Escritora Y Madre Félix Maraña

Escritora Y Madre Félix Maraña

Bilbao cien breves años (XII) DERGOIA^ Caimen Baroia Nessi, muiei; escritora y madre Félix Maraña UANDO se habla del tifica a su vez el libro de Memorias, con tiempo del 98, de los inte­ un sentido crítico frente a los suyos, in­ lectuales que dieron cluso. Una mujer que denuncia el egoís­ nombre a ese trayecto de mo de sus hermanos, que deja entrever la vida cultural, se habla su sentido crítico frente a Pío Baroja, de casi siempre de los hom­ quien dice ^ue sólo se dedicó a su pro­ bres, en masculino. Repa­ pia obra, ignorando todo lo demás. so ahora mismo el sello «Gran desacierto para un escritor -dice oficial de Correo que, con motivo del Carm en-. No porque lo cercano fuera centenario del 98, ha expedido la Admi­ interesante, sino porque era suyo». nistración española, y vuelve su imagen: Unamuno, Baroja, Maeztu, Azorín, Va­ Mujer y madre lle y Machado. No sé quién diseñó el se­ Carmen Baroja se casó con el editor llo, pero su disposición en cambio, de Rafael Caro Raggio, principal editor de izquierda a derecha, tiene un gran senti­ las obras de don Pío y de los más impor­ do. Primeramente, tres vascos; luego, tantes escritores de la Generación del Azorín, que es el más vasco de los que 98, hombre que hubo de superar el gran no lo eran («Azorín» es nombre de ca­ tajo de la guerra civil viendo cómo se serío de Markina), Valle, el gallego, y destruía su casa y la imprenta y editorial Machado, el andaluz de Castilla. Hom­ familiar, y soportando el sufrimiento de bres. verse aislado en Madrid durante tres No es necesario esfuerzo intelectual años, mientras su familia reside en Vera alguno, ni formación cultural mayor pa­ de Bidasoa. Cómo recuerda y cuenta ra saber y entender que en aquel tiem­ Carmen Baroja en sus Memorias, los po, la mujer, las mujeres tuvieron un pa­ momentos en que se reencuentran en pel en la vida social y cultural española Irún con su marido, ella y sus dos hijos, de primer orden. Nada resta, sino aña­ tras la guerra, invita a una relectura, y de, a la visión de ese período de entresi- provoca los más profundos sentimien­ glos afirmar que mujeres como María tos humanos, incluida la congoja. Una de Maeztu, María Goiri, Carmen Baro­ escritora así, seguro, escribió no sólo ja, Pilar Zubiaurre (hermana de los pin­ poemas, sino otras muchas cosas, y, tores). Jesusa Alfau, Concha Méndez, aunque no lo hiciera, sólo con esas Me­ Amalia Galarraga, entre otras mujeres morias da fe de todo cuanto debe hacer vascas, participaron en la creación de un escritor, una escritora, para, incluso instituciones y sociedades que reforma­ sin publicar, ser tal. ron la conciencia de aquel momento Esa mujer que reivindica el senti­ histórico. En un reciente trabajo publi­ miento, la noción de la vida propia, el cado en la revista «Emakunde», hace­ Carmen Baroja, una escritora directa, sobria y tierna a la vez sentido del deber y al afecto por a ma­ mos una llamada sobre la necesidad de ternidad («Los únicos que no me estor­ revisar el papel de las mujeres en esa ban nunca son los chicos, siempre siento marejada cultural del 98. alegría al verlos llegar y la vista de Julito Carmen Baroja y Nessi (1883-1950) es una fiesta para mí», escribe en sus es una de las expresiones intelectuales «Tengo el arte y la ciencia como auténticas religiones» Memorias), fue madre en cuatro ocasio­ que no sólo viven, sino que ayudan, con nes, aunque sus hijos Ricardo y Carmen sus escritos y testimonios, a reconstruir fallecieran a temprana edad, y, como y argumentar sobre aquel tiempo. De la asegura Julio Caro Baroja, fue siempre hermana de Pío y Ricardo Baroja cono­ nos hallamos con el sentido y senti­ Generalmente no se pueden resistir y en feminista en lo esencial hasta la muerte. cíamos hasta aquí su libro de poemas miento de una escritora c^ue, en una es­ general no se estiman ni como escritores Tuvo muy poco afecto por la política y Tres Batojas (1993). editado con prólo­ critura directa, sobria y tierna a la vez, ni como personas. Esto ocurría con lo político. Así, afirma, se dio de baja en go de su hijo Pío Caro Baroja; se cono­ explica con meridiana claridad y sincera Azaña, Rivas y Pío». Azaña en cambio, el Lyceum Club, porque veía que toda cía también su tarea como escritora, expresión qué piensa sobre la vida inte­ durante un tiempo, fue muy amigo de la vida de ese centro estaba cada día con artículos densos y cultos, en perió­ rior de una mujer como fue ella, educa­ Ricardo Baroja, sobre todo cuando éste más determinada por la política. Ese dicos de América, como «La