Mfa En Escritura Creativa: Recomendación

Mfa En Escritura Creativa: Recomendación

El país de las maravillas. Crónicas de mi sueño americano Melanie Márquez Adams El país de las maravillas Crónicas de mi sueño americano Melanie Márquez Adams Melanie Márquez Adams Es escritora, editora y traductora. Tiene un Máster en Escritura Creativa por la Universidad de Iowa, su obra en inglés y en español aparece en varias antologías y revistas literarias. Ha publicado los libros Querencia: Crónicas de una latinoamericana en USA (Katakana, 2020) y Mariposas negras: Cuentos (Eskeletra, 2017). Ha curado y editado las antologías Ellas cuentan: Crime Fiction por latinoamericanas en Estados Unidos, Pertenencia: Narradores sudamericanos en Estados Unidos y Del sur al norte: Narrativa y poesía de autores andinos, la cual obtuvo el primer lugar, categoría antologías, en los International Latino Book Awards 2018. Vive en el estado de Tennessee. 5 Sobre la autora 4 Selfie universitario 11 El color de los lagos 16 Balada de los Apalaches 24 El país de las maravillas 31 Interpretando el sueño americano 43 Colores de noviembre 51 Los dos lados del parque 55 Remembranzas de años viejos 57 El color de mi escritura 61 Country roads 72 Chicago al vuelo 77 En el tiempo de los boardwalks 82 Panfleto turístico 86 Crónicas de mi Narnia 89 Glosario de una #latinawriter 93 El maíz de la soledad 131 Viaje al centro de mí misma 138 Cronología de la sororidad 153 Una leyenda del sur 159 Ciudadana 166 A propósito de la no ficción creativa 174 6 7 Cuando leía cuentos de hadas, imaginaba que ese tipo de cosas no sucedían nunca. ¡Y pensar que ahora estoy adentro de uno de esos cuentos! ¡Debería de haber un libro sobre mí, eso debería de haber! Y cuando crezca, voy a escribir uno… —Lewis Carroll, Alicia en el país de las maravillas Selfie universitario Que he aterrizado en el medio de la nada es lo primero que se me ocurre dentro de la van que me lleva desde una miniatura de aeropuerto hasta la universidad donde pasaré los próximos dos años. Lo segundo, que ahora soy un perso- naje más de una película que se desarrolla en un escenario country. De ésas donde el pueblo apenas tiene un par de gasolineras y tiendas. De ésas donde la gente se conoce de toda la vida. Con el paso de las semanas iré descubriendo una región que se extiende a lo largo de una colcha de retazos verdes y azules. Un zigzag de montañas, lagos, bosques, parques nacionales, 11 iglesias, granjas y campos. El patrón del tejido personales no son muy diferentes a las de “acá”. se repite una y otra vez silencioso y constante. Sus ojos claros y pequeñitos, prisioneros de Es necesario, cada tanto, consultar el gps: así unos marcos rectangulares, brillan con expec- puedo evitar perderme entre las costuras. tativas. No puedo defraudarlo, así que me invento Durante mi primera semana en la clase de psi- las historias pintorescas y macondistas que sé cología, un profesor de cabeza plateada y un que desea escuchar. parecido impresionante con Stephen King me pide que lo acompañe a su oficina. Ni bien El último semestre, tomo una clase sobre la me acomodo en el sillón, descubro que soy su memoria y su relación con la cultura. Entre primera estudiante sudamericana. recuentos de sobrevivientes del Holocausto y En aquel cubículo-oficina de un recóndito memorias de esclavos, leemos la autobiografía campus sureño, me convierto en un objeto de de Rigoberta Menchú. estudio antropológico. Me cuesta entender por qué no había leído El doc se asegura de involucrar a sus pupilos ese libro antes y por qué, cuando por fin lo ha- internacionales en la clase. Ya sea cuando lee- go, tiene que ser en un salón de clases nortea- mos sobre rituales de duelo o bien cuando apren- mericano. demos acerca de dinámicas familiares, un ¿cómo La profesora asigna capítulos a cada estu- son las cosas en tu país? no puede faltar. diante para su análisis en presentaciones indi- Por lo general, la estudiante china es la pri- viduales. Mi sección contiene relatos emotivos mera en ser sometida al interrogatorio. Luego acerca de las tradiciones del pueblo quiché. me toca a mí, y rematamos con anécdotas de Aprendo que cuando nace un nuevo miembro familias disfuncionales en la India. en aquella comunidad, le entregan una peque- Me apena la desilusión en la mirada del do- ña bolsa con ajo, lima, sal y tabaco para su ppelgänger de King cuando le digo que “allá”, en protección. aquel lugar de su imaginación, las interacciones 12 13 También, que cuando los niños y niñas qui- A pesar de que sus vestiduras se quiebran y chés cumplen diez años, los adultos comparten mueren a sus pies, los árboles esperan inmuta- con ellos la historia de su pueblo asegurando