EL COLEGIO DE MICHOACAN, A.C. CENTRO DE ESTUDIOS EN GEOGRAFÍA HUMANA CEGH. EXTENSIÓN LA PIEDAD, MICH.

TERRITORIALIDADES ANDINAS EN EL VALLE DE FRENTE A LA MODERNIDAD, LA MODERNIZACIÓN Y EL DESARROLLISMO.

TESIS PRESENTADA

PARA OBTENER EL GRADO DE

MAESTRO EN GEOGRAFÍA HUMANA

POR

RODRIGO HERNÁN CHAPARRO MONTAÑA.

COMITE EVALUADOR:

DIRECTORA: DRA. LETICIA ISABEL MEJIA GUADARRAMA.

DIRECTOR: DR. OCTAVIO MARTÍN GONZÁLEZ SANTANA.

LECTORA: DRA. NICOLA M. KEILBACH BAER.

LECTOR: DR. HIRINEO MARTÍNEZ BARRAGÁN.

LA PIEDAD, MICHOACÁN. MARZO DE 2017.

1 2 CONTENIDO

INTRODUCCIÓN...... 14

CAPÍTULO UNO. TERRITORIALIDADES EN LA GEOHISTORIA DEL VALLE DE SOGAMOSO...... 23

La Modernidad y la invención del Valle de Sogamoso...... 24 Sentipensar para visibilizar las territorialidades del Valle de Sogamoso...... 31 El Valle de Sogamoso: Delimitación Teórico-Metodológica...... 33

CAPÍTULO DOS. ASPECTOS GENERALES DE LA DINÁMICA GEOHISTÓRICA DEL VALLE DE SOGAMOSO...... 45

Contexto geohistórico del Valle de Sogamoso...... 46 - Territorialidad y Violencia...... 46 - El Reformismo liberal como imagen de modernidad...... 53 La Población en el Valle de Sogamoso...... 57 - La Escala Micro [Sogamoso]: La formación espacial de la modernización...... 62 - La Escala Media [El Valle de Sogamoso]: La Ruralidad y su papel en la formación espacial de la modernización...... 73 - La Escala Macro [La Conexión con Casanare]: Violencia y reconfiguración inter-territorial...... 80 Tierra y Propiedad en el Valle de Sogamoso...... 83 - La Ganadería y la Agricultura como principios de territorialidad local (Período 1930-1945)...... 90 - La Transición hacia una territorialidad de la modernización: La Urbanización (Período 1946-1953)... 99 - Modernización y Reterritorialización Rural (Período 1954-1965)...... 104 - Acercamiento a algunos aspectos de la lógica toponímica en las tierras de Sogamoso...... 106

CÁPITULO TRES. LA INVENCIÓN MODERNA DEL VALLE DE SOGAMOSO COMO TERRITORIO DESARROLLADO...... 114

Utopía Industrial y Territorialidad Rural: El marco de una conciencia de la modernidad...... 116 La Planificación del Desarrollo y el Poder Regional: El BIRF y el proyecto Siderúrgico...... 121 Pre-Modernidad Territorial...... 128

CAPÍTULO CUATRO. DE LA INVENCIÓN DEL VALLE DE SOGAMOSO AL TERRITORIO COMO DIFERENCIA SENTIPENSADA...... 132

Un Acercamiento a la activa territorialidad del Valle de Sogamoso...... 134 Sentipensar como Diferencia el Trópico del Valle de Sogamoso...... 141

CAPÍTULO CINCO. MULTITERRITORIALIADAD DEL VALLE DE LA GEA Y LAS CACHANGAS...... 169

El campesino como actor territorializador en el Valle de Sogamoso...... 171 - El territorio de la gea: laboreo en torno al trigo...... 172 - El Territorio de las Cachangas: con los Llanos del Casanare...... 196 El Estado como actor en la dinámica de Desterritorialización del Valle de Sogamoso...... 216 - Desterritorialización Cerealera y desarticulación territorial...... 216 - Las bebidas fermentadas: Progreso y Desterritorialización Rural...... 222 Una sociedad rural reterritorializada ante la Modernidad: La Tienda Veredal ruptura en la continuidad territorial...... 231

3 CONSIDERACIONES FINALES. 236

BIBLIOGRAFÍA...... 244

ANEXOS...... 251

4 INDICE DE IMAGENES.

Pág.

Imagen 1. Subiendo la Montaña...... 29 Imagen 2. Lomeríos. Paisaje y orografía del altiplano andino Cundiboyacense...... 29 Imagen 3. Arados. Costado de una casa campesina...... 30 Imagen 4. Va lle de Sogamoso, L ocalización y Sistema altitudinal...... 36 Imagen 5. Articulación territorial entre el entorno Andino de Sogamoso y las sabanas del Casanare. . 37 Imagen 6. Paisaje de Minifundios, Monguí...... 96 Imagen 7. Pantanitos, Unidades productivas A lfareras...... 106 Imagen 8. Mojones de Piedra, Madera y Alambre...... 111 Imagen 9. Una conciencia de la modernidad como escenario de transformación...... 121 Imagen 10. Principales Cuerpos de A gua en el Va lle...... 136 Imagen 11. E stera hecha de junco seco...... 138 Imagen 12. Cedazos...... 139 Imagen 13. T elar y tejido del cedazo de T ota...... 139 Imagen 14. Helada "blanca" en el ...... 149 Imagen 15. Va lle de Páramo Interandino...... 152 Imagen 16. T ransición Paisaje Páramo Alto...... 152 Imagen 17. T ransición Paisaje Vertien te - SubPáramo...... 153 Imagen 18. T ransición Paisaje Subpáramo - Páramo...... 154 Imagen 19. Coiso...... 156 Imagen 20. Rancha...... 159 Imagen 21. Campesinos “Parameros”...... 160 Imagen 22. Cardos...... 161 Imagen 23. E l arte del hilado: Huso, T ortero y Ovillo de lana...... 162 Imagen 24. T orteros...... 163 Imagen 25. Mana...... 165 Imagen 26. Zonas T rigueras en 1950 - 1975...... 174 Imagen 27. T rilla en la Era con andancias...... 183 Imagen 28. Zaranda...... 185 Imagen 29. Molino de Piedra Hidráulico...... 187 Imagen 30. A ntiguo Molino Sugamuxi...... 189 Imagen 31. A ntiguas Piedras de Moler...... 190 Imagen 32. Ganadeando...... 207 Imagen 33. Avisos de venta de semillas y compra de Cebada, Bavaria...... 224 Imagen 34. Colando Chicha...... 227 Imagen 35. Carteles de campaña contra las bebidas Fermentadas...... 229

5 INDICE DE TABLAS.

Tabla 1. Experiencias T rabajo de Campo...... 43 Tabla 2. Censo General de Sogamoso 1910, Veredas...... 60 Tabla 3. Dinámica Poblacional de Sogamoso, 1918 - 1973...... 63 Tabla 4. Índices de Crecimiento de Sogamoso, 1918 - 1973...... 66 Tabla 5. T radición de los predios, 1930-1945...... 96 Tabla 6. % T ransacciones Inmobiliarias según Superficie, 1946 - 1953...... 101 Tabla 7. lógica toponímica relativa a antropónimos en zonas planas del Va lle...... 112 Tabla 8. Información del Ganado en el cantón de Sogamoso, siglo XIX...... 204

6 INDICE DE GRAFICOS.

Gráfico 1. T endencias comparativas demográficas de Sogamoso, el Va lle de Sogamoso y la conexión TERRITORIAL CON CASANARE 1905 - 1973...... 61 Gráfico 2. Variación de Índices de Crecimiento de Sogamoso, 1918 - 1973...... 67 Gráfico 3. Dinámica poblacional Urbana-Rural de Sogamoso, 1938 - 1973...... 67 Gráfico 4. Pirámide Poblacional de Sogamoso, 1938...... 68 Gráfico 5. Pirámide Poblacional de la Cabecera Urbana de Sogamoso, 1951...... 71 Gráfico 6. Pirámide Poblacional de la cabecera urbana de Sogamoso, 1964...... 72 Gráfico 7. Tasas medias Intercensales 1938 - 1973, para Sogamoso, el Va lle de Sogamoso y la Conexión CASANARE...... 75 Gráfico 8. Pirámide Poblacional del entorno rural de Sogamoso, 1951...... 77 Gráfico 9. Pirámide Poblacional del entorno rural de Sogamoso, 1964...... 78 Gráfico 10. Variación de Índices de Crecimiento del Va lle de Sogamoso, 1918 - 1973...... 79 Gráfico 11. Variación de Índices de Crecimiento de la categoría , 1918 - 1973...... 82 Gráfico 12. Costos de Investigación en T rigo del Instituto Colombiano Agropecuario ICA, 1950 - 1975...... 218 Gráfico 13. Distribución de la producción de T rigo por Departamentos, según porcentajes...... 219 Gráfico 14. Índices de Superficie Sembrada, Producción e Importaciones de T rigo 1950 - 1975. (1950=100)...... 220

7 INDICE DE MAPAS.

Mapa 1. Localización de Sogamoso...... 15 Mapa 2. T rabajo de Campo: Entrevistas y Recorridos...... 44 Mapa 3. División T erritorial E cológica de Sogamoso, según Veredas...... 87 Mapa 4. Promedio de T ransacciones por Veredas, 1930-1945 [Vectores A, B, C, D y E ]...... 93 Mapa 5. Precios promedio transados por veredas, 1930-1945...... 94 Mapa 6. Precios promedio transados por veredas, 1946 - 1953...... 100 Mapa 7. T erritorialización T oponímica en Sogamoso, 1930-1965...... 107 Mapa 8. T erritorialidad T oponímica del Medio Físico: Baja-Media-Alta Montaña...... 109 Mapa 9. Conexión T erritorial Sogamoso (Prov. Sugamuxi) - Casanare...... 200

8 RESUMEN.

Esta investigación no propone una crítica formal del desarrollo desde las mismas teorías que lo han estudiado, sino que permite abordarlo como experiencia geohistórica, es decir como praxis territorializada. De esta manera, la categoría Territorio es el vehículo sobre el cual es posible elaborar una representación de un proceso histórico complejo: la configuración del discurso de la modernidad a través de las políticas de modernización en el Valle de Sogamoso hacia la primera mitad del siglo XX. Estas políticas asumieron un carácter especial y concreto, en la medida que territorializadas en el Valle de Sogamoso, evocan un proceso social de cambio y transformación más allá de la visión lineal típica del desarrollismo. Por medio de una lógica rizomática, el cambio territorial es analizado como un proceso complejo de territorialización-desterritorialización- reterritorialización; que al trascender la dicotomía , hace posible vislumbrar no sólo el carácter estratégico y geopolítico del cambio social a través de la modernización; sino visibilizar aquellos otros mundos, esencialmente rurales y campesinos, que simplificados y omitidos discursivamente bajo la utopía de la industrialización y la urbanización, develan una heterogeneidad territorial en aquel Valle de Sogamoso "pre-moderno". La forma como la sociedad rural "no moderna" construyó y vivió su entorno, sentido y pensado, constituye una manera concreta de vivir, ejemplificada en esta oportunidad a través del arte del ganadeo, de la vida triguera y de la relación con el entorno tropical andino: una ontología andina como rasgo de diferencia frente a la totalidad hegemónica de la discursiva del desarrollo.

ABSTRACT.

This research doesn't propose a formal critique of development from the same theories that have studied it, but rather allow it as a geohistorical experience, that is as a territorialized praxis. In this way, the Territory category is the vehicle on which it is possible to elaborate a representation of a complex historical process: the configuration of the discourse of modernity through modernization policies in the Sogamoso Valley towards the first half of the 20th century. These policies assumed a special and concrete character, insofar as they are territorialized in the Sogamoso Valley, evoke a social process of change and transformation beyond the linear vision typical of developmentalism. Through a rhizomatic logic, the territorial change is analyzed as a complex process of territorialization-deterritorialization-reterritorialization T-D-R; that by transcending the "developed-backwardness" dichotomy, makes it possible to glimpse not only the strategic and geopolitical character of social change through modernization; but also to make visible those other worlds, essentially rural and peasant, that are simplified and omitted discursively under the utopia of Industrialization and urbanization, reveal a territorial heterogeneity in that "pre-modern" Sogamoso Valley. The way in which the "non-modern" rural society built and lived its environment, felt it and thought it, constitutes a concrete form of living, exemplified in this opportunity through the art of the cattle raising, the wheat life and the relationship with the tropical environment Andean: an Andean ontology as a feature of difference versus the hegemonic totality of the discourse of development.

9 AGRADECIMIENTOS.

A mis padres, ejemplo de vida que me impulsa en todo momento.

Por supuesto, al conjunto de los mexicanos y mexicanas, que hacen que la labor del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología CONACYT trascienda las fronteras de la nación; permitiendo que México se convierta en una excelente opción para lograr metas y cumplir sueños. Agradezco la beca que me fue otorgada para cursar este posgrado, porque sin duda demuestra las inmensas posibilidades que los colombianos tenemos ante las grandes dificultades que encontramos en nuestro propio país, donde estudiar es privilegio de pocos.

Cómo no reconocer la loable labor de mis asesores de tesis, Leticia y Octavio; cuya dedicación e incondicional apoyo a este proyecto hizo de mi proceso formativo una experiencia grata y fructífera. Sus sugerencias, consejos y la confianza depositada en mí abonaron en mucho el amplio trayecto que desde un principio recorrimos juntos en pos de este logro.

De la misma forma, expreso mis más sincera gratitud a Nicola e Hirineo, lectores de esta tesis; cuyo acompañamiento evidenció siempre un serio compromiso por aportar y enriquecer críticamente el debate ante mis múltiples falencias.

Imposible no mencionar a aquellos investigadores del CEGH y otros centros, que aunque desvinculados formalmente de este trabajo, constituyeron para mí importantes referentes ya fuera a través de sus clases o en simples conversaciones de pasillo. Agradezco especialmente a Octavio Montes, Pablo Laguna, Pepe Tequila y Víctor Ortiz. Muy enriquecedores fueron los encuentros con Foucault y los Chongos Zamoranos.

Importante fue la ayuda del Centro de Estudios en Geografía Humana CEGH de El Colegio de Michoacán, A.C. ya que su apoyo trascendió el horizonte académico, permitiéndome concluir la investigación.

10 Sin duda, a la par del apoyo de todos los anteriores, es importante destacar a quienes propiciaron las mejores condiciones en la investigación de campo en Colombia. Infinitas gracias a los funcionarios del Archivo Central del Municipio de Sogamoso, a Blanca Ligia, una vez más brindando todo lo posible para aportar en la investigación.

A los campesinos que me abrieron las puertas de sus hogares y corazones, compartiendo con un extraño sus temores, añoranzas y recuerdos. Sólo de ellos y sus experiencias, vislumbré la vida de otros modos.

Al profe Buendía, mi maestro desde la licenciatura, que fungió como tutor de campo en la Universidad Industrial de Santander. Gracias por las conversaciones y comentarios, siempre recordando la importancia de tener los pies en la tierra.

A Tyf, por los sueños compartidos y los caminos recorridos.

A mis compañeros y amigos del CEGH. Momentos inolvidables gracias a su calidez, amistad y hospitalidad. Agradezco especialmente a Brenda y su familia, pues una sincera amistad hizo posible querer y apreciar a La Piedad como un terruño al que uno se liga para siempre. A mis compañeros colombianos, grata compañía conociendo las bondades de México. A Cinthia, Karina, Arafat, Jesús y Manuel.

A las personas que conocí en Zamora, Morelia y Ciudad de México; comprendí que somos más que propios o ajenos, más que centralidad o exterioridad... somos lo que sentimos de los vínculos que hacemos. Infinitas gracias a “Las Damitas”, a Diana-José- Daniel; a Ingrid, la amiga de los sures en búsqueda del norte; a Roberto y Gaby por los kilómetros recorridos en tierras chilangas; a Rikk y Gary por su inmensa generosidad.

A los que mi ingrata memoria pasa por alto en este momento, perdón.

11 A mis Padres y Abuelos...

A los Campesinos del Valle de Sogamoso...

Tejieron los recuerdos plantando sus rostros de cara al viento y sol de los .

Sentir el frío, pensar en las altiplanicies... Territorios de Vida.

12 13 INTRODUCCIÓN.

Boyacá es un departamento colombiano ubicado sobre la cordillera Oriental de los Andes, al centro-oriente del país (Ver: Mapa 1.) que en el contexto epistemológico de los años 50 del siglo XX - según el sociólogo Orlando Fals Borda -, evocaba formas de vida tradicionales materializadas tanto en las posesiones terrenales, las herramientas y la técnica, como en el lenguaje, el vestido, la vivienda y la religión. Aquel "rancio olor de la antigüedad"1 de los siglos XVIII y XIX parecía ser inherente a la vida rural que dominaba Boyacá aún entrado el siglo XX, una ventana abierta al pasado que continuaba vivo gracias a sempiternas formas de vida presentes en plena era de la modernidad.

Bajo este marco señalado como tradicional, Sogamoso, asentado sobre un valle interandino ubicado a 2550 m.s.n.m. en el centro oriente del departamento de Boyacá (5° 42' 57” Latitud Norte - 72° 55' 38” Longitud Oeste), concentra el análisis y los principales cuestionamientos que motivaron esta investigación, al haber sido epicentro de un intento de transformación que pretendió - bajo las políticas del desarrollo de la época -, superar aquel hálito de antigüedad y tradicionalismo: fue éste un territorio "a desarrollar”. Concretamente el desarrollo de éste referenciado como pobre y atrasado territorio (un territorio pre-moderno), se materializó con el proyecto de implantación de una siderúrgica integrada2 a mediados del siglo XX, la siderúrgica Acerías Paz del Río S.A.; iniciativa que fraguó una serie de transformaciones sociales tendientes a lograr una sociedad moderna en el marco de un proyecto nacional de modernización.

1 FALS BORDA Orlando. El Hombre y la Tierra en Boyacá. Ed. Antares. Bogotá, 1957. p. 6. 2 Una siderúrgica Integrada refiere a una planta de gran envergadura que elabora acero empleando mineral de hierro. Dada esta característica, que implica la operación extractiva y logística de minería (carbón coque, mineral de hierro, caliza), su complejo fabril suele ser de mayor complejidad que el de una siderúrgica semi-integrada, cuya materia prima es chatarra.

14 Mapa 1. Localización de Sogamoso.

En este sentido, el territorio del valle de Sogamoso fue interpretado conforme a una lectura geohistórica lineal y evolucionista propia de la lógica del desarrollo, cuyo objetivo, enmarcado en las políticas desarrollistas de los años 50, consistía en hacer de sociedades supuestamente aisladas y anquilosadas en el tiempo (no tocadas por la varita mágica de la modernización) ejemplos de transformación, emulando experiencias externas (principalmente europeas y norteamericanas con el mito del crecimiento económico como referente principal) y omitiendo las particularidades contextuales del medio geohistórico local, en este caso el andino. De esta manera, un solo camino se vislumbró para las sociedades, el marcado por el desarrollo y su referente universal y mecánico de la realidad y el acontecer social. Universal, porque ignorando y omitiendo particularidades de los contextos locales (su territorio), hacía a

15 toda sociedad no industrializada, rural (no urbanizada) y tradicional (no modernizada) una potencial candidata a ser objeto de desarrollo; y mecánico porque el proceso de desarrollo implicaba una praxis de instrumentalización absoluta, donde un cúmulo de acciones y metas - a manera de fórmula -, conducían automáticamente a un utópico fin. Justamente, el ícono del desarrollo fue la revolución industrial, que en el marco de las políticas desarrollistas de los años 50, fue tomada como fin y no como un proceso geohistórico. Por ello, un sinnúmero de países en la posguerra emprendió su marcha por aquella senda de transformación, apostando por contar con grandes complejos fabriles y efervescentes dinámicas de urbanización. De esta manera, lo desarrollado describió complejidad, eficiencia e inmediatez, mientras que su aparentemente contrario, denotó cierta simplicidad en sus mecanismos, tradicionalismo, un “atraso” referido como parsimonia social, tal y como fue leído el territorio del valle de Sogamoso bajo la óptica modernista estatal y hemisférica. Este territorio recreado hacia finales de los años 20 en la pluma del cronista Guillermo Plazas Olarte permite abordar un ejemplo de lo anterior. En una crónica titulada Treinta años atrás, el pequeño pueblo fue plasmado como una villa donde vivían unas cuantas familias “en habitaciones semicoloniales de patios enladrillados, portón de campo y solares baldíos”3. Allí, la alborada era anunciada por los gallos, y los médicos - antes que prescribir fórmulas -, “eran tertuliaderos vespertinos”4. Una especie de edén plasmó el cronista, tiempos donde supuestamente todo era más simple, pues no se sabía de tener cédula de identidad, ni de radio, ni TV, ya que mientras los ricos se limitaban a disfrutar de sus dehesas en el valle, los pobres cumplían al pie de la letra el precepto bíblico de no preocuparse por el mañana. En síntesis, este pasado idílico plasmaba una territorialidad aparentemente pasiva y simple, que los llamados “agonizantes modernistas”5 pretendieron dinamizar intentando transformar una sociedad marcadamente rural. ¡Qué quieta era mi tierra!” - escribió Plazas Olarte - señalando aquellos recuerdos idílicos y bucólicos frente a la ruptura y cambio que

3 PLAZAS OLARTE Guillermo. Treinta Años Después. En: COY MONTAÑA Alberto. Directorio Histórico de Sogamoso. Sogamoso, Julio de 2008. ACMS. T. 29. p. 5. 4 lbíd. 5 lbíd. p. 5.

16 significaba en la percepción de la realidad de mitad de siglo la coyuntura de la modernización y el proyecto desarrollista nacional materializado en la industria siderúrgica. Sin embargo, esta supuesta sociedad tradicional y rural, quieta, inerte e inmóvil a la luz del fulgor de pistones, máquinas y hornos es la que en el presente trabajo se abordará, elaborando una representación crítica del desarrollo que desde la geohistoria permita visibilizar formas alternas y distintas en que aquella tierra se movía, formas territorializadas de vida que evidencian unas maneras otras de vivir y construir el territorio, acorde a lo que propone el filósofo boliviano Juan José Bautista6. En este sentido, vivenciar otras formas territorializadas de vida, conlleva al abordaje de la categoría territorio como un proceso de construcción social, resultando óptimo para plantear una hoja de ruta teórico-metodológica que críticamente parta del reconocimiento de las particularidades geográficas del contexto local andino del Valle de Sogamoso, y con base en ello, visibilice desde las relaciones de territorialidad tejidas geohistóricamente, aquellas ontologías propias de una sociedad abiertamente rural y campesina, y no por ello simple y atrasada.

La senda que la modernidad, el desarrollo y la modernización históricamente ha descrito en un país como Colombia ha sido avasallante, ya que no sólo ha condenado a los “otros” como unos seres des-ubicados de la senda única del progreso, sino que ha signado las posibilidades de vida y el futuro de territorios a aquella abstracción unilateral e inequívoca de la felicidad y el bienestar a partir de una única forma de vivir. Cuando los principios ontológicos y particulares no responden a los parámetros universales de la productividad, el costo-beneficio, los ingresos, el capital y el tan ponderado crecimiento económico como mecanismos de articulación a la dinámica del sistema mundo occidental, lo “pre-moderno” emerge como un constructo total,

6 Para Bautista, no implica una crítica colonial de esta, pues se reduce simplemente a superarla, operando bajo sus mismos supuestos lógicos, lo que implicaría partir de ésta y llegar a algo como la posmodernidad. Por el contrario, implica el reconocimiento de otro universo cultural, que bajo el marco moderno del norte global eurocentrista es reducido a “pre-moderno”, “no moderno”, es decir una simple negación. BAUTISTA S. Juan José. Crítica de la Razón Boliviana. Rincón, Bolivia. 2010. p. 271.

17 atrasado y/o subdesarrollado, encasillando toda la heterogeneidad y complejidad de los como individuos y como mundos. Ante la omisión y el desconocimiento de las particularidades de las formas de vida de los territorios como construcción propia, como vida; iniciativas y aproximaciones como ésta buscan visibilizar en algo sus procesos geohistóricos, siendo apenas un modesto pero apreciable aporte para empoderar las comunidades y sentar propositivamente unas bases estratégicas de construcción territorial desde lo local, no condenando ni demonizando el desarrollo y sus facetas, sino permitiendo pensarlo críticamente desde las posibilidades que se erijan para plantearlo desde lo particular y lo propio: un desarrollo como vida y no como estrategia geopolítica. En este sentido, esta tesis refleja el territorio como construcción social, partiendo de la vida un valle interandino, destacando en las territorialidades y Sogamoso (1930 - 1965) formas de leer críticamente la modernidad, la modernización y el desarrollo localizado, es decir, como experiencia concreta. Por ende, tal y como el lector lo puede inferir, lo territorial parte como eje central de la investigación, siendo abordado como un proceso de vivencia social, empleando analíticamente la perspectiva (TDR) desde un enfoque geohistórico. En consecuencia, esta hoja de ruta permite encausar la siguiente pregunta de investigación: ¿Cuáles fueron y cómo se desenvolvieron las territorialidades del valle de Sogamoso ante la invención discursiva de una realidad única enmarcada en la episteme de la modernidad, en las políticas desarrollistas y en los proyectos de modernización? En este mismo sentido, el objetivo general de la investigación versó en analizar geohistóricamente la territorialidad del entorno andino predominantemente rural y campesino del valle de Sogamoso (Dpto. Boyacá) entre 1930 y 1965, con el fin de visibilizar y representar lo local como realidad compleja, interrelacional y múltiple frente a la visión pétrea y monolítica que el discurso modernizante le acuñó en su proceso de invención de un territorio “desarrollado” y moderno. En función de éste, los objetivos específicos que se desprendieron fueron los siguientes:

18 1. Analizar las políticas y la retórica modernizante inherente a la era del desarrollismo, como fundamento de la invención de una territorialidad del Valle de Sogamoso de corte lineal y evolucionista, que prefiguró una visión sesgada y simplista de la sociedad rural y campesina.

2. Describir y explicar cómo las particularidades del medio geográfico humano andino, registradas desde una perspectiva sentipensante (vivir el valle de Sogamoso)7, direccionaron las territorialidades rurales presentes en el proceso geohistórico local, resaltando el carácter preponderante pero no determinante de la relación .

3. Registrar y analizar las multiplicidades del vivir rural como experiencias de territorialización, desterritorialización y reterritorialización (T-D-R); resaltando particularidades importantes en las formas de producción campesina, la apropiación ritual del territorio y la conexión económica con los llanos orientales como experiencias sentipensadas que trascienden la invención territorial de la modernidad y el desarrollo en el contexto geohistórico del Valle de Sogamoso.

La realización de esta investigación en función de su naturaleza geohistórica, no se redujo a trabajo de archivo, pues contempló un acercamiento a las prácticas, saberes y sentires de la población y su territorio, desplegando un trabajo que se nutrió de ámbitos como la historia oral y la etnografía. Por ello, metodológicamente el trabajo de campo se basó en la aplicación de entrevistas abiertas y registros etnográficos, buscando adultos mayores que pudiesen compartir sus experiencias del pasado, o sus propias y valiosas referencias respecto de sus antepasados (padres y abuelos). Por su parte, los registros etnográficos requirieron de la participación en algunas actividades que por su incidencia social en la comunidad veredal resultaron claves a la hora de pretender consignar las vivencias de las territorialidades en este valle. Al tiempo,

7 Condiciones de altura, montaña, frío, prácticas productivas de vertiente y de valles interandinos, el raigambre histórico de las formas de articulación regional derivadas de las dinámicas locales de población, propiedad y violencia, entre otros factores.

19 estos registros permitieron una labor de cotejo y contrastación con fuente documental de archivo y de historia oral. La base de todo ello, fue el reconocimiento de la importancia de la participación y la vinculación con algunas familias y comunidades veredales, permitiendo la construcción de unos lazos basados en el respeto de la diferencia y la valoración de su cotidianidad y sus usanzas. En la medida que estas experiencias fueran compartidas al investigador, la responsabilidad de su empleo como recurso de análisis académico no salvó responsabilidades, sino antes, profundizó el vínculo de compromiso ante la comunidad, sobre todo en el contexto social tenso y difícil que afrontaban muchos lugares del valle de Sogamoso ante los conflictos territoriales por la industria extractiva mineral. Enriquecedoras y ejemplarizantes fueron las visitas a numerosas parcelas tratando de indagar en la cotidianidad campesina reminiscencias de su pasado lejano, los registros de algunas actividades productivas y en general, la experiencia formativa que todo ello significó para el investigador. Por otra parte, el trabajo de archivo se decantó en torno a dos planos de análisis: en primer lugar, el relacionado con información oficial ligada a la órbita de los conocimientos (burocracia, políticos y técnicos) que ante el contexto de los proyectos de desarrollo plasmaron una lectura particular sobre el territorio del valle de Sogamoso. En segundo lugar, un plano relacionado con una crítica de aquellos conocimientos “expertos”, permitiendo matizar una visión contextual de la realidad local a partir de fuente hemerográfica regional. Con base en lo anterior, se logró articular una estructura capitular compuesta de cinco capítulos y un apartado de comentarios finales. El capítulo uno corresponde a una síntesis teórico-metodológica donde se expone las principales bases sobre las que se sustentó el problema de investigación, aspectos que son transversales a todo el cuerpo del escrito. Aquí el lector encuentra una serie de tópicos que delimitan y concretan categorías que facilitan la comprensión del texto. El territorio, como categoría central de análisis, es presentado como una construcción social cuyo devenir geohistórico está sustentado por una discusión abierta sobre la diferencia como rasgo de empoderamiento territorial, cuestión que posibilita abrir un debate más amplio y a futuro sobre las posibilidades de pensar una crítica al desarrollo y a su carácter

20 hegemónico universal desde las mismas formas de vida territorializadas. Las múltiples y complejas implicaciones que tiene esta forma de problematizar el territorio del Valle de Sogamoso, deriva no sólo exclusivamente de inquietudes académicas, sino de las posibilidades que abre la misma órbita personal del investigador que analizando una problemática, siente tener su historia de vida imbricada en aquel Valle de Sogamoso: ¿Cómo entiendo mi territorio? ¿De qué manera lo voy a presentar? ¿Cuáles son las implicaciones de mis interpretaciones sobre éste? son preguntas guías que permitieron trazar una hoja de ruta.

A continuación, en el capítulo dos el lector puede encontrar una aproximación hacia el proceso geohistórico del Valle de Sogamoso expresado a partir de la tríada ; proporcionando una visión múltiple e interrelacional de aquel constructo denominado Valle de Sogamoso. Así, este capítulo no pretende reducirse a sólo incluir la parte contextual del valle de Sogamoso, sino en reconocer en su proceso geohistórico una complejidad tal, en consonancia con el aparataje crítico que servirá posteriormente al análisis de la invención de un valle desarrollado. De esta forma, el lector se aproxima al capítulo tres del escrito, que aborda la invención moderna del Valle de Sogamoso gracias a ser signado como un territorio atrasado y sumergido en la pre-modernidad. En este punto, la discursiva totalizante de la modernidad es presentada críticamente gracias al reconocimiento de ser éste un instrumento geopolítico que interpretó y redujo la realidad local y su diferencia a una lógica binaria de lo moderno y tradicional, lo desarrollado y subdesarrollado, cimentando una visión geopolítica de control.

El cuarto capítulo de la tesis alude a un abordaje de la territorialidad del Valle de Sogamoso desde lo particular, la territorialidad como experiencia vivida, como una diferencia territorializada matizada a partir de la perspectiva sentipensante de Fals Borda retomada por Arturo Escobar. De esta manera, en este capítulo el lector encuentra en las particularidades del medio geográfico andino del Valle de Sogamoso un punto de partida para criticar la visión modernizante de aquel entorno, sentando las bases para comprender un arte de vivir el territorio desde la diferencia que marca

21 lo concreto de este valle interandino tropical. Cabe destacar que la particularización del entorno geográfico no conlleva a condenar el análisis territorial al determinismo, sino antes a abrir posibilidades de entender el dinámico y complejo territorio marcadamente rural, como base de una visión de mundo propio, una ontología andina territorializada. Posteriormente el capítulo cinco presenta un ejercicio de interpretación de aquella territorialización andina como fundamento social de las experiencias de vida múltiples y complejas, aludiendo a una multiterritorialidad. Justamente, los casos preponderantes del trigo y el comercio ganadero en el Valle de Sogamoso, como referentes de otras muchas experiencias territorializadas (tubérculos de altura, tejido lanar, alfarería, entre otras) pero no abordadas en esta oportunidad, permitieron construir aquella visión de lo múltiple y complejo que desmitifica la invención territorial moderna del desarrollo. Aquí, las dinámicas entretejidas de las múltiples experiencias de vida remiten a dinámicas de desterritorialización (salida del orden territorial imperante) y reterritorialización (re-entrada y adaptación a las nuevas condiciones) que posibilitan entender el cambio desde la órbita de una ontología local, no desde la mirada redentora del desarrollo de mitad de siglo como dador de bienestar y felicidad. Finalmente, en el apartado de comentarios finales se muestra una serie de reflexiones que permitieron ubicar la discusión del desarrollo, la modernidad y la modernización como un asunto del presente con plena vigencia, pues la experiencia histórica del Valle de Sogamoso más que un pasado lejano, evoca un referente empírico para repensar el futuro centrando en el desarrollo al actor local, un desarrollo con centro en el ser humano y en la diferencia como particularidad territorial que abre las posibilidades a armonizar y reconocer las potencialidades de lo pluriversal.

22 CAPITULO UNO. TERRITORIALIDADES EN LA GEOHISTORIA DEL VALLE DE SOGAMOSO.

Getulio es un pueblo; su ruana es montaña, vereda donde transcurre la vida, su sombrero es el alto de vita, allí habita la memoria de los abuelos más antiguos que dan luz al entender de todos los pertenecientes al territorio.

Getulio Montaña Laguna. Colectivo por la Protección de la Provincia de Sugamuxi8. Mural Municipio de Iza.

8 Colectivo social de defensa del territorio regional provincial nacido en el municipio de Iza, sur del Valle de Sogamoso, con el fin de evidenciar la problemática generada por las actividades de extracción minera y petrolera en la región. Su representación de la lucha por el territorio campesino y el ambiente es ejemplificada a través del personaje Getulio Montaña Laguna, quien simboliza el pueblo en consonancia con la región como terruño. La ruana representa la montaña y la vida campesina en clave de bienestar. La cotidianidad veredal, "donde los campesinos a lo largo del tiempo han crecido con siembras y cosechas, donde los caminos se andan sin afanes y unen a pueblos hermanos, donde el agua es sagrada y no falta, donde los pajaritos vuelan y se oyen las ranitas, donde el paisaje suena cuando se visita". Municipio de Iza, Archivo Personal. 2016. Acerca del Colectivo, Ver: https://sites.google.com/site/colectivosugamuxi/home/- quien-es-getulio-montana-laguna

23 Este capítulo ofrece al lector un acercamiento general a los principales aparatajes teórico-metodológicos que la investigación contempló, los cuales permitieron direccionar el hilo conductor a lo largo de la tesis. De esta manera, una problematización del Valle de Sogamoso como constructo geohistórico, permitió delimitar esta investigación a partir de los siguientes tópicos:

La Modernidad y la invención del Valle de Sogamoso.

El acercamiento hacia algunos preceptos del positivismo de Comte por parte de las élites políticas de la Regeneración9 durante el último tercio del siglo XIX en Colombia posibilitó cimentar en el Estado-Nación la búsqueda de un derrotero que le permitiera articular los múltiples intereses regionales y las difíciles condiciones orográficas colombianas. Esto conllevó a vislumbrar un avanzar social en términos de “una era de bienestar generalizado, caracterizado por un manejo racional y científico de la política y la sociedad”10. Así fue como desde un orden centralista, - según Henderson - se consolidó la entrada a la modernidad no sólo de Colombia, sino de muchas de las naciones latinoamericanas que bajo su proyecto de Estado-Nación habían abandonado su engranaje colonial mercantilista. Las políticas de Porfirio Díaz en México, o las de la élite militar brasileña que institucionalizó el propio lema de Comte en su bandera (Orden y Progreso), respondieron al mismo derrotero con que la constitución de 1886 (Regeneración) en Colombia construyó su ideal de avance: “unir la iglesia, el estado, y a los dos partidos”, le élite de la modernidad. Así, el proyecto de modernización nacional invocó las formas y sentidos del discurso científico para homogenizar la sociedad, concepción apenas concordante con la lógica que fundamentó la ciencia natural y de la cual posteriormente la ciencia social se apropió, - según Bautista -

9 Proyecto político de corte conservador encabezado por Rafael Núñez y Miguel Antonio Caro, a raíz de la crisis del modelo liberal federalista en la Colombia del siglo XIX (Constitución de Ríonegro). Se consolidó a raíz de la Constitución de 1886. El centralismo fue su impronta en todos los órdenes: bancario, político y territorial. El poder de la iglesia se fortaleció, ya que había estado minado por las ideas liberales románticas en los años anteriores. 10 HENDERSON James D. La Modernización en Colombia. Los Años de Laureano Gómez, 1889 - 1965. Universidad de Antioquia, Medellín. 2006. p. 19.

24 acríticamente11. De esta forma, lo que Nieto Arteta denominó la “organización Nacional de Colombia” se afianzó en el proyecto modernizador a partir de “una armonización de la libertad y el orden, del progreso y la estabilidad”12, resaltando un nuevo orden social marcado por los adelantados, los empresarios, el patrimonio y una élite política “moderna” ante la masa amorfa de campesinos, indígenas, afros y desposeídos como ejemplos de un degradante atavismo social.

De aquel espacio social homogenizado y jerarquizado, surgió una legitimidad restringida hacia aquellos estamentos “modernos”, que plasmaron una percepción de lo diferente bajo términos como lo o lo . Se articuló así la noción de progreso, que en la segunda mitad del siglo XX tomaría nuevos rasgos, ahora ligados a la discusión de los problemas del "desarrollo", enfatizando que la lógica del desarrollo parte de la creencia de un perpetuo mejoramiento y superación. Este desconocimiento del otro, la nación ensimismada de la que habla José Martín Barbero, constituyó aquella Colombia que no pudo reconocer “sus otros internos”, la “otredad interna’’13 negándose a la diferencia, algo muy particular de la episteme modernizante según Arturo Escobar. Por ello, la forma como en esta investigación se pretende reconocer la diferencia, parte de la territorialidad, que involucra otras formas de conocimiento y subjetividad ante la modernidad en el Valle de Sogamoso en Boyacá.

Precisamente allí, hacia el año 2009 se reunieron en el municipio boyacense de varios gañanes (individuo que guía los bueyes cuando se está arando la tierra) con el fin de demostrar sus habilidades en el arado, arte que alude a todo un conjunto de conocimientos en torno a lo que históricamente ha representado esta región colombiana: la ruralidad. Los gritos del gañan guiando los animales, el tamaño y color de éstos, los aperos de la yunta, el tiempo empleado en surcar y hasta la

11 BAUTISTA S. Juan José. ¿Qué significa pensar desde América Latina?. Akal, España. 2014. p. 116. 12 NIETO ARTETA Luis Eduardo. Economía y Cultura en la Historia de Colombia. T. II. Editorial La Oveja Negra, Medellín. 1970, p. 207. Citado en: MEDINA, Álvaro. Procesos del Arte en Colombia. La Regeneración y la Academia. Biblioteca Virtual Luis Ángel Arango. http://www.banrepcultural.org/blaavirtual/todaslasartes/procesos/cap3.htm 13 Op cit. ESCOBAR Arturo. Más allá del Tercer Mundo. Globalización y Diferencia. p. 94.

25 calidad de estos últimos fueron algunos de los criterios tenidos en cuenta para que gañán, semillero (el que riega la semilla) y tapador (el que tapa el surco con azadón) lograran sobresalir en esta práctica que data del imperio romano. Sin embargo, lo particular del evento radicó en destacar cómo en tiempos del arado de tractor y de la modernización agrícola, mientras arado y bueyes continuaran surcando la tierra, "nunca podrá ser reemplazado, ya que el tractor lo que hace es dar la vuelta a la tierra, dañando su fertilidad14" - según un gañán. Tal posicionamiento permite concebir esta labor más allá de la simple connotación de oficio, aludiendo a una forma concreta de vivir derivada de una manera particular de concebir el mundo: la visión del campesino andino, las formas de vivir en los sembrados de altura y frío tropical, las prácticas propias de la cordillera como elemento de vínculo antes que obstáculo, la relatividad del tiempo como posibilidad de vivir antes que como ley física ante los días largos y cortos, la concepción de la tierra como terruño y no como simple sustrato.

Frente a esta construcción de mundo, de territorio, ¿qué posibilidades tendría un ingeniero agrícola o un agrónomo a la hora de explicar las ventajas del uso de un arado de disco? Sus referentes en torno al suelo ( referente cultural para el campesino) constituyen criterios edafológicos que le informan sobre adherencia, nivel de roturación, optimización de la cama de siembra, aireación, entre otros; muestra de otra manera particular de concebir el mundo; sin embargo sociológicamente la ventaja que tiene el experto agrícola frente al campesino radica en la legitimidad de su discurso y rol social otorgado por aquel constructo histórico denominado modernidad, aquella misma que territorializada erigió unas élites políticas que direccionaron un proceso de modernización y que pensaron el desarrollo. Entre los bárbaros y atrasados, y aquellos actores de "vanguardia”, median una serie de mecanismos que geohistóricamente validaron tal jerarquización, fundamentados en 14

14 La Fiesta del Arado en Boyacá. Duelo de gañanes y de bueyes. 17 de Agosto de 2009. Diario El Tiempo: http://www.eltiempo.com/archivo/documento/MAM-3572754 Consultado el 3 de Junio de 2016.

26 “la continua retroalimentación entre el conocimiento experto y la sociedad”15 16, rasgo de la modernidad que según Giddens, afincó la base del en torno “al capital y los aparatos administrativos del estado"16, de las élites, que territorializadas en sus políticas, se erigieron en un actor territorializador y desterritorializador, generando entradas, salidas y reentradas a partir de los vínculos (prácticas, identidades, ritos, saberes, etc.) que construyen territorialidad.

Esta situación explica la problemática de la modernidad en el contexto geohistórico del Valle de Sogamoso, donde a partir de “la fuerza epistemológica de las historias locales”17 se evidencian las diferencias en las formas de vida que plasman las particularidades territoriales ante las estructuras de poder de las políticas de desarrollo del estado modernizador. Por ello, el gañan ve en su arado de bueyes un instrumento de diferencia que le otorga una adscripción territorializante no sólo de su entorno (soy de Sogamoso, por ejemplo) sino de su vivir (soy campesino, fui triguero, fui caporal); al igual que un antiguo triguero o cebadero vivencia su desterritorialización desempolvando su vieja hoz, sus zarandas y sus cedazos olvidados en el zarzo. De esta manera, cuando se alude a vivencias concretas desde lo local, se refiere a formas de territorialidad sustentadas en lo que hasta aquí se ha denominado formas de vida, en alusión a maneras concretas de concebir la realidad según la territorialidad y el lugar. Sin embargo, con el objetivo de no desprenderse de aquella crítica a la modernidad, estas formas de vida y de ver el mundo desde lo local en adelante serán entendidas como una ontología local, una ontología andina, partiendo de la crítica del concepto de cultura que realiza el antropólogo Arturo Escobar. En un sentido análogo a como Bautista invita a ir , Escobar enfatiza que el análisis de la disputa entre mundos relacionales no puede darse en términos de una cultura como “estructura simbólica” (que encierra

15 Conocido como el principio de la Reflexividad. ESCOBAR Arturo. Más allá del Tercer Mundo. Globalización y Diferencia. ICANH, Bogotá. 2005. p. 67. 16 ¡bíd. p. 26. 17 ¡bíd. p. 35.

27 aquella concepción de un mundo único acorde a la racionalidad modernizante)18, sino como "diferencia radical’’, cuestionando el dualismo constitutivo de las formas de modernidad que fundamentan la unicidad del mundo y de lo real. De esta manera, se proyecta una ontología particular construida desde lo local, territorializada, donde en el contexto geohistórico del Valle de Sogamoso adquiere connotaciones concretas. Por ejemplo, allí, cultivar más que un oficio que se reduce a labrar la tierra, aludía a una forma de vida, era vivir el territorio. Al respecto, un fragmento del diario de campo explicita lo anterior, presentando al lector algunos rasgos de aquella territorialidad:

A lo largo de una carretera veredal que sale de la cabecera del municipio de (al occidente de Sogamoso), subiendo la montaña se va plasmando al fondo el valle de Sogamoso (Ver: Imagen 1). De las cercanías del pueblo, con restaurantes y hoteles de impronta rústica pseudo-rural, se va adentrando cada vez más a un paisaje de pastizales secos por el extremo verano, configurando ahora ya no una estética rural, sino formas de vida campesinas. La vegetación conformada por tabes, encenillos, fiques, pinos y eucaliptos va dando paso a una vegetación de altura de pequeñas plantas cuyas hojas, preparadas para el frío, parecen vestir suaves y peludos ropajes. De repente, de un paisaje de subpáramo, aparentemente yermo y sin explícitos rasgos antrópicos, bordeando un alto, a la vista se abren las suaves ondulaciones propias del altiplano Cundiboyacense, cuyo paisaje antropizado lo marcan distantes casas blancas de teja de barro, cercas de alambre, y uno que otro animal que rumia el pasto amarillo y seco que ha dejado el fenómeno del niño (Ver: Imagen 2).

Las suaves colinas demarcadas por cercas vivas y de alambre, al igual que las casas con buitrones humeantes advierten la vida veredal, por lo que la mejor decisión es empezar a preguntar por la casa de Margarita, una mujer campesina que amablemente se había ofrecido a mostrar su vereda y conversar.

18 Fundamentada con base en el interrelacionamiento de dos procesos: por un lado, determinadas premisas ontológicas que definen lo real (la unicidad de un mundo natural), y por otro lado "procesos históricos de poder” que han naturalizado la concepción de un mundo "real” único adscrito a espacios socio-naturales concretos y particulares sobre los cuales la racionalidad modernizante irrumpe. Op cit. ESCOBAR Arturo. Sentipensar con la tierra. p. 17.

28 Imagen 1. Subiendo la Montaña.

Fuente: Archivo Personal. Zonal alta rural del Municipio de Tibasosa. Al fondo: Valle de Sogamoso, 1. Tibasosa. 2. Sogamoso. 2016.

En una vereda todos sus habitantes se conocen, y entre nombres, apellidos o apodos, saben dar con quien se busca o pregunta, revelando además muchas relaciones de filiación, como el compadrazgo. La cohesión de la vida campesina en la vereda resulta un rasgo que integra el territorio mismo.

Imagen 2. Lomeríos. Paisaje y orografía del altiplano andino Cundiboyacense.

Fuente: Archivo Personal. Vereda Esterillal - Municipio de Tibasosa. 2016.

Una vez localizada la casa de Margarita, la primera imagen que recibe al visitante que surca un pequeño sendero que conduce a la vivienda, consiste en un par de arados de madera nativa dispuestos contra una de las paredes laterales de la vivienda (Ver: Imagen 3). La reja oxidada ajustada al dental con un amarradijo de alambre y fibras vegetales, permite ver que hace mucho aquel arado había dejado de surcar la tierra.

29 Fuente: Archivo Personal. Casa Campesina - Vereda Esterillal, Tibasosa. 2016.

Al indagar por estos, Margarita enfatizó que estaban abandonados porque eran de cuando “todavía se cultivaba”; y aunque en una pequeña parcela Margarita tenía hortalizas, tubérculos y flores, el arado arrinconado al costado de la casa representaba el punto de quiebre de una época recordada plenamente como agrícola, en el sentido de un modo campesino de producción que refería una forma particular de territorialidad, una forma de vivir. Este tiempo pasado, donde se cultivaba trigo, cebada, y se trillaba con bestias -para Margarita -, actualmente sólo evocaba un recuerdo, una ruptura marcada por la acción de cultivar. “No se cultiva” - decía secamente Margarita - a pesar que nos encontrábamos en su huerta de hortalizas, viendo cómo sus manos sacaban de la tierra los rábanos, las lechugas y las remolachas que alistaría para llevar al otro día temprano al mercado en Tibasosa. Evidentemente para ella, los tiempos del cultivo los asociaba a la vivencia del trigo, de las bestias trillando, de las andancias llevando grano a moler y de su madre moliendo en piedra, no obstante “llegaron uno que otro tractor, y ya no se trilló con los animales". Describiendo el paisaje de sus abuelos, Margarita sostenía que esa “sí era vida [...] durísima, pero agradecida [...] todo lo que usted ve ahora, eso era amarrillo, Heno de trigo cuando estaba por segar". Justamente en la siega, era que ella recordaba a su mamá, a sus tías, a las mujeres de la vereda amarrando el trigo, pues las mujeres iban detrás del cortador y su hoz, amarrando manojos. Aquella vida marcada por el laboreo de los cereales, las andancias y los caminos veredales en el Valle de Sogamoso, permite inferir la existencia de un referente ontológico que en las actuales circunstancias es presentado como un pasado distinto, una ruptura, un proceso de desterritorialización que conlleva precisamente a sostener que el tiempo del cultivo pasó, pues no es el hecho en sí de cultivar, sino el arte de vivir esa territorialidad lo que caducó. El Estado importando trigo, la pequeña maltería de Santa Rosa cerrando sus puertas, la proliferación de unos pocos tractores y máquinas combinadas, entre otros factores, reterritorializaron el arte de vivir el valle de Sogamoso, y aunque en la actualidad Margarita sembraba en su huerta casera, paradójicamente sus tiempos de cultivo habían pasado, pues estaban

30 construidos a partir de otros referentes territorializados: prácticas y conocimientos de otra forma19.

Cuadros paradójicos como el anterior evidencian que los efectos de un proyecto modernizante en una sociedad no se embisten de una total solidez como constructos ontológicos, pues a pesar que la modernidad encarna una episteme totalizante y homogenizadora, las relaciones entre los actores expresan dinámicas más complejas que la pétrea visión hegemónica, evidenciando las posibilidades de los otros como formas de conocer y vivir un mundo múltiple: una multiterritorialidad. Por esto, al encuadrar lo moderno como multiplicidad, en términos de territorialidad, se posibilita comprender la multiplicidad de la territorialización como un fenómeno complejo que no se reduce a una lógica mecánica de trasposición de formas de ver el mundo.

Sentipensar para visibilizar las territorialidades del Valle de Sogamoso.

Para trascender aquella monolítica lectura territorial que el proyecto de modernidad construyó en torno al Valle de Sogamoso, fue preponderante destacar la naturaleza compleja y dinámica de la realidad rural y campesina imperante en este territorio hasta pasada la mitad del siglo XX. Antes que deconstruir o desglosar discursivamente la retórica del desarrollo empoderada en apreciaciones como las de saltar “de la etapa agraria a la Industrial, de la edad de la madera a la edad del Acero”20, se planteó una crítica desde la diferencia territorializada, que encarna unas particularidades socio-espaciales. De esta manera fue posible desvirtuar el carácter universal y de totalidad con que la discursiva del desarrollo homogenizó el mundo para su control. Por ende, las referencias tales como que “la revolución industrial ocurrida en Inglaterra en el trascurso de un siglo tiene

19 Entrevista a Margarita. Vereda Esterillal - Municipio de Tibasosa. 22 de Febrero de 2016 / Diario de Campo: 4ta. Semana de Febrero de 2016. 20 Palabras del presidente Alberto Lleras Camargo. En: CAMARGO PEREZ Gabriel. Del Barro al Acero. (En la Roma de los Chibchas). 1961. Imprenta Dpto. Boyacá. p. 429.

31 lugar en muy pocos años en el valle de Sogamoso”21 22, antes que falsearse con una visión geohistórica de un Sogamoso que distó mucho de Manchester -por ejemplo-, permite ejemplificarse como una situación que a pesar de dicha totalidad y linealidad, resalta la posibilidad de remitir a otros mundos - tal como se vio en el apartado anterior -. En este sentido, el registro de las prácticas productivas, las formas de conocimiento en función de las particularidades del entorno y las formas de subjetividad acorde a las concepciones del mundo dan cabida a aprovechar el potencial de la perspectiva sentipensante como recurso para vivenciar geohistóricamente aquellas territorialidades subyacentes al canon de la modernidad y el desarrollo en el Valle de Sogamoso; perspectiva que Arturo Escobar relacionó con el sentipensamiento de Fals Borda, definiéndolo como la "forma en que las comunidades territorializadas han aprendido el arte de vivir"22. Éste parte de la interrelación de diversos actores sociales a través de sus roles que territorializaron sus relaciones; de manera que campesinos trigueros, cebaderos, paperos, ganaderos, comerciantes, militares, burócratas, entre otros, a través de su interacción plasmaron una naturaleza compleja de la geohistoria23 del valle de Sogamoso, haciéndola particular y propia, con cambios y continuidades entendidos a manera de múltiples fases de territorialización, desterritorialización y reterritorialización (T-D-R)24. Esta perspectiva de análisis,

21 Palabras de Leonard J. Currie, Director del Centro Interamericano de Vivienda CINVA. [Prólogo, Director del CINVA Leonard J. Currie].CINVA Centro Interamericano de Vivienda. Proyecto Sogamoso - Paz de Río, Ensayo de una Metodología. CINVA, Bogotá. 1956. p. 13. 22 ESCOBAR Arturo. Sentipensar con la tierra. Nuevas lecturas sobre desarrollo, territorio y diferencia. UNAULA, Medellín. 2014. p. 16. 23 No se plantea una reconstrucción histórica hegemónica al estilo occidental, sino una historia nómada, tal y como lo plantearon Deleuze y Guattari: "una nostalgia por un espacio y un sujeto fuera de la modernidad occidental, independiente de toda cronología y totalización. Esta celebración de la desterritorialización vincula la valoración modernista euroamericana del exilio, de la expatriación, de la desfamiliarización y del desplazamiento con los discursos coloniales de las diferencias culturales en una filosofía que parece criticar las bases de aquella verdadera tradición". El Mito de la Desterritorialización. Del "fin de los Territorios" a la Multiterritorialidad. Siglo XXI, México. 2011. HAESBAERT Rogério. El Mito de la Desterritorialización. Del "fin de los Territorios" a la Multiterritorialidad. Siglo XXI, México. 2011. p. 199. 24 La filosofía de Deleuze y Guattari fue autodenominada como una "teoría de las multiplicidades", al manejar una visión que no funciona a partir de dicotomías. A pesar que puede aludirse categorías que denotan o (tales como sujeto, sociedad, comunidad, etc.), lo múltiple operan en torno a un modelo que no describe una jerarquía direccional sino una pluiralidad de lo posible, es decir, metafóricamente no una estructura arborescente, sino rizomática: "los conceptos no se jerarquizan ni parten de un punto central, de un centro de poder o de referencia al cual los otros conceptos deben remitirse. El rizoma funciona a través de encuentros y agenciamientos, de una verdadera cartografía de

32 unida al arte de vivir territorializado (sentipensar), supone lo territorial a la manera como los filósofos Gilles Deleuze y Félix Guattari plantearon el devenir, donde la conjunción espacio-tiempo es fluidez, careciendo de <última instancias> o estructuras primeras o esenciales. Así, territorialización, desterritorialización y reterritorialización (T-D-R) referirán movimientos, entradas y salidas que implican trasformaciones y continuidades territoriales derivadas de la cotidianidad, las prácticas, las subjetividades y los sistemas de poder.

Cabe aclarar que al hablar de territorialidad en función de la dinámica T-D-R, no se está aludiendo a un mecanismo compuesto de fases donde mecánicamente una conlleva a la otra en un orden establecido; no es pues el campesino convertido de repente en obrero, sino el campesino relacionándose con los obreros, o el mismo campesino siendo a la vez obrero; es decir, asumiendo las múltiples posibilidades que ofrece la realidad como una historia nómada, que "encuentra otro lugar en el mismo gesto de salir de un lugar"25. Gracias a esto, el Valle de Sogamoso rural y campesino, con el advenimiento industrial no deja de ser territorio rural para ser urbano, sino que enmarca una multiterritorialidad: la rural, la campesina, la industrial, la urbana, la del conflicto, todas estas entremezcladas matizando aquel complejo social interrelacional que en esta tesis se pretende representar25 26.

El Valle de Sogamoso: Delimitación Teórico-Metodológica.

Con el objeto de hacer de la categoría un constructo funcional dentro del armazón teórico-metodológico de esta tesis, fue primordial plantearla más las multiplicidades. El rizoma es la cartografía, el mapa de las multiplicidades". Sin embargo, cabe aclarar que tanto rizoma como árbol, no son opuestos, sino que aluden complementariedad, donde el segundo modifica la naturaleza del primero: "Esto quiere decir que, incluso en el rizoma, pueden existir segmentos que van a endurecerse y volverse árbol, a la vez que en el árbol es posible que ocurra el surgimiento de un rizoma". Ibíd. p. 94 - 96. 25 KOHAN Walter Omar. En torno al pensamiento como nomadismo y a la vida como errancia. Entre Deleuze, Maffesoli y Rodríguez. Ensayo y Error Revista. Año XXI. N2 42. Caracas, 2012, pp. 33-54. p. 37. 26 Aunque Haesbaert asume la multiterritorialidad como propia de la neomodernidad o posmodernidad; en la presente propuesta la multiterritorialidad alude a un sistema moderno; debido a que como categoría, permite manejar la multiplicidad derivada del carácter multidimensional y multiescalar del problema de la modernización del Valle de Sogamoso.

33 allá de su referente geomorfológico. Por ende, el Valle de Sogamoso reviste de una naturaleza interrelacional que alude a los siguientes sentidos:

- El Valle de Sogamoso como un constructo geohistórico.

La perspectiva geohistórica planteada en esta investigación se ha construido en función de corresponder a una visibilización de aquella otredad interna de la sociedad andina del Valle de Sogamoso. El enfoque propende por establecer un marco de estudio articulando tanto lo geográfico como lo histórico, sin implicar una subordinación de lo histórico a lo geográfico o viceversa, tal como ocurre en ocasiones bajo algunas posturas de la clásica geografía histórica. Así, lo geohistórico involucra actores, comunidades y procesos sociales en su contexto espacio-temporal; justamente lo que Ramón Tovar señaló como "una representación de la realidad a la cual tratamos de dar respuesta, donde se integran, por una parte el espacio y por la otra el tiempo: las dos grandes variables del conocimiento científico social"27. Por ello, este trabajo presenta un enfoque espacio-temporal interdisciplinar al abordar el valle de Sogamoso como constructo geohistórico, cuando lo moderno desde lo ontológico y el desarrollismo como política propendieron por un nuevo tiempo, y los espacios a su vez remarcaron otras configuraciones integrando y/o desintegrando territorios, desterritorializando y reterritorializando a través de interrelacionamientos complejos de naturaleza rizomática. De esta manera se abre una posible vía para plantear la otredad como fundamento de lo propio estableciendo una concepción del espacio- tiempo determinada por una circularidad frente a la linealidad del discurso hegemónico del norte global, haciendo que lo geohistórico adopte una motivación contrahegemónica de tiempos y espacios distintos, matizando lo que superficialmente en algunos discursos académicos es presentado de manera difusa como la ambigüedad de la latinoamericanidad: aquel " peón que sabe jugar con la eternidad y 27

27 El antecedente más importante recae en la obra de Fernand Braudel que en su análisis histórico articuló la geografía activamente dentro de la dinámica social. Ver: ORELLÁ UNZUÉ José Luis. Geohistoria. En: Lurralde, inves. Espac. 33. p. 233 - 310. (2010). http://www.ingeba.org/lurralde/lurranet/lur33/33orellaateneo/33orelateneo.pdf Consultado el: 15 de Diciembre de 2015.

34 la modernidad; del hacendado de 1900, moderno en París y conservador en la hacienda”28. La perspectiva geohistórica permite metodológicamente aterrizar aquella intencionalidad crítica poscolonial, abordando en la práctica los actores que en sus espacios y tiempos tejieron su territorialidad. Justamente el reconocimiento de ésta, posibilita una concreta delimitación del Valle de Sogamoso como objeto de estudio, pues resulta imprescindible reconocer que su territorialidad iba más allá de aquel estrecho valle interandino rodeado de montañas ubicado a 2500 m.s.n.m. (Ver: Imagen 4). Históricamente la conexión del Valle de Sogamoso con las lejanas sabanas del Casanare, al oriente, hizo que territorialmente este espacio asumiera el papel como un punto de articulación geográfico entre el frío altiplano andino y las cálidas sabanas orientales que proveían de carne al interior del país. Esta histórica conexión, que desde el último tercio del siglo XIX prefiguró la importancia del comercio ganadero, constituyó vínculos concretos entre el pueblo andino y llanero que trascendió lo económico (comercio ganadero); y que a lomo de mula, caballo o a pie, antes que concebir las altas montañas (algunas superan los 4,000 m.s.n.m.) andinas como obstáculo, las erigió en un medio de articulación, en un sentido análogo como Braudel vislumbró las montañas mediterráneas,

¿Qué es exactamente una montaña? Sería una inútil minuciosidad pretender dar una definición precisa diciendo, por ejemplo, que en su conjunto las tierras mediterráneas sobrepasan los 500 metros de altura. De lo que se trata es de fijar los límites humanos, forzosamente inciertos y variables, y por lo tanto, difíciles de señalar sobre el mapa29.

28 SAINT-GOEURS YVES. Olivier Dollfus: El Reto del Tiempo Andino. En: DELER Jean-Paul y MESCLIER Évelyne (Editores). Los Andes y el Reto del Espacio Mundo. Homenaje a Olivier Dollfus. Instituto Francés de Estudios Andinos, . 2004. p. 40. 29 BRAUDEL Fernand. El Mediterráneo y el mundo mediterráneo en la época de Felipe II. FCE, México D.F. 1987. p. 35.

