www.elboomeran.com 5 postales de la generación Beat Al cumplirse su 60 aniversario, recordamos la historia de una panda de vagabundos místicos, bellos asesinos, libertarios existencialistas y poetas que aullaron contra la moral burguesa de posguerra.

p o r Marcos Rebollo

eat: latido, golpeado, vencido, “¿Está Lucien?”, preguntó Dave, como siem- Kerouac le pareció genial. Así no perdería tiem- beatitud. Decenas de significados pre ansioso cuando buscaba a su amor. “Den- po al cambiar de hoja, una idea con la que podría se imantan a estas cuatro letras tro”, respondió Jack. Y al poco Dave y Lucien (o cumplir la promesa que le hizo a que nombraron a una generación como les gustaba decir, Verlaine y Rimbaud) meses antes: terminar la crónica de sus viajes que, según el experto Bruce marcharon dando un paseo hasta el Hudson. Se con él por Estados Unidos y México a través de BCook, revalidó la tradición viajera y libertaria de tumbaron en la zona de una prosa espontánea, las letras yanquis (de London a Twain o Melvi- cancaneo del Riverside “como si escribiera a un lle), siendo hija de la Generación Perdida (años Park y el mayor, por ené- Fue a casa de amigo, de una forma que 20 y 30) y madre del movimiento hippie (60 y sima vez ese verano, refleje la fluidez improvi- 70). La formó en los 50 una docena de vagabun- intentó besar al bello efe- Burroughs, le satoria del jazz”. Así lo dos místicos y negadores espontáneos del Ame- bo. Éste se resistió y, tras hizo. Sin apenas comer rican way of life; poetas furiosos que, con su un forcejeo, le clavó la dio el paquete ni dormir, alimentándose cohorte de groupies, reventaron las costuras de navajita de boy scout que de litros de café que su un país encorsetado. Y fue, también, una gene- guardaba desde su infan- de tabaco segunda mujer, Joan ración polémica. Salvo el poeta y cia en San Luis. Pensan- Haverty, le iba posando el héroe hipster Neal Cassady, los otros tres ico- do que estaba muerto en ensangrentado en su mesa, tecleó en nos (Kerouac, Burroughs y Corso) terminaron vez de inconsciente, le estado de éxtasis una renegando de una etiqueta devoradora que este ató de pies y manos con del ahogado y media de 14.000 palabras mes cumple 60 años, si tomamos como origen el los cordones, llenó de diarias y en 20 días la ter- artículo seminal que el John Holmes piedras sus bolsillos y le confesó llorando minó. El rollo medía 36 (autor de Go) escribió para The New York Times arrojó al Hudson. En vez metros de largo. (“This is the ”) en noviembre de de volver al colegio mayor donde vivía con Allen Era un río lleno de palabras, una carretera con 1952. Escarbamos su historia, obras y persona- Ginsberg, fue a casa de Burroughs. Le dio el socavones de tinta, un ideograma zen del viaje jes en 5 episodios fundamentales. paquete de tabaco ensangrentado del ahogado y mismo que había emprendido con Cassady de confesó llorando. William tiró el paquete a la 1947 a 1950, en las pausas de trabajos esporádi- 1. Orillas del río Hudson, Riverside basura y le instó a entregarse. cos. “Mordisco de perro”, apuntó Jack a lápiz al Park. Manhattan, Nueva York Amanecía cuando fue a buscar a Jack, que le final del manuscrito, pues el can de Lucien se Entre libros y 13-14 de agosto de 1944 acompañó ese día. Se deshicieron de las pruebas, merendó un trozo. Dice la leyenda que ese pedazo fueron a bares, al cine y al MOMA. Al atardecer, fue el único que el “Charlie Parker de las letras” sábanas “Un día Al le dijo a Philip que había dejado el trabajo. Lucien partió a casa de su madre y luego se entre- volvió a escribir, negándose a tocar el texto Arriba, Allen Ginsberg lee uno –¿Y por qué hiciste eso, tonto del culo? -dijo Philip. gó. Pasó dos años entre rejas. Kerouac también durante los seis años de espera en los que su de sus poemas a la multitud –Quería pasar todo el tiempo posible contigo -dijo Al. pisó la cárcel, pero se casó con su novia Edie Par- segundo libro saltó de una editorial a otra. En congregada en Washington –Eso es de idiotas. ¿De dónde vas a sacar el dinero?”