleón 56 Clemente Cantarell. — Deliquios d Amor Sensitiva Alfredo Higareda—El Dinero. Antonio Carrion—Paisaje Suriano. José M. Vigil—Amistad Juan Valle—Padezco tanto! Federico C. Jens—El Canario muerto. 87 Francisco A. Lerdo.—Mi culto 90 Manuel Acuña.—Amor 92

—— J. Joaquín Fernandez Lizardi.

I SU RETRATO Y BIOGRAFIA CON EL JUICIO CRITICO DESUS OBRAS Y Poesias escogidas de varios autores

COLECCIONADAS BAJO LA DIRECCION DEL SR. Oral- D- Vicente Riva Palacio, contando además con la bondadosa colaboración de los Sres, Icnacio M. Altamirano, Guillermo Prieto, Manuel Percdo, Tose M. Vigil, José M. Bandera, Tuande D. Peza, Francisco Sosa, Joaquín Trejo, J Hilarión Frias y Soto y otros de nuestros más eminentes literato« de esta Capital y de los .Estados.

LIBRERÍA LA ILUSTRACIÓN. 12,-PRIMERA DE SANTO DOMINGO.-12.

México, Io de Noviembre de 1885. .01 .1 J. JOAQUIN EEMÀUDrZ LIZAEDI. te m El afamado escritor D. José Joaquín Fer- sgLaàa ; nández Lizárdi, conocido generalmente por Ôiju98-;ia el seudónimo de "El Pensador Mexicano," uy omt? nació en la capital de ia República en 1771. o cJ H La pobreza de sus padres, les obligó á ra- > 6a¿soi| dicarse en Tepotzotlán, en cuyo pueblo sólo >I)fi obuq pudo adquirir él, el conocimiento de las pri- il ¿irisai meras letras. riqasGU Después volvió á la capital y estudió lati- X bjibia nidad y filosofía. A los diez y seis años de •W b/J». edad se graduó de bachiller en la Universidad, rigia Ifi ? y al siguiente cursó teología. En las noticias pûè'iaoicT biográficas que de él existen, se nota un gran fc roba? vacío, del año de 1788 à principios del siglo .fanion actual. "Vuelve à saberse de él en 1812 en ia la 9iip que al entrar More! os á Tasco (Guerrero) el dSLob "I 1" de Enero de aquel año, puso en manos de íiO loupa aquel caudillo todas las armas, pólvora, y municiones de esa plaza, de la que era Lizar- 1820, pudo el "Pensador» escribir con más li- di teniente de justicia. bertad y dió á luz varios folletos, por uno de En ese mismo año comenzó en México á los cuales, el < Diálogo entre Chamorro y Do- publicar "El Pensador Mexicano,1' que le dio miniquín,» estuvo preso por segunda vez. En el nombre con que basta al presente se le co- seguida publicó el "Conductor Eléctrico,» y noce, mereciendo ser puesto en prisión por las "Conversaciones del payo y el sacristán.» uno de sus primeros artículos en que comba- A estas siguió la "Defensa de los frac-ma- tía la orden del virey Yenegas desaforando á sones, ó sean observaciones críticas sobre la los eclesiásticos insurgentes. bula del Sr. Clemente XII y Benedicto XIV * contra los frac-masones, dada la primera á Es conveniente bacer notar que Fernández 28 de Abril de 1638, la segunda en 1.8 de Lizardi pidió desde esa feclia (1812) la ense- Mayo de 1714 y publicadas en esta capital ñanza gratuita, idea que le enaltece sobrema- en el presen! e de 1822.» México 1822. Im- nera, y la que tuvo por complemento otra 110 prenta americana de D. José María Betan- menos grandiosa, útil y necesaria, que basta CQurt. Por esta obra en que se prueba que los bace poco ha sido sancionada parcialmente Papas excomulgaron á los masones sin expre- en la República: la enseñanza obligatoria. sar el motivo, y sólo por sospechoso, fué tam- Siete meses duró la prisión del «Pensador,» bién excomulgado el autor, sin que ese paso y ya libre en 1813, publicó varios escritos, le arredrase, pues en el mismo año y en su principalmente sobre la peste que entonces imprenta particular publicó la "Segunda de- reinaba en México. En los tres años siguien- fensa de los frac-masones.» Además, en el tes dió á luz gran número de escritos sueltos: repetido año publicó otros varios escritos, en- entre ellos "La alacena de frioleras." En tre ellos, "Un fraile sale á bailar,» las "Car- 1816 apareció un "Calendario" escrito por él, tas del Pensador al papista,» "Vida y entie- con pronósticos en verso, y su famosa novela rro de D. Pendón por su amigo el Pensa- "El Periquillo Sarniento," á la que siguió dor,» y "Defensa del Pensador dirigida al pro- "La Quijo tita» y los «Ratos entretenidos.»— visor». De sus publicaciones en 1823 citare- 1819. ' mos: "Ataques al castillo de Ulúa," "tín R establecida la constitución española en fraile sale á bailar y la música no es mala," virtuoso y de un talento nada común, vamos "El hermano del Penco,» periódico político- á reproducir el elegante y aoertado juicio que moral; "La victoria del Penco,» y la novelita de sus obras ha trazado el Sr. Altamirano en ' Noches tristes y día alegre.» pus Revistas literarias, citadas con frecuen- Antes, en 1817, había publicado^ una colec- cia por nosotros. ción de fábulas que mereció ser reimpresa en "La más famosa ele esas obras, dice, es el 1831. " . Perupúllo, de la cual es inútil hacer un aná- lisis, porque puede asegurarse, sin exagera- También se le debe una novela picaresca; ción, que no hay un mexicano que no la co- "Vida y hechos del famoso caballero D. Ca- nozca, aunque no sea más que por las alusio- trín de la Fachenda.» México, 1832, y otras nes que hacen frecuentemente á ella nuestras obras cuyos títulos se registran en el intere- gentes del pueblo, por los apodos que hizo sante estudio biográfico escrito por el litera- célebres, y por las narraciones que andan en to D. Manuel de Olaguíbel en los "Hombres booa de todo el mundo. Lo que sí diremos, ilustres mexicanos,» tomo III, de cuyo escri- es que el Pensador se anticipó á Sué en el es- to hemos extractado lo que para el presente tudio de los misterios sociales, y que profun- necesitábamos. do y sagaz observador, aunque no dotado de Según el propio testimonio del Pensador, una instrucción adelantada, penetró con su y de varios historiadores y biógrafos, contri- héroe en todas partes, para examinar las vir- buyó personal é intelectualmente á la inde- tudes y los vicios de la sociedad mexicana, y pendencia de su patria, lo cual es un nuevo para pintarla como era ella á principios de título para que honremos su memoria. No en- éste siglo, en un cuadro palpitante, lleno de tra en el plan de este libro el examen crítico verdad, y" completo, al grado de tener pocos de las obras de los personajes que aquí ocu- que le igualen. El Pensador vivia en una pan un lugar, por los motivos ya manifesta- época de fanatismo y de suspicacia, en que dos. Sin embargo, en obsequio del ''Pensador» cualquier arranque atrevido, cualquiera idea á quien muy justamente se reputa como el de libertad, cualquier pensamiento de inno- patriarca de nuestra literatura popular. y á vación, costaba caro. Era el tiempo todavía quien sé ha calificado de escritor modesto, desciende á las masas del pueblo infeliz y se de loa vireyes y de la Inquisición y sin em- compadece de su miseria y le consuela en sus bargo, su novela -es una sátira terrible contra pesares, haciéndole entrever una esperanza aquella sociedad atrasada é ignorante; contra de mejor suerte, y se identifica con él en sus aquel fanatismo; contra aquella esclavitud; dolores y llora con él en sus sufrimientos y contra aquella degradación del pueblo; contra en su abyección. El Pensador es un apóstol aquella educación viciosa y enfermiza; contra del pueblo, y por eso éste le ama todavía con aquellos vicios que hubieran consumido la ternura, y venera su memoria como la memo- savia de esta nación joven, si no hubiese veni- ria de un amigo querido. do á vigorizarla el sacudimiento de la revo- lución. El novelista, como un anatómico, "Su moralidad es intachable, y era con el muestra las llagas de las clases pobres y de acento de la verdad y de la virtud con el que las clases privilegiadas; revela con un valor moralizaba y consolaba á los desgraciados y extraordinario los vicios del clero; muestra condenaba á los criminales. Aquella obra de- los estragos del fanatismo religioso, y las nu- bía atraerle atroces persecuciones; y en efec- lidades de la administración colonial; carica- to, el fanatismo religioso le lanzó sus anate- turiza á los falsos sabios de aquella época y mas, y la tiranía política le hizo sentar en el ataca la enseñanza mezquina que se daba en- banquillo del acusado. Sufrió mucho; comió tonces; entra á los conventos y sale indigna- el pan del pueblo, regado con las lágrimas de do á revelar sus.misterios repugnantes; entra la miseria, y bajó á la tumba oscurecido y á los tribunales y sale á condenar su venal i pobre; pero con la aureola santa de los már- dad y su ignorancia; entra á las cárceles y sa- tires de la libertad y del progreso, y con la le aterrado de aquel pandemónium, del que la conciencia de los que han cumplido con una justicia pensaba hacer un castigo arrojando misión bendita sobre la tierra." á los elimínales en él, y del que _ ellos habían Sólo tenemos que agregar que Fernández hecho una sentina infame de vicios; sale a los Lizardi murió en Junio de 1817. pueblos y se espanta de su barbárie; cruza los caminos y los bosques y se encuentra con bandidos que causan espanto; por último, I

