El Amante Como Subversivo: Una Lectura De Fragmentos De Un Discurso Amoroso De Roland Barthes Y Otros Textos Sobre El Amor

El Amante Como Subversivo: Una Lectura De Fragmentos De Un Discurso Amoroso De Roland Barthes Y Otros Textos Sobre El Amor

El amante como subversivo: una lectura de Fragmentos de un discurso amoroso de Roland Barthes y otros textos sobre el amor Pedro Carlos Lemus Urbina Trabajo de grado para optar al título de literato Dirigido por Carolina Sanín Paz Universidad de los Andes Facultad de Artes y Humanidades Departamento de Humanidades y Literatura Bogotá, 2016 Lemus 2 Agradecimientos A Carolina Sanín, mi mentora, que es influencia e inspiración en estas páginas y en las demás; que me enseñó la infinitud del ser y los mundos, la resistencia, la precisión, y tantas cosas más. Gracias por las historias de amistad y amor, dentro y fuera del salón de clases, por la confianza y la comprensión. A María Mercedes Andrade, por quien pude ver, a través de la teoría, la posibilidad de nuevas formas de decir. A Mario Barrero, por la autenticidad, y por recordarnos que lo que está en juego es la vida. A Canela Reyes, Daniela Marín, Leonard Burgos, Daniel Hernández, Sergio Agudelo, José Londoño, Juliana Rodríguez y Hamish Ballantyne, que me dieron la amistad mientras escribía de amor. Lemus 3 Contenido Prólogo……………………………………………………………………………….……..….5 El límite…………………………………………………………………………….…..……....9 El cuestionamiento……………………………………………………………......….….……22 La lectura…………………………………………………………………………..…….........40 Epílogo…………………………………………………………………………………...…...49 Bibliografía…………………………………………………………………………………...53 Lemus 4 I've seen the nations rise and fall, I've heard their stories, heard them all, but love's the only engine of survival. Leonard Cohen. Puedes contarme cualquier cosa creer no es importante lo que importa es que el aire mueva tus labios o que tus labios muevan el aire que fabules tu historia tu cuerpo a toda hora sin tregua como una llama que a nada se parece sino a una llama. Blanca Varela. Lemus 5 Prólogo Puesto que si el autor presta aquí al sujeto amoroso su “cultura”, a cambio de ello el sujeto amoroso le transmite la inocencia de su imaginario, indiferente a los buenos usos del saber. Roland Barthes. Ibn Hazm de Córdoba (994 – 1063) abre El collar de la paloma (1023) con un prólogo y sigue con un capítulo en que relata el plan de la obra, con un discurso sobre la esencia del amor. En él explica que los sentidos del amor “son tan sutiles, en razón de su sublimidad, que no pueden ser declarados, ni puede entenderse su esencia sino tras largo empeño” (101). El empeño, en efecto, es largo –no es sorpresa que la gran mayoría de las historias que nos hemos inventado y contado una y otra vez giren a su alrededor–, y nueve siglos después el escritor francés Roland Barthes (1915 – 1980) continúa el esfuerzo con sus Fragmentos de un discurso amoroso (1977)1. También Barthes abre su libro con un prólogo, “Cómo está hecho este libro”, en el que da cuenta de cómo está organizada la obra que el lector ya ha empezado a leer. Si se admite que el texto de Ibn Hazm puede entenderse como un antecedente del de Roland Barthes –en tanto veo en las formas del primero semejanzas con las del segundo– es apenas natural que sea El collar de la paloma el que introduzca, también con un prólogo, este trabajo que busca pensar una figura del amante que puede leerse desde los Fragmentos. A través de figuras que delatan “el gesto del cuerpo sorprendido en acción, y no contemplado en reposo: el cuerpo de los atletas, de los oradores, de las estatuas”, Barthes muestra, como si se tratara de una fotografía, o acaso de un espejo (“una figura se funda si al menos alguien puede decir: ¡Qué cierto es! ¡Reconozco esta escena de lenguaje!”), el discurso amoroso: “la figura es el enamorado haciendo su trabajo” (18). Me he permitido ver en esa serie, fragmentaria y completa también, la posibilidad un amante que puede resultar peligroso para el 1 Salvo dos citas en el capítulo “La lectura” que se aclara son de Incidentes (1987), todas las citas de Roland Barthes en este trabajo son de Fragmentos de un discurso amoroso. Lemus 6 orden establecido: un amante que se pregunta por el lenguaje, se enfrenta a sus límites y cuestiona sus categorías, y en quien el amor hace despertar una actitud crítica. El amante que es subversivo, indeseable, entregado a la improductividad en apariencia pero quien, a través de su arrebato amoroso, crea sentidos, es decir, piensa. Ya entendía Barthes que el amor es transgresor, y por eso, como quien advierte a los que, como yo, atrevemos a escribir sobre y desde el amor, da cuenta de una inversión histórica: “no es ya lo sexual lo que es indecente; es lo sentimental – censurado en nombre de lo que no es, en el fondo, más que otra moral–” (219). El amor pasa a tomar el