La Juventud Y El Señor Juan L. Cuestas

La Juventud Y El Señor Juan L. Cuestas

' M0NTBV1DB0-I897u?:ut ‘™***1i'‘,l''" LA JUVENTUD Y B it SBÑO jC^ JUAN L. CUESTAS PENSAMIENTOS del album entregado á S. E. el Sr. Presidente del Senado en ejercicio del Poder Ejecutivo, el dia 4 Noviembre de 1897, en celebración de la Paz de Setiembre Iniciador: Muió luimaraeno MONTEVIDEO 18 9 7 < § Ñ > 1 í^crruG-. ^eru>i ©\eé«iáervte áe ta e- U&ILCCU &n E x c m o . S e ñ o r : ^He iniciada eete kamenaja de reój/ieta ij, cpratitad kacia ., en et canvencimteata ¿e <j¿ie nut> j-áveneó camj/iatnataó óe adkerirían á ¿i cama ana mani|eól'acián de júb-da enmenia cpe hce deój/iertada en nuedrc-t* cara- fyanti ta j/iatnática óatacián de la (acka cwel, a i amj/iara de vaeótra (den inteneianada Jireóidencia. 'terminación de ta guerra dignifica, n a sata ana canalada laudadle |/iora ta l·eltcidad de ia patria, dina un ínnn|a de la civilización aj, de la kumanidad <^ine kan recka^ada óiemj/ire ese eójaectácala trióte de ta can- tienda entre ktj.04 de ana mióma madre, á cpe haden jrt-ueóta termina can vafeótra decaían ^ jaatnatióma. %n ta óe^aridad de cj/tie acej/itaréu eóta madeóta j'ime- ka de ta ejkmacián en cjne ov tiene ta. juventud anental? me feó cerceta ^atildaras can m i mai^ar cawndmeeeán ij, reineta. Parece que ha terminado nuestra última contienda ci- tíI;—no opinaremos sobre su gestión extintiva, porque es político aceptar el hecho, dado el carácter de consu­ mado que tiene. Nuestra tradición histórica, como estado independiente es revolucionaria, porque desde 1829 hasta 4897, nuestro país ha vivido con el arma al brazo, lo que revela que en nuestra tierra han podido más las pasiones que las ideas, los hombres que los principios. Pero, no todas las revoluciones han sido malas, ni todas tampoco han reflejado un retroceso, ni menos importado una calamidad pública, porque las más de ellas han traído como consecuencia forzosa ia consagración de un derecho político ó de una de las garantías individuales que esta­ tuye el código fundamental. Por eso, no pueden condenarse en absoluto ni aplau­ dirse sin reservas. Muchas veces han sido justas, porque han significado lamas alta protesta contra los servilismos incalificables, las abyecciones sia ejemplo, los bizantinismoscorruptores y las paces varsovianas. Cuando la necesidad ha obligado al pueblo ó à los parti­ dos oprimidos allegar hasta el terreno de la acción para luchar contra sus opresores, las revoluciones han sido santas, porque se han ejercitado en nombre de la sobera­ nía popular, escarnecida y vilipendiada, por los que no tenían derechos, antecedentes ni aptitudes cívicas. * * * El gran anhelo nacional es la concordia, porque entre hermanos, entre individuos de la misma familia, repugna que se emplee la palabra que se aplica para nominar el pacto con el enemigo;—dentro de una nacionalidad no hay mas que adversarios, otro distingo; es ilógico y anti­ patriótico. * * * Formulemos como el mejor de nuestros votos, el que se inicie de una vez por todas el régimen institucional, dejando olvidados privilegios odiosos y- exclusivismos atávicos, formidables rèmoras, engendradoras de anar­ quías y demagogias inconcebibles. La patria reclama el concurso de sus buenos hijos para esta fecunda labor, porque ella no es patrimonio de nin­ guno y porque á la sombra de su enseña gloriosa, caben todos los orientales. Concordia y no tregua, honradez y orden en vez de sor­ presas al patriotismo y de conspiraciones menguadas, es Jo que queremos y pedimos, para que los horizontes se despejen y desaparezcan las situaciones de expectativa que nos agobian y empequeñecen ante propios y extraños, pues, solo así el pacto ae Setiembre será eficaz y habre­ mos fomentado la práctica del gobierno libre. jGuay de los que pretenden contrariar el sentimiento nacional con las miras funestas del predominio de los círculos estrechos y de las funestas ambiciones perso­ nales! Mateo Magariños R occá. — 7 Mientras la opinión pública en sus fallos condene los crímenes y la corrupción de los que estén en posesión del poder, podremos decir que todo no se ha perdido, que el factor de la regeneración existe, y que por profunda que parezca la caída y degradante el bizantinismo de los que gobiernan, no se debe perder toda esperanza. Un solo punto resiste y ese punto será el porvenir, a reacción, que obrará como el torrente, con tanta ma­ yor violencia, cuanto mayores sean los obstáculos que se hayan opuesto á su paso. Los sucesos que .estamos presenciando, son la confir­ mación de esa ley histórica, y la opinión que hasta ayer se creía sin acción en la solución de problemas políticos, ha concluido por abrirse camino, y hoy puede exclamar: «son mis ideas que gobiernan». B lás Vidal (hijo). Cuanto más difícil es la situación de un pueblo que se vé azotado por el despotismo, despojado