Nación», da en ciertos tonos a la vieja usanza, pe­ en tiempos de la República se metió en sentimiento anarquizante de la vida, de Buenos Aires, o en revistas, como ro resuelta a formarse en la modernidad política y anduvo haciendo vida pública que también dominó la de su hermano «Mujer», editada en San Sebastián, pe­ como su propia inteligencia le dicta. Es­ en el Ateneo de Madrid. río . y en buena medida fue norma en la ro su tarea intelectual fue muy rica y di­ cribió su hijo Julio que su madre mere­ vida de Julio Caro Baroja, tiene en Car­ versa y va más allá. ció siempre mejor consideración y me- Memoria del 98 men Baroja expresión constante. La publicación ahora de su libro Re­ ores condiciones para expresarse inte- Como nos recuerda Amparo Hurta­ Carmen supo enfrentarse también a cuerdos de una mujer de la Generación ectualmente. Autodidacta, aprendió do, Carm en Baroja tuvo la suerte de en­ las penurias y malos momentos de la vi­ del 98, no hace sino ratificar cuanto de música, leyó en los libros de la bibliote­ contrarse en su camino al catedrático de da, tomando las riendas de la casa fami­ ella se sabía o se había dicho, bien por ca familiar, y del Lyceum Club, institu­ etnografía Luis de Hoyos Sáinz, quien liar de Itzea durante la guerra civil, tra­ su hijo Julio, en Los Baroja (ese libro ción de la que fue cofundadora, junto le introduce en una serie de materias bajando la tierra o buscando la manera que, a fuerza de ser auténtico, es el libro con María de Maeztu, entre otras muje­ sobre las que se mostró gran conocedo­ de salvar a los suyos de cualquier ries­ más antropológico de este antropólogo res, y su querencia por la antropología y ra. Carmen, que trabajó en el Museo go. Un momento del libro Itinerario y maestro), bien en testimonios de su el folklore en general le llevó a trabajar del Pueblo Español, tras la guerra, jun­ sentimental (1995), que su hijo Pío Caro otro hijo. Pío. o en los estudios que Am- en algunas cuestiones ciertamente no­ to a su hijo Julio, dejó muchos escritos, dedicó a explicar el sentimiento e histo­ jaro Hurtado ha ido componiendo en vedosas en su tiempo. y, por lo que refiere Hurtado, en el pró­ ria de la casa familiar, retrata con clari­ os últimos años. Así, Carmen Baroja forma parte en logo del libro Recuerdos..., desde luego dad esa faceta de la madre, la intelec­ sus años juveniles del teatro que en la escribió cosas muy variadas y sugeren- tual, la mujer que afronta la vida como Pionera de los estudios casa de los Baroja en Madrid, llamado tes, además del ensayo El encaje en Es­ viene: «Fueron años difíciles, de penuria antropológicos «El Mirlo Blanco», construyen Rivas paña (1933). La revisión de los archivos económica, que afrontó con enorme en­ Amparo Hurtado es precisamente la Cherif, su hermano Ricardo, Azaña, cu­ de los Baroja hecha por Amparo Hur­ tereza, trabajando la huerta y los prados autora del prólogo que acompaña a este ñado del primero, y otros intelectuales tado nos confirma que Carmen Baroja como una campesina. Sus manos ágiles nuevo libro memorial de Carmen Baro­ del momento. Carmen revive en sus dejó textos inéditos muy diversos: «una y finas, acostumbradas al encaje y a las ja, y en el que se retratan, de principio, Memorias cómo fue aquel tiempo ma­ comedia, varias narraciones, muchos re­ sonatas de Mozart, se le endurecieron y no sólo algunas c.onductas intelectuales, ravilloso, y cómo esa relación con tan­ portajes literarios, de arte, de etnología y agrietaron, pero sacó a la familia ade­ tipos humanos y gentes de su tiempo, si­ tos escritores e intelectuales de su tiem­ de folklore, apuntes, láminas, algún que lante. Igual empeño tuvo para con Julio, no la propia autora, como una mujer in­ po le hace conocer mejor la psicología otro poema, un texto largo, mecanogra­ su hijo mayor, al que alentó a seguir en el teligente sin tacha, pues sólo la inteli­ de estos creadores. De este modo, escri­ fiado, sobre amuletos y sobre joyas po­ estudio y en la investigación a pesar de la gencia hace ^ue una escritora pueda ex­ be: «Quien ha vivido entre artistas, hom ­ pulares, catálogos del Museo Etnográfi­ penuria». presar esos juicios sobre su tiempo, las bres de letras, etcétera, sabe la poquísi­ co de Madrid, conferencias, guiones de « Tengo el arte y la ciencia como autén­ gentes de su tiempo, sobre el sentido ma cordialidad que reina entre ellos, y la cine...». En fin, muchos documentos pa­ ticas religiones», certifica Carmen Baro­ mismo de la vida, con esa claridad y au­ falta absoluta de amistad.

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