El patio de comedias de Palencia durante el reinado de Carlos III^ Rafael del Valle Curieses Ilmo. Sr. Presidente, Sras. y Sres. Académicos, Sras. y Sres.: Son abundantes los trabajos realizados en España sobre el teatro, con distintos enfoques en función de las fuentes localizadas para su confección. Sin embargo de la historia del teatro en Palencia no existen más que el estudio rea- lizado por don Severino Rodríguez Salcedo' desde la óptica del profesor de literatura que era y trabajando sobre los libros de contabilidad de la Cofradía de San Francisco, dueña del Corral de Comedias en los años del 1585 al 1617; un ejercicio de documentación de la actividad teatral durante la Segunda Repú- blica según lo publicado en la prensa localz, y algunos artículos de divulgación y resúmenes de la historia reciente del Teatro Principal existente3. Escaso recuerdo para una actividad que ha tenido hondas raíces en nuestra ciudad y que en la actualidad mantiene una notable floración. La historia del teatro en general y la de la escena palentina en parti- cular, tiene para mí un especial atractivo por cuanto la dirección y programa- ción del coliseo municipal, forma parte de mi trabajo profesional; pero para emprender este trabajo de investigación, ha sido más atractivo el conocer el ' Texto del discurso pronunciado con motivo de su recepción pública como Académico Nume- rario de la Institución el día 31 de octubre de 2003. ^ RODRÍGUEZ SALCEDO, S., "El teatro en Palencia (1585-1617):(nuevos datos para la historia del histrionismo español)", en Publicaciones de la Institución Tello Téllez de Meneses (En adelan- te PITTM), Palencia, 5(1950), pp. 29-87. ^ ARCONADA MELERO, M.A., "Actividad teatral en Palencia durante la Segunda República a través de sus diarios, en Congreso de Historia de Palencia (1°, 1985, Monzón de Campos), v.4, pp.401-424. 3 VALLE CURIESES, R del, El Teatro Principal, sólido baluarte de la Cultura, en EI Norte de Castilla (29 de agosto de 1991). P177'M, 75, Palencia, 2004, pp- 19-238. 20 RAFAEL DEL vALLE CURIESES desarrollo y trascendencia de una actividad cultural vigente aún. El compren- der las características y vicisitudes que atravesó ese artístico trabajo en el pasa- do, nos ayudará a discernir las peculiaridades que le afectan en el presente, permitiendo, si así se pretende, buscar una aplicación práctica a determinadas conclusiones. Se alcanzaría con ello la máxima utilidad que puede seguirse de la investigación histórica, a la que siempre se puede y se debe llegar despoja- do de intenciones interesadas cuando no bastardas. El periodo seleccionado para el trabajo, responde a un claro propósi- to que encierra varias circunstancias especiales. En primer lugar, en el año de 1773, en pleno reinado de Carlos III, el Ayuntamiento de Palencia compró el teatro a la Cofradía de San Francisco, y lo hizo cumpliendo una orden del gobierno. Así pues la Corporación Municipal se convirtió en "empresario tea- tral", por mandato de la corona. Aquella orden, de obligado cumplimiento, coincidía con un plan de rango superior por el que el gobierno pretendía aca- parar el control de los Patios de Comedias. En efecto, los Ministros del "Des- potismo Ilustrado" y en especial el Conde de Aranda, intentaban utilizar el tea- tro, principalmente para adoctrinar y enseñar a una población mayoritaria- mente analfabeta, una serie de valores que elevasen su nivel educativo y actua- lizasen sus inquietudes intelectuales equiparándolas a las que estaban de moda en Europa. Es pues ésta vertiente pedagógica que se le atribuye al teatro, el principal atractivo que me ofrecía, el estudio de la actividad histriónica duran- te el periodo cultural conocido como "Ilustración" . Dicho plan, supuso detec- tar el retraso no solo intelectual en el que se había hundido el pensamiento del "Barroco", sino también el pretender superarlo luchando contra el pesado y rocoso lastre que representaban, la apolillada tradición, el patrioterismo bara- to y la ordinariez dominante, que Ortega bautizó con el acertado nombre de "plebeyismo". Esa meritoria tentativa de regeneración cultural, que fracasó como otras muchas a lo largo de la Historia, merece cuanto menos conocerse a fondo por si de ella se deducen argumentos para intentar alguna más recien- te. Razones para ello no faltan. Las fuentes documentales utilizadas descansan agazapadas entre los documentos del Archivo Municipal de Palencia (AMP) y muy especialmente en sus Actas corporativas, como corresponde al reflejo de una actividad impor- tante y novedosa en la que las Autoridades adoptan un papel decisivo en su doble faceta de organizadores y espectadores. Algún memorial suelto de dicho Archivo, ilustra ciertos aspectos de la actividad teatral. Los protocolos nota- riales de la época, recogen no demasiados "poderes" y"escrituras de obliga- ción"(contratos) referentes a los comediantes, entre los que conserva el Archi- EL PATIO DE COMEDIAS DE PALENCIA DURANTE EL RE[NADO DE CARLOS III 21 vo Histórico Provincial de Palencia (AHPP) y muy especialmente entre los correspondientes a los escribanos