bles, altivos, con la certeza de que el paso del de esta manera su legado cultural a las siguien- tiempo los volverá a armar. tes generaciones. Aquella determinación me recuerda que a Luego de presentar el texto académicamen- mí también me hizo falta descolocarme —aquí te, diseccionándolo con las teorías que hemos en este extraño trozo de mundo— para volver a estudiado, ofrezco a la clase una reflexión per- encontrarme. sonal. Leer sobre la cultura de los quichés me Mis hojas no están completas, pero voy por ha enfrentado a la triste realidad de que no sé buen camino. nada sobre las tradiciones indígenas de mi pro- La primavera no tarda en llegar. pio país. Si acaso conozco un par de palabras quechuas es porque han sido incorporadas al lenguaje coloquial de los ecuatorianos —no recuerdo si he conversado alguna vez con una persona indígena fuera del contexto de un mer- cado artesanal—. No sé si es más triste que vergonzoso. Sólo sé que duele. Hacia el final de mi segundo semestre en la uni- versidad, mi primer año viviendo en Tennessee, me desinflo exhausta en una banca. Envuelta en un chal de alpaca, observo a los seres desho- jados que habitan el campus. 14 15 Sonrío de vuelta. No es la primera vez que El color insinúan que no tengo cara de Melanie. Tam- poco será la última. de los lagos —Claro, entiendo —digo sacudiendo la ca- beza, tal vez demasiado enfática. Señalando el cartel que está por despegarse de la puerta del dormitorio que me han asig- nado, le explico que en realidad me llamo así y que, de pequeña, era en mi país donde algu- nas personas no sabían cómo pronunciar mi nombre. —¡Wow! ¿En serio?—. Cubre su boca con la mano derecha mientras se ríe despacito, los —No, no. ¿Cuál es tu verdadero nombre? —pre- hombros moviéndose de arriba a abajo. Una gunta sin una pizca de asombro, como si dar un barbilla puntiaguda completa la imagen de vi- nombre falso fuera parte de la rutina. llano de caricatura. —Este… no entiendo muy bien lo que quieres decir—. Empiezo a preguntarme si tal vez, des- Por la noche, doy vueltas en la cocina, exhaus- de mi última experiencia como estudiante, se ta y hambrienta luego de una clase de tres horas. inventaron nuevas reglas para navegar la vida Cindy sale de su habitación, lista para ofrecerme universitaria en América. galletas y dulces, provisiones indispensables en —Pues que los estudiantes internacionales el bowl de plástico que hace también de centro suelen escoger un nombre americano porque… de mesa. bueno, ya sabes, los de ellos son difíciles de Tiene toda clase de preguntas acerca del pronunciar—. Sonríe y la fila de dientes perfec- lugar del que vengo. Quiere saber sobre el clima, tos se pierde en su piel vampiresca. la comida, la música. Siente curiosidad más que 16 17 nada por las personas que habitan aquel rincón pronto, cuando apenas había comenzado a distante del mundo. “Seguro que allá la vida es amarlos. más emocionante.” El brillo en sus ojos mien- tras le cuento sobre Ecuador es la de una niña La mayor parte de mi tiempo libre transcurre pequeña que acaba de descubrir una nueva serie junto a Cindy. Vamos de compras al único cen- animada en la tele. tro comercial de la ciudad o a Walmart. Algunas Cindy nunca ha estado fuera de su país veces damos vueltas en el coche y sondeamos —nunca ha viajado más allá de un par de estados las montañas en busca de algún sitio bonito vecinos a Tennessee—. No conoce el mar. Su para caminar. fascinación por las personas extranjeras comen- Una tarde fresca de primavera paseamos zó en una escuela rural en la que pudo conectar bajo los pinos que se entrelazan a nuestro alre- con estudiantes de intercambio que venían de dedor. Fascinada con las ardillas que brincan Asia y África. Quedó enganchada desde enton- por todos lados, le digo a Cindy que imagine ces. que estamos en medio de un acto de magia: Siempre que me conversa acerca de los chi- enérgicas ardillas se transforman en largas y cos de intercambio, sus ojos azules se enturbian. hermosas iguanas que prefieren estirarse bajo La primera vez que esto sucede, pregunto ape- el sol antes que correr como maníacas. nada si alguno de ellos murió. —¿Puedes verlo, Cindy? —pregunto antici- —No, no es eso —limpia sus ojos con las pando su emoción—. Pues ahora estás en mi yemas de los dedos—. Es sólo que… ¡Eran todos ciudad. ¡Guayaquil! tan tiernos! Sus ojos se expanden hasta convertirse en Me recuerda a la niña pequeña de una pe- dos enormes globos azules. Nunca había sido lícula que vi alguna vez —una que lloraba in- tan fácil deleitar a alguien con mis historias. consolable por una camada de cachorritos a los cuales quería conservar para siempre—.

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