Una trans.Rarencia del barroco:

Fidel Villar Ribot 114 A II otrl orlNI del no dI Clnonlcl, Inlrente del PI'IUO Duel'e, .1 ub/clbl e' O.pedele, el .. qUI reunll un centro de pUb/Ice 1.I.tencll .enltlna, un colegIo, un conlerolltono. (Esellerl de lo. Glglnte. del Pllluo Duce").

N la cronología natal de Antonio Vivaldi las opiniones se diver­ sifican. Para unos, el prete rosso nació en el año 1675, mientras E que otros afirman que vio la luz primera en 1678. Las investiga­ ciones más recientes y serias abogan por esta última fecha. Se conme­ mora, pues, en este año el tercer centenario de su nacimiento. Las pre­ sentes páginas quieren ser un redivivo recordatorio de una de las figuras más transparentes de la cultura barroca y la más representativa sin duda en materia musical de tal época.

115 APUNTE BIOGRAFICO Nace Antonio Lucio Vivaldi en Venecia, en el barrio de san Martina, Undante al tia Ca' di Dio, en el seno de una familia de la que po­ seemos escasos datos. Se sabe que su padre, Juan Bautista, fue violinista de la capilla du­ cal y que tuvo dos hermanos -al menos de los que se tengan noticias- que disfrutaron de una dudosa fama en Venecia y hasta llega­ ron a ser expulsados de esta ciudad. Antonio Vivaldi fue bautizado en la iglesia de san Juan de Bragora. Temprano la orienta­ ción paterna le hace inclinarse por el sacer­ docio. Ingresa en el seminario de san Gemi­ niano, en cuya iglesia cantará su primera misa. En 1693 recibe la tonsura: se ordena de subdiácono en 1699, de diácono al año si­ guiente y es, por fin. sacerdote en 1703. El mU$lco, anciano de se­ lenta y dos años, casI arruInado y con la enler­ medad recrudecIda, es an VIena un deste"ado real. Y lIege asi el postrer mo­ mento de 5U muerte. (El unlco retrato auténtico de Antonio Vlvaldl, realizado porLeone Ghfn:zl, en 1723).

En el campo de las composiciones Instrumentales, Vlvaldl Inltaura et mil s vaslo mundo musIcal que la epoca barroca ha • conocido. ("La Plazza!!. en 1834,., datalle elel cuadro de J.-B. Coral. Musao dal Louvre). 116 •

~L. s Cuatro Estacione .. • on claramente el mayor logro descrlpllvo que alcanzó Vivaldl en IU v ..ta tr.~. c tor l . musical. Fondo y lorma l e han tundido en un e'lado de pureza y per1eccI61'1 pocas vec•• conseguIdo en la hl,lorl. d. la muslea. (Ritmo 'f luz: La Ce' d'Oro).

Por propias declaraciones y por testimonios Ahora bien, este mal no nos puede inducir a ajenos. sabemos que Vivaldi padeció desde su pensar en u n Vivaldi reclu ido anacoreta· nacimiento una fuerte dolo;:ncia asmática. mente en su casa, componiendo de continuo Sus primeros días fueron una lucha con la !!n la soledad compartida de un instrumento muerte, lo que hizo que rt!cibit:se los auxilios musical que le jnformara sobre los pasos per­ bautismales de manos de la propia partera. fectos y cercanos de la m uerte. Porque Vi valdi E n ocasiones esta enfermedad SI;! hará tema de fue Jovial en su música y fervoroso de la vida, dolorosas confesiones, como en una cana de a la que se entregó con la inLensidad del ins­ 1737. en la que afirma: «No puedo andar a tante. causa de este mal de pecho. o mejor dicho de La carrera m usical de Antonio Vivaldi es un esta estrechez de pecho». éxilo sin desenlace. E l l'Iño de su ordenación 117 sacerdotal, J 703, es nombrado maestro de Principe Filippo Landgravio Hassia-Darm­ coros y conciertos en el Ospedale della Pietá, stadt». Este noble poseía el landgraviato de centro de la música de cámara veneciana. Hesse (Alemania) y mantenía poderes en la y así, muy pronto el prestigio del prete rosso corte de Mantua. El músico se desplaza a esta creció, pasando de ser un buen «musico di villa y reside en ella por tres años: .. En Mantua violino» -en la cabecera de sus primeras pie· estuve tres años al servicio del piadosísimo zas (l70S)-, a convertirse en «maestro di Príncipe de Darmstadt», nos dice el propio Vi­ concerti », tal como figura