. \ ; I' } LL V • ' POESIA Y ARTE DE EN ESPAM Y SICILIA, pon ADOLFO FEDERICO DE SCHACK. TRADUCCION DEL ALEMAN POR DON JUAN VALDRA, _____________ de la Eeal Academia Española<;'^^'' s’^^jL.Í ' X V . r . : * r ; : .. «- t • V ♦ t ,• 9 \\ TOMO SEGUNDO, I» • i , . • i , « N < > « TERCERA EDICION. ■>. ; ¡ l m SEVILLA: 1881 FRANCISCO ALVAREZ Y 0.% EDITORES T etuau 24. A 4 ♦/v x / La presente edición es pro \ piedad de los Editores. AY'2 y X' ♦ f j ¿i 7 Establecimiento tipográfico de FEANCISCO ALVAEEZ Y C.ft 1 impresores de Cámara de S. M. y de SS. AA. BE. los Sermos. Bros. Infantes Duques de Montpcnsier. Tetuan, 34 :. 4 ^J \ I ■■ Al-Motamid. Quien ha vieto á Sevilla, aunque sea de paso, tiene que admirarse de la multitud y variedad do monumentos que tantos y tan divel'sos pue- * blos y siglos han ido dejando en aquella famosa ciudad, ensalzada proverhialmente como una maravilla del mundo. Miéntras que las colum­ nas de la Alameda vieja hacen pensar en la dominación de los lámanos, la elegante Lonja, el Archivo de Indias y la Torre del Oro, á orillas del Guadalquivir, adonde aportaban las flotas de la recien -descubierta América, traen á la memoria el esplendor de la monarquía univer­ sal de Oárlos Y. Y miéntras que la Giralda, gra- r >'■ 6 p o e s ía y a r te ÉE los ARABES / ciosa á la par que majestuosa, nos trasporta á loa tiempos en que el almuédano hacia oir su voz desde su altura, llamando á la oración á la ñoreciente capital del imperio de los almoha­ des, recuerda al lado mismo la magnífica cate­ dral el ahora no ménos decaído poder de la católica jerarquía. Pero, á par de tan importan­ tes monumentos de lo. pasado, que áun perma­ necen sin haberse destruido, en vano se buscan otros que debieron existir en otra edad, si no hemos de tener la historia por fábula. Han des­ aparecido hasta los vestigios de aquellos edifi­ cios suntuosos con que adornó su capital la bri­ llante dinastía de loS Abbadidas. El tiempo, que no ha perdonado los palacios y quintas de aquellos príncipes, también ha ^ borrado casi su recuerdo. Y sin embargo, no sólo levantaron los Beni-Abbad, merced á su espíritu emprendedor y á su valor guerrero, el poder de su remo á una altura que sobresalía entre la de los otros estados contemporáneos de la península,, sino que, como valedores de la ciencia y de la poesía, hicieron de su córte un centro de reunión de sabios y de poetas, con el cual apénas compite en esplendor el que hubo en Córdoba en el más glorioso período del cali­ fato. Aun hay más> un individuo de esta dinas- e n ESPAÑA Y SICILIA. 7 tía, Al-Motamid, ocupa un distinguidísimo lugar entre los poetas árabes, y por su extraño desti­ no, y por la trágica caida en que arrastró á to­ dos los suyos, aparece como un héroe digno de la poesía. J)e la anarquía que siguió á la caida de los Omiadas nació un gran número de pequeños estados independientes. Córdoba, Badajoz, To­ ledo, Granada, Almería, Málaga, Valencia, Za­ ragoza, Murcia y otras ciudades fueron asiento de otras tantas dinastías, que á menudo se com­ batían entre sí (1). Pronto descolló como la más (1) Hubo también reyes ó estados indepen­ dientes en Denia, Algeciras, Carmona, Ronda, Arcos, Huelva, Silves, Alpuente, Niebla y Mo­ rón. La historia de este período, desde la caida del califato de Córdoba hasta que los Almorá­ vides conquistaron la España muslímica, histo­ ria que comprende casi todo el siglo xi, está es­ crita de un modo muy interesante y ameno por Lozy, en todo el tomo iv y último de su Histoire des musulmans d’Es;pagne. Dice Schack, en una nota, qlie cuando escri­ bió esta parte del trabajo que vamos .traducien­ do, áun no habia dado Dozy á la estampa dicho tomo IV publicado, con todo, en 1861, miéntras. que la obra de Schack sólo apareció en 1865. Sea como quiera, Schack añade que las noticias que da sobre la vida de los príncipes Abbadidas .V J 8 POESÍA Y ARTE DE LOS ÁRABES / t V¡i ✓ • / ilustre de estas familias soberanas la casa de > los Abbadidas. El fundador de esta casa, Abul- KaSim Mubamed, había adquirido grande influ­ i jo en Sevilla, así por sus riquezas como por sus -j V prendas personales. Impulsado despues por su r infatigable ambición, y aprovechando un mo­ I mento favorable de la incesante lucha de los partidos, se alzó con el poder supremo. Para A esto se valió de un extraño ardid. Desde la des- membracion del califato, habían transcurrido veinte años en continuas revoluciones de pala­ cio, derramamiento de sangre y combates entre diversos pretendientes á la corona. El último Omiada, Plischam, habia muerto de una manera tan misteriosa, que habia dado ocasión á que se las ha tomado directamente de vários escritores ' ; árabes, y que sólo son suficientes para servh de cuadro á sus poesías, remitiendo al lector que ,, desee informarse mejor de los sucesos de aque- ^-. lia época, á la ya mencionada y famosa obra de Dozy. Como esta obra, al ménos que yo sepa, áun no está traducida al castellano, y como los suce­ sos que en ella se refieren interesan más á los españoles que á los alemanes, no podré excu­ sarme de ilustrar á Amces con una breve-nota, v tomada de Dozy, lo que Schack dice en este capítulo. EK e s p a d a y SICILIA. 