■I LAURO AY ESTARAN

LA PRIMITIVA POESIA GAUCHESCA EN EL

"Los diálogos de Hidalgo y de sus imitadores, no tenían un fin poética, propiamente dicho, pero no puede negarse que fueron el germen de esa pecu­ liar literatura gauchesca, que libre luego de la intención del momento, ha pro­ ducido las obras más originales de la literatura sudamericana.” Marcelino Menéndez y Pelayo: Historia de la poesía hispano * americana, Madrid, 1913, tomo II, pág. 469. “Bartolomé Hidalgo descubre la entonación del ; eso os mucho, No repetiré líneas suyas; inevitablemente incurriríamos en el anacronismo de con­ denarlas, usando como canon las de sus continuadores famosos. Básteme recor­ dar que en las ajenas melodías que oiremos está la voz de Hidalgo, Inmortal, secreta y modesta,” Jorge Luis Borges: Aspectos de la literatura gauchesca. “‘Número”, Monte­ video, 1950, pág. 8.

1. CARACTERES GENERALE? pampa o la mesopotamía —, habría recogido, en efecto, un sedimento folklórico co­ La historia de la poesía gauchesca del Río lectivo de supervivencia del gran arte del ro­ de la Plata es la historia de la más sorprenden­ mance, del villancico amatorio o navideño, de te alquimia literaria que da, como resultado, las letrillas virreinales de las coplas y décima* uno de los cuerpos orgánicos más diferencia­ a lo profano y a lo divino, que configuran aiibi dos y originales en la literatura de las tres hoy un hecho tradicional latente. Por excoy* Américas del siglo XIX. ción no socializada, algún “changador”, © Repetidamente se han lamentado los más ‘‘gauderio" le habría dictado “varias coplati­ eminentes historiadores y críticos de este mo­ que estropean, y muchas que sacan de su «,/. vimiento, de la ausencia de una recolección beza, que regularmente ruedan sobre amo­ de aquellos materiales folklóricos que, presu­ res” al decir de Concolorcorvo, esé viajero mis­ miblemente, venían corriendo por tradición terioso que hacía ellos se acerca, m la Banda oral desde el siglo XVIII hasta el momento Oriental alrededor de 1773 (*) en que los escritores posteriores al 1810 apre­ En ese sentido se ha sobrevalorado la fure* saron en el papel impreso su más alquitarada ción de aquel payador dieciochesco que se en­ esencia. Esta es una de las ilusiones más cu­ carna, por ejemplo, vividamente, en el Santo* riosas. Seguros estamos de que lo que hubieran Vega de Mitre, Ascasubi u Obligado. Repite si» hallado, los habría sorprendido grandemente. cológicamente un hecho tan antiguo como to­ Si el proto-folklorista de tal época se hubiera da la cultura occidental por ío menos y emplea lanzado por esos campos de Dios —las tiernas fórmulas que se llamarán: “canto amebeo” en cuchillas de la Banda Oriental, la desolada !a antigüedad helénica, "tensón" y “joc partí",

W iJtriEBOl « / Q eTlUSRiK Í9M5-V ©A», &¥■ I en el ciclo trovadoresco, "payada de contra­ de parte interesada. Es la autoridad la que va punto" o "compuesto” en el ámbito rioplaten- a describir al transgresor; es el español el que se. El payador es un personaje de excepción y, va a definir a un tipo americano que nace. como tal, no lleva en sí la representación de la En cierto modo, esos documentos están viciados colectividad folklórica. Se distingue de esa co­ de insensibilidad antropológica; sus autores lectividad y resulta tanto más legendario, cuan­ proceden de la misma manera que el antiguo to más individual y menos representativo. Quie­ etnólogo que quiere medir los alcances y la nes han realizado en el campo recolecciones profundidad de una cultura indígena —su folklóricas convendrán en que el cantor o re­ "paideuma” como diría Frobenius— con los citador "de largas mentas”, dicta, muchas veces, "tests” de la alta civilización europea. Uno melodías y versos no socializados; su fama siempre piensa que si el indígena tuviera tam­ radica en su originalidad y, claramente, se dife­ bién sus “tests” y marchara con ellos al viejo rencia ele ese común denominador que pre­ mundo, el resultado de su encuesta sería alta­ senta el hombre de todos los días, de gris tona­ mente comprometedor para el orgullo de la lidad, donde vive normalmente la verdad fol­ cultura occidental. En esta descripción hay que klórica. suspender, pues, el juicio, y sin darle mayor No se crea, sin embargo, que ese sedimento . trascendencia al adjetivo, atender a lo lisamen­ folklórico del siglo XVIII, de presumible filia­ te substantivo que es, por otro lado, la única ción culta europea o virreinal americana, fue­ y aprovechable verdad objetiva que ellos ra exactamente igual al importado; el pueblo poseen. debía haberlo fecundado en su augusta memo- El gaucho, en todo ese corpus documental i ia; le habría alterado, quizá, alguno de sus dieciochesco, es un desclasado, holgazán, cu­ caracteres específicos; y, al hacerlo sobrevivir, chillero, caballista y nómade; sobre todo y fun­ lo folklorizó. Esta es, por otro lado, la diná­ damentalmente: contrabandista. La verdad es mica del folklore en nuestro continente. que en ningún momento representa al proleta­ El gaucho, en tanto, estaba esperando su riado campesino y su área de dispersión abar­ i umo; todavía no era un hecho folklórico. Y ca las hoy provincias argentinas de Santa Fe esa hora recién suena setenta años más tarde, —donde acaso aparece por primera vez—, Bue­ después que el primitivo grupo de denodados nos Aires y Entre Ríos, la Banda Oriental en escritores de la primera época fijan su léxico y toda su extensión y la parte sur de Río Grande lo implantan como lenguaje del día para de­ Do Sul, en el Brasil. Cabe reconocer, no obs­ volverlo, Juego, a la colectividad. Ahora que, tante, que en la Banda Oriental el gaucho tiene por supuesto, esta literatura primigenia es po­ en todo el siglo XVIII su habitat más definido, pular, porque el escritor afina su oído para justamente por el especial estado de su organi­ percibir la más sensible vibración de ese pue­ zación ganadeia. En la y en el Bra­ blo, le habla en su más secreto mecanismo y sil existe un parcelamiento si no mayor por lo sobre él se apoya. Es popular, sí, pero aún no menos bien definido, del suelo; el Uruguay es, es folklórica. Y si el folklore "es la ciencia de todo él, una inmensa estancia salvaje. Hasta la las supervivencias inmediatas", al decir de primera década del siglo XVIII sólo posee dos darlos Vega, cuya teoría aceptamos, esta lite­ poblaciones: Soriano y Colonia, (ésta última, ratura tiene que desaparecer de la capa supe­ una simple plaza fuerte en permanente estado rior, de actualidad, para aflorar en el estrato de guerra entre españoles y portugueses). A los folklórico. diez años de fundada , todo el país Vamos a estudiar, pues, el momento histó­ sólo cuenta con trece estancias. A mediados de rico en que el escritor culto —cultos eran to­ ese mismo siglo, los centros poblados, fuera de dos los hombres citados en el parágrafo prece­ algunas "doctrinas”, no son más que cuatro, dente— elige a un tipo aislado del ámbito ru­ debiéndose agregar a los dos iniciales, Monte­ ral rioplateuse y lo recrea literariamente, pol­ video y Maldonado. Recién en la segunda mi­ lina profunda e imperiosa necesidad social y tad de esa centuria se fundan una docena más política de la época. de pueblos. En su informe de 1795, el virrey En las postrimerías del siglo XVIII ya está Arredondo deja sentado su asombro ante este definida la imagen del gaucho anteriormen­ estado de cosas: "yo no sé cómo explicarme te llamado changador, gauderio, guazo o cami­ con respecto á los inmensos cafnpos de la Ban­ lucho en los documentos coloniales. Pero antes da Oriental de este río, donde, como V. E. sabe, de entrar en las características de su tipo, cabe se encuentran estancias de dominio particular, hacer notar que todos esos documentos son cuyo número de leguas compite con el que tie

P A.CS. 3 e CUADERNOS »(* MAS6ÍH* nen muchas monarquías y repúblicas, y aturde tos dieciochescos, ambos destinos son unidos. a los que no son hijos de la tierra”. En ese El virrey Avilés, en su informe de 1801, se re­ mismo documento propone el virrey una so­ fiere, en un mismo párrafo, a "los vagos que lución: ‘‘Así como dije que la agricultura se infestan aquellos campos robando ganado y podía hacer aquí más extensa, siempre que con­ mujeres y cometiendo varios homicidios” y a, tinúe la introducción de negros bozales, digo los "jentiles Charrúas y Minuánes, á desampa­ también ahora que esta introducción propor­ rar aquellos terrenos ó reducirse á poblacio­ ciona á los estancieros el hacerse de un regular nes, libertando aquellas estancias de sus incur­ número de criados con poco dinero, y pódet­ siones en cualesquiera de estos casos”. (■*) Tiene ele este modo resguardar sus estancias sin mu­ el gaucho usos, costumbres e instrumentos del cho gasto". Por último y ante el auge del con­ charrúa, entre ellos, el más notable: las bolea­ trabando en la Banda Oriental en la que par­ doras, Diego de Alvear en su diario (1783-91,), ticipa el gaucho casi como única profesión de la demarcación de límites, se anticipa con luya organizada, exclama con impotencia: "To­ una aguda intuición a idear lo que habría de do* quisiéramos encontrar una llave con que ser un escuadrón de gauderios armados de lazo cerrar de algún modo esta gran puerta”, (2) y boleadoras. Veinte años después, las guerras En ¡a Banda Oriental — no así en la Argen­ de la independencia van a darle la razón. Dice tina y en el Brasil la línea de división en­ así el precitado documento: “Una Milicia cons­ tre el peón de estancia y el gaucho se halla muy tituida sobre el pie de montura, lazo y bola* oco acusada. En las faenas de tasajo y coram- de los ó Gauderios (así se llaman á re de los ganados cimarrones y alzados, parti­ los hombres de campo) por la ligereza de estas cipan el peón y el gaucho, éste último en cali­ armas, nada expuestas al orín, q.« excusan el dad de trabajador a destajo, en algunas opor­ peso y el gasto de las municiones, su segura tunidades. prontitud á obrar en todos tpos. secos ú de Su Filiación étnica es bastante clara: presu­ lluvias; y finalmente por su mayor alcance, no* mible mezcla de español o portugués con indí­ hace presumir, podría sacar alguna ventaja so­ gena, especialmente charrúa (recuérdese de paso bre el Sable de la Caballería de Europa, en al­ que el charrúa emigra a Santa Fe durante el gunas circunstancias de la guerra, no tiene duda coloniaje) Su número, por otro lado, no pasa q.e sería útilísima y álomenos la novedad no del millar en la Banda Oriental. En el año dexaria de sorprchender y causar su efecto en 1776, el Francés Bougainville se refiere, por pri­ las primeras funciones. La fogosidad délos Ca­ mera vez, concretamente al origen étnico del ballos Europeos no sabría conservar su forma­ gaucho: “Se ha formado desde hace algunos ción á los pocos tiros de bolas: y el Sable ni años al norte del rio [en la Banda Oriental] una la bayoneta impedir los estragos del Lazo”. (s) tribu de bandidos que podrá hacerse más pe­ Concolorcorvo agrega, además, otros deta­ ligrosa para los españoles, si éstos no toman lles de su vida en la Banda Oriental, precisan­ rápidas medidas para su destrucción. Algunos do la distinción entre el gaucho y el colono: "Se malhechores escapados de la justicia, se han pasean a su albedrío por toda la campaña con retirado al norte de Maldonado; unos deser­ notable complacencia de aquellos semibárbaros tores *e han unido a ellos; insensiblemente el colonos, comen á su costa y pasan las semanas número se ha acrecentado; han tomado mu­ enteras tendidos sobre un cuero cantando y jeres entre los indios y ha comenzado una raza tocando”. Cuando Espinosa y Tello, que viene que no vive más que del pillaje. Roban bes­ cu la expedición Malaspina, baja en Monte­ tias en las posesiones españolas para conducir­ video y, adentrándose un tanto en el país, toma las a las fronteras del Brasil donde los Paulís- contacto con ellos en 1794, anota lo siguiente: tas se las cambian por armas y vestidos. [Des­ “Si es verano se van detrás del rancho á la dichados los viajeros que caigan en sus ma­ sombra y se tumban; si invierno, juegan ó can­ nos! Se asegura que son actualmente más de tan unas raras seguidillas, desentonadas, que seiscientos”. (3) llaman de Cadena, 6 el Perico, ó Mal-Ambo, A punto de extinguirse el charrúa — la tri­ acompañándolo con una desacordada guitarri- bu más diferenciada que habitaba nuestro 11a que siempre es un tiple. El talento de i«rritorio en el momento del descubrimiento — cantor es uno de los más seguros para ser bien ¡abrevive en la sangre del gaucho. No es una recibidos en cualquier parte y tener comida y -’jmple imagen literaria pensar que el río de hospedaje”. (8) te sangre sigue corriendo en las venas de esta Conviene recorrer las crónicas y cb trios de ¡aueva.raza que nace. En numerosos documeti- viaje de Oyarvide (7), Aguirre (s), Lastan'ia (8)

