Memoria para optar al Título de Periodista Ley de Violencia en los Estadios El cómo y el porqué de su inoperancia Alumno: Daniel Fernández Arce Profesor-guía: Gustavo González Rodríguez Abril de 2011 La ley de Violencia en los Estadios, como se señaló incluso en el momento mismo de su promulgación, no puede ni debe solucionar por sí sola el problema de los disturbios en los recintos deportivos, un fenómeno social con arraigo cultural que explotó en nuestras canchas a fines de la década de los ’80 y que se transformó en los años posteriores en uno de los elementos más identificables alrededor del balompié criollo. Sin embargo, los encargados de aplicarla día a día suelen confesar que su aplicación a cabalidad habría posibilitado muchas soluciones, reconociéndose entonces una inoperancia que se explica por diversos factores y que encuentra distintos responsables, dependiendo del punto de vista. Si bien modificaciones puntuales son válidas y para algunos necesarias, el cuerpo legal existente que permanece casi invariable desde su promulgación en 1994 no es una iniciativa del todo errada y abarca varios puntos y soluciones relevantes, pero la falta de rigor en su aplicación le quita peso y, mientras el fenómeno de la violencia en los estadios siga estando presente, a fin de cuentas termina englobada dentro de ese largo listado de cuerpos legales que se identifican más con letra muerta que con soluciones de facto. Este reportaje de investigación se propone dar respuesta a dos interrogantes generales sobre la ley: reconocer en qué se ha fallado y por qué. Para esto, la revisión de casos que en su momento fueron importantes es particularmente útil, ya que permite apreciar cómo se veía el problema en sus orígenes, qué se decía, qué se prometía, eliminando el factor de la reinterpretación que suele usarse para defender la falta de medidas concretas. 2 El empleo de situaciones puntuales también ilustrará como en gran parte este tema ha tendido a ser cíclico, lo que agrava la falta de acciones concretas que en varias oportunidades no sirvieron para más que apaciguar presiones populares y mediáticas. Otra herramienta útil será prescindir al máximo del factor interpretativo, dejando que los hechos y la voz de los protagonistas establezcan las consideraciones más importantes, las que en su conjunto permitirán apreciar el tema de mejor manera. Este trabajo no se enfoca en criticar porque sí a una de las leyes más cuestionadas desde el retorno a la democracia, sino entender las razones por las que esto se produce. En definitiva, el saber si la persistencia de la violencia en los estadios de Chile se debe a errores propios de una ley mal hecha y pensada, o guarda más relación con culpas y responsabilidades compartidas por varios actores. 3 - HISTORIA DE LA LEY.…………………………. 5 - CONSIDERACIONES GENERALES…………...35 LO QUE DICE LA LEY……………………………….36 LLUVIA DE IDEAS…………………………………...39 LOS PRIMEROS LLAMADOS DE ALERTA………..41 - ANÁLISIS………………………………………….53 EL FACTOR DISUASIVO…………………………….55 EL FACTOR REPRESIVO…………………………….64 ACTORES PRINCIPALES…………………………….72 VACÍOS LEGALES…………………………………..103 - RECOMENDACIONES Y CONCLUSIONES…116 - FUENTES…………………………………………129 - ANEXOS…………………………………………..136 4 HISTORIA DE LA LEY 5 Si es por buscar consensos, uno bastante general es que la opinión de don Julio Martínez Prádanos, considerado como el mejor periodista deportivo chileno de todos los tiempos y voz autorizada de la realidad nacional desde mediados del siglo pasado, debe ser respetada o, al menos, considerada como referencia en busca de parámetros de validez. Pues bien, el fallecido ‘JM’ describía así en su mítica columna ‘Bajo la Marquesina’ uno de los primeros hechos graves de violencia en los estadios acontecido en nuestro país, el año 1986, y que generó cierta consternación en la opinión pública ante un fenómeno relativamente nuevo y desconocido hasta entonces, aunque no del todo inédito. “La reacción es lógica, porque los hechos lamentados son poco frecuentes en el fútbol nuestro y por eso mismo deben ser extirpados prontamente, de raíz, sin contemplaciones”1, escribía el profesional desde la tribuna que utilizó por años en Las Últimas Noticias. La fecha exacta es el sábado 27 de septiembre. El lugar, el Estadio Santa Laura en la comuna de Independencia, Santiago. En un partido de mediana relevancia válido por el campeonato futbolístico de ese año, Palestino derrotaba con total justicia a Universidad de Chile por un claro 3 a 0, hasta que en el minuto 51 la impotencia fue tal para un hincha azul que no tuvo mejor ocurrencia que lanzar un piedra contra el portero rival Marco Antonio Cornez, en ese entonces seleccionado nacional. Ante los hechos, y considerando que los problemas de conducta en la galería sur del recinto de la Plaza Chacabuco eran evidentes desde que promediara el primer tiempo, el juez Hernán Silva no dudó en tomar una decisión inaudita para la época: suspender el encuentro. 