En América Latina, los años 60 fueron testigo del nacimiento de corrientes de renovación en la música popular de muchos de sus países. Brasil, , Uruguay, Cuba, , etc.; por distintos caminos y con resultados diferentes revolucionaron el panorama musical del Continente.

Esta renovación musical que posteriormente se denominará Nueva Canción, surge dentro de los condicionantes sociales que marcaron la época: la Revolución Cubana, la muerte del Che, la guerra de Vietnam..., brindan el trasfondo para un nuevo tipo de canciones con mensajes más directos y comprometidos. Se utilizó en términos genéricos la ambigua expresión de "canción protesta" para definirlos. La NCCh utiliza el folklore como materia prima para la elaboración de su canto. Aunque no siempre es el folklore chileno el más usado por todos sus artistas. Pero aún con esto, es innegable que los precursores de la NCCh fueron los folkloristas, que desde comienzos de la década de lo cincuenta lucharon por recuperar el patrimonio musical de su país. En ese sentido fueron pilares importantes folcloristas como los grupos Cuncumén, Millaray y las Hermanas Acuña, o como Héctor Pavez y su esposa , Blanca Huaser, Matilde Baeza, ... y sobre todo la genial . VIOLETA

Violeta Parra ha sido mayoritariamente considerada como la "madre" de la NCCh. El mayor aporte de Violeta Parra a los cantantes posteriores, será el entendimiento de la canción como una herramienta de denuncia, lejos de las trivialidades y los versos fáciles, pero sin sacrificar la belleza y la poesía al contenido.

Este compromiso le lleva a Violeta a componer en 1962 la canción La Carta, considerada como punto de arranque de la NCCh. LA DÉCADA DE LOS SESENTA

Entrados los sesenta el panorama de la canción chilena se podría dividir a grosso modo en las siguientes tendencias:

Una, la más comercial, que en esa época tiene que "norteamericanizarse" para sobrevivir. Así Patricio Enríquez pasa a llamarse Pat Henry, los Hermanos Carrasco son Carr Tuwins y Guillermo Rebolledo ahora se llama William Reb... Otra de las tendencias sería la de los grupos folclóricos . Este tipo de "folklore" que tuvo sus orígenes en los años treinta, ha continuado vigente durante muchos años y algunos de sus intérpretes más conocidos, como , han realizado giras por América, Europa y Asia. La tendencia más interesante en ese momento, seguramente sería la de los anteriormente mencionados folkloristas "puros"; que se dedicaban a la recopilación e interpretación de la música auténticamente campesina o de zonas musicalmente olvidadas como Chiloé, Isla de Pascua, etc Y la última corriente musical, que surge precisamente en esa época, es el llamado neofolclore. Este tipo de canciones se crea con la idea de acercar a la juventud urbana la música tradicional chilena. Sus innovaciones serían, por un lado un nuevo tipo de armonizaciones vocales y, por otro lado la inclusión de textos que empezaron a acercarse más a la música tradicional e incluso a las canciones de Violeta Parra. Grupos como los Cuatro Cuartos y su versión femenina Las Cuatro Brujas, se vieron lanzados a un inesperado éxito hasta bien superada la mitad de la década. Este es el panorama que se encuentran los hermanos Parra cuando arriban desde Francia, en 1964. Ellos venían del París del Barrio Latino, donde habían actuado y grabado con su madre y donde la música latinoamericana estaba en pleno auge. Las boites como L'Escale, La Romance y, sobre todo, La Candelaria, eran verdaderos templos de esta música. Entonces, al regresar a Chile, Isabel y Ángel Parra deciden aplicar la experiencia traída desde Europa y recrear el ambiente de esas "boites de nuit" donde habían actuado. Así nace La Peña de los Parra. Habilitaron una vieja casona en la calle del Carmen, hoy sede de la Fundación Violeta Parra , invitaron a otros cantores y fueron dando forma a lo que en poco tiempo llegaría a convertirse en el centro neurálgico de la Nueva Canción. La denominación Nueva Canción Chilena se escucha por primera vez en julio de 1969, cuando el conocido periodista y locutor de radio Ricardo García junto con la Vicerrectoría de Comunicaciones de la Universidad Católica, organizan un simposio sobre la situación de la música chilena, terminando los actos con un festival al que denominan Primer Festival de la Nueva Canción Chilena, en el que participan artistas de diversos estilos, desde los más comprometidos hasta los folkloristas. Ángel Parra aportó a la música chilena una nueva instrumentación y un nuevo repertorio que iba más allá de las fronteras nacionales. Él había participado en Francia en el grupo Los Incas y tenía una experiencia con instrumentos como el charango, el cuatro venezolano, la quena, etc