EL PENSADOR.

NINGUNO DIGA QUIÉN ES

Que sus obras lo dirán.

Pues en Carnestolendas Se venden tantas Máscaras en las calles, Lonjas y plazas: Quiere mj musa Vender las mascaritas Que muchos usan.

MASCARA I.

Con máscara de español Un mulato se presenta, Y parece en lo que ostenta Que no lo merece el sol; 14 Si por su dicha ó su maña Pero por más que se esponje Ha adquirido algúu dinero, Por pasar por entendido, Piensa que es tan caballero Todos tienen bien sabido Como el monarca de España. Que el hábito no ba.ee al monge

Mientras más le favorece Y más que le dé corage, La suerte y le dá caudales, Yo le diré que es más necio Él desdeña á sus iguales Si cree se le debe aprecio Y á los nobles aborrece. Por la apariencia del trage.

Pero por más que él en sí Piense creer que es bien nacido, MASCARA III. Ya todos tienen sabido Que es negro carabadí. ___ Quizá un señor currutaco Ésta máscara se pone, Pues por más que se compone MASCARA II. No trae en la bolsa tlaco.

Con un vestido brillante Con casaca y sin camisa Y un hablar desenfadado, Y brillo de señoría, Se presenta enmascarado Suele anclar al medio día Por sabio algún ignorante. Oliendo donde se guisa.

Y aún en la conversación Sin convite y de sorpresa Que no entiende palotea, Se encaja en una visita Habla mucho y dice nada Esta pobre mascarita Por sostener su opinión; Para comer de gorrón. i6 El ser pobre no es pecado Ni hay quien lo pueda decir; MASCARA V. Pero es simpleza fingir De rico un pobre pelado. Máscaras, si lo reparas Tienen también las mujeres, Pues en varios pareceres MASCARA TV. Saben hacer á dos caras.

Con la máscara de amigo Máscaras á cada rato Suele esconderse el traidor: Suelen mudar con primor, La experiencia esto mejor Máscara tienen de amor Lo dice que yo lo digo. Y máscara de recato. ¡Cuantos pobres son despojos Máscara de compasión, De esta máscara maldita, Máscara de celos tienen, Pur creer en la cascarita Y si acaso les convienen, De las voces y los ojos! Máscara de devoción.

Al pobre de Don Fulano Máscara tienen de honradas; Hace el traidor mil lisonjas Máscara de coquetillas; En su casa, y en las lonjas Máscara de muy sencillas No le deja hueso sano. Y máscara de ilustradas.

Aspides disimulados Máscara de bachilleras, Son estos entre las flores; Máscara de humilde llanto, Y sin duda son los peores De ira, de dolor, de espanto, Entre los enmascarados. De vengativas y fieras: iS 19 En fin, de las señoritas El sastre y el zapatero, (No de todas) de las más, Procurador, relator, Si cuentas bien no podrás El boticario, el doctor, Contarles sus mascaritas. Demandante, vinatero, Y otros que no quiero hablar, Ni quitar créditos, pues MASCARA VI. Viene la cuaresma, y es Preciso irse á confesar. Con máscara de devoto Se esconde el vil usurero: También al ladrón casero Su mascarita le noto.

Numerar no solicito, En fin, tanta hipocresía; Que quererlo hacer sería Proceder en infinito.

Pues por tan distintos modos Veo disfraces importunos, Pocos serán ó ningunos Si no se enmascaran todos.

El gato esconde en la mano La uña hasta que vé al ratón; Pero cuando hay ocasión, ¿No las saca el escribano? 20

¿Que es el viejo macilento Usurero y avariento Y tolerado ladrón? Cascarón.

¿Que otra cosa será aquella Que nos dice que es doncella, Y su descoco dá basca? Ojarasca.

Están los huevos caros: De consiguiente. ¿Que podrá ser el marido Cascarones este año Que se hace desentendido Pocos se venden. Cuando le suena el bolsón? Mas ¿que hablo yo, C asearán. Cuando 110 hay otra cosa Que cascarón? ¿Y que es aquella casada ¿Que cosa es el caballero, Que aunque no le digan nada Que á pesar de su dinero Con el que puede se enfrasca? Es un pobre ignorantón? Ojarasca. Cascarón.

¿Que cosa es doña Pomposa, ¿Que cosa es el negociante, Presumida, vanidosa, Que lleva el lucro adelante Y mas fea que la tarasca? Mas que pierda la opinión? Ojarasca. Cascarón. ¿Que cosa es la coquetilla De túnico y de mantilla, Que al disimulo se rasca? Ojarasca.

Cuantas vemos necedades Del mundo, son vanidades: Y todo él, en conclusión: SONETO

Cascarón. IIECIIO EL MIÉRCOLES DE CENIZA DEL AÑO

DE 1811.

¿Ya vés del Rey el cetro dominante? ¿El celo de ministro diligente? ¿Del soldado el acero reluciente? ¿Y de los grandes, cruces de diamante? ¿El solícito afán del comerciante? ¿El oro y la riqueza del pudiente? ¿El estudio del sábio permanente? ¿Y de la dama, en fin, el buen semblante? Pues todo ese poder, esa grandeza, Ese esplendor y gloria imaginada, Ese marcial espíritu y braveza, Es en la muerte, al fin de la jornada Cetro, instrucción, acero, afán, belleza, Polvo, sombra, ceniza, viento y nada. 25 ¿Qué mortal es capaz, qué inteligencia vrii De las que en torno vuelan á tu lado, De conocer tus altas providencias Ni penetrar tus íntimos arcanos?

¿Quién alzar osará de tu grandeza La extremidad del velo sacrosanto, Ni el gabinete oculto de tus obras Registrará blasfemo y temerario?

LA P£G¥IEOT€IA, ¿Ni quién de tus piedades infinitas Podrá alabar en himnos ajustados MASO divina, sacra y admirable El torrente que inunda á tus criaturas Del Séx Eterno, que con modo sábio Como con dulce y dilatado caos? Mueves del globo la pesada mole Sobre el sol mismo sin ningún trabajo. • * ; - írT Tú divides benéfico los tiempos Omnipotente MANO, á cuyo impulso En estaciones distinguiendo el año, Obedecen los vientos y los rayos, Y los rigores del Invierno triste Su ímpetu el mar detiene, y las estrellas Compensas liberal en el Verano. Giran con los planetas y loi astros:

MANO augusta del Fuerte, que mantienes Tú en verde caña cuajas la mazorca, A tus leyes sujeto lo que has creado, Tú doras las espigas en el campo, Con tanta perfección y con tal orden Tú las frutas endulzas, y tú vistes Cuanto los hombres todos admiramos. De esmeraldas los montes y los prados: Tú liaecs que entre las peñas se cultive La plata, el oro, el hierro y el estaño, Y allí le das los brillos y reflejos Al rubí, al ametista y al topacio.

