Este libro forma parte del acervo de la Biblioteca Jurídica Virtual del Instituto de Investigaciones Jurídicas de la UNAM www.juridicas.unam.mx Libro completo en: http://biblio.juridicas.unam.mx/bjv https://goo.gl/ntZXr9 Texas en el orden constitucional de México (1821-1836) Jesús F . de la Teja La Constitución de Coahuila y Texas simboliza la fase final de la historia de Texas como parte de México. En cierto sentido, representa la causa de la ruptura entre aquel estado y el resto de la nación mexicana, la cual se dio entre 1835 y 1836, porque a pesar de que la unión de Coahuila y Texas fue un acto de conveniencia política, las circunstancias, rápidamente cambiantes, dejaron de ser apropiadas para ambas entida- des. Este estudio introductorio repasa las condiciones en las que el estado de Coahuila y Texas se formó y los desafíos para mantener la unión entre esos lugares tan diferentes. Cuando la referida Constitución se redactó —entre 1825 y 1826—, la población de Texas era de menos de 7,000 residentes, sin contar los aproximadamente 15,000 indígenas autónomos que no se incluían en la ciudadanía. Además, en esta fecha temprana, más de la mitad de la población total ya era estadounidense. En comparación, Coahuila contaba con 66,131 habitantes en 1828 y a mediados de la década de 1830, con poco más de 70,000. En 1836 había más de 20,000 residentes texanos, la mayoría, migrantes documentados e indocumentados de los Estados Unidos de América; menos de 15% conformaban la po- blación de tejanos, es decir, texanos de ascendencia mexicana.1 Si se hace a un lado la demografía, los intereses políticos de los texanos y coahui- lenses fueron la razón por la cual la unión fue incómoda desde el inicio. Por ello, resulta imposible comprender adecuadamente la Constitución de Coahuila y Texas sin que se introduzca, de manera breve, la historia de la relación entre ambos estados y su lugar en la frontera noreste, así como el papel que dicho texto fundamental desempeñó en la ruptura entre Texas y México. 1 Los datos que presenta Alessio Robles (1979, 327-8) se tomaron de los formatos del censo oficial de 1828 que dan cuenta de sólo 4,824 habitantes en Texas. Los datos de Meacham (2000, 311-6), que se basan en un aná- lisis de fuentes variadas, demuestran un número de habitantes de Texas bastante más alto y exacto. de 1824 a 1827 y Texas de Coahuila CongresoActas del Constituyente 51 DR © 2016. Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación http://portal.te.gob.mx/ Este libro forma parte del acervo de la Biblioteca Jurídica Virtual del Instituto de Investigaciones Jurídicas de la UNAM www.juridicas.unam.mx Libro completo en: http://biblio.juridicas.unam.mx/bjv https://goo.gl/ntZXr9 Aunque Texas comenzó como una extensión de Coahuila en la década de 1690, hacia 1722 ya se había convertido en una provincia española con su propio derecho. Muchos de los primeros residentes de Texas provenían de Coahuila o tenían parientes ahí. Monclo- va y Saltillo también eran destinos frecuentes para los mercaderes y ganaderos texanos. Hasta después de la colonización de Laredo en los años subsecuentes a 1750, San Juan Bautista del Río Grande (ahora Guerrero, Coahuila), se mantuvo como vínculo principal entre Texas y la Nueva España. A menudo, tropas de los presidios de Texas y de Coahuila actuaron en conjunto durante las campañas indígenas y, en ocasiones, el gobernador de Coahuila funcionaba, adicionalmente, como gobernador interino de Texas.2 Al inicio de la década de 1770, la Corona española implementó una estructura gu- bernamental separada en la vasta región fronteriza del norte, con la creación de la Co- mandancia General de las Provincias Internas. Por la expansión geográfica del territorio, desde California hasta Texas, periódicamente la Corona realizaba ajustes en el lineamiento y en la jurisdicción de la comandancia, incluyendo la separación de los comandos de las Provincias Internas de Oriente y de Poniente. En consecuencia —desde un punto de vista político—, Texas se volvió parte de las Provincias Internas de Oriente con las provincias colindantes de Coahuila, Nuevo León y Santander, en vísperas de la Independencia mexi- cana. Las cuatro provincias también se encontraban unidas por su dependencia fiscal de la intendencia de San Luis Potosí, otra innovación gubernamental del periodo colonial tardío que fue sobrepuesta a las jurisdicciones existentes. Cuando se comprobó que Texas no podía enviar a un representante a las Cortes en España durante el periodo de 1809 a 1813, José Miguel Ramos Arizpe, diputado por Coahuila, se encargó de ser el portavoz de los intereses de la provincia (Gerhard 1993, 10-9; Benson 1960, 28-9). Debido a su limitada experiencia con el autogobierno, la adaptación de Texas al aumen- to en la participación estatal en los asuntos nacionales (federales) después de la Indepen- dencia, fue rápida. Los ciudadanos prominentes de San Antonio, el centro de la población más grande de Texas, tomaron