La Razón De La Culpa

La Razón De La Culpa

La razón de la culpa Roger L.Casalino Castro 1 La Razón de la Culpa Todo lo que se presenta en la presente Página Web – www.rogercasalino.com – los textos, poemas y canciones, son propiedad exclusiva del autor y queda protegida bajo el amparo de la Ley de los Derechos de Autor. La Biblioteca Nacional del Perú tiene copia de todo cuanto en esta página web se presenta. El Autor HECHO EL DEPÓSITO LEGAL: EN LA BIBLIOTECA NACIONAL DEL PERÚ N° 2007-O6725 Título: LA RAZÓN DE LA CULPA AUTOR: Roger Luis Casalino Castro Av. Cantral 977 – 202 - Urb. Los Álamos – Santiago de Surco Edición Inicial – Copia del Computador – 30 Ejemplares Año 2007 – Mes Junio - LIMA - PERÚ Email: [email protected] REGISTRO INDECOPI Roger L. Casalino Castro 2 INTRODUCCIÓN Complicada decisión la de poner título a este libro. La Razón de la Culpa, tal como está escrito, o debo decir: La Culpa de la Razón, porque en el juego de palabras, ambas resultan involucradas en la razón y la culpa. Podríamos decir que la culpa es consecuencia de la razón, ya sea que nos inculpamos por razonamiento propio o que por razonamiento de terceros seamos sancionados como culpables. Pero la razón, no siempre es una simple portadora o calificadora de la culpa, sino que puede ser directamente culpable, pues en su consecuencia, debe asumir la culpa de la imperfección humana infiltrada por la variable de los argumentos que por virtudes o defectos influyen sobre ella. Si nos sentimos culpables, la fuerza de la razón se debilita. Entonces, debemos reaccionar para que la fuerza de la razón nos ilumine para volver a ser fuertes y estar en capacidad de enfrentar las culpas ajenas y las propias. La razón de la culpa no podrá afectarnos. No me gusta la idea de pensar que en cada acción que realizamos o en la cual participamos, debe estar implícita una culpa. Eso limita fundamentalmente mi derecho a la libertad. Como ser pensante, la única manera que encuentro de no caer en la esclavitud de mis actos, es dividir las culpas en positivas y negativas. Entonces soy culpable de ser libre, culpable de amar y culpable de creer en las virtudes. Por esas culpas, según las religiones, ganaré el cielo, sea cual fuere la representación que se le dé. El cielo. 3 La Razón de la Culpa Ahora sí, no nos salvamos, caemos en la debilidad humana y su afición al pecado que cometemos al contravenir las leyes de Dios, de la naturaleza y de los hombres. Esto nos hace recapacitar y razonar para ser conscientes de que, ser humano, es la tarea más difícil que nos ha impuesto Dios al darnos inteligencia, de tal manera que estamos obligados a ponernos como meta la razón y no la culpa. Es también, tarea del lector de este humilde libro, razonar en sus argumentos, conceptos, situaciones planteadas o creadas, para sentirse un poquito menos culpable de ser lo que cree que es y caminar por la vida con la frente alta por la razón y el corazón libre de culpa. El Autor. Roger L. Casalino Castro 4 La Razón de la Culpa I La Razón. Es un hecho cierto e innegable, aunque subjetivo, que regularmente asociamos a la verdad, esto es, a una verdad que asoma como sentimiento de saber en lo más íntimo, que actuamos evaluando correctamente las circunstancias, para que con justicia, demos nuestra apreciación de algo. La Culpa. Es un hecho que nos incrimina sin tomar en cuenta la verdad, objetiva o subjetivamente. Si la tomamos por el lado objetivo, debemos enfrentarla a la posibilidad de castigo o desgracia. Si la viéramos por el lado subjetivo, entonces debemos asociarla a enfermedades o situaciones que afectan el alma o la mente. De cualquier manera indica un peso que debemos cargar toda la vida. Nos presionará la conciencia y nos debilitará el alma. Unas veces será porque creemos en ella, y otras, porque su amiga, la razón -que andan juntas pero no revueltas- grita que no se ajusta a la verdad, en cuyo caso terminamos odiando a la justicia. Ambas se asocian y se disocian por hechos y circunstancias, convirtiéndose en la mayor fuente de trabajo del mundo moderno. De la misma manera llenan cárceles, manicomios e instituciones, utilizando personas de toda clase, rango y calidad. El problema fundamental surge cuando alguien quiere ser el 5 La Razón de la Culpa dueño de la razón y no la posee, o quiere ser inocente de culpa y no lo es. Entonces es cuando surgen los profesionales de la culpa y de la razón. Se enfrentan, evalúan, discuten, acuerdan y sentencian según pruebas y documentos probatorios, siempre circunstanciales, que con toda dignidad, les permite administrar la culpa. O sea, que se administra la justicia. Esto quiere decir, hablando claro, que de todas