BIBLIOTECA DE HISTORIA NACIONAL VOLUMEN XXVIII i$ 9 RUFINO GUTIERREZ IMPRENTA NACIONAL 1920 / BIBLIOTECA DE HISTORIA HAdONAL Fundadores: PEDRO n . ISAfiEZ y EDUARDO POSADA VOLÚMENES PUBLICADOS í Volumen i—La Patria Boba. ,, n— El Precursor. ,, m —Vida de Herrán. ,, iv —Los Comuneros.' ,, v—Recopilación Historial. ,, vi—La Convención de Ocaña. ,, vil—El Tribuno de 1810, ,, viii—Relaciones de Mando. ,, ix —Obras de Caldas. ,, x—Crónicas de Bogotá, tomo l.° ,, xi—Crónicas de Bogotá, tomo 2.° ,, xii—Crónicas de Bogotá, tomo 3.° ,, xm —El 20 de Julio. v ,, xiv—Biografía de José María Córdoba. ,, xv—Cartas de Caldas. v ,, x v i—Bibliografía Bogotana. ,, xvii—Vida de Márquez, tomo l9 ,, xvm —Vida de Márquez, tomo 29 ,, xx—Páginas de Historia Diplomática. ,, x x i—Vida de Miranda. ,, xxii—Epistolario de Rufino Cuervo, tomo l9 ,, xxiii—Epistolario de Rufino Cuervo, tomo29 ,, xxvi'" Historia de los Ferrocarriles en Colombia. ,, xxvii—Biografía de Salvador Córdoba. ,, xxvm —Monografías. REGLAMENTO DE LA ACADEMIA CAPÍTULO X Artículo 51. En las obras que la Academia acepte y publique, cada autor será responsable de sus asertos y opiniones; el instituto lo será solamente de que las obras son acreedoras a la luz pública. Parágrafo. El anterior artículo se insertará a la cabeza de las obras que la Academia patrocine, y como permanente en el Boletín, PROLOGO Ha querido mi distinguido amigo don Rufino Gutié­ rrez que presente yo a los lectores este'importantísimo libro suyo sobre la historia y la geografía de Colombia. Corres­ pondo con la mayor buena voluntad, ya que otra cosa no puedo ofrecer, al singular honor que me dispensa. El apellido Gutiérrez es grato a la literatura colombia­ na: el padre de don Rufino fue el poeta castizo, de legítima cepa antioqueña, Gregorio Gutiérrez González. Un alma, gemela de la suya, por el amor a la tierra madre y por los dones del corazón, hizo el elogio del autor de la Memoria sobre el cultivo del maíz. En la relación sencilla y encan­ tadora que Manuel Pombo hizo de un viaje de Medellin a Bogotá leo lo siguiente: «Volví a versen su propio hogar, en el seno de su fa­ milia, al lado de sus padres^ de sus hermanas, de su esposa y del primer renuevo de su amor, al amigo a quien tánto habíamos querido en el colegio, y a quien por su organiza­ ción sensible y fina, exceptuábamos quizá únicamente del régimen de ruda franqueza y de implacable burla de aque­ lla vida retozona y atolondrada. A un gran talento, a un corazón honrado, unía Gutiérrez rica imaginación, trato jovial, y cierto olvido de sí mismo, cierto recato, cierta cor­ tedad, que, como un velo de gasa, se extendía sobre sus cualidades para hacerlas más simpáticas. Era un alma apa­ sionada pero púdica; independiente pero blanda; expansi­ va pero discreta.» De su padre heredó don Rufino la pasión por el bien público y la independencia de carácter. No le pone velos a la verdad. No es defensor de doctrinas, ni acepta principios, por espíritu de partido. Es una individualidad inconfundi­ ble, con relieves propios, enérgicos, de estirpe de fundado­ res y directores, sin tacha y sin miedo. # Para colocar este libro en el puesto que le corresponde en nuestros anales literarios y científicos, debo tomar la \ VI PRÓLOGO historia de una edad pretérita y traer su hilo rojo hasta el tiempo presente. Fue afirmación común en todos los libros de historia que España no hizo nada, o que hizo muy poco por la eman­ cipación espiritual de sus colonias. Investigaciones posterio­ res a la fecha de aquellos libros han traído a luz muchos hechos y apreciables y verídicos testimonios con que se comprueba la labor intelectual de la Metrópoli. I Don Pedro Franco Dávila, oriundo de Guayaquil, for­ mó una rica colección de productos naturales, especialmen­ te americanos, y la vendió al Gobierno español, el cual creó el Gabinete de Historia Natural de Madrid, sobre la base dé esa colección. Origen y estímulo de muy importantes trabajos sobre la historia natural de América fue ese Gabi­ nete, del cual fue nombrado Director a perpetuidad el señor Franco. Los estudios que se hicieron por sabios españoles, como Cavanilles, corresponsal de Mutis, y Espiñeira, y sa­ bios extranjeros, como Herrgen y Bowles, fueron publica­ dos en los Anales de Ciencias Naturales de Madrid. En el archivo del Gabinete existen algunas relaciones de viajes hechos en las Provincias granadinas por el Padre Diego García, de orden del Arzobispo Virrey y con instruc­ ciones de José Celestino Mutis. Un portugués, avecindado en La Habana, don Antonio Parra, publicó una descripción de diferentes piezas de his­ toria natural, representadas en setenta y cinco láminas y un opúsculo, sobre el medio de naturalizar en España los cedros y otros árboles de Cuba. Los naturalistas españoles que vinieron a América y las