Isabel Parra, la mejor voz de la Nueva Canción, había grabado su primer disco, por impulso de su madre Violeta, en 1957; durante su estancia en París había formado junto con su hermano Ángel el dúo Isabel y Ángel Parra. Dentro de los otros intérpretes de la Peña de los Parra, la presencia de Rolando Alarcón aportó una de sus más queridas voces. Comenzó su carrera musical como folclorista miembro del conjunto Cuncumén y posteriormente en solitario. Este conocimiento del folklore le sirvió para popularizar ritmos no muy habituales en esa época, como la sirilla, refalosa, parabienes, cachimbos, etc.; llegando a convertir a muchos de éstos en verdaderos éxitos (Mi abuela bailó sirilla, Parabién de la paloma, Negro cachimbo, Mocito que vas remando, etc

Patricio Manns ha sido considerado con justicia "el poeta" de la NCCh. No ha sido realmente un cantante folclórico, ya que los ritmos tradicionales solo están en una pequeña parte de su obra, sobre todo en sus primeros trabajos: Entre mar y cordillera (RCA-Demon, 1965) y ¡El folklore no ha muerto, mierda! (CBS, 1968). El otro integrante de la Peña, es sin duda el cantante que mayor difusión alcanzó en su país y fuera de él: Víctor Jara. Sus primeros pasos artísticos los dio en el mundo del teatro llegándose a convertir en un reconocido y laureado director. Aunque había formado parte del grupo Cuncumén, sus primeros pasos como solista los dio en la Peña, convirtiendo su primera grabación, un single con las canciones La Cocinerita y El Cigarrito (RCA-Arena, 1965), en hit del momento. Sin formación musical académica tenía una exquisita sensibilidad e inspiración para la composición, siendo musicalmente el miembro más interesante de la NCCh. Aparte de estos solistas el nuevo resurgir de la canción chilena fue continuado inmediatamente por la aparición de grupos, que siguiendo las mismas líneas, enriquecieron con un nuevo colorido musical a este nuevo tipo de canción.

El primero de estos grupos fue el Quilapayún -tres barbas en araucano-Quilapayún se creó en 1965. Crean un estilo que rompe cánones instrumentales, vocales y de repertorio. La presencia escénica del cuarteto, que pronto sería sexteto, con sus barbas, ponchos negros, voces graves y un repertorio muy apegado a la poesía, a la música internacional popular, no solamente latinoamericana, dieron enseguida una merecida fama al grupo, que sería durante muchos años el mayor referente de la NCCh. Otro grupo muy significativo, creado en 1967 por estudiantes de la Universidad Técnica del Estado, fue Inti Illimani -sol del Illimani-. Se especializó en los ritmos e instrumentación andinos, siendo mucho menos beligerantes en sus canciones que Quilapayún y supliendo una expresividad vocal por un colorido musical que desarrollarían plenamente a partir de los primeros años setenta y que sería característico del grupo hasta la actualidad. Otro de los grandes aciertos de la NCCh, surge precisamente durante esta época: La Cantata.

Aunque anteriormente ya existían referencias a las cantatas populares, principalmente dentro de la música argentina y de la música chilena se debe considerar a Santa María de Iquique como la obra cumbre de este género, llegando a convertirse en el referente para un sin fin de cantatas posteriores, incluso de artistas no chilenos.