35 Imagen 4. Valle de Sogamoso, Localización y Sistema altitudinal. 3.971 m £ JSM- bA/ r . / 3.8/9 m Granja Gameza m Agrícola^ 3.790 m ■ Punta 3 703 m Topaga

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En este mismo sentido, de la misma forma como para Braudel un mar implica las alturas de sus montañas, aquí, el valle se asume como un punto de articulación de dos extremos geográficamente algo disímiles; ya que así como "la montaña mediterránea se abre a las rutas, y estas rutas son siempre transitables, por muy escarpadas, sinuosas e inseguras que sean; son siempre «una especie de prolongación de la llanura» y de su poder a través de las tierras altas30".

Esta articulación territorial (Ver: Imagen 5) culturalmente acercó al sogamoseño con la cultura llanera y viceversa, al punto que hacia 1872 el Pbro. Juan Nepomuceno

30 Op. cit. BRAUDEL Fernand. p. 50.

36 Rueda reconoció que los Sogamoseños, gracias a su contacto con las sabanas casanareñas, adquirían “sus modales y sus costumbres”^; con lo cual, el valle

convirtióse en esmeralda de finas praderas, no sólo para el levante de las llaneras [ganaderías], sino para atender el incremento de las criollas, bovina y caballar, en que Sogamoso mostró especial preponderancia dentro de la economía nacional. Allí acudieron negociantes de muchas regiones, desde lejanas tierras, [...] como quiera que primera puerta era ésta, después de la Llanura, hacia los interiores del país31 32.

Imagen 5. Articulación territorial entre el entorno Andino de Sogamoso y las sabanas del Casanare.

DÉ CÁSANAI Chámeza.

□ Zonas de Alta Montaña - Páramos.

Fuente: Google Earth. 2015. Imagen editada.

Debido a lo anterior, este trabajo contempla abordar aquella dinámica ganadera como factor territorial que acercó el medio andino y la sabana33, haciendo trascender el simple marco geomorfológico del valle en pos de caracterizar geohistóricamente aquella territorialidad ganadera que forjó la relación .

31 Op cit. CAMARGO PÉREZ Gabriel. Del Barro al Acero. p. 411. 32 lbíd. p. 421. 33 Esta relación entre el entorno alto-andino y la cálida sabana oriental se reflejó en las relaciones geopolíticas, pues fueron varias las ocasiones en que la jurisdicción de Boyacá se extendió hasta la antigua provincia de Casanare y los destinos administrativos de la cálida sabana eran regidos desde el frío de la capital boyacense, .

37 - El Valle de Sogamoso en su particularidad: .

El enfoque geohistórico planteado anteriormente permite abordar un aspecto que el venezolano Ramón Tovar identificó como crucial a la hora de la investigación y enseñanza de la geografía en el ámbito latinoamericano: no tomar aparatajes de análisis prestados de otros contextos sociales, tal como el europeo, “¡basta de ciencia prestada!” exclamaba; pues precisamente las particularidades geográficas de la escala local, sumadas a las dinámicas históricas, permiten asumir una geografía humana en clave goehistórica como “organización diferenciada del espacio estructurado por los grupos humanos dentro de condiciones históricas determinadas”34. Bajo esta perspectiva, el individuo y su entorno quedan posicionados en una órbita relacional que dentro de una perspectiva histórica, constituyen un recurso teórico-metodológico crucial para el presente trabajo: el territorio como lo propio, como realidad concreta y no universal. Lo propio conlleva a pensar un territorio pensado y sentido desde los recuerdos de los individuos que sembraron trigo, enyuntaron bueyes y arriaron ganado; desde los sentimientos de frustración y alegría por un pasado rehuido, desde los temores por un presente incierto ante la angustia de la fuerte sequía o el mismo miedo ante las explosiones y grietas del arrasamiento de la locomotora minera en el Valle de Sogamoso. Son estas relaciones las que permitieron en campo trazar el camino para encontrar el cómo y el porqué de los individuos con sus tiempos y espacios, sus formas de construcción territorial a partir de sus interrelacionamientos con su entorno, pues como recordaba Bárbara, una campesina de 96 años, “sigo siendo campesina, aunque me toque tar' con las hijas acá en Sogamoso [en la ciudad]”35. En este sentido, hablar de un pasado lejano desde la órbita del presente global, remite continuamente a la vida rural y las usanzas agrícolas como principal medio de relación

34 APONTE Elizabeth. La Geohistoria, Un enfoque para el estudio del espacio venezolano desde una perspectiva interdisciplinaria. Scripta Nova, Revista Electrónica de Geografía y Ciencias Sociales. Universidad de Barcelona. Vol. X, núm. 218 (08) 1 de Agosto de 2006. En: http://www.ub.edu/geocrit/sn/sn-218-08.htm Consultado el 19 de Agosto de 2016. 35 Bárbara y sus dos hijas. Antigua campesina de la Vereda Pedregal - Municipio de Sogamoso. 28, 29 y 30 de Enero de 2016.

38 con el entorno. Sin embargo, aquella abstracción definida como medio o entorno, en el Valle de Sogamoso recibe una significación especial, pues no es la tierra como medio de vida y de explotación, sino la “tierrita” como referente de adscripción local territorial. Por ello, el abordaje de la territorialidad andina en este caso particular, no se reduce a tipificar a la sociedad del valle de Sogamoso como una sociedad agrícola marcada por una ruralidad “representativa de muchas otras en Colombia"36; sino que propende por trascender aquel propósito de la ciencia social de mitad de siglo que se concentró en constatar “si lo que se decía del hombre rural colombiano era cierto, si merecía su suerte como despreciable siervo de la gleba, si su estupidez aparente o era atávica, si su destino como ente sub-humano era inevitable”36 37; procurando evidenciar en esta oportunidad su riqueza ontológica construida en función de su territorialidad: la “tierrita”. Unas sesgadas condiciones históricas relacionaron, y aún continúan relacionando, vergonzantes raíces indígenas , la picardía y viveza mestiza con un medio geográfico quebrado y frío, para hacer del campesino boyacense un ser que porfiadamente se aferraba cada vez “con más pasión a sus ganchos y arados de chuzo”38 39; caso contrario de territorios “modernos” que transformados, habían experimentado cambios y se erigían en modelos de desarrollo. Partiendo de esto, el abordaje del Valle de Sogamoso se plantea como un ejercicio desde lo propio y particular, intentando ahondar en aquellas características de lo que fue como territorio, y no desde lo que no fue; ya que como lo señaló Silvia Pérez-Vitoria “nadie quería entenderlos, todos estaban demasiado ocupados con modernizarse"39.

36 El sociólogo consideró oportuno estudiar tal departamento por sobre otros lugares de américa latina por ser éste un “hábitat de una sociedad cuyos miembros han sido casi exclusivamente agricultores desde el comienzo de su historia”. FALS BORDA Orlando. El Hombre y la Tierra en Boyacá. Ed. Antares. Bogotá, 1957. [Prólogo] p. XII. 37 FALS BORDA Orlando. Campesinos de los Andes. Estudio sociológico del Saucío. Universidad Nacional, Monografías Sociológicas No. 7. Bogotá. 1961. Prólogo. p. XI. 38 Op. cit. FALS BORDA Orlando. El Hombre y la Tierra en Boyacá. p. 6. 39 Citada en: PLOEG Jan Douwe Van Der. Nuevos Campesinos. Campesinos e Imperios Alimentarios. Icaria, Barcelona. 2010. p. 39.

39 - El Valle de Sogamoso como conciencia de Modernidad.

Según Henri Lefebvre la dicotomía que en occidente permeó la visión lineal de una historia como avanzar y no como un devenir posee una complejidad tal que históricamente es rastreable a partir de entornos concretos. Por ejemplo, en Francia las ciudades con regiduría o consulado, “es decir con carta, los magistrados elegidos o cooptados se llamaban modernos”40; mientras que aquellos cuyo mandato expiraba se les denominaba antiguos. Así, Lefebvre resaltaba que “moderno” era un término que refería la idea de renovación y de una regularidad en la renovación. Sin embargo, a la hora de intentar aprehender las percepciones construidas por parte de la sociedad rural del Valle de Sogamoso en torno a lo moderno y lo antiguo, es necesario centrarse en sus referentes cotidianos de lenguaje y praxis antes que en la problematización historiográfica de los términos. En este sentido, la investigación plantea lo moderno a partir de la vivencia de una que alude no a una coyuntura histórica encasillada en lo cronológico, sino en una manifestación de conciencia de cambio y ruptura respecto de un pasado que marca diferencia con el presente, a sabiendas que la tradición cultural occidental sustituyó lo por lo tradicional y lo por lo nuevo41. Esta conciencia de modernidad, que alude a la vivencia de un cambio, esquemáticamente se define de la siguiente forma: El cambio del marco material va a referir a la ; mientras que el proceso de trasformación del individuo actor de esa modernización, se connota como . En este punto, América Latina proyectó geohistóricamente una realidad paradójica dentro de los cánones dicotómicos y hegemónicos del norte global, pues por una parte resulta imposible pensar una sociedad moderna sin modernización, pero si es factible referir una modernización latinoamericana fuera del marco de la modernidad, lo que Le Goff denominó una modernidad ajustada por la conciliación de lo moderno con

40 CORREDOR MARTÍNEZ Consuelo. Los Límites de la modernización. CINEP, Bogotá. 1992. p. 35. 41 En la alta edad media, lo moderno refiere a , y lo antiguo refería probablemente al pasado, lo que la humanidad encasillaba como la “antigüedad”. LE GOFF Jacques. Pensar la Historia. Modernidad, Presente, Progreso. Paidós, Barcelona. 1991. p. 145.

40 lo antiguo, destacando para ello "diversas formas"42 que implican opciones parciales que no llevan a un equilibrio, pero que evocan a uno de los ídolos del siglo: el progreso43; término que aunque recurrente, no recibió tanta discusión como el desarrollo44, ampliamente referenciado en las discursivas locales de planificadores, élites políticas y habitantes del valle de Sogamoso. Justamente el Desarrollo entre la década de los años 30 y los primeros años de la década de los 50 - rango de tiempo de esta investigación -, concentró el auge de los proyectos de modernización. De esta manera, el desarrollo aquí será interpretado como una categoría geohistórica que enmarcó unas nuevas relaciones de dominación Norte-Sur, reemplazando estratégicamente las antiguas relaciones coloniales45. No obstante, el análisis de esta nueva colonialidad del poder, trasciende la visión de un territorio Latinoamericano rezagado y pasivo, procurando reconocer su papel en la producción de modernidad global, gracias a unas formas concretas de vivir la modernidad en su territorio local, pues hasta la modernidad, se territorializa y desterritorializa de formas concretas y particulares.

42 Tomando como ejemplo a África, Le Goff enfatiza que si aquellos elementos "modernos" tomados del colonizador resultan débiles "discontinuos e inadecuados" respecto a las necesidades reales, se da una situación donde "lo moderno es muy joven". Por otra parte, opuesto a aquel modernismo joven, se encuentra un "atraso" histórico enorme, donde "lo antiguo tiene mucho peso". Ibíd. p. 161. 43 Puntualmente, el progreso como idea se fue consolidando gradualmente gracias a una interpretación de la historia planteada desde un estado de avance humano (más bien lentamente) con direcciones determinadas y deseables. No obstante hacia 1890 la idea ya había empezado a generar dudas en torno a una concepción del mundo que se alejaba del todo de la felicidad por la realidad imperante, un progreso técnico que no garantizaba unas condiciones que esperaba el hombre se cumplieran el marco de un optimismo: la presencia de la conciencia de la miseria y de la explotación. Ibíd. p. 223. 44 El término desarrollo, como palabra , suele ser referenciado en torno a dos connotaciones diferentes: por un lado la mención al proceso histórico que describe la transición hacia una nueva forma de producción enmarcada en la modernidad industrial y capitalista; y por otro lado, la visión del desarrollo como un referente de juicio de calidad de vida y bienestar. Según Viola, el desarrollo "ha venido actuando como un poderoso filtro intelectual de nuestra percepción del mundo contemporáneo" a partir de dos rasgos: el economicismo y el eurocentrismo. VIOLA RECASENS Andreu. La Crisis del Desarrollismo y el Surgimiento de la Antropología del Desarrollo. En: VIOLA RECASENS Andreu. (Comp.) Antropología del Desarrollo. Teorías y Estudios Etnográficos en América Latina. Paidós, Barcelona. 2000. p. 12. 45 Lo que antes eran “políticas económicas frente a las colonias, se resignificó en términos de

41 - Estrategia Metodológica para abordar el Valle de Sogamoso.

El presente trabajo de investigación en el marco metodológico propendió por la aplicación de una estrategia interdisciplinar que permitiera integrar en el análisis instrumentos y técnicas de corte cuantitativo junto con elementos cualitativos. En este sentido, la información cuantitativa atinente a datos demográficos, notariales y de desarrollo económico en general, permitió destacar algunas tendencias que sirvieron como patrones a la hora de condensar la información en torno a dinámicas particulares de territorialidad. Aspectos como el análisis del mercado de tierras46 permitió determinar el carácter de la tenencia de la propiedad y su territorialización en el valle de Sogamoso (zonas de más transacciones y de rangos de valores), mientras que el análisis demográfico a partir de los censos poblacionales (1918 - 1973) posibilitó examinar críticamente aspectos amplia pero superficialmente mencionados en algunos estudios académicos tales como la migración campo-ciudad y la cuestión de un supuesto despoblamiento rural ante la transición urbana en Colombia. Por su parte el trabajo de campo se basó en la aplicación de entrevistas abiertas y/o semiestructuradas en algunas veredas del valle de Sogamoso a personas mayores, que por sus labores, tuvieron contacto directo con actividades y vivencias referenciadas previamente como claves para rastrear aquella realidad territorial de antaño: el laboreo agrícola (trigo, cebada, tubérculos andinos), la cotidianidad campesina, la llegada de la industria pesada, entre otros tópicos. Con ello, las entrevistas en sinergia con algunos reportes etnográficos permitieron hacer que la investigación se abriera a las potencialidades que otorgan la historia oral y el análisis etnohistórico, no supeditándose exclusivamente al material documental de archivo.

46 La información notarial se consignó en una base de datos elaborada en Excel. Los campos tenidos en cuenta fueron: la ubicación del predio (vereda y población), la extensión (m2), el valor de compra ($ pesos), la tradición del predio (fecha del negocio anterior del predio) y la toponimia (nombre del predio). Se consideró oportuno no elaborar muestras año a año, sino considerar grandes periodos de tiempo en función de coyunturas históricas factiblemente justificables. Por esto, se procedió a elaborar muestras según tres rangos de tiempo, considerados en función de coyunturas históricas concretas: 1930 - 1945 / 1946 - 1953 / 1954 - 1965.

42 Cabe destacar que los problemas de la minería y el extractivismo en algunas veredas y municipios de la provincia de Sugamuxi47, de la que es cabeza Sogamoso, truncaron el acceso a algunas de éstas; aunque ante esto, se optó por dividir el trabajo de campo en tres planos de acción:

1. Se trabajó en zonas rurales donde se tuvo pleno acceso, hasta donde el principio de saturación de información hizo viable el registro de información. 2. Dado que el valle de Sogamoso comprende varias jurisdicciones municipales, se consideró oportuno el trabajo en veredas o localidades de municipios vecinos a Sogamoso, tales como Tibasosa, Monguí, Iza, , Firavitoba y Toca. 3. Buscando un registro directo respecto de algunas actividades preponderantes de antaño en Sogamoso y que en la actualidad no se llevan a cabo, se visitaron localidades dentro del departamento de Boyacá que aún registran actividades tales como siembra y molinería de trigo. Por ello se visitó el municipio de Socotá, ubicado al norte del departamento de Boyacá donde aún se realizan pequeñas siembras de trigo en microminifundios. Así mismo, aprovechando el contacto con informantes vinculados a proyectos de desarrollo solidario agropecuario en algunos otros municipios del departamento, se optó por registrar algunos de estos proyectos con el fin de enriquecer la experiencia en campo, registrando prácticas y cotidianidad rural en el marco de pequeñas iniciativas de “desarrollo”.

En síntesis, la siguiente tabla (Ver: Tabla 1) condensa las experiencias recabadas en campo (entrevistas, recorridos, registros etnográficos), las cuales están representadas en el mapa siguiente (Ver: Mapa 2):

Tabla 1. Experiencias Trabajo de Campo. 1 Siderúrgica Acerías Paz del Río. 2 Sector Peri-urbano Pantanitos. 3 Sector Peri-urbano Manitas. 4 Sector Peri-urbano Venecia. 5 Sector Peri-urbano San José de la Providencia.

47 Los Departamentos suelen dividirse en subregiones, que en el caso de Boyacá se denominan provincias; compuestas por la unión de varias municipalidades, donde una de éstas hace de capital provincial. Para el caso de la provincia de Sugamuxi, su capital es Sogamoso.

43 6 Vereda Pedregal. 7 Páramo de la Sarna. 8 Sector Urbano Mochacá. 9 Antiguo Camino - Vereda Primera Chorrera. 10 Vereda Primera Chorrera. 11 Municipio de Monguí - Centro. 12 Municipio de Tibasosa - Centro. 13 Vereda Mombita Alto - Municipio de Firavitoba. 14 Vereda Aguablanca - Municipio de Tibasosa. 15 Vereda Esterillal - Municipio de Tibasosa. 16 Vereda Santa Bárbara - Municipio de Pesca. 17 Vereda Chincua - Municipio de Pesca. 18 Vereda Tuaneca - Municipio de Toca. 19 Municipio de Tota - Centro. 20 Páramo de Ocetá. 21 Municipio de Iza - Centro.

Fuente: Tabla elaborada por el autor con base en la Información del diario de Campo.

Mapa 2. Trabajo de Campo: Entrevistas y Recorridos.

Fuente: Mapa elaborado por el autor con base en el diario de campo y el cronograma de trabajo.

44 CAPITULO DOS. ASPECTOS GENERALES DE LA DINAMICA GEOHISTÓRICA DEL VALLE DE SOGAMOSO.

"Un fantasma recorre América Latina, el fantasma de la modernidad”.

Arturo Escobar. Sentipensar con la tierra. Nuevas lecturas sobre desarrollo, territorio y diferencia. p. 61.

Imagen: Archivo Personal. Centro del Municipio de Pesca. Marzo 2016.

45 Contexto geohistórico del Valle de Sogamoso.

A la hora de plantear un marco contextual lo suficientemente ilustrativo para el lector, y que a la vez proporcione un conocimiento sintético de los principales tópicos que son transversales al objetivo general de la investigación, se contempló el abordaje de dos aspectos principales en función del territorio como construcción geohistórica: La violencia y la modernidad como factores que configuraron la territorialidad local.

- Territorialidad y Violencia.

Las primeras décadas del siglo XX en Colombia (1902 -1930) correspondieron a un período de transición hacia la consolidación de las políticas de modernidad. El interregno entre el fin de la Guerra de los Mil días48 y el año de 1930 posibilitó que se acomodaran “las fuerzas del desarrollo económico represadas por largo tiempo”49, cuyo motor principal fue la consolidación de la economía cafetera. Sin embargo, la crisis mundial de 1929, la llegada del partido liberal al poder en 1930 y la progresiva inserción del sistema económico nacional al mercado mundial, entre otros factores reconfiguraron los pesos y contrapesos del poder tejido bajo un centralismo político que geopolíticamente negociaba con los poderes regionales. Paradójicamente la articulación generada a través de la “irrupción violenta del capitalismo con todas las secuelas del desarrollo y la modernización”50 a través del mercado mono-exportador cafetero, redujo las posibilidades de articulación al mercado de aquellos territorios que no se lograron integrar a aquella dinámica interna cafetera. De esta manera se fueron replanteando las relaciones de poder, materializadas en sendos contrastes territoriales, originados por el sentido de la retórica que ofrecía el proyecto moderno:

48 Fue la última guerra civil del siglo XIX, con la que el país recibió el siglo XX. Tuvo una duración de algo más de 1100 días (1899-1902), en los que se enfrentaron liberales y conservadores. Finalmente, el conservatismo conservó el poder y los liberales firmaron múltiples acuerdos, dejando al país en una grave situación económica, política y social, cuya consecuencia más grave fue la separación del entonces Departamento de Panamá a manos de E.E.U.U. y sus intereses sobre el istmo. 49 Op cit. HENDERSON James D. p. 116. 50 GUERRERO BARÓN Javier. Los Años del Olvido. Boyacá y los Orígenes de la Violencia. Universidad Pedagógica y Tecnológica de Colombia UPTC, Tunja. 2007. p. 65.

46 un centro-oriente andino rural y campesino controlado por rancias élites gamonales, frente a pujantes regiones cafeteras antioqueñas cuyas élites eran presentadas como vanguardia no sólo económica sino cultural.

Particularmente, este territorio aparentemente anquilosado y poco dinámico tuvo que afrontar la compleja transición con que llegaron los años 30 al país. A pesar de la política de coalición del liberal Olaya Herrera en 1930, las nuevas condiciones llevaron a serios episodios de violencia, la mayoría de ellos ocurridos en los departamentos de Boyacá y Santander. Y aunque respecto del miope centralismo bogotano, estos acontecimientos no dejaron de ser referidos como incidentes aislados propios de su periferia, su incidencia en la polvorienta plaza de algún pueblo enclavado entre la cordillera, no deja de hablar de un proceso activo de disputa de poder y territorialidad con cuantiosas y lamentables pérdidas humanas. Infructuosos fueron los envíos de fuerzas especiales para la preservación de la paz a lugares semejantes, pues llegaban por lo general varios días después de ocurridos los incidentes51, cuando todo había regresado a una disfrazada y tensa calma. Por ello al hablar de violencia, no se puede reducir al período acuñado por la historiografía colombiana denominado como 52; sino que refiere a la ocurrencia de una serie de procesos sociales que en contextos locales, tomaron otras dinámicas y manejaron particularidades en cada territorio y contexto local, como el Valle de Sogamoso. Denuncias de fraude electoral, manipulación y amedrentamiento de campesinos y retención de cédulas con fines electorales se recogen en los periódicos locales Sogamoseños desde la década del 30, haciendo ver una sociedad local tensa, cuya territorialidad se entretejía a partir de los interrelacionamientos sociales gestados en torno a una agricultura campesina de minifundio (cereales y tubérculos de altura), el comercio ganadero con los llanos orientales del Casanare y la influencia de unas

51 Op. cit. HENDERSON James D. p. 264. 52 A la hora de referir aquel periodo histórico, algunos historiadores, entre ellos David Bushnell, señalan el año de 1946 como el inicio de la violencia partidista, que tras la salida del poder de la (1930-1946) precipitó el enfrentamiento sectario partidista, cuyo punto más álgido fue el 9 de abril de 1948, día del asesinato del caudillo liberal Jorge Eliécer Gaitán en Bogotá, episodio referenciado comúnmente como el Bogotazo.

47 venidas a menos haciendas de ascendencia colonial asentadas sobre las tierras planas del valle donde se criaban ejemplares vacunos y caballares. El control territorial local por parte de las elites políticas y la tensa calma producto de la explosiva mezcla entre un electorado cooptado por los partidos y manipulado por la iglesia politizada, hizo que los abusos de parte y parte fueran numerosos. Al respecto, hacia Octubre de 1934, vísperas de elecciones, se denunciaba en un periódico local sogamoseño cómo a los campesinos no se les estaba entregando sus cédulas para votar con el pretexto que las podían perder, "y ya circula en el público la especie de que tal demora se prolongará hasta que lleguen las elecciones para entregar a los electores su cédula”53. Cabe aclarar, que denuncias en uno u otro sentido, eran desplegadas en función de intereses políticos, tratándose de fuentes informativas con pleno sesgo ideológico que atizaban en mayor medida el conflicto. Este fenómeno que se generalizó desde mediados de la década del 40 a muchas regiones del país - según Guerrero Barón - fue toda una guerra regional, donde a la voz de ¡Alarma! dentro del discurso político de gobernantes y habitantes de la zona, se montaban “operativos armados, se fraguan provocaciones, se recluta a campesinos, se originan desplazamientos de tropas gubernamentales, se moviliza a la población”54; todo sobre la base del rumor y el temor como componente esencial de una psicología colectiva que territorialmente fundó una "parainstitucionalización”55, un donde todo se calificaba desde los linderos partidistas: amigos o enemigos.

Lo que se conoció como el Bogotazo, que refiere a los fuertes disturbios acaecidos en Bogotá horas después del asesinato del caudillo liberal Jorge Eliécer Gaitán el 9 de abril de 1948, fue en realidad la generalización de la violencia por toda la república56; y con ello una rígida territorialización rural construida a partir de la articulación entre

53 Locales y Sociales. El Semanario. Sogamoso - 2 de Octubre de 1934. No. 17. Año 1. p. 1. En: ACMS, Fondo Histórico - Hemeroteca. 54 Op cit. GUERRERO BARÓN Javier. p. 18. 55 Ibíd. p. 19. 56 Por ejemplo, el llamado Puerto Tejadazo (Puerto Tejada, Valle del Cauca) donde "furibundos liberales asesinaron a algunos conservadores notables, los decapitaron y posteriormente jugaron fútbol con sus cabezas en la plaza del pueblo". BUSHNELL David. Colombia, Una Nación a pesar de sí misma. Planeta, Bogotá. 1994. p. 277.

48 veredas rojas o azules (liberales o conservadoras) y el poder político de las élites locales (gamonales). Justamente la connotación liberal de Sogamoso estableció un tipo de confinamiento que reguló las usanzas de los individuos en su cotidianidad, y dada la expansión de los brotes de violencia política por el país, enclaves como Sogamoso empezaron a ser polos de recepción de población refugiada que había sido expulsada de otras regiones como los llanos orientales. Por ello, el transcurrir del diario vivir en la cabecera de Sogamoso guardó un sinnúmero de tensiones, reflejadas en continuos toques de queda durante la noche, fuerte presencia de personal militar en calles, carreteras y caminos57 y censura de comunicaciones y restricciones de movilidad; medidas que apuntaban a lograr un control territorial de la zona. Fue este un territorio alinderado por colores políticos, donde ser azul (conservador) o rojo (liberal) obedecía a una corta perspectiva fundada en un superficial y visceral odio generalizado antes que en reflexiones propias de disputas ideológicas. A la vecina población de Puebloviejo (actual Aquitania), de filiación conservadora, no podía ir nadie portando prendas rojas, especialmente las personas de Sogamoso, de filiación liberal,

yo me iba para allá, y mamá me decía: <<¡mija póngase este vestido, no se vaya a ir de rojo!>> porque en ese tiempo, en mi juventud, no había política por puestos, sino por color [,..]Por eso entonces pa' ir uno a Aquitania, porque allá eran cerrados, cerrados en conservador [...] uno no llevaba nada rojo. Es que decían que allá lo mataban a uno, que lo echaban pa' la laguna! [si se era liberal]58.

La adscripción política de los individuos en la época llegó a ser tan importante que asumió rasgos identitarios de pertenencia territorial. Trapos, cintas, prendas y hasta banderas constituían unos signos de territorialidad que durante La Violencia, moldeó las dinámicas territoriales provinciales rurales. Ver personas “embanderadas de rojo o azul” en el ámbito local proporcionaba más información que la misma filiación

57 Dentro de las atribuciones de las fuerzas militares estaba la autorización de disparar sobre todo grupo compuesto por más de tres personas. Decreto número 27, julio 19 de 1951. El comandante encargado del grupo Páez No. 1 y el alcalde militar del circuito de Sogamoso, en uso de las atribuciones que les confieren los decretos-leyes por motivo del estado de sitio. ACMS, Decretos 1951. 58 Entrevista María Helena. Campesina Vereda Pedregal - Municipio de Sogamoso. 1 de Diciembre de 2015.

49 política, puesto que podía referir a los conservadores de Puebloviejo o los liberales de Sogamoso, distinguiendo aún a escalas más pequeñas ya fueran veredas o familias. Se gritaban consignas, se atemorizaba saqueando o despojando, “Aquí [Tota] llegaban los de Puebloviejo, embanderados azules, gritando y ofendiendo a los liberales [no obstante...] las únicas armas eran sus propias herramientas: algún machete, ganchos o las hoces”59. Unos y otros buscaban el enemigo de oídas, <>. Al son de vivas a los partidos, su fanatismo político resultaba explosivo cuando de los púlpitos salían discursos y no sermones; y sumado a la desmedida ingesta de bebidas fermentadas, se atizaban más los ánimos protagonizando tensos episodios, como el referido por la misma Susana,

Santísima Virgen del Carmen eso era terrible! Por allá arriba hay unas lomas para Aquitania [Puebloviejo], eso que medio me acuerdo yo de eso; y aquí habían unas señoras viejitas, y en ese tiempo daban guarapo60, y las viejitas se cogían de la mano; y se iban de aquí pa llá y daban la vuelta, y eso era ¡Viva el partido Liberal, Viva! Porque en Tota eran liberales [...] entonces puallá arriba había un señor que era godo, y eso se venían en caballería y asomaban de aquí pa llá, y eso eran ¡Viva el gran partido Conservador! [,..]Se escondía uno puallá en las quebradas.

Numerosos informantes residentes de zonas que eran liberales, siempre recuerdan con temor a las personas de Puebloviejo, municipio conservador asentado sobre la cordillera a 3,000 m.s.n.m. al suroriente del Valle de Sogamoso. La fuerte rivalidad política entre territorios campesinos quedó imborrable en los recuerdos de personas que aún en la actualidad, en función de sucesos de tal época, refieren rasgos de diferenciación y adscripción territorial, como la evidenciada cuando Susana recordaba a sus vecinos de Puebloviejo, “Esa gente de Aquitania [Puebloviejo] es fregada! Cuando llegaban puaquí [Tota] sacaban las puertas [de tiendas], las botaban a la esquina y póngale piedra encima. Botaban el guarapo, las harinas!”. Con desdén y picardía, los refería como , en alusión a un gusano blanco (larva de coleóptero) conocido como “chiza” (Ancognata scarabaelodes), una plaga para los

59 Entrevista a María Susana. Campesina e Hilandera. Municipio de Tota. 8 y 16 de Febrero de 2016 60 Bebida fermentada de Panela (Piloncillo), ampliamente consumida por campesinos, quienes la ingerían tanto en sus faenas de trabajo como en sus encuentros en las tradicionales “guaraperías”; tiendas donde se preparaba artesanalmente y se expendía tal bebida.

50 tubérculos como la papa. De esta manera, despectivamente atribuía la ingesta de esta plaga a la gente de Puebloviejo, territorio de los como característica vergonzante de la condición de conservadores.

Aspectos como los anteriores evidencian una segmentación del territorio en función de la adscripción política, pues municipios “rojos” (el color de los liberales) demarcaban fronteras sociales respecto a vecinos municipios “azules” (el color de los conservadores). Sin embargo a la hora de abordar las territorialidades rurales de la época es preciso tener cuidado de no transpolar la dinámica del conflicto político entre aparentemente opuestos (buenos-malos / católicos-ateos / godos-cachiporros / rojos-azules, por ejemplo), planteando la existencia de rígidas fronteras rojas y azules, pues estas evidenciaron ser permeables; es decir, eran fronteras sociales que activamente respondían a mecanismos históricos de interacción que trascendían la rigidez del conflicto político sectario. Por este motivo, no se pueden referir condiciones de insularidad en el marco territorial del Valle de Sogamoso para la época de La Violencia, ya que las relaciones comerciales y sociales cuando la violencia describió estados latentes no evidenciaron un aislamiento rígido. Actividades trascendentales para la región, como los mercados, el abastecimiento y hasta las romerías se mantuvieron como elementos articuladores del territorio, tal como recuerda Felipe, “llegaban puaquí [Sogamoso] muchos conservadores el día de mercado, pero eso unos y otros se hacían los pendejos! los unos [conservadores] porque necesitaban vender la comidita, y los otros [liberales de Sogamoso] porque necesitaban comprar y comer, negociar! [...] ya otra cosa era en las chicherías61, ahí si había pleitos”62.

Aunque la conflictividad era especialmente manifiesta en épocas electorales, los cambios de poder a nivel local avocados por la llegada del liberalismo desde 1930, introdujeron una constante tensión en territorios que consideraban objetos de

61 Tienda donde se preparaba la chicha, bebida alcohólica artesanal elaborada con fermento de maíz principalmente, de conocido y amplio consumo en la época. 62 Entrevista a Felipe. Antiguo alfarero. Vereda Pantanitos, Sogamoso. 23 y 26 de Noviembre de 2015.

51 conquista unos, y de defesa los otros. Las tradicionales relaciones de clientelismo político entre elites políticas centrales y gamonales locales se resquebrajaron, desterritorializando todo un conjunto de formas y maneras de direccionar el poder político local. Particularmente apara algunos casos de Boyacá, comunidades y pueblos de raigambre conservadora fueron “liberalizados” no sólo haciendo uso de amedrentamiento, engaños y hasta fraude electoral, sino nombrando alcaldes “rojos” en municipios “azules”, suscitando afrentas en la cotidianidad local, tal y como lo señala Guerrero Barón en un caso documentado del municipio de Floresta, al noroccidente del valle de Sogamoso (en la vecina provincia de ) donde bajo los efectos de la chicha los conservadores desafiaban la autoridad liberal impuesta, “Se hostilizan con armas, piedra y ridiculizando de acto y palabra a las autoridades liberales (...) Por la noche, los revólveres y puñales de los ciudadanos del pueblo se entrenaron con la Policía por el hecho de haber mandado cerrar la chichería63.

La conquista y resistencia en territorios de provincia, especialmente desde 1946, describió una enconada guerra fratricida. Fue precisamente en Boyacá donde surgieron los trágicamente recordados 64 como solución a la imposibilidad del gobierno conservador de controlar territorios por la fuerza legítima del estado. A su vez, del liberalismo surgieron bandas de guerrilleros, que en Sogamoso como enclave rojo, encontraron un corredor perfecto para conectar con los llanos orientales, fortaleciéndose en esa zona del país. Por todo esto, en las épocas de mayor violencia y zozobra (entre 1949 y 1951) en múltiples ocasiones las conexiones regionales fueron bloqueadas, menguando ampliamente el comercio ganadero que poco a poco perdía fuerza e importancia para el Valle de Sogamoso. A la par, el control policivo en la cabecera era estricto. Reuniones, conferencias y manifestaciones públicas eran controladas, censuradas y clausuradas por las autoridades militares, en pos de una “tranquilidad pública” que al menor grito, ultraje, o los conocidos “abajos”

63 De 101 alcaldías, 88 habían pasado a ser liberales; proceso que era señalado desde la tranquilidad de los escritorios de Bogotá. Op cit. GUERRERO BARÓN Javier. p. 94. 64 Calificativo que se deriva del nombre de una vereda del municipio ultraconservador de (Boyacá), donde el gobierno reclutó a campesinos, armándolos, entrenándolos y enviándolos a aterrorizar territorios liberales, aún en otros departamentos.

52 (abajo el partido liberal, abajo el partido conservador) generaban serios desórdenes65 6667. Hasta las fiestas locales, celebradas anualmente entre el 16 y 23 de Julio fueron suspendidas por mucho tiempo "con motivo del estado de zozobra en que vivió la nación durante los últimos años”66.

Cabe resaltar que esta violencia generalizada, sobre todo en los ámbitos rurales y de provincia, de ninguna manera se embistió con tintes de una lucha de clases, pues no se llegaron a registrar choques sistemáticos de campesinos liberales con terratenientes y/o viceversa, "Generalmente, la violencia enfrentó a campesinos de un partido contra campesinos del otro, mientras los grandes propietarios, para no mencionar a los profesionales y hombres de negocios de los dos partidos, permanecían en la relativa seguridad de las ciudades”67; situación desconcertante, pues unos y otros, conservadores y liberales, azules y rojos, godos y cachiporras, unos "con pañuelos azules atados al cuello [...] [otros] llevaban pañuelos amarillos o rojos [...] todos eran cortados por una misma tijera: tenían las mismas jipas mugrientas en la cabeza, las mismas ruanas piojosas sobre los hombros, los mismos calzones bordados de remiendos; pero entre ellos se olían, se distinguían y se atacaban como gozques de vecindario”68.

- El Reformismo liberal como imagen de modernidad.

A la par de establecer cómo en el proceso de transformación política nacional la violencia moldeó la territorialidad local de entornos rurales como el del Valle de Sogamoso, resulta imperante abordar otra variable central: el discurso de la

65 Normas de Orden Público, Sr. Coronel Francisco Rojas Scarpeta, Dir. General Policia Nacional, Bogotá, Junio 17 de 1953. Facultaba a la policía a cerrar transitoriamente establecimientos públicos como bares, aun cuando estos tuvieran licencia. En su artículo 5 justifica fuertes sanciones contra "las desobediencias, ultrajes, abajos e irrespetos" a las autoridades (policia y fuerzas militares). Así mismo se prohibieron "las reuniones, conferencias y manifestaciones públicas.lo mismo los gritos en vía pública que tiendan a alterar la tranquilidad pública". ACMS, Archivo Histórico, Fondo Decretos Alcaldía. 66 Decreto # 17 de Abril 6 de 1954, Fecha para la Feria y los regocijos acostumbrados en Sogamoso. ACMS, Archivo Histórico, Fondo Decretos Alcaldía. 67 Op cit. BUSHNELL David. p. 281. 68 CABALLERO CALDERÓN Eduardo. Siervo sin tierra. Bedout, Medellín. 1969. p. 101.

53 modernidad como elemento inherente a dicha transformación política desencadenada desde 1930. La razón fundamental de esto radica en la relación existente entre el carácter intenso de esta violencia y lo avasallante de las políticas de transformación que en el marco epistemológico de la modernidad allanaron el camino para que el país se integrara fuertemente al mercado y la geopolítica mundial.

La retórica de coalición del gobierno liberal de Olaya Herrera en 1930 perfiló la transición hacia lo que en 1934 sería la plena República Liberal. Ésta, políticamente se embistió de una retórica de transformación que se materializó en la famosa “Revolución en Marcha” del primer gobierno de Alfonso López Pumarejo [1934­ 1938]. Su programa, consistió en promulgar una serie de políticas orientadas a un mayor beneficio por parte de un más amplio margen de población, cooptando los cada vez más serios brotes de descontento social que desde años atrás venían acumulándose peligrosamente. Un ejemplo de lo anterior fue la Reforma Agraria adoptada por medio de la ley 200 de 1936; que si bien no enajenó tierras a los terratenientes, si tituló algunas pocas propiedades ociosas a campesinos que habían invadido algunas haciendas69.

Justamente la transición entre finales de los años 20 y comienzos de la década de los años 30, constituyó un periodo trascendental en la historia agraria de Colombia, pues fue cuando por primera vez campesinos no indígenas invadieron propiedades de hacendados y baldíos, tomando forma las primeras ligas campesinas y con ello ubicándose en un espectro político alterno al que dejaban los partidos históricos como el liberalismo y el conservatismo70. De esta manera el movimiento agrario de 1928 - 1936 “señaló una transición de la difundida aceptación de las jerarquías sociales y de la idea de la justicia distributiva hacia la aceptación pública de valores individualistas

69 Evitando que los hacendados reemplazaran arrendatarios por ganado evitando sus reclamos de tierras, el gobierno liberal, desde Olaya Herrera había elevado la carga tributaria a las tierras que no eran eficientemente explotadas. Op. cit. KALMANOVITZ Salomón. p. 257. 70 “los campesinos empezaron a identificarse con los partidos políticos de izquierda”. LEGRAND Catherine. Colonización y Protesta Campesina en Colombia 1850 - 1930. Centro editorial UNAL. Bogotá. 1988. p. 152.

54 e igualitarios”71. Sin embargo, la política de López, imbuida de una retórica reformista, logró cooptar los sindicatos y buena parte de la izquierda a través de medidas como el reconocimiento legal de condiciones laborales (reclamaciones frente a los patrones), el aumento en el gasto público en educación, la adecuación de caminos rurales, el incremento en la recaudación de impuestos a compañías extranjeras72 y la implementación de una reforma constitucional73, sentando las bases políticas de la modernidad “en marcha”. Con ello el camino se trazó, y la modernización se abrió paso en el país, no como producto de una política de redistribución de la riqueza donde las múltiples medidas reformistas abarcaran beneficios a más sectores sociales, sino como el ensamble de un conjunto de medidas que allanaron el camino para vincular el mercado interno con el mercado internacional. Obviamente, las condiciones de la inserción al mercado mundial fueron las mismas que todo país abocado a un proceso abrupto y ambiguo de modernización encontraba: una economía de mono-exportación de materias primas que sostenía precariamente la importación de productos transformados. Aquella economía mono-exportadora se había concentrado en el café, y por ende, la dinamización producto de esta sólo era percibida en sus circuitos productivos territoriales, localizados en el centro-occidente del país (Antioquia y el viejo Caldas). Sin embargo, la coyuntura de la posguerra, que alteró la producción mundial y el abastecimiento de algunos bienes estratégicos como el acero, permitió que en aquel marco moderno de políticas reformistas, el país adoptara un modelo de sustitución de importaciones, como elemento para direccionar el desarrollo nacional hacia aquellos territorios signados como rezagados y pre­ modernos. De esta forma, la modernidad política desde los años 30, configuró hacia la posguerra el desarrollismo sobre el que a mitad del siglo XX las elites pretendieron desarrollar el país a partir de su modernización. Por ende, la creación del IFI (Instituto de Fomento Industrial) en los años 40 reflejó cierto sentido regional de sus aportes de

71 Op cit. HENDERSON James D. p. 311. 72 Esta pagaron en un año una cantidad casi equivalente a lo que habían pagado en impuestos durante los ocho anteriores a la posesión de López. Ibíd. p. 258. 73 Se fundamentó en tres aspectos: Mayor poder del Estado en asuntos económicos (al estilo de la constitución mexicana de 1917), eliminó el artículo que relacionaba la conducción de la educación pública conforme a los cánones de la religión católica, y suprimió el requisito del alfabetismo para votar. Ibíd. p. 259.

55 capital74, dado el caso de la siderúrgica de Paz del Río, asentada en un territorio rural y campesino considerado como tradicional y atrasado.

La llamada sustitución de importaciones no encarnó un proceso abigarrado de simple creación espontánea de industrias, y con ello el fin de un orden oligárquico que se consolidó en el siglo XIX, sino una transformación de éste y sus políticas. Muestra de esto, es la gran paradoja del período de La Violencia, donde a la par de la escabrosa cifra de muertos, el país crecía económicamente. Entre 1945 y 1955 el PIB creció 5% anual y la producción industrial llegó al 9% anual en el mismo periodo, algo relacionado con los índices de crecimiento urbano, que de 31% en 1938 pasó a 39% en 1951, y a 54% en 196475, entorno que estuvo alejado de los efectos de la violencia. En resumen, el campesinado “arcaico” y “pre-moderno” puso la sangre y las vidas, mientras las élites modernas y urbanas, su capital.

74 Otros entes públicos como el Instituto de Crédito Territorial (ICT - vivienda) y el Fondo de Fomento Municipal (Acueductos y Alcantarillados) afianzaban aquel modelo regional intervencionista. PALACIOS Marco, SAFFORD Frank. Colombia: País fragmentado, Sociedad dividida, su historia. Norma, Bogotá. 2002. p. 539. 75 Tal crecimiento fue claramente influenciado por circunstancias externas, dadas las condiciones de la posguerra. Op. Cit. BUSHNELL David. p. 283.

56 La Población en el Valle de Sogamoso.

Imagen: Archivo personal. Campesina de Tota. Municipio de Tota. Febrero de 2016.

Habiendo presentado una aproximación general a las implicaciones históricas que la violencia y el proyecto de modernidad y desarrollo determinaron en el territorio del Valle de Sogamoso, en esta oportunidad, se abordará la población como una abstracción general sobre la cual se direccionaron todos aquellos efectos que el desarrollo, la modernidad y la modernización buscaban transformar. Por ende, a

57 partir de características como su número, sus movimientos, y en general aquellos factores que determinan su reparto espacial en el territorio, se pretende construir un análisis que permita entender los efectos poblacionales que el valle de Sogamoso experimentó en su proceso de modernización.

El objetivo de este análisis se centra en trascender la consideración de la población como un agregado numérico, dando paso al “estudio de agregaciones de individuos, realizadas a partir de sus características sociodemográficas, explorando conceptos y dimensiones analíticas propias de la geografía [...] e incursionando en técnicas cualitativas como métodos de investigación”76, en procura de trascender de lo estrictamente demográfico a lo poblacional. Justamente con una perspectiva geohistórica de lo poblacional, es factible construir categorías de análisis que no se reduzcan a las mismas categorías censales77 tales como Municipio, Cabecera o Entorno Rural, entre otras, que restringirían los alcances analíticos. De esta manera fenómenos como la Violencia, la colonización y la migración resultan rastreables a partir del análisis de indicadores demográficos (información censal) en sinergia con datos cualitativos recabados a partir de entrevistas, registros etnográficos e información documental. Por ende, se parte aquí de concebir el Valle de Sogamoso a partir de aquellas categorías geohistóricas planteadas en el capítulo I de este texto, trascendiendo su sentido geofísico y procurando integrar tres escalas interrelacionadas: - Una escala micro atinente a Sogamoso como categoría geopolítica (como jurisdicción). - Una escala media que refiere al Valle de Sogamoso como un conjunto articulado territorialmente a partir de municipios ubicados en el entorno inmediato. Esta comprende la dinámica poblacional no sólo de municipios asentados sobre el valle

76 MENDOZA PÉREZ Cristóbal. Geografía de la Población: Cuantitativos versus Teóricos. Universidad Autónoma Metropolitana - Iztapalapa, Ciudad de México, México. En: Cuadernos de Geografía, Revista colombiana de Geografía. N.2 19, 2010. Bogotá. pp. 9 - 25. p. 17. 77 El presente análisis parte del trabajo de sistematización e interpretación de datos censales. Los censos poblacionales trabajados fueron: 1918, 1938, 1951, 1964 y 1973. El estudio contempló un rango de tiempo que contempló tanto unos antecedentes (1918) como los consiguientes años (1964 - 1973) al periodo central de análisis que esta investigación maneja (1930 - 1965), respondiendo a las ventajas que ofrece una perspectiva de larga duración.

58 (, Firavitoba, Iza, Pesca y Tibasosa) sino de municipios enclavados metros más arriba en las estribaciones de la cordillera oriental (Monguí, , Gámeza, Tópaga, Cuítiva, Tota y

A principios del siglo XX la pequeña cabecera de Sogamoso, en apenas 4 barrios, concentraba su población urbana81; sin embargo el mayor peso poblacional se concentró en las veredas, respondiendo a una predominancia territorial de corte rural, cuya dinámica más activa corrió en torno al corredor sur-oriental que hacía parte del camino a los llanos. De esta manera, las dos veredas de Chorreras82, junto con Pedregal83 eran las más pobladas, comunicándose con la cabecera de Sogamoso a través del conocido camino del “resbalón” que atravesaba vertiente abajo las

78 El Anuario Estadístico 1951 - 1955 del Territorio y Población de Boyacá, registra en su información estadística Chámeza y Tauramena como una cabecera, aun cuando ambas poblaciones, erigidas en municipios en la década de los 50, corresponden a cabeceras municipales diferentes. Contraloría General del Departamento. Territorio y Población de Boyacá, Tunja. 1956. En: George A. Smathers Libraries. Universidad de la Florida. http://ufdc.ufl.edu/UF00024752/00001/1i Consultado el: 8 de Agosto de 2016. 79 El censo de 1973 registra el cambio desde 1964 del nombre de Marroquín por el de Yopal, pero desconoce la disposición legal de tal cambio. 80 El decreto No. 295 de Junio 29 de 1954 cambió el nombre de Moreno por el de Paz de Ariporo. 81 San Martín correspondiente al centro de la cabecera; mientras que el barrio Santa Bárbara se asienta en la colina oriental de la ciudad, de amplio raigambre popular- Por su parte el Barrio Santa Ana, que comprendía la zona denominada “Mochacá”, un concurrido lugar donde llegaban arrieros de cercanos y lejanos lugares con sus andancias, comerciando y frecuentando los numerosos establecimientos comerciales y chicherías de la época. Ver: Anexo 1. Censo General de Sogamoso 1910, Barrios. 82 Camargo Pérez las describió como pertenecientes a terreno cordillerano, “con partes incultas y partes cultivadas. Después de atravesar a Monquira, por ellas pasa la carretera nacional del Cusiana, importante vía de comunicación que unirá a Sogamoso con los llanos del Casanare”. CAMARGO PEREZ Gabriel. Geografía Histórica de Sogamoso. Editorial Sugamuxi. Sogamoso. 1934. p. 26. 83 Antiguamente denominada Sonesi. Según Camargo Pérez su nombre proviene de las múltiples canteras existentes en su territorio. Ibíd. p. 25.

59 montañas orientales hasta llegar a los terrenos planos de la vereda Monquirá84, puerta de entrada a la pequeña cabecera urbana a través de Mochacá. (Ver: Tabla 2).

Tabla 2. Censo General de Sogamoso 1910, Veredas. VEREDA. POBLACIÓN. Pantanitos. 542 La Ramada - Sección La Manga. 228 La Ramada. 387 Siatame. 351 Morcá. 676 Villita y Malpaso. 528 Ombachita. 699 MONQUIRÁ. 965 PRIMERA CHORRERA. 1103 SEGUNDA CHORRERA. 1033 Mortiñal. 740 Las Cañas. 183 Las Cintas. 205 Pilar y Saivita. 747 Pedregal. 1208 Vanegas. 273 Fuente: Datos tomados del cronista Gabriel Camargo Pérez, en su obra Geografía Histórica de So g a m o so .

Sin embargo, a la hora de plantear un panorama general de la dinámica demográfica del Valle de Sogamoso, resulta pertinente partir de la información censal oficial disponible, ya que encontrar información local como la anterior resulta difícil. Así pues, el siguiente gráfico presenta la información poblacional censal construida con base a las tres escalas de análisis anteriormente planteadas (micro, media y macro85), permitiendo construir una periodización general del fenómeno poblacional.

84 La cruza un riachuelo del cual toma su nombre. Camargo Pérez en los años 30 la describía como " la más bella de todas las veredas, ya por la fertilidad de sus tierras como por lo risueño y agradable de sus campos; en ellos se producen toda clase de leguminosas, cereales y hortalizas y se alimentan toda clase de ganados mayores y menores". Ibíd. p. 25. 85 Ver: Anexo2. Población Absoluta según Municipios Agrupados en las variables demográficas construidas, 1905 -1973.)

60 Gráfico 1. Tendencias comparativas demográficas de Sogamoso, el Valle de Sogamoso y la conexión territorial con Casanare 1905 - 1973.

•Sogamoso Valle de Sogamoso •Conexión Casanare

Fuente: Gráfico elaborado por el autor con base en información de los censos poblacionales 1905 - 1973.

1. Período 1918 - 1938: Este primer periodo se caracterizó por una marcada tendencia al crecimiento demográfico, reflejo de unos tiempos de estabilización institucional y de relativa calma del orden público ante el convulsivo siglo XIX y sus múltiples guerras civiles que remataron el siglo con la cruenta . Así, las tres áreas evidenciaron un crecimiento poblacional sostenido, reflejo de una articulación territorial fundamentada en el comercio ganadero con los llanos del Casanare y la agricultura de producción campesina bajo unas subjetividades y criterios de conocimiento local (una ontología local).

2. Período 1938 - 1964: Dentro de este segundo período, está comprendido el proceso de implantación industrial siderúrgico (1954), coincidente con el proceso de transición urbana en Colombia que precipitó un crecimiento urbano sostenido y pronunciado en torno a nodos regionales, como Sogamoso. Por ello, no sólo Sogamoso sino su área inmediata de influencia experimentaron una dinámica positiva en términos de crecimiento poblacional relacionada tanto con la afluencia de población

61 migrante en búsqueda de trabajo como con la migración de los llamados “exiliados”, víctimas de la violencia política en territorios vecinos. Concretamente, esta población desplazada pudo provenir en gran parte de la región de los llanos orientales, tal y como se puede relacionar en el gráfico anterior, donde la categoría describió una tendencia poblacional negativa que en los años de La Violencia, tuvo prácticamente estancado el comercio ganadero entre la cordillera y las sabanas del Casanare, desarticulando territorialmente la tríada poblacional que se había configurado en torno a esta actividad.

3. Período 1964 - 1973: Este período evidenció en el entorno próximo del Valle de Sogamoso una regularización de la dinámica poblacional que años atrás había experimentado un marcado y fuerte crecimiento, toda una explosión demográfica. Así mismo, resulta evidente la recuperación de la dinámica demográfica de la región de los llanos orientales () producto de la “normalización política” gracias a las amnistías en el gobierno militar de Rojas Pinilla. Esta normalización reterritorializó aquella antigua conexión entre montaña y sabana, apoyada desde los años 70 en adelante sobre la expansión de la frontera agraria y la irrupción de la industria petrolera. Por su parte, la tendencia demográfica de las poblaciones del Valle contiguas a Sogamoso perdió importancia gracias a que la dinámica urbana se consolidó como polo de atracción regional.

Establecida la dinámica poblacional para cada uno de estos períodos de manera general, fue preciso construir un análisis más sucinto en torno a cada una de las escalas planteadas en este aparatado (micro-media-macro), problematizándolas en torno al contexto geohistórico:

- La Escala Micro [Sogamoso]: La formación espacial de la modernización.

El peso poblacional de Sogamoso experimentó su mayor crecimiento en el segundo período de análisis, entre 1938 y 1964. Aunque esta época coincide con La Violencia y sus posibles efectos sobre el crecimiento poblacional a través de flujos migratorios, a la vez la implantación industrial emergió como un factor que potenció su crecimiento,

62 específicamente a través su proceso urbano. La siguiente tabla permite un análisis de la situación,

Tabla 3. Dinámica Poblacional de Sogamoso, 1918 - 1973. Dinámica Poblacional de Sogamoso 1918 - 1973. Tasa Media Tasa Media de Incremento Índice de Año Población Intercensal Crecimiento Intercensal Crecimiento % desde 1918 % 1918 16539 100 1938 21679 5140 1.36 1.36 131 1951 29077 7398 2.28 1.72 176 1964 51639 22562 4.52 2.51 312 1973 66534 14895 2.86 2.56 402 Fuente: Datos recabados de los respectivos censos nacionales, en los tomos correspondientes a Sogamoso. En: Biblioteca virtual-Censos de Población - Departamento Administrativo Nacional de Estadística DANE. http://www.dane.gov.co/index.php/biblioteca-virtual.

En el período 1938 - 1951 el incremento neto intercensal de 7398 habitantes fue 1.43 veces mayor al anterior en Sogamoso, pero con la normalización política en el primer lustro de años 50 y la puesta en marcha de la siderúrgica a mediados de tal década, el crecimiento se aceleró notablemente. Seguidamente, para el segundo período (1951 - 1964) el crecimiento demográfico experimentó su punto culmen, llegando a tasas del 2.28% para 1951 y de 4.52% para el año 1964, siendo ésta muy superior a la tasa de crecimiento nacional que llegó al 3.2% en ese entonces. Sin duda, las nuevas condiciones detonaron una dinámica marcada por el despegue industrial y urbano de un territorio que históricamente en este rubro, había descrito una dinámica regular y moderada. Sólo hacia el último tercio del siglo XIX Sogamoso logró dinamizar un poco tal cadencia gracias a la impronta del comercio ganadero con los llanos orientales86. Empero, cabe decir que el aumento poblacional en Sogamoso no obedeció a un fenómeno exclusivamente local que lo relacione exclusivamente con el proceso de implantación industrial en esta zona del país, ya que a nivel nacional entre 1938 y

86 "El desarrollo y florecimiento de la ciudad de Sogamoso sólo viene efectuándose desde mediados del siglo pasado (XIX) cuando las relaciones comerciales con los llanos de Casanare comenzaron a tomar un incremento bastante poderoso". Op cit. CAMARGO PEREZ Gabriel. Geografía Histórica de Sogamoso. p. 5.

63 1964, el crecimiento fue constante y acelerado producto de la interrelación entre una tasa bruta de natalidad creciente y una tasa decreciente de mortalidad87 que perfiló el fenómeno de transición demográfica en el marco de las políticas desarrollistas. Precisamente, indicadores como la natalidad constituyeron en esta época referentes centrales de la problemática poblacional en países del “tercer mundo”, situación reflejada en las conferencias mundiales de población que permitió “el resurgimiento de las ideas malthusianas y la implementación de controles sobre la fecundidad en la mayoría de los países del llamado tercer mundo”88. Tales aspectos, trazaron un camino concreto al “desarrollo” y a la forma de entender cuánto y en qué forma una población era o aspiraba a ser desarrollada: consolidados centros urbanos, barrios obreros, producción industrial, reducción de la mano de obra agrícola y mecanización de la producción rural, entre otros factores. Sin embargo, la dinámica poblacional en Sogamoso fue resultado de un complejo interrelacionamiento de variables que parece importante problematizar, en pos de complejizar la relación que fácilmente se puede colegir entre industria-aumento poblacional. De esta manera, en el marco de una formación espacial de la modernización, el proceso de la urbanización figuró como un tópico clave a la hora de comprender el rumbo trazado por el proyecto modernizador en los países identificados como no desarrollados.

El rasgo particular que la dinámica poblacional de Sogamoso describió radica en el desencadenamiento del proceso de urbanización. No obstante, tal proceso no se reduce a entenderlo como resultado de la implantación industrial en el ámbito regional y local; pues es innegable que a nivel nacional, el proceso de transición espacial conllevó a un crecimiento acelerado de las cabeceras, que de un 30,8% en

87 La tasa de natalidad pasó de 45.5 por mil en el año 1938 a 47.2 por mil en el año 1951. Por su parte la tasa de mortalidad que bajó de 22.4 por mil en 1938, a 13.5 por mil en 1964. BANGUERO Harold y CASTELLAR Carlos. La Población colombiana. Dinámica y Estructura. pp. 123 - 139. Tomado de: BANGUERO Harold y CASTELLAR Carlos. La Transición demográfica en Colombia 1938 - 2025. http://cms.univalle.edu.co/socioeconomia/media/ckfinder/files/'La%20Poblaci%C3%B3n%20Colom biana%20Din%C3%A1mica%20y%20Estructura.pdf Consultado el 12 de Octubre de 2016. p. 123. 88 Esta perspectiva al abordar la problemática poblacional, reduce la problemática a simples relaciones de proporcionalidad, como por ejemplo la relación entre habitantes y capacidad productiva, demográficamente concebida como la “capacidad de carga” de una población. Op cit. MENDOZA PÉREZ Cristóbal. p. 14.

64 1938, pasó al 67,2%89 en 1985. De esta forma, la urbanización no significó una crisis poblacional del espacio rural o una desruralización del país, tal y como muchos planeadores del desarrollo pretendían, permitiendo plantear que fenómenos geohistóricos como el de Sogamoso, aluden a procesos espaciales concomitantes, formando una unidad dialéctica90, y no simplemente categorías opuestas donde lo rural da paso a lo urbano como si fuera un proceso mecánico o sustitutivo. Por ende, resulta preciso “disgregar los elementos, separar la industrialización, un proceso que va por su propio camino, que no es inglés, alemán ni francés, y la acumulación demográfica urbana [...] que se combinen después ambos procesos, eso es innegable; tienen nexos, se articulan, se relacionan”91.

En este sentido, si se analiza la intensidad con que la dinámica demográfica impactó a Sogamoso, es posible determinar el grado de incidencia de procesos como el de la urbanización y las políticas de modernización nacional. Con base en el análisis de las variaciones en intensidad poblacional que el investigador Germán Rodrigo Mejía Pavony realizó de la dinámica demográfica de Bogotá durante el siglo XIX y principios del XX (Los Años del Cambio. Historia Urbana de Bogotá 1820 - 1910)92, se procedió a construir un análisis similar para las dinámicas demográficas atinentes a esta investigación. Con base en lo anterior, la siguiente tabla se compone de dos series, construidas con los índices de crecimiento poblacional de cada período (Ver: Tabla 4) La serie A corresponde al índice de crecimiento, que representa la misma curva general de población, mientras que la serie B expresa la diferencia entre el índice de crecimiento de cada censo respecto del anterior, representando la magnitud de las

89 De 2 533,680 habitantes concentrados en las cabeceras municipales en el año de 1938, se pasó a 20 160,444 habitantes en 1985. Op cit. BANGUERO Harold y CASTELLAR Carlos. p. 124. 90 Para el académico francés Jacques Aprile, lo rural y lo urbano, matizados por lo disperso y lo concentrado, no se pueden abordar desde una óptica opuesta, dos fases, una que se pierde en el pasado y una que surge como realidad; sino que antagónicas, conforman una unidad dialéctica. APRILE GNISET Jacques. La ciudad Colombiana. Siglos XIX y XX. Biblioteca Banco Popular, Bogotá. 1992. p. 552. 91 Ibíd. p. 555. 92 MEJÍA PAVONY Germán Rodrigo. Los Años del Cambio: Historia Urbana de Bogotá, 1820 - 1910. CEJA, Bogotá. 2000. pp. 243 - 245.

65 variaciones entre los períodos censales. Con ello, es posible evidenciar cambios en la intensidad de cada período poblacional93.

Tabla 4. Índices de Crecimiento de Sogamoso, 1918 - 1973. Año Serie A. Serie B 1918 0 0 1938 31 31 1951 76 45 1964 212 136 1973 302 90

Fuente. Cálculos propios derivados de la información censal ya referenciada.