lugar del sexo en lo que Foucault, un año antes en la Historia de la sexualidad (1976), reconoce una “consciencia de desafiar el orden establecido, tono de voz que muestra que uno se sabe subversivo, ardor en conjurar el presente y en llamar a un futuro cuya hora uno piensa que contribuye a apresurar” (13): un futuro que, terminado este trabajo, espera fundarse en las posibilidades subversivas del amor2. Me he dicho que cuento con el permiso de Barthes para escribir desde su obra, pues avisa que lo que ha dicho en su libro “de la espera, de la angustia, del recuerdo, no es nunca más que un complemento modesto, ofrecido al lector para que se tome de él, le agregue, lo recorte y lo pase a otros” (19). Leo, anoto, admiro, quiero agregar, recortar y pasar, y entiendo que para hacerlo debo, antes, preguntarme cómo hacerlo, a medio camino entre el homenaje y el deber –o, mejor dicho, en ambos caminos del todo– y me pregunto por sus formas y por las de quien he situado como su antecesor, que es medieval y también, por su estilo, y en su consciencia de que la forma es también el contenido, parece haber presentido, o acaso inventado, junto a otros, el posmodernismo. 2 “Erigir un discurso donde se unen el ardor del saber, la voluntad de cambiar la ley y el esperado jardín de las delicias” (14) escribe Foucault para justificar la descripción que hace del sexo en términos de represión. ¿Qué tan posible es pensar que eso que esperaba Foucault se traslade ahora al amor y lo sentimental, por tratarse, también, de un discurso privado, aislado y casi prohibido? Lemus 7 Ibn Hazm de Córdoba escribe en capítulos, que son también fragmentos en tanto se conciben y pueden leerse independientemente de los otros; no presenta el autor una imagen absoluta del tema que lo ocupa: narra y describe situaciones posibles, y, al no pretender una totalidad, logra acercarse más a ese todo que admite verdades que coexisten. Como Barthes, que también trabaja en fragmentos como lo señala desde el título, Ibn Hazm incluye en su libro historias que le han contado amigos y conocidos, vivencias personales, fragmentos literarios –sus poemas– (que en el caso de Barthes ven su correspondencia en el uso de literatura de otros: Goethe, Platón, algunos místicos y Nietzsche, entre otros), y a través de esos recursos enmarca el tratado del amor en una autobiografía, como bien señala la profesora Sanín3. He descrito en términos generales cómo están escritos los libros antes mencionados con el fin de apropiarme de la práctica medieval y posmoderna, y aclarar, como hacen ambos autores al inicio de sus libros, cómo está escrito el trabajo que ya ha empezado: que habrá versos ajenos, a falta de propios, préstamos de libros, películas o canciones, según convenga; que podrá entenderse como una recopilación, una antología, una selección o un diario de lecturas –o incluso una autobiografía, y también una ficción en tanto se sumerge en la narración y el lenguaje, para quien así pueda leerlo–; que se trata de un ensamble de lo fragmentario y que en él, si es exitoso, se mostrará el lenguaje y se escapará también, se intuirá el amor y se imaginará la subversión. Por entender el texto como un lugar de posibilidades y cuestionamiento, en el que se ensaya a medida que se avanza, y cuyo devenir se ve sujeto, por un lado, a las intuiciones e intereses del autor y, por otro, a las lecturas que lleguen, por azar o recomendación, no habrá manera, ni intención, de sujetarse a planes de trabajo y objetivos, pues no puede decirse lo que se va a escribir sin antes haberlo escrito, esto es, sin estar escribiéndolo. 3 Literatura española medieval. Universidad de los Andes, Bogotá, 2016 – 2. Clase magistral. Lemus 8 Leo a Ibn Hazm, leo a Barthes, pienso en cómo escribe Barthes, imagino lo que podría escribir yo, me avergüenzo al pensar en Barthes mientras escribo un “estado del arte”, leo a Derrida sobre Barthes, sobre la muerte de Barthes, y leo que “por él hubiera querido, sin lograrlo, escribir en el límite pero también más allá de la escritura ‘neutra’, ‘blanca’, ‘inocente’” (Las muertes de Roland Barthes 60). Fantaseo, por Barthes y por quienes se han entusiasmado conmigo por este trabajo, profesores y amigos, con que también yo puedo, sin lograrlo, escribir en el límite –un límite–, alejado de la pretensión de totalidad, hasta las últimas consecuencias y con el riesgo del caso. Entonces, ofrezco un nuevo texto para que el lector agregue, recorte y pase a otros: un texto inacabado, que invita a nuevos lectores y que, como en la biblioteca del mundo, es consciente de que siempre habrá contenidos que ubicar, no solo libros sino vidas y relatos ajenos que revelan la posibilidad de nuevos marcos de lectura que cada lector puede agregar y que, en últimas, señalan la infinitud de los textos.

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