El Artista» Y La Difusión De La Vanguardia Artística En España

El Artista» Y La Difusión De La Vanguardia Artística En España

«El artista» y la difusión de la vanguardia artística en españa FRANCISCO CALVO SERRALLER Y ÁNGEL GONZÁLEZ GARCÍA En 1946, y como volumen primero de la Colec- por todos aquellos que han estudiado sus orígenes ción de Índices de Publicaciones Periódicas promo- históricos y su programa ideológico (Allison Peers, vida por el Instituto «Nicolás Antonio» del C.S.I.C., Díaz Plaja, Navas-Ruiz…), pero no suelen ser sino publicó José Simón Díaz los de El Artista, revista objeto de una alusión pasajera por parte de los his- ilustrada que apareció en Madrid de 1835 a 1836 toriadores del arte del siglo XIX, pese a que con- con periodicidad semanal. En la Introducción des- tienen un volumen considerable de noticias y artí- tacaba ya Simón Díaz, como antes lo hiciera Le culos consagrados a las Bellas Artes, tanto de un Gentil 1, la contribución de este periódico a la di- valor puramente documental, como también, y con fusión del Romanticismo en España, contribución frecuencia, doctrinario o polémico, y pese a que que constituye propiamente una auténtica militan- nuestro arte romántico, tan pobre siempre en cia a favor de la nueva escuela, en su acepción fran- formulaciones teóricas (contrariamente a lo que cesa sobre todo. ocurre en Francia, Inglaterra o los Estados Alema- Para los historiadores de la literatura española nes, donde la literatura artística conoce entonces un que se han ocupado de El Artista, su relevancia período de prosperidad a la que no son ajenos el como órgano difusor de un cierto romanticismo incremento abrumador del género histórico y bio- dogmático y, en consecuencia, polémico frente a gráfico, por una parte, y su encardinación en la Es- lo que los propios redactores de la revista llama- tética, ya sea empirista o idealista, por otra), tiene ban clasiquinismo 2, queda de manifiesto en el he- en El Artista un órgano excepcional de expresión cho de que Espronceda, Zorrilla, Salas y Quiroga, ideológica. Se le cita, pues, de pasada y, lo que es Patricio de la Escosura, Pastor Díaz y Cecilia Böhl más grave si cabe, de un modo casi desdeñoso, con- de Faber, entre otros de los jóvenes escritores de la forme a los prejuicios tradicionales de la historio- generación romántica del 31, esto es: la de aque- grafía artística española hacia los argumentos teó- llos que no habían pasado por París y Londres a ricos de los tratados y, en general, de los escritos raíz de la represión anti-liberal de 1823, colabora- sobre Bellas Artes. ron allí, publicando incluso sus primeros ejercicios Singularmente, El Artista no ha sido tampoco literarios. Los sesenta y cinco números de El Artis- aprovechado como fuente iconográfica, si exceptua- ta han sido consultados a menudo por antólogos y mos los análisis de carácter técnico instrumental editores de literatura romántica española, así como que dedicó a sus láminas litográficas Félix Boix 3; 1 Cfr. Les revues littéraires de l’Espagne pendant la première 3 Cfr. Obras ilustradas sobre arte y arqueología de autores es- moitié du XIXe siècle. Aperçu bibliographique, París, 1909. pañoles publicadas en el siglo XIX. Discurso leído ante la seis Reales 2 Sobre «Clasiquino» cfr. José de Espronceda, El Pastor Academias en la de la Historia para conmemorar la «Fiesta del Li- Clasiquino, I, 251-252. bro» el día 23 de abril de 1931, Madrid, y Discurso leído por el 14 FRANCISCO CALVO SERRALLER Y ÁNGEL GONZÁLEZ GARCÍA no es sin embargo el propósito de nuestra ponen- y con la revolución americana 6, o, por lo que res- cia escindir el estudio de la contribución de El Ar- pecta a España, con los revolucionarios de 1828 7 tista a la difusión en España del arte romántico en y con la guerra contra los apostólicos partidarios una serie iconográfica y una serie textual, criterio de D. Carlos 8, sino también, y muy especialmen- que, en definitiva, reiteraría aquellos prejuicios, te, por el hecho de que, más allá de su grado de habiendo considerado más congruente con su con- conformidad con el nuevo régimen, supieran reco- dición de revista ilustrada abordar ambas series des- nocer que la revolución burguesa había trastocado de un mismo punto de vista histórico-crítico. de tal suerte el orden preexistente y su marco de El Artista se ha declarado portavoz del romanti- referencias, que en lo que toca a la producción y cismo en el editorial de su primera «entrega» (I, 1- circulación de obras de arte las novedades no se- 2), aunque formalmente debamos atenernos al ar- rían puramente iconográficas. tículo de Eugenio Ochoa, Un romántico, aparecido Según Eugenio de Ochoa, por ejemplo, la lite- en el núm. 3 (I, 36), para confirmar sin equívocos ratura francesa del Imperio constituye un capricho lo que en aquel editorial era todavía virtual: «In- fugaz del rigorismo