Al graficar los valores de las dos series (Ver: Gráfico 2) resulta evidente que el crecimiento poblacional de Sogamoso fue constante desde 1918 hasta 1973, destacándose el período de 1951 - 1964 por su gran intensidad en el crecimiento demográfico. Éste fue tan pronunciado que aportó casi la mitad del aumento poblacional de 55 años (1918 - 1973) en tan sólo 13 años (45.1%), la cuarta parte del tiempo del período estudiado, que sin embargo, no refiere a un proceso ligado exclusivamente una urbanización fuerte como antítesis de un campo despoblado.

93 La forma de la curva que resulta de la segunda serie, "varía de la anterior, pues presenta las variaciones en magnitud que existen entre los períodos censales". Por ello, la intensidad de la dinámica se deduce comparando las dos curvas. Ibíd. p. 243.

66 Gráfico 2. Variación de Índices de Crecimiento de Sogamoso, 1918 - 1973.

Serie A. Serie B

Fuente: Datos Tabla 5.

En efecto, la dinámica demográfica rural, afectada principalmente durante los años de La Violencia, con la normalización política logró crecer ligeramente, aunque su moderada dinámica si ofreció algún contraste con el prominente crecimiento urbano, tal y como se plasma en el siguiente gráfico.

Gráfico 3. Dinámica poblacional Urbana-Rural de Sogamoso, 1938 - 1973.

Urbana Rural

Fuente: Gráfico elaborado por el autor con base en los censos poblacionales 1938 - 1973.

67 Si bien no se trata de reducir el análisis al encuadramiento que ofrece la dicotomía rural-urbano, un abordaje desde las categorías que ofrece la información censal si ofrece algunas respuestas a este proceso de transformación territorial. Aunque la información proporcionada por el censo de 1938 no permite hacer una discriminación directa entre grupos de edad y tipo de asentamiento (rural - urbano), por la época, sí resulta evidente que los municipios denotaban un patrón de poblamiento disperso, dada la histórica primacía rural94 del cual Sogamoso no fue la excepción (Ver: Anexo 3). Si se construye la pirámide poblacional de Sogamoso, según el censo de 1938, se logran extraer algunos detalles importantes que como antecedentes, ofrecen un asidero sólido para entender el posterior proceso de transición espacial rural-urbana propio de la modernización.

Gráfico 4. Pirámide Poblacional de Sogamoso, 1938.

> 80 Años.

70-74 Años.

60-64 Años.

50-54 Años.

40-44 Años. % Mujeres 30-34 Años. I % Hombres 20-24 Años.

10-14 Años.

0-4 Años.

10.0 5.0 0.0 5.0 10.0 % Población por edades Hombres - Mujeres 1938. J Fuente: Gráfico construido por con base en información del censo poblacional de 1938.

94 En algunos censos, se emplearon términos como o , que implícitamente referían a una vida rural. Por ejemplo, el censo de 1938 pretendió distinguir entre un patrón urbano y rural a partir de la concentración poblacional, considerando urbanas aquellas cabeceras que tenían más de 1500 habitantes. Así, la categoría refirió lo que estaba afuera de lo urbano, es decir, lo rural definido como un "otro” marcado por lo que no se es, antes que por lo que lo hace ser diferente. Para 1938, de un total de 737,368 habitantes en el departamento de Boyacá, el 86,8% fue catalogado bajo un patrón de poblamiento que podría asociarse como rural.

68 El patrón piramidal anterior muestra una estructura progresiva con una base amplia de población joven. Al partir de un análisis según tres grandes grupos de edad, Mayores (>65 años), Adultos (> 15 años) y jóvenes (< 15 años), es posible plantear hipotéticamente algunas circunstancias importantes. En primer lugar, la población mayor en Sogamoso hacia 1938 mostró un número más alto de mujeres, aspecto entendible tratándose de una generación de hombres que nació en el último cuarto del siglo XIX, afrontando las convulsiones de las múltiples guerras civiles (1885, 1895 y la Guerra de los Mil días 1899-1902). Por su parte, la población adulta concentró mayor número de mujeres, grupo que probablemente dadas las condiciones de la vida campesina en aquel entonces, mostraba una baja movilidad geográfica en la medida que su rol en la familia no facilitaba emigrar. Así mismo, la pirámide muestra una variación en la población femenina joven nacida entre los años de 1928 y 1932, que bien pudo responder a procesos migratorios intrarregionales, tal como la migración femenina que ubicada en centros regionales preponderantes como Bogotá, atendía la demanda de labores domésticas y de servicios, aspecto que corroboró Fals Borda para el caso del Saucío (Chocontá) en los años 5 095. Para el caso de Sogamoso, la situación de las llamadas “colocadas” ofrece una mirada local a esta posibilidad. La centralidad regional de nodos como Sogamoso, aún antes de las condiciones que estampó su industria, marcaba una relativa atracción campo- ciudad producto de unas difíciles condiciones de vida del campo. Así lo recuerda una campesina, que después de enviudar, tuvo que “colocar” a sus hijas en una casa de Sogamoso, “allá en Sogamoso (la cabecera) [...] les conseguí donde [las hijas], eso puai en la pilita (sector céntrico de la población) [...] la señora Amelia, así se llamaba la señora que la recibió (a una hija)”96. Era este un medio inmediato para poder solventar la situación de pobreza que afrontaban en el campo, pues “comida había, pero no era fácil” - recordaba Bárbara en la entrevista, ante los tibios y soterrados reproches de sus hijas-, quienes sonriendo entre “chanza y chanza”

95 Para el caso de Bogotá, la demanda de mujeres para servicio doméstico hizo pensar a Fals Borda que la emigración femenina fue anterior a la masculina. Op cit. FALS BORDA Orlando. Campesinos de los Andes. p. 73. 96 Entrevista a Bárbara y sus dos hijas. Antigua campesina de la Vereda Pedregal - Municipio de Sogamoso. 28, 29 y 30 de Enero de 2016.

69 reconocían su precaria situación que las había llevado a vivir “colocadas” en Sogamoso. No obstante, fue esta una decisión que determinó su vida como la primera generación de la familia que alejada del laboreo agrícola y rural, empezó a hacer vida en la ciudad, pues "uno ya empezó a conocer, y a crecer ahí en la ciudad, y ya pues qué! ya nosotros cuando conocimos la ciudad, entonces ya ni al campo nos daban ganas de ir”, - señalaba una de las hijas de Bárbara-, reconociendo que fueron alejadas de su hogar, y al mismo tiempo comprendiendo la difícil pero forzosa decisión de su madre. Las labores hechas por las , aunque domésticas, no constituyeron un simple trato de servidumbre, pues de por medio, en múltiples ocasiones entre “colocadas” y patrones mediaban lazos de amistad, solidaridad, compadrazgo y servicio, que determinaban una compleja relación entre campesinos y patrones de pueblo,

Los domingos nos dejaban el día para que mi madre viniera a vernos, o nosotros subíamos (a la vereda) a verla; aunque yo prefería que viniera, era menos doloroso. Es que uno llegaba a sus cuatro paredes allá arriba, y costaba despedirse, pero no podía uno quedarse, no había qué hacer, y mejor para ella era estando en el pueblo, - sostuvo una de las hijas de bárbara-.

En este sentido, desde la otra orilla, desde quienes recibían las jóvenes “colocadas”, Luis recordaba que su tía, que tenía “una casa muy grande en Monquirá [...] traía muchachas del campo, de ahí de Ombachita (vereda vecina) no más; [aunque] había gente que traía de Casanare las hijas de los encargados o de los trabajadores que querían salir [...] eventualmente estudiaban pero la mayoría eran dedicadas al servicio doméstico”97. De esta forma, Luis trataba de enfatizar que la relación entre “patrones” y “colocadas” no evocaba una típica relación de servidumbre, pues muchas, como hijas de fieles trabajadores, administradores y cuidadores, terminaban recibiendo un trato familiar y estableciendo lazos especiales, de amistad y familiaridad, pero también de conflicto y hostilidad.

97 Entrevista a Luis Castillo. Nieto de un comerciante de ganado. Sogamoso, 1 de Febrero de 2016.

70 Al contrario del censo de 1938, los posteriores censos de 1951, 1964 y 1973 entregan información demográfica por grupos de edad discriminada según patrones de poblamiento (rural o urbano), lo que posibilita un análisis más pertinente acorde a la problemática que se ha venido planteando.

Gráfico 5. Pirámide Poblacional de la Cabecera Urbana de Sogamoso, 1951.

> 80 Años. 75-79 Años. 70-74 Años. 65-69 Años. 60-64 Años. 55-59 Años. 50-54 Años. 45-49 Años. 40-44 Años. 35-39 Años. ■ % Mujeres 30-34 Años. 25-29 Años. % Hombres 20-24 Años. 15-19 Años. 10-14 Años. 5-9 Años. 0-4 Años.

10.0 5.0 0.0 5.0 10.0 % Población por edades Hombres - Mujeres 1951

Fuente: Gráfico construido por con base en información del censo poblacional de 1951. Ver: Anexo 5.

Al revisar el gráfico anterior, resulta especialmente llamativo que la franja donde la tendencia entre los sexos se tornó equilibrada, tuvo lugar a partir del grupo de edad de 40 años, llegando a grupos de edad de población mayor. Hasta tal punto, la población femenina resulta dominante, aspecto que bien pudo evidenciar un dinamismo poblacional en el entorno urbano relacionado con el factor productivo, ya que personas en edad productiva, sobre todo mujeres, pudieron llegar a la cabecera de Sogamoso años antes de la puesta en marcha de la siderúrgica en función de la atracción que ésta empezó a ejercer en torno a servicios no relacionados directamente con la siderúrgica pero sí atinentes al desencadenamiento de un proceso urbano, no sólo en términos urbanísticos y demográficos, sino culturales. El caso anteriormente

71 de las “colocadas” puede ser un ejemplo. Tal proceso urbano, que en su intensidad se regularizó hacia los años 60, fue consigo equilibrando la proporción entre los sexos, describiendo entonces un equilibrio poblacional, tal y como se observa en el siguiente gráfico.

Gráfico 6. Pirámide Poblacional de la cabecera urbana de Sogamoso, 1964.

> 80 Años. 75-79 Años. 70-74 Años. 65-69 Años. 60-64 Años. 55-59 Años. 50-54 Años. 45-49 Años. 40-44 Años. 35-39 Años. ■ % Mujeres 30-34 Años. 25-29 Años. ■ % Hombres 20-24 Años. 15-19 Años. 10-14 Años. 5-9 Años. 0-4 Años.

10.0 5.0 0.0 5.0 10.0 % Población Hombres - Mujeres, Cabecera Urbana.

Fuente: Gráfico construido por con base en información del censo poblacional de 1964. Ver: Anexo 6.

Es importante destacar que aunque entre 1951 y 1964 demográficamente el proceso de transición urbana en Sogamoso fue considerable en cuanto a intensidad, las pirámides poblacionales no evidenciaron fuertes dinámicas, típicas de enclaves industriales - por ejemplo -, donde su irrupción acentúa factores como la migración masculina. Aún, a partir de la edad productiva, se no se desdibujó en gran medida aquella tendencia de un predominio femenino en la cabecera urbana, lo que lleva a plantear la importancia de matizar procesos de modernización como éste, cuya irrupción industrial no desencadenó los efectos siempre esperados y modelados desde la planificación desarrollista y la formación espacial de la modernización. Por ende, a continuación se analiza el fenómeno poblacional desde una óptica del territorio rural, materializado en aquella escala media que comprende la categoría geohistórica del Valle de Sogamoso, con el fin de establecer aquel ámbito no sólo comparativo, sino complementario a la dinámica general poblacional.

72 - La Escala Media [El Valle de Sogamoso]: La Ruralidad y su papel en la formación espacial de la modernización.

Al pretender abordar el fenómeno poblacional desde la óptica del territorio rural, resulta pertinente abordar una segunda variable que históricamente describió tal fenómeno en el marco de la modernización: lo rural como marginalidad. Al respecto, la categoría permite en este punto analizar cómo geohistóricamente dentro del proyecto modernizante, se concibió la ruralidad.

La sociedad boyacense de mitad de siglo predominantemente rural, en la órbita de la utopía industrial, no mostraba una dinámica clara en pos de alcanzar una cultura urbana acorde al ideal moderno. Esta situación de aparente inmutabilidad en torno a la predominancia de la vida rural en esta región - en plena época de la modernización­ , para Fals Borda constituyó una condición de “insularidad”98; en referencia a la marginalidad respecto del proceso de urbanización y desarrollo que a escala nacional estaba configurándose. De esta manera, usanzas rurales y campesinas, determinantes de la organización social comunitaria en Boyacá, constituyeron la base para forjar la imagen modernizante de un lento y ambiguo proceso de urbanización y por ende un cambio social que alejaba y tendía confusa la modernización.

Aspectos como el uso sempiterno del arado de chuzo para labrar la tierra, los códigos culturales de corte tradicional de esta sociedad campesina, entre otros muchos factores, ante la puesta en marcha de políticas de modernización bajo el entendido de una utopía industrial, configuraron una mixtura que dialécticamente permite problematizar aquel dejo de marginalidad poblacional y letargo social que construyó el discurso modernizante sobre la ruralidad imperante. No se trata aquí de establecer cuántos campesinos se convirtieron en obreros, o cuántos de estos cambiaron sus parcelas por una casa en el barrio obrero de la ciudad, ni tampoco de plasmar la transformación de un vetusto pueblo agrícola en una urbe industrial; sino de comprender a través de la geografía poblacional una realidad local con procesos

98 Op cit. FALS BORDA Orlando. El Hombre y la Tierra en Boyacá. p. 25.

73 territoriales claros y complejos alternos a la generalización de la realidad que imponía el discurso y las políticas de modernización nacional.

La región de Sogamoso que fue abordada desde la planeación desarrollista como un territorio a “desarrollar”, constituía un complejo entramado de veredas y caminos polvorientos, de cultivos de cereales y dehesas ganaderas; que antes que marginal, por estas mismas condiciones de ruralidad, permite referir unas complejas relaciones locales. La forma de vida campesina, envuelta en una ruralidad andina con unas relaciones concretas, fue eufemísticamente presentada bajo una mística consagración al campo, tan distante de la imagen modernizante de ciudad, que desnaturalizó el proceso histórico de transición urbana acaecido en Colombia, omitiendo el rol del campesino como actor de la de la urbe, pues es claro que la ciudad como territorio, no tiene cabida si se la sitúa de espaldas al campo.

Es necesario reconocer la importancia de la ruralidad como proceso activo y dinámico ante la imagen insular y marginal que el discurso de la modernidad endilgó en pos de legitimar su accionar modernizando territorios. De esta manera se logra desmitificar aquellas posturas que reducen las relaciones territoriales a condiciones de centralidad o marginalidad, al punto de plantear un “déficit de territorialidad” donde muchas áreas “periféricas del espacio nacional han permanecido al margen de los grandes flujos de poblamiento [...] es decir, se mantienen fuera de los mecanismos de regulación social, política y económica prevalecientes en las zonas urbanizadas y/o densamente pobladas”99, como si la importancia o relevancia territorial dependiera únicamente de una cantidad numérica100. Tal forma particular de referir una

99 GOUESET Vincent. El Territorio colombiano y sus márgenes. La difícil tarea de la construcción territorial. Revista Territorios. No. 1, Enero 1999. pp. 77 - 94. Universidad del Rosario - Colombia. p. 78. En: http://www.redalyc.org/articulo.oa?id=35700105 Consultado el: 23 de octubre de 2016. 100 Goueset identifica a aquellas zonas desarticuladas del centro como márgenes, donde la región centro-oriente, correspondiente a los territorios del presente problema de investigación, describía cierta marginalidad (márgenes interiores y cercanos). Así, su propuesta identifica 3 tipos de márgenes en torno a estos territorios con déficit de territorialidad: 1. Márgenes interiores: ubicados en el heartland colombiano; el eje caribe-andino (altos páramos, vertientes inhóspitas y zonas pantanosas). 2. Márgenes Cercanos: Vertientes externas de los Andes y sus piedemontes, identificadas como zonas de colonización por estar en vía de articulación. 3. Márgenes Lejanos: espacios poco poblados y desarticulados del que el autor llama un "espacio nacional", que los identifica con la costa pacífica y la región de la Amazonia. p. 83. GOESET Ibíd. p. 83.

74 marginalidad territorial, responde a la misma lógica de negación de una sociedad modernizada que considera vergonzante al campesino y desdeña el marco sociocultural de la ruralidad.

El curso geohistórico de la formación espacial de la modernización en el Valle de Sogamoso arrojó la consolidación de una centralidad espacial en torno a Sogamoso como nodo regional aún antes de la irrupción industrial, pues “mientras se acercaba la Industria Pesada [...] juega un papel primordialísimo el pueblo campesino, repartido en las veredas de toda la comarca, [...] asistiendo los Martes y Domingos [...] en una cita comercial para surtir de víveres, tejidos y artefactos a una población de casi 50,000 habitantes.”101. En este sentido, al abordar la categoría , es posible encontrar elementos de análisis que planteen este territorio más allá de una insularidad.

Gráfico 7. Tasas medias Intercensales 1938 - 1973, para Sogamoso, el Valle de Sogamoso y la Conexión Casanare.

Fuente: Gráfico elaborado por el autor con base en los Censos Poblacionales 1938 - 1951.

101 Op cit. CAMARGO PEREZ Gabriel. Del Barro al Acero (En la Roma de los Chibchas). p. 442.

75 Partiendo del gráfico anterior, es posible aseverar que las poblaciones enmarcadas en la categoría (Nobsa, Gámeza, Tópaga, Mongua, Iza, Firavitoba, Cuítiva, Tota, Puebloviejo-Aquitania, Tibasosa), como poblaciones predominantemente rurales, manejaron un crecimiento moderado, sostenido en el tiempo y positivo en términos absolutos hasta la década de los años 60, justo con la consolidación del proceso urbano en Sogamoso. El crecimiento más importante de estos municipios en términos poblacionales se relacionó con el proceso de implantación industrial siderúrgico, de lo que se colige que como proceso poblacional y social, la ruralidad estuvo articulada, en proporciones diferentes, pero siendo parte activa de la dinámica general de transformación en el marco de la formación espacial de la modernización. Sólo la consolidación del fenómeno urbano en su nodo regional (Sogamoso) y la reconfiguración en torno a este de las relaciones territoriales modernas que llevan a designar una centralidad en lo urbano, frenaron su dinámica constante de crecimiento, pero no por ello caducaron o prescribieron su rol como territorialidad viva y activa del proceso territorial en la región. Resulta evidente del gráfico anterior, que la dinámica demográfica de este conjunto de poblaciones no sólo se desaceleró por completo sino que empezó a experimentar un crecimiento neto negativo probablemente producto de la migración campo-ciudad en un marco de múltiples escalas espaciales. Es decir, que la atracción que posibilitó la migración no se supeditó al polo inmediato de atracción del sistema regional que era Sogamoso, sino que con el impulso de infraestructura comunicacional (vías y medios de transporte), este marco territorial local del valle de fue integrando a otros sistemas territoriales como la capital departamental (Tunja) y la misma capital nacional (Bogotá). Fue este el efecto principal de aquella formación espacial de la modernización, reforzado históricamente con una tendencia emigratoria típica de sociedades rurales como Boyacá en el centro oriente, y Nariño al sur occidente del país.

En este sentido, las dinámicas emigratorias protagonizadas por población de Boyacá han sido históricamente importantes y relativamente documentadas, principalmente de población rural masculina en frentes abiertos de colonización, como en la

76 cordillera central (Tolima y Caldas)102 103. Así, cordilleras y valles interandinos y de vertiente en coyunturas históricas puntuales se erigieron en puentes de integración antes que fronteras u obstáculos, particularizando dinámicas tales como la colonización antioqueña o más concretamente la que partió "desde las provincias densamente pobladas y de viejo asentamiento del centro y el oriente de Boyacá y del oriente de Cundinamarca, hacia el occidente de Cundinamarca, centro y sur del Tolima Grande, y marginalmente al Magdalena Medio, el piedemonte llanero y a los territorios de Casanare y San Martín"103 desde la segunda mitad del siglo XIX. Sin embargo, rastrear algunos procesos migratorios intrarregionales resulta algo más complejo, tal como la movilidad campo-ciudad en la formación espacial de la modernización a mitad de siglo.

Si se compara la tendencia poblacional rural por sexos entre las pirámide siguientes (1951 y 1964), se obtiene como rasgo común una base piramidal amplia, cuya evolución deja ver un interesante fenómeno desde los rangos de edades medias para la población rural de Sogamoso entre 1951 y 1964.

Gráfico 8. Pirámide Poblacional del entorno rural de Sogamoso, 1951.

> 80 Años.

70-74 Años.

60-64 Años.

50-54 Años.

40-44 Años. % Mujeres 30-34 Años. l % Hombres 20-24 Años.

10-14 Años.

0-4 Años.

10.0 5.0 0.0 5.0 10.0 % Población por edades Hombres - Mujeres 1951

Fuente: Gráfico construido por el autor con base en información del censo poblacional de 1951. V er: Anexo 7.

102 Op cit FALS BORDA Orlando. El Hombre y la Tierra en Boyacá. p. 28. 103 Op. cit. PALACIOS Marco, SAFFORD Frank. p. 485.

77 Gráfico 9. Pirámide Poblacional del entorno rural de Sogamoso, 1964.

> 80 Años. 75-79 Años. 70-74 Años. 65-69 Años. 60-64 Años. 55-59 Años. 50-54 Años. 45-49 Años. 40-44 Años. 35-39 Años. ■ % Mujeres 30-34 Años. ■ % Hombres 25-29 Años. 20-24 Años. 15-19 Años. 10-14 Años. 5-9 Años. 0-4 Años.

10.0 5.0 0.0 5.0 10.0 % Población Hombres - Mujeres, entorno Rural.

Fuente: Gráfico construido por el autor con base en información del censo poblacional de 1964. Ver: Anexo 8.

Resulta evidente que a partir de los 20 años de edad, plena edad productiva, la tendencia se contrajo significativamente para los dos sexos, aunque para el caso de la población masculina ésta fue algo más pronunciada. Dado que es una época donde el proyecto industrial y urbano en Sogamoso estaba consolidado, es posible denotar una manifiesta atracción de la ciudad al captar del campo mano de obra ligeramente enfocada a oficios masculinos. Con esto, se colige que aunque sí se configuró una centralidad territorial a partir del predominio de Sogamoso como ciudad intermedia y polo regional industrial, resulta imperante matizar esta reconfiguración de las relaciones territoriales campo-ciudad, en esta parte desde la actual perspectiva poblacional (en capítulos subsiguientes se matiza esta reconfiguración cualitativamente). Al respecto, un análisis de la intensidad de las dinámicas poblacionales puede dar cuenta de los ritmos con que la variable poblacional rural se comportó ante la fuerte incidencia del proceso urbano en Sogamoso.

La tendencia arrojada al graficar los índices de crecimiento para el Valle de Sogamoso entre 1918 y 1973 (Ver: Gráfico 10), permite aseverar que la dinámica poblacional

78 experimentó un largo y constante crecimiento entre 1918 y 1964, no obstante dentro de este lapso de tiempo, sobresalió un período de mayor intensidad, comprendido entre 1951 y 1964.

Gráfico 10. Variación de Índices de Crecimiento del Valle de Sogamoso, 1918 - 1973.

Serie A Serie B

Fuente: Gráfico elaborado por el autor con base en información censal (1918 - 1973) e información del Anexo 9.

Sin embargo, en el siguiente periodo (1964-1973) el Valle de Sogamoso experimentó una marcada pérdida de población, disminuyendo en 5257 habitantes respecto del censo anterior (1964); es decir, en este periodo perdió casi una cuarta parte (23.4%) de la ganancia neta poblacional que había experimentado desde 1918, esto en tan sólo 9 años; coincidiendo con el proceso de consolidación del proceso urbano en Sogamoso. Esta tendencia se fue acentuando con el tiempo, y a nivel nacional describió una pauta general, pues del 69% de población que aportaba el entorno rural en el país hacia 1938, se pasó al 31% en 1993. Particularmente estas regiones del centro y oriente de Colombia fueron las que más perdieron importancia relativa en cuanto a su representatividad de población rural nacional, ya que según Rocío Murad,

79 pasaron del 68% al 55% entre 1938 y 1993104, aspecto que resulta constatable en el análisis anterior. Sin embargo, poblacionalmente y no sólo demográficamente, implicó una mayor complejidad en las relaciones campo-ciudad, pues como centro urbano, Sogamoso articuló la dinámica rural, no desapareciéndola sino re-funcionalizándola: Sogamoso como ciudad, se acopló a aquella ruralidad que no mermó en su importancia como abastecedora agropecuaria regional105.

- La Escala Macro [La Conexión con Casanare]: Violencia y reconfiguración inter­ territorial.

A pesar de la configuración de unas territorialidades en disputa a partir del conflicto de la violencia partidista de mitad de siglo descrito en el primer aparatado de este capítulo, el Valle de Sogamoso parece no haber experimentado abruptos cambios en términos demográficos, pues su crecimiento mínimo pero sostenido hizo ver que conservadores y liberales, no propiciaron fenómenos de desplazamiento significativos. Sin embargo, el caso contrario es evidente si se analiza la escala macro que refiere a la conexión de Sogamoso con Casanare. La Violencia moldeó concretamente las relaciones territoriales entre la zona andina y las sabanas casanareñas, donde poblaciones enteras quedaron aisladas y en ocasiones fueron abandonadas dado el crudo conflicto. Entre 1938 y 1951 tuvo lugar una pérdida poblacional absoluta de 3,047 habitantes a lo largo de las poblaciones asentadas en torno a los caminos que conducían al Casanare, situación que continuó negativamente durante los convulsionados primeros años de la década del 50 (Ver Anexo 10).

104 MURAD RIVERA Rocío. Serie Población y Desarrollo: No. 48. CEPAL - ONU. Estudio sobre la Distribución Espacial de la Población en Colombia. Santiago de Chile, Noviembre 2003. p. 15. En: http://archivo.cepal.org/pdfs/2003/S0311812.pdf Consultado el 19 de Octubre de 2016. p. 45 105 La CEPAL en un estudio de caso, señaló tres aspectos esenciales en torno al interrelacionamiento del sistema urbano de Sogamoso con su entorno rural. Tales aspectos son denotados bajo tres tipos de conceptos de centralidad: de proximidad, de red y de sistema. La primera refiere a las relaciones que se han entretejido entre Sogamoso y zonas rurales a partir de los factores de cultura campesina y el papel de la actividad agropecuaria. Por su parte la segunda refiere a la configuración territorial histórica de Sogamoso como punto de conexión carreteable, comunicando el interior del país con el oriente; y finalmente la tercera refiere a especializaciones productivas territorializadas en Sogamoso, como el comercio de papa, la otrora pujante ganadería y la industria CEPAL. Los Vínculos Rurales con Ciudades Intermedias. Síntesis de Estudios de Caso. 12 de Agosto de 1998. p. 16.

80 Justamente, en este contexto geohistórico, los desplazamientos poblacionales se enmarcaron en una escala local en la medida que se gestaron entre veredas que se reconfiguraban territorialmente en pos de la consolidación de la dominancia partidista106. El problema tomó tal connotación que desde presidencia de la República se destinó la suma para nada despreciable de $40.000 con el fin de auxiliar las ciudades de Sogamoso y Villavicencio107 las cuales habían recibido numerosa población “exiliada”. Sólo de la vecina población de Yopal, en los llanos del Casanare, se contaron más de 300 los refugiados que habían arribado a Sogamoso108 en una sola ocasión.

Si se procede a analizar la intensidad en los cambios poblacionales para esta categoría, (Ver: Gráfico 11) resulta clara esta tendencia negativa. Entre el periodo de 1938 y 1951 la pérdida del peso poblacional de este conjunto de municipios fue pronunciada e importante, destacando también una dinámica de recuperación importante que trajo la amnistía guerrillera, que significó un crecimiento a una tasa de 5.78% en los años posteriores a La Violencia y ad portas de la década de los años 60, época que permitió no sólo el repoblamiento sino la normalización de las condiciones del territorio llanero, dejando el camino plasmado para lo que años más tarde sería la bonanza petrolera.

106 En torno a la dinámica de desplazamiento de población de veredas a ciudades, Fals Borda destaca dos coyunturas específicas: la violencia partidista y posteriormente el plan de las "cuatro estrategias" de la Operación Colombia en el gobierno de Misael Pastrana Borrero, diseñado en 1971 por Luchlin Currie. FALS BORDA Orlando. Bases para un Plan de Retorno a la Tierra y a la Vida. En: Red de Estudios de Espacio y Territorio RET. Dimensiones Territoriales de la Guerra y la Paz. UNAL, Bogotá. 2004. p. 45 - 51. p. 46. 107 Rehabilitación de unos Damnificados, se confieren unas comisiones. FDO. Laureano Gómez, Presidente de la Republica. ACMS, Fondo Histórico, Decretos Alcaldía. 108 Designado Comité de Socorro para Exililiados. Acción Cívica. Sociedad de Mejoras Públicas. Sogamoso, Julio 5 de 1953. No. 215. ACMS, Hemeroteca Acción Cívica.

81 Gráfico 11. Variación de Índices de Crecimiento de la categoría , 1918 - 1973.

Serie A Serie B

Fuente: Gráfico elaborada por el autor con base en cálculos propios según información de los censos poblacionales 1918 - 1973.

Así, removido el conflicto hacia otras remotas zonas del país (sur del Tolima, por ejemplo), los llanos abrieron paso a procesos de colonización y apropiación de tierras basados en la dinámica ganadera de hatos y fundaciones, ahora empleando automotores para el transporte de animales, junto con nuevas vías de comunicación hacia el interior. De esta manera, la articulación territorial con Sogamoso, aunque no se perdió si se reterritorializó, pues las usanzas del arriero y caporales, junto con los caminos recorridos por bravos animales encachangados dieron paso a carreteras y camiones, modificando las territorialidades derivadas de las formas de vivir aquel territorio: nuevas distancias y una conexión más amplia en función del tiempo- espacio, por ejemplo.

82 Tierra y Propiedad en el Valle de Sogamoso.

Imagen: Archivo Personal. Lomeríos de Altiplanicie. Municipio de Tibasosa. Febrero de 2016.

Otro ámbito estructural en la manera como geohistóricamente se ha construido la territorialidad en el Valle de Sogamoso, ha sido la propiedad inmobiliaria. Su abordaje en esta oportunidad tiene como fundamento establecer los ritmos, formas y la espacialización que describió como factor determinante del proceso de construcción social territorial; debido a que la propiedad, en sociedades rurales como la boyacense, se erige en fundamento de un orden social particular que determina las formas en que se desenvuelven las dinámicas territoriales. Dónde se posee la tierra, cuáles son sus posibilidades de usufructuarla, qué cantidad se posee de ésta, su valor y cómo se la referencia constituyen importantes criterios para entender un entramado de poder materializado en la noción de riqueza y propiedad como variable que incide en la dinámica geohistórica de los territorios, referenciados muchas veces como ficciones de bienestar, prosperidad y desarrollo.

83 Para el caso del Valle de Sogamoso, las formas de tenencia de la propiedad rural configuraron una territorialidad múltiple o multiterritorialidad, generada por la confluencia de la propiedad minifundista campesina, la progresiva extinción de los últimos latifundios herederos de la tradición colonial interandina, el progresivo proceso de consolidación urbana y una territorialización de las políticas de modernización a partir de la implantación industrial109. Por ello, con el fin de concretar un análisis, resulta indispensable plantear una periodización que permita establecer una perspectiva de la dinámica del mercado de tierras desde un marco geohistórico que integre todos estos actores.

En este sentido, el primer periodo de estudio (1930-1945) parte de la retoma del poder político del partido liberal colombiano en 1930 y con ello el progresivo desencadenamiento de una serie de políticas que - especialmente en el primer periodo presidencial de Alfonso López Pumarejo (1934-1938), marcaron el camino a una “modernidad” (ley de reforma agraria, misiones internacionales, infraestructura, etc.). Factores como la inversión estadounidense (el petróleo con la Tropical Oil Company y el banano con al United Fruit Company), el pago de la ignominiosa indemnización norteamericana por la separación de Panamá110, junto con el crecimiento de las exportaciones cafeteras, hicieron que tal periodo fuera de una economía en franca alza, que sin embargo, las realidades locales, entendidas a partir de presencias diferenciadas de los actores territorializadores como el estado, permiten problematizar. Justamente a partir de la dinámica territorial local, plasmada en este caso a través de las tierras y la propiedad, resulta factible esbozar múltiples formas sobre las que la sociedad andina de Sogamoso en este periodo configuró su territorio rural con el predominio de la agricultura y la ganadería, orden socioespacial que posteriormente sería signado por el proyecto modernizador como atrasado, simple e incivilizado.

109 Para Deleuze y Guattari, el estado como ente desterritorializador, no destruye la territorialidad sobre la que se impone, “sino se apropia de ésta, integrándola como en la nueva máquina despótica”. Op. Cit. HAESBAERT Rogério. p. 162. 110 Este pago fue conocido ampliamente como la “danza de los millones”, pues capitalizando al gobierno, se logró poner en marcha obras que pretendieron dinamizar las regiones.

84 El segundo periodo de estudio (1946-1953) lo marca el inicio de la violencia generalizada. A la hora de plantear un análisis basado en el mercado de tierras en relación con el proceso de La Violencia en Sogamoso, hipotéticamente se pretende evaluar el impacto de este fenómeno como posible proceso de cambio y transición hacia una formación espacial de la modernización. Cabe aclarar que la violencia como factor de desterritorialización, no se reduce al vacío e inoperante discurso de la violencia como ausencia de control estatal, como desorden territorial, como un caos que da lugar a la conocida expresión “tierra de nadie”; sino que a través del análisis de la propiedad pretende encontrar las formas como territorialmente la sociedad andina del Valle de Sogamoso, tocada por episodios de violencia rural, enmarcó la transición hacia el desencadenamiento de un proceso modernizador que apostaba por una utopía industrial urbana.

Finalmente, el tercer periodo de estudio (1954-1965) responde a la influencia que ejerció la normalización política que el militar golpista Gustavo Rojas Pinilla implantó, logrando mermar significativamente los efectos de la violencia política que años atrás había bloqueado el comercio entre los llanos del Casanare y Sogamoso. La caída del dictador Rojas, y el posterior acuerdo bipartidista (liberal-conservador) de alternancia en el poder conocido como Frente Nacional, sin duda permitieron allanar el camino a unas nuevas condiciones que reconfiguraron territorialmente el Valle de Sogamoso desde el segundo lustro de la década de los años 50. Precisamente, la conectividad en el transporte, el uso de camiones y principalmente la puesta en marcha del proyecto industrial siderúrgico de Paz del Río en 1954, reterritorializaron las relaciones socio-espaciales en un valle otrora agrícola y ganadero que abrazó las nuevas oportunidades creadas por el proyecto modernizador industrial.

Para analizar los 35 años correspondientes a los periodos de estudio, se procedió a construir una base de datos con los protocolos notariales atinentes a la jurisdicción de Sogamoso tomando en cuenta los predios rurales. A través de la selección de un método de muestreo estadístico no probabilístico y estratificado, se tomaron en

85 cuenta aproximadamente 8OO transacciones inmobiliarias, distribuidas entre los tres períodos anteriormente propuestos, las cuales se abordaron a partir de 7 variables de estudio111. En total la base de datos arrojó aproximadamente 5600 datos sobre la dinámica inmobiliaria rural en Sogamoso a lo largo de los 35 años. La unidad territorial básica sobre la que se cimentó el presente análisis corresponde a las veredas de la jurisdicción de Sogamoso. Topográficamente éstas pueden clasificarse en torno a su altitud, partiendo de la altura a nivel del plano del valle donde se asienta la cabecera urbana, a 2500 m.s.n.m. Tal y como se puede apreciar en el siguiente mapa (Ver: Mapa 3) el territorio de Sogamoso parte de la altura del valle, extendiéndose sobre la cordillera hacia el oriente, por lo que la mayor parte de su jurisdicción corresponde a montaña media y alta, siendo éste parte donde se ubican la mayor parte de veredas cuyo sistema de producción y asentamiento refiere a una agricultura familiar y un patrón de asentamiento disperso rural.

111 Año del negocio, Precio transado, ubicación del predio, tradición del predio (Cómo fue obtenido anteriormente por el vendedor), superficie del inmueble, denominación o nombre del inmueble y fragmentación de éste (si el predio se vendió totalmente o por partes).

86 Mapa 3. División Territorial Ecológica de Sogamoso, según Veredas.

DIVISION TERRITORIAL ECOLOGICA DE SOGAMOSO, SEGUN VEREDAS

1130000

NOBSA

TOPAGA

MONG MO NJGUA

FIF.AVITOBA

ZA LAS CAÑAS LAS CINTAS CU T Estructura Territorial Ecológica por Veredas

MONTAÑA AQUITANIA

PÁRAMO Kiló m etro s 1:175.000

1120000 1150000

Fuente: Mapa Elaborado por el autor112.

A nivel del valle se sitúan sólo unas pocas veredas. Al nor-occidente, La Manga, hacia los años 30 comprendía amplias dehesas de maíz y trigo; al norte, justo contra el piedemonte cordillerano se ubica La Ramada, cuya denominación proviene de la hacienda del mismo nombre, dominando un territorio con extensos pastizales que alimentaban “miles de cabezas de ganado vacuno y caballar”113. A través de este territorio transcurría el camino a Labranzagrande, por el cual se traía ganado de los llanos del Casanare. Complementa al nor-oriente la vereda San José, cuyos terrenos, que entran en la cordillera, hacen parte de la franja de explotación de minerales entre los que sobresale el carbón y la arcilla plástica.

112 Esta es una aproximación general, pues no se tuvo en cuenta las zonas de Transición y , que hacen obviamente aún más compleja la variable ecológica en los territorios veredales. Ver: Alcaldía de Sogamoso. Componente de Clasificación del Suelo, Modelo de Ocupación y Norma [Documento Técnico de Soporte del POT - Universidad Nacional de Colombia]. p. 4. http://186.116.11.66/suimweb/ARCHIVOS/TERRITORIO/DIAGN%C3%93STICOS%20GENERALES/TE DIDODOMU1414694825.pdf Consultado el: 19 de Noviembre de 2016. 113 Op cit. CAMARGO PEREZ Gabriel. Geografía Histórica de Sogamoso. p. 23.

87 Subiendo hacia el nor-oriente, en alturas de baja y media montaña se localizan las veredas de Pantanitos y Morcá. La primera, hacia los años 30, referenciada por Camargo como productora de maíz, progresivamente fue cambiando sus sementeras por lotes de secado y hornos para la fabricación artesanal de ladrillo, que con el despegue urbano de Sogamoso a partir de la segunda mitad del siglo XX, consolidó una producción dominante alfarera. Por su parte, la vereda Morcá comprende extensos terrenos quebrados donde se destaca la extracción de carbón y arcilla plástica para la fabricación de losas, aunque Camargo resaltaba la presencia de fértiles suelos de vertiente con cultivos de trigo, cebada y papa en las zonas de media montaña. Hacia el occidente de la cabecera urbana, en tierras planas sobre el valle se ubica la vereda Siatame, cuya principal actividad agrícola era la producción de maíz, algunos campos de trigo y el mantenimiento de extensos forrajes empleados para la ceba del ganado llanero que llegaba. Por el otro flanco, al oriente, sobre tierras de media-alta montaña se ubica la vereda Ombachita, cuya topografía y clima permitían el cultivo predominante de cereales como el trigo y la cebada. Al sur, a la altura del Valle, se ubican Villita y Malpaso junto con Vanegas. La primera, abría paso al sur a extensos pastos y a viejos latifundios como la Hacienda Corinto. En estas propiedades no sólo se cebaba, sino que se criaban buenas razas de ganado vacuno y caballar, sin contar con las múltiples manas y manantiales que ofrecían buen recurso de agua, “tal vez el agua más pura que se encuentra en Sogamoso” 114, señalaba Camargo. Por su parte, la vereda Vanegas, ubicada más al sur sobre un valle que se va estrechando, de tradición hacendataria, además de pastos para levante de ganado contaba con recursos maderables, especialmente de eucalipto. Sobre el piedemonte de la cordillera, al oriente y suroriente se sitúa la vereda Pedregal, antiguamente denominada Sonesi, cuyos recursos en piedra y minerales de cantera le dieron su nombre. Hacia el oriente y sur-oriente, el territorio cordillerano se extiende a los altos páramos y le confiere a Sogamoso su mayor extensión. La vereda Monquirá, surcada por el río del mismo nombre, constituía la entrada oriental a la cabecera urbana de Sogamoso, destacándose por sus ricas sementeras de cereales,

114 Ibíd.

8 8 leguminosas, hortalizas y tubérculos115 en función de su topografía de vertiente y su altura baja-media. Según Camargo Pérez, pareciese ser la vereda más rica en cultivos, sin contar con el ganado que también pastaba en sus campos. Siguiendo el antiguo camino que llevaba de Sogamoso a Puebloviejo (Aquitania), se encuentran las veredas Primera y Segunda Chorrera, que hacia los años 30 comprendían además de cultivos, lo que Camargo identificó como partes “incultas”116, estableciendo el límite de un asentamiento disperso más denso, determinado por la influencia de la cabecera de Sogamoso. Al oriente, sobre partes de altura media-alta se localiza la vereda Pilar y Seivita, que comprende terrenos de transición de media y alta montaña, llegando a alturas cercanas a los 4000 m.s.n.m. en las veredas más alejadas, Las Cintas y Las Cañas, donde predominaban los tubérculos de clima paramuno.

Tal y como se desprende de lo anterior, la topografía predominante en la mayoría de veredas de Sogamoso corresponde a terreno quebrado de montaña y alta montaña, donde precisamente los rasgos orográficos coadyuvaron a configurar no sólo un patrón de asentamiento y laboreo de las tierras, sino a la misma forma de tenencia y estimación comercial en el mercado inmobiliario. Así, terrenos planos o moderadamente ondulados permitían una estimación comercial más alta en función de su potencial productivo, su facilidad de trabajo y su cercanía a una cabecera urbana en expansión ante la implantación industrial.

115 Ibíd. 116 Ibíd. p. 26.

89 - La Ganadería y la Agricultura como principios de territorialidad local (Período 1930-1945).

El suelo que conforma parte del Valle de Sogamoso corresponde geológicamente a aluvión del cuaternario117, cuya composición y estructura resulta apta para cultivos. Sin embargo, históricamente los patrones de tenencia perfilaron unos usos moldeados en función de sistemas de poder modernizantes que veían como un problema estructural la no articulación del potencial productivo de estos suelos con su laboreo. Actores territorializadores como la Corona en la colonia, junto con los hacendados y mestizos en el XIX perfilaron un conjunto de territorialidades que para los años 30 marcaba el predominio de la ganadería antes que la agricultura en las tierras planas del valle, con un campesinado en su mayoría asentado en tierras de ladera que no ofrecían todo el potencial para la agricultura. Esta situación a nivel local, constituye un reflejo del interrelacionamiento entre el patrón de asentamiento poblacional y el uso de la tierra en la cordillera oriental que se había establecido como una zona densamente poblada, donde en general "las extensiones planas, situadas en fértiles valles, se dedican a la ganadería mientras que para la agricultura se emplean las faldas de las montañas"118; sin duda toda una sinrazón a los ojos de los planeadores del desarrollo del BIRF y de la comisión del CINVA que años después arribaron desconociendo todo el marco geohistórico de un territorio reducido a una patológica situación de atraso.

Antes que plantear la tenencia de la tierra como un asunto de aprovechamiento de su potencial productivo, resulta interesante resaltar el interrelacionamiento de ésta con las formas (de poder, de conocimiento y de subjetividad) en que la población construyó socialmente unas territorialidades particulares del medio. A nivel local, las relaciones sociales construidas en torno a este proceso desde la colonia llevaron a

117 Guhl destaca que en los suelos de los altiplanos de tierra fría sobre la cordillera oriental, predominan "suelos de sedimentación de agua dulce de origen del cuaternario superior y del Holoceno cuando empezaron a desaparecer los lagos en el piso térmico frío". GUHL NIMTZ Ernesto. Colombia: Bosquejo de su Geografía Tropical. Edición Conmemorativa, Universidad de los Andes: Ed. Uniandes, Jardín Botánico de Bogotá José Celestino Mutis: Universidad Nacional de Colombia, Bogotá. 2016. p. 274. 118 Op cit. CURRIE Lauchlin. p. 97.

90 que el campesinado promedio no pudiese acceder a las tierras planas del valle, de gran potencial productivo y por ende de gran estimación comercial, ocupando terrenos ondulados y escarpados sobre la cordillera. Este proceso - sin embargo -, no connotó una relación de poder tajantemente vertical que plasmara al campesino como un ser excluido y anodino, confinado a las altas y escarpadas montañas, pues inmersas en estas relaciones se encuentran complejas respuestas adaptativas concebidas en el marco de importantes referentes ontológicos de la vida en las montañas de los andes orientales colombianos, que evidencian más que un sometimiento explícito, un arte de vivir: “allá en mi pueblo [Tota - suroriente del Valle de Sogamoso, sobre la cordillera], era una parcelita de trigo, un pedacito de cebada, otrico de alverja [...] y la papa! Y eso todavía es así, siembran de todo, y eso no era que se tuvieran melgononones [grandes parcelas]"119. Frente a esta forma de vida, la situación al sur del valle de Sogamoso [tierras planas] ofrecía otras aristas, “acá cuando los abuelos [...] no se tenía más de un lote, no se sembraba otra cosa que el maíz o el trigo, pero era sólo una cosa que recuerde [...] mi papá tenía dos lotecitos, entonces en uno sembraban el maíz, y en el otro sembraban otra cosa, y sacaban esas cosechas y ya sembraban otra cosa”120. Agregaba la informante que en Tota era factible sembrar varias cosas porque “había tierra"; razón que refleja la diferencia en las configuraciones espaciales productivas y de vida entre el sur del valle de Sogamoso (parte plana) y la región de Tota (al sur- oriente, región montañosa de altas pendientes), pues más allá de la disponibilidad de tierra, la tenencia de esta como constructo social y como forma de vida refleja formas distintas de territorialidad, aún ante la visión de unicidad de un mundo rural y campesino que a la luz de los planeadores fue simple y homogéneo. De esta manera, tierras planas y tierras de ladera configuraron un patrón de uso distinto, tal y como se ha podido comprobar en el análisis inmobiliario de Sogamoso, no obstante las formas de vida responsables de la territorialidad como construcción social, antes que definir una oposición entre uno y otro medio, los articularon a modo de una unidad dialéctica

119 Entrevista a María y Carmen. Sector periurbano de Venecia, Sur de Sogamoso. Antiguos habitantes de la zona rural de Sogamoso y Tota respectivamente. 16 de Marzo de 2016. 120 lbíd.

91 andina, a partir de unas territorialidades interrelacionadas en torno a actividades dominantes como el comercio ganadero y la agricultura familiar.

Partiendo de la espacialización de la dinámica inmobiliaria en este periodo, se identificó la incidencia de 2 patrones generales derivados de la dinámica comercial inmobiliaria, cada uno con unos vectores concretos, representados en el Mapa 4:

- Patrón 1. Describe la tendencia que arrojó la mayor actividad comercial, concentrada en veredas circundantes de la cabecera urbana de Sogamoso. Este patrón se territorializó en tres vectores distintos:

Vector A. Se localizó hacia el nor-occidente y occidente de la cabecera urbana, en la vereda Siatame, comprendiendo terrenos planos empleados principalmente en la ceba de ganado, además de cierta actividad agrícola en segundo plano. Dada la preponderancia de la actividad ganadera, esta vereda registró la dinámica comercial más pujante, no sólo por el nivel de transacción sino por los precios promedio más altos.

Vector B. Se ubicó en el flanco oriental, en las veredas de Pantanitos y Morcá, territorios con alturas bajas y medias respectivamente, articulados en torno a la explotación de minerales como arcilla plástica y carbón, sin dejar de lado cultivos de maíz y cereales.

92 Fuente: Mapa elaborado por el autor a partir de protocolos notariales 1930 - 1945. Notaría 1ra. de Sogamoso - Archivo Histórico. Archivo Central del Municipio de Sogamoso. Ver: Anexo 12.

Vector C. Se ubicó en torno al camino que de Sogamoso salía a los llanos orientales, el camino hacia Puebloviejo (Aquitania). La llegada de ganado arriado y de campesinos que bajaban con productos al mercado regional cada martes a través del camino del “Resbalón”, surcaba numerosas sementeras de trigo, maíz y parcelas de papa. Justamente estos terrenos, que comprendían las veredas 1era. y 2da. Chorrera principalmente, con alturas medias y medias-altas, describieron una configuración territorial activa desde su dinámica inmobiliaria, construida en torno a la una de las rutas de entrada al valle tanto para ganado como para comerciantes y visitantes provenientes de Puebloviejo y el Casanare.

93 Mapa 5. Precios promedio transados por veredas, 1930-1945. PRECIOS PROMEDIO TRANSADOS POR VEREDA, 1930 - 1945. 1120000 1126000 1132000 1138000 1144000 1150000

NO 3SA. TÓPAGA.

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*C A MONGUÍ.

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Precios Promedios Transados. b 0 .7 5 1 ,5 3 4 ,5 6 V Kilómetro 3 [ 1 $0 - $44,5 Z) O $125,1 -$270 1:124.771 $270,1 - $557,5 AQUITANI A (PUEBLOVIEJO).

Fuente: Mapa elaborado por el autor a partir de protocolos notariales 1930 - 1945. Notaría 1ra. de Sogamoso - Archivo Histórico. Archivo Central del Municipio de Sogamoso. Ver: Anexo 13.

Sin embargo, este vector presentó una particularidad, pues su dinamismo comercial no se tradujo de igual forma en un nivel alto de precios para los terrenos, como si lo fue para los anteriores vectores, manejando en este aspecto rangos medios y bajos, tal y como lo muestra el anterior mapa. (Ver: Mapa 5).

Al analizar los dos mapas anteriores, las tierras planas del valle determinadas por la dinámica ganadera, comercialmente tuvieron más preponderancia, mientras que las tierras de la cordillera, a pesar de tener una considerable dinámica de transacciones, no alcanzaron rangos de precios considerables a su nivel de comercio, caso de este último vector [C] constituido en torno a la salida a Puebloviejo y el Casanare. Justamente, para la época, la actividad más prominente en términos comerciales recayó en la ganadería, pues su circuito espacial productivo se extendía hasta las sabanas del Casanare. Por ello, la actividad de ceba de ganado llanero fue un referente

94 de esta región aún ad portas del proceso de implantación industrial y con la violencia política en su máxima expresión años después. La ganadería integraba distantes territorios, en la medida que fundaciones y hatos en el Casanare eran atendidos por “encargados-administradores” mientras sus dueños residían en Sogamoso121. Por esto, las tierras de ceba fueron las más valoradas y dinámicas comercialmente; sin embargo las veredas Chorreras en este período connotaron la dinámica más importante de la zona montañosa, estando éstas ligadas a una agricultura campesina y no a la ganadería, como rasgo particular. Quizás, un factor que se encuentre asociado a esta dinámica concreta, radica en la tradición de estos predios, marcada más por herencias que por compraventas. En efecto, al incorporar al análisis la variable 122 para los predios negociados en estas veredas entre 1930 y 1945, se obtiene que tanto la Primera Chorrera como la Segunda mayoritariamente perfilaron una tradición ligada a herencias (Ver: Tabla 5). Estas tierras, más ligadas a usanzas campesinas, asentadas en laderas y cuya tradición inmobiliaria demarcaba unos usos consuetudinarios (herencias por derechos y acciones - sin clara titulación legal), constituyeron el referente de una imagen “pre-moderna” gracias a sus maneras de concebir y plasmar unos imaginarios tan pecualires en torno a “la tierra”; esquemas que reñían con las formas modernas de usufructuarla y aprovecharla económicamente. En contraste, la idea modernizante criticaba aquel vínculo que el individuo establecía con su terruño, su vida, reducida a ser vista como un simple “pedazo de tierra heredado de sus mayores [que] no lo enajena, porque con ello teme profanar el afecto que a ellos les debe"123.

121 "aun cuando el dueño quizás viva en una ciudad distante de la hacienda sin vigilar de cerca su explotación, una finca ganadera casi siempre produce bastante para que su propietario viva muy bien". Op cit. CURRIE Lauchlin. p. 98. 122 La categoría se refiere al historial o antecedente del predio. Concretamente señala el tipo de negocio con el que el vendedor se hizo con el predio. Además de Compraventas, sobresale la Herencia, la partición amigable o el reparto conyugal. 123 En torno a una gran Conferencia. CASTILLO CORREDOR Héctor. Acción Cívica. Sociedad de Mejoras Públicas. Sogamoso, Marzo 14 de 1954. No. 243. p. 2. En: ACMS, Archivo Histórico -Hemeroteca: Fondo Acción Cívica.

95 Tabla 5. Tradición de los predios, 1930-1945. í Tipo de Adquisición de Predios Q. o redas.

Las Cañas he Las Cintas he San José cv Monquirá cv Morcá he cv equilibrado Mortiñal he Ombachita he cv equilibrado Pantanitos he cv equilibrado Pedregal he cv equilibrado Pilar y Seivita cv he equilibrado 1 era. Chorrrera he La Ramada cv 2da. Chorrera he Siatame he cv equilibrado Vanegas cv Villita y Malpaso he cv equilibrado

he: Herencia. cv: Compra-Venta.

Fuente: Tabla elaborada por el autor a partir de protocolos notariales 1930 - 1945. Notaría 1ra. de Sogamoso - Archivo Histórico. Archivo Central del Municipio de Sogamoso.

Ligado a lo anterior, se encuentra el problema del drama social del minifundismo. Este pedazo de tierra heredado, no sólo llega a ser un bien; es la misma tierra como construcción emotiva donde aquel individuo creció, morirá y heredará; estableciendo un arraigado apego de carácter emotivo hacia un bien que bien pudiera a través de su enajenación comercial, usufructuar.

Imagen 6. Paisaje de Minifundios, Monguí.

Fuente: Archivo personal, Zona Rural del municipio de Monguí. 2016.

96 Tratar de abordar la cuestión de la problemática de la superficie de las propiedades desde este primer período de estudio resulta difícil, ya que la muestra estadística no arrojó suficientes datos sobre superficie debido a la ausencia de esta información en muchos documentos notariales (Ver: Anexo 11). Sin embargo, es posible plantear algunas consideraciones al respecto.

Es innegable la interrelación de algunas características de la propiedad conformando el sistema territorial de ocupación y tenencia. Por ejemplo, el raigambre hacendatario de usos ligados a la ceba y cría de ganado en terrenos planos o de pendiente menor, implicaba extensiones prominentes, y esto, asociado a otras variables como el precio y la tradición constituyó el reflejo de formas concretas de territorialidad (vectores). Por ejemplo, para el caso de La Ramada, su dinámica inmobiliaria constituyó el reflejo de una construcción social del valor comercial altamente estimado que se materializó en precios altos y un considerable nivel de dinamismo comercial (se compraba y se vendían activamente) reflejado a su vez una tradición predial marcada por compraventas y no por herencias. De esta forma La Ramada concentró sus negocios inmobiliarios en predios de superficies mayores a una fanegada (>6200m2), estableciendo un perfil comercial contrastante frente a veredas cuyos usos y patrones de asentamiento revistieron otras condiciones; tal como las Chorreras, de predominancia campesina, con lomeríos pronunciados de medias y altas pendientes que geohistóricamente hicieron más difícil el uso de la tierra acorde a las formas de aprovechamiento comercialmente más valoradas, ligadas a la explotación hacendataria. Veredas como las Chorreras plasmaron una propiedad construida en torno a otras estimaciones de valor más ligadas a la crítica que la perspectiva modernizante hizo sobre el minifundio, donde criterios como los afectivos y que enmarcan otro tipo de funcionalidades no permitían una articulación al sistema comercial de explotación moderno de simple uso y usufructo. El predominio de una tradición predial marcada por las herencias y una concepción de patrimonio más afectiva que “racionalmente” económica, permite encontrar este otro tipo de construcción de valor, visto como algo patológico bajo la episteme modernista.

97 De esta manera, estas contrastantes situaciones permiten enfatizar en el papel de los distintos actores territorializadores (cultivadores, ganaderos, comerciantes, burocracia, planeadores, técnicos, obreros, etc.) en el Valle de Sogamoso y la complejidad de aquel entramado territorial como una unidad dialéctica que geohistóricamente siempre involucró contradicciones, aún antes del proceso de implantación industrial. Esto indica que la crítica a la formación espacial de la modernización, en este caso a partir de la propiedad inmobiliaria, no se reduce al reconocimiento de un antes y después de la implantación industrial, sino al entendimiento de procesos interrelacionales de reconfiguración territorial (desterritorialización - reterritorialización).

- Patrón 2. El segundo patrón identificado en la geohistoria de la dinámica inmobiliaria en Sogamoso lo conforman las veredas con menor dinámica de transacciones, describiendo dos vectores (Ver: Mapa 4):

Vector D. Se relacionó con la distancia geográfica respecto de la cabecera de Sogamoso, que como mercado regional y centro civil y parroquial ejercía una influencia como un nodo regional. De esta manera, veredas distantes como Las Cintas junto con Pilar y Ceibita presentaron un bajo nivel de transacciones de tierra, comprendiendo estos territorios terrenos de media-alta y alta montaña, de difícil topografía. De esta manera, el dinamismo inmobiliario fue inversamente proporcional a la distancia de los predios respecto del centro regional que era la cabecera de Sogamoso: a menor distancia respecto de la cabecera (mercado, por ejemplo), mayor precio y niveles de transacción predial, principio de una centralidad territorial producto del modelo de asentamiento hispánico.

Vector E. Respondió a terrenos cuyas formas de tenencia y funcionalidad no facilitaron un dinamismo en el mercado inmobiliario. Justamente en veredas como La Ramada al nor-oriente y Vanegas al sur, hacia los años 30 aún se aprovechaban las óptimas condiciones de una vieja tradición hacendataria, que gracias a la ceba de ganado llanero, o la cría de otro poco en el sitio, denotaron un patrón de tenencia

98 latifundista aún no sujeto a presiones sobre la tierra ni a dinámicas territoriales que vulneraran su funcionalidad latifundista, como si lo iban experimentado veredas más cercanas al centro urbano como Villita y Malpaso, que en el siguiente período concentraría la expansión urbana fragmentando viejos predios rurales y refuncionalizándolos para el marco urbano. Por estas características, marcadas por grandes extensiones y precios considerables, fue difícil para potenciales compradores lograr acceder a tales inmuebles, configurando un bajo nivel de transacción predial124.

- La Transición hacia una territorialidad de la modernización: La Urbanización (Período 1946-1953).

Si bien en el anterior período se introdujo una problematización de las formas y usos de la tierra, contrastantes según el actor territorializador (campesinos, ganaderos, hacendados), en este apartado se pretende entender cómo se configuró territorialmente el proceso de modernización a partir de la confluencia entre las parcelaciones ligadas a la expansión urbana y la tenencia campesina en torno al minifundio y la agricultura familiar.

Según indagaciones de la comisión del CINVA en la región de Sogamoso, hacia los años 50 los jornales por trabajo en parcelas alcanzaban apenas los 2 a 3 pesos diarios, y sólo los 50 centavos a 1 peso si el patrón proporcionaba alimentación125. Esta situación, referenciada como algo decadente, ejemplo mismo de subdesarrollo, sin embargo contrastaba con las condiciones comerciales de la tierra al tener precios altos. Según el CINVA, la fanegada se avaluaba de $8,000 a $10,000 en lo plano, y de $1,000 a $2,500 en laderas y páramo. Si bien no se puede comparar estas estimaciones según precios por m2, ya que para este periodo gran parte de los protocolos notariales no presentan la superficie del predio; el contraste de los precios promedio de ventas entre veredas situadas en tierras planas y veredas ubicadas en la

124 Tanto la vereda de Vanegas como la de la Ramada, a pesar de tener una baja dinámica de transacciones, en este periodo presentaron unos altos precios promedio transados, alcanzando los $270 y $258 promedio por los negocios realizados, respectivamente. 125 Op cit. CINVA. Proyecto Sogamoso - Paz de Río, Ensayo de una Metodología. p. 100.

99 cordillera, arroja la misma proporción que estableció el CINVA en cuanto a la diferencia en precios entre tierras de una y de otra ubicación. Al tomar un promedio general del precio promedio de compraventas en veredas ubicadas en tierras de ladera-páramo (Las Cintas, Morcá, Pilar y Seivita, Mortiñal, Las Cañas, 1era. y 2da. Chorrera, Ombachita y Pedregal) y compararlo con el promedio general de compraventas de las veredas con topografía plana o ligeramente ondulada (La Ramada, Villita y Malpaso, Siatame, Monquirá), se obtuvo que el precio promedio en tierras de ladera-páramo ($325) sólo alcanzó la cuarta parte del precio transado en tierras planas ($1,380), proporción idéntica a la que calculó el CINVA a partir de precios por m2. (Ver: Mapa 6).

Mapa 6. Precios promedio transados por veredas, 1946 -1953.

Fuente: Mapa elaborado por el autor a partir de protocolos notariales 1946 - 1953. Notaría 1ra. de Sogamoso - Archivo Histórico. Archivo Central del Municipio de Sogamoso. Ver: Anexo 14.

Sin embargo, en este periodo fue clara la incidencia de dos factores de dinamización en el territorio de Sogamoso: la parcelación ligada a la expansión urbana en las tierras

100 planas del valle (Veredas: Siatame - Villita y Malpaso) , y la tenencia minifundista de la producción agrofamiliar en las tierras de ladera (Veredas: 1ra. Chorrera - Monquirá). Tal proceso resulta palpable a través del análisis de la variable que muestra la superficie de los predios (incompleta por la información limitada de superficie que se proporciona en los protocolos de la época), representada en la siguiente tabla.