TOUMBRsS # / OCTUBRE '.«S" P 4.5 . 99* 1 o la muy importante de Manuel Cipriano de tas, y éstos recogen el insulto y lo trascienden Meló (10) para reiterar esta impresión definida. h una categoría de símbolo por obra y gracia El gaucho completa su cuadro de disponibi­ de sus poetas primigenios, En este momento lidades con dos instrumentos: uno, musical, que el antiguo gauderio desaparece casi como fe­ ha tomado de la capa superior, la guitarra a nómeno social aislado y es recreado literaria­ la que llama vihuela, a la antigua usanza rena­ mente como una imperiosa necesidad dialéc­ centista española; otro, de combate, las bolea­ tica. doras que ha tomado de la capa inferior, etno­ Aquí nace justamente toda la literatura lógica, charrúa. gauchesca que se presenta como un cuerpo or­ Es necesario, pues, comenzar por no confun­ gánico hasta el final de la Guerra Grande dir al campesino — patrón o peón de estan­ (1851), y que el lector podrá comprobar en el cia — con el gaucho. Incluso es de imaginarse cuerpo documental de este trabajo. que como personaje pintoresco y excepcional, Los caracteres de la literatura de esta pri­ no representa el gris y tranquilo común deno­ mera mitad del siglo XIX son bien distintos minador del hombre de campo; ni en sus cos­ de los de la segunda. Perdida su funcionalidad tumbres ni en la jerga de su habla. Se conserva, estricta, la poesía gauchesca sigue dos caminos: a este respecto un precioso documento del léxi­ D) desciende al lecho folklórico campesino y co campesino deciochesco en el sainete colo­ late casi hasta nuestros días como superviven­ nial El amor de la estanciera que, presumible­ cia inmediata; 2

ato

- una preocupación retórica la que movió a Hi­ Que tiene con tuito el round® dalgo, a Araúcho o a Ascasubi a redactar sus Un empleo permanente...” cielitos, diálogos, media-cañas o décimas. Fue (De "Manucho", en Í83J) una fulminante necesidad de expresión. El hecho artístico se tes dio por añadidura pero " ... Maníale, duro no mas no por azar, en el ajuste estricto de todos tos Hasta que muestren el cebo, resortes estilísticos. Todos ellos eran escritores Oue con los rechupetones de estirpe; con tina naturalidad maravillosa Que á la pobre Patria dieron dieron en el blanco de la poesía. L.es ha cresido la panza Como les crese i los cerdos..." N’ esta poesía tiene, además, varios caracte­ res comunes que conviene examinar pausada (De autor desconocido, «n 18S2 ) mente. “. , .Montá de una vez Tícú Cuando el "estilo gauchesco" nace después Dale guasca al moro biejo, de 1810, su éxito fulminante lo transforma en Y haceles un tiro é bolas una afiladísima arma dialéctica que pasa por A esos diablos papeleros. . M distintas manos y colores, pero que sigue siem­ pre fiel a su destino de expresividad del mun­ (De autor desconocido, en 1832). do circundante de la hora. Es patriota hasta el Al estallar la Guerra Grande, este movi­ éxodo del pueblo oriental; después de 1820, ex­ miento alcanza su tensión máxima y, con ella, presa la amargura y desazón del día: en ese se cierra su primer período funcional. En ese momento la Banda Oriental se Italia soguzgacla momento, Hilario Ascasubi, que hacia ya dies alternativamente por portugueses y brasileños años se hallaba en Montevideo, encarna al Go­ y a na rece, entonces, en una hoia impresa, una bierno de la Defensa. Varios anónimos justi­ de las piezas más espléndidas de esa literatura: H Cielito del Blandengue retirado, que extrac­ fican literariamente al Gobierno del Cerrito qtie, en el mismo tono, responde a las anda­ tamos en sus estroFas pertinentes: nadas del gran poeta cordobés; he aquí el “tó­ ” ... No nte vengan con embrollas nico” que en 1845 les recomiendan los hom­ De patria ni montonera. bres de Oribe a los “salvages unitarios, tan Que para matarse al ñudo hambrientos como rotosos que se hallan ence- Le sobra tiempo á cualquiera..." rrados en la infeliz plaza de Montevideo"; *'. . Cielito cielo que sí “ . . De osamentas salvajunas Podridas y agusanadas Baya un cielo para todos Tomarás diez cucharadas Mirá que lindos patriotas Para saciar las hambrunas: Los Portugueses y Godos Beberéis luego en ayunas . Cielito cielo que sí El agua del Yaguaron Baya un betún por detia; Por donde huyó el Pardejón Tres patrias hei conocido Chorreando hasta los talones No quero conocer m a s ...” Dejando allí los calzones A la triple intervención ” (De autor desconocido, entre 1821 y 1823). ” -. La dentadura postiza De Vázquez boca prodida En la década 1830-1840, se transforma en Antes que se ponga roída vara rectora de una justicia distributiva contra La fregaras con ceniza los malos políticos que se han enriquecido con Después con vinagre y tiza ía patria naciente, contra los oportunistas, con Pasado por un tamiz tra los banqueros, contra los periodistas más o Le lavarás la nariz menos venales o "papeleros”; A Suarez rudo vegeto "...Venda aunque fuere su patria Salvage, inmundo Peveto En cambio de un caracha Lechuzón de la M atriz...” Oue después todo se olvida, (De autor desconocido, en 1845), Y de ella será fiscal. Cielito cielo, cielito Esta es, pues, la línea política que sigu* Cielito viva la gente vinuosa y estrechamente la historia de la pot- m¡&.£L EüS sfa gauchesca en el Uruguay, durante la pri­ glés Lord Howden quien, en 1847, casi resuel­ mera mitad dei siglo XIX. ve la paz en favor de Oribe: Se ha repetido insistentemente que la poe­ sía gauchesca es anti-pueblérina. Conviene pre­ ” . . Como apareao al invierno cisar el término de “pueblero” que casi siem ha, caído por esta tierra pre está representado, en todo este cuerpo li- un Loro de Inglaterra terior, por el “doctor" o mejor aun, el po­ ¡mozo lindo para yerno’ lítico que maneja desde su tranquilo bufete o Hombre Loro tratador en las antesalas de las convenciones de par. que en el Rio de la Plata Jos hilos invisibles de la lucha. Convengamos trató con Loro Batata, en que éstos no son la más limpia representa­ y el Loro Restaurador, ción del hombre de los centros poblados. Este Y como tengo mis dudas- hombre normal de pueblo, lo conoce profun­ de cómo se llama el hombre, damente como que vive al lado suyo, lo cual pues no estoy cierto si el nombre arxplica que el poeta gauchesco, que es un es cíon Júden ó don Judas...” pueblero, no sea precisamente un tránsfuga. [Lord Howden] En realidad, "el pueblero", como “el gaucho”, son dos símbolos un tanto gruesos que expre­ (De Hilario Ascasubi, en 1847). san dos políticas con todas las grandezas y las Mas, entremos en los otros caracteres oe miserias inherentes. Por eso dirá, en 1832, un esta poesía que tocan de cerca el problema es­ verso anónimo semi-gauchesco, que hemos re­ trictamente literario de ella. cogido en nuestra compilación: La casi totalidad de las composiciones se "...Presidente Rivert hallan cortadas con el patrón del verso octo­ Hombre benigno: sílabo que las entronca con la más pura tradi­ ¿Cuando querrás librarnos ción hispánica del siglo de oro. La naturali­ de tanto pillo.. dad plástica de este verso de ocho sílabas, que corre con la fluidez de la palabra cotidiana pe­ (De autor desconocido, en 1832). ro con la gracia del canto, no es una solución Hilario Ascasubi nos va a exponer con una caprichosa, sino que obra como un resorte (espléndida claridad toda esta teoría: central dentro de esa maquinaria poética. El empleo del endecasílabo, por ejemplo, presu­ M . .Así de la pa«sanada pone un refinamiento métrico, incluso una los puebleros con razón tensión lírica y espiritual, distinta de las horas suelen reirse, porque saben cálidas y cambiantes en que vive esa poesía. que les gauchos siempre son Por ello, salvo en aquellas piezas en que la los pavos que en las custíone? frase ipusical de la danza —una medía caña o quedan con la panza al sol, una refalosa, por ejemplo — obliga a exten­ y el que por fortuna escapa der o acortar e¡ número de sílabas para llenar de cair en el pericón las percusiones del ritmo sonoro, en todo el después de sacrificarse resto reina, soberano, el renglón octosílabo. Y" saca un pan como una flor este octosílabo se organiza en dos principios cuando tiene por desgracia estróficos: el romance y la décima; el primero que arrimarse á un figurón.,.*' de ellos engendra una variante métrica criolla: el cielito; la segunda se presenta, a veces, bajo (De Hilario Ascasubi, en 1833). la forma de “trovo” o “glosa”. ¡¡Qué admirable anticipo, en el orden li­ El romance reconoce el más antiguo y po­ terario, de lo que casi cien años más tarde van pular cuño español; es la forma métrica más ía decirnos, a través de su teatro, Ernesto He- adecuada para el relato o el diálogo; mas, ¡rrera en El león ciego o Justino Zavala Muñir: cuando llega a América en el siglo XVI, es en en Fausto Garay, un caudillo! la península ibérica un alto hecho cultural y Y esta diatriba contra el mal político se actual; hasta el amanecer de la literatura gau­ Sorna más directa y acerba aun contra el ex­ chesca está latiendo, en el ámbito folklórico tranjero interventor que quiere resolver en pó­ americano, como supervivencia inmediata. ceos días y muchas antesalas el conflicto de la Hoy, a punto de extinguirse, sólo se conserva Guerra Grande. Oigamos al mismo Ascasubi en el Uruguay a travé# del repertorio infantil, su interpretación gauchesca del diplomático in­ al decir de Carlos Vega, el último reducto de