Tú abrigas al cordero con su lana, Tú armas la garra del feroz leopardo, Tú pintas al alegre pajarillo De plumas mil y de colores varios.

Tú haces vivan gustosos en las ondas El delfin, tiburón y ballenato, Y en los c.istales de la mar cerúlea De pez mantienes número tan vasto.

Tú pero ¿adonde voy? ¿Será posible Que atrevido, soberbio é insensato, Presuma referir tus maravillas Ni señalar las obras de tu MANÓ?

Tú eres el Dios Eterno, incomprensible, La Bondad suma, Santo, Santo, Santo, Fuente de la piedad y la dulzura, Y el absoluto dueño de lo criado. 28 29 Si repaso mi vida, la contemplo Así lo reconozco agradecido, Rodeada de enemigos inhumanos, Tú todo lo dispones, no hay acaso; Como la navecilla que agitada Tu PROVIDENCIA adoro: todo se hace Lucha en las ondas con los vientos bravos. O con tu permisión ó tu mandato.

¿Cuántas veces la saña de algún toro, Pues siendo, esta verdad tan infalible; El ímpetu indomable de un caballo, Si sé que todo viene de tu MANO, O ya de mi enemigo la venganza, Y que me amas, Señor, ¿por qué motivo Pudo darme la muerte sin pensarlo? En las adversidades yo me abato?

¿Por qué hacia al mundo solamente miro, ¿Cuántas veces siguiendo divertido Y mi débil espíritu lo arrastro, La carrera veloz de algún cervato, Si eres mi protector y mi refugio, Pude haber encontrado el precipicio Deslizándome fácil de un peñasco? Y en tí mis ansias hallarán descanso?

Huyan lejos de mí !as aflicciones, ¿Cuántas veces las aguas do solia La congoja, el temor y sobresalto, Buscar por mi salud el útil baño, Si se levanta el Todopoderoso Pudieron darme líquido sepulcro En mi defensa de su trono saCro. En pago de mi arrojo temerario?

¿Cuántas veces?...: lias ¡ay! yo me fatigo Si á mi lado se pone el Invencible, Recordando mis riesgos, yo me canso-, Y sú escudo me cubre soberano, Basta sólo decir que de ellos libre No temeré mil males, pijes seguro He sido por la fuerza de tu brazo, Estaré siempre de que me hagan daño, Desplómense los cielos de sus ejes, Si quieres, Padre, sufra los rigores, Trastórnense los montes y penseos,_ Ya de la esposa infiel, del hijo ingrato, Vuélquese el mar, inflámense los vientos Del enemigo cruel, del vil amigo, Y en negra tempestad vomiten rayos; Del pérfido traidor, del mal hermano;

Si quieres me atropello la calumnia Yo todo lo veré tranquilamente, Y que mi honor lo mire vulnerado, Impertérrito siempre y sin espanto, Que una triste prisión ó que la muerte Si me hacen sombra las sagradas alas Den fin á un infeliz, ¿he de rehusarlo? De tu misericordia, Padre amado.

Sobre el áspid y el fiero basilisco De ninguna manera; antes mi gusto Andaré alegre con sereno paso, Conformaré contento á tu mandato: Sólo te pido que me dés esfuerzo Y pisaré sin miedo al león soberbio, Para apurar un cáliz tan amargo. Y al sangriento dragón hollaré ufano.

Sí, castiga, Señor, mis desaciertos, Me reiré de los fraudes y tropiezos Pero alienta mi espíritu postrado; Que pretenda ponerme el hombre malo, Y ya fortalecido con tu ayuda, Porque si tú me ayudas, fácilmente Me arrojaré confiado entre tus brazos. Yo desharé sus redes y sus lazos.

Sí, yo confesaré que l«»s castigos Mas si por mis pecados tú quisieres Son voces del Pastor á su rebaño, Que padezca en la cama los asaltos Y si dás el azote corno Padre; De cruel enfermedad, ó la pobreza .No os puede menos que doler la JIAÑO. Me devore con lánguidos atrasos; Castígame, Señor, no me abandones; Redúceme al redil á latigazos; Pues si yo te ofendí, ¿con qué derecho Me pretendo eximir de los trabajos?

Dame resignación, y vengan penas, Mi espíritu avalora desmayado, Vicente JR/iva i*alacio. Y entonces las miserias y dolores Me serán apreciables, suaves, gratos. A ORIZABA. En fin,quema , Señor, aquí castiga, Oprime, corta y hazme mil pedazos. .. . Ilic vre, hic seca, vi in cetermm parcas, Ahí estás tú cual antes coronada Como allá me perdones, Dueño amado. De floridos naranjos y de rosas; Entre gigantes cerros reclinada Bañada por tus aguas misteriosas.

Ahí estás tú: poética te asomas, Ceñida por tus fértiles praderas, Nido un tiempo de garzas y palomas, Hoy cueva de chacales y panteras.

Escucha mi caución, oye mi acento Que hasta tus muros llevará mi grito Como eco de fatal remordimiento, Que te despierte en tu soñar maldito. • 12-2 Castígame, Señor, no me abandones; Redúceme al redil á latigazos; Pues si yo te ofendí, ¿con qué derecho Me pretendo eximir de los trabajos?

Dame resignación, y vengan penas, Mi espíritu avalora desmayado, Vicente JR/iva alacio. Y entonces las miserias y dolores Me serán apreciables, suaves, gratos. A ORIZABA. En fin,quema , Señor, aquí castiga, Oprime, corta y hazme mil pedazos. .. . Ilic vre, hic seca, vi in cetermm parcas, Ahí estás tú cual antes coronada Como allá me perdones, Dueño amado. De floridos naranjos y de rosas; Entre gigantes cerros reclinada Bañada por tus aguas misteriosas.

Ahí estás tú: poética te asomas, Ceñida por tus fértiles praderas, Nido un tiempo de garzas y palomas, Hoy cueva de chacales y panteras.

Escucha mi caución, oye mi acento Que hasta tus muros llevará mi grito Como eco de fatal remordimiento, Que te despierte en tu soñar maldito. • 12-2 Asilo de traición y de perfidia, Hermosa flor de emponzoñado aroma, Maldita, sí, maldita, y en tu frente Ya con las sombras majestuoso lidia La mano del traidor el crimen sella, El sol de gloria que brillante asoma. Porque sentiste muda, indiferente, Del invasor la aborrecida huella.

Te baña ya su resplandor divino Cerrado está tu seno al patriotismo Que absortos mirarán doquier que vaya Y entre la impura bacanal te agitas; El buitre de Magenta y Solferino Para lavar tu crimen, un bautismo La hiena de Oocula y Tacubaya. De lágrimas y sangre necesitas,

Y lo tendrás, y lavará tus manos Goza, Orizaba, goza; y su sonrisa Esa patria de amor que por tí gime, Tus hermosas prodiguen seductoras, Con sangre...¡ay!..-tuya no; de mis hermanos, Al escuchar, entre la fresca brisa, Pues sangro de traidor nunca redime. Del invasor las músicas sonoras.

Y beberán tus calles y tus huertos Goza, Orizaba, goza, y que tus bellas La sangre de tus héroes venerada, De leves talles y graciosas faldas Y entre escombros y lágrimas y muertos Como ellas linda, pérfida como ellas Al mundo volverás regenerada, Lleven á los traidores sus guirnaldas. Y si mi sangre tu remedio fuera, Duérmete, meretriz, no te despierte Tómala y sé tan pura como antes: La tempestad que el huracán agita, Vuelve á empuñar nuestra triunfal bandear Que es tu sueño presagio de la muerte: Y sigue nuestras águilas triunfantes, Orizaba infeliz, estás maldita. Mayo de 1863, ¡Ah, no la maldigais! Dejad que llore De su fortuna la fatal mudanza, Y que, arrastrando su cadena, implore De sus valientes hijos la venganza,

Aún se mira á la luz de sus orgías Cómo lleva en su cien de blanco lirio, En vez de los laureles de otros días ORIZABA. La punzante corona del martirio.