Tabla 6. % Transacciones Inmobiliarias según Superficie, 1946 - 1953. % Transacciones de Predio según superficie, por Veredas. 800m2 1600m2 3200m2 6400m2 > 6400m2 Monquirá 17 0 0 0 9 Pantanitos 5 0 0 0 0 1era. Chorrera 2 9 17 40 0 La Ramada 0 0 33 20 27 Siatame 12 0 0 0 18 Villita y Malpaso 64 91 50 40 45 Fuente: Tabla elaborada por el autor a partir de protocolos notariales 1946 - 1953. Notaría 1ra. de Sogamoso - Archivo Histórico. Archivo Central del Municipio de Sogamoso.

En primer lugar, un aspecto que resaltó el CINVA como estructural en cuanto a la tenencia de la tierra en Sogamoso recayó en el minifundismo, que en este período de transición no se debe confundir con las parcelaciones, éstas últimas determinadas por la dinámica de expansión urbana en el valle. Según el CINVA, a mitad del siglo XX “las extensiones de predios que más repiten oscilan entre 1 y 5 fanegadas, no alcanzando en ocasiones ni 1 fanegada126. Si se corrobora esto con la información predial sistematizada, se tiene que la existencia de pequeños predios fue aún más acentuada de lo que informó el CINVA en los años 50, pues del total de transacciones inmobiliarias en el período 1946-1953, más de la mitad (51%) correspondieron a predios menores a 800m2 (1/s de Fanegada), y aún si se amplía este rango a 1600m2

( 1/ 4 de Fanegada), el porcentaje llega a 65%. Además, si se toman los predios menores a media fanegada (3200m2), el porcentaje de predios transados alcanzó casi el 80% de las compraventas, lo que evidencia un apabullante dominio de predios de pequeña extensión para la época127.

126 Op cit. CINVA. Proyecto Sogamoso - Paz de Río, Ensayo de una Metodología. p. 97. 127 Cálculos propios basados en el Anexo 16.

101 Entender este patrón, remite a plantear una relación básica: la distribución poblacional y el precario aprovechamiento del suelo. Concretamente, la “superpoblación” de las zonas rurales para muchas mentes de la modernización, no garantizaba óptimos niveles de producción, situación derivada de un deficiente nivel de aprovechamiento productivo, producto de un precario bagaje cultural y técnico. Esta situación, no permitía un “desarrollo demográfico armónico, orientado por la capacidad cultural de sus habitantes, y [por] el excedente de la población [que] emigra hacia las ciudades”128, patrones adscritos a las denominadas “comarcas cafeteras" del centro-occidente. Por esto, la forma de entender el desarrollo en términos territoriales versaba en lograr que una sociedad articulara la dinámica rural con la centralidad de un enclave urbano regional, resultando cuasi “patológico” el hecho que algunas comarcas no estuvieran en capacidad de facilitar la formación de centros culturales importantes, más si tenían suficiente población. El peligro radicaba en que dada su inactividad y pasiva capacidad cultural de sus gentes, con el correr del tiempo “aunque aumenta la densidad de población, no se crean centros urbanos sino que se estructuran áreas de minifundio de miseria y superpoblación"129. Por ende, para el caso del Valle de Sogamoso, el desencadenamiento del proceso urbano a partir del enclave industrial siderúrgico, se erigió en aquel factor que aportaría cierto potencial transformador a aquella sociedad rural, empezando por una reconfiguración de la forma de tenencia de la tierra, no como multiplicadora de la miseria minifundista campesina, sino como expulsora de mano de obra rural fácilmente adaptable a labores industriales en la ciudad. Sin embargo, no existió un cambio diametral en la tendencia predial local, pues la dinamización de ésta se relacionó con la influencia de un proceso urbano que refuncionalizó la estructura de tenencia imperante en tierras vecinas a la cabecera. (caso Vector A). Así mismo, el patrón espacial que en este período de transición espacial modernizadora definió un nuevo y activo vector de

128 A propósito, una ciudad como Armenia presentaba un porcentaje de la tierra ocupada dedicada a praderas y pastos permanentes del 46.4%, ante un 30.8% de , contigua al Valle de Sogamoso. Op cit. GUHL NIMTZ Ernesto. Colombia: Bosquejo de su Geografía Tropical. p. 285. 129 Por ello, a la par de una reforma agraria que redistribuyera la tierra, era indispensable “llevar técnica, ciencia y civilización a las tierras nuevas, que por cierto en muchos aspectos serían para actividades no agrícolas y complementarias, creando las infraestructuras, sin las cuales la sociedad humana no puede vivir ni progresar". Ibíd. p. 287.

102 expansión, al sur, catapultó a la vereda Villita y Malpaso como un importante y activo vector de comercio inmobiliario130. Particularmente esta vereda cuadruplicó su dinámica de compraventas respecto del período anterior, estando esto relacionado con una funcionalidad urbana, precisamente corroborada por la predominancia en las compraventas de tierras de menor superficie131 (Ver: Tabla 6), y con el segundo valor promedio transado más alto del período. Esta transformación, que obedece a todo un proceso geohistórico, refleja el desmonte del antiguo latifundio del Valle de Sogamoso en torno a viejas haciendas como la de “La Compañía” (Compañía de Jesús) al sur, “cuya extensión comprendía tierras de Sogamoso, Firavitoba, Iza y pesca”132, que progresivamente se fue fragmentado en cerca de 2,000 propiedades133. Este proceso de subdivisión y valorización, se relacionó con una tendencia marcada hacia una funcionalidad estrictamente económica de la tierra, aspecto que se ve reflejado en el predominio de las compraventas dentro la tradición predial, donde veredas que se dinamizaron gradualmente con el tiempo, fueron cambiando el predominio de la herencia al de compraventa, caso que se evidencia en los vectores más dinámicos: Siatame, Villita y Malpaso y las Chorreras (1era. y 2da.) (Ver: Anexo 17).

En este periodo, es factible entender la dinámica inmobiliaria a manera de una reterritorialización, derivada del desencadenamiento del proceso urbano en Sogamoso, que sin embargo no necesariamente plasmó un proceso dicotómico que contrastaría el proceso rural como inversamente proporcional al urbano. Muestra de ello fue la dinámica territorial comercial en veredas como las chorreras (1era. y 2da.),

130 Según el CINVA, gracias a los trabajos de montaje de la siderúrgica, ésta había logrado la participación de más de 14 mil obreros; una dinámica que superaba con creces la de la misma capital departamental (Tunja), y aún de muchas otras capitales en el país. Op cit. CINVA. Proyecto Sogamoso - Paz de Río, Ensayo de una Metodología. p. 155. 131 Según la base de datos de tierras, el 64% de las compraventas de predios menores a 800m2 entre 1946 y 1953, se localizó en esta vereda, al sur de la cabecera de Sogamoso; proporción que alcanzó el 91% de las compraventas en predios menores a media fanegada (3200m2). 132 Op cit. CAMARGO PEREZ Gabriel. Del Barro al Acero (En la Roma de los Chibchas). p. 455. 133 Existe especulación en las Tierras?, Nota Editorial. Acción Cívica. Sociedad de Mejoras Públicas. Sogamoso, Mayo 9 de 1954. No. 248. p. 3. En: ACMS, Archivo Histórico - Hemeroteca, Fondo Acción Cívica.

103 que mantuvieron respecto del período anterior una preponderancia en la dinámica comercial, ya que a pesar que en términos absolutos mermó ligeramente su promedio de transacciones inmobiliarias, se ubicaron entre las veredas más activas después de Villita y Malpaso, pudiendo obedecer a una dinamización de la tierra rural en función del abastecimiento de un centro urbano en consolidación134 ante la demanda de tierra para el uso agrícola con el fin de abastecer el nuevo mercado dinamizado por la implantación Industrial.

- Modernización y Reterritorialización Rural (Período 1954-1965).

Este periodo comprende la plena consolidación del fenómeno urbano en el Valle de Sogamoso a partir de la centralidad de su cabecera como nodo regional, y la reconfiguración de las tierras rurales en función de tal proceso. En términos de la dinámica inmobiliaria, esto conllevó a una regularización en esta, consolidando el dinamismo de los vectores anteriormente identificados a razón de unas proporciones más compactas y regulares en su ritmo e intensidad. Así, el auge comercial predial de Villita y Malpaso en términos absolutos bajó, aunque siguió siendo la zona con mayores compraventas registradas junto con Siatame (Vector A - Ver: Anexo 18). En la misma medida, la dinámica en torno a los suelos rurales de las Chorreras, mantuvo su dinámica, permitiendo entender cómo ligado al proceso urbano, la reconfiguración del suelo rural en términos inmobiliarios se pudo articular. Sin embargo, existió un rasgo particular que permitió diferenciar la dinámica inmobiliaria de los vectores relacionados con el proceso de expansión urbana ante el vector rural identificado en las Chorreras. Mientras la dinámica de los primeros siempre describió una concordancia entre los niveles de transacción y los precios promedio de los predios transados, para el caso de las Chorreras su alta dinámica de compraventas nunca fue proporcional a los precios que manejó, estando éstos ubicados para los tres

134 Herrera Salamanca destaca tal proceso a partir de la superficie construida: Hacia 1948, la cabecera de Sogamoso tenía un área construida aproximada de 409,826 m2, que aumentó a 528,330 m2 en 1964, y a 1'401,070 m2 en 1981. HERRERA SALAMANCA German. Análisis Fractal de la Urbanización de Sogamoso en el Período 1948 - 2004. p. 4. Articulo Web. En: dialnet.unirioja.es / descarga/ articulo/3644746.pdf

104 períodos en rangos medios-bajos. Si se relaciona este patrón con la tradición de los predios en estas veredas, se evidencia que el proceso de reterritorialización del espacio rural ante el proceso urbano-industrial fue llevando a una mayor preponderancia del uso de la tierra como factor comercial, ante la consolidación de las compraventas frente a las herencias. Así mismo, la consolidación del proceso urbano permitió que el vector B se dinamizara. Por un lado, la zona de Pantanitos, localizada hacia el nor-oriente, experimentó un auge con compraventas de predios de menor superficie (Ver: Anexo 19). Este dinamismo pudo obedecer al proceso urbano que catapultó la actividad constructiva, ya que aumentó a más de 100 mil m2 construidos en 1964135. En esta vereda, la explotación de arcilla plástica y la fabricación artesanal de ladrillo y teja fueron clave para la industria constructiva en la ciudad, lo que permite aseverar un especial interrelacionamiento entre esta vereda y la cabecera urbana. Los precios promedio transados allí lograron consolidarse justamente en este período, luego de manejar en los períodos anteriores rangos medios. Si a esto se le suma la variable de superficie, se logra ver que la tendencia a través de los años, tanto para Pantanitos como para Monquirá (vector B) estuvo marcada por la consolidación de compraventas de predios menores a 800m2, de lo que se colige, para el caso Monquirá, la incidencia de una probable dinámica de urbanización; aunque para Pantanitos, esta tendencia remitió a las necesidades espaciales de unidades productivas alfareras artesanales cuyos predios no requieren de mayor superficie, pues además del horno, los patios de secado y los espacios de acopio de materias primas y de cortado hacen unidades productivas pequeñas.

135 Ib íd . p. 4.

105 Imagen 7. Pantanitos, Unidades productivas Alfareras.

Fuente: Archivo Personal. Primer Plano: Unidades productivas Alfareras - Fondo: Ciudad de Sogamoso.

- Acercamiento a algunos aspectos de la lógica toponímica en las tierras de Sogamoso.

Una de las formas más interesantes en donde se logran comprobar las complejas relaciones que enmarca la territorialidad radica en el hecho de nombrar. Construir el significado de algo a partir de unas palabras implica la construcción de un conocer, un proceso ontológico que refleja las formas sobre las que la territorialidad fluye. Por ende, este apartado abordará un pequeño análisis sobre la toponimia en el entorno de Sogamoso, partiendo del nombrar como una manera de abstraer toda una concepción (sentida y pensada) del lugar y su adscripción atinente a la territorialidad como proceso.

El siguiente mapa (Ver: Mapa 7) muestra la distribución de los dos grandes grupos toponímicos que se identificaron de la base de datos predial, partiendo de los nombres que las personas le daban a sus inmuebles en los protocolos notariales. Así, los topónimos relativos al medio físico por un lado, y los antropónimos (topónimos asociados a lo humano) fueron empleados como categorías que comprenden cada una varias subclases, y que permitieron construir unas tendencias que permitieron

106 establecer la predominancia de unas formas de percibir el entorno a partir de nombrarlo. De esta forma, este sencillo análisis parte de lograr territorializar la lógica toponímica permitiendo encontrar algunas pautas sobre la forma como transcurrió el proceso de territorialidad en el curso geohistórico que transformó el valle de Sogamoso.

Mapa 7. Territorialización Toponímica en Sogamoso, 1930-1965.

Fuente: Elaboración propia a partir de protocolos notariales 1930 - 1965. Notaría 1ra. de Sogamoso - Archivo Histórico. Archivo Central del Municipio de Sogamoso. Ver: Anexo 20.

- Topónimos relativos al Medio Físico.

Acorde al mapa anterior, las veredas cuyo patrón toponímico mostraron una predominancia relativa al medio físico fueron Las Cañas, Mortiñal, Ombachita, Pedregal, y las Chorreras (1era. y 2da. Chorrera), todas estas ubicadas en una franja topográfica de montaña media-alta. Esta característica permite plantear que la

107 influencia de rasgos naturales o relativos al medio físico tales como altitud, topografía, pendiente, entre otros, constituían criterios de referencia de primer orden que determinaron la pertenencia y el sentir del lugar a través del acto de nombrar. Justamente, es posible identificar algunos rasgos que incidieron en la forma como los individuos no sólo nombraron sino leyeron su entorno. Tomando en conjunto todas las veredas donde el predominio toponímico recayó en el medio físico (veredas de media-alta montaña), se procedió a clasificarlo en torno a referentes particulares tales como orónimos (relieve), referentes de paisaje, de coberturas vegetales, hidrónimos (corrientes de agua) y otros varios. (Ver: Anexo 21).

Los topónimos más recurrentes fueron los referentes al relieve (orónimos) y al paisaje. Por ejemplo, en Las Cañas, vereda de alta montaña, los topónimos marcaron un énfasis especial en el paisaje, aludiendo desde un sentido estético bajo nombres como “Buenavista”, hasta rasgos paisajísticos propios del medio como “Páramo Verde”. Claramente la referencia paisajística resulta clave en la media que la ubicación de los terrenos en montaña media y alta, sobre la vertiente interna de la cordillera que se alza al oriente del valle de Sogamoso, permiten dominar visualmente la amplitud del valle. Por otro lado, la predominancia de orónimos (topónimos relativos al relieve) constituye un referente de lectura del entorno. Por ejemplo, para terrenos de gran altura, nombres como “el cortaderal” o “el picacho” refieren formas locales de designar altas y pronunciadas cumbres. Sin embargo, conforme se acerca a terrenos cuyo paisaje antrópico es más marcado gracias a las actividades agropecuarias, la lógica toponímica evidencia otros rasgos predominantes. Al respecto, el caso de las Chorreras (1era. y 2da.) resulta ilustrativo (Ver: Anexo 22). La predominancia de topónimos relativos al medio físico en estas veredas situadas en torno a uno de los caminos de los llanos y en las cuales se reterritorializó el espacio rural a partir de un patrón de tenencia particular marcado por la conexión del mercado regional y la producción agrícola, muestra un cambio en los referentes del entorno, tal y como lo muestra el siguiente mapa.

108 Mapa 8. Territorialidad Toponímica del Medio Físico: Baja-Media-Alta Montaña.

Fuente: Elaboración propia a partir de protocolos notariales 1930 - 1965. Notaría 1ra. de Sogamoso - Archivo Histórico. Archivo Central del Municipio de Sogamoso. Ver: Anexo 22.

Los topónimos relativos al paisaje junto con los orónimos, tan importantes en veredas de media y alta montaña, aquí fueron minoría respecto de los topónimos relativos a coberturas vegetales e hidrónimos (topónimos relativos a agua); elementos del entorno que comienzan a tener mayor protagonismo, no sólo visual sino funcional. En veredas de complicada topografía y suelos difíciles de trabajar, aspectos como el agua, que generalmente abunda por las numerosas corrientes que bajan del páramo, no constituye un referente tan especial para el lugar como si lo puede ser la montaña misma, pues son “los desniveles del terreno los que condicionan en cierta forma la elección sobre el uso de las tierras. Los valles y las suaves pendientes proporcionan por lo general un medio más propicio para la agricultura”136, actividad que sí remite a

136 HERRERA ÁNGEL Martha. Ordenar para controlar. Ordenamiento espacial y control político en las llanuras del Caribe y en los andes centrales neogranadinos. Siglo XVIII. Bogotá: Academia Colombiana de Historia: Instituto Colombiano de Antropología e Historia, 2002. p. 45.

109 una preponderancia del agua y las coberturas vegetales en veredas de media montaña, tal y como muestra el patrón toponímico en las Chorreras. Así, nombres como “el Uche” (Prunus buxifolia), “Arrayanes” (Myrdanthes leucoxyla), “el cordoncillo” (Piper aduncum), “los alisos” (Alnus acuminata), “el Tunal” (Meriania peltata), “monteado”, “Mortiñal” (Hesperomeles goudotiana) “Hayuelos” (Prumnopitys montana), “Sauzal” (Salix humboldtiana) o “el Alisal”, todos referentes de árboles, guardan una estrecha relación con la forma como los habitantes leían su entorno natural al respecto de cercas vivas, árboles que a manera de signo anuncian agua, maderas para herramientas, etc. Al respecto, en la vereda Pedregal, al enseñar un Tabe, Elías explicaba que éste “llamaba” el agua, “por ejemplo mire ahí pa' bajo de la mata, hay bastante pastico, hasta un guiche tiene ese árbol, ton por eso no se tumba una mata de esas”137; situación que también era referida para el caso del Laurel (Ocotea heterochroma) y el cardón (Puya ochroleuca). Así mismo existen referencias a otros árboles que la alejan, “si sumercé mirá pa'llá esos que son eucaliuptos, puay no hay nada, es un peladero”, refiriendo que es un árbol que seca la tierra, y por ende malo. De esta manera, lo malo o lo bueno refieren a la forma como ontológicamente en la localidad se interpreta los efectos del entorno, del árbol dador de vida, o del árbol dañino - por ejemplo-; cuestiones que se construyen precisamente en torno a las valoraciones que el individuo hace desde su entorno, desde lo local.

Por otra parte, los elementos del entorno físico permitieron al campesino construir límites espaciales, que en tiempos donde no se había generalizado el uso de cercas de alambre, denotaba todo un complejo proceso de territorialidad y conflicto. El uso de piedras y otros elementos para amojonar, refirió todo un sistema espacial construido en torno a elementos del medio físico respondiendo a las mismas condiciones que éste plasma, y que espacialmente los individuos aprehenden para fijar límites,

los llamamos cimientos [...] los sacaban aquí del río que era lo más próximo, eso era entre los vecinos, vamos a levantar esos cimientos! porque definitivamente ni usted aguanta una oveja, ni yo la suya [...] difícil la vaina! Y es que el estado no quiere asumir nada, el estado dice cada cual machuque, pique y haga su montón aparte! Eso había gente

137 Entrevista a Elías. Campesino Vereda Pedregal. 9 de Diciembre de 2015.

110 que sabían picar la piedra, porque si no se partía. Le daban con cincel, y la dejaban parejita138.

En el mismo sentido, en la vereda Las Cintas, un entorno de alta montaña con paisajes paramunos de vegetación baja, corrientes de agua y lomeríos, los mojones correspondían a elementos del entorno cuya vistosidad y permanencia en éste, hacían que fueran referidos a partir de características propias, tal y como se puede apreciar en el siguiente fragmento de alinderamiento de un protocolo notarial, “va desde una piedra nativa que hay en el paso de la quebrada [...] a dar a una piedra picachuda [...] piedras enterradas en recta a dar a la quebrada donde hay una piedra grande plancheta [...] a dar a una piedra grande que hay en una hoyadita, de ahí en recta a dar a la laja”139.

Fuente: Archivo Personal. Der.: Cerca en Piedra y Alambre en Alta Montaña (Páramo de Ocetá) - Izq.: Cerca en piedra y alambre, puerta en madera en parcela periurbana del municipio de Monguí.

- Antropónimos.

Por otra parte, las veredas que presentaron un predominio de antropónimos o topónimos relativos a lo humano y antrópico corresponden a aquellas que según los vectores de la dinámica comercial inmobiliaria, enmarcaron procesos reterritorializadores de transición de usos rurales a urbanos, o veredas con paisajes

138 Entrevista a José. Campesino del Municipio de Monguí. Guardapáramos en el Páramo de Ocetá. 10 - 13 Marzo de 2016. 139 Protocolo Notarial No. 268. Febrero 24 de 1954. Notaría Primera. Predio en la Vereda Las Cintas.

111 marcadamente antrópicos. De esta manera, parcelaciones y carreteras, ermitas y altares, construcciones, entre otros rasgos, posibilitaron formas de referencia espacial.

La siguiente tabla presenta la clasificación toponímica de las veredas Siatame y Villita y Malpaso (Zonas planas del Valle) las cuales presentaron un predominio de antropónimos.

Tabla 7. Lógica toponímica relativa a antropónimos en zonas planas del Valle. % Antropónimos Territorializados.

Otros. 3

Epónimo 36

Personal 42

Morfología y Paisaje 42

hagiotopónimo 77

*Veredas: Villita y Malpaso - Siatame.

Fuente: Tabla elaborada por el autor a partir de protocolos notariales 1930 - 1965. Notaría 1ra. de Sogamoso - Archivo Histórico. Archivo Central del Municipio de Sogamoso.

Como muestra la tabla, los hagiotopónimos (referentes a santos o advocaciones católicas) constituyeron los referentes más numerosos en estas veredas cuyo proceso espacial estuvo marcado por una reterritorialización de lógicas urbanas. Un referente “sagrado” se entiende como una consagración del inmueble aludiendo protección o prosperidad, relación concreta que sin embargo entraña una lógica de vivenciar el espacio según una raigambre rural.

Seguidamente se encontraron en proporciones similares los topónimos que denotaban características paisajísticas y morfológicas del predio. Así, nombres como “el triángulo”, “la cuadra” o “la esquina” referían características de entornos parcelados, sus formas y su ubicación concreta según un patrón espacial distinto al rural, como el damero urbano que va reconfigurando visual y funcionalmente el territorio: predios nombrados por letras o números, o designados según la ubicación de una cuadra, entre otros, también refieren este tipo de lógica toponímica. Así mismo, los topónimos referentes a aspectos personales generalmente aludieron a sentimientos y expectativas construidas a partir del bien mismo, siendo reflejo de ello

112 nombres como “La Esperanza”, “El porvenir” o “el progreso”. Por su parte, los epónimos (nombres de otros lugares o de personas famosas o notables) constituyeron más de la tercera parte de los nombres que designaron estos predios. Referencias a símbolos patrios como “Bolívar”, “Colombia” o “Independencia” se unieron a referentes de lugares nacionales o extranjeros tales como “Cartagena”, “Hamburgo”, “Alejandría” o “Casablanca”.

113 CÁPITULO TRES. LA INVENCIÓN MODERNA DEL VALLE DE SOGAMOSO COMO TERRITORIO DESARROLLADO.

Imagen: Acerías Pez del Río. Presidencia. Informes y Balance de 1956. p. 23. En: Biblioteca Nacional. Fondo: Hemeroteca. Informes Presidencia Acerías Paz del Río.

La forma como en el anterior capítulo fue plasmado el proceso geohistórico del Valle de Sogamoso a partir de la tríada , facilitó una aproximación contextual de las relaciones que marcaron los distintos direccionamientos de la territorialidad local ante la irrupción de la modernización dentro del marco epistémico de la modernidad y la era del desarrollismo. Ahora, teniendo en cuenta esta realidad contextual, se abordará en concreto aquellos

114 mecanismos plasmados en el discurso modernizante que posibilitaron una invención moderna de la realidad local, un valle ficticio, proyectado a partir de mecanismos geopolíticos que trascendieron del discurso para generar una colonialidad territorializada. Cabe destacar, que el objetivo de este capítulo parte de reconocer aquellas relaciones territorializadas que legitimaron una colonialidad territorializada genéricamente conocida como modernidad y matizada a través de los conductos de la modernización y el desarrollo. La forma como se dio esta territorialidad plasmó una invención, ligada al mecanismo de planeación, base y soporte de las formas como el desarrollo se territorializó de múltiples maneras en infinidad de contextos homogenizados bajo la categoría de “tercer mundo”. La invención del tercer mundo, a su vez conlleva a cuestionar las invenciones de múltiples territorios en el orbe, pues la génesis de otro mundo (el segundo y el tercero), en su territorialidad no implicó uniformidad, sino que revistió una interrelacionalidad entre la retórica totalizante moderna y diferentes contextos socio-espaciales. Es precisamente el territorio, el que abre la caja de pandora de la problemática del desarrollo en el tercer mundo, pues más que naciones (Latinoamericanas, Africanas y Asiáticas) “rezagadas”, se trata de ponderar la existencia de una exterioridad respecto de aquel sistema de poder colonial del norte global que operó estratégicamente el proceso de traducción de las realidades múltiples locales a la realidad única del desarrollo. Es una exterioridad que no se remite a un , sino que refiere a un “afuera” plasmado como diferencia. Por esto, el término tan conocido de “Tercer Mundo” implica aquí la puesta en marcha de complejos mecanismos de construcción de una territorialidad proyectada que buscaba legitimar la visión del desarrollo. De esta manera, un primer paso radica en identificar la lógica fundacional de lo que discursivamente se masificó como desarrollo, bajo la tutela de la geopolítica del norte global.

115 Utopía Industrial y Territorialidad Rural: El marco de una conciencia de la modernidad.

Aunque comúnmente se identifica la génesis geopolítica del desarrollo con el discurso de posesión del presidente estadounidense Harry Truman el 20 de Enero de 1949, históricamente se trata de un proceso complejo que vinculó desde el siglo XVII aspectos de La Reforma, la Ilustración y la Revolución Francesa en torno a preceptos sólidos de la Revolución Industrial Inglesa. Aún la invención del desarrollo desdibujó la propia realidad histórica de la consolidación industrial inglesa, ya que los cambios agrarios sucedidos entre el siglo XVIII y XIX ligados a una mecanización, no convirtieron de tajo "una campiña feudal en una campiña capitalista, ni tampoco transformaron sencillamente los cultivadores familiares que atendían a su propia subsistencia, o a los pequeños campesinos de mercado, en proletarios"140. Para antes de 1840 la producción no estaba mecanizada (a excepción de la máquina trilladora, sólo empleada en tiempos de guerra ante la escasez de mano de obra), y la aplicación de fuerza a vapor y principios de ciencias “modernas” (biología, quimica) aún era prematura, por lo que "la agricultura no hizo gran uso de la revolución industrial"141. A pesar de esto, la promesa de la era del desarrollo para el Valle de Sogamoso, se condensa en las palabras del director del CINVA, para quien “la revolución industrial ocurrida en Inglaterra en el trascurso de un siglo tiene lugar en muy pocos años en el valle de Sogamoso”142 con la irrupción industrial, evidenciando que el discurso del desarrollo en el marco del paradigma de la modernidad corresponde a una entelequia, pues desnaturalizó la propia realidad geohistórica hasta de su referente central: la revolución industrial Inglesa. Ante esto, es necesario ir más allá del paradigma de la modernidad y su articulación con el sur global, pues “la modernidad y sus exterioridades" deben ser tratados como una verdadera multiplicidad, donde las

140 sin dejar de lado los efectos de los cercamientos impulsados por leyes parlamentarias. HOBSBAWM Eric. Revolución Industrial y Revuelta Agraria. El Capitán Swing. Siglo XXI, Madrid. 1985. p. 25. 141 El considerable aumento de la producción fue ejercido, en parte, por la incorporación de nuevas tierras que habían estado dedicadas al pastoreo, y además por la aplicación de "lo mejor de los métodos tradicionales en mayor escala, adoptando ciertas innovaciones de sentido común que durante mucho tiempo habían sido practicadas en algunos lugares" de Inglaterra Ibíd. p. 31. 142 Palabras de Leonard J. Currie, Director del Centro Interamericano de Vivienda CINVA. [Prólogo, Director del CINVA Leonard J. Currie]. Op cit. CINVA Centro Interamericano de Vivienda.

116 trayectorias son diversas y pueden conducir a múltiples estados”143 144, donde las territorialidades marcan la posibilidad misma de la diferencia.

El numeral cuarto del discurso de Truman sintetizó la forma como a nivel global se reproducirían los mecanismos conducentes a emular las sociedades del norte global. Así, las naciones debían estar atentas a estimular la industrialización, la urbanización y la agricultura tecnificada en pos de un crecimiento de la producción material, el crecimiento de niveles de vida y la “adopción generalizada de la educación y valores "144 que recayó en la combinación de estos factores claves: “capital, conocimientos expertos y tecnología”. De esta manera, instituciones hemisféricas tales como el World Bank, fueron las encargadas de aplicar las directrices del desarrollo, y acoplaron una forma específica para desatar el proceso de modernización procurando convertir las sociedades llamadas tradicionales en sociedades modernas, involucrando también formas particulares de leer el territorio (atrasado), de planificarlo (desarrollarlo) y de vivirlo (negación y omisión de lo local).

Las lecturas de un territorio devenidas de las prácticas como elementos de construcción social de éste, permiten encontrar un reflejo de la creación de mundos: por ejemplo, la explotación industrial de recursos minerales para la industria siderúrgica, constituyó el discurso perfecto para una sociedad campesina y rural que buscaba aquella entelequia del desarrollo. Históricamente el desarrollo como mecanismo de lectura de la realidad no sólo se había universalizado, sino que se naturalizó, con la particularidad que trascendió la metáfora del camino (tal y como las famosas etapas de crecimiento de Rostow), en pos del eufemismo de la totalidad: todo el mundo quiere la felicidad basada en los criterios únicos del bienestar y la democracia occidental.

Abordar la invención moderna del Valle de Sogamoso de manera crítica no se reduce a eliminar su discurso como marco de dominación, ni a un proceso de

143 Op cit. ESCOBAR Arturo. Más allá del Tercer Mundo. Globalización y Diferencia. p. 44. 144 ¡bíd. p. 26.

117 desterritorialización como destrucción de lo local y lo particular, sino - en palabras de Escobar - "desmontar su dominancia ontológica, epistémicay cultural"145, reconociendo la confluencia de procesos, el cúmulo de territorialidades o una multiterritorialidad, "más múltiple y discontinuo"146 como fundamento de la diferencia. Por ende, el caso de aquel Valle "de gran belleza y pobre, [donde...] tan sólo hace tres o cuatro años las gentes vivían como lo hacían sus antepasados durante los últimos dos siglos, pastoreando sus ovejas y labrando sus tierras con bueyes y arado de madera”145 146147, suscitó la forma típica de territorialización de la retórica desarrollista: Una irrupción industrial como aliciente inmediato para una transformación cabal de una realidad rural decadente. Así, la dicotomía industria-campo describió entonces una relación esencial a la hora de entender los territorios como ficciones del desarrollo.

A nivel nacional, el estímulo para la industrialización recibió un fuerte espaldarazo gracias a la coyuntura histórica de la crisis financiera de 1929, pues a partir de 1932 Colombia registró uno de los niveles más altos de crecimiento industrial en América Latina148 149. De igual manera, la posguerra en la segunda mitad de la década de los años 40 contribuyó a cimentar un crecimiento económico motivado por el reacomodamiento de los mercados a nivel mundial, donde países como Colombia y Brasil - por mencionar sólo dos -, aprovecharon el margen que dieron las ventajas comparativas ante el desabastecimiento de materias primas en los países con una industria consolidada. De esta manera, no fue fortuita la creación del IFI en 1940, cuya misión fue la de "promover la fundación de empresas básicas y de primera transformación de materias primas nacionales"149. Este

145 Op cit. ESCOBAR Arturo. Sentipensar con la tierra. Nuevas lecturas sobre desarrollo, territorio y diferencia. p. 62. 146 Op. Cit. HAESBAERT Rogerio. p. 119. 147 Op cit. Proyecto Sogamoso - Paz de Río, Ensayo de una Metodología. [Prólogo Director del CINVA Leonard J. Currie]. p. 13. 148 La construcción civil se vio directamente influenciada de dos ramas importantes industriales que despegaron desde 1930 y se consolidaron con la política de sustitución de Importaciones: La Industria del Cemento y la siderurgia. ALFONSO ROA Oscar Alfredo. Urbanización y desarrollo Inmobiliario Residencial. En: Cámara colombiana de la construcción CAMACOL. Cincuenta Años de la Construcción en Colombia: Camacol 1957-2007. Zona Ltda. (1° Ed) Bogotá. 2007. p. 86 149 WIESNER DURÁN Eduardo. Paz de Río. Un estudio sobre sus origenes, su financiación, su experiencia y sus relaciones con el Banco Internacional para la Reconstrucción y Fomento. CEDE -

118 fue el punto de partida del proceso de industrialización del país, labor guiada por el mismo estado, que perduró a lo largo de 4 décadas. Cuando este proceso de “industrialización” es referenciado como ambiguo o a “medias”150, en función de una modernización que no siempre fluyó a la par con la modernidad, se reduce en gran medida su armazón crítico, ya que se sigue centrando el problema en la imposibilidad de la articulación del “tercer mundo” ante la oportunidad brindada por el mundo del desarrollo. Ante esto, se propende por construir una crítica más allá que la modernidad, reconociendo las posibilidades otras del aparentemente atrasado y subdesarrollado. Por esto, la dominancia ontológica de la modernidad en términos de una utopía industrial fue clara, territorializada a partir del contraste de un atavismo rural como antítesis de una conciencia de modernidad que llevó a reconfigurar las relaciones de territorialidad en función de un criterio central: lo nuevo como utopía industrial urbana y lo tradicional como diferente. De esta manera, calles adoquinadas e iluminadas con fachadas arregladas y en concordancia con una estética que refiere al cambio, marcan un contraste aún en medios rurales, caso del municipio de Pesca, al sur del Valle de Sogamoso, donde su centralidad y proceso geohistórico ante la modernización espacial, desde mitad de siglo hasta la actualidad ha generado dinámicas de transformación. Al respecto, el siguiente fragmento del diario de campo, describe la situación: Las tiendas y cantinas de rancheras y música carranguera, junto con la ebullición social que genera un día de mercado al que acuden campesinos de todas las veredas, difiere de la estética del orden territorial de “barrios de gente de Sogamoso que viajan todos los días en sus carros” a la ciudad. A partir de este último referente, muchos advierten que su pueblo “Se ha vuelto más moderno!”, señalando la edificación de la alcaldía en remodelación, los postes ornamentados del andador, y hasta las continuas rutas de buses que los comunican con Sogamoso, como ejemplos. Evidentemente a través de estas referencias se refiere un cambio, y es precisamente en la oposición entre lo antiguo y lo moderno que éste encuentra lugar, “hay una plaga los días de mercado, eso dejan un chiquero [...] es que llegan en caballos y burros, y se ponen a hartar, eso dejan los animales puay, con las mismas cargas, los animales al sol ahí parqueados [...] vienen puallá de arriba” - señala un hombre mayor sentado en una banca de la plaza principal. Sin duda se trata del arribo de personas de las diferentes

Centro de Estudios sobre Desarrollo Económico, Univ. De los Andes, Bogotá. Monografía No. 16, Oct. 1963. p. 2. 150 Op. Cit. KALMANOVITZ Salomón. p. 197.

119 veredas que llegan al mercado semanal. Es precisamente el hombre de campo, con botas unos, cotizas los menos, embarrados y uno que otro borracho harapiento y sucio, que en sus andancias llegan los días de mercado a comprar víveres o a vender algún producto, a cerrar o sentar algún negocio, donde todo es mediado a través de las sociabilidades del alcohol y las conocidas “tiendas”; reflejo de decadencia para muchos. Entre las cuadras aledañas a la plaza principal, con calles pavimentadas sobre terreno plano, y las que se adentran en la pendiente de la montaña donde se asientan algunos barrios, existe muy poca distancia; sin embargo socialmente son referidos como territorios diferentes. Un recorrido por las casas que se levantan en la ladera hace ver una vida barrial, de pequeñas tiendas de abarrotes y gente mayor en ruana saliendo a los andenes a sentarse y pasar el tiempo. Uno que otro lote cerrado (entre cercas de alambre y ladrillo) sugiere que no hace mucho predominaban las parcelas de cultivo antes que las viviendas, cuya extensión en algunas obedecen a antiguos solares. Caballos y andancias ensilladas, amarradas a postes de energía y cercas sobre los andenes señalan la forma de vida en este espacio, ligado aún a las actividades agrícolas que se llevan a cabo en las veredas de la población. Sin embargo, para el caso de la forma como algunos individuos piensan un territorio como la plaza, resulta indispensable alejar cualquier rasgo que advierta un vínculo con aquella estética urbana de la ladera; pues la plaza es de “mostrar”, la que presenta al pueblo y en cierta medida señala su “estado” (un pueblo atrasado o un pueblo en cambio y vanguardia). En una esquina, apenas en la intersección entre la ladera y el terreno plano donde se extiende la traza urbana y la calle conduce a la plaza principal, se levanta una señal de tránsito, que no es precisamente para los pocos carros de un casco urbano conformado por pocas manzanas. Ésta señala la prohibición de circulación de animales y jinetes, un referente concreto de lo que en términos espaciales plantea la modernidad como proceso de reconfiguración territorial: un marco normativo sustentado en el poder estatal como actor desterritorializador, validado por un imaginario social que reterritorializa unas usanzas propias y cotidianas de la localidad en función de un referente de cambio percibido a través de una conciencia de la modernidad151.

151 Diario de Campo, 3era. Semana de Enero. - Entrevista y recorrido en la cabecera del municipio de Pesca. 19 de Enero de 2016.

120 Imagen 9. Una conciencia de la modernidad como escenario de transformación.

Fuente: Archivo Personal. Municipio de Pesca. Izq. Zona plana aledaña a la Plaza Principal. Der. Zona de ladera, cuadras apenas de la Plaza Principal. La Planificación del Desarrollo y el Poder Regional: El BIRF y el proyecto Siderúrgico.

Así como la entelequia del desarrollo se territorializa ofreciendo un sinnúmero de experiencias locales que matizan la generalidad de aquel “tercer mundo”, a la hora de plantear las relaciones sobre las que la planificación del desarrollo entraba como parte estructural de la geopolítica, es necesario reconocer que sus mecanismos nunca describieron una estricta verticalidad. La forma como los intereses de la geopolítica mundial (guerra fría) se articulaban en el contexto político local en cada país permitió también construir un entramado de poderes donde mediaban muchos intereses. No reconocer esto, es evidentemente aceptar la ficción de un mundo dividido en tres frentes (Capitalismo Occidental - Comunismo - Subdesarrollados), todos iguales y homogéneos.

El eje articulador entre la estrategia geopolítica mundial y la materialización de la colonialidad del poder del desarrollo recayó en las instituciones hemisféricas de ayuda y cooperación nacidas en el contexto de la posguerra. Para el caso concreto colombiano, el Banco Internacional de Reconstrucción y Fomento BIRF tuvo un protagonismo especial, al igual que en su accionar, el país constituyó su primer antecedente importante. El BIRF fue una institución creada en la conferencia de

121 Bretton Woods en 1944 cuyo propósito inicial fue apoyar la reconstrucción de Europa en la posguerra, comenzando a operar en 1946. Sin embargo, cuando en 1948 entró a operar el Plan Marshall para Europa, el BIRF redireccionó su misión, - según Michele Alacevich - “dando ayuda económica a quienes en ese momento se denominaban los países o subdesarrollados>”152; análisis ingenuo y sesgado que Alacevich plantea debido a la ausencia de una actitud crítica frente al papel institucional del Banco, especialmente en el marco de la guerra fría, la política internacional de la URSS y la política estadounidense de contención de Truman. Así, en medio de todo este hervidero de intereses, es necesario tener en cuenta que el BIRF no fue neutral a pesar de la aparente naturaleza técnica y apolítica que pretendió fundamentar, ya que su papel en la misión de planificar el “desarrollo” obedeció a los intereses estadounidenses que se gestaron en el marco de la guerra fría. El mismo Walt W. Rostow, siendo director del grupo de Planeación Política del Departamento de Estado de Estados Unidos afirmó

debemos demostrar que las naciones subdesarrolladas -que ahora constituyen el foco principal de las esperanzas comunistas - pueden pasar, con buen éxito, a través del período de condiciones previas a un impulso inicial bien establecido dentro de la órbita del mundo democrático, resistiendo a los halagos y tentaciones del comunismo153.

Por ello, países como Colombia, que experimentaba una peligrosa turbulencia social con la violencia política, marcó un camino en torno al desarrollo y la cooperación del BIRF, pues en materia de ayuda, los caminos no condujeron a Roma sino a Bogotá154. En efecto, la primera misión integral del BIRF fue realizada en Colombia, entre Julio y

152 Resulta ingenuo pensar que el BIRF se vio “sorprendido” tal y como lo anuncia Alacevich- ante el Plan Marshall en Europa, y optó por “ayudar” a los países subdesarrollados, cuando la junta ejecutiva de la institución estaba compuesta por representantes de los países miembros, cuyas políticas estaban en la órbita de los intereses geopolíticos de Estado Unidos. ALACEVICH Michele. La economía política del Banco Mundial. Los Primeros Años. Banco Mundial, Colombia. 2010. 153 En un reporte interno del BIRF, días después del Bogotazo, se informaba que además de los hechos mismos de violencia política, pre-existían ya algunos factores que dificultaban el entendimiento entre el Banco y algunos países, entre ellos, la renuencia de algunos a comprometerse “en acciones contra ac tos subversivos inspirados por fuerzas extranjeras (es decir, comunistas), al igual que la negativa a aceptar liberalizar las disposiciones para que capital extranjero (estadounidense) entrara. Ibíd. p. 17. 154 Ibíd p. 11.

122 Noviembre de 1949. En ella, fue abordado el proyecto siderúrgico de Paz del Río, que la misión cuestionó y objetó, embistiendo al proyecto de una fuerte retórica nacionalista en torno a su defensa, pues implicaba el derecho soberano a la industrialización como principio de redención social por parte de algunas elites políticas nacionales y regionales de Boyacá. Desde consideraciones técnicas y teóricas, hasta problemas de costos y financiación, la misión del BIRF presidida por el economista Lauchlin Currie, tuvo como contrincantes en la palestra pública a los promotores y la junta directiva de la naciente siderúrgica, donde unos y otros a través de las élites políticas regionales atizaron un debate que muchas veces se salió de lo técnico, cobrando cada vez más visos nacionalistas. El informe de la misión extranjera concluía, “que la localización de la planta propuesta por una parte, y la pequeñez del mercado, por otra, hacen prematura y no aconsejable en este momento la construcción de cualquiera de los dos proyectos de la planta integral de acero en Belencito”155 (Valle de Sogamoso). Aún la posibilidad de dinamizar territorios “diagnosticados” como atrasados y olvidados como Boyacá y Santander, no constituía un aliciente para un posible concepto favorable de la misión, perspectiva que si era una prioridad para las elites políticas del oriente andino en su batalla política contra los intereses de las elites políticas empresariales del centro occidente colombiano (Antioquia). El concepto negativo al proyecto, y hasta la misma condición de extranjero de la cabeza de la misión (Currie), permitió despertar cierta efervescencia nacionalista construida en torno al derecho soberano que tenía una nación a industrializarse. Al respecto, las palabras del presidente Mariano Ospina Pérez durante el Congreso Siderúrgico Latinoamericano acreditaban tal expectativa ante la posibilidad de contar con una planta de producción de acero doméstica, “Si el pantano de Vargas y el Puente de Boyacá nos dieron la independencia política... con la empresa siderúrgica de Paz del Río, se está consolidando nuestra independencia económica”156. Producir acero

155 Op cit. ALACEVICH Michele. p. 88. 156 Palabras del presidente Mariano Ospina Pérez, en el Congreso Siderúrgico Latinoamericano, visita a la planta siderúrgica. Nov. 1952.

123 doméstico era como lograr una segunda independencia157 158159160; de esta manera se abría paso el desarrollo de la nación, pues "nación fuerte significa hoy país industrialmente desarrollado"158, ya que hasta 1941, casi la totalidad de la demanda de hierro o acero se satisfacía a través de importaciones principalmente de Estados Unidos. El desarrollo nacional se entendía en cada tonelada de producción, pues el país, de lograr la siderúrgica propia, se ahorraba un importante margen que podría ser sustituido respecto de la importación de acero; lo que significaba - en teoría -, poderlo emplear en otros bienes necesarios y/o estratégicos, como por ejemplo, "más toneladas de fertilizantes para nuestro suelo"159.

Sin embargo, ¿cómo es posible pensar en tan prominente industria a propósito de un valle campesino interandino enclavado en la cordillera oriental de los andes colombianos? Precisamente, tal pregunta fue la que guió al entonces cronista de Gabriel García Márquez a reseñar cómo en el año de 1954 la población de Sogamoso (Dpto. de Boyacá) pasaba abruptamente de la fuerza animal del buey al empuje mecánico de la locomotora, a propósito de la tortuosa puesta en marcha de la Empresa Siderúrgica de Paz del Río gracias a una maniobra de la junta directiva y el respaldo de sectores políticos que prescindieron de la financiación negociada con el BIRF, recurriendo a capital Europeo. De esta manera Belencito, la pequeña ciudadela de la planta que reunía a más de 7,000 trabajadores, dos ferrocarriles y centenares de vehículos, ubicada al norte del valle de Sogamoso, no podía bajo ninguna manera ser una ciudad colombiana, "por su tremenda actividad, por la manera de estar poniendo en práctica un pensamiento en grande que sólo fue posible realizar por terquedad"160.

157 De lograr cristalizar los esfuerzos de financiación de la siderúrgica, sería cuestión de tiempo que se lograra "independizar a Colombia de la importación de Aceros extranjeros, fomentar Industrias nuevas y hacer rentable la inversión de accionistas". Semanario Acción Cívica, Sociedad de Mejoras Públicas. . Sogamoso, Noviembre 9 de 1958. No. 476. En: ACMS, Archivo Histórico: Hemeroteca - Fondo Acción Cívica. 158 Acción Cívica. Sociedad de Mejoras Públicas. Sogamoso, Octubre 5 de 1958. No. 471. ACMS, Hemeroteca, Acción Cívica. 159 Op. Cit. Lo que Significa Paz del Río. Conferencia leída por el Ing. Victor Archila Briceño en la segunda sesión de Trabajo de la XXVI Conferencia Rotaria. 160 "Puede decirse, con absoluta seguridad, que en ninguna ciudad del país se está trabajando actualmente con la intensidad, la fiebre y la desesperación con la que se trabaja en Belencito, una ciudad moderna, de ruidoso y confuso cosmopolitismo, situada a siete kilómetros de Sogamoso, en el

124 Las grandes dimensiones del Alto Horno161 162, como símbolo de la planta “que parece una interplanetaria catedral de acero y que, sin embargo, tiene nombre de mujer: "162, constituyó el símbolo excelso del desarrollo avante en un medio rural y campesino, tildado de tradicional, que sin estar todavía produciendo acero, ya percibía que empezaba a transformar su economía,

En Sogamoso, que es la población más cerca a Belencito, una habitación para una sola persona, que hace pocos años valía siete pesos mensuales, cuesta cincuenta en la actualidad. En esa proporción está subiendo el costo de la vida en Sogamoso, en cuya plaza principal se ha vendido siempre ganado llanero y productos agrícolas y acaso sea, dentro de pocos años, un gran mercado de cosas de hierro y acero, desde alfileres hasta locomotoras163 164.

Acero e industria representaron directamente el desarrollo nacional, ya que “el ritmo del trabajo nacional se intensifica y mecaniza porque los métodos primitivos ya son incapaces e insuficientes...164", aseverando que el grado de consumo de productos de acero de un país era una manera de cuantificar su grado de desarrollo económico.

Cabe mencionar que el ferviente nacionalismo en torno al acero, evidenció una polarización que tuvo como fundamento el choque de intereses de las élites del centro-occidente y del centro-oriente del país. Ante las dificultades que el proyecto industrial de Paz del Río experimentó para su aprobación en el congreso hacia el año de 1943, éstas últimas expresaban no comprender cómo un proyecto de tal

recodo de una extensa llanura agrícola. Hace ocho años la ciudad no existía. A todo lo ancho del Valle no había otra edificación que una larga casa colonial llena de ventanas, que hasta hace un siglo era un convento de agustinos, y una capilla de cal con una sola torre, un solo ventanuco y una sola campana” .GARCÍA MÁRQUEZ Gabriel. Belencito, una ciudad a marchas forzadas. Diario El Espectador, Junio de 1954. Artículo digital 22 de Marzo de 2011. Consultado el 13 de Mayo de 2016: http://www.elespectador.com/el-espectador-124-anos/belencito-una-ciudad-marchas-forzadas- articulo-258552 161 Construcción de grandes proporciones (alrededor de 30 m de alto) donde se efectúa la fusión y mineral de hierro. 162 El primer Alto Horno del país fue bautizado , en honor a la esposa del gerente de la Empresa. Op. Cit. GARCÍA MÁRQUEZ Gabriel. 163 Ibíd. 164 Lo que Significa Paz del Río. Conferencia leída por el Ing. Victor Archila Briceño en la segunda sesión de Trabajo de la XXVI Conferencia Rotaria. Acción Cívica. Sociedad de Mejoras Públicas. Sogamoso, Febrero 21 de 1954. No. 240. ACMS, Hemeroteca - Acción Cívica.

125 envergadura despertara cierto resquemor y desaprobación en otros círculos y regiones, gestándose una lucha política regional que enfrentó las élites dirigenciales paisas (Antioquia y del viejo caldas) y su proyecto industrial contra élites políticas boyacenses que reclamaban su derecho a industrializarse. Históricamente, esta separación en torno a una condiciones disparejas entre oriente y occidente, guarda una relación con las formas de articulación geográfica de los territorios en función de la fragmentada geografía colombiana, tal y como lo resalta Frank Safford, para quien la dificultad del transporte "mantuvo separados a los habitantes de las altiplanicies en dos zonas claramente demarcadas. Las de la cordillera Oriental, el oriente, formada por numerosos flancos, repliegues y valles interiores, incluido el piedemonte que da a los llanos, y la región occidental, con el valle del río Cauca flanqueado por ambas"165, territorialmente originando una articulación de carácter endógeno e intrarregional.

El entorno de la cordillera Oriental estuvo determinado por sus mesetas altas interconectadas, articulando la región central; mientras que el entorno de las vertientes y valles del río Cauca, articuló zonas de la parte centro-occidental del país, haciendo que topográficamente no fuera fácil consolidar un proceso territorial centralizador para la nación. Sin duda, la articulación en diferentes momentos de la formas de configurar el territorio fueron determinantes. Desde la independencia, el reto de las élites criollas y locales en torno al proyecto político fue inmenso, pues la construcción de una nación imaginada implicaba vulnerar aquella dinámica endógena regional. Por ello, un reto que evidentemente las elites no superaron, configuró lo que Gellner denominó una centralización incompleta165166>, donde la configuración política nacional sólo es abordable y entendible desde la misma fragmentación territorial como proceso geohistórico. En este sentido, los partidos políticos fueron los articuladores de las redes de poder locales y las directrices nacionales, donde el tema de la modernización fue central: "las élites de ambos partidos sopesaban la distancia

165 Op cit. PALACIOS Marco, SAFFORD Frank. Colombia: País fragmentado, Sociedad dividida, su historia. p. 19. 166 GONZÁLEZ GONZÁLEZ Fernán E. Poder y Violencia en Colombia. Odecofi-Cinep, Bogotá. 2014. p. 181.

126 entre las instituciones adoptadas y sus realidades sociales y se mostraban muy preocupadas al percibir al país como con respecto a la realidad de algunas naciones europeas”167 168. Así pues, dentro del discurso político, la dirigencia y las élites urbanas fundamentaron una visión dicotómica de la sociedad: del lado propio, una sociedad representada en valores democráticos fundados en países llamados “modernos”, y por otro un antagonista signado como atrasado, el pueblo llano. Por ello, la misión del estado central, fuere cual fuere en términos de doctrina política, fue la de modernizar la sociedad en torno al canon ontológico de los referentes del norte global.

Esta configuración geohistórica de la territorialidad del poder nacional, es la que dio fundamento al papel de las élites políticas boyacenses y de los andes orientales, para haber protagonizado rencillas, debates y polémicas defendiendo el proyecto siderúrgico, a pesar que en muchas ocasiones los conceptos técnicos y aún la precaria capitalización auguraban un fracaso. Por ende, la oportunidad histórica que las elites de oriente tenían de poder gozar de un tratamiento serio para su región, fue la cristalización del proyecto siderúrgico; "el oriente colombiano habrá de industrializarse, empezando, como es lógico, por las regiones centrales de Boyacá...con la ventaja de que ese proceso partía de una base que no tuvo ni ha conseguido después la industrialización occidental: el establecimiento del único centro de industria pesada para el país"168. De esta manera, desde Boyacá se preguntaban si acaso el problema de un proyecto siderúrgico tan aparentemente provechoso para la nación radicaba en que tenía como epicentro las bucólicas y frías altiplanicies orientales, de tradición fuertemente agrícola169. Así, el llamado de los intereses del oriente, consistió en librar la que se llamó “batalla del hierro” planteando una división de poder entre el occidente y oriente colombiano, una lucha que significaba lograr prevalecer y respetar los intereses de la región oriental centrada en Boyacá. Justamente, este choque de

167 Ibid. P. 183. 168 En la Puerta del Horno. JOSE MAR (De El Espectador). Acción Cívica. Sociedad de Mejoras Públicas. Sogamoso, Mayo 2 de 1954. No. 247. ACMS, Hemeroteca: Acción Cívica. 169 La Industria Minera en Boyacá. CIFUENTES H. Acción Cívica. Sociedad de Mejoras Públicas. Sogamoso, Diciembre 28 de 1943. No. 5. ACMS, Hemeroteca, Acción Cívica.

127 elites regionales metafóricamente figuró la lucha entre el hierro que reclamaba Boyacá y el oro que poseía Antioquia, y que en plena era industrial, todavía se creía que el único metal precioso ambicionado por los estados era el oro, sirviendo este sólo "para guardarse en los sótanos del banco emisor"170.

Pre-Modernidad Territorial.

En los años anteriores a la implantación industrial siderúrgica las cosechas de cebada, trigo y maíz, al igual que la cría de ganado bovino, ovino y caballar no podían compararse con la minúscula “industria” local que incluía uno que otro molino, “una que otra pequeña fábrica de cerveza, gaseosa o de jabón, una limitada explotación de Sílice y Carbón, y su artesanía tradicional: productos alfareros para la construcción, menajes de cerámica popular, manufacturas de cuero y tela, tejidos de lana y fique"170 171 172173. Por ello, el futuro promisorio dentro del parámetro de la modernización lo constituyó el proyecto industrial siderúrgico, aspirando dejar atrás un mundo agrícola simplificado. La labor agrícola del campesino hasta el momento que el proyecto industrial siderúrgico fue presentado, constituía el único referente de vida del pueblo boyacense distinguido por su laboriosidad, pues "el cultivo de la tierra ha sido su afición predilecta"172. Los campesinos "provistos de la azada y de la hoz, bregando en porfiada lucha por sacar de la dura entraña de la tierra un grano que es su única riqueza y el único galardón de sus sudores y fatigas"173 se enfrentaban durante toda su vida a la tierra, pues trabajarla no era precisamente algo visto como fácil y agradable. Así, la naturaleza fue referida en el discurso modernizador, como un ente hostil, cosificada, donde el campesino porfiado recurría a cuanto recurso pudiera acceder para lograr algo de esta. Por ello, cuando a finales de 1943 se especuló desde Bogotá sobre la

170 CIFUENTES BERNAL Hernando. La Paz del Río. Acción Cívica. Sociedad de Mejoras Públicas. Sogamoso, Diciembre 28 de 1943. No. 5. ACMS, Hemeroteca: Acción Cívica. 171 Op cit. CAMARGO PEREZ Gabriel. Del Barro al Acero (En la Roma de los Chibchas). p. 438. 172 La Industria Minera en Boyacá. CIFUENTES H. Acción Cívica. Sociedad de Mejoras Públicas. Sogamoso, Diciembre 28 de 1943. No. 5. ACMS, Hemeroteca - Acción Cívica. 173 Ibíd.

128 negación al proyecto de explotación de las minas de Paz de Río174, la desazón se hizo notar, pues resultaba imperante que en pos del desarrollo, Boyacá lograra superar la ganadería y la agricultura, vistas éstas como unas actividades seculares que poco aportaban para tal logro. De esta manera, el individuo no debía "contentarse con andar tranquilo tras de los rebaños que pacen en las dehesas o en pos de la perezosa yunta por la empinada cuesta", sino empezar a no renunciar al proyecto industrial como factor de cambio. Fue ésta particular concepción sobre una tierra ingrata y porfiada con el sufrido agricultor campesino la que el discurso de modernización elaboró, inventando así un constructo geohistórico artificial que desconoció la naturaleza de la relación local que entreteje el campesino con la tierra como arte de vivir. La tierra no es un simple sustrato, y aun cuando el paisaje lo dominan secos pastizales producto de una fuerte sequía, o potreros anegados ante el crudo invierno, la tierra es "agradecida” en el argot campesino, quizás como un reflejo vago y lejano de las raíces indígenas que la proclamaban como su madre. Sin embargo, ante esta legítima concepción sobresale la consideración de un territorio caduco en sus interrelacionamientos, la señalada como el comienzo de la desaparición de la tierra, penosamente no sólo como constructo ontológico campesino, sino literalmente como un sustrato físico dador de vida, tal y como se presenta en el siguiente fragmento del diario de campo producto de un recorrido realizado en un reducto estrecho del valle, al sur de la cabecera del municipio de Firavitoba (sur occidente del Valle de Sogamoso),

La presencia en la vereda es casi que imposible de esconder, pues al lado y lado de la carretera, de cada casa salen empolvados y bulliciosos gozques que alertan a sus amos que alguien extraño se está aproximando. Finalmente, cuando logro llegar a casa de Rosa, entrando a través de la enramada que tiene, diviso un cerro a medio roer por máquinas más amarillas que la tierra que sacan. Por esto, cuando llego a hablar con Rosa, lo primero que referencio son las minas de piedra, pertenecientes a las cementeras Tequendama y Oriente. Los cubios, las rubas, los nabos, el mute y los demás alimentos y preparaciones que los padres de Rosa elaboraban, con los que fue criada, y por los que indago, sólo hacen parte de una titubeante memoria, en la que resalta que todo era muy diferente, “mi papá sembraba trigo, cebada, alverja... y se tenía una que otra vaquita. Pero sumercé mira hoy, y no hay nada, porque además ni el tiempo ayuda,

174 Municipio ubicado al nor-oriente del departamento de Boyacá, que alberga las minas de hierro que explota la siderúrgica Acerías Paz del Río.

129 hace meses no cae una sola gota de agua. Los animales dan poca leche, es que el pasto se acabó y toca darles concentrado, y eso no ayuda”. Mientras Rosa me ofrece una cerveza, va contando la lucha contra las cementeras que en la vereda Mombita Alto han entablado, pues hasta para humectar la carretera hay que “llegar a pleito”, señala con molestia. Las veces que intenté redireccionar la charla en torno a sus recuerdos de infancia, aquellos tiempos de las sementeras y no de las cementeras, fue infructuoso; ya que siempre mencionó pequeños detalles que a su vez la llevaban a referirme la realidad de la industria extractiva localizada apenas a unos 300 metros del patio de su casa. Cuenta que desde las acciones que se hicieron en la Junta de Acción Comunal (JAC) todo iba mal, y por eso decidió retirarse, pues “¿Sabe qué conseguían? 200 mil pesos dizque para el día de las madres!” Con un atisbo de decepción y amargura, expresaba que con eso muchos de sus vecinos se conformaban, “vivían felices con la mera flor y una botella de vino, por mucho!”. Así, entendí que su visión apostaba por propuestas que vivificaran su vereda, categoría territorial que bajo lo escuchado, empezaba a relacionar con un sentir de comunidad. Mi interés fue aumentando, y advertí progresivamente que aunque no me hablara de su infancia, sus padres y abuelos, de lo que podría recordar de hace décadas, si estaba refiriéndome algo trascendental que me había planteado: captar las formas de sentipensar el territorio. Evidentemente lo que reflejaban sus preocupaciones del presente, me permitía entender las territorialidades rurales desde el cambio, desde la vulneración de las sociabilidades campesinas. Así, si seguía escuchándola, lograría abordar desde sus preocupaciones, miedos y decepciones - es decir desde su sentir -, cuál era la manera cómo se vivía una vereda antes que el cómo se vive en una vereda. La sensación de desazón, la decepción con lo que un instrumento comunitario como la JAC pudo hacer y no hizo, todo esto, constituyen continuos referentes de desterritorialización, ya que lo vivido y recordado no es fácilmente ubicable geohistóricamente, pues es la vereda Mombita Alto pero ya no es su vereda. Sin embargo, no es un vacío, simplemente los referentes son otros, las luchas también.