. ker para que sus padres pagaran la fianza. Ese verdad, no esperó. En esos seis años, pese a caer Square Park, Nueva York, el 28 (‘Y los hipopótamos se cocieron en sus tanques’, Jack invierno, William y Jack escribieron a cuatro en súbitas depresiones y largas borracheras, de agosto de 1966. A la Kerouac y William Burroughs, 2008) manos una crónica existencialista y pulp contan- escribió diez novelas, algunas en Nueva York o en izquierda, William Burroughs lee el libro Vientos, de Saint- do estos hechos. Era la primera novela de ambos, San Francisco, otras viajando. A todas partes iba John Perse, en el apartamento Era una noche calurosa de verano y estaban jodi- y no consiguieron publicarla. con su libreta y su Underwood. A la manera del de Ginsberg en Nueva York, dos. A (23 años) y (19) Con un “crimen de honor”: así nació la Gene- Walden de Thoureau concibió Los ángeles de la 1953. A la derecha, Neal les acababan de echar de un barco mercante con ración Beat. desolación en la soledad de un refugio en Desola- Cassidy y una amiga en ple- destino a Francia. Llevaban semanas preparando tion Peak, Seattle, trabajando como guardabos- na experimentación lisérgica el viaje, creando los personajes que serían cuando, 2. Apartamento de Jack y Jane, ques. Y Doctor Sax la escribió en el retrete de la en el otoño de 1964. tras desembarcar en la costa francesa, llegaran a 454 West 20th St. Manhattan, casa de Burroughs en DF, mientras él, desespera- París en el momento de la liberación aliada. Borra- Nueva York do, escribía Marica, y esperaba el juicio por haber chos, se encaminaron al West End, su bar favorito. 3 semanas de abril de 1951 matado accidentalmente a su mujer Al rato Jack se fue a casa pero en la esquina se de un tiro un año antes (1951), mientras jugaban a Lo que sucedió esa noche ha pasado a la mística dió organizar el evento. Él y cinco jóvenes poe- mon, con quien compartió manicomio, y robó encontró con Dave Kammerer, un profesor de lite- “Brindemos por los locos, por los inadaptados, por los Guillermo Tell durante una parranda etílica. de la ciudad como la Fiebre del Oro de 1848 o el tas frente a un aforo abarrotado de más de cien el show. ratura de 33 años, amigo de William Burroughs, rebeldes, por los alborotadores, por los que no encajan terremoto de 1906. Wally Hedrick (un artista personas, casi todos chicos, trotamundos y La gente, ante su fraseo impulsivo con latido que había dejado su puesto en San Luis, enamora- (...) Los puedes citar, no estar de acuerdo con ellos, 3. Six Galery, Union St. con Fillmo- conceptual que diez años después hizo la pri- bohemios con gafas de concha y libros asoman- de bebop, gritaba exaltada “go! go! go!”. Apenas do del adolescente Lucien, y le había seguido hasta glorificarlos o vilipendiarlos. Pero lo que no puedes re St. San Francisco (USA) mera denuncia artística contra Vietnam, pin- do de los bolsillos. Jack Kerouac pasó la gorra y fueron diez minutos. Pero míticos: el pistoletazo Nueva York. Todos eran amigos de la universidad hacer es ignorarlos. Porque cambian las cosas. 