Académica BOLETÍN DE LA REAL ACADEMIA CONQUENSE DE ARTES Y LETRAS 12Enero 2018 | Diciembre 2019 ACADÉMICA Boletín de la Real Academia Conquense de Artes y Letras Edificio Antiguas Escuelas de San Antón c/ San Lázaro | 2 | Segunda planta Número 12 | enero 2018 - diciembre 2019 COMISIÓN DE PUBLICACIONES Miguel A. Jiménez Monteserín José Antonio Silva Herranz Vicente Malabia Martínez Santiago Torralba Hernaiz COORDINACIÓN José Ángel García García COMPOSICIÓN Santiago Torralba Hernaiz EDITA RACAL | Diputación Provincial de Cuenca Imprime: Imprenta de la Diputación Provincial de Cuenca depósito legal: Cu-696-2006 issn 1888-0509 (Edición impresa) isnn 2530-5484 (Edición digital) ÍNDICE Del Sketchbook a la novela gráfica autobiográfica 6 Rubén Fernández Santos Los primeros autos de fe de la Segunda Inquisición en Cuenca (1510-1534) Miguel Jiménez Monteserín 24 Jacob Martínez López El Cabildo Diocesano de Cuenca y la reforma de la iglesia 56 en el tránsito del siglo XVIII al XIX Emilio La Parra López Censurando imágenes públicas: 76 La Inquisición y una estampa de Esteban Jamete Fernando Marías (Uam-Rah) Alonso Remón, Antonio Liñán y Verdugo, Baltasar Mateo Velázquez: 102 ¿Tres nombres para un escritor conquense del siglo XVII? José Antonio Silva Herranz Desde el recuerdo: las Jornadas Poéticas de Cuenca (1984-1989) 128 Enrique Trogal Crónica | En la entraña humana de lo divino Miguel Jiménez Monteserín 150 Vida Académica 170 In Memoriam 206 Racal, Lista de Académicos 213 Procedencia de la ilustraciones 215 DEL SKETCHBOOK A LA NOVELA GRÁFICA AUTOBIOGRÁFICA 1 rubén fernández santos Every line means something Jean-Michel Basquiat ijo nuestro gran filósofo aquello de “yo soy yo y mi circunstancia”, máxima muy ade- cuada para poner en contexto este escrito, ya que siendo profesor de dibujo y pintor tiendo a asimilar el sketchbook como una herramienta de investigación personal, D pero al mismo tiempo, mi afición a la novela gráfica independiente y al coleccionis- mo de obra original me acerca el cuaderno de bocetos a una experiencia estética autónoma. Y es esta amalgama de intereses la que hace que mi gusto por las libretas de dibujo no se circunscriba a una óptica historiográfica, sino que prefiero vincularla a la propia actividad plástica. De hecho, a continuación, más que realizar un recorrido cronológico o estilístico por los creadores de estos cuadernos, me voy a centrar en sus procesos creativos y en la didáctica gráfico-narrativa. Por este motivo, espero que entiendan mi detenimiento en obras y autores muy concretos y, al mismo tiempo, que me perdonen algunas ausencias notables. Y sin más preámbulos, comenzamos. El ser humano dibuja sobre cualquier superficie que lo permita desde hace más de 30.000 años; ya sea en paredes, en la propia piel o bien en tela, papel, papiro o pergamino. Pare- ce lógico que los artistas también hayan incorporado el cuaderno a esa extensa lista de soportes gráficos; sin embargo, dejémoslo claro desde el principio, una libreta no esa priori el mejor medio para una práctica artística autónoma. El uso tradicional nos indica que el cuaderno es un instrumento diseñado para la escritura y la recopilación de datos2. El modelo canónico de este soporte, aunque existen muchas variantes, es un conjunto rectangular de hojas de pequeño tamaño, con papel barato y una encuadernación central bastante incómoda para el dibujo; apa- rentemente, es un elemento que iría predestinado por su naturaleza a ser auxiliar en el mundo de la creación artística. De hecho, durante mucho tiempo se ha considerado que el cuaderno era parte del material de trabajo y apoyo del artista, que los dibujos que se incluían en estas libretas eran es- tudios, bocetos y pruebas destinados al ámbito del taller y, por tanto, que no tenían otro valor per se que el de documentar el proceso de creación de determinadas obras. Veamos a continua- ción cuáles fueron los factores que permitieron cambiar esta consideración del cuaderno como un material menor en el campo de las artes plásticas. 6 Del Sketchbook a la novela gráfica autobiográfica El cuaderno escrito-dibujado En 1521, después de un viaje de un año por los Países Bajos, y tras mantener su posición de pintor “oficial” con Carlos V (como anteriormente había logrado con el emperador Maximilia- no I), Alberto Durero volvió a su hogar de Nuremberg trayendo como equipaje un verdadero gabinete de curiosidades: Un mono babuino, varios trozos de coral, dos loros vivos, una cesta con conchas marinas, una cornamenta de alce, etc.3 Dentro de esas valijas también venían un diario de viaje y dos cuadernos de dibujo de tamaños y usos distintos. El más pequeño contenía sus retratos a plumilla; el segundo, de formato italiano, incluía una mezcolanza de dibujos de objetos, paisajes, arquitecturas, personajes y animales, cuidadosamente realizados con una punta de plata. Son libretas de apuntes que muestran una memoria descriptiva inusual, a la vez