Paradójicamente la realidad de la minería extractiva puede ser un vínculo de cohesión social en comunidades como esta, no obstante, más allá de la versión de Rosa, los mecanismos de cohesión social son complejos de construir, pues los intereses y motivaciones riñen, se encuentran y chocan, o en el mejor de los casos se articulan y construyen territorio desde su misma defensa social; pero aunque este no era el caso, si evocaba una situación ejemplarizante. La irrupción de la minería a gran escala y sus efectos transformadores en el entorno físico y social pusieron a prueba el territorio vivido como comunidad. El territorio no se crea ni se destruye, se reconfigura, sin principios ni leyes, fluye; se reterritorializa, por lo que la vivencia de un territorio rural abruptamente transformado y vulnerado en sus formas tradicionales de vida, como la siembra y las otras sociabilidades campesinas, si refirió aquí un fin, un punto final, una desaparición de categorías sociales mas no de referentes conceptuales. Justo cuando Rosa compartía sus experiencias con la JAC y las empresas mineras, una vecina arribó, y escuchando atentamente lo que Rosa me informaba, intervino, “no sea que pase como

130 en esta vereda que ta más allá, en Irboa, es que esa vereda desapareció!”. Esta mención resultó particularmente interesante. La vereda señalada, Irboa, fue referenciada como “normal” antes de la minería, es decir, tenía todo lo que una vereda posee: agua, tierra, animales y la misma gente. No obstante la irrupción de la minería la desapareció, es decir, el proceso de reterritorialización anuló las formas sobre las que se entendía la vereda: agua corriendo, sementeras, animales, campesinos y tierra, “toda la gente la sacaron. La minería los sacó”. Evidentemente, la tierra desapareció, no en alusión al sustrato mineral entendido desde la edafología, sino la tierra como terruño, como sustrato social y psicológico, como referente ontológico que engloba las formas de entender y el sentido de vivir para el campesino: la tierra era la vereda, y las dos desaparecieron en Irboa175.

175 Diario de Campo: 4ta. Semana de Noviembre. - Entrevista a Rosa y Adriana. Vereda Mombita Alto, Municipio de Firavitoba. 19 y 20 de Noviembre de 2015.

131 CAPÍTULO CUATRO. DE LA INVENCIÓN DEL VALLE DE SOGAMOSO AL TERRITORIO COMO DIFERENCIA SENTIPENSADA.

"... el debate sobre ¡a modernidad implica volver a mirarse desde una nueva mirada, en cuya perspectiva puedan reconstituirse de otro modo, no colonial, nuestras ambiguas relaciones con nuestra propia historia. Un modo para dejar de ser lo que nunca hemos sido".

Aníbal Quijano. Modernidad, Identidad y Utopía en América Latina. p. 46.

Imagen: Archivo Personal. Juguete de Niña Campesina. Páramo de Ocetá. Municipios de Monguí - Mongua. Marzo de 2016.

132 Para Aníbal Quijano la historia de la modernidad tiene origen en el encuentro entre Europa y América como rasgo fundante de una reconstitución de la imagen del universo, pues a partir de ello, “todo conocimiento deberá su producción y su legitimidad al empleo de las propias aptitudes humanas de hacer experiencias comunes a todos”176: El uso de unos mismos elementos cognitivos, para Europa empezó a significar la racionalidad, la razón. En torno a este criterio universal, para Quijano “la nueva intersubjetividad, así como las prácticas sociales constitutivas sobre esos fundamentos”177 constituye la modernidad, la imagen universal de los lugares fue la inventiva de la racionalidad que los desnaturalizó, los desterró de su contexto geohistórico. De esta manera, esta segunda parte de la tesis abre el marco para reconocer el mundo campesino y rural del Valle de Sogamoso a partir de las particularidades geohistóricas de los territorios, que sin aludir a un determinismo geográfico, marcaron la pauta del arte de vivir en un valle interandino trastocado por la tríada “modernidad-modernización-desarrollo”.

Partiendo de un acercamiento hacia una crítica de la razón latinoamericana, el filósofo boliviano Juan José Bautista planteó la importancia de plasmar una nueva epistemología a partir de la crisis de la ciencia, reconociendo la diferencia entre pensar y pensar . Tal y como se enfatizó en la introducción de esta tesis, una visión crítica de la modernidad no puede partir de sus mismos elementos epistémicos y lógicos, sino del reconocimiento del otro, como realidad, territorialidad y en general como un universo cognitivo propio, por lo que el reto de lograr pensar sobre nuevas bases que involucren distintos horizontes geohistóricos implica no pensar en superar la modernidad sino en visibilizar lo que su avasallante accionar omitió. Por ello, se aborda en esta parte aquellas formas de vivir y pensar en la diferencia, siendo aquel otro interno, lo exterior a lo moderno como constructo ontológico, que territorializado, referirá al Valle de Sogamoso y su arte de vivir.

176 QUIJANO Aníbal. Modernidad, Identidad y Utopía en América Latina. Sociedad y Política, Lima. 1988. p. 47. 177 lbíd.

133 Si bien la primera parte de esta tesis se concentró en reseñar cómo el sistema de poder invisibilizó lo local, matizado por una realidad rural y campesina, desnaturalizando su territorialidad; aquí el lector podrá encontrar un punto de partida para reconocer cuáles fueron aquellas formas y maneras de vivir que subyacieron al proceso geohistórico de la modernidad en el Valle de Sogamoso. La forma como campesinos, caporales y arrieros, entre otros actores, vivieron el valle de Sogamoso, parte del reconocimiento de una ontología andina territorializada que implica la afirmación de una manera particular y concreta de referenciar el entorno, interpretarlo, leerlo y sentirlo, que en el curso geohistórico no describe antagonismos donde los procesos de territorialización fluyen independientes o paralelos, donde por un lado fluye lo modernizante y por otro lo propio y local. Se trata pues de referir una realidad interrelacional, reconociendo unos pesos específicos distintos y no equilibrados, configurando una multiterritorialidad (varias territorialidades) dialéctica, que parte de un marco moderno apabullante respecto de lo local. Antes que romantizar el mundo rural y campesino construido en torno a una visión de su mundo, se propone reconocer su complejidad como proceso social territorializado.

Un Acercamiento a la activa territorialidad del Valle de Sogamoso.

El valle de Sogamoso (5°42'57" Lat. N - 72°56'00" Long. O) presenta una temperatura media de 17° y se sitúa a 2,500 m.s.n.m., donde se asienta la cabecera urbana de la ciudad. El territorio rural comprende veredas de vertiente y de páramo, cuya altura llega hasta los 4,000 m.s.n.m. Es un valle estrecho que se extiende de sur a norte, ubicado al noreste del departamento de Boyacá, siendo parte de la cordillera oriental de los andes colombianos, que de las tres que circundan el territorio nacional, es la más ancha, alcanzando una cota de 200 km de anchura, presentando "altiplanos aluviales y abundantes terrazas de acarreo en ella"178. Diversas referencias documentales y testimoniales del XIX y para la primera mitad del siglo XX permiten establecer que el Valle de Sogamoso presentaba una situación

178 Op cit. GUHL NIMTZ Ernesto. Colombia: Bosquejo de su Geografía Tropical. p. 53.

134 marcada por constantes inundaciones, afectando cultivos y pastizales. Las lluvias en invierno cambiaban el paisaje del valle, donde los recodos de la sabana estaban “cubiertos de agua en su mayor parte en la actual época de invierno, tal como pudimos comprobar por un vistazo echado al día siguiente desde de Santa Bárbara, situada arriba de Sogamoso, vista que durante el verano apenas revela unas cuantas pequeñas lagunas”179. Numerosas descripciones de su paisaje permiten inferir una importante presencia del agua en la planicie "cargada de prados y mieses, desarrollada y tendida como una rica alfombra cuyos diversos matices se desvanecían en los recodos de la extremidad oriental [...] extendiendo al pie de los sauces su moviente sombra..."180. Tierra y agua conformaban un mundo cambiante que dominaba la vida en el lugar, “con la llanura, el río y las lagunitas delante de los ojos, [...] notándose claros los vallados, los sauces, los surcos de las sementeras y los animales domésticos alrededor de las próximas casas, en las estancias y huertas; es una miniatura de llanos y cerros.”181. En efecto, el valle geológicamente tiene un origen lacustre182, y precisamente tal particularidad que data de tiempos geológicos, había determinado que los ríos surcaran esta planicie tomando un curso “perezoso” de fácil inundación y de suelos pantanosos. Por estas condiciones, los trabajos para desecarlo y potencializar el uso del suelo en tierras llanas durante el siglo XX fueron poco a poco tomando forma a través de la canalización de importantes cursos de agua y la apertura de canales de desecación.

179 HETTNER Alfred. Viajes por los Andes Colombianos (1882-1884). Biblioteca Luis Ángel Arango - Biblioteca Virtual. En: http://www.banrepcultural.org/blaavirtual/historia/viaand/viaand36.htm Consultado el: 19 de Abril de 2015. 180 ANCÍZAR Manuel. Peregrinación de Alpha: por las provincias del norte de la Nueva Granada. Empresa Nacional de Publicaciones, Bogotá. 1956. p. 265. 181 Ibíd. p. 274. 182 Mediciones barométricas en distintos puntos de la planicie, determinaron un declive general de 15 centímetros por cada 100 metros, aspecto que sólo las aguas podían producir. Las proporciones estimadas del lago, abarcaban no sólo la planicie de Sogamoso, sino la de Tundama llegando a Paipa. Guhl destaca que hacia finales del mioceno y durante el plioceno, tuvieron lugar los principales movimientos orogénicos andinos, correspondientes a las altas sabanas como las de Bogotá, Fúquene y Sogamoso, que eran grandes reservorios de agua constituyendo en esta era los grandes lagos andinos.

135 Imagen '10. Principales v Cuerpos de Agua en el Valle. . y

Río Chicamocha.

Canales Noroeste. Canal del Norte

Hum edales.

Municipio de Sogamoso Plan de Ordenamiento Río Chiquito. Territoria - POT Diagnostico Universidad Nacional de Colombia.

Canales sur: Venecia Vanegas.

Rio Monquira.

Vettecía.

Fuente: Presentación del Diagnóstico técnico y construcción de la formulación para la revisión ordinaria del Plan de Ordenamiento Territorial. Municipio de Sogamoso - Boyacá. Componente ambiental. Universidad Nacional. 2015. Imagen editada por el autor.

Además del río Sogamoso o Chicamocha, que atraviesa el valle desde el occidente hasta el noreste, fue de vital importancia para adecuar las tierras el canal de Venecia y el canal de Vargas, a donde entrega sus aguas el río Monquirá que atraviesa la ciudad y que en la primera mitad del siglo XX constituyó un límite natural para el pequeño pueblo extendido hacia el occidente; sin contar además con los numerosos pequeños canales de desecación al sur, norte y noroeste de la ciudad, tal como se evidencia en la anterior imagen (Ver: Imagen 10).

En efecto, un entorno con unas particularidades morfológicas como éste, connotaba algunas características que interrelacionadas hacían muy difícil entender su dinámica para alguien ajeno, sobre todo, a la hora de comprender una sociedad cuya territorialidad correspondía a un proceso geohistórico concreto de apropiación y

136 vivencia. Concretamente el Valle de Sogamoso reflejó un dinamismo y complejidad en sus territorialidades que distaban mucho de aquel constructo geopolítico moderno que lo signó como simple y atrasado. Por ejemplo, a partir de una sola variable como el trigo, de tantas que se interrelacionaban en este territorio, las articulaciones territoriales resultan esclarecedoras para el lector. Al sur, municipios como Tota y Cuítiva, ubicados sobre la cordillera, se integraban al mercado en el valle de Sogamoso de una manera activa,

hacían un cabezal, no sé cómo llamarían eso; y ponían y amarraban atrás a las maletas de los cedazos, y se metían la cabeza y cargaban y se iban hasta Sogamoso a pie a vender los cedazos. Antes no había carretera, el camino era por gallo abajo, se demoraban el día, todo el día. Y eso yendosen bien temprano y sin hacer, sin descansar en ningún lado; a pie. No teníamos mulas. Bajaban allí por gallo abajo y cogían ahí pa' llá', hasta llegar a Sogamoso [...] y en después llegaban a Iza, y en después cogían la carretera [...] Una vez que me llevaron a Monguí y a Morcá, a pie, sí [...] y nos íbamos de aquí para Monguí pero por todo el páramo. Pero yo era pequeñita, porái unos 10 años. De morcá pa' Sogamoso y de Sogamoso pa' quí' [...] el mercado era onde era orita el Parque de la Villa, y más arriba la playa del ganado183.

De amplios parajes de Tota y Puebloviejo bajaban las esteras, hechas de junco que crecía en las orillas del lago de Tota, usadas en los tiempos donde no se conocía el colchón, tal y como lo recuerda María Susana,

Las juncas se amarraban con cabuya, pero eso asentaban los nudos. Uno no conocía más, se dormía ahí [...] sólo hasta ya cuando me casé, y después eché a trabajar (vendía mis empanaditas) me fui a traer mi colchón a Sogamoso, antes no, siempre dormía en junca. Eso se tejía con el junco seco [...] En ese tiempo qué colchones! Eso eran unos cueros de esos de ganado, y encima echaba uno una estera y ese era el colchón.

183 Entrevista a María Susana, campesina hilandera de 83 años, Tota. 8 de Febrero de 2016.

137 Imagen 11. Estera hecha de junco seco.

Fuente: Archivo Personal. Municipio de Tota. 2016.

De la misma forma, los cedazos empleados para cernir harinas y bebidas, eran hechos en Tota, a partir de la crin y cola burro. Así, para referirse a una persona de este municipio, empleaban el apodo de “escolaburros” debido a su actividad de fabricación de cedazos. Lo activo de este comercio, radicaba en la territorialidad triguera territorializada a partir de prácticas productivas y marcos ontológicos que hacían trascender el simple circuito comercial que puede percatarse como localidades productoras y consumidoras en la región. Según María Susana, esta labor era muy importante,

No ve que eso servía pal trigo! Se llevaban muchos de por aquí. Pero eso escolaban burros. Y me perdona que lo digo así, pero sí, eran de las colas de los burros. Las cortan y hacen los manojitos, las lavan y las amarran. La ponen a secar y van sacando a cada manojito un nudo en la punta [...] y eso hay unos telares que les toca hacer, pa eso! son pequeños.

El oficio de la fabricación de cedazos tenía varios pasos. Las colas de los caballos o los burros eran cortadas por hombres, y arregladas y alistadas por mujeres, quienes eran

138 las que en su mayoría manipulaban un telar rústico y pequeño. Así mismo los hombres eran los encargados del cepillado de los aros de madera que hacen el cuerpo del cedazo, labor que hacían con un habilidoso empleo de su machete.

Imagen 12. Cedazos.

Fuente: Archivo Personal. Alcaldía Municipio de Tota. 2016.

Imagen 13. Telar y tejido del cedazo de Tota.

Fuente: Plan de Desarrollo Municipio de Tota, “Para servirle a mi Gente” 2012 - 2015.

Esta preponderante conexión comercial entre una población cercana como Tota en torno al mercado de Sogamoso a partir de la territorialidad triguera, sólo constituye una muestra de la heterogeneidad y complejidad de las relaciones territoriales

139 campesinas; pues en cada jornada de mercado, participaban entre 16 y 20 pueblos, sin contar con las propias veredas de Sogamoso, donde los campesinos participaban, unos llevando algunos productos, otros en busca de cotizas, panela o sal. Los alfareros, - recuerda Felipe - salían al mercado en el pueblo (Sogamoso) en andancias desde Pantanitos, y “lleve un pichón [un niño, el hijo] que lo tenga mientras compra uno las cosas, y fuímonos. Algunos como no necesitaban de tanto mercado, o vivían cerca, pues no llevaban bestias; aquí uno necesitaba siempre mercado porque tocaba tener obreros, eso siempre se gastaba”184. Así mismo, de otras comarcas se tranzaban productos tales como “alpargatas, cortes de manta, frazadas [...] sombreros de paja, lazos y costales de fique, ropas para las gentes del pueblo [...] cedazos, canastos, esteras [...] pieles curtidas, jabón185. Todo este dinamismo remite a pensar más allá de la órbita comercial y económica, pues lo que subyace a ello son unas activas y dinámicas relaciones intra e inter regionales que a todas luces desvirtúan cualquier posibilidad de concebir un mundo aletargado y retrasado. Remitirse a un solo viajero intentando dimensionar los caminos recorridos, su trabajo, sus expectativas y en general las sociabilidades establecidas que le permitían construir el territorio, implica el reconocimiento de unos tiempos y espacios concretos únicamente posibles allí, en el lugar, como formas territorializadas. Por ejemplo, las juncas, esteras y cedazos anteriormente vistos, antes que precariedad, aluden a un tiempo y un espacio concretos, de la misma manera que las alpargatas,

porque eso qué botas en ese tiempo, eso eran alpargatas de fique. Hacían la trenza de fique, 3 gajos, y las hacían a la medida del pie, ya las cocían con una aguja y cabuya; y encima tejían de hilo, la capellada y el talón, y por el otro lado era de fique. Las hacían acá, en un telar. Eso el que usaba sus alpargatas, era el que tenía su capital. el resto era alpargaticas de diagonal, gruesas, blancas y de caucho. Las hacían con llanta de carro, les abrían un hueco, les metían la diagonal y esas eran las alpargatas! La diagonal se acabó cuando echaron a salir de cáñamo!”186.

184 Felipe. Antiguo alfarero. Vereda Pantanitos, Sogamoso. 23 y 26 de Noviembre de 2015. 185 AVELLA Temístocles. Sogamoso en 1879. En: COY MONTAÑA Alberto. Calendario Histórico de Sogamoso. Centro de Historia de Sogamoso. Archivo Central del Municipio de Sogamoso. Tomo IV. p. 79. 186 Entrevista grupal a Raúl y Pedro. Campesinos vereda Pedregal. 13 de Diciembre de 2015.

140 Así, los espacio-tiempo territorializados como prácticas, maneras de pensar, maneras de ser, entretejían los complejos interrelacionamientos que originaban la jerarquía social, las posibilidades de sobrevivencia, la distinción y la misma construcción de comunidad, de pertenencia. Sin embargo, una vez establecido el carácter particular y heterogéneo de estas relaciones, es imperante plantearlas como diferencia, como propias en la medida que territorializadas implicaron una apropiación social de un territorio sentipensado.

Sentipensar como Diferencia el Trópico del Valle de Sogamoso.

Aunque se ha destacado hasta la saciedad la forma abigarrada que encarna la concepción ratzeliana de un “espacio vital”, resulta interesante el reconocimiento que Claude Raffestin dio a esta idea como una “ontología ecológica" más allá de su aparente rigidez. Según Ratzel "el suelo favorece u obstruye el crecimiento de los estados según el modo como éste favorece u obstruye los desplazamientos de los individuos y de las familias"187; lo que pone manifiesto más allá de un carácter determinista, una relación indisoluble entre una esfera natural o física y una política, próxima a la visión que concibe al territorio como fuente de recursos para la reproducción de la sociedad. En esta medida, no se habla de unas leyes mecánicas que limitan y condicionan la sociedad, sino de una ontología ecológica del territorio que articula las posibilidades del medio como ente concreto, y el potencial de los individuos como actores territorializadores. De esta manera, aquella ontología ecológica se convierte aquí en parte de una ontología andina que permite abordar aquellas particularidades del medio que hacen posible entender las formas como la sociedad del Valle de Sogamoso se adaptó, leyó y cimentó un proceso de territorialización a partir de vivirlo como su mundo propio, como diferencia ante el dualismo ontológico de la modernidad. 187

187 Op. Cit. HAESBAERT Rogério. p. 57.

141 El reconocimiento de cómo se vivió el Valle de Sogamoso parte de aclarar cuestiones propias de cualquier manual de geografía. ¿Cómo entender un valle interandino frío como parte del macro-conjunto tropical? Esta pregunta encierra el cuestionamiento general sobre la vida en esta parte de los andes septentrionales, el sentipensar entendido como el arte de vivir territorializado, según Escobar. El trópico es un cinturón espacial que se extiende a ambos lados de la línea equinoccial, donde no se presentan estaciones térmicas anuales. Allí, la altura sobre el nivel del mar y la altitud del suelo son los factores que determinan los fenómenos y sensaciones que en otras partes del mundo hacen parte de las estaciones. El medio montañoso configura un sistema de pisos altitudinales que dan origen a la variación térmica en el trópico. Fenómenos puntuales y particulares en torno a la humedad, el concepto hígrico que resalta Guhl, prefiguran en los habitantes de esta parte del mundo, la representación de un verano o invierno, muy distinto del régimen estacional. Períodos de lluvia y sequías de diferente intensidad y duración, marcan el paso anual del tiempo, presentando dos épocas de lluvia y dos épocas secas al año, que gradualmente producen “un número grande de zonas geográficas o ecológicas con todas las gamas de humedad en los diferentes pisos térmicos o altitudinales”188 189. Además la iluminación siempre es constante en función de la posición geoastronómica poco variable, lo que impide fluctuaciones anuales de temperatura^89, factor que resulta clave a la hora de entender las dinámicas y formas de vivir locales ante factores de apropiación territorial como las cosechas y el comercio de ganado (en invierno era imposible transitar los caminos con animales). Sin embargo, estos criterios que denotan las particularidades de los Andes como lugar, remiten también a formas particulares de vivirlo, expresiones de una relación concreta individuo- entorno construida sobre la base de una ontología particular, una forma de ver y vivir tan concreta como el mismo entorno. Por ende, más allá de la altura, de la presión y de las cotas altitudinales biogeográficas que el conocimiento experto construye como

188 GUHL NIMTZ Ernesto. La Sabana de Bogotá. Sus Alrededores y su Vegetación. Jardín Botánico José Celestino Mutis, Bogotá D.E. 1981. p. 3. 189 Ibíd. p. 45.

142 abstracción, en este apartado se resaltan formas de conocimiento territorializadas que denotan la riqueza y complejidad de un vivir andino que nace de sentipensarlo.

A continuación se presenta al lector una serie de registros que, enmarcando una profunda interrelación con el entorno, denotan formas concretas de saberes (clima- cosechas-bienestar), de subjetividad (el paramero) y de diferencia (apropiación territorial desde una perspectiva geohistórica) entendidos de forma relacional y no de manera determinista.

- Las Pintas y Repintas: El Clima como Vida.

Una de las cosas sobre la cual la vivencia de vivir este territorio resulta ampliamente referida en el espacio-tiempo del valle del trigo y la ganadería son las “cabañuelas”; un aparente sistema de predicción climática de tradición castellana que se territorializó en muchos parajes rurales latinoamericanos, otrora ampliamente empleado para cultivar, entendiendo esto último no como relativo a la producción, sino como el arte de vivir labrando la tierra. Por esto, las cabañuelas en la tradición campesina del Valle de Sogamoso más allá de un mecanismo de interpretación climática, constituyen una representación de la vida a partir del estado del tiempo. Al respecto, recordaba vagamente Nelly cómo la gente “antiguamente” pronunciaba expresiones tales como “se puso opaco, eso va a llover, es la cabañuela de no sé qué”, refiriéndose a la probabilidad de lluvias o tiempo seco a lo largo de todo el año. Tonalidades del cielo, formas de las nubes y hasta sensación térmica constituían una manera subjetiva de leer el estado del tiempo durante los primeros días del año, en Enero. Expresiones tales como “opaco”, “toldado”, “negro” o “despejado” hacen ver la existencia de amplias formas de leer el cielo, matices entendidos en relación con una experiencia de vida más allá de un simple criterio estético. Factores como la luminosidad, nubosidad y el grado de frío o de calor, determinaban la predicción, donde el día de la cabañuela se convertía en un reflejo de lo que sería el mes correspondiente, cuando el individuo concluía si haría “buen tiempo” o “mal tiempo”.

143 La cabañuela corresponde a un día de Enero, que a su vez remite a un mes del año. El primer día de Enero es concebido como el “espejo del año”, es decir que es un reflejo general de cómo va a “pintar” el año. Justamente, el término “pintar” denota una manera de comprender la vida en el territorio y su relación con el clima, como factor crucial de bienestar social dado el protagonismo de las cosechas en ese entonces. Así,

“pintar” sería un “estar” reflejo del clima que trasciende a la vida; “A partir del día 2, comienza la cuenta de los meses. El dos de Enero corresponde a Enero, el 3 a Febrero, terminando el día 13, que es Diciembre. Estos 13 primeros días decían si iba a tar' mal o bien el tiempo [...] a según como los días, eso no fallaba! Porái en Tota aún uno escucha que se guían por eso”190. Las pintas, llegaban hasta el día 13. Seguidamente, el día 14, comienzan las llamadas “repintas”, la otra parte de como “pintó” el día, un complemento que dejar ver una lógica, que más que binaria, refiere una forma de conocer a modo de “espiral”, que ordena el inverso y la realidad. El día 14 se invierte el orden, pues corresponde a Diciembre, el día 15 a Noviembre, 16 a Octubre, terminando el día 25, correspondiente al mes de Enero. Estas cabañuelas, que “repintan” son comparadas con las “pintas”, y a partir de relaciones se va construyendo la predicción en torno a la correspondencia de las condiciones del tiempo registradas, que evidentemente trascienden a la vida misma, pues una cabañuela de lluvia o sequía, para el campesino indica su vida misma.

Esta forma de concebir no sólo el tiempo, sino la realidad, la confirma Alcira, cuando en su finca en la vereda Pijaos del municipio de , explicaba que pronto la caléndula empezaría a “florear”, “la demora es que llueva [...] porque las cabañuelas esta vez, las que iban de pa' elante [pintas] eso iban como buenas, porque aquí llovió, cayó un aguacerito que refrescó. Pero orita se golvieron en reverso [repintas], y ya echó fue a caer hielo, tá' mal. Va a ser difícil”191. Cabe destacar que los criterios “bueno” o “malo” no corresponden a una relación del individuo con las condiciones climáticas en sí. En este sentido la predicción aludía

190 Entrevista María y Nelly. Sector periurbano de Venecia, Sur de Sogamoso. Antiguos habitantes de la zona rural de Sogamoso y Tota respectivamente. 16 de Marzo de 2016. 191 Entrevista a Alcira, representante Asociación de pequeños y medianos productores agropecuarios de Cucaita ASOPROAGRO. Vereda Pijaos, Municipio de Cucaita. 4 - 6 Febrero de 2016.

144 implícitamente a los cultivos. No es pues, un mecanismo simple de comparación y registro, enmarca toda una complejidad que demuestra una lectura integral y un conocimiento profundo del territorio campesino. Por ejemplo, cuando Alcira decía que las cabañuelas habían pintado “bueno” se refería a que “había pintado agua”, y dada la fuerte sequía reinante en ese momento producto del fenómeno del niño, refería precisamente que sería bueno para sus cultivos. Así mismo cuando en las repintas sostuvo que había “pintado hielo”, se lamentó, pues sostuvo con resignación, “con el verano y encima echa e hielar, no deja nada”. Así, la lectura de unas condiciones del tiempo en el presente, que el campesino vive y experimenta, se suma a un indicador como la cabañuela, lo que le permitía prepararse, y sobretodo acceder a una certeza cuya importancia en la vida campesina resulta clave, al estar expuestos a las contingencias del clima de una manera distinta a como un citadino o un agricultor lo haría. El clima, lo que denominan “tiempo”, relacionado con sus siembras, remite a una vida, una territorialidad antes que a una variable de ganancia o pérdida de producción.

A partir de los criterios sobre los cuales se establece que un día pinta bien o mal, si estuvo oscuro, soleado, si hizo frío o calor, si “toldó” (alude a la presencia de nubosidad que progresivamente va oscureciendo indicando posibles lluvias), es que los individuos comprendían lo que “pintó o repintó”. Si la cabañuela de Enero pintó soleada, porque no hubo frío, es decir que indicó buen tiempo, y seguidamente repintó de la misma forma, se convierte éste en un indicativo positivo y de bienestar, pues el “buen tiempo” aquí trasciende lo que en otros marcos de pensamiento podría referir una predicción climática de máximos y mínimos en centígrados o Fahrenheits. Por el contrario, si una cabañuela pinta con “buen tiempo” y repinta con “mal tiempo”, es señal para el campesino de una irregularidad, nada buena para él, pues el mecanismo mismo de las cabañuelas parte de un aprendizaje basado en la experiencia, en la aprehensión de patrones naturales que son el recurso principal de la interpretación que se territorializa según las condiciones reinantes. De ahí, la suprema vulnerabilidad de la vida campesina (no sólo su producción) ante factores como el cambio climático y la alteración de los ciclos ecológicos por factores

145 antrópicos; consecuencias que no aluden al plano simplemente ambiental, pues la forma de vivir el territorio campesino, no es esquemática, sino interrelacional.

- Hielo Blanco y Hielo Negro.

Una forma de encontrar referentes propios similares a los empleados en las cabañuelas, radica en las vivencias de las conocidas heladas, por ser una asociación que el campesino realiza con el “hielo”, en un entorno donde no existe la nieve. Dependiendo de la intensidad, las “heladas” son comúnmente referenciadas como forma de representar la presencia del frío intenso en algunas épocas del año, puntualmente en las madrugadas; donde expresiones como “cayó harto hielo” o “hieló” no sólo indican el rocío congelado de la mañana, sino la sensación de un frío extremo que visualmente se identifica con bruma o neblina. Estas se presentan en entornos andinos como el Valle de Sogamoso, altiplanos interandinos propios no sólo de Boyacá, sino de departamentos como Cundinamarca y Nariño en Colombia. Su ocurrencia se da en la época seca de verano, en las madrugadas de los últimos días de Diciembre, Enero y extendiéndose en ocasiones hasta Marzo. El conocimiento experto define las heladas como la ocurrencia de temperaturas cercanas a los cero grados, presentándose por tres orígenes diferentes: por advección o invasión de masas de aire frío, por evaporación (cuando la humedad relativa del aire desciende rápidamente) y por radiación192, está últimas propias de la región tropical, registradas con más frecuencia. Dentro de estas últimas heladas, se distinguen dos clases, referenciadas por los campesinos e igualmente reconocidas dentro del ámbito de la meteorología como las heladas blancas y las heladas negras.

192 “Se origina por la pérdida de calor que sufren las plantas y el suelo y que ceden a la atmósfera durante la noche por medio del proceso de radiación. Es la helada típica de las regiones tropicales y son factibles de presentarse a partir de los 2500 metros sobre el nivel del mar (m.s.n.m). Estas heladas ocurren al presentarse un balance de energía negativo, es decir, cuando se pierde durante la noche mayor cantidad de energía de la ganada durante el día”. GONZÁLEZ GOMEZ Olga Cecilia y TORRES TRIANA Carlos Felipe. Actualización Nota Técnica Heladas 2012. Instituto de Hidrología, Meteorología y Estudios Ambientales. p. 4.

146 Desde hace unos años este fenómeno es ampliamente tratado en los medios de comunicación por las repercusiones económicas que trae en la producción de alimentos y en los precios de la canasta familiar. Productos como la papa, la alverja y otros de tierra fría escasean debido a los graves daños que las heladas ocasionan en los cultivos. Desde el ámbito agrometeorológico, la helada es definida como “la temperatura a la cual los tejidos de la planta comienzan a sufrir daño. En esta definición entran en juego aspectos fisiológicos, como la resistencia o susceptibilidad del cultivo a bajas temperaturas en sus diferentes estados de desarrollo, la altura de la planta sobre el nivel del suelo y la temperatura de la hoja”193; sin embargo es un fenómeno que año a año los campesinos lo enfrentan y padecen, pues sus esfuerzos de meses de dedicación a un cultivo, pueden dar al traste en apenas unas horas de madrugada,

Son los primeros días der Enero, y conforme María Elena va contando detalles de cómo transcurren los preparativos para la Fiesta de San Pascual Bailón que tendrán el sábado, me advierte sobre el frío que puede hacer en la madrugada. Amablemente me ofrece su casa si acaso ese día decido ir a dormir y no quedarme amaneciendo participando del baile. Al explicarle que es necesario que yo permanezca en la fiesta hasta el otro día, me comenta que por los “tiempos”, sin duda hará mucho frío, “es que tan cayendo heladas [...] este mes heló mucho, pero harto harto! Heló en diciembre [...] antes helaba era en Enero y orita en diciembre, pero muuucho helar”194, agregando con preocupación que habían caído “hielos negros”, “ese hielo es que el frío es bravo, bravo, bravo! pero no se ve hielo”195.

Desde la meteorología, el fenómeno del “hielo negro”, término apropiado dentro del discurso del conocimiento experto, se explica por la ausencia de formación de rocío o escarcha; lo que los campesinos referencian como un hielo que no se ve, junto con un contenido de humedad atmosférica bajo, es lo que propicia quemaduras en los tejidos de las plantas, siendo sus efectos los más perjudiciales. Por el contrario, la llamada “helada blanca” corresponde a la formación de gotas de rocío (condensación sólida) o escarcha (hielo cristalino) sobre la superficie vegetal, "puaquí tabamos como

193 Ibíd. 194 Entrevista a María Elena. Vereda Pedregal. Sogamoso, 3 Enero de 2016. 195 Fragmento del Diario de Campo: 1era. Semana de Enero.

147 tranquilos que había puai pastico, no había helado, pero cayó hoy. Esto amaneció blanco. La gente ta asustada ya, ya no hay ni pa' los animales. Quemó todo eso"196.

Las referencias visuales que el campesino ha empleado para diferenciar estas heladas corresponden también a las variaciones en las intensidades. Sus interpretaciones propias, aunque con otros referentes, no difieren por el conocimiento experto de la meteorología. Al respecto, José Domingo contaba cómo la sequía estaba acabando con los pastos, dejando sin alimento a los animales, “llovió hasta ayer, como a estas horas (3 pm) que hubo un aguacerito, pero ese aguacero fue como quien dice, que si hubiera candela lo que cayó, ahí después amaneció todo quemado [...] ya tarde todo taba despejado (el cielo sin nubes) tenía cara como que iba a hielar”197. Efectivamente, un factor que favorece las heladas es la escasa nubosidad, ya que ésta facilita la “radiación de calor del suelo hacia el espacio”; son noches que los campesinos identifican como noches “estrelladas”, no hay nubes y el firmamento a esa altura muestra su esplendor. No obstante las temperaturas son bajas, sosteniendo que el “penetro” es muy fuerte, el agua se pone “penetrante” en referencia a una intensa sensación de frío que llega al cuerpo, lo penetra. Así, noches despejadas y un viento frío que baja por las montañas, son señales para afrontar la helada. Al atardecer se aplica un ligero riego sobre la superficie del suelo y las plantas, y en otros casos el campesino sale a la madrugada encendiendo hogueras para contrarrestar el intenso frío.

196 Entrevista a Miguel, Vecino vereda Pijaos. Municipio de Cucaita. 4 - 6 Febrero de 2016. Vereda Pijaos. 197 Entrevista a José Domingo. Campesino Vereda Mombita Alto, Municipio de Firavitoba. 2 de Marzo de 2016.

148 Imagen 14. Helada "blanca" en el Altiplano Cundiboyacense.

Fuente: Archivo El Tiempo. Ideam alerta de amenaza de heladas y bajas temperaturas este viernes. 22 de Octubre de 2015.

149 - Vida Paramuna,

"A veces me dicen, ¿qué es páramo? y digo, pues para que lo sepa necesita es verlo. No es fácil de describirlo, entonces toca venir, mirar, conocer y ahí si decir [...] cada páramo es diferente, en sus plantas, su aire, todo eso [...] a mí si no me da pena decir que soy paramero, porque lo conozco y se la belleza de los páramos."

José, Páramo de Ocetá - Boyacá.

Imagen: Archivo Personal. Páramo de Ocetá - Laguna Negra. Municipios de Monguí - Mongua. Marzo de 2016.

150 El departamento de Boyacá posee la mayor extensión de páramos en Colombia con un 18.3% del total nacional, seguido por los departamentos de Cundinamarca (13.3%), Santander (9.4%), Cauca (8.1%), Tolima (7.9%), y Nariño (7.5%)198. Como entorno, el páramo no remite a sendas crestas o escarpadas cumbres, sino que describe una suavidad en sus formas a partir de un ondulado terreno, que sin embargo, presenta una clara diferenciación paisajística según su perfil altitudinal. Existe una primera subregión que lo caracteriza, el Páramo bajo, donde se da la transición con el bosque de niebla y "la lluvia abundante es alta durante todo el año, debido a que se encuentra con su parte inferior y media en el tercer cinturón de nubes ecuatoriales"199. La siguiente subregión es el páramo interandino, “ubicado en el punto donde el desarrollo espacial de las altas montañas crea altiplanicies y amplias tierras suavemente onduladas, protegidas por montañas periféricas aún más altas que impiden o disminuyen la influencia de la humedad de los profundos valles adyacentes [...] constituyen por regla general pantanos y turberas200. Por ejemplo, en este Valle de Páramo Interandino en Ocetá (Ver: Imagen 15), las montañas periféricas presentan gran población de frailejones que captan la humedad; mientras que en el valle, entre manas y zonas pantanosas sobresalen las árnicas y lupinos.

198 CORPORACION COLOMBIANA DE INVESTIGACION AGROPECUARIACORPOICA - NATAIMA. Informe Final: Estudio de Estado Actual y Plan de Manejo de los Páramos del departamento del Tolima. Espinal, Mayo de 2009. p. 4. 199 Op cit. GUHL NIMTZ Ernesto. Colombia: Bosquejo de su Geografía Tropical. p. 85. 200 Ibíd.

151 Imagen 15. Valle de Páramo Interandino.

Fuente: Archivo Personal. Páramo de Ocetá, Municipio de Monguí. 2016.

La tercera subregión es el páramo alto, extendiéndose hasta el límite inferior de las nieves perpetuas, donde "el viento, la lluvia, la nieve y la disminución de la vegetación hacen desaparecer el suelo, surge la roca desnuda, se forman conos de escombros y el terreno es más escarpado"201 generando un abrupto cambio de paisaje, pues los frailejones desaparecen, sobresaliendo algunos almohadones de extrema dureza que llegan hasta la nieve que empieza cerca de los 4.800 m.s.n.m. (Ver: Imagen 16).

Imagen 16. Transición Paisaje Páramo Alto.

Fuente: Archivo Personal. Páramo de Cumbal - Departamento de Nariño. 2016.

Las anteriores características sólo constituyen una generalización ecosistémica, pues no todos los páramos son iguales, y la vinculación con este ecosistema puede connotar unas características bien particulares dadas sus características ecológicas,

201 Op cit. GUHL NIMTZ Ernesto. Colombia: Bosquejo de su Geografía Tropical. p. 86.

152 morfogeológicas, entre otras. Precisamente para el caso del Valle de Sogamoso, la vinculación territorial con estos entornos de alta montaña resulta de vieja data, pues además de ser espacios de cultivo de papa y pastoreo de ganadería en verano, eran éstos páramos los que caporales y comerciantes de ganado debían sortear y cruzar a través de la cordillera cada junio o diciembre llevando reses para su ceba en Sogamoso. Factores antrópicos, de altitud y de geomorfología permite denotar unas características especiales a los páramos de inmediata influencia en la región, presentando paisajes más antrópicos y zonas de transición menos pronunciadas que las del páramo alto descrito anteriormente. El acceso al subpáramo parte de un paisaje de vertiente andina oriental con fuertes rasgos antrópicos producto del patrón disperso poblacional del campesinado. Predominan casas campesinas y cultivos de microminifundios con alguna vegetación alta nativa como sauces, tabes, garrochos, mortiños, entre otros; y el predominio en algunos sectores de eucalipto y pino. (Ver: Imagen 17).

Imagen 17. Transición Paisaje Vertiente - SubPáramo.

Fuente: Archivo Personal. Páramo de Ocetá, Municipios de Monguí - Mongua - 2016. De lomeríos donde predomina un paisaje de minifundios campesinos, se pasa a un paisaje de vegetación pequeña, arbustiva, con predominio de Frailejones.

La cuesta abre el panorama de un paisaje donde se reduce la altura de la vegetación, predominando los arbustos, lo que hace percibir más fuerte el viento frío que baja. La presencia de algunos frailejones202 permite señalar un primer contacto con un paisaje

202 E] Frailejón es el . Posee en torno a sí, gran cantidad de necromasa (material muerto), lo que le permite ir elevándose a través de cientos de años. Un 73% es necromasa ante un 26% de biomasa. En sí, es todo un microecosistema. RIVERA OSPINA David. Páramos de Colombia. Banco de Occidente, Cali. 2001. p. 122.

153 paramuno (Ver: Imagen 18). Justamente en el siglo XIX, el geógrafo alemán Alfred Hettner destacaba la particularidad de los sistemas orográficos paramunos, que al ser comparados con los Alpes, curiosamente demostraban una complejidad y riqueza biológica mayor, pues en la cota de altura donde en los Alpes ya marcaba nieves perpetuas, en los páramos andinos apenas empezaba la arborescencia a “achaparrarse, reemplazándose a la vez con gruesas capas de musgo y creando así un aspecto melancólico”203.

Fuente: Archivo Personal. Páramo de Ocetá, Municipios de Monguí - Mongua. 2016. De una vegetación arbustiva con presencia de frailejones se pasa un predominio pleno de frailejonales y pajonales.

A pesar de sus condiciones, este entorno geohistóricamente nunca estuvo alejado de la acción humana, y antes fue el soporte de muchas prácticas y saberes de una riqueza tal, apenas comparable con su biodiversidad. Sin embargo, como entorno, el páramo recibió una fuerte repulsión derivada de formas externas de percibirlo como paisaje, referentes construidos sobre el desconocimiento de sus interrelacionamientos con los pueblos, generalizando una imagen de melancolía, tristeza y retraimiento. El frío intenso, los fuertes vientos y la niebla como su contorno predominante, consolidó su connotación de aislamiento, haciendo que los visitantes señalaran como tortuoso el viaje a través de éstos, no sólo por las condiciones naturales, sino porque se podían

203 HETTNER Alfred. Viaje por los Andes (1882 - 1884). El Páramo. Contornos y suelo de las cumbres. Condiciones Atmosféricas. Vegetación. Vida de los Moradores. Disposición anímica del viajero. Visita al Tablazo. Talleres Gráficos del Banco de la República, Bogotá. 1976. En: http://www.banrepcultural.org/blaavirtual/historia/viaand/viaand20.htm

154 avanzar grandes distancias sin aparente presencia humana, “para dar al fin con una miserable choza levantada de arcilla y cubierta con junco o con hojas de frailejón y habitada por uno de los más pobres campesinos o arrendatarios”204. Era allí donde se podía encontrar un ejemplo de la verdadera pobreza, familias carentes de cualquier valor, dedicadas a la recolección de leña menuda y su venta en centros poblados bajos como única fuente de sustento, “Niños apenas cubiertos de harapos y con vientres monstruosamente hinchados por el consumo de papas como alimento casi exclusivo”, que le pedían limosna al viajero205. De esta manera la representación de un entorno difícil, huraño y pobre que partía de las condiciones de quienes se atrevían a vivir en él, se relacionaba con una concepción de estrechez natural, materializada aparentemente en las especies vegetales que parecían prototipos apenas, pequeñas y hoscas. Fue la visión del extraño sobre un medio ajeno, padecido antes que vivido (pues los Alpes eran su único referente de altitud), cuyas condiciones hostiles socialmente representaron una condena social, como todo lo colonizado, lo desnaturalizado a través de un proceso de traducción y equivalencia cultural: No en vano, la palabra páramo en latín significa yermo, que no sólo refiere a la “pobreza” vegetal de un entorno, sino en general la condición precaria de algo. Atrás quedaba la visión del páramo como espacio sagrado en la cultura , el origen de la vida a partir del mito fundante de Bachué206, principio y cuna del mundo.

Factores como la radiación intermitente en función de la nubosidad y del periodo biestacional del trópico, son los que han determinado el tamaño de las plantas, no obstante su riqueza y belleza es amplia y variada207. El frío intenso hace que la

204 Ibíd. 205 Ibíd. 206 El mito cuenta que en la parte más alta de la cordillera, en una laguna profunda hubo un momento en que empezó a aparecer la luz y se vio el primer amanecer y muchas de las cosas que ahora hay en la naturaleza. De repente fue saliendo de las aguas una mujer con un niño, y empezaron a caminar por el mundo. Los días pasaron uno tras otro, hasta cuando el niño fue hombre y junto con la mujer aparecida de las aguas, llamada Bachué, fueron poblando el mundo con su descendencia. Ya ancianos, regresaron a su lugar de origen. Allí, Bachué reunió a gran cantidad de sus hijos, y convertidos en serpientes se sumergieron en la laguna materna para no regresar. 207 Se han descrito 327 tipos de vegetación paramuna, entre matorrales, frailejonales, chuscales y pastizales. Op cit. RIVERA OSPINA David. p. 80.

155 fotosíntesis y la absorción de nutrientes sea lenta debido a bruscos cambios diarios de temperatura, donde en un día despejado puede alcanzar los 25° y en una noche puede llegar por debajo de los 0°. La visión de unos matorrales fríos, golpeados por los vientos y mayoritariamente nublados, llevó a descripciones negativas sobre este entorno, que sin embargo dentro de las formas de conocimiento locales, describen una riqueza y recursividad contrastante, “es que coiso le decimos también al frailejón, aunque el nombre que tienen es espelettia’’208, dice José refiriéndose a la clasificación botánica.

Imagen 19. Coiso.

Fuente: Archivo Personal. Páramo de Ocetá - Municipios de Monguí y Mongua. 2016. Izq. Detalle: Textura Peluda.

Fue del todo esclarecedora la respuesta de Nelly cuando se le preguntó por el frío del páramo, “no era muy duro, porque era el frío! [...] y trabaje la tierra porque qué más! con bueyes y dele [...] lo sacaban a uno tan joven a cultivar la tierra, que principiando si se sentía el penetro, pero era onde uno debía tar!”209; destacando que siendo el páramo la vida, el frío resulta una condición normal. Aquí el páramo como territorialidad se abre, a partir de la experiencia deja ver su riqueza y heterogeneidad,

208 Entrevista a José. Habitante del Municipio de Monguí, Visita al Páramo de Ocetá. 10 - 13 Marzo de 2016. 209 Entrevista grupal a tres vecinas de la vereda Venecia, inmediaciones de la Antigua Hacienda Venecia. 16 de Marzo de 2016.

156 lo que puede ser percibido como una uniformidad vegetal, da paso a toda una variedad de formas, olores y matices, “Ese es un musgo que se llama , tiene algo especial para la gente, cuando un niño de año y medio no camina, le ponemos un cogollito de caminadera junto con una pluma de perdíz en los zapatos, y el chino a los tres días ya ta' dando pasos. Es que la perdíz es brava pa echar pata”210. Mientras Humboldt identificó los páramos como un lugar “donde la vegetación ya no prospera y donde el frío penetra los huesos ...”211, José recordaba las múltiples veces en que las plantas habían saciado su sed pudiendo continuar con las extenuantes jornadas cuando faltaba el guarapo, “son plantas que tienen mucha agua, se come el bulbo y se deja el tallo” - sostenía-. Para él, el páramo constituía la imagen de un mundo al alcance de sus manos, teniendo presente la fase de la luna en que debían cortarse los palos, “si se dejaban al sol o se humeaban, si eran para yunta, para un huso o para un arado”. Sus experiencias territorializadas le permitían trascender la relación dicotómica , ya que en estas experiencias, antes que el usufructo, resulta significativo el entendimiento de estas: por eso cuando llueve, es la lluvia paramuna, fina en sus gotas y pertinaz en su intensidad, “sumercé como que no la ve, hasta que siente que ta empapado”212. También se cuando oscurece y se nubla, y se algo o alguien cuando hace demasiado frío; “pero puai todavía van!” señala Nelly respecto del Páramo de las Alfombras, ubicado al sur-oriente del Valle de Sogamoso donde permanecen algunos animales pastoreando. La labor del campesino en este territorio no ha sido de espaldas a las alturas, y aunque la modernidad irrumpió con un discurso vergonzante, han sido territorios dinámicos y activos a partir de cultivos de papa y el pastoreo de animales. El verano abría las cumbres andinas, permitiendo subir con animales para pastar, “los echan y van a ver, ahí los dejan un mes [...] ellos se quedan” enfatiza Nelly refiriéndose al páramo de las

210 Entrevista a José. Habitante del Municipio de Monguí, Visita al Páramo de Ocetá. 10 - 13 Marzo de 2016. 211 Proyecto Páramo Andino. El gran libro de los Páramos. Nomos, Bogotá. 2011. p. 24. 212 revista grupal a tres vecinas de la vereda Venecia, inmediaciones de la Antigua Hacienda Venecia. 16 de Marzo de 2016.

157 Alfombras. A pesar de permanecer libres por la inmensidad del páramo, estos no se alejan, permanecen allí hasta el comienzo del invierno, cuando son recogidos. En efecto, en función de la capacidad adaptativa y los conocimientos y maneras de leer y aprehender un entorno particular como este, la actividad humana en el páramo permite plantear que territorialmente no aludía a un medio aislado, quizás sí periférico en función de la dinámica geohistórica de centralidad de la formación espacial de la modernidad, pero su imagen inhóspita la desvirtúa las usanzas campesinas territorializadas allí.

Justamente la antropización de esos entornos dentro del sistema regional obedeció al proceso geohistórico de poblamiento y a la articulación de un sistema territorial. Los registros recabados acerca de las experiencias de vida en páramos de la región de Sogamoso y su vertiente cordillerana, plasman formas de vida muy variables en función de su articulación territorial con carreteras, mercados y hasta el mismo patrón de poblamiento que hizo que unos fueran más habitados que otros. Quizás la imagen de pobreza de la vida paramuna era lo único que a los ojos del viajero se presentaba cuando veía las “ranchas” como único resguardo, no había otra posibilidad ante el viento o la lluvia que “meterse en las ranchas, unas casitas donde uno vivía. Por allá hacían las casas, unos se quedaban trabajando, otros iban a sembrar, a hacer las casas y así [...] enton' se echaba paja al techo, con carrizo, una paja que se llamaba carrizo"213. Su ubicación respecto de los vientos que bajan de las cumbres, sus materiales, y su orientación en torno a la orografía paramuna correspondían a una lectura acuciosa del entorno, una praxis omitida y negada.

213 Entrevista grupal a tres vecinas de la vereda Venecia, inmediaciones de la Antigua Hacienda Venecia. 16 de Marzo de 2016.

158 Imagen 20. Rancha.

Fuente: Archivo Personal. Páramo de Ocetá - Municipios de Monguí y Mongua. 2016.

Usualmente los costos ambientales de estos frágiles y estratégicos ecosistemas endémicos son trasladados exclusivamente a un campesinado indolente que destruye deliberadamente, sin embargo, se olvida que a esta situación subyace una territorialidad de larga duración, que geohistóricamente reconfigura territorios, desterritorializa y reterritorializa, desarticula e integra aumentando la complejidad de la problemática: hay páramos con rasgos marcadamente antrópicos, y otros donde predomina un paisaje natural. El páramo de Toquilla, alzándose sobre la cordillera al oriente del valle de Sogamoso refiere una situación particular. Aún los familiares de Flor viven allí, y lo frecuenta para visitarlos. El pastoreo de animales era y es una actividad usual paramuna, significando para ella un entorno menos hostil que en la misma vereda baja donde reside. Allí tiene que amarrar bien sus animales, en un lote que si no está bien cercado y éstos se sueltan, pueden irrumpir en parcelas de vecinos dañando cultivos o simplemente tomando pasto ajeno, ocasionando problemas. Por ello, su páramo es

muy bonito, porque allá si no hay problema de que si uno no amarró los animales pal pie de la casa, se los llevan, allá es donde estén. La gente cuida, conoce sus animales, hay un páramo comunero que se llama, donde uno va y deja los animales sueltos por meses, una inmensidad de páramo, y allá iba uno, cada ocho

159 días y los veíamos, y ya uno sabía los sitios onde pastaban, tampoco los animales se perdían, se quedaban reunidos, reuniditos de lao en lao214.

Imagen 21. Campesinos "Parameros".

Fuente: Archivo Personal. Paraje Páramo de Toquilla. 2015.

Una prenda imprescindible en el páramo es la ruana, aunque ésta, en general es propia de la identidad campesina en Boyacá. Esta proporciona un abrigo contra el frío y a la vez permite libre movilidad de las extremidades haciendo que se pueda trabajar con ella. De la propia denominación de páramo, surge un término comúnmente empleado para referir que se siente frío: la persona con frío suele estar “emparamada”; y los “parameros”, suelen estar asociados a portar fielmente su ruana, así asedie “la calor”215. Estas personas, son y eran percibidas como “gente silenciosa, poco dada al trato con la gente de los pueblos y las veredas [...] y se anudaban a la garganta grandes pañuelos amarillos o rojos, porque todos eran liberales”216. Su caracterización parece aludir una construcción social que deriva de aquella visión que primaba la pobreza y del carácter yermo del páramo, al punto que el uso de la expresión “paramero” suele connotar un sentido despectivo. La expresión

214 Entrevista a Flor, campesina oriunda de la vereda Toquilla. 12 de Diciembre de 2015. 215 El origen de la ruana se remite a la época temprana de la transculturación hispano-chibcha: “Los vestidos españoles y chibchas de los siglos del coloniaje, con las influencias de las modas francesas introducidas en la época de los Borbones (Siglo XVIII) y otras influencias europeas en el siglo XIX, fueron conformando un traje típico boyacense que se popularizó, y es el que hoy conocemos generalmente en el campesino boyacense”. En: El Traje Típico del boyacense. Biblioteca Virtual Luis Ángel Arango. En: http://www.banrepcultural.org/blaavirtual/folclor/pueboy/pueboy4a.htm Consultado el: 15 de Septiembre de 2016. 216 Op cit. CABALLERO CALDERÓN Eduardo. Siervo sin Tierra. p. 65.

160 “los de ruana” dentro de la retórica política y social hacía referencia al pueblo llano, al vulgo. La confección de estas prendas a partir de lana connotó una territorialidad más en el valle de Sogamoso; se hacía artesanalmente en telares, y poblaciones como Sogamoso, Tota, Puebloviejo (Aquitania) y Pesca, concentraban importantes mercados de lana y cría de ovinos. En el arte textil de la lana, la vinculación con el entorno del subpáramo y de altura fue materializada a partir del aprovechamiento de elementos del medio. Por ejemplo, existe una planta llamada cardón (Dipsacusfullonum), una herbácea que produce unas piñas espinosas empleadas anteriormente para desenredar el vellón de lana, así se “cardaban las ruanas”, “se le pasa en un solo sentido, le hacemos varias veces y ve que va sacando fibras, así se le sacaba el afelpado, y hacía que la prenda quedara suave”217.

Imagen 22. Cardos.

Fuente: Archivo Personal. Municipio de Monguí. Páramo de Ocetá. 2016.

Por su parte, el hilado guarda una raigambre ancestral muy importante, pues era una actividad prominente en la cultura indígena muisca asentada en la zona. Así, la actividad del hilado aún conserva sin muchas variaciones la técnica, sólo cambiando los materiales de los implementos: el huso de madera y el tortero de suela de caucho. El primero es un palo delgado, que tiene en un extremo una abertura que sirve de gancho para encajar el hilo que se va retorciendo hasta que se logra la hebra. Existe un artefacto algo más completo para el hilado que es la

217 Entrevista José. Campesino del Municipio de Monguí. Páramo de Ocetá. 10 - 13 Marzo de 2016.

161 rueca, no obstante esta también es antigua. Por su parte, el tortero consistía en un disco de piedra, en la actualidad hecho con suelas de caucho, con una abertura en el centro y por el cual entra el extremo inferior del huso. El tortero permite que el huso de vueltas hilando la hebra y haciendo que su rotación no sea desequilibrada. Susana, una campesina octogenaria del municipio de Tota, aún hila. Saca su tortero y su huso, y envolviendo la lana empieza a mostrar el modo de hilar, “el huso es un palito, de una mata de sombo, la abertura se llama las orejas, pa que sostenga la lana, pa poderla hilar [...] el tortero hace bailar el huso, así, mire, porque el que no sabe es como el que no ve, entonces poniendo el tortero baila el huso; y una va estirando el cadejito de lana, y va dando la hebra. Este es el tortero, sin esto no se puede hacer nada, es de un zapato”218.

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m 3E i ,4É’ #=■- jt* f ' v ■ $ jzfA K , / U L JflEgjj». f w*w tm F f A i m ^ s Fuente: Archivo Personal. Municipio de Tota. 2016.

Antes de la generalización de alpargatas con suela de caucho proveniente de llantas desechadas, los husos eran de piedra, "tenían como una vaina con un hierrito de esmeril, y lo ponían a calentar en el fogón donde estábamos haciendo la comida y se agujereaban las piedritas y se hacían los torteros para poder hilar

218 Entrevista a María Susana, campesina hilandera de 83 años, Tota. 8 y 16 de Febrero de 2016.

162 la lana. Mi abuelo utilizaba un esmeril, lo calentaba y agujereaba las piedras así; para ponerle los torteros a los husos”219.

Imagen 24. Torteros.

Fuente: Izq. De Suela de Caucho (Archivo Personal - Municipio de Tota. 2016). Der. De Piedra, Cultura Muisca, Imagen Web.

- Jutiar: Más allá de la frontera del asco.

Dentro de la vida paramuna, uno de los aspectos referidos con mayor discreción fue una preparación especial de la papa adscrita a lugares de altura, de páramo y subpáramo, donde el agua es abundante y sigue su curso vertiente abajo. Había trascurrido muchas entrevistas y recorridos, sin tener la mención a los "jutes”, hasta cuando hablando de La Violencia, una mujer campesina del municipio de Tota, recordó cómo los conservadores de Puebloviejo (Aquitania), aquellos “tragajutes” en término despectivo, amenazaban a los liberales con ahogarlos en las frías aguas del lago de Tota. Escuetamente, la campesina señaló que eso era papa que en los páramos ponían a “apichar” enterrándola en la tierra por unos meses, para después consumirla en sopa. El término “apichar” aquí no refiere sólo a podrir, pues dentro de la connotación negativa que intentó expresar, está enmarcada toda aquella representación despectiva del páramo vista anteriormente, aquí materializada a partir de una territorialización vergonzante de una práctica. A pesar que se intentó indagar en múltiples ocasiones por los “jutes”, resultaba claro que a pesar de ser del conocimiento de la gran mayoría, el factor común siempre fue una desaprobación y

219 Entrevista grupal a tres vecinas de la vereda Venecia, inmediaciones de la Antigua Hacienda Venecia. 16 de Marzo de 2016.

163 rechazo. Sólo unos pocos confesaban avergonzados haberlos probado, "nosotros si no, nooo! Eso allá mi madrecita no hacía eso” - señalaban muchos. A pesar que con alguna insistencia se trataba de indagar acerca del por qué no se hacían, la respuesta directa siempre era un escueto no, sólo señalando que “donde hacían las mazamorras (sopas de jute) era en Aquitania, a esos si les gustaba la papa de Jute [...] acá no se hace, pero sí hay personas que les gusta"220.

Los entornos de páramo y subpáramo, por su humedad, son el origen de muchas cuencas hídricas, y el valioso recurso del agua los ha convertido en objeto de importancia social. Nacederos de agua, charcas y pantanos eran referenciados como lugares de abastecimiento de agua que al brotar de la tierra, recibían el nombre de , no sólo posiblemente en referencia a que emanaba agua, sino porque allí, el agua se “cosechaba”, salía de la misma tierra que el campesino siempre ha tenido como un principio importante para su vida, "con un azadón cavaban allá donde estaba la humedad, y hacían el hueco para que se depositara. Y si ya era más profunda, pues la hacían de un hueco reforzado con piedra, pa' cosechar el agua todos los días. Y entre más se coja el agua, más clara se pone y más rica pa' poner”221. Así, cosechar no es un verbo común, es reflejo de una ontología territorializada que designa un vínculo especial con el medio, hostil para muchos que no poseen referentes de vida en él. Por ejemplo, la ubicación de una mana a partir del aspecto de la superficie de la tierra, las plantas que crecen a su alrededor y otra serie de signos del entorno, sólo son aprehensibles según los códigos que el arte de vivir ha “territorializado” socialmente.

220 Entrevista a Rosa. Exintegrante Junta Acción comunal vereda Mombita Alto; y Adriana, habitante de la cabecera de Firavitoba. Municipio de Firavitoba. 19 de Enero de 2016. 221 Entrevista a José. Habitante del Municipio de Monguí, Visita al Páramo de Ocetá. 10 - 13 Marzo de 2016.

164 Imagen 25. Mana.

V ■

Fuente: Archivo Personal. Páramo de Toquilla

Muchas veces las manas, ubicadas en los altos páramos, servían de abrevadero para animales de pastoreo y para sus mismos cuidanderos, quienes en las temporadas que llegaban a ver los animales, también aprovechaban para poner a “jutiar papa” o “cultivar jutes”, práctica que consiste en enterrar papa durante largo tiempo en un lugar húmedo, donde el agua fluya y se renueve, posiblemente en una mana o cerca de ella. Con el tiempo desenterraban estas papas, que salían con un tono blando y viscoso, para posteriormente cocinarlas en sopa. En menor medida también enterraban maíz.

Si el agua fue en ocasiones referenciada según unas connotaciones ontológicas particulares, más allá de las respuestas escuetas y esquivas ante los jutes, algunos de los que proporcionaron una descripción del preparado con papa, emplearon el término “cultivar jutes”, aludiendo al enterramiento de papa o maíz, “se echaban en un hoyo, había que echar helecho, para que no se llenaran de tierra las papas. Se hacía el hueco, metían y llenaban de helecho. Era un sitio donde corriera el agua [...] Después de que echan el helecho, echan la papa o el maíz ahí, y lo dejan semanas, un mes o mes y medio222”. De esta manera el “cultivar jutes” refería más que una simple

222 Entrevista Grupal María y Nelly. Sector periurbano de Venecia, Sur de Sogamoso. Antiguos habitantes de la zona rural de Sogamoso y Tota respectivamente. 16 de Marzo de 2016.

