“TRES NIÑOS PARA LA MEMORIA”: ARQUEOLOGÍA, EXHIBICIÓN Y PODER EN EL CASO DE LAS MOMIAS DEL LLULLAILLACO (SALTA, ARGENTINA). TESIS DE MAESTRÍA EN COMUNICACIÓN Y POLÍTICA QUE PRESENTA PAULINA ALVAREZ UNIVERSIDAD AUTÓNOMA METROPOLITANA CIUDAD DE MÉXICO, XX DE NOVIEMBRE DE 2018 Resumen: En el presente trabajo propongo un conjunto de reflexiones críticas que, a partir del análisis de un caso específico -el hallazgo, patrimonialización y museificación de los “Niños del Llullaillaco” en Salta, Argentina-, ponen de manifiesto que la arqueología, lejos de ser una práctica científica neutral, constituye un modo colonial de intervención en lo local. Centro mi atención en prácticas y discursividades configuradas a partir de relaciones de poder particulares previamente establecidas que llamo “entramados territoriales”. Me detengo especialmente en la producción de otredad a partir de matrices de alteridad históricamente constituidas y de identidades políticas globalizadas, propias del multiculturalismo neoliberal. Y rastreo las marcas discursivas de esos procesos y poderes en la muestra del Museo de Arqueología de Alta Montaña, donde se exhiben los hallazgos, entendido como un dispositivo exhibitorio de carácter ritual en que es posible interpretar la concurrencia simultánea de profanaciones y consagraciones del patrimonio arqueológico que se valen de nociones tanto científicas como místicas. Finalmente, argumento que, además de narrativas oficiales, la arqueología produce imágenes del pasado y de la muerte que nutren otros imaginarios y se articulan a otro tipo de narrativas. Estas imágenes son diversamente significadas en las prácticas cotidianas, sus sentidos sólo parcialmente pueden ser fijados -“estabilizados”- por los discursos y prácticas institucionales. Dejan un “resto” cuya consideración permite comenzar a desmontar la operación epistemológica de la arqueología que, por un lado debilita los vínculos de arraigo de las poblaciones, y por otro fuerza a los/as arqueólogos/as y visitantes del museo a reprimir la dimensión experiencial de sus vivencias, los impactos afectivos, los aspectos vinculados a la imaginación y el deseo que inevitablemente esas imágenes actualizan. A mis abuelos, Marcelo y Piba, tesoros de mi memoria. A mis padres, Susana y Antonio. A mi querida maestra Rita Segato. A mis interlocutores cotidianos, Aurea y Omar. 2 Índice. Agradecimientos ……………………………………………………………………….…………… 4 Introducción …………………………………………………………………………………………. 6 Capítulo 1. “Cuando el pasado reaparece intacto”. Arqueología y entramados territoriales 23 1.1. Muertes antiguas / cuerpos intactos. Azar, materialidad y discursividades…………. 23 1.2. La autoridad arqueológica en el “campo”: división del trabajo, género y raza……… 29 1.3. Valor científico, valor mediático y valor patrimonial. Riesgo…………………………... 43 1.4. ¿Quiénes eran y cómo murieron? Narrativas arqueológicas………………...……….. 53 1.5. Colonialidad y neoliberalismo multicultural. ¿Qué puede un/a arqueólogo/a?……… 57 Capítulo 2. Los movimientos indígenas y la “comunidad científica” ante el museo………… 63 2.1. De profanaciones y renacimientos. Las organizaciones indígenas y el museo…….. 64 2.2. Los marcos jurídicos: pueblos originarios y patrimonio arqueológico…….………….. 78 2.3. Cosa de expertos: “salvajadas”, memoria ancestral y circo…………………………... 81 2.4. La patrimonialización arqueológica a nivel local……………………………………….. 89 Capítulo 3. ¿Museo o mausoleo? Narrativas museográficas…………………………………. 96 3.1. El intacto pasado presente…………………………………………………………..….... 98 3.2. La perspectiva científica y la perspectiva mística…………………………………….. 119 3.3. Matrices de alteridad…………………………………………………………………..… 128 Capítulo 4. Los tesoros de la memoria…………………………………………………………. 146 4.1. La Puna como paisaje encantado………………………………………………………. 148 4.2. La vida de las montañas…………………………………………………………………. 151 4.3. Arqueología, género y destino…………………………………………………………... 156 4.4. Los indios en el espacio de muerte…………………………………………………….. 162 4.5. Cerros, vírgenes, doncellas y santos…………………………………………………... 168 4.6. Vida y muerte de los “Niños del Llullaillaco”…………………………………………... 175 Reflexiones finales (aperturas)…………………………………………………...…………… 187 Bibliografía………………………………………………………………………….…………….. 