La Cantata Santa María de Iquique, fue compuesta por a fines de 1969 y estrenada y grabada por el Quilapayún en agosto de 1970. La obra se estructura como una cantata barroca con ciertas alteraciones, así lo define su creador en la presentación del disco. LA UNIDAD POPULAR

Con la victoria de la Unidad Popular en septiembre de 1970, se abren las puertas para la difusión masiva de la NCCh. Se repasan los repertorios y se crean nuevas canciones para apoyar el proceso. Eran tiempos de gran optimismo y fecundo trabajo. DICAP graba y distribuye gran cantidad de discos. Algunos artistas empiezan a trabajar para departamentos del Estado, la NCCh. Se institucionaliza. Para llegar al mayor número posible de gente, se desarrollan nuevos caminos musicales de experimentación y composición; músicos doctos como los chilenosSergio Ortega, Luis Advis y Gustavo Becerra; el peruano Celso Garrido Lecca o el cubano Frank Fernández, colaboran con la NCCh.

Otro de los nuevos caminos es la utilización de los elementos de la música eléctrica y el trabajo con grupos de música pop.

La oposición dificultaba que la Unidad Popular pudiera desarrollar su programa. Esta situación llevó a crear lo que se llamarían "canciones contingentes". En este tipo de canciones, se buscaba el mensaje inmediato en las letras, que se acompañaban con melodías rítmicas y pegadizas. Estas canciones combativas tuvieron que sacrificar la poesía al mensaje. EL EXILIO

Después del golpe militar de 1973 y con la mayor y más representativa parte de la NCCh en el exilio, comienza una nueva etapa de creación.

Después de los primeros conciertos empezaron las grabaciones. En ese momento el repertorio todavía incluye más canciones de la época anterior al golpe. La verdadera etapa de las canciones resistentes empezará a perfilarse a partir de 1976, cuando los autores ya parecen haber asimilado la nueva situación y ya se ha creado una infraestructura sólida de creación y distribución de sus obras. Es ahí que empiezan a aparecer obras netamente del exilio. Se crean nuevos grupos, como Karaxú o el Taller Recabarren otros desaparecen como Aparcoa.

En el año 79, aparecen dos discos que marcan otra nueva etapa: Sensemaya la culebra (RCA, 1979) de Inti Illimani y Umbral (Pathé Marconi, 1979) de Quilapayún. Esta nueva etapa estará definida por la inclusión de textos más sutiles y poéticos y en armonizaciones e instrumentaciones más ricas y elaboradas. Por otro lado se está dando en el interior de Chile un nuevo movimiento de la canción, que se conocerá con el nombre de Canto Nuevo. El Canto Nuevo surge de las raíces de la NCCh, incluso alguno de sus miembros como Payo Grondona, Eduardo Yañex o Nano Acevedo habían formado parte de ella; y otros como Ortiga, o Barroco Andino habían tenido estrechos lazos con la NCCh. Otros nuevos surgen con gran éxito ( del Nuevo Extremo, Schwenke y Nilo, Isabel Aldunate, Aquelarre, etc.). Aparte de las mencionadas influencias de la NCCh, se pueden apreciar otras como la Nueva Trova Cubana, del rock argentino o de brasileños como Gilberto Gil o Caetano Veloso. El repertorio del Canto Nuevo utiliza un mensaje social mucho menos directo que sus antecesores, por cuestiones obvias, manifestando dentro de una poesía sutil el sentir de una nueva generación, que en la mayoría de los casos creció dentro de la época de la dictadura. La música va desde lo más eléctrico, pasando por el pop, hasta lo andino. EL RETORNO

Isabel Parra vuelve en 1987; su hermano Ángel lo hará en 1988; vuelven y se quedan Inti Illimani y posteriormente ; no serán los casos de Ángel Parra y Quilapayún, que harán esporádicas visitas y regresarán a Europa.

Actualmente la obra de la NCCh es editada y reeditada en Chile. Las fundaciones "Violeta Parra y Víctor Jara", han conseguido reunir y editar el material disperso de ambos artistas.

La discográfica Warner ha conseguido hacerse con gran parte de la nueva y antigua discografía de la NCCh, en detrimento de la ya mítica Alerce.