La Epopeya Del Futbol Boliviano 1896 – 1994

La Epopeya Del Futbol Boliviano 1896 – 1994

CARLOS D. MESA GISBERT LA EPOPEYA DEL FUTBOL BOLIVIANO 1896 – 1994 A LORENZO CARRI PORQUE ME ENSEÑO EL CAMINO DEL PERIODISMO EL DE LA INVESTIGACIÓN ESTADÍSTICA ESCRUPULOSA Y, SOBRE TODO, EL DE LA INTEGRIDAD PERSONAL “¡BOLIVIA, BOLIVIA, BOLIVIA! SUEÑA COMO UNA CANCION PERO NO, ES EL NOMBRE DE UN PAÍS QUE JUEGA UN FUTBOL QUE SORPRENDE AL MUNDO” (Presentador de la CNN tras el triunfo de Bolivia sobre Brasil el 25 de Julio de 1993) PRESENTACIÓN Que un periodista y comunicador de tan alta cualificación como Carlos Mesa Gisbert, consagre un libro a la historia del fútbol boliviano, puede interpretarse como una señal cierta de que esta actividad deportiva que apasiona a nuestro pueblo, ha alcanzado una consagración sociológica, ya reconocida en otras sociedades de todo el planeta. Porque la dimensión con pretensión universal del fútbol, apenas puede discutirse. Ella se acrecienta y multiplica sorprendentemente a través de los modernos medios de comunicación de masas. Bolivia, por ejemplo, a raíz de su meritísima clasificación para intervenir en la fase final del Mundial Estados Unidos ’94, ha merecido gracias a la potencia de la imagen, un reconocimiento deportivo muy extendido. Ello posibilita ciertamente la proyección en el mundo de unos valores nacionales bolivianos y nuestra diversidad étnica y geográfica, para que sean justamente apreciados durante el próximo mundial, por cientos (tal vez miles) de millones de personas en todo el mundo. La aparición del libro de Carlos Mesa, además de oportuna permite desbrozar, con la pericia profesional de un notable periodista (y un grande amante del fútbol) una historia, la del balompié boliviano, que por más de noventa años había sido, sino desdeñada, al menos mirada como cuestión menor por el grueso de nuestra intelectualidad. Carlos Mesa nos demuestra, con notable apoyo documental, que, aquella, es digna de rescatarse. Conservar la memoria histórica, incluso – claro está – la del fútbol, será siempre fundamental en nuestra sociedad. Desde las obras pioneras de Pelaez, Castro y Murguía hasta hoy, es poco lo que se ha escrito sobre el fútbol de Bolivia y ciertamente ninguna apuesta a la magnitud y exhaustividad de ésta, en la que se combina un desarrollo histórico y analítico de este deporte en el país, con un extraordinario material gráfico y estadístico, que convierten a “La Epopeya del Fútbol Boliviano” en obra imprescindible. No vacilo en relevar el valor del trabajo de indagación histórica que ha plasmado Mesa Gisbert en su obra sobre el fútbol de Bolivia, pues logra situarnos al nivel de otros países de nuestro continente que ha recogido sistemáticamente el esfuerzo de sus futbolistas. Porque en el centro de esas historias, incluida la de nuestro comentado periodista, se destaca la figura nobilísima del deportista, principal protagonista de la apasionante aventura del Fútbol. No me parece casual que si bien Mesa incluye un capítulo inicial en el que tenemos una mirada panorámica completa del balompié local desde 1896 hasta nuestros días, la columna vertebral de la obra sea la selección nacional. En esencia, la selección de un país es el contingente de los mejores jugadores, de los mayores esfuerzos y de su excelencia futbolística. Seguir los pasos del once nacional desde su primera aparición oficial en 1926 hasta nuestros días, es seguir el desarrollo apasionante, dramático, frustrante a veces, pero maravilloso también, del fútbol de Bolivia en toda su expresión. A través de estas páginas apreciamos los aportes de los grandes hombres que sirvieron de modelo y fueron ilusión de miles de niños bolivianos hasta la consagratoria participación de 1993. Por lo que significa el trabajo de Carlos Mesa en sus capítulos históricos, en el análisis valorativo de cuestiones tan vigentes nacional e internacionalmente como el tema de la altura, las vetas geográficas de nuestro seleccionado, su nivel comparativo con otras selecciones de América, y el detalle meticuloso de información en el resumen estadístico y sobre todo en las fichas técnicas de todos y cada uno de los partidos oficiales (categoría A según la FIFA) que disputó la selección boliviana a lo largo de su historia, basado en fuentes locales y extranjeras serias y fiables; no dudo, a nombre de la Federación Boliviana de Fútbol, en homologar esta obra como la información oficial de nuestro país que los organismos internacionales, las federaciones colegas y los estudiosos del tema pueden encontrar y usar para un conocimiento exacto de nuestro pasado en la práctica del más popular de los deportes. GUIDO LOAYZA MARIACA Presidente de la Federación Boliviana de Fútbol La Paz, marzo de 1994. PROLOGO DE UNA ALEGRIA Durante años - sirvo como testigo – Carlos se empecinó en tener tiempo dentro de su tiempo para dedicarse a buscar