(COMPOSICIÓN ESCRITA EN HUAUCHINANGO.) ¡Miradla allí! Su espléndida hermosura ¡Ah, no la maldigais! Si delincuente Esclava es hoy de la opresión agena, Hoy la hace ser una opresión tirana, Y tras la luz de su mirada pura Tal vez con sangre de su pecho ardiente Se ven los rasgos de su amarga pena. - Esa vil mancha borrará mañana.

¡Miradla allí! Por su volcán brillante ¡Ah, no la maldigaisl Fué su destino Velada está; y entre las verdes cañas El cuello dar al extranjero yugo, Se eleva solitaria y arrogante, Y al verse en su camino, En medio de sus poéticas montañas. En las garras caer de su verdugo.

Vedla bajo los árboles sombríos, {No pudo resistir! Sóla, indefensa, Sobre jardines de fragantes flores, A discreción quedó de sus tiranos; Al són quejoso de sus mansos ríos Y sólo pudo en su fatal vergüenza Llorar tal vez su pena y sus dolores. Cubrirse el rostro con sus blancas manos. Si caida la veis, como á una hermana Es cierto que traidora la han llamado, Prestadle ayuda; y de la vil escoria Execrando por eso su memoria; Brillante entonces se alzará mañana Mas á pesar de esa palabra, ha dado Con los laureles de su antigua gloria. Un rasgo hermoso de valor y gloria. Respetad su dolor. Su oprobio y duelo Obra es nomás de su infeliz estrella: jNo! La que llena de civismo un día Si parte ella es del mexicano suelo, Libertó del tirano, bienhechora, ¡Compasión y piedad tened para ella! A los valientes de la patria mía, Esa ciudad no puede ser traidora. 1863.

jNol La que abriga en su florido suelo Esas mujeres de heroísmo llenas; Que como ángeles fueron de consuelo, Quitando al prisionero las cadenas;

Esa ciudad no debe tal apodo Llevar sobre su ilustre nombre ahora: Si el pié de un invasor le arroja lodo, »1U ¡Nunca por eso la llaméis traidora!

jAli, no la maldigais! Mirad su llanto, Y en su semblante el infortunio escrito; Compadeced su bárbaro quebranto, Pues su suerte infeliz no es un delito. JOSE M, BANDERA.

SOLETO. (Inédito.) A LA SIMPÁTICA CANTORA DB 0RIZARA ANTONIO PLAZA. SEÑORITA C. P. JtL JüJ^L JfcüT2E** Oculta cual la tórtola inocente CANCIÓN. Une en un sauz á orillas de un riachuelo, A tí, preciosa esperanza; Eleva sus cauciones hasta el cielo, A tí, madre de la aurora; Triste llorando por su bien ausente; Luz, divina precursora Así cantas, tu acento blandamente De la eterna venturanza; Trae á mi oído de la brisa el vuelo, Y de Orizaba al pintoresco suelo A tí, luz, á tu existencia Me miro trasportado de repente. Sacrosanto culto rindo, Porque eres tú lo más lindo Y contemplo sus bosques de azahares, Que formó la Omnipotencia. La floresta y la fuente que escondida Corre entre los umbrosos platanares; Por tí la viajera nube, Y me encanta la tierra bendecida Si en ella el soL resplandece, Que te inspiró dulcísimos cantares, Flotando al aire, parece Donde brilló la aurora de tu vida. Ala blanca de querube.

186O Esta composición y las siguientes son inéditas. F. J. A. Sentiré, cuando sucumba, Si la lluvia descompone Dar mi eterno adiós al día; El rayo del sol quemante, ¿Quién la tumba temería Arco de iris rutilante, Si tuviera luz la tumba?... Tu presencia, luz, compone.

Si apareees, el capuz Si la nube cenicienta Desbarata tu presencia.... Recibe el ígneo reflejo, Eres, luz, la omnipotencia, Al servir al sol de espejo Que no fuera Dios, sin luz. La parelia se presenta.

Por tí de estrellas temblantes Salpicado el cielo miro, Como en plancha de zafiro Incrustación de brillantes.

Si espléndida tú descuellas En la triste noche umbría, Haces de la noche día, Con luceros, con estrellas.

Que Dios puso con anhelo En tus rayos los colores,' Y sin tí no hubiera flores, Ni estrellas, ni sol, ni cielo. 45 Fué estrella del paraíso La mujer, y, no te asombre, Dios la encendió de improviso, Porque ver en ella quiso La felicidad del hombre.

A ROSARIO. Tú, joven de alma elevada Y de semblante precioso, Eres luz inmaculada EN SU ALBUM. Para brillar destinada En el altar de un esposo. Desde que eras inocente, Tu juventud soberana Ví despertar lentamente Tú naciste para amar, Como despierta en Oriente Linda Rosario, y anhelo Poco á poco la mañana. Q.ue seas luz en el hogar Y que halles trás el altar Niña tú, te ví jugando La inmensa dicha del cielo. Cual mariposa inconstante Que vá en el pensil volando, Sus lindas alas mostrando Al rayo del sol quemante.

Allá en tu edad candorosa, Tan expansiva, tan bella, Fuiste el botón de una rosa; Y eres boy, de luz preciosa Brillante y sublime estrella. PRIX. MI VOTO- Soneto, SONETO.

^ Desde la cuna donde tiernamente Todo es farsa, ridículo, alboroto, Nos arrayan los besos maternales, Y la urna electoral ¡voto al Levítico! Hasta el ir del sepulcro á los umbrales Es cubilete del histrión político Tal vez á reposar eternamente; Que mueve el interés de cualquier roto. ¿Qué precio tiene nuestro afán vehemente Para gozar las dichas celestiales Yo que buscando las pesetas troto; Del amor y amistad, que á los mortales Porque mi erario siempre está raquítico, Nos ligan con cariño dulcemente? Aunque ahora me llamen impolítico, En el saínete liberal no voto. ¿Y aquesa religión que en el santuario Profana el hombre con su aliento impuro Bien que venza el gobierno ó se derrote, Entre el humo que arroja el incensario? Y que álguien sobre vivos y difuntos Se eleve, cual se eleva un papelote, Todo nos cuesta ¡oh Dios! estoy seguro, Aunque se crea que soy un temerario, Yo corté con la patria mis asuntos Sangre del corazón, ó na peso duro! Y en caso de votar.... ¿quereisque vote.. ¡Pues voto á todos los demonios juntos! 3P3E. LA MEMORIA SON E T O• DEL ¿Por qué, si presa de iracunda suerte HEROICO GENERAL Entre las garras del dolor me agito, Con ilusiones de ángel forjo el mito DONATO GUER RA Que luz de sol en mi horizonte vierte....?

"No són los muertos los que jen dulce calma ¿Con la fé la esperanza se divierte?. En paz reposan en la tumba fría; ¡Nolque á otro mundo volaré bendito, Muertos son los que tienen muerta el alma Cuando el veneno de mi sér maldito Y viven todavía." NUÑEZ DE ARCE. Se quede en el regazo de la muerte. * * * Levanta, Gloria, la atrevida frente, Mi alma infeliz, á quien el hombre aplica No llores más al ínclito guerrero; Rudo tormento que le arranca llanto, Al que fué de los débiles hermano Irá de gloria y de grandeza rica Y terror de retrógrada canalla; Al patriota inmortal; al arquetipo A la región del eternal encanto De indeclinable fé; al caballero Si es ^verdad que el martirio santifica, Más noble que Ííayardo y más valiente; Voy á ser, como Dios, tres veces santo, Al que alentó bajo grosera malla Y al heroismo catoniano uniste Alma de niño, corazón de acero; La abnegación de Régulo. ... ¡Dichoso Al que tigre en los campos de batalla Tú que gozando en mundo de verdades Fué en culta sociedad, humilde, humano; La beatitud ingente, Al demócrata fiel; al intachable; Has dejado flotando en las edades Al mártir coronado de victoria, Tu nombre refulgente!! Al hombre, en fin, cuya brillante vida Glorificó un verdugo miserable. Brillante como sol fué tu carrera.... ¡Modelo de civismo! Yo te envidiara, si envidiar supiera; ¿Por qué Gloria, llorar, si trasmitida Más.... ¿quien como tú mismo? De una edad á otra edad vá su memoria ¿Y quién habrá que ahora Digna de que los siglos la veneren? Al mártir llore que tan grande era?.... La muerte del soldado, no se llora; La Diosa Libertad estremecida La tumba de los héroes, se venera. Escribe sobre el bronce de la historia: Los hombres como Guerra, nunca mueren; No son los muertos, nó, los que reciben Su nombre es una egida, Rayos de gloria en sus despojos yertos: Y el cadalso es el templo de su gloria. Los que mueren con honra, siempre viven; Los que viven sin honra, son los muertos.

