El Caribe: Colonialismo Y Desarrollo De Las Sociedades Nuevas

El Caribe: Colonialismo Y Desarrollo De Las Sociedades Nuevas

Lambros Comitas EL CARIBE: COLONIALISMO Y DESARROLLO DE LAS SOCIEDADES NUEVAS 24 de octubre de 1996 D. LAMBROS COMITAS. NORTEAMERICANO. CATEDRÁTICO DE ANTRO­ POLOGÍA Y EDUCACIÓN DE LA UNIVERSIDAD DE COLUMBIA, NUEVA YORK. FUE DIRECTOR DE LA DIVISIÓN DE FILOSOFÍA, CIENCIAS SOCIALES y EDUCACIÓN, DIRECTOR DEL INSTITUTO DE ESTUDIOS INTERNACIONALES y DIRECTOR DEL INSTITUTO DE ESTUDIOS LATINOAMERICANOS E IBÉRICOS DE LA UNIVERSIDAD DE COLUMBIA. Es UNA AUTORIDAD EN ESTUDIOS SOBRE EL CARIBE. LLEVÓ A CABO INVESTIGACIONES ANTROPOLÓGICAS Y TRABAIOS DE CAMPO EN BARBADOS, JAMAICA, BOLIVIA, TRINIDAD, REpÚBLICA DOMINICANA, GRECIA, UNIÓN SOVIÉTICA, ANDORRA y ESPAÑA. MIEMBRO DE LA ACADEMIA NACIONAL DE EDUCACIÓN EN ESTADOS UNIDOS. FUE PRESIDENTE DE LA SOCIEDAD DE ANTROPOLOGÍA APLICADA. ENTRE SUS NUMEROSAS PUBLICACIONES SE ENCUENTRAN: THE COMPLETE CARIBBEANA 1900- 1975; A BIBLIOGRAPHIC GUIDE TO THE SCHOLASLY LITERATURE; GRANJA IN JAMAICA; WEST 1NDIAN PERSPECTIVES; REPORT AND WORKING PAPERS ON ANTROPOLOGY AND EDUCATION; 1NTERDISCIPLINARY RESEARCH AND DOCTORAL TRAINING; A STUDY OF THE LINKOPING UNIVERSITY (SWEDEN). TEMA DEPARTMENTS. El Mediterráneo se considera la cuna de la civilización occidental. Así el Caribe se puede considerar la cuna del Nuevo Mundo. Hoy discutiré algunas consecuencias no intencionadas pero decisivas de la colonización europea del Caribe, la génesis de un tipo de sociedad desconocida en Euro­ pa y caracterizada por sus modelos de estratificación social sumamente rígidos. Descubierto y colonizado originalmente por España, el Caribe rá­ pidamente llegó a ser un objetivo de valor extraordinario no solamente para España sino también para Inglaterra, Francia y Holanda. La rivalidad militar en el Caribe, en parte, influyó el curso de la historia moderna euro­ pea, sobre todo, ya que durante muchos siglos estas sociedades de escla­ vistas del Caribe engendraron el caudal que precipitó el capitalismo euro­ peo. Trataré con el génesis y el desarrollo de estas sociedades no como historiador sino como antropólogo social. Durante los siglos quince y dieciséis los cambios internos en Europa y las presiones que engendraron, promovieron inevitablemente la explora­ ción más allá de los límites continentales y finalmente el desarrollo de las primeras colonias del Nuevo Mundo. Una confluencia poderosa de las as­ piraciones del Viejo Mundo y las circunstancias del Nuevo Mundo moldeó estas primeras colonias, definió su carácter social e influyó el curso de su desarrollo durante los siglos que siguieron. Los impulsos que estimularon y mantuvieron la colonización del Nuevo Mundo tenían raíces en una Europa posmedieval en ese período notable cuando la independencia aldeana cedía a un capitalismo naciente, cuando los reyes de Portugal, de España y de Francia gobernaban con fuer­ za sus dominios respectivos, cuando el feudalismo cedió el paso a un sen­ tido de la nación y los viajes célebres de Colón, de Magallanes, de Cabot, de Vasco de Gama y de muchos otros abrieron nuevas vistas y oportunida­ des más allá de los límites continentales; todo eso parte de un proceso extraordinario que propulsó a Europa hacia la edad moderna. El naciona- 184 LAMBROS COMITAS lismo, una ideología que consideraba a la nación-estado como forma su­ prema de la organización política, contribuyó profundamente a este proce­ so, como lo hizo también el mercantilismo, el correlato económico del nacionalismb, el cual tenía como propósito la independencia de la nación. Los partidarios del nacionalismo perseguían el bienestar político mediante la homogentzación; los partidarios del mercantilismo mediante la agricul­ tura, el desdrrollo de la industria nacional y la minería, la expansión del comercio y la 'potencia naval; y en todo caso mediante la adquisición de colonias comq evente de materias primas inobtenibles en la escena domés­ tica. El naci9balismo y el mercantilismo en la Europa posmedieval, sin embargo, no fueron nunca monolíticos en su ejecución sino que se mani­ festaron en uAa plétora de acciones frecuentemente contradictorias. En este sentido esta$)naciones nacientes, bastante diferentes en niveles de integra­ ción pOlíti<;"Vy en recursos, eligieron y acentuaron estrategias diferentes en su desarfollo y evolucionaron por sendas diversas. Las colonias, en particular las del Nuevo Mundo eran los objetivos más visibles de estas naciones-estados nacientes. Teóricamente, sus forti­ nes fronterizos lejanos fueron adquiridos para contribuir a la tarea de la construcción de naciones, proporcionando mercados y materias primas inobtenibles en la escena doméstica. Más adelante, sin embargo, las ga­ nancias que pudiera obtener una metrópoli de sus colonias variaba con la capacidad interna de la propia metrópoli para convertir las