165 preparación, pues se entiende a partir de una relación más cercana con el entorno, cuyo factor recae precisamente en el ethos campesino, el cultivo de la tierra asociado a dos elementos de extrema importancia: el agua y la alimentación. implicaba una práctica concreta, verbalizada como el proceso que sufre la papa o el maíz en las condiciones del medio húmedo y bajo tierra, y por ende significada según el entorno,

aquí donde está esta humedad, donde nace el agua, se hace el hueco. Después de hecho el hueco, pa echar los jutes, siembra las papas, y coge un poco de paja como esa; claro, toca paja verde, porque la que ya está muy gecha, se deshace, entonces se coge paja verde y se le da contra una piedra, se azota, y se empieza ella a soltar; ya azotada la mete entre el hueco, para evitar el contacto de la papa con la tierra, la protege la paja. No se debe utilizar ni costal de fique ni de plástico porque eso coge mal sabor y no quedan ricos, quedan picosos (rancios), entonces la mejor es con la paja. Luego lava las papas como si fuera a cocinarlas, a echarlas a la olla, las deja ahí y las deja enterradas 6 meses, entre más duren más ricos son. Si huelen feo es porque les falta madurar, cuando tan que huelen todavía feo, no! dice uno, todavía les falta, déjelos allá otro tiempo. Huelen lo normal del podrido del hollejo de la cáscara, pero a la hora de prepararlos cambia. Cuando los desentierra, la papita queda protegida por la piel, y por dentro es la masa blanda; se le quita la cáscara, que no es sino apretarlas y sale, y los pasa por un tamiz, pa quitarle completamente la cáscara. Y con la masa se hace sopa. O se ponen a cocinar con todo y cáscara, y eso queda melcochudo, como un chicle223.

Para los jutes se empleaba una papa en especial denominada , no por su clase sino por su tamaño. Así, generalmente la papa que se juteaba era aquella que siendo pequeña y “parejita” no tenía una salida comercial. Esto pudo referir a todo un mecanismo de redistribución y gestión de recursos, donde ante la vulnerabilidad de las cosechas en entornos de alta-montaña, y donde las viviendas no contaban con el zarzo de la tradicional vivienda campesina donde se almacenaba alimentos, el jutear correspondía a un medio de conservación.

Comer papa juteada encuentra partidarios y detractores. Como se dijo anteriormente, son referencias de rechazo ante una forma de asco, pero por otro lado constituye un referente culinario de antaño y propio de zonas altas de montaña, que al ser degustado no encontraba relación con su fuerte olor, razón del

223 Entrevista a José. Campesino del Municipio de Monguí. Guardapáramos en el Páramo de Ocetá. 10 - 13 Marzo de 2016.

166 rechazo y su asociación con lo podrido. Adriana sostuvo que nunca los probó, pero recuerda a su mamá jutiando papa, “Ponía a las papas, después las molía y hacía sopa con eso. Mi mamá tiene 80 años [...] se alimentada con eso, está bien y tuvo 12 hijos [...] es que eso como que tocaba cuchariar con la nariz tapada, es que eso huele a puro pedo, a picho! Pero así se comían todo, y esos viejos que comían esa sopa de jutes, es que les daba una fuerza pa' trabajar!”224. La diferencia entre un fuerte olor relacionado con lo descompuesto y un sabor suculento ya hecha la sopa, determina las afinidades o rechazos a este plato; "pues es que tiene como un sabor distintísimo, como feíto" exclamaba con algo de vergüenza y timidez María, “no les gusta porque eso huelen maluquito, pero son ricos. Una vez nos llevaron donde mi tía Dioselina, y ella tenía los jutes de maíz, y eso era un olor terrible, pero los probamos y nos gustaron. Olía feo, pero el hambre? Con el hambre mijito, huela feo o no, era hágale! [...] El olor era feo, pero el sabor eran ricos"225.

La tierra donde se ponía a principalmente papa, a pesar de lo vergonzante que pueda aparentemente significar a nivel social, era resguardada celosamente por los campesinos, pues el montículo de paja cubriendo el hoyo y la cercanía de una mana, delataban el denominado “cultivo”. José recuerda que hasta hace no mucho, “cultivó” jutes, “como dos años, y no volví a sembrar, porque una señora seguro me estaba viendo, y cuando fui a cosecharlos, jueputa! Cuando volví ya no había nada, eso se los robaron”226. Esta paradoja y ambigüedad en cuanto al asco y al reconocimiento social frente a su consumo, obedece a una forma de territorialización de la modernidad que fundamentó a través del desconocimiento una condena de la diferencia territorializada como reflejo del otro, del vivir más allá que su rígida estructura ontológica de control construido geohistóricamente en torno a una visión sesgada de la vida paramuna y de las alturas, referida en términos de dificultad, de aislamiento y por ende, de seres caracterizados apenas

224 Entrevista a Adriana. Habitante de la cabecera de Firavitoba. Municipio de Firavitoba. 19 de Enero de 2016. 225 Entrevistas grupales: Mujer de 96 años, junto con sus dos hijas. Residentes de la ciudad de Sogamoso, pero oriundas de la Vereda Pedregal. 28, 29 y 30 Enero de 2016. 226 Entrevista a José. Guardapáramos del Páramo de Ocetá. Visita al Páramo de Ocetá. 10 - 13 Marzo de 2016.

167 con el tipo de su entorno: el paramero como ser hosco, introvertidos y poco social. La construcción de diferencia respecto de una sociedad campesina de vertiente, de una sociedad urbana modernizada ambiguamente, permitió emplear el asco, en cuanto a esta práctica en concreto, como un límite o frontera legitimada en el discurso social, pero muy permeable en la práctica, al haber estado los jutes presentes en la niñez de muchas personas. Corresponde esto a un quebrantamiento de la lógica que fomenta la frontera social a partir del mecanismo del asco como elemento de diferencia vergonzante, como producto de la carga ideológica de lo moderno que trazó su deslinde de prácticas originarias (cultura Muisca) y concretas territorializadas cuyo relacionamiento con entornos como el paramuno fue ejemplo de ontologías otras: el jute y no lo podrido, el espacio a la posibilidad de vivir y ser de otro modo.

168 CAPÍTULO CINCO. MULTITERRITORIALIADAD DEL VALLE DE LA GEA Y LAS CACHANGAS.

La evidencia histórica y sociológica demuestra que no habrá paz [...] mientras no se resuelva a fondo el problema de la producción agraria y su control para el campesinado activo. Las injusticias en las tareas del campo, el tomar al elemento rústico como atrasado, ignorante [...] son las que crean, mantienen y multiplican problemas estructurales mayores [...] Porque la principal vocación de Colombia -su origen Tropical mismo, como vengo diciendo - sigue siendo agrícola en el sentido más amplio. Y esto no debe avergonzarnos como sociedad o como nación: se trata de la actividad más importante y potencialmente más rentable en el presente siglo plagado de hambrientos y sedientos.

Orlando Fals Borda. Bases para un Plan de Retorno a la Tierra y a la Vida. p. 49.

Imagen: Archivo Personal. Campesino cosechando. Municipio de Tibasosa. Febrero de 2016.

169 La autarquía de las regiones colombianas sumada a la difícil articulación geográfica a través del transporte y la dispersión poblacional, constituyó uno de los factores claves para la consolidación de dinámicas endógenas regionales en la formación espacial de la modernidad desde la vida colonial, pues “en casi todos los núcleos habitados la mayor parte de la alimentación y del vestuario se producían localmente, y había sólo un comercio limitado fuera de la comarca inmediata"227. Inherente a esta dinámica interna regional, para el caso de los Andes, subyace la importancia de las condiciones de una ecología Andina plasmadas en el capítulo anterior, responsables no sólo de una variedad de productos en un área geográfica limitada, sino de unas formas de conocimiento y de subjetividad particularmente territorializadas, dinámicas y cambiantes. Por esto, en esta oportunidad, partiendo de la predominancia del cultivo del trigo y la ganadería en el Valle de Sogamoso, se intentará plasmar el proceso mutiterritorial a partir de estas dos actividades que marcaron unas formas de conocimiento y de subjetividad particulares como procesos “más allá que la modernidad”, formas sentipensadas con “la tierra” como constructo ontológico.

El trigo como forma de vida territorializada, al igual que el comercio ganadero, determinaron geohistóricamente una multiterritorialidad como dinámica transformadora social. Por ende, esta riqueza ontológica local, será abordada aquí en el marco de un proceso T-D-R, es decir, entendiendo cada uno de los procesos territoriales del trigo y la ganadería a manera de entradas (territorialización), salidas (desterritorialización) y acomodamientos (reterritorialización) ligados todos a una realidad geohistórica cuyo análisis partirá de la conjunción rizomática de tres actores territorializadores: Un Campesinado Territorializado, el Estado desterritorializador y una Sociedad Rural reterritorializada. 227

227 Op. Cit. PALACIOS Marco, SAFFORD Frank. p. 25.

170 El campesino como actor territorializador en el Valle de Sogamoso.

Mi vereda parece un pesebre, Hay casitas en todo lugar, Allá arriba vive mi abuelita Y por allá abajo vive Don Pascual. Hay Rodríguez, Buitragos, Guerreros, Ruices, Castellanos, Torres por doquier [...] Y de arriba abajo, la abraza un camino, Por el que pasamos too's los campesinos [...] A pesar del Machete y el Hacha, todavía se pueden mirar Arrayanes, Alisos y Robles, y tal cual bonito Palo e' Guayacán. Encenillos, Hayuelos, Mortiños, helecho, laureles Y hasta pa' jugar. Puay se Topan pepitas de chocho de Santa María y turras de ocal [...] Mi vereda parece ir de fiesta, su vestido está lleno de luz, De luz verde, amarilla, violeta, y en veces rojita, y en veces azul, Porque el trigo, el maicito, la papa, el fríjol, la alverja y los rayos del sol, Van tejiendo telas de colores de las mesmiticas que luce mi amor.

Canto a mi Vereda. Jorge Velosa.

Imagen: Archivo Personal. Municipio de Socotá. Febrero de 2016.

171 - El territorio de la gea: laboreo en torno al trigo.

En los valles interandinos orientales el trigo y la cebada fueron dominantes con la llegada de los españoles reemplazando a la quinua; y sumado a la variedad de pisos térmicos, configuró una verticalidad ecológica sin que la dificultad de la articulación entre los aparentemente aislados nodos regionales menguara la complejidad de los procesos territoriales que involucraban aspectos como el comercio. Por ello, “mientras que a lo largo del siglo XIX las élites escribieron sobre la necesidad de mejorar los transportes, las realidades de una cómoda complementariedad local debilitaron quizá este sentido de urgencia"228, no obstante estas dinámicas locales aparentemente consolidadas en función de una fuerte dinámica interna, se fueron dislocando con la progresiva inserción en el mercado mundial y la acción desterritorializante del Estado.

A comienzos del siglo XVIII resultaba más rentable el abastecimiento de harina de trigo norteamericana para la costa caribe que recibirla desde los valles de la cordillera oriental, tal y como históricamente había descrito esta dinámica comercial en el siglo XVII. Así, “la pérdida de los mercados de la harina de trigo por la competencia de productos externos fue parte del proceso general de fragmentación regional"229 gestado en el siglo XVIII. Tal fragmentación implicó una particular configuración endógena de los territorios locales, no sólo consolidando una dinámica comercial específica, sino demostrando una territorialidad marcada por referentes ontológicos o formas de vivir en y con el entorno. Así, los ciclos de las lluvias, los vientos, las semillas, las formas de cultivar, la propiedad minifundista, los tratos y las reciprocidades campesinas, los caminos, las distancias de sol y luna, la dieta y la alimentación, la religiosidad y la filiación política entre muchos otros factores constituyeron una territorialidad que perfiló la forma de vivir el Valle de Sogamoso a partir de su vocación campesina antes del proceso de implantación industrial. 229228

228 Ibíd. p. 26. 229 Un “flete marítimo y fluvial desde Liverpool hasta Honda no fue mayor que el transporte de Bogotá a Honda”. ¡bíd. p. 28.

172 Aunque históricamente no se tiene claro quién introdujo el trigo al altiplano230, al indagar acerca de las prácticas asociadas a este, todos los informantes evidenciaron un recuerdo de una vida distinta, una existencia pasada que marcaba “otros tiempos”. Más allá de su forma particular de cercanía con la tierra, estos “tiempos” indican parte de una generación que ya no se relaciona o vive su entorno de la misma forma, es este un territorio diferente231 marcado por referentes puntuales sólo accesibles a quienes vivieron aquella realidad, y que lo refieren a partir de una ontología local manifiesta en el lenguaje, formas de nombrar actividades, sentires y saberes territorializados. De esta manera, aspectos como las semillas tradicionalmente empleadas (“trigo colorao”, “el blanco pa' cuchuco” y “el centeno”), las semillas mejoradas e introducidas posteriormente (trigo “” y “Sugamuxi”) y todo el espectro alimentario y de bienestar que alimentos otrora sembrados como el trigo (además de la cebada) suelen evocar con la recordada “cocina de la abuela”, permiten vivenciar aquella territorialidad vivida a partir lo que era sembrar, segar, trillar, preparar cuchucos, arepas y demás232. Justamente lo que demarca aquella diferencia de los tiempos recae en la territorialidad como un constructo social, como diferencia, que entreteje formas de conocimiento y subjetividad como reflejo de una manera puntual de relacionarse con el entorno, es decir, una ontología territorializada en la diferencia, como resalta Escobar. Aquí, lo territorializado permite destacar no sólo un registro de actividades, sino esbozar la territorialidad del arte de vivir (sentipensar), a la vez connotando un reconocimiento de la otredad, aquellos actores territorializadores alternos ante la modernidad.

230 Fals Borda recoge la versión del cronista Fray Pedro Simón, quien señala a Jerónimo de Aguayo como el primero en sembrar trigo en cercanías a Tunja, pero a pesar que no estaba este entre los primeros en arribar con los españoles, parece ser que el gobernador Jerónimo Lebrón fue quien lo trajo hacia el año 1540. Op cit. FALS BORDA Orlando. El Hombre y la Tierra en Boyacá. pp. 26. p. 176. 231 “en yo tenía porái unos 13, 14 años [...] supongo que eso se acabó, yo no volví más por allá”. Entrevista a Felipe, Antiguo trabajador de en los Chircales, Vereda Pantanitos. 23 de Noviembre de 2015. 232 “el desayuno, era harina o arepas, al almuerzo era cuchuco o mazamorra, al otro día era mute, y la comida mute o arepas otra vez; y eso todo se molía en la piedra, y a mi me tocaba moler todo en la piedra, entonces, cuando mi mamá se fue a alentar de la menos, diría que yo ya sufría mucho pa cocinarle a todos mis hermanos, muela arepas, que muela harina, pa mis hermanos [...] Los siete granos, esos se muelen, la alverja, la haba, la cebada, el trigo, todo eso, y se muele, y el maíz, todo eso ya tostado, y ahí sale la harina de los siete granos”. Entrevista a Silenia y Guillermina, campesinas e integrantes del mercado solidario de Tibasosa. Mercado Solidario, Tibasosa. 22 de Febrero de 2016.

173 La producción triguera nacional -tal como lo muestra la Imagen 26 - hacia mitad del siglo XX se concentraba en las zonas de valles interandinos de vertiente en el altiplano Cundiboyacense, y al sur en el macizo cordillerano nariñense, en franjas con alturas entre los 2000 m.s.n.m. y los 3000 m.s.n.m.

Imagen 26. Zonas Trigueras en Colombia 1950 - 1975.

Fuente: VALDERRAMA Mario. El Trigo en Colombia. Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo CIMMYT, México. S.F. p. 10.

Hacia 1940 la producción triguera de Boyacá había experimentado un aumento a pesar de unas adversas condiciones climáticas durante tal año. En vísperas de la recolección de la cosecha triguera de 1941, hacia noviembre, la cantidad de trigo reportada había aumentado gracias al desplazamiento de otros cultivos. Por ende, se hizo más explícita por parte de las élites locales, la insistencia en el proyecto de desecamiento del Valle de Sogamoso en pos de solidificar el aumento triguero en Boyacá233. Recuerda Domingo que en aquel entonces la situación “era buena, [pues] en ese tiempo valía la cosecha. El trigo lo llevaba uno, en clase media que llamaban, a la

233 Si el gobierno le diera a las obras de desecación de ese valle, la importancia que tienen, el aumento súbito de nuestra producción triguera, no bajaría de 20 millones de kilos anuales”. El Trigo en Sogamoso, De: Revista Nacional de Agricultura. Labor Social. Noviembre 2 de 1941. Sogamoso. ACMS.

174 plaza [de Sogamoso], y allá habían compradores en general pa' comprar y hacer arrumes, hasta pa' llevarlo pa' Bogotá"234.

El trigo cultivado en las zonas rurales del Valle de Sogamoso era llevado en su mayoría a los mercados regionales más próximos, como el mercado de Sogamoso que contaba con el molino Sugamuxi, y el de Duitama (molino Tundama); de donde intermediarios, que eran quienes surtían la industria molinera, también lo llevaban a plazas más lejanas como Tunja y Bogotá. Las cargas de trigo arribaban cada martes a la plaza de Sogamoso en andancias (animales de carga), surcando caminos veredales aún desde lejanos lugares como Tota y Puebloviejo, cuyos recorridos implicaban arduas jornadas desde tempranas horas de la madrugada, cuando la luz de la luna permitía el viaje. Muchas veces no sólo se cargaba el bulto de trigo, sino que se llevaban algunos otros productos, que en ocasiones eran cargados por el mismo arriero. Tal es el caso de los cedazos fabricados en Tota y ampliamente vendidos en la comarca por ser bastante útiles para cernir la harina de trigo, “hacían un cabezal [...] y ponían y se amarraban atrás los cedazos, y se metían la cabeza y cargaban y se iban hasta Sogamoso a pie a venderlos”235. Contaba Nelly que “le tocaba a uno venirse a la 1 de la mañana [desde Tota] y llegaba uno aclarando el día aquí [a Sogamoso] con las cargas”236, lo que sumado al tiempo de la descarga, el negocio que generalmente se hacía en tiendas tomando chicha o guarapo, el aprovisionamiento de enseres y productos para subir de retorno y la misma marcha de vuelta, hacía que el arribo a casa no se diera sino hasta caída la noche. Aunque se podría plantear en términos prácticos que dicha jornada tomaba un día, los rasgos de aquella territorialidad construían relaciones donde las formas subjetivadas del entorno sustituían aquellas formas actuales de cuantificar y dimensionar un territorio. La métrica moderna como forma de delimitar y cuantificar un territorio no encontraba lugar bajo una territorialidad rural y campesina donde la percepción de las distancias se medía a partir de la interrelación entre un jinete y una mula, o la introspección entre individuo y entorno como una unidad viva llamada

234 Entrevista a José Domingo. Vereda Mombita Alto, Municipio de Firavitoba. 2 de Marzo de 2016. 235 Entrevista a María Susana, campesina hilandera de 83 años, Tota. 8 de Febrero de 2016. 236 Entrevista a María y Nelly. Sector periurbano de Venecia, Sur de Sogamoso. Antiguos habitantes de la zona rural de Sogamoso y Tota respectivamente. 16 de Marzo de 2016.

175 camino237. De esta manera, un día podía referir a días “larguitos” o “meros cortos”, representando toda una serie de características donde el camino, como construcción social, plasmaba una forma de entender el entorno por parte del individuo. En este mismo sentido, lo “difícil” del camino no refería al nivel de pendiente de las laderas, o lo “conocido” de éste a un simple ejercicio de estudio del recorrido. La confianza y sosiego que inspiraba al campesino andante pasar de visita a la guarapería de su comadre, o arribar a casa de su compadre siendo anunciado por los perros que salían a ladrarle, hacían del camino algo “conocido” en la medida que su experiencia a través del andar reafirmaba expectativas tanto de una lectura de los signos del paisaje natural (nubes, posición del sol, firmamento) como de su fe a los santos y vírgenes a los que se encomendaba,

No teníamos mulas, bajábamos sin descansar, a pie [...] por y cogían ahí pa llá, eso era largo! [...] mi papá y mis abuelos le llamaban a eso (el sector) el gallo; y en después llegaban a Iza, pa tomar la carretera que había hacia Sogamoso. Gracias a [dios] nunca pasaba nada, aún en la noche [...] que eso tocaba aprovechar cuando había luna238.

Sintéticamente, factores como los anteriores, entendidos de una manera interrelacional, determinaron en aquellos “otros tiempos” los circuitos territoriales locales, es decir, territorios articulados en función de las formas de conocimiento emergentes en la vida “triguera” como eje territorializador. En este sentido, sobresalían dos actividades inherentes al cultivo del trigo que permiten ilustrar al lector unas formas de vivir en el entorno a partir de una ontología local territorializada, es decir, unos conocimientos y prácticas sustentados en una profunda y concreta relación con la tierra: La Siega y la Trilla.

237 Entendido como una construcción social que determina una trayectoria experiencial, pues es más que el simple andar por un sendero. 238 El camino de Tota a Sogamoso. Entrevista a Maria Susana, campesina hilandera de 83 años, Tota. 8 de Febrero de 2016.

176 La Siega.

Corresponde al corte del trigo maduro con el fin de alistarlo para la trilla, aunque más que un proceso o fase del cultivo de trigo, la forma como los informantes referencian la siega remite a un “tiempo”, el llamado “tiempo de la siega”. La manera como el campesino a través del conocimiento local refiere estos tiempos, remite a entender una articulación sujeto-ambiente construida a partir de unas formas de conocimiento específicas surgidas gracias a unas prácticas productivas a través de las cuales le era factible establecer un orden del espacio y el tiempo, que en este análisis, dentro del marco de la territorialidad, se entenderá como un 229. A partir de múltiples relatos y versiones de informantes, se construyó una narración general acerca del proceso de siega, que se presenta a continuación:

Para cortar el trigo, éste era agarrado por manojos con una mano, y con la otra manipulando la hoz, se cortaba. Sin embargo, el uso de esta emblemática herramienta en algunas zonas del Valle de Sogamoso aún constituyó un elemento foráneo y de tardía introducción. María recuerda que en Tota no se empleaban hoces para segar, ya que esta acción era acometida por parte del individuo con sus mismas manos. Por eso, con el fin de “escabezarlo”, “lo jalaban, le sacaban la cabecita y lo iban echando en costales e iban amontonando [...] eso la mayoría de gente segaba así”239 240. De esta manera, esta forma de acometer la siega, fijaba unos ritmos, formas de trabajo y disposición corporal que el sólo empleo de una herramienta como la hoz, transformó. La adopción de esta herramienta permitió acentuar los ritmos en torno a una división sexual del trabajo, ya que posterior al corte que generalmente hacía el hombre, mujeres y niños venían tomando los manojos y amarrando con la parte inferior del

239 Se recoge el concepto de a partir del planteamiento que Arturo Escobar hizo de la noción presentada por Orlando Fals Borda, donde “sentipensar con el territorio implica pensar desde el corazón y desde la mente [...] forma en que las comunidades territorializadas han aprendido el arte de vivir". Op cit. ESCOBAR Arturo. Sentipensar con la tierra. Nuevas lecturas sobre desarrollo, territorio y diferencia. p. 16. 240 Entrevista a María y Nelly. Sector periurbano de Venecia, Sur de Sogamoso. Antiguos habitantes de la zona rural de Sogamoso y Tota respectivamente. 16 de Marzo de 2016.

177 mismo tallo, haciendo “montones” o gavillas, que se dejaban de 15 días a más de un mes asoleando para luego trillar. El punto del grano que indicaba el momento de la siega no estaba determinado explicativamente por el tiempo contado desde la siembra (refiere a una maduración del grano), sino que implicaba todo un proceso de evaluación por parte de los individuos en torno a su aspecto, “él [el trigo] amarilla, y llega a [...] y se siega y se hacen los manojos”241. Justamente el término refería a un grado de madurez del grano, empleado por parte de los campesinos no sólo para el caso de los frutos o bebidas fermentadas, sino para señalar esta condición en una persona; por ende, en ocasiones una forma común de mencionar a “los viejos” o “papás” se hacía con esta palabra: . Sin duda, el uso de esta palabra, y muchas otras que el lector podrá abordar más adelante, envuelve una característica especial de las formas de conocimiento local como reflejo de una ontología campesina territorializada. No constituye ésta sólo una palabra, sino que refiere a toda una noción, que partía de un uso metafórico en la construcción de conocimiento que no se gestaba con base a patrones, instrucciones o pasos como lo establece el método científico de la modernidad, sino que plasmaba un proceso activo y constante de valoración en la praxis. Aunque esta forma de conocer o saber proporcionaba la ventaja de tener la posibilidad de intervención en momentos críticos, es decir, implicaba un mayor margen de maniobra por parte del campesino, también hay que aceptar que este tipo de conocimiento no remite a plasmar románticamente una relación idílica entre campesino y entorno; simplemente este saber local, aboca a una forma distinta de hacer y sustentar una práctica productiva alterna al canon de la modernidad: ni mejor ni peor, sólo distinta.

Dentro de la praxis empírica que fundamenta un saber local, también hay que dimensionar el alcance de éste en términos sociales. Bajo el marco de los esquemas modernos, la sistematización y abstracción de patrones en torno a una práctica o actividad, lleva a construir una división dentro del rol social del conocimiento. Así, el

241 Entrevista a Silenia y Guillermina, campesinas e integrantes del mercado solidario de Tibasosa. Mercado Solidario, Tibasosa. 22 de Febrero de 2016.

178 conocer queda limitado a una esfera productiva, haciendo que el proceso esté marcado por instrucciones, pasos, indicaciones y demás. Sin embargo, dentro de una perspectiva ontológica de los saberes locales, éstos no operan en función de una especialización productiva, sino que en el caso del trigo en el Valle de Sogamoso, es constatable una dimensión social de cohesión importante para la comunidad campesina que trasciende la esfera productiva. Así, cortando y segando, hombres y mujeres iban cantando, murmurando, haciendo chistes y chanzas, las conocidas cantas de siega o “de la gea”, de raigambre castellana que en tierras del altiplano recibieron significaciones propias y re-elaboraciones a acorde al medio local. Cuenta José que “la gea era la forma de referirse al trabajo de siega [...] empezaban a las 4 de la mañana y terminaban a las 5 de la tarde o 6”242 con mujeres y niños amarrando y acomodando las gavillas de trigo. Adicionalmente, como parte de acometer esta práctica, salían a relucir en ella las conocidas , “que eran como rimas de doble sentido, refiriéndose a la actividad, a la labor”, señalaba José. Conforme avanzaba la jornada, segadores y amarranderas establecían un diálogo, donde los primeros cantaban unas coplas y las segundas respondían. Al respecto, varios informantes mencionaron estas cantas, no obstante la mayoría adujo que no recordaba ninguna. Unos las juzgaban como una parte “bonita” de la ardua labor de la siega, que en cierta medida reconfortaba, aunque otros, mostrando vergüenza las calificaban como “mero relajo” producto de la ingesta de bebidas fermentadas como el guarapo. La vergüenza y sonrojo que exteriorizó José cuando hablaba de las cantas, permitió hacer ver que su olvido obedecía más a una manifiesta timidez que efectivamente a una mala pasada de su memoria. Por ello, con algo de insistencia fue compartiendo poco a poco algunas:

- Segador: “Arriba y abajo y por la cabecera, abrazos y besos pa' la amarrandera".

Seguidamente a la respuesta del segador, y con el sonrojo de la aludida, se gritaba la palabra , es decir, que al responder, ligaban las cantas, formando en conjunto lo que conocían como una :

242 Entrevista a José. Campesino del Municipio de Monguí. Guardapáramos en el Páramo de Ocetá. 10 - 13 Marzo de 2016.

179 - Segador: "¿Cuándo taremos mi vida en ¡as tameras de trigo, mi pena junto a tu

pena, mi ombligo junto a tu ombligo?"

- Amarrandera: "¿Cuándo taremos mi vida al pie de la mata e'paja?

Y 'ora que tamos solitos hagámosle otra migaja!"

Esta “trenza” - para José-, era una cuestión de “encarar” uno y otro; es decir, ni el segador ni la amarrandera podían quedar en silencio. Por ello, la respuesta de ella se interpretaba como la forma en que “lo cariaba la china [la joven]”, dando paso a una tercera canta, ya fuera del mismo segador o de otro que intervenía en el acto, “se metía como a separar esa canta, y enton' decía”:

- Segador: "'ora que la veo bailando, bailando con don Angulo [...]” - José interrumpió su canta, y con pena y vergüenza aclaró “esto era como la jodía, pa

joderle la vida no más, nooo!”, y terminó la canta: -“[...] acordate que yo fui quien

te rompió las siete venas del culo".

De esta manera, José explicó la forma cómo se daba lugar a las chanzas en las cantas, unas pudiendo entenderse como groseras, pero otras haciendo más gala de un ingenio y creatividad. Al respecto, existían las llamadas - por ejemplo -, cuya métrica resulta distinta a la de las anteriores cantas:

“por esta lomita abajo, vienen dos monjas perdidas,

si no sabían el camino, a qué se venían porái".

Por haber sido parte de una cotidianidad, las cantas de la gea no sólo permitían establecer una compleja forma de relación social que subyace a una estricta división sexual del trabajo, sino que reflejaba también unas formas de subjetividad que demarcaban un tipo concreto de relación social a nivel local. Las cantas de la gea constituían una ritualidad social, que no se daban en una superficial espontaneidad, sino que se fundaban en una confianza y visión de mutua paridad, forma en la que era

180 posible asumir las cantas bajo un código social que facilitaba la interacción y no bajo criterios que las hicieran asumir como ofensas o irrespeto, perjudicando el ritmo de trabajo. Sin embargo entre unos y otros informantes, existe cierta polarización a la hora de asumir las cantas, ya sea como una ritualidad social rica y compleja (o aunque sea como una tradición de grata recordación) o como simple producto de un esparcimiento matizado por la prolífica ingesta de bebidas fermentadas como el guarapo, bebida cuya importancia social y alimentaria no es posible reducirla a aspectos morales.

La Trilla.

“El trigo se arruma, se deja al sol porque el trigo tiene que sudar, lo siegan y lo amontonan pa' que sude, y después ya lo trillan. Es que mire, eso el trigo devoción tiene, por eso se deja , el trigo tiene que sudar [...] luego se trae al molino para hacer el pan".

Entrevista a Rosa, Propietaria Molino Hidráulico. Vereda Curital. Área rural del municipio de Socotá. 18 feb - 21 feb. 2016.

Dependiendo del tamaño del cultivo, que en su mayoría eran minifundios, el grano era segado y dispuesto en terrenos acondicionados donde se conformaba la llamada “Era”, una porción de terreno circular, asentada y compactada, por donde pasaban animales dando vueltas trillando el trigo. La Era como terreno debía cumplir con unas características particulares, “que no soltara tierra y arena, entonces tiene que ser de una tierra especial, dura, para que eso no aflore, porque imagínese un trigo con arena, o con tierra [„.]"243, replicaba José. Por ende, generalmente no se ubicaba en el mismo terreno del cultivo, situándose algunas veces en el traspatio de las viviendas campesinas. Con el fin de facilitar el continuo trasegar de animales y personas, debía tener un suelo que no ofreciera mucha resistencia, siendo compacto, de manera que la tierra no llegara a ensuciar mucho el grano del cereal. Para ello, “se limpiaba el pasto,

243 José. Campesino del Municipio de Monguí. Guardapáramos en el Páramo de Ocetá. 10 - 13 Marzo de 2016.

181 se limpiaba y se machucaba la tierra [...] y quedaba la Era; a mis padres les tocaba porque era un montón"244 recordaba Nelly. Seguidamente, sobre la Era se disponía el trigo segado, que había sido dejado en gavillas para su maduración y secamiento. Por sobre éste, los animales (fueran burros, mulas, caballos o bueyes) iban pisando dando vueltas a través de la Era, “Eso se mareaba uno, pero era dele! Cuatro burros ponía mi abuelo, y se les gritaba. Con lazo se amarraban del pescuezo, iban ayuntaos”245. A la disposición y formación de los animales en la Era, se le denominaba , los animales eran para aprestarse a trillar, “mi abuelito encobraba el ganado o los burros, los apegaba unos con otros [...] y hacia una fila y a darle vueltas hasta que molieran"246. Por esto, se hablaba de “echar cobras”, donde cada cobra dependía del número de animales, fueran uno hasta más de 5 animales, dependiendo la Era y la cantidad de trigo. Dentro de la cobra, sobresalía un animal en especial, que por sus características podría hacer de , término de tradición hispana, empleado por los campesinos para denotar un papel de guía, “la madrina era la que por decir, los guiaba, y el resto trotaban alrededor [...]ya se me ta olvidando, pero creo que iniciaban con un cabrestero, iniciaban con un burro mansito que no fuera a patiar y se dejara trabajar; entonces conseguían un burro de madrina, y de último echaban al caballo más correlón”247.

244 Entrevista a María y Nelly. Sector periurbano de Venecia, Sur de Sogamoso. Antiguos habitantes de la zona rural de Sogamoso y Tota respectivamente. 16 de Marzo de 2016. 245 Entrevista a José. Campesino del Municipio de Monguí. Guardapáramos en el Páramo de Ocetá. 10 - 13 Marzo de 2016. 246 Entrevista a Martha Cecilia, Vereda Tuaneca, municipio de Toca. 17 de Marzo de 2016. 247 Entrevista a José. Campesino del Municipio de Monguí. Guardapáramos en el Páramo de Ocetá. 10 - 13 Marzo de 2016.

182 Imagen 27. Trilla en la Era con andancias.

Fuente: FALS BORDA Orlando. El Hombre y la Tierra en Boyacá. Anexos Fotográficos.

José decía que los gritos eran necesarios para que los animales entendieran y la labor fuera llevada a buen término. Así, los silbidos eran acompañados de gritos guturales, algunos monosílabos que enmarcaban una musicalidad como reflejo de una interrelación entre individuo y animal, pues sonidos específicos permitían indicar diferentes cadencias al andar, o aún la necesidad de parar o arrancar para el animal. En este punto, la coordinación entre los animales y el guía constituía sólo una parte de la trilla, pues mientras el guía y las andancias avanzaban, varios individuos iban dándole bote al tamo, sacudiéndolo con el objetivo de dejar para la trilla el trigo que todavía no se desgranaba con la presión de las patas de los animales. Por ende, el ejercicio era constante y repetitivo, “hasta que quede ya el solo tamo, bien trillado”, “hasta que se fuera viendo el solo , punto que definía que la trilla estaba hecha y por finalizar, es decir cuando el trigo quedaba “esgranao”. En esta labor, de igual forma también se plasmaba una clara división sexual del trabajo, pues mientras generalmente el guía de las andancias era un hombre, mujeres y niños proseguían su andar “con horquetas y palas, [arrojando] el trigo al aire...”248,

248 Entrevista a Miguel, Vecino vereda Pijaos. Cucaita (Boyacá). 4 - 6 Febrero de 2016. Vereda Pijaos.

183 con el fin que las corrientes lograran arrastrar el tamo y separar el grano cuyo peso era mayor. Cuando no se disponía de horquetas o palas, “había que recoger y barrer el grano con ramas [...] había una mata, [...] que se llama Hayuelo, y uno iba y escogía las ramas [...] eso era así, ¡barra para recoger el grano! [...]”. Este barrido también se hacía finalizando la trilla, buscando aquellas últimas espigas que aún permanecían sin desgranar, debido a que “quedan siempre cabezas, entonces eso es lo que se barre y se hace un montón para volverlo a trillar”249.

Para el caso de un cultivo pequeño, la Era se ubicaba en el propio traspatio de la vivienda campesina, no llegando a emplear animales, ya que no era una situación algo común en el promedio de familias campesinas que contaban exclusivamente con algunas pocas especies menores. Dado el reducido tamaño de sus parcelas trigueras, resultaba práctico trillarlo sin animales, empleando horquetas, garrotes y palas, “le dábamos garrote a los montones de trigo, [...] eso tocaba que quedara bien machucado [...] eso era todo el día en eso, con horquetas”, recordaban María y Nelly. A pesar de la preparación de la Era y de las barridas que con horquetas y ramas de hayuelos buscaban separa el grano del tamo y otras impurezas como piedras y tierra; posteriormente el trigo a emplear era pasado por una zaranda, un instrumento circular usado para separar el grano de impurezas como piedras pequeñas. El aro, posee un marco de madera, generalmente extraída de palos nativos, al que se le aseguraba un cuero de vaca agujereado que servía como tamiz. Este cuero estaba templado y amarrado a lo largo del aro, haciendo uso de caucho de mangueras recicladas, empates de cabuya y hasta de fibras vegetales retorcidas muy resistentes, “eso era todo el día, cernir, zarandear. Dolía mucho la espalda. La zaranda era para sacar la piedra pequeñita. Es que el trigo da una yerbita que se llama rebancá, o el rábano. Entonces eso echa una pepita muy pequeñita, y todo eso tocaba sacar, al zarandear tocaba sacar por ejemplo, la avena, eso hace como un remolino, y ese

249 Entrevista a María y Nelly. Vereda Venecia, inmediaciones de la Antigua Hacienda Venecia. 16 de Marzo de 2016.

184 remolino entonces ahí se apilona, y uno sacaba eso para que quedara limpio el trigo”250.

Imagen 28. Zaranda.

Fuente: Archivo Personal. La Zaranda separaba pequeñas impurezas y piedras del grano de trigo trillado. Vereda Pedregal. 2016.

De esta manera, tanto la trilla como la siega, y en general el ethos marcado por aquel territorio de la gea, denotaba unos factores especiales y concretos que permiten entender cómo una territorialidad andina configurada a partir de unos saberes locales, unas formas de subjetividad y unos sistemas concretos de poder, remitió a una forma particular de vivir, una ontología territorializada abordada desde los siguientes aspectos puntuales:

- Interrelacionamiento entre Ser Humano y Entorno.

Cabe resaltar que herramientas como las horquetas y palas, zarandas, cedazos, piedras de moler y sus respectivas manos, además de los empates de las andancias y utensilios como azadones y ganchos, arados y yuntas; eran hechas artesanalmente a partir de maderas escogidas según el conocimiento de los árboles y las características que los saberes locales establecieron para sus usos. Por ende, entre Tabes, Garrochos,

250 Entrevistas grupales: Mujer de 96 años, junto con sus dos hijas. Residentes de la ciudad de Sogamoso, pero oriundas de la Vereda Pedregal. 28, 29 y 30 Enero de 2016.

185 Guayacanes, Pinos, Mortiños, Hayuelos, Arrayanes y Alisos, entre otros muchos, se encontraba un sinnúmero de “palos agradecidos”, es decir, maderas que por sus características tales como la flexibilidad, la dureza o la porosidad, etc. hacían que el trabajo fuera prolífico para el campesino. El hecho que una cosa fuera “agradecida” refería a entender un beneficio más allá de la misma utilidad funcional, planteando una prolijidad que partía de la naturaleza de la cosa en sí (sea agua, animal, planta, astro, etc.) y que gracias a su uso por medio del trabajo, construía un efecto de beneficio fundado tanto en una racionalidad de lo útil (pensamiento) como en un agradecimiento de lo obtenido (sentimiento de fe). Por ello eran “agradecidas” las maderas, el agua (lluvia, ríos, manas, pozos), una clase de semilla respecto de otra, los pastos y hasta una raza animal en concreto. Por ejemplo, en el caso de un palo de Tabe, éste resultaba “agradecido” cuando de hacer yuntas se trataba, pues su consistencia compacta y a la vez cierta flexibilidad, permitía el trabajo propio de los bueyes sin que se quebrara. Bajo este referente, el campesino establecía una correspondencia con algunas herramientas como los arados, los empates para azadones y ganchos, las yuntas, los aros y hasta algunos travesaños; donde para cada uso y herramienta refería un tipo específico de árbol, “eso se escogía pu'ai un [características de la madera] y se empuntillaba, y así que una garlancha, que una horqueta, que un empate pa' un azadón [...] eso quedaba bueno"251.

La confluencia de algunos factores referentes del entorno natural como la dureza de un palo, la influencia de astros como la luna, y una temperatura ambiente específica como la de una madrugada, constituían unos factores sobre los cuales se lograba entender el que algo proporcionara ciertos efectos (positivos o negativos). Por ejemplo, la siembra de tubérculos en determinada fase de luna era entendida como algo muy provechoso en la medida que éstos serían más grandes y más numerosos, a su vez que la siembra de frutos que estuvieran al aire libre y no enterrados, en otra fase lunar aludía un efecto provechoso. Así mismo, el someter ciertas maderas cortadas en determinada forma (del tronco, de retoños, la dirección del corte, etc.) al efecto de un astro (el calor del sol o el frío lunar), sumado al frío nocturno o “sereno”,

251 Entrevista a Miguel, Vecino vereda Pijaos. Cucaita (Boyacá). 4 - 6 Febrero de 2016. Vereda Pijaos.

186 y encomendado a un santo de profunda devoción, permitía entender una funcionalidad más allá de unas características físicas. Concretamente, en torno al laboreo del trigo, aunque su materialidad actualmente se reduce a unos cuantos vestigios, pues no se siembra, fue posible encontrar olvidados en los zarzos y patios de casas campesinas zarandas, piedras de moler, manos y cedazos, además de lograr registrar algunos apartes de la menguada producción triguera en el municipio de Socotá, donde los molinos de agua otrora numerosos, permitieron establecer algunas formas similares de aquel sentipensamiento con la tierra, cuando saberes y subjetividades responden a formas territorializadas de vivir. El mecanismo del molino de piedra movido por agua, consiste en una piedra que va girando sobre una piedra fija, cuyo rozamiento va moliendo el grano que cae en un orificio central que tiene la piedra que gira, arrojando la harina en la parte de unión de las piedras. El mecanismo que hace girar la piedra, es una serie de engranajes de madera ubicados debajo de la casa que alberga el molino, por donde pasa el canal de agua que hace girar las aspas, proporcionando la fuerza.

Imagen 29. Molino de Piedra Hidráulico. ■ r i

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Fuente: Archivo Personal. Municipio de Socotá - Dpto. de Boyacá. 2016.

Cuenta Rosa, que su molino lo heredó de sus abuelos, y su labor es netamente familiar, "este molino lo tengo hace tiempos, eso ya va como en una quinta generación [...] la piedra se trae de distintas partes, la de debajo, esa la cambió mi papá hace mucho, la

187 otra se consiguió después, [...] cualquier piedra no sirve, toca una piedra que no se parta"252. Fueron saberes pasados de generación en generación los que han permitido establecer unas formas sobre las que esta práctica logra perdurar. Por ejemplo, la piedra empleada en la molinería obedece a un tipo de piedra especial “eso pu'allá de unas quebradas es 'onde se consigue la piedra [...] esa no se parte fácil”, ya que siendo compacta y relativamente pesada, permite aguantar el continuo rozamiento. Esta piedra cada 6 meses es labrada, aspecto clave en el mecanismo del molino, ya que a través de estas hendiduras, se logra acomodar el grano. Cuando la piedra “esté pa' picar”, parte del mecanismo del molino se desmonta, acción que requiere la participación de varias personas, pero sólo una de ellas, con los conocimientos suficientes, es la que se aboca a la labor de picarla, sabiendo cómo labrarla, con la fuerza precisa y la dirección del corte correcta, ya que corre el riesgo de quebrarla, con la consecuencia de paralizar los trabajos del molino253.

Cabe resaltar que para el caso de Sogamoso, la presencia de molinos de esta clase no está documentada, por lo que la molinería estuvo a cargo de algunas pocas plantas molineras con máquinas de calderas y electricidad. Sin embargo la molinería en el Valle de Sogamoso obedeció a una labor doméstica, a través del uso cotidiano de la piedra de moler; ya que lo que se podría llamar “industria” molinera pareció no responder a la proporción de la producción triguera local. Sólo con la llamada “modernización” de un molino que databa de 1907, al cual se le acopló fuerza motriz eléctrica reemplazando el viejo sistema de calderas, en Sogamoso se pudo considerar que existía un molino suficientemente "adaptado a la producción triguera de la región"254. Al respecto, es bastante recordado el antiguo molino Sugamuxi, hoy un hito en ruinas dentro de la ciudad.

252 Entrevista a Rosa. Propietaria Molino Hidráulico. Vereda Curital. Municipio de Socotá. 18 - 21 Febrero. 253 El molino dispone de un mecanismo que tranca la acción de un eje, es como apagarlo, por lo que de noche, o cuando no hay qué moler, este permanece sin funcionar. 254 ARCHILA REYES Jorge. La Industria Molinera en Sogamoso. En: Sogamoso 1945. Alberto Coy Montaña. Calendario Histórico de Sogamoso. Centro de Historia de Sogamoso. Archivo Central del Municipio de Sogamoso. Tomo III. p. 151.

188 Imagen 30. Antiguo Molino Sugamuxi.

Fuente: Archivo Personal. Actual zona Urbana de Sogamoso. 2016.

Al igual que para el caso de las grandes piedras en los molinos de agua de Socotá, la selección de una piedra de moler versaba sobre un conocimiento específico para tal práctica. Estas piedras eran recogidas de los ríos, seleccionadas por el individuo, buscando formas apropiadas para hacer de la molienda de granos una labor efectiva. Estas piedras en algunos casos solían arreglarse, picándolas, aunque su prolongado uso iba adaptando paulatinamente su forma, “La piedra no es plana, la piedra tiene que ser, ir así como un posito”255. La piedra que hacía las veces de mortero, conocida como la “mano” era algún canto rodado buscado en las riberas de quebradas y ríos.

255 Entrevista a Silenia y Guillermina, campesinas e integrantes del mercado solidario de Tibasosa. Mercado Solidario, Tibasosa. 22 de Febrero de 2016.

189 Imagen 31. Antiguas Piedras de Moler.

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PIEDRAS DE MOLER ABANDONADAS. Fuente: Archivo Personal. Vereda Pedregal, Sogamoso. 2016.

Dentro de las labores domésticas, el moler en piedra era una labor asignada a las mujeres, y revestía de una habilidad especial,

mi mamá y las abuelas toda la vida molieron en piedra [...] yo alcancé a moler en piedra, pero era difícil. Eso uno cree que era sólo amasar, y no! Me acuerdo que una vez por irme de lambona allá, porque es que uno veía fácil que los papás llegaban y cogían esa piedra, y empezaban a hacer así, y hacía así, y claro yo fui y la cogí toda dizque a moler y si me quedé con mi machucón256.

La piedra de moler ligada a aquella territorialidad del trigo, evidenció un conjunto de interrelacionamientos muy importantes dentro de la dinámica familiar y social. La base de la alimentación cotidiana además de tubérculos de altura, consistía en “cuchucos” y sopas, “se sancochaba el trigo, se molía, se saca la masa, y se deja como lo más gruesito para echarle a la olla para que quede el cuchuco. Es mucho trabajo y en

256 Entrevista a Margarita, campesina e integrante del mercado solidario Agrosolidaria Tibasosa. Vereda Esterillal. 26 de Febrero de 2016.

190 esa época estas mujeres cuando tenían obreros, su trabajo era hacer esos cuchucos, y en piedra, moler en piedra”257.

Para el uso de la harina en la cocción, esta se cernía empleando para ello otro implemento ampliamente referenciado: el cedazo. Éste ayudaba a limpiar la harina, fuera de trigo o cebada258. Los cedazos eran elaborados en la vecina población de Tota, al sur-oriente del Valle de Sogamoso, una pequeña población enclavada en las estribaciones de la cordillera. Su elaboración era artesanal, y esta usanza arraigada en las personas de esta población, les atribuyó un mote representativo: los "escolaburros”. Con risas y un atisbo de pena, Susana manifestaba ser “escolaburros”, pues en su pequeño pueblo, por mucho tiempo la elaboración de cedazos fue una actividad importante, mientras la territorialidad triguera fue dominante. El cedazo es un aro que bordeando un tejido de fibra animal, hace las veces de tamiz, cuya fibra era de pelo de cola burro, de ahí el mote. Por ello tradicionalmente se decía que no se podía llevar burro a Tota, pues salía sin cola; “eso los burros, perdone que lo diga así sumercé, eso es de las colas de los burros. Las cortan y hacen los manojitos, las lavan y las amarran. La ponen a secar y van sacando a cada manojito un nudo en la punta [...] y eso hay unos telares que les toca hacer, son pequeños, y son solo para los cedazos"259. De la misma forma, el aro se hacía de madera nativa, “el aro, el urdiembre eso les tocaba ir al páramo de las Alfombras a traer la madera para hacer los aros, era un bejuco que sólo crece puallá!; por allá duraban unos 8 días trayendo esa madera para cultivar esos cedazos [...] "260. Por su parte, la fibra animal provenía de los animales que estaban a su disposición, aunque María recordaba los viajes de su padre “a a traer la cola de los caballos y de las vacas para hacer esos cedazos [...]

257 Entrevista a Bárbara y sus dos hijas. Antigua campesina de la Vereda Pedregal - Municipio de Sogamoso. 28, 29 y 30 de Enero de 2016. 258 La cebada usualmente era colocada al sol, “la escogían que no saliera con tanto mugre, y después la echaban en una lona y la parvaban, la apaleaban para que se escolara, porque ella trae mucha raspa. Después de eso, la tostaban, tostaban arta y la ponían que se enfriara y la ponían otra vez en una lona y dele palo, pa que se raspara un poco, y después ya se trataba de raspar lo más, y ya después la molían, y sáquele, y sáquele raspa, y yo no se; eso hacían cosas!”. Entrevista a Margarita, campesina e integrante del mercado solidario Agrosolidaria Tibasosa. Vereda Esterillal. 22 de Febrero de 2016. 259 Entrevista a Maria Susana, campesina hilandera de 83 años, Tota. 8 de Febrero de 2016. 260 Entrevista a María y Nelly. Sector periurbano de Venecia, Sur de Sogamoso. Antiguos habitantes de la zona rural de Sogamoso y Tota respectivamente. 16 de Marzo de 2016.

191 tenían que ir a Arcabuco a traerlas”261. Además, para tejer los cedazos requerían de las llamadas “cucharas de macana”, siendo otra madera especial.

Concretamente, a partir del uso de la piedra de moler y los cedazos como elementos reflejo de una territorialidad cerealera y campesina, las referencias a esta vida permiten denotar asociado a aquella territorialidad una particular espacio- temporalidad, pues eran “otros tiempos”; de caminos y distancias, labores y jornadas y hasta sabores y gustos. Los cuchucos, los guisos de tubérculos de altura y el maíz referían otras experiencias gustativas, partiendo precisamente de aquellos elementos que territorializaban aquella experiencia: “todo era rico, [...] para un cuchuco eso queda una delicia, porque se molía con piedra [...] y mejor, hacía bien! [...] es que eso imagínese, pa' echar azadón y caminar toa' la vida en esas y aquí 'tamos, no nos enfermamos [...] por eso los antiguos [personas de edad] llegan a viejos, porque comieron toda su vida fue eso”262.

La progresiva introducción de máquinas de moler facilitó la labor molendera263, sin embargo paradójicamente lo que se podría traducir en un uso más generalizado de productos alimenticios de trigo, cebada y maíz, describió una lenta desaparición desdibujando aquella vida triguera, caducando muchas relaciones que territorializaban aquella vida: no se usó piedra de moler, las continuas importaciones mermaron los cultivos de trigo condenando al olvido las zarandas, hoces y eras, la dieta varió las expectativas de vida y los referentes de gusto y distinción, un Tabe pasó a significar lo mismo que un Mortiño siendo indistintamente árboles, y los burros dando paso a los camiones no trazaron más los ondeantes caminos de herradura, dejando sin colas a los cedazos que no tenían ya más harina que cernir. En

261 Ibíd. 262 "Yo molía harina de maíz tostao pa' las arepas, el sabor es distinto en la piedra, queda muy rico. Yo como era la mayor de mi casa, y a mí me dieron molida [piedra]. Cuando hubo la última [la hermana menor], la última, fue la máquina [máquina de moler]”. Entrevista a Silenia y Guillermina, campesinas e integrantes del mercado solidario de Tibasosa. Mercado Solidario, Tibasosa. 22 de Febrero de 2016. 263 Funcionaba con una manija accionada con la fuerza del brazo que movía un torno interno, moliendo lo que se le echara a través de la boca metálica superior. La máquina venía provista de unas abrazaderas metálicas en la parte posterior, que permitían acoplarla a cualquier base.

192 síntesis, la espacialización de la modernización desterritorializó aquel ethos del Valle de Sogamoso.

- La sociedad Andina y su orden espacio-temporal.

La interrelación entre los saberes locales y los signos construidos socialmente a partir de una lectura del entorno fue muy rica y heterogénea frente a la imagen vetusta y simple de un campesino ignorante y supersticioso que construyó el paradigma de la modernización. Por el contrario, las formas territorializadas sobre las cuales el campesino sentipensaba con su entorno implicaron categorías ontológicas profundas como el espacio-tiempo a las que se le dotaba de un orden al universo. Un ejemplo recae en la misma trilla y uno de los factores claves para asegurar un buen laboreo: el viento. Mujeres y niños arrojaban el tamo del trigo al aire buscando que el viento con su fuerza separara el grano del tamo que quedaba, por lo que su acción era la que garantizaba la limpieza del trigo, ya que si no hacía viento “duraban tres o dos días aventando, paliando, y a lo que ya taba traspaliado el trigo, enton lo cogían en costales pa venderlo”264. El viento aseguraba que el trigo - según María -, fuera “limpicitico”, debido a que la diferencia del peso específico del grano de trigo y del tamo, permitía que éste último fuera arrastrado por las corrientes, separándolos. Sin embargo, más allá de todas estas relaciones que pueden parecer obvias, emerge la existencia de un ordenamiento espacial y temporal a partir de la territorialidad de una producción andina campesina. De esta manera, tal y como el lector puede ver, el viento y en general los factores climáticos demostraban la existencia de una fehaciente relación entre los tiempos de siembra, de siega y de trilla acorde a las usanzas que el conocimiento local había construido con el pasar de los siglos. Así, se entendían como tiempos distintos, el “tiempo de la siega”, el “tiempo de la trilla” al igual que los de las lluvias o vientos, y de esta manera también se entendía no sólo los ciclos de los cultivos (siembra-cosecha) sino de la vida misma. Por ejemplo, si la seganza se adelantaba, segando en Septiembre, “a veces alcanzaba a coger humedad, entonces

264 Entrevista a María Susana, campesina hilandera de 83 años, Tota. 8 de Febrero de 2016.

193 tocaba darle unos dos soles en Noviembre, en Diciembre, antes de trillarlo [...] que generalmente se hacía a últimos de diciembre y en Enero [...] tocaba coger las buenas ventiscas que sacaran el tamo”265. De esta manera, la relación con el entorno en cuanto al laboreo del trigo plasmaba una territorialidad particular donde las épocas de verano, invierno y vientos eran leídas conforme a un ordenamiento espacio-temporal.

El trigo se sembraba empezando las primeras lluvias, (desde el mes de Marzo), donde a lo largo de 6 meses, el cultivo se iba desarrollando hasta su época de siega (desde Agosto hasta Octubre principalmente), cuando las espigas adquirían un color particular. Por ende las trillas comenzaban desde Noviembre, extendiéndose por el mes de Diciembre y Enero, épocas de verano y vientos, que permitían que el grano no se humedeciera, facilitando la trilla. Por esto, la concepción de una territorialidad campesina andina recae en la forma como los individuos construyeron un orden espacio-temporal de la realidad, acorde en este caso, según los cultivos (trigo, cebada, papa, maíz), las usanzas y labores que requerían, y que constituían más que un trabajo, una forma de vivir gracias a la regulación de las prácticas sociales que se establecían: trabajo prestado, convites266, mecanismos de prestigio y filiación parental política, entre otros aspectos.

Otras formas de un ordenamiento socio-espacial del territorio triguero, se deriva de entender el uso de animales en las faenas de cultivo y de transporte. El tamaño del cultivo y por ende las jornadas de trabajo referían dimensiones distintas en todos los aspectos, no obstante la forma de concebir estas proporciones, aunque refería a cantidades no dibujaba una lógica econométrica racional moderna. Por ejemplo, al hablar de las jornadas de trabajo hace 60 y más años, estas no eran entendidas por la cantidad de tiempo establecido en función de variables como la energía invertida o un

265 Entrevista a José. Campesino del Municipio de Monguí. Guardapáramos en el Páramo de Ocetá. 10 - 13 Marzo de 2016. 266 El convite campesino refería a la reunión de trabajadores en torno a un objetivo común y de solidaridad, donde diferentes mecanismos de reciprocidades y ayuda mutua permitían la construcción de un ethos de comunidad. Por ejemplo, durante el trabajo de campo se encontraron algunos convites realizados con el fin de arreglar y ejecutar trabajos en distritos de riego rurales, uniéndose campesinos de varias veredas y trabajando por un par de días en común de su interés. Cada trabajador aportaba alimentos además de su trabajo y herramientas, y las mujeres se encargaban de los alimentos.

194 salario devengado (en dinero o en especie). Las jornadas referían a la existencia de unas formas de trabajo en torno a mecanismos de economía moral, de favores y reciprocidades, donde los días no eran de 12 horas (la jornada que se realiza a la luz del día), sino que eran , establecidos según una forma subjetiva de percepción por parte del campesino. De esta manera, cuando María contaba acerca de las trillas con horqueta, labor dura y prolongada, refería que eran “días largos”, como un recurso metafórico que cualificaba la labor, “dos días, largos, machucando [...] pero con las mulas, eso se hacía rápido, el día no más!, un día corto”267.

Aún en el caso de sistemas productivos que no involucraban una agricultura familiar campesina, sino de lotes de considerables extensiones que requerían mano de obra contratada, no se establecían unas relaciones patronales típicas de un proletariado agrícola o de una lógica monetaria moderna, pues las relaciones productivas y de trabajo se planteaban conforme a un orden espacio-temporal local que permitía plantear unas cuantificaciones acopladas a una economía moral campesina,

acá en Firavitoba, en El Espartal y arriba en San Antonio, alcanzábamos a cosechar hasta 200 cargas, pero eso para mantenerlo se requerían obreros [...] en aquel tiempo era más fácil [...] y la gente trabajaba, era todo trabajo a mano prestada, ahora ni por plata. Yo que fui agricultor antes, reunía las 14 personas, 15 o 20 personas, y eso tocaba matar un par de ovejos, pa' darles. Había probabilidad, porque nosotros arriba teníamos una manada, unas 100 ovejas, pero eso todo se acabó. Se compraba queso, se les daba por la mañana, café en leche con queso con pan, toda esa vaina. Es que así se podía sostener la gente, ahora no. Ahora todo es base plata! Plata! Ya nadie trabaja, es que eso ahora sale muy caro268.

267 Entrevista a María y Nelly. Sector periurbano de Venecia, Sur de Sogamoso. Antiguos habitantes de la zona rural de Sogamoso y Tota respectivamente. 16 de Marzo de 2016. 268 Entrevista a Miguel, Municipio de Firavitoba. 29 de Febrero de 2016.

195 - El Territorio de las Cachangas: con los Llanos del Casanare.

"Mi abuelo era comerciante, el viajaba con mucho trigo a los llanos y traía arroz y café para venderlo aquí en Monguí. Entonces él decía, que si no llegaba uno a lo propio, era sentirse huérfano; y pa' no sentirse así, el procuraba tener su tierrita y asuntos aquí (Boyacá) y allá (Casanare) [...]. Y eso me hace descubrir, que nosotros boyacenses seamos distintos a ellos [los llaneros]. Que ellos solos sean los verracos, como si hubieran tado puallá solos! No ve sumercé que Casanare y Arauca fueron colonizados por Boyacenses! Es que después fue que salieron a hacer departamentos con la tal Constitución [...] pero esas tierras eran trabajadas por mucha gente de Boyacá, eso que no vengan aquí con cuenticos raros que sus departamentos! Porque es que es la misma gente de aquí y de allá".

Entrevista a Don José. Habitante del Municipio de Monguí. Visita al Páramo de Ocetá. 10 - 13 Marzo de 2016.

Imagen: Archivo Personal. Municipio de Monguí. Enero de 2016.

196 El “llano” en términos geomorfológicos pertenece a una extensión territorial que comprende biomas de sabana intertropical con un relieve plano y de ligeras ondulaciones. Como región geográfica alude a un extenso territorio en torno a la cuenca del río Orinoco269 compartido entre y Colombia, que se extiende desde la costa oriental de Venezuela hasta el piedemonte de la cordillera oriental Colombiana. Sin embargo hablar del “Llano” en Colombia remite a connotar toda una serie de representaciones geohistóricas que evidencian varios “llanos”; desde el moderno corredor Bogotá-Villavicencio de las últimas dos décadas, pasando por los paisajes de sabana y selva270 que plasmó en los años 20 la pluma de José Eustasio Rivera en La Vorágine, del llano contemporáneo de las compañías petroleras (Meta, Arauca y Casanare), hasta aquellos llanos ganaderos de fundaciones y hatos, caporales y arrieros que comerciaban ganado entre Casanare y el interior del país a través de Sogamoso (entre el último tercio del XIX y la primera mitad del XX). Justamente estos llanos serán los que se abordarán a continuación con el fin de dimensionar otras relaciones de territorialidad presentes en el Valle de Sogamoso, que determinaban aquel constructo multi-territorial geohistórico que se ha pretendido representar geohistóricamente.

