El misterio de la vida de Ana Catalina Emmerick (1774-1824), según el diario de Clemente Brentano Rafael LAZCANO Madrid “Ahora me alegro por los padecimientos que soporto por vosotros, y completo en mi carne lo que falta a la Pasión de Cristo, a favor de su Cuerpo, que es la Iglesia” (Col. 1, 24). I. Introducción. II. Nacimiento e infancia (1774-1786). III. Vaquera y costurera con aspiración a la vida religiosa (1786-1794). IV. Aprendiz de órgano y coronada de espinas (1794-1802). V. Religiosa del convento de agustinas de Dülmen (1802-1812). 5.1. Noviciado y profesión religiosa. 5.2. Labores conventuales: orar, trabajar, sufrir. VI. Moradas de Ana Catalina. 6.1. En casa de la viuda de Roters, Dülmen (1812-1813). 6.2. En casa de la viuda Wenning, Dülmen (1813-1821). 6.3. En casa de Clemente Limberg, Dülmen (1821-1824). VII. Ana Catalina o el sello de amor crucificado. I. INTRODUCCIÓN La beatificación de Ana Catalina Emmerick, el domingo 3 de octubre de 2004, por Juan Pablo II, ha puesto de manifiesto una vez más la importan- cia del sufrimiento humano y el significado redentor de la pasión de Cristo. Ana Catalina protagonizó insólitos fenómenos, muy llamativos, tanto en su época como en la nuestra, inexplicables a la luz de la razón y en los que se mueve con desconcertante facilidad, como de ello testifican sus coetáneos. La santidad de vida ha sido reconocida oficialmente por la Iglesia 180 años 1 después su muerte . Desde la adolescencia Ana Catalina tuvo especiales conocimientos de la verdad de la fe, a través de constantes y sobrenaturales visiones de la vida y pasión de Jesucristo, de la Santísima Virgen y de los santos. Ella misma nos lo explica: “Las muchas y admirables visiones concernientes al Anti- guo y al Nuevo Testamento y las innumerables imágenes de la vida de los santos me fueron otorgadas por la misericordia de Dios, no sólo para mi instrucción, sino también para que las publicara, para que declarara muchas cosas ignoradas y escondidas. Siempre me fue inculcado este mandado…. Él ha escrito todo [Clemente Brentano]: a mí me toca únicamente el anun- ciar mis visiones. Y cuando el Peregrino lo haya ordenado todo, y todo es- 2 té acabado, luego morirá también él” . Ana Catalina era consciente de haber adquirido esta responsabilidad de- lante de Dios, la de “referir todo lo que vea, aunque se burlen de mí y no pueda comprender el provecho que se siga de esto. También he conocido que nunca ha visto nadie estas cosas con el grado y medida en que las he 3 visto yo, y que no son cosas mías, sino de la Iglesia” . El instrumento para 1. En 2004 el nombre de Ana Catalina Emmerick también apareció en los medios de co- municación con ocasión del estrenó de la película “La Pasión de Cristo”, dirigida por Mel Gibson. Para rodarla, además de los Evangelios, el afamado director de cine tuvo presentes las páginas de La amarga pasión de Cristo, de Ana Catalina Emmerick, testigo visual de la misma. La Pasión de Cristo fue estrenada, a pesar de la polémica suscitada por algunos miembros de la comunidad judía, en la primavera de 2004. 2. Cf. SCHMÖGER, Carlos E., Vida y visiones de la venerable Ana Catalina Emmerich. Ed. Sol de Fátima. Madrid 1999, p. 200. 3. Cf. SCHMÖGER, o.c., pp. 200-201. EL MISTERIO DE LA VIDA DE ANA CATALINA EMMERICK (1774-1824) ... 657 transmitir las visiones, lo sobrenatural, de un modo sensible por medio de los sentidos y la luz profética de Ana Catalina fue “el Peregrino”, nombre 4 con que designaba al poeta Clemente Brentano . Desde los últimos días de julio de 1820 empezó Ana Catalina a referirle a Brentano las visiones y revelaciones, que él anota, redacta y trascribe en 5 sus puntos principales, en un cuaderno, a modo de secretario docto y fiel . Las visiones y revelaciones que Ana Catalina veía se las contaba luego en conversación mantenida en el dialecto de Westfalia. Además de la vida in- terior de visiones que consigue trasmitir con todo lujo de detalles, no se ol- vida del mundo propiamente en el que vive, una realidad turbada y profun- damente dolorosa. Los escritos de Brentano llevan su estilo y sello literario propio de la lengua alemana; las visiones, la fuerza y la verdad de la sabi- 6 duría, por así decir, corresponden a Ana Catalina Emmerick . Diez años después de la muerte de Ana Catalina publicó Brentano una parte de sus escritos bajo el título: La dolorosa pasión de Nuestro Señor Je- 7 sucristo . Esta obra alcanzó de inmediato una gran difusión. El resto de re- velaciones quedaron manuscritas a la muerte de Brentano (+ 1842). Los manuscritos llegaron a manos del provincial de los Padres Redentoristas, Carlos Erardo Schmöger, quien comenzó en 1858 la publicación de la Vida de Nuestro Señor Jesucristo. A