A QUIEN CORRESPONDA CARTAS FICCIONALES, ENCUENTROS EN LA ESCRITURA Compiladora ANDREA FRANCO JULIO 2021 A quien corresponda : cartas ficcionales, encuentros en la escritura / Francisco Alzúa ... [et al.] ; compilación de Andrea Franco. - 1a ed. - Ciudad Autónoma de Buenos Aires : Andrea Franco, 2021. Libro digital, PDF Archivo Digital: descarga ISBN 978-987-88-0497-2 1. Literatura. 2. Cuentos. 3. Cartas. I. Alzúa, Francisco. II. Franco, Andrea, comp. CDD A866 - Editorial: la ksita editora Idea original, edición y compilación: Andrea Franco / @andrefranx Diseño y arte: Mauro Salerno / @salernomau Asistencia editorial: Rocío Sosa Pinilla / @rociospinilla Foto de tapa: Valentina Kalinger / @kalingerv Agradecimientos: Sergio Francano, Tomás Viola, Montserrat Borgatello. A quien corresponda es un proyecto de cartas ficcionales realizado a fines de 2020 en los talleres de escritura de Andrea Franco. Este libro se compone de 26 correspondencias entabladas a lo largo de tres meses entre alumnxs del taller que, en la mayoría de los casos, no se conocían y fueron reunidos de forma azarosa. Frente a las limitaciones de la pandemia por COVID-19, esta propuesta surgió como una forma de generar encuentros, hacer del oficio algo menos solitario y buscar nuevos modos de conexión a través de la literatura. ÍNDICE NUESTRA FALSA Mariana Volcomirsky VIDA JUNTOS Gonzalo Pantín 8 10.114 KM Valentina Groba Maggie Auld 18 PROMESAS Y Santiago Muñoz OBLIGACIONES Rocío Sosa Pinilla 24 EL BAILE DE Celina Skou LOS BASTONES Patricia Colombera 32 UN POCO BRUSCA, Camila González Revoredo PERO SINCERA Sofía Enecoiz 37 COLIMBA Gabriel Hernández Juan Manuel Ripoll 47 CURIOSA LIBERTAD Agustina Mazzotta GEMINIANA Manuel Brignole 55 TRES ESPECIES Francisco Alzúa Axel Lacapmesure 61 PASTELITOS Francisco Cuellar DE MEMBRILLO Karina Duarte 68 SUCESIÓN Pablo Bandin DE GARANTÍAS Mariana Volcomirsky 75 SALAM ALEIKUM Sofía Enecoiz Santiago Pellegrini 83 CAMBIOS Giovanna Antezana Tatiana López 89 LUCES DEL SUR Tatiana López Manuela Sagray 98 EL FONDO FALSO Karina Duarte Florencia Buffa 105 FUTURA EX ESPOSA Sebastián Bertolini Giovanna Antezana 112 EL PERRO DE ARRIBA Maggie Auld Camila González Revoredo 121 TERAPIAS ALTERNATIVAS Rocío Sosa Pinilla Gabriel Hernández 128 CORTO FIERRO Santiago Pellegrini CORTO GANCHO Pablo Bandin 137 DISTANCIAS Patricia Colombera HERMANADAS Agustina Mazzotta 145 AHORA PUEDO Axel Lacapmesure EXTRAÑARTE Valentina Groba 151 MALAS INFLUENCIAS Juan Manuel Ripoll Celina Skou 159 AGUAPEY Sergio Francano Francisco Cuellar 168 LOS HIJOS Manuela Sagray Sergio Francano 179 SOLAS SÍ, Gonzalo Pantín BOLUDAS JAMÁS Santiago Muñoz 187 AMIGO Y DESCONOCIDO Manuel Brignole Sebastián Bertolini 193 EL ÚNICO E INCOMPARABLE Florencia Buffa PUEBLO ARGENTINO Francisco Alzúa 203 NUESTRA F A L S A VIDA JUNTOS MARIANA VOLCOMIRSKY / GONZALO PANTÍN Buenos Aires, 28 de noviembre de 2019 Estimado Vecino Peña 2763 5to Piso A Imagino que esta carta lo tomará por sorpresa. No se preocupe, no es una cuenta más ni una publicidad de las tantas que recibe todas las semanas. Soy su vecina del edificio de enfrente, la del balcón que casi se choca con el suyo. ¡Qué angosta es la calle Peña! Por ahora prefiero no darle mi nombre, me cues- ta bastante escribir esta carta y no quiero exponerme aún más. Hace cinco años que vivo en este departamento, desde que vine de Navarro para estudiar biología. No conocía a nadie en Buenos Aires y usted fue la primera persona con la que cené en esta ciudad. No estoy loca, ahora le explico: cuando llegué al departamento que habían alquilado mis padres me encontré con un lugar deprimente, con unos pocos muebles viejos y una mesa de plástico blanca, de esas de jardín, que instalé frente a la ventana. Esa primera noche estaba asustada y triste. El dueño del lugar me había gritado porque había llegado tarde. Aunque traté de explicarle que había sido culpa del micro que se había demorado en la General Paz, no me escuchó. Desde el ascensor me dijo: “si se atrasa así con el alquiler la pongo de patitas en la calle de inmediato, ya está avisada”. Sin poder parar de llorar me senté a la mesa a comer el sándwich que me había sobrado del viaje, tenía dieciocho años y solo quería volver a mi pueblo. Ahí apareció usted, en el departamento de enfrente, sentado a la mesa con un plato que imaginé exótico. Yo nunca había visto un de- partamento así, con cuadros raros y esas luces brillantes que lo iluminaban como si fuera una película. La sorpresa me secó las lágrimas y me propuse que algún día sería tan moderna como usted. A partir de ese momento, casi todas las noches, por cinco años, lo busqué para cenar. Por supuesto no siempre lo encontré, los