PA®. &■&. C U A D E R N O S d e m a k c h a ; un folklore que va a morir, hoy, ei rtecno rol- cuarteta inicial. Tiene au origen en el "zéjel* klórico es, justamente, el que fue actual y su­ arábigo del siglo IX, y después de pasar por perior en la época de Hidalgo y Ascasubi. En­ un período de esplendor en la edad de oro tonces el folklore era presumiblemente el del de la literatura castellana, corre a América al­ ciclo del romance. De él lo extraen los poetas rededor del 1600 para sobrevivir en el pueblo. de la primera hora para enfrentarlo a la rica En 1832 se publica en el periódico montevidea­ y compleja oda endecasílaba que los poetas co­ no "El Domador”, un trovo cuya cabeza m la loniales del tipo de Lavardén o Prego de Oliver siguiente: practicaban a diario. \ “No sueldos y ño Terrenos, El cielito, que reconoce una antigua filia­ Chamusquina y Rabo Tieso, ción romancesca, es una cuarteta octosílaba Solo son Óposítudos cuyos versos 2? y 49 riman en forma consonan­ Porque no tienen un peso.. .* te o asonante; ahora bien, lo que define a esta especie es el hecho de que en sus estrofas pares {De autor desconocido, en 1832) se presenta el siguiente estribillo en el primer verso y en el comienzo del segundo: Esta variante de décima en glosa estaría clasificada, de acuerdo con el tratado de Juan Cielito, cielo que si. Alfonso Cañizo (1S), entre "las glosas propia­ cielito, etc. mente dichas del sistema C", cuyos principios Este estribillo se ordena de las formas más regentes son dos: D) hay tantas estrofas en el variadas,-siendo las más comunes: pie, como versos en la cabeza; 29) todos los Ay cielo, cielo y más cielo versos de la cabeza, se repiten por su orden al final de las estrofas del pie. Estos versos de Allá va cielo y más cielo "El Domador”, según su autor, fueron escritos “para cantar”. En nuestros viajes de recolección Cielito, cíelo, eso sí folklórica hemos encontrado numerosos ejem­ plos similares; por la vía culta se conserva un Digo mi cielo, cielito trovo del siglo XVIII, escrito en Montevideo, por José María Pérez y Villada. Sobre ambos Cielito, cielo, velay hemos escrito un comentario pertinente no ha­ ce mucho. (u ) Cielito, cielo, cielito, etc. En casi insignificante proporción aparecen, también, en nuestra compilación la quintilla, Paralelamente con el romance y su deriva­ la cuarteta y la octavilla. La media-caña y la do gauchesco, el cielito, obsérvase en esta reco­ refalosa exigen una versificación de pie forzado lección el empleo constante de la décima. Esta que se adapta, decíamos, a las necesidades del tiene de la antigua “espinela” del Renaci­ ritmo musical. miento, la ordenación de la rima consonante Entre los caracteres expresivos de esta poe­ y la pausa en el cuarto verso, innovaciones sía, y fuera de su contenido dialéctico de arma, ambas que fueron las que justificaron la in­ de combate, cabe destacar dos o tres direcciones, vención de Vicente Espinel en el siglo XVI, ya que tocan más de cerca con la calidad sus­ que la simple sucesión estrófica de diez líneas tancial de esta literatura. existía de mucho antes. En primer término: es un verbo poético La décima, que es hoy la estrofa más socia­ conjugado en tiempo presente. Nace al calor lizada del folklore lírico-musical uruguayo, fue del dia y vive en su hora más luminosa y aso­ implantada decididamente por esta generación leada. Ausente de la nostalgia de lo pretérito, de escritores gauchescos de los albores del si­ esta literatura se diferencia claramente de la glo XÍX. Actualmente se entona con melodía posterior gauchesca la cual va a deleitarse, jus­ de estilo, milonga campesina y cifra. tamente, con el recuerdo de épocas pasadas. No Esta décima gauchesca se presenta, a veces, rememora hazañas; las vive en ese momento bajo la forma de “trovo”. El trovo es la acep­ y, por ello, quizás, no les da esa trascenden­ ción dieciochesca de la décima en glosa. Cons­ cia resonante con que el recuerdo las transfi­ ta de una cuarteta octosílaba llamada "cabe- gura. La muerte vigilante, el suplicio, la gue­ ja ” y de cuatro estrofas de décima llamadas rra, son accidentes inevitables y cotidianos que “pie”. Si el lector subraya el último verso de rondan al poeta. Él, apenas subraya con un las cuatro décimas, reconstruirá, otra vez la humor agrio o un sombrio gracejo, estos acae

p A.é - cimientos. La valentía y el miedo no son cua­ genero: Manuel de Araúcho. He aquí cuatro lidades afirmativas o negativas sino lisos y momentos de primera categoría literaria en ese cambiantes estados de ánimo. Hay una pieza sentido, donde, como al pasar por un prisma, admirable en ese sentido: Manuel Oribe anun­ se abre todo el espectro de la imaginería gau­ cia, con varios días de anticipación, que el 25 chesca: ya tiernamente amistosa en la primera, de agosto de 18Í3 asaltará Montevideo con ya sombría y sentenciosa en la segunda, con diez y ocho mil hombres y cuarenta piezas de expresivo gracejo en la tercera y gruesamente artillería. Hilario Ascasubi, desde la plaza si­ colorida en la cuarta: tiada, no puede resistir más la impaciencia de esc ataque que, presumiblemente, habría de “ ...M ande que vayan cebando liquidar al Gobierno de la Defensa, y le sale Un matecito ño Trejo, al paso con cuatro décimas como para quebrar Y vamos un verde echando, el suspenso y decidir al sitiador a la acción: Mientras le saco el apero A este mi mancarrón bayo "Pero amigo don Ciríaco Porque ya lo vé que tiene usté solo se ha guasquiao El corazón palpoteando.,." pues mides le ha preguntan si está en carnes ó está flaco. . .Mire, que no somos zainos Con diez y ocho mil y el naco Por mi parte, le aseguro de los cuarenta cañones Que si le sirvo de enfado. nos sacan á pescozones: Donde hay yeguas potros nacen, ¡qué diablos se anda empacando! Y haí en el campo caranchos, ¿ó sigue siempre esperando Que comen la carne humana, el verano y los melones? Cuando algún tajo bien dáo Con seis mil de gente infantes Nos echa á dar cuenta á Dios toda tropa violinista De todos nuestros pecaos...” ¡el demonio que resista, “ ...D e allí yo me fui derecho y la burra que lo aguante! A ver si tomaba un trago. Atropelle y al instante Fui al café de Catalanes, verá aónde vamos á dar: Había un monte soberano ¿á qué nos quiere asustar? Y en dos en treses amigo ¿no es mejor de que mansitos, Me dejaron tiritando.. .” nos agarre á toditos, y nos mande aserruchar?..." etc. “...Eché mano al alfajor Diciéndole: ladronazo, (De Hilario Ascasubi, en 1843). Largue el mono, hijo de ángulo, O sino le saco el guano., . ” Cuando en 1872 publicó en París sus obras completa:., recordando esta circunstancia, al (De Manuel Araúcho, en 1835) transcribir la composición de referencia, anotó Otra peculiaridad definida de esta poesía lo siguiente: "Con tan terrible amenaza se finca en el hecho de que el paisaje está ceñi­ asustaron todos los sitiados; y el Gaucho [As­ do a la dimensión física y espiritual del hom­ casubi] más asustado que ninguno, apenas bre. La escala humana se halla siempre pre­ atinó a cantar los versos siguientes que de­ sente; no hay descripción que no esté sometida dicó a! presidente legal, antes de] ataque”. naturalmente a una funcionalidad estricta den­ La gracia corre, además, a tubo suelto en tro del poema. Al describir la batalla de Car­ este iluminado cuadro de la poesía gauchesca. pintería en 1836, oiremos a "Perico Cielo” Una gracia sana y pimpante que está latiendo esta felicísima acotación plástica: basta en el empleo del documento escatoló- gico, esa “mala palabra”, que suena con una “ .. .¿No has visto cuando hace el viento limpieza trascendida por su misma necesidad Sobre el trigal una raya de irrupción. La imagen vuela con velocidad Que se dueblan á la furia fainísima desde la más refinada intención has­ Las espigas en batalla? ta el más grueso epíteto. La felicidad en la Pues ansí los milicianos observación directa, la graficidad de la ima­ Se metieron al fandango gen se revelan en todas y cada una de estas Sin desmentir déla fila poesías. Tomemos, por ejemplo, a uno de los La pisada de un chimango. .." escritores no oficialmente representativos del (De "Perico Cielo”, en 183«)

-de­ «Si t* rmj»wiafl¡ tsK J* Decíamos que una característica definida deano Hidalgo integra también, el patrím» de todo este movimiento reside en el hecho de nio literario argentino. Y he aquí que este su organícidad compacta. Tiene algo de la canje de nombres viene, en último Lérmino, coparticipación colectiva de numerosos escri­ a soldar aun más la unidad histórica de la tores en una sola obra; incluso los nombres familia rioplatense. de los personajes —Chano, por ejemplo, o Las dos ajustadísimas composiciones gau­ Contreras— pasan de mano en mano; los chescas de Manuel de Araúcho fueron, parm inaugura Hidalgo y los recoge Ascasubi, nosotros una revelación que nos obliga a un El estilo, en este caso, es una gran super­ comentario más pausado sobre su |iersona. estructura, no una definida expresión perso­ Junto a las de ellos, se deslizan varias com­ nal, al punto de que si nos propusieran como posiciones de autores desconocidos, algunas de problema estilístico fijar el autor de una las cuales son de singular calidad gauchesca, composición poética de este grupo, tendría­ como el Cielito del Blandengues retirado mos que recurrir a un criterio histórico —per­ (N9 14), y dan, a todo este repertorio, la fueti­ sonajes o sucesos a los que se refiere dicha za misteriosa y secreta de lo popular. composición y que ya trató determinado au­ Los restantes autores son nombres de re­ tor—, y no al matiz estrictamente literario conocido ejercicio literario que, accidental­ de la misma, que presenta en todos los auto­ mente, dan en la flor del léxico gauchesco! res una extraña unidad inquebrantable. No Francisco Acuña de Fígueroa (1790-1862), el vie­ hay una sola nota discordante. Y sin propo­ jo cantor de nuestros fastos históricos y de nérselo deliberadamente como doctrina esté­ nuestra minucia cotidiana, un escritor de es­ tica nacionalista, sin decretos ni academias, tirpe que nos brinda, entre otras composicio­ estos escritores dan en la flor más diferencia­ nes, un cielito culto en 1829; Femando Qui- da de la nacionalidad. jano (1805-1871), el adelantado del primitivo Por algo el pueblo la recoge y la fecunda, teatro uruguayo, proteico personaje, actor, luego, y la hace sobrevivir hasta nuestros días. autor, músico de afición, bailarín, militar, pe­ Está apoyada inicialmente en el pueblo —aun­ riodista, director de escena y, a ratos, versi­ que no es obra anónima de gente de pueblo— ficador; Alejandro Magariños Cervantes (1825- y hacia él vuelve cuando muere en el estrato 1893), que ensaya una variante gauchesca del superior. He aquí, en verdad, “la sabia agri­ Arrorró y recoge ciertas fórmulas del arle pa- cultura de la muerte”, como diría Ouevedo. yadoresco; y José Prego de Olíver (.1750-1814), el cantor colonial de la gesta de las invasiones inglesas, que nos ofrece una letrilla amable con 2. LOS ESCRITORES típicas locuciones o giros criollos. De entre el puñado de autores desconoci­ La recopilación se inicia con una extensa dos, escritores cultos que incursionaron en la composición colonial que, si no es en nin­ vena gauchesca, y literatos funcionales del gé­ gún momento obra de "mester de gaudéríá", nero, tres nombres refulgen con luz propia en anticipa empero misteriosamente cierto aire- este repertorio de la primera mitad del si­ cillo gauchesco y una vivida descripción del glo XIX: Bartolomé Hidalgo, Hilarlo Ascasu- personaje en torno del cual se organiza toda si y Manuel de Araúcho. esta literatura. No es de extrañar que incorporemos al Bartolomé Hidalgo — La biografía de Barto poeta cordobés Hilario Ascasubi en el cuadro tolomé Hidalgo animada inicialmente según se de la literatura gauchesca uruguaya. Después supone por José Rivera Indarte en 1842 y de dos anteriores estadías en 1824 y 1830, se detallada seriamente por Martiniano Leguiza- radicó, a partir de 1832 y por espacio de 19 món en el siglo actual, fue coronada con una años, en nuestra capital. En ese período es excelente monografía de Mario Falcao Espal- cribió y publicó el ochenta por ciento de su ter, hasta ahora el trabajo más completo, (¡na obra, incluso las dos primeras entregas del alcanzó dos ediciones complementarias. En Santos Vega. Escribió en el Uruguay sobre su­ ese ínterin, la obra de Hidalgo fue vastamen­ cesos uruguayos y dentro del más diferencia­ te irradiada a través de exégesís, biografías y do acento popular de nuestro país. Por dere­ antologías, y hoy cuenta con una bibliografía cho conquistado, y no por el accidental y gra­ que llega casi al medio centenar de títulos. (15) tuito hecho de su nacimiento, Ascasubi debe Algo hemos avanzado en el sentido de un integrar, entonces, nuestro patrimonio litera­ mejor conocimiento de nuestro augtiral poeta rio en la misma medida en que el montevi­ gauchesco. Entre las más remotas biografía*