¡Ilustre general! hoy acompaña A tu recuerdo mi sentido canto, Sin que esa tumba que de luz se baña Empañe con las gotas de mi llanto. Tú el brasero de Scévo'la encendiste Al calor de tu aliento poderoso, 53 Tengo una existencia trunca, Escepcional, depravada, Y no creo, Luz, en nada Ni en nada he creído nunca.

A LA SEÑORITA Mas yo que no hago memoria De si alguna vez creí, Luz Rivera y Rio. Empiezo á creer que hay gloria, Pues miro un ángel en tí.

EN SU ALBUM. Tú debes ser, no te asombres, Si buena cual linda eres, Sin ser, niña, un ser perverso, La envidia de las mujeres. Sin dejar de serlo un poco, La adoración de los hombres. Soy un especie de loco Que al mundo maldice eu verso.

Y tras mi estúpida calma Y mi eterno desencanto, Guardo una historia de llanto Entre el misterio del alma.

Triste, solo, descreído, Marcho como en un desierto, Que á mi corazón de muerto Ya no le queda un latido. »

MANUKL AOUNA.- ¡POBRE FLOE!

mm SE ACABA —¿Por qué te miro así tan abatida, Pobre flor? Soñando y reclinado en la pendiente ¿En donde están las galas de tu vida De la colina verde y matizada, Y el color? Donde una noche sorprendí á mi amada Repitiendo mi nombre tristemente; Allí donde la virgen inocente Díme ¿por qué tan triste te consumes, Temblando en su rubor de enamorada Dulce bién? Me hizo oir esa frase idolatrada ¿Quién vino á arrebatarte tus perfumes, Que aim hoy pienso escuchar en el ambiento; Díme quién? Allí me hallaba yo y allí lloraba La dulce dicha de mi amor ya muerto, La dulce dicha que tan pronto acaba, —¿Quién? el delirio devorante y loco Cuando oyendo una voz, callo, despierto.... De un amor, Y era Nemesio el mozo, que gritaba: Que me fué consumiendo poco á poco Se acaba el desayuno. ... y era cierto. De dolor! 56 Porque amando con toda la ternura De la fe, A mí no quiso amarme la criatura Que yo amé.

EN UNA CALAVERA. Y por eso sin galas me marchito Triste aquí, Siempre llorando en mi dolor maldito, (Improvisación.) Siempre así!.... Página en que la esfinge de la muerte Con su enigma de sombras nos provoca,

• ¿Cómo poderte descifrar, si es poca Dijo la flor, y terminó su historia. Toda la luz del sol para leerte? ¡Pobre flor!.... Yo gemí.... era igual á la memoria De mi amor. Cabrío, Febrero de 186$. MADRIGAL. AISLAMIENTO. A CH. ...

Son tus labios tan rojos y tan bellos, Y tan suave y tan dulce La dulce y suave miel que mana d'ellos, Todos lloran; pero al menos Que si querube fuera, Cuando muestran su quebranto Y por unir tu boca con la mía, De angustia y pesares llenos, Existencia y Edén juntos perdiera, Hallan una mano amiga Sin vacilar siquiera Que sus dolencias mitiga A existencia y Edén renunciaría. Y enjuga su acerbo llanto.

Y solo yo, ¡triste suerte! ' Lloro y lloro en la agonía Del dolor y de la muerte, Sin encontrar en mi senda ¡Ni una alma que me comprenda! j Ni una alma para la mía! El sol al dejar el cielo Perdiendo gota por gota, Y al ocultar sus fulgores Mira al cisne que suspira De la noche tras el velo, Cuando el espejo no mira Que retrataba sus plumas Muere pero acompañado Del aroma delicado Con que le brindan las flores. Y todos, todos los séres Encuentran en su quebranto Quien calme sus padeceres, Y muere pero las aves Y sólo yo. .. . sin abrigo, Al no mirar sus destellos, Sufro y no hallo un sér amigo Callan sus trinos siiaves, Que venga á enjugar mi llanto. Y entre quejas y gemidos,_ Van á esconderse en sus nidos Cuando se esconden aquellos. Y así corriendo y corriendo Del mundo entre los abrojos, Voy llorando y voy gimiendo, Y el lirio que se consume, Al sentir bajo mis huellas Muere marchito y sin galas, De mis ilusiones bellas Sin color y sin perfume; Los palpitantes despojos. Pero al perder su belleza, Siente que el aura lo besa, Cubriéndole con sus alas. Y gimo y el mundo canta, Y entre copas y ruido Su alegre cantar levanta; Y la fuente que se agota, Mientras mi voz lastimera Sus aguas y sus espumas No encuentra un eco siquiera Que gima con su gemido.

Y así entre el pesar y el dolo Sufro y sufro en mi agonía. Maldito y aislado y sólo, SAN LORENZO- Sin encontrar en mi senda [Ni una alma que me comprenda! ¡Ni una alma para la míal PAISAJE.

Mcxico, Diciembre de 1868.

(A MI QUERIDO AMIGO ANTONIO CAIUULLO.)

Dulce remedo del Edén perdido, Verjel hermoso ele pintadas flores, En donde unidos al zenzontli cantan Los risueñores.

Deja (pie admire y goce la belleza De tus silvestres y gentiles rosas, Y que respire sus esencias puras Y vaporosas. 64 Deja que goce la celeste calma Deja que el poeta desgraciado y triste Que se respira entre tus verdes hojas, Que ansiando dichas padeceres halla, Y que un instante l¡i tristeza olvide Calme en tu seno la letal congoja De mis congojas. Con que batalla.

Deja que mezcle el llanto de mis ojos ¡Es tan hermoso hallar lo que la mente Con los raudales de tus claras fuentes, Sueño juzgaba en su dolor eterno. ... Y mis gemidos al murmullo que ellas ¡Es tan hermoso un lirio cuando sopla Lanzan dolientes. Triste el invierno!

Tú, cuyo viento arrullador y blando Yo, que he regado mi fatal camino Meció la cuna de mi tierna infancia, De mis ensueños con las flores bellas, Suave esparciendo en mi redor lo dulce Y que la calma he visto disiparse De su fragancia: Mustia como ellas;

Yo, que oprimido por la dura garra Tú, cuyas lilas de aromadas hojas De mi terrible y azarosa suerte, Paso negaban á la luz del día, Solo buscaba al ángel de las tumbas, Frescas calmando para mí los rayos Pálida muerte! Que despedía:

Tú, cuyas brisas arrullaban leves Al encontrarme entre tus frescas plantas, Mis gratos sueños con los cantos suyos, Dulce remedo del Edén perdido, Mientras las aves me brindaban puras Tanto disfruto, que mis penas hondas Echo en olvido! Con sus murmullos;

12-3 Triste piloto que al mirar deshecha Su débil barca por el raudo viento, Y cuanto venga á contemplar tus galas Al ver la luna olvida, por gozarla, La virgen pura en cuyo amor me inflamo... Díla que la amo como siempre, selva, Su sentimiento! Di la que la amo.

Y es que tú encierras para el pecho mío México, Julio de 1868. Una memoria de la edad risueña, En cada rama de tu bosque espeso Y en cada peña.

Y que tus ecos repetir parecen El «Te amo suyo» lleno de ternura, Y que tus fuentes aún la imagen guardan De su hermosura.

Deja, pues, deja que en tu seuo busque La dulce calma por mi mal perdida, Mientras que llego al fin de la jornada, Tétrica vida!