clasicista, expresión cabal de dudablemente nos parece que la sociedad se halla una época de «despotismo militar» 9 que propició en una época de movimiento y de transición; que obras como el poema épico de Aubert sobre la ex- a las antiguas creencias, prontas ya a eclipsarse para pedición de Bonaparte a Egipto; sin embargo, «des- siempre, van sucediendo nuevas creencias, menos de la llamada restauración acá, época de gobierno sólidas acaso, menos duraderas que las pasadas; sa- representativo y por tanto de libertad, la literatura bemos que las revoluciones van extendiendo lentamen- es verdaderamente libre, como la sociedad. Por ver- te por todos los imperios sus galerías subterráneas, ra- daderamente libre, entendemos libre sin licencia; mificaciones de la gran revolución central, cuyo foco esta libertad aplicada a la literatura es la que la gen- es la capital de Francia; pero creemos también que te de juicio entiende por romanticismo» 10. He aquí no es dado a los hombres ni a las circunstancias, una confesión de liberalismo templado, tal como desterrar del mundo a la poesía, y que si ésta a ve- corresponde al clima político de la España de los ces desaparece aparentemente de la faz de la tierra, años treinta, regida por el Estatuto Real de es porque va a refugiarse en el fondo de algunos Martínez de la Rosa, límite extremo de la identi- corazones sensibles y generosos, como en los anti- dad política de los jóvenes románticos de El Artis- guos tiempos de turbulencias se refugiaba la reli- ta. Eugenio de Ochoa concluye su artículo con una gión en las cavernas y monasterios solitarios» 4. observación sorprendente que nos permite plantear Encontramos aquí expresado rotundamente un ar- esa concreta identidad política en el ámbito espe- gumento capital para el programa romántico, pero cuyas implicaciones ideológicas no van a ser afron- tadas críticamente en el seno de El Artista, ni tam- poco de nuestro romanticismo artístico y literario: la identidad revolucionaria de esas nuevas creencias. 6 Cfr. Th. Farmer, Washington y Bolivar, II, 148-149. En este sentido, la posición de los redactores de El 7 Cfr. Eugenio de Ochoa, Contestación / a una carta de pro- Artista puede considerarse francamente progresis- testa de F. H. C. por la publicación de A Grecia /, I, 141-142: ta; y no sólo porque hayan simpatizado con la causa «en aquella época /1830, fecha de su composición/, existía aún griega 5, siguiendo el ejemplo de Byron o Delacroix, en Madrid el gobierno erigido por los héroes del Trocadero; ca- recíamos los españoles de la libertad política que nos arrebata- ron 100.000 bayonetas francesas». 8 Cfr., por ejemplo, en I, 208, la nota biográfica dedicaba a Patricio de la Escosura, con motivo de la publicación de El bulto vestido del negro capuz: «alferez del Real Cuerpo de Artillería, que se halla en el ejército de Navarra, defendiendo como valiente y Excmo. Sr. D. Félix Boix en el acto de su recepción pública en la patriota los derechos de ISABEL II y la causa de la LIBERTAD». Real Academia de Bellas Artes de San Fernando…, Madrid, 1925. 9 Cfr. Reflecsiones, II, 265-266: «La Francia estaba regida Cfr. también Matilde López Serrano, Los ilustradores del Libro como un Regimiento; la literatura, cuya suerte siempre es la mis- romántico en España, en «Revista de las Artes y los Oficios», ma que la de su pais, trató tambien de regimentarse, de sugetarse núm. 12, 1945. á sus ordenanzas fueron los preceptos de Aristóteles, obra agena, 4 Subrayado en el original. como todo cuando en punto á literatura estaba al orden del día, 5 Cfr. la oda de Eugenio de Ochoa, A Grecia («Alzate, ¡oh, porque eso de inventar es mu culpable osadía». Grecia!; con la sangre turca…»), en I, 124-126. 10 Ibídem. «EL ARTISTA» Y LA DIFUSIÓN DE LA VANGUARDIA ARTÍSTICA EN ESPAÑA 15 cífico de la práctica artística y, de paso, entender Por lo que respecta a la posición de El Artista algunos aspectos equívocos de nuestro romanticis- debemos tener en cuenta: 1) Que aun existiendo mo: «Aquella —dice ahora refiriéndose a la pintu- un acuerdo de fondo entre sus principales redac- ra— era puramente clásica en Francia hace veinte tores, el modo de tratar el paradigma clasicismo/ años; en el día es absolutamente romántica. El cé- romanticismo, ya fuera en un plano estrictamente lebre David era clásico puro; sus discípulos son clá- teórico, ya en casos específicos, cabe advertir dife- sicos por veneración a su gran maestro, o lo que es rentes criterios personales. 2) Que los argumentos lo mismo en teoría, y románticos en la práctica; con que se enjuicia a las grandes personalidades del los discípulos de estos discípulos, es decir, todos los pasado remoto (Velázquez, Ribera, Herrera, jóvenes pintores del día, son románticos furibun- Murillo, Zurbarán…) difieren de los aplicados a dos.

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