nfumercs « z o c t u s r íe PAO inéditas, no* cumple destacar la de Andrés La­ eos”? El documento de Sagra y Pem no es mas cuyo manuscrito que data de 1845 aproxi­ muy claro al respecto, y sobre él volvere:.c.s madamente, se conserva en el Archivo y Bi­ c» el correr de la présente nota biográfica. blioteca "Pablo Blanco Acevedo” del Museo En 1803, Hidalgo entró de dependiente en Histórico Nacional, (w) En ese entonces, La­ el comercio de Martín fosé Artigas, padre del mas preparaba una antología poética "Poetas caudillo, y en 180(í le encontramos como em­ del Río de la Plata” y en el capítulo dedicado pleado del Ministerio de Real Hacienda, en s Hidalgo, estampa una biografía, conocida calidad de meritorio. Durante las invasiones hoy a través de los trabajos de Juan María Gu­ inglesas se batió en la acción del Cardal, el tiérrez y transcribe el unipersonal El Triunfo 20 de enero de 1807, integrando presumible­ fechado en 1818 y los tres conocidos diálogos mente el “Batallón de los Partidarios de Mon­ gauchescos. Este manuscrito aún inédito, sin tevideo”. Desalojados los ingleses, Hidalgo re­ aportar mayores datos, viene a robustecer la tornó a su puesto en el Ministerio, donde per- , (exactitud de la paternidad de estas cuatro pie­ maneció hasta que la convulsión artiguista de zas atribuidas al poeta uruguayo. 1811 le atrajo a su seno. Nació nuestro escritor en Montevideo, el Ya en esa época, Hidaigo #e hallaba en 24 de agosto de 1788, siendo sus padres Juan contacto con las musas; unas musas retórica», José Hidalgo y Catalina Ximénez, ambos na­ altisonantes y patrióticas que le dictaron sus ‘ turales de Buenos Aires y de condición social primeros himnos y marchas. La formación li­ muy modesta. No ha quedado ningún recuer­ teraria del que había de ser nuestro primer do de su envoltura física. Sus biógrafos más poeta gauchesco, ya estaba asentada entonces, antiguos aseguran que era de constitución dé­ al punto de que desde el periódico “Gazeta de bil y enfermiza. Hoy podemos agregar un solo Montevideo”, que defendía la dominación his­ detalle a este respecto, que debe ser manejado pánica, se le tilda de "cuholatiniparlo”. (,s) con sumo cuidado. En 1817, a través de una Esta noticia, hasta ahora inédita, viene a co­ correspondencia inédita de Joaquín de la Sa­ rroborar la presencia de algunas perdidas com­ gra y Pet iz, éste le llama "mulatillo”. En cier­ posiciones de Hidalgo anteriores a las ya cono­ to modo, esta afirmación viene a coincidir con cidas, puesto que su Marcha Nacional Orien­ la del Padre Castañeda quien, en 1821, desde tal, la primera que poseemos, fue escrita dos "La Matrona comentadora”, lo llama "oscuro meses más tarde. En todo caso, revela que montevideano”, agregando "que es un tentado nuestro poeta no se improvisó bruscamente en de eso que llaman igualdad, para lo cual hay el ejercicio literario. algunos impedimentos físicos”. Hidalgo editó Atraído desde el primer momento por la entonces su folleto El autor del diálogo entre Revolución, en 1811 acompañó a las tropas Jacinto Chano y Ramón Contreras contesta a artiguistas en Paysandú y Salto. Fue adminis­ los cargos que se le hacen por La Comentadora, trador y comisario de guerra y se incorporó a la única pieza que en vida publicó con sus ini­ las fuerzas patriotas en el memorable sitio de ciales *‘B. H.” y en la que, con noble entona­ Montevideo. En ese ínterin, compuso, además ción y dejando a un lado las malevolentes pa­ de la Marcha, dos delitos patrióticos que, se­ labras de su contrincante, declaró: “Que sirvió gún consigna Francisco Acuña de Figueroa en a la patria de 1811 a 1815; que tuvo bajo su su Diario Histórico del sitio, los soldados en­ cuidado más de $ 80.000 en efectivo, y útiles tonaban acompañándose a la guitarra, en las del ejército y $ 3.000 en especies; que estuvo en noches del asedio. Este es el único documento el sitio contra Montevideo y en los 22 meses probatorio de la existencia de tales cielitos en­ del nuevo sitio, sin que jamás faltara a su tre 1812 y 1814, aun cuando debe advertirse deber; que en 1818 vino a Buenos Aires, don­ ue las notas a la crónica rimada del sitio, de se le ofreció un cargo en la secretaría de onde figuran dichas referencias, fueron redac­ Gobierno que no aceptó, porque no había ve­ tadas años más tarde por Acuña de Figueroa y nido a buscar empleo, sino a trabajar, como en ninguna de ellas se habla de Bartolomé Hi­ estaba acostumbrado a hacerlo para mante­ dalgo como presunto autor de las mismas. ner a su madre infeliz, cuya situación depen­ Al mes siguiente de la entrada de Alvear día del sudor de su frente”. (1T) en Montevideo, producida ei 23 de junio de ¿Corría en sus venas alguna parte de san­ 1814, Bartolomé Hidalgo, que venía con la* gre africana, o lo de “mulátillo” y "oscuro” tropas, fue nombrado administrador de Co­ fueron sencillamente indignos epítetos de des­ rreos. Retiradas las fuerzas argentinas en I81S, precio? ¿Cuáles eran sus "impedimentos físi el nuevo gobierno nacional de Otorgués de- nígnó a Hidalgo Ministro Interino de Hacien­ Cerrada, en los primeros tiempos la Cata d« da, puesto que dejó al poco tiempo para ocu­ Comedias y adeudándose a los cómicos de la par el cargo de Oficial Mayor en el mismo mi­ compañía de Juan Quijano y su esposa Pe­ nisterio. El 30 de enero de 1816 representóse, tronila Serrano varios emolumentos, resolvió, en la Casa de Comedias, su unipersonal Sen­ el 4 de junio de 1817, que los actores fueran timientos de un Patriota y, casi de inmediato, pagados en sus atrasos, la mitad en moneda y se le nombró Director del mismo teatro. la otra mitad en especies (21); dos días más El teatro montevideano fue, desde su funda­ tarde, se les instó a que se hiciesen cargo del ción basta el final de la Guerra Grande, es­ teatro en algo así como una sociedad coopera­ pejo de costumbres y de ideales políticos. La tiva (22), cosa que se cumplió llevándose a es­ suya es la más apasionante historia general de cena Las esposas vengadas, pieza interpretada nuestro país. Nació en 1795 "para divertir los por la Compañía Quijano con la intervención ánimos délos habitantes de este Pueblo que de un jovencito llamado Juan Aurelio Casa- podrían padecer alguna quiebra en su fideli­ cuberta quien tomó a su cargo el último papel dad, con motibo déla libertad, que había adop­ del reparto: un criado. (23) Con el correr d* tado la República Francesa” (ls), según decla­ los años; Casacuberta había de ser el más gran­ ra su fundador, Manuel Cipriano de Meló, al de actor americano del siglo XIX. Llegaron hacer testamento en 1806. Durante más de luego los días memorables del desembarco de medio siglo, el teatro fue la más formidable la Agraciada. Obtenida, por fin, la libertad arma dialéctica de convencimiento. El gober­ de la Nación, el mismo día en que se juró la nador español Antonio Olaguer y Feliú orde­ Constitución, el 18 de julio de 1830, gobier­ nó su erección en plena dominación hispáni­ no y pueblo clausuraron los fastos del día con ca, como institución de alta finalidad política; su concurrencia al teatro donde se representó en él se entonaron loas a la monarquía es­ Lanuza, fiel defensor de las leyes (2<), exalta­ pañola y se representaron comedias donde se ción del orden jurídico, como convenía a este exaltaba la tutela de sus serenísimas majesta­ acaecimiento. Al estallar la Guerra Grande, si­ des. Cuando en 1807 los ingleses tomaron Mon­ guió siendo el teatro una formidable tribuna tevideo, éstos cometieron la más grave equivo­ de convencimiento político, esta vez en pro cación política; clausuraron el teatro y lo ha­ del Gobierno de la Defensa; en sus tablas se bilitaron como local de compra y venta de ca­ representó la ardiente pieza de Francisco Xa­ simires y productos del país. (20) Creyeron, vier de Acha Una víctima de Rosas. Recién quizás, que con la fundación de "La Estrella después de 1851, el teatro penetró en la orga­ del Sur”, el primer periódico montevideano, nización comercial de la época y perdió su podían obtener idéntico resultado. Se olvida sabroso color político que lo había definido ban de que, en ese entonces, la mayor parte como un fino sismógrafo a través del cual se de la población era analfabeta. Así les fue. registraban las menores vibraciones del orden social y político. AI cabo de unos meses tuvieron que retirarse én derrota. Cuando el Gobernador Elfo tomó Pero volvamos a nuestro primigenio poeta. las riendas del gobierno, muy hábilmente re­ Durante el período netamente artiguista. Hi­ abrió, con toda pompa, el teatro y, en é!, se dalgo escribió un segundo unipersonal Idome- representó el drama alegórico del presbítero neo, cuya autenticidad se ha puesto en duda, Martínez La lealtad más acendrada y Buenos la Marcha Nacional de 1816, al saberse de la dires vengada donde se exaltaba la reconquis­ invasión de Lecor, y el Cielito Oriental contra ta de Buenos Aires y se cantaban loas a les los portugueses, en agosto de ese mismo año. reyes hispánicos. Amaneció el sol de Mayo, y El 27 de enero de 1817 entró Lecor, al ocupada Montevideo por el gobierno patrio, frente de las tropas portuguesas, en Montevi­ Otorgués, con un alto designio político, pro­ deo e Hidalgo pasó a ser censor de la Casa de vocó el estreno del unipersonal de Hidalgo Comedias. De este último período montevi­ Sentimientos de un patriota y nombró luego deano del poeta, data su epitalamio A don a aquél director del teatro, Al penetrar en Mon­ Francisco Solano de Antuña en su feliz unión, tevideo las tropas portuguesas, al mando de fechado el 7 de enero de 1818. Lecor, éste transformó el teatro en arma po­ Con fina crueldad o, acaso, con la compli­ lítica favorable a la monarquía lusitana. Con­ cidad del escritor, el Barón de la Laguna pu­ venía al Barón de la Laguna propiciar las re­ so a Hidalgo, cuyos versos contra los portu­ presentaciones teatrales y dar lustre a su bri­ gueses aún resonaban en los oídos de los pa­ llante cohorte. Estaba dentro de sus planes. triotas, * la tarea de corrector de los textos

NUMERO «/OCTUBRE 1S«T - ac* s r literarios que se representaban en la Casa de de entre la muchedumbre de los muertos, sus Comedias, Fue en este momento cuando Joa­ huesos darán luz". (S8). quín de la Sagra y Periz escribió desde Mon Hilario Ascasubi. La infancia y Ja ado­ ttevideo a su amigo Agustín Rodríguez, en car­ lescencia de Hilario Ascasubi están envueltas ita fechada el D de mayo de 1817: "Para cele­ en un hálito de fantasía o leyenda que el mis­ brar la tenida délos pacificador,® y divertir al mo interesado tuvo la gracia socarrona tic Pueblo se abrió el teatro baxci ladireccion de propiciar. Efectivamente, la vida de Hilario Quixano este dió p.r primera la comedia titu­ Ascasubi hasta 1850, fue tontada de manera lada spre. triunfa la inocencia, enq.® noseq.® algo contradictoria poi Emilio Mangel du papel hace uno denros. Reyes de Castilla: fué Mesnil {S7), José María Torres Caicedo (--s), llamado aldia *íg,íe pJ Bianqui (Rexidor) y Eénedict Gaílei de Kulture {20), y Hel adio L. reenvió deél una seria reprehensión diciendole Fajardo. (30) Ascasubi prohijó algunas de ellas q.® el gobierno militar sehabia quexado de q.e en el prólogo de la edición francesa del San­ ¡nombrase á nros, reyes en la representación, tos Veyi en 1872 y, a su vez, en tono zumbón y q.s se abstuviese dehacerlo: Pasó áver al publicó en Artícelo el Gallo su fragmentaria Governador Sebast.“ Pintos, yeste le dixo, q.® autobiografía. Ninguna de ellas concuerda no era cierta la quexa, p.T su parte, p.w q.e exactamente en. el detalle. puesto q„ este Pueblo havia estado dividido ■Su biografía fue nuevamente esbozada, a era bandos y q.® el obgeto del teatro era pro­ su muerte, por Rafael Hernández —hermano curar la honesta distracción del publico y no del autor de Martin Fierro y. amigo personal elfomento deaquellos, novolviese ádar alus nin­ de Ascasubi— en Pehuajó. (31) En nuestro si­ guna pieza q.° de cualquier forma pudiese glo, la trazaron, otra vez, Ricardo Rojas (32), {[chocar a o]) disonar á cualquiera de ellos. Martiniano Leguizamón (**), Eleuterio F. Tis- Posteriormente llevó una comedia al mulati- cornia (34) y Manuel Mujica Láinez (36), este 11o hidalgo (q.e esta de corrector) y en una es­ último su biógrafo mas'completo, ha ‘a la fe­ cena donde p.ra publicar unbando decía el cha. No obstante, en todas ellas hay algunas original,por el Rey; borró estas palabras, y diferencias de fechas y de hechos. puso por el General" (25) Para complicar aun más este estado de co­ De todas maneras, tanto daban a Hidalgo sas, vamos nosotros a aportar algunos docu­ reyes españoles como generales lusitanos. Pese mentos inéditos -—la constancia de un Hilario a todo ello, al poeta se le hacía insostenible la Ascasubi “vecino de Montevideo" en 1824; o situación en un Montevideo dominado por los su partida de matrimonio en 1832, y no en portugueses y, en marzo de 1818, emigró a 1837 como hasta ahora se ha venido repitien­ Buenos Aires. do— que se intercalan en la compleja crono­ logía de su vida. El período de creación más trascendente de Hidalgo abarca los tres años finales de su A principios de 1807, el andaluz Mariano vida, A partir de 1820 escribió sus últimos Ascasubi de indudable ascendencia Vizcaína, cielitos, que se vendían por las calles como y su esposa Loreta Elía, de familia cordobesa, hojas sueltas, a la manera de compuestos, y, al emprendían viaje desde la Córdoba colonial año siguiente, sus tres diálogos patrióticos. Con­ hacia Buenos Aires, en pesada carreta. Al lle­ trajo matrimonio con la por teña juana Cor­ gar a la posta de Frayle Muerto, donde boy se levanta la ciudad de Bell-Ville, doña Lo­ tina, el 20 de mayo de 1820. Atacado de tu­ reta sintió dolores de parto y dio a luz un berculosis pulmonar, murió en las afueras de niño. El día 14 de enero de 1807, nació Hi­ Buenos Aíres, en el caserío de Morón, el 28 lario Ascasubi. No hay constancia certificada de noviembre de 1822. "Fue tan oscuro su del hecho, ni del lugar ni de la fecha. Rafael destino —dice Falcao Espalter— que al mo­ Hernández, en 1896, deja sentado que "nació rir, su cadáver ha sido pasto de la fábula, en un punto de la Provincia de Córdoba que pues nadie sabe aún donde fueron a parar los él nunca quiso recordar, á imitación de Cer­ tristes huesos de aquel hombre. Posiblemente, vantes el 14 de Enero de 1807.”’ (3e). Ya desde la miseria, que como un fraile del Orden de el día de su accidentado nacimiento, la leyen­ San Francisco, le acompañó desde la cuna da comenzó a rondar, pues, en la biografía de ai la sepultura, mezcló en la fosa común las nuestro poeta. cenizas aún calientes de Hidalgo. Pero este Radicados los padres e¡p Buenos Aíres, re­ mismo olvido, esta desventura suprema es pren­ cibió su primera instrucción en el Convento da de inmortalidad ante los ojos del espíritus de San Francisco. Alrededor de 181© fugó de