9 creyese que no era cierta su muerte, sino que había huido del vacilante trono para vivn- en im seguro asUo. De repente apareció, probable­ mente por instigación de nuestro Abul-Kasim, un hombre, que decia ser Hischam, haciendo un papel semejante á los de los falsos Derne- teios, Sebastianes y Waldemares. Aseguraba este hombre que, huyendo del puñal de Sulei- man que se habia sentado en el solio despues de éí, habia pasado á Oriente, en donde hasta entónces habia vivido, y de donde acababa de volver. Pronto se esparció el rumor de la vuelta do Hischam, y por donde quiera se^ contaban sus aventuras: que habia llegado á Córdoba dis­ frazado y ganándose la vida/con el trabajo de 4 La época en que vivieron los Abbadidas es en extremo interesante y curiosa por la mezcla extrafía que hubo en ella de barbarie y de cul­ tura refinada, de libertad de pensar y escribir y de tiranía feroz, de irreligiosidad y superstición, de ciencia y de ignorancia. Los reyes y prnicipes eran poetas, filósofos, eruditos, y al mismo tiem­ po solian ser los más sanguinarios tiranos, ebrios de vino y de sangre y haciendo con fre­ cuencia ellos niismos, con singular deleite, el papel de verdugos. Badis, rey de Granada, ma- taba- casi siempre él mismo á los personajes ínás notables á quienes condenaba á muerte. (N. del T.) T. II. 2 10 POESIA Y ARTE DE LOS ARABES SUS manos; que había recorrido todo el Oriente, durmiendo por las noches en las mezquitas; y que, por último, quería de nuevo subir al trono. Abul'Kasim hizo de modo que algunas mujeres que ántes habían habitado en Córdoba asegura­ sen la identidad del embustero con el Califa, y cuando una parte del pueblo le hubo creído, / aclamó al falso Hischam como soberano, pero' le tuvo encerrado con varios pretextos, en los aposentos interiores del alcázar, mientras que gobernaba en nombre suyo (1). ' (1) Iex -Ohallikan , Loci de Ahhadidis, ed. Do- zy, I, 220.—La soberanía del falso Hischam fué reconocida por Abdalaziz, rey de Valencia, por Modjehid, rey de Denia y las Baleares, y por el príncipe de Tortosa. Aunque el presidente de la república que se había formado en Córdoba no se dejó engañar por el fingido califa, tuvo que ceder al deseo y entusiasmo de sus conciu­ 4 • dadanos j hacer juramento de fidelidad y vasa­ A llaje á Hischam II, si bien más tarde logró con­ vencer á los cordobeses de la impostura y reco­ brar la independencia. Los reyes de Almería y . f r i de Granada, gobernados por dos validos emL íientes, el árabe Ibn-Abbas y el judío Samuel,, no reconocieron tampoco al falso califa, y hu­ bieran sido los más terribles enemigos de los Abbadidas, si no se hubiesen destruido entre sí con continuas y feroces guerras.'fV. del T.) I ' EN ESPAS'A y SICILIA. 11 Abül'Kasim procuró enseguida ensancharlos límites del nuevo reino de Sevilla; pero quien llevó adelante con más éxito sus planes ambi­ ciosos fué su hijo, que subió al trono despues de lamuerte de Abul-Kasim, en el año de 1042. Era el nuevo prñicipe hombre de gran fuerza y cor­ pulencia, de agudo entendimiento y de notable presencia'de espíritu. Tenía además una esme­ rada educación literaria, adquirida durante la vida de su padre, por medio de asiduos estudios; pero apénas se abrió para él el camino del im­ perio, cuando todos sus pensamientos se ende­ rezaron al mismo fin; al engrandecimiento de su poder. No contento de gobernar con el mero tí- V tulo de visir, dispuso que las plegarias se hicie­ sen en su nombre, y no en el del monarca fan­ tasma; divulgó la nueva de que Hischam habia muerto de apoplegía, y tomó, como único sobe­ rano, el nombre de Al-Motadid-Bilah, el que se apoya én Dios, Cualquiera medio de satisfacer su ambición le parecía bueno, y á fin de exten­ der el término de Sevilla, no habia obstáculo que no .allanase, ó por fuerza ó por astucia.
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