1 ‘Bajo la Marquesina’, Las Últimas Noticias, martes 30 de septiembre de 1986, pág. 19. 6 “Ya no había garantías para los jugadores”, reconocería luego el colegiado, felicitado por muchos por su gran coraje pero criticado por varios otros, incluidos los dirigentes del cuadro laico que lamentaron el que un “asunto aislado” interfiriera con el normal desarrollo de las acciones. El hecho adquirió cierta relevancia y hoy puede interpretarse como el primer paso en pos de crear (o al menos constatar su ausencia) un reglamento disciplinario en relación al actuar del público por un par de claras razones. Primero, la valiente decisión de Silva interrumpía un partido de fútbol por estrictas razones de seguridad en las tribunas. Y de forma justificada, ya que Cornez terminó con un TEC cerrado en un centro asistencial capitalino, en un ambiente extrañamente caldeado considerando la escasa relevancia del compromiso (sólo asistieron 6.303 personas controladas) y que el rival no era ni por cerca el más enconado para la parcialidad universitaria azul2. Además, no es menor el hecho de que el jugador agredido era un miembro estable de la selección chilena, considerándosele como el primer reemplazo en el arco para el entonces capitán y líder de la escuadra, Roberto ‘Cóndor’ Rojas. Esto motivaría también un seguimiento mayor a la noticia -con visitas de la prensa al meta un par de días después- comparado con los escasos ejemplos anteriores de jugadores agredidos en una cancha de fútbol. Por último, instaló un antecedente judicial aun más novedoso, a falta de un mejor término. Hugo González Rojas, un hincha de fútbol cualquiera, presentó una querella en contra de quien resultara responsable por la suspensión del encuentro, 2 De hecho, ambas hinchadas tienen una historia de ‘cercanía ideológica’ que ha llegado a límites tales como compartir la causa de la lucha árabe en Medio Oriente, condición que se puede trasladar incluso al plano dirigencial. Es más, ambas instituciones han trabajado en un par de iniciativas conjuntas, que incluyen el emplazamiento de un moderno Centro de Entrenamientos del equipo universitario a un costado del Estadio Municipal de La Cisterna (donde Palestino juega de local) y la posibilidad que el anhelado sueño del estadio propio azul pueda edificarse en conjunto con el cuadro de colonia. 7 incluso involucrando al árbitro en caso que su decisión se considerase impropia y atentatoria contra el espectáculo y, por ende, contra los derechos de los espectadores. En su momento se destacó que González, empleado público, contaría con cierto tipo de ‘contactos’ que le permitirían tener buenas referencias en tribunales, aunque la acción al poco tiempo perdió relevancia y terminó sin arrojar resultado alguno. Pese a esto, el hecho vale como antecedente ya que de una manera u otra rompió por primera vez los límites del fútbol como actividad independiente que vela por sus propios intereses y castigos, involucrando a un actor aledaño como el Poder Judicial. Una suerte de sociedad que en los años venideros sería cada vez más y más común. Sin embargo, la situación no pasó a mayores en un ambiente futbolístico que todavía se podía considerar romántico y tradicional. De hecho, los mismos hinchas azules, culpables de la situación, no tuvieron problemas en reunirse privadamente a los pocos días con el entrenador de la ‘U’, Fernando Riera, para ‘conversar’ posibles fórmulas que revirtieran los malos resultados que la escuadra registraba hacía meses dentro de la cancha. Es más, la agresión contra Cornez fue vista sólo como un reflejo casi normal de los tiempos que corrían en el mundo deportivo, casi como un mal que tenía que atravesar tarde o temprano nuestras fronteras. Por entonces no son pocos los que recalcaron el que, el mismo fin de semana del incidente en Santa Laura, se produjeron graves hechos de violencia en Europa, con Italia y Holanda como epicentros. Es decir, si naciones más avanzadas y civilizadas como las del Viejo Continente enfrentaban paralelamente sucesos mucho más serios, ¿por qué no podíamos soportar una piedra solitaria que un hincha frustrado lanzó y que casi de seguro no pasaría a mayores? Por demás, el fútbol chileno vivía una relativa buena salud, recién dejados atrás los severos problemas económicos que motivaron la intervención estatal, con los 8 ‘rescates’ provisionales de Colo Colo y Universidad de Chile como puntos más evidentes. Las asistencias a los estadios estaban en su punto más alto en años3 y competitivamente los torneos solían definirse año a año por escaso margen, asegurando emoción hasta las últimas fechas4. Incluso, pese a que la selección nacional falló en clasificar al Campeonato Mundial de ese año en México, la sensación de tiempos muchos mejores por venir se palpaba en el aire, por lo que debía bastar con una pizca de buenas intenciones para no permitir que lo de ese día en Santa Laura no se repitiera o, al menos, no se convirtiera en tendencia.
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