Ana-Sofía Pérez-Bustamante Mourier LA POESÍA DE JOSÉ LUIS TEJADA (1927-1988): CRÓNICA DE UNA RAREZA Y PERFIL DE UNA RAZÓN SUMARIO I. EMPEZANDO POR EL FINAL: BREVE HISTORIA DE UN LARGO DESENCUENTRO 4 II. RAÍCES DE UNA SENSIBILIDAD (1927-1948): ENTRE LOPE DE VEGA Y LA POESÍA POPULAR................................................................................................................................... 17 III. EN LA ARDIENTE OSCURIDAD (1948-1961): MADURACIÓN DE UNA VOZ POÉTICA .................................................................................................................................... 37 III.1. El acceso a las revistas de poesía. En torno a Platero, Alcaraván y Caracola ................ 37 I1I.2. De la poesía devota al intimismo existencial ................................................................. 49 III.3. El tema amoroso: del formalismo y el neopopularismo al lenguaje poético contemporáneo ........................................................................................................................ 63 III. 4. Metapoesía, poesía cívica y otros temas: posibilidades y límites del lenguaje tejadiano 80 III.5. Recapitulación y algunos apuntes sobre el contexto de posguerra ................................. 92 IV. LOS POEMARIOS DE TEJADA (1962-1986) .................................................................... 97 IV. 1. Autoantología y vertebración temática ......................................................................... 97 IV.2. Una relectura de Para andar conmigo (1962) ............................................................. 100 IV.3. Más allá de la heterogeneidad: orfandad y filiación en el imaginario de Tejada ... 112 V. CRÓNICA DEL ÚLTIMO JOSÉ LUIS TEJADA: POESÍA PARA UN ESPECTÁCULO INFANTIL ................................................................................................................................ 123 V.l. El proyecto televisivo “Kikirisay de un Gallo Azul” ..................................................... 123 V.2. SORTILEGIOS (Variaciones tontas sobre el esquema melódico de ............................. 131 los gatos de la ópera “El niño y los gatos” de Mauricio Ravel) .......................................... 131 VI. EPÍLOGO ........................................................................................................................... 148 BIBLIOGRAFÍA DE JOSÉ LUIS TEJADA ............................................................................ 150 POESÍA ................................................................................................................................. 150 1. Libros publicados .......................................................................................................... 150 2. Proyectos de poemarios no realizados y/o inéditos ....................................................... 151 3. Poemas en publicaciones periódicas ............................................................................. 151 4. Poemas incluidos en antologías ..................................................................................... 163 5. Discografía .................................................................................................................... 169 PROSAS VARIAS ................................................................................................................ 169 CRÍTICA Y AUTOCRÍTICA ............................................................................................... 169 1. Crítica (monografías, antologías, artículos y prólogos) ................................................ 169 2. Autocrítica (“Poéticas” y otros textos de autodilucidación) .......................................... 171 3. Entrevistas efectuadas a José Luis Tejada ..................................................................... 172 BIBLIOGRAFÍA SOBRE JOSÉ LUIS TEJADA ..................................................................... 173 I. EMPEZANDO POR EL FINAL: BREVE HISTORIA DE UN LARGO DESENCUENTRO Dentro de la rama andaluza de la generación del medio siglo, fue José Luis Tejada (El Puerto de Santa María (Cádiz), 1927 - Cádiz, 1988) una voz poética representativa de la trayectoria de la lírica meridional de la posguerra pero también desconcertante y singular. Esta singularidad tiene mucho que ver, de un lado, con la pluralidad de sus registros: fue la suya una voz plural en temas (el amor, Dios, la poesía, la tierra y las gentes andaluzas, la existencia y la convivencia social), plural en estilos (el culto barroco, el culto más prosaico y realista, el puramente popular y el estilizadamente neopopularista) y plural en las influencias que asimiló. En sus propias palabras, extraídas de una entrevista que le hizo Antonio Gracia Mainé en 1984: [he tenido] influencias muchas