Taller De Lecturas Argentinas Y Escritura

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TALLER DE LECTURAS ARGENTINAS Y ESCRITURA Índice 1. POR SIEMPRE VIVIRÁ. Rubén Abreu 2. INMORTAL. Cecilia Cañumil 3. LA HISTORIA DE MI VIDA. Juan Carlos Clidas 4. EL ESPECTADOR PERPETUO. Una novela de historia, que vive la muerte a través de la inmortalidad. Ayelén Eugenia Costa 5. MOVIMIENTO PATRICIO. Valentín Cueto Aquilia 6. PERPETUA CONTEMPORANEIDAD. Jana Feijoo 7. DE MILITANCIAS, AMORES Y TRANSFORMACIONES. Susana Lertora 8. FRAGMENTOS DE UN INSURRECTO. LeandroMartínez 9. UERNSH (Permanecer). Agustina Ortiz 10. EL MISTERIO DE LA DAMA. María Marta Ortolani 11. MI VIDA, NUESTRA HISTORIA. Melina Palópolo 12. CUANDO USTEDES PARTAN. Camila Ragazzini 13. LA MIRADA PACIENTE. Diario de un observador de cuatro siglos. Rodolfo Enrique Ramírez Ovalles 14. LA INMORTAL. Sebastián Vázquez 15. LAS IDEAS NUNCA MUEREN. Mariano Zamudio 1 POR SIEMPRE VIVIRÁ Rubén Abreu Prólogo Me llamo Dadá, el nombre me lo puso mi pueblo a los veinte años, cuando nos enfrentamos por primera vez a las misiones jesuíticas. Fui herido de muerte muchas veces, pero siempre sané y seguí luchando. Dadá significa guerrero. El pueblo en el que nací habita las costas del Río Paraná, a pesar de las invasiones, de los ataques, mi pueblo resiste en lo profundo de la selva. Mis rasgos físicos son como los de todo mi pueblo, morocho, nariz, boca y ojos grandes.La resistencia y lucha de mi pueblo marcó mi carácter, y soy inmortal. I. El Restaurador Llegué a la ciudad de Buenos Aires en 1843, buscando nuevas experiencias y para olvidar los amores perdidos por el paso del tiempo. Esta ciudad es muy pintoresca, hay gente de muchos lugares que hablan distintos idiomas. Sin embargo, las clases sociales se manejan igual que en Misiones, eso es muy diferente a mi pueblo guaraní donde todos vivíamos bastante iguales. Conseguí trabajo en una estancia gracias a unos gauchos que me crucé viniendo para acá, también me hice amigo de varios negros que me contaron que sus padres eran esclavos, que aunque ellos no vivían de lujos por lo menos no tenían dueño. Con ellos voy a bailar candombe cuando el patrón nos deja. Es una música muy divertida para danzar y en esos carnavales la gente se libera de verdad. Eso se siente en el aire. De vez en cuando, aparece el gobernador con su esposa Doña Encarnación Ezcurra. Ambos son muy respetados por los que asisten al candombe casi como una religión. Yo no creo en los santos, pero me cae bien que se respete a los gauchos y negros. En general, los patrones, comerciantes y militares nos miran como chupando limón. II.12 de octubre de 1868 Corre el año 1875 y yo sigo en Buenos Aires, la ciudad creció un montón. Hay muchos inmigrantes que vinieron como yo a trabajar. También en las calles andan los británicos, la mayoría que conocí tienen plata y vinieron a hacer negocios. Esos hombres no me caían muy bien, ya que una vez tuve un altercado en una pulpería. Resulta que estaba tomando el vino que ahora venden, que encima sale muy caro porque lo traen de Cuyo, y vino caminando uno de esos hasta mi mesa. Yo lo vi de lejos que trastabillaba, pero tuve la mala suerte que se cayó, tiró mi mesa y mi vino. Quise ayudarlo a levantarse, pero el loco estaba muy borracho y me miró enfurecido, me tiró una patada desde el piso y me gritófuckin’ indian. Yo no soy muy letrado, ni sé inglés, pero sabía que me estaba insultando, así que ahí nomás saqué mi facón y lo invité a pelear, pero el copetudo se quedó en el molde y me decía sorry. Yo como soy respetuoso lo dejé nomás y me fui a mi rancho. Desde entonces, trato de no ir tanto a tomar vino porque siempre hay lío, estoy trabajando para un patrón macanudo que está construyendo un telégrafo. Dicen que esa máquina va a servir para comunicarse desde lejos, por ahí puedo hablar con mi antiguo pueblo guaraní, a ver qué pasa por esos pagos. También estoy aprendiendo a leer y escribir con el patrón. Él nos da clases cuando terminamos la jornada y fuimos eficientes. A mí me gusta aprender, pero a veces, me peleo porque dice cosas feas de mi pueblo, nos quieren enseñar cómo vivir, así que discutimos bastante pero igual nos llevamos bien porque es macanudo. III. El Centenario Es el año 1910, continúo viviendo en Buenos Aires. Me casé con una joven italiana que se llama Victoria, al principio fue una relación muy difícil ya que para ambos era dolorosa la cuestión de mi inmortalidad. Sin embargo, el tiempo nos hizo notar que era mejor disfrutar y que ya tendría tiempo para lamentar haberse enamorado así. Victoria vino del sur de Italia y su