
GUSTAVO OPAZO MATURANA -ORIGEN DE LAS ANTIGUAS FAMILIAS ·DE CHILLAN 1580 - 1800 . SANTIAGO DE CHILE DIP. UNIVERSITAJUA 1935 Origen de las antiguas tam1t1as ilP. Chillán I 580-I 800 POR GUSTAVO ÜPAZO M,\TUR1\NA Es verdad que existe en toda sociedad organizada, un núcleo de poseedores de la fortuna y muchas veces de las tradiciones históricas, que constituyen la aristocracia, mas, ésta como su voz lo indica, es sólo producto de la selección y sujeta a la implacable ley de la evolución. «Tiene tres edades, dice Chateaubriand, la de la superioridad, la de los privilegios y la de las vanidades; sale de la primera para degenerar en la segunda y extinguirse en la última.> La vanidad de aquel mendigo del Escorial, que al sentir el bulli­ cio de los cortesanos y .el sonar de las armas, murmuraba: cSoy más hidalgo que el Rey, y aun un poco más•, parece aún permanecer entre nosotros. Hijos de esa vieja España, hemos tenido que sufrir toda su herencia. Los conquistadores de este país fueron sencillos, crédulos y teme­ rosos de los designios divinos, osados y atrevidos en la guerra, enemigos y pendencieros en la paz, hombres inquietos de gran dinamismo. Tenían todo el carácter del noble español, oculto en sus andra­ jos de aventureros. Una vez ricos, hicieron una vida opulenta, vestían trajes de seda y cargaban armaduras de plata y entorchados de oro. Convertidos en señores, practicaron todos los privilegios y caprichos de los españoles de la Edad l\'J edia. La Corte los halagó, los hizo a todos nobles, por ser conquista­ dores, justo titulo, y a los más poderosos los hizo titulados. El deseo de ser llamado por un nombre honorífico no hizo trepidar a muchos en dar a conocer pequeñeces de \a vida de sus labriegos padres. Francisco de Villagra señaló a su madre como una cortesana, para seguir sus as­ cendientes. Pedro Cortés dijo que su padre era pechero y Diego de Almagro escondió su ori11:en de cuidador de chanchos. en secretos de alcoba. Cuántas miserias se habrían ahorrado de relatar,. si hubieran sabido que su nobleza era única, que su título era su valor y sus hazafias, y que el libro de oro de su sangre iba a ser 1A Araucana. Esta aristocracia de lanceros y arcabuceros, bruñida en las gue- GtTSTA\'O OPAZO MATliRA1'A rras de Arauco, dueña de grandes estancias, hundió su existencia en una patriarcal lenidad. Los fértiles valles de las provincias se cubrieron con sus descendientes, dedicados al trabajo agrícola, al calor de viejas tradiciones, en sus casonas de vieja prosapia castellana. Su ~xistencia, vfctiina de las leyes de la evolución, decayó, sumién­ dose casi en una completa aniquilación, por pérdida del poder y supre­ macía en la capital del Reino; para dar paso a otra, que vigorosa se levantaba a su lado, adueñándose de su fortuna y de su nobleza. Es­ tos fueron los comerciantes vascos del siglo XVIII. Sus nombres en los actos oficiales desaparecieron, las tierras Y encomiendas pasaron a manos de los nuevos ricos. Tan notable fué su desaparecimiento, que el monarca español Carlos 111, allá en la tran­ quilidad del Escorial, preguntó a uno de sus cortesanos «¿Qué se han hecho los descendientes de los Conquistadores de Chile'·> ••• Los vascos vinieron a América tras el comercio, que no ejercieron los descendientes de los conquistadores, por ser agricultores y tener a aquella profesión como propia de portugueses o de judíos. Se hicieron pronto ricos. Hombres de gran tino para los negocios, ahorrativos e . interesados. de poco talento, muy juiciosos y firmes para el trabajo material, bien pronto fueron los primeros. Los sabios españoles Jorge Juan y Antonio de Ulloa, que visita­ ron al país en el siglo X\!JJI, dicen de ellos: cSon por lo general de un nacimiento bajo en España o de linaje poco conocido, sin educación ni otro mérito alguno que los haga muy recomendables.> ~Después que se casan entran a ser Regidores e inmediatamente obtienen los empleos de Alcaldes ordinarios, de modo que en el espacio de diez u once años :,e hallan gobernando una ciudad de aquellas, y objeto de los aplausos y de las primeras estimaciones. Este es el hombre que antes pregonaba por las calles c-on un fardillo en los hombros, vendiendo mer­ caderías menudas y algunas bujerías, que otro le dió fiadas, · para que empezase a traficar.» No se libraron del espíritu vanidoso de ser nobles, y una vez ricos, compraron títulos, resultando así los flamantes .