1 UNIVERSIDAD DE MURCIA DEPARTAMENTO DE LITERATURA ESPAÑOLA, TEORÍA DE LA LITERATURA Y LITERATURA COMPARADA EL DISCURSO AMOROSO EN LA NOVELA DE LA RESTAURACIÓN: LAS NOVELAS DE BENITO PÉREZ GALDÓS TESIS PROPUESTA PARA LA OBTENCIÓN DEL GRADO DE DOCTORA EN FILOLOGÍA HISPÁNICA Presentada por: Dª Ana María Pérez López Dirigida por: D. Francisco Javier Díez de Revenga Torres Murcia, Septiembre 2005 2 A la memoria de mi padre, Jesús López Nieto. A mi familia: Antonia, Josefina y Ana María. A mis profesores. A mis amigos. 3 Agradecimientos Quiero expresar mi más sincera gratitud y afecto a D. Francisco Javier Díez de Revenga, quien, tras depositar su confianza en mí, –imprevisiblemente inmerecida-, siempre ha estado presente como un gran mentor y benefactor. Gracias también a Dª Ana Luisa Baquero, Dª Pilar Díez de Revenga, D. Mariano de Paco, D. José Mª Jiménez Cano, D. Vicente Cervera, D. Eloy Sánchez Rosillo, D. Ramón Almela… a quienes, por mi extrema timidez, nunca les he sabido expresar todo el aprecio y la admiración que les tengo. De igual manera, este trabajo no habría sido concluido si no hubiese contado, a lo largo de todo el camino, con la ayuda, la comprensión y el apoyo inagotables de mi padre, Jesús López Nieto, y de mi madre, Antonia López Navarro. Ellos son la luz; principio y fin, alfa y omega de mi existencia. También quiero agradecer a mi hermana Josefina las palabras de ánimo que me ha transmitido en los momentos difíciles, y los numerosos conocimientos que ha compartido conmigo para que pudiera desenvolverme eficazmente en el complejo mundo de la informática. A mi abuela Ana María le agradezco especialmente su cariño incondicional, que ha estado presente durante todos estos años, junto al que me han prodigado las Hermanas del convento de Clarisas Capuchinas de Murcia. Asimismo, sin el respaldo, el afecto y la generosidad de mis amigos, todas las dificultades y tropiezos hubieran resultado insalvables. Gracias, por tanto, a Juan Luis Albentosa, Blanca Aja, Merche y Finuchi. Gracias a Germán Morales y a Pepa. Gracias, también, a la familia Ikenstein, Antonio Lastra, Javier Alcoriza, Antonio García, Leticia Hernández, José Manuel, J.J., y un largo etcétera. Entre ellos se encuentran, a un tiempo, algunos de mis profesores más queridos, como Mª del Carmen Soler, Mª Teresa Gutiérrez, Ginés Abellán y la memoria entrañable de Mª Isabel Torregrosa. Sin olvidar a todos los profesores que he tenido a lo largo de las diferentes etapas académicas por las que he pasado, ya que todos ellos contribuyeron a mi formación académica y personal. MUCHAS GRACIAS A TODOS. 4 ÍNDICE PREFACIO ……………………………………………………… 7 I. INTRODUCCIÓN ................................................................... 16 II. CORPUS ANALIZADO ....................................................... 36 II. 1. Doña Perfecta ............................................................. 36 II. 2. Gloria .......................................................................... 59 II. 3. La familia de León Roch ............................................ 83 II. 4. Marianela .................................................................... 107 II. 5. La desheredada ........................................................... 128 II. 6. El amigo Manso .......................................................... 167 II. 7. El Doctor Centeno ...................................................... 197 II. 8. Lo prohibido ................................................................ 227 II. 9. Fortunata y Jacinta .................................................... 259 II. 10. La incógnita ............................................................... 284 II. 11. Tristana ...................................................................... 302 III. CONCLUSIONES : Una aproximación a la vivencia realista del amor galdosiano.……………….. 318 III. 1. Doña Emilia Pardo Bazán…………………… 321 III. 2. Don Juan Valera……………………………… 362 IV. BIBLIOGRAFÍA CONSULTADA ..................................... 468 5 El que un hombre tenga preferencias y pueda comprender y hacer una cosa mejor que otra se deriva de sus inevitables limitaciones y de sus dones concretos; pero lo que marca el progreso en su vida es la pureza de su arte; quiero decir, el grado en que su arte se ha convertido en su vida, de modo que el resto de su naturaleza no impida ni corrompa su arte, sino que sólo lo alimente. George Santayana, Personas y lugares Las obras de arte viven en medio de una soledad infinita, y a nada son menos accesibles como a la crítica. Sólo el amor alcanza a comprenderlas y hacerlas suyas: sólo él puede ser justo para con ellas. Rainer María Rilke, Cartas a un joven poeta 6 Aquellos que no conocen fuentes más puras de la verdad ni han remontado su corriente seguirán estando, y lo harán con sensatez, junto a