CURSO OFICIAL de control de predadores Dr. Albert Ituren Oliver (Coord.) Profesor Titular de Derecho Administrativo Facultad de Derecho. Universitat de Valencia Jefe de los Servicios Jurídicos Director de la Escola de Caça i Natura de la Comunitat Valenciana Federació de Caça de la Comunitat Valenciana TEMA 1 LEGISLACION Y NORMATIVA 1. Directivas y disposiciones de interés y contenidos destacables en relación con el control de predación. Necesidad de homologación de métodos de captura. Precedentes normativos internacionales y comunitarios. Desde sus mismos inicios la Unión Europea mostró su inquietud por la regulación de unos métodos de captura de animales, predadores o no, procurando que fueran selectivos y respetaran siempre el bienestar de los mismos. Para ello, era necesario que a medio o a largo plazo se fijaran los parámetros y requisitos técnicos de selectividad y bienestar animal, para a partir de ahí poder diseñar métodos de captura que fueran respetuosos con los mismos, con el objetivo de que posteriormente fueran autorizados por la Administración para su uso. Se trataba en suma de establecer los umbrales aceptables de selectividad y bienestar animal que debía cumplir todo método de captura de predadores para poder ser homologado por la Administración y ser empleado en el control de predación. Y todo ese recorrido hasta la actualidad, tienen sus orígenes ya en el Convenio de Paris de 1954 sobre protección de pájaros útiles para la agricultura. En este texto, se establecen una serie de limitaciones para los métodos de captura de pájaros. Sobre todo fijando su acento en tres notas (art. 2): la protección en periodos de sensibilidad, cría, celo, migración; evitar las capturas masivas; y eliminar todo sufrimiento inútil del animal. Por ello se fijaron una serie de métodos prohibidos, con una serie de excepciones por razones extraordinarias, principalmente cuando peligren bienes jurídicos protegidos dignos de mayor protección como la agricultura y la caza (reducción de venados, perdices, etc.) (art. 6). Sin embargo, obvio es decir que este Convenio no tuvo apenas efectos en España debido a la situación de aislamiento internacional que tenía el Estado durante el franquismo. Por otra parte, no puede desconocerse que dicho Convenio hubiera tenido dificultades para ser aceptado por las autoridades públicas si tenemos en cuenta que en ese momento en España se estaban autorizando los métodos de captura más agresivos de toda Europa. Y esto era así porque en aquel momento la situación socioeconómica del Estado era de elevada pobreza, derivada de los desastres de la Guerra Civil, y que el régimen autorizaba precisamente la caza como un instrumentos más, (junto a los racionamientos, ventas forzosas, etc.) para paliar los altos niveles de pauperización social y económica. Hay que recordar que en aquel momento se comían urracas, se comercializaba con la piel de zorro y lobo, se vendían córvidos y animales capturados para las clases más pudientes, se aprovechaban cadáveres de especies cinegéticas para alimentación, etc.) Con ese panorama era difícil prohibirle al mundo rural los métodos de captura que se venían utilizando, y que favorecían su sustento. Y cuando por fin, ya avanzada la década de los sesenta, las autoridades decidieron aplicar el convenio, lo cierto es que una interpretación extensiva de sus excepciones hizo que no tuviera un reflejo total en la legislación española. Posteriormente, en el CONVENIO DE BERNA DE 1979 sobre conservación de la vida silvestre y del medio natural de Europa, se establecen una serie de medidas de protección sobre fauna y flora amenazadas dispensando unos grados de protección distintos, permitiéndose sin embargo, el control sobre la predación. Se afirma entonces que, si bien ésta no es la opción prioritaria, si no hubiera otra solución más satisfactoria, se podría practicar un control sobre los predadores atendiendo a que existen bienes jurídicos protegidos prevalentes, tales como: en interés de la protección de la flora y de la fauna; para prevenir daños importantes en los cultivos, en el ganado, en los bosques, pesquerías, aguas y otras formas de propiedad; con propósitos de investigación y educación, repoblación y reintroducción, así como para la cría de animales domésticos; para permitir, en condiciones estrictamente controladas, sobre una base selectiva y en una cierta medida, la captura, la posesión o cualquier otra explotación razonable de determinados animales y plantas silvestres en pequeñas cantidades. Ahora bien, el propio texto establece unas limitaciones claras a esos métodos de captura (art. 9), fijando la obligación para los Estados firmantes de que sus ordenamientos prohíban la utilización de todos los métodos de captura y muerte no selectivos y de los medios que puedan causar localmente la desaparición de cualquier especie, señalando además un listado claro y extensivo de métodos o artes prohibidas a tal efecto. Además se impone que la utilización de estos métodos en ningún caso puede suponer la eliminación, no solo de cualquier especia como se