dos sabemos que es bastante salidor. de Mariana Volcomirsky a Gonzalo Pantín de Mariana Volcomirsky Lo vi comer con la chica morocha de pelo lacio y largo, la bajita, con la que se 9 reían todo el tiempo. Trataba de imaginarme de qué hablarían, quería tener letra para cuando algún chico me invitara a salir. Me apenó la noche que los vi gritan- do y ella desapareció. Lo vi con la rubia alta de pelo corto como un hombre, esa sofisticada, que parecía sueca. Aunque duraron mucho tiempo, usted no parecía feliz, eran como dos modelos de revista. Así, vi desfilar muchas mujeres por su vida, pero parece que no termina de enamorarse de ninguna. Yo tampoco me enamoro, aunque salí con muy pocos hombres en este tiempo. Pero lo que más me gusta es ver cuando se sienta a tocar el piano después de cenar. ¿Qué música tocará? Por más que me esforcé, nunca llegué a escuchar nada. Debe ser algo sensible, lo veo en su expresión. ¿Será jazz? Ahora hace meses que no toca, intuyo que no es algo bueno. ¡Perdón! Debe creer que soy una loca que se la pasa espiándolo. Le juro que no es así, sólo lo miraba porque quería un poquito de su vida para mí. No es fácil ser del interior y venir a la ciudad a estudiar una carrera difícil. Y menos siendo tan tímida. Sé que esta carta se puso larga, pero tenía que explicarle un poco de mi vida antes de seguir. Me pregunto si a esta altura sabrá quién soy. ¿Me habrá registrado alguna vez? La semana pasada los dos bajamos al mismo tiempo a recibir un delivery, usted sushi y yo helado. Me pareció que me miró desde la vereda de enfrente… Quiero contarle que tanto estudiar valió la pena, ayer rendí mi último final y me recibí con diploma de honor. ¡Me gané una beca para hacer una maestría en Berkley! ¿Quién se hubiera imaginado que la gordita de anteojos que llegó de Na- varro terminaría nada menos que en San Francisco? Estoy feliz, no terminé siendo tan moderna como usted, pero sé que la decisión que tomé esa primera noche me permitió llegar hasta acá. Tenía que decírselo, ya que siento que, de alguna manera, usted me acompañó en todos estos logros. Con mucha vergüenza (no sabe cuánta) quería pedirle un favor: el 10 de diciem- bre va a ser mi última noche en Buenos Aires. El único sueño que me falta cumplir es cenar con usted antes de irme. A esta altura debe pensar que soy una psicópata de cuidado, pero le aseguro que soy una chica bien normal. Es que necesito ponerle voz a su imagen, saber qué música tocaba en el piano, qué pensaba las noches en que estaba solo, para que mi recuerdo sea completo. Si alguna vez me vio desde su ventana debe imaginar que soy la mujer más aburrida del universo, pero le aseguro que no es tan así (al menos podré decirle algunas cosas interesantes sobre usted). Podría encargar el sushi que le gusta y comer en mi casa (ya no tengo la mesa de plástico). O, si prefiere, podemos ir a algún restaurante de por acá cerca. No tiene que ser algo largo. a Gonzalo Pantín de Mariana Volcomirsky 10 Imagino que en esta época del año debe estar muy ocupado y no me ofendería si no puede aceptar mi invitación. Sólo le pido que me dé una respuesta, me haría mal su indiferencia. Saludos, Su Vecina de Peña 2768 5to piso A de Mariana Volcomirsky a Gonzalo Pantín de Mariana Volcomirsky 11 Buenos Aires, 29 de noviembre de 2019 Querida vecina: La diferencia entre un capricho y un amor para toda la vida es que el capricho dura un poco más, dijo Oscar Wilde en “La importancia de llamarse Ernesto”, aunque la traducción indicada, sería “La importancia de ser severo” (Oscar hizo un juego de palabras en ese título que, parece ser, resulta imposible traducir). Yo no me llamo Oscar ni Ernesto y ni siquiera tiene importancia. Al menos por aho- ra. Recibir tu carta me produjo asombro, esperanza y también desilusión. Voy a in- tentar detallar los porqués. Y digo intentar porque me suele ocurrir que en algunas explicaciones, sobre todo las más sencillas (paradójicamente), me pierdo en mis propios pensamientos a raíz de mi trastorno de ansiedad. Podría explayarme hasta aburrirte sobre la cantidad de veces que en mi cabeza el trayecto más directo entre punto A y punto B es un círculo perfecto. O peor aún, un garabato, una maraña infinita. Dicen que la única manera de salir de un laberinto es tocar una de las pare- des con una de las manos y sin dejar de hacerlo caminar hasta encontrar la salida. En mi caso, la forma de salir de mis propios enredos mentales, es mantenerme alejado de las oraciones largas (cuando escribo) y usar, por lo menos, el triple de pausas que creo necesarias (cuando hablo). En los dos casos, todavía tengo más fracasos que logros.
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