University of Nebraska - Lincoln DigitalCommons@University of Nebraska - Lincoln Zea E-Books Zea E-Books 8-31-2015 Sobrevivimos … al fin ah blo Leon Malmed [email protected] Follow this and additional works at: http://digitalcommons.unl.edu/zeabook Part of the European History Commons, Genealogy Commons, and the Jewish Studies Commons Recommended Citation Malmed, Leon, "Sobrevivimos … al fin ah blo" (2015). Zea E-Books. Book 32. http://digitalcommons.unl.edu/zeabook/32 This Book is brought to you for free and open access by the Zea E-Books at DigitalCommons@University of Nebraska - Lincoln. It has been accepted for inclusion in Zea E-Books by an authorized administrator of DigitalCommons@University of Nebraska - Lincoln. Leon Malmed Sobrevivimos … al fin hablo Esta es la historia real de Leon Malmed quien, junto a su hermana Rachel, escapó de Francia durante la época del Holocausto gracias a sus valientes y heroicos vecinos quienes, después de haber presenciado el arresto de los padres de nuestro protagonista en 1942, se ofrecieron a cuidarlo a él y a su hermana hasta que regresaran. Primero, los padres de Leon fueron llevados a Drancy, después a Auschwitz-Birkenau, y nunca volvieron. Mientras tanto sus veci- nos, que vivían en el piso de abajo, Henri y Suzanne Ribouleau, los acogieron dándoles un hogar y una familia; protegiéndolos mientras la ocupación los amenazaba, los bombardeaba y los acorralaba durante esta época de escasez y guerra. La valentía, simpatía y dedicación de los Ribouleau, y otros, contrasta con la colaboración y debilidad moral de las autoridades francesas de la época. Leon y Rachel llegaron a los Estados Unidos después de la guerra, pero siempre mantuvieron una fuerte conexión con “Papé Henri” y “Mamá Suzanne”, quienes recibieron el honor de “Virtuosos entre las Naciones” por Yad Vashem en 1977. El autor entrega su alma en esta historia de amor y valor, en un mundo donde prevalecía la tragedia, el temor, la injusticia, el prejuicio y la mayor desgracia moral de nuestros tiempos. Esta es la historia, con elementos de humor, donde el bien, una vez más, triunfa sobre el mal. Zea Books Lincoln, Nebraska ebook ISBN 978-1-60962-067-7 Sobrevivimos … al fin hablo Leon Malmed Yad Vashem, Leon y la Righteous Tree, 1982 Sobrevivimos … Al fin hablo Leon Malmed Zea Books Lincoln, Nebraska 2015 Copyright © 2015 Leon Malmed. Todos los derechos reservados. isbn 978-1-60962-066-0 libro en rústica isbn 978-1-60962-067-7 e-book Puesto en letra Constantia Diseño y composición por Paul Royster. Traducido por Roberto Carlos Guerra Zea Books son publicados por la University of Nebraska–Lincoln Libraries. Edición electrónica (pdf) disponible en línea en http://digitalcommons.unl.edu/zeabook/ Se puede solicitar la edición impresa en http://www.lulu.com/spotlight/unllib Reconocimientos Agradezco a aquellos, demasiados para mencionarlos a todos, que han confiado en mí para relatar sus recuerdos, muchos de ellos dolorosos; pues me han ayudado a desentrañar los enredados hilos de los prime- ros setenta años de mi vida, además de otorgarme las herramientas necesarias para reconstruir esos acontecimientos con mayor precisión. A Pascale Martin, Jeanette Reed, Ellaraine Lockie, Bob Cliff, Ann Koch y María Guerra; quienes, a través de su propia percepción de los eventos mencionados, han ofrecido su tiempo y talento para me- jorar este libro. A Salomon Malmed por todos sus aportes a este relato y en re- cuerdo de esos difíciles años que soportamos juntos. A Catherine y Daniel Ribouleau, nietos de Henri y Suzanne Ri- bouleau, por su apoyo moral y amor eterno. A mi hermana Rachel, no sólo por inspirarme a escribir este tes- timonio sino por hacer posible, mediante sus recuerdos, la realiza- ción de este libro. A mi cuñado, Izzy Epstein, con quien estaré en deuda eternamente. Su generosidad y persistencia me permitieron reunirme con mi que- rida hermana, después de una separación de catorce años y por brin- darme la oportunidad de florecer en los Estados Unidos. Le mando todo el cariño del mundo a mi primo Jacques Malmed y a mi tía Sarah Blum, ambos ya fallecidos. Igualmente a mi primo Jean Gerbaez, con quien sigo intercambiando chistes a través del océano. Los tres eran mis únicos familiares nacidos en Polonia, emigrados a Francia y sobrevivientes al Holocausto. Quiero extenderle un agradecimiento muy especial a mi sobrino Roberto Guerra, graduado de la Universidad de La Sabana (Chía, Co- lombia), quien tras leer la primera versión en francés, reflexionó so- bre el contenido de la versión en inglés y dedicó valiosas horas a la traducción del texto al español. «Agradezco, con mucho cariño, a Roberto Guerra, quien hizo la traducción de este libro al español, Luis Villares por su ayuda, Wil- ber Jimenez por mejorar aún la traducción y a Mercedes Alcocer. Los v vi Reconocimientos tres de ellos generosamente dieron su tiempo y talento literario para revisar la traducción y hacer que esta