y fuertes al principio y a todos los niveles. Unas, las comunes de mi generación: Juan Ramón Jiménez, Antonio Machado, nuestros clásicos, el modernismo, algunos del 27, algunos franceses... Y entre ellas, otras que yo estimo más particularmente mías: los Cancioneros, el Romancero, el Cante Flamenco, Dámaso Alonso, Manuel Machado, Miguel Hernández, César Vallejo, un último y mal conocido Amado Ñervo, Quevedo, Lope y San Juan de la Cruz1. En esta misma entrevista reflexionaba el poeta sobre su obra y el significado de su obra en términos objetivos y, al final, un punto amargos. Sobre su obra decía “que es bastante abundante y muy diversa en temas y en estilos, acaso por la falta de maduración de una verdadera personalidad poética. ¿Yo qué sé? Que es bastante clara, que casi siempre suena bien y que casi nunca me deja satisfecho”. Y sobre su significado a mediados de los 80: no me tengo por muy “representativo”. En la poesía que se hizo en Cádiz y, ¿por qué no?, en España en los años 50 creo que (...) signifiqué una voz propia, original y bien timbrada, clara y profunda al mismo tiempo, sencilla y barroca a la vez, como por entonces alguien dijo: una cierta sorpresa y una esperanza, en parte, luego, defraudada; un verso asequible y bien dicho, personal, que entusiasmó un poco a muchos y mucho a muy pocos. Se llegó, me consta, a rezar con mis sonetos y a cantar con mis soleares incluso muy lejos de Cádiz. Luego, creo que algunos poetas más jóvenes aprendieron algo de mi reconocido dominio formal, de un sentido lúdico y musical del verso, de la gracia gaditana, de una espiritualidad no exenta de sensualidad y osadía... Después la vida me fue alejando de los escenarios literarios y hoy por hoy pienso sinceramente que mi poesía no significa nada o casi nada para los jóvenes poetas gaditanos, entre otras razones porque, en su mayor parte, no la conocen. Los últimos años de Tejada como poeta se vieron ensombrecidos por cierto escepticismo melancólico, como testimonia esta entrevista, pero la desconexión de Tejada con respecto a la poesía más vigente venía en realidad de antes. 1 GRACIA MAINÉ, Antonio: “José Luis Tejada: poesía en la bahía”, en Patio abierto (I.C.E. de la Universidad de Cádiz), n° 10-11, abril-julio de 1984, págs. 26-38. La entrevista, en págs. 27-28. 4 Breve historia de un largo desencuentro En efecto, la fecha de nacimiento (1927) sitúa a José Luis Tejada en el marco cronológico que se suele admitir para la generación del medio siglo (poetas nacidos entre 1924 y 1938), pero su quehacer poético dista mucho de la llamada “generación” o más bien “promoción” de los años 50: de la obra de la pléyade constituida por Ángel González (1925), José Manuel Caballero Bonald (1926), Carlos Barral (1928-1989), José Agustín Goytisolo (1928-1999), Jaime Gil de Biedma (1929- 1990), José Ángel Valente (1929-2001), Francisco Brines (1932) y Claudio Rodríguez (1934-1999), una nómina que ha de ser ampliada con los nombres de Julio Mariscal Montes (1925-1977), Eladio Cabañero (1930), Fernando Quiñones (1930-1998), Carlos Sahagún (1938), Manuel Mantera (1930), Mariano Roldán (1932), Ángel Crespo (1926-1995), etc. No sólo se trata de que José Luis, a diferencia por ejemplo de José Manuel Caballero Bonald o Fernando Quiñones, se quedase en el área gaditana, voluntariamente recluido en un circuito periférico: se trata de que su poesía pareció permanecer en gran medida anclada, de un lado, en una poética entre formalista y (neo)popularista muy típica de los ambientes andaluces de posguerra, y, de otro, en una poética entre existencial y cívica característica de la generación del 36. Estos rasgos lo alejan de lo que aportó a la poesía contemporánea la promoción del 50, a saber: la concepción de la poesía no ya como dramática forma de comunicación de un mensaje predeterminado entre el existencialismo y la circunstancia social (algo propio de la generación del 36 en su momento histórico) sino como “modo” (o quizá mejor “acto”) de conocimiento de una realidad compleja, íntima y externa, que emana de la experiencia pero no pre- existe sino que se va produciendo a lo largo del proceso de creación en el poema mismo, y que precisa de manera determinante de la colaboración del lector para alcanzar un significado2. Tejada rozó en ocasiones esta actitud creadora, pero en última instancia, como iremos viendo de forma pormenorizada, su fidelidad a sus convicciones éticas y estéticas le impidió avanzar por esta vía. En este sentido es significativo el hecho de que José Manuel Caballero Bonald, en sus memorias, no recuerde apenas a José Luis sino para definirlo de pasada como “un poeta portuense de prolífica cuerda neoclásica”3. Y en este sentido es igualmente significativo que Fernando Quiñones (que evolucionó algo más
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