CUADERNOS Sg MARCHA la casa paterna y emigró del país en una leva, y cuya pista nos porporeionó, con su prover­ en calidad de tambor de una goleta, donde !e bial generosidad, el historiador don Juan 1L ocurrieron toda clase de aventuras. Entre bro­ Pivel Devoto, hallarnos él siguiente, dirigido mas y de veras, años más tarde, Ascasubi re­ al Barón de la Laguna, y fechado en Mon­ ía latía personalmente todos estos acontecimien­ tevideo el 26 de abril de ese año: "Hilario tos: “yo soy hombre corrido, sabido, leido y Ascasubi: Vecino de esta Ciudad ante V.E. escribido, porque de chambón me agarró un con todo respecto, me presento y digo: q.* flaire que conl'esaba á mi hermana [Clara As- me es de Necesidad el pasar á B.s Ay.® á Di­ casubi], y me llevó al convento de San Fran­ ligencias propias y para verificarlo pido v cisco, adonde me enseñó hasta la mita de la suplico se sirva concederme la correspondien­ Bramática [gramática] en latín, y el ayudar á te licencia y recibiré Merced, [fdo.] Hilario misa; y no aprendí la Jergafría [geografía] Ascasubi”. (3S) Lecor firma la autorización de poique le hice una juida al padre, y luego me "Dese gratis o Pasaporte ao Supplicante” en agarraron de leva para los barcos, cuando la el día de la fecha. guerra con Portugal; y entonces me soplaron A los cinco mese's, Ascasubi partía para de tambor á bordo de una boleta, que la Salta y editaba allí "La Revista Mensual de mandaba un oficial de marina criollo patrio­ Salta”, redactada por José Ildefonso Arena ta y guapo, medio parecido á muchos de los les y cuyo primer número vio la luz el 30 de de hoy en d ía ... si señor” . . . “como le iba setiembre de 1824. Por divergencias con el diciendo: en la boleta salimos y anduvimos redactor —hijo del Gobernador Juan A. Al- por esos mares de Cristo traginando de cor­ varez de Arenales—, que trascendieron al pú­ sario, hasta que nos pagó un albazo y tíos blico en ruidosa querella, Hilario Ascasubi agarró con barco y todo un comendante lla­ abandonó la ciudad y se incorporó, a fines mado Yuan das ¡iotas, guapazo el Portugués; de 1825, al batallón de Cazadores del coro­ y ese mesmo me llevó á Portugal, y me tuvo nel fosé María Paz que intervendría en la. hasta que me le escapé en otro barco y fui á guerra contra el Imperio del Brasil, Marti» dar por las tierras de Uropa en la Inglaterra niano Leguizamón asegura que en 1827 se y la Francia; por allá me aguanté como cin­ trasladó al Uruguay "siendo uno de los ven­ co años, de manera que hasta soy lenguaraz cedores de Ituzaingó, como voluntario del en esas lenguas. Luego de Uropa, caí á Mal- contingente reclutado en Salta, cuando aún paraiso: de allí por la cordillera atravesé y era menor de edad, pues había nacido en anduve en todas las guerras del di junto Qui- 1807”. No trae documento probatorio; otros roga, que esté gozando de Dios, y de ahí vi­ biógrafos declaran que, en ese momento, se ne á Entre-rios, y últimamente á Buenos Aires, hallaba en Catamarca en las guerras contra aonde estoy á su mandao,” (3T) los caudillos. Según sus biógrafos, Ascasubi se hallaba En el periodo de su vida militar compren­ de regreso en Buenos Aires en 1823, y hacia dido entre 1826 y 1828, ascendió de soldado setiembre de 1824 partía para Salta, trans­ voluntario a teniente del Regimiento 17 de portando la benemérita imprenta de los Ni­ Caballería de línea, en Catamarca; pasó, lue­ ños Expósitos que, en esa provincia, iba a go, al regimiento de Granaderos de Colombia hacer gemir sus prensas, por última vez, bajo y el 27 de actubre de 1826 intervino, con las la nueva denominación de "Imprenta de la fuerzas de Lamadrid, contra Quiroga en la Patria” y, posteriormente, "Imprenta del Es­ batalla del Tala, ganada por éste último. Un tado". año más tarde, acompañó, otra vez, a las tro­ Ahora bien; un nuevo documento viene pas de Lamadrid en el combate del Rincón a iluminar el período que va desde su llega­ de Valladares, en el que volvió a triunfar el da a Buenos Aires hasta su partida a Salta. caudillo riojano. Huyó Ascasubi a Salta y es­ En ese ínterin, Hilario Ascasubi se radicó en tuvo varias semanas entre la vida y la muer­ Montevideo y, acaso, fue éste el primer con­ te, atacado de chucho. Convaleciente toda­ tacto que tuvo con nuestros hombres y con vía y en el período durante el cual Facundo nuestra ciudad adonde volverá primero en Quiroga había decretado una amnistía, co­ 1830 y luego, en 1832, para permanecer a noció al Tigre en una entrevista que Bénedict partir de esta última fecha por espacio de 19 Gallet de la Kulture relata en una página dg años, y producir casi toda su obra literaria en pintorescos y brillantes contornos. nuestro medio. Efectivamente, entre el mano­ Dirigióse, después, a Santiago del Estero jo de pasaportes correspondientes al año 1824, y, de allí, saltó a Buenos Aires. En 1828 se

NUMERO ®/ OCTUBRE! 1 9 «? «erraba d primer período militar de Aseas u- de Montevideo. Consigna simplemente un bi al enrolarse éste en el Partido Unitario. aviso del “Comercio del Plata”. “Departí'm. ri­ Lavalle, en su calidad de Gobernador Interi- to de Policía. / Solicitan Pasaporte. — Día nev k> elevó al grado de capitán. I-9 / D. Ilario Ascasubi, con sus peones Juan Triunfante Rosas, Ascasubi pasó al Ur u- Morales, Pantaieon Perez, Raimundo Loi/o, guay en 1829, encontrándose con Lavalle en Amonio Reyes, Juan Guillan, Lazaro Moran Ja ciudad de Mercedes. Fue esta la segunda di, Vicente Morales, Manuel García, Pedro estadía del poeta en nuestro país. A princi­ Ramos, Manuel Verde, Antonio Aroche, Fran­ pios de setiembre de 1830, redactó el único cisco Ramos, y José Díaz. . . Islas de Yagna- número del periódico "El Arriero Argentino" rí”. («) (BB), de violenta política antirrosista, editado Decíamos que en esos diecinueve a ñ o s por la Imprenta del Universal, y preludio de de permanencia en Montevideo, Ascasubi es­ sus posteriores actividades periodísticas en “El cribió y publicó casi toda su obra, incluso Gaucho en Campaña" (40), de 1839 y "El parte del Santos Vega, cuyas dos primeras en­ Gaucho Jacinto Cielo” (41), de 1843. tregas se pusieron en venta en 18151 al precio A fines de ese mismo mes de setiembre de un patacón. (44) La folletería suelta de As­ de 1830 Ascasubi volvió subrepticiamente a casubi en ese periodo, reunida luego en los tres Buenos Aires, y fue apresado por los agentes tomos editados en París en 1877, es bastante nu­ federales de Rosas, Casi dos años permaneció, trida. Sin pretensiones de algo exhaustivo, pu­ entonces, en prisión, siendo cruelmente tra­ blicamos a continuación una lista de 17 (í- tado hasta que, en agosto de 1832, después fulos, que vieron la luz en nuestra ciudad, de saltar un muro de diez metros de altura, entre 1830 y 1851. logró huir, escondiéndose en el Convento de 1. —1830. Periódico: El Arriero Argentino. San Francisco. Una noche, desde el Riachue­ Un solo número. Imprenta Universal. lo, cruzó en una pequeña embarcación a la 2. —1833. Folleto: El diálogo gaucho en ver­ costa oriental y, de allí viajó hacia Monte­ so entre los dos paisanos Jacinto 'hon­ video. Cuatro meses más tarde, el 22 de di­ res y Simón Peñalva sobre las fiestas cí­ ciembre de 1832, se casaba en la Iglesia Ma­ vicas del aniversario de la Jura de 'a triz (4S) con Laurearía Villagrán a la que, pre­ Constitución en 1833. Imprenta d"’ Um- sumiblemente, conocía desde sus anteriores es­ versal (?). tadías en nuestra capital. Su partida de ma­ 3. —1839. Periódico: El Gaucho en Ci: u ti­ trimonio ilustra, en reproducción facsimilar, ña. Cuatro números. Imprenta c! ■ I C c s- este trabajo. Trece hijos diole su esposa; tu­ titucional. vo la tristeza de enterrar a once de ellos. Tan 4. —1840. Hojas sueltas: Parte de Echagiic. re­ sólo Horacio y Américo Ascasubi sobrevivie­ dactado conjuntamente por Gerónimo Ca ron al padre. lignana e Hilario Ascasubi. Sin pie de imprenta. Su casa en Montevideo fue refugio de los 5. —1840. Hoja suelta: Media Caña del Cam­ emigrado« argentinos que en la década 1830 po para ¡os Libres. 1840 huyeron, en gran número, de la tiranía 6. —1843. Periódico: El Gaucho Jacinto Cielo .resista. Sin grandes medios de fortuna y Catorce números. Imprenta de la Cari­ dedicado a las tareas más diversas, dividió dad. el tiempo entre sus trabajos y sus versos. 7. —1844. Folleto: Carta enssilgada que ha es­ Fue importador de camisas, vendedor de crito el gaucho Juan de Dios Chaná sol­ lanas, corredor de alhajas y panadero. Al es­ dado de la escolta del General Rivera, tallar la Guerra Grande en 1843, Hilario As­ para D. A. Tier, Ministro que fue de la casubi tenía establecida una panadería y se ciudá de Francia. Imprenta del Nacio­ preocupaba por mejorar el pan de munición nal. que se servía a las tropas durante el asedio. Hombre de empresa y lucha, en pleno si­ 8. —1845. Folleto: Carta gauchí refalosa. Es­ tio hacia 1847, pidió pasaporte al Departa­ cribida a las últimas. Por el masorquero mento de Policía para trasladarse con trece invernado, á su compadre y paisano El peones suyos a las islas de Yaguarí, en el Coronel Mordedor Mariano Maza violon. Río Uruguay. No establece la referencia qué imprenta del Nacional. suerte de negocio tentaba Ascasubi en esta 9 —1846. Folleto: Los Misterios del Paraná oportunidad; presumiblemente se trataría de Imprenta