materias primas coloniales en producto final y para distribuirlo eficientemente. Por consi­ guiente, el nivel y la forma de desarrollo socioeconómico de cada nación determinaba la contribución resultante de las posesiones coloniales. Las riquezas coloniales, por ejemplo, serían de relativamente poco beneficio a las metrópolis sin las bases financieras e industriales apropiadas para la conversión y la distribución; las metrópolis de capital limitado y con me­ nos recursos financieros serían incapaces de desarrollar el comercio y la industria sin la carga pesada de préstamos extranjeros a intereses usurarios; y las metrópolis sin transporte por mar quedarían dependientes de rivales extranjeros con pérdidas en riquezas así como en prestigio nacional. En consecuencia, la mera posesión de colonias no aseguraba automáticamente que la riqueza de las colonias pudiera trasladarse con éxito en perdurables beneficios para el poder colonizador. Esto dependía casi completamente EL CARIBE: COLONIALISMO y EL DESARROLLO DE LAS SOCIEDADES NUEVAS 185 del carácter y de la calidad de la economía de la nación colonizadora. Las naciones con desarrollo económico incompleto al comenzar sus activida­ des expansionistas no lograron obtener ventajas domésticas perdurables de las posesiones coloniales aunque fueran amplios; sin embargo, las na­ ciones de economías domésticas desarrolladas lo lograron aún con pose­ siones diminutas. He ahí la teoría retrospectiva. En efecto una gran parte de la Europa occidental, no obstante los impedimentos y los peligros, acudió a la llama­ da del mercantilismo y se hizo parte de la carrera del imperialismo. Fue bajo el estímulo poderoso del mercantilismo como el Nuevo Mundo fue descubierto y colonizado. España ofrece un ejemplo clásico de sus atracciones y sus trampas. Aunque fue el primer país europeo en entrar en el Nuevo Mundo, todavía no había completado su Reconquista y depen­ día de una economía rural de mínima capacidad productiva. Sin embargo el mercantilismo español, forma única en la historia europea, no se centró al principio en la política interior, sino en la política colonial de ultramar, teniendo como primer objetivo, la dominación de un imperio inmenso rápidamente adquirido. Constreñida por las circunstancias interiores, España no tenía más que una estrategia económica estrecha de cara a las nuevas colonias que parecía factible, primeramente en el Caribe y después en la América Central y en sudamérica, la del bullionismo -la busca de oro y plata. Durante casi un siglo, cuando España no tenía com­ petidores europeos en el Nuevo Mundo, esta política abarcadora parecía funcionar bastante bien, pues la plata del Potosí del Nuevo Mundo incrementaba mucho la fuerza política y militar de España en Europa. Sin embargo, con una economía interior débil, sobre todo con ciertos rasgos raros que seguían impidiendo el desarrollo de la industria tanto como la agricultura beneficio del ganador lanar, la política atractiva pero finalmen­ te auto-derrotista del bullionismo fundada en la conquista ganó para Espa­ ña una gloria militar efímera y un beneficio económico limitado. Incapaz de diversificar y desarrollar su base productiva, España, a mediados del siglo diecisiete, apenas un siglo y medio después de Colón, sufrió una fuerte caída en su poder y en su prestigio, convirtiéndose en efecto en una cáscara vacía, un tubo por el cual se movía el bullion americano como recompensa al resto de Europa. 186 LAMBROS COMITAS Holanda representa un ejemplo de otra forma de la especialización mercantilista, una forma un poco más próspera que el bullionismo. Toda­ vía bajo el dominio español a principios del siglo diecisiete, y severamente constreñidos por naturaleza y localización, los holandeses participaban en la agricultura y comenzaban a desarrollar una industria hilandera pero por lo general la mayor parte de su economía se basaba en la navegación. En 1610, por ejemplo, cuando su población era de un millón y medio, los holandeses poseían el número notable de 16.289 naves, servidas por 160.000 marineros o, extrapolando, habían construido una industria que daba tra­ bajo a casi la mitad de la población masculina empleable del país. Al avan­ zar el siglo Holanda, ya libre del yugo español, con un transporte marítimo bien desarrollado y un poder marítimo que servía de llave al éxito mercan­ til, apareció dramáticamente en la escena mundial como la potencia co­ mercial por excelencia y como centro de un capitalismo comercial vibran­ te. Pero, constreñida por su geografía y su base económica, Holanda llegó al escenario histórico severamente limitada en su potencial para un desa­ rrollo económico equilibrado. Inglaterra y Francia, distintas de Holanda, ganaron por no haber par­ ticipado en la competición por el Nuevo Mundo hasta más de un siglo después

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