ha acaba de afirmar, sino de la especie objetivo o interesada, pues el método de captura tiene como finalidad el control de la especie objetivo, pero nunca su completa erradicación. Solo en la medida que su número excesivo distorsione las cadenas tróficas o altere algún bien digno de mayor protección. Por ello, se exige también una evaluación continuada de sus autorizaciones y número de capturas, con la entrega de informes bianuales de seguimiento de las medidas y justificación de las mismas, con indicación de las poblaciones que son objeto o han sido objeto de excepciones y, si fuere posible, el número de ejemplares implicados; los medios para dar muerte o capturar autorizados; las condiciones de riesgo, las circunstancias de tiempo y de lugar en que tuvieron lugar dichas excepciones; la autoridad facultada para declarar que concurrieron dichas condiciones, y facultada para tomar las decisiones relativas a los medios que pudieran utilizarse, a sus límites, y a las personas encargadas de la ejecución; y los controles aplicados (art. 9.2). El art. 8 del Convenio de Berna es muy expresivo en cuanto a la necesidad de imponer métodos selectivos: «Artículo 8 Si se trata de la captura o muerte de las especies de fauna silvestre enumeradas en el anexo II, y en los casos en que se hagan excepciones con arreglo al artículo 9 en lo que respecta a las especies enumeradas en el anexo II, las Partes contratantes prohibirán la utilización de todos los medios no selectivos de captura y muerte y de los medios que puedan causar localmente la desaparición, o turbar seriamente la tranquilidad, de las poblaciones de una especie, en particular de los medios enumerados en el anexo IV.» Y en particular el ANEXO IV apunta: «ANEXO IV: M E DIOS Y M ÉTO DOS DE CAZA Y OTRAS FORM AS D E EXP LOTACIÓ N PROH I BI DOS mamíferos lazos. Animales vivos utilizados como reclamos, cegados o mutilados. Magnetófonos. Aparatos eléctricos capaces de matar o atontar. Fuentes luminosas artificiales. Espejuelos y otros objetos deslumbrantes. Dispositivos para iluminar los blancos. Dispositivos de mira de los que forme parte integrante un convertidor de imagen o un amplificador de imagen electrónico, para tiro nocturno. Explosivos (1). Redes (2). Trampas (2). Veneno y cebos envenenados o anestésicos. Empleo de gases y humos. Armas semiautomáticas o automáticas cuyo cargador pueda contener más de dos cartuchos. Aeronaves. Vehículos automóviles en movimiento. Aves Lazos (1). Varetas. Anzuelos. Aves vivas utilizadas como reclamos, cegadas o mutiladas. Magnetófonos. Aparatos selectivos capaces de matar o atontar. Fuentes luminosas artificiales. Espejuelos y otros objetos deslumbrantes. Dispositivos para iluminar los blancos. Dispositivos de mira de los que forme parte integrante un convertidor de imagen o un amplificador de imagen electrónico, para tiro nocturno. Explosivos. Redes. Trampas. Veneno y cebos envenenados o anestésicos. Armas semiautomáticas o automáticas cuyo cargador pueda contener más de dos cartuchos. Aeronaves. Vehículos automóviles en movimiento. (1) excepto para la caza de ballenas. (2) si se emplean para la captura o la muerte masiva o no selectiva. (1) exceptuado el Lagopus al norte del 58 latitud norte. Estados parte fecha deposito estados del instrumento de ratificación Alemania, República España 27 mayo 1986.» Ya dentro del Derecho derivado de la Unión Europea, la primera norma de calado al respecto, tributaria de la convención de Berna, es la DIRECTIVA 79/409/CE, conservación de las aves silvestres. La misma permite el control de la predación con las mismas motivaciones y en los mismos parámetros que el texto de Berna, estableciendo también en un ANEXO IV los métodos de captura expresamente prohibidos. Tras esta directiva, varios años después se produce un avance considerable en este campo al aprobarse el Reglamento (CEE) nº 3254/91 del Consejo, de 4 de noviembre de 1991, por el que se prohíbe el uso de cepos en la Comunidad Europea. Aunque la prohibición rige con carácter general para todo tipo de cepos al tratarse de un método agresivo y cruel, lo cierto es que se deja la puerta abierta a la posibilidad de que se pueda explorar la utilización de cepos amortiguados o de goma menos dañinos. Posteriormente, la denominada Directiva «hábitats», Directiva 1992/43 de Conservación de los Hábitats Naturales y de la Flora y Fauna Silvestre, permite el control de predadores, pero estableciendo limitaciones en función de la vulnerabilidad de las especies que se pretende controlar, que se clasifican en catálogos de especies con distintos grados de amenaza. En todo caso, la justificación y la exigencia de métodos de captura selectivos es el mismo que el exigido por la Directiva aves 79/409/CE. 2. La selectividad de los métodos de captura. Criterios jurisprudenciales de los Tribunales Comunitarios. Hemos visto ya cómo el criterio de elección de un método de captura se basa fundamentalmente en el cumplimiento de dos notas características: que sea selectivo, y que no sea masivo.
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