de sus derechos, robado en sus intereses, ensangrentado por la guerra civil, entregado al escepticismo, á la corrupción, al ham­ bre y la ruina, más grande es la gloria del ciudadano que desde las cumbres del gobierno reacciona contra todas esas catástrofes, respetando la ley y el derecho, morali­ zando la administración, celebrando la paz, levantando los espíritus y abriendo horizontes al trabajo honrado. Para él, el amor y el respeto de sus conciudadanos; para él, las consagraciones justicieras de la Historia,— J osé G. B usto Se ha criticado de una manera acerba durante mucho tiempo á la prensa independiente del país, haciendo ca­ mino la repetida afirmación de que bastaba á un ciuda- — 8 — dano honrado ocupar un cargo oficial de alguna impor­ tancia para que con las sospechas más infamantes se en­ lodaran los blasones de su honorabilidad, haciéndole objeto de las iras de la envidia impotente y de los dar­ dos envenenados de la calumnia. Esas afirmaciones, propaladas por el interés bastarde herido con certero golpe, con severidad implacable á ve­ ces, caen pulverizadas por su propia inconsistencia, cuando la prensa independiente tiene la ocasión venturo­ sa de señalary aplaudir la corrección de procederes en los funcionarios públicos y la reacción saludable salva­ dora contra los vicios inveterados, que han sido ejemplo corruptor de la conciencia del ciudadano y agentes efica­ ces de depresión del carácter. En estas circunstancias, el mismo interés bastardo amenazado por la fuerza moral del concurso que la pren­ sa honesta lleva con su aplauso y con su éslímulo á la obra del patriotismo, lanza sobre ella en tono de supre- maafrenta, el calificativo de oficialista, que debe inter­ pretarse como la protesta del vicio contra la autoridad que lo reprime y la opinión que apoya á la autoridad. Teófilo M. Sánchez. Que el recuerdo de los jóvenes ciudadanos arrebata­ dos al elemento pensador de su generación por el plo­ mo maldito de la guerra civil, acuda siempre á la me­ moria de la javentud de la República para aplacar ea su espíritu el vértigo de las pasiones enconadas y para cerrarle el paso de las sangrientas luchas fratricidas. J osé E nrique R odó. — 9 — No se puede dar forma original y literaria á uu pensamiento sobre esta paz, porque á propósito de ella no siente y piensa bien el que no siente y piensa como todo el mundo. Carlos Yaz y Ferreira . La enseñanza moral mas grande que nos deja el pe­ ríodo sangriento patrióticamente cerrado el 18 de Se­ tiembre, es que si juzgáronse repugnantes para la con­ ciencia humana aquellas guerras civiles que tenían por escenario nuestros campos y por actores á los viejos caudillos fanáticos de la divisa tradicional, mas despre­ ciables son todavía estas contiendas fratricidas à sangre fría, refinadas por la influencia ineludible de la civiliza­ ción y del progreso, cuando el soldado del gobierno es­ clavo del deber hiere al soldado de la revolución es­ clavo del derecho; cuando el hermano mata at her­ mano convencido de que la agonía le sorprenderá ba* jo la misma bandera, bendiciendo ideales comunes y anhelando iguales victorias para el engrandecimiento y la felicidad de la patria. Por eso, el triunfo más espléndido obtenido en esta campaña angustiosa es el de una paz fecunda para todos, que ha de ser estable, porque hay patriotas en la cumbre y en la llanura; todos estaremos unidos para combatir el mal, sin más partido que el déla moralidad politica y sin más divisa que la del amor y la concordia entre los orientales. Alberto guaní. El patriotismo no se manifiesta solamente en los cam­ pos de batalla: él se revela también, con todos los carac* teres de una esclarecida virtud cívica, en la dirección de los destinos públicos. — 10 — Ea la primera forma, ha brillado en todas nuestras con­ tiendas fratricidas; pero desgraciadamente, la segunda no ofrece tantos ejemplos como correspondería á la his­ toria política de un pueblo que después de haber luchado- tanto por su independencia, bien merecía el supremo ga­ lardón de sus libertades. Millares de ciudadadanos han hecho el sacrificio de su vida en las lachas internas, f es justo presumir que mi­ llares de ciudadanos harían el glorioso sacrificio de la suya si el pais se viera en el caso de defender su inte­ gridad y sn honor de ataques exteriores. Las mas humildes clases sociales han dado héroes à Ios- ejércitos revolucionarios, y héroes á Jos ejércitos del go­ bierno. Pero los paises que ya han pasado el período guerrero de su formación y aspiran legítimamente á la plenitud de lavida institucional, deben estimular el patriotismo tran­ quilo, conciliador, verdaderamente paternal de sus go­ bernantes. Ese es el alto carácter de transcendencia y de progreso- politico que reviste la obra del ciudadano don Juan L.

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