Y en tanto, selva, que llorando sigo Ante los restos de mi muerta gloria, Tú vive, vive, de mejores dias, Tierna memoria. ¡Oh santo nombre de la Patria!.. .Escuda Con tu prestigio inmenso Esta mi audaz palabra, tan desnuda De elocuencia y vigor; haz que vibrante Al pié de tus altares se levante, Y sea la nube del incienso UVEanuel M\ Flores. Ante el ara de Dios; haz que resuene Potente, y en su vuelo Con tu renombre los espacios llene ODA A LA PATRIA. Y cubra el mundo y se levante el cielo!

* 5 DE MAYO DE 1862. Ayer—fugaz minuto que á la Historia Acaba de pasar en las serenas Alcemos nuestro lábaro en la cumbre Y deslumbrantes alas de la Gloria— Esplendorosa de granito y nieve Ayer en la ignorada Del excelso volcán, á donde raudo Cumbre de una colina que ceñía Entre el fulgor de la celeste lumbre Una cinta de frágiles almenas Tan sólo el cóndor á llegar se atreve; Y pobre artillería, Donde la nube se desgarra el seno El mexicano pabellón flotaba Para vibrar el rayo Bajo un cielo de brumas, Y hacer rodar en el abismo el trueno. Como en la frente del guerrero azteca Alcemos, sí, bajo la arcada inmensa Rico penacho de vistosas plumas. Del cielo tropical y sobre el ara Mas no flotaba al beso voluptuoso Diamantina del Ande De las brisas del trópico.... crujía El augusto pendón de la victoria, Al soplo tempestuoso Que aún mereciera pedestal más grande De un huracán de muerte, y se tendía La enseña de la Patria y de la Gloria! Su lona tricolor, como del iris Sobre la frente negra de les cielos Y más allá, cruzando la llanura, La diadema se ostenta Henchidas de arrogancia, Cuando huyendo flamígera sacude Tendiendo al sol las alas voladoras, Su melena de rayos la tormenta! Las imperiales águilas de Francia Conduciendo las huestes invasoras. Y era también un iris de esperanza Aquel sagrado pabellón erguido Las huestes sin rival. En sus pendones Ante el génio feroz de la matanza. Cien y cien veces derramó laureles Aquella enseña del derecho herido Propicia la victoria; Alzándose terrible á la venganza, Soldados favoritos de la gloria, Allí del Mundo de Colón los ojos En los campos de Europa sus corceles Se fijaban severos, centellando Han dejado una huella ensangrentada, De impaciencia, de cólera y enojos. Y cien veces sus páginas la Historia Y ¡quién sabe! si airadas Abrió á la punta de su atroz espada. Allá desde los picos solitarios De la alta cordillera, silenciosas, Envueltas en sus pálidos sudarios, Ellas S(5n y avanzan.. ¡Dios Supremo! De nuestros héroes muertos asomaban Ah! ¿qué vá á ser de nuestra pobre tierra Las sombras espectrales Ante esos semidioses de la guerra? ¿Qué vá á ser clel soldado mexicano, Y el Guadalupe atónitas miraban. Soldado humilde sin laurel ni pompa De esos titanes al tremendo empuje?. .,. El Guadalupe!... Ostenta en sus laderas De la patria las bélicas legiones; ¿Qué vá á ser?.. Yedlo yá. ... Brillan las armas, flotan las banderas, Suena la trompa, Y se mezcla al rodar de los cañones Silba la bala, la metralla ruje, El toque del clarín, la voz de mando Se avanzan con furor los batallones, Y el relincho marcial de los bridones. Se chocan los guerreros, Se desgarran flotando los pendones, Crujen tintos en sangre los aceros, Y armado de justicia. Tiembla la cumbre, tiembla la llanura Terribles las legiones, Al estruendo mortal de la peleá^ Cual de la mar las olas turbulentas Y de liumo y polvo en la tiniebla oscura Que flagela el furor de las tormentas, El cañón formidable centelléa! Se encuentran y se chocan y se rompen Feroces y sangrientas!....

¡Terrible batallar! Potente rabia Y ¿es verdad?...es verdad?...Los invencibles, De insensato furor ebrio de sangre; Los que cejar no pueden, Festín de la venganza Los tigres de Inkermann y Solferino, En que sólo resuena pavoroso Aquí, blanca la faz, perdido el tino El salvaje rujir de la matanza; Y con miedo en el alma retroceden?.... En que fiera la vida Se escapa palpitante por la herida Del corazón indómito, que aun late ¿En dónde está su incontrastable arrojo? Encendido en las iras del combate. ¿En dónde su furor armipotente? Instante de terror y de grandeza ¿Dó el llegar y vencer que suyo haría En que el débil en bravo se convierte Inmóvil de terror el continente? ¿Las águilas francesas Y se hace león el corazón del fuerte, No midieron, cruzando el Océano, Y convulsa la vida se desgarra Cuánto eres, Libertad, grande y potente Y se goza el Horror y rie la Muerte! Bajo el inmenso cielo americano?. ...

Terrible batallar! Golpe por golpe, Soberbias te arrojaron sus legiones; Furor sobre furor, vida por vida Y viéndolas llegar, en tu mirada Y sangre nada más.... Allí el renombre Las iras del ultraje centellaron! Del francés vencedor y su pericia Relámpagos los golpes de tu espada Contra el derecho tranformado en hombre El rayo de la muerte fulminaron; Sangrienta charca abrióse tu pisada Con el ruido triunfal de una victoria; Nada su rabia de leones pudo, Cayó vestido, con el ampo de oro Y ante tu fuerte escudo, Del sol de Mayo que alumbró tu gloria! Ellas las invencibles se estrellaron!

Y tres veces así! del Guadalupe Desde entonces, allá, bajo el serene Quedaron las laderas Dosel ele auroras que desplega oriente, De pálidos cadáveres regadas, Envuelta en olas de oro por la lumbre Y de francesa sangre De aquese sol triunfal, y coronada Y sangre mexicana ¡ay! empapadas. Con el lauro que el tiempo no destroza, Y cuando el sol de Anáhuac esplendente Del Guadalupe yérguese en la cumbre Bajaba al occidente, La figura inmortal de Zaragoza, El ángel tutelar de la victoria * Voló á arrancarle su postrero rayo Bañó con él, de México la frente Las águilas francesas que algún día Sellándola de gloria; Tendieron sobre el mundo Y con letras de sol CINCO DE MAYO Ebrias de triunfo las potentes alas, Para los siglos escribió en la Historia! Llevando entre sus garras las banderas Vencidas y hechas trizas Entonces.. tú lo sabes, Puebla mía. De naciones altivas y guerreras; !Oh Puebla, cuyo nombre bendecido Las águilas que guiaron la fortuna Ensalzar como quiero nunca supe! Sangrienta de los fieros Bonaparte, Tu nombre para siempre esclarecido No posaron su vuelo victorioso Después, del Guadalupe en el baluarte. La Francia lo aprendió en el estampido Y queda allí, soberbio monumento Del cañón que tronaba en Guadalupe! De patriotismo y gloria, Vistiendo con la sangre no lavada Cayó ese nombre en la soberbia Europa La púrpura triunfal de su victoria. Allí queda á su planta la esforzada Arroja el extranjero Guen-a del Atoyac, Puebla la bella; El o-rito o de la guerro a á tu muralla, La tierra de mi hogar, que guarda altiva ¡Renueva tu osadía, Cual cicatrices que la gloria sella, Vibra de nuevo el matador acero, Sus calles destrozadas, Desata el huracán de la metralla; Sus rotos muros, sus deshechos lares, Fulmina fiera de la muerte el rayo, Y eu pié las ruinas de sus grandes templos Y la sangre del campo de batalla Por la bala francesa acribilladas, La saque aún otra vez la esplendorosa Elocuente padrón del heroísmo Lumbre de gloria de tu sol de Mayo! Y del patrio denuedo, Página de la Historia Del mexicano corazón sin miedo!

Allí queda la invicta Amazona mostrando cual trofeo La palpitante herida del combate, Por la cual, ante el sol, como en el roto Pecho de los guerreros de Tirtéo Se vé el valiente corazón que late.