la delantera en preparar las reacciones de la provincia frente a la altamente combatiente situación política. Al principio, confiaban en enviar instrucciones a los representantes ante el comandante general y, después, trabajaron me- diante los miembros de la diputación provincial que se organizó en Monterrey para las cuatro provincias orientales. Con la convocatoria del Congreso Constituyente del imperio, en 1822, se celebraron elecciones estatales en las que resultó elegido, como representante de Texas, el padre Re- fugio de la Garza, oriundo de San Antonio y párroco de la ciudad. A raíz de la necesidad de Texas de incrementar su población y con una abundancia de terrenos públicos a dispo- sición de la provincia, Garza fue asignado a un comité de colonización y colaboró en la re- dacción de leyes que secularizaran la propiedad misional restante en Texas y autorizaran a Stephen F. Austin llevar a cabo el acuerdo de colonización que su padre había hecho con las autoridades españolas dos años antes. Las comunicaciones que el clérigo sostuvo dejan en claro su frustración por la disfunción cada vez mayor del gobierno imperial, de tal forma que no sorprende que después de la abdicación de Agustín Iturbide y del colapso del siste- ma imperial escribiera a casa: “Repitiendo lo que yo había escrito en mis cartas anteriores: la arbitrariedad terminó igual que la opresión, el despotismo y la tiranía. Hoy en día, Texas 2 La historia de la relación entre Texas y Coahuila durante la era española está relatada con excelencia por Ales- sio (1978). Donald E. Chipman y Harriett Denise Joseph (2010) aluden también a la duradera relación de Volumen I Volumen Texas y Coahuila. 52 DR © 2016. Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación http://portal.te.gob.mx/ Este libro forma parte del acervo de la Biblioteca Jurídica Virtual del Instituto de Investigaciones Jurídicas de la UNAM www.juridicas.unam.mx Libro completo en: http://biblio.juridicas.unam.mx/bjv https://goo.gl/ntZXr9 goza de libertad sin igual, sin obstáculos ni impedimento. Texas puede disponer de todo lo que la naturaleza prodigiosa le haya derramado sobre tierra y mar sin importar otras leyes que las mismas que la provincia imponga libremente [por su propia voluntad]” (Teja 1997, 84). Los texanos no perdieron tiempo para hacer valer su gobierno estatal al momento de recibir noticias de la caída del gobierno de Iturbide. Una junta gubernativa de Texas con siete representantes de San Antonio, uno de La Bahía del Espíritu Santo y otro más de Na- cogdoches, se encargó de las funciones legislativas. En otoño de 1823, los texanos votaron por su propia diputación provincial; ésta, a su vez, eligió como representante del Congre- so Constituyente del imperio a Erasmo Seguín, una figura pública de larga trayectoria y promigración estadounidense. Tras haber saboreado la autonomía local, los texanos no estarían dispuestos a dejarla (Teja 1997, 82-3; Benson 1992, 59). Seguín pasó su tiempo en la Ciudad de México —de 1823 a 1824—, principalmente negociando un lugar para Texas en el orden federalista emergente. Poco después de su llegada, se hizo patente que la unión propuesta por Miguel Ramos —para la cual con- templaba las cuatro provincias del noreste de Tamaulipas (el nombre reciente de Nuevo Santander), Nuevo León, Coahuila y Texas— era inalcanzable. Tamaulipas no tardó en convencer al Congreso de que debía mantenerse autónomo; así, las otras tres provincias quedaron como un solo estado. Posteriormente, Nuevo León comenzó a presionar para que también se le otorgara la condición de estado separado, de tal forma que, al obtenerlo, Coahuila y Texas se mantuvieron unidos. Aunque la autonomía para Coahuila hubiera sido posible —como concluyó Ramos Arizpe después de haber explorado las uniones con Zacatecas, Durango y San Luis Potosí—, tal resultado no hubiera sido factible para Texas. Por su pequeña población y sus desafíos en el desarrollo, no podía esperar que se le acep- tara como estado separado. A la vez, la percepción de Seguín acerca de la disfunción gu- bernamental nacional hizo que el estatus territorial, la única otra posibilidad para Texas, fuera poco atractivo. Con el tiempo, Seguín acordó con Ramos Arizpe, aunque de forma renuente, que la unión con Coahuila sería la mejor esperanza para un gobierno estable y autónomo en Texas. El Congreso Constituyente hizo una concesión a las aspiraciones de Texas con la inserción de una disposición en la ley de unificación de las dos provincias, permitiendo que Texas solicitara para obtener la condición de estado separado si cumplía con los re- quisitos mínimos (Benson 1992, 84-5, 127; Alessio 1979, 171-5). El nuevo gobierno constitucional se formó en Coahuila y Texas sin la representa- ción activa de los intereses de este último, ni en cuanto al número de representantes ni por la forma de la relación entre el ejecutivo departamental y el gobierno estatal.
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