maneras habrá un culpable y simplemente se debe decidir si se dicta la razón de la culpa o la culpa de la razón. La paradoja de la justicia y el dilema de la verdad. La razón de la culpa. Qué difícil. Me marea pensar en ello. Introducirse en lo intrincado de los argumentos que pueden encerrar, es como entrar a una selva espesa y enmarañada donde se pierde el sentido de orientación. Pero como intentar, es parte del espíritu humano, se acepta el reto para echarle una mirada al asunto. La razón, aparentemente ajena a la culpa, se utiliza como medio de justificación para tapar o para disimular las consecuencias de ella. Desde su pedestal de buena, se presta como instrumento de la ley, el orden y de todas las virtudes que utiliza el ser humano para traicionar a la culpa, y con ella, a la justicia. O también para desvirtuar su verdadero significado. Perdida en esa selva impenetrable de pensamientos, sentimientos, costumbres –buenas y malas- la razón se debate entre la disculpa y la injusticia que le muestran un camino que no existe. La necesidad de ser pura, buena, flexible pero firme, la alientan a cumplir su papel ante la justicia para satisfacer las debilidades de los que buscan, por medio de ella, superar sus ansias de vivir un mundo hermoso, según su propio criterio. Roger L. Casalino Castro 6 Si la razón se valiera por sí sola, no dudaríamos de ella. Pero como solamente es la parte reflexiva y lógica del ser humano, debemos mantener la duda porque va contaminada de los defectos naturales que nos juegan al rebote de argumentos, intenciones, y necesidades. Así pues, entrar al flujo y reflujo, al ir y venir, al oleaje que golpea y a la resaca que arrastra, nos desacomoda las ideas, las inducen y las convierten en la sinrazón y hasta en la maledicencia servil y deshonesta. La culpa asoma las narices, y feliz y sonriente al ver el milagro humano, disfruta sin medida ni clemencia del placer otorgado. Al fin y al cabo, ser culpable en este país es la profesión más popular –aunque no necesariamente digna- a la que accedemos sin ir al colegio, y menos aún a la universidad para adquirir título profesional. Sólo es necesario ser peruano, correcto y decente; luego aceptar que es necesario ser formal. La razón, coludida con la culpa nos traerá el título a domicilio, y personalmente. Siempre hay una razón para ser culpable. Buscamos un razonamiento lógico, y para entenderlo, continuamos buscando en la reflexión los sentimientos que nos ayuden a justificar la culpa. Y todo para qué. Para poder vivir con ella como una amante impura que se aferra al pecado de la traición, y que sabiendo que lo comete, lo disfruta. ¿Dónde iremos a parar los profesionales de la culpa? Al cielo podría ser, porque si sufrimos tanto aquí, se supone que como premio ganaremos el cielo. Pero ¿Tendrá el cielo una popular reservada para los del tercer mundo? Lo más probable es que en 7 La Razón de la Culpa el infierno, sí tengamos un asiento en pullman, con música de fondo y cercano a la estufa. Sería un premio justo. Pensando bien las cosas, llego a la conclusión que el cielo se creó junto con la razón y que el infierno se hizo junto con la culpa. El cielo es de Dios, por lo tanto, la razón es de Dios. El infierno es del diablo y por lo tanto, la culpa es del diablo, cosa que a él no le importa. Pero resulta que no es así. Él la administra para que los humanos vayan sufriendo a cuenta de su próxima y eterna visita al infierno, cosa que también hace la razón para beneplácito de quienes nos hacen ir por caminos espinosos como una forma de purgatorio para ganar el cielo. De esta manera vemos que las tácticas de la razón y las de la culpa son similares. O sea que, Dios veranea en los predios del infierno los fines de semana y el diablo lo hace esquiando en el cielo. De esa manera se dan mutuamente la oportunidad de realizar sus obras de bien, es decir, Dios intenta salvar almas del fuego mientras el diablo se entretiene corrompiendo algunos angelitos. Cuestión de equilibrio. Equilibrio que acá en la tierra se toma y se asume como santo ejemplo, lo que permite que los banqueros y usureros se pongan de cuerdo con los gobernantes y empresarios para corromper instituciones y tratar de salvar desesperados, y de paso, manejarlos entre el frío del interés y el calor del consumismo. La razón de la culpa y la culpa de la razón, juegan su partido de tenis mientras los aficionados, que pueden ver pero no jugar, siguen la bolita con un movimiento uniforme y constante de cabeza que va de derecha a izquierda y de izquierda a derecha, como quien dice que no, pero aplaudiendo como si supieran Roger L.

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