Allí queda ese fuerte de los libres Ante cuyo granito la soberbia De los nunca vencidos se destroza; Allí queda ese campo de pelea Donde hollaron las cruces de Crimea Los cascos del corcel de Zaragoza! ¡Allí quedas, mi Puebla! Y si algún día Quisiera ser la sombra de la noche tara verte dormir sola y tranquila, Y \ucgo ser la aurora y despertarte Con \in beso de luz en la pupila. Soy tuyo, me posées; un solo átomo No hay en mi sér que para tí 110 sea: Dentro mi corazón eres latido Y dentro mi cerebro eres idea. ¡Oh! por mirar tu frente pensativa Y pálido de amores tu semblante, Por sentir el aliento de tu boca ¡Habíame! que tu voz, eco del cielo, Mi árido lábio acariciar jadeante; Sobre la tierra por do quier me siga Por estrechar tus manos virginales Con tal de oir tu voz nada me importa Sobre mi corazón, yó de rodillas; Que el desdén en tu labio me maldiga. Y devorar con mis tronantes besos • ¡Mírame! tus miradas me quemaron Lágrimas de pasión en tus mejillas. Y tengo sed de ese mirar eterno; Yo te daría. ... 110 sé. .. . no tengo nada: Por ver tus ojos, que se abrase mi alma, (El poeta es mendigo de la tierra) De esa mirada en el celeste infierno. ¡Toda la sangre que en mis venas arde! ¡Amame). .. . Nada soy; pero tu diestra ¡Todo lo grande que mi mente encierra! Sobre mi frente pálida. ... un instante, Mas no soy para tí; si entre tus brazos Puede hacer del esclavo arrodillado La suerte loca me arrojara un día, EUiombre rey de corazón gigante. Al terrible contacto de tus labios Tu pasas y la tierra voluptuosa Tal vez mi corazón se rompería! be estremece de amor bajo tus huellas, Nuuca será. .. . Para mi negra vida Se entibia el aire, se perfuma el prado' La inmensa dicha del amor no existe; Y se inclinan á verte las estrellas. Solo nací para llevar en mi alma Todo lo que hay de tempestuoso y triste. Y quisiera morir pero en tus brazos Con la embriaguez de la pasión más loca, Y la luz de mi vida se apagara Al soplo de los besos de tu boca.

JXJSTO SIBBEA.

CRiSTOBAL COLON. ¡ Olí Colón! para hacer de tu renombre Eco digno mis pálidos cantares, Yo necesitaría Encontrar otro mundo en la poesía Como el que tú encontraste entre los mares. Nunca tanto osaré; si el arpa mía Alza himnos de alabanza á tu memoria, Cumplo un santo deber de americano: Ave del Océano, Grandioso pedestal de tu victoria, Plugo al cielo inmortal darme por nido El nido de tu gloria; Por eso tu recuerdo, enternecido, Llamo del seno del sepulcro adusto; Surja tu sombra de sus piedras santas, Y mi musa feliz, mendigo augusto, Poblará la rodilla ante tus plantas. Y quisiera morir pero en tus brazos Con la embriaguez de la pasión más loca, Y la luz de mi vida se apagara Al soplo de los besos de tu boca.

JXJSTO SIBERA.

CRiSTOBAL COLON. ¡ Oh Colón! para hacer de tu renombre Eco digno mis pálidos cantares, Yo necesitaría Encontrar otro mundo en la poesía Como el que tú encontraste entre los mares. Nunca tanto osaré; si el arpa mía Alza himnos de alabanza á tu memoria, Cumplo un santo deber de americano: Ave del Océano, Grandioso pedestal de tu victoria, Plugo al cielo inmortal darme por nido El nido de tu gloria; Por eso tu recuerdo, enternecido, Llamo del seno del sepulcro adusto; Surja tu sombra de sus piedras santas, Y mi musa feliz, mendigo augusto, Poblará la rodilla ante tus plantas. ¿Quién es? ¿Qué afán le guia? Siempre en pos de las huellas misteriosas, ¿Qué busca ese hombre en los perfiles rojos De esas grandes figuras dolorosas Del remoto Occidente? Coronadas de espinas; ¿ Por qué ese eterno pliegue en esa frente, Tú has sido su verdugo—ellos vivieron Por qué esa eterna llama en esos ojos? Al calor de tu hogar—ellos vertieron ¡Un visionario, ah! sí—Cuando ha dejado En tu cáliz su sangre gota á gota, La sombra un horizonte; cuando avanza Desde el dolor con 1 lanto de la cuna Del corazón en lo infinito una hora, Hasta el dolor, sin llanto en la picota. Rayo de luz que basta á la esperanza - Llega después el porvenir y cubre Para encender en el zafir su aurora Los insepultos cuerpos, con fulgente Cuando aparece un astro en el Oriente Mortaja de oro y púrpura, que iguala Mostrando al hombre en el dolor su ruta: A la túnica roja del clemente, Cuando bebe un anciano la cicuta; Cuando el sol de los libres centellea Y solo entonces al decir sus nombres Sentimos en el pecho Y un profeta agoniza en el Calvario, Como un orgullo inmenso de ser hombres. Es que la augusta antorcha de la idéa Brilla en manos de un pobre visionario. Vosotros sed benditos Hijos del sufrimiento Dios los hace— Por vuestra fé, por vuestro puro anhelo; ¡Ineluctable ley! La vida nace Una lámpara es nuestra existencia, De la muerte, el amor crece en el llanto, Encendida en la noche de este suelo Nace la lucha ardiente de la calma, Para alumbrar las gradas tortuosas De la tumba la miel que acendra el lirio, De la eterna espiral que sube al cielo. Y el pensamiento del dolor del alma, Y el humano progreso del martirio. Bendito tu, Colón, nauta arrogante Que quisiste el abismo de tu alma ¿El génio es por ventura Del abismo del mar poner delante, Un signo de expiación sobre la tierra? Y escuchar de ese abismo en la presencia, ¡Humanidad! viajera de las ruinas En las ardientes playas españolas, La gran revelación de tu conciencia Tú ibas en pos de tu ideal soñado, Mezclada con el ritmo de las olas. Sólo, tranquilo, inmenso. Nada te pudo detener, ni el hombre De rodillas, atónito, aceptaste Uniendo á la del mar su saña impía. La unción del porvenir sobre tu frente, Cuando la aurora en el zafir marcaba Y rey te levantaste— Con su aguja de oro tu agonía, Y los reyes te vieron, peregrino Tú en pié en la proa del bajel hispano Mostrar entre las olas encrespadas Clamaste con acento sobrehumano: El invisible trazo de un camino. «En el nombre de Dios Omnipotente, A tus espaldas, soñador austero, En cuyo arbitrio la creación se encierra, En vez de un mundo misterioso, vían [Despierta, continente!). Las alforjas sin pan del pordiosero; Y como un eco enorme, de repente Y pedistes en vano Gritó una voz en lontananza: «¡Tierra!» Un puñado de oro á su escarcela, Qué mas puedes desear, nauta atrevido Dando un reino perdido en l'Oceano Las alas de la muerte ya recobra, Por una carabela:— Hombre á quien el Creador ha permitido Colaborar en su obra.— «Para alzar de la noche un hemisferio, Gracias á tí, nuestra incompleta esfera, Edén de amores que la mar engasta, Átomo de topacio, Dadme un punto de apoyo, les dijiste, Ha tendido su vuelo en el espacio; Que la palanca de la fé me basta,»— Gracias á tí, los astros radiantes, Celeste florescencia de la noche, —El corazón de la mujer tuviste— Son para el mundo, en el dolor proscrito, Y tendiendo á los vientos la ancha lona, Soles girando en órbitas gigantes Marchastes á pedir á lo ignorado En un punto del étber infinito.— Tu sublime corona.— Gracias á tí, la humanidad avanza; El Océano ante tí tendió admirado Y si se aleja Dios, si el ser oculto De la fiera borrasca el velo denso; A I' alma inteligencia S7 Vive en la inmensidad de una esperanza, Esa esperanza sola es la conciencia.— Gracias á tí—¿Qué mas desear? Tan solo Una aureola á tus cabellos canos, La mas noble de todas, la mas bella, La torpe ingratitud de los tiranos.— La tuviste ¡feliz! Cuando premiaba Salvador Diaz Mirón, El cielo con un mundo Tus dolorosas penas, El hombre te ligaba ESTANCIAS. Al borde de la tumba con cadenas.— Mártir padre de América; el futuro