autoridades coloniales, enviaban al Gabinete de Historia^ Natural de Madrid colecciones de objetos americanos. Consta en su archivo que se remitió una pepita o grano de platino de figura oval, procedente del Chocó, Nde una libra y nueve onzas de peso; y se conservaba otra que pesaba más de una libra. El más valioso de los envíos, que aún se conserva, es el esqueleto del megatherium de las pampas, que se encontró a inmediaciones del ríoLuján, a trece leguas de Montevideo, remitido por el Virrey Marqués de Loreto, y que hasta hace poco era el único ejemplar que se conocía. Trabajos científicos de esta y de otra clase llevó a cabo A PRÓLOGO VIÍ ei Gobierno español en América. Los más importantes de todos fueron las expediciones científicas organizadas en la Metrópoli. La primera fue la encomendada a Loeffiing. La misión de Loeffiing y sus compañeros Castel y Carmona, era reco­ ger objetos americanos con destino al Gabinete de Madrid. A esta expedición siguió la dirigida por Ruiz y Pavón al Perú y Chile, a la cual se debe la Quinología y el Pró­ dromo de la flora peruan a y chilena, que no se terminó. Con fines diplomáticos vino a América don Félix de Azara. Catorce años duró su misión: Levantó un plano de las regiones sudamericanas sobre que alegaban derechos España y Pórtugal. La obra de Azara, publicada primero en francés, y luégo en castellano, lleva por título Apunta­ mientos para la historia natural de los cuadrúpedos del Paraguay y del río de la Plata. Con destino a Méjico organizó el Gobierno, en 1787, una expedición bajo la dirección de Sessé, y de que formaron parte Mociño y Cervantes, corresponsal éste también de Mutis. En eí Jardín Botánico de Madrid existen sus colec­ ciones, dibujos y apuntes para la Flora mejicana. La Comisión organizada en 1789, para dar la vuelta al mundo, fue puesta a las órdenes de Malespina, y de ella formaron parte don Antonio Pineda, naturalista de Gua­ temala, don Luis Née, y el naturalista alemán Tadeo - Haenke. La obra de HaenKe tiene por título Introducción a la historia natural de la Provincia de Cochabamba y cir­ cunvecinas, existente hoy en manuscrito en la Academia de la Historia de Madrid. HaenKe y Pineda estudiaron las razas humanas, la fauna, la flora y los minerales de la América Meridional. Una comisión de la Misión de Malespina fue a Cuba, con Baldó, a estudiar la flora de la isla. Vinieron también a América a escribir su historia mi­ neral, y recoger objetos para el Museo de Madrid, Cristián Euland, sabio alemán, y los españoles Francisco Molina y Eladio Yáñez. Viajaron, asimismo, por América don Jorge Juan y -i don Antonio de Ulloa, cuyas Noticias secretas son un do­ cumento histórico de grande importancia. La Real Academia de Ciencias de París, deseosa de resolver el problema de la verdadera figura de la -tierra, envió comisiones científicas al hemisferio austral y a las re­ 's vm PRÓLOGO giones polares del Norte: sabíase que la forma de la tierra no era perfectamente esférica, pero no se había determinado ria relación de desigualdad de sus dos ejes, y para deducir esta relación había que medir grados de meridiano en los dos hemisferios. La Real Academia de Ciencias solicitó per­ miso del Gobierno español para que la Comisión científica que se proponía enviar al territorio de la Audiencia de Qui­ to pudiera verificar sus medidas geodésicas y sus operacio­ nes astronómicas; y el Rey Felipe v expidió dos Cédulas, una el 14 y otra el 20 de agosto de 1734; por la primera orde­ nó a las Audiencias y a los Gobernadores y Virreyes que fa­ vorecieran la expedición científica francesa, y por la segunda, giró contra las Cajas Reales por los dineros que necesitara. Ordenó también que los oficiales españoles auxiliasen a los miembros de la expedición, y cooperasen al fin que se pro­ ponía. El personal francés de la expedición lo componían los tres académicos Luis Godin, su Jefe, Pedro Bouguer y Carlos María de La Condamine, el botánico José Jussieu, el cirujano Juan Semiergues, el relojero Hugo, el ingeniero Verguin, el dibujante Morainville y lós ayudantes Couplet y Godin Des Odomais. Los oficiales españoles fueron don Jorge Juan de Sautacilio y don Antonio de Ulloa, Tenien­ tes de navio. La expedición hizo escala en Cartagena, don­ de se le juntaron los dos oficiales españoles, y de esta ciu­ dad siguió a Portobelo, Panamá y Guayaquil. La Conda­ mine y Bouguer desembarcaron en Manta el 9 de mayo de 1776; Godin y los demás siguieron para Guayaquil. Bou­ guer hizo varias observaciones en la Provincia de Manabí, y La Condamine recorrió la de Esmeraldas. El 10 de junio estaban todos en Quito (1). A todas estas expediciones científicas siguió el renom­ brado viaje del Barón de Humboldt y de Bonpland a las co­ marcas americanas.
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