este autor se debe también una biografía 8 completa en tres tomos de Ana Catalina Emmerick , pronto traducida al 4. Clemente Brentano nació el 8 de septiembre de 1778 en Frankfurt. Su padre era un rico comerciante que pretendió educar a su hijo para los negocios. Fue un hombre culto, amigo de las letras más que de los negocios, novelista y poeta romántico, además de escri- tor de obras de teatro. En 1817 visitó a Ana Catalina, en Dülmen, Cristiano Brentano, her- mano de Clemente, quien hubo de aumentar el interés por conocerla. Era inquieto y apasio- nado, al estilo de San Agustín, y famoso en toda Europa cuando el jueves 24 de septiembre de 1818 llegó a Dülmen. Este hecho cambiará su modo de vida. Tras el primer encuentro, en el que Ana Catalina le reconoció de inmediato puesto que le había visto en visión y espera- ba la visita de “El Peregrino”, no se alejará de Dülmen hasta 1824, año del fallecimiento de Emmerick. Cf. SCHMÖGER, o.c., pp. 202-203. 5. Desde el primer momento se constata que hubo una verdadera empatía entre Ana Ca- talina y Clemente Brentano. “Todo lo que dice es breve, sencillo y llano, pero profundo y henchido de amor y vida. Yo estaba en aquella misma disposición y por esto lo entendía y recogía cuanto pasaba en torno mío”, escribió Brentano tras el primer encuentro con Ana Catalina. Cf. SCHMÖGER, o.c., p. 203. 6. Cf. SCHMÖGER, o.c., p. 221-222. 7. Das bittere Leiden unsers Herrn Jesu Christus. nach den Betrachtungen der gottse- ligen Anna Katharina Emmerick [verf. von Clemens Brentano] nebst dem Lebensumriss dieser Begnadigten. J. E. von Siedel. Sulzbach 1834, vii – 408 pp. 8. SCHMÖGER, Karl Erhard, Das Leben der gottseligen Anna Katharina Emmerick. Her- der Verlag. Freiburg 1867-1870, 2 vols., en 3 tomos. 658 RAFAEL LAZCANO 9 10 francés e italiano . La obra principal que ahora utilizo en esta primera aproximación a Ana Catalina es mayormente un resumen de la biografía extensa de Schmöger, organizada con los escritos de Brentano, y cuya edi- 11 ción abreviada también se encuentra traducida al inglés . Los textos de Brentano nos ayudarán a descubrir el verdadero rostro de una mujer entera- mente entregada a Dios y al servicio del prójimo. II. NACIMIENTO E INFANCIA (1774-1786) Ana Catalina nació el 8 de septiembre de 1774 en Flamschen, aldea si- tuada a media legua de la ciudad de Coesfeld, diócesis de Münster (Alema- nia). Fue el quinto hijo, de los nueve que tuvo el matrimonio formado por Bernando Emmerick, de profesión labrador, y de Ana Hillers. El mismo día de su nacimiento la llevaron a la iglesia parroquial de Santiago de Coesfeld para ser bautizada. La niñez de Ana Catalina trascurrió con sencillez e ino- cencia, ayudando en casa, en el trabajo del campo y guardando vacas. La asistencia a la escuela de Falmschen, que regía un anciano labrador, fue es- 12 casa y más bien corta . Ya por entonces sus padres y hermanos mayores apreciaron en Ana Catalina una clara inclinación a las cosas religiosas y ha- cia la vida de oración, mostrando conocimientos de diferentes pasajes de la Sagrada Escritura que no acaban de explicase quienes la escuchaban. Aquella niña que se juzgaba con severidad y que nunca se enfadaba con 13 sus padres , de tez pálida, cabellos oscuros, voz delicada y ágil expresión hablaba de cosas que nadie la había enseñando y que parecían secretas y misteriosas. Dios la había agraciado con un don sobrenatural, no aprendido por boca de maestros ni de lecturas de libros. Las visiones y revelaciones no abandonarán nunca a Emmerick, primero relativas al Antiguo Testa- mento, luego completadas con la vida de Jesucristo. Con igual familiaridad habla de Roma que de Tierra Santa, el Vaticano, el palacio de David, el 9. SCHMÖGER, K. E., Vie d’Anne – Catherine Emmerick. Traduite de l’allemand par Ed- mond de Cazalès. Lib. – Ed. Pierrre Téqui. Paris 1923, 3 vols. 10. SCHMÖGER, K. E., Vita della serva di Dio Anna Caterina Emmerick. Tradotta dall’o- riginale dal marchese Cesare Boccella. Ed. Marietti. Torino 1869-1871, 3 vols. 11. SCHMÖGER, K. E., Life of Anne Catherine Emmerick. Fresno, California 1956, 2 vols., xxxiii, 599 pp.; x, 698 pp. 12. Cf. SCHMÖGER, o.c., p. 96. 13. “En mi juventud, dice Emmerick, era yo vehemente y caprichosa, por lo cual mis padres me castigaban con frecuencia... Como mis padres me reprendían tantas veces y nun- ca me alababan, y por otra parte oía yo a otros padres alabar a sus hijos, me tenía por la hija más desgraciada del mundo... Pero cuando veía que otros niños disgustaban a sus padres, me afligía; mas luego cobrara ánimo considerando que podía esperar en Dios, pues eso no era yo capaz de hacerlo”, SCHMÖGER, o.c., p.58.
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