» Á C i B O CUADERNO! DC MARCHA argentino en el pago de su amigo Martin derrumbe del gobierno de Rosas. En ese mo­ Sayago. mento alcanzó el grado de coronel. Eleuteri« 11. —1848. Folleto: La encuetada ó ios gau­ F. Tiscornia nos explica claramente su cam­ chos y la intervención en el Río de la ino de frente en el año 1853: "Sobrevino al Plata. Sin pie de imprenta. año siguiente, en 1853, el movimiento sepa­ 12. — 1848. Folleto: La indireuta. Imprenta His­ ratista por el que Buenos Aires quedó fuera pano-Americana, de la Confederación de las provincias. El poe­ 13. —1848. Folleto: Trovas de Donato ]urao. ta creyó ver en los actos de Urquiza e! espá» Sin pie de imprenta. ritu odioso de la tiranía y se plegó a los de­ 14. —1849 Folleto: Carta de Santos Contreras fensores de la Capital. Con el retiro de su al Exmo. Gobernador y Capitán Gene­ adhesión al general entrerriano volvió a es­ ral del Continente Americano. Impren­ grimir la sátira política y escribió, en su esti­ ta Uruguaya na. lo gauchesco, los diálogos y composiciones en 15. —1850. Folleto; Baldomero el Gaucho ó la prosa y en verso, que aparecieron en el pe­ Intervención de los californias en la Ban­ riódico Aniceto el Gallo, en todo 1854, mien­ da Oriental. [Imprenta Uruguayana?]. tras el pals no alcanzó la unidad nacional. At- 16. —1851, Folleto: Los Mellizos ó .Raigas Dra­ casubi sentía, al fin, el cansancio de las lu­ máticos de la Vida del Gaucho en las chas políticas. Reintegrado a la patria, tras Campañas y Praderas de la República una ausencia de veinte años, el poeta ansiaba Argentina. (14 y 2? entregas). No hemos consagrar su actividad a las manifestaciones visto la edición original. del progreso civil y a la cultura del pueblo. 17. —1851, Hoja suelta: Cielito gauchi-patrtó- En tal sentido hizo todo lo que estuvo en. tico para que lo canten en las trincheras sus manos y lo que sus medios de fortuna 1* de Montevideo sus valientes defensores. permitieron. Así, en 1854 cooperó a ¡a insta­ Imprenta del Comercio del Plata. lación del gas en la ciudad: luego, en la A. este inventario de publicaciones monte- construcción de un ramal ferroviario a la Mag­ videanas de Ascasubi entre 1830 y 1851, corres­ dalena; después, en 1857, al levantamiento ponde agregar, como dato ilustrativo, las que definitivo del teatro Colón, Nada de ésto fue en este último año publicó en Concepción del fuente de recursos para el poeta; al contrario, Uruguay (Argentina) y que vienen a com­ perdió en ello su dinero, pero él estaba sa­ pletar el tota! de piezas conocidas del poeta, tisfecho del bien público". (4B) en el período de su permanencia en el país: En 1862 fue enviado en misión oficial a 1851.—Folleto: Urquiza en la Patria Nueva, París por Bartolomé Mitre, a quien había re­ ó dos gauchos orientales platicando en cibido en Montevideo en los tristes días del los montes del Queguay en el 24 de destierro, y el cual ejercía, a la sazón, la pre julio de 1811. (Imprenta del Colejio). sidencia de la Nación Argentina, Tornó al 1851.—Folleto: Trobas y lamentos de Donato Plata en varias oportunidades y, en una de Jurao Soldado Argentino a la muerte ellas, llevó desde Buenos Aires, en 1864, un de la infeliz Dfi Camila Ogorman... sauce llorón para plantarlo a la vera de la (Imprenta del Colejio.) tumba de Alfredo de Musset en el Cemente­ 1851.—Folleto: Los veteranos ó las mentas del rio de Père Lacha ise, y cumplir así con el tes­ Restaurador Cuesta-Abajo. (Imprenta tamento literario del alto poeta francés: "Mes del Colejio). chers amis, quand je mourrai / Plantez un 1851 .—Folleto: Los compuestos de Gualeguay- saule au cimetière. / J'aime son feuillage éplo­ chú. (¿Fue editado en Concepción del ré. . Uruguay?). En 1873, al año siguiente de haber pubh ISól .—Folleto: Paulino Lucero el payador cado en Paris sus bellos tres tomos en la ïm argentino. En el Pago de su amigo Mar- prenta de Paul Dupont, retornó definitiva­ iín Sayagn. (Imprenta del Colejio). mente a Buenos Aires, y el 17 de noviembre Al producirse el levantamiento de Urqui- de 1875 la muerte le encontró en esta ciu­ zs, en mayo de 1851, Ascasubi se enroló en En­ dad, a los sesenta y ocho años de edad. tre Ríos, con el grado de teniente coronel, en Manuel de Araucho. — Nació en Mon­ las tropas del general revolucionario y en ca tevideo el 14 de fébrero de 1803, siendo bau­ lidad de Ayudante de Campo del mismo asis tizado en la Iglesia Matriz al dia siguiente, lió, al año siguiente, a la memorable batalla con los nombres de Manuel Ramón Valentin de Monte Caseros, acción que determinará el (ie); sus padres eran Pascual de Araúcho r

1 >. J g 4 ¿ - PA ® * ( Ramona Correa. A la muerte del padre, acae- último, fue llamado en 1837 y nombrado Ayu­ r ‘da en 1816, Manuel de Araúcho fue envia­ dante del Comandante de armas. Al año si­ do a Buenos Aires, cuando contaba 14 años guiente, solicitó que se le diera de baja “en de edad, y allí inició sus estudios militares virtud de haber contrahido una enfermedad ele 'como cadete del primer batallón del regimien­ reumatismo de la qual actualm.te me estoy cu­ to de artillería, en 1817. “Incorporado al ejér- rando”. (50) c to de observación sobre Santa Fe que mandó En junio de 1842 volvió a integrar el ejér­ el general Juan Ramón Balcarce, en clase de cito en el cuerpo de las Milicias de Extra­ portaguión del regimiento de dragones, asis­ muro, pero tres meses más tarde, el 5 de tió a las operaciones qui tuvieron lugar hasia setiembre, solicitó de nuevo la baja pues se el 15 de enero de 1819 fea que fue hecho pri­ hallaba “imposibilitado de prestar sus servi­ sionero”. (4T) cios a causa de una grave enfermedad de que La vida de Manuel de Araúcho, durante su adolece”. (6l). Esta es la última noticia que adolescencia, fue similar a la de su hermano nos ha llegado de Manuel de Araúcho, cuya mayor Francisco, también escritor y militar. vida al igual que la de Hidalgo y Ascasubi, Patriota desde su primera hora, cuando con­ se halla dedicada en algunos momentos, por taba 22 años de edad se produjo el memorable partes iguales al ejercicio de las armas y al de desembarco de la Agraciada y enrolóse, de in­ las letras, imperativo de la época, en aquellas mediato, en los batallones de la independen­ horas de la patria naciente. cia. En julio de 1825 sallábase radicado en En el terreno literario, Araúcho se inició pú­ Canelones, promoviendo una colecta de dine­ blicamente en el año 1828 cuando en las colum­ ro y vestidos para enviar a las tropas orienta­ nas del periódico "El Liberal” de Buenos Ai­ les; (48) en octubre de ese mismo año, obtuvo res en su número correspondiente al 7 de mar­ los despachos de Mayor de la Primera Compa­ zo, apareció la carta en verso a un proyectis­ ñía del Escuadrón de Húsares Orientales, no ta del Banco que más tarde recogió con mu­ bien fue creado este cuerpo por Juan Antonio chas modificaciones en su libro de 1835, Ave­ Lavalleja. lina M. Ibáñez en su libro "Unitarios y Fede­ A mediados de 1827, el gobierno patrio le rales en la Literatura Argentina”, Buenos Ai­ encomendó una importante misión en s$l ex­ res 1933, página 371, lo transcribe adjudi­ terior. A la sazón la campaña oriental, en ar­ cándoselo a Juan Cruz Varela. En 1830 'a mas contra la dominación brasileña, necesita­ Imprenta de la Caridad tiró, en un pequeño ba la colaboración de las provincias de Entre folleto, su unipersonal Filian, hijo de Dermi- Ríos, Corrientes y Misiones para el envío de dio. Se trataba de un ejercicio retórico, al bastimentos y vestidos, Manuel de Araúcho, co­ parecer extraído de la tragedia Oscar, sin ma­ misionado personalmente por Carlos María de yor valor desde el punto de vista literario. Alvear, marchó a la Argentina, pero su misión En ese mismo año, Manuel de Araúcho no tuvo éxito por cuanto las tres provincias, en se estrenó en el periodismo como redactor de oposición en ese entonces a la de Buenos Ai­ “El Argos” de Montevideo, conjuntamente con res, que había ayudado decididamente a Lava- Bernabé Guerrero Torres. (!2) Cuatro meses lie ja, temieron que el ejército formado contra de vida tuvo este periódico y, nueve años más el Brasil se volviese luego contra la autonomía tarde, ambos volvieran a tentar una empresa de ellas. En una importante carta a Alvear, fe­ similar en "El Periódico” que vio la luz en chada en Salto el 24 de julio de 1827, Araú­ la segunda mitad de 1839. (S3) En ese ínterin, cho relata su fracaso y las peripecias del viaje en Araúcho colaboró en "El Defensor de las Le­ el que cayó enfermo “a causa de las copiosísi­ yes” (54), entre 1836 y 1838, y en “El Mer­ mas llubias y crecidos arroyos que en tan dilata­ curio” (BB), aparecido en 1837. do camino tuve que pasar á nado”. (49). Acaso En el año 1832 dio a conocer, en la Casa la dolencia que diez años más tarde le obligó, de Comedias, su oda A la batalla de Itumingá en la plenitud de su vida a dejar el servicio que, luego transcribió en su tomo de ¡Mesías militar, tuvo su origen en esta denodada misión. de 1835, y un Himno Patriótico alusivo a es­ En 1832 fue nombrado Fiscal Militar y el te mismo acontecimiento, puesto en música, 16 de junio de 1835 ascendió al grado de Te­ presumiblemente, por Antonio Barros. (S6) La niente Coronel en el arma de caballería. En oda tiene cierta eufónica belleza y demues­ varias oportunidades abandonó el servicio ac­ tra, en todo caso, una excelente preparación tivo, pero al levantarse Rivera contra el Presi­ académica y un antiguo contacto con los maes­ dente Oribe, Araúcho, amigo personal de este tros de este género que en Quintana alcan-