en el conjunto de valdi. De este período cabe recordar el estreno las doce sonatas de la Opus 11 (1709). de tres óperas en Venecia y una pieza orquestal A la otra orilla del río di Canonica, enfrente que sirvió para inaugurar en Florencia el Tea­ del Palazzo Ducale, se ubicaba el Ospcdalc. tro de la Pérgola. Pero, junto a estas agra- casa que reunia un dables nuevas, Vi val­ centro de pública di sufre en los últimos asistencia sanitaria, momentos de su es­ un colegio y un con· tancia mantuana un serva torio. Los músi· serio contratiempo. cos de la Pietá goza· Nos referimos al anó• ban de una merecida nimo libelo -atri­ fama y sin duda cn­ buible sin duda a un tre sus 75 profesores tal B. Marcello-- que pudo encontrar Vi­ ha circulado por toda val di los grandes so­ Venecia, por medio listas que necesitaba del cual el empresa­ para la ejecución de rio del teatro del San­ sus partituras. to Angel. no otro que Vivaldi comienza a el mismísimo Vival­ trabajar en encargos di, queda vilipendia­ de conciertos. Con la do en una sardónica venta de éstos y el re­ caricatura. Nuestro ducido sueldo que re­ músico había entra­ cibe en el Ospedale. do en contacto con tal loc'al de ópera, siendo se mantiene. primero socio y luego En 171] publica en empresario respon­ Amsterdam la Opus sable de una amplia lIT. Se trata de una lista de representa­ serie de 12 concerti ciones. Un oscuro su­ grossi a los que titula CCSu, relacionado con el «Estro Armonico». ~'I secuestro de unas En 1712 se edita. a su Cada uno de lo • l'antantes, ensombre­ .. Sonel!o dlmOSlr,lIvo ce:rá en cierta medi­ vez, otra serie de doc~' .opra il Coneer1o conciertos, la Opus lnl¡lolalo ... ~ resulta sar da las relaciones en­ una aclaración IV, bajo el título de IIIar8rla sobre lo que al ln.' el empresario Vi­ .La Stravaganza». Al conclerlo expresa. \'aldi y el teatro del (Perlona,e. de la obra año siguiente, la di,,: de Cario Goldon;; Santo Angel, sobre el rección del Ospedale ~ Barulla an que ya pesaba un te­ Chloggl,~). le permite ausentar- nebroso asunto de ce- se por un mes, lo que sión de terrenos. Pero aprovecha para viajar pur Europa. Pero estos lodo dlu no es óbice: para que el maestro con­ desplazamientos se harán paulatinamente tinúe en su labor creadora y en la acumula­ tan continuos que los administradores del ción de exitoso Dos son los más importantes conservatorio de la Pietá le advertirán sobre en el siguiente período vital del músico. En el cumplimiento de sus obligaciones, viéndose 1722 Roma acoge a Vivaldi con los calores de obligados a permitir las ausencias del maes­ la admiración por medio del papa Benedic­ tro, pero ya sin remuneración de ninguna to XITI. Yen 1728, el césal' Carlos VI, empera­ clase. dor y tercer rey de España. de Bohemia y de El reconocimiento de Vivaldi cobra un punto Hungría -Ial reza en la dedicatoria vi val­ álgido en 1717, cuando es nombrado .. Maes­ diana de la Opus IX- hace llamal' al músico tro di Capella e di Camera de SA.S. il signo!' veneciano a Trieste, en donde departen du- 118 rante largo tiempo entre la sorpresa completa piezas del veneciano, transcripciones que de toda la corte. El monarca obsequió con indudablemente dejarán impresa su huella en valiosos regalos a Vivaldi. Pero en medio de algunas partituras del autor de los .Concier­ este período ha transcurrido el año 1725. En tos de Brandeburgo». Desde aquí es obligado él aparece la Opus V1lI, colección de doce acudir al presente siglo, en e! que sucede la conciertos titulada.Il Cimento dell'Armonia auténtica valorización de! prete rosso. Han e deIl1nvenzione». De ellos, los cuatro pri­ colaborado en ello críticos musicales como meros se harán rápidamente conocidísimos: Pincherle, Fanna y Ryom, quienes han puesto son los denominados .le Quattro Stagioni», en ordenación la obra completa vivaldiana, en los que Vival¿i celebra la festividad anual e investigadores como Paul y Gallo, que