\.farqueses Y. Condes de la Colonia. La vieja España se rió de sus pretensiones, y gran diferencia se hizo entre los de Indias y · los de Castilla. Casi injusta encontramos la apreciación que el Contador Real hizo del rico vendedor de paños del Portal de Sierra Bella, al solicitar su pomposo título de Conde de la Conquista. Este funcionario informó que era •sin mérito especial, pues no los tenía particular, ni sus antepasados». ORIGEN DE LAS AXTIGUAS 1-·A)IJLIAS DE CHILLÁN 5 1\·lucho oro Y diligencias tuvieron que gastar y hacer estos nuevos nobles. En su .ifán de encontrar abolengos r~buscaron. noticias y datos en las tierras de \:izcaya. '.\lemorable es el ,·iaje que hizo el Corregidor Zañartu, para saber quiénes eran sus abuelos: e inteligentes los ardides de que se valieron para construir árboles genealógicos e informaciones de nobleza. A disposición de su oro estaban los venales reyes de armas de la decadente España, y dispuesta la mano del rey para firmarlas; preciosas entradas para mantener a sus cortesanas y cortesanos. A la época de la Independencia, las familias vascas se habían mul­ tiplicado y emparentado, fomando un núcleo social bien definido, dominante y cerrado. Quisieron ser a toda costa los prin1eros. A su paso salió el joven general José l'vl iguel Carrera, aquel bullicioso estudiante del Colegio Carolino y tremendo vecino de la calle Agustinas, que an­ tes de partir para Europa los había conocido, si no a ellos, a lo menos a sus padres, vendiendo tras el mosu·ador. Orgulloso hasta la am­ bición, jamás toleró la insolente actitud de los Larrain que represen­ taban el poder social en 1810. Los bautizó irónicamente con el apodo de la •Casa Otomana». Se burló además de las n1aneras versallescas ad­ quiridas por el cabildante Eyzaguirre, hijo del vasco Domingo. En el desarrollo republicano hicieron pesar grandemente su situa­ ción estas familias de origen vasco. El escritor liberal don Benjam(n Vicuña Mackenna, hijo de patricios y nieto de guerreros. rió de las pre­ tensiones genealógica5 de sus contemporáneos. .'\. su criterio de historiador no pasó inadvertida esta situación de los descendientes de los vascos. En 1878 decía: «En todas partes aparece hoy, en efecto, el elemento vizcaíno, triunfante como en los buenos tiempos del Obispo Salcedo, hace 250 años. En la alta magistratura, en los dueños de palco, en los mayores contribu}"entes, en la Cámara de Diputados, donde el quorum es siem­ pre vizcaíno, como si nuestros legisladores se sentaran todavia al pie de la encina de Guernica; en el Senado, en las calles mismas. así los miembros de las Cortes de Justicia son casi todos vizcaínos; Covarru­ bias, Valenzuela, Vargas, Bernales, Lastarria, Amunátegui, Vergara, Gandarillas, etc., y de la misma manera, en el Senado. De los tres Se­ nadores de Coquimbo y de los tres de Aconcagua, cuatro son vizcafnos: los de Santiago y de Colchagua lo son todos. Trece senadores vizcaínos entre quince.• ACUÑA {l) J.- Cri1t6bal de Acuiia Oliveira, b. Portugal, venido a la conquiata ea 1585, militó en Arauco por más de veinte años. Vecino del Maule, doctrina de Loncomilla. Dueño de la Eet. de Liucura, merced de mil cuadras hecha en 27-V-1605. (R. A. 874, J ud. Cauquenes, leg. 24.) f alleci6 después de 1628. Hijos: 1) :\ndrés. 2) ~larla con Lope Gutiérrez, c. s. 11.- ;\ndréa de Acuña Oliveira, Alférez, militar de las campaiias de 1655-65. Ve­ cino de la ciudad de Chillán. c. m. c. doña Ana Lorenzo de Opazo }' Montero de Amaya. (\léase Herrera.) 111.- Don Andrés de Acuña y Opazo, b. Chillán, vecino de esa ciudad, Encomendero de Indios 1671. (C. G. 122.) c. m. c. doña Juana de Mardones y Lagos. (C. G. 666.) Hijos: 1) Andrés, b. Chillán 1665, M. de C., con Catalina de Friz y Navarrete. 2) Angel. 3) Carlos. 4) Ana con el S. 1\1. Diego Garcla Maldonado. c. 1. (R. A. 1096, 1911.) 5) Juana con Marcos de la Cerda. b. 1671. c. s. I V.- Don Angel de Acuña y Mardones, b. Chillán, vecino de eaa ciudad, Capitán 1690. Encomendero de indios por merced de 28-Xll-1690. (C. G. 554, 654.) c. m. c. doña Josefa Godoy }' Gallegos. Falleció antes de 1742. Hijos: l ) Angel. que sigue. 2) Dionisio en Chillán en 1742. 3) Fernando b.1699, en Chillán en 1742. 4) Antonia. ( 1) Se usan en este trabajo las siguientes abreviaturas: b. Bautizado. c. m. c. Contrajo matrimonio con. b. d. t. Bajo disposición testamentaria. R. A. Archivo de la Real Audiencia. C. G. Archivo de la Capitanía General. M. de C. Maestre de Campo. S. :\f. Sargento Mayor. Est. Estancia. Jud. Archivo Judicial. t. Archivo de. Escribanos de Santiago. c. s. con suces1on.. s. s. sin sucesión. A. V.M. Archivo Vicuña Mackenna. 8 GUSTAVO OPAZO MATURANA V - Don An1el de Acu6a y Godoy, b . Chillia, vecino de esa ciudad en 1742, Capitán. c. m. c. do6a Nicola• de Ulloa. Hijc,e: 1) Juan AngeJ, que sigue. 2) Aguatln. 3) Antonio b. 1720, en Chillán eo 1754 con Arueda Gallegoe Y la101, 4) Manuela con Juan de Sep61veda.
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