que lo eran también del Ayuntamiento ("tra- bajo inducido" lo llamaríamos ahora). Nuestras mayores esperanzas, esa espe- cie de estado febril que se apodera del investigador cuando sigue una pista con suficientes referencias, se desvanecieron en aquellos depósitos de los que se esperaba la información más lucida, (los planos para la reforma del Teatro y el Reglamento para su funcionamiento, por ejemplo), que se pensaba encon- trar en el Archivo Histórico Nacional (AHN) o en el Archivo Regional de Simancas (ARS). Ni siquiera el denodado esfuerzo de sus directores Dña. M^ Concepción Contell y D. José Luis de Diego respectivamente y muy especial- mente de D. Jesús Gaite quien desde la Subdirección del Histórico Nacional, ejerció de buen paisano y amigo, tomándose un especial interés en mi rastreo, obtuvieron la recompensa apetecida. Para complementar los datos y enmarcarles de forma comprensible, se ha utilizado una abundante y variada bibliografía que abarca desde catálogos de la época como el de Sempere y Guarinos, pasando por repertorios confec- cionados con documentos referentes al teatro como los de Cotarelo y Mori, Moreno Garbayo o Cuartas Rivero; y desde los impresos de la época, como el valioso opúsculo de Domingo Largo o las extensas memorias de Antonio Ponz y Eugenio Larruga, hasta los concienzudos estudios socioeconómicos de Mar- cos Martín, los literarios de Alborg y los intelectuales de Abellán, hasta los más concretos de Celso Almuiña o de Ignacio J. de Miguel. La estrategia seguida para la recomposición de éste complejo puzzle, tiene mucho que ver con la reconstrucción y restauración de obras artísticas, buscando deliberadamente la distinción clara entre lo original y lo añadido y no solo a nivel gráfico sino también gramatical, empleando tiempos verbales que eviten la confusión con los textos intercalados. A éstos se les ha querido resaltar porque solo ellos contienen la mayor aproximación a la realidad y por- que en la mayoría de los casos significan un envidiable modelo de redacción. EL REINADO DE CARLOS III. LA SOCIEDAD ESPAÑOLA BAJO "EL DESPOTISMO ILUSTRADO" Durante las ferias de San Antolín de 1759, conocieron los palentinos, de manera oficial, la noticia del fallecimiento del rey Fernando VI. La reina gobernadora, Isabel de Farnesio, ordenó al mismo tiempo, pero en cartas dife- rentes, que se celebrasen las honras fúnebres correspondientes y que se proce- 22 RAFAEL DEL VALLE CURIESES diese a la proclamación de su hijo Carlos III, hasta ahora rey de Nápoles, como nuevo monarca español, aunque no se hubieran cumplido dichos funerales. Carácter extraordinario alcanzó por ello la sesión de la Corporación municipal del día 3 de septiembre4. Por un lado se redactó el "bando de lutos" con la fórmula acostumbrada y se reprodujo el ritual de rigor, en connivencia con las jerarquías eclesiásticas. Para la proclamación se nombró portaestandar- te a D. Pedro Antonio Vélez Ladrón de Guevara, Conde de Canillas, regidor decano del Ayuntamiento de Palencia que residía en Valladolid, en "especiales circunstancias". Otro regidor, D. Clemente Agustín Ruíz, protestó en vano, por considerar que su cargo de Alférez Mayor, era más apropiado para tales menes- teres que el de regidor decano. Sirva este detalle para introducirnos en un "mundo" en el que cualquier actividad de tipo protocolario, entrañaba discu- siones y polémicas como tendremos ocasión de comprobar más adelante. Se escribió al Real Consejo de Castilla, como se había hecho con ante- rioridad en ocasiones semejantes, para solicitar que se aprobase una cantidad parecida a la que se gastó en el año 1746 para la proclamación de Fernando VI, del sobrante de los fondos de Propios y Arbitrios, es decir, más de 30.000 realess. La mitad de ésta cantidad se destinaba a "propinas" o ayudas para ves- tir adecuadamente al corregidor, su teniente, trece caballeros capitulares, el procurador general, un abogado, dos escribanos municipales, y el Mayordomo de Propios que habían de asistir obligatoriamente a las funciones. Se contri- buía también a la vestimenta de alguaciles, porteros, "reyes de armas" (actua- les maceros), clarineros y timbaleros. Todos ellos, junto a un destacamento de sesenta y tres soldados milicianos acuartelados en Palencia incluidos sargen- tos, cabos, granaderos, tambores y un pífano, formaban un cortejo de un cen- tenar de personas, alguno de ellos a caballo, que, por su porte e indumentaria, destacaban claramente entre la desarrapada multitud que contemplaba a inclu- so les seguía por el itinerario acostumbrado para estos y otros desfiles cere- moniales, señalado por las colgaduras que pendían de ventanas y balcones. Igualmente asistían en masa a los espectáculos que acompañaban a éste tipo de celebraciones: luminarias por las calles céntricas, fuegos artificiales que saldrían de una estructura de madera en forma de castillo, situada en la plaza mayor, al lado del tablado construido para el alzamiento del pendón de Cas- ° Archivo Municipal de Palencia (En adelante AMP): Actas Municipales de 3-IX-1759; 7-IX- 1759 y 21-IX-1759.