PRESENTACIÓN A LA SEXTA EDICIÓN La Dirección General de Investigación –DIGI- y el Centro de Estudios Urbanos y Regionales –CEUR- presentan en esta ocasión la sexta edición del libro Memorias para la Historia de la Revolución de Centroamérica, de Manuel Montúfar y Coronado, que viene a constituirse en un segundo aporte a la Colección del Bicentenario que se inauguró el año 2012 con la publicación del Bosquejo Histórico de Alejandro Marure. Manuel Montúfar y Coronado nació en la ciudad de Antigua Guatemala, el 25 de junio de 1791, hijo de Lorenzo Montúfar Montes de Oca y María Josefa Coronado y Rodríguez, nieta materna del Maestre de Campo don Francisco Rodríguez de Rivas, quien fue Presidente de la Real Audiencia entre 1716 y 1724. Lorenzo Montúfar Montes de Oca, padre de quien nos ocupa, laboró en el puesto de alcalde segundo del Cabildo de la ciudad de Guatemala en 1782 y alcalde primero en 1783. Así mismo, asumió sucesivamente los cargos de alcalde mayor de Sacatepéquez (en 1786) y de Verapaz (en 1802). La pareja procreó cuatro hijos que desempeñaron diversos puestos de la burocracia local. Así, Juan Montúfar y Coronado trabajó en la secretaría de cámara del gobierno y luego en la contaduría de propios. Rafael Montufar y Coronado ocupó el puesto de sargento mayor en la provincia de Chiquimula de la Sierra. José María Montúfar y Coronado fue oficial tercero de correos y por último, Manuel Montúfar y Coronado fue escribiente oficial de la secretaría del gobierno en 1820. Además, Manuel Montúfar y Coronado desempeñó importantes cargos durante la época independiente, entre ellos: secretario de gobierno y primer ministro de la guerra en 1823; en 1825 fue diputado por Escuintla y presidente de la asamblea constituyente que decretó la primera Constitución del Estado de Guatemala, que se dice fue redactada por el propio Montúfar. En cuanto a su carrera militar puede mencionarse que a finales de 1827, fue electo vice jefe del Estado de Guatemala y corregidor de Quetzaltenango. Participó en las campañas militares de 1826 a 1828, desempeñando los cargos de secretario de Manuel José Arce; jefe de caballería y mayor general del ejército. i Su participación en la vida política y la administración durante los primeros años de vida independiente, es por demás innegable y de relevancia para el conocimiento que expresa en su obra de historia ‘Memorias de Jalapa’. Entre sus méritos tiene el haber sido periodista y redactor de uno de los periódicos de importancia de la época “El editor constitucional”, dirigido por Pedro Molina y en donde colaboraban: el canónigo José María Castilla, José Francisco Barrundia, Marcial Zabadúa, José Beteta, José Vicente García Granados y su hermano Juan Montúfar y Coronado. En el año de 1820, fue nombrado por el presidente don Carlos Urrutia, como oficial en la secretaría de gobierno, en ese tiempo era miembro de la tertulia política en casa de José María Castilla, por lo que sus amigos celebraron su ingreso al gobierno porque consideraron que tendrían un apoyo para la causa independentista, sin embargo no fue así, pues al parecer Montúfar y Coronado a partir de estos años se ligó al gobierno colonial. En 1829, Manuel Montúfar y Coronado después de haber estado en prisión en El Salvador, junto al coronel Miguel García Granados, fue expulsado del país junto a su hermano Juan y viajó hacia México en donde residió hasta su muerte, acaecida el 18 de marzo de 1844. En el año 1832 se publicó por primera vez la obra de Montúfar y Coronado: Memorias de Jalapa, por haber sido publicada en Jalapa, Veracruz, México, Impreso por Aburto y Blanco. Dos años más tarde, en 1834 salió a la luz el Bosquejo Histórico de Alejandro Marure, quien escribió para refutar lo escrito en las Memorias de Jalapa. En éste contexto la obra de Montúfar y Coronado, por ser previa al estudio de Marure, permite el enjuiciamiento y la crítica de Marure la cual se funda en el enfrentamiento ideológico-político entre Liberales y Conservadores de la época. Alejandro Marure en el Tomo I del Bosquejo Histórico retrata a Manuel Montúfar de la siguiente manera: Hombre de grandes talentos, de un tacto fino, mañero e intrigante: tiene modales y amabilidad; pero se le notan cierta reserva y encogimiento ii que inspiran desconfianza acerca de su sinceridad; no tiene el don de la palabra, pero escribe con destreza: su pluma ha sido siempre ministerial y una de las más acreditadas de Centroamérica; no así sus prendas militares, en cuya carrera no ha hecho proezas que le den concepto, al contrario, sus mismos partidarios le han echado en cara la prolongación de la guerra y el mal éxito que tuvo con respecto a ellos. (2013: 221). Como podemos observar Marure va más allá de retratar el carácter de Montúfar, incluye en su observación el tema de la participación militar de