historia fuese fiel a la versión en inglés.» Finalmente agradezco a mi esposa Patricia, cuyo apoyo cons- tante, amor y ánimo inalterables fueron invaluables durante los úl- timos cinco años que demoré para hacer realidad este libro; primero en francés, después en inglés y ahora en español. Mi infinita gratitud a todas estas personas. Este libro es un homenaje a Henri y Suzanne Ribouleau, mis adorados segundos padres, Virtuosos entre Naciones; y a sus hijos René y Marcel quienes, gracias su valentía y devoción, salvaron mi vida y la de mi hermana. Mantendremos vivo su recuerdo para siempre, junto con el de mi padre y madre, Srul y Chana, los veinte miembros de mi familia: tíos, tías y primos, y los seis millones de judíos y no judíos que fueron masacrados en conformidad con el plan siniestro de los nazis: «La Solución Final». «No sabían que era imposible, ¡así que lo hicieron!» vii Prólogo “¡Un libro para inspirar!”. Es la frase que evoca en mi mente y corazón este maravilloso escrito después de haberlo leído. Cualquiera pen- saría que, por tratarse del prólogo, es lo más obvio pero tendrían que leerlo, también, para entenderme. «Sobrevivimos… al fin hablo», no es sólo una simple narración acerca de la Segunda Guerra Mundial u otra historia más de super- vivencia de la época; esas ya están contadas. Se trata de la encarnación misma del factor transformador y movilizador, con el que cuenta todo hombre en esta tierra, que ha protagonizado su mejor papel en esta última gran guerra: el amor. Es así como, en este oscuro episodio de la humanidad llamado “Holocausto”, se desarrolla la más conmovedora trama que, sin de- jar de lado los hechos históricos y sociales, muestra una óptica sen- cilla y clara del sinónimo más fiel que pueda tener la palabra amor: sacrificio. El sacrificio de unos padres por preservar la vida de sus hi- jos, el sacrificio de unos extraños por preservar la vida de unos niños y el sacrificio de unos niños por ver realizados en ellos los sueños de sus padres. Estoy seguro que se trata de lo que el filósofo y ensayista español Ortega y Gasset trataba de decir con su frase: “Lo que he go- zado, lo he vivido y lo he vivido porque lo he padecido”. Este libro es de inspiración porque todo en él es verdad. Este li- bro es de inspiración porque, sin importar la nacionalidad o las dis- tintas realidades que se estén llevando a cabo ahora mismo, cualqui- era: tú, él, ella, ustedes o yo mismo, nos podemos sentir identificados con lo aquí narrado y entre sus páginas encontrarnos con mayores ar- gumentos para ser más resilientes (más capaces de superar los distin- tos obstáculos que se nos presenten) y decir con certeza que somos seres afortunados, ricos en todo el sentido de la palabra, ya que rico es aquel al que menos le falta y no al que más le sobra. Wilber Jiménez Argumedo Director Iniciativa Multiplicadores de Sueños Colombia ix x Prólogo La conquista rápida de Francia en la primera etapa de la Segunda Guerra Mundial no preparó a la población Judía de dicho país para lo que vendría. ¿Quién entre ellos se hubiera imaginado a «Drancy» (el campo de tránsito primario en Francia, para judíos en proceso de deportación a los campos de muerte Nazi en Oriente); las intencio- nes siniestras del Capitán de las SS Klaus Barbie, «El Carnicero de Lyon»; o la inimaginable colaboración de algunos miembros de la policía francesa en todo aquel perverso proceso? La carta escrita por parte de los padres del autor, Srul y Chana Malmed, dirigida a sus vecinos cristianos pidiéndoles que por favor les mandaran alguna ropa y otros suministros al lugar donde se en- contraban en el momento, «Drancy», nos revela la capacidad de ne- gación del ser humano, como mecanismo de defensa, ante situacio- nes amenazadoras. En este caso, que «Drancy» podría desembocar en un lugar mucho peor de donde se encontraban, como podía ser Auschwitz y la misma muerte. Al leer la nota de los padres de Malmed, puedo imaginar su men- talidad optimista; la esperanza, inútilmente puesta, en que una cinta amarilla de medir les permitiría sobrevivir a las precarias condicio- nes del campo de tránsito, teniendo en cuenta que Srul era sastre por naturaleza e imaginó que quizá sus servicios podrían ser utilizados por los guardas, a cambio de comida o favores. Incluso, como era el caso de muchos judíos que enviaban cartas a sus familiares y amigos, quienes aún permanecían en sus hogares soñando con su liberación. Aquí leemos la promesa de Chana a sus vecinos: «algún día les devolveré el favor». En la mayor parte de este libro, emocionalmente conmovedor, la tragedia vivida por los padres del autor es contrarrestada por el amor y la gentileza de los vecinos de la familia, Suzanne y Henri Ribouleau; quienes hicieron lo que sólo un porcentaje muy pequeño de los que se encontraban dentro de las garras de los Nazis tuvo el valor de ha- cer: arriesgarlo todo por salvar una vida.
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