la Biblia y la Constitución, de las que beberán con obediencia y humildad; pero quienes hayan visto cómo la verdad viene saltando hasta este lago o aquel estanque se aprestarán a la lucha una vez más y continuarán su peregrinación hasta el manantial. Henry D. Thoreau Así estoy seguro que hará el espíritu viajero –este siempre renovado testigo, víctima y juez de la existencia, divino pero nacido de mujer-. Obedientemente descubrirá otros afectos en otros lugares, unirá a otros amigos y separará a otras gentes; y el fracaso de esperanzas excesivamente concretas y ambiciones excesivamente supuestas no le impedirá al espíritu convertir continuamente las virtudes y las tristezas pasajeras de la naturaleza en vislumbres de la verdad eterna. George Santayana 7 PREFACIO Este libro hará de ti un viajero De todos es conocida la metáfora que identifica el proceso de lectura y formación espiritual con el viaje. En el caso de este breve prefacio, la metáfora será doble, porque tomaré como punto de referencia el relato alegórico de un apasionante recorrido literario y vital: El progreso del peregrino , de John Bunyan, gran ascendente e inspirador dentro de la literatura decimonónica anglosajona. La elección, por supuesto, no es del todo azarosa, porque, como también es sabido, en el planteamiento, el enfoque y los trabajos de los autores de la Restauración, se percibe el genio que conduce a la búsqueda incansable de la verdad, más allá de las persuasiones de la historia o de las distorsiones a las que solemos encontrar sometido el legado de lo escrito. Desde esta perspectiva, se hace necesaria una revisión inagotable que apunte a desvelar el espíritu de la letra, impreso (y perpetuado) en los caracteres de la escritura. Así, el lector o peregrino para quien, como para John Bunyan, la verdad es esa virtud que “forma y rectifica el juicio, gusta al sentido y somete la voluntad” 1 está de enhorabuena: la lectura de las novelas que nos ocupan le hará sentirse dichoso y agradecido, al ver, además, que “la memoria se llena con lo que a la imaginación le agrada”. 1 Cfr. El progreso del peregrino , edición y traducción de Javier Alcoriza y Antonio Lastra, Madrid, Cátedra, 2003, p. 59. 8 Desde las primeras páginas, el peregrino (entendido aquí como el lector de literatura “realista” decimonónica) es interpelado o persuadido a la vida activa, al tiempo que se atisba el evidente deseo de los autores de sumergir antiguos conceptos de la tradición de la escritura y de la experiencia, en el baño purificador cuyo fin debería haber sido, desde el comienzo de los tiempos, la conciliación última de antagonismos o supuestos antagonismos eternos, y la consecuente renovación de la vida literaria, entendida como vida del espíritu. No en vano, la finalidad didáctica y el moralismo tendencioso estarán presentes en buena parte de estas novelas y, en muchas ocasiones, al igual que anuncia Bunyan, en la “Apología del autor por su libro”, encontraremos que las descripciones y las enseñanzas de los libros que analizaremos parecen referirse a un nuevo modo de ver y plasmar la realidad, a pesar de lo cual, de muchos de estos relatos se podrá extraer una misma conclusión: éste “parece nuevo, pero no contiene/ salvo sanos sones del Evangelio”. En el libro titulado El progreso del peregrino , arranca el sueño de Bunyan con una sobrecogedora visión del hombre, la que, con precisión inigualable, tan vívidamente, supo plasmar en sus grabados William Blake, otro visionario inmortal. Según queda demostrado en la Introducción de los editores de El progreso del peregrino , no es casual que las gargantas de ambos, de Bunyan y Blake, prorrumpan en el grito desgarrado de la desesperación, la duda y el desaliento ante los miedos que laten tras las incertidumbres del triste mortal; grito que también logra romper con el atenazamiento al que lo reducía su prolongada estupefacción: “¿Qué haré?”; “¿Qué haré para salvarme?”. Según afirmaba P. B. Shelley, en su Defensa de la poesía : “Pena, terror, angustia, hasta desesperación, son a menudo las expresiones de una aproximación al bien más alto” 2. 9 La obra maestra de Bunyan, como posteriormente harán los novelistas de la Restauración, traza, con acierto, al menos dos caminos para el lector, o para el hombre, que inicia, de nuevo, su peregrinación. Esta apasionante aventura (que hasta cierto punto todos debemos realizar en solitario) se puede emprender de la mano del autor, de su imaginación literaria, pero hay otro sendero dispuesto a ser hollado por los pasos del peregrino, de forma paralela o sobrepuesta al entramado de las fantasías del soñador de Bedfordshire; fantasías que, según él reconoce, “se adhieren como espinas, y sirven de consuelo” 3, nos atreveremos a decir, sin miedo a equivocarnos
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