EL NACIONAL - DOMINGO 17 DE FEBRERO DE 2002 El auge petrolero marcó el inicio del noreste caraqueño De las haciendas a los edificios Nacieron con usos agrícolas, y hoy en día Altamira, La Castellana y Los Palos Grandes se ubican como unas de las urbanizaciones mejores dotadas de servicios públicos, los cuales garantizan una buena calidad de vida a sus residentes. Según el urbanista David Gouverneur, la principal enseñanza que se desprende es que los habitantes de esta zona disfrutan la idea de vivir en una ciudad, porque goza una intensa vida cívica lo que incrementa el valor inmobiliario Carmen Sofía Alfonzo A. Hasta la década de los años 40 casi toda la economía de Caracas giraba en torno a la agricultura. Sólo en el casco central de la cuidad era donde se desarrollaba otro tipo de actividades productivas. En el resto de los terrenos que hoy conforman el área metropolitana había asentamientos tipo haciendas, como era el caso de Chacao, Los Dos Caminos y Petare, lugares donde se cultivaba caña, frutas, hortalizas y trigo en las tierras más bajas, porque las partes más elevadas eran aprovechabas para cosechar café. En aquel momento, Altamira, La Castellana y Los Palos Grandes eran grandes extensiones de tierras que sólo tenían valor por lo que eran capaz de producir. A partir del auge petrolero fue necesario desplazar los usos de las tierras: de agrícolas a inmobiliarias, para crear nuevos espacios urbanos y así atender la naciente actividad económica. “Es importante destacar que, para aquella época, las iniciativas de promover la actividad inmobiliaria de Caracas fueron exclusivamente por parte del sector privado. Hasta ese momento, el Estado no se había preocupado por el desarrollo de viviendas en el país”, asegura el urbanista David Gouverneur. En Altamira, La Castellana y Los Palos Grandes se repite la historia de El Paraíso, la cual fue la primera urbanización que se creó fuera del casco central. Por tal motivo, genera un nuevo modelo de vivienda hasta la época inexistente en Caracas, como lo es la casa con jardín y cuatro fachadas, porque las que había hasta el momento eran contiguas, es decir, compartían una pared. Como el centro de la ciudad estaba copado de usos residenciales y comerciales, a esta urbanización del suroeste capitalino se comenzaron a desplazar las familias más pudientes de las zonas, lo que demostró que el concepto tuvo éxito. Esto contribuyó a que la idea se trasladara a las viejas haciendas del este. A partir de ese momento, las tierras comenzaron a perder valor agrícola, por lo que sus dueños empezaron a venderlas para construir desarrollos inmobiliarios. En los terrenos más cercanos a la Carretera del Este —hoy Altamira—, el estilo urbanístico que surgió fue el europeo. Viviendas multifamiliares que combinaban el uso residencial con el comercial, es decir, las plantas bajas estaban dedicadas a comercios, y los demás pisos a residencias. Mientras que en las tierras estaban más próximas a la montaña —como es el caso de Los Palos Grandes—, por su accesibilidad más restringida, la tendencia que se desarrolló en sus inicios fue netamente residencial. Gracias al desarrollo que representó el petróleo para el país, la concepción urbana de las principales ciudades venezolanas cambió. En el caso particular de Altamira, La Castellana y Los Palos Grandes, las tres áreas sustituyeron el uso de sus tierras y nacieron al mismo tiempo. Sin embargo, no hay que olvidar que el progreso inmobiliario no fue un acuerdo del Gobierno, sino que lo promovió el sector privado, por ello cada urbanización tiene una fisonomía propia. Lo más notorio que tienen en común es la vinculación con la actual avenida Francisco de Miranda. “A partir de la dictadura de Marcos Pérez Jiménez es cuando por primera vez el Estado se preocupa porque las tierras perdieron el valor agrícola, para dar paso a los proyectos inmobiliarios. Entonces, el Gobierno se dedicó a equipar la zona, mejorar la imagen, hacer aceras y cloacas”, señaló Gouverneur. Nacimiento de Altamira Esta urbanización le debe gran parte de su diseño al arquitecto Luis Roche, el mismo que años antes había influido en la infraestructura de San Bernandino. De las tres urbanizaciones, Altamira es precisamente en donde más se notó preocupación de crear espacios públicos con tratamiento paisajístico. De hecho, aún se puede ver frente a la plaza Francia, que es uno de los lugares por excelencia de la zona a la hora de recreación, un kiosco de la década de los años 40 o 50, el cual fue diseñado como parada de los primeros autobuses del área. “Además, Altamira, desde sus inicios, contó con parques, lo cual contribuía al embellecimiento de la urbanización, y con un acueducto local, que promovía la zona como una de las mejores servidas de la época. En la avenida Francisco de Miranda se instalaron los primeros cines modernos de la capital. Asimismo, fue la primera zona de Caracas donde se