7 de octubre de 1955 tando 50 lienzos de negro) convenció a Gins- con la colecta de monedas de 10 y 25 centavos de salida del Renacimiento Poético de San Fran- de Columbia. Solían verse en bares o en casas, bai- Empujan adelante la raza humana”. berg para que organizara una lectura poética. compró tres garrafas de Borgoña californiano. cisco, pórtico de la revolución hippie. Da igual laban jazz, fumaban marihuana, charlaban sobre (En el camino, Jack Kerouac, 1957) “He visto a las mejores mentes de mi generación des- Al principio se hizo el loco, pero cuando escri- Ginsberg salió el anteúltimo. Nervioso, suspi- que Capote le despreciera diciendo que una cosa proyectos inconclusos e ideaban utopías. La que truidas por la locura, famélicos, histéricos, desnudos/ bió la primera parte de Aullido en un fin de rando por Jack, fastidiado porque Gregory era escribir y otra mecanografiar. Y da igual que más éxito tenía era la Nueva Visión de Lucien, que Un día, el bello homicida Lucien Carr, que traba- arrastrándose de madrugada por las calles de los semana eterno entre su casa y el café Med (bajo Corso no hubiera llegado a tiempo e intentan- , dueño de la librería/edi- proclamaba el advenimiento de una sociedad defi- jaba de editor en la agencia United Press, le trajo negros en busca de un colérico pinchazo...” (Aullidos el efecto de peyote para flipar, anfetamina para do no pensar en su padre (que también fue poe- torial City Lights, fuera procesado por obsceni-

nitiva en la que todos serían artistas. un rollo enorme de papel de teletipo y a Jack y otros poemas, Allen Ginsberg, 1957) allen ginsberg/corbis. cassady: neal foto allen ginsberg/corbis. william burroughs: foto times; new york manning/the jack allen ginsberg: foto acelerar y dexedrina para no desfallecer), deci- ta), gimió su largo poema dedicado a Carl Solo- dad al publicar el poemario al año siguiente.

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Ganó el juicio. Ocho años después, también sugirió El almuerzo desnudo, “ese instante hela- ban a ocho manos ese manuscrito dantesco de ganó el editor de El almuerzo desnudo. Ambas do en el que todos ven lo que hay en la punta de más de mil páginas, la “horda de palabras” que victorias marcaron el fin de la censura literaria sus tenedores”, y así se quedó. Jack investigaba llamaba Burroughs y que también alimentó otras en Estados Unidos. los orígenes franceses de su familia. Vivieron novelas suyas posteriores. Pero la transcripción juntos un mes en el hotel El Muniria, un masto- no fue fácil. Kerouac, el más sensible del grupo, 4. Habitación 9 del hotel El Muni- donte colonial que miraba a la bahía, donde escribió en Los ángeles de la desolación (1965): ria, Rue Magellan, 1. Tánger cada mañana, desde el balcón de su habitación “Por las noches tenía pesadillas horribles en las (Marruecos) 9, William escrutaba con sus prismáticos para que me sacaban salchichas infinitas de mi boca, Marzo-junio de 1957 ver si en alguno de los barcos llegaban Allen de mis entrañas, tirando y sacando todo el Ginsberg y , los otros dos amigos horror que vio y escribió Bill…”. “Y a veces un sujeto se echa a llorar como un niño por- beat que habían prometido venir a ayudarle con que no puede evitar eyacular cuando se lo follan”. ese caos de páginas empapadas en mayún 5. . Rue Gît-le-Cœur, 9. (El almuerzo desnudo, William Burroughs, 1959) (hachís masticado) y eukodol, las dos únicas Barrio Latino, París (Francia) drogas que se permitía tomar por entonces. Otoño de 1957 En la primavera de 1957, Burroughs ya no era A la vuelta, Ginsberg, ocasional amante y “el hombre invisible”, como bautizaron los veci- agente de su primera novela (Yonqui, 1952), no “Motor de la historia Freno del tiempo Tú Bomba/ nos a ese demacrado fan- convenció a su editor de Juguete del universo Lo más grande Aquello arrebata- tasma vencido por la City Lights para que do al cielo No puedo odiarte/¿Odia el travieso rayo la heroína que dos años Ginsberg y publicara ese marasmo mandíbula de un asno?”