Teresa Méndez-Faith Breve diccionario de la literatura paraguaya 2003 - Reservados todos los derechos Permitido el uso sin fines comerciales Teresa Méndez-Faith Breve diccionario de la literatura paraguaya A mis padres, a mis hermanos, a Ray y a Eddie, este breve recorrido por rincones escondidos, calles y nuevas avenidas de nuestras letras... [8] [9] Prefacio a la segunda edición Teniendo en cuenta que desde su publicación en octubre de 1994 ya se han escrito varias reseñas (en español, inglés y alemán) del Breve Diccionario de la Literatura Paraguaya, decidí incorporar, a manera de introducción a esta segunda edición del libro, tres de ellas (en castellano) aparecidas en tres prestigiosas revistas especializadas de México, Alemania y Estados Unidos, respectivamente. La recepción tan positiva de mi esfuerzo en pro de la difusión de la literatura de nuestro país me dio la energía y el ánimo necesarios para preparar esta nueva edición, corregida y aumentada, cumpliendo así también mi promesa de hace dos años, cuando al presentar el volumen, leyendo de la introducción, me expresé diciendo que «...con ayuda de ustedes y de todos los amantes de la literatura paraguaya, prometo incorporar todo ese material y remediar otras omisiones involuntarias... ¡en la próxima edición!». Pues, por el momento, el trabajo está hecho: incluyendo las entradas omitidas entonces por razones de fuerza mayor y explícitamente mencionadas en dicha ocasión, he agregado aquí un 30% más de fichas bio-bibliográficas y he tratado de corregir, aumentar y/o poner al día, dentro de lo posible, la mayoría de las ya existentes. En efecto, esta segunda edición del Breve Diccionario cuenta ahora con 321 entradas, exactamente 75 más de las 246 incluidas en la primera edición. Y ahora las reseñas... [10] * * * * * * I. Reseña aparecida en la revista Archipiélago. Revista Cultural de Nuestra América, publicada en México, y firmada por el conocido escritor uruguayo Saúl Ibargoyen, miembro del Consejo Editorial de la revista. * * * La autora, de nacionalidad paraguaya y de larga radicación en Estados Unidos, donde ejerce la docencia universitaria, agrega a su asentada obra ensayística y crítica estos dos volúmenes de consulta insoslayable. Ambos pueden situar eficazmente al estudioso, al investigador, al escritor, al estudiante, al mero lector, dentro de un ancho y organizado panorama de las letras del Paraguay, especialmente en lo referido al siglo XX. La historia de este país interior es un largo relato de desmembramientos trágicos y conflictos que arranca desde 1545, cuando el Imperio español trataba de ajustar las enormes piezas geográficas de sus gobernaciones, mientras virreyes, adelantados y representantes se disputaban riquezas y poder. El Imperio portugués se benefició expresamente con estos desmembramientos de la Provincia del Paraguay Gigante, confirmados por diversos tratados y situaciones de hecho entre el siglo XVI y el fallo arbitral Hayes de 1878 (este último significó la confirmación del genocidio llamado Guerra de la Triple Alianza, por el cual Paraguay perdió 156 mil km2 en favor de Argentina y el Imperio de Brasil). La última pérdida de [11] territorio se establece por el laudo arbitral de 1938, luego de la guerra con Bolivia (1932-1935). Si a esto se agrega una marcada tendencia de gobiernos autoritarios y dictatoriales, que recién se interrumpe en 1989, y jalonada antes por golpes de Estado y «revoluciones», puede llegarse a la conclusión de que los desarrollos culturales -y dentro de ellos el de la literatura- no alcanzaron nunca una base social y material favorable. Pero la producción literaria de Paraguay existe, con líneas definidas y promociones o generaciones que comienzan a caracterizarse en la mitad del siglo XIX. Es así que Teresa Méndez-Faith, en el Apéndice de su Breve antología, dice que: «En general, se considera que la literatura paraguaya se inicia a principios de siglo con las obras de un grupo de intelectuales que aparecen en el escenario cultural alrededor de 1900». Estos intelectuales, nacidos poco antes, durante o poco después de la Guerra Grande -la de la Triple Alianza contra Argentina, Brasil y Uruguay-, conformarán la denominada generación del 900. Como recuerda Méndez-Faith, todos son periodistas, casi todos poetas y ensayistas: Garay, Báez, Gondra, O'Leary, entre otros. Pero también será decisiva en esos años la presencia de escritores extranjeros como Barrett, Díaz-Pérez, Goycoechea Menéndez y Rodríguez-Alcalá. Según el prestigioso investigador argentino-paraguayo Raúl Amaral, que prologa ambos trabajos de Méndez-Faith, se hizo necesario insistir en una «mirada hacia atrás» -ya iniciada con varios intentos de estudiar globalmente la literatura de Paraguay en los comienzos del siglo- para destruir algunos mitos tales como la «ausencia