Universidad Autónoma de Madrid Facultad de Filosofía y Letras Departamento de Filología Española Muertos incómodos y la literatura postzapatista Tesis doctoral Víctor Pablo Santana Director: Dr. Teodosio Fernández Madrid, 2010. Índice Prólogo………………………………………………………………………...…….…..5 I Muertos incómodos…………………………………………………………………...14 1 La parte de Taibo II……………….……………………………………………..…...16 1.1 Días de combate………………………...………………………………………….20 1.2 Cosa fácil…………………………………………………………………………...23 1.3 Algunas nubes……………………………………………………………………....30 1.4 No habrá final feliz…………………………………………………………………32 1.5 Regreso a la misma ciudad y bajo la lluvia………………………………………..34 1.6 Amorosos fantasmas………………………………………………………………..39 1.7 Sueños de frontera………………………………………………………………….41 1.8 Desvanecidos difuntos……………………………………………………………...45 1.9 Adiós, Madrid………………………………………………………………………48 2. La parte de Marcos……………..……………………………………………………50 2.1 Capítulo I: La voz de Elías y el primer caso del detective….……………………...55 2.2 Capítulo III: Que incluye recetas de cocina, un grupo de campamentistas extranjeros curiosos pero estereotípicos, otro caso del detective en territorios zapatista, y donde el juego intertextual de la novela tiene sus más altas cotas……………………………….68 1 2.3 Capítulo V: Una visión original de ‘El Monstruo’ y una lectura obsesiva de los comunicados de Marcos……………………………………………..............................92 2.4 Capítulo VII: El encuentro de los detectives. Villismo vs. Zapatismo…...………112 2.5 Capítulo IX: La búsqueda de una definición del mal……………………………..134 2.5.1 Federico García Lorca…………………………………………………………..137 2.5.2 La Magdalena…………………………………………………………………...138 2.5.3 Don Quijote y Sancho Panza……………………………………………………139 2.5.4 Doña Socorrito…………………………………………………………………..140 2.5.5 Pedro Miguel……………………………………………………………………141 2.5.6 La Chapis………………………………………………………………………..141 2.5.7 Leonard Peltier……………………………………………………………….....144 2.5.8 Morales………………………………………………………………………….145 2.5.9 Angela Davis……………………………………………………………………147 2.5.10 El Ruso………………………………………………………………………...148 2.5.11 General Vicente Rojo………………………………………………………….149 2.5.12 El Chino………………………………………………………………………..149 2.5.13 Mumia Abu Jamal……………………………………………………………..150 2.5.14 Comandanta Esther y Comandante David……………………………………..151 2.5.15 José Revueltas…...…………………………………………………………….154 2.5.16 Pablo Neruda…………………………………………………………………..155 2.5.17 Informe sobre los trabajos de Elías en el monstruo…………………………...156 2.5.18 Manuel Vázquez Montalbán…………………………………………………...158 2.5.19 Héctor Belascoarán y Elías Contreras…………………………………………159 2.6 Capítulo XI: NADIE y el amor que no está más allá de la muerte……………….162 II La literatura postzapatista…………………………………………………………..199 2 3 Turistas del ideal: El descrédito de la intelectualidad zapatista…………………….212 3.1 Vigil: El intelectual orgánico……………………………………………………...213 3.2 Capitán-Marcos: Un personaje ausente…………………………………………...221 3.3 Augusto: Un Saramago con poco más que vanidad………………………………227 3.4 Colores: El cantautor del compromiso……………………………………………234 3.5 Stone, Grass y Bové-Nidalote: Turistas reconocibles…………………………….227 3.6 Paco: Mala literatura y terrorismo………………………………………………...229 3.7 Los gemelos Valdemont y su padre: La escritura colectiva………………………242 3.8 Consideraciones finales…………………………………………………………...246 4 Esos hombres: nuestros hermanos: Las memorias de una turista del ideal………...249 4.1 Una autobiografía cauta…………………………………………………………...250 4.2 Ideología…………………………………………………………………………..252 4.3 Un mito……………………………………………………………………………253 4.4 Marcos…………………………………………………………………………….255 4.5 Otros personajes…………………………………………………………………..257 4.6 Varia invención…………………………………………………………………...259 5 Adiós cara de trapo: La obra cumbre del postzapatismo…………………………...263 5.1 Capítulo Uno: Vida de Serapio Bedoya…………………………………………..268 5.2 Capítulo Dos: Camino a la zona de conflicto……………………………………..281 5.3 Capítulo Tres: Vicisitudes de una inmortal……………………………………….288 5.4 Capítulo Cuatro: Serapio y Nausícaa en Chiapas…………………………………295 5.5 Capítulo Cinco: El asesinato de Colosio………………………………………….302 5.6 Capítulo Seis: La voz de un olor………………………………………………….309 5.7 Capítulo Siete: El asesinato de Ruiz Massieu…………………………………….323 5.8 Capítulo Ocho: Bedoya y el origen de las palabras……………………………….327 3 5.9 Capítulo Nueve: Dos relatos que convergen……………………………………...330 5.10 Capítulo Diez: Una novela de La canción de Nausícaa…………………………332 5.11 Capítulo Once: La traición de Zedillo…………………………………………...327 5.12 Capítulo Doce: El tonto del pueblo……………………………………………...343 6 Elías y Magdalena después de Muertos incómodos………………………………...351 Epílogo………………………………………………………………………………..372 Bibliografía……………………………………………………………………………382 4 Prólogo Primera impresión. Muchos de los escritores y críticos mexicanos de mi generación, los que cumplimos la mayoría de edad cuando iniciaba