Dada la fragmentación regional de la geografía colombiana, cuyos procesos poblacionales principales se concentraron en la parte central de los andes, territorios como los llanos orientales se configuraron como espacios de frontera. Estos, aunque entendidos como parte de una periferia ante el centralismo colonial, evidenciaron unas dinámicas internas propias marcadas por la interacción entre colonizadores y grupos nativos, que históricamente perfiló la importancia de las empresas misionales Jesuitas271 sobre las encomiendas de tierra. En una primera etapa, durante el siglo

269 En Venezuela comprende 3 regiones, los llanos occidentales, centrales y orientales; que a su vez integran 7 entidades federales: Apure, Barinas, Portuguesa, Cojedes, Guárico, Anzoátegui y Monagas. Por su parte, En Colombia conforma la región de la Orinoquía, compuesta por 4 departamentos: Arauca, Casanare, Meta y Vichada. 270 La ruta seguida por el protagonista, Arturo Cova: Llanos orientales del Meta, Casanare, Arauca y Vichada, hasta la selva Amazónica. 271 La colonización de territorios por parte de Jesuitas para el caso de la Orinoquía fue importante. A pesar que se suele referenciar a las exploraciones de los alemanes Federman y Espira (1530) como las que posibilitaron la entrada de bovinos a la llanura, parece ser que la Compañía de Jesús con la fundación de su Hacienda Caribare (1661) fue la que permitió el ingreso de los primeros bovinos a

197 XVII, la fundación de haciendas jesuitas en la parte media de la cordillera oriental facilitó la introducción de bovinos a la llanura, sin embargo su expulsión de los territorios de la Corona postergó por unas pocas décadas su expansión, y sólo a su regreso (1659) permitió la fundación de haciendas hacia el piedemonte, como la hacienda Caribare (1661), que se erigió en centro de expansión ganadera en la región. De esta manera, se fue consolidando lentamente una configuración territorial que dibujó una primigenia red de caminos y unas formas de articulación territorial local ante la inmensidad geográfica de la sabana. Cabe mencionar que la dinámica comercial entre el interior del país y los llanos, no se redujo a la introducción de ganado, ni tampoco los principales centros poblados llaneros fueron simples campamentos de colonización y ganadeo. Al respecto, un ejemplo es el de Santiago de las Atalayas (Casanare)272, que no sólo reportaba significativas sumas de diezmos y producción de alimentos, sino que enviaba a mercados cordilleranos además de ganado273 otros productos como pescado. De igual forma, desde territorios cordilleranos andinos se tranzaban productos tales como granos, harinas, azúcar, anís, entre otros empleando difíciles caminos en rutas que para un mercado importante como el de Bogotá, marcaban entre 250 y 300 kilómetros de distancia subiendo la cordillera oriental, avanzando sobre el altiplano Cundiboyacense. Sólo con la fundación de la hacienda Apiay (1740)274 en los llanos del

Arauca y Casanare, no desde Venezuela, sino desde las estribaciones de la cordillera oriental donde ya habían establecido haciendas entre Boyacá y Casanare. Ver: HUERTAS-RAMÍREZ, H. y HUERTAS HERRERA A. Historiografía de la Ganadería en la Orinoquía. Actas Iberoamericanas de Conservación Animal. Conference: XVI Iberoamerican Symposium on conservation and utilization of genetic resources. At Villavicencio, Volume: Vol. 6. Octubre 2015. 300-307 pp. En: https://www.researchgate.net/publication/286053933 HISTORIOGRAFIA DE LA GANADERIA EN LA ORINOQUIA Consultado el: 24 de diciembre de 2016. 272 Fue una ciudad colonial de frontera erigida en 1588 en las inmediaciones del territorio de Casanare, ampliamente colonizado a través de la evangelización jesuita; y desde la cual se desplegó la colonización laica del llano. Ver: CASTRO ROLDÁN Andrés. Santiago de las Atalayas: una ciudad de la frontera en el Nuevo Reino de Granada (XVI-XVIII). En: Fronteras de la Historia, núm. 12, 2007, pp. 301­ 339. Instituto Colombiano de Antropología e Historia Bogotá, Colombia. http://www.redalyc.org/articulo.oa?id=83301210 Consultado el: 7 de Septiembre de 2016. 273 El primer encomendero de los Llanos fue Pedro Rodríguez de Salamanca. Hacia el siglo XVII (1649), el gobernador de los llanos don Adrián de Vargas, estimó los pagos de los diezmos en la importante suma de $1,395, mientras que “la producción de lino era de 12,000 varas; [y] a Tunja se habían enviado 2,000 arrobas de pescado, 5,000 cabezas de ganado y otros víveres...”. PEREZ ANGEL Héctor Publio. Caminos Reales de Casanare. Llanoletras-Gobernación de Casanare, Casanare. 2003. p. 71. 274 Op cit. HUERTAS-RAMÍREZ, H. y HUERTAS HERRERA A. p. 303.

198 Meta (al sur del Casanare), se abrió otro frente de entrada a Bogotá, no obstante no anuló la dinámica comercial establecida a través de la ruta Casanare - Bogotá. De esta manera, dos ejes de comunicación sobresalieron: el de Cáqueza en torno a los llanos de San Martín (hoy Meta), y el de Sogamoso que comunicaba a los llanos del Casanare a través del poblado de Labranzagrande275.

Aunque la conexión de los fríos territorios andinos de la cordillera oriental con las cálidas sabanas llaneras siempre ha evidenciado serios problemas de comunicación dada su precaria infraestructura, su dinámica geohistórica logró perfilar un constante interrelacionamiento entre los pueblos cordilleranos y llaneros. No sólo el comercio ganadero, sino la ruta de la sal y el intercambio de productos de tierra fría y cálida forjaron una articulación territorial activa, a pesar de los caminos difíciles276, llegando a trascender la amplia distancia geográfica y las diferencias paisajísticas y culturales que medios tan disímiles como la sabana llanera y el altiplano altoandino ofrecen. Por esto, el caso del Valle de Sogamoso y su relación con los llanos orientales permiten al lector entender cómo geohistóricamente se construyó tal vínculo.

275 Con el paso del tiempo, lentamente este último se fue ramificando, originando “el camino que por Toquilla y Pajarito, llegaba también a los pueblos de Casanare, constituyéndose en la actual carretera del Cusiana". ". PEREZ ANGEL Hector Publio. Caminos Reales de Casanare. Llanoletras-Gobernación de Casanare, Casanare. 2003. 276 Tanto los caminos que conducían del llano a las salinas (de Moreno a Chita), como el de Pore y Támara a Laguna Seca, y el de Nunchía a Labranzagrande y Sogamoso eran reportados a finales del siglo XIX como peligrosos según cronistas citados por Jorge Brisson. En: PEREZ ANGEL Héctor Publio. Caminos Reales de Casanare. Llanoletras-Gobernación de Casanare, Casanare. 2003. p. 37.

199 Territorialidad Ganadera desde el Valle de Sogamoso.

Mapa 9. Conexión Territorial Sogamoso (Prov. Sugamuxi) - Casanare.

Fuente: Mapa elaborado por el autor. Divisiones territoriales provinciales del Departamento de Boyacá, Provincia de Sugamuxi y Departamento de Casanare.

A su paso por Sogamoso entre 1882 y 1884 el geógrafo Alfred Hettner resaltó su actividad comercial ganadera, señalando a esta como el factor de prosperidad para sus habitantes, gracias a que en sus dehesas se daba el levante de animales traídos de los llanos del Casanare con destino a los mercados de consumo de carne del centro y nor- oriente del país (Bogotá y Santander)277. En este sentido, según lo recabado a través de informantes y fuentes documentales, la actividad ganadera desde el último tercio del XIX hasta pasada la mitad del siglo XX fue preponderante, pero más que como una rama económica, ésta representó una articulación territorial que determinó una manera de vivir y dimensionar el Valle de Sogamoso, una forma de relacionarse con este y de pensarlo en clave de una ontología local,

277 Op cit. HETTNER Alfred. Consultado el: 19 de Julio de 2016.

200 mi abuelo viajaba, mi papá también y quizás mi bisabuelo, no sé [...] Yo tenía 8 años, y eso era sin alpargatas de aquí pa' llá! Es que eso ahorita a uno se le hace imposible, porque a veces ni en carro, pero en ese entonces era arriando mulas. Llevábamos mercancía pero nunca ganadié; sí levanté ganado pero sólo en el llano, no me ponía a traerlo porque eso era pesado; había que saber y sufrir! Buena parte de la vida fue así, entre el llano y puaquí, llevando de todo y trayendo también. Eso había harta gente de Sogamoso que vivía así, de aquí pa' llá'278.

No se necesitaba ser arriero, caporal ni comerciante viajero para hacer parte de aquel entramado complejo territorial del Valle de Sogamoso, donde la territorialidad ganadera llanera se interrelacionaba a la par con aquella territorialidad triguera anteriormente caracterizada. De esta manera, el orden espacio-temporal marcado por las cosechas en las proximidades del valle, los mercados regionales que confluían en la cabecera de Sogamoso, y el comercio ganadero con sus “cosechas” o “sacas” entre y determinaba una multiterritorialidad que regía la vida de la población. Puntualmente para el caso del ganado llanero, su dinámica marcaba claramente dos épocas al año, cuando caporales y arrieros partían para traer cientos de reses llaneras en las denominadas “cosechas” ganaderas o “sacas” de ganado provenientes del Casanare, llegando a concentrar en el valle de Sogamoso de 10 mil, 18 mil y en ocasiones hasta 20 mil cabezas, principalmente criollas casanareñas279. Incluso las “ferias de julio” en Sogamoso, celebradas en tal fecha desde el siglo XIX como forma de conmemorar las festividades patrias, con el tiempo recibieron más importancia en torno a la influencia del comercio llanero, pues

a ellas concurren comerciantes de los departamentos vecinos, como los de los Santanderes, Cundinamarca, el Tolima y de todo Boyacá. Del 15 julio en adelante comienzan a llenarse los hoteles y el tráfico se activa. entre el cercado de la plaza relinchan los caballos y braman los novillos de la feria; los cohetes, la música y los juegos no cesan de sonar y todo es alegría. ganados de todas las especies aparecen al mercado280.

278 Entrevista a Pedro. Antiguo arriero y comerciante con los llanos Orientales del Casanare. 14 de Diciembre de 2015. 279 Op cit. CAMARGO PEREZ Gabriel. Geografía Histórica de Sogamoso. p. 44. 280 Ibíd. p. 59.

201 Sólo en 1944 se calcularon en 5,000 las cabezas de ganado que pacían en las dehesas de Sogamoso, no obstante en Julio, mes de las festividades, éste número aumentaba llegando a 15,000 cabezas gracias a la "saca de abajo"281 (la saca de ganado proveniente de los llanos). En esta medida, los caminos, viejos y vetustos, difíciles pero imprescindibles, moldearon esta articulación territorial gestada por arrieros, caporales y dueños de hatos y fundaciones, quienes dos veces al año arribaban a Sogamoso, “con la bolsa llena de morrocotas (monedas) y al frente de una partida de novillos que levantaban unas polvaredas doradas en los caminos del valle”282. Las conocidas “sacas estaban supeditadas por las temporadas de invierno y verano, que en las condiciones del trópico se traducen en lluvia y tiempo seco,

Se iban en Mayo por ahí; que era cuando se podía viajar con los ríos, caños y caminos en buenas condiciones para la caminada; pero ahí era una estadía muy corta, porque ya pronto comenzaba a llover, a echar agua los caños, los esteros se llenaban, entonces eso permanecían poco tiempo allá. La otra época era en Diciembre, que sí duraban dos meses por ahí, se iban a principio de diciembre, y duraban a finales de Enero y hasta principios de Febrero. Aunque se podía traer ganado en esas dos sacas, creo que eso se traía el más, en el viaje de Mayo, porque en Diciembre ya iniciaba el verano y el pasto no era tan exuberante allí [...] pero para Mayo, ya habían comido en Abril un pasto que había recibido lluvia, agua, entonces eso les permitía a los animales comer mejor, estaban gorditos [...] porque esa caminada era dura! Generalmente no llegaban el mismo número de animales con los que salía de allá! 283281282 284

De esta manera la forma como los llanos eran referenciados en torno a las sacas y las temporadas de invierno y verano, originó distintas representaciones geohistóricas de percibirlo como territorio particular, como diferencia, según factores ecológicos que a su vez determinaron la dinámica multiterritorial del Valle de Sogamoso. Así, los llanos en invierno, marcados por una difícil accesibilidad desde y hacia la cordillera, con crecidos y caudalosos ríos, caños profundos y pantanosos caminos, impedían un intercambio fluido284, por lo que las actividades en el Valle de Sogamoso vertían en lo

281 Sogamoso. Acción Cívica. Sociedad de Mejoras Públicas. Sogamoso, Marzo 7 de 1944, No. 14. En: ACMS - Hemeroteca: Semanario Acción Cívica. 282 CABALLERO CALDERÓN Eduardo. . Bedout, Medellín. 1971. p. 20. 283 Entrevista a Luis Castillo, nieto de un comerciante de ganado. Sogamoso, 7 de Febrero de 2016. 284 “Es que de mayo en adelante se crecían los ríos, y no había quien moviera una res”. José. Campesino del Municipio de Monguí. Guardapáramos en el Páramo de Ocetá. 10 - 13 Marzo de 2016.

202 relacionado con la agricultura y el mercado regional inmediato. En invierno, la percepción del paisaje que conducía a los llanos estaba dada por condiciones temporales húmedas y frías, referentes continuos de peligro y múltiples dificultades. Por otra parte, los llanos de la época seca o de verano, señalaban la oportunidad para que hacendados, arrieros, caporales y campesinos en general centraran sus esfuerzos y esperanzas en el ganadeo, como si se tratase de cualquier cosecha de una sementera obcecadamente cultivada. No se trataba simplemente de traer un animal, pues ganadear era equivalente a labrancear; es decir, así como se cultivaba el trigo, se cultivaba ganado, así como se cosechaba cebada, se cosechaba ganado, así como se entretejía una relación entre un segador o una amarrandera de trigo con su labor como arte de vida, así se entretejía el vínculo entre caporal y arriero con el animal, entre jinete y “bestia” como si fueran un solo organismo. Uno y otro llano, el de verano e invierno, percibidos tan distintos, constituyen un proceso de corogénesis285, es decir, una forma particular de referir un lugar que se presenta (nace) en torno a “un reconocimiento de parte de un grupo que lo territorializa a partir de una autonomía, de una significación afectiva, productiva, etc.”286.

Cabe señalar que el comercio ganadero involucró no sólo a sus actores directos dedicados a ganadear (caporales, arrieros y dueños de hatos y fundaciones residentes en Sogamoso), sino que vinculaba periódicamente un sinnúmero de población que de manera indirecta sin viajar, arriar o sabanear, forjaban aquella territorialidad ganadera llanera, participando de actividades propias del valle como la elaboración de cachangas y aperos para las reses y andancias, la preparación de cultivos y mercancías para entrar al llano y hasta la planeación de las correrías y selección de las tripulaciones para arriar. Así mismo, las prácticas y conocimientos agropecuarios de los diferentes actores asentados en el valle de Sogamoso, permite establecer que la

285 Parte del término antropológico Etnogénesis, que permite pasara a territorializar “el proceso de nacimiento de una cultura que se distingue a las de su entorno”, aludiendo un . Este proceso, el autor lo asume, en su dimensión espacial, a partir del concepto Ptolemaico de corografía. FERNÁNDEZ CHRISTLIEB Federico. Corogénesis. En: FERNÁNDEZ CHRISTLIEB Federico y URQUIJO TORRES Pedro Sergio, Coords. Corografía y escala local. Enfoques desde la geografía cultural. UNAM, Campus Morelia - Centro de Investigaciones en Geografía Ambiental CIGA, Morelia. 2012. p. 100. 286 FERNÁNDEZ CHRISTLIEB Federico. Corogénesis. En: FERNÁNDEZ CHRISTLIEB Federico y URQUIJO TORRES Pedro Sergio, Coords. Corografía y escala local. Enfoques desde la geografía cultural. UNAM, Campus Morelia - Centro de Investigaciones en Geografía Ambiental CIGA, Morelia. 2012. p. 100.

203 dinámica ganadera en este territorio no correspondió exclusivamente a la ceba de cabezas casanareñas, sino que existió a la par una producción interna que históricamente fue mutando según el grado de articulación y el éxito comercial del comercio ganadero llanero. Al respecto, algunas fuentes documentales señalan que antes del ganado llanero, la preponderancia pecuaria local se centraba en la producción de ovinos y porcinos, especies más vinculadas a una tenencia agrofamiliar y campesina de traspatio o de pastoreo continuo en potrero cercano a la vivienda, tal y como lo señala la siguiente tabla.

Tabla 8. Información del Ganado en el cantón de Sogamoso, siglo XIX. Ganado en Sogamoso. Vacuno 14,525 Lanar 69,660 Cabruno 10,965 Cerdos 22,205 Caballos 16,720 Mulas 5,305 Burros 1,361

Fuente: Tabla elaborada por el autor con base en datos de Agustín Codazzi. Geografía Física y Política de las Provincias de la Nueva Granada. p. 231.

Por otro lado, las múltiples haciendas asentadas en los terrenos planos del valle, aportaban una razonable producción local de ganado caballar y bovino287, que poco a poco con la consolidación del comercio ganadero llanero, fue modificándose, otorgando más relevancia a la ceba de ganado criollo casanareño que al levante local de ganado importado. Por todo esto, no es extraño que el cronista local Gabriel Camargo Pérez hacia los años 30 llamara la atención sobre la apabullante influencia del comercio llanero en Sogamoso, al señalar la precariedad de las “faenas culturales” e intelectuales en el pequeño poblado, (no había biblioteca, los periódicos aunque

287 Se criaban localmente razas bovinas como “la Durham, principalmente, en la comarca de Venecia, así como también cruzamiento de ella con Normando; y Durham Suffolk cruzadas en la Hacienda de la Compañía (Jesuíta); unas pocas cabezas de pura sangre Devon cruzamientos de esta misma con Durham y Hereford, en Vanegas. Últimamente se han importado algunas otras razas de origen europeo; y el ganado que más se propaga actualmente es el anglo-normando por tener una gran estimación comercial”. Así mismo, las razas caballares más frecuentes en el Valle de Sogamoso fueron la Clevell and, la criolla y la Porto. CAMARGO PEREZ Gabriel. Geografía Histórica de Sogamoso. Editorial Sugamuxi. Sogamoso. 1934. p. 44.

204 numerosos eran efímeros, las escuelas no estaban llenas, etc.); pues la mayoría de jóvenes que había pisado las aulas recibiendo una educación elemental, abandonaba prontamente tales lides para dedicarse en buena parte al comercio ganadero llanero, que “atrae como por encanto al joven”288.

- Ganadeando entre el Llano y el Valle de Sogamoso.

"yo había visto caravanas de romeros a Chiquinquirá, Morcá, y la Candelaria. ... Sin embargo, ni en las romerías, con toda la piedad y encanto de los boyacenses, ni en las fiestas de pueblo con su música, toreos, bailes, cervezas y aguardiente, sentí una alegría tan natural y fresca, un alma tan abierta, un corazón tan despejado, un espíritu tan altivo ni un temple tan vibrante como lo sentí en este grupo de llaneros que en el Morro estaban con sus ganados".

Héctor Publio Pérez Ángel. Caminos Reales de Casanare289.

Tal y como anteriormente se estableció, las prácticas y conocimientos relacionados con el transporte de ganado llanero arriado desde las cálidas sabanas intertropicales orientales hasta el frío valle alto-andino de Sogamoso, referían unas prácticas concretas, el arte de ganadear. Las dos sacas anuales, implicaba no sólo el hecho de encaminar los animales, sino que configuraba la interacción de llaneros y cordilleranos en pos de lograr levantar en las mejores condiciones los animales en el llano, y llevar consigo el mayor número de ganado a través del camino cordillera arriba. Según la temporada, en Sogamoso se aprestaban algunos dueños de hatos para ir a los llanos a coordinar la saca de ganado de sus hatos y fundaciones,

Recuerdo la casa de mis abuelos, una casa grande en lo que hoy es Mochacá, que no tiene que ver con el barrio deprimido que es hoy! Eran casas grandes, de gente con algún capital. Los pisos eran de ladrillo rústico, pero eran entapetados en estera, esa que traían de Aquitania, esa se tejía [...] con huertos amplios con duraznos, manzanas, feijoas... era grande. Y los visitábamos allí [los abuelos], jugando; pero llegaba el día que veía a mi abuelo ir hacia la caballeriza, con cajas de cuero y aperos, allí amarraban las bestias, las preparaban, y uno ya entendía

288 CAMARGO PEREZ Gabriel. Geografía Histórica de Sogamoso. Editorial Sugamuxi. Sogamoso. 1934. p. 56. 289 Op cit. PEREZ ANGEL Hector Publio. p. 194.

205 que se iban para los llanos. Las cajas esas, eran baúles, pero de cuero grueso, duro, más o menos de 1.20 x 1.20 mts, y de 80 cm de alto, de cuero crudo. Estos asumían el cuadrado perfecto, en tal forma que la tapa cupiera y quedara hermético, ahí guardaban tanto la ropa como el mercado. Había unas cajas tanto para ropa como para mercado, y se iba cada mula con dos petacas. Entonces dependiendo de la estadía que fueran a tener allá, así era el número de animales y cosas que llevaban. Así era que comenzaba todo para traer ganado de los llanos, de su finca, que la cuidaba un encargado allá, donde se conocía al caporal y su gente [...] Habían señores que se iban con él [el abuelo], eso hablaban y preparaban la ida, es que se defendían más si iban 2 o 3 personas más!290 291292293.

En la sabana, punto de origen de la travesía, con el fin de preparar la saca, previamente se realizaban algunos trabajos atinentes a disponer la ganadería para el viaje; proceso conocido como el llamado trabajo de llano, “que era recoger el ganado que pacía libre en las sabanas [...] era contarlo, curarlo, marcarlo, tanto las reses como las bestias”291. Su levante, es decir, la crianza y cuidados hasta un punto y edad que le garantizara tener las condiciones para su negocio, implicaba una serie de trabajos fundamentados en prácticas y conocimientos locales que los vaqueros llaneros desplegaban a través de cantos de sabana, gritos de vaquería, formas de pastoreo, entre otras usanzas. Quien lideraba los trabajos y planeaba la travesía era el caporal, que generalmente era una persona experimentada en tales labores, “llevaba muchísima responsabilidad porque era el que iba respondiendo por la tripulación, -así la llamábamos-”292. Concertado el trato con el propietario del hato, el caporal además conseguía sus cortadores, y estos a sus vaqueros. Según un testimonio publicado por Héctor Publio Pérez, “El dueño del ganado decía: <-cuánta gente necesita para llevar las 1,500 o 2,000 reses?> Y respondía [El Caporal]: ; y eran hombres que el mismo caporal los escogía. Cuando la gente estaba lista, el blanco [Dueño] le decía: ”293. Finalizados los trabajos preliminares de llano y con la marcha a través de las sabanas, un jinete encabezaba la excursión, denominado cabrestero, cuya función era guiar, encarnando un relacionamiento especial con la ganadería (Ver: Imagen 32). Los

290 Entrevista a Luis Castillo, nieto de un comerciante de ganado. Sogamoso, 7 de Febrero de 2016. 291 Ibíd. 292 Op cit. PEREZ ANGEL Héctor Publio. p. 198. 293 Ibíd.

206 cantos de vaquería eran el medio que permitía al grupo de animales conocer el camino, “Ajila ajila ajila novillo por la huella del cabresteeeeeroooooo, póngale amor al camino y olvide su comedeeeeeerooooo...”294. Durante la travesía, el cuidado en torno a la ganadería era algo demandante, incluso en las noches, por lo que era necesario velar el ganado, es decir, cuidarlo durante la noche. Por ello, a lo largo de los caminos, sobre las rutas, territorialmente se fue configurando una red de posadas de ganadería, donde la tripulación hacía las paradas para que el ganado descansara y se repusiera, aprovechando también para contarlo. Así, las jornadas de marcha establecieron espacialmente una configuración territorial que respondió al comercio ganadero, lo que en muchas ocasiones, a partir de las posadas, fue el origen de poblados como el caso de Yopal, actual capital del departamento de Casanare, otrora posada ganadera295.

Imagen 32. Ganadeando.

Fuente: Revista Vida Rural. Mayo de 1940. Ganado arribando desde Venezuela hacia Norte de Santander. Biblioteca Nacional de Colombia. Hemeroteca: Revista Vida Rural.

Generalmente, como parte de la tripulación iban unos vaqueros denominados maleteceros, quienes portaban la carga (pertrechos y comida), y conociendo los 294295

294 Ibíd. p. 205. 295 Ibíd. p. 78.

207 tiempos de la marcha y el ritmo de la jornada, se adelantaban, “eran los que iban adelante, compraban comida y buscaban la posada, negociaban un marrano, unas gallinas”296. En la marcha y velada del ganado, la tripulación constituía un constructo colectivo armonizado a través de una división concreta de labores entre caporal, cabrestero, caballiceros, maleteceros y otros; cuyas funciones partían de un entendimiento y praxis empírica en clave local. Por ejemplo, el interrelacionamiento con los animales, clave para su guianza y cuidado, se daba a partir de unos signos particulares que los individuos leían e interpretaban. A la par que el cabrestero cantaba, era necesario silbar y cantar al ganado ya que esto permitía sosegarlo, guiarlo tranquilamente “porque apenas se le dejara de cantar o silbar, se barajustaba por cualquier ruidito o movimiento... estaba uno acostado empezando a dormirse cuando de pronto oyó un ruido rrrruuuuummm!, esa brisada que se forma con la estampida del ganado. y arranque sin saber para dónde va, porque en esas noches de mayo que son bien oscuras!”297. Así mismo, por los costados de la caravana o ganadería, iba un grupo de vaqueros, el primero, conocido como puntero, a partir del pecho de su caballo trazaba el límite al cual el ganado podía avanzar, “Si algún bicho [res] salía por delante del pecho del caballo del puntero, éste se iba detrás del animal y su responsabilidad era meterlo otra vez en la ganadería, mientras tanto el traspuntero ocupaba de inmediato el puesto del puntero”298. Justo atrás de la ganadería, cerraban la caravana los caballiceros, encargados de las bestias que acompañaban la ganadería, pues asignaban el caballo o la mula a cada vaquero. Esto resultaba importante, ya que durante la marcha a través de caminos difíciles, en accidentes o aún estampidas de la ganadería algunos de estos animales podían lesionarse o perder la vida, siendo factibles las caídas o cornadas de las reses.

Aunque algunos testimonios y referencias documentales dan cuenta que el ganadeo y la travesía era hecha en su totalidad por una tripulación que afrontaba los trabajos de

296 Op cit. PEREZ ANGEL Héctor Publio. p. 199. 297 lbíd. p. 201. 298 lbíd.

208 llano y luego ascendía cordillera arriba rumbo a Sogamoso, otras referencias hablan de un traspaso de la ganadería en el piedemonte cordillerano, donde los llaneros, una vez hecho el ganadeo de llano y habiendo sabaneado el ganado, lo conducían hasta un punto en el piedemonte para entregar la caravana a arrieros provenientes de la cordillera, “salían a veces desde San Luis, debajo de Orocué, salía el ganado, lo sabaneaban por allá, lo arriaban, y había un punto de encuentro”299.

El ser llanero era producto del proceso geohistórico de colonización que determinó experiencias y saberes en torno a antiguas ganaderías que desde Arauca y hasta Villavicencio asentaron la territorialidad ganadera, aunque no fue sino hasta el siglo XX que surgió la llamada tétrada de la llaneridad: vaquero, caballo, bovino y llano300. Según las descripciones documentadas por el Pbr. Ricardo Sabio, muchos vaqueros llaneros entregaban el ganado a tripulaciones de serranos que habiendo sorteado el fragor del páramo, recibían el ganado despidiendo a los llaneros, siempre con sus “buenos rejos, poca ropa, gran sombrero, su bayetón, su capotera y su faja de cuero”301, pues poca gracia les hacía a éstos el frío, las piedras y los caminos de montaña; "Al ver el talante, la gallardía, el estilo, la hombría de estos mozos me pareció entrar a un mundo distinto al que había vivido. Estos hijos de los llanos no cargan ese dejo de tristeza y abatimiento de muchos de las montañas de Boyacá"302. De esta manera, Llanero y Montañero no sólo eran arrieros de ganado, sino que materializaban el encuentro de dos formas de vivir el entorno, dos maneras distintas de relacionarse con el mismo animal. Mientras que en la sabana el ganadeo o el conocido “sabaneo” consistía en un pastaje en sabana abierta a lo largo de temporadas, bajo la seguridad que al individuo le otorgaba un conocimiento concreto que implicaba la relación ; por otra parte, la ceba de las reses en el Valle de Sogamoso implicaba un aprovechamiento más intensivo de los pastos, otra concepción de aquella relación que justamente dentro de la visión

299 Entrevista a José. Campesino del Municipio de Monguí. Guardapáramos en el Páramo de Ocetá. 10 - 13 Marzo de 2016. 300 Op cit. HUERTAS-RAMÍREZ, H. y HUERTAS HERRERA A. p. 302. 301 Op cit PEREZ ANGEL Héctor Publio. p. 193. 302 Ibíd. p. 194.

209 desarrollista propendió por una “práctica racional de pastos”, que para el caso del Valle de Sogamoso implicó dos sistemas distintos territorializados: el sistema de pastos de una agricultura familiar303 en terrenos de vertiente, y el de grandes dehesas ganaderas propias de las tierras planas del valle de Sogamoso. Uno y otro entorno, con formas disímiles de aprovechamiento de un recurso, como el pasto, constituían el reflejo de dos ontologías que habían determinado siglos de configuración territorial en los andes y la llanura, que se interrelacionaban.

El pedregoso suelo del piedemonte ya indicaba el fin de la sabana, por lo que los peones y arrieros cordilleranos procedían a encachangar el ganado. Generalmente a cada vaquero arriero le correspondían 10 reses o novillos, los cuales los tumbaban al suelo para calzarles las gruesas cachangas, una especie de “calzado”304 hecho de fique y cuero que protegía sus pezuñas para que las piedras no les hicieran daño, para que el ganado no se “espiara”. Por ende, las cachangas hacían parte de aquellos imprescindibles elementos con que los arrieros partían desde Sogamoso, siendo artefactos elaborados artesanalmente en el valle, especialmente en la población de Tópaga305, al nor-oriente de Sogamoso. Sin duda, el problema del terreno para los animales era trascendental, pues Agustín Codazzi hacia la mitad del siglo XIX señaló la obligación que tenían los arrieros de formar “con la paja de los cerros, un colchón en toda la extensión del camino para que los animales no se despéen con la innumerable cantidad de piedras que cubren la mala senda por donde pasan"306. Avanzando por la

303 Precisamente Fals Borda destacaba al respecto de esta región que carecía de una “práctica racional de pastos”, pues “la gran mayoría mantiene sus animales con hierbas naturales, llevándolos de un potrero a otro según la estación y aún el , es decir, amarrados en lotes pequeños de pastos que van turnando a medida que el animal se los come”. Para el sociólogo, este método denotaba eficiencia, pero resultaba incómodo “ya que está adaptado a los pobres recursos de los campesinos y a la presente carestía de los pastos >artificiales>”. Op cit. FALS BORDA Orlando. El Hombre y la Tierra en Boyacá. p. 180. 304 El señor Luis Castillo en su entrevista, refirió las cachangas como un calzado, pues decía que a las reses se les ponían una especie de alpargatas. Entrevista a Luis Castillo, nieto de un comerciante de ganado. Sogamoso, 7 de Febrero de 2016. 305 José refiere que a los pobladores originarios de Tópaga les decían ¡os cachangones, en razón de su oficio de fabricación artesanal de cachangas. José. Campesino del Municipio de Monguí. Guardapáramos en el Páramo de Ocetá. 10 - 13 Marzo de 2016. 306 Tomado de: Geografía Física y Política de la Confederación Granadina. TI. Agustín Codazzi. p. 100. En: Ibíd. p. 193.

210 cordillera el caporal distribuía algunos pertrechos y raciones, no faltando para su tripulación aguardiente y tabacos. Además, la caravana incluía algunas pocas reses más fuera de las que el caporal había contratado con los dueños del hato,

que eran las que se consumían, una por lo menos subiendo el ganado, más las que se solían perder, y también las que se accidentaban [...] paraban en las guaraperías, y descansaban el ganado si se podía [...] que mire que se nos quedó una vaca enzanjonada en tal parte; mandaban a unos cuantos, no paraban la ganadería sino se quedaban algunos, dos o tres, hábiles con el cuchillo a la hora de destazar la res. Sólo traían la carne, la pulpa, de resto menudos, patas y porra se quedaba por allá pa los vecinos que estuvieran porái y colaboraran. Y esa carne pues se iba consumiendo, si se podía; por eso un dicho en el llano, 307.

La relación del montañero con los animales, al igual que la del llanero y las reses, plasmaba unas prácticas empíricas moldeadas por un conocimiento que se trasmitía de generación en generación, y que respondía a las dificultades de la travesía. Los arrieros montañeros, con sus cantos y gritos, similares a los empleados en la labor del arado con bueyes, guiaban la ganadería a través de las montañas. El punto del piedemonte lo marcaba la región que dominaba Labranzagrande. Allí se bifurcaban los caminos, otorgándole una ubicación estratégica como punto de enclave desde donde partían varias rutas: la del Camino de , el camino de Mongua, el camino a Sogamoso por Moreno, entre otros. El recorrido restante hasta Sogamoso a través de Mongua, correspondía a un fuerte ascenso por entre páramos, caminos pedregosos y fuertes vientos; por lo que llegado el ganado del llano a Labranzagrande, según Hettner, era necesario concederle una semana de descanso en las dehesas a lo largo de la ribera del río que surca la región, “antes de exponerlo a la travesía del frío páramo, en la cual no obstante se cuenta por una pérdida del cinco por ciento de las cabezas en camino”308. Según la Comisión Corográfica, el punto culmen de la cordillera se ubicaba en un paraje de la ruta conocido como “Ranchería de Piedra”, pleno páramo; luego de haber dejado atrás los climas templados de la región de Nunchía, todavía tierra plana con piedras, con quebradas de gran cantidad

307 José. Campesino del Municipio de Monguí. Guardapáramos en el Páramo de Ocetá. 10 - 13 Marzo de 2016. 308 Op cit. HETTNER Alfred. http://www.banrepcultural.org/blaavirtual/historia/viaand/viaand36.htm

211 de agua a las vegas del río Paya309. Del sitio Ranchería de Piedra, todavía restaba cruzar sendas extensiones de páramo a través del conocido Alto de San Ignacio, de difíciles condiciones climáticas. De allí, distaba toda una jornada de camino paramero para arribar a la población de Mongua, ubicada al nor-oriente del Valle de Sogamoso, asentada entre cerros sobre la cordillera. Numerosas descripciones de la ruta, tanto de Hettner como de Codazzi, hacen ver no sólo las difíciles condiciones climáticas que los arrieros debían enfrentar, sino un constante entorno de pobreza de la alta montaña, configurado no sólo por la representación paisajística marcada por la vegetación paramuna baja y pobre en follaje y espesura, que ofrecía poca protección a los fuertes y fríos vientos, sino por la ausencia de población que permitiera ofrecer algunos recursos o protección, donde sólo se distinguían algunos ranchos. Las jornadas, muchas veces surcando la amplitud de los terrenos parameros obligaba a acampar en estos, aunque ya bajando, contando con mayor presencia de población, con casas y caminos veredales, aquella territorialidad de sabana marcada por una red de posadas ganaderas se replicaba aquí, en torno a corrales para descanso de ganado, contaderos y guaraperías para los arrieros, “en ese tiempo, pasaban el ganado a pata. Y en ese tiempo había unos paraderos de ganado aquí llegando a donde llamamos El Crucero, habían unas corralejas apropósitamente pa' parar el ganado que venía por ese lado a pata. Ahí dormía la gente, guardiando su ganado de noche, y a ver qué hora les llegaba la razón de seguir adelante”310. Por eso, así entraran al valle por el Norte (Mongua) o por el Oriente (Laguna de Tota), existían un sinnúmeros de variantes en el camino, determinadas por contaderos, comederos y sitios de descanso,

bajamos por Mongua, allí por la vereda de Tunjuelo, Sasa y Las Playas que quedan allá pal otro lado. [...] Pero eso se iban por otros caminos, aquí ya en toa esta zona, a veces se metían por Tasco, allá subiendo [...] pero todos eran caminos bien jodidos, complicados; Y en los caminos, habían ranchitos, ya acomodaos, donde meter el ganado, poder descansar, comer y tomar puay un guarapo!311.

309 Geografía Física y Política de la Confederación Granadina. TI. Agustín Codazzi. p. 97 - 100. 310 Entrevista a José Domingo. Vereda Mombita Alto, Municipio de Firavitoba. 2 de Marzo de 2016. 311 Entrevista a José. Campesino del Municipio de Monguí. Guardapáramos en el Páramo de Ocetá. 10 - 13 Marzo de 2016.

212 Resultaba importante avisar del paso de ganado en los diferentes caminos, pues las características del ganado llanero eran bien reconocidas por las personas de la región andina, quienes en general les temían por su fiereza. Así, algunos arrieros se adelantaban preavisando su paso, sin contar con que previamente a su partida, las familias y colaboradores de los arrieros habían establecido aproximadamente una fecha de regreso y arribo; aunque siempre “existía el temor de encontrarse un toro suelto por el camino, una res brava. Había animales que se quedaban en el camino y se mandaban”312. En múltiples testimonios se enfatizaba en sus cuernos, refiriéndolos como muy grandes respecto de su cuerpo, lo que hacía temerles, más teniendo en cuenta la dura y larga travesía que menguaba la masa de los animales,

el viajero hace bien en anticipar demoras a causa de tales manadas de ganado en camino, las que es mejor evadir, ya que los animales, antes acostumbrados a una vida en plena libertad, suelen mostrarse de mal genio en su marcha actual. Por lo tanto es aconsejable esperar hasta cuando las manadas sean paradas en los llamados contaderos, para ser reunidas y contadas, dejando la vía libre mientras tanto313.

El proceso urbano y la desterritorialización de las usanzas ganaderas: Reconfiguración espacial Local.

La activa dinámica ganadera llanera en Sogamoso con el pasar de las décadas llevó a una problemática relación espacial respecto del proyecto industrial y el desenvolvimiento del proceso urbano en la ciudad. Poco a poco, la imagen de una urbe “civilizada y moderna” riñó con las usanzas y la territorialidad ganadera, llevando a un proceso de desterritorialización de ésta, gracias a la acción de políticas públicas de reordenamiento espacial. Al respecto, la administración local estableció un “tributo de pisaje”314, aduciendo que el tránsito de los animales deterioraba las calles del pueblo y

312 Entrevista a José. Campesino del Municipio de Monguí. Guardapáramos en el Páramo de Ocetá. 10 - 13 Marzo de 2016. 313 HETTNER AlfTed. http://www.banrepcultural.org/blaavirtual/historia/viaand/viaand36.htm 314 Por su parte, la división de rentas de la comisaría del Casanare estableció un tributo de pasturaje, viéndose en la necesidad de comunicar tal decisión a las autoridades de Sogamoso, ya que muchos dueños de sus Hatos y fundos del Casanare residían en Sogamoso. Los dueños de los hatos debían declarar sus ganados y de acuerdo al número de estos consignar un peso por cada cabeza denunciada,

213 los caminos aledaños315, lo que a su vez conllevó a trazar nuevos caminos que no afectaran el casco urbano de Sogamoso y de arterias importantes como la carretera central hacia Duitama316. Así mismo, las funciones del coso municipal por razones de ornato e imagen de una ciudad que pretendía ser “culta” y no “atrasada”, fueron definidas, teniendo que prevenir que los animales deambularan por plazas y calles de la ciudad, situación que la hacía ver como una "aldea atrasada e inculta"317. Con estas medidas, se fue refuncionalizando el espacio local en función de un proyecto urbano que veía en las relaciones espaciales ganaderas de vieja data un ejemplo de desorden. Así, reconociendo que Sogamoso no dejaba de ser una plaza de compra-venta de semovientes, y procurando mejorar el recaudo tributario a través del pisaje, se configuró una zona de comercio de ganado en la plazoleta de la carrera 11 con calle

en esto consistía el derecho de pasturaje. Este recaudo se distribuyó en un 40% para la compra de molinos de viento en territorios de población ganadera, en otro 40% para la creación de una policía rural que combatiría a el abigeato, garantizando protección a los dueños de hatos del llamado cuatrerismo; y finalmente un 20% restante para la construcción de hospitales en las poblaciones de la comisaría. Carta del Recaudador de Rentas de la Comisaria del Casanare al Alcalde de Sogamoso, y decreto No. 28 de 1950 de septiembre 9, Ministerio de Gobierno. En: ACMS -Archivo Histórico, Fondo Decretos Municipales. 315 "... que las mayores transacciones de ganado que se efectúan en el municipio, son constituidas por compra-venta de ganados llaneros procedentes de la comisaría de Casanare, que el tránsito o movilización de dicho ganado llanero deteriora las calles y caminos del municipio, sin compensación alguna [...] DECRETA: Art 1. a toda cabeza de ganado vacuno llanero, procedente de la comisaría de Casanare, se cobrará por impuesto de pisaje la cantidad de 50 centavos. Art. 2. toda persona que traiga ganado llanero al municipio, que don la obligación de presentarse el mismo día en la alcaldía presentando las respectivas guías de tránsito, y haciendo una declaración del ganado que trae. Art. 3. El producto de este impuesto, se destinan su totalidad al arreglo de caminos públicos y de plaza de mercado. Alcalde militar capitán Camilo Correa R. decreto número 38, octubre 30 de 1950. Por el cual se reglamenta una renta municipal: Renta de Pisaje. En: ACMS - Archivo Histórico, Fondo Decretos Municipales. 316 Se estipuló la ruta para la salida del ganado proveniente del Llano hacia Duitama "el camino de herradura antiguo, que pasando por la estación del Ferrocarril del Nordeste va al puente de Chameza y sigue hacia Santa Rosa de Viterbo, con puente sobre el río Sogamoso a desembocar en el ramal de la carretera central" debido a que se congestionaba la vía central y se deterioraba ante el intenso tráfico, especialmente en horas de alto calor ya que el asfalto se reblandece. Alcalde: Mayor Alfonso Ochoa Combariza. Decreto # 12 de Marzo 4 de 1954, Vía de Salida para Ganados Llaneros. En: ACMS - Archivo Histórico, Fondo Decretos Municipales. 317 "todo animal que se encuentre en soltura dentro del radio urbano" será tomado por la policía y llevado a un lugar destinado para ello, con un costo de devolución para el propietario de 1 peso por semoviente (bovino, asnal y caballar) y 50 centavos por los demás; siendo el dienro consignado en el comando de la policía No. 4”. Mayor Alfonso Ochoa Combariza, Alcalde. Decreto # 19 de Abril 27 de 1956, Ornato y Aseo de La ciudad. En: ACMS - Archivo Histórico. Fondo Decretos Municipales.

214 11, en la salida hacia el m unicipio de Pesca, conm inando a que las transacciones sólo se dieran en la plaza de ferias destinada para este evento318.

A la par de esta refuncionalización del espacio urbano que llevó a desterritorializar las usanzas y prácticas establecidas a través de décadas continúas de activo comercio ganadero con el Casanare, cabe señalar que el m otor económ ico de la ganadería venía sufriendo mengua desde 1950, al punto que en 1952 colapsó totalmente, perjudicando directamente a cientos de Sogamoseños que eran dueños de aproximadamente 650 hatos tanto en Casanare como en Arauca, "el descenso económico de Sogamoso en 1952 fue, pues, vertical"319. La violencia política y la progresiva apertura de los llanos a nuevos frentes y form as de com unicación m inaron la relación ganadera que por décadas a través de ruinosos caminos se había consolidado, articulando los valles alto-andinos y las sabanas de la altillanura.

La llegada del tren a Sogamoso y la misma conexión por carretera a través de la

Carretera Central del Norte en la prim era m itad del siglo XX320 habían establecido al

Valle de Sogamoso como un punto de frontera respecto de los territorios hacia el oriente, en función de la precaria infraestructura; por lo que los cam bios en las form as de transporte y comunicación, en aquel entonces no m inaron aquellas prácticas y form as de ganadeo desde los llanos, aun cuando las conexiones fueron cam biando al em barcar el ganado arriado en camiones y hasta en tren desde Sogamoso hacia el centro del país. Sin embargo, hacia los años 50 "el fuerte económico de Sogamoso com enzaba a sufrir, por entonces, un serio descalabro debido a la apertura de nuevas carreteras hacia los llanos Orientales y el establecim iento de la aviación com ercial. Lo cual im plicaba competencia de otras plazas y vacancia de praderas para «ceba», debido al transporte de ganado en vehículos de automotor321. Aún, con la norm alización política a partir de 1953, la “norm alización económ ica” con los llanos orientales plasm ó nuevas condiciones territoriales surgidas a partir de nuevas form as

318 Alberto Duran Medina, Alcalde. Decreto # 3 de Enero 31 de 1957, Venta de Semovientes en el área urbana. En: ACMS - Archivo Histórico. Fondo Decretos Municipales. 319 Sogamoso en 1953, Nota Editorial. Acción Cívica. Sociedad de Mejoras Públicas. Sogamoso, Enero 4 de 1953. No. 193. p. 3. En: ACMS - Hemeroteca, Semanario Acción Cívica. 320 Op. cit. FALS BORDA Orlando. El hombre y la tierra en Boyacá. p. 179. 321 Op. Cit. CAMARGO PEREZ Gabriel. Del Barro al Acero (En la Roma de los Chibchas). p. 438.

215 de comunicación, tales como las conexiones aéreas de Sogamoso y su aeropuerto con el llano y sus hatos322, conexión que cubría no sólo transporte de pasajeros sino también el de carga323, lo que terminó por enterrar aquella territorialidad del ganadeo durante la primera mitad del siglo XX.

El Estado como actor en la dinámica de Desterritorialización del Valle de Sogamoso.

El estado como actor moldeó el proceso de desterritorialización de las formas como la vida en el Valle de Sogamoso había configurado una territorialidad, tanto a partir de las políticas agrarias y macroeconómicas que afectaron el cultivo del trigo, como en la transformación de la dinámica del comercio ganadero en la región al precipitar un proyecto de modernización. Por ende, en este apartado se examinará sucintamente algunos aspectos de estas dos dinámicas desterritorializadoras:

- Desterritorialización Cerealera y desarticulación territorial.

Desde los años 30 la política agraria en el país había descrito unas fases ambiguas de articulación al mercado mundial y a la vez de regulación estatal, no obstante con el pasar de las décadas la articulación con los mercados mundiales y la ejecución de macropolíticas en el marco de un estado modernizador, conllevó a una progresiva desregulación.

322 La historia del aeropuerto de Sogamoso se remonta al 1945, cuando unos ciudadanos notables (entre ellos Omar Díaz y José Ramón Leiva) plantearon conectar Sogamoso y Casanare por aire. Se eligió el sitio Lomitas, antigua Finca Pinzón a 6 km de Sogamoso (Escr. Del 13 de Mayo de 1946, not. 4 de Bog. No. 2289) con extensión de 51 fanegadas y 2743 mts2. La inauguración se dio el 8 de Diciembre de 1946. A la fecha el aerodromo estaba cerrado comercialmente por motivos de orden público. Solución Inaplazable. Acción Cívica. Sociedad de Mejoras Públicas. Sogamoso, Febrero 8 de 1953. No. 198. En: ACMS - Hemeroteca: Semanario Acción Cívica. 323 Con Pleno Éxito SAM y SAMER inician Vuelos. Semanario Acción Cívica. Sociedad de Mejoras Públicas. Sogamoso, Diciembre 13 de 1953. No. 236. En: ACMS - Hemeroteca: Semanario Acción Cívica.

216 Aunque hacia los años 30 ya se dimensionaban las importaciones que el país hacía de algunos alimentos como el trigo, las fríjoles y hasta la papa324, fueron los efectos de la II guerra mundial los que llevaron a mermar considerablemente las importaciones por las dificultades en el comercio mundial325. De tal manera, la política pública se concentró en estimular la producción interna acorde a la retórica del desarrollo por medio de iniciativas y perspectivas de modernización en la producción. En este sentido, es ampliamente recordado por los campesinos de la región del Valle de Sogamoso el Instituto de Mercadeo Agropecuario IDEMA326, iniciativa pública que cristalizó hacia los años 40 la estratégica relación entre gobierno, agricultura y desarrollo. En términos generales sus políticas tendieron a establecer un control del mercado gracias a barreras impuestas a las importaciones agrícolas. Sin embargo, factores como la alta virulencia de la roya (hongo) que afectaba el trigo, y que posicionaba a Colombia como uno de los países con mayor afectación de ésta, junto con la puesta en marcha de políticas de desarrollo de corte modernizador, marcaron progresivamente un viraje en la política regulatoria pública. En un principio, las cifras positivas en la producción triguera desde finales de la primera mitad del siglo XX, llevaron a que el estado asumiera una inversión en investigación y mejoramiento de la producción. Precisamente las primeras variedades de semillas mejoradas fueron repartidas entre agricultores desde 1927, aunque fue posteriormente que variedades como la Menkemen 52, Bonza 55, Nariño 59 y la Sugamuxi, referidas por antiguos trigueros entrevistados, fueron entregadas asegurando una mayor resistencia a la roya. Si se observa la siguiente gráfica que muestra la inversión en investigación, justamente ésta describió una inversión positiva desde mediados de siglo hasta la mitad de la década de los años 60.

324 La contraloría reportaba que "el valor de las importaciones de productos de la tierra era igual, en cuatro años, al monto del presupuesto anual de rentas y gastos de la nación". PÉCAUT Daniel. Orden y Violencia. Evolución Socio-política de Colombia entre 1930 y 1953. Norma, Bogotá. 2001. p. 336. 325 El gobierno de Eduardo Santos (1938-1942) optó por un plan financiero y económico enfocado al desarrollo agrícola. Puntualmente, La fue provista de un nuevo programa de crédito a mediano plazo para ganaderos y cultivadores. De esta manera, la inversión pública en el agro pasó de un 8.9% en 1937, a un 38.3% en 1942. Ibíd. 326 Fue un instituto recordado por los agricultores gratamente. Controlaba las importaciones de alimentos y regulaba el mercado agropecuario manteniendo precios para evitar impactos inflacionarios; por lo que la progresiva apertura de importaciones lo fueron relegando cada vez más.

217 Gráfico 12. Costos de Investigación en Trigo del Instituto Colombiano Agropecuario ICA, 1950 - 1975.

Sin embargo, buena parte de dicha producción triguera se había sostenido gracias a remanentes de aquellos procesos territoriales locales donde las políticas públicas entraron a moldear su dinámica reconfigurándolos327. Tal, fue en sí una apropiación, cuya dominación no implicó una destrucción de las formas de conocimiento aplicado a la producción, sino una serie de condicionamientos que moldearon sus formas. Con la plena entrada del proyecto modernizador y la articulación a mercados mundiales, la potencialidad de la producción triguera interna se desestimó, pasando a ser una producción “primitiva” al no estar mecanizada, y “antieconómica” al no demostrar rendimientos a partir de un costo-beneficio que respondiera a la dinámica de los grandes mercados de grano mundial. Por esto, con toda razón la producción campesina cuya afectación por roya alcanzaba entre el 30% y el 50% de las variedades de trigo tradicionalmente utilizado en el altiplano Cundiboyacense y el

327 Por ejemplo, el llamado regido por el decreto 206 de febrero 4 de 1949 enumeró 60 materias primas nacionales que los fabricantes debían utilizar por completo antes de que la oficina de control de cambios les permitiese hacer importaciones de ellas. De esta manera, fueron clasificados los artículos por grupos, según donde el grupo III designaba la menor urgencia con un impuesto de importación del 26%, incluyendo productos como el arroz, la cebada, los frijoles, la harina de trigo, galletas entre otros. Op cit. CURRIE Lauchlin. p. 127.

218 macizo nariñense, no correspondía a las expectativas de un mercado mundial328. En este sentido la misión del BIRF recomendaba al gobierno, en pos de su modernización, mirar hacia la importación antes que seguir cargando el peso de una producción doméstica más costosa y aparatosa329. Estos efectos, propios de una retórica de lo macro (nivel político y económico), sacrificaron el papel de los diferentes sistemas productivos como generadores de unas formas de vivir en la localidad. Con los últimos años de la década del 50 hasta mediados de los años 70, la producción triguera menguó en su dinámica productiva, decreciendo pronunciadamente a un ritmo anual de 2,8% anual330. Al respecto, la siguiente gráfica evidencia tal situación, permitiendo establecer una relación inversamente proporcional entre la producción triguera del centro del país (Boyacá-Cundinamarca) y la producción del macizo andino del sur (Nariño).

Fuente: Gráfico elaborado por el autor con base en datos recabados del Anexo 24.

Conforme la producción triguera ubicada en los valles interandinos de la meseta Cundiboyacense disminuyó hacia la década de los años 60, la producción al sur del

328 Op cit. VALDERRAMA Mario. p. 3. 329 Justamente la misión del BIRF destacó dentro del ramo Agropecuario tal aspecto, argumentando que el país podría beneficiarse del propio mercado mundial al poder adquirir productos agrícolas extranjeros más baratos que los que podía producir. 330 Op cit. VALDERRAMA Mario. p. 3.

219 país (Nariño) creció, mostrando que la crisis triguera se localizó en las regiones que durante la primera etapa de políticas proteccionistas agrarias habían logrado una articulación más fuerte en función de su cercanía geográfica con el gran mercado del centro del país. Éste, que dadas sus crecientes tasas de población y de urbanización, se hubiera podido erigir como el jalonador de la producción triguera local, durante la segunda etapa de políticas agrarias de desregulación, se acopló a las importaciones y a una serie de políticas macroeconómicas que viabilizaron la puesta en marcha de programas para la producción de harinas compuestas de trigo, soya y arroz, Así, la producción triguera fue cayendo vertiginosamente en un rango corto de tiempo, producto de la crisis de los precios que hacía que no fuera rentable su cultivo por parte de miles de campesinos en el altiplano Cundiboyacense, tal y como se colige de la siguiente gráfica, pues "se sembró en 1974 sólo el 31% de lo sembrado en 1950"331.

Gráfico 14. Índices de Superficie Sembrada, Producción e Importaciones de Trigo 1950 - 1975.

Fuente: Gráfico elaborado por el autor con base en datos recabados del Anexo 25.

Precisamente el punto de inflexión entre la disminución del área sembrada, la producción nacional y el aumento de las importaciones de trigo tuvo lugar en la

331 Ibíd. p. 3.

220 década de 1950, tal como lo muestra la anterior gráfica. Ya para los años 60 las importaciones crecieron ostensiblemente, por lo que el cultivo del trigo, sembrado bajo formas de conocimiento locales que no podían competir con la dinámica del mercado332, cedió progresivamente dando paso a otros cultivos más articulados al mercado interno y de exportación, tales como las flores en la sabana de Bogotá; y particularmente en el Valle de Sogamoso, los pastos, dejando en renglones posteriores las hortalizas y la papa. Esto, sin que ninguno de estos haya implicado en el valle una explotación intensiva y articulada a mercados externos, pues aún la crisis triguera en sí fue una crisis agraria, pues la papa, la cebada y el trigo en conjunto disminuyeron de 310,000 hectáreas sembradas en 1954 a 207,500 hectáreas en 1974; y en cambio casi 100 mil hectáreas engrosaron las proporciones de rubros como los pastos, maíz, hortalizas y flores333. Precisamente recuerda José Domingo cómo de sembrar trigo, cebada y maíz, con los años “todo puaquí se jue volviendo potrero [...] ya no hay siembras en ninguna parte. Todo potreros, y uno preguntarse, y potrero pa qué? Como ya la juventud de hoy no piensan en la agricultura ni nada!"334. Por esto, sólo aquella producción que se acoplaba a unos criterios de productividad de costo-beneficio logró perdurar, referenciada por aquellos campesinos trigueros como la de los “ricos” o “ricachones”, que contaron con lo suficiente para seguir sembrando trigo, “un solo rico puaquí siguió sembrando, y lo cosechaba ya con máquina y todo. Es que eso llegó mucho trigo de Canadá [...] Dizque ese trigo era buenísimo”335. De la misma forma y aún con más detalle lo señaló José, otrora productor de triguero,

el negocio del trigo lo acabó el viejo ese, López Michelsen [Presidente Alfonso López Michelsen 1974-1978] [...] Ese acabó con eso porque hizo un convenio con los canadienses pa' que nos mandaran trigo desde Canadá, que porque en Canadá se daba el trigo así altisísimo [...] y la espiga es grandota. Es que eso dijeron los oligarcas, qué vamos a comer trigo nacional! que son unas trices de espigas! Toca

332 La misión del BIRF reportó que era un cultivo cuyos costos de producción eran elevados en el país, respecto de los mercados internacionales. "el trigo produce el equivalente a unos US$7.50 por bushel mientras que el precio en el Canadá o los Estados Unidos no es mayor de 2 dólares". Op cit. CURRIE Lauchlin. p. 127. 333 Quizás los pastos fueron los que más absorbieron superficie, pues estos de 395,000 hectáreas en 1960, en apenas una década alcanzaron las 459.000 hectáreas. Op cit. VALDERRAMA Mario. p. 2. 334 Entrevista a José Domingo. Vereda Mombita Alto, Municipio de Firavitoba. 2 de Marzo de 2016. 335 Entrevista a Miguel, Vecino vereda Pijaos. Cucaita (Boyacá). 4 - 6 Febrero de 2016. Vereda Pijaos.

221 es de ese que crece alto, como los canadienses son altos!... Así fue que se ese viejo tal por cual acabó con el trigo en Colombia336.

Así, la alta e inflada espiga canadiense dejaba en el olvido variedades que se habían logrado desarrollar no mucho tiempo atrás y que el campesino aún recuerda como el que sembró a lo largo de su vida,

...el trigo mejorado se llamaba Bochica, que habían 3 o 4 clases, esos bochicas eran muy buenos pa producir harina, buenas arepas y ricos cuchucos! [risas] Pero antes de eso existía el trigo colorado tradicional, el trigo blanco pa cuchuco, el Sugamuxi, y el trigo de harina [...] Con el centeno hasta techábamos las casas, porque el tamo que sobraba de la siega, por su altura, servía pa eso337.

- Las bebidas fermentadas: Progreso y Desterritorialización Rural.

A la par de la producción triguera que se abordó anteriormente tanto desde una dinámica de territorialidad campesina como desde una desterritorialidad, múltiples testimonios recabados en campo permitieron establecer el papel secundario de la producción de cebada en la región del valle de Sogamoso a partir de un abordaje geohistórico de transformación territorial. Históricamente en el valle de Sogamoso la importancia de la cebada estuvo supeditada a dos dinámicas específicas: una producción local que data desde tiempos coloniales, y una posterior dinamización de la producción a partir de la expansión regional de la industria cervecera nacional en torno a Bavaria en el siglo XX. En cuanto a la tradicional producción local, el empleo de la cebada históricamente describió un sistema de aprovechamiento basado en su rol como un alimento central en la dieta básica local, además de encarnar toda una serie de prácticas y conocimientos aplicados al orden productivo local en el marco de una ontología propia. De ello se desprendían calificativos varios, desde el que señalaba la cebada como una “briega” (trabajo), “la cebada tiene mucha raspa, más que el trigo, entonces ya es otra cosa en

336 Entrevista a José. Campesino del Municipio de Monguí. Guardapáramos en el Páramo de Ocetá. 10 - 13 Marzo de 2016. 337 Ibíd.

222 la trilla, y en la preparación [...] por la raspa [...] nos iba mejor el trigo porque daba más platica y menos trabajo; porque la cebada esa sí por la raspa, eso sí era más trabajoso”338; hasta las ponderaciones que la concebían como un generoso alimento en función de sus preparaciones tradicionales (tales como las sopas de 7 granos y los llamados cuchucos) marcadas por unos procesos puntuales tales como “tostar los granos, y moler en una piedra"339. Sin embargo, el advenimiento de la industria cervecera en el país desde el último tercio del siglo XIX introdujo un nuevo actor en las relaciones productivas cebaderas en el Valle de Sogamoso. Concretamente la empresa cervecera de origen alemán Bavaria, confiscada por el gobierno colombiano durante la segunda guerra mundial, recibió una capitalización durante la posguerra por parte de inversionistas colombianos, comenzando una estrategia de expansión por el país que propendió por el acceso a mercados regionales aprovechando la producción local de cebada, tal como la que se generaba en la región de los valles de Tundama y Sugamuxi. De esta manera, la expansión de Bavaria implicó la creación de la subsidiaria Malterías de Colombia (1946), encargada no sólo del funcionamiento de las malterías existentes en Bogotá, Pamplona (Norte de Santander), Popayán (Cauca) y Manizales (Caldas), sino de la construcción de dos nuevas malterías: una en Santa Rosa de Viterbo (Boyacá), en la confluencia de la zona Duitama-Sogamoso, y otra al sur del país, en Ipiales (Nariño), la otra región cerealera a nivel nacional340. Producto de esta influencia, a nivel local el mercado de cebada parece haberse sostenido por un tiempo, según referencias que el campesinado de la región recuerda de la llamada (Ver: Imagen 33) “.e s o se iban camionaos pa' llá. Recuerdo que se llamaba en ese tiempo malterías. Y esos venían y la recogían. Pero cuando cerró, ya nadie cultivó la cebada, porque eso la empezaron a traer de otros

338 Entrevista a María y Nelly. Vereda Venecia, inmediaciones de la Antigua Hacienda Venecia. 16 de Marzo de 2016. 339 lbíd. 340 PLANO DAÑAIS Ricardo. La Industria Cervecera en Colombia. Credencial Historia. Bibliotcea Virtual Luis Ángel Arango. En: http://www.banrepcultural.org/blaavirtual/revistas/ credencial/ agosto2011/ cerveza-industria Consultado el: 3 de Octubre de 2016.

223 lados"341, señalando un proceso de desarticulación territorial local m uy sim ilar al del trigo ante la inm ersión en el m ercado internacional.