195 3 Agradecimientos. Esta tesis es producto de un sinnúmero de encuentros y diálogos sin los cuales no existiría o, al menos, no tendría esta forma. Agradezco en general todos esos encuentros y diálogos. En particular, mi primer agradecimiento es para Rita Segato, la persona que me animó a pensar que podía retomar mis estudios de posgrado después de haber atravesado situaciones de violencia académica que me marcaron. Además, su pensamiento me acompaña, muchas de mis reflexiones son resultado de conversaciones reales e imaginarias con su voz autoral. Sumo a este agradecimiento a Mario Rufer, mi tutor, que me acompañó generosamente a lo largo de todo el proceso, tanto en las cuestiones prácticas del estar tan lejos de casa, algo que conoce muy bien, como en lo estrictamente intelectual. Sus sugerencias bibliográficas, sus preguntas provocadoras, sus observaciones críticas, todo resultó fundamental en el proceso de aprendizaje del que esta tesis es producto. Deseo agradecer profundamente también a Miriam y Guiomar, que me acompañaron desde lejos cuando parecía que mi postulación a la maestría no podría continuar. Sin su ayuda hubiera quedado en anteproyecto. Gracias a Leticia Fitte, amiga del alma, por el refugio en su casa de Buenos Aires cuando hacía trámites eternos y desesperantes. Muy importantes también fueron los aportes de lxs profesorxs de la maestría: Guiomar Rovira, Jerónimo Repoll, Reyna Sánchez, Raymundo Mier, Margarita Zires, Lourdes Berruecos, Silvia Gutiérrez, Margarita Reyna, Silvia Tabachnik. Especialmente lxs de la línea de “Estética”, Yissel Arce y Eduardo Andión, cuyas críticas y preguntas me ayudaron a afinar la pluma y el pensamiento. A todxs ellxs, muchas gracias. Así de importante ha sido también para mí el acompañamiento cotidiano de mis compañeras y compañeros de la maestría, las conversaciones serias y las intrascendentes, los abrazos y los paseos, las horas en “La Saeta” (y otros recintos) y los mates compartidos en clases. Varios mundos encontrados que ensancharon mi mundo. Gracias a mis queridas amigas: Marisol, Mara, Aurea, Stefanía y Nayelli. Gracias querido Maai. Gracias Julio y David, por recibirme/nos en su ciudad; gracias Julián, Juan Esteban, Iván, José Luis, Camilo, François, Armando. Un agradecimiento especial para Omar, mi primer y paciente lector, compañero del día a día. Por otro lado, deseo agradecer a dos personas que me recibieron con toda generosidad en Salta, Alejandra Cebrelli y Víctor Arancibia, él recientemente fallecido. Además de conversar y alimentarme, ambos me ayudaron a establecer contacto con algunas 4 de las personas que entrevisté. Todo hubiera sido muy difícil sin su ayuda. Gracias al Tano Oieni, por su tiempo y el maravilloso relato sobre los “Niños”. Vaya mi agradecimiento también para la directora del MAAM, Gabriela Recagno, que me abrió las puertas del museo. Quiero agradecer especialmente a Christian Vitry y Fernanda Zigarán, integrantes del equipo técnico del museo, que suspendieron sus actividades para conversar durante horas conmigo, que compartieron sus experiencias y confiaron en mí. Mi mirada crítica hacia a arqueología no me ha impedido ver la dimensión reflexiva, autocrítica y la honestidad intelectual de sus trabajos, y el esfuerzo común por mejorar los aspectos más negativos de la disciplina. Reitero aquí la fórmula usual, quiero destacar que el contenido de esta tesis es mi exclusiva responsabilidad. Finalmente, quiero agradecer con el alma el acompañamiento de mis afectos lejanos: familia y amigas más queridas (Vero, Mari, Leti, Paula, Pato). No hay pensar sin sentir, sin afectos no hay sentido. 5 Introducción. Los primeros días de abril de 1999, los medios de comunicación con mayor alcance en la Argentina, los diarios Clarín y La Nación, hicieron pública una noticia impactante: una excavación arqueológica realizada a más de 6.700 metros de altura, en la cima del volcán Llullaillaco (provincia de Salta, noroeste argentino), había dado como resultado el hallazgo de tres momias. La excavación había sido financiada por la National Geographic Society, y co- dirigida por el antropólogo estadounidense Johan Reinhard y la arqueóloga argentina Constanza Ceruti, investigadora del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET). Completaban el equipo estudiantes argentinos y peruanos. Era el sitio arqueológico más alto del mundo y las momias, cuerpos congelados de niños entre 6 y 14 años de edad, eran las mejor conservadas del mundo. Fueron bautizados como los “Niños del Llullaillaco” y se presumía habían sido ofrecidos en sacrificio más de 500 años antes, en el marco de un ritual estatal inca conocido como capacocha. Los cuerpos estaban intactos, tanto que los integrantes del equipo de excavación afirmaron que parecían dormir o haber fallecido recientemente. También estaban intactos los ajuares que los acompañaban, más de un centenar de objetos entre los que se destacaban estatuillas de metales preciosos, piezas cerámicas, vasos de madera, elaborados textiles de lana de camélido y tocados de plumas1. Jamás un hallazgo arqueológico había tenido una repercusión tan inmediata ni generado tantas polémicas en la opinión pública. En un país en que el pasado prehispánico nunca fue significado en relatos de monumentalidad o espectacularidad, ni incluido en una narrativa de
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