el nuevo milenio, vimos con un azoro particular el surgimiento del EZLN y fuimos seducidos por la retórica del Subcomandante Marcos (¿1957?). A diferencia de la caída del Muro de Berlín, no se trataba de un acontecimiento distante que marcaba un final —el de las dictaduras comunistas en Europa— y cuyo origen se encontraba varias generaciones atrás —¿por qué dividieron una ciudad?, ¿por qué la caída de bloques de cemento en Berlín repercute en la política de la Unión Soviética?, nos preguntábamos los que no hacía mucho habíamos aprendido a leer—; no, el EZLN era un inicio, una ética más que una política, y una voluntad inédita que lo distanciaba de las experiencias revolucionarias previas en la segunda mitad del siglo xx latinoamericano: la no-toma del poder. Más que su guerra nos interesaba su política y más que su política un modelo literario que considerábamos absolutamente nuevo. En los comunicados de Marcos estaba todo: citas de Lewis Carroll, Shakespeare, Borges y García Lorca, relatos de la guerra que escribía como si fuera Galeano, juegos literarios como si fuera Cortázar o miembro de OuLiPo o estridentista, intercambios epistolares con Carlos Monsiváis y 5 Carlos Fuentes, una entrevista con Elena Poniatowska, la crítica de la sociedad del espectáculo, el relato humorístico de la decadencia de nuestra clase política y la construcción de un territorio —la Selva Lacandona— que parecía tan imaginario como Macondo, Comala o Yoknapatawpah, y en el que fumaban senda pipas Marcos y un escarabajo de aires quijotescos. Todo esto antes de que concluyera 1994. Es evidente que mi generación no fue la única que se entusiasmó hasta el delirio con la literatura de Marcos —basta la lectura de los elogios que, cada vez menos, todavía suscita su obra—, pero cumplió una función más importante en nosotros, en mí, algo que no podía sucederle a los nacidos dos décadas antes: fue el primer escritor que ordenó mis lecturas y me inspiró a leer su canon, el primero al que quisimos imitar. Sé que es la clase de acontecimiento que visto en la distancia parece absurdo, ¿cómo puede convertirse un guerrillero enmascarado en el escritor de cabecera de tantos jóvenes dentro y fuera de las fronteras mexicanas? Después de las armas. Una vez superada la reacción inicial pudimos pasar a otros temas, pero la periodicidad con la que aparecían sus textos hacía del Subcomandante Marcos un compañero frecuente al que se había dejado de leer con lupa. Sin embargo su estilo mejoró notablemente. En 1996 apareció la Cuarta declaración de la Selva Lacandona, donde coinciden una de sus mejores exposiciones de la legitimidad de su causa en contraposición con la ilegitimidad del gobierno —uno de sus temas constantes— y un estilo whitmaniano elocuente. En respuesta a ese comunicado Octavio Paz escribió una 6 atinada crítica de la ética y la estética de Marcos que no podía ser tan fácilmente descartada por los lectores y los partidarios del guerrillero: A veces anda por las ramas, como él mismo dice, y gasta mucha pólvora en infiernitos: diatribas en contra del Presidente Zedillo, Castillo Peraza, Salinas, Muñoz Ledo, Prigione, etcétera. Una parte de mí lo aplaude: son sanas la insolencia y la falta de respeto; otra lo lamenta: la pasión no puede ni debe atropellar a la justicia ni a la razón. (…) El humor de Marcos, sus idas y venidas, me hacen sonreír aunque a veces me exasperan por su falta de coherencia. La invención del escarabajo Durito, caballero andante, es memorable; en cambio, sus tiradas poéticas me conquistan a medias: esos cuernos de la luna, de estirpe gongorina, que iluminan la noche de las montañas del Sur, aparecen con demasiada frecuencia en poemas, cuentos, novelas, pinturas e incluso en el cine y en sus carteles1. En el capítulo correspondiente ahondo más sobre la recepción crítica del Subcomandante. Lo que más me interesa de la cita es cómo la primera parte de la crítica de Paz ahora parece una profecía. Gradualmente, pero con mayor intensidad desde el fracaso de la marcha del EZLN a la Ciudad de México en 2001, los comunicados se han vuelto más irrespetuosos y bravucones. Tras la marcha Marco guardó silencio por más de un año, y cuando volvió a escribir se enredó en una discusión estéril con el juez español Baltasar Garzón, en la que reivindicaba veladamente algunas de las demandas del grupo terrorista ETA —que tampoco dio su beneplácito a la intervención—. Después Marcos explicaría que era su estrategia para convocar a un encuentro de todos los involucrados en el conflicto del País Vasco. Además de ser irrespetuoso con el juez y acusarlo, infundadamente, de “hacer el ridículo con ese cuento engañabobos de agarrar a Pinochet”2, parecía absurdo que tras no conseguir en México una ley que reconociera los derechos
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