317 b La Civilización Megalítica Atlántica La verdadera “Atlántida” Los estudios genéticos demuestran una estabilidad de la población, lo que niega las antiguas teorías que pretendían que los megalitos eran obra de pobladores orientales. Sin embargo, la única entrada muy específica es la del clan mitocondrial sirio-palestino de Jasmine (223 b), que entre el 5500 y el 5000 a. J.C. ocupaba –con su agricultura y su cerámica cardial– el oriente europeo, en la zona de Hamangia, entre el norte de Bulgaria y el Oeste de Ucrania, en la costa norte del Mar Negro, procedente de Turquía. Posteriormente, hacia el 4500, se detectan asentamientos de agricultores orientales en zonas del Danubio medio, con influencias en las cabeceras del Dniester, Vístula y Oder. En la Europa occidental, no hubo una entrada importante de caucásicos del clan europeo oriental de Xenia hasta alrededor del 2500 al 2000, cuando los ario-caucásicos de Xenia irrumpen sobre un territorio que ya llevaba 3000 años de megalitismo. Los llamados celtas son los que acaban con la época megalítica y adoptan como suya incluso la institución de los druidas, que eran los sabios del megalitismo. Y esta entrada, por supuesto, se produce sin eliminar a la población anterior, que sigue siendo genéticamente mayoritaria. Los celtas arios, sin embargo, impondrán muchas de sus costumbres y sus lenguas arias, que sustituirán lentamente al idioma uskopaleolítico que seguía vigente entre las gentes megalíticas, sobre todo en la parte más occidental (Península Ibérica, zonas de Francia y norte italiano); influirán menos sobre un usko asentado en zonas montañosas, no agradables a las gentes de las grandes llanuras del este europeo, que se desplazan en sus carros de guerra tirados por caballos. Hay que tener en cuenta que, según los estudios de Jorge Alonso García, en el 800 a. J.C. los íberos de España y del sur de Francia, así como los etruskos, seguían hablando aún un idioma esencialmente usko. Para ejemplarizar esta persistencia de la población, bastará el caso del esqueleto completo de Cromañón, más antiguo de las Islas Británicas, encontrado en 1903 en Cheddar y datado del 7500 a. J.C. En un experimento diseñado por el productor de documentales Phillip Priestley, investigadores de la Universidad de Oxford dirigidos por el genetista Bryan Sykes (el que ha dado nombre a las 7 Evas europeas), extrajeron de un diente del Cromañón 300 fragmentos de ADN para encontrar al descendiente moderno más próximo. Como muestra de la población actual se ofrecieron varios alumnos de Cheddar y su profesor, Adrian Targett. El resultado fue que 299 fragmentos de ADN del Cromañón también estaban en el ADN del profesor Targett, así que éste era el descendiente directo del Cromañón. Además, el Hombre de Cheddar descendía de una mujer que vivió en las cuevas pirenaicas en el año 10.000, al final de la era Glacial, y que hablaba uskopirenaico. Con el deshielo, que liberó de la placa helada el sur de las Islas Británicas, unidas al Continente por el bajo nivel del mar, a causa de la gran masa helada que persistía más al norte, los descendientes del clan pirenaico de Helena atravesaron el amplio valle que ahora es el Canal de la Mancha, y poblaron Inglaterra e Irlanda. Se ofrece así un ejemplo práctico y comprobado de como nosotros vivimos en el mismo lugar donde hace milenios vivieron nuestros antepasados, genéticamente directos, con la misma dotación cromosómica. Los prolegómenos de la Civilización Megalítica Con respecto al Premegalitismo, se comprueba que ya en el 8075 a. J.C., por tanto, un milenio antes del hombre de Cheddar, los hombres del Epipaleolítico franco-cantábrico habían pasado ya a Inglaterra por las llanuras que ahora son el Canal de la Mancha y, en el lugar donde más tarde se construirá Stonehenge, colocaban los primeros postes de observación y de marcación, de tanteos de alineaciones astronómicas. En este momento, después del período cálido Alleröd y el final del Dryas, el mar, que en el 10.000 (final de la glaciación) estaba a -130 m subió 5 m, quedando en la cota de -125 m. en relación a la actual. En el norte del largo sistema montañoso pirenaico-cantábrico, en la zona franco- cantábrica, estaba en pleno auge la Cultura Aziliense, que cifra su espiritualidad en los 22 signos del XPR ADM, pintados en los famosos guijarros de Mas d’Azil, que se completan con los guijarros llamados numéricos que hoy día son, en las TARVT, las cartas numerales o Arcana Menor. Al sur de la misma cadena montañosa, en la Península Ibérica, se desarrolló el mismo tipo de espiritualidad, basada en los mismos elementos mágico-metafísicos del Cifrado de Adam paleolítico, pero en otro soporte gráfico: las paredes de los abrigos rocosos, que hicieron la función de santuarios. Se trata del Arte Esquemático Ibérico, que en el siglo XIX y gran parte del XX se consideró, igual pasó con los megalitos, de procedencia oriental. Con los nuevos datos recogidos, cada vez más abundantes, el Arte Esquemático debe ser considerado una simple evolución del arte paleolítico, siguiendo a éste sin solución de continuidad, realizado por las mismas gentes, cuyas madres originarias son las Evas mitocondriales de Sykes: Helena y Velda. 