a s -A * - ísf-ss CUADERNOS BE MARCHA ló, entonces, su punto más alto. La Oda y el do, dos deliciosas composiciones en verso de Himno fueron interpretados en el teatro en carácter gauchesco: Carta de un gaucho a «t* la noche del 20 de febrero y, al día siguien­ proyectista del Banco de Buenos Aires, ya pis» te, "El Indicador" publicó uno y otra en sus blicado en 1828 y el Diálogo de dos gaucho*. columnas. Trejo y Lucero. En ellas, Araúcho deja a un Débese a Manuel de Araúcho la primera lado las pedantescas arpas cólicas |a litera­ traducción libre que se hizo en nuestro país tura académica de la época y descuelga su mo­ del Himno Nacional de los Estados Unidos desta guitarra criolla para darnos la más per­ de Norte América, Star Spangled Banner, de fecta y sincera teoría del arte gauchesco na­ F. S. Key, que fue publicado en “El Univer­ ciente. sal” del B0 de junio de 1834: "El Pabellón En ese mismo año, Araúcho inició una ges­ Brillante. / Himno Nacional de los Estados tión para que el gobierno de la República Unidos / de Norteamérica puesto en verso aprobara como Himno Nacional una canción Es / pañol por D. Manuel Araúcho, Sar / patriótica suya que comienza así: jento Mayor de Caballería de Línea, y / Fis­ “Viva en triunfo el ínvencibk cal Militar del Ejército de la Repú- / blica El Pueblo heróico Oriental Oriental del Uruguay. Que há jurado morir, ó ser libre ¿Habéis visto en la guerra el Alva pura A la sombra de palma inmortal”. (**) Que entre la luz, y estrellas centelleantes, Con muy buen tino, las autoridades, al pa­ Con ecos de los bronces retumbantes recer, no hicieron lugar a esta solicitud, toda Saludámos erguidos en la altura?"__, etc. vez que ya en 1833 hablan declarado oficial la El 25 de mayo de 1835 se publicó en Mon­ letra de Francisco Acuña de Figueroa, induda­ tevideo el primer libro de composiciones poé­ blemente más feliz. ticas de un escritor uruguayo: Un paso en el A mediados de la década 1830-1840, se re­ Pindó, de Manuel de Araúcho. En ese mismo gistró en Montevideo una epidemia de escar­ año se editó en Buenos Aires el primer tomo latina que diezmó a la población infantil. Fran­ de El Parnaso Oriental ó Guirnalda Poética cisco Acuña de Figueroa comentó este triste de la República Uruguaya", de Luciano Lira, acaecimiento en una conocidísima oda. El ci­ quien, al parecer, rechazó las poesías de Ma­ rujano portugués Pedro Pablo de Oliveira, que nuel de Araúcho según se desprende de una había venido a Montevideo con Lecor en 1817, nutrida controversia en los periódicos de la publicó su Memoria sobre la escarlatina en lá época que se cierra con estas palabras de un que atacaba a la Junta de Higiene, por un la­ aviso del editor del libro de Araúcho, al anun­ do, y a los representantes de específicos o dro­ ciar su aparición: “Un / paso en el Pindó / gas curativas, por otro. Injustamente contra la c[o]lección de poesías / del Sr. D. Manuel primera, porque en realidad encubría su diatri Araúcho / un tomo de 25 pliegos / Primera ba un desahogo contra un médico benemérito: obra de este género que se publica en este Teodoro M, Vilardebó. Entre los segundos se Estado Oriental del Uruguay por uno de sus hallaban precisamente Manuel de Araúcho re­ hijos. / Se hallará en la librería del Sr. D. presentante en Montevideo de la "Medicina Cu­ Jaime Hernández y en la imprenta de los rativa" o "Método de Le Roy”, que era algo Amigos, donde se ha impreso. Su precio es el así como un poderoso purgante o depurativo, de 14 reales por un ejemplar. No se halla en y al que Oliveira llamaba pintorescamente el Parnaso Oriental publicado en Buenos Ay- "bebistrajo incendiario”. Araúcho le salió al res, composición alguna de las que integran paso con la publicación de un folleto La ver­ esta obra. Ella contiene varias especies de me­ dad contra el error. Impugnación a la Memo­ tros y asuntos. Su autor parece que ha ensaya­ ria sobre la Escarlatina Publicada por el Dr. do en ella la majestad de Caliope y los en­ José P. de Olivera, editado por la Imprenta cantos de Erato sin dejar de ser inspirado al­ Oriental en 1836. (5S) De este curioso folleto guna vez por Olio, y Euterpe” .. ., etc. (3T) extraemos los siguientes párrafos que nos ilus­ Un paso en el Pindó está dedicado al Pre­ trarán con respecto a las andanzas y curiosas sidente de la República, don Manuel Oribe y actividades de nuestro poeta: "Ha sido mi lleva, al final, la lista de suscriptores entre carrera, como todos saben, muy diferente de los que hallamos, sintomáticamente, el nom­ la de Médico; y sólo he empleado en recorrer bre de Hilario Ascasubi. los autores clásicos acerca de la Cienc.a Y he aquí, que, entre esta ronda solemne de la Salud el tiempo de mis ocios milita­ áe musas helénicas, se deslizan, de contraban­ re«". . . "Dstapué* de barberas ItsUido en Bue-

aans.ig'Bi' la s? nos Aires practicando !á Medicina Curativa al ese estudio tomamos uti importante fragmento, ¡ado del Profesor D. Pedro Martínez, y haber dejando de lado al admirable estudio de los tenido allí la fortuna de curar infinitos enfer­ aspectos musicales de esta poesía. A su muerte mos, volví * mi amada Patria, y en ella, en Lauro Ayestarán dejó pronto el segundo tomo esta capital, he tenido el honor de haber asis­ de su antología de poetas gauchescos, y es de tido varías veces en sus enfermedades al pri­ esperar que la obra, completa, sea objeto de mer Magistrado [Manuel Oribe] y a su fami­ edición por el Ministerio de Cultura del lia’“, .. “'haber asistido a tantos en esta Ca­ Uruguay. pital, Canelones, Pysandú, Durasno, Cerro Lar­ go jet” , ., "Lea el Dr. la "Medicina Curativa", X O 7 A f *791012345 y los demás escritos que he citado, incluso el Semanario Científico que hemos publicado en (1) ConcolorcOrvO; El Lazarillo de ciego* ca­ Buenos Aires con el Profesor Martínez",,, minante* desde Buenos Aires hasta Lima, 1773. La actividad literaria de Manuel de Arad- (Reimpresión de la Junta de Historia y Numis­ dio continuó sin interrupción durante el ano mática Americaha), Buenos Aíres, 190B, pág, 25. (2) Informe del Virrey (Nicolás) Arredondo, 1837, en que estrenó, en la Casa de Comedias, fechado en. Buenos Aires, el 16 de marzo de su libre traducción, en verso castellano, de la 1795 y publicado en la Revista de la Biblioteca comedia en un acto de Alain René Le-Sage Pública de Buenos Aires, Buenos Aires, 1881. La Tontina o El espíritu de cuerpo represen­ Tomo III, págs. 327 y 332. tada con el siguiente reparto: (3) L. (ouis) A. (ntoine) de Bongainville: Voyage autour du monde par la frégate du Roi La Boudeuse, et la Flûte l'Etoile; en 1766, 1767, "Trusgalant, Doctor Médico: 1768 et 1769, Paris MDCCLXXI, pág. 39. Sr, Fernando Quijano (4) Informe del Virrey (Gabriel de) Avilé*, fe­ .Bolus, Boticario: chado en Buenos Aíres el 21 de mayt> de 1801 y publicado en la Revista de la Biblioteca Pú­ Sr, Manuel Martínez blica de Buenos Aires, Buenos Aires, 1631, To­ Erasto, amante de Mariana: mo III, pág. 455. Sr. Máximo Ximénez (5) Diego de Alvear: Diario de la segunda Mariana, hija de Trusgalartt: partida demarcadora de límites en la América Sra. Matilde Diez Meridional (1783-1791), publicado en Anale* da la Biblioteca, Buenos Aires, 1900, pàgs, 320 y 321. Crispí», criado de Erasto: 6) Pedro Novo y Colson: Viaje político- Sr. Juan Villar ino científico alrededor del mundo por las corbeta* Ambrosio, pupilo de Tmsgataim Descubierta y Atrevida al mando de los Capi­ Sr. Bernardina Hernández tanes de Navio B, Alejandro Malaspina y Don Prosina, criada de Mariana: José Bustamante y Guerra desde 1789 a 1794. Capítulo: “Estudio de las costumbres y descrip­ Sra. Petronila Serrrano ciones interesantes de la América del Sur", por Soldadera." José Espinosa y Tello. Subtítulo: “Descripción del que llaman guazo u hombre de campo”. Ma­ En ese mismo año, Luciano Lira, con quien drid, 1885, pág. 561, columna I. al parecer se había reconciliado, publicó su (7) Andrés de Oyárvide: Memoria geográ­ texto en el tercer tomo -de El Parnaso Orien­ fica de los viajes practicados desde Buenos Ai­ res hasta el Salto Grande del Paraná, en Colec­ tal. (M) ción histórica completa de los tratados, conven­ Y a partir de 1842 hemos perdido el rastro ciones, capitulaciones, armisticios, cuestione* de de Manuel de Araúcho, cuyas composiciones límites y otros actos diplomáticos y políticos de gauchescas figuran con honor al lado de los todos los estados comprendidos entre el golfo de México y cabo de Hornos, desde el año 1493 nombres mayores de este movimiento literario: ¡hasta nuestros días, de Carlos Calvo, París, 1865 Hidalgo y Ascasubí. y 1866, Tomos VU y VIII. 8) Diario de Aguirre, publicado en Anules El estudio de Lauro Ayestarán sobre La de la Biblioteca, Buenos Aires, 1905, Tomo IV, págs. (1) a 271. primitiva poesía gauchesca en el Uruguay, (9) ' Miguel Lastarria: Colonia* orientales del que es y sigue siendo el mejor trabajo pano­ Río Paraguay ô da la Piala, en Documentos pa­ rámico sobre ese período inicial de las letras ra la Historia Argentina, publicados por la Pe- gauchescas en el país, fue preparado como in­ cuitad de Filosofía y Letras, Buenos Aires, 1914, troducción a una prolija antología de poemas Tomo III. (10) Informe de D. Manuel Cipriano Melo, de 1812 a 1838, que se publicó en el primer sobre la otra Banda, límites, fuertes y guardias. número de la Revista del Instituto de Investi­ Buenos Aires, 16 de julio de 1799, en Colección gaciones y Archivos Literarios (año 1950): De histórica completa de los tratador Obra citada

r-Ai.tr IBA wwí Mutate«* de Carlos Calvo, París, 1869, Tomo XI, págs. Flan ále! s®SetF (Sartas to ¡» 2, W % (267) a 284. Montevideo, 1931. (11) El amor de la estanciera, editado por José M. Fernández Saldaba: Bleetasssi® «m - el Instituto de Literatura Argentina de la Fa­ guayo de biografías, 1810-1949, Montevideo, cultad de Filosofía y Letras de la Universidad págs. 044 a 646. de Buenos Aires. Sección Documentos, Tomo IV, Nicolás Fusco Sanacne: Vida y afesis áte Suss N'? 1, Buenos Aires, 1925. iolomé Hidalgo, Montevideo, (1944). (12) Emilio A. Coni: El gaucho, Buenos Ai­ Serafín J. García: Fanesassia d© S® res, 1945. gauchesca y naíívLsta del Uruguay, Montevideo 1941, págs. 13 a 35. (13) Juan Alfonso Carrizo: Antecedentes Ventura García Calderón j Hug® 13. Barbo» hispano-medioevales de la poesía tradicional ar­ gelata: La literatura uruguaya (1759-181?}, «te gentina, Buenos Aires (1945). la Revue Hispanique, París, 1917, tomo XL, pápb (14) Lauro Ayestarán: Un antecedente colo­ (415) a 425, y 534. nial de la poesía tradicional uruguaya, (Aparta­ Enrique García Velos®: Materia 4te te MLte» do de la Revista Histórica, Año XLII (21 época). satura Argentina, Buenos Airea, 18)14, p&gs. $f© Tomo XVI, Nos. 46-48, Montevideo, 1949. y 391. (15) La bibliografía de Bartolomé Hidalgo Arturo Gsménes Pastor: Lm Fastos áte te es ya bastante nutrida. He aquí una lista —que Revolución, Buenos Aires, 1917, pág®, 100 a 11 &, no pretende ser exhaustiva— de las antologías, Juan María Gutiérrez: América Poética, Vate exégesis y biografías, en las cuales figuro, espe­ paraíso, 1846, pág. 36L (Citado por Juan Mari® cialmente tratado, nuestro primitivo poeta: Gutiérrez: Biblioteca i© escritores ¡sn verso, «a Víctor Arreguine: Colección de poesías uru­ Revista del Rio de la Piafa, Buenos Airea, 1#?% guayas. Montevideo, 1895, págs. (88) a 77. tomo III, pág. 135 & 137.) Hugo D. Barbagelata: Úna Centuria Literaria Anita J. Wittstein: Poesías de lia Ani&sto (Poetas y prosistas uruguayos), 1800-1966, París, Meridional, Leipzig, 1867, págs. 288 e m (1923), págs. (32) a 36. La Lira Argentina, @ colección de las plesa® Francisco Bauzá: Estudios literarios, Monte­ poéticas, dada® a lus en Buenos Aires durante video, 1885, págs. (67) a 111. la guerra de au independencia, compilada pas? Jorge Luis Borges: La literatura gauchesca. Ramón Díaz @ impresa en París, pero fechad® Aspectos, en Marcha, Montevideo, N1? 306, del en la portada: Buenos-Ayres, 1824. (En el ®@= 2 de noviembre de 1945; 307, dei 9 de no­ rrer de los textos literarios se Indicara las págte viembre de 1945; N? 308, del 16 de noviembre ñas correspondientes). de 1945. Francisco Lagomaggions: La Asm irte® Lites©» Domingo A. Caillava: Historia de la litera­ rie, 24 edición, Bueno® Aire®, 1890, tomo I, pága, tura gauchesca en el Uruguay (I810-194O), Mon­ 254 y 311 a 314. tevideo, 1945, págs. 29 a 38. Lauxax: Motivos é» tarifica hispan®-amoíi$&> Angel Justiniano Carranza: La resurrección nos, Montevideo, I®14, págs, (143) ® 140. de Hidalgo, en El Plata Literario, Buenos Aires, Martíniano Leguizamón: B® cepa eriolls, L® 1876. (Citado por Martíniano Leguizamón: El Plata, 1908, págs. 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II,págs. 468 y 469, El Parnaso Oriental & Guirnalda poética de Marcelino Menéi.dez y P 'layo: Antología áfi le República Uruguaya, compilado por Luciano Poetas hispano-americanos, publicada por i® ResU Lira, 3 tomos, Buenos Aires, 1835 y Montevideo, Academia Española, tomo IV, Madrid, 1395, págs. 1837. (En el correr de los textos literarios se (425) a 434. indican las páginas correspondientes). Raúl Montero Busttun&nte: El Pamas® Mario Maleáo Espalter: El poeta Oriental Sal, Montevideo, 1905, pág®. 24 a 27. Bartolomé Hidalgo, Montevideo, 1918. Ismael Moya: Romanéese, Buenos Aires, 1®410 Mario Falcáo Espalter: El Poeta Uruguay© tomo i, págs. 312 a 325. Bartolomé Hidalgo. Su vida y sus obras, segun­ da edición, Madrid, MCMXXIX. Calixto Oyuela: Antología de poetas, hispan®» Mario Falcáo Espalter: Antología de poetas americanos, Buenos Aire®, tomo £, págs. 513 Si uruguayos, 1807-1921, Montevideo, 1921, tomo I, 531. págs. 35 a 49. José Pereira Rodríguez: H verso gauchesco, Mario Falcáo Espalter: La poesía gauchesca en k Reviste Naeienal, Montevideo, marzo da en Historia Sintética de la Literatura Uruguaya, 1938, año I, W \ págs. (460) & 483.