que se convierten en una prolongación del ojo del maestro, en receptores de la mano de un genio, como también ocurre con los cuadernos de otro contemporáneo de Durero, Leonardo da Vinci. Dos páginas de los cuadernos de Alberto Durero y Leonardo Da Vinci Son los dibujos de ambos un compendio de intereses enciclopédicos en los que no hay separación entre arte y ciencia, demostrando una curiosidad insaciable por el conocimien- to y el análisis de la realidad que les rodea. Al mismo tiempo, estas páginas nos ofrecen a unos creadores concentrados en su aprendizaje, que no buscan un resultado estético determinado, sino dar respuesta a sus propios interrogantes. Estos apuntes, y esta es una característica que se repetirá con frecuencia en otros autores a lo largo de la historia del arte, no sólo incluyen dibujos, sino anotaciones manuscritas que nos permiten complementar la información gráfica. Los creadores escriben en lossketch - books de forma innata, no olvidemos que el origen primario del cuaderno es la escritura, y esos textos son tremendamente eficaces a la hora de interpretar el contenido de los mismos. 7 Rubén Fernández Santos Ante un cuaderno vamos a tener normalmente esta gran ventaja con respecto a una obra mayor: en la libreta, el artista no tiene reparos en mostrarse tal y como es, aclarando la intencionalidad de sus prácticas, su sistema de trabajo y dejando constancia de sus dudas. Por eso es más fácil entender la obra de algunos autores a partir de una lectura de sus cuadernos que directamente a través de sus trabajos públicos, pensados ya para ser contemplados como pinturas o esculturas independientes. El sketchtravel Tres siglos después, en 1832, Eugène Delacroix regresa de su viaje por África del Norte y Es- paña con varios álbumes llenos de bocetos, apuntes y notas manuscritas. Los cuadernos de viaje ya sean escritos, dibujados o mixtos, son auténticos best seller del momento y resultan imprescindibles para entender el siglo XIX, por un lado son equipaje básico del Grand Tour, ese itinerario de larga duración por Europa que realiza la alta sociedad británica y que es el ori- gen del turismo cultural actual, y por otra parte, el cuaderno también forma parte clave de las complejas expediciones geográficas comerciales que son el germen del colonialismo. Página de un Cuaderno de viaje de Eugene Delacroix 8 Del Sketchbook a la novela gráfica autobiográfica En estos dibujos de temas africanos, Delacroix nos ofrece una mirada netamente occidental. El europeo singularizándose frente a la tosca pureza de una cultura ajena, anclada en el pasado e infiel4. Se conocen muy bien los pormenores de este viaje gracias a su diario, a las cartas que dirige a sus amigos y a todos los bocetos que elaboró. Estos documentos hacen po- sible seguir la crónica del artista de forma casi diaria: Delacroix está fascinado por el exotismo de las gentes y las costumbres, lo que, por un lado, le proporciona al pintor una documentación “real” para sus obras posteriores, y por otra parte, nos permite a nosotros encajar su visión den- tro de los intereses político-culturales de la época. Los cuadernos de viajes se han seguido publicando hasta la actualidad, y aunque no han vuelto a tener el mismo fervor del pasado, sí que han originado un interesante híbrido entre la novela gráfica, la autobiografía y el propiotravelsketch . Las obras del canadiense Guy Delisle sobre sus estancias en destinos exóticos, preferentemente asiáticos, recogidas en títulos como Shenzhen, Pyongyang o Crónicas Birmanas se han traducido a una veintena de idiomas y han convertido al autor en un especialista en el género; por otro lado, también tenemos el ejemplo de autores hispanos, como Álvaro Ortiz, Miguel Gallardo o el singular viaje de Al- fonso Zapico en La ruta Joyce recorriendo los lugares que habitó el escritor irlandés, que nos demuestran que el género sigue vigente5. El cuaderno de arte En el siglo XIX el cuaderno alcanzó cierta respetabilidad a medida que los fabricantes de pa- pel ingleses, particularmente Whatman, comenzaron la realización de piezas de gran calidad, como las que usó Monet durante su estancia en Bolonia en 1868 y que según escribe en una carta el propio pintor “combinadas con una caja de acuarelas de bolsillo de la casa Rowney, proporcionaban mucho mejores resultados que los materiales franceses”. Los dibujos de Monet van desde esbozos rápidos tomados durante unos instantes de receso en su viaje hasta estudios detallados de paisajes, ciudades y retratos. Allá donde iba, el pintor cargaba con cuadernos, pinturas y lienzos, lo que le permite traer obras de todos su viajes, ya fueran cortos o largos. También son ingleses los cuadernos, lápices y acuarelas que utilizó Turner en sus tres viajes a Venecia, de los que se conservan en la Tate Gallery casi 9000 piezas, entre bocetos, dibujos y acuarelas, muchos de ellos en cuadernos.
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