familia es numerosa. Cuando recién me conocieron, me miraban con mucha desconfianza, pero con el tiempo les caí bien, y hoy somos una gran familia. Creo que a lo largo de los años, pude distinguir una virtud en mí: que me gusta aprender. Eso creo que fue lo que mejor le cayó de mí a toda la familia. Apenas cruzamos mirada con Victoria empecé a buscar libros de italiano y de todo lo relacionado con su cultura. Al principio, mis intentos fallidos de pronunciar ese idioma eran motivo de risas para estos tanos, pero así fue como me empezaron a querer. Tanto es así que Don Antonio, el papá de Victoria me hizo entrar a trabajar a una fábrica de zapatos. Allí me desempeño junto a él y dos hermanos de mi esposa. En esta época, está todo 3 jodido acá. Resulta que los italianos no se callan nada, hacen temblar a los patrones. Pero estos no andan con chiquitaje, sino con la policía y otra gente armada. A principios de año, ya se armó tremenda trifulca, hubo varios muertos, pero los obreros no nos callamos más. Los tanos tienen razón, los patrones no pueden hacer lo que se les canta con nosotros. VI. Hipólito Yrigoyen Aprovecho una hermosa noche de primavera para sentarme a escribir un poco. Victoria, mi esposa, charla con nuestros hijos que recién llegaron de jugar al fútbol. La situación económica está complicada, la fábrica de zapatos nos bajó los sueldos, supuestamente porque no se vende. Yo desconfío un poco de eso porque los patrones siguen viviendo muy bien, pero en parte, debe ser verdad, es que nadie tiene un mango. Igual me hace enojar que nos bajen los sueldos a nosotros que apenas llegamos a fin de mes y ellos siguen viviendo de lujo. Igualmente, no es época para andar haciéndose mucho el loco, desde que lo bajaron a Hipólito las cosas se pusieron más ásperas de lo que estaban. Muchos de mis amigos andan ahí armando rebeliones, pero para el que tiene hijos la cosa es más jodida. Estos no andan con vueltas, además de ser corruptos no tienen clemencia alguna a la hora de las represalias. Pero los ideales no los guardamos, con los pibes ni bien podemos nos sentamos a discutir y leer de política. Victoria también participa, aunque el difunto padre decía que ella no tenía que meterse en esos temas, siempre se impuso y es una gran pensadora del tema, aunque a muchos hombres les molesta. Pero en nuestra casa todos charlamos de política y aprendemos de Victoria que desde chica, leía mucho. También entre todos, tratamos de sustentar el hogar, los pibes estudian, pero también venden el pan que cocina mi esposa. Se extraña mucho la época de Hipólito, aunque no era todo color de rosas había más libertades. Lo que más me desvela es que mis hijos estudien, sé que la universidad la tienen cerrada, pero hay que formarlos para que tengan un buen futuro. V. Los años felices Ya han pasado cinco años del fallecimiento de mi hijo Tabaré, el más grande de los que tuvimos con Victoria. La amargura que llevo adentro es inmensa y parece no querer irse con nada. Para Victoria parece aún más difícil ya que hace tiempo sale muy poco de la habitación. Parece que le vuelve la luz sólo cuando llegan nuestros nietos. La vida pierde bastante sentido cuando muere un hijo. Cuando quien parte es cualquier otro ser querido duele el alma, pero cuando se trata de un hijo, parece que se llevan una parte de uno, una parte de la vida. Lo peor para mí, fue que creí que la inmortalidad era hereditaria, que mis hijos vivirían para siempre como yo, pero mi querido Tabaré comprobó que no corría esa suerte de la mano de un puñal. Nunca supe cómo adquirí esa suerte, y con el correr del tiempo, empecé a sospechar que fuera un karma. Como dije, la única alegría venía de nuestros nietos; la mayor de todas creo que fue cuando me enteré que iban a poder ir a la universidad, ya que ahora era gratuita. Casi lloré de alegría, porque a pesar del mucho estudio que metimos con mis hijos, a esos lugares no podíamos entrar. Las universidades estaban vedadas para los obreros. A pesar de mi mal momento, se respiran otros aires, yo trabajo ocho horas y la plata nos alcanza para vivir bien. Los patrones siguen siendo patrones, pero ahora tienen que respetar, ya no es como antes que a pesar de la lucha obrera seguían manejando todo como querían. Quedan muchas cosas para discutir, pero los patrones están enojados porque más allá de que sigamos siendo humildes, ahora la mayoría somos conscientes de algo: todos tenemos dignidad. VI.El Che Han pasado casi diez años desde el bombardeo a la Plaza de Mayo, el odio de los tiranos parece no tener techo.

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