estrenó el concepto de los exitosos cafés de hoy en día. El sector llegó a convertirse en el más atractivo del este de la ciudad, porque ofrecía una variada vida nocturna segura”, agregó. Todas estas condiciones ayudaron al desarrollo inmobiliario del área, pues se trataba de una urbanización en la que el espacio público se había tomado en cuenta. Los Jabillos Los Palos Grandes recibe este nombre porque la zona estaba copada de enormes jabillos, por lo que los primeros pobladores de la zona comenzaron a identificarlos como “palos grandes”. Los árboles eran aprovechados por los agricultores de la zona como sombra para las siembras de café. Por ser de las tres la más lejana a la antigua Carretera del Este y la más cercana al Ávila, el uso que se desarrolló fue el de residencial, puesto que por su ubicación no representaba un área atractiva para darle otro uso. “Para el momento en que se comenzó a poblar Los Palos Grande, no se visualizaba una vía urbana, por ello hay pocos espacios públicos”, dijo el urbanista. Gouverneur también agregó que, en vista de que no había lugares públicos diseñados para el esparcimiento de los residentes, se construyeron clubes campestres, para atender la necesidad de recreación de la población. A diferencia de Altamira, donde los vecinos desde siempre tuvieron espacios públicos a su disposición, los residentes de Los Palos Grandes tenían que ir al club en carro. Esta condición limitaba la recreación. Por otro lado, la promotora de TIR Inmobiliarios, Ángela Yi, considera que en la actualidad, por la ubicación de esta urbanización, existe una condición comunitaria única, la cual está representada por una intensa actividad residencial, una amplia gama de servicios, y en los últimos años, gracias a la iniciativa de la Alcaldía de Chacao se respira seguridad en la zona. “Los Palos Grandes es la muestra que la mezcla de usos no desmejora la calidad urbana, sino que, por el contrario, la mejora y le da el atractivo europeo que tiene la urbanización”, asegura Yi. “En la parte sur hay muchos edificios, los cuales fueron levantados con la intención de rentar los apartamentos. Hoy en día se ha rescatado gran cantidad de esas construcciones para convertirlas en propiedad horizontal, y representan buenas alternativas de compra, pues pueden conseguirse apartamentos a aproximadamente 1 millón de bolívares el metro cuadrado”. “Indudablemente, estas nuevas operaciones van a favorecer la urbanización, pues traerán una renovación urbana, debido a que los que estarían interesados en comprar en el sector son personas con niveles de ingresos medios altos, lo cual le va a garantizar el mantenimiento a Los Palos Grandes”, agregó Yi. Origen de La Castellana A diferencia de Altamira, La Castellana tenía un solo punto de vinculación con la antigua Carretera del Este, por lo que la zona lo aprovechó al máximo. Actualmente, esta vía es conocida como la avenida principal de La Castellana. Como sucedió en Los Palos Grandes, la urbanización siempre ha sido muy arborizada, lo que le otorgaba belleza y calidad ambiental. En La Castellana también se desarrollaron edificios mixtos, iguales a los de Altamira. De las tres urbanizaciones, es la que cuenta con mayor número de edificios para oficinas, lo que la convirtió en una de las áreas caraqueñas preferidas para muchas sedes administrativas de empresas. A pesar de que es la preferida para colocar oficinas de las tres en estudio, Ángela Yi asegura que en la actualidad, en lo que concierne al aspecto residencial, es la urbanización que reportó mayores valores inmobiliarios del noreste caraqueño, en un estudio realizado por TIR Inmobiliarios. También agregó que en La Castellana se experimentó un cambio: las grandes parcelas que en principios eran de una vivienda unifamiliar, se han venido transformando en edificios multifamiliares, lo que ha contribuido con la renovación de la urbanización. Más bondades Con el correr de los años, la ciudad comienza a crecer, se urbanizan más terrenos, por lo que cada vez son menos los que quedan disponibles. Asimismo, se comenzaron a construir vías alternas, de las cuales la más importante es la avenida Boyacá o Cota Mil. Indudablemente, el corredor vial hizo a La Castellana, a Altamira y a Los Palos Grandes más atractivas para vivir, por lo que el valor inmobiliario de la zona aumentó. “Antes de la construcción de la Cota Mil los patios de las casas del norte colindaban con el Parque Nacional El Ávila; y con la instalación de la avenida esta posibilidad única en la ciudad se perdió”, señaló Gouverneur. Con la creación de esta nueva arteria vial se experimentaron cambios de usos en todas las zonas aledañas a la montaña, que precisamente por lo alejada de la Carretera del Este se explotaron solamente como residenciales. Gracias a la avenida Boyacá se comenzaron a establecer grandes casas con usos comerciales.
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