han de la existencia humana en la naturaleza, con dado a conocer cruciales datos biográficos un rigor lírico e ins- ,------, del músico. trumentalmente vir- Hoy, Vivaldi disfruta tuosístico a cargo del de una relativamente violín, que conver­ amplia atención tan­ tirá a estos cuatro to en los catálogos de concertt en las piezas las casas discográfi­ más renombradas del cascomo en los reper­ abate veneciano. torios musicales de De 1729 a 1733 datan los mejores solistas y los viajes de Vivaldi grupos instrumenta­ por la zona del Danu­ les, entre los que ca­ bio. Viena será una bria destacar por pro­ ciudad que lo des­ pios méritos al con­ lumbra. En J 737 se junto.r Musici», del edita en París la Opus que, entre otras mu­ XnI, conjunto de seis chas, es memorable sonatas tituladas ell su gra bación de • las pastor Fido». Valga Cuatro Estaciones», esta muestra para lo que les valió un afirmar una vez más gran premio interna­ el amplio reconoci­ cional en J 956. Pero, miento que toda Eu­ sea como fuere, el ca­ ropa le depara al so es que Antonio Vi­ prete rosso. valdi aún aguarda, prendido a los calen­ La impresión causa­ darios del tiempo ya da por Viena le hace a los límites del espa­ Vivaldi tornar a ella cio, la entrega que lo en 1740. Pero el Vi­ revele definitiva­ valdi de estos últimos mente. instantes no es ya ni con mucho la som bra de aquella rutilante PRQDUCCION luz que destelló los ámbitos cameristicos MUSICAL y sociales de Venecia. El músico, anciano la producción musi­ de sesenta y dos años, casi arruinado y con la cal de Vivaldi se divide en dos grandes capítu• enfermedad recrudecida, es en Viena un des­ los: piezas vocales y piezas instrumentales. terrado real. Y llega asi el postrer momento Entre las pl'imeras se encuentran unas cin­ de su muerte. Con un rito sencillo y con esca~a cuenta obras sacras. numerosas cantatas, cua­ asistencia de personas, el 28 de julio de 1741 renta óperas y un hermoso oratorio titulado es enterrado en el cementerio del centro sa­ cduditha triumphans» (1716), basado en un nitario próximo a la casa de un tal señor tcma del Antiguo Testamento. Satler, en donde falleció. Oc entre las cantatas. destacaríamos la de­ Con su muerte, Vivaldi desaparece de la es­ nominada .La Scine en relC» (1729), más cena musical europea. Sólo luego un J. S. por la música, bellamente desarrollada. Bach hará frecuentes transcripciones de las quc pOI' la letra; su~ dieciseis números son 119 Recitativo-AlIegro-AlJegro (el segundo al\e­ gro, e.iecutado en compás 2/4, mientras los otros lo son en 3/4, hace la función del largo), en donde la voz solista realiza modulaciones y timbres que nos evocan el ai,'oso movimiento del violín en ciertos pasajes de ce Las Cuatro Estaciones» con ecos atribuibles desde luego a un afán conciliador del fondo y la forma por ese feliz descriptivismo tan peculiar de Vival­ di. Entre las composiciones sacras -reciente­ mente restituidas- vamos a destacar la musi­ cación del primer salmo de la festividad de Vísperas, el ce », RV 594, hallado en la Biblioteca Nacional de Tudn. El prete rosso resudve la materia literaria en diez mo­ vimientos con la maiestuosidad del coro yor­ questa dobles. Seis de tales movimientos es­ tán confiados a los coros, demostrando una vez más el dominio vivaldiano de la técnica de los cori battentl. Dos sopranos, una contralto, un tena" y un bajo dan la dicción de la fervo­ rosa vocación de Vivaldi por cuanto signifique CUlndo Alijo ClrpenUer, en IU mlrlvllloso "Concl.no Berroco .. , la creencia monumental de lo divino. El «Glo­ Iflrml qUI, .lunquI 101 Ilglol no recordlron nldl, '1 II "Itlml ria» final es una composición de tan elevado POrquI Iquello erl 'In digno d. olrll como de verle..