Imagen 33. Avisos de venta de semillas y compra de Cebada, Bavaria.

Fuente: Izq.: Revista Vida Rural, Septiembre de 1939. Der.: Revista Vida Rural, Agosto de 1939. Biblioteca Nacional de Colombia, Hemeroteca: Revista Vida Rural.

Sin embargo, la desterritorialización demarcada por la influencia de nuevas condiciones externas a la dinámica territorial local no sólo provino de un plano macroeconómico ajustado según las formas como el país participaba del mercado m undial de cereales, sino que provino de una visión de fundam entada en un ideal de m odernidad al cual una sociedad como la colom biana debía aspirar: el m ejoram iento de las costum bres m orales y físicas de un pueblo que debía dar el paso a l a m o d e r n i d a d i n d u s t r i a l 342.

341 Entrevista a Teresa, Vecina del municipio de Pesca. 14 de Marzo de 2016. 342 Santiago Castro-Gómez presenta una síntesis de dos visiones que permearon las élites intelectuales en el primer tercio del siglo XX en torno al gobierno de la población: Por un lado una nación de seres con una raza ingobernable en función de su decadencia biológica; y por otro un pueblo decadente gobernable a partir de mecanismos eugenésicos y medidas biopolíticas por parte del estado. Ver: CASTRO-GÓMEZ Santiago. Disciplinar o Poblar? La Intelectualidad colombiana frente a la biopolítica (1904-1934). En: Revista Nómadas, NO. 26. ABRIL 2007. UNIVERSIDAD CENTRAL - COLOMBIA. pp. 44 - 55. http://www.redalyc.org/pdf/1051/105115241006.pdf Consultado el: 19 de diciembre de 2016.

224 Aquellos aspectos derivados de una servidumbre de la agricultura que una sociedad rural como la del Valle de Sogamoso pretendía superar con la utopía industrial fueron poco a poco presentados como obstáculos para tal fin, por lo que la implementación de directrices biopolíticas encauzó una lucha muy particular y de especial recordación entre la población: la prohibición de las tan arraigadas bebidas fermentadas. Productos como el maíz, la cebada343, el trigo y hasta la zanahoria y los cubios constituían el recurso esencial para la elaboración de diversas bebidas fermentadas de amplio arraigo en la población campesina tanto para sus faenas de labranza, como en sus facetas de recreación y socialización. yo tengo acá guarapo, es para mí, es que eso si me quita la sed. Por la tarde se echa el agua, yo cuando tengo que salir a trabajar, por la tarde le saco una panela ahí a la vasija donde están los resentos [cunchos]. Enseguida, al otro día, saco agua y la caliento y derrito la otra panela, y la echo que hierva. Y según los resentos que haigan, hay veces a las dos horas el guarapo ya ta bueno. Uno puede trabajar, desde que uno tenga bebida, así aguante uno hambre, pero desde que tenga guarapo344.

Sin embargo, su consumo generalizado y abuso se constituyeron en un factor de pobreza y degradación social en el marco de las expectativas de un proyecto moderno de nación afianzado desde 1930 que propendió por una producción de “sujetos modernos”345 que debían dejar de lado aquellos rasgos atávicos pre-modernos condensados en unas particulares formas de ver y vivir el mundo. Por ende, frente a las bebidas fermentadas, la industria cervecera como ícono europeo trazó el camino hacia el progreso social. Desde el último tercio del siglo XIX la cerveza y su primigenia industria embotelladora, irrumpió con un discurso publicitario de corte higienista, donde “por primera vez los colombianos tenían acceso a una bebida higiénica, mucho más segura que la bebida indígena fermentada, la chicha, preparada en condiciones

343 Por ejemplo, la cebada tostada era apreciada, “se molía, se cernía en el cedazo, y se dejaba todo eso y se echaba con panela, se dejaba fermentar [...] no siempre se hacía con miel, porque tenían que traer la miel hasta Miraflores o Zetaquira [...] Recuerdo que mis abuelos tenían un costal, que le decían zurrón, era una bolsa como de cuero de vaca, y ahí traían la miel [...] pero si no había miel, mientras tanto se hacía con panela". Entrevista Grupal a tres vecinas de la vereda Venecia, inmediaciones de la Antigua Hacienda Venecia. 16 de Marzo de 2016. 344 Entrevista a Marcos, recorrido vereda Pedregal Alto. 5 de Diciembre de 2015. 345 Op cit. CASTRO-GOMEZ Santiago. p. 54.

225 altam ente insalubres”346, al punto que el propio m inistro de relaciones exteriores y posterior presidente, M arco Fidel Suárez, certificaba en prensa que su ingesta le había m ejorado de la dispepsia; aunque paradójicam ente más del 80% de la población en sólo Bogotá no sabían leer tal respaldo publicitario, y aún una m ayor proporción de población no tenía capacidad para com prar el periódico y m ucho m enos para adquirir la costosa cerveza.

Las demonizadas bebidas fermentadas eran elaboradas artesanalmente en el entorno doméstico, haciendo uso de toneles de m adera nativa y chorotes de barro. La chicha, hecha de maíz, se hacía de una “sopa de dulce” producto de m oler maíz en piedra que se dejaba “agriando” y posteriorm ente “ferm entando”. Prim ero se ponía a

“agriar” la m ezcla de m aíz m olido mojado, y posteriorm ente se pasaba a “ferm entar”, agregando a la m asa m iel de caña o panela negra, lo que perm itía darle tanto el sabor dulce como el “cuerpo” a la bebida (Ver: Im agen 34). A esta, m uchas veces se agregaba algunos ingredientes como hojas de arrayán, zanahoria u otros alimentos, cuya función adem ás de aportar al gusto de la bebida, rem itía a cierta “devoción” en alusión a efectos tanto benéficos como nocivos que pudiesen m anifestarse en el consum idor.

Por esto, las bebidas ferm entadas eran logradas según un propósito, dependiendo de los casos en que las bebidas fueran fuertes y perjudiciales, ya fuera “pa' una jartera”, o suaves y benignas “apenitas pa' la sed”; donde criterios como la textura (grumosa, espesa), el color y otras propiedades identificables de aquella m asa en preparación señalaban el propósito;

a según como quiera sumercé, yo lo dejo porái un mes o dos. Dura unos días en agrio, no más que no quiero te fuerte! Esa masa se va mojando en una caneca [...] la harina se echa ahí, luego se le echa agua y se le agrega panela o miel. Ahí va cogiendo ya fermento. De ahí en veinte días toca cocinar [,..]se le pone el dulce, y ella hierve, bien cocinada con harta leña, en un fogón347.

346 Op cit HENDERSON James D. p. 23. 347 Entrevista a Maria Helena, vereda Pedregal. Sogamoso. 1 de Diciembre de 2015.

226 Imagen 34. Colando Chicha.

Fuente: Archivo Personal. Vereda Pedregal. Sogamoso. Noviembre 2015.

A pesar que la m ism a población consum idora siem pre identificó diferentes criterios que catalogaban como benéficas o dañosas a las bebidas ferm entadas en cuanto a sus efectos tanto físicos como m orales, la puesta en m archa de m ecanism os biopolíticos por parte de un estado modernizador conllevó a obviar y condenar aquellas estructuras ontológicas heterogéneas que prefiguraban las distintas percepciones construidas localm ente sobre los alim entos y el bienestar; “cuando la prohibieron, fue bueno [...] es que había una que ya era pasta, bien fuerte! Ya no era la chicha tradicional, sólo em borrachaba la gente [...] tenía hasta solventes químicos, eso producía trastornos [...]en una chichería clandestina en Mochacá, hasta al chichero le decían el m arrano! Im agínese!" 348; teniendo una especial figuración sobre los lugares.

La condena, desaprobación y persecución a los ferm entos conllevó a asociar prácticas y usanzas cam pesinas del ethos rural con aquella discursiva m odernizante de un bio-

348 Entrevista a Luis Castillo, nieto de un comerciante de ganado. Sogamoso, 7 de Febrero de 2016.

227 progreso, coadyuvando a cimentar la clásica separación ontológica rural-urbana a partir de la modernización social. Justamente entornos como los de Mochacá349 donde se producía chicha clandestina después de la prohibición gubernamental350, facilitaron construir una percepción social negativa reflejada en la valoración de los mismos fermentos, “es que lo que preparaban pal' plano [en la cabecera] es una chicha que había que tomarla despasitico, por sorbitos y párele. Esa chicha era delicada!”351. A este lugar confluían campesinos de ruana, sombrero y alpargatas cada día de mercado, con sus animales, bultos y zurrones frecuentando tiendas donde preparaban fermentos. De esta manera las conocidas chicherías, los establecimientos donde se elaboraba y expendía esta bebida, pasaron a ser el centro del combate al atavismo anti-moderno en la región. Las élites locales respaldas en la Sociedad de Mejoras Públicas, buscando con ahínco lograr posicionar una visión de ciudad a la población que años antes era un pueblo vetusto y campesino, propendieron por una cruzada para "quitarle el aspecto pueblerino y vulgar" propiciado por las chicherías. No era posible que "el influjo de sus miasmas [impidiera] la urbanización y mejoramiento [...] de la ciudad"352. En el mismo sentido, en una carta del presidente de la República, Mariano Ospina Pérez al gobernador de Boyacá, era explícita la felicitación por las acciones emprendidas contra las bebidas fermentadas (Ver: Imagen 35), dado que con esto se sellaba un lastre que minaba el “progreso” del departamento, pues su pueblo debía “figurar entre los núcleos humanos más avanzados y vigorosos del país [...] liquidando un vicio que venía retrasando notablemente su avance y empeñadas sus energías en obras tan decisivas para nuestra economía como la de Paz del Río [la siderúrgica] [...] todos los caminos del

349 “en Mochacá, esa gente es chichera. Pero yo no tomaba eso, no me gustaba, cerveza y guarapo si tomaba. Pero la cerveza muy poco porque eso era muy cara. Donde la finada Hortensia se tomaba cerveza era porque el señor tenía plata”. Entrevistas grupales: Mujer de 96 años, junto con sus dos hijas. Residentes de la ciudad de Sogamoso, pero oriundas de la Vereda Pedregal. 28, 29 y 30 Enero de 2016. 350 Con la ley 34 de 1948, compuesta por 11 artículos, se prohibió la fabricación y expendio de bebidas fermentadas. En: BEJARANO Jorge. La Derrota de un Vicio. Origen e Historia de la Chicha. Iqueima, Bogotá. 1950. p. 103 - 105. 351 Entrevista a Raúl, vecino de la Vereda Pedregal. 31 de Enero de 2016. 352 La chichería de "Las Cruces". Acción Cívica No. 54. Diciembre 19 de 1944. Sogamoso. En: Alberto Coy Montaña. Calendario Histórico de Sogamoso. Centro de Historia de Sogamoso. Archivo Central del Municipio de Sogamoso. Tomo IV. p. 220.

228 porvenir le quedan despejados para las conquistas de su ambición”353, lo que el investigador Santiago Castro-Gómez señaló como el camino trazado por un proyecto moderno del 354.

Imagen 35. Carteles de campaña contra las bebidas Fermentadas.

NO TOME BEBIDAS NO TOME BEBIDAS FERMENTADAS FERMENTADAS Fuente: Departamento de Educación Sanitaria. Ministerio de Higiene. En: Jorge Bejarano. La Derrota de un Vicio. Origen e Historia de la Chicha. Iqueima, Bogotá. 1950. p. 95 - 96.

Frecuentar la chichería era de personas bajas, su moral cuestionada y su apariencia era señalada como inculta, “¿Qué más pueden hacer, si no reunirse a perderse en el alcohol y protagonizar escándalos?”355 replicaban otras denuncias de ciudadanos muy preocupados por el orden social urbano. Aquel aparataje de control es ampliamente recordado por algunos informantes, cuya acción llegó a un despliegue policivo, un

353 Mensaje del Excelentísimo señor Presidente de la República, Doctor Mariano Ospina Pérez, al Coronel Carlos Bejarano, Gobernador del Departamento de Boyacá. Bogotá, 4 de Enero de 1949. En: BEJARANO Jorge. La Derrota de un Vicio. Origen e Historia de la Chicha. Iqueima, Bogotá. 1950. p. 11. 354 Ver: CASTRO-GÓMEZ Santiago. Disciplinar o Poblar? La Intelectualidad colombiana frente a la biopolítica (1904-1934). En: Revista Nómadas, NO. 26. ABRIL 2007. UNIVERSIDAD CENTRAL - COLOMBIA. pp. 44 - 55. http://www.redalyc.org/pdf/1051/105115241006.pdf Consultado el: 19 de diciembre de 2016. 355 La chichería de "Las Cruces". Acción Cívica No. 54. Diciembre 19 de 1944. Sogamoso. En: Alberto Coy Montaña. Calendario Histórico de Sogamoso. Centro de Historia de Sogamoso. Archivo Central del Municipio de Sogamoso. Tomo IV. p. 220.

229 cuerpo de autoridad que visitaba establecimientos bajo sospecha de expendio y elaboración bebidas ferm entadas,

el resguardo [cuerpo policivo] donde llegara a saber que habían esas guaraperías, subía y les rompía los barriles y les sacaba una multa. Recuerdo que una vez doña Hortensia bajó los baúles allá por entre el monte, y los metió en una mina, ahí dentro de un hueco, y allá iba la gente a tomar, escondidos, porque dijeron que el resguardo iba a ir y que el resguardo llegaba y les rompía los barriles y les volvía todo una nada y les sacaba una multa356.

La acción de control representó un mecanismo desterritorializador de aquellas relaciones construidas en torno a las sociabilidades locales que regulaban desde prácticas productivas (siem bras, cosechas, laboreo en general) hasta formas de comportamiento individual y colectivo donde los fermentos cumplían un rol particular. Por ejemplo, frecuentar y departir en una chichería, trascendía aquella discursiva biopolítica estatal, que reducía todas las connotaciones a esquemas morales, “¿Qué más pueden hacer, sino reunirse a perderse en el alcohol y protagonizar escándalos?”357; pues eran sociabilidades territorializadas en torno a espacios que cum plían un rol clave en las relaciones sociales del Valle de Sogam oso,

desde pequeño, que mi papá me mandaba al Mortiño a llevar el guarapo para trabajar; ahí conocí que existían muchas guaraperías! Cuando íbamos con los hermanos, habían señoras atentas, eso nos veían y nos decían, y ahí nos alcanzaba una mogolla grandota y una taza de guarapo, y yo feliz! Y se preocupaban por uno, decían. Es que hubo tiempos donde uno no podía salirse puai y menos de noche, eso habían puntos donde hubo más de un morraco! [muerto]358.

No se puede decir que eran espacios de armonía, y guardando cualquier dejo de idealización, lo que se trata es de destacar una heterogeneidad que trascendía la

356 Entrevista a Bárbara y sus dos hijas. Antigua campesina de la Vereda Pedregal - Municipio de Sogamoso. 28, 29 y 30 de Enero de 2016. 357 La chichería de "Las Cruces". Acción Cívica No. 54. Diciembre 19 de 1944. Sogamoso. En: Alberto Coy Montaña. Calendario Histórico de Sogamoso. Centro de Historia de Sogamoso. Archivo Central del Municipio de Sogamoso. Tomo IV. p. 220. 358 Entrevista grupal a Raúl y Pedro. Campesinos vereda Pedregal. 13 de Diciembre de 2015.

230 discursiva del bio-progreso; si bien se presentaban peleas, pululaban borrachos y se generaban altercados, tam bién se sellaban am istades, com padrazgos y negocios,

donde crecí era una guarapería [...] recuerdo que eso era bonito, eso dizque venían y los días sábados había tiple, y tomen guarapo y coman mogolla, y echen coplas! Uno echaba una copla y el otro le contestaba, pero no se dejaba. Y baile. Y todo sano! Porque mis padres no dejaban que pasaran problemas! [...] Yo medio me acuerdo, y eso habían bailes, y eso la gente cuando se emborrachaba eso dormían ahí, en esteras, no había problema359.

En este sentido, el rol social de estos espacios perm itía la construcción de unas sociabilidades claves en la vida rural del valle de Sogamoso, operando una trasformación dentro la territorialidad como proceso cambiante. Chicherías y guaraperías territorializaron un orden social rural particular, teniendo como base unas formas de conocimiento y de subjetividad locales construidas con base a una m anera concreta de vivir el Valle de Sogamoso cuando se sem braban cereales y se llenaban los caminos de ganado llanero. Y aunque en la actualidad no se da el comercio ganadero de la forma como se daba, ni existe cultivo de cereales, y las chicherías y guaraperías no son las de antes, la profusión de m edidas biopolíticas no destruyó de tajo aquellos mecanismos de interrelacionam iento social campesinos, plasmando una reterritorialización en torno a un espacio que emergió como un equivalente de aquellas chicherías y guaraperías: la conocida tienda “veredal”, que se exam inará a continuación.

Una sociedad rural reterritorializada ante la Modernidad: La Tienda Veredal ruptura en la continuidad territorial.

Las diferentes experiencias de vida recopiladas a través de registros etnográficos y entrevistas evidenciaron la im portancia de las famosas chicherías y guaraperías, ampliamente referidas por informantes que a través de su cotidianidad pasada, vivificaron m uchas experiencias de antaño relativas a sus form as de vida en el valle de

359 Entrevista a Josefina. Campesina Vereda Primera Chorrera. Sogamoso. 8 de Marzo de 2016.

231 Sogamoso. Como se vio anteriormente, medidas enmarcadas en un proyecto m odernizante de perfilaron una dinám ica de desterritorialización sobre aquellas usanzas y prácticas rurales que perm itió a la sociedad del valle de

Sogamoso reterritorializar muchos de aquellos antiguos m ecanism os que perm itían vivir en y el entorno. Al indagar sobre alguna chichería o guarapería, los distintos testimonios rem itían a un pasado rebasado por el avance de la modernidad, pues aunque todavía son numerosas las casas donde venden y elaboran fermentos, las referencias de la vida en las chicherías distaban mucho de lo que hoy podría encontrarse. Sin embargo, la experiencia en torno a la tienda veredal como un lugar clave en la actual territorialidad rural, perm ite evidenciar unas form as de vivir cuyas raíces podrían ilustrar la antigua dinám ica social afincada en el rol social de lugares como las chicherías y guaraperías.

La tienda veredal configura un espacio altam ente restrictivo y cerrado socialm ente, pues sus formas de control social a partir de m ecanism os consuetudinarios como el rum or se m antienen latentes aún, y son claves en la actual territorialidad rural. Un extraño en la vereda resulta siendo fácilmente sujeto de sospecha y de especial atención, siendo im portante la invitación, presentación y referencia que alguien de la vereda pueda proporcionar, “vengo de parte de... conozco a... busco a....”. Sin duda, aspectos como estos facilitan el desenvolvim iento en entram ados sociales como los veredales. Al igual que en tiem pos del guarapo y la chicha, las relaciones sociales construidas sobre las bebidas alcohólicas dem arcan cierta im portancia para la fluidez en las relaciones entre los individuos. Una invitación a “tom ar un agria, una agüita o una am arga” constituye una m uestra de atención que difícilm ente se puede rechazar, erigiéndose en un m ediador insigne para adentrarse en un trato personal más directo, siendo la entrada hacia una ritualidad social que tendrá como resultado una aprobación o desaprobación m arcada por rasgos interrelacionados tales como la capacidad de beber, la de com partir gastando y la em patía para departir.

Aunque la cantidad, la clase y las formas de consumo de bebidas desde la m itad del siglo XX han cam biado a la par del crecim iento de la industria cervecera, inherente a

232 esta aparente dinám ica de ruptura y desterritorialización, sobresale una dinám ica de continuidad o reterritorialización expresada en la pervivencia de determinados m ecanism os sociales que actualm ente cum plen un rol clave en la m ultiterritorialidad rural. M uchos de estos m ecanism os se territorializan en lugares estratégicos como la tienda veredal. Por ejem plo, a pesar que en los últim os años se ha intentado m asificar por parte de las em botelladoras una llam ada “cultura del frío” en la cerveza gracias a estudios de m ercadeo y de las propias características de la bebida360, en la tienda veredal se plasma una m icroespacialidad particular relacionada con formas que caracterizan el proceso geohistórico de construcción de territorialidad. De esta m anera, un bar en un centro com ercial dista m ucho de una tienda veredal m ás allá de su función comercial, ya que en zonas rurales de Boyacá, grandes consum idoras de cerveza, tradicionalm ente se ha preferido una ingesta , siendo algo difícil la penetración de estrategias publicitarias como la proliferación de congeladores y enfriadores, “dem e una tantico fría, -solicita un consum idor en la tienda de la Sra. A na­

, pero apenas medio, [...] m edio medio!, dém ela al clim a". Se aduce que el clim a por ser frío, m antiene a la cerveza fría, y por ende, los estantes y m ostradores en las tiendas tienen una funcionalidad especial: el m ostrador no exhibe una estética del producto, la publicidad no resulta central como com ponente del disfrute del alcohol, sino que sobresale el beber como un medio de agenciam iento social, todavía como elem ento organizador del territorio veredal. Estantes m etálicos en algunas tiendas, y viejos catres de madera en otras almacenan indistintamente numerosas botellas em polvadas que la tendera lim pia con un balletón antes de destapar y entregar cada pedido. Antiguam ente, la chicha y guarapo, alm acenado en barricas de barro y toneles de m adera dispuestos en salones contiguos a la galería de la chichería, eran servidos en totum as y repartidos por coperas y coperos que en bandejas acudían a los pedidos de quienes reunidos en una sala, departían. Aunque consum idores y expendedores se conocían, configurando un entorno social cerrado a la m anera de la tienda veredal,

360 Esta cultura del frío ha propendido por hacer que los consumidores disfruten una cerveza entre los 0° y 4°, aludiendo un mayor disfrute y un efecto que exalta características de la bebida tales como el color, aroma, sabor y cuerpo. Tal aparataje se ha construido argumentando que de esta manera el bebedor se refresca más, pudiendo ingerir mayor cantidad por su facilidad al pasar. La Cultura del Frío - Cervecería Bavaria. En: http://www.bavaria.co/la-cerveza/cultura-de-fr%C3%ADo Consultado el: 22 de Diciembre de 2016.

233 quizás la interacción entre comensal y expendedor describe algunas diferencias dentro de la profusión de mecanismos sociales de control de amplia raigambre histórica que encarna una intencionalidad equivalente entre chicherías y tiendas sobre el territorio rural, donde chism e y rum or, prestigio y honor resultan claves en la vivencia de estos territorios.

Al respecto, la queja de una tendera ante la deuda de unos clientes resultó toda una experiencia esclarecedora, “¡Es que ni por ser de los Peña [apellido hipotético], que se sabe que son gente de plata, dejan de robar!” - replicaba la tendera-, contando a los que departían allí, que una tarde el Sr. Peña había llegado a la tienda y pedido varias canastas de cerveza, "y hasta el día de hoy, no se ha aparecido el desgraciado!”361.

Ante esto, los comentarios entre quienes departían en la tienda surgen, pues hay quienes aportan más detalles del infractor y sus malas maneras, mientras otros señalan todo un prontuario familiar. De esta manera, todos quedan advertidos en torno al trato con el señalado, seguramente teniendo como consecuencia en el territorio veredal, la dem ostración de cierta hostilidad como señal de reprobación a partir de m iradas, rum ores y hasta altercados más directos. En la vereda, suele haber un número im portante de familiares radicados, que comprende buena parte de la familia extensa (sobre todo compadrazgos), por lo que mecanismos de denuncia a partir del rum or y el señalam iento como éstos, resultan efectivos; ya que un elem ento de pertenencia que define esta territorialidad, se refleja en expresiones como “Acá no viven ladrones, somos gente de bien”.

En resum en, aquellos m ecanism os sociales resaltados dentro del rol social de la tienda veredal, encarnan una continuidad sobre la cual se han reterritorializado unas relaciones espaciales que geohistóricam ente en el Valle de Sogamoso evidenciaron rupturas a partir de la irrupción del proyecto m oderno nacional. Con esto, resulta factible plantear que si bien la chichería y la guarapería como lugar construido socialm ente desapareció producto de la férrea ejecución de una biopolítica estatal, implícitamente algunos mecanismos sociales siguieron siendo vigentes como

361 Diario de Campo: 1er. Semana de Febrero.

234 fundamento de una territorialidad moderna ambiguamente configurada: sujetos m odernos a partir de criterios sociales tradicionales.

235 CONSIDERACIONES FINALES.

El “cóm o” y el “por qué” fundam entan las interjecciones sobre las que generalm ente se suele evidenciar los alcances de un estudio relativo al pasado, sin embargo lograr hacer explícita una prospección de las im plicaciones de un problem a de investigación, abre la posibilidad para plantear lo geohistórico como asunto del presente y del futuro. Justam ente el problem a de la m odernidad como territorialidad rem ite a una problem ática vigente que concierne a todos, por lo que las conclusiones de esta investigación, fueron concebidas tratando de asumir un carácter propositivo y reflexivo, intentando proyectar de una experiencia concreta - como la del Valle de

Sogam oso -, una problem atización atinente a una cuestión general: la m odernidad, la m odernización y el desarrollo ante las posibilidades del territorio como vivencia local y como praxis investigativa.

Vivenciar el territorio desde un caso concreto como el del Valle de Sogamoso, im plicó cuestionar los elementos sobre los cuales resulta rastreable aquel conjunto de experiencias concretas territorializadas. Por ende, la aproximación a aquellos mundos del trigo y el ganadeo “pre-moderno” encontró cabida a través del

(tal como lo propone Arturo Escobar de su interpretación de la noción de Orlando Fals Borda), que versó en procurar evidenciar las ideas, los temores, las expresiones, los anhelos y los saberes otros del territorio, como una m anera de vivir el entorno y construir territorio socialm ente en un tiempo-espacio concreto. Por ende, vivir el territorio, en primer lugar conllevó a ubicarlo geohistóricam ente como experiencia y praxis: un valle y sus m ontañas en la época del desarrollismo, una sociedad rural ante la utopía industrial del capitalismo, un cam pesinado ante las posibilidades que ofrecía la m odernización.

En segundo lugar, vivir el territorio im plicó reflexionarlo como praxis investigativa, tratando de despojarse de presunciones intelectuales y prem aturos juicios de valor, siendo consciente que al plantear una crítica desde una aproxim ación ontológica, el trabajo parte desde el mismo mundo de quien escribe, de quien investiga, de sus

236 propias categorías que determ inan su vida; es decir, fue un ejercicio de autocrítica y reflexión proyectado luego a un plano exterior, lejano al im personal objetivism o. Es desubicarse a partir de la problem atización, no como un ejercicio de traducción de realidades, sino de aprehensión de m undos, de sentirlos. De otra m anera no es posible cuestionar el m eta-relato de la m odernidad, sería infructuoso plantear la exclusión de los no m odernos o pre-modernos, y habría sido im posible concebir una m ultiplicidad dentro de la totalidad fundante del desarrollism o.

Aunque este trabajo no se circunscribió bajo una perspectiva de Investigación Acción

Participante, si fue preponderante establecer una aproxim ación tal que se lograra cim entar un diálogo constructivo con algunas comunidades rurales de Sogamoso, teniendo que asum ir en m últiples ocasiones costosas lim itantes al quehacer en cam po dada la problem ática am biental que se vivía y se vive en la región ante la llam ada

del desarrollo nacional. Por ende fue ineludible considerar el papel del investigador en y ante las com unidades, sus vínculos, sus alcances y lím ites; asumiendo que el presente análisis contribuyera en algo no sólo al conocimiento académ ico, sino a visibilizar las sociedades otras como vivencia activa, no sólo como algo pasado y anquilosado en el tiem po. Así, su propia experiencia histórica perm ite pensar en la posibilidad de reflexionar otros cam inos y posibilidades desde lo local no sólo más allá que la m odernidad del desarrollism o, sino desde toda aquella relación colonial que plantee el no reconocimiento de la diferencia a partir de sus particularidades territoriales.

Pensar en una vivencia activa de la experiencia histórica de una sociedad como la del valle de Sogamoso conllevó a considerar lo local como una realidad territorializada, una experiencia geohistórica concreta y particular que perm itió valorar el inm enso potencial analítico de lo diferente ante el avasallante universalism o, la totalidad y unicidad de la realidad bajo los cánones geohistóricos de la modernidad y el desarrollo. Dadas estas consideraciones, la crítica a la m odernidad, la m odernización y el desarrollo en este tesis se centró únicamente en la territorialidad como construcción social y praxis geohistórica diferenciada (no se abordó un análisis del discurso, una perspectiva form al de análisis herm enéutico u otras tantas posibilidades que el ám bito interdisciplinar ofrece), trazando un cam ino que parte de la defensa del

237 territorio como sustrato ontológico para afrontar las diferentes crisis ecológicas y ontológicas que el capitalism o perpetró y está propiciando.

En tercer lugar, vivenciar el territorio rem ite a cuestionarlo de una m anera crítica. En este caso, como realidad contrahegemónica. Se partió de las formas de concebir el mundo por parte del campesino mayor, aquel que vivió el trigo y el ganadeo como forma de vida y no sólo como medio, contribuyendo a plasm ar una visión de una realidad dinám ica y compleja, un “arte de vivir” andino territorializado que emergió ante la reduccionista lectura de la m odernidad en su aproxim ación a lo diferente como constructo atrasado y simple. De esta m anera, las prácticas y vivencias registradas constituyeron la base para fundamentar una visibilización del otro frente a la m odernidad y el desarrollism o, involucrando un abordaje desde algunas ramas que proporciona la geografía hum ana (geografía rural, geohistoria, geografía cultural, geografía económica, geografía política y geografía de la población), lo que perm itió resaltar dos grandes tópicos:

A. La Invención moderna del Valle de Sogamoso: La lectura del territorio a la luz del proyecto m oderno desarrollista de m itad de siglo vislum bró la existencia de una sociedad rural atrasada y simple. Tal percepción obedeció a un proyecto histórico gestado desde el colonialism o europeo que m oldeó una visión eurocéntrica del m undo como totalidad y unicidad. Sin em bargo a la hora de entender el proceso por el cual el aparataje de lo m oderno irrum pió en el entorno local como com plejidad, fue necesario concebir una realidad rizom ática y no m ecánica, pues el asum ir las circunstancias y coyunturas como simple trasposición o yuxtaposición (donde una visión o proceso cubre y/o elim ina otro), no contribuye a visibilizar las m últiples aristas de lo social.

Por ende , resultó clave tom ar el territorio com o sustrato de análisis com plejo, a partir de la noción de territorialidad, que involucra procesos concomitantes de desterritorialización (entendida como una salida o desarticulación de las condiciones previas que constituían aquel constructo social llamado territorio) y reterritorialización (entendida como una apropiación y consolidación de nuevas condiciones que configuran la territorialidad); originando una m ultiterritorialidad

238 (entendida como la existencia de m últiples factores y actores que interrelacionados configuran distintas m aneras de vivir, de concebir distintas realidades y m undos). En este sentido, la m odernidad a pesar de ser un factor hegem ónico, al concebirse como proceso territorializado, deja ver las diferencias que hacen de los territorios más que meta-relatos, otorgando la posibilidad de las m anifestaciones de un vivir de otro modo, es decir, entender que el proyecto desarrollista industrial no transform ó el cam pesino en proletario y sus bueyes en un tractor, ni el paisaje rural en una quim era industrial/urbana - por ejemplo-.

Aquellos meta-relatos de la m odernización evidencian su carácter ideológico como proyecto de dominación, sin embargo el abordaje de tales experiencias desde sus procesos territoriales constituyen rasgos de diferencia que hace que la crítica a la m odernidad, la m odernización y el desarrollism o asum a caracteres particulares. Por ejemplo, la dinám ica dem ográfica en Sogam oso dem ostró que la utopía industrial no despobló el campo, y aún antes el direccionam iento de las políticas de m odernización describió profundos interrelacionam ientos con coyunturas históricas que salían de la

órbita de una planeación, tal como el paradójico fenómeno de La Violencia: una exacerbada violencia “pueblerina” frente a la consolidación de una form ación espacial moderna urbana con crecimientos económicos acordes a los cánones del desarrollism o.

Vislum brar una realidad imbricada complejamente, materializada en industrias rodeadas por minifundios, en un proceso urbano-industrial soportado en el campesino y con una pervivencia de usanzas re-interpretadas a partir del cambio continuo de contextos y referentes de apropiación territorial, im plicó descubrir que una crítica de una realidad colonial no lleva a esconder la problem ática propia como comunidad. Así, todos los m atices que puedan caber dentro del criterio de pobreza, más que negarlos como realidad, constituyeron soportes de la incongruencia entre la planificación desarrollista y la visualización de un Valle de Sogam oso pre-m oderno.

Cabe resaltar que en este meta-discurso de la invención, afloran una serie de m ecanism os que perm iten entender cómo geohistóricam ente la idea del desarrollo, la

239 m odernidad y la m odernización se erigieron en sustratos ideales que cim entaron la funcionalidad de una idea de nación, vista en los siguientes aspectos:

- La soberanía nacional que otorgó la producción doméstica de acero como una cuestión geopolítica gestada a nivel macro (m undial) y micro (regional). Así, el desarrollo no sólo se debate a partir de sus órganos fundantes hem isféricos como el

BIRF, sino que se discute en aquel acoplam iento con los intereses locales que tanto posibilitan o im posibilitan su accionar.

- La eufemística igualdad que el desarrollism o cimentó al concebir una sociedad

“desarrolada” bajo aquella im agen de pujanza donde la nación perm itía ubicarse como totalidad (todos trabajan “para el m ism o lado”, el conjunto social avanza en “una sola dirección”, el colectivo social es feliz y tiene bienestar): la invención de un territorio desarrollado o subdesarrollado, parte de la omisión de la diferencia como territorialidad. En este sentido, factores de corte estructural como la población, el marco geohistórico y la tierra como propiedad permiten matizar un proceso que puede desdibujarse en una verticalidad: el colonizador opresor contra el dom inado.

- La concepción dicotóm ica de la realidad perm itió la invención de un territorio bajo un cam ino definido (, ) que geohistóricam ente buscó procesos de planeación concretos que versaron en una m igración campo-ciudad, una visión acrítica de la fuerte transición dem ográfica, la inserción en el m ercado m undial como único camino al bienestar (importación de productos transformados y monoexportación como única fuente de riqueza) y la m odernización como fórmula utópica y sim plista de cam bio social (tecnificación de los procesos productivos).

B. El Valle de Sogamoso como territorialidad Local: En prim er lugar, aquella invención del Valle como un constructo geohistórico m oderno perm itió establecer un acercam iento al territorio como particularidad contextual que trascendió las visiones de los proyectos políticos de las élites (mundiales, nacionales y locales) que consolidaron unas dinám icas territoriales propias. De esta m anera lo local, aunque

240 tiene cabida como una construcción geohistórica del proyecto de Estado-Nación a partir de las formas como se fueron articulando al m ercado capitalista los distintos territorios, refiere a aquellas territorialidades tejidas según el modo de vivir y concebir el entorno en todos sus órdenes. En este punto, fue im perante reconocer que las territorialidades como reflejos de formas de vivir el entorno, partieron de una lectura social, es decir de aquellos rasgos geom orfológicos y caracteres bióticos que socialmente eran y son aprehendidos y vividos por los individuos: Un Valle interandino frío en la zona tropical con unas usanzas configuradas a partir de ciertos interrelacionam ientos que de ninguna m anera plantean un determ inism o geográfico.

A partir de esto, las form as de interpretar el firm am ento, de enfrentar condiciones y fenómenos climáticos, de acoplarse a accidentes orográficos, y de asignar significaciones concretas a árboles o animales, más allá de encarnar prácticas o conocimientos, remitieron a entender importantes referentes ontológicos que particularizaron el contexto y la territorialidad del Valle de Sogamoso, perm itiendo una lectura crítica de la m odernidad y el desarrollo en clave geohistórica desde lo lo c a l.

¿Por qué el paisaje param uno retóricam ente fue adscrito a una imagen de pobreza y retraso? ¿Qué caracteres especiales tuvo el campesinado andino del Valle de

Sogam oso que lo hicieron distinto al cam pesino colonizador de vertiente del centro occidente colombiano como íconos de tradicionalism o y pujanza respectivam ente?

Justam ente cuestionam ientos como éstos - enfocados más allá de aquella form a de leer la realidad jerarquizadam ente (unos arriba de otros - unos más allá de otros) -, perm itieron problem atizar los m ecanism os sobre los que las políticas de desarrollo se asentaron, borrando, om itiendo e invisibilizando otros m undos y form as de vida que parten de contextos particulares. Por esto, al plantear lo andino o lo llanero -por ejemplo-, fue im portante trascender el entendimiento de estas condiciones como sim ples formas de adscripción territorial, enfatizando en que como territorialidad, siem pre aludirán a referentes ontológicos particulares: el campesino triguero, el caporal ganadero o el m ism o obrero industrial.

241 El ser andino no es andino por simplemente estar arrojado en un tiempo y espacio montañoso tropical, ni la “llaneridad” la determina el pertenecer a parajes de la sabana llanera, implica vivir allí. Justamente el arte de vivir lo andino o el llano, remitió a vivenciar formas de vivir el entorno, de aprehenderlo práctica y simbólicamente: la territorialización del clima como vida, la interpretación de los rigores naturales y la verbalización de un pensamiento no binario conllevaron a reconocer al Valle de Sogamoso como una unidad espacio-temporal, con sus ritmos, referentes espaciales y sus actores.

Pasando por el reconocimiento de la particularidad del entorno, se logró establecer un acercamiento al territorio como realidad sentipensada, donde a través de los recuerdos del trigo y la ganadería fue posible concebir una representación de estas aparentemente extintas territorialidades otrora dominantes. Pero, ¿Cómo fue posible asumir esta reconstrucción geohistórica? Justamente valorando la importancia de la conciencia de cambio ante aquello referido como modernidad, aquel “todo tiempo pasado fue mejor" tan aludido por las personas, que permitió resaltar no una cerrada valoración sino un sentir concreto ligado al apego, despego, el arraigo, lo propio, lo extraño y lo añorado. A partir de esto, fueron importantes dos aspectos, la pervivencia de ciertos elementos que moldeaban una forma de concebir la vida en lo local, y por otro lado, la convivencia paralela e intrincada de estas formas con procesos y coyunturas de cambio y transformación que permiten reposicionar históricamente el potencial de transformación de la modernidad y el espectro de acción del desarrollo. En la medida que una sociedad pueda plantearse su grado de cambio en términos de una lucha de lo antiguo con lo nuevo, o lo modernizado con lo tradicional, resulta factible visibilizar la existentica del otro en términos quizás no sólo de resistencia (cuestión que no se plantea aquí) sino de ser, de ontología, de existir más allá que la modernidad. Esta visibilización constituye la puerta sobre la que el llamado desarrollo puede ser repensado y reubicado, no como un ente total cuyo éxito se mide por su avasallante transformación y potencial de cambio, sino por su posibilidad de ser moldeado acorde a realidades contextuales concretas y específicas. Entender esto, en términos geohistóricos, erigió a la territorialidad en un vehículo sobre el que fue

242 factible construir el relato del cambio: del trigo en crisis, del ganado cruzando la cordillera, de un campesinado con la posibilidad de indagarse el cómo y por qué irrum pió el desarrollo como discurso, como política y como territorialidad.

Pensar en otras form as de ver el mundo, de vivirlo y sentirlo, no conlleva a condenar el desarrollo y la m odernidad como quim eras que hay que evitar, sino aún a tenerlas en cuenta para pensarlo en clave local, no como lucha ontológica sino precisam ente como posibilidad de pensar desde el individuo. Sólo de esta m anera se vivifica lo propio, se adscribe el mundo otorgándole significados, en pocas palabras, se construye el territorio: la sola posibilidad de entender la relación de una trilla con el viento, o el vínculo entre jinete y anim al que operó en el Valle de Sogamoso, alude a reconocerlo como propio.

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Municipio 1905 1912 1918 1928* 1938 1951 1955 1964 1973

Tunja 8407 8971 10680 19064 29744 27402 45972 68905 79391

Cuítiva (v) 3566 2626 2532 3586 2216 2337 2387 2625 2722

Chameza (cc) 1112 2016 1938 3164 4446 4630 2161 1857

Duitama 7835 9815 9615 13536 23151 18488 52537 51551

Firavitoba (v) 4991 6545 7243 10812 6999 6583 6909 6026 5576

Gámeza (v) 3727 4228 4828 7574 5126 5982 6387 5787 6119

Iza (v) 2358 1913 1983 3313 2177 2857 3128 2282 1665

La Salina 1252 1514 2093 2118 2294 1393 1398 865 979

Labranzagrande (cc) 5426 3408 4126 5955 5502 5729 6131 5756 5128

Marroquín (cc) 946 1092 1382 2363 2908 3122 3337 7181 10144

Mongua (v) 3838 4144 4453 6171 4999 6374 6531 7137 6100

Monguí (v) 2484 2641 2846 3575 3726 3613 3892 4440 4265

Moreno (cc) 1365 1238 1197 1505 1737 2302 2486 6465 10337

Nobsa (v) 2560 3136 3361 3262 2845 3551 3853 9194 8074

Nunchía (cc) 531 2888 3058 4301 4332 3459 3736 5296 6128

Orocué (cc) 2474 3031 2970 690 762 5198 3717

Pajarito (cc) 1066 805 699 991 739 2226 2272 2377 2488

Pesca (v) 10148 10702 10681 16883 10662 15390 16198 17591 11166

Puebloviejo (v) 4400 9009 11089 14676 11726 12201 12995 18823 23502

Recetor (cc) 33 708 1304 1911 1947 1696 1866

SOGAMOSO 11765 14647 16539 25684 42223 29077 33141 51639 66534

Támara (cc) 1880 2775 3463 6112 4446 2249 2383 5071 5034

Tibasosa (v) 3583 4359 4257 6552 4694 5016 5306 6254 6995

Tópaga (v) 2271 2282 2923 3957 3041 3452 3581 3552 3235

Tota (v) 5583 5166 5827 7126 6028 6433 6788 5973 5008

Zapatosa (cc) 290 606 1065 964 884 911

251 VALLE DE SOGAMOSO 49509 56751 62023 87487 64239 73789 77955 89684 84427

CONEXIÓN CASANARE 13578 16059 21036 31313 31642 28595 25363 42066 47678

* Estos datos corresponden al censo que se excluyó por razones de alteración en el patrón poblacional.

V: Refiere a la escala media, que refiere al Valle de Sogamoso. CC: Refiere a la escala Macro, que refiere a la Conexión con Casanare. Fuente: Tabla elaborada por el autor según datos de Censos Poblacionales 1905 - 1973.

Anexo 3. % de Población Rural para Boyacá, el Valle de Sogamoso y Sogamoso entre 1938 y 1973.

Año Departamento Valle de Sogamoso Sogamoso 1938 86.8 88.5 75.9 1951 84.5 88.5 53.3 1964 76.2 82.5 37.5 1973 70.4 78.4 28.9 Fuente: Tabla elaborada por el autor según datos de Censos Poblacionales 1938- 1973.

Anexo 4. Población de Sogamoso según sexo, distribuida por grupos de edad, 1938.

Población de Hombres y Mujeres según grupos de edad 1938, Sogamoso GRUPO DE EDAD. Hombres. % Hombres Mujeres. % Mujeres Total. 0-4 Años. 1711 -7.9 1518 7.0 3229 5-9 Años. 1566 -7.2 1618 7.5 3184 10-14 Años. 1307 -6.0 1300 6.0 2607 15-19 Años. 989 -4.6 1260 5.8 2249 20-24 Años. 773 -3.6 1070 4.9 1843 25-29 Años. 666 -3.1 986 4.5 1652 30-34 Años. 537 -2.5 717 3.3 1254 35-39 Años. 590 -2.7 869 4.0 1459 40-44 Años. 486 -2.2 625 2.9 1111 45-49 Años. 392 -1.8 481 2.2 873 50-54 Años. 311 -1.4 393 1.8 704 55-59 Años. 175 -0.8 211 1.0 386 60-64 Años. 204 -0.9 295 1.4 499 65-69 Años. 92 -0.4 122 0.6 214 70-74 Años. 67 -0.3 135 0.6 202 75-79 Años. 37 -0.2 45 0.2 82 > 80 Años. 42 -0.2 89 0.4 131 Total 21679 Fuente: Tabla elaborada por el autor según datos del Censo poblacional 1938.

252 Anexo 5. Población de la cabecera urbana Sogamoso según sexo, distribuida por grupos de edad, 1951.

CABECERA de Sogamoso, 1951 GRUPO DE EDAD. Hombres. % Hombres Mujeres. % Mujeres Total. 0-4 Años. 1016 -7.5 1135 8.4 2151 5-9 Años. 886 -6.5 870 6.4 1756 10-14 Años. 865 -6.4 841 6.2 1706 15-19 Años. 589 -4.3 904 6.7 1493 20-24 Años. 573 -4.2 745 5.5 1318 25-29 Años. 379 -2.8 613 4.5 992 30-34 Años. 375 -2.8 471 3.5 806 35-39 Años. 347 -2.6 490 3.6 837 40-44 Años. 279 -2.1 355 2.6 634 45-49 Años. 209 -1.5 269 2.0 478 50-54 Años. 195 -1.4 233 1.7 428 55-59 Años. 118 -0.9 143 1.1 261 60-64 Años. 89 -0.7 165 1.2 254 65-69 Años. 67 -0.5 115 0.8 182 70-74 Años. 40 -0.3 82 0.6 122 75-79 Años. 24 -0.2 42 0.3 66 > 80 Años. 25 -0.2 65 0.5 90 Total. 13574 Fuente: Tabla elaborada por el autor según datos del Censo poblacional 1951.

Anexo 6. Población de la cabecera urbana Sogamoso según sexo, distribuida por grupos de edad, 1964.

CABECERA de Sogamoso.

GRUPO DE EDAD. Hombres. % Hombres Mujeres. % Mujeres Total. 0-4 Años. 2479 -7.7 2330 7.2 4809 5-9 Años. 2597 -8.0 2601 8.1 5198 10-14 Años. 2028 -6.3 2096 6.5 4124 15-19 Años. 1514 -4.7 2141 6.6 3655 20-24 Años. 1405 -4.4 1655 5.1 3060 25-29 Años. 1097 -3.4 1382 4.3 2479 30-34 Años. 1016 -3.1 1083 3.4 2099 35-39 Años. 746 -2.3 967 3.0 1713 40-44 Años. 610 -1.9 678 2.1 1288 45-49 Años. 469 -1.5 554 1.7 1023

253 50-54 Años. 430 -1.3 502 1.6 932 55-59 Años. 238 -0.7 258 0.8 496 60-64 Años. 202 -0.6 343 1.1 545 65-69 Años. 153 -0.5 191 0.6 344 70-74 Años. 79 -0.2 156 0.5 235 75-79 Años. 57 -0.2 70 0.2 127 > 80 Años. 44 -0.1 103 0.3 147 Total. 32274 Fuente: Tabla elaborada por el autor según datos del Censo poblacional 1964.

Anexo 7. Población del entorno Rural de Sogamoso según sexo, distribuida por grupos de edad, 1951.

Otras Localidades de Sogamoso. GRUPO DE EDAD. Hombres. % Hombres Mujeres. % Mujeres Total. 0-4 Años. 1350 -8.7 1269 8.2 2619 5-9 Años. 1235 -8.0 1137 7.3 2372 10-14 Años. 1005 -6.5 966 6.2 1971 15-19 Años. 674 -4.3 753 4.9 1427 20-24 Años. 537 -3.5 615 4.0 1152 25-29 Años. 423 -2.7 600 3.9 1023 30-34 Años. 419 -2.7 507 3.3 926 35-39 Años. 405 -2.6 587 3.8 992 40-44 Años. 289 -1.9 365 2.4 654 45-49 Años. 271 -1.7 308 2.0 579 50-54 Años. 297 -1.9 298 1.9 595 55-59 Años. 170 -1.1 160 1.0 330 60-64 Años. 171 -1.1 202 1.3 373 65-69 Años. 78 -0.5 106 0.7 184 70-74 Años. 70 -0.5 80 0.5 150 75-79 Años. 31 -0.2 36 0.2 67 > 80 Años. 38 -0.2 51 0.3 89 Total 15503 Fuente: Tabla elaborada por el autor según datos del Censo poblacional 1951.

254 Anexo 8. Población del entorno rural de Sogamoso según sexo, distribuida por grupos de edad, 1964.

Otras Localidades de Sogamoso.

GRUPO DE EDAD. Hombres. % Hombres Mujeres. % Mujeres Total. 0-4 Años. 1672 -8.6 1642 8.5 3314 5-9 Años. 1762 -9.1 1561 8.1 3323 10-14 Años. 1375 -7.1 1263 6.5 2638 15-19 Años. 932 -4.8 874 4.5 1806 20-24 Años. 633 -3.3 699 3.6 1332 25-29 Años. 530 -2.7 689 3.6 1219 30-34 Años. 477 -2.5 564 2.9 1041 35-39 Años. 457 -2.4 578 3.0 1035 40-44 Años. 365 -1.9 450 2.3 815 45-49 Años. 348 -1.8 418 2.2 766 50-54 Años. 290 -1.5 344 1.8 634 55-59 Años. 193 -1.0 212 1.1 405 60-64 Años. 221 -1.1 190 1.0 411 65-69 Años. 106 -0.5 136 0.7 242 70-74 Años. 90 -0.5 101 0.5 191 75-79 Años. 48 -0.2 52 0.3 100 > 80 Años. 44 -0.2 49 0.3 93 Total 19365

Fuente: Tabla elaborada por el autor según datos del Censo poblacional 1964.

Anexo 9. Índices de Crecimiento del Valle de Sogamoso, 1918 - 1973.

Año Serie A Serie B 1918 0 0 1938 4 4 1951 19 15 1964 45 26 1973 36 -9 Fuente: Tabla elaborada por el autor con base en cálculos propios según información de los censos poblacionales 1918 - 1973.

255 Anexo 10. Dinámica Poblacional de la categoría , 1918 - 1973.

Dinámica Poblacional de la categoría 1918 - 1973. Tasa Media de Incremento Tasa Media Índice de Año Población Crecimiento Intercensal Intercensal % Crecimiento desde 1918 % 1918 21036 100

1938 31642 10606 2.06 2.06 150

1951 28595 -3047 -0.78 0.93 136 1964 42066 13471 3.01 1.52 200 1973 47678 5612 1.40 1.50 227 Fuente: Tabla elaborada por el autor con base en cálculos propios según datos censales 1918 - 1973.

Anexo 11. % Transacciones inmobiliarias según Superficie por Veredas, 1930 - 1945.

% Transacciones según superficie, por Veredas. 800m2 1600m2 3200m2 6400m2 > 6400m2 Morcá 6 6 6 29 20 Ombachita 6 6 6 29 0 Pantanitos 18 18 18 14 0 La Ramada 6 6 6 29 20 Siatame 24 24 24 0 60 Villita y Malpaso 41 41 41 0 0 Fuente: Tabla elaborada por el autor a partir de protocolos notariales 1930 - 1945. Notaría 1ra. de Sogamoso - Archivo Histórico. Archivo Central del Municipio de Sogamoso.

Anexo 12. % Transacciones según Veredas, 1930-1945.

% Transacciones según Vere das. Rango. 1er. Chorrera. 11.7 Morcá. 9.8 Alto Siatame. 9 Pantanitos. 8.6 2da. Chorrera. 7.4 Monquirá. 7 Mortiñal. 7 Medio Villita y Malpaso. 6.6 Ombachita. 6.3 Pedregal. 6.3 La Ramada. 5.1 Las Cañas. 3.9 Bajo San José. 3.5 Vanegas. 3.5

256 Pilar y Seivita. 2.7 Las Cintas. 1.6

Fuente: Tabla elaborada por el autor a partir de protocolos notariales 1930 - 1945. Notaría 1ra. de Sogamoso - Archivo Histórico. Archivo Central del Municipio de Sogamoso.

Anexo 13. Precio Promedio transado según Veredas, 1930-1945.

$ Promedio transado según Veredas. VEREDA $ prom. Rango Mortiñal. 37.2 Pilar y Seivita. 42.0 Las Cañas. 44.5 1er. Chorrera. 70.8 Bajo Morcá. 81.4 Pedregal. 85.0 San José. 87.2 Pantanitos. 90.7 2da. Chorrera. 112.6 Las Cintas. 125.0 Monquirá. 175.0 Medio Villita y Malpaso. 195.4 Ombachita. 257.2 La Ramada. 257.7 Vanegas. 270.3 Alto Siatame. 557.5 Fuente: Tabla elaborada por el autor a partir de protocolos notariales 1930 - 1945. Notaría 1ra. de Sogamoso - Archivo Histórico. Archivo Central del Municipio de Sogamoso.

Anexo 14. Precio Promedio Transado según Veredas, 1946-1953.

$ Precio promedio transado según Veredas, 1946- 1953. Las Cintas 44.0 Morcá 160.0 Pilar y Seivita 165.0 BAJO. Mortiñal 191.7 San José 231.9 Las Cañas 348.0 2da. Chorrera 437.2 1era. Chorrera 492.3 Ombachita 526.0 MEDIO. Pedregal 562.5 Monquirá 572.7 Pantanitos 601.1 Siatame 850.0 ALTO.

257 Villita y Malpaso 1871.0 La Ramada 2230.0 Fuente: Tabla elaborada por el autor a partir de protocolos notariales 1946 - 1953. Notaría 1ra. de Sogamoso - Archivo Histórico. Archivo Central del Municipio de Sogamoso.

Anexo 15. % Transacciones según Veredas, 1946-1953.

Promedio Transacciones pe r Veredaas, 1946 - 1953. Villita y Malpaso 27.1 lera. Chorrera. 10.2 Alto 2da. Chorrera. 8.5 Siatame 6.4 Monquirá 6.4 Morcá 5.5 La Ramada 5.5 Pedregal 5.1 Medio Mortiñal 5.1 Ombachita 4.2 Pantanitos 3.8 San José 3.4 Las Cañas 3.0 Pilar y Seivita 2.1 Las Cintas 2.1 Bajo Vanegas 0.8 La Manga 0.8 Fuente: Tabla elaborada por el autor a partir de protocolos notariales 1946 - 1953. Notaría 1ra. de Sogamoso - Archivo Histórico. Archivo Central del Municipio de Sogamoso.

Anexo 16. % Transacciones de predios por superficie según veredas, 1946-1953.

% Transacciones de predios según superficie, por Veredas. 800 m2 1600 m2 3200 m2 6400 m2 > 6400 m2 Monquirá 17 0 0 0 9 Pantanitos 5 0 0 0 0 lera. Chorrera 2 9 17 40 0 La Ramada 0 0 33 20 27 Siatame 12 0 0 0 18 Villita y Malpaso 64 91 50 40 45 Fuente: Tabla elaborada por el autor a partir de protocolos notariales 1946 - 1953. Notaría 1ra. de Sogamoso - Archivo Histórico. Archivo Central del Municipio de Sogamoso.

258 Anexo 17. Tradición de los predios según cómo fueron adquiridos por el Vendedor, 1946-1953.

Tipo de Adquisición de Predios por Veredas*. Las Cañas he Las Cintas he San José cv Monquirá cv Morcá cv he Equilibrado Mortiñal cv he Equilibrado Ombachita cv Pantanitos cv Pedregal cv he Equilibrado Pilar y Seivita he 1era. Chorrera cv La Ramada cv 2da. Chorrera cv he Equilibrado Siatame cv Villita y Malpaso cv * he: Herencia. cv: Compra-Venta. Fuente: Tabla elaborada por el autor a partir de protocolos notariales 1946 - 1953. Notaría 1ra. de Sogamoso - Archivo Histórico. Archivo Central del Municipio de Sogamoso.

Anexo 18. % Transacciones según veredas, 1954-1965.

Promedio Transacciones por Veredas. Villita y Malpaso 10.8 1era. Chorrera. 10.5 Alto Siatame 10.2 Pedregal 8.9 2da. Chorrera. 8.9 Morcá 7.2 Mortiñal 5.9 Medio Pantanitos 5.6 Monquirá 5.6 San José 5.2 La Ramada 5.2 Ombachita 3.9 Pilar y Seivita 3.6 La Manga 3.0 Bajo Vanegas 2.0 Las Cañas 2.0 Las Cintas 1.6 Fuente: Tabla elaborada por el autor a partir de protocolos notariales 1954 - 1965. Notaría 1ra. de Sogamoso - Archivo Histórico. Archivo Central del Municipio de Sogamoso.

259 Anexo 19. % Transacciones de Predios por superficie, según Veredas, 1954-1965.

% Transacciones de predios por superficie, según Veredas. 800 m2 1600 m2 3200 m2 6400 m2 > 6400 m2 Las Cañas 0 0 2 0 13 Las Cintas 2 2 2 0 3 San José 5 2 4 10 0 La Manga 2 3 2 14 0 Monquirá 11 6 4 0 3 Morcá 3 6 2 7 6 Mortiñal 2 8 7 10 3 Ombachita 2 5 4 3 0 Pantanitos 14 0 7 3 3 Pedregal 6 9 18 3 13 Pilar y Seivita 0 3 5 3 16 1era. Chorrera 6 9 9 24 13 La Ramada 3 8 9 0 3 2da. Chorrera 5 9 9 3 9 Siatame 16 19 7 7 6 Vanegas 0 3 2 3 6 Villita y Malpaso 24 8 9 7 3 Fuente: Tabla elaborada por el autor a partir de protocolos notariales 1930 - 1965. Notaría 1ra. de Sogamoso - Archivo Histórico. Archivo Central del Municipio de Sogamoso.

Anexo 20. Categorías toponímicas por veredas.

Jerarquización Gral. de los Topónimos % Medio Físico Antropónimos Vereda Otros Tendencia (mf). (an). Las Cañas 78 0 22 mayoría mf San José 56 44 0 equilibrado mf Monquirá 53 40 7 equilibrado mf Morcá 38 38 25 equilibrado Mortiñal 71 29 0 mayoría mf Ombachita 80 20 0 mayoría mf Pantanitos 43 50 7 equilibrado an Pedregal 60 30 10 mayoría mf Pilar y Seivita 50 17 33 mayoría mf 1era. Chorrera 68 18 14 mayoría mf La Ramada 33 44 22 equilibrado an 2da. Chorrera 63 38 0 mayoría mf Siatame 36 64 0 mayoría an Vanegas 57 43 0 equilibrado an Villita y Malpaso 26 59 15 mayoría an Fuente: Tabla elaborada por el autor a partir de protocolos notariales 1930 - 1965. Notaría 1ra. de Sogamoso - Archivo Histórico. Archivo Central del Municipio de Sogamoso.

260 Anexo 21. Toponimia relativa al medio físico en media y alta montaña.

% Topónimos del medio físico en Media-Alta Montaña*. Orónimo 36 Paisaje 22 Vegetal 14 hidrónimo 17 Otros 11 *Veredas: Las Cañas, Mortiñal, ______Ombachita, Pedregal.______Fuente: Tabla elaborada por el autor a partir de protocolos notariales 1930 - 1965. Notaría 1ra. de Sogamoso - Archivo Histórico. Archivo Central del Municipio de Sogamoso.

Anexo 22. Toponimia relativa al medio físico en baja y media montaña.

% Topónimos del medio físico en Baja y Media Montaña*. Vegetal 30

hidrónimo 30

Orónimo 23

Paisaje 17

Otros 0

*Veredas: 1era. Y 2da. Chorrera. Fuente: Tabla elaborada por el autor a partir de protocolos notariales 1930 - 1965. Notaría 1ra. de Sogamoso - Archivo Histórico. Archivo Central del Municipio de Sogamoso.

Anexo 23. Costos Investigación en Trigo, ICA; (preciosa a 1972).

Año. Costos Investigación (miles de dólares). 1950 22,205 1951 26,563 1952 339,866 1953 559,151 1954 1,243,147 1955 492,485 1956 1,199,097 1957 730,837 1958 969,596

261 1959 919,813 1960 1,401,024 1961 1,604,425 1962 1,366,551 1963 1,297,337 1964 1,829,613 1965 2,893,314 1966 2,701,637 1967 4,727,079 1968 4,048,140 1969 4,250,238 1970 3,415,766 1971 3,261,404 1972 2,294,124 1973 2,311,358 1974 620,230 1975 695,844 Fuente: Tabla elaborada por el autor a partir de datos en la obra citada de Mario Valderrama. Tabla 7. p. 15.

Anexo 24. Distribución de la producción de Trigo por Departamentos, según porcentajes. 1950 - 1970.

Departamento. 1950 1960 1970 Boyacá 35 36 26 Cundinamarca 29 32 29 Nariño 24 21 39 Otros 12 11 6 Fuente: Tabla elaborada por el autor a partir de datos en la obra citada de Mario Valderrama. Tabla 2. p. 12.

Anexo 25. Tabla Superficie, Producción e Importación de Trigo en Colombia, Índices 1950 - 1975. (1950=100).

Superficie, Producción e Importación de Trigo en Colombia, Índices 1950 - 1975. 1950=100. Año Área Sembrada. Producción Importaciones Nacional. 1950 100 100 100 1951 120 127 87 1952 129 137 71 1953 120 140 67

262 1954 134 143 105 1955 125 163 94 1956 117 157 139 1957 122 154 169 1958 110 126 154 1959 114 128 195 1960 109 137 163 1961 110 132 202 1962 103 142 204 1963 78 123 140 1964 69 113 128 1965 83 108 270 1966 76 108 376 1967 47 98 257 1968 64 103 347 1969 49 71 367 1970 31 55 496 1971 32 46 579 1972 42 67 626 1973 39 71 601 1974 31 47 630 1975 43 481 Fuente: Tabla elaborada por el autor a partir de datos en la obra citada de Mario Valderrama. p. 12.

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