. antes, deslumbrado por onírico casi sin trama, (Bomba, , 1958) la prosa del Paul Bowles Orlovsky tenían atizado por visiones tangerino, se había ins- que ayudar apocalípticas, microen- Estaba encima de un bar. Tenía un sola bañera talado en uno de los sayos piscológicos y para los 42 cuartos de sábanas raídas que Mada- cuartuchos de un proxe- a Burroughs monólogos interiores me Rachou cambiaba una vez al mes. Era un neta que conseguía chi- que bordean la locura. hotelucho sin nombre, pero fue bautizado como cos para los turistas. con ese caos Pero durante esos meses Beat Hotel cuando Ginsberg y Orlovsky llega- Tras viajar a Londres reinó la paz entre los ron de Tánger al principio del verano. Luego se para someterse al nuevo de páginas amigos. También se unió unieron Burroughs, Corso y otros artistas expa- método del doctor John Gregory Corso, por triados. Y como en el neoyorquino Hotel Chel- Dent con apomorfina, empapadas en quien William sentía sea años antes, prendió la magia en esa pensión ese gentleman de 43 años celos al ver lo mucho que olía a coliflor hervida. Burroughs pergeñó mal llevados consiguió mayún y eukodol que seguía atrayendo a un lúcido prólogo que servía de útil guía previa r e u n i r f u e r z a s p a r a Allen. Se bañaron en la a ese colocón perpetuo que es El almuerzo des- vomitar a mano, tras playa, visitaron aldeas nudo. El pintor le enseñó la técnica empeñar su Remington, el final de una novela bereberes, pasearon por la Medina y discutieron del cut-up, y junto a su amante Ian (un técnico al que se iba a titular (de International de literatura como en los viejos tiempos de que William llamaba “mi asesor de sistemas”) Zone, como se conocía a Tánger, epicentro Columbia. Y, sin descanso, mientras Jack golpea- intentó descifrar significados ocultos en su artístico de escritores rebeldes), pero Kerouac ba su vieja Underwood, leían en voz alta y edita- novela troceando grabaciones en cinta. William e Ian, mientras, inventaron la Dreamachine, un dispositivo que parpadeaba luces estroboscopi- cas. Mientras, en otro cuarto Ginsberg escribía Kiddish, su mejor poema tras Aullido, una sobrecogedora elegía a su madre muerta un año antes, tras pasar media vida en manicomios (Allen, a los 21 años, tuvo que firmar para que le hicieran una lobotomía). Y al otro lado de la pared, Corso, su antiguo amor, ultimaba Bomba (el poema favorito de Bob Dylan). Fue el más productivo de todos. Era el benjamín de los pero había publicado el primero. Huérfano, pasó su juventud en reformatorios y cárceles, donde se aficionó a la lectura. Ese oto- ño, tras pelearse con su editor de City Lights porque rechazó su Bomba (luego se arrepintió), se perdió por Europa en busca de su amante desaparecido. Visitó Roma y Atenas, vendió enciclopedias en Alemania, se emborrachó con Chet Baker en Amsterdam y recibió con Gins- berg un zapatazo en Oxford tras una lectura, pues los asistentes pensaban que Bomba era pronuclear. Y qué va, al contrario. Ellos, para demostrarlo, en otra lectura poética ya de vuel- ta en Estados Unidos, se desnudaron. Pregunta: “¿Qué demuestran con su poesía?”. Respuesta: “La desnudez”. LIBRERÍA DE CULTO. De izquierda a derecha, Bob Donlin, Neal Cassady, Allen Ginsberg, Robert LaVinge y Lawrence Ferlinghetti Pregunta: “¿Eso qué es?”. a las puertas de la librería y editorial City Lights, propiedad del último, en San Francisco, California. foto: allen ginsberg/corbis. foto: Y ellos procedieron.

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