•• , hemol de IHnllr 1 ello como verdad '1elperer, cuando menoltlvor..::ldll por carácter que se hace difícil hallar una enula­ lile tlreer clntlnlrlo. II reluftecelón 6efl nillv 1 di Anlonlo Vlvlldl. ción en el panorama de la música sacra. (El Leon de Sin Mlreo., In I1 PIIlI de le Señoril, de Venecll). A través de toda la obra, la secuencia melódica una exaltación del recién nacido Luis XV. bascula entre la prístina transparencia y la En el terreno operístico, sobresalesin duda por más acaparadora densidad, lo cual le propor­ su modélica realización y la fama que obtuvo, ciona a este salmo 109 musicado el veredicto la titulada .. » (1732), que sirvió de pieza polifónica maestra. No en vano se la en su estreno para la inauguración de un tea­ ha comparado con «La Pasión según san Ma­ tro en Verona. Melodía y drama se aúnan para teo» de Sacho dar un espectáculo deslumbrante en dondt:: el y llegamos así al campo de las composiciones lema de los amores de Licori y Osmino dota a instrumentales. Aquí Vivaldi instaura el más la representación de un carácter netamente vasto mundo musical que la época ba'Toca ha teatral. aun cuandu Vivaldi reduzca en esta conocido. Sería vana ilusión el pretender re­ ocasión los recursos escénicos a la más ele­ correr tal aspecto en su dedicación completa. mental economía. Un aria, en la que la voz Por ende, sólo escogeremos tres ejemplos, sin cobra valores casi superiores al movimiento que ello aluda a sobresalientes calificaciones de los instrumentos solistas, sine de inicio previas, para una posterior recurrencia en este tipo de Los tres conciertos para mandolina -PV. 16, composición, como en la denominada ce Des, 133, 134--significan en la obra del veneciano tino avaro», en donde la voz comulga total­ la demostración de que no hay en principio mente con las calidades de los instl''UmenlOS instrumento alguno menospreciable para la de viento. El uso de los temas bucólico,pasto• labor de solista. La mandolina, ante todo po­ riles será frecuente en nuestro músico y quizás pular, obtiene con Vivaldi un impulso capital. posea mayor importancia en el terreno del Igual suceded con la tiOl'ba y, en general, con instrumentalismo, por cuanto comporta la todos Jos instrumentos de cuerdas pinzadas. aparición de unos recursos estilísticos de in­ Estos tres conciertos parece que se compusie­ calculable valor y trascendencia. Dentro de mn para el marqués G. Bcnti"oglio de Ferrara esta misma linea, pCI'O en su vertiente religio­ que, por placer, frecuentaba el uso de la man­ sa, hay que entender el molete- ceCanta in pra­ dolina. Dc ellos, el que resulla más complejo, to» -composición número 623 del catálogo hermoso y completo es el escrito en Do mayor Ryom-, escrito para soprano, cue-rda y conti­ (PV. 16). Se ejecuta con la doble presencia de nuo. Son cuatro sus movimientos, aunque mandolina, tiorba, nauta, salmoc-antecesor puede esquematizarse en la estructu,'a tripa,'­ del clarinete- y violin in tromba marina, tita de los concerti. Su secuencia es Allegro· ,iunto al violoncelo. Su tono de celebración 120 expresa una crecida felicidad, enmarcada reducida e ínfimamente connotada la libertad formalmente entre remembranzas de los artes vivaldiana que sólo por estos cua tro conciertos de tañer renacentjstas y la más actual configu­ merece ya permanecer en los frisos de los pór• ración de los gestos musicales propiamente ticos de la , y no es de éstos por estar el barrocos. prete rosso bajo voto de pobreza y humildad Dentro del frecuente bucolismo vivaldiano se sacerdota les. encuentra la Opus XlIl, colección de seis sona­ "Las Cuatro Estaciones» son claramente el tas titulada «11 pastor fido», que apareció en mayor logro descriptivo que alcanzó Vivaldi París en 1737. La obra es un homenaJe a la en su vasta trayectoria musical. Fondo y «Arninta. de Torcuato Tasso. El uso de la vie­ forma se han fundido en un estado de pureza y Ila aporta un pretendido arcaísmo que nos perfección pocas veces conseguido en la histo­ hace respirar pronto aires medievales. Poste­ ria de la música. riormente la conJunción entre los instrumen­ tos de viento -flauta, oboe- y el clavecín nos hunde en el renacentismo propio de los desde­ CELEBRACION y FUGA nes de la pastora de Tasso. Nos enfrentamos con un caso en el que Vivaldi no concede pá­ Lo que Vivaldi representa en la historia de la bulo al préstamo mimético de lo literario, sino música seria muy difíci l y extenso de referir en que, fuera de caer en lo narrativo, construye esta breve nota recordatoria que quiere de una ambientación histórica de la creación fan­ todo menos un lapidario gesto. El descubri­ tástica. miento del veneciano ocurrió al investigar en Es de advertir que estas seis sonatas están el siglo pasado las obras de Bach, encontrán­ escritas ad Ilbiturn para el conJunto solista, dose sorprendentemente en sus partituras la con lo cual la libertad es entusiasmo de crea­ sombra de un músico hasta entonces descono­ ción, y que tres de ellas -1,2 Y 5- se resuel­ cido que invitó por sí solo a desvelarse. Ale­ ven al estilo francés. mania, Francia e Italia sacaron a la luz sucesi­ El naturalismo de ,,11 pastor fido» es un triunfo vamente las creaciones vivaldianas y, ante el típicamente vivaldiano con tintes de perenne hallazgo de tal calidad, fue haciéndose un in­ alegría, y conste que tiene su autor al compo­ tento reivindicativo de sus obras. Los numero­ nerla casi sesenta años. iPertinaz jovialidad! sos manuscritos de Vivaldi se hallan desper­ Pero sin duda alguna las piezas más conocidas digados por casi toda Europa, aunque es la de la producción vivaldiana son los cuatro Biblioteca Nacional de Turin, gracias a la ge­ pri meros conciertos de la Opus VIII, «n Ci­ nerosa donación de los mecenas piamonteses mento dell'Armonia e dell'Jnvenzionell, más Foay Giordano, la que ha disfrutado de mayor renombrados por el título de« Le Qualtro Sta­ fortuna, pues posee más de cuatrocientos en­ gioni». treóperas, piezas sacras, cantatas, etc_ Todo lo En muy pocas ocasiones fechó Vivaldi sus cual representa las dos terceras partes de la creaciones. Es por ello que en el caso que producción vivaldiana conocida. ahora nos ocupa, nada sepamos sobre su cro­ nología. Obviamente fueron anteriores a 1725. Pero, sea como fuere, el caso es que Vivaldi Los cuatro conciertos van precedidos de sen­ aún hoy continúa aguardando nuevas catalo­ dos sonetos de los que se desconoce el autor, gaciones, estudios biográficos y ensayos musi­ aunque todo se inclina por responsabilizar de cales más completos. Se hace obligado reco­ ello al propio Vivaldi. Cada uno de los ,,50- nocer que no ha sido un músico que haya dis­ netto dimostrativo sopra il ¡ntitola­ frutado de suerte en la dedicación critica. lo ...• resulta ser uno aclaración literaria sobre y así, cuando Alejo Carpentier en su maravi­ lo queel concierto expresa. La orquestación de lloso «Concierto Barroco. -narración sur­ «Las Cuatro Estaciones» se basa en el violín gida al hilo de la ópera «Moctezuma» de Vi­ solista, violoncelos, violines adjuntos y c1ave­ valdi- afirma que, «aunque los siglos no re­ cín. Alternan los modos mayor y menor, y sus cordaron nada, y es lástima porque aquello notas respectivas, según el orden Primavera, era tan digno de oírse como de verse ... », hemos Verano, Otoño e Invierno, son mi, sol, fa y fa. de asentir a ello como verdad y esperar, La aparición del violín sólo es un canto de cuando menos favorecida por este tercercen­ contemplación cósmica y natural del hombre tenado, la resurrección definitiva. Porque An­ que dice su gozo admirado. Pero hay que reco­ tonio Vivaldi, ese prcte rosso encendido en la nocer que cuanto se pueda escribir sobre esta llama del violín para la eternidad, no debe ser obt-a será un cúmulo de sensaciones percibi­ mera reliquia histórica, sino viva presencia das lan sensualmente a como fueron compues­ edificante de la esperanza humana que tas. O i:l;!n'- a cabo tal tentación, veríamos confirma la existencia y el arte. F. V. R. 121