En la hora fatal de su justicia A DOMINGO A. DÍAZ. Te hará salir de tu sepulcro oscuro, Un himno estallará de polo á polo, Y tu América entonces, santo anciano, Bienaventurados los que lloran. Hará de tu corona de martirio Oh! los infortunados de la vida El sol de su apoteosis soberano.— Son felices aún! El sufrimiento Cuando llegue ese instante, Es la palpitación del ala herida, Poned en la balanza, grandes reyes, El ánsia de la fuerza comprimida, Vuestro sol sin ocaso, vuestras leyes, La mas alta expresión del sentimiento! De vuestro nombre el ominoso culto, Vuestra justicia que era la venganza, Vuestro triste perdón que era el insulto; El fuego del dolor es cual la llama Y pon, historia humana escarnecida, Del vaso en que la mirra se consume: Del otro lado de la fiel balanza Purifica y eleva y embalsama; Los grillos de Colón.—Que Dios decida. Trueca el acíbar áspero que inflama Marzo 14 de 1873. En delicado y celestial perfume! "Venera tu aflicción, alma sencilla! El pesar es poeta y es creyente: Consagra el ataúd de tus amores! Las lágrimas son gotas de rocío; Los muertos radian cuando el cirio brilla, La tristeza es el nimbo de la frente, Cuando el duelo enlutado se arrodilla Es el vuelo del ángel esplendente Ante la huesa para echarles flores! Por encima de féretro sombrío! Bendice la inquietud de tu destino! La pena es el Calvario milagroso: Reverencia el pañal como el sudario! La prueba y la virtud de la grandeza: Tu afán es el augusto peregrino El buitre inseparable del coloso; Y al fin de la fatigas del camino, El piélago salubre y espumoso Resplandecen las puertas del santuario! De donde surge la inmortal belleza! Padecer es gozar de una ventura: No te arredres, oruga, por la fosa Seguir la inabordable lontananza; En que boy como un cadáver te despeñas; La fe perdida ó la ilusión futura. ... No te aterres mañana mariposa, La dicha, que se ignora mientras dura, Porque toques la espina de la rosa, No es más que la memoria ó la esperanza! Porque te quemes en la luz que sueñas! La desgracia es la madre macilenta De los hombres sublimes de la historia; El génio es una nube, de tormenta: Destroza el corazón en que revienta. Mas deja un frió postumo la gloria! ¿Por qué insultas los fúnebres despojos De tus extintas horas apacibles, Y con un rayo irónico en los ojos, Dices que los recuerdos son abrojos Y las aspiraciones imposibles? A un niño guardan, cuya hermosa frente Es tan blanca y tan pura cual armiño, Donde posa sus lábios dulcemente Con un beso el arcángel del cariño.

Acaso en aquel ósculo le envíe Dios un saludo desde la alta esfera, Porque el niño, durmiendo, se sonríe Cual si toda su dicha comprendiera. AL NIÑO HORACIO ARREDONDO,

( DE OCIIO MESES. ) ¡Ay! goza, goza tu placer profundo En el rostro inocente de su hijo En ese sueño que no encierra enojos, Cifrando su placer y su ventura, Pues verás los horrores de este mundo Vela la madre con afán prolijo, Cuando abras luego tus divinos ojos. Recostada en los bordes de la cuna. Disfruta luego las delicias y el consuelo En su anhelo quisiera, conmovida, De la inocencia, que no tiene nombre, Trasformar ese lecho en un palacio, Que esa ventura que te brinda el cielo Y sueña con las glorias de la vida Despues la mata sin piedad el hombre. Para dárselas todas á su Horacio.

De la cuna los niveos cortinajes Ama á tu madre, que con fe te adora, En la alcoba resaltan con anhelo, Aunque del mundo la ambición te llame; Así cual se destacan los celajes Enjúgale sus lágrimas si llora, Sobre el fondo purísimo del cielo. Y por tí nunca, nunca las derrame, Siempre tus pasos al honrado sigan, De tus padres haciendo la fortuna, Para que ellos, Horacio, te bendigan Cual hoy que te bendicen en tu cuna. J ose Peony Contreras.

VUELVE. Vas á buscar espacios y horizontes Y dejas tu verjel? Vas á quemarte al sol de extraño clima Ave canora? vé! Vé! si en un día de dolor, te acuerdas De tu pasado bien; Piensa en tu hogar que silencioso queda, No dejes de volver! Ya sé que vas henchida de ilusiones, Que sueñas un Edén, Que miras triste la enramada verde Que tu palacio fué; Que te parece lóbrega y siniestra Su agreste sencillez; Que ya no cantas como tú solías Cantar. ... ¡todo lo sé! Pero si acaso un día te arrepientes Ave canora, ven; 95 Aquí está el lecho de esmeralda y oro Donde te vi nacer; Aquí están el estanque, la hortaliza, La ruinosa pared, Y el cercado cocal, donde volaste Por la primera vez; Aquí está todo cuanto tú querías, Aquí mi amor también; Paginas Yo 110 te olvido nunca ¡si padeces, No dejes de volver! JOSÉ JOAQUÍN FERNANDEZ DE LIZARDI ... ' 5 El Pensador.—Ninguno diga quién es, que sus obras lo dirán.. 13 Letrilla 20 Soneto hecho el miércoles de ce- niza del año de 1811 23 Himno á la Divina Providencia.. 24 VICENTE RIVA PALACIO.—A Drizaba... 33 IGNACIO AVILA VÁZQUEZ.—Drizaba 36 JOSÉ M. BANDERA.—Soneto (inédito) á la simpática cantora de Drizaba se- ñorita C. P 40 ANTONIO PLAZA.—A la Luz.—'Canción.. 71 A Rosario.—En su álbum 44 Prix.—Soneto 46 Mi voto.—Soneto 77 Fé.—Soneto 48 A la Memoria del Heroico Gene- ral Donato Guerra 59 95 Aquí está el lecho de esmeralda y oro Donde te vi nacer; Aquí están el estanque, la hortaliza, La ruinosa pared, Y el cercado cocal, donde volaste Por la primera vez; Aquí está todo cuanto tú querías, Aquí mi amor también; Paginas Yo 110 te olvido nunca ¡si padeces, No dejes de volver! JOSÉ JOAQUÍN FERNANDEZ DE LIZARDI ... ' 5 El Pensador.—Ninguno diga quién es, que sus obras lo dirán.. 13 Letrilla 20 Soneto hecho el miércoles de ce- niza del año de 1811 23 Himno á la Divina Providencia.. 24 VICENTE RIVA PALACIO.—A Drizaba... 33 IGNACIO AVILA VÁZQUEZ.—.Orizaba 36 JOSÉ M. BANDERA.—Soneto (inédito) á la simpática cantora de Orizaba se- ñorita C. P 40 ANTONIO PLAZA.—A la Luz.—'Canción.. 71 A Rosario.—En su álbum 44 Prix.—Soneto 46 Mi voto.—Soneto 77 Fé.—Soneto 48 A la Memoria del Heroico Gene- ral Donato Guerra 59 96 A la Señorita Luz Rivera y Rio. En su álbum. 52 MANUEL ACUÑA—Todo se Acaba 54 ¡Pobre Flor! 55 Eu una Calavera.—Improvisación 57 Madrigal.—A Cli 58 Aislamiento 59 San Lorenzo.—Paisaje.—(A mi querido nmigo Antonio Carrillo. 03 MANUEL^M . FLORES.—Oda á la Patria.— 5 de Mayo de 1862 68 Pasión 78 JUSTO SIERRA.—Cristóbal Colón 81 SALVADOR DÍAZ MIRÓN—Estancias.—A Domingo A. Díaz 87 FEDERICO CARLOS JENS.—Al niño Hora- cio Arredondo (ele ocho meses) . 90 JÓSE PEÓN Y CONTRERAS.—¡Vuelve! 93