NUMERO «/OCTUBRE PA®. fe)© José Rivera Indarte: Colección de poetas del America", London, 1803, págs. 65 y 66. Y Diario Rio 'de le Plata, Montevideo, 1842. (Citada por de la Expedición del Brigadier General Crau- Martiniano Leguizamón: El primer poeta criollo furd. en la Revista Histórica, Montevideo. 1917, del Río de la Plata, obra citada, pág. 5). tomo VIII, págs, 209 y 210. Ricardo Rojas: La Literatura Argentina, to­ (21) Acuerdos del Extinguido de mos I y II, Los Gauchescos, 27 edición, Buenos Montevideo, editado por el Archivo General de Aires, 1924, págs. (463) a 484 v (495) a 515 la Nación; sesión del Cabildo, del 4 de junio Carlos Roxlo: Historia crítica de la litera­ de 1817; Montevideo, 1939, volumen 13, pág. 110. tura uruguaya, tomo I, Montevideo, 1912, págs. (22) Ibidem; sesión del Cabildo, del 6 de 36 a 48. junio de 1817; pág. 115. Luis Alberto Sánchez: Nueva Historia de la (23) Manuscrito N7 7611 de la Biblioteca Na- Literatura Americana, Buenos Aires, (1044), pá­ dona] de Buenos Aires, Colección Olaguer y Fe- ginas 118 y 119. iiú, publicado en el libro de Celina Sabor de Domingo F. Sarmiento: Viajes, tomo I, San­ Cortázar. Las esposas vengadas y La Elicene, . tiago de Chile, 1840, pág. 85. Noticias para iá Historia del Teatro Nacional, Eleuterio F. Tiscornia: Poetas gauchescos. Nó 9, Instituto de Literatura Argentina, de .a Hidalgo-Ascasubi-Del Campo, Buenos Aires, 1940, Facultad de Filosofía y Letras de la Univtrsi- págs. (7) a 11, 47 a 93 y (349) a 355. dad d Buenos Aires; Buenos Aires, 1940, págs. Estanislao S. Zeballos: Cancionero Popular 303 y 304. de la Revista de Derecho, Historia y Letras, to­ (24) El Universal, Montevideo, del 17. de ju­ mo I, Buenos Aires* 1905, págs. 237 a 244, 153, lio de 1830. 176, 211 a 215, 237 a 254 y 256 a 258. (25) Carta de Joaquín de la áagra y Periz Alberto Zum Felde: Proceso intelectual del a Agustín Rodríguez, fechada en Montevideo el 'Uruguay y crítica de su literatura, tomo I, Mon­ 17 de mayo de 1817. (Copiador de cartas de Joa­ tevideo, 1930, págs. 69 a 80. quín de la Sagra y Periz, manuscrito en poder Artículo sobre Hidalgo y transcripción de de la Srta. María Penco y Sagra, folio 22). uno de sus diálogos en el periódico "La Discu­ (26) Mario Falcáo Espalter: El Poeta Uru­ sión1’, Montevideo, 4 de setiembre de 1861. guayo Bartolomé Hidalgo. Su vida j sus obras, 16)- "Dn, Bartdlomé Hidalgo. / Nació en ya citado, pág. 63, Montevideo, el 24 de agosto de 1791. Sus prin­ '27) Emilio Mangei du Mesnil: Notorieda­ cipios fueron humildes, y sus primeros anos los des del Plata. Hilario Ascasubi, Buenos Aires, pasó de mozo de barbería. Abrazó con ardor la 1862. revolución americana y obtuvo un empleo en (28) José M. Torres Caicedo: biografía de ei ejército patriota. Pasó a Buenos-Ayres como Hilario Ascasubi en el Correo de Ultramar, Pa­ partidario del gobierno general délas Provincias rís, 24 de julio de 1861, reproducida en ei libro Unidas, y allí obtuvo un empleo en la Aduana. de Hilario Ascasubi, Santos Vega, París, 1872, Casó con una dama de Buenos-Ayres y falleció págs. XIII a XVI. de una afección pulmonar. / Era de constitu­ (29) 3énédiet Gallet de Kulture* Quelques ción débil y enfermiza, pero de clarísimo inge­ mois le biographie el une page d'hisiolre. Le eo- nio poético, y si hubiera tenido bueno., modelos, lonel Hilario Ascasubi, París, 1863. pues nunca leyó otros poetas que los déla lengua (30) Heraclio C. Fajardo: Notoriedades del castellana, única que sabía, y hubiera tenido Plata. Hilario Ascasubi, publicado en Buenos Ai­ más tiempo desembarazado nos hubiera dejado res el 15 de marzo de 1862, y transcrito en el obras de más aliento poético que las q.e de él libro de Hilario Ascasubi, Santos Vega, París, poseemos. Puede decirse que es el fundador del 1872, págs. XLI a XLIV. remanse nacional gaucho, género en el que has­ (31) Rafael Hernández: Pehuajó. Nomencla­ ta hoy no tiene rival”. (Antología poética reu­ tura de calles. Breve noticia sobre los poetas ar­ nida por Andrés Sarnas. Museo Histórico Nacio­ gentinos que en ellas se conmemoran, Buenos Ai­ nal. Montevideo. Archivo y Biblioteca “Pablo res, 1896, págs. 45 a 50. Blanco Acevedo’’. Colección de Manuscritos, to­ (32) Ricardo Rojas: La Literatura Argentina, mo 75, folio 24), tomo II, Los Gauchescos, 2? edición, Buenos Aí­ (17) Martiniano Leguizamón: El primer poe­ res, 1924, págs. (621) a 688 y (715) a 743. ta criollo del Río de la Plata, obra citada, págs. (33) Martiniano Leguizamón: Ascasubi en 15 y 16. Montevideo, en la Revista Histórica, Montevi­ (18) Gazeía de Montevideo, Montevideo. 24 deo, 1922, tomo X, págs, (705) a 719. de abril de 1811. (Referencia comunicada por el (34) Eleuterio F. Tiscornia: Poetas gauches­ historiador 'señor Juan E. Pivel Devoto). cos. Hidalgo-Ascasubi-Del Campo. Buenos Aíres, (19) Testamentaría de Manuel Cipriano de 1940, págs. (12) a 20 y 355 a 358, Meló. Escribanía de Gobierno y Hacienda. Mon­ (35) Manuel Mujica Láinez: Vida de Aniceto tevideo, Año 1813, dociwnento N7 45, folio 12. •i Gallo (Hilario Ascasubi), Buenos Aires, (1943), (Transcrita parcialmente en Crónica de una (36) Rafael Hernández: obra citada, pág. 46. temporada musical en el Montevideo de 1830, de (37) Hilario Ascasubi: Aniceto el Gallo, Pa­ Lauro Ay estarán, Montevideo, 1943, págs. 67 y rís, 1872, págs. 4 y 5. 68). (38) Archivo General de la Nación. Monte­ 20) The Southern Star, Montevideo, 23 de video. Fondo ex-Archivo General Administrati­ mayo de 1807. A genileman recenily re turneó: vo, Caja 611, carpeta N7 4. "Notes en the vieereyaUy oí La Plata m South (39) Antonio Zinny: Historia d» 1« prensa

P 4 G . SS6 S E SJL*_KÍSJ-Í^: periódica de Jü República Oriental del Uruguay, la Faina Vieja, Buenos Aires, (1942), pag. KKK Buenos Aires, 1883, pág. 3. 48) Carta de Manuel de Araúcho a Juan. (40) Idem, pág. 174. A. Lavalleja, publicada en Documentos para la (41) Ibidem, págs. 174 y 175. Historia Naelonab en la Revista Histórica, tomo (42) Archivo de la Catedral de Montevideo. X, N7 29, Montevideo, mayo dé MCMXXII, pág. Libro N? 7 de Matrimonios, folio 202. Véase, 629. además, la lámina correspondiente. (49) Carta de Manuel de Araúcho & Cario» (43) Comercio del Plata, Montevideo,, del 3 María de Alvear, publicada en Archivo del Ge» de febrero de 1847, neral Juan A. Lavalleja, (1326-1927), editado pw (44) Comercio del Plata, Montevideo, del 12 el Archivo General de la Nación, Montevideo, de diciembre de 1851. MCMXXXV, págs. 356 a 360. (45) Eleuterio F. Tiscornia: obra citada, pá­ (50) Archivo de la Inspección General del ginas 17 y 18. Ejército. Montevideo, Legajos Personales: Ma­ nuel de Araúcho. Legajo 182, Carpeta 50. (46) “Én quince de FebV de mil ochocien­ (51) Ibidem. tos y tres yo d.d. Pedro Vidal Beneficiado déla (52) Antonio Zinny: obra citada, págs. 4 y 6, Iglesia Matriz de MontV por comisión especial (53) Idem, ídem,' pág. 378. desu Cura Vicario dJ> Juan José Ortiz baptize (54) Ibidem, pág. 97. solemnemJe a Manuel Ramón Valentín q. nació (55) Ibidem, pág. 222. ayer hijo legítimo de d,n Pascual Araúcho, y de (56) El Universal, Montevideo, del 20 de fe­ d.4 Ramona Correa; Abuelos Paternos d.n Antonio brero de 1832, Araúcho y d.1* Pascuala Meline: Maternos d.n (57) El Universal, Montevideo, del 15 d® ju­ Franc.co Correa, y d.a María Antonia Rodríguez: nio de 1835. Padrino: d.n Melchor de la Iglesia á quien previne (58) El Nadan»!, Montevideo, del 13 de abril el parentesco y sus obligaciones á presencia de d.n de 1835. Ant.9 Fillol q.e sirvió de testigo y por verdad (59) Ejemplar existente ®n nuestre Muse» lo firmo (fdo.) Dor Pedro Vidal". — (Archivo de Histórico Nacional, Archivo y Biblioteca “Pabla la Catedral de Montevideo, "Libro Nono de Blanco Acevedo”. Bautismos que empieza en veinte de octubre de (60) El Parnaso Oriental o Guirnalda Poéti­ 1800", folios 227 vía. y 228). ca de la República Uruguaya, Montevideo, 108?, (47) Luis Enrique Azaróla Gil: Apellidos de tomo III, pág. [66],

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