Montúfar en los primeros años de vida independiente, período en que éste estuvo activo como militar, labor que concluyó cuando fue exilado a México en 1829. Haciendo referencia a la militancia política del autor de las ‘Memorias de Jalapa’, Marure escribe: Montufar ha pertenecido siempre al partido anti-popular y es uno de los más acérrimos aristócratas; en lo cual no ha hecho más que obrar en consonancia con sus propios sentimientos y con sus conexiones, que las tiene todas entre las familias, de las cuales es un miembro notable. En la adversidad, Montufar ha descubierto un espíritu rencoroso e implacable: ha olvidado las consideraciones que debe el hombre a su país natal en cualquiera situación de la vida; y se ha mantenido escribiendo desde el seno de una nación vecina y rival, para deshonrar a su patria; y acaso para avivar antiguas e injustas pretensiones. (2013: 221). Manuel Montúfar y Coronado al conocer El Bosquejo Histórico de Alejandro Marure, que fuera publicado en 1834, dos años más tarde que su obra Memorias de Jalapa, publicada en 1832, agrega al segundo tomo de sus memorias, un apéndice Recuerdos y Anécdotas fechado en 1837, en donde señala que de 1814 a 1820 perteneció al grupo de los independentistas y expone las razones de su cambio de parecer: Yo recuerdo la sinceridad con que estaba persuadido en 1820 de la justicia del partido caco, y de la parcialidad con que juzgaba a los individuos, del contrario, y era porque tenía un partido, y me faltaba el mundo y las experiencias, y la filosofía necesarios para examinar las razones del gaz. Creía yo que los enemigos de la constitución, los que nos habían inculpado por constitucionales e independientes en el período de 1814 a 1820 no debían aspirar a los puestos constitucionales, y esta era una injusticia de partido, porque la simple opinión no puede exceptuar de los derechos comunes de igualdad, y desde que hay pretensiones exclusivas, la sociedad se ha dividido en dos facciones y éstas se han puesto en hostilidad o guerra a muerte. (Presente edición: 138). iii La declaración que hace Montúfar y Coronado revela su cambio de pensamiento de ‘liberal’ a ‘conservador’, y claramente expone que desde esa ideología escribe sus memorias en 1829. Montúfar y Coronado en la publicación de 1837, entabla un diálogo con El Bosquejo Histórico, obra de Alejandro Marure, que según expresa Montúfar, el autor ha postulado para el momento como la historia oficial de la independencia, expresa su criterio al respecto: El doctor Marure refiere sucesos que ha visto sin haber tenido parte en ellos y habla de personajes a quienes ha tratado íntimamente, y a quienes ha observado muy de cerca. Cita palabras de Marure: “Estas circunstancias, añade, dan a mi narración un grado de certeza superior a la que pudieran merecer otras que han partido de plumas vivamente afectadas del espíritu de facción”. Me parece dice Montúfar y Coronado, que oigo al evangelista San Juan asegurar que él vio las cosas, que su testimonio es verdadero y que está seguro de que escribe la verdad para que crean los que leyeren. (Presente edición: 137). A todas luces se encuentra en estas declaraciones de Montúfar y Coronado, la concurrencia de factores y enfrentamiento ideológico entre ambos autores, quienes desde su propia experiencia fueron testigos del proceso de independencia centroamericana; circunstancia que imprime, sin lugar a discusión importancia medular a ambas obras. En cuanto a la participación política administrativa de ambos, Montúfar y Coronado refiere: No hay exactitud ni verdad en todo lo que dice aquí el doctor Marure; sus relaciones estaban limitadas a un partido, en cuyo favor y bajo cuyo influjo y costos escribe: sólo conoce a los personajes de este partido a quienes únicamente ha podido tratar con intimidad y observar de cerca; él no entró a los negocios públicos sino hasta 1831. (Presente edición: 139). Expresa Montúfar y Coronado, me basta con saber que el doctor Marure pertenece a un partido, no importa cuál sea, de igual forma su obra es la opinión de ese sector partidario y por eso yo le hago la advertencia: Un contemporáneo difícilmente dejaría de participar de las simpatías y antipatías que dividieron a los hombres de su tiempo, ni de pertenecer a ésta o a la otra doctrina política; en las discordias civiles no se encuentra un hombre imparcial, apenas se hallarían hombres inactivos; iv y sólo en esta clase pueden encontrarse inculpables, aunque no sean imparciales. “Este es el destino de los hombres públicos; nada de lo que les pertenece puede ser un misterio, las acciones más indiferentes son interpretadas, y la investigación penetra en el sagrado de la vida privada, porque todo se mezcla y se confunde con los sucesos generales en que tuvieron parte.
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