de elementos guaraníticos, la [12] abstracción del romanticismo, 'la llegada tarde' al modernismo y por supuesto a las corrientes de vanguardia, especie de jarrones etruscos de una mitología que lo único que ha alimentado es la creencia -especialmente foránea- de una incurable minusvalidez del Paraguay, tanto en el plano de la creación como en el acceso a las respectivas modernidades, instaladas en tres tramos a lo largo de un siglo (1840-1940). La cuarta parece estar aún en camino». Raúl Amaral afirma también que el Paraguay no ha sido indiferente a las corrientes literario-culturales que tanto han influido en América Latina, «y mucho menos ha desechado insertarse en una universalidad de la cual los novecentistas fueron indiscutibles adelantados». Los rezagos podrían explicarse ya, más que por el ascendiente jesuítico, el aislacionismo del dictador Francia, las guerras mencionadas, etc., por los cuartelazos, motines, «demoliciones institucionales» y conflictos «civiles» de este siglo. De ahí también, agregamos nosotros, la incuestionable validez con que Méndez-Faith encara sus dos libros al percibir una creciente línea de creatividad, línea tejida con tres hilos: la producción literaria efectuada en el país, la realizada en el interminable exilio y la proveniente del «alma» popular. Esta última es esencial para la comprensión del proceso literario-cultural de una nación bilingüe (español y guaraní son idiomas oficiales), en la que asimismo se están dando expresiones escritas en yopará, una mezcla de las lenguas citadas. Pero también, y en esto acierta de nuevo Raúl Amaral, la compiladora acentúa la validez de su [13] propuesta al reivindicar el «romanticismo, el novecentismo y el modernismo en su verdadero tiempo de nacimiento», junto con la atención y «el interés» por el auge de rasgos venidos de afuera, como los del creacionismo, el futurismo y diversas señales vanguardistas. Además, como esfuerzo ordenador referido a las décadas recientes, Méndez- Faith ha preferido sugerir sin etiquetar; por ejemplo: «generación del 40», «promoción del 50», «promoción del 80». Si bien la Breve antología se ocupa, salvo alguna excepción, sólo de tres géneros - poesía, teatro, cuento- por medio de más de sesenta autores y más de ciento veinte textos, debe resaltarse la inclusión de productos de la «musa popular» guaraní. Sin estos ejemplos de poemas y piezas dramáticas cortas en esa lengua o con inserciones de la misma, ninguna muestra de este tipo podría sugerir la complejidad y el entretejido cultural de las letras paraguayas. En algún caso hasta pueden leerse textos que, musicalizados, han logrado permanente aceptación popular. En el Breve diccionario se añaden fichas, muy completas, en las que colaboraron el citado Raúl Amaral, sobre todo, además de Miguel Ángel Fernández y otros, tanto de autores, revistas y publicaciones diversas como de movimientos literarios. Los panoramas genéricos de la narrativa, la poesía y el teatro paraguayos actuales, resumidos por la autora, aparecen en la Breve antología, lo que sirve para estructurar, a riesgo de prescindibles reiteraciones, esa ensanchada visión que mencionamos al principio de estos comentarios. A ojo de meros lectores se ubican así, en lo referido a la producción desde la posguerra del Chaco [14] hasta hoy, varios nombres de narradores que ameritan ser asentados: Arnaldo Valdovinos, José Santiago Villarejo, Gabriel Casaccia, José María Rivarola Matto, Augusto Roa Bastos -el autor paraguayo de obra más reconocida-, Rubén Bareiro Saguier, Juan Bautista Rivarola Matto, Helio Vera, Moncho Azuaga, Guido Rodríguez Alcalá, Juan Manuel Marcos, etc. Es interesante anotar un número en aumento de escritoras de narrativa: Raquel Saguier, Sara Karlik, Lucy Mendonça y otras, lo que lleva a rememorar que el primer libro publicado por una mujer en Paraguay fue Tradiciones del hogar, volumen I, de Teresa Lamas, en 1925... Sin ánimo de castigar con simples enumeraciones, para el mismo periodo debemos anotar en poesía a Hérib Campos Cervera -el iniciador, sin duda, de las transformaciones poéticas de su país-, Elvio Romero, Óscar Ferreiro, Hugo Rodríguez Alcalá, Bareiro Saguier, Josefina Plá, Esteban Cabañas, Luis María Martínez, Carlos Villagra Marsal, Jorge Canese, Elsa Wiezell, José-Luis Appleyard, Miguel Ángel Fernández, Francisco Pérez Maricevich, Susy Delgado, Víctor Flecha, entre muchos. Campos Cervera, al igual que Casaccia y otros, escribió casi toda su obra en el exilio. Y, como Casaccia y otros, falleció también en el ostracismo. El género teatral, «el menos fecundo de la literatura paraguaya», muestra un empuje relativo en los años 10 al 20, presentándose comedias y dramas de tono popular; con Julio Correa, escritor en guaraní como varios de los incluidos
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