317b - 1 Se constata, en el 7100, recién extinguida la cultura de Mas d’Azil, que en Stonehengue se siguen plantando postes de alineaciones astronómicas y, por tanto, el hombre que está en este menester sigue una tradición ininterrumpida, por lo menos desde el Solutrense paleolítico (20.000 a. J.C.) con los calendarios solares y lunares marcados en hueso. En este punto se prepara para la fase siguiente, que consistirá, cuando los tanteos queden fijados definitivamente, en plantar piedras (menhires) en vez de maderos. Durante este milenio el nivel del mar ha ascendido hasta -110 m, así que lo que hoy es el Mar del Norte aún seguía siendo tierra firme. Se encuentran ya asentamientos humanos en Irlanda (Rum, Islas Hébridas y Mount Sandal); la isla será un importante centro megalítico. Los hombres de la Europa occidental siguen siendo cazadores-recolectores, aunque en esta recolección, además de frutos y bayas, pueden añadirse también las gramíneas. Pero la agricultura propiamente dicha la encontramos por primera vez en el 6700 a. J.C. en Jarmo, Irak, que es el primer asentamiento agrícola conocido, en un pueblo de viviendas fijas, desde donde se cultivan las primeras gramíneas domesticadas; es obra del clan mitocondrial europeo oriental de Jasmine, recién mutado en el 9000, descendiente de la Eva caucásica Xenia del 23.000. El mar sube hasta -106 m, aunque el Golfo Pérsico sigue siendo un valle por el que se prolongan el Tigris y el Eúfra- tes, completamente deshabitado, incluso la región que hoy llamamos Mesopotamia, la pretendida cuna de la civili- zación. En la Europa occidental, Irlanda ya se ha separado de Inglaterra; por esta temprana separación las serpientes no pudieron llegar hasta allí, aunque la leyenda quiere que fuese San Patricio el exterminador de las serpientes de la isla. Las serpientes pasan del Continente a Inglaterra, cuando ésta queda finalmente libre de hielos, estando unida a las tierras continentales. El Mar Báltico es tierra firme, casi cubierta de hielo, sólo con algunos lagos, que son las fosas de más de 100 m. del mar actual. Los ríos que hoy desembocan en el Báltico continuaban entre los hielos hasta el estrecho de Skagerrat, en la región del Mar del Norte, en medio del cual subsistía una gran isla que progresivamente fue cubierta por la ininterrumpida subida de las aguas. Respecto a esta isla, Jean Deruelle dice que fue la mítica Atlántida. Pero esta tierra, tal cual la describe Platón, es con toda seguridad un mito, que no obstante está originado por una realidad muy concreta: la civilización megalítica atlántica, que en sus orígenes, estuvo enfrentada al fenómeno de la subida del mar, y la inundación de grandes extensiones de tierra en el Canal de la Mancha y Mar del Norte. En el 6500 las aguas suben a la cota de -100 m. El clima mejora en el norte, y Escocia empieza a ser habitable; encontramos allí los primeros asentamientos en Inverness. En el 6200 encontramos el asentamiento agrícola de Çatal Huyuk en Turquía, que podría ser obra del clan de Xenia, en su extensión hacia Europa oriental desde el Cáucaso o, más probablemente, de la antigua Úrsula balcánica, desplazada hacia el este, porque en el culto de la ciudad encontramos a la Gran Madre paleolítica del Gravetiense europeo, que en Çatal Huyuk asienta sus orondas formas en un pesado trono, cuyos apoyabrazos son dos leones; es precisamente la posterior Gran Madre Cibeles () sentada en su trono cúbico arrastrado por dos leones, tal como se nos ofrece en la famosa plaza madrileña, y que seguían adorando los griegos 5000 años después. Otro elemento de adoración es el toro, descendiente del uro europeo, con astas de este animal incrustadas en la arcilla del santuario. Çatal Huyuk es uno de los asentamientos agrícolas más extensos conocidos: 20 hectáreas, tanto como tendrán las ciudades mesopotámicas 3000 años después. En el 6000, en Tell Amounkar, Siria, se encuentra el asentamiento Neolítico del clan agrícola de Jasmine, procedente de la Xenia aria de la tierra de Aran. El hallazgo se ha realizado en el reciente 2000 por arqueólogos del Instituto Oriental de la Universidad de Chicago, dirigidos por McGuire Gibson. Se han encontrado muros, fortificaciones, edificios públicos, silos para el grano y recintos para el ganado. Son de destacar unas pequeñas figurillas de arcilla con imágenes de animales, que podrían haber servido como piezas de contabilidad en el negocio ganadero; no parece que puedan ser una moneda, como se dice a veces.
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