todos los datos posibles sobre la Selección nacional de fútbol. Lo hizo, doy fe, cuando ese trabajo abrumador no tenía ni fecha de término, ni esperanzas de impresión, ni una gran alegría, ni un resultado sensacional que justificara tanto hurgar en la historia. Saben los que han hecho este tipo de investigación en cualquier campo que no se trataba solamente de recopilar datos, había que confirmarlos, contrastarlos con diversas publicaciones, y seguir añadiendo hechos y nombres a medida que los años pasaban. Me imagino que la clasificación del equipo nacional en 1993 fue el detonante para que Carlos Mesa se dijera que ya era hora de poner en un volumen tanta acción de buscar y tanto sacrificio. El libro que ahora aparece tiene la virtud de ser notablemente completo (era tiempo de que contáramos con algo así), y de no limitarse a la mera enumeración de partidos y jugadores. Es una historia en todo el sentido de la palabra, y Carlos – que ya supo de satisfacciones parecidas en otros terrenos de la investigación histórica – añade esta contribución a las muchas que ya hizo y seguramente seguirá haciendo. Lo que no deja de ser un orgullo para los que creemos en él. Lorenzo Carri BOLIVIA: UNA VISIÓN MÁS ALLÁ DE LOS MITOS ESOS TERRIBLES LUGARES COMUNES El nuestro es, sin duda, uno de los países menos conocidos de América del Sur. Algunos tópicos suelen ser los más socorridos a la hora de identificar esta nación que merece una mirada más seria y profunda que la de los lugares comunes a los que nos ha acostumbrado la imagen que se tiene desde fuera de nuestras fronteras. La primera identificación geográfica con el país es la altura, las llamas, un indio con su lluchu (gorro típico) y una quena (instrumento musical parecido a la flauta) y, con suerte, el lago Titicaca, montañas nevadas y el inmenso y desolado altiplano. La segunda es la inestabilidad política, la famosa historia de los 190 golpes de estado en menos de 170 años de vida independiente. La tercera, la más lacerante, es la de una nación de fabricantes de coca para hacer cocaína, y por extensión de narcotraficantes y corruptos. Intentemos breve pero categóricamente pulverizar esos mitos tan desagradables como aquel del mexicano durmiendo eternamente la siesta bajo un gigantesco sombrero alón, o el español torero y sanguinario o la española de castañuelas y pandereta. UNA GEOGRAFÍA VASTA Y HERMOSA Bolivia es un país de vasto territorio ubicado casi exactamente en el centro del continente sudamericano, con fronteras que nos comunican con cinco vecinos, Perú en el oeste, Brasil en el norte y en el este, Paraguay y Argentina en el sur y Chile en el sudoeste. Con una extensión de casi 1.100.000 km2 y dividida en nueve departamentos, tiene una superficie que dobla la de España. Solo el departamento de Santa Cruz tiene un tamaño equivalente al de toda Alemania unificada, el departamento del Beni es casi tan grande como Italia y los departamentos de La Paz, Potosí y Pando, suman más territorio que el Reino Unido, Holanda y Bélgica sumados. Salvo el ámbito marítimo injustamente arrebatado en chile en el siglo XIX, el país tiene una notable variedad de alturas, climas y paisajes. Contra lo que se cree, dos terceras partes del territorio (al este, con aproximadamente 650.000 km2 de extensión) son llanos tropicales (de tupidas selvas y amplias sábanas) a alturas que fluctúan entre los 230 y los 800 metros sobre el nivel del mar, con temperaturas promedio de 25º en el año. Esta región está bañada por los caudalosos y hermosos ríos de la cuenca amazónica, algunos como el Beni, Mamoré, Iténez y Madre de Dios, tienen 1.000 o más de 1.000 kilómetros de longitud y ancho de más de 200 metros. En los contrafuertes de la cordillera andina se despliegan fértiles valles con alturas de entre 1.500 y 2.500 mts. y con temperaturas promedio de entre 18º y 20º. (centro y sur del país), compartiendo con los llanos del Chaco en el sur la cuenca del Plata, a la que nos unen los ríos Pilcomayo y Paraguay. Finalmente, en las alturas (oeste) está el inmenso altiplano entre los ramales oriental y occidental de la maciza cordillera andina. El altiplano tiene casi 200.000 km2, y a sus flancos se alzan majestuosas montañas de nieves eternas como el Sajama, Illampu e Illimani, cumbres de casi 6.500 mts. de altura. En medio de este paisaje el lago sagrado de los incas, el Titicaca (8.030 km2 a 3.800 mts. de altura) y el salar de Uyuni (10.000 km2) y su estremecedor paisaje blanco, verdaderas joyas en los Andes. Con alturas habitadas de entre 2.500 y 4.000 mts. y una temperatura promedio de 10º, la puna es la región más conocida y densamente poblada del país. UNIDAD EN LA DIVERSIDAD Bolivia es una de las naciones menos pobladas de América